Subido por Fermín Gigante Carballo

Arafo en el Blog

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2016
Arafo en el Blog
Fermín Gigante Carballo
Biblioteca De Arafo
LAS MEDIANIAS ALTAS DE ARAFO
Gran parte del sector de las Medianías Altas del municipio de Arafo se puede describir como
un espacio constituido por una serie de lomas (La Haya, El Perú, El Pinalete, Jualdián, La
Granja, Las Montesinas, Cosme, Gorgo, Afoña) y barrancos (Amance, Añavingo, Gambuesas, El
Charquillo, La Tapia), bastante encajados y que forman parte de la cuenca hidrográfica de
Arafo, enmarcada entre los malpaíses de Media Montaña y del Volcán de Las Arenas.
Posee una importancia histórica y paisajística vital dentro del conjunto de la armonía
geosistémica1 del Valle de Güímar, y también importantes recursos hídricos, con 10 galerías en
su interior que llegan a generar excedentes hídricos que son exportados al exterior del
municipio y del Valle, aforando un total de 41 litros de agua por segundo de media.
El suelo de este espacio ha sido aprovechado por los campesinos para el cultivo, que han
tenido que rebajar taludes y laderas, levantando paredes y removiendo los materiales, lo que
ha mejorado la capacidad agrológica de estos suelos. La mayor parte del sustrato geológico
está compuesto por pumitas de variado espesor y granulometría pero también hay una
importante presencia de coladas basálticas recientes y poco alteradas en el sector de Los Loros
y Chivisaya, o en Las Vigas, Lo de Ramos y Perdomo. Asimismo encontramos importantes
depósitos de arcillas poco evolucionadas que forman los barreros de Lo De Carta, La Haya, El
Pinalete o La Granja.
Castañeros de Lomo Redondo
1
El geosistema, o planeta tierra, considerado como una unidad, es el conjunto de entidades bióticas
(biósfera), abióticas (litósfera, atmósfera e hidrósfera) y antrópicas (sociedad), entre las cuales se
producen permanentes interrelaciones que originan cambios cualitativos y cuantitativos que
caracterizan finalmente la estructura terrestre. (RIABCHIKOV 1976 : 11).
Los sustratos de capacidad moderada para el cultivo los localizamos en La Granja y El Pinalete,
con bancales de pequeño tamaño.
Los de capacidad baja, debido a las fuertes pendientes y al diminuto tamaño de las parcelas, se
encuentran en Gorgo, y Galván, donde todavía existen parcelas dedicadas al cultivo, pero
también pendientes muy erosionadas sobre planchas pumíticas de diverso espesor. El
abandono de las tierras trae consigo el inicio de procesos de degradación y pérdida de suelo.
Los sustratos de capacidad muy baja, suelos sobre depósitos de barrancos y derrubios de
ladera, así como suelos pardos, sólo son aptos como pastizales y matorrales forrajeros, tales
como escobones, codesos y tederas, y se encuentran principalmente en el lomo de La Granja, y
Chivisaya.
Los suelos improductivos incluyen las zonas más abruptas de los barrancos antes mencionados
y las coladas recientes del Volcán de Las Arenas y de la Media Montaña.
En cuanto a la vegetación, resaltar la presencia de sabinares, como formaciones abiertas,
sobre cornisas y laderas del barranco de Añavingo, Gambuesas o Amanse. Junto a las sabinas
(Juniperus turbinata ssp. canariensis), encontramos acebuches (Olea europaea ssp
cerasiformis) y almácigos (Pistacia atlántica). Estas zonas constituyen sectores arbustivos
cerrados, donde los árboles antes mencionados destacan sobre arbustos de menor tamaño,
como el granadillo (Hypericum canariense), el jazmín de monte (Jasminum odoratissimum), la
leña negra (Rhamnus crenulata) y poleo salvaje (Bystropogon canariensis). Abundantes en las
laderas son las cerrajas (Sonchus gummifer, Sonchus acaulis), y la palomera (Pericallis lanata)
así como la efímera primaveral Romulea columnae. En los bordes cercanos a los pinares o
espacios en expansión de esta formación vegetal, hallamos tomillares (Micromeria varia) y
jaguarzos (Cistus monspeliensis).
Morra de Galván desde Los Majuelos.
En las zonas más degradadas, encontramos los típicos matorrales de sustitución, que colonizan
las antiguas huertas abandonadas, compuestos por incienso perro (Artemisia thuscula) y
vinagreras (Rumex lunaria).
En los barrancos de Añavingo, Amanse, Las Gambuesas, Los Eres y La Laja, encontramos restos
de las formaciones termófilas del Monteverde canario, como son los madroños (Arbutus
canariensis), acebiños (Ilex canariensis), mocanes (Visnea mocanera), palo blanco (Picconia
excelsa), faya (Myrica faya), follao (Viburnum tinus ssp rigidum).
Aquí, el estrato arbustivo y el herbáceo cuenta con especies destacadas, como la capitana
(Phyllis nobla), o la cresta de gallo (Isoplexis canariensis).
Arranque del Lomo de Abarzo, en la confluencia de los Barrancos de Las Gambuesas y Añavingo.
El pinar que encontramos en Arafo dentro de las Siete Lomas, es fundamentalmente de
repoblaciones realizadas en los años cincuenta, sesenta y setenta del S. XX, en Los Frailes, La
Laja y Barranco San Pedro y sobre las coladas del Volcán de Las Arenas, donde se combina con
especies más propias del estado de colonización vegetal.
Estas últimas lavas, además de ser las más recientes, cuentan con la particularidad de ser las
menos evolucionadas, puesto que el sustrato rocoso de 300 años de antigüedad no es idóneo
para el desarrollo de árboles como el pino. Sin embargo, en zonas de acumulación de finos de
escorrentía, o sectores donde la capa de basalto se adelgaza, es posible encontrar ejemplares
de pinos de buen tamaño, acompañados de Rumex lunaria y el helecho Pteridium aquilinum.
Otros sectores están compuestos de pinares naturales, asociados al avance del pinar sobre
antiguos campos de cultivo abandonados o sectores escarpados que escaparon de las talas
pasadas y que se han conservado. En estos sectores, el pino aparece acompañado de su
cortejo florístico típico, compuesto por escobones (Chamaecytisus proliferus), jaras (Cistus
symphitifolius), codesos (Adenocarpus foliolosus) y ocasionalmente, en zonas más umbrosas y
húmedas, fayas, brezos, aceviños y palo blanco. Estos sectores naturales de pinos, con grandes
pinos tea se encuentran en los barrancos de Añavingo, Amanse y sectores traseros de Los
Frailes.
El pinar avanza a buen paso sobre sectores agrícolas que ya no se trabajan, formando
bosquetes que salpican el espacio, y en donde la sucesión vegetal avanza a buen ritmo debido
a la alta calidad y fertilidad de esos suelos.
Calderas de la Media Montaña
Mención especial hay que hacer a ciertas plantaciones de árboles que como el castaño y los
alcornoques (Castanea sativa y Quercus suber), han tenido hasta hace poco tiempo un interés
económico evidente, pero que se han abandonado y la vegetación natural empieza a colonizar
estos lugares.
En cuanto a la fauna, no existen hábitats exclusivos, pero la variedad de hábitats traen consigo
una fauna relativamente rica y diversa.
Encontramos las tres especies de reptiles endémicos de mayor distribución, que son bastante
abundantes: lagarto tizón (Gallotia galloti galloti), perenquén (Tarentola delalandii) y lisas
(Chalcides viridanus). De las tres, la lisa es la más escasa, ya que se restringe a zonas de cultivos
y pastizales con mayor humedad, así como a sectores rocosos que mantengan cierta humedad
durante todo el año. En la Cueva de Arafo se halló un yacimiento paleontológico a 600
metros de altitud en el Barranco de Amance, que albergaba restos fósiles del
extinguido Gallotia Goliat.
Importante es también la presencia de cinco rapaces: aguililla (Buteo buteo insularum),
cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), gavilán (Accipiter nisus), y las nocturnas búho chico
(Asio otus) y coruja (Tyto alba).
Bancales abandonados en Afoña.
En cuanto a los murciélagos, destacar la presencia del orejudo canario (Plecotus teneriffae), en
el Barranco de La Piedra Cumplida y del nóctulo pequeño (Nyctalus leisleri) y rabudo (Todarida
teniotis) en casas de campo del municipio.
La fauna introducida se compone principalmente de erizo moruno, la musarañita, conejos,
ratón doméstico, ratas y gatos asilvestrados, que ejercen fuertes presiones sobre la vegetación
natural (conejo) y que ponen en peligro la nidificación de ciertas aves (gatos y ratas).
Destacaremos que en ciertos sectores del Pinalete y de los Frailes hay una importante
presencia de la ornitofauna forestal, compuesta por banderitas (Regulus regulus), chirreros
(Parus caeruleus), pinzón vulgar (Fringilla coelebs).
En los frailes se suele observar con frecuencia el pinzón azul (Fringilla teydea teydea).También
en un sector de pinar entre el Volcán y el Pinalete se podría encontrar nidificando el gavilán,
rapaz típicamente forestal pero que en su afán de cazar otros pájaros sale de sus ámbitos
habituales.
Parejas de aguilillas nidifican en el Barranco de la Piedra Cumplida, así como las corujas en el
de Añavingo. Hemos observado en la zona por encima de Media Montaña algún que otro pico
picapinos (Dentrocopos major).
La presión a la que ha sometido el hombre a este espacio es bastante evidente, en los campos
de cultivo, o en la explotación de galerías que acabaron con los regatos e hilillos de agua que
solían discurrir por los barrancos de Arafo o a las numerosas fuentes que recogen los
documentos históricos: Fuente de Chabique, Risco de la Fuente, Fuente de Las Morras, Fuente
Nueva de Joco, Callejón de La Fuente, Fuente de Borrega.
Uno de los métodos de aprovechar estos escasos recursos hídricos eran los eres, que son el
resultado de una singular convergencia de factores naturales, y de su interpretación y
adecuación por parte de los seres humanos.
“ El ere se produce porque en el barranco hay un hoyo. Es un risco, pero dentro del risco se hace
tan hermético que es como un envase, como una charca, con agua. Pero está lleno de arena,
eso está lleno de arena. Y empiezas tú a escarbar la arena, y cuando bajas un poco, asoma el
agua; porque cuando corrió el barranco se llenó de agua, dentro de la arena hay agua, y te sale
el agua. Sale revuelta, pero la dejas un rato, y ahí a la media hora, el agua se asienta.”
Esta clase de ingenios hidráulicos populares podía alcanzar dimensiones respetables a través
de la excavación sucesiva, sobre todo durante los veranos. Esto exigía el levantamiento de una
pared de piedras que contuviera las paredes conforme se iba profundizando, y de un camino
que permitiera descender en espiral hasta el fondo de la concavidad.
Después del verano, cuando se reanudaban las lluvias y la circulación del barranco, toda la
excavación se desmoronaba y la marmita volvía a quedar colmatada de piedras y arena. Cada
año había que volver a repetir la operación a partir del momento en que el agua escaseara.
Fue Arafo un pueblo pródigo en agua subterránea, con sobrantes que se distribuían en otras
comarcas insulares. Prueba de ello son los numerosos canales, unos en desuso, otros a pleno
rendimiento, que atraviesan el término municipal.
Son también legendarios los nombres de algunas galerías, en las que los araferos trabajaron
duro, no sin el sacrificio de vidas humanas para obtener el preciado líquido vital, como Los
Huecos, Risco Azul, Las Saletas, Corral del Guanche, Los Zarzales, Casme, San Pedro, La Laja,
Pozo de El Entonado, Pozo Agustín…La disminución de caudal de muchas de estas galerías y
pozos avisa del descenso del nivel freático.
El patrimonio cultural está representado por elementos relacionados con las actividades
agrarias, como eras, casas de labor tradicionales, entre las que destacan los conjuntos de Lo
Ramos, La Granja y Lo de Carta, hornos para secar fruta, y sobre todo una densa red de
caminos, la mayoría de los cuales se encuentra en estado de abandono y ruina, cubiertos por
la vegetación, sin señalizar, cuando no ocupados por elementos de las fincas privadas
lindantes.
El abandono de tierras agrícolas, sin embargo, ha permitido el avance de ciertas formaciones
vegetales, sobre todo el pinar, y la recuperación de los fondos arbustivos de barrancos y de
algunas laderas.
Horno de pasar fruta del Charquillo. Patrimonio etnográfico en desuso y con riesgo de desaparecer.
En los últimos veinte años se ha producido una importante transformación del paisaje agrícola
de este espacio, que se construyó en otras épocas en las que la escasez, el hambre y la
búsqueda de todo tipo de recursos en el medio natural era un imperativo para la
supervivencia.
De esos momentos pasados nos quedan huellas en el paisaje, como bancales, senderos,
cuartos de labor, caminos empedrados, charcas, atarjeas, eras, hornos, alpendes: el espacio
era un lugar donde hombre y naturaleza coevolucionaban juntos.
Sin embargo, la ocupación humana actual, plasmada en ciertos sectores, como el borde de la
carretera Arafo hasta La Cumbre, se traduce en una serie de viviendas de carácter diseminado,
así como de instalaciones de tendido eléctrico y telefónico aéreo, el abandono de los bancales
que no pueden servir como solar edificable, y también el mal estado de algunos senderos y
caminos tradicionales, frente al uso y abuso de los caminos asfaltados.
Estas viviendas se ocupan muchas veces por foráneos del municipio que ante las mejoras de
las vías de comunicación, se sienten cómodos viviendo en un entorno rural a poca distancia de
su núcleo urbano de trabajo.
EL PAISAJE URBANO DE ARAFO
El actual entramado urbano de Arafo es fruto de un proceso evolutivo que arranca desde los
primeros años del siglo XVI, con la incorporación de la isla a la Corona de Castilla y el
progresivo asentamiento de población en una franja comprendida entre los 400 y 700 metros
de altitud. Las aguas manantes del barranco de Añavingo y del barranco de Arafo o de Amador,
unido a unas condiciones climáticas favorables propició el desarrollo de una incipiente
comunidad agrícola que se estableció en las zonas conocidas como Perdomo y El Aserradero,
donde sus habitantes comenzaron a cultivar y a explotar los bosques de la zona, por lo que es
frecuente encontrar topónimos relacionados con la explotación maderera como el ya citado
Aserradero, El Tablonito, Las Vigas, El Astillero, La Madera, Espigón de Tea, etc.
A la existencia de agua debemos unir la presencia de importantes yacimientos de pumitas2
(llamada bano, tosca, zahorra o jable por los campesinos) muy mezcladas con otros productos,
como arenas o arcillas, que permitieron el picado y sorribas3 de tierras que se fueron
configurando alrededor y en medio de las viviendas construidas, constituyendo así un mosaico
de paisaje donde las teselas de lo edificado y de los canteros se combinan, delimitadas por
caminos, veredas y atarjeas.
Vista general de Arafo. En primer plano, La Hoya.
Sin embargo no podemos desdeñar la importancia de la zona como un importante centro
habitacional guanche, al encontrarse en un significativa ruta de trashumancia guanche,
primando la ganadería como actividad dominante frente a una agricultura limitada y en la que
se han hallado una serie de interesantes yacimientos guanches desde la Playa de la Viuda
2
Roca con densidad muy baja y gran porosidad. Se forma a partir de magmas muy ácidos, y por lo tanto
muy viscosos. Durante su formación el gas que contiene el magma no puede salir debido a la alta
viscosidad y por ello esta roca tiene tanta porosidad y una densidad tan baja.
3
Academia Canaria de La Lengua: Romper o rebajar un terreno para prepararlo con fines agrícolas o
para edificar.
hasta el barranco de las Viñas Viejas. El topónimo Arafo ya aparece plenamente consolidado
documentalmente para referirse el núcleo originario del pueblo, sito en las zonas de El
Aserradero y Perdomo a través de los protocolos del escribano público Sancho de Utarte, por
los que conocemos además los cultivos, medios de vida y naturaleza de sus habitantes.
La explotación de las tierras de labor dio a la colectividad una cierta prosperidad económica,
con lo que en el último cuarto del siglo XVII, los vecinos más pudientes estaban en condiciones
de costear el levantamiento de una ermita en la que celebrar cultos, situada en la zona
denominada El Llanito, y que con el paso de los años y tras sucesivas ampliaciones dio lugar a
la actual iglesia. El pueblo contaba por esas fechas con unas sesenta casas y otras tantas
familias establecidas.
La erupción del volcán de Las Arenas en 1705 motivó que la población se fuera alejando del
núcleo fundacional y poco a poco, empezaran a levantar nuevas construcciones en torno a la
ermita de San Juan Degollado, que a finales de la centuria se convirtió en la zona más poblada.
De ese modo, Arafo comenzó a configurarse como una aldea de estructura irregular, aunque
se advertía un eje central descendiente a través de la pendiente, antigua ruta de trashumancia
aborigen, a partir de la cual se fueron desarrollando otras vías en sentido transversal.
Plaza e Iglesia de San Juan Degollado. El centro neurálgico de Arafo desde hace tres siglos.
Es posible que en este momento, ciertos lugares tomaran entidad funcional propia y
diferenciada, como La Hoya (configurada como una zona de casas de labor apiñadas en un
sector de tierras sumamente fértiles y abrigada de los vientos), Los Lomos (donde las
edificaciones ocupan el frente de las vías y los canteros ocupan los sectores traseros, a los que
se accede por pequeños callejones transversales),o La Morra y El Barrero (un sector de casas
prácticamente colgadas de las estribaciones del Barranco de la Piedra y del Entonado, con vías
pequeñas y sinuosas, de gran pendiente y pequeños callejones comunes).
El trazado urbanístico no varió considerablemente en la primera mitad del XIX, ya que el
aumento de población fue poco significativo, pues se pasó de 724 habitantes en 1802 a 875 en
1849. Además, se llegó a empedrar el entorno de la iglesia y la calle principal. Ese año, el
pueblo contaba con 241 casas, de las que 202 estaban esparcidas, así como con 3 cuevas
habitadas.
En la segunda mitad del siglo XIX, Arafo conoció un notable ascenso de población. Las medidas
desamortizadores adoptadas por la revolución liberal hicieron que la propiedad de la tierra
pasara de manos de la terratenencia agrícola representada por el convento agustino del
Espíritu Santo a un sector del campesinado que vio acrecentada su relevancia social y política
dentro del pueblo, favorecidos además con la redención del gravoso censo que debían pagar al
mencionado cenobio.
Aparecen nuevos cultivos como los plantíos de pencones (Opuntia máxima) para la producción
de cochinilla, principal producto de exportación, lo cual permitió extender la superficie
irrigada. Ello motivó que se realizaran obras de canalización en el pueblo, así como que se
dictaran normas sobre conducción de aguas por atarjeas4.
Calle del Conde Belascoaín, hoy Amílcar González y Mario Marrero. Entrada principal al pueblo.
En consecuencia, se produjo también un aumento del número de viviendas y el pueblo se
expandió hacia el sur, hacia el Volcán (coladas recientes de la erupción de 1705), pues en 1864
4
Canal pequeño de mampostería, a nivel del suelo o sobre arcos, que sirve para conducir agua.
se concedieron las primeras licencias para construir casas en esa zona y se comenzó a
componer un camino para comunicarla con el entorno de la iglesia.
Pero la caída del cultivo de la cochinilla intensificará el tráfico emigratorio a las nuevas
repúblicas americanas, circunstancia que no disminuirá hasta los últimos años del XIX, cuando
las plantaciones de papas y tomates en tierras bajo riego para su exportación a Inglaterra,
mejoraron la maltrecha economía local como consecuencia de la caída del comercio de la
grana. A lo que hay que sumar la apertura del ramal en 1897 que unirá el casco con la
carretera general del sur y que significará tener una buena vía de salida para la producción
agraria local, sobre todo rumbo al puerto de Santa Cruz para su embarque, pero también a la
recova santacrucera que se llenaba de papas, castañas, guindas, y vinos de Arafo.
Otro cultivo interesante fue el del tabaco que ocupó buena parte de las tierras bajas del
municipio, más concretamente en las tierras de El Portugués, en el que se estableció un
secadero de tabaco, aunque en el casco existían otros de menor tamaño, como el existente en
las inmediaciones de la Calle de La Paz (hoy Valentín Fariña).
A comienzos del siglo XX se produce un ligero aumento de población, aunque la I Guerra
Mundial marcará el comienzo de una etapa recesiva que acrecentará la dinámica migratoria.
Sin embargo, hacia 1920, se percibió un sensible ascenso del número de habitantes,
coincidente con la recuperación del sector exportador y el alumbramiento de aguas de la
galería de Los Huecos.
Casa de la Esquina de Los Carros, antigua casa de labor absorbida por el crecimiento del tejido urbano.
Los nuevos acuíferos y la puesta en cultivo de las zonas costeras del municipio, provocó un
paulatino asentamiento de población foránea, que se asentará principalmente en El Volcán. El
Modernismo de principios de siglo, que tantas transformaciones produjo en las ciudades
canarias (ensanches, nuevas calles, plazas, paseos, elementos ornamentales), también
empieza a llegar a Arafo, gracias a la recuperación económica que se estaba experimentado y
que posibilitó la realización de una serie de significativas construcciones como el campanario
de la iglesia parroquial o el kiosco del centro de la plaza y que se iniciaran los trabajos de
instalación del alumbrado eléctrico en la calle principal, ampliados a todo el casco a partir de
1931.
En esa década se construyó un nuevo edificio para Ayuntamiento, Escuelas y Juzgado, en un
terreno municipal situado al lado de la Plaza.
La posguerra supuso una etapa de crisis acrecentada por el embargo internacional impuesto a
la dictadura franquista, aunque a mediados de los cincuenta se observa un cierto aumento
demográfico, coincidente con el final del ciclo de aislamiento internacional y superación de la
autarquía económica. En ese momento, se empezaron a ejecutar una serie de obras que
mejoraron sensiblemente el equipamiento urbano de Arafo: se edificó el Edificio de la Obra
Social del Movimiento, se instaló el servicio de agua potable a domicilio y se sustituyó el
antiguo empedrado de la calle General Franco por un pavimentado asfáltico, se amplió y
mejoró la plaza de José Antonio, se fabricaron 4 escuelas y 4 viviendas para maestros en La
Hidalga y El Carmen, se edificaron 50 viviendas de renta limitada en esa última zona y se
ampliaron y reformaron las Casas Consistoriales con la terminación del segundo piso.
Antiguo camino del Pino. Hoy Calle Modesto Fraile.
Los años 60 significaron un impulso en el desarrollo del municipio, que quedó plasmado en
parte en su morfología urbana. En esa década se llevó a cabo la apertura de una calle que
unirá el barrio del Carmen con la carretera Arafo-Güímar y se continuó con el asfaltado de
calles. La carretera Arafo-Güímar se convierte en estos años en una zona de expansión de la
edificación, mediante viviendas de autoconstrucción, sobre solares propios o solares cedidos
por el ayuntamiento en zonas ocupadas por las coladas del Volcán de Arafo.
Las calles abiertas a principios de los años ochenta, como Rafael Clavijo, Reyes de España, o
Capitán Núñez han servido en estas dos décadas como zonas de expansión urbana, en especial
el arco noroeste, entre la zona de equipamiento educativo y deportivo, y La Cruz, sector que se
ha colmatado recientemente por la construcción de promociones de titularidad privada.
El plano urbano
En general, el plano de Arafo, presenta una forma irregular, debido al encabalgamiento de los
diferentes momentos históricos sobre el mismo territorio, y a la forma primigenia de las
parcelas sobre las que se construye, parcelas dedicadas a la agricultura y que después han
variado su uso. Esta configuración de espacios de labranza (canteros), imbricados con
viviendas se ha mantenido hasta tiempos relativamente recientes. Los elementos lineales han
sido, sin duda, los caminos y veredas. Debemos hacer notar la gran importancia que tuvieron
en el pasado los trazados verticales, entre los que destacaremos el eje Señor del Pino- IglesiaEsquina de Los Carros (calles Mario Marrero, Amílcar González y La Libertad), que forma parte
de un antiguo camino trashumante aborigen que unía la cumbre y la costa del Valle de Güímar,
y que , a su vez, por La Morra del Tanque, El Pinalete y las Arenas, une Arafo, con La Orotava, a
través de La Crucita y Aguamansa. Este eje es la verdadera columna vertebral de la
organización urbana de Arafo. El otro elemento espinal, bastante secundario, es la calle
Galván, que por la Calle Puerto de la Cruz une La Cruz con la carretera Arafo - Güimar.
Plazuela de El Llano o Esquina de Los Carros en los años sesenta del siglo XX.
El primer elemento horizontal en aparecer fue el camino que une el Volcán con la Iglesia, a
través de la Cruz del Valle, que perdió su importancia con la apertura de la Avenida Reyes de
España, verdadera arteria principal en la actualidad del casco de Arafo.
El plano ordenado se manifiesta en el grupo de viviendas Nuestra Señora del Carmen,
construido por la Obra Sindical del Hogar, a finales de los años cincuenta, siguiendo los
criterios de arquitectura orgánica imperantes en el momento, esto es, casas terreras
unifamiliares, adosadas en bloques encintados con aceras, alineadas sobre calles de planta
ortogonal.
Más tarde, el grupo Añavingo (inaugurado a mediados de los años ochenta del siglo XX) y su
ampliación posterior siguen un esquema de ciudad jardín, con dúplex adosados en bloques con
calles peatonales internas y vías perimetrales para vehículos.
El paisaje urbano de Arafo, es en cierta medida, una composición que alterna diferentes
formas y texturas, y en el que todavía tiene un evidente peso la herencia agraria de la villa, que
se manifiesta en huertas aún cultivadas (cada vez menos) entre las edificaciones, y junto a las
vías de comunicación.
En años pasados se ha registrado un fuerte tirón de la construcción, siendo preeminente el
sector privado, que ha construido promociones de viviendas en calles principales, como Reyes
de España o Güímar, aunque también se han concluido los trabajos de construcción de
viviendas sociales en la calle Luis Braille. Sin embargo, la crisis inmobiliaria de 2008 trajo
aparejado el abandono de muchas de estas promociones que aún están sin terminar en calles
como La Flora, La Cruz, Alcalde Domingo Calzadilla o Reyes de España.
Cementerio de Arafo en los años setenta del Siglo XX.
Uno de los resultados evidentes de tal proceso edificador ha sido la eliminación de algunas
perspectivas visuales tradicionales, y la uniformización del medio construido.
La culminación de todas estas promociones, así como la ejecución del futuro Plan General,
cambiarán el plano del municipio, concediéndole un nuevo aspecto.
La segregación espacial.
En la actualidad Arafo cuenta con una serie de dotaciones perfectamente diferenciadas en
función de su ubicación y su utilidad:
En el centro del casco se sitúan áreas administrativas como el Ayuntamiento y Juzgado de Paz
y oficina de Correos, así como oficinas bancarias, junto a espacios destinados al ocio como el
“Centro Cultural y Recreo”, el Casino “Unión y Progreso” y el Auditorio “Juan Carlos I”.
También existe un emplazamiento dedicado a la sanidad y los servicios sociales, con el Centro
de Salud y la Residencia Socio-Sanitaria “María Auxiliadora”. Se registran los edificios más
destacados desde el punto de vista patrimonial, como la Parroquia de San Juan Degollado.
Barrio de El Carmen.
La zona de El Carmen es el lugar de los colegios y espacios deportivos, pero también existe una
instalación emplazada en este lugar por razones de aislamiento, vientos favorables e idoneidad
de suelos: el cementerio, construido en los años veinte del pasado siglo, y hoy rodeado de
viviendas y equipamientos.
Los bordes del casco están ocupados por un difuso límite rururbano donde los restos de
agricultura que aún se mantienen conviven con entramado de viviendas dispersas, construidas
en su mayoría como “cuartos de aperos”, (el llamado diseminado rural), ocupadas en su
mayoría por personas llegadas al municipio en los años ochenta y noventa.
Aunque existen grandes disparidades (desde grandes chalés y residencias de verano, hasta
humildes casitas de bloques sin enfoscar), la mayoría de estas viviendas no tienen acceso a
servicios como agua corriente, electricidad o recogida de basura.
A la entrada de la Villa se encuentra el Centro de Ocio, Artesanal y del Agricultor, con su
correspondiente mercadillo, y el Centro para la Formación de Artesanos.
Tradicionalmente, la zona de asentamiento de población más humilde es el Barrio del Carmen,
conocido antiguamente como El Volcán, que se convierte en una zona de expansión de la
edificación, mediante viviendas de autoconstrucción, sobre solares propios o solares cedidos
por el ayuntamiento en zonas ocupadas por las coladas del Volcán de Arafo.
Cementerio de Arafo. Foto actual.
El sector donde se concentran la mayor parte de las promociones de viviendas de titularidad
pública es El Carmen, con la existencia de cuatro promociones que abarcan prácticamente los
últimos cincuenta años de historia de Arafo:
•
Grupo de viviendas Nuestra Señora del Carmen, construido por la Obra Sindical del
Hogar, a finales de los años cincuenta, siguiendo los criterios de arquitectura orgánica
imperantes en el momento, esto es, casas terreras unifamiliares, adosadas en bloques
encintados con aceras, alineadas sobre calles de planta ortogonal.
•
Grupo Añavingo (inaugurado a mediados de los años ochenta del siglo XX) y su
ampliación posterior siguen un esquema de ciudad jardín, con 30 dúplex adosados en bloques
con calles peatonales internas, jardines comunes y vías perimetrales para vehículos. En los
años noventa el barrio crece con la ampliación del grupo Añavingo en la calle Alagón, otras
treinta viviendas en forma de dúplex adosados en parejas, con una tipología neorural canaria
(tejados a dos aguas con portales comunes en dúos), con zonas peatonales de acceso y
ajardinados en las zonas traseras.
•
Edificio de 30 viviendas en un bloque único de tres pisos, con garaje subterráneo, de la
calle Luis Braille, inaugurado en el año 2010, viviendas en las que viven personas de
ascendencia humilde y un sector muy castigado por el paro y la crisis económica.
La zona de El Carmen es el lugar de los colegios y espacios deportivos, pero también existe una
instalación emplazada en este lugar por razones de aislamiento, vientos favorables e idoneidad
de suelos: el Cementerio Municipal, construido en los años veinte del siglo XX, y hoy rodeado
de viviendas y equipamientos.
En las zonas más alta (entre los 600 y 1000 metros) se dan los pastizales, alguna variedad de
papas, higueras y sobre todo castaños, algunos abundantes en las proximidades del “Monte
Verde”.
BIBLIOGRAFÍA
FARIÑA PESTANO, F (1998). La historia de Arafo a través de sus alcaldes. CCPC,
Ayuntamiento de Arafo. Santa Cruz de Tenerife.
FARIÑA PESTANO, F (2004). La historia de Arafo. Ayto de Arafo. Arafo.
FARIÑA PESTANO, F Y MORENO GARCÍA, J (1994). 1974-1994, LA Alcaldía de Domingo
Calzadilla, y la historia más reciente de Arafo. Ayto de Arafo. Arafo.
FARIÑA PESTANO, F Y GIGANTE CARBALLO, F (2006). Notas Sobre la Evolución del Paisaje
Urbano de Arafo. Programa de las Fiestas Patronales de la Villa de Arafo.
RODRÍGUEZ DELGADO, O. 1995 Historia religiosa de Arafo Ayuntamiento de Arafo. Santa
Cruz de Tenerife.
VV AA (1996). Guía de Recursos patrimoniales del Sureste de Tenerife. Asociación cultural
Sureste de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.
LA COSTA DE ARAFO
Playa de Lima, El Cejo, Chimisay y La Restinga
El litoral de Arafo es bajo y rocoso, con playas escasas y por lo general de callaos y gravas
aunque la Playa de Lima aparece cubierta a veces de fina arena negra, dependiendo de las
mareas y la época de año. La Playa de Chimisay es de callaos de diferente granulometría,
mientras que La Restinga es un saliente rocoso que forma parte de una rasa submareal que
penetra un cien metros en el mar. La longitud litoral del municipio es de unos 1200 metros.
La implantación del Polígono Industrial en el año 1974 convirtió lo que hasta entonces eran
amplias zonas de cultivo de tomate y zonas balutas cubiertas de vegetación natural en un
sector fuertemente humanizado.
Sin embargo, el término “Costa” lo podemos ampliar a toda a franja comprendida entre e nivel
del mar y la altitud de 300 metros, donde ya comienza la Medianía Baja.
Gran parte del paisaje vegetal actual es el resultado de la antropización, de la roturación del
terreno con fines agrícolas, o de extracción de áridos y rocas, que ha ocasionado el desalojo y
destrucción de gran parte de la vegetación natural; asimismo se aprecian procesos de
recolonización de las zonas abandonadas (agrícolas fundamentalmente) donde las etapas de
sustitución se van reemplazado en el tiempo.
Los barranquillos son los lugares que poseen una vegetación más interesante, con cardones de gran tamaño.
En la Costa de Arafo encontramos grandes ejemplares de cardón (Euphorbia canariensis),
dispuestos en riscos inaccesibles y soleados y paredes de barrancos y vaguadas. Aparece
acompañado en ocasiones por el balillo (Atalanthus pinnatus) y de tasaigo (Rubia fruticosa). En
las zonas más ácidas, donde afloran las pumitas, aparece el matorrisco (Lavandula canariensis)
y la magarza (Argyranthemum frutescens).
El sustrato es aquí muy irregular, concentrándose el suelo disponible en grietas y zonas
deprimidas donde se acumulan finos depositados por las lluvias y el viento.
Existen elementos residuales del bosque termófilo como almácigos (Pistacia atlántica), alta
presencia de acebuches (Olea europea ssp. cerasiformis) y leña negra o espinero (Rhamnus
crenulata),
lengua
de
pájaro
(Globularia
salicina),
faro
(Gonospernum
fruticosum) y duraznillos (Ceballosia fruticosa), refugiadas en las paredes más inaccesibles del
Barranco de Risco de Tierra, Morra de Chigergue y de Yóquina.
El resto del terreno está ocupado por herbazales y pastizales de composición variada
destacando los cerrillos (Hyparrhenia hirta), el panasco o grama (Cenchrus ciliaris) y el rabo de
burro (Aristida adsensionis). La barrilla (Mesembryanthemum crystallini) se establece en
aquellos lugares especialmente degradados, como escombreras. La sonaja (Echium
plantagineum) y los cardos (Galactites tomentosa), prefieren los canteros abandonados y con
cierta humedad residual.
Ejemplar de cardón de gran tamaño, cerca de Iñajo.
Las tabaibas dulces (Euphorbia balsamífera) se disponen en aquellos lugares más cercanos a la
autopista: Las Baleras, La Molineta, Medio Camino, Playa de Lima, Las Hornillas y los sectores
cercanos a Iñajo, debido a la influencia de la maresía, ocupando tanto coladas de basalto como
zonas de pumitas, con elementos típicos del piso costero como el salado (Schyzogine sericea),
cardoncillo (Ceropegia fusca) y ahulagas (Launaea arborescens).
En algunos bordes de barranco y en zonas de malpaís poco antropizadas, como el caso del
Lomo del Caballo o Los Majanitos se enriquece con flora rupícola como tomillo de burro
(Micromeria teneriffae), y madama (Allagopapus dichotomus).
Al reducirse la vegetación potencial por intervención humana, el territorio ha ido siendo
ocupado por la vegetación de sustitución, de gran importancia por su complejidad y
diversidad, en función de su localización, del grado de alteración del territorio y del tiempo
transcurrido desde ésta. En general, son comunidades arbustivas y herbáceas, que reciben
distintos nombres en función de las especies dominantes o de su aspecto.
La especie que domina es la tabaiba amarga (Euphorbia lamarckii), que forma extensos y
densos matorrales, en especial en Chigergue, Tonática, La Pedrera y las Tierras de Arena. Otras
especies propias del cardonal-tabaibal, que encontramos en estos parajes, con diferente
distribución y presencia, son el cornical (Periploca laevigata), y la esparraguera (Asparagus
umbellatus).
Balos sobre acumulaciones de sedimentos aluviales de los bordes del Barranco de Risco de Tierra.
Las zonas más degradadas están cubiertas de verodes (Kleinia neriifolia), acompañados por
aulagas (Launaea arborescens), y balos (Plocama pendula), que ocupan las zonas arenosas,
sobre todo en los fondos de barranco. Es de resaltar la importante presencia de madama
(Allagopappus dichotomus), que ocupa sectores rocosos y degradados.
Los tunerales son abundantes en ciertos puntos muy determinados, como Tonática, El
Portugués, Hernando, Los Nateros o El Charco del Caballo. La especie dominante es la tunera
(Opuntia máxima), que forma algunos matorrales, acompañada de incienso (Artemisia
thuscula) y vinagreras (Rumex lunaria), en aquellos lugares de suelos más profundos.
En las zonas más secas, y sobre todo en los sectores de pumitas, las tuneras entran en
contacto con aulagares y saladares (Launaeo arborescentis-Schizogynetum sericeae). También
encontramos el tabaco moro (Nicotiana glauca) en los desmontes y acumulaciones de
escombros
Tabaibal amargo de la Pedrera.
El verode forma extensos y densos matorrales, acompañado en aquellos lugares más
degradados (Medio Camino y La Hidalga), del incienso y en las zonas más umbrosas y
húmedas (zonas de barrancos), de vinagreras.
Otras especies propias del cardonal-tabaibal, que encontramos en estos parajes, con diferente
distribución y presencia, son el cornical esparraguera y magarza (Argyranthemum frutescens).
El sector litoral de Arafo no llega al kilómetro y medio. Sin embargo, podemos encontrar una
importante balera (Plocametum pendulae) en la desembocadura del Barranco de Las Hornillas,
así como diversos ejemplares de tarajales (Tamarix canariensis) dispersos
Las comunidades del cinturón halófilo costero de roca están compuestas de caméfitos y
hemicriptófitos aerohalinos como lechuga de mar (Astydamia latifolia), siempreviva de la
mar (Limonium pectinatum), tomillo marino (Frankenia ericifolia) y uva de mar (Zygophyllum
fontanesii).
AVES DE ARAFO
Vista General de Arafo.
Muchas aves se mueven por los sectores de Cumbre, Medianía y Costa de Arafo con soltura.
Las actividades humanas (cultivos principalmente, aunque también los asentamientos
urbanos) han perjudicado, en general, a las aves, sobre todo al grupo de las rapaces, pero ha
beneficiado a los paseriformes y las palomas.
El alcaudón (Lanius meridionalis koenigi), es capaz de vivir desde la Costa, hasta zonas de
escobonales y retamares, caracterizada por su color grisáceo y por un antifaz negro. Es una
pequeña rapaz, que se alimenta de insectos, lagartos, perenquenes, ratones e incluso otros
pájaros. Suele utilizar de despensa las ramas de algunas plantas, donde empala a sus presas.
Puede elaborar un reclamo de otros volátiles para engañarlos y poderlos capturar.
Alcaudón. Muy frecuente en el sur más xérico, en Arafo solamente lo he localizado en las
zonas próximas al Roque de La Negrita, en la Cumbre.
La chirrera (Sylvia conspicillata), vive entre tabaibales y cardonales, en zonas bajas de la Costa,
especialmente en las zonas de La Hidalga, Chiguerge, y El Cuervo. El caminero (Anthus
berthelotii), es frecuente en zonas abiertas de la Pedrera y Barranco de Risco de Tierra, en
sectores de cultivos abandonados y desembocaduras de barranco.
En las zonas de monte bajo, zonas de cultivo e incluso en jardines, es común observar al
mosquitero común (Phylloscopus collybita canariensis); mirlo (Turdus mérula), de gran
adaptabilidad y alta tasa de reproducción; canario (Serinus canaria), abundante y ubicuo;
capirote (Sylvia atricapilla), que precisa de zonas de matorrales altos y arboledas y el pinzón
(Fringilla coelebs), que es mucho más arborícola que los anteriores.
Caminero, entre los herbazales secos de la zona baja.
El búho chico (Asio otus canariensis) es otra de las especies que vuelve a ser común, y es
posible observarlo sobre el pueblo de Arafo, haciendo “razzias” nocturnas en busca de
roedores en solares y huertas. Sus zonas de nidificación pueden ser antiguos salones y casas
abandonadas.
La coruja o lechuza común (Tyto alba ssp. alba), rapaz nocturna, de cara y pecho blancos, sin
orejas. Se localiza en la zona baja y medianías, barrancos, acantilados costeros y pueblos y
zonas habitadas. Se alimenta de reptiles, insectos, polluelos y roedores.
La coruja vuela en silencio, como un fantasma, con un aleteo pesado. Me solían sorprender cuando en mi
juventud tenía que ir caminado a regar de madrugada y las veía atravesando el pueblo. Luego supimos que se
alimentaba de los polluelos de los árboles de la plaza.
El cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), de hábitos diurnos, es la rapaz con más amplia
distribución, gracias a su capacidad para adaptarse a hábitats naturales y humanizados, los
múltiples lugares que le brinda la topografía para anidar y la garantía de recursos alimenticios
que supone una dieta basada en los lagartos, pero también en grandes insectos (saltamontes),
gusanos, ranas, algún roedor y hasta polluelos de otras aves.
El cernícalo es la rapaz más común de nuestro municipio. Es frecuente verla volando y cirniéndose (mantenerse
en el aire mediante un aleteo característico) para cazar en cultivos abandonados.
La aguililla o ratonero común (Buteo buteo insularum) es una rapaz diurna relativamente bien
representada y una distribución amplia (aunque menor que el cernícalo). Su dieta está basada
en el conejo (Oryctolagus cuniculus), aunque no le hace ascos a otros roedores, como el ratón
y la rata campestre. Se encuentra bien representado en los altos del Valle (zonas difícilmente
accesibles como el Pico del Valle, Las Morras, Barranco de La Laja), delimitando su territorio en
diversas zonas del cardonal-tabaibal, laursivilva, fayal-brezal, pinares e incluso áreas de
cultivos que posean algún risco donde poder colocar su nido, aunque siente especial
predilección por el límite inferior del bosque.
El gavilán (Accipiter nisus), es la única rapaz ornitófaga del archipiélago y parte de sus presas
son capturadas en las zonas de cultivo limítrofes con el borde inferior del bosque, en especial
palomas, pero también paseriformes.
Suele establecer sus territorios en áreas de pinar mixto y laurisilva, aun cuando este tipo de
vegetación haya sido parcialmente alterada a consecuencias de repoblaciones con ciertas
especies foráneas (Pinus sp., Castanea sativa). De hecho, en ocasiones el nido es construido en
alguno de estos árboles.
La aguililla es una rapaz de dimensiones medias. Trabaja a nuestro favor, puesto
que elimina roedores que se convertirían en una plaga.
Otras especies frecuentes y de interés cinegético son: la perdiz moruna (Alectoris barbara),
frecuente en todo tipo de ambientes, desde las zonas esteparias hasta los bosques, aunque
con querencia a laderas y barrancos abiertos. Es común verla en las zonas de las coladas
históricas del Volcán de Arafo. La tórtola común (Streptopelia turtur) es muy frecuente en los
últimos años (incluso nidifica en los árboles de las plazas del pueblo).
El cumbrero o pinzón azul (Fringilla teydea) se encuentra con cierta facilidad en los pinares de
Arafo, sobre todo en Los Lomitos, Orticosia y en los sectores de cumbre (Ayosa, Ayesa), desde
donde puede pasar con facilidad a los retamares, aunque es capaz de descender hasta los mil
metros de altitud, siempre y cuando existan pinares o sotobosque de escobones, habiéndose
constatado que no se instala en los pinares repoblados hasta los 30 años de la plantación.
Pinzón azul. Una especie bastante más común de lo que se piensa. Suelo verla en los miradores, cerca de las
papeleras, buscando algún pedazo de bocadillo abandonado.
El pájaro de monte o pinzón vulgar (Fringuilla coelebs), se ha diferenciado en distintas
subespecies, estableciéndose la ssp. tintillon en Tenerife. Los altos de Güimar y Arafo son la
única localidad del Sur en las que se ha citado. Aunque su ambiente más característico es la
laurisilva y fayal-brezal, coexisten con el pinzón azul en el pinar mixto y ocasionalmente en la
vegetación de transición entre el piso basal y montano. Yo no los he visto nunca por los
pinares, pero si recuerdo que en las zonas de laurisilva de Anaga es bastante abundante.
El chirrero o herrerillo común (Parus caeruleus teneriffae). Es la especie que más se ha
diferenciado de la avifauna insular, distinguiéndose cuatro subespecies. En el Valle está bien
distribuida debido a la gran adaptabilidad que posee. Se pueden observar desde las zonas más
xéricas de la costa, por donde penetra a través de los cauces de barrancos con balos, hasta el
matorral de alta montaña. También son capaces de habitar en los pueblos alojándose en los
parques, jardines o arbolados.
El papito o petirrojo (Erithacus rubecula) es más abundante en la parte Norte de la Isla, por lo
que en el Sur aparece asociado a área húmedas ocupando zonas de laurisilva, fayal-brezal,
pinares y cultivos en el borde del bosque. En los pinares de la zona Sur es bastante escaso,
salvo en lugares relativamente húmedos, como barrancos con abundante vegetación. Yo lo he
visto en Chamoco, pero también en el Barranco de las Gambuesas y Añavingo.
Petirrojo o papito (el txantxangorri vasco), una especie poco dada a dejarse ver.
El hornero o mosquitero común (Phylloscopus canariensis) se encuentra en formaciones
boscosas, con brezos y escobones en el sotobosque, aunque no le hace ascos a entrar en
jardines y parques. Esta especie es un endemismo del archipiélago canario que está presente
en la práctica totalidad de los ambientes de las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, El
Hierro y La Palma, pudiéndosela encontrar desde el nivel del mar hasta el matorral de alta
montaña. La dieta se compone sobre todo de insectos y arañas, pero también incluye el néctar
de algunas especies vegetales.
La banderita o reyezuelo canario (Regulus teneriffae), es muy raro en los bosques del valle,
siendo más abundante cerca de la Dorsal y la vertiente norte. Ocupa zonas de fayal-brezal y
laurisilva, aunque su hábitat natural lo constituyen el pinar mixto.
El canario (Serinus canaria), es una especie abundante y bien distribuida. Su hábitat predilecto
lo constituyen las zonas de cultivos y el borde del bosque, pudiendo ocupar áreas de pinar
abierto, cardonal-tabaibal y matorral de alta montaña. A veces se le puede ver en parques y en
laurisilva alterada. El canario es sedentario. Solamente tras la época reproductora se mueve en
bandos hacia ambientes abiertos, tanto costeros como de alta montaña. Se alimenta
principalmente de semillas, brotes y yemas; de forma secundaria, también consume insectos.
El pájaro pollo o gorrión moruno (Passer hispaniolensis), habita en parques y jardines de las
ciudades, edificios, cultivos, y es un ave antropófila, introducida en Canarias y que ha
desplazado a especies como el gorrión chillón, ocupando sus nichos ecológicos.
Se alimenta de granos, semillas, frutos, desperdicios de comida y también insectos y larvas.
Construye un nido de hierbas secas que rellena de plumas. Suele emplazarlo bajo aleros de
tejados, huecos de paredes y árboles de parques y jardines.
El tabobo o abubilla (Upupa epops), es una especie parcialmente migratoria, permaneciendo
una pequeña parte de la población durante todo el año. Típica de ambientes xéricos del Sur y
zonas de cultivo, también frecuenta los bosques pero en menor medida y era más abundante
en el pasado.
En la cabeza, luce una llamativa cresta de plumas o moño que se abre en forma de abanico
cuando está alarmada. Se la puede ver desde el nivel del mar hasta los 1800 metros de altitud.
Su dieta se basa fundamentalmente en insectos, gusanos y larvas. Gracias a su largo pico con
forma curva, pueden explorar el terreno y materia vegetal en busca de alimento.
Canario sobre la cepa de una viña.
La abubilla es una especie insectivora que cumple una gran labor dentro del ecosistema. Muy escasa en la
actualidad, antes era común verlas realizando sus rituales de apareamiento en los canteros y bordes de camino.
La alpispa (Motacilla cinérea canariensis), ha visto mermada sus población por distintas
razones al ser una especie dependiente del agua y zonas encharcadas, por lo que la
desaparición de sus hábitats preferidos, el agotamiento de los manantiales y aguas en cauces,
la instalación de tuberías y la disminución de charcas en el entorno agrícola, la ha perjudicado.
Nidifica en agujeros de muros o taludes, grietas de rocas, entradas de cuevas, próximas a
zonas húmedas o encharcadas. El nido aparece amplia y delicadamente recubierto de pelos. Es
característico el continuo movimiento vertical de su larga cola.
La andoriña o vencejo unicolor (Apus unicolor) es un endemismo macaronésico, en los
archipiélagos de Madeira y Canarias. Es parcialmente migradora, pues parte de sus
poblaciones no abandona las islas. De los que emigran, los cuarteles de invierno, son
seguramente africanos. Nidificante en Canarias, en todas las islas e islotes, pero su abundancia
varía notablemente de una a otra; así, mientras en Gran Canaria, La Palma La Gomera y
Tenerife resulta común, en Fuerteventura y Lanzarote es rara y se encuentra muy localizada.
Es fácil observarlo en todo tipo de ambientes, desde la costa hasta la alta montaña (por
encima incluso de los 3.000 m s.n.m., incluyendo bosques de laurisilva, pinares, cultivos y
ciudades.
Nidifica en grietas de barrancos y acantilados, así como en edificios en diverso estado de
construcción, tanto en la costa como en el interior de las islas.
Alpispa, en un bebedero. Para los campesinos, la aparición de alpispas volando bajo y saltando en las
calles era seña de lluvias próximas.
Aves amenazadas.
Los factores de amenaza más importantes, en general, para la población de aves son diversos y
variados, pero, en general se pude decir que la destrucción del hábitat y la proliferación del
uso de venenos que eran ingeridos por las aves, unas veces de modo casual, otras veces
porque en ciertas capas de la población se consideraba que existían algunas aves dañinas
(rapaces, granívoras).
Las actividades económicas desarrolladas en la isla (tales como la ganadería, el sector agrario,
la construcción de barcos y casas), causaron la destrucción (bosques termófilos) y la
fragmentación de los pinares y zonas de Monteverde.
El uso masivo de insecticidas en los años cincuenta para combatir las diferentes plagas de
langostas (Schirtocerca gregaria) que llegaron a Tenerife (una especialmente virulenta en el
Valle de Güímar fue la de octubre-noviembre de 1958), tuvo consecuencias negativas para la
población de aves.
En la actualidad, la escasa extensión del hábitat, la fragmentación de los espacios naturales
debidas a la construcción de infraestructuras (autopistas) y los volados de los tendidos de alta
tensión (rapaces y grandes aves), suponen factores constantes de amenaza para las aves
Los incendios forestales son una gran causa de mortandad, en especial para aquellas especies
que dependen del bosque (gavilanes, pico picapinos, reyezuelo, pinzones, herrerillo). Aunque
los pinares canarios tienen la capacidad de recuperarse de los efectos del fuego en un tiempo
relativamente corto, un incendio de grandes dimensiones compromete enormemente la
supervivencia de las poblaciones residentes aves (sobre todo si se produce en momentos de
nidificación o con polluelos), dañando los efectivos poblaciones y reduciendo la calidad del
hábitat.
El pequeño tamaño de algunos contingentes (por ejemplo el reyezuelo o el pájaro moro), y su
carácter fragmentario es un importante factor de amenaza, ya que cualquier cambio aleatorio,
tanto intrínsecas (demográficas o genéticas) como extrínsecas (cambios ambientales) pude
llevar a la desaparición de los grupos poblacionales.
Los efectos que la depredación ha tenido sobre diferentes especies de aves, en especial
algunas palomas y los paseriformes, han sido notables.
Particularmente nocivos han sido los gatos asilvestrados, siendo un importante factor en el
declive de la población de algunos paseriformes, como los pinzones, el reyezuelo, y de otras
especies que nidifican en el suelo como el las palomas de la laurisilva, las pardelas, el caminero
o el tabobo. Sin embargo, el principal alimento del gato, obviando los invertebrados que
aportan poco alimento (pero que también pueden ser depredados), lo constituyen los
mamíferos (conejos principalmente, algunos ratones e incluso musarañas), seguidos de los
reptiles.
Banderita. Recientemente ha sido determinada como una especie diferenciada del reyezuelo sencillo.
CASTAÑEROS EN ARAFO.
Castañeros
La castaña ha sido un fruto tradicional en los otoños de Arafo, asada, guisada, en fritango o
con pescado salado, acompañadas de vinos jóvenes. Lo que hoy consideramos como una
delicatessen, fue en tiempos pasados un alimento básico que ayudaba a pasar la escasez de
alimentos del otoño.
Sin embargo, la pertinaz sequía que nos acompaña, la subida de las temperaturas medias
debida a cambio climático y la progresión del abandono (unido a la proliferación de amigos de
lo ajeno), han tenido como consecuencia unas cosechas cada vez más escasas.
El castañero (Castanea sativa) es un árbol caducifolio, de tronco robusto y copa amplia, que
puede alcanzar fácilmente los 20 metros de altura, con ciertos requerimientos en cuanto a
humedad, pero bastante rústico. Sus sistemas radiculares pueden penetrar profundamente en
la tierra, y son capaces de extraer recursos hídricos y nutrientes desde zonas del suelo vedadas
a otras especies con raíces más superficiales.
De gran longevidad, en algunas zonas de Europa y la Península Ibérica se le atribuyen miles de
años a algunos ejemplares.
Castañero. Gorgo. Altos de Arafo, sobre los 900 metros de altitud.
Se distribuye de forma natural por la región mediterránea, desde la Península Ibérica hasta el
Cáucaso; se extiende por el norte hasta el centro de Europa y por el sur hasta Argelia y los
montes mediterráneos de Marruecos. Al parecer procede de Asia Menor, desde donde fue
llevado a Grecia en el siglo V antes de Cristo y se cree que fueron los romanos quienes lo
dispersan por Italia, Córcega, Cerdeña, Francia y España, aunque algunos autores desmienten
esta idea heredada de tiempos pasados, ya que por los restos de polen y carbón encontrados
en la Península, su existencia en Iberia era muy anterior. Aunque la romanización favoreció su
expansión por todo el Mediterráneo. En todo caso el castaño estuvo siempre ligado al cultivo y
la mayoría de los bosques actuales proceden de la asilvestración de cultivos abandonados a
partir del siglo XVI o XVII.
La palabra “castaña” procede del griego kastanion karyon, que significa “nuez castanaica”,
nombre con el que se conocía el fruto de este árbol cultivado desde tiempos remotos en
Kastana, una ciudad del antiguo reino de Ponto situada a orillas del Ponto Euxino, el actual
Mar Negro.
Hoya con castañeros. Se suelen mezclar con otros frutales tradicionales, como perales o almendreros.
El castañero ha sido de gran utilidad, con una larga historia acompañando a las civilizaciones
europeas, y la castaña ha sido el alimento básico en algunas zonas de la Europa templada,
como Galicia o Córcega.
Los bosques de castañeros actuales, mantienen una dinámica seminatural, puesto que cada
vez se les prestan menos prácticas culturales y se sitúan en sectores pobres de laderas y
pendientes en buena parte de la cuenca mediterránea, y zonas montañosas de la Europa
templada. En la Península Ibérica son especialmente abundantes en el norte gallego, León
Asturias, Euskadi, zonas montañosas de Cáceres, y Sierra de Gredos.
Su madera es dura pero ligera, resistente y de gran durabilidad. Especial mención merece su
aprovechamiento en tonelería, que comprende la fabricación de barriles, cascos, pipas, foniles
y barricas de vino, siendo casi tan apreciada como la madera del roble, especie emparentada
con el castaño (ambas pertenecen a la familia de las Fagáceas).
Hojas del castaño, lustrosas, brillantes, recién brotadas durante la primavera.
Solamente tiene un pero, y es su gran capacidad de absorción, por lo que se dice que la barrica
de castaño “bebe más vino que el amo”, por lo que había que hincharla muy bien y azufrarla
con mechas de azufre para cerrar poros y desinfectar.
La madera, muy apreciada por carpinteros y ebanistas, por su excelente veta y su ausencia de
resinas, se usaba para hacer casas, muebles o lagares. Se fabricaban instrumentos de laboreo
como los trillos, “belgos” para aventar el cereal y palitas para palear el grano.
Como curiosidad, comentar que buena parte de la maquinaria del Molino de Gofio de la
Cuesta del Tanque, en Arafo, estaba realizada con madera de castaño. Otro uso fue la
fabricación de los antiguos cestos, desde grandes, para pan o papas, hasta pequeños, para
frutas delicadas, como guindas o cerezas.
Los chupones servían para hacer cestas de mano, cestos grandes para el transporte de piedras
y las conocidas raposas que servían para ser cargadas por las bestias. Los mejores palos
también servían para elaborar las horquetas, para levantar la viña en el parral tradicional.
Su flexibilidad y resistencia la hace muy adecuada en cestería y para fabricar herramientas del
campo. En medicina popular, la infusión de las hojas se emplea por sus propiedades
expectorantes, antitusígenas, astringentes, antidiarreicas, antipiréticas y antirreumáticas.
Antiguamente se recomendaba para tratar la tos ferina. La corteza es astringente y también se
usa para curtir pieles. Con la cáscara de los frutos y las hojas se prepara un champú natural
que sirve para teñir los cabellos rubios, y las flores se utilizan para aromatizar el tabaco de
pipa.
Los castañeros llegaron a Canarias en época muy temprana, casi con los primeros
conquistadores de La Gomera y El Hierro, aunque hay quien dice que pudieron llegar incluso
con los primeros normandos.
Castañas, después de sacarlas de los erizos. La mezcla de variedades en árboles contiguos da como resultado que
sea muy raro recoger cosechas uniformes.
Desde épocas tempranas de la colonización europea, se tiene conocimiento de su existencia
en Gran Canaria y La Palma. La introducción del castaño en Tenerife debió ser algo posterior, y
al parecer se utilizó para repoblar las zonas de Monteverde que habían sido taladas por las
hachas de los conquistadores. Ocuparon entonces las laderas de las comarcas de Acentejo y
Taoro, pero es posible hallar todavía ejemplares en Agache, Fasnia, Arico, Chasna, Isora y
Adeje.
Éste árbol recubre laderas de difícil colonización, lomos sin abancalar o zonas de paredones
pequeños, donde se alternó su cultivo con almendreros, perales, leguminosas (arvejas,
chochos) y cereales de secano (trigo y cebada).
En Arafo, las zonas donde aún se encuentran castaños, se sitúan en una franja localizada entre
los 500 metros de altitud hasta los 1.500, aunque la zona de óptimo es la banda de los 900
metros de altitud. La variedad más común es la denominada “Arafera”, una castaña muy
grande e irregular, dulce y excelente para asar e incluso para comer en crudo.
Sin embargo en Arafo solamente se reconocen dos variedades: la mansa (castaña grande) y la
picona (castaña más pequeña).
Erizos vacíos, dejados en la tierra para que mejoren la fertilidad del suelo.
Los que se encuentran a una mayor altitud son los de la Morra de las Piedras y Lomo de los
Chochos, a más de mil quinientos metros, sobre Chivisaya y Media Montaña.
Después los localizamos en formaciones más o menos compactas, en Lomo Redondo, Gorgo
Ajafoña, Lomo El Rayo y El Tablonito y Los Loros. También los encontramos en La Granja e
incluso en zonas ganadas al Volcán de Arafo, en Lo Ramos y Perdomo, en su menor altitud.
Especial atención merecen los castañeros de Las Arenas, sobre los 1300 metros, cultivados en
los campos de lapilli (picón oscuro) generados por la erupción del Volcán de Arafo en 1705.
Cada árbol se transforma aquí en una “isla” de verdor vegetal en medio de la negrura y
ausencia de vegetación de este imponente campo de piroclastos negros.
En el Lomo Redondo, se encuentran hoy bastante asilvestradas. Otros núcleos importantes de
castañeros los encontramos en la Cruz del Humilladero (llamados también castañeros de José
María), Arenitas de la Media Montaña, Morra de las Chajoras, Finca de Articosia, Las Arenas,
La Planta, Lo Santiago, La Haya, Las Vigas y el Pinalete.
Y este es el fruto final de tanto esfuerzo. Como dice la gente de antes. "Esto no es pago con dinero", pero sí con la
satisfacción de mandarse un buen fritango.
Castañeros de Las Arenas.
Los castañeros de Arafo se manejan de forma particular, pues el injerto es muy cercano al
suelo, con una poda de formación que hace que los brazos estén muy próximos al suelo, para
facilitar su recolección y la protección contra el viento.
Los cuidados que recibe el castaño son escasos. Se podan las ramas secas, se limpia de
chupones (brotes) del tronco, y se desbroza la vegetación arbustiva que pueda crecer bajo su
dosel, incluidas las “choqueras”.
Los frutos de más tamaño se han destinado al consumo en fresco, tanto para comer en el
entorno familiar, como para cambiar o para vender. Los frutos más pequeños se utilizaban
para la alimentación del ganado. Los erizos, una vez limpias las castañas, o se dejaban en el
castañero para abonar el terreno o se utilizaban como yesca para encender el fuego, así como
las hojas y ramajes secos.
En los años de gran necesidad, en el verano se solían cortar las “choqueras”, que son las ramas
que brotan de la base del tronco para alimentar el ganado, principalmente cabras y caballerías.
La castaña era parte esencial de la comidas de algunas fiestas, que se caracterizaban por una
gran participación de la comunidad campesina, en torno a su recolección, en especial la fiesta
de la Noche de Finados y los Ranchos de Ánimas (Todos los Santos), en la que se tostaban las
castañas, aunque se empezaban a recolectar en San Miguel, los años muy tempraneros. A
veces llegaban hasta San Andrés, y acompañaban la apertura de las bodegas.
También se consumían asadas con una copita de anís o mistela. Cruda, como postre o pasapalo
(aperitivo). En fritango (con tocino, panceta y papas guisadas). Con pescado salado. Guisadas
(con agua, laurel y sal, aunque hay quien le añade matalauva).
Abundante hojarasca bajo los castañeros.
SAN AGUSTÍN DE LAS MADRES.
Cada cinco años se celebra en Arafo la Bajada de San Agustín de Las Madres (o San Agustín
Chiquito), con la que el pueblo renueva su promesa, desde que hace 262 años, la mediación de
este santo fue necesaria para que las aguas de Añavingo volviesen a manar.
Hace más de 250 años, se cayó un risco sobre el naciente del Barranco de Añavingo, y enterró
las madres del agua, y parte del fondo del barranco. Unos cincuenta años antes, uel Volcán de
Arafo o Montaña de Las Arenas, había cegado los manantiales que discurrían por los Barrancos
de Arafo, Amador y Perdomo, por lo que esta nueva catástrofe natural venía a complicar aún
más la disponibilidad de agua del pueblo arafero.
Los araferos trabajaron duro para desenterrar el naciente, trabajando en grupos durante
mucho tiempo, y abrieron un profundo pozo “capaz de derriscar un perro”, pero el agua no
volvió a manar.
Foto de la Subida de 1997.
Al no tener agua, Arafo padeció años de escasez e incluso tenían que ir a buscar agua a
Güímar, con el fin de tener agua para el uso diario.
En el año 1751 don Juan Hernández Santiago, en nombre de los vecinos, propuso al capellán
de la ermita de San Juan Degollado el llevar en rogativa hasta el barranco la imagen de San
Agustín.
Hicieron un novenario al santo y los vecinos confesaron y pidieron al Señor el bien a que
aspiraban, tras lo cual, salieron todos los araferos en procesión con la imagen de San Agustín
hacia el naciente de Añavingo. Iban en rogativa, rezando el tercio y cantando letanías, con la
imagen de San Agustín y el antiguo cuadro del mismo Santo. Era un día sereno, sin nubes y de
mucho calor.
Dejaron la imagen en una cueva, y, tras encenderle su lámpara, regresaron todos al pueblo.
En ese momento comenzó a cambiar el tiempo, corriendo las brumas desde el mar hacia la
cumbre, y enseguida cayeron las primeras gotas, de tal forma que algunos vecinos llegaron
mojados a sus casas.
Sacando a San Agustín Chiquito de su nicho del barranco.
Esa misma noche, el temporal fue tan fuerte que el encargado del cuidado de la imagen, Juan
Hernández, no pudo dormir, pasando toda la noche a la expectativa, por lo que al cantar el
gallo se levantó y se dirigió al barranco.
Mientras subía se le apareció un pájaro, poco mayor que un mirlo y de color pardo oscuro,
lleno de barro y de una especie que jamás había visto, primero lo espantó, aunque luego
intentó cazarlo y tras posarse en un brezo logró atraparlo, pero se le escapó.
Continuó la subida hasta llegar al lugar en el que había depositado la imagen de San Agustín,
que halló sin daño alguno y con su luz encendida, y poco más arriba encontró el agua manando
de nuevo de una cueva más honda, pues había llovido tanto que las aguas habían arrastrado el
entullo barranco abajo y dejado los nacientes al descubierto.
Juan Hernández regresó al pueblo para dar la buena noticia a sus paisanos y a pocos pasos de
la ermita se encontró un real y medio de plata, que era justo lo que le faltaba para pagar el
novenario ofrecido al santo.
Los araferos consideraron un prodigio lo sucedido, pues estaban convencidos de que fuerzas
humanas no habían podido desescombrar el barranco, ni tampoco la lluvia, ya que por lo alto
del barranco cogía poco agua.
Alguna de las piedras arrastradas era del tamaño de la “Piedra del Barranco”, por lo que
ningún ser humano podía moverlas.
Mantuvieron a la imagen en el barranco por espacio de 19 días y luego, fue todo el pueblo a
buscarla, tanto hombres como mujeres, rezando la tercia entre aclamaciones al Santo lo
devolvieron a su ermita, donde “lo pusieron en sus andas con toda veneración y aseo”.
Así tuvo lugar la primera romería de San Agustín, desde Añavingo hasta el pueblo.
Los romeros bajando por el barranco.
El agua volvió a brotar en el barranco para alegría y prosperidad de todos, y el “milagro” de
San Agustín continúa en la memoria de los araferos.
Simultáneamente, para recordar el prodigio de 1751 los vecinos colocaron un cuadro de San
Agustín en la misma cueva del “milagro” junto a los nacientes, donde estuvo la imagen del
Santo. Pero la tradición recuerda que un pastorcito comenzó a romper trozos de dicho cuadro,
que tiraba al agua de la fuente como si fuesen barquitos, mientras sus cabras pastaban por los
alrededores.
Barranco de Añavingo en la cueva de San Agustín.
Corría el año 1884, el 8 de marzo, en el barranco de Agua se realizaban trabajos en las
conducciones de agua que descendían desde la galería de Añavingo y que abastecía al pueblo
de Arafo, cuando uno de los trabajadores, Anselmo de Mesa Rivero, tuvo un accidente, se
derriscó o se despeñó, quedando en malas condiciones por lo que sus compañeros tuvieron
que bajarlo hasta el pueblo en un “chajarco”.
La esposa del herido, Encarnación Díaz Hernández, hizo una promesa que consistía en poner
una imagen de S. Agustín en la cuevita que estaba al final del barranco y la que había un
cuadro del santo.
Tramo del Camino de Añavingo
Se sabe que Anselmo se curó y Encarnación se propuso cumplir su promesa, ahorró un dinero
hasta conseguir lo que necesitaba pero… había que hacer algo más y fue pidiendo entre sus
amistades diciendo que era para poder comprar el santito, una vez pasada la vergüenza de
mendigar, no recogía el dinero pues era parte de su promesa el hecho de pedir limosna.
Encargó a D. José González Marrero que le comprara la imagen y este a su vez la compró a D.
Luis de las Casas por valor de 100 reales de vellón el 7 de enero de 1888. Del mismo modo
pagó a D. Pablo Oramas 5 reales de vellón por embazar dicho santo.
El 22 de enero de 1888, Anselmo Mesa Rivero volvió al barranco del Agua llevando a S. Agustín
en agradecimiento y en pago de la promesa hecha por su esposa. Esa pequeña imagen se
instaló en el hueco donde se encontraba el cuadro del Santo. Este santito quedó bajo la
custodia de la familia siendo Anselmo Mesa Díaz el hijo, el que se acercaba a visitarlo, aunque
la gente solía ir y dejaba aceite para encender una luz. Alguna vez lo bajó a restaurar a casa de
Andrés El Zapatero que era pintor.
Cuenta Anselma (nieta de Encarnación), que una vez que su padre fue a ver al santo y cuando
fue a coger agua a la atarjea cercana para juntarla al aceite y encender una luz, se cayó dentro
de un zarzal, repitiéndose la historia, del que salió muy herido, pero estaba solo y tuvo que
caminar hasta su casa .
Lo cierto es que hoy, esta imagen de San Agustín de pequeñas dimensiones, conocida como el
“San Agustín de Las Madres”, se halla colocada en un nicho o capilla, habilitada en la misma
gruta, para recuerdo y exvoto piadoso de la prodigiosa efeméride. Lamentablemente, hace
algún tiempo esta entrañable imagen tuvo que trasladarse al templo parroquial de San Juan
Degollado, al haberse producido destrozos en su humilde capilla de Añavingo.
Al margen de la festividad que se celebra en honor de la imagen principal de San Agustín en las
Fiestas Patronales, en el siglo XIX surgió la romería de San Agustín o “Fiesta de la Rama” desde
Añavingo hasta la iglesia parroquial con el pequeño “San Agustín de las Madres”, con el fin de
rememorar el célebre prodigio. A ella concurrían los vecinos con ramas de brezo, aceviño o
laurel, escuchándose entre el bullicio y el parrandeo las coplas alusivas al Santo
Durante muchos años, durante la bajada de San Agustín de Las Madres, Antonio Marrero
García El Molinero, salía a la puerta de su molino y contaba de viva voz a todos los araferos el
prodigio de San Agustín.
Imagen adquirida por Encarnación Díaz, como agradecimiento por la curacion de su marido.
LA VEGETACIÓN DE LAS CUMBRES DE ARAFO
Introducción.
El Valle de las Higueras presenta unas especiales condiciones locales que permiten variaciones
del clima insular, permitiendo la formación del mar de nubes en el Valle.
Esto ha facilitado el desarrollo de un bosque de lauráceas de carácter xérico (laurisilva
termófila del Sur), única en la vertiente Sur de Tenerife, y con diferencias respecto a las
formaciones de Teno, Anaga y Norte de la isla.
La cliserie de la vegetación es similar a la que encontramos en comarcas norteñas, como
Acentejo o La Orotava, aunque conserva peculiaridades locales del sotavento insular.
Las repoblaciones efectuadas durante los últimos cien años han afectado sensiblemente la
disposición original de la vegetación, aumentado considerablemente la superficie de pinar
puro, y disminuyendo, sobre todo, los escobonales.
En lo más profundo de los barrancos de Las Gambuesas, Añavingo, Amanse, San Pedro y Los
Huecos, donde el mar de nubes tiene un mayor protagonismo, la formación vegetal dominante
es el fayal-brezal mezclado con pinar original, apareciendo el madroño (Arbutus
canariensis) en especial en los andenes y fajanas5 de los barrancos.
Junto al madroño podemos encontrar palo blanco (Picconia excelsa), mocanes (Visnea
mocanera),acebiños (llex canariensis), follao (Viburnum tinus ssp. rigidum) y más escasos,
refugiados en los lugares más húmedos, en especial en el Barranco de Las
Gambuesas, se localizan algunos laureles (Laurus azorica) y viñátigos (Persea indica).
Esquema de la vegetación de las zonas de alta montaña canaria.
En las partes bajas, el monte verde se mezcla con la vegetación del bosque termófilo canario,
dando lugar a ecotonos con sabina (Juniperus turbinata ssp. canariensis), acebuche (Olea
europaea ssp. cerassiformis),almácigo (Pistacia atlántica) y guaydil (Convolvulus floridus).
Las comunidades del piso basal han ampliado su distribución altitudinal colonizando terrenos
potenciales en etapas regresivas, en detrimento de las formaciones vegetales del piso
termófilo, por lo que es posible apreciar tabaibas amargas sobre los 700 metros de altitud.
Las comunidades vegetales no presentan unos límites claros, entremezclándose unas con otras
en formaciones mixtas, debido a la dialéctica que se ha producido durante milenios entre los
elementos del medio natural, como la pendiente, los suelos, el clima, la vegetación, la fauna, y
los usos humanos del territorio.
Evidentemente, algunas especies, más oportunistas o resistentes se han adaptado mejor a la
convivencia con el ser humano y son las que presentan una distribución mayor en el paisaje.
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f. Can. Terreno llano al pie de laderas o escarpes, y formado comúnmente por materiales
desprendidos de las alturas que lo dominan.
Hablaremos en este capítulo de las especies que se encuentran en los lugares cimeros del
municipio.
En las zonas más escarpadas, domina la vegetación arbustiva, en este caso, escobonales y codesares.
El retamar.
Se encuentra muy constreñido a ciertos lugares de Ayosa, Ayesa, Caldera de Pedro Gil y La
Negrita. Los matorrales de alta montaña canaria se sitúan entre los 2.200 m. y 1.900 m. El
lugar que ocupa esta formación vegetal sobre el mar de nubes no le permite beneficiarse de
los aportes de humedad del Alisio.
Los vegetales pertenecientes a esta unidad vegetal han adoptado características morfológicas
y fisiológicas particulares para combatir las adversidades ambientales del entorno a estas
altitudes como la elevada insolación, el fuerte estrés térmico, los suelos pobres, las heladas,
los vientos fuertes, etc.
Desde el punto de vista paisajístico, se observan matorrales de portes almohadillados o
achaparrados, con troncos centrales gruesos y recios, pero cortos y abundantemente
ramificados desde abajo.
Los dos matorrales más característicos de estas formaciones son la retama del Teide y el
codeso de cumbre.
No obstante, el paso en ocasiones de nubes medias debido a las perturbaciones del Norte y del
Oeste, por Las Crucitas, la Degollada de Castellanos y Chabique, aumenta la humedad
ambiental que favorece la diversidad florística del matorral.
La retama (Spartocytisus supranubius), la hierba pajonera (Descurainia bourgaeana) y el
codeso de cumbre (Adenocarpus viscosus), son las especies que dominan y que caracterizan la
fisionomía del paisaje. El cortejo acompañante está formado por magarza de
cumbre (Argyranthemum teneriffae), tonática (Nepeta teydea), tomillo (Micromeria
lachnophylla), alhelí (Erysimum, scoparium), malpica (Carlina xeranthemoides), fistulera
(Scrophularia glabrata), el tajinaste picante (Echium auberianum), el rosalillo (Pterocephalus
lasiospermus), la hierba conejera (Silene nocteolens), el llamativo tajinaste rojo (Echium
wildpretii) y el moralillo (Rhamnus integrifolia).
Tenemos aquí que hablar de la gacia (Teline stenopetala var. spachiana), que domina amplias
zonas de las cumbres de Pedro Gil, llegando hasta Las Morras y el Barranco de Risco Azul.
La máxima diversidad se dispone en llanos y depresiones abrigadas, como el caso de la
formación de alhelí y de rosalillo (Pterocephalus lasiospermus), localmente abundante cerca
del mirador de Ayosa.
Retama (Spartocytisus supranubius), con su intensa y olorosa floración característica.
Las plantas adoptan aspectos pulviniformes6 para adaptarse y sobrevivir a las duras
condiciones ambientales, con gran amplitud térmica anual y diaria, y marcado stress hídrico en
verano.
La reducción de la superficie foliar, la tomentosidad o la pérdida de hojas en la temporada
seca, son otros de los recursos de tipo morfológico que utilizan algunas de estas especies.
Desde el punto de vista fisiológico poseen elementos anticongelantes en la savia.
Por debajo de los 1.900 m aparecen elementos de la transición hacia el escobonal, combinados
con pinos (Pinus canariensis), aunque sigue presente el matorral de retama, que desciende
hasta los 1.600 metros en la Caldera de Pedro Gil, por los cauces de los barrancos de Hoya Fría
y de Casme.
Caldera de Pedro Gil, con restos de la nevada de enero-febrero de 2014.
El pinar.
Es la formación dominante y casi hegemónica, ya que se ha visto favorecida por la acción
humana. Desde los años treinta del S. XX, estas zonas han sido sometidas a frecuentes
repoblaciones y plantaciones, pero, sin duda, fueron las realizadas entre los años 1946 a 1965,
las que transformaron radicalmente el paisaje.
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De forma de cojinete o almohadilla.
La accidentada topografía local y los aportes adicionales de humedad, contribuyen a aumentar
la densidad de la vegetación, enriqueciéndose el sotobosque del pinar con elementos de las
formaciones vegetales colindantes.
La regularidad geométrica de la plantación, la densidad (con distancias en torno al metro) y el
crecimiento de los pinos (todos de la misma edad y por tanto con un porte similar) son
elementos diferenciales del pinar de repoblación, así como su escasa diversidad, ya que el pino
ha adquirido un valor máximo de cobertura.
La diversidad aumenta allí donde el pinar se aclara (debido a elementos topográficos y fuertes
pendientes o mortandad de ejemplares debido a incendios forestales, o fuertes vientos), al
aumentar de forma considerable la densidad del sotobosque.
Pinares en los lomos de Los Topos, Cheque, Los Huecos, La Laja, formando un continuo muy
denso.
Las zonas más escarpadas o rocosas están ocupadas por retamas, y en los fondos de cauce,
aprovechando la humedad se concentran especies como la fistulera, la hierba conejera,
alhelíes, codesos, hierba pajonera (Descurainia bourgaeana), malpica, y chahorra (Sideritis
orotenerifae).
En las paredes interiores de la Caldera de Pedro Gil encontramos el matorral de escobonillar,
formado por gacia (Teline stenopetala ssp. spachiana), endémico de esta zona.
En las cercanías de la Montaña de Las Arenas, en la Media Montaña, en los altos de Chivisaya,
o en la Punta del Pinar, el matorral se enriquece con escobón (Chamaecitisus
proliferus), tomillo (Micromeria
hyssopifolia), tajinaste (Echium
virescens), jara (Cistus
symphytifolius), magarza (Argyranthemum foeniculaceum), y poleo (Bystropogon canariensis).
Los pinares genuinos se establecen en los lugares fronterizos con el borde superior del mar de
nubes, como el Monte Verde de Arafo, que posee ejemplares de gran tamaño y grosor, de los
que algunos tienen nombres propios (Pino del Descansadero, Pino del Arrullo).
La presencia del Pino del Señor, en la parte baja del casco de Arafo, ejemplar de gran porte y
antigüedad, nos remite a que la extensión de los pinares originales era mayor en el pasado.
Los pinares originales se sitúan en especial en las laderas orientadas al Sur, en los Barrancos de
Las Gambuesas, Amanse y Añavingo, así como en Las Morras y Barranco Negro. En estos
lugares podemos hallar ejemplares de gran tamaño y aislados, así como un sotobosque diverso
compuesto de escobones, jaras y jaguarzos.
Los pinares avanzan sobre antiguas tierras de cultivo, mezclándose con castañeros y otros frutales. Gorgo.
En aquellos lugares donde existen incrementos de humedad, se desarrolla un pinar con jaras
(Cistus symphytifolius), brezos (Erica arbórea) y codesos (Adenocarpus viscosus, A. foliolosus).
Los codesos son una especie dominante en los malpaises de Media Montaña. Los
bordes soleados, son ocupados por los jaguarzos (Cistus monspeliensis). Aunque el factor suelo
no es limitante para el desarrollo del pino canario, las manifestaciones de mayor desarrollo y
conservación se observan en las áreas de mejores condiciones edáficas.
Podemos encontrar pinos acompañados del brezo (Erica arborea), la faya (Myrica faya) y el
acebiño (Ilex canariensis). Los pinos alcanzan tallas de hasta 30 metros y troncos derechos de
60-80 cm. de diámetro. El abandono de numerosas fincas agrícolas ha hecho avanzar el pinar
de manera natural, como ocurre en El Pinalete, Las Vigas, Gorgo, La Granja o Juan Lianes
alcanzando cotas altitudinales mucho más bajas, llegando con normalidad hasta los 700
metros de altitud.
Jarales en el borde del Barranco de San Pedro
El escobonal
Está muy extendido en Las Pendientes de Gorgo, Lomo Redondo, Media Montaña, Los Lomitos
y Chivisaya, lugares donde no se realizaron repoblaciones, puesto que hace cincuenta años
eran fincas en producción, sobre todo de castañeros y otros frutales.
La distribución actual del escobonal está íntimamente relacionada con los usos humanos
históricos del territorio.
Escobonales muy densos en Articosia.
Esta leguminosa es una excelente forrajera, muy apreciada por el ganado. Ya los guanches la
utilizaban como recurso forrajero en el verano, ante la ausencia de otros pastos. Los
campesinos lo sembraban en los bordes de los canteros y lo iba a buscar al monte, podando
sus ramas (responde muy bien a la poda) y usándolo como pienso para el rebaño domestico
estabulado (caballerías, cabras y vacas principalmente).
Los animales (cabras y conejos) lo sueles dejar pelado y sin corteza, por lo que muestra una
madera de color claro. No es muy exigente en agua (el tagasaste, Chamaecytisus palmensis, sí
que lo es), y puede crecer en zonas de suelos delgados y pedregosos, aunque medrará en
aquellos lugares donde los suelos son un poco más profundos y húmedos.
Su madera, muy resistente, se utilizaba para elaborar aperos de labranza, mangos, horquetas.
Existía un dicho que decía: Al acebuche no hay palo que le luche, pero llega el escobón y le da
un bofetón. También es una excelente leña, al arder con escaso humo. Su carbón es de
excelente calidad por su densidad y poder calorífico, por lo que fue muy buscada en la
postguerra para elaborar hoyas de carbón.
Muchos agricultores lo mantienen en sus fincas de forma arbustiva, desmochando o cortando
a matarrasa.
No presenta parada vegetativa estival, es decir, que durante el verano su crecimiento
continúa, aunque más lento, pudiendo producir forraje durante todo el año y teniendo además
un alto contenido en proteína bruta. Sus semillas han sido usadas como alimento para aves de
corral. Su porte favorece su uso como seto cortavientos. Es melífera, debido a su
extraordinaria floración primaveral. Su condición de leguminosa la convierte en una planta
fijadora de nitrógeno. Es un arbusto pionero en la recolonización vegetal, resistente a la
sequía y de rápido crecimiento, por lo que se puede usar para el control de la erosión.
Todo ello la ha convertido en una especie de gran interés en los sistemas agrosilvopastoriles.
Esquema del pinar.
Durante las repoblaciones forestales se recomendó su erradicación como paso previo para
plantar los pinos, y así, éstos crecerían sin competencia.
Los escobonales formaban parte del sotobosque típico del pinar original, mezclado con brezos,
hayas, y jaras, apareciendo como formación pura en lugares determinados.
Actualmente son muy densos en el borde del pinar de Articosia, en La Casita y en Los Lomitos,
mezclados con castañeros y belloteros, como árboles destacados y un cortejo florístico diverso
con poleo, tajinaste, magarza, tomillo, jara, chahorra y corazoncillo (Lotus campylocladus).
Pinares de Abarzo, sobre un matorral mixto de escobones, jaras, jaguarzos y algún que otro brezo.
BARRANCOS DE ARAFO.
Los cauces del municipio de Arafo se han labrado sobre coladas relativamente recientes,
masivas y de gran dureza, emitidas desde la Dorsal de Pedro Gil, tras el deslizamiento del
antiguo Edificio Estratovolcánico denominado Cho Marcial, por lo que no poseen los rasgos de
madurez propios de otros barrancos de las islas.
La pendiente les imprime una orientación NW-SE, con cursos paralelos y de modo transversal
al litoral. Esta directriz general, se ve afectada por los cambios de litología del relieve
preexistente, que es, en gran medida el causante de los posibles cambios de dirección y de
incisión, ya que muchos barrancos han aprovechado valles entre coladas volcánicas para labrar
su cauce.
Cauce del Barranco de Risco de Tierra, cerca de Medio Camino.
Del mismo modo, la alta porosidad del terreno, con superficies de coladas fragmentadas,
piroclastos basálticos, y sálicos, aumenta considerablemente los procesos de percolación e
infiltración, por lo que no encontramos un álveo impermeable y susceptible de conducir
volúmenes de agua importantes hasta que el cauce no ha llegado a los estratos inferiores de
basaltos y traquibasaltos del segundo basamento del Valle.
El perfil longitudinal de los barrancos se caracteriza por la presencia de grandes rupturas de
pendiente en los tramos superiores y medios, en especial en Añavingo, Las Gambuesas,
Amanse y Los Huecos, y suavidad del perfil en los sectores costeros.
Finalmente, en las desembocaduras, los cauces poseen exutorios que generan abanicos de
deyección (más o menos en forma de delta, por acumulaciones sucesivas), siendo las playas el
resultado de la acumulación de sedimentos, tanto aluviales como coluviales, y conformados
sobre rasas. El caso más claro es la desembocadura del Barranco de Las Hornillas en playa de
Lima y La Restinga, que desemboca en un cono de deyección de cantos, gravas y arenas,
fuertemente remodelado por la erosión marina.
Barranco de la Piedra y cuenca del Barranco de Añavingo y Amanse.
Los perfiles transversales a partir de los tramos medios, suelen ser en forma de cuña, no muy
marcada, de márgenes bajos y en algunos casos con incisiones menores, lo que confiere a
algunos barrancos perfiles en forma de fondo de caja.
La pendiente es mucho mayor en los tramos de cumbre, suavizándose considerablemente en
los tramos medios, a partir de los 600 metros de altitud, y manteniéndose casi planos varios
centenares de metros antes de su desembocadura.
Esto se debe a las dificultades para labrar los cauces en sustratos tan coherentes y porosos, así
como a la inexistencia de grandes fenómenos de dinámica coluvial. La poca profundidad de los
barrancos es evidente, ya que en algunos momentos, al acercarse a los tramos costeros,
aumentan su anchura y disminuyen aún más su altura.
Cauce del Barranco de La Tapia. En su álveo limpio y pulido se forman charcos que pueden permanecer durante
meses.
En estos sectores, debido a la disminución de la pendiente, se produce una pérdida evidente
de competencia para el arrastre de sedimentos, por lo que se localizan sectores de materiales
sueltos, principalmente gravas, que han sido aprovechados puntualmente para realizar
pequeñas extracciones de áridos o para establecer cultivos, como podemos observar en el
tramo final del Barranco del Risco de Tierra, donde las extracciones han desaparecido el
cauce.
La morfología de los barrancos obedece a un patrón común: cauces sinuosos con cuencas
escasamente jerarquizadas, y sectores de recepción con dos o tres cauces.
Montaña de Las Arenas. Se aprecian claramente los efectos de la erosión y del descalzee que efectúa en el cono
de piroclastos el Barranco del Valle.
Los tramos medios son estrechos, sometidos por la configuración geomorfológica
preexistente, encajados entre materiales coherentes y porosos; los tramos bajos se abren en
pequeñas playas muy bajas.
Otro rasgo definitorio es la pendiente, que en algunos casos alcanza un nivel medio en torno al
17 por ciento, por lo que, dicha pendiente es bastante pronunciada, sobre todo en cauces que
van desde las cumbres de la Dorsal hasta el mar. Por lo tanto, algunos superan desniveles que
rondan los dos mil metros, con recorridos longitudinales importantes, como el mayor de
todos, Barranco de Risco Tierra, de casi 13 kilómetros de longitud.
Por ello tenemos que interpretar que los barrancos labran unos cauces en estructuras
geológicas muy cambiantes, por lo que su forma y disposición varía considerablemente a lo
largo de todo su recorrido, poseen meandros y realizan grandes incurvaciones sobre el
terreno, en especial en aquellos lugares donde el sustrato es menos coherente.
Barranco de La Tapia, tras cruzar junto a la Media Montaña. En este tramo se registran algunos eres y charcos
utilizados tradicionalmente como una fuente alternativa de agua.
La actividad geológica ha sido determinante en los últimos tiempos: el volcán de Media
Montaña (20.000 años B.P.) taponó y colmató el cauce alto del Barranco de La Tapia. Miles de
años más tarde, el Volcán de Las Arenas (311 años B.P.) hizo lo propio, colmatando por
completo las cuencas de Amador y Perdomo y taponando transitoriamente el cauce del
Barranco del Valle-Piedras Quemadas, hasta que también se labró nuevamente el lecho.
Cuenca del Barranco de Tapia. El barranco de Tapia es uno de los barrancos principales del
municipio de Arafo y del Valle de Güímar. Las características más relevantes son que, de
manera general, presenta un cauce rectilíneo, poco encajado y estrecho, con pocos tributarios,
que son más numerosos en su cabecera. En general, el arrastre y desgaste provocados por la
erosión hídrica en este tipo de barrancos, han formado un fondo rocoso de morfología
redondeada, donde es común que se formen charcos, pocetas y eres.
Cuenca del Barranco de Risco Tierra. Los barrancos de El Valle-Risco Azul-GambuesasAñavingo-La Piedra-Yoquina-Risco Tierra, forman una cuenca vertiente que es la de mayor
superficie de Arafo. Se sitúa al NO del municipio, donde los cauces se organizan y ordenan de
Cumbre a Costa, con pendientes medias mayores que el resto, marcándose diferencias con el
resto de cuencas del municipio que presentan cauces rectilíneos y escasamente ramificados. Es
uno de los barrancos más importantes en el Valle de Güímar en cuanto que cumple una
función muy importante como vía de desagüe para el drenaje superficial. Destaca por su
caudal de avenida y su extensión. Su zona de desembocadura acumula depósitos aluviales de
barranco en forma de arena media y gruesa.
Barranco de Chabique. Nace en la Gollada de Chabique, a 1950 metros de altitud y desemboca
en el Barranco de las Piedras Quemadas.
Los cauces de los barrancos de Arafo parten todos de zonas altas (entre los 1800 a 2000
metros), que son pródigas en precipitaciones líquidas, y compuestos en su mayoría por
materiales poco porosos, por lo que las cuencas altas captan cantidades de agua no
desdeñables, que crecen sobre los 900 metros de altitud.
El municipio de Arafo cuenta, por último, con un hecho que es importante resaltar en cuanto
al régimen hídrico y la escorrentía superficial, y es la consideración, de que gran parte de su
zona alta está prácticamente cubierta de árboles (pinares) y de matorral de cumbre que tapiza
los sustratos móviles, compuestos por gravas y arenas volcánicas, sometidos a una fuerte
dinámica de vertientes.
Cauce final del Barranco de Las Hornillas, cubierto por un matorral de cardones, balos, tabaibas y la exótica e
invasora, rabo de gato.
La explotación de las aguas superficiales en Arafo ha dependido siempre de los condicionantes
físicos de su hidrología, esto es: lluvias escasas e irregulares y cuencas de barrancos pequeñas
debido a diferentes procesos geológicos. También hemos de tener en cuenta el sustrato
geológico, puesto que combina lugares que facilitan sobremanera la infiltración, con otros que
favorecen procesos rápidos de escorrentía, por ser impermeables justo a nivel superficial,
como es el caso de los depósitos de pumitas cementadas.
Los barrancos de Arafo permanecen secos, si exceptuamos los manaderos y rezumes que se
producen de modo puntual. Solamente en épocas de lluvias abundantes y de gran intensidad
horaria podemos ver correr regatos por los fondos de los cauces.
Desembocadura de la cuenca más importante de Arafo entre Playa de Lima y La Restinga.
Los sectores bajos de los cauces están ocupados en la actualidad por iniciativas urbanísticas,
agrarias, de infraestructuras e incluso actividades industriales, algo que en Arafo se puede ver
favorecido por la propia morfología de los cauces que, en sus sectores finales, se encuentran
escasamente definidos en el territorio y, por los materiales que los conforman, que poseen
una alta porosidad y capacidad de infiltración (arenas y gravas).
En los sectores de la Medianía es normal observar, por un lado, pequeños cauces tributarios
ocupados por cultivos y, por otro, cauces mayores en los que se hacen presentes actividades
directamente relacionadas con el aprovechamiento hidráulico, como pozos o galerías.
Cauce superior del Barranco de Añavingo. Muy encajonado entre altas paredes.
BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA DE FERMÍN GIGANTE CARBALLO.
Licenciado en Geografía por la Universidad de La Laguna y Educador Ambiental, ha
desarrollado la mayor parte de su actividad laboral en los campos de la Ordenación de
Espacios Naturales, la Planificación Territorial y Urbana, la educación ambiental y la docencia
en temas ambientales, formación ocupacional y patrimonio cultural y natural.
Formación en ordenación territorial, urbana, medio ambiente, demografía, estudios
catastrales, administración, recursos culturales, patrimonio, sistemas de información
geográfica, etc
El desempeño de su profesión como autónomo, (colaborador de GEODOS), lo ha llevado a
trabajar en la planificación de espacios urbanos: Planes Generales de Ordenación Municipal en
Tenerife (Icod, Santiago del Teide, La Orotava, Arico), La Palma (Puntallana, Tazacorte, Garafía)
y Fuerteventura (Antigua, Pájara); estudios básicos de riesgos naturales municipales (Tenerife y
La Palma), y planes territoriales de ordenación para residuos e industria. También ha diseñado
senderos y sus soportes interpretativos.
Ha realizado cursos sobre la Historia de la Iglesia en Canarias, Metodología Didáctica, Cambio
Climático, Mediación Social, la Ordenación y Gestión Compartida del Territorio, Prevención en
Riesgos Laborales y Seguridad en el Trabajo, Sistema Costero, Trabajo de Campo en
Biogeografía, Desarrollo Local y Turismo Sostenible.
Como articulista ha escrito sobre etnografía, el uso racional de los recursos naturales, la
gestión y restauración del patrimonio y el análisis del paisaje, especialmente en ámbitos del
Sur y del Sureste de Tenerife (Arico, Fasnia, Agache, Arafo, Candelaria).
Desde un punto social, destaca su pertenencia a diversas asociaciones de defensa del
patrimonio y de actividades escénicas (teatro), así como a la junta directiva de la Delegación
Territorial de Canarias del Colegio de Geógrafos. Ha desarrollado trabajos voluntarios en el
campo de la prevención de incendios forestales y la difusión del patrimonio y el paisaje
canario. Ha sido miembro del consejo redactor de la revista Sureste y presidente y secretario
de la Asociación Cultural Sureste de Tenerife.
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