Subido por ELISABET GARCIA

incendios capitalistas

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6to. Año Geografía Ambiental. Profesor Herrera. Escuela Secundaria Nº 14
Incendios capitalistas
Gustavo
Duch
Cuando se plantean las diferencias entre los tipos de agricultura que se
practican, para definir la agricultura que actualmente llena nuestros
supermercados de comida artificial, con pesticidas y muchos kilómetros de
petróleo en su mochila, me gusta sustituir el concepto de agricultura
industrial por otro adjetivo, desde mi punto de vista, más certero: agricultura
capitalista. En el caso de los incendios creo que este término vuelve a ser el
más apropiado porque si bien hoy es difícil desgajar entre incendios naturales
o incendios provocados, cuando muchos elementos se superponen,
prácticamente todos se podrían incluir en este nuevo género de incendios
capitalistas.
De hecho, no se extrañen si en las próximas semanas -lamentablemente- los fuegos
que explicarán los medios de comunicación superarán en mucho los que estos días
están describiendo en Castellón, Galicia o más lejos, California. Como en los últimos
años, las pantallas mostrarán vía satélite en las selvas de Borneo y Sumatra, miles de
chimeneas excretando toneladas de humo que como un gran paraguas cubrirán el cielo
de toda Indonesia y partes de otros países colindantes. Y estos incendios, los más
grandes y más graves del Planeta, son cien por cien fuegos capitalistas pues detrás de
ellos encontramos a las grandes industrias de la alimentación preparadas con retoños
de palma africana para hacer de esas zonas inmensas plantaciones que permitirán con
la extracción de su aceite elaborar todo tipo de comida preparada: bollería, masas de
pizza, supuesto queso rallado, margarinas, pastas de cacao, etc. Un negocio
descomunal que, decía, junto a los incendios por intereses madereros, especulativos
de la construcción, para el embolso de ayudas agrícolas o incluso por el negocio de la
extinción de los mismos incendios, lideraría este colectivo de quemas provocadas por
íntimas ansias del capital.
Pero también, y eso es preocupante, los incendios sin cerilla crecen en la medida que
se expande este capitalismo que salta todas las vallas que tantas personas no tienen
permiso para traspasar. Como explica Ramón P. Yelo en el número 24 de la revista
Soberanía Alimentaria en un artículo que analiza los fuegos del invierno pasado en
Cantabria, “la configuración actual del paisaje hunde sus raíces en la actividad
agroganadera tradicional” y esta panorámica en apenas 50 años ha cambiado de forma
drástica en la medida que la agricultura que era cultura y sustento se ha transformado
en
un
negocio
sin
más.
Las pequeñas parcelas o terrazas de policultivos en el norte peninsular, combinadas
con prados y bosques de pino o carballo; los campos de cebada o trigo que son mareas
en tierras de secano; o los muros de piedra seca delimitadores de puzzles agrícolas
mediterráneos son, efectivamente, las mayores obras de arte colectiva de la
humanidad, como escuché y no recuerdo a quien. Pero donde habitaban viejos
bosques ahora tenemos monocultivos de eucaliptos de mecha fácil; donde pastaba el
ganado que limpia y ramonea el bosque ahora tenemos botellas de refrescos, cartones
y otros despojos de barbacoas; donde se cultivaban huertos ahora se levantan
rotondas y polígonos; pero, sobretodo, donde teníamos personas campesinas
trabajando diariamente, en vidas enraizadas en una comunidad, en pequeños pueblos
con las ventanas abiertas y atentas a cualquier humareda, ahora tenemos vacíos.
Vacíos que se pueden contabilizar pues el supuesto avance de la modernización de la
agricultura ha hecho que ésta perdiera su peso económico, social y cultural en
nuestros territorios, siendo actualmente su contribución al Producto Interior Bruto de
un exiguo 2,5 % y la población activa agraria, que hace treinta años suponía el 20 %
del
total,
no
llega
al
4%
sin
dejar
de
descender.
Vacíos que son el oxígeno que alimenta un mal fuego y que si somos capaces de
llenarlo volviendo a los pueblos, recuperando una agricultura campesina, cuidadosa y
local que sea la base de nuestra alimentación, tendremos en marcha la mejor política
de prevención de incendios posible. Leyes de la química.
Incendios capitalistas
Actividades de Integración
1- ¿En qué aspectos se aplicaría lo de la planificación del uso del suelo?
2- ¿Por qué el artículo habla de “incendios capitalistas”? Fundamente relacionándolo con
la economía capitalista.
3- ¿En qué aspectos se ve un empobrecimiento de la complejidad ambiental? ¿Cuál es la
solución? Desarrolle su fundamento con la economía de la naturaleza.
4- Elabora, crea un dibujo con un slogan que desenmascare a la “Economía Verde”.
Sólo 90 compañías son las mayores responsables del 60% del
cambio climático
El geógrafo Richard Heede puso en aprietos a las principales empresas del
mundo al contabilizar sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Richard Heede es un tipo metódico. Alguien a quien le gusta “poner atención
a los detalles”. Era una cualidad necesaria a la hora de calcular las emisiones
de gases de efecto invernadero generadas por las principales compañías del
mundo. Durante años, con pocos recursos, Heede se dedicó a escarbar en
archivos y reportes desde la era industrial hasta hoy. Cuando terminó la
tarea, concluyó que tan sólo 90 compañías originaron dos terceras partes de
las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Y, por lo tanto, son
responsables del cambio climático.
Heede nació en Noruega pero se crio en Estados Unidos. Cuando estudiaba geografía
en la Universidad de Colorado, como lo contó el periodista Douglas Starr en la
revista Science, comenzó a interesarse por los subsidios que el gobierno de Ronald
Reagan concedía a la industria de combustibles fósiles y la eliminación de apoyo para
las energías renovables. Así comenzaba a sumergirse en uno de los mayores desafíos
que
enfrenta
el
planeta:
el
cambio
climático.
En 2003, el gobierno municipal de Aspen, Colorado, lo contrató para que calculara
todas las emisiones de CO2 de esa localidad. Heede diseñó una metodología y
comenzó a recopilar los datos. Calculó el número de emisiones generadas por todos los
viajes en avión realizados por los habitantes de la ciudad. También las toneladas de
CO2 correspondientes a todos los desplazamientos de los cerca de 13.000 vehículos de
Aspen.
Ese trabajo llamó la atención de Peter Roderick, del programa de Justicia Climática de
Greenpeace. Roderick le pidió que calculara las emisiones de CO2 generadas en toda
su historia por la compañía Exxon. Después de quince meses, en los que escarbó en
archivos desde 1870 en dos continentes, concluyó que la compañía petrolera, directa e
indirectamente, era responsable de 4,7 % a 5,3 % de las emisiones de gases de efecto
invernadero
de
la
humanidad.
Sus datos comenzaron a incomodar. Para una parte de los expertos, su enfoque es
equivocado. No se puede culpar a las empresas por una responsabilidad que recae en
todas las personas. Otros creen que cuando la responsabilidad es de todos, no es de
nadie. Heede ha dicho que la mayor parte de los ciudadanos simplemente no tienen la
opción de elegir. Sus decisiones ya están determinadas por esas industrias y el sistema
económico.
Como lo contó Starr en su reportaje, la siguiente tarea que Greenpeace le comisionó a
Heede fue calcular las emisiones de las compañías de hidrocarburos más grandes. En
2013 publicó sus resultados en una revista científica y alborotó el debate sobre la
justicia climática.
Entre 1791 y 2011, 90 compañías eran responsables por el 63 % de las
emisiones globales. Tan sólo las ocho más grandes daban cuenta del 20%.
Hace un mes, Heede fue citado a la Cámara de Representantes de EE.UU., porque
algunos de sus miembros creen que hace parte de una conspiración para afectar la
imagen de esas empresas. “Se trata de una campaña para intimidar y detener la
investigación
científica”,
le
contó
Heede
a Science.
Fuente: Radio Campo http://www.radiocampo.com.ar/ - Publicado en: Ecoportal.net
Publicado por Lemu
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