Subido por Yanney Esteves De Colmenares

constitucion

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Republica Bolivariana De Venezuela
Ministerio Del Poder Popular Para La Defensa
Unefa Vargas
5° semestre sección 2
CONSTITUCIÓN DE LA
REPUBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA, CÓDIGO
PROCESAL PENAL Y EL
CÓDIGO CIVIL
Profesor
Mauro Mijares
Integrantes
Yanney Esteves
Franyelid Villegas
Yusmari Márquez
Rosanyeli Guerra
Dairon Sotomayor
INTRODUCCION
El debido proceso, para algunos autores e incluyendo la doctrina patria, lo
consideran como un principio jurídico procesal o sustantivo según el cual toda
persona tiene derecho a ciertas garantías mínimas, tendientes a asegurar un
resultado justo y equitativo dentro del proceso, y a permitirle tener oportunidad de
ser oído y hacer valer sus pretensiones frente al juez. El estado nos garantiza a
todo ciudadano que pueda acceder a los órganos de administración de justicia
para hacer valer sus derechos e intereses, y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente. Establece las pautas de un juicio previo y del debido proceso. El
enunciado de este principio es bastante amplio y expreso. Sin embargo, debo
decir que el juicio previo está relacionado con el principio de exclusivismo de la ley
o de legalidad, por el cual toda persona tiene derecho a que se le juzgue
conforme, no sólo a una ley que establezca previamente el delito y la pena, sino
también a una ley que señale el procedimiento a seguir.
El debido proceso penal
El debido proceso, para algunos autores e incluyendo la doctrina patria, lo
consideran como un principio jurídico procesal o sustantivo según el cual toda
persona tiene derecho a ciertas garantías mínimas, tendientes a asegurar un
resultado justo y equitativo dentro del proceso, y a permitirle tener oportunidad de
ser oído y hacer valer sus pretensiones frente al juez. Sin embargo, el alcance y
definición del debido proceso no está plenamente claro, lo que crea ambigüedades
en el marco de aplicación, de allí la propuesta de realizar un análisis hermenéutico
jurídico a dicho principio, a fin de establecer en un naciente código procesal
constitucional, su posible incorporación y determinar si se trata de un simple
principio o derecho en el ámbito del derecho procesal.
El derecho al debido proceso se consagra como un derecho fundamental,
tendente a resguardar todas las garantías indispensables que deben existir en
todo proceso para lograr una tutela judicial efectiva. En este sentido, la Sala,
mediante decisión del 15 de marzo de 2000, (caso: Enrique Méndez Labrador),
señaló la necesidad de que cualquiera sea la vía procesal escogida para la
defensa de los derechos o intereses legítimos, las leyes procesales deben
garantizar la existencia de un procedimiento que asegure el derecho de defensa
de la parte y la posibilidad de una tutela judicial efectiva (15-11-2001)
Establece las pautas de un juicio previo y del debido proceso. El enunciado de
este principio es bastante amplio y expreso. Sin embargo, debo decir que el juicio
previo está relacionado con el principio de exclusivismo de la ley o de legalidad,
por el cual toda persona tiene derecho a que se le juzgue conforme, no sólo a una
ley que establezca previamente el delito y la pena, sino también a una ley que
señale el procedimiento a seguir. En virtud de este postulado, nadie puede ser
condenado sin ser sometido previamente a un juicio penal, oral y público. En
cuanto al debido proceso, existe la necesidad de un Juez imparcial, que no tenga
más interés que el de administrar justicia. También resulta necesaria la
observancia de todos los derechos y garantías en el proceso, así como que el
juicio se realice sin dilaciones indebidas, es decir, sin retrasos o demora alguna, lo
que está vinculado con el principio de preclusión, por el cual el proceso penal debe
ir siempre hacia adelante en el tiempo, buscando constantemente el resultado
procesal natural, o sea, la sentencia firme. Este principio del juicio previo está
someramente dibujado en el numeral 4 del artículo 49 de la Constitución de 1999,
pero más allá, el artículo 257 constitucional así lo ordena. En resumen lo que
establece el principio contenido en el artículo 1° del C.O.P.P. es que en el sistema
acusatorio, para condenar a una persona, es necesario demostrar su
responsabilidad en juicio oral y público, con todas las garantías procesales, a
menos que decida admitir los hechos en una audiencia preliminar, igualmente con
todas sus garantías. También establece que "la justicia penal se administrará en
nombre de la República y por autoridad de la ley", y además que "corresponde a
los tribunales juzgar y hacer ejecutar lo juzgado", es decir, el Juez ya no se
encargará ni de acusar ni de investigar. Este precepto viene a desarrollar lo
establecido en los artículos 49 numeral 4 (ya precitado) y 253 de la Constitución
de 1999, así mismo, está plasmado en los artículos 1 y 2 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, en cuanto al ejercicio exclusivo de la jurisdicción penal por los
tribunales de la República. Por lo tanto, ninguna otra autoridad u órgano del
Estado puede enjuiciar penalmente o controlar la ejecución de las decisiones en
materia penal, si así, llegase a ocurrir serian inconstitucionales en razón de su
contraposición a las normas constitucionales mencionadas y viciadas de ilegalidad
por violación de los preceptos establecidos en la Ley Orgánica del Poder Judicial.
no sólo a la autonomía e independencia frente al Poder Ejecutivo y el Poder
Legislativo, sino frente a todos los órganos del Poder Público, incluso el mismo
Poder Judicial; o sea, frente a otros jueces. En todo caso, los jueces sólo deben
obediencia a la ley, el precepto que desarrolla este artículo es el principio de
independencia de los jueces en el ejercicio de sus funciones, contenido en el
artículo 254 de la Constitución de la Republica y en el artículo 3° de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, además, incorpora en su único aparte, la posibilidad
de denunciar ante el Tribunal Supremo de Justica las injerencias y/o
perturbaciones que pudieren sufrir en el ejercicio de sus funciones.
En la relación con lo que permite a los tribunales imponer sanciones correctivas a
quienes faltaren el respeto debido a los actos judiciales o desacataren sus
mandatos, además de la posibilidad de denunciarlos por los posibles delitos de
desobediencia o desacato que pudieren haber cometido. La legislación penal
sustantiva contiene una serie de tipos de penales que sancionan la negativa de las
personas particulares y de los funcionarios estatales, a colaborar con las funciones
judiciales. el predominio absoluto de la oralidad y de la inmediación en casi todas
las fases del proceso y la obligación establecidas tanto para jueces de control,
como para los tribunales de juicio, de decidir inmediatamente después de los actos
procesales, determinan prácticamente la imposibilidad de que las decisiones sean
demoradas o diferidas de manera indefinida. Sin embargo el solo deseo de
celeridad por parte del legislador, no garantiza per se la prontitud de la solución de
los procesos.
La Justicia debe impartirse oportunamente, no se puede hablar de verdadera
justicia cuando ésta se imparte tardíamente, cuando se ha incurrido en una
dilación de tal magnitud que al dictarse la sentencia, ésta pasa a convertirse en un
simple texto carente de capacidad para producir efectos en la realidad. Es
frecuente que por el paso del tiempo, para el momento del fallo ya los involucrados
en el proceso hayan capitulado en su fe hacia el sistema, entronizando, como es
de suponer, el desorden institucional, y sobreponiendo la fuerza al Derecho. Es
por ello que todos los jueces de la República tienen el inexorable deber de decidir
sobre los asuntos que les sean planteados con la celeridad procesal, que
responda a las exigencias del debido proceso en cuanto a una justicia expedita y
oportuna, como lo establecen los artículos 26 y 257 de la Constitución del 1999 y
el artículo 9 de la Ley del Poder Judicial. Conforme a la garantía de presunción de
inocencia, ninguna persona puede ser declarada responsable hasta que no se
pruebe su culpabilidad a través de una sentencia condenatoria,
consecuencialmente, se le debe presumir su inocencia, y tomando en
consideración la vigencia de esta garantía procesal es necesario la realización de
un proceso justo donde se respete el debido proceso, debido a que este, se
encuentra conformado precisamente por la presunción de inocencia entre otros,
de esa forma el estado garantiza el cumplimiento de los medios para hacer
efectiva la defensa.
En virtud de esta garantía de la presunción de inocencia, el fiscal debe probar la
culpabilidad y el imputado tiene el derecho de contrarrestar la acusación, y si se
da el caso de que el imputado no rinde declaración, su silencio no podrá estimarse
en su contra, el puede declarar cuando quiera y las veces que lo desee. El
imputado debe considerarse inocente antes y durante el desarrollo del proceso.
La presunción de inocencia constituye una consecuencia del juicio previo, y
guarda similitud con la máxima in dubio pro reo y es igual o se equipara con la
falta de pruebas, esto es, que todo hombre es inocente hasta que se demuestre su
culpabilidad, y el juez, en caso de duda, debe resolver a favor del imputado, para
que no se vea afectada su libertad y demás derechos fundamentales.
En cuanto a la garantía de afirmación de la libertad, se entiende que el legislador
estatuyó como regla: la libertad y como excepción: la detención. Como una
consecuencia de la garantía de presunción de inocencia.
En ese sentido, el juez en el ejercicio de administrar justicia y dar plena aplicación
a la garantía de la presunción de inocencia, debe limitar la privación de la libertad
y darle carácter de excepcionalidad, significa que debe en primer lugar aplicar
otras medidas cautelares sustitutivas de libertad a la persona objeto de un proceso
penal.
Con la entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal Penal, se instauró en
Venezuela un sistema acusatorio oral, blindado con múltiples principios que lo
rigen y que caracterizan sus bases de garantista, principios éstos que hacen del
sistema un mecanismo procesal respetuoso de los Derechos estatuidos en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Entre estos Principios que
establecen las garantías procesales de las que gozan los intervinientes en el
proceso penal, surge el Principio de Afirmación de Libertad, establecido en el
supra artículo 9 del Texto Adjetivo Penal.
El Principio de Afirmación de Libertad como principio rector no puede sucumbir
ante interpretaciones a priori o ligeras sobre las circunstancias especiales del
sometimiento del justiciable al proceso penal, el Principio de Afirmación de
Libertad se encuentra desarrollado en el Título VIII, Capítulo I del Código Orgánico
Procesal Penal, relativo a las Medidas de Coerción personal y sus Principios
Generales, dentro del cual encontramos el artículo 247, que establece: “Todas las
disposiciones restringen la libertad del imputado, limiten sus facultades las que
definen la flagrancia, serán interpretadas restrictivamente”.
Se establece así en dicho Título VIII, Capítulo I, del Código Orgánico Procesal
Penal, el Estado de libertad como garantía de toda persona sometida a proceso
penal, salvo las excepciones dispuestas en este Código, igualmente el carácter
motivado sobre la base del cual debe decidirse la aplicación de las Medidas de
Coerción Personal y el señalamiento acerca de que la aplicación de las mismas
cause al afectado el menor daño posible.
Sobre la base del Principio de Afirmación de Libertad, como principio rector del
Sistema Acusatorio consagrado en el Texto Adjetivo Penal Vigente, debe
estudiarse y aplicarse las Medidas de Coerción Personal, siempre en atención a la
preeminencia del Estado de Libertad, la proporcionalidad, la motivación y el
carácter restrictivo con que deben ser interpretadas las normas que limiten la
libertad del imputado.
En este sentido, ha sido criterio de la máxima Instancia Judicial, en respeto a los
Principios consagrados en el Texto Adjetivo Penal, citados supra, que la lesión
que ocasiona la medida de coerción personal debe ser en todo caso la menor
posible, es por ello que al momento de imponerse la medida debe el Juzgador
encargado de ello, evaluar las circunstancias del caso en particular, a los fines de
garantizar, la verdadera función de las medidas de coerción personal.
Surge la norma relativa a la proporcionalidad de las medidas de coerción personal,
y sobre el particular hace especial referencia el legislador en el artículo 244 del
Código Orgánico Procesal Penal, cuando dispone que la proporcionalidad de las
medidas deba atenderse en relación a la gravedad del delito, las circunstancias de
su comisión y la sanción probable. Es aplicable a quienes sean citados como
testigos y puedan suponer que se les trata de incriminar de manera tacita o
indirecta, todas las personas que se encuentren en esta condición pueden solicitar
estar acompañadas por un abogado de su confianza por razones obvias. La
autoridad actuante no podrá negarse, (bajo pena de nulidad del acto procesal de
que se trate) a permitir la presencia del abogado en cuestión, los efectos de tal
negativa serian los mismos a que se refiere el artículo 130 en su aparte final,
porque lo que aquí se tutela es la conversión potencial del testigo en imputado.
La función del abogado será, en los términos de este artículo, evitar presiones
indebidas sobre la persona llamada a declarar y evitar responda
desprevenidamente a preguntas que pudieran comprometerle. La acción penal es
la facultad que detenta un sujeto de derecho para iniciar la averiguación de los
hechos presuntamente constitutivos de delito, perseguir a los presuntos participes
y presentar contra estos formal acusación, contentiva de la pretensión punitiva y
sostenerla en juicio oral y en los recursos. Si en el proceso penal no hay igualdad
entre las partes; no hay garantía alguna de justicia. Por lo demás, el debido
proceso, no existe si los derechos y garantías de las partes, contempladas no solo
en la Carta Política Fundamental sino en las leyes; tratados, convenios y acuerdos
internacionales, suscritos por la República, son compelidos, vale acotar,
constreñidos, forzados, violentados. Por ello, el Dr. Jesús Ramón Quintero, nos
recuerda que “el deber del Estado de garantizar la justicia es el fundamento del
derecho procesal”. En tal sentido, en el proceso penal, las partes, dedúzcase: el
fiscal del Ministerio Público, el querellante, la víctima, el defensor y el imputado,
deben gozar de las mismas oportunidades, teniendo las mismas prerrogativas,
para aportar, ofertar y materializar las pruebas, e incuestionablemente, para
debatirlas, impugnarlas y disputar la disposición del enjuiciador. Cada parte
defiende sus alegatos, y como bien lo expresa la Dra. Nelly Arcaya de Landáez,
“la garantía de defensa e igualdad entre las partes está interrelacionada con los
principios: dualidad de partes, y audiencia, y éstas no tienen razón de ser,
carecerían de sentido, si estuviesen limitadas para sostener y fundamentar lo que
ellas consideren. La búsqueda de la verdad en el proceso penal está limitada por
el respeto a unos derechos fundamentales que impiden que la inocencia o
culpabilidad de un acusado pueda ser investigada a toda costa o a cualquier
precio. La prohibición de la tortura o de las escuchas telefónicas ilegales son sin
duda obstáculos para la averiguación de la verdad, pero es el precio que hay que
pagar por el respeto a los derechos fundamentales del acusado.
Tampoco de las pruebas practicadas en un juicio se puede deducir siempre una
verdad absoluta, sino las más de las veces una conclusión con diferentes grados
de probabilidad, que cuando no van más allá de una duda razonable impone la
absolución del acusado (in dubio pro reo).
El proceso penal de un Estado de derecho no sólo debe lograr el equilibro entre la
búsqueda de la verdad y la dignidad y los derechos del acusado, sino que debe
entender la verdad misma como el deber de apoyar una condena sólo sobre
aquello que indubitada y objetivamente pueda darse como probado. La
reubicación del valor de la verdad implica quitarla del altar en el que siempre
estuvo (como fin del proceso) y colocarla sólo como condición sine qua non para
la válida aplicación de una condena como acontece en el sistema acusatorio
adversaria, que centra la búsqueda y descubrimiento de la verdad en el proceso
penal en el método contradictorio. El juez no necesita conocer la verdad de lo
acontecido para resolver el caso y mucho menos debe buscarla, puesto que
cuando no llega a conocerla cuenta con los criterios jurídicos de decisión (el
principio de inocencia y el in dubio pro reo) que le dan las armas necesarias para
decidir. La comprobación de la verdad de la hipótesis acusatoria correrá en
exclusividad por cuenta de quién tiene la carga de la prueba, es decir, el fiscal
como acusador (nunca más del juez instructor), lo que nos lleva a confirmar
categóricamente que: “Los jueces no buscan la verdad, la exigen al acusador”. El
Principio de Publicidad del juicio.- Se fundamenta en el deber que asume el
Estado de efectuar un juzgamiento transparente, esto es facilitar que la Nación
conozca por qué, cómo, con qué pruebas, quiénes, etc. realizan el juzgamiento de
un acusado. El principio de publicidad está garantizado por el artículo 15 del
C.O.P.P., Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral, público y
contradictorio. Este principio de vital importancia es una forma de control
ciudadano al juzgamiento. HASSEMER señala, además, que este principio es una
forma de auto legitimación de las decisiones de los órganos que administran
justicia. Consiste en garantizar al público la libertad de presenciar el desarrollo del
debate y en consecuencia de controlar la marcha de él y la justicia de la decisión
misma. La publicidad es considerada como una garantía del ciudadano sometido a
juicio y a la vez como un derecho político del cualquier ciudadano a controlar la
actividad judicial. La función política de control del poder judicial que cumplen los
particulares, a través de su presencia en un acto judicial público, consiste,
precisamente, en la verificación del cumplimiento de las condiciones, requisitos y
presupuestos jurídicos por parte de quienes desempeñan la tarea de administrar
justicia. La finalidad de la publicidad es que el procesado y la comunidad tengan
conocimiento sobre la imputación, la actividad probatoria y la manera como se
juzga, así la comunidad podrá formarse un criterio propio sobre la manera como
se administra justicia y la calidad de la misma. La regla general es que los juicios
deben ser públicos, salvo cuando sea necesario para preservar los intereses de la
justicia, de este modo ha sido recogido en la Convención Americana de Derechos
Humanos (art. 8 inc. 5). La publicidad de los juicios está también referida a la
facultad de los medios de comunicación de poder informar sobre el
desenvolvimiento de un juzgamiento y hacer efectivo el derecho de control
ciudadano; pero la información propalada debe ser objetiva e imparcial, el medio
de comunicación no debe convertirse en medio de presión o de sensacionalismo.
La audiencia tiene carácter unitario. Si bien puede realizarse en diferentes
sesiones, éstas son partes de una sola unidad. Esto debido a la necesidad de
continuidad y concentración de la misma. La audiencia debe realizarse en el
tiempo estrictamente necesario, las sesiones de audiencia no deben ser
arbitrariamente diminutas ni indebidamente prolongadas. Así una sesión que
termina es una suspensión, no una interrupción del juicio. La razón de este
principio está en que el juzgador oyendo y viendo todo lo que ocurre en la
audiencia, va reteniendo en su memoria, pero cuanto más larga sea la audiencia
se va diluyendo dicho recuerdo y podría expedir un fallo no justo. El Principio de
Concentración está referido, primero, a que en la etapa de juicio oral serán materia
de juzgamiento sólo los delitos objeto de la acusación fiscal. Todos los debates
estarán orientados a establecer si el acusado es culpable de esos hechos. Si en el
curso de los debates resultasen los indicios de la comisión de otro delito, éste no
podrá ser juzgado en dicha audiencia. En segundo lugar, el Principio de
Concentración requiere que entre la recepción de la prueba, el debate y la
sentencia exista la “mayor aproximación posible”. Este principio de concentración
está destinado a evitar que en la realización de las sesiones de audiencia de un
determinado proceso, se distraiga el accionar del Tribunal con los debates de otro.
Es decir, que la suspensión de la audiencia exige que cuando los Jueces retomen
sus actividades, continúen con el conocimiento del mismo proceso, a fin de evitar
una desconcentración de los hechos que se exponen.
Estos principios rigen el desarrollo de todo el proceso penal, de la actividad
probatoria y del juzgamiento. También rigen el desarrollo de otras audiencias,
como aquellas en que se determinará la prisión preventiva, el control del plazo de
la investigación preparatoria, el control de la acusación y del sobreseimiento, etc.
En suma estos son los principios rectores del sistema procesal penal acusatorio
que posibilitan un proceso con las vigencias de las garantías procesales. Sólo un
proceso genuinamente oral y público permitirá la efectiva vigencia de la
imparcialidad de los jueces, de la igualdad de armas y de la contradicción. Todo lo
que permitirá procesos más justos llevados a cabo con eficiencia y eficacia,
desterrando el burocratismo, el secreto, la delegación de funciones, la indefensión.
la actividad procesal y la oposición de argumentos y razones entre los
contendientes sobre las diversas cuestiones introducidas que constituyen su
objeto. Se concreta poniendo en conocimiento de los demás sujetos procesales el
pedido o medio de prueba presentado por alguno de ellos; así el acusado podrá
contraponer argumentos técnico jurídico a los que exponga el acusador. El
contradictorio sustenta la razón y conveniencia del interrogatorio cruzado en la
audiencia y el deber de conceder a cada sujeto procesal la potestad de indicar el
folio a oralizar. Este principio rige el desarrollo de todo el proceso penal, pero el
momento culminante del contradictorio acontece en la contraposición de los
argumentos formulados en la requisitoria oral del Fiscal (acusación) y los
argumentos de la defensa del acusado y ello nos permite conocer la calidad
profesional del acusador y de los defensores. El principio de contradicción rige
todo el debate donde se enfrentan intereses contrapuestos y se encuentra
presente a lo largo del juicio oral, lo cual permite que las partes tengan: i) El
derecho a ser oídas por el tribunal ii) El derecho a ingresar pruebas iii) El derecho
a controlar la actividad de la parte contraria y iv) El derecho a refutar los
argumentos que puedan perjudicarle. Este principio exige, que toda la prueba sea
sometida a un severo análisis de tal manera que la información que se obtenga de
ella sea de calidad a fin de que el Juez pueda tomar una decisión justa. Por tal
razón quienes declaren en el juicio (imputados, testigos, peritos) y en general en
las audiencias orales, serán sometidos a interrogatorio y contra interrogatorio.
Además permite que la sentencia se fundamente en el conocimiento logrado en el
debate contradictorio, el cual que ha sido apreciado y discutido por las partes. El
Código Orgánico Procesal Penal en su artículo 20 del título preliminar citado
supra, establece el Principio de Las Única Persecución,
el presente principio es concebido por la doctrina del derecho procesal penal de
dos maneras distintas, pero íntimamente relacionadas, para algunos el principio de
única persecución, no es más que una manifestación concreta del principio
universal de cosa juzgada en el proceso penal, y que se refiere al llamado efecto
negativo del fallo y para otros, tiene la doble condición de asociarse tanto a la cosa
juzgada como a la litispendencia.
En opinión del Dr. Eric Lorenzo PÉREZ SARMIENTO, el Código Orgánico
Procesal Penal, a través de sus artículos 20 y 28, numeral 4, literal b), consagra
dicho principio de única persecución o non bis in ídem, más como una forma de
litispendencia que como una variedad de la cosa juzgada.
Por lo que, en nuestro ordenamiento jurídico dicha norma de forma expresa
prohíbe se abra un nuevo proceso a una persona que tiene pendiente un proceso
penal por un mismo hecho, ya sea en el mismo tribunal o en otro, e impide de
manera definitiva la manipulación de los “Operadores de Justicia” con la
interposición de varios modos de proceder presentados por los mismos hechos.
En tal sentido, la concepción que le da el Código Orgánico Procesal Penal a este
principio es diferente al de la cosa juzgada, ya que solo prohíbe como antes se
mencionó, se persiga a una persona por el mismo hecho punible con varios
procedimientos, que no es otra cosa que la unidad del proceso, la cual se traduce
en la obligación de juntar en uno solo, los diversos procesos que se persiguen a
un imputado por diversos delitos, contrario a la cosa juzgada, que es la
imposibilidad de abrir un nuevo proceso al mismo sujeto, por los mismos hechos
que ya fueron objeto de un proceso terminado por sentencia o sobreseimiento
firmes.
Por otra parte, nuestro ordenamiento jurídico prevé la posibilidad de reintentar una
nueva persecución, solo en los siguientes supuestos:
1. cuando la primera fue intentada ante un tribunal incompetente, que por ese
motivo concluyó el procedimiento;
2. cuando la primera fue desestimada por defectos en su promoción o en su
ejercicio.
En este orden de ideas, es importante señalar que en materia penal existe el
Principio de Legalidad que nos señala que los dispositivos legales, deben ser
interpretados con el sentido propio que tienen las palabras, es decir en forma
restrictiva, cuando la misma norma no permita o requiera una interpretación
extensiva o una interpretación analógica para la aplicación de la misma. En cuanto
a la cosa juzgada, establece el artículo 49, ordinal 7 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, que “Ninguna persona podrá ser sometida a
juicio por los mismos hechos en virtud de los cuales hubiese sido juzgada
anteriormente”. Norma consagrada igualmente por el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14, ordinal 7: “Nadie podrá ser juzgado
ni sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto por una
sentencia firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país”. Por
la Convención América sobre Derechos Humanos “Pacto de San José de Costa
Rica”, en el artículo 8, ordinal 4 aun en referencia sólo al inculpado absuelto por
una sentencia firme; y finalmente por el Código Orgánico Procesal penal en el
artículo 20 “Única persecución. Nadie debe ser perseguido penalmente más de
una vez por el mismo hecho…”, esto es el principio no bis in ídem.
La cosa juzgada, pues, se tiene como cierta, con fundamento en la finalidad
misma del proceso que debe establecer la verdad de los hechos por las vías
jurídicas, y la justicia en la aplicación del derecho, finalidad a la que debe atenerse
el juez al adoptar su decisión, es decir la autoridad de la cosa juzgada responde a
la necesidad de poner fin a una controversia por decisión judicial, mediante la
aplicación de la ley al caso particular, como expresión definitiva de la verdad legal.
En conclusión los procesos terminados por sentencia firme o sobreseimiento firme,
causan el efecto de cosa juzgada y por ello, salvo el recurso de revisión, el asunto
no podrá ser objeto de nuevo examen, ni en mismo proceso (cosa juzgada formal),
ni en otro proceso posterior (cosa juzgada material). La cosa juzgada penal, a
diferencia de la civil, se atiene solo a dos identidades: la identidad del imputado
pues el titulo o causa de pedir es indiferente, no importando si el acusador es el
Ministerio Público o la presunta víctima. En sentido estricto se entiende la prueba
como: “…un estado de cosas, susceptible de comprobación, de contradicción y de
valoración, que tiene lugar en el proceso de conformidad con la ley, para producir
convencimiento sobre la veracidad o falsedad sobre los hechos del proceso…”
(Eric Perez Sarmiento. La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio, Vadell Hnos.
Editores, Caracas 2003). En atención a lo planteado por el citado autor, la prueba
es un instrumento creador de convicción en el Juzgador que versa sobre los
hechos controvertidos, por cuanto sirve de fundamento a lo que las partes
exponen en juicio, y que sucesivamente sustenta la decisión tomada.
La actividad probatoria es aquella desarrollada por las partes en el proceso, y
comprende un despliegue logístico de cada una de ellas, que está regulado por
una serie de postulados contemplados en la norma penal procedimental,
relacionada con las oportunidades para su práctica, promoción y respectiva
evacuación. Con respecto a la Actividad Probatoria en el proceso penal, se hace
imperioso señalar, que aún cuando la práctica de las diligencias está en hombros
del representante de la vindicta pública, la defensa o los querellados (en caso de
existir), pueden solicitarle a éste, las diligencias que a ellos interesen.
La valoración de la prueba constituye, indudablemente, una operación
fundamental, de gran importancia en todo proceso y, más aún en el proceso penal,
puesto que de ella depende que el tribunal llegue o no a una certeza; es decir va a
determinar el carácter absolutorio o condenatorio de la sentencia para el acusado.
José García Falconí en lo que se refiere a la valoración de la prueba dice que "Es
una operación intelectual, destinada a establecer la eficacia condicional de los
elementos de la prueba recibidos…es en este momento en donde el juez, no sólo
pone al servicio de la justicia, su intelecto, su sabiduría y experiencia; sino sobre
todo su honestidad".
El sistema de la libre valoración de la prueba o íntima convicción es aquel donde
la ley no establece ninguna regla para la apreciación de las pruebas, el juez o
tribunal es libre de convencerse según su íntimo parecer de la existencia o
inexistencia de los hechos, así como de la responsabilidad del acusado, según
como le hubiesen impactado las pruebas presentadas, pero en todo caso
siguiendo los postulados dictados por el artículo 22 del C.O.P.P. con relación a
que las pruebas se apreciaran atendiendo “la sana crítica observando las reglas
de la lógica, los conocimientos científicos y las máximas de experiencia”,
siguiendo el criterio racional; es decir, de acuerdo con las reglas de la lógica, de la
psicología, de la sociología y de la experiencia. Aquí, el juez o tribunal se
convence de los hechos y de la responsabilidad en base a las pruebas
presentadas que son valoradas con libertad pero enmarcadas a dichas reglas.
Como lo sostiene el autor Vaca Andrade, "…que las conclusiones a las que se
llegue sean el fruto racional de las pruebas en las que se las apoye".
Este sistema es el adoptado por nuestra actual legislación, y tiene su razón de ser
en el hecho de que el tribunal tiene que fundamentar debidamente su decisión,
explicando suficientemente, de conformidad a la garantía constitucional que
ordena la motivación en toda resolución de poder público que afecte a las
personas, y no simplemente fallar de tal o cual forma porque así lo cree o porque
esa es su apreciación; la resolución tiene que fundarse en las pruebas válidas,
presentadas e incorporadas al proceso en forma legal y oportuna. Este sistema a
mi criterio, le da mayor seguridad jurídica a nuestro ordenamiento legal porque
implica una reflexión más profunda por parte del órgano jurisdiccional, hay un
razonamiento lógico que le lleva al juzgador a tomar tal resolución y a explicar las
razones por las que se pronunció de esa forma. Es deber del Estado Venezolano
garantizar la seguridad de las personas y sus bienes, en los distintos ámbitos
políticos territoriales, mediante la formulación de políticas públicas, estrategias y
directrices, a los fines que las víctimas de delitos y/o del abuso de poder, al igual
que sus familias, testigos y otras personas que les prestan ayuda, que
frecuentemente están expuestas injustamente a pérdidas, daños o perjuicios; a
sufrir dificultades cuando comparecen en el enjuiciamiento de los delincuentes; y a
no obtener respuesta por parte de las Instituciones de Control, ocurriendo así una
doble victimización.
En este sentido el Estado Venezolano cuenta con una Constitución de avanzada,
en cuanto a la protección de los Derechos Humanos se refiere, ha suscrito y
ratificados tratados, pactos y convenciones internacionales relativos a Derechos
Humanos, los cuales tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden
interno, obligando al Estado a adecuarse a ellos, a través del establecimiento de
normas sobre su goce y ejercicio; y que, además, todos los funcionarios y
funcionarias públicos deben someterse a la Declaración sobre los Principios
Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y Abuso de Poder,
adoptada por la Asamblea General de la ONU, en su resolución, 40/34 del 29 de
Noviembre de 1985; al Manual de Justicia sobre el Uso y Aplicación de la
Declaración de Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas del Delito y
Abuso del Poder ONU, 2000; a las Directrices de Políticas Públicas para la
Aplicación de la Declaración de Principios Fundamentales de Justicia para las
Víctimas del Delito y del Abuso del Poder, ONU, 1999; y a las Directrices Sobre la
Justicia en asuntos concernientes a los Niños Víctimas y Testigos del Delito, ONU,
22 de julio de 2005. en el ordenamiento jurídico interno incluye la Ley Orgánica de
Protección a las Víctimas, Testigos y demás sujetos procesales; el Capítulo V, “De
la Víctima”, del Código Orgánico Procesal Penal, que contempla la asistencia y
protección de las Víctimas del delito y/o abuso del poder policial; el Decreto con
Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de
Policía Nacional Bolivariana.
C.R.B.V.: Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los
colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la
decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles.
C.R.B.V.: Artículo 30. El Estado tendrá la obligación de indemnizar integralmente a
las víctimas de violaciones de los derechos humanos que le sean imputables, o a
su derechohabientes, incluido el pago de daños y perjuicios.
El Estado adoptará las medidas legislativas y de otra naturaleza, para hacer
efectivas las indemnizaciones establecidas en este artículo.
El Estado protegerá a las víctimas de delitos comunes y procurará que los
culpables reparen los daños causados.
C.R.B.V.: Artículo 51. Toda persona tiene el derecho de representar o dirigir
peticiones ante cualquier autoridad, funcionario público o funcionaria pública sobre
los asuntos que sean de la competencia de éstos o éstas, y de obtener oportuna y
adecuada respuesta. Quienes violen este derecho serán sancionados o
sancionadas conforme a la ley, pudiendo ser destituidos o destituidas del cargo
respectivo.
C.R.B.V.: Artículo 55. Toda persona tiene derecho a la protección por parte del
Estado a través de los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a
situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad
física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el
cumplimiento de sus deberes.
La participación de los ciudadanos y ciudadanas en los programas destinados a la
prevención, seguridad ciudadana y administración de emergencias será regulada
por una ley especial.
Los cuerpos de seguridad del Estado respetarán la dignidad y los derechos
humanos de todas las personas. El uso de armas o sustancias tóxicas por parte
del funcionario policial y de seguridad estará limitado por principios de necesidad,
conveniencia, oportunidad y proporcionalidad, conforme a la ley.
TUTELA JUDICIAL EFECTIVA
El estado nos garantiza a todo ciudadano que pueda acceder a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, y a obtener
con prontitud la decisión correspondiente.
La autoridad de la Ley se extiende a todas las personas nacionales o extranjeras
que se encuentren en la República. Las leyes concernientes al estado y
capacidad de las personas obligan a los venezolanos, aunque residan o tengan su
domicilio en país extranjero.
Desaparición forzosa
El estado le confiere a todo ciudadano el estar protegido por la ley para no ser
víctima de desaparición forzada, y se les prohíbe expresamente todo funcionario o
autoridad pública, que practique, permita o tolere tales actos. Además, le otorga el
derecho al funcionario público que reciba órdenes para su ejecución, que no
obedezca tales órdenes y que además denuncie tales acciones ante las
autoridades competentes. Incluso, establece también sanciones de conformidad
con la ley, para todas aquellas personas que sean halladas autores intelectuales,
materiales, cómplice, encubridores, o que estén en la tentativa de hacer estos
actos. Desaparición Forzada de Personas tiene atribuida una pena de quince (15)
a veinticinco (25) años de presidio a la autoridad pública, sea civil o militar, o a
cualquier sujeto al servicio del Estado, que ilegítimamente prive de su libertad a
cualquier persona. Esa misma pena será impuesta a quien haga parte o actúe
como colaborador de un grupo terrorista, subversivo o insurgente y desaparezca
forzadamente a persona alguna mediante plagio o secuestro. Por su parte, los
cómplices o encubridores de este delito, serán sancionados con pena de doce (12)
a dieciocho (18) años de presidio. Cualquier persona al servicio del Estado que
incurra en la detención ilegal de una persona y se niegue a informar sobre su
paradero o reconocer su detención, transgrediendo sus derechos constitucionales
y legales, es susceptible de ser sancionada por la comisión del delito de
Desaparición Forzada de Personas; sin estar previstas causales de justificación
tales como la responsabilidad del superior, o las situaciones de emergencia,
excepción o restricción de garantías.
DERECHO AL SUFRAGIO
De acuerdo a las teorías de derecho político, el sufragio es uno de los derechos
primordiales del ámbito de la política para el ser humano
El sufragio es considerado hoy en día como uno de los elementos políticos y
sociales más importantes de las sociedades ya que es el medio a través del cual
el pueblo elige a sus representantes y expresa libremente sus opiniones y deseos
políticos. Es, en otras palabras, el acto de emitir el voto en el momento apropiado
y específicamente señalado para tal actividad.
Por lo tanto, el sufragio estará sin dudas eternamente relacionado con la
democracia, sistema político mediante el cual el pueblo participa activamente en la
toma de decisiones, sea esta directa o indirecta.
Por medio del sufragio, los ciudadanos ejercen el derecho reconocido en la
norma constitucional a participar en la determinación de la orientación política
general mediante la designación de sus representantes o mediante la votación de
aquellas propuestas que les sean sometidas. Cumple dos funciones
fundamentales que han hecho que el sufragio se arrogue el lugar preeminente en
la vida política del Estado democrático liberal:
La función electoral, que sirve para designar a los representa
La función normativa, que se emplea para iniciar una ley, aceptar o rechazar un
texto legislativo e incluso para intervenir en la revisión constitucional.
Estas funciones se resumen en una: La expresión de la opinión pública, en cuyos
juicios suelen ir mezclados nombres de personas, doctrinas que encarnan y
resoluciones que se prefieren, además encarna tres efectos principales: producir
representación, producir gobierno y ofrecer legitimación.
Según el artículo 63 de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela
el sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales,
directas y secretas. La ley garantizará el principio de la personalización del
sufragio y la representación proporcional.
Referéndum revocatorio
El referendo popular como tal, es un reflejo o mejor aún, una característica
fundamental de la Democracia existente en un país, por lo tanto, para la aplicación
o realización de este, de acuerdo a este articulo, existen varios factores que lo
motivan:
En primera instancia esta el llamado para su realización del jefe de estado, quien
tiene el derecho de llamar al referendo popular en materias de vital importancia
que van a influir en el futuro y desarrollo del país, para la cual tendrá que hacer
esta solicitud en consejo de ministro, de conformidad al acuerdo de la asamblea
nacional, y cuya solicitud debe ser aprobada por l mayoría de sus miembros para
ser relazada. Otra forma de solicitar un referendo consultivo esta protagonizado
por el pueblo mismo donde los ciudadanos inscritos en el registro civil y electoral,
para esta causa deberán reunir un grupo no menor del 10% de
la población electoral inscrita.
Por otra parte, en el ámbito municipal, parroquial y estadal, igualmente, puede
explicarse o efectuarse referendo consultivo en dediciones o en ámbitos de
importancia, el cual debe impulsado por la junta parroquial, el consejo municipal y
el consejo legislativo de estas, tomando en cuenta el acuerdo hecho de las dos
terceras partes de sus miembros; de esta misma forma puede ser solicitado por el
alcalde o alcaldesa y el gobernador o gobernadora de estado, de igual manera
puede ser impulsado a solicitud de un numero no menor del 10% de la población
electoral de dichas entidades.
Transcurrida la mitad del período para el cual fue elegido el funcionario o
funcionaria, un número no menor del veinte por ciento de los electores o electoras
inscritos en la correspondiente circunscripción podrá solicitar la convocatoria de un
referendo
para
revocar
su
mandato.
Cuando igual o mayor número de electores o electoras que eligieron al funcionario
o funcionaria hubieren votado a favor de la revocatoria, siempre que haya
concurrido al referendo un número de electores o electoras igual o superior al
veinticinco por ciento de los electores o electoras inscritos o inscritas, se
considerara revocado su mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta
absoluta conforme a lo dispuesto en esta Constitución y en la Ley.
Durante el período para el cual fue elegido el funcionario o funcionaria no podrá
hacerse más de una solicitud de revocación de su mandato. La población electoral
tiene el privilegio de revocara electos de sus cargos públicos y magistratura, para
la cual tendrían que esperar un periodo de tiempo no mayor de la mitad dentro de
su cargo como funcionario activo, teniendo como base un numero mayor o igual al
20% de los (as) electores (as) inscritos en la respectiva zona electoral, para de
esta manera solicitar la convocatoria, con el fin de revocar su mandato.
Para revocar un funcionario público solo hace falta un acumulado del 25% de la
población electoral, lo que hace que este funcionario sea revocado de forma
instantánea, y por esto se buscara cubrir su falta laboral, de acuerdo a lo
plasmado en la constitución Venezolana y la ley. Por otra parte para los cuerpos
colegiados de igual manera la revocatoria se establecerá de acuerdo a lo expuesto
en la ley.
A un funcionario público no se le podrá hacer más de una solicitud de revocación
durante su periodo de mandato.
EXTRATERRITORIALIDAD
Fue una ficción jurídica forjada por el Derecho Internacional clásico en virtud de la
cual se consideraba que las sedes diplomáticas, los domicilios de sus agentes y
los barcos de guerra constituían “territorio” del Estado cuya representación y
bandera ostentaban y que, por tanto, en ellos regían las leyes del país de origen y
no las del lugar en donde se encontraban.
Se llama extraterritorialidad a la ficción jurídica, admitida en Derecho internacional,
por la cual un edificio o un terreno se consideran en país extranjero, como una
prolongación del país propietario, como en el caso de las embajadas, consulados,
bases militares y, en ciertos aspectos, los buques. En realidad no supone la
conversión a todos los efectos de ese territorio para que sea una prolongación del
país propietario, sino que queda exento a efectos de jurisdicción de la aplicación
de la ley del país en el que está ubicado. La causa de esta exención se ubica en el
resultado de negociaciones diplomáticas.
Según esta definición, a efectos legales estos lugares están exentos de cumplir la
legislación del Estado en cuyo territorio o aguas se encuentran, estando sólo
obligados a cumplir aquella legislación que sea o bien de su país de origen, o bien
de aceptación internacional o interterritorial.
Los tres casos más comunes y aceptados internacionalmente hacen referencia a
las personas y las propiedades de soberanías extranjeras, de los embajadores y
algunos otros agentes diplomáticos, y las naves oficiales en aguas extranjeras. A
menudo se extienden también a los militares aliados o amigos, particularmente en
los casos de permisos para atravesar el territorio propio.
Organizaciones y órganos extraterritoriales
En esta clase se incluyen las actividades de un gran número de organizaciones
internacionales, como las Naciones Unidas y sus organismos especializados,
órganos regionales, etc., la Organización de los Estados Americanos, el Consejo
de Asistencia Económica Mutua, las Comunidades Europeas, la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económico, la Organización de la Unidad Africana, la
Liga de los Estados Árabes, el Consejo de Cooperación Aduanera, la
Organización de Países Exportadores de Petróleo, el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, etc.
En la misma se incluyen las actividades de las misiones diplomáticas y consulares
cuando se clasifican en función del país en el que se encuentran y no del país al
que representan. Y se excluyen la administración y funcionamiento de las
misiones diplomáticas y consulares localizadas en el extranjero y en oficinas de
organizaciones internacionales, ya que son relaciones exteriores del país de que
dependan.
IMPRESCRIPTIBILIDAD
Es aquel que se usa para definir la condición que pueden tener algunos delitos,
reclamos o circunstancias específicas de no perder sus características principales
ni siquiera con el paso del tiempo. Este concepto, que se extrae del ambiente
jurídico y legal, significa que una persona puede reclamar por un delito cometido
hace muchos años, así como también puede sostener que algunos derechos no
cambian ni se pierden con el tiempo. La noción de no prescripción o de que algo
es imprescriptible se vincula en la actualidad principalmente con aquellos delitos
que atentan contra los derechos humanos y que fueron cometidos en gran parte
de América Latina en momentos de dictaduras o de gobiernos no legítimos. Ante
la vuelta a la democracia, estos delitos (que consistieron principalmente en la
tortura, en la detención injustificada, en el asesinato y desaparición de personas)
han ganado el carácter de imprescriptibles. Esto significa que, debido a que
atentan contra la Humanidad entera, no prescriben, el paso del tiempo no los
anula en el caso de no haber sido juzgados propiamente. En el ámbito jurídico de
cada región o país, existen límites temporales a los delitos que establecen que,
pasado determinado tiempo, el delito cometido prescribe o ya no puede ser
juzgado si no lo fue hecho antes. En muchos casos, debido a la lentitud de la
justicia los delitos que son prescriptibles (como lo puede ser un homicidio, un robo
o un secuestro) pueden ser anulados. Sin embargo, los delitos que se consideran
de lesa humanidad o que son considerados como mucho más graves reciben el
mote de imprescriptibles y por lo tanto pueden ser juzgados sus autores y
condenados aún habiendo pasado mucho tiempo desde que se cometió el crimen
en cuestión. Muchos de estos delitos se juzgan aún cuando las personas
acusadas ya no viven para sentar jurisprudencia al respecto.
Conclusión
El debido proceso, para algunos autores e incluyendo la doctrina patria, lo
consideran como un principio jurídico procesal o sustantivo según el cual toda
persona tiene derecho a ciertas garantías mínimas, tendientes a asegurar un
resultado justo y equitativo dentro del proceso, y a permitirle tener oportunidad de
ser oído y hacer valer sus pretensiones frente al juez. Sin embargo, el alcance y
definición del debido proceso no está plenamente claro, lo que crea ambigüedades
en el marco de aplicación, de allí la propuesta de realizar un análisis hermenéutico
jurídico a dicho principio, a fin de establecer en un naciente código procesal
constitucional, su posible incorporación y determinar si se trata de un simple
principio o derecho en el ámbito del derecho procesal. La Justicia debe impartirse
oportunamente, no se puede hablar de verdadera justicia cuando ésta se imparte
tardíamente, cuando se ha incurrido en una dilación de tal magnitud que al
dictarse la sentencia, ésta pasa a convertirse en un simple texto carente de
capacidad para producir efectos en la realidad. Este sistema es el adoptado por
nuestra actual legislación, y tiene su razón de ser en el hecho de que el tribunal
tiene que fundamentar debidamente su decisión, explicando suficientemente, de
conformidad a la garantía constitucional que ordena la motivación en toda
resolución de poder público que afecte a las personas, y no simplemente fallar de
tal o cual forma porque así lo cree o porque esa es su apreciación; la resolución
tiene que fundarse en las pruebas válidas, presentadas e incorporadas al proceso
en forma legal y oportuna. Este sistema a mi criterio, le da mayor seguridad
jurídica a nuestro ordenamiento legal porque implica una reflexión más profunda
por parte del órgano jurisdiccional, hay un razonamiento lógico que le lleva al
juzgador a tomar tal resolución y a explicar las razones por las que se pronunció
de esa forma. Es deber del Estado Venezolano garantizar la seguridad de las
personas y sus bienes, en los distintos ámbitos políticos territoriales, mediante la
formulación de políticas públicas, estrategias y directrices, a los fines que las
víctimas de delitos y/o del abuso de poder, al igual que sus familias, testigos y
otras personas que les prestan ayuda, que frecuentemente están expuestas
injustamente a pérdidas, daños o perjuicios; El sufragio es considerado hoy en día
como uno de los elementos políticos y sociales más importantes de las sociedades
ya que es el medio a través del cual el pueblo elige a sus representantes y
expresa libremente sus opiniones y deseos políticos. Es, en otras palabras, el acto
de emitir el voto en el momento apropiado y específicamente señalado para tal
actividad.
Por lo tanto, el sufragio estará sin dudas eternamente relacionado con la
democracia, sistema político mediante el cual el pueblo participa activamente en la
toma de decisiones, sea esta directa o indirecta. Durante el período para el cual
fue elegido el funcionario o funcionaria no podrá hacerse más de una solicitud de
revocación de su mandato. La población electoral tiene el privilegio de revocara
electos de sus cargos públicos y magistratura, para la cual tendrían que esperar
un periodo de tiempo no mayor de la mitad dentro de su cargo como funcionario
activo, teniendo como base un numero mayor o igual al 20% de los (as) electores
(as) inscritos en la respectiva zona electoral, para de esta manera solicitar la
convocatoria, con el fin de revocar su mandato.
Para revocar un funcionario público solo hace falta un acumulado del 25% de la
población electoral, lo que hace que este funcionario sea revocado de forma
instantánea, y por esto se buscara cubrir su falta laboral, de acuerdo a lo
plasmado en la constitución Venezolana y la ley. Por otra parte para los cuerpos
colegiados de igual manera la revocatoria se establecerá de acuerdo a lo expuesto
en la ley.
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