Bourdieu empieza discutiendo acerca de su “clase inaugural” planteando que es un rito de admisión de investidura en el cual el maestro queda autorizado para hablar con autoridad en donde se instituye como palabra autorizada, es decir pasa a ser como la clase “magistral”. Este hecho pone de manifiesto la idea de la “lección sobre la lección”, es decir del discurso que reflexiona sobre sí mismo y que permite recordar una de las propiedades más fundamentales que tiene la sociología que es que todas las proposiciones que enuncia esta ciencia pueden y deben aplicarse al sujeto que hace ciencia. Para Bourdieu no se ingresa a la sociología sin desgarrar las adherencias y adhesiones que nos atan por lo general a ciertos grupos, sin renunciar a las creencias que son consstitutivas de la pertenencia y renegar de ciertos vínculos de afiliación o filiación. La sociología debe tomar como objeto del mundo social, esa lucha por las clasificaciones que es una de las dimensiones de cualquier tipo de lucha de clases. En la vida diaria prácticamente solo se habla de lo que es para decir, por añadidura, que es o no conforme a la naturaleza de las cosas, normal o anorma, bendito o maldito. Los nombres siempre están provistos de adjetivos tácitos; los verbos de adverbios que tienden a consagrar o condenar. Entonces en el mundo social no hay nada menos neutro que el enunciar el ser con autoridad, es decir, con el poder de hacer ver y hacer creer que confiere la capacidad reconocida de prever. Y la ciencia no está exento de esto. En este sentido dice Bourdieu que hay una necesidad de repudir la tentación de concebir científicamente el propio mundo científico de esta manera. Esto bha llevado a revisar la sociología de los intelectuales, hay que darle importancia a los intereses que están en juego y la lógica de la lucha que hay en su campo. El construir el juego como tal, es decir como un espacio de posiciones objetivas que es causa, entre otras cosas, de la visión que pueden tener los ocupantes de cada posición sobre las demás posiciones y sus ocupantes para poder ver las estrategias simbólicas dirigidas a imponer la verdad parcial de un grupo como la verdad de las relaciones objetivas entre los grupos. No existe la ilusión de una “intelligentsia sin ataduras”, no hay un saber absoluto. La ciencia se refuerza cada vez que se refuerza la critica científica. En este sentido el campo científico es un campo de luchas como cualquier otro. Esto también es válido para la Sociología