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Características de los progenitores alienadores

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Características de los progenitores alienadores.
Actualmente, se considera la AP como una patología familiar disfuncional o
trastorno relacional prototípico, en el que, indudablemente, pueden encontrarse tres
figuras principales implicadas: un progenitor alienador, un progenitor alienado y uno o
varios hijos.
En cuanto al primero de estos agentes, varias investigaciones se han centrado en
analizar sus características diferenciales relacionando, por ejemplo, variables de
personalidad características de los progenitores alienadores con el empleo de estrategias
de alienación parental. En este sentido, Gordon, Stoffey y Bottinelli (2008) encontraron
que los progenitores (padres y madres) alienadores mostraban puntuaciones más altas
(rango clínico) para las defensas primitivas del MMPI-2 (“Minnesota Multiphasic
Personality Inventory-2”). Tellegen y Ben-Porath (2008) señalaron diferencias
específicas en las estrategias defensivas de escisión e identificación proyectiva al
comparar progenitores alienadores con madres y padres no alienadores, presentando
puntuaciones en valores normales para las demás defensas. Además, los padres y
madres que eran objeto de alienación presentaban puntuaciones similares a los padres
del grupo control en las escalas antes mencionadas.
Empleando el mismo instrumento, Siegel y Langford (1998) concluyeron que los
progenitores que exhibían conductas alienantes eran más propensos a utilizar defensas
psicológicas como la negación y la proyección, y a completar el inventario MMPI-2 de
manera defensiva, mostrando una imagen de sí mismos lo más favorable posible.
Otros estudios que contemplan las variables de personalidad en los progenitores
alienadores aportan una evidencia similar. Por ejemplo, Bakalár (2006), psicólogo
checo, afirma que durante el conflicto por separación algunos progenitores pueden
manifestar una clara rivalidad y narcisismo que se refleja en su deseo de que el menor
adquiera y comparta con ellos características tales como su aspecto físico, pensamiento
o conducta, lo cual podría proyectarse de modo neurótico en sus hijos(Bakalár, 2006).
Por su parte, Torgersen (2008), psiquiatra noruego, describe cómo con frecuencia las
estrategias de alienación exhibidas por los progenitores alienadores pueden asociarse a
personalidades trastornadas y a una incapacidad por parte de estos de anteponer las
necesidades de sus hijos a las suyas propias.
Similarmente, Farkas (2011) señala que los progenitores alienantes pueden tener
profundas necesidades de dependencia al carecer de un sentido firme y claro de sí
mismos en relación a los demás, por lo que mantienen relaciones insanas y dependen de
otros para completar su autoconcepto. Bajo esta premisa, tras el proceso de disolución
marital, el menor asumiría la responsabilidad de sustituir al progenitor alienado y
establecería una relación conflictiva con el progenitor alienador.
En un estudio realizado por Baker (2006) en el que participaron 40 sujetos que
habían sufrido AP en su infancia, se halló que 29 de ellos indicaban que sus padres se
habían divorciado, siendo la madre el progenitor alienador más frecuente. Las
conclusiones extraídas en este estudio incluían la identificación de tres patrones de AP:
(1) madres narcisistas en familias divorciadas alienando a los niños del padre [14
casos]; (2) madres narcisistas en familias intactas alienando a los niños del padre [10
casos]; y (3) progenitores alienadores fríos, rechazadores o abusivos de uno u otro
género -en familias intactas o divorciadas- alienando a los niños del progenitor víctima
[16 casos]. Como conclusiones adicionales a partir de estos resultados, Baker afirmó
que los trastornos de la personalidad parecían estar asociados a los comportamientos
alienadores, los cuales podían compartir características con las técnicas utilizadas por
líderes sectarios y que, además, en muchas ocasiones los padres alienadores eran
también abusivos.
Centrándose en la intencionalidad de los progenitores alienadores durante sus
comportamientos, Darnall (1998) distinguió tres niveles que clasificarían a los
progenitores alienadores en: ingenuos (aquellos sin intención de menoscabar la relación
del niño con el otro progenitor, pero que hacen comentarios negativos sobre el mismo),
activos (conscientes del potencial dañino de sus comportamientos y con intención de
criticar y dañar al otro progenitor), y obsesivos (con intención explícita de destruir la
relación del niño con el progenitor alienado, llegando a presionar al niño a compartir su
propia imagen negativa del otro progenitor y rechazarle empáticamente).
En cuanto a las posibles motivaciones principales para exhibir las estrategias de
alienación, se han descrito varios y diferentes motivos por los que el progenitor
alienador puede pretender alejar a sus hijos del otro progenitor. Así, Bolaños (2002)
resalta que entre estas posibles motivaciones estarían: a) la incapacidad para aceptar la
ruptura de pareja; b) los intentos de mantener la relación a través del conflicto; c) los
deseos de venganza; d) la evitación del dolor; e) la autoprotección; f) la culpa; g) el
miedo a perder al hijo; h) el miedo a perder el rol parental principal; i) los deseos de
control exclusivo, en términos de poder y propiedad, de los hijos; j) los celos del otro
progenitor; k) el intentar conseguir ventajas en las decisiones de reparto de bienes,
pensiones económicas; m) la posible historia previa de abandono y/o alienación, abuso
físico o sexual. Del mismo modo, el autor destaca el papel del progenitor alienado en el
desarrollo y mantenimiento de la alienación dentro de la dinámica familiar, más allá de
un papel pasivo o de víctima, incluyendo diversas circunstancias y/o características que
pudieran estar presentes en esta figura como:
Puede ser un progenitor que haya abandonado o desee abandonar a su hijo; puede ser una
persona con importantes limitaciones en sus habilidades parentales y escasa sensibilidad
hacia las necesidades de sus hijos; puede tener una historia previa de dificultades con su
propia familia de origen, en la que ocupó el rol de “cabeza de turco”, estando
acostumbrado a jugar el papel de víctima; puede tener miedo a la relación con sus hijos;
suele estar más preocupado por la manipulación de la otra parte que por su propia
contribución a la solución del problema; puede contribuir en la continuidad de la
alienación mediante una combinación de hostilidad reactiva y de persecución tenaz del
niño con llamadas telefónicas o apariciones imprevistas en sus actividades y que la
alienación tiene más posibilidades de prolongarse cuando el padre rechazado pierde el
contacto con el hijo, dado que cuanto más tiempo dura la interrupción de los contactos
más cuesta recuperarlos (Bolaños, 2002, p. 31-32).
Ref. Tesis doctoral: “Las interferencias parentales y la alienación parental en el
contexto jurídico español: revisión de sentencias judiciales en materia de guarda y
custodia”. Autor: Ignacio González Sarrió. Universidad de Valencia. 2017
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