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La trágica historia de la aspirina

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UNIVERSIDAD EL BOSQUE | FACULTAD DE CIENCIAS | QUÍMICA
FARMACÉUTICA | INTRODUCCIÓN A LA FARMACIA
NÉSTOR ANDRÉS MOSOS | 2019-II
LA LAMENTABLE HISTORIA DE LA ASPIRINA
El ácido acetilsalicílico, mejor conocido como Aspirina, es el fármaco más antiguo y, sino el
más conocido, unos de los más reconocidos en todo el mundo. Debido a sus propiedades
analgésicas, antiinflamatorias y antipiréticas, es usado por la mayoría de las personas en caso de
dolor muscular, cefalea, inflamación, gripa, fiebre y cualquier mal que el usuario crea que este
comprimido pueda curar. Sin embargo, no muchos saben el origen de este medicamento ni saben
lo remoto y oscuro que fue. Para nuestra fortuna, el académico de la Real Academia Nacional de
Farmacia española, Miguel Braña, y los investigadores Luis del Río, Carmen Trives y Nuria
Salazar de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo en España, exponen los remotos
inicios de esta sustancia en el uso terapéutico (desde el antiguo Egipto hasta la revolución
industrial) y como su descubridor, por razones sociales e incluso raciales, no fue acreditado
apropiadamente como tal, evidenciando la influencia política y social que puede estar presente en
la industria farmacéutica.
Proveniente de los salicilatos, el uso terapéutico del principio activo de la Aspirina, el ácido
acetilsalicílico, se remonta a diversos periodos históricos a lo largo de la historia, donde se usaba
el sauce de la corteza del árbol Tyeret en infusiones para curar malestares. Se menciona en la
cultura egipcia, China, Europa medieval y en el contexto científico de la Ilustración. Solo hasta el
siglo XIX fue donde varios científicos indagaron acerca de la obtención de esta sustancia desde un
punto de vista químico. Fue cuando el científico alemán de origen judío, Arthur Eichengrün, a
comienzos del siglo XX, despues de haber trabajado en la compañía farmacéutica Bayer y de haber
creado su propia empresa posteriormente, inició el trabajo de poder sintetizar dicha molécula con
un alto nivel de pureza. Sin embargo, fue su asistente de laboratorio, Felix Hoffmann, quien, al
seguir los procedimientos establecidos por Eichengrün y otros químicos, logró sintetizar el ácido
acetilsalicílico con su mejor pureza. Sin embargo, Bayer, a la hora de establecer la patente, indica
como único inventor a Hoffmann, obviando por completo la participación principal de Eichengrün
a causa de su origen judío en la Alemania nazi y de su partida de la compañía años atrás.
A pesar de que se ha aclarado en años posteriores a la Segunda Guerra Mundial la participación
del científico Eichengrün en el proceso de aislamiento del ácido acetilsalicílico, se le ha obviado
a lo largo de la historia, atribuyéndole el crédito absoluto a Hoffmann. Siendo una persona que
está forjando su integridad científica, considero inexcusable el hecho de que a un individuo que ha
dedicado su vida a la ciencia, no se le atribuya el respectivo crédito por sus descubrimientos
científicos; siento especial pesadumbre al considerar que la razón por la cual no se otorgó el debido
reconocimiento al señor Eichengrün, fue por el odio racial en la que Alemania estaba inmersa a
finales de la primera mitad del siglo XX. Esta anécdota hace darnos cuenta de cómo, por más
revolucionarios y beneficiosos sean los descubrimientos que haga una persona, si la sociedad o el
contexto oprimen al individuo, el nombre de dicha persona puede que ni siquiera aparezca en los
libros de historia, siendo olvidado al pasar el tiempo.
Bibliografía: Braña, M. F., Río, L. D., Trives, C., & Salazar, N. (2005). La verdadera historia de
la Aspirina (An. R. Acad. Nac. Farm., 2005, 71: 813-819).
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