1._ La perspectiva feminista ha contribuido hacer visibles diferentes problemas y dejar así de atribuirlos a deficiencias individuales. Ha ayudado a considerar todos los problemas desde la perspectiva del impacto específico en el bienestar de las mujeres. ¿Qué tipo de problemas y como? El trabajo social feminista está en proceso de formación. Este modelo de desarrollo sigue las líneas que ha adoptado una multitud de iniciativas feministas en campos muy diversos. El trabajo social feminista también se inspira en el análisis feminista de los problemas sociales. Lo que está claro es que esta perspectiva feminista ha hecho visibles varios problemas que comentaré a continuación. La idea principal de este movimiento radica en que no hay en el mundo dos clases de personas, es decir, que todos somos iguales, con independencia del género. Por esta razón las feministas también se oponen a otras divisiones sociales como son la raza, la clase, el heterosexismo, etc. El problema central consiste en como resolver lo que en la conducta feminista asume formas contradictorias con los objetivos igualitarios feministas. Mientras la lucha en otras áreas garantiza que las feministas tienen en cuenta otras divisiones sociales que afecten a su bienestar, a parte del género. Por ejemplo también actúan en contra de la discriminación de los discapacitados. También cabe decir que la manera en que la familia, como institución social, afianza los intereses de la dominación masculina y del capital a la vez que se impone en el trabajo de las mujeres. Es decir, las mujeres raramente se liberan del trabajo doméstico y como consecuencia se encuentran en desventaja, respecto a losa hombres, en el trabajo asalariado. El problema de esta tendencia habita en decidir entre la precedencia de la clase o del patriarcado en la determinación de la opresión femenina. Por un lado cuando se ha dado prioridad a la clase por encima de la opresión de género, se ha omitido tomar en cuenta la especificidad de la experiencia de las mujeres. En la práctica los intentos por erradicar la opresión de clase no llevaron a al eliminación de la opresión de género. Y por el otro cuando se otorgó la prioridad al patriarcado por encima de la clase, se plantearon cuestiones relativas a la posibilidad de que la subordinación de las mujeres desaparezca sin una reorganización del mercado del trabajo y a la medida en que los hombres y mujeres pueden actuar sobre bases realmente igualitarias. Desde mi punto de vista, buscar una causa única es inadecuado para concebir el problema de la opresión. Existen muchas formas de opresión y no podemos dar prioridad a ninguna de ellas ya que, a menos que enfoquemos el problema de este modo, podemos poner en peligro el establecimiento de las relaciones sociales igualitarias. Las explicaciones del trabajo feminista en diversos problemas indican de qué manera la rivalidad interpersonal y la competitividad, la clase, sexismo, raza... marcan las iniciativas feministas con independencia de sus intenciones igualitarias. También han criticado la acción comunitaria, se han centrado en los problemas en relación con su análisis y práctica: insuficiente atención al componente emocional, ausencia de compromiso, falta de explicitación, etc. Tengo que decir que la ausencia del progreso no altera el hecho de que el establecimiento de una presencia política femenina en el gobierno central sea un requisita para el máximo desarrollo de trabajo social o feminista. Entretanto las mujeres se ven forzadas a asumir responsabilidades de bienestar que el Estado va abandonando, como por ejemplo el cuidado de ancianos, enfermos y discapacitados. Y por último continuo hablando de que los analistas feministas han afirmado que las relaciones sociales patriarcales están tan profundamente arraigadas que es probable que se necesite mas de una generación para la transformación. Pero cabe decir que las feministas se están abriendo paso cada vez más rápido, para emprender a largo plazo la tarea de eliminación de la opresión de género. Ahora volvamos al principio, redefinir los problemas sociales con una perspectiva feminista puede significar, primero considerar todos los problemas desde el punto de vista de su impacto específico en el bienestar de las mujeres, y segundo el intento de llevar a cabo ese trabajo de una manera igualitaria. El problema no reside en las mujeres ya que al coger problemas individuales y considerarlos en función de sus implicaciones en la opresión de género, la acción feminista ha desafiado la noción popular, según la cual el problema reside en las mujeres, que necesitan ayuda para desempeñar con mayor eficacia los papeles de la sociedad. Sin embargo las feministas han demostrado que los problemas sociales que se deben solucionar residen en la construcción patriarcal de las relaciones sociales y no en las mujeres envueltas en esas relaciones. De las mujeres se espera que sean primero madres, esposas y proveedoras de asistencia personal, y solo en segundo lugar empleadas. Por ello al redefinir el problema, desde el relativo de la incapacidad de las mujeres para cierto tipo de trabajos hasta el énfasis en la oposición socialmente circunscrita de las mujeres, las feministas han podido demostrar que el problema que hay que abordar no reside en las mujeres, sino en las relaciones sociales. Las explicaciones sobre los efectos de la opresión de género y sus diversas exposiciones han llevado a las feministas a estudiar de qué manera se maniobró la opresión. Esas consideraciones han culminado en la producción de un cuerpo elaborado de trabajo teórico sobre los orígenes sociales de la opresión de género, trabajo que tuvo influencias en la manera en que los diferentes grupos feministas definen y redefinen los problemas sociales. Refleja las luchas por el poder del feminismo entre las diferentes escuelas del pensamiento académico y político, así como la situación social de las propias feministas. La definición de problemas desde un punto de vista feminista ya no se rige exclusivamente por el establecimiento de la opresión de género como problema público oculto bajo el patriarcado. Actualmente la gente ha aceptado ciertos elementos del mensaje de las feministas, sobretodo los que ponen en relieve la falta de reconocimiento social de la contribución de las mujeres al crecimiento y desarrollo de la sociedad, la inclusión de gran cantidad de mujeres en el parlamento, la promoción de las mujeres a trabajos de máximo nivel en empresas, etc. Todo esto ha producido un cambio crítico en las relaciones de poder que rodean el trabajo, cambio que aleja de la atribución de origen psicopatológicas a problemas individuales y aproxima a la corrección de los análisis relativos a los orígenes sociales de la miseria individual y el derecho de los oprimidos a hablar por sí mismos. Las profesionales feministas han presentado informes de cómo el hecho de trabajar con una perspectiva feminista ha hecho posible un nuevo encuadre de los problemas individuales al margen de la patología individual. A continuación presentaré un comentario de estudiosas que han procurado trabajar con una perspectiva feminista: “ (...) Esto me ha ayudado a empezar a formar una base para observar los problemas y reflexiones sobre ellos sin señalar patologías individuales, es decir, a confiar en que la experiencia vital de las mujeres cuenta y que en la práctica es pertinente, ya se trate de la experiencia de las trabajadoras como de la de las mujeres” (McLeod, 1987). También cabe decir que hay evidencias de dos tipos de enfoque que benefician el bienestar de las mujeres y que se han desarrollado en el marco institucional como resultado de la redefinición de problemas con una perspectiva feminista. Por último creen, que en el trabajo social, la definición de problemas con una perspectiva feminista conlleva una serie de procesos dinámicos que harán considerablemente difícil que los profesionales sigan ignorando su responsabilidad en la promoción del bienestar de las mujeres. 2._ Según P. Bourdieu en el texto La dominación masculina asistimos a una dualización en la que jóvenes mujeres especialmente dotadas de capital social y humano han empezado a formar parte de las minorías de cuello de oro con reconocimiento. Sin que con ello se nieguen los problemas derivados del género femenino que persisten, a la par que “empeoran” las condiciones de los “otros” grupos de mujeres con situación de gran vulnerabilidad respecto al empleo, familias con mujeres solas a cargo con gran precariedad económica, etc Queda claro que el movimiento feminista es un movimiento muy importante para la historia y que han conseguido grandes logros, pero dentro de éste también han surgido discrepancias. El resurgimiento del movimiento feminista se produjo por el énfasis de las mujeres en el vacío de su existencia, se sentían infelices ya que su tarea se limitaba al trabajo doméstico, maternidad y poco más. Es decir, limitarse a estas tareas les resultaba monótono e insuficiente de ahí que surgiera este gran movimiento que ha supuesto una enorme revolución en todo el mundo. El desarrollo se ha caracterizado por unas controversias en las que se ha mostrado que un grupo más poderoso reforzaba formas particulares de desigualdad. Por ejemplo las mujeres de clase obrera han hecho ver a las de clase media que es imposible ignorar la clase como determinante de las circunstancias sociales; y ni qué decir de las mujeres de clase alta. Sin embargo las mujeres negras, además de todo esto, tienen que luchar contra los racistas. De aquí surgen la discrepancias, ya que las feministas negras afirman que las feministas blancas deberían ser antirracistas, es decir todas las mujeres deberían apoyarse entre ellas y no tener prejuicios sobre la raza, la edad, etc.. Éstas , además de separarse de las feministas blancas, se han distanciado también de los hombres negros debido al sexismo. Por otro lado están las lesbianas que han desafiado el heterosexismo de las mujeres “normales” y han afirmado el lesbianismo como modo de expresión sexual y emocional. Esto ha desembocado en un movimiento de mujeres más amplio, que reconoce que el lesbianismo puede ser superior a otras formas femeninas de experiencia sexual. Una tendencia de las feministas ha consistido en localizar la opresión de género en las relaciones sociales patriarcales, y considerar que el objetivo principal del cambio son estas relaciones sociales mismas y no los hombres. Porque mientras las relaciones sociales patriarcales aseguren la dominación masculina y el poder de los hombres sobre las mujeres, surgen dos posibilidades: una que el conjunto de estas relaciones no sirvan a los intereses de los hombres como seres humanos y la segunda es la de asegurar el cambio en la conducta masculina, siempre y cuando sea posible cambiar las formas patriarcales dominantes de las relaciones sociales. Todo esto se debe a que los hombres no son malos por naturaleza. Como he dicho anteriormente entre las feministas existen varios problemas. Uno es el de la diferencia de clase. A menudo se asocia este hecho como una desventaja social y con el análisis del patriarcado que realizan las feministas socialistas y marxistas. El resultado fue la desventajosa situación de las mujeres en el campo del trabajo asalariado. El gran problema de esta tendencia reside en decidir entre la precedencia de la clase por encima de la opresión de género. Por consiguiente si las feministas tienden a crear relaciones sociales igualitarias, eso debe reflejarse en su práctica, de lo contrario estarían en contra de sus principios. Por todo ello existen varios problemas, tanto en relación a los hombres, como entre ellas mismas que son los siguientes: rivalidad y competitividad, clase, sexismo, discriminación racial, edad, sexual, etc. A continuación concretaré más sobre esta pregunta y comienzo sugiriendo que el hecho de que una mujer sea emocionalmente dominante representa su incorporación al modo de dominancia-subordinación derivado del género. En consecuencia, las mujeres que están en esta situación, lejos de aspirar a una situación más liberal, personifican el mantenimiento del statu quo contra el cual luchan las feministas. Las mujeres feministas están destinadas a “tener siempre razón” o que sus necesidades emocionales deberían dominar con excepción de las otras. Por el contrario, el trabajo se basa en el principio según el cual el sentimiento que una persona tiene de su propio valor no debe construirse sobre la negación o la denigración del de los demás. Y si las mujeres se apartan de este principio traicionan el espíritu y la práctica de la terapia feminista. Además en los escritos feministas se critica a la terapia para mujeres que ha demostrado ser un callejón sin salida. Podríamos continuar diciendo que la perspectiva que proporciona la terapia feminista debería incorporarse de un modo central en la existencia cotidiana de las mujeres. Esto ignora que los relatos de las mujeres en grupos y el contacto de una a una indican cómo pueden llegar a ser los problemas de inferioridad emocional con que las mujeres tienen que vérselas. Además, gracias al desarrollo de la terapia feminista y de los escritos feministas sobre psicología y experiencia emocional, han surgido también una teoría y una práctica dirigidas al problema del bienestar emocional de las mujeres, con consecuencias beneficiosas para el bienestar de las mujeres e importantes implicaciones para el de los niños y los hombres. Las características principales de este trabajo son: que se ha comenzado a esbozar los orígenes sociales del sufrimiento emocional de las mujeres, lo que hace inadecuadas las etiquetas individuales, ya sea que se las pongan ellas mismas o los demás. 3._ La siguiente afirmación responde a una perspectiva crítica en la definición de los problemas de género: “La intervención de una perspectiva de género ha de constituir un proyecto emancipatorio que desafíe la “geografía y la historia” de hombres y mujeres”. ¿Por qué se introduce al hombre? ¿Qué plantearía Dominelli al respecto? Voy a comenzar afirmando que el desarrollo del movimiento de las mujeres se ha caracterizado por una serie de controversias. Cabe decir que se introduce al hombre debido a la tendencia existente en la cual dominaba él, y gracias al movimiento feminista, que estaba en contra del patriarcado y la opresión de género entre otras cosas, ha cambiado. Pero desde el punto de vista del análisis, mientras las relaciones sociales patriarcales aseguren la dominación masculina y el poder de los hombres sobre las mujeres puede ocurrir que esto no sirva a los intereses de los hombres como seres humanos o que se cambie la conducta masculina siempre que sea posible cambiar las formas patriarcales dominantes. Además a quedado claro que las relaciones sociales patriarcales están tan profundamente arraigadas que es probable que se necesite más de una generación para transformarlas. Como ya he comentado en la primera pregunta, uno de los principales problemas que se le plantea a las feministas es la opresión de género producida por los hombres. Por ello, las feministas, han demostrado que los problemas sociales que son preciso solucionar anidan en la construcción patriarcal de las relaciones sociales. Por ejemplo, a través de la campaña por la igualdad de pago, las feministas han desafiado la visión según la cual las mujeres carecen de la capacidad necesaria para satisfacer las demandas de empleos de gran responsabilidad y que es precisamente su falta de astucia y de habilidad lo que les impide alzarse a los escalones más altos de la jerarquía laboral. Todo esto ha producido un cambio crítico en la naturaleza de las relaciones de poder que rodean al trabajo. En términos de condiciones de empleo, las feministas han explicado de qué manera el trabajo social como campo se caracteriza por escalas jerárquicas de empleo en que los hombres ocupan los niveles superiores de gestión, mientras que las mujeres son relegadas a los inferiores. Así los hombres son responsables de la dirección y la toma de decisiones sobre asignación de recursos, mientras que las mujeres adoptan los roles asistenciales. Incluso en su trabajo con los clientes, el uso cada vez mayor de técnicas de gestión empresarial en trabajo social en general ha llevado a una disminución del control disponible para profesionales autónomos, tanto en la planificación de su intervención como en la gestión de su trabajo específico. En consecuencia las mujeres ven limitado su libertad para definir, según su perspectiva, el rol asistencial y sus relaciones con las personas con las que trabajan. Si bien, en el trabajo social institucional, la adopción de las “técnicas empresariales de gestión” no progresó gran cosa, en la actividad sindical el género se planteó ampliamente en las relaciones con problemas como la igualdad salarial y las campañas contra el acoso sexual en el trabajo. Estos cambios en las actitudes de los sindicatos respecto a las mujeres fueron consecuencia del trabajo feminista sobre la redefinición de los problemas, con el que las feministas presionaron a los sindicalistas para que se dejara de tratar a las mujeres como “hombres honorarios” y se examinaran sus necesidades específicas, a la vez que se crearon comités de mujeres. A parte de todo esto, las feministas dedicaron gran parte de su tiempo a hacer que, en su práctica, apareciera el género como problema. Esto las llevó a establecer el género como problema importante para los profesionales. Cabe decir que en la acción comunitaria, el género se ha establecido como un control central de los profesionales a consecuencia de las iniciativas feministas en las campañas y redes de base comunitaria con notable concentración en la provisión de alojamiento, violencia doméstica y guarderías comunitarias entre otras. Debido a que las campañas y las redes crecieron, las mujeres que se habían implicado adquirieron un entusiasmo, una decisión, una confianza y una libertad, respecto a la subordinación, monumental. En la medida en que las mujeres han equiparado su posición a la de los hombres puedo decir que el bienestar de los hombres se ha beneficiado de ello. Esto quiere decir que los hombres no tienen tantas oportunidades de dominar y que como resultado de las redes y las campañas feministas, los hombres han aprendido a trabajarse mejor entre sí y menos jerárquicamente. Por último voy a comentar la acción de las mujeres en los partidos políticos donde los hombres se oponen a la creación de equipamientos especiales para las mujeres. Sostienen que las mujeres ya tienen la igualdad en los partidos y que si no destacan es porque no se implican an las actividades partidarias. Aunque hay mujeres laboristas que se oponen a que se achaque la falta de preeminencia femenina en el Partido a incapacidad patológica de las mujeres, afirman que éstas no necesitan medidas especiales para conseguirlo. Sostienen que las mujeres son capaces de competir con los hombres en su terreno, cosa con la que estoy totalmente de acuerdo, y ganarles si están suficientemente motivadas.