Subido por Jesus Najib Pastran Labrador

ENTRE ROJOS LABERINTOS

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Cumanacoa en la IV
ENTRE ROJOS LABERINTOS
Cumanacoa en la IV
ENTRE ROJOS LABERINTOS
Jesús Najib Pastran L.
©Jesús Najib Pastrán, 2011
Corrección
Diagramación Johan Arcaya
Diseño de portada Johan Arcaya
Operario Rafael Ilich Mendoza
Hecho el depósito de ley
ISBN
LF
Dedicatoria:
A mis hijos:
Ramón Antonio, Clovis Jesmariel y Valentina.
A Rafael Fuentes: “El castor”.
A la memoria del grande amigo DANIEL LOZADA.
Presentación
La obra “Entre Rojos Laberintos” constituye, un
excelente testimonio de lo que fue el “vivir” y el “hacer” de la
juventud cumanacoense de los convulsos años de la década de
los 70 que iniciaba su acercamiento a las ideas socialistas en
la hoy denominada época de la IV República. Son los tiempos
históricos en los que una pléyade de muchachos y muchachas
quienes, impulsados por ímpetus soñadores de una
revolución posible, se atrevieron a desafiar al sistema
capitalista tempranamente impuesto a sangre y fuego en
nuestra nación por una gendarmería cuya Política de Estado
se refrendó en “el disparar primero y averiguar después”.
“Entre Rojos Laberintos” es una provocación al recuerdo
juvenil de tiempos que no volverán, así como tampoco más
nunca volverán los responsables de la inmensa injusticia,
desigualdad, exclusión, pobreza, represión, desnutrición
infantil, encarcelamientos, torturas y las desapariciones
forzosas, impuesto por un régimen de horror y de dolor
dirigido por comerciantes del hambre, la miseria y de la
muerte… Con “Chuo” Pastrán, como familiarmente lo
llamamos, me ha tocado compartir de cerca toda una vida,
pero, sobre todo aquellos momentos en los que evocando en
el recuerdo, de aquella Cumanacoa setentina, un grupo de
muchachos, animados por él, irrumpimos en la política de
izquierda, entre quienes se contaban Manuel Velásquez,
Florencio Contreras, Pedrito Campomás y Clemente
Aranaga, entre otros. Recuerdo que, entre las primeras tareas
asignadas a este grupo, nos tocaba vender el periódico
“Tribuna Popular” como actividad para principiantes y luego
informar
al
camarada
Luis
Rojas
o
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Francisco Contreras–El Ruso-, responsables del Partido
Comunista de Venezuela en Cumanacoa y al resto del colectivo
político… pues bien el asunto es que, luego de cumplida la
tarea, nos correspondía rendir informe pormenorizado acerca
de quienes lo compraron, donde vivían y que tipo de
comentario hacían en relación a los artículos publicados, y
llevar un registro de quienes tenían suscripción permanente
para posteriores visitas.
Bien, vale la pena resaltar, ahora que recordamos aquella
época juvenil Cumanacoense, que el asunto del periódico
“Tribuna Popular” no se quedaba en la simple venta, es decir,
en la labor de pregonero, pues en verdad no era esa nuestra
actividad económica, por el contrario, era, si, una tarea de
pro-militante revolucionario principiante… Tiempo después,
viviendo en casa de mi Hermana Nellys(+) en la Ciudad de
Caicara de Maturín, del Estado Monagas, donde fui enviado
por doña Ramona para alejarme definitivamente de las
“juntillas” con Rubén “Melanio”, El Chino Ramón, El loco
Francisco y demás portadores del germen del comunismo, quienes, en su entender, eran los verdaderos responsables de la
detención del “Chuo” por parte de la DISIP como consecuencia
de liderar una huelga estudiantil en el Liceo “Luis Beltrán
Sanabria”; me correspondió entonces hacer lo propio, esta vez
junto a jóvenes de aquella población, recuerdo a “Rey” Fajardo,
el poeta Miguel Mendoza Barreto y su hermana Mórela, con
el periódico “Basirruque” órgano de la Liga Socialista de la
que “El chuo” era dirigente en el Pedagógico de Maturín,
posteriormente con el periódico ¿Qué hacer? del Comité de
Luchas Populares y finalmente con “Ruptura” del Movimiento
Político Ruptura/Partido de Revolución Venezolana al cual
terminé incorporándome como militante al lado del escritor
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Diego Salazar(+), Klebber Ramírez(+), Ali Rodríguez Araque,
“El catire” Ramón Morales Rossi, Argelia Melet y Douglas
Bravo, entre muchos otros, y en el que participé activa y
orgánicamente en sus filas hasta la disolución definitiva del
mismo.
Ahora bien, todos estos acontecimientos no constituían
para nada una acción ociosa de jóvenes mal encaminados
en la vida o “malignamente” orientados con relación a la
política y en el “peor” de los casos contaminados por el
germen del castro-comunismo, denominación despectiva,
perversa y aberrantemente usada desde aquella época y ahora
renovado con más brío y fuerza por los pitiyanquis del ayer
y del hoy sustentados en la relación de confraternidad que
han unido por siempre a los pueblos de Venezuela y Cuba…
Las causas verdaderas están en la imposición forzada del
sistema capitalista, rapiña y carroñero generador de injusticia,
desigualdad y toda clase de exclusión, cuya fuerza opresora
y represiva, apoyada por el imperialismo yanqui, obligaba a
que los muchos jóvenes de nuestra generación en la década de
los años 70, optaran por incorporarse a los distintos frentes de
lucha más cercanos.
Finalmente, con “El Chuo” Pastrán viví la excelente
oportunidad para compartir experiencias únicas e irrepetibles
como la vida misma, en las ocasiones de acompañarlo en la
continuidad constructiva del sueño maravilloso de hacer
realidad primero el Suplemento Literario “RAÍCES” encarte
semanal del diario “El Oriental”, donde inicia sus acciones
literarias, como autor de crónicas y ensayos literarios,
luegoe con el Suplemento Literario “ROCINANTE” desde
el cual llega a construir su primera propuesta poética:
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“CLAROSCUROS”,
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así
como
una
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segunda:
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“BURBUJAS”, ambas, todavía en situación de inéditos,
para entonces llegar a éstos “ROJOS LABERINTOS”, desde
el orden de la narrativa y cuyo estilo explora entre el ensayo
y la cuentística, al cual damos por asegurado será de todo el
agrado del público lector.
William Pastrán Labrador (wilopa)
Cronista Oficial del Municipio Montes.
Diciembre, 2016.
Prólogo
Cumanacoa, síntesis de determinaciones geohistóricas, es el pueblo del sur-oeste del Estado Sucre, en
el oriente de Venezuela, que Jesús Najib (Chuo) Pastrán
Labrador, convierte en espacio de vivencias y cotidianidades,
expresadas a través de diversos personajes.
“Cumanacoa en la IV: entre rojos laberintos”, es la
com- posición expresiva que Chúo logra concebir para
desplegar, al menos eso nos parece, una ecuación que
integra referentes territoriales, histórico-políticos y
existenciales. Esa especial combinación que da presencia a
resultados del devenir del Va- lle de Cumanacoa, a la
persistencia de la batalla de las ideas, en sentido literal, y a las
pasiones constantes, propias de las vidas que eligen, definen e
impulsan sus rumbos, se convierte es una especie de eje
transversal que permite a nuestro escritor, saciar de fuerzas
inconmensurables a determinados personajes y co- locarlos en
momentos fundamentales cuando se desatan acontecimientos internacionales, regionales y locales.
Claro, valga aclarar, como dato para destacar, que Chuo
y el que presume de prologuista, son de Cumanacoa. Allí vivieron hasta su adultez temprana, camino a la formación universitaria junto a otros derroteros disponibles y, como muchos
otros, van y vienen de manera permanente, no solo por los
vínculos familiares y afectivos que jamás desaparecen, sino
porque el pueblo, nuestro pueblo, también es nuestra “madre matria”. Allí yacen, como anclajes del ser, los ruidos de la
memoria, que cada cierto tiempo, vuelven y resuenan como
campanas fecundas soltando ideas al vuelo que caerán aquí y
allá, quedando atrapadas en las urdimbres que hacen al pueblo
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mismo. Algunas de esas nobles y no tan nobles ideas, gracias
a viajeros propios y forasteros, a los vientos que recorren el
Valle por las salidas naturales del Turimiquire y a las corrientes
con intensidades diversas del Rio Manzanares, podrán hacer
sus previsibles escándalos en otros pueblos, en otros seres, en
otros ambientes. Quizás, eso sea uno de los tantos propósitos
de Chuo: provocar escándalos aquí y allá.
Así las cosas, nuestro escritor no se entrega, en estricto, a
un texto testimonial, ni a la historia local o de la cotidianidad.
Más bien se deja tentar por las vertientes de la historia novelada,
donde predominan hechos históricos transcendentales, como
las referencias de la Lucha Armada venezolana, pues desde allí
se tejen y re-tejen los vínculos con los personajes, donde, por
cierto, el escritor es uno de ellos. Con esa conversión del escritor como personaje, pudiéramos decir, cual película de la
tele o de la gran pantalla: “cualquier relación con la realidad es
mera coincidencia”. Puede que sea como la realidad, incluso
que se parezca a ella, pero no es la realidad. También pudieran
identificarse los olores de plátano frito con Manteca los Tres
Cochinitos, la descripción de los uniformes del Liceo o de las
Escuelas, las cotidianidades de la calle, los bohemios y personajes populares, los cines, las fiestas religiosas o no, los botiquines
y afines, los secretos de alcoba, los aparecidos y fantasmas, las
comidas, los juegos, y, por supuesto, los actores de la política,
como los que presenta Chuo, que además viven, sobreviven y
mueren naturalmente o los asesinan.
El final de los años cincuenta y el inicio de los setenta,
marcaron un escenario privilegiado de la historia mundial,
pues para ese tiempo se desarrollaban, cada vez con mas fuerza,
las luchas de los pueblos por su liberación, bien del imperialismo, bien del neocolonialismo.
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En el caso de Venezuela, dominada en ese momento por
la extrema derecha de la denominada “ancha base” adeco-copeyana, el betancurismo soltó los dispositivos de la violencia
represiva para enfrentar los movimientos populares, El aparato
represivo del Estado, con el declarado apoyo de los sectores
socio económicamente dominantes del país; los gremios, sindicatos y organizaciones de trabajadores, estudiantes, campesinos, llegaron a fortalecerse como muros de contención contra
las luchas populares.
Domingo Faustino Maza Zavala (1979, p. 46), en su estudio que lleva por nombre “Historia de medio siglo en Venezuela, 1926-1975”, con una visión muy particular del asunto
que venimos exponiendo, señala lo siguiente:
La acción combinada –en los hechos por supuesto- de la
represión oficialista, en su más amplio sentido, y de la impaciencia revolucionaria por “quemar etapas” para alcanzar una
transformación de la sociedad venezolana – visto el fenómeno
cubano y {el} no tan reciente pero vivo aun, el triunfo de la
lucha china -, condujo, desde 1962, a la guerra de guerrillas en
los campos y ciudades, convencidas las fuerzas combatientes de
la eficacia de las tácticas del “foquismo” entonces en boga. La
lucha armada cobró impulso en ese tiempo entre 1962 y 1967,
vigorosa en los primeros años, golpeada por los reveses múltiples y la ausencia de perspectivas claras de los últimos años,
combatía sin descanso con el ejército, cuyos recursos anti guerrilleros se hicieron cada vez más eficaces y carcomida después
internamente por las diversas discrepancias que surgieron dentro de las fuerzas políticas coordinadoras de la lucha armada.
1969 es una fecha clave en estos aconteceres nacionales
y – como veremos luego – también en el ámbito regional-lo-
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cal. El socialcristianismo llega al poder de la mano de
Caldera,
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promotor de la llamada “pacificación”, cuando el movimiento
popular armado estaba en minusvalía de operaciones militares y los representantes políticos de la izquierda fraguaban los
mecanismos para vivir y sobrevivir en medio de los condicionamientos jurídicos que señalaba el sistema burgués de democracia representativa.
En el 63, el triunfo de Leoni, aun con los llamados casi
desesperados por la abstención o del voto nulo, hace del continuismo adeco la marca de la evolución política hasta la llegada al poder del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías.
Ya venían los acciondemocratistas de una segunda división, de
la cual surgió AD-Oposición, luego Partido Revolucionario
Nacional (PRN), bajo el liderazgo de Raúl Ramos Jiménez,
quien alentaba la génesis ideológica de los adecos.
Haciendo caudal de fuerzas, el PRN se une a una sección separada de URD, para fundar el Partido Revolucionario
de Integración Nacionalista (PRIN), que también, como en
otras experiencias, fue brutalmente engullido por la vorágine
de las luchas intestinas.
En Cumanacoa, Ramos Jiménez debió sentirse orgulloso
de sus seguidores. En una esquina importante de la Calle Palotal, se abrió la “casa del partido” y, presurosos, hombres en
búsqueda de nuevas ideas y esperanzas, dieron vida rápida al
lugar, construyendo bancos para sentar al “pueblo”, preparando cartelones para la necesaria propaganda, que no llegaban a
mala copia de los que avisaban las películas del día en el Royal o en el Gardel, y pintando caballitos plateados para fraguar
otro símbolo, como para alejarse, sin querer queriendo, de Juan
Bimba, quien lucía traicionado por un liderazgo derechizante
y de rodillas peladas ante la oligarquía. Ciertos exorcismos hechos con una pipa, fueron parte de tal teatro.
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Leoni, en su empeño de mostrar lo que consideraba
sus mejores esfuerzos para liquidar la lucha armada, promovió
una especie de amnistía, por una parte, pero por la otra continuó con una represión feroz al movimiento revolucionario.
Allanan la universidad y somete a los líderes políticos y a estudiantes, y estas fueron tímidas acciones ante los numerosos
asesinatos, entre el que se cuenta el del dirigente comunista
Alberto Lovera.
Se hace una realidad el poco afortunado repliegue táctico que propugnaba el colectivo del San Carlos, pero que era
enfrentado por Douglas Bravo,
convencido de la guerra de guerrillas como vía para
desarrollar la revolución venezolana. Se alejan el PCV y el
MIR, ocurren rupturas irreconciliables entre las FALN y
las FLN y se desatan las famosas controversias con el Comandante Fidel Castro. Para el 66, con el peso de profundas
contradicciones en el movimiento revolucionario, Douglas
funda el PRV.
Mientras tanto, por esos ruidos de la memoria cumanacoense, como no recordar, por ejemplo, a Chito Canasto,
a quien no le faltaba un cuarto de ron en el bolsillo posterior
del pantalón, sus alpargatas moldeadas por el uso, su siempre
deteriorado sombrero de cogollo y, además, se acariciaba
una escasa pero mediana barba, para dárselas de pensante; a
Goyito, quien asistía a cuanto velorio sucedía, destacándose
por su insuperable condición de cachero y siempre noble,
servicial y respetuoso; a “Santico”, esperando en el cementerio a quienes dejaban este mundo; a “Tres Pelos”, dedicada
a recordarle la madre a cualquiera que osara hacer calificación de su escasa cabellera; o a “Carachata”, bebedor de alto
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vuelo, cantante quejumbroso, zanquista de primera, y
eter-
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no maraquero? Y alguien tendrá que construir con ellos y
otros personajes, la historia local reciente, una historia novelada, una novela histórica o un cuento. Como decía Michel Foucault: Ud. verá!!!
Así, Chuo abre un camino de fuentes inagotables para
diseñar y construir otras palabras, otros discursos. La caña
de azúcar, el Central Azucarero, la Sayona, la red local de
rockolas, las parrandas, los cultores magistrales de la cultura,
los folcloristas, el TO-4, ámbitos especialísimos para decirnos y contarnos cosas.
Sobre el TO-4, nos dice Chuo que constituye un “recuerdo del reciente y amargo pasaje vivido por los compañeros estudiantes, jóvenes trabajadores y campesinos, que
nacientes a la vida pensante del pueblo trabajador, y del Liceo
Sanabria, habían mordido las señales de las ideas de una propuesta socialista para la Venezuela en curso”. Bueno, porque
al final, de eso se trata: de hacer el socialismo, de enfrentar
el capitalismo y su forma de ser, aun en el mismo Cumanacoa, donde la gramática descalificadora armaba su horrenda
cacerina con proyectiles de diversos calibres: “gente de mala
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reputación”, “guerrillero”, “vagamundo”, “delincuente”,
“de mal vivir”, “mala juntilla”, “vago” y “sin oficio”, todos
usados como sinónimo de comunista.
Pero como esos momentos terribles, también había
otros para recordar una voz reclamante, que presenciando
una micción nocturna de unos de los personajes, exclama
sin miramientos: “Bien bonito donde se orina el niño!!! que no
respeta las calles por andar con sus borracheras!!!”
Aprovechemos esta oportunidad hermosa que nos regala Chuo, para recordar nuestros propios recuerdos, convoquemos, como en una cofradía de amistad, los recuerdos de
los otros y hagamos estremecer las fuerzas de nuestro pueblo, estremecer como vivir, como transformar, como ser. En
fin, podemos, además, descubrir a Cumanacoa en nosotros
mismos. Pero hay una condición previa: descubrirnos nosotros mismos. Esa, en buena parte, es la invitación de Chuo.
Luis Peñalver Bermúdez
Hijo Ilustre de Cumanacoa
Enero 2011.
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La gran mancha verde de los cañaverales cubría el
icono de Cumanacoa, aún en los años 70. Un pequeño valle
que dio asiento residencial a agricultores de la Caña, cafetaleros, conuqueros y criadores de animales de pastoreo,
tendidos entre haciendas, pequeños latifundios y conucos.
La Caña, en el Bajo del valle, los conucos, los animales de
pastoreo y el Café en las partes que se acercaban al Turimiquire.
Los Martell, los Barrios, Beauperthuy, los Espín,
Guarache, los Bárcenas, Los Mago, Mario Quijada, Candiales, Asunción Rodríguez, los Sanabria, los Arias, eran las
principales fundaciones familiares vinculadas al trabajo productivo de la caña, los animales y el Café, distribuyéndose
las –mejores- más de 2.000 hectáreas de tierras productivas
cultivables del valle.
El Central Azucarero, el trabajo obrero-rural
vinculado a la caña, El Concejo Municipal, La Prefectura
del Distrito, La Policía Municipal, El Comando de la Guardia Nacional, El Liceo Sanabria, Las Escuelas: “José Luis
Ramos”, “Pedro Luis Cedeño” y la “Juan Rangel de Zerpa”,
el viejo Hospital, El Matadero Municipal, el pequeño Mercado local y los negocios Comerciales de: Cristino Guzmán,
Ubaldo Figueroa y el italiano Saverio con su “Frutería”,
ocupaban los puestos laborales estables institucionalmente
hablando. Más allá… El Cine “Royal”, al cuido de Germán y Salvador, el Cine “Gardel” con la omnipresencia del
inefable Julián Sililla, siempre vigilante. Y por allá, en los
adentros, Chuchito Silva, Rafael Marcano y Oneida Millán
con sus Bares, el bar de “La Grilla” siempre en La Quinta,
el club de “Los Jacks” y el club de “Beltrán” de la Calle Bolívar, el club de “Cueroeluto” en “La Mohedano”, el bar de
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Esparragoza y el bar de “Chael” en “El Cementerio”, la sala
de festejos de “El Sindicato”, el club “La Fuente”, “Los Cocos”, “El Guásimo”, el estadio de beisbol y el juego de bolas
criollas, ocupaban los espacios donde se ejercía la recreación,
el esparcimiento y el deporte, en cuyos lugares se encontraban tirios y troyanos, para confrontarse en un juego de
Truco, Dominó… Bolas Criollas o Beisbol, o simplemente
deleitarse bailando y escuchando en vivo los conciertos sobre los discos de “Los Ángeles Negros”, interpretados por
Juan Rangel y “el Morocho” con su conjunto: “Los Jacks”,
o el sonar guarachero de “Los Teiscos” de “Cueroeluto”
(Vicente Malavé), como la manera más expedita para quienes querían alegrarse la existencia durante un fin de semana,
aunque también estaba la opción de vacilarse con los discos
de la Rockola y de paso, aprovechar el momento para mover el esqueleto con una de las agradables chicas que nunca
faltaban en los sitios recreativos. Pero, finalmente había otra
opción para los más rezagados: ir donde el Sr. Lorenzo Carvajal: “Ñanguingua” y comprarse un “litrico” de ron con
tolú y una caja de cigarros y morir en los adentros de la Plaza
Bolívar cuyas parranditas nunca era extraño que terminaran
cerca de las 6.00 de la mañana, o comiendo pescado frito
con arepas, en el puesto de comida de “PIA” (la hija de la señora MOROCHA CASTRO) del Mercado municipal, por
cierto.
Esa era la Cumanacoa, activa aún, en los 70, en
cuyas internidades, también podíamos tener la oportunidad
de tropezarnos con una parranda de Joropo oriental, de esas
que montaba Cruz Quinales y que perfectamente podían
tener una duración de 15 días ininterrumpidos, en cualquier
lugar improvisado, aunque Quinales siempre tenía un lugar
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preferido en Cumanacoa: allá en la casa residencial de “La
Negra Márquez” en la calle La Florida donde se prendían
tremendos Joropos campesinos.
Ya para este tiempo setentero, recién quedaba
atrás la presencia del Loco Santana, quien durante años se
dedicó a marcar las aceras del pueblo con sus muy enigmáticos y misteriosos jeroglíficos y rayitas, cuyos significados
siempre estuvimos lejos de descifrar. Apenas quedaba aún
la presencia del Loco “Simón Bolívar” e “Indalecio” (alias
el Puinky) a quien aún recordamos que estando en una
sus diarias alocuciones públicas de locura y ronsera, llegó
a decir a grito completo: …“PORQUE YO SOY GUERRERO…Y ME FAJO DONDE SEA…” --un testigo
de la escena llamado Lorenzo Alfonzo, a propósito de la no
poca complicada situación de acoso político represivo que
se vivía en el pueblo, le grita desde el público: ¡…SERAS
GUERILLERO…¡. A cuya afirmación el loco “Indalecio”
se apuró en replicar con voz firme: “…DEJA LA VAINA
LORENZO… CUIDAOO… DEJA LA VAINA… DIJE
GUERRERO… DIJE GUERRERO”.
En esos 70, un tanto sombreado, o convenientemente silenciado, estaba el recuerdo del reciente y amargo
pasaje vivido por los compañeros estudiantes, jóvenes trabajadores y campesinos, que nacientes a la vida pensante del
pueblo trabajador, y del Liceo Sanabria, habían mordido las
señales de las ideas de una propuesta socialista para la Venezuela en curso, y al haber intentado reuniones en células
o círculos de lectura y reflexión política influenciadas por
los movimientos de la izquierda, habían recibido la respuesta represiva más contundente e inmisericorde de parte del
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régimen bipartidista gubernamental adeco-copeyano que
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era descargada con toda la impunidad, por ejemplo, sobre
la humanidad de un joven de recién estadía en el pueblo,
CARLOS CARPIO, un casi-adolescente aún, en situación
de estudios de bachillerato, que había venido a Cumanacoa, como miembro acompañante familiar del Prof. Dimas
Carpio, quien había venido a ejercer la Dirección titular del
Liceo “Luis Beltrán Sanabria”, pues bien, a este joven CARLOS CARPIO, por haber cometido el crimen de afiliarse a
las ideas socialistas y haber intentando participar en actividades de promoción y difusión entre los jóvenes y especialmente en el sector estudiantil del Sanabria, en pro de la idea
del socialismo, fue capturado y sobre su cuerpo fue vaciado
una tormenta de torturas físicas, golpizas, descargas eléctricas y otras creatividades de la crueldad sin límites, a lo cual,
sólo por milagro de Dios, su cuerpo inerte, pudo sobrevivir sin abandonar los signos vitales. En esa refriega también
OTROS llevaron parte, apenas recordamos a otros dos, entonces jóvenes: Julio César Bárcenas –Bouttó- compañero
de la calle Las Acacias, (de la familia Bouttó), a quien familiarmente llamábamos “PELON”, quien fuera estudiante y
egresado de la Escuela Técnica Industrial de Cumaná, y el
compañero Francisco Ortiz, (PEPICO), compañero obrero, quien algunas veces -después- llegó a ser trabajador del
Central Cumanacoa. Tanto PELÓN como PEPICO, sobrevivieron a aquella avalancha criminal, sólo que hoy, por razones distintas, no habitan debajo de nuestros cielos, y ahora
sus cuerpos reposan bajo los suelos. Esto, sin contar a los –no
pocos- campesinos y labriegos del pueblo, que como algunos de los Hermanos Villafranca, los hermanos Guevara, el
viejo campesino: ANTONIO DIAZ, de San Lorenzo, Gabriel Betancourt del caserío Cocollar, se las tuvieron que ver
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en las chiquiticas, en esos vergonzosos campos de tortura
y crimen del T.O 4, recién estrenado en Cocollar, después
de haber levantado el Estado de Sitio Militar (con toque de
queda y demás hierbas) en Cumanacoa. Esto sin contar la
detención del Padre Antonio Olmedo, Cura Párroco de
Cumanacoa, a quien sin siquiera respetarle su fuero religioso, fuera detenido y sobre él volcado una tormenta de torturas, de lo cual sólo pudo salir vilmente estropeado, después
de soportar la aplicación de salvajes y sádicas torturas en el
TO.4, a lo cual, también por milagro de Dios, pudo sobrevivir.
Ya, a esa altura del tiempo setentino, el Liceo Sanabria volvía a abrir sus puertas para que las ideas socialistas
regresaran a sus estudiantes e intentaran proyectarse y conectarse con la comunidad, con nuevos actores, sangre nueva y nuevos bríos.
En esa sobre marcha del acontecer juvenil cumanacoense, llegamos a encontrarnos y conocer a un sobreviviente de aquella jornada de represión política desproporcionada,
que no ileso había salido: RUBEN RIVAS, “El Melanio”,
con quien fue fortuito el encuentro. Un día domingo, cuando vamos en dirección, hacia la Plaza Bolívar o mejor, dicho: hacia el Cine Gardel, con la finalidad de asistir a una
función de Cine dominical, al intentar abandonar la calle
Mohedano, hacia lo que entonces llamábamos la calle “del
Parque” (Mohedano con Bermúdez -hoy la esquina de la
Farmacia) que mejor conduce hacia la Plaza Bolívar de Cumanacoa, nos topamos con un pequeño grupo de personas,
cuyas caras, nos eran un tanto “familiar”, ya que con cierta
recurrencia las veníamos viendo en el Barrio El Cementerio
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y en los alrededores del estadio de beisbol de
Cumanacoa,
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parte de nuestras adyacencias lúdicas y vivenciales. En realidad, podría decirse que conocíamos al “Melanio”, pero, por
vista y por las referencias en el ambiente. De manera que en
ese cruce de calles, fuimos testigos de una escena, que nos
abrió un nuevo marco de relaciones. Llegamos a percatarnos
de que andando en cierta actividad festiva, a la altura de ese
mismo cruce de calle, el susodicho Rubén Melanio, tal vez,
acosado por ganas de orinar insoportable, se le ocurre pararse en una de las paredes de la casa que fue del Sr. Ubaldo
Figueroa y ejecuta su orinada sin rollos. Sólo que Rubén
estaba lejos de suponer que en la casa del frente, vivienda
en ese tiempo del Sr. Armando Gil, donde también habitaba la señora Alida Gil, una señora muy apegada a los viejos
códigos del pudor, habiéndose percatado del acto que ejecutaba Rubén, desde allá, le habla con palabras de claro reproche a la orinada en la calle… atinando a decirle en medio
de reproche: “Bien Bonito… donde se orina el niño… que
no respeta las calles… por andar con sus borracheras…”. -Rubén sintiéndose descubierto y públicamente reprochado
le responde a la doña: “Si hombre… cuidado… cuidado con
la moral y cuidado con los borrachos… Para mí sí… Pero,
con toda seguridad si en vez de mí… fuera “Juancho Madrid” el que borracho se orina en la calle en medio de toda
la gente… entonces si se ahogaran de la risa… y estaría diciendo: “AAyyy… vengan a ver a Juancho… que loco, anda
entusiasmado y miren las loqueras que hace… Pero muertas
de la risa…, congraciándoles como una gracia...”
La respuesta de Rubén Melanio, nos pareció simpáticamente compartible y saludable, casi llegamos
a celebrarla, sin importarnos que él lo notara. En adelante
continuamos el resto del trecho hacia el Cine, juntos, con
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la variante de que en dicho trecho, nos sentimos muy bien
tratados por aquel hombre de fama y referencias discutibles,
especialmente para nosotros, mozos que abrían la vista a la
luz de la vida liceísta. Pues bien, el Rubén aprovechó –sin
pérdida de tiempo y sin preámbulos- para generar un coloquio interactivo que entre críticas al “moralismo burgués”
-según decía- y manifestaciones jocosas sobre el asunto de
la orinada ejecutada, terminaron por habernos dejado como
“amigos” de Rubén. En adelante, seguimos alimentando aquella nueva e interesante amistad, hasta el punto en
que ya pudimos hacerle las primeras preguntas sobre las cosas políticas que andaban en el ambiente, y sobre esa “cosa”
que llamaban “la izquierda”. El hombre con humildad hizo
todos los esfuerzos para explicarnos cuanto le era posible,
entendiéramos o no entendiéramos sus explicaciones. Total,
él dijo cuanto creyó necesario. Nosotros hicimos el resto:
haber ensanchado y guardado mejor una duda positiva de
simpatía hacia la idea socialista. Ya, luego entonces, tuvimos
la honra de tratarlo como compañero, recibir de sus manos
materiales impresos, provenientes de organizaciones en la
clandestinidad, y fue un compañero con quien sostuvimos
una larga y nutritiva amistad. Vivió en el Barrio El Cementerio. Ese era su hábitat. En realidad “Melanio” era como un
apodo con el cual se le denominaba. Su nombre era Rubén
Rivas. Hijo de una familia campesina muy honesta y humilde del Barrio El Cementerio. Rubén fue un ciudadano de
pocos estudios, aunque sabía leer y escribir. Nunca le faltaba
encima una novelita de esas de “Marcial La Fuente Estefanía”. Siempre estaba leyendo algo. Había leído “La Madre”
de Máximo Gorki y “Así se templó el acero” de la literatura
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rusa de aquel momento, y “Oficina No. 1” y “Cuando
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ro llorar no lloro” de Miguel Otero Silva. Alguna vez se le
escuchaba recitar al caletre un verso de la poesía de Rubén
Darío: “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la
piedra dura porque esa ya no siente. Pues no hay dolor mas
grande ni mayor pesadumbre que la vida consciente”. En
esas lecturas logró conectarse con el movimiento guerrillero de la época, donde llegó a participar. Fue detenido y torturado salvajemente. No obstante logró salir en libertad y
volver a su vida “ciudadana”. Se hizo común amigo de todos
los estudiantes cumanacoenses de la época que en distintas
modalidades y tiempos, llegaron a congeniar, militar y/o
participar en los movimientos de aquella izquierda juvenil,
especialmente de: Rafael Reyes Suárez, Carlos Carpio, Daniel Lozada, Alfredo Bastardo, Julio César Bárcenas (Pelón),
El Chino Rincones, El Negro Peter (Petercantropus), Marcos Chinchilla, Francisco Contreras (El ruso), José Antonio
Candiales, Hernán Chinchilla, Elys Yegres, los Hermanos
Barrios Pinto: Eduardo, Raúl y Carlos Huelga, Luis Simón
(El Ñeco) y su hermano: Aníbal Álvarez, y muchos otros
de esa promoción estudiantil y juvenil de los 70. La vida
personal y política de Rubén fue muy accidentada. Sin haberse desarrollado en un Oficio o Profesión donde desempeñarse laboralmente, le era muy difícil ganarse el sustento
de la vida. La llamada “tacha” de comunista y guerrillero
le excluía de los trabajos formales. Al final, también en el
núcleo guerrillero donde llegó a participar también llegó a
tener problemas disciplinarios. Aunque Rubén nunca dejó
de colaborar y sentirse vocero de su causa. Cualquier tarea
cumplía para ayudar en logística, en medicinas, alimentos…
lo que estuviera a su alcance hacía para sentirse cumpliendo
con el movimiento. En una oportunidad, valiéndose de la
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amistad, hizo que William Pastrán irresponsablemente extrajera de su casa un lote de ropa verde, prendas, chaquetas y
botas militares pertenecientes y de uso del Sargento Pastrán.
Todo lo cual generó un gran inconveniente familiar, ya que
Doña Ramona, al percatarse de que este lote de prendas militares había desaparecido, sólo tenía UN SOSPECHOSO…
El Chúo. Porque hasta el momento, era quien aparecía como
compinche de estos estudiantes comunistas y gente de “mala
reputación” con quien había aceptado tener amistad.
También recordamos que Doña Ramona, una
gocha ortodoxa, de una devoción católica que promovía el
anticomunismo como valor social, se había enterado de que
El Chúo: su hijo, estaba manteniendo una relación amistosa con un “vagamundo” -como decía ella-, “un tal “Melanio” de quien se dice que es “un delincuente”, un hombre
“de mal vivir” que ha estado preso y hasta guerrillero y que
es…” --De manera que Doña Ramona, andaba muy preocupada porque El Chúo: su hijo, andaba juntándose con
este tal “Melanio”. Todo lo cual lo colocaba en una situación
de peligro “muy serio”, al decir de la doña. Doña Ramona,
aparte de todo, desarrolló un hábito que la hizo adicta al uso
del “Tabaco en ramas” para masticar. Pues bien, el caso es
que doña Ramona permanentemente estaba en diligencia
para abastecerse de su Tabaco en ramas, que a veces se escaseaba y la incomodaba toda. En una oportunidad, estando
Rubén Melanio en la casa de doña Ramona, almorzando
con El Chúo: su hijo, doña Ramona hace el comentario dirigiéndose a Rubén y le dice: “Que le parece señor Rubén,
que este muchacho, El Chúo, que es un joven estudiante,
que debería estar preocupándose por sus estudios, por tener
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buenas amistades con muchachos de sus mismos
estudios
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y
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con gente de buena familia, entonces ahora y que anda juntándose con gente mal vista en el pueblo, con gente que anda
involucrada en esas cosas de los Comunistas… ah… qué le
parece a usted señor Rubén… un muchacho tan joven y que
esté agarrando malas juntillas… --Rubén, escuchando el
discurso, se hace el socarrón y le dice a la doña: “Caramba,
doña Ramona, en verdad, yo al Chúo se lo he dicho. Que
no busque malas juntillas. Que estudie y que se porte bien”.
--Doña Ramona lo interrumpe y le replica a Rubén: “Mire
señor Rubén, yo le agradezco a usted, que por favor, me
ayude con ese muchacho, que me lo aconseje y me ayude
a apartarlo de todos esos peligros… Yo le agradezco señor
Rubén… ayúdeme con ese muchacho”. Doña Ramona,
sólo conocía a Rubén por ese único nombre: Rubén. Nunca
suponía que éste era el mismo “Melanio”. _”Dígame señor
Rubén… -replica una vez más doña Ramona- usted sabe
lo último que me he enterado, que El Chúo, ahora y que lo
han visto en la plaza y en el barrio El Cementerio con un
“vagamundo”, un vago sin oficio que llaman “El Melanio”
que parece que es un elemento peligroso y dañino… Aaah,
que le parece a usted señor Rubén…”. –“Caramba, doña
Ramona, tranquilícese un poco, y no crea todo lo que le
dicen, usted sabe que en este pueblo también hay gente que
inventa mucho y dicen muchas mentiras… de todas maneras
deme un tiempo a mí, que yo voy a ver qué hago para sacar
al Chúo de esas cosas… deme un tiempito y tranquilícese.
AAh… y le iba a preguntar: doña Ramona, parece que a
usted y que se le ha puesto un poco difícil conseguir el Tabaco en ramas…?. “Uyyy señor Rubén, venga y le digo,
que le cuento… que hace varios días en que no se consigue Tabaco, porque el señor Juan de la Cruz, que es quien
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siempre vende, se le acabó y no consigue…” –“Ahh bueno,
-responde Rubén- pero fíjese, que un primo mío que vino
hoy de “arriba” (el cerro) trajo un saco y lo dejó en mi casa
porque se lo encargó un señor...” “Uyyy… como va a ser
señor Rubén… y con ese primo suyo no conseguiremos un
poquito de Tabaco que me sirva hasta que el señor Juan de la
Cruz de la Bodega consiga…?”. –“No se preocupe doña Ramona, que yo ahorita mismo voy a la casa y antes de que el
primo se vaya, yo le pido un poquito y se lo traigo...” –“Le
agradezco señor Rubén –ripostó la doña llena de esperanza-.
--Listo. Dicho y hecho. Como una bala Rubén fue a su casa
y le ha traído a la doña un paquete de Tabaco en ramas, con
cuya cantidad la doña podía resolver no menos que tres meses de consumo. Cuando la doña vio aquello se le vino Dios
al mundo. No hallaba maneras de compensar a Rubén por
aquel favor. De allí en adelante, desde que amanecía la mañana, doña Ramona estaba pendiente de que “no ha pasado
el señor Rubén, para que tome café”… “asómese Chúo a la
puerta de la calle, por si acaso pasa el señor Rubén”. Igual, el
primer Almuerzo que desde entonces salía de la olla de comida era para el señor Rubén. “Este almuerzo es para señor
Rubén… Chúo no se le olvide recordarle al señor Rubén
que pase a almorzar”.
En adelante, el Rubén hizo una gran amistad con
doña Ramona. Rubén nunca se olvidaba de traerle cualquier
regalito a la doña… y la doña hizo de Rubén un comensal
permanente de la comida de la familia, sin nunca haberse
enterado de que estaba tratando con el propio Rubén Melanio. En una oportunidad recuerdo que en una amena conversación con Rubén la doña le decía: “Ahora que le parece
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señor Rubén, las cosas del Chúo…que ahora y que
también
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ha agarrado la juntilla con el tal “Francisco el loco”. el hijo
de Pancho Calderón… otro vago sin oficio que parece que
anda metido con los comunistas. El Melanio, socarrón oía y
solía decirle: “Tranquila doña Ramona, le aseguro que yo
voy a hacer todo lo posible para apartarlo de esos locos...”.
Rubén Rivas, El Melanio, fue realmente un comunista alocado e indisciplinado -en nuestro parecer-. Solía
practicar la amistad con mucha trasparencia. Hizo amistad
con mucha gente. Primero, con los del Barrio. El Barrio “El
Cementerio”, que era su hábitat. Gilberto y El Pelón (pelusa) estaban entre sus preferidos. Y alguien muy especial en
su vida amistosa: La Comadre Irene. Esa era su Comadre,
su hermana, su amiga, su protectora y la que siempre estaba
lista para ayudar a Rubén para salir de cualquier percance.
Humildemente, Irene siempre le sirvió a Rubén, sin condición. Como también lo hacía la señora Nidia, la hija mayor de “Puñal de Lima”, quien junto con su esposo el negro
“Mijá” y la señora Margarita Gómez, siempre tenían el buen
trato para Rubén.
Rubén a veces, pasaba un tiempo o temporada larga
en que todos los días, se iba con Gilberto y otros amigos del
Barrio, a pescar en el río. Pasaban todo el día pescando y
regresaban en la tarde con una buena bolsa de Guaraguaras,
buchuros y otras especies de la fauna fluvial vernácula del
Manzanares. De manera que todas las noches había “Sancocho” en el Barrio. Había una especie de Club de Sancocheros. Los que no pescaban tenían la misión de conseguir la
verdura y los aliños para el sancocho. Incluyendo una botellita de “Florida” para elevar los ánimos.
En una de esas oportunidades el grupito de estudiantes afectos a la Liga Socialista-MEUP, llegaron a hacerse
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co-partícipes del Club Sancochero. Allí estaban: El Castor Fuentes (El Negro), Sarita Fuentes (La Saraca), Maritza
Sánchez, Florencio Contreras, El Catire Domingo, Hernán
Chinchilla, Ely Yegres, El Loco Francisco, Nora Otero (La
Noronta), La Morocha de la calle Arismendi, El Chúo Pastrán, El Chino Rincones (hijo), Reinaldo Reyes (El Cabezón), Jorge Luis: El Negro Blas (el hijo menor), José Núñez:
El Mosquito (de Arenas), Servando Marín (Chevando) y su
hermano Carlos Marín y hasta Marcos Chinchilla, quien no
poco tiempo dedicaba a estar en Cumanacoa. En total, el
Sancocho está montado, y ya está quedando listo para servir.
Sólo que como hay mucha gente, hay que hacer parejas o
pequeños grupos para comer en un solo plato, ya que hay
escasez de platos y cubiertos. Cada quien empieza a elegir
con quien agruparse en el plato para comer. Y Se están finiquitando los micro grupos. El Castor, movido por la afectividad se dirige al Negro Blas, y le dice: “Jorge Luis, vente
para el grupo de nosotros para que comamos juntos”. Jorge
Luis, movido por una de gran ingenuidad, sostenía una especie de admiración hacia las conductas de Rubén Melanio
y le responde al Castor: “Negro, perdona que te desprecie
esta invitación, te lo agradezco, pero, yo voy a comer en el
plato con el compañero Rubén Melanio”. Castor casi asombrado por la respuesta de Blas, le replica: “Jorge Luis, tú eres
loco o te estas volviendo loco. ¿Tú vas a comer con Rubén,
tú no sabes que Rubén agarra su comida y le vacía un frasco
de picante que arde como candela…?. --”Precisamente Castor –responde Blas- es que yo también como con Picante…
Por eso es que voy a comer con el compañero Rubén”. La
respuesta de Blas, nos dejó a todos los compañeros así como
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atónitos, aunque ya compartíamos que Blas era dado a
ese
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tipo de ingenuidades, -según nosotros. Pues bien, dicho y
hecho. Todo el mundo a comer con su pareja. Rubén, siempre muy socarrón ante la decisión de Blas de acompañarlo comiendo, todavía alcanza a decirle: “Blas, tú sabes que
si vas a comer conmigo ya sabes a lo que te expones. Estas
a tiempo de comer con otro…” --“Tranquilo compañero
Rubén. Usted sabe que yo también soy un gran comedor de
Picante”. Y comenzó la función. Todos los demás comensales sólo estábamos pendientes del final del Negro Blas con
Rubén. Pero hizo falta poco tiempo, cuando empezamos a
ver al Negro Blas comiendo con dificultad y con un silencio
sepulcral. El Castor, viendo lo raro de la escena se dirige a
Blas y lo increpa: “Blas, ¿que tienes tú, sientes bien…?”. --El
Negro Blas no podía ni emitir los sonidos del habla. Estaba
como ahogado por los efectos del Picante en exceso. Y hubo
que pararlo de allí, buscarle agua, azúcar, limón y toda clase de inventos curativos para sacarlo del vaporón en que se
había metido. --“Se lo dije compañero Blas… se lo dije, y
usted no quiso hacer caso, -decía Rubén Melanio- “es que
usted es muy porfiado compañero…”.
En otra oportunidad, en el mes de Diciembre, salimos con Rubén en plan festivo. Estuvimos donde “Oneida”
y nos tomamos unas cervecitas, fuimos al bar de Rafael Marcano y estuvimos mucho tiempo conversando y bebiendo.
Tanto que después de la media noche, al cerrar Rafael Marcano, optamos por llegarnos al negocio de Lorenzo Carvajal
(Ñanguingua), y comprar una botellita de ron con tolú para
rematar y culminar el festejo decembrino. Nos fuimos a sentar en la Plaza Bolívar, sitio ideal para culminar esas parranditas. Sólo que estando allí, a cierto tiempo nos percatamos
de que había unas voces ruidosas que hacía suponer cierto
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ambiente de trifulca. Rubén se interesó más en el asunto y
se acercó a ver de qué se trataba. Entonces, pudimos notar
que Lenin Bárcenas quien andaba también en plan festivo,
estaba discutiendo acaloradamente con un pequeño micro
grupo de jóvenes y haciéndoles reclamos con voz alta y en
plan de pelea. Como los muchachos increpados ven a Lenin
como pasado de “palos” y excesivamente ofuscado por una
causa que no ameritaba, optaron por evadir y buscar la retirada de aquel percance, lo cual era tomado por Lenin con
mayor molestia porque él lo que quería era pelear con los
muchachos. En ese trajín, ya Lenin había llegado a un estado
de esquizofrenia que lo que quería era pelear y no aceptaba
que lo aguantaran ni que le colocaran ningún obstáculo a
sus deseos guerreristas. Rubén Melanio, identifica a Lenin,
quien es hijo de la maestra Dora Bárcenas y sobrino de Leo
Bárcenas. Leo Bárcenas, fue uno de los personajes sociales de
Cumanacoa, hacendado de la Caña, que había sido señalado
como “Colaborador” de las Guerrillas. Y las fuerzas políticas y militares del pueblo lo habían rayado totalmente como
colaborador de las guerrillas (acusación por la cual, después,
fuera detenido y llevado a la Cárcel de La Pica por varios
años). Esta situación hacía que Rubén Melanio –a pesar de
las distancias sociales- guardara hacia Leo Bárcenas una
especie de respeto especial. Entonces se da el caso, de que
Rubén cuando ve a Lenin Bárcenas en aquel maremoto de
locura, su primera intención es la de extender hacia Lenin el
respeto especial que guarda hacia Leo Bárcenas, por lo cual
Rubén decide meterse a lidiar con la locura de Lenin que no
aceptaba que nadie lo aguantara y respondía con agresividad
al que se le atravesaba. No obstante, Rubén se le va encima
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a Lenin, tratando de aguantarlo y calmarlo. A lo cual,
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nin, le propinaba a Rubén tremendos golpes y jamaqueos de
agresividad. Al principio, el pequeño grupo de compañeros
que estábamos con Rubén no entendíamos en nada como
es que Rubén hacía todo aquello soportando el castigo que
propinaba Lenin en su locura. Sin embargo, ya al final, Lenin ya agotado, sin más fuerzas, empezó a aquietarse y a dejar la agresividad, lo que permitió que otros se ocuparan sin
problemas de la situación. Hasta cuando, por fin, volvimos
a reunirnos con Rubén, todo magullado por los estrujones
de Lenin, le reprochamos a Rubén todo aquello que para
nosotros no tenía explicación. Ya en calma, después de escuchar todas nuestras razones, respondió Rubén: “No compañeros, yo tenía que meterme, acuérdense que Lenin es el
sobrino de Leo Bárcenas”. Ese era Rubén. Esa era la lealtad
que practicaba Rubén, sin condición, se exponía a cualquier
peligro.
Supimos que hubo un tiempo, en que anduvo enamorado de una compañera del Barrio “El Cementerio”. La
llamábamos “la guerrillera” (Vestalia). Bien bonita la guerrillera. Sólo que nunca llegó a aceptar la pretensión amorosa de Rubén.
Después de todo aquello, ya en los años 80, Rubén
Melanio, se fue a Caracas para poder alcanzar algún trabajo
de desempeño laboral y tener medios para sostenerse, lo que
en Cumanacoa se le hacía casi imposible. Luego supimos que
un delincuente que intentó un Atraco en un Punto de Toma
de Transporte colectivo en Caracas, cuando quiso atracar a
una señora “pasajera” del transporte, le produjo la muerte a
Rubén Melanio, quien salió en defensa de la señora y se le
enfrentó al delincuente, quien fatalmente llegó a alcanzar a
Rubén con una Cuchillada que le cegó la vida.
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El Loco Francisco, también fue otro personaje a
quien doña Ramona, solía nombrar con desdén. “Ese Francisco el loco, el hijo de pancho, ese vago sin oficio, comunista” -decía la doña, molesta porque El Chúo Pastrán tenia
juntilla con “El Loco”, otro de los acusados en el pueblo
con la tacha de “comunista”. Aunque “El Loco”, en verdad
nunca se involucró con guerrillas, sin embargo sí aceptó su
adhesión al Partido Comunista -PCV- aún cuando a ciencia cierta el PCV nunca tuvo sede partidista en Cumanacoa. Pero, en esa época, el bipartidismo gubernamental, no
hacía muchas diferenciaciones políticas, cuando se trataba
de especies comunistoides. Si no era adeco, ni copeyano, ni
de URD, todo lo demás olía a comunista y cómplices de
las guerrillas, y como tal había que mantenerlos a raya y en
consecuencia se actuaba. “El Loco Francisco” también tuvo
la suerte de nunca ocuparse de muchos estudios escolares, en
tal sentido, toda persona que no era estudiante, que no era
trabajador del Central, ni tampoco se ocupaba de las labores
del campo, entonces, era tremendo vago y, si sabía leer y
escribir, entonces era tremendo sospechoso. Así creció “El
Loco”, aunque lo que nunca supimos fue, como es que sin
ser hijo de familia de intelectuales, y sin tanta escuela, de
donde sacó aquello de hablar con cierta elegancia, y aquellos
hábitos de apego a la lectura, jugaba ajedrez, sacaba crucigramas, y hasta tenía la letra bonita, se las arreglaba para leer
el Periódico, leer los libros del momento, como “La Madre”
de Máximo Gorki, “Así se templo el Acero”, las obras de
Miguel Otero Silva, de García Márquez, incluyendo los libros emblemáticos de la literatura socialista de la época, y
especialmente, “El Loco” evidenciaba cierta afición espe-
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cial hacia los libros y autores de Poesía, (Neruda, Vallejo,
los
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llamados poemas Gauchos, entre otros), tanto que aún sin
haber producido ninguna obra de poesía, empezó a ser denominado como “El Poeta”, quien, además desarrolló una
habilidad excepcional para memorizar Poemas y trabajos
poéticos de autores famosos, cuyos trabajos solía declamar
entre los amigos y le hizo ganar no pocas satisfacciones personales.
Con él, compartimos (después de tantas cosas y convivencias) la experiencia de miembros promotores de la Liga
Socialista y el MEUP en la Cumanacoa aquella de los 70.
“El Loco” clasificaba como uno de los visibles promotores
políticos del Socialismo. Sobre todo, porque en la Liga Socialista él era el único que no era estudiante y como tal se
presentaba como el único “viejo” del grupo. Lo cual le reportó no pocas molestias en aquellos momentos en que los
“comunistas” eran expuestos a toda clase de exclusiones,
desprecios y represalias.
En una oportunidad, en que andábamos (un sábado) en
una jornada de reparto y distribución del periódico CAUSA OBRERA, cuya jornada normalmente se convertía en
jornada para la denuncia y la agitación política contra los
desmanes del Gobierno, en el periódico estábamos denunciando sobre unos hechos de manejos dolosos de los dineros
del Municipio, entonces liderizado por el Sr. Francisco Gómez Tenorio, presidente del Concejo Municipal, equivalente a Alcalde hoy, quien además se desempeñaba como líder
del Partido Acción Democrática y de los asuntos públicos
del Municipio. Como andábamos vociferando la denuncia
con el uso de un megáfono de Pilas, sucedió que en una
esquina de la Plaza Bolívar de Cumanacoa, nos tropezamos
con el grupo dirigente de Acción Democrática: el propio
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Gómez Tenorio, el señor Juancho Madrid, Vinicio Blohm,
Hernán Marín y Marincito, y tantos otros adequitos de oficio. Gómez Tenorio ya había leído el Periódico y estaba muy
molesto con la denuncia que se hacía y que lo aludía directamente como responsable de los hechos. Gómez, aunque molesto, era un tipo a quien le gustaba aparentar ser un político
muy “culto” y educado, y, además, no le gustaba exhibir las
conductas del anticomunismo. Inclusive le gustaba aparentar ser amigo, amistoso y tolerante con los grupos llamados
comunistas. Por lo cual, en esa esquina había entablado una
especie de diálogo defensivo respecto a la denuncia que se
hacía, con El Chino Ramón (hijo) quien también compartía
con nosotros responsabilidades políticas en la Liga Socialista
y la edición del Periódico “Causa Obrera”. El Chino, también un gran conversador político, optó por escuchar los reclamos de Gómez Tenorio y había entablado un cierto foro
privado con Gómez en la esquina. Pero, los adecos andaban
alborotados por los hechos que no eran de su simpatía, con
Juancho Madrid a la cabeza. A todas estas, El Loco Francisco toma el megáfono para vociferar y arremete con vigor
en la denuncia del día, lo cual fue visto por el señor Juancho
Madrid como una gran provocación y falta de respeto, por
lo que se le fue encima al Loco Francisco tratando de acallarlo. Cuando el Loco se percata del asunto, resulta que al
Loco también le daban como unas crisis de rabia que entonces le daban como ganas de comer gente y enviste con furia
a Juancho Madrid, quien viendo que El Loco viene dispuesto a todo, optó por acercarse a la puerta del carro en que andaba y saca un arma que parecía una pequeña Ametralladora
y entrompa al Loco amenazándolo con el arma. Sólo que El
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Loco ya no estaba a tiempo de tenerle miedo a nada y
se
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le
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va encima a Juancho como si fuera a quitarle el arma. Bueno, gracias a Dios, Juancho no era un hombre de guáramos
y se aflojó un poco al tiempo en que Vinicio y “Marincito”
interceden el camino que trae “El Loco” e impiden que se
produzca el impasse final, cuyo desenlace prometía ser de
pronóstico reservado, especialmente para el “Loco Francisco” quien bien pudo haberse ganado unos tiros de parte de
Juancho Madrid. Total, Gómez Tenorio terminó intercediendo ante Juancho, para apaciguar la molestia y dejar las
cosas hasta allí, no sin antes hacernos formal invitación para
aclarar la información “errática” que supuestamente nosotros habíamos recibido, nada más y nada menos que de parte
de un oficio institucional que no había facilitado el Compañero Leonel Agreda, quien para ese entonces se desempeñaba como Administrador del Municipio. Al tiempo, Leonel
fue retirado del empleo. Los adecos se quedaron con la duda
acerca de quién nos pudo haber entregado el documento de
la denuncia, en realidad, ellos no tenían razones para suponer que hubiese sido el propio Leonel y prefirieron pensar en
el asunto como un extravío fortuito del oficio.
En otra oportunidad, está todo el grupo de la Liga
Socialista, un sábado en la noche, en el Bar de Chuchito
Silva. Estábamos en plan recreativo, bebiéndonos unas cervecitas y jugando un Truco entre nosotros. Se presenta al
sitio un Guardia Nacional a quien llamaban “Rojita”. El
Tal “Rojita” era un ejemplar de la Guardia Nacional que
no ocultaba su profunda ignorancia y petulancia personal.
Disfrutaba echándosela de gran personaje de la autoridad.
Aunque también nunca perdía oportunidades para pasar por
“matraquero” y querer cobrar comisiones por asuntos que
no le correspondían. Metiche y pendenciero era el tal “Ro-
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jita”, como nadie. Conducta que le había hecho ganar no
pocas antipatías de la gente y lo hacía merecedor de cierto
récord de trifulcas personales con ciudadanos del pueblo.
El hecho es que estando nosotros allí jugando el Truco, el
“Rojita” se detiene cerca de la mesa donde estamos jugando y empieza a hablar en voz alta con otra persona, lanzando puntas en contra de nosotros, “contra los comunistas”
al decir de Rojita. Entre tanta basura estaba diciendo que
“andaba detrás de la pista de un grupito de comunistas malhechores que se la pasaban en el pueblo creando molestias
y queriendo dañar a las instituciones…” -y por allí iba y se
extendía el Rojita en sus decires, asegurándose de que nosotros oyéramos bien lo que él nos estaba diciendo. Estando
en eso, “El Loco Francisco” que ya se había bebido varios
“palitos” y varias cervecitas que ya se les estaban subiendo
para el cerebro, se para de la silla donde está sentado, y se
para muy cerca de Rojita, inclusive obstruyéndole la visión
hacia nosotros. Rojita, al percatarse del asunto se dirige hacia El Loco, con voz petulante tratando de apartarlo de donde estaba parado. Esto provoca que al Loco se le despierte
el síndrome de “Hult el monstruo increíble” que lleva por
dentro y entrompa con Rojita un fuerte reclamo, ante lo
cual Rojita quiso envalentonarse contra “El Loco” con aires
de autoridad, de cuyo forcejeo ha sucedido que “El Loco
Francisco” ha sacado una mano, o sea: un Recto de Derecha
directo al mentón de Rojita que ha mandado al guardia directo a la lona, caído de largo a largo en el piso desmayado…
nocaut fulminante. Imagínense el tamaño del paquete. El
señor Chuchito buscó un balde y un tobo con agua que tuvo
que descargar varias veces consecutivas en la humanidad de
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“Rojita” para que volviera en sí, y diera señales vitales.
De
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allí se lo llevaron en un carro para el hospital a ponerle sueros y reconfortantes para luego llevarlo a su casa de reposo.
Al Loco Francisco, nosotros no encontrábamos qué hacer
para esconderlo y ponerlo fuera del alcance de la ley, porque
en nuestras suposiciones lo que le venía era “candanga con
burrundanga” por haber medio matado a un guardia nacional. Por allá logramos que Orangel: “Rullío”, consiguiera
meterlo en una casa sola de un señor amigo de “Rullío”. Y
nosotros esperando cualquier medida de detención y/o atropello contra todos nosotros como supuestos cómplices del
agravio a la autoridad. Así estuvimos casi toda esa semana,
hasta que, por fin, nos llegó una comisión del Comando de
la Guardia, que nos hizo entrega de una boleta de citación,
para ir a declarar sobre el percance sucedido. Como no había
opciones, comprendimos resignadamente que teníamos que
asistir a la cita y que pasara lo que pasara. Luego supimos que
para esta Cita también había sido citado el señor Chuchito
Silva, por dueño del Bar donde sucedió el acontecimiento.
Pues bien asistimos el día establecido y comparecimos ante
un Teniente recién llegado a encargarse de la Jefatura del
Comando. Allí vimos al viejo Chuchito, también un poco
preocupado por lo que pudiera pasar y por las complicaciones que podrían derivarse del asunto. Habló el Teniente y
nos expuso resumidamente el objetivo de la reunión. Agresión física a un Guardia Nacional... Se solicita explicación,
-al decir del Teniente. Nosotros, sin contar la perturbación
que nos afectaba, decidimos lanzar todas las cartas a la mesa.
Y procedimos a dar fe de que el Guardia Rojita, se trataba
de un funcionario de mala conducta pública, pendenciero y
picapleitos con muchas quejas en el pueblo, y quien a juzgar
por muchas personas del pueblo “este señor Guardia tiene
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muy mala reputación social”, -dijimos. El Teniente hizo algunas preguntas en procura de que se aclarara mejor esto
de que supuestamente el Guardia mantiene mala conducta
y permanentemente se involucrara en escándalos públicos,
nosotros procedimos a decir todo lo que sabíamos más otras
que inventamos en el momento, en contra del Guardia. Esto
motivó a que el señor Chuchito Silva, quien se trataba de
una persona de respetado prestigio personal en el pueblo,
se sumara a relatar hechos de escándalos públicos protagonizados por el Guardia Rojita, lo cual fue tomado por el
Teniente como un testimonio convincente y que terminaba
por establecer la culpabilidad del Guardia en todo este lamentable incidente, y que además, nos liberaba a todos los
muchachos, incluyendo al Loco Francisco de toda culpa.
Es decir, que el puño conque El Loco había desmayado al
Guardia también quedaba justificado y libre de toda pena.
Cerrado el caso. Cuando fuimos a visitar al Loco en la casa
donde estaba escondido, estaba todavía “cagado” esperando
ser notificado.
En otro acontecer de la política vernácula, llega a suceder que al Chúo Pastrán, que en esa oportunidad fungía
como dirigente estudiantil del Centro de Estudiantes del
Liceo Sanabria, a propósito de una denominada “Toma protestataria” del Liceo Sanabria, al final interviene la DISIP
y captura a Chúo Pastrán y se lo llevan preso para Cumaná
donde ya llevaba varios días y lo tenían como “desaparecido”, y a cuya cadena de detenciones forzadas y sin aviso ni
protesto, llegan a sumar en ese mismo saco, a Víctor Ruiz
(el hijo del telegrafista), al Catire de Aricagua, (que ahora
carga pasajeros), y a Marcos Chinchilla. Esto obligaba a que
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los compañeros de la Liga Socialista, MEUP, otros
grupitos
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izquierdosos con presencia, y estudiantes en general, desarrollaran una cierta campaña de denuncias contra la represión gubernamental y por la libertad inmediata del Chúo y
del resto de los detenidos. Cuya campaña también produjo
más represión y más persecución por parte de las fuerzas policiales acantonadas en Cumanacoa, en contra de los grupos
protestatarios. Entre las tantas actividades diurnas y nocturnas que se realizaban, correspondió al Loco Francisco en
compañía de Orangel: “Rullío” y otros compañeritos estudiantes distribuir y colocar papeles de propaganda política
durante una de esas noches, con la suerte de que los sapos y
policías desplegados por todas las calles del pueblo, se percataron del recorrido propagandístico comandado por El Loco
y “Rullío”, y estando Rullío montado en un Poste eléctrico de la Esquina de la Heladería del “Chino Rincones” en
la Plaza Montes, pegando la propaganda, se le viene encima un piquete policial comandado por el Dr. Rafael Brito,
odontólogo del pueblo, militante de Acción Democrática,
quien también solía prestarse para labores de persecución
policial y zapeo político, con el fin definitivo de apresarlos
y entregarlos a la policía. Rullío, montado en las alturas del
Poste eléctrico, y El Loco Francisco no tuvo otra alternativa
que pegar un gran carrerón hacia la calle Bermúdez, en dirección hacia El Cementerio. De tal manera que el piquete
policial chimbo se confundió sin saber qué hacer y dieron
tiempo a que “El Rullío” pudiese aprovechar la confusión
y bajarse de un tirón del Poste y reventar también en carrera desmedida, en huída del pelotón. Con la suerte de que
también “El Rullío” (Orangel) termina tomando dirección
hacia la calle que conduce al Cementerio, de tal manera que
al acercarse a las inmediaciones de la entrada al Cementerio,
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en el pasaje mas obscuro, atina a encontrarse con “Francisco
El Loco”, quien andaba con las mismas intenciones. Fueron a tener, en su carrera, al final del Cementerio lindero
con el cañaveral de Don Mario Quijada, y los perseguidores buscándolos hasta con el uso de una lámpara o linterna
muy grande intentando visualizarlos, lo que provocó que El
Loco y Rullío tuvieran que acostarse bien tendidos en un
par de tumbas contiguas entre hierbas y el húmedo monterascal de la tierra. Cuando ya los perseguidores empezaron
a desistir de continuar la búsqueda, empezaba El Rullío con
una especie de voz quejumbrosa a rezar expresiones: “Qué
desgracia Dios mío… tocarme a mí, venir a dormir con los
muertos…sin estar muerto. Deberían llevarme los muertos,
para que se me acaben los sufrimientos.”.
En versión del Chúo Pastrán, refiriéndose a aquella refriega represiva donde fue detenido y hubo de compartir detención con Víctor Ruiz, El Catire de Aricagua y Marcos
Chinchilla, solía contar que después de haber estado varios
días aislado en calabozos policiales, la DISIP que fue el
cuerpo encargado del procedimiento, solía mantenerlo durante las horas diurnas en una sala de retención en la propia
sede del organismo en Cumaná, horas durante las cuales debía someterse a las más variadas sesiones de interrogatorios e
intimidación compulsiva. De manera que estando en esa rutina, una tarde, sintió en el lugar, cierta situación de bullicio
inusual, a lo cual, como pudo llegó a asomarse hacia el sitio
desde donde se originaba el bullicio, y pudo reconocer que
traían a un hombre entre empujones y sometimiento forzoso, cuyo hombre hablaba y proliferaba expresiones de desagrado, con voz muy alta y quien hacía esfuerzos físicos para
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no dejarse llevar hacia donde los esbirros lo querían
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cir. El Chúo, haciendo un mayor esfuerzo pudo identificar
que el hombre a quien estaban arreando, se trataba de Víctor
Ruiz, un personaje hijo de una familia establecida en el pueblo, a quien, en general identificaban como la familia del
“Telegrafista”, en virtud de que el señor-jefe de la familia
era el encargado de la Oficina de Telégrafos del pueblo, en
consecuencia, a todos los hijos e hijas, se les denominaba
como los hijos del telegrafista. Bien, el caso es que más allá
de la oposición física que oponía Víctor Ruiz, los esbirros
lograron someterlo y meterlo para el pequeño espacio que
hacía de Calabozo, ocupado por Chúo Pastrán, quien dice
que el hombre convertido en un toro bravo fue obligado a
entrar al pequeño cuarto, circunstancia ante la cual –ya
adentro- se lanzó hacia una de las esquinas angulares de la
sala, donde se postró como perro bravo, conmovido por la
molestia. Pasados unos minutos, llega hasta la puerta uno de
los funcionarios que participó en la captura y le pregunta al
Víctor su número de cédula de identidad, a cuyo pedimento
éste se estaba negando a facilitar la información. El funcionario le insiste diciéndole que “es mejor que no nos hagas
perder tiempo porque tú sabes que tenemos que identificarte, así que déjate de necedad y di cuál es tu número de cedula.” --Víctor Ruiz, vuelve a insistirle al funcionario que el
problema a resolver es “que ustedes no tienen por qué involucrarme a mí en este problema, porque ustedes saben que
yo no estudio en el Liceo Sanabria y no tengo nada que ver
con lo que pasó en el Liceo, yo fui al Liceo porque me lo solicitó mi mamá que conociendo que había disturbios, me
solicitó que fuera a ver por mis hermanas que debían estar
en el Liceo, de manera que yo fui al Liceo fue a buscar a mis
hermanas, y esa no puede ser razón para detenerme, y tratar
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ahora de involucrarme en hechos que yo no conozco”. –El
DISIP habiéndole escuchado, le replica desde la puerta: “Si
hombre, bien santico que eres tú… o es que tú te crees que
aquí no te conocemos bien”. –“ustedes pueden decir lo que
sea, lo que yo digo es que ustedes saben que yo no tengo
nada que ver con lo pasó en ese Liceo”… --“¿Nada que
ver…?” -le replica el DISIP- …y ese poco de Granadas que
te encontramos en tu casa…? –“¿Granadas en mi casa...? –Sí
Granadas en tu casa...” -le repite el DISIP- …”serán Granadas de comer”… --le responde Víctor con cara contrariada.
–“Sí, mama gallo… que después nosotros te agarramos en la
bajaíta…”. --Total, el Víctor terminó diciéndole el número
de cédula al tipo, quien desapareció a cumplir sus supuestas
actividades de oficio. El Chúo, en momentos en que dirigía
la mirada hacia el recién llegado, pudo constatar que aquel le
estaba dirigiendo ciertas miradas de reojo y en franco silencio, no obstante, al cabo de pocos instantes el Víctor se dirige al Chúo, inquiriéndole: “¿Qué hubo… cómo estas…?”.
–El Chúo le responde lo que elementalmente se dice en estos casos, ante todo confirmándole que ha estado todos estos
días en este sitio, sometido a interrogatorios, y El Víctor interrumpe para preguntarle: “¿Pero, te jodieron, te están torturando?”, --El Chúo le dice que afortunadamente hasta el
momento no le han aplicado torturas terribles y que hasta el
momento todo ha sido un poco “suave”, a lo cual, el Víctor
le dice con firmeza: “Te voy a decir una vaina, si te torturan
y te joden… ponte duro, aguanta callao... y no te vayas a cagar, cuidado que llegas a hablar y a cometer delaciones contra otros compañeros, mira que entonces si es verdad que
quedas bien jodido, porque los que se vuelven Sapos aquí…
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después no pueden vivir tranquilos en la calle…
¡aguanta
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la
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vaina…¡ …nadie te mandó a meterte en vainas”. --Bien este
corto diálogo, sirvió como un rompe hielos entre los detenidos, lo que dio paso a cierto ambiente sosiego, lo que fue
interrumpido por una nueva situación de bullicio, y entonces, se evidencia que hay un nuevo detenido, para compartir
el pequeño calabozo. Se trata de un estudiante del Liceo,
que era conocido como El Catire de Aricagua, quien también había sido reclutado y sumado a las detenciones. Estando ya en el calabozo, El Catire saluda al Chúo Pastrán, y le
explica las incidencias de su detención. El Víctor, aprovecha
para preguntarle a El Catire, que si ya lo han sometido a interrogatorios, El Catire dice que sí, que ya lo han interrogado sobre un sinfín de asuntos… --Víctor vuelve a
interrumpirlo para solicitarle información sobre los asuntos
en que ha declarado, El Catire responde pero Víctor queda
un tanto insatisfecho con lo respondido, y aprovecha para
decirle: “Tú sabes Catire, que yo no estudio en el Liceo, y
que yo no tengo nada que ver con los sucesos del Liceo ni
con nada que tenga que ver con el Liceo, porque yo fui para
el Liceo fue a buscar a mis hermanas, por solicitud de mi
mamá… así que te voy a agradecer que si te llegan a interrogar bajo torturas y golpes… a mí no me vayas a involucrar
en nada de eso, porque ya tú sabes que yo no tengo nada que
ver con eso…” --El Catire, nervioso y un poco trastocado
por la alocución de Víctor, interrumpe para decirle: “Amigo… yo le voy a decir un asunto… yo no vine aquí porque
yo quise, a mí me agarraron preso, y yo no vine a soportar
torturas ni maltratos físicos… además, yo tampoco tengo
ninguna razón para que me vengan a estar torturando…” -Víctor, interpretó lo dicho por el Catire como un desaire y
como una muestra de debilidad sospechosa, por lo cual vol-
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vió a increparlo con un dejo de molestia visible: “Mira Catire… te estoy diciendo que no quiero que me vayas a
involucrar en una vaina con la cual yo no tengo nada que
ver… sí a ti se te llega a ocurrir involucrarme en vainas a
mí… yo soy el mismo que te mato a ti.. ¿Oíste?… mira que
entonces yo te mato… si tú me jodes a mí”. –Aquello generó un clima de conflicto y de desagrado interior en el lugar.
Lo cierto es que habiendo transcurrido unas horas, aproximadamente a las 10 de la noche, llaman al Catire para la oficina, y allá resolvieron ponerlo en libertad y dejarlo fuera
del paquete. En poco tiempo después, pudimos constatar
que había un nuevo detenido, y ya pasadas las 11 de la noche, traen a rastras a Marcos Chinchilla. Marcos, no estudiaba en el Liceo Sanabria, pues él estudió su bachillerato en
el Liceo “Calatrava” de Puerto La Cruz, sin embargo, dedicaba mucho tiempo a permanecer en Cumanacoa, pues, él sí
era un miembro participante importante del movimiento
político socialista que sosteníamos en Cumanacoa. --Llegada la medianoche, los funcionarios de la DISIP nos informaron que íbamos a ser trasladados, que recogiéramos los
objetos personales y les siguiéramos a ocupar un transporte.
Desde allí nos llevaron al cuartel de retención de la Policía
de Cumaná (Tamanaco), y nos hicieron ocupar un Calabazo
incomunicado para el resto de los penados. Durante esa otra
semana, nos mantuvieron en una rutina, según la cual durante el día nos llevaban para la DISIP a responder a interrogatorios, y en la noche nos regresaban al Calabozo de la
Policía que teníamos asignado. El Chúo recuerda que estando pernoctando detenido en el Calabozo de la Policía, en
compañía de Víctor y Marcos Chinchilla, durante un fin de
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semana, (un viernes, temprano en la mañana), viene un
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cionario de la Policía y dice: “Marcos Chinchilla… prepárese que lo solicitan en la Oficina… muévase rápido”.
–Marcos se prepara mas rápido que inmediatamente, y
acompaña al funcionario sin saber ni para qué… al cabo de
algunos minutos regresa, no triste y trayendo consigo ciertos paquetes que portaban objetos desconocidos. –“Vino mi
papá, -nos informa con cierta timidez- …pero yo no lo pude
ver, no me dejaron verlo, porque estamos incomunicados,
en todo caso, me entregaron estos paquetes dejados por él,
que parece que contienen alimentos y otros útiles…”. –
Cuando abrimos los paquetes, había una bolsa de papel, bastante grande que salían en esos tiempos (con asas), cuya bolsa
estaba full llena de Fritos de Cochino, con toda clase de partes de estos llamados “Fritos de cochino” que incluye Morcilla y mucha abundancia de partes con carne.—“Aquello
tenía como diez kilos de Fritos de Cochino, más un lote de
arepas de maíz amarillas de las mas grandes, y entre tantos
detalles de la entrega, se encontraban dos enormes manos de
Cambur de esos que llamaban “Raboemulas”, también había un frasco grande de dulce de lechosa, magistralmente
preparado, o sea: un arsenal de exquisito bastimento que
bien podía servir para alimentar a una tropa, durante ese fin
de semana. –“Aquello fue de fiesta a la grande…” -cuenta El
Chúo- …”Pasamos ese viernes, sábado y domingo comiendo como unos reyes con aquel arsenal que nos dejara el Viejo Chinchilla”. --En versión de El Chúo, el señor Chinchilla
es descrito como “un don de estirpe campesina, medía como
2 metros de alto, trabajador y padre afectuoso con sus hijos
quien, en verdad, tenía entre sus actividades productivas y
de soporte económico, el engorde, compra y venta de animales de carne, como el cochino, entre otros”. En ese tran-
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ce, después de la comilona, estuvimos como una semana
más, retenidos en el Calabozo de la Policía de Cumaná, sin
ser mas molestados por la DISIP, hasta que un día se presentó una comisión especial encabezado por un Diputado de la
Asamblea Legislativa del Estado Sucre, diputado JOSE CORASPE, un viejo dirigente campesino muy consecuente,
que fue directivo regional del MEP, quien solía participar
en acciones de solidaridad social, y había logrado forzar una
decisión legislativa local, para solicitar la libertad de todos
los compañeros estudiantes y ciudadanos involucrados en los
actos de Cumanacoa, lo cual puso punto final a aquel desagradable episodio de la arbitrariedad represiva del bipartidismo gubernamental.
Entre aquellos días, en que cualquier acontecimiento
especial era novedad para romper las rutinas, en cierto paréntesis de calma en el pueblo, pudimos entrar en relación
afectiva con el compañero DANIEL LOZADA. Daniel, era
un personaje del pueblo muy enigmático y carismático, de
pocos amigos, pero, excelente amigo, consecuente, conversador y charlero. Daniel se había graduado como Técnico
Mecánico en la Escuela Técnica Industrial de San Cristóbal, donde hizo su grado de especialización, después de haber salido como Perito de la ETI-Cumaná y permanecía en
Cumanacoa, como quien dice: en situación de espera, a ver
dónde podía tener una opción de trabajo profesional. Vivió
en la calle Mohedano, donde compartió muy afectivamente
con sus hermanos: Josefina y Fernando, y con su mamá: doña
Rosa. De manera que: como en esos tiempos, la mayoría de
esos jóvenes con inquietud y simpatía política socialista eran
estudiantes de bachillerato, se acostumbraba, especialmente
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en temporadas de los exámenes parciales, a compartir
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pacios de común uso para ejercitarse en estudios preparativos para los exámenes, donde las mayores preocupaciones se
centraban en el estudio de las matemáticas, física y química.
Pues bien, era rutina, para los estudiantes, concentrarse en
ciertos puntos estratégicos, como lugares de estudio compartido, por ejemplo en la calle Las Flores: en las cercanía de
la Casa Sindical, en el Poste frente a la casa de la familia Reyes Suárez, en la esquina del señor Clemente (el mecánico),
en el poste del señor Tusa y así…esos sitios eran permanentes
puntos de encuentro y reunión de los jóvenes estudiantes,
quienes no pocas veces llegaban a amanecer y recibir la mañana preparándose para el examen. En ese pasar continuo
por esos puntos, se producían encuentros fortuitos de cierta gente que, inclusive se prestaba para establecer relaciones
amistosas (incluso amorosas). Así llegamos a establecer relaciones amistosas con DANIEL LOZADA. Quien, en una
oportunidad, al pasar por uno de esos puntos y detenerse un
poco a saludar, se percató de que había una discusión acerca
de problemas no resueltos y no aclarados con la Trigonometría y las Ecuaciones. Daniel era Técnico Mecánico y un
fanático de las Matemáticas, pues bien, oyendo las discordias
sobre los temas en discusión optó por meterse a opinar y
emitir criterios sobre los asuntos en cuestión, lo que fue recibido casi con bendiciones por los protagonistas del dilema,
lo que terminó en que el compañero Daniel se convirtió,
en adelante, en el libro abierto de los problemas de Trigonometría y Ecuaciones del micro grupo, en donde aparte
de Elys Yegres y Eduardo Barrios Pinto, se encontraba el
Chúo Pastrán. En adelante, logramos construir con Daniel,
una gran amistad, quien se comportaba como un orientador y un profesor, quien con humildad y desprendimiento
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daba clases, además de matemáticas, de rectitud y conductas. Cuando estábamos en el punto del Poste, en situación de
espera, podíamos advertir que se acercaba Daniel: un Tac…
Tac… Tac…Tac… proveniente del choque majestuoso que
al chocar contra el piso producían los Tacones de las botas al
estilo “LOBLAN” que siempre usó Daniel y que siempre
lo distinguieron en su vestir. Aquellas no usuales botas, sus
camisas mangas largas de broche que hacían una perfecta
armonía con su cuerpo atlético, al estilo de Charle Atlas, y
una cabellera abundante, peinado en aquel entonces al estilo
de “RAPHAEL”, definían la figura de aquel ser humano
humilde, buen hijo, culto, estudioso y solidario, y, en especial, de firme y sobria creencia y convicción justiciera y
pro-socialista. En las conversaciones chiquiticas con Daniel,
podíamos percibir a un ser humano donde se encerraba un
gran soñador, romántico y casi místico, admirador de Simón
Bolívar, del Ché Guevara y Jesús de Nazaret. Gran lector y
pintor creativo, quien incursionaba en trabajos creativos con
el uso de Proyector y Diapositivas A Daniel le gustaba la
poesía y la música, especialmente era dado a manifestar su
afición por la obra: “Sorba el Griego”, aquel personaje casi
mítico, de la novela del griego Cretense Nikos Kazantzakis:
autor literario de tan alto nivel desarrollado que, además,
fue nominado junto con CAMUS al Premio Nobel de la
Literatura, cuando le fue adjudicado a CAMUS, autores a
quienes les fue señalado una elevada influencia filosófica-literaria de DANTE y de NIETZSCHE, de cuya novela, resultó que el personaje SORBA EL GRIEGO, fue llevado al
Cine, y se logró acompañar y recrear en medio de un estilo
musical muy romántico y que fue singularmente difundido
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en medios artísticos de la época y que conoció
DANIEL.
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Es decir: que en DANIEL LOZADA encontramos un ser
humano de grandes actitudes filosóficas avanzadas del momento, con raíces pro-socialistas, donde la afición al arte,
el amor, la belleza, pureza, la pasión, y la aventura, logran
producirnos un retrato hablado sobre las preocupaciones de
su vida, trazado a partir de las miradas inclinadas entre diferentes búsquedas que intentan converger en lo Ancestral y
en la trascendencia. En una de aquellas sus últimas oportunidades de relación social con la gente del pueblo y amigos,
conminado por Albertico Díaz, Avelino Pastrán y Alfredo
Bastardo, aceptó realizar el diseño, configuración, elaboración y montaje de una propuesta de Comparsa Colectiva de
Carnaval, para la Calle Las Acacias de Cumanacoa, Comparsa que, por cierto, ganó el Primer Premio y fue nominada como la Mejor Comparsa de ese Carnaval, cuando todas
las calles competían con mucha fuerza y trabajos creativos,
y donde habían calles emblemáticas que figuraban en estas
competencias como “imperdibles”, caso de la Calle Mohedano, Calle Miranda y Calle Las Flores, a quienes nunca
había sido posible ganarles ninguna vez. Y resulta que con
la propuesta de DANIEL LOZADA, la Calle Las Acacias,
ganó en esa única vez, por cierto.
La última vez, que intentamos entrevistarnos con él, ya
él se había trasladado para la ciudad de Caracas, y a través de
una persona, nos envío su dirección de residencia en Caracas, en La Esquina de Velásquez, en una modesta pensión,
de esas que abundaban, en ese tiempo en el Centro de Caracas. Fue en el año 74, en compañía de El Loco Francisco,
fuimos a Caracas, en procura de ciertas actividades personales, pero, especialmente con la misión de entrevistarnos con
Daniel. No fue posible, ya Daniel no estaba en la pensión,
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y nos confirmaron que ya no estaba disponible… Daniel,
había resuelto incorporarse al Frente Guerrillero “Antonio
José de Sucre” acantonado en los montes Orientales. No lo
vimos más, aunque sí supimos que como guerrillero siempre se distinguió como un compañero de conducta ejemplar, echao palante, lector, trabajador y productivo. En la
guerrilla llegó a ser “El Armero”, reparaba y se encargaba
del mantenimiento de las armas de la guerrilla, inclusive, se
nos llegó a informar, que Daniel logró resolver un problema
guerrillero que se había convertido en una especie de “desarme involuntario de los combatientes” ya que la mayoría
de las Metralletas que tenía la guerrilla, eran las llamadas
AKA rusas. Pero, a esa altura del partido no había ninguna manera de proveerse de proyectiles para ese armamento,
pues no aceptaba las municiones de las armas americanas. De
manera que Daniel llegó a descubrir una manera de adaptarle las municiones americanas para las AKA rusas, con lo cual
se logró rehabilitar toda la existencia de ametralladoras que
ya se encontraban en desuso y fuera de circulación.
En el mes de octubre, del año 77, recibimos la ingrata
noticia, la Guardia Nacional y los Cuerpos de Seguridad,
en una operación montaje de Alcabala móvil, realizada a la
altura del KM. 52, en las cercanías de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, habían dado muerte a varios guerrilleros,
entre ellos contaron al compañero DANIEL LOZADA.
Operación seguramente concertada con los infiltrados que
vivieron en la guerrilla para la DELACIÓN, teniendo la información sobre todas las operaciones y movimientos que
ejecutaban los núcleos guerrilleros.
Podría decirse, que toda aquella juventud setentina, se
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movía entre el afán a la lectura y la cultura, el
romanticis-
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mo, el reto a la aventura y la afición hacia las utopías, que se
complementaba generalmente con afectos de simpatía hacia
los movimientos socialistas. Así por ejemplo, pudimos percatarnos de que Francisco El Loco, pagaba el precio político
de ser cabeza visible de un movimiento político opuesto al
régimen bipartidista adeco-copeyano y con orientación socialista, en medio de un colectivo de muchachos todos estudiantes, y hasta menores de edad, en donde Francisco era
visto como el Grandulón y el corruptor de los muchachos
que por su corta edad aparecían como inocentes, por lo que
hubo de confrontarse y sostener encontronazos violentos
con la mayoría de los jefes políticos del bipartidismo gubernamental de la época. En otra oportunidad, en el Restaurant del Sr. Ángelo, se fue a las manos con el Sr. Luis Abreu,
jefe de turno del Partido Copei en Cumanacoa, de cuya trifulca El Loco sacó una mano y conectó de tal manera a Luis
Abreu que lo lanzó contra el suelo y lo hizo rodar por debajo
de las sillas y las mesas.
Así también, hubo varios intentos de confrontación física con Víctor Medina, entonces jefe del Sindicalismo del
Central Azucarero, formado en la escuela política de Acción
Democrática y con quien siempre sostuvimos un clima de
adversidad política. En una oportunidad, estando el grupo
distribuyendo el CAUSA OBRERA en las inmediaciones
del Barrio Obrero (Daniel Carías), nos entrompó –pistola
en mano- el señor Víctor Medina, porque se sentía afectado
por una denuncia que contra el sindicalerismo patronal que
ejercían en el Central Cumanacoa, estábamos difundiendo
y vociferando.
En un diciembre, andando con El Loco Francisco y
con Rullío en un plan de diversión y recreación nos queda-
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mos hasta altas horas de la noche, bebiendo unas cervecitas,
y ya siendo muy tarde decidimos llegar hasta la casa de “El
Negro Calderón” al final de la Calle Bermúdez, quien también vendía hasta el amanecer un roncito barato y accesible,
especial para rematar los excesos festivos. Pues bien, viniendo de la plaza tomamos por la calle El Cementerio, por si
acaso había algo abierto donde comprar bastimento, antes
de llegar adonde “El Negro Calderón” que nos parecía muy
lejos. Pero no, tuvimos que caminar la Calle El Cementerio
completa y ya al final al frente de la casa de la Sra. Delvalle
Alfonzo alcanzamos a toparnos de frente con el Sr. Roberto Acuña, quien supuestamente estaba de regreso a su casa.
Roberto Acuña era un señor muy conocido en el pueblo,
respetado y respetable, aunque, por cierto tenía cierta fama
de ser un hombre delicado, de carácter muy fuerte y cierta
fama de “buen peleador”. Pero, repetimos, el señor Roberto
Acuña, especialmente se destacaba por ser amigo de todos
los hombres y familias asentadas del pueblo de Cumanacoa.
Cuando nos cruzamos, en pase de frente por la acera, con
Roberto, Roberto saluda con una expresión gentil, válida
para todo el grupo. Rullío, que es un elemento muy travieso, juguetón y jocoso y quien además tiene un trato de cierta
confianza con el señor Roberto, se dirige en voz alta a él, al
tiempo que le dice: “Roberto Acuña, por qué no nos echamos ahorita unos coñazos, pues..”. Roberto, oyendo claramente lo dicho por Rullío le responde: “Como no fueras un
hombre”. --Rullío vuelve a replicarle al hombre: “Bueno, y
qué te crees tú… no te equivoques… yo me echo unos coñazos contigo...”. --Roberto vuelve a decirle: “Yo peleo con
hombres, no con “culocagaos y punto.”. El Loco Francisco a
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quien ya los palitos se les estaban subiendo para el cerebro,
se
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mete en la conversación, y con voz visiblemente altanera le
dice a Roberto: “Buenooo…, pero si tú quieres pelear con
un hombre, yo sí me puedo embraguetar contigo…, mira
que yo no te tengo miedo, y estamos parejos…”. --Roberto voltea con cierta sorpresa, notando el tono altanero de
El Loco, y vuelve a decir: “Yo no discuto con culocagaos,
y borrachos menos...”. Esto llegó a enardecer la furia de El
Loco que se abrió hacia la calle en tono provocador contra
el señor Roberto replicándole: “Qué fueeeee... Vente y embraguétate conmigo púes…, que yo sí soy más hombre que
tú…”. --Y le hacía señales con las manos y los brazos en plan
de pelea al don, quien ya no salía del desconcierto viendo el
atrevimiento desmedido del Loco Francisco que sin ton ni
son lo estaba retando abiertamente a sostener un combate.
El señor Roberto se paró absorto, pálido…, y dudaba acerca
de qué decidir en la circunstancia, tiempo que aprovechó
El Rullío para abalanzarse contra Francisco reprochándole:
“Tú te volviste loco… ¿tú no respetas al señor Roberto...?
señor Roberto, no le haga caso, ese lo que está es borracho, vuelto loco… se emborrachan para volverse locos, carajo…”. --Don Roberto Acuña, con una gallardía y con una
gentileza que no utilizaba siempre, cuando se le presentaban estos casos, recordó que El Loco Francisco es hijo de
su Compadre Pancho Calderón. Y espetó con resignación y
enojo: “Dale gracias a Dios que tú eres el hijo de mi Compadre Pancho, y yo contra mi compadre no puedo actuar.
Eso te salva del aprieto y la molestia que me has causado…
¿Oyó..?.” --Acto seguido prosiguió su camino y no hubo
otra palabra. Ya con este espectáculo la caminata festiva se
daba por terminada, entre reproches e insultos contra El
Loco Francisco, por su tremendísima impertinencia. Allí, se
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rompió el joropo, y cada quien para su casa con la carga de
molestia recibida.
Al otro día, después de mediodía, nos volvimos a encontrar con Rullío en la plaza Bolívar, y no nos quedó otra
que recordar la mala noche que nos hizo pasar El Loco
Francisco. No había pasado mucho tiempo cuando aparece
el personaje. Desde lejos lo divisamos, a través de un pantalón anaranjado intenso muy ancho que solía usar –“parece
la Bandera Nacional izada” –decía Rullío, hasta que estuvo
cerca. No nos dio mucho tiempo para hablar, y antes que
nosotros reventó en confesión diciendo: “Qué les parece…
la vaina de anoche… el señor Roberto Acuña, antes de que
amaneciera, se fue para la casa y ha llegado a ponerle la queja
a Calderón, y decirle lo ofendido y humillado que se sentía
por la falta de respeto que yo le causé…Ahora Calderón me
botó de la casa… me dijo que recogiera mis trapitos y me
fuera a vivir donde él no me viera más… por falta de respeto, por haberle ofendido a su Compadre…Ahora: ¿qué voy
a hacer, dónde voy a dormir y dónde voy a comer…?”. -“Bien hecho…” -sentenció El Rullío-, “…y suerte que Roberto Acuña no te mató a coñazos… como te lo merecías.
Dale gracias a Dios que a Roberto le dio lástima, desbaratarte a coñazos…, por Dios y mi madre que yo no salgo más
nunca a beber ron contigo, porque te has convertido en una
amenaza. Y punto”.
Bien, pasado ésto, digno es recordar que la mayoría de
los compañeros afectos al MEUP-Liga Socialista, eran asiduos a compartir en el Juego de AJEDREZ. Una vez, un
Lunes Santo, siendo las 10 de la mañana, aproximadamente,
se encontraron en un banco de sentarse, de los alrededores
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de la plaza Bolívar de Cumanacoa, varios de ellos: El
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no Ramón, Reinaldo Reyes (El Cabezón), Elys Yegres, y
otros, y habían montado una especie de ronda eliminatoria
de AJEDREZ entre los asistentes. Estando ocupados en eso,
llegó a pasar por el sitio la patrulla-perrera de la Policía del
municipio, cuyos funcionarios llegaron a confirmar la actividad que se estaba realizando en el sitio, hasta que, debidamente uniformados y dotados de armamento, se presentaron
al grupo, estableciendo: --“Buenos días, señores, con su permiso, nos permitimos informarles que nos tienen que acompañar al Comando de la Policía… así que, por favor, recojan
sus cosas y acompáñenos…”. --Ante tal situación, el Chino
Ramón y El Cabezón Reyes, en especial, manifestaron sus
sorpresas, pero con cierta firmeza, además, pidieron una explicación convincente acerca del por qué les estaban pidiendo tal cosa… El oficial de Policía que se abrogaba la Jefatura
de la Comisión, ya asediado por tantas preguntas y respuestas, de manera muy categórica llegó a establecer: “Señores,
por favor, es mejor que no opongan ninguna resistencia al
procedimiento… ustedes bien saben que los sitios de la Plaza Bolívar, no son para estar JUGANDO MUÑECOS…
esas cosas están terminantemente prohibidas en estos sitos, y
las leyes se dictan para ser cumplidas… y nuestra función es
hacer que se cumplan las leyes… así que, por favor, es mejor
que nos acompañen por las buenas al Comando, que será
donde se establecerán los procedimientos y las responsabilidades definitivas… así que, por favor, procedan por las buenas, y embárquense en la patrulla… por favor.”. –En verdad,
los muchachos –todos universitarios- no salían de su desconcierto y confusión… pero, al fin, decidieron montarse en la
patrulla, e ir a ver qué era lo que iba a pasar… --Al llegar al
Comando de Policía, fueron conducidos a una pequeña sala
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de detenidos, con la orientación de esperar a ser llamados
por el Prefecto del Distrito, quien fungía como Comandante de las Fuerzas Policiales del Distrito, y primera autoridad
en lo civil. En poco tiempo, pudieron divisar el arribo del
Prefecto a las oficinas de mando, a quien oyeron preguntar:
¿Y ese lote de estudiantes por qué están aquí...? –Enseguida,
se acercó el oficial que había comandado el operativo e informo: “Mi comandante, ese grupito, usted sabe… esos son
varios de esos estudianticos que se la pasan dándoselas de
exaltados en el pueblo… pero, en este caso los sorprendimos
en plena Plaza Bolívar, faltándole el respeto al Libertador:
ahora… y que JUGANDO MUÑECOS EN LA PLAZA…
¿usted ha visto mi comandante...?¿usted se imagina lo falta
de respeto que son esos estudianticos… que ahora agarraron
la plaza Bolívar para jugar MUÑECOS..?. –El Prefecto, en
aquel momento, el señor Juan Villarroel, oída la explicación
del oficial de Policía, se rascó un poco la cabeza, y no ocultó
un tono pensativo que le producía la novedad que dejaban
a su cargo. Don Juan Villarroel, un hombre muy parco, de
buen trato y de buen carácter, en general, con la gente, muy
dado a tantear soluciones muy pragmáticas y “Salomónicas”,
cuando se trataba de conflictos a su alcance, con vista muy
despierta miró hacia donde se encontraba el grupo estudiantil en condición de detenidos y pidió a su asistente que, por
favor, hiciera pasar al grupo a su oficina. El grupo llega hasta
la oficina con la salutación de rigor hacia el Prefecto, quien
sin mediar más palabras, le habla al oficial de Policía que
dirigió el operativo de detención y le apunta con autoridad:
“Por favor, oficial Molina, le voy a agradecer que, por favor,
me deje a solas con este grupo de jóvenes involucrados en
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el operativo realizado por usted… que yo voy a tratar
de
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resolver con ellos de la mejor manera el problema suscitado
y buscar una solución de consenso…”. --El oficial Molina
se retiró, el Prefecto dio paso al presente diálogo: --“Bueno
muchachos, como ustedes comprenderán, no hay problema
sin solución… Y yo, como Primera Autoridad en el Distrito,
me dispongo con ustedes para que éste problema lo podamos
resolver nosotros buenamente, aquí, en esta oficina, sin necesidad de que ésto tenga que pasar a conflictos mayores. Yo
como Autoridad, estoy dispuesto a hacer el sacrificio de mi
parte, y creo que ésto lo podemos resolver sin tener que pasar el caso a Cumaná. Yo estoy dispuesto a que conversemos
y lleguemos a un entendimiento que ponga fin a este asunto
aquí, sin necesidad de más nada. Ahora, claro, ustedes tienen
que comprender muchachos… la Policía tiene su trabajo…
que tiene que cumplir… entonces, ellos salen en su recorrida, los ven a ustedes agrupados en la plaza, jugando sus
cosas… y por más que sea… se ponen nerviosos… entonces,
yo les quiero pedir a ustedes, que, por favor, colaboren ustedes también, que pongan algo de su parte, entonces, hagamos algo, hagamos un trato… cuando ustedes quieran jugar
sus cosas, muchachos… váyanse para otro sitio, jueguen en
otra parte, lejos de la plaza, y así la Policía, por instrucciones
mías, no los molestará más, ni se meterá más con ustedes por
esta cosa… y quedamos en buena paz.”. Cerrado el pacto. Se
acabó la jugadera de MUÑECOS en los alrededores de las
Plazas de Cumanacoa.
En otra oportunidad, por allá por el año 80, se encuentran por los alrededores de la Plaza Bolívar, Chúo Pastrán y
el Loco Francisco. Un domingo pasadas las 10.oo de la mañana. Soplaba una buena brisa en las proximidades del Cine
Gardel, con bullicio y algarabía, que invitaba a los inventos
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festivos. Después de cruzar saludos y las primeras palabras de
interrogación mutua, estando un tanto a la expectativa de
cuanto sucedía, ambos oyen una voz gritona que los interpela desde el interior de un carro en el medio de la calle, se
trata de Jesús Fuentes “El Patón” quien los está señalando y
haciendo señas para que se acerquen. Acto seguido, “El Patón” se baja del carro en que anda y se acerca con señal de
abrazos y cortesía de especial contentura, y les informa que
anda festejando porque viene de haber recibido el título de
Ingeniero Químico de la Universidad de Los Andes. Esto.
Obviamente provoca los abrazos felicitantes hacia el nuevo
ingeniero, y sin mediar más palabras, enfilan su caminata
hacia el Restaurant de “Ángelo” para producir en compañía
de las frías cervecitas, el legendario “salute per te” de nuevos
augurios para el nuevo ingeniero, quien no pierde tiempo
para abundar en anécdotas, y confesión de planes para el futuro promisor, ahora que debe disfrutar de su título universitario. Y así… se compartieron historias, remembranzas,
uno que otro chiste de a propósito, en fin, transcurrieron las
mejores horas de la mañana y se cruzaron los tiempos con las
primeras del atardecer temprano, hasta el momento en que
el grupo decide que es hora de mover la festividad, y “El Patón” sugiere que, “por favor, vámonos para “Arenas” que
tengo una gente y familiares esperando para continuar la celebración por allá”. Proposición que fue totalmente acogida
por los acompañantes y arrancaron a buscar como llegar hacia “Arenas”, tomando la Avenida principal de Cumanacoa,
con dirección hacia la salida que conduce hacia “Arenas”,
para abordar un carro que los conduzca. Al estar caminando
por la avenida, los susodichos observan que hay como una
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situación de algarabía especial, hay cierto ambiente de
“bo- chinche” en la avenida e inclusive se observan
algunos
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efec-
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tivos de la Guardia Nacional y la Policía, sin alcanzar a
explicarse las razones del movimiento. Sin embargo siguieron tranquilos su caminata rumbo a la salida hacia “Arenas”.
De pronto notaron que dos efectivos de la Guardia Nacional
-peinilla y pistola en manos- se aproximan con prisa hacia a
ellos, les dan voz de alto y entrega de documentos personales. Pero, cuando intentaban sacar las carteras para mostrar
los documentos de identificación personal, viene uno de los
efectivos (GN) –Domingo Ramos se llamaba- y les dice con
apuro que, por favor, se incorporen al recorrido hacia el Comando Policial, donde podrán entregar su identificación.
“El Patón” intenta oponerse a tal disposición y dice que
cómo es eso, “que nosotros andamos en nuestros asuntos
personales”, y “cómo nos van a empatar -así como así- en
una caminata que no tiene nada que ver con nosotros.” Mas vale que no… el guardia Domingo Ramos pegó un
grito de alerta al equipo policial y militar, dijo que acá estaban en presencia de tres elementos en situación de insubordinación a la autoridad y visos de rebelión y subversión,
motivo por el cual “solicitaba refuerzos para dominar la insubordinación y cumplir con el objetivo de la misión”. -“Mi teniente, allá hay tres elementos pertenecientes a una
célula de la subversión, identificada plenamente, y quieren
rebelarse al operativo de seguridad que estamos desarrollando contra la delincuencia y la subversión…” --corrió a notificarle el guardia “Rojita” al teniente que comandaba el
operativo de una redada social que en aquel entonces el bipartidismo gubernamental llamaba: PLAN UNION, “para
recoger vagos y maleantes y limpiar las calles de elementos
perturbadores de la paz social”, -a decir de los medios de
comunicación-. Bien, a juro -y a punta de peinillas- tuvie-
ENTRE ROJOS LABERINTOS
ron que incorporarse los tres indicados a la marcha reclutada
hacia el Comando de Policía. Llegados a la esquina del
Puente que cruza hacia la calle Mohedano, notamos que una
Patrulla-perrera militar se detiene muy cerca de nosotros, y
los efectivos militares, comandados por Domingo Ramos y
Rojita nos hacen subir y abordar la perrera-patrulla, para seguir el camino hacia el Comando Policial. Estando adentro,
constatamos que adentro viene un joven, estudiante de la
UDO, oriundo y residente del pueblo de Río Arenas, de
apellido Luzardo, quien también venía bajo el mismo designio. Como nos conocíamos de vista y trato, el joven más rápido que inmediatamente nos informa que él ha sido testigo
involuntario del Zapeo del cual hemos sido víctimas y de la
forma calumniosa como Domingo Ramos y el “Rojita” habían convencido al Teniente-jefe del Operativo, para que
nos embarcara detenidos como “Subversivos”. Al llegar al
Comando Policial de Cumanacoa en La Represa, nos hacen
formar filas en una larga lista de reclutados por el operativo,
en su mayoría, campesinos –jóvenes y adultos- recién bajados del campo que habían venido a vender sus cosechas y
productos y hacer compras de bastimento alimentario para
reciclar sus reservas familiares. Más rápido que inmediatamente, estando abordando la fila, escuchamos una voz militar que dirigiéndose a nosotros afirma en voz alta: “Allá…
los cuatro… Rompan la fila y pasen adelante…” --nosotros
con un poco de sorpresa, nos vemos la cara y mostrábamos
ciertas dudas acerca de si en verdad se dirigían hacia nosotros… cuando irrumpe una vez mas la voz militar: “Dije los
cuatro Allá… rompan fila y acérquense…” --acto seguido
otro militar se acerca hacia nosotros –peinilla en mano- y
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nos conmina a movilizarnos. “¿Qué pasa con ustedes…?
es-
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tán sordos o están alzados…?”. “¡Avancen¡”... “!obedezcan¡”…” --Ya no había opción, o avanzábamos o nos
agarraba la peinilla. Todavía mientras avanzábamos, “El Patón” aprovecha que había logrado cierta cercanía con el Teniente del Operativo, y alcanza a decirle: “Disculpe
Teniente: pero es que nosotros somos tres. No somos cuatro”. El Teniente convertido en todo un comandante le replica: “No discuto con detenidos...!Avance¡…”. Ya en un
cuartucho que hacía las veces de oficina improvisada de registro de las detenciones del operativo, se procede a registrar
nuestra detención: Nombre, Apellido, número de cédula,
profesión u oficio. Ocupación actual. Dirección de residencia… uno a uno y rapidito, sin mucho que pensar había que
responder, en aquel gran bullicio. Cumplido el requisito,
fuimos conducidos a un pequeño, feo y solitario cuartucho
que servía de “calabozo”, también improvisado, para algunos detenidos. Estando algunos minutos, en aquella pocilga,
viene una nueva comisión militar y nos solicita abandonar el
lugar en su compañía y nos informa que nos dirigimos hacia
el Comando de la Guardia Nacional. Otra vez los cuatro.
Directo para el Comando. Allá nos atiende otro Teniente de
oficio, y procede a abrir un nuevo registro de identificación
personal. Empieza por el joven de Río Arenas, Luzardo:
Nombre y Apellido: José Enrique Lizardo, cédula:
8.098.567, Profesión y Oficio: Estudiante de la Universidad
de Oriente, Dirección de habitación: Río de Arenas, en la
calle principal, sin número. El siguiente: nombre: Jesús Najib Pastrán Labrador, cedula de identidad: 4.688.646, profesión estudiante de Historia del Pedagógico de Maturín,
Dirección Calle Las Acacias de Cumanacoa. El siguiente:
Jesús Gabriel Fuentes Núñez, cédula de identidad: 4.132.487,
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profesión: Ingeniero Químico de la Universidad de Los Andes. Dirección de habitación: Calle Mohedano, No. 78. El
siguiente: toca el turno al Loco Francisco, a quien se le nota
no poca incomodidad para registrar sus datos, mientras revisa con su vista el rostro de cada uno los acompañantes. –Diga
ciudadano: nombre y apellido: Francisco Manuel Velásquez
Sánchez, cédula de identidad No. 2.609.613, profesión u
oficio: -El Loco vuelve a detenerse como dudando lo que
tiene que decir… profesión u oficio, caballero… -replica el
Teniente. -Arranca Francisco: “Ah Bueno… sísisissi. Profesión: Escritor... –“¿Cómo…?” -vuelve a replicar el Teniente
extrañado-. Y El Loco vuelve a la carga: “Escritor… dije
Escritor”. –“¿Escritor de qué…? Estamos hablando de profesión”. –“Bueno… efectivamente, yo soy Escritor…” -ya casi
balbuceaba El Loco Francisco con evidente angustia. –“¿Y
eso es Profesión?”, -preguntó el Teniente con firmeza-. -“Claro, claro, eso es una profesión”. –“Bueno… caballero,
será…”. -dijo el Teniente con resignación y poco convencimiento-. --Cerrado el acto de registro, se nos traslada a un
pequeño cuarto en el interior residencial del Comando,
transcurrido muy pocos minutos, se nos vuelve a señalar:
“señores detenidos, por favor, acompáñenos, que vamos a
proceder a un traslado. Y se nos indica el camino hacia las
afuera del Comando donde aparentemente nos espera una
patrulla-perrera de la guardia. “Entren, por favor…”, -se
nos indica con firmeza. Antes de entrar a la patrulla, al Chúo
Pastrán se le ocurre preguntarle al oficial que nos conduce:
“Señor Oficial, nos puede explicar hacia dónde nos llevan y
cual es el objetivo del traslado…?” –Mas vale que no…
aquel oficial tiró manos a su arma de reglamento e hizo se-
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ñas a otro guardia para que interviniera diciendo con
vio-
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lencia: -“No hablo con detenidos... y las preguntas las
hacemos nosotros… O entra por las buenas…! o nos obliga a
proceder… ¡”. --Faltó poquísimo para que el efectivo militar le largara al Chúo Pastrán tremenda ración de peinillazos
y obligarlo a subir a la perrera. Ya en el interior de la patrulla, decía El Loco a Chúo Pastrán: “viste Chúo…viste… no
sea arbolario… no te alebrestes, no te precipites que nos
pueden joder, aguántate”. --Y puesto en movimiento el vehículo pudimos constatar que nos dirigíamos hacia la ciudad
de Cumaná, a cuyo lugar llegamos acercándose las 10 de la
noche de aquel domingo, directos al Comando de Guardia
Nacional ubicado en Puerto Sucre donde tenía la sede oficial el Destacamento. Otra vez… directos para un cuarto
solitario, en espera de nuevas indicaciones. Ya en ese hábitat,
aprovecha el Loco Francisco y nos repara a todos los del grupo: “Óiganme muchachos, seguramente nos van a interrogar otra vez y nos van registrar los datos de identificación
personal, quiero que estén atentos a un asunto: si alguno de
los oficiales que interrogan les llegan a preguntar algo de
mí, ustedes les dicen que yo soy Escritor. Cuidado me van a
desmentir. Díganles que yo me dedico a escribir Libros…
no me vayan a dejar en feo”. --Bien, dicho como tan hecho,
antes del mediodía, fuimos llamados individualmente, uno
a uno, a registrar datos de identificación y marcar huellas
digitales, con preguntas y respuestas sobre la vida personal
de cada quien. En ese Comando, entre interrogatorios sucesivos, preguntas y respuestas ya se nos habían ido el lunes, el
martes, el miércoles y el jueves y nada que nos ponían en libertad. Ya el jueves en la mañana, llamaron al “Patón” y le
permitieron una rápida conversación con la esposa de aquel
momento, una abogada que se desempeñaba como Juez en
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Mérida, quien logró que le permitieran verlo. Al regresar de
la entrevista personal, “El Patón” insinuó su creencia de que
lo iban a poner en libertad, gracias a la mediación de la Juez:
su esposa. La expectativa acerca de la libertad individual del
“Patón” no dejaba de ser como una brisa fría, para quienes
nos quedábamos, pero, al fin, no había más que hacer, porque al fin y al cabo, lo demás estábamos presos… y preso, es
preso. Poco tiempo después, llamaron al “Patón”. “Señor
Fuentes, prepare sus objetos personales que queda en libertad”, --dijo una voz militar de los adentros del Comando. Y
dicho y hecho: se fue “El Patón” y se queda El Chúo Pastrán
con “El Loco Francisco” y el negrito Lizardo de Río Arenas
a cuestas. Ocasión que, aprovechando un poco la intimidad,
asume El Loco para preguntarle al estudiante Lizardo: “Oye,
vale, explícanos una cosa: en verdad, como fue que te detuvieron a ti, dónde, cómo y por qué…?” –El muchacho cuenta que él venía de Cumaná, de la UDO, y que de camino a
su casa, en Río Arenas, se detuvo en una bodega para entregarle un material a unos amigos y entonces, llegaron los
Guardias pidiendo cédula, los requisaron, y les revisaron
unos paquetes y unas bolsas que él traía con un material de
difusión y propaganda política, y al identificarla con el movimiento CLP-CLER y el Periódico ¿QUE HACER?...
entonces procedieron a meterlo en la patrulla. -Aquel informe le encrespó los pelos de punta al Loco Francisco, quien
con manifiesta dolencia exclamó: “Carajo muchacho, tú si
que eres irresponsable… como es que tú andas tan orondo
por esas calles exponiéndote con un material que tú sabes
que por tenerlo te van a meter preso… No me jodas, carajo…Ahora sí que estamos jodidos… tronco e vaina en que
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estamos ahora. Seguro que todo ese paquete nos lo
echan
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encima a nosotros… para “La Pica” directo nos vamos con
esa vaina, el coñíssimo e la madre, nojoda. Viste Chúo, el
peo en que estamos ahora… ahora si es verdad que nos jodimos pendejo”. --El Chúo no encontraba qué agregar ante
aquella disertación tan mortificante del Loco Francisco y
apenas alcanzaba a decir: “Bueno Loco, vamos a esperar a
ver que pasa todavía…”. --“Tú eres loco, qué es lo que vamos a esperar… a que nos lleven para “La Pica” como unos
mismos pendejos…” –“¿Y entonces que hacemos…?” -preguntaba el Chúo entrecortado… --“Bueno, vamos a hacer
una vaina”, -retruca el Loco Francisco decidido-: “Ya se fue
“El Patón”, nosotros andábamos los tres juntos. Entonces,
hagamos una vaina: “De nosotros dos, nadie acepta irse sólo
en libertad. O nos sueltan a los dos… o no se va nadie de esta
vaina, que sería la única forma en que podemos hacer presión para que no le caiga la chupa a un solo pendejo… o al
más pendejo, mejor dicho”… …Y si vemos la vaina más jodida, nos declaramos en Huelga de Hambre indefinida, hasta que nos suelten a los dos… O los dos, o nada”. Y punto.
–cerró con decisión Francisco El Loco. El chamo de la
UDO -Lizardo- al oír todo lo expresado por Francisco interviene tímidamente para decir: “disculpe, señor Francisco, perdone lo que le voy a decir, pero yo creo que, si nos
empiezan a soltar uno por uno, debemos aceptarlo porque el
que salga primero, entonces, en la calle ayuda para que suelten a los que quedan presos… --“Usted se calla carajo… hágame el favor, jovencito, de usted no quiero ninguna
opinión, porque por culpa suya es que estamos en esta situación, a usted nadie lo manda a andar jugando con una propaganda política por toda la calle como si fuera un juguete…
además usted sabe que usted no andaba con nosotros. Usted
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andaba solo o con quien sea, menos con nosotros. Y es mejor que usted deje bien claro eso cuando lo interrogue la policía… y cuidadito como a usted se le ocurre echarnos ese
paquete encima a nosotros… porque aunque sea en La Pica
me lo como vivo…oyó... Ya lo sabe, no quiero vainas”. --El
joven no se atrevió a replicar más nada, seguidamente optaba mirar a los ojos al Chúo Pastrán, como queriendo decirle
cosas, pero administró el silencio. Al otro día, viernes pasadas las 10 de la mañana, vino un oficial al calabozo de los
presos y desde la puerta notificó: “Atención detenidos, recojan sus objetos, que vamos a hacer un traslado”. -- Mientras
preparaban los poquísimos objetos personales, se acerca El
Loco Francisco al Chúo y le murmura: “Nos jodimos, perros a cagar, guevón, prepárate para lo que viene…” --y
mira al estudiante y le dice: “Y ya tú sabes carajito, cuidado
con vergas… que tú me llegas a lanzar el carro e mierda encima, porque te como, carajo”. --Acto seguido, nos montaron en una patrulla-perrera de la GN, y nos condujeron por
la ciudad con destino desconocido. Al final se detuvieron en
una casa-quinta muy grande, nos hicieron descender y nos
condujeron al interior del local, supimos que eran las oficinas del Comando de la DISIP, del estado Sucre. Nos hicieron sentar en una pequeña sala interior custodiados por
algunos efectivos que nos miraban de reojo y con cierta curiosidad. Entre los efectivos pudimos identificar a un muchacho –en aquella época- de apellido Limpio, de una
familia que vivía por la entrada de Barrio Blanco, en Cumanacoa. Con cierta timidez nos saludó con cortesía, aún guardando las distancias. Tiempo después, nos informaron que si
alguno de nosotros apetecía de tomar agua, que, por favor,
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podíamos hacer uso de un dispensador que estaba muy
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ca. El Loco no quiso tomar agua, ni mediaba palabra, simplemente a la expectativa. Pudimos notar que a cierta
distancia, había entrada y salida a un pequeño espacio que
sin lugar a dudas, era un baño-urinario. De pronto el joven
estudiante –Lizardo- lo vemos que se levanta del asiento
donde estábamos sentados, y se dirige hacia el supuesto
baño-urinario sin consultar con nadie. Esto costó que cuando los DISIP lo detectaron el movimiento formaron una algarabía y sacaron las armas, supuestamente, para aplacarnos
y desmovilizarnos, y al chamo se le trajeron a empujones,
“por intento de evasión”. En adelante, nos pararon de las sillas, nos colocaron pistolas en situación de “apunte” y finalmente nos movieron del sitio y nos llevaron a colocarnos de
rodillas –con las manos en la nuca- contra una pared al fondo del local. Estando contra la pared, “El Loco Francisco”
entre murmuraciones y medias palabras, hizo mil juramentos contra el joven Lizardo, entre otras cosas, llegaba a decirle: “Mira carajito, júralo que sea como sea que salgamos de
ésta vaina, cuando te tenga cerca me las vas a pagar todas
juntas, por jodedor...” --Después del incidente, unas horas
más tarde, nos volvieron a permitir sentarnos. Nos ofrendaron café, y hasta nos regalaron unos Sándwiches. La atención se tornó más humana. Luego se acercó el funcionario
oriundo de Cumanacoa (Limpio), y nos dijo en voz baja y
firme: “Tranquilos muchachos. Ya vino el Jefe y está dando
instrucciones para que los dejen en libertad. Hoy se van para
el pueblo por instrucciones de Eligio Serrano”. Eligio Serrano, -entonces- un joven aún perteneciente a una familia
muy digna de Cumanacoa, familia que comandaba el viejo
Eligio Serrano, trabajador de toda la vida, del Central Cumanacoa. El viejo Eligio, después de militar en AD, partici-
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pó en la división que dio origen al MEP con el maestro
Prieto Figueroa a la cabeza, y en Cumanacoa, el viejo Eligio
se destacaba por ser un trabajador político de base progresista pro-socialista, tremendamente solidario y simpatizante
con la lucha socialista, y siempre estaba al lado de “los muchachos”, es decir, apoyaba mucho las iniciativas de la juventud del Partido. Los Serranos: los hijos del viejo Eligio,
eran dos: Francisco “El terrícola”, identificado totalmente
con el movimiento juvenil socialista de Cumanacoa, que
después se hizo profesional universitario en la UDO, y Eligio, hermano menor de Francisco, quien fuera compañero
de estudios de Bachillerato del Chúo Pastrán, quien habiendo tenido también una juventud entusiasta de compartir solidario con aquella juventud, muy influenciada por el
movimiento socialista, al graduarse de bachiller y salir del
pueblo a continuar su vida profesional, en Caracas, fue captado por gente vinculada al aparato policial de la DISIP donde optó por hacer toda una carrera profesional definitiva. Y
bien, sirvió esa circunstancia, para que el compañero Eligio
nos salvara sin más ni más, de aquel paquete que nos hizo
compartir tan mal rato con “El Patón” y “El Loco Francisco”, por andar celebrando graduaciones.
Aparte de estas vivencias entre la política y las experiencias recreativas, El Loco Francisco tenía otro ámbito de
actuación: sus amores, amoríos y sus querencias sentimentales. Hasta la edad de los 20 años en Cumanacoa, la conquista
de mujeres, y la consecución de novias, no era el fuerte de
El Loco. En ocasiones le oímos confesar entre quejas: “caramba, que les parece… que ya yo tengo 20 años y nunca
he llegado a tener una novia… y de “aquello” menos: na-
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nay nanay, que desgracia… qué infortunio.”. Todos
aquellos
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comentarios provocaba en el resto de los compañeros toda
una retahíla de jodederas permanentes y expresiones jocosas, referente a las ansias de amores del Loco Francisco. En
una oportunidad, refiriéndose al tema, al negro Peter (Petercantropus), le oímos sentenciar muy agudamente: “De
no haber sido por ese gran invento del hombre que inventó
la masturbación masculina, al Loco Francisco lo hubiésemos
tenido que enterrar virgen…”.
No obstante, El Loco era un gran enamoradizo, so
pena de que lo atendieran o no, pero, él solía lanzarse en
tremendas aventuras de pretensiones amorosas, en pro de féminas, preferiblemente bonitas y atractivas de la época.
Nunca olvidamos, que, en un tiempo, El Loco agarró
una juntilla con un grupo de docentes del Liceo Sanabria y
otra gente conexa, donde se contaba al Poeta Ibrahím Hernández, Luis Enrique Ávila (un profesor copeyano Bohemio, quien llegó a ser Presidente del Concejo Municipal de
Cumanacoa), un compañero a quien llamaban “Luis Funeraria”, andaba también El Rullío y muchos otros, que se reunían permanentemente en una casa de la Calle Arismendi
que tenían Alquilada Ibrahím y Ávila. Esa casa era un centro
de reuniones para la bohemia, actividades lúdicas y tertulias
literarias y políticas también.
Se da el caso de que El Loco andaba perdidamente enamorado de una joven profesora del Liceo, conocida
como Marlene. Una joven bien simpática. A quien El Loco
esperaba en puntos estratégicos de su recorrido a casa, para
alagarla con piropos y expresiones llenas de amor hacia ella.
Total, que el Loco andaba que ni comía ni dormía pensando
en el amor de Marlene.
En una oportunidad, un día domingo, llega el Loco a
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la susodicha casa bohemia, y se encuentra con que hay una
concurrencia con un ambiente visiblemente festivo. Ya, por
supuesto, estaba comprado un bastimento de alimentos y bebidas suficiente para una jornada completa, con su respectivo
Sancocho dominguero. La mesa del Truco ya estaba servida,
y los asistentes ya se formaban en parejas para el juego. Por
supuesto, que más rápido que inmediatamente El Loco fue
incorporado a la jornada de participación, y en menos que
canta un gallo, ya estaba sentado jugando el Truco.
En el grupo faltaba uno, el profesor Ávila, de quien
se supo, que estaba en diligencias personales por la ciudad
de Cumaná, y que esperaban su pronta llegada. El colectivo festivo había ya recorrido gran parte de sus acometidos lúdicos, cuando, ya para la hora de mediodía, hizo su
entrada el profesor Ávila, lo que fue un motivo de mayor
alegría para el grupo instalado. El profesor Ávila, ingresó
a la casa, se desocupó y quedó listo para integrarse también
al grupo truquero. A esta altura ya, El Loco había ganado
varios Trucos y permanecía muy activo en el juego, y, por
supuesto, se había tomado ya sus varios traguitos de la bebida espirituosa en mesa, de tal manera que ya El Loco estaba lo que llaman “sabrosito”. De repente, se oye el timbre
del teléfono residencial en repique repetido. Un compañero de los presentes que estaba más cerca atiende el teléfono
y luego con voz firme dice: Profesor Ávila, lo llaman por
teléfono… -“¿quién…?” -responde Ávila con prisa-. –“La
profesora Marlene, dicen...”. --Bien, el profesor Ávila, sale
presuroso a atender la llamada y entabla una conversación
muy amena con su interlocutor, quien parece ser una mujer.
A todas estas, El Loco Francisco, como ya oyó el nombre de
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Marlene, está mosca con la conversación de Ávila. Y
ocurre
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que cuando parecía que ya la conversación de Ávila finalizaba, éste pregunta a su interlocutor telefónico: “¿Quién…?,
Francisco…, si como no, aquí está con nosotros compartiendo… ¿Que quieres hablar con él…? Ah bueno, como no…
encantado, no te preocupes…”. “Francisco, por favor, ¿puedes venir un momento…?, te solicitan aquí… es Marlene,
la profesora que quiere hablar contigo…” --Cuando Ávila
dice ésto, Francisco sintió que el mundo se le venía encima
y palideció como si algo grave le sucediera. “¿Marlene…?”
–preguntó. Bien, se paró, se dirigió a tomar el teléfono y
entró en un diálogo telefónico con su interlocutora Marlene. Allí se botó diciéndole cumplidos, piropos y confesiones a Marlene, tanto que: la mujer llegó a citarlo para verse
esa misma tarde en los alrededores de la Plaza Bolívar, para
conversar mejor sus asuntos. El Loco estaba que se moría de
emoción. Sin embargo, ya terminando la conversación empezó a notar un comportamiento extraño en los jugadores
de Truco que uno a uno estaban saliendo hacia la puerta de
la calle. Cuando El Loco cierra la llamada telefónica con el
corazón en la boca, se dirige al sitio de la reunión de juego
con ya varias ausencias, pero sí llegó a notar cierto rostro
que denotaba picardía en uno de los compañeros… presintió una emboscada terrible y a puro instinto buscó hacia la
puerta de la calle donde debían estar los ausentes… y pudo
constatar que todos estaban tirados en el suelo ahogándose entre risas. No hizo falta más. Ya lo supo todo. Había
sido emboscado por Ávila, quien había concertado con una
amiga de Cumaná, para que hiciera la llamada haciéndose
pasar por Marlene y sostuviera aquel diálogo lacónico con
el Loco. Al Loco no le quedó más que estallar en ira y repugnancia sintiéndose burlado, se acercó hasta la mesa de
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juego, la volteó patas arriba, rompió la botella de la bebida,
hizo rodar todo lo que pudo por los suelos, hizo juramentos
de toda índole, mientras el grupo se ahogaba en risas por la
tremenda vaina que le habían echado. Llegó a declararse en
rebeldía contra la peña bohemia e hizo varios juramentos de
no volver nunca más a dicha membrecía. Por supuesto, juramentos que nunca cumplió.
Otra gran enamorada que se tomó a pecho el Loco
Francisco fue hacia una catira muy bella que había en el pueblo, hija de una familia copeyana adinerada, supuestamente
de abolengo familiar italiano. Gisela Sussarini. Una catira
de muy buen porte y tremenda presencia exterior, estudiaba
en la Universidad de Oriente y vivía en Cumanacoa con su
grupo familiar. Era una mujer de un hablar y de modales
muy refinados. Siempre andaba en carro para sus diligencias
personales. Al Loco Francisco un buen día, se le metió en
la cabeza que le gustaba la catira, y empezó su ritual de pretensiones, piropeos, saludos insinuantes, y cotorreo poético
sin cohibiciones de ningún tipo. El Loco dice que llegó a
conquistar el amor de Gisela Sussarini y que llegó al punto
de lograr que Gisela le aceptara su amor, que fue vivido –según él- con infinita intensidad. “Ella fue el gran amor de mi
vida”, -suele decir-. “Lástima que Dios me hizo sin reales,
sin plata y fuera de las familias burguesas, porque si no, hubiera sido la madre de mis hijos. Pero, ¿cómo hago…? Limpio, sin trabajo, sin chequera y con fama de Comunista…
demasiado hice”, -sentencia con rigor.
A la verdad es que Gisela nunca aceptó ante nosotros la
veracidad de tal relación amorosa. Una vez estando en casa
de “La Noronta” (Nora Otero), en una reunión festiva del
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mes de diciembre, llegó a tocarse el tema de sus amores
con
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El Loco, y Gisela llegó a decir: “No es cierto. Yo sólo fui su
amiga. Lo demás es pura fantasía de su devoción poética…”.
Ahora El Loco vive en Maturín. La misma historia de
amores fallidos y sentimientos lacónicos no correspondidos.
Sin embargo, ya es un poeta reconocido. Ha publicado varios libros de poesía. Y es reconocido por la red de escritores
y peñas literarias de Maturín. Según Omar Velásquez, por
fin, llegó a sostener una relación amorosa estable con una
señora llamada Rosa, que –según- lo quiere mucho, lo cuida y lo consiente. Aunque no pocas veces, suele confirmar:
“Todavía no estoy entregado, déjense de vainas. Ahora es
cuando tengo para largos ratos… y a las mujeres… tengo
que quitármelas de encima –a cada rato- a punta de sombrerazos, para que no me quieran, no me deseen tanto y me
dejen vivir mi vida en paz.”.
Sarita Fuentes, (Saraca), la hermana del Castor y luego esposa del Chino Rincones, El Negro Blas (hijo menor)
Castor, William Palomo: el hermano de Richar Palomo, La
Noronta (Nora Otero), el Catire Domingo, Florencio Contreras, Maritza Sánchez, Chavela Acuña (Elizabeth), María
Elena Zambrano, Frank Sánchez… fueron testigos y participantes excepcionales y directos de toda la experiencia
juvenil. Sara, siempre consecuente asistía con rigurosidad a
las reuniones y actividades desarrolladas por aquel pequeño
grupo político quijotesco, donde llegó a compartir mayores responsabilidades en el Partido. Chavela Acuña (Elizabeth) en su Liceo y en las reuniones del MEUP: jovencita
La Chavela… bonita y alegre… con una sonrisa tan alegre
que tumbaba cocos, con una bella cabellera negra que le cobijaba la espalda, y una voz con que cantaba para alegrar a
las estrellas), El Chino en la Universidad de Oriente, com-
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partiendo responsabilidades de organización y promoción
política en Cumaná y en Cumanacoa el resto del tiempo.
Castor, desempeñándose como miembro de la dirección
local del Partido, y complementaba sus actividades como
dirigente estudiantil en el Liceo Sanabria, junto con Florencio Contreras, William Palomo, El Negro Blas, Carlos
Marín, José Núñez: El Mosquito, Maritza Sánchez, Chavela
Acuña, María Elena Zambrano, y otros compañeritos que
con la mejor intención se plegaban a las ideas del Socialismo
con que militábamos. El Castor, cumplidor y jocoso, a veces
mordaz con comentarios irónicos usados con mucha discreción. Llegó a desarrollar excelentes habilidades y destrezas
en el campo de la elaboración de Propaganda, especialmente pancartas. Trazaba letras y diagramaba –a mano alzadapancartas de excelente calidad. Blas, consecuente con los
compromisos, inocencia y recurrencia de ribetes infantiles,
se sumaban a su devoción socialista juvenil. Siempre estaba
al pie del cañón, a la hora exacta y en el sitio señalado. Y El
Catire Domingo, un compañero que habiendo hecho una
pasantía por las empresas básicas como obrero siderúrgico,
después de haberse enfrentado a los Hornos de SIDOR y
habiéndose fogueado con equipos obreros de avanzada política y de vanguardia en las luchas proletarias de la época, sin
muchos dotes académicos demostraba una gran afición por
la lucha por el Socialismo y apego al proyecto político que
promovíamos. A veces tosco, de rudo hablar y sin muchos
adornos de vocabulario, asumía los trabajos como militante
de primera línea. Eso si… jocoso y jodedor. Nunca perdía
oportunidad para promover chalequeos y jodederas entre
los compañeros. Siempre tenía una manera de convertir en
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jodederas sanas, los aconteceres más serios de la
experiencia
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que se vivía.
En una oportunidad, empezando el año 76, nuestro
equipo político local decide realizar un Acto Político Público en la esquina de la Plaza Bolívar, con la asistencia del
compañero Jorge Rodríguez (padre) en ese momento Secretario General de la Liga Socialista, y en efecto, se montó
el trabajo de promoción y difusión para la realización del
Acto. A última hora, el Comité Nacional de la Liga Socialista decide que el compañero Jorge Rodríguez, motivado a
ocupaciones múltiples que le impiden venir al evento, en tal
sentido, se designa al compañero Oscar Bataglinni, miembro destacado del Equipo Nacional, para que supla la ausencia del compañero Jorge Rodríguez en la actividad en
Cumanacoa con plena satisfacción para todos.
Era de rutina, en la realización de las actividades de
rutina del movimiento, una vez realizadas las actividades,
cerrar el evento con una reunión interna, en la cual los asistentes y participantes pudiesen manifestar sus opiniones de
evaluación en torno al cumplimiento de actividades, de manera que en esa reunión se intenta recoger percepción de
fallas, insuficiencias y elementos positivos vistos como exitosos en la actividad.
Bien, después del Acto, nos reunimos en la Casa local
del Partido ubicada entonces en la calle donde ahora está
la Farmacia de Eleida, que sale a la Calle Mohedano, cuya
casa, perteneció o pertenece al Sr. Ubaldo Figueroa, quien
ejercía propiedad y alquilaba dichas casas. Allí nos reunimos. Y empieza la actividad. Cada uno de los compañeros
participantes va interviniendo rotativamente, manifestando
sus pareceres en torno a la actividad cumplida, que en general, coincidían en ver la actividad como un hecho exitoso.
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Siguiendo la rotación de las intervenciones toca al turno al
Negro Blas. ( Jorge Luis), quien al manifestar su satisfacción
por el acto realizado, en especial, expone, como asunto de
particular interés que él está muy agradado en esta oportunidad porque le ha parecido un avance muy importante del
movimiento, el uso de compañeros en funciones de: “guatanero”. El compañero Blas quiso referirse al hecho de que en
este evento se hizo un esfuerzo especial en materia de “seguridad” y se designó a algunos compañeros para que cumplieran con la vigilia (vigilancia) discreta del evento tratando
de precaver los saboteos de costumbre del bipartidismo gubernamental. En tal sentido, se designaba una pequeña comisión de compañeros que eran denominados internamente
“Los Campaneros”, (o sea: los que tocan las campanas en
caso de visualizar intentos de saboteo). Pues bien, cuando el
compañero se refiere al tema con tanto interés, al hablar de
los Campaneros, como Blas era muy dado siempre a querer
hablar muy “fino” y solía rebuscar palabras, entonces utiliza
la expresión de los “guataneros”, para referirse a los Campaneros. Cuando Blas dice lo que dijo, despierta curiosidad en
todos los presentes sorprendidos por el término utilizado.
Revienta el compañero Castor y le dice: “Blas, “guatanero”
no Blas. Se dice Campanero”. -Cuando otros compañeros
hicieron cierto intento por corregir a Blas, vuelve a intervenir el Castor, diciendo: “Acuérdese, compañero Blas, Campanero es una cosa, y “guatanero” es otra, “guatanero,” es
la persona que acompaña al grupo de pescadores en el río
cuando están de pesca, y su función es: aguantar y llevar la
ropa de los pescadores, llevar el saco con los pescados que
se van pescando y de una vez, llevar la botella y servir los
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palitos de ron que se beben los pescadores. El
compañero
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Bataglinni, un señor muy sobrio, un académico de la política, no obstante no ocultó la gracia especial que le había
causado la aclaratoria del Castor al Blas. Luego se presenta
que, ya al final, toca la intervención del compañero “Catire”, (Catire Domingo) quien ha permanecido muy atento a
las intervenciones. Catire, es señalado en torno a que debe
hacer uso de su derecho de palabra… y empieza: “Buenoooo… éstoooooo… en realidad pues… comparto muchas
de las cosas expresadas por los compañeros… perooooo...
Divagando acáaaa… pues…” --El Catire también era dado
a andar rebuscando palabras para decir palabras diferentes…
y en medio de la improvisación dice con aquel tono intelectual: “Divagando acaaaaa… pues…” --Cuando El Catire dice la palabra, los presentes en automático se miran
los rostros… y revienta el Castor nuevamente: “No Divague
compañero Catire… No divague… mire que es tarde y no
podemos estar perdiendo tanto tiempo… sea concreto y no
divague”. --Aquello fue como cerrar con broche de oro, entre la inocencia y la gracia sana de aquella pléyade de jóvenes
que entre quijotes y Sanchospanzas hacían discurrir los mejores años de su juventud.
El Catire Domingo, fue obrero de los Hornos Siderúrgicos en Guayana, en los tiempos duros de los inicios de la
Siderúrgica. Habiéndose apartado de sus estudios de bachillerato optó por irse a Ciudad Guayana y trabajar. El Papá
del Catire Domingo: El Viejo Domingo, era un ser humano
con gran amor hacia El Catire. Siempre tuvo una manera
muy tierna para tratar al Catire. Desde pequeño lo cargaba y lo llevaba y lo traía a la Escuela en su vieja Camioneta
azul. El viejo todo el tiempo andaba con su “catirito” en
las costillas. Y ya cuando El Catire espigaba como todo un
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hombre, el viejo nunca abandonó el trato cariñoso y protector. Recordamos una ocasión, estando El Catire trabajando
en Guayana, él siempre venía a Cumanacoa, especialmente
para visitar al viejo que siempre lo estaba esperando para saludarlo y compartir. Total es que de “El Catire” se estaba diciendo que andaba muy enamorado en Ciudad Guayana de
una muchacha muy bonita y tal. Comentario que El Catire
aprobaba de buenas ganas. Una noche, en la casa estando el
grupo de amigos en la casa del Viejo Domingo, compartiendo una botellita de Whisky que había traído el Catire,
se entró en la conversación de la novia que tenía el personaje allá en Ciudad Guayana. Catire, siguiéndole el curso
a la conversación saca de la cartera una foto que tiene de la
Novia, y se la muestra a los amigos quien se la están pasando
de mano en mano, y haciendo cualquier exclamación. Hasta
que el Viejo Domingo atento al asunto también pide ver la
foto de su futura “yerna”. --“Para ver, para ver… quien es
la muchacha…” --El Catire le entrega la foto… y exclama
el Viejo Domingo con enojo: “Qué es estooo… nooooo…
esto no, noooo. Esta es una muérgana… Catire… eso no
sirve.” --y lanza la foto contra el suelo. Resulta que la supuesta novia de El Catire Domingo, es una muchacha muy
bonita y muy bien preparadita, pero, es de color Negro…
El Viejo Domingo aborrecía la idea de ver al Catire de novio con una negra. El Catire, con mucho desconcierto recogió la foto, se quedó como si le hubieran echado encima
un balde de agua helada, pero, de todas maneras tomó con
la discreción más grande el acto de desaprobación del Viejo Domingo. Nos contaron los compañeros que más nunca
quiso ir a ver a la negrita de Ciudad Guayana, y se desenten-
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dió
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esos
amores.
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En otra oportunidad, estando militando en La Liga Socialista, el Catire, era miembro de la Dirección local, y, por
supuesto, compartía responsabilidades con todos los asuntos
y actividades que se planificaban y ejecutaban en el Partido.
En aquella temporada, La Liga Socialista, solía hacer muchas
actividades para recabar Finanzas y captar algún dinero para
sufragar los gastos partidistas. Fue así como se decidió que
cada fin de semana, cuando se distribuía públicamente el periódico CAUSA OBRERA, que se promocionara y realizara una RIFA popular, vendiendo los tickets en el recorrido
casa por casa que se realizaba por el pueblo. Sin embargo,
de tiempo en tiempo, había que cambiar el OBJETO que
servía de PREMIO de la rifa, para no cansar a la gente con
una misma cosa. Así se llegó un tiempo a promocionar los
llamados SANCOCHOS VIVOS. O sea: se montaban en
una Carretilla todos los insumos alimenticios: piezas de carne, pollo, pavo o pescado, verduras, aliños y otras especies
correspondientes, con lo cual, quien se ganaba la rifa, podía elaborar un tremendo Sancocho Dominguero familiar.
Aquellas rifas, eran un éxito total. Los tickets se vendían en
su totalidad, (2 bolívares la acción). Bien, un buen día, al
Comité Local fue traída la idea de rifar un CHIVO VIVO,
sumándosele al SANCOCHO VIVO, para hacer más novedoso y apetitosa la participación solidaria de la gente del
pueblo. Dicho y hecho… se hicieron las diligencias y entre
El Catire y El Loco Francisco consiguieron quien nos vendiera –barato- un CHIVO VIVO para incorporarlo a la rifa
de la semana en curso. El Chivo nos lo entregaron como
decir: el Lunes, por lo tanto había que mantener en custodia
al Chivo el resto de los días, hasta el domingo: día de la rifa.
Esto suponía que diariamente había que buscar y traerle al
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chivo su respectivo alimento, agua y sustento, para que se
mantuviera en forma. Bien, cotidianamente, los compañeros debían rotarse la búsqueda del alimento del Chivo, sin
embargo, por circunstancias debidamente justificadas en el
partido, sucedió que todas las actividades de cuido del Chivo se habían concentrado en la responsabilidad del Catire.
Al principio muy bien, pero, pasado los días, ya al Catire le
estaba resultado molestoso el asunto, más cuando veía que
nadie más se estaba ocupando de los cuidos del Chivo. Pero
aún, a regañadientes, El Catire cuidaba al Chivo, sólo que,
llegó un momento en que ya no quiso ir lejos a buscarle los
alimentos al Chivo, y concentró su actividad en el uso de una
mata de Guásimo, ubicada en la misma calle, casi al frente
del Partido, que echa unas fruticas muy curiosas que El Catire descubrió: le gustaban para comer al chivo, acompañado
de las ramas verdes del follaje del tal árbol. Total que los últimos días, y las últimas horas, el Chivo tuvo que someterse
y dispararse una dieta reducida al consumo de las fruticas y
las hojas del Guásimo que le impuso el Catire Domingo. El
día domingo, como de costumbre, salimos a la Jornada de
agitación dominical y respectiva promoción y venta de la
Rifa, ahora por el Premio del Sancocho Vivo más el Chivo
Vivo. Al Chivo, le colocamos en el cuello una cuerda larga que nos permitiera arrearlo con mayor comodidad y lo
sometimos a la caminata promocional también. Pero, también llega a suceder, que por razones bien justificadas en el
momento, al compañero Catire le correspondió encargarse
del arreo y conducción del Chivo, tarea en la cual, se decide
que lo asista el compañero Jorge Luis Blas. (El negro Blas).
Bien todo quedó correctamente aceptado. Cuando ya he-
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mos andado casi toda la mañana, el Chivo empieza a
poner-
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se flojo para caminar, y se negaba a andar de buena gana. El
Catire empieza a ver la terquedad y la renuencia presentada
por el Chivo, con molestia creciente, y con mucha insistencia solicitaba al Negro Blas, que, por favor, lo ayude más
a corretear al Chivo y lograr que el Chivo camine sin terquedad. Ya el Catire está a punto de agredir al Chivo para
que camine y estaba al borde de quererlo golpear como le
fuera posible para obligarlo a caminar. En una calle cerca
del sector Las Tinajitas de Cumanacoa, el Chivo logró enrollarse y maniatarse como pudo a un Poste eléctrico, negado
rotundamente al andar. El Catire estaba ya al borde de la
esquizofrenia, queriendo matar al Chivo por desobediente.
Momento en el cual interviene el negro Blas para apaciguar
al Catire, solicitarle que controle la ira contra el animal, y
procede a dirigirse al Chivo, entablando una especie de diálogo pedagógico con el animal, mientras le pasaba la mano
cariñosamente por la cabeza y le decía: “Chivo, Chivo…
por favor…, sé que me estas escuchando, sé que me puedes
entender… sí, lo se. Quiero ser amigo… no permitas que
por tu terquedad, el compañero Domingo vaya a agredirte...
por favor, no lo permitas…” --decía Blas, casi acercándosele
al oído del Chivo… --El total que por esas cosas de Dios
y de la vida, al oír ésto, el Chivo decidió desamarrarse del
poste, y gustosamente echó a andar. El Catire observaba el
asunto no sin asombro, pero prefirió guardar silencio, visto
la obediencia del Chivo. Ya después de habernos insertado
en las inmediaciones del sector con cercanías al llamado barrio “El Terreno” al final o al principio de la calle Miranda,
volvimos a tener novedad con la marcha del Chivo. Se había plegado un montón de muchachos –niños- de diversas
edades que hacían marcha detrás del Chivo, aprovechando
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para causarle molestias al Chivo… aquel muchacherío detrás del Chivo... Viendo el alboroto que se estaba formando
volvimos a preguntarle al Catire que qué era lo que estaba
pasando ahora con el Chivo… y el Catire con una grandísima calentura y rabia, llegó a decir: “Mire compañero ya ese
Chivo a mí lo que me tiene es arrecho… yo no voy a andar
más con esa vaina… vea la última desgracia: ese Chivo lo
que viene es con una gran cagalera que viene bañando en
mierda todas las calles, y vea ese muchacherío, el desorden
que traen con las cagaleras de ese maldito Chivo.. Lo que
soy yo… no paso más arrecheras con ese animal, si quiere
que vaya el Blas, a limpiarle el culo y la guate al Chivo…
pero yo no me la calo más… y punto”. --Al Catire hubo
que sustituirlo de la responsabilidad del Chivo, ya declarado
en rebeldía total. Afortunadamente, el Blas, demostró una
gran inteligencia para tratar con el caprino animal y logró
controlar las situaciones de bochorno que con el Catire se
estaban desbordando. Ya en la tarde, se hizo el Sorteo de la
Rifa, y vino el ganador y se llevó El Sancocho y el Chivo
Vivo, punto cerrado.
Después de esas actividades, a través de un amigo,
nos hicieron permitir el rodaje de películas de “El nuevo
Cine Cubano”, y llegamos a proyectar en el Cine Royal varias películas cubanas de la época, entre ellas una, con la cual
tuvimos un gran éxito taquillero y financiero: “LA NUEVA
ESCUELA”. Sin embargo, también nos tocó que el Chúo
Pastrán, extasiado por los éxitos alcanzados con las películas
cubanas, lo que además le agregaba al asunto un excelente
ribete político favorable al movimiento, (valor agregado, lo
llaman ahora), entonces, el Chúo logró pactar la proyección
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de otra película de la producción cubana intitulada:
“LU-
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CÍA”. Una emblemática producción cinematográfica de la
isla, basada en un drama de largo metraje, un juego amoroso
un tanto complicado, que a todas luces no fue de la aceptación del público concurrente. La función de la película vino
a salir casi a las doce de la noche, cuando normalmente una
función termina a las diez. Pero, además de lo pesado que
resultó el tema de la película, sucedió que nos la habían pactado con un costo muy elevado, ya que nos concedían para
proyectarla durante viernes, sábado y domingo, lo cual implicaba un costo alto del alquiler de la película, más el pago
del local del cine por tres noches… de manera que resultó
que con lo sucedido en la primera función y al correrse el
comentario negativo y repulsivo contra la película, lo que
vino después fue un aguacero de ausencia para las siguientes
noches de funciones. Aquello fue de rochela, las conductas
de la gente jodedora asistente a la película, con comentarios
burlescos y de malicia insana. “Tráiganme una hamaca…”
-gritaban algunos en la obscuridad de la función…” “…
en la próxima: metan de protagonistas al Castor y al Catire Domingo… muy lindos ellos…”. --Al otro día, apenas
llegamos a tener acceso a un solo e íngrimo comentario positivo de aceptación para la película, que nos lo hizo llegar
el Chino Ramón Rincones (el viejo), quien estando en la
Heladería llegó a decirnos con mucha bondad: “tremendas
tablas de actuación hemos tenido… lástima que este pueblo
carezca de cultura de teatro…”. --Única e íngrima opinión
que recibimos favorable, la cual, por supuesto, no fue nunca
suficiente para contrarrestar la batería tan fuerte de burlas,
sarcasmos e ironías de todas las modalidades, que mantuvieron el Catire Domingo y El Loco Francisco, en especial,
para joderle la paciencia durante meses al Chúo Pastrán, por
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haber sido el inventor de la fracasada actividad.
El Castor, a quien familiarmente preferían decirle
“El Negro”, (Olga Fuentes le decía “El Negrito”), fue un
joven travieso, inteligente y lector avieso. Familiarmente se
desarrolló bajo la protección de Olga Fuentes. Ya estudiando el Cuarto Año de Bachillerato, se acerca a los compañeros del MEUP y la Liga Socialista, donde llega a militar
y participa activamente. Aparte de todo, El Castor era una
gran jodedor, jocoso y hasta mordaz para interactuar en los
medios y ambientes grupales. Le encantaba sacarle la lengua
y puyarles las costillas a las muchachas, tanto que El Loco
Francisco lo llegó a llamar “El Banderillero”. Sucedió entonces, que estando Castor militando con el MEUP y la
Liga Socialista, en el Liceo Sanabria se convoca a la realización de las elecciones para renovar la directiva del Centro
de Estudiantes. Por supuesto, que en esa época, los Partidos
Políticos se disputaban el liderazgo estudiantil y las posiciones de mando en los Centros de Estudiantes. Al presentarse
tal ocasión, llega el momento en que en la Liga Socialista hay que discutir los criterios de participación de aquellas
elecciones y postular los candidatos a encabezar la Plancha
estudiantil. En el seno, del movimiento empieza la discusión, y se empiezan a manejar nombres para los candidatos.
El Chúo Pastrán, hablando sobre el tema, en una reunión
puntual, llega a sugerir la conveniencia de que el compañero
Castor sea llamado para postularlo como Candidato a Presidente del Centro de Estudiantes en la plancha que presentaría el MEUP-Liga Socialista. Se abre la discusión y resulta
que “El Loco Francisco” difiere de la propuesta de El Chúo,
y presenta como opción distinta el nombre del compañero
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Florencio Contreras, como alternativa más conveniente
–a
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decir de El Loco- para candidato a Presidente de la Plancha.
Esta disidencia de El Loco, obliga a una jornada de consultas
más amplias con los compañeros estudiantes del Liceo para
decidir sobre el asunto. En una de esas reuniones decisorias,
se está argumentando sobre las conveniencias, los pro y los
contra de los candidatos más sugeridos que en ese momento eran Castor y Florencio. El Chúo argumenta su preferencia por Castor, entre tantas cosas, en especial, porque al
decir del Chúo, el MEUP debía presentar como candidato
a su militante con más características de “Cuadro político
militante del Partido” lo que a juicio de El Chúo, en aquel
momento lo expresaba de mejor manera El Castor. Cuando
corresponde al Loco Francisco, argumentar su propuesta,
El Loco, empieza diciendo que el MEUP debía presentar
como candidato, al estudiante miembro del MEUP con
mejores méritos estudiantiles, al estudiante con mejor récord de notas académicas y al estudiante con mas prestigio
ganado como estudiante rendidor. Y al decir de El Loco, ese
estudiante era Florencio y como tal debía corresponderle la
Presidencia de la Plancha. No obstante, en otro aparte de su
defensa a la candidatura de Florencio, El Loco refiere que
además de todo, hay que revisar la trayectoria del Castor,
porque: “El Castor –según El Loco- es un jodedor, un bromista…”, “ustedes han visto el comportamiento de Castor
en el Liceo…?”, “Vive sacándole la lengua a todas las muchachas… Es más… lo llaman el Banderillero… porque…
en que vive…?”, “Puyándole las costillas por detrás, a todas
las muchachas del Liceo, con los dedos de las manos… que
parece el propio “Banderillero…”. --Bueno, al fin, el hombre logró inclinar la balanza de tal manera, que hasta el propio Castor optó por declinar su nominación y sugirió que
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fuera Florencio el Candidato. Al final fuimos a las elecciones
con gran entusiasmo y mucho empuje juvenil, aunque resultó que no pudimos disfrutar de la presidencia del Centro
de Estudiantes. Fuimos a las elecciones y se da el proceso.
Cuando se están contando los votos, el MEUP está ganando paseado la elección. Y resulta que de pronto, empiezan a
sonar unas explosiones que llegan hasta la sala donde se está
realizando el conteo de los votos, y se llegó inclusive a meterle unos explosivos a la propia caja de la “urna electoral”
que hizo volar aquellos materiales destrozados. El Pánico y
el desorden se encargaron de lo demás. Las autoridades del
Liceo llamaron a la Policía y vino hasta un Comando de
la DISIP a investigar el asunto y, entonces, sucede que los
muy pícaros del bipartidismo gubernamental, acusaron a los
del MEUP y Liga Socialista de haber saboteado el proceso,
por lo cual la DISIP, La Guardia y la Policía se dedicaron a
buscar y perseguir hasta por debajo de las piedras a los compañeros, quienes tuvieron que coger huída y mantenerse escondidos por las afueras del pueblo. Pues bien, los señores de
AD y Copei, reconvocaron nuevamente las elecciones fallidas, sin la presencia del MEUP y divinamente eligieron a un
Presidente estudiantil Copeyano.
Ya después, nos tocó los días obscuros de los años 80.
Lo que los ideólogos de la derecha y la burguesía llamaron
“el fin de la historia”, período que culminó con la caída del
socialismo soviético y el ostracismo político defensivo de los
restantes Estados socialistas existentes en el mundo y que, en
Venezuela, se expresó con la venida a menos de los Partidos
Socialistas que terminaron quedando a la deriva. En “Can-
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taura” y “Yumare”, se producen las masacres contra la
flor
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innata del sentimiento revolucionario que quedaba vinculada al Partido “Bandera Roja”, en cuyo movimiento una
mano peluda de los más altos niveles de jefatura se dedicó a
la DELACIÓN ignominiosa para la liquidación criminal de
tantas voluntades revolucionarias, algunos, en actos de celada colectiva y otras por cacería selectiva planificada desde la
obscuridad, por delaciones sucesivas. El MAS, con Teodoro
y Pompeyo a la cabeza, trabajan para modificarle el nombre al Partido, pues, según ellos, la identificación socialista,
significaba una tacha pavosa. La Liga Socialista, fue abatida
por el montaje de aquella desproporcionada ola de represión
policial, agudizada en el año 76, con allanamientos, saqueos
de locales partidistas, persecuciones, acoso y acorralamiento político desarrollado por el bipartidismo gubernamental
adeco-copeyano –so justificación del secuestro del industrial norteamericano William Frank Nihous (agente de la
CIA, radicado en Venezuela y quien actuaba como propietario de la OWEN ILLINOIS) que llega a alcanzar al vil
asesinato del Secretario General Jorge Rodríguez (padre),
entra en división interna y se fractura, y aunque las fracciones pasaron mucho tiempo tratando de recomponerse,
nunca pudieron lograrlo. En realidad, sucedió que la Liga
Socialista nunca pudo recuperarse del golpe y gran daño
causado con el asesinato de Jorge Rodríguez (padre), maestro de orientación política, pan y vino de La Liga Socialista,
cuya función no encontró sustitución exitosa. Ni siquiera
con la entrada al ruedo partidista del compañero DAVID
NIEVES, quien habiendo sobrevivido a aquella avalancha
de torturas para matarlo sádicamente, por haberle abrogado
conocimiento de la suerte del tal NIHOUS, es sacado de la
cárcel, con el voto popular que lo elige como Diputado, en
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la Plancha Parlamentaria de la Liga Socialista. No fue suficiente el aporte político y moral que trajo David Nieves a
la vida partidista. Ni siquiera el ingreso-sumatorio posterior del propio núcleo fundador originario de la Liga Socialista y de la O.R: Julio Escalona, Fernando Soto Rojas y
Marcos Gómez, quienes acompañados de todos los cuadros
con quienes compartían militancia clandestina, vinieron a
tomar silla y presencia propia en el desarrollo de aquel proyecto político del cual habían sido progenitores. Ni con eso
fue posible, pese a los grandes esfuerzos que se ensayaron
con vehemencia. La marcha imponente del neoliberalismo,
exitosa y criminalmente impuesto, tuvo sus efectos ideológicos desoladores y contribuyó a la pérdida del sentido de
pertenencia con la militancia socialista, e hizo aparecer los
proyectos de la izquierda como causas pérdidas en la derrota. Ya entrando en los años 90 nos sorprende la revuelta de “El Caracazo” del 89, y luego la asonada golpista del
grupo militar Bolivariano en el 92. Ya para entonces, todo
esta promoción de jóvenes del socialismo juvenil, estaban
disueltos en sus proyectos de vida personal que apuntaban
a la adultez, algunos intentando sostener los ánimos de una
política con sentido revolucionario, muchos se reencontraron en proyectos de reedificación política con intenciones
de cambio contra el régimen bipartidista, otros se apartaron
por ocuparse de recomponer y enderezar sus proyectos de
vidas familiares, otros entraron en procesos de disidencias y
no pocos marcaron diferencias y rupturas por haber puesto
sus miradas en opciones no socialistas, los menos quedaron
como actores y pensadores libres de la política, con muchas
dudas sobre el horizonte. Otros como Marcos Chinchilla y
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El Chino Rincones, Rubén Melanio y EL PEPICO
(Fran-
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cisco Ortiz), partieron al ignoto.
Del Blas, sabemos que vive en Cumaná, donde
hizo su fundación familiar y construyó sus propios negocios
económicos. Nunca olvidamos, la oportunidad en que Blas,
estando en situación de pleno desarrollo de su participación
política partidista socialista, andaba muy juntito y enamorado de una compañera a quien cariñosamente llamábamos
“La Morocha”. Bien, el Blas y La Morocha andaban juntos
y agarrados de la mano para cuanta actividad política había
que cumplir. Sin embargo, pasado cierto tiempo, en un momento determinado, empezamos a notar que Blas andaba un
poco desmotivado y huidizo respecto a su compañía amorosa con La Morocha. El Loco Francisco, que se había convertido en un experto “obtenedor” de información personal,
ya que había desarrollado grandes habilidades para sonsacar confesiones sobre la vida amorosa y sentimental de cada
quien, una vez, llegó a decirnos: “Qué les parece, las cosas de
Blas, que ahora no quiere andar con la Morocha… dice que
está pensando seriamente sobre la continuidad de sus amores
con la muchacha… y tanto que lo quiere ella…”. --Bien, sobre aquello se comentó poco, porque como se trataba de un
asunto tan “personal” era poco lo que se podía aportar, en
realidad. Ya pasadas unas semanas, discurriendo la conducta
huidiza del Blas, la propia “Morocha”, en una conversación
amigable nos llegó a comentar: “Bueno compañeros, yo no
sé que es lo que le pasa al Blas conmigo… ahora me anda
como huyendo, como si él me debiera algunos reales a mí…
yooo… lo voy a dejar tranquilo… no le voy a decir nada…y
que haga lo que quiera, vamos a ver…”. --Pasados unos días,
en un breve encuentro de compartir con el grupo, El Castor
le llega a decir a Blas: “Mire, compañero Blas… que es lo que
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le pasa a usted con la compañera Morocha… ¿por qué usted
anda así con ella…?...Eso no parece lo más correcto… hable
con la compañera y aclare sus cosas con ella… mire que ella
anda muy preocupada, porque ella está muy encariñada con
usted... y cómo es que usted le va a andar huyendo sin darle
ninguna explicación..?”. --El Blas, sintiéndose emplazado
ante el grupo, llegó a decir: “Bueno, compañeros, en realidad, pues, yo sí creo que debo hablar con la compañera, y he
estado esperando el momento. Lo que pasa, compañeros, es
que yo no quiero hacerle daño a esa compañera, que me ha
dado tan buen trato… y me ha tratado con tanto cariño…
Pero sí… tranquilos… yo sí voy a hablar con ella, y eso será
en el transcurso de este fin de semana…”. --Bien, no se habló mas del asunto, hasta que el domingo de esa semana en
curso, desde cierta lejanía, llegamos a percatarnos de ver a
Blas, sentado en un banco de la Plaza Montes, conversando
con La Morocha. –“Allá está Blas…” -comentó el Castor-.
--Pero, esa noche no lo volvimos a ver. El Lunes en la noche
subsiguiente, nos volvemos a conseguir parte del grupo en la
Plaza Montes, y El Loco Francisco llega a decirnos: “Qué les
parece..?, les informo: El Blas terminó anoche con La Morocha… al mediodía lo encontré por el Liceo, y me confirmó
que había roto con la muchacha…”. --Por coincidencia, logramos avizorar que en un banco de la plaza Montes, estaba
La Morocha, compartiendo con otras amigas. Los del grupo, nos acercamos, la saludamos, no sin cierta timidez, dado
la información que teníamos, sobre la ruptura amorosa. El
Loco Francisco, la atrae hacia el grupo, la saludamos con
cariño, y sin mucho preámbulo fuimos al tema “obligado”.
–El propio Loco Francisco, especialista en estos casos, no
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pierde tiempo y le dice a La Morocha: “Caramba,
Morochi-
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ta, cuéntanos, cómo quedaste, por fin, anoche con el Blas…
qué paso con eso...?”. –Nosotros, en realidad, pensamos que
La Morocha se iba a bajar con una de lamentaciones, por
la ruptura amorosa que acababa de sufrir. Sin embargo, La
Morocha, cuando se dirige a nosotros para contarnos el episodio, rompe en risa cantante, y nos dice: “Caramba… mis
compañeros, qué les parece...?... las vainas de Jorge Luis… el
sermón con que me ha salido anoche… yo creo que Blas…
-dice- como que está mal de la cabeza… yo hubiese grabado
lo que me dijo para que ustedes escucharan lo que me dijo
este caballero… Esto es de película, Oigan: --“Morocha…
morochita… -según, en voz del Blas- escúchame, por favor.
Tengo algo importante que decirte… pero antes… quiero
pedirte, que lo tomes con calma… escúchame… no vayas a
precipitarte… te dolerá… sí… te dolerá… mucho te dolerá… y te aseguro que te acompaño en tu dolor… pero, por
favor, quiero pedirte… no vayas a tomar decisiones precipitadas, no quiero que vayas a atentar contra tu integridad, no
quiero verte lastimarte, por favor, sé fuerte… tú eres fuerte… yo lo sé… eres joven…y sé que puedes soportar estas
tristes dolencias que te aquejarán por largo tiempo… pero,
por favor, ten fe, aún eres muy joven, muy joven… y tienes una vida por delante… y sabrás que ante todo este dolor, sí podrás tener fuerzas para soportarlo… te dolerá, sí, te
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dolerá…”. –--La Morocha, ahogada en risa no pudo seguir
narrando la escena ni el discurso… y unas sonoras carcajadas emergían en eco de su garganta… Apenas, como pudo
quitarle espacio a la risa, llegó a decirnos al final: “Que Bo- las
tiene ese Blas… Ahh… o sea: que yo me iba a matar por lo que
él me estaba diciendo… ¿qué les parece...?...Tronco e bolas las
del Blas…” –Y un finalizante “Cuás-cuás-cuás”…
de La Morocha, cerró el anécdota de aquella espeluznante
ruptura amorosa del Blas, punto cerrado.
Castor y el Catire Domingo, en Cumanacoa permanecen, batallando el día a día. El Catire: con su fundación
familiar construida con su amor: Daisy Acuña y sus retoños,
con su Volteo matando “Tigres”… Chavista… y ahora Jefe
del Terminal de Pasajeros. El Castor: en sus soledades de
siempre, ahora reacio a creer en que este país pueda construirse en Socialismo. Allí está, renuente, irreverente y duro
por ese pico porque, eso sí… siempre está disponible para
campanear y cotorrear unos traguitos porque, buena copa sí
es. Francisco El Loco y el Chúo... en Maturín…
Francisco: entre poesías y cesantía laboral, apostando al
éxito socialista de la propuesta gubernamental Chavista. Y
el Chúo Pastrán tratando de ver luces en el PSUV.
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JESÚS NAJIB PASTRAN LABRADOR
Nace en Tumeremo, estado Bolívar,
aunque toda la formación de la niñez y
adolescencia transcurrió en Cumanacoa,
del estado Sucre. Siendo estudiante de
Bachillerato, en el viejo “Luis Beltrán
Sanabria” de Cumanacoa, tiene los
primeros contactos con la literatura a
través de los libros: “La Madre” de
Máximo Gorki, y “Así se templó el acero” de otro autor ruso.
“Cuando quiero llorar no lloro” y “Oficina No. 1” de Miguel Otero
Silva, complemento literario necesario para quienes se sentían
tocados con las creaciones literarias de contenido social del
momento.
En el Liceo “Luis Beltrán Sanabria”, de Cumanacoa, llega a
ser miembro activo del movimiento estudiantil protestatario que
desde el Sanabria se conecta con otros grupos de estudiantes de
avanzada crítica expandidos en Cumaná y otras ciudades del país,
alcanzando a ser Secretario General del Centro de Estudiantes. Se
vincula, como promotor, a los Comité Pro-Voto Nulo, luego al
Movimiento Estudiantil de Unidad con el Pueblo –MEUP- y a la
organización de la Liga Socialista, donde llega a asistir como
delegado a la I Asamblea Nacional fundacional, del partido fundado
por Jorge Rodríguez (padre), y como militante alcanza a ser
Secretario General de la Liga Socialista en el Distrito Montes. Luego,
se traslada a Maturín, (1.977) para estudiar en la Especialidad de
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Historia del Pedagógico de Maturín.
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