Subido por Jenifer Núñez López

Historia ensayo

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Historia
El Tribunal Constitucional es un órgano del Estado, independiente y autónomo, cuya función,
entre otras, es velar por la constitucionalidad de las leyes y decretos. El Tribunal Constitucional
asegura que cualquier normativa que se dicte se enmarque en los límites constitucionales.
En 1970 se crea bajo el alero de la Constitución de 1925, en 1973 fue disuelto por decreto
emanado de la Junta Militar de Gobierno, en 1980 fue repuesto bajo la actual constitución y
en 2005 bajo una reforma constitucional, se le asignan mayores funciones, se cambia la forma
del nombramiento de los ministros con el objeto que este tribunal se profesionalizara y tuviera
mayor objetividad.
Como se relaciona en Tribunal constitucional con el ciudadano común
En general la mayoría de las personas desconocemos la función como
institución del tribunal constitucional y para otros es un organismo poco
democrático.
La labor del Tribunal Constitucional es analizar si una norma se ajusta o no a la
Constitución Política de la República. El rol de toda jurisdicción constitucional es
ver si esa norma aprobada se sujeta a o no a la Constitución, si cumple con los
elementos esenciales del resguardo de los derechos y garantías fundamentales
“El rol del Tribunal Constitucional es esencial para preservar los
derechos de las personas. El debilitamiento de esa institución no
puede sino ser una mala noticia para aquellos que buscan proteger el
Estado de Derecho y el gobierno democrático” (Libertad y Desarrollo,
2017)
Poner en duda la autoridad del Tribunal aduciendo que su origen no emana de la soberanía
popular porque sus integrantes no son electos, es una tesis que no tiene asidero ni jurídico ni
político.
Los miembros del Tribunal son designados por el Presidente de la República, por el Senado algunos a propia iniciativa y otros a proposición de la Cámara de Diputados- y por la Corte
Suprema, de modo que su representatividad y legitimidad no puede ser objetada.
Es así como el Tribunal Constitucional está integrado por 10 miembros y tal como lo establece
el artículo 92 de la Constitución Política.
“En materia de integración de los jueces constitucionales, los ministros son
designados: tres por el Presidente de la República, cuatro por el Congreso, dos
por cada Cámara; y tres por la Corte Suprema. Lo que no se sabe comúnmente es
que originalmente, en el proyecto primitivo del 2005 la composición del TC era
de nueve ministros, tres por el el Presidente, 3 por el Senado y 3 por la Corte
Suprema, teniendo así un número impar que es como se componen todos los
tribunales desde los tiempos grecorromanos. Fue la Cámara de Diputados la que
exigió agregar un nuevo ministro para tener participación en las designaciones lo
que finalmente determinó que existan diez ministros y sea el Presidente quien
tenga el voto dirimente para determinar si un precepto es constitucional o no”
Otro asunto de suma importancia es que una vez designado un ministro debe
independizarse completamente de quien lo designa. Tan importante es esa
independencia que el juez constitucional no puede ser reelegido, para evitar que
busque una nueva designación. (G, 2019)
“En todas las democracias existe un Tribunal Constitucional que cumple el rol
de contrastar la Constitución y las leyes. Es impensable que en una democracia
moderna no haya TC. Como dice García de Enterría, uno de los más grandes
juristas españoles, “una constitución sin Tribunal Constitucional está herida en el
alma”, esa concepción de que no exista TC y que sea solo el Congreso el que
decida lo que es bueno o malo es una concepción del siglo XIX. En los países en
que no hay TC, el control lo ejerce la Corte Suprema.” (G, 2019)
La falta de técnica legislativa en las Cámaras, tanto en la de Diputados, como en
el Senado, previamente se emita informe especialmente en el caso de leyes que
son particularmente complejas por parte de la comisión de Constitución, como se
hacía en los noventas. Incluso la Corte Suprema hace presente observaciones
para algunos tipos de leyes y no siempre son tomadas en consideración.
Existe una imperiosa necesidad de que el texto legal sea, durante la tramitación,
revisado con mayor rigor de acuerdo a la jurisprudencia; y, en segundo lugar, la
circunstancia que en todas las democracias modernas los TC están llamados a
resolver si una determinada ley durante su tramitación es contraria a la CPR. Fue
el presidente Eduardo Frei Montalva quien decidió la incorporación de este
organismo para revisar las leyes durante su tramitación a requerimiento de los
parlamentarios. El propio presidente Allende fue favorecido por las decisiones
del TC y era partidario de aumentar sus facultades lo que obviamente no
prosperó debido al Golpe de Estado.
Al interior del Congreso existe un escaso trabajo de control interno constitucional
por parte de los colegisladores. La Cámara y el Senado deben fortalecer un
trabajo interno, porque si uno revisa la jurisprudencia del TC se puede observar
que la gran mayoría de las decisiones se refieren o a diferencias arbitrarias
injustificadas o a faltas al debido proceso. Por ejemplo, en el proyecto de Aula
Segura los reparos de constitucionalidad decían relación con la falta de resguardo
del debido proceso y eso se enmendó durante la tramitación y se estableció un
mecanismo de adecuadas defensas de manera que la persona que eventualmente
pudiera ser expulsada de un establecimiento tuviera un debido proceso.
Posteriormente el Tribunal validó la normativa, lo que es prueba de la necesidad
de un mayor apoyo en el estudio de los proyectos de ley. Es fundamental que se
entienda que el que los proyectos sean aprobados por mayoría les da legitimidad,
pero no constitucionalidad.
Hay un desconocimiento general de lo que es el TC, de las carreras de sus jueces
constitucionales, de la labor que ejercen y de cómo han votado en diferentes
casos. Es claramente un problema de cultura cívica que atribuyo a la falta de la
asignatura de educación cívica en la enseñanza media.
Quizás, dentro de estas reformas que pretende plantear el Congreso pueda
analizarse las exigencias para ser ministro del TC, pues nuestra tradición exige
quince años de haberse destacado en el ejercicio de la profesión, lo que es un
concepto bastante amplio, pero quienes integran el TC son personas muy
destacadas y el prestigio de la jurisdicción constitucional chilena en el extranjero
es altísimo pues se entiende que Chile es un país estable que da cuenta de que sus
autoridades son reconocidas.
El episodio de la agresión al Presidente del TC es inédito en Chile, jamás había
ocurrido algo como eso ni en los tiempos más complejos de nuestra historia y fue
preocupante porque es signo de un problema difícil de dimensionar y que es de
carácter sociológico: cómo una persona puede cuestionar una institución al punto
de la agresión a una autoridad del país. En Chile los jueces caminan por las calles
y eso no pasa en Argentina o en México, por ejemplo, donde los jueces viven
bajo una constante amenaza contra su integridad y la de su familia. En Chile
tenemos una tradición de respeto a las instituciones y a las
autoridades que debemos preservar porque es un ejemplo para la comunidad
internacional. (G, 2019)
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