III ENCUENTRO REGIONAL_P_Juan_Linares

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III ENCUENTRO REGIONAL
SALESIANOS COOPERADORES
REGIÓN INTERAMÉRICA
08-10 de noviembre de 2013
IDENTIDAD Y ESPIRITUALIDAD
DEL
SALESIANO COOPERADOR
INTRODUCCIÓN.
Nos encontramos en una actividad de tipo regional, en el III Encuentro Regional SSCC
de la Región Interamérica. Consecuentemente, lo que aquí realicen debe tener una fuerte
repercusión en toda nuestra Región Salesiana. Ustedes son los responsables de llevar la
riqueza que produzca este encuentro para que esta excelsa vocación del Salesiano
Cooperador realice en plenitud el puesto que le corresponde en la Sociedad y en la
Iglesia.
Me siento sumamente agradecido de esta oportunidad que me dan de compartir con
ustedes este tema de la Identidad y Espiritualidad del SSCC.
Vivimos en un tiempo en que el laicado en la Iglesia debe vivir y realizar un papel de
protagonismo de primera clase para que verdaderamente el Pueblo de Dios sea el
instrumento eficaz que hace realidad en nuestro mundo el Reino de Dios.
Vivimos en un tiempo en que el laicado en el Carisma Salesiano debe vivir y realizar un
papel de protagonismo de primera clase para que verdaderamente la Familia Salesiana
sea el instrumento eficaz para ser portadora del amor de Dios a los jóvenes.
Si ustedes no están sintiendo estas dos urgencias, me atrevo a decirles que no están
asumiendo bien la vocación a la que Dios les ha llamado.
Vamos a realizar una reflexión sobre un tema muy importante. Trataremos de ir a lo
fundamental, no podemos quedarnos en lo superficial. Esto va a suponer de todos/as
ustedes un gran esfuerzo de concentración, primero para entender bien de qué se trata y
segundo para interiorizarlo y asimilarlo, de tal manera que puedan luego hacerlo
realidad en su propia vida y transmitirlo a los demás.
Estamos reunidos en el nombre del Señor y el Espíritu de Dios está entre nosotros
derramando todos sus Dones. Solo desde el Espíritu podrán comprender y poner en
práctica lo que les voy a decir. Si dejamos al Espíritu ser el protagonista,
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experimentaremos que hoy obra maravillas entre nosotros/as. Seamos dóciles al Espíritu
Santo y dejémosle manifestarse en nuestras vidas. Él quiere “recrearnos” en nuestra
vocación de Salesianos Cooperadores. ¡Dejémonos recrear!
Se trata de una reflexión que va directamente a lo que somos, a nuestra identidad
vocacional. Se trata de un tema que va directamente a lo que nos impulsa: Nuestra
Espiritualidad. Ustedes son los promotores y animadores de esta vocación y su
responsabilidad es muy grande. Sería una pena el que alguno de ustedes deteriorase o
promocionase una falsa o empobrecida vocación del Salesiano Cooperador.
Hace muy pocos días en mi comunidad teníamos la celebración de la Repromesa de los
SSCC y yo les decía: puede haber Salesianos Cooperadores que han hecho su Promesa
de manera “ficticia”, solo en apariencia y no en autenticidad. Son como esos objetos que
a veces compramos que aparentemente son de marca, pero son solo una ficción. No es
oro todo lo que brilla. Y me atrevo a hacer esta misma afirmación para todos ustedes.
Es muy necesario que estemos muy claros. Dios quiere de nosotros la excelencia y no
podemos quedarnos en mediocridades.
EN PARALEO CON LA CARTA DEL RECTOR “VOCACIÓN Y
FORMACIÓN, DON Y COMPROMISO”
Vivimos en un momento en que se hace necesario un robustecimiento vocacional dada
la fragilidad psicológica, la inconsistencia vocacional y el relativismo ético que se está
dando en torno a la vocación.
Se puede comprobar en muchos/as una flojera en el compromiso vocacional o un
abandono de la praxis de vida que exige el ser salesiano/a cooperador/a.
Hemos de crear una permanente “cultura vocacional” y esto lo podemos lograr mediante
una buena y permanente formación. Ustedes, los que están aquí, tienen esta sagrada
responsabilidad, son los formadores de los salesianos cooperadores de la Región.
El reto que tenemos es el de alcanzar la consistencia vocacional y el de asegurar la
fidelidad vocacional, que lograremos alcanzar mediante una vivencia de nuestra
identidad, bajo el impulso de nuestra espiritualidad mediante una asumida formación
permanente.
La Iglesia y la Familia Salesiana necesitan que la vocación laical alcance la estatura que
le corresponde y asuma el protagonismo que debe ejercer.
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Todavía estamos a la espera de que se cumpla lo anunciado por Don Bosco: “Los
Cooperadores serán los que ayudarán a promover el espíritu católico. Será una utopía,
¡pero la sostengo!
También es aplicable a los Salesianos cooperadores la orientación que el Rector Mayor,
Don Pascual Chávez, hace a los SDB: La formación prioridad absoluta. Porque toda la
vida es vocación, toda la vida es formación. “La formación permanente es crecimiento
en la madurez humana, es conformación con Cristo, es fidelidad a Don Bosco, para
responder a las exigencias siempre nuevas de la condición juvenil y popular” (FSDB,
309)
HAY UNA FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA Y BÍBLICA DE LA
VOCACIÓN.
La vocación es un acontecimiento que nace de la voluntad salvífica de Dios. Este
acontecimiento está provocado por la situación del pueblo y que se concreta en el envío
de personas a realizar su plan de salvación. Este enfoque es clave.
El“acontecimiento vocacional”se configura según los siguientes elementos:
El sujetode este acontecimiento es Dios: sea Yahvé, sea Jesús, sea el Espíritu Santo. Es
un acontecimiento de salvación y eso le corresponde a Dios. La misión es el centro y
finalidad de la acción de las tres Divinas Personas: llamar-elegir, enviar, consagrarungir.
El objeto es la persona humana concreta. La persona nunca es sujeto de vocación. No
se puede decir de la persona “que tiene vocación”, sino más bien hemos de decir que
sobre ella recae la vocación. La vocación afecta a toda la persona y por tanto afecta a lo
más íntimo de su ser, da sentido a su vida, le da identidad. La actitud fundamental de la
persona llama-enviada consiste en la aceptación agradecida del envío: “Heme, aquí”,
“Magnificat…”
La finalidad de la vocación nunca es la propia persona del llamado, sino el pueblo a
quien se destina, se le envía. La finalidad es siempre algo concreto relacionado a la
situación del pueblo. No se limita a una acción concreta, consiste en el encargo de una
función salvífica: ser profeta, ser guía, ser educador, ser apóstol en favor del pueblo.
El modo de vocación: las mediaciones. El llamado de Dios se hace audible para la
persona a través de mediaciones: la creación, las personas, la Iglesia, Jesús.
Este esquema bíblico es válido para todas las vocaciones. Qué interesante sería el que
cada uno de nosotros tome conciencia, descubra y analice el cómo se ha producido en él
o en ella este mismo esquema.
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HAY UNA FUNDAMENTACIÓN SALESIANA DE LA VOCACIÓN.
También tenemos una fundamentación salesiana de la vocación.
Don Bosco ha fundado los salesianos, las salesianas y los salesianos cooperadores como
grupos apostólicos que de modos específicamente diversos participan de la única
vocación salesiana.
Los salesianos cooperadores no son destinatarios de la vocación salesiana, sino
corresponsables y por lo tanto necesarios participantes en esta misión.
Los salesianos cooperadores son específicamente diversos de otros colabores laicos en
la misión juvenil y popular.
Sin los salesianos cooperadores, la misión salesiana no será como a Don Bosco la ha
inspirado el Espíritu de Dios, le faltaría algo.
Así, el proyecto de Don Bosco se expresa, en una síntesis integral y en una forma
articulada y complementaria, en la Congregación Salesiana, en el Instituto de las Hijas
de María Auxiliadora y en la Asociación de Salesianos Cooperadores. Esta fue la
Familia Salesiana de Don Bosco.
Estos son los tres grupos, portadores principales del Carisma Salesiano.
CUATRO EXIGENCIAS FUNDAMENTALES
PRIMERA:
Vivir, desde nuestra Espiritualidad Salesiana y en sincera relación filial, una
profunda experiencia de Dios, en la vida y para la vida.
Quizás el reto más importante que se nos plantea (el que nos interpela con mayor
urgencia), sea el de vivir una experiencia profunda de Dios. Experimentarnos amados
por Él, elegidos por Él, queridos uno a uno, personalmente, por Él. Es necesario
mantener (o recuperar, si se ha perdido), la ilusión, la intensidad de nuestra opción de
ser cristianos, la alegría de sentirnos amados por el Padre, salvados por Cristo,
renovados diariamente por el Espíritu Santo, o sea, volver a encontrar el gozo bautismal
de ser “hijos de Dios”.
Para los creyentes, una vida que no se edifica sobre el encuentro personal con Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo, está abocada a la crisis, a los problemas vocacionales, al
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vacío, a la frustración. Hablamos más de obligaciones y exigencias que de generosidad,
entrega y gratitud. Una vida interior débil, superficial, da como resultado una identidad
personal débil y superficial, inmadura e infantil.
Esta espiritualidad cristiana, nosotros la vivimos salesianamente. La espiritualidad
salesiana la inicia Don Bosco y la continuamos nosotros. Don Bosco la vivió como
fundador y nosotros la continuamos ahora como actualizadores de este carisma.
Pues bien, un regalo maravilloso de Dios a su Iglesia y al Mundo fue el Carisma
Salesiano. En este Carisma está Don Bosco como iniciador, por eso lo llamamos padre
y fundador. Fue el primer instrumento para la creación de este Carisma. Pero Don
Bosco no es el autor del Carisma Salesiano, pues el autor del Carisma Salesiano, como
el de todos los demás carismas, es el Espíritu de Dios. Don Bosco fue el instrumento
utilizado para iniciar este Carisma. La grandeza de Don Bosco está en la fidelidad con
que respondió a esta llamada, a esta vocación.
El Carisma Salesiano sigue vivo hasta hoy en la Iglesia y en el Mundo, como don del
Espíritu. Y sigue necesitando nuevos instrumentos, estos instrumentos somos ahora
nosotros, para hacer realidad la Pedagogía de este Carisma. Y nosotros, hemos de vivir
con la misma intensidad y con la misma fidelidad que Don Bosco la vocación a que
hemos sido llamados. Aquí es donde está el sentido de la afirmación: Nosotros somos
Don Bosco hoy. Porque Don Bosco ya no está entre nosotros, pero el Carisma Salesiano
sí está y necesita de nosotros como medios para su encarnación.
Consecuentemente, para renovar esta pedagogía no solo hemos de volver al Don Bosco
“memoria”, sino también al Don Bosco “profecía”, porque entonces estaríamos siempre
en los comienzos, para renovar esta pedagogía, sobre todo, hemos de asumir el
protagonismo que nos corresponde y que proyectó Don Bosco y ser auténticos
salesianos/as encarnados en la realidad en que hoy vivimos, con la creatividad que
lleva consigo este carisma y esta vocación.
En esta lógica, Don Bosco no es más importante que nosotros, para Dios todos somos
igualmente importantes. Tan necesarios somos nosotros hoy, como lo fue Don Bosco en
su origen, para que el Carisma Salesiano, y con él su Pedagogía, tenga la autenticidad y
el valor que debe tener.
La renovación y actualización de la Pedagogía Salesiana, con los retos y desafíos y con
la urgencia de ser montada en nuevos escenarios, depende, prioritariamente de la
fidelidad y de la autenticidad con que nosotros y nosotras la desarrollamos.
El que nosotros nos parezcamos a Don Bosco, desde la perspectiva vocacional, es el
primer elemento para garantizar la autenticidad y la novedad en el hoy de la Pedagogía
Salesiana.
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Nuestra espiritualidad es portadora de estas características: espiritualidad de la alegría,
espiritualidad de lo cuotidiano, espiritualidad del encuentro con Cristo Resucitado,
espiritualidad eclesial y mariana y espiritualidad del compromiso.
Es urgente, por tanto, dar testimonio de una espiritualidad profunda, sólidamente
asentada; que abarque y englobe todos los aspectos de nuestra identidad; que no
establezca separaciones entre Fe y vida cotidiana. Debemos luchar contra la confusión
entre “espiritualidad” y “prácticas de piedad”; evitar la contraposición entre “vida
interior” y “actividad apostólica”. En Don Bosco encontramos el modelo de una unión
con Dios en la vida. Y el PVA nos propone el camino para alcanzarlo. Se trata de una
espiritualidad de la “vida diaria”, una experiencia de Dios para la vida y desde la vida:
la oración nos lleva al compromiso apostólico, y el compromiso nos lleva a Dios.
SEGUNDA:
Profundizar el carácter vocacional de nuestra identidad, asumiendo el PVA como
proyecto de vida, que es fuente de nuestro proyecto personal y comunitario.
Es prioritario generalizar en el seno de la Asociación y de la Familia Salesiana el
reconocimiento de su vida como vocación. El Señor les llama a formar parte de la
Iglesia y les invita a construir su Reino con un determinado estilo, como laicos, dentro
de la Familia Salesiana. Son Salesianos Cooperadores porque es el Señor quien se lo ha
propuesto. Su “sí” es una respuesta humilde y confiada a esta llamada. Eso sí, deben
están bien claros, deben tener el auténtico enfoque.
Ustedes deben hacer desaparecer, en ciertos ambientes, la imagen de la Asociación de
Salesianos Cooperadores como “grupos de formación”, como “movimiento piadoso”,
como “continuación de grupos de fe”, como “reunión de animadores de un centro
salesiano” o como personas que dedican “parte de su tiempo” a los jóvenes. Con
frecuencia no se asume el carácter vocacional y se llega a ser Cooperador desde otras
motivaciones, repito con un falso enfoque. Por eso, es preciso destacar este carácter
desde las etapas de formación. El Salesiano Cooperador es una persona vocacionada.
Perder de vista esta perspectiva significa perder el sentido profundo del “ser” Salesiano
Cooperador.
La vocación de Salesiano Cooperador les compromete a seguir un proceso de
crecimiento continuo guiados por el Proyecto de Vida Apostólica, que ustedes asumen
como proyecto de vida personal y comunitaria.
La dimensión asociativa es de suma importancia. Destaco tres características de la
Asociación de Salesianos Cooperadores desde la perspectiva de la fe.
Ustedes son una Asociación “gozosa”: Nos dice el Señor: “Les he dicho estas cosas para
que mi alegría esté dentro de ustedes y su alegría sea completa” (Jn 15, 11). Nosotros
hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres.
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Han de ser una Asociación “simpática”: Han de gozar de gran simpatía. Esta es la
manera de poder atraer a los destinatarios de la misión. Hemos de contagiar de
Evangelio.
Debe ser una Asociación “kerigmática”: El kerigma es el corazón de la misión, si
queremos renovar la juventud, la fecundidad y la frescura de la fe. Hemos de sembrar el
kerigma sobre la tierra cotidiana: en el nacimiento de un niño, en el camino de la
adolescencia, en la elección vocacional, en el amor entre el hombre y la mujer, en la
familia en la profesionalidad, en el dolor, en la fragilidad.
TERCERA:
Vivir con intensidad su carácter eclesial, desde su condición secular.
Vivir con intensidad su carácter de Familia Salesiana, desde su condición secular.
Ustedes deben tener una permanente y sólida formación en la dimensión eclesial de su
vocación. La misión del Salesiano Cooperador forma parte de la respuesta que la Iglesia
da a las necesidades de la sociedad, del mundo de hoy, y tiene su fuente y su
justificación en el Evangelio. Han de estar convencidos de que el Espíritu del Señor
llama a todo bautizado a desarrollar sus propias facultades y le ayuda a cumplir su deber
particular en la misión común. Esto les lleva a reforzar su identidad secular. Ustedes
han de conocer y asumir el papel que, como laicos, tienen que desarrollar en este
momento concreto de la Historia de la Iglesia.
Ustedes han de compartir las dificultades que hoy encuentran todos los laicos que
quieren vivir en plenitud su opción cristiana. Estas dificultades se derivan tanto de la
necesidad de actuar en un momento fuertemente secularizado, como de la dificultad
para encontrar los cauces adecuados para el diálogo con los consagrados y con otras
asociaciones de fieles. Han de sentirse miembros activos de la sociedad y vivir su
vocación, y sus implicaciones, en todas las dimensiones de la vida (familia, trabajo,
política, negocios, fe…, etc.) con el estilo propio de su índole secular, que la Iglesia ha
marcado claramente en la Encíclica “Christifideleslaici”.
CUARTA:
Madurar el carácter apostólico de su identidad. Una espiritualidad apostólica.
Es necesario que el salesiano Cooperador viva el compromiso apostólico como una
consecuencia de su “ser”. Ustedes han de ser conscientes de que solo pueden transmitir
lo que viven (no lo que no viven), encuentran en su identidad el auténtico sentido de su
misión. Antes que “acción”, la misión es testimonio e irradiación. A todos/as ustedes se
les pide ser adultos en la fe, capaces de vivir los valores humanos y cristianos.
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Como fruto de la unión con Dios que tengan, se sentirán impulsados por el Espíritu a
realizar su misión. Han de entender esta misión como la colaboración de ustedes dan a
Dios en la construcción del Reino (no la pueden restringir a un apostolado específico),
pues abarca todas las dimensiones de sus vidas. Es esta misión, sentida y vivida como
parte de su ser, la que les ha de impulsar a la acción.
La sensibilidad por los jóvenes más pobres y abandonados, y por las clases populares,
es un rasgo de su identidad que ha de estar siempre presente en todas las actuaciones de
su vida, para poder dar una respuesta acorde con su vocación salesiana.
Si ustedes carecen u olvidan las premisas anteriores, lo que ustedes pueden llamar
“misión” será solo un modo de actuar cuya motivación profunda (e incluso puede que
inconsciente) no estará en Dios, sino en aquello que sientan en cada momento.
De esta manera su acción se convertirá en un instrumento para suplir carencias afectivas
e intentos de realización personal, no lograda en otras facetas de su vida.
Cuando esto sucede, hay, necesariamente, que purificarse. Una vez purificadas sus
intenciones y puestos en manos del Espíritu, será cuando vean con claridad cuál es la
acción que nos está pidiendo.
Como Salesianos Cooperadores, su “hacer” tiene unas características particulares que el
PVA desarrolla con claridad.
Ante todo ha de integrarse en las condiciones normales de su vida. Esto exige de cada
Salesiano Cooperador una creatividad y una formación adecuadas, ya que las
condiciones de vida son diversas. Por eso el PVA orienta al Salesiano Cooperador, pero
deja en sus manos la elección del campo de acción.
CONCLUSIÓN
El testimonio de Attilio Giordani nos expresa que todo esto es posible. Hoy se nos
presenta, en palabras del Rector Mayor, como un modelo de vida familiar, un modelo en
la práctica del Sistema Preventivo vivido en el Oratorio, un modelo de santidad
salesiana laica, vivida con alegría.
Ustedes, han de vivir su vocación con la autenticidad y profundidad que ella requiere.
Para ello, hay que podar, hay que abonar, hay que dar frutos.
Los planes de Dios exigen una fidelidad de primera clase: O fríos o calientes, a Jesús no
le gusta la gente tibia. Y, desgraciadamente, hay, con frecuencia, entre nosotros/as
muchas mediocridades.
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Estamos en un momento muy propicio de crecimiento en la identidad vocacional ante el
nuevo Proyecto de Vida Apostólica (PVA); estamos en el camino hacia el bicentenario
del nacimiento de Don Bosco. Estamos concluyendo el “Año de la Fe”. Son tiempos de
gracia.
La experiencia de los Salesianos Cooperadores en la Región de Inter América ha sido
durante estos años una gran riqueza en la Asociación de Salesianos Cooperadores por la
calidad que han demostrado, tanto individual como colectivamente.
Dejemos que el Espíritu de Dios queme con su fuego todas las impurezas que hay en
nuestro corazón y recibamos la gracia de sus Dones que nos darán la fuerza necesaria
para la FIDELIDAD vocacional.
Les animo a que después de este Encuentro Regional vayan a sus respectivas
Inspectorías muy renovados y muy comprometidos. Su misión es muy hermosa y muy
necesaria en este momento de nuestra historia. Sean generosos y vayan dispuestos a dar
la vida, como lo hizo Jesús y como lo hizo Don Bosco. Es la única manera de vivir su
vocación de Salesianos Cooperadores en plenitud.
¡Que el Señor nos bendiga a todos/as!
P. Juan Linares, SDB
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