Subido por Ricardo Piña

CUSHC

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Con un simple Hola comenzó, nuestra historia de amor, ella no lo sintió así, seguro estoy.
La vi en aquella en aquel balcón, era una especie de Desnivel en un campus en la Universidad de
Antioquia en Kazajistán.
Caminaba yo por las instalaciones cuando veo un anuncio de Clases de literatura, había sido yo
tentado tiempo atrás por algo de eso y en aquel entonces, con el corazón un poco estrujado,
supuse que sería buena idea ir a allá a intentar sacar un poco de jugo de aquel dolor a piquetes
que invadía mi mente y corazón.
Entonces entré a ver que provecho podía a sacar a mi tiempo libre, a ver si tenía yo verdadero
talento para hacer como hacen las personas a las que idolatro y que escriben tantas bellas,
historias de cosas impresionantes. De modo que sin buscarlo ni pedirlo me encuentro ese
pequeño y glorioso regalo de dios. Mirando un libro con una playera blanca, con un look que
hacía parecer que su apariencia no era lo más importante para ella. Piel blanca, ojos negros
cabello de talla media y un poco maltratado, tenía hecha una cola. Era seria, de boca pequeña
tría puesto un short que dejaba ver todas sus bellas piernas. Yo que estaba lastimado de a poco
y poco me importaba lo que se pensara de mí, me senté junto a ella solo para verla más de cerca,
tomé un libro para disimular un poco, pero de ese maldito libro no recuerdo una sola letra. De
pronto me vio y mi corazón volvió a la alegría, bajó la mirada rápido ni siquiera sonrió, a mí no
me importó la seguí mirando fijamente aunque la asustara, quería seguirla admirando. Entonces
llegó Héctor y nos llamó de modo que tenía que voltearlo a ver a él y dejar de verla a ella.
Hector era un tipo un tanto extraño y complejo, se presenta aparentando estar por encima
siempre de la situación, pero es un tipo que por un lado parece querer entrar en confianza con
el mundo entero y por otro te dice guarda tu distancia.
Entonces, que caso tiene.
Solo un pensamiento, solo un par de palabras te diré
La fama es efímera, se desvanece, como se desvanecerán mis palabras, y mi cuerpo hecho
cenizas volará por las calles y cubrirán alguna roca o algo menos valioso, y si mi nombre queda
en la eternidad, eso será genial, y si nunca soy reconocido, también lo será, aunque lo que hago
no me lleve a ningún lado, lo seguiré haciendo, porque me apasiona, yo vivo y respiro por lo que
hago.
Vivir no es necesario, navegar es necesario.
So what’s the metter with you? See me something new
Navego en los mares de mi realidad, sin conocer este mundo y sin comprenderlo, me levanto
cada maldita mañana mirando a la gente y su brutal indiferencia hacia la pregunta que hago en
mi mente. Me resulta raro de pensar que ellos no se hagan la misma pregunta, ¿que hacen aquí?
Y ¿cuál es la razón de su existencia?
Vivir no es necesario, Navegar es necesario.
Capítulo 1
Voy de camino a la escuela, por el rio Sena, sigo este camino mientras escucho el agua fluir
libremente entre las piedras sin que nada la detenga, miro la maleza y a los perros carentes de
belleza que caminan al borde del rio y viven su libertad y su mundo. Siempre utilizo este camino
largo a la universidad aunque me quita tiempo, es menos cómodo y ciertamente no es tan bello,
a través de los años eh aprendido a quererlo. He visto esas plantas y a esos perros crecer, he
visto el rio vaciarse y llenarse una y otra vez. Llegué a la conclusión de que yo, carente de una
familia y amor fraternal, eh encontrado a mi familia en el entorno en el que me muevo y he
aprendido a amarlo lo suficiente para sentirme lleno en el corazón.
Mismo habiendo crecido en ese aire de carencia de amor, me la he arreglado para ser un chico
normal, dentro de lo que cabe, o al menos hasta ahora. Quiero decir; tengo amigos y enemigos,
tengo gente que no me agrada y hasta gente que odio, pero siguen vivos. Entiendo
perfectamente a la sociedad, sus límites y formo parte de ella. Tengo gente que me quiere y se
preocupa por mí, poca, pero la tengo. Tengo un estilo de vida bastante normal y adaptado a lo
que me rodea. Bien pienso que las ideas que por mi cabeza pasan no pasan por la cabeza de
cualquiera, pero en cuanto a mi exterior, todo se mantiene en orden.
Si he de hablar de mí habré de contar que mi vida no es en absoluto mala, vivo solo a mis 17
años, en un lindo apartamento que mi padre paga, porque el gobierno lo obliga. No entiendo
muy bien porque él nunca hizo por criarme, no entiendo porque tanto afán de él por no
conocerme y verme, es extraño realmente. De cualquier modo, nunca me ha preocupado, como
antes dije, me las he arreglado perfectamente. Bueno volviendo al tema de mi vida, tengo total
independencia, en una edad en que todos la desean, recibo de mi padre un sueldo mensual
porque el gobierno lo obliga, mujeres vienen al departamento cada cierto tiempo a hacerme
compañía, porque por suerte, las mujeres me desean.
Siempre he sido una persona muy solitaria, fui concebido en una noche de fiesta, por dos
personas que no se conocían, ambos carentes de afecto el uno por el otro y por consiguiente
carentes de afecto hacía mí, mi padre un borracho amante de la fiesta, vivía de la renta de unos
lujosos departamentos que sus padres (mis abuelos) le habían heredado. Mi madre una joven
contadora exitosa y soltera. Nunca quiso ser madre, pero era cristiana devota y el aborto no era
una opción.
Deciden tenerme y al yo nacer mi madre decide no darme en adopción, en un arranque de amor
decide hacerse cargo de mí, suponiendo que aprendería a quererme con el tiempo, cosa que no
ocurre. Crezco en casas separadas por 40km la una de la otra, seis meses con mi padre y seis
meses con mi madre. Siempre carente de un hogar y de la calidez que brinda. Aún siendo así
crezco como una persona normal, buscando amor en todas partes, pero nunca en las personas.
Vivo una niñez difícil por la falta de amor pero una adolescencia feliz, por el exceso de libertades,
pues a los 16 años ya había aprendido a abusar de los recursos de mis padres, de sus obligaciones
y a encontrar amor en las fiestas y la atención del mundo.
A los 20 años me traslado a estudiar a la Universidad de Puerto Santo. Una prestigiosa
universidad en una Hermosa ciudad. Vivo en un departamento poco complaciente (pagado aún
por mis padres al igual que mis estudios, pues la ley los obligaba a mantenerme hasta que
acabara los mismos.) pero queda cerca de la universidad y el camino es adorable.
Llego a la Universidad después de mi largo camino de 25minutos, entro al aula de clases, como
siempre lleno de personas que no acaban de agradarme. Espero 30 minutos al profesor y decido
que este no llegará, abandono el aula y me dirijo a la biblioteca a esperar la próxima clase que
empieza dentro de 4 horas. Mientras espero tomo un libro al azar, de un escritor conocido,
llamado Paulo Cohelo. Nunca fui gran amante de la literatura, pero por alguna razón este me
resulta fácil de digerir y a su vez, atractivo.
Lo llevo a mi casa y termino de leerlo después de 2 semanas. Me quedo con algunas frases para
mi repertorio y con algunas moralejas para mi estilo de vida.
3 meses después, vuelvo a pasar de nuevo por la biblioteca, algo dentro de mi me guía a
curiosear y buscar algo en los acervos. De pronto la vista me enamora, amante yo de la historia,
encuentro un libro de Calígula, que dice contar una historia diferente de la ya conocida. Sin
pensarlo 2 veces lo tomo y comienzo a navegar en dicha historia.
La historia del niño extraño que se vuelve el mártir y presidente necesario incorrompible de mis
sueños
El problema no esta en ti ni en mi, mi problema es quererte demasiado, pues cuando es así, las
cosas simples se complican, mi mundo se cierra y las soluciones a mi cabeza no llegan. Me vuelvo
loco, no razono, me molesto por poco y mi corazón late por todo. El problema es que cuando te
quiero, mi vista se nubla y mi corazón se abre, pierdo la razón y mis sentimientos guían mi
camino.
Si no la quisiera, no la buscara y si no la buscara, seguro la encontraría.
Esa noche, mientras daba vuelta en la cama, mientras invadían mi mente imágenes
descabelladas relacionadas con cualquier cosa con la que estaba obsesionado en ese momento,
me di cuenta de que había perdido el control de mi razón, quería evitar pensar en algo, pensaba
en otra cosa y de pronto vi mi mente envuelta en un remolino de ideas tontas acerca de
cualquier cosa. Mi razón estaba despedazada, era un hecho, cualquiera que hubiera podido
mirar al interior de mi cabeza hubiera dicho “que maldito loco”. No entendía lo que pasaba era
como si estuviera drogado, pero no me sentía relajado, sino todo lo contrario.
Existió un hombre con un sueño llamado Roma, ese sueño habrá de cumplirse.
Do whatever just to stay alive
Dije que extrañaba escribir y es absolutamente cierto. Más cierto aún es que no sé de qué
escribir. En algún momento, cuando tuve la inspiración o las palabras, simplemente no pude
(por mi mano rota) y ahora me he decidido a no perder más mi tiempo. Sera que me siento
obligado, será que algo dentro de mí me dice que escribir es una manera justificable para gastar
mi tiempo, bueno, podría haber hecho muchas otras cosas.
Esta es La historia de Mario Beli, un Joven nacido en la costa italiana de Porto Angelo. Una bella
costa sin duda.
La verdad es que prefiero mil veces escribir a mano, esto es deprimente.
Cundo la encuentre
Cuando la encuentre joven, no sé si he de reconocerla, espero que se manifieste ante mi en la
mejor de sus fachadas. No sé si habrá más como usted, o si se presentará en varias
oportunidades, pero si no es así, espero que de mi vida no escape. Si escapa, espero que a mi
vida no haga falta. Siempre he dicho que a mi vida mujeres no le faltan, pero quizá, tan solo
quizá opino eso porque a usted no la he conocido ¿Como es que usted será? ¿Cumplirá con mis
deseos? ¿Será bella y con una bella sonrisa? ¿Será físicamente atractiva, delicada y
comprometida, con una meta como lo soy yo? Eso es lo que yo creo querer.
Mas no sé si merecer ¿cómo debería ser yo para merecer eso que pido? Digo guapo ya no puedo
ser, he nacido ya y no hay más nada que en mi pueda cambiar. Espero que usted quiera a mi
lado caminar. Yo solo busco que alguien sea mi equipo en la vida, por suerte soy libre de elegir
y claro está, más libre aun es usted de corresponder o no corresponder.
Pondré entre mis objetivos ser leal, que la lealtad sea importante.
Cuando mi vida sea brillante
Una mañana desperté sin haber rastro de ella
La busque de a poco sin pensar yo la habrían tomado las estrellas
Como me haces falta dulce primavera
Tomar tu mano era la felicidad certera
Completa, como completas mis necesidades
Y deberás saber que aunque no estoy seguro de haberlo deseado, las cosas han cambiado. Ahora
soy tuyo, para bien o para mal y mi promesa de lealtad, entera te pertenece. No estoy seguro
de tener la tuya, no estoy certero de que en tu corazón, algo verdaderamente haya cambiado,
ahora lo dudo. Pondré mi parte y seré quien creo que esperas, hasta el día que esté seguro de
que no te interesa nada, que nada cambió y que en tu corazón; un sentimiento por mí, no llevas.
Entonces habremos de dar un paso atrás después del gran salto que antes dimos. Habrá que
escalar la montaña y seguir en pie en la espera de que un “futuro” con un “nosotros” posible
sea. Esperar no es un martirio, la esperanza amor consigo lleva.
Eu só não posso acreditar que isso aconteceu, é que isso meu irmão foi um sono.
Mira hermano que ya no importa si no vuelve a suceder, es genial saber que al cumplir un sueño
parece haberse roto también una maldición. Pero fuera de ser genial por aquello de cumplir
objetivos y alcanzar metas, esto es fantástico por sí solo. El momento, recordarlo hermano mío
es algo simplemente delirante, creo que delirante es una palabra que se acerca a describir el
sentimiento que ese momento me deja y al recordarlo me transmite. No me lo esperaba,
estábamos sacando una fotografía de nosotros cuando de pronto sentí, mi sentido del tacto
percibió el contacto de una boca suave y pequeña se juntaba con la mía. Estaba rozando y pensé,
¿me está besando? No veía yo posibilidad, lo soñé millones de veces despierto y cuando ocurrió,
me hizo pensar que la realidad y la fantasía que en mi cabeza existe, no están tan distantes, y lo
que sueño y puede ocurrir, no es tan diferente. Porque no soy capaz, no me atrevería a sugerir
que mi influencia ha sido la creadora del momento, hoy en día de algo tan maravilloso pienso
que no pude haber tenido nada que ver. Debe haber sido gracia divina, debe haber sido un
premio de Dios; merecido o no, lo recibo y agradezco.
Aún hoy en día lo sueño, aún hoy en día tengo las fantasías que, antes de ella besarme, tenía.
Pero esta vez cada que lo sueño pienso ¿para qué fantasear? Si puedo recordar. Y es que aunque
los momentos en mi mente y en la realidad fueron siempre muy parecidos, mi mente carecía de
una cosa, la sensación táctil. Mi memoria y mi sueño pudieron haber sido las mismas, la misma
conversación, pudo haber sido igual de bello. Pero la diferencia es que se agregó la esencial
memoria táctil al recuerdo y/o fantasía. Pasa que mis labios recuerdan a los suyos, esa sensación
le otorga a la memoria el toque de sabor que hacía falta y que mi mete; nunca habría podido
imaginar.
Mientras tu mano toque mi mano, un hombre feliz seré.
Te dejo ahora, y ahora para siempre, puedo cambiar de idea... Claro está, pero no en los
próximos días, no en los próximos meses. No cambiaré por un beso, por un guiño, por un cariño
o por suerte. Esta vez está decidido, Sigues cumpliendo mis sueños, me sigues pareciendo
atractiva, sigues siendo quien más corresponde a quien quiero en mi vida. Solo está vez estoy
un poco harto, aburrido, cansado o quizá es que tengo mejores cosas en que pensar. Sabes…
Esa es la razón definitiva. No es que me hayas hecho algo que no me hayas hecho antes, no es
que te portes diferente, no es que no sigas siendo la misma que no se inmuta con mis detalles y
atenciones: Es que eres el sueño que ocupa mis pensamientos de forma más constante y el que
menos parece hacerse real. En cambio, tengo otros sueños, más grandes, más complejos y que
probablemente ocurran una vez en mi vida, que se hacen realidad en este instante y, no les doy
el espacio, no les dejas espacio. El pensarte me roba gran parte de mi imaginación, el quererte
me roba gran parte de mi amor y hoy, solo hoy, que tengo tanto por imaginar y tanto por amar,
he decidido que tú, no lo vales. No lo vales más.
Sin furia y sin despecho, sin rencor y con una fuerte sensación de seguridad y gratitud en mi
corazón, te dejo. Tomo el camino que de ti me aleja, no te quiero ni un minuto cerca. Si vuelvo
algún día será porque el destino así lo quiera.
Adiós mujer de mis sueños, espero alguien pronto ocupe tu lugar, porque “algo” ya lo hace.
Percibí la caída de un amigo, de un camarada. De un inocente y de alguien en quien creemos
siempre “nada malo merece”. Fue doloroso de ver pero más doloroso, mucho más doloroso
debió ser de sentir. Y es que por alguna razón encuentro la manera de siempre reflejar en mí las
emociones ajenas como si fueran propias. Lo vi y me partió el alma. “Mi compañero” decía. Pero
no lloraba, no podía. Aunque intentaba. Intentaba desahogarse y dejar que las lágrimas
cubrieran su rostro cuando le parecía todo su mundo se derrumbaba. Pero no podía, pues era
tan grande su pena, que el dolor la ahogaba. No le permitía respirar, gritar y acabar de llorar.
“mi compañero” decía y creía podía hacer algo aún para ayudar.
Después de verlo intenté atrapar como siempre ese dolor, reflejarlo en mí, aprender de él y
saber que haría yo. Lo logré. Pienso tomaría las cosas de un modo más filosófico. Yo antes había
pensado cual sería el paso a seguir cuando la gran tragedia se antepone, y sin embargo, después
de entenderlo seguía la pena en mí, la pena por lo que vi.
Me recordó a mi madre, ella habría hecho lo mismo, ella sufriría así. Ella partiría con él y moriría
así. Recordé que hay algo que aún no soporto ver, algo para lo que no me preparo aún y algo
que enfrentar no podría. Ver el sufrimiento ajeno, el sufrimiento de mis próximos, de mis seres
amados.
El sufrimiento de los más cercanos, se vive en carne propia.
And I wonder. Graphically, how could I define myself?
Con esta pregunta arranco mi autoanálisis de lo que debería marcar para siempre en mi
cuerpo. Y con esta pregunta me inspiro, pues me doy cuenta, no se trata solo de
conmemorar un acontecimiento, si no, una época. Y si bien no es la cúspide de la misma,
se parece mucho a eso y si he de buscar el momento perfecto, ese es este, la razón es esto.
Entonces trataré de responderlo, comenzando por aquello en lo que creo;
Yo creo en la honestidad y en mis capacidades, más aún en mi conocimiento y la noción de
conocerme completo, con mis fortalezas y debilidades, virtudes y defectos. Creo en el amor
con
la
definición
propia
que
he
creado.
Creo en la lucha; en lo que implica, en lo que cuesta y lo que vale.
Creo en mis sueños y mis objetivos, mis motivos y mis metas. Y más que cualquier otra cosa
creo en mi búsqueda insaciable de conocimiento y pericia, en la curiosidad y el crecimiento
que como humanos, invencibles nos vuelve.
Habiendo dicho aquello en lo que creo. ¿Que soy entonces?
Soy un hombre que lucha, soy un hombre leal a sus ideales, soy un hombre que sueña y
soy un hombre que busca. Soy un hombre que ama y como hombre que ama si he de ver
mi vida perecer, mientras sea de amor he de morir contento.
Si
he
de
morir
luchando,
Si
he
de
morir
por
lealtad,
Si
he
de
morir
soñando,
Si he de morir buscando….habré de morir contento.
“El que no lucha por lo que quiere, no merece lo que desea”
moriré
moriré
moriré
contento.
contento.
contento.
Porto Alegre - Brasil
Qué día más tenso, he tenido ganas de llorar creo unas 4 veces en el día. Entre la falta de
comunicación, entre el extrañar personas y escuchar que mi mama muere de preocupación
me mata lentamente. Pero ya hablé con alguien y quede más tranquilo.
He sido sin duda hoy una masa de emociones y pensamientos. He pasado de la alegría, a
la tristeza, de la pasión a la culpa y de la culpa a la lastima. Acabé el día casi llorando pero
creo que con el tiempo comienzo a encontrar la estabilidad y poco a poco sé que tomaré
fuerzas para luchar contra lo que se viene y poder disfrutar de todo.
Porto Alegre – Segundo día
Interesante día. Definitivamente mucho más feliz, el día fue activo, me mantuve ocupado
caminando de un lado para otro y eso me ayuda a sacar esa constante, pero no extraña,
nostalgia
de
mí.
En la noche tuve sexo con una chica que desgraciadamente me ama, no sé qué hacer con
ella. Desgraciadamente a razón de la comparación con el amor de mi vida, ella no me gusta
para nada. Sé que lo mío con aquella hermosura acabó y que tengo que mirar hacia
adelante… Y lo hago. El problema es que su recuerdo está presente y creo que después de
todo, esté amor que siento por ella “EVOLUCIONÓ” cambió y ahora creó cambios en mí con
los cuales no estoy del todo feliz, pues ahora, pasé a ser un hombre
civilizado…enamoradamente civilizado. Si debo confesar algo; me gustaba más ser un
animal y poder coger con cualquier cosa y quedar feliz con eso, es la primera vez que no
estoy feliz después de coger. Aunque, intentando volver al hombre primitivo que me gustaba
ser, ya hay una más en la cuenta. ;D
Es muy feo no quedar feliz después de coger, era como la droga legal y perfecta con la que
podía pasar de un estado normal a la euforia pura. Probablemente (y deseo eso con todo el
corazón) sea solo el momento de mi vida. Es decir, desde el primer día que hubieron caricias
con ella, yo estaba infeliz, pensando en otra cosa y no me hacía sentir realmente bien. Y
esto es debido a que de pronto olvidé que yo era feliz sin nada, me está costando realmente
entrar de nuevo en el ideal de que solo me hace falta el aire que respiro y la luz que entra
por mis pupilas para ser feliz. Pero creo que volverá, solo necesito entrar en confianza en
este nuevo país, encontrar equilibrio y seré mejor de lo que nunca fui, estoy seguro de eso.
Y a pesar de las dudas que tengo. A pesar de que a veces me subestimo y muchas otras
más me sobrevaloro, aún puedo admirarme algo, aún merezco mi propio respeto, pues
dentro de todo he apostado por mí mismo, por nadie más. He puesto fe, cuando el futuro se
veía turbio y poco prometedor, en que mis ideales eran la base de mi felicidad y fue con mis
ideales que he creado mi propio camino, alejado de todo lo que otros veían como felicidad
y todo lo que valoraban como éxito, decidí que mi éxito era distinto y me aferré a eso aunque
mil tormentas de inseguridad me azotaron, aunque mil veces quise cambiar el rumbo, me
convencí ante la perdición total; “de que estaba en el camino cierto” y luché contra la puta
infelicidad sin esperar nada a cambio, más que la casi nula satisfacción de decir que; hacía
aquello
en
lo
que
creía
y
no
importaba
lo
que
pasara.
Ahora se cosechan los frutos de siempre haber seguido sin desistir por ese camino que mi
corazón me impuso, y aunque muchas batallas quedan por luchar, muchas victorias por
conseguir y muchas más derrotas por sufrir, aunque sé que lo logrado aún nada vale, he
conseguido un estímulo, un premio merecido que me dice que mi autenticidad no se ha ido
por el caño, que ha sido siempre valorada, un premio de dios que me comunica; sigue tu
camino, nunca desistas, aunque la victoria no consigas has de seguir solo tu corazón y no
los deseos de vivir las vidas que otros viven, ni de ser lo que otros son.
Sigue adelante, nunca te rindas. Has de seguir la vida entera solo la traza que tu corazón te
marca.
Y es hoy que el amor mío cambia de rostro, por lo menos temporalmente. Es hoy que mis
anhelos y fantasías se pueden reflejar en otra cara, por una brasilerita.
Escucho su voz ahora mientras intento sugerir palabras adecuadas para desahogar el
sentimiento que llevo. Confieso no saber por dónde comenzar, pues la idea me trae mucha
alegría
y
preocupaciones
desde
muchos
diferentes
ámbitos.
Comenzaré entonces, por mero deseo de presunción y romanticismo, con una descripción
de
lo
que
percibo
en
su
apariencia
física.
Ya es un poco mayor, sin embargo no habré de mencionar su edad. Ella es de cabello negro,
corto, de test morena y rostro fino, con facciones no muy europeas, sin embargo delicadas
y sumamente bellas. Su rostro es en serio un conjunto de alegría y dulzura increíble, tiene
ojos brillantes y una mirada pacífica, con una sonrisa hermosa, que cuando se manifiesta,
DIOS SANTO, su rostro cambia por completo y da el toque preciso para concluir, que en
verdad es bella.
Con esto concluyo su descripción y paso a un rubro que considero más importante. Mi actuar
hacia ella. Estoy decidido y he concluido que habré de amarla, ya he comenzado y con
mucha facilidad, me permite lograrlo. Sin embargo que es lo ¿que estoy buscando
realmente? y aquí se presenta el primer problema; ¿porque estoy buscando algo? Si
supuestamente, en mi definición de amor, basta con tenerla cerca y saber de ella para que
dicho amor endulce mi vida. Probablemente el problema principal es que ella ya está cerca,
y la relación en la que puedo contemplarla y escucharla, ya está dada. Entonces es posible
que yo solo sea caprichoso y busque más de lo que tengo, aunque ciertamente, no
pretencioso. Yo solo quiero ser su amigo, interactuar con ella y pasar con ella agradable
algún ratito, no sé si sea mucho pedir a la vida que tanto me ha dado. Y esto es serio, mismo
siendo bien intencionado, ya tengo demasiado y debería estar conforme y permitir que las
cosas sigan su propio curso. Sin pretender actuar para forzar alguna cosa que por si misma no
se me es dada.
Es ese el hombre que yo concluí ser, ese es el hombre al que el mejor camino posible me ha
llevado. Sin embargo la idea de retirarme de esta grandiosa experiencia, irme lejos y no lograr
nada sabiendo; que todo estaba “tan claro” me retumba en la cabeza, no me resulta fácil
aceptarlo.
Voy ahora a tratar de definir realmente cual va ser mi actuar. Me resulta necesario, pues me doy
cuenta
de
que,
por
automático,
no
procederé
de
forma
acertada.
No buscaré lograr con ella un relacionamiento, de eso estoy seguro. Tanto como estoy seguro
de no poder evitar que ella encuentre una relación amorosa con otro “cara”. Todo eso se
encuentra fuera de mis dominios. Lo único que yo podría pretender es una amistad con ella, la
cual, pienso que si no doy los primeros santos de confianza y fe, no va ser dada.
Me siento ridículo con la idea y no me siento yo mismo cuando lo pretendo. Pero deberé
considerar algo, deberé plantearme una filosofía que me ayude a salir bien librado de cualquier
cosa que acontezca; Nada hay que temer, pues el fracaso ya está dado.
De modo que teniendo en claro lo antes dicho: si lo intento y nada pasa, no pierdo. Y si pasa, yo
gano.
Así hemos de proceder, considerando que mi amor por ella es claro y sin embargo, por su actuar
no he de salir afectado, pues de usted amor, no espero nada y lo que me ofrezca, habré de
aceptarlo.
Voy a reflexionar, daré una fuerte bocanada de aire y aceptaré que no es auto-convencimiento
cuando me digo que no soy miserable, que no estoy triste, que estoy inquieto, que tengo un
pequeño vacío que necesito llenar. Un pequeño vació de autenticidad, siento que me hace falta
ser yo mismo ¿o me equivoco? ¿Qué será que tengo? ¿Será que esto que tengo puedo llamarlo
de soledad? ¿Es esto eso que la gente tanto nombra y de lo que la gente huye?
Voy a hacer un pequeño análisis a fin de intentar llegar en una conclusión más razonable y
mucho menos precipitada, pues confieso, que esa primera respuesta me agrada, porque creo,
la soledad puedo solucionarla.
A lo largo del día, estoy ocupado, conversando con gente, resolviendo problemas, resolviendo
proyectos, haciendo algo, moviéndome. Puede ser que esté llegando a una conclusión, esté
lugar me enferma, este lugar me mata. Este lugar y todo lo que implica; La falta de actividad, el
encierro entre cuatro paredes, la soledad estúpida e innecesaria teniendo gente en frente… La
noche, la falta de posibilidades, la falta de hambre, la falta de ambición, la falta de ganas.
No voy a culpar al lugar, voy a culpar a lo que implica y a lo que me vuelvo en él.
Sin duda alguna dejo de ser yo mismo, me vuelvo solo la sombra pobre y vana de lo que soy.
¿Será que puedo plantear una solución? Lo tengo en mente, pero no me lo creo, no creo que
vaya ocurrir, no quiero mentirme. Puede ser que invitar a Mayara a solucionar mi soledad
solucione mis problemas, pero bien sea que implique mucha cosa o que sea un joto porque estoy
aquí y ahora. No creo que vaya dar cierto.
Confieso que Mayara me da un alivio, aunque puede ser bien temporal y es posible que no la
pueda estar buscando el tiempo todo.
Cada vez que venga “el recuerdo”, voy a recordar que soy todo cuanto quiero y logro tanto
cuanto puedo, que tengo más de lo que siempre he deseado y el pensamiento habrá de darme
calma, tranquilidad, felicidad. En aquel momento de sueño en que mi personalidad vuelve, mi
mente es mi herramienta y a mis ganas y mis actos son separados por solo un movimiento.
La felicidad es alcanzada por la decisión de hacer las cosas en el lugar y en el momento, siguiendo
el impulso. Tengo tanto más de lo que siempre había deseado y mi felicidad está en saber que
el camino no ha terminado, que sigo andando.
Porra velho, que noite. He tenido unas noches bastantes satisfactorias con la Mayara estas
últimas semanas. Hoy no es mi intención hacer alarde de eso, no es mi intención esta mañana
relatar que hace unas siete horas estaba divirtiéndome de la forma más vulgar (si es que la
palabra sirve) que conozco. Mi intención es hablar de las mujeres con las que moro,
especialmente,
como
es
de
esperarse,
de
la
Mayara.
Resulta ser que encuentro extraño el camino que tomaron mis “pasiones” en esta aventura.
Resulta ser que fue absolutamente inesperado y hasta un poco sin sentido. Yo supuse que si iba
tener algunos encuentros íntimos en este lapso de tiempo, eso sería siempre con personas
alejadas de casa, porque, suponía yo.
Y en la cúspide del éxito. Cuando todo en el mundo físico cierto se está dando. Ahí donde
alcanzaste tus sueños, llegaste a la cima de tu montaña y la felicidad no necesita más de la dosis
de autosugestión. En ese punto de tu vida donde todo ha sido dado o conseguido o te has
matado por alcanzarlo. En ese punto tan alto vienen los vientos de la inseguridad, los temblores
de la tristeza. A sembrarte dudas, a preguntarte si lo que tanto habías anhelado realmente te
hace tan feliz y a pesar de todo, eres feliz realmente.
Y una vez sembrada la semilla de la inseguridad, la duda crece y te dice; ¿si no eres feliz con
todo, que serás sin nada? ¿Por acaso volverás a ser feliz algún día? Si después de alcanzar tus
metas no eres feliz ¿Qué sentido tiene la vida? Todas esas cosas arremeten contra ti de forma
aleatoria para preguntarte entre todas ¿En que se basa tu felicidad, como la has alcanzado?
¿Será hijo mío que tu imperio es realmente tan bien formado?
Cuando la tristeza te dio todos esos golpes y crees que te ha abatido y que teniendo todo nunca
volverás a ser el mismo. Ahí vienes a recordar de donde tu felicidad siempre vino y como está
tu imperio formado. De donde viene tu fe y a donde se dirige. Donde se encuentran tus sueños
y en que se basa tu imperio.
“And I discovered that my castles stand upon pillars of salt and pillars of sand”
-Coldplay.
Era un día tranquilo, aún no salía el sol y no daba para percibir si sería nublado o soleado, pero
era indudablemente calmo. La calle no hacía ruido alguno y por mi andador ninguna persona
caminaba, yo evitaba ver las expresiones de los rostros de mis padres, miraba solo el frente,
estaba en blanco, en aquel momento nada me importaba. Cerré la puerta blanca de metal de la
entrada del pórtico a la casa y saludé a mi perrito, lo acaricié y le dije que no lo sabría ahora pero
que después iba a sentir mi falta, tanto como yo la suya. Cerré la segunda puerta del cancel
negro que da al pórtico y pensé en darle un besito a mi perro, pero estaban ahí mis padres y no
parecía una razón suficiente para volver. Caminé unos metros y como siempre percibí que había
olvidado algo, y fue mi excusa perfecta para volver, abrir la casa y darle un besito a mi perro,
hasta
pareció
cosa
del
destino.
De camino al aeropuerto aún nada me abatía, solo contaba los metros recorridos y pensaba <es
la última vez que recorro este camino, pasará mucho tiempo antes de que vuelva (si es que
vuelvo) y quién sabe, quizá las cosas ya no sean las mismas.> En el aeropuerto estaban 2 de mis
mejores amigos, fue genial encontrarlos. Especialmente porque no lo esperaba, también estaba
Giovanna, una de mis ex-novias, pero su presencia no me hacía tan feliz, solo hacía bulto.
Nunca reflexioné que esa mañana no vi salir el sol en mi ciudad, bueno, de hecho lo vi. Sin
embargo, no sentí su calor; cuando salió yo ya estaba en el aeropuerto y cuando yo salí del
aeropuerto, estaba en el avió. El sol de mi ciudad no me batió directo ese día y hasta ahora.
Santiago, Chile. 08 de julio de 2016
¿Qué me ha dejado Santiago, que me ha dejado Chile?
Hasta creo que quisiera quedarme y es por una mujer… que sana su presencia, que amable su
toque, que cálido su abrazo, que alegre su esencia. Nunca antes la conocí, sus características
nunca antes las soñé, nunca antes las deseé, su forma de ser era impredecible, y sorprendente
fue para mí que algo así me hiciera tanta falta. De aquí a los días que me quedan he de soñarla
y he de desear encontrar en otra persona lo que he encontrado en ella. Que falta me hacía esa
poca de gracia, esa poca de amor, que falta me hacía ser sorprendido y encontrar un plus en
aquellos trópicos que habrían de formar a mi mujer ideal.
Debo decirlo, poco la he conocido, pero de soñarla tengo ganas, podría imaginar mil historias,
podría inventar mil escenas. Dios quiera que te atravieses en mi camino nuevamente y que me
sorprendas y que todas las historias que me invente desde hoy hasta que ese día llegue, sean
nada en comparación con la vida que a tu lado me espera, dios quiera querida, dios quiera.
Y a tu lado mi imaginación se hará polvo. Y a tu lado mi imaginación será nada.
-Cuéntame rilo ¿cuál es tu problema?
-Mi problema soy yo mismo Elizabeth, no veo como esta vida valga la pena
-¿Qué pena?
-la infelicidad, la inquietud, la nostalgia.
-Te voy a decir algo que ya habías oído antes, pero no prestaste atención; quizás te exiges
demasiado. Eres dueño de tu vida y no necesitas de nada, no le debes nada a nadie. Si te quieres
matar, mátate.
-la solución para dejar de vivir los problemas ¿es dejar de vivir?
-Eso nunca es la solución, después de la vida no hay nada, dejar de vivir sería el mayor de tus
problemas. Lo importante es hacer que la vida valga la pena, pero para ahí un segundo, tu
mencionaste una palabra clave “problema”. Repíteme ¿cuál es tu problema?
-La nostálgia, la infelicidad, la inquietud.
-vamos por partes. ¿Por qué estas nostálgico?
-no lo sé, probablemente nostálgico no estoy, dado que la nostalgia viene siempre referida a
algún acontecimiento. Creo que no me ha acontecido nada por lo cual estar nostálgico. Excepto,
aquel inconveniente con aquel hijo de puta. No me mata lo ocurrido, me mata que me ha
sembrado dudas, ahora mismo he cambiado un poco, no soy yo mismo, probablemente no creo
más en mí.
-Recuérdame ¿quién eres tú?
-Soy Ricardo Piña
-Define esos nombres.
-Déjame dar una checada en lo que alguna vez fui, no me gustaría describirme con lo que
actualmente estoy siendo, no estoy en la misma forma.
[Y a pesar de las dudas que tengo. A pesar de que a veces me subestimo y muchas otras
más me sobrevaloro, aún puedo admirarme algo, aún merezco mi propio respeto, pues
dentro de todo he apostado por mí mismo, por nadie más. He puesto fe, cuando el futuro se
veía turbio y poco prometedor, en que mis ideales eran la base de mi felicidad y fue con mis
ideales que he creado mi propio camino, alejado de todo lo que otros veían como felicidad
y todo lo que valoraban como éxito, decidí que mi éxito era distinto y me aferré a eso aunque
mil tormentas de inseguridad me azotaron, aunque mil veces quise cambiar el rumbo, me
convencí ante la perdición total; “de que estaba en el camino cierto” y luché contra la puta
infelicidad sin esperar nada a cambio, más que la casi nula satisfacción de decir que; hacía
aquello
en
lo
que
creía
y
no
importaba
lo
que
pasara.
Ahora se cosechan los frutos de siempre haber seguido sin desistir por ese camino que mi
corazón me impuso, y aunque muchas batallas quedan por luchar, muchas victorias por
conseguir y muchas más derrotas por sufrir, aunque sé que lo logrado aún nada vale, he
conseguido un estímulo, un premio merecido que me dice que mi autenticidad no se ha ido
por el caño, que ha sido siempre valorada, un premio de dios que me comunica; sigue tu
camino, nunca desistas, aunque la victoria no consigas has de seguir solo tu corazón y no
los deseos de vivir las vidas que otros viven, ni de ser lo que otros son.
Sigue adelante, nunca te rindas. Has de seguir la vida entera solo la traza que tu corazón te
marca. ]
Ya recordé, me ha quedado claro, soy un hombre que lucha por lo que cree y pone fe en lo que
hace. Un Hombre que pelea por lo que quiere.
-¿Y qué quiere ese hombre? Lograste una victoria ¿por qué luchas ahora?
-Ahora mismo no tenía lucha, planeaba descansar un poco y disfrutar lo conseguido.
-Alguna vez pensaste en esto ¿recuerdas? ¿Recuerdas aquel tiempo en que pensaste que la
felicidad era la lucha y la motivación de conseguir aquello que no se tiene? ¿Recuerdas que
dijiste que probablemente cuando hubieras alcanzado la victoria y hubieras vencido en todo
aquello por lo que luchabas, te dedicarías a disfrutar de tus cosechas? ¿recuerdas que alguna
vez supusiste que al final de esa lucha, talvez te sentirías vacío y sin motivación y que las cosas,
las victorias, el respeto, el prestigio y la fama probablemente serían nada? OHH sí que lo
recuerdas bebe, sí que lo recuerdas.
Viene aquí la prueba bebé, solo que en menor escala. Lo has descubierto, encontraste el oro y
la verdad absoluta de la motivación en la vida o por lo menos de tu vida. No se vive para sembrar
y después disfrutar las cosechas, no se vive por partes, se disfruta de la cosecha un segundo, se
guarda en la mente con orgullo y después de regocijarte en la victoria. Despiertas al día
siguiente, bien temprano para aprovechar el día, la vida. Te pones tu armadura y te vas en busca
de la siguiente victoria, la nueva lucha. Nunca se para de luchar, cuando pares de luchar, para
mejor de vivir. Necesitas una motivación idiota, algo fuera de tu alcance, una estrella para
atrapar con las manos. ¿crees en lo que te digo?
-Plenamente Elizabeth, menos mal que ocurrió con esta pequeña victoria, con este pequeño
proyecto, creo que si me hubiera pasado con la final de mis victorias, me hubiera matado.
Lo soñé una noche antes. Fue un sueño corto, básico, sin embargo certero. Desperté tranquilo,
pensativo, con los ojos perdidos en el horizonte y una idea sembrada en el rincón más profundo
de mi pensamiento. A lo largo de la mañana fui materializando la idea y fui haciendo un plan, un
utópico, largo y complicado plan completamente destinado a fallar. Sin embargo estaba
convencido de que arriesgaría mi vida sin dudarlo en aquel trazo idiota y poco fundamentado.
Solo necesitaba mandar al carajo todo lo que tenía, y darle la espalda a la gente que me amaba
y por mí se preocupaba.
Con la fantasía y la emoción en la cabeza fui con Mané, él tomo su hora libre para almorzar en
el trabajo. Nos sentamos en el sucio comedor del centro comercial y comencé a platicarle sin
preámbulo lo que por mi mente pasaba. Mané escuchaba con esa atención comprensiva que lo
caracterizaba. <Tuve un sueño we, lo recuerdo poco, era yo un hombre maduro, tenía un paño
azul en la cabeza, los ojos cansados y una barba tupida, con algunas canas. Estaba recargado
sobre la borda de madera gastada color ceniza y hueso de una galera de medio porte. En mis
ojos de color negro como el carbón se reflejaba una isla tan gigantesca que bien podría llamar
de continente y una piedra grande con una forma parecida al pan de azúcar estaba en el medio
de aquella zona de la isla que mis ojos enfocaban. Sonreí y desperté. Me desperté inquieto we,
enfermo, con aire acongojando el interior de mi pecho. Toda la mañana he estado intranquilo
we, y es respecto a la vida que llevo y a lo que quiero hacer en ella we. Siento que en ese sueño
vi el futuro we, el futuro que debo vivir y que sin duda alguna, quiero.
Toda la mañana llevo haciendo un plan we, para largarme a la mierda de esta ciudad y empezar
a formar mi destino. Me siento estancado we, estancado en la vida, estancado en una vida que
fue predeterminada por los planes de la sociedad para un hombre común. No quiero ser un
hombre común we, no quiero ser parte de ese ciclo en el que; “se nace, se crece, se reproduce,
se envejece y se muere.” Eso es vivir en la muerte we, no quiero vivir en la muerte.
Me he pasado las horas soñando despierto con algo we, fantaseando una realidad y un estilo de
vida. En este estilo de vida agarrábamos mi moto y nos íbamos viajando por el sur we, de ciudad
en ciudad, trabajando de cualquier mierda we, meseros, cajeros, cualquier cosa que nos dé de
comer, vivimos de 3 a 6 meses en cada lugar y nos movemos, poco a poco, hasta que estemos
cansados de viajar, hasta que hayamos conocido suficiente para decir, aquí quiero quedarme,
aquí quiero morir. Nos detendremos cuando estemos tan llenos de historias para contar que
nos faltará vida we. No es que esa vaya ser la vida maravillosa we, yo creo que más bien se
tornará una mierda, será sufrida, trabajaremos como negros, comeremos mierda y viviremos en
cualquier pinche cuarto de porquería. No será una vida de lujos pero ¿quién dice que la vida de
lujos
es
mejor?
Si tengo que ser honesto, te diré lo siguiente we; en la universidad me la pelan, soy el mejor de
la clase por mucho. Y tengo casi total certeza de que mis posibilidades de conseguir un buen
trabajo como arquitecto son muy altas y por ende, mis posibilidades de tener dinero altas
también. Si sigo los planes que para mí se han hecho, seguro estoy que seré un hombre
“próspero y de bien”. Yo no quiero esa mierda we, no así, no así de fácil. Preferiría ser narco con
tal de encontrar una vida intensa.
Hay otros deseos en mi corazón we, hay otro camino que yo preferiría seguir. Prefiero morir en
el camino de una vida dura y llena de aventuras, antes que tomar el camino fácil a la vida serena
y tranquila.
Mira we, la vida estable no puede ser tan mala así, si tanta gente la ha elegido no puede ser la
peor mierda. La buscaremos we, pero primero hay que aventurarnos we, hay que ganárnosla,
hay que cansarnos y merecerla. Hay que marcar la historia we, marcar nuestra historia;
caminemos al sur de pueblo en pueblo, capital en capital, llegaremos a Chile y de chile
navegaremos a Japón we. Cansados y maduros encontraremos unas lindas japonesita de la cual
nos será fácil enamorarnos. Estaremos apasionados por la vida, conoceremos tanto que la paz y
la felicidad eterna vendrán a nosotros solitas como justo premio por haber luchado tanto y por
haber seguido la traza, solo la traza que nuestros corazones marcan.>
Pasó poco tiempo, bien poco antes de partir. Me sorprendió mucho de parte de Mané. Él nunca
ha sido el hombre más valiente, ha sido más bien precavido, dudoso, temeroso y cobarde toda
la vida.
Pero con esta idea, parecía no ser el mismo. Cuando la escuchó, estaba anonadado. Podían
percibirse en sus ojos y sus expresiones mil emociones, dudaba, sudaba y volteaba la mirada, se
veía que tomaba las cosas a serio, en una idea que de principio en mi cabeza solo estaba soñada.
Mané la materializó al aceptarla, al verlo tan convencido, tan animado, no creía lo que hablaba,
ahora era yo quién dudaba.
Después del Mané haber aceptado, concordamos que entre más preparativos hiciéramos para
el viaje, más difícil se tornaría partir, sabíamos que teníamos que limitar nuestro equipaje a las
cosas más básicas para nuestra supervivencia. Un par de pulmones para disfrutar el aire que
respirábamos y un par de ojos bien abiertos para disfrutar la luz que entraría por nuestras
pupilas. Después de eso, más nada no necesitábamos.
Estábamos muy animados, como ingenuos niños que sin saber a qué nos enfrentábamos. La
verdad lo sabíamos, simplemente decidimos ignorar toda reflexión y consejo que pudiese
atravesarse en nuestro camino. Este fue un acuerdo mutuo que no establecimos, los dos lo
sabíamos pero nunca lo hablamos, estábamos en sintonía e igualdad de pensamiento, con el
mismo peso sobre las costas y el mismo foco en nuestras miradas. En aquellos tiempos dorados
no había mejor equipo, Mané y yo estábamos conectados en pensamiento y alma.
Arreglábamos nuestras cosas sin decir nada, actuábamos en secreto y sin hacer ruido. Yo
limpiaba la moto, checaba los frenos, el motor, las luces y compré llantas. Hacía preparativos de
poco
a
poco
y
sin
ruido
ni
anticipo
mi
mochila
llenaba.
Había llegado la fecha; 30 de septiembre de 1997. Dijimos que en esta fecha habríamos de partir.
Antes de esto fue el cumpleaños de Mané, dos días antes, hicimos la mejor fiesta; bebimos,
lloramos y disfrutamos como nunca de la compañía que tiempo después habría de hacernos
falta. Nadie lo sabía y probablemente nadie lo notaba. Aquella noche vimos a todos con caras
diferentes, todos nuestros amigos y familiares se veían tan amorosos, tan valiosos, tan geniales.
Yo veía como Mané dudaba y él veía la duda en mí. Era una mierda pensar el tiempo que pasaría
antes de volver a verlos o peor aún, saber que no volveríamos a verlos. Era una mierda, era como
condenarlos, era como condenarnos.
Mané fue al baño de aquella grande casa de mi tío Jaime. Por suerte estaba alejada de la sala
donde el resto de la gente estaba. Yo sabía porque iba; Discretamente me escabullí detrás suyo,
toqué la puerta y dije <abre la puerta perro, sé que no estas cagando>.
Mané no abrió, pero la puerta no estaba asegurada.
¿Por qué el desamor no es bienvenido? Si desde el punto de vista físico parece ser la misma
sensación en la misma zona geográfica del cuerpo.
¿Son tan efímeros los sentimientos positivos como los negativos? Probablemente lo son,
aquellos sentimientos positivos buscamos desesperadamente revivirlos y con el tiempo el
recuerdo es cada vez menos intenso. ¿Será que el desamor dura más en nosotros a causa de
nuestra intensa búsqueda por deshacernos de él?
Puede ser.
1 página por día
Marzo 21 del 2305
Las noches se vuelven más largas y los días más cortos. Las horas nunca alcanzan, el ocio
se volvió algo tan codiciado y tan valioso que los más avispados del pueblo han comenzado
a vender tiempo a los más tontos. El negocio es simple, trabajan por ellos y les cobran el
doble de lo que ganan. Todos tienen algo que hacer en Gibb. Hace varios años que vimos
al último mendigo, hace varios años que no nos falta el alimento, todo se nos ha dado en
las manos desde que tengo memoria y, sin embargo, no soy el único que escribe por falta
de paz.
Ayer por la noche cuando cerré la oficina, y el talento vino por mí, estuve la mitad del
camino viendo como volaba el polvo a mi lado y cuando la inteligencia volvió a mi cabeza,
exhale y me puse a observar mi entorno; Las redilas estaban sueltas, el piso lleno de grasa,
mi columna estaba entumida y 8 de los 12 hombres que venían en la camioneta observaban
el polvo a sus lados esperando pasmados a que la inteligencia volviera a sus mentes.
Pasaban los minutos y suspiraban uno por uno, no sé si alguno se puso a observar como
yo, pero pasaban de la estupefacción a la conciencia y se levantaban, se estiraban o
simplemente encontraban algo más en que centrar su mirada hasta quedar nuevamente
estupefactos. Llegué a mi casa, Blanca llegó a la misma hora, me miró y ambos sonreímos.
Venía tan cansada como yo, pero ese momento es el único que le da calma a mi alma. Si
estamos cansados, tristes, alejados o enojados, el asunto no cambia, ambos siempre, por
la buena y la búsqueda de paz, nos sonreímos. Ese momento era más placentero que el
sexo mismo y más efímero también. Entré a la casa y comenzó nuestra rutina de noche,
hicimos café, cocinamos la cena, salimos al jardín a ver la luna, y entramos nuevamente a
la cama, algunas horas antes de dormir e hicimos el amor. La taza de suicidio en Gibb era
sumamente alta, uno de cada cinco se quitaba la vida. En el pequeño pueblo había un
suicidio diario, desde los más pequeños hasta los más ancianos se quitaban la vida con las
pastillas de renacer, estas las podía conseguir cualquiera en las tiendas de intercambio.
Había pasado por mi cabeza muchas veces también, pero yo había nacido con suerte y
tenía a Blanca, existía a mí un sentimiento grande de responsabilidad hacia ella y no podía
abandonarla a la suerte en este pueblo tan gris e indiferente en el que los suicidios ya no
aparecían en los periódicos y la morgue solo envolvía los cuerpos y los enterraban sin
autopsia, formaban parte de la tierra y su existencia era tan irrelevante que no dejaban
recuerdos ni se derramaban lágrimas.
25 de marzo del 2305
Hoy murió Leonel, uno de mis pocos amigos en el pueblo, no éramos muy cercanos,
conversábamos de cosas más bien aleatorias y cuando discordábamos, igual que todos en
Gibb, nos dábamos la razón mutuamente. Era una práctica común. Cómo sea el asunto fue
triste, siento como si me quedara cada vez más solo, como si el círculo de muerte se va
cerrando cada vez un poco más a hacia mí y me fuera a hacer el próximo de aquí a poco.
Abril 15 2305
Estalló una rebelión hace unos días en un pueblo cercano. En el pueblo de Kununurra,
mineros de las principales fabricas de Holbox, Keep River y Parry Lagoons, armados hasta
los dientes sometieron a todo aquel que no quiso participar y comenzaron a volcar grúas
y robar camiones. Llegaron hasta uno de los principales molinos y lo destruyeron por
completo. Después de una hora de destrozo, llegaron los ministros del orden cuando
comenzaban a organizarse para desaparecer el segundo molino. El saldo, cuarenta y tres
bajas en las filas del ministro de orden doce obreros heridos y un minero muerto. Siempre
me indignaban las noticias sobre las rebeliones, pero este era un crimen sin precedentes,
pocas veces los rebeldes conseguían tal cantidad de armas y hacían ataques tan
devastadores. Para colmo, las noticias de este tipo se transmiten en vivo, se encuentre uno
donde se encuentre le toca a uno ver el proceso del combate como si fuese película o peor
aún, como si se viviese en carne propia.
Los rebeldes después de la hora de la siesta, salieron de las áreas del receso con armas que
están prohibidas en el país desde hace años. Comienzan a amenazar e intimidar, muchos
toman más armas que tienen por montones en maletas de lona. Unos toman armas por
miedo otros por euforia y aquellos que no las toman son amordazados y los que se resisten
son golpeados hasta quedar abatidos. Uno puede ver como le arrancan a golpes el
sentimiento de responsabilidad patriótica a esos hombres. Del ministro de orden llegan dos
coches con cuatro personas cada uno toman posición en una colina y planean la operación
mientras los mineros les apuntan y disparan inútilmente desde lo lejos. De las liveview de
los gerentes se puede ver como las balas rebotan contra los cristales blindados. Siempre
he dicho que esos hombres le tienen demasiada fe a esos escudos que se ven tan simples,
limpios y transparentes, pero de hecho tampoco se ha visto en las transmisiones que alguno
falle. Cuando los mineros comienzan a destrozar uno de los molinos, aproximadamente
cuarenta y cinco minutos después, se presumía el colapso y a todos nos abandona la
angustia. Los rebeldes derribaron por completo una maquina refinadora, cayendo de lleno
en uno de ellos que muere aplastado al instante. Derribado por completo el molino, una
parte de ellos se dispone a subir la colina en los camiones que habían tomado, los restantes
comienzan a dirigirse hacia el otro molino y entonces aparecen las filas del ministro. Dos
espátulas se encargan de derribar los camiones que se dirigían a la colina, mientras las
bolas de goma de las marcadoras de largo alcance derriban a los mineros armados. Se
colocaron las barreras de vidrio a doscientos metros de los camiones mineros y de la lejanía
deshabilitaron los camiones. Después de eso, comienza el tiroteo. Bolas de goma,
electrochoques y gas lacrimógeno, contra balas de plomo, palos, picos, machetes y
granadas. La única ventaja que tiene el ministro de orden contra esos salvajes hijos de perra
es que prevalece entre ellos el orden y los planes de ataque son desarrollados como un
impresionante juego de ajedrez. Entre los rebeldes siempre reina la locura desquiciada, la
sed de sangre y el desorden. Caían y caían los rebeldes por montones mientras que en las
filas blancas solo se veía por unos segundos a un caído que era trasladado en el acto y
remplazado su lugar en segundos. La diferencia, los rebeldes hijos de perra, se levantaban
y veían el sol nacer al día siguiente y nuestros hijos, no veían el sol brillar nunca más. El
saldo; ciento sesenta rebeldes abatidos para despertar en la sociedad una vez más, ahora
como esclavos y cuarenta y tres unidades de blanco muertos, para siempre.
Me gustaría entender el porqué de los levantamientos en armas. Hacía más de un año que
los noticieros daban su versión de los hechos, los reporteros se habían acabado, pues según
nuestro líder, las opiniones adversas manipulaban el libre albedrio de las personas. Los
noticieros ahora eran organismos públicos y simplemente se transmitían al momento de
ocurrir, los hechos más relevantes ocurridos en nuestra nación, que fueran verdaderamente
valiosos para la información pública. Fuimos nosotros, los mismos obreros, los que
comenzamos a llamarlos rebeldes, aunque hasta la fecha nunca he sabido de su causa.
Abril 30 de 2305
Hace algunos días me decidí a alimentar un poco mi curiosidad. Pregunté a algunos de los
amigos que me quedan, que pensaban acerca de los rebeldes. Me dijeron que eran salvajes,
que eran traidores y que no tenían otra motivación más que el amor por la violencia. Todos
asentían en las mismas cosas, aunque con diferentes palabras. No puse mi punto de vista,
dado que discordar es muy mal visto, pero conforme analizo las cosas me ha dado por
pensar que buscan algo más que matar, aunque no está bien claro que podría ser.
La tarde del sábado, cuando llegue a casa, pedí a Blanca que me acompañara a la biblioteca
central de Gibb, donde podríamos leer un rato, pasear en los parques y yo podría alimentar
un poco mi interior investigador. A Blanca le gusta cuando salimos de casa y tomamos el
sol un poco. Le gusta salir de la rutina y andar de la mano conmigo, paseando por lugares
que no conoce. Aceptó emocionada, cuando escuchó la propuesta.
En la biblioteca, me sentí todo un maestre, me pregunté en qué clase de ser divino me
convertiría yo si tuviese en mi memoria todo el conocimiento que estaba guardado en tan
impresionante acervo. A pesar de ser Gibb, un pueblo pequeño, la biblioteca era
imponente; los libros descansaban en recovecos tallados en los muros de más de 2 metros
de ancho que parecían tocar el cielo. Debían medir unos 50 metros de alto cada muro. Los
carros de escaleras, eran tan altos como las grúas de las minas y tenían pisos a cada tanto
que se deslizaban por toda la longitud de los muros. Era descubierta en la parte de encima
la biblioteca. Toda la cubierta dejaba entrar la luz del exterior, en la cantidad que fuese
necesario, nunca estaba la biblioteca ni muy iluminada, ni muy oscura. Estar ahí era una
comodidad impresionante, era impresionante la sensación de estar abrazado por el edificio,
protegido del exterior, pero a la vez a su merced, pues el cielo era visible, el césped era
visible, los arboles gigantes atravesaban el edificio, como perforándolo y algunos animales
incluso circulaban pacíficamente alrededor de las instalaciones. Blanca y yo quedamos
maravillados, estuvimos conversando un rato cómodamente en el interior hasta que
percibimos la molestia en los más próximos. Blanca me jaló del brazo como para llevarme
al exterior y yo le dije en un susurro que iba a buscarla en un rato y le expliqué brevemente
que había algunas cosas que quería leer.
La biblioteca era tan estúpidamente grande que no sabía por donde comenzar a aprender
respecto a las revoluciones. Me dirigí a una de las paredes a buscar en los hologramas
táctiles, busqué la palabra revolución y me dio de inmediato una respuesta.
Una revolución (del latín revolutio, "una vuelta") es un cambio social fundamental en la
estructura de poder o la organización que toma lugar en un periodo relativamente corto o
largo dependiendo la estructura de la misma.
Busqué rebelde;
Que se rebela contra el poder o la autoridad.
"el ejército rebelde se alzó con el mando; los rebeldes se refugiaron en las montañas"
Parecía bastante claro, son rebeldes, no habíamos hecho mal en etiquetarlos. Mi
investigación parecía ir viento en popa, aunque ahora tenía una pregunta más difícil de
responder; ¿por qué revelarse? ¿Qué se busca? ¿Qué demandan? Pensé en tomar más en
serio mi investigación, pero a través de una ventana vi a Blanca jugando con unos niños
como si fuera uno de ellos y me di cuenta que hacía rato no la veía tan contenta y decidí
que no podía perdérmelo.
Mayo 03 de 2305
Estos días he estudiado detenidamente a la gente con la que trabajo, nuestra situación no
era muy diferente a la de los rebeldes más comunes. Yo convivía con obreros de la industria
todo el tiempo, fui uno alguna vez, aunque mi periodo fue breve antes de volverme
supervisor y hasta una ocasión dirigí a un grupo de esclavos por un periodo de un año y
tres meses en una plataforma petrolera. El año más tenso de mi vida, esa gente no tenía
nada que perder, en cualquier momento podían volverse contra uno y tomar las armas o
lo que fuese en busca de su libertad. Hecho que cambió mucho cuando la pena de muerte
fue aprobada en la nación. Aplicable únicamente para esclavos.
La vida que teníamos no era muy diferente que la de los rebeldes. Las comodidades a las
que éramos económicamente capaces de acceder eran las mismas y la zona geográfica de
la antigua rebelión estaba unos kilómetros. Me embargó el miedo de pronto, mi pueblo
podría ser el próximo. Sentí que algo estaba escapando de mis narices, quizá debía conocer
más a esta gente. Quizá debo investigar más el asunto, informarme mejor, que los ha
llevado a levantarse en armas. Siendo sinceros ¿Qué puede estarles faltando? O estarnos.
Me aterra el incluirme en este grupo en el cuál somos los mismos, los que somos fieles a
nuestra patria y los que se levantan en armas, me niego a creerlo, no pondría yo nunca mi
libertad en juego por atacar a la nación que todo me lo ha dado y asesinar a quienes
entregan sus vidas para mantener el orden. A decir verdad, nunca me he considerado capaz
de arrancarle la vida a ningún ser vivo de carne y hueso, me parece repulsivo, cruel,
despiadado. Jamás tendría estómago ni corazón. Sin embargo, cuando me vuelco al
pensamiento de que son animales, vuelvo al punto inicial, a mi ignorancia y total
indiferencia ante lo ocurrido, a decir verdad, ya no es sostenible en mi cabeza hacerme al
bobo.
Abril 06 de 2305
El mes pasado a profundé mi investigación. A Blanca y a mí nos ha gustado mucho salir a
la biblioteca los sábados, nos ha hecho muy felices salir de la antigua rutina para entrar a
la nueva. Nunca la había notado tan alegre y ella me dice que leer y pasar el tiempo en la
biblioteca, me ha hecho más perspicaz, dice que parezco más despierto y que mi humor
se nota mucho menos gris. Deben ser unos cuarenta y cinco minutos cuando mucho, los
que dedico cada sábado para leer respecto al tema de las rebeliones y a pesar de esto han
sido tan productivos que cada que salgo de ahí, termino anonadado. Esta tarde, por
ejemplo, encontré en la red la lista completa de quienes se han levantado en armas contra
los organismos gubernamentales. Aquellos que ahora han perdido su libertad y tienen
trabajos forzados en las fábricas de ensamblaje o las minas de cobre, más de mil hombres
hasta hoy. Me resultó sorprendente conocer a tantos. Eran personas comunes y corrientes
según lo que yo sabía. Que ignorante he sido, como es que los tuve frente a frente y no
noté en su mirar o su actuar que en algún momento arriesgarían tanto por saber quién
sabe qué. La pregunta de su causa me atormenta más que nunca y el molde de un rebelde
entra cada vez mejor en el mío y mis allegados, aunque no lo quiera y no lo entienda.
¿Que podrían estar buscando estos hombres que no se les haya dado ya?
Abril 12 de 2305
Hoy fue un día pesado en el trabajo, algunas de las máquinas del banco de arena se
averiaron y nuestro mecánico está hospitalizado desde el último ataque en Kununurra.
Jacob, el mecánico del pueblo de King Leopold vino para ayudarnos, aunque llegó después
de medio día y perdimos casi toda la jornada laboral. Intentamos reponernos en las pocas
horas diurnas que nos quedaron, pero fue inútil.
Después de reparar las máquinas, Jacob se quedó en nuestra planta. Levantó la pala de
una de las retroexcavadoras tan alto como era posible, escalo el brazo mecánico y se sentó
en la cavidad del cucharon a fumar un cigarrillo mientras nos veía como hormigas,
volviéndonos locos para terminar el trabajo acumulado. Es un tanto molesto que alguien
observé tan cómodamente mientras uno se vuelve loco, sin embargo, no me permití el
sentimiento molesto de envidia y hasta me reí de su descaro y tan curioso actuar.
Jacob es un tipo apuesto, delgado, de media estatura y con mucho carisma. Tenía rasgos
italianos, una nariz aguileña y unos ojos enormes como de caballo, una sonrisa grande,
bien simétrica y muy constante. Su forma de hablar y de dirigirse a las personas es muy
respetuosa, aunque bromista y alegre, en realidad, tiene una facilidad grande para envolver
a las personas.
Acabando la jornada, estando todos cansados y listos para marcharnos a los
fraccionamientos, Jacob llegó y me dijo;
-Un día duro Walter
-Un día terrible, diría yo.
-No puede ser tan malo cuando uno hace nuevos amigos, mi hermano. -Le sonreí, en
agradecimiento por su genuino intento de alegrarme la tarde
- Ánimo Walter, tendrás toda la semana para recuperar lo perdido hoy, he decidido que
me quedaré unos días más, para resolver cualquier inconveniente que se te pueda
presentar.
- Se te agradece Jacob, de verdad me va servir mucho tu ayuda.
- También he decidido que la primera ronda la pagas tú, yo la segunda y la última la paga
el último hombre en pie.
-jajajajaja. Qué bebes Jacob.
-Cualquier cosa que pueda dejarme inconsciente.
-Tengo algunas botellas de tequila en mi casa Jacob y buena comida. Serás bienvenido en
mi morada y si gustas puedes quedarte, los hoteles no son muy buenos en este pueblo tan
pequeño.
-Propuesta aceptada, mi hermano.
Llegamos a mi casa y Blanca ya estaba ahí, haciendo café. Le sorprendió ver que quién
primero entraba era un hombre que no conocía, pero inmediatamente Jacob le sonrió y rio
de a poco, entré yo siguiéndolo e hicieron conexión al instante.
-Buena noche muchachos, qué sorpresa.
-Vamos a beber Blanquita ¿te nos unes? -Se quedó pensando unos segundos,
-No puedes rechazar a la visita, menos aún si es tu alcohol el que vamos a beber. -Blanca
rio
-Va ¿qué beberemos?
-El tequila Blanquita, le prometí tequila a Jacob porque rescató mi semana de trabajo.
Comenzamos a beber y platicar de cosas amenas, de la unión mía y de Blanca, el trabajo
de Blanca, de si pensábamos tener hijos y esas cosas. La parte de los niños no era tan
amena pues yo era estéril y aunque no estaba en nuestros planes en el futuro cercano,
ambos sabíamos que la esperanza era nula. Le comenté eso y hubo un minuto de silencio.
Ahí entendí yo que entre nosotros tres había una conexión, pues veíamos en la vida y la
muerte algo de importancia, los conceptos nos dolían o por lo menos nos sacaban de
nuestro estado emocional por algunos segundos. Jacob nos platicó que estaba casado con
una bióloga de filipinas muy hermosa, pero que no se sentía identificado con ella y que
cumplía con su deber por amor a su patria. Esto era algo demasiado común, todos
hablaban de ello en el pueblo de Gibb, todo tenían pareja y aunque no sabían exactamente
que era lo que buscaban en su pareja o qué mujer los haría más felices, sabían que la unión
recomendada del sistema de emparejamiento, no era lo que ellos buscaban. No sabía si
ocurría en el cien por ciento de los casos de las personas, pero por lo menos ocurría con el
cien por ciento de las personas con las que yo había hablado del tema. Nadie quería a
nadie, nadie sabía lo que quería y todos se sentían tristes y solos, desamparados en este
mundo tan abundante que no les llenaba.
-Pero mira, a ustedes les va muy bien Blanca. -dijo él. Y Blanca volteo la cabeza para verme
y que nos diéramos esa sonrisa que nos alimentaba todos los días y nos alejaba del
desamparo y la crisis existencial que ocasionaba un suicidio diario en un pueblo de
doscientos cincuenta mil habitantes. Yo era un suertudo, de eso no tenía dudas.
Abril 19 de 2305
Hoy Jacob partió de vuelta para King Leopold. En esta semana pudimos acercarnos un
tanto más. Blanca y yo le dimos asilo por la semana completa y básicamente paso conmigo
todo el día, todos los días de su estadía. En el banco de arena no hacíamos mucho, las
maquinas no tuvieron más inconvenientes y contra todo pronóstico, recuperamos la
producción del día perdido mucho antes de lo previsto. Después del martes, que nos
pusimos al día Jacob y yo holgazaneábamos en el banco y de vez en cuando íbamos a la
oficina a tomar unos tragos y conversar de temas diversos. Me sorprendió la manera suya
tan profunda de conversar, tenía opiniones enérgicas y bien fundamentadas respecto a
diversos temas y contrario a lo conocido, él siendo una persona bien preparada, disfrutaba
conmigo de discordar, hasta me retaba a hacerlo y buscaba la manera de opinar lo
contrario a lo que yo decía solamente para sacarme de mis casillas y hacer evidente que
no compartía su manera de pensar. Nunca había sentido tanta libertad de expresar mi
opinión. Era un tipo inteligente, comprendí que entendía muy bien el pensamiento humano
y que era alguien bastante culto, aunque eso último pude esperarlo por su nivel educativo.
Ayer jueves, después de tomar el talento, nos fuimos conversando todo el camino hasta
llegar a casa, donde me dijo que pasáramos mi parada para ir a su lugar favorito en Gibb.
Bajamos en el último fraccionamiento y continuamos a pie. Debieron ser unas 3 horas que
caminamos y ya se había hecho de noche. No había luminarias en donde estábamos y
difícilmente uno podía ver más de cinco metros delante suyo. Si no fuera porque Jacob era
calvo y la luz de la luna brillaba en un extremo de su cráneo, no habría podido seguirlo
todo el camino. Lo seguí todo ese tiempo sin chitar porque le tenía una evidente
admiración, ambos notábamos eso en mí, sin embargo, transcurridas las tres horas
comencé a dudar de mis actos y a suponer barbaridades, pensé que quizá ganarse mi
confianza era su trabajo para llevarme hacia su objetivo y después asesinarme o quién sabe
qué cosa y aunque el cansancio me hizo encontrar veracidad en esa absurda teoría,
continué sin chistar. Reafirmé con esto que no tengo suficiente aprecio por mi vida.
Después recordé que, si muriese, dejaría a Blanca sola en este gris mundo y me sentí
entonces timado. Paré en seco y lo mismo hizo Jacob. Di una bofetada en su húmedo
cráneo y le dije;
- ¿a dónde me llevas pelón?
-Ya llegamos Mario, gira a la derecha. – A la derecha vi una luz pequeña y la silueta de dos
riscos que la rodeaban.
- ¿qué es eso? -despectivamente dije.
- ¿Te da curiosidad?
-Honestamente, sí, mucha.
-Bueno, ve a ver entonces. -Caminé y la luz comenzó a hacerse más grande. El brillo era
intenso pero apreciable. Caminé entre los matorrales y en algunos momentos pensaba yo,
si en ese lugar tan despoblado habría alguna fiera que pudiese atacarme o animales
ponzoñosos, pero, conforme avanzaba aquel lugar tomaba más forma y la felicidad del
descubrimiento y la curiosidad me mataba.
Quedé estupefacto cuando llegamos, era un lago pequeño o mediano, no estaba seguro,
no sabía como escalarlo en mi cabeza. A su alrededor había dos colinas o mesetas más
bien, que lo rodeaban de forma casi exacta, con algo de vegetación en la cima. Se formaba
una especie de cañón en torno al lago con vegetación muy hermosa. Pero lo más
impresionante era el brillo del agua en un color azul, nunca había visto nada igual, desde
su interior hasta la superficie podían verse partículas iluminando el agua, podías incluso ver
el fondo del mar por unos segundos antes de que la luz te lastimara. Era como ver las
estrellas.
Permanecimos un rato admirando, antes de que Jacob sacara una botella de ron de su
mochila, cigarros y fuego. Nos sentamos a seguir apreciando, bebiendo y fumando hasta
quedar noqueados. Cuando sentí que la conciencia abandonaba mi cabeza Jacob voltea
con una cara de imbécil y me dice;
-
-
-
-
¿Sabes que hay animales ponzoñosos en estos lugares, o? -me reí como imbécil de
ver su cara y el se rio conmigo. Nos reímos sin parar hasta que dolió en las barrigas.
Es en serio. -me dijo. -Hay animales de esos por doquier más en estos lugares tan
alejados de las urbes.
¿Llamas urbe a un pueblo de mierda tan insignificante como Gibb? Creía que eras
culto
jajajajaja ¿Cómo sabes tanto? -dijo sarcásticamente
Soy curioso, respondí.
De verdad amigo, nos estamos arriesgando a morir envenenados aquí por el
alcohol y por las ponzoñas.
Eres la primera persona que me llama amigo a la cuál de verdad aprecio. -Sonrió y
me dijo;
Es grato escucharlo, pienso que son palabras que no se habían dicho por muchos
años en esta triste tierra mi amigo. Desde la guerra, todo ha sido muy callado
¿sabes?
Eso he escuchado mi amigo. Nos podrían comer también las fieras ¿sabías? Eso
sería peor que morir en manos de un animal ponzoñoso. Después de la guerra, el
mundo quedó mucho más poblado de fauna asesina de humanos.
Eso si es saber de cultos mi amigo, pero no exclusivo, al parecer.
No soy culto mi amigo, solo curioso. Pero tú que eres culto, cuéntame de cosas que
no sé.
Bueno ¿sabes por qué se ilumina ese lago?
No lo sé, es impresionante y me vendría bien el dato.
Bueno mi amigo, no tengo el dato completo, pero es un ser vivo que emana luz en
determinadas épocas del año, no estoy seguro ni como ni de porque lo hace, lo
que sí sé es que es un pequeño bicho de agua salada, no sé que pueda estar
haciendo aquí, imagino que este lago en realidad se llena de agua salada, quién
sabe cómo, pero este pequeño insecto marino se debe colar en esa filtración de
agua. Lo que sí te puedo decir es que está sumamente abundante. Había visto yo
algunas imágenes de como iluminaba las orillas de algunas playas pero no creí que
podrían iluminar un lago de este tamaño de forma tan abundante.
Vamos a ver si está salada. ¿Te parece?
Vamos, vamos ¿Un coctelito de ron con agua salada?
Suena peligroso y asqueroso, pero si incluyes uno de esos bichos en mi coctel, yo
entro.
Jajajajajaja ¡vamos! - Nos pusimos de pie y corrimos hacia el lago, quien sabe por
qué, ya en la orilla del lago no paramos de correr y saltamos a lo profundo.
-
-
Estuvimos nadando ahí un rato sin decir nada. Ya nos sumergíamos, ya veíamos los
bichos, que eran bastante escurridizos, ya flotábamos para ver la luna. Estando en
el agua medité que habían pasado muchas horas y no me había comunicado con
mi mujer, debía estar preocupada. Giré para ver a Jacob y le dije;
¿Nos vamos? – Debe haber comprendido, pues conocía bien a Blanca y nuestra
rutina diaria
Vámonos, dijo. – Salimos del agua y recogimos nuestras cosas, me di cuenta de que
me había metido con todo y botas al agua y que me iba morir de frio en el camino,
pero no tenía más opción.
Nuestro trago de mar con Ron, Mario.
Cierto. – Dije yo. Duramos un rato en atrapar una luciérnaga marina (como ya los
habíamos nombrado) y le pusimos Ron al agua.
Sabe a mierda
Es absolutamente asqueroso, sin mencionar que debe ser hasta tóxico.
Caminamos un poco y nos dimos cuenta que era absurdamente tarde. Las luces de los
fraccionamientos cercanos estaban apagadas y después del lago, se apreciaba una
oscuridad abismal e infinita. Caminamos de igual modo, yo estaba absolutamente
desorientado, pero iba siguiendo a Jacob e imaginé que él sabía lo que hacía.
No sé cuánto tiempo pasó, tampoco sabía que hora era, pero ya estaba sintiendo mucho
frio y las piernas cansadas cuando vimos las luces del transporte urbano. Nunca había leído
aquella frase con alegría hasta ese día. Aquí viaja el talento.
Llegamos a mi casa y blanca estaba preocupada. Eran las tres de la mañana. Blanca estaba
muerta de preocupación y cuando me vio cansado mojado y sonriente, se enojó.
-
-
-
-
¿Qué estaban haciendo?
¿Te parece si te cuento mañana, mi amor? Vale la pena que te cuente con lujo de
detalle. -Hizo una cara de molestia y no dijo más ni una palabra.
Lo siento mi amigo, no quería darte problemas.
No te preocupes, está molesta, pero más feliz aún. Debe haber pensado muchas
cosas durante nuestra ausencia. Yo suelo dormir en ese cuarto tuyo cuando ella se
enoja ¿puedo?
Estás en tu casa, mi amigo.
Quería preguntarte algo mi amigo, no había tenido la confianza porque la gente
suele hablar de estos temas muy superficialmente y tú no hablas superficialmente
de las cosas, lo cual es fantástico. No sé cómo esta gente consigue vivir tan al
margen del mundo, quizá yo soy demasiado metido en las cosas. No sé quién esté
mal, pero me parece necesario.
Pasa que eres diferente mi amigo. De hecho, no entiendo porque vives tan
desapercibido, tan al margen, el sistema educativo tuvo que haber visto algo en ti
y no lo hizo ¿por qué?
Soy quién menos sabe de ese tema mi hermano ¿cómo funciona el sistema
educativo?
Pff, es un poco tarde. La respuesta es larga ¿seguro quieres saberlo?
-
-
-
-
Mejor dime, ¿A qué se deben las rebeliones?
No son rebeliones mi hermano, es la guerra. Es su remanente, aún hay resistencia.
Pero, quienes pelean, son australianos mi amigo. Son gente que yo había conocido,
vivían sus vidas como yo vivo la mía.
Francamente Mario ¿te gusta tu vida?
No le hace falta nada a mi vida, Jacob.
No fue eso lo que te pregunté, pero mismo así, no me dijiste hace unos instantes
que la gente aquí es muy superficial, que te hacía falta alguien como yo.
Eso es algo cultural, no voy a levantarme en armas por falta de amigos y menos
aún si mis con las comodidades que tenemos hoy en día.
Tus necesidades materiales están completas. En fin, no quiero yo meterte una idea
de carencia e infelicidad si no está en ti mi amigo, no creo que esté bien. La
resistencia existe porque hay gente que ve la vida con otros ojos y se niegan a
pertenecer a la sociedad que tú conoces. No quieren formar parte de esta sociedad,
quieren vivir de la forma en que solían vivir y nuestra nación no lo permite, porque
las cosas se les saldrían de control o eso creo yo. Honestamente tampoco tengo el
dato completo mi amigo, solo juzgo lo que veo, según lo que conozco, tal cual lo
haces tú y esto que hacemos, se llama compartir puntos de vista. La gente no lo
hace mucho como bien mencionaste, no entiendo bien por qué, a decir verdad.
¿Cómo vivían? Yo conocí a esas personas Jacob, vivían bien, son australianos como
tú y como yo que nacieron libres y con las mismas oportunidades.
No sé bien cómo vivían los países antes de la guerra, mi amigo, habrá que
investigarlo, lo que sí puedo decirte es que yo en lo personal he llegado a pensar
que vivo al margen de lo que para mí fue planeado. No siento que pueda tomar
mis propias decisiones, a pesar de ser consiente de mi libertad. Es como si mi
pensamiento estuviera limitado.
¿Tuviste padres que te criaron Jacob?
Negativo, mi hermano soy hijo soberano del Australia ¿tú?
Lo mismo. No sé si mi vida ha sido predeterminada, aunque siempre me he
mantenido al margen de lo que se espera de mí, pero puedo decirte que siento una
deuda muy grande para con este país y busco pagarla, haciendo mi parte para que
sea un lugar mejor.
Eso es muy bonito. ¿Eh Mario, dormimos un rato?
Suena bien, Jacob, suena bien.
Swartengroen, Congo, mayo de 2015.
Cuarenta años tenía Karim cuando arribó a Swartengroen y se decidió a colonizarla.
Era Karim uno de los hombres más exitosos de su época. Inversionista, empresario y
arquitecto eran algunos de sus títulos. A sus 35 años había ganado el premio más alto en
su carrera profesional como arquitecto y junto con su equipo, era dueño de varias
compañías líderes de la industria de la construcción, la energía y la extracción de materias
primas. Karim, hijo de Omar, nació en una de las familias mejor acomodadas de
Florianópolis, Brasil. Su padre, reconocido arquitecto también, hombre calculador y
metódico, predeterminó el futuro de su estirpe y los educó a todos con un plan específico
para garantizar su legado. A su primogénito Hernán, lo entregó a un seminario, como
inversión segura, sabía que en la religión tendría el futuro garantizado, económicamente
hablando. A su vez, este abriría puerta de arranque a sus hermanos. Tener un sacerdote en
la familia era muy bien visto en la sociedad. A su hija, Samantha, la crio más libremente,
tenía una gran debilidad por ella y no podía ser firme con ella como con sus varones.
Planeaba a un político, populista, alguien que supiera conquistar a la gente. La envió a
estudiar ciencias sociales e inculcó en ella el amor por la gente, aunque ella en su rebeldía
entró a la facultad de artes escénicas, después la abandonó para estudiar diseño de modas,
finalizó su carrera y se dedicó a la danza, viajó por el mundo y escribió algunas de las más
populares novelas de su época.
Omar no esperaba tal éxito en sus predecesores inmediatos, no esperaba que sus hijos
figuraran en la historia internacional. Estaba más que satisfecho con su suceso y aún le
quedaba un hijo más por marcar camino.
Karim era el menor de todos y nació diez años después. En su infancia era un niño
extrovertido, ideático y peligroso, incompetente en sus estudios, pero de un humor
imparable. Adoraba a sus padres y no se despegaba de ellos. A pesar de fracasar en los
primeros años de su educación, su padre y su madre creían en él y sabían que tenía
potencial que no podía desarrollar en la educación común.
A los cuarenta y cinco años de edad, Omar se retira del trabajo común y se dedica a cuidar
sus bienes y a criar a sus hijos. Abandonó la arquitectura siendo uno de los arquitectos más
solicitados del estado de Santa Catarina y uno de los empresarios con mayor capital de la
ciudad. Omar y Julia deciden irse a vivir a Beirut con Karim. Después, a Kyushu. Un año
después a San Petersburgo. 3 años y un mes después a Estambul. Alejandría un año
después. Marrakech seis meses después. Praga un año y cinco meses después. En Praga, la
pequeña familia permaneció cinco años.
Karim de catorce años de edad entra a la facultad de arquitectura en la Academia de Artes
Arquitectura y Diseño de Praga. Cuando decidieron mudarse, Karim tenía diecinueve años
de edad, había terminado la facultad y quedó solo, sin dinero y sin casa a la mitad del
continente viejo. Entendía perfectamente que su padre lo dejara en la calle, pues había
hecho lo mismo con sus hermanos mayores una vez salieron de su tutela. Solía decir, si
emerges de mi fortuna, jamás aprenderás como crear una propia.
Karim consiguió dinero para recorrer la ruta de su padre en el sentido inverso, pues no
quería comenzar solo su imperio. De la mano de Dumin Novak, fueron recorriendo el
mundo y reclutando entre sus amigos el mejor equipo que podría encontrarse para crear
un imperio. Karim nunca fue el hombre más inteligente, pero sabía encontrar los talentos
en las personas y explotarlas al máximo para el beneficio mutuo. Tenía una creatividad y
un positivismo tan grande que quién no lo conocía por más de quince minutos, suponía
que era estúpido. Tenía un don casi anormal para ganarse a las personas y convencerlas
de hacer cualquier cosa que el supusiera estaba bien.
La ruta que recorrió en reversa, le costó mucho más tiempo que a su padre y fue hasta
veinte años más tarde que volvieron a encontrarse en Florianópolis, su punto de partida.
Para este entonces, el grupo familiar había crecido y la casa donde Omar había visto nacer
a sus tres hijos, con sus cuatrocientos metros cuadrados de construcción, no soportó la
cantidad de invitados de importancia que requería la reunión.
Karim se reunió con sus padres en la navidad del año dos mil treinta y cinco y anunció que
había rentado el salón de eventos del Majestic Palace de Florianópolis para las noches que
acompañan el año nuevo y que la reunión tenía suyos trescientos cuarenta y tres invitados
y que todos eran personajes importantes o de alta estimación para él. Entre esas trescientas
cuarenta y tres personas había cofundadores de sus empresas, amigos suyos, empleados
suyos, socios e inversionistas del sector público y privado, empresarios, funcionarios
públicos, amigos de sus familiares, funcionarios públicos y lo más importante la familia
completa de Omar. La razón de semejante reunión era la entrada de vuelta de Karim a la
ciudad que lo vio nacer, a más de veinticinco años de su salida. Aprovecho estando reunida
semejante cantidad de invitados, la ocasión para presentar su próximo gran proyecto;
“Queridos amigos míos, he sabido por buena fuente que los presentes son gente triunfante,
son socios nuestros, son amigos cercanos, nos han ayudado a levantar desde el polvo hasta
edificios. Han barrido con nosotros, han lustrado los pisos, armado las sillas, regado las
plantas, facilitado las conexiones, vencido a la competencia, han buscado a los clientes, han
vendido el producto, arado la tierra, cuidado los animales, motivado al equipo y diseñado
el proyecto conmigo. Sé que hemos fracasado ¡y llevo la cuenta! Pues siempre he pedido
a mis nuevos socios y nuevos familiares, que no supongan que he nacido del triunfo y
triunfado siempre. Nacido del triunfo sí, mi padre presente es el triunfo hecho materia. Pero
yo no, yo siempre he dicho al mundo, júzguenme por haber fracasado y seguir fracasando,
pero contar siempre más historias de éxito que de fracaso. Actualmente no llevo la cuenta
de los proyectos de éxito que hemos consagrado, humildemente deben ser más de cinco
mil, hay tanto en lo que ustedes me han llevado consigo que ya no sé más ni que estamos
haciendo, pero si conté nuestros fracasos. ¡todos por mi culpa como bien sabrán! Son mil
ciento treinta y un proyectos fracasados, hermanos míos, mil ciento treinta y un fracasos.
¿Para crear un imperio tan grande como el nuestro? ¡Son muy pocos mis hermanos, son
muy pocos!
Si tomé la palabra en este momento preciso y me atreví a interrumpir con mi voz tan bella
tan grato momento hermanos míos, es para decirles que les agradezco mucho, haber
llorado conmigo tantos y tantos fracasos. Porque en la cantidad no pesan, pero cada uno
pesó por sí mismo y nos hizo sangrar por los ojos y caer de rodillas, pedir a Dios, como sea
que se llame y decir groserías. Continuando un poco con la trama de hace unos momentos;
Lloraron conmigo y bebieron conmigo, festejaron y están festejando la cosecha de tanto
logro y tanto proyecto bien realizado, pero antes, se desvelaron, sudaron, trabajaron meses
de sol a sol y se volaron conmigo y bajo mi tutela los días de trabajo para relajarnos y
apreciar la vida en los momentos más difíciles. Eso era parte del trabajo mis hermanos, sin
esa estrategia no habríamos llegado a ningún lado y los saben. La anarquía es parte
fundamental del sistema, mis hermanos. Yo sé hasta que punto mi sangre está en sus venas
y sus nombres en mi corazón, sépanlo que a cada uno de ustedes puedo recordarlo
perfectamente, los conozco y me conocen. ¿Cómo me conocen ustedes mis hermanos, que
adjetivos usarían ustedes para describirme? No los digan en voz alta, dirán muchas cosas
que no son ciertas y ya saben que no gusto de mentiras. Yo diré un adjetivo y todos ustedes
dirán dentro de sus corazones, que tan cierto es mis hermanos. Diré que soy osado. Oh
Dios sabe que soy osado y creo que por eso me favorece, tengo suerte y creo en ella, se
que fracasaré mil veces o mil ciento treinta y que al final del día podré reunirme con ustedes
a ver llegar el amanecer con una sonrisa en la boca y la victoria en la mano.
Mis hermanos, ustedes han visto todo esto pasar, aquí están y después de todos estos años,
todo este riesgo, toda esta inversión y todo este triunfo saben que tenemos todo lo que
dije y faltan unas horas para el amanecer. Si entran conmigo en algún plan futuro saben
que la victoria está garantizada porque como pueden ver me acompaña el mejor equipo y
la más grande fortuna. Al final de cuentas, el triunfo está en nuestras manos, las sonrisas
en nuestras bocas y el amanecer va seguir llegando a esta tierra por lo menos todos los
días que me quedan de vida.
Ya adivinaron mis hermanos, viene un nuevo proyecto a nuestros brazos y no es uno
pequeño. Si están emocionados, emociónense más, si tienen miedo, teman más y si en sus
mentes ya están pensando en su dinero, piensen en esto; ni con todo nuestro capital junto
alcanza para dejarlo completo. En este proyecto sin precedentes vamos a sentar las bases
del mayor imperio que jamás se haya visto.”
Cuando terminó Karim de hablar la multitud estaba atónita, unos por miedo, otros por
escepticismo, unos por hacer compañía y la mayoría por que se dejaron llevar por la ola de
emoción transmitida.
La fiesta continuó por dos días hasta que se hubo ido cada invitado. Karim quedó hasta el
final, entero despidiendo al último de los invitados. Estaba entero, pues era un tramposo y
dormía cuando todos festejaban, para poder festejar cuando todos ya querían dormir. Así
a la segunda mañana de iniciada la fiesta, estaba fresco como una lechuga y permaneció
de pie velando por sus mejores amigos que quedaron ahogados de alcohol dispersos por
los jardines y recibiendo al personal de limpieza.
Pasados tres días de concluida la fiesta, comenzó a abordar a cada invitado por separado.
A cada uno le dio el discurso, a cada uno le explicó el proyecto a cada uno le habló del
capital con el que podría colaborar y de la participación que tendría. Pero había demasiado
por invertir y, a decir verdad, era por mucho el más irracional de los proyectos que podría
idear. Fundar un imperio, nombrar una sociedad y crear una nueva estirpe real para los
suyos no cabía en pleno siglo XXl.
De todos los invitados en la fiesta, solo logró convencer a cinco, los mismos cinco que
siempre estaban de forma incondicional en cualquier situación que pudiera presentarse,
Dumin, Freddy, Bruno, Vladimir y Hikari. Ninguno quería verdaderamente entrar, salvo
Freddy. Ninguno tenía semejante ambición, ni siquiera Karim. El móvil de Karim era que no
sabía qué más hacer con su vida, después de que ya había logrado todo y le quedaba tanta
energía y lucidez.
Tomaron un año sabático Karim y su grupo más cercano de amigos. Dando vueltas por los
lugares populares del mundo terminaron en una pista improvisada en el interior del Congo.
Habían pasado dos meses desde que no se hablaba del imperio que Karim quería formar.
Nadie quería inducirlo nuevamente en el tema porque se ponía furioso de saber que nadie
más quería participar en su capricho.
Esa noche en que aterrizaron en el Congo vieron un panorama desalmante de precariedad
y despoblación. Todo a su alrededor se veía penosa y aterradoramente calmado. Bajo las
chozas de material reciclado no se veía ni una luz encendida, ni una sombra moverse, ni
siquiera las fieras o los carroñeros se acercaban a la zona. Pensaron que estaba desierto,
pero a pesar de que eran solo las ocho de la noche, decidieron no salir a averiguar. A la
mañana siguiente, se asomaron por las ventanas para observar el movimiento de aquel
pequeño pueblo. Había algunos niños jugando y unas mujeres lavando ropa. Había hienas
corriendo con los niños y hasta vieron algunos jeeps con remolques aparcados cerca suyo.
Decidieron salir del pequeño avión para conocer el lugar. En el exterior había seis hombres
armados con rifles apuntándoles. Karim no lo percibió y caminó unos metros más, estaba
encandilado con el panorama, el clima y la luz que entraba en sus ojos. Fue hasta que uno
de los negros le disparó intentando matarlo que llamaron su atención y se percató de la
situación. Karim volteó la cara alarmado y asustado. Se le acercó el negro que había fallado
el tiro, apuntándole con una pequeña pistola en la cabeza. Y mientras se acercó, Karim no
levantó las manos y recobró la postura. Estaba muerto de miedo, pero sabía que el temor
no lo ayudaría a salir de la situación. El chico de aproximadamente unos diecisiete años de
edad, le llevo el arma hasta la sien y lo amenazó en su idioma exigiéndole que se hincara.
Karim, lo miró a los ojos, puso las manos en sus bolsillos de manera despreocupada, suspiro
y le dijo en español;
-No entiendo tu idioma hermano, pero soy Karim, es un gusto conocerte. -Le extendió la
mano y lo miró a los ojos por casi un minuto. El chico bajó el arma, la guardó en su pantalón
y le dio la mano.
Karim sacó un cigarro de la bolsa de su camiseta y le ofreció uno al chico. El ambiente
estuvo callado, pero en paz por algunos minutos mientras fumaban, y después de un rato,
Karim tiró su cigarro el cigarro y le dijo;
-Chico, entiendo que no tienen mucho dinero aquí. Necesito un auto y tú mi avión ¿Te
parece si intercambiamos? -El chico no entendió una palabra, pero Karim sacó la llave del
avión y se las mostró haciéndole señas de trueque. Cuando acató el mensaje tomó las llaves
y le dijo ¡Hecho! En su idioma.
-Saquen sus maletas y todo lo que puedan muchachos, seguimos el viaje a pie, gritó Karim.
-Los demás quedaron extrañados, pero comenzaron a sacar sus cosas. Karim encendió un
jeep rojo impecable y reforzado hasta los dientes y comenzó a cargar todos los tanques de
gasolina, incluso los que estaban en los otros autos. Los demás salieron del avión
disimulando su miedo a los rifles, excepto Hikari, que más bien estaba furioso por perder
el avión. Subieron al Jeep y Dumin exclamó entre dientes; -Vámonos wey, vámonos a la
verga de aquí. -Karim estaba muerto de miedo pues sabían que todo podía pertenecerles
con jalar el gatillo, pero de nuevo disimuló y levantó la mano en forma de saludo, giró lento
el jeep y en cuanto la maleza los tapaba un poco aceleró huyendo por su vida. Estuvieron
así acelerando con rumbo al sur en busca de alguna ciudad civilizada y con aeropuerto.
-No conozco este país de mierda y no sé donde estamos, pero suponiendo que todo sale
mal, vamos a llegar a Sudáfrica. -El único tranquilo era Hikari, que seguía renuente por
haberse cambiado el avión por un jeep.
Continuaron avanzando sin rumbo por todos los senderos y caminos existentes hasta que
el tanque se hubo agotado. Debieron haber pasado unas ocho horas. El sol quemaba y la
humedad estaba insoportable cuando se detuvo el carro y se tranquilizaron. Respiraron
hondo y se bajaron aún temblorosos por la adrenalina acumulada de todos más que por
temer que aquel grupo de hombres los estuviera siguiendo. Vladimir fue quién decidió
bajarse del coche para cargar gasolina con uno de los tanques. Freddy le pasó el segundo
galón y el tercero mientras el resto salían a desentumir las piernas y a observar el panorama.
Bruno cayó en cuenta de que estaban en un sendero bastante abierto y que la civilización
o al menos un pequeño pueblo no podía estar demasiado lejos.
-Vamos a buscar donde dormir ¿no? – dijo Bruno
-Supongo que sería conveniente, lo que me pregunto es dónde. -respondió Hikari
-Debe haber un pueblo no muy lejos de aquí. -respondió Bruno
-No sé si los pueblos sean la mejor opción – dijo Vladimir, y todos se voltearon a ver los
unos a los otros. Dumin comenzó a reír y después Freddy se contagió. Vladimir estaba
enojado por no encontrar la gracia y el resto del grupo comenzó a reír sin parar. Subieron
al carro después de un rato afuera y algunos cigarros. Arrancaron y continuaron con rumbo
al sur sin saber exactamente que buscaban. Freddy propuso que no se hablara de nada
relacionado con la situación por lo menos treinta minutos y todos lo siguieron contentos.
Pasaron unas dos horas con rumbo al sur hablando de mil cosas y disfrutando del paseo
como si fueran vacaciones hasta que Hikari tocó de nuevo el tema. Hikari era el más
calculador del grupo, sabía medir perfectamente las situaciones y nunca dejaba de planear
nuevas posibilidades a cualquier situación presentada.
-El sol va esconderse dentro de poco, muchachos, les anuncio -Dijo Hikari. -Qué les parece
si buscamos en la cajuela de guantes a ver si este negro tenía algo que pudiese servirnosAgregó, y comenzaron a husmear en todos los rincones del auto hasta que terminaron de
encontrar porquerías, el carro no tenía ni un solo objeto de valor.
-De igual manera la gasolina no va durar hasta Sudáfrica, hay que buscar un pueblo que
pueda darnos alguna esperanza, aunque eso signifique un riesgo -Dijo Bruno. Karim alzó
la mano y se encogió de hombros a modo de decir que no tenían muchas más opciones.
Todos tomaron por mejor idea lo dicho y decidieron prestar atención.
Continuaron conduciendo todo el día y hasta que la noche estuvo avanzada hasta que a
Hikari le ganó el sueño y piso el freno, apagó el motor y Freddy que era el único que
quedaba despierto, le dijo;
-
¿Todo bien?
Aquí dormimos hoy. -Dijo Hikari
Bueno, por lo menos muévete a la orilla. – Hikari se hizo a la orilla sin reparar en la
orden.
Vladimir se levantó primero y levantó a los demás. Era casi medio día. Estaban todos alegres
de no despertar con un arma apuntando a sus cabezas nuevamente. Permanecieron alegres
un rato hasta que comenzaron a sentir los estragos del hambre.
Pasaron dos días más conduciendo por la selva hasta que encontraron un pueblo. Era una
especie de colonia perdida de algún país europeo. La gente no era negra, ni vivían en la
precariedad como el resto del país. Parecían un pueblo perdido en el tiempo y casi
fantasmal. Cuando lo apreciaban desde la colina de donde lo encontraron, creyeron que
estaba abandonado y fue hasta que llegaron que vieron a una ancianita abrir su puerta y
salieron dos niños morenos salir corriendo por la puerta.
Dumin quiso correr hacia con la señora, pero Hikari y Karim lo detuvieron pues sabían que,
si mostraban su hambre y su desesperación, este pueblo les cerraría sus puertas. Esta gente
debía tener sus razones para mantenerse tan al margen de las naciones africanas y
seguramente desearían mantenerse así.
Caminaron el pueblo como turistas hasta que vieron el edificio más grande y entraron en
él. Era una especie de oficina de gobierno. Dentro de ella un campesino delgado y ya muy
viejo, se levantó y les tendió la mano. Hikari lo saludó primero y le dijo.
-
-
-
-
soy Hikari Ban, somos empresarios, venimos de visita a su pueblo.
Yo soy Eliseo Domínguez, es un gusto tenerlos en esta ciudad ¿Hay algo en lo que
pueda ayudarlos?
Necesitamos un mapa señor Eliseo -Dijo Karim. -Llegamos a su ciudad por error y
estamos un tanto desorientados. -Karim notó que el viejo estaba más desorientado
que ellos y no quería alarmarlo.
Puedo ayudarlos con eso señores. – El viejo sacó un mapa en un papiro amarillo y
desgastado y se lo entregó a Karim en la mano. Mientras Bruno observaba a su
alrededor |y notaba que no había un solo carro después del suyo. Karim abrió el
mapa y vio que era el más nuevo y cuando reparó en la vestimenta del viejo y volteó
a ver a sus amigos y la forma en que observaban el entorno, le dijo al viejo;
Me lo puedo quedar
Adelante muchacho, es todo tuyo.
Muchas gracias, Eliseo, es usted muy amable. – Dijo Karim y se retiraron todos
confundidos y muertos de curiosidad por aquella comunidad que parecía estancada
en el tiempo. Bruno no pudo soportarla y giró para hacer una última pregunta.
Señor Eliseo ¿a qué día estamos hoy?
Catorce de noviembre del dos mil quince, muchacho. -Le dijo el viejo.
En aquella vieja población se habían mantenido escondidos del resto de África, que desde
siempre había sido tierra conflictiva y llena de sangre. Los gobernadores anteriores junto
con Eliseo Domínguez habían jurado hacer lo que fuese necesario para que los secretos de
su pequeña nación, colonia, pueblo o lo que fuese, no salieran de ahí, pero ya habían
pasado tres siglos, demasiadas generaciones y Eliseo, al ver aquellos muchachos después
de tantos años de solo ver pasar negros armados y matarlos, sabía que se estaba perdiendo
de algo de aquel mundo exterior y que su pequeño pueblo, se extinguiría si no recibía una
inyección de modernidad del mundo que estaba próximo a él. Aquellos jóvenes que
llegaron por accidente a su tierra, eran su esperanza.
Todos percibieron que aquel pueblo estaba perdido en el tiempo. El mapa del siglo XVll
les servía a pesar de su antigüedad y de estar tan fuera de proporciones en comparación
con las imágenes satelitales.
Dos años después, volvieron solo Karim y Freddy. En un jeep rojo, equipado hasta los
dientes con dos remolques, planos y muchos planes para la que ahora era la tierra
prometida. Estacionaron su carro cerca de la plaza. Esta vez llegaron a las ocho y treinta de
la mañana al pueblo. Un viejo que iba a caballo con dos galones de leche, los vio y quedó
pasmado al verlos. No sabía que clase de animal era ese en el que estaban montados. Era
como el descubrimiento de América en pequeñas proporciones. Continúo en su caballo y
no pudo dejar de verlos. Karim le sostuvo la mirada, se quitó las gafas y le dijo;
-Buena tarde, mi estimado amigo. - El viejo arreó a su caballo, tiró los galones de leche y
se orinó en los pantalones. Karim se decepcionó por la tan baja aceptación y Freddy explotó
en una carcajada casi incontenible y así siguió todo el camino hasta lo que era el edificio
de gobierno.
-Cállate el hocico cabrón. -Le decía Karim
-Wey estuvo bien perro, en serio. -Decía Freddy y seguía carcajeándose. Fue hasta llegar
con Eliseo Domínguez que Freddy paró con su burla.
-Tomen asiento jóvenes -dijo Don Eliseo. Esta vez estaba acompañado de toda la gente
capacitada para tomar decisiones en aquel pueblo. -Los hemos estado esperando.
- ¿Ah sí? Disculpe la molestia señor Eliseo ¿nos hemos demorado mucho?
-No demasiado, muchacho, pero dos años son dos años.
-Pues es bueno estar de vuelta señor Eliseo y es un gusto estar aquí con usted y con esta
gente que lo acompaña.
-Disculpe mi descortesía, La señora José María Reyes Agredano, El señor Jacinto Gómez
Luévano, y el señor Efraín Reyes Mariscal. Señores -Dijo dirigiéndose a sus acompañantes.
-No sé los nombres de estos muchachos, pero percibo que el empresario Hikari Ban, no
está hoy con ustedes.
-Yo soy Freddy Brown.
- Karim Faure-Dumont. Hikari no pudo venir, pero estamos aquí para representarlo señores.
- ¿Ya desayunaron, jóvenes?
-Tenemos el estómago vacío señor Eliseo ¿va llevarnos a comer algo?
-Serán nuestros invitados a desayunar
- ¡Será un honor!
Después de pasearse en las calles y de comer todos juntos como si fuesen una familia y se
conocieran desde hace años, se sentaron todos en uno de los puestos de vigilancia de la
ciudad. Resultaba que ellos sabían perfectamente de todos los visitantes que llegaban a su
pequeño pueblo. Debía ser un grupo o dos por año, siempre lo mismo, camionetas
equipadas, gasolina, armas largas, armas cortas, negros matones. Todo eso había ocurrido
aquella vez, sin las armas, sin los negros matones.
-
-
-
¿Qué va hacer con nuestra pequeña colonia cuando tome el mando, joven Karim?
– dijo don Eliseo y todos quedaron helados, La señora José María hasta balbuceo
unas palabras antes de que Eliseo le hiciera la seña de esperar.
Levantar el imperio más próspero que haya en la tierra, señor Eliseo. -Dijo Karim
después de suspirar.
Bueno, como son gente que habla con verdad, vamos a hacer más preguntas.
Me parece bien. -Dijo Karim, interrumpiéndolo. – Pero ahora va la mía. ¿por qué
nos ha aceptado a nosotros señor Eliseo? No somos los primeros visitantes que
pasan por su tierra, pero, me da la impresión de que somos los únicos que han
vuelto.
Son los únicos que han vuelto a ver la luz del sol -dijo el señor Jacinto.
Bueno, ya tengo más preguntas entonces.
Yo sigo teniendo las mismas -dijo Freddy.
El joven Freddy es un muchacho inteligente, joven Karim. ¿siempre se rodea de
gente inteligente?
No, de hecho, no, pero siempre me rodeo de gente valiosa y de la gente correcta.
Y dígame ¿somos nosotros para usted gente valiosa?
Aún no los conozco a todos, pero usted sí, es usted una persona muy valiosa para
mí.
Nuestra historia es un poco turbia muchacho y debo decir que también borrosa.
No te puedo confirmar su veracidad, pero puedo decirte que, si esa historia hoy
acabara, no sería una historia de éxito, ni siquiera creo que sería una historia
relevante. Nos volveríamos un pueblo fantasma sin demasiado valor y con un poco
más de mala suerte, nuestro recuerdo sería borrado por los negros que vienen aquí
a
robar
y
a
saquear.
Puedo decirte que los matamos, llevamos el conteo. En estos tres siglos de
antigüedad, novecientos sesenta y cinco negros han muerto en nuestras manos,
hemos tenido que matar niños de hasta catorce años de edad, que estaban más
locos de sangre y más corrompidos de lo que podrías imaginarte. No somos como
ellos, muchacho, somos más civilizados, sabemos lo que está bien y lo que está mal.
Nos condenamos por haber matado a todo visitante que entra aquí, pero no
habríamos sobrevivido si un pueblo tan pequeño como el nuestro, sin respaldo ni
fuerza, hubiera caído en las garras de los peligros de este asqueroso continente.
Voy a resumirte nuestra historia, porque como te dije, no es una historia que
verdaderamente valga la pena. Llegamos aquí en el año 1695. Algún pariente lejano
mío, lo hizo. Cuatro mil personas en doce barcos que se desviaron en su ruta al
nuevo mundo. Llegamos armados y con buena disposición, con ansias de encontrar
riquezas y oportunidad. Pero nos encontramos con un mundo rico en fauna y flora,
pero infestado de alacranes y ponzoñas sedientas de sangre humana. Portugueses,
les llamaban. Fuimos capturados, fuimos masacrados, esclavizados, nuestras
mujeres violadas y nuestros hijos tomados por esclavos. Pero esa pena duró poco,
pues éramos muchos y sabíamos usar armas y organizarnos. Después de liberarnos,
fuimos atacados por los negros, una y otra vez. Nos liberamos y nos atrapaban en
un cuento de mierda de nunca acabar que duró unos cincuenta años. Con cada
ataque nos volvimos más violentos, más desalmados, más ariscos y mejor
organizados, nos atacaron tantas veces en nuestra búsqueda de una tierra donde
establecernos, que ya era normal ver morir a los nuestros y matar a los otros. En
algún tiempo, parecía tan obvio nuestro deceso y tan segura la muerte de todos
nosotros que la falta de esperanza nos volvió los peores sanguinarios de esta
región, con certeza. Era nuestro pueblo el que violaba, el que saqueaba y asaltaba
negros. Fue entonces cuando prosperamos, creció nuestra raza y nos volvimos un
pueblo numeroso y respetado. Después llegamos a esta tierra sin nombre. Nos
establecimos como en cualquier otra, listos para desalojar al primer atraco, éramos
nómadas por obligación.
Pasaron entonces tres años sin ni un ataque, fue entonces que comenzamos a
establecernos. Primero las bases de vigilancia, porque como te digo muchacho;
nuestro pueblo se rige por el miedo. Después nuestras casas, después las rutas de
escape, después las armerías, de ahí las bodegas de alimentos, luego los edificios
de gobierno y al final, después de haber podido juntar un poco de calma y
abundancia; nuestra tesorería. Pasaron cincuenta años sin ver a un solo negro o
portugués o cualquier alimaña pasar por nuestro pueblo. Después llegaron
muchacho, pero siempre venían perdidos, por casualidad, por mala fortuna. Nunca
organizados, pero siempre armados y con esa estúpida mirada de ambición voraz
y hambre de saquear, robar y despojar. Pobres imbéciles, no sabían con quién se
estaban metiendo. Después pasaron años y años de aislamiento disfrazado de
prosperidad. Creíamos que íbamos muy bien, pero no sabíamos hacer nada.
Nuestro pueblo no creció más y nuestros hombres mujeres y niños morían en la
enfermedad y en la inmundicia de un pueblo que no salía de los mismos remedios
y soluciones con trescientos años de atraso. Primero íbamos muy bien, pero
después de las primeras catástrofes naturales, enfermedades y malos temporales,
nos dimos cuenta de que éramos inútiles contra este mundo tan hostil, que nos
cobraba cada asesinato a más del triple. Llegamos aquí y éramos unos mil hombres,
después casi diez mil nos volvimos y ahora, no creo que seamos más de dos mil,
nuevamente. Hay tantas casas vacías y edificios sin uso, que es como si una nube
fuera consumiendo la vida de este pobre lugar al que alguna vez le tuvimos amor
y llamamos con esperanza Paz.
Así habló Jacinto Domínguez y todos quedaron callados unos minutos. Ya todo estaba
dicho.
-No le voy a mentir Jacinto, venimos más equipados que la última vez y si no lo permite,
volveremos más equipados la próxima vez. Y vendrá más gente y esto crecerá como una
esponja, pero tendrán participación todos ustedes en todo, este pueblo nunca dejará de
ser suyo.
- ¿Por qué han elegido este lugar? – Preguntó José María.
- El lugar vino a nosotros, señora José María. – Dijo Freddy. -Llegamos por casualidad, pero
es perfecto para dejarnos crecer y desarrollarnos sin que nadie nos perturbe hasta que
seamos lo suficientemente grandes. No habrá nadie que reclame esta tierra que tenga más
derecho que ustedes y si ponen a su pueblo a nuestra disposición, ya está dado el primer
paso. No habrá un lugar más apto para nuestro establecimiento en todo el mundo, lo
sabemos por que lo hemos buscado.
-Quizá lo hay, pero no lo encontraremos en esta vida. -Dijo Karim.
Pasó una semana después de aquella tarde, Karim y Freddy estaban alojados en la casa de
Eliseo, que vivía solo con su esposa Marta Domínguez en lo que era una especie de palacio
para aquel pueblo.
-
-
Vamos a necesitar trabajadores de obra. Tiene usted gente a su disposición que
pueda facilitarnos. -Le dijo Freddy a Eliseo Domínguez una mañana que
desayunaba solo en el salón principal de aquella mansión.
Conozco a muchos muy buenos muchacho, pero me temo que tendrás que
pagarles.
No estoy acostumbrado a recibir servicios de forma gratuita Eliseo. Pero presiento
que no usamos la misma moneda en su tierra y la mía.
El oro vale en todas las tierras joven Freddy. ¿cambió eso en el futuro? -Preguntó
el viejo en tono de burla.
No cambió Eliseo, solo es un tanto anticuado.
Lo primero que se construyó en aquella zona de África bajo la supervisión de Karim fue
una oficina. Después de montada en una de las colinas de vigilancia, permanecieron ahí
dos meses más Karim y Freddy. Planeando, midiendo, haciendo estudios de suelo y
explorando el entorno inmediato y a las posibles próximas victimas del pueblo de Eliseo
Domínguez, los próximos que llegarían por casualidad y sin invitación hacia a la tierra ahora
llamada Swartengroen.
Pasaron cinco meses para cuando volvieron Vladimir, Freddy y Hikari a construir la primera
planta de energía solar, eólica. Un proyecto magnífico y absolutamente sobredimensionado
que se encontraba a casi cien quilómetros de Swartengroen. Más de mil doscientos
trabajadores venezolanos llegaron como nuevos habitantes a las puertas de Eliseo, ellos
mismos, bajo la supervisión de Vladimir construyeron el primero complejo residencial del
siglo XXl en Swartengroen, el barrio futurista, lo llamaron. En un total de tres años ya había
luz eléctrica en todas las viviendas de Swartengroen y se habían construido otras mil
quinientas casas. Un mes después de concluido el proyecto, llegó la segunda horda de
inmigrantes. Esta vez Bruno venía con ellos. Dos mil obreros brasileños, las familias de la
primera horda de venezolanos y profesionistas reconocidos de todo el mundo.
Así se desarrolló el exponencial crecimiento de Swartengroen en los próximos siete años.
Hordas de obreros construían magnos proyectos industriales, sus casas y las casas de los
que vendrían después. Llegaba la próxima horda más grande y se hacían proyectos más
grandes, la vivienda aumentaba y podían venir cada vez hordas más grandes.
Después, cuando Swartengroen estaba tan desarrollada como cualquier capital europea,
llego Karim y comenzaron el proyecto de la casa en la colina, la universidad de
Swartengroen y la gestión de independencia del estado del Congo.
Fue una impactante noticia de talla mundial. Por casi todo el año que duró la guerra política
de si podía o no declararse aquella tierra como independiente, los noticieros y los medios
sociales estuvieron abarrotados de discusiones y actualizaciones de lo que estaba
ocurriendo con transmisiones casi en directo de lo que parecía ser una especie de nuevo
mundo.
Aquella ciudad había escapado del ojo de los satélites, del ojo del gobierno del Congo, de
los grupos criminales y de los países explotadores de este continente. De pronto, salía a la
luz una urbe de más de quince mil personas instaladas en una traza urbana impecable, con
los mejores sistemas domóticos del primer mundo, una industria fuerte y estable y
capacidad de crecimiento impresionante. Nadie se explicaba como podrían haberse
mantenido escondidos y a pesar de esto tener un desarrollo tan impresionante y tan
semejante con el resto. Fue hasta que vieron quién era el gobernador de aquella tierra, que
entendieron que no era una ciudad que hubiera evolucionado en dos mil años como el
resto del mundo, si no, una que había sido creada de nada a todo en un lapso inverosímil.
Hubo muchos intentos de arrebatarle a la población de Swartengroen lo que habían
construido, pero Karim lo tenía todo premeditado. La ciudad de Swartengroen tenía
murallas de veinticinco metros de altas, vigiladas día y noche para evitar cualquier atraco
de los grupos criminales, tenían sustento político de los originarios de la ciudad, se habían
establecido por cuenta propia y sin ayuda de nadie, sin levantamientos armados en tierra
hostil y sin ninguna responsabilidad más que con los inversionistas que habían desarrollado
la infraestructura que envolvía a la ciudad. Si esto no fuera suficiente había en Swartengroen
poder militar suficiente para hacer frente a cualquier guerra que por abuso quisieran
imponer en sus tierras. Ocurrió de hecho con el gobierno del Congo, pero en cosa de nada,
el presidente estaba tan encajonado que, de haber querido, el ejercito de Bruno habría
invadido toda la nación del Congo sin demasiada dificultad. Aquella pequeña guerra de
tres meses cobró solo quinientas vidas y en las tierras bajo el gobierno de Karim, ni un
extranjero puso un pie sin ser invitado.
Habían pasado ya doce años desde que Karim, Bruno, Vladimir, Hikari y Freddy habían
encontrado Swartengroen cuando esta abrió sus puertas al mundo, permitió la entrada de
capital externo y dejó que la ciudad tomara su propia forma. Nada especial en realidad.
Una ciudad próspera, pero con tanta influencia externa, la ciudad después de cinco años
se volvió como cualquier otra. Sin embargo, en el corazón de la ciudad, en el centro viejo,
había comenzado el horno donde se cocinaría el corazón de aquella nación, lo que la haría
brillar y ser la cuna de la nueva sociedad que regiría el mundo.
La Universidad de Swartengroen. Mientras todo seguía su curso común en la ciudad, el
centro se había cerrado para el paso público, junto con veinticinco hectáreas contiguas.
Dentro de ellas, mil trabajadores de obra, y el mejor equipo de constructores, ingenieros e
ingenieros que Karim podría reunir. Lo mejor del mundo estaba construyendo la
universidad más imponente jamás vista. Un castillo en honor a la educación, la investigación
y el avance científico. Su construcción costó una fortuna increíble, el equivalente a tres
aeropuertos de primer mundo. Un duro golpe a la economía de sus cinco principales
inversionistas, sin embargo, lo más caro aún no había sido financiado.
A la universidad de Swartengroen no se podía acceder bajo inscripción ni paga, no cobraba
un peso y era absolutamente incorruptible, se aceptaban aportes, pero, aunque alguna
familia construyera un edificio entero, la universidad no aceptaría a ninguno de sus hijos si
no existía en ellos la capacidad cognitiva que era requerida. La universidad de
Swartengroen educaba niños y niñas desde los cuatro años hasta los setenta y cinco y
quienes accedían solo tenían un requerimiento; seguir el ritmo. Si no se era capaz de seguir
el ritmo de la educación, el sistema educativo lo descartaría de donde se encontraba y lo
clasificaría en el nivel educativo que fuera adecuado al ritmo que el alumno pudiera
mantener. Dos cosas hacían a la U de Swartengroen insostenible, su sistema de
reclutamiento y su sistema de educación. El segundo llevó a Karim a la quiebra. Era él quien
más aporte hacía para que la universidad saliera adelante. De todo el mundo se habían
buscado a los mejores artistas, deportistas, artesanos, filósofos y profesionales de todas las
ramas. Todo aquel que hubiera marcado su época con nuevas tendencias, con obras de
valor inmensurable, todos aquellos que hubieran adquirido un premio nobel o lideraran las
compañías más poderosas de sus respectivos sectores, eran los invitados a ser profesores
de la universidad, gente que no podía ser comprada con un sueldo, personajes que
generaban miles de dólares por minuto. Antes de comenzado el proyecto Karim era uno
de los cinco personajes más ricos de la tierra, pero ni toda la fortuna era capaz de comprar
el tiempo de tantos profesionales con semejante carrera.
El sistema de reclutamiento era más simple de describir, pero igual de difícil de sostener.
Los primeros alumnos de la universidad fueron los niños de la ciudad, todos por igual, de
cualquier edad, genero y estatus social eran educados en español en las primeras aulas de
la universidad por los primeros profesores. Los desarrolladores de los proyectos industriales
de la ciudad. Todos los profesionales en Swartengroen tenían como obligación impartir
ocho horas de clases semanales en la universidad, cualquier incumplimiento de su parte
era condenado por la ley, la cuál le prohibía continuar con sus actividades profesionales en
la ciudad. Era parte de sus impuestos y se pagaban con gusto.
Los niños entrados en la universidad eran para el sistema educativo una mina. Se sabía que
dentro de esa mina había metales preciosos, algunos metales más preciosos que otros y
mucha, muchísima tierra. En el reclutamiento local llegaron ciento doce niños. Todos fueron
educados a la par en ciencias básicas, actividades deportivas, actividades artísticas y
trabajos manuales. En cuestión de semanas se tenía el primer análisis de suelo de la mina.
Con el correcto análisis se sabía con certeza que actividades algunos niños preferían sobre
otras y en cuales otras actividades ellos tenían algún tipo de talento, con esto, se
comenzaba la primera etapa de segmentación en base a perfiles generales del
comportamiento de cada niño sobre las clases impartidas. La primera segmentación
ubicaba a los niños en clases semanales que contuvieran más horas de aquellas actividades
en las que ellos tuvieran mejor desempeño. En base a los resultados de varias semanas de
esas clases de prueba, se analizaba si los niños seguían teniendo preferencia hacia
actividades distintas a las que verdaderamente dominaban. De ser así, venía la segunda
prueba, la prueba de valor y perseverancia.
Los niños se aferraban en por lo menos el treinta por ciento de los casos a las actividades
de su preferencia, ignorando aquello en lo que tenían aptitud o talento. En dicho caso, cada
niño trabajaba duro por pertenecer al grupo que él prefería, evitando a su vez y cada vez
más las actividades que le disgustaban. Si tenía madera de artista, podía ser artista y sería
impulsado para serlo. Si tenía talento en ciencias básicas, pero prefería el deporte, podía
intentarlo, pero debía seguir el ritmo. Si después del tiempo conseguía pertenecer al grupo
de su elección, sería fuertemente impulsado, si no, desistiría por su propia cuenta y se
reubicaría en los grupos que impartieran más horas de clases de aquello en lo que él era
especialmente bueno, para entonces, ser impulsado nuevamente.
La educación de este tipo daba frutos increíbles, en la Universidad de Swartengroen solo
había niños talento, todos los alumnos eran buenos y explotados. También eran felices. Era
la educación a la medida.
El sistema era un éxito y a pesar de esto Freddy y Karim ejecutaron el plan de reclutamiento,
para hacer una inyección de talento en la universidad. En el mundo había capacidades
desperdiciadas, faltas de impulso, la mayoría de las ocasiones, faltas de visión, muchísimas
otras. Se lanzaron por todo África visorias deportivas e intelectuales como arranque de
proyecto. En todas las comunidades que no tuvieran nada que perder, llegaron los
vehículos de rastreo. Aplicando exámenes en todos los poblados y organizando
competencias. Evaluaron a cada niño pobre en África, todo niño falto de techo, protección
y en general condiciones dignas de vida fue evaluado mediante exámenes físicos y
cognitivos para saber su potencial. En total reclutaron a más de ciento cincuenta mil niños.
Esos niños serían evaluados y puestos a prueba en la universidad de Swartengroen, la
universidad se haría cargo de todos sus gastos de vida hasta que tuvieran edad para
hacerse cargo de si mismos. Después, se esperaba que fueran ellos quienes se hicieran
cargo de la ciudad.
Cuando esta primera ola de reclutamiento llegó a la ciudad, la primera fase de la
universidad estaba desarrollada, era lo suficientemente grande para educar a todos los
niños hasta los grados superiores, entonces, cerró sus puertas, no podía recibir ni un niño
más, no había grados abajo ni sobre esta generación de niños, ellos eran el proyecto y
debía tener éxito, de lo contrario, una de las más grandes fortunas habría sido despilfarrada
en vano.
Llegando los niños comenzaron a llegar profesores, aquellos profesionales destacados,
aquellos deportistas legendarios, los artistas históricos y los mejores empresarios. Con su
gasto mensual excedían todos los ingresos que percibía Karim en aquel entonces, todas las
compañías que el había ayudado a fundar, todos los proyectos que había encabezado y
todo negocio en el que se había involucrado pagaba la educación de aquellos niños con
sus utilidades. No sobraba un peso para su propia supervivencia y también consumía parte
del emporio de sus allegados. Karim, que vivía en la casa de la colina. La casa más hermosa
y visible de la ciudad. La casa que abría sus puertas para hasta cien invitados diarios y
ofrecía comida gratuita a todo el que la requiriera. Vivía de la beneficencia de Vladimir,
Hikari, Freddy y Bruno. De la beneficencia tenía su propio viñedo, más de cincuenta
empleados en la casa, un helicóptero, un barco, un avión privado y un estilo de vida que
implicaba que le diera la vuelta al mundo por lo menos una vez al año. Él era un invitado
en su propia casa y a la vez, dueño y líder de todo aquello.
Swartengroen, Congo, diciembre de 2037.
La graduación de la primera generación de la universidad de Swartengroen se festejó en
noche buena. La ciudad abrió sus puertas, y cerró sus ventanas. Se contrató personal
extranjero para atender el magno evento, había paro oficial en la ciudad para festejar el
evento, estaban obligados a asistir. Obligados a celebrar a la generación más brillante que
cualquier universidad hubiera visto antes. También la más abundante. Era impresionante la
cantidad y calidad del producto de aquella universidad. Todos los ciudadanos de
Swartengroen, africanos, como les llamaba el resto del mundo, estaban invitados. Todos
los personajes importantes del mundo también estaban ahí. Los padres de Karim habían
muerto para aquel momento. No vieron el mayor éxito que cualquier humano pudiera
haber cosechado en el último milenio. Karim, Vladimir, Bruno, Hikari y Freddy habían
fundado el primer imperio próspero en África, salido de la nada y apostando casi todo su
emporio.
Con sesenta y dos años Karim estaba casado, tenía quince hijos y era de nuevo uno de los
hombres más ricos del planeta. Su fortuna era inconmensurable, dado que nunca se supo
del todo bien de qué era dueño y de qué no lo era, especialmente después que decidió
tomar la apariencia de Gandhi.
Como gobernador de aquellas tierras era en gran parte dueño del éxito de lo que de ahí
se cosechaba, en Swartengroen se pagaban impuestos, igual que en todos los países, la
recaudación anual era grandísima, el pequeño país de ahora más de sesenta mil habitantes
tenía un producto interno bruto exageradamente próspero para su proporción. Sin
embargo, todo ese dinero se destinaba al cien por ciento para su propio desarrollo y
crecimiento. Eso nadie se lo preguntaba y a pesar de que la ciudad estaba contagiada de
los males de todas las sociedades, a causa de la constante migración, no había quien se
quejara del estado y la infraestructura. La maquinaria no dormía en la ciudad, las grúas no
paraban, los ciudadanos tardaban más tiempo en recorrerla cuando percibían que ya había
nuevas obras y adecuaciones para el desarrollo de la ciudad.
Los bienes por los que Karim era el hombre más poderoso del mundo, económicamente
hablando, eran los fondos que el no recaudaba. Las regalías que no exigía, los porcentajes
que le pertenecían por reciprocidad. La primera generación de africanos de la universidad
tenía un éxito abismal, no se había festejado aún su egreso cuando comenzaron a expedirse
patentes, a fundar empresas y a sobresalir los prodigios. Había millonarios africanos antes
de egresar y muchos deportistas y jóvenes científicos ya habían sido reclutados por las
firmas más prestigiosas del mundo. Fue solo cuestión de tiempo para que las firmas más
prestigiosas comenzaran a ser locales. La migración se acentuó aún más y la ciudad creció
y creció, pero cuando comenzó a recibir más migrantes de los que podía albergar, el
sistema tomó el control de la sociedad y su núcleo se vio aplicado a todos los habitantes.
Todos en Swartengroen eran bienvenidos, pero si querían pertenecer, tenían que seguir el
ritmo.
Cuando Karim comenzó a recibir porcentaje por el éxito de sus estudiantes e hijos, supo
que no podía tener más el perfil de poderoso, no podía mostrarse imponente. Necesitaba
camuflajearse o toda su riqueza sería envidiada y su acumulación sería repartida o peor
aún alguno de sus hijos, podría dudar de dar reciprocidad y querer incluso tomar su lugar.
No necesitaba más dinero ni más poder Karim, pero las peleas por el gobierno y las
rebeliones son una enfermedad que su nación no podía padecer. Los hijos de Karim, como
se llamaba a los africanos egresados de la universidad, seguirían por siempre la imagen de
un viejo que ostenta únicamente bondad y sabiduría. Sabrían que su estirpe es culpable de
la creación del mítico lugar y no relegarían a la corono lo que les pertenecía y la posibilidad
u obligación de tomar las riendas de la ciudad. El viejo Karim, se dejó crecer blanca la barba,
se vistió con una manta de lino en cuerpo completo, se quitó los zapatos y se dedicó a
recorrer el mundo con su esposa, emanando sabiduría, reclutando pobres, dando
conferencias criando a sus hijos, adoptando niños. Mientras en la ciudad gobernaba Hikari.
La universidad la mantenían los hijos de Karim, pagaban entre todos por el reclutamiento
y los docentes, aunque al paso de los años, mientras se desarrollaba y se terminaba de
construir la gigantesca universidad, los docentes eran cada vez más figuras locales,
obligadas por la ley a impartir clases y la importación de docentes legendarios fue relegada
cada vez un poco más.
A los ciento siete años murió Karim, cuando su imperio era la nación más próspera del
mundo, cuando en los juegos olímpicos se competían los primeros lugares en su mayoría
entre africanos y las selecciones nacionales de todos los deportes de Swartengroen eran
potencia mundial. Cuando Karim murió, la universidad reclutaba niños de todo el mundo,
su superficie crecía al mismo ritmo que la ciudad y con el mismo orden y aunque sus
generaciones egresadas eran cosmopolitas, todos los seguían llamando africanos y ellos
seguían llamando a Karim, Padre.
Mi Padre, como lo llamaban, murió el año 2082, el día trece de septiembre. Aquellos días
el juraba que eran de mala suerte. Murió después de ganarle una carrera de caballos a
Hikari, el último sobreviviente de la familia de fundadores. Murió rodeado de su familia
legítima, veinticinco hijos adoptados y sus ocho hijos de sangre y la familia que lo adoptó
a él. Los hijos de la universidad, que para ese entonces equivalían al cuarenta por ciento de
la población.
Era la sociedad del futuro, un experimento monarca cuyo principal guía era la explotación
de las cualidades humanas de la forma más magra posible, sacar lo mejor de cada uno o
se condenado a la nada.
Todos los egresados de la UDS (Universidad de Swartengroen) estaban destinados a dejar
huella en la humanidad. A pesar de ser demasiados, eran un puñado en comparación del
resto del mundo. Mundo que estaba siendo conquistado.
A diez años de la muerte de Karim, el imperio, con trescientos cincuenta mil habitantes, era
gobernado por Marcelo. Un niño brasileño adoptado por Karim hacía mucho tiempo, que
ahora con treinta y cinco años, era el más capacitado de los descendientes para tomar ese
puesto.
El servicio (como se llamaba al cargo de monarca) era heredado entre las familias de
fundadores. Cada uno de los antiguos fundadores tenía por lo menos ocho hijos entre
adoptivos y sucesores genéticos. Estos niños asistían como cualquier otro a la UDS, pero
en sus casas eran enseñados eran educados para tomar la responsabilidad del gobierno.
Cada uno de esos niños estaba predestinado al cargo político, pero al final de su formación,
solo el más apto, tomaba el puesto, el resto hacían carrera aparte como cualquier niño
reclutado. Marcelo tomó el cargo entre sesenta y nueve muchachos y los hijos de Marcelo,
junto con los hijos de los hijos de Hikari, Bruno, Vladimir y Freddy eran ciento veintisiete.
Esa forma herencia política se mantuvo hasta que fueron demasiados para educarlos al
poder, posterior a eso. Ciento siete años más tarde, se simplificó el proceso de selección
mediante exámenes de coeficiente intelectual entre los herederos genéticos de los
fundadores. Así, solo los más dotados eran educados para heredar el servicio y de ese
campo reducido, solo el más apto (que no era necesariamente el más inteligente) heredaría
la obligación.
En una de esas selecciones tomó el servicio de la nueva sociedad Lloris. Un descendiente
sanguíneo directo de Bruno, era de los pocos que quedaban, pues el rastro genético de los
fundadores se fue confundiendo entre los que llevaban sus apellidos.
El 05 de marzo del año 2189, cuando Lloris heredó oficialmente el servicio, la urbe de
Swartengroen no era pequeña. Se había extendido como un virus informático por la
superficie del Congo y rozaba sus fronteras con las miserables ciudades de aquel país que
aún permanecía en la precariedad y el tercermundismo de siempre. Swartengroen había
extendido su desarrollo mucho más allá de sus límites fronterizos y era verdaderamente
más una pequeña nación que una ciudad. Los más de doce millones de habitantes (de etnia
negra en su mayoría) estaban distribuidos en quince mini ciudades que se conectaban al
núcleo donde todo se había creado. Entre los espacios que quedaban en aquel dibujo
galáctico que formaba la nación en su traza, se extendía la universidad, que ya había parado
de crecer, pero no de desarrollarse.
Lloris era un excelente gobernante, lo comprobó el consejo de selección, lideraba de
maravilla y potenciaba el desarrollo. Sabía escoger de quién rodearse y sacar lo mejor de
todos, como el sistema enseñaba. Le gustaba el servicio y hacía uso de sus beneficios para
lograr que con cada minuto que pasara, Swartengroen fuera más maravilloso.
Entre los defectos de su persona imperfecta existía uno que era especialmente relevante,
su capacidad técnica y táctica para el desarrollo de forma despiadada. Lloris era joven aún,
sumamente ambicioso y lleno de sueños. Sabía, como todos los intelectuales en el mundo,
que el ideal y sistema de esta nueva sociedad acabaría por conquistar el mundo y aunque
el desarrollo de la nación era más acelerado que cualquier nación que se hubiera antes
registrado, quedaban muchísimas generaciones para que el sistema fuera unánime en la
tierra entera y quizá, Swartengroen no se expandiría por todo el mundo, como pasó antes
en la historia, sus ideales serían absorbidos, adaptados e impartidos por quién pudiera
hacerse con el poder político del territorio con mayor extensión. Swartengroen era todo
menos un país extenso, a pesar de que los africanos movieran el mundo.
Este defecto en Lloris se vio potenciado por varios acontecimientos y se complementó con
otras características que su persona también poseía.
En mayo del 2191 las tensiones políticas con el Congo comenzaron a ser evidentes. Joseph
Kasa-Vuvu, el entonces presidente del Congo comenzó a declarar en entrevistas públicas
su desconcierto con la extensión territorial fuera de sus límites de Swartengroen y hasta
llegó a mencionar represalias en caso de no reordenarse la ciudad dentro de sus límites.
Era para entonces muy tarde para la ciudad el sugerirse un replanteamiento de sus límites.
En realidad, el plan de expansión invadía de forma definitiva gran parte de las reservas del
Congo, aunque sin tocar la ciudad y varias plantas de energía nuclear y eólica ya habían
sido predestinadas a estar dentro de la misma. A pesar de esto, el gobierno de Lloris
siempre tuvo en pro la resolución verbal, legal y diplomática del inconveniente.
Una reunión se celebró en el Congo de manera pública en la que se trataron aquellos temas
y Lloris y Joseph tuvieron el tiempo para debatir de forma pacífica el tema en cuestión. La
postura de Joseph como era de esperarse fue sumamente pacífica. Lloris y el mundo
catalogaron a Joseph como un populista y se entendió que el poder del gobierno de
Swartengroen había sometido a cualquier intento de represalia de parte del Congo sin
necesidad de intimidación.
Todo a la normalidad y el gobierno de Swartengroen podía continuar su expansión fuera
de sus territorios siempre y cuando se hiciera dentro de la legalidad propuesta y pagara
por el territorio ocupado la cantidad que se negociase.
Lloris permaneció dos días en Brazzaville por su propia voluntad, posteriormente cuando
comunicó su decisión de volver a Swartengroen fue atracado y asesinado. El ejercito del
Congo rodeó el hotel y entró de forma súbita hasta el cuarto donde se hospedaba Lloris.
La guardia personal de los sirvientes de Swartengroen fue siempre nula. En realidad, los
gobernantes solo se acompañaban de familiares o gente de su confianza que no llevaba
armas ni tenía preparación militar para cualquier tipo de ataque. La seguridad del servicio
era simplemente el poder económico del estado africano y su garantía era la sucesión de
líderes tan grande que esperaba para servir. La novia de Lloris, Adisa fue asesinada en ese
mismo atraco, también lo fue su compañero Odiseo y su esposo Sharik. Quienes
escucharon desde el cuarto contiguo los disparos e hicieron por proteger. Ninguno tuvo
tiempo de informar lo ocurrido y en Swartengroen solo se supo del asesinato de los tres
antes mencionados y de la captura de Lloris a quién planeaban tener como rehén para
evitar la represalia militar el mayor tiempo posible, en cuanto se preparaba la invasión a
Swartengroen por parte de los gobiernos de Uganda, Sudán del Sur, El Congo, Ruanda,
Burundi y el respaldo económico de Arabia Saudita.
En realidad, Lloris murió en el acto. Ambos estaban despiertos en la suite del hotel a las
dos de la madrugada cuando Adisa, que bebía agua en la cocina escuchó ruido en el
exterior y salió a observar cuando recibió tres disparos en el tórax y dos en la cabeza. No
sin antes gritar y alertar a Lloris. El joven francés de rostro agradable, ojos grandes color
miel y rizos que caían sobre su frente. Acto seguido; dos soldados derribaron la puerta,
entraron y murieron al instante por disparos en la cabeza.
Lloris y Adisa debatían un tema desde hacía horas cuando Adisa, una joven negra de ojos
grandes y cuerpo delicado y magro salió de la cama en ropa de dormir y fue por una jarra
de agua para ambos beber. Lloris estaba acostado regocijándose de su elocuencia y
mirando al techo con las manos sobre la nuca y un leve sueño que le provocó un bostezo,
ligero también. Escuchó el ruido de la puerta abrirse y bajó la mirada para ver que ocurría,
pues los pasos de Adisa fueron delicados y curiosos y no azotados y alarmados. En su
ignorancia total de lo ocurrido ni siquiera le pareció alarmante ese instante en que escuchó
la puerta abrirse. Ni siquiera alcanzó a ordenar las palabras en la cabeza para preguntar
qué pasaba, cuando escuchó el grito, los disparos silenciados, el cuerpo tocar el suelo, los
pasos de los policías, el golpe en la puerta. Fueron segundos, veloces segundos. En ese
absurdo lapso de tiempo Lloris saltó en la cama del susto, con el pecho hacia arriba como
si un espasmo eléctrico en el cuerpo de algún resucitado. Giró para tomar el arma en su
pantalón que estaba tirado a centímetros de la cama, apuntó a la puerta y antes de que la
tuviera verdaderamente firme, esta se abrió. Jaló el gatillo dos veces para matar al guardia
que venía de frente hacia él, este murió y murió también el que venía en fila justo detrás
de él en la misma posición. Las siguientes dos veces que jaló el gatillo en el mismo instante
lo hizo de miedo al ver caer dos cuerpos, imaginando que vendrían más en fila. Las últimas
tres veces que jaló el gatillo lo hizo de rabia al entender que habían matado a Adisa y paró
al saber que solo le quedaban dos balas y debía razonar o morir en el instante siguiente.
Los soldados no entraron ellos también cuentan los tiros. Lloris se levantó en ropa interior
y tomó otra arma y dos cargadores del armario sin despegar la vista de la puerta. Encendió
todas las luces desde el panel en la pared de su cuarto y se atrincheró detrás de la misma
pared. Todo estaba abismalmente silencioso cuando escucho pasos en el cuarto de Odiseo
y Sharik. Después un largo tiroteo y de nuevo silencio. Los habían matado también a ellos,
lo entendía. Miraba Lloris desde un recoveco en la celosía de la pared, cuando entraron
dos guardias más. Con su pierna derecha lanzó una almohada por el vano que daba a la
cama y los guardias le dispararon, mientras Lloris les disparó a ellos desde el recoveco.
Entraron dos más en fila y disparando, se atrincheraron y llenaron de plomo su celosía.
Lloris se recargó en la pared mirando a la nada, escuchando cada movimiento y prediciendo
en su mente los siguientes movimientos. Sintió como se movían guardias desde el ventanal,
de forma sigilosa y tuvo tiempo para apuntar y derribar a otro guardia más, después desde
el otro lado del mismo ventanal se movía otro soldado que también murió a tiros y cayó al
vacío. Escuchó como los soldados de la cocina y sala se acercaban más y entendió que lo
rodeaban, que querían llevárselo vivo, que iban a torturarlo, que Swartengroen lo sustituiría
y tardarían en lograr su rescaté o en matarlo. Entendió que Adisa había muerto, también
sus mejores amigos y que después de ellos, no le quedaba demasiado por perder, que
prefería ser vengado que torturado y quizá rescatado. Se asomó por la pared descubierto
y listo para ser destrozado a tiros y llevarse a quién pudiera y topó de frente, a centímetros
de su nariz, la cara de un soldado, le vio a los ojos por un instante, su arma topó en el frente
de la careta del soldado con el cargador y el arma del soldado quedó pegada en su
hombro, con el cañón fuera de su alcance. El soldado retrocedió en un espasmo de sorpresa
y susto y ambos jalaron el gatillo, solo las balas de Lloris acertaron. Dos disparos en la
frente, justo encima del ojo izquierdo, uno en seguida del otro. Lloris, descubierto recibió
dos disparos en la pierna, cayó y los soldados se acercaron. Cuatro murieron, cada uno con
un disparo en la cabeza, dos delante suyo y dos detrás. Otro más por la espalda le disparó
en el brazo y el de nuevo soltó el arma. Los uniformados se acercaron y Lloris se arrastró
para tomar uno de los rifles y giró a escasos ciento veinte centímetros de ser golpeado.
Jaló el gatillo y llenó el pecho y el tórax de su atacante más inmediato, después disparó
alrededor y recibió otros dos disparos, esta vez en el tórax, pues sus brazos y sus piernas
de su cuerpo estaban muy pegados. Cesaron los disparos, Lloris bajó el arma recargando
el cañón al suelo y bajó también la cabeza, con los ojos y la boca abierta, mirando a la
nada, derramando baba. Se acercaron rápidamente dos soldados aún apuntando y lo
golpearon ligeramente con el cañón en la cabeza, después con la mano le revisaron el
pulso y Lloris levantó el arma y derribó a un soldado más, recibiendo otros dos tiros en el
estómago y el pulmón. Descargó el arma en aquel guardia, esta vez sí, no le quedaban más
cartas por jugar, si no moría, sería capturado. Ya sin armas lo levantaron con rapidez, pero
mucha delicadeza y mientras miraba hacia atrás y contaba a los muertos sintió como una
masa caliente le recorría el pecho y la garganta. Sintió el sabor a plomo de su sangre y se
imaginó su propia imagen en los brazos de aquellos soldados. Deliró unos segundos
pensando en fantasías infantiles, en Adisa, en sus viajes, en el espacio, en la luna, en la
guerra. A su mente no vino el recorrido de su vida. Murió en el elevador. Antes de que
pudieran salvarlo. Antes de que pudieran torturarlo.
La fuerza armada de Swartengroen ya había trazado el plan y se había alistado. Los aviones
caza salieron de sus plataformas antes que los aviones de los demás países africanos. Los
soldados se desplegaron primero y los antiaéreos cargaron municiones en el instante en
que se supo de la captura de Lloris y la muerte de los otros tres ciudadanos. La universidad
se cerró a los estudiantes y se quedaron únicamente el equipo táctico militar para ocuparla.
Lleno de estudiantes también y algunos de los mejores generales estadounidenses, rusos
y chinos. El ataque no se demoró demasiado. Solo doce horas y comenzaron a llegar
aviones a la ciudad. Un grandísimo número de ellos derribado antes de pasar las fronteras
nacionales. Los que pasaban y no podían ser derribados dejaron en su descarga soldados,
que fueron masacrados por los soldados en las bases antiaéreas. Muchas bombas fueron
neutralizadas, pero muchas otras también aterrizaron. Destruyendo edificios, matando
civiles. Su mejor carta estaba siendo jugada y en su mejor movimiento murieron dos
generales africanos en la explosión de una bomba en la universidad. Cientos de aviones
fueron derribados en las bases del Congo antes de despegar y la fuerza aérea africana
destruyó los antiaéreos, las bases militares dentro y fuera de Brazzaville, muchos hospitales
militares y todas las bases aéreas. Tanques de guerra, camiones y bodegas de misiles y
municiones fueron absolutamente neutralizadas causando explosiones exorbitantes,
dejando la ciudad en llamas, esperando el ataque. No habían pasado doce horas cuando
el Congo estaba oficialmente desarmado y los países contiguos, aliados de guerra se habían
rendido. Cerraron sus puertas y levantaron su propia defensa, pero clamaban por paz y
diálogo, pidiendo apoyo a otros países y a la organización de las naciones unidas, sin ser
parte de ella. Todo en menos de doce horas. Su mejor carta había sido jugada y seguía la
carta de los africanos.
A las veintiún horas de la noche, horario del oeste de África, Swartengroen hizo el
despliegue militar más impresionante jamás visto. Predeciblemente hacia el Brazzaville, que
no estaba demasiado lejos. Los helicópteros y aviones de transporte militares dejaban
mensajes en el cielo y descargaban bombas falsas en señal de apoyo y aviso para que no
lucharan y dejar al ejercito hacer su trabajo. Tomar la ciudad y a los criminales que habían
comenzado la guerra. Cuando el general Douglas MacArthur llegó a las puertas de la
ciudad, cientos de miles de ciudadanos del Congo salieron despavoridos y fueron recibidos
por los militares de Swartengroen que los colocaron en campos donde no pudieran hacer
daño ni ser dañados, la ciudad era campo de guerra, pero ya no tenían demasiadas armas.
Al final de la muchedumbre salieron soldados con las armas en alto y el último grupo de
ellos llevaba a Joseph Kasa-Vuvu, muerto a puñaladas, con los ojos abiertos, golpeado y la
ropa desgarrada. La ciudad, ya solo estaba defendida por unos cuantos miles de soldados
armados con rifles, protegidos por la noche y atrincherados en edificios listos para hacer
su guerra de guerrillas comandados por Isaías Chad Deby. Pero las tropas de MacArthur
entraron rasas, conduciendo velozmente los tanques y los camiones por las calles,
recogiendo más civiles y esparciendo el mensaje de que con la rendición habrían de
perdonarles y solo sería condenado el general Isaías Chad Deby. Realizaron solo disparos
del tanque cada que recibían disparos de algún edificio y daban vueltas por las avenidas
principales tres veces por día, siempre en diferentes horas para recoger soldados
desertores, porque los civiles ya todos se habían ido. Pasaron siete días y los tanques y solo
disparaban para proteger a los desertores, que tenían que salir corriendo antes de ser
acribillados. En la tarde del viernes veinte de noviembre del 2191, Isaías Chad Deby entendió
que no podría quedarse para sí mismo la ciudad de Brazzaville sin población y con unos
cuantos cientos de soldados, así que les pidió entregarse y sobrevivir, antes de terminar en
el mismo destino que Joseph. Mandó a sus últimos hombres a desfilar desarmados al
Brazzaville–Kinshasa Bridge con el mensaje;
Te espero aquí MacArthur a las siete de la noche, para enfrentar a la justicia y hacerme cargo
de mis actos. No seré juzgado ni arrestado, pues comprendo, mis delitos, los acepto y sé que
no tienen perdón, ni de Dios de las personas. Ven armado y acompañado, pues yo igual lo
estaré. Recibiré mi muerte con honor y con orgullo.
Y a las siete así ocurrió, MacArthur esperaba un truco y estuvo listo para todo, no se
presentó sin examinar todo el terreno y casi toda la ciudad, se cercioró de que fuera él el
local ahora y que no pudieran sorprenderlo, después de verificarlo todo, dio un salto de fe
y decidió arriesgarse a morir en el acto bajó una trampa que dijo él; Tiene que ser más
ingeniosa de lo que yo lo soy.
No lo fue, Isaías se apareció acompañado con dos hombres que lo adoraban como a un
Dios, apuntando a todos lados estaban ellos, pero bajo la orden de no efectuar ni un solo
disparo que no fuera en defensa de sí mismos y después de haberlos recibido.
Isaías se adelantó a los suyos y los dos jóvenes bajaron las armas y lo vieron caminar al
frente suyo. Isaías desenfundó su arma y la sostuvo para sopesarla, acercándose con cada
paso a MacArthur que lo esperaba de brazos cruzados, recargado en un tanque blanco
hermoso, nuevo y cargado, listo para derribar el puente de un certero disparo al cuerpo de
Isaías. Sin embargo, después de algunos pasos MacArthur comprendió que Isaías de verdad
buscaba su muerte y nada más. No había plan oculto, no había juego. Sin esperar ni un
segundo, desenfundó su pistola y le pegó tres tiros en el pecho, uno seguido al otro, casi
encima uno del otro, pues Isaías no se sacudió con los impactos. Solo cayó de rodillas y se
recargó sus talones, puso su arma en el suelo y murió pacíficamente.
Parecía que ahí estaba terminada la guerra. Con algunos cientos de civiles muertos, algunos
miles de soldados, prisioneros de guerra, algunos daños en Swartengroen, Brazzaville en
ruinas y el Congo sumido en la miseria y en el más terrible desorden. Estados Unidos ofreció
al instante hacerse cargo del crecimiento del Congo y de su recuperación, como había
hecho antes con Japón, solo que esta vez, Estados Unidos no tenía nada que ver y
Swartengroen, que había provocado los daños, puso su gobierno sobre los habitantes, que
de hecho lo tomaron con mucho positivismo.
La situación estuvo pausada durante algunos meses. En dichos meses se reunían una y otra
vez los representantes de cada nación y Nelson Ósak, el nuevo servidor de los africanos,
debatía con elocuencia su postura de mantener el control de la nación devastada.
Esta postura era especialmente justa, no había duda de ello, ni tampoco había gobernador
que pudiera eludir a Nelson de hacer a un lado su derecho a gobernar esa tierra, era
demasiado listo, tenía demasiado carácter y tenía suficiente rabia, por la muerte de su
hermano directo. El problema radicaba en el miedo, durante todo su desarrollo,
Swartengroen tuvo todo, menos recursos naturales a su disposición. Su territorio limitado,
su suelo inexplotable, su aislamiento físico de las otras potencias y su falta de salida al
océano, limitaban en cierta medida su crecimiento. A pesar de esto, eran la patria más
prospera con la economía más desarrollada, diversa y abundante del mundo. Tomar el
territorio del Congo y hacer uso de los recursos y de la población de esa gran nación como
propios lo podría hacer una fuerza imparable. Más aún después de haber visto el
impresionante despliegue militar que mostraron. Había miedo en el aire.
Nelson y el pueblo africano lo sabían, sabía que les temían y que el miedo era la primera
razón de ataque de muchas naciones. Todas las grandes civilizaciones alguna vez
conquistaron para evitar ser conquistadas. La ocupación del Congo y los siguientes
movimientos en el tablero mundial de Nelson ocurrieron con el más bajo perfil. En menos
de tres meses posteriores a la ocupación del Congo, el ejército y armamento de
Swartengroen se triplicó y los recursos destinados al departamento de defensa pasaron a
ser del quince al ochenta y cinco por ciento. La decisión de los africanos era muy clara; No
habría prosperidad, bajo invasión.
El primer plan ejecutado fue el asesinato de Salmán bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudita,
asesinado mientras viajaba en un convoy de Riad a Ad Dawadimi. Era el primer viaje que
realizaba desde un año antes del asesinato de Lloris, había temido de salir de su palacio,
sentía que estaba siendo vigilado y, de hecho, no se equivocó.
El convoy no llevaba recorrida ni una hora del viaje cuando una motocicleta plateada de
un modelo nunca visto antes, pasó a ciento noventa kilómetros por hora, por la lateral de
terracería de la carretera. Alarmados los soldados prepararon sus armas y se dispusieron a
dar mensaje de ataque para que dicho vehículo abandonara el camino. La motocicleta
llevaba dos pasajeros, los hermanos Abdel y Abel. Asesinos árabes profesionales que ahora
trabajaban con el gobierno africano. Abdel conducía la motocicleta y Abel iba de espalda
a Abdel, blindado desde el casco hasta las espinillas y sosteniendo un rifle corto calibre
cincuenta. Apuntó al chofer y los soldados de la primera camioneta apuntaron a Abel,
mientras daban del mensaje de ataque. El chofer mantuvo su curso, confiando en el blindaje
de la camioneta y en un segundo le volaron el cráneo con una bala que atravesó el vidrio,
al chofer y al pasajero de la cabina posterior. La camioneta salió del camino y Abel derribó
la siguiente camioneta con el mismo tiro. Las otras dos camionetas salieron de la parte
posterior para proteger al rey Salmán y Abel intentó hacer el mismo tiro, pero los
conductores los evadían, mientras los soldados disparaban erradamente a Abel y su
blindaje atrapaba los pocos tiros que iban certeros a sus piernas y cabeza. Con el último
tiro Abel acertó en una de las ruedas y se impactaron una con la otra, Abdel frenó la
motocicleta en seco y dio media vuelta para seguir la camioneta del rey, que seguía el curso
contrario, camino a la ciudad. Abdel, la rodeó nuevamente sobre la terracería del desierto
para evitar los disparos y se apareció justo frente a la camioneta en unos segundos,
mientras Abel recibía disparo tras disparo en el blindaje. Cuando estuvo estable y
perfectamente posicionado, los soldados dejaron de disparar y el chofer comenzó a hacer
maniobras evasivas, mientras Abel sacaba una granada de una de las bolsas laterales de la
mochila de su hermano. Quitó el seguro con un pequeño gancho en su casco, la sostuvo
dos segundos y la lanzó justo por debajo del motor de la camioneta, que se elevó tres
metros con la explosión y mandó las puertas y el cofre en llamas volando por los aires. Abel
y Abdel se perdieron en el desierto instantes después.
El siguiente movimiento del gobierno africano fue el ataque bélico contra Uganda, Sudán
del Sur, Ruanda y Burundi, todos al mismo tiempo y cuando el ejército de Swartengroen
estaba en su máximo esplendor, con el mejor armamento, tecnología disciplina y orden. El
golpe fue certero; a un año de la muerte de Lloris, los gobiernos de los países vecinos
seguían esperando el golpe, pero no estaban preparados. Fue tan repentino y certero que
en cosa de días habían caído todos los gobernantes con un mínimo de vidas dañadas y
solo algunos edificios derribados. Solo Pierre Nkurunziza, el presidente de Burundi, seguía
vivo, pues siempre esperó el ataque y cuando supo del ejercito que acechaba sus territorios
mandó un comunicado directo a la capital de Swartengroen exigiendo que se le juzgase
solo a él por los actos de su país y que no hubiera derroche de recursos y vidas en el ataque,
pues aceptaría los cargos legales en su contra. Un noble profesional. El hombre fue tomado
como rehén, en una de las habitaciones de invitados de la casa de la colina, con todas las
comodidades con las que vivía Nelson, el servidor del reino. Menos con la comodidad de
irse cuando quisiese.
Después de su despliegue militar y de declarar el control oficial sobre las tierras del centro
de África, se alzaron en las ciudades las banderas únicamente Swartengroen y para la
sorpresa de las principales potencias del mundo, Swartengroen se había convertido
exactamente en el enemigo que tanto temían. Aunque la guerra no estaba oficialmente
declarada, La unión europea fijó un frente común y comenzó a hacer alarde en pruebas de
campo de su mejor armamento. Japón y China encabezaron la alianza de oriente y desde
México hasta Canadá, se lideró el frente de América, liderado por los Estados Unidos, que
en breve comenzaron a ocupar islas del pacifico y atlántico, ilegalmente, con bases
militares. En el oriente medio forjaban su difícil alianza la India y los Emiratos Árabes Unidos
cuando los africanos Nelson Ósak hicieron lo obvio, aquello que todos esperaban ocurriera,
pero rogaban que no pasara. Las tropas se movilizaron y en cuestión de meses se hicieron
con los recursos humanos, económicos y territoriales de casi todo el continente. Desde
Namibia, Zambia, Tanzania y Mozambique (fronteras del sur) hasta Nigeria, Niger, Libia,
Egipto, Arabia Saudita y Yemen. Los territorios en África que Nelson no pudo controlar
fácilmente decidió no pelearlos con las tropas europeas que habían instalado bases
anticipadas para controlar sus fronteras.
La guerra frontal entre las principales potencias no comenzó hasta mucho después de la
que se le llamó etapa de reforzamiento. Durante tres años, los frentes mundiales
comenzaron a imponer dominio sobre las zonas contiguas más débiles, proponiendo
alianzas o sometimientos a todos aquellos territorios que quisieran o no, participar
activamente en la guerra.
El territorio de Swartengroen se vio limitada geográficamente por las bases del frente
europeo en África con el que decidió no combatir abiertamente. En la etapa de
fortalecimiento el ejercito negro solo consiguió arrebatar el sur de África a los europeos en
la guerra más sangrienta de todo ese año. Se mostraron durante un mes sus mejores cartas,
sin hacer uso de armas nucleares, pero dándose un encuentro bélico que acabó con dos
millones de vidas, en su mayoría civiles. Dejando a Nelson con la ocupación de un territorio
ruinoso, sin capital humano que serviría únicamente como base territorial y expropiación
de recursos. Las ciudades de Pretoria y Johannesburgo quedaron absolutamente
devastadas, sin un solo ser humano vivo en toda su superficie y Puerto Elizabeth, junto con
Maputo, Durman, Beira y las islas que rodeaban Madagascar se volvieron las bases más
imponentes del sur del mundo, pues preparaban la invasión a Madagascar y las tierras de
Australia, pertenecientes al dominio europeo.
El frente americano tuvo el camino abierto para establecerse en el sur, todos los países
abrieron sus puertas y mandaron a sus hombres a la guerra, así como sus recursos en
general. Solo encontró batalla en Venezuela, donde tuvo que dar guerra y barrer el país.
Destruyendo por completo su fuerza militar y ejecutando a los líderes en juicios “legales”
en los que Peter Blank (presidente de los Estados Unidos) era juez, jurado y verdugo. Los
juicios se dieron en caracas, con todo el ejercito custodiando las calles, con las leyes
americanas y con imposiciones letales del siglo décimo octavo. Eso sí, transmitidas en vivo
para justificar su veracidad y la justicia con la que el frente americano procedía. Como si
hubiera algo de justo en invadir un país y asesinar a sus líderes por defenderse. Como fuese,
el tiempo y los recursos que el frente americano perdió, sirvió para que Nelson hiciera
alianza con la presidenta del Brasil, Ana Paula Kirchheim y se quedara con la mayor
rebanada del continente americano.
La alianza oriental tuvo gran éxito en su extensión y lograron unificarse por medios pacíficos
Japón, las dos Coreas, China, Mongolia, Nepal, Bután, Bangladesh, Birmania, Laos, Vietnam,
Camboya, Tailandia, Malasia, Singapur, Filipinas y todas las islas indonesias. Este último
territorio era de gran peligro para el frente europeo en Australia. En la incapacidad del reino
unido de unificarse con todo el frente oriental, se vio obligado a invadir las islas, perdiendo
así, su segunda gran batalla y dejando el Océano Índico debilitado y listo para ser invadido.
En el oriente medio Emiratos Árabes Unidos en unión con la India, no lograron las relaciones
pacíficas con ningún país en su conexión e invadieron tanto como pudieron, derrochando
recursos y perdiendo ejercito para hacerse de un control más o menos uniforme, aunque
los levantamientos civiles eran muy comunes y la unión con Europa no parecía la más
próspera. El frente europeo justo había decidido movilizar tropas hacia Turquía, Georgia y
Azerbaiyán en refuerzo a las tropas del oriente medio, cuando los rusos hicieron su jugada
maestra y desplegaron la mitad de su ejercito para tomar todo el oriente medio Ucrania,
Moldavia, Rumania, Bulgaria y Grecia hasta llegar a Israel, donde se unió al imperio de
Nelson Ósak. Abu Dabi cayó y las ciudades de oro pasaron a ser de Nelson y Vladimir. El
frente asiático hizo lo propio para aliarse de forma pacífica con Kazajstán, Uzbekistán,
Turkmenistán, Kirguistán, Afganistán, Pakistán e Irán. La India permaneció como territorio
neutro, pues el frente asiático optó por no invadirla cuando el presidente Rajendra Husein,
decidió no unirse al frente asiático.
La decisión de no invadir que tomó el frente asiático fijó su posición en el tablero, buscaban
fortalecerse y lo habían logrado, pero pese a su ventajosa posición, no invadirían, no harían
la guerra a menos que fueran tentados a hacerla. Tampoco meterían sus armas por nación
ninguna.
Cuando las grandes potencias lograron unificarse, controlar sus propias rebeliones y
fortalecerse de los recursos existentes, la economía mundial se paró para dar entrada a su
más profunda decadencia. Los recursos comenzaron a ser escasos cuando las tierras
perdieron las conexiones entre sí y existía una tensión tan grande por la amenaza del fin
del mundo. Nelson Ósak, pese a que su pueblo le pedía guerra en retribución por la muerte
de Lloris, el pensaba que la cuenta estaba saldada. Pese a ser su alianza la más fuerte de
las cuatro potencias, decidió negociar la paz.
Se reunió el consejo de la ONU, abandonado por dos largos años y los mandatarios de
cada gran nación que aún existía, tomaron palabra para negociar bajar las armas y estrechar
las manos.
Había algunas tierras que no podían reestablecerse y vidas que no volverían a ser las
mismas, después de tanta muerte. Aunado a esto, había ciudades enteras que habían sido
arrasadas, bien por los ataques, bien por las bases nucleares establecidas, pero a pesar del
mal hecho, era muy buen tiempo para que el mundo tomara su curso.
El acuerdo se cerró y en teoría, se reestablecieron todas las tierras posibles. Presidentes
volvieron a tomar sus cargos y se coordinó la ocupación de las potencias solo en las tierras
caóticas. Para el caso africano, casi todo el continente ocupado.
Las fronteras abrieron sus puertas y los tratados comerciales se firmaron dejando todas las
tensiones de lado, lográndose arrancar la economía nuevamente.
Pasaron algunos meses cuando comenzó a notarse que las potencias seguían temiéndose
demasiado. Las muertes de funcionarios gubernamentales clave e incluso de presidentes
en manos de sus propios pueblos comenzaron a notarse demasiado y las ocupaciones de
control de las potencias comenzaron a extenderse y ser cada vez más obvias. No había
guerra declarada, pero las más grandes naciones querían terminar tan fortalecidas como
Swartengroen, la tierra negra prometida de Nelson Ósak.
El año 2195 estalló la tercera guerra mundial y terminó cinco años después, en la víspera
del siglo XXIII. Los resultados provocaron un estancamiento en la civilización de más de un
siglo, la desaparición del ochenta por ciento de las naciones y la muerte de más del setenta
por ciento de la población.
El continente africano, cuyo esplendor no pudo llegar a su punto más alto, fue el primero
en ser barrido, quizá por ser la potencia más fortalecida en la preguerra. Se estima que la
civilización del futuro estaba creciendo entre los negros y todo el desarrollo, los avances
tecnológicos y el poder económico de la sociedad de Swartengroen no pudo contagiarse
por completo a las potencias que barrieron aquella tierra. El miedo acabó con la esperanza.
Las primeras amenazas nucleares cayeron en suelo africano, a más de mil kilómetros de
Swartengroen, de parte del frente americano, que no se había unificado bien, cuando
emprendió la guerra junto con la unión europea.
El continente africano en alianza con Rusia, pese a su dominio en recursos, territorio,
potencial económico y tecnológico sobre cualquiera de las potencias, no podía hacer frente
en un dos contra uno y no podría jamás barrer dos continentes. Pero en la rabia de Nelson
Ósak por los ataques en plena negociación pacífica, unificó a la raza superior los negros y
los rusos y se decidió a comandar el ataque que no pararía la guerra, ni ganaría la guerra,
pero causaría tanto daño que el mundo no volvería a ser el mismo.
No hubo bombardeos en tierra americana por parte del frente africano, pero los brasileños
jugaron su parte para barrer el sur del continente y el frente ruso-africano se decidió por
la unión europea, de la que no quedó más que el recuerdo.
El continente viejo cayó por primera vez y para siempre. Las defensas no pudieron parar el
número y la constancia de los aviones, pese al apoyo del frente americano. Cuando las
defensas antiaéreas de las grandes ciudades estuvieron absolutamente neutralizadas, los
países dijeron adiós a la postura de guerra, la unión se dividió y los representantes de cada
nación rogaron por las paces. Pidieron alianzas y negaron su participación en los ataques.
Dejando al Reino Unido y Alemania como los grandes culpables. Sin embargo, sus
esfuerzos nada valían, en el frente ruso-africano, ya había demasiadas bajas y se había
derramado demasiada sangre. El oriente medio estaba inhabitable, ya había demasiado
odio y sed de sangre. Ante el escepticismo, los aviones comenzaron a pasar como balas
por los cielos de todas las grandes ciudades, dejando caer sin nada que lo impidiera hasta
dos bombas nucleares. De adentro hacia afuera. Berlín, Londres, Madrid, Paris, Berna,
Lisboa, Roma, Budapest, Varsovia y Copenhague fueron borradas del mapa en un solo día.
No quedó ni rastro de su existencia. En el resto de Europa, las familias se abrazaron, rezaron
y esperaron el mismo destino. En el momento en el que un avión pasaba por los cielos
sabían que habían sido seleccionados y el señor los había llamado, no había salvación, ni
esperanza. Después de tres días de ataques el terror fue aún peor, pues al no haber
resistencia en el aire, los ataques eran anunciados con antelación y ejecutados con
puntualidad a la hora que marcaban el final. Pasaron dos meses de ataques continuos,
hasta doce ciudades por día, de la más a la menos poblada de cada nación. Ni la gente, ni
las calles, ni la vegetación, ni las catedrales, nada sobrevivió al puntual ataque. Quizá
algunos pueblos perdidos, incomunicados de los que nadie sabe.
A la caída europea, cuando los dos frentes en guerra estuvieron lo suficientemente
debilitados, el frente asiático entró en la masacre. En los años más sangrientos de la
humanidad, 2198 y 2199, la guerra empezó a ser por la supervivencia; ninguna nación quería
dejar de existir en manos de la otra. Cuando la humanidad estuvo al borde de la extinción,
en África no quedaba más que polvo de lo que fue la fabulosa ciudad de los recursos
ilimitados, América estaba despoblada del norte al sur y solo unas cuantas ciudades y
poblados periféricos quedaron poblados en el continente entero. Asia llevó la menor parte,
pero intactos solo quedó la india, el resto de Asia quedó en la devastación de miles de
edificios derrumbados, la ruina económica y todas las capitales arrasadas por los ataques
nucleares.
El frente asiático al final unificó el control sobre el mundo, pero no tenía los recursos para
hacerse cargo del territorio y el solo resurgimiento de cada país asiático era una tarea que
parecía inalcanzable. La unión asiática se dividió en unos cuantos países y esos países se
rezagaron y se abstuvieron de ejercer control sobre las tierras conquistadas, con el fin de
evitar una nueva guerra civil.
El mundo entero perdió sus casi todas sus fronteras y solo quedaron como naciones
soberanas Rusia, cuya población era una mezcla perfecta entre rusos blancos y negros
africanos. China, cuyas fronteras llegaban ahora hasta la India y Rusia, terminando en el
mar índico, en lo que solía ser Sri Lanka. Australia que extendía sus límites por todo Oceanía
y las islas a su alrededor y hasta el mar de filipinas, hasta lo que fuera alguna vez Japón,
que ahora era una piedra inhabitada, producto de los cataclismos de su gran volcán, a
causa de los bombardeos. Y Canadá que fue el último de los países que sobrevivió al ataque
nuclear y algunas de sus ciudades quedaron aún habitables.
El tiempo de la postguerra fue aún peor que la guerra misma, el mundo estaba inhóspito
y sumido en la más terrible miseria. Las catástrofes naturales ocasionadas por la guerra
nuclear dejaron cicatrices que cien años más tarde, seguían pesando. La primera década
posterior a la guerra, fue conocida como el gran apagón. La enfermedad y el cambio
climático fueron tan abruptos que se extinguieron cuatro de cada diez especies. Las
ciudades se desconectaron entre sí y la población restante de la guerra se redujo en otro
setenta por ciento, quedando habitada la tierra entera en por menos de un millón y medio
de humanos.
La tierra continuó en la anarquía natural toda la década, las sociedades humanas fueron
reducidas a algunas decenas de habitantes concentradas en suburbios ruinosos y poblados
remotos en colinas y valles.
En una gran isla, cerca de la tierra medio oriental de lo que fuera conocido como Siria,
existía el poblado más numeroso de todos, con unos ciento cincuenta habitantes, dispersos
entre sí, sobreviviendo como ratas, encuevados bajo ruinas, subterráneos y cavidades
naturales. Los sirios salían de sus cuevas en busca de cualquier comestible, lo acumulaban
y se ocultaban de nuevo para protegerse de los fríos extremos y las lluvias ácidas que
azotaban la tierra entera.
Un día como cualquier otro, un sirio de aquellos que no contaba el tiempo y había perdido
toda su humanidad, masticaba el cadáver de un bebé muerto hacia algunas horas. El bebé
era de una mujer que vivía en el mismo estacionamiento que él, pero en un Bentley, debajo
de un grupo de carros que formaban una pequeñísima montaña. Aquella mujer había
muerto dando a luz, y su bebé se había asfixiado al salir de la mujer. Joseph, el caníbal,
escuchó a la mujer gritar y se acercó, para ver la escena. Tomó al bebé muerto y lo puso
en una bolsa, junto con sus demás comestibles. Ese día, mientras Joseph comía, notó que
un rayo de luz atravesaba por el pequeño espacio que había entre las losas de concreto, la
lámina y el asiento del auto en el que vivía. Él no conocía la luz del sol, pero otro grupo en
su misma isla, la había estado esperando, todos los días durante más de una década para
marcar el inicio de una nueva era. Los años comenzarían a contarse nuevamente después
de aquella fecha.
Un hombre blanco, alto, de grandes ojos y con una cara amable, había vivido en un
albergue subterráneo por más de diez años. Su nombre era Yamal, era político antes de la
guerra y la extinción masiva. Antes de comenzar la guerra, Yamal construyó una pequeña
bóveda y metió en ella tantos víveres como para sobrevivir una guerra de veinte años con
toda su familia. Unos pocos años después, cuando perdió toda comunicación con el
mundo, salió por primera vez de su bóveda y percibió que no quedaba nada de la tierra
que conocía. Yamal sacó de su bóveda una motocicleta como la que en algún tiempo
conducían Abel y Abdel para asesinar al rey de Arabia Saudita y condujo algunos kilómetros
intentando encontrar rastros en el desierto de lo que alguna vez fue Siria. Condujo
veinticinco minutos con dirección al mar negro cuando en el cielo vio pasar dos aviones
caza en el mismo rumbo en el que él iba. Yamal dio media vuelta y se refugió nuevamente
con los suyos, durante otros dos años.
La suerte de Yamal era haber mandado hacer la bóveda más espléndida que se hubiera
podido pensar. Su acceso a la energía eléctrica fue limitado y en realidad no le duró toda
su estadía en la bóveda, pero su bóveda había sido diseñada como una belleza de la
arquitectura bajo la tierra. La bóveda de Yamal estaba enterrada diez metros respecto al
nivel del mar y la capa que cubría de tierra la gruesa capa de concreto, iba desde los 2
hasta los doce metros. La losa que lo protegía después de la tierra, tenía un metro de
espesor y estaba compuesta de una aleación perfecta de acero y concreto. Su cómoda
cueva y la compañía de su familia, era lo que lo mantenía cuerdo, en el paisaje del fin del
mundo.
En el quinto día del mes de diciembre, Yamal volvió a decidirse por ver la luz del día. A las
once horas de la mañana, tomó nuevamente su motocicleta y la condujo por la angosta
rampa que lo llevaba hasta el punto en el que se alineaban el nivel del suelo y la losa que
lo protegía. No tuvo éxito en su tentativa, pues el sol no estaba disponible en toda la zona
meridional del mundo, de hecho, eran muy pocos los lugares del mundo en los que rara
vez entraba un rayo esperanzador que iluminara la tierra. Yamal había leído sobre los
posibles desastres naturales que una guerra nuclear podía ocasionar, pero tenía que ver
con sus ojos la gravedad del mundo que lo rodeaba. Condujo su moto con velocidad hasta
llegar a la ciudad de Salamiyeh, donde encontró prácticamente nada. Tierra plana
absolutamente y dos edificios en pie a lo lejos. Ni animales, ni plantas, ni una sola alma. Se
paseó lentamente por la ciudad intentando reconocer algo hasta que la nostalgia y la
sensación de peligro lo hicieron acelerar. Quería volver a su refugio, con su familia que se
había salvado de tal devastación, pero era curioso y sabía que no podrían quedarse ahí
para siempre. Se detuvo en un pueblo en el camino, del cual no sabía el nombre o si quiera
si lo tenía. Había conducido tres horas a más de ciento ochenta kilómetros por hora, viendo
solo planicie desértica, pero ese pueblo lejano de todas las ciudades, no había sido
derrumbado, o al menos no había sido aplanado. Entró lentamente por una de las avenidas
y vio un seco rio y unas casas sin ventanas ni techo que formaban una estrecha calle. A lo
lejos notó un cuerpo humano tirado en el suelo y se acercó. Se paró frente a él y la mujer
de unos veinte años, que tenía la piel llena quebraduras como suelo erosionado, abrió los
ojos y se reclinó para mirarlo. Iba desnuda completamente y a pesar de su tan deplorable
condición, se percibía que no había sido una mujer fea. Yamal se dispuso a levantarla y la
débil mujer se apoyó en sus hombros. Yamal la amarró con un arnés y se dispuso a
encuevarla junto con él. En el camino, una fuerte tormenta de truenos y agua a raudales,
cayó sobre aquella tierra inhóspita y la mujer comenzó a quejarse y a apretarse contra
Yamal. Cuando estuvo en la puerta, entró a toda prisa, dejando entrar parte del agua de
aquella lluvia. Yamal entró con ella y siguió manejando hasta entrar a su garaje, donde
guardaba otras cuatro motos iguales a aquella. La mujer miró su entorno, percibiendo que
estaba siendo salvada y no capturada. En seguida cerró los ojos y no los abrió nunca más,
para sorpresa de Yamal.
Yamal volvió dos días después, cuando la Lluvia ácida había terminado de caer en la zona.
Condujo su motocicleta velozmente, esta vez con un rumbo y sin el tanque de oxígeno,
pues percibió que, aunque estaba contaminado el aire, no era letalmente tóxico. Dejó su
moto estacionada justo donde había encontrado a aquella mujer y antes de entrar miró
fijamente el pequeño arroyo putrefacto que estaba algunas cuadras después. Decidió
caminar hasta allí, quizá porque estaba seguro de que entrar en las casas era peligroso.
Caminó y tomó un tubo un poco corroído que estaba en el suelo. El pequeño arroyo era
prácticamente un cadáver, era como una herida necrótica en la tierra. El la tocó con el tubo
que había tomado antes y acerco su cara para ver a detalle (quizá porque su máscara lo
protegía del hedor que emanaba el lugar). Tomó una muestra en un pequeño envase que
traía en su mochila y la guardó para analizarla después en su casa. Luego de limpiar la barra
con algunos golpes en un antiguo poste de concreto que aún estaba en pie, aunque en
diagonal, caminó hasta la casa que pensaba allanar. Entró y la poca luz que había en el
entorno se hizo nada en el interior de aquellas paredes. Encendió la pantalla de realidad
virtual de su casco y volteó a los lados para ver su entorno, casi de inmediato encontró dos
cuerpos tirados en el suelo, era una mujer seca, casi como una momia que abrazaba a su
bebé tapándole la boca y la nariz. Esta mujer iba vestida, pero tenía desgarrada la garganta.
Tomó algunas imágenes y siguió explorando.
Yamal pasó seis horas explorando hasta que se cansó de encontrar cadáveres secos en
toda la casa. Todos parecían tener mucho tiempo de haber estado muertos. Llevó consigo
el cadáver del pequeño niño y se encerró por algunas semanas para hacer autopsias y
estudios de lo que había en el exterior.
Aparentemente todos había muerto por los gases de alguna explosión nuclear en alguna
ciudad cercana. Excepto la mujer que encontró moribunda. A pesar de las heridas de sus
secos pulmones y la apariencia de su piel, la mujer había muerto de hambre, esto quiere
decir que al igual que él, permaneció refugiada durante el bombardeo y debían haber
pasado solo algunas semanas desde que dejó de poder alimentarse.
Yamal siempre fue un completo ignorante y un corrupto político cuyo modo de vida estaba
básicamente resuelto y su dedicación principal era su familia. Pero cuando vio la guerra
avecinarse, sabía que no se permitiría morir en ella y que tenía que absorber todo tipo de
conocimiento que le ayudara en su supervivencia y la de los suyos. Después de algunos
libros de medicina básica, primeros auxilios, estructuras, arquitectura, guerra y nutrición se
volvió un hombre curioso y previo a la guerra estallar, almacenó en su guarida una
gigantesca colección de libros que según él le podrían ser útiles. En tantos meses de
inactividad durante la guerra, sobrevivir y leer eran sus únicas labores y se volvió poco
menos que un erudito, introvertido y sumamente ocupado en la tarea que aprender y
comprender.
Pasó varios días en su casa, con su familia, jugando con ellos y dándoles tiempo de calidad
antes de volver al que era su trabajo. Sus hijas y su esposa también pasaban tiempo en la
biblioteca e incluso su estudio. Solo el laboratorio era prohibido para su entrada. Los otros
ochocientos cincuenta metros cuadrados eran accesibles para jugar y entretenerse, durante
los años de oscuridad.
Reflexionaba sobre el mundo, sobre la nube gigante que cubría la tierra y sobre los posibles
sobrevivientes. Imaginaba que en el mundo debía haber más personas como él, que se
hubieran anticipado a la catástrofe. La mujer de la piel cuarteada, a quién decidió llamar
Lindsey, le hacía suponer que habría un refugio cerca. Si lo había ¿estarían vivos o muertos?
¿Tendrían alimento? ¿Cómo podría hacer él para ayudarles si el alimento que él había
acumulado era limitado y aún no conocía método para generar más? ¿qué pasaría si la
nube negra duraba más que su alimento y el de los sobrevivientes? Entendía que encontrar
personas era una esperanza, pero encontrar alimento era su mayor prioridad y su mejor
forma de ayudar.
Siguió explorando toda la zona terrestre alrededor suyo, en el medio oriente, durante doce
meses más. No podía salir a más de dos mil kilómetros a la redonda y retornar por lo que
su zona de análisis lo tenía cansado. Había explorado cada ciudad y entrado en cada casa.
Entre más salía de su casa, más sentía que desperdiciaba su tiempo y desgastaba su
vehículo en vano.
El tiempo se ponía muy frio afuera y la lluvia ácida abrió paso para las tormentas de nieve
que congelaban todo el mundo exterior. Fueron cinco años de nieve en los que Yamal no
salió de su casa y se dedicó a su estudio y su familia. Aburrido y desesperado sin saber que
le deparaba en el mundo exterior si sus recursos no duraran para siempre. No quería morir
de hambre, ni ver morir a sus hijas. Cada vez que pensaba en eso volvía a su mente la
imagen de la mujer momificada, con su niño abrazado y la garganta desgarrada.
Una tarde, cuando la nieve había llegado a su punto más bajo decidió salir a seguir
explorando. En esta ocasión, Yamal colocó en su moto la pequeña cabina para pasajero y
la ocupó con algunos bidones de gasolina, pensaba hacer un recorrido más largo. Salió de
su casa más de prisa de lo común y arrancó a toda velocidad por la rampa. Recorrió parte
de su camino habitual con rumbo al sur y antes de recorrer los primeros ochocientos
kilómetros, sintió como su moto se paró en seco y salió volando a casi ciento veinte
kilómetros por hora. En su recorrido en el aire, pensaba como podría haber caído en un
bache tan grande sin que su casco lo detectara, mientras buscaba la mejor manera de caer
sin morir ni romperse todos los huesos. Tocó el suelo con los dos pies y alcanzó a dar una
especie de zancada a toda velocidad, posteriormente rozó con toda su mano el suelo y se
fue sobre su espalda y hombros, derrapando sobre su mochila algunos metros. Sentía en
esas fracciones de segundo que lo estaba haciendo bastante bien, pero la mochila solo
duró unos cuantos metros y su espalda quedó expuesta y entonces comenzó a rodar sobre
toda la longitud de su cuerpo algunos cuantos metros más. Hasta que sintió que su
velocidad disminuía y decidió utilizar sus piernas para quedar en pie con la última fuerza
de la inercia. Dio algunos pasos, aún por la potencia y sintió por un segundo que estaba
ileso. Hasta que la pantalla en su casco se apagó, hecha trizas y vio sus rodillas al rojo vivo
y el resto de su cuerpo también severamente dañado. Intentó sentarse lentamente y sintió
como toda su estructura se derrumbaba, cayendo sobre su cadera y su brazo izquierdo,
doblándose lentamente hasta quedar completamente acostado en la nieve, mirando a la
gran nube negra, pensando en su familia hasta que sus ojos casi se cerraron por completo
y un casco como el suyo se asomó justo frente a sus ojos.
Cuando Yamal despertó estaba acostado, en la nieve justo donde había caído, en la misma
posición. Noah no quiso levantarlo, por miedo de provocarle alguna lesión, pero
permaneció junto a él hasta que despertó para ayudarle a resguardarse, al fin y al cabo,
ambos estaban en la misma posición. La motocicleta de Noah se había quedado sin
gasolina en aquel preciso camino y había seguido caminando, intentando buscar alguna
fuente de combustible alimento o lo que fuera para seguir vivo. El nivel de la nieve había
aumentado y ambos estaban demasiado expuestos en medio del desierto. Cuando Noah
terminó de sacudir el cuerpo tapizado de blanco de Yamal, este despertó y miró a su
alrededor asustado y sin noción de lo que ocurría. Intentó pararse, pero sus piernas estaban
demasiado lastimadas, también lo estaban sus brazos, entonces expiró un fuerte gemido y
se reclinó sobre su costado. Miró a su derecha y vio a un joven de pelo alborotado y lacio.
Su cara no pudo reconocerla por completo a causa de las gafas de realidad aumentada y
la mascarilla, pero lo miró fijamente para grabarse sus acciones. Una nariz gruesa pero
recta, piel blanca curtida por el frio, pero sana. Complexión delgada y cuerpo largo. Era un
joven de entre quince y treinta años de edad. De sus gafas también se transparentaban
unos grandes ojos claros. Noah también lo miró fijamente y justo cuando terminó de
observarlo, apagó sus gafas y Yamal pudo ver su femenino rostro.
-
-
-
¿Está usted bien? - dijo la muchacha. Yamal estaba en shock, no había visto a un
humano sano en años que no fueran sus hijas y su esposa. Permaneció un rato sin
pronunciar palabra alguna, mientras seguían mirándose fijamente, algo asustados.
Al ver que la chica estaba igual de tensa que él, pensó que debía romper el hielo,
después de todo, estaba atrapado a mitad del desierto con las piernas lesionadas,
rotas quizá.
Estoy bien - dijo balbuceando.
Mire, a caído usted por mi causa, dejé mi moto justo por donde usted ha pasado,
causándole el accidente. Por eso lo he esperado hasta despertarse.
Te lo agradezco ¿vives por aquí cerca?
No, el refugio donde yo vivía está a algunos cuatro mil kilómetros de aquí.
¿Podrías verificar si mi moto funciona?
Me temo que no funciona, se dañó en gran medida igual que la mía. -Yamal
comenzó a sentir miedo, a sentirse desesperado y a respirar agitado por la
incertidumbre.
Necesitamos buscar alimento o moriremos aquí.
No hay alimento en esta tierra.
¿cómo sigues vivo?
Tengo alimento almacenado en mi refugio. – Los ojos de Noah brillaron y sintió la
esperanza de vida entrar en su alma nuevamente.
¿Está lejos?
Demasiado, deben ser unos quinientos kilómetros.
¿Sabes como llegar?
Se el camino, pero sin vehículos no llegaremos a ningún lado.
Pienso que podemos reparar las motos, una sola moto entre las dos.
-
Yo tengo herramienta, pero estaba en mi mochila, si pudieras encontrarla, podría
ayudarte a repararla.
Noah se puso de pie y comenzó a buscar con ayuda de sus lentes.
Llegaron al refugio de Yamal veinticinco horas después del accidente. Yamal estaba
deshecho de hambre y con las piernas rotas, Noah solo tenía un hambre rezagada de
cuatro días.
Entraron a la casa y comenzó Noah a intentar ayudar a Yamal a levantarse, que estaba
quedando inconsciente. Lo puso de pie, pero las fuerzas de Noah también se esfumaron y
cayó cuando sintió el peso del hombre. Entonces Clara, y las hijas de Yamal llegaron y
levantaron los cuerpos.
Noah despertó a las veinticuatro horas, desorientada, con dolor de cabeza, pero
físicamente reconfortada en una cama metálica, en una recámara amplia toda de concreto
con un suero que le era subministrado vía intravenosa. Tardó un rato en recordar lo
acontecido y cuando lo hizo, caminó por la habitación hasta la puerta y percibió como era
aquel refugio tan inmensamente superior al suyo. Cuando salió la recámara, llegó a un
pasillo con varias puertas y una enorme entrada de luz cenital. Siguió caminando y vio otra
habitación donde estaba Yamal, sentado conversando con su mujer. Noah los ignoró y
siguió caminando y explorando un rato, despacio, como un anciano, cuando salió Sophie,
la hija menor de Yamal con una pequeña muñeca al frente suyo. La niña permaneció en
silencio mirándola fijamente con una actitud tímida ante la mujer. Noah la vio y también
permaneció en silencio un rato, había muchos sentimientos encontrados en su cabeza. Era
fascinante ver un niño de nuevo, después de tantos años. Era fascinante verla jugar,
sonriente y alegre, ante toda aquella situación. Yamal se había encargado de construir una
infancia sana para sus hijas, a pesar del panorama del fin del mundo. Al ver que estaba
asustando a la niña, Noah sonrió y se agacho para saludarla.
-
-
¿Como se llama tu conejo? -Preguntó Noah
Se llama Clarence.
Es un conejo muy bonito.
¿Cómo te llamas?
Soy Noah ¿y tú?
Sophie ¿Vives por aquí?
Sí, vivo por aquí cerca, soy amiga de tu papá
¿Cuántos años tienes?
Tengo dieciocho años ¿y tú? – La niña hizo una seña con la mano indicando el
número cuatro. Entonces Yamal salió de la habitación con su mujer, ella lo llevaba
en una silla de ruedas.
Qué bueno que hayas despertado. – Dijo Yamal. - ¿Te encuentras bien?
Estoy bien ¿tú qué tal?
Creo que estaré bien, se lo dejaré al tiempo.
Las nevadas duraron otros dos años y ni Yamal ni Noah se atrevieron a darse a la
exploración. Antes de encontrarse con Yamal, Noah había pasado dos meses en la
exploración, después de haberse acabado todo el alimento que tenía en su pequeña
guarida. Ella era quien menos quería estar en ruta nuevamente.
Faltaban dos años para que se esfumara por completo la nube negra que opacaba el
planeta, pero ellos no lo sabían. La nieve llegó a su punto más bajo y después de algunos
meses de lluvias torrenciales que parecía iban a cubrir el planeta de agua nuevamente, la
nieve se fue. Yamal, su hija palmira y Noah, salieron de nuevo al mundo, esperando ver
cambios en el entorno. Notaron que la tierra era una cama de lodo muy profunda y que
gran parte de la guarida de Yamal estaba descubierta. La rampa, que solía estar a ras del
suelo, estaba ahora a más de dos metros del nivel de la tierra. Noah bajó de un salto. Era
una chica atlética y muy joven aún. Palmira iba hacer lo mismo, pero recordó que su padre
no podría dar ese salto, sus piernas habían sanado y caminaba perfectamente, pero aún
estaba sensible. Entre Ambas chicas, ayudaron con el descenso de Yamal.
Dieron dos pasos fuera del contorno de la rampa y comenzaron a hundirse de a poco, justo
donde el suelo mejorado de la cimentación de la guarida, terminaba. Continuaron algunos
pasos, pero cada vez se hundían un poco más hasta imposibilitar su avance. Era inútil, no
habían avanzado ni siquiera cien metros, tampoco podrían explorar en vehículos en estas
condiciones. Seguían estando atrapados a la espera de morir de hambre por falta de
alimentos. Yamal se irritó y comenzó a maldecir cuando en el cielo un pequeño hueco en
el cielo se abrió y una fuerte estela de luz solar perforó el cielo e iluminó un área que estaba
a unos cien metros de ellos. Permaneció así unos cuantos minutos mientras se maravillaban
estupefactos con aquel fenómeno que no veían hacía años y que Palmira solo conocía por
las imágenes en los libros.
Pasaron dos meses desde que habían vuelto a su guarida con las muestras que Yamal
siempre llevaba, pero a pesar de sus estudios nunca podía sacar conclusión ninguna. Se
había vuelto muy instruido en varias disciplinas, pero no era un científico y por más que
intentara llegara alguna conclusión con la información que obtenía, no lo lograba.
Aquella mañana, Palmira y Noah se ejercitaban, mientras Clara cocinaba el desayuno y
Yamal estudiaba con sus hijas, cuando la puerta de Yamal comenzó a ser abatida. Alguien
había visto su guarida, que ya no estaba ni un poco oculta. Todos se sobresaltaron. Estaban
alegres ante la esperanza de más vida humana, pero no sabían que esperar. Yamal abrió la
puerta, mientras Palmira y Noah esperaban al final de la rampa, armadas y listas para lo
peor que pudiese darse en aquel nuevo encuentro humano. Yamal abrió la puerta y
percibió en el cielo que la nube era cada vez un poco menos densa y que los pequeños
rayos de luz se escapaban más constantemente. En su puerta había un viejo, de rasgos
indios, sin máscara, con algunos harapos y unos grandes trozos de madera planos
amarrados a los pies.
-
Buen día, señor. – Dijo Yamal. El hombre se veía sonriente tranquilo y ciertamente
inofensivo.
Mi nombre es Ryú Fujioka. – Dijo el hombre sonriendo. - ¿cómo es tu nombre,
joven?
Soy Yamal.
-
Imagino que tendrás muchas preguntas muchacho y nosotros también, espero que
tú tengas más respuestas que nosotros.
¿Ustedes? - Dijo Yamal, aunque ya esperaba que un puñado de gente estuviera
abajo esperando. El viejo sonriente le hizo una seña a Yamal con la mano y vio tres
hombres y una mujer sentados en una tarima, a unos metros de la rampa. Después
miró más allá y vio una gran masa humana a unos quinientos metros de distancia.
No podía contarlos eran demasiados. Se esbozó una sonrisa en su cara, una gran
sonrisa y una sensación de esperanza en su corazón. Yamal despidió una pequeña
lágrima y el viejo lo miró con cara su sonrisa irónica.
Ryú y Yamal circularon por la larga rampa rumbo al interior de la guarida, mientras Yamal
silbaba, dando la señal a las chicas de que todo estaba en orden. Ryú fue invitado a
desayunar, pero les dijo que no se podía quedar demasiado tiempo.
-
Disculpe, cómo puedo ayudarle. – Dijo Yamal un tanto confuso, después de un
tiempo de silencio.
Estamos buscando refugio, Yamal.
Me temo que no puedo recibirlos a todos, Ryú.
Eso percibo ¿te gustaría venir con nosotros? Entonces podríamos conversar.
Claro, será un honor.
Clara y las niñas salieron junto con Yamal, Palmira y Noah, aunque solo para ver el exterior,
permanecieron al borde de la rampa, esperando a ver qué ocurría.
Afuera, sentados en el suelo arcilloso, conversaron largas horas Ryú, varios de sus allegados,
Yamal y Noah.
-
Yo solía ser uno de los jóvenes exitosos de la nueva sociedad africana Yamal, sé que
la conoces, porque tienes la edad para saber del pasado, debes saber que mi nación
fue la más prospera que el mundo hubiera jamás visto. Yo mismo estudié en la
universidad de Swartengroen. Antes de la guerra estallar, comencé el proyecto de
mi propia guarida. Era la mía bastante más grande que la tuya. Incité a mis allegados
a hacer lo propio, comenzar a hacer refugios subterráneos, casi todos me
escucharon. Sin embargo, mi círculo de amigos y gente que me respetaba no era
tan grande. Debieron ser unos diez fuertes subterráneos los que se construyeron
por recomendación mía. Infelizmente no todos sobrevivieron a los ataques. Mi
fuerte fue el único construido en Moscú que yo conociera. Teníamos allí espacio
para casi cien personas y alimento para dos años. Obviamente no pudimos
quedarnos ahí después de esto. Vagamos por el mundo Yamal y subsistimos un
buen tiempo ahí, mientras nos hacíamos cada vez más. Parecía increíble, pero de
entre los escombros salía más y más gente, buscar alimento y gente ha sido nuestra
tarea desde entonces hasta el momento. Cuando éramos más de cuatrocientos, el
alimento que teníamos almacenado se esfumó como vapor en las manos y la
agricultura no bastaba, no teníamos espacio y la nueva vegetación del planeta crece
de una forma que no logro entender. Nunca logramos un cultivo óptimo ni
conseguimos entender los patrones de cosecha. Antes de morir de hambre,
-
-
-
almacenamos todo lo que teníamos y juntamos tantos vehículos como pudimos
para comenzar a trasladarnos en busca de alimento. Así pasamos por muchas
ciudades en Rusia. Yo fui buscando a mis allegados, con quienes no había tenido
conexión en muchos años. Solo encontré a Omar vivo, con su fuerte intacto. Él es
un mexicano que permaneció en Rusia también, durante la guerra. Hemos
encontrado ciento treinta y cinco refugios Yamal, casi todos ellos con gente muerta
en el interior y la mayoría con grandes almacenes de comida. Llevamos así varios
años y cada vez somos más. Hemos sobrevivido de esos víveres, de cazar y de la
agricultura que los breves periodos de agricultura y de sedentarismo nos ha
proporcionado.
¿A dónde se dirigen?
A ningún lado Yamal, buscamos alimento, mientras el sol se asoma nuevamente de
esa gran nube que complica nuestra existencia. Ahora tenemos esperanza Yamal,
el último invierno fue atormentador, murieron casi todos y yo mismo no sé como
sobreviví. Casi toda la gente que ves se ha unido a nosotros de cinco mil kilómetros
para acá. Debimos haber estado cerca de Kazajstán. Tengo buen conocimiento
geográfico, pero el mundo es muy diferente ahora de lo que antes fue, según lo he
visto.
¿Cuánto aproximan durará esa nube?
No lo sé, dame tú una estimación.
¿Seis meses?
Quizá más, quizá sean años.
El alimento que yo almaceno, no creo que dure cuatro meses en las manos de su
gente.
Nuestra gente ahora Yamal, tú ya eres uno de nosotros, somos los humanos y el
mundo Yamal, no hay tribus, no hay sociedades, hay gente muerta, hay gente con
vida. Eso es todo.
¿Qué pasaría si yo decidiera esperar aquí a que esos años pasen? En mi guarida,
con mi familia.
Seremos buenos amigos Yamal, seguiremos buscando refugio, seguiremos
buscando alimento, seguiremos buscando sobrevivir. Igual que tú.
No tengo problema en compartir lo que tengo almacenado, pero tengo una
condición. Mis hijas comen hasta que salga el sol de nuevo, todos los días.
No te puedo prometer tal cosa Yamal, no sé cuando el sol saldrá. Además de eso,
no importa cuanto decidas compartir de lo que has almacenado, es asunto tuyo, tú
serás igual que nosotros y tus hijos iguales que los hijos de Omar y los hijos de
Salim o Antón. No hay privilegios ni filtros. Tienes el privilegio de decidir que tanto
puedes y quieres apoyarnos. Nadie va juzgarte.
Alrededor de la guarida de Yamal comenzó a establecerse el efímero campamento del
pueblo de Ryú. Eran casi mil personas. Niños, mujeres, hombres. Todos seres salvajes que
habían sobrevivido entre los escombros, la basura, la enfermedad, el hambre y la
radioactividad de aquel cambiante mundo. En realidad, la humanidad estaba perdida como
civilización y Ryú, junto con la familia de Yamal eran los únicos que recordaban el mundo
como era y conservaban la humanidad de la civilización.
El nivel de la tierra siguió bajando y los mantos friáticos seguían absorbiendo los líquidos
en ellos hasta que su rastro se perdía. La guarida de Yamal quedó expuesta hasta sus
cimientos y se elevó como una gigantesca y monumental escultura de concreto que debía
ser la maravilla arquitectónica más grande sobreviviente a la catástrofe. Bajo su sombra se
veía la maraña de construcciones de madera y lodo del pueblo que parecía prosperar
mientras el alimento no les faltaba. Aunque aún era su principal prioridad.
La agricultura se dio más o menos bien, también la caza y la recolección de víveres. Los
pueblos alrededor de Yamal, donde humanos no había podido encontrar Yamal ni siquiera
muchos años atrás, tenían demasiado alimento escondido y hasta más que ratas e insectos
para alimentarse. Pasaron veinte meses instalados intentando acumular alimentos para el
próximo gran viaje. Habían examinado ya cada centímetro de tierra y encontrado todo
cuanto pudiera ayudarles. Sabían que no podían exprimir mucho más el territorio y debían
moverse junto con su campamento. Aquella tarde cuya fecha es demasiado imprecisa, pues
ya nadie llevaba un conteo diario del tiempo transcurrido, el cielo estaba más oscuro que
de costumbre. La luz del sol no se apreciaba ni por casualidad y los relámpagos atravesaban
el horizonte de lado a lado. Se avecinaba una tormenta apocalíptica y pudieron verla desde
horas antes. Todos comenzaron a almacenar el alimento y los niños, ancianos y mujeres,
enfermos que encontraron espacio, fueron protegidos en la guarida de Yamal. Él mismo,
junto a Ryú y Noah, esperó en una tienda encima de la gran losa que protegía la guarida,
la llegada de la tormenta ácida que amenazaba a todas las vidas desprotegidas de su
improvisada ciudad.
Aquella tormenta duró todo el resto de la tarde y la noche completa, pero no era ácida y
nutrió la tierra de una manera que no esperaban. Cuando por fin paró, todos salieron
desanimados de sus tiendas y la gran guarida. Comenzaron a reparar las viviendas y
bodegas que la catástrofe había provocado y mientras trabajaban sintieron un calor en la
piel tan extraño para ellos que no podían soportarlo. El sol se asomó con todas sus fuerzas
de entre las nubes y pudo apreciarse en su totalidad la estrella que hacía más de diez años
que era un mito del cuál solo se tenían recuerdos.
En el día 13 de septiembre del año 2211, se marcó como el renacimiento de la humanidad
y el año nuevo sirio. La mayoría de la gente permaneció escondida, mientras Ryú y Yamal
lloraban de felicidad en el exterior. No fueron más de treinta personas las que acompañaron
su alegría. La mayoría de los sobrevivientes ignoraban su condición y habían crecido como
animales a causa de la locura de los tiempos más remotos.
El sol significó la fundación de la primera ciudad en Siria. La llamaron Eawdatalsham, en
honor al sol. Los rijalalshams (hombres del sol), como se llamaban a sí mismos, se
trasladaron a la orden de Ryú y Yamal a casi trescientos kilómetros de la guarida de Yamal.
Todos los vehículos fueron reunidos, los había de sobra. Así mismo se hizo con el
combustible, los víveres, las herramientas y todos los bienes trasladables. La guarida de
Yamal quedó limpia en su interior y aunque fueron tentados a desmantelarla y retirarle
todos los materiales que pudieran servir para su próximo establecimiento, decidieron
preservarla intacta. Solo tomaron de ella la gran biblioteca, el equipo de investigación del
laboratorio, las camas, las ropas, los muebles y los víveres. La gran guarida de Yamal fue
limpiada hasta quedar pulcra, se detallaron las imperfecciones ocasionadas por el uso que
rebasaba su capacidad y se restauraron todas las puertas y las entradas de luz hasta quedar
como nuevas. En el centro del salón principal dejaron una lista grabada en madera con los
nombres de todos los rijalalshams, sus edades, sus características y sus parientes directos.
La última puerta metálica que cubría la única entrada al lugar fue trabajada con otros
metales para dejar en el centro la insignia de su pueblo. El escudo que representaba a los
hijos del sol y la ciudad del regreso del sol. Frente a la puerta se colocó una gran placa de
concreto que embonaba de forma perfecta, se resanaron las aristas hasta ser casi invisibles
y el lugar parecía completamente sellado. Se hizo lo mismo con todas las entradas cenitales
de luz, con placas más delgadas para que el peso no venciera los vidrios en los claros. Sobre
la piel del hermoso monumento “monolítico” fue escrita en bajo relieve la historia de la
civilización dorada de Swartengroen, del acenso de la sociedad y de la guerra. Desde su
nacimiento, su proceso y su culminación. Se escribió la historia del mundo apocalíptico
posterior a la guerra y de sus sobrevivientes. Se escribieron testimonios e historias
personales al respecto. Se escribió acerca de la devastación de la vida silvestre y la
humanidad, de la supervivencia y del nacimiento del sol. Junto con un poema que se
escondía entre la puerta y uno de los costados de la rampa principal;
“Ten fe en aquellos días en que la oscuridad parezca haber vencido por completo a la luz,
en aquella noche cuya eternidad sea evidente y no exista el lugar a las dudas. Aférrate a lo
mucho o poco que tengas hasta el cansancio, hasta verlo perecer. No hay nada más fácil
que la muerte. La rendición siempre está dada. Ten fe en el día que no amanezca y en la
noche que no pueda ser más oscura. Cuando tu cuerpo comience a desarmarse de adentro
hacia fuera, ten fe. Cuando tu mente suelte más de lo que atrapa ten fe. Cuando con cada
paso te alejes más, ten fe. Cuando el camino transitado te lleve más profundo en el agujero
del terror y la agonía, ten fe. Cuando todo cuando conociste haya visto su ruina, ten fe. El
equilibrio en el universo existe, no importa cuanto un polo se parezca al otro, siempre
vendrá el momento en que la existencia se compense y la luz venza la oscuridad y los
caminos vayan a los caminantes. En que la noche parezca inverosímil y la gloria un día más
en el mundo de los hijos de los dioses, en la civilización de los hijos del sol, de los gigantes.”
Los vehículos viajaron en caravana. Había casi un vehículo por individuo. Llevaban tantos
como podían pues servían como almacenes de combustible. Recorrieron doscientos
cuarenta y siete kilómetros a través del desierto en busca de un horizonte más verde y
algún nacimiento de agua. Se dirigieron al oeste en busca de las costas y las encontraron,
misteriosamente, en el mismo lugar donde las habían dejado. Antes de que la tierra se
sacudiera y el mundo cambiara. Pasaron cinco meses después del nacimiento del sol y el
mundo repentinamente cambió. En ese simple temporal la vegetación se elevó como humo
y aparecieron selvas húmedas enmarañadas de vegetación y alimañas.
El trayecto fue relativamente fácil y aunque las selvas aparecieron ante sus ojos a un par de
horas de haber emprendido el camino, continuaron su camino hasta encontrar el
nacimiento de agua que estaban buscando. En el trayecto tuvieron que abrir senderos con
los vehículos más pesados entre las selvas hasta encontrar viejos pavimentos por los cuales
transitar. Lo más tenebroso eran los trayectos en las periferias y los centros de las ciudades
fantasma que se habían vuelto verdes de repente y parecían montañas verticales y rectas
que emitían sonidos salvajes desde su interior.
Entre las antiguas ciudades de Tartús y Hosain Al Bahir encontraron una planicie cerca del
océano y cerca de un rio. La motocicleta que iba de guía la conducía Noah y llevaba a
Palmira en un pequeño carro lateral, como copiloto. Encontraron el lugar una hora antes y
volvieron para mostrar el camino al resto del convoy que esperaba en la carretera.
Avistando el mar y la promesa de los tiempos prósperos.
Palmira se puso de pie junto al pequeño carro e hizo una seña para llamar al resto, todos
se pusieron de pie y encendieron los vehículos emocionados.
El desarrollo de aquel pequeño poblado fue rápido, el conocimiento antes adquirido no se
había perdido por completo, fue cuestión de décadas para que la gente recuperara su
antiguo estilo de vida o al menos algo parecido.
El pequeño pueblo fue creciendo lentamente y de forma aleatoria hasta necesitar pequeñas
reformas. Eran principalmente agricultores, pues no había muchas especies de animales
que no fueran pequeños carroñeros. La proteína de la carne fue pasando poco a poco a
ser desconocida cuando el abastecimiento de alimento comenzó a ser suficiente.
La gente comenzó a procrearse, la mezcla racial era demasiada, de las antiguas etnias no
quedaba nada y se estaba formando una nueva y única raza que incluía el setenta y ocho
por ciento de los habitantes. Aún había partos fallidos, bebés muy malformados y mucha
enfermedad, la esperanza de vida era de los treinta y ocho años, pero por muy deprimente
que esto pareciese, era un gran salto para el mundo de la postguerra.
No existió una forma de gobierno por muchos años, los pueblos se gobernaron a sí mismos
sin ningún representante mientras la enemiga principal seguía siendo la muerte temprana
y la supervivencia de la raza humana era la primera prioridad. La copulación era deber
ciudadano en aquel pequeño poblado que buscaba desesperadamente proliferarse.
Aunque la vida comenzaba a civilizarse, los instintos naturales salieron muy a flote. No
existía más la monogamia, mucho menos los matrimonios, las mujeres y los hombres eran
todos de todos y aunque había un proceso de selección y aceptación entre las parejas, esto
no significaba pertenencia. Así, Yamal tuvo hijos con Noah y Ryú con todas las hijas de
Yamal, una vez tuvieron edad. La esposa de Yamal nunca aceptó tener más hijos ni
acostarse con otro hombre, pues conservaba su creencia ideológica de la antigua era. Ella
no había, desde luego, sufrido los años más oscuros de la postguerra.
Noah tuvo hijos con tres hombres más y fue una de las madres de la repoblación.
Alcanzando los doce hijos durante su vida. Las mujeres capaces de procrear tenían un
promedio de seis hijos durante su vida.
Algunos organismos se restauraron de forma inmediata en aquella pequeña nueva
sociedad democrática. La moneda fue uno de ellos. La primera construcción en
Eawdatalsham fue una gran nave donde todos durmieron bajo techo los primeros meses
de la restauración. El segundo edificio fue la gran bodega, que se convirtió en la tesorería
social. En esta gran bodega se almacenaron todos los bienes y recursos que se habían
recolectado los años anteriores junto con los nuevos. Una vez las viviendas de todos los
sobrevivientes se hubieron terminado, la moneda volvió a su curso y a cada habitante le
pertenecía una porción equivalente de lo que había almacenado. Después de esto, lo
generado tendría un valor preestablecido, que podría medirse y daría orden entre los
individuos y su trabajo.
Tomó más de setenta años, pero el pueblo de Eawdatalsham se civilizó a un punto bastante
avanzado. Los habitantes lograron rescatar gran parte del conocimiento de las sociedades
actuales. El saber fue aplicado rápidamente y el desarrollo se dio a pasas agigantados. Las
campañas de exploración continuaron, aunque los resultados siguieron siendo los mismos.
Hombres rata, como llamaban a los humanos carroñeros resultado de la radioactividad, la
enfermedad, la falta de alimento y los traumas psicológicos, era lo único que encontraban.
Estos hombres rata eran renovados y reincorporados a la sociedad en el mejor de los casos,
aunque muchas veces las enfermedades mentales impedían a los hombres valerse por sí
mismos, en esos casos, dichos hombres servían como fuerza de trabajo y la tesorería
nacional se hacía cargo de ellos.
Una extraña forma de gobierno existía en Eawdatalsham, aunque nunca se entendió bien
su funcionamiento ni fue admitida al cien por ciento, se decía entre los ciudadanos que
todos gobernaban y que las decisiones se tomaban en conjunto, por el bien común. Esto
era cierto, en el centro de la ciudad, en una especie de ágora se reunían todos los habitantes
o al menos los que quisiesen asistir y aunque no todos tenían la oportunidad de participar
en una misma sesión. Cualquier movimiento que fuera a influir en sus vidas o cualquier
recurso que fuese a ser tomado del recurso humano tenía que ser aprobado por la mayoría
para ocurrir. La pena era que donde el bien común prevalecía, los individuos no tenían voz
ni voto. Cuando el ente del bien común creció demasiado, se desató una especie de
esclavitud informal que nadie podía identificar, pero todos podían padecer.
Con la gran guerra, de la cual ya habían pasado más de ochenta años, desaparecieron las
familias. Por lo menos en aquella aislada única civilización. La mezcla racial comenzó a ser
un problema inesperado, curioso y muy hermoso en la nueva sociedad. En la sociedad de
los nuevos humanos, todos eran demasiado similares y a su vez diferentes. El sesenta y
cinco por ciento de la población compartía una etnia semi latina producto de la mezcla de
todas las razas en un entorno demasiado pequeño. El código genético estaba seriamente
dañado por el incesto involuntario y la rarísima mezcla de características, a causa de esto
nacían niños negros en emparejamientos sexuales de chinos con árabes o niños rubios en
parejas de negros y latinos en parejas de caucásicos. En pocas generaciones, con la
desaparición de la monogamia era casi imposible identificar a un padre y las madres tenían
tantos hijos que los infantes comenzaron a ser criados en general por todos los hombres y
crecían juntos en lo que se le llamaba la universidad. Donde eran criados y educados desde
su nacimiento hasta que tenían edad para formar parte del sector productivo. El treinta y
cinco por ciento de la población restante era un ejemplar perfecto de las antiguas razas.
Un perfecto negro, un rubio de cabellos casi plateados, un indio, un moro, un asiático, etc.
Estos seres a su vez eran incapaces, según se fue comprobando, de heredar su código
genético inmediato y sus hijos siempre nacían en su totalidad diferentes a sí mismos.
La exploración no pudo comunicar a Eawdatalsham con otras sociedades de sobrevivientes
hasta que dominaron el mar y pudieron explorar el mundo entero. Eran pueblos nada
numerosos y apenas en proceso de ordenamiento, como ellos mismos en sus inicios. Se
encontraron diversos pueblos en América del sur, Australia, en las islas polinesias y en los
interiores del Tíbet. Estas últimas eran las mejor desarrolladas. Los rijalalshams no tenían
visión de conquistadores, pero sí de desarrolladores. En los pequeños pueblos que fueron
encontrando inyectaron recursos y ordenamiento que fueron fundamentales para unificar
un estilo de vida y potencial de desarrollo en toda la humanidad.
En la sociedad del Tíbet había cerca de las tierras de los lagos, un pueblo que rechazó el
impulso de desarrollo que ofrecían los rijalalshams, ellos eran sobrevivientes de la antigua
guerra y habían estado establecidos desde mucho tiempo antes, aunque no habían podido
desarrollarse demasiado. Su pueblo, liderado por Ai Ito, había sido rescatado y liderado por
Temujin, un chino que durante los tiempos de guerra rescató niños y reclutó hombres para
un éxodo que se dio desde las tierras del oriente y hacia las tierras más internas y alejadas
del Tíbet. Cuando la postguerra comenzó a deshabitar continentes enteros, en el Tíbet solo
se escuchó al respecto y mientras China intentaba banalmente ordenar las tierras
devastadas y despobladas del mundo, el ejército de Temujin saqueaba las grandes
ciudades, tomando todo lo que le pudiera servir para el impulso de su nueva gente.
Temujin.
En el año 2191, el joven Temujin de veinticinco años, piloteaba un J-10 para el ejército
popular de liberación chino. Era un viaje de rutina de los que hacía tres veces por mes para
reafirmar su conocimiento y su experiencia de vuelo y verificar el estado del avión que le
era asignado. Su padre, un empresario que le suministraba materia prima a Mistubishi
desde hacía más de cincuenta años, le había mandado un video a su celular con las noticias
en vivo de ese día. Temujin recibió el mensaje cuando aún estaba en tierra y cuando volaba
por encima del Tíbet justamente, a una serena velocidad, decidió usar el piloto automático
y escuchar el video que su padre le había mandado. Escuchaba distraído, pensando en
vidas alternas y cuentos imposibles como lo hacía siempre que volaba y la vista desde el
avión lo dejaba estupefacto. Entre la cantidad de la información destacó la noticia de Lloris,
el monarca de Swartengroen que había sido retenido en contra de su voluntad desde una
noche antes en un hotel en Brazzaville. Esta noticia llamó su atención y se concentró en
escuchar el relato de los hechos hasta el punto donde la conductora exaltada dijo que las
últimas noticias confirmaban la muerte de Lloris, de su esposa y de sus dos guardias.
Temujin permaneció en trance mientras su avión daba vueltas alrededor de las tierras
chinas fronterizas con India.
Temujin aterrizó su avión en la base militar de Shanghái casi sin combustible. Bajó del avión
y continuó su día normalmente, aunque la noticia lo perturbaba.
Temujin era un hombre apenas hacía unos años. Recientemente había terminado sus
estudios en el colegio del aire y tenía a sus veintidós años el grado de subteniente. Vivía
solo en un bonito apartamento en el barrio de Huangpu qu. Sus amigos vivían lejos de él,
no los frecuentaba mucho desde haber entrado en el colegio del aire y ya habían pasado
varios años desde que no hacía un nuevo amigo.
Su pasatiempo era beber vino de uvas, leer, auto educarse a cosas extravagantes, jugar
ajedrez y salir con mujeres, aunque nunca cerraba lazos serios con ninguna chica. Esa tarde
iba en un taxi a su apartamento viendo la borrasca en el cielo cuando recordó que habría
de verse con María Ozawa, una recepcionista de descendencia latina, de rasgos finos, piel
blanca, cara pequeña y unos ojos grandes en relación con los demás chinos. Miró su
smartwatch en su muñeca y se percató que llegaría tarde a su cita con ella en el centro
comercial y la convenció de ir a su casa.
Siendo la cita en su casa, cocinó la cena para ambos. María llegó a la hora prevista y cuando
entró al bonito apartamento se sentó mientras Temujin terminaba de cocinar.
-
Me encanta cocinar y que me vean cocinar. -Le dijo Temujin a la chica.
Puedo ayudar si quieres.
Claro, toma este pan y córtalo en rebanadas.
Esa era de las cosas que Temujin de verdad disfrutaba, le relajaba y llenaba de gozo ver
que otros comieran su comida y la disfrutaban. Había algo de admiración para alguien que
entre sus muchos talentos incluían el arte culinario y el adoraba ser admirado.
Temujin destapó una botella de vino blanco y ambos comenzaron a beber de forma
pausada y delicada. Después de cenar ambos se miraban mientras Temujin se aburría. En
eso, su padre le llama. Temujin respondió de prisa y con ansia, como si hubiera estado
esperando la llamada.
-
-
Padre.
Temujin ¿cómo ha estado tu vuelo?
Tranquilo y sin novedades padre.
Temujin ¿has escuchado las noticias?
Sí, sí las he escuchado padre. -Dijo Temujin titubeante, como si fueran directamente
malas noticias.
Temujin, es un asunto grave.
Lo sé padre, hace algunas horas lo he estado meditando. -Temujin tomó a la chica
de la mano delicadamente y la dirigió al sofá para esperar más cómodamente. La
posición en la silla lo inquietaba y no conseguía mostrar serenidad fácilmente.
Mientras recogía las vasijas de la mesa, su padre le desenvolvía los escenarios
lentamente y con paciencia.
¿Tienes miedo hijo? -Temujin entró en la cocina con algunos platos restantes y
suspiró.
-
-
-
-
No tengo miedo padre -dijo Temujin, quién no solía ser muy claro con sus
sentimientos
Me gustaría que vinieras a verme Temujin, puedes venir a Beijing en los días
próximos.
Sí, puedo ir padre. En una semana estaré ahí.
Te lo agradezco, hijo. Cuídate mucho, no te quito más tu tiempo.
Gracias padre, le agradezco me llame, nos ponemos al tanto en una semana. -Dijo
Temujin con una sonrisa con la que disimulaba el trago amargo que estaba
creciendo en su pecho y su mente. Se sentó con María en el sofá, le dio un beso
tierno y la miró con una sonrisa alegre que él sabía fingir muy bien. Pero María no
era tan tonta como las chicas que Temujin frecuentaba.
¿Pasó algo malo? -preguntó la chica sin poder ocultar su empatía.
Es algo sin importancia -Dijo Temujin, aunque sus ojos delataban la importancia del
asunto.
¿Qué ocurre?
No es nada personal, solo una noticia a la que mi padre ha tomado mucha
importancia
Oh ¿La noticia del rey africano?
Sí, esa. – María quedó callada pues ya había entendido su pesar. Lo abrazó y dijo:
Todo va estar bien Temujin – le dio un pequeño beso en la mejilla y dijo: <Nada
malo va pasarte.> Temujin levantó una ceja en una expresión un tanto burlesca,
luego cambió el semblante para no molestar a la chica. La abrazó y sintió la calma
que su compañía le brindaba.
¿Quieres salir a tomar algo? -estaba fuera de los planes de Temujin el salir de la
casa después de la cena, en realidad los encuentros con las mujeres en su casa eran
bastante lineales. Cena, besos, caricias, sexo y despedida. Pero aceptó porque
necesitaba verdaderamente relajarse, aunque no lo sabía.
Claro ¿A dónde quieres ir?
Caminemos, debe haber mucho para hacer alrededor de esta zona.
En realidad, no había nada que hacer. Huangpu qu era un barrio demasiado aburrido de
gente que dormía temprano y casi ni salía. Pasaron toda la noche buscando que hacer y
cuando los pies de la chica se cansaron por los zapatos, se sentaron a descansar en la
jardinera de un parque.
-
Te sientes mejor. ¿no?
No pensaba hacer ejercicio a esta hora y con esta ropa, pero sí, fue muy divertido.
-Respondió Temujin con ironía.
Pues sacrifiqué mis pies por ti, pero me da gusto que hayas disfrutado el paseo. Se
nota el cambio en tu semblante. -Dijo la chica mientras se sacaba los zapatos.
Temujin recargó su cuerpo hacia ella y la besó en los labios. La chica sonrió con una
gran sonrisa de niña con juguete nuevo, con una alegría que no intentaba ocultar,
demasiado honesta para ser verdad. Temujin pensó en decir otro de sus
comentarios irónicos, pero le gustaba eso en ella. Le gustaban sus inocentes
-
-
-
-
expresiones y su manera de actuar que parecía desconocer todo el mundo a su
alrededor.
Tengo sed -Dijo María después de haber estado conversando un largo rato. Se paró
descalza con un billete en la mano y caminó hasta la licorería más cercana, Temujin
se puso de pie para seguirla y ella le dijo <No Temujin, tú quédate ahí>. Volvió con
dos latas de cerveza tsingtao de un litro. Una en cada mano.
No se puede beber en lugares públicos María. -Dijo Temujin, sorprendido.
Para eso tengo un novio soldado. -Temujin se quedó helado, sin saber que
responder. Y bebieron hasta que la chica estaba evidentemente ebria, después de
beberse su lata y la mitad de la lata de Temujin.
¿Quieres que te lleve a tu casa?
Mejor a la tuya. -dijo ella con una cara tierna. Temujin la llevó cargando y ella se
quedó dormida hasta las cuatro de la mañana que despertó en la cama de Temujin,
desorientada y completamente vestida. Temujin estaba dormido en la sala, recto,
en ropa interior y perfectamente alineado como buen soldado. María intentó volver
a dormir, sin éxito, y se puso a husmear entre las cosas de la habitación de Temujin,
hasta encontrar una pequeña libreta de notas que prefirió no tocar. Tomó un
pequeño libro que encontró tirado en el suelo, el libro se llamaba, Leif, el hijo de
Erick, de Arturo Ortega Blake. Ella lo leyó hasta las seis de la mañana. Cuando vio
una línea de luz pasar la ventana, se puso de pie y comenzó a cocinar el desayuno.
Fue muy silenciosa, para no despertar a Temujin. Él en realidad estuvo despierto
desde que ella entró en la cocina, pero esperó hasta que ella se acercó a
despertarlo. No quería arruinar la sorpresa.
Está muy rico
Lo sé, soy una chef experta.
¿En serio?
¿Lo dudas?
Una chef experta es una profesional dedicada a la cocina y con mucha experiencia.
– María le hizo un pequeño gesto con la lengua.
En realidad, sí cocinas muy bien, perdón por ser tan sarcástico a veces. -María
sonrió.
Ya casi me voy chico, mi hija me debe estar extrañando, quiero que la pases bien.
¿Okay?
Claro, no te preocupes.
Está bien, no quiero que te preocupes más. Verás que todo lo de áfrica se
solucionará allá.
Gracias, eres muy buena compañera.
Temujin acompañó a la chica al elevador y se despidió de ella con un beso. Ella fue a
recoger a su hija y Temujin volvió consternado, le había gustado mucho la compañía de
María, más de lo común. No sabía si le parecía sorpresivo que sintiera más afecto que el
normal por ella o saber que tenía una hija o el hecho de quizá era una madre soltera o
quizá le molestaba aquello de las probabilidades de guerra en el mundo.
Unos cuantos días después fue a ver a su padre. Su padre estaba mucho más consternado
que él. Akamaru Ito era un hombre orgulloso y trabajador, nacido en Japón en una de los
barrios más miserables de Tokio. No había estudiado, pero era un experto en negocios y
tenía un carácter firme e inquebrantable filosofía de disciplina y deber. A pesar de eso, era
un hombre extremadamente amoroso con sus hijos. Había perdido a su hija Sakura en un
accidente en el autobús escolar cuando se dirigía a una excursión para ver la obra de un
reconocido artista. En aquel tiempo Temujin tenía catorce años y su pequeña hermana,
quién era la más consentida y protegida de la familia tenía nueve años. Su esposa, una
venezolana llamada Yesika Sánchez, murió unos cuantos años después de cáncer de
pulmón.
Su primogénito era todo lo que le quedaba y aunque la guerra parecía aún muy distante,
pues China no estaba siquiera en la disputa, la más remota posibilidad de guerra le parecía
a él el riesgo de perder a su ser más amado.
Temujin entró en la gran casa de su padre, construida por su amigo Yokoi Kenji, un
reconocido arquitecto que en el tiempo que le construyó la casa era un don nadie. La casa
era espaciosa, muy abierta a la luz y orientada hacia un jardín gigantesco que quedaba
justo en el centro del terreno y la casa. Temujin entró sin avisar, con su propia llave, donde
su padre vivía solo y fue caminando los salones sin hacer ruido hasta que lo vio sentado
frente a una roca, en su fuente favorita, rezando. Debía ser la primera vez que rezaba. Él
no fue nunca apegado a ninguna religión, aunque Yesika, su esposa era una cristiana
devota y había intentado educar a sus hijos bajo la misma creencia.
Temujin no quiso molestarlo y caminó por la casa que ya hacía más de un año que no veía.
Sus recuerdos comenzaron a llegar de cuando era un niño y jugaba con su hermana en los
jardines y se paseaba por los salones. Su padre ya debía haberse dado cuenta que entró.
Temujin fue a la cocina, se sirvió un vaso con agua de un cántaro de barro que estaba sobre
la barra. Se sentó en el sofá mirando hacia su padre y sin saberlo se fue recostando poco a
poco hasta quedar plácidamente dormido. Cuando despertó, tres horas después, su padre
hacía la comida.
-
Llegaste cansado hijo.
No padre, esta casa siempre me incita el reposo. Es el lugar más hermoso que
conozco
Es cierto hijo, es una casa increíble.
¿Cómo estás padre?
Bien, hijo.
Supe que ha habido guerra en el Congo.
Si se le puede llamar guerra hijo. Yo solo supe de unos ataques sin demasiada
repercusión en Swartengroen y de una aplastante sacudida en el Congo.
Eso mismo escuché yo padre. Seamos serios, hasta donde crees que llegue esto
¿Qué panorama supones de lo ocurrido?
Pienso que el conflicto terminará ahí hijo. Swartengroen es una nación pacífica aún
con todo su poder económico. La sorpresa es su arsenal, nadie imaginó que
estuviera tan bien preparada para un conflicto bélico. ¿Has visto las imágenes del
-
-
-
-
-
ataque? Hijo, parecen de otra era. Los soldados del Congo parecían simios con
piedras y palos.
Lo has dicho padre, pienso que eso es lo alarmante. Entiendo que el Congo nunca
tuvo oportunidad y en caso de no existir abuso por parte de Swartengroen, el
reclamo de justicia terminará pronto y todo volverá a la tranquilidad relativa. Lo
alarmante es que el poder económico de Swartengroen, combinado con la secreta
preparación militar de la nación, da para pensar que, si quisiera, podría hacerle
frente a cualquier nación que se propusiera atacar.
Claro, pero ¿con que fin, hijo?
Ninguno, padre. Miedo solamente ¿Con que fin atacaría el Congo a semejante
potencia? No fue por el territorio padre, eso es una burla. La república del Congo
no tiene ni para mantener las ciudades donde ya está establecida. Es un país
miserable. Que más dan unos cuantos kilómetros cuadrados.
Ten por seguro hijo que, si algún país se extendiera sobre la superficie de China,
habría conflicto.
No lo habría padre, habría una charla y un trato respecto a lo ocurrido, en
cualquiera de las fronteras se firmaría algún pacto que no fuera ventajoso para
ninguna de las dos naciones. El trato ya estaba hecho entre el Congo y
Swartengroen. El conflicto bélico se dio porque mataron cobardemente al
representante más importante de su nación. Fue un ataque deliberado y cobarde,
buscaban guerra padre ¿por qué? ¿creyeron acaso que podrían ganarla? ¿el Congo
padre? ¿el Congo de verdad crees que supuso que podría haber ganado tal guerra?
No me gustan las ideas conspirativas, hijo.
Ni a mí padre, me siento muy común, pero un país como el Congo no comienza
una guerra con una nación como Swartengroen de la nada ni por tonterías.
Tampoco sin respaldo.
¿Respaldo de quién?
No me gusta especular, padre. Sabiendo lo que se sabe ¿crees que haya guerra?
Pienso que existe la posibilidad. -Dijo Akamaru, despacio y tembloroso, el tono de
su hijo era retador.
No iré a la guerra padre, si me pides que no vaya.
Es tu deber hijo y es también cuestión de honor. No te pediría nunca nada
semejante. Es solo que me duele que lo único que amo en esta vida, esté en peligro.
-Temujin era un hombre duro y su padre era aún más duro, pero hasta Temujin
sabía que a veces era mejor doblegarse y dejar que los sentimientos jugaran su
papel. Ambos sentían que la muerte rondaba la enorme casa junto con ellos y no
podían dejar de sentir el sentimiento de desamparo, no podían dejar de especular.
Temujin no quería arrepentirse de no haber mostrado su corazón expuesto con su
padre en esta que podía ser la última oportunidad. Temujin abrazó a su padre, que
sintió como poco a poco el caparazón de orgullo caía a pedazos y su corazón se
asomaba, triste, vulnerable y sincero. Empezó soltando una lágrima, intentó
contener el primer sollozo sin éxito y después del hermoso fracaso comenzó a llorar
profusamente, se apretó en los hombros de su hijo y comenzó a gritar.
-
-
No quiero que te mueras, hijo, eres todo lo que me queda. No quiero tener que
quitarme la vida. Esta vida ya me ha quitado bastante. ¿por qué habría de
reclamarte a ti también? Yo no he sido un mal hombre, yo ya he pagado mi cuenta
en este mundo. -Temujin comenzó a llorar con él, sin decir palabra y quedaron así
abrazados por un largo rato hasta que su padre se desahogo por completo.
Estoy orgulloso de ti hijo, eres el mejor hijo que un padre pueda tener.
No ha habido, ni nunca habrá un padre como tú. Soy el resultado y la continuación
de tu ser padre. No llores más, tu y yo viviremos eternamente.
Temujin volvió a Shanghái después de pasar unos días con su padre intentando omitir el
tema de la guerra. Cuando llegó vio que en su itinerario habían más horas de vuelo al mes,
era claro el mensaje, china quería preparada a su gente. Temujin prefirió no contárselo a
nadie.
Pasaron los meses y Temujin continuó enamorándose de María y de su pequeña hija Ai.
Cuando el Congo quedó en la ruina y Nelson Ósak había ganado por completo la
ocupación del gran país centro africano, el programa de China para sus soldados fue cada
vez más apretado y Temujin acudía a la base militar de Shanghái casi todos los días de la
semana. China estaba preocupada, por el miedo al poder de Nelson Ósak y por la falta de
información del país, pues el espionaje era casi totalmente infructífero en territorio africano.
La incertidumbre tenía a todo el ejercito tenso, en especial a los tenientes.
Cuando ocurrió el asesinato de Salmán Bin Abdulaziz, los noticieros se conmocionaron, no
había nada que vinculara a Nelson Ósak en el asesinato, pues tampoco había sospechas de
que el Monarca y su país hubieran estado relacionados con el ataque a Swartengroen. Pero
era un claro atentado a su vida y no había enemigos a quién culpar, de manera que
indirectamente el miedo hizo que las naciones y Temujin encontraran en los africanos el
culpable que necesitaban para prepararse para el futuro.
Temujin, sin dudarlo pidió un receso en el ejercito antes de recibir su nuevo programa
mensual que predijo, acabaría por completo con la libertad de tiempo que poseía. Después
de él, dos tenientes le siguieron la petición y un general fue el último que pudo tomar el
mismo permiso.
Temujin vendió su apartamento y salió del país junto con su padre, María y Ai para el año
sabático más hermoso que el dinero les pudiera comprar.
Seis meses después, estando instalados en un pequeño y pintoresco apartamento en las
comunas de Valparaíso, Temujin decide salir junto con María a beber vino en un fúnebre
bar que estaba dos calles debajo de su apartamento. Debían ser apenas las diez de la
noche, pero aquellas calles estaban tan solas y mal iluminadas que daba la sensación de
ser de madrugada. Las únicas luces que iluminaban sus pasos eran las de la noche y los
candiles que iluminaban a lo lejos la costa, que ahí sí, debía estarse invirtiendo toda la
energía de la ciudad pues parecía de día las veinticuatro horas. Fueron brincando canaletas,
banquetas malhechas, y calles estrechas con júbilo como adolescentes en velada de fiesta,
hasta que llegaron al pequeñísimo restaurante bar que Temujin había visto hace tres días.
El lugar estaba bastante chaparro, como si se hubiese hundido. Había que bajar tres
escalones para tomar la puerta de entrada, pero el nivel de la banqueta estaba muy cerca
y se sentía como si fuera una casa de gnomos. Dentro no era mucho más amplio, ni mucho
más iluminado. Era todo de madera muy vieja pero excelentemente trabajada, con barnices
aún intactos, aunque se sentía como si el lugar rechinara completo por la acumulación del
mismo material. El techo debía estar a 2.30 metros del piso y dentro solo estaban un mesero
y dos hombres que parecían ser los dueños, platicando en voz muy baja y muy
serenamente. Temujin y María entraron y los hombres siguieron conversando como si no
les importara, pero justo cuando Temujin iba pararse a ordenar al bar tender, que era un
hombre mucho más viejo que los otros dos, el mesero dejó de conversar y se acerco a
ellos, dejando un menú sin decir una sola palabra. A Temujin esto no le molestaba, el trato
de las personas hacia él siempre le rea muy indiferente a menos que se metieran
directamente contra su persona o la de sus seres queridos. Como fuese, María y Temujin
tenían demasiada alegría dentro como para dejar que un mal servicio los perturbara.
Ordenaron bocadillos italianos y vino tinto, aparentemente era un restaurante italiano
aquel. Estuvieron largo rato conversando, bebiendo y riendo en voz alta. Cada vez que
María soltaba su ruidosa carcajada, Temujin volteaba a los lados, porque el lugar era tan
silencioso como una biblioteca y los hombres y el mesero dejaban de conversar y ponían
atención a aquel ruido. A Temujin siempre le molestaron las mujeres que llamaban
demasiado la atención, pero con María ya no tenía problema, ahora era un hombre
enamorado y todas esas cosas molestas eran parte de su esencia que el tanto adoraba.
Bebieron vino en aquel lugar hasta que se aburrieron de estar sentados y salieron a recorrer
el barrio con una botella de vino cargando. Aquel lugar estaba tan abandonado que parecía
que les hubieran preparado una velada romántica. Caminaron por el interior de un viejo
edificio y subieron hasta un parque que daba vista de toda la bahía, no era lo más
impresionante que hubieran visto en aquel viaje, pero ese momento tenía más magia
agregada por ellos dos que nada que hubieran hecho antes. Se besaron largo rato después
de beber la botella de vino, retozando en el césped y la tierra fresca de la noche. Cuando
Temujin comenzó a pasar su mano por debajo del pequeño suéter de María, acariciando
la suave piel de su abdomen y sus pechos, el celular de Temujin rompió por completo y de
golpe el momento. Había mucho silencio y el celular parecía estar gritando auxilio en aquel
momento en el que lo único que habían escuchado en horas era el de los suspiros y las
respiraciones. La llamada era de la base militar de Shanghái, su teniente ordenaba su pronta
restitución en las filas del ejército, se requería su presencia urgente.
María escuchó la conversación a pesar de que Temujin tenía el celular en la oreja. Sabía
que el viaje había acabado y lo que era aún peor, les habían destruido aquel bonito
momento.
-
Todo lo bueno acaba Temujin
Y dura poco
No te sientas mal ¿sí? No dejes que te quite la calma.
No te preocupes, vámonos al apartamento, tengo que preparar mis cosas.
¿Cuándo debes llegar?
Ya.
Temujin andaba entre las pequeñas calles y frente a las hermosas vistas casi corriendo,
ignorando todo, con un paso tan ágil y sistemático que le fue difícil a María alcanzarlo,
aunque él se detenía cada de vez en cuando. María se quitó los zapatos y comenzó a correr
al hotel.
-
¡Carreritas entonces! – dijo María intentando cambiarle ese ánimo serio que cubrió
su semblante. Temujin fingió una pequeña sonrisa con los labios y continuó su paso
recto y veloz.
Llegó al apartamento cuando todos dormían, su padre estaba acostado en el sofá cama,
con el televisor apagado, con la ventana abierta y las cortinas ondeando se veía el rostro
boquiabierto de su padre iluminado por la luz de la luna, abrazando a la pequeña Ai, que
estaba recargada a su brazo. Entró intentando no hacer ruido, tomó su uniforme y metió
algunas cosas de valor y algunas prendas en una pequeña mochila. Se disponía a salir del
apartamento cuando María se puso en su camino.
-
-
Temujin, te vas mañana.
Me voy ahora María – dijo apartándose del camino y María se puso frente a la
puerta.
Mañana Temujin.
Hay prisa, María es urgente.
Mañana, a primera hora. – comenzó a irritarse y giró la cara María lo abrazó
mientras lo miraba a los ojos e intentaba llevarlo al suelo. – Temujin la miró y María
vio sus ojos cristalinos.
No me voy a apartar de ti. – dijo María. Y ambos se acostaron en el suelo y se
quedaron dormidos.
La mañana siguiente fue la única que Temujin despertó después que todos. A las diez de
la mañana María preparaba el desayuno y su padre estaba en la mesa leyendo un libro de
María Grazia Siliato, la pequeña Ai se acercó a él y cuando ella lo observaba con atención,
sentada a su lado, él abrió los ojos, vio el pequeño reloj en la pared y se levantó de golpe.
-
Ven a desayunar Temujin – le dijo su padre. Temujin lo miró con algo de desespero,
sin embargo, era una orden, se lo dijo serio, con toda calma y sin mirarlo. Suspiró y
se sentó en la mesa con los pies descalzos.
Se tranquilizó un rato después y María le sirvió el desayuno. Su padre no lo miraba, solo
veía el periódico. María se sentó con ellos con una sonrisa en el rostro y su padre dobló el
periódico, lo puso en la cómoda que tenía cerca y se sentó junto con todos. Ai estaba a
punto de comenzar a comer, pero María la hizo esperara y su padre incito a todos a
tomarse de las manos para hacer una oración.
-
Dios, entiendo que no he recurrido a ti mucho, pero mi esposa creía en ti y yo creía
en ella. Independientemente de la relación que pudiésemos tú y yo haber tenido o
de tu existencia, sé que hay cosas que no puedo controlar, entiendo que el mundo
no gira en torno a mí y mi vida y la de mis allegados se ve afectada para bien o
para mal por cosas que no puedo ni debo intentar controlar. Quizá Dios las
-
controle, si es así, que sea lo que usted quiera. Si la memoria de mi esposa y el
intento de hombre que he logrado ser ayuda en algo para que los míos estén bien,
que así sea. Si el esposo que fui con ella y la bondad de mis actos desinteresados
ayudan a que los míos estén bien, que así sea. Te agradezco de antemano por todo
lo que me has dado, no sé de que manera puedo ser mejor humano, pues he sido
tan bueno como mi conocimiento de la bondad me ha permitido. Sé que no soy el
más magnánimo y solo intento ser el más justo, pero si existiese algo que pudiese
yo hacer para que los míos estén bien, solo ayúdame a saberlo. Gracias también
por los alimentos de esta mañana y por los maravillosos hijos que me has dado,
gracias por Temujin, que es el mejor hombre que conozco, gracias por María, que
acompaña su lado de forma tan fiel y bondadosa y gracias por la pequeña Ai, que
es la niña más dulce e inocente que pueden ver mis ojos. -dijo Akamaru,
despidiendo una lagrima. – Amen.
Amen
Amen
Amen
Todos desayunaron en armonía después de que el hielo se había roto. Temujin se despidió
de todos y tomó un taxi en la entrada del apartamento que lo llevaría de Valparaíso a
Santiago y hasta el aeropuerto Arturo Merino Benítez, para estar dieciocho horas después
en Shanghái.
Temujin llegó a un hotel en Shanghái, durmió unas horas y se preparó para presentarse a
primera hora un jueves en la base militar de Shanghái ante su amigo y Capitán General del
ejercito del aire Deshi Li.
Deshi Li lo recibió y le dio las nuevas noticias de las que Temujin no había querido enterarse
durante sus vacaciones. Le adelantó fríamente la nueva posición de Nelson Ósak en el
tablero mundial, después le dio su mapa curricular y lo mando a entrenar con el resto de
las tropas sin comentarse más nada entre ellos.
Temujin tenía poco dinero después de las vacaciones por el mundo y la venta de su
apartamento y pasó a vivir en la casa que María había heredado de su madre, aunque
Temujin solo pasaba algunas noches con su nueva familia pues la mayor parte de su tiempo
estaba internado en la base militar. Se le percibía cambiado y sumamente distante, él solo
tenía cabeza para el ejército en aquellos días, aunque toda su nómina entraba en la cuenta
de banco de María Ozawa. Temujin pasaba un fin de semana cada dos semanas en casa
con su familia y después de un tiempo de ausencia mental, cuando percibió la frialdad en
el ambiente, intentaba desconectar sus cables del tablero mundial y reconectarlos a su
familia que sentía como si un extraño entrara en su casa.
Cuatro meses después, cuando Temujin se habituaba a su estilo de vida y comenzaba a
reconectarse con los suyos, llamó a la puerta una mujer blanca de cabello rubio, ojos serios
y muy rasgados en uniforme militar. Tenía una postura firme y con una sonrisa seca
preguntó por el subteniente Temujin, a quién vio sentado mirando el televisor junto con Ai.
Temujin la miró a los ojos extrañado por la sorpresa en los cinco días que le habían dado
como receso.
-
-
-
-
Hazla pasar María. - María le hizo una seña indicándole que continuara. Temujin
aún en pijama se puso de pie y la saludó formalmente antes de sonreírle y
abrazarse.
No es casualidad que te visite en tu tiempo libre Temujin y de antemano me
disculpo por importunarte con tu familia
Eso me temía Deshi.
Vengo aquí como una amiga.
No te habría hecho esperar si vinieras como mi capitán
Xi Jinping se reunió con Nelson Ósak, Pierre Nkurunziza y Vladimir Putin. – Temujin
con cara de confundido preguntó;
¿Está vivo Pierre Nkurunziza?
Es rehén de Nelson Ósak, pero funge como mediador y facilitador de las relaciones
exteriores, dado que Nelson no puede ahora mismo mostrarse como activista de
paz.
¿Qué se logró en la reunión?
Aparentemente se buscaba unificar un frente común ante una guerra que se dicen
se avecina.
¿Alguien ha declarado la guerra a África?
Después del ataque ya vengado, nadie. Aunque la ONU está intentando reprender
a Swartengroen por la invasión al resto de África.
¿Qué represalias están tomando?
Bloqueos comerciales. Sin éxito por supuesto
¿Comenzó entonces la guerra fría?
Comenzó Temujin y lo lamento mucho pues no puedo aconsejarte un buen lugar
para el refugio de tu familia, dado que esta guerra quizá involucrará a todas las
naciones con cierto poder económico y militar. – La familia de Temujin estaba
presente y escuchando, pues no se había molestado en alejarlos de la conversación.
¿Qué posición tomará entonces China en esta guerra?
Ahora mismo no lo sé, aunque se especula que será pacífica
Vladimir Putin está con Nelson
Parece ser. El frente africano comprende el continente negro casi en su totalidad y
Rusia, que no es cosa menor.
¿Qué tienes pensado hacer?
Servir.
¿Y tu familia?
No sé aún Temujin, permanecerá en China por lo pronto, dadas las últimas noticias,
parece ser que nuestro país se encuentra en la zona pacífica del mundo
Temujin volvió a sus entrenamientos habituales evadiendo mentalmente el tema mientras
en su casa a María se le notaba cada vez más el desespero por las noticias recibidas.
Después de algunas semanas, en la etapa de reforzamiento, los acuerdos de China para el
frente común asiático comenzaron a cerrarse de forma pacífica. Todo pintaba bien en el
frente asiático y la extensa masa territorial asiática se perfilaba como la tierra de paz en el
mundo.
Fue a las tres de la madrugada un enero treinta en Shanghái cuando sonaron las sirenas en
la base militar y se desplegó la fuerza aérea del ejército de liberación chino.
Como en simulacros, los soldados se levantaron al unísono, relajados y ordenados y desde
lo alto se veían vaciarse los cuarteles aún con las luces apagadas, un hombre atrás del otro
trotando con paso firme y coordinado, haciendo filas en el campo abierto. Los soldados
frenaban en espectacular y rítmica coordinación, como si cada soldado supiera su lugar en
aquel oscuro y gigante campo abierto de concreto en que cada centímetro era igual al
otro. Cuando el último soldado frenó su paso el capitán general cruzaba el centro de la
formación y gritó; ¡Wúqíng!
-
¡Wúqíng! – repetían todos al unísono
¡Wúqíng!
¡Wúqíng!
¡Wúqíng!
¡Wúqíng!
¡Formación 115! ¡Indonesia! – gritó y con el mismo orden y velocidad se percibía
desde lo alto como las hormigas abandonaban el campo abierto. El setenta por
ciento de los hombres fueron a los cuarteles y los restantes fueron tomando
posiciones en las aeronaves correspondientes. Trescientos cincuenta hombres
partieron esa madrugada del colegio del aire de Shanghái.
Aquellos hombres se reunieron con otros cuatro mil trescientos cuarenta y tres oficiales en
Yakarta, donde respaldarían a la capital indonesia del ejercito británico. El respaldo
psicológico parecía ser suficiente después de quince días que no se tuvo noticia de las
tropas estancadas en suelo indonesio. Fue hasta después de treinta días que las naves de
reconocimiento y los vehículos espía obtuvieron información sobre los antiaéreos
instalados en todo el territorio invadido y el reforzamiento que estaba llevándose a cabo.
Entonces fue que el frente asiático tomó la ofensiva por primera vez y desplegó su arsenal
aéreo en su máximo esplendor. Ciento cincuenta aeronaves se desplegaron en total, con
veinticinco diferentes objetivos. Bandung era el primero de ellos. A Bandung volaron trece
aviones caza y un caza-bombardero, alineados en tres escuadrones de cuatro aviones
alrededor del caza-bombardero, por suelo iban respaldados por cinco antiaéreos que
permanecieron en suelo seguro lejos del fuego enemigo. Temujin lideraba uno de los
escuadrones de cazas. Justo entraron en la zona aérea enemiga los antiaéreos británicos
comenzaron a disparar y los grupos de aviones se dispersaron como un enjambre sin
ningún orden aparente. Los antiaéreos dispararon sin éxito a los cazas que se dispersaban
hábilmente en el cielo y en la confusión de los tiros el F-35 caza bombardero que volaba
en picada al suelo derribó todos los antiaéreos mientras aún pasaba desapercibido. En el
cielo ya se había lanzado la fuerza aérea británica en una rueda de carro alrededor de las
naves dispersas, cuando el F-35 que subía al combate fue alcanzado por un MiG-31 sobre
su lateral que había salido de la rueda de carro con el mismo sigilo que con que había
atacado el F-35. Disparó sin ser visto con la cabina del F-35 en el centro de su mira. La
ametralladora zumbó por unos cuantos segundos con una ráfaga constante y poderosa. El
cristal de la cabina se cubrió de sangre y las alas se llenaron de agujeros antes de que el
avión comenzara a perder altitud, para que el MiG-31 volara justo sobre él y lo viera
deslizarse elegantemente hacia un pueblo en las afueras de la ciudad. El avión aterrizó de
pansa en un campo de cultivo y deshaciéndose se deslizó algunos metros hasta detenerse
definitivamente contra una gran casa y explotar en llamas. Los cazas rodeados giraron en
la dirección contraria a los cazas británicos y salieron en picada de la rueda carro rozando
las copas de los árboles, en el acto y la confusión del enjambre de aviones se estrellaron
dos MiG-41 con dos MiG-31 británicos, derribándose a su vez otras dos aeronaves británicas
a causa de los escombros de la colisión. Tres naves británicas persiguieron las naves que
bajaron en picada mientras que se dispersaban en diversas direcciones, la mayor parte de
ellas salieron del espacio aéreo de Bandung y el escuadrón de Temujin, se fue adentrando
hasta la periferia de la ciudad, evadiendo las balas de los tres aviones que se mantuvieron
en su rumbo. En un momento clave las cuatro aeronaves del escuadrón de Temujin se
alinearon, antes de encarar el grupo de morros que rodean la localidad de Cisarua, los
aviones británicos abrieron fuego y dos MiG-41 cayeron y se estamparon de frente a los
morros, que ya rozaban con las copas de los arboles las panzas de las naves. Las naves de
Temujin y el último integrante de su escuadrón se perdieron entre el humo y las montañas
para encarar las laterales de los MiG-31 británicos en una tijera derribando dos de los tres
aviones que se alzaban desesperadamente a la superficie, el MiG-31 restante intentó evadir
el ataque con un brusco giro a su derecha, pero fue alcanzado por el compañero de
Temujin que disparó un misil de largo alcance y lo derribó para que se destrozara frente a
un morro que tenía cerca.
Las aeronaves que salieron dispersas de la zona militar de Bandung fueron seguidas por
las naves británicas, que suponían una retirada y aunque derribaron a tres aeronaves en el
camino con misiles de largo alcance, no fueron capaces de evadir la barrera de antiaéreos
que estaban formados sorpresivamente justo en el lado seguro de la frontera. Apenas los
cazas reportaron caído el último avión de la defensa británica, despegó el avión de
reconocimiento para hacer un levantamiento de los objetivos en tierra que debían ser
destruidos y los antiaéreos que los protegían. Dos escuadrones restaron de la batalla en el
aire y partieron de la base en Yakarta justo después de haber cargado combustible, lo
siguiente fue solo un espectáculo aéreo en Bandung, evitar y engañar a los antiaéreos fue
fácil sin respaldo en el cielo, los escuadrones se dividieron y bombardearon la ciudad sin
ninguna complicación, hasta que todos los objetivos militares fueron alcanzados.
Veinticinco minutos después comenzaron a aterrizar los aviones de vuelta en la base militar
de Yakarta, Temujin estaba dormido en un catre y cuando escuchó el último motor
apagarse, levantó la cabeza, se sacó el camisón de dormir y salió a la luz a hacer el conteo
de los aviones que habían vuelto, no les había ido tan bien, infelizmente. Habían tenido
fuertes bajas y a juzgar por los números, no se habían cumplido en su totalidad los
objetivos, habría que volar otro día. En las islas más pequeñas había sido relativamente fácil
invadir, los territorios recuperados se fueron reforzando poco a poco antes de iniciar el
segundo ataque. Alrededor de las islas de Salawesi y Kalimantan se acumulaban cada vez
más portaviones y volaban en territorio seguro como zopilotes los caza alrededor del
territorio resguardado aún por las fuerzas británicas. Después de algunos días, levantaron
la bandera de la paz las fuerzas británicas en esa zona, solo para que sus escuadrones
mejor equipados reabrieran la posición de ataque en las islas recién ocupadas.
Los objetivos de la fuerza aérea británica se fueron reduciendo a la supervivencia cuando
se desplegó todo el arsenal del frente asiático y el enjambre de aviones se fue recorriendo
cada vez más al norte de Australia cuando los aviones caían uno tras otro en el océano. La
salvaje batalla se llevó consigo sesenta y dos aeronaves y tres buques portaviones. Los
soldados que por su cuenta habían negociado la paz y su rendición en calidad de rehenes
al frente asiático murieron al tomar las armas cuando vieron que se desenvolvía una guerra
aérea. Murieron heroica pero innecesariamente. Terminando el combate solo ocho bombas
explotaron en el territorio del norte australiano, las bases militares murieron con cientos de
soldados, a pesar de dicha crueldad, el limitado ataque aclaraba la postura del frente
asiático en esta guerra que se tornaba mundial.
Temujin volvió a casa y tuvo recesión de tres meses tras las intensas batallas que se libraron,
fue ascendido como teniente y asignado a misiones de rastreo e investigación.
La guerra permaneció fría por algunos años después del primer ataque en el que Temujin
fue ascendido, su rutina continuó siendo la de los entrenamientos en Shanghái y a pesar
de haber sido fundamental en la defensa de Indonesia, su fortaleza mental estaba intacta.
En Asia, el derrocamiento de líderes fue casi nulo, pero los casos extemporáneos fueron
muy evidentes, básicamente la guerra que se avecinaba era evidente y quién no fuera
participe en el frente asiático y estuviera en la zona geográfica que los comprendía, era un
enemigo. Fue democrático el deceso de los presidentes de las dos Coreas y de Nepal, pero
no por eso fue justo, no en pleno siglo veintidos. De esa manera se unificó el frente asiático
y en Shanghái, a pesar de la protesta de bajo perfil y la inconformidad con la guerra en la
que no querían ser partícipes (y en realidad aún no lo eran) no podían pedir más.
La protesta tuvo lugar dos años después, cuando los países estaban arrasados, entró Asia
en el combate y sus naves comenzaron a ocupar territorio extranjero y comenzaron a hacer
masacres como si tuvieran una deuda que saldar.
Temujin cumplió órdenes al pie de la letra y barrió tantas ciudades como se le fue pedido.
Se le reconoció mundialmente por su puntería milimétrica y por su capacidad de salir ileso
de la onda que generaban las explosiones que propiciaba. Las ciudades más gloriosas que
el frente asiático tuvo la oportunidad de desaparecer, fueron derribadas por los aviones de
Temujin. Su salud mental comenzó a decaer, se hizo una persona más retraída y no
escuchaba llamado ni de sus amigos, ni de su familia. Por más de un año, sus seres queridos
solo supieron de él por las noticias de victoria y una vez por mes, se enteraban de que aún
seguía con vida.
Temujin tampoco supo de nadie en un largo tiempo, ni de nadie, ni de él mismo. Le gustaba
sentirse como una simple herramienta y no tener conciencia. Buscaba la capacidad de
marcar un antes y un después de la guerra y suponer que su persona no había sido partícipe
de las masacres. Seguía ordenes a rajatabla y derribaba cuanto avión tuviera en frente, sin
sentimiento alterno a la adrenalina de sentir que su vid dependía de pequeños instantes.
Durante el servicio militar de Temujin el proceso de decadencia se fue dando con su talento
de supervivencia, cuando la guerra estaba en su máximo apogeo, las batallas aéreas eran
demasiado a menudo y no había piloto que sobreviviera más de cinco batallas. Los pocos
amigos que Temujin tenía en el escuadrón, eran diestros pilotos y sobrevivieron para
acumular objetivos derribados, sin embargo, ninguno de ellos pasó de la sexta batalla en
el aire y cuando comenzaba a retomar sus lazos efímeros, no terminaba de grabar los
rostros de sus nuevos amigos cuando los veía morir en el aire. El infierno está después de
los mil metros sobre el nivel del mar; le decía su amiga y capitán Deshi Li.
Temujin pensaba en la postguerra como la era de fantasía, Asia más fuerte que nunca se
había aliado con gran parte del mundo y las naciones devastadas abrían sus brazos al que
era por falta de participación, el frente vencedor. Solo el frente americano se resistió y sus
insignificantes ataques no lograron cambio alguno en la postura asiática, pero para Temujin,
el mundo había cambiado. El 2 de diciembre del 2197, Temujin libraba una batalla por las
islas Hawaianas que suponían una de las bases más importantes para el frente americano,
El frente chino desplegó todo su arsenal y ganó una fácil batalla dos a uno contra la fuerza
aérea estadounidense. Mientras en la capital del frente asiático recibieron en ataque
sorpresa del escuadrón 105 de la fuerza aérea mexicana que entró en el cielo enemigo sin
ser visto volando con aviones última generación a una altura en la que los radares no
pueden detectarlos. Los diez escuadrones se dividieron en el cielo chino por encima de las
zonas que debían devastar y en el momento indicado, bajaron en picada juntos como si
fuesen misiles los aviones mismos. Antes de llegar a la zona correcta, varios aviones fueron
derribados, pero las cuatro bombas nucleares cayeron irremediablemente borrando para
siempre toda la zona urbana de Shanghái en menos de treinta minutos.
En Hawái, el deteriorado Temujin recibió la noticia de Deshi Li antes que nadie. Se sentó y
abandonó la esperanza en cosa de segundos. No lloró una gota y se sentó en una pequeña
silla de metal y tela cuando sintió que perdía el equilibrio.
-
-
Siento mucho lo que pasó Temujin, los aviones entraron sin ser detectados,
Shanghái era la ciudad mejor protegida de todo china – le explicaba Deshi a
Temujin casi al borde del llanto por la desesperación del momento. Temujin igual
no escuchaba nada, en su cabeza se había roto algo y el solo escuchaba un fuerte
zumbido que lo enloquecía y tentaba con sacarlo de la cordura de una vez y por
todas. Su mirada se estaba nublando y permaneció casi una hora mirando fijamente
un punto en el suelo hasta que el ruido en su cabeza disminuyó. Temujin se levantó
de la silla sin mirar a nadie y caminó por la pista tambaleándose por el mareo. Deshi
seguía hablándole y fue en su ayuda cuando vio que se balanceaba demasiado.
¡Temujin! ¡Temujin! Necesito que me respondas o llamaré a los paramédicos. – En
un impulso se soltó de sus brazos y murmuró <Estoy bien> Deshi lo soltó y lo dejó
caminar cinco lentos y tortuosos pasos hasta que azotó recto y de frente al suelo
como un palo de madera. Su cabeza rebotó con toda la potencia en el suelo,
recibiendo el mayor impacto. Temujin quedó inconsciente y con los ojos en blanco.
Deshi fue a levantarlo y vio como la sangre brotaba del centro de su frente con tal
fuerza que parecía que se había abierto el cráneo.
Temujin se levantó tres días después con la cabeza vendada y con un tubo que le ayudaba
a respirar. Abrió los ojos lentamente y vio a Deshi Li a su lado, tenía los párpados pesados,
intentó llamarle, pero no emanaba ninguna palabra. Ella leía una revista a su lado. Pasaba
todo su tiempo libre velando por su despertar y a partir de su caída, era su representante
legal y quién tomaba las decisiones por él durante su incapacidad física. A Temujin lo
preparaban para una cirugía en la que le abrirían la cabeza en dos partes dos días después.
Deshi no percibió que Temujin había girado un poco el cuello. Lo volvió a poner recto y
miro a su alrededor girando los ojos para entender qué pasaba.
-
-
-
-
Estoy en un hospital - Pensó.
¿Me derribaron? Si me hubiesen derribado no estaría vivo, supongo ¿habré caído
al mar?
Levantó la cabeza para verificar que tuviera sus extremidades.
Estoy completo – movió los dedos de los pies y las manos y confirmó que no estaba
lisiado.
¿Qué pasó en Hawái? ¡coño, ganamos en Hawái, fue muy fácil! ¿Por qué fue tan
fácil, será que estoy muerto? – Se pellizco un poco en la pierna y supuso que no
estaba muerto, él no creía mucho en la vida después de la muerte, de cualquier
manera.
La batalla en Hawái la ganamos, eso es seguro, no eran muchos aviones. Nosotros
teníamos todo nuestro arsenal. – Recordó la noticia y sintió de pronto que la cabeza
le punzaba. Él corazón también le punzaba. Sin embargo, esta vez no colapsó,
estaba más relajado. Sintió la tristeza desalentadora de quien no tiene más por
perder en la vida y quedó como empezó, en estado vegetal, pero consiente.
Permaneció así por una hora y se sacó los tubos que lo atragantaban. Sintió ganas
de vomitar, pero las controló, sintiéndose humano otra vez. Giró la cabeza para con
Deshi y percibió que estaba hermosamente dormida. No lo aparentaba, quedó
perfectamente sentada y simulaba estar leyendo. Solo sus ojos estaban cerrados,
pero ni siquiera era evidente con sus ojos tan pequeños. La miró unos segundos y
le sacudió la pierna. Deshi se levantó alarmada.
Respóndeme algo ¿está mi familia muerta? -Deshi casi caía para atrás con la silla,
pero le respondió como pudo, pues la pregunta era muy seria.
Temujin, no lo sé, me encantaría ayudarte a buscarla.
No me ayudes ¿en dónde estamos?
En el hospital de la base militar estadounidense 137, en Hawái.
Eres mi general o eres mi colega Deshi.
Ahora mismo, tu amiga y tu tutora.
Dame un avión y cuatro semanas, yo busco a mi familia o lo que quede de ellos. –
Deshi suspiró. Estaba tranquila y conocía a Temujin, jamás le perdonaría que lo
detuviera.
No te irás hoy Temujin, como tu tutora, te garantizo que necesitas por lo menos
veinticuatro horas de reposo, como tu general, te lo ordeno.
-
Serán doce horas Deshi y contando, solo porque no sé mi estado de salud actual.
Temujin cerró los ojos y se quedó dormido casi sistemáticamente, cinco minutos después.
Despertó tres horas después y Deshi no estaba más allí. Mientras dormía estudiaron sus
signos vitales y determinaron que estaría bien, solo necesitaba algunos días de reposo.
Encendió la televisión para matar tiempo y comenzó a navegar en internet. Hasta que vio
que la luz le daba jaqueca. Siguió explorando hasta que el dolor lo doblegó y apagó el
televisor. Sintió que descansaba al instante. Miro el reloj al lado de su cama y vio que le
quedaban más ocho horas de reposo. Tomó la revista que Deshi había dejado al lado y
leyó cada letra hasta que, al acabarla, se quedó dormido. Al despertarse vio que se había
pasado seis horas de su tiempo de reposo. <mierda> dijo en voz baja y se levantó.
Comenzó a quitarse las intravenosas y se hizo un nudo en la bata que lo vestía. Caminó
por los pasillos, Deshi estaba afuera. Una enfermera intentó detenerlo y Deshi le dijo que
lo dejara, que no volvería a la cama, que cerrara la boca y que preparara la habitación para
otros heridos. Temujin la volteó a ver a los ojos y Deshi asintió con la cabeza, haciéndole
saber que lo apoyaba. Caminó descalzo hasta la puerta de entrada cuando vio que la pista
de aterrizaje estaba muy lejos y que tenía que librar un largo rato antes de llegar a un avión
disponible. Recargó una mano en la pared y miró al exterior en busca de alguna idea
cuando vio sobre la lateral un pequeño carro de transporte dentro del complejo, con un
soldado ocupando el lugar del chofer.
-
-
¡teniente Temujin! -Escuchó un grito cuando, se disponía a salir del edificio.
Usted tiene cuatro semanas a partir de este momento – le dijo Deshi Li mientras le
recargaba su uniforme doblado en el abdomen. Salió del edificio y no estaba más
el pequeño carro que lo podía dirigir. Un hummer militar hizo una señal con las
luces cuando lo vio salir y se acercó a la puerta. El soldado salió del vehículo.
A sus órdenes teniente Ito.
Vamos a la pista aérea muchacho.
Condujeron a Temujin hasta la pista y vio como el muchacho pasaba su avión. Él último
que había usado y recordaba. Comenzó a darse cuenta de que algunos de sus recuerdos
más antiguos estaban borrosos.
-
-
Este es el avión que la capitana preparó para usted teniente Ito. - Era un avión
experimental para las misiones de espionaje y rastreo. Subió a la nave aún en su
bata de hospital y vio a doce hombres de pie, firmes y esperando órdenes. Temujin
los miró con cierta sorpresa y los hombres saludaron.
Quiero me digan sus nombres y que los escriban en una lista que dejarán en mi
panel de control. ¿saben a dónde nos dirigimos?
A Shanghái señor - respondió el copiloto.
Arranquen los motores y fijen el rumbo entonces.
¿Conocen la misión?
Sí señor – respondieron al unísono.
Temujin asintió y se metió a uno de los retretes. Para salir cambiado y ocupar su posición.
Cuando el avión TCC-21 llegó a Shanghái el cielo estaba gris y la nebulosa no permitía la
visibilidad a la altura que volaban. Fue cuando bajaron mil metros de altitud que se dieron
cuenta que no había edificios por evadir ni nada que pudiera irrumpir su aterrizaje. El suelo
estaba plano y el mar estaba negro. Era visible el lugar de la explosión, aunque no tuviera
cráter. Era la superficie de tierra más limpia de escombros en la ciudad.
Aterrizaron en la base militar de Shanghái, que no tenía un solo edificio, pero la pista estaba
limpia e intacta. Los hombres se disponían a salir cuando Temujin los hizo detenerse. ¿qué
caso tenía salir a buscar entre los escombros. No había posibilidad de vida en el radio que
la bomba había afectado.
Salieron él y sus soldados en una de las hummer con rumbo a la brigada de rescatistas, que
seguían sin actuar, pues los planes de acción no se habían planeado para la gran capital.
Temujin y sus hombres se acercaron pidiendo respuestas, pero a pesar de la posición
amenazante de Temujin, no pudieron decirle nada de sus familiares. Pues encontrar a
cuatro personas entre más de novecientos mil desaparecidos era una tarea imposible. Los
oficiales calmaron a Temujin, que padecía de fuertes jaquecas y se desvanecía por
segundos cada vez que se enfrentaba a una situación drástica.
Las brigadas de rescate, con más de diez mil hombres, se dispersaron por toda la periferia
de la ciudad, evacuando a todos los habitantes, sin excepción y rescatando a las personas
que se encontraban en situaciones críticas. Al interior del radio de la explosión de las
bombas entraron blindados hummer cada quince kilómetros sobre el perímetro y soldados
especialistas en busca de posibles víctimas con vida.
Temujin entraba en los blindados, encontrando únicamente objetos irreconocibles y
escombro. No había demasiado que explorar dado que la planicie de la superficie daba
para ver cientos de metros a la redonda. Aún así Temujin y sus hombres levantaban ciertas
pilas de escombros y lo único que encontraban eran cadáveres calcinados que no les daban
pista alguna. Muy cerca de la escuela en que Ai estudiaba había caído una de las bombas.
En general, el barrio de Huangpu, donde vivía toda la familia de Temujin, había sido uno
de los blancos de las bombas. Él y su tropa entraron de todos modos. Temujin sabía donde
estaba parado porque el mapa así se lo indicaba. El rio estaba casi seco, se alcanzaba a
divisar el mar y no se veía ni una sola señal de vida que le diera esperanza. Miro alrededor
por casi una hora y sus hombres permanecieron firmes al lado suyo sin preguntar nada,
mirándose los unos a los otros cada de vez en cuando, pero comprendiendo el duelo
interno del teniente. Temujin perdió la postura de soldado y se sentó en el suelo con las
piernas estiradas. Mirando al cielo sin pedir nada, sin esperar ningún milagro. En los
comunicadores comenzaron a pedir información de la brigada dos de los de búsqueda
interna. Los muchachos de Temujin, se pusieron de pie y le obstruyeron la luz del cielo.
Temujin miro al hombre que se paró frente a su cara y le dijo.
-
Vayan.
Tenemos órdenes de quedarnos con usted teniente Ito.
Entonces quédense. – Dijo Temujin sin importarle mucho lo que ocurría a su
alrededor. El estaba concentrado, estaba repasando los parajes de su vida, pero le
costaba mucho trabajo. Su niñez estaba borrosa, algunos recuerdos de su
adolescencia también lo estaban, lo único que recordaba perfectamente eran los
últimos cinco años. De esos tenía cada detalle, por muy pequeño que fuese. La
guerra, los entrenamientos, los vuelos, las bombas que lanzó, y el pilotaje de sus
aeronaves. Su tiempo al lado de su familia y cada avión que derribó, cada muerte
en la que estuvo involucrado, recordaba todo como si viera una película en primera
persona. Se puso de pie y se subió en el asiento de atrás de una de las camionetas,
se recostó y les dijo a sus hombres, que lo seguían en todo momento, que dieran
marcha de vuelta a la base. Él se quedo dormido más rendido que nunca antes.
Había decidido quitarse la vida.
Llegó a la base nuevamente, el ruido de los montones de gente. Las lágrimas, los sollozos
los niños que llevaban varios días ahí que correteaban jugando en medio de los soldados.
Las madres que se volvían locas. Los hombres heridos que trasladaban a los hospitales. El
panorama de los escombros y el cielo gris, más oscuro que nunca antes. Era el panorama
del fin del mundo en las bases de rescate. Temujin les ordenó a sus hombres que siguieran
en la labor de búsqueda. Él iba recostarse un poco. Sus hombres no podían obedecerle,
aunque él les gritó, ellos tenían la orden del capitán general de no dejarlo solo, menos aún
en momentos de crisis. Seis de ellos, siguieron su orden y los otros seis hicieron como que
obedecían y observaban al hombre desde la lejanía en la turba y la multitud.
El zumbido en su cabeza había vuelto, de nuevo sentía que la cordura escapaba de su
mente. Sentía que los ojos le salían de la cara y la cabeza le explotaba. Comenzó a tener
alucinaciones, la tierra se le movía de nuevo y el mundo se le distorsionaba mientras el
zumbido gritaba en sus oídos y hacía eco en toda su cabeza como si estuviera hueca.
Decidió usar un pequeño asiento de tela de camuflaje que estaba cerca de él. <esta vez no
voy a caer de cabeza> se repitió varias veces mentas se sentaba y el zumbido bajaba su
intensidad. Se recostó y miró hacia el cielo. Se sintió profundamente mareado, triste y
estupefacto. El zumbido aún no se iba por completo. Recordó que había decidido pegarse
un tiro en la noche. Eso lo tranquilizaba, lo consolaba. Sacó su arma de la funda, la veía con
amor, con alivio. Recordó que nunca la había disparado contra una persona, contra ningún
ser vivo en realidad. Tenía una excelente puntería y una maravillosa vista y la iba a usar para
darse un tiro en la sien. Rio un poco y sacó el cartucho para quitarle todas las balas menos
una. Había decidido quitarse la vida en su habitación, por la noche y no lo haría antes. Miró
de nuevo hacia el horizonte del apocalipsis. La realidad aún estaba distorsionada, el
zumbido seguía, se volvía loco, como si estuviera drogado. De pronto a su lado sintió que
algo lo empujaba, giró la cara y una pequeña niña subió a él por su brazo, se paró en sus
piernas y lo vio a los ojos sonriendo. < Tiě mù zhēn > le dijo con su tierno acento de niño
chino. Temujin se desplomó nuevamente y esta vez cayó junto con la silla hacia atrás.
Abriéndose la cabeza de nuevo. La niña era Ai.
Una hora después, seis de los hombres de Temujin estaban a su alrededor mientras un
médico lo examinaba intentando encontrar alguna contusión por el golpe en la cabeza y
el antecedente. Tenía la cabeza rapada, vendada y con dos aberturas, una en cada lado
con siete puntadas cada una. El médico pasaba una luz a través de sus pupilas cuando las
vio reaccionar y Temujin le dio un manazo en la lampara gritando de sorpresa. Todos dieron
un pequeño salto del susto. Temujin respiraba agitado y le preguntó a Yagami, uno de sus
soldados < ¿qué día es hoy Yagami? >
-
12 de diciembre, teniente Ito, mismo año. Solo estuvo inconsciente una hora. –
Temujin suspiró.
¿Qué hora es?
Son casi las siete de la tarde teniente.
Ya casi es de noche. – Temujin se puso de pie, pero se mareo y Yagami y Saíto lo
ayudaron a estabilizarse.
Voy a mi cuarto a descansar muchachos. ¿Dónde está mi arma y mis pertenencias?
Yo las tengo Señor. – Respondió Yagami y Temujin lo miró fijamente. – Sígame
señor, en seguida se las entrego.
Temujin tomó su arma y sus pertenencias y se despidió de sus soldados. Comenzó a salir
del edificio del edificio en el que atendían a los heridos y a los niños rescatados del
bombardeo. Caminó al exterior y siguió lentamente por una enorme calzada. Sabía que sus
hombres lo seguían, pero lo hacían de lejos por discreción y respeto a la furia del hombre,
aunque nunca lo habían visto enojado. Sus hombres no podrían detenerlo si intentaba
quitarse la vida, estaban demasiado lejos. Cuando se hubo cansado de caminar se sentó
en una glorieta a reflexionar que se había vuelto loco. No se creía ni por un segundo el
cuento de que Ai hubiera aparecido frente a él y esa alucinación lo mataba de tristeza y
autocompasión. No podía hacer nada más por la humanidad con la mente tan dañada, a
su vez lo que había hecho de su potencial se había resumido en absoluta destrucción, como
la que había caído sobre su familia. Vio hacia la calle habitada. Los edificios estaban llenos
de rescatados. Habían recorrido a la población gradualmente hacia zonas que se vieran
menos afectadas por la radiación. Poco a poco iban sacando a todo el mundo, en realidad
toda la conurbación de Shanghái era un peligro para la salud civil. Tocó su arma en su
funda, ya había oscurecido y no tenía más que esperar. Ya había repasado los parajes de
su vida, buenos y malos, recordó de nuevo a Ai, de quién estaba profundamente
enamorado, recordó a María y a su padre, la familia más hermosa que pudo pedir y lo
mejor que había en el mundo según dijo su padre. Recordó las palabras de su padre y
comenzó a llorar. Profusamente, como un niño. Se recargó de cara al concreto y lloró hasta
que se quedó dormido. Casi a media noche, despertó despegando su cara de la helada
cantera de que estaba recubierta la glorieta. Se sentó y vio que a lo lejos seis de sus
hombres conversaban en uno de los hummer, esperándolo. Sacó su arma antes de que se
percataran de que había despertado y al sacarla sintió el peso. Estaba descargada, no tenía
una sola bala. < hijos de puta >. Pensó. No la revisó, pues entendió que ya sospechaban
de su tentativa y eso solo ayudaría a confirmarlo. Caminó hacia ellos y les ordeno que lo
devolvieran al cuartel. Los soldados dormían en tiendas cerca del área de contingencia y él
tenía la propia.
A la mañana siguiente, Temujin salió de su tienda después de no haber podido dormir
demasiado y con la furia de no haber dado resolución a lo que se había propuesto. Había
vivido una noche más de lo que tenía planeado y su mente le decía que debía estar
agradecido, a pesar de que la locura le hiciera pasarlo tan mal. Se puso su uniforme con
seriedad y disciplina y a la misma hora de siempre salió de la tienda para encontrar a sus
doce soldados formados al exterior de la tienda. Ellos percibieron que su mirada estaba
más seria de lo normal e irradiaba rastros de furia.
-
-
-
Acompáñeme Yagami. – Dijo y los demás esperaron formados apenas haciendo
gesto de susto. Estando detrás del edificio, cerca del muro que daba hacia el jardín
lo empujó contra el muro con la fuerza de quién intenta imponer respeto y
disciplina, pero la rabia se agrega sin poder controlarla. Sacó su arma y se la apuntó
en la cabeza jalando el gatillo cinco veces.
Oficial Yagami ¿sabe para qué sirve un arma sin municiones?
Para nada teniente Ito. – Dijo Yagami algo exaltado.
Oficial Yagami un arma sin municiones sirve para que su teniente piense que está
respaldado y armado cuando no lo está. Un arma sin municiones sirve para poner
en peligro a quien la porta, oficial. La próxima vez que me entregue un arma sin
municiones, le daré un tiro en cada pierna. ¿está claro?
¡Está claro!
Deme mis balas. – Yagami le dio las balas que él tenía en su arma.
¿Quién tiene mis balas Yagami?
Saíto, señor. Pues pásele el mensaje.
Ambos soldados volvían a la formación donde los otros once soldados esperaban y
Temujin, a quién la calma ya le había recorrido el cuerpo, le dijo a Yagami.
-
¿Usted tiene cigarros Yagami?
Sí, teniente.
Deme uno y fume uno usted también. – agregó cuando vio que Yagami le
entregaba el cigarro con demasiada firmeza.
El escuadrón de soldados caminó por la acera principal detrás de los pasos de Temujin que
acababa su cigarro mientras caminaba con paso veloz, constante y de largas zancadas. En
la acera más gente se unía en sus pasos e interfería en sus caminos, algunos hummer
circulaban y el escuadrón de rescate se paseaba entre los edificios, entre los niños y entre
las madres y padres que cuidaban ahora de todos ellos como si fueran suyos. Fue entre esa
multitud que corría de nuevo Ai, que se escapaba de entre los pequeños y alegres mocosos
que no dimensionaban la gravedad del entorno que los rodeaba. Las madres y padres
llevaban a los niños al comedor principal cuando entre el griterío y el desorden del rebaño
Temujin vio desde larguísima distancia la alucinación que le destrozaba la realidad y
amenazaba su salud mental. Esta vez no vino a él en momento de crisis absoluta, el
zumbido no retumbaba en su cabeza y esta vez, no cayó desplomado contra el suelo. Frenó
de golpe, espantado y pálido como quien ve la muerte. Destrozó su cigarro aún encendido
aplastándolo entre sus dedos y con la boca aún abierta y los ojos llenos de terror se llenó
de rabia y caminó directo hacia su alucinación. Caminó aún más rápido y para su sorpresa
la veía cada vez más clara a medida que se acercaba, comenzó a correr mientras que sangre
nueva llena de esperanza bombeaba desde su corazón hasta sus extremidades y cuando
más se fue acercando sintió que la adrenalina le entraba al cerebro de una forma que nunca
antes había sentido. Gritó con todas sus fuerzas el nombre de la niña mientras los soldados
corrían detrás suyo y junto con la niña, giraron la cabeza todos en aquella multitud. Temujin
vio el rostro de la niña tan claro como lo recordaba y la apretó contra su pecho y se tiró al
suelo llorando y gritando, perdiendo toda la postura, mientras la niña lloraba con él y
después la multitud lloraba con él por la alegría del reencuentro. Temujin no estaba loco,
tampoco estaba solo en el mundo.
Pasó Temujin así varios minutos, mientras que la niña reía y lloraba con él. Cuando se
tranquilizó, se puso de pie y la gente aplaudió mientras que él se acomodaba a Ai en los
hombros para caminar hacia una de las hummer.
-
Yagami, continúen con las tareas del día sin mí, me llevo uno de los vehículos.
Sí, señor.
Se subió a una de las blindadas y sentó a Ai en el asiento del copiloto, abrochó su cinturón
y manejó un largo rato hasta que encontró una pequeña comunidad en la que parecía que
la bomba no había afectado las vidas cotidianas. La pequeña Ai se durmió después de la
primera hora del viaje y Temujin la cargó y caminó con ella en sus brazos hasta un pequeño
restaurante, en donde una señora se acercó a tomar su orden. Estaba un poco sorprendida,
los soldados no solían llegar a este lugar y ver a un soldado uniformado, conduciendo un
blindado solo y con una pequeña niña soñolienta era algo más que poco usual, imponía
respeto sin duda. Temujin pidió comida para ambos y la niña comió con el mismo apetito
apresurado y voraz de siempre, sonriéndole a Temujin cada vez que él se paralizaba
observándola, aún incrédulo de la fortuna de tenerla cerca y a salvo. Caminaron fuera del
restaurante y se llevaron algunos bocadillos para comer en un parque que encontraron a
unas cuadras a pie del restaurante. Temujin siempre había sido callado y aunque entre ellos
la conversación no fluía, siempre se entendieron, se unieron y se amaron por medio de
miradas y algunos gestos. Cuando la niña se puso seria y un poco cabizbaja Temujin fue
quién acudió a las palabras;
-
-
¿qué pasa pequeña?
Temujin ¿tampoco tú sabes dónde está mi mamá?
No pequeña, no lo sé.
¿Vamos a encontrarla? – Temujin permaneció callado un largo rato y hasta supuso
que su silencio respondería a la pregunta, pero la niña insistió.
Temujin ¿Vamos a encontrarla?
Pienso que no. – Dijo Temujin casi al borde del llanto, pues no sabía como evitar
romperle el corazón a la niña.
¿Mi mamá está muerta Temujin? – Temujin rompió en llanto.
Pequeña, no sé si esté muerta tu mamá, tampoco sé si tu abuelo está muerto. Pero
te prometo que los vamos a buscar hasta el fin del mundo ¿está bien? – Dijo
Temujin llorando. La niña se quedó callada un rato y comenzó a llorar, aunque
mucho más discretamente que Temujin, lo que le sorprendió. Temujin la abrazó y
así permanecieron un rato. Recordó una pregunta que él debía hacerle a la niña.
¿Dónde te encontraron los rescatistas, Ai, los otros soldados?
En la Isla de Shengsi.
-
-
¿Qué hacías ahí?
La maestra nos llevó de paseo
¿Llevaron a toda la escuela?
No, solo a los de mejor desempeño.
¿Tu mamá fue contigo?
No, fueron algunos padres de otros niños, pero mamá se quedó con el abuelo.
¿Por qué no te acompañaron?
Ellos tenían mucho trabajo
Ellos no trabajaban.
Sí, sí trabajaban.
No trabajaban Ai, ellos no necesitaban trabajar.
Cuando tú te fuiste a la guerra ellos comenzaron a trabajar. Tú no lo sabías porque
nunca nos llamabas. Mamá está muy enojada contigo por eso.
¿Me perdonas?
No ¿por qué no nos llamabas?
No tenía teléfono.
No es cierto.
Sí lo es.
No es cierto.
¿Cómo sabes que no es cierto?
Porque no es cierto, lo sé. – Temujin sabía que la niña le creía.
Eres igual que tu madre. Siempre peleando conmigo – Le dijo Temujin a la niña
mientras le hacía cosquillas.
Ai, esta pregunta que te voy a hacer es de vital importancia. ¿Sabes en qué
trabajaban tu mamá y Akamaru?
¡Sí! – Gritó la niña con entusiasmo. – Ellos rescataban niños.
¿Niños de dónde?
No sé – dijo la niña encogiéndose de hombros. – Tal vez niños de la guerra, como
yo. – La especulación de la niña era muy acertada. Ella era mejor resolviendo
acertijos que Temujin con su revuelta cabeza de los últimos días. Temujin tenía ya,
mucho material para investigar.
Tú no necesitas que te rescaten pequeña. Yo te protegeré hasta el final de mis días.
¿Ya no irás a la guerra? – Temujin permaneció callado unos segundos y lo decidió
de pronto, aunque con inseguridad.
No, no iré más.
Habían pasado dos de las cuatro semanas que Temujin tenía de prórroga, aún no recibía
requerimiento por parte de Deshi para que volviera al combate a pesar de que Temujin le
había informado que había tenido éxito y suerte al encontrar a su hija. Deshi respetaba los
tiempos. Había investigado un poco respecto a la organización que Akamaru, su padre y
María llevaban. Había más de cien niños rescatados de distintos acopios a lo largo del
mundo, ellos patrocinaban a los niños con el dinero que Temujin enviaba y los fondos de
su padre. Los ataques de China fueron salvajes contra los Estados Unidos, borraban
ciudades completas de un día para otro y a pesar de la clara desventaja en la el continente
se encontraba, no pedían paz ni exigían tregua, el mundo ya es una mierda y es inhabitable
según se rumoraba, valía más morir en guerra que en la devastación de un mundo
postapocalíptico. El frente oriental no lo vio así, ellos habían creado el frente más sólido,
habían esperado el momento justo para atacar y se habían hecho a los aliados perfectos,
aquellos que no pueden traicionarte, aunque quisieran, el frente asiático había jugado la
guerra perfecta y estaba dispuesto a disputar la guerra de guerrillas con Estados Unidos
hasta que no quedara un ser vivo en todo el continente.
Así al comando de Deshi Li, la fuerza aérea fue borrando ciudades inhabitadas, mientras
los estados unidos iban un paso adelante, jugando al éxodo de un lado al otro con una
población nómada de más de cien millones. Cuando los asiáticos tomaban base, los
americanos lo veían venir y las pocas armas que tenían en existencia eran usadas con total
certeza, borrando bases enteras llenas de valioso arsenal y personal de inteligencia. A tres
atentados había sobrevivido Deshi, dos por destreza y uno por fortuna, pero el cuarto,
mientras esperaba en la base la llamada de la reintegración de su piloto estrella, un avión
americano sobrevoló el área y cayó en picada junto con una bomba que los antiaéreos
explotaron a casi doscientos metros de tierra, pero no fue suficiente para alejar la explosión,
que redujo más de treinta y cinco aviones y trescientos hombres a cenizas. La llamada de
Temujin llegó veinte minutos después y Deshi Li murió corriendo de uno de los edificios,
cuando sonaron las alarmas, corrió a ver el cielo y mientras veía los antiaéreos destrozar
un pedazo de metal, en una fracción de segundo vio una onda abrirse a la velocidad del
sonido y la esparció de migaja en migaja por todo el desierto de Arizona.
Temujin fue uno de los primeros en enterarse del ataque y de las muertes, debido a su
oportuna llamada. En esos momentos de shock, en ese mes de tanto shock, tomó la primera
y única decisión absurda e irresponsable de su vida. En los días siguientes dejó a sus
hombres en las operaciones de rescate, ya no tenían la orden de seguirlo a todas partes,
después de que el capitán general había muerto. En cuestión de semanas, mientras el
consejo de guerra apresuraba los nuevos mandatos en el ejercito del aire, Temujin juntó
víveres, desarmó la caja negra de su avión y planeó, aunque poco su retiro militar no
autorizado.
El día antes de partir, recibió una llamada en la que lo nombraron Alférez, debía presentarse
en la base de Hawái dos días después. En la mente le retumbaban los deberes no
cumplidos, las responsabilidades y el deshonor de no cumplir con sus obligaciones, pero al
final le pesaba más la vida de su hija, la rabia de su padre y de María y la sensación de
rebeldía justificada de ardía en el pecho con la esperanza de que al cambiar tan
radicalmente su curso, su vida también cambiaría. Después de aquel balazo que no se dio
en la cabeza, tal vez había muerto y renacido con un nuevo plan. Doce horas después de
la llamada, con los víveres que necesitaría para un año, sentó a Ai en el asiento del copiloto,
ella estaba aún muriendo de sueño, eran casi las tres de la mañana, sus hombres lo
siguieron mientras un firme servidor le daba indicaciones para un despegue limpio y
seguro. Sus doce hombres lo miraron desde la pista, saludando a un alférez que
extrañamente no propuso llevarlos consigo en el avión en el que antes habían emprendido
viaje juntos y despegaba a extraña hora, sin avisar y sin dar explicaciones. Él los vio a lo
lejos y les mandó el saludo firme de un soldado, despejando un poco sus dudas, de igual
forma, no estaba en sus deberes estarse preguntando nada de lo que ocurría, su deber era
seguir órdenes y en aquellos momentos, no tenían ninguna salvo las que Temujin les había
dado varias semanas antes. Voló cruzando todo el pacífico, dejó caer la caja negra de su
avión en el océano como si fuera una bomba y pasó por encima de las islas hawaianas, del
continente americano, de Europa sin hacer ninguna parada. Entrando a Kazajstán notó
como el cielo pardeaba un poco más, la densa nube de negra que cubría el planeta era
más ligera en estos cielos y a medida que penetraba en el continente asiático veía cada vez
más constantes los rayos de luz atravesar y tocar el suelo, señal divina, quizá, el sabía poco
del apocalipsis que la guerra nuclear ocasionaría , eran teorías todo la información que le
había llegado antes acerca de los efectos postguerra, de igual manera, le sobre alentaba la
idea de comenzar una vida aislada del mundo, en una tierra donde pudieran ver la luz de
los días. Aterrizó finalmente en una planicie gigantesca. Después de volar en círculos por
tres horas tuvo que descender para ahorrar combustible, de todos modos tardarían varios
días para empezarlo a buscar y quizá meses para encontrarlo, su avión no había dejado
pista, su vuelo decía haber terminado a mitad del océano y bien si encontraran la caja negra
y no la aeronave completa, habían problemas más graves que un piloto prófugo de la
justicia, en el mundo no había más justicia, ni leyes ni países, nada de la sociedad humana
que antes fue, la nueva era de dominio global asiática comenzaría desde cero, había más
cosas de que encargarse. Desde el cielo podía verse un enorme pájaro metálico en aquella
planicie, el solo esperaba tener un nuevo plan antes de ser encontrado.
Vivió durante varias semanas al interior del pájaro, mientras exploraba el entorno. Era
amplio su entorno, pero no había pista humana en los alrededores, estaba a más de dos
mil metros de altura y su nueva ciudad, era como una isla en el cielo, después de sus límites
había un mar de acantilados, explorables, pero peligrosos, en los que podía pescar, después
de mucho trabajo, aves y cabras.
Comenzó a talar algunos árboles cercanos y con ayuda de su hija hizo algunos ladrillos
para su pequeño nuevo refugio. En el que vivieron por varios meses. Vivía una vida
relativamente plena en comparación de la calidad de vida del mundo actual. Aún así, la
mente de Temujin le hacía malas pasadas, los sueños le atormentaban y su visión del futuro
le decían que cuando le pasara algo en los acantilados o la enfermedad lo alcanzara, su
hija quedaría tan desprotegida como lo estaba en medio de la guerra. Ai, a su vez, aunque
estaba contenta, la falta de contacto humano además de su callado padre, la estaba
volviendo un poco estúpida.
Ocho meses después de su exitosa entrada a su aislado mundo de fantasía Temujin
encendió su avión y salió junto con Ai a ver el mundo exterior y los resultados de la gran
guerra que aún no terminaba. No había terminado de salir de los límites del Tíbet cuando
la nube negra lo abrazó y tuvo que comenzar a volar bajo, para tener visibilidad. Sentía el
miedo más profundo de un prófugo de la justicia y ahora mismo, de un invasor, cuando se
acercaba a las grandes ciudades chinas, casi esperaba que hubieran sido arrasadas,
mientras su mente rebelde lo hacía retractarse y arrepentirse por haber huido, se gritaba a
sí mismo cobarde en su mente y cuando escuchó una frecuencia de radio casi se caga en
los pantalones. Ni siquiera recordaba que el radio estuviera prendido, la voz retumbó a
todo volumen en la cabina y sintió que las palabras iban hacia él hasta que entendió que
era un mensaje cruzado, hablaban de distritos y zonas que él no tenía ni idea, pero intentó
entender;
-
Quién es ese hombre. –
Preguntó su curiosa niña. Y Temujin, como si una bala cruzara su cabeza, sintió como
reconocía la voz. Era la voz de Yagami. Temujin permaneció mudo un rato mientras
pensaba en sus acciones próximas. Se tranquilizó.
-
No hables Ai, permanece callada unos minutos ¿podrías? – La niña asintió con la
cabeza.
Soldado Yagami Laito. ¿Me escucha?
Yagami conducía una de las hummer junto con Saíto, eran las cuatro de la tarde y ellos
iban en busca de comida. En lo que quedaba de Shanghái ya se había adelantado el
invierno y la esperanza de ver salir el sol se había aplazado por lo menos hasta la próxima
primavera. La guerra estaba casi ganada, los últimos batallones del frente americano se
habían reducido a grupos rebeldes que estaban dispersos por todo el mundo, pero
organizados como una sola red de terroristas y su poder de daño impresionante. En esa
posición lograron reducir otras cinco ciudades chinas a cenizas. El gigantesco ejército chino
estaba disperso y sumergido en el desorden, desaparecían soldados todo el tiempo desde
Temujin y no sabían contabilizar ni las unidades ni los equipos. Eran incapaces de acabar
con el terrorismo americano y se limitaban a atrapar y torturar a quienes creían
conveniente. Yagami era otro de los mil doscientos veinticinco soldados que aparecían en
la lista de las unidades asiáticas como un número intermitente y aunque usara su nombre
de registro natal, era tanta la tarea por reorganizar el mundo que no sabían si estaba
muerto, vivo, trabajando o haciendo nada.
Yagami estaba listo para enrolarse de nuevo en el ejército, pero dado que las últimas
órdenes que recibió de un general fueron las de apoyar con las labores de rescate,
ventajosamente decidió no presentarse ante las filas del frente asiático hasta que se le
pidiera hacerlo. Cuando escuchó el título de soldado antes de su nombre, pensó que dicho
día había llegado.
-
Aquí el oficial Yagami Laito
Le llama Temujin Ito, antiguo alférez del ejercito del aire del frente asiático.
Se hizo un silencio en la conversación. Hasta que Yagami decidió romperlo.
-
Lo escucho fuerte y claro teniente Ito. Alférez Ito
No soy más parte del ejercito del aire, soldado Yagami, puede dirigirse a mí como
Temujin, solamente.
Disculpe señor, es la costumbre.
Suspiró y hubo otro silencio.
-
Discúlpeme señor, no quisiera hacer intromisión en sus asuntos personales ¿cómo
puedo ayudarle?
No busco ayuda soldado Yagami, escuché su voz en un cruce de señales y decidí
contactarlo. ¿cómo está?
Muy bien teniente Ito, gracias por preguntar.
Tengo que cortar la comunicación soldado Yagami, me dio gusto saber de usted.
A mí también teniente, espero nos veamos pronto.
Quizá sea así Yagami.
Cuando cortaron la transmisión, Temujin intentó rastrear la señal y dio varias vueltas en
círculo alrededor de la zona que había volado. Cuando sintió que tenía un campo de
búsqueda más o menos reducido, descendió hasta quedar desprotegido de la densa nube
y vio casi a su frente un hermoso valle escarpado muy verde en donde estaban
aglomeradas muchas personas, como hormigas, eran una mancha en aquel hermoso
paisaje. Se acercó por la velocidad que llevaba y en cuanto pudo subió de nuevo a perderse
entre las nubes, no sin ver y sacar fotografías con el avión. En aquella enorme comunidad
también vieron como un enorme pájaro metálico saltaba del océano nuboso del cielo y se
sumergía nuevamente algunos segundos después. Como un delfín.
Yagami y Saíto habían hecho lo propio por rastrear a Temujin, con mucho menos éxito,
aunque sospecharon que estaba en el aire por la intermitencia de la línea de señal,
supusieron que ese mismo efecto podía estarlo ocasionando la sierra que los rodeaba.
Siguieron conduciendo por el pueblo y comieron en una pequeña fonda en el poblado de
Daocheng, donde dieron su día por terminado después de hacerse de algunos víveres para
sus propios refugios en las afueras del mismo pueblo, en la sierra, donde estaba ahora
ubicado el nuevo campamento de los refugiados.
Aún había luz cuando llegaron a la pequeña comunidad, estacionaron su hummer a unos
metros de una plancha de concreto que llamaban la plaza y se acercaron a pie con la mano
en el arma para ver qué podría estar ocurriendo. Cuando llegaron al centro del alboroto,
vieron a unos viejos con maletas y a un puño de niños abrazados a ellos, hombres mujeres
y niños, todos discutiendo y arremetiendo contra los oficiales, asegurando que habían visto
una aeronave cruzar el cielo a cortísima distancia. Aseguraban estar en peligro y exigían
que los movilizaran hacia un nuevo campamento o que los dejaran marcharse.
Saíto y Yagami entendían lo que pasaba e intentaron unirse al grupo de soldados para
detener la riña, aunque no tuvieron éxito.
-
Déjalos marcharse. – Dijo Saíto a uno de los soldados y entre ellos se fue corriendo
la voz hasta que se apartaron y se movilizaron en total sesenta y cinco niños, catorce
mujeres, ochenta hombres y tres ancianos. El equivalente al diez por ciento de los
habitantes de aquella pequeña comunidad.
Los soldados los rodearon mientras tomaban sus cosas del suelo y los vieron alejándose de
a poco, con la mirada torva. Después se comenzó a acumular la gente hasta que todo el
pueblo presenció aquella pequeña migración hacia quién sabe dónde.
-
¿Cuánto durarán? – Preguntó uno de los soldados a Saíto.
Unas cuantas semanas, solo hasta que alguno enferme y no puedan respaldarse
entre ellos.
En una planicie a unos cien kilómetros de ahí, aterrizó Temujin y se preguntaba cómo es
que no había metido un vehículo en aquel enorme avión. Tomó los víveres que necesitaba
y comenzó a recorrer la montaña con Ai, abriendo senderos hasta llegar al campamento.
Cinco días después, establecido en el punto más alto de una loma cercana, vio desde la
distancia el pequeño pueblo de Daocheng, que vivía humildemente, pero tranquilos, como
si el mundo no se acabara. La pequeña comunidad la tenía más cerca, alcanzaba distinguir
con sus binoculares digitales, las actividades rutinarias de la repartición de víveres, trabajos
e intercambios. El grupo de rescatistas que coordinaba aquel pequeño, pobre pero bien
organizado pueblo, eran los mismos con los que él había buscado a su familia y había
encontrado a su hija. Ahí estaban aún sus doce soldados, junto con otros uniformados que
él no conocía, pero intuía se habían unido en el proceso. Estuvo cinco días más observando,
mientras Ai jugaba a ser un chivito que saltaba en la pradera. Después emprendió el viaje
de nuevo hasta la base para verificar la situación de sus bienes. El caminó de ida a su pájaro
le tomó tres días y el siguiente recorrido que hizo le tomó cinco días hasta un pequeño
bosque en Shengmuxiang. Después volvió a su base desde la que observaba el
comportamiento de la pequeña comunidad. Ese día tomó un baño y uso su uniforme de
soldado, impecable como veía, lucían todos. A lo lejos comenzó a incendiarse el pequeño
bosque mientras Temujin volvía a su base, cuando Temujin se sentó en su catre y observó
con sus binoculares, el incendio no era aún perceptible. A pesar de estar cubriendo casi
cuatro hectáreas y estarse extendiendo hacia una loma. Pasaron dos horas para que las
llamas pudieran verse y en la comunidad rezagada de refugiados de Daocheng, comenzó
a cundir el pánico por ver las llamas que se acercaban hacia ellos y por suponer que la
guerra los seguía a donde fueran. Se movilizaron casi todos los soldados y gran parte los
rescatistas. Cuando Temujin los vio tomar los vehículos dijo a Ai;
-
Quiero que te quedes aquí sentada, no juegues al chivito, ni te distraigas. Vas a
cuidar a Papá ¿entendido? – Ai asintió con la cabeza. – Quiero que observes todo
a tu alrededor y también me observes a mí. – Le dijo mientras le señalaba en los
binoculares a cada diferente convoy que salía de la comunidad. – Toma nota,
cuando vuelva quiero que me relates exactamente lo que pasó ¿Entendido? – La
niña estaba un poco confundida, pero asintió sonriente, pues le parecía un juego y
un reto.
Temujin, en su uniforme de soldado perfectamente planchado, comenzó a caminar colina
abajo escondiéndose entre los árboles, hasta que llegó a su salida segura desde la que,
según él, la gente lo confundiría con cualquier otro soldado. Caminó entre el campamento
intentando evitar a cualquier soldado o rescatista que pudiera notar que no era un rostro
común. Se mezcló entre la gente que abría camino para que el pasara a pesar del pánico y
llegó hasta los vehículos, donde solo había una persona, Temujin simuló prisa y corrió por
una motocicleta, aquel hombre lo siguió gritando; <Soldado, soldado> pero Temujin no se
detuvo y continúo con la moto a toda velocidad. Siguiendo una de las rutas que los demás
rescatistas habían tomado y desviándose posteriormente hacia su escondite con Ai, donde
presenciaron juntos como los rescatistas intentaron apagar el incendio por casi ocho horas,
hasta que notaron que la fracción del bosque que se quemaba estaba entre las deltas de
un rio, formando una pequeña isla. Entonces solo esperaron que el incendio llegara a sus
cauces.
Los rescatistas volvieron desanimados por el desperdicio de tiempo, aunque aliviados de
descartar un ataque aéreo. Yagami y Saíto sospechaban de qué se trataba, pero solo lo
supieron cuando notaron que faltaba una motocicleta y que había salido de la bodega sin
registro. Después del incendio, de Temujin aparcar su avión algunas decenas de kilómetros
después, en un lugar mucho más difícil de notarse y de varios días de análisis, desde
diferentes puntos de vigilancia, los refugiados que vieron volar el avión de Temujin,
volvieron al nido de los rescatistas, con solo algunos muertos, unos cuantos niños enfermos
de parásitos y mucha hambre y cansancio.
Temujin rodeó el camino y volvió por la parte posterior de la montaña donde Ai estaba
observando. Lo miró con cautela cuando apagó la moto y sonrió y saltó hacia él cuando se
quitó el casco.
-
Tomaste nota de todo
De todo, de absolutamente todo.
Quiero que me narres todo a detalle cuando lleguemos al avión ¿está bien?
¡Sí! – dijo la niña casi gritando de emoción.
Temujin tomó sus cosas, recogió su estación de vigilancia hasta que no quedó rastro alguno
y condujo colina abajo hasta enorme casa de metal.
Las semanas que le siguieron a aquel día, Temujin iba y venía con la mayor comodidad,
vigilaba horas y a veces unos días hasta conocer por completo la vida y rutina de los
habitantes más importantes. No eran muy diferentes a él. Unos eran soldados, otros
rescatistas, otros granjeros, la gran mayoría personas simples de simples oficios y
profesiones. Algunos parecían no ser buenos en nada, pero había tres rasgos que los unía
a todos y a él con ellos. Eran chinos huyendo de la guerra, haciendo su mejor esfuerzo por
seguir viviendo. Temujin, a diferencia de ellos tuvo tiempo para decidir y opciones a
escoger. Aquella infeliz y desolada meseta en el Tíbet o aquella escarpada colina habitada
por una sociedad de refugiados. Ser el rey de la nada o uno más en un montón algo.
La noche después del incendio. Cuando los desertores se recuperaban aún de su larga y
penosa travesía, el escuadrón de soldados rescatistas dio de alta un nuevo oficio en la
sociedad de los refugiados. Un escuadrón de dieciocho hombres y mujeres apoyarían con
investigación y vigilancia de las tierras que habitaban. Temujin estaba siempre a un paso
delante de ellos y no se preocupo más que por mantenerlos ocupados de tiempo completo.
Jugaba con ellos para hacerlos perder el tiempo, dejando pistas faltas ya en una loma ya
en otra. Los hombres siempre terminaban cansados y sin esperanzas cuando veían que
seguían caminos tortuosos en vano. A pesar de esto la vigilancia no cesaba y durante las
semanas siguientes se mantenía firme en una búsqueda que Temujin no comprendía. Él en
cambio vigilaba los movimientos de Saíto y Yagami, siempre se reunían con los mismos
dieciocho hombres del penoso trabajo a ver sus caras cansadas y a distribuir quien sabe
que mensaje.
Temujin no sospechaba que por las noches había también un escuadrón de vigilancia, y
que no eran dieciocho si no, treinta y seis hombres que daban esa labor. Yagami daba
instrucciones a los vigilantes según los informes de la guardia diurna y la guardia diurna
pasaba las instrucciones a la guardia nocturna de forma privada. Cada vigilante tenía
asignado a otro para dar las instrucciones y esa asignación variaba con cada semana.
Cierta noche Temujin pasó analizando las rutinas desde una de sus bases mejor escondidas.
Uno de los vigilantes nocturnos llegaba de vuelta a su pequeña casa cuando al mirar hacia
las montañas vio una pequeña y lejana luz que llamó su atención.
La tarde del día siguiente, un vigilante diurno paseaba buscando en una escarpada colina.
Era un chico joven de unos dieciocho años, vestido con el chaleco de los rescatistas. El frio
era duro aquella tarde y no buscaba demasiado. Solo paseaba para habituarse al clima,
mientras apreciaba la colina. Un vigilante viendo una luz lejana podría ser cualquier cosa,
hasta una luciérnaga. Mientras miraba al sol que no lo calentaba, escuchó lejano el ruido
de una motocicleta. Volteó hacia atrás y no vio a nadie que viniera del pueblo. De pronto
sintió que el ruido venía de colina arriba, el motor hacía un ruido muy leve, lo que si
escuchaba era el deceso del peso en las ruedas por los acantilados, la tierra que caía, las
ramas que se quebraban. Se concentró fuertemente por escucharlo y pegado a la montaña
con la oreja como estaba miró como a lo lejos descendía una motocicleta militar con un
hombre que usaba ropas holgadas y llevaba a una pequeña niña enganchada a su espalda.
Lo miró estupefacto, como si hubiera visto a algún ser divino, un mito hecho realidad.
Después que salió de su campo de visión bajó de la colina a saltos, deshaciéndose en el
barranco, derrabando y rodando hasta que cayó frente a su motocicleta, con la que lo
siguió de lejos por varios kilómetros hasta perderle la pista. Temujin no salió de su casa
después de varios días, ni siquiera para vigilar su propia guarida. Tenía tanta información
como necesitaba. La guardia diurna y nocturna estuvo explorando todos los caminos en
busca de Temujin y no quedaron demasiado lejos. Cinco días después de su breve y
satisfactorio encierro, tomó la carretera con Ai en su espalda. No había guardia sobre la
carretera, fue hasta el día siguiente que los vigilantes siguieron el fresco rastro de una
motocicleta y llegaron a un enorme pájaro color verde, que los dejó estupefactos por más
de una hora. En el pueblo de los refugiados, Yagami se levantó como todos los días.
Después que se hubo colocado el uniforme, salió de su pequeña casa de ladrillos y se revisó
el bolsillo. Sacó un papel que no recordaba haber metido ahí y descartó la idea de tener el
uniforme equivocado cuando leyó;
<Sube la colina suroeste, solo, no des instrucciones de nada, no hables con nadie. Eres
importante para esta gente y tu gente es importante para mí, apunto directo a tu pecho.>
Yagami suspiró, se sentía seguro con Temujin, sintió que no lo mataría con una bala, lo
hubiera hecho ya antes. Lo que temía era lo que le pudiese pedir. ¿Sería aún parte del
ejercito? ¿querría hacer pagar a los desertores? Ellos no habían sido convocados, ¿por qué
gastar tiempo para atraparlos? ¿Por qué gastar a Temujin para atraparlos? Ellos podrían
declararse inocentes, aunque sabía que en la nueva china no había juez ni jurado, solo
verdugos.
Subió la colina, casi sin cansarse. Ai estaba jugando con unas piedras y un poco de tierra,
construía una especie de torre. Sentado en una silla de descanso de tela estaba Temujin
viendo al horizonte. Yagami se acercó, tranquilo y vio a Temujin con su uniforme militar,
afeitado y recto como siempre, aunque se le veía relajado. Parecía por completo un
soldado, lo que lo hizo desconfiar. Tocó la funda de su arma y Temujin le miró la mano.
-
-
Estoy aquí en son de paz Yagami, podría haberte disparado y lo sabes.
¿Qué quieres entonces?
¿Qué ocurrió entre tú y el ejercito de la nación a la que representas?
No he sido convocado, no les debo nada, volveré si me lo piden. Cumplo la última
orden que usted mismo me dio. – Notó Temujin que respondía a la defensiva, se
sintió acusado. Creía que venía a capturarlo para someterlo a la justicia.
No vine por ti Yagami, soy un prófugo, un sobreviviente igual que tú.
El radio de Yagami hizo un pequeño y agudo ruido;
-
-
Encontramos la nave Señor Yagami, es un C-5 Globermaster, deben tener unos
treinta metros de ancho, señor.
Conozco la nave, dame alguna seña que lo caracterice.
No sabría decirle señor, el avión está impecable y no podemos entrar a él. De igual
modo dudo que haya muchos aviones de estos estacionados en esta sierra.
Dame tus coordenadas.
29.639170E, 100.440910N
Dime ¿por qué puedo confiar en tu palabra Temujin?
No tienes ninguna garantía, si es lo que quieres escuchar.
¿Entonces debería arrestarte?
¿Por qué cargos? ¿En base a qué ley?
A la constitución de la república popular China, por supuesto.
Pues si quieres, o si lo permito, puedes perder tiempo intentándolo o podríamos
sobrevivir juntos, tal como lo han hecho tú y ese puñado de refugiados.
No confío en ti
¿Qué voy a hacerte?
Podrías ser un traidor de la patria, robaste un avión y quizá robas información de
las bases militares chinas.
¿Hace cuánto que los vigilo?
Dos meses
¿No crees que tengo ya tanta información como necesito? ¿Crees que
desperdiciaría dos meses en ustedes si yo quisiera destruir lo que queda de china?
Murieron cuatro personas suyas en aquel pequeño éxodo.
Qué tú provocaste
Que el pánico provocó. Ustedes no son un peligro, viven apenas, cuando la nube
negra que viene de Shanghái los cubra vivirán como nómadas, no tienen como
-
extraer recursos. Ustedes solo son peligrosos para ustedes mismos, si quisiera dañar
al frente asiático, no me habría detenido aquí más de quince días.
No te quiero cerca de nosotros, no confío en ti.
Aléjate de mi avión entonces.
Ese avión ya no es tuyo. – Dijo Yagami mientras le daba la espalda.
Temujin se llenó de rabia y quiso matarlo en seguida para recuperar su refugio. Se contuvo
unos segundos y después suspiró. Yagami conocía ese suspiro y sintió un escalofrío, giró
velozmente el cuerpo intentando desenfundar el arma y recibió un tiro en la rodilla, cayó
gritando y Temujin corrió hacia él tomando con una mano su brazo que iba por el arma y
con el otro su rodilla. Yagami le apretó la garganta y Temujin le dio la última retorcida a la
rodilla de Yagami, haciéndolo desmayar de dolor.
Pasaron solo algunos minutos cuando Yagami despertó. Temujin estaba sentado frente a
él en una piedra. Aún tenía sangre de su rodilla en la mano y una mirada seria, serena pero
muy enfocada en él. Se puso de pie cuando lo vio abrir los ojos, le llevó los binoculares y
se puso en cuclillas a un lado suyo, poniendo los binoculares en el suelo.
-
-
Mira tú mismo. – Yagami se asomó por la mira.
Son menos de diecinueve hombres y están todos en campo abierto examinando el
avión como si fueran simios. Después de matarte a ti, mataría a siete de ellos antes
de que pudieran esconderse. Los demás tampoco tendrían mucha oportunidad.
Tratarían de esconderse detrás del avión, pero iré buscando el ángulo hasta dar con
ellos. Los demás soldados en tu base vendrán armados, pero no sabrán donde me
escondo, no estarán nunca a salvo de las balas hasta que me dejen irme con esa
nave. – Yagami, quedó callado un rato, hasta que pensó en un movimiento que lo
condenaría. <ordenar que destruyan el avión>
No me interesas, tampoco me interesa tu gente, solo busco sobrevivir. Tu grupo de
refugiados es lo más parecido a una sociedad. Podríamos salir de aquí, pero si
quieres condenarte a morir como un perro de la calle, deja que me vaya, seguro
encontraré otro grupo de gente. – Temujin entendió su suicida plan, nadie ganaba
si destruían el avión. Ni Temujin, ni él mismo, ni su gente.
Yagami se sentó como pudo, doliéndose de su rodilla.
-
-
¿Qué sigue en tus planes?
Me iré si así lo quieres. Tú eres quien manda en este pequeño grupo.
Si te quedas podría matarte, en la noche, mientras duermes. Podríamos rodearte y
no tendrías salida alguna, en cuanto bajes la guardia serías hombre muerto si lo
ordeno.
¿Qué quieres que te diga? ¿quieres más ventajas, estúpido? – Yagami rio
Te quedarás si así lo necesitamos, quizá cuando mi pierna sane, quizá cuando la
nube llegue a nosotros, quizá cuando necesitemos algo de ti. Por lo pronto
mantente al margen, no te quiero dentro, no te molestaremos, no nos molestes,
deja de espiarnos. Haz lo tuyo y sobrevive, si necesitamos un piloto, yo te buscaré.
– Temujin asintió con la cabeza.
-
-
Dejen en paz el avión, estoy en la colina frente a ustedes, haré una señal pronto
para que vengan a buscarme. – Dijo Yagami a los vigilantes y soldados que
custodiaban la zona.
¿Qué hacemos con el avión?
Dejen en paz el avión y vengan hacia mí.
Como ordene.
Temujin dio su mano a Ai y ambos subieron a la motocicleta, se pusieron sus cascos y
aunque Temujin no miró a Yagami antes de partir, Ai lo hizo y le mandó una señal de
despedida al hombre herido que dejaron sentado en la tierra, entre los árboles. Yagami
sonrió y le devolvió el saludo.
Temujin pasó algunos días callado, pensando, siempre sentado en una silla reclinable,
balanceando los pies y con las manos cruzadas entre sus piernas. Esos días siempre eran
especialmente duros para Ai, que pasaba el tiempo jugando sola como una loca, cuando
le dirigía la palabra a Temujin, él solo le hacía una seña con la mano para que guardara
silencio. Temujin comía por disciplina a horas muy específicas y solo mal dormía en las
horas de la noche más profunda, en que era le era imposible ver su propia nariz. Entonces
se levantaba y se acostaba dormía a un lado de la silla que reclinaba.
Cuando por fin se puso de pie, Ai hizo una fiesta en su interior, la indiferencia vegetal de
Temujin la estresaba y verlo cambiar su rutina tan exacta, le ilusionaba. Temujin la miró
toda chamagosa con su mirada de desesperación. Se rio un poco de ella; < ¿Vamos a
pescar, chamagosa?>
La niña saltó de gusto y corrió a abrazarlo. Lloro un poco, esa niña estaba sometida a
muchísimo estrés; las muertes, las balas, los incendios, el hambre, las huidas. Temujin era
un hombre que no expresaba mucho y ella intentaba imitarlo, pero su interior la traicionaba
en los momentos más simples, los conmovedores.
Tomaron algunos días de descanso, pasearon por las colinas, acamparon en el exterior,
comieron pescado asado y cazaron algunos animales pequeños. Eran expertos en la caza
y la conservación de alimentos.
Después de los días de aburrimiento, Temujin encendió la nave, con Ai como copiloto,
después de más de dos meses que los motores no se movían. El gran refugio volador surcó
los cielos y en la comunidad de refugiados alzaron la vista al ver que se alejaba un enorme
pájaro verde de metal. Aquella nave avanzó hacia el oriente, de frente a la nube negra de
radioactividad que parecía expandirse cada vez más, pero no perdía densidad. Entró en la
nube casi hasta llegar a Changsha, donde era tan densa que las cámaras del avión no
detectaban nada y los circuitos comenzaban a tener problemas en su operación, entonces
cambió el rumbo, de cualquier forma, la nube cubría toda la ciudad desde el ras de suelo
hasta los mil metros de altura, no podía haber más vida en esa devastada ciudad.
No detuvo el vuelo hasta cerca de la ciudad de Panzhihua donde encontró un cielo más o
menos despejado y alejado de la comunidad de refugiados, donde ya le habían rechazado.
Aterrizó su avión en una altísima meseta, dónde suponía nadie le vio llegar, tomó algunas
de sus cosas más indispensables, condujo con Ai en su espalda hasta la ciudad de Kunming.
La ciudad de Kunming aún tenía luz de día varias horas. De vez en cuando los rayos del sol
se asomaban de las nubes blancas que cubrían el cielo y las puntas de algunos edificios. El
frente asiático había anunciado que ganó la guerra unos días atrás, lo supo Temujin por
algunos grafitis en las calles, sin embargo, esto no había reestablecido el orden. En las
ciudades entre Shanghái, Chengdu, Nanning y Xi’an; Temujin trazó una línea imaginaria y
todo ese espacio e había cubierto por una nube densa que no dejaba oxigeno para los
seres vivos, según él mismo pudo apreciar. Muchísima gente había huido, pero Temujin no
sabía hacia donde; cada continente había sido bombardeado y sin los medios de
comunicación global, emigrar era algo que se hacía con los ojos cerrados, se avanzaba solo
con la fe de encontrar después del trayecto, un cielo más despejado. En la ciudad de
Kunming se notaba el paso del mar de gente, también en Chengdú, sin embargo, la gente
no permaneció, todos iban de paso pues aquellas ciudades estaban demasiado alcanzables
por la toxicidad, según pudieron ver. Lo que Temujin encontró en Kunming fue el rezago
de gente que no quiso emprender la penosa búsqueda de la tierra menos bombardeada y
el cielo más despejado. La gente que Temujin encontró, se sentó a esperar su muerte a
manos de la toxicidad en el aire y la falta de recursos, una muerte lenta, pero bien pacífica.
Lo mismo se hubiera encontrado en todas las ciudades un poco antes y un poco después
de la línea que él mismo marcó.
Este tipo de refugiados ya daban un indicio de lo que sería la humanidad del futuro, ya
asemejaban al futuro hombre-rata que habitaría en el remanente del mundo postguerra,
en el cuál se extinguirían siete de cada diez especies de animales.
Temujin apagó su motocicleta en el centro de una gran plaza rodeada por algunos edificios
que parecían habitacionales, a unos trescientos metros de una avenida y unos edificios que
parecían de uso comercial. Todos pareciendo igualmente desolados. Se detuvo en aquel
punto pues vio a una persona después de muchísimos kilómetros de nada. Caminó hacia
el hombre que descansaba a la sombra de un árbol en una jardinera grande, acostado en
la tierra, con ropa fina, muy bien abrigado, relajado, demasiado pacífico. Temujin caminó
hacia él cauteloso.
-
Saludos, buen hombre. – le dijo cuando ya estuvo lo suficientemente cerca.
¡Saludos! – le dijo el hombre, que siguió acostado y relajado.
Aquel hombre tenía la piel morena y los ojos rasgados de un chino común, sus ropas iban
bien limpias, arregladas y combinadas como si fuese un burgués, pero su piel, su cabello y
su comportamiento mostraban a un pordiosero. Era el hombre más misterioso que hubiera
visto en aquellos tiempos. Después de un buen rato que estuvo Temujin viéndolo en
completo silencio, el hombre alzo la mirada y vio su uniforme y le preguntó un poco de
mal humor y cerrando los ojos nuevamente;
-
Lo puedo ayudar en algo, soldado.
No soy un soldado, no se asuste, solo llevo el uniforme. – El hombre rio.
-
-
-
-
No se asuste, yo no soy un buen hombre, solo llevo el uniforme. – Dijo riendo de
nuevo
¿Como es que está tan relajado, mal hombre? – preguntó Temujin, a quién le estaba
matando la curiosidad. El hombre suspiró.
La vida nunca fue tan fácil como hoy. – Temujin se acercó unos cuantos pasos hasta
estar a su lado y se sentó en la jardinera.
Conozco mucha gente que abogaría lo contrario.
¿Usted lo haría?
Sí, quizá yo mismo lo haría.
Bueno es que no saben vivirla entonces.
Muéstreme. – El hombre levantó la cabeza con mirada torva y le dirigió una sonrisa.
Soy Jamukha, es un placer. ¿Esta pequeña niña es su hija soldado?
Así es, yo soy Temujin Ito.
Es un placer soldado, tienes una niña hermosa y muy callada, ni siquiera había
notado su presencia. ¿Cómo es tu nombre, pequeña? – Ai miró hacia Temujin como
pidiendo permiso y Temujin asintió con la cabeza.
¡Ai! – Dijo la pequeña niña con una gran sonrisa de emoción. – Jamukha quedó
conmovido y enamorado. Como quedó también el mismo Temujin cuando conoció
a Ai, como también le ocurrió a Akamaru Ito, como Yagami cuando se despidió de
ella.
¿qué puedo yo mostrarte soldado?
¿Cómo es que su vida es tan sencilla?
Llevo años sin tener nada soldado, nada ni a nadie. He vivido pacíficamente en las
calles por unos diez años ya. La gente solía ser muy celosa con sus cosas, tan
cerrados a compartir con buenos hombres como yo – dijo en su tono sarcástico. –
Hace algunos años que comenzó un extraño cambio por aquí, la gente corría de
lado a lado, siempre han sido apurados con sus vidas, pero notaba yo en sus ojos
desesperación. Después dejaron de correr y no los vi más en el exterior, las calles
estaban vacías y los edificios repletos, se asomaban temerosamente por las
ventanas como si un monstruo estuviera habitando en la misma ciudad. Llegué a
creer que era yo mismo el monstruo, Temujin. – Contaba Jamukha aún con tono
satírico respecto a la situación. – El cambio más grande vino después, las cosas que
tanto celaban las dejaron abandonadas, mares de gente saliendo de los edificios
como granos de arena pasando por el cuello de un reloj. Veía sus caras y no veía
más aquel celo con que me solían mirar, tampoco vi la desesperación, ni el miedo,
era más una especie de resignación, desolación, la gente abandonaba esta ciudad
con el corazón despedazado, yo mismo sufrí de verlos marcharse Temujin, me
partía el alma ver esos rostros tan tristes a pesar de que nunca fueron nada para
mí, a pesar de haber visto incluso su desprecio en esos ojos. Pude perdonarlos,
entendí cuando los vi así, pude perdonarlos por haber sido tan despectivos con mi
persona, a tal grado de sentir lástima, de querer ayudarlos, no podía hacer nada,
nunca he sido bueno ayudando a la gente. – Esta vez hablaba en serio y la sombra
de la tristeza cubrió sus ojos. Temujin entendió el mensaje.
Bueno, nunca es tarde para aprender.
-
-
-
No queda más nadie a quién ayudar, soldado. No te lo dije antes, pero aquella
desolación también cubrió mis ojos, es solo que yo se abrazarla y convivir con ella.
Es una vieja amiga que ya me había visitado antes y aunque no es mi invitada
favorita, sabemos llevarnos en paz.
Me ofende, buen hombre.
¿cómo lo he hecho?
¿Es que acaso nosotros somos nadie? – Jamukha sonrío
Es usted el buen hombre Temujin, dándole alegría a este viejo sin esperar nada a
cambio. Lo veo y sé que soy un inútil para usted, nada más que un pordiosero,
vividor que se benefició de la desgracia ajena.
La basura de unos es el tesoro de otros, Jamukha. Espero no lleve a mal mi
comentario.
Lo que pueda hacer por usted, será un placer, soldado.
Temujin le ofreció la mano Jamukha, él lo saludó y Temujin tiró un poco, incitándolo a
levantarse. Jamukha lo miró a los ojos; <Hay mucho que hacer> exclamó Temujin.
-
¿Qué quieres encontrar primero, soldado?
Necesitamos un hogar. Grande, con una gran bodega y un gran camión también,
doble remolque. Mejor que sean dos camiones. Conduces ¿no?
¡Wow! Piensas en grande soldado, eso me gusta. – dijo Jamukha carcajeándose.
Iremos primero a mi casa soldado, hay algunas cosas que necesito tomar de ahí si
voy a mudarme.
Bueno, te llevaría en mi moto ¿te ayudo a encender algún vehículo? – Jamukha
sonrió
Vivo aquí cerca soldado, sígueme. – dijo Jamukha y se subió a una bicicleta que
tenía cerca.
Temujin y Jamukha tenían gran afinidad, solo que aún no lo sabían. Jamukha estaba en una
etapa de su vida de esperar la muerte, esa era su única diferencia. Jamukha vivía en un
pequeño apartamento en el décimo piso de un complejo habitacional muy grande. Ahí se
había trasladado después de que estuvo deshabitado. Subió con ellos siguiéndolo
atravesando todas las escaleras, pues el elevador se había estancado hace algunos meses.
Entraron a su apartamento, un lugar pequeño, pero muy bien ordenado, por cierto. Con
muchas pinturas en las paredes y un pequeño perro melenudo negro con café que era su
único compañero.
-
Su nombre es Jacob, es un buen amigo. – Les dijo. – Me acompaña a todas partes,
pero se lastimó hace unos días y necesita descanso. ¿Viajaron mucho? ¿Les gustaría
quedarse a descansar? Serían mis invitados, no estaría mal, igual no habrá luz en
las calles de aquí a poco.
Temujin quería enfocarse en sus actividades, pero antes de que pudiera rechazar la noble
invitación, Ai pegó un enorme grito y decidió por ambos. A Temujin solo le quedó asentir
con la cabeza. El hombre preparó la cena, tenía mucha comida, una cocina a gas bien
equipada y luz eléctrica. Aquella noche, sintieron la normalidad del mundo que conocían
nuevamente, la nostalgia invadió sus corazones. Especialmente el de Temujin, pues aquel
hermoso y tranquilo ambiente le recordó a su propio apartamento, la noche que conoció
a María, la llamada de su padre y la última vez que se vieron.
Cenaron en calma, el hombre les sirvió pescado, arroz, ensalada, jugo de naranja y caldo
con fideos. Ai conversaba con Jamukha y gritaba toda la noche y le contaba mil aventuras
hasta que acabó la cena y se quedó a dormir en el sofá. Temujin no dijo palabra alguna
durante todo ese tiempo, solo cuando le dirigían a él la voz. Sonreía y asentía.
Terminaron de cenar y él seguía mirando a la nada, incluso después de que Jamukha hubo
levantado los platos sucios de la mesa y Ai se había ido a dormir.
-
Se reconocer una mente tranquila como la tuya, también sé cuándo está siendo
atormentada con recuerdos. No ha sido fácil ¿me equivoco, soldado? – Dijo
Jamukha, poniendo en las manos de Temujin un poco de té negro.
Temujin lo miró fijamente, suspiró y se quedó viendo a la nada nuevamente.
-
-
Háblame de ellos.
Ella era una mujer muy sencilla, muy común, no destacaba entre el resto de las
personas más que por su belleza, muy exótica. Su alegría era lo hermoso en ella,
Tan sonriente que no había como evitar el contagio, era lista, muy lista con las
personas, entendía bien las emociones aún sin expresarlas y sabía siempre cómo
hacerte sentir mejor. Era una pieza fundamental en mi vida, algo tan tierno, tan
mágico que no podía arruinarlo con mi temple y mi firmeza. – Jamukha solo lo
escuchaba y lo miraba.
¿A quién más lloras?
Pues a todos mis amigos de la infancia, algunos colegas del ejército, hay muchas
cosas que hice de las que me arrepiento también.
¿Como qué?
No quisiera hablar de eso. – Dijo Temujin, respetuosamente.
Podemos llevarnos muchas cosas de aquí soldado, como ves, tengo una vida
cómoda en este apartamento, me ha costado algo de esfuerzo acondicionarlo.
Lo noto, se nota el esfuerzo en verdad. – Dijo Temujin, siguiendo la corriente,
suponiendo que el tema ya había cambiado.
Pero no vinimos a mi apartamento para llevarnos lo que nos podemos encontrar
en el resto de la ciudad. – Jamukha se puso de pie y tomó una foto que estaba
junto a la televisión, en un marco. – Vinimos aquí por ellos, no podía irme sin cargar
con la única imagen de sus rostros que me recuerde lo feliz que fui alguna vez. Oh
Temujin, no quiero ser presumido, pero te juro que valoré cada detalle y agradecí
cada instante junto a estos seres. Mi vida era dichosa y yo sabía lo afortunado que
era. Eso no hizo de su pérdida algo más fácil Temujin, simplemente no hay humano
capaz de someterse a algo así y salir bien librado. Solo podemos aceptar y
continuar, como si eso fuera lo correcto.
Temujin tomó de su té un poco y lo miró a los ojos. Le sonrió un poco.
-
-
Simplemente aún no me siento listo para hablarlo, aunque te agradezco que
intentes ayudarme a sacar mis penas, te agradecería que insistieras, aunque no
fuera hoy. – Jamukha sonrió.
Así será soldado, duerme junto a tu hija, descansen.
¿No bebes?
¿Tú bebes?
Solo con amigos y por razones especiales.
Bueno ¿qué celebramos?
La noche postapocalíptica en que todo parece como antes.
Me gusta. Nos harán falta un par de estrellas.
Jamukha sacó un pack de doce cervezas y se pusieron a beber sentados en una banqueta,
después caminaron hasta que terminaron vomitando en una fuente frente a un edificio
enorme de oficinas. Ahí quedaron dormidos hasta ver salir el sol. Cuando volvieron con
dolor de cabeza al apartamento de Jamukha encontraron a Ai dando de comer al pequeño
perro en la mesa, donde ella misma se había servido un plato de cereal. Se dieron un baño
y comenzaron a movilizarse.
Después de estar cambiados y haber desayunado Temujin preguntó a Jamukha < ¿Te
ayudamos a cargar algo?> Jamukha le mostró la foto y la metió en una pequeña mochila
donde llevaba también al perro. Temujin asintió con la cabeza y bajaron las escaleras con
emoción, ímpetu y hasta un poco de alegría.
-
Buscaremos un auto en el que podamos subir la motocicleta y volvemos por ti, vi
una camioneta a algunos metros de aquí.
¿Por qué es tan importante esa motocicleta, soldado?
No es mía. – respondió Temujin
Encontraron una van algunos kilómetros después y unos días después de rodar en la
carretera, encontraron un camión doble remolque enorme, color rojo de marca GMC con
algunos muebles.
Subieron la moto entre Jamukha y Temujin con ayuda de la tapa metálica y siguieron
viviendo en carretera unas cuantas semanas, hasta que encontraron su hogar ideal.
Era difícil maniobrar los camiones en las calles del centro de la ciudad, a pesar de no haber
tráfico, los autos desbalagados complicaban su trayectoria. El centro también era uno de
los lugares donde más se percibía el caos, en los otros sectores de la ciudad parecía como
si de pronto la raza humana hubiera dejado de existir, pero en el centro era visible que
hubo una resistencia antes de su extinción.
Llegaron por fin a descansar al estacionamiento de un gran edifico que aún se conservaba
iluminado, en este edificio pasaron la noche, juntando los sofás del Lobby. Los días
siguientes fueron de recolección, por toda la ciudad Temujin y Jamukha se movían tomando
víveres, ropas y objetos de utilidad. Autos, gasolina y todo lo que fuera necesario para
adaptarse al mundo que se avecinaba.
Pasó poco más de un año y los días duraban cada vez un poco menos, las horas de sol
eran pocas por semana. En el estacionamiento de aquel edificio ya habían víveres para
llenar varios camiones de doble remolque, muchos condominios estaban ya ocupados y en
las horas de comida se juntaban cientos de hombres, mujeres y niños en el espacioso lobby
de aquel edificio. Luz eléctrica, comida saludable y agua caliente, la vida comenzaba a ser
cómoda, aunque ya se habían establecido, aquella paz solo podría ir en retroceso.
Después de una lluvia ácida que duró más de ocho semanas continuas comenzó la
movilización de bienes y comenzaron a clasificar objetos, dimensionarlos y priorizarlos.
Cajas y cajas en una labor que tomó semanas de realizarse. Los camiones se llenaron en
solo unos pocos días y antes de que Jimmy despachara el GMC rojo, a la ubicación del
avión, Temujin busco la frecuencia de Yagami.
-
Aquí Temujin Ito, reportándome.
Teniente Ito, buena tarde.
Buena tarde Saíto.
¿Cómo puedo ayudarle?
Nos vamos de china Saíto. Tenemos espacio para su pueblo.
¿No le dijo Yagami que nos comunicaríamos con usted de necesitarlo?
Así lo hizo.
¿Cuándo se van?
En semanas, quizá días.
Deme la ubicación de su avión.
Escúchame imbécil, no los necesito para nada. Nos vamos en días o quizá semanas,
si quieren venir contáctame y los encontraré, tenemos autos, víveres y gente. Si
quieres ver a todos morir en el próximo diluvio ácido, no me busques más.
En la comunidad de refugiados las les habían salido bastante bien. La estructuración social
era buena y el pequeño pueblo se veía cada vez mejor, aunque se comenzaba a notar la
disminución en la producción de alimentos y el futuro que Temujin predijo para ellos
parecía cada vez más breve. Los torrenciales ácidos los dejaron mermados, acabaron con
buena parte de la población muy enferma y aunque morir era algo muy normal, se notaban
las casas vacías pues la población no crecía. Unos cuantos niños nacían, pero con el
pesimismo del futuro la moral era muy baja en general. La depresión era el pan de cada
día.
De las ventanas de los jóvenes trabajadores, antes soñadores, sobrevivientes a la gran
guerra, se reflejaban los cielos grises día con día cuando se levantaban de sus camas en sus
casas de ladrillo y madera a trabajar en un nuevo día de la lucha por la supervivencia
colectiva. La vida en realidad se estaba simplificando y eran muy jóvenes aún para entender
que era el proceso de cambio lo deprimente, una vez acabase de girar la etapa de
adaptación entenderían que todo estaba bien, solo su mentalidad y sus planes tenían que
cancelarse, tenían que voltear a su alrededor y darse cuenta que ahora solo tenían que
buscar alimento y reproducirse.
Habían pasado unas doce semanas de la muerte de Yagami cuando entro la frecuencia de
Temujin al radio de Saíto. Había sido una muerte muy llorada y aunque Yagami había
entendido y perdonado a Temujin, para los refugiados seguía siendo el más terrible villano.
Saíto no era buen líder, era solo buen humano, era el mejor entre los refugiados, el más
sabio y el más prudente, pero era muy poco templado, se doblegaba fácilmente ante los
sentimientos y le costaba dirigir hacia el camino que el sabía era el mejor para la gente.
Pasó tres días con agruras, arrancándose pelos de la cabeza y suspirando con el secreto de
la propuesta de Temujin hasta que decidió hablarlo con uno de los líderes rescatistas.
Juntos hablaron con el resto de la gente y lo sometieron a votación, aunque no fuera lo
más prudente. Las decisiones divididas provocaron un nuevo éxodo, como si no se hubiera
aprendido del pasado. Unos días después de las votaciones, Saíto llamó a Temujin para
pedir refugio.
Las doscientas treinta y tres personas que abandonaron sus rústicos hogares entre las
colinas de Daocheng eran la mitad de los que votaron a favor de hacerlo. A órdenes de
Saíto aquellas personas solo llevaban algunas prendas y comida para algunos días. <Ellos
lo necesitarán más que nosotros> decía Saíto tristemente. De aquel pueblo en Daocheng
no volvieron a saber nunca nada, sus rostros no fueron jamás vueltos a ver, ni tampoco
recordados, se perdieron en el tiempo y entre las huellas de la guerra. Pasarían décadas
hasta que volvieran a ser pisadas aquellas tierras y de los vestigios encontrados, no se
podría averiguar mucho. La lluvia ácida y el negro cielo ahogarían todo lo que fuera de
valor para ellos.
A las seis am el reloj que Temujin tenía en su muñeca comenzó a vibrar y sus sueños se
interrumpieron. Suspiró y cerró los ojos con fuerza, apretó los puños y volvió a suspirar,
luego a respirar profundamente y después se sentó en su cama a meditar con las piernas
cruzadas y las manos sobre las rodillas. Abrió los ojos hasta que su mente estuvo en blanco
y desde su reloj puso una música suave en la habitación mientras se vestía
sistemáticamente. A las seis treinta y cinco subió un poco el volumen de la música y abrió
la puerta de Ai, usualmente esperaba a que se despertara sola, pero en esa ocasión se sentó
a su lado y la miró hasta que se levantó y se dispuso a cambiarse, Temujin la detuvo y la
abrazó.
Después de haber desayunado salieron Temujin y Ai del condominio caminando con
decisión uno detrás del otro, rectos y firmes como soldados hasta llegar a la motocicleta
en el estacionamiento. Ai se colocó el casco y también lo hizo él. Temujin llevaba un móvil
en su bolsillo, el radio de Yagami ajustado al cinturón, un arma junto enfundada sobre el
cinturón de su lado derecho y un cuchillo apretado en una funda a su pantorrilla izquierda.
Ai llevaba una mochila en forma de caparazón de tortuga, reforzada, con llaves dentro,
algunas herramientas y un arma.
Arrancaron la motocicleta y condujeron toda la autopista hasta llegar al escondite del avión,
que tenía algunas plantas invadiéndolo y marcas en la pintura por la lluvia ácida. Se notaba
sumamente deteriorado, pero era evidente que nadie lo había encontrado y eso era lo
importante. Entró al avión después de jalar el portón un buen rato. Por dentro estaba
intacto, olía al momento en que lo piloteó por primera vez, seguía siendo absolutamente
hermético y encendió los motores que no hicieron esfuerzo alguno para volver a funcionar.
Después de ver que todo funcionaba, abrió la compuerta y se comunicó con los fletes de
mudanza. Después continuó su camino hasta la ciudad de refugiados de Daocheng, donde
subió de nuevo a una de sus colinas de vigilancia, desde donde vio el éxodo dirigido por
Saíto y sin Yagami. < ¿Dónde está Yagami?> Saíto suspiró y respondió enojado, pues las
personas cerca de él lo escucharon también; <Murió>. A Temujin también le invadió un
fuerte sentimiento de culpa y angustia. Algunas horas después llegó el autobús de
pasajeros hasta donde estaban ellos y cuando los vio alejarse con rumbo hacia la nave bajó,
tras largo tiempo de estar sentado con Ai, viendo el cielo y apreciando lo poco que
quedaba apreciable en aquel mundo tan herido en el que habitaban.
Mario.
Mayo 19 del 2305
Hoy hace un mes que me enteré que mi blanca está embarazada, me lo dijo la mañana
que Jacob partió y me dio mucha alegría saber que había un ser dentro de ella y que llevaría
nuestros genes. Es muy emocionante encargarnos de hacer crecer a este nuevo hijo del
gobierno australiano.
Junio 01 de 2306.
Hoy volví a casa después de pasar casi un año fuera. Fui enviado a un continente lejano
llamado américa. No pude escribir porque olvidé mi libreta de notas y me negué
rotundamente a usar alguna otra, algunas cosas cambiaron que me tienen sumido en la
más grande depresión. Blanca enfermó gravemente con el parto, el bebé murió dentro de
ella y no fue posible sacarlo hasta mucho tiempo después, esto le trajo una fuerte infección
que la ha mantenido en el hospital por algunos meses, ahora mismo está en su peor fase,
pues ya no es posible hablar con ella o animarla. Los doctores me miran raro, dicen que los
esposos y esposas no suelen pasar tanto tiempo acompañándose, siempre me sacan de la
habitación a pesar de que no estorbo ni molesto en nada, de hecho, nunca están haciendo
nada ahí dentro, de vez en cuando una enfermera entra y le subministra medicamentos a
través de la intravenosa y como si tuviera algún problema conmigo, me manda a salir.
Junio 21 de 2306
He pedido receso en el trabajo por problemas emocionales, era una recesión que aprendí
por mis trabajadores que bien seguido la usan para holgazanear y el estado la acepta sin
mayor represalia. Este es mi primer día, Blanca está empeorando mucho y he decidido no
apartarme de su lado hasta que mejore o muera. Los doctores se compadecieron de mí y
aunque me ven como a un bicho raro, me dan acceso total a su recámara, me han dicho
que es peligroso para mí, dado que la infección es muy extraña, no saben por qué se originó
en primer lugar y creen que podría ser contagioso. No me importa mucho enfermarme, en
realidad, no me importa mucho lo que pase con mi vida después de que Blanca muera. Los
doctores llevan varios días diciendo que no ven mucho el caso de tenerla conectada, pues
su seguro no cubre los gastos y no tienen una cura o señal de mejora, pero mi seguro sí
cubre los gastos suyos y le ha sido trasladado, por suerte soy una persona valiosa para esta
ciudad.
Junio 22 de 2306
He tenido muchas horas de ocio, acompañado de una profunda incertidumbre y miedo. La
noche pasada la pase muy mal y no conseguí pegar el ojo pensando en la muerte de Blanca.
No sé si conseguiría vivir sin ella ¿Qué razón tendrían mis días sin verla al final de las
jornadas laborales? Personalmente nunca me sentí antes tentado por el suicidio y ahora
mismo no lo estoy, pero si ella se va, yo solo sin amigos ni compañía más que los colegas
en el trabajo ¿qué haría de mis días?
Junio 24 de 2306
Blanca no presenta mejoras, pero me he acostumbrado a verla en este estado, casi me
satisface el hecho de tenerla cerca, como antes su compañía me satisfizo en aquellas
noches tan aburridas de ver la televisión y tomar la cena. Me he acostumbrado también a
vivir en el hospital, hace poco me vi en un espejo después de tres días y noté que me veo
muy deteriorado, flaco y con la piel muy amarilla. Creo que también estoy enfermando.
Junio 30 de 2306
Llevo algún tiempo que comencé a realizar otras actividades, para no caer en la depresión.
Por las noches acudo a las bibliotecas públicas y me traigo al hospital por la mañana
algunos textos o libros para leer de temas interesantes. He investigado un poco más de las
rebeliones y de la historia de los pueblos antiguos. Me he enterado de sus modos de vida,
sus rutinas y esas cosas. Vivían muy diferente a la actualidad.
En la biblioteca también he hecho algunos amigos, conocí a un muchacho llamado Iván, al
que le dicen chukito. Un tipo regordete de aspecto un poco deteriorado que vive en las
calles, como una especie de pordiosero. Es extraño porque es muy inteligente. Me senté
junto a él en una de las computadoras y me alejé cuando me llegó el primer impacto de su
hedor, él lo notó y se rio, pareció no importarle, no quise ser maleducado, pero no creí
poder soportarlo mucho tiempo. Después el vino a mí cuando notó que tenía problema
para usar la máquina. Es un tipo muy educado.
En los últimos días chukito me ha enseñado a usar las computadoras y me he enterado de
lo que hace. Yo le pregunto todo y él siempre responde de forma fluida y muy explícita, así
lo hago hablar por horas. El tipo vive de la gente, mas no de la beneficencia pública. Hace
cosas por la gente, les ayuda con cosas en sus hogares, les repara cosas, da mantenimiento
y cocina y vende a gente. Intercambia favores por cosas y cosas por favores también, es
todo un loco, no entiendo por qué hace todo esto, lo más loco es que siempre se le ve
sonriente, a pesar de que duerme en la biblioteca y se baña de vez en cuando en un rio
que le queda muy lejos de “su casa”.
Me gustaría que estuviera despierta Blanca, ella adoraría saber todo esto. He decidido que
te voy a mostrar todo lo que escribo Blanca, ya llevas un buen tiempo inconsciente y no sé
cuánto tiempo más vas a estar así, será muy difícil ponerte al tanto de todo y compartirte
las cosas como yo las veo o las siento. Te va agradar mucho chukito es un tipo sumamente
agradable a pesar de su olor, como tú, de hecho, lo voy a invitar a ducharse en nuestra
casa, así no tendrá que ir hasta el lago, supongo que le agradará y dudo que se ofenda,
pues no se ofendió la primera vez que me alejé de él.
PD; iba esperar a preguntarte si estabas de acuerdo con que lo invitara a ducharse con
nosotros, pero supuse yo, no te molestaría.
Julio 01 de 2306
Hoy desperté temprano, alrededor de las tres de la madrugada de un susto. Soñé que
estabas conmigo y que estaban también Chukito y Jacob. Caminábamos en las grandes
capitales, las que visité hace poco cuando me llevaron de viaje. Rondábamos
tranquilamente la ciudad que se veía extrañamente grande y habitada. No te lo había dicho
pero esa ciudad que visité era muy rara, muy verde con edificios muy altos y sumamente
deshabitada, no se veía una sola persona por las enormes calles ni dentro de los enormes
edificios. Alrededor de la zona que estaba en uso, donde estaban los edificios
gubernamentales había más edificios y no se veía el fin de las construcciones selváticas
llenas de lama y vegetación. Como si estuvieran en completo abandono. Pero la ciudad de
mi sueño no estaba así estaba repleta de gente por todos lados, viejos y niños por doquier
y todos se veían muy ocupados, como en nuestro pueblo. De pronto vi como en el fondo
de la calle se cerraban hileras de unidades de ministros del orden con sus escudos. Toda la
gente empezó a alborotarse, las madres tomaban a los niños y corrían, algunos entraban a
los edificios y otros solo salían despavoridos entre las calles. En el pánico nos quedamos
pasmados tu y chukito hasta que Jacob te jaló del brazo y corrimos todos juntos,
despavoridos como la gente. En las calles contiguas se enfilaban más unidades del ministro
de paz y después de correr un rato en círculos entramos a un enorme edificio todo de
cristal muy opaco, a través del cual no se podía mirar y solo se veía el reflejo de uno.
Corrimos enfilados y desbocados hacia el cristal y cuando chukito abrió la puerta un oficial
del ministro con casco blanco lo recibió de frente y lo intentó derribar con la punta
electrificada de uno de los enormes tubos que llevan por arma, chukito lo esquivó y otro
más lo golpeó en el costado, doblándolo del dolor, otros dos oficiales lo electrocutaron y
lo arrastraban al interior de las filas del ministro de orden cuando Jacob lo jaló e intentó
apoderarse del cuerpo. Intentaron derribar también a Jacob, pero esquivó los golpes de los
tubos en muchas ocasiones hasta que lo rodearon a él y al inconsciente chukito. Entonces
ocurrió lo más extraño del mundo blanca; Jacob al verse acorralado sacó un arma corta de
color plateado del interior de su pantalón y comenzó a dispararles en las cabezas
derribando a varios de ellos y cubriendo el piso de roja sangre, cuando se le hubieron
acabado las balas, lo derribaron y lo molieron a golpes mientras estaba inconsciente. Tu y
yo mirábamos estupefactos hasta que desaparecieron entre las filas y tú me jalaste por el
brazo y me gritaste. Comenzamos a correr en círculos junto con toda la manada de gente
como un rebaño de estúpidos, era igual a aquella escena en los noticieros de tiempo real,
pero en esta ocasión, nosotros éramos los rebeldes y no nos abalanzábamos contra las
unidades, solo esperábamos hasta estar completamente encerrados. De pronto de las filas
se abrían los escudos blindados y se asomaban velozmente cañoneros que disparaban
enormes bolas de goma; la gente caía al instante, caían hileras del enorme recuadro de la
mancha de gente que éramos en aquella calle. Estábamos en el centro y vimos a casi todo
el mundo caer, cuando casi era nuestro turno de recibir los impactos vi a una mujer cubrir
a su hijo con los brazos e hice los mismo contigo mientras agachaba la cabeza. De pronto
sonó el temible disparo y sentí el horripilante dolor en mis costados. Tú caíste inconsciente
y con la frente sangrante se te empezaba a hinchar una enorme bola morada en tu cara,
miré alrededor y vi a la mujer tirada casi muerta y a su hijo corriendo intacto, al cual le
dispararon todas las armas desde todas las direcciones como si fuera el más temible
criminal. Cayó hecho pedazos, muerto imaginé yo. Desperté cuando las filas del ministro
del orden llegaron hasta mí y me electrocutaron para subirme a una camioneta junto con
toda la masa de carne que habían derribado.
Desperté sudando y gritando, nadie me oyó, por suerte, volteé a mis costados
agradeciendo que no fuera real, hasta que te vi acostada, con la cabeza rapada como si
fueras un muchacho y recordé que no tenía tanto que agradecer.
La pasé mal por la noche dando vueltas por el hospital y no pude conciliar el sueño, después
de casi una hora de deambular por la calle como un loco, se me acercó un oficial del
ministro del orden, sin el casco ni el escudo, pero como mi sueño había sido muy vívido y
estaba tan presente aún en mi cabeza, sentí pánico unos segundos y hasta pensé en correr,
pero me tranquilicé. Se me acercó para preguntarme si estaba bien, quería saber que hacía
tan tarde por las calles. Se veía que desconfiaba de mí, pero cuando le platiqué de ti y le
hablé de la mala noche que pasé me creyó y se ofreció a llevarme a casa. Acepté, aunque
no buscaba ir a casa, solo porque tenía ganas de dormir otro rato. Durante el caminó
conversamos de temas variados y me contuve para no hablar más de ti, pues no quería
que notara mi tristeza, el me habló de su trabajo de su día y yo le hablé de mi trabajo al
que no había ido hace ya algún tiempo. Después me habló de comida y conversamos sin
parar hasta que llegamos a mi casa, era un tipo agradable, me recordó mucho a Jacob. Me
dijo que el trabajaba siempre cerca del hospital, por si quería conversar con él en otro
momento y acepté, me di cuenta de lo falto que estoy de atención y compañía. La pena de
tu ausencia me está consumiendo.
Cuando llegué a vi a Chukito a lo lejos sentado cerca de los pastizales. Sorprendido lo miré
un rato, confirmando que mis ojos no me engañaran y en eso levantó la mano y me saludó.
Trotó hacia mi con sus movimientos un poco torpes de regordete y me saludó con su
común sonrisa y amabilidad.
-
¿Qué haces aquí a estas horas chukito?
Déjame pasar y te cuento
Supuse < ¿por qué no?> y le abrí la puerta. Entró en seguida y me contó que le habían
pedido en la biblioteca que se fuera y que no podría quedarse más allí. Quise preguntarle
qué pasaba, pero antes sus ojos delataron que le apenaba pedirme el próximo favor. Él
notaba también mi curiosidad por saber un poco más, pero al final cedí yo, por el cariño
que le tengo. Puedes quedarte aquí el tempo que necesites amigo.
-
-
Gracias. – Respondió él ya con un poco más de tranquilidad, casi exhalando un
suspiro.
¿Quieres contarme lo que ha pasado?
Claro, pero es que en realidad no lo entiendo. El viejo de la biblioteca me ha dicho
que lo obligaron a echarme, no me mentía lo sé, lo vi en sus ojos, se veía muy
apenado, es buen amigo mío ¿recuerdas?
Sí, sí, recuerdo que te apreciaba mucho.
Él de hecho me ofreció su casa, pero no quise darle problemas.
¿Quién lo ha obligado?
Me dijo que un ejecutivo del ministro del orden.
La respuesta me heló la piel, seguía yo sensible con ese tema y eran demasiados encuentros
en un mismo rato. No quise contarle a chukito de mi sueño, se hacía tarde y me sentía un
poco cansado.
-
Me asusta esa respuesta chukito, no había escuchado nada similar. Quiero dormir
ahora, me siento muy cansado. ¿quieres comer algo?
Claro ¿tú comerás?
No chukito, pero sírvete con confianza, sabes que puedes sentirte como en tu casa.
Después de dormir, desperté y vi a chukito reparando algunas luces en la casa <Haciendo
su parte> pensé dentro de mí. Lo saludé y desayunamos juntos, después nos alistamos
para ir a visitarte al hospital. Ahora ninguno de los dos trabajaba y como teníamos tiempo
de sobra, decidimos ir caminando.
Por el camino pregunté a chukito sobre su vida. Resulta que sí tuvo un trabajo alguna vez,
de hecho, su rango era por mucho más alto que el mío. Trabajaba en el ministro de
tecnología y desarrollo en el gobierno. Vivía en las ciudades mejor desarrolladas de
Australia. Sídney dice que se llama. Vivía en un apartamento hermoso, según me describió.
Me contó que por su trabajo debía leer mucho y aprender muchas cosas nuevas.
Usualmente le llevaban hasta su oficina los libros que debía consultar, pero una de esas
ocasiones cuando visitó la biblioteca de la ciudad para un libro por sí mismo y comenzó a
cambiar su historia.
-
Quedé fascinado Walter, era una cosa impresionante, ocupaba más de cuatro
bloques de la ciudad y parecía un búnker. Por dentro era impresionante, un lugar
futurista casi irreal, tu y yo deberíamos de visitarlo algún día. Fui y encontré el libro
que buscaba muy rápido, con la ayuda de uno de los viejos guardianes de la
biblioteca. Una pena, quería quedarme todo el día ahí.
Tuve que volver al trabajo, pero cuando terminó mi larga jornada, me fui directo
para allá y leí casi todo el libro que me había llevado en la tarde, hasta que me
quedé dormido. A la mañana siguiente me fui directo al trabajo y cuando salí estuve
tentado a ir directo a la biblioteca otra vez, pero debía tomar un baño. Fui para mi
casa y mi mujer estaba enojadísima, nunca habíamos tenido una muy buena
relación, pero nos solíamos tolerar. Esa noche no fue así ella se quejaba y me
maldecía por no haber estado presente y yo que lo único que quería era salirme la
dejé hablando sola y me fui a la biblioteca donde pasé aquella noche. Las semanas
siguientes fueron más o menos iguales, yo pasaba dos o tres noches en la biblioteca
y los fines de semana casi todo el día. Ella se enojaba y hasta me acompañaba varias
veces, pero no estaba contenta. En su inconformidad, pidió nuestra separación al
estado y después de que evaluaron nuestra situación nos la otorgaron sin ninguna
traba. Después de esto nos mantuvieron en la lista de enlace de parejas durante
algunos meses; infernales meses en los que no podíamos ni voltearnos a ver en la
casa sin pelear, y yo pasaba casi todas las noches en la biblioteca, donde hice varios
muy buenos amigos.
La separación llegó y me emparejaron con una chica muy linda, delgada y de cara
sumamente tierna, muy joven también, debía tener unos dieciocho años y trabajaba
en las bodegas de alimentos.
Me dieron seis semanas libres en el trabajo para que me adaptara a la nueva vida
con Hanna, tiempo que utilicé para tratar de meterla a mi mundo, la llevaba a la
biblioteca y le leía libros interesantísimos que yo adoraba. Ella era muy dócil y
cooperaba. Comenzamos a llevarnos muy bien y después de las seis semanas pensé
que habíamos hecho buena conexión. Iba por ella a su trabajo en el coche y
salíamos por las noches a ver el atardecer en el mar y esas cosas de enamorados.
Una tarde me llegó una notificación al apartamento por parte del estado, del
departamento de la familia. Cuando comencé a leerlo pensé que se trataba del
divorcio que tuve con Sylvia, pero me llevé la sorpresa de que Hanna había pedido
un re - emparejamiento e indicaba que no creía que las cosas funcionaran conmigo.
Me llevé una fuerte decepción porque me gustaba mucho, aunque entendí que
quizá no era su mundo. Ella se fue sin despedirse un día antes de que me llegara la
notificación. Muy inmaduro de su parte, comprendí que era aún una niña y no me
molesté. Esto me dio otras cuantas semanas libres de trabajo y una nueva pareja,
con quién tampoco funcionó.
Después de un largo receso y varias parejas consecutivas en poco tiempo, volví al
trabajo. Estaba casado nuevamente, pero no tenía nada con ella, se embarazó de
mi quinto hijo casi desde el primer que nos conocimos, el estado estaba feliz y a
nosotros nos bastó. No nos interesábamos el uno por el otro y aunque
conversábamos seguido, no éramos más que compañeros de cuarto en el enorme
apartamento. Ella era una mujer hermosísima. Con un cuerpo increíblemente bien
formado, las caderas anchas y el culo enorme, los pechos grandes, las piernas
torneadas y una cintura pequeña con el vientre plano. No era para nada gorda a
pesar de su escultural figura. Su rostro era bello también, es, debe ser, supongo
debe andar por ahí fornicando con maridos ajenos todavía. Era super sexual,
fornicaba conmigo cada que podía y en cuanto salió del embarazo me preguntó si
me molestaba que se acostara con otros hombres. Le dije que no habría problema,
pero le pregunté por qué no pedía un re – emparejamiento. Me respondió que le
gustaba estar conmigo, que era muy callado, sereno y hasta divertido. Que era
inteligente y muy comprensivo, me endulzó con muchas bonitas palabras de mí y
al final dijo las palabras mágicas que para mí describieron todo. <Me gusta mucho
este estilo de vida ¿sabes? El apartamento, todo.> Fue un valde de agua, pero me
abrió un mundo de posibilidades en la mente. <Me gusta tu honestidad> Le dije
yo. <Puedes traer a quien quieras y yo también lo haré, pero tú eres mía.>
Comprendió lo que quise decir y con una mirada pícara aceptó. El tiempo posterior
a eso fue increíble, una relación totalmente satisfactoria, me volví adicto al sexo con
ella y con más mujeres, pero especialmente con ella. Me encantaba fornicar con
ella, todo el tiempo y en cualquier lugar, de un montón de formas era una prodigio
de la pasión. Buscaba mujeres también en la calle y me di cuenta que era muy fácil
convencer a otras mujeres de envolverse sexualmente con uno. Fueran casadas o
no. El departamento de la familia me comenzó a parecer muy estúpido. En nuestro
apartamento había siempre mujeres nuevas muy lindas y hombres que ella llevaba,
organizábamos orgías y cierta vez me encontré con Hanna, que asistió a una
pequeña fiesta que hice en el apartamento. La convencí de venir conmigo a la cama,
aunque estaba ahí su marido y la forniqué con despecho, casi con odio, ella en gran
parte había ocasionado toda aquella vida. La tomé como a los perros y continué
después que terminé y aún después de que me pidió que parara, hasta puso algo
de resistencia, pero solo pare cuando no pude más, cuando no tuve más aliento
para seguir. Ella salió rápido del cuarto aún semi desnuda y se veía que estaba
molesta, me hubiera ocasionado problemas, pero afuera todos fornicaban con
todos de mil maneras e hicieron caso omiso a su disgusto. Me quedé dormido antes
que todos y la volví a fornicar unas horas después mientras todos dormían ella
estaba borracha y también dormida e hice con su cuerpo como si fuera de plástico.
Era pura venganza. Imagino que debe haber otro hijo mío con ella en Australia
actualmente.
Trabajé arduamente durante todo ese tiempo de degenerado. Cumplí mis deberes
excepcionalmente. Después Valentina se embarazó de nuevo y como era normal
su cuerpo se salió un poco de sus límites, un poco más esta vez. Hicimos muy pocas
veces el amor en ese tiempo y ella dejó de llevar hombres al apartamento. Yo
también dejé de llevar mujeres y hubo un receso largo. Después comenzamos a
enojarnos y llevarnos mal. Cuando tuvo al niño recupero su cuerpo, pero ya
estábamos cansados el uno del otro, ella seguía llevando hombres, pero se veía que
se estaba desgastando mucho en aquella vida y cada vez me parecía menos
atractiva.
Sin un objetivo claro comencé a bajar mi rendimiento en el trabajo al grado de
querer dejarlo. Iba en busca de libros a la biblioteca y me quedaba ahí el día entero.
Buscaba la manera de zafarme. Hasta que decidí dejar de trabajar, casi un año
después, me rogaron para que no lo hiciera, pero no pudieron convencerme. Ya no
quería nada de lo que tenía. Estaba aprendiendo tantas cosas Walter, tantas y tantas
historias de lo que el mundo fue y de lo que el mundo estaba siendo que me sentía
enfadado con mi propio estilo de vida. Seis meses después de que renuncié ya me
habían quitado hasta la última de mis cosas y para cuando me pidieron el desalojo
de mi apartamento, Valentina ya se había ido un mes antes. A seguir con su vida
de fornicación que la tenía cada vez más fea.
Me sentí convencido hasta ese momento, cuando ya no tenía techo donde dormir,
comencé a preocuparme por las decisiones que estaba tomando por culpa de
-
-
cuentos estúpidos y fantasías que leía de libros antiguos. Mientras leía un libro
llamado Robinson Crusoe, sin poder concentrarme, estaba en la biblioteca, sentado,
inseguro, aborreciendo mi situación, enojado con todo, con Valentina, con Hanna,
con Sylvia, conmigo mismo y hasta con la nación. Me sentía desolado,
desprotegido, nervioso. En ese momento, Raimundo, el viejo bibliotecario se sentó
a mi lado y me preguntó;
¿A dónde viajas Iván? – No supe que responderle, me quedé callado un rato y notó
que algo no estaba bien. Cambió su semblante y ya mucho más preocupado me
preguntó;
¿Pasó algo? – Suspiré y le dije;
No tengo casa Ray. – Extrañado y confundido reparó un poco.
¿Por qué? – preguntó, pero después de algunos segundos de mi silencio pareció
comprenderlo. Los bibliotecarios son viejos muy listos.
Bueno, creo que entiendo. – Fue cuando me dijo que tenía un amigo que era el
encargado general de la biblioteca que tú conoces, Morgan es su nombre. Me
mudé y traté de seguir mi vida de desempleado que tú ya conoces.
Llegamos al hospital y chukito se quedó esperando afuera mientras yo conversaba contigo
y leía un libro al lado tuyo.
Agosto 18 de 2306
Hoy mientras leía tomaste mi mano y noté que tenías los ojos un poco abiertos. Me exalté
y te hablé por unos minutos, te llamé por tu nombre y mientras te desvanecías sonriendo
casi rompí en llanto, pero llamé a las enfermeras. Me sacaron de tu habitación y me dijeron
que volviste a dormir, pero que era una excelente señal, que ya habías salido del coma. Me
dio mucha alegría pensar que lo primero que viste fue a mí, acompañándote en todo
momento. De haber estado en tu lugar, habría sido el despertar más dulce del mundo
Agosto 19 de 2306
He estado en el hospital más de veinte horas, esperando a que vuelvas a despertar y
aunque puedo esperar mucho más, los doctores me dijeron que usualmente despertaban
muy cansados del coma los pacientes y pasaban hasta treinta horas dormidos, por lo que
decidí volver a casa a tomar un baño, arreglarme y comprarte algo.
Cuando volví, te encontré despierta y te pregunté si recordabas que habías despertado
unas horas antes. Me respondiste asintiendo con la cabeza, te veías aún muy cansada pero
sumamente alegre conmigo y con las flores que te traje.
Estuve un rato platicándote un sinfín de cosas y tú estuviste en silencio escuchando y yo
veía como tus ojos se abrían cada vez más y cada vez más llenos de energía.
-
¿y tú qué has hecho? – Te pregunté, pues imaginé que tu mente había estado
ocupada.
Tuve un largo y confuso sueño, super extraño. – Me dijiste
¿Estuve presente?
De principio a fin.
Me alegré y estuvimos un rato ahí hasta que las enfermeras me sacaron para dejarte
descansar.
A la semana después de esto te dieron de alta y chukito y yo te cuidamos por una semana
hasta que aprendiste a caminar nuevamente.
Después te presenté todo lo que había escrito.
Pasaron algunas semanas antes de que volvieras a trabajar, en ese tiempo hicimos muchas
y muy variadas cosas con chukito, que conocía hermosos lugares en la ciudad. Adoptaste
mis hobbies, aunque escribir no es algo que te salga tan natural como a mí.
Septiembre 02 de 2306
Volver al trabajo ha sido difícil, aunque volví lleno de energía, ahora espero con más ansias
la hora de volver a casa y verte otra vez, pasar un rato contigo y hacer las cosas que
solíamos hacer en aquellas aburridas noches. La gente aquí ha estado más amable
conmigo, supongo que brillé en mi ausencia.
Septiembre 05 de 2306
Hoy se desató otra rebelión en el país, esta vez en la capital, los obreros dejaron de hacer
lo que hacían por ver la transmisión en vivo, yo lo permití porque también la observaba y
con un ansia renovada. Todo empezó por un oficinista del ministro de la familia. Se sabe
que sacó un arma de su escritorio y amenazó a su jefe. Junto con él se pusieron de pie
otros seis hombres y cuando salieron del edificio eran más de veinte. Comenzaron a correr
por las calles mientras de los edificios salían más y más hombres, unos armados con armas
blancas otros con fusiles y algunos otros desarmados. Comenzaron a correr por las calles
y a robar automóviles cuando las líneas blancas comenzaron a cerrar calles. Los rebeldes
apuntaban, pero no disparaban, después las líneas comenzaron a cerrar perímetros con sus
escudos y los rebeldes soltaron las armas, casi todos ellos, menos unos cuantos que estaban
más cerca de las líneas emblanquecidas. Uno de ellos llevaba una escopeta y subió a un
automóvil para acertar un disparo evitando los escudos blindados y lo consiguió. Uno de
los oficiales perdió la mitad del cráneo con el tiro y el hombre no paró hasta que recibió
una pelota de goma en los dientes y cayó de cara sobre el pavimento. Después se perdió
entre las filas blancas mientras lo molían a macanazos. Para este momento había
comenzado una masacre. Las filas blancas de ese lado estaban manchadas de rojo y
recibían palazos y balas desde todos lados, la mayoría hacia los escudos, pero algunos
cuantos lograban trepar en algún auto o evitar unas cuantas bolas de goma y tenían el
ángulo correcto para asestar algún palo afilado como jabalina, alguna piedra, algún objeto
metálico o algún disparo a los oficiales de blanco. Las líneas de oficiales por su parte,
disparaban al unísono, derribando todo lo que estuviera al alcance, rebeldes, cristales e
inocentes, caían irremediablemente abatidos y las filas blancas se recorrían. La mancha de
gente corría por doquier y se veía como mucha gente huía hasta que las filas se fueron
cerrando por completo y dejaron de haber huecos entre las calles. Se comenzaba a parecer
mucho a mi sueño, pero aquí, si se era completamente imparcial, había villanos en ambas
partes.
Después de varios disparos barredores, de muchísima gente derribada con contusiones
impresionantes y regados como muñecos de trapo por el suelo, después de muchas
manchas rojas entre los oficiales, los rebeldes se dispersaron entre los edificios, muchos
inocentes también lo hicieron, pero la gran mayoría de ellos, se quedaron hincados en el
suelo con las manos en el aire o tirados hechos bolita en el suelo, desarmados, rindiéndose,
muchos rebeldes también lo hicieron.
Los oficiales derribaron a los rendidos con las macanas electrificadas, a algunos de un golpe
fulminante en las costillas a otros solo les acercaban la macana y se retorcían hasta quedar
inconscientes. Uno se pone a pensar en ese momento que ellos eran capaces de reconocer
a los rebeldes rendidos, entre los inocentes rendidos, pues la brutalidad era a veces muy
evidente cuando los oficiales se abalanzaban con todo su cuerpo sosteniendo la macana
como bate de beisbol e impactaban las cabezas, las costillas o los cuellos de quienes tenían
enfrente. Yo por mi parte, después del sueño que tuve era por lo menos imparcial y aquellos
actos me resultaban aterradores. Me imaginaba a mí mismo recibiendo aquellos batazos,
imaginaba a Blanca siendo acertada en la cabeza con las bolas enormes de goma, que no
mataban, pero debían dejarte una huella imborrable en el cuerpo y la mente.
Los oficiales comenzaron a subir en los edificios y se volvió una cacería de brujas mucho
más tenebrosa. Subían en escuadrones de tres y entraban entre las bien iluminadas oficinas
o apartamentos. Iban sin escudos, con sus cascos y sus chalecos antibalas que les salvaban
de los proyectiles comunes, pero no del calibre de las escopetas que les volaban los
pedazos de cráneo y plástico de los cascos por los aires como una misma cosa. De afuera
del edificio solo se veían cristales romperse y uno que otro rebelde caer. Unos que caían
por impactos de bolas de goma y otros cuantos que se aventaban solos buscando la muerte
instantánea. Yo me preguntaba, a qué temían más que a la muerte, pero después recordaba
que igual la tasa de suicidios era altísima. Si se suicidaban siendo perseguidos por sus
propios pensamientos, cuanto más siendo perseguidos por el ministro del orden.
Fue la rebelión más salvaje que hubiera visto, era como una guerra civil. Murió muchísima
gente y estoy seguro de que hubo muchísimas personas comunes que fueron baleadas o
golpeadas e incluso muertas por haber estado en el momento y lugar incorrecto. Sentí un
miedo profundo, sentí que podría haber sido yo.
Cuando llegué a mi casa hablé toda la noche de eso con Blanca y chukito que también
estuvo ahí un rato, me escuchaba y discutía conmigo.
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