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REFLEXIONES VOCACIONALES
ENERO
SEMANA DEL 23-27
POSTER:
Puedes orar ¿Qué esperas para entrar en intimidad con
Él?
Martes 24 de Enero.
"Con Cristo lo puedo todo"
Se cuenta que cierto día llegó un joven a las puertas de un convento, con la intención de ingresar a él. Al
recibirlo el Hermano Superior se sorprendió de la debilidad física que a leguas se notaba en el candidato
al Noviciado. Entonces, lo pasó a una de las celdas y le dijo:
"Mira hijo, aquí deberás dormir; como ves, no tendrás colchón..."
Posteriormente lo llevó al comedor y se dirigió a él diciendo:
"La comida será escasa, somos muy pobres..."
y el joven solo observaba.
Finalmente, lo condujo al campo y le dijo:
"Las labores son arduas; debemos trabajar intensamente para comer..."
El joven seguía callado, hasta que rompió el silencio y dijo:
"Hermano, ¿Habrá en mi celda un crucifijo?"
"¡Claro!", le respondió el Hermano.
"Entonces, dijo el joven, me quedo, porque con CRISTO LO PUEDO TODO".
APLICACIÓN: A algunos, hombres y mujeres, Dios les hace un llamado especial, invitándolos a dedicar su
vida entera al servicio de los demás. Son personas que han sido fascinados por el amor de Cristo y han
decidido libremente responder a su llamado consagrando su vida enteramente a ÉL y a su servicio.
Todos sabemos rezar, orar, hablar con Dios. Hagámoslo y pidamos porque Dios envíe muchas vocaciones
sacerdotales, religiosas, laicales.
MÁXIMA: La vocación en una ENTREGA, no una RENUNCIA"
Miércoles 25 de Enero.
EL LEÑADOR
Dos hombres hacían leña. Uno de ellos parecía ser especialmente diestro. Trabajó todo el día sin respiros,
en su afán por cortar más leña que el otro. El segundo leñador hacía una breve pausa cuando menos una
vez por hora.
al fin del día el hombre que había hecho las pausas, había cortado más leña que el que nos se detuvo ni
un minuto. Este último le pregunto al primero: "¿Cómo es posible que tú hayas cortado más leña que yo?"
Todo el día estuviste haciendo pausas y por el contrario yo no paré de trabajar.
El leñador que había cortado más leña respondió: "Efectivamente, hice varias pausas durante el día, pero
lo que tu no viste es que cada vez que descansaba, me ponía a afilar mi hacha".
Aplicación: El mensaje de esta breve historia salta a la visa: todos tenemos que darnos tiempo para
"afilar nuestra Hacha".
Para afilar el hacha es necesario detenerse y reflexionar sobre lo qué estamos haciendo y cómo lo
estamos haciendo. Aparentemente quien no se detiene a "perder el tiempo", avanza más en el vida. Pero
a la larga, el tiempo que se cree perdido en la reflexión y la oración es el que nos va a hacer avanzar más,
pues es lógico que una hacha afilada corte mas leña con menos esfuerzo. Tú , joven, necesitas DETENERTE
periódicamente en esta etapa que estás viviendo, en la que irás tomando importantes decisiones para tu
futuro y reflexionar a fondo" ¿Quién soy?", "¿A dónde voy?" "¿Qué quiero?".
Debes darte tiempo para orar y meditar: "¿Qué quiere el Señor de mí?"
Máxima: "Cierra los ojos y verás, haz silencio y escucharás"
Jueves 26 de Enero
El poder de la oración
Gabriela Louise Redden, una mujer pobremente vestida y con una expresión de derrota en el
rostro, entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy
humilde le preguntó si podía fiarle algunas cosas.
Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que
tenían 7 hijos, y que necesitaban comida. John Longhouse, el abarrotero, se mofó de ella y le
pidió que saliera de la tienda. Visualizando las necesidades de su familia, la mujer le dijo: “Por
favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda.” John le dijo que no podía darle crédito,
ya que no tenía cuenta con la tienda.
Junto al mostrador había un cliente que oyó la conversación. El cliente se acercó al mostrador y
le dijo al abarrotero que él respondería por lo que necesitara la mujer para su familia. El
abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenía
una lista. Louise respondió: “¡Sí señor!”. “Está bien,” le dijo el tendero, “ponga su lista en la
balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancía.”
Louise pensó un momento con la cabeza baja, y después sacó una hoja de papel de su bolso y
escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto
con la cabeza baja. Los ojos del tendero se abrieron de asombro, al igual que los del cliente,
cuando el plato de la balanza bajó hasta el mostrador y se mantuvo abajo. El tendero, mirando
fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente y le dijo: “¡No puedo creerlo!”.
El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato de la
balanza. La balanza no se movía, así que siguió llenando el plato hasta que ya no cupo más. El
tendero vio lo que había puesto, completamente disgustado. Finalmente, quitó la lista del plato y
la vio con mayor asombro.
No era una lista de mercancía. Era una oración que decía: “Señor mío, tú sabes mis necesidades,
y las pongo en tus manos”.
El tendero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y
en silencio. Louise le dio las gracias y salió de la tienda. El cliente le dio a John un billete de 50
dólares y le dijo: “Realmente valió cada centavo” Fue un tiempo después que John Longhouse
descubrió que la balanza estaba rota.
En consecuencia, solo Dios sabe cuánto pesa una oración.
Máxima: "Solo Dios sabe cuánto pesa una oración"
Viernes 27 de Enero
SAN MUCIANO MARIA, Hermano Lasallista, Hombre de oración y sencillez.
El Hermano Muciano no fue muy espectacular.
Era un joven dentro de una familia católica de Bélgica. Su papá era herrero y su mamá tenía un café en la
casa. Luis es su nombre, no tenía las capacidades del papá para seguir el oficio de éste.
Cuando supo de los Hermanos, entró a su escuela e ingresa con ellos en 1856, al inicio no le fue bien,
batallaba con la disciplina, pero con la ayuda de otro Hermano, saldrá adelante.
Lo que más impresionad de su vida, es que "siempre hizo lo mismo"; durante los 57 años que vivió en
Malonne, el Hermano no realizó más que trabajos humilñdes. Aquel que no se le considera bueno para
nada, se le emplea en todo. En los trabajos ordinario vive él la santidad de lo cotidiano.
¿Por qué reconocer lo extraordinario de esta hombre?... por tres razones: El Hermano Muciano ha vivido
su santidad en los trabajos cotidianoa; es un verdadero hombre de oración y ha sido apóstol en medio de
los estudiantes.
Siempre fue así, murió como vivió: sencillamente.
Termina su vida invocando a María: "Que alegría morir, habiendo amado a la Santísima Virgen María".
Máxima: La oración debería ser la llave del día y el cerrojo de la noche.
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