Subido por German Zapata

La memoria genocida como constructora de otredad negativa

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LA MEMORIA GENOCIDA COMO CONSTRUCTORA DE OTREDAD NEGATIVA
Lior Zylberman
Presentación
El presente trabajo se abocará al estudio de la construcción de la otredad negativa
tomando como fuente de investigación diversos escritos de perpetradores e intelectuales del
genocidio acaecido en Argentina durante la última dictadura militar.
En la periodización propuesta por Daniel Feierstein1, la primera etapa de un
genocidio consiste en la construcción del otro negativo (que luego será exterminado),
busca marcar y diferenciar a aquellos que “ponen en peligro” al conjunto de la sociedad. En
una reformulación posterior, el autor añade una sexta etapa: su realización simbólica. Aquí
se estudian las formas simbólicas que poseen las diversas sociedades posgenocidas para
narrar los hechos. Muchas veces se desdibuja la figura de la víctima como también la
justificación demoníaca del perpetrador. Por supuesto que en está etapa la negación del
genocidio forma parte de esta realización simbólica, en el desarrollo del presente trabajo
nos encontraremos en sucesivas oportunidades frente a esto. Los textos estudiados no sólo
niegan de manera explícita el accionar represivo sino que lo niegan con su justificación. Al
invocarse como salvadores de la patria, las Fuerzas Armadas no hacen más que negar su
plan sistemático genocida.
Una primera pregunta de índole teórica que se podría formular consiste en si lícito
pensar desde la última etapa la primera. ¿La realización simbólica hace a la primera etapa?
¿Pueden los testimonios de perpetradores para construir al otro negativo? Podríamos
afirmar que los escritos a analizar no hacen más que reproducir la visión genocida de forma
tal que viejas y nuevas formas de relaciones sociales afloren. Al construir una narración, los
perpetradores justifican su accionar construyendo y tipificando al enemigo exterminado,
pero como afirman aún no ha sido vencido del todo, es por eso que desde la memoria se
continúa construyendo al otro para poder continuar con la lucha y exterminar finalmente al
enemigo.
Otra pregunta que surge ya de índole práctica, pero que por las características de
este trabajo no puede ser respondida, consiste en pensar la circulación que tienen estos
libros: ¿quiénes los leen? ¿cómo circulan? ¿en que círculos son leídos? ¿cómo son leídos?
Mucha es la bibliografía negacionista2 y mucho es lo que se ha escrito, este trabajo intenta
desmontar estas construcciones.
En primera instancia se trazará una definición acerca del genocidio para así
comprender lo sucedido como tal. El acento estará situado en la comprensión de este
fenómeno como práctica social y no como instancia judicial. En segunda instancia se
esbozará un breve corpus teórico acerca de los aportes de los testimonios como aportes para
1
Daniel Feierstein, Seis estudios sobre genocidio : análisis de las relaciones sociales : otredad, exclusión y
exterminio, Eudeba, Buenos Aires, 2000.
2
Algunos textos serán citados en el presente trabajo
2
la construcción de memoria. A casi treinta años del inicio del último gobierno de facto, los
libros que se analizarán funcionan como “lugares de memoria”, espacio vital para la
realización simbólica del genocidio.
Una vez perfilados los aspectos teóricos comenzaremos con la lectura crítica de los
textos; ellos serán: Tucumán, Enero a Diciembre de 1975 del General Acdel Vilas, Caso
Timerman, Punto Final y El poder entre las sombras del General Ramón Camps; Guerra
Revolucionaria en Argentina (1959-1978) del General de División Ramón Díaz Bessone;
El último de Facto II del General Reynaldo Bignone, y Fracaso de la Democracia, Triunfo
de la República y La dinamita de Pérez Esquivel en la Argentina de Gaspar F. López
Salvatierra.
El testimonio se han constituido como elemento vital para la construcción de
memoria y de la historia, y se disponen de medios que están al alance de toda la población
tanto para su escritura, circulación y conservación. Así, el testimonio se edifica en tres
sentidos: material, simbólico y funcional. La constitución de archivos, bibliotecas y centros
de documentación es una de las características del trabajo de la memoria de fin de siglo, en
la preservación del testimonio se encierra también la noción de generación: ¿cómo leerán
estos testimonios las próximas generaciones?
Al examinar los libros antes mencionados, no sólo nos proponemos observar lo
antes expuesto sino también trazar tanto similitudes como contradicciones entre los
diversos autores. Algunos fueron escritos bajo el régimen militar, otros en tiempo de
democracia, el punto de conexión fundamental entre todos ellos radica en el señalamiento
de que la subversión no ha sido exterminada, que la lucha aún continúa. Este es el
fundamento principal del presente trabajo, ya que sabemos que las prácticas genocidas no
culminan con su realización simbólica. Estos escritos se enmarcan dentro de las luchas
políticas por la memoria, no sólo exponen al otro negativo sino que son intentos para crear
una narrativa, una única verdad. Estos escritos podrán arrojar más luz a lo acontecido
durante el gobierno militar si son leídos con una lectura crítica. Iniciamos, entonces, este
camino.
24 de marzo de 1976 ¿inicio de un genocidio?
“No vamos a tolerar que la muerte ande suelta en la Argentina. Lentamente, casi
para que nos diéramos cuenta, una máquina de horror fue desatando su impunidad sobre los
desprevenidos y los inocentes, en medio de la incredulidad de algunos, de la complicidad
de otros y el estupor de muchos. Había comenzado la guerra, una guerra oblicua y
diferente...no vamos a combatir hasta la muerta, vamos a combatir hasta la victoria, esté
más allá o más acá de la muerte”. Este discurso fue pronunciado por el Almirante Eduardo
Massera el 2 de noviembre de 1976. Su rica retórica nos permite vislumbrar ciertos
aspectos teóricos del tema a tratar: a partir de la toma del poder por parte de las Fuerzas
Armadas, la muere ya no andará suelta; ahora estará controlada, conducida y regenteada. La
máquina de horror a la que Massera hace referencia no es más que el dispositivo genocida
sistematizado que se hace más evidente al señalar el comienzo de una guerra oblicua y
diferente. La muerte, aquello que querían ocultar, en las palabras del Almirante se expone.
3
El 24 de marzo de 1976 nuestro país inició el día con un nuevo golpe de Estado que
traía consigo un inédito sistema jurídico institucional: se legalizaba el sistema represivo y
quedaba constituido el Terrorismo de Estado. Bajo la proclama emitida esa misma fecha,
las Fuerzas Armadas asumían el control de la República, “persiguiendo el bien común”,
con el objetivo de alcanzar, con la ayuda de Dios, “la plena recuperación nacional”.
Meses antes, los ejecutores del golpe concibieron lo que sería el golpe de todos los
golpes, el “definitivo”. De esta manera se optó por el empleo de tácticas y técnicas que
eran, desde la década de los años sesenta, usuales en la mayoría de los regímenes del
continente americano: la violación sistemática de los derechos humanos. Esta ideología
autoritaria venía delineándose a partir del derrocamiento de Arturo Illia en 1966, adoptando
las Fuerzas Armadas la idea de ser ellos “la última reserva de la nacionalidad”3. Para
restaurar el orden perdido, las tres fuerzas procedieron a exterminar “toda forma de
organización política y social; las estructuras y cuadros del movimiento obrero y sus
organizaciones, los militantes de los partidos populares, los intelectuales y las asociaciones
de profesionales, los sectores comprometidos de la Iglesia y comunidades religiosas, estos
fueron barridos por constituir peligros reales o potenciales”4. El plan de exterminio
sistemático de la “subversión”, de todo aquel que no se ajustaba dentro del nuevo orden, se
plasmó de manera casi microscópica: se dividió el país en zonas, sub-zonas y áreas: el 24
de marzo de 1976 es la fecha oficial del inicio del genocidio argentino.
“El quebrantamiento del orden institucional y constitucional mediante la alteración
abrupta de un gobierno elegido democráticamente por vías electorales por otro, oriundo de
la fuerza militar, se despliega más allá de las medidas excepcionales para convertirse en
regímenes de facto”5. El Estado de Excepción es aquel que debido a circunstancias límite
abandona la normatividad del Estado de Derecho para adquirir formas irregulares al margen
de la legalidad institucional. En nuestro país esta figura devino Dictadura Militar para luego
ser Estado Terrorista. Bajo el manto de la Doctrina de Seguridad Nacional el Estado trazó
diferentes características: militarización de los aparatos del Estado, subordinación de la
sociedad civil, y alto contenido represivo6.
Hasta aquí lo antes mencionado permitiría pensar que lo vivido durante el último
régimen de facto fue un totalitarismo, pero lo iniciado en marzo de 1976 no se trató de un
Estado ocupado militarmente, donde la coerción reemplazó las decisiones democráticas. No
fue un régimen transitorio lo que se inició aquella fecha, sino el comienzo de un Estado
clandestino con el terror como método instrumental. Así, este modelo específico se asentó y
adquirió “formas clandestinas estructurales, permanentes y propias de las funciones de los
órganos coercitivos estatales, como expresión paralela y complementada de la actividad del
3
Rodríguez Molas, Ricardo, Historia de la tortura y el orden represivo en la Argentina, Eudeba, Buenos
Aires, 1985, Pág. 154.
4
Ageitos, Stella Maris, Historia de la impunidad, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2002. Pág. 9.
5
La caracterización de este tipo de Estado está tomado de Duhalde, Eduardo Luis, El Estado terrorista
argentino, quince años después. EUDEBA, Buenos Aires, 1999.
6
Las políticas económicas e internacionales también hacen a las características del Estado Terrorista, pero en
este estudio no serán abordadas.
4
Estado totalitario que emerge como expresión superestructural pública”7. Se
institucionalizaron de manera permanente las formas más aberrantes de la actividad
represiva ilegal y anteriormente paraestatal, estas sobrevivieron a las diferentes Juntas que
condujeron el régimen8. Con este modelo de Estado las Fuerzas Armadas pensaron
asegurarse la dirección política-económica del país de manera definitiva, previendo en un
futuro lejano una vuelta a una democracia... vigilada.
Como característica del Estado Terrorista, el Poder Judicial se encontró sumiso a los
designios de los gobernantes, aceptando toda legislación y norma impartida y dándole el
aparente marco de legalidad aunque estas fueran inconstitucionales. De la misma manera
todos los recursos de habeas corpus presentados por los familiares de los desaparecidos
fueron negados. Dentro de esta misma legalidad virtual, las propias normas y leyes
sancionadas fueron violadas sistemáticamente por sus creadores. El Estado Terrorista
Argentino contó con esta doble ilegalidad: la violación de las leyes inconstitucionales por
ellos mismos sancionadas. Por otro lado se impuso una férrea censura sobre la prensa y los
demás medios de comunicación, teniendo el Estado la facultad de expropiar el medio a sus
dueños. El procesamiento, detención y secuestro fueron otras de las formas que adquirió el
Estado en este campo.
Así, todas las instituciones estatales se transformaron en un gran Panóptico cuyo
accionar puede ser comprendido mediante una frase del General Menéndez: “La paz hay
que mantenerla mediante la vigilancia constante9”. De esta forma, el Estado Terrorista no
fue más que el ejercicio del poder sobre el individuo indefenso.
¿Puede el Estado Terroista devenir en Estado Genocida? En este trabajo
abordaremos el concepto de genocidio como un proceso social, es decir como el desarrollo
sistemático de un conjunto de prácticas sociales. No nos motiva la indagación judicial o
penal sino estudiar el fenómeno como una práctica. De esta forma entendemos al genocidio
como el exterminio sistemático de una población por parte de un Estado. A diferencia de un
estado de represión, en el cual hay persecución, encierro de opositores, hostigamiento y
suspensión del derecho; las prácticas genocidas siguen las siguientes etapas: 1)La
construcción del otro negativo (que será exterminado), 2) El hostigamiento que se ejerce
sobre el otro negativo prepara y adiestra a la fuerza genocida, 3) El aislamiento destruye
los lazos sociales solidarios del otro y lo recluye, 4) El debilitamiento quiebra la
resistencia del otro, 5) El exterminio y 6) La realización simbólica. En síntesis un
genocidio, por lo tanto, puede definirse en función de un tipo de práctica, que procede a la
marcación de un sujeto social como “otro negativo”, a su hostigamiento y aislamiento
dentro de la estructura social y al montaje de todo un conjunto de acciones destinadas a
exterminarlo. Hay una caracterización cuasi biológica del enemigo a exterminar, un plan
sistemático para materializarlo que permanece secreto, se mata a algunos para asegurar la
vida del conjunto de la población: “Sólo el Estado, para el que no aceptemos el papel de
7
Duhalde. Ídem, Pág. 218
Aunque para 1978 el plan de exterminio ya se encontraba en sus últimas etapas, el aparato represor siguió
funcionando, la ESMA continuó como Centro hasta 1983, los Grupos de Tareas siguieron operando con
menor fuerza y las Comisarías continuaron con “su labor”.
9
Gibert, Abel y Vitagliano, Miguel, El terror y la gloria, Norma, Buenos Aires, 1998. Pág. 67.
8
5
mero espectador del proceso, habrá de monopolizar el uso de la fuerza, y sólo sus
instituciones cumplirán las acciones vinculadas a la seguridad interna. Utilizaremos la
fuerza cuantas veces haga falta para asegurar la paz social; con ese objetivo combatiremos
sin tregua a la delincuencia subversiva en cualquiera de sus manifestaciones, hasta su total
aniquilamiento...”10
El exterminio solo pudo concretarse una vez delineada la figura del otro negativo.
Dentro del proyecto militar existió una figura que no debía ser admitida: el subversivo. La
visión “procesista” veía en él al nuevo “anormal” y por lo tanto tenía el derecho a ejercer su
poder sobre la vida legalmente, es decir exterminar “legítimamente a quienes significan
para los demás una especie de peligro biológico”11. Con la justificación antes mencionada,
la Junta Militar sometió los cuerpos, los gestos y los comportamientos de la sociedad toda;
ejerciendo su poder no sólo dentro de los Centros Clandestinos de Detención (o Campos de
Concentración) sino en toda la geografía del país. Los opositores políticos y sociales al
régimen imperante eran calificados como “delincuentes subversivos, foráneos, ateos,
extranjerizantes” que amenazaban una suerte de “estilo de vida occidental y cristiano”. El
extermino físico se realizó de diferentes formas: tirando cuerpos inermes (dormidos con
somníferos) al mar, fusilando prisioneros amordazados y maniatados frente a las fosas
donde serían enterrados y/o cremados los cadáveres o tirados en lugares públicos simulando
enfrentamientos armados. Es necesario tener en cuenta, que para llegar al exterminio
cada etapa previa tuvo que haber cumplimentado sus objetivos específicos. De esta
forma, nos encontramos frente a otro modo de entender el genocidio: la destrucción de un
determinado tramado de las relaciones sociales en un Estado para producir una
modificación lo suficientemente sustancial para alterar la vida del conjunto12. En nuestro
país no se trató tan sólo “de eliminar a quienes integraban una o varias fuerzas políticas,
sino de transformar a la sociedad toda, eliminando a quienes encarnaban un modo de
construcción de identidad social y eliminando (material y simbólicamente) la posibilidad de
pensarse socialmente de ese modo”13.
Al salirnos de la definición penal, el genocidio se nos presenta como un concepto
mucho más profundo que va más allá del mero aniquilamiento de personas. Como concepto
sociológico, podemos notar los diferentes puntos nodales para su análisis como también sus
diferentes acepciones. Con lo expuesto brevemente, podemos comprender al exterminio
masivo que el Estado militar llevó a cabo como un genocidio, no sólo por la muerte que dio
sino por el modo de definir, como perpetradores, al grupo a ser destruido. Esta voluntad de
exterminio del total del grupo, esta práctica de Estado constituye un genocidio.
El libro como testimonio, el testimonio como memoria
10
Videla, Jorge Rafael Fragmento de su primer discurso como presidente de Facto. Cfr. Seoane, María y
Muleiro, Vicente. (2001). El Dictador. La historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla. Editorial
Sudamericana. Pág. 223.
11
Foucault, Michel. Historia de la sexualidad 1 – La Voluntad de Saber. Siglo XXI, Buenos Aires, 2002. Pág.
167
12
Feierstein, Daniel. Una discusion abierta: la violencia política en Argentina y su peculiaridad genocida.
mimeo
13
Ídem
6
Los escritos teóricos de Maurice Halbwachs nos permiten ingresar al estudio de la
memoria colectiva: “sólo podemos recordar cuando es posible recuperar la posición de los
acontecimientos pasados en los marcos de la memoria colectiva... El olvido se explica por
la desaparición de estos marcos o parte de ellos”. Aún en los momentos más “individuales”,
nunca estamos solos. Uno recuerda con los recuerdos del otro. Para el francés, no hay una
sola sino que hay “memorias”. Cada familia, cada clase, cada grupo tendrá una memoria,
que no es fija sino que está en constante transformación.
En este sentido, hay una relación significativa entre memoria e identidad. El núcleo
de cualquier identidad social se relaciona con el recuerdo del pasado, y no sólo con los
hechos sino con sus maneras de recordar. Por lo tanto la memoria juega un rol sustancial en
la construcción de identidad. Como contrapartida, pero a la vez como elemento
constituyente también de la identidad, la memoria se constituye con el olvido. Olvido y
memoria pueden verse como las dos caras de la misma moneda.
El abordaje que quisiéramos darle a la memoria transita por ese camino. Los libros
que analizaremos son testimonios, narraciones de experiencias y modos de pensar la
sociedad de aquel momento. Estos escritos son leídos como hechos pasados, son
recuperados desde la memoria pero que expresan pensamientos acerca de aquel presente.
Con estas obras el pasado adquiere un sentido particular, y es así debido a que la memoria
opera como dadora de sentido del pasado. Todos estos autores, al dejar testimonio, en un
futuro (hoy nuestro presente) estarían dando un sentido a su presente (nuestro pasado) para
que este sea recordado. Hoy, desde una lectura posible, los hechos ocurridos durante la
última dictadura han adquirido un único sentido. Porque sólo transmiten un solo pasado. Es
aquí donde comienzan las luchas políticas por la memoria.
Como señala Elizabeth Jelin14, en toda formación de Estado una de las operaciones
simbólicas centrales es la elaboración del “gran relato” de la narración, el origen del
Estado, el tiempo originario. La utilidad de esta gesta tiene como fin la de crear una historia
oficial. La vuelta a este “gran relato” a “aquel tiempo” estará siempre presente en el
discurso procesista al presentarse las Fuerzas Armadas como último bastión de la
nacionalidad argentina como también los salvadores del modo de vida occidental y
cristiano. Veremos en el análisis de los textos como esto se torna recurrente, el pasado
adquiere un nuevo valor al resaltar la lucha acometida por ellos mismos contra lo foráneo.
Al profundizar los estudios de sobre la memoria, la pregunta que cabe hacerse es si los
escritos de los genocidas puede ser leídos desde la ejemplaridad, es decir, como distingue
Todorov, desde la “memoria ejemplar”. No es el propósito de este trabajo indagar sobre
esto, pero es un interrogante que merece ser estudiado: la memoria genocida ¿es una
“buena memoria”?15
Finalmente llegamos al testimonio como constructor de memoria. Las primeras
preguntas que algunos estudiosos del tema se hacen16 son: ¿quién escucha? ¿para quién se
14
Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid, Siglo XXI, 2002. Pág. 40
“buena memoria” en términos de Todorov. Para ello ver Todorov, Tzvetan. Los abusos de la memoria. ,
Paidós, Barcelona, 2000
16
Jelin citando a Michel Wieviroka. Jelin Ídem. Pág. 83
15
7
testimonia? Nuevamente nos hacemos estas preguntas frente a los textos que veremos a
continuación. Si el testimonio tiene cierto valor de verdad, ya que muchas veces el que
relata es un testigo, ¿cuál es la “verdad” de la memoria genocida? Dentro de la
multiplicidad de memorias y voces que puede generar un hecho tan traumático como un
genocidio, ¿es válida la memoria del perpetrador? ¿Sirve para el aprendizaje? Una primera
respuesta, que es la que impulsó a iniciar este trabajo, radica en los elementos ideológicos
con los que se narran los hechos. La forma de narrar, los detalles que se brindan, las
palabras que se utilizan y su recurrencia, todo esto nos ayuda a pensar la magnitud de los
hechos, nos permite indagar aún más en la maquinaria genocida puesta en marcha en marzo
de 1976, nos asiste para pensar quién era el otro a exterminar, nos aclara sobre el modo
“occidental y cristiano” de vida. Sin embargo, aún no hemos hallado una respuesta
convincente para responder quién lee, quién escucha, estos testimonios.
La memoria genocida como constructora de otredad negativa
TUCUMÁN, ENERO A DICIEMBRE DE 1975.
El primer libro a analizar es el diario de campaña del general Acdel Vilas. El
general Vilas inició a principios de 1975, lo que se llamó “Operativo Independencia”, cuyo
objetivo, por decreto presidencial, consistía en “aniquilar” la guerrilla rural que el ERP
había instalado en la provincia de Tucumán. Tuvo bajo su responsabilidad el accionar
represivo en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, así como el funcionamiento de los
centros clandestinos de detención en las mencionadas provincias. A partir de diciembre de
1975, como 2° comandante del V Cuerpo de Ejército (Bahía Blanca), durante la última
dictadura fue el jefe de la subzona 51. Beneficiado con la Ley de Punto Final, fue indultado
por los decretos presidenciales de octubre de 1989. La publicación de este libro, en 1977,
fue en su momento prohibida por el propio Comando en Jefe del Ejército, en función del
reconocimiento y la defensa que el general Vilas hacía sobre los delitos cometidos por él, y
las tropas a su cargo. Algunos extractos fueron publicados en la revista El Periodista de
Buenos Aires, los que aquí se citarán fueron digitalizados en el sitio web
www.nuncamas.org, allí se encuentra en su totalidad.
El Operativo Independencia, como muchos señalan, fue el ensayo final de la
metodología que impondría meses después la Junta Militar. En el monte tucumano fueron
probadas con éxitos novedosos sistemas represivos inéditos hasta el momento en el país. El
testimonio del general Vilas puede considerarse “la más amplia confesión criminal de un
comandante de tropas”17.
La primera parte del libro del general Vilas lleva por título “Dios lo quiso”. Este
será el primer encuentro con lo religioso en los designios militares. Fue Dios quien puso en
Vilas la responsabilidad de llevar las armas argentinas al triunfo, y cuando Dios lo colocó al
frente del Operativo “una conspiración internacional, planeada desde centros de poder,
17
D’Andrea Mohr., José Luis. Memodia De(v)ida. Colihue, Buenos Aires, 1999. Pág. 54 más adelante el
autor, capitán retirado del Ejército en 1976, afirma que Vilas no habría sido admitido en el Ejército Libertador
ni para desempeñarse en el honorable puesto de mozos de letrina.
8
estaba en marcha y contra ella nada podían las remanidas pócimas que centraban su
estrategia en el diálogo con los delincuentes o en la bondad de unas urnas incapaces de
solucionar -chatas y cuadradas como son- ninguno de los grandes y trascendentes
problemas nacionales... La subversión decíase proletaria para consumo de bienpensantes e
idiotas útiles, deseosos de explicar sociológica, psicológica o psicoanalíticamente las
razones por las cuales, en determinadas circunstancias, las masas subyugadas de los países
coloniales encuentran en los "movimientos de liberación nacional" el instrumento para
sacudirse de encima la dominación imperialista”. La creencia que desde Moscú se ordenaba
a la guerrilla argentina se manifiesta en las primeras líneas, para los militares argentinos no
había más remedio que combatirla con toda la fuerza. No era un hecho político, como veía
en sus últimos años de vida el general Perón. Para esta generación de militares el sistema
democrático se encontraba descompuesto desde mayo de 1973, no había vuelta atrás. La
figura del subversivo la vemos encolumnada con la del delincuente. Estas dos palabras
fueron amalgamándose hasta significar lo mismo. Detrás de estos delincuentes iban los
idiotas útiles, figura que encontraremos más adelante en otros textos.
El manuscrito del general Vilas nos sirve para encontrar las raíces de la metodología
experimentada en Tucumán. Al proseguir su relato, recuerda las palabras de un especialista
del “glorioso” ejército francés en Argelia, que escribió el libro Subversión y Revolución. En
el fuera el libro de cabecera de Vilas durante el Operativo el francés señala que el “Ejército
se adapta mal a una guerra que las escuelas militares se niegan a enseñarle”. Es por eso que
si un Ejército desea triunfar deberá abordar los problemas complejos que plantea la guerra
revolucionaria con un espíritu nuevo, desprendido de todo prejuicio y con la firme voluntad
de resolverlo. En las palabras del oficial galo encontramos las propias ideas de Vilas, que se
sentía preparado para iniciar la lucha “contra el más peligroso y mortal de los enemigos del
país: el marxismo”. El marxismo, entonces, es el gran enemigo. El más peligroso de la
historia, el más mortífero. El que se esconde en todos los lugares y se mantiene invisible, el
que contamina el ser nacional. El que debe ser exterminado. ¿Cómo vencerlo? Aquí es
donde el testimonio del general se torna toda una confesión del método. Con las palabras
que se transcribirán a continuación se evidencia la razón por la cual el libro no fue
publicado en su momento, mientras los altos mandos militares negaban la existencia de
centros de detención, así como la de los desaparecidos y sus muertes, el general Vilas no
hacía más que evidenciar el sistema clandestino. “ Mi intención, de allí en más, fue la de
suplantar, aún utilizando métodos que me estuvieron vedados, la autoridad política de la
provincia de Tucumán, tratando de superar, aunando los esfuerzos civiles y militares, el
brote guerrillero marxista que tenía en vilo a los tucumanos y amenazaba expandirse a otras
provincias. Si bien mi tarea no era reemplazar a las autoridades, pronto me dí cuenta que,
de atenerme al reglamento manteniéndome en el mismo plano que el gobernador, el
operativo concluiría en un desastre. La naturaleza de la guerra subversiva, que abarca
todos los sectores de la sociedad, exigía un mando único y coherente, posibilidad que era
remota dada la diferente formación y opuesto criterio de las Fuerzas Armadas y los partidos
políticos”. El enemigo está en toda la sociedad para los genocidas es como un cáncer
incrustado en el cuerpo social. Para eso se debía atender a la sociedad en su conjunto, había
que “curar” no sólo la esfera militar sino también “la esfera gremial, empresaria,
universitaria” de no ser así “el enemigo seguiría teniendo los santuarios de que disponía
hasta el momento”. Para llevar a cabo esta limpieza, así entendida, no solo eran necesarias
las tropas militares (previo entrenamiento en el empleo de métodos no convencionales de
9
lucha) sino también una selecta minoría civil consubstanciada con las ideas directrices del
que debía ser formada por las Fuerzas Armadas. Vilas nunca pierde la oportunidad de
señalar que lo hecho en Tucumán fue aprendido de los franceses y que “muchas veces, las
órdenes recibidas no se correspondían con lo que durante años habíamos aprendido en el
Colegio Militar y la Escuela Superior de Guerra. Demás está decir que no creía en la
posibilidad de los traumas psíquicos o los trastornos emocionales, pero determinadas
misiones más siendo la primera vez que debían cumplirlas resultaban difíciles de asumir y
llevar a cabo. Por eso se hacía imprescindible reflexionar en voz alta acerca de la génesis y
fin de la empresa marxista en la Argentina”.
Como se señaló anteriormente, la subversión era sinónimo de delincuencia, y Vilas remarca
que esta no tiene solamente un carácter delictivo. Pasa entonces a definir lo que se entiende
por subversión: “la actividad de ésta tiene por finalidad primordial destruir un orden
jurídico-social dado y reemplazarlo por otro de fundamento marxista. De ahí su
denominación, porque subvierte, justamente , los fundamentos del orden social, no solo en
la faz militar sino en todas las manifestaciones de la vida social (cultural, instrucción
pública, justicia, administración, economía)”. Dentro de esta visión el abanico se abre aún
más, posibilitando el ingreso a la categoría de subversivo aún más sectores de la población.
Éste era visto como el anormal y el degenerado, el enfoque de Vilas no hace más que
adelantar lo que luego el Proceso convertiría en política de Estado. Otra característica del
subversivo radica en su lucha para dominar los cerebros, “La psicopolítica constituye la
expresión más refinada para el logro de su objetivo en el dominio de la población, es decir,
para la conquista de las mentes de estudiantes, obreros, amas de casa, profesionales y, aún,
militares”. Así Vilas llega a dos conclusiones básicas: 1) que entre otras causas, la cultura
es verdaderamente motriz. La guerra a la cual nos veíamos enfrentados era una guerra
eminentemente cultural. 2) que existía una perfecta continuidad entre la ideología marxista
y la práctica subversiva, sea en su faceta militar armada, sea en la religiosa, institucional,
educacional o económica. La operación quirúrgica a seguir debía de herir de muerte a la
subversión ya que el proceso de “marxistización de la sociedad” estaba avanzando. Otro
elemento que le aporta un sentido negativo a la figura del otro consiste en los “elementos
disolventes”; ellos son “psicoanalistas, psiquiatras, freudianos, etc. soliviantando las
conciencias y poniendo en tela de juicio las raíces familiares. Estamos frente a otro
elemento reiterativo de la memoria genocida: la familia. El subversivo será aquel que desee
acabar con ella. Los que están con las fuerzas del orden y normalizadoras son lo que lucha
por el bien de la familia. La familia se nos presenta también como baluarte de la
nacionalidad y aquella que nos cobija y nos protege. Si se respetan las raíces familiares, el
país está a salvo. Como la subversión atentaba contra la familia, Vilas entendía que de nada
valía comandar tropas en la selva, mientras no se tuviera claro el “problema psicopolítico”.
Con el fin de llegar a una solución final, se puso en práctica “ejercicios de interrogatorio y
manejo y traslado de detenidos. Si se tiene presente que mi arribo fue el 13 y el "Operativo"
comenzó el 9 de febrero, tuve escasos veinticuatro días para realizar una acelerada pero
exaustiva instrucción de cuadros y tropa. El entrenamiento siempre era completado con una
serie de charlas sobre la naturaleza y fin de la empresa marxista, que era seguida con
entusiasmo por quienes escuchaban a este improvisado conferenciante decirles los rigores
que se avecinaban y la forma de enfrentarlos”.
10
Al comenzar, en febrero, el Operativo se iniciaron los interrogatorios. He aquí el
elemento “novedoso”, el ensayo general del Proceso. El lugar de reunión de detenidos
estaba situado en una escuela cercana al Comando Táctico de Famaillá, allí los
interrogatorios “comunes” no daban ningún resultado. “Pasado el primer mes, detuvimos a
un subversivo de nombre Ernesto que había desertado, el cual ante la amenaza de un
interrogador -"hablá si no te matamos"- respondió, confundido: "No me hagan nada; que
voy a cantar todo". A partir de ese momento comprendimos cuáles habían sido nuestros
errores ... Hubo que olvidar por un instante -un instante que se prolongó diez meses- las
enseñanzas del Colegio Militar y las leyes de la guerra donde el honor y la ética son partes
esenciales, aunque muchos no lo crean así, consubstanciarse con este nuevo tipo de lucha
para extraer saldos positivos. Si por respeto a las normas clásicas nos hubiésemos abstenido
de emplear métodos no convencionales, la tarea de inteligencia -y ésta era una guerra de
inteligencia- se habría tornado imposible de llevar adelante”. En varias oportunidades se
habló de los posibles daños psicológicos que podían causar los interrogatorios, no sólo a las
víctimas, sino también a los interrogadores, el general Vilas aclara que en primer instancia
es falso que los hombres encargados de tomar declaración, empleando muchas veces
métodos no convencionales, quedasen traumatizados o con psicosis de guerra: “mi
experiencia al respecto, y creo tener algún derecho para referirme al tema, no registra un
solo caso de brutalidad gratuita o placer morboso en los interrogatorios”. Con el correr de
los meses, la maquinaria represora se fue aceitando, de esta forma los grupos especiales
operaban las veinticuatro horas del día “procediendo a ejecutar o capturar al oponente”. A
aquellos que capturaban se los interrogaba y otro grupo estaba preparado grupo para
proceder a investigar los datos que nos daba el interrogado. Más adelante, el general Vilas
remarca la necesidad de tomarles declaración sin que los jueces tuviesen ninguna
incumbencia; así desde el 10 de febrero hasta el 18 de diciembre de 1975 pasaron por el
lugar de reunión de detenidos 1.507 personas acusadas de mantener relación estrecha con el
enemigo.
El libro de Vilas se presenta, ante todo, como el único que reconoce y vocifera los
métodos utilizados para los interrogatorios, los mismos que desplegará la maquinaria
genocida una vez tomado el poder. Por ser un libro escrito a comienzos de la dictadura, la
definición acerca de la subversión es nodal. El testimonio del general Vilas se vuelve
esencial no sólo para adentrarnos en la metodología represiva sino también en la
construcción del otro negativo. Remarcamos también el concepto de familia, educación y
cultura que serán recurrentes en los próximos textos.
Los tiempos del Proceso
Antes de proseguir con el análisis de los escritos, pensamos que se torna sustancial
realizar una breve periodización del Proceso de Reorganización Nacional. Esto nos será útil
a fin de situar los momentos en que los escritores hacen pública su obra. Como bien se
señaló antes, el hecho que el libro del general Vilas no haya visto la luz es producto de las
circunstancias del período al que se hará referencia.
11
Según Hugo Quiroga18, el Proceso consta de cuatro períodos: 1) Legitimación
(1976-1977), 2) Deslegitimación (1978-1979), 3) Agotamiento (1980-1982) y 4)
Descomposición (1982-1983).
El golpe de 1976 contó con una alta aceptación social, a partir de ese momento el
poder militar debía legitimar su precario apoyo. Entre otros recursos, elaboraron un
discurso que orientaba a ver a las Fuerzas Armadas como mesías de la Nación, o ellos o el
caos. No había otra opción, y como la Junta había establecido objetivos y no tiempos, la
misma debía ejercer su poder con coherencia, con fines claros. Las Fuerzas Armadas
construían un nuevo sistema político y como tal legitimaba la dominación militar. En
síntesis, este primer momento actúa como una refundación de país, un nuevo momento
originario donde todas las partes que componen la sociedad firmarán un nuevo contrato
social; y será aquí donde el subversivo no encontrará cabida. Como estrategia de acción, los
militares construirían sus redes, desde lo político, sin diálogos con la vieja clase política (la
apertura vendrá más adelante), pero con civiles en la esfera estatal (la cartera económica o
algunas intendencias, por ejemplo). La cara oscura, invisible, la que no se quería mostrar
era llevada a cabo por los Grupos de Tareas de las tres armas. Sobre esta estrategia no se
podía hablar, tan sólo se mencionaba que se “luchaba contra la subversión” pero no se
brindaban más detalles. Es en este momento en el cual se debió de publicar el libro del
general Vilas, por lo tanto, si se daba a conocer, el ensayo de Tucumán le haría perder
legitimación al Proceso.
Rápidamente los intentos por desarticular prácticas estatales anteriores, imponer
nuevas disposiciones económicas, mantener al margen a la clase política y el hecho que se
comiencen a conocer las violaciones a los derechos humanos hará que el Proceso emprenda
su etapa de Deslegitimación. Esta etapa estuvo conformada por la segunda Junta Militar y
tuvo nuevamente a Videla como Presidente. En este momento la “lucha contra la
subversión” llega a su fin, por lo tanto a los inconvenientes para mantenerse legitimado que
fueron antes mencionados, deben sumarse de igual modo las contradicciones propias del
Proceso como también las luchas dentro de las Fuerzas Armadas. Todo esto llevará al
Agotamiento del Proceso: aquí ya las atrocidades cometidas ya son conocidas, las
denuncias y las investigaciones por las violaciones a los derechos humanos se han iniciado,
la economía se ha vuelto inmanejable, la clase política se despierta de su letargo. La última
estrategia que le queda al Proceso es la odisea de las Malvinas. La derrota militar, el campo
en el cual los procesitas eran especialistas, llevará a la Descomposición del régimen. Antes
de entregar el gobierno a los civiles, el poder militar dictará diversas leyes e impondrá
condiciones para que los crímenes realizados no sean revisados o juzgados.
Tras esta breve y esquemática periodización, continuamos con dos libros del mismo
autor.
El general Camps, Señor de la Guerra
El general de brigada Ramón Camps fue durante los primeros años del Proceso jefe
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, tenía a su cargo varios de los centros
clandestinos, siempre bajo dependencia del I Cuerpo del Ejército. Estos incluían el COT-I
18
Quiroga, Hugo. El tiempo del “Proceso”. Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2004.
12
Martínez, el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes, en La Plata: Arana, La Cacha, la
Comisaría 5ª y la Brigada de Investigaciones. Siendo uno de los “duros” dentro del
Ejército, fue uno de los primeros militares al que le inició acciones judiciales al volver la
democracia. Fue beneficiado por los indultos de diciembre de 1990. Sus palabras fueron
publicadas, tanto durante la dictadura como durante los primeros años de democracia, por
el diario La Prensa. En declaraciones a ese matutino dirá: “No desaparecieron personas,
sino subversivos, terroristas o pacifistas, que alentaban el cambio de las instituciones
vigentes para imponer un sistema político antihumanista, anticristiano y dependiente del
extranjero...Mientras yo fui jefe de la policía desaparecieron unas cinco mil personas. A
algunas yo les di sepultura en tumbas NN. Personalmente, no eliminé a ningún niño. Sólo
les encontré nuevos padres. Los padres subversivos educan a sus hijos para la
subversión”19.
En estas breves declaraciones encontramos elementos significativos para nuestro
análisis. Aunque estas palabras nos sirven como introducción, hallamos que dentro de la
visión genocida el “subversivo” aquel otro negativo, no es visto como persona, como ser
humano. Un subversivo, o un pacifista, al no poseer características humanas debe ser
exterminado porque atenta a la integridad de la sociedad toda. Nuevamente designa a algun
país extranjero como aquel que designa los ataques a la Argentina; y cruciales son las
palabras acerca de los niños: la familia posee una responsabilidad notable en la educación,
es culpa de ella que los hijos sean subversivos; y en lo que a búsqueda de nuevos padres se
refiere, esta “posible recuperación” de la persona se asemeja al individuo a corregir que
Foucault indica20. Continuando con esta visión, el subversivo está próximo a la figura de el
monstruo humano, (refiriéndose a un campo jurídico – biológico); como señala Foucault,
así como en el siglo XIX estas figuras sirvieron para construir una teoría general de la
“degeneración”, el anormal de 1976 es también aquel que queda al margen de las nuevas
técnicas de adiestramiento.
CASO TIMERMAN. PUNTO FINAL. Editorial Tribuna Abierta.
El primer libro del general Camps fue publicado en 1982. En la
primera página, en manuscrito agradece al Arzobispo de La Plata,
Monseñor Plaza, “cuanto ha significado su apoyo espiritual
entonces y ahora...No puedo olvidar que le ofrecí en los años más
difíciles, allá por el año 1976, el cargo de capellán general de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires y que lo aceptó sin
titubear”, como fecha: 24 de marzo de 1982. Esta “dedicatoria” se
hace significativa, por un lado apreciamos el rol de la cúpula de la
Iglesia; por el otro, la fecha. Nos encontramos en la etapa de
Agotamiento del Proceso, los crímenes ya han visto la luz; y este
libro tiene como misión testimoniar acerca de la lucha llevada a
cabo por las Fuerzas Armadas y, sobre todo, justificar las acciones
cometidas. Por el otro, este libro se presenta como una respuesta
19
20
Andersen, Martín. La Policía. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2001. Pág. 268.
Foucault, Michel. La vida de los hombres infames. Altamira, La Plata, 1996
13
al texto de Jacobo Timerman21, periodista y dueño del diario La Opinión, acusado por
Camps de subversión económica y de ser, junto a David Graiver, financista de Montoneros.
Para nuestro análisis no ingresaremos a este affair, sólo trataremos de rastrear los indicios
que este trabajo tiene como objetivo.
La lucha contra el marxismo, reconoce Camps, es muy compleja. Ya en los inicios
del libro el subversivo es marxista, y como tal tenderá a invadir la totalidad de la cultura
desacralizando las buenas costumbres llegando a poner en vilo a toda la civilización. La
subversión opera desde el “fraude semántico”, siendo Jacobo Timerman el principal
impulsor, el subversivo utiliza las palabras para despertar la conciencia revolucionaria, pero
no hace más que llevar al pensamiento humano hacia la desolación y al abandono, vaciando
las tradiciones nacionales en provecho del marxismo. En esa lucha contra el anormal
subvertidor del ser nacional, las fuerzas nacionales han combatido victoriosamente y como
Camps señala es “innecesario aclarar que, siendo la guerra un acto violento, quien desee
ganarla no lo podrá lograr con la aplicación de paños fríos. Si hubo que emplear pues,
medidas enérgicas, no fue por el goce de su aplicación sino por necesidad. Al respecto
debemos recordar que: es lícito hacer en la guerra todo lo necesario para que la defensa del
bien público comprometido. Mucho de las confusiones e infundios relacionados con el
tema se deben a traducciones de autores franceses especialmente, que no fueron
comprendidos en profundidad...La guerra contra la subversión trae aparejado una nueva
metodología, con sus normas y pautas correspondientes. Todo lo aprendido en los manuales
y reglamentos debió ser revisado y revalorizada su aplicación, ya que el objeto de la guerra
subversiva es dominar al hombre para alcanzar el dominio sobre la materia, cuando lo que
se consideraba natural era dominar la materia para alcanzar a dominar al hombre. Esto
cambió la escala de valores y de tal manera vivimos la tremenda realidad de hijos que
delataron a sus padres por considerarlos “contrarrevolucionarios” y “burgueses”; “amigos”
que capturaban a sus amigos y los condenaban y custodiaban en las mazmorras
subterráneas”22. En estas larga cita percibimos elementos en común con el general Vilas,
sobre todo la mención a la escuela francesa como también al acuñamiento de nuevas
técnicas para la lucha contrarrevolucionaria. De la misma forma encontramos “la cuestión
familia”: el marxismo tornó los valores de la familia, haciendo a los hijos condenar a sus
padres. Para la visión genocida, el subversivo es capaz de traicionar a sus padres, degradar
los valores cristianos en pos del marxismo ateo. La negatividad del otro reside en su
capacidad para despreciar “la nacionalidad”, la amistad y la hermandad; esta figura
transforma todo en turbio y sucio. Mientras que el marxista lucha por su ateísmo, digitado
desde el extranjero, los soldados argentinos lucharon por “amor a Dios, La Patria y la
familia”. Dentro de la lógica de Camps, el genocidio cometido fue un acto de amor: “es el
amor el que priorita y legitima las acciones de los soldados”23. Por lo tanto, la fuerza
desplegada para eliminar al otro no fue más que “la búsqueda afanosa de la restauración del
amor”: “en la guerra que peleamos, el amor al cuerpo social que se quiere resguardar es el
que primó en todas las acciones. Porque en última instancia, al ser el marxismo la herejía
21
El libro de Jacobo Timerman fue publicado originariamente en Estados Unidos en 1981.
Camps, Ramón. Caso Timerman. Punto final. Tribuna Abierta, Bs. As., 1982. Pág. 20
23
Ídem. Pág. 21
22
14
moderna, lo que estamos viendo es “el acto presente” de esa guerra constante entre el Bien
y el Mal”24.
En su libro Timerman relata las atrocidades que sufrió por ser judío, acusando al
general Camps y sus subordinados de racistas. Al momento de responderle Camps afirma
que los judíos que murieron en “esta cruel guerra” no murieron por ser judíos y acusa a
Timerman de confundir hábilmente una guerra contra el terrorismo con una guerra contra
una comunidad religiosa. Los que murieron, murieron por ser subversivos. Con estas
palabras el ex jefe de la policía bonaerense intenta restar importancia al racismo, los jefes
militares no eran racistas. Unas páginas más adelante Camps incurre en el típico prejuicio
contra el judío: “quizá sólo profesó lealtad al dinero, por sucio que fuera su origen, como
fue el dinero de la subversión”25. Finalmente acusa a Timerman de traidor ya que traicionó
al país que lo cobijó, y, por sobre todas las cosas, traicionó a su propia raza. Con estas
últimas palabras, el racismo de Camps queda confirmado. El militar ve al judaísmo como
raza y no como religión, cayendo así no sólo en pensamientos antisemitas sino en el
racismo más puro. Será así como el discurso de Camps en particular, y el de los genocidas
en general, se teñirá de racismo, no contra otras religiones o “razas” sino que en el modo de
ver al otro como negatividad, entra en funcionamiento la lógica racista. Un racismo que se
asemeja al descrito por Foucault, aquel que separa entre lo que debe vivir y lo que debe
morir, ejerciendo un control total sobre la vida.
Finalmente, Camps asevera que la lucha contra la subversión fue conducida por el
presidente Videla en su calidad de Comandante en Jefe del Ejército, y cada miembro de la
Junta Militar en su arma específica: “en la lucha contra la guerrilla se actuó con total
acuerdo y unidad. De otra manera no se hubiese alcanzado la victoria”. Con estas palabras,
el ex general no hace más que evidenciar la existencia de una orden para llevar a cabo el
exterminio; y si hubo una orden, y si las fuerzas actuaron como unidad, fue debido a la
presencia de un plan sistemático. Estas últimas palabras se volverán fundamentales al
momento de analizar el testimonio del general Bignone.
EL PODER EN LA SOMBRA – EL AFFAIRE GRAIVER. Editorial Ro.Ca
La segunda publicación del general Camps data de junio de 1983,
esta, como en su escrito anterior, comienza con un texto en
manuscrito en el cual el autor afirma no arrepentirse por los hechos
pasados, ni por haber derrotado a la subversión y dedica el libro a
“los que cayeron, por los que no tienen miedo de caer, y por los que
caerán”. Esta obra ve la luz en la etapa de Descomposición del
Proceso, la sociedad civil ya posee mayor fuerza y conocimiento
sobre el genocidio, como también la clase política que comienza a
organizarse con vistas a las elecciones previstas para octubre de ese
mismo año. Como contrapartida la Junta Militar con su Documento
Final pretende poner término al capítulo más doloroso del Proceso
pretendiendo cerrar posibles revisiones sobre lo actuado. A su vez, los rumores de la
24
25
Ibídem.
Camps. Op.cit. Pág. 39
15
presencia en el país de líderes montoneros hacen reaccionar a las Fuerzas Armadas
afirmando que en el país aún reina la ideología subversiva y que ellos serán los gendarmes
de la institucionalización de la patria. Este será el clima que recibirá el libro de Camps, que
fueran publicados extractos a modo de adelanto en la revista La Semana.
Al inicio, Camps afirma que la génesis del libro reside en la necesidad que los
argentinos “conozcan a fondo el enemigo contra el cual debimos luchar”. El general triunfó
en su guerra, y así como lo demuestra en su obra anterior, esta se presenta como una
continuación, sigue indagando en la subversión cultural en torno a Timerman pero desde el
lado financiero, lo que denominó la subversión económica. Por la lectura de los libros
pareciera que Camps era el referente de la lucha contra la subversión cultural y económica,
y esta llevaba a un solo camino: Timerman y el diario La Opinión, y su finacista, David
Graiver. Este personaje, líder máxima de la subversión económica será visto como el
“banquero dela subversión”. Nuestro tema no consiste en indagar los detalles de este caso,
por lo tanto sólo citaremos los párrafos que hacen al propósito del presente.
En los primeros capítulos Camps se ve como un profeta, su visión clarificadora
consistía en que si se deseaba vencer a la subversión no se podía hacerle frente solamente
en lo militar. Para 1976, el triunfo sobre la subversión debía ser consolidado sobre la
subversión política, económica y cultural. El otro negativo, aquel que perturbaba el orden,
nutría a la sociedad con su veneno en todos los frentes, y para hacerle frente el coraje no
alcanza. El interrogante que perturbaba a Camps consistía en cómo se podía vencer a la
“subversión de escritorio”26. Para eso había que vencer algunos mitos, y el principal
consistía en que “los ricos no puede ser revolucionarios y de que no son posibles las
complicidades entre el rédito capitalista y la subversión marxista... [esto] ha facilitado
desde los primeros tiempos de la expansión comunista el crecimiento de la organización
financiera que le sirve de base”27.
El subversivo económico es aquel quién no acepta conceptos como “Nación” o
familia, y sólo se preocupa por su seguridad personal y la de sus “fortunas sombrías”.
Reparemos nuevamente en la familia: los subversivos son aquellos que no observan dicho
motivo, al contrario, atentan contra ella; y la responsabilidad mayor no recae en el
subversivo mismo sino en el padre de aquel. Es su pecado, los padres llevan la cruz de sus
hijos. Así, Camps acusa al padre de David Graiver afirmando que “el padre de Graiver falló
en educar a su hijo”28. En el seno familiar, aquellos que no pueden ser como todos, alteran
la identidad, confundiendo a “nuestros héroes” y distorsionando las tradiciones; de igual
forma los subversivos obraron, apoderándose de todas las instituciones y de las
mentalidades argentinas. Se desprende de estos últimos pensamienos que el subversivo no
posee un status social fijo, no tiene pertenencia a ninguna clase, este bien puede ser rico o
pobre. La delgada línea que distingue al otro de nosotros radica en la educación, no sólo
dentro del ámbito escolar29, sino en el sentido más amplio. El enemigo ha sido mal educado
26
Camps, Ramón. El poder en la sombra – el affaire graiver. Editorial Ro.Ca, Buenos Aires, 1983. Pág. 12
Idem.
28
Ídem. Pág. 56
29
Recordemos el folleto editado por el Ministerio de Educación Conozcamos a nuestro enemigo. La
subversión en el ámbito educativo.
27
16
en su familia sin respetar los preceptos primordiales de la argentinidad y de la sociedad
occidental y cristiana30.
El otro a exterminar ha interpretado mal la libertad, que es la causa de todas las
degradaciones y de todas las servidumbres. En cambio para los iguales, la libertad bien
entendida es la que genera todas las virtudes y todos los heroísmos: “en fin, la verdadera
libertad debe tener la condición de ser, además, buena. Si no es buena, el hombre se entrega
al mal, y su sometimiento, no por ser voluntario, deja de ser degradación y esclavitud”31.
La lucha contra la subversión, el genocidio llevado a cabo por las Fuerzas Armadas
y sus colaboradores, era vista como una batalla más dentro del marco de la Tercera Guerra
Mundial. Como parte de esta guerra, la difamación y la campaña antiargentina en el
exterior era una muestra del poder del enemigo, el propio Camps cuenta lo que sufrió: “la
difamación internacional no sólo me tocó a mí, sino que fue una campaña dirigida contra
todo el país y no se detuvo ante ninguna mentira, ante ninguna fantasía, por más enfermiza
que fuera. En realidad, aplicaban el principio del ministro de propaganda nazi, Goebbels,
que repite Lenin que ya lo había dicho antes del ’20: mentir, mentir, mentir... algo queda
siempre”32.
Hacia mediados de 1983 el Proceso de Reorganización Nacional ya era historia, sin
embargo Camps asevera que aún hay personas dispuestas a continuar financiando a la
subversión. La lucha contra los profanos aún no había finalizado, y mientras desde las
cúpulas militares se trataba de no “abrir viejas heridas”, de que la sociedad reconozca al
genocidio como un acto patriótico, el general afirma, sin ánimos de "reavivar odios y
rencores”, que existen personas ideológicamente interesadas en continuar intoxicando al
país. Por eso es que el caso Graiver debe quedar grabado en la memoria del país, porque es
un suceso que permite demostrar quién es el enemigo.
Este episodio es la punta del iceberg, y tan sólo con llevar a cabo la investigaciones
como las que llevó adelante Camps permitirán entender la verdadera magnitud de la
Tercera Guerra Mundial. La guerra subversiva es el enfrentamiento entre las dos grandes
potencias, y “la situación de los países que están involucrados en esa contienda, las
respuestas que da la doctrina social de la iglesia, los medios de acción de la guerra
subversiva, son el marco de referencia para entender cabalmente el trasfondo del caso
Graiver”33. El marxismo ha planteado la lucha en la conciencia del hombre, se pelea más
por la captación de conciencias que por territorios. De allí la obsesión marxista por dominar
los medios de comunicación social. La guerra se dirige al intelecto y es la Unión Soviética
quien maneja una política coherente y “tiene un objetivo claro: el dominio global”. De esta
forma David Graiver, el subversivo en su forma más acabada y perfecta, representa los
intereses de la Unión Soviética, y a través de la financiación al diario La Opinión no hace
más que colaborar con el dominio mundial deseado por el país comunista. Lo realizado por
30
En 1978 Videla declaró que un terrorista no era sólo el portador de una bomba o una pistola, sino también
todo aquel que difundía ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana
31
Idem Pág.146
32
Idem. Pág. 173
33
Camps. Pág. 191
17
las Fuerzas Armadas es un hecho único e histórico porque nos brindó la posibilidad de
"entender el significado preciso de esta tercera guerra mundial y proyectar ese significado
al diagnóstico global de la política argentina”34. La estrategia soviética, entonces, consiste
en desencadenar conflictos armados que los beneficie y a la vez no intervenir directamente,
para eso “poseen un centro de instrucción ideológica se encuentra en Rusia, la universidad
‘Patrice Lumumba’”
Finalizando su libro Camps nos recuerda que el conflicto aun no está superado, para
los ideólogos marxista no es una verdadera derrota, esperan para volver. Recalca que
estamos frente a un hecho político y no frente a un hecho policial, “estamos frente a una
agresión política seria, apoyada por una de las mayores potencias militares de la Historia,
que se propone cambiar todos los valores que Occidente ha atesorado durante 25 siglos”35.
En conclusión, propone hacerle frente a esta lucha ideológica, económica y militar con el
arma más sólida con que contamos que es nuestra religión y sus valores espirituales.
Los libros de Camps se presentan como un único testimonio, fuerte y directo. Es
imprescindible leerlos con los ojos de la época en que fueron publicados ya que sus
declaraciones no hacen más que hacer frente a las primeras investigaciones que
comenzaban a llevarse a cabo. En sus dichos no hace más que ensalzar la guerra y la
muerte, nos permite apreciar lo que los genocidas entendían como el otro negativo y
aquellos que fueron exterminados. Más allá de las alternativas judiciales que tuvieron los
casos mencionados, su testimonio se presenta revelador al mostranos las fuentes de
inspiración para llevar adelante el exterminio. Asimismo, nos permiten adentranos el
horizontes de posibiliades para arrojar más luz a la figura del subversivo y comprender el
oscuro concepto de civilización occidental y cristiana. Cabe remarcar la fuerte sensanción
de orgullo que hay en el discurso de Camps, no presenta remordimientos ni vacilaciones, de
esta forma su pensamiento se torna obtuso y paranoico, viendo al miedo rojo en todas sus
palabras.
Díaz Bessone, general e historiador
El general de división Ramón Genaro Díaz Bessone es una figura clave tanto para el
Proceso de Reorganización Nacional como para la vida militar de nuestro país. Como
Comandante del II Cuerpo del Ejército fue responsable hasta octubre de 1976 de la Zona 2,
a partir de ese mes fue designado Ministro de Planeamiento; en 1978, pasó a situación de
retiro del servicio activo. Entre sus actividades académicas, se sabe fundador y presidente
de la Fundación Argentina 2000, y editor y director de la revista Futurable. Fue presidente,
durante varios períodos, del Círculo Militar.
Como Ministro del Proceso debía coordinar los planes de los ministerios
provinciales y nacionales convirtiéndose su ministerio en “un instrumento idóneo para
lograr la adhesión y el consenso mayoritario de la Nación. Como planificador debía
34
35
Idem. Pág. 200
Idem. Pág. 214
18
estudiar e implementar un proyecto nacional que defina el perfil político, económico, social
y cultural de la Argentina en los próximos 25 años, capaz de ser el centro de un proceso de
construcción del consenso social. El rasgo fundante de su misión se resumía en su primer
discurso como ministro: “Interesa dar un nuevo destino a la Nación. Esto es lo que propone
el Proceso de Reorganización Nacional como etapa fundacional de una nueva república.
Por esta razón es necesaria la segunda organización nacional...implica un ordenamiento de
todas las instituciones políticas, jurídicas, económicas y culturales, para recuperar y
modernizar la Nación”36. Con este cargo, Diáz Bessone se impone como el ideólogo del
Proceso con tinte nacionalista y cristiano. Pronto entrará en puja con el Ministerio de
Economía y los diferentes conflictos obligarán al doctrinario a renunciar en 1978.
Recordemos el momento por el que se atraviesa, veremos que Díaz Bessone fue una pieza
clave para la Legitimación del Proceso en el primer tramo. Dentro de su “proyecto
nacional” se establecían los plazos para el diálogo y la apertura política, pero las
incongruencias del propio Proceso lo obligó a naufragar, comenzando así la
Deslegitimación del PRN.
GUERRA REVOLUCIONARIA EN LA ARGENTINA (1959-1978). Círculo Militar
En 1986 la editorial Fraterna edita Guerra Revolucionaria en la
Argentina (1959-1978), la segunda y tercera edición estarán a
cargo del Círculo Militar; la impresión con la que trabajaremos
pertenece a la tercera que data de 1996.
Este libro no pertenece, como los anteriores, al momento del
Proceso, pero es de suma importancia la fecha en que salió a la
luz. Los primeros años de la recuperada democracia no fueron
fáciles, los temores de un nuevo alzamiento militar eran
frecuentes, los Juicios a las juntas y las diversas causas
judiciales volvían inestable la relación entre las Fuerzas
Armadas, la clase política y la sociedad. De este modo, este libro
se suma a las acusaciones por parte de los genocidas, de que la
subversión seguía operando en nuestro país. Quizá no es tan crudo en su relato y su visión
como los de Camps o el de Vilas, pretende ser una historización de la guerra revolucionaria
señalando los grandes hitos de los ataques guerrilleros. Es en este punto donde coloca su
mayor atención, en el estudio del discurso de los grupos guerrilleros en especial el ERP y
Montoneros, mostrando como gestaron la guerra, las pretensiones de cambiar el sistema
político y de cómo el país reaccionó frente a este ataque.
Ya desde las primeras páginas, Díaz Bessone cita un libro fundamental para los
estrategas de la guerra contrainsurgente La subversión como instrumento de la política
internacional de William J. Donovan. De ese autor se desprende la vital importancia de
hacer frente a la guerra subversiva, el arma más efectiva que emplea el poder mundial. Por
supuesto que cuando Díaz Bessone mencionará poder mundial hará referencia a la Unión
Soviética, China o Cuba. A lo largo del libro casi no menciona las diferentes intervenciones
de los Estados Unidos, a contrapelo se hace mención a la Revolución y los Países del
36
La Nación, 24 de noviembre de 1976
19
Tercer Mundo, los Países No Alineados y como el comunismo hace su ingreso en
Latinoamérica. En síntesis, la primera parte de la obra advierte al lector acerca del miedo
rojo.
Al momento de estudiar la situación argentina, Díaz Bessone se servirá de los
periódicos Evita Montonera, Estrella Roja, La Causa Peronista entre otras, para demostrar
las diferentes fases de la lucha subversiva; de esta forma los primeros pasos se dan a partir
de 1955 con la llamada “Resistencia Peronista”. Si ahí está el germen de la guerra
subversiva, el análisis que hace de las razones de su comienzo se torna bastante superfluo;
olvida de elementos históricos vitales para comprender el clima de la época, se “olvida” de
los mecanismos que llevaron al derrocamiento del presidente, como también temas de
índole sociológicos que hacen al peronismo como fenómeno. Coincidimos con el momento
en el cual podrían encontrarse los inicios de lo que vendrá, pero las fundamentaciones que
brinda Díaz Bessone se vuelven más que tendenciosas y poco profundas.
Continuando con esa línea, enumerará los diferentes conflictos armados de la
década del ’60; en ellos no caracteriza a los guerrilleros como tampoco realiza un marco
sociohistórico del momento. Tan sólo menciona los hechos violentos y la cantidad de
víctimas militares. Luego de varios años de arengas, los resultados de la prédica subversiva
salen a la luz, los dichos de los “ideólogos, intelectuales y tercermundistas, alcanzó y
subyugó el idealismo de miles de jóvenes, qubrantó su fe en los valores tradicionales de la
Nación y les proporcionó un nuevo absoluto, en aras del cual salieron a matar y a morir...
estos jóvenes fanatizados llegaron hasta invervenir en el secuestro de sus propios
familiares”37. Encontramos aquí una primera caracterización del otro, para Díaz Bessone el
subversivo quiebra el pilar esencial de la sociedad nacional que es la familia. El subversivo
busca quebrar este cimiento abusando de los padres que no están a la “altura de sus
responsabilidades”, el “joven rebelde” siguiendo a los “predicadores de la revolución, del
nuevo absoluto, han destruido la tabla de valores de sus padres, la han execrado y han
hecho que el joven reniegue de ella”38.
El primer período de la guerra revolucionaria tiene una fecha y un momento preciso
de inicio. El secuestro y asesinato del ex presidente (de facto) Aramburu el 29 de mayo de
1970 marca el desencadenamiento de la guerra desde el bando subversivo. El retorno del
peronismo al gobierno marcará un nuevo hito en la guerra subversiva, los indultos
producidos por el presidente Cámpora son comprendidos por las Fuerzas Armadas como
una agresión mayor que la militar39. Continúa luego mencionando los diversos
enfrentamientos con los grupos guerrilleros y enumera los diversos asesinatos de la época
(Rucci, Mor Roig, Villar) pero sin nombrar a la Triple A40. Finalmente llega la respuesta
37
Díaz Bessone Díaz Bessone, Ramón Genaro. Guerra Revolucionaria en la Argentina (1959-1978).
Círculo Militar, Buenos Aires, 1996. Pág. 105
38
Idem.
39
Tal es así que en ciertos círculos Cámpora es acusado como “máximo responsable de las depredaciones y
hechos de sangre en la Argentina. Utilizó su investidura de Presidente de la guerrilla apátrida, en detrimento
del pueblo. Principal instigador de la violencia y del terror, trato por estos medios de sumergir a la Argentina
para convertirla en un estado marxista” (www.ladecadadel70.com.ar)
40
En el sitio web antes citado se encuentra publicado un artículo en el cual se niega la existencia de la Triple
A, concluyendo que sólo fue un mito.
20
por parte del Estado, aquí menciona los diversos decretos para aniquilar el accionar de la
guerrilla, “el Estado Nacional está desde este momento en guerra contra la subversión, y
vuelca todos sus recursos y todo su poder para terminar con el enemigo de la Nación”41. Al
momento de analizar los decretos, y en especial el término “aniquilamiento” Díaz Bessone
tan sólo hace un pie de página y sugiere ver a otros autores como Clausweitz, Foch, Perón o
Mao42. Al adentrarse en la guerra contra la subversión, Díaz Bessone brinda más detalles
acerca del subversivo al afirmar que ese prefería la noche para reunirse para luego
dispersarse como un ciudadano común y no respetaba ninguna ley ya que su objetivo era
cambiar el orden existente, y nuevamente remarca el quebrantamiento por parte del
subversivo de los principios morales que sostenían a la sociedad nacional. Dado que no
podemos distinguirlo por su uniforme, enumera las diferentes vestimentas con las que
podemos encontrarlos: traje, ropa de trabajo o deportiva, hábito religioso, ocasionalmente
utilizaba algún elemento distintivo cuando realizaba alguna operación.
Al terminar 1978, las Fuerzas Armadas se alzan con la victoria. Para Díaz Bessone a
partir de ese momento comienza una guerra en el plano político. De esta forma cita diversas
publicaciones que dan cuenta sobre lo acontecido en nuestro país durante esos años, como
por ejemplo Argentina: proceso al genocidio editado en Francia, que son muestras de las
distintas campañas antiargentina en el exterior, por supuesto que para el general de división
esta es una muestra cabal que la guerra contra la subversión aún continúa. Como
contrapartida cita diferentes artículos y solicitadas en las cuales diversas personalidades y
entidades manifiestan haber estado en una guerra y que las Fuerzas Armadas lucharon
contra extremistas de una ideología extranjera ajena al sistema de vida y sentir nacional43.
En su reflexión final, Díaz Bessone afirma que estas voces fueron cubiertas por otras, “no
sabemos si el mundo se enteró de lo que queríamos decirles. Pero sería importante que esto
mismo, los mismos argentinos se lo digan a los argentinos y se lo reiteren. Para que no lo
olviden”44.
Como cierre de su obra, en el epílogo de la segunda edición, el general de división
se despacha contra el nuevo gobierno democrático afirmando que este no reconoce la
guerra sucedida. Niega también la existencia de un plan sistemático de operaciones contra
la actividad subversiva arguyendo que en ningún juicio pudo ser esto probado y que de
haber existido las órdenes de operaciones debieron reflejarlo45. Con esto encontramos una
contradicción cardinal dentro del bando genocida, mientras Camps brinda detalles acerca de
la lucha (ver más arriba), Díaz Bessone los rechaza. El libro concluye objetando las
diferentes leyes y sucesos que revisan lo actuado por las Fuerzas Armadas como también
41
Díaz Bessone. Op.cit. Pág. 206
Al respecto Clausewitz escribió que “la victoria surge de una supremacía en la suma de todas las fuerzas
materiales y morales” y en un ensayo publicado en la revista El Periodista Federico Mittelbach afirma que “el
aniquilamiento, en términos de conducción militar, es la fase final del ataque que sigue a otra llamada la
persecución y que procura quebrar la voluntad de lucha del adversario”, y cita al Mayo General J.F.C. Fuller,
quién afirmó que “el objeto de la guerra no es asesinar ni devastar sino persuadir al enemigo a cambiar de
idea”.
43
Solicitada publicada en Convicción (vale la pena recordar que este periódico, dirigido por Hugo Lezama,
pertenecía a la Marina específicamente al Alte. Massera)
44
Díaz Bessone. Op. Cit. Pág. 299
45
Ídem Pág. 309
42
21
todo aquella manifestación que intercede para interpretar los hechos de 1976-1978 como
una guerra, el objetivo final del libro radica allí, en la demostración que durante casi veinte
años en la Argentina se vivió en estado de guerra y que durante los últimos años de ese
período la guerra se había desatado en toda su magnitud resultando triunfante, en el plano
militar, las Fuerzas Armadas; quedando todavía el plano político como último foco de
lucha.
Guerra Revolucionaria en la Argentina se nos presenta como un compendio, una
cronología, de hechos violentos que “obligaron” a las Fuerzas Armadas de la Nación a
responder; a través de las caracterizaciones de los diferentes momentos Díaz Bessone
intenta demostrar que los años de la última dictadura fueron momentos de guerra, su obra
no ahonda tanto en las tipificaciones de los subversivos sino en las posibles justificaciones
que pueden darse desde el bando militar hacia los sucesos y métodos llevados a cabo para
acabar con la guerrilla.
Bignone, el último de facto
El general Reynaldo Bignone, último presidente de la dictadura militar. A lo largo
de su carrera militar tuvo diversos cargos, ya sea como Secretario del Estado Mayor como
director de los Institutos Militares. Cuando la Junta Militar estaba ya casi disuelta, Bignone
tomó el cargo de Presidente llevando al país hacia un régimen democrático. Aunque no
tuvo participación en los crímenes cometidos, durante su gobierno se sancionó el
“Documento Final” y la ley de “Autoamnistía”, asimismo durante su mandato se incineró
toda la documentación referida a la “Lucha contra la Subversión”. Bignone fue enjuiciado
por el robo de bebés en las causas abiertas contra los militares durante la década del ’90.
EL ÚLTIMO DE FACTO II – QUINCE AÑOS DESPUÉS. Edición del autor.
El último de facto es el título del libro de memorias y
testimonio del general Bignone. El mismo fue publicado por la
editorial Planeta en 1992. Al finalizar el contrato entre el autor
y la editorial y al haberse agotado la primera edición, decidió
efectuar una nueva edición – a su cargo – aumentada, ya que,
según sus palabras, en los últimos años muchas cosas habían
cambiado. Así es como su obra pasa a titularse El último de
facto II. El ex general desarrolla su libro como un escrito
testimonial y de memorias, tratando de narrar las diferentes
experiencias vividas como Presidente, comenta como fue la
transición democrática y las diferentes internas en el seno de la
Junta Militar y las diferentes fuerzas. Cuenta los avatares de su
plan económico, y de manera álgida rememora los
acontecimientos del genocidio. Para nuestro análisis,
apartaremos los pormenores de su gestión presidencial y de cómo llegó a ella, para
focalizar su parecer acerca de la subversión, trataremos de dilucidar su visión acerca del
otro ya exterminado.
22
Ya en sus primeras páginas, Bignone recuerda la participación de algunos militares
que hoy integran el CEMIDA. Al hacer esta crítica, lo se esconde detrás es un desprecio
hacia aquellos militares que no comparieron la metodología empleada por el Proceso como
también el quebrantamiento de unidad típico del Ejército. Al igual que Díaz Bessone, nos
recuerda el decreto de la última presidencia democrática; y para llevar a cabo la guerra
contrarrevolucionaria, recuerda que se peleó con “la doctrina y con el reglamento en la
mano”. Como todos los autores analizados, Bignone cita el modelo frances “que ibamos
conociendo por publicaciones y a traves de los oficiales que cursaban estudios en institutos
galos....Esos, y no otros, fueron los origenes internos de lo que hoy muchos
peyorativamente denominan ‘doctrina de seguridad nacional’”46. Gracias a estos aportes el
país pudo enfrentar a aquellos que avanzaron contra nuestra forma de vida y creencias.
Continuando con la lectura encotramos una serie de párrafos que se tornan
interesante de ser analizados, son los que se refieren a la desaparición de Hidalgo Solá47.
Bignone la tilda como “misteriosa” y afirma no poseer ninguna información ni pruebas
suficientes como para afirmar algo. Descarta que “haya sido victima de una acción
consentida por el gobierno (me refiero a Videla como presidente). Ahora, que fueran
elementos vinculados al Estado, no me animo a confirmarlo ni a descartarlo. Que hubiera
factores políticos, porque el se prestaba al acuerdo politico con el Proceso, se lo
mencionaba basta como futuro candidato a presidente; no lo sé”48. En la cita referida se
hace evidente cierta defensa hacia la gestión del general Videla, elemento común con las
declaraciones de Camps. Ambos militares – autores se refieren al primer presidente de facto
con sumo respeto y devoción, sosteniendo el valor de haber asumido una gran
responsabilidad ética e histórica. Su persona es celebrada y defendida, llegándolo a ver
como una figura mesiánica49
Al momento de escribir su testimonio Bignone rememora el apoyo que tuvieron las
Fuerzas Armadas durante el Proceso. El poder pasaba por lo militar, como él afirma, y los
periodistas “concurrían en multitud” a los actos oficiales, “específicamente castrenses,
especialmente cuando se suponía que se podía pronunciar un discurso o arenga importante.
Hoy, en las celebraciones militares solo puede verse, y con suerte, al fotógrafo de la
unidad”50. El Proceso tuvo apoyo porque el clima en el que se vivía, si bien “no era el de la
total libertad actual, tampoco fue como pretende mostrarse”, muchos periodistas que
apoyaron la causa procesita hoy son “mártires de la prensa” y hoy parecen olvidar el apeo
brindado. La campaña contra la prensa por parte de la "feroz dictadura represiva" es falsa,
según Bignone fue elaborada maliciosamente por periodistas oponentes. Lo que nadie
recuerda es que el Proceso de Reorganización Nacional interrumpió un periodo
constitucional porque el poder se había deteriorado a tal extremo que la alternativa de ese
momento era esa solución o la anarquía. Desde esta perspectiva, la intención de las Fuerzas
46
Bignone. El último de Facto II. Edición del autor. Buenos Aires, 2000. Pág.40
La desaparición del embajador argentina en Venezuela se vuelve notable al no ser este un miembro de
alguna organización política. Fueron sus ideales y sus “conocimientos” lo que lo llevaron a ser “chupado”
por la máquina genocida.
48
Bignone, op. Cit. Pág.43
49
Al respecto se vuelve importante el análisis sobre la religión del general Videla que hacen María Seoane y
Vicente Muleiro en la biografía El dictador (ver bien cita), en ella lo muestran como el general que llevó la
cruz en nombra de todas las armas.
50
Bignone, Ídem. Pág. 65
47
23
Armadas era remediar al país para luego restablecer la democracia. No había en ellos una
intención de “modificar las bases constitucionales de la organizacion nacional”. Para ello
las nuevas autoridades elaboraron diferentes objetivos a alcanzar, algunos transcriptos a
continuación:
•
•
•
•
Instituciones constitucionales revitalizadas que ubiquen el interés nacional por encima
de sectarismos o personalismos.
Reafirmar los valores de la moral cristiana, la tradicion nacional y la dignidad del ser
argentino.
Erradicar la subversión y las causas que la favorecen.
Ubicación internacional en el mundo occidental y cristiano.
Los puntos antes citados nos permiten vislumbrar el pensamiento del último de facto.
Cuando alude alguno de los puntos mencionados, escribe en plural, sintiéndose parte del
cuerpo armado. Por lo tanto, su cosmovisión continúa la línea de pensamiento de los
autores antes estudiados; y se torna más cristalina al momento de narrar los primeros
diálogos con diversos sectores de la sociedad con vistas al retorno democrático, nada mejor
que llevar a algunos invitados al museo de la lucha contra la subversión que funciona en
Campo de Mayo. De esta forma el dato que revela en el párrafo siguiente se vuelve
trascendental al momento obtener pruebas y documentación sobre “los años crueles”: “en el
mes de agosto, el almirante Jorge Anaya juró como miembro de la Junta militar sucediendo
a Lambruschini. Durante octubre y noviembre se realizaron en el Comando reuniones con
dirigentes políticos, gremiales y empresarios ordenadas por el comandante en jefe. Todo
empezó con invitaciones de la Secretaria General a comidas durante las cuales se
cambiaban ideas acerca de la actualidad nacional. Después surgió la idea de realizar visitas
a Campo de Mayo para que los invitados conocieran el museo de la lucha contra la
subversión que allí funcionaba, inaugurado en 1978 y en el que se podía apreciar
claramente la magnitud que habían tenido las bandas terroristas y los estragos que habían
causado”51. La pregunta que nos surge al leer este enunciado es ¿qué es lo que se muestra
en aquel museo? ¿por qué no lo conoce la sociedad toda? ¿continúa en funcionamiento?
Al avanzar el mandato presidencial, las heridas abiertas deben cerrarse y Bignone
será la cara visible, el enfermero de la reconciliación. El 28 de abril se da a conocer un
informe sobre la lucha contra la subversión, el llamado “Documento Final”. Por radio y
televisión las Fuerzas Armadas dan a conocer un “trabajo realista y serio” donde son
reconocidos errores y se hace un llamado a la reconciliación. Apreciamos así, como el
general Camps afirmaba, un acto de amor ya que luego de vencer a la guerrilla con el
consenso de la ciudadanía ahora se debía comprender lo que ocurrió “sin olvidar las
circunstancias que nos llevaron al borde mismo de la disgregación”; el Informe se presenta
como un llamado a la unidad, a la paz, al respeto, al recuerdo... y ¿al olvido?. ¿Por qué al
olvido? Al continuar analizando el informe, Bignone afirma que ellos no poseían mayor
información más que la mencionada y lo único que podían dar a conocer eran los
resultados y consecuencias de la lucha contra la subversión; que aunque las Fuerzas
Armadas no lo deseaban se vieron obligadas a defender el “sistema de vida nacional” y que
únicamente “el juicio histórico podrá determinar con exactitud a quien corresponde la
51
Ídem. Pág. 101 (las negritas son mías)
24
responsabilidad directa de métodos injustos ó muertes inocentes”; reafirma que lo realizado
por las Fuerzas Armadas fue un acto de servicio a la patria; que los errores cometidos lo
asumen con el “dolor autentico de cristianos”52. En síntesis, el genocidio queda cerrado, sin
posibilidad de revisión o de estudio, sin probabilidad de ser elevado a instancias judiciales
ya que sólo la Historia y la fe cristiana podrán comprender y determinar lo que acaeció. En
septiembre todo esto se haría ley; durante ese mes se promulgó la ley 22.924, luego de un
“agitado trámite interno en las Fuerzas Armadas”. Esta ley, de “Pacificación Nacional” (o
de autoamnistía... o de punto final), llevaba como objetivo, “único y sincero”, sentar la
bases para un futuro en paz. El debate interno en la plana militar, cuenta Bignone, se dio en
el plano “ético” debido a que ciertos sectores de las Fuerzas consideraban que no hacia
falta ningún perdón por haber cumplido lo que es el deber fundamental de las Fuerzas
Armadas, “combatir al enemigo cuando el Estado se lo ordena”.
Al finalizar su mandato y haber cumplido con su misión Bignone se retiró de la vida
política. Pero cuando creía que la paz había sido alcanzada, los subversivos libraron su
última batalla, esta se dio en el plano político – judicial. Para los que “sentíamos como
único ‘pecado’ el haber arriesgado la vida en una guerra”53 las numerosas causas judiciales
se tornaron insoportables. En esta instancia Bignone se enfurece con los que califican de
“genocidio” o “terrorismo de Estado” el cumplimiento del deber, y nuevamente cita el
decreto constitucional para hacer notar que ellos tan sólo cumplieron órdenes, los excesos
que se dieron son normales en cualquier guerra: “¿Si hubo errores o excesos? ¿En que
guerra no se dan?”54. Este era el sentimiento común de todos los militares, con la única
excepción – según Bignone – de “insignificantes grupos irrepresentativos agrupados en el
llamado CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia), alentado par el propio
gobierno y que nunca pasó de ser la solitaria expresión de varios resentidos”. De todas las
fuerzas, el Ejército fue la más agraviada por esta campaña antimilitar. Por supuesto que
durante este alegato el último de facto negará la existencia de un plan sistemático. Con todo
lo expuesto y con las leyes propuestas los militares fueron los primeros en invocar el
“Nunca Más”. La sociedad cree que fue la CONADEP, y esto no es más que otra muestra
de la campaña antimilitar llevada a cabo por la subversión.
Ya en el epílogo de su libro Bignone comenta las diferentes actividades que lleva a
cabo en el Foro de Generales Retirados. La misión que acarrean consiste en transitar el
difícil camino hacia la verdad y la justicia. Recordemos que el epílogo fue escrito para la
segunda edición del libro, es decir que data de 1999 y en aquel momento las causas por los
robo de bebés se encontraban a la orden del día. Antes de proseguir con los dichos del ex
presidente, vale la pena recordar las declaraciones de Camps acerca de los nuevos hogares
dados a los bebés. Como respuesta a estos hechos el Foro declara, con cierto tono de
fastidio, que el sector militar “soporta desde hace quince años” con exacerbación terribles
agresiones. Los miembros del Foro, comprometidos “con nuestro objetivo de contribuir a
revitalizar la presencia de las FFAA como instituciones fundacionales y esenciales de la
Nación”, al momento de responder no hacen más que repetir las expresiones de siempre y
52
Ídem. Pág. 157
Ídem. Pág.203
54
Idem
53
25
concluyen que el llamamiento a la memoria que ellos hacen es tildado como “apología del
delito”55
De esta forma culmina el testimonio de Reynaldo Bignone. Su libro no hace más
que afirmar las palabras escritas por otros, pone en evidencia algunos aspectos de la lógica
de funcionamiento del Proceso, niega lo mismo que otros pero también encontramos
contradicciones. Algunos pasajes del libro son imprescindibles para el estudio del
genocidio siendo su libro no sólo las memorias de un militar, sino del que fuera el que
transitó el último período de la dictadura, durante su mandato los perpetradores
comenzaron a preparar el camino para que sus crímenes no fueran penalizados o
estudiados, entre ellos concretaron un discurso uniforme para que nada se escapara, para
que, con espíritu de cuerpo, todos pensaran igual. Pero al confrontar diferentes testimonios
y memorias ciertas declaraciones entran en contradicción, no tanto la visión acerca del otro
a exterminar sino como se procedió a ese exterminio. Así como fue una misión divina
acabar con los impíos, de igual forma será el juicio sobre lo actuado ellos tan sólo
ejecutaron las sentencias de muerte que, se supone, había pronunciado la Naturaleza sobre
“razas” o individuos que no son “aptos para vivir”. El debate acerca de la orden y el método
queda en evidencia con los textos de Camps y de Vilas, años después algunos ex militares
que formaron parte del CEMIDA brindarán la información negada por otros, gracias a
algunas publicaciones hoy podemos leer la primera directiva secreta del Comendante
General del Ejército (Directiva 404/75 – Lucha contra la subversión), que data de octubre
de 1975. En estas instrucciones podemos leer que el otro, es sólo el otro para la muerte.
Gaspar López Salvatierra, un intelectual orgánico
El último autor a analizar no proviene del bando militar sino de la sociedad civil.
Las posibles lecturas de las obras de Gaspar López Salvatierra se tornan imprescindibles ya
que posibilita una apertura aún mayor al horizonte de posibles significados del subversivo,
como también la emergencia de un proyecto político, una idea de sociedad y un análisis de
sus “males”. A su vez, su voz se eleva como representante de ciertos sectores de la sociedad
que no sólo apoyaron al régimen en los momentos iniciales sino que entienden los
regímenes autoritarios como sistemas políticos. Al no provenir de la esfera castrense, su
figura se forma como la de un intelectual orgánico56, y se torna más vital al momento de
reconocer los dos libros a analizar publicados en 1979 y 1980. De esta forma, sus escritos
vienen a justificar las acciones realizadas al momento por la dictadura, mantener alerta a la
población sobre el peligro subversivo que aún continúa, y recuperar la legitimidad perdida
del régimen.
Gaspar F. López Salvatierra fue docente del Ministerio de Educación de la Nación,
Miembro de Comisiones del Poder Ejecutivo Nacional, Director Provincial de Turismo en
Misiones, Director de Municipios y Director General de Prensa y Difusión en Río Negro,
55
Ídem. Pág. 275
“Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de la producción
económica, establece junto a él, orgánicamente, uno o más tipos de intelectuales que le dan la homogeneidad
no sólo en el campo económico, sino también en el social y en el político” (Gramsci, Antonio. La Formación
de los Intelectuales. Grijalbo ,Mexico 1967. p 21)
56
26
Periodista de La Prensa, empresario de productos alimenticios en Posadas, Mar del Plata,
Buenos Aires y San Pablo. Fue director de una firma publicitaria y manejó como gerente
general empresas de importación, y explotaciones de maderas en Paraguay. Dictó
conferencias, asesoró empresas y fue Presidente de la Primera Comisión del Primer
Congreso Nacional Argentino de Turismo en Córdoba y estuvo a cargo de una de las
Comisiones del Cuarto Congreso Anticomunista Latinoamericano realizado en 1980 en
Buenos Aires, en el Teatro San Martín. Además de publicar en La Prensa, también lo hizo
en la revista Cabildo. Publicó dos libros, que serán los que analizaremos.
LA DINAMITA DE PÉREZ ESQUIVEL EN LA ARGENTINA. MB Producciones, 1980.
Cronológicamente este es el segundo libro de López Salvatierra, pero
creemos que el análisis de su primer libro es mucho más rico y
merece ser analizado posteriormente. El título es más que evidente.
Fue escrito como respuesta al otorgamiento del Premio Nobel de la
Paz a Adolfo Pérez Esquivel. La portada del libro es más que
evidente, la cabeza del hongo atómico y parte del mapa de
Argentina, todo esto teñido de color rojo. El libro se presenta como
una injuria extrema a la figura de Pérez Esquivel, atacando sus
métodos de protesta y su manera de alterar el cristianismo en pos de
la subversión. También se encargará de “comprobar” los vínculos
entre el Nobel y la Unión Soviética como también de demostrar que
la Academia Noruega y el jurado que otorgó el premio ha sido
infiltrado y corrompido por los “rojos”. La ofensa de Pérez Esquivel
es tal que no merece conformar el grupo de ilustres ganadores de
premios Nobel argentinos.
Ya desde las primeras páginas López Salvatierra demuestra su visión acerca de la
clase gobernante, y afinando sus palabras, permitirá comprender que Pérez Esquivel no
pertenece a la clase de personas que deberían ser gobernantes o líderes del pueblo. En pocas
palabras, Pérez Esquivel no puede ser un patriota porque es un subversivo. Los patriotas
saldrán de pueblos dignos y libres, “merecedores de la dignidad que otorga la sabiduría”,
compartiendo la libertad sin usurpar los derechos de los demás, “todos con fe en la infinita
misericordia de Dios y reconciéndonos como sus minúsculas manifestaciones en la
armónica inmensidad interminable del universo”57. Los grandes hombres podrán elevarse a
tan altas cumbres que podrán franquear cualquier cortina o muralla que se eleve, y
utilizarán todos los medios a su alcance, exponiendo sus vidas para alcanzar la libertad de
sus pueblas. Como hombres de patria lucharán contra los resentidos y fracasados, afirma
López Salvatierra, y pondrán en descubierto a los farsantes que nos envían, que cumplen
órdenes y se infiltran entre nosotros para destruirnos. La figura de “farsante principal” de
aquel momento es el premio Nobel de la Paz, con sus dichos evidencia el entendimiento de
los genocidas de verlo como un “enviado”, pero no en el sentido mesiánico sino como un
“anticristo”. Un enviado de la subversión internacional que viene a imponer valores
foráneos y extraños a los argentinos. En aquel momento todo se hacía demasiado evidente,
57
López Salvatierra, Gaspar F. La dinamita de Pérez Esquivel en la Argentina. MB Producciones, Buenos
Aires, 1980. Pág. 8
27
las maniobras para infiltrarse en los lugares primarios y fundantes de la argentididad habían
llegado su punto cúlmine al momento de querer penetrar la Iglesia: “en Biblias donde están
impresas las Sagradas Escrituras, hasta entremezclan... ¡¡¡fotografías de muchedumbres que
enarbolan banderas con la hoz y el martillo!!!”58.
Por lo tanto resultó fácil que en 1980 se consagrara a Adolfo Pérez Esquivel Premio
Nobel de la Paz 1980, propiciado entusiastamente “por el sector de la Iglesia
Tercermundista que se dice Católica Apostólica Romana, y otras Iglesias no Católicas y
otras agrupaciones pacifistas y otros grupos de la no violencia y otras juntas por la paz... y
otras ligas por el desarme... y otros diarios de paz y justicia... y hasta las abuelitas de Plaza
de Mayo desamparadas...”59. A diferencia de otros autores, López Salvatierra ingresa a su
crítica a la Iglesia Tercermundista y otras agrupaciones de derechos humanos, que con sus
palabras no hace más que poner en evidencia el pensamiento de Videla cuando afirmó que
el subversivo no es sólo quien empuña un arma. Con estas palabras encontramos más
sectores de la sociedad que fueron perseguidos, pudiendo así ampliar la categoría de
subversivo, del otro negativo, permitiendo afirmar que la bota genocida aplastó también a
los propulsores de cambios por medio de la no violencia, por aquellos que luchaban por una
apertura democrática y una sociedad sin autoritarismos. En sus textos López Salvatierra
hace mención de la “infiltración” de los curas tercermundistas en las villas, el trabajo que
allí se hacía resultaba subversivo, al hacer su crítica a este sector de la Iglesia no menciona
cual es la labor que hace “su” Iglesia. Tan sólo se remite a afirmar indeterminadamente que
la subversión estaba alentada y financiada desde el extranjero, con objetivos típicos de
asesinar, intimidar y realizar secuestros para extorsionar a los familiares; gracias a su
propio pueblo y sus Instituciones Militares, “que no aceptaba sumisamente el deterioro
iniciado y desarrollado por el terrorismo internacional, que se expande por todo el mundo”
la Argentina pudo vencer al terror subversivo. Por lo tanto, López Salvatierra promueve la
posibilidad de anular la pensión que dispuso el gobierno para los beneficiarios de los
premios Nobel argentinos. Estos galardones fueron corrompidos por el comunismo y no
son más que financiamientos para la subversión. El trabajo de Pérez Esquivel ha logrado
uno de los objetivos claves de la subversión: crear problemas entre Estados Unidos y la
Argentina. El argentino forma parte de la cohorte de “secuaces” de “Patricia Derian y sus
Derechos Humanos” y con sus palabras, entre otras cosas, no hace más que injuriar la
figura de José Martinez de Hoz, “el arquitecto más sobresaliente de la recuperación
económica en la historia moderna”60.
En la guerra civil que ya ha finalizado no hubo cuartel fue una lucha cruda y cruel,
como en toda guerra. El enemigo al que se combatía era el marxismo internacional. ¿Cómo
se lo entendía? ¿Qué entendían por marxismo los perpetradores? ¿Cómo era el subversivo
marxista? López Salvatierra lo aclara en el capítulo titulado “El terrorismo es el trapo rojo
para el toro”, allí desarrolla la forma de operar de los subversivos y a la vez alerta al lector
para saber si se está en presencia de alguno de ellos. De esta forma, el marxista se infiltra
en las organizaciones del Estado y en las privadas e independientes que pueden interesarle;
es un proceso persistente que necesita distraer, impactar y desviar la atención para la lenta
58
Idem, los signos de admiración pertenecen a la cita, con estas puntuaciones el autor denota su horror.
Ídem. Pág. 9
60
Ídem. Pág. 21
59
28
penetración, y emplean el terrorismo como elemento de “utilería” para ocupar las
Instituciones Republicanas. El arma más peligrosa que emplea el subversivo es el idioma,
ya que la utilizan para “introducirse en el espíritu de los que no compartimos sus
creencias”: “La semántica, usa correcto del vocabulario, la ponen a su servicio y muchos
inocentemente le hacemos el juego, dejando que nos inyecten palabras que son las de
ellos”61. La palabra más desvirtuada por el marxismo internacional es “social”, la
subversión la emplea para toda ocasión, para la justicia, para lo jurídico, lo económico, lo
político, el “turismo”, el bienestar, “todas con su propia y definido sentido”. López
Salvatierra recuerda, un tanto despavorido, que la justicia es única y sólo cabe agregarle la
palabra divina, ya que el único que realmente puede juzgar a los hombres es Dios. El
idioma tramposo de “nuestros enemigos” tiene de aliada a cierta prensa, que confunde y
entremezcla absurdamente conceptos opuestos, como por ejemplo: “que un prominente
hombre de la libertad ha sido detenido, cuando ocupaba el segundo lugar en la dirección del
partido comunista”. La figura divina es la única que puede regir, sólo los “soberbios”
pueden hacer “planes” para gobernar. Dios dispone de nosotros con seguridad suficiente,
los hombres “sólo podemos programar”. ¿Qué sucede cuándo los que están al frente de un
Estado son los militares? López Salvatierra lo explica muy sucintamente: “es diferente
hablar de planes en el caso de una campaña militar, porque allí se define una acción con los
elementos con que se cuentan, ante un adversario o enemigo que también pretende definir
de inmediato una situación a su favor. El actual gobierno, muy acertadamente, tiene
objetivos y ha tornado un rumbo; no habla de plazos porque tiene experiencias anteriores y
sabe de grandes frustraciones”62.
El libro contiene una gran cantidad de citas, desde Aristóteles hasta Santo Tomás,
desde Cicerón hasta Beccaria. El texto tiene como propósito, también, mostrar la erudición
y la alta sapiensa de su autor. “Los pueblos en decadencia presentan los síntomas de su
desastroso fin: a los condenados se reintegran bienes y derechos, los presos recobran su
libertad, vuelven los desterrados y se anulan las sentencias”63 al decir de Cicerón. El
diagnóstico social que hace López Salvatierra permite comprender que la Argentina se
encontraba, en marzo de 1976, en plena decadencia. Había que revertir la situación de
manera urgente. ¿De qué forma? ¿Con qué métodos? López Salvatierra se posiciona en
contra de los métodos crueles para “matar sufriendo”... “aunque los inadaptados a la
sociedad, que cometen tanto daño que ni con su propia vida pueden repararlo. Merecerían
tal vez pagar con ella las bajezas realizadas. De ese modo nos aseguraríamos de que no
repetirían sus hazañas con otros seres. Nos referimos a los auténticos exponentes de
irrecuperabilidad.”64 Para aseverar su pensamiento, menciona la defensa de Santo Tomás a
la pena de muerte que la considera precisa para la conservación del cuerpo social: “Así
como al médico corresponde amputar el miembro infecto para preservar el resto del
organismo, así también debe la autoridad eliminar al criminal, para conservar el cuerpo
social”. Para López Salvatierra la pena de muerte es la medida más adecuada para efectuar
la selección de la sociedad, porque elimina de su seno a los antisociales. La prisión, aún
perpetua, siempre ofrece el riesgo de posibles evasiones. “Si para detener a los enemigos
61
Ídem. Pág. 67
Ídem. Pág. 68
63
Ídem. Pág. 116
64
Ídem.
62
29
aceptamos la posibilidad de encarar una guerra, que significa muchos muertos podemos
aceptar la aplicación de la pena de muerte”65 .
Con estas últimas reflexiones el pensamiento de López Salvatierra se tiñe con el
pensamiento racista, sus expresiones alcanzan la cumbre de este pensamiento. La cita de
Santo Tomás nos permite adentrarnos en su visión: la sociedad debe cumplir los designios
de la naturaleza. Los controles sobre la vida que propone López Salvatierra se encuentran
en los límites de la biopolítica de Foucault, el término “tanatopolíticas” de Giorgio
Agamben66 es más adecuado en esta ocasión. El subversivo, como figura de la
degeneración, no hace más que contaminar a la sociedad. Posee una vida que no merece ser
vivida ya que no es “la vida natural reproductiva, la zoe de los griegos, ni el bíos, una forma
de vida cualificada”67. La visión biologicista se hace más que evidente, y bien podría
complementarse el pensar del citado autor con las declaraciones del contraalmirante
Guzzetti, canciller del Proceso durante la primera Junta Militar: “Mi concepto de
subversión se refiere a las organizaciones terroristas de signo izquierdista. La subversión o
el terrorismo de derecha no es tal. El cuerpo social del país está contaminado por una
enfermedad que corroe sus entrañas y forma anticuerpos. Esos anticuerpos no deben ser
considerados de la misma manera que se considera un microbio. A medida que el gobierno
controle y destruya a la guerrilla, la acción del anticuerpo va a desaparecer. Yo estoy
seguro de que en los próximos meses no habrá más acciones de la derecha, cosa que ya está
ocurriendo. Se trata sólo de una reacción natural de un cuerpo enfermo”. El país, como
cuerpo, estaba enfermo, y el Poder Militar se erigía como la vacuna, el antídoto y remedio
al mal que aquejaba al organismo. Consecuentemente, las políticas que se tomaron
iniciaron la era de un nuevo biopoder, con sus propias disciplinas y discurso. Estas
establecieron nuevos saberes y campos de conocimiento portando una nueva regla jurídica,
definiendo así un código que no será el de la ley sino el de la normalización. La “voluntad
de Dios” se materializó a través del Estatuto y Reglamento redactado por los jefes de las
Fuerzas Armadas: “Quiera el país todo comprender el sentido profundo e inequívoco de
esta actitud para que la responsabilidad y el esfuerzo colectivo acompañen esta empresa
que, persiguiendo el bien común, alcanzará con la ayuda de Dios, la plena recuperación
nacional”68. Esta recuperación transfiguró a la Argentina en lo que Foucault denominaba
“una sociedad punitiva”, y aunque sus ojos veían las sociedades de la época clásica, las
tácticas punitivas a las que hace referencia fueron similares a algunas de las adoptadas por
el gobierno de facto: “deportar, expulsar, desterrar enviar fuera de las fronteras, impedir el
paso a determinados lugares, destruir la casa, borrar el lugar de nacimiento, confiscar los
bienes y las propiedades”69. Reposando en las “leyes de la Naturaleza” el Proceso se
convirtió trastocó el moderno derecho de hacer vivir y dejar morir, por el de dejar vivir y
hacer morir70.
65
Ídem. Pág. 130
Agamben, Giorgio. Homo Sacer - El poder soberano y la nuda vida. Pre-Textos, Valencia, 1998
67
López Salvatierra. Op. Cit. Pág. 141
68
De la proclama del 24/3/76 de la Junta Militar
69
Focault, Michel. La vida de los hombres infames. Altamira, La Plata, 1996. Pág. 37
70
Podríamos pensar que la última dictadura retomó las anatomopolíticas del poder soberano.
66
30
Finalizando su libro, López Salvatierra hace un llamado a los procesistas. Confía,
junto a toda la sociedad, que Dios los ilumine porque ya no quedan margenes de error, los
insita a que no se apresuren a tomar decisiones que después todos padeceremos, que no
pacten con nadie, que fijen las reglas del juego para establecer una republica digna, que
canalicen por un camino democrático serio la estabilidad y grandeza de la Nación, que
cuiden que entre sus filas no influyan “los amorfos, ni los débiles, ni los fatuos, ni los
revanchistas, ni los oportunistas, porque todos esos tranfugas siempre son cobardes.” Su
texto culmina con un gran llamado a la recuperación de los valores que hizo grande a
nuestro país, y permanecer siempre atentos frente a los nuevos ataques de la subversión.
Aunque este libro es posterior, su primera publicación posee un pensamiento aún
más racista y reaccionario. La figura del subversivo y el proyecto de país pueden
comprenderse cabalmente en la última obra que analizaremos.
¡¡¡TRIUNFO DE LA REPÚBLICA, FRACASO DE LA DEMOCRACIA!!!. Editorial Dignidad, 1979
La primera obra de Gaspar F. López Salvatierra data de 1979.
En sus páginas se puede apreciar una búsqueda de la esencia
argentina tratando de indagar cuáles son los males que aquejan
al país y quiénes son los responsables. En la tapa se indica que
la publicación posee un “test que descubre verdades ocultas”.
De esta forma, el libro es parte del momento de
Deslegitimación del Proceso; lo que este intentará es un
diagnóstico del país, localizar a los “culpables”, inyectar
patriotismo, justificar las acciones de los gobernantes de facto
y, finalmente, proponer un sistema de gobierno. Desde el título
ya se dispone cuál será el plan: la democracia fracasó, no hay
cabida en el país para lo “popular”. El discurso de López
Salvatierra se sustenta en el racismo y en el cristianismo más
conservador; y, por su puntuación y escritura, en el autoritarismo. Su voz, logra una síntesis
de las diferentes voces que este trabajo propone estudiar. Por lo tanto la construcción que
López Salvatierra hace del otro negativo, del subversivo, se nos presenta como la más
acabada y la que nos permite adentrarnos en el estudio del genocidio argentino.
“El gobierno no está MANDANDO sino REORGANIZANDO, según sus propias
palabras; por consiguiente, de acuerdo con nuestro pensamiento de jerarquías entre los
hombres, cuando las Instituciones Militares toman el gobierno, es lógico que los más altos
jefes deban asumir sus responsabilidades máximas”.71 Ya en sus primeras páginas López
Salvatierra propugna un régimen fuerte, valida la asunción de los militares como una
máxima responsabilidad, tal como ellos afirmaban su acto de servicio a la Patria, y por
sobre todo entiende a la sociedad como una pirámide con jerarquías. Por lo tanto, desde el
inicio de su obra hay hombres que son mejores que otros. Hay algunos que están
capacitados y otros que no. Al culminar el párrafo citado escribe que “de ninguna manera
propiciamos hoy un gobierno deliberativo, porque sería débil, y HOY, es necesario, que sea
71
López Salvatierra, Gaspar F. ¡¡¡Triunfo de la república, fracaso de la democracia!!!. Editorial Dignidad,
Buenos Aires, 1979. Pág. 10
31
fuerte”. Sólo pueden formar parte de un gobierno aquellos que pueden opinar sobre los
problemas de su “PATRIA”, por encima de sus banderas y como argentinos; “los únicos
excluidos deben ser los subversivos activos, ideólogos e infiltrados marxistas que hay en
todas las actividades, cuyo único fin es tener libertad para destruir la libertad, y conducirnos
primero al caos y después sumergirnos en la esclavitud comunista, que destruye al hombre
para masificarlo”72.
Con estas palabras prologa su visión de nuestro país, a partir de la siguiente página
comienza un test por el cual el lector podrá ver que clase de ciudadano es. Según su escala,
existen diferentes tipos de ciudadanos según sus virtudes y vicios, de esta forma se abocará
a enumerar y caracterizar los diferentes tipos. Una vez culminada la lectura, se deberá
llenar un formulario según la simpatía y el parecer del lector a las categorías, los resultados
podrán ser los que se aprecian en la tabla siguiente:
Nótese que aquel que obtiene 0 en el test será un delincuente, y el que obtenga más
de 100 será un ciudadano excepcional. Es interesante notar las diferentes categorías,
podemos ver que hay ciudadanos distinguidos y excelentes, en la vereda opuesta
encontramos al semidelincuente y al rescatable. En esta última figura encontramos al
individuo a ser recuperado que mencionamos antes al citar a Foucault. ¿Los niños y los
72
Ídem. Pág. 11
32
bebés de padres “subversivos” se ajustaban dentro de este tipo de ciudadano? El peor
delincuente, según López Salvatierra, es aquel que no sabe que lo es.
Su enumeración de los diferentes tipos de ciudadanos comienza con “Los
Resentidos”. Estos forman un numeroso grupo, y gracias a la colaboración de López
Salvatierra podremos vislumbrar quienes son. Incluso nosotros, como lectores de su obra,
podemos ser resentidos; pero si lo somos, al leerlo podremos librarnos del “trauma psíquico
y perfeccionarse pasando a otro grupo prestigioso”. Por los general los resentidos son
utilizados por los dirigentes demagogos en pos de sus beneficios, particularmente por los
dirigentes populistas y comunistas, quienes “halagan sus defectos”.Los resentidos
desprecian lo que anhelan poseer, no tienen lo que no han podido ganar o lo perdieron por
no saberlo conservar, quieren sin esfuerzo tener lo que a otros les costó sacrificios y
perseverancia, no hacen nada para superarse, no respetan a sus padres porque se sienten
“mandados”. Los resentidos son haraganes que desprecian el trabajo que no practican, “los
ignorantes la sabiduría que desconocen, los enfermos la salud que no conservan o que
nunca tuvieron, los incapaces que quieren descender a su nivel a los que están naturalmente
por encima, los pobres desean destruir la riqueza ajena ya que la propia no la saben crear,
los sucios alardean de su roña como un mérito, los cobardes desmerecen el valor del que
ellos carecen”73. Así son los resentidos, y si el lector se siente complacido con alguno de
ellos, López Salvatierra afirma que no se necesita recurrir al psicólogo para que nos marque
el trauma, porque el diagnóstico que nos brinda es que somos buenos marxistas candidatos
a comunistas.
Otra tipificación recae en los hijos resentidos con sus padres74. Por la más mínima
reprimienda se sienten incomprendidos y hasta perseguidos. Si cuentan a sus amigos
comunistas el problema (incomprendidos como ellos por sus propios padres) los alientan
para que lleguen al odio, justificándolos por el grave traumatismo sufrido. Hasta los llevan
a algunos técnicos que les explican que el problema es insalvable; a partir de ese instante
consideran a sus padres, enemigos. “¡Extraños enemigos a los que recurren sin pudor los
traumatizados, para pedirles dinero, para que los abriguen, para que los cobijen, para que
los curen, para que los alimenten y para que los instruyan! Los padres normalmente nada
piden y todo dan”. Continuando con su visión de la sociedad, López Salvatierra encuentra a
los resentidos haraganes y la influencia de los sindicatos sobre ellos. La ejemplificación que
hace es más que evidente: “un operario que por una vez trabaja, por ejemplo, en un
frigorífico, pasa a ser afiliado al sindicato de la carne. Si el frigorífico paga su despido legal
y ese operario es un perfecto haragán, se considerara SIEMPRE un especializado del
gremio: el propio sindicato lo alentará para que así lo haga. Hasta que no consiga otro
puesto en ese tipo de actividad, no trabajara: su “especialización” no se lo permite... pero...
¿de qué especialización habla? ¿De un golpe de cuchillo para sacar una víscera, de un
disparo en la cabeza para matar un animal o del esfuerzo de empujar una res colgada?
Puede perfectamente desempeñarse en la cosecha, en construcciones, en una tejeduría o en
cualquier otra actividad ¡pero no lo hace!... ¿por qué? Es el gremio que lo retiene: cada
73
74
Ídem. Pág. 20
Ídem. Pág. 21
33
gremio es mas fuerte a más afiliados. Su conveniencia está a la vista”75. En las últimas citas
mencionadas encontramos elementos básicos para la comprensión del Proceso de
Reorganización Nacional, fundamentalmente nos encontramos frente un ataque al
populismo y al sindicalismo. Es así como podemos comprender a la última experiencia
militar como un intento de finalizar con estas prácticas, materializadas básicamente por el
peronismo. Por lo tanto, si entendemos que los diversos golpes de estado acaecidos desde
1955 hasta 1976 tuvieron como fin acabar con la experiencia peronista, con el pensamiento
que representa López Salvatierra afirmaríamos la intención de los últimos golpistas en
alcanzar esta meta que tantas otras veces no pudo llevarse a cabo. Si uno de los métodos a
emplear para alcanzarla es el genocidio, López Salvatierra no tiene reparos contra esta
práctica.
La cosmovisión de López Salvatierra se asemeja a la frenología y a la criminalidad
lombrosiana, su escritura acaricia el darwinismo social y posee tintes evolucionistas. Sus
pinceladas acerca de la sociedad pueden ser emperantadas con Eugenio Cambaceres. Ya a
fines del siglo XIX este escritor apuntaba hacia el “trepador” o el “invasor”, “la textura de
sus libros reproduce la ‘infección’ que pretende denunciar en su progreso sobre la ciudad:
es un halo que se expande desde ‘enfermedad’, engloba en ‘malsano’, ‘morboso’,
‘degenerado’, ‘raquítico’, ‘fúnebre’, ‘enfermizo’, ‘descompuesto’, ‘fétido’, ‘nauseabundo’,
se condensa sobre ‘llaga’, ‘microbio’ y ‘cadáver’ o se derrama en ‘consumirse’,
‘contagiarse’, ‘contaminar’. De la ‘sangre’ se pasa al ‘aire’ y la amenaza ya se cierne sobre
‘las aguas’, los ‘manjares’, amagando los ‘sentidos’, las ‘miradas inocentes’ y las
relaciones más íntimas”76.
Prosiguiendo con su investigación social, López Salvatierra afirma que los
resentidos siempre se sienten explotados, por mucho que se les paguen. Él desenmascara la
verdad: los resentidos trabajan lo menos posible porque su enemigo es el lugar de trabajo y
no hacen más que anhelar la quiebra de la empresa que lo emplea, “aun cuando ellos
también se vean a la postre perjudicados”. ¿Por qué el resentido actúa así? ¿Qué lo
moviliza? La respuesta es muy simple, el subversivo espera que el gran estado comunista le
regale la fábrica. Los resentidos olvidan la palabra de Dios, quien dijo “ganaras el pan con
el sudor de tu frente”. Esta verdad se cumple inexorablemente y quienes pretenden violarla
con trampas, son castigados en este mundo privándolos de satisfacciones que no pueden
brindarse. Mientras continúan haraganeando, los resentidos arrollan sus verdaderas
intenciones pues los sindicatos, “organizados como están actualmente”, sirven para cumplir
con otra de las directivas marxistas: la toma del poder político. Existe una solución a todo
esto que es acabar con el paternalismo. Esta práctica conlleva terribles riesgos. En el único
lugar donde puede darse es en el hogar, allí se puede esperar esa generosidad. Pero cuando
el Estado protege “vagos” no hace más que autodestruirse y repartir lo que no le
pertenece77.
75
Ídem. Pág. 23. En su “agudo” análisis López Salvatierra no desarrolla como puede una persona obtener otro
trabajo cuando el mercado laboral expulsa a los trabajadores
76
Viñas, David. De Sarmiento a Cortázar. Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1974. Pág. 38
77
López Salvatierra, Op. Cit. Pág. 27 Estas palabras no hacen más que legitimar las políticas neoliberales.
34
Los resentidos suelen ser ignorantes, y la ignorancia puede ser vencida. Para
ejemplificar esta lucha López Salvatierra toma la figura de Sarmiento. Un joven que poseía
todas las condiciones para ser un resentido ignorantes, pero a pesar de ello, por el esfuerzo
y empeño, llegó a ser Presidente de nuestro país. Otra clase de resentidos, peligrosos para
nuestra Nación, son los resentidos enfermos: “las enfermedades hacen a algunos hombres
un verdadero peligro para la sociedad... desean que todos padezcan su mal.” Quieren
igualarnos con ellos, y esto es una amenaza. Por eso hay que luchar contra ellos. Los
resentidos incapaces no le agradecen a Dios que “les dio ojos para admirar la belleza de los
colores, las sombras y las formas, piernas para moverse, brazos para el trabajo, que muchos
otros no tienen”. A los resentidos pobres les interesa destruir la riqueza y no crearla; tienen
la solución en sus manos ya que con trabajo fuerte, leal y honesto, apoyándose en su propia
familia, son aspirantes a dejar de ser pobres para siempre.
Para López Salvatierra el hombre normal, “exagerando más unos y menos otros”,
cuidan de no ofender a los que los rodean con sus hedores naturales y se bañan, se limpian,
se lavan, se cortan y peinan el cabello y cortan sus barbas prolijamente. Hasta hace poco
tiempo proliferaban mucho “los resentidos al jabón” y a veces se los ve, con pelos
enrulados y parados, o con sus pelos lacios largos y grasientos que caen sobre sus hombros,
con barbas sin cuidar: “a los cabellos de estos resentidos no puede llamárseles más que
pelos”. Sus resentimientos los exteriorizan así, ofendiendo a quienes los tratan, con sus
“perfumes” y su aspecto. Son felices en adelantarse a lo que los hombres indefectiblemente
llegan al morir, en lo referente a sus cuerpos; a la putrefacción, al agusanamiento, a los
olores más nauseabundos. “Si pretenden con esas actitudes proclamar su disconformismo,
en verdad lo hacen con originalidad, payasescamente, exhibicionismo ridículo y grosería
insolente... cumpliendo órdenes a veces de sus amos marxistas... Por suerte últimamente
han disminuido bastante”78. Nos enfrentamos aquí con la definición física más cabal
acerca del subversivo. Ya sabemos cómo actúa, como piensa y como cuida su físico. Pero
aún hay más resentidos en la sociedad de López Salvatierra, podemos encontrar a los
resentidos cobardes o a los resentidos desgraciados, a los mentirosos y los demagogos, los
acomodaticios, los conformistas, los ladrones en puestos públicos... Todos ellos tienen algo
en común: están contra la patria.
¿Qué problemas produce la existencia de todos estos resentidos? Todos estos son
usados por el marxismo internacional, estas personas no hacen más que entregar a la patria
a las fauces rojas. Es por eso que los marxistas “aprovechan cualquier reunión o fiesta para
opinar sobre política, con sus características frases y expresiones conceptuales sobre
gobernantes, sobre militares, sobre religión sobre, ‘reaccionarios’”. Junto a esta clase de
ciudadanos también encontramos diversas agrupaciones nacionales e internacionales que
reivindican esta forma de vida. López Salvatierra se pregunta, “¿Podemos continuar
creyendo en estas organizaciones paralelas, visiblemente criptocomunistas, recibiéndolas,
agasajándolas, mostrándoles exactamente cómo somos, lamentándonos cuánto sufrimos,
para que los delincuentes prófugos y algunos de nuestros políticos irrescatables a
escondidas, como rateros, les informen y les inventen novelas de terror?”79. La conclusión,
78
Ídem. Pág. 39. Las negritas son mías. Aquí hace más que evidente el exterminio llevado a cabo por el
régimen de facto.
79
Ídem. Pág. 56. Clara alusión a la visita producida en 1979 de la CIDH.
35
y única solución, a la que abraza toda esta clase de personas no son argentinos “aunque
estén entre nosotros”; con esta calidad de hombres no podemos contar para nada, porque en
realidad son “argentinos por accidente”.
¿Es el pensamiento de López Salvatierra racista, xenófobo? Para nada. Él afirma
que en un país como el nuestro el odio al extranjero es fomentar el odio a la propia familia.
¿Podemos ser enemigos de nuestros padres, cuando a siglo y medio de la Independencia,
hablamos de la Madre Patria España con respeto y cariño y mantenemos magníficas
relaciones? ¿No se excluyeron estrofas de nuestro Himno Nacional para no herirla?
¿Porque en nuestro país hay menos oro y brillantes que en África o porque el petróleo esté
a más profundidad que en otros países, merecen odiarse a sus dueños? No podemos
lamentarnos de todo esto, ya que sería como lamentarnos porque no tenemos la visión del
gato, ni volamos como los pájaros ni tenemos el radar del murciélago, ni la fuerza del
gorila. López Salvatierra lo afirma, no somos gatos, ni pájaros, ni murciélagos, ni gorilas.
Tan sólo somos hombres y tenemos conceptos de Dios, de Patria, de familia, porque
tenemos el raciocinio del que carecen los animales.
Unos capítulos más adelante, cuando ya abandona su descripción social, el autor se
dedica a amparar las inversiones extranjeras y la utilización de los recursos que estas hacen.
Sus justificaciones resultan muy fáciles de comprender, ya que aquel que nos las percibe es
porque posee un pensamiento “infantil y primitivo” y propicia odios y rencores. Debemos
hacer lo contrario, debemos profesar amor a la Patria, a sus símbolos, a su historia y a sus
próceres. Esto es lo que no hacen los resentidos. “Si nos faltan manos argentinas para las
grandes empresas que podemos acometer... ¡bienvenidas las extranjeras que vengan a
ayudarnos, siempre que no importen ideas malsanas, que no tienen lugar en un país como el
nuestro!”80. El razonamiento es muy simple: si sobre nuestro suelo, extranjeros colocan las
costosas instalaciones para su explotación intensiva; si esos extranjeros se someten a
nuestra soberanía y llegamos a un acuerdo útil en los beneficios ¿somos vendepatrias?
Jamás dejaríamos riquezas que son totalmente nuestras a manos desconocidas. Seríamos
unos imbéciles si preferimos sacar el petróleo a cuenta gotas, tenemos la oportunidad de
explotar las riquezas y de esta forma demostrar nuestra nacionalidad. El gobierno actual
tiene y toma decisiones para resolver estos graves atrasos: por eso es criticado.
Ya en un nivel más político, López Salvatierra distingue los diferentes tipos de
personas que se han desempeñado en la función pública y esboza un sistema de gobierno.
Por un lado están “los suficientes”, aquellos que confunden el cargo con la capacidad para
desempeñarlo. Creen que “la silla que calientan”, casi por intercambio osmótico, a través de
“sus ropas y sus glúteos”, les transmite conocimientos. Los electos por el pueblo no se
ajustan a limitaciones y se sienten padres de la Patria, sólo porque los votaron. A ellos se
contraponen las Instituciones Militares que cuando toman el poder asumen el papel de
gobernantes “CON SEVERIDAD, con criterio castrense. Las medias tintas no deben
aceptarlas: si lo hiciesen serían usurpadores...formativamente están capacitados para
conducir... tienen UNA MISIÓN que cumplir y no deben hacerla a medias.”81 En otro plano
se encuentran los ricos buenos y malos. Los buenos son aquellos con conciencia de lo
80
81
Ídem. Pág. 58
Ídem. Pág. 64
36
pequeños que son en el espacio y en el tiempo, que saben de Dios y sus enseñanzas y las
practican. Son generosos y sobrios. Y luchan contra el enemigo común de la sociedad
civilizada: el marxismo-comunismo. Los malos ricos crean más pobres, con su dinero
pretenden comprar conciencias y prestigios. No saben decir “gracias” a un subordinado que
los atiende respetuosamente y mucho menos “agradecer a los hombres idealistas superiores
que defienden, hasta poniendo en peligro sus propias vidas, la propiedad privada de ellos en
su lucha contra el comunismo”. Las faltas de este tipo deberían sancionarse con pena de
muerte, pues, como además son cobardes, no se expondrían jamás a perder sus sucias y
mezquinas vidas. Son tan vulnerables por sus indignidades que los utilizan como
codiciados tesoros los marxistas para su propaganda: estos ricos con semejantes defectos
son los que dan las armas a nuestros enemigos para que disparen. Un ejemplo cabal del rico
malo es David Graiver; la exposición de Ramón Camps es más que evidente.
Finalmente, en la cúspide de la pirámide se encuentran los patriotas. Son los
hombres y mujeres que defienden a Dios, a la Patria y a la Familia. Ellos son los verdaderos
argentinos y los merecedores de una vida digna. Tal es así que López Salvatierra está
convencido que si “hoy pidiésemos a las damas argentinas que donasen sus joyas para la
Reconstrucción Nacional muchas lo harían”82. Los patriotas saben lo que significa la
palabra Patria: San Martín, Güemes, Belgrano, entre otros, vivían la nacionalidad
intensamente: no eran ricos y donaban los pagos que el Estado les hacía para fundar
escuelas. Por supuesto que para ser patriota no hace falta poseer uniforme, son los hombres
de laboratorio, los empresarios que juegan toda su fortuna al poner una fábrica con fe en el
futuro, los trabajadores que rinden a conciencia, los ganaderos que con amor perfeccionan
una raza excepcional, los estudiantes que respetuosos valoran las enseñanzas de sus
verdaderos maestros, los hijos que respetan a sus padres, los políticos que no son
embusteros y tienen vergüenza si se han equivocado, los ricos generosos...Debemos
comprender, si no vivimos la política de nuestra Patria con valor, será la política comunista
quien va a sacarnos nuestra independencia a golpes y bayonetazos.
En su sistema de gobierno López Salvatierra es tajante. Nadie puede vivir en la
democracia. Su pensamiento es claro: “la democracia NO ES UN FIN sino UN MEDIO
para llegar a un destino determinado...nuestra Constitución Nacional precisa la separación
de los poderes, y NINGUNA VEZ MENCIONA LA PALABRA DEMOCRACIA. La
REPUBLICA, objetivo de la Nación, las más de las veces ni la nombran”83. La mentira más
absurda que los comunistas han hecho creer es que los hombres somos todos iguales.
Somos diferentes y eso es una verdad biológica “recibimos con la herencia, a través de los
genes que se hallan en los cromosmas, más aportes y diferenciaciones, y con ellos el
peligro de que existan padres que hayan mal curado su sífilis o bien hayan procreado siendo
alcohólicos, transmitiendo a sus hijos taras irreversibles. Los fenómenos llamados
teratológicos, que la ciencia no los explica claramente aún, producen hijos con
malformaciones congénitas monstruosas, con manos pegadas a los hombros, pies sin
piernas ni muslos, entre otras muchas extrañas posibilidades. Los hay nacidos ciegos,
mudos, paralíticos, sordos... Dios quiso que así tuviesen vida, a cuál más diferente entre sí,
82
83
Ídem. Pág. 68
Ídem. Pág.. 95
37
con sus desgracias y sus dolores”84. Somos diferentes y libres según la verdad teológica.
Nuestros padres nos educan en lo religioso y los sacerdotes complementan las enseñanzas y
orientaciones sobre la base de la interpretación de las palabras que nos brindan las Sagradas
Escrituras: esto es para nuestra religión, la Católica Apostólica Romana. Las palabras de
López Salvatierra se presentan como un manifiesto al proclamar su rechazo y considerar
enemigos a los ateos comunistas, porque tienen “una base filosófica, el materialismo
dialéctico, que en realidad es su propia religión QUE NOS ATACA, a nosotros y a todos
los otros creyentes”. Son nuestros militares los únicos se encuentran capacitados para poder
hacer frente a esta invasión; en los Cursos Académicos, las Escuelas Superiores, los
perfeccionamientos en el extranjero, cursos especiales, etc. permitieron a nuestros oficiales
obtener un caudal de conocimientos y responsabilidades que les permiten un brillante
desempeño en su profesión militar. Bajo esta mirada la toma del poder político en el año
1976 fue un acto patriótico que urgía que se realizara porque el país estaba en quiebre.
Al momento de presentar su proyecto, que resultará bastante sucinto, López
Salvatierra asevera que “ya nos hemos desparasitado” y “debemos continuar haciéndolo
URGENTEMENTE”. No hay plazos. El secreto reside en la educación y en la inculcación
de respeto a la juventud. La República que propone, sólo podrá ser gobernada por un
círculo reducido de personas, aquellas que sienten y saben sobre los tres pilares de nuestra
sociedad. Estas personas deben ser adultos mayores, ya que los jóvenes no están
capacitados por falta de conocimiento. El voto debe ser calificado, no podrá votar
cualquiera, el mismo valerá según la edad del votante. La elección de un joven valerá uno,
mientras que la de un mayor 4. La persona deberá demostrar que se encuentra apta para
efectuar el sufragio. Se acepta una democracia pero no popular.
Al finalizar sus exposiciones, López Salvatierra pide un rezo ración para que el
lector ore junto a él: “¡DIOS! ¡Ayúdanos a comprender la infamia de nuestros enemigos,
ayúdanos a liberarnos de ellos, ayúdanos a expulsarlos de nuestras filas, ayúdanos a
individualizarlos, ayúdanos a quedarnos casi solos si fuera necesario, pero sabiendo que a
nuestro lado está un creyente, a nuestro frente está un creyente y NO un enemigo enviado
por el marxismo!”85
A modo de conclusión
El presente trabajo tenía como objetivo hacer una lectura crítica de diferentes textos
de los perpetradores del genocidio llevado a cabo durante la última dictadura militar. Se
trató de aclarar y profundizar qué se entendía como subversivo, el otro negativo a ser
exterminado; Las exposiciones y los pasajes citados se vuelve más que evidente para
comprender este punto. Los últimos dos textos trabajados, los de Gaspar López Salvatierra,
fueron escritos por un civil; con esto es evidente que la Junta Militar contó con un vasto
apoyo civil que compartía los mismos enfoques, un sector de la sociedad que permitió a las
Fuerzas Armadas realizar un genocidio: resulta evidente que un extenso sector de la
población fue eliminada sin pertencer, necesariamente, a organizaciones guerrilleras. El
subversivo tenía su forma de pensar, de sentir, de vestirse y de cuidar su físico. Su cuerpo
84
85
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Ídem. Pág. 156
38
tenía uno olor característico que posibilitaba distinguir al subversivo gracias a su particular
aroma. Tenía una manera propia de hablar y de relacionarse con la sociedad.
Hemos analizado los fragmentos a la luz de ciertos teóricos, esto nos permitió
encontrar fuertes elementos racistas y xenófobos, y una violación sistemática de los
derechos del hombre. Se han señalado contradicciones y puntos en común entre los
diversos autores.
Uno de los enfoques presentados en este trabajo, consistía en tomar a los libros
analizados como libros testimonionales, constructores de memoria. Aunque algunos son
producto del momento, y llevan como intención justificar acciones y políticas que se
gestaban en aquel tiempo, hoy día se nos presentan como documentos históricos, como
lugares de memoria. A través de ellos podemos leer el pensamiento de cierto sector de la
sociedad, podemos comprender el funcionamiento, en un nivel sociológico, del Proceso.
Estos libros intentan construir una memoria colectiva, intentan silenciar otras. Algunos de
los textos fueron reimpresos varias veces, lo que conlleva a pensar que aún siguen
circulando; de esta forma la realización simbólica del genocidio se alcanza. No sólo le quita
valor a la lucha y las víctimas, sino que minimizan, niegan y justifican las acciones por
ellos cometidos.
Hay preguntas que aún quedan vigentes. ¿Cómo se leerán estos textos dentro de una
generación? ¿Dónde continúan circulando? ¿Cómo son leídos? Sabemos que dentro del
Círculo Militar el libro de Díaz Bessone se presenta como un “best-seller”; y no sólo el
libro de su Presidente posee grandes ventas, también In Memorian, un libro de tres tomos
publicado por la Editorial Círculo Militar que está destinado “a recordar a todos los
asesinados por la subversión”. El último tomo fue publicado en el 2003. Para julio de ese
mismo año AUNAR (Asociación Unidad Argentina) publica ¿Hubo alguna vez 30.000
desaparecidos?. Las publicaciones son numerosas, así se construye la memoria y logra
circular. Estos testimonios, estas memorias, intentan construir un pasado con olvidos,
intentan borrar experiencias, nombres e ideas. El Proceso de Reorganización Nacional
intentó modificar de raíz a nuestro país utilizando prácticas genocidas como herramienta,
en su transcurso elaboró su propia memoria que llega cristalizada hasta nuestros días.
No creemos que lo opuesto a la memoria sea el olvido. Recordar a las víctimas de
manera impersonal, como víctimas y no como personas es una manera particular de hacer
memoria. La memoria está presente en el desentrañamiento de los discursos, en las
palabras empleadas y en la repetición de las mismas, en lo dicho y en lo actuado. No sólo es
importante recordar los pensamientos sino también recordarlos cuándo fueron escritos. Este
trabajo cumple así esta doble función. Analizamos la memoria genocida y dentro de ella, al
otro exterminado.
39
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