Jamie Cada estudiante se encontraba enfrascado en la lectura de 1984, algunos estudiantes escribían en sus libretas las ideas importantes de cada capítulo y otros resaltabas las citas importantes en las páginas del libro. Aunque había unos que escribían y resaltaban todo en las páginas del libro, esos se ganaban unas miradas de desaprobación de sus compañeros. En ocasiones algunos se acercaban a mi escritorio para resolver algunas dudas en la lectura. Mis ojos se posan en ella, su ceño esta fruncido y suspira como tratando de tranquilizarse. Su cabello se encontraba amarrado por unas cintas las cuales hacían un poco su labor de controlar sus rizos, aunque uno que otro se escapaba de ese encierro; su aspecto era un poco mejor comparado con el día en la huerta. Se estira un poco y sus ojos me atrapan mirándola más desvió mi mirada de inmediato. La conversación con la directora volvió a traerme un mal sabor. Entendí de una mala manera sus palabras de aquella noche. “Muchos decían esos, pero solo quedo en promesas vacías” había dicho ella en medio de su dolor. Una semana antes. La melodiosa voz de Nana me hizo abrir los ojos, Lakehouse estaba siendo producido en el audiófono. Escuche las risas de personas muy a lo lejos, aunque el sonido más predominante era el de las hojas de los arboles chocar contra el viento. Mis ojos se abren de sorpresa al encontrar a la estudiante Loveless al lado mío durmiendo plácidamente, la barra de cereal que le había dado estaba a medio abrir y contenido seria alimento para algún animal. Reviso la hora en mi reloj y suelto una queja al ver que era las seis y media de la tarde. Solo me quedaban diez minutos para reservar un buen asiento y no quedarme al lado del profesor de educación física, Louis, solamente hablaba del programa British got talent y como fue injustamente sacado de él. Mi vista vuelve a dirigirse a ella. Y de repente estoy dándome cuenta de mi error. Me había quedado solo con una estudiante alejada de todas las personas. No podía dejarla en este lugar, probablemente cogería un resfriado o algo peor por su estado más tampoco podía llegar con ella de repente ante las miradas de miles estudiantes. Era hombre muerto. No entendía porque carajos la seguí hasta este lugar, tal vez fue lastima. Me era inevitable no buscarla en medio de las personas después de lo que le sucedió; el verla al borde de la muerte e indefensa me sigue molestando en ocasiones. Siempre trataba de verla y poder descifrar su estado de ánimo. Nada sanaba las heridas como el pasado, pero ¿y si estas siempre mantenían abiertas? En la mañana antes de entrar a los salones, me mirada cayo en ella. Su cabezo ocultaba los audífonos en sus orejas, ella misma creo un campo de protección contra las personas y tal vez se estaba perdiendo. En la clase mientras escribía un ensayo libre que debían exponer en la próxima clase, su mirada no despejaba de la ventana. Había transcurrido tan solo una hora y muchos de los estudiantes llevaban dos hojas con tachones, correcciones, sin embargo, ella no había terminado ni el primer párrafo. ¿Qué pensamiento tendría? ¿se encontraba bien? Esta pregunta siempre pasaba por mi cabeza cada vez que la veía. Me apoyo contra la madera de la casa y la observo, su rostro se ve sereno y es gratificante. Creo que la observo más de lo que debería últimamente, pero ¿no lo haría cualquier persona? Cualquier persona puede engañarte con una sonrisa ya que es una expresión que nos enseñan a disfrazar desde pequeños cuando nos obligan aceptar las reglas de la sociedad y esconder nuestras emociones, a veces una sonrisa puede ser una llamada de auxilio. Me acerco a ella y trato de tocar su rostro, más me detengo. Eso estaba mal. No debía hacerlo. Se estaba poniendo fría la tarde, su cuerpo templo un poco y se posiciono en forma de huevo. Su vestido se subió hasta sus muslos y se veía el inicio de sus medias. Volví a observar al instituto y seguí a mis instintos. La cargue con cuidado que su vestido se quedara junto a su cuerpo y no revelara nada que podrían usar contra de ella. Amelia en su no era una mujer pesada, comparada con la vez anterior, ha adelgazado; mis dedos pueden sentir sus costillas y su clavícula es visible a simple vista. Camino con ella con facilidad, cuando estamos cerca del instituto puedo notar como muchos estudiantes comienzan a observarnos curiosos y a caminar junto a mi preguntándome cosas. —¿Esta ella bien? —susurra una rubia preocupada por Loveless. —No tonta, no ves como la están llevando. Se desmayó, quizás. —le responde su amiga. —¿Qué ocurrió con ella profesor Gray? —cuestiona Lana caminando codo a codo conmigo. Sus ojos miran a Amelia sin empatía y pregunta por preguntar. No respondo a ninguna de las preguntas de los estudiantes y me valía que sospecharan de una relación inexistente. Solo quería ponerla en un lugar seguro en este maldito lugar. Anne viene corriendo junto a unos estudiantes y observa a Loveless con temor pensando lo peor, ¿Quién no lo estaría? Al haber escuchado como esta chica es el punto blanco de los maltratos crueles de sus compañeros cualquier estaría desesperado por saber su estado, y Anne no fue la única que escucho acerca de lo ocurrido, la chica que casi siempre esta con Loveless se acerca angustiada y empuja a Lana de mi lado para comprobar a su amiga. —Tiene fiebre. —susurra. Anne logra escucharla. —Vamos a la enfermería. Me apresuro a llegar a nuestra parada, entro al edificio oeste en donde estaba la enfermería y Anna obliga a los estudiantes a irse. Los pasillos estaban solitarios y eran alumbrados por unos candelabros. El lugar daba la vista a un patio de descanso para aquellos que necesitaban despegarse un poco de las personas, abrí la puerta del lugar y la acosté en la camilla más cerca. Toque su frente y si tenía un poco de fiebre. La enfermera se acerca con prisa hacia nosotros y le toma la temperatura a Loveless, la chica suelta un quejido y su ceño se frunce, está apunto de levantarse. La amiga de Lovelesss se encontraba al final de la camilla observando a su amiga preocupada con su teléfono listo para llamar a lo que creo que sería a la madre de la chica. La enfermera fija su mirada en mí y de repente me siento en una sala de interrogatorios. —¿Dónde encontró a la estudiante profesor Gray? —cuestiona la enfermera. —En ese vivero desocupado. —¿El azul con bayas a su alrededor? —pregunta la amiga de Amelia. Asiento. —Es su lugar favorito del instituto y antes que ambos estén pensando en tocar su currículo, está en el área accesible a los estudiantes. —¿Ha estado enferma recientemente? —la enfermera cuestiona a la chica. —Con un poco de gripe que ha controlado con pastillas y unos tés. Le dije que debía arroparse, no es una persona con buenos anticuerpos. —Y por su masa muscular, su cuerpo no puede calentarla. —interviene Anne, se acerca a Loveless y toca su frente —está muy delgada, ¿puede dejarle algún suplemento? —Claro, y algunas pastillas para cuidarse la gripe. No queramos que algo malo ocurra. Las observo conversar acerca de la estudiante Loveless, mi vista intercala en ellas y ella. La pregunta que he querido preguntarla en muchas ocasiones aún sigue atascada en mi garganta tratando que esta solo fuera una suposición y no una realidad del estado de salud de la estudiante. Me ofrezco a llevarla a su habitación y no tardamos mucho en realidad; los dormitorios de los estudiantes quedaban en áreas separdas