Subido por Myriam Vergara

Cómo entendemos la Edad Moderna

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¿CÓMO ENTENDEMOS LA EDAD MODERNA?
Te puede resultar extraño que una época que transcurrió hace 500 años se llame "moderna". Fue bautizada así por quienes vivieron entonces y
se sintieron protagonistas de un tiempo nuevo que dejaba atrás un período que consideraron atrasado y dominado por un espíritu de
tinieblas.
Los 300 años que duró la Edad Moderna significaron para los europeos el desarrollo de una nueva forma de vivir y pensar. El fin de la sensación de
inseguridad que marcó la época anterior y la conformación de la ciudad, como un espacio de libertad frente al poder y los privilegios de la
nobleza, fueron el punto de partida de los cambios hacia lo moderno. La vida cotidiana sufrió grandes transformaciones con la reactivación comercial y el surgimiento de un sistema económico basado en la acumulación de riquezas, que hoy llamamos capitalismo. Este despliegue
económico posibilitó los viajes de exploración que modificaron la imagen del mundo de los hombres y mujeres modernos y les abrieron la
puerta a tierras desconocidas, de las cuales obtuvieron, además de metales preciosos y especias, un importante intercambio cultural y
ecológico (plantas, animales y enfermedades). En este nuevo escenario, los poderes locales que habían representado los señores feudales
se debilitaron y dieron paso a la consolidación de un conjunto de poderes centralizados y autoritarios que se conoce con
el nombre de Estado moderno.
La Iglesia, que había sido un verdadero pilar en la época medieval y el gran símbolo de la unidad, sufrió en el siglo XVI una
gran fractura. Un proceso conocido como Reforma originó la fragmentación de la cristiandad al surgir la iglesia protestante; la
Iglesia Católica debió iniciar su camino de recuperación a través de la llamada Contrarreforma.
El trasfondo de todos estos cambios residía en una nueva manera de ver el mundo, la naturaleza y el ser humano. Desde
los inicios de la Edad Moderna, el optimismo del Renacimiento extendió la noción de que la comprensión del mundo
arrancaba del uso ordenado de la razón, lo que abrió paso a la investigación de la realidad circundante y de los
fenómenos naturales, haciendo posible el surgimiento de la ciencia moderna.
Formación del Estado Moderno
Paralelamente a estos procesos, hubo también una transformación paulatina de la organización política que se expresó en la
formación del Estado moderno. Frente al sistema feudal, en que el poder estaba en manos de numerosos señores y en el
cual el rey era incapaz de imponer -sin contrapeso- su voluntad en sus dominios, el nuevo sistema significó la
creciente concentración del poder en manos del rey. Además el poder de algunos monarcas se extendió a amplios
territorios afines por su geografía, cultura y evolución histórica.
Características del Estado moderno
Es una unidad territorial con fronteras definidas.
Ejerce los derechos de soberanía.
Cuenta con ejércitos permanentes bajo su control.
Tiene un sistema de administración y justicia.
Tiene un sistema de aduanas y control comercial.
Establece una ciudad capital que es un centro político y administrativo.
Los factores que se conjugaron para dar forma a esta nueva organización política fueron variados y se remontan a los últimos siglos
medievales:
Capitalismo y poder de la burguesía: Los ricos burgueses exigían una autoridad que favoreciera la actividad comercial
liberándola de las trabas que le imponían los señores feudales. Por ello, fue habitual que apoyaran con su dinero a los
reyes y les permitieran financiar los costosos ejércitos permanentes y la red de funcionario que necesitaban para
centralizar el poder
Progresivo debilitamiento de los señores feudales: La guerra adquirió complejidad al incorporarse la pólvora y el
hierro en armas de fuego y cañones, muy superiores a las lanzas y armaduras con que combatían los caballeros. Así
fue como se impusieron algunos reyes o se constituyeron como tales quienes lograron armar ejércitos con artillería
Recuperación del derecho romano en las universidades: La creciente implantación del derecho escrito fue
desplazando a los señores feudales en la administración de la justicia. Por otra parte, paulatinamente se impuso una
doctrina según la cual el rey era quien tenía en su territorio el imperio, es decir, la facultad de gobernar, legislar,
ejecutar las leyes y administrar justicia.
Humanismo y Renacimiento
Entre los siglos XIV y XVI se desarrolló un movimiento intelectual llamado Humanismo cuyos pilares fueron la revalorización del antiguo
mundo clásico y el reconocimiento del ser humano como un ser capaz de conocerse a sí mismo y al mundo que lo rodeaba por medio de la razón.
Este movimiento impregnó el mundo de las artes, las letras y las ciencias. Fue en Italia donde se acuñó el término de
Renacimiento para referirse a estas nuevas formas de expresión inspiradas en la Antigüedad Clásica.
Los precursores del Humanismo fueron estudiosos que desde fines de la Edad Media se empeñaron en recuperar la cultura
grecorromana en gran parte olvidada en la Europa medieval. Junto con dominar el latín y estudiar afanosamente el griego, a partir del
siglo XII estos estudiosos se dedicaron a buscar obras de los autores clásicos en los lugares donde se habían conservado: en las
bibliotecas de los monasterios europeos donde los monjes medievales guardaban y conservaban escritos antiguos
principalmente latinos, en los centros culturales árabes como Toledo y Sicilia que contaban con traducciones de trabajos
científicos y filosóficos de la Grecia Antigua y en el Imperio Bizantino, donde se resguardaba la cultura griega.
Los humanistas renacentistas encontraron en estas obras una sabiduría y un cúmulo de conocimientos que despertó su
admiración y el deseo de imitación. Se entregaron con pasión a su estudio, incentivaron su incorporación a las universidades y las
plasmaron en cuidadosas ediciones y traducciones. Erasmo de Rotterdam (1469-1536) fue el más brillante humanista de
la época. Gran estudioso, publicó textos en griego y latín, entre ellos la primera traducción del Nuevo Testamento al griego.
A mediados del siglo XV, dos importantes acontecimientos dieron un gran impulso al Humanismo y al Renacimiento: la invención de la
imprenta que permitió una mayor difusión de los libros, y la caída de Constantinopla en poder de los turcos, que llevó a muchos sabios
bizantinos a emigrar a Europa, principalmente a las ciudades italianas, donde contribuyeron con sus conocimientos, su idioma y una
gran cantidad de manuscritos.
El arte renacentista tuvo las siguientes características:
 Privilegio de temas de la Antigüedad y religiosos
 Aparición del retrato
 Realismo en la representación del mundo y del ser humano
 Uso de la perspectiva
La expansión europea
En los inicios de la Edad Moderna no solo se ampliaron los horizontes culturales sino también los geográficos. En estrecha relación con los procesos descritos tuvo lugar la expansión europea que ya has estudiado en años anteriores. Los viajes de exploración permitieron a los
europeos conocer nuevas tierras, mares y pueblos que modificaron profundamente su visión del mundo.
El auge económico de Europa, originado en gran parte por el comercio con Asia, había desarrollado el afán de lucro y
el deseo de dominar las
rutas y mercados del Lejano Oriente de donde provenían las especias, la seda y las piedras preciosas. La búsqueda de nuevas rutas comer
ciales y los viajes de exploración contaron con la ayuda económica de quienes tenían dinero y querían ampliar sus negocios.
Estos viajes formaron parte de grandes empresas que se desarrollaron bajo el amparo de los nuevos Estados que los dirigieron y regularon.
Portugal y España fueron los primeros en iniciar esta expansión. Ubicados a orillas del Atlántico, ambos reinos contaban con una tradición
marinera y con nuevas técnicas que favorecían la navegación en afta mar. Entre sus motivaciones también estaba el deseo de extender la fe
cristiana más allá de Europa, pues las luchas contra los musulmanes que ocupaban sus territorios habían mantenido vivo el espíritu de
cruzada. Pero naves, instrumentos de navegación y poderosos motivos no hubieran sido suficientes sin la presencia de hombres aventureros
dispuestos a embarcarse hacia lo desconocido.
¿Cuáles fueron sus consecuencias?
• Como resultado de estas empresas, Portugal controló la ruta a Oriente bordeando África y dominó puntos estratégicos a lo largo de su
recorrido, estableciendo un imperio ultramarino de corte comercial. España, por su parte, descubrió, conquistó y colonizó territorios
americanos, conformando un imperio de miles de kilómetros que incluía a millones de nativos que pasaron a ser súbditos de la Corona
española y que tras la evangelización se incorporaron a la cristiandad.
• El océano Atlántico reemplazó al Mediterráneo como centro de ' comercio marítimo. Por él circularon naves españolas con el
oro, la plata y un sinnúmero de productos del Nuevo Mundo y naves portuguesas, con oro y valiosas mercancías asiáticas. Los portugueses
también sometieron a esclavitud a nativos africanos y los vendieron como mercancía. Más tarde se sumaron flotas de otros países europeos.
• La expansión resultó tan ventajosa que despertó el interés de otros Estados europeos. Inglaterra, Francia y más tarde Holanda
emprendieron sus propios procesos de expansión, intentando arrebatar algunas de las posesiones de España y Portugal y controlar parte de
las rutas comerciales. América recibió nuevos colonizadores, los españoles debieron enfrentar a piratas y corsarios franceses e ingleses; los
holandeses, por su parte, dominaron el comercio oriental, a expensas de los portugueses.
La Reforma protestante: la Iglesia de Roma en crisis
Los cambios políticos y culturales que provocó el Renacimiento terminaron por afectar a la institución que hasta
entonces había sido la piedra angular de la cultura europea: la Iglesia Católica.
Por una parte, su imagen pública se debilitaba y arreciaban las críticas por la relajación moral y escasa preparación teológica
de muchos de sus sacerdotes. A ello, se sumaba que las corrientes humanistas exaltaban cada vez más la capacidad del
individuo de acceder por sí mismo a la búsqueda de la verdad, lo que en ocasiones contradecía la propia doctrina de la Iglesia. En este
ambiente cargado de críticas, el papa León X, continuando con la tarea de sus predecesores, se propuso terminar la Basílica de
San Pedro en Roma y para conseguir fondos dispuso, como ya era común, la venta de las indulgencias, es decir, el perdón de las
penas originadas por el pecado.
Cuando, en 1517, los enviados del Papa llegaron a Alemania para recaudar los aportes, un monje agustino llamado Martín Lutero,
quien poseía avanzados estudios de Teología, redactó un documento con 95 tesis (afirmaciones) intentando demostrar que las
indulgencias en venta no tenían validez. Lutero planteaba que la salvación solo se lograba por la fe y que esta se
alcanzaba con la oración y el conocimiento profundo de la Biblia. En definitiva, esta propuesta reformista negaba la participación de la Iglesia y de los sacerdotes en el proceso de salvación de las almas. León X ordenó a Lutero retractarse de sus afirmaciones,
pero él se negó y el Papa lo excomulgó.
La situación que vivía Alemania favoreció la rápida difusión de la, reforma propuesta por Lutero. Allí la Iglesia tenía gran poder
económico y territorial, pero no existía un Estado unificado que le diera su respaldo,'.--. El Imperio Alemán estaba formado por
cientos de pequeños principados o señoríos y en algunos existía una fuerte oposición a Roma. La idea de Lutero de quitar a la Iglesia sus
grandes extensiones de tierra fue acogida por todos aquellos señores feudales que querían ampliar sus territorios. Los burgueses, por su
parte, pensaron que el luteranismo les permitiría liberarse de la moral católica tan estricta respecto a sus actividades
económicas.
El emperador Caños V, gran defensor del catolicismo, convocó a la Dieta (reunión de los príncipes alemanes) en Spira (1529) donde
prohibió propagar las ideas reformistas. Los seguidores de Lutero protestaron ante la medida, por lo que fueron llamados
"protestantes". Comenzaron las guerras religiosas entre la Iglesia Católica y los partidarios de la Reforma. El conflicto terminó
después de la muerte de Lutero con la firma de la Paz de Augsburgo (1555), que concedió libertad a los príncipes para optar por su
religión, así Alemania quedó dividida entre católicos y luteranos o protestantes. Este movimiento de división entre los
miembros de la Iglesia se extendió a otros países. Surgieron nuevas interpretaciones (como las de Calvino en Suiza y el
anglicanismo en Inglaterra) y Europa se vio estremecida por persecuciones y guerras religiosas entre protestantes y
católicos.
La Contrarreforma: la respuesta de la Iglesia Católica
La propagación del movimiento protestante no podía dejar indiferente a la Iglesia Católica. Mientras el emperador Carlos
V intentaba imponer en Europa por la fuerza las creencias de la Iglesia Católica, el Papa Paulo III convocó a un Concilio en
la ciudad de Trento. Entre 1545 y 1563, los obispos discutieron largamente los planteamientos de Lutero y optaron por
rechazarlos y reafirmar la doctrina y las prácticas religiosas de los católicos. Por una parte, el Concilio intentó fortalecer la
disciplina interna, corrigiendo situaciones irregulares como la acumulación de cargos eclesiásticos y el descuido de las
labores pastorales y procurando una mejor preparación de los sacerdotes a través de la creación de seminarios. Por otra
parte, reafirmó los principios de la fe católica; sostuvo que sus fuentes eran las Sagradas Escrituras y también la Tradición
(la doctrina elaborada a través de los siglos por los Papas y los Concilios) y que Dios salva al ser humano, pero este puede
contribuir libremente a su salvación por medio de la fe y las buenas obras.
Como consecuencia de la respuesta católica a la Reforma muchas órdenes religiosas se renovaron y surgieron otras
nuevas. Entre estas destacó la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola en 1534. Sus miembros adoptaron una
organización de carácter militar y una rigurosa formación intelectual de carácter humanista. Con el objetivo de educar
para la fe, los jesuitas no limitaron su acción a Europa, sino que emprendieron la tarea de expandir la fe católica por Asia,
África y América a través de misioneros. Su rígida disciplina, la racionalidad aplicada en sus haciendas y negocios y la
influencia ejercida por medio de los centenares de colegios fundados en todas partes del mundo, convirtieron en menos
de un siglo a los jesuitas en la congregación con mayor influencia.
La ciencia moderna
En el acontecer histórico, hay procesos de larga duración que lentamente se van acumulando y enlazando hasta consolidarse. Es lo que ocurre con
los cambios en las formas del conocimiento humano. En el siglo XVII, el pensamiento se liberó de la tradición con fundamentos religiosos
que había existido por siglos y apareció una nueva forma de pensar basada en la razón: la ciencia moderna.
Los estudiosos del siglo XVII se basaron en los conocimientos humanistas, pero superaron a la ciencia clásica -básicamente especulativa- al
incorporar la experimentación a sus investigaciones y buscar aplicaciones prácticas a sus descubrimientos.
En la astronomía se definió el método científico (observación, experimentación y comprobación) que luego se extendió a otras
disciplinas:
• El matemático Johannes Kepler (1571-1630), formuló las leyes que describen el movimiento elíptico de los planetas en torno al sol. Lo
ayudaron las rigurosas observaciones de Tycho Brahe (1546-1601), astrónomo escandinavo.
• Galileo Galilei (1564-1642) concluyó que las leyes del movimiento podían aplicarse tanto a los cuerpos en la Tierra como a los planetas. El procedimiento que utilizó incluyó la observación de los astros con su telescopio, la experimentación con péndulos y la aplicación de sus
conocimientos matemáticos.
• Finalmente, Isaac Newton (1642-1727) conjugó la observación, la experimentación, la destreza matemática y el análisis racional. Por esta
razón es considerado el padre de la ciencia moderna. Aplicando las diferentes etapas del método científico superó la mera descripción y
descubrió el principio que explicaba la posición y el movimiento de los cuerpos: la teoría de la gravitación universal.
Paralelamente, algunos filósofos intentaron explicar y justificar los nuevos procedimientos de la razón y del pensamiento. Entre ellos destacó
René Descartes (1596-1650), quien afirmó que la razón era la fuente del saber, que si esta seguía ciertas reglas podía resolver cualquier
problema y que el lenguaje matemático era el único capaz de expresar con claridad las ideas científicas.
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