Subido por Marco Aurelio Fernández Baca Galdos

EL VIEJO Y LA MONTAÑA

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EL VIEJO Y LA MONTAÑA
Ilustraciones: Pedro Robles Ramos
Un día al amanecer, un anciano llamado Andrés, vio una montaña altísima que había
surgido de la nada. Le extraño muchísimo, pues él paseaba por aquel lugar todos los
días y nunca la había visto. Era blanquecina, como surgida de un mar de agua jabonosa
que elevaba como pompas de espuma gigantes sobre un cielo limpio y claro.
SE SINTIO TAN INTRIGADO POR ESTE
FENÓMENO QUE DECIDIÓ EMPRENDER EL
CAMINO HACIA EL LUGAR CON SU NIETO, UN
NIÑO DE SIETE AÑOS.
Al principio le agrado la idea que con tanta determinación se
había propuesto, pero pasado un trecho del camino el asma
que padecía se hizo notar en toda su crudeza. Sentía un
profundo ahogamiento como si le faltara el aire. La frente y las
sienes le chorreaban de sudor y los cristales de las gafas se
empañaban.
Una vez repuestas las fuerzas, emprendieron la marcha
ascendente hacia la sierra que tan bien conocían, pero el camino
era tortuoso y agotador para el viejo, y ello le hacía detenerse
mientras Juanito, así se llamaba el nieto, encontraba muy
divertida la nueva ocurrencia del abuelo.
CUANDO HUBIERON ATRAVESADO LA DISTANCIA QUE LOS SEPARABA DE LA COLINA, QUE
ERA CONSIDERABLE, LO QUE PARA EL NIÑO ERA UN JUEGO, PARA ÉL ERA UN JUEGO, PARA
ÉL ERA UN SUPLICIO, A SU AVANZADA EDAD Y ACHACOSO CUERPO, SE PODÍA CONSIDERAR
UNA PROEZA EL CAMINO RECORRIDO.
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