El varón de Dios había rehusado decididamente aceptar la invitación del rey, a pesar de la recompensa que éste le ofrecía; sin embargo, un viejo profeta le persuadió a que se volviese con él a Betel y comiera con él allí, en contra de la orden que Dios le había dado. Aquí vemos cuán cara le costó la comida. I. La perversidad del viejo profeta. Es posible que hubiese acudido a la escuela de profetas fundada por Samuel. En todo caso, bien pudo tener el don profético, aun siendo un mal hombre, como lo tuvo Balaam. No se nos dice por qué no acudió a la ceremonia con que dedicaba el rey el altar, pero todo hace ver que quiso congraciarse con Jeroboam al conseguir que el varón de Dios contraviniera la orden de Dios, con lo que lo desacreditaba ante el rey y el pueblo. Le engañó diciéndole que un ángel le había hablado por palabra de Jehová (v. 18) a fin de que regresase a comer y beber en Betel. Este «ángel» sería su propio hijo (v. 11), quien le contó lo que había pasado en la dedicación del altar; como si Dios pudiese contradecirse a Sí mismo (comp. con Gá. 1:8, 9). Así es como los falsos profetas causan muchas veces la ruina de los verdaderos. II. La debilidad del verdadero profeta al dejarse engañar por la manifiesta mentira del viejo (v. 19): «Entonces volvió con él». El que había tenido suficiente resolución para rehusar la invitación del rey, quien le prometía recompensa, no la tuvo para resistir a la sugerencia de alguien que pretendía engañosamente hablarle de parte de Dios. Pero estando ellos a la mesa (v. 20), vino verdadera palabra de Dios al propio profeta que le había hecho volver, con el anuncio de la muerte inminente del verdadero, pero desobediente, profeta. Parece extraño, a primera vista, que este mensaje llegase por medio del perverso viejo, pero era conveniente: 1. A fin de que la verdad fuese declarada por el mismo que había inventado el engaño, y el varón de Dios se percatase de su tremendo error. 2. A fin de que el viejo fuese afectado por el mensaje, como lo muestra el clamor (v. 21) con que lo anunció, así como su conducta posterior. Quienes predican a otros la ira de Dios, por fuerza han de tener corazón duro, si no tiemblan ellos mismos bajo tal mensaje, Mateo 24:4 Jesus dijo mirad que nadie no os engane Mateo 7:21-23