Marla Gabriela Roel López Gráficas y neográficas de México Raquel Tibol México cuenta con una larga historia en torno a las artes gráficas, una tradición que se ha heredado por generaciones con el cultivo de las técnicas, los procedimientos y signifcados. Las artes gráficas llegaron a México hace unos dos siglos a manos de extranjeros. El conde italiano Claudio Linati llegó al país en la tercera década del siglo XIX y fue el primero en introducir las técnicas litográficas que se divulgaron posteriormente a través de sus discípulos. Fue determinante que la gráfica se introdujera como materia en la Academia de San Carlos, pues fue así que cobró mayor fuerza. Fuera de la Ciudad de México también florecían las artes gráficas, en Aguascalientes, por ejemplo, se formó José Trinidad Pedroza, maestro de Posada. Así, en muchas ocasiones, es la continuidad y la recolección de experiencias y conocimientos del pasado la que da vida a la producción artística. En México, la gráfica ha sido aprovechada como recurso social y político gracias a sus posibilidades de impresión. Destaca el grande Orozco que, preocupado por la situación social, logró retratar al México de su época. Con elementos caricaturescos, la obra gráfica de Orozco, que no sobrepasa las cincuenta piezas, es de una vasta expresividad y refleja con dramatismo la amargura de la vida de los estratos más populares. La polémica ha estado muy presente en el desarrollo de las artes gráficas mexicanas. Hacia la mitad del siglo pasado las diferencias conceptuales de los distinos productores provocaron reflexión alrededor de la gráfica, sus caminos y su utilidad. En 1937 Leopoldo Méndez, Pablo O’Higging y Luis Arenal crearon el Taller de Gráfica Popular, un centro de trabajo colectivo para la producción y el estudio del grabado. Los miembros del TGP consideraban la finalidad social de la obra en paralelo a su calidad artística, planteaban abiertamente sus problemas y se disponían a la crítica constructiva. Sin embargo, en 1960, Méndez y otros miembros decidieron abandonar el grupo debido a discrepancias políticas, entonces el TGP entró en declive. Ciertos miembros que permanecieron en el grupo cayeron en el oportunismo desvirtuando los principios del TGP. Así, el Taller de Grabado Popular murió debido a una falsa continuidad.