1. CONCEPTOS BÁSICOS SOBRE SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO Servicio de Prevención Propio ÍNDICE DE MÓDULO 1 CONCEPTOS BÁSICOS I. Conceptos básicos sobre seguridad y salud en el trabajo. a. El trabajo y la salud. b. Daños derivados del trabajo. Los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Otras patologías derivadas del trabajo. c. Marco normativo básico en materia de prevención de riesgos laborales. d. Organización preventiva e. Documentación del Sistema de Gestión de PRL f. Derechos y deberes básicos en esta materia. A. EL TRABAJO Y LA SALUD Los conceptos de trabajo y salud se encuentran íntimamente relacionados. Según una definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la salud se puede definir como “el estado de bienestar físico, mental y social completo y no meramente la ausencia de enfermedad o daño”. Por otro lado, el trabajo es una actividad social en el que se combinan diferentes recursos que nos permiten alcanzar unos objetivos y satisfacer unas necesidades. Como consecuencia del desarrollo y la innovación tecnológica que en los últimos años se ha venido evidenciando en el campo del trabajo, se han ido introduciendo una serie de riesgos que es necesario identificar, evaluar y controlar. Podemos decir que todo trabajo tiene efectos positivos sobre el estado de salud del trabajador si las condiciones de trabajo son óptimas y efectos negativos si las condiciones de trabajo se convierten en factores de riesgo. Por tanto, si en una empresa cambiasen los procesos materiales, técnicos u organizativos, sería necesario revisar e identificar los riesgos existentes ya que pueden haber desaparecido unos y aparecer otros nuevos. B DAÑOS DERIVADOS DEL TRABAJO. LOS ACCIDENTES DE TRABAJO Y LAS ENFERMEDADES PROFESIONALES. La presencia de riesgos laborales en los lugares de trabajo, implica la posible materialización de los mismos en accidentes de trabajo, incidentes,... Estas manifestaciones de los riesgos laborales provocan siempre pérdidas para la empresa, y en algunos casos pérdidas en el nivel de seguridad y salud de los trabajadores. Mediante la identificación, análisis y evaluación podremos adoptar las medidas para poder evitar o reducir estos riesgos. En numerosas ocasiones se habla indistintamente de riesgo y peligro. Estos dos conceptos a pesar de ser muy similares, no significan lo mismo. Cuando hablamos de riesgo nos referimos a los diversos sectores de actividad. En general, hablamos de riesgo cuando queremos hacer referencia a la posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado del trabajo. Sin embargo, el término de peligro tiene un carácter de inminencia y proximidad superior al riesgo. Las empresas han de realizar una evaluación de riesgos para la seguridad y salud. La evaluación no ha de interpretarse como un objetivo en sí mismo, sino que es una herramienta útil para poder desarrollar después la planificación de la actividad preventiva. La evaluación de riesgos ha de realizarse mediante la intervención del personal competente. Se considera como daños derivados de los trabajadores a las enfermedades, patologías o lesiones sufridas con motivo u ocasión del trabajo desarrollado. Los daños que pueden originarse en el ámbito laboral se pueden clasificar según sean: Originados por accidentes de trabajo (AT) Originados por enfermedades profesionales (EP) Originados por otras patologías derivadas del trabajo Accidentes de trabajo (AT): Desde el punto de vista legal, el accidente ha de reunir tres características para poder ser considerado como tal: Que el trabajador sufra una lesión corporal Que se produzca como consecuencia o con ocasión del trabajo realizado Que este trabajo se realice por cuenta ajena Del concepto legal se desprende la presunción de que cualquier accidente sufrido en el centro de trabajo se considera como accidente de trabajo, pero también incluye los denominados accidentes “in itinere”, que son los accidentes sufridos en el trayecto habitual entre el centro de trabajo y el domicilio habitual del trabajador. Desde el punto de vista técnico y preventivo, se considera este tipo de daño, en un sentido más amplio y general caracterizándose por: Ser un acontecimiento o suceso no deseado Se produce realizando un trabajo Su manifestación se produce de forma súbita e inesperada Los AT tienen un origen multicausal que viene determinado por dos tipos de causas principalmente: Factores materiales o técnicos: protecciones inadecuadas de la maquinaria y de las herramientas, deficiencias en las instalaciones, falta de protección personal,... Factores humanos: originados por comportamientos inadecuados que realizan los trabajadores. Las consecuencias de los accidentes pueden dar lugar a pérdidas en forma de daños a la salud de las personas y pérdidas de tipo material. No se puede olvidar en ningún caso la importancia que se deriva de la investigación de los accidentes de trabajo, con el objetivo de determinar sus causas y poder adoptar medidas correctoras. Los accidentes de trabajo resultan ser unos indicadores evidentes de unas inadecuadas condiciones de trabajo. Si bien es cierto que los accidentes de trabajo se producen por fallos técnicos, por actos inseguros y condiciones peligrosas, es evidente que no siempre que se actúa de forma imprudente deriva en accidente, ni siempre que accidente se se personales. materializa producen Este hecho un daños queda reflejado en la pirámide de Bird de la que se puede extraer las siguientes conclusiones: por cada accidente grave o mortal, se producen 10 accidentes con lesiones de baja temporal o de cura de botiquín, con o sin daños materiales, 30 accidentes con daños materiales, con o sin lesión y 600 incidentes, es decir, casos de riesgo en los que no se ha producido lesión ni daño. Incidentes: Detrás de cada accidente de trabajo que se materializa, muchos otros podemos incidentes encontrar que son indicativos de que algo no funciona correctamente. Un incidente es un accidente potencial, que por fruto de la casualidad no se ha convertido en AT. Su característica principal es que no se producen lesiones corporales por los trabajadores, pero sí pérdidas económicas por parte de la empresa. Es por este motivo, la razón por la cual es muy importante investigar no tan solo los accidentes de trabajo que se hayan materializado, sino también los incidentes, ya que son síntomas indicativos de una realidad. Enfermedades Profesionales (EEPP): Las enfermedades profesionales se producen, en contraposición de los AT, después de un determinado período en que el trabajador ha estado expuesto a agentes contaminantes. Es éste el elemento principal que dificulta el establecimiento de la relación causa–efecto entre la enfermedad y el trabajo que realiza el individuo. Legalmente, se considera como EP aquella “contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena en las actividades que se especifican en el cuadro que se apruebe para las disposiciones de aplicación y desarrollo de esta Ley, y que esté provocada por la acción de los elementos o sustancias que en este cuadro se indican para cada enfermedad profesional” (artículo 116 de la Ley general de la Seguridad Social, R.D. 1/1994). Esta lista de enfermedades profesionales vienen especificadas en el R.D. 1995/1978 del 12 de mayo, y se estructuran en cuatro bloques: EE.PP. producidas por agentes químicos EE.PP. infecciosas y parasitarias EE.PP. producidas por agentes físicos Enfermedades sistemáticas Otras patologías derivadas del trabajo: Las consecuencias de los aspectos negativos de la organización del trabajo se analizan desde un punto de vista psicosocial, y pueden ocasionar alteraciones en el equilibrio mental y social de los trabajadores. Estos son la fatiga física y psíquica y la insatisfacción. La fatiga puede definirse como la disminución de la capacidad física y mental de un individuo, después de haber realizado un trabajo durante un período de tiempo determinado. La fatiga puede considerarse a dos niveles: normal o crónica. Los factores que determinan la aparición de la fatiga son principalmente: El tiempo en que se realiza el trabajo de forma continuada, La constitución física del individuo, La capacidad mental, Cantidad y calidad de información a tratar, Tiempo de respuesta, Autonomía del individuo para llevar a cabo sus tareas, etc... El concepto de satisfacción se puede considerar como el grado de bienestar experimentado por el trabajador con motivo de las tareas realizadas. En contraposición, la insatisfacción es un fenómeno psicosocial de desagrado del trabajo y de rechazo provocado por diversos factores: Contenido del trabajo Organización del trabajo Nivel retributivo Reconocimiento del trabajo realizado Relaciones establecidas Falta de participación, etc. C. MARCO NORMATIVO BÁSICO DE LA SEGURIDAD Y SALUD LABORAL: Normativa Internacional Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Existen casi sesenta Convenios de la OIT que se refieren a la prevención de riesgos laborales, directa o indirectamente. Aunque la gran mayoría de los convenios se encuentran incorporados a la normativa española, sin que sea necesaria su aplicación directa, su tenor literal puede servir como referente o complemento para la interpretación de las correspondientes normas españolas. En cuanto a su origen, el Convenio de la OIT es una norma internacional (el acuerdo logrado en el seno de la conferencia de la OIT); no obstante, su eficacia interna en cada país está condicionada al acto de ratificación del Convenio por la autoridad competente de cada Estado. En materia de Prevención de Riesgos Laborales destaca el Convenio número 155 OIT, sobre Seguridad y Salud de los Trabajadores. Normativa comunitaria El artículo 137 del Tratado de la Comunidad Europea (antiguo artículo 118), en su versión consolidada tras la modificación efectuada por el Tratado de Ámsterdam, establece como criterios rectores de la política social comunitaria: a) Un compromiso especial de los Estados miembros en la mejora, en concreto, del “entorno de trabajo, para proteger la salud y la seguridad de los trabajadores”. b) A tal fin, el Consejo podrá establecer, mediante directivas, tales disposiciones “teniendo en cuenta las condiciones y reglamentaciones técnicas existentes en cada uno de los Estados miembros”. c) Se prevé como instrumento la Directiva por mayoría cualificada y no por unanimidad, para fijar “las disposiciones mínimas que habrán de aplicarse progresivamente”. d) Se permite que cada Estado miembro pueda establecer, sobre esos mínimos, medidas de mayor protección de las condiciones de trabajo siempre que “sean compatibles con el presente Tratado” de la CEE. e) Tales directivas evitarán establecer trabas de carácter administrativo, financiero y jurídico que obstaculicen la creación y el desarrollo de pequeñas y medianas empresas., en materia de Prevención de Riesgos Laborales destaca especialmente la Directiva Marco 89/391 CE del Consejo, de 12 de junio de 1.989, relativa a la aplicación de medidas para promover la mejora de la Seguridad y Salud de los Trabajadores en el Trabajo. Normativa estatal La Constitución Española (CE): La CE dentro del Título III, Capítulo III denominado “De los Principios Rectores de la Política Social y Económica”, garantiza un genérico derecho a la protección de la salud (art. 43.1 CE), a la vez que establece un compromiso específico para los poderes públicos de «velar por la seguridad e higiene en el trabajo» (art. 40.2 CE). Este último compromiso parece perseguir un doble objetivo: de un lado, destacar la necesidad de una política preventiva de daños, no sólo a la salud, sino también a la integridad física en el ámbito productivo; de otro, poner de manifiesto las limitaciones que una política de protección de este tipo supone para las facultades empresariales de organización de la producción que derivan del principio de libertad de empresa (art. 38 CE). La seguridad e higiene resulta, de este modo, un instrumento de limitación al poder de dirección y organización del empresario. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales: Recogiendo el mandato contenido en la CE (art. 40.2 CE), la LPRL viene a establecer el cuadro general al que habrá de ajustarse la normativa en materia de salud laboral. La misma responde a la necesidad de configurar una regulación unitaria de la protección de la salud de los trabajadores, al tiempo que lleva a cabo la adaptación al Derecho español de las Directivas comunitarias (singularmente, Directiva 89/391/CEE) y normas internacionales en esta materia (Convenio núm. 155 OIT). Los principios básicos que informan la misma son: a) Carácter mínimo. Las disposiciones de carácter laboral contenidas en dicho texto tendrán en todo caso el «carácter de derecho necesario mínimo indisponible» (art. 2.2 LPRL). b) Competencia estatal. La normativa de Seguridad y Salud en el trabajo, en cuanto se dirige a riesgos advertidos en el seno de relaciones laborales, constituye una competencia exclusiva del Estado; (art. 149.1.7ª CE). c) Vocación de universalidad. Los sujetos amparados bajo la cobertura de la LPRL no son sólo los trabajadores vinculados por una relación laboral, sino también el personal civil sujeto a relaciones administrativas o estatutarias y los socios trabajadores o de trabajo de cooperativas (art. 3.1 LPRL). Por vía negativa, la ley no se aplica en actividades cuyas particularidades lo impidan en el ámbito de la función pública (policía...) y se establecen adaptaciones en relación con los centros y establecimientos militares y los establecimientos penitenciarios (art. 3.3 LPRL). d) Participación de los trabajadores en la prevención de riesgos, «a través de sus representantes y de la representación especializada» (art. 34.1 LPRL). e) Principio de cooperación y coordinación administrativa, de acuerdo con el cual las Administraciones públicas «se prestarán cooperación y asistencia para el eficaz ejercicio de sus respectivas competencias» [art. 5.1.2.a) LPRL]. De este modo, las Administraciones públicas promoverán «la mejora de la educación en materia preventiva en los diferentes niveles de enseñanza y de manera especial en la oferta formativa correspondiente al sistema nacional de calificaciones profesionales» (art. 5.2 LPRL). Reglamentos de desarrollo Dentro de los Reales Decretos que cabe integrar en una parte general tienen particular importancia: a) El Reglamento de los Servicios de Prevención, aprobado por Real Decreto 39/1997, de 17 de enero. b) RD 486/1997, de 14 de abril, que establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. c) El RD 485/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones en materia de señalización de seguridad y salud en el trabajo. d) El RD 773/1997, de 30 de mayo, que contiene las disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la utilización por los trabajadores de equipos de protección individual. e) El RD 1215, de 18 de julio, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud para la utilización por los trabajadores de los equipos de trabajo. f) El Real Decreto 171/2004, de 30 de enero por el que desarrolla el artículo 24 de la Ley 31/1995, de 8 noviembre en materia de coordinación de actividades empresariales. Los otros Reales Decretos aprobados hasta la fecha se adscriben a lo que se ha llamado parte especial, ya sea porque se trate de normas sectoriales, ya porque se refieren a aspectos o riesgos específicos. a) RD 487/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la manipulación de cargas que entrañe riesgos, en particular dorsolumbares. b) RD 488/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas al trabajo con equipos que incluyen pantallas de visualización. c) RD 664/1997, de 12 mayo, sobre protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo. d) RD 665/1997, de 12 de mayo, modificado por RD 349/2003, de 21 de marzo, sobre protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes cancerígenos durante el trabajo. e) RD 1216/1997, de 18 de julio, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en el trabajo a bordo de los buques de pesca. Debe tomarse en consideración, también, el RD 1032/1999, que establece normas a cumplir por los buques pesqueros de eslora igual o superior a 24 metros. f) RD 1389/1997, de 5 de septiembre, por el que se aprueban las disposiciones mínimas destinadas a proteger la seguridad y la salud de los trabajadores en las actividades mineras. g) RD 1627/1997, de 24 de octubre, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y salud en las obras de construcción. h) RD 1488/1998, de 10 de julio, sobre adaptación de la legislación de prevención de riesgos laborales a la Administración General del Estado. i) RD 1932/1998, de 11 de septiembre, sobre prevención de riesgos en la Administración Militar. Desarrollo reglamentario en cascada, autorizando segundas adaptaciones. j) RD 216/1999, de 5 de febrero, por el que se dictan disposiciones mínimas de seguridad y salud en el trabajo en el ámbito de las empresas de trabajo temporal. k) RD 258/1999, de 12 de febrero, por el que se establecen condiciones mínimas sobre la protección de la salud y la asistencia médica de los trabajadores del mar, desarrollado por la Orden 646/2004, de 5 de marzo por la que se establecen los contenidos mínimos de los programas de formación sanitaria específica y las condiciones para la expedición y homologación del certificado de formación sanitaria de los trabajadores del mar. l) RD 374/2001, de 6 de abril, sobre la protección de la salud y seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con los agentes químicos durante el trabajo. m) RD 614/2001, de 8 de junio, sobre disposiciones mínimas para la protección de la seguridad y salud de los trabajadores frente al riesgo eléctrico. n) RD 738/2001, de 6 de julio, sobre protección sanitaria contra las radiaciones ionizantes. ñ) RD 707/2002, de 19 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre procedimiento administrativo especial de actuación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social y para la imposición de medidas correctoras por incumplimientos en materia de prevención de riesgos laborales en el ámbito de la Administración General del Estado. o) RD 681/2003, de 12 de junio, sobre protección de la salud y seguridad de los trabajadores expuestos a los riesgos derivados de atmósferas explosivas en el lugar de trabajo. D. ORGANIZACIÓN PREVENTIVA En cuanto a la elección de la modalidad preventiva la empresa tiene las opciones siguientes con la posibilidad de poder combinarlas entre sí dado el caso: – Asunción personal por el empresario de las funciones de prevención (salvo la vigilancia de la salud de sus trabajadores). Podrá asumir el empresario de forma personal la actividad preventiva si cumple con los siguientes requisitos: • Su empresa tiene menos de 6 trabajadores. • Su actividad no sea considerada de especial riesgo1. • El empresario desarrolle su actividad en el centro de trabajo de forma habitual. • Tenga la formación adecuada a los riesgos (un curso de nivel básico, de 30 horas o 50 horas impartido por una entidad formativa acreditada por la autoridad laboral autonómica). – Designación de trabajadores. Son trabajadores de la empresa que compatibilizan su actividad laboral con el desarrollo de actividades de prevención. Para ello, deben tener la capacidad necesaria en función de la actividad a desarrollar, disponer del tiempo y de los medios precisos y ser suficientes, teniendo en cuenta el tamaño de la empresa y los riesgos. El empresario les facilitará el acceso a la información y documentación necesaria para sus tareas (curso de nivel básico, intermedio o superior). – Servicio de Prevención. Si la designación de uno o varios trabajadores fuera insuficiente para la realización de las actividades de prevención deberá recurrir a uno o varios servicios de prevención propios o ajenos. En ambos casos, se trata del conjunto de medios humanos y materiales necesarios para realizar las actividades preventivas, en condiciones desproporcionar a la empresa el asesoramiento y apoyo que precise en función de los tipos de riesgo en ella existentes. Servicio de Prevención Propio (SPP). Constitución de un departamento dedicado a la tarea preventiva, con al menos dos especialidades de las señaladas al principio de este apartado, con capacitación para realizar actividades clasificadas como nivel superior. Servicio de Prevención Ajeno (SPA). Es una entidad especializada y debidamente acreditada por la Comunidad Autónoma, compuesta por profesionales expertos en las distintas especialidades. Al menos 1 profesional por cada especialidad. Se factura por servicios o paquetes de servicios contratados con el SPA. Servicio de prevención mancomunado (SPM). Podrá darse cuando varias empresas desarrollen simultáneamente actividades en un mismo centro de trabajo, edificio o centro comercial. Igualmente en aquellas empresas pertenecientes a un mismo sector productivo o grupo empresarial o que desarrollen sus actividades en un polígono industrial o área geográfica limitada. Tendrán la consideración de servicios propios de las empresas que los constituyan y habrán de contar con los medios exigidos para aquéllos, cuyos restantes requisitos les serán de aplicación, y limitándose su actividad a las empresas participantes. También cabe la posibilidad que la autoridad laboral obligue a una empresa, dada su situación especial, de constituir un SPP. El empresario puede modificar la configuración de su organización preventiva en cualquier momento, en función de las necesidades detectadas o sobrevenidas. E. DOCUMENTACIÓN DEL SISTEMA DE GESTIÓN DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES Plan de Prevención La PRL debe integrarse en el sistema general de gestión de la empresa, interviniendo en todos los niveles jerárquicos, y esto debe hacerse a través de la implantación y aplicación de un Plan de Prevención de Riesgos Laborales, constituido por las directrices y objetivos generales de la dirección de la empresa relativos a la PRL. Integración de la prevención en los diferentes estamentos de la empresa Debe ser específica para la organización así como adecuada y coherente con su tamaño y con la naturaleza de sus actividades; concisa y redactada con claridad; estar fechada y hacerse efectiva mediante la firma, o procedimiento equivalente, del empresario o de la persona de mayor rango de la organización. Y debe ser conocida por todos los miembros de la organización, incluyendo los trabajadores y/o sus representantes. En el Plan de PRL debe quedar reflejado: 1. El compromiso de alcanzar un alto nivel de seguridad y salud en el trabajo cumpliendo la legislación vigente en esta materia y basándose en el principio de la mejora continua en la acción preventiva. 2. La responsabilidad de todos los integrantes de la empresa en la gestión de la PRL y la asignación de funciones. 3. La asignación de los recursos necesarios, humanos, financieros o de otra índole, para aplicar el sistema de gestión de la PRL. 4. Debe garantizar la participación e información de todos los trabajadores de la organización, así como el derecho a que estos sean consultados a fin de conseguir la mejora continua del sistema de gestión implantado. 5. La actualización de la gestión en función de su adaptación al progreso técnico y la realización de auditorías que verifiquen el cumplimiento con la política preventiva. 6. La adopción y difusión de los objetivos de la política de prevención implantada a toda la organización. 7. Garantizar al trabajador la suficiente y adecuada formación teórica y práctica mediante la provisión de los recursos necesarios que permitan el desarrollo de la política preventiva. La Evaluación de Riesgos El empresario deberá disponer de una evaluación inicial de los riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores, teniendo en cuenta la naturaleza de la actividad, las características de los puestos de trabajo existentes y de los trabajadores. También con ocasión de la elección de los equipos de trabajo, de las sustancias o preparados químicos y del acondicionamiento de los lugares de trabajo. Ha de realizarse conforme a un procedimiento de carácter técnico teniendo en cuenta lo siguiente: 1. Identificación de los riesgos y de los trabajadores expuestos. 2. La eliminación de los riesgos o, si no es posible su eliminación, se evaluará y se fijarán prioridades. Para ello se tendrán en cuenta, si los hubiera, los protocolos establecidos específicamente para riesgos específicos y actividades de especial peligrosidad (normas UNE, Guías del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, Normas Internacionales). La evaluación será actualizada periódicamente así como cuando cambien las condiciones de trabajo o se produzca un perjuicio sobre la salud. Constituye la base de la planificación preventiva y de todas las actuaciones para la implantación de medidas preventivas, de su seguimiento y su control para asegurar su eficacia. La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, en su artículo 16, establece la obligación de realizar la evaluación de los riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores, con el fin de identificar aquellos riesgos que están presentes en todos los puestos de trabajo, áreas y sectores de la empresa, y valorarlos según las consecuencias y probabilidad de que ocurra el accidente o la enfermedad profesional, sobre la base de normas técnicas comúnmente establecidas. La evaluación de riesgos se realiza por aquellos que estén cualificados en función de los riesgos presentes, así como la utilización de los aparatos medidores y/o el uso de cálculos técnicos correspondientes para el estudio. La evaluación debe revisarse periódicamente cuando: Así lo establezca una disposición específica. Cambien las condiciones de trabajo Se hayan detectado daños a la salud de los trabajadores. Se haya apreciado, a través de los controles periódicos relativos a la vigilancia de la salud, que las actividades de la prevención puedan ser inadecuadas o insuficientes. La metodología de estudio comprenderá las fases siguientes: El estudio de los puestos de trabajo para la valoración de las condiciones de trabajo del personal. Evitar los riesgos susceptibles de causar perjuicio a la salud de los trabajadores. Evaluar los riesgos que no se puedan evitar, conforme a las técnicas del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Combatir los riesgos en su origen allí donde se detecte que no se ha podido evitar. Planificación de la Actividad Si los resultados de la evaluación pusieran de manifiesto situaciones de riesgo, debe diseñarse las actividades necesarias para eliminar, o controlar tales riesgos que garanticen un mayor nivel de protección de la seguridad y la salud de los trabajadores. Para cada actividad debe preverse de antemano cuestiones como: Las medidas de protección y de prevención– El plazo para llevarla a cabo. La designación de responsables. Los recursos humanos. Materiales necesarios para su ejecución Los controles periódicos Una vez aplicadas las medidas, es importante que se lleven a cabo y se constaten controles periódicos para verificar la adecuación de las medidas preventivas, y para estudiar las necesidades que pudieran surgir: Tras haberse realizado algún tipo de modificación de las condiciones de trabajo. Por la incorporación de nuevos equipos o nuevos trabajadores. Por daños específicos detectados en algún trabajador. Por otros motivos que así lo aconsejen. La vigilancia de la salud de los trabajadores Esta actividad sólo puede ser desempeñada por personal sanitario con competencia técnica, formación y capacidad acreditada con arreglo a la normativa vigente. Se llevarán a cabo respetando siempre la confidencialidad de toda la información relacionada con su estado de salud. Los resultados serán comunicados exclusivamente al trabajador afectado y comprenderán: Una evaluación de la salud de los trabajadores inicial después de la incorporación al trabajo o después de la asignación de tareas específicas con nuevos riesgos para la salud. Una evaluación de la salud de los trabajadores que reanuden el trabajo tras una ausencia prolongada por motivos de salud, con la finalidad de descubrir sus eventuales orígenes profesionales y recomendar una acción apropiada para proteger a los trabajadores. Una vigilancia de la salud a intervalos periódicos, que se efectuará anualmente, sin perjuicio de aquellas revisiones específicas necesarias debido al carácter del trabajo desarrollado, cuyo intervalo será menor. La vigilancia de la salud sólo podrá llevarse a cabo cuando el trabajador preste su consentimiento, a excepción de los siguientes supuestos: 1. Sea imprescindible para evaluar los efectos de las condiciones del trabajo sobre la salud de los trabajadores, 2. Para verificar si el estado de salud del trabajador puede constituir un peligro para él mismo, para los demás trabajadores o para otras personas. 3. Cuando así esté establecido en una disposición legal. Los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales El control y registro de los índices de siniestralidad laboral (accidentes y enfermedades causados por el trabajo) y la investigación de los incidentes (sólo daños materiales) y accidentes (con daños personales) por parte del encargado de la prevención, tendrá por objeto determinar las causas que provocaron el accidente/ incidente para poder adoptar las medidas que eviten su repetición o el acaecimiento de un accidente similar. Para ello es conveniente recopilar la mayor información posible del accidente ocurrido, procediendo a examinar el lugar de los hechos, entrevistar a testigos, tomar nota de las informaciones, utilizar dibujos o fotos de los hechos, tomar muestras, si procede, recabar los informes elaborados al respecto, etc. Con esa información se analizará la secuencia de la cadena causal, con la finalidad de averiguar cuáles fueron las causas básicas del accidente y proponer las medidas definitivas, o provisionales en el momento, para que no se vuelva a producir. La empresa tendrá un registro con los datos del accidente, del lesionado, la lesión personal producida, los daños materiales y la copia del informe que remita en su caso la Mutua o Entidad Gestora. La formación El Plan de Formación: es un documento que establece cual es el contenido de la formación en PRL, cual va a ser la metodología de implantación, la duración del programa, el calendario y horario de impartición, el número de asistentes por sesiones, y los recursos humanos y materiales necesarios. Según la formación del formador se podrá impartir y justificar un nivel de conocimientos. En algunas ocasiones, la ley establece las características más relevantes que debe tener la formación, en otras se limita a indicar que se debe recibir formación y en otras no hay obligación legal. En el siguiente cuadro se resume qué formación, para qué colectivos y, en su caso, el artículo de la LPRL donde se establece. Los programas formativos tendrán en cuenta las capacidades y cualificación de los trabajadores que deban recibir dicha formación. El horario de impartición del curso será en horario laboral del trabajador, y en el caso de que se realice fuera del horario, las horas de dedicación se computarán como de jornada laboral. Registro de la formación: Se llevará un registro de la formación de cada trabajador así como los comprobantes de las acciones docentes. Ese registro debe contener las materias, las horas teóricas y prácticas, fechas, etc. La mayor información posible de interés para la constatación de las actuaciones. Contenido de la formación: Será acorde al puesto de trabajo a desarrollar y a las instalaciones y equipos de trabajo a utilizar, haciendo especial hincapié en los aspectos donde existe mayor nivel de riesgo El plan de emergencia y evacuación El Plan de Emergencia y Evacuación tiene como objetivo la organización de los medios humanos y materiales disponibles para prevenir el riesgo de incendio o de cualquier otro equivalente, garantizando la evacuación y la intervención inmediata, el cumplimiento de la normativa vigente sobre seguridad y la preparación de una posible intervención de ayudas exteriores en caso de emergencia. Establecerá las personas encargadas de la detección y alerta, los equipos de primera intervención, las comunicaciones, la evacuación, los medios técnicos de apoyo y extinción en caso de incendio u otras contingencias que puedan derivarse. Deben hacerse y constatarse simulacros periódicos para comprobar el grado de eficacia del Plan de Emergencia y Evacuación. El mantenimiento preventivo Hay máquinas, aparatos e instalaciones cuya reglamentación específica de seguridad industrial exige unas determinadas comprobaciones periódicas que deben llevarse a cabo, así como llevar un registro de los mismos. Para lo que no haya una regulación de mantenimiento, es conveniente establecer un procedimiento de comprobación periódico de sus condiciones de seguridad. Las auditorías de prevención de riesgos laborales La auditoría es un análisis sistemático, documentado y objetivo del sistema de prevención, que incluirá aspectos como: La realización de la evaluación inicial y periódica de los riesgos. Analizar sus resultados y verificarlos en caso de duda. La planificación de las actividades. Los procedimientos y medios requeridos para realizar las actividades preventivas y los recursos de los que dispone el empresario. Valorar la integración de la prevención en el sistema general de gestión de Prevención de Riesgos Laborales F. PRINCIPIOS DE LA ACCIÓN PREVENTIVA: Correspondiendo al empresario el aseguramiento de la salud e integridad de sus empleados el artículo 15.1 de la LPRL le obliga a ajustarse a los siguientes principios generales: a) Evitar los riesgos. b) Evaluar los riesgos que no se puedan evitar. c) Combatir los riesgos en su origen. d) Adaptar el trabajo a la persona, en particular en lo que respecta a la concepción de los puestos de trabajo, así como a la elección de los equipos y los métodos de trabajo y de producción, con miras, en particular, a atenuar el trabajo monótono y repetitivo y a reducir los efectos del mismo en la salud. e) Tener en cuenta la evolución de la técnica. f) Sustituir lo peligroso por lo que entrañe poco o ningún peligro. g) Planificar la prevención, buscando un conjunto coherente que integre en ella la técnica, la organización del trabajo, las condiciones de trabajo, las relaciones sociales y la influencia de los factores ambientales en el trabajo. h) Adoptar medidas que antepongan la protección colectiva a la individual. i) Dar las debidas instrucciones a los trabajadores OBLIGACIONES DE LOS TRABAJADORES EN MATERIA DE PREVENCIÓN Siendo la prevención una obligación que deriva del contrato de trabajo, las partes de dicho contrato quedan sujetas, además de a lo expresamente pactado, a todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes con la buena fe, al uso y a la ley (art. 1.258 Código Civil). Si bien la seguridad y salud en el trabajo constituyen derechos del trabajador, la Ley impone también a este un conjunto de obligaciones, por lo que aquélla se configura como un derecho-deber del trabajador. En atención a ese deber genérico de seguridad el trabajador está obligado a: - Observar las medidas de seguridad e higiene en el trabajo que se adopten. Art. 5 del Estatuto de los Trabajadores (ET). - Observar en su trabajo las medidas legales y reglamentarias de seguridad e higiene. Art. 19.2 ET. - Velar por la propia seguridad y salud en el trabajo y por la de aquellas otras personas a las que pueda afectar su actividad profesional, a causa de sus actos y omisiones en el trabajo. Art. 29.1 LPRL. Esta obligación genérica de velar por su propia seguridad y por la seguridad de los otros debe cumplirla el trabajador: - Según sus posibilidades, es decir, de acuerdo con la capacidad y aptitud del trabajador para hacer frente a los riesgos y adoptar las medidas preventivas o de protección. - De acuerdo con su formación. - De acuerdo con las instrucciones del empresario. Las instrucciones verbales del empresario tienen plena eficacia a estos efectos siempre que la normativa sobre prevención no establezca una forma concreta en que deban darse. En caso contrario, cuando la normativa legal o convencional en materia de prevención exija forma escrita, las instrucciones deberán ser claras y comprensibles para el trabajador. - Mediante el cumplimiento de las medidas de prevención que en cada caso sean adoptadas. Por otro lado, la LPRL impone al trabajador varias obligaciones específicas en materia de seguridad y salud en cuanto al buen uso de los elementos y medios de trabajo para garantizar al trabajador que su protección sea eficaz. En concreto, con arreglo a su formación y siguiendo las instrucciones del empresario, deberán: 1.- Usar adecuadamente, de acuerdo con su naturaleza y los riesgos previsibles, las máquinas, aparatos, herramientas, sustancias peligrosas, equipos de transporte y, en general, cualesquiera otros medios con los que desarrollen su actividad. Art. 29.2.1 LPRL. 2.- Utilizar correctamente los medios y equipos de protección facilitados por el empresario, de acuerdo con las instrucciones recibidas de éste. Art. 29.2.2 LPRL El Real Decreto 773/1997, recoge las obligaciones de los trabajadores en materia de utilización y cuidado correcto de los equipos de protección individual; la importancia de colocarlos en los lugares indicados para ello después de su utilización; y la obligación de informar al superior inmediato de cualquier anomalía o defecto apreciado en el equipo que pueda entrañar una pérdida de la eficacia protectora. Art. 10 del RD 773/1997. 3.- No poner fuera de funcionamiento y utilizar correctamente los dispositivos de seguridad existentes o que se instalen en los medios relacionados con su actividad o en los lugares de trabajo en los que ésta tenga lugar. Art. 29.2.3 LPRL. “Dispositivos de seguridad” debe entenderse en sentido amplio, tanto en cuanto a protecciones de las máquinas y herramientas, como elementos de protección personal del trabajador. Cualquier situación que, a juicio del trabajador, entrañe un riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores debe ser comunicada por aquél, de inmediato: A su superior jerárquico. A los trabajadores designados para realizar actividades de protección o prevención. En su caso, al Servicio de Prevención. Esta obligación de información está integrada por los siguientes elementos: El trabajador ha de constatar una situación que ha de ser real. La situación causante del posible riesgo debe de ser valorada por el trabajador, por lo que no es preciso que el riesgo sea real y efectivo, sino que el trabajador considere que puede darse ese riesgo. El hecho de que la situación constatada puede suponer un riesgo debe ser razonablemente motivado por el trabajador. En relación con los deberes de cooperación con el empresario y de colaboración con la Administración Pública, el trabajador está obligado a: - Contribuir al cumplimiento de las obligaciones establecidas por la autoridad competente con el fin de proteger la seguridad y la salud de los trabajadores en el trabajo (art. 29.2.5 LPRL). De hecho, el trabajador puede recurrir a la Inspección de Trabajo si considera que las medidas preventivas adoptadas por el empresario no son suficientes para garantizar la seguridad y salud en el trabajo (art. 40 LPRL). - Cooperar con el empresario para que éste pueda garantizar unas condiciones de trabajo que sean seguras y no entrañen riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores (29.2.6 LPRL). Como consecuencia del origen fundamentalmente contractual de las obligaciones en materia de seguridad y salud en el trabajo, los trabajadores han de cumplir estas normas y ha de velar continuamente por su propia seguridad y salud en el trabajo y la de terceros. Se trata, pues, de un deber genérico y de unos deberes específicos cuyo incumplimiento por el trabajador, será un incumplimiento laboral (art. 58.1 ET) pudiendo dar lugar a una sanción o incluso, si es grave y culpable, puede justificar el despido disciplinario, conforme a lo previsto en el artículo 54.2.b) del E.T. A los efectos de graduación de las faltas en este ámbito habrá que estar a lo que dispongan los convenios colectivos. Al referirse la ley no sólo a las acciones, sino también a las omisiones del trabajador, se refuerza ese deber de prevención pues, además de no hacer nada que pueda crear un riesgo propio o ajeno, debe actuar positivamente haciendo todo aquello que contribuya a la seguridad y salud laborales. Lo dispuesto en materia de responsabilidad por incumplimiento de las medidas de seguridad por los trabajadores es aplicable también a los socios de cooperativas cuya actividad consista en la prestación de su trabajo, con las precisiones establecidas en sus Reglamentos de Régimen Interior (art. 29.3 LPRL). DEBERES DEL EMPRESARIO EN MATERIA DE PROTECCIÓN FRENTE A LOS RIESGOS LABORALES El empresario, además de planificar la prevención evaluando los riesgos y tratando de evitarlos o aminorarlos, tiene otras obligaciones tales como la de información, consulta y participaciones de los trabajadores y la de formación, recogidas en los artículos 18 y 19 de la LPRL. EL DEBER DE INFORMACIÓN Este deber de información del empresario configura un derecho de información en material de prevención de riesgos laborales a favor del trabajador y contribuye a la protección eficaz de los trabajadores en la medida en que les facilita un conocimiento de los elementos ambientales de su lugar de trabajo y de las circunstancias en que han de ejecutar su prestación laboral. Receptores de las informaciones son, si los hay, los “representantes de los trabajadores”, es decir, los delegados de prevención y, de no existir, los miembros del comité de empresa, delegados de personal o delegados sindicales. De no existir representantes de los trabajadores, el empresario ha de adoptar todas las medidas necesarias para que la información llegue a conocimiento de los trabajadores. Resulta difícil diferenciar entre los conceptos de información y formación, pues toda información es formación y viceversa. Entendiendo que no son compartimentos estancos sino que están interrelacionados, puede afirmarse que el deber empresarial de dar información a sus empleados se concreta en advertirles de lo siguiente (art. 18 LPRL): a) Los riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores en el trabajo, tanto aquellos que afecten a la empresa en su conjunto como a cada tipo de puesto de trabajo o función. b) Las medidas y actividades de protección y prevención aplicables a los riesgos señalados en el apartado anterior. c) Las medidas adoptadas en las situaciones de emergencia (art. 20 LPRL). d) La información relativa a los “riesgos graves e inminentes”, así como a las medidas adoptadas o que se vayan a adoptar para su protección (art. 21.1.a) LPRL). El receptor de la información es siempre el trabajador individual, que ha de conocer los riesgos que afecten a su puesto de trabajo y a las medidas de protección y prevención adoptadas. La expresión “riesgo” ha de ser entendida como equivalente a la “posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado del trabajo” (arts. 4.2 y 18.1 LPRL), sin que quede comprendida dentro de este concepto la información relativa al “riesgo grave e inminente”. EL DEBER DE FORMACIÓN Este deber consiste (art. 19 LPRL) en que “el empresario deberá garantizar que cada trabajador reciba una formación teórica y práctica, suficiente y adecuada, en materia preventiva, tanto en el momento de su contratación, cualquiera que sea la modalidad o duración de ésta, como cuando se produzcan cambios en las funciones que desempeñe o se introduzcan nuevas tecnologías o cambios en los equipos de trabajo”. Es, pues, una obligación continuada y dinámica que subsiste durante toda la relación laboral, que para que sea adecuada debe ajustarse el concreto puesto de trabajo del trabajador. LOS DEBERES DE CONSULTA Y PARTICIPACIÓN En las empresas que cuenten con representantes de los trabajadores (delegados de prevención), las consultan se llevarán a cabo con ellos (arts. 18.2 y 33.2 LPRL). En las empresas en que no hay órganos de representación específica, el trámite obligatorio de consulta ha de abrirse con los órganos de representación unitaria (comité de empresa o delegados de personal), si los hubiere. A su vez, como los representantes sindicales tienen derecho a ser “oídos por la empresa previamente a la adopción de medidas de carácter colectivo que afecten a los trabajadores en general” (art. 10.3.3 LOLS), también los delegados sindicales deberán ser consultados. En defecto de todos ellos, el deber de consulta a cargo del empresario habrá de cumplimentarse mediante fórmulas de consulta directa con los trabajadores. La LPRL no establece regla alguna sobre este procedimiento de consulta directa, que puede instrumentarse a través de muy diversas modalidades (Asamblea, reuniones o conversaciones informales). Sea cual fuere la fórmula utilizada ha de ser una formula razonable y proporcional en atención a la dimensión de la empresa, la materia sobre la que verse la consulta, su complejidad técnica o la efectiva emisión por todos los trabajadores de un juicio sobre la decisión que se pretenda adoptar. La consulta se configura como un deber a cargo de la dirección de la empresa que nace cada vez y cuantas veces se pretenda adoptar una medida empresarial relativa a la prevención de los riesgos laborales. Las decisiones sometidas a consultar son las siguientes (art. 33.1 LPRL): a) La planificación y la organización del trabajo en la empresa y la introducción de nuevas tecnologías [art. 33.1.a) LPRL], siempre que la innovación tecnológica repercuta sobre la seguridad y salud de los trabajadores. Se trata de una decisión que comprende todos los aspectos de la actividad productiva dadas las circunstancias que el propio precepto menciona como susceptibles de producir riesgos y que son “la elección de los equipos de trabajo”, “la determinación y la adecuación de las condiciones de trabajo” y “el impacto de los factores ambientales en el trabajo”. b) La organización y desarrollo de las actividades de protección de la salud y prevención de los riesgos laborales [art. 33.1.b) LPRL], pudiéndose entender dentro de la misma la designación de los trabajadores encargados de atender las actividades de protección; esto es, el servicio se prevención interno (art. 30 LPRL); “el recurso a un servicio de prevención externo” (art. 31 LPRL); la consulta relativa a la integración de la actividad preventiva (art. 1 RSP); y, en fin, la consulta acerca del procedimiento de evaluación a utilizar en la empresa o centro de trabajo (art. 3 RSP). c) La designación de los trabajadores encargados de las medidas de emergencia (primeros auxilios, lucha contra incendios y evacuación) [arts. 20 y 33.1.c) LPRL]. d) Los procedimientos de información y documentación [arts. 18.1, 23.1, 33.1.d) LPRL]. e) El proyecto y la organización de la formación en materia preventiva [art. 33.1.e) LPRL]. Por lo que se refiere a los aspectos temporales, se exige al empresario que la consulta tenga lugar “con la debida antelación”, sin concretar plazo alguno (art. 33.1 LPRL); se incluye, de igual modo, al enunciar las competencias de los delegados de prevención, la relativa a “ser consultados por el empresario, con carácter previo a su ejecución, acerca de las decisiones” a que refiere dicho art. 33 de la LPRL [art. 36.1.c) LPRL]. - La “debida antelación” exige tomar en consideración las específicas circunstancias del caso valorando las concretas circunstancias de la consulta (materia sobre la que versa, complejidad técnica de la misma, características de las actividades y procesos productivos de la empresa y el grado de incidencia necesario ponderar sí, con el plazo concedido, la finalidad del derecho de consulta ha quedado razonablemente satisfecha. La consulta deberá efectuarse con el tiempo necesario para que las personas consultadas puedan efectuar el informe pertinente y el empresario pueda valorarlo y adoptar la correspondiente decisión. Una consulta tardía equivale a una decisión no participada. - La LPRL no contiene especialidades sobre la forma a la que ha de atenerse la consulta, que en verdad puede expresarse de maneras muy variadas: informes, dictámenes, consultas conjuntas o examen de conjunto y audiencia previa, entre otras. La petición de consulta por escrito por parte de la dirección de la empresa y la respuesta igualmente por escrito por los trabajadores o sus representantes puede resultar la opción más aconsejable. En todo caso, y si la contestación a la consulta se formalizase por escrito por los delegados de prevención su informe habrá de elaborarse en un plazo de quince días o en el tiempo imprescindible cuando se trate de adoptar medidas dirigidas a prevenir riesgos inminentes, transcurrido el cual sin haberse formulado, el empresario podrá poner en práctica su decisión (art. 36.3 LPRL). Respecto del derecho de participación de los trabajadores en materia de prevención de riesgos laborales “se canalizará a través de sus representantes y de la representación que se regula” en el Capítulo V de la LPRL (delegados de prevención y Comité de Seguridad y Salud). OTROS DEBERES DEL EMPRESARIO Nos centraremos en este apartado en los deberes de vigilancia, coordinación, documentación y la constitución de los servicios de prevención. EL DEBER DE VIGILANCIA Este deber puede subdividirse en otros dos deberes: a) El deber genérico de que se cumpla las medidas de seguridad, adoptadas y obligatorias reglamentariamente. Si no es así, en caso de producirse un daño o lesión con inobservancia de las medidas de seguridad por los trabajadores sería responsable el empleador por “culpa in vigilando”. b) El deber específico de vigilar el estado de salud, inicial y periódicamente, de los trabajadores a su servicio poniendo en conocimiento de los interesados sus resultados (y sólo de ellos) respetando siempre el derecho a la intimidad y dignidad del trabajador y su confidencialidad, previo consentimiento de aquel. El carácter voluntario de los reconocimientos médicos, que es norma general, se exceptúa, previo informe de los representantes de los trabajadores, cuando su realización sea imprescindible para evaluar los efectos de las condiciones de trabajo sobre la salud o para verificar si el estado de salud del trabajador puede constituir un peligro para el mismo o para otros, cuando así lo disponga una ley en materia de riesgos específicos y actividades de especial peligrosidad. Hay que recordar la norma contenida en el artículo 196 de la Ley General de Seguridad Social (LGSS) acerca de la obligación de las empresas que hayan cubierto puestos de trabajo con riesgo de enfermedades profesionales de practicar reconocimientos médicos previos y durante su desempeño. En cualquier caso, “los datos relativos a la vigilancia de la salud de los trabajadores no podrán ser usados con fines discriminatorios ni en perjuicio del trabajador” (art. 22.4 LPRL), sin olvidar que trato discriminatorio consiste en tratar de manera distinta a quienes se encuentran en igual situación. No hay discriminación, por tanto, si se aplican tratamientos diferentes a quienes se hallan en condiciones distintas siempre que la diferencia no sea arbitraria ni desproporcionada sino razonable y adecuada a las circunstancias concurrentes EL DEBER DE COORDINACIÓN Este deber empresarial tiene dos manifestaciones: a) El deber de coordinar elementos humanos y materiales del centro en todo lo relacionado con el trabajo. b) El deber de coordinación de las distintas actividades empresariales que puedan concurrir en un mismo centro cuando se desarrollen por dos o más empresas que están trabajando a la vez. Esta segunda manifestación se regula en el artículo 24 de la LPRL que, como norma principal, establece la obligación de todas las empresas que desarrollen sus actividades en el mismo centro de trabajo de cooperar en la aplicación de la normativa sobre prevención de riesgos, lo que incluye a los trabajadores autónomos en su condición de empresarios. No obstante esta obligación, el empresario principal mantendrá siempre su deber de vigilancia del cumplimiento de las contratistas y subcontratistas de la normativa de prevención. Se considera empresario principal aquel que contrata o subcontrata la realización de obras o servicios correspondientes a la propia actividad, que se desarrollan en sus centros de trabajo. Igualmente le corresponde informar a los demás empresarios de los riesgos existentes en el centro de trabajo y de las medidas de protección y prevención correspondientes así como las de emergencia en su caso. DEBER DE DOCUMENTACIÓN Para poder controlar eficazmente el cumplimiento de las obligaciones en materia de prevención, los empresarios deberán elaborar y conservar a disposición de la Autoridad Laboral la siguiente documentación: a) Evaluación de riesgos y planificación de la actividad preventiva. b) Medidas de protección y prevención a adoptar y material que deba utilizarse. c) Resultados de los controles periódicos de las condiciones de trabajo y de la actividad de los trabajadores. d) Práctica de los controles de su estado de salud y conclusiones obtenidas de los mismos. e) Asimismo, deberá notificar por escrito a la Autoridad Laboral los daños producidos en la salud de sus trabajadores con motivo de su trabajo y comunicar el denominado parte de accidente de trabajo en modelo oficial.