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Modulo I-Leccion I (Sin Logos)

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Enfrentando la Violencia
Política: herramientas
para candidatas
Módulo 1:
Los Derechos Políticos de las Mujeres
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
GENERALIDADES DE LA UNIDAD
Objetivo
Presentar a las participantes las bases del enfoque de empoderamiento de la mujer y
las generalidades de los derechos políticos de las mujeres, así como las fuentes jurídicas
que los garantizan a nivel internacional y nacional.
Contenidos del Módulo I
Lección 1 - Avances de los derechos políticos de las mujeres
Lección 2 - Marco jurídico internacional de los derechos políticos de las mujeres
Lección 3 - Marco jurídico nacional de los derechos políticos de las mujeres
Resultados Esperados
Al cierre de la unidad I se espera que las participantes conozcan el avance de la agenda
internacional de los derechos políticos y el empoderamiento de la mujer, y comprendan
las bases de los avances a nivel nacional de las garantías jurídicas para que las mujeres
puedan ejercer con libertad y en igualdad de condiciones sus derechos políticoelectorales.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
LECCIÓN 1. AVANCES DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Hacia el empoderamiento político de las mujeres
De acuerdo con el sistema de Naciones Unidas, el término género se utiliza para
describir las características asignadas socialmente a hombres y mujeres. Con base en el
género se han asignado diferentes roles a la mujer y al hombre y establecido diferentes
oportunidades, recursos y hasta derechos entre unos y otras.
“El género se refiere a los roles, comportamientos, actividades, y atributos que una
sociedad determinada en una época determinada considera apropiados para hombres
y mujeres. Además de los atributos sociales y las oportunidades asociadas con la
condición de ser hombre y mujer, y las relaciones entre mujeres y hombres, y niñas y
niños, el género también se refiere a las relaciones entre mujeres y las relaciones entre
hombres. Estos atributos, oportunidades y relaciones son construidos socialmente y
aprendidos a través del proceso de socialización. […] El género determina qué se
espera, qué se permite y qué se valora en una mujer o en un hombre en un contexto
determinado.”
Fuente: UN Women, OSAGI Gender Mainstreaming - Concepts and definitions. Disponible en:
http://bit.ly/2DY0AqH
Las diferentes escuelas de pensamiento feminista, y distintas instituciones nacionales
e internacionales, han echado mano del análisis de género para comprender, explicar y
combatir las desigualdades entre mujeres y hombres, partiendo de la condición de
desventaja social, económica y política en que se sitúan aquellas frente a los hombres.
Con el concepto de género se ha procurado romper con el paradigma teórico
patriarcal, que establece la supuesta supremacía del hombre sobre la mujer como un
hecho de la naturaleza fundamentado en las características biológicas de las personas;
en otras palabras, por su sexo.
Reconocer que son meras construcciones sociales y culturales las que sostienen las
estructuras de discriminación y desigualdad contra las mujeres, permite aceptar que es
posible llevar a cabo acciones políticas, jurídicas, educativas y económicas que
conduzcan a una igualdad sustantiva de oportunidades y a la trasformación de las
relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres.
Con este trasfondo, desde la segunda mitad del siglo XX comenzó a hablarse del
“empoderamiento de las mujeres” como una estrategia para potencializar sus
capacidades psicológicas, cognitivas, económicas, sociales y políticas para decidir y
actuar libremente, tanto en sus asuntos privados y familiares como en los sociales
(Murguialday Martínez, 2006).
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
El “enfoque de empoderamiento”
aboga por una reivindicación
integral del poder de las mujeres en
todos los ámbitos. Aun cuando las
mujeres pueden empoderarse a sí
mismas al tener control sobre los
diferentes aspectos de su vida diaria
o, por ejemplo, mejorar su posición
en el mundo laboral y educativo, el
empoderamiento también sugiere
la necesidad de obtener y
compartir con los hombres el
control sobre las estructuras de
poder, o de cambiarlas (Rowlands,
1997).
“El término empoderamiento se refiere a una
gama de actividades que van desde la
autoafirmación individual hasta la resistencia
colectiva, la protesta y la movilización para
desafiar las relaciones de poder. Para los
individuos y los grupos en los que la clase, la
raza, la etnia y el género determinan su acceso
a los recursos y al poder, el empoderamiento
comienza cuando reconocen las fuerzas
sistémicas que los oprimen, así como cuando
actúan para cambiar las relaciones de poder
existentes.” (Sharma, 1991- 1992).
En tal sentido, el empoderamiento debe ser visto como un doble proceso:
Individual:
Es decir, la adquisión de una
mayor autonomía, de la capacidad
de autodeterminación, de medios
que permitan a todos/as gozar de
una mayor elección en la vida.
Colectivo:
Es decir, la capacidad que un
grupo puede desarrollar para
influir en los cambios sociales, con
el fin de alcanzar una sociedad
justa e igualitaria, especialmente
en materia de relaciones entre
hombres y mujeres.
De este modo, los movimientos feministas comenzaron a reivindicar la noción de
empoderamiento en dos sentidos: primero, relacionada con la toma de “poder”,
haciendo hincapié principalmente en el fortalecimiento de la autoestima, la
autoconfianza y la capacidad de elegir las orientaciones en su propia vida y, por otra,
relacionada con el poder colectivo de cambio de las relaciones de género en las
diferentes esferas: económica, jurídica y sociocultural y sin dejar de lado la política.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Ahora bien, uno de los aspectos más destacables del empoderamiento aplicado a los
asuntos de género, es que considera prioritario el consolidar el rol de las mujeres en el
ámbito público. Al final, el empoderamiento es también un proceso que va dirigido a
cambiar la distribución del poder entre mujeres y hombres, no para colocar a unas
sobre los otros, pero sí para combatir las relaciones de poder patriarcales existentes y
terminar con la sumisión y las barreras a la participación política de las mujeres.
Pero… ¿el empoderamiento de la mujer lleva al desempoderamiento del hombre?
El proceso de empoderamiento de las mujeres desafía las relaciones patriarcales, ya que se
busca la pérdida de la posición privilegiada de los hombres y el cambio en el control
tradicional de éstos sobre las mujeres. Sin embargo, no debe perderse de vista que “el
empoderamiento de las mujeres también libera y empodera a los hombres, tanto en términos
materiales como psicológicos. En primer lugar, porque las mujeres fortalecen el impacto de
los movimientos políticos dominados por los hombres, […] por proporcionar nuevas energías,
discusiones, liderazgos y estrategias. En segundo lugar, […] el esfuerzo de los grupos de
mujeres por acceder a los recursos materiales y de conocimiento beneficia directamente a los
hombres e hijos de sus familias y sus comunidades […]. Pero lo más importante son las
ganancias psicológicas que adquieren los hombres cuando las mujeres comparten
responsabilidades. Los hombres se liberan de los roles de opresión y de explotación, así como
de los estereotipos de género que limitan el potencial de autoexpresión y el desarrollo
personal de hombres y mujeres” (Batliwala, 1997).
En este tenor, el empoderamiento de las
mujeres no es sólo un asunto de derechos
humanos; sino también algo fundamental
para lograr un desarrollo inclusivo,
equitativo y sostenible. Pero alcanzar esos
objetivos sólo es posible mediante la
participación política y la obtención de
cuotas de poder, pues esta es la vía
mediante la cual las clases sociales, las razas,
los grupos políticos y los géneros pueden
revertir las relaciones desiguales de poder y
redistribuir los recursos sociales.
“[…] el empoderamiento de las
mujeres para transformar la
sociedad tiene que tornarse en una
fuerza política, […] que desafíe y
transforme las estructuras de
poder existentes.” (Batliwala,
1997).
De esto se infiere que el empoderamiento político va de la mano del concepto de
ciudadanía democrática. Al final, acceder al ejercicio del poder político es un requisito
imprescindible para lograr una ciudadanía plena. Por tanto, se trata de que las mujeres
adquieran poder para defender y ejercer sus derechos, y sean protagonistas en la
formulación y ejecución de políticas públicas que favorezcan la garantía y
fortalecimiento de los mismos. Tal situación exige la incorporación de las mujeres al
proceso de toma de decisiones políticas en condiciones de igualdad respecto a los
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
hombres y, al mismo tiempo, que tal incorporación posibilite la modificación de
aquellas estructuras económicas y sociales que contribuyen a generar situaciones
discriminatorias (Fernández de Castro, 2017).
El empoderamiento político de las mujeres en la agenda internacional
Tras su difusión en los recintos académicos y feministas, el enfoque del
empoderamiento de las mujeres, como estrategia para la igualdad y la equidad, fue
impulsado desde la década de 1970 en los niveles internacional, nacional y local por
parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los gobiernos y la sociedad civil.
Hasta ese momento, los esfuerzos más importantes por promover los derechos
políticos y civiles de las mujeres se centraban en el derecho al sufragio. En 1945, sólo
30 de los 51 Estados miembros de la ONU permitían el voto de las mujeres o les
permitían ocupar cargos públicos, pero entre 1945 y 1975, la mayoría de los países del
mundo habían reconocido el derecho de las mujeres al voto. Sin embargo, ello no era
suficiente para garantizar el pleno ejercicio de los derechos políticos de las mujeres y,
menos aún, para promover cambios significativos en los demás ámbitos de su vida.
Más aún, el último cuarto del siglo XX fue testigo de un contexto mundial de cambio
político, en el cual ocurrieron transiciones democráticas en buena parte del mundo. Sin
embargo, la participación política de las mujeres en puestos de toma de decisión siguió
siendo precaria. A manera de ejemplo, en 1975 las mujeres representaban apenas el
10.9% de todos los escaños parlamentarios a nivel mundial (Unión Interpalamentaria,
2008).
La primera acción concreta para atender esta situación
antidemocrática fue realizada por la ONU en 1975,
cuando se proclamó el Año Internacional de la
Mujer. Esto marcó un precedente, pues a partir de ello
el empoderamiento de las mujeres y el combate a la
discriminación se volvieron temas fundamentales en
los programas de trabajo de la organización. Adicional
a ello, la comunidad internacional comenzó a poner
mayor atención a la representación de las mujeres y a
su impacto en las estructuras de toma de decisiones en
la política. En este sentido el año de 1975 marcó el
inicio de una nueva era para el empoderamiento de las
mujeres en torno a tres objetivos: 1) igualdad; 2)
desarrollo; y 3) Paz (ver Figura I).
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Figura I: Objetivos del Año Internacional de la Mujer
Paz
Se parte de la noción
de que sin paz no
puede haber
desarrollo. Sin
embargo, la paz no
podrá se duradera sin
la eliminación de las
desigualdades
existentes en todos
niveles, incluyendo la
existente entre
hombres y mujeres.
Desarrollo
Esto es la mejora y el
progreso de la mujer
en todos los aspectos
de la vida humana:
económico, social,
cultural y político. A
un mismo tiempo, el
desarrollo debe estar
integrado en un
movimiento
internacional dirigido
a establecer una
distribución más justa
e igualitaria de los
todos los recursos
disponibles.
Igualdad
No sólo significa la igualdad
jurídica para las mujeres y
eliminar la discriminación legal
existente. Es igual de importante
que tengan iguales derechos,
obligaciones y las mismas
oportunidades en cada una de las
fasetas de su vida pública y
privada. Esto sólo se logrará
cuando la mujer tenga el derecho
y los medios para ejercer el mismo
poder que los hombres.
Tras la declaración del Año Internacional de la Mujer, y para concretizar estas
directrices, la ONU convocó a una serie de conferencias para comprometer a los Estados
a adoptar estrategias y planes de acción para mejorar la condición social y política de
las mujeres; considerándolas ya no como meras receptoras de apoyo, sino como
partícipes activas en el proceso de su propio empoderamiento.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Entre 1975 y 1985, y en el marco del llamado Decenio de las Naciones Unidas para
la Mujer (1975-1985), los Estados miembros de la ONU se reunieron en tres
ocasiones, en la Ciudad de México, Copenhague y Nairobi, respectivamente, para situar
la causa de la igualdad de género en el centro de la agenda internacional. Se realizó una
conferencia internacional de la mujer en cada una de estas ciudades para unir a la
comunidad internacional en apoyo de un conjunto de objetivos comunes, permitiendo
el diseño de planes de acción para el adelanto de las mujeres en todas las esferas de la
vida pública y privada. A continuación, veremos un panorama general de estas
conferencias:
Conferencia Mundial del Año
Internacional de la Mujer
México, 1975
Segunda Conferencia Mundial
Sobre la Mujer
Copenhagen, 1980
Tercera Conferencia Mundial
Sobre la Mujer
Nairobi, 1985
Se inaugura el Decenio de las Naciones
Unidas para la Mujer (1975-1985).
Fue conocida como Conferencia
Mundial del Decenio de las
Naciones Unidas para la Mujer, y fue
concertada por la ONUN para
examinar y evaluar los avances
realizados en seguimiento del Plan de
Acción Mundial de 1975.
También conocida como Conferencia
Mundial para el Examen y la
Evaluación de los Logros del Decenio
de las Naciones Unidas para la Mujer.
Se construyó un Plan de Acción
Mundial para hacer avanzar la
igualdad y la participación política de
las mujeres bajo las siguientes metas:
1. Promulgar legislación para asegurar
su derecho a votar y ser votadas;
2. Fomentar su participación en
puestos de toma de decisión a nivel
local, nacional e internacional; y
3. Promover la paridad en el ejercicio
de los derechos civiles, sociales,
políticos.
Surgió la iniciativa de elaborar la
Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación
contra las Mujeres (también
conocida por sus siglas en inglés
como CEDAW), y que fue adoptada en
1979.
Se ratificaron los objetivos por el
empoderamiento de la mujer suscritos
en México cinco años atrás; a saber:
igualdad, desarrollo y paz.
En su Programa de Acción a nivel
Nacional se reconocieron los avances
alcanzados en términos jurídicos, pero
se identificó que el verdadero reto
estaba en fomentar y asegurar la
participación activa de las mujeres en
puestos de representación política; es
decir, en combatir las prácticas
formales e informales que perpetúan
la discriminación y la exclusión de las
mujeres de la esfera pública.
Se señaló que los logros no habían sido
suficientes, por lo que se lanzaron las
“Estrategias hacia el Futuro para el
Adelanto de la Mujer”, mejor
conocidas como “Estrategias de
Nairobi”.
Se instó a los Estados a que incluyeran
el tema de las mujeres en todos los
programas y oficinas institucionales,
de modo que todas las dependencias
establecieran acciones y políticas de
acción afirmativa que pudieran cerrar
las brechas existentes.
Se reconoció que una efectiva igualdad
depende de que las mujeres puedan
compartir el poder con los hombres en
igualdad de condiciones.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
El Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (1975-1985) y las tres
conferencias mundiales fueron, sin duda, un gran avance en el empoderamiento de las
mujeres. Pese a las críticas y lo mucho que faltó por avanzar, no puede negarse que
gracias a estas primeras conferencias se puso el problema de la desigualdad entre
hombres y mujeres en la agenda internacional, y los gobiernos iniciaron la puesta en
marcha de políticas públicas que, en mayor o menor medida, fueron propiciando
cambios en el estatus social y político de las mujeres.
De particular importancia fue la Conferencia
Mundial de Derechos Humanos, celebrada en
Viena en 1993. En esta se ratificó que los
derechos humanos de la mujer son parte
inalienable, integrante e indivisible de los
derechos humanos universales. Además, se
ratificaron los objetivos de lograr, en condiciones
de igualdad, la plena participación de la mujer en
la vida política, civil, económica, social y cultural,
así como la erradicación de todas las formas de
discriminación basadas en el sexo.
Otro de los principales resultados de la
Conferencia fue la creación de la Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos, así
como la creación de la figura de Relator o
Relatora Especial sobre Violencia contra la
Mujer. Asimismo, es de destacar que fue aquí
donde se solicitó a los países redactar un
Protocolo Facultativo que complementara la
Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra las Mujeres
(CEDAW), mismo que fue adoptado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 6 de
octubre de 1999.
El decenio de la mujer, entonces,
marcó un parteaguas en la historia
de la reivindicación de los
derechos humanos de las mujeres.
De allí en adelante no hubo debate o
tema de preocupación internacional
que no fuera observado desde la
perspectiva de género; es decir,
tomando en cuenta las desigualdades
entre hombres y mujeres, sus
impactos
y
las
vías
para
transformarlos.
En este marco, otras reuniones de
Naciones Unidas, como la Cumbre
Mundial sobre Medio Ambiente y
Desarrollo (Río de Janeiro, 1992), la
Conferencia Mundial de Derechos
Humanos
(Viena,
1993),
la
Conferencia Mundial sobre Población
y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la
Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Social (Copenhague, 1995), lo mismo
que la Cumbre sobre Financiación
para el Desarrollo (Monterrey, 2001),
han incluido en su agenda el tema de
las mujeres y han introducido la
perspectiva de género en sus
conclusiones.
Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer: Beijing, 1995
Si bien los esfuerzos iniciados en 1975, con la Conferencia de México, habían
contribuido a mejorar la situación social y política de las mujeres, hacia la parte final
del milenio aún faltaba mucho para avanzar.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Gracias a la participación de las organizaciones no
gubernamentales en las conferencias celebradas por
las Naciones Unidas en los años noventa, se
reconoció la importancia de que la perspectiva de
género se incorporara en las deliberaciones y en los
documentos aprobados en las conferencias
internacionales y que las mismas mujeres
participaran activamente.
Bajo este tenor, y con la convicción de hacer un alto en el camino para hacer un balance
general de lo conseguido tras las anteriores conferencias mundiales de la mujer, en
1995 se convocó a una cuarta conferencia a celebrarse en la capital de la República
Popular de China, Beijing.
La Cuarta Conferencia de la Mujer es hoy en día considerada la hoja de ruta y el marco
de política internacional más exhaustivo para el empoderamiento de las mujeres, y para
lograr la igualdad de género, pues desde un principio se planteó sin ambages que:
“La potenciación del papel de la mujer y la plena participación de la mujer en
condiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluidos la participación en
los procesos de adopción de decisiones y el acceso al poder, son fundamentales para el
logro de la igualdad, el desarrollo y la paz”.
Fuente: Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, 1995. Disponible en: http://bit.ly/Ns1QHN
Ahora bien, para crear las condiciones necesarias para empoderar a las mujeres en el
nuevo milenio, se construyó una nueva Plataforma de Acción que abarcó 12 “Esferas
de Especial Preocupación”, que representan los principales obstáculos al adelanto de
las mujeres, y que hacen necesaria la adopción de medidas positivas (acciones
afirmativas) por parte de las instancias internacionales, los gobiernos, los partidos
políticos, los sindicatos, la sociedad civil y el sector privado.
Para cada Esfera de Especial Preocupación se identificaron objetivos estratégicos,
además de una serie detallada de medidas relacionadas que los gobiernos y otras partes
interesadas deben llevar a cabo a nivel nacional, regional e internacional para alcanzar
dichos objetivos.
Como era de esperarse, el empoderamiento político de las mujeres fue considerado
como parte integral en la nueva Plataforma de Acción. Ello quedó fijado en el área
de: “La mujer en el ejercicio del poder y la adopción de decisiones”. En su análisis,
quienes participaron en la conferencia concluyeron que la consecución del objetivo de
igualdad de participación de la mujer y el hombre en la adopción de decisiones no sólo
proporcionará un equilibrio que reflejará la composición de la sociedad, sino que
además reforzará la democracia y promoverá su correcto funcionamiento.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
Para lograr esto, se incluyeron objetivos estratégicos claros y mecanismos
institucionales para el adelanto de la mujer, lo cuales quedaron aglutinados de la
siguiente manera:
Figura II: Objetivos y mecanismos institucionales para el empoderamiento
político de la mujer
Objetivos
estratégicos
La Mujer en el
ejercicio del poder
y la adopción de
desiciones
I. Adoptar medidas para garantizar a la
mujer igualdad de acceso y la plena
participación en las estructuras de poder y
en la adopción de decisiones.
II. Aumentar la capacidad de la mujer de
participar en la adopción de deciciones y en
los niveles directivos.
I. Crear o fortalecer mecanismos nacionales
y otros órganos gubernamentales
Mecanismos
institucionales
para el adelanto
de la mujer
II. Integrar perspectivas de género en las
legislaciones, políticas, programas y
proyectos estatales.
III. Preparar y difundir datos e información
destinados a la planificación y la evaluación
desglosados por sexo.
Fuente: Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, 1995. Disponible en: http://bit.ly/Ns1QHN
A más de 20 años, la Conferencia de Beijing sigue siendo considerada como un
importante punto de inflexión en la agenda mundial por la igualdad de género y el
empoderamiento de la mujer. La Plataforma de Acción adoptada de forma unánime por
189 países, incluyendo por supuesto México, sigue rigiendo las acciones que los
gobiernos, los partidos políticos, la sociedad civil organizada y demás actores sociales
y políticos deben cumplir para seguir luchando en favor del adelanto social y político
de las mujeres.
Ello ha contribuido a que las promesas de la Plataforma de Acción se transformen en
cambios concretos en cada uno de los países. En lo político, nunca antes en la historia
tantas mujeres habían ocupado cargos políticos, contado con protección jurídica contra
la violencia de género y vivido al amparo de constituciones y leyes que garantizan la
igualdad de género.
De ello han dado fe los exámenes periódicos quinquenales que, desde el año 2000, se
han venido realizando ininterrumpidamente para llevar a cabo la evaluación de la
aplicación de la Plataforma de Acción de Beijing, así como estudiar posibles medidas e
iniciativas futuras.
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MÓDULO 1: LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES
En efecto, lo suscrito en Beijing por los Estados miembros del sistema de Naciones
Unidas ha sido asegurado e impulsado gracias a un marco jurídico nacional e
internacional, que ampara y garantiza el ejercicio de los derechos políticos de las
mujeres. En las siguientes dos lecciones daremos una rápida mirada a ese marco
jurídico, resaltando aquellos instrumentos que son de utilidad para reafirmar el
derecho de la mujer a participar en política en igualdad de condiciones con los hombres.
Fuentes bibliográficas consultadas
Batliwala, Srilatha, “El significado del empoderamiento de las mujeres: nuevos
conceptos desde la acción”, en Magdalena León (coomp.), Poder y empoderamiento de
las mujeres, Colombia, Tercer Mundo/Universidad Nacional, 1997, pp. 187-212.
Fernández de Castro, Patricia, “Empoderamiento político de las mujeres: una estrategia
integral para políticas públicas”, Universitas, núm. 26, 2017, pp. 147-173.
Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), La mujer y el
derecho internacional: conferencias internacionales. Organización Internacional del
Trabajo, México, Secretaría de Relaciones Exteriores/UNIFEM/PNUD, 2004.
Novo Vázquez, Amparo, “El camino hacia el empoderamiento político de las mujeres”,
Estudios Feministas, vol. 18, núm. 3, septiembre-diciembre 2010, pp. 681-702.
Rowlands, Jo, “Empoderamiento y mujeres rurales en Honduras: un modelo para el
desarrollo”, en Magdalena León (coomp.), Poder y empoderamiento de las mujeres,
Colombia, Tercer Mundo/Universidad Nacional, 1997, pp. 213-245.
Sharma, Kamud, "Grassroots organizations and women's empowerment: Some issues
in the contemporary debate", Samya Shakti. A Journal of Women´s Studies, 1991-1992,
vol. 6, pp. 28 - 43.
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