Subido por Karla Bonilla

Lectura 1 Buela y Sierra

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MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
UNIDAD I
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE
LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
1
Introducción ...............................................................................................2
La evaluación psicológica en la antigüedad..............................................2
Antecedentes científicos de la evaluación psicológica .............................4
Constitución y desarrollo de la evaluación psicológica .............................7
La contribución de Galton......................................................................7
La contribución de Cattell ......................................................................8
La contribución de Binet ........................................................................8
Aportaciones de otros autores.................................................................10
La repercusión de la primera y de la segunda guerra mundial ...............10
Período de crisis de la evaluación psicológica....................................14
La evaluación conductual ........................................................................17
La evaluación psicológica en la actualidad .............................................20
Crisis de la evaluación conductual ......................................................20
Otros aspectos de actualidad ..............................................................21
Futuro de la evaluación psicológica ........................................................25
Lectura 1
Buela, G. y Sierra, J. (1997). Evolución histórica de
la evaluación psicológica. En G. Buela y
Sierra (dirs.). Manual de evaluación
psicológica. Madrid:Siglo XXI.
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
INTRODUCCIÓN
El estado actual de la evaluación psicológica es, sin duda, un producto
de la evolución histórica de la disciplina y de su interacción con el
desarrollo de la propia psicología y otras ciencias afines. Por tanto, no
cabe adentrarse en el concepto de evaluación psicológica, sin pasar
previamente por un análisis histórico. De hecho, los distintos autores,
tanto españoles (Pelechano, 1976, 1988; Silva, 1982, 1985; Blanco,
1986a, 1990; Martorell, 1988; Avila, 1992a; Fernández-Ballesteros,
1992; Peñate, Matud e Ibáñez, 1993) como extranjeros (Anastasi, 1973,
1988; Aiken, 1985; Nelson y Hayes, 1986; Goldstein y Hersen, 1990a;
Thorndike y cols., 1991; Kaplan y Saccuzzo, 1993) que han tratado el
concepto de evaluación psicológica, han comenzado por un minucioso
análisis histórico.
McReynolds (1986) justifica este análisis histórico argumentando varias
razones; en primer lugar, un conocimiento de la evolución histórica de
la evaluación ofrece una amplia información y una mejor apreciación
del estado actual de la evaluación psicológica; en segundo lugar, el
pasado es importante por sí mismo, ya que forma parte de la herencia
de la humanidad; y, en tercer lugar, hace posible que algunas
aproximaciones o directrices empleadas por nuestros antecesores, y
olvidadas desde entonces, vuelvan a ser descubiertas.
LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN LA ANTIGÜEDAD
Al examinar la historia de la humanidad, McReynolds (1986) pretende
poner de manifiesto que, desde los tiempos más antiguos, en todas las
sociedades civilizadas se utilizó algún procedimiento de evaluación.
Así, dentro de una primera etapa, que podría etiquetarse como mágica
o mítica, aparece en muchas culturas la adivinación o predicción del
futuro, donde podría incluirse la astrología. Ésta es considerada por
diversos autores (McReynolds, 1986; Silva, 1985; Pelechano, 1988)
como uno de los primeros antecedentes de la evaluación psicológica.
Según McReynolds (1975), el comienzo de la astrología podría situarse
en el siglo v. a C. con el Tetrabiblos (libro de los signos zodiacales) de
Ptolomeo. Los astrólogos plantean que de igual forma que los astros
regulan la ritmicidad del ciclo día-noche, de las mareas, de las
cosechas, etc., también determinan una gran parte de la conducta
humana -entiéndase carácter humano-. En otras palabras, los individuos
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son particularmente sensibles a la influencia de los astros, estando dicha
influencia determinada por la posición relativa de los planetas en el
momento del nacimiento. A primera vista, parece que se dan las
condiciones necesarias para un proceso diagnóstico, puesto que existe
un evaluador, un evaluado, unos instrumentos, una intención por la
explicación y el pronóstico y una teoría que lo sustenta. Sin embargo, un
análisis más detallado nos lleva a entender la astrología como algo
considerablemente distinto de la evaluación psicológica, para que pueda
considerarse un antecedente. En primer lugar, la astrología es una
práctica que podría incluirse dentro de lo mágico; en segundo lugar, el
sujeto objeto de evaluación no es el individuo en sí, ni su ambiente
inmediato, sino tan sólo una fecha, una hora y un lugar, de hecho se
puede hacer una predicción sin la presencia de la persona
supuestamente evaluada; en tercer lugar, no tiene ninguna utilidad social, puesto que se limita a predecir el destino determinado por los
astros; y, por último, la astrología ha tenido una mínima o escasa
evolución desde sus inicios hasta la actualidad, sin darse ningún tipo de
interacción con la evolución de la psicología, es decir, la psicología se ha
desarrollado con total independencia de la astrología. Muestra de ello es
que ningún astrólogo ha ido desarrollando su teoría hasta convertirla en
una escuela o corriente psicológica. Por tanto, no hay aspectos de la
astrología que se hayan transformado hasta convertirse en un constructo
psicológico. En definitiva, en nuestra opinión, aunque aparentemente
tienen aspectos comunes, consideramos que la astrología no ha sido un
antecedente de la actual evaluación psicológica.
DuBois (1970) sitúa el nacimiento de la evaluación psicológica en la
antigua China, donde se realizaba una selección de los niños que en el
futuro podrían ejercer funciones en la administración pública. Los
seleccionados eran sometidos a un intenso programa de aprendizaje, al
final del cual se evaluaba si habían conseguido la capacitación para
ocupar los puestos que les serían asignados. Por tanto, parece un claro
antecedente de la selección de personal. Otro hecho aislado que se
suele citar como antecedente de la evaluación psicológica son los
procedimientos de la escuela de Pitágoras para seleccionar a sus
alumnos (Martorell, 1988).
Otro antecedente en el que suelen coincidir los autores que han
estudiado la evolución histórica de la evaluación psicológica es la
fisiognomia (las características psicológicas de un individuo pueden
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evaluarse por sus rasgos físicos), que tiene sus raíces en el
pensamiento filosófico griego. Según Rubinstein (1981), la historia de la
ciencia demuestra cómo las antiguas ideas de los filósofos griegos se
formaron en el proceso cognoscitivo práctico del hombre, con la
acumulación de conocimientos de los naturistas, médicos y filósofos.
Dichas ideas se desarrollaron en oposición a las ideas mitológicas sobre
el mundo en general y sobre el hombre en particular. En este contexto,
resulta de especial importancia la concepción filosófica de Aristóteles,
quien aspira a vencer el dualismo de su maestro Platón. Aristóteles
entiende el cuerpo y el alma como algo indivisible. Por tanto, cada una
de las funciones orgánicas tiene su alma, considerando al cuerpo un
organismo compuesto por órganos e instrumentos del alma. Por ello, la
teoría del alma es la teoría general de la vida y sus funciones, lo que
implica tanto sus funciones orgánicas como la vida consciente
(Rubinstein, 1981). Con Aristóteles, lo psíquico se aproxima a lo físico,
lo que implica una base biológica del carácter. Las ideas de Aristóteles
tuvieron su continuidad en su discípulo Teofrasto. Este hace una
sistematización de los principios de la fisiognomia que lleva a plantear
distintos caracteres que se establecen por medio de la observación de
la conducta manifiesta de los individuos. Se establece así una nosología
de los caracteres, en la que se incluyen diversos adjetivos tales como
arrogantes, estúpidos, avaros, cobardes, etc., que servían para
clasificar a los individuos según sus hábitos. Esta interacción cuerpopsique es defendida posteriormente por Cicerón y Séneca en la Roma
Clásica, así como por autores árabes como Averroes o Avicena. La idea
de la evaluación de las características psicológicas a través de las
características somáticas está presente en tiempos más recientes en las
tipologías de Kretschmer y Sheldon. Siguiendo en este contexto, nos
encontramos con la teoría de Hipócrates que postula cuatro tipos
(sanguíneo, flemático, colérico y melancólico) a partir de cuatro clases
de humores.
Esta concepción naturalista manifestada por una evaluación
psicológica a partir de características somáticas (propia de la
fisiognomía y del pensamiento hipocrático) será frenada en la Edad
Media por la filosofía teológica, que tendrá su máximo exponente en la
concepción de la locura como una posesión diabólica. Con el fin de diferenciar a los sujetos poseídos de aquellos que no lo estaban se publica
en 1486 el libro Malleus Malleficarum [El martillo de los herejes], en cuya
segunda parte se describen los signos que permitían identificar a las
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brujas. Estos procedimientos utilizados por la Inquisición para evaluar, o
mejor dicho para interrogar, a sus víctimas podrían ser considerados un
antecedente remoto de la entrevista estructurada (Zubin, 1989).
A caballo entre los antecedentes filosóficos y biológicos se encuentra
la contribución más importante de este período a la evaluación
psicológica, la obra de Juan Huarte de San Juan Examen de ingenios
para las ciencias, publicada en 1575 y traducida al inglés, en 1698, con el
título The tryal of wits (McReynolds, 1986). En España se reeditó en cinco
ocasiones hasta que en 1581 fue incluida en el catálogo de libros
prohibidos de Lisboa y dos años después en el de Madrid. Siguiendo
las correcciones de la Inquisición, Huarte redacta una nueva versión que
es publicada por su hijo Luis Huarte en 1594. Esta versión tiene
bastantes erratas, quizás debido a lo desordenado que dejó el material
antes de morir. Sin embargo, fue la versión utilizada en las ediciones
posteriores que se hicieron en España, mientras que las ediciones
realizadas en Holanda fueron de la edición original. Este libro fue
traducido al latín, inglés, holandés, italiano, francés y alemán (García
Vega, 1989; Velarde, 1993). En esta obra se plantea por primera vez la
evaluación de una forma explícita. Se considera que las personas
difieren en cuanto a su talento y que dichas diferencias deben evaluarse para conseguir una adecuación entre las habilidades, las distintas
ocupaciones y los tipos de educación. Así, considera que el ambiente
influye en el aprendizaje, por lo que recomienda que los estudios
deben realizarse en una ciudad diferente de la que se es natural, pues
la influencia de familiares y amigos es un estorbo para el aprendizaje
(Pérez-Alvarez, 1991). Su libro es una profesiografía en la que incluye
las principales ocupaciones de su tiempo (véase Gondra, 1994). Es, por
tanto, el precursor más claro de la selección de personal. En opinión de
Carpintero (1989), Huarte de San Juan fue un discípulo de Vives, puesto
que ambos compartían la idea de que el ingenio deriva de los humores.
Vives ya había planteado anteriormente el tema de la diversidad de los
ingenios, las diferentes adaptaciones a los estudios y la importancia
social de una educación adaptada a las dotes de los educandos. En su
obra El tratado del alma propone la práctica de la observación
introspectiva y objetiva para llegar a conocer las funciones del alma.
Vives fue considerado por Watson como el padre de la psicología
moderna, aunque actualmente se le considera más como un
antecedente de la modificación de conducta (Pérez-Álvarez, 1991).
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Dentro del ámbito universitario, la evaluación surge de forma paralela a
la creación de las primeras universidades europeas, donde se
realizaban exámenes regulares para la obtención de títulos y
distinciones (Anastasi, 1988).
En definitiva, quizás el antecedente más claro de la evaluación
psicológica sea la tendencia natural del hombre a evaluar a los demás.
Podría señalarse un sinfín de posibles antecedentes de la evaluación
psicológica; sin embargo, para contextualizar los principales
acontecimientos que dieron lugar a los actuales instrumentos de evaluación, no necesitamos remontarnos más allá del siglo XVIII.
ANTECEDENTES CIENTÍFICOS DE LA EVALUACIÓN
PSICOLÓGICA
Los importantes avances científicos ocurridos durante el siglo XVIII, y
sobre todo en el xlx, harán que la psicología se separe de la
especulación filosófica y se acerque al método científico. Los
antecedentes científicos de la evaluación psicológica podrían situarse en
el desarrollo de disciplinas como la frenología, la matemática, la
psicofísica, la psiquiatría, la psicología educativa y el evolucionismo.
La frenología surge a finales del siglo XVIII y pronto alcanza una gran
popularidad. Su creador, Gall (1758-1828), proporciona la primera
conceptualización sistemática de los rasgos, la cual se apoya en los
siguientes enunciados:
a) Las facultades mentales son innatas.
b) El cerebro es el órgano de la mente.
c) La forma y el tamaño del cerebro se pueden conocer según la
forma y medida del cráneo.
d) La mente posee facultades separadas, el cerebro está
compuesto de órganos separados y cada facultad mental se
manifiesta por medio de un órgano cerebral distinto.
e) El tamaño de cada órgano puede ser estimado durante la vida y,
con las restantes condiciones iguales, el tamaño es una medida
de la capacidad del órgano.
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f)
Todo órgano, si es predominantemente activo, imprime al cuerpo
ciertas actitudes y movimientos, que se denomina "su lenguaje
natural".
Aunque la frenología ya forma parte de la historia, sirvió para asentar la
idea de que la conducta y el organismo no son entidades
independientes, sino que están íntimamente unidas. Gall practicaba un
sistema de diagnóstico basado en la palpación del cráneo para conocer
las facultades dominantes en cada individuo. Entre las aportaciones que,
según McReynolds (1986), la frenología aporta a la evaluación psicológica destacan las siguientes:
a) Se crea una taxonomía mental, según la cual se pueden explicar
las diferencias individuales
b) Se hace énfasis en las diferencias individuales.
c) Se postula una vertiente aplicada de la psicología.
d) Se propone el paradigma de la evaluación, diferenciando los
elementos incluidos en una sesión de evaluación (evaluados,
sujetos evaluado, perfiles…).
e) Se elaboran escalas para evaluar variables de personalidad.
f) Se hace énfasis en la objetividad de los datos.
En España la frenología estuvo representada por Cubí, quien realizó
algunas aportaciones teóricas a esta disciplina y propagó estas ideas
hasta el punto de llegar a crear una escuela. Mediante la craneoscopia
se diagnosticaban dimensiones y facultades psicológicas en los
individuos, de acuerdo con un sistema preestablecido. Según
Carpintero (1989), la obra de Cubí ha tenido su importancia en la historia
de la evaluación psicológica en España.
La matemática tuvo cierta influencia en la constitución y el posterior
desarrollo de la evaluación psicológica. La primera aportación está
representada por Quetelet, un matemático belga que hoy es considerado
como uno de los fundadores de la aplicación de la estadística a las
ciencias sociales (Silva, 1982). Quetelet estudió variables biológicas y
sociológicas, observando que ambas seguían una distribución gaussiana, por lo que desarrolló normas y medidas de tendencia central. Su
influencia sobre la evaluación psicológica se centra en dos aspectos
importantes: ser uno de los autores que se interesó de forma
sistemática por las diferencias individuales y que sus métodos tuvieron
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gran influencia en autores importantes como Galton, Pearson y
Spearman.
La psiquiatría ha sido otra disciplina que ha contribuido en buena
medida al desarrollo de la evaluación psicológica. El esfuerzo por
diferenciar los trastornos mentales se traduce en la necesidad de
técnicas de evaluación para establecer diagnósticos diferenciales. Así,
Pinel (1745-1826) introduce una breve clasificación de las enfermedades mentales que posibilitaba un tratamiento más diferenciado.
Pinel defiende el valor de las historias clínicas para el diagnóstico.
Pero, sin duda, su contribución más importante fue el cambio de actitud
sobre los enfermos mentales, pasando a considerarlos como enfermos
con derecho a un tratamiento y a la libertad, y no como sujetos que
había que separar y encerrar, tal como se consideraban hasta entonces. Las ideas de Pinel llegaron a Italia, encontrando su máximo
defensor en Lombroso, quien centró su obra en la relación entre lo penal
y lo psiquiátrico, planteando la posible eximente en los delitos cometidos
por enfermos mentales. El estudio de la relación entre delincuencia y
enfermedad le llevó a postular su famosa teoría sobre la "delincuencia
innata". Según esta teoría, la conducta delictiva puede tener un origen
degenerativo del organismo, debido al efecto de factores como la sífilis,
el alcohol, la epilepsia, la edad avanzada de los padres, etc., los cuales
actuarían durante el desarrollo fetal produciendo una degeneración de
los centros nerviosos superiores, que posteriormente serían la causa
del comportamiento delictivo. La obra de Pinel alcanza su culminación
en la figura de Kraepelin (1856-1926), quien se interesó por la
problemática de la clasificación de los trastornos mentales, considerando que para poder hacer una buena evaluación e intervención era
necesario contar previamente con una clasificación. Quizás su
contribución más importante fue el cambio de una concepción
sintomática de la enfermedad a una concepción evolutiva, es decir, las
manifestaciones externas de la enfermedad son secundarias respecto a
su origen y evolución. Su aportación a la evaluación psicológica se
centra de forma más concreta en su interés constante por evaluar de
forma objetiva la conducta de sus pacientes. Así, evaluaba funciones o
aptitudes como memoria, atención, capacidad de aprendizaje, tiempo de
reacción, asociaciones verbales, etc. Paralelamente a esta etapa
aumenta el interés por los retrasados mentales, creándose en Europa y
América numerosas instituciones para su cuidado. El interés por un trato
adecuado a los retrasados mentales puso de manifiesto la necesidad de
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criterios diagnósticos y de clasificación que permitiesen diferenciar entre
sujetos normales, enfermos mentales y retrasados. Dentro de este
contexto hay que destacar a Esquirol (1772-1840), médico francés que
en 1838 publicó una obra de dos volúmenes, en la que dedicó más de
un centenar de páginas al retraso mental. Otra contribución importante
de Esquirol fue su concepción del retraso mental. Para este autor, el
retraso variaba a lo largo de un continuo desde la normalidad hasta el
retraso más profundo. Por ello, realizó varios intentos para evaluar y
clasificar los distintos grados y tipos de retraso mental, llegando a la
conclusión de que el mejor criterio para evaluar el nivel de deterioro
intelectual es el uso del lenguaje. Es importante considerar que los
criterios actuales sobre el retraso mental son en gran parte lingüísticos, y
que los tests de inteligencia suelen estar bastante saturados de
contenidos verbales (Anastasi, 1988). Las aportaciones de Seguin, otro
médico francés, supusieron un nuevo avance al considerar el retraso
mental como curable. En 1837 crea la primera escuela dedicada a la
educación de niños retrasados mentales. Muchos de los procedimientos
de intervención que se utilizan en la actualidad en los centros de
educación especial están fundamentados en las técnicas propuestas
por Seguin para el adiestramiento de los sentidos y de la actividad
muscular. Pero sin lugar a dudas, su gran aportación a la evaluación
psicológica fue la incorporación de las pruebas de inteligencia manipulativa. Una buena muestra ha sido su Test de ajuste de formas, que
consiste en una especie de puzzle en el que hay que insertar varias
piezas de formas diversas y en el menor tiempo posible.
La psicofísica puede considerarse como una disciplina precursora de la
psicología científica. Los métodos ideados por Fechner permiten
relacionar las experiencias subjetivas con medidas objetivas. Por tanto,
se plantea que las experiencias psicológicas se pueden verbalizar y en
consecuencia clasificar en escalas de intensidad o discriminación. La
psicofísica tenía como postulado inicial el descubrimiento de leyes
generales para describir las relaciones mente-cuerpo. Su contribución a
la evaluación psicológica se puede observar en el estudio concreto de
fenómenos psíquicos, relacionando la experiencia subjetiva con
medidas objetivas, la creación de nuevos métodos para la
investigación de dichos fenómenos y su sistematización teórica (Zabrodin, 1985). Aunque autores como Fechner y Weber estaban más
interesados en leyes generales que en diferencias individuales, con
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ellos nace la situación de examen psicológico; así por ejemplo,
Fechner ya utiliza el autoinforme del sujeto como instrumento de
evaluación.
La psicología educativa muestra su auge con los planteamientos
innovadores producidos en relación al creciente interés por la
educación, con la consiguiente escolarización obligatoria, naciendo así
la necesidad de aplicar los principios psicológicos a la escuela y, por
tanto, la demanda de evaluación del rendimiento académico.
Este interés por la evaluación en el ámbito escolar tuvo su continuidad
en autores tan relevantes como Thorndike, Hall y Binet.
El evolucionismo marca un hito importante en la historia de las ciencias
humanas. El parentesco entre Darwin y Galton propició aún más la
influencia de las teorías evolucionistas para tratar de explicar las
diferencias individuales y, en último término, la inteligencia humana. La
base del evolucionismo consiste en admitir la variabilidad de los
miembros de una misma especie, donde las características pueden
heredarse. Por tanto, en la naturaleza se produce una selección natural
a través de la supervivencia de los miembros más fuertes o mejor
adaptados. En la especie humana, la diferente capacidad de adaptación
se denomina inteligencia. Las diferencias de inteligencia eran
perfectamente asumidas en la sociedad del siglo xIX. Así, el darwinismo social servía para justificar el orden social establecido. En este
contexto el estudio y evaluación de la inteligencia adquiere gran
relevancia (Marrero, Espino y Gámez, 1989).
Los antecedentes más científicos de la evaluación psicológica tienen
sus raíces en los primeros laboratorios de psicología. En 1877 se
produjo el primer intento para fundar un laboratorio de psicofisiología
por parte de los científicos británicos Venn y Ward. Sin embargo, el
Senado de Cambridge rechazó esta iniciativa, calificando a dichos
científicos de ateos (Yakunin, 1985). Dos años más tarde, Wundt
inauguraba en Leipzig (1879) el primer laboratorio de psicología,
considerándose este momento como el nacimiento de la psicología
científica. La idea de Wundt de acercar la psicología a la fisiología, a
pesar de encontrar una clara oposición en los círculos filosóficos,
pronto ganó adeptos. Sin embargo, esta idea no era nueva, ya que
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Séchenov, un destacado científico ruso, había tratado de interpretar los
fenómenos psíquicos desde un punto de vista fisiológico. De hecho, su
libro Reflejos del cerebro fue editado en 1863, es decir, once años
antes de que Wundt publicara Bases de la psicología fisiológica. En un
artículo escrito en 1873, Séchenov, partiendo de la tradición materialista
de los pensadores rusos, defiende la tesis sobre la determinación
objetiva de la psiquis. Las ideas de Séchenov tuvieron una gran
acogida entre los psiquiatras y neurólogos rusos, lo cual llevó a una
reestructuración de la psicología desde una vertiente fisiológica. Una
muestra de ello es la creación del primer laboratorio de psicología en
Rusia, fundado por Béjteriev en 1886 en la clínica de enfermos alienados
y enfermedades nerviosas en la ciudad de Kazán. Pocos años
después, en 1891, se constituía la Sociedad Rusa de Psicología
Experimental (Yakunin, 1985). Desde su creación y hasta el principio
del siglo xx el laboratorio de Wundt se consideró el centro de la
psicología experimental, siendo el ejemplo a seguir en la creación de
nuevos laboratorios. El objeto de estudio de los nuevos psicólogos
experimentales era llegar a plantear descripciones generales de la
conducta humana. Las diferencias individuales no sólo no interesaban,
sino que llegaban a considerarse como "errores de medida". En la
elección de los temas y en algunos métodos utilizados se plasmaba la
influencia de la medicina y de la fisiología. Coincidimos con Pelechano
(1988) al considerar que el tipo de psicología experimental practicada
por Wundt y sus seguidores supuso en realidad una limitación al
desarrollo de la evaluación psicológica. Wundt negó la importancia de
la psicología diferencial, no autorizaba la utilización de cuestionarios
para la investigación psicológica, no aceptaba la posibilidad de una
psicología científica fuera del laboratorio ni los estudios filogenéticos y
ontogenéticos del psiquismo humano. Sin embargo, no todo fue
negativo, puesto que la psicología experimental del siglo XIX sirvió para
poner de manifiesto la importancia de controlar de forma rigurosa las
condiciones en las que se hacían las observaciones. Por ejemplo, se
controlaban las características del estímulo, el contexto en el que se
presentaba, las instrucciones que recibía el sujeto, etc. En definitiva, se
trataba de evaluar a todos los sujetos en las mismas condiciones
tipificadas. Como es bien sabido, esto fue totalmente asumido en el
proceso de construcción y en la aplicación de tests (Anastasi, 1988).
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CONSTITUCIÓN Y DESARROLLO DE LA EVALUACIÓN
PSICOLÓGICA
Existe un cierto consenso en considerar a Galton, Cattell y Binet como
los autores que configuraron la evaluación psicológica como disciplina
científica. A continuación se hará referencia a ellos, así como a otros
autores que también han contribuido de modo relevante a la constitución
de la evaluación psicológica. En segundo lugar, se hará un recorrido por
los diferentes acontecimientos que han supuesto el desarrollo de esta
disciplina.
La contribución de Galton
Galton (1822-1911) es considerado como el padre de la psicometría y
de la psicología diferencial. A pesar de ser un hombre polifacético en
cuanto a sus intereses científicos, supo centrar su investigación sobre la
herencia de la inteligencia humana. Pensaba que ésta es innata y, por
tanto, mediante el carácter hereditario podía conseguirse una mejora de
los individuos a través de la eugenesia. Su laboratorio antropométrico
del Kensington Museum en Londres se hizo famoso en todo el mundo.
En el año 1884, coincidiendo con la celebración de un congreso
internacional de higiene, establece un laboratorio antropométrico y
propone a los visitantes conocer, por el precio de tres peniques, la
medida de algunos de sus rasgos físicos, la agudeza visual y auditiva, el
tiempo de reacción, la fuerza muscular y algunas funciones sensoriales.
Con estos datos publicó la primera tabla de baremos, donde podían
comparar sus resultados los posteriores visitantes del laboratorio
(DuBois, 1970). La mayoría de los instrumentos que se utilizaban en su
laboratorio antropométrico fueron creados por él mismo, y algunos
siguen vigentes aún en la actualidad, como es el caso de la barra de
Galton para la discriminación visual de la longitud y la serie de pesos
graduados para medir la discriminación cinestésica. Dio especial
importancia a la discriminación sensorial, pues pensaba que ésta servía
para evaluar la capacidad intelectual. Así, en las múltiples evaluaciones
realizadas encontró que los idiotas tendían a presentar deficiencias en la
capacidad de discriminación de la temperatura y del dolor (Anastasi,
1988).
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Como se ha dicho anteriormente, Galton estaba influido por las ideas de
su primo Darwin, influencia que queda plasmada en su primera obra
Hereditary genius [La herencia de la genialidad] publicada en 1869.
Diez años después, y coincidiendo con el año en que Wundt inauguraba
el primer laboratorio de Psicología, Galton publica dos artículos sobre
psicometría titulados «Psychometric experiments» y «Psychometric
facts». En 1883 publica su obra más importante Inquiries into human faculty and its development [Investigaciones sobre la facultad humana y su
desarrollo], que con el transcurso del tiempo se convertiría en un clásico
de la evaluación psicológica. Las aportaciones más relevantes de Galton
podrían resumirse en los siguientes puntos (Pelechano, 1988):
a. Interés por hacer un análisis cuantitativo de las
características y diferencias humanas. En este aspecto se
notaba una influencia del matemático Quetelet, quien en el año
1846 ya había demostrado cómo ciertos indicadores
antropométricos seguían una distribución gaussiana. Por tanto,
Galton defendía que las diferencias individuales se podían
explicar de forma adecuada si se concebían como continuos
cuantitativos que seguían la distribución de la curva de Gauss.
b. Interés por la recopilación empírica y sistemática de la
información. Esto se demuestra en su infatigable labor en el
laboratorio antropométrico del South Kensington Museum de
Londres, donde llegó a recopilar datos correspondientes a 9 377
personas que eran evaluadas en un número considerable de
pruebas (tiempo de reacción, medidas físicas, respuestas a
escalas de calificación...).
c. Aplicación de la estadística para interpretar la
información. Además de utilizar algunas medidas de tendencia
central, Galton introdujo el índice de correlación (de hecho, en
el año 1888 llegó a publicar un artículo sobre «Corelations and
their measurement, chiefly from antropometric data») que
posteriormente sería completado por Pearson, dando lugar al
coeficiente de correlación y sobre el cual se asentaría el modelo
correlacional.
d. Interés por el estudio de las diferencias individuales.
Siguiendo la teoría evolucionista, Galton entendía las
diferencias individuales como resultado de mecanismos y
procesos hereditarios. Para demostrar esto utilizó el estudio de
los árboles genealógicos y las correlaciones de pruebas
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psicológicas entre padres e hijos. Por medio de esta
metodología pudo llegar a plantear la ley de regresión a la
media. Galton se vio obligado a plantear esta ley para poder
explicar algunos datos tales como que padres muy inteligentes
tendían a tener hijos menos inteligentes, mientras que padres
poco inteligentes tendían a tener hijos más inteligentes.
El pensamiento de Galton y un buen resumen de su obra pueden verse
en el libro Herencia y eugenesia, en el que se recoge una recopilación de
textos procedentes de diversas obras suyas.
La contribución de Cattell
James McKeen Cattell (1861-1934) fue un psicólogo estadounidense
con una sólida formación adquirida en Europa. Su tesis doctoral trató
sobre las diferencias individuales en el tiempo de reacción y fue
realizada en el laboratorio de Wundt (Leipzig). Posteriormente, trabajó
con Galton en el laboratorio antropométrico del South Kensington
Museum de Londres. En 1888 fue nombrado profesor de psicología en la
Universidad de Pensilvania. Dos años después publica en la revista
Mind un artículo titulado «Mental tests and measurements», el cual
marca un hito en la historia de la evaluación psicológica, puesto que es
la primera vez que se utiliza el término "test" en la literatura psicológica
(McReynolds, 1986) y en él se describían los tests que se aplicaban
anualmente a los estudiantes universitarios con la intención de evaluar
su nivel intelectual. Posteriormente se trasladó a la Universidad de
Columbia, donde creó la primera batería de pruebas de evaluación
psicológica. En poco tiempo la metodología y el procedimiento para
elaborar los tests se hicieron muy populares. En la última década del
siglo xIx los tests se aplicaban, en Estados Unidos, a todo tipo de
sujetos (escolares, estudiantes universitarios, adultos...). Sin embargo,
la fulgurante trayectoria de Cattell se detiene, al menos parcialmente,
ante las críticas planteadas por Wissler y Sharp. El primero, que había
sido discípulo de Cattell, presentó un detallado estudio en el que
analizaba los resultados de Cattell, demostrando la poca validez
alcanzada por los tests. En concreto, demostró que los coeficientes de
correlación entre los tests psicológicos y las calificaciones escolares
eran relativamente bajos. Lo mismo ocurría cuando se contrastaban
distintos tests que supuestamente evaluaban lo mismo. Por otra parte,
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Sharp demostró la baja fiabilidad y el poco valor predictivo que tenían
los tests de Cattell (Pelechano, 1988). Estas críticas unidas al hecho de
que Cattell sigue vinculado a procedimientos de laboratorio y a la
evaluación de procesos psicológicos básicos hace que destaque la
figura de Binet (Silva, 1982).
La contribución de Binet
Binet (1857-1911) era un licenciado en leyes y doctor en ciencias
naturales que entró en la psicología de la "mano" de Ribot, el gran
promotor de la psicología experimental en Francia. Ribot entendía que el
progreso de la psicología estaba en los métodos experimentales
(aunque no era un investigador), no en vano fue el fundador del primer
laboratorio de psicología en la Universidad de la Sorbona, en el año
1889. Este laboratorio estuvo dirigido por Bonin hasta 1895, a partir de
entonces la dirección pasa a Binet (Yakunin, 1985). En el año 1895,
Binet funda L'Année Psychologique, la primera revista francesa de
psicología. En esta revista publica un artículo, «La psychologie
individuelle», en el que presenta las bases para una nueva aproximación
a la evaluación de la inteligencia. Binet compartía con Galton el interés
por la evaluación de las diferencias individuales, pero rechazaba la idea
de que la inteligencia humana podía evaluarse por medio de los
procesos sensoriomotores. En su artículo, Binet y Henri defienden que la
inteligencia debe evaluarse según el rendimiento de los sujetos en
diversas tareas que impliquen una variedad de procesos mentales
complejos (McReynolds, 1986). Binet y Henri comenzaron evaluando
procesos como la memoria, la atención, la imaginación, la
comprensión, la sensibilidad artística y moral, la sugestibilidad, la fuerza
de voluntad y la habilidad motora. Binet incluye como características de
la conducta inteligente el tomar y mantener una dirección definida, el
adaptarse para alcanzar un fin y la autocrítica (Cronbach, 1990).
La gran oportunidad de Binet llega cuando es nombrado por el
Ministerio de Educación francés miembro de la comisión que se
encargaría de buscar una solución para los niños deficientes que habían
entrado en la escuela pública como consecuencia de la puesta en vigor
de la enseñanza obligatoria en Francia. En respuesta a esta petición,
Binet, en colaboración con Simon, desarrolla una escala que contiene 30
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
problemas con grado de dificultad creciente. Para calcular el nivel de
dificultad se aplicó la escala a 50 niños normales con edades
comprendidas entre 3 y 11 años y a algunos con retraso mental. El
contenido de los ítems cubría gran variedad de funciones, aunque
predominaban los problemas relativos a comprensión y razonamiento.
La prueba resultante que se conoce como la escala de 1905 fue
considerada como un instrumento de evaluación provisional (Anastasi,
1988). Como señala Pichot (1994, p. 120) «por primera vez se había salido
de la era de las experiencias de laboratorio para entrar en la vida
c o n c r e t a » . Binet y Simon siguen trabajando en esta escala, y en 1908
presentan una segunda versión en la que se habían adaptado series de
ítems para grupos de edad. La edad mental se establecía según la edad
correspondiente a la serie más elevada resuelta totalmente. Puesto que
cada serie, que se corresponde con una edad mental determinada,
consta de cinco problemas, se añadía a la edad base (la de la serie
correctamente realizada en su totalidad) 1/5 de año por cada test bien
resuelto perteneciente a series superiores. La edad mental obtenida se
ponía en relación con la edad cronológica, viendo de esta forma si el niño
seguía una evolución normal, retrasada o adelantada. En 1911, se
presenta una tercera versión de la escala, se aumentó el número de ítems
en algunos niveles y se extendió a la edad adulta. Sin embargo, la versión
más difundida fue la realizada por Terman en la Universidad de Stanford,
conocida como la E s c a l a de Stanford-Binet. En ésta se utiliza por primera vez el término de «cociente intelectual» (CI), como razón resultante
de dividir la edad mental por la edad cronológica. Posteriormente,
aparecieron otras versiones, pero resulta de especial interés la realizada
por Kuhlmann en 1912 ( E s c a l a K u b l mann-Binet) que extendió la
escala por su parte inferior hasta la edad de tres meses, siendo revisada
posteriormente en 1937 y 1960'. Terman efectúa otras dos revisiones y,
finalmente, Thorndike realiza la última hasta la fecha, en 1986 (Rogers,
1995).
Sin embargo, estas escalas no estaban exentas de problemas. Así,
mientras Galton postulaba la medida de una inteligencia innata o
biológica, Binet defiende la evaluación de una inteligencia de origen social
(Luján, 1991). Pronto el movimiento eugenísta toma como instrumento el
test de Binet y Símon identificando la inteligencia innata con la social.
Pelechano (1988) señala que la lógica utilizada por Binet en la
construcción e interpretación de la escala era correcta, pero vista desde
una óptica actual tenía algunos problemas importantes:
9
a. No se demostró que las conductas muestreadas fuesen
representativas de lo que se pretendía evaluar (la capacidad
intelectual).
b. La muestra utilizada para la tipificación de las puntuaciones no
era representativa de la población a la que luego se aplicaba.
c. La utilización de la edad cronológica como variable criterio para
graduar la edad mental, haciendo así implícito que cada doce
meses se produce un cambio en la capacidad intelectual.
d. El modelo acumulativo según el cual cada problema resuelto
equivale a un período de edad mental no fue demostrado.
e. El supuesto de que la distribución de las puntuaciones es igual
en cada grupo de edad no es correcto.
f. Se supone que todos los niños tienen un desarrollo normativo,
es decir, igual al del grupo de referencia.
Por otra parte, el tipo de problemas que se planteaba estaba
íntimamente relacionado con los contenidos académicos, por lo que
la escala era buena predictora del rendimiento académico, que no
es lo mismo que capacidad intelectual.
A pesar de los problemas metodológicos que se detectan en las
escalas de Binet, éste debe ser considerado como el gran
propulsor de la evaluación psicológica. Su actividad ha sido
realmente la de un evaluador y su influencia ha estado vigente durante varias décadas. Una buena muestra de ello fue la cantidad
de investigadores que se interesó por la evaluación de la
inteligencia durante las dos primeras décadas del siglo XX. La
producción en este campo era tan abundante como diversificada.
Por ello, en 1921 los directores del Journal of Educational Psychology
organizaron un congreso bajo el título La inteligencia y su medida e
invitaron a distintas autoridades en la materia (Terman, Thorndike,
Peterson, Thurstone, Woodrow, Pinter, Colvin, Henmon...) para
tratar sobre la naturaleza de la inteligencia (Sternberg, 1986). El
resultado fue decepcionante; había casi tantas concepciones de
inteligencia como expertos que opinaban sobre el tema. El
desconcierto era tal que Binet llegó a pronunciar la famosa frase
«inteligencia es lo que miden los tests». Sin embargo, el congreso
sirvió para establecer un cierto acuerdo acerca del camino a seguir
en la futura investigación de la inteligencia (Marrero y cols., 1989).
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
Desde entonces, han pasado más de setenta años y aún no se ha
llegado a un acuerdo unánime acerca de lo que es la inteligencia y de
cómo debe evaluarse (Eysenck, 1991).
APORTACIONES DE OTROS AUTORES
Cuando Cattell abandonó la Universidad de Pensilvania su lugar fue
ocupado por Witmer (1867-1956) quien, al igual que el anterior, estaba
interesado en el estudio de las diferencias individuales. Sin embargo,
su principal interés se centraba en la aplicación práctica de los
conocimientos psicológicos. En el año 1896, Witmer funda la primera
clínica psicológica (de hecho suele considerarse esta fecha como el
nacimiento de la psicología clínica, aunque por ello no debe
interpretarse que Witmer fue el primer psicólogo clínico). El tipo de
trabajo que se realiza en esta clínica se recoge en los primeros
números de la revista The Psychological Clinic, fundada en 1906 y
dirigida por Witmer. La mayoría de los casos que se trataba procedía
del ámbito escolar. En los primeros años, no disponía de pruebas
específicas de evaluación por lo que su diagnóstico se basaba
fundamentalmente en la entrevista. Posteriormente, cuando aparecen
los tests, adopta alguno de ellos e incluso crea el Witmer formboard y
el Witmer cylinders, que fueron utilizados durante varios años en su clínica. Se centraba en la evaluación de conductas específicas de los
sujetos con vistas al tratamiento de dichas conductas. Por ello, se le ha
considerado como un antecesor de la evaluación conductual
(McReynolds, 1986). Witmer fue un autor con una influencia limitada
en la evaluación psicológica. Sin embargo, su gran mérito fue tratar de
aplicar la psicología a los problemas que se plantean en la vida real. Por
otra parte, su clínica psicológica sirvió como modelo a otras muchas
que se fundaron posteriormente.
Spearman (1863-1945) supone otro paso importante en la constitución
de la evaluación psicológica por haber aplicado los métodos
correlacionales a la investigación de la inteligencia. En el año 1904
publicó un importante artículo titulado «General intelligence, objectively
determined and measured», donde se sientan las bases de la teoría
psicométrica. Fue el primer autor que se interesó en buscar una
explicación a la baja correlación que se obtenía entre distintos tests de
inteligencia y en plantear la necesidad de utilizar pruebas paralelas para
10
su evaluación. La gran aportación de Spearman no sólo fue
metodológica, sino que además fue el autor de la primera gran teoría de la
inteligencia, denominada teoría de los dos factores (un factor general y
unos factores específicos). Según dicha teoría, la capacidad
representada en el factor general (factor g) está relacionada con todas
las tareas intelectuales, mientras que las capacidades representadas en
los factores específicos se relacionan con tareas sencillas. Para explicar
la naturaleza del factor g Spearman propuso dos teorías. En la primera,
se decía que el factor g estaba relacionado con el nivel de energía
cerebral que las personas pueden utilizar para resolver problemas
intelectuales; la segunda considera que las diferencias en el factor g
pueden explicarse según las diferencias individuales en la capacidad de
las personas para utilizar tres principios cualitativos de cognición:
aprehensión de la experiencia, deducción de relaciones y deducción de
correlaciones (Sternberg, 1986; Marrero y cols., 1989). En la década de
los años treinta este esquema bifactorial será sustituido por un modelo
multifactorial representado por Thurstone.
Por último, Freud (1856-1939) plantea un enfoque diagnóstico basado
en las técnicas de asociación y en la utilización del simbolismo. En 1909
sus conferencias en la Clark University of New York propiciarán la
difusión del psicoanálisis en Estados Unidos (Ávila, 1992b), dando lugar
al diagnóstico dinámico que se desarrollará a partir de la década de los
años treinta con el uso de las técnicas proyectivas.
LA REPERCUSIÓN DE LA PRIMERA Y DE LA SEGUNDA
GUERRA MUNDIAL
Existe un cierto acuerdo entre los diferentes autores en considerar las dos
contiendas mundiales como hechos determinantes en la evolución de la
evaluación psicológica, enmarcándose entre esos dos momentos
históricos lo que Silva (1982) denomina la "época clásica" del
diagnóstico psicológico; así, según este autor, tanto la línea psicométrica
como la proyectiva y la clínica de la actual evaluación psicológica viven
aún de los grandes hitos de esta época: los grandes tests de
inteligencia, los primeros cuestionarios de intereses y los primeros tests
proyectivos. Durante las dos primeras décadas del siglo xx, la evaluación
psicológica se vio enriquecida por un gran número de investigaciones,
artículos y manuales sobre el tema, como puede verse de forma
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
detallada en McReynolds (1986). El desarrollo alcanzado por la
evaluación psicológica hasta entonces es interpretado por Silva (1982)
en función de tres aspectos importantes:
a. La construcción y perfeccionamiento de las pruebas
de Binet-Simon y las posteriores aportaciones de Goddard
(traductor de las escalas de Binet-Simon al inglés en 1910),
Stern (introductor del concepto cociente mental) y Terman
(autor de la versión de la escala Stanford-Binet de 1916 e
introductor del concepto cociente intelectual).
b. La
importancia
que
adquiere
la
educación
(fundamentalmente a raíz de la entrada en vigor de las leyes
que regulan la educación obligatoria en varios países) lleva
consigo un interés creciente de la evaluación psicológica en el
ámbito educativo.
c. La gran aportación metodológica de Pearson y
Spearman que sientan los fundamentos de una teoría
psicométrica, vigente aún en la actualidad. Por otra parte, la
teoría de la inteligencia propuesta por Spearman generó
diversas líneas de investigación acerca de la naturaleza de la
inteligencia y de los instrumentos para evaluarla.
Con el comienzo de la primera guerra mundial, la industria generada en
torno a la guerra afecta también a la psicología, y más concretamente a
la evaluación psicológica. Así, la American Psychological Association
(APA) nombró un comité que se encargaría de estudiar la posible
ayuda que podría ofertar la psicología. Era quizás una buena
oportunidad para demostrar a la sociedad que la psicología podía
tener una importante vertiente aplicada. El comité estaba dirigido por
Robert Yerkes y contaba con miembros tan relevantes como Terman,
Woodworth y Otis, entre otros. Pronto se vio la necesidad de
seleccionar a más de un millón de soldados, para lo cual era
imprescindible disponer de pruebas colectivas que permitiesen clasificar
a los soldados según su nivel intelectual y sus aptitudes para
desempeñar uno u otro tipo de servicio. Dado que la mayoría de los
tests existentes era de aplicación individual, fue necesario recurrir a
todo tipo de tests que se pudiesen aplicar de forma colectiva. Arthur
Otis puso a disposición del Ejército una serie de tests que estaba elaborando, pero que aún no había llegado a publicar. En cierto modo
11
podría decirse que la situación era similar a la que se le había
planteado unos años antes a Binet, aunque había dos diferencias muy
claras: el equipo de Yerkes tenía que seleccionar sujetos adultos de una
población general (piénsese que la mayoría de las pruebas estaba
elaborada para niños y estudiantes universitarios) y además la
selección debería hacerse "contra reloj". Se necesitaban pruebas de
dificultad progresiva, con respuestas cortas, corrección rápida y
objetiva, con diferentes formas (para evitar el aprendizaje) y de
aplicación colectiva. Las pruebas construidas para evaluar el nivel
intelectual fueron conocidas como el Army alpha test y el Army beta
test. La primera se aplicaba a la población general (instruida) y
constaba de las siguientes subpruebas: cumplir órdenes, problemas
aritméticos, sinónimos y antónimos, juicios prácticos, analogías,
información y gramática. Cada subprueba tenía una dificultad creciente
y debía responderse en un tiempo limitado. La segunda prueba estaba
pensada para personas analfabetas o personas que no hablaban
inglés; por tanto, en ésta no se incluían contenidos verbales, sino que
constaba de laberintos, series, cubos, puzzles, construcciones
geométricas, cifras, símbolos y números. Por supuesto, el tiempo para
responder también era limitado. Para evaluar la sintomatología
neurótica se utilizó el Woodworth personal data sheet, un inventario de
personalidad elaborado por Woodworth y que llegó a aplicarse a más
de un millón y medio de personas.
La influencia de todo este proceso ha tenido gran importancia en el
desarrollo de la evaluación psicológica en diversos aspectos, que
intentaremos sintetizar en los siguientes puntos:
a. El primero, y quizás el más importante, ha sido
considerar la figura del psicólogo como un profesional
cualificado que puede resolver problemas de la vida real.
b. El perfeccionamiento de la metodología de la
construcción de tests y la formación de un gran banco de datos
(más de un millón y medio de sujetos) de la población general.
c. El tipo de evaluación realizada en el ejército se adaptó
a campos como el industrial (selección y evaluación de
personal) y el clínico.
d. La consolidación de la aplicación de tests con la
consiguiente connotación del "psicólogo pasador de tests".
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
La evaluación psicológica del período entre las dos guerras mundiales
es caracterizada por Silva (1982) como de «creciente expansión» y
«creciente disociación». La «creciente expansión» se refiere a la
universalización de la evaluación psicológica y su generalización a otros
ámbitos (distintos del militar) y la especialización de la evaluación en
áreas tan diversas como inteligencia, aptitudes, motricidad, intereses,
conducta social, personalidad, etc. La «creciente disociación» hace
referencia a que, por un lado, se produce un espectacular crecimiento
del modelo psicométrico y, por otro, surge también con gran fuerza una
evaluación clínica, principalmente de tipo proyectivo, y que no acepta
los avances técnicos y metodológicos del modelo psicométrico. Esta
evaluación de corte clínico no surge al azar después de la primera guerra mundial. Por un lado, los instrumentos de evaluación clínica no
tenían ninguna utilidad en las tareas de selección y colocación
requeridas por el ejército estadounidense, pero sí se convierten en
necesarios después de la guerra para la reinserción de sujetos a la
sociedad. La difusión de las técnicas proyectivas tiene su inicio en la
publicación por parte de Rorschach en 1921 de Psychodiagnostik,
aunque no conviene olvidar que Jung ya había presentado en 1904 la
prueba de asociación libre de palabras.
Los antecedentes del test de Rorschach pueden remontarse a la antigua
idea griega de que la interacción de una persona con una entidad
ambigua facilita información para el conocimiento de la primera. Según
Álvarez (1972), en sus versiones más primigenias, el test de Rorschach
es tan antiguo como el hombre de Cro-Magnon, cuando interpretaba
las "manchas" de aquellos refugios rupestres. En el Renacimiento,
Leonardo da Vinci aconsejaba a sus discípulos que ejercitaran su
imaginación contemplando los desconchones o las figuras que la
humedad dibujaba en las paredes. También puede relacionarse con una
costumbre arraigada en algunas regiones de Alemania que consistía en
tirar una gota de plomo fundido en un recipiente de agua fría e
interpretar la forma resultante al solidificarse. Según la tradición, cuando
la interpretación se realizaba en la noche de San Silvestre podía
averiguarse el futuro de la persona que arrojaba el plomo fundido. Pero
sin duda, el antecedente más claro es la técnica denominada klebsografía
(desarrollada por Klebs) que consiste en echar unas gotas de tinta
sobre un papel que posteriormente se dobla por la mitad,
interpretándose las manchas resultantes. A finales del siglo XIX, Binet
12
comienza a utilizar las manchas de tinta para estudiar la capacidad de
imaginación visual. Algunos años después, Herman Rorschach utiliza
esta técnica para el diagnóstico de la personalidad y de los trastornos
psíquicos. De la totalidad de láminas utilizadas selecciona diez con el
fin de publicar su método, lo cual no consiguió hasta dos años
después, gracias a la mediación de Morgenthaler, que además sugirió
a Rorschach que cambiase su título original, «Método y resultados de
un experimento diagnóstico basado en la percepción e interpretación
de formas causales» por el de «Psicodiagnóstico». En un principio, el
libro tuvo muy poca aceptación. Las críticas fueron pocas y en general
desfavorables, lo cual le produjo una decepción considerable.
Rorschach murió sin saber la popularidad que llegaría a tener la
técnica que había creado (Serrate, 1980). En los años siguientes la
evaluación dinámica irrumpe con fuerza, fundamentalmente en la
psicología de la personalidad, y la técnica de Rorschach se convierte
en una de las pruebas más conocidas y utilizadas (Goldstein y Hersen,
1990b). Una encuesta realizada por Lubin, Larsen y Matarazzo (1984)
entre psicólogos clínicos estadounidenses sitúa al Rorschach en el
cuarto lugar entre los tests más usados, detrás del Wechsler adults
inteligente scale (WAIS), Minnesota multiphasic personality inventory
(MMP1) y el Test gestáltico de Bender. Pocos años después, Murray
publica en 1935 el Test de apercepción temática (TAT) como una
alternativa a la técnica de Rorschach por su subjetivismo y falta de
fiabilidad y validez. Otra fecha relevante es la de 1939 cuando Frank
propone el término "método proyectivo" para aludir a estas pruebas,
caracterizándolas por un material con una estructura mínima y en las
que el sujeto "estructura" el material proyectando en esta
estructuración su modo personal de ordenar la realidad.
De forma paralela a este desarrollo de técnicas proyectivas se siguen
produciendo avances en el área psicométrica manifestados por un
refinamiento de las técnicas factoriales. Así, Thurstone publica en 1935
Vectors of the mind y en 1938 Primary mental abilities, en donde la
inteligencia adquiere una naturaleza multivariable (Rogers, 1995). En
1939 se publica la Wechsler-Bellevue intelligence scale, la primera escala
de Wechsler para adultos, con algunas diferencias con respecto a la
Stanford-Binet: cada subtest incluía ítems para cada grupo de edad,
hacía menos énfasis en la velocidad de respuesta y contenía bastantes
componentes no verbales (Rogers, 1995). Otras publicaciones
relevantes de esta época son el Inventario de intereses vocacionales de
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Strong en 1927 y el Test gestáltico de Bender en 1938. La coexistencia de
estos dos polos (clínico-proyectivo e intelectual-psicométrico),
aparentemente opuestos, ha conducido, tal como plantea Pelechano
(1988), a una cierta hibridación; así, la evaluación picométrica intenta ir
más allá de una simple puntuación y, al mismo tiempo, hay un intento
de objetivización y cuantificación de las técnicas proyectivas. Sin
embargo, a pesar de los esfuerzos realizados para aumentar la fiabilidad
de las técnicas proyectivas [véase, por ejemplo, Exner (1990)], las
críticas que recibieron fueron contundentes. Ante esta situación, Silva
(1982, 1985) plantea tres posibles opciones: seguir utilizando estas
técnicas basándose en una aproximación proyectivodinámica, haciendo
caso omiso de las críticas científicas; prescindir de ellas; o mantenerlas,
sustituyendo las interpretaciones psicodinámicas por otras propias de
enfoques interpretativos diferentes. A pesar de que la opción más
adecuada es la última (Martorell, 1988), las más frecuentemente
seleccionadas son las primeras.
En la década de los años treinta comienza una época de discusiones
teóricas en la psicología soviética —entiéndase el término como
genérico, y no como la psicología de una determinada escuela. En 1930
comienza la "discusión reactológica"; la reactología había sido propuesta
pocos años antes por Kornilov y en ella se trataba de integrar la
reflexología de Béjteriev y la psicología de la conciencia. Posteriormente,
en 1932, se amplía la discusión a la teoría del desarrollo cultural de las
funciones psíquicas superiores (desarrollada por Vigotski). Las
discusiones sobre la reflexología, la reactología y la teoría del desarrollo
cultural llevan a una intervención del gobierno. En palabras de
Rubinstein (1981, p. 103) «sólo la resolución del Comité Central del PC
de la U.S. del 4 de julio de 1936 desenmascaró algunas teorías
sumamente perjudiciales y reaccionarias, las cuales inhibían con sus
falsas frases seudomarxistas el desarrollo de la psicología,
disgregándola por medio de conceptos acientíficos. Dicha resolución
eliminó al mismo tiempo varios impedimentos externos de organización
en el trabajo de la investigación psicológica de la URSS». En esta
resolución se prohibía la construcción y utilización de los tests en la
Unión Soviética (tal como estaba constituida hasta 1991). A partir de
dicha resolución la evaluación psicológica en la Unión Soviética se
centra en la elaboración de procedimientos experimentales de
evaluación de procesos básicos (memoria, percepción, atención...) y
complejos (pensamiento, comprensión, abstracción...). La producción,
13
tanto teórica como experimental, se incrementa de forma considerable.
Se crean varios centros de investigación y/o docencia en psicología: el
Instituto Estatal de Psicología de Moscú, la Cátedra de Psicología del
Instituto Pedagógico Estatal (Leningrado), un Departamento de
Psicología en el Instituto Béjteriev de Investigación Cerebral, y otros en
Georgia y Ucrania. Fruto de ello, cabe resaltar los trabajos de Blonskii
(sobre la memoria), Teplov (sobre las facultades o aptitudes), Kravkov
(sobre psicofisiología), etc. Por otra parte, se potenció la evaluación
neuropsicológica, como quedó patente en los numerosos y excelentes
trabajos de Luria.
Tal como había sucedido con la primera guerra mundial, la segunda
guerra mundial también tiene como consecuencia un gran incremento en
la construcción y aplicación de tests. Para la selección del personal
militar, en Estados Unidos se desarrolló el Army general classification test
(que incluía subpruebas de lectura, vocabulario, razonamiento
aritmético, cálculo aritmético y relaciones espaciales), una prueba de
aplicación colectiva —por razones obvias— y que fue aplicada a más de
nueve millones de personas durante la guerra. Además, se elaboraron
otras pruebas más específicas para la selección de oficiales y de
cuerpos técnicos del Ejército. Mientras tanto, el ejército británico había
optado por la utilización de pruebas de inteligencia general (que
evaluaban el factor g) con contenidos no verbales. Dos de las pruebas que
se emplearon están vigentes en la actualidad: las Matrices progresivas de
Raven y el Test de los dominós de Anstey. En definitiva, podría decirse
que la segunda guerra mundial supuso la aplicación de tests más
numerosa que se ha hecho hasta la actualidad. Se estima que en 1944,
en los países aliados, se pasaron unos sesenta millones de tests a unos
veinte millones de personas (Pelechano, 1988).
Al comienzo de los años cuarenta, Hathaway y Mckinley presentaron el
Minnesota multiphasic personality inventory (MMPI), construido
según el modelo psicométrico, y que constituye una de las mayores
aportaciones en el ámbito de la evaluación de la personalidad y de la
evaluación clínica (Goldstein y Hersen, 1990b). El auge que tuvo esta
prueba fue enorme, y todavía en la actualidad continúa siendo uno de
los instrumentos más utilizados en la práctica clínica (Lubin y cols., 1984;
Keller, Butcher y Slutske, 1990). Para elaborar las escalas que se
incluyen en el MMPI se seleccionaron aquellos ítems que maximizaban
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
las diferencias entre los sujetos con clara sintomatología psicopatológica
y sujetos "normales".
A modo de resumen, se puede apuntar que esta etapa coincidente con las
guerras mundiales supone un desarrollo de la evaluación de la
personalidad, al mismo tiempo que se sigue desarrollando la evaluación
de la inteligencia a través de escalas individuales como las de Terman y
las de Wechsler y el refinamiento de la evaluación colectiva gracias a las
técnicas factoriales. En este período surge también, tal como se
comentó, la polémica entre la evaluación proyectíva y la psícométrica
que llevará a incongruencias, que se siguen manteniendo todavía en la
actualidad, tales como el empleo simultáneo del MMPI, el Rorschach y
las escalas de Wechsler.
Período de crisis de la evaluación psicológica
Al finalizar la segunda guerra mundial, en Europa comienza un período
de reconstrucción a todos los niveles, pero con una preferencia en los
sectores económico y laboral. En este contexto, la psicología queda
relegada a un segundo plano en espera de una mejor situación
económica, produciéndose así un incremento en la emigración —que
había comenzado antes de la guerra— de importantes psicólogos
europeos a Estados Unidos (Titchener, Münsterberg, Levin...). Sin duda,
ésta fue una causa adicional que contribuyó a un mayor desarrollo de la
psicología en Estados Unidos a partir de la posguerra. Estados Unidos al
final de la guerra se encuentra con el problema de la integración de los
soldados a la vida civil. La "desarrollada" evaluación psicológica
especializada en selección de grandes masas ya no tenía tanta utilidad.
Ahora era necesaria una psicología orientada a la evaluación individual y
a la rehabilitación. Por otra parte, la polémica, en un principio
académica, sobre genetistas y ambientalistas pasa a ser un tema de
debate social. A esto se unía una crítica, cada vez mayor, hacia el uso
indiscriminado de todo tipo de tests, tal como ilustra Cronbach (1972, p.
36):
un psicólogo que hubiese inventado un test se limitaba a imprimir
copias para su uso general y a través, generalmente, de una
empresa que vendía aparatos a los laboratorios de psicología.
Cuando la demanda de tests creció después de la primera
guerra mundial, algunas firmas se especializaron en la
14
publicación de tests, incluyendo las especializadas en tests
escolares... Cada institución, universidad, empresa, o cualquier
otra, planificaba y financiaba su propio programa. Cada cual
adaptaba un test según su propia elección. Y en este sentido,
reinaba una absoluta libertad.
La utilización de tests llega a ser tan frecuente que el propio Cronbach
se sorprende de que, sólo treinta meses después de haberse aplicado el
primer test colectivo para población escolar, éste se había administrado a
más de cuatro millones de niños en Estados Unidos. Por su parte,
Holtzman (1971) estima que en los colegios estadounidenses se aplican
anualmente más de 250 millones de tests.
La psicología soviética durante estos años no sólo se había consolidado,
sino que además había afinado sus críticas hacia los tests. Algunas de
estas críticas se resumen en los siguientes puntos (Rubinstein, 1981):
a. Si dos personas resuelven o no un mismo test, el significado
psicológico de este hecho no es único, puesto que un mismo resultado
puede ser motivado por procesos psíquicos diferentes. Por tanto, el que
un test haya sido resuelto o no, no determina la naturaleza interna del
acto psíquico correspondiente.
b. Según el método de los tests, la evaluación de la personalidad se
deriva tan sólo de la evaluación estadística de los datos externos que se
han obtenido por el individuo en respuesta a determinadas cuestiones.
Por tanto, este método sólo se basa en un enfoque mecánico, que parte
de la conducta y se orienta hacia la personalidad. Se intenta establecer la
evaluación de la personalidad que se va desarrollando sólo con una
prueba, sin tener en cuenta el desarrollo del individuo y la influencia de
la educación.
c. El error se acentúa si se quiere establecer un pronóstico,
partiendo para ello del supuesto de que el nivel que se ha calculado por
medio de dicho test en un determinado grado de desarrollo caracterizará
también en el futuro a la persona evaluada. Según esto, se admite una
trascendente predeterminación de toda ulterior evolución de un ser
humano bajo las condiciones que se han dado y, consciente o
inconscientemente, se niega la posibilidad de transformación del hombre:
del adulto por la interacción social y del niño por medio de la educación.
d. Cuando a dos personas de distinto desarrollo y en condiciones
diferentes se les formula el mismo test estándar y, según sus respectivas
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
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soluciones, quieren obtenerse conclusiones sobre su inteligencia, se
comete evidentemente un error, pues no se tiene en cuenta que los
resultados dependen de las condiciones de evolución o desarrollo. Dos
estudiantes o dos trabajadores pueden resolver los tests de diferente
manera, porque uno de los estudiantes está menos preparado y uno de
los trabajadores menos versado que los otros. Pero por medio de la
enseñanza los unos pueden superar a los otros.
e. El hecho de que determinados tests puedan ser resueltos por el
75% de los niños de un intervalo de edad y de un determinado ambiente
escolar no es razón para considerarlo como criterio mediante el cual se
pueda establecer la inteligencia o el desarrollo intelectual de los niños
que fueron educados en condiciones muy distintas. Postular tal
conclusión equivaldría a no considerar que los resultados del test
dependen de las condiciones de evolución del ser humano concreto.
f Otro inconveniente es el hecho de que se emplean escalas
estandarizadas y se intenta clasificar a los individuos por medio de
pruebas en las cuales no se tienen en cuenta las diferencias individuales.
g. También debe resaltarse el contenido casuista y a menudo
provocador de estas pruebas, las cuales, por lo general, no consideran la
preparación específica del sujeto en la evaluación. Al formular problemas
que no están ligados con la enseñanza se cree, equivocadamente, poder
obtener conclusiones sobre la capacidad de aprendizaje del sujeto.
Todos estos factores contribuyeron a una crisis que Maloney y Ward
(1976) describieron como un período de exacerbado pragmatismo
empirista y con tendencia a las fórmulas y recetarios de evaluación a
modo de "libros de cocina". Al igual que Cronbach (1972), estos
autores también hablan del abuso y uso indiscriminado que se ha hecho
de los tests, así como de su mala interpretación y/o desconocimiento del
significado de los mismos. Silva (1982) describe esta situación como
una «crisis externa», de cara a la sociedad, pero, además, este autor
habla de una «crisis interna», centrada en las garantías científicas y
aspectos psicométricos. La eficacia predictiva de los instrumentos
psicométricos queda en entredicho en una revisión de Ghiselli en 1955;
por su parte, Edwards en 1957 habla de la influencia de la deseabilidad
social en los cuestionarios de personalidad. Durante este período las
críticas iban dirigidas tanto a las pruebas psicométricas como a las
técnicas proyectivas y al diagnóstico psiquiátrico. Así, los tests de
inteligencia eran acusados de tener escasa utilidad de cara a la
intervención psicológica, algunas de las escalas del MMPI como las
15
de depresión y esquizofrenia estaban contaminadas por otras categorías
diagnósticas, etc. Tanto el Rorschach como el TAT fueron objeto de
múltiples estudios con el fin de analizar su objetividad y los diferentes
tipos de fiabilidad y validez, los cuales en general mostraron resultados
negativos. Por su parte, el diagnóstico psiquiátrico fue fuertemente
criticado por la falta de fiabilidad y validez, y por sustentarse en el modelo médico de enfermedad, considerando la conducta anormal como
un síntoma de enfermedad y etiquetando a la persona según un sistema
nosológíco. Las críticas llegaron incluso a la efectividad de la
psicoterapia, surgiendo así una nueva área de la evaluación
psicológica, la evaluación de las intervenciones. Un buen ejemplo de
ello es la publicación en 1952 de The effects of psychoterapy: An
evaluation por parte de Eysenck.
Sin embargo, toda crisis tiene sus aspectos innovadores y positivos; así,
en este contexto aparecen numerosas publicaciones, consideradas
clásicas actualmente, referentes a aspectos psicométricos. En 1950
Gulliksen publica The theory of mental test con el fin de sistematizar los
procedimientos de validación de los tests; en 1955 aparece el trabajo
de Cronbach y Meehl Construct validity in psychological tests; y en 1958
se publica la primera edición de Psychological testing de Anastasi. El
esfuerzo por un acercamiento más individualizado a la evaluación
psicológica hace que surjan durante la década de los años cincuenta
diferentes pruebas vigentes todavía en la actualidad: la Prueba de
clasificación Q de Stephenson, el Diferencial semántico de Osgood y las
Técnicas de rejilla de Kelly (Silva, 1982). Asimismo, esta década va a
suponer también el desarrollo de la evaluación factorial de la
personalidad. En Gran Bretaña, Eysenck comienza a elaborar y
desarrollar sus cuestionarios de factores básicos de personalidad;
mientras, en Estados Unidos, Cattell publica su cuestionario de dieciséis
factores. Otro hito importante en esta época es la publicación por parte
de Meehl en 1954 del libro Clinical versus statistical prediction. A
theoretical analysis anda review of the evidence, en donde se critican
abiertamente las técnicas proyectivas, en especial su baja objetividad,
su poca fiabilidad test-retest y su baja validez predictiva,
presentándose como alternativa científica el MMPI; además, como
manifiesta Pelechano (1988), la falta de una teoría en la que
sustentarse lleva a identificar estas técnicas con las teorías
psicoanalíticas. Sin embargo, estas críticas no influyeron en absoluto en
su empleo; así, Sundberg (1961) comunica que entre los tests más
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
utilizados por psicólogos clínicos en el año 1959 se encontraba en primer
lugar el Rorschach y en segundo el TAT. Holtzman relata su experiencia
cuando fue contratado por las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, con la
finalidad de comprobar la eficacia del test de Rorschach en la selección
de pilotos:
…no se trataba exactamente de la puesta a prueba de la
utilidad del Rorschach en la evaluación clínica de los
pacientes, o cualquiera que sufra un trastorno emocional o
mental. Era más bien un intento por comprobar algo que
muchos de los defensores del Rorschach proclamaban, en
aquel tiempo, que era capaz de hacer. Durante e
inmediatamente después de la segunda guerra mundial
algunos de los pioneros del Rorschach, como Klopfer entre
otros, dijeron que podían utilizar el test para predecir el éxito
en las Fuerzas Aéreas. Y así se utilizaba, por ejemplo, para
decidir entre dos candidatos a piloto de guerra [...]. El
experimento era la adecuada puesta a prueba de esas
particulares exageraciones. El Rorschach había sido
propuesto para la selección de pilotos; para comprobar su
eficacia fui contratado por las Fuerzas Aéreas a tiempo
completo. En el estudio colaboraron 20 clínicos, expertos en
Rorschach, muy conocidos, repartidos por todo Estados
Unidos. Se les proporcionaron protocolos seleccionados al
azar, pidiéndoles que diferenciaran los candidatos que habían
tenido éxito de aquellos que no. No fueron capaces de
hacerlo. Este estudio tuvo una gran importancia en su
momento porque supuso la caída del Rorschach en los
círculos académicos [...]. Lo que me resultó más sorprendente
es que ninguno de los clínicos, a pesar de sus declaraciones,
fuera capaz de superar el mero azar [...] y eso es muy pobre
[Holtzman, 1989, pp. 108-109].
Es importante resaltar que Holtzman fue uno de los primeros en realizar
estudios sobre la fiabilidad y validez del Rorschach y que cuando le
contrataron para evaluar la eficacia de este test se encontraba en pleno
auge la polémica iniciada por Meehl sobre predicción estadística frente a
predicción clínica, siendo Holtzman, en aquel momento, un defensor de
esta última. En 1988, la Society of Personality Assessment le concedió el
16
galardón Distinguished Contribution Award por
contribuciones a la evaluación de la personalidad.
sus
importantes
En un esfuerzo por mejorar la calidad de los instrumentos de evaluación
psicológica, la APA crea un comité dirigido por Cronbach encargado de
elaborar el informe Technical recommendations for psychological tests
and diagnostic aids 2 de 1954 en donde se plantea la necesidad de que
los tests vayan acompañados de un manual con información acerca de
la interpretación de los resultados, validez, fiabilidad, administración, etc.
(Rogers, 1995).
Sin embargo, todos estos esfuerzos son estériles y la crisis externa de la
evaluación psicológica alcanza su punto culminante en el movimiento
antitests que tuvo lugar en Estados Unidos en la década de los años
cincuenta y, sobre todo, los sesenta. La polémica fue iniciada entre
defensores de posturas genéticas y ambientalistas, utilizando ambos los
resultados de los tests de inteligencia para defender sus posiciones. La
realidad era que, a pesar de que los primeros psicómetras utilizaron los
tests con la intención de que todas las personas tuviesen igualdad de
oportunidades en función únicamente de su capacidad, estos
procedimientos de evaluación terminaron favoreciendo a las clases
dominantes y privilegiadas. Pronto esta discusión pasó de los círculos
científicos a la vida ciudadana. Así, se producen hechos tan notables
como la quema de protocolos en una escuela de Texas en 1959, la
prohibición del uso de pruebas psicológicas en el estado de California y
en las escuelas de Nueva York. Los tests de personalidad fueron blanco
también de fuertes críticas; se manifiesta un descontento por la
utilización de estos tests en la industria, e incluso se habla de invasión
de la privacidad (Rogers, 1995). En opinión de Blanco (1986b), esta
revuelta antitests fue fruto de cuatro factores diferentes: las limitaciones
reales tanto técnicas (déficit conceptuales, metodológicos e
instrumentales) como humanas (lagunas de conocimiento, fallos o
errores), los abusos cometidos en una administración indiscriminada e
inadecuada de pruebas, las reacciones defensivas de la sociedad ante
unos instrumentos que pueden potencialmente violar su intimidad y, en
último lugar, las críticas derivadas de una presentación inadecuada de
los resultados del proceso diagnóstico; es decir, no es la técnica en sí
misma, sino su inadecuado uso lo que puede acarrear riesgos.
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
17
LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
Los inicios de la psicología conductual podrían situarse en las primeras
aplicaciones de los principios del aprendizaje al estudio de la conducta,
lo cual se remonta a los trabajos de Béchterev a finales del siglo XIX,
primero en la ciudad de Kazán (donde fundó el primer laboratorio de
psicología en Rusia) y luego en San Petersburgo donde crea otro
laboratorio y desarrolla diversos equipos para registrar la sensibilidad
cutánea, el dolor, la cinestesia, etc. Fue el fundador de la reflexología
colectiva y del principio del estudio comparativo, el cual permitía
evaluar la influencia de la relación entre sujetos sobre la respuesta de
un sujeto, lo que constituye el primer intento serio y experimental del
estudio del comportamiento humano (Lómov, 1985). Desde la
perspectiva de la psicología soviética, Béjteriev es considerado como el
creador de la orientación de la psicología de la conducta, no sólo en la
psicología soviética, sino en toda la psicología (Rubinstein, 1981). Esta
visión es compartida por Kazdin (1991) al plantear que los
antecedentes de la evaluación y la modificación de conducta se
encuentran en los trabajos de Béjteriev, Watson, Rayner, Jones, etc.
Sin embargo, hay que matizar que en lo referente a la evaluación, tal
como ha puesto de manifiesto McReynolds (1986), Watson no ve como
incompatibles el modelo psicométrico y su punto de vista conductual.
Ello se demuestra en una carta (fechada el 22 de mayo de 1917) que
escribe Watson a Goddar (introductor de los tests de Binet en Estados
Unidos) solicitándole una lista de tests psicológicos, con vistas a
preparar un curso de psicología que tenía que impartir a estudiantes de
medicina especializados en psiquiatría. Poco después dedica su libro
Psychology from the standpoint of a behaviorist (1919) a Cattell y a
Meyer, donde además incluye cinco páginas sobre tests. Además, en
otro libro publicado en 1928 (Psychological care of infant and child)
describe varios tests. El origen de la evaluación conductual puede
situarse, por un lado, en la aplicación de los principios del aprendizaje
a la modificación del comportamiento humano anormal y, por otro, en el
intento de suplir los déficit de la evaluación psicológica de la época al
hacer frente a la conducta anormal (Fernández-Ballesteros, 1994).
Así, en investigaciones clásicas, como la de Watson y Rayner con el
pequeño Albert en la década de los años veinte o la de los Mowrer con
sujetos enuréticos en la de los treinta, se realizan evaluaciones de la
conducta.
Sin embargo, será a mediados del siglo XX cuando se produce un hito
histórico en el desarrollo de la psicología y que posteriormente afectará a
la evaluación psicológica. Tres autores sientan las bases de la
modificación de conducta: Skinner (Estados Unidos) publica en 1953
Ciencia y conducta humana (que daría lugar a la modificación de conducta
basada en el modelo operante), Wolpe (Sudáfrica) publica en 1958
Psicoterapia por inhibición recíproca (con base en el condicionamiento
clásico y donde ya se describen técnicas como la desensibilización
sistemática y el entrenamiento asertivo) y Eysenck (Gran Bretaña)
publica en 1960 Terapia de conducta y neurosis, donde se describe la
neurosis como una conducta inadaptada cuya adquisición y eliminación
pueden explicarse en términos del condicionamiento clásico (véase
Franks, 1991). Así, en estos textos se encuentran ya esbozos de la
evaluación conductual; por ejemplo, Wolpe da una gran importancia a la
entrevista como instrumento para determinar los estímulos que evocan las
reacciones de temor. Skinner, por su parte, formula un concepto
fundamental dentro de la evaluación conductual: el análisis funcional, el
cual enfatiza la conducta manifiesta y los eventos ambientales que la
controlan. Skinner radicalizó la perspectiva de Watson, comenzando a
desarrollar estudios experimentales sobre la conducta operante para lo
cual propone el análisis experimental de la conducta (búsqueda de las
relaciones funcionales que prevalecen entre aspectos medibles de la
conducta y las diferentes circunstancias y hechos de la vida de un
organismo), que se convertirá en el punto de partida de la evaluación
conductual. Además del trabajo experimental, Skinner resaltó las repercusiones que tendría sobre la clínica. En los años siguientes se produce
un gran desarrollo, tanto a nivel conceptual como instrumental,
consolidándose así la psicología conductual que se convierte en el
movimiento más importante dentro de la psicología clínica en las últimas
décadas.
En definitiva, la evaluación conductual surge como una necesidad ante
la aplicación de los principios del aprendizaje al tratamiento de la
conducta anormal e incluso ante la inutilidad que se empezaba a
manifestar desde algunos círculos de los tests psicométricos, proyectivos
y de los sistemas clasificatorios vigentes (Fernández-Ballesteros, 1994).
De esta misma opinión son Hersen y Bellack (1976), quienes consideran
que la evaluación conductual surge como respuesta a una serie de
factores tales como los problemas de fiabilidad y validez que presentan
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
los diagnósticos psiquiátricos a través del DSM-I y el DSM-II, la relación
indirecta entre la evaluación realizada por medio de tests tradicionales
(como por ejemplo, los proyectivos) y la planificación y puesta en
práctica del tratamiento, la gran aceptación de la terapia de conducta
entre los psicólogos clínicos y el desarrollo de la evaluación en general,
haciendo posible registros de conducta más precisos. Nelson (1983)
otorga la "paternidad" de la evaluación conductual a la percepción de la
debilidad de las técnicas de evaluación tradicional y a las innovaciones
en la evaluación de los primeros terapeutas de conducta. Este nuevo
modelo de evaluación se caracterizará por los siguientes principios:
énfasis en aspectos observables; la conducta es fruto del aprendizaje,
dependiendo de una serie de hechos controlables; la evaluación y el
tratamiento están estrechamente interrelacionados, implicando todo ello
una evaluación de carácter idiográfico (Matud, 1993).
Dentro de este nuevo enfoque, Kanfer y Saslow (1965) publican el
artículo «Behavioral analysis», dando lugar al nacimiento "oficial" de la
evaluación conductual, aunque según Goldfried y Linehan (1977) la idea
(no el término) aparece por primera vez en un texto de Johnson en el
año 1946, donde se trata sobre el tipo de evaluación que debe hacer el
psiquiatra, diciendo que éste debe obtener información acerca de lo que
hace y en qué situaciones lo hace. La aportación de este trabajo es la
admisión de variables subjetivas (eventos internos y variables
personales u organísmicas) dentro del análisis funcional propuesto por
Skinner, quedando abierta la posibilidad del empleo de autoinformes,
aunque con cierta cautela.
Poco después, Cautela (1968) y Goldfried y Pomeranz (1968) utilizan
por primera vez el término behavioral assessment; esta nueva forma de
evaluación aparece posteriormente con tres nombres: evaluación
conductual, análisis funcional de la conducta y análisis conductual, que
son considerados como sinónimos por la mayoría de los autores (Silva
y Martorell, 1991). Por otra parte, Goldstein y Hersen (1990b)
entienden que el desarrollo de la evaluación conductual está, en cierto
modo, relacionado con la innovación en los instrumentos de registro o
evaluación de la conducta, lo cual se puede comprobar en los primeros
números de las revistas Journal of Applied Behavior Analysis, Behaviour
Research and Therapy, Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry y Behavior Modification, donde aparece una gran cantidad de
artículos sobre nuevos métodos e instrumentos de registro conductual.
18
Un apoyo importante a esta incipiente evaluación conductual es la
publicación de Personality and assessment por parte de Mischel en 1968.
En esta obra se vierte una fuerte crítica sobre la evaluación psicológica
"tradicional", proponiéndose la evaluación conductual como alternativa
que hará énfasis sobre la especificidad, lo idiográfico, etc. El
situacionismo constituyó una dura crítica a la evaluación tradicional de
la personalidad (teoría de los rasgos y teoría psicodinámica). Su
crítica se centra en la validez, fiabilidad y en la falta de utilidad que
aportan los instrumentos de evaluación de la personalidad, resaltando
la inadecuación de los rasgos para predecir la conducta. La teoría de
los rasgos era criticada por el supuesto de que la personalidad se
encuentra constituida por predisposiciones estables y duraderas que
ejercen efectos generalizados sobre la conducta. De igual forma, critica
la teoría psicodinámica por su énfasis en las entidades internas y en la
estabilidad temporal y transituacional. Para explicar la conducta
humana, Mischel asume una concepción interaccionista en la que se
tienen en cuenta variables orgánicas, ambientales y de la propia
conducta. Sin embargo, su mayor aportación podría considerarse en el
giro que supone buscar la explicación de la variabilidad de la conducta,
en vez de tratar de hacerlo en función de la estabilidad y consistencia,
tal como se venía haciendo. Su obra ha servido para impulsar los
estudios de la evaluación de situaciones, contextos y ambientes.
Paralelamente, Peterson (1968) publicaba The clinical study of social
behavior, donde se planteaba que dentro del ámbito clínico era
necesario la construcción de situaciones que proporcionaran muestras
representativas de las conductas a predecir; además, este autor
recomienda la no utilización de los instrumentos de la evaluación
tradicional para inferir las características de la personalidad. Asimismo,
cabe destacar el trabajo de Lang (1968) sobre el triple sistema de
respuesta y el de Goldfried y Kent (1972) sobre las diferencias y
semejanzas entre la evaluación psicométrica y la evaluación
conductual.
Sin embargo, un hecho llamativo es el retraso en el desarrollo que tuvo
la evaluación conductual con respecto a la modificación de conducta.
Así, se comprueba que en las publicaciones de Eysenck y Rachman
(1965), Meyer y Chesser (1970) y Wolpe (1969) no se hacen
indicaciones acerca del análisis conductual. Sin embargo, ello no debe
ser entendido como una falta de interés por la evaluación en los nuevos
psicólogos conductuales, puesto que ya Staats y Staats (1963) se
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
planteaban la necesidad de incluir métodos conductuales de evaluación.
Dos años después, Ullmann y Krasner (1965) en la introducción de su
libro mantienen que hay un lugar para la evaluación psicológica en la
modificación de conducta, indicando que la evaluación está íntimamente
relacionada con el tratamiento. Se podrían plantear dos razones
explicativas del relativo retraso de la evaluación conductual con
respecto a la terapia de conducta. En primer lugar, no conviene olvidar
que el nuevo enfoque nace claramente orientado al tratamiento. Por
tanto, desde esta perspectiva, parece lógico que primero se desarrollen
las técnicas de intervención y a la zaga la evaluación; en otras palabras,
la evaluación conductual surge cuando las técnicas de intervención
conductual se ponen en práctica, donde se demuestra que la evaluación
tradicional no da una información adecuada sobre la conducta del
paciente, por lo que tiene sentido que su desarrollo sea posterior. En
segundo lugar, los primeros psicólogos conductuales se encontraron
con una evaluación psicológica muy desarrollada y consolidada, por lo
menos en lo que se refiere a la evaluación de corte psicométrico. Es
importante considerar que la consolidación de la terapia de conducta
coincide con la superación de la crisis que supuso la revuelta antitests.
Como consecuencia de la crisis, los procedimientos para la elaboración
de los tests se habían perfeccionado. Además, se produce una
centralización y unificación en la construcción y distribución de tests
motivada por algunas leyes que prescriben qué tipo de tests deben
utilizarse y fundamentalmente por el desarrollo de la "industria de los
tests". La edición de tests se había convertido en un negocio, como
afirma Cronbach (1972); ya no era suficiente con publicar un test que
elaboraba un profesor en sus ratos de ocio, sino que era necesario
contar con un equipo de profesionales cualificados y que contasen con
una red de colaboradores por todo el país. Además, debían
demostrarse sus ventajas y garantías científicas en congresos y disponer de unos buenos canales de distribución. Se había creado una
competitividad por conseguir el "test más eficaz". Todo ello sirvió, sin
duda, para seleccionar los tests que llegaban a aplicarse, con la
consiguiente mejora de la imagen, a lo que también contribuía una
tecnología más avanzada, tanto en los sistemas de corrección
automática, como en el tipo de presentación de resultados. Por tanto,
los psicólogos conductuales no sólo tenían que elaborar un nuevo
sistema de evaluación, sino que, además, había que demostrar que los
tests, un sistema tecnológicamente muy avanzado y con grandes
garantías científicas, no servían para los propósitos del enfoque
19
conductual. Evidentemente, esto suponía un período de reflexión antes
de comenzar a elaborar un nuevo sistema de evaluación. Recuérdese,
por ejemplo, que el propio Wolpe (uno de los pilares de la terapia de
conducta) en su libro de 1958 recomendaba la utilización de inventarios
de personalidad. Visto desde esta perspectiva, incluso nos atreveríamos
a decir que la evaluación conductual ha tenido un desarrollo
relativamente rápido, sobre todo si se tiene en cuenta que la
consolidación de la terapia de conducta se produce a partir de
mediados de la década de los años sesenta y que en la siguiente
década tiene lugar una gran expansión de la evaluación conductual.
A partir de la mitad de la década de los años setenta se produce la
consolidación de la evaluación conductual como consecuencia de la
multitud de publicaciones que sobre el tema van saliendo a la luz; entre
los manuales más destacados se podrían citar Behavioral assessment. A
practical handbook de Hersen y Bellack (1976), Behavior therapy
assessment: Diagnosis, design and evaluation de Mash y Terdal (1976),
Handbook of behavioral assessment de Ciminero, Calhoun y Adams
(1977), Behavioral assessment. New directions in clinical psychology de
Cone y Hawkins (1977), Behavior modification: Handbook of assessment,
intervention and evaluation de Gambrill (1977), Principies of behavioral
assessment de Haynes (1978), A practical guide to behavioral
assessment de Keefe, Kopel y Gordon (1978) y Behavioral assessment:
Recent advances in methods, concepts and aplications de Haynes y Wilson
(1979). A estos manuales, ya clásicos, hay que añadir la aparición en
1979 de las revistas BehavioralAssessment yJournalof Behavioral
Assessment 3. El número de publicaciones sobre este enfoque llegó a
ser tan elevado que el único análisis posible es el realizado a través de
estudios bibliométricos, como el de Prieto, Tortosa y Silva (1984),
quienes hacen un análisis cuantitativo de las publicaciones sobre
evaluación conductual entre los años 1971-1982 a través de la base de
datos Social sciences citation index, concluyendo que se ha producido
un incremento considerable en los artículos publicados a lo largo de
estos años, que estos artículos no aparecían exclusivamente en
revistas especializadas (por ejemplo, encontraron que la revista que
más trabajos publicó sobre esta temática fue Psychological Reports) y
que el autor más productivo en el área de la evaluación conductual fue
Alan E. Kazdin.
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
A esta fase de consolidación de la evaluación conductual producida
durante la década de los años setenta, a la cual Nelson (1983) califica
como "luna de miel", sucede un período de "desencanto", tal como es
calificado por Fernández-Ballesteros (1994), en el cual la evaluación
conductual entra en una crisis en la que todavía parece estar inmersa.
Por otra parte, durante todo este período de auge del modelo conductual, la evaluación de corte psicométrico continúa dando lugar a
publicaciones importantes entre las que destaca un manual de
evaluación psicológica por parte de Cronbach en 1972 en donde se
sistematiza la teoría de la generalizabilidad y la obra de Wiggins (1973)
Personality and prediction: Principies of personality assessment.
La situación de la evaluación psicológica desde la década de los años
ochenta hasta la actualidad será abordada en el siguiente apartado.
LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN LA ACTUALIDAD
En este apartado se describirá la situación de la evaluación psicológica
desde la década de los años ochenta hasta la actualidad. Para ello se
hará un breve repaso de los acontecimientos más importantes ocurridos
en los últimos años, así como algunas reflexiones sobre las cuestiones
de especial relevancia que caracterizan este período, como puede ser la
crisis que experimenta la evaluación conductual, la apertura de la
evaluación psicológica a otras áreas, la introducción de la informática en
la evaluación o la teoría de respuesta al ítem, entre otras.
La característica que puede definir la evaluación psicológica de los
últimos años tal vez sea, como comenta Matud (1993), la reelaboración y
ampliación de los modelos y procedimientos de evaluación,
manifestándose de una forma clara una postura más tolerante e
integradora entre las diferentes aproximaciones, incluso entre la
evaluación psicométrica y la evaluación conductual.
Crisis de la evaluación conductual
La década de los años ochenta se caracteriza por una serie de cambios
dentro de la evaluación conductual, y por un período de reflexión dentro
de la evaluación psicológica. Hayes y Follete (1993) y FernándezBallesteros (1994) señalan algunos hechos que constituyen un reflejo de
20
esta crisis; en primer lugar, dada la relevancia que tomó el DSM-III
(1980) y DSM-III-R (1987) los evaluadores conductuales empiezan a
familiarizarse y a utilizar etiquetas diagnósticas, por lo que se intenta una
aproximación entre evaluación conductual y diagnóstico psiquiátrico
(Haynes y O'Brien, 1988; Hersen, 1988); en segundo lugar, Kendall y
Hollon (1981) publican Assessment strategies for cognitive-behavioral
intervention que va a suponer una ruptura con la propia evaluación
conductual; y, por último, se produce un debilitamiento del análisis
funcional y una pérdida de vigencia de los planteamientos que oponen la
evaluación conductual a otros modelos de evaluación psicológica 4.
Como ejemplo clarificador de esta situación están las palabras de
Bellack y Hersen (1988, p. 613): «[...] Si empleamos entrevistas
estandarizadas con el propósito de alcanzar un diagnóstico con base en
el DSM-III, generamos escalas clínicas sobre la severidad de síntomas,
administramos inventarios de autoinforme y evaluamos estilos
cognitivos, podemos preguntarnos “¿es todavía conductual la evaluación
conductual?”.
Esta crisis de asunciones teóricas de la evaluación conductual se pone
de manifiesto en un análisis de los artículos publicados entre 1980 y
1987 en Behavioral Assessment y en el Journal of (Psychopathology and)
Behavioral Assessment realizado por Fernández-Ballesteros (1988)
[citado en Fernández-Ballesteros (1994)]. En BehavioralAssessment
únicamente un 15% de los trabajos trataba sobre temas conceptuales y
solamente un 0,40% hacía referencia al análisis funcional de la conducta;
en la segunda revista los datos tampoco son nada alentadores, con un
6,50% de artículos conceptuales y un 0,50% referido al análisis
funcional de la conducta. El mayor porcentaje de trabajos alude a
aspectos metodológicos. A partir de estos datos, Fernández-Ballesteros
(1994) concluye que los evaluadores conductuales no han dedicado
mucho tiempo a reflexionar sobre aspectos conceptuales. En otro
estudio realizado por Haynes y O'Brien (1990) en el que se analiza una
serie de revistas conductuales (Behavior Modification, Behaviour
Research and Therapy, Behavior Therapy y Journal of Applied Behavior
Analysis) se concluye que únicamente un 20% de las intervenciones
descritas estaba basado en el análisis funcional. En definitiva, parece
que el análisis funcional de la conducta no ha sido el elemento
fundamental de la evaluación conductual.
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
La crisis de la evaluación conductual afecta también a aspectos
metodológicos. Así, el empleo por parte de los evaluadores conductuales
de técnicas conductuales (por ejemplo, la observación) de una forma
exclusiva y el rechazo de los tests tradicionales no terminó nunca de
hacerse realidad. En el estudio de Fernández-Ballesteros (1988) [citado
en Fernández-Ballesteros (1994)] se informa que sólo un 14,20% de los
trabajos de Behavioral Assessment y un 10,30% de los del Journal of
(Psychopathology and) Behavioral Assessment en el período 1980-1987
están dedicados a la observación y un 18,40% y un 21%,
respectivamente, se centraban en técnicas psicométricas.
Según Matud (1993), esta desilusión metodológica se fundamenta en
tres pilares importantes: la imperfección de las técnicas actuales de
evaluación conductual, las cuales no muestran un acuerdo entre las
diferentes medidas de la misma conducta, la impracticabilidad de muchas
de ellas, habiendo sido utilizadas (excepto la entrevista) en menos de la
mitad de los casos tratados por terapeutas de conducta, y la ausencia
de avances en la tipificación de las técnicas, proliferando técnicas no
estandarizadas. Este último hecho ha originado una de las discusiones
más intensas de los últimos años entre quienes consideran necesaria la
incorporación de criterios psicométricos a la evaluación conductual y
quienes los rechazan. Así, por ejemplo, Nelson (1983) se opone a esta
incorporación argumentando por un lado dificultades prácticas, ya que
el número de técnicas necesario para cubrir los diferentes sistemas de
respuesta, los diferentes métodos de evaluación y las posibles
situaciones de evaluación es casi infinito, y por otro dificultades teóricas
existiendo tres diferencias insalvables entre el modelo psicométrico y el
conductual: los supuestos de consistencia-estabilidad de la conducta,
los modelos de causalidad de la conducta (estructural intrasujeto frente
a funcional ambiente-sujeto) y el nivel de análisis (individual frente a
grupal). Otros autores, tal vez más realistas, plantean una
complementariedad de ambos enfoques. Así, Bellack y Hersen (1988)
afirman que la aproximación nomotética de rasgo podría ser
conveniente en las fases iniciales de la evaluación con el fin de
categorizar al paciente y realizar una descripción general de la
disfunción y la situación vital, mientras que en una segunda fase de
evaluación cuando es necesario realizar un análisis funcional y
establecer medidas objetivas de conductas específicas estarían
justificadas las técnicas conductuales.
21
En resumen, parece que los evaluadores conductuales han propuesto
unos principios básicos y han practicado otros. A pesar de los
presupuestos iniciales, la evaluación conductual utiliza escasamente el
análisis funcional, utiliza técnicas basadas en diseños intersujetos
implicando planteamientos nomotéticos y está empleando conceptos
intrapsíquicos (Fernández-Ballesteros, 1994); sin embargo, a nuestro
entender, esto no es más que una manifestación de la evolución a la cual
está sometido cualquier concepto (Sierra, 1996).
Ahora bien, a pesar de la crisis que experimenta la evaluación
conductual en su seno, ésta goza de un ámbito propio y específico, y
sigue manteniéndose en diferentes publicaciones; así, Cone (1993)
informa que desde el período 1980-1982 a 1990-1992 se produce un
incremento del 15,80% de trabajos publicados sobre evaluación
conductual, así como un aumento del número de revistas en donde se
publica este tipo de artículos. Sin embargo, no debemos olvidarnos, tal
como plantea Fernández-Ballesteros (1993), que la salida de esta crisis
pasa por la mejora de las garantías científicas de las medidas
conductuales.
Otros aspectos de actualidad
Junto al gran desarrollo de la evaluación conductual, la psicología en
general se fue abriendo a otros campos. En estos últimos años, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado, en reiteradas
ocasiones, la necesidad de "invertir en salud", considerando además que
la psicología es importante en más de la mitad de los objetivos planteados
para mejorar la salud de la población. De estas recomendaciones parece
haberse hecho eco la actual psicología clínica. En opinión de Richelle
(1991), la psicología clínica ha experimentado un proceso de cambio que
puede observarse a tres niveles. Primero, se ha dado un cambio de
enfoque, pasando del interés por el sujeto "psicológicamente enfermo o
anormal" al interés por el sujeto normal que se encuentra con problemas
psicológicos que, en cierta medida, son consecuencia de las
complejidades de la vida moderna; segundo, se produce una diversificación en su campo de acción, abarcando los aspectos psicológicos
de otros tipos de enfermedad, además de la mental; y, tercero, se presta
gran atención a la prevención de la enfermedad. Por otra parte, la
inclusión de la psicología en los servicios sociales ha dado lugar al
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MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
nacimiento de la psicología comunitaria, abordándose así una gran
diversidad de problemas desde un punto de vista social o de grupo
(Holtzman, 1989). Todo ello contribuye, sin duda, a una extensión de la
evaluación psicológica a estos nuevos campos.
Todo ello, lleva a que la evaluación psicológica abra sus dominios a
otras áreas: evaluación neuropsicológica (véase Benton, 1994),
evaluación en tráfico y seguridad vial, psicología del trabajo y de las
organizaciones (véase Fernández-Ríos, 1993; Rodríguez, 1993),
psicología jurídica (véase Garrido, 1991), psicología del deporte (véase
Cruz, 1995, y Cruz y Capdevilla en este mismo manual), etc. Asimismo,
se produce un desarrollo importante de la psicología ambiental, lo que
lleva emparejado un interés por la evaluación ambiental, surgiendo
publicaciones como Environmental problems/behavioral solutions de
Cone y Hayes (1980) y Pol (1994). Surge una necesidad de evaluar los
contextos (settings) conductuales, la percepción de los mismos, su
influencia en la conducta normal y patológica y la evaluación de los cambios ambientales sobre la salud mental (Manid, 1993). En los últimos
años se ha desarrollado un gran interés por la evaluación de
intervenciones y programas (Sechrest y Figueredo, 1993; FernándezBallesteros, 1995; Hernández, 1996). Incluso en áreas tradicionales como
la evaluación de la inteligencia se produce una expansión de los
objetivos planteados; así, por medio de los tests de inteligencia no nos
limitamos a la obtención de un cociente intelectual, sino que evaluamos
procesos cognitivos en pacientes con daño cerebral o esquizofrénicos
(Goldstein y Hersen, 1990b). En definitiva, la actual evaluación
psicológica no se puede identificar con la mera aplicación de tests
psicológicos o la perspectiva clásica del psicodiagnóstico; hoy, la
evaluación psicológica es un elemento fundamental de la intervención e
investigación psicológica (Almeida y Ribeiro, 1994).
En cuanto a la evaluación tradicional, no sólo no ha desaparecido sino
que se ha seguido desarrollando; así, siguen apareciendo manuales
importantes tales como New horizont in testing de Weiss (1983),
Psychological testing (6a ed.) de Anastasi (1988), Psychological testing.
Principies and applications (2a ed.) de Murphy y Davidshofer (1991) o
The psychological testing enterprise. An introduction de Rogers (1995).
Kaplan y Saccuzzo (1993) indican que en la evaluación psicológica
actual se ha producido una proliferación de nuevos tests, muchos de
ellos basados en modelos, teorías o conceptos claramente diferentes a
22
los de los tests tradicionales; estos tests no tradicionales están basados
en teorías del aprendizaje, en la psicología social o experimental. Este
hecho respondería, en primer lugar, a un incremento de los aspectos
científicos de la psicología en el campo de la evaluación psicológica y,
en segundo lugar, al esfuerzo realizado por integrar los tests en otros
aspectos de la psicología aplicada (por ejemplo, el tratamiento).
Además, se ha producido un incremento de la tecnología, una mejora de
la objetividad de los tests, y una alta preocupación por los aspectos éticos
implicados en la evaluación (especialmente el abuso de los tests) puesta
de manifiesto en 1988 por el Joint Committee on Testing Practices y
respaldada por la American Association for Counseling and
Development, la American Educational Research Association, la
American Psychological Association, la American Speech-LanguageHearing-Association y el National Council on Measurement in Education.
Otro aspecto relevante citado por Kaplan y Saccuzzo (1993) es que en la
actualidad el "público" en general tiene un mayor conocimiento de los
tests; hoy existe una mayor demanda de servicios psicológicos,
incluyendo la evaluación, lo cual, a su vez, repercute en la mejora de la
calidad de los tests. En un análisis realizado de 65 practicum de
psicodiagnóstico en psicología en Estados Unidos, Craig y Horowitz
(1990) muestran una perspectiva del empleo de tests durante estos
años; así, estos autores concluyen que los tests proyectivos, las escalas
de Wechsler y el MMPI siguen gozando de gran popularidad entre los
evaluadores psicológicos, hay un incremento en el empleo de tests
neuropsicológicos, se usan los mismos tests para los adolescences que
para los adultos y, por último, tests como el Millon clinical multiaxial
inventory (MCMI) o el Millon adolescent personality inventory (MAPI) son
poco usados en la actualidad pero es muy recomendado su aprendizaje,
posiblemente porque los directores de los practicum creen que serán
instrumentos importantes en un futuro próximo.
En la última década también se ha producido un incremento en el
interés por el diagnóstico psicopatológico; hay que destacar la
publicación por parte de la Asociación Psiquiátrica Americana de tres
ediciones del Diagnostic and statistical manual of mental disorders (DSMIII en 1980, DSM-III-R en 1987 y DSM-IV en 1994). Las críticas a la
falta de fiabilidad y validez de las anteriores clasificaciones son
superadas en parte con la inclusión de criterios descriptivos ateóricos en
cada una de las categorías diagnósticas y la presentación de un sistema
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
de evaluación multiaxial de cara a planificar el tratamiento y predecir la
evolución del trastorno.
Todos estos hechos conducen a un progresivo acercamiento de las
diferentes opciones de evaluación; es decir, se ha producido una
concepción de la evaluación psicológica «entendida en un sentido
amplio, que abarca desde la descripción del comportamiento hasta la
valoración de programas de intervención» (Fernández-Ballesteros y
Silva, 1985, p. 3).
La gran cantidad de acontecimientos que afectan a la evaluación
psicológica en estos últimos años hace que la valoración de la situación
actual se convierta en una tarea sumamente ardua, lo cual, en realidad,
es un indicador del alto grado de desarrollo que se ha alcanzado.
Quizás nada mejor para ilustrar el estado actual que referirnos a dos
trabajos sobre este tema. El primero es un estudio bibliométrico realizado
por Carbonell, Silva y Carpintero (1988) sobre las publicaciones
relativas a la evaluación psicológica. El material analizado incluía los
manuales de Anastasi (1982), Groffman y Michel (1982/1983),
Fernández-Ballesteros (1983), Cronbach (1984), Golstein y Hersen
(1984) y los cinco primeros volúmenes (1968-1981) de Advances in
psychological assessment compilados por McReynolds. Los resultados
más relevantes podrían resumirse en los siguientes puntos:
a. Los autores más citados, en general, y que por tanto podrían
considerarse como los más influyentes fueron en orden decreciente:
Cattell, Cronbach, Eysenck, Reitan, Exner, Guilford, Golden, Jackson,
McReynolds, Anastasi, Gough, Hersen, Mischel, etcétera.
b. Mediante un análisis factorial de correspondencias se determinó
la relación entre autores y temas. Así, se obtuvieron cuatro factores
bipolares que mostraban los autores más citados junto con los temas
más tratados. En el primer factor aparece evaluación neuropsicológica
(inteligencia y memoria) con Reitan, Golden, Benton, Venables,
Wechsler, etc., frente a Exner/Rorschach (y otras técnicas proyectivas)
con Exner, Swartz, Bandura, Holtzman, etc. En el segundo factor
aparecen determinantes situacionales con Barker, Moos, Haynes,
Patterson, etc., frente a determinantes individuales con Fleishman,
Galton, Binet, Terman, etc. En el tercer factor aparece evaluación
ambiental con Moos, Barker, etc., frente a evaluación conductual con
Haynes, Nelson, Cone, Bellack, Kazdin, etc. El resto de los factores
23
presentan bastantes dificultades de interpretación, aunque en uno de
ellos aparecía una dicotomía bastante clara: evaluación de la inteligencia
frente a evaluación de la personalidad.
En un análisis más reciente, Sierra (1996) informa que los quince autores
de evaluación psicológica con más citas recibidas en el período 19931995 son Beck, Spitzer, Wechsler, Bandura, Piaget, Eysenck,
Cronbach, Spielberger, Achenbach, Endicott, Rosenthal, Kazdin,
Campbell, Cattel y Zuckerman. En este mismo estudio, analizando los
contenidos del IV Congreso de Evaluación Psicológica (1994) y el 23nd
International Congress of Applied Psychology (1994), se pone de
manifiesto que las áreas más relevantes de la evaluación psicológica son
la clínica y salud, personalidad, psicología del trabajo y de las
organizaciones, psicología educativa, evaluación de programas,
seguridad vial, psicología jurídica, psicología del deporte y psicología
ambiental.
En otro estudio realizado por Carbonell, Carpintero y Silva (1988) se
solicitó información, por medio de una encuesta acerca de la «situación
actual y perspectivas futuras de la evaluación psicológica (o
psicodiagnóstico en su sentido más amplio)», a más de cien
profesionales seleccionados de los más representativos de la evaluación
psicológica a nivel internacional. El primer resultado, que llama la
atención de los autores, es que la mayoría de los especialistas
encuestados evita describir de forma estructurada la situación actual, lo
cual es interpretado por Carbonell y cols. (1988) como una muestra del
grado de especialización alcanzado, con la consiguiente dificultad que
supone dar una visión global y estructurada de la actual evaluación
psicológica. Los resultados relacionados con aspectos conceptuales
ponen de manifiesto:
a. Una necesidad de fundamentación teórica de la evaluación
psicológica en su conjunto, incidiéndose además en que hay que
eliminar la idea de que evaluación psicológica es sinónimo de
aplicación de tests, y no dejarse llevar por la especialización
tecnológica que no esté contextualizada en un modelo teórico.
b. Que especialistas con diversos enfoques plantean la
necesidad de una integración de las diversas técnicas e instrumentos,
proponiendo como ejemplo a imitar la evaluación neuropsicológica. Sin
embargo, algunos representantes del modelo conductual se
manifiestan reacios a una necesidad de integración.
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
c.
d.
e.
Que las variables biológicas adquieren relevancia.
Que crece el interés por la evaluación de la personalidad.
Adquiere importancia la visión evolutiva de la evaluación.
En relación a las aplicaciones de la evaluación psicológica las
conclusiones más importantes son:
Una expansión de la evaluación a nuevos ámbitos (evaluación
de ambientes y organizaciones).
b. Un énfasis en la relación entre evaluación y tratamiento,
coincidiendo los autores en señalar que la evaluación debe ser
un medio que permita seleccionar las alternativas de
intervención, resaltando la especificidad del diagnóstico y los
estudios de caso único.
c. Se recupera la confianza en los tests.
d. Se espera una próxima incorporación de los microordenadores
a la práctica habitual.
e. Las repercusiones sociales de la evaluación y las garantías
éticas deben estar siempre presentes.
24
inteligencia, de la personalidad y de la conducta son apartados
imprescindibles en un currículo clínico.
b. En esta formación se combinan técnicas psicométricas (MMPI2, 16PF...) con técnicas proyectivas (Rorschach, TAT...) y
técnicas conductuales (observación, autorregistro...).
c. Hay un auge de la evaluación por ordenador, referida tanto a la
administración de tests como a su interpretación.
a.
Carbonell y cols. (1988) concluyen diciendo que el estado actual de la
evaluación psicológica es positivo, fundamentalmente si se opina en
función de la visión de los psicólogos que se identifican con modelos
tradicionales. Sin embargo, quedan aún algunos problemas importantes
por resolver, tales como las diferencias conceptuales entre distintos
enfoques y el peligro de volver a la figura del psicólogo evaluador
como un experto en aplicar tests. Un dato sorprendente, y a la vez
ilustrativo, de la dificultad que implica describir la situación actual de la
evaluación psicológica es el hecho de que autores como Cronbach o
Guilford se manifestasen incapaces de contestar de forma precisa a la
cuestión planteada.
Recientemente, Piotrowski y Zalewski (1993) realizaron un análisis de
los programas de doctorado en psicología clínica acreditados por la APA,
llegando a una serie de conclusiones que también puede reflejar la
situación actual de la evaluación psicológica. En este informe se
concluye que:
a. La evaluación psicológica es el área más importante en la
formación de doctorado del psicólogo clínico; la evaluación de la
La incorporación de los ordenadores a la evaluación psicológica puede
considerarse actualmente ya una realidad; así, tal como plantean Kaplan
y Saccuzzo (1993), el empleo de ordenadores va más allá de la
corrección o la transformación de puntuaciones directas en típicas o
centiles, llegando a la administración, corrección e interpretación de las
puntuaciones. En un estudio realizado por Spielberger y Piotrowski
(1990) entre los miembros de la Sociedad de Evaluación de la
Personalidad se concluye que éstos consideran la evaluación
computarizada como útil, aunque se debe mejorar la interpretación
informatizada de los tests. Según Kaplan y Saccuzzo (1993), la
aplicación de la informática a la evaluación psicológica puede hacerse a
tres niveles:
a. Procedimientos psicofísicos y de detección de señal, que
consisten en presentar una señal al sujeto, el cual debe informar
si la ha visto o no. De esta forma se puede evaluar la velocidad
y/o la eficiencia del procesamiento de información, capacidad
que está relacionada con las puntuaciones obtenidas en tests
psicométricos de inteligencia.
b. Informatización de tests clásicos. Muchos cuestionarios clásicos
(MMPI, EPI, 16PF, Kuder...) disponen de una versión computarizada,
mediante la cual el sujeto puede responder delante de la pantalla del
ordenador. Una gran ventaja que presenta esta versión frente a la de
lápiz y papel es que el evaluador puede disponer de la corrección e,
incluso, de la interpretación al momento. Pero, además, esta aplicación
informatizada puede llegar a aumentar el grado de confiabilidad y
atractivo para el sujeto, además de disponer de una mayor versatilidad
en la presentación de estímulos. La corrección de pruebas psicológicas y
la obtención de una puntuación es tal vez la faceta más conocida de la
aplicación de la informática a la evaluación psicológica, y algo habitual
ya entre los evaluadores, por lo que el aspecto más actual es la
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
interpretación de resultados. Así, The Psychological Corporation en
Estados Unidos y Técnicos Españoles Asociados (TEA) en España
disponen de servicios a los que se puede acceder para obtener informes
a partir de los resultados de diferentes pruebas (WATS, WISC, DAT,
MMPI, Escalas de Beck, Rorschach...). Un ejemplo de estos informes se
recoge en Keller y cols. (1990), quienes muestran un informe exhaustivo
de un sujeto realizado por un programa informático a partir de las
puntuaciones del MMPI-2; además, el informe se acompaña de un perfil
gráfico de las escalas, así como de un listado de los ítems críticos de
cada una de ellas.
c. Informatización de la evaluación conductual. En este apartado las
posibilidades de la informática son múltiples: almacenamiento de datos
de autoinforme, codificación de observaciones, registro directo de
conductas, análisis de datos, etcétera.
Otro apartado importante de la aplicación de la informática a la
evaluación psicológica es el referente a las entrevistas estructuradas.
Así, algunas entrevistas como Present state examination (PSE) (Wing,
1980) o Diagnostic interview schedule (DIS) (Robins y cols.,1981)
presentan una versión informatizada que formula los diagnósticos. Sin
embargo, en el momento en que la entrevista se transforma en un
programa informático deja de cumplir los requisitos necesarios para ser
catalogada como tal y se convierte en un autoinforme. Un problema
importante que nos encontramos ante estos avances tecnológicos es la
responsabilidad ética de las conclusiones de un programa informático;
¿es el psicólogo el que realiza estas conclusiones o es el "frío"
ordenador? De hecho, la APA ya ha recomendado que el informe
informático debe acompañarse de un informe por parte del profesional
(American Psychological Association, 1986).
Un hecho de especial relevancia en la actual evaluación psicológica es
el desarrollo de la teoría de la respuesta a los ítems (TRI), que se puede
considerar una alternativa psicométrica a la teoría clásica de los tests.
Frente a los tests clásicos (que hacen depender la evaluación del
instrumento) y su corrección normativa (la puntuación del sujeto
depende del grupo normativo), la TRI propone una medida invariable en
relación a estos dos factores. La influencia de este cambio de concepción
de los tests sobre la evaluación psicológica se concreta en los "tests a
medida" (taylored tests). Según Muñiz (1990, p. 139) «[...] son unos tests
que aun midiendo la misma variable no son idénticos para todos los
25
sujetos, varían en función del nivel de competencia al que vayan
destinados a medir». A partir de un banco de ítems, un programa informático administra un grupo de ellos que se irán seleccionando a medida
que se van evaluando las respuestas. Esto evitaría que los sujetos
contestaran a ítems demasiado fáciles o difíciles, lo cual incrementaría la
motivación y reduciría la fatiga (Muñiz, 1990; Renom, 1993). Sin
embargo, esta teoría se encuentra con el problema de que requiere un
requisito de unidimensionalidad, algo que sólo cumplen los tests de evaluación de conocimientos específicos (Muñiz y Cuesta, 1993), por lo
que su campo de aplicación está limitado hasta el momento a la
evaluación del rendimiento académico. Esto hace que se requieran
importantes avances en la metodología de la TRI para poder ser
aplicada a contenidos multidimensionales.
Por último, para finalizar la descripción de la situación actual de la
evaluación psicológica se comentarán algunas de las reuniones
científicas internacionales más importantes sobre esta disciplina
celebradas en los últimos años, y que nos pueden
servir para clarificar la situación de la disciplina en la actualidad. En
Europa, un hecho relevante que supone un marco de referencia para la
evaluación psicológica del viejo continente es la transformación en junio
de 1990 de la Sociedad Española de Evaluación Psicológica en la
European Association of Psychological Assessment, cuyo órgano
oficial de comunicación va a ser el European Journal of Psychological
Assessment
(la
publicación
predecesora
fue
Evaluación
Psicológica/Psychological Assessment). Esta sociedad ha organizado
hasta la fecha cuatro congresos: Barcelona (1991), Gronigen (1993),
Trier (1995) y Lisboa (1997).
FUTURO DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
Algunos de los aspectos comentados anteriormente nos permiten
predecir en cierta medida el rumbo que tomará la evaluación
psicológica en los próximos años. Sin embargo, queremos hacer
algunas reflexiones (o predicciones) acerca de las futuras tendencias de
esta disciplina. En líneas generales, nos atrevemos a decir que el futuro
de la evaluación psicológica es prometedor. Para ello, nos basamos, tal
como consideran Kaplan y Saccuzzo (1993), en el importante papel
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
MÓDULO 0515- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
que ha jugado esta disciplina en el reconocimiento de la psicología. Si
observamos el gran desarrollo alcanzado por la psicología (psicología
conductual, psicofisiología, psicología de las organizaciones, psicología
comunitaria, etc.), no podemos ocultar el gran papel que está
desempeñando y tiene que desempeñar la evaluación psicológica en un
futuro. Por otro lado, la proliferación de nuevos tests y la actualización
de los tradicionales auguran un buen futuro para la evaluación
psicométrica. La reciente aparición en el campo de la evaluación de la
inteligencia del Wechsler adult intelligence scale (WAIS-R), del Wechsler
intelligence scale for children-3th ed. (WISC-III) y del Wechsler preschool
and Primary Scale of Intelligence-Revised (WPPSI-R), y del MMPI-2 en
el campo de la evaluación de la personalidad auguran a estos instrumentos un largo (y óptimo) futuro. En cuanto a la evaluación de la
inteligencia, Matarazzo (1992) comenta que en los próximos años se
continuarán utilizando los tests colectivos y las escalas individuales,
pero que dada la importancia que están adquiriendo las minorías en
Estados Unidos (hecho que se podría extrapolar a cualquier país)
deberemos empezar a considerar la posibilidad de aplicar los
instrumentos de evaluación teniendo en cuenta el contexto familiar y
cultural del sujeto, con lo cual, tal vez, extinguiríamos algunas de las
injusticias sociales de los tests tradicionales. Por otra parte, en la
evaluación de la inteligencia se están desarrollando técnicas basadas en
teorías innovadoras (por ejemplo, Carroll, Hunt o Sternberg) con las
que se podrán estudiar desde los procesos mentales de primer orden
hasta las habilidades cognitivas complejas como el razonamiento, la
comprensión o la inteligencia. Otro hecho que está actualmente en sus
inicios, pero que sin duda alcanzará gran importancia en los próximos
años, es la evaluación de la inteligencia mediante indicadores biológicos.
Por ejemplo, la correlación encontrada entre potenciales evocados e
inteligencia puede hacer de ellos una alternativa a la evaluación
tradicional de la inteligencia. Otra línea de investigación iniciada es la
relación entre niveles de glucosa e inteligencia. No sería de extrañar,
tal como plantea Matarazzo (1992), que en las próximas décadas se
integrasen en un único modelo los planteamientos teóricos de Carroll,
Hunt o Sternberg con sustratos biológicos del funcionamiento cognitivo.
En un afán por mejorar la calidad de los tests, así como las habilidades
de las personas que los aplican, se han formado dentro del marco de la
Unión Europea diferentes comisiones de trabajo cuyas conclusiones se
tratarán de poner en práctica en los próximos años; estos trabajos van
26
dirigidos en tres direcciones (Muñiz, 1995). En primer lugar, el Colegio
Oficial de Psicólogos español ha creado una comisión que intentará
elaborar unas normas que tendrán que cumplir los tests con el fin de
poseer un criterio con el que contrastar si un test posee los requisitos
técnicos exigibles para su uso; en este contexto el Colegio de Psicólogos
alemán ha planteado recientemente la posibilidad de que los tests fuesen
considerados por el Parlamento Europeo como productos sanitarios, con
lo que ello implica a nivel de uso y de control de calidad. Por otro lado, el
Colegio Oficial de Psicólogos español está integrado en una comisión
liderada por la International Tests Commission (ITC) que está a punto
de finalizar la elaboración de unas directrices técnicas para la correcta
adaptación de un test de una lengua/cultura a otra; un primer avance con
veintidós directrices agrupadas en cuatro apartados (contexto, desarrollo
de instrumentos y adaptación, administración e interpretación de las
puntuaciones) fue publicado recientemente (Hambleton, 1994). Por
último, en el futuro alguien (probablemente los colegios de psicólogos)
deberán acreditar a las personas para utilizar ciertos tipos de tests, lo
cual implicará el establecimiento de unos curricula o conocimientos
exigibles. De hecho, en un reciente trabajo de Moreland y cols. (1995) se
establecen doce competencias mínimas que deben cumplir aquellas
personas que trabajen con tests, que van desde evitar errores al
establecer las puntuaciones y registrar los datos hasta no asumir que
una norma o baremo para una determinada situación o grupo de sujetos
puede aplicarse automáticamente a otra situación o grupo de sujetos
distintos, pasando por abstenerse de entrenar a los sujetos en los ítems
de los tests o no hacer fotocopias de materiales originales. En Inglaterra
ya se empieza a realizar una acreditación de especialistas en tests
(Bartran, 1996).
Un buen ejemplo del desarrollo de la evaluación psicológica en los
próximos años es, en palabras de Matarazzo (1992), la mejora de la
evaluación neuropsicológica. Ante la situación que probablemente
tengamos que afrontar (una población envejecida, un incremento de la
enfermedad de Alzheimer y casos de lesiones neuronales) tendrán que
desarrollarse baterías o tests que evalúen la eficacia para captar
información por diferentes modalidades sensoriales, la capacidad de
atención, concentración y de procesamiento de información y la
habilidad para ejecutar operaciones verbales o motoras requeridas ante la
presentación de un ítem. Por lo que respecta a la evaluación de la
personalidad, Matarazzo (1992) pronostica el desarrollo de tests para el
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diagnóstico de psicopatologías específicas como consecuencia del perfeccionamiento de la tecnología de elaboración de tests. Por otro lado,
nuevas generaciones de cuestionarios de personalidad como el NEO
basado en las cinco dimensiones básicas (Costa y McCrae, 1988) se
irán afianzando.
Pero sin duda ninguna, uno de los campos de evaluación más
prometedores en el futuro será la psicología de la salud. Tareas como la
evaluación ecopsicológica del sujeto (Fernández del Valle, 1996) para
determinar factores de riesgo y realizar cambios ambientales serán
fundamentales en los próximos años. La tercera edad será un área de
gran importancia en donde la evaluación psicológica tendrá un papel
relevante. Temas como los trastornos gastrointestinales, el dolor
crónico, el asma, los trastornos de la menstruación, la miopía, la artritis
reumatoide, programas de salud, calidad de vida, etc. demandarán al
evaluador psicológico (véase Buela-Casal, Caballo y Sierra, 1996).
Quisiéramos terminar con las predicciones sobre el futuro de la
evaluación psicológica realizadas por algunos autores relevantes de
esta disciplina. En opinión de R. Ardila (comunicación personal, 14 de
septiembre de 1995), la evaluación psicológica probablemente va a
continuar abarcando nuevas áreas de la conducta humana, utilizando
técnicas estadísticas más elaboradas, lo cual no excluirá el empleo de
técnicas cualitativas. Por su parte, L. Almeida (comunicación personal,
24 de septiembre de 1995) considera que en el futuro se realizará un
mayor esfuerzo por integrar conceptos antagónicos hasta el momento,
como rasgoconducta o E-R y cogniciones; según este autor, en los
próximos años seremos testigos de grandes desarrollos en la
evaluación psicofisiológica y en la computarización de la evaluación
psicológica. Para A. E. Kazdin (comunicación personal, 17 de agosto de
1995) el "modelo estático" de evaluación en el que una persona es
evaluada mediante un test para predecir su ejecución dará paso a un
"modelo dinámico" en el que primará la identificación de influencias
bidireccionales entre constructos, de procesos de relaciones entre
individuos y de las personas con sus ambientes. Por su parte, L. E.
Beutler (comunicación personal, 15 de agosto de 1995) augura una
mayor relación entre investigación y práctica dentro de la evaluación
psicológica, especialmente en la planificación de tratamientos, y que
todos aquellos procedimientos que tengan dificultad para validarse
terminarán desapareciendo de la práctica convencional. Por último, en
27
opinión de S. N. Haynes (comunicación personal, 23 de septiembre de
1995) el futuro de la evaluación psicológica se puede resumir en los
siguientes apartados:
a. Se producirá un incremento en el empleo de los
instrumentos de evaluación validados previamente (Haynes,
Bogan e Ignacio, en prensa).
b. Se seguirá incrementando el uso concurrente de
diferentes métodos de evaluación (cuestionarios de autoinforme,
registros psicofisiológicos, observación, autorregistros...).
c. La evaluación psicológica seguirá integrando medidas
de componentes situacionales con medidas tradicionales como
los rasgos de personalidad, produciéndose un incremento de la
aceptación de modelos de interacción persona x situación.
d.
Los juicios clínicos seguirán cobrando gran importancia.
e. Teniendo en cuenta que la conducta es dinámica y
cambia a lo largo del tiempo (Haynes, Blaine y Meyer, 1995), se
enfatizará una metodología de evaluación basada en medidas de
series temporales. Así, métodos como las correlaciones testretest, medidas pre y postratamiento, etc. ayudarán a evaluar
estas características dinámicas de las variables.
f Se producirán avances importantes en el desarrollo de
instrumentos de evaluación psicológica: registros de vídeo y audio,
sistemas de computarización de datos de observación, registros
ambulatorios de variables psicofisiológicas, etc. (Tryon, 1996).
UNIDAD I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
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