DESARROLLO HISTÓRICO DEL PERÍMETRO URBANO DE ÚBEDA Por: Rafael Vahó Silvestre, Consejero del I. E. G. ^ J 'lE N E p o r ob jeto este trabajo, el estudio y expansión del casco u rbano de Ú beda. del desarrollo Han servido de base para el m ism o, los datos históricos suministra­ dos p o r los historiadores locales y el resultado de investigaciones ar­ queológicas, tam bién a nivel loca l, especialm ente de las épocas antece­ dentes a la conquista de la ciu dad p o r los invasores musulmanes. Es esta una época nebulosa, en la que los datos históricos tradicionales han sido de d ifíc il co n fron ta ción y en ocasiones, esos datos han sido anulados o reform ados p o r posteriores hallazgos arqueológicos. P or ejem p lo, el origen de Ú beda, situado p o r los historiadores en el sitio llam ado «Ú beda la V ie ja », a unos qu in ce kilóm etros del casco de hoy, q u ed ó invalidado p o r recientes descu brim ien tos en el subsuelo de la Úbeda actual, o el perím etro de la ciu dad a fines de la R econquista, trazado p or el historiador R uiz P rieto, en recien tísim o estudio, ha sido ob jeto de im portantes y esenciales rectificaciones. A partir de la conquista de Úbeda p o r San F ernando, el año 1234, los datos han sido obten idos p or investigación directa de num erosos testim onios arqu itectón icos subsistentes desde aquella época y d o cu ­ mentos estudiados, a los que harem os oportuna referencia. 10 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES El estudio del desarrollo urbano de Ú beda, teniendo en cuenta los datos irrebatibles co n o cid o s e investigados y los m om entos, pudiéram os llam ar cruciales de su historia, se ha fijado en los siguientes períodos concretados cronológicam ente p or su final. Siglos XX Siglo VI Siglo IX. Siglo XII. Siglo XV. Siglo XVI. Siglo XIX. a XV (a. de C.) (d. de C.) (A ñ o 1900) A ñ o 1940. A ñ o 1975. El intervalo entre unas y otras fechas es desigual; muy am plio en unos casos y cortos en otros: Pero es que en la investigación realizada, no hem os en con trado datos de los tiem pos interm edios, y cuando ocasio­ nalm ente hem os en con trado alguno, no ha tenido entidad suficiente para crear un área de expansión urbana digna de reflejarse, pues com o vem os en el plano que se rep rod u ce, hay m om entos en los que el perím etro se estanca y aunque la p o b la ció n aumenta, no se refleja en una paralela expansión del casco u rbano, ya que aparece una reutiliza­ ció n más densa de la ed ifica ción existente o de los espacios libres que había entre las edificaciones. Y tras esta breve in tro d u cció n , entrem os en el estudio de cada una de las épocas antes citadas. SIGLOS XX A XV . (a. de C.) Hasta época muy reciente, se había m antenido el criterio de que Ú beda, c o m o n ú cleo habitado, tuvo su origen en un lugar situado a 15 kilóm etros de su em plazam iento actual, el llam ado «C ortijo de Doña A ld on za », al qu e, p o r respeto a esa tradición , se le viene llam ando «Ú beda la V ie ja ». E fectivam ente, la existencia en aquel lugar de un yacim iento a rqu eológico im portante, en el que aparecen estratos que van desde la época argárica al p e ríod o tardo-rom ano y el d e s co n o ci­ m iento en Úbeda de vestigios de esos tiem pos, abonaban esa creencia. DESARROLLO HISTÓRICO DEL PE RÍM E TR O URBANO 11 Pero el descu brim ien to, el año 1963, en el centro urbano más im p or­ tante de la Úbeda histórica, la plaza de Santa María, de una n ecrópolis argárica, y el hallazgo frecuente en el barrio llam ado del Alcázar, de fragmentos cerám icos del m ismo tiem po, obligan a rectificar tan tradi­ cional criterio (1). La aparición de esa n ecróp olis, si tenemos presente que en la época de la cultura del argar, los enterram ientos se hacían en el mismo p o b la d o o a su lado, nos perm iten asegurar, sin género de duda, la existencia de un n ú cleo habitado en el lugar del actual em plazam iento de esta ciu dad, contem poráneam ente al de «Ú beda la V ieja », la que constituyó una p o b la ció n distinta de la Úbeda propiam ente dicha. Si en aquel lugar se han conservado restos tardo-rom anos, ello sólo pudo deberse a una causa: la invasión bárbara que destruyó aquél y al no volverá ser habitado, los restos arqu itectón icos sin adulterar ni aprove­ cham ientos posteriores, han p o d id o llegar a nuestros días, y en cam bio en Ú beda, co m o continúa siendo n ú cleo habitado, las posteriores edificaciones borraron p o r com p leto cu alqu ier Vestigio arqu itectón ico anterior, destruyéndolo o reu tilizán dolo, salvándose sólo lo que estaba más profundam ente enterrado, la m ansión de los m uertos, la n e cró p o ­ lis. T odos estos datos no nos perm iten una delim itación concreta del p o b la d o ; p o r ello nos hemos lim itado a m arcar una línea sinuosa, meramente in dicadora del em plazam iento prim itivo de él. SIGLO VI De la época del argar, saltamos hasta el siglo VI de nuestra era, un am plio p e río d o al que hem os m arcado co m o final, el del apogeo de la colo n iza ció n visigoda en España. P or las mismas razones antes dichas, los datos arqu eológicos de esta época son muy escasos. Nada de la co lo n iza ción rom ana y algo de la cultura visigoda. Los escasos restos de este tiem po (2), nos perm iten asegurar que en el p e río d o visigodo existía una p o b la ció n dispersa ubicada en el Alcázar, la parroquia de San P ablo y la Cañada del Y elo, que son los lugares d on d e encontram os esos hallazgos. H istóricam ente la existencia de Úbeda en la época visigoda es citada p o r R uiz Prieto (3), que recogien do el testim onio de M arín y 12 BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES V adillo, dice fue capital de un com iso o ju risd icció n de la región Tugiense, que abarcaba las com arcas de Cazorla, Quesada, Santisteban y otros pu eblos. Situados en el prim er m om ento los invasores musulmanes en el A lcázar, es lógico suponer que no lo harían arbitrariam ente o en plan de cam pam ento nóm ada, sino utilizando la edificación más o menos ru di­ mentaria allí existente y sin habitantes, bien p or huida o bien p or ^aniquilamiento de su p o b la ció n visigoda, m áxime cuando no hay noti­ cias de suficiente crédito, sobre la supervivencia en Úbeda de una colon ia m ozárabe, a raíz de su o cu p a ción p or los musulmanes. Es más, los geógrafos m usulmanes, dan a Úbeda un origen puram ente islam i­ ta (4). P or otra parte, la m ayor cultura, civilización , riqueza y perm anen­ cia de éstos en Ú beda, ocasionaría la progresiva destru cción de los habitáculos visigodos, para ser sustituidos p o r otros de más calidad y categoría, construidos con la consiguiente reutilización de materiales aprovechables. Esto nos im pide fijar una delim itación concreta del burgo visigodo y únicam ente nos perm ite dejar constancia de su exis­ tencia en esos sitios. SIGLO IX Para este p e río d o tenem os un dato h istórico cierto. El año 85¿, H ixen-ben Abdelazis, H ajib de M ahomat I, em ir de C órd ob a , m andó am urallar y fortificar las ciudades de Úbeda y Baeza. C om o se ha dich o en reciente estudio sobre el tema de la muralla de Ú beda (5), no se d e b ió esta orden de fortificación a tem or al avance cristiano, pues la frontera p o r este tiem po se encontraba al norte del D uero y todavía conservaría el califato cord ob és siglos de p od er y suprem acía m ilitar, que le perm itirían no pensar en esta eventualidad. La verdadera causa fue la defensa contra los m ozárabes, que capitaneados p o r O m ar-ben H afsun, desde su n ido de B obastro, llegaron a ocu par y hacer feudata­ rias suyas extensas zonas del Andalus desde R onda hasta Úbeda (6). T a m p o co Úbeda p o r este tiem po, com o las dem ás ciudades de su é p oca , salvo las grandes capitales, Sevilla, C órd ob a , T o le d o , d eb ió ser un n ú cleo urbano de gran extensión, ni su p erp oblad o, y p o r otra parte, las necesidades de la defensa no eran continuadas y perm anentes, p o r lo DESARROLLO HISTÓRICO DEL PE RÍM E TR O URBANO 13 que para ello bastaba un recin to en el que pudiera acogerse p rov isio­ nalm ente, en ocasionales peligros, la p o b la ción extram uros y en el que, de m od o perm anente, viviese la clase aristocrática, m ilitar y religiosa, co n sus correspondientes edificios p ú b lico s, baluartes, mezquitas, etc., que dado el em plazam iento de Ú beda, con relación a la frontera cris­ tiana, tam poco d e b ió tener en esta época abundante guarnición. El estudio arq u eológico de la muralla ha perm itido co n o ce r dos recintos perfectam ente identificados, u n o, el más prim itivo, situado en lo que hoy se llama el Alcázar, que p o r su lado sur, tiene una gran elevación respecto al terreno circundante y se conserva casi íntegra­ mente y p o r el lado norte, estaba form ad o p or una línea fortificada, hoy desaparecida, cu yo trazado, de oeste a este, partiendo de la esquina de la iglesia de Santa María, pasaba p or detrás de la fachada prin cip a l de la misma, calle Alta del Salvador, hasta los M iradores de este n om bre. Cierra este recin to un perím etro de extensión suficiente para acoger a la p o b la ció n urbana de Úbeda en aquel tiem po. Fuera de este recin to, fundam entalm ente m ilitar, no hemos en contrado restos algunos de antigüedad parangonable co n él. Ante ello, estimamos que el casco urbano de Úbeda en esa fecha d eb ió limitarse al recin to de el Alcázar; éste, p o r el lado sur, dada la diferen cia de altura existente entre él y el cam po que lo rodea, fijaría definitivam ente el lím ite de su expansión urbana, m antenido hasta nuestros días, co m o se aprecia en el plano. En ca m bio, p o r el lado norte, con el terreno extram uros casi al m ism o nivel, se com u n ica ba p o r tres puertas, que con ozcam os, cuyos restos han llegado a nosotros, en el extrem o este, p o r la Puerta de B ahud, en el centro p o r la del claustro de Santa María y en el extrem o oeste, p o r la del Baño, al com ien zo de la Cuesta de Carvajal. En esa llanada situada al norte de el Alcázar, p u d o haber un arrabal, de p o b la ció n más o menos disem inada, em brión de la futura expansión urbana de Úbeda. SIGLO XII El año 1234 es tomada definitivam ente Úbeda p o r los cristianos. Han transcurrido casi cin co siglos de más que ocu p a ció n militar, n or­ mal vida ciudadana en este rin cón de la Península, que sólo a partir de 1091, co n la prim era in cursión en A ndalucía de A lfon so V I, ve alterada su tranquilidad p or el peligro muy esp orá dico de la agresiva p ro x im i­ dad de las armas cristianas. Este largo p e ríod o de tiem po, perm ite el 14 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES desarrollo de la p o b la ció n , con base en la feracidad de sus tierras y la industriosidad de sus artesanos (7). C uando surge este peligro, aparece la necesidad de proteger su casco urbano y es entonces cu an do se traza el segundo recinto am ura­ llado qu e, deja n do al fo n d o el Alcázar, ha de proteger a esa p ob la ción . Su re co rrid o , em plean do den om in aciones actuales de las calles, parte de la puerta de Bahud — en los M iradores del Salvador— y sigue p or la Cuesta de Santa Lucía, Huerta del Carm en, Murallas de San M illán, Fuente Seca, Cruz de H ierro, calle Ventanas, Plaza de Santo Cristo, Rastro, Cava, M iradores de San L oren zo, Puerta de Granada, Cotrina y A rroyo de Santa María, enlazando aquí con la muralla del Alcázar, p or la llam ada Puerta del Baño, el com ien zo de la Cuesta de Carvajal (8). C om o arrabal p o b la d o , extram uros, quedaron las zonas de las actuales calles Particiones y V alencia (9), fácilm ente com unicadas con la ciu dad intra m uros, p o r las puertas de Santa Lucía o de Quesada y del Losal o de Sabiote. Frente a las opin ion es de que este segundo recinto fue obra cristia­ na, m antenem os la de que su originaria con stru cción fue debida a los musulmanes, p o r las siguientes razones: Además de que en los restos del recinto am urallado que se conservan, aparece un aparejo de m anipos­ tería en su parte in fe rio r, sim ilar al indudablem ente m usulmán de la parte in fe rio r de los m uros de el Alcázar, hay la razón histórica de que los cristianos, después de conquistada la ciu dad, según la docum enta­ ció n c o n o cid a , se lim itaron a reconstruir, reforzar o recrecer la muralla y sus torres, y no hay noticias de con stru cción ex-n ovo, en dicha d o c u ­ m entación; y en la ép oca m usulmana, el dato de que la p ob la ció n de Baeza, ciu dad árabe entonces muy pop u losa, cuando fue tomada en 1112 p o r A lfonso V III, bu scó refugio en Ú beda, considerada lugar seguro p o r su fortaleza: En el Alcázar solo no habría habido capacidad suficiente para acoger a la vez a los m oros ubetenses, tam bién acosados p o r el em perador, y a los baezanos (10). SIGLO X V Para trazar este perím etro nos hem os valido del testim onio de la dispersión, dentro del casco u rban o, de los restos de ed ificación de este p e río d o , qu e com p ren d e desde la R econquista p o r San Fernando hasta DESARROLLO HISTÓRICO DEL PE RIM E TR O URBANO 15 el año 1500. Son características de esta época las portadas de los edificios, más o m enos m odestos, cu yo sistema revela una técnica y estética m udéjares, p o r parte de sus constructores. En las casas, con muros de tapial, a la puerta de acceso se le daba una m ayor categoría haciéndola de piedra y resp on dien do todas a una misma fórm ula: Las jam bas, de sillería, eran rematadas p o r dos sillares, uno a cada lado, en form a de m énsula, co n sus caras exteriores decoradas p or m otivos muy variados, y el intradós p o r roleos muy califales, en las más primitivas y bolas o m olduras francam ente góticas en las de los últim os tiem ­ pos (11). El dintel está form ad o p o r una sim ple viga de madera vista, sobre la que apoya directam ente la con tin ua ción de m uro de tapial; pero ya a m ediados del X V , esta viga es sustituida p or largas dovelas de piedra, que a veces en el arrabá tienen grabadas unas secuencias m ixtilíneas de rectas y curvas, y en algunas ocasiones son las mismas juntas del dovelaje. Pues bien , tras un re co rrid o m in u cioso p o r los extram uros de U beda, hemos p o d id o fijar el siguiente itinerario co m o perím etro del casco urbano ubetense en el año 1500: P artiendo de la Puerta de Santa Lucía, englobaba las calles P articiones, H igueruela, San M illán, La M androna, V alencia, Plaza de los O lleros y en línea recta hacia el Huerto del C anónigo, sigue p o r P olvorín , Cobatillas, Sacristán, Trave­ sía de Torrenueva, Minas, A lam inos, C hirinos, Esquinas de los C orti­ jos, Fuente Risas, final de San F rancisco y Altozano hasta los M iradores de San L oren zo, don d e enlaza nuevamente con la muralla del lado sur de la ciu dad, qu e, co m o antes dijim os, p o r las con d icion es topográficas del terreno, fijaría definitivam ente las posibilidades de expansión ur­ bana p or este sitio. A esta expansión responde la crea ción a fines de la época de dos parroquias extram uros, la de San N icolás y la de San Isid oro, cosa que no se habría h ech o de no haber h abido una p o b la ció n preexistente a la que atender, pu d ien d o tam bién estimarse de este p e río d o , el fuerte o torre llam ado Torrenueva, que aún hoy sigue dando nom bre al barrio don d e se sitúa. La situación de estas portadas, fijan p o r otra parte el trazado de sus calles, p.ues aunque las casas no aparecían todavía unidas unas a otras, form an do alineaciones, sí daban con tin uidad a éstas los muros de los grandes huertos o corrales de que cada una estaba dotada, com o puede apreciarse en algunas zonas todavía. 16 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES SIG L O X V I El siglo X V I marca el cénit de la historia y de la arquitectura ubetense. Entre 1500 y 1600, pacificada Ú beda, a partir de las drásticas medidas tomadas p o r los Reyes Católicos — una de ellas la d em olición del A lcázar y sus murallas— (año 1506) (12), su nobleza se hace palati­ na, sus proceres llegan a ocu pa r los más altos puestos en la gobernación del rein o y esa prosperidad política de sus principales fam ilias, reper­ cute en el con ju n to u rban o, que se ve en riq u ecid o con palacios, tem ­ plos, m onasterios y edificios p ú b lico s, obra de los m ejores artífices de este tiem po. Pero ju n to a esos edificios m onum entales, aparece otra edificación más m odesta, que form a la gran masa urbana y cuya iden tificación nos ha servido de base para fijar el perím etro de la ciu dad en este siglo. Son características de esa ed ifica ción , sus portadas, resp on dien do todas ellas a unos m ódu los, estilo y d e co ra ció n muy diferentes a los del siglo anterior. La portada modesta del X V I, tiene hueco adintelado, de m ód u lo castellano, co n ancha guarnición y dintel form ado p o r sólo tres piezas, dos largos salmeres y clave, en la que aparece labrada la cruz trinitaria en la mayoría de ellas (13), todo enm arcado p o r un liso y sen cillo alfiz. Junto a este tipo, el más sen cillo, convive otro de más riqueza, en el que la portada es de trilito, o dovelada, coronada p o r una m oldura en form a de cornisa, a veces tam bién flanqueada p o r pilastras co n capiteles y sobre ellos pin ácu los, aparecien do tam bién un segundo cu e rp o con ventana guarnecida, cu an do el ed ificio tiene dos plantas. Pues b ien , la loca liza ción y d istribu ción en el casco urbano actual de esos tipos de portadas, nos ha dado el perím etro que figura en el plano. C om o vem os p o r él, apenas si hay am pliaciones en relación al del siglo anterior. Las más notables son hacia el oeste y están representadas: p or el H ospital de Santiago, que queda urbanam ente u n ido al casco antiguo p o r los terrenos y ed ificio del convento de M ínim os de la V ictoria, en cuyos terrenos, hasta después de la desam ortización no se construirían las casas de la acera derecha de la calle O bispo C obos; por el con vento de San N icasio (1500), en el lugar que hoy ocupa la Plaza de T oros y edificios circundantes; la actual calle de Los Canos en toda su longitud y parte de la calle Góm ez de Barreda, siendo d eb id o este AÑO 1.970 UBEDA 1.—Plano de Ú beda. URBANO + + + + ÚBEDA — + — + — + + DE + Año 1940 Año 1975 Año 1900 E. 1:5000 ... ... ... 1 I II .............. .............. 1 I t Siglo XII ... .......................... Siglo XV ...... ............ Siglo XVI ... .......................... .......................... .......................... .......................... Siglo VI d .C . Siglo IX ..... .......................... + .................... + DEL PLANO PER ÍM ET RO LEYENDA DEL Siglos XX a XV a .d .C ........ EVOLUCIÓN Fia tM »rl Mrrfa2ú 2.-V ista m eridional de la ciudad de Úbeda. V ir- •; T ------------------------------ (. i,?>>• Ir/ ) >nnt,l 4,1/ /' " y ,.a * f"l. trenzó Yjlssta cr! Salvador f'sirrayuta iVJwTorrtai Carmelíttv De j ral r a» ^ *>-’ * - ,i /$ r, * rl /<> rií/.^wr^n-tu. 2, r,~. 17 7$ Jjmv/k/j .W?V 16 Hím/Í m/ vV.*Vo ^ -v Parroquia 1Z. c<*i\wtr iVv<“ í'Um j3 . 14 S?Jua* ’¿ ' UhLU \ JJ. Parr¿qu¿l M E R ID IO N A L DE L A CIUDAD DE Vctrrjauu» )f JrPablo L a Ce le o tal yVarroqta dé S r.afAart< 4 C€UQj CctfMfutarfj '¿ VISTA. 3 .-P la n o de Ú b eda en 1905. 4 .-P orta d a d el siglo X IV . 5 .-C a sa d e l siglo X V . 6.-P o rta d a del siglo X V I. DESARROLLO HISTÓRICO DEL PE RÍM E TR O URBANO 17 desarrollo longitudinal, a que era una zona libre lim itada a norte y sur p or los huertos de los conventos de San N icasio y San Francisco. P or el este, sólo es de advertir la prolon gación de la calle V alencia, cuya última casa continúa siendo en la actualidad de aquella ép oca , y en cam b io, p o r el sur aparece una regresión, la representada p or la des­ tru cción del Alcázar, cuyos solares qu edaron convertidos en eras y sin edificar hasta 1926, en que se construyó el grupo escolar de este nom bre y 1940 en que se hacen algunas casas p o r un patronato parroquial de Santa María. H em os de advertir, que en alto y b ord ea n d o el Rastro (calle baja del Salvador), tam bién se construyeron en el XVI las casas que hoy form an la acera derecha de la calle Alta del Salvador. El auge p o lítico , social y e c o n ó m ico que el siglo X V I supuso para Ubeda, en relación a los siglos anteriores, no com pagina con el escaso desarrollo, o m ejor d ich o , am pliación de su casco urbano respecto al siglo anterior. No encontram os otra ex p lica ción que la de un m ejor aprovecham iento del terreno, destinando a edificios, espacios destina­ dos a huertos y corrales, lo que explica tam bién la aparición de casas más m odernas, del X V II, entre otras del X V e in clu so más próxim as al centro u rbano, que las más antiguas. Aún así, d eb ió quedar todavía mucha zona urbana sin edificar, co m o luego verem os. AÑO 1 9 0 0 Con gran certeza se ha p o d id o trazar este perím etro gracias a un plano im preso de este tiem po (1905), con orla de una in cipiente p u b li­ cidad de negocios ubetenses de la época. La más notable expansión a fines de este p e río d o es p or el norte, don de aparecen las calles Carolina y Virgen de G uadalupe, co n un in icio de urbanización p o r manzanas paralelas a la carretera de A rquillos. T am bién surge en esta época el Paseo de la Explanada, am plio espacio abierto destinado parte a ja rd ín y parte a e jid o , lim itado al norte p o r la carretera de C órdoba a A lbacete, tras la cual ya se iniciaba el cam po co n las eras del Pastor y de la ermita del Pajés. P or el oeste se regulariza la línea sinuosa del p e ríod o anterior hasta llegar a la form ada p or la actual alineación de la acera izquierda de la avenida de 18 de Julio. Influye extraordinariam ente en la posib ilid a d de increm en to de su p o b la ció n urbana en estos tres siglos sin correlativo aum ento del casco edificado, la con tin uid ad en el aprovecham iento de los espacios verdes 18 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES o no edificados existentes en su interior. Es muy significativa al respec­ to, una visión panorám ica de U beda en el siglo X V II I, que aparece en una litografía del lib ro «Atlante E spañol». P rescindiendo de lo co n ­ ven cion al de la representación, aparece en ella un claro contraste entre la p roxim id ad y densidad de ed ificación de la zona intram uros, con la de fuera de la m uralla. D entro de este p e río d o , la desam ortización aplicada sobre los b ie ­ nes de los num erosos conventos existentes en U beda, crea a partir de 1836 una nueva fuente de suelo urbano edificable, que perm ite el in crem en to de viviendas y otros tipos de edificios más a tono con las necesidades de este tiem po, sin am pliar el perím etro urbano. Los gran­ des huertos anejos a los conventuales o edificaciones secundarias e incluso la d e m o lició n de los prop ios m onasterios, al extinguirse las distintas órdenes religiosas ocupantes de los mismos, suponen un gran aporte de solares, que bien pron to se cu bren de viviendas o edificios para otros destinos de ín d ole social y com unitaria, en los que se aprove­ chan en gran parte los materiales procedentes de sus dem olicion es. E jem plos de ello: En el desaparecido convento de la M erced, se con s­ truyen las casas de la acera izquierda de la calle Llana de San M illán, desde la iglesia de este nom bre hasta la Plaza de los O lleros. Sobre los solares de San N icasio y utilizando los materiales de él y del convento de San A n ton io se construye la Plaza de T oros y una fábrica de aceites, que todavía hoy aprovecha los viales de agua de estos monasterios p ro ce d e n ­ tes del cerro de la Atalaya; en el con vento de San Francisco se monta una bodega de vino y otros edificios, utilizándose la nave de la iglesia todavía para co lo ca ció n de las grandes tinas de ferm en tación ; el convento de M ínim os de la V ictoria da espacio para construir en sus huertas las casas de la acera derecha de la calle O bispo C obos y su parte n oble se d ed icó p rim ero a posada y luego a centro de actividades sindicales de variada significación p olítica , según los tiem pos, destino que aún conserva; el convento de Santa Catalina, pasó a ser ed ificio d on d e sucesivamente se albergaron unas oficinas de b en eficien cia, después una sociedad recrea­ tiva o casino y p o r ú ltim o edificios com erciales y viviendas; el convento de San Andrés pasa a ser alhóndiga, cuartel, casa del p u eb lo socialista, cinem atógrafo de verano y ed ificio d ocen te, sucesivam ente; el convento de San Juan de D ios se con virtió en posada; el convento de d om in icos de la C oronada fue d e m o lid o y su solar con vertid o en ja rd ín p ú b lico , serviría después para edificar sobre él el M ercado M unicipal de Abas- DESARROLLO HISTÓRICO DEL PE RÍM E TR O URBANO 19 tos; in clu so el Palacio de las Cadenas, m onasterio de dom inicas, al pasar a d om in io p ú b lico fue prim ero cuartel y después A yuntam ien­ to (14). H em os desarrollado con especial detalle esta conversión de los edificios religiosos en civiles, p or estimar muy interesante destacar la im portancia, que en el perfil u rbano de la Ubeda dieciochesca y de la Ilustración tuvieron esas edificacion es, a la vista de lo que hoy existe en sus em plazam ientos y de lo que de ellas resta. C om o es natural, y aunque sea salirse del tema, la desaparición de tantas casas religiosas, d e b ió tener un especial im pacto en el am biente hum ano y social ubetense, en su estratificación social y en las activida­ des de sus habitantes. AÑO 1 94 0 Los pim eros años del siglo X X , cu yo perím etro se traza, según el testim onio de personas vivas, apenas suponen am pliación del p r o ce ­ dente del siglo anterior. Si nos fijam os en las variantes habidas, p o d r e ­ mos observar có m o casi todas se deben a edificios oficiales o industria­ les, que crean a su a lred ed or un entorno de viviendas, no muy am plio. Lo que pudiéram os llam ar núcleos de expansión, se polarizan en los siguientes puntos: Entre 1923 y 1930, la iniciativa oficial bien espoleada p o r el general Saro, ubetense adoptivo y m inistro del D irectorio de P rim o de Rivera, provee a Ubeda de una serie de edificios oficiales, en torno a los cuales com ienzan a surgir viviendas; así aparecen la Prisión de P artido, r o ­ deada de Casas Baratas, los G rupos Escolares de Cristo del G allo, de el Alcázar y de la Explanada, que ocu pan suelo urbano sin edificar y el Cuartel de Cría y Dom a que sí supuso una am pliación del casco urbano. T am bién la con stru cción de la carretera a M adrid p or A rqu illos, im ­ p licó la con stru cción a sus lados de edificios de muy diversa ín d ole (15). La puesta en marcha del tranvía e léctrico de La Loma origina frente a su estación otro n ú cleo ed ifica d o, que es la vanguardia de la o cu p a ció n urbana al otro lado de la carretera de A lbacete, p o r La Explanada, hoy avenida de R am ón y Cajal, al que seguiría la Central de los autobuses de la Com pañía Alsina G raell, los alm acenes de la C om ­ 20 BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES pañía contratista del ferrocarril Baeza-Utiel y la F u n d ición de Palacín, todos al otro lado de dicha avenida. En esta parte, además de la estación del tranvía de La Lom a, surgen talleres y almacenes que cu bren el espacio entre ésta y el ca llejón de Santiago. P or el S .O ., además de la expansión, ya citada, del Cuartel de la R em onta, aparece la F u n d ición de H eredero y Malvay, que establece la soldadura de d ich o cuartel con el casco urbano. AÑO 1975 H em os llegado en este estudio a nuestros días y la expansión de Ubeda en este p e río d o , más que historia es actualidad vivida p or noso­ tros. Sin em bargo, estimamos con veniente, aunque sea en form a sucin­ ta, dar cuenta de él, p or la gran im portancia que para el desarrollo de su casco de p o b la ció n tiene, hasta el extrem o de que, co m o puede apre­ ciarse en el plan o, la ciu dad duplica en exceso su área construida o urbanizada. En el p e río d o que cierra el año 1975, se advierten dos zonas de expansión: Una el NE. constituida p or los barrios de Cristo del G allo, San P ed ro, el R isqu illo y de la «G u ita », y otra, al oeste, constituida p or la zona del C olegio Salesiano, las Colonias de San Rafael, San José y del Carm en, barrios Coca y de la Soledad, barriada del General Saro, tras la zona deportiva, Eras de Sola y sobre tod o, el gran polígon o ocu p a d o p or las Escuelas de la Sagrada Fam ilia, con sus amplias zonas verdes, que extiende la Ubeda urbana hasta la con fluencia de las carreteras de Jódar y Jaén y final del Paseo del L eón, don d e su fuente es rebasada p or una estación de servicio au tom ovilístico, que se une al casco p o r otra insta­ la ción deportiva. La prim era de las zonas citadas es fundam entalm ente ocupada p or viviendas, en general de tipo m odesto, de una o dos plantas, en cuya con stru cción ha tenido p rin cip al in flujo el sistema de p rotección oficial en variadas m odalidades. La segunda zona tam bién tiene su origen en la p rotección oficial a la con stru cción , pero las viviendas son de más categoría, apareciendo la C olon ia San Rafael co m o ciu da d-ja rdín y bloqu es de cuatro o más plantas en las Eras de Sola. Únicam ente h u bo vivienda modesta en el Barrio C oca, pero éste ha desaparecido virtualm ente, al situar en sus solares las am pliaciones cubiertas del C am po de Deportes y la Piscina DESARROLLO HISTÓRICO DEL PERÍM ETRO URBANO 21 M unicipal. In clu so la barriada del General Saro, cuyos habitantes en su mayoría pertenecen a los estratos sociales más bajos de Ú beda, tiene buena vitola, co n bloqu es de varias plantas y cierta p reocu p a ción esté­ tica, además de sus con fortables con d icion es de habitabilidad, dentro de la m odestia. Sólo nos queda, para com pletar la historia de este p eríod o, hablar del origen de los nom bres de algunos de los barrios citados, aunque sean puram ente an ecdóticos, pero que el uso loca l ha consagrado y p o r ellos son c o n o cid o s co n preferen cia a cu alqu ier d en om in ación oficial, com o ha ocu rrid o co n el prim er ed ificio de nueve plantas, constru ido en Ubeda en este tiem po, que preten dieron llam arle «T orre de Ú beda» y ha acabado siendo c o n o c id o p o r «La C h o p e ra », p or la gran cantidad de palos de ch o p o utilizados durante su con stru cción. Las Colonias San José, San Rafael y Barrio de San P ed ro, re cib ie ­ ron esos nom bres en hom enaje onom ástico a las personas que se distin­ guieron en su p ro m o ció n , don José Pérez Ortega, secretario sin dical; el que esto escribe y d on P edro Sola, alcalde de Ú beda, respectivam ente; el barrio de la «G u ita» se llama así, p or las numerosas visitas que durante su con stru cción h icieron los futuros usuarios provistos de cuerdas para tom ar m edidas de sus habitaciones; el barrio de «La S oled a d », se denom ina de esa form a, p o r haber sido p rom ov id o p o r la Cofradía de este n om b re, del grem io de albañiles; las Eras de Sola, por su anterior p rop ieta rio, don R icardo Sola, y finalmente el barrio « C o ­ ca» recib e este nom bre p o r don F ernando Coca de la Piñera, qu ien , siendo gobern ador civil de Jaén, co n c e d ió las subvenciones para su con stru cción en plan ben éfico. Las restantes den om inaciones responden a los nom bres tradicion a­ les en Ú beda, de los lugares don d e se situaron. Así ocu rre con la Carretera del T rillo , el Cristo del G allo, y los R isquillos, Alto y Bajo. 22 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES NOTAS Y R E FE R E N C IA S B IB LIO G R Á FIC A S (1 ) R a f a e l V a Nó S i l v e s t r e . «H allazg os e n e o lítico s en Ú b e d a ». B oletín del In stitu to de E stu dios C ien n en ses. N .° XXXII. (2 ) En el M u seo A r q u e o ló g ic o d e Ú b ed a se con serv a n : Un ara d om éstica ib e ro -ro m a n a , m uy ta rd ía, Hallada en una d e m o lic ió n de la ca lle C ervantes, una escu d illa d e fo r m e de b a rr o gris a to r n o , e n co n tra d a en el A lcá zar y u nos p e n d ie n ­ tes de o r o c o n c o lg a n te d e v id rio o ám ba r, a p a re cid o s en una tu m b a visigoda d e tégu la, hallada en la Cañada d el Y elo, ex tra m u ros d e Ú b ed a . Son los ú n ico s restos a r q u e o ló g ic o s d e este p e r ío d o e n co n tr a d o s en Ú b ed a y sus p r ó x im o s a lre d e d o re s . (3 ) M ig u el R uiz P rie to . «H istoria d e Ú b e d a ». (4) A b u l f e d a , g e ó g r a fo m usulm án d el siglo X III, en su o b r a «T ak ain -al B al­ d a n » , d ic e , « ...Ú b e d a es islam ita, d e b ie n d o su o r ig e n a los prim itivos q u e estuvie­ r o n en el A n d a lu s». (5) R afael y M .a del C armen V anó. «Las m urallas de Ú b e d a » . B oletín del I.E .G . N .° 8 1 . (6) M anuel R iú R iú. «H istoria U niversal. E d a d M ed ia». e s c r ito r c o r d o b é s d el siglo X III, en su o b r a « E lo g io » , d ic e , « ...y las viñas d e Ú b e d a , d o n d e la uva casi ni se c o m p r a ni se ven d e, a cau sa de su a b u n d a n c ia .» A b u l f e d a . (O p. cit). « ...s e en cu e n tra Ú b ed a , p e r o c o m o n o está p o r el la d o d el r ío , se surte de u n m anantial para re g a r el azafrán .» Las artesanías del e sp a rto , la piel y la c e rá m ic a , q u e todavía subsisten en Ú b e d a , tien e o r ig e n m u ­ sulm án. (7) A i. -S a C U N D I , (8) R afael y M .a del C armen V añó. O p . cit. (9) En un estu d io recie n te m e n te rea liz a d o p o r un e q u ip o d el p r o fe s o r R adig e r V ossen , d e la U n iversidad d e H a m b u rg o , so b re los estratos d e los v erted eros de c a s c o te d e estos b a rr io s , e n c o n tr ó cerá m ica árab e en las capas más p r o fu n d a s . (1 0 ) L os h istoria d ores de la é p o c a , c o n eviden te e x a g e ra ció n , fijan en 4 0 .0 0 0 el n ú m ero d e ba ezan os r e fu g ia d o s en Ü b eda en esta o c a sió n . (1 1 ) Está p o r h a ce r un estu d io d eta lla d o de este ele m e n to a r q u ite c tó n ic o m uy u b eten se. E n las p orta d a s más prim itivas la d e c o r a c ió n más fr e c u e n te es el «ta o » d e los tem p la rios y el aspa de San A n d rés, a p a r e cie n d o ta m b ién e n a lgu n os ca sos, estrellas d e D avid (¿Casas d e ju d ío s ? ), in stru m en tos o escen as d e labran za y tracerías g eom étrica s. En las más tardías el «ta o » va sie n d o su stitu id o p o r la c ru z de M alta. Esta e v o lu c ió n d ecora tiv a es c o n s e c u e n c ia de la d el p re stig io o p r e d ic a ­ m en to lo c a l d e las in stitu cion es q u e sim b oliza b a n ; así el « ta o » , em b lem a tem pla­ r io , d esp u és de la d is o lu ció n d el T em p le (1 .3 1 0 ), va d e ja n d o paso a la c r u z de M alta, p recisa m en te la O rd en a la q u e p a sa ron sus bien es y la C ru z de San A n d rés, e m b lem a d e la O rd en d e la B a n d a, cre a d a a raíz de la co n q u is ta de B aeza; a m ed ida q u e la R e c o n q u ista va p r o g r e s a n d o , va p e r d ie n d o im p o rta n cia y e llo r e p e rc u te en la p rog resiv a d e s a p a rició n de este em b lem a en las porta das más tardías, en las q u e c o m ie n z a n a a p a r e ce r e s c u d o s n o b ilia rio s. DESARROLLO HISTÓRICO DEL PE RÍM E TR O URBANO (1 2 ) R afael y M .a del C a r m e n V ai Só . 23 O p . cit. (1 3 ) En este siglo la O rd e n T rinitaria a d q u ie re u n a gran in flu en cia en Ú b e­ da. E n tre 1 5 1 6 y 1 5 7 2 co n s tru y e su gra n te m p lo d e 1& T r in id a d , p oste rio rm e n te r e fo rm a d o en 1 7 2 7 y su in flu jo llega hasta el ex tre m o d e q u e el s u p e r io r d el c o n v e n to era r e g id o r nato c o n v oto en el C o n c e jo . A esta razón de p restig io hay q u e a trib u ir la a b u n d a n cia de cru ce s trinitarias en las p orta d as d e la é p o c a y n o a q u e fu esen p r o p ie d a d d e la O rd e n , c o m o se ha v en id o re p itie n d o p o r los h istoria d ores loca les. (1 4 ) 1958. D atos tom a d os d e la «B iog ra fía d e Ú b ed a » p o r JUAN PA SC UA U. Ú beda, (1 5 ) S ob re la p r o t e c c ió n oficia l a Ú b ed a en esta é p o c a es m uy in teresa n te un fo lle to titu lad o «M em oria a c e r ca d e la g estión realizada p o r este m u n icip io d u ­ rante los años 1 9 2 4 a 1 9 2 8 » , p o r d o n B a l t a s a r L a r a N a v a r r e t e , alca ld e de Ú b ed a du ran te ese tie m p o e im p re s o en Ú b ed a el a ñ o 1 9 2 9 .