Leche de búfala Rodríguez (2017) le asignó un uso a la leche de búfala secándola por aspersión dando lugar a leche en polvo. Analizó este producto reconociendo que se obtuvo un alimento completo nutricionalmente, buena fuente de lípidos, proteínas, lactosa, minerales y compuestos bioactivos. Sin embargo, también destacó sus características tecnológicas y nutricionales para el desarrollo de futuros productos que pueden derivarse. Esta investigación está enfocada en el mercado colombiano debido a que el búfalo es una gran fuente de ingresos. Ortiz-Milán et al. (2016) evaluaron el efecto del yogurt artesanal en la calidad del huevo agregándolo en el alimento de gallinas. Se observaron mejoras en la producción de huevos, índice de puesta, conversión (kg alimento/kg huevo), tamaño y peso del huevo a las gallinas que consumieron el alimento con dosis del yogurt. Verhelst (2015) elaboró leche condensada de leche de búfala con el objetivo de dar otra aplicación a este producto lácteo adicionándole oligofructosa como sustituto parcial de la sacarosa. Se concluyó que la leche condensada con una relación sacarosa:oligofructosa de 75:25 obtuvo un color más agradable y un sabor dulce más intenso que las de 50:50 y 100:0. En ninguna de las concentraciones utilizadas presentó cristalización de azucares (sensación de arenosidad) ni sensación grasa en las pruebas sensoriales por lo que se comprobó que resulta un buen subproducto a comercializar. Solamente en la viscosidad obtuvo una mayor intensidad la leche condensada de 100:100 y la de 50:50 no obtuvo una buena aceptación general. Leche de camella Cardoso et al. (2010) evaluó el efecto del consumo de leche de camella en pacientes con intolerancia a la lactosa. La aceptación fue excepcional exceptuando a dos pacientes que consumieron 250 mL de este producto concluyendo que es una buena opción para personas que no pueden ingerir leche de vaca debido a que además su pasteurización no afectó su tolerancia. Villalobos (2018) evaluó el efecto de la temperatura y cizalla giratoria en la formación de depósitos sólidos lácteos de leche de camella con el objetivo de aprovechar la nula presencia de β-lactoglobulinas que posee las cuales son sólidos lácteos no deseados de la leche de vaca las cuales se adhieren a las superficies dificultando los procesos de transferencia de calor. Sin embargo, se concluyó que la β-lactoglobulina no es la única proteína responsable de los depósitos sólidos en la leche. La albúmina sérica de camello y la α-lactoalbúmina actuaron como formadores de depósitos en los tratamientos térmicos. El hecho de que carezca de β-lactoglobulinas hace que esta leche sea la más semejante con la leche humana a comparación de la de cerda, yegua y burra (Bermudo et al, 2017). Leche de burra Castro y Pérez (2014) explican que la leche de burra tiene un contenido de lisozima (antimicrobiano natural) elevado en comparación a la de vaca y afirmaron que es posible utilizarla con propósitos probióticos debido que cepas de lactobacilos probióticos crecieron en este medio debido al elevado contenido de esta enzima y lactosa. Evaluaron las actividades comparativamente con la leche de burra y yegua y concluyeron que existía un inhibidor de la enzima, lábil al calor, que en su ausencia ocasiona el incremento de la enzima. Según Larico et al. (2018) el queso de burra no es una opción factible debido a que es el queso más caro por lo que no podría constituir una nueva fuente de alimentación convencional para la población. FUENTES: Bermudo, FM; Cacho, JF; Cepeda, A; Juárez, M; Martín, M; Molina, E; Prieto, I. (2017). Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre proteínas lácteas, alergias y sus métodos de análisis. Revista del comit´científico n°13. Cardoso, RRA; Santos, RMDB; Cardoso, CRA; Carvalho, MO. (2010). Consumo de leche de camella por pacientes intolerantes a la lactosa. Estudio preliminar. Rev. Alergia México 2010; 57 (1): 26-32. Castro, JF; Pérez, ME. (2014). Variación de la actividad de lisozima en leche de tres especies de perisodáctilos. Rev. vet. 25: 1, 58-60. Larico, H; Fernández, E; Olarte, C; Rodrigo, Y; Machaca, P; Sumari, R; Chui, H; Roque, B. (2018). Queso de alpaca: una nueva alternativa. Rev Inv Vet Perú 29(3): 848-857. Ortiz-Milán, A; Gómez-Sarabia, S; Jay-Herrera, O; Brea- Maura, O. (2016). Inclusión del yogurt artesanal de leche de búfala en el pienso de gallinas ponedoras Isa Brown y su efecto en la producción y calidad del huevo. Rodríguez, YA. (2017). Evaluación de la tecnología del secado por aspersión para la obtención de leche en polvo de búfala (Bubalus bubalis). Tesis Ing. Medellín, Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Verhelst, AL. (2015). Elaboración de leche condensada de leche de bufala (Bubalus bubalis) adicionada con oligofructosa. Villalobos, JA. (2018). Efecto de la temperatura y cizalla giratoria en la formación de depósitos solidos lácteos de leche de camello. Tesis Lic. Zamorano, Honduras: Escuela Agrícola Panamericana. En comparación con la leche producida por otros rumiantes, la leche de camello se valora principalmente por su mejor digestibilidad en el sistema gastrointestinal humano debido a los glóbulos de grasa de leche más pequeños y sus propiedades hipoalergénicas [11]. Al igual que en la leche humana, la leche de camello dromedario y la de camello bactriano no contienen β-lactoglobulinas. No hay informes sobre los indicadores de alergia que poseen estas leches. Por lo tanto, la α-lactalbúmina es la principal proteína de suero en la leche de camello, mientras que esta proteína constituye solo el 25% del total de proteínas de suero en la leche de vaca [12]. Además, los glóbulos de grasa en la leche de camello son los más pequeños entre todos los rumiantes, y no se agregan naturalmente debido a la ausencia de aglutinina [9]. En consecuencia, la leche de camello puede ser fácilmente digerida y consumida de manera segura por personas con sistemas inmunes débiles o intolerancia a la lactosa y puede considerarse un sustituto válido de la leche bovina para niños mayores de 2 años [13, 14]. Además, la leche de camello tiene menores cantidades de grasas, proteínas y carbohidratos en comparación con la leche bovina [15, 16].