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Fernando De la Rúa

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Fernando De la Rúa: el ocaso
más solitario
Al cierre de última edición de NOTICIAS seguía internado en estado
crítico. Sus afecciones cardíacas y el olvido al que lo condenó su partido.
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Por Carlos Claá
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Foto: José Tolomei
No hubo banderas radicales ni militantes esperando noticias afuera del Hospital
Universitario Austral. No hubo mensajes en las redes sociales de políticos; ni
propios ni extraños. Al ex presidente Fernando De la Rúa, internado desde el
martes 1 en grave estado, lo acompañó su mujer y sus hijos: el círculo más
íntimo. El único que conservó con el paso de los años.
De la Rúa había celebrado año nuevo en su quinta de Villa Rosa con su mujer
Inés Pertiné, sus hijos Agustina y Juan, sus nietos y pocos familiares más. Pero
en la madrugada del 1 de enero, el hombre de 81 años se descompensó: en
pocos minutos recorrieron los siete kilómetros que separan su lugar de descanso
de la clínica del partido de Pilar para que fuera internado.
Sus hijos Fernando y Antonio estaban afuera del país y debieron volver de
urgencia cuando se enteraron del delicado estado de salud de su padre. Del
aeropuerto fueron al hospital con las valijas a cuestas para verlo.
“Teniendo en cuenta sus antecedentes médicos, se puede decir que a fin de año
estaba bien”, revela a NOTICIAS un familiar que lo acompañó en Navidad,
aunque se fue antes de Año Nuevo.
“Al ingresar presentó un cuadro de infección respiratoria que agravó dolencias
cardiovasculares previas. Se inició tratamiento antibiótico y se le realizó una
angioplastía coronaria para asistir al corazón”, explicaron en un parte médico
desde el Austral, al cierre de esta edición.
El ex presidente acumulaba antecedentes coronarios: en junio del 2001, pocos
meses antes de la debacle de su gobierno, había sido intervenido quirúrgicamente
por la misma dolencia. “En aquel momento, por una sobreactuación política,
apenas se quedó un día internado. Menos de lo recomendable”, recuerda para
NOTICIAS el periodista y médico Nelson Castro.
En diciembre de ese año, cuando apenas había llegado a la mitad de su mandato,
la crisis política y económica lo expulsó del sillón de Rivadavia. Accedió a la
terraza de la Casa Rosada, subió al helicóptero y dejó allí una parte de su vida.
Última
imagen. A De la Rúa lo fotografiaron en la gala del G20 en el Teatro
Colón, con Carlos Menem y Zulemita. El 1 de enero lo internaron en el
hospital Austral.
Exilio. La presidencia de De la Rúa es, para muchos políticos, la mancha negra
de la democracia. Ni siquiera la Unión Cívica Radical pretende recordarlo, a
pesar de que es el único ex mandatario vivo que pertenece al centenario
partido. No hay fotos suyas en los despachos radicales ni en los comités. “Es que
están escondidas”, dice algo avergonzado un dirigente. La figura moderna y
excluyente del radicalismo es Raúl Alfonsín.
Tras su fallido gobierno, De la Rúa se alejó del partido y los radicales nunca
volvieron a buscarlo. Fue un divorcio en los peores términos. Desde que dejó
la presidencia, apenas se dedicó a aparecer públicamente en actos oficiales,
cuando la invitación provenía del Congreso o de la Casa Rosada, o defendiéndose
en Comodoro Py en alguna de las múltiples causas en las que fue acusado. La
última vez que se lo pudo ver fue el 30 de noviembre, en la gala del G20 en
el Teatro Colón. Allí compartió palco y se fotografió con el ex presidente Carlos
Menem.
(Leer también: “Argentum” o el Bailando de Marcelo Tinelli en el Colón)
“No tuvo vida partidaria”, dice un reconocido dirigente radical. Y completa: “Es
que Fernando dejó mucha gente herida. Sus funcionarios le huyeron y los
intendentes y gobernadores de aquella época se sintieron defraudados: al
irse los dejó desamparados”. Ni los jóvenes universitarios de Franja Morada le
rinden culto: “Vamos a volver, como en el ’83”, cantan. Del ’99, ni noticias.
Para el peronismo es el ejemplo perfecto de la poca cintura política que tienen los
demás para gobernar. Cada fin de año, reaparecen los fantasmas del “diciembre
negro”. Secuelas de la crisis.
Desde entonces, De la Rúa eligió exiliarse en su coqueto departamento de la calle
Alvear, en Recoleta, apenas a 30 cuadras de la Casa Rosada.
Hospital
austral
Salud. El ex presidente tiene un largo historial de afecciones que incluyen,
además de la primera angioplastía de 2001, otra en 2014 y una internación por
problemas en la vejiga en 2016, entre otros inconvenientes. “Apenas asumió
tuvo un neumotórax. Él era un fumador oculto”, agrega Nelson Castro. El
periodista se había sumergido en el estudio de la salud de De la Rúa durante su
gobierno, aún antes de haber publicado “Enfermos de poder”, el libro que recopila
las afecciones de los mandatarios argentinos y sus consecuencias. “Por eso
muchos dirigentes me venían a ver: creían que De la Rúa estaba enfermo. Pero
no: lo que le pasó en realidad es que el impacto político lo paralizó. El estrés de
su mandato lo aniquiló”, concluye.
La vida política de De la Rúa murió el 21 de diciembre del 2001. Pero el ex
presidente nunca hizo ningún esfuerzo por revivirla. Se entregó a su mala
suerte y a su impericia. El nombre de su coalición también quedó como una
mancha: ningún político quiere ser relacionado con la Alianza. Por eso, aún con su
salud deteriorada y a sus 81 años, nadie se apiada de él. Al cierre de esta nota,
De la Rúa peleaba por su vida en el Austral apenas acompañado por su
familia: los políticos reciben las novedades por los medios de comunicación y la
comentan al pasar en los pasillos, como si se tratara de alguien completamente
ajeno. Es la dura condena por haber visto el ocaso.
Fernando de la Rúa
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«De la Rúa» redirige aquí. Para otros personajes con el mismo apellido, véase Rúa
(desambiguación).
Fernando de la Rúa
Fernando de la Rúa en 1999
Presidente de la Nación Argentina
10 de diciembre de 1999-21 de diciembre de 2001
Vicepresidente Carlos Álvarez (1999-2000)
Predecesor
Carlos Menem
Sucesor
Adolfo Rodríguez Saá
Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical1
10 de diciembre de 1997-10 de diciembre de 1999
Predecesor
Rodolfo Terragno
Sucesor
Raul Alfonsin
1.er jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
7 de agosto de 1996-10 de diciembre de 1999
Vicejefe de
Enrique Olivera
gobierno
Predecesor
Jorge Domínguez (con el título deintendente de Buenos
Aires)
Sucesor
Enrique Olivera
Senador de la Nación Argentina
por Capital Federal
10 de diciembre de 1993-7 de agosto de 1996
Predecesor
Juan Trilla
Sucesor
José María García Arecha
10 de diciembre de 1983-10 de diciembre de 1989
Predecesor
Junta Militar
Sucesor
Eduardo Vaca
25 de mayo de 1973-24 de marzo de 1976
Predecesor
Junta Militar
Sucesor
Junta Militar
Diputado de la Nación Argentina
por Capital Federal
10 de diciembre de 1991-10 de diciembre de 1993
Información personal
Nacimiento
15 de septiembre de 1937 (81 años)
Córdoba, Argentina
Nacionalidad
Argentino
Católico
Religión
Partido
Unión Cívica Radical
político
Alianza
Afiliaciones
Familia
Antonio de la Rúa Catani
Padres
Eleonora Felisa Bruno Boeri
Cónyuge
Inés Pertiné
Hijos
Agustina, Antonio, Fernando
Educación
Universidad Nacional de Córdoba
Educado en
Información profesional
Ocupación
Abogado
Empleador 
Universidad de Buenos Aires
Distinciones 
Caballero de Gran Cruz con collar de la Orden al
Mérito de la República Italiana

Caballero de Gran Cruz de la Orden al Mérito de la
República Italiana

Collar de la Orden de Isabel la Católica

Gran Cruz de la Orden El Sol del Perú

Gran collar de la orden del Infante Don Enrique

Grand Cross of the Order of the White Double
Cross
Firma
[editar datos en Wikidata]
Fernando de la Rúa (Córdoba, Argentina, 15 de septiembre de 1937) es
un abogado y político argentino de la Unión Cívica Radical, que fue presidente de Argentina,
asumiendo por la Alianza el 10 de diciembre de 1999, sucediendo al segundo gobierno
de Carlos Menem. Si bien su mandato se extendía hasta el año 2003, renunció al cargo el 20
de diciembre de 2001 cumpliendo 2 años y 10 días de gobierno, en medio de numerosas
protestas sociales durante la crisis de diciembre de 2001 en Argentina. La
consecuente acefalía presidencial obligó a la reunión de una Asamblea Legislativa que
determinaría quién debía continuar ejerciendo el cargo, siendo reemplazado provisionalmente
por Ramón Puerta. Luego se sucedieron en el cargo Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo
Camaño y finalmente Eduardo Duhalde en el curso de trece días.
Previo a la asunción de la presidencia, fue el primer jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, además de haber sido tres veces senador nacional, una vez diputado nacional y
candidato a vicepresidente de la Nación en las elecciones presidenciales de septiembre de
1973.
Índice



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
1Biografía
o 1.1Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
 1.1.1Asunción
 1.1.2Descentralización
 1.1.3Expansión de los subterráneos
 1.1.4Tránsito
 1.1.5El espacio público
 1.1.6Gabinete
2Presidencia (1999-2001)
o 2.1Camino a la presidencia
o 2.2Años 1999 y 2000
o 2.3Año 2001
 2.3.1Aspectos políticos
o 2.4Aspectos económicos
o 2.5Estallido social
o 2.6Gabinete
o 2.7Actividad posterior a la presidencia
3Libros publicados
4Referencias
5Enlaces externos
Biografía[editar]
Hijo del abogado Antonio de la Rúa Catani (1905-1979), de ascendencia gallega2, ya que su
abuelo paterno era oriundo del ayuntamiento de Bueu, en la provincia de Pontevedra y de
Eleonora Felisa Bruno Boeri (1908-1999), de ascendencia italiana,3 perteneció a una familia
de clase media. Fue estudiante en el Liceo Militar General Paz de la ciudad de Córdoba y se
recibió de abogado en la Universidad Nacional de Córdoba a los 21 años con honores.4 5
Comenzó su carrera política en la Unión Cívica Radical siendo bastante joven. Aunque había
sido miembro del equipo de asesores del ministro del Interior Juan Palmero durante el
gobierno radical de Arturo Illia, su primera aparición política ocurrió en marzo de 1973 cuando
se presentó por su partido como candidato a senador por la Capital Federal, siendo el único
radical que pudo vencer al justicialismo en ese año, al imponerse en segunda vuelta a Marcelo
Sánchez Sorondo, para el cargo de senador.6 Esta situación llevó a que Ricardo Balbín, tras la
renuncia del presidente Cámpora y la convocatoria a nuevos comicios, lo eligiese como
candidato a vicepresidente en las elecciones presidenciales de septiembre de 1973. En dichos
comicios, el binomio radical Balbín-De la Rúa logró el 24,3 % de la adhesión popular.7 Dicho
porcentaje quedó muy por debajo del 61,9% que logró la fórmula del FREJULI Juan Domingo
Perón-María Estela Martínez de Perón.8 De la Rúa fue senador hasta marzo de 1976, cuando
el Proceso de Reorganización Nacional tomó el poder.7 En aquel momento abandonó la
actividad política, y trabajó como abogado de la empresa Bunge & Born.9
Afiche electoral de la fórmula Ricardo Balbín-Fernando De la Rúa
En 1983, compitió por la candidatura presidencial de la Unión Cívica Radical contra Raúl
Alfonsín. De la Rúa, heredero del balbinismo centrista, fue derrotado por quien luego sería
electo presidente de la Nación. En las elecciones de 1983 que determinaron el acceso del
radicalismo al Gobierno, De la Rúa fue candidato a senador nacional por la Capital Federal,
venciendo al postulante del justicialismo, Carlos Ruckauf. De la Rúa fue presidente de la
Comisión de Asuntos Constitucionales, votó en contra de la ley de divorcio y algunos radicales
creen que fue quien redactó la ley de Punto Final y la de obediencia debidasancionada el 4 de
junio de 1987, durante el gobierno del radical Raúl Alfonsín, que estableció que los delitos
cometidos por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de
corone durante el Terrorismo de Estado y la dictadura militar no eran punibles.10
En 1989 revalida su banca con el 33,11 % de los votos.11 Sin embargo, el cargo le
correspondió al justicialista Eduardo Vaca. Esto se debió a que a pesar de haber tenido
muchos menos votos, Vaca fue electo en el colegio electoral gracias a la alianza entre
el Partido Justicialista y la UCedé, triunfando con el voto clave de María Julia Alsogaray.10
Pese a ello, en 1991 fue candidato a Diputado y el triunfo logrado en el bastión capitalino —
donde además De la Rúa presidía el Comité Capital Radical— lo llevó a la presidencia del
bloque de diputados de la UCR. En 1993 De la Rúa volvió al Senado ganando nuevamente en
la Capital Federal con más del 50 por ciento de los votos contra Avelino Porto.
El presidente Carlos Menem impulsó una reforma constitucional, previamente acordó con una
parte del radicalismo dirigido por Raúl Alfonsín el Pacto de OlivosFernando De la Rúa fue el
principal dirigente de esta la corriente partidaria opuesto al mismo.
Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires[editar]
Asunción[editar]
Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Mediante la reforma de la Constitución Argentina de 1994 la ciudad de Buenos Aires dejó de
ser un municipio y consiguió autonomía. Esto modificó la naturaleza del poder ejecutivo de la
ciudad, que hasta entonces era ejercido por un intendente elegido por el Presidente (dado que
se trataba de un distrito federal), y que a partir de 1996 es ejercido por un Jefe de
Gobierno elegido en comicios. De la Rúa se presentó a las elecciones para dicho cargo en
junio de 1996. En esos comicios, De la Rúa como candidato de la UCR alcanzó el cargo con el
40 por ciento de los votos, contra el 26% del frepasista Norberto Luis La Porta y el 17% del
peronista Jorge Domínguez, hasta entonces intendente de la Capital.12
Descentralización[editar]
Durante la gestión municipal se crearon órganos como la sindicatura del gobierno de la
ciudad, la defensora del consumidor, dirección general de higiene y seguridad alimentaria y el
ente regulador de servicios. La mayor parte de los cambios efectuados en la ciudad durante el
mandato delarruista se relacionan con la mencionada autonomía otorgada por la Constitución
Nacional, así como también por la consecuente sanción de la Constitución de la Ciudad de
Buenos Aires.[cita requerida]
A principios de 1998 la Legislatura porteña aprobó el Código de Convivencia Urbana que,
entre otras medidas, eliminaba los edictos policiales e imponía el concepto de "tolerancia"
hacia manifestaciones de diversa índole como el travestismo y la oferta de sexo en la vía
pública, lo que desató muchas protestas de los vecinos y de la oposición.
Expansión de los subterráneos[editar]
Estación Juramento - Línea D.
Las obras para la prolongación de la Línea D con rumbo a Belgrano ya habían sido reiniciadas
por Jorge Domínguez en 1996 y los primeros avances no tardaron en llegar: la estación
"Olleros" fue inaugurada el 31 de mayo de 1997. [cita requerida]
Poco después, el 13 de noviembre de 1997 fue inaugurada "José Hernández" y el 21 de junio
de 1999 comenzó a prestar servicios la estación "Juramento", en pleno centro de Belgrano.
Los trabajos para la prolongación de la Línea D culminaron en el barrio de Nuñez, con la
nueva terminal denominada "Congreso de Tucumán", la cual fue habilitada el 27 de abril de
2000.
Mientras tanto, en noviembre de 1999, comenzó la construcción de las estaciones "Tronador"
y "De Los Incas - Parque Chas" de la Línea B. Paralelamente el gobierno porteño comienza a
gestionar la construcción de la flamante Línea H (Retiro - Nueva Pompeya), aunque su
construcción recién sería iniciada durante la gestión de AnÍbal Ibarra.[cita requerida]
Entre medio, el 21 de abril de 1999, el aún presidente Carlos Menem firmó el Decreto PEN Nº
393/99 en favor de la transferencia del ejercicio de la fiscalización y el control de los
subterráneos en favor de la ciudad. Si bien la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, aprobó una ley adhiriendo al decreto nacional mencionado, la posterior crisis socioeconómica de 2001 provocó que el efectivo traspaso de dichas funciones se diluyera en el
tiempo.
Tránsito[editar]
Vista de la Avenida Goyeneche, en el barrio de Saavedra.
En 1994, como parte de los contratos de concesión de autopistas, se anuncia la intención de
extender la ruta Panamericana dentro de la Capital Federal mediante un viaducto elevado
hasta la Av. Congreso aprovechando los terrenos remanentes de lo que iba a ser la Autopista
Central AU-3 (ver Plan de Autopistas Urbanas de 1976). Sin embargo, los vecinos se oponen
terminantemente y el intendente Jorge Domínguez, propone en su lugar la construcción de
una avenida de acceso rápido, abarcando casi la totalidad del espacio vacante entre las calles
Holmberg y Donado. Sin embargo no se llega a un consenso y el plan queda en suspenso.
Recién durante la gestión de Fernando De la Rúa, atendiendo al reclamo de los vecinos, se
vuelve a modificar el proyecto de la avenida rápida incorporando una calle lateral de tránsito
vecinal (separada de la vía rápida) y otras modificaciones que tendieron a privilegiar los
espacios verdes.[cita requerida] Los vecinos se mostraron satisfechos y la construcción de la obra
se realizó entre los años 1997 y 1998, constituyendo la actual Avenida Roberto Goyeneche.
Otra obra que reinicia De la Rúa, es la de la Autopista Occidental AU-7. Esta obra, que
contemplaba unir los barrios de Villa Soldati y Villa Pueyrredón, había sido iniciada en 1980
con algunos viaductos en el sector de la Avenida Lacarra (Parque Almirante Brown), sin
embargo su ejecución se había suspendido en 1982, quedando estas estructuras
abandonadas. En 1998, se reinician los trabajos aunque en una versión recortada del
proyecto, yendo solo desde la Avenida Dellepiane hasta el Riachuelo. En 2000 se inaugura el
primer tramo desde Av. Dellepiane hasta la Av. Roca y en 2002 se completa la obra hasta el
Riachuelo, recibiendo en ese momento el nombre de Autopista Cámpora.
En septiembre de 1997, ante el reiterado reclamo de los ciclistas porteños, De la Rúa también
inauguró el primer tramo de 7,12 kilómetros de lo que sería posteriormente la Red de
Bicisendas de la Ciudad de Buenos Aires. Este primer tramo partía de Av. Libertador y Carlos
Casares, frente al Jardín Japonés, luego corría paralela a la avenida Figueroa Alcorta y
terminaba en la esquina de Av. Libertador y García del Río.
Esta nueva senda para bicicletas contaba con todo el trayecto debidamente señalizado para
que los peatones no usurparan el paso a las bicicletas. Además, en los cruces con las
avenidas se colocaron carteles indicadores para los automovilistas y se instalaron semáforos
especiales para los ciclistas.[cita requerida]
El espacio público[editar]
Paseo Costanera Sur - Vista de los pastizales que hoy ocupan la ex Laguna de los Coipos.
Una de las primeras medidas de la gestión De la Rúa fue anular, en 1997, las polémicas
concesiones del restaurante bailable "Ski Ranch" (Costanera Norte) y del Campo de GolfVelódromo por haber encontrado graves incumplimientos en los contratos.
El "Ski Ranch", que ocupaba el terreno del tradicional Espigón Dorrego, fue demolido por la
comuna y en su lugar se construyó un parque público. La iniciativa del Gobierno era recuperar
el paseo costanero.
Inmediatamente De la Rúa firmó un decreto por el que obligaba a casi todos los
concesionarios a presentarse en la Secretaría de Hacienda y Finanzas para analizar cada
contrato en particular.
El principal efecto de esta medida se sintió en la avenida Intendente Güiraldes, un tradicional
paseo de la costa porteña, donde se ubicaban numerosos locales gastronómicos
concesionados por la Municipalidad de Buenos Aires en la década del ´70. El paseo
gastronómico fue muy popular durante varios años, con una oferta muy variada para todas las
clases sociales.
Sin embargo, su decadencia comenzó con los años ´90 y se profundizó cuando Fernando De
la Rúa tomó la decisión de clausurar varios locales, porque las concesiones estaban en su
mayoría vencidas o presentaban inconsistencias. La mayoría de los restaurantes fueron
demolidos y convertidos en parte del paseo público. Finalmente solo sobrevivieron unos pocos
restaurantes.
A fines de 1999, el paseo costanero incorporó un nuevo atractivo: el parque temático Tierra
Santa. Con edificaciones de estilo helénico, romano, judío, egipcio y babilónico, los visitantes
podían recorrer los distintos momentos de la vida de Cristo e interactuar con actores
caracterizados como personajes de la época. La nueva atracción fue construida sobre
terrenos que se hallaban disponibles del Balneario Parque Norte.
Otro lugar recuperado durante la gestión de De la Rúa fue la Costanera Sur (Puerto Madero) y
la Laguna de los Coipos, un espejo de agua de 11 hectáreas ubicado en la Reserva Ecológica.
Las tareas habían consistido en la remoción de 50.000 metros cúbicos de barro,
desmalezamiento, retiro de residuos sólidos y profundización del terreno.
La obra incluyó, en una segunda etapa, la reconstrucción del veredón inferior de la rambla que
pasa junto a la Laguna los Coipos.
Dentro de la trama urbana, cabe destacar que, si bien durante la gestión de Jorge Domínguez
se procedió a cercar el Paseo del Rosedal para su protección, es durante la gestión de De la
Rúa cuando se populariza la polémica tradición de enrejar plazas y monumentos históricos,
para impedir que sean vandalizados.
Gabinete[editar]
Secretarías del Gobierno de
Fernando De la Rúa
Cartera
Titular
Período
Secretaría de Gobierno
Juan Octavio Gauna
Enrique Mathov
7 de agosto de 1996 - 12 de marzo
de 1998
12 de marzo de 1998 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Hacienda y Finanzas
Adalberto Rodríguez
Giavarini
Eduardo Delle Ville
7 de agosto de 1996 - 26 de mayo
de 1998
26 de mayo de 1998 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Obras y Servicios
Públicos
Nicolás Gallo
Hugo Clausse
7 de agosto de 1996 - 24 de marzo
de 1999
24 de marzo de 1999 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Planeamiento Urbano y
Medio Ambiente
Enrique César Fazio
Enrique Garcia Espil
Secretaría de Industria, Comercio y
Trabajo
Rafael Kohanoff
septiembre de 1998 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Cultura
María Sáenz Quesada
Darío Lopérfido
7 de agosto de 1996 - 28 de abril de
1998
28 de abril de 1998 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Educación
Horacio Sanguinetti
Mario Giannoni
7 de agosto de 1996 - 15 de
noviembre de 1997
15 de noviembre de 1997 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Acción Social
Rafael Kohanoff
Cecilia Felgueras
7 de agosto de 1996 - septiembre
de 1998
septiembre de 1998 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Salud
Héctor Lombardo
7 de agosto de 1996 - 10 de
diciembre de 1999
Secretaría de Medio Ambiente y
Desarrollo Regional
Norberto La Porta
Secretaría de Turismo
Hernán Lombardi
Subsecretarías del Gobierno de
Fernando De la Rúa
Cartera
Subsecretaría de Legal y Técnica
Titular
Germán Voss
Jorge Barbagelata
Período
7 de agosto de 1996 - septiembre
de 1998
septiembre de 1998 - 10 de
diciembre de 1999
Subsecretaría de Servicios Generales
Ricardo Ostuni
7 de agosto de 1996 - 10 de
diciembre de 1999
Subsecretaría de Coordinación de
Gabinete
Luis Gregorich
7 de agosto de 1996 - 10 de
diciembre de 1999
Presidencia (1999-2001)[editar]
Artículo principal: Presidencia de Fernando de la Rúa
Camino a la presidencia[editar]
Carlos Menem le entrega el bastón de mando a Fernando De la Rúa el 10 de diciembre de 1999.
Al año siguiente de su asunción como Jefe de Gobierno, en agosto de 1997, se formó
la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, con varios partidos políticos de centro
e izquierda moderada, siendo los principales la Unión Cívica Radical y el Frente País
Solidario (Frepaso). El principal objetivo de la Alianza era conformar listas comunes en la
mayor cantidad posible de distritos de cara a las legislativas de ese mismo año, y además,
disputarle el poder al Justicialismo en las presidenciales de 1999. Buena parte de esas
aspiraciones se cumplieron cuando, con listas conjuntas en 14 distritos (incluyendo la Capital y
la Provincia de Buenos Aires) en octubre de 1997 la UCR y el Frepaso triunfaron con el 45 por
ciento de los votos en todo el país, causando la primera derrota electoral nacional del Partido
Justicialista desde 1985.
Como resultado de los acuerdos entre los dos partidos mayoritarios de la coalición hasta
entonces opositora, la candidatura presidencial para las elecciones de 1999 se definiría en
internas abiertas entre un candidato de la UCR y un postulante del Frepaso. Tras lograr el
respaldo de la mayoría del Partido Radical —en especial el aval clave del expresidente Raúl
Alfonsín— De la Rúa se convirtió en 1997 en presidente del Comité Nacional de la UCR y
luego, meses después, en precandidato presidencial por su partido. El Frepaso le opuso
a Graciela Fernández Meijide, que contaba con el antecedente de la elección anterior de
haber derrotado al justicialismo en la provincia de Buenos Aires (hasta entonces un distrito
fuertemente duhaldista).
Fernando De la Rúa logró la victoria en la interna abierta en noviembre de 1998, alcanzando el
62 por ciento de los votos contra el 38% del Frepaso en todo el país. Consagrado Fernando
De la Rúa como candidato presidencial, el líder del Frepaso, Carlos Álvarez, decidió
acompañarlo como candidato a vicepresidente para reforzar la unidad de la coalición.
De la Rúa jura como presidente en 1999.
Fernando De la Rúa, candidato de la Alianza, fue electo presidente en las elecciones del 24 de
octubre de 1999, y el justicialismo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. La Alianza y
su fórmula De la Rúa-Álvarez obtuvo el 48,5% de los sufragios, contra el 38,09% del binomio
peronista Eduardo Duhalde-Ramón Ortega. En tercer lugar, con el 10,09% de los votos,
aparecía el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.13
Uno de los éxitos de la campaña electoral fue la campaña publicitaria televisiva de De la Rúa,
en el cual pronunciaría la frase "Dicen que soy aburrido..." con la cual se lo relacionaría más
adelante. Dicha publicidad buscaba contrastar al candidato presidencial con la frivolidad que el
público percibía en el gobierno menemista. La campaña electoral estuvo a cargo de Ramiro
Agulla, David Ratto (publicista de Raúl Alfonsín en las elecciones de 1983) y Antonio de la
Rúa, este último hijo del propio Fernando De la Rúa.14 El hijo del presidente lideraría al "Grupo
Sushi", un entorno con influencia en las decisiones de Fernando De la Rúa.1516
Años 1999 y 2000[editar]
La victoria de De la Rúa se debió al fuerte rechazo público hacia la figura de Carlos Menem,
así como también al deterioro de la situación económica del país, que en 1999 terminaba con
una caída del PBI de alrededor de 3,4 puntos porcentuales respecto al año anterior.17 El
desempleo se acercaba al 14 por ciento, luego de haber alcanzado la cifra récord de 18,6%
algunos años antes, y la pobreza era del 30% aunque seguía siendo menor a la que había
antes que el asuma.18 El país tenía serios problemas en materia educativa y sanitaria, y la
dirigencia política tenía una mala imagen pública. Además, el gobierno peronista dejaba un
elevado déficit fiscal, con un rojo de más de mil millones de pesos, una deuda externa del
orden de los 150 mil millones anuales con vencimientos de casi 25 mil millones en el año
próximo.1920 Debido a esto, De la Rúa tomó severas medidas de ajuste con el propósito de
sanear las finanzas.21 El aumento impositivo decretado sobre las clases medias y altas
hacia enero de 2000, fue parte de un paquete que procuró en general mejorar la economía,
así como atender deudas pendientes como el Fondo para el Incentivo Docente, pero esto
resultó sin embargo insuficiente para resolver el deterioro de las finanzas públicas.22 A partir
de diciembre de 2000 la actividad industrial cayó. En Tierra del Fuego, la producción de
electrodomésticos fue solo de 610 artefactos, cuando el peor año había sido el 2000 con
19 115 artefactos. la producción de artefactos de televisión cayó 89 % con respecto al igual
periodo del año anterior, la producción de videocaseteras fue del 94 %, la de microondas del
84 %, auto-radios del 73 %.23 Cerraron muchas fábricas con una antigüedad de más de cien
años, como la empresa elaboradora de alfajores Balcarce.24
Al asumir intervino la Provincia de Corrientes que desde hacía meses estaba en un grave
conflicto político y financiero, con paros ininterrumpidos y la destitución del gobernador Hugo
Rubén Perie. La tarea le fue encomendada a Ramón Mestre que debió normalizar la situación
provincial.
José Luis Machinea, primer ministro de economía del gobierno de De la Rúa.
A lo largo del año 2000 el gobierno buscó controlar el gasto público, bajar las tasas internas de
interés y mantener la estabilidad monetaria y financiera. De la Rúa tomó severas medidas de
ajuste: dispuso un recorte de sueldo entre 8 y 20% a los empleados públicos, docentes,
fuerzas de seguridad y empleados judiciales que afectaron a más de 140.000 personas,
recortes en el presupuesto de las Universidades Nacionales y el despido de 10.000
empleados, como parte de un paquete de ajuste exigido por el FMI.2526 Sin embargo las
medidas no dieron resultado, para el año 2000 la crisis continuó, la economía se contrajo 0.5%
del PBI y la desocupación alcanzó el 14.7%.27 28
En marzo de 2001 asumió como ministro Ricardo López Murphy que llevó a cabo un severo
programa de ajuste fiscal, recortes en jubilaciones por 127 millones y postergación en el pago
de las mismas, anulación de pensiones y becas estudiantiles, achique y recorte en los
programas sanitarios por 50 millones, IVA del 15 al 21% para espectáculos culturales, fútbol,
teatro y cine, eliminación de ayuda a productores rurales de siete provincias por 180 millones,
despido inmediato de 40.000 empleados públicos, flexibilización laboral, recortes en las
indemnizaciones por despido, privatización de las casas de juego y de parte del Banco
Nación.29 30 El manejo del gobierno radical deterioró la economía rápidamente: las tasas
interbancarias orillaban el 900% anual y el riesgo país se disparó dificultando las
inversiones.3132 El duro recorte supuso la ruptura de la coalición gobernante, miembros
del FrePaSo dentro del gabinete renunciaron luego de presentado el programa económico.
Debido a esto, López Murphy se vio obligado a retirarse a 16 días de haber asumido.33
En octubre el desempleo alcanzó al 18,3% de la población activa.34 La deuda pública llegó a
132.000 millones de dólares, se registró una contracción mayor al 11% en la actividad fabril y
al 20% en construcción en términos anuales, el PBI per cápita bajó 10% y la inversión un 30%
y un déficit de 8.500 millones.35
Lanzó iniciativas como el Plan de Infraestructura que mediante acuerdos con los gobiernos
provinciales y financiamiento privado buscaba realizar obras de caminos, agua y vivienda en
todo el país por 20 mil millones de dólares. La medida fue tomada por decreto ya que, según
el ministro del interior Federico Storani, no había seguridad de que el Congreso sancionara la
ley con la rapidez necesaria.[cita requerida]
El gobierno de De la Rúa pidió ayuda complementaria al Fondo Monetario Internacional (FMI)
y a los bancos privados para reducir la presión de la deuda externa. En diciembre de 2000, el
ministro de Economía José Luis Machinea negoció un paquete de salvataje de cerca de
40.000 millones de dólares, conocido como Blindaje financiero para ganar confianza y
credibilidad en el exterior y bajar los intereses y renovar más fácilmente los vencimientos.36 la
primera medida trascendente antes de finalizar 1999, fue la aprobación de la Ley de Reforma
Tributaria, que preveía aumentar el impuesto a las ganancias, realizar quitas a las jubilaciones
mayores a los 3100 pesos, generalizar la aplicación del IVA, entre otras modificaciones que
suponían un aumento de casi todos los impuestos internos.37 La segunda medida
trascendente se produjo a los pocos meses, cuando el ministro anunció una reducción de
salarios del personal estatal, de entre el 12% y el 15%, además de la reestructuración o
supresión de diversos organismos públicos.3839
Sin embargo, el "Blindaje" no fue suficiente para reactivar la economía y en marzo de 2001
Machinea decidió presentar su renuncia.40
Año 2001[editar]
Aspectos políticos[editar]
Además de la grave crisis económica, el sistema político aparecía jaqueado en su conjunto a
partir de la renuncia en octubre de 2000 de Carlos Álvarez, vicepresidente y líder del
Frepaso.41 Dicha renuncia tuvo lugar en medio de un escándalo donde se denunciaron
supuestos sobornos en el Senado para aprobar una polémica ley de reforma laboral.
De la Rúa prepara su discurso luego de la renuncia de Carlos Álvarez
Los objetivos de la Ley de Reforma Laboral eran por un lado debilitar el poder gremial de los
sindicatos grandes en favor de los pequeños y por otro bajar los costos laborales. La fuerte
resistencia del justicialismo a votar el proyecto produjo modificaciones que atenuaron casi
totalmente su efecto sobre la estructura gremial. En estas negociaciones participaron el
entonces ministro de trabajo Alberto Flamarique y el líder sindical Hugo Moyano. Moyano se
opuso con firmeza a la reforma, argumentando que la misma tendría como consecuencia una
rebaja de los salarios y que estaría impulsada por el Fondo Monetario Internacional.42
Flamarique intentó conseguir el apoyo del sindicalismo prometiendo que los gremios
nacionales seguirían siendo los destinatarios de la cuota sindical que aportan los afiliados,
pero esto dividió internamente a la CGT.43
El vicepresidente Carlos Álvarez renunció a su cargo el 6 de octubre de 2000,44 denunciando
corrupción en la administración de De la Rúa y en el Senado nacional.
La renuncia de Álvarez produjo un quiebre en la Alianza; aunque los funcionarios del Frepaso
siguieron en sus cargos, muchos de ellos hasta el final de la gestión. Dicho quiebre se
profundizaba en el Congreso: allí, la escasa mayoría que tenía el oficialismo en la Cámara de
Diputados se iba reduciendo mes a mes a medida que legisladores de partidos de centroizquierda iban abandonando la coalición por diferencias políticas con el estilo de gobierno
llevado adelante por De la Rúa.
La situación política en general era desfavorable. En el Senado la mayoría era del Partido
Justicialista. En la Cámara de Diputados se tenía la mayoría pero ésta era mínima. El
sindicalismo realizó 7 paros generales durante el gobierno delarruista, y la mayoría de las
provincias argentinas tenían gobernadores propios del PJ. Tampoco disponía de un apoyo
partidario claro, y varios sectores del radicalismo y el Frepaso comenzaron a distanciarse por
la renuncia de Carlos Álvarez, el nombramiento de Domingo Cavallo y la política económica
sostenida. El titular de la UCR, Raúl Alfonsín, intentaba evitar la ruptura partidaria.45
A mediados de año logra la aprobación parlamentaria de la ley de intangibilidad de los
depósitos bancarios.46 En octubre la desocupación había trepado al 18,3%.47 A fin de año las
reservas internacionales del BCRA bajarían a cerca de 20 mil millones de dólares.
En medio de estos problemas, también hubo aspectos positivos, como fue lograr que en el
ciclo lectivo del año 2000 se cumplieran 180 días de clases, récord en más de una década,
gracias al interés que se puso en aumentar las semanas del periodo escolar como en evitar
conflictos docentes con el pago del incentivo docente.48
En este marco de amplia problemática política y económica, se produjeron las elecciones
legislativas de 2001, donde el Justicialismo se impuso con el 37 por ciento en todo el país,
contra el 24% de una diezmada Alianza que perdía más de 4.500.000 votos respecto de lo
logrado apenas dos años antes. Para el último bienio de gestión, el gobierno radical
enfrentaría un Congreso totalmente opositor.49 El voto en blanco o nulo alcanzó cifras récord
en la historia de la democracia argentina: la combinación de voto en blanco, voto nulo y
ausentismo se elevó al 41%, equivalentes a 10,2 millones de argentinos.50
La situación social motivó la generalización de grupos piqueteros a lo largo del país, una forma
de manifestación que recurre al bloqueo total o parcial de rutas o calles como forma de
protesta. Mientras que la derrota electoral, sumada a la renuncia de Álvarez, dejaba a una
línea de sucesión presidencial completamente justicialista, con Ramón Puerta ejerciendo
la presidencia provisional del Senado, y Eduardo Camaño la presidencia de la Cámara de
Diputados.51
Aspectos económicos[editar]
Año52
Crecimiento
del PIB
2000
-0,5%
2001
-4.5%
En enero de 2001 las reservas internacionales del BCRA habían alcanzado el récord histórico
de 37.380 millones de dólares, el cual sería superado en el año 2007 durante el gobierno
de Néstor Kirchner.53
El ministro de Economía, Ricardo López Murphy anuncia un plan de ajuste, que causó numerosas
protestas y llevó a su renuncia.
En marzo de 2001, ya con desvíos en las metas presupuestarias del primer trimestre del año
se produjo el alejamiento de José Luis Machinea del Ministerio de Economía y se nombró para
el mismo al hasta entonces ministro de defensa Ricardo López Murphy, un economista
respetado pero del ala más liberal del radicalismo que asumió con los objetivos de achicar el
gasto del estado y aumentar la recaudación fiscal.54 Sus proyectos para sanear la economía
realizando un enorme ajuste del gasto público, retirando fondos de áreas como salud o
educación, chocó con una muy fuerte oposición popular, particularmente dentro del mismo
Partido Radical y en sus brazos juveniles y universitarios. También puso en situación de
ruptura a la coalición gobernante ya que los miembros del Frepaso dentro del Gabinete
anunciaron su renuncia luego de que fue presentado el programa económico. Debido a esto,
López Murphy se vio obligado a retirarse luego de apenas 16 días en el ministerio de
Economía.55Durante el 2001 la situación económica se deterioró rápidamente: las tasas
interbancarias orillaban el 900% anual, el riesgo país se disparó,56 (en marzo superó 800
puntos y en octubre llegó a 1859 puntos, el más alto del mundo), acompañado de una baja de
540 millones de pesos en depósitos bancarios en un solo día.57 En octubre el desempleo fue
récord 4.8 millones entre desocupados, 18.3% de la población activa.58
Se convocó a ocupar la cartera a Domingo Cavallo, expresidente del BCRA durante la
dictadura y Ministro de economía del menemismo. Cavallo junto a su equipo económico
y Patricia Bullrich, entonces Ministra de Trabajo, anunciaron más ajustes. Se aprobó el
impuesto a las operaciones bancarias, un recorte del 13% en haberes previsionales que
afectaron a 533.401 jubilados, recortes del 13% sobre el salario de empleados estatales, y se
emitió deuda por 3000 millones.59 Estas medidas enfriaron el consumo y conllevaron a una
mayor caída de los niveles de empleo.60 El déficit fiscal se disparó a 4000 millones de
dólares.61 El desempleo pasó de 14,7% en el año 2000 a 25% a comienzos del 2001, niveles
que marcaron un récord histórico en el país, superior incluso a los de la crisis de 1930.62.63
Cavallo inició su gestión prometiendo un crecimiento anual del 5% e intentando rebajar
impuestos distorsivos y reanimar la industria, presentado como "Planes de Competitividad".64
Se aprobó el impuesto a las operaciones bancarias y se efectuaron delegaciones de algunas
de las atribuciones del poder legislativo en el poder ejecutivo.6566
Sin embargo, los mercados reaccionaron tan mal como los organismos internacionales de
crédito. En julio de ese año, debido a la presión fiscal y la imposibilidad de normalizar la
economía, Cavallo viró hacia una fuerte ortodoxia económica. Para ello presentó un plan de
"Déficit cero", con un nuevo recorte general de gastos en la administración pública para evitar
gastar más de lo que ingresaba en el Estado.67 La resistencia para obtener del Congreso la
ley en cuestión fue muy grande, incluso dentro del radicalismo en los sectores adherentes al
alfonsinismo, pero De la Rúa la obtuvo pidiendo un esfuerzo tanto a los legisladores
opositores como a los propios y a la población en general. Se argumentaba que "si no hay
arreglo, llega el caos".68 Esto tampoco ayudó, y el continuo ajuste contraía aún más la
economía en el marco de un contexto internacional de recesión regional y global, que tampoco
ayudaba a la Argentina a crecer.
Manifestación en contra del corralitofinanciero (Nota: la foto es posterior a la renuncia de De la Rúa).
En noviembre, el gobierno de De la Rúa inició una reestructuración de los compromisos de la
deuda externa, denominada "Megacanje".69 Hacia fines de ese mes, el agravamiento inusitado
de la situación económica, con inversiones que se alejaban debido a la complicada situación
política, provocó desconfianza pública en el sistema financiero, por lo que se produjeron
fuertes retiros de depósitos bancarios. Para frenarlos, el ministro de Economía impuso
restricciones que implicaban el congelamiento de los fondos depositados en los bancos,
medida conocida como el "corralito".70 La medida fue promulgada el 1 de diciembre y
originalmente permitía sólo un retiro de 250 pesos en efectivo semanales, la prohibición de
enviar dinero al exterior del país y la obligación de realizar la mayor parte de las operaciones
comerciales mediante cheques, tarjetas de crédito o de débito, y tenía prevista una duración
por 90 días.71 La deuda pública llegó a 132.000 millones de dólares, se registró una
contracción mayor al 11% en la actividad fabril y al 20% en construcción en términos anuales,
el PBI per cápita bajó 10% y la inversión un 30% y un déficit de 8.500 millones, sin contar el de
las provincias.72
Ante una brusca caída de los depósitos y la fuga de divisas, el 1 de diciembre de 2001 se
emitió el decreto 1570/2001,73 que establecía prohibiciones para el retiro de dinero de las
entidades financieras por parte del público. Al restringir bruscamente la liquidez monetaria
estas medidas ahogaron todo movimiento económico, paralizando el comercio y el crédito,
rompiendo las cadenas de pago. Las restricciones al retiro de dinero, sumada a la incautación
de los depósitos promovida por Domingo Cavallo fueron conocidas popularmente
como Corralito. Estos hechos desembocaron en la crisis de diciembre de 2001 en Argentina.
El corralito fue altamente impopular y perjudicó todavía más a numerosos sectores de la
economía argentina.74 El FMI, en tanto, endureció su posición y se negó a enviar 1.260
millones con los que se había comprometido a colaborar en el marco del préstamo conocido
como "Blindaje", argumentando que la Argentina no habría cumplido sus compromisos de
mantener el "déficit cero".75
Estallido social[editar]
19 de diciembre de 2001, el Presidente Fernándo De La Rúa declara el Estado de Sitio en Cadena
Nacional. Fuente: Radio y Televisión Argentina.
Artículo principal: Crisis de diciembre de 2001 en Argentina
Hacia el 19 de diciembre, la situación social se volvió incontrolable, con saqueos y desmanes
en los puntos más importantes del país. El Presidente llamó a la población a la calma. De la
Rúa respondió decretando el Estado de Sitio en todo el país.76 Sin embargo el vandalismo no
disminuyó, e incluso aumentó a pesar del estado de sitio.77 Finalmente se produjeron 27
muertos y más de dos mil heridos.7879 La rebelión popular, en lugar de terminar, sumó el
apoyo de la clase media, histórico bastión electoral del radicalismo. La misma se implicó por el
congelamiento de los depósitos bancarios. A la medianoche renunció el ministro de
economía Domingo Cavallo y el resto del gabinete puso sus renuncias a disposición del
Presidente.76
El 20 de diciembre la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires estaban desbordadas
por una ola de saqueos a supermercados y establecimientos comerciales de diversos tipos.80
A esto se le sumó un cacerolazo generalizado y marchas de miles de personas
autoconvocadas que reclamaban la renuncia del gobierno.81 En el centro porteño la policía
federal era desbordada, aunque lograba mantener la violencia fuera de la Plaza de Mayo.
Los gremios convocaron a huelgas como protesta por el estado de sitio. Inicialmente
la CTA inició una huelga de 24 horas el 20 de diciembre.82 Al día siguiente (a pesar de haber
tenido lugar la renuncia de De la Rúa) se sumarían la CGT de Rodolfo Daer en una huelga de
36 horas y la de Hugo Moyano por tiempo indeterminado.83 El Presidente perdió
definitivamente el respaldo de la mayoría de su propio partido, la Unión Cívica Radical, y
aferrado al escaso sector radical que aún le respondía intentó convocar al justicialismo a un
acuerdo de gobernabilidad, sumándose al gobierno. El rechazo del PJ decidió a De la Rúa a
presentar su renuncia al Parlamento a las 19.45 horas del 20 de diciembre de 2001, cuando
no había completado sino apenas la mitad de su mandato constitucional. La imagen del
renunciante Presidente saliendo en helicóptero de la Casa Rosada, quedó grabada para
siempre en el recuerdo de los argentinos. Este hecho tuvo además como afectado al partido
político del expresidente, perdiendo la mayoría de las elecciones que se realizaron hasta la
actualidad, debilitando a la Unión Cívica Radical frente a un peronismo en alza, que ante la
ausencia de su rival clásico llegó a dividirse en dos frentes. 8485
Gabinete[editar]
Jefatura de Gabinete y Ministerios del Gobierno de
Fernando De la Rúa
Cartera
Titular
Período
Jefatura de Gabinete de Ministros
Rodolfo Terragno
Chrystian Colombo
10 de diciembre de 1999–5 de
octubre de 2000
5 de octubre de 2000–21 de
diciembre de 2001
Ministerio del Interior
Federico Storani
Ramón Mestre
10 de diciembre de 1999–20 de
marzo de 2001
20 de marzo de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de Relaciones Exteriores,
Comercio Internacional y Culto
Adalberto Rodríguez
Giavarini
10 de diciembre de 1999–23 de
diciembrede 2001
Ministerio de Defensa
Ricardo López
Murphy
Horacio Jaunarena
10 de diciembre de 1999–5 de
marzo de 2001
5 de marzo de 2001–23 de
diciembre de 2001
Ministerio de Economía y Producción
José Luis Machinea
Ricardo López
Murphy
Domingo Cavallo
10 de diciembre de 1999–5 de
marzo de 2001
5 de marzo de 2001–20 de
marzo de 2001
20 de marzo de 2001–20 de
diciembre de 2001
Nicolás Gallo
José Luis Machinea
Ricardo López
Murphy
Carlos Bastos
10 de diciembre de 1999–5 de
octubre de 2000
5 de octubre de 2000–5 de
marzo de 2001
5 de marzo de 2001–20 de
marzo de 2001
20 de marzo de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de Infraestructura y Vivienda
Ricardo Gil Lavedra
Jorge De la Rúa
10 de diciembre de 1999–6 de
octubre de 2000
6 de octubre de 2000–21 de
diciembre de 2001
Juan José Llach
Hugo Juri
Andrés Delich
10 de diciembre de 1999–25 de
septiembrede 2000
25 de septiembre de 2000–20 de
marzo de 2001
20 de marzo de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de Trabajo, Empleo y
Formación de Recursos Humanos
Alberto Flamarique
Patricia Bullrich
José Dumón
10 de diciembre de 1999–6 de
octubre de 2000
6 de octubre de 2000–29 de
octubre de 2001
29 de octubre de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de la Seguridad Social
Patricia Bullrich
29 de octubre de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de Acción Social / Desarrollo
Social
Graciela Fernández
Meijide
Marcos Makón
Juan Pablo Cafiero
Daniel Sartor
10 de diciembre de 1999–12 de
marzo de 2001
12 de marzo de 2001–20 de
marzo de 2001
20 de marzo de 2001–22 de
octubre de 2001
22 de octubre de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de Salud
Héctor Lombardo
10 de diciembre de 1999–21 de
diciembrede 2001
Ministerio de Turismo, Cultura y
Deportes
Hernán Lombardi
29 de octubre de 2001–21 de
diciembre de 2001
Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos
Ministerio de Educación
Secretarías de Estado del
Gobierno de Fernando De la Rúa
Cartera
Titular
Período
10 de diciembre de 1999–6 de
octubre de 2000
6 de octubre de 2000–7 de octubre
de 2000
8 de octubre de 2000–20 de marzo
de 2001
20 de marzo de 2001–20 de
diciembre de 2001
Secretaría General
Jorge De la Rúa
Alberto Flamarique
Carlos Becerra
Nicolás Gallo
Secretaría Legal y Técnica
Ernesto Marcer
Secretaría de Inteligencia del Estado
Fernando de
Santibañes
Carlos Becerra
10 de diciembre de 1999–23 de
octubre de 2000
23 de octubre de 2000–20 de
diciembre de 2001
Secretaría de Cultura y Comunicación
Darío Lopérfido
10 de diciembre de 1999–23 de
diciembre de 2001
SEDRONAR
Lorenzo Cortese
10 de diciembre de 1999–20 de
diciembre de 2001
Secretaría de Ciencia, Tecnología e
Innovación Productiva
Dante Caputo
Adriana Puiggrós
10 de diciembre de 1999–28 de
febrero de 2001
28 de febrero de 2001–20 de
diciembre de 2001
Actividad posterior a la presidencia[editar]
Mural realizado en homenaje al cacerolazo y a los muertos durante la Crisis de diciembre de 2001 en
Argentina.
De la Rúa se retiró totalmente de la vida política y evitó apariciones públicas o formular
declaraciones, incluso respecto de las causas judiciales llevadas adelante en su contra. Una
de dichas causas se refiere a los eventos que tuvieron lugar al final de su mandato, durante
los cuales murieron alrededor de 30 personas en distintos lugares del país. Enrique Mathov, el
ex secretario de seguridad, acusó a De la Rúa de haber ordenado la represión.86 La causa fue
llevada adelante por el juez Claudio Bonadío, y en la misma también estuvieron procesados el
entonces subjefe de la Policía Federal, Osvaldo Cannizzaro, y otros comisarios que actuaron
durante aquella tarde: Daniel Manzini, Próspero Treseguet, René Derecho y Alfredo Salomón.
De la Rúa asegura que el 20 de diciembre ignoraba la gravedad de la situación:
Recién tuve la información sobre la última hora de la tarde, cuando ya estaba en Olivos sobre que había
fallecidos. Yo renuncié antes de saberlo.87
El juez, en cambio, desestimó la defensa de De la Rúa, y declaró lo siguiente:
Es imposible creer que ninguno de los funcionarios, asesores, correligionarios, amigos o familiares
accediera a su presencia de manera personal o por cualquier otro medio87
Podría haber encendido un televisor o una radio o más no sea asomarse a una ventana y ver el
panorama que acontecía en el jardín de su propia casa.87
Dicho procesamiento fue revocado el 29 de abril de 2008, cuando la Cámara Federal dictó la
falta de mérito.88
De la Rúa también fue procesado en una causa en que se lo acusa de sobornar legisladores
para conseguir la aprobación de la Reforma Laboral del año 2000. La causa es de "cohecho
activo agravado", y es llevada adelante por el juez federal Daniel Rafecas. La causa fue
promovida por el ex secretario parlamentario Mario Pontaquarto, quien confesó en los medios
su intervención en dicha operación. El propio Pontaquarto está también procesado, al igual
que Fernando de Santibañes, que era jefe de la SIDE; José Genoud, entonces presidente
provisional del Senado, y Alberto Flamarique, ministro de Trabajo. Los ex senadores acusados
de recibir las "coimas" (sobornos) son Alberto Tell, Remo Costanzo, Emilio Cantarero, Ricardo
Branda y Augusto Alasino.89
Durante el año 2006 el juez Jorge Ballestero procesó a Fernando De la Rúa, Domingo Cavallo
y varios miembros de su equipo por el megacanje.90 Fundamentó su decisión en que éstos
habrían cometido un crimen, excediendo el margen de discrecionalidad propio de las medidas
políticas.91
El día 7 de abril de 2009 Fernando De la Rúa fue sobreseído por el Tribunal Oral Criminal 16
en la causa que investigaba la presunta contratación de un jardinero privado con sueldo del ex
Concejo Deliberante. Se trataba de un desprendimiento de la megacausa por los
denominados "ñoquis" del ex legislativo comunal.92 En el mismo día el juez Bonadío
sobreseyó al expresidente en la causa en la que se lo investigaba por su presunta
responsabilidad en las cinco muertes que hubo como consecuencia de la represión policial a
las protestas que antecedieron su salida del Gobierno en diciembre de 2001.93 Con respecto a
su salud personal, mientras fue presidente fue operado mediante una angioplastia en el
Instituto Cardiovascular de Buenos Aires en junio del 2001, y luego recibió una segunda
angioplastia coronaria con stent en el Instituto del Diagnóstico en el 2010 a manos del jefe de
cardiología intervencionista de esa institución, doctor Luis de la Fuente, el médico pionero en
Argentina de la medicina cardiovascular mínimamente invasiva quien en agosto del 2014
volvió a colocarle dos stents coronarios con medicamento.
RECURSOS FÓNICOS
- Aliteración. Repetición de un fonema ( o conjunto de fonemas), con una finalidad
expresiva.
“Solares sólo sabe a agua”
“Mami, mi Milka”
- Onomatopeya. Intento de imitar sonidos de la realidad.
“Yo ñam, ñam sardinas”
“Schhhhhweppes”
-
Paronomasia. Vincular palabras formalmente muy similares, aunque con significado
distinto.
“Cuida tu vista en serio, no en serie”
“La Cope a tope”
-
Rima. Tanto en su variante asonante, como, sobre todo, la consonante.
“Del Caserío, me fío”
“Sidra el Gaitero, famosa en el mundo entero”
RECURSOS MORFOSINTÁCTICOS
-
Elipsis. Se omite algún elemento de la estructura sintáctica, sobre todo el verbo.
“Parker. La escritura”
“Alfa Romeo: la pasión de conducir”
-
Anáfora. Repetición, al comienzo de las oraciones, de la misma palabra.
“Así se come en América. Así se baila en América. Así se fuma en América”
“Laster ahorra más. Laster tarde menos. Laster guisa mejor”
-
Epífora. Repetición de una palabra al final de oraciones.
“Todo bombón y nada más que bombón”
“Para viajar bien, llegar bien y quedar bien”
-
Anadiplosis. Repetición de una palabra, con la que ha acabado una frase, al comienzo
de la siguiente.
“Esto es lo mini. Mini es lo máximo”
“La buena mesa es la debilidad de don Carlos. Don Carlos, el vino de mesa”
-
Epanadiplosis. Repetición de una palabra al comienzo y al final de una frase.
“Fino La Ina. Imposible beber algo más fino”
“Nada comparable al nuevo Opel Corsa, nada”
-
Asíndeton. Suprsión de las conjunciones entre las frases, o sintagmas, para dar
sensación de dinamismo.
“Vuele, navegue, conduzca, viaje con Europ Assistance”
-
Tautología. Definición en la que un concepto remite a sí mismo.
“El único que es único”
“Lo único igual a Coca-cola es Coca-cola”
-
Paralelismo. Repetición de la misma estructura sintáctica en dos o más frases.
“El placer de conducir. El placer de viajar”
“Ha cambiado el placer del éxito. Ha cambiado el placer de fumar”.
-
Políptoton. Uso de palabras que comparten el mismo lexema.
“Haz buen uso. No un abuso”
“Hemos crecido haciendo crecer a otros.”
RECURSOS SEMÁNTICOS
-
Hipérbole. Exageración.
“Madrid, escenario del mundo”
“Fulminamos los precios”
-
Polisemia. Juego con los diferentes sentidos de una palabra.
“Para la cabeza del cabeza de familia en su día”
-
Paradoja. Unión de ideas antagónicas.
“Reserva sin reservas”
“Un poco de Magno es mucho”
-
Sinestesia. Transferencia de significado de un sentido a otro.
“La música tiene otro color”
-
Antítesis. Contraposición de ideas.
“Para unos pocos es un sueño. Para muchos resulta una pesadilla”
“La Ina frío. Un rato cálido”
-
Sinonimia. Uso de palabras con significados equivalentes.
“Fuerza, potencia, poder....”
-
Comparación. A diferencia de la metáfora, hay un nexo comparativo.
“Sol-Thermic, como el calor del sol”
-
Metáfora. Se traslada el significado propio de una palabra a otra: se designa a un objeto
mediante otro gracias una relación de semejanza.
“Eres la primavera del Corte Inglés”
“Oro caribeño” (ron Cacique)
-
Metonimia. Nombrar una cosa con el nombre de otra con la que guarda una cierta
relación de causa/efecto.
“Una Casera”, “Un Danone”, “Un kleenex”
-
Ironía. Dar a entender lo contrario de lo que se dice.
“Gracias por imitarnos”
-
Personificación. Atribuir a objetos rasgos humanos.
“¡Pruébame!” (tabaco Gold Coast)
Amalia (novela)
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Amalia
de
José Mármol
Género
Narración
Tema(s)
Amor imposible por violencias políticas
Idioma
Francés
Título original
Amalia
País
Argentina
Fecha de publicación 1851
Texto en español
Amalia en Wikisource
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Amalia es una novela del argentino José Mármol (1817-1871) cuya primera parte fue
publicada en 1851, en forma de folletín, en el diario La Semana de Montevideo. Interrumpida
la publicación por el pronunciamiento de Urquiza, que daba nuevo impulso a la lucha contra
Rosas, apareció en forma de libro en Buenos Aires en 1855, con la adición de los ocho últimos
capítulos. Es considerada la primera novela rioplatense.
Índice








1Contexto de la historia
2Sinopsis
3Valoración
4Filmografía
5Música
6Notas
7Referencias
8Texto íntegro de la novela
Contexto de la historia[editar]
La novela relata el amor entre un hombre y una mujer joven, malogrado por la violencia
política. El tema es innovador pues utilizando la historia del romance aspira a retratar una
realidad histórica, el “año del terror” entre el 4 de mayo y el 5 de octubre de 1840, en el
que Juan Manuel de Rosas realiza la persecución más encarnizada de sus opositores, a los
que ubica bajo el rótulo común de “unitarios” aunque algunos, como los agrupados en
la Asociación de Mayo, no eran unitarios ni federales.
Sinopsis[editar]
El hilo conductor del relato es el romance entre Amalia –una viuda residente en Buenos Aires–
y Eduardo Belgrano, un joven unitario que es herido al tratar de salir de Buenos Aires para
incorporarse a las tropas que luchan contra Rosas. Eduardo es salvado por su amigo Daniel
Bello, quien lo conduce a la casa de su prima Amalia, una viuda tucumana de apenas veinte
años que tiene una quinta en Barracas, en las afueras de Buenos Aires. Nace un romance
entre Amalia y Eduardo, mientras se suceden muchas peripecias en la ciudad y sus
alrededores, lo cual da oportunidad al autor para presentar el accionar de distintas figuras
históricas como el gobernador Rosas, su hija Manuelita, su hermana Agustina Rosas, su
cuñada Josefa Ezcurra, el representante inglés míster Mandeville, funcionarios, personeros
y bufones del régimen de Rosas. Belgrano y Amalia deciden casarse para, una vez repuesto
él de sus heridas, huir los dos a Montevideo. Sin embargo, esbirros de la Mazorca —fuerza de
choque del gobierno rosista— irrumpen en la quinta y matan a Belgrano.
Valoración[editar]
Al ser escrita la novela en 1850 muchos de sus personajes existían, si bien el autor por una
ficción supone escribirla con algunas generaciones de distancia. Mármol declara su voluntad
de trazar un cuadro histórico, aunque exagera las tintas de ese cuadro y realza los contrastes.
La figura de Rosas es retratada en los capítulos IV, V y VI con una técnica casi
cinematográfica pero, en cambio, cae en una minuciosidad tediosa en otras partes –no muy
numerosas– como en la descripción de Amalia o de sus sentimientos y actitudes.
José Mármol, autor de Amalia
Filmografía[editar]
La historia de Amalia Sáenz y de su enamorado Eduardo Belgrano ha sido presentada en dos
películas argentinas. En 1914, el comediógrafo Enrique García Velloso realizó Amalia, un filme
mudo. En 1936 Luis Moglia Barth rodó una segunda Amalia, esta vez sonora.
Música[editar]
La historia de Amalia y su enamorado Eduardo es recreada en "La canción de Amalia", un vals
del poeta y letrista Héctor Pedro Blomberg, autor de muchos temas sobre la época de Rosas y
las guerras civiles. El autor de la música fue el guitarrista Enrique Maciel. Los primeros versos
dicen:
La sangre del año 40 mojaba
tu rostro divino color de marfil,
doliente azucena de la Tiranía,
jamás Buenos Aires se olvida de ti.
Soñando vivías en la quinta sola
y el río te daba su mortal canción,
suspiran los sauces de la Calle Larga
se oía a lo lejos un canto de amor.
Belgrano te amaba, jazmín tucumano,
la daga de Rosas su pecho buscó,
lloraron de angustia tus bellas pupilas
en las noches rojas del Restaurador.1
El rosismo en la novela «Amalia» de José
Mármol
Noemí Ulla
El más famoso de los poetas en el exilio, José Mármol, escribió Amalia de acuerdo
con ciertos cánones retóricos caros al romanticismo. Así, por ejemplo, la clasificación
dualista de la humanidad en virtuosos y malvados; el gusto por los contrastes (Rosas y
Manuelita); la exaltación de las grandes fórmulas (los encendidos discursos de los
paladines Unitarios); la morosidad en las descripciones de tipos y ambientes; la
utilización de la naturaleza para insinuar o definir estados de ánimo; el gusto por los
desenlaces trágicos.
Para un mejor entendimiento de Amalia no debe olvidarse que esta extensa novela
fue publicada en forma de folletín. Las entregas espaciadas al lector explican en este caso
-y en el de toda la literatura similar- la dosificación del interés según una técnica que el
lector moderno suele rechazar de plano, y ciertas reiteraciones, en cada una de las
entregas, que perturban la viabilidad del texto. Estos, y otros defectos fácilmente notables
en la novela, limitan el interés puramente literario de la misma y desplazan el gusto del
lector hacia zonas marginales de la literatura, como el valor documental del libro o su
condición de fiel testimonio de una conciencia. La última posibilidad es defendida por
Frida Schultz de Mantovani en una conferencia recogida en el libro Apasionados del
nuevo mundo1. Martínez Estrada se inclina por la primera y asegura, incluso,
que Amalia es uno de los cuatro textos, junto con Martín Fierro, Facundo y Una
excursión a los indios ranqueles en los que puede comprenderse la realidad nacional2. La
afirmación es un tanto sorprendente para el caso de Amalia, y sin ánimo de discutirla, la
posponemos a otra que nos parece la adecuada para indicar el verdadero mérito
de Amalia. Dentro de la literatura de ficción inspirada por el rosismo, y en la frontera
cronológica en que se desarrolló el episodio rosista, Amalia fue algo así como la novelaestuario que recogió en un abrazo todos los materiales creados y perfilados en veinte años
de agudos conflictos político-sociales, años en los que la literatura intervino acentuando
y conformando con eficacia los diversos focos de tensión. Amalia resultó así el más
consumado muestrario de ejemplos y de perspectivas de una literatura de combate
abundantemente ejercitada hasta entonces. Su publicación, en el filo mismo de la batalla
de Caseros, la ungió con el carácter de definitiva y la convirtió en el modelo obligado de
casi toda la literatura posterior sobre el período de Rosas. Varias novelas editadas en los
años inmediatos al triunfo de Urquiza reconocen el padrinazgo de Amalia, obra que
convertida en un clásico prematuro de nuestras letras contribuyó como ninguna otra a la
consolidación de determinadas imágenes y opiniones en la conciencia popular. La escena
dramática y la lírica, el cine y el radioteatro han insistido en numerosas versiones de la
novela; e innumerables reediciones del texto original, confirman, para el siglo XX, la
notable lozanía de la obra y la curiosa predisposición del lector a reconocer en sus páginas
verosimilitud histórica, sin que advierta la importancia que tuvo la misma novela en crear
las condiciones de esa predisposición general.
Si es válido el enfoque propuesto para señalar el lugar de Amalia en nuestra
literatura, indicaremos entonces algunos de los recursos retóricos que le dieron carácter
en el momento de su publicación y de otros que le abrieron el camino de la perdurabilidad.
Mansilla, en su ensayo histórico-sociológico sobre Rosas, dice que la lengua
corriente, durante el largo período de la dictadura, «parecía como compuesta de frases
estereotipadas»3. Esta modalidad se refleja de manera notable en Amalia, sólo que pierde
a veces la condición inocua que la misma debía tener en el lenguaje familiar y corriente,
para convertirse en un fuerte sello de diferenciación sicológica. Así cuando Salomón, el
presidente de la Sociedad Restauradora, impreca:
¡Viva la Federación! ¡Viva el ilustre Restaurador de las
leyes! ¡Mueran los inmundos, asquerosos franceses! ¡Muera el
rey guardachanchos Luis Felipe! ¡Mueran los salvajes,
asquerosos unitarios, vendidos al oro inmundo de los
franceses! ¡Muera el pardejón Rivera!4
las frases gastadas por el mecanismo de la repetición sirven, sin embargo, para indicar la
pesadez mental de este célebre personaje, capaz de poner al mismo nivel de su entusiasmo
la retórica de los impresos oficiales.
Tampoco es inocua la adjetivación que Mármol pone en boca de los federales para
referirse a los unitarios, por más que ella perteneciera al arsenal de expresiones populares
estereotipadas. Los unitarios son salvajes, inmundos, asquerosos, traidores, vendidos, y
cada una de estas palabras asume en la novela, por lo general, el sentido originario, la
prístina intención insultante con que nació en la lucha política. Mármol retrotrae
concientemente a su origen el sentido de tales palabras para avivar con ella el calor de las
pasiones. Igual conciencia literaria se advierte en el matizado uso del término federal:
Daniel recibió apretones de manos y abrazos federales.
(1.ª, XXII, 202)
Era el ruido de las espuelas federales...
(5.ª, IV, 272)
[...] por instinto, por instinto federales...
(5.ª, IX, 330)
el dignísimo federal Anchorena.
(2.ª, XI, 326)
Todos aplaudieron federalmente la improvisación de
aquel digno apoyo de la santa causa.
(2.ª, XI, 327)
Con particular habilidad, Mármol rescata para la expresión viva, muchos términos
que sus contemporáneos empleaban desprovistos de significados; habilidad que utilizará
con parecido éxito al recrear los símbolos más comunes a toda época de violencia y terror.
Repárese, por ejemplo, en el símbolo de la sangre:
[...] oía la terrible relación que le auguraba el principio de
una época de sangre y de crímenes...
(1.ª, II, 47)
[...] la mano y el brazo de Cuitiño estaban enrojecidos de
sangre.
Rosas lo echó de ver inmediatamente y un relámpago de
alegría animó de súbito aquella fisonomía encapotada siempre
bajo la noche eterna y misteriosa de la conciencia.
(1.ª, V, 90)
La reacción de Rosas ante el espectáculo de la sangre nos remite a uno de los más
eficaces esquemas de Mármol, extraídos del mundo romántico. Fisonomía
encapotada y noche eterna y misteriosa de la conciencia señalan la oscuridad en que
vivían los espíritus torturados, y los elementos puramente irracionales que se asignaban
a los agentes del mal. Mármol concentra toda la posibilidad de mal en las filas federales,
y, especialmente, en algunos de sus distinguidos personajes, como la cuñada política del
tirano:
Basta decir, por ahora, que en la hermana política de don
Juan Manuel de Rosas estaban refundidas muchas de las malas
semillas que la mano del genio enemigo de la humanidad
arroja sobre la especie en medio de las tinieblas de la noche
según la fantasía de Hoffmann.
(1.ª, IX, 138)
[...] y su cuñada, con un tesón, una perseverancia y una
actividad inaudita, le facilitaba las ocasiones en que saciar su
sed abrazadora de hacer el mal.
(1.ª, IX, 140)
Este procedimiento simplificador, de más que espontánea aplicación en el comercio
de las relaciones humanas, debía inducir al novelista a pensar la facción unitaria como
poseedora única del bien, la razón y la justicia. Y así la pensó, en efecto, con sólo dos
excepciones que deben aclararse. Una está dada por la irrupción de cierto sentido del
humor5, a la manera del romanticismo hispánico, que trueca el aspecto trágico de los
genios del mal y el heroico de los del bien, en rasgos bufonescos. La otra corresponde a
la variante victorhuguesca del contraste puro -Esmerada-Quasimodo- y es la que permite
el contrapunto Rosas-Manuelita, es decir, el mal y el bien disputando su eterna querella,
esta vez en los dominios domésticos del mal6.
Fuera de estas excepciones, el procedimiento se aplica con extrema rigidez. Esta es
la descripción de Cuitiño:
Y mientras salía del cuarto, con una mirada llena de
vivacidad e inteligencia, midió Rosas aquella guillotina
humana que se movía al influjo de su voluntad terrible, y cuyo
puñal, levantado siempre sobre el cuello del virtuoso y del
sabio, del anciano y del niño, del guerrero y de la virgen, caía,
sin embargo, a sus plantas, al golpe fascinador yeléctrico de su
mirada. Porque esa multitud oscura y prostituida que él había
levantado del lodo de la sociedad para sofocar con su aliento
pestífero la libertad y la justicia, la virtud y el talento, había
adquirido desde temprano el hábito de la obediencia
irreflexiva y ciega, que presta la materia bruta de la humanidad
al poder físico y a la inteligencia generatriz cuando se emplean
en lisonjearla por una parte y avasallarla por otra.
(1.ª, V, 95)
En cambio, observemos el retrato de Daniel Bello, modelo de perfección unitaria:
Este joven, de veinticinco años de edad, de mediana
estatura, pero perfectamente bien formado, de tez morena y
habitualmente sonrosada, de cabello castaño y ojos pardos,
frente espaciosa, nariz aguileña, labios un poco gruesos, pero
de un carmín reluciente que hacía resaltar la blancura de sus
lindísimos dientes.
(1.ª, III, 52)
Y el de Amalia:
Había algo de resplandor celestial en esa criatura de
veintidós años, en cuya hermosura la naturaleza había agotado
sus tesoros de perfecciones, y en cuyo semblante perfilado y
bello, bañado en una palidez ligerísima, matizado con un tenue
rosado en el centro de sus mejillas.
(2.ª, I, 210)
La misma duplicidad de miras se advierte en la descripción de los ambientes, para lo
que bastaría transcribir, si no temiéramos caer en exceso de citas, el pasaje en el que se
muestra la casa de Rosas confrontándolo con el que se dedica a reconstruir la casa de
Amalia7.
Puesto en marcha el procedimiento, Mármol, buen romántico, no podía dejar de
utilizar la naturaleza en función de sus propios sentimientos. El amanecer posterior a la
noche del 5 de mayo se describirá así con significativa selección de adjetivos, cuya
notoria finalidad es acentuar la inocencia de la víctima:
La blanca luz de esa beldad pudorosa de los cielos que
asoma tierna y sonrosada en ellos para anunciar la venida del
poderoso rey de la Naturaleza, no podía secar, con
el ternísimo rayo de sus ojos, la sangre inocente que
manchaba la orilla esmaltada de ese río, de cuyas ondas se
levantaba, cubierta con su velo de rosas, su bellísima frente de
jazmines.
(1.ª, VIII, 129)
Para concluir, recordaremos que Mármol elige con mucha habilidad el tiempo en el
que se desarrollan los episodios de Amalia. 1840, por circunstancias que los historiadores
han explicado suficientemente, fue el año del terror en Buenos Aires. Rosas aplicó como
nunca su pesado aparato policial, permitiendo que la Mazorca, con conducta algo más
que expeditiva, sujetara los peligrosos hilos de la subversión latente.
La ciudad con sus calles desiertas, el silencio nocturno roto por el escándalo de los
allanamientos, el temor de la delación, la zozobra por el destino de familiares y amigos
eran elementos que, tomados concentradamente, debían dar a esta novela el clima de
opresión por antonomasia.Amalia dio así la atmósfera de terror paradigmática en nuestra
literatura, la fuente en la que debía abrevar necesariamente todo novelador o folletinista
con gusto por el pasado histórico. Estas frases de Mármol, escogidas al azar, marcan el
carácter de casi toda la literatura antirrosista posterior a Caseros:
La ciudad dormía bajo el puñal. La seguridad individual
se había violado a tal punto, que la cárcel resultaba entonces
un refugio contra los asesinos asalariados.
(1.ª, XI, 168)
La fisonomía especial de la angustia, la fisonomía de la
ansiedad. Cada minuto pesaba horriblemente sobre el espíritu.
(2.ª, I, 71)
Introducción a «Amalia» de José Mármol
Benito Varela Jácome
—5→
Amalia es una síntesis singular de las distintas tendencias de la novela romántica
hispanoamericana. Su autor, José Mármol, desde la perspectiva nostálgica del exilio
forzoso en Montevideo, reconstruye la dramática situación argentina en 1840, bajo la
dictadura de Juan Manuel Rosas; crea un tenso climax de violencia, representado por la
fuerte persecución de los unitarios, en Buenos Aires, y las cruentas campañas de la guerra
civil en las provincias. Sobre la perspectiva histórica real, violentada por la irreconciliable
bipolarización política, se desarrolla un proceso sentimental, empujado por la represión
hacia un desenlace final. En la «explicación» previa, el escritor porteño certifica la
veracidad de las situaciones contextuales de su relato: «La mayor parte de los personajes
históricos de esta novela existen aún, y ocupan la posición política o social que al tiempo
en que ocurrieron los sucesos que van a leerse».
Factores determinantes de la obra de José Mármol
Varios factores adversos actúan sobre la existencia de José Mármol (1817-1871). La
estrechez económica de su infancia en Buenos Aires y Montevideo se agrava después de
la muerte de su madre; queda reducido a la pequeña pensión que le envía su padre,
emigrado en Brasil, después de haber combatido en la lucha de la independencia. Aunque
estudia en la Universidad bonaerense, no participa, en principio, en las tertulias literarias,
pero en 1839 es encarcelado por su actividad política, y en noviembre de 1840 comienza
su expatriación en Montevideo.
A lo largo de sus doce años de destierro, Mármol realiza una amplia actividad
literaria. Orientado por el neoclásico Florencio Varela, escribe sus primeras
composiciones civiles, por las que ha sido calificado por Menéndez Pelayo de «verdugo
poético de Rosas». En 1842 estrena en Montevideo los efectistas dramas en verso El
poeta y El cruzado, llenos de resonancias de Espronceda y Zorrilla; al mismo tiempo
cultiva un periodismo combatiente, antirrosista. Se traslada a Río de Janeiro, en 1843, en
donde entra en relación con la literatura francesa, en la —6→ casa del general Tomás
Guido. Al regresar a Montevideo, en 1846, publica El peregrino y Cantos del peregrino,
típicos ejemplos de poesía romántica, influida por Echevarría, Zorrilla, Lamartine
y Childe-Harold, de Byron.
La obra lírica de Mármol se completa con Armonías (1851) y los tres volúmenes
de Poesías, aparecidos en 1855. Por las mismas fechas publica las entregas de Amalia,
en su revista La Semana, y la edición definitiva de la novela. Al regresar a Buenos Aires,
después de la victoria del general Urquiza, desempeña cargos diplomáticos en Chile y
Bolivia; dirige El Progreso, incrementa su actividad política, publica distintos fascículos.
Desde 1858 hasta su muerte fue director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
La elaboración de la obra de nuestro autor está condicionada por varios factores,
sincrónicos y diacrónicos: el contexto histórico, el ambiente cultural, las influencias
literarias, las experiencias de la persecución rosista y el largo exilio. Mármol, como
cualquier escritor, está en el centro de su creación, influido por cerca de una decena de
determinantes, factibles de representar por las coronas circulares de este diagrama:




A: José Mármol.
B: 1817-1871.
C: Argentina.
D: Familia pobre.





E: Comienza estudios universitarios.
F: Influencia del romanticismo europeo.
G: Influencia de los proscritos argentinos.
H: Represión del dictador Rosas.
I: Exilio en Uruguay y Brasil.
Elaboración de «Amalia»
En los dos últimos años de exilio en Montevideo, José Mármol crea y redacta el
periódico político y literario La Semana, aparecido entre abril de 1851 y febrero de 1852.
En su suplemento va publicándose, en entregas sucesivas, la novela Amalia. El primer
tomo de esta edición, de 366 páginas, recoge las entregas aparecidas hasta diciembre de
1851, y el segundo, de sólo 38 páginas, las inserciones hasta febrero. La publicación
de La Semana se interrumpe el 9 de febrero de 1852, seis días después de la resonante
derrota de Rosas por el general Justo José Urquiza, en la batalla de Monte Caseros. El
propio Mármol confiesa que el gran acontecimiento le serviría para escribir el final de la
novela, «con mejores detalles sobre el mes de octubre de 1840». Más tarde, en una nota
a la edición definitiva, advierte que en el destierro no disponía de las fuentes
documentales, de las víctimas rosistas, y añade: «Hoy, que están en nuestro poder,
insertamos en el texto de la obra, que se conservaba inédita, una pequeñísima parte de
ellos, para que se vean el orden y prolijidad de estas tablas».
La edición definitiva de Amalia, considerada la primera por el autor, se imprime en
Buenos Aires, en 1855, tres años después de ser derrocada la dictadura de Rosas; se
publica, por tanto, cuando la ciudad porteña acaba de estrenar la Constitución de 1854.
Es necesario esbozar el problema textual de la novela. Si —7→ comparamos la primera
edición con la definitiva de 1855, se dan estas variantes estructurales: en la primera parte
se incluye el capítulo titulado «La flor del aire y la magnolia», suprimido y refundido, en
parte, en el capítulo IX, «El ángel y el diablo», de la segunda edición. En la parte segunda,
el capítulo VII cambia su título por «Escenas de un baile» y se interpola el retrato de doña
Agustina Rosas. El segundo tomo de 1851, además de la reducción de unidades
narrativas, se interrumpe en el capítulo XII.
La categorización romántica y la dictadura de Rosas
Amalia es un complejo ejemplo de novela romántica. El juego mnemónico de
algunos clisés descriptivos, la proyección subjetiva, la exaltación sentimental, las
funciones folletinescas, las pulsiones efectistas, impuestas por la publicación en entregas
sucesivas, las perspectivas internas del proceso amoroso, tienen un claro parentesco con
los distintos metagéneros narrativos de la corriente romántica. Pero Mármol monta toda
la categorización sentimental sobre ejes semánticos históricos, políticos y sociales,
radicalmente transformados por las situaciones límite de violencia. Varios factores
contextuales influyen en la elaboración de la obra: el terror de la mazorca, que empuja al
exilio a los componentes del grupo intelectual porteño de 1837; las experiencias
autobiográficas, la efervescencia antirrosista en la capital uruguaya.
Para la comprensión de la funcionalidad político-social en Amalia no podemos
prescindir de la perspectiva histórica protagonizada por el polémico dictador Juan Manuel
Rosas, en su primera etapa de gobierno de Buenos Aires, desde el fusilamiento del
coronel Dorrego hasta 1832, y desde 1835, con la proclamación de Restaurador de las
Leyes. Rosas se sirve del federalismo provincial para destruir el poder de la burguesía
comercial; se apoya en el conservadurismo porteño, las transigencias del consorcio
comercial inglés, las montoneras de gauchos, los despóticos caudillos de provincias.
Además de la represión contra los unitarios en Buenos Aires, el país vive una cruenta
guerra civil. Alterna distintas situaciones bélicas: las campañas del general Lavalle, el
bloqueo de la escuadra inglesa, los triunfos de Oribe sobre los federales, las muertes
violentas de Crámer, Castelli, Lavalle, Marcos Avellaneda...
La perspectiva histórica de la novela está representada por la represión rosista, en
Buenos Aires y sus alrededores, en un tiempo reducido del año 1840, desde el 4 de mayo
hasta comienzos del mes de octubre, fecha conflictiva por las consecuencias de la retirada
de Lavalle. La amenaza del ejército unitario del general Lavalle que, después de operar
en Corrientes y Entre Ríos, se propone atacar la capital, el bloqueo del almirante francés
Mackau, provocan la crisis del gobierno federal y, como consecuencia del peligro, se
recrudece la feroz acción represiva de la mazorcacontra los unitarios. Las situaciones de
violencia, generadas por la organización represiva, influyen en las situaciones
melodramáticas de la novela, actúan como desencadenantes del climax de terror y del
destino fatal de los procesos amorosos de las parejas Daniel Bello y Florencia
Dupasquier, y de Eduardo Belgrano y Amalia.
Es necesario destacar el papel preponderante de los eventos históricos, desde —
8→ los movimientos del general Lavalle, en el norte, y su avance por la provincia de
Buenos Aires hasta la situación de los exiliados en Uruguay; desde la acción de los
ejecutores policiales hasta los juicios negativos sobre la dictadura. Toda esta materia
ocupa el mayor número de páginas, hasta tal punto que la historia sentimental, supeditada
a las situaciones contextuales, movida siempre por las tensiones políticas, queda reducida
a sólo catorce capítulos.
La violencia de las bipolarizaciones ideológicas
Dentro de la dinámica histórico-política desarrollada en veinticinco capítulos e
intensificada en las partes primera, cuarta y quinta, destacan dos líneas de fuerza
opuestas: el autoritarismo de la dictadura y los intentos de conspiración unitaria. Juan
Manuel Rosas, agente del primer núcleo, tiene como objetivo imponer su autoritarismo
por el terror. Por su interacción constante en la ficción novelística tiene una intervención
predominante a lo largo de todo el relato; por eso actúa en seis capítulos de la primera
parte, en cuatro de la segunda, seis de la tercera y siete de la última. Al lado del caudillo
resalta la vigilante actividad demoníaca de su cuñada, María Josefa Ezcurra; ambos son
los controladores de las redes de espionaje, delación, encarcelamiento y tormentos. En el
bando unitario, Daniel Bello, por su amistad y parentesco con la pareja Eduardo-Amalia,
se convierte en verdadero opositor, por su constante activismo, por sus audaces intrigas,
a lo largo de treinta capítulos de la obra.
El novelista opone las dos fuerzas reales que operan en la capital, en distintas zonas
urbanas y en determinados espacios privados; pero desmesura su protagonismo al dotar
a los federales de un poder demoníaco y complicar la existencia de los unitarios, con la
introducción en sus círculos familiares de un terror alucinante. Esta conflictividad
histórico-política está representada por los dos grupos irreconciliables de federales y
unitarios. Dentro de su dinámico protagonismo de roman-fleuve, podemos oponer sus
principales agentes:
La perspectiva histórica está apoyada en el relieve de las personalidades reales, se
confirma con el rigor documental de las «tablas de las víctimas», con la enumeración de
personajes vivos, con las notas autobiográficas. Pero Mármol, sobre —9→ estos
contextos veraces, hace funcionar la ficción, las funciones míticas características de la
novela romántica. Además, el autor contrapone distintas concepciones generalizadas,
bipolarizaciones contextuales por un lado y agenciales por otro.
contextuales
agenciales
civilización vs. barbarie
amor vs. odio
cristianismo vs. satanismo
represión vs. temor
elegancia vs. rusticidad
emotividad vs. insensibilidad
libertad vs. opresión
espíritu vs. cuerpo
luz vs. oscuridad
vitalidad vs. inhibición
cultura vs. incultura
razón vs. sin razón
justicia vs. injusticia
seres demoníacos vs. seres angélicos
conciliación vs. violencia
buenos vs. malos
mazorqueros vs. herejes
inocentes vs. culpables
federales vs. salvajes unitarios
Procesos agenciales
La estructuración de Amalia se complica con la acumulación de situaciones
contextuales, precisiones históricas, alegatos políticos, enfrentamientos ideológicos. La
densa materia histórica, el acopio documental, actúan como ganga literaria
antinovelística; nutren el universo creado, pero también frenan el ritmo narrativo, alteran
las tensiones de la fabulación; son, con frecuencia, elementos retardativos que
obstaculizan, que influyen negativamente, en la dinámica de la acción, de esta manera:
Pero por otro lado, en las tensiones políticas se generan factores desencadenantes
que cambian súbitamente el proceso agencial o preparan una confluencia fatal. En primer
lugar, el temor rosista está funcionando como el horror gótico del romance inglés
del Romantic Revival. En la acumulación conflictiva está actuando la bipolarización
maniqueísta Bien-Mal. Dentro de la rebelión antitética en el campo ideológico se
produce, en repetidas versiones, este enfrentamiento:
Desde la primera página de la novela se establece la lucha entre las dos facciones
opuestas. La batida rosista en el Bajo porteño contra el grupo de unitarios —10→ que
pretenden expatriarse, a bordo de una ballenera, marca los destinos de los tres agentes
centrales del campo unitario. Daniel Bello traslada a Eduardo Belgrano, malherido, a la
casa de su prima Amalia. Del suceso nocturno de la costanera derivan dos procesos
agenciales interrelacionados. Daniel, preocupado de garantizar el refugio de su amigo,
inicia una serie de contactos que ponen al lector en relación con la organización federal,
con las intrigas de las sociedades secretas, con los ejecutores de la represión. Al mismo
tiempo protagoniza sus relaciones amorosas con Florencia Dupasquier.
Después de once capítulos, el novelista, al iniciarse la parte segunda, retorna a la casa
de Amalia Sáenz de Olabarrieta para hablar de su personalidad e informar de la
convalecencia de Eduardo. A lo largo de esta segunda parte se estrechan las
interrelaciones del círculo y entra en acción una nueva relación amorosa, con la
declaración de Eduardo en el capítulo V; a pesar del sobresalto y el temor a la represión
de los mazorqueros, se desarrolla un proceso de felicidad que culmina en el desbordante
coloquio sentimental del capítulo XII. Los dos núcleos narrativos, que cabalgan sobre las
tensiones políticas, siguen una trayectoria distinta. El encuentro de Eduardo con Amalia
y sus primeras curas sucede en el capítulo II, pero su convivencia en la quinta de Barracas
se interrumpe para dar paso al activismo de Daniel. En cambio, en la parte segunda, el
espacio de las dos historias se equilibra:
El ritmo tensional cambia en la parte tercera. Después del viaje de Daniel a
Montevideo y su relación con los grupos de proscritos, entran en acción las fuerzas
negativas del rosismo, sobre todo el espionaje de María Josefa Ezcurra. La pareja
Eduardo-Amalia reaparece en el capítulo VIII, pero rodeada de presagios. Los primeros
actos del drama se desenvuelven en los tres capítulos siguientes. La identificación de
Eduardo, por María Josefa, al descubrir su herida por un hábil fingimiento, genera el
primer conflicto grave. Daniel traslada inmediatamente al herido a un lugar secreto, pero
el peligro de la investigación de la mazorca se cierne sobre la indefensa Amalia, a partir
del capítulo XIV, con el minucioso registro de la quinta por los agentes de Victorica, en
la unidad narrativa siguiente. Y la situación de «todos comprometidos» extendida
también a Daniel y a su prometida, pone un contrapunto dramático al final de esta parte.
El climax de peligro se transmite a la parte cuarta; se interrumpe en los capítulos
protagonizados por la familia del Dictador; pasa por situaciones de delirante
correspondencia amorosa de la Casa Sola. Pero la pareja tampoco está segura en aquel
solitario retiro. Los oponentes, los depredadores rosistas, después de una etapa de
espionaje, comienzan a asediar directamente a la pareja de agentes. Amalia y Eduardo
quedan convertidos en víctimas, en una peligrosa postura centrípeta, —11→ con la
actividad amistosa de los adyuvantes mermada, dentro del estrecho círculo de represión:
La psicosis del miedo llena los primeros capítulos de la última parte de la novela,
localizados en el mes de noviembre de 1840, como consecuencia de la acción
descontrolada de rondas federales. La proximidad del ejército de Lavalle recrudece la
represión, y su retirada crea situaciones de dramática violencia. Amalia y su prometido,
después del espectacular asalto a la Casa Sola, por una partida armada, viven bajo la
amenaza latente; retornan a la quinta de Barracas y celebran su boda en privado. Pero la
estrenada felicidad se rompe con un cambio súbito de fortuna. El violento asalto a la
residencia: el tropel de los atacantes, los disparos, los gritos, la sangre, conjugan una
situación dramáticamente efectista. La lucha desigual contra los mazorqueros tiene este
final sangriento, con media docena de muertos:
Variaciones estilísticas
José Mármol emplea varios procedimientos descriptivos. Al lado de la narratividad
de las bipolarizaciones contextuales encontramos la simplificación de los testimonios
históricos y de las enumeraciones documentales. Las proclamas federales están llenas de
hipérboles, de formas estereotipadas; la sociedad restauradora impone un vocabulario
triunfalista, con connotaciones denigradoras de los unitarios: «salvajes», «inmundos»,
«traidores», «asquerosos»... El tono enfático y discordante, los rasgos satíricos, entran en
los retratos y en la valorización de los —12→ comportamientos de María Josefa
Ezcurra y otros personajes del círculo rosista. También en los diálogos encontramos el
contraste entre las formas diastráticas, los retóricos parlamentos ideológicos y la
literaturización lírica, excesivamente sentimental, de los circunloquios amorosos. Las
declaraciones de Eduardo y la correspondencia de Amalia están en la línea convencional,
delirante, de la novela sentimental.
La artificiosidad orienta la idealización de los retratos femeninos. El novelista
acumula comparaciones hiperbólicas, connotaciones y perífrasis líricas para realzar su
belleza. El retrato de Amalia aparece intensificado con una constelación de atributos
fisicos y morales positivos, hasta convertirla en «diosa» de «resplandor celestial». Los
signos caracterizadores resaltan, también, la hermosura de Florencia, hasta la
desmesurada imagen de compararla con «un rayo del alba». Pero frente a esta tipología
idealizada, sublimada, el escritor porteño nos ofrece retratos masculinos de textura
realista, con una precisión de rasgos objetivizados.
Las abundantes situaciones efectistas, la acción sentimental y las funciones
melodramáticas, imponen a José Mármol una selección léxico-semántica adecuada de
indudable raíz romántica. A pesar de la perspectiva externa, la subjetividad influye en las
visiones paisajísticas. El novelista realiza un montaje de descripciones mnemónicas,
impuestas por la novela romántica del primer tercio del siglo XIX. Repite clisés,
predominantemente cromáticos, de distintos momentos del día, con preferencia por los
amaneceres, los ponientes y los nocturnos. La proyección sentimental se repite, sobre
todo, en las visiones nocturnas. Las noches apacibles, estrelladas, de las orillas del Río
de la Plata, contrastan con los encuadres del Bajo, tristes, melancólicos, imponentes; «las
visiones de la imaginación de Hoffmann», con los presagios de tormenta sobre las
barrancas del camino de San Isidro.
A veces prescinde de los esquemas románticos. Al trasladar la acción a Luján y
Santos Lugares nos transmite la soledad de la Pampa, nos introduce en el mundo de los
gauchos y teoriza sobre su sistema de sociedad, en la línea del Facundo sarmentino.
También elimina bastantes rasgos románticos, al enfocar algunos espacios urbanos, con
procedimientos próximos a ciertas manifestaciones del costumbrismo rioplatense.
Emplea igualmente técnicas descriptivas distintas al presentarnos los interiores. El
dormitorio de Amalia es un modelo de artificio expresivo, por la profusión de
connotaciones cromáticas, de objetos suntuarios, de tonalidades irreales. Frente a este
ambiente refinado, de distinción social, interpretado también en otros momentos de la
novela, resalta la austeridad de la casa de Rosas; la planificación geométrica, la precisión
de los itinerarios, el «angosto pasadizo», «la cocina estrecha y ennegrecida», la
orientación de puertas y ventanas, la carencia adjetival, el juego de sombras, el precario
mobiliario, la ausencia de objetos suntuarios, trasladan al lector a un espacio contemplado
con la perspectiva omnisciente del realismo. Los tonos tenebrosos del espacio interior se
coordinan con el enfoque de los personajes que están allí, tomando frías medidas de
represión. Este reducto del autoritarismo de Rosas contrasta con la suntuosidad
descriptiva de la habitación de Amalia, que sólo es un lujoso lugar de descanso, de
refinamiento, de ilusionada felicidad amorosa. Comparemos el contraste de dos
fragmentos:
—13→
Habitación de Amalia
Casa de Rosas
Toda la alcoba estaba tapizada con papel...y la puerta de la derecha, por fin, conducía
aterciopelado de fondo blanco, matizado cona una especie de antecámara que se
estambres dorados, que representabancomunicaba con otra habitación de mayores
caprichos de luz entre nubes ligeramentedimensiones, en la que se veía una mesa
azuladas. Las dos ventanas que daban alcuadrada, cubierta con una carpeta de bayeta
patio de la casa estaban cubiertas por doblesgrana, unas cuantas sillas arrimadas a la
colgaduras, unas de batista hacia la partepared, una montura completa en un rincón, y
interior, y otras de raso azul muy bajo, haciaalgo más que describiremos dentro de un
los vidrios de la ventana, suspendidas sobremomento. Esta habitación recibía las luces
lazos de metal dorado, y atravesadas conpor dos ventanas cubiertas de celosías, que
cintas corredizas que las separaban, o lasdaban a la calle...
juntaban con rapidez.
(I, cap. II)
(I, cap. IV)
Al margen de estas vacilaciones estéticas, del juego melodramático y
del climax romántico de la acción sentimental, Amalia representa un testimonio
histórico, la violenta bipolarización ideológica de la época rosista, la iniciación de un
denso metagénero de novela hispanoamericana del poder personal o de la dictadura. En
esta línea valorativa nos puede servir de conclusión el juicio del Premio Nobel
guatemalteco Miguel Ángel Asturias1: «Las páginas de este libro pasaron por nuestros
dedos febriles, sudorosos, cuando sufríamos en carne propia los rigores de dictadores que
han asolado a Centroamérica... Estamos en presencia de uno de los testimonios más
ardientes de la novela americana. Nos interesa como documento humano, aparte de su
valor literario, pues si sobre esto podría discutirse, en cuanto a lo que significa
como mensaje es indiscutible.
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