2016 Arafo en el Blog Fermín Gigante Carballo Biblioteca De Arafo LAS MEDIANIAS ALTAS DE ARAFO Gran parte del sector de las Medianías Altas del municipio de Arafo se puede describir como un espacio constituido por una serie de lomas (La Haya, El Perú, El Pinalete, Jualdián, La Granja, Las Montesinas, Cosme, Gorgo, Afoña) y barrancos (Amance, Añavingo, Gambuesas, El Charquillo, La Tapia), bastante encajados y que forman parte de la cuenca hidrográfica de Arafo, enmarcada entre los malpaíses de Media Montaña y del Volcán de Las Arenas. Posee una importancia histórica y paisajística vital dentro del conjunto de la armonía geosistémica1 del Valle de Güímar, y también importantes recursos hídricos, con 10 galerías en su interior que llegan a generar excedentes hídricos que son exportados al exterior del municipio y del Valle, aforando un total de 41 litros de agua por segundo de media. El suelo de este espacio ha sido aprovechado por los campesinos para el cultivo, que han tenido que rebajar taludes y laderas, levantando paredes y removiendo los materiales, lo que ha mejorado la capacidad agrológica de estos suelos. La mayor parte del sustrato geológico está compuesto por pumitas de variado espesor y granulometría pero también hay una importante presencia de coladas basálticas recientes y poco alteradas en el sector de Los Loros y Chivisaya, o en Las Vigas, Lo de Ramos y Perdomo. Asimismo encontramos importantes depósitos de arcillas poco evolucionadas que forman los barreros de Lo De Carta, La Haya, El Pinalete o La Granja. Castañeros de Lomo Redondo 1 El geosistema, o planeta tierra, considerado como una unidad, es el conjunto de entidades bióticas (biósfera), abióticas (litósfera, atmósfera e hidrósfera) y antrópicas (sociedad), entre las cuales se producen permanentes interrelaciones que originan cambios cualitativos y cuantitativos que caracterizan finalmente la estructura terrestre. (RIABCHIKOV 1976 : 11). Los sustratos de capacidad moderada para el cultivo los localizamos en La Granja y El Pinalete, con bancales de pequeño tamaño. Los de capacidad baja, debido a las fuertes pendientes y al diminuto tamaño de las parcelas, se encuentran en Gorgo, y Galván, donde todavía existen parcelas dedicadas al cultivo, pero también pendientes muy erosionadas sobre planchas pumíticas de diverso espesor. El abandono de las tierras trae consigo el inicio de procesos de degradación y pérdida de suelo. Los sustratos de capacidad muy baja, suelos sobre depósitos de barrancos y derrubios de ladera, así como suelos pardos, sólo son aptos como pastizales y matorrales forrajeros, tales como escobones, codesos y tederas, y se encuentran principalmente en el lomo de La Granja, y Chivisaya. Los suelos improductivos incluyen las zonas más abruptas de los barrancos antes mencionados y las coladas recientes del Volcán de Las Arenas y de la Media Montaña. En cuanto a la vegetación, resaltar la presencia de sabinares, como formaciones abiertas, sobre cornisas y laderas del barranco de Añavingo, Gambuesas o Amanse. Junto a las sabinas (Juniperus turbinata ssp. canariensis), encontramos acebuches (Olea europaea ssp cerasiformis) y almácigos (Pistacia atlántica). Estas zonas constituyen sectores arbustivos cerrados, donde los árboles antes mencionados destacan sobre arbustos de menor tamaño, como el granadillo (Hypericum canariense), el jazmín de monte (Jasminum odoratissimum), la leña negra (Rhamnus crenulata) y poleo salvaje (Bystropogon canariensis). Abundantes en las laderas son las cerrajas (Sonchus gummifer, Sonchus acaulis), y la palomera (Pericallis lanata) así como la efímera primaveral Romulea columnae. En los bordes cercanos a los pinares o espacios en expansión de esta formación vegetal, hallamos tomillares (Micromeria varia) y jaguarzos (Cistus monspeliensis). Morra de Galván desde Los Majuelos. En las zonas más degradadas, encontramos los típicos matorrales de sustitución, que colonizan las antiguas huertas abandonadas, compuestos por incienso perro (Artemisia thuscula) y vinagreras (Rumex lunaria). En los barrancos de Añavingo, Amanse, Las Gambuesas, Los Eres y La Laja, encontramos restos de las formaciones termófilas del Monteverde canario, como son los madroños (Arbutus canariensis), acebiños (Ilex canariensis), mocanes (Visnea mocanera), palo blanco (Picconia excelsa), faya (Myrica faya), follao (Viburnum tinus ssp rigidum). Aquí, el estrato arbustivo y el herbáceo cuenta con especies destacadas, como la capitana (Phyllis nobla), o la cresta de gallo (Isoplexis canariensis). Arranque del Lomo de Abarzo, en la confluencia de los Barrancos de Las Gambuesas y Añavingo. El pinar que encontramos en Arafo dentro de las Siete Lomas, es fundamentalmente de repoblaciones realizadas en los años cincuenta, sesenta y setenta del S. XX, en Los Frailes, La Laja y Barranco San Pedro y sobre las coladas del Volcán de Las Arenas, donde se combina con especies más propias del estado de colonización vegetal. Estas últimas lavas, además de ser las más recientes, cuentan con la particularidad de ser las menos evolucionadas, puesto que el sustrato rocoso de 300 años de antigüedad no es idóneo para el desarrollo de árboles como el pino. Sin embargo, en zonas de acumulación de finos de escorrentía, o sectores donde la capa de basalto se adelgaza, es posible encontrar ejemplares de pinos de buen tamaño, acompañados de Rumex lunaria y el helecho Pteridium aquilinum. Otros sectores están compuestos de pinares naturales, asociados al avance del pinar sobre antiguos campos de cultivo abandonados o sectores escarpados que escaparon de las talas pasadas y que se han conservado. En estos sectores, el pino aparece acompañado de su cortejo florístico típico, compuesto por escobones (Chamaecytisus proliferus), jaras (Cistus symphitifolius), codesos (Adenocarpus foliolosus) y ocasionalmente, en zonas más umbrosas y húmedas, fayas, brezos, aceviños y palo blanco. Estos sectores naturales de pinos, con grandes pinos tea se encuentran en los barrancos de Añavingo, Amanse y sectores traseros de Los Frailes. El pinar avanza a buen paso sobre sectores agrícolas que ya no se trabajan, formando bosquetes que salpican el espacio, y en donde la sucesión vegetal avanza a buen ritmo debido a la alta calidad y fertilidad de esos suelos. Calderas de la Media Montaña Mención especial hay que hacer a ciertas plantaciones de árboles que como el castaño y los alcornoques (Castanea sativa y Quercus suber), han tenido hasta hace poco tiempo un interés económico evidente, pero que se han abandonado y la vegetación natural empieza a colonizar estos lugares. En cuanto a la fauna, no existen hábitats exclusivos, pero la variedad de hábitats traen consigo una fauna relativamente rica y diversa. Encontramos las tres especies de reptiles endémicos de mayor distribución, que son bastante abundantes: lagarto tizón (Gallotia galloti galloti), perenquén (Tarentola delalandii) y lisas (Chalcides viridanus). De las tres, la lisa es la más escasa, ya que se restringe a zonas de cultivos y pastizales con mayor humedad, así como a sectores rocosos que mantengan cierta humedad durante todo el año. En la Cueva de Arafo se halló un yacimiento paleontológico a 600 metros de altitud en el Barranco de Amance, que albergaba restos fósiles del extinguido Gallotia Goliat. Importante es también la presencia de cinco rapaces: aguililla (Buteo buteo insularum), cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), gavilán (Accipiter nisus), y las nocturnas búho chico (Asio otus) y coruja (Tyto alba). Bancales abandonados en Afoña. En cuanto a los murciélagos, destacar la presencia del orejudo canario (Plecotus teneriffae), en el Barranco de La Piedra Cumplida y del nóctulo pequeño (Nyctalus leisleri) y rabudo (Todarida teniotis) en casas de campo del municipio. La fauna introducida se compone principalmente de erizo moruno, la musarañita, conejos, ratón doméstico, ratas y gatos asilvestrados, que ejercen fuertes presiones sobre la vegetación natural (conejo) y que ponen en peligro la nidificación de ciertas aves (gatos y ratas). Destacaremos que en ciertos sectores del Pinalete y de los Frailes hay una importante presencia de la ornitofauna forestal, compuesta por banderitas (Regulus regulus), chirreros (Parus caeruleus), pinzón vulgar (Fringilla coelebs). En los frailes se suele observar con frecuencia el pinzón azul (Fringilla teydea teydea).También en un sector de pinar entre el Volcán y el Pinalete se podría encontrar nidificando el gavilán, rapaz típicamente forestal pero que en su afán de cazar otros pájaros sale de sus ámbitos habituales. Parejas de aguilillas nidifican en el Barranco de la Piedra Cumplida, así como las corujas en el de Añavingo. Hemos observado en la zona por encima de Media Montaña algún que otro pico picapinos (Dentrocopos major). La presión a la que ha sometido el hombre a este espacio es bastante evidente, en los campos de cultivo, o en la explotación de galerías que acabaron con los regatos e hilillos de agua que solían discurrir por los barrancos de Arafo o a las numerosas fuentes que recogen los documentos históricos: Fuente de Chabique, Risco de la Fuente, Fuente de Las Morras, Fuente Nueva de Joco, Callejón de La Fuente, Fuente de Borrega. Uno de los métodos de aprovechar estos escasos recursos hídricos eran los eres, que son el resultado de una singular convergencia de factores naturales, y de su interpretación y adecuación por parte de los seres humanos. “ El ere se produce porque en el barranco hay un hoyo. Es un risco, pero dentro del risco se hace tan hermético que es como un envase, como una charca, con agua. Pero está lleno de arena, eso está lleno de arena. Y empiezas tú a escarbar la arena, y cuando bajas un poco, asoma el agua; porque cuando corrió el barranco se llenó de agua, dentro de la arena hay agua, y te sale el agua. Sale revuelta, pero la dejas un rato, y ahí a la media hora, el agua se asienta.” Esta clase de ingenios hidráulicos populares podía alcanzar dimensiones respetables a través de la excavación sucesiva, sobre todo durante los veranos. Esto exigía el levantamiento de una pared de piedras que contuviera las paredes conforme se iba profundizando, y de un camino que permitiera descender en espiral hasta el fondo de la concavidad. Después del verano, cuando se reanudaban las lluvias y la circulación del barranco, toda la excavación se desmoronaba y la marmita volvía a quedar colmatada de piedras y arena. Cada año había que volver a repetir la operación a partir del momento en que el agua escaseara. Fue Arafo un pueblo pródigo en agua subterránea, con sobrantes que se distribuían en otras comarcas insulares. Prueba de ello son los numerosos canales, unos en desuso, otros a pleno rendimiento, que atraviesan el término municipal. Son también legendarios los nombres de algunas galerías, en las que los araferos trabajaron duro, no sin el sacrificio de vidas humanas para obtener el preciado líquido vital, como Los Huecos, Risco Azul, Las Saletas, Corral del Guanche, Los Zarzales, Casme, San Pedro, La Laja, Pozo de El Entonado, Pozo Agustín…La disminución de caudal de muchas de estas galerías y pozos avisa del descenso del nivel freático. El patrimonio cultural está representado por elementos relacionados con las actividades agrarias, como eras, casas de labor tradicionales, entre las que destacan los conjuntos de Lo Ramos, La Granja y Lo de Carta, hornos para secar fruta, y sobre todo una densa red de caminos, la mayoría de los cuales se encuentra en estado de abandono y ruina, cubiertos por la vegetación, sin señalizar, cuando no ocupados por elementos de las fincas privadas lindantes. El abandono de tierras agrícolas, sin embargo, ha permitido el avance de ciertas formaciones vegetales, sobre todo el pinar, y la recuperación de los fondos arbustivos de barrancos y de algunas laderas. Horno de pasar fruta del Charquillo. Patrimonio etnográfico en desuso y con riesgo de desaparecer. En los últimos veinte años se ha producido una importante transformación del paisaje agrícola de este espacio, que se construyó en otras épocas en las que la escasez, el hambre y la búsqueda de todo tipo de recursos en el medio natural era un imperativo para la supervivencia. De esos momentos pasados nos quedan huellas en el paisaje, como bancales, senderos, cuartos de labor, caminos empedrados, charcas, atarjeas, eras, hornos, alpendes: el espacio era un lugar donde hombre y naturaleza coevolucionaban juntos. Sin embargo, la ocupación humana actual, plasmada en ciertos sectores, como el borde de la carretera Arafo hasta La Cumbre, se traduce en una serie de viviendas de carácter diseminado, así como de instalaciones de tendido eléctrico y telefónico aéreo, el abandono de los bancales que no pueden servir como solar edificable, y también el mal estado de algunos senderos y caminos tradicionales, frente al uso y abuso de los caminos asfaltados. Estas viviendas se ocupan muchas veces por foráneos del municipio que ante las mejoras de las vías de comunicación, se sienten cómodos viviendo en un entorno rural a poca distancia de su núcleo urbano de trabajo. EL PAISAJE URBANO DE ARAFO El actual entramado urbano de Arafo es fruto de un proceso evolutivo que arranca desde los primeros años del siglo XVI, con la incorporación de la isla a la Corona de Castilla y el progresivo asentamiento de población en una franja comprendida entre los 400 y 700 metros de altitud. Las aguas manantes del barranco de Añavingo y del barranco de Arafo o de Amador, unido a unas condiciones climáticas favorables propició el desarrollo de una incipiente comunidad agrícola que se estableció en las zonas conocidas como Perdomo y El Aserradero, donde sus habitantes comenzaron a cultivar y a explotar los bosques de la zona, por lo que es frecuente encontrar topónimos relacionados con la explotación maderera como el ya citado Aserradero, El Tablonito, Las Vigas, El Astillero, La Madera, Espigón de Tea, etc. A la existencia de agua debemos unir la presencia de importantes yacimientos de pumitas2 (llamada bano, tosca, zahorra o jable por los campesinos) muy mezcladas con otros productos, como arenas o arcillas, que permitieron el picado y sorribas3 de tierras que se fueron configurando alrededor y en medio de las viviendas construidas, constituyendo así un mosaico de paisaje donde las teselas de lo edificado y de los canteros se combinan, delimitadas por caminos, veredas y atarjeas. Vista general de Arafo. En primer plano, La Hoya. Sin embargo no podemos desdeñar la importancia de la zona como un importante centro habitacional guanche, al encontrarse en un significativa ruta de trashumancia guanche, primando la ganadería como actividad dominante frente a una agricultura limitada y en la que se han hallado una serie de interesantes yacimientos guanches desde la Playa de la Viuda 2 Roca con densidad muy baja y gran porosidad. Se forma a partir de magmas muy ácidos, y por lo tanto muy viscosos. Durante su formación el gas que contiene el magma no puede salir debido a la alta viscosidad y por ello esta roca tiene tanta porosidad y una densidad tan baja. 3 Academia Canaria de La Lengua: Romper o rebajar un terreno para prepararlo con fines agrícolas o para edificar. hasta el barranco de las Viñas Viejas. El topónimo Arafo ya aparece plenamente consolidado documentalmente para referirse el núcleo originario del pueblo, sito en las zonas de El Aserradero y Perdomo a través de los protocolos del escribano público Sancho de Utarte, por los que conocemos además los cultivos, medios de vida y naturaleza de sus habitantes. La explotación de las tierras de labor dio a la colectividad una cierta prosperidad económica, con lo que en el último cuarto del siglo XVII, los vecinos más pudientes estaban en condiciones de costear el levantamiento de una ermita en la que celebrar cultos, situada en la zona denominada El Llanito, y que con el paso de los años y tras sucesivas ampliaciones dio lugar a la actual iglesia. El pueblo contaba por esas fechas con unas sesenta casas y otras tantas familias establecidas. La erupción del volcán de Las Arenas en 1705 motivó que la población se fuera alejando del núcleo fundacional y poco a poco, empezaran a levantar nuevas construcciones en torno a la ermita de San Juan Degollado, que a finales de la centuria se convirtió en la zona más poblada. De ese modo, Arafo comenzó a configurarse como una aldea de estructura irregular, aunque se advertía un eje central descendiente a través de la pendiente, antigua ruta de trashumancia aborigen, a partir de la cual se fueron desarrollando otras vías en sentido transversal. Plaza e Iglesia de San Juan Degollado. El centro neurálgico de Arafo desde hace tres siglos. Es posible que en este momento, ciertos lugares tomaran entidad funcional propia y diferenciada, como La Hoya (configurada como una zona de casas de labor apiñadas en un sector de tierras sumamente fértiles y abrigada de los vientos), Los Lomos (donde las edificaciones ocupan el frente de las vías y los canteros ocupan los sectores traseros, a los que se accede por pequeños callejones transversales),o La Morra y El Barrero (un sector de casas prácticamente colgadas de las estribaciones del Barranco de la Piedra y del Entonado, con vías pequeñas y sinuosas, de gran pendiente y pequeños callejones comunes). El trazado urbanístico no varió considerablemente en la primera mitad del XIX, ya que el aumento de población fue poco significativo, pues se pasó de 724 habitantes en 1802 a 875 en 1849. Además, se llegó a empedrar el entorno de la iglesia y la calle principal. Ese año, el pueblo contaba con 241 casas, de las que 202 estaban esparcidas, así como con 3 cuevas habitadas. En la segunda mitad del siglo XIX, Arafo conoció un notable ascenso de población. Las medidas desamortizadores adoptadas por la revolución liberal hicieron que la propiedad de la tierra pasara de manos de la terratenencia agrícola representada por el convento agustino del Espíritu Santo a un sector del campesinado que vio acrecentada su relevancia social y política dentro del pueblo, favorecidos además con la redención del gravoso censo que debían pagar al mencionado cenobio. Aparecen nuevos cultivos como los plantíos de pencones (Opuntia máxima) para la producción de cochinilla, principal producto de exportación, lo cual permitió extender la superficie irrigada. Ello motivó que se realizaran obras de canalización en el pueblo, así como que se dictaran normas sobre conducción de aguas por atarjeas4. Calle del Conde Belascoaín, hoy Amílcar González y Mario Marrero. Entrada principal al pueblo. En consecuencia, se produjo también un aumento del número de viviendas y el pueblo se expandió hacia el sur, hacia el Volcán (coladas recientes de la erupción de 1705), pues en 1864 4 Canal pequeño de mampostería, a nivel del suelo o sobre arcos, que sirve para conducir agua. se concedieron las primeras licencias para construir casas en esa zona y se comenzó a componer un camino para comunicarla con el entorno de la iglesia. Pero la caída del cultivo de la cochinilla intensificará el tráfico emigratorio a las nuevas repúblicas americanas, circunstancia que no disminuirá hasta los últimos años del XIX, cuando las plantaciones de papas y tomates en tierras bajo riego para su exportación a Inglaterra, mejoraron la maltrecha economía local como consecuencia de la caída del comercio de la grana. A lo que hay que sumar la apertura del ramal en 1897 que unirá el casco con la carretera general del sur y que significará tener una buena vía de salida para la producción agraria local, sobre todo rumbo al puerto de Santa Cruz para su embarque, pero también a la recova santacrucera que se llenaba de papas, castañas, guindas, y vinos de Arafo. Otro cultivo interesante fue el del tabaco que ocupó buena parte de las tierras bajas del municipio, más concretamente en las tierras de El Portugués, en el que se estableció un secadero de tabaco, aunque en el casco existían otros de menor tamaño, como el existente en las inmediaciones de la Calle de La Paz (hoy Valentín Fariña). A comienzos del siglo XX se produce un ligero aumento de población, aunque la I Guerra Mundial marcará el comienzo de una etapa recesiva que acrecentará la dinámica migratoria. Sin embargo, hacia 1920, se percibió un sensible ascenso del número de habitantes, coincidente con la recuperación del sector exportador y el alumbramiento de aguas de la galería de Los Huecos. Casa de la Esquina de Los Carros, antigua casa de labor absorbida por el crecimiento del tejido urbano. Los nuevos acuíferos y la puesta en cultivo de las zonas costeras del municipio, provocó un paulatino asentamiento de población foránea, que se asentará principalmente en El Volcán. El Modernismo de principios de siglo, que tantas transformaciones produjo en las ciudades canarias (ensanches, nuevas calles, plazas, paseos, elementos ornamentales), también empieza a llegar a Arafo, gracias a la recuperación económica que se estaba experimentado y que posibilitó la realización de una serie de significativas construcciones como el campanario de la iglesia parroquial o el kiosco del centro de la plaza y que se iniciaran los trabajos de instalación del alumbrado eléctrico en la calle principal, ampliados a todo el casco a partir de 1931. En esa década se construyó un nuevo edificio para Ayuntamiento, Escuelas y Juzgado, en un terreno municipal situado al lado de la Plaza. La posguerra supuso una etapa de crisis acrecentada por el embargo internacional impuesto a la dictadura franquista, aunque a mediados de los cincuenta se observa un cierto aumento demográfico, coincidente con el final del ciclo de aislamiento internacional y superación de la autarquía económica. En ese momento, se empezaron a ejecutar una serie de obras que mejoraron sensiblemente el equipamiento urbano de Arafo: se edificó el Edificio de la Obra Social del Movimiento, se instaló el servicio de agua potable a domicilio y se sustituyó el antiguo empedrado de la calle General Franco por un pavimentado asfáltico, se amplió y mejoró la plaza de José Antonio, se fabricaron 4 escuelas y 4 viviendas para maestros en La Hidalga y El Carmen, se edificaron 50 viviendas de renta limitada en esa última zona y se ampliaron y reformaron las Casas Consistoriales con la terminación del segundo piso. Antiguo camino del Pino. Hoy Calle Modesto Fraile. Los años 60 significaron un impulso en el desarrollo del municipio, que quedó plasmado en parte en su morfología urbana. En esa década se llevó a cabo la apertura de una calle que unirá el barrio del Carmen con la carretera Arafo-Güímar y se continuó con el asfaltado de calles. La carretera Arafo-Güímar se convierte en estos años en una zona de expansión de la edificación, mediante viviendas de autoconstrucción, sobre solares propios o solares cedidos por el ayuntamiento en zonas ocupadas por las coladas del Volcán de Arafo. Las calles abiertas a principios de los años ochenta, como Rafael Clavijo, Reyes de España, o Capitán Núñez han servido en estas dos décadas como zonas de expansión urbana, en especial el arco noroeste, entre la zona de equipamiento educativo y deportivo, y La Cruz, sector que se ha colmatado recientemente por la construcción de promociones de titularidad privada. El plano urbano En general, el plano de Arafo, presenta una forma irregular, debido al encabalgamiento de los diferentes momentos históricos sobre el mismo territorio, y a la forma primigenia de las parcelas sobre las que se construye, parcelas dedicadas a la agricultura y que después han variado su uso. Esta configuración de espacios de labranza (canteros), imbricados con viviendas se ha mantenido hasta tiempos relativamente recientes. Los elementos lineales han sido, sin duda, los caminos y veredas. Debemos hacer notar la gran importancia que tuvieron en el pasado los trazados verticales, entre los que destacaremos el eje Señor del Pino- IglesiaEsquina de Los Carros (calles Mario Marrero, Amílcar González y La Libertad), que forma parte de un antiguo camino trashumante aborigen que unía la cumbre y la costa del Valle de Güímar, y que , a su vez, por La Morra del Tanque, El Pinalete y las Arenas, une Arafo, con La Orotava, a través de La Crucita y Aguamansa. Este eje es la verdadera columna vertebral de la organización urbana de Arafo. El otro elemento espinal, bastante secundario, es la calle Galván, que por la Calle Puerto de la Cruz une La Cruz con la carretera Arafo - Güimar. Plazuela de El Llano o Esquina de Los Carros en los años sesenta del siglo XX. El primer elemento horizontal en aparecer fue el camino que une el Volcán con la Iglesia, a través de la Cruz del Valle, que perdió su importancia con la apertura de la Avenida Reyes de España, verdadera arteria principal en la actualidad del casco de Arafo. El plano ordenado se manifiesta en el grupo de viviendas Nuestra Señora del Carmen, construido por la Obra Sindical del Hogar, a finales de los años cincuenta, siguiendo los criterios de arquitectura orgánica imperantes en el momento, esto es, casas terreras unifamiliares, adosadas en bloques encintados con aceras, alineadas sobre calles de planta ortogonal. Más tarde, el grupo Añavingo (inaugurado a mediados de los años ochenta del siglo XX) y su ampliación posterior siguen un esquema de ciudad jardín, con dúplex adosados en bloques con calles peatonales internas y vías perimetrales para vehículos. El paisaje urbano de Arafo, es en cierta medida, una composición que alterna diferentes formas y texturas, y en el que todavía tiene un evidente peso la herencia agraria de la villa, que se manifiesta en huertas aún cultivadas (cada vez menos) entre las edificaciones, y junto a las vías de comunicación. En años pasados se ha registrado un fuerte tirón de la construcción, siendo preeminente el sector privado, que ha construido promociones de viviendas en calles principales, como Reyes de España o Güímar, aunque también se han concluido los trabajos de construcción de viviendas sociales en la calle Luis Braille. Sin embargo, la crisis inmobiliaria de 2008 trajo aparejado el abandono de muchas de estas promociones que aún están sin terminar en calles como La Flora, La Cruz, Alcalde Domingo Calzadilla o Reyes de España. Cementerio de Arafo en los años setenta del Siglo XX. Uno de los resultados evidentes de tal proceso edificador ha sido la eliminación de algunas perspectivas visuales tradicionales, y la uniformización del medio construido. La culminación de todas estas promociones, así como la ejecución del futuro Plan General, cambiarán el plano del municipio, concediéndole un nuevo aspecto. La segregación espacial. En la actualidad Arafo cuenta con una serie de dotaciones perfectamente diferenciadas en función de su ubicación y su utilidad: En el centro del casco se sitúan áreas administrativas como el Ayuntamiento y Juzgado de Paz y oficina de Correos, así como oficinas bancarias, junto a espacios destinados al ocio como el “Centro Cultural y Recreo”, el Casino “Unión y Progreso” y el Auditorio “Juan Carlos I”. También existe un emplazamiento dedicado a la sanidad y los servicios sociales, con el Centro de Salud y la Residencia Socio-Sanitaria “María Auxiliadora”. Se registran los edificios más destacados desde el punto de vista patrimonial, como la Parroquia de San Juan Degollado. Barrio de El Carmen. La zona de El Carmen es el lugar de los colegios y espacios deportivos, pero también existe una instalación emplazada en este lugar por razones de aislamiento, vientos favorables e idoneidad de suelos: el cementerio, construido en los años veinte del pasado siglo, y hoy rodeado de viviendas y equipamientos. Los bordes del casco están ocupados por un difuso límite rururbano donde los restos de agricultura que aún se mantienen conviven con entramado de viviendas dispersas, construidas en su mayoría como “cuartos de aperos”, (el llamado diseminado rural), ocupadas en su mayoría por personas llegadas al municipio en los años ochenta y noventa. Aunque existen grandes disparidades (desde grandes chalés y residencias de verano, hasta humildes casitas de bloques sin enfoscar), la mayoría de estas viviendas no tienen acceso a servicios como agua corriente, electricidad o recogida de basura. A la entrada de la Villa se encuentra el Centro de Ocio, Artesanal y del Agricultor, con su correspondiente mercadillo, y el Centro para la Formación de Artesanos. Tradicionalmente, la zona de asentamiento de población más humilde es el Barrio del Carmen, conocido antiguamente como El Volcán, que se convierte en una zona de expansión de la edificación, mediante viviendas de autoconstrucción, sobre solares propios o solares cedidos por el ayuntamiento en zonas ocupadas por las coladas del Volcán de Arafo. Cementerio de Arafo. Foto actual. El sector donde se concentran la mayor parte de las promociones de viviendas de titularidad pública es El Carmen, con la existencia de cuatro promociones que abarcan prácticamente los últimos cincuenta años de historia de Arafo: • Grupo de viviendas Nuestra Señora del Carmen, construido por la Obra Sindical del Hogar, a finales de los años cincuenta, siguiendo los criterios de arquitectura orgánica imperantes en el momento, esto es, casas terreras unifamiliares, adosadas en bloques encintados con aceras, alineadas sobre calles de planta ortogonal. • Grupo Añavingo (inaugurado a mediados de los años ochenta del siglo XX) y su ampliación posterior siguen un esquema de ciudad jardín, con 30 dúplex adosados en bloques con calles peatonales internas, jardines comunes y vías perimetrales para vehículos. En los años noventa el barrio crece con la ampliación del grupo Añavingo en la calle Alagón, otras treinta viviendas en forma de dúplex adosados en parejas, con una tipología neorural canaria (tejados a dos aguas con portales comunes en dúos), con zonas peatonales de acceso y ajardinados en las zonas traseras. • Edificio de 30 viviendas en un bloque único de tres pisos, con garaje subterráneo, de la calle Luis Braille, inaugurado en el año 2010, viviendas en las que viven personas de ascendencia humilde y un sector muy castigado por el paro y la crisis económica. La zona de El Carmen es el lugar de los colegios y espacios deportivos, pero también existe una instalación emplazada en este lugar por razones de aislamiento, vientos favorables e idoneidad de suelos: el Cementerio Municipal, construido en los años veinte del siglo XX, y hoy rodeado de viviendas y equipamientos. En las zonas más alta (entre los 600 y 1000 metros) se dan los pastizales, alguna variedad de papas, higueras y sobre todo castaños, algunos abundantes en las proximidades del “Monte Verde”. BIBLIOGRAFÍA FARIÑA PESTANO, F (1998). La historia de Arafo a través de sus alcaldes. CCPC, Ayuntamiento de Arafo. Santa Cruz de Tenerife. FARIÑA PESTANO, F (2004). La historia de Arafo. Ayto de Arafo. Arafo. FARIÑA PESTANO, F Y MORENO GARCÍA, J (1994). 1974-1994, LA Alcaldía de Domingo Calzadilla, y la historia más reciente de Arafo. Ayto de Arafo. Arafo. FARIÑA PESTANO, F Y GIGANTE CARBALLO, F (2006). Notas Sobre la Evolución del Paisaje Urbano de Arafo. Programa de las Fiestas Patronales de la Villa de Arafo. RODRÍGUEZ DELGADO, O. 1995 Historia religiosa de Arafo Ayuntamiento de Arafo. Santa Cruz de Tenerife. VV AA (1996). Guía de Recursos patrimoniales del Sureste de Tenerife. Asociación cultural Sureste de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. LA COSTA DE ARAFO Playa de Lima, El Cejo, Chimisay y La Restinga El litoral de Arafo es bajo y rocoso, con playas escasas y por lo general de callaos y gravas aunque la Playa de Lima aparece cubierta a veces de fina arena negra, dependiendo de las mareas y la época de año. La Playa de Chimisay es de callaos de diferente granulometría, mientras que La Restinga es un saliente rocoso que forma parte de una rasa submareal que penetra un cien metros en el mar. La longitud litoral del municipio es de unos 1200 metros. La implantación del Polígono Industrial en el año 1974 convirtió lo que hasta entonces eran amplias zonas de cultivo de tomate y zonas balutas cubiertas de vegetación natural en un sector fuertemente humanizado. Sin embargo, el término “Costa” lo podemos ampliar a toda a franja comprendida entre e nivel del mar y la altitud de 300 metros, donde ya comienza la Medianía Baja. Gran parte del paisaje vegetal actual es el resultado de la antropización, de la roturación del terreno con fines agrícolas, o de extracción de áridos y rocas, que ha ocasionado el desalojo y destrucción de gran parte de la vegetación natural; asimismo se aprecian procesos de recolonización de las zonas abandonadas (agrícolas fundamentalmente) donde las etapas de sustitución se van reemplazado en el tiempo. Los barranquillos son los lugares que poseen una vegetación más interesante, con cardones de gran tamaño. En la Costa de Arafo encontramos grandes ejemplares de cardón (Euphorbia canariensis), dispuestos en riscos inaccesibles y soleados y paredes de barrancos y vaguadas. Aparece acompañado en ocasiones por el balillo (Atalanthus pinnatus) y de tasaigo (Rubia fruticosa). En las zonas más ácidas, donde afloran las pumitas, aparece el matorrisco (Lavandula canariensis) y la magarza (Argyranthemum frutescens). El sustrato es aquí muy irregular, concentrándose el suelo disponible en grietas y zonas deprimidas donde se acumulan finos depositados por las lluvias y el viento. Existen elementos residuales del bosque termófilo como almácigos (Pistacia atlántica), alta presencia de acebuches (Olea europea ssp. cerasiformis) y leña negra o espinero (Rhamnus crenulata), lengua de pájaro (Globularia salicina), faro (Gonospernum fruticosum) y duraznillos (Ceballosia fruticosa), refugiadas en las paredes más inaccesibles del Barranco de Risco de Tierra, Morra de Chigergue y de Yóquina. El resto del terreno está ocupado por herbazales y pastizales de composición variada destacando los cerrillos (Hyparrhenia hirta), el panasco o grama (Cenchrus ciliaris) y el rabo de burro (Aristida adsensionis). La barrilla (Mesembryanthemum crystallini) se establece en aquellos lugares especialmente degradados, como escombreras. La sonaja (Echium plantagineum) y los cardos (Galactites tomentosa), prefieren los canteros abandonados y con cierta humedad residual. Ejemplar de cardón de gran tamaño, cerca de Iñajo. Las tabaibas dulces (Euphorbia balsamífera) se disponen en aquellos lugares más cercanos a la autopista: Las Baleras, La Molineta, Medio Camino, Playa de Lima, Las Hornillas y los sectores cercanos a Iñajo, debido a la influencia de la maresía, ocupando tanto coladas de basalto como zonas de pumitas, con elementos típicos del piso costero como el salado (Schyzogine sericea), cardoncillo (Ceropegia fusca) y ahulagas (Launaea arborescens). En algunos bordes de barranco y en zonas de malpaís poco antropizadas, como el caso del Lomo del Caballo o Los Majanitos se enriquece con flora rupícola como tomillo de burro (Micromeria teneriffae), y madama (Allagopapus dichotomus). Al reducirse la vegetación potencial por intervención humana, el territorio ha ido siendo ocupado por la vegetación de sustitución, de gran importancia por su complejidad y diversidad, en función de su localización, del grado de alteración del territorio y del tiempo transcurrido desde ésta. En general, son comunidades arbustivas y herbáceas, que reciben distintos nombres en función de las especies dominantes o de su aspecto. La especie que domina es la tabaiba amarga (Euphorbia lamarckii), que forma extensos y densos matorrales, en especial en Chigergue, Tonática, La Pedrera y las Tierras de Arena. Otras especies propias del cardonal-tabaibal, que encontramos en estos parajes, con diferente distribución y presencia, son el cornical (Periploca laevigata), y la esparraguera (Asparagus umbellatus). Balos sobre acumulaciones de sedimentos aluviales de los bordes del Barranco de Risco de Tierra. Las zonas más degradadas están cubiertas de verodes (Kleinia neriifolia), acompañados por aulagas (Launaea arborescens), y balos (Plocama pendula), que ocupan las zonas arenosas, sobre todo en los fondos de barranco. Es de resaltar la importante presencia de madama (Allagopappus dichotomus), que ocupa sectores rocosos y degradados. Los tunerales son abundantes en ciertos puntos muy determinados, como Tonática, El Portugués, Hernando, Los Nateros o El Charco del Caballo. La especie dominante es la tunera (Opuntia máxima), que forma algunos matorrales, acompañada de incienso (Artemisia thuscula) y vinagreras (Rumex lunaria), en aquellos lugares de suelos más profundos. En las zonas más secas, y sobre todo en los sectores de pumitas, las tuneras entran en contacto con aulagares y saladares (Launaeo arborescentis-Schizogynetum sericeae). También encontramos el tabaco moro (Nicotiana glauca) en los desmontes y acumulaciones de escombros Tabaibal amargo de la Pedrera. El verode forma extensos y densos matorrales, acompañado en aquellos lugares más degradados (Medio Camino y La Hidalga), del incienso y en las zonas más umbrosas y húmedas (zonas de barrancos), de vinagreras. Otras especies propias del cardonal-tabaibal, que encontramos en estos parajes, con diferente distribución y presencia, son el cornical esparraguera y magarza (Argyranthemum frutescens). El sector litoral de Arafo no llega al kilómetro y medio. Sin embargo, podemos encontrar una importante balera (Plocametum pendulae) en la desembocadura del Barranco de Las Hornillas, así como diversos ejemplares de tarajales (Tamarix canariensis) dispersos Las comunidades del cinturón halófilo costero de roca están compuestas de caméfitos y hemicriptófitos aerohalinos como lechuga de mar (Astydamia latifolia), siempreviva de la mar (Limonium pectinatum), tomillo marino (Frankenia ericifolia) y uva de mar (Zygophyllum fontanesii). AVES DE ARAFO Vista General de Arafo. Muchas aves se mueven por los sectores de Cumbre, Medianía y Costa de Arafo con soltura. Las actividades humanas (cultivos principalmente, aunque también los asentamientos urbanos) han perjudicado, en general, a las aves, sobre todo al grupo de las rapaces, pero ha beneficiado a los paseriformes y las palomas. El alcaudón (Lanius meridionalis koenigi), es capaz de vivir desde la Costa, hasta zonas de escobonales y retamares, caracterizada por su color grisáceo y por un antifaz negro. Es una pequeña rapaz, que se alimenta de insectos, lagartos, perenquenes, ratones e incluso otros pájaros. Suele utilizar de despensa las ramas de algunas plantas, donde empala a sus presas. Puede elaborar un reclamo de otros volátiles para engañarlos y poderlos capturar. Alcaudón. Muy frecuente en el sur más xérico, en Arafo solamente lo he localizado en las zonas próximas al Roque de La Negrita, en la Cumbre. La chirrera (Sylvia conspicillata), vive entre tabaibales y cardonales, en zonas bajas de la Costa, especialmente en las zonas de La Hidalga, Chiguerge, y El Cuervo. El caminero (Anthus berthelotii), es frecuente en zonas abiertas de la Pedrera y Barranco de Risco de Tierra, en sectores de cultivos abandonados y desembocaduras de barranco. En las zonas de monte bajo, zonas de cultivo e incluso en jardines, es común observar al mosquitero común (Phylloscopus collybita canariensis); mirlo (Turdus mérula), de gran adaptabilidad y alta tasa de reproducción; canario (Serinus canaria), abundante y ubicuo; capirote (Sylvia atricapilla), que precisa de zonas de matorrales altos y arboledas y el pinzón (Fringilla coelebs), que es mucho más arborícola que los anteriores. Caminero, entre los herbazales secos de la zona baja. El búho chico (Asio otus canariensis) es otra de las especies que vuelve a ser común, y es posible observarlo sobre el pueblo de Arafo, haciendo “razzias” nocturnas en busca de roedores en solares y huertas. Sus zonas de nidificación pueden ser antiguos salones y casas abandonadas. La coruja o lechuza común (Tyto alba ssp. alba), rapaz nocturna, de cara y pecho blancos, sin orejas. Se localiza en la zona baja y medianías, barrancos, acantilados costeros y pueblos y zonas habitadas. Se alimenta de reptiles, insectos, polluelos y roedores. La coruja vuela en silencio, como un fantasma, con un aleteo pesado. Me solían sorprender cuando en mi juventud tenía que ir caminado a regar de madrugada y las veía atravesando el pueblo. Luego supimos que se alimentaba de los polluelos de los árboles de la plaza. El cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), de hábitos diurnos, es la rapaz con más amplia distribución, gracias a su capacidad para adaptarse a hábitats naturales y humanizados, los múltiples lugares que le brinda la topografía para anidar y la garantía de recursos alimenticios que supone una dieta basada en los lagartos, pero también en grandes insectos (saltamontes), gusanos, ranas, algún roedor y hasta polluelos de otras aves. El cernícalo es la rapaz más común de nuestro municipio. Es frecuente verla volando y cirniéndose (mantenerse en el aire mediante un aleteo característico) para cazar en cultivos abandonados. La aguililla o ratonero común (Buteo buteo insularum) es una rapaz diurna relativamente bien representada y una distribución amplia (aunque menor que el cernícalo). Su dieta está basada en el conejo (Oryctolagus cuniculus), aunque no le hace ascos a otros roedores, como el ratón y la rata campestre. Se encuentra bien representado en los altos del Valle (zonas difícilmente accesibles como el Pico del Valle, Las Morras, Barranco de La Laja), delimitando su territorio en diversas zonas del cardonal-tabaibal, laursivilva, fayal-brezal, pinares e incluso áreas de cultivos que posean algún risco donde poder colocar su nido, aunque siente especial predilección por el límite inferior del bosque. El gavilán (Accipiter nisus), es la única rapaz ornitófaga del archipiélago y parte de sus presas son capturadas en las zonas de cultivo limítrofes con el borde inferior del bosque, en especial palomas, pero también paseriformes. Suele establecer sus territorios en áreas de pinar mixto y laurisilva, aun cuando este tipo de vegetación haya sido parcialmente alterada a consecuencias de repoblaciones con ciertas especies foráneas (Pinus sp., Castanea sativa). De hecho, en ocasiones el nido es construido en alguno de estos árboles. La aguililla es una rapaz de dimensiones medias. Trabaja a nuestro favor, puesto que elimina roedores que se convertirían en una plaga. Otras especies frecuentes y de interés cinegético son: la perdiz moruna (Alectoris barbara), frecuente en todo tipo de ambientes, desde las zonas esteparias hasta los bosques, aunque con querencia a laderas y barrancos abiertos. Es común verla en las zonas de las coladas históricas del Volcán de Arafo. La tórtola común (Streptopelia turtur) es muy frecuente en los últimos años (incluso nidifica en los árboles de las plazas del pueblo). El cumbrero o pinzón azul (Fringilla teydea) se encuentra con cierta facilidad en los pinares de Arafo, sobre todo en Los Lomitos, Orticosia y en los sectores de cumbre (Ayosa, Ayesa), desde donde puede pasar con facilidad a los retamares, aunque es capaz de descender hasta los mil metros de altitud, siempre y cuando existan pinares o sotobosque de escobones, habiéndose constatado que no se instala en los pinares repoblados hasta los 30 años de la plantación. Pinzón azul. Una especie bastante más común de lo que se piensa. Suelo verla en los miradores, cerca de las papeleras, buscando algún pedazo de bocadillo abandonado. El pájaro de monte o pinzón vulgar (Fringuilla coelebs), se ha diferenciado en distintas subespecies, estableciéndose la ssp. tintillon en Tenerife. Los altos de Güimar y Arafo son la única localidad del Sur en las que se ha citado. Aunque su ambiente más característico es la laurisilva y fayal-brezal, coexisten con el pinzón azul en el pinar mixto y ocasionalmente en la vegetación de transición entre el piso basal y montano. Yo no los he visto nunca por los pinares, pero si recuerdo que en las zonas de laurisilva de Anaga es bastante abundante. El chirrero o herrerillo común (Parus caeruleus teneriffae). Es la especie que más se ha diferenciado de la avifauna insular, distinguiéndose cuatro subespecies. En el Valle está bien distribuida debido a la gran adaptabilidad que posee. Se pueden observar desde las zonas más xéricas de la costa, por donde penetra a través de los cauces de barrancos con balos, hasta el matorral de alta montaña. También son capaces de habitar en los pueblos alojándose en los parques, jardines o arbolados. El papito o petirrojo (Erithacus rubecula) es más abundante en la parte Norte de la Isla, por lo que en el Sur aparece asociado a área húmedas ocupando zonas de laurisilva, fayal-brezal, pinares y cultivos en el borde del bosque. En los pinares de la zona Sur es bastante escaso, salvo en lugares relativamente húmedos, como barrancos con abundante vegetación. Yo lo he visto en Chamoco, pero también en el Barranco de las Gambuesas y Añavingo. Petirrojo o papito (el txantxangorri vasco), una especie poco dada a dejarse ver. El hornero o mosquitero común (Phylloscopus canariensis) se encuentra en formaciones boscosas, con brezos y escobones en el sotobosque, aunque no le hace ascos a entrar en jardines y parques. Esta especie es un endemismo del archipiélago canario que está presente en la práctica totalidad de los ambientes de las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, El Hierro y La Palma, pudiéndosela encontrar desde el nivel del mar hasta el matorral de alta montaña. La dieta se compone sobre todo de insectos y arañas, pero también incluye el néctar de algunas especies vegetales. La banderita o reyezuelo canario (Regulus teneriffae), es muy raro en los bosques del valle, siendo más abundante cerca de la Dorsal y la vertiente norte. Ocupa zonas de fayal-brezal y laurisilva, aunque su hábitat natural lo constituyen el pinar mixto. El canario (Serinus canaria), es una especie abundante y bien distribuida. Su hábitat predilecto lo constituyen las zonas de cultivos y el borde del bosque, pudiendo ocupar áreas de pinar abierto, cardonal-tabaibal y matorral de alta montaña. A veces se le puede ver en parques y en laurisilva alterada. El canario es sedentario. Solamente tras la época reproductora se mueve en bandos hacia ambientes abiertos, tanto costeros como de alta montaña. Se alimenta principalmente de semillas, brotes y yemas; de forma secundaria, también consume insectos. El pájaro pollo o gorrión moruno (Passer hispaniolensis), habita en parques y jardines de las ciudades, edificios, cultivos, y es un ave antropófila, introducida en Canarias y que ha desplazado a especies como el gorrión chillón, ocupando sus nichos ecológicos. Se alimenta de granos, semillas, frutos, desperdicios de comida y también insectos y larvas. Construye un nido de hierbas secas que rellena de plumas. Suele emplazarlo bajo aleros de tejados, huecos de paredes y árboles de parques y jardines. El tabobo o abubilla (Upupa epops), es una especie parcialmente migratoria, permaneciendo una pequeña parte de la población durante todo el año. Típica de ambientes xéricos del Sur y zonas de cultivo, también frecuenta los bosques pero en menor medida y era más abundante en el pasado. En la cabeza, luce una llamativa cresta de plumas o moño que se abre en forma de abanico cuando está alarmada. Se la puede ver desde el nivel del mar hasta los 1800 metros de altitud. Su dieta se basa fundamentalmente en insectos, gusanos y larvas. Gracias a su largo pico con forma curva, pueden explorar el terreno y materia vegetal en busca de alimento. Canario sobre la cepa de una viña. La abubilla es una especie insectivora que cumple una gran labor dentro del ecosistema. Muy escasa en la actualidad, antes era común verlas realizando sus rituales de apareamiento en los canteros y bordes de camino. La alpispa (Motacilla cinérea canariensis), ha visto mermada sus población por distintas razones al ser una especie dependiente del agua y zonas encharcadas, por lo que la desaparición de sus hábitats preferidos, el agotamiento de los manantiales y aguas en cauces, la instalación de tuberías y la disminución de charcas en el entorno agrícola, la ha perjudicado. Nidifica en agujeros de muros o taludes, grietas de rocas, entradas de cuevas, próximas a zonas húmedas o encharcadas. El nido aparece amplia y delicadamente recubierto de pelos. Es característico el continuo movimiento vertical de su larga cola. La andoriña o vencejo unicolor (Apus unicolor) es un endemismo macaronésico, en los archipiélagos de Madeira y Canarias. Es parcialmente migradora, pues parte de sus poblaciones no abandona las islas. De los que emigran, los cuarteles de invierno, son seguramente africanos. Nidificante en Canarias, en todas las islas e islotes, pero su abundancia varía notablemente de una a otra; así, mientras en Gran Canaria, La Palma La Gomera y Tenerife resulta común, en Fuerteventura y Lanzarote es rara y se encuentra muy localizada. Es fácil observarlo en todo tipo de ambientes, desde la costa hasta la alta montaña (por encima incluso de los 3.000 m s.n.m., incluyendo bosques de laurisilva, pinares, cultivos y ciudades. Nidifica en grietas de barrancos y acantilados, así como en edificios en diverso estado de construcción, tanto en la costa como en el interior de las islas. Alpispa, en un bebedero. Para los campesinos, la aparición de alpispas volando bajo y saltando en las calles era seña de lluvias próximas. Aves amenazadas. Los factores de amenaza más importantes, en general, para la población de aves son diversos y variados, pero, en general se pude decir que la destrucción del hábitat y la proliferación del uso de venenos que eran ingeridos por las aves, unas veces de modo casual, otras veces porque en ciertas capas de la población se consideraba que existían algunas aves dañinas (rapaces, granívoras). Las actividades económicas desarrolladas en la isla (tales como la ganadería, el sector agrario, la construcción de barcos y casas), causaron la destrucción (bosques termófilos) y la fragmentación de los pinares y zonas de Monteverde. El uso masivo de insecticidas en los años cincuenta para combatir las diferentes plagas de langostas (Schirtocerca gregaria) que llegaron a Tenerife (una especialmente virulenta en el Valle de Güímar fue la de octubre-noviembre de 1958), tuvo consecuencias negativas para la población de aves. En la actualidad, la escasa extensión del hábitat, la fragmentación de los espacios naturales debidas a la construcción de infraestructuras (autopistas) y los volados de los tendidos de alta tensión (rapaces y grandes aves), suponen factores constantes de amenaza para las aves Los incendios forestales son una gran causa de mortandad, en especial para aquellas especies que dependen del bosque (gavilanes, pico picapinos, reyezuelo, pinzones, herrerillo). Aunque los pinares canarios tienen la capacidad de recuperarse de los efectos del fuego en un tiempo relativamente corto, un incendio de grandes dimensiones compromete enormemente la supervivencia de las poblaciones residentes aves (sobre todo si se produce en momentos de nidificación o con polluelos), dañando los efectivos poblaciones y reduciendo la calidad del hábitat. El pequeño tamaño de algunos contingentes (por ejemplo el reyezuelo o el pájaro moro), y su carácter fragmentario es un importante factor de amenaza, ya que cualquier cambio aleatorio, tanto intrínsecas (demográficas o genéticas) como extrínsecas (cambios ambientales) pude llevar a la desaparición de los grupos poblacionales. Los efectos que la depredación ha tenido sobre diferentes especies de aves, en especial algunas palomas y los paseriformes, han sido notables. Particularmente nocivos han sido los gatos asilvestrados, siendo un importante factor en el declive de la población de algunos paseriformes, como los pinzones, el reyezuelo, y de otras especies que nidifican en el suelo como el las palomas de la laurisilva, las pardelas, el caminero o el tabobo. Sin embargo, el principal alimento del gato, obviando los invertebrados que aportan poco alimento (pero que también pueden ser depredados), lo constituyen los mamíferos (conejos principalmente, algunos ratones e incluso musarañas), seguidos de los reptiles. Banderita. Recientemente ha sido determinada como una especie diferenciada del reyezuelo sencillo. CASTAÑEROS EN ARAFO. Castañeros La castaña ha sido un fruto tradicional en los otoños de Arafo, asada, guisada, en fritango o con pescado salado, acompañadas de vinos jóvenes. Lo que hoy consideramos como una delicatessen, fue en tiempos pasados un alimento básico que ayudaba a pasar la escasez de alimentos del otoño. Sin embargo, la pertinaz sequía que nos acompaña, la subida de las temperaturas medias debida a cambio climático y la progresión del abandono (unido a la proliferación de amigos de lo ajeno), han tenido como consecuencia unas cosechas cada vez más escasas. El castañero (Castanea sativa) es un árbol caducifolio, de tronco robusto y copa amplia, que puede alcanzar fácilmente los 20 metros de altura, con ciertos requerimientos en cuanto a humedad, pero bastante rústico. Sus sistemas radiculares pueden penetrar profundamente en la tierra, y son capaces de extraer recursos hídricos y nutrientes desde zonas del suelo vedadas a otras especies con raíces más superficiales. De gran longevidad, en algunas zonas de Europa y la Península Ibérica se le atribuyen miles de años a algunos ejemplares. Castañero. Gorgo. Altos de Arafo, sobre los 900 metros de altitud. Se distribuye de forma natural por la región mediterránea, desde la Península Ibérica hasta el Cáucaso; se extiende por el norte hasta el centro de Europa y por el sur hasta Argelia y los montes mediterráneos de Marruecos. Al parecer procede de Asia Menor, desde donde fue llevado a Grecia en el siglo V antes de Cristo y se cree que fueron los romanos quienes lo dispersan por Italia, Córcega, Cerdeña, Francia y España, aunque algunos autores desmienten esta idea heredada de tiempos pasados, ya que por los restos de polen y carbón encontrados en la Península, su existencia en Iberia era muy anterior. Aunque la romanización favoreció su expansión por todo el Mediterráneo. En todo caso el castaño estuvo siempre ligado al cultivo y la mayoría de los bosques actuales proceden de la asilvestración de cultivos abandonados a partir del siglo XVI o XVII. La palabra “castaña” procede del griego kastanion karyon, que significa “nuez castanaica”, nombre con el que se conocía el fruto de este árbol cultivado desde tiempos remotos en Kastana, una ciudad del antiguo reino de Ponto situada a orillas del Ponto Euxino, el actual Mar Negro. Hoya con castañeros. Se suelen mezclar con otros frutales tradicionales, como perales o almendreros. El castañero ha sido de gran utilidad, con una larga historia acompañando a las civilizaciones europeas, y la castaña ha sido el alimento básico en algunas zonas de la Europa templada, como Galicia o Córcega. Los bosques de castañeros actuales, mantienen una dinámica seminatural, puesto que cada vez se les prestan menos prácticas culturales y se sitúan en sectores pobres de laderas y pendientes en buena parte de la cuenca mediterránea, y zonas montañosas de la Europa templada. En la Península Ibérica son especialmente abundantes en el norte gallego, León Asturias, Euskadi, zonas montañosas de Cáceres, y Sierra de Gredos. Su madera es dura pero ligera, resistente y de gran durabilidad. Especial mención merece su aprovechamiento en tonelería, que comprende la fabricación de barriles, cascos, pipas, foniles y barricas de vino, siendo casi tan apreciada como la madera del roble, especie emparentada con el castaño (ambas pertenecen a la familia de las Fagáceas). Hojas del castaño, lustrosas, brillantes, recién brotadas durante la primavera. Solamente tiene un pero, y es su gran capacidad de absorción, por lo que se dice que la barrica de castaño “bebe más vino que el amo”, por lo que había que hincharla muy bien y azufrarla con mechas de azufre para cerrar poros y desinfectar. La madera, muy apreciada por carpinteros y ebanistas, por su excelente veta y su ausencia de resinas, se usaba para hacer casas, muebles o lagares. Se fabricaban instrumentos de laboreo como los trillos, “belgos” para aventar el cereal y palitas para palear el grano. Como curiosidad, comentar que buena parte de la maquinaria del Molino de Gofio de la Cuesta del Tanque, en Arafo, estaba realizada con madera de castaño. Otro uso fue la fabricación de los antiguos cestos, desde grandes, para pan o papas, hasta pequeños, para frutas delicadas, como guindas o cerezas. Los chupones servían para hacer cestas de mano, cestos grandes para el transporte de piedras y las conocidas raposas que servían para ser cargadas por las bestias. Los mejores palos también servían para elaborar las horquetas, para levantar la viña en el parral tradicional. Su flexibilidad y resistencia la hace muy adecuada en cestería y para fabricar herramientas del campo. En medicina popular, la infusión de las hojas se emplea por sus propiedades expectorantes, antitusígenas, astringentes, antidiarreicas, antipiréticas y antirreumáticas. Antiguamente se recomendaba para tratar la tos ferina. La corteza es astringente y también se usa para curtir pieles. Con la cáscara de los frutos y las hojas se prepara un champú natural que sirve para teñir los cabellos rubios, y las flores se utilizan para aromatizar el tabaco de pipa. Los castañeros llegaron a Canarias en época muy temprana, casi con los primeros conquistadores de La Gomera y El Hierro, aunque hay quien dice que pudieron llegar incluso con los primeros normandos. Castañas, después de sacarlas de los erizos. La mezcla de variedades en árboles contiguos da como resultado que sea muy raro recoger cosechas uniformes. Desde épocas tempranas de la colonización europea, se tiene conocimiento de su existencia en Gran Canaria y La Palma. La introducción del castaño en Tenerife debió ser algo posterior, y al parecer se utilizó para repoblar las zonas de Monteverde que habían sido taladas por las hachas de los conquistadores. Ocuparon entonces las laderas de las comarcas de Acentejo y Taoro, pero es posible hallar todavía ejemplares en Agache, Fasnia, Arico, Chasna, Isora y Adeje. Éste árbol recubre laderas de difícil colonización, lomos sin abancalar o zonas de paredones pequeños, donde se alternó su cultivo con almendreros, perales, leguminosas (arvejas, chochos) y cereales de secano (trigo y cebada). En Arafo, las zonas donde aún se encuentran castaños, se sitúan en una franja localizada entre los 500 metros de altitud hasta los 1.500, aunque la zona de óptimo es la banda de los 900 metros de altitud. La variedad más común es la denominada “Arafera”, una castaña muy grande e irregular, dulce y excelente para asar e incluso para comer en crudo. Sin embargo en Arafo solamente se reconocen dos variedades: la mansa (castaña grande) y la picona (castaña más pequeña). Erizos vacíos, dejados en la tierra para que mejoren la fertilidad del suelo. Los que se encuentran a una mayor altitud son los de la Morra de las Piedras y Lomo de los Chochos, a más de mil quinientos metros, sobre Chivisaya y Media Montaña. Después los localizamos en formaciones más o menos compactas, en Lomo Redondo, Gorgo Ajafoña, Lomo El Rayo y El Tablonito y Los Loros. También los encontramos en La Granja e incluso en zonas ganadas al Volcán de Arafo, en Lo Ramos y Perdomo, en su menor altitud. Especial atención merecen los castañeros de Las Arenas, sobre los 1300 metros, cultivados en los campos de lapilli (picón oscuro) generados por la erupción del Volcán de Arafo en 1705. Cada árbol se transforma aquí en una “isla” de verdor vegetal en medio de la negrura y ausencia de vegetación de este imponente campo de piroclastos negros. En el Lomo Redondo, se encuentran hoy bastante asilvestradas. Otros núcleos importantes de castañeros los encontramos en la Cruz del Humilladero (llamados también castañeros de José María), Arenitas de la Media Montaña, Morra de las Chajoras, Finca de Articosia, Las Arenas, La Planta, Lo Santiago, La Haya, Las Vigas y el Pinalete. Y este es el fruto final de tanto esfuerzo. Como dice la gente de antes. "Esto no es pago con dinero", pero sí con la satisfacción de mandarse un buen fritango. Castañeros de Las Arenas. Los castañeros de Arafo se manejan de forma particular, pues el injerto es muy cercano al suelo, con una poda de formación que hace que los brazos estén muy próximos al suelo, para facilitar su recolección y la protección contra el viento. Los cuidados que recibe el castaño son escasos. Se podan las ramas secas, se limpia de chupones (brotes) del tronco, y se desbroza la vegetación arbustiva que pueda crecer bajo su dosel, incluidas las “choqueras”. Los frutos de más tamaño se han destinado al consumo en fresco, tanto para comer en el entorno familiar, como para cambiar o para vender. Los frutos más pequeños se utilizaban para la alimentación del ganado. Los erizos, una vez limpias las castañas, o se dejaban en el castañero para abonar el terreno o se utilizaban como yesca para encender el fuego, así como las hojas y ramajes secos. En los años de gran necesidad, en el verano se solían cortar las “choqueras”, que son las ramas que brotan de la base del tronco para alimentar el ganado, principalmente cabras y caballerías. La castaña era parte esencial de la comidas de algunas fiestas, que se caracterizaban por una gran participación de la comunidad campesina, en torno a su recolección, en especial la fiesta de la Noche de Finados y los Ranchos de Ánimas (Todos los Santos), en la que se tostaban las castañas, aunque se empezaban a recolectar en San Miguel, los años muy tempraneros. A veces llegaban hasta San Andrés, y acompañaban la apertura de las bodegas. También se consumían asadas con una copita de anís o mistela. Cruda, como postre o pasapalo (aperitivo). En fritango (con tocino, panceta y papas guisadas). Con pescado salado. Guisadas (con agua, laurel y sal, aunque hay quien le añade matalauva). Abundante hojarasca bajo los castañeros. SAN AGUSTÍN DE LAS MADRES. Cada cinco años se celebra en Arafo la Bajada de San Agustín de Las Madres (o San Agustín Chiquito), con la que el pueblo renueva su promesa, desde que hace 262 años, la mediación de este santo fue necesaria para que las aguas de Añavingo volviesen a manar. Hace más de 250 años, se cayó un risco sobre el naciente del Barranco de Añavingo, y enterró las madres del agua, y parte del fondo del barranco. Unos cincuenta años antes, uel Volcán de Arafo o Montaña de Las Arenas, había cegado los manantiales que discurrían por los Barrancos de Arafo, Amador y Perdomo, por lo que esta nueva catástrofe natural venía a complicar aún más la disponibilidad de agua del pueblo arafero. Los araferos trabajaron duro para desenterrar el naciente, trabajando en grupos durante mucho tiempo, y abrieron un profundo pozo “capaz de derriscar un perro”, pero el agua no volvió a manar. Foto de la Subida de 1997. Al no tener agua, Arafo padeció años de escasez e incluso tenían que ir a buscar agua a Güímar, con el fin de tener agua para el uso diario. En el año 1751 don Juan Hernández Santiago, en nombre de los vecinos, propuso al capellán de la ermita de San Juan Degollado el llevar en rogativa hasta el barranco la imagen de San Agustín. Hicieron un novenario al santo y los vecinos confesaron y pidieron al Señor el bien a que aspiraban, tras lo cual, salieron todos los araferos en procesión con la imagen de San Agustín hacia el naciente de Añavingo. Iban en rogativa, rezando el tercio y cantando letanías, con la imagen de San Agustín y el antiguo cuadro del mismo Santo. Era un día sereno, sin nubes y de mucho calor. Dejaron la imagen en una cueva, y, tras encenderle su lámpara, regresaron todos al pueblo. En ese momento comenzó a cambiar el tiempo, corriendo las brumas desde el mar hacia la cumbre, y enseguida cayeron las primeras gotas, de tal forma que algunos vecinos llegaron mojados a sus casas. Sacando a San Agustín Chiquito de su nicho del barranco. Esa misma noche, el temporal fue tan fuerte que el encargado del cuidado de la imagen, Juan Hernández, no pudo dormir, pasando toda la noche a la expectativa, por lo que al cantar el gallo se levantó y se dirigió al barranco. Mientras subía se le apareció un pájaro, poco mayor que un mirlo y de color pardo oscuro, lleno de barro y de una especie que jamás había visto, primero lo espantó, aunque luego intentó cazarlo y tras posarse en un brezo logró atraparlo, pero se le escapó. Continuó la subida hasta llegar al lugar en el que había depositado la imagen de San Agustín, que halló sin daño alguno y con su luz encendida, y poco más arriba encontró el agua manando de nuevo de una cueva más honda, pues había llovido tanto que las aguas habían arrastrado el entullo barranco abajo y dejado los nacientes al descubierto. Juan Hernández regresó al pueblo para dar la buena noticia a sus paisanos y a pocos pasos de la ermita se encontró un real y medio de plata, que era justo lo que le faltaba para pagar el novenario ofrecido al santo. Los araferos consideraron un prodigio lo sucedido, pues estaban convencidos de que fuerzas humanas no habían podido desescombrar el barranco, ni tampoco la lluvia, ya que por lo alto del barranco cogía poco agua. Alguna de las piedras arrastradas era del tamaño de la “Piedra del Barranco”, por lo que ningún ser humano podía moverlas. Mantuvieron a la imagen en el barranco por espacio de 19 días y luego, fue todo el pueblo a buscarla, tanto hombres como mujeres, rezando la tercia entre aclamaciones al Santo lo devolvieron a su ermita, donde “lo pusieron en sus andas con toda veneración y aseo”. Así tuvo lugar la primera romería de San Agustín, desde Añavingo hasta el pueblo. Los romeros bajando por el barranco. El agua volvió a brotar en el barranco para alegría y prosperidad de todos, y el “milagro” de San Agustín continúa en la memoria de los araferos. Simultáneamente, para recordar el prodigio de 1751 los vecinos colocaron un cuadro de San Agustín en la misma cueva del “milagro” junto a los nacientes, donde estuvo la imagen del Santo. Pero la tradición recuerda que un pastorcito comenzó a romper trozos de dicho cuadro, que tiraba al agua de la fuente como si fuesen barquitos, mientras sus cabras pastaban por los alrededores. Barranco de Añavingo en la cueva de San Agustín. Corría el año 1884, el 8 de marzo, en el barranco de Agua se realizaban trabajos en las conducciones de agua que descendían desde la galería de Añavingo y que abastecía al pueblo de Arafo, cuando uno de los trabajadores, Anselmo de Mesa Rivero, tuvo un accidente, se derriscó o se despeñó, quedando en malas condiciones por lo que sus compañeros tuvieron que bajarlo hasta el pueblo en un “chajarco”. La esposa del herido, Encarnación Díaz Hernández, hizo una promesa que consistía en poner una imagen de S. Agustín en la cuevita que estaba al final del barranco y la que había un cuadro del santo. Tramo del Camino de Añavingo Se sabe que Anselmo se curó y Encarnación se propuso cumplir su promesa, ahorró un dinero hasta conseguir lo que necesitaba pero… había que hacer algo más y fue pidiendo entre sus amistades diciendo que era para poder comprar el santito, una vez pasada la vergüenza de mendigar, no recogía el dinero pues era parte de su promesa el hecho de pedir limosna. Encargó a D. José González Marrero que le comprara la imagen y este a su vez la compró a D. Luis de las Casas por valor de 100 reales de vellón el 7 de enero de 1888. Del mismo modo pagó a D. Pablo Oramas 5 reales de vellón por embazar dicho santo. El 22 de enero de 1888, Anselmo Mesa Rivero volvió al barranco del Agua llevando a S. Agustín en agradecimiento y en pago de la promesa hecha por su esposa. Esa pequeña imagen se instaló en el hueco donde se encontraba el cuadro del Santo. Este santito quedó bajo la custodia de la familia siendo Anselmo Mesa Díaz el hijo, el que se acercaba a visitarlo, aunque la gente solía ir y dejaba aceite para encender una luz. Alguna vez lo bajó a restaurar a casa de Andrés El Zapatero que era pintor. Cuenta Anselma (nieta de Encarnación), que una vez que su padre fue a ver al santo y cuando fue a coger agua a la atarjea cercana para juntarla al aceite y encender una luz, se cayó dentro de un zarzal, repitiéndose la historia, del que salió muy herido, pero estaba solo y tuvo que caminar hasta su casa . Lo cierto es que hoy, esta imagen de San Agustín de pequeñas dimensiones, conocida como el “San Agustín de Las Madres”, se halla colocada en un nicho o capilla, habilitada en la misma gruta, para recuerdo y exvoto piadoso de la prodigiosa efeméride. Lamentablemente, hace algún tiempo esta entrañable imagen tuvo que trasladarse al templo parroquial de San Juan Degollado, al haberse producido destrozos en su humilde capilla de Añavingo. Al margen de la festividad que se celebra en honor de la imagen principal de San Agustín en las Fiestas Patronales, en el siglo XIX surgió la romería de San Agustín o “Fiesta de la Rama” desde Añavingo hasta la iglesia parroquial con el pequeño “San Agustín de las Madres”, con el fin de rememorar el célebre prodigio. A ella concurrían los vecinos con ramas de brezo, aceviño o laurel, escuchándose entre el bullicio y el parrandeo las coplas alusivas al Santo Durante muchos años, durante la bajada de San Agustín de Las Madres, Antonio Marrero García El Molinero, salía a la puerta de su molino y contaba de viva voz a todos los araferos el prodigio de San Agustín. Imagen adquirida por Encarnación Díaz, como agradecimiento por la curacion de su marido. LA VEGETACIÓN DE LAS CUMBRES DE ARAFO Introducción. El Valle de las Higueras presenta unas especiales condiciones locales que permiten variaciones del clima insular, permitiendo la formación del mar de nubes en el Valle. Esto ha facilitado el desarrollo de un bosque de lauráceas de carácter xérico (laurisilva termófila del Sur), única en la vertiente Sur de Tenerife, y con diferencias respecto a las formaciones de Teno, Anaga y Norte de la isla. La cliserie de la vegetación es similar a la que encontramos en comarcas norteñas, como Acentejo o La Orotava, aunque conserva peculiaridades locales del sotavento insular. Las repoblaciones efectuadas durante los últimos cien años han afectado sensiblemente la disposición original de la vegetación, aumentado considerablemente la superficie de pinar puro, y disminuyendo, sobre todo, los escobonales. En lo más profundo de los barrancos de Las Gambuesas, Añavingo, Amanse, San Pedro y Los Huecos, donde el mar de nubes tiene un mayor protagonismo, la formación vegetal dominante es el fayal-brezal mezclado con pinar original, apareciendo el madroño (Arbutus canariensis) en especial en los andenes y fajanas5 de los barrancos. Junto al madroño podemos encontrar palo blanco (Picconia excelsa), mocanes (Visnea mocanera),acebiños (llex canariensis), follao (Viburnum tinus ssp. rigidum) y más escasos, refugiados en los lugares más húmedos, en especial en el Barranco de Las Gambuesas, se localizan algunos laureles (Laurus azorica) y viñátigos (Persea indica). Esquema de la vegetación de las zonas de alta montaña canaria. En las partes bajas, el monte verde se mezcla con la vegetación del bosque termófilo canario, dando lugar a ecotonos con sabina (Juniperus turbinata ssp. canariensis), acebuche (Olea europaea ssp. cerassiformis),almácigo (Pistacia atlántica) y guaydil (Convolvulus floridus). Las comunidades del piso basal han ampliado su distribución altitudinal colonizando terrenos potenciales en etapas regresivas, en detrimento de las formaciones vegetales del piso termófilo, por lo que es posible apreciar tabaibas amargas sobre los 700 metros de altitud. Las comunidades vegetales no presentan unos límites claros, entremezclándose unas con otras en formaciones mixtas, debido a la dialéctica que se ha producido durante milenios entre los elementos del medio natural, como la pendiente, los suelos, el clima, la vegetación, la fauna, y los usos humanos del territorio. Evidentemente, algunas especies, más oportunistas o resistentes se han adaptado mejor a la convivencia con el ser humano y son las que presentan una distribución mayor en el paisaje. 5 f. Can. Terreno llano al pie de laderas o escarpes, y formado comúnmente por materiales desprendidos de las alturas que lo dominan. Hablaremos en este capítulo de las especies que se encuentran en los lugares cimeros del municipio. En las zonas más escarpadas, domina la vegetación arbustiva, en este caso, escobonales y codesares. El retamar. Se encuentra muy constreñido a ciertos lugares de Ayosa, Ayesa, Caldera de Pedro Gil y La Negrita. Los matorrales de alta montaña canaria se sitúan entre los 2.200 m. y 1.900 m. El lugar que ocupa esta formación vegetal sobre el mar de nubes no le permite beneficiarse de los aportes de humedad del Alisio. Los vegetales pertenecientes a esta unidad vegetal han adoptado características morfológicas y fisiológicas particulares para combatir las adversidades ambientales del entorno a estas altitudes como la elevada insolación, el fuerte estrés térmico, los suelos pobres, las heladas, los vientos fuertes, etc. Desde el punto de vista paisajístico, se observan matorrales de portes almohadillados o achaparrados, con troncos centrales gruesos y recios, pero cortos y abundantemente ramificados desde abajo. Los dos matorrales más característicos de estas formaciones son la retama del Teide y el codeso de cumbre. No obstante, el paso en ocasiones de nubes medias debido a las perturbaciones del Norte y del Oeste, por Las Crucitas, la Degollada de Castellanos y Chabique, aumenta la humedad ambiental que favorece la diversidad florística del matorral. La retama (Spartocytisus supranubius), la hierba pajonera (Descurainia bourgaeana) y el codeso de cumbre (Adenocarpus viscosus), son las especies que dominan y que caracterizan la fisionomía del paisaje. El cortejo acompañante está formado por magarza de cumbre (Argyranthemum teneriffae), tonática (Nepeta teydea), tomillo (Micromeria lachnophylla), alhelí (Erysimum, scoparium), malpica (Carlina xeranthemoides), fistulera (Scrophularia glabrata), el tajinaste picante (Echium auberianum), el rosalillo (Pterocephalus lasiospermus), la hierba conejera (Silene nocteolens), el llamativo tajinaste rojo (Echium wildpretii) y el moralillo (Rhamnus integrifolia). Tenemos aquí que hablar de la gacia (Teline stenopetala var. spachiana), que domina amplias zonas de las cumbres de Pedro Gil, llegando hasta Las Morras y el Barranco de Risco Azul. La máxima diversidad se dispone en llanos y depresiones abrigadas, como el caso de la formación de alhelí y de rosalillo (Pterocephalus lasiospermus), localmente abundante cerca del mirador de Ayosa. Retama (Spartocytisus supranubius), con su intensa y olorosa floración característica. Las plantas adoptan aspectos pulviniformes6 para adaptarse y sobrevivir a las duras condiciones ambientales, con gran amplitud térmica anual y diaria, y marcado stress hídrico en verano. La reducción de la superficie foliar, la tomentosidad o la pérdida de hojas en la temporada seca, son otros de los recursos de tipo morfológico que utilizan algunas de estas especies. Desde el punto de vista fisiológico poseen elementos anticongelantes en la savia. Por debajo de los 1.900 m aparecen elementos de la transición hacia el escobonal, combinados con pinos (Pinus canariensis), aunque sigue presente el matorral de retama, que desciende hasta los 1.600 metros en la Caldera de Pedro Gil, por los cauces de los barrancos de Hoya Fría y de Casme. Caldera de Pedro Gil, con restos de la nevada de enero-febrero de 2014. El pinar. Es la formación dominante y casi hegemónica, ya que se ha visto favorecida por la acción humana. Desde los años treinta del S. XX, estas zonas han sido sometidas a frecuentes repoblaciones y plantaciones, pero, sin duda, fueron las realizadas entre los años 1946 a 1965, las que transformaron radicalmente el paisaje. 6 De forma de cojinete o almohadilla. La accidentada topografía local y los aportes adicionales de humedad, contribuyen a aumentar la densidad de la vegetación, enriqueciéndose el sotobosque del pinar con elementos de las formaciones vegetales colindantes. La regularidad geométrica de la plantación, la densidad (con distancias en torno al metro) y el crecimiento de los pinos (todos de la misma edad y por tanto con un porte similar) son elementos diferenciales del pinar de repoblación, así como su escasa diversidad, ya que el pino ha adquirido un valor máximo de cobertura. La diversidad aumenta allí donde el pinar se aclara (debido a elementos topográficos y fuertes pendientes o mortandad de ejemplares debido a incendios forestales, o fuertes vientos), al aumentar de forma considerable la densidad del sotobosque. Pinares en los lomos de Los Topos, Cheque, Los Huecos, La Laja, formando un continuo muy denso. Las zonas más escarpadas o rocosas están ocupadas por retamas, y en los fondos de cauce, aprovechando la humedad se concentran especies como la fistulera, la hierba conejera, alhelíes, codesos, hierba pajonera (Descurainia bourgaeana), malpica, y chahorra (Sideritis orotenerifae). En las paredes interiores de la Caldera de Pedro Gil encontramos el matorral de escobonillar, formado por gacia (Teline stenopetala ssp. spachiana), endémico de esta zona. En las cercanías de la Montaña de Las Arenas, en la Media Montaña, en los altos de Chivisaya, o en la Punta del Pinar, el matorral se enriquece con escobón (Chamaecitisus proliferus), tomillo (Micromeria hyssopifolia), tajinaste (Echium virescens), jara (Cistus symphytifolius), magarza (Argyranthemum foeniculaceum), y poleo (Bystropogon canariensis). Los pinares genuinos se establecen en los lugares fronterizos con el borde superior del mar de nubes, como el Monte Verde de Arafo, que posee ejemplares de gran tamaño y grosor, de los que algunos tienen nombres propios (Pino del Descansadero, Pino del Arrullo). La presencia del Pino del Señor, en la parte baja del casco de Arafo, ejemplar de gran porte y antigüedad, nos remite a que la extensión de los pinares originales era mayor en el pasado. Los pinares originales se sitúan en especial en las laderas orientadas al Sur, en los Barrancos de Las Gambuesas, Amanse y Añavingo, así como en Las Morras y Barranco Negro. En estos lugares podemos hallar ejemplares de gran tamaño y aislados, así como un sotobosque diverso compuesto de escobones, jaras y jaguarzos. Los pinares avanzan sobre antiguas tierras de cultivo, mezclándose con castañeros y otros frutales. Gorgo. En aquellos lugares donde existen incrementos de humedad, se desarrolla un pinar con jaras (Cistus symphytifolius), brezos (Erica arbórea) y codesos (Adenocarpus viscosus, A. foliolosus). Los codesos son una especie dominante en los malpaises de Media Montaña. Los bordes soleados, son ocupados por los jaguarzos (Cistus monspeliensis). Aunque el factor suelo no es limitante para el desarrollo del pino canario, las manifestaciones de mayor desarrollo y conservación se observan en las áreas de mejores condiciones edáficas. Podemos encontrar pinos acompañados del brezo (Erica arborea), la faya (Myrica faya) y el acebiño (Ilex canariensis). Los pinos alcanzan tallas de hasta 30 metros y troncos derechos de 60-80 cm. de diámetro. El abandono de numerosas fincas agrícolas ha hecho avanzar el pinar de manera natural, como ocurre en El Pinalete, Las Vigas, Gorgo, La Granja o Juan Lianes alcanzando cotas altitudinales mucho más bajas, llegando con normalidad hasta los 700 metros de altitud. Jarales en el borde del Barranco de San Pedro El escobonal Está muy extendido en Las Pendientes de Gorgo, Lomo Redondo, Media Montaña, Los Lomitos y Chivisaya, lugares donde no se realizaron repoblaciones, puesto que hace cincuenta años eran fincas en producción, sobre todo de castañeros y otros frutales. La distribución actual del escobonal está íntimamente relacionada con los usos humanos históricos del territorio. Escobonales muy densos en Articosia. Esta leguminosa es una excelente forrajera, muy apreciada por el ganado. Ya los guanches la utilizaban como recurso forrajero en el verano, ante la ausencia de otros pastos. Los campesinos lo sembraban en los bordes de los canteros y lo iba a buscar al monte, podando sus ramas (responde muy bien a la poda) y usándolo como pienso para el rebaño domestico estabulado (caballerías, cabras y vacas principalmente). Los animales (cabras y conejos) lo sueles dejar pelado y sin corteza, por lo que muestra una madera de color claro. No es muy exigente en agua (el tagasaste, Chamaecytisus palmensis, sí que lo es), y puede crecer en zonas de suelos delgados y pedregosos, aunque medrará en aquellos lugares donde los suelos son un poco más profundos y húmedos. Su madera, muy resistente, se utilizaba para elaborar aperos de labranza, mangos, horquetas. Existía un dicho que decía: Al acebuche no hay palo que le luche, pero llega el escobón y le da un bofetón. También es una excelente leña, al arder con escaso humo. Su carbón es de excelente calidad por su densidad y poder calorífico, por lo que fue muy buscada en la postguerra para elaborar hoyas de carbón. Muchos agricultores lo mantienen en sus fincas de forma arbustiva, desmochando o cortando a matarrasa. No presenta parada vegetativa estival, es decir, que durante el verano su crecimiento continúa, aunque más lento, pudiendo producir forraje durante todo el año y teniendo además un alto contenido en proteína bruta. Sus semillas han sido usadas como alimento para aves de corral. Su porte favorece su uso como seto cortavientos. Es melífera, debido a su extraordinaria floración primaveral. Su condición de leguminosa la convierte en una planta fijadora de nitrógeno. Es un arbusto pionero en la recolonización vegetal, resistente a la sequía y de rápido crecimiento, por lo que se puede usar para el control de la erosión. Todo ello la ha convertido en una especie de gran interés en los sistemas agrosilvopastoriles. Esquema del pinar. Durante las repoblaciones forestales se recomendó su erradicación como paso previo para plantar los pinos, y así, éstos crecerían sin competencia. Los escobonales formaban parte del sotobosque típico del pinar original, mezclado con brezos, hayas, y jaras, apareciendo como formación pura en lugares determinados. Actualmente son muy densos en el borde del pinar de Articosia, en La Casita y en Los Lomitos, mezclados con castañeros y belloteros, como árboles destacados y un cortejo florístico diverso con poleo, tajinaste, magarza, tomillo, jara, chahorra y corazoncillo (Lotus campylocladus). Pinares de Abarzo, sobre un matorral mixto de escobones, jaras, jaguarzos y algún que otro brezo. BARRANCOS DE ARAFO. Los cauces del municipio de Arafo se han labrado sobre coladas relativamente recientes, masivas y de gran dureza, emitidas desde la Dorsal de Pedro Gil, tras el deslizamiento del antiguo Edificio Estratovolcánico denominado Cho Marcial, por lo que no poseen los rasgos de madurez propios de otros barrancos de las islas. La pendiente les imprime una orientación NW-SE, con cursos paralelos y de modo transversal al litoral. Esta directriz general, se ve afectada por los cambios de litología del relieve preexistente, que es, en gran medida el causante de los posibles cambios de dirección y de incisión, ya que muchos barrancos han aprovechado valles entre coladas volcánicas para labrar su cauce. Cauce del Barranco de Risco de Tierra, cerca de Medio Camino. Del mismo modo, la alta porosidad del terreno, con superficies de coladas fragmentadas, piroclastos basálticos, y sálicos, aumenta considerablemente los procesos de percolación e infiltración, por lo que no encontramos un álveo impermeable y susceptible de conducir volúmenes de agua importantes hasta que el cauce no ha llegado a los estratos inferiores de basaltos y traquibasaltos del segundo basamento del Valle. El perfil longitudinal de los barrancos se caracteriza por la presencia de grandes rupturas de pendiente en los tramos superiores y medios, en especial en Añavingo, Las Gambuesas, Amanse y Los Huecos, y suavidad del perfil en los sectores costeros. Finalmente, en las desembocaduras, los cauces poseen exutorios que generan abanicos de deyección (más o menos en forma de delta, por acumulaciones sucesivas), siendo las playas el resultado de la acumulación de sedimentos, tanto aluviales como coluviales, y conformados sobre rasas. El caso más claro es la desembocadura del Barranco de Las Hornillas en playa de Lima y La Restinga, que desemboca en un cono de deyección de cantos, gravas y arenas, fuertemente remodelado por la erosión marina. Barranco de la Piedra y cuenca del Barranco de Añavingo y Amanse. Los perfiles transversales a partir de los tramos medios, suelen ser en forma de cuña, no muy marcada, de márgenes bajos y en algunos casos con incisiones menores, lo que confiere a algunos barrancos perfiles en forma de fondo de caja. La pendiente es mucho mayor en los tramos de cumbre, suavizándose considerablemente en los tramos medios, a partir de los 600 metros de altitud, y manteniéndose casi planos varios centenares de metros antes de su desembocadura. Esto se debe a las dificultades para labrar los cauces en sustratos tan coherentes y porosos, así como a la inexistencia de grandes fenómenos de dinámica coluvial. La poca profundidad de los barrancos es evidente, ya que en algunos momentos, al acercarse a los tramos costeros, aumentan su anchura y disminuyen aún más su altura. Cauce del Barranco de La Tapia. En su álveo limpio y pulido se forman charcos que pueden permanecer durante meses. En estos sectores, debido a la disminución de la pendiente, se produce una pérdida evidente de competencia para el arrastre de sedimentos, por lo que se localizan sectores de materiales sueltos, principalmente gravas, que han sido aprovechados puntualmente para realizar pequeñas extracciones de áridos o para establecer cultivos, como podemos observar en el tramo final del Barranco del Risco de Tierra, donde las extracciones han desaparecido el cauce. La morfología de los barrancos obedece a un patrón común: cauces sinuosos con cuencas escasamente jerarquizadas, y sectores de recepción con dos o tres cauces. Montaña de Las Arenas. Se aprecian claramente los efectos de la erosión y del descalzee que efectúa en el cono de piroclastos el Barranco del Valle. Los tramos medios son estrechos, sometidos por la configuración geomorfológica preexistente, encajados entre materiales coherentes y porosos; los tramos bajos se abren en pequeñas playas muy bajas. Otro rasgo definitorio es la pendiente, que en algunos casos alcanza un nivel medio en torno al 17 por ciento, por lo que, dicha pendiente es bastante pronunciada, sobre todo en cauces que van desde las cumbres de la Dorsal hasta el mar. Por lo tanto, algunos superan desniveles que rondan los dos mil metros, con recorridos longitudinales importantes, como el mayor de todos, Barranco de Risco Tierra, de casi 13 kilómetros de longitud. Por ello tenemos que interpretar que los barrancos labran unos cauces en estructuras geológicas muy cambiantes, por lo que su forma y disposición varía considerablemente a lo largo de todo su recorrido, poseen meandros y realizan grandes incurvaciones sobre el terreno, en especial en aquellos lugares donde el sustrato es menos coherente. Barranco de La Tapia, tras cruzar junto a la Media Montaña. En este tramo se registran algunos eres y charcos utilizados tradicionalmente como una fuente alternativa de agua. La actividad geológica ha sido determinante en los últimos tiempos: el volcán de Media Montaña (20.000 años B.P.) taponó y colmató el cauce alto del Barranco de La Tapia. Miles de años más tarde, el Volcán de Las Arenas (311 años B.P.) hizo lo propio, colmatando por completo las cuencas de Amador y Perdomo y taponando transitoriamente el cauce del Barranco del Valle-Piedras Quemadas, hasta que también se labró nuevamente el lecho. Cuenca del Barranco de Tapia. El barranco de Tapia es uno de los barrancos principales del municipio de Arafo y del Valle de Güímar. Las características más relevantes son que, de manera general, presenta un cauce rectilíneo, poco encajado y estrecho, con pocos tributarios, que son más numerosos en su cabecera. En general, el arrastre y desgaste provocados por la erosión hídrica en este tipo de barrancos, han formado un fondo rocoso de morfología redondeada, donde es común que se formen charcos, pocetas y eres. Cuenca del Barranco de Risco Tierra. Los barrancos de El Valle-Risco Azul-GambuesasAñavingo-La Piedra-Yoquina-Risco Tierra, forman una cuenca vertiente que es la de mayor superficie de Arafo. Se sitúa al NO del municipio, donde los cauces se organizan y ordenan de Cumbre a Costa, con pendientes medias mayores que el resto, marcándose diferencias con el resto de cuencas del municipio que presentan cauces rectilíneos y escasamente ramificados. Es uno de los barrancos más importantes en el Valle de Güímar en cuanto que cumple una función muy importante como vía de desagüe para el drenaje superficial. Destaca por su caudal de avenida y su extensión. Su zona de desembocadura acumula depósitos aluviales de barranco en forma de arena media y gruesa. Barranco de Chabique. Nace en la Gollada de Chabique, a 1950 metros de altitud y desemboca en el Barranco de las Piedras Quemadas. Los cauces de los barrancos de Arafo parten todos de zonas altas (entre los 1800 a 2000 metros), que son pródigas en precipitaciones líquidas, y compuestos en su mayoría por materiales poco porosos, por lo que las cuencas altas captan cantidades de agua no desdeñables, que crecen sobre los 900 metros de altitud. El municipio de Arafo cuenta, por último, con un hecho que es importante resaltar en cuanto al régimen hídrico y la escorrentía superficial, y es la consideración, de que gran parte de su zona alta está prácticamente cubierta de árboles (pinares) y de matorral de cumbre que tapiza los sustratos móviles, compuestos por gravas y arenas volcánicas, sometidos a una fuerte dinámica de vertientes. Cauce final del Barranco de Las Hornillas, cubierto por un matorral de cardones, balos, tabaibas y la exótica e invasora, rabo de gato. La explotación de las aguas superficiales en Arafo ha dependido siempre de los condicionantes físicos de su hidrología, esto es: lluvias escasas e irregulares y cuencas de barrancos pequeñas debido a diferentes procesos geológicos. También hemos de tener en cuenta el sustrato geológico, puesto que combina lugares que facilitan sobremanera la infiltración, con otros que favorecen procesos rápidos de escorrentía, por ser impermeables justo a nivel superficial, como es el caso de los depósitos de pumitas cementadas. Los barrancos de Arafo permanecen secos, si exceptuamos los manaderos y rezumes que se producen de modo puntual. Solamente en épocas de lluvias abundantes y de gran intensidad horaria podemos ver correr regatos por los fondos de los cauces. Desembocadura de la cuenca más importante de Arafo entre Playa de Lima y La Restinga. Los sectores bajos de los cauces están ocupados en la actualidad por iniciativas urbanísticas, agrarias, de infraestructuras e incluso actividades industriales, algo que en Arafo se puede ver favorecido por la propia morfología de los cauces que, en sus sectores finales, se encuentran escasamente definidos en el territorio y, por los materiales que los conforman, que poseen una alta porosidad y capacidad de infiltración (arenas y gravas). En los sectores de la Medianía es normal observar, por un lado, pequeños cauces tributarios ocupados por cultivos y, por otro, cauces mayores en los que se hacen presentes actividades directamente relacionadas con el aprovechamiento hidráulico, como pozos o galerías. Cauce superior del Barranco de Añavingo. Muy encajonado entre altas paredes. BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA DE FERMÍN GIGANTE CARBALLO. Licenciado en Geografía por la Universidad de La Laguna y Educador Ambiental, ha desarrollado la mayor parte de su actividad laboral en los campos de la Ordenación de Espacios Naturales, la Planificación Territorial y Urbana, la educación ambiental y la docencia en temas ambientales, formación ocupacional y patrimonio cultural y natural. Formación en ordenación territorial, urbana, medio ambiente, demografía, estudios catastrales, administración, recursos culturales, patrimonio, sistemas de información geográfica, etc El desempeño de su profesión como autónomo, (colaborador de GEODOS), lo ha llevado a trabajar en la planificación de espacios urbanos: Planes Generales de Ordenación Municipal en Tenerife (Icod, Santiago del Teide, La Orotava, Arico), La Palma (Puntallana, Tazacorte, Garafía) y Fuerteventura (Antigua, Pájara); estudios básicos de riesgos naturales municipales (Tenerife y La Palma), y planes territoriales de ordenación para residuos e industria. También ha diseñado senderos y sus soportes interpretativos. Ha realizado cursos sobre la Historia de la Iglesia en Canarias, Metodología Didáctica, Cambio Climático, Mediación Social, la Ordenación y Gestión Compartida del Territorio, Prevención en Riesgos Laborales y Seguridad en el Trabajo, Sistema Costero, Trabajo de Campo en Biogeografía, Desarrollo Local y Turismo Sostenible. Como articulista ha escrito sobre etnografía, el uso racional de los recursos naturales, la gestión y restauración del patrimonio y el análisis del paisaje, especialmente en ámbitos del Sur y del Sureste de Tenerife (Arico, Fasnia, Agache, Arafo, Candelaria). Desde un punto social, destaca su pertenencia a diversas asociaciones de defensa del patrimonio y de actividades escénicas (teatro), así como a la junta directiva de la Delegación Territorial de Canarias del Colegio de Geógrafos. Ha desarrollado trabajos voluntarios en el campo de la prevención de incendios forestales y la difusión del patrimonio y el paisaje canario. Ha sido miembro del consejo redactor de la revista Sureste y presidente y secretario de la Asociación Cultural Sureste de Tenerife.