Subido por Jesús Pablo Saldívar Castillón

JONAS

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ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN
DEL LIBRO DEL PROFETA JONÁS
LIBROS PROFÉTICOS
PBRO. LIC. JUAN JAIME SOTO
AL. JESÚS PABLO SALDÍVAR CASTILLÓN
TEOLOGÍA 2
JUÁREZ, N.L. A MAYO DE 2017
JONÁS, EL PROFETA QUEJOSO
1. INTRODUCCIÓN1
El libro del profeta Jonás es un pequeño opúsculo diferente a todos los libros proféticos. Es una
narración en forma de relato (tal vez Midrash del libro de 2Re), más concretamente una “narración
profética” no oracular que poco a poco se va transformando en una “narración didáctica”2. Es “una
parodia de la misión profética y una narración sapiencial al estilo de Judit, Job y Rut”3 que trata la
historia de un profeta quejumbroso y pusilánime llamado por Dios a predicar la ruina de una
metrópoli pagana; y aunque se resiste a cumplir con la voluntad del Señor, terminará por obedecer
tal mandato. Y por si fuera poco y no contento con el éxito rotundo obtenido de su afamada
predicación (que le llevará hasta los labios del Mesías en el Nuevo Testamento) el profeta seguirá
molesto con Dios, pues no provocó el resultado que su mezquina imaginación pensaba.
Jonás es un profeta pre-exílico contemporáneo de Jeroboán II (783-743), mencionado en 2Re
14,254; sin embargo la redacción de su texto no puede ser de su propia mano: primero, porque
Nínive, la gran metrópoli habría sido destruida en el año 612 a.C.; segundo, porque el pensamiento
de este pequeño libro es similar al de Jeremías y Ezequiel (del exilio); tercero, su lenguaje (marcado
por la presencia de aramaísmos) y su teología es todavía “más actual”, invitándonos a pensar que la
composición de éste texto es posterior al destierro, durante el siglo V a.C (538-333 a.C.) o bien,
anterior al s.II a.C., momento en que se incluyó el texto en el canon hebreo. Esto nos pone en
guardia con respecto a las posibles interpretaciones que del libro se puedan hacer, o bien, el cómo
se habrán de tomar ciertos pasajes, ya que el texto cuenta con varios prodigios a modo de
“jugarretas” de Dios para con el profeta (la súbita tempestad, Jonás designado por la suerte como
culpable de la tempestad, el gran pez , el árbol de ricino que crece en una noche y se seca en una
hora) que unidas al curioso tono irónico, se alejan del tradicional estilo histórico.
Evidentemente el texto tiene una finalidad didáctica: explicar que la misericordia de Dios es
infinita, pues “las amenazas, aún las más categóricas, son expresión de una voluntad misericordiosa
de Dios, que solo espera alguna muestra de arrepentimiento para conceder su perdón”5. Una
característica de los profetas relativamente contemporáneos a Jonás es la conciencia de que,
habiendo reconocido el pecado, se confiesa que el amor de Dios es infinitamente mayor que la falta
cometida del pueblo, y así lo muestra Miqueas (727-701 a.C.) en 7,18-20, e incluso Oseas (750722a.C.) en 11,9c cuando menciona que Dios no desea aniquilar a los hombres, porque se
estremecen sus entrañas y su corazón se convulsiona por amor. El deseo de Dios no es destruir, y
sus decretos están condicionados a la conversión, es decir, a la respuesta del hombre, así lo dice
Isaías (740-698a.C).
Ya otros profetas como Amós (760-750a.C.) habían lanzado oráculos contra naciones extranjeras, o
bien, habían abierto la salvación a la universalidad que ciertamente se oponen a la visión
nacionalista de Israel propia del post-exilio, concretamente “en la época de reconstrucción del
templo y la consolidación de la religión judía con Esdras y Nehemías… esta política fomentó la
oposición y la literatura de protesta; Jonás representa al pueblo elegido que rechaza a los paganos
como los escritos de Nehemías, Esdras, Joel y Abdías”6.
Cfr. Biblia de Jerusalén, Introducción al Libro de Jonás, p.1094
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.364
3
SCHAEFER, Doce profetas y Daniel, p.107
4
Fue él quien recuperó el territorio fronterizo de Israel, desde la Entrada de Jamat hasta el mar de la Arabá,
conforme a la palabra que Yahvé, Dios de Israel, había dicho por medio de su siervo, el profeta Jonás*, hijo
de Amitay, el de Gat de Jéfer.
5
Biblia de Jerusalén, Introducción al Libro de Jonás, p.1094
6
SCHAEFER, Doce profetas y Daniel, p.108
1
2
2. ESTRUCTURA DEL TEXTO
El libro de Jonás aunque es muy pequeño (sólo 4 capítulos) podemos dividir el texto en dos partes:
a) Llamada de Dios y huída de Jonás (1-2)
b) Jonás en Nínive (3-4)
Gerhard von Rad7 menciona también que el libro se divide en dos partes que corresponden
exactamente:
a) Jonás en el barco (1-2)
b) Jonás en Nínive (3,4)
3. JONÁS Y SU MISIÓN
Jonás es uno de los doce profetas menores, su nombre viene de la raíz (‫“ )הנוי‬yonáh” que significa
“paloma”, pero san Jerónimo lo interpreta de la raíz “yanah” que significa llorar o quejarse. Es
originario de un poblado llamado Gat de Jéfer (2Re, 14,25c), que se encuentra a 4 o 5 km al norte
de Nazareth (Galilea), en la tierra de Zabulón, en el Reino de Israel (Norte), que predicó muy
probablemente en el s.VIII a.C.
3.1 Llamada de Jonás
La llamada de Jonás, como su mensaje y predicación, es sencilla y sin más aspavientos, Dios le
dirige la Palabra diciéndole: “«Prepárate y vete a Nínive, la metrópoli, para anunciarle que su
maldad ha llegado hasta mí.» (1,2). Los tres verbos “levántate”, “vete” y “anuncia” expresan el
dinamismo que provoca el llamado de Dios, que elige, llama y da una misión en concreto. El
llamado de Dios exige que Jonás se ponga en pie y en movimiento para poder cumplir la misión
encomendada.
3.2 La Misión de Jonás: Nínive
Anunciarle a Nínive, la metrópoli, que su maldad ha llegado hasta Dios tal vez no parecía un trabajo
sencillo para Jonás. En primera instancia, Nínive se encuentra a 800km al norte de Galilea, “al este
del Tigris, frente a la moderna Mosul”8 por lo que habría que recorrer una buena distancia para
poder llegar a esa ciudad, que bien lo describe el autor del libro, es una “metrópoli”, es decir, no es
un poblado, incluso el mismo texto dice que “hacían falta tres días para recorrerla”(3,3b), esto
equivale a “480 estadios de circuito, 150 de largo, y 90 de ancho (Diódoro de Sicilia)”9.
Para colmo de males, Nínive tiene una particularidad que Jonás ha notado desde un principio y ha
quedado implícita en su respuesta de huir, y es que Nínive es la capital del Imperio Asirio que había
arrasado al antiguo reino de Israel (2Re 17:5-6). Como ya mencionamos, para el tiempo de la
redacción del libro de Jonás, Asiria ya había desaparecido varios siglos antes, pero seguía
despertando para los israelitas un cierto sentimiento de ira por su crueldad, violencia y su hostilidad
para con el Pueblo de Dios10. Así pues, Jonás es enviado a predicar al enemigo más vilipendiado de
Israel, quien en el año 722a.C. conquistó Samaría en la guerra Siro-Efrainita junto con el Reino del
Norte, y no conquistaron –de momento- el reino de Judá sólo porque éstos ya tenían un “pacto” de
pagarle tributos, y así será hasta que llegue Babilonia.
Jonás es enviado a un pueblo al que él considera pecador y enemigo, y esa es la raíz del problema
de Jonás, quien no comprende que Dios no solo se preocupa por los israelitas, sino que también
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.363
Comentario a v.1,2 de JAMIESON, R., Comentario Exegético…, p.1029
9
Comentario a v.1,2 de JAMIESON, R., Comentario Exegético…, p.1029
10
Cfr. Comentario a v.1,2, Biblia de Nuestro Pueblo
7
8
tiene providencia de los paganos, y por eso quiere ofrecer una oportunidad de penitencia a los
ninivitas. Si la maldad de los ninivitas ha llegado hasta Dios, ha de ser entonces algo grave, “su
maldad ya es tan grande como para requerir su abierta intervención para castigar”11, pues bien
profetizará Nahúm tiempo después de Jonás a Nínive “¡Ay de la ciudad sanguinaria, toda ella
mentira, repleta de rapiña, de incesante pillaje!” (Nah 3,1ss).
Cabe recordar que no obstante del éxito de la predicación de Jonás por la conversión de toda la
ciudad (incluyendo a los animales), la ciudad terminará siendo destruida, y es que para la gloria
personal de este profeta quejoso, el profeta Nahúm por su parte, no puede contar la misma historia.
Nahúm profetizó a Nínive poco antes de su conquista en el 612a.C., de hecho su tema principal (y
lo indica el título “Oráculo sobre Nínive.” Nah 1,1) es “la ruina de esta ciudad en un juicio de Dios
que castiga al enemigo del plan divino, al opresor de Israel, y de todos los pueblos”12. También el
profeta Sofonías anunció su ruina: “destruirá a Asiria, dejará a Nínive desolada, árida como el
desierto” (Sof 2,13-15).
3.3 La huída de Jonás
Dios busca la conversión de los paganos, pero Jonás (cuya actitud en el siglo VIII a.C. es muy
similar a la de los Fariseos del siglo I d.C.) probablemente piensa que no es lo mejor, su corazón
ciertamente mezquino le invita a pensar que el mandato de Dios está fuera de razón. Así “se
preparó para huir a Tarsis, lejos de Yahvé” (v.3). “«Tarsis» representaba a los ojos de los hebreos
el confín del mundo. Jonás quiere sustraerse a su misión huyendo lo más lejos posible”13, y en
dirección, lugar y camino totalmente opuesto.
“Es difícil determinar con exactitud dónde estaba situada la colonia fenicia de "Tarsis". Pero este
lugar tiene aquí un valor simbólico: Jonás quiere huir hasta el otro extremo del mundo, haciendo así
exactamente lo contrario de lo que debe hacer un profeta. "Jope" era el puerto del Mediterráneo más
cercano a Jerusalén”14. Otros autores15 señalan que Tarsis se encontraba en la península Ibérica, en
el más lejano oeste y a la mayor distancia de Nínive por el este, era considerada la región más lejana
y occidental de entonces. Generalmente se identifica a Tarsis con la Tartessos de los griegos y
romanos, en la desembocadura del Guadalquivir, en España16.
¿Por qué huir y alejarse de Dios? Tal vez miedo, temor al fracaso, desconfianza, orgullo, odio a los
asirios. “El motivo de Jonás de huir se sugiere en el 4:2: el temor de que después de aventurarse en
tan peligrosa comisión a una ciudad pagana tan poderosa, sus amenazas proféticas fuesen revocadas
porque Dios “se arrepintiera del mal” (que había pensado hacerles), así como había perdonado por
tanto tiempo a Israel, a pesar de sus muchas provocaciones, y de que en tal caso él fuese tomado por
profeta falso. Además, puede que sintiera profundamente desempeñar una comisión a una nación
extranjera e idólatra, cuya destrucción él deseara más bien que el arrepentimiento de ella. Este es el
único caso de que un profeta, encargado de un mensaje profético, lo ocultara de la presencia de
Dios. Jonás pensaba que huyendo de la tierra de Israel, donde Yahvé estaba presente de modo
peculiar, escapaba de la inspiradora influencia profética de Jehová”17.
Comentario a v.1,2 de JAMIESON, R., Comentario Exegético…, p.1029
Biblia de Jerusalén, Introducción al Libro de Jonás, p.1091
13
Comentario al v.1,3, Biblia de Jerusalén
14
Comentario al v.1,2, Biblia de Nuestro Pueblo
15
Jamieson-Fausset-Brown
16
Comentario al v.1,1-3 TUYA, M., Biblia Comentada, p.1493
17
Comentario a v.1,3 de JAMIESON, R., Comentario Exegético…, p.1029
11
12
“Jonás había bajado a la bodega del barco y dormía profundamente” (1,5)
Parece ser que literariamente Jonás va bajando en el texto y en la historia, pues su huida inicial se
define como un “descenso”. “Jonás se levantó para “bajar” a Jope y, según la hábil descripción, el
protagonista abordó (literal: “bajó”) a un barco, bajó a su bodega donde se acostó y tocó fondo en el
mar en los intestinos del gran pez”18, e incluso el mismo cántico del capítulo dos evoca ese estado
con “el agua hasta la garganta…las algas en la cabeza… el abismo y la tumba” –que más adelante
explicaremos-. Así Jonás, bajó, se acostó y durmió. Luego al tocar fondo dentro del gran pez,
comienza a subir. El Escritor Sagrado quiere que su lector se de cuenta que Jonás ha hecho
exactamente lo opuesto que Dios le ha mandado: si Dios le pidió levantarse, ir y subir a Nínive y
predicar, Jonás se levantó, bajó para huir a Jope y luego a Tarsis. “La huida es un descenso
geográfico y ético”19.
4. DIOS INSTRUYE A JONÁS
4.1 Jonás y la Tormenta en el Mar
A pesar de la decisión de Jonás de hacer caso omiso a la misión que el Señor le encomendaba, Dios
insistirá. Así se levanta un huracán que hace imposible el viaje, de tal modo que “el barco
amenazaba naufragar” (1,4). Éste es el primer fenómeno natural que pone en evidencia el poder de
Dios sobre su creación.
Los marineros asustados, y muy devotos de sus propias deidades piden auxilio “cada cual a su
dios” (1,5) sin obtener éxito alguno. Esto da a entender –y así lo dice la nota explicativa- que los
marineros eran de distintas nacionalidades. Los marineros son paganos, pero piadosos. Es de valor
agregar que, no obstante de tener cada uno su propio dios, creen en el poder de los demás dioses,
por ello los marineros dicen a Jonás “A ver si tu Dios se apiada de nosotros y no perecemos” (1,6b),
eso refleja el contexto politeísta que aún existía en algunas culturas de la época. Esta misma idea
“salvadora” en los paganos que van aprendiendo a confiar en el Dios hebreo, es la que el Rey de
Nínive tendrá en el v.3,9.
Los marineros echaron suertes para averiguar la responsabilidad del “culpable de este castigo… y le
tocó a Jonás” (1,7). El echar suertes es un medio muy antiguo para la adivinación (vgr. “El rey de
Babilonia se ha detenido en el cruce, en la cabecera de los dos caminos, para consultar a
la suerte.” Ez 21,26.), y con ello los marineros buscan encontrar al culpable de la tormenta. En la
cultura hebrea todos los males son producto de la vida injusta y de pecado, cuyo castigo es
precisamente el mal padecido.
“Jonás respondió: «Soy hebreo y creo en Yahvé, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.»”
(1,9)
He aquí el responsable de la tormenta, no sólo porque perdió en la suerte, sino porque su Dios es el
que hizo el mar, por lo que se sobre entiende que el mismo que creó el mar es el que produce una
tormenta en el mismo mar. Es sencillo pensar que Dios obra en la naturaleza, misma que él creó,
“¿por qué has hecho esto?... dedujeron que huía de Yahvé” (1.10). Así pues, no obstante del
politeísmo antes mencionado, el autor de este texto muestra a su lector que es Yahvé, el Dios
hebreo, el autor de toda la creación, perfilándose en esto el henoteísmo.
“Reconozco que soy el culpable” (1.12b)
Los marineros buscan llegar a tierra y “remaban…pero no podían porque el mar seguía
enfureciéndose” (1,13), y no se atreves a tomar la iniciativa de Jonás de “arrojadme al mar”
18
19
SCHAEFER, Doce profetas y Daniel, p.112
SCHAEFER, Doce profetas y Daniel, p.113
(1,12a), quien noblemente se ha reconocido causa de la terrible situación. Jonás ciertamente
“prefería morir a secundar los planes de Yahvé”20.
Dos aspectos curiosos se pudieran mencionar aquí: primero el hecho de que Jonás “dormía
profundamente” (1,5) en la bodega del barco; y segundo que, en el momento en que Jonás fue
arrojado al mar “el mar calmó su furia” (1,15b). De esto podemos mencionar que: primero, éste
verbo raw-dam' (‫“ )וירדם‬dormir profundamente” es el mismo que se emplea en el Génesis cuando
se le extrae una costilla a Adán (Gn2,21), y viene de la raíz “tardemah” que se refiere “a un letargo
o sueño profundo”21. Segundo, aunque no lo mencionen las notas marginales, en cierta forma este
pasaje bíblico es utilizado –por lo menos en una idea central- en el Nuevo Testamento por el
evangelista Marcos, quien interpola la historia como prefiguración del evento que él está narrando:
“De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las
olas; pero él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron… Entonces se levantó, increpó a
los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.” (Mt 8,24ss). No será esta la única
coincidencia o referencia a Jonás en el Nuevo Testamento.
4.2 Jonás y el Gran Pez
“Yahvé hizo que un gran pez se tragase a Jonás” (2,1a)
El gran pez es uno de los varios prodigios que relata el libro del profeta Jonás. Muchos interpretan y
traducen este versículo como “una ballena” porque el vocabulario semítico no contaba con una
palabra específica para este animal. El texto hebreo es muy concreto y dice (‫“ )גד לודג‬dāg gādól”22
que significa “pez grande” o “gordo” en un sentido genérico. Los LXX lo llaman κητους “pez
enorme”. Los rabinos creen que se trata del Leviatán, “la bestia marina gigante que las almas
buenas comerán para celebrar su redención, cuando llegue el Mesías”23.
Lo importante a resaltar aquí es el signo del tiempo que pasó Jonás en el vientre del pez y la oración
que hace ahí. “Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches” (2,1b) y no podemos pasar
por alto la interpolación con los evangelios y el tiempo que pasó el Mesías en el sepulcro. Tal
parece que la clave para entender este pasaje está precisamente en la idea de tumba, es decir, Jonás
estuvo tres días en una tumba viviente24; y en el cántico que le sigue –que parece ser un mosaico de
diversos salmos- “equipara los grandes peligros de la muerte, y la liberación a una resurrección”25.
En la cultura hebrea el mar es calificado como el Reino de la Muerte, o por lo menos el camino que
lleva a ella. De ahí las expresiones tan fuertes y vivas del cántico de Jonás.
Este texto llevado a los evangelios (Mt 12,40; Lc11,30), presenta a Jonás como la figura de Jesús
durante los tres días “en el corazón de la tierra” (el abismo más bien que la tumba). “El Reino de la
Muerte aparece entonces como un monstruo voraz, que no puede retener a Jesús y lo arroja el día de
la resurrección”26.
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.362
SCHAEFER, Doce profetas y Daniel, p.112
22
http://www.feyrazon.org/Bojonas.htm
23
BLECH, Benjamín-DOLINER, Roy, Los secretos de la Capilla Sixtina, Aguilar, NN
24
ARCHER, G., Reseña crítica de una introducción…, p. 340
25
Comentario al v.2,3, Biblia de Jerusalén
26
Comentario al v.2,3, Biblia de Jerusalén
20
21
4.3 El Cántico de Jonás
“Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches…y oró a Yahvé” (2,1-2)
La oración de Jonás tiene mucho de las características que le son propias a los salmos, que, me
parece, destaca sobre todo el escrito profético por su expresividad y emotividad. “Este canto de
acción de gracias en 2,3-10, fue añadido posteriormente al texto”27.
a) “En mi angustia clamé a Yahvé y Él me respondió” (2,3a)
Jonás reconoce la situación grave en la que se encuentra y de la que sólo Yahvé lo podría librar. Lo
valioso aquí es que Dios responde a su súplica, sin tomar en cuenta la actitud mezquina que el
profeta había tenido para con Él. El hombre clama, y Dios responde (Sal 120,1) clamando “desde lo
hondo, a ti grito Señor” (Sal 130,1).
b) “Desde el seno del abismo grité y tú me escuchaste…” (2,3b)
El texto hebreo menciona literalmente el Sheōl (‫שא‬
‫“ )ל ֹו‬seno del abismo”, y la versión griega lo
traduce como el ᾍδης (Hades), y refieren los dos al mismo lugar. Recordemos que para el hebreo el
Sheōl no es el infierno de los cristianos, mucho menos en el siglo V a.C. El Sheōl es la palabra más
antigua para designar el lugar o mundo de los muertos, a manera subterránea, al que
invariablemente todos los hombres, ricos o pobres, justos o injustos, irían al terminar sus días, en
una especie de “eterno sueño”, sin conciencia unos de otros. Para la época de redacción del libro del
profeta Jonás, muy probablemente el Sheōl no tenía distinciones morales, ni se pensaba que fuera
un lugar de dolor, placer, de recompensa o castigo que para el siglo I d.C. ya adquiría (algunos
piensan se dividía en dos áreas, el Seno de Abrahán, y la Gehenna o “lago de fuego”, con un gran
abismo entre ambos sitios, sin la posibilidad de cruzarle28). Por ello dice el texto “Bajé hasta los
cimientos de los montes” (2,7), que designa literalmente el fondo del mar (sobre el que, según la
nota explicativa, descasaba la tierra), e imaginativamente el lugar por debajo de la tierra de los
vivos.
c) “Pero tú sacaste mi vida de la tumba…” (2,7b)
Es una súplica de Jonás por su vida. El texto es progresivo, ha comenzado con la súplica hacia el
Señor, reconoce que si está en ese lugar es porque Dios así lo ha dispuesto, y esto no le hace sentir
bien, al contrario, se siente castigado, (“me has arrojado de tu presencia” 2,5) en el abismo, que es
también un lugar subterráneo y oscuro, como una tumba, y ciertamente lo es, es una tumba viviente.
d) “Los que adoran falsos ídolos traicionan su lealtad” (2,9)
No obstante de su arrepentimiento, no puede separarse por completo de su idiosincrasia, y de la
cultura semita (que luego será llamada farisaica), de exclusividad, nacionalista y cerrada, propias de
la época post-exílica. En consonancia con el tema central del libro de Jonás, la palabra hebrea que
se ha traducido por “lealtad” es jésed (‫ )םדסח‬y refiere al amor misericordioso y constante de Dios; y
este detalle es curioso porque precisamente Jonás critica a quienes traicionan la misericordia de
Dios, cosa que él mismo terminará haciendo.
e) “Cumpliré los votos que te hice.” (2,10)
Jonás experimenta arrepentimiento porque cambió su situación. Dios lo sacó de la tumba en que se
encontraba.
27
28
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.361-362
http://www.catholicbridge.com/catolico/sheol.php
4.4 Una Segunda Oportunidad
“Por segunda vez Yahvé habló a Jonás…” (3,1)
El mandato es el mismo que la primera vez: “prepárate y vete…para anunciarle el mensaje que yo
te comunique” (3,2). Literalmente en hebreo dice “cum” (‫ )םוק‬que significa “levantar” mejor que
“prepararse”, y es precisamente lo que hace Jonás, “se preparó [levantó] y marchó a Nínive” (3,3).
Es sorprendente la facilidad con que ahora Jonás se traslada a Nínive a pesar de las dimensiones y
lejanía de la “gran ciudad”. Esta actitud cambiante del profeta la veremos nuevamente en el texto de
Mateo y la parábola de los dos hijos: “Ve a trabajar en mi viña, pero más tarde arrepintióse y fue”
(Mt 21, 28-29)29.
“…Y caminó un día entero proclamando…” (3,4)
Con todo y las dimensiones de la ciudad (“una gran metrópoli, con un recorrido de tres días” 3,3b),
Jonás se dispone, implacable con la ciudad pagana de Nínive, a predicar el mensaje de Dios, para
contrastar su mezquino punto de vista judío con el de la misericordia entrañable de Dios, y así lo
hace. Pese a que el texto expresa claramente el tamaño, algunos estudiosos creen que "tres días de
recorrido” no es más que una expresión amplificada, que quiere dar a entender que la ciudad es
realmente grande, y que por ello le bastó un sólo día entero para proclamar el mensaje30; San
Jerónimo cree que son “tres días de camino” si se recorriera el perímetro (circunferencial) de la
ciudad (que sería, 480 estadios, según Diodoro de Sicilia), pero tomando en cuenta que sólo le bastó
un día, significaría que la recorrió cruzando la ciudad, por lo que el diámetro de Nínive sería de 150
estadios, justamente el camino de un día (según Diodoro de Sicilia) que caminó el profeta, para
predicar por toda la ciudad. El hagiógrafo quiere destacar el tamaño de la ciudad y valorar luego el
trabajo del profeta, por lo que exagera quizá las proporciones31.
“En el plazo de cuarenta días Nínive será destruida” (3,4b)
Es significativamente importante que en la versión griega se lea “έτι τρείς ημέραι”, que literalmente
significa “en tres días”, muy a pesar de que el hebreo conserve la idea original (‫םיו םשרבעי דוע‬, ode
ar-baw-eem' yom)32. Estos cuarenta días recuerdan el diluvio o los cuarenta años del éxodo, y es a
su vez simbólicamente el tiempo propicio para un cambio, (la población de Nínive también está
contada en un múltiplo de cuarenta). Cabe resaltar que este es el único anuncio del libro del profeta
Jonás (y sin hacer referencia a Dios, sólo el desastre), en comparación con otros escritos proféticos,
que pronuncian advertencias, acusaciones, reprensiones y condenaciones.
La palabra que utiliza el hagiógrafo del libro de Jonás para explicar el destino de la ciudad es hawvak' (‫“ )תנהפכ‬destruir”, y es la misma que se utiliza para describir el destino que tendrán las
ciudades de Sodoma y Gomorra en Gn 19,21, pero que traduce como “arrasar” “Bien, te concedo
también eso de no arrasar la ciudad que has dicho”.
“Los ninivitas creyeron en Dios…” (3,5)
Me parece que este pequeño versículo, tan escueto, guarda en sí todo el valor de la predicación de
Jonás. Y es que no hay más que ello; Jonás predicó durante un día “En el plazo de cuarenta días
Nínive será destruida” (3,4b), sólo eso y nada más.
Es de notar que no hay aspavientos ni complicación alguna. El profeta Elías hizo bajar fuego del
cielo en el Monte Carmelo (1Re, 18,38) y “todo el pueblo lo vio y exclamaron: «¡Yahvé, él es Dios;
Yahvé, él es Dios!»”, el profeta Eliseo revivió al hijo de la viuda de Sarepta (1Re 17,7-24), Isaías
Comentario a v.3,3 de JAMIESON, R., Comentario Exegético…, p.1032
Comentario al v.3,4 de la Biblia del Pueblo de Dios
31
Cfr. Comentario al v.3,1-4 de TUYA, M., Biblia Comentada, p. 1498
32
http://studybible.info/IHOT/Jonah%203:4
29
30
tuvo la visión del Emmanuel (Is 6-12), Oseas se casó, por mandato de Dios con una prostituta para
comprender que Él quiere “misericordia y no sacrificios” (Os 6,6), Baruc escribió de la boca de
Jeremías todas las Palabras de Yahvé contra Israel, Judá y las naciones, y posteriormente las leyó,
sufriendo por ello la persecución del rey Joaquín (625 a.C.); y Jonás simplemente predicó durante
un solo día, recorriendo la ciudad que, a la brevedad Nínive sería destruida, así de sencillo.
Los habitantes de Nínive prontamente “organizaron un ayuno y grandes y pequeños se vistieron de
saco… el Rey de Nínive [probablemente Adad-Nirani III, 810-783 a.C.; o Asurdán III, 733-755
a.C.] se bajó del trono, se quitó su manto, se cubrió de saco y se sentó en la ceniza” (3,5-6), y a esto
se le añade el decreto del Rey en el que incluidos los animales junto con los hombres se les pide que
“se conviertan de su mala conducta y sus acciones violentas” (3,8), con la misma finalidad e idea
que los marineros del capítulo 1,6: “a ver si Dios se arrepiente y se compadece… y no perecemos”
(3,9). El resultado es el mismo de los marineros: se salvaron. Dios ve la conversión del pueblo
ninivita y se arrepiente del castigo, porque en su pedagogía divina, Dios no desea destruir al
hombre, por lo que sus decretos están condicionados a la conversión, es decir, a la respuesta del
hombre.
El éxito de la predicación de Jonás fue total (mucho más si lo comparamos por ejemplo con
Jeremías, el cual es diametralmente opuesto: Jr 36). Toda la población dio muestras externas de
penitencia en un evento sin precedente. El hecho es totalmente insólito en la historia de todos los
pueblos, sobre todo en la gran capital Asiria que, en masa y al unísono se convirtió y creyó en
Yahvé por la predicación de un profeta judío, que era parte de sus esclavos –por llamarlo
peyorativamente de alguna manera-. Lo más parecido es la conversión del rey Nabucodonosor
relatada en el libro del profeta Daniel. Pero es precisamente por esto que se les considera parte del
género Midrash, sobre todo porque en la historia de Asiría no encontramos la más mínima alusión a
lo narrado aquí.
4.5 Despecho del Profeta
“Jonás sintió un gran disgusto, se enfureció…” (4,1)
Jonás no contaba con la conversión de los ninivitas, pero sabía de la misericordia de Dios, y se
sintió humillado. Tal vez su reputación de ser llamado “falso profeta” valía para él más que todos
los habitantes de Nínive, pues no se regocijó por la gracia de Dios concedida a la capital Asiria.
Lejos de alegrarse, el texto dice literal “se acaloró”, probablemente con pesar o vejación, más bien
que de cólera. (Fairbairn), es decir, le entristece de sobremanera y se queja porque han resultado
“fallidos” sus anuncios sobre la próxima destrucción de la ciudad. Bien dice Jonás “ya lo decía yo…
sabía que tu eres un Dios clemente, misericordioso, paciente… así que quítame la vida…” (4,3).
“El verdadero motivo de su desobediencia; habría previsto que Dios usaría de clemencia, y le
arrojaría a la cara las palabras de misericordia, a las que Israel hacía referencia desde siempre en el
culto divino”33.
“Jonás salió de la ciudad y se instaló al oriente; allí se hizo una choza y se sentó a su sombra, para
ver qué sucedía en la ciudad” (4,5). Solamente parece estar seriamente corrompido el texto en este
pasaje: éste versículo no está en su sitio; hay que colocarlo detrás de 3,4.34
“Sí, me parece bien enfurecerme hasta la muerte” (4,9b)
Dios hizo crecer un (‫ )קיקיון‬kee-kaw-yone' (calabacera), que según el Talmud, se trata de un árbol
relacionado con el ricino, que da un aceite no propio para encender la Menorah del Templo35, por
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.363
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.362
35
BLECH, B., Los secretos de la Capilla Sixtina, NN
33
34
encima de la cabeza de Jonás, cosa que alegró al profeta, pero al día siguiente, nuevamente Dios
obra enviando un gusano que daña al árbol, luego también envía un “sofocante viento solano” (4,8)
que le hizo desear la muerte. Estos milagros son, al igual que el del mar y el de la pez enorme, los
que quieren transformar este texto “histórico” en midráshico, pues el árbol de ricino crece en un día,
y en otro día se seca por completo, incluso la conversión de Nínive es cuestionable y extraña por lo
paradójico de ello pues, el pueblo que no era para nada misericordioso, gozó de la misericordia de
Dios al arrepentirse del castigo que había planeado hacer. Cabe mencionar que la palabra hebrea
para mencionar el “castigo” es ra’ha (‫ )ההרע‬que significa “el mal”, misma que se utiliza en ese
versículo para señalar de lo que se arrepienten los ninivitas (de su maldad - ra’ha- o mala
conducta), y que les sobreviene a los marineros es una tempestad (ra’ha) (1,8), luego Dios hizo
crecer una planta para “librarlo así de su malestar - ra’ha-”; la maldad (ra’ha) ha llegado hasta Dios
(1,2), así Dios se arrepintió del castigo (ra’ha).
La actitud de Jonás es totalmente recalcitrante y fuera de sí, y Dios le cuestiona dos veces si le
parece razonable enfurecerse de esa manera, y Éste no va a castigar a un pueblo convertido sólo por
no hacer quedar mal a su profeta. El autor del libro quiere evidenciar la disparidad entre la actitud
generosa de Dios y la mezquindad de Jonás; es toda una ironía que empapa no solo este versículo,
sino el texto entero. Es un hombre “contrario” que cae en ironías, pues Jonás cuando se enfada
(primero por la salvación de Nínive, después por la sequía del Ricino), o está “de genio voluble,
acusa a Dios de ser incongruente”36, cuando él mismo es el incongruente, esto está por encima de lo
cómico e incomprensible, lejos de toda ambigüedad humana, tanto que se le puede considerar como
la tesis general del libro Jonás, criticando evidentemente la actitud nacionalista y exclusivista del
pueblo israelita que se siente (o se sabe) elegido y heredero único del perdón y amor misericordioso
de Dios. “Jonás, a pesar de su desobediencia, es una figura de la que se ha servido Dios
soberanamente”37.
Otros autores tienen una teoría diferente, según Jamieson-Fausset-Brown , “Jonás difícilmente
podría haberse quejado por haber fracasado en su predicción. Si Nínive hubiera sido el objeto
prominente para él, se habría regocijado con el resultado de su misión. Pero era Israel la mira
principal de Jonás, como profeta del pueblo elegido. Probablemente entonces él consideraba que la
destrucción de Nínive serviría propiamente como un ejemplo del juicio de Dios, el que suspende al
fin su larga indulgencia, a fin de despertar a Israel de su honda degeneración, enaltecido como
estaba por su nueva prosperidad bajo Jeroboán II en aquel mismo tiempo, con un resultado que
todas los demás medios habían dejado de lograr. Jonás, desesperado de que alguna cosa eficaz fuera
hecha por Dios en Israel, a no ser que fuera dado primero un sorprendente ejemplo de severidad,
pensaba que, cuando él proclamara la destrucción de Nínive dentro de cuarenta días, Dios al fin
ahora estaba al punto de dar tal ejemplo; así que cuando este medio de despertar a Israel fue dejado
de lado por la misericordia de Dios, en atención al arrepentimiento de Nínive, él quedó
amargamente chasqueado, no por orgullo, ni por falta de compasión, sino por la desesperación de
que cosa alguna fuera posible para la reforma de Israel, ya que su acariciada esperanza estaba
frustrada”38.
4.6 Abiertos a la Universalidad
“¿Tú te compadeces de un ricino, y no voy yo a compadecerme de las ciento veinte mil personas
de Nínive?” (4,10)
El plan de Dios parece enseñar otra cosa a la que Jonás tenía en mente, pues la penitente Nínive ha
probado ser más digna del favor de Dios que la apóstata Israel. A lo largo de la Sagrada Escritura
36
SCHAEFER, Doce profetas y Daniel, p.121
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.364
38
Comentario al v.4,1-11 de JAMIESON, R., Comentario Exegético…, p.1034
37
nos encontraremos con numerosos paganos en los que Dios encuentra mejor respuesta que en
Israelitas, por ejemplo: Melquisedec (Gn 14,18-20), Job (que era de Idumea), la Reina de Saba (1Re
10,1), la Mujer Sunamita (2Re 4), la Viuda de Sarepta (1Re 17,7ss), Naamán el Sirio (2Re 5), Rut
(de Moab), y en el Nuevo Testamento a el buen samaritano (Lc 10,25ss), la Mujer Siro-Fenicia (Mc
7,24ss), la Mujer Cananea (Mt 15,21ss), el Siervo del Centurión (Lc 7,1ss), los Magos de Oriente
(Mt 2,1ss), el Leproso Samaritano (Lc 10,11ss), el Endemoniado de Gerasa (Lc 8,26ss) y la Mujer
Samaritana (Jn 4,1-42), solo por mencionar algunos.
“Que no distinguen el bien del mal..” (4,11)
El texto literal dice “su derecha de su izquierda”, porque para el israelita, la mano derecha se
relaciona con el bien, y la izquierda con el mal (Cfr. Ecl 10,2). Particularmente en esta historia,
todos los paganos son simpáticos (y no podemos culparlos por no conocer al Dios hebreo, en un
mundo donde se cree que hay muchos dioses): los marineros paganos del naufragio son devotos de
sus propios dioses, “y ellos son los que toman la iniciativa durante la tormenta, y los que barruntan
el desorden en la conducta de Jonás… y son simples y transparentes ante Dios”39, saben reconocer
que en el Dios de Jonás hay verdadero poder, y así creen en él. El rey y los habitantes de Nínive, e
incluso los animales, reconocen al Dios de Israel por la predicación del profeta y se convierten de su
mala vida, haciendo penitencia y ayuno. El único de todos los personajes que no muestra alegría
alguna es precisamente el Israelita, que no obstante es precisamente el profeta. Por lo regular en los
libros proféticos, el héroe de la historia no es el profeta sino Dios que es glorificado en su
mensajero, Jonás en ese sentido no es la excepción, paradójicamente “Yahvé es glorificado en la
resistencia de su mensajero”40.
En el post-exilio estamos a un paso de alcanzar el Nuevo Testamento, y poco a poco se ha ido
estableciendo la nueva idea de que Dios no es solamente Dios de los judíos, sino que es también el
Dios de los paganos, porque poco a poco se ha ido cayendo en la cuenta de que no hay más que un
solo Dios “que hizo el mar y la tierra” (1,9b).
“Los grandes profetas quisieron abrir los ojos de sus contemporáneos sobre el hecho de que los
planes de Dios abrazan a todos los pueblos”41, y este texto retoma el espíritu de la profecía
autocrítica, que invita a apartar la mirada de sí mismo y dar la gloria a quien la merece.
5. JONÁS EN EL NUEVO TESTAMENTO
5.1 El signo de Jonás: La Resurrección
“Esta generación es una generación malvada; pide un signo, pero no se le dará otro signo que el
signo de Jonás.” (Lc 11,29)
La resurrección es el signo de Jesús –a mi parecer- más elocuente, más allá de las curaciones, las
expulsiones de demonios, los milagros sobre la naturaleza, etc. La resurrección es la que testifica
sin duda alguna el mesianismo de Jesús, ese es nuestro haz bajo la manga: ¡el Señor resucitó!; y ha
de ser esto tan valioso, que por ejemplo, en la parábola de “El rico malo y Lázaro el pobre”, que
solamente tiene Lucas (16,19ss), al final dice el evangelista: “Si no oyen a Moisés y a los profetas,
tampoco se convencerán aunque un muerto resucite.” (Lc 16,31). La resurrección de un muerto es
entonces un signo muy claro pero no muy evidente.
Así Jonás probó la muerte, y Yahvé le rescató para poder conseguir la salvación de los ninivitas. La
muerte de Jesús, su estancia en el sepulcro (y descenso al lugar de los muertos) por tres días, así
como su resurrección son el signo más elocuente que el pueblo necesita para creer. De hecho, dice
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.363
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.363
41
RAD, G., Teología del Antiguo Testamento, p.365
39
40
san Pablo “si no hubo resurrección, vana sería nuestra fe” (1Co 15,17), entonces, aunque es un
signo maravilloso, pasó desapercibido por muchos, y lo remarca Lucas “no se convencerán aunque
un muerto resucite”. El que no quiere creer no se convierte, y Nínive sí se convirtió. La paradoja de
la resurrección, tan maravillosa pero tan sencilla, es el signo de los signos, y es el que les promete
Jesús a los escribas y fariseos que pedían una señal para creer en él.
5.2 El signo de Jonás: La sencillez
“Porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás” (Mt
12,41b)
El segundo sentido del signo de Jonás, me parece que se puede explicar a la luz del mismo san
Lucas en la parábola de “El Rico malo y Lázaro el pobre”. Dice el texto: “Tienen a Moisés y a los
profetas; que les oigan… Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un
muerto resucite”. ¡Ese es el segundo sentido del signo de Jonás: ser profeta! Cuando Lucas refiere
“Moisés y los profetas”, los judíos entienden “la ley y los escritos proféticos”, es decir, el
pentateuco que es la ley a obedecer, y los textos de los profetas. Entonces, Jonás es un profeta y su
misión fue ir a un pueblo enemigo a profetizar su próxima destrucción.
Fue una tarea difícil para Jonás, Nínive era una enorme ciudad y la situación se agravaba al saber
que tenía que anunciarle su destrucción a un pueblo enemigo, pecador e idólatra. Bueno, pues así
Jonás casi obligado por Dios, hizo lo que Éste le mandaba, y por su predicación, milagrosamente
todo el pueblo creyó en su mensaje, tanto así que incluso el rey de Nínive decretó que hombres y
bestias hicieran ayuno, se vistieran de sayal y se cubrieran con ceniza e invocaran a Dios con
insistencia y se convirtieran de su mala vida. Dios al ver todo eso, cambió de parecer y decidió no
destruir Nínive. Un éxito retundo de Jonás. Todo eso sucedió simplemente por la predicación de
Jonás: no tuvo visiones como Isaías, no curó enfermos como Eliseo, ni hizo bajar fuego del cielo
como Elías, y tampoco fue perseguido como Jeremías, Jonás simplemente se levantó y marchó a
Nínive como Dios le dijo, atravesó la ciudad y caminó un día entero proclamando: “en el plazo de
cuarenta días Nínive será destruida” (3,4b), así de fácil, así de sencillo. Y el pueblo creyó en Dios –
dice el libro de Jonás-.
Entonces dice Lucas en su evangelio: “Esta generación es una generación malvada; pide un signo,
pero no se le dará otro signo que el signo de Jonás. Porque así como Jonás fue signo para los
ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación” (Lc 11, 29-30). El signo es la
predicación simple, llana, sin prodigios maravillosos, sin llamaradas, ni oráculos aterradores de la
ira de Dios, el signo es el hombre, el profeta que camina anunciando la Palabra de Dios, y ha de ser
Ella por sí sola valiosa y poderosa “porque ellos (los ninivitas) se convirtieron por la predicación
de Jonás” (Lc 11,32b), y si hubo quién se convirtió por la palabra de un simple profeta tan sencillo
como Jonás, con mucha mayor razón por la palabra de Jesucristo, que es el Hijo de Dios.
Por eso Lucas y Mateo insisten en decir que “los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta
generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás”(Mt 12,41),
que no tuvo más aspavientos que su voz y el mensaje de Dios; y en cambio Jesús, que es más que
Jonás, hizo curaciones, predicó con autoridad, expulsó demonios, perdonó los pecados, es presa de
los fariseos que le dicen: “Maestro, queremos ver un signo hecho por ti” (Mt 12,38)? Precisamente
por eso se levantará Nínive en el día del juicio, porque los ninivitas no tuvieron nada de eso y así se
convirtieron; y los judíos del siglo I d.C. tienen todo y quieren más. Por eso Lucas y Mateo en otra
parte de sus evangelios dicen: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón
(ciudades paganas como Nínive) se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras,
tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá
menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a
encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! (Lc 10, 13-15)…Porque si en Sodoma se hubieran hecho
los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy.” (Mt 11,21-24)
6. CONCLUSIÓN Y COMENTARIO
¿Soy yo acaso uno de esos buscadores de signos? ¿Cuántas obras (o milagros) ha obrado Dios en
mí, y no me he convertido? Tal vez espero que Dios me hable de manera tan especial, tan vibrante,
tan sensiblemente que me haga llegar hasta las lagrimas por sentirlo cerca de mi… pero no, “no se
me dará otro signo que el signo de Jonás”.
O peor aún, tal vez ya me habló, y en verdad he sentido la presencia de Dios, amorosa y cercana, he
sido yo testigo de su amor y su misericordia en carne viva, y no me he convertido. ¡Cuidado!,
podría decirme un día Dios “¡Ay de ti! si en Fulano o en Mengano se hubieran hecho los milagros
que se han hecho en ti, hace tiempo que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido” Por
eso así como Jonás fue signo para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta
generación.
Hay que ver la sencillez de los milagros del Señor. Buscamos a Dios en cosas bien aparatosas y
vistosas, en sentir ganas de llorar, o sentir bonito, pero la verdad es que Dios no es siempre así, es
más, por lo regular Dios no es así. Dios es mucho más sencillo de lo que imaginamos, tan sencillo
como la predicación de Jonás. Y tampoco esperemos que venga un profeta como Elías o Isaías a
revelarnos a Dios, tenemos a los nuevos y actuales profetas de Dios que son tan sencillos como
Jonás: los sacerdotes; y nos dice Jesús “Si no oyen a Moisés y a los profetas (al Papa, Obispos y
Sacerdotes), tampoco se convencerán aunque un muerto resucite (aunque Jesucristo mismo les
hable)”. La conversión se da, como en los ninivitas, porque creemos en Dios, en su Palabra.
BIBLIOGRAFÍA
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 SCHAEFER, Konrad, Doce profetas y Daniel, Verbo Divino, España, 2014
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