Gustavo Briñez

Anuncio
LA UNIVERSIDAD PÚBLICA COLOMBIANA EN LA MIRA DEL BANCO MUNDIAL
Y LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO, Y LA UNIVERSIDAD SURCOLOMBIANA
EXILIADA EN SU PROPIA TIERRA
1. A lo largo del desarrollo de las tres etapas del capitalismo –la mercantilista,
la industrial y la correspondiente al capitalismo financiero- se han producido
diferentes teorías del valor. Los preclásicos ingleses y los fisiócratas franceses
sostuvieron la idea según la cual el trabajo es la fuente y el origen del valor,
tomando así forma la teoría del valor-trabajo. Esta será retomada por Adam
Smith en su libro LA RIQUEZA DE LAS NACIONES, pero pronto, en esa misma
obra, la abandona y expone por lo menos otras seis teorías del valor.
Marx, en el primer tomo de EL CAPITAL, analizando la teoría del valortrabajo, formula su teoría de la plusvalía, en la cual revela la explotación a
que es sometido el proletariado por la burguesía, que se apropia, sin pagarlo,
de una parte del tiempo laborado por el trabajador, reconociendo así un
antagonismo clasista entre el capital y el trabajo.
La labor de la economía política burguesa posterior a Marx se centrará en el
propósito de sustituir la teoría del valor-trabajo por otra u otras teorías del
valor que eviten dar pie al surgimiento de una teoría de la explotación. Es así
como los llamados economistas posclásicos la reemplazan por una teoría
psicológica del valor desde la orilla de la demanda, consistente en una idea
de acuerdo con la cual el valor de una mercancía dependerá de las
preferencias del consumidor, concepto sustentado en la filosofía hedonista
de Jeremy Bentham para quien el individuo se enfrenta en su existencia al
binomio placer-dolor. Un objeto o artículo determinado adquirirá entonces
carácter de mercancía en la medida que suministre placer al consumidor.
Luego los economistas neoclásicos o teóricos de la Utilidad Marginal,
fundadores de la economía moderna, propondrán una teoría subjetiva del
valor de carácter ahistórico y al margen de las clases sociales, que explican
por una combinación de escasez y utilidad, y que es en realidad una teoría de
la formación de los precios y el funcionamiento de los mercados, con el
propósito manifiesto de contrarrestar la influencia creciente de las tesis de
Marx en Europa.
En las primeras décadas del siglo XX un economista neoclásico o de la
Utilidad Marginal, el austro-británico Alfred Marshall, uno de los padres de la
economía ortodoxa moderna, afirmará que “la parte que la naturaleza juega
en la producción tiende a rendimientos decrecientes y la parte que el
hombre juega tiende a rendimientos crecientes”, es decir, el conocimiento
producido por el hombre es una mercancía que puede acrecentar la
acumulación capitalista. Después, en el marco del modelo de Estado
neoliberal –impuesto en América Latina bajo las directrices del Consenso de
Washington (década de los ochenta del siglo XX) en el que se abandonan las
teorías del Estado Benefactor o proteccionista promulgado por Keynes- se
considerará que el valor de una mercancía dependerá de la cantidad de
conocimiento depositada en ella. Nace así el mito reciente del capitalismo
financiero, el de la Desmaterialización de la Producción, desde donde se
apoya la idea de la desvalorización del trabajo humano y de las materias
primas. El conocimiento, en la era neoliberal, es el nuevo nicho de
acumulación del capitalismo.
Alvin Toffler en La Tercera Ola establece tres periodos en la evolución social
por él denominados la Sociedad Agrícola, la Sociedad Industrial y la Sociedad
de la Información, evolución causada por la interacción o confluencia de
fuerzas religiosas, culturales, económicas y sociales determinantes de
transformaciones radicales en el hombre individual y social, y en sus
comportamientos. Peter Drucker en La Sociedad Post-capitalista, Bill Gates
en Camino al Futuro y Don Tapscott en Economía Digital evidenciarán que la
Sociedad de la Información adquiere dos nuevas vertientes: la Sociedad del
conocimiento y la Sociedad Virtual, que se están transformando en el curso
de solo pocos años. La característica de la sociedad del Conocimiento es su
cada vez mayor importancia en términos económicos, políticos, sociales,
educativos, militares y de poder.
En su informe de 2005 intitulado Hacia las Sociedades del Conocimiento, la
UNESCO aclara que las expresiones “sociedad de la información” y “sociedad
del conocimiento” no son sinónimas. Precisa que “La noción de sociedad de
la información se basa en los procesos tecnológicos. En cambio, el concepto
de sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y
políticas mucho más vastas. El hecho de que nos refiramos a sociedades, en
plural, no se debe al azar, sino a la intención de rechazar la unicidad de un
modelo “listo para su uso” que no tenga suficientemente en cuenta la
diversidad cultural y lingüística, único elemento que nos permite a todos
reconocernos en los cambios que se están produciendo actualmente. Hay
siempre diferentes formas de conocimiento y cultura que intervienen en la
edificación de las sociedades, comprendidas aquellas muy influidas por el
progreso científico y técnico moderno. No se puede admitir que la revolución
de las tecnologías de la información y la comunicación nos conduzca –en
virtud de un determinismo tecnológico estrecho y fatalista- a prever una
forma única de sociedad posible” (p. 17).
Pero antes de lo anterior el informe consigna: “Cabe preguntarse si tiene
sentido construir sociedades del conocimiento, cuando la historia y la
antropología nos enseñan que desde la más remota antigüedad todas las
sociedades han sido probablemente sociedades del conocimiento, cada una a
su manera…Hoy como ayer, el dominio del conocimiento puede ir
acompañado de un cúmulo importante de desigualdades, exclusiones y
luchas sociales. Durante mucho tiempo el conocimiento fue acaparado por
círculos de sabios o iniciados. El principio rector de esas sociedades del
conocimiento reservado era el secreto. Desde el siglo de las Luces, los
progresos de la exigencia democrática –basada en un principio de apertura y
en la lenta aparición de un ámbito público del conocimiento- permitieron la
difusión de las ideas de universalidad, libertad e igualdad. Esta evolución
histórica fue unida a la propagación de conocimientos por intermedio del
libro, y luego de la imprenta, y también a la difusión de una educación para
todos en la escuela y la universidad. Este ideal de conseguir un ámbito
público del conocimiento…no se puede considerar como un logro definitivo”
(p. 17).
Hasta aquí la UNESCO. Y, agregamos nosotros, mucho menos se puede
garantizar ese ideal en países dependientes a los que se ha impuesto, desde
los círculos mundiales del poder capitalista, el modelo macroeconómico
neoliberal, con el apoyo arrodillado de las burguesías nacionales, como es el
caso colombiano. A partir de ese momento desaparece la noción de derechos
sociales y se hablará entonces de derechos individuales, incluido el derecho a
la educación. Acceder a la educación y la cultura es algo que debe
proporcionárselo el individuo mismo y el Estado se apartará progresivamente
de ese proceso para entregar la educación, y con ella la generación,
transmisión y aplicación del conocimiento, al ámbito de lo privado.
No es entonces casual que desde la imposición de la llamada apertura
económica en el marco de la globalización neoliberal durante el gobierno de
César Gaviria hasta hoy, las políticas educativas y los planes de reforma se
orienten a la privatización de la educación pública, que no ha logrado nunca
conjugar cubrimiento y calidad educativa.
De algunos años hacia acá es el Banco Mundial el que dicta las políticas y
reformas educativas para convertir a las universidades estatales en simples
formadoras de mano de obra calificada e intelectualmente flexible para las
empresas multinacionales, alejando las funciones universitarias del interés
público nacional para dirigirlas al servicio del aparato corporativo
fundamentalmente extranjero. Este ataque se orienta también contra la
educación media a través de las estrategias de los organismos financieros
como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Interamericano de Desarrollo.
Pero no es solo el caso de Colombia. Se trata de una ofensiva contra todas las
universidades públicas de América Latina que enfrentan las estrategias
impulsadas por la agenda para la reforma educativa del Banco Mundial,
cuyos conceptos fundamentales para la docencia y la investigación son
privatización, desregulación y “orientación” para el mercado. El propósito de
hacer de la educación superior algo completamente autofinanciable significa,
en los hechos, despojar a la población latinoamericana de la educación
pública, gratuita y obligatoria. De esta forma aumentaría por la vía de la
enseñanza y la investigación, la carga a la sociedad, liberando, por así decirlo,
el gasto público que es desviado de manera creciente al gasto no productivo.
Entonces a la universidad, que pasaría a ser una especie de ente autista de
espaldas a las necesidades y potencialidades del país, y a los imperativos del
desarrollo humano y sostenible, no podrá llegar sino un bajo porcentaje de la
población, y los posgrados serán solo para el disfrute de las élites que puedan
pagarlos.
Es la mercantilización y la nueva y más profunda elitización del conocimiento.
Es en este contexto que cobran sentido las palabras de Camila Vallejo, la líder
del actual movimiento estudiantil chileno, quien en reciente entrevista con
Christian Palma para PÁGINA 12 declaró: “Hoy nos encontramos en una
lucha…masiva y transversal. Vivimos en un país donde la educación, junto a
otros servicios básicos, como la salud y la vivienda son tremendamente caros,
y…su provisión de calidad está restringida solo a quienes pueden pagar. De
este modo, una de nuestras principales consignas es la defensa de una
Educación digna, gratuita y de calidad para todos y todas”. Y al final de la
entrevista habla del rechazo del pueblo chileno a la mercantilización de la
educación.
La reforma educativa que quiere imponer el gobierno de Santos en Colombia
es igual a la que ha querido implantar el gobierno de Piñera en Chile y
nuestra Universidad Surcolombiana no será inmune a ella. ¿Seremos
indiferentes a lo que se nos avecina? ¿Aceptaremos pasivamente que las
universidades públicas, la nuestra entre ellas, son viables solo como
mercado? ¿Aceptaremos, por extensión, que Colombia misma es viable solo
como mercado?
2. Si nos tomamos el trabajo de leer, releer y comprender la misión y visión
de la Universidad Surcolombiana, encontramos que la primera consiste en “
la formación integral de ciudadanos profesionales a través de la asimilación,
producción, aplicación y difusión de conocimientos científicos, humanísticos,
tecnológicos, artísticos y culturales, con espíritu crítico, para que aborden
eficazmente la solución de los problemas del desarrollo humano integral de
la región Surcolombiana con proyección nacional e internacional, dentro de
un marco de libertad de pensamiento, pluralismo ideológico y de
conformidad con una ética que consolide la solidaridad y la dignidad
humana”.
Y en cuanto a la visión se consigna que “En las dos primeras décadas del siglo
XXI, la Universidad Surcolombiana será una Institución universitaria líder de
la dinamización de los procesos académico-culturales necesarios para que la
comunidad regional surcolombiana se constituya y autodetermine
democráticamente en una perspectiva de paz con justicia social, identidad
regional y nacional, integración latinoamericana, fraternidad universal y
desarrollo sostenible”.
Pero hoy la dirección de nuestra casa de estudios, aquejada además por
multitud de problemas de toda índole, ha manifestado que la universidad ha
decidido seguir un camino autárquico de acuerdo con el cual no asume
ninguna responsabilidad en la realización de prácticas extramuros, lo cual
equivale a encerrarse en su malla periférica y edificios como si la región que
le da su nombre, el país, Latinoamérica y el mundo no existieran. Si esto no
es ir en contravía de lo que proclama en su Misión y Visión, solicitamos con
carácter urgente nos aclaren el sentido que quieren darle ahora a la
teleología de la USCO. ¿Podrá realizar desde ese exilio lo que registra en su
misión y visión? ¿Aceptaremos encerrarnos pero abriremos las puertas al
Caballo de Troya que trae en su vientre a los tecnócratas yuppies del Banco
Mundial y a los agentes de las transnacionales?
3. ¿QUÉ HACER? Eso tendremos que decidirlo los estamentos que integran
nuestra comunidad educativa articulados con las organizaciones de las
universidades públicas colombianas, en una síntesis que integre nuestra
problemática como Universidad Surcolombiana y la reflexión de las
universidades públicas del país ante la amenaza de la privatización
transnacionalizada.
El Nuevo Orden Mundial agenciado desde el neoliberalismo globalizado lleva
consigo una Nueva División Internacional del Conocimiento en la era de la
revolución tecnológica. La crisis es de fondo. La solución implica
planteamientos profundos de descolonización de la imaginación, del
conocimiento y del corazón. A más de 500 años de la Conquista, una revisión
de la internalización de la dependencia y del sometimiento para producir una
Agenda Latinoamericana y del Sur es imperativa. Sin una recuperación de la
esperanza y confianza en nosotros mismos, no hay posibilidad de
alternativas. Las dominaciones históricas se han basado en el control del
trabajo, de la naturaleza, de la mujer y de la cultura (identidad-soberanía) de
nuestros pueblos. Una agenda latinoamericana y del Sur debe partir
dialécticamente de esas contradicciones con una perspectiva y lógica del
trabajo, la naturaleza, la mujer y la cultura, como fuentes originarias de un
proyecto propio. La democratización del conocimiento es aquí una de las
demandas fundamentales de un orden alternativo. La recomendación
entonces es construir una propuesta alternativa frente a la propuesta del
Estado, pero a través de discusiones y debates exentos de sectarismos,
descalificaciones, exclusiones y violencias. Y trabajar para que esa propuesta
alternativa prenda en la ciudadanía con miras a que la haga suya y se genere
así un movimiento social regional y nacional en defensa de la educación
pública.
¡NUESTRA USCO, QUE NACIÓ EN LA CALLE, TIENE QUE VOLVER A LA CALLE!
GUSTAVO BRIÑEZ VILLA
Neiva, 6 de septiembre de 2011
Descargar