Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 1 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... TRES DESAFÍOS PARA LA HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA Kurt Danziger * Regresar al Índice de Autores Regresar al Índice de Títulos Al final de una reseña sobre la historiografía de la psicología publicada hace diez años, Mitchell Ash remarcó que dicho campo enfrentaba "un doble desafío" (Ash, 1983, p. 180). En primer lugar, "los estudios actualizados" habían socavado el triunfalismo disciplinario de trabajos anteriores", mostrando que la autonomía institucional no había eliminado "la dependencia metodológica" que sufría la disciplina "respecto de la filosofía". En segundo lugar, los estudios críticos habían "presentado un panorama de la disciplina y su relación con la sociedad" que "cuestionaba de manera fundamental tanto la competencia científica como el compromiso social de los psicólogos". Cuando escribía esas palabras, Ash pensaba que aún no estaba claro cómo este campo iba a responder a tales desafíos, aunque aportó algunas evidencias para sugerir que la respuesta podría no ser del todo adecuada. Diez años después, Adrian Brock (1993), confirmó esta impresión en una reseña sobre la repercusión que tuvo en los libros norteamericanos especializados la revaloración del papel y la obra de Wilhelm Wundt. Tanto el informe de Ash como el de Brock nos dan la idea de un campo seriamente dividido entre los estudios críticos y la determinación de seguir haciendo las cosas "como de costumbre". Hoy me gustaría ofrecer un análisis más amplio de esta división a la luz de algunos nuevos desafíos que este campo enfrenta en la actualidad. En los diez años que han pasado desde la reseña de Ash, ha habido desarrollos que nos obligan a adoptar una perspectiva renovada en relación a la naturaleza de esos desafíos. No me importa tanto el análisis retrospectivo de la última década; más bien me preocupan los interrogantes que las tendencias que se perfilaron en ella plantean para el futuro. La primera de estas tendencias es particularmente difícil de ignorar. Se refiere al crecimiento de la historia de la psicología como un campo legítimo del saber y a su aceptación gradual ‑aunque, según creo, irreversible‑ por parte de los historiadores profesionales (el mismo Mitchell Ash fue uno de los pioneros en este desarrollo). El recientemente creado "Foro para la historia de las ciencias humanas" refleja esta tendencia. Por supuesto que, durante algunos años, historiadores individuales han hecho importantes contribuciones a este campo, pero ahora es notorio que la historia de la psicología tiene una filiación disciplinaria significativa con la historia de la ciencia, además de su filiación más tradicional con la psicología. Eso debe hacer que nos preguntemos si se avecina ahora un futuro de estudios históricos a cargo de individuos cuya filiación disciplinar está ligada a la psicología, o si no sería mejor dejar ese trabajo en manos de historiadores profesionales adecuadamente formados para llevarlo a cabo. Después de todo, eso es más o menos lo que ocurrió con las ciencias físicas. A principios de este siglo, físicos prominentes como Ernst Mach y Pierre Duhem todavía realizaban importantes trabajos sobre la historia de su materia; pero un par de generaciones más tarde la historia de la física se había transformado en el centro de una nueva rama de la historia de las ciencias, que era investigada y enseñada por individuos primariamente ligados con la historia y no con la física. Esta separación institucional de la disciplina y su historia ciertamente fue positiva para mantener altos niveles profesionales de conocimiento histórico, pero en la práctica significó la interrupción de toda clase de diálogo entre la disciplina científica y su historia. Muchos simplemente verían esto como un signo de madurez científica, y por lo tanto, como un estado de cosas hacia el cual rápidamente nos dirigimos en psicología. En ese caso, esta sección [de la APA] puede prever que su propia desaparición se produzca en un futuro no muy lejano. 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 2 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... Por otro lado, la historiografía de una disciplina como la economía, nos provee un modelo por completo diferente. En ese caso, existe una venerable tradición de economistas ‑a veces muy eminentes‑ dedicados al estudio de la historia de su disciplina. No es ésta una dedicación poco significativa: en años recientes, se estima que las publicaciones sobre historia de la economía han alcanzado un promedio de doscientos artículos y treinta libros por año, y la Sociedad Norteamericana de Historia de la Economía tiene casi seiscientos miembros (Schabas, 1992). Los departamentos de economía ofrecen regularmente cursos sobre la historia de la disciplina. La situación en otras ciencias sociales es muy similar, aunque los estudios históricos pueden no estar tan consolidados como en el caso de la economía. No obstante, el patrón predominante implica que la historia de la economía tiende a ser estudiada por gente profesionalmente vinculada con la misma disciplina y no con la historia. Entre los modelos polarmente opuestos representados por la física y la economía hay modelos mixtos, como el que se encuentra en la biología. En ésta, la presencia muy fuerte de historiadores profesionales de la ciencia no ha eliminado el trabajo histórico emprendido por ciertos biólogos, incluyendo algunos muy prominentes como Ernst Mayr y Stephen Jay Gould. De modo que el desafío de la especialización histórica ha sido resuelto de diferentes maneras por las distintas disciplinas, y el modelo que ofrecen las ciencias físicas no es el único disponible. La pregunta es cómo podría enfrentar este desafío la psicología. Para responder esta pregunta es necesario llegar a un nivel un poco más profundo que el de los acuerdos institucionales. Sería poco sensato pretender que no haya divergencias de intereses fundamentales entre el historiador de la ciencia y el científico en actividad. Por el contrario, sólo podemos abordar este problema confrontándonos con la realidad de una división básica que no puede ser borrada. Quizá tanto los científicos como los historiadores luchen por la verdad, pero ‑adaptando una metáfora del historiador Paul Forman‑ cada uno libra su lucha en un terreno diferente. La historia no es el terreno en el que los especialistas de las ciencias naturales buscan la verdad; más bien por el contrario, creen que no puede encontrarse allí, sino en el laboratorio. Desde su punto de vista, la historia, en el mejor de los casos, arribará a verdades obsoletas que ya han sido superadas. Para quienes adoptan esta posición, la historia puede tener cuando mucho un rol decorativo. Puede volver a recorrer los pasos por los que se alcanzó el pináculo del presente o puede describir los errores cometidos en el camino, pero de cualquier modo, tomará el saber convencional del presente como modelo y juzgará el pasado de acuerdo con él. En otras palabras, esto es historia Whig**, y sin importar qué se descubra acerca del pasado, implícitamente será una celebración del presente y de los pasos dados para llegar a él. Esta es una historia autocomplaciente que nunca tendrá ningún impacto en las prácticas científicas vigentes. Su lugar en la vida de la disciplina no está en el área de la investigación o de la producción de conocimiento, sino en el área de las relaciones públicas (a través de la formación de grado), o en el área de la socialización profesional (por medio de la formación de posgrado). Éstos son los servicios que la historia disciplinar presta a la disciplina, los cuales mantienen viva a la primera a pesar de su esencial falta de relevancia para las tareas científicas centrales de esta última. El historiador profesional, cuya base institucional se encuentra más allá de la disciplina, tiene la buena fortuna de no estar limitado por estas restricciones disciplinares. Es muy probable que devuelva la gentileza de los científicos tratando sus preocupaciones actuales como irrelevantes. Los historiadores profesionales de la ciencia tienen sus propios criterios sobre lo que es históricamente significativo, y es posible que sean muy diferentes de los que sostienen los científicos en actividad (Forman, 1991). Al estar libres del corset del "whiguismo", a menudo producen un conocimiento histórico intrínsecamente más valioso, pero deben pagar un precio: el aislamiento en relación a la comunidad de los científicos. El público al cual llegan los historiadores de la ciencia seguramente está formado por otros historiadores y no por científicos. De modo que la profesionalización y la creciente autonomía de la historia de la ciencia en realidad fortalecen la ideología de la científica según la cual historia y metodología se excluyen mutuamente. El historiador de la ciencia y el científico trabajan cada uno en su rincón, sin interactuar jamás. Para algunos historiadores, este estado de cosas es dificilmente evitable. Paul Forman, por 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 3 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... ejemplo, ha formulado hace poco de manera muy aguda la división que separa al científico del historiador de la ciencia. Según él, hay dos "juicios morales básicos" que podemos aplicar en historia: "la celebración" y "la crítica". Por oposición al historiador celebrante, "el historiador crítico ‑quien comprende que el conocimiento científico se construye socialmente, en parte dentro y en parte fuera de la disciplina‑ debe en cambio centrarse ya sea en los problemas sociales de la ciencia o en la ciencia como problema social". (Forman, 1991, p. 83). Esto implica dividir las aguas entre el científico y el historiador crítico de la ciencia, ya que "uno toma la ciencia como referente primario y fuente de valor, mientras que el otro prioriza a la sociedad". (ibid.). Tomar la ciencia como referente primario significa aceptar la autoridad moral de la comunidad científica e historiar celebrando esa autoridad. Los historiadores críticos se rehusan a hacer esto y es por ello que moralmente se ubican a sí mismos fuera de los límites de la comunidad disciplinar. No pueden esperar ser escuchados ni ser tomados en serio por los miembros de esa comunidad. Las actitudes del común de los psicólogos ciertamente parecen confirmar el análisis de Forman. Está permitido que alguien se aparte por un tiempo de ocupaciones más serias, con el propósito de homenajear a tal o cual ícono en ocasiones ceremoniales apropiadas, pero no hay lugar en este mundo para una historia crítica o reflexiva. Eso se deja alegremente a los historiadores profesionales, sin la más mínima impresión de haber renunciado a algo que posea la menor relevancia para los propios intereses. Los trabajos más antiguos en la historiografía de la disciplina se adecuaban a estas actitudes, siendo la mayor tarea de los historiadores la producción de libros de texto destinados a la propagación de una ideología disciplinar en contextos didácticos. Más recientemente, no obstante, ha habido un incremento de los estudios críticos, y aunque el "anticuarismo" y la historia celebratoria no han desaparecido en absoluto, este campo está ahora en disputa. Aunque a muchos psicólogos aún les resulte difícil concebir cualquier forma de relacionarse con el pasado de su disciplina de otro modo que no sea el característico de las ciencias físicas, también hay una cantidad creciente de estudios históricos dentro de la psicología que siguen un modelo más frecuentemente asociado con ciencias humanas como la sociología o la economía. En este modelo, la historiografía tiene la función de tornar visibles las discontinuidades históricas fundamentales, y de destacar la existencia de alternativas conceptuales. Cuando eso ocurre, los estudios históricos tienen potencialmente una considerable relevancia contemporánea, más allá de la esfera didáctica. Los sociólogos todavía estudian a Weber y a Durkheim, así como los economistas aún estudian a Adam Smith y a Ricardo, mientras que los estudios sobre Galileo y Newton no son parte de la física, sino de una disciplina por completo diferente: la historia de la ciencia. En lo que se refiere a la psicología, el conflicto acerca de la manera en que la disciplina debe relacionarse con su pasado está muy conectado con las eternas ambigüedades en torno a su estatuto como ciencia natural o como ciencia humana (Morawski, 1987). Sólo en la medida en que sea vista esencialmente como una ciencia humana, la historiografía de la disciplina continuará teniendo un rol dentro de la disciplina misma. Si se concibe a la psicología como algo que no difiere en esencia de la física, entonces su historia debe en efecto dejarse a los historiadores. Claramente, la cuestión de la filiación disciplinar de la historiografía de la psicología implica temas que van más alla del nivel institucional. Y esto me lleva al segundo desafío que enfrenta este campo. Es un desafío que se basa más en problemas de actitud y compromiso filosófico que en cuestiones de especialización profesional. Las contribuciones clásicas a la historia de la psicología que asociamos al nombre de E. G. Boring tuvieron lugar durante un período de positivismo rampante y de naturalismo científico ingenuo. Durante este período los historiadores de la ciencia y los científicos en actividad generalmente compartían la misma fe en el progreso acumulativo y la objetividad no problemática de la ciencia, cosa que ahora a algunos de nosotros nos parece algo ingenua. Por supuesto que esta clase de fe era básica en la obra de Boring y en muchos trabajos que derivaron de ella. En este respecto, Boring no fue para nada peculiar. La historia de la ciencia de esa época generalmente compartía esas características, como se ve por ejemplo en la obra de un gran contemporáneo de Boring: George Sarton. Sólo más tarde, en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, un clima más escéptico, una actitud más crítica se introducirían en la labor de los historiadores y también en la de los filósofos de la ciencia. La creciente separación institucional entre la ciencia y la historia de la ciencia fue 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 4 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... acompañada por el desarrollo de una actitud divergente de parte de ambos bandos. Mientras que la mayoría de los científicos en actividad continuaban aferrándose a las viejas creencias, los historiadores iban volviéndose más escépticos. Hace diez años, el historiador Charles Rosenberg destacaba "el desarrollo de una actitud crítica e incluso antagónica hacia los roles pasados y presentes de la ciencia en Estados Unidos", un desarrollo fuertemente implicado en "el crecimiento de un espíritu más crítico y políticamente consciente" entre los historiadores de la ciencia norteamericanos (Rosenberg, 1983). En Europa, sobre todo en Gran Bretaña, hubo un incremento vigoroso de los estudios sociológicos de la ciencia, los cuales socavaron radicalmente su exclusividad moral, propagando la idea, que alguna vez fue conmocionante, de que la práctica de la ciencia era una actividad mundana en esencia gobernada por los mismos principios que rigen otras formas del trabjo humano. Hacer ciencia comenzó a ser visto como una cuestión de organización social, competencia por escasos recursos, intereses sociales, persuasión retórica y construcción de consenso, tanto como muchas actividades moralmente menos respetables. Otro área profundamente afectada por este cambo radical fue la filosofía de la ciencia. Durante el apogeo de la fe en la autoridad moral de la ciencia, la filosofía de la ciencia estuvo ampliamente dominada por las distintas variantes del positivismo, siendo la última de ellas el positivismo lógico, que cimentaba la pureza de la ciencia en la pureza lógica de su lenguage y en la pureza sensorial de sus observaciones. Virtualmente, todo lo que la ciencia tenía de humano era relegado al llamado "contexto de descubrimiento", dejando el llamado "contexto de justificación" como el residuo suprahumano de la ciencia idealizada. Hace más o menos tres décadas, esta estructura conceptual ‑que ya estaba empezando a tambalearse debido a sus problemas internos‑ recibió un golpe casi fatal con la publicación del libro de Thomas Kuhn sobre las "revoluciones científicas" (1962). Luego del análisis de Kuhn y la inundación de bibliografía a la que dio lugar, se hizo cada vez más difícil mantener una separación estricta entre la racionalidad intemporal de la ciencia y las comunidades científicas históricamente cambiantes que encarnaban y practicaban esa racionalidad. En ese sentido, la nueva filosofía de la ciencia comenzó a recurrir a la historia de la ciencia para probar e ilustrar sus propias generalizaciones. Todos estos desarrollos tendieron a abrir nuevas posibilidades para la historia de la ciencia, que previamente había sido relegada a un lugar marginal. Durante el apogeo del cientificismo, cuando la autoridad supramundana de la ciencia estaba más allá de todo cuestiionamiento, la historia de la ciencia tenía poco que hacer, excepto dedicarse al anticuarismo o la celebración. No obstante, con el nuevo escepticismo y su reconocimiento de la ciencia como una empresa social entre otras, se había abierto un espacio que podía ser ocupado por la historia crítica de la ciencia. Dicha historia tenía una contribución obvia para hacer al nuevo campo de los estudios de la ciencia, para el cual esta última ya no era la máxima fuente de certidumbre, sino un objeto de estudio como cualquier otro. La disciplina psicológica, al menos en Estados Unidos, tardó mucho en reaccionar ante estos procesos. En vista del rol fundacional que habían tenido el positivismo y el cientificismo en la constitución de la psicología norteamericana moderna, este conservadurismo no es particularmente sorprendente. No hace mucho tiempo, prácticamente el único lugar en que uno todavía podía encontrar ejemplos de positivismo no aggiornado era en los textos de psicología. No obstante, la inercia no fue absoluta y gradualmente comenzaron a aparecer algunos signos de una nueva apertura. Las prescripciones metodológicas se volvieron un poco menos rígidas y pudieron formularse preguntas que antes no se habrían planteado. Fue este relajamiento lo que permitió el desarrollo de una historiografía crítica dentro de un marco disciplinar que era en general poco promisorio. En este proceso, el desafío radica en si el mismo proporcionará o no la base para un nuevo tipo de relación entre la disciplina y sus historiadores. En la relación tradicional, los historiadores tenían un rol cercano al de los cronistas de la corte de antaño. Su función era proporcionar una genealogía antigua y respetable, por un lado, para los gobernantes de turno, y por el otro, para las leyes vigentes. Esto se ve muy claramente en el caso de E. G. Boring y las leyes de la psicología experimental norteamericana de mediados del siglo veinte. En este modelo, el historiador disciplinar es apreciado en la medida en que justifica y legitima el presente. La metáfora del cronista de la corte también nos ayuda a ver otro aspecto del antiguo rol del historiador; el presente que debía legitimar era un presente hegemónico. Típicamente, el cronista de 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 5 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... la corte justificaba la intención de un individuo o una familia de gobernar, desacreditando los reclamos de sus rivales. De manera similar, el trabajo de un historiador como Boring justificó la intención de una versión de la psicología de constituirse en un modelo a imitar para todas las demás. Históricamente, esta intención llegó a ser muy exitosa. Resta saber si el nuevo período en el que ahora hemos ingresado brinda la posibilidad de un nuevo rol para el historiador de la disciplina, y en caso de ser así, si los historiadores serán capaces de aprovechar esta posibilidad. Si en verdad hemos llegado al final de un período caracterizado por la hegemonía de una versión de la psicología y hemos ingresado a otro de pluralismo, entonces puede que haya un nuevo rol para el historiador de la disciplina. Como primer paso, debe corregirse la parcialidad de la antigua historiografía. Pero el verdadero desafío de esta nueva situación sólo aparece después de haber dado este primer paso. La cuestión es si el viejo justificacionismo monolítico simplemente será remplazado por una variedad de monólogos que legitiman cada uno ciertos intereses específicos, o si se desarrollará un diálogo entre estas distintas voces, dando como resultado un nuevo nivel de discurso en relación a la historia y al estatuto presente de la psicología. Si eso ocurre, entonces los historiadores que trabajan dentro de la disciplina podrán realmente hacer una contribución singular y constructiva para su progresiva transformación. Tal resultado, no obstante, depende del abandono del engaño naturalista ‑compartido por psicólogos e historiadores‑ según el cual las categorías de la ciencia psicológica actual se corresponden con la arquitectura universal de la subjetividad humana. Necesitamos distinguir claramente entre el lado subjetivo de la existencia humana y la forma en que lo construye la psicología a través de sus conceptos y métodos. No hay ningún conjunto de conceptos psicológicos que, siquiera remotamente, haga justicia a la realidad de la subjetividad humana, ni hay ningún conjunto de preceptos metodológicos que no distorsione esa realidad. Aún así, estos conceptos y preceptos son nuestros medios para obtener cierta comprensión sistemática de dicha realidad. Para utilizar tales medios imperfectos de manera inteligente, debemos estar advertidos acerca de sus limitaciones. Existen dos formas de lograr ese objetivo: por medio del análisis lógico crítico, o del análisis histórico crítico. La importancia de este último deriva del hecho de que los conceptos y los preceptos metodológicos de la ciencia son ellos mismos productos históricos. Por lo tanto, los objetos que postulamos al utilizar estos conceptos y métodos son objetos históricos que cambian en el curso de la historia de la humanidad (Danziger, 1993). En este sentido, la psicología no tiene nada de especial. Todos los objetos científicos son objetos con una existencia histórica. Cito a Kurt Hübner, un prominente filósofo de la ciencia alemán: La mayoría de los objetos con los que ha tratado la ciencia en el curso de su historia ‑objetos que ostensiblemente parecen ser los mismos‑ en verdad sólo tienen en común un cierto aire familiar. Ya se trate del espacio, del tiempo, de los cielos estrellados, de las fuerzas que mueven a los cuerpos, o de cualquier otro objeto de la ciencia, sería en vano que buscáramos algun significado compartido que pudiese aplicárseles a lo largo de sus respectivas historias, y que como tal... pudiera servir como base continua y común para todas las teorías científicas dedicadas a cualquiera de esos objetos. Para la humanidad ya fue suficientemente difícil captar que el tiempo no era el mismo en todas las partes del mundo; quizás sea aún más difícil entender que cuando investigamos un objeto científico, tanto en el presente como en su existencia pasada, no estamos hablando necesariamente de la misma cosa. (Hübner, 1979, p. 218). Hübner se refería a los objetos de la física; pero, si los objetos de la física deben ser considerados en el marco de la historia humana, cuánto más obvio es esto en el caso de los objetos de la psicología. La memoria que investiga un estudiante contemporáneo de la disciplina no es el mismo objeto que Ebbinghaus trataba de estudiar por medio de sílabas sin sentido, y ninguno de ellos tiene más que una tenue conexión con la memoria tal como era concebida por Aristóteles (Danziger, 1990c). Las diferencias individuales según Eysenck, por ejemplo, constituyen características objetivas del mundo; no tienen nada que ver con las diferencias individuales ponderadas por Carl Jung. El "comportamiento" estudiado por la "ciencia comportamental" del pasado reciente es un objeto muy distinto del que inspiró a John B. Watson o a Lloyd Morgan. 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 6 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... Tales cambios históricos se deben a modificaciones en el marco dentro del cual han operado las distintas generaciones de académicos y científicos. Dichas modificaciones están a su vez enmarcadas en una situación histórica general que incluye los valores, los supuestos implícitos y los intereses sociales de los grupos de investigadores, así como su ubicación en el contexto sociocultural más amplio, de cuya influencia no pueden escapar. De este modo, si los objetos de la ciencia necesariamente existen dentro de un marco teórico, y si este último siempre es parte de un contexto histórico más amplio, se deduce que los objetos de la ciencia son objetos históricos. No obstante, para llegar a una adecuada comprensión de los objetos históricos, debemos emprender estudios históricos (Juttemann, 1986). Esa es la razón por la cual la historia puede reclamar legítimamente cierta prioridad cuando se trata de entender qué significa estudiar algún tema científicamente. En el caso de la psicología, no son sólo los conceptos y los métodos de la disciplina los que sufren un cambio histórico constante, sino también su mismo objeto. La subjetividad humana, que está detrás de los objetos de la investigación psicológica, está ella misma fuertemente implicada en el proceso histórico, como agente y a la vez como producto. Además, la historia de la psicología y la historia de la subjetividad humana no son mutuamente independientes. Cambios en una producen efectos en la otra. De modo que las bases para reclamar una cierta prioridad para la historia son mucho más fuertes en el caso de la psicología que en el de las ciencias naturales. Esto significa que los estudios históricos tienen un valor potencial mucho mayor dentro de la psicología que dentro de la física. El desafío consiste en convertir esta potencialidad en una realidad, lo que depende de un cambio en los compromisos metafísicos tradicionales, compartidos por psicólogos e historiadores. Esos compromisos, como ya he indicado, giran en torno a un naturalismo ingenuo que supone una correspondencia esencial entre el conjunto de categorías psicológicas más recientes y una naturaleza humana invariable. La historia [history] se transforma entonces en una historia [a story] del progreso acumulativo hacia el tiempo y el estado presentes. La historia, si se quiere, es epifenoménica; no tiene nada que contribuir al conocimiento real incorporado en el estado actual de la disciplina. Por lo tanto, para esta última, el trabajo de los historiadores se vuelve periférico. Es improbable que esta situación se modifique, a menos que ‑y hasta que‑ las concepciones sobre la naturaleza de la ciencia y del objeto de la psicología cambien en la dirección que acabo de indicar. Ahora querría abocarme al tercero de los desafíos que, según creo, enfrenta en el presente la historia de la psicología. Ese desafío surge del hecho de que hemos llegado al final de un período durante el cual la historiografía de la psicología estuvo esencialmente en manos de "insiders", es decir, de individuos que eran miembros del mismo grupo de cuya historia se trataba. En otras palabras, la historia de la psicología era escrita por psicólogos. No obstante, la noción de "historia hecha por insiders" implica mucho más que eso, ya que insiders y outsiders pueden diferenciarse en gran cantidad de importantes dimensiones: la filiación disciplinar sería una de ellas. Ahora que se obtiene un mayor número de aportes a la historia de la psicología de parte de personas ajenas a la disciplina podemos ver que esto produce una diferencia. En principio, la historia en general tiende a tener un tono un poco más crítico y a carecer de ese aire autocomplaciente que a menudo se asocia con la historia insider. De modo que la existencia de la historia outsider representa un un cierto desfío para la historia insider. Puede que esta última sea impulsada a reexaminar las limitaciones de sus propios puntos de vista, o puede que continúe del viejo modo, arriesgándose a sufrir el desprecio socarrón de todos los que no sean miembros del mismo club. En la historiografía reciente de la psicología hemos tenido ejemplos de ambos tipos de reacción, así es que el desafío sólo ha sido resuelto en parte, y aún permanece abierto, en lo que atañe a este campo en su conjunto. No obstante, el desafío para la historia hecha por insiders no sólo proviene del exterior de la disciplina. Como acabo de indicar, puede que individuos ligados esta última adopten una perspectiva más crítica, generalmente asociada a los outsiders. Un desafío interno aun más importante para la historia hecha por insiders es el hecho de que los miembros de la disciplina no forman una comunidad homogénea, sino que están altamente estratificados de acuerdo a varios criterios. Por ejemplo, hay una jerarquía tradicional en la cual los experimentalistas militantes quedan ubicados en la cúspide y los psicólogos aplicados en algún lugar cerca de la base (Sherif, 1979). Desde esta perspectiva, una historia como la de Boring es historia hecha por insiders, en el sentido de que fue escrita desde el punto de vista de una élite interior a la disciplina, para la cual la 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 7 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... psicología social o la psicología de niños constituían formas menores de la psicología que sólo eran toleradas en los márgenes de la disciplina y de su historia. Durantre mucho tiempo, los marginados tendieron a aceptar los criterios que legitimaban su condición inferior. En realidad, trataban de emular a sus superiores esforzándose por parecérseles cada vez más, siendo más "rigurosos", más experimentales, etc. Por lo tanto, la historiografía tradicional de la disciplina no fue seriamente cuestionada desde este sector; pero, en años recientes ha habido numerosos signos de que la vieja jerarquía disciplinaria está comenzando a desmoronarse. Muchos de estos signos son tan familiares para ustedes que no requieren de una elaboración especial. La autonomía y la confianza crecientes de los sectores previamente marginados dentro de la disciplina, la ruptura organizacional de parte los experimentalistas disconformes, la proliferación de alternativas radicales al cientificismo tradicional, son todos signos seguros de la progresiva corrosión de las viejas certezas y las antiguas jerarquías. Hay en este proceso dos instancias más en las que quiero detenerme; en una debido a su especial significación, y en la otra, por que se la pasa por alto con mucha facilidad. Ambas tienen una importancia excepcional para la historiografía de la psicología. El primero de estos desarrollos se refiere al surgimiento de la teoría feminista y a sus efectos en la psicología. Como otros grupos que han encontrado su propia voz después de ser excluidos de los altos mandos de la autoridad disciplinar, las mujeres han iniciado estudios históricos críticos que aportan una contribución importante para la autocomprensión de la disciplina (v.g. Bayer, 1992; Furomoto, 1989; Morawsky, 1988, 1990, 1992). Ellas pueden hacerlo porque han trascendido las limitaciones de un "empirismo feminista" de épocas anteriores, que parecía seguir la receta "agregue mujeres y revuelva". Cada vez más, el rechazo de las relaciones de poder patriarcales se ha extendido al examen crítico de la clase de cultura científica que las mismas han cimentado en el pasado (Harding, 1986; Nelson, 1990). Más allá del desafío que representa el poder moral e intelectual de este enfoque, tiene una importancia especial para la historiografía de la psicología debido a que las mujeres han tenido una fuerte presencia en esta disciplina y a que las implicancias de esta presencia trascienden intereses sectoriales y afectan a la disciplina en su conjunto. Debo prestar especial atención a un segundo desarrollo que incide sobre la estabilidad de la hegemonía intradisciplinar tradicional, ya que a menudo es invisible desde una perspectiva norteamericana. Se refiere a lo que podría llamarse la geografía humana de la disciplina. El período del reino supremo del cientificismo y el positivismo fue también el período en que la psicología prácticamente se había transformado en una ciencia norteamericana. Después de que los nazis tomaran el poder en Alemania, durante al menos una generación, la psicología tuvo poca envergadura fuera de Estados Unidos y se limitó a seguir su liderazgo. Más recientemente, no obstante, la disciplina ha vuelto a expandirse con rapidez en Europa y en el resto del mundo. A escala internacional, la proporción de investigación psicológica producida en Estados Unidos ha estado disminuyendo de manera sostenida durante varios años (Rozenweig, 1984; Sexton y Hogan, 1992). Esta nueva tendencia ha renovado el interés de un creciente grupo de psicólogos no norteamericanos en su propia tradición psicológica. En la mayoría de los casos, obviamente, esa tradición es muy diferente del curso que la psicología tomó en Estados Unidos. Temas de gran importancia en el contexto norteamericano, como el conductismo, no tienen más importancia que unas notas a pie de página, y otras cuestiones -desconocidas para la mayoría de los psicólogos norteamericanos- se vuelven muy significativas. Lo que para la psicología norteamericana fue un importante desarrollo, como la revolución cognitiva, aparece como un hecho insignificante desde la perspectiva europea, a causa de la existencia de una tradición cognitivista local que jamás llegó a cruzar el Atlántico. Podrían citarse muchos otros ejemplos de diferencias de este tipo y algunas de ellas podrían plantear profundos interrogantes. Por ejemplo, la historia de la relación entre la psicología y la sociedad -en los niveles institucional y cultural- muestra una diversidad de modelos en distintos países europeos, ninguno de los cuales se adecua al modelo norteamericano (v.g. Dehue, 1991; Geuter, 1992; Joravsky, 1989; Van Strien, 1991). Pero no sólo en el Primer Mundo han encontrado su propia voz grupos con una tradición psicológica distinta. De manera más lenta, quizás, pero a largo plazo inevitable, psicólogos de Asia meridional y oriental, de África y Latinoamérica se están formulando preguntas sobre sus propias tradiciones y sobre su relación con la teoría y la práctica de la psicología (Moghaddam, 1987). Cuanto más hacen esto, más insatisfechos quedan con el parroquialismo de una historiografía de la 27/03/2019 06:44 p. m. Danziger_Tres desafios para la historia de la psicologia 8 de 12 http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Desafios_historia... psicología anclada en las perspectivas norteamericana y europea (Ardila, 1982). Esto trae aparejadas preguntas que son ajenas a las historias tradicionales de la disciplina, incluyendo interrogantes sobre la psicología y el imperialismo cultural, por ejemplo, o sobre el vínculo entre la psicología y el proyecto histórico del modernismo (Bulham, 1985; Moghaddam, 1990; Sampson, 1991; Sloan, 1990). Estos desarrollos han conducido al surgimiento de nuevos conceptos que son de gran interés para el historiador disciplinar. El concepto de "indigenización", por ejemplo, se refiere al proceso por el cual nociones y prácticas psicológicas importadas son asimiladas y transformadas por el contexto social local. (Adair, 1992; Church, 1987; Lagamay, 1984; Sinha, 1986). Este proceso no se reduce a los países que generalmente se clasifica como "en vías de desarrollo". En gran medida, el primer medio siglo de historia de la psicología norteamericana moderna implicó la americanización -es decir, la indigenización- de conceptos y prácticas psicológicas provenientes del clima social e intelectual europeo, el cual era muy distinto. Para ilustrar esto claramente baste recordar la suerte seguida por contribuciones fundamentales como las de Wundt y los teóricos de la Gestalt, así como las de Kurt Lewin y Fritz Heider (Antaki y Leudar, 1992; Ash, 1985; Blumenthal, 1977; Brock, en prensa; Danziger, 1992; Henle, 1980; Rieber, 1980). En cierto sentido, la psicología moderna está retornando a la posición desde la que comenzó: una posición policéntrica en la cual hay centros de trabajo psicológico distintos pero interconectados, que reflejan la diversidad de condiciones y tradiciones locales (Danziger, 1991). En la medida en que estos centros están surgiendo sobre el terreno histórico de un pasado reciente -en el que un sólo centro dominaba- antes que nada sienten la necesidad de definir su propia identidad histórica. Esto rápidamente conduce a cuestiones más generales que también son relevantes para la historia de la disciplina en los centros más consolidados. En particular, la ampliación de la perspectiva histórica que ha resultado de la más reciente globalización de la psicología trae aparejadas preguntas sobre las condiciones que inciden en la migración transcultural de las categorías psicológicas. A su vez, eso conduce a interrogantes acerca de la relación entre las categorías de la psicología científica y las creencias culturalmente asimiladas, así como las formas locales de la práctica institucionalizada. En la medida en que la psicología se asemeje a las ciencias naturales en el hecho de ser independiente de la cultura local, su historia será percibida como irrelevante para la práctica actual y por lo tanto, se verá restringida a los historiadores profesionales. No obstante, una y otra vez esta independencia ha probado ser mucho más frágil que en el caso de las ciencias naturales, circunstancia que ha fortalecido el lazo entre la reflexión histórica y la práctica efectiva, creando un rol para el historiador disciplinar, que es crítico en más de un sentido. El surgimiento de una historiografía crítica dentro de la disciplina psicológica indica una modificación del marcado contraste entre las perspectivas del científico insider y del historiador outsider, que abordamos con anterioridad. Donde la cohesión moral de la comunidad científica sigue siendo estricta y eficaz puede que los científicos y los historiadores representen dos islas profesionales incapaces de comunicación; pero, debido a las razones que ya he indicado, la psicología no puede mantener esa cohesión. Esto ha significado la aparición de voces de outsiders -que son outsiders desde el punto de vista del científico insider- que reclaman la posición de insiders en virtud de su filiación disciplinar con la psicología. La estructura cada vez más policéntrica de este campo, la conciencia creciente de las relaciones antagónicas dentro del mismo y la consecuente pérdida de cohesión moral crean una situación más compleja que la que tenía lugar frente a la rígida oposición entre las sensibilidades científica e histórica. Es una situación que provee un contexto para el desarrollo de lo que ha sido descripto como "la tensión creativa entre la distancia y el compromiso" (van Strien, 1992). Allí donde el compromiso de los insiders con los conceptos y prácticas de la disciplina se combina con la distancia moral que mantienen los outsiders uno tiene razones para esperar el surgimiento de una historiografía que sea a la vez crítica y eficaz. REFERENCIAS: Adair, J.G. (1992). 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Traducción: Alejandro A. Dagfal 27/03/2019 06:44 p. m.