Subido por CRISTOBAL ARTETA PEÑA

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EL CORAZON DE LA CIUDAD
Conversaciones en el CIAM VIII, Episodio 10
Colaboracion: Luis A. Kobata
Publicado: http://laboratorioarquitecturaperu.blogspot.com/
De
izquierda
a
derecha.
Le
Corbusier,
Alaurant,
Van
Eesteren,
Sert,
Emery,
Peressutti
VAN EESTEREN (Ámsterdam): El problema fundamental que hemos de plantearnos consiste en
determinar el lugar adecuado para el Corazón, dentro del conjunto urbano.
EMERY (Algeria): Cuando por primera vez contemplé de noche la ciudad de Nueva York, con sus
luces resplandecientes me pregunté por qué las luces estaban arracimadas de aquel modo. Parecía
un campo de maíz donde el grano hubiese germinado en ciertos lugares y en otros no. Se ha dicho
que corresponde a nosotros, los arquitectos, el determinar cuáles sean los mejores emplazamientos
para el Corazón, pero yo creo que éste nace de un modo completamente espontáneo. Lo único que
podemos hacer nosotros es colocar ciertas cosas en una posición tal que puedan ser utilizadas por
el público. No es de responsabilidad nuestra el que la planta crezca o no. Ciertamente que a todos
nos preocupa el que algunas plantas no hayan crecido, pero no creo que logremos saberlo.
LE CORBUSIER (París): Sin embargo, podemos precisar todavía un poco más, podemos señalar
lugares especiales para el Corazón, aunque, desde luego, en estos tiempos de rápidas mutaciones
es imposible tener la plena seguridad de que esos lugares serán los que continuarán desarrollándose
en
el
futuro.
VAN EESTEREN: En Holanda hemos estado planificando un área que podrá albergar casi 10.000
personas. De momento hemos empezado con los Corazones periféricos y luego haremos el central.
EMERY: ¿Están ustedes seguros del lugar de su emplazamiento? ¿Se desarrollará realmente en el
centro?
TYRWHIT (Londres): En las pequeñas ciudades inglesas, el Corazón principal ha surgido siempre
entorno al núcleo inicial de las mismas, y parece muy difícil variar esta regla. El primer Corazón que
aparece,
conserva
su
calidad
de
verdadero
centro.
EMERY: Como la taberna del Far West, que mas tarde se convierte en hotel y centra la zona
comercial.
LE CORBUSIER: Esto significa que, desde el principio, debe decidirse lo que se desea hacer, a
dónde
se
quiere
llegar.
SERT (Nueva York): Debemos procurar definir la clase de espacio apta para convertirse en Corazón.
Debe hallarse en el centro estratégico de la ciudad, debe ser un lugar escogido por la gente misma,
consagrado por el uso. Debe defendérsele de la posibilidad de que allí se edifique, y hay que
mantenerle disponible para las manifestaciones espontáneas del pueblo. En él, el individuo debe
sentirse rey, el peatón dueño absoluto, y debe hacérsele inaccesibles a los vehículos. Con el
transcurso de los años, éste espacio adoptara una forma especial, creada por las necesidades de
aquella particular población e interpretada por los arquitectos de su tiempo.
LE CORBUSIER: En esta época nuestra de incertidumbre y duda, la palabra «espontáneo» debe
significar que este espacio ha de permanecer abierto y accesible a todos los que deseen emprender
algo que pueda ser útil. Dentro del Corazón, la posibilidad de expresión no debe reservarse
exclusivamente a las clases profesionales, ni a ninguna profesión particular.
VAN EESTEREN: Debemos prever la posibilidad de cambios en el futuro. En nuestra mudable
sociedad, el Corazón debe ser flexible, a fín de que las nuevas exigencias puedan hallar en él su
expresión. Esto podría significar que hemos de construir edificios provisionales.
LE CORBUSIER: Si no somos demasiado ambiciosos al principio, es posible reservar un cierto
espacio para las necesidades futuras. Esto puede lograrse creando jardines, en el bien entendido de
que tanto el arquitecto como el diseñador del jardín no deben dar nunca la impresión de que sus
obras sean temporales o provisionales. Ello significa que debemos concebir un tipo de arquitectura
que no sea ni temporal ni eterna, y que los lugares mismos deben ser considerados más bien corno
laboratorios, como gabinetes de investigación de ideas que como emplazamientos para edificios
públicos monumentales. Hay una sutil diferencia entre estos dos modos de concebir las cosas,
diferencia
que,
sin
embargo,
es
sumamente
importante.
SERT: Según esto, los edificios deberían pertenecer más bien al tipo de edificios para exposiciones.
LE CORBUSIER: Es posible, pero encierra grandes peligros. Quizás fuera mejor esforzarse en
mantener la medida humana en todos sus grados: en otras palabras, mantener la medida del
Corazón en relación directa con el uso que del mismo se haga en cada momento, y resistirse a
introducir
en
él
elementos
que
caigan
fuera
de
esta
medida.
VAN EESTEREN: Ósea, que hay que volver al ejemplo que nos ofrecen los pueblos. De momento,
la vida de un pueblo está dominada por pequeñas empresas individuales - tiendas y demás -, pero
existe una clara tendencia hacia una vida de mayor colaboración. El plano del Corazón debe ofrecer
facilidades para que esta vida más libre encuentre expresión cuando se produzca.
LE CORBUSIER: La palabra «laboratorio» debe incluir en su significado a los clubs de todo género.
Estos clubs o círculos de diversos tipos, requieren formas específicas, iluminación adecuada,
situación conveniente. No es necesario que todos ellos estén agrupados, pero sí lo es que el lugar
en que se encuentren esté siempre lleno de vida, que sea utilizado de día y de noche, durante todos
los días de la semana y todos los meses del año. Esto exige un programa arquitectónico completo.
SERT: Está bien hablar de clubs que, en definitiva, son lugares de reunión. Pero es necesario que
existan también lugares donde puedan ser exhibidas al público cosas, como obras de arte, pinturas,
etc. Estos edificios deberían ser adecuados para desplegar en ellos las más variadas actividades,
tales como debates, conciertos, exposiciones de toda clase, desde las de cuadros a las de
maquinaria.
TYRWHITTZ: ¿Debe el mercado tener su emplazamiento en el Corazón, tal como hoy lo
concebimos?
Le CORBUSIER: Teóricamente debe desaparecer del mismo. La gente de Marsella, donde el sol
caldea intensamente, prefiere vender sus patatas bajo cubierto; pese a que los turistas encuentren
pintoresco el mercado al aire libre, es mejor que disfrute de sombra y techado.
SERT: Nosotros debemos trabajar para la gente de la ciudad, no para el turista, que es sólo
ocasional. Mucho mejor si el turista encuentra atractivo el lugar, pero no debe ser ésta nuestra
finalidad. Prefiero volver a considerar la necesidad como razón determinante de la elección de
emplazamientos adecuados para el corazón. En el CIAM hemos aceptado la idea de la serie para
los grupos de viviendas. Los Corazones de las pequeñas agrupaciones no deben quedar
completamente encerrados y aislados unos de otros. Necesitamos una especie de red que los
coligue entre sí; una especie de collar de Corazones. El 14 de julio los parisienses recorren sus
distritos, trasladándose de un corazón local a otro. Siguiendo los distintos lugares donde se celebran
festejos. Es importante destacar que esta serie de núcleos no Conducen hacia un extremo, sino
hacia un Corazón, el «Coeux»; He aquí la palabra adecuada, empleada en su sentido literal; el
Corazón de la ciudad como fuente de actividad que fluye hacia los otros Corazones, en forma de
elementos móviles que se desplazan de un lugar a otro y de otras expresiones visibles del espíritu
vital
de
cada
ciudad.
VAN EESTEREN: Es indispensable que nos preguntemos siempre si los elementos que introducimos
están de acuerdo con las costumbres y deseos reales de la población. Habréis hablado de las
grandes ciudades, y hemos admitido que se han extendido demasiado y que es necesario volver a
centrarlas.
SERT: No se trata tan sólo de que la ciudad se haya extendido demasiado sino de la necesidad de
introducir en ella una serie de espacios cercados, unidos al centro Principal por líneas de
comunicación, A veces pueden utilizarse las márgenes de un río para establecer esta ligazón.
Debemos poner de manifiesto que somos contrarios a la ordenación urbanística constituida por
centros separados a medio de pequeñas pueblos, que somos contrarios a la dilatación de las
ciudades solo por el gusto de dilatarlas. En América del Sur he podido observar muchas
comunidades planeadas según el sistema de la ciudad-jardín; son resultados francamente
deplorables, porque la población no tenía dinero suficiente para mantener en buen estado las amplias
carreteras pavimentadas , ni bastantes automóviles para recorrerlas, ni agua suficiente para regar el
césped.
BATISTA
(Cuba):
La
idea
del
Corazón,
¿es
distinta
de
la
de
un
barrio
urbano?
SERT: Completamente distinta. No debe existir ningún barrio sin un pequeño Corazón, pero este
debe ser tan solo reflejo local del núcleo principal, del Corazón de la ciudad.
HONNEGGER (Ginebra): De hecho, hay varios Corazones en una ciudad: el general, el político, el
artístico, el teatral, etc. Unos son lugares de reunión para pequeños grupos, otros para grupos
extensos. Algunas deben hallarse cerca de las zonas residenciales; otros interesan a un público más
vasto.
SERT: Nuestra labor consiste en proyectar el continente físico en el mejor lugar disponible. El público
decidirá
luego
como
ha
de
desarrollarse.
WISSING (Rotterdam): Sin embargo, no debemos tan solo hacer fluir la vida desde la periferia al
Corazón
de
la
ciudad,
sino
también
desde
éste
al
Corazón
del
barrio.
LE CORBUSIER: El problema verdaderamente importante de esclarecer es el de cómo y por qué los
hornbres se reúnen. El problema del Corazón de la ciudad, o sea el de la creación de centros de vida
social, es en realidad el problema de la reforma de la estructura de la ciudad. Nuestra labor como
arquitectos consiste en crear una síntesis: física de la vida’ social y dar a cada lugar los elementos
fundamentales
de
su
economía.
BAKÉMA (Rotterdam): Es cierto que cada barrio necesita un Corazón, pero, mirando a nuestro
alrededor, observamos que en nuestra vida social vemos lo que podríamos llamar el « elemento del
Corazón », y debemos encontrar formas en las que pueda cristalizar tal elemento para darle vida.
Debemos esforzarnos en dar expresión física a nuestros ideales sobre el Corazón, a fin de estimular
la
pública
demanda.
TYRWHITTZ: Una de las funciones primordiales del Corazón es la de proveer a los adultos de un
lugar donde puedan moverse libremente, sin ceremonia; un claro indicio de esta aspiración del
público es la presteza con que aprovecha cualquier oportunidad que se le ofrezca de moverse
libremente dentro de la ciudad. Dos características importantes del Corazón deben ser: presentar un
aspecto que responda a los diversos estados de ánimo de los ciudadanos, y estar físicamente
próximo a todos los lugares donde se despliegan las actividades propias del Corazón de una ciudad.
En el Corazón se reúne gente muy diversa y precisamente por esto los diversos centros de actividad
comercial, cultural, administrativa- no deben estar situados en zonas muy apartadas de aquél.
REAY (Glasgow): El Clima de Escocia hace casi imposible quela gente pueda reunirse al aire libre.
GIEDIÓN (Zúrich): En Italia, la gente se sienta en cualquier parte, a la intemperie, en los umbrales
de las casas o en las escalinatas. En Suiza, igual que en Escocia, eso no es posible. Pero siempre
puede crearse algo que se adapte, al clima, como por ejemplo las plazas de Bloomsbury. Los
Corazones más hermosos, han requerido siempre mucho tiempo para constituirse: Para la Plaza de
San Marcos fueron precisos quinientos años, Lo importante es que, aunque al principio todo sea
pequeño, está situado en el lugar adecuado. En Roma, Sixto V tuvo la lucidez y perspicacia de
colocar sus obeliscos en los puntos en que, preveía había de surgir un Corazón, y alrededor de ellos
nacieron,
efectivamente,
algunas
de
las
más
bellas
plazas
de
Roma.
MAYEKAWA (Tokio): En el Japón antiguo, el Corazón radicaba en los alrededores del palacio, y era
parecido al de las ciudades de Egipto y Mesopotamia, que los griegos despreciaban porque carecían
de ágora, Más adelante se situó entorno al castillo feudal, y sólo después del siglo XVII los
comerciantes tuvieron poder suficiente para unirse en una fuerte organización independiente, una
corporación, y construir separadamente su propio centro comercial. En el Japón, cuando pensamos
en el Corazón, tendemos a concebirlo como la sede de una corporación o sociedad cerrada. Pero
hoy el Corazón debe ser para una comunidad abierta. El centro comercial de una ciudad no es su
Corazón, ni tampoco el centro recreativo puede satisfacerse las exigencias del ser humano, tal como
nosotros lo concebimos. El Corazón debe tener espacio libre y servir a los ciudadanos para
actividades recreativas y culturales. El Japón no posee actualmente este tipo de Corazones, pero se
está
creando
uno
en
el
«
Proyecto
de
la
Paz
»
de
Hiroshima.
PAULSSON (Upsala): Hoy no existen muchas oportunidades de construir Corazones para ciudades
con gran diversidad de gente. Suecia, por ejemplo, solo ofrece la posibilidad de construir aldeas o
pueblos destinados a albergar a los obreros de una determinada industria (v .gr. colonias forestales),
en los que solo predomina una clase social. La historia de estas pequeñas comunidades no ha sido
estudiada nunca; algunas de ellas no han tenido jamás un Corazón, si bien han mantenido el
equilibrio
biológico.
ALAURENT (París): El Corazón debe contener servicios y diversiones. A medida que el Corazón
crece, aumentan los servicios administrativos, lo que conduce a la decadencia de la democracia
pura. Del poblado y el barrio residencial, pasamos al tercer grado de la escala citada por Sert en su
exposición: la población rural importante. En ella predominan los servicios técnicos. En el cuarto
grado - la ciudad - predomina el transporte, y en el último grado – la metrópoli- son las
consideraciones geopolíticas las que predominan. Esta misma diferenciación se da en el campo de
la educación, del comercio, etc. solo una cosa permanece invariable: si las diversas actividades se
desarrollan en distintos lugares, es imposible lograr que aquella estrecha relación del hombre con el
hombre, tan deseable. La plaza San Marcos, en el monumento del sorteo de la lotería veneciana,
constituye un buen ejemplo de cómo una muchedumbre puede gozar de una sistematización
urbanística perfecta, cuya perfección no radica exclusivamente en la arquitectura, sino también en
la intimidad proximidad de una multitud de actividades creadas por el pasado y el presente.
ROTH (Zúrich): Valery ha dicho que necesitamos una arquitectura que cante. Yo creo que
necesitamos ciudades que canten. Esta es la función del Corazón. Cada Corazón local debe cantar
su melodía, pero en el Corazón central debe oírse una verdadera sinfonía. En nuestra civilización
actual, siempre en continuo movimiento, es muy importante que el corazón permanezca
relativamente estático, que no cambie constantemente, sino que sea algo que perdure. Sert está en
un error al hablar de elementos móviles o temporales. El arte se crea para la eternidad. El Corazón
debe ser un lugar para nobles pensamientos y para la más alta expresión de vida. La síntesis de las
artes es tan antigua como la humanidad. Corresponde a nosotros - los arquitectos, que ejercemos
el arte coordinador - el restaurar esta síntesis. Para ello, el arquitecto debe estudiar pintura y
escultura, a fin de comprenderlas y, sin duda alguna, el artista debe colaborar en todo proyecto desde
el
principio,
y
no
solamente
al
final.
SERT: Cuando Roth se manifiesta de los elementos móviles del Corazón, piensa en nosotros,
personas que estamos siempre viajando y para quienes la vida está en continua mutación. Pero la
mayoría de las poblaciones del mundo todavía sentadas en el umbral de las casas donde nacieron,
y su único paseo es el de la plaza de su ciudad. Para esta gente quiero yo introducir elementos
móviles en el corazón, a modo de educación visual que les ponga en contacto con lo que ocurre en
el
resto
del
mundo.
ROGERS (Milán): No creo que la discusión deba concentrarse entre el arte moderno y el arte
temporal. Como decimos los latinos, debemos siempre obrar sub specie aeternitatis, como si nuestra
obra hubiese de ser eterna. No importa el que no llegue a serlo; personalmente yo creo que no lo
será, pero cada vez que trazamos una línea, debemos hacerlo como si hubiese de perdurar
eternamente.
Esta
postura
es
muy
importante:
es
una
cuestión
moral.
SERT: No es necesario que el CIAM discuta la necesidad de la existencia de un corazón en la ciudad.
Sabemos que esta necesidad es real. En una ocasión Honnegger nos contó la historia de ciertas
casas que había construido en África del Norte, dotándolas de agua corriente. La gente los
abandonó, porque las mujeres ya no tenían pretexto para ir al pozo. En España, la gente se reúne
en torno a las fuentes. En Nueva York, el Rockefeller Centre no es más que un pozo en medio de
rascacielos, pero la gente va allí. La necesidad existe. En América del Sur hubo una época de gran
actividad urbanística bajo la dominación española (1560-1570). Todas las ciudades tenían una plaza
principal de una cierta amplitud, rodeada por los edificios gubernativos y no por casas particulares.
Las cuatro calles que conducían a la plaza estaban protegidas por pórticos del sol y del viento. Estos
Corazones han cumplido perfectamente su función lo mismo antes que ahora. Debemos aceptar
incuestionablemente la necesidad del Corazón en nuestros días. Los nuevos Corazones no serán
construidos como un todo único, y no es necesario que los proyectemos con todos sus detalles.
Cuando en 1945-46 proyectamos el Corazón de una ciudad de Brasil, establecimos unas cuantas
reglas que consideramos de la máxima importancia: a) separación entre vehículos y peatones; b)
espacio abierto para el uso de la gente; c) espacio cubierto, también para el uso público. Ambas
clases de espacio son necesarias, y los métodos modernos de construcción ofrecen la posibilidad
de
amplios
espacios
cubiertos.
EL CORAZON DE LA CIUDAD, (E. N. Rogers, J. L. Sert y J. Tyrwhitt, 1955) XVIII CIAM . Editorial
Científico - Medíca 2da Ed. Barcelona 1961.
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