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Modelo Estratégico de Gestión Pública del Sistema Agroalimentario Local (MEGPSAL)

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Albano A. Zambrano Q.
República Bolivariana de Venezuela
Universidad Bolivariana de Venezuela
Doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico
Línea de investigación: Gestión de Políticas Públicas
MODELO ESTRATÉGICO DE GESTIÓN PÚBLICA DEL
SISTEMA AGROALIMENTARIO LOCAL (MEGPSAL)
Tesis Doctoral para optar al grado de Doctor en Ciencias para el Desarrollo
Estratégico
Autor: MSc. Albano A. Zambrano Q.
CINº V - 8.052.905
Tutor: Dr. Francisco Javier Velasco P.
Higuerote, octubre de 2016
i
Albano A. Zambrano Q.
.
ii
Albano A. Zambrano Q.
Modelo Estratégico de Gestión Pública del Sistema Agroalimentario Local
(MEGPSAL)
La publicación del presente material se realiza atendiendo a las recomendaciones
del Jurado Evaluador asentados en el numeral 4 del Acta de Defensa del Trabajo de
Tesis Doctoral:
“Se recomienda su difusión a actores claves y grupos de interés.
Se recomienda su publicación.”
Se efectuaron los ajustes al documento señalados en el acto.
Número de Depósito Legal: MI2019000218
Obra Independiente ISBN: 978-980-18-0530-4
Medio Electrónico o Digital: E-Book
Formato: PDF.
Tamaño: 2722 Kb.
Editorial / Autor-Editor: Zambrano Quevedo, Albano Antonio.
Número de identificación de ciudadanía V-8052905.
Número de identificación tributaria RIF: 108052905-4.
e-mail: [email protected]
No de Edición: 1era.
Ciudad de Edición: Higuerote (Brión).
Departamento, Estado o Provincia: Miranda.
País: Venezuela.
Fecha de aparición: 2019-05-15.
Nota:
Se autoriza el uso total o parcial de esta obra, los conceptos, datos, figuras y otros
contenidos, para fines exclusivamente docentes e investigativos, con la única condición de
citar fielmente al autor y el contexto de la misma.
iii
Albano A. Zambrano Q.
ÍNDICE
Página
Resumen. ..……………………………………………………………………..
i
Abstract. ………………………..………………………………………………
ii
Dedicatoria. …………………………………………………………………….
iii
Agradecimientos. ……………………………………….……………………..
iv
INTRODUCCIÓN….…………………………………..……………………….
1
I.
PRIMER MOMENTO:
CARACTERIZACIÓN DEL MODELO DE GESTIÓN DEL SISTEMA
AGROALIMENTARIO VENEZOLANO.
1.1.
Estructura general del sistema agroalimentario. ……….….......
1.2.
Estructuración del sistema agroalimentario venezolano del
siglo XXI. ……………………………………………………………….
1.3.
1.4.
Rasgos
fundamentales
de
la
gestión
16
24
agroalimentaria
venezolana. …………………………………………………………….
29
Consecuencias derivadas del modelo vigente. …………......….
36
II.
SEGUNDO MOMENTO:
ELEMENTOS TEÓRICOS QUE FUNDAMENTAN AL MEGPSAL.
2.1. Vértice Epistemológico. ……………………………………………...
41
2.1.1. Elementos teóricos del pensamiento estratégico para un
modelo de gestión. …………………………………...…………
42
2.1.2. Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un
modelo estratégico. ..…………...............................................
46
2.1.3. La noción local en la gestión pública del sistema
agroalimentario. …………………………………………………
51
2.1.4. El sistema agroalimentario local como base estratégica del
modelo agroalimentario nacional. .………….…….……..….…
56
2.2. Vértice Teórico. ………………………………………………………..
62
iv
Albano A. Zambrano Q.
2.2.1. Elementos teóricos fundamentales...…………………….…..
63
2.2.2. Elementos teóricos relacionales. ……………….…………….
74
2.2.3. Relaciones teóricas categoriales. ……………...……….……
83
III. TERCER MOMENTO:
COMPONENTES DEL MEGPSAL.
3.1.
Componente estratégico-dimensional. …………………..………
89
3.2.
Componentes orgánico-estructurales del modelo. ……….……
93
3.3.
Componente metódico. ……………..…………….……….………..
99
3.4.
Relaciones sistémicas del MEGPSAL. …………..……….………
102
IV. CUARTO MOMENTO:
INDICADORES DE VALORACIÓN DEL MEGPSAL.
4.1.
Indicadores de valoración: aproximación a una definición
sistémica. …...…………………………………………………..….…. 106
4.2.
Metódica de construcción teórica y aplicación de los
indicadores. …….………………………………………….……..…..
109
Valoración del MEGPSAL mediante indicadores. ....….…..……
113
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES. ……………..…....….
116
4.3.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANEXOS
v
Albano A. Zambrano Q.
RESUMEN
El proceso investigativo que sistematizamos en el presente documento se inscribe en
la línea del conocimiento en Gestión de Políticas Públicas, y tuvo como objetivo
construir un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local,
en tanto propuesta transformadora necesaria para superar las deficiencias en el
modelo de gestión del sistema agroalimentario en Venezuela que constituyeron el
objeto de estudio para nuestra investigación. Nos contextualizamos espacialmente
en el ámbito territorial del Municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda y
temporalmente en el período 2014-2016, con referencia histórica a las tres últimas
décadas del siglo XX y los tres primeros quinquenios del XXI. Onto-epistemetodológicamente nos ubicamos en el paradigma sociocrítico, estructurando el
método que denominamos investigación en contexto, el cual constituye nuestra
construcción propia con influencia de la IAP y el estudio de casos, aplicable a
realidades dinámicas multidimensionales como la agroalimentaria, con propósitos
estratégico–transformacionales. Bajo estas premisas metodológicas partimos del
contexto histórico del Sistema Agroalimentario Nacional (SAN) a fin de comprender
las deficiencias del modelo de gestión actual, centralizado y aún privatizado, con
miras a evidenciar su agotamiento y justificar la viabilidad de nuestro modelo
estratégico identificado como MEGPSAL, puesto en ejecución como instrumento
para la gestión de políticas públicas municipales, mediante nuestro desempeño
directo en funciones de gestión pública, procurando así la comprensión plena del
contexto para generar la transformación del Sistema Agroalimentario Local (SAL),
como vía expedita para garantizar la regularización del abastecimiento
agroalimentario desde los espacios locales, con actores comunales y mediante la
gestión pública local.
Palabras clave: Políticas públicas, gestión pública, modelo estratégico, sistema
agroalimentario local, investigación en contexto.
i
Albano A. Zambrano Q.
ABSTRACT
The investigative process systematized in this document is part of the line of
knowledge in Public Policy Management, and aimed to build a strategic model of
public management of local food system, as proposed transforming needed to
overcome the deficiencies in the model management of the agrifood system in
Venezuela which were the subject of study for our research. We contextualize
spatially within the territory of the Municipality Brion, Miranda Bolivarian State and
temporarily in the period 2014-2016, with historical reference to the last three
decades of the twentieth century and the first three five-year periods XXI. Ontoepiste-methodologically we stand in the sociocritic paradigm, structuring the method
we call research in context, which is our own construction influence of the IAP and
case studies, applicable to multidimensional dynamic realities as the food, with
strategic-transformations purposes. Under these methodological premises we start
from the historical context of the National Agrifood System (NAS) to understand the
shortcomings of the current model of centralized and even privatized management in
order to show their exhaustion and justify the viability of our strategic model identified
as MEGPSAL, implemented as a tool for managing municipal public policies through
our direct performance in public management functions and ensuring full
understanding of the context to generate the transformation of Local Agrifood System
(LAS) as a way expeditiously to ensure the regularization of agri-food supply from
local areas, with community actors and through local governance.
Keywords: Public policies, public management, strategic model, local food system,
research in context.
ii
Albano A. Zambrano Q.
A mis Amalias:
Por una luché hasta aquí, por la otra seguiré luchando desde aquí…
iii
Albano A. Zambrano Q.
Agradecido infinitamente y por siempre:
Al Dios de mis padres campesinos, que luego ha sido el mío en la ciudad…
A la palabra de Luis Antonio Bigott, por su provocación para seguir aprendiendo…
A la paciencia de Ana Cecilia, por cada revisión de manuscritos y dibujos…
A la confianza de Alba Cecilia, Albano José y Ana Laura, por el apoyo estimulante…
A Francisco Javier Velasco, por acompañarme en este reto investigativo…
A Liliana González, por la oportunidad de investigar y accionar desde su gestión…
A las muchachas y muchachos de la DIDAM, por enseñarme a comenzar…
A los camaradas del COMAS, por su empeño pese a las limitaciones…
A los conuqueros, pescadores y guacuqueros, por dejarme aprender de su lógica…
A las y los compas de los CLAP, por evidenciar que otro sistema es posible…
A mis profesoras y profesores del Doctorado UBV, por sentirme entre amigos…
iv
INTRODUCCIÓN
La complejidad multidimensional del proceso de desarrollo estratégico
implica acudir a un nuevo imaginario, allende los patrones del dominante
orden capitalista internacional, cuyos parámetros estáticos, ahistóricos y
descontextualizados de la realidad concreta, ignoran potencialidades y
necesidades locales para la soberanía nacional, reproduciéndose en lo
agroalimentario al aplicar modelos productivos, de intercambio y consumo
impropios de las condiciones socioculturales, económico-productivas y
ambiente-territoriales de las ecoregiones y ecolocalidades.
Por ello la conformación y consolidación del modelo neocapitalistadependiente en la economía venezolana durante más de un siglo, ratifica la
preeminencia del sistema mundo capitalista acordando roles para la periferia
(Maza, 1973), asignándole a Venezuela proveer petróleo al centro e importar
de éste (o de otros periféricos) productos alimenticios, manteniendo una
economía rentística (Giordani, 1995),sin producción agropecuaria endógena
para la soberanía alimentaria, con recurrentes crisis de abastecimiento
alimentario y la escasez típica de productos, pese al potencial agroproductivo
y la biodiversidad natural de las ecoregiones del país.
Lo anterior devela una estructura burocrática nacional centralista y la
históricamente limitada participación municipal en la definición de políticas y
planes productivos, reproduciendo el modelo centro-periferia internacional
que entraba la articulación del sistema agroalimentario (SAA), limitando
participación a productores y técnicos locales en proyectos de producción,
asistencia técnica y financiamiento cónsonos con el territorio, pese al
mandato constitucional cuyo artículo 178 confiere competencias al Municipio
para la gestión “en cuanto concierne a la vida local, en especial la ordenación
y promoción del desarrollo económico y social” (ANC, 2000, p.186), siendo lo
agroalimentario un aspecto de la vida local de lógica gestión con políticas
públicas desde los espacios municipales y con actores comunales.
La poca atención político-estratégica conferida al tema agroalimentario por
ejecutivos y legisladores municipales, se evidencia en la baja prioridad a la
agroproducción local, inexistencia de ordenanzas, escasos recursos a
1
Albano A. Zambrano Q.
proyectos estructurantes del SAA como manda la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal (LOPPM), cuyo artículo 3º otorga autonomía al municipio
para “organizarse con la finalidad de impulsar el desarrollo social, cultural y
económico sustentable de las comunidades locales” (AN, 2005, p. 1),
desatendiendo además mandatos como la ley de Planificación Pública y
Popular (AN, 2010), Seguridad y Soberanía Agroalimentaria (AN, 2008), del
Consejo Federal de Gobierno (AN, 2010) y del “Plan de la Patria 2013-2019”
(AN, 2013), entre otras que priorizan el desarrollo endógeno potenciando lo
económico-productivo local mediante la participación comunal.
Otra debilidad en la gestión del sistema agroalimentario local (SAL) es el
desajuste político entre niveles del gobierno para “garantizar la seguridad
alimentaria de la población” como manda el texto constitucional en su artículo
305 (ANC, 2000), requiriéndose enlazar instancias nacionales, regionales y
municipales mediante una planificación estratégica agroproductiva, cuya
dependencia de factores naturales exige atención integral especializada para
optimizar productividad económica con eficiencia social en el abastecimiento,
el cual “no puede improvisarse y debe ser planificado con participación de
implicados y la formación de los decisores” (Rodríguez, 2011, p.12).
Además la poca formación, experiencia y claridad de los decisores públicos
sobre los multifactoriales procesos agroalimentarios, quienes generalmente
ocupan los cargos por vínculos político-partidistas, amiguismo y familiaridad
más que por conocimientos científico-técnicos, compromiso y postura
ontológica respecto al sistema capitalista, conducen a su cíclica e
inconsciente reproducción por visiones tradicionalistas
e incapacidad
transformadora (Lanz, 2005), afectando al SAA y por ende a la soberanía,
pues la ejecución de proyectos estratégicos requiere (además del necesario
compromiso político-ideológico), formación técnico-científica en control y
supervisión para la gestión eficiente al servicio de los intereses del país.
La escasa participación real de las organizaciones del Poder Popular en la
gestión agroalimentaria local genera “diversas formas de alienación, pérdida
o debilitamiento de la propia identidad” (Grana, 2004, p. 108), induciendo a la
pérdida del patrón alimentario propio y la sustitución reiterada por patrones
2
Albano A. Zambrano Q.
ajenos a la tradición culinaria local, a la necesidad nutricional y la posibilidad
productiva, profundizándose en la dependencia estructural y el desempeño
coyuntural al dedicarse los consejos comunales a problemas puntuales y
proyectos cortoplacistas, sin la esencia transformadora de la participación
comunal en la sociedad, olvidándose de las comunas agroproductivas y
atándose al Estado burgués contrario al Estado Comunal (Prada, 2013, p.
245-246), a sustituirse bajo la égida del Socialismo del Siglo XXI.
La resistencia al cambio en la transición sociopolítica y económica que
demanda transformaciones profundas y nuevos modelos de gestión para
superar problemas que “suelen por lo general emerger de la ineficacia de las
políticas públicas mismas que se intentan cambiar” (Brand, 2013, p. 154),
revelan actitudes que según Chávez (ABN, 2007) “se basan en valores que
se imponen inconscientemente para evitar la transformación socialista”,
manifestándose aquéllas en el entrabamiento por parte de los mismos
funcionarios públicos a los procesos y leyes del Poder Popular (PP) que
favorecen y estimulan la organización socioproductiva.
La carencia de indicadores del desarrollo agrario local para evaluar políticas
públicas concretas, inducen a indicadores descontextualizados e incapaces
de reflejar su evolución limitando la comprensión de problemas, pues como
señala Romero (2005, p. 7) “no existe una sola vía o un indicador específico
que refleje per se, la existencia de desarrollo y sus beneficios en un espacio
local”, máxime cuando sus bases onto-epistemológicas y metodológicas
expresan otras realidades, lo cual manifiesta la limitada visión estratégica de
las universidades politécnicas territoriales (UPT), pese al encargo social que
les impele a “contribuir activamente al desarrollo endógeno integral y
sustentable en su territorio de influencia” (MPPEU, 2010), ya que
regularmente se aíslan de la realidad local actuando tradicionalistamente.
En razón a lo referido asumimos como objeto de estudio de nuestra
investigación las deficiencias en el modelo de gestión del sistema
agroalimentario en Venezuela, entendidas como el conjunto de debilidades
y carencias que limitan el diseño-ejecución de políticas públicas para la
soberanía alimentaria, afectan la participación de los actores locales del SAA,
3
Albano A. Zambrano Q.
el bienestar social, la preservación ambiental y el fortalecimiento de las
actividades económico-productivas territoriales señalado en el Plan de
Desarrollo Económico y Social de la Nación, en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela y otras leyes derivadas.
Tales deficiencias se manifiestan al adoptar políticas descontextualizadas
con las necesidades y potencialidades de las comunidades del territorio,
priorizando
lo
coyuntural
sobre
lo
estructural
y
desaprovechando
capacidades socioculturales y naturales, limitando además la diversificación
económica endógena y el mejoramiento integral del nivel y calidad de vida de
la población, al no concretarse en proyectos estructurantes del SAL como
contribución a la soberanía alimentaria nacional.
Este problema profundiza las incongruencias agroproductivas nacionales
dificultando el logro de la soberanía alimentaria sostenible, pues reduce la
gestión agrícola local a la ejecución de directrices nacionales, asumiendo
proyectos desarrollistas que desconocen las capacidades y prioridades
locales concretas (Gudynas, 2013, p.36-37), además de incumplir el mandato
constitucional de producción estratégica bajo la coordinación estructural del
Estado, restringiendo la acción del gobierno municipal para satisfacer las
necesidades agroalimentarias locales.
Esto desfigura a la comuna como entidad local y expresión de gobernanza
que, según la respectiva ley orgánica, es donde la ciudanía ejerce “el pleno
derecho de la soberanía y desarrollan la participación protagónica mediante
formas de autogobierno para la edificación del Estado comunal” (AN, 2010,
p.1), induce a la multiplicidad de gasto público no estructurante del desarrollo
y desarticula la relación Poder Popular - Gobierno al abordar separados
problemáticas sin coordinación institucional que mejore la eficiencia social y
optimice la inversión pública (Harnecker, 1994, p. 25-27), con desgaste
político, social, natural y económico del municipio, fortaleciendo unos
sectores económicos en detrimento de otros (Cabrera, 1997, p.192-197).
Además se profundiza la inequidad social y económica de la población local,
pues el modelo de enclaves-marginalización sectorial (Maza, 1973, p. 35),
incrementa la pobreza mayoritaria al concentrar fuentes de empleo, fortalecer
4
Albano A. Zambrano Q.
el subempleo y la eventualidad del trabajo (Ricaurte, 2009, p. 8); reduce la
sostenibilidad productiva y lesiona la calidad de vida comunal, haciéndola
cada vez más dependiente del situado constitucional como expresión local
del rentismo; reduce la inversión productiva y desperdicia el liderazgo político
de la gestión pública municipal, que junto al potencial ecoterritorial expresa
capacidad transformadora local, por efecto de paradigmas desarrollistas
centralizados que “conducen a inversiones improductivas, desestimulo al
sector empresarial e incremento de la carga burocrática del Estado” (Villar,
2009), máxime al provenir de iniciativas foráneas sin participación de locales.
Adicionalmente la oposición consciente por parte de grupos políticos,
económicos y sociales a la producción estratégica de alimentos ante la
eventual pérdida de poder, es reflejo del modelo vigente y como asevera
Muñoz (2004, p. 2): “se oponen quienes han hecho de la anarquía y el lucro
individual su forma de vida, y son precisamente los de mayor conciencia
sobre los cambios necesarios”, aunado al poco conocimiento científico
existente localmente sobre el SAL, siendo menester “información generada a
partir del involucramiento de las universidades con las necesidades locales,
que solo se logra investigando desde y con las comunidades” (López, 2006,
p.32), pues gran parte de la información disponible carece de fundamento
científico y contexto ya que obedece a circunstancias de escala nacional.
Notamos así desinterés investigativo por la gestión agroalimentaria local,
situación desfavorable para el desarrollo estratégico pues como plantea
Alburquerque (2004, p. 169): “la investigación de soluciones a los problemas
locales debe ser elemento de sumo interés entre el personal académico e
investigadores de las universidades del territorio”, afectando la pertinencia de
las UPT (Córdova, 2011, p. 35-37), y pone en duda la contribución real al
desarrollo endógeno mandatado en su encargo social.
Lo referido hasta aquí denota fisuras epistemológicas, categoría definida por
Vargas (2015) como “inconsistencias teóricas o vacíos epistémicos que
revelan la necesidad de la investigación científica”, en cuyo tratamiento “debe
comprenderse el tránsito entre lo ´viejo´ y lo ´nuevo´, como un proceso de
ruptura y como un proceso de continuidad y sistematización científica”, lo
5
Albano A. Zambrano Q.
cual nos conduce a revisar tanto el acervo teórico que fundamenta la
definición problémica como la propuesta transformadora, llevándonos a los
referentes vinculados a nuestras principales categorías de estudio.
De tal manera para los elementos teóricos del pensamiento estratégico
presentes en un modelo de gestión, acudimos a Ander-Egg (1990), Sabino
(1996), Hernández y Velásquez (2005), quienes los mencionan como
proposiciones teóricas generales y específicas, conceptos, postulados y/o
principios que tributan a la construcción de las categorías teóricas en una
investigación; luego nos, apoyamos en autores clásicos y contemporáneos
como Matus (1982), Corredor (2001 y 2010), Aguilar (2007), además de
Kaplan y Norton (2004), citados por Peraza (2012), reforzándonos con el
Diccionario de Economía y Negocios de Espasa (2000), para estudiar lo
estratégico; mientras que para la categoría modelo acudimos a las ideas de
Bigott (2015), quien la define como representación de relaciones entre los
componentes de un sistema, coincidiendo con Carvajal (2002) y Routio
(2007) en el contexto de la perspectiva epistemológica, mientras Tobar
(1997) considera al modelo un esquema de acción, que al vincularlo a la
gestión pública Rodríguez (2011), lo relaciona cuidadosamente con la
planificación para dar el mejor uso a los recursos escasos.
La segunda preocupación teórica nos condujo a referentes de la triada
categorial gestión, enfoque de sistema, modelo estratégico, partiendo de las
acepciones del Diccionario de la Academia Española (Barsa, 2001), y el
Diccionario de Economía y Negocios, contextualizándonos en la gestión
pública de Avalos (1988) citado por Cruz (2008), y Elayne (2011), para
orientar las políticas públicas; analizamos también la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV, ANC, 2000) junto a los aportes
de Cabrera (2008) en relación a la temática agroalimentaria, aportes de
organizaciones como la Vía Campesina (1996) y la Superintendencia
Nacional de Gestión Agroalimentaria (SUNAGRO), de Domingo (1977) en lo
estratégico del agro, además de los aportes hechos por De Faría (2012),
quien identifica rasgos invariantes de la estructura sistémica sociocultural y
económico-productiva de la agricultura, con refuerzo de Mas (2005) y su idea
6
Albano A. Zambrano Q.
del desarrollo endógeno, así como Ruiz (2001) en cuanto a los factores de
cambio en un sistema determinado.
Nos ocupó como tercera fisura la noción local en la gestión pública del
sistema agroalimentario, analizando clásicos de la economía y localización
agrícola como Lösch (1954) y Flores (1976), junto al Comandante Chávez
(2000) sobre lo socioterritorial y geometría del poder; buscamos en la CRBV
(2000) y el marco jurídico identidad legal de lo local con lo municipal; en
Rodríguez (2011) y Sunkel (1995) con el desarrollo local sostenible; los
planteamientos de Mateo (2012), sobre indicadores estratégicos del sistema
económico y social para la gestión pública local; en Tünnermann (2003) la
interacción gobierno-comunidad, acercándonos a Schejtman (1994) en su
visión del SAA y nuestra consideración como proveedor de alimentos
(Zambrano, 2004), coincidiendo con Moran (2008) y su complementariedad
sistémica vinculada a la ancestralidad indoamericana del buen vivir, vivir bien
de Huanacuni (2010), compatible con el desarrollo humano de Ramos (2005)
y el bienestar social sustentable de Alburquerque (2004).
Finalmente nos dedicamos a considerar teóricamente al SAL como base
estratégica del modelo agroalimentario nacional, antes identificada como
fisura epistemológica central en la que se aglutinan categorías del problema
y la propuesta transformadora, analizando la división internacional capitalista
del trabajo y los enclaves económicos neocoloniales de Maza (1973), la
controversia petrolero-extractivista y la economía productiva agrícolaindustrial de Terán (2014), la perspectiva de la guerra económica señalada
por Salas (2015), las advertencias de Lebowitz (2013) con la concentración
privada en sectores de guerra no convencional, así como la discusión de
García (2009) sobre el experimento neoliberal Latinoamericano de finales del
siglo XX, que recrudece actualmente con la globalización privatizadora,
contexto donde nos resultó de gran utilidad la visión territorial y la lógica
neoliberal de Gudynas (2008).
Con los aportes de Sanz (2000) vimos la conformación del SAA y con
Mészáros (s/f) citado por Lebowitz (2013) la dialéctica compleja de
producción-distribución-consumo, contrapuestos al simplismo que el PNUD7
Albano A. Zambrano Q.
ONU (1990) aplican al desarrollo humano individual, incitándonos a estudiar
los modelos integrales de gestión (MIG), en boga actualmente en
Nuestramérica por la participación del Estado en actividades económicas
revirtiendo efectos de la era neoliberal, cuya sustentación en Mateo (2012),
González (2010) y Royero (2003), fueron de gran utilidad referencial para
nuestra propuesta transformadora.
Para construir un SAL bajo la concepción de Malassis y Ghersi (1996),
citados por Sanz (2000), en función a la alimentación humana y
empoderando a los campesinos, acudimos nuevamente a la Vía Campesina
(2007) y a nuestra propia reflexión sobre la homogeneidad alimentaria global
(Zambrano, 2015), y la máxima prioridad e interés nacional que la CRBV
(ANC, 2000) otorga a la producción agrícola.
En correspondencia con lo expuesto hasta aquí nos surgió como interrogante
central: ¿Cómo superar las deficiencias en la gestión del sistema
agroalimentario en Venezuela?, derivándose de ella las siguientes
preguntas investigativas concretas:
1. ¿Cuáles
son
las
características
de
la
gestión
del
sistema
agroalimentario venezolano?
2. ¿Qué elementos teóricos deben fundamentar un modelo estratégico de
gestión pública del sistema agroalimentario local?
3. ¿Cuál debería ser la organización adecuada de un modelo estratégico
de gestión pública del sistema agroalimentario local?
4. ¿Cómo valorar un modelo estratégico de gestión pública del sistema
agroalimentario local?
En respuestas a las anteriores, primeramente nos planteamos como objetivo
general: Construir un modelo estratégico de gestión pública del sistema
agroalimentario local, y luego los siguientes objetivos específicos:
1) Caracterizar el modelo de gestión del sistema agroalimentario
venezolano.
8
Albano A. Zambrano Q.
2) Establecer los elementos teóricos que fundamenten un modelo
estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local.
3) Estructurar los componentes del modelo estratégico de gestión pública
del sistema agroalimentario local.
4) Definir indicadores de valoración del modelo estratégico de gestión
pública del sistema agroalimentario local.
En el logro de los objetivos establecimos la distancia teórica de nuestro
aporte científico respecto a lo epistemológicamente existente hasta ahora,
obviamente asumiéndolo desde las categorías teóricas que conforman
nuestra investigación involucrando al objeto de estudio y la propuesta
transformadora:
modelo
estratégico
-
gestión
pública
-
sistema
agroalimentario local, categorías que sin ser nuevas sí es novedosa su
juntura, es decir: su alianza para la conformación de un modelo estratégico
de gestión pública del sistema agroalimentario local.
Al respecto destacamos primeramente que el momento histórico de la
globalización neoliberal implica modelos normativos/estáticos en favor del
agronegocio, más el componente de gestión privada del SAA a escala
mundial; por otra parte, aun cuando también se han planteado modelos
estratégicos de gestión pública para el SAA, todos (incluyendo a Venezuela)
han sido abordados desde lo nacional, siendo lo local, como expresión
geopolítica de lo comunal y diferenciador sociocultural de los patrones
endógenos de consumo, el principal marcador de nuestra distancia teórica.
En lo estratégico nuestro aporte intenta llenar el vacío de conocimiento
científico existente sobre la gestión pública local en su desafío a las
problemáticas del SAL, habida cuenta que el conocimiento es un factor
determinante para potenciar las condiciones naturales de las localidades, por
lo que contribuir a su fortalecimiento tributa a la independencia y soberanía
nacional, lo que indudablemente redunda en generar respuestas a las
comunidades desde la comprensión de sus propias dinámicas, ajustados a
sus propias potencialidades-limitantes desde una perspectiva transformadora
e integral, territorial y políticamente próxima a ellas.
9
Albano A. Zambrano Q.
Consustanciados con tal planteamiento iniciamos el recorrido metodológico
desde nuestra concepción ontológica de la gestión pública del SAL en su
condición de ser algo sobre lo cual debería y podría saberse (White, 2013, p.
49), yendo más allá de sus rasgos característicos, origen, naturaleza y
relaciones, hasta plantearnos la modelación de su potencialidad y efectos, lo
que evidentemente nos inscribe en una ontología transformadora de la
realidad, de donde a su vez se desprende nuestra identificación
paradigmática,
cuando
asumimos
los supuestos que
nos permiten
comprender que “más allá de interpretar de lo que se trata es de transformar”
(Marx, 1892, citado por Engels, 1988, p. 21).
Nos ubicamos así en el paradigma sociocrítico tomando la dialéctica
materialista y el materialismo histórico como sustentos ontológicos para
conocer y transformar la realidad “que existe independientemente de la
conciencia humana y que es reflejada por ella” (Lenin, 1989, p. 87), puesto
que la búsqueda científica trazada fue más allá de la mera contemplación al
SAA venezolano, profundizando en los elementos para su transformación
desde lo local, con visión dialéctica y multifactorial en lo físico-material del
espacio, previendo su sostenibilidad en el tiempo, pues como plantea Engels
(1892), citado por Lenin (1989, p. 222): “Las formas fundamentales de todo
ser son el espacio y el tiempo, y un ser concebido fuera del tiempo es tan
absurdo como lo sería un ser concebido fuera del espacio”.
Epistemológicamente
nos
sustentamos
en
la
concepción
dialéctica-
materialista del desarrollo, pues como refiere Vasco (2013): “pensar a fondo
la economía, la política, la transformación y la revolución se conecta
estrechamente con el examen del estatuto de lo real”, donde subyace la
unidad filosofía-teoría en la fusión material del ser con lo diverso del contexto
y su movimiento transformador, en reconocimiento de la auto-subsistencia y
la auto-sustentación material y objetiva, indagando en el marxismo ideas de
gestión pública, estrategia, sistema agroalimentario y localidad, cotejándolas
con teorías desarrollistas y el agronegocio del sistema del capital (Mészáros,
2001, p. 253-254), en cuyos orígenes y evolución hasta el neoliberalismo
globalizado se evidencian el agotamiento (García, 2009.b, p. 51-52),
10
Albano A. Zambrano Q.
incluyendo el rentístico de Venezuela (Giordani, 2013, p. 11), basado en el
extractivismo propio del capitalismo subdesarrollado (Maza ob. cit.),
esencialmente exógeno, insostenible y dependiente (Gudynas, 2013, p. 288303), e instigador de la pérdida de soberanía.
Desde nuestra perspectiva epistemológica asumimos la realidad como
conocimiento científico aplicado a la superación de situaciones problémicas,
procurando satisfacer necesidades sentidas por la sociedad, coincidiendo
con Martínez (2002, p. 1) en que la ciencia “es para Marx conocimiento
ligado al interés revolucionario y transformador. Que teoría y práctica estén
unidas es otro elemento propio del marxismo que lo distingue del resto de
teorías. Nuestro
conocimiento es pragmático,
tiene
el objetivo de
transformar”, afirmación que por medio de la dialéctica logra superar la
contradicción permanente en la realidad.
En cuanto a lo metodológico partimos de la concepción de Pardinas (1982)
citado por Palella y Martins (2010, p. 120), cuando se refiere a la
metodología como “el estudio crítico del método”, estableciendo así la
necesidad de diferenciar y seleccionar métodos que se adecúen a las
características del objeto de estudio, la intención y ontología del investigador,
pues alude a cómo él llega a “lo que puede y debe ser conocido” (Guba y
Lincoln, ob. cit., p. 111), en tanto éste establezca para qué necesita y quiere
conocerlo, es decir: si busca explicar los hechos, solo interpretarlos o si
pretende una transformación radical de la realidad encontrada.
Por ello Bigott (2015) dice que los métodos son “el conjunto de
procedimientos utilizados para producir el conocimiento”, señalando lo
metodológico como guía para acercarse al objeto de estudio y las fuentes del
conocimiento (García, 2014), trayendo los que permitan comprensión en
contexto para generar la transformación necesaria, mediante la “integración
de la teoría y la práctica, del pensamiento y la acción” (White 2013, p. 51),
para entenderlas contradicciones de la realidad social, cultural, económica,
política y ambiental, compartiendo con Ilyenkov (2009), citado por Azerí
(2013, p. 3) respecto a que “el núcleo de la metodología de Marx en lo que
se refiere a la contradicción no es eliminarla de la teoría” agregando que “la
11
Albano A. Zambrano Q.
contradicción en el objeto mismo no puede y nunca se resuelve de ningún
otro modo que no sea por el desarrollo de la realidad, cargada con esta
contradicción, en otra realidad superior y más avanzada”.
Creemos así que la triada ontología-epistemología-metodología, como
testimonio de coherencia en el discurso científico (García, 2014), es lo que
justifica la investigación al argumentar por qué realizarla y, en consecuencia,
expresar los motivos de orden teórico y prácticos que conducen a la misma,
entendiendo tal justificación como una “descripción detallada y organizada de
las necesidades y motivaciones que justifican o sustentan la realización de
esa investigación en ese contexto y bajo esas condiciones” (Hurtado, 2000,
p. 79), dándole identidad concreta a cada investigación.
De ahí se desprende la necesidad de argumentar mediante “datos, hechos,
episodios y eventos” (García, ob. cit.), para demostrar alguna situación
problémica desde la triada referida, ya que la argumentación instituye la
relación investigador-objeto contextualizado en una realidad concreta, en
función a enfoques particulares, siendo así que, por ejemplo, el deterioro
medioambiental y sus efectos sobre el SAL, serían valorados de distinta
manera bajo el enfoque positivista neoliberal y la dialéctica sociocrítica, pues
mientras para esta última la preservación de la biodiversidad es condición
sine qua non del desarrollo (Pichs, 2009, p. 113), para el primero los daños
medioambientales son solo efectos colaterales del mismo.
Los instrumentos, definidos por Palella y Martins (2010, p. 125) como
“cualquier recurso del cual pueda valerse el investigador para acercarse a los
fenómenos y extraer de ellos la información”, permeados por la identidad
onto-episte-metodológica de aquél y caracterizan su proceder científico
dando singular importancia a ciertos procesos y fuentes de información
respecto a otros. Como recurso para obtener información, los instrumentos
deben tener la capacidad de facilitar el análisis de los datos registrados
“tanto por su importancia en el desarrollo del estudio como por la relevancia
que posee como actividad concreta que se realiza a lo largo de todo el
proceso” (Yuni y Urbano, 2006, p. 66).
12
Albano A. Zambrano Q.
Como afirma Bigott (2015) “algunos instrumentos existen y se usan
profusamente, otros, la mayoría, se inventan a diario frente al objeto de
estudio, procurando la relación íntima sujeto-objeto”, por lo que en nuestro
caso utilizamos instrumentos preexistentes y conocidos como el guión de
entrevistas a profundidad, el de entrevista no estructurada (informal y
focalizada) y la guía de observación, para registrar percepciones de actores
participantes y situaciones propias de la realidad concreta involucradas con
los subsistemas de la dinámica agroalimentaria. Otros los creamos: Matriz de
análisis
teórico-documental
para
extraer
información
de
fuentes
documentales, facilitando el análisis de las categorías teóricas; la Matriz
estratégica decisional, nos llevó a elementos estructurantes del MEGPSAL y
a fortalecer el proceso de modelación; Matriz de actores involucrados, para
seleccionar informantes y elaborar preguntas generadoras según nuestros
intereses investigativos; la Matriz de diseño de la entrevista para el
instrumento; y la Matriz del diseño investigativo que nos apoyó en la
sistematización y control de la investigación (anexos 1 al 5).
Los métodos usados en la investigación surgieron de “dar preferencia a
aquellos que facilitan, promueven o posibilitan la participación de la gente”
(Ander-Egg y Aguilar, 2005), apoyados en IAP para la gestión pública y lo
agroalimentario con ayuda del estudio de casos, enfocando el SAA desde
una perspectiva crítica de la realidad social-material y su complejidad
multifactorial (Houtart, 2009, p. 37); nos basamos en el análisis-síntesis
histórica para caracterizar el modelo vigente (objeto de estudio) y
comprender la dinámica agroalimentaria (campo de acción); así el abordaje
desde lo histórico-lógico coadyuvó al análisis de la evolución conceptual del
sistema vigente y el modelo de gestión que lo orienta, precisando el contexto
y características locales-nacionales, reforzando con métodos sistémicoestructural-funcionales para diseñar el nuevo modelo, con reconocimiento de
la estructura actual y su funcionamiento en lo económico, social y político,
esto es: el análisis crítico de su integralidad operativa.
Como el uso combinado de métodos lleva conceptos nuevos (Martínez,
2004, p. 56), hemos denominado a nuestro método como investigación en
13
Albano A. Zambrano Q.
contexto, construcción teórica elaborada para lo estratégico–transformacional
de realidades dinámicas y multidimensionales, en cuya aplicación para crear
el MEGPSAL resaltó el contexto en la interacción investigativa con
comunidades diversas, facilitando el estudio del estado del arte del problema
y la mejor vía de armar la propuesta transformadora.
En la ubicación espacio-temporal de la investigación asumimos como
referencia el SAN de la República Bolivariana de Venezuela, así como las
últimas tres décadas del siglo XX y los tres primeros quinquenios del XXI,
tomando al Municipio Brión del Estado Bolivariano de Miranda como caso de
estudio, ubicándonos temporalmente entre 2014-2016 para la construcciónimplementación del MEGPSAL en la Dirección de Desarrollo Agrícola
Municipal (DIDAM), accionando contra el desabastecimiento programado de
la guerra económica y la articulación posterior a la Gran Misión
Abastecimiento Soberano como política nacional.
Involucramos
en
el
proceso
a
agroproductores,
intermediarios
y
consumidores como actores del poder popular; como decisores públicos: la
Alcaldesa y su equipo Ejecutivo Municipal (Secretarías Sectoriales y
Direcciones de Línea), concejales del Poder Legislativo Municipal y vocerías
del Gobierno Nacional-regional con desempeño en el municipio; además
informantes calificados seleccionados por su experticia científico-técnica,
política, económica y social, quienes de alguna manera poseen facultades
para emitir juicios valorativos sobre nuestro MEGPSAL.
En la sistematización del presente informe nos sustentamos en la dialéctica
espacio-tiempo, organizando el documento según los momentos del proceso
investigativo, con introducción aproximativa al objeto de estudio ya las fisuras
epistemológicas existentes, identificando referentes teóricos de fundamento
para marcar la distancia teórica de nuestra propuesta con lo existente, lo cual
nos indujo a las interrogantes científicas de cuyas respuestas surgieron los
objetivos de la investigación, tributando al orden cronológico del proceso
investigativo. Por tanto es de suyo que los objetivos orienten la revelación de
los resultados del proceso, guiándonos desde el estudio y comprensión del
objeto de estudio al caracterizarlo, al establecer los elementos teóricos de la
14
Albano A. Zambrano Q.
propuesta transformadora y luego estructurar al MEGPSAL en sus
componentes para, finalmente, definir los indicadores de su valoración.
Finalmente realizamos una detallada referencia de la bibliografía citada,
presentada siguiendo las normas de la Guía para citar textos y referencias
bibliográficas según Normas de la American Psychological Association
(APA), Versión 2015 (DNB-INACAP, 2015), incorporando luego un cuerpo de
anexos, constituido por documentos que explican, aclaran o testimonian
algunas afirmaciones del texto.
15
Albano A. Zambrano Q.
I.
PRIMER
MOMENTO:
CARACTERIZACIÓN
DEL
MODELO
DE
GESTIÓN DEL SISTEMA AGROALIMENTARIO VENEZOLANO.
Comprender el modelo de gestión del SAA vigente en Venezuela implica
tener una idea clara respecto a lo que Tobar (1997, ob. cit.) refiere como “la
forma sistemática en que se toman las decisiones, así como la secuencia
ordenada y la posible racionalidad a que obedecen las mismas” respecto a la
producción-consumo alimenticia, lo que además requiere una revisión de
carácter estructural-funcional de sus partes componentes y los respectivos
aportes al todo al asumir que “las funciones de un sistema dependen de su
estructura” (Von Bertalanffy, 1969), concibiendo ésta a partir de los
elementos y relaciones que se mantienen constantes en un sistema, los que
a su vez son objeto de modelación (Bigott, 2015).
Subyace en esta idea del profesor L. Bigott (comunicación personal, 06 de
noviembre de 2015) que el sistema es “un conjunto de elementos más un
conjunto de relaciones entre tales elementos, que se desarrollan en un
espacio y momento histórico determinados”, agregando luego que “las
relaciones entre elementos del sistema pueden variar o no, y hasta los
elementos mismos, pero los que se mantienen constantes en el tiempo
conforman la estructura del sistema” (Bigott, 2015).
De igual modo es necesario acudir al contexto histórico-dialéctico en sus
planos sincrónico y diacrónico, asumiendo el primero para asimilar los
procesos del SAA establecidos en el marco del modo de producción
capitalista, mientras el plano diacrónico refiere la temporalidad cronológica
que comprende las acciones y efectos desprendidos de tales procesos, lo
que en sus dimensiones económica, política, social y cultural enmarca la
conformación y evolución del sistema venezolano, asumido bajo la categoría
científica de formación social definida por Vargas (1986) como la “unidad
dialéctica de dos instancias: la estructura económica y la superestructura
político-ideológica de una sociedad” (p.48).
Esta postura nos condujo por una parte a la revisión documental de diversas
fuentes que registran en forma descriptiva y estadística el comportamiento y
16
Albano A. Zambrano Q.
procesos transitados por la realidad venezolana para la conformación del
actual SAA, considerándose en tal sentido las últimas tres décadas del siglo
XX hasta el presente. Por otra parte fue necesario acudir al testimonio de
actores
que
han
contribuido,
participado
u
observado
directa
o
indirectamente, la conformación de tal sistema durante los últimos años.
En tal sentido vale acotar que conforme a los fines concretos de la
investigación, hemos enfatizado nuestro análisis en el SAA vigente a inicios
del siglo XXI, circunscribiéndonos esencialmente a las políticas públicas de la
Revolución Bolivariana, sin menoscabo de abordar referencialmente
períodos anteriores que nos permiten, además de comprender la actual
situación como consecuencia de gestiones precedentes, el análisis
comparativo tomando como premisas los dos enfoques paradigmáticos de la
cuestión agroalimentaria: el de agronegocio y el de la soberanía alimentaria.
1.1. Estructura general del sistema agroalimentario.
El análisis de las relaciones sociales de producción, en tanto expresión de
las formas de propiedad sobre los medios de producción y sobre la fuerza de
trabajo, permite comprender la estructura económica que soporta un modo
de producción determinado y, bajo ciertas condiciones histórico-materiales,
permite avizorar dialécticamente posibles transiciones hacia una nueva
formación social a partir de las transformaciones concretas del modo de
producción, lo que indudablemente pasa por comprender la formación
primigenia a ser transformada.
Así surge la necesidad de asimilar la estructura general del SAA vigente, lo
que abordamos desde la abstracción planteada por el modo de producción
capitalista en su concepción sistémica, entendida como la integración
articulada de subsistemas mediante la sumatoria de los procesos que van
desde la producción primaria, el procesamiento agroindustrial, la distribucióncomercialización hasta el consumo final, donde se evidencian cinco procesos
estructurantes:
entradas,
procesamiento,
salidas,
retroalimentación
y
ambiente, gráficamente representados en la figura 1 bajo la idea de un
sistema genérico:
17
Albano A. Zambrano Q.
Figura 1. Procesos estructurantes de un sistema genérico.
(Adaptado de Von Bertalanffy, 1969).
Una descripción comparativa de cada una de las partes-componentes de la
estructura sistémica-funcional, facilitará su contextualización respecto al
SAA:
a) Entradas, expresadas como insumos o inputs, relativas al ingreso de los
recursos requeridos por el sistema para ejecutar las actividades que le
son propias, las cuales están referidas en el caso agroalimentario a los
insumos agroproductivos primarios por una parte, los que según la
naturaleza de la producción entran al sistema bajo la forma de semillas,
simientes,
abonos,
controladores,
vacunas,
entre
otros,
cuya
participación directa en el sistema tributa al logro tangible de los
propósitos y fines del mismo.
Adicionalmente al SAA entra la energía, en tanto fuente generadora del
trabajo humano o mecánico, así como indispensable en los procesos
biológicos naturales de las plantas y animales, que son además
necesarios para el proceso productivo y la obtención de materia prima o
productos consumibles, de origen vegetal como animal; esta energía se
manifiesta bajo la forma de trabajo humano, maquinaria, equipos,
implementos, herramientas e instrumentos de medición y/o calibración,
así como en la radiación solar, calor y luz.
18
Albano A. Zambrano Q.
Finalmente
la
información
constituye
otra
entrada
del
sistema,
convirtiéndose en elemento fundamental para la toma de decisiones
internas y está referida a los aspectos políticos, sociales y económicos,
entre
cuyas
formas
de
expresión
se
encuentran
las
normas,
necesidades, preferencias, ingresos familiares, precios, costos, consumo,
competencia, tecnología y otras.
b) Procesamiento, asumido como la transformación o adecuación que
genera cambios en los elementos que entran al sistema, tanto en su
composición estructural convirtiéndolo en otro producto, con agregados o
no (como el grano de maíz convertido en harina o el cacao en chocolate);
en su adecuación para el consumo final (como beneficiado de animales
para obtener canales y cortes); así como en su forma de presentación
para facilitar el transporte y comercialización (el desmembramiento de
racimos de plátano, empaquetado de granos y otros).
En cualquiera de los casos este segundo proceso-componente del SAA
constituye el mecanismo de preparación para la conversión de las
entradas, provenientes de diversos orígenes y fuentes, en salidas del
sistema, con diferentes destinos y usos, representando además una
agregación de valor al producto originalmente obtenido en las unidades
de producción agrícola (nacionales o extranjeras), hasta el consumidor
final, por lo cual intervienen integralmente en él los tres sectores de la
economía: primario-productivo, secundario-industrial y terciario-servicios.
c) Salidas, denominado indistintamente producto, resultado u outputs, es el
proceso calificado como posibles meta-objetivos del sistema y que, en el
caso agroalimentario, pueden estar referidas tanto a bienes como a
servicios, tal es el caso de la materia prima para la agroindustria
procesadora o de apoyo para otros sistemas a través de sus productos,
procesos y tecnología (salud, metalurgia, hidrocarburos, entre otros).
De igual manera constituyen salidas del sistema los denominados
retroinputs, considerando así la autogeneración de productos-insumos
para el mismo SAA tales como la producción de semillas y simientes,
abonos orgánicos y controladores biológicos, entre otros.
19
Albano A. Zambrano Q.
d) Retroacción, conocido también como retroalimentación, retroinformación
o alimentación de retorno, es el proceso a través del cual un sistema
abierto, como el agroalimentario, acopia información respecto a las
consecuencias derivadas de sus decisiones internas en el entorno que le
sirve de contexto, información que permite rectificar y/o ratificar tales
decisiones en lo sucesivo, regularmente referidas a la orientación de los
procesos
productivos,
productos,
tecnología,
normas,
calidad,
competencia, precios, costos, alcances y limitantes, entre otros aspectos.
e) Ambiente o contexto, constituye el área espacial-social, o campo de
acción, donde se llevan a cabo los sucesos y condiciones propias del
sistema, las cuales influyen de manera determinante sobre su
estructuración y comportamiento. Para un SAA el ambiente tiene
expresión socio-territorial a escala nacional, regional y local, totalmente
diferenciado
por
condiciones
agroecológicas
naturales
(edafoclimatológicas) que potencian y/o limitan la actividad productiva
ecoregional-ecolocal, intervenidas según el sistema y modo de
producción que lo determina (cultura agroproductiva), así como en lo
sociocultural-nutricional que le generan diferencias regionales y locales
basadas en los gustos y preferencias (patrones de consumo), tradicional
e históricamente establecidas.
Igualmente se expresa en la base político-jurídica e institucional que
regula la actividad agroalimentaria y determinan la estructuración del
sistema, ya sea que la conciban como parte del agronegocio
(neoliberalismo) o como satisfactor vital (humanismo); finalmente la
estructura económica como reflejo del modo de producción y las
relaciones
sociales
de
propiedad-producción-intercambio,
son
determinantes en la conformación ambiental del SAA.
La figura 2 representa la estructura de un SAA con base en los procesoscomponentes señalados, en la que destacan además los subsistemas
producción-procesamiento-distribución/comercialización-consumo:
20
Albano A. Zambrano Q.
Figura 2. Procesos estructurantes del sistema agroalimentario
(Diseño propio, 2015).
En la aproximación gráfica anterior se puede apreciar la gran complejidad del
SAA desprendida de su estructuración, conformada a partir de procesos
interdependientes que a su vez poseen diversas características y demandan
condiciones de funcionamiento disímiles, que sin embargo deben articularse
en tiempos y objetivos compartidos concretos, pues aisladamente perderían
sus respectivos sentidos en tanto subsistemas separados pertenecientes a
sectores económicos diferentes y regularmente contrapuestos.
Solamente considerando la dimensión físico-ambiental nos encontramos con
diferencias elementales como el hecho que el subsistema agroproductivo
amerita de espacios amplios, naturales y rústicos, propios del ambiente rural;
por su parte el subsistema de procesamiento requiere de alta tecnología,
recursos energéticos, equipamiento e infraestructura con condiciones propias
del ambiente periurbano- industrial y con alta demanda energética para los
procesos de transformación, adecuación y conservación de la materia prima
21
Albano A. Zambrano Q.
y nuevos productos; mientras que el subsistema de distribución demanda
lugares urbanos de alta concentración demográfica, con espacios cómodos y
dotados de servicios para el acceso y comodidad del comprador-consumidor.
Las anteriores precisiones conceptuales sobre los procesos-componentes
estructurantes-funcionales sirven de basamento para la caracterización del
SAA venezolano, a lo cual debemos incorporarle el origen-destino del flujo de
bienes y servicios del sistema, en términos del componente nacional e
importado de los mismos, lo que representa realizar un análisis dialéctico
desde una postura económica, social y política, lo que en gran medida
facilitará la comprensión de la propuesta transformadora que se deriva de la
presente investigación.
En la figura 3 mostramos los flujos de bienes desde las entradas en forma de
insumos, bienes terminados y materia prima que pueden provenir de la
producción nacional o importada, y cómo cada una de tales entradas se
dirigen a los respectivos subsistemas del SAA. De esta manera apreciamos
que el Subsistema de Agroproducción recibe y circula tanto los insumos
nacionales como los importados, convirtiéndolos en materia prima o en
productos para el consumo fresco, cada uno de los cuales tiene como
destino respectivamente a la agroindustria o la intermediación comercial.
Por su parte el Subsistema Agroindustrial recibe materia prima de origen
nacional o importado, la cual somete a su procesamiento de transformación o
adecuación como producto final que se destina a las cadenas de distribución
y
comercialización,
mientras
que
el
Subsistema
de
Distribución-
Comercialización recibe adicionalmente productos importados junto a los de
origen nacional, los cuales circula hacia el consumidor final; este último
Subsistema, el de Consumo, es el receptor tanto de los productos finales
importados que entran al sistema como de los nacionales que se originan en
el país, independientemente de que en la composición de estos intervengan
insumos y/o materias primas que provengan del exterior.
22
Albano A. Zambrano Q.
Figura 3. Flujos de bienes en el sistema agroalimentario (Diseño propio, 2015).
De la expresión gráfica anterior queremos referirnos de modo especial a las
salidas del sistema, con énfasis fundamental en lo atinente al flujo monetario
que genera, habida cuenta que en tanto y en cuanto sea la composición en
términos del origen nacional o importado de los bienes que fluyan en sus
procesos, se desprenderá la proporción en que se distribuya la riqueza en el
contexto geoespacial que sirve de ambiente al SAA, cuyo dinamismo propio
debido a que se trata de bienes de consumo vital, garantiza un flujo
constante entre los subsistemas que lo componen conformado por productos
en un sentido y de dinero en contrasentido.
Es así que asumiendo el concepto marxista de distribución como retribución
o remuneración a los factores productivos, resulta obvio que cuando la
porción de bienes que fluyen en el sistema desde la entrada es de origen
nacional, se obtiene una mayor porción remunerativa a la economía nacional
a través del PIB. Caso contrario, todo consumo alimenticio implica la
23
Albano A. Zambrano Q.
generación de flujos monetarios hacia el extranjero, los que evidentemente
están en proporción con la cuantía del consumo y en dependencia del
subsistema al cual se incorporen, es decir, a la porción del valor agregado
nacional que se le suministre y según sean importaciones de insumos,
materia prima o productos terminados.
Otro elemento significativo a considerar en la estructura del SAA está
relacionada con la intencionalidad del mismo, situación que en la actualidad
venezolana se debate entre dos enfoques ontológicos absolutamente
irreconciliables, cuya proyección y efectos en lo social y económico es
determinante: por una parte el capitalismo neoliberal con su paradigma del
agronegocio y la concepción del alimento-mercancía, el cual pugna por
imponer un patrón de consumo sustentado en parámetros de rentabilidad
empresarial, prácticas monopólicas y oligopólicas orientadas al fomento del
consumo para maximizar el lucro. Por otra parte el socialismo bolivariano en
construcción, desde cuyo enfoque humanista se ven los alimentos como
satisfactores de una necesidad humana vital, en función a cubrir los
requerimientos nutricionales humanos para garantizar la salud y el buen vivir
social, sin afectar por ello la protección medioambiental, la biodiversidad y,
por ende, la preservación de la especie humana en el planeta.
1.2.
Estructuración del sistema agroalimentario venezolano del siglo
XXI.
Tal como refiere Vargas (1986): “el análisis de la estructura económica de
una formación social no puede hacerse aisladamente, sin tomar en cuenta, al
menos potencial y genéricamente, la influencia que ejerce la superestructura
político-ideológica”
(p.48),
lo
que
indudablemente
nos
lleva
a
la
consideración del contexto en el cual se conformó nuestro actual SAA. Por
ello es indispensable referir que la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela
y el marco jurídico derivado de ella, confieren al tema
agroalimentario un nueva connotación a partir de 1999, al establecer el texto
constitucional en su artículo 305 que “la producción de alimentos es de
interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la
24
Albano A. Zambrano Q.
Nación” (ANC, 2000, p.326), lo que durante las dos décadas anteriores había
sido considerado como asunto privado y por ende dejado al libre arbitrio de
particulares en funciones de: productores, procesadores, comercializadores y
consumidores, limitándose el Estado a emanar políticas públicas cuya
esencia la constituyó el fomento funcional y la regulación de los precios de
venta al público (PVP) concertados con las empresas, fundamentalmente en
los productos procesados de consumo masivo.
Esta actuación precedente del Estado neoliberal venezolano respecto al
proceso de abastecimiento alimenticio, en tanto fin último del SAA, sufrió un
cambio conceptual significativo a partir de la refundación de la República,
proceso que como expresa el Preámbulo de la Constitución Bolivariana de
1999 (ANC, 2000, p.1) se realizó “para establecer una sociedad democrática,
participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural” además de garante del
“equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio
común e irrenunciable de la humanidad”, de donde se desprende la intención
de igualdad y equidad de derechos entre las y los ciudadanos y de estos con
la naturaleza, pasando respectivamente de clientes a consumidores y de
recursos explotables a bienes ambientales.
Al respecto cabe señalar que es a partir del proceso originario de la que
denominamos Quinta República cuando se evidenció, entre otros aspectos,
que el abastecimiento agroalimentario del país durante las tres últimas
décadas cuartorepublicanas, obedeció expresamente a elementos singulares
característicos del sistema-mundo capitalista en su fase neoliberal, o
“neocapitalismo
dependiente”
(Maza,1973,
p.27),
como
lo
son
el
establecimiento de enclaves dentro del país y el apego a los designios
internacionales del
sistema
centro-periferia
en
tanto rasgos de la
dependencia, ya que como señala Wallerstein (2005), citado por Serrano
(2015, p.51) “el sistema-mundo contemporáneo es una economía-mundo
capitalista”, el cual debe ser estudiado a partir de la dependencia como
categoría analítica central.
25
Albano A. Zambrano Q.
En cuanto a la primera característica Morales (2009, p.128) nos suministra la
convicción al afirmar que “el abastecimiento agroalimentario en Venezuela se
caracteriza por haberse estructurado en función del consumo de la población
concentrada en los principales centros urbanos”, proceso a su vez derivado
de nuestra condición de país rentístico-dependiente, cuya conformación
urbanística se sustentó por una parte en torno a los centros de servicios
requeridos por la actividad petrolera, así como en la facilidad de acceso al
mercado internacional para la exportación de hidrocarburos e importación de
insumos, materias primas y repuestos industriales conexos.
De la misma forma el modelo urbano marcó pauta en la facilidad de
importación de alimentos terminados, destinados primero a garantizar
suministros a los extranjeros que se desempeñaban como ejecutivos y
operarios directos de la industria petrolera, así como en apoyo de las
actividades desprendidas de ella, tales como los servicios bancarios,
comerciales, educativos y de salud, entre otros, lo cual explica el auge y
consolidación
de
ciudades
como
Maracaibo,
Punto
Fijo,
Barinas,
Barquisimeto, Maracay, Valencia, Maturín y El Tigre, algunas de ellas
establecidas en regiones áridas y casi inhóspitas, pero aun así dotadas de
toda una infraestructura de abastecimiento alimentario de productos para el
consumo directo como las comidas rápidas, productos importados para la
preparación de los alimentos, entre otros, que las convirtió en verdaderos
enclaves en sus respectivas regiones.
La otra característica del neocapitalismo que muestra el rol asignado a
Venezuela en función a la “división internacional capitalista del trabajo”
referida por Maza (1973, p.31), en tanto país periférico, se hace evidente en
el hecho de que el sistema de abastecimiento agroalimentario nacional “ha
estado determinado en gran medida por la progresiva vinculación del sector
agroalimentario venezolano al SAA configurado a escala internacional”
(Morales, 2009, ob. cit., p.128).
Lo anterior constituye un rasgo propio de las economías neocapitalistas
dependientes particularmente presente en toda América Latina, también
26
Albano A. Zambrano Q.
referido
por
Maza
(1983,
p.59),
al
afirmar
que
“las
economías
latinoamericanas se desenvuelven con escasa vinculación entre sí y con
fuerte vinculación a través de las corporaciones transnacionales con los
centros del desarrollo capitalista”, para lo cual fue necesario modificar el
patrón de consumo autóctono y desarrollar una demanda alimenticia
apegada a la oferta de la industria alimenticia global, a fin de instaurar lo que
hemos venido identificando como “homogeneidad alimentaria” (Zambrano,
2015), estrategia basada en reducir la ingesta alimenticia humana al
consumo de los cinco rubros vegetales más rentablemente industrializables y
en torno a los cuales se mueve el mercado alimentario mundial de
comienzos del Siglo XXI: trigo, papa, maíz, arroz y azúcar, así como la carne
de pollo y bovino en el subsector pecuario (FAO, 2000).
Es oportuno acotar que muy pronto la naciente clase media y la burguesía
criolla (surgidas del boom petrolero de la década de 1970) adoptaron el
patrón de consumo de productos importados inicialmente para los
extranjeros, se facilitó la introducción al país de las trasnacionales de los
alimentos preparados en su proceso de expansión hacia Latinoamérica en
las décadas de 1980-90, configurándose una nueva estructura del sistema
alimentario nacional basado en la llamada comida rápida o comida chatarra
(Lanz, 2009, p.7; INN, 2010), que demanda tanto materias primas como
nuevos productos importados para ser comercializados en las cadenas de
expendio, establecidas bajo la figura de franquicias internacionales como
McDonald`s y KFC (Kentucky Fried Chicken), las que “para lograr suficiente
influencia sobre el mercado y lograr precios inferiores a los que paga la
competencia no pueden penetrar gradualmente en los países extranjeros
abriendo una tienda por vez” (Klein, 2007, p. 156), optando regularmente por
adquirir cadenas de expendio existentes para imponerles su estilo, que en
nuestro caso implicó, por ejemplo, sustituir arepas por hamburguesas y pollo
asado por pollo broaster, proceso que se traduce a su vez en un cambio de
requerimientos al sector primario y por tanto al resto del sistema.
27
Albano A. Zambrano Q.
Es evidente además que la absoluta dependencia de la economía
venezolana respecto al mercado petrolero, influyó de manera determinante
en la conformación del SAA venezolano durante el último cuarto del siglo XX
y que hoy por hoy permanece, cuya mayor fortaleza ha estado
históricamente en el sector económico terciario dedicado a la distribución y
comercialización final, representando una expresión del ingente rentismo
petrolero que, en nuestro criterio, ha fungido además como elemento
desmotivador para el abordaje de los sectores primario y secundario de la
economía por parte de los capitalistas privados nacionales, ávidos siempre
de obtener el mayor lucro con el menor riesgo posible.
Igualmente consideramos que la aplicación en América Latina de programas
destinados a la industrialización por sustitución de importaciones (ISI)
durante las décadas de 1970-80, que intentaron de alguna manera motivar
las inversiones de las burguesías nacionales fundamentalmente en el
fortalecimiento de la agroindustria procesadora de bienes de consumo
alimenticio, los cuales tuvieron muy poca acogida en Venezuela pese a la
implementación de políticas favorecedoras de tales iniciativas, las cuales
incluyeron desde tasas financieras preferenciales, condonación de deudas a
la agroindustria y a grandes agroproductores, subsidio a los servicios y
congelación de salarios, entre otras, cuyo propósito fue que la agroindustria
alimentaria ejerciera su rol dinamizador de la agricultura nacional y de otros
sectores industriales, pero que fue todo lo contrario y más bien fomentaron la
participación de capitales extranjeros, lo que únicamente “se explica por la
naturaleza neocolonial del país: la burguesía venezolana es esencialmente
traidora a la nación, es agente o socio directo del imperialismo
norteamericano y, en consecuencia, traiciona los postulados de la propia
revolución burguesa”, como afirmara J.R. Núñez Tenorio, para quien tal
situación genera el fenómeno que podría denominarse vacío histórico en el
país que “desde el punto de vista económico, este vacío debería ser llenado
por una burguesía nacional” (Núñez, 1969, p. 41).
28
Albano A. Zambrano Q.
No obstante tal como asegura Morales (2002) “la estructura y la dinámica del
sector agroindustrial no garantizaron un eficiente grado de aprovechamiento
del potencial productivo del ecosistema tropical, ni estuvieron en condiciones
de asegurar un adecuado nivel de autoabastecimiento alimentario” lo que
indujo más bien al procesamiento casi maquilador de materia prima
importada aún con la participación abierta de la Corporación de Mercadeo
Agrícola (CORPOMERCADEO), empresa de propiedad pública que luego se
convirtió en la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA),
fungiendo en la práctica como agente de fomento al consumo y facilitadora
del comercio, la misma función que desempeña actualmente.
En consecuencia es evidente que pese a la necesidad inminente y el
potencial natural para producir internamente lo que se consume, en la
realidad concreta se jugó el papel como dinamizador de la agricultura de
otros países y se fortaleció la denominada agricultura de puertos, siendo
obvio que el petro-Estado venezolano (Terán, 2014, p.159) desempeñó un
rol determinante en el reforzamiento de los vínculos y la dependencia del
país al SAA internacional, pues aunque en algunos casos de productos
específicos se redujo la importación de bienes terminados, en la mayoría de
los casos se incrementó la importación de materia prima e insumos
agroproductivos primarios, generando productos finales con poco valor
agregado nacional pues “más que producir, lo que se hacía realmente era
ensamblar” (Serrano, 2015, p.49), proceso que en buena medida facilitó la
sustitución progresiva del patrón de consumo nacional, consolidando así
nuestra dependencia alimentaria de bienes producidos en el exterior o
“ensamblados” en Venezuela con materia prima importada, tal es el caso de
las carnes para hamburguesas y el pan de trigo.
1.3. Rasgos fundamentales de la gestión agroalimentaria venezolana.
Tal como referimos en epígrafes anteriores, la Constitución Bolivariana y el
conjunto de leyes, normas e instituciones derivados de ella confieren en
Venezuela una nueva connotación al asunto agroalimentario desde 1999,
cuyo énfasis orienta hacia una nueva concepción teórico-política respecto a
29
Albano A. Zambrano Q.
la necesidad de producir soberanamente lo que se consume, mediante el
aprovechamiento del potencial agroproductivo natural, la capacidad social del
talento humano y la infraestructura productiva instalada del país, como vías
expeditas para consolidar la independencia nacional en tanto dimensión
política que faculta el ejercicio del poder en beneficio del pueblo; para
rescatar nuestra cultura e identidad alimentaria, garantizando el derecho a la
alimentación, la salud y la vida, como dimensión de orden social y función
ineludible del Estado de derecho; además de fortalecer la diversificación
económica para instaurar un nuevo modelo económico-productivo, donde la
articulación sistemática del trabajo agrícola primario, agroindustrial y
agrocomercial sea un elemento dinamizador de la función producciónconsumo, que no sólo genere bienestar nacional interno y sustituya
importaciones, sino que pueda convertirse en factor generador de divisas con
la actividad agroexportadora, lo cual constituye el accionar del SAA según se
asuma un enfoque de agronegocio o de soberanía agroalimentaria.
Vale acotar que en esencia el SAA puede ser percibido estructuralmente
idéntico desde ambos enfoques, lo cual creemos que puede estar
sucediendo entre los decisores del alto gobierno, pese al establecimiento del
nuevo marco jurídico revolucionario. No obstante es indiscutible que los fines
y propósitos de cada enfoque paradigmático, esto es, las concepciones
estratégicas de su finalidad y funcionalidad no sólo son divergentes, sino que
además son absolutamente incompatibles y por tanto excluyentes entre sí, al
punto tal que no pueden coexistir siendo por tanto imprescindible que una
desaparezca para que la otra pueda funcionar adecuadamente: no es posible
satisfacer plenamente las necesidades alimenticias vitales de la sociedad
logrando negocios rentables para los inversionistas privados.
En tal sentido dado que el tema agroalimentario es un asunto público, y por
ende interés del Estado como indica el mandato constitucional, el mismo
debe
ser
atendido
y
gestionado
responsablemente
por
instancias
gubernamentales a diferentes niveles y escalas geopolíticas, sin dejarlo al
libre albedrío del mercado para ser tratado con criterios de rentabilidad
30
Albano A. Zambrano Q.
financiera como una mercancía más y, más allá de un desiderátum político,
es fundamental que su abordaje se traduzca en políticas públicas concretas,
construidas mediante un proceso participativo basado en la evaluacióndefinición
permanente
de
acciones
contextualizadas,
teóricamente
fundamentadas a partir de un nuevo imaginario social y gestionadas en la
práctica de manera radicalmente distinta a lo que se hace en la actualidad.
Por ello es imprescindible que en el proceso no solo participe el nivel
nacional de la gestión pública, sino que se involucren directamente los
actores locales de gobierno con participación activa y protagónica del poder
popular, en su doble rol de productor y consumidor, esto es: transformar el
paradigma con que se continúa asumiendo la problemática agroalimentaria,
con una generalidad aséptica y carente de fundamento ideológico, por lo
tanto sin conciencia real respecto a los fines políticos que distancian al
enfoque de agronegocio del orientado a la soberanía agroalimentaria.
Al respecto es indispensable en primera instancia reestructurar el actual
SAA, cuyos flujos económicos (producto-dinero) después de 15 años de
vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, siguen
favoreciendo a la mal llamada agricultura de puertos, lo que representa una
clara evidencia de la no diferenciación del SAA de la Quinta República
respecto al modelo cuarto republicano que tanto hemos cuestionado, lo que
afirmamos con base en las estadísticas oficiales tomando como referencia el
comportamiento del Índice de Precios al Mayor de Productos Importados
(IPMPI), calculado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2015) a
partir de los datos del Banco Central de Venezuela (BCV), entendido como
un “Indicador que refleja solamente cambios en los precios de los bienes en
su primera transacción comercial, dentro del territorio nacional” (INE, 2013),
que muestra la evolución en el tiempo del flujo monetario hacia el exterior a
cambio detraer productos del extranjero.
En la tabla 1 presentamos el comportamiento del IPMPI en términos de sus
variaciones absolutas y relativas en cuatro momentos significativos de la vida
política y económica del país de los últimos años: el 2003 por las
31
Albano A. Zambrano Q.
consecuencias del paro petrolero y el golpe de Estado del año anterior; el
2007 como año electoral de la primera reelección presidencial; 2012 con la
segunda reelección presidencial y el 2013 con el fallecimiento del Presidente
Hugo Chávez y la posterior elección del Presidente Nicolás Maduro M., en un
proceso de sustitución que ha marcado un hito significativo en la historia
política contemporánea del país, con obvias repercusiones en el resto de
escenarios del ámbito nacional e internacional caracterizado por la abierta
guerra económica en contra de Venezuela, cuya afectación en el plano
alimenticio ha sido uno de los más notorios en Latinoamérica desde el Chile
de 1970-73 (Castro, 2006, p. 46-47).
Tabla 1. Índice de Precios al Mayor Productos Importados, Base 97 (2003-2013)
Años
Tipo de
Productos
2003
Absoluto
Agropecuarios
2007
%
1.304,60 16,2
Absoluto
3.022,30
2012
%
Absoluto
2013
%
Absoluto
%
20,6 13.460,70 33,03 23.677,00 40,8
Manufacturados 6.767,10 83,8 11.655,90 79,4 27.292,20 66,97 34.387,90 59,2
TOTALES
8.071,70 100 14.678,20 100 40.752,90
Fuente: BCV, 2015.
100
58.064,90 100
Como se aprecia en la tabla el IPMPI total presentó un crecimiento sostenido
durante la serie anual considerada, no obstante el crecimiento en el renglón
de los Productos Agropecuarios luce realmente desproporcionado, pasando
de un significativo 16,2% que era su contribución al índice general en 2003
frente al 83,8% de los Productos Manufacturados, para ubicarse en casi 41%
al final de la serie analizada contra el 59,2% de los manufacturados, lo cual
implica que los precios agropecuarios se multiplicaron por más de 18 veces
durante el período, desde su valor inicial de 1.304,60 hasta alcanzar los
23.677,00 puntos del índice.
Lo anterior cobra mayor importancia para el análisis al considerar los
volúmenes del componente importado que fluyen en el SAA venezolano,
habida cuenta que, como se refirió anteriormente, el IPMPI sólo mide la
evolución de los precios en el tiempo, suponiendo constantes los volúmenes
de la canasta fija de productos respecto al año base (1997 en nuestro caso),
32
Albano A. Zambrano Q.
de manera tal que al incorporar las variaciones en términos de volúmenes de
las importaciones, se puede generar una idea bastante aproximada de la
magnitud de los flujos monetarios implícitos en nuestro SAA en términos del
valor de las importaciones de sus productos.
Un ejemplo bastante representativo son las adquisiciones del Estado a través
de la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) para la
red de distribución pública, que según el MPPAL-SUNAGRO (2014)
representan un 20-30% del abastecimiento nacional. En la tabla 2
presentamos tales adquisiciones de productos agroalimentarios por parte de
la CASA, haciendo una diferenciación según su origen durante los mismos
años referidos para el IPMPI.
Tabla 2. Adquisición de productos agroalimentarios por la CASA 2003-2014.
(Miles de ton.)
Nacional
Años
Ton.
Importado
%
Variación
Ton.
Total
%
Variac.
-
Ton.
2003
52,57
13,73
-
330,29
86,27
2007
666,91
47,35
1.168,66
741.58
52,65 124,52
1.408,49
267,89
2012
612,40
17,74
-8,17
2.838.85
82,26 282,81
3.451,25
145,03
612,99
1.944,88
12,48
-
0,10
4.298.11
8.208,83
87,52
-
51,40 4.911,01
10.153,70
42,30
-
2013
TOTALES
-
382,86
Variación
-
Fuente: MPPAL, Memoria y Cuenta 2014.
La tabulación de los datos anteriores expone dos aspectos de significativa
importancia en nuestro análisis: el primero de ellos referido a la composición
estructural del SAA venezolano en cuanto a su origen, observándose que en
tres de los cuatro años considerados las importaciones estuvieron por
encima del 80 por ciento. El otro aspecto evidenciado es el crecimiento
progresivo que en términos de la variación interanual de lo importado se
refleja en la tabla, crecimiento que a su vez contrasta grandemente con el
componente nacional que, por lógica razonable, debería ser la prioridad de
las adquisiciones por parte del Estado, llegándose incluso a una variación
negativa en el período 2007-2012, lapso en que coincide precisamente con el
mayor incremento de las importaciones.
33
Albano A. Zambrano Q.
El somero análisis a la gestión del SAA vigente en el país corrobora su
absoluta relación con el modelo rentístico petrolero, pues se constata que al
incremento sostenido del índice de precios de los productos importados le
acompaña el significativo y sostenido aumento en los volúmenes importados,
lo que demuestra cuantitativamente el comportamiento de los flujos
económicos del SAA venezolano que, en nuestro criterio, constituye su
característica fundamental: alta dependencia de las importaciones en
detrimento del componente nacional, pero apareada al ingente ingreso
petrolero de la última década.
Otro rasgo de gran utilidad para la caracterización estructural de nuestro SAA
lo representa el valor de la producción nacional que, en términos de su
contribución al Producto Interno Bruto (PIB), reflejamos en la siguiente tabla:
Tabla 3.Aporte de la actividad agropecuaria al Producto Interno Bruto
(MMM de Bs. F)
Años
Concepto
2003
2007
2012
2013
Absoluto
%
Absoluto
%
Absoluto
%
PIB
35.667,53
Consolidado
100
55.283,50
100
61.409,1
0
100
62.233,8
9 100
PIB Agrícola
5,90
2.514,35
4,55
2.682,53
4,37
2.637,16 4,24
2.105,94
Absoluto
%
Fuente: BCV, 2015.
La revisión de la data anterior muestra el decrecimiento progresivo del PIB
Agrícola durante los años seleccionados en su contribución absoluta al PIB
Consolidado, cuya expansión interanual es notoria. De igual modo en el
Grafico 1 se observa un sostenido decrecimiento en términos relativos,
haciéndose evidente que la gestión agroalimentaria venezolana se sustenta
en un “modelo de desarrollo basado en el molde consumista-destructivo del
capital, que resulta claramente incompatible con la sobrevivencia de la
humanidad” (Rauber, 2010, p. 84), dado que se orienta por los criterios del
agronegocio y su rentabilidad, sin atender a las necesidades humanas.
34
Albano A. Zambrano Q.
7,00
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1,00
0,00
2003
2007
2012
2013
Gráfico 1. Aporte de la actividad agropecuaria al Producto
Interno Bruto. (%)
Fuente: Tabla 3, construcción propia, 2015.
Es así que pese a las medidas anunciadas anualmente por el Ejecutivo
Nacional, las que consistieron en un incremento de los salarios y la decisión
de no recortar el gasto social, especialmente el relativo a programas
vinculados con la seguridad alimentaria que incluye desde las casas de
alimentación pasando por el fortalecimiento de la Red Mercal, su
repotenciación y reforzamiento con la creación de la Productora y
Distribuidora de Alimentos (Pdval), para la “digna alimentación de las
personas que van saliendo de la miseria” (Chávez, 2008, p.104-105),
acudiéndose adicionalmente a operaciones del crédito público destinadas a
garantizar la soberanía alimentaria (BCV, 2014), para impulsar programas de
incentivo a la producción agrícola interna, como la Misión Agro Venezuela,
entre otros, se evidencia que todo el esfuerzo de la gestión pública se
condujo en la realidad hacia la agricultura de puertos, generándose tal
contradicción frente al sustancial incremento del consumo alimenticio
impulsado desde el Gobierno Nacional y sus entes centralizados.
En función a lo planteado, destacan al menos cuatro rasgos característicos
de la gestión agroalimentaria venezolana de comienzos del siglo XXI:
a) La responsabilidad de la gestión del SAA en Venezuela es deber
ineludible del Estado, pues posee rango constitucional y como tal debe
35
Albano A. Zambrano Q.
garantizarse con políticas públicas apoyadas en un marco jurídico e
institucional, que centraliza su cumplimiento desde el nivel nacional;
b) El sistema vigente está orientado a garantizar la seguridad alimentaria,
razón por la cual pese a los ingentes recursos de la renta petrolera, o tal
vez por ello, la gestión agroalimentaria nacional asegura el acceso de las
personas a los alimentos independientemente del origen de estos;
c) Debido a lo anterior es indudable que la gestión del sistema atenta contra
la soberanía agroalimentaria, al no traducirse la inversión del Estado en
incremento de la producción interna, dependiendo cada vez más de la
renta petrolera;
d) En consecuencia, el SAA nacional exhibe gran fragilidad por su elevada
dependencia del mercado internacional en el suministro de insumos,
materias primas y alimentos terminados, dificultando la consolidación del
proceso de independencia y soberanía planteados en el Plan de la Patria.
1.4. Consecuencias derivadas del modelo vigente.
Entre las consecuencias inmediatas emanadas del modelo de gestión del
SAA vigente en Venezuela, se evidencian algunas que estructuralmente
impactan de forma determinante en tres planos fundamentales de la vida
nacional-local: a) en la producción; b) en el abastecimiento; c) en la
organización
social,
obviamente
transversalizados
por
los
aparatos
económico y político-ideológico, en tanto componentes respectivos de la
estructura y superestructura dialéctico-material presentes en la formación
social de dos modelos en pugna histórica: el capitalismo consolidado y el
socialismo en construcción.
En cuanto a la producción, y en correspondencia con lo referido en párrafos
anteriores, es indiscutible que la fragilidad exhibida por el SAN obedece a la
estrategia internacional de dominación de los pueblos a través del control de
los alimentos, lo que se aborda además desde sus procesos productivos
primarios, es decir, no sólo se circunscribe a la modificación de los hábitos
alimenticios y el patrón de consumo final mediante la imposición de
costumbres e introducción de productos importados, sino que incluye la
dependencia del material vegetal reproductivo, imponiendo el modelo
36
Albano A. Zambrano Q.
corporativista del agronegocio internacional a la actividad productiva local,
sustentada en el uso de semillas certificadas de origen regularmente
transgénico, ya que como señala Shiva (2008): “la semilla significa alimento:
cuando controlas la semilla controlas el alimento” a partir de su producción,
pues la productividad agrícola del país impacta directamente al resto de
eslabones de la cadena y compromete la soberanía agroalimentaria nacional.
Es evidente entonces que la señalada fragilidad sistémica venezolana está
en estrecha dependencia a una estructuración agroproductiva nacional
concebida, direccionada y ejecutada a través de políticas públicas
absolutamente centralistas de tipo piramidal, esto es, sustentada en
lineamientos emanados desde el ente rector ministerial hacia los estados y
municipios, con tal nivel de detalle y subordinación que cualquier afectación a
nivel de la cúpula genera una especie de efecto dominó sobre el resto del
país, máxime si agregamos la sumisión nacional a la homogeneidad
alimentaria como componente desprendido del sistema internacional,
mediante el cual se pretende homologar las ecoregiones y localidades
agroproductivas en términos de rubros, sistemas de cultivos, planes de
siembra y ciclos productivos, obviándose exprofeso tanto las particularidades
naturales como la cultura agroproductiva y alimenticia propias, en tanto
categorías de potencialidad o limitación a escala local y comunal.
Por otra parte, si bien es cierto que desde 2003 el Estado comenzó a
insertarse en el ámbito de la distribución-comercialización alimentaria con la
creación de la red Mercal, ampliándose progresivamente su accionar a través
de Pdval y Abastos Bicentenario, no es menos cierto que la ausencia del
sector público en la producción agrícola es casi absoluta, además de poco
eficiente hasta el momento, pese a los evidentes esfuerzos del alto gobierno
y las ingentes inversiones destinadas a la conformación de empresas de
propiedad estatal, dedicadas a la producción primaria en los subsectores
vegetal, pecuario y pesca-acuicultura.
Este aspecto representa quizás la mayor debilidad de nuestro SAA pues
genera una arbitraria dependencia de la acción empresarial privada
(individual o colectiva), a cuyo libre albedrío y decisión incondicional se ha
37
Albano A. Zambrano Q.
dejado un sector estratégico primordial como la producción primaria de
alimentos, máxime en el período transicional de la Revolución Bolivariana
durante el cual es objeto de constantes ataques derivados de la
confrontación político-ideológica, con la guerra económico-productiva como
táctica contrarrevolucionaria principal y cuando, por antonomasia, la actividad
agrícola resalta por su carácter dinamizador-proveedor de otros sectores de
la economía, que la convierte en factor clave para la producción de bienes,
incremento de la demanda derivada y la generación de puestos de empleo, a
la vez de constituirse en una vía de ahorro de divisas, actualmente utilizadas
en la importación de materia prima o productos de consumo directo para
garantizar el abastecimiento nacional, lo que se traduce en seguridad
alimentaria pero afecta la soberanía del país.
En cuanto al abastecimiento concebido a través del cumplimiento a las
condiciones de existencia física de un producto en las cantidades requeridas,
en su calidad y aporte nutricional, el precio accesible y justo, disponibilidad
en el momento oportuno y el lugar donde se le necesita (Zambrano, 2015),
constituye una categoría que además de lo económico (estructura),
representa una dimensión importante en el plano político-ideológico
(superestructura) dentro del SAA, lo cual le confiere una especie de
desdoblamiento significacional, puesto que más allá de su condición
material-existencial expresa un significado subjetivo-concreto que, en el
imaginario individual y colectivo, instituye la garantía del buen vivir.
De tal desdoblamiento vale acotar que la variedad de productos alimenticios,
marcas y presentaciones exhibidas en los anaqueles de los establecimientos
comerciales o puntos de venta, es percibida por la mayoría de la población
como resultado de la actividad económica de la industria procesadora y
comercializadora, desconociendo y sin razonar conscientemente respecto al
trasfondo político-ideológico que sustenta la estructura del SA globalizado de
base neoliberal, pues como refiere Bigott (2015): “la conciencia no es otra
cosa que la representación de la realidad en nuestro cerebro (…) la realidad
se presenta en un primer momento en sus elementos aparenciales, es decir,
en el mundo de la pseudoconcresión”, condición que se expresa en el
38
Albano A. Zambrano Q.
proceso publicitario-comercial de acostumbramiento a la presencia de los
productos, sin reflexionar en torno al origen de los mismos ni las situaciones
que involucran, sino en la apariencia que representa su disponibilidad.
De tal manera que la estructuración de un SAA orientado más a garantizar la
presencialidad de los alimentos con el argumento de la seguridad
alimentaria, constituye un instrumento político-ideológico de gran utilidad
cuando el mismo se enmarca en una estrategia de dominación, en tanto
arma fundamental para la maniobra de guerra económica, puesto que “una
sociedad no está acostumbrada a las ausencias, sino a las presencias. Creer
que una sociedad vive de las ausencias es un error, porque en el cerebro lo
que se representa es lo que está aquí en el mundo real, donde están
presentes los elementos de lo apariencial” (Bigott, 2015), de donde se
desprenden estados de angustia o tranquilidad que se relacionan a las
previsiones de las familias para la disponibilidad futura de alimentos, ya que
no solo se trata de garantizar el consumo inmediato sino asegurar su
presencia en el tiempo.
Este esencialmente es el plano donde se percibe el abastecimiento
alimenticio como el problema de mayor afectación individual y colectiva del
SAA, que convenientemente manipulado afecta la presencialidad regular de
los productos y genera angustias por su ausencia, bien sea por alteraciones
del aparato productivo inicial, distorsiones en la agroindustria procesadora
y/o deformaciones del subsistema de distribución y comercialización, dando
lugar a lo que venimos conociendo como un proceso de desabastecimiento
programado de la canasta alimenticia nacional.
En este sentido es que Lanz (2014) refiere el desabastecimiento programado
como “una práctica encubierta ejecutada por actores oponentes al proceso
bolivariano que no sólo persigue fines especulativos o de negocio fácil
acaparando alimentos, si no que posee fines políticos, electorales o
subversivos”,
agregando
luego
que
es
por
tal
razón
que
“el
desabastecimiento se convierte en una amenaza desestabilizadora utilizada
para generar descontento y acciones violentas”, lo que a su vez da origen a
otro fenómeno social-económico que apuntala el proceso de degradación
39
Albano A. Zambrano Q.
organizacional para inducir, entre otras, la organización social negativa
comúnmente denominada bachaqueo, en tanto mecanismo de confrontación
entre el mismo pueblo para acceder a los alimentos fundamentales y como
una expresión apariencial de un hipotético fracaso del modelo socialista
bolivariano en construcción.
Es así como la fragilidad expresa del SAA repercute también negativamente
sobre la organización social del pueblo, limitando el fortalecimiento del poder
popular previsto en nuestra Carta Magna y por ende la posibilidad de
“continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI en Venezuela,
como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello
asegurar la mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad
política y mayor suma de felicidad" para el pueblo, como enuncia el Segundo
Objetivo Histórico del Plan de la Patria 2013-2019 (AN, 2013, p.12) en la fase
actual de la Revolución Bolivariana, dado que a partir de los bachaqueros y
sus redes de distribución informal se generan las condiciones aparentes para
sustentar una especie de satanización, y hasta la criminalización, de
cualquier forma de organización colectiva del poder popular.
De tal manera que pese al componente de distribución especulativa
presentes en el bachaqueo, cuya banalización mediática conduce al abordaje
simplista a través de acciones represivas y de fiscalización sencillas, para su
adecuada comprensión es necesario dimensionarlo desde la innegable
complejidad de las causas económico-productivas y sus efectos políticoideológicos, ya que en el mismo subyacen aspectos organizativos
estructurales del proceso de transformación social-cultural en los que se ha
venido avanzando desde 1999, los que pueden ser revertidos en detrimento
del pueblo y sus formas de organización popular como elementos claves
para la construcción de un nuevo modo de producción social, basado en un
nuevo modelo económico-productivo y con nuevas relaciones sociales de
producción, uno de cuyos puntales debe ser precisamente la gestión del SAA
desde lo local, sustentado en la organización social del poder comunal.
40
Albano A. Zambrano Q.
II. SEGUNDO
MOMENTO:
ELEMENTOS
TEÓRICOS
QUE
FUNDAMENTAN LA PROPUESTA MEGPSAL.
La fundamentación de nuestra propuesta transformadora para el modelo de
gestión actual del SAA, se orienta hacia dos vértices teóricos concretos: el
primero de ellos atendiendo detalladamente las fisuras epistemológicas
detectadas, acudiendo a sustanciar epistemológicamente las relaciones
categoriales de nuestra investigación, mientras que el segundo vértice lo
destinamos a sustanciar propiamente los elementos teóricos del modelo
planteado
2.1. Vértice epistemológico
Evidentemente no es desde las teorías del agronegocio, los “commodities
agrícolas” (Lanz, 2009, p. 41-44), ni en la absolutización de los alimentos
como mercancías rentables del mercado internacional, que podríamos
fundamentar un modelo estratégico de gestión agroalimentaria para el
Socialismo del Siglo XXI, resultando imperioso asumir el análisis crítico y la
transformación revolucionaria bolivariana que plantean el texto constitucional
y el Plan de la Patria, como hojas de ruta para las políticas públicas que
confronten el productivismo y la preeminencia del valor de cambio que “con
el capitalismo, se vuelve parte esencial de la vida humana”(Silva, 1979, p.
181), en desmedro del valor de uso y la función social del producto.
Esta
postura
implica
además
una
concepción
estratégica
de
lo
agroalimentario que nos deslinda de la racionalidad que aún caracteriza la
gestión agroalimentaria en Venezuela, asumida como simple intercambio
economicista de mercancías, propia del “extractivismo y el neoextractivismo
del neocapitalismo” (Acosta, 2013, p. 91), por cuanto es necesario tener claro
que el capitalismo dependiente (Maza, ob. cit., p. 32-35) fomenta el
surgimiento de una burguesía nacional, cuyo ideal-acción apoya la injerencia
extralimitada del capitalismo internacional contra la función soberana del
Estado, evidenciándose “la contradicción inconciliable entre los estados
nacionales rivales del sistema del capital (…), que constituye la clara
41
Albano A. Zambrano Q.
manifestación de esa extralimitación” (Mészáros, 2001, p. 253-254),
particularidad del capitalismo en su fase imperial, la lucha de clases y la
división imperialista internacional del trabajo, categorías del desarrollismo
dependiente opuesto a la soberanía de las naciones.
2.1.1. Elementos teóricos del pensamiento estratégico para un modelo
de gestión.
La construcción de una concepción teórica, en tanto idea expresada de algo,
demanda recurrir a elementos conceptuales existentes para darle significado
a la idea, bien sea por analogía o por contraste, llevando a que tales
conocimientos se constituyan en referencias que tributen teóricamente al
nuevo concepto, lo que Hernández y Velásquez (2005), definen como
“conceptos, significados, postulados y/o principios que dan forman a una
construcción teórica” permitiendo profundidad y alcance en el análisis,
comprensión y explicación del problema abordado y la solución propuesta.
Al respecto Ander-Egg (1990) plantea que tales elementos expresan
“proposiciones teóricas generales, las teorías específicas, los postulados, los
supuestos, categorías y conceptos que han de servir de referencia para
ordenar la masa de los hechos concernientes al problema o problemas que
son motivo de estudio e investigación”, reforzado por Sabino (1996) al
señalar la necesidad e importancia de la teorización para plantear una
investigación, puesto que “es siempre necesario distinguir entre lo que se
sabe y lo que no se sabe con respecto a un tema para definir claramente el
problema que se va a investigar". De lo anterior se desprende que en toda
construcción teórica están presentes categorías y conceptos de necesaria
definición, tanto para darle sentido a la nueva teoría como para otorgarle la
debida importancia a los aportes que, con frecuencia, son tomados desde
campos del
conocimiento
disímiles al
que
contextualiza
el
nuevo
planteamiento, lo que en definitiva constituye parte de la evolución histórica
de la teoría y el conocimiento que contiene.
Es en este contexto teórico-conceptual que lo estratégico cobra cuerpo y
significado como categoría allende los ámbitos empresariales privados de la
42
Albano A. Zambrano Q.
década de los años 70 del siglo XX, internándose progresivamente en la
gestión pública desde los años 80 muy vinculada a la planificación
estratégica (Matus, 1982; Corredor, 2001; Corredor, 2010), así como a los
conceptos de gobernabilidad y gobernanza (Aguilar, 2007), éstos últimos
planteados como enfoques de pensamiento-acción estratégica a propósito de
mejorar la capacidad directiva del gobierno, contribuyendo además al
establecimiento de una nueva relación rectora entre éste y el Poder Popular,
sustentada en la organización estratégica de la administración pública.
Por su parte Kaplan y Norton (2004), citados por Peraza (2012, p. 88) en su
abordaje conceptual desde la perspectiva de la gestión empresarial, señalan
que en la visión estratégica de una organización es donde se describe la
forma en que se crea valor, argumentando que la estrategia “es un paso de
un proceso continuo lógico que moviliza a una organización desde una
declaración de misión de alto nivel, al trabajo realizado por los empleados”,
identificándose con la definición del Diccionario de Economía y Negocios
(Espasa, 2000, p.241): “aquello que afecta a los objetivos generales que
tiene la empresa en el largo plazo”, que implica un proceso dinámico de
planificación-acción e involucra desde los intereses y posibilidades internas
hasta las necesidades del público-destino, independientemente de que se
trate de una empresa privada o una institución del Estado.
En este tejido teórico se encuadra la afirmación de Corredor (2001, p. 81)
respecto a que “los procesos de planificación sólo pueden ser viables si
existe una organización eficiente”, resaltándose así la relación simbiótica
entre plan-acción bajo el enfoque estratégico y que se expresa en la
eficiencia, entendida como el aprovechamiento óptimo de los recursos
disponibles para lograr los objetivos de la organización, máxime cuando se
enfrentan cambios recurrentes del escenario económico y/o en situaciones
políticas de poder compartido (Matus, 1982, p.23), los que, en tanto sistema
dinámico, deben considerarse para construir un modelo de gestión para una
nueva sociedad, basada más en valores de uso que en valores de cambio.
43
Albano A. Zambrano Q.
Matus (1978), citado por Corredor (2010, p. 74), señala que en la
planificación del desarrollo con visión transformadora “la estrategia viene a
ser un análisis y propósito de futuro donde se integra lo económico y lo
político-social mediante un modelo abstracto del proceso material de
desarrollo”, concepción en que se reflexiona la realidad concreta de donde
surge el modelo para procurar su transformación integral mediante un nuevo
propósito de acción que, independientemente del nivel (Ramos, 2005, p. 5),
implica imaginar la nueva realidad como escenario deseado.
Es así que desde la visión estratégica se concibe la construcción de un
modelo como la “simplificación de la realidad que facilita su comprensión y
estudio” (Espasa, 2000, p.413) para la mejor estructuración y disposición de
los recursos e insumos en correspondencia siempre con los requerimientos
de los procesos, que garanticen las salidas del sistema a fin de satisfacer las
insuficiencias del entorno y cumplir el encargo de la sociedad, concepción
sistémica aplicable indistintamente al ámbito privado y al sector público, pues
en ambos casos se trata de ejecutar las actividades planificadas, obtener
resultados según los objetivos planteados con la eficiencia, efectividad y
eficacia en tanto bases estratégicas para el desarrollo de un sistema.
Es propicio señalar que aunque la categoría modelo es vista desde
perspectivas
conceptualmente
diversas
tales
como
la
científica-
epistemológica, la ética-axiológica, la económica-comercial y la artísticocultural, entre otras, siempre subyace la representación abstracta o concreta
de una idea en torno a cómo son o han de ser los hechos, procesos,
relaciones,
fenómenos,
de analizarlos, describirlos
conductas
y/o
o
sistemas, con
explicarlos, mediante
el
la
propósito
simulación,
exploración, control y predicción de sus características y resultados posibles.
Para Bigott (2015), el modelo es la representación de las relaciones
establecidas entre los componentes fijos de un sistema, los que a su vez
conforman la estructura de una determinada realidad y que, finalmente, es lo
que se modela, definición donde subyacen tanto la noción organizacional
44
Albano A. Zambrano Q.
como el pensamiento estratégico en su sentido más amplio, concebida como
las relaciones y procesos orientados en procura de los objetivos planteados.
Por su parte Carvajal (2002, p. 5) señala desde la configuración
epistemológica que “el modelo puede considerarse como una especie de
descripción o representación de la realidad (hechos, situaciones, fenómenos,
procesos, estructuras y sistemas, entre otros), que, por lo general, está en
función de unos supuestos teóricos o una teoría”, lo que refuerza Routio
(2007, p. 2): “en la mayoría de los proyectos de investigación una de las
primeras metas está en crear un retrato teórico del objeto empírico de
estudio en el mundo conceptual del pensamiento y de la teoría”, creación que
orienta y facilita su transformación en algo diferente, correspondiendo su
naturaleza real con la base epistémica de sus autores y en la búsqueda
teórica que les orienta, según el campo de conocimiento en que se inscriben
y, por supuesto, recibiendo influencias del enfoque ontológico que identifica a
sus creadores (Routio, ob. cit., p.3-6), ya que el proceso de modelación
estratégica en ningún modo es neutro, sino que expresa la concepción
política como sustento ideológico de quien modela.
En cuanto al modelo de gestión, Tobar (ob. cit., p. 11) lo define como “una
forma sistemática y racional para la toma de decisiones propias de la
organización”, y agrega luego: “es decir, la secuencia, ordenada y racional en
la cual deben ser planeadas y resueltas sus decisiones”, todo ello con miras
a garantizar la efectividad y eficiencia en el desempeño organizacional para
el logro de sus objetivos, lo que aplica no sólo para las empresas privadas,
sino que se extiende al sector público y para las organizaciones sociocomunitarias del Poder Popular, insistiendo Rodríguez (2011) en que el
desarrollo estratégico de un país, municipio o comunidad debe planificarse y
por tanto modelarse cuidadosamente, optimizando así “los recursos siempre
escasos frente a las múltiples necesidades y usos, con miras a lograr metas
y objetivos”, con criterios científicos, técnicos, políticos y sociales para decidir
sin las subjetividades premonitorias de algún estilo particular de gerenciar.
45
Albano A. Zambrano Q.
Finalmente vale acotar que la dimensión transformadora, en tanto elemento
teórico necesario para la concepción y construcción de un modelo que
oriente la gestión estratégica del SAL, deberá expresar el escenario teórico
mediante el cual su implementación tributaría a revolucionar la realidad
concreta representada, habida cuenta que el presupuesto de partida para su
construcción (que por lo tanto le justifica), es el agotamiento del modelo
vigente y su manifiesta incapacidad para lograr la satisfacción de las
necesidades cambiantes actuales, como rasgo característico de la sociedad
globalizada y la tendencia mundial hacia el humanismo y la ecología.
2.1.2.
Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un
modelo estratégico.
El abordaje de la relación teórica entre categorías que si bien no son nuevas,
sí resulta novedosa su unión en tanto componentes de otras que se han
estructurado a finales del siglo XX e inicios del XXI, obedece a la necesidad
de reflexionar en torno a sus conceptualizaciones para determinar la
articulación y complementariedad existente, con miras a comprender sus
respectivos aportes al modelo estratégico de gestión pública del sistema
agroalimentario local, como categoría amplia de la que forman parte en
nuestra construcción teórica.
De esta manera atendiendo a la semántica en el caso de gestión,
encontramos su origen en el latín gestĭo referido a la administración de
recursos, por lo cual una de las acepciones que le confiere el Diccionario de
la Academia Española (Barsa, 2001, p. 77) es: “Dirección, administración de
una empresa, negocio, etc.”, e igualmente la define como “Conjunto de
trámites que se llevan a cabo para resolver un asunto”, apreciándose que el
concepto siempre es relativo a la administración de algo (y hasta de alguien)
por parte de alguien, es decir, constituye una acción eminentemente humana
e intencional sobre terceros, ya sean cosas o personas.
Por su parte el ya citado Diccionario de Economía y Negocios (Espasa, 2000,
p. 293) refiere la gestión como “administración y dirección de una empresa
atendiendo a una serie de procedimientos y reglas que mediante la
46
Albano A. Zambrano Q.
coordinación y organización de los recursos disponibles persigue cumplir los
objetivos prefijados de la manera más eficaz posible”, de donde se
desprende que independientemente de las acepciones como acción y efecto
de gestionar o de administrar, la misma se ejecuta con fines específicos y
para alcanzar propósitos concretos.
Esta concepción también aplicable a las acciones de gobernar, decidir,
disponer, organizar y poner en orden los intereses públicos mediante los
objetivos que formulan los gobiernos para la gestión pública, la que Avalos
(1988) citado por Cruz (2008, p.53), define como “la actividad administrativa
que realiza el Estado para satisfacer sus fines a través del conjunto de
organismos que componen la rama ejecutiva del gobierno y de los
procedimientos que ellos aplican”, lo cual es reforzado por Elayne (2011,
p.111) quien afirma que “la gestión pública constituye un medio para orientar
las políticas públicas”, entendidas éstas como las decisiones tomadas
respecto a los problemas o asuntos públicos.
Pero el concepto no se circunscribe a lo empresarial-político, sino que es
ampliamente aplicado hoy día a distintos campos y actividades humanas,
hablándose así de gestión de gobierno, para referirse a las acciones y obras
del gobierno nacional, estadal o local; gestión social respecto a la creación
de espacios y labores para la interacción de las comunidades; gestión de
proyectos, para las tareas de organizar-distribuir los recursos en el tiempo
pautado para un proyecto; gestión del conocimiento, referida a la
transferencia del conocimiento y la experiencia entre los miembros de una
organización, comunidad o sociedad; gestión ambiental, aplicación bastante
novedosa y quizás poco difundida, relativa a los recursos medioambientales.
De igual modo se hace referencia a la gestión agroalimentaria, asumida
como la función del Estado para garantizar los alimentos a la población en
términos de la seguridad de existencia de los mismos, “entendida como la
disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el
acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor”
(ANC, ob. cit., p. 325), gestión que además contempla, según Cabrera (2008,
47
Albano A. Zambrano Q.
p.18-19), las modalidades de seguridad alimentaria individual expresada en
términos nutricionales per cápita
mediante la ingesta de calorías,
carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales necesarios; la seguridad
alimentaria familiar que se refiere a la capacidad de los grupos familiares
para acceder a la canasta alimenticia y cubrir las necesidades nutricionales
grupales; y la seguridad alimentaria nacional, alusiva a la oferta de alimentos
disponibles para cubrir las necesidades alimenticias de un país y vinculada a
la soberanía alimentaria en tanto poder, capacidad o facultad de cada pueblo
de definir sus propias políticas agroalimentarias para el desarrollo sostenible
y sustentable (Vía Campesina, 1996).
Vale acotar que en la República Bolivariana de Venezuela esta función de
Estado se desempeña a través de la Superintendencia Nacional de Gestión
Agroalimentaria (SUNAGRO), instancia adscrita al Ministerio del Poder
Popular para la Alimentación cuya misión esencial es evaluar y garantizar los
inventarios estratégicos de la seguridad alimentaria nacional, incluyendo
tanto la producción interna de insumos, materia prima, reservas estratégicas
almacenadas y las necesidades de importación expresadas en términos de
volúmenes de existencia sistémica, atendiendo a las capacidades físicas de
la infraestructura de almacenamiento y conservación del país.
Por su parte la noción de sistema constituye un concepto que igualmente
posee en la actualidad varias acepciones y aplicaciones en diferentes
disciplinas y contextos para hacer referencia al proceso de interacción entre
los componentes de una estructura funcional, caracterizado por el ingreso o
entrada de insumos, el procesamiento de los mismos mediante el uso de
recursos y los procedimientos particulares destinados a la obtención de un
producto o resultado final como salida sistémica, la que desde una
perspectiva estratégica genera información que a su vez sirve de
retroalimentación a los sistemas abiertos, permitiéndoles perfeccionar
integralmente sus estructuras, ciclos o procesos posteriores.
Del mismo modo por tratarse de un conjunto de elementos cuya integracióninteracción es lógica y dinámica en procura de su equilibrio, “la influencia
48
Albano A. Zambrano Q.
ejercida sobre alguno de los elementos del sistema le afectará globalmente
debido a la interrelación entre los elementos, que busca la autorregulación o
equilibrio del propio sistema” (Espasa, 2000, p. 617), búsqueda que
constituye un rasgo característico fundamental como principio determinante
del funcionamiento sistémico.
De lo anterior se desprende que efectivamente “la relación entre entrada y
salida es la función del sistema” (Domingo, 1977, citado por Corredor, 2001,
p.21), razón por la cual se afirma que en la realidad no existen sistemas
totalmente cerrados ni absolutamente autónomos, pues si bien es cierto que
todo sistema está constituido por partes, todo sistema es a su vez parte de
un todo más amplio que constituye las interacciones de variada índole
presentes en la realidad concreta, lo que implica que aun aislándose una
parte de algún sistema el cumplimiento de su función le obligará siempre a
recibir entradas provenientes de otro sistema y producir salidas que
afectarán sucesivamente a otro, generándose así una secuencia de sistemas
y subsistemas que interactúan complementariamente.
En este aspecto es propicio señalar que el concepto de sistema relativo a la
gestión se desprende también del mundo empresarial y tomó auge a partir de
la década de 1980, sustituyendo en buena medida la concepción acerca de
que el éxito y desarrollo adecuado de las organizaciones dependen del
liderazgo gerencial, premisa abolida a partir del modelo de la calidad total
propuesto por E. Demmig durante las décadas de 1960-70, argumentándose
que aparte del estilo gerencial “otras variables pueden tener un gran peso
como determinantes del éxito, entre ellas adquieren gran importancia los
componentes culturales” (Tobar, 1997, p.4), reafirmando la importancia de
que cada sociedad, comunidad u organización asuma un modelo de gestión
según su sistema político, económico y social, el cual debe corresponder a
sus potencialidades y limitaciones ecoregionales-culturales, así como al
marco jurídico y las necesidades de la sociedad a la cual va dirigido.
De esta manera, es prioritario que tanto los gobiernos como las comunidades
valoren adecuadamente sus posibilidades y necesidades reales, en procura
49
Albano A. Zambrano Q.
de modelar estratégicamente un proceso de desarrollo contextualizado a su
propia realidad, evitando modismos o tendencias inadecuadas a sus
condiciones (De Faría, 2012, p. 99-100) e identificando los rasgos invariantes
de su estructura sistémica sociocultural y económico-productiva, a fin de
organizar un modelo de gestión que evite poner en riesgo la permanencia en
el tiempo de sus posibilidades de bienestar.
Es así que acudimos a lo que Mas (2005, p. 23) define como “desarrollo
endógeno sostenible y sustentable”, cuyo componente estratégico es la
garantía para lograr la permanencia temporal y espacial de cualquier
actividad, lo que para el SA es fundamental tanto por su condición de
satisfactor vital, como por los impactos nocivos que siempre genera la
actividad agrícola sobre la ecología local, centrándose así en la
transformación necesaria y posible del modelo agotado para evitar su
reproducción, lo cual invariablemente llevaría al conocido perogrullo de
cambiar para que todo siga igual.
En este sentido Ruiz y otros (2001, p. 12-14) refieren la importancia de
identificar y considerar los factores objeto del cambio en un sistema
determinado, definiéndolos como aquellos que, por diversas razones, una
organización o sociedad puede detectar como posibles y necesarios de
cambiar e incluye, como se refirió antes, la adecuación o transformación de
las estructuras jurídico-políticas, el aprovechamiento racional y razonado de
los recursos locales, el uso de tecnologías apropiadas y apropiables, las
políticas sociales, entre otros, aspectos que deben atenderse sin desviar por
ello los propósitos propios del sistema considerado.
En consecuencia, al abordar la gestión con enfoque de sistema hacemos
referencia a la organización y toma de decisiones considerando las leyes de
la totalidad, la autorregulación y la transformación que rigen para los
sistemas, las cuales aplican al equilibrio interno de éstos y en su interacción
con otros sistemas, consideración indispensable para el diseño de un modelo
de gestión estratégica, cuya concepción amerita obviamente de la
contextualización a su realidad integral como un todo y contribuye de manera
50
Albano A. Zambrano Q.
expresa al fortalecimiento de sus capacidades propias, al cumplimiento de su
encargo social y la adecuación a los cambios del entorno local, nacional e
internacional como rasgo propio de la sociedad de inicios del Siglo XXI.
2.1.3.
La noción local en la gestión pública del SAA.
La concepción de lo local en tanto espacio de acción social ha estado
presente históricamente a lo largo del desarrollo de la humanidad y las
distintas civilizaciones, pues constituye el contacto más inmediato de la
persona con lo que es su entorno físico, social, cultural y fundamentalmente
político, amén de ser la fuente proveedora de satisfactores a sus
necesidades más sentidas y urgentes como la alimentación, vivienda,
vestido, trabajo e ingresos entre otros.
De esta manera la categoría local como expresión de la relación genteespacio ha sido abordada desde la escuela clásica de la economía hasta la
actualidad, sin menoscabo del abordaje de otras ciencias y disciplinas como
el derecho, la geografía, la sociología, la política, entre otras, siempre
vinculada directamente al uso agrícola (Flores, 1976, p. 130-134), en tanto
origen de la base alimenticia para la humanidad que, no obstante, entra en
competencia y confrontación con otros usos demandados por el desarrollo de
la sociedad, tales como el urbanismo, industrialización, minería y turismo,
siendo objeto en la actualidad de enfoques teóricos, marcos jurídicos y
regulatorios conjugados con la organización socioterritorial y la estructuración
de la geometría del poder para la articulación interna del modelo productivo
(Chávez, 2000, p. 9): expresión de la relación de la gente con el espacio y la
distribución político-territorial de las naciones.
Al respecto Lösch (1954), citado por Flores (1976, p. 125) refiere: “así como
la teoría del desarrollo económico considera el tiempo, la teoría de la
localización de la actividad económica toma el espacio en su enfoque sobre
la economía” agregando luego que “en principio toda la teoría económica
puede ser reformulada desde el punto de vista espacial”, lo que
indudablemente alude a la necesidad de interacción del ser humano con su
territorio de entorno, bien sea considerándolo como recurso para la
51
Albano A. Zambrano Q.
satisfacción de sus necesidades o como objeto de apropiación individual o
colectiva, en este último caso asumido como resistencia u obstáculo que
pudiese limitar los procesos de producción, distribución y consumo.
De igual modo Flores (1976, p. 134) discute la importancia de la noción local
como manifestación del vínculo inmediato hombre-espacio, acudiendo a la
teoría de la localización agrícola, escrita por Johann Heinrich von Thünenen
1826, demostrando que las ciudades, como centros del poder político y
económico, dependen del acceso a los centros de producción agrícola en
función a los costes económicos-sociales derivados del transporte y el
tiempo de abastecimiento alimenticio indispensable para garantizar la
operatividad citadina, lo que además es un elemento de valoración para la
tierra en tanto factor productivo. Igualmente destaca la relativización
conceptual de lo local para la demarcación de diferentes ámbitos espacialesterritoriales, siendo así que desde la óptica geoeconómica o de la geopolítica
internacional se hace mención a la producción local (Sunkel, 1995, p. 43), o a
política local para referirse respectivamente a la producción o gobierno de un
país, esto es, otorgándole alcance de territorio nacional al concepto.
No obstante en el caso venezolano la connotación local se aplica al espacio
político-territorial correspondiente a los municipios, tal como se desprende
CRBV cuyo artículo 169 refiere “La organización de los Municipios y demás
entidades locales”, estableciéndose además que en el caso de los municipios
con población indígena “la organización municipal será democrática y
responderá a la naturaleza propia del gobierno local” (ANC, 2000, p.178179), reforzado en el artículo 182 de nuestro texto constitucional mediante el
cual se “crea el Consejo Local de Planificación Pública, presidido por el
Alcalde o Alcaldesa” (ob. cit., p. 194), que constituye la máxima instancia de
planificación y organización del espacio municipal.
Asimismo el artículo 1º de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal
señala
que
la
misma
“tiene
por
objeto
desarrollar
los
principios
constitucionales, relativos al Poder Público Municipal, su autonomía,
organización y funcionamiento, gobierno, administración y control, para el
52
Albano A. Zambrano Q.
efectivo ejercicio de la participación protagónica del pueblo en los asuntos
propios de la vida local” (AN, 2005, p. 1), lo que despeja toda duda sobre la
delimitación geográfico-territorial y el nivel de organización políticoadministrativa de lo local en tanto espacio físico, político, económico y social.
Lo anterior cobra vigencia al aplicar al ámbito nacional el concepto de
desarrollo local sostenible (Rodríguez, 2011, p. 5), cuya unidad espacial por
excelencia es el municipio, consustanciado con el hecho de que sin dejar de
pensar globalmente se impulse “la instauración de un modelo alternativo en
el que la población local asuma de manera real la apropiación y gestión
sobre sus recursos y servicios ambientales” como plantea Mateo (2012,
p.144), para quien es preciso construir indicadores estratégicos de gestión
que aporten información confiable, ágil y oportuna a los decisores locales
sobre el desempeño del sistema económico y social, en términos de la
disponibilidad de recursos naturales, capacidades tecnológicas y talento
humano, a fin de garantizarle viabilidad a las políticas públicas que tributen al
modelo de desarrollo estratégico local.
Obviamente los indicadores de gestión estratégica, como instrumentos “de
medición construidos teóricamente para ser aplicados a un conjunto de
unidades de análisis, con el propósito de producir un número que cuantifica
algún concepto” (López, 2009), deben ser estructurados según la concepción
del sistema y su fundamento político, ideológico y filosófico, puesto que estas
dimensiones son diferenciadoras según se realice el abordaje desde la
gestión humanista-ambientalista o bajo el enfoque de gestión capitalistaneoliberal. Es oportuno reiterar que bajo la primera perspectiva el SAA se
asume de manera totalmente distinta a la concepción del agronegocio
planteado en la segunda, implicando en el humanismo todo un esfuerzo de
gestión estratégica estatal para la obtención, sistematización y análisis
permanente de información sobre contextos cambiantes a fin de garantizar
su sostenibilidad, lo que lleva a los decisores públicos a estrechar y
mantener una constante interacción con las comunidades (Tünnermann,
2003), sus intereses y aspiraciones de buen vivir, diseñando para ello
53
Albano A. Zambrano Q.
estrategias basadas en la integralidad articulada de los factores sociales,
ambientales, económicos y tecnológicos, así como en la integración de los
actores participantes en el SAA.
Esta integración difiere de Schejtman (1994), para quien al SAA es el
“conjunto de funciones, actividades, agentes e instituciones que intervienen
con el objetivo de hacer posible la alimentación del ser humano”, abarcando
“desde lo previo a la generación de los nutrientes y de la energía en los
alimentos hasta la disposición y utilización de sus últimos residuos”,
definición objetivista planteada desde lo económico-procedimental según la
cual los indicadores necesarios son la eficiencia y rentabilidad del sistema
para reproducir capital, pues el agronegocio sólo visualiza mercancías en la
salida del SAA.
Por su parte el enfoque humanista lo concibe como el conjunto de actores,
insumos, recursos, ambiente, actividades y procesos que participan desde
antes y durante la obtención primaria de los productos alimenticios, su
procesamiento-adecuación y distribución hasta el consumo final, en
correspondencia con la cultura alimenticia, necesidades nutricionales de la
población e impactos medioambientales nocivos que limiten la permanencia
del sistema, garantizando así la inocuidad de los productos finales, pues a la
salida del SAA se esperan los satisfactores de la principal necesidad humana:
la alimentación (Zambrano, 2004, p. 38), concepción en que la capacidad de
satisfacción social desde los espacios territoriales inmediatos con los
procesos de producción-distribución-consumo local, constituye un indicador
estratégico evidentemente superior al lucro y la acumulación capitalista.
Es así como la noción de lo local se hace presente en la gestión estratégica
del sistema agroalimentario con sentido humanista-ambientalista: induciendo
a la potenciación ecológica de las capacidades agroproductivas comunales
para el buen vivir de la gente, en tanto idea de la interacción respetuosa
sociedad-naturaleza y como garantía de preservación de la especie humana,
así como en el aseguramiento de su existencia en condiciones dignas,
ocasionando la mínima huella ecológica al territorio y obteniendo los medios
54
Albano A. Zambrano Q.
de vida en una relación de complementariedad entre entradas, componentes,
procesos y salidas del SAA en su interacción con otros sistemas.
Para un sistema tan dinámico como el agroalimentario la complementariedad
implica “vinculación y articulación entre las políticas económicas, sociales y
ambientales, que supone a la vez la articulación de los medios apropiados
para alcanzar las opciones escogidas en armonía con el quehacer social de
la comunidad”(Moran, 2008, p. 7), circunstancia solo posible en tanto y en
cuanto se apliquen estrategias de gestión desde lo local (aunque con
proyección nacional), que articulen la satisfacción de las necesidades
humanas, relación armónica con la naturaleza y objetivos económicos que la
procuren, mediante la participación protagónica del poder popular como base
de acción del poder político como lo postulan el socialismo bolivariano y el
ancestral principio indoamericano del “buen vivir, vivir bien” (Huanacuni,
2010, p. 7-8), cuyos propósitos son la suprema felicidad social y el mayor
bienestar posible del pueblo.
De esta forma la interacción de complementariedad refuerza la idea de que
el logro de mejores y superiores estadios de vida para la sociedad (Ramos,
2005, p. 3), no pueden dejarse a la improvisación, ni menos aún al interés de
determinados sectores o grupos sociales en detrimento del interés colectivo,
sino que por el contrario, requieren de las dimensiones estructurantes de la
gestión pública en su concepción más amplia: planificación, organización,
dirección, trámites, entre otras, para el logro de la suprema felicidad y
bienestar social del pueblo como propósito y objetivo de las actividades de
los gobiernos, empresas e individuos.
Por lo anterior Alburquerque (2004, p. 166) afirma que el bienestar social
sustentable y sostenible “se apoya en la idea de que las localidades y
territorios disponen de recursos económicos, humanos, institucionales y
culturales y de economías de escala no explotadas, que constituyen su
potencial de desarrollo”, lo que amerita estrategias para el adecuado
aprovechamiento de las capacidades humanas y recursos disponibles,
55
Albano A. Zambrano Q.
gestionando el potencial existente a partir de las propias iniciativas y
necesidades locales como ejercicio de la autodeterminación de los pueblos.
De esta manera reivindicamos lo local como espacio sociocultural,
económico-productivo y político-colectivo que sirve de asiento y asidero a las
comunidades, por lo tanto vemos la gestión pública local como instancia del
poder político al que tienen acceso permanente las comunidades de donde
emana directamente, ejercido por gobernantes-vecinos de ésta y donde
además actúan diariamente como expresión inmediata del Estado, quienes
deben apropiarse de los problemas fundamentales y aplicar estrategias
contextualizadas a la realidad común, lo que en el caso del SAA implica
articulación
de
actores-insumos-procesos-productos
a
partir
de
las
potencialidades ecolocales que satisfagan, en primera instancia, las
necesidades comunales e interactúen con sistemas de otras localidades
hasta estructurar un sistema de escala nacional, basado en relaciones de
cooperación y complementariedad, superando progresivamente la nefasta
competencia capitalista.
2.1.4.
El sistema agroalimentario local como base estratégica para el
modelo agroalimentario nacional.
Evidentemente el propósito del SAN es contribuir a la soberanía alimentaria
del país, desiderátum político y social nada fácil de alcanzar, máxime en un
país como Venezuela y su modelo económico rentístico permeando la vida
nacional y todos los niveles del denominado petro-Estado, cuya naturaleza le
vincula indefectiblemente al sistema mundo capitalista y, en consecuencia, a
la división internacional capitalista del trabajo (Maza, ob. cit., p. 25), pese a
que desde su génesis se planteó “traducir la extracción petrolera en un
desarrollo agrícola e industrial que haga de la economía venezolana, una
economía productiva” (Terán, 2014, p. 26), entendida como diversificada,
sustentable, sostenible y soberana.
Resulta igualmente cierto que la integralidad de la soberanía amerita
estructurar un SAA planificado, organizado y gestionado estratégicamente a
escala municipal, partiendo de los recursos aprovechables en las
56
Albano A. Zambrano Q.
ecolocalidades territoriales, es decir, desde lo local y comunal según las
necesidades y posibilidades socionaturales, lo que obviamente confronta la
lógica capitalista neoliberal imperante, basada en hipotéticas capacidades
superiores del capital privado para gestionar más eficientemente los
problemas-recursos vinculados con el abastecimiento alimenticio, siempre
partiendo de las economías de escala nacional.
Tal como hemos comprobado en Venezuela durante los últimos 15 años, los
riesgos implícitos en la transferencia al sector privado de una función
constitucionalmente asignada al Estado son altos para la gobernabilidad
política, la gobernanza e independencia económica y la soberanía
alimentaria como expresión social, pues al ser delegada a terceros constituye
una poderosa arma de guerra económica (Salas, 2015, p.87), utilizada para
la confrontación político-ideológica de los dos modelos de sociedad en
pugna, cuando el capital privado “hasta la fecha retiene sus enclaves,
especialmente
en
los
medios
de
comunicación,
la
banca,
las
telecomunicaciones y el procesamiento de alimentos” (Lebowitz, 2013, p.
43), cuatro sectores económicos convertidos en vigorosos instrumentos de la
guerra no convencional.
Sabemos que estructurar un SAA desde el Estado basado en la adopción
estratégica de un modelo de gestión pública desde lo local, genera
reacciones adversas de los centros hegemónicos del gran capital hacia los
gobiernos nacionalistas no adeptos al neoliberalismo impuesto en América
Latina a finales del siglo XX (recrudecido en la actualidad), bajo el argumento
de que “el Estado estaba sobrecargado con muchas funciones que no era
capaz de atender con eficacia y que estaba burocratizado” (García, 2009, p.
183), tesis según la cual las actividades económico-productivas deben
dejarse para la gestión privada transnacional como motor del desarrollo
nacional, apoyado en procesos de descentralización del poder político y la
transferencia de ciertas competencias a los gobiernos locales.
Vale acotar que la lógica del discurso globalizador neoliberal argumenta que
al no poseerse algún recurso en un territorio, este puede ser movilizado
57
Albano A. Zambrano Q.
desde otros espacios nacionales o internacionales, siendo tal territorio un
nicho de desarrollo que tributaría a las regiones y localidades carentes de
recursos naturales de interés económico, pero poseedoras de recursos
humanos, tecnológicos y financieros, disponibles y dispuestos a trasladarse
al referido nicho, ejerciendo la libre movilidad de factores y descentralización
político-administrativa privatizadora.
No obstante la historia reciente de América Latina, y la venezolana en
particular, dan cuenta del efecto pernicioso de tal lógica que, más que
descentralizadora, fue desmembradora no solo del territorio espacial, sino del
talento humano que en un proceso migratorio interno abandonó sus
territorios originarios y actividades como la agricultura, la cría y pesca, entre
otras, para dirigirse a otras localidades en busca de mejores oportunidades
de vida, con la conformación de “enclaves económicos neocoloniales” (Maza,
1973, p. 35), aislados de las comunidades locales donde se establecieron, a
las que utilizaron como proveedoras de recursos naturales y mano de obra
barata, amén de profundizar las inequidades económicas y sociales con que
estos países entraron al siglo XXI.
Es indudable que la lógica neoliberal y su visión cortoplacista una vez
agotados los recursos de interés en un territorio (Gudynas, 2008, p. 61), o
cuando el mercado reorienta su interés hacia otros sectores económicos, no
hay preocupación por las condiciones sociales, económicas y ambientales de
esa localidad, simplemente migran sus capitales, desmontan fábricas e
instalaciones para establecerse en una nueva región, dentro o fuera del país,
para reproducir su proceso extractivista y el consecuente ciclo de
agotamiento al potencial de desarrollo local del nuevo territorio colonizado,
incrementando los desequilibrios intersectoriales de la economía local.
Queremos destacar que en la conformación del SAA se involucran integral e
integradamente a los tres sectores de la actividad económica: el primario de
la producción agrícola; el secundario con la agroindustria del procesamiento
alimentario; y el terciario con los servicios de distribución y comercialización
(Sanz, 2000, p. 2), cada uno de los cuales funcionando a su vez como un
58
Albano A. Zambrano Q.
subsistema interconectado al otro, de donde se desprende la importancia del
análisis integral de la triada con el estudio de las interrelaciones existentes
entre ellos, abordándolos desde diversos campos y dimensiones del
conocimiento para comprender su naturaleza biológica, económica, social y
política e implementar las estrategias pertinentes para el todo integrado y
dialécticamente complementario, pues como refiere Mészáros (s/f), citado
por Lebowitz (2013, p. 9) “en esta dialéctica compleja de produccióndistribución-consumo ninguna parte puede actuar por su cuenta”.
Las anteriores reflexiones sirven de referencia a la configuración de un
modelo integrado de gestión (MIG) del sistema agroalimentario local,
articulado nacionalmente, el cual debe contribuir al fortalecimiento del
desarrollo endógeno, sustentable y sostenible del país, bajo un proceso de
planificación y organización estratégica para el aprovechamiento racional de
los recursos disponibles en cada ecolocalidad, entendida como el espacio
biofísico y social local donde se estructura y desempeña el SAA, que debe
sustentarse en nuevas relaciones sociales de producción e intercambio, que
orienten la actividad económica hacia la satisfacción de necesidades sociales
y no solo en función de la riqueza individual.
Vale aclarar que lo propuesto implica un modelo de gestión estratégica
direccionado localmente por el Estado, pero con la participación protagónica
y corresponsable del Poder Popular-comunal en el diseño y ejecución de
políticas públicas que garanticen el desarrollo humano integral, ampliando
así las oportunidades de las personas más allá de “disfrutar de una vida
prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos
necesarios para tener un nivel de vida decente” (PNUD-ONU, 1990, p. 34),
procurando circunstancias esenciales para el buen vivir y vivir bien de las
comunidades que ya referimos anteriormente.
Respecto al enfoque MIG como herramienta de auxilio teórico a nuestra
propuesta, es oportuno acotar que pese a provenir del ámbito empresarial
privado ha ganado aplicabilidad en el sector público durante las últimas
décadas fundamentalmente en Latinoamérica, ante la creciente necesidad de
59
Albano A. Zambrano Q.
los gobiernos progresistas para priorizar la utilización de los recursos
mediante
la
participación
del
Estado
en
actividades
productivas,
históricamente concentradas en empresas privadas (Mateo, 2012, p. 98100), como la vía expedita de garantizar la equitativa distribución de las
riquezas nacionales entre los sectores poblacionales más necesitados.
Para González (2010, p. 2), el MIG es un mecanismo de planificación
destinado a la combinación de todos los recursos estratégicos disponibles en
función al logro de los objetivos estratégicos de una organización o entidad
social, independientemente de la naturaleza y fines de la misma,
identificándose como recursos estratégicos el capital económico-financiero,
el tecnológico (tangible e intangible) y el talento humano directa e
indirectamente involucrado en los procesos operativos de la organización;
mientras que los objetivos estratégicos se relacionan con los fines, valores y
principios declarados por la entidad en su proceso de gestión, los cuales
resultan neurálgicos para la sustentabilidad y sostenibilidad en el tiempo.
Por su parte Royero (2003, p. 1) referencia al MIG como “un conjunto de
procesos que parten de las principales áreas claves dentro del sistema
organizacional, esto con el fin de diseñar indicadores y estándares basados
en los planes y programas estratégicos intentados por la organización”,
agregando que se constituye en la vía mediante la que estrategias y recursos
“son dirigidos a los aspectos claves del éxito organizacional y a la
satisfacción de los usuarios dentro del cumplimiento de los parámetros
sociales de desarrollo, tanto en el ámbito local y regional, como a escala
nacional”, concepción que le convierte en un modelo de estratégico de suma
utilidad para la gestión pública centrada en la gente y la soberanía nacional.
La evolución teórica del concepto en su aplicación recurrente al ámbito de la
gestión pública, ha conducido progresivamente a incorporar otros recursos
estratégicos como el marco jurídico y lo ambiental, entre otros, pero
manteniendo la idea de su utilización en correspondencia con los objetivos
estratégicos, los que indudablemente varían desde los propósitos de una
corporación con fines de lucro a los del Estado con fines sociales y políticos,
60
Albano A. Zambrano Q.
orientados a garantizar el bienestar integral de la población mediante el
desarrollo de las capacidades del país, en el entendido de que los dueños
soberanos de los múltiples recursos y usufructuarios de sus productos,
deben ser las y los ciudadanos en igualdad de derechos y condiciones.
De ahí se desprende nuestra propuesta de gestión pública con base
estratégica, sustentada en la necesidad de construir un SAA desde lo local,
entendido bajo la concepción de Malassis y Ghersi (1996), citados por Sanz
(2000, p.2), como "el conjunto de las actividades que concurren a la
formación y a la distribución de los productos alimentarios y, en
consecuencia, al cumplimiento de la función de la alimentación humana en
una sociedad determinada", lo que por estar en dependencia del patrón
cultural de consumo, debe considerar integralmente componentes locales y
que, en tanto estrategia de soberanía alimentaria “da prioridad a las
economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a
los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo
tradicional”, además de que “coloca la producción alimentaria, la distribución
y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y
económica”, tal como lo declaró la organización internacional Vía Campesina
(2007) en el Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria.
En correspondencia con lo expuesto realizamos tres consideraciones
respecto a la importancia del sistema agroalimentario local como base
estratégica para el modelo agroalimentario nacional: primeramente asumir la
sustentabilidad de cada territorio ecolocal en función a las capacidades y
recursos socionaturales propios que garanticen su sostenibilidad y adecuado
aprovechamiento-potenciación en el tiempo, recuperando recursos como la
biodiversidad y la identidad cultural del consumo alimenticio local,
profundamente afectados por los gestores del neoliberalismo que impulsan la
homogeneidad alimentaria global (Zambrano, 2015), alterando el patrón
alimenticio ancestral de las comunidades que está sustentado, justamente,
en las capacidades ecolocales de proveer los nutrientes requeridos por la
población y en torno a las cuales se establecen los asientos demográficos.
61
Albano A. Zambrano Q.
Un segundo elemento es la soberanía de gestión sobre los recursos
estratégicos del país y su reorientación hacia el bienestar del pueblo,
incluyendo la biodiversidad territorial como base de la producción de
alimentos, la cual tiene rango constitucional en el artículo 305 de la CRBV,
en tanto asunto de prioridad e “interés nacional y fundamental para el
desarrollo económico y social de la Nación” (ANC, 2000, p. 326), que no
puede ser sacrificado en beneficio del lucro capitalista que asume a los
alimentos como mercancías y no como satisfactores de la necesidad
humana, por lo cual los gobiernos locales, deben definir políticas públicas
orientadas a tomar el control del SAA en toda su estructuración, sin que ello
implique que únicamente la gestión pública participe en el mismo, ni tampoco
que sea una participación pasiva como mero supervisor de los procesos.
En tercer lugar, derivado delo anterior, reconfigurar las estructuras jurídicopolíticas para el fortalecimiento de la integralidad nacional, superando el
desmembramiento político-administrativo territorial generado por la era
neoliberal, cuya expresión en el SA se sustentó en las teorías de las ventajas
competitivas que cercenaron la integralidad del mismo, separando el
procesamiento agroindustrial de las zonas productivas y de consumo, aún
para los productos básicos, separación que se basa en criterios de máxima
rentabilidad y mínimo costo propios del agronegocio, bajo los cuales los
productos agrícolas se extraen de una localidad como materia prima a un
costo ínfimo, regresando a ella adecuados para el consumo pero
encarecidos por efectos de los sistemas procesadores y de distribución.
2.2. Vértice teórico
Como ya hemos referido anteriormente concebimos a los elementos teóricos
como agregados conceptuales que nos permiten comprender y explicar
teóricamente tanto el objeto de estudio como la propuesta de transformación,
mediante la construcción y el análisis crítico de las relaciones categoriales
entre problema y solución, así como su causalidad - consecuencialidad
evidenciada durante el proceso investigativo, todo ello consustanciado con la
postura epistemológica en que nos inscribimos.
62
Albano A. Zambrano Q.
En correspondencia con ello identificamos dos grupos de elementos teóricos
cuyos componentes están presentes siempre en la investigación pero a
diferentes niveles y funciones, por lo que arbitrariamente les designamos
como fundamentales y relacionales, estableciendo así un criterio de
diferenciación entre conceptos centrales o categorías clave del proceso,
respecto a otras que sirven de puentes o categorías vinculantes en la
correlación teórica de los primeros con la realidad concreta a través del
objeto de estudio y la propuesta transformadora.
2.2.1. Elementos teóricos fundamentales.
Bajo esta primera denominación y nivel categorial agrupamos las
consideradas como categorías clave, esenciales y neurálgicas en la
elaboración teórica, identificadas a partir de la relación entre la solución
trazada como transformación necesaria y el problema de estudio, categorías
en torno a las cuales giró nuestra búsqueda y reflexión teórica. En
consecuencia, y partiendo del enunciado de construcción de un modelo
estratégico de gestión pública para superar las deficiencias del modelo de
gestión del sistema agroalimentario venezolano, destacamos los tres
elementos que conforman la triada de primer nivel que dio sentido y
orientación al proceso investigativo: modelo estratégico, gestión pública y
sistema agroalimentario local, conceptos que cobraron relevancia tanto en la
construcción teórica básica como en su aplicación práctica sobre la dinámica
agroalimentaria local y comunal, en tanto campo de acción concreto de dicho
proceso, la cual asumimos adicionalmente como otra categoría o elemento
teórico fundamental.
Dada su importancia en nuestro proceso investigativo para el abordaje
conceptual detallado del señalado cuarteto categorial, cuyo epicentro es el
modelo estratégico a construir, orientamos el trabajo metodológico de
aproximación-teorización mediante la exploración documental y la reflexión
argumentada, fortalecido con los aportes de las y los actores vinculados a la
realidad concreta en que se insertan las mismas. Al ser fundamentales para
la
investigación,
estos
elementos
63
teóricos
demandan
definiciones
Albano A. Zambrano Q.
contextualizadas y pertinentes, es decir, dimensionados conceptualmente y
con significado concreto a través de un proceso de fundamentaciónargumentación, e indiscutiblemente
entrelazados
entre
sí
desde la
concepción ontológica y postura epistemológica propias, tal como lo muestra
la ideografía que nos sirvió de base para el posterior abordaje conceptual:
Figura 4. Ideografía de los elementos teóricos fundamentales.
a) El modelo estratégico:
En tanto resultado de la relación categorial entre las categorías modelo y
estratégico, acudimos a la abstracción analítica para asumir la primera como
representación de las relaciones que se establezcan entre los componentes
de un sistema (Bigott, 2015), tomando la segunda como el conjunto de
acciones que, sobre determinada realidad, orientan la estructuración y
disposición de los recursos e insumos de un sistema con base en los
objetivos previstos para su cometido (Matus, 1982).
En correspondencia con lo señalado vale acotar que nuestra intencionalidad
analítico-conceptual se destinó, además de la revisión de los enfoques y
teorías disponibles, a la construcción de relaciones teóricas aplicables a la
gestión pública local enfatizando en el tema agroalimentario, razón por la
cual pensamos en el modelo estratégico como una herramienta metodológica
que permite representar las acciones necesarias a ser emprendidas desde el
gobierno municipal para orientar la dinámica agroalimentaria local y comunal,
64
Albano A. Zambrano Q.
partiendo tanto de los objetivos trazados en los planes nacionales y locales,
como las necesidades emergentes en la realidad concreta de tal dinámica,
las que son expresadas en un espacio y tiempo determinados, además de
sujetas al marco jurídico de las competencias y atribuciones del municipio.
Al respecto es preciso aclarar que al referirnos a la dinámica agroalimentaria
estamos pensando en el conjunto de procesos y situaciones cambiantes, en
permanente reajuste, que caracterizan al SAA desde la visión social:
producción física, tanto primaria como procesada; abastecimiento, en
términos de logística, distribución y comercialización; y el consumo, visto
como aprovechamiento nutricional por los seres humanos, procesos que
indudablemente requieren de una planificación ajustada a las seguras
variaciones posibles por tratarse de: i) satisfacer una necesidad humana vital
generalizada; ii) afectar el equilibrio de espacios y recursos naturales; iii)
considerar procesos biológicos de comportamiento impredecible, aunque
previsibles; iv) involucrar actividades que obedecen a diversos intereses
económicos individuales y colectivos; y v) tener carácter político pues afecta
la seguridad del Estado y la soberanía de la Nación.
Queda en evidencia que la categoría modelo estratégico está inmersa en la
búsqueda y propósito de nuestra investigación, razón por la cual está
presente
permanentemente
en
la
construcción
teórico-práctica,
convirtiéndose en elemento teórico fundamental de la misma por ser un
componente clave de la propuesta para el nuevo escenario del país, cuya
connotación nacional se deriva precisamente del significado que tiene lo local
en el modelo económico-productivo emergente, apoyado en la doctrina
bolivariana, sustentado en los valores socialistas y orientado por principios
endogenistas, para los cuales el modelo de gestión del SAA vigente está
agotado y es contradictorio a su propia ontología.
En este sentido cuando señalamos al modelo estratégico como objeto
concreto
de
nuestra
construcción,
fue
porque
nos
planteamos
la
representación sistémica de una nueva manera de disponer y estructurar los
recursos, insumos, procesos y actores del sistema a partir de los
65
Albano A. Zambrano Q.
requerimientos políticos, sociales, culturales, ambientales y económicos que,
en términos de las necesidades y potencialidades locales, establecen el
contexto geoespacial e histórico de la nueva realidad del país.
Finalmente destaca nuestro interés en otorgarle al SAA un piso desde lo
político-institucional con rango supra estructural, en tanto y en cuanto es el
resultado teórico de la conjunción de diversos factores, expresándose en
distintas dimensiones y atendiendo adecuadamente a los disímiles intereses
que desde lo político social, económico, material, ambiental y temporal son
representados como propósito a conseguir del proceso investigativo,
orientado a la transformación de la realidad agroalimentaria local-comunal.
b) La gestión pública:
Concebida también como categoría compuesta, este elemento teórico
fundamental hace referencia en su primer componente, la gestión, no solo al
proceso de planificar, organizar, dirigir y controlar, sino además a la
capacidad de llevar a cabo lo propuesto; lo público por su parte lo asumimos
concretamente en su acepción como acción decisora sobre los bienes y
derechos del pueblo delegadas en el ejercicio del gobierno, por lo cual “se
entiende por gestión pública la capacidad de los actores gubernamentales
para ejecutar los lineamientos programáticos de su agenda”, según la
definición de Herrera (2005), citado por Kadi y Escola (2012).
Es oportuno acotar que por constituir un elemento teórico fundamental de
nuestro proceso investigativo, para el abordaje de la categoría clave gestión
pública nos concentramos en la revisión del marco jurídico e institucional, a
fin de comprender sus alcances-limitaciones y adecuarlos al tema
agroalimentario, acompañando la reflexión teórica con la experiencia en la
creación de la Dirección de Desarrollo Agrícola Municipal (DIDAM) del
Municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda, cuyo desempeño nos
permitió establecer un estrecho y permanente contacto con las y los actores,
procesos y situaciones vinculadas a nuestro objeto de estudio desde una
posición de responsabilidad en la gestión pública local, precisamente en un
momento histórico crucial del SAA venezolano.
66
Albano A. Zambrano Q.
Tanto la referida experiencia como la revisión documental nos permitió
constatar la veracidad del planteamiento de Kadi y Escola (2012), respecto a
que “la exigencia social y organizacional de una administración eficiente se
plantea como el gran reto de este naciente siglo, no solo por razones de
competitividad, sino por motivos de sobrevivencia y de un desarrollo con
equilibrio”, afirmación que en Venezuela cobra una importancia sin parangón
a partir del año 1999 con el nuevo texto constitucional y el cuerpo de leyes
del Poder Popular que le acompañan, en un proceso dirigido al
fortalecimiento organizativo del pueblo como base para la participación
protagónica y corresponsable, cuya capacidad de gestión en favor de sus
satisfactores esenciales tiende a superar el desempeño de la estructura
burocrática convencional.
A partir de lo anterior es evidente la necesidad de “crear criterios que
permitan evaluar las políticas públicas revolucionarias que nos acerquen al
Poder Popular, que nos conduzcan a una mejor distribución de la riqueza,
que tributen a la transformación del sistema de gestión pública venezolana”
(R. Reinoso, comunicación personal, 19 de junio de 2015), lo que es
inminente a fin de dar respuestas oportunas y colocarse al nivel de las
nuevas exigencias de las y los ciudadanos, quienes cada vez cobran mayor
conciencia de sus derechos frente al Estado así como de su capacidad de
reclamo, a la vez de incrementar su pericia en la búsqueda de soluciones a
sus problemáticas más sentidas a través de la organización popular, lo que
en buena medida genera una marcada tendencia a desplazar las funciones
del gobierno, poniendo en tela de juicio la pertinencia social de las distintas
instancias del poder político.
No se trata entonces solo de la comprensión teórico-conceptual del rol de la
gestión pública burguesa que aún subsiste en la fase transicional que vive el
país, sino más bien transformar radicalmente su concepción mediante la
creación de nuevas formas de organización del poder político constituido y la
planificación de nuevos roles, la adopción de nuevas metódicas para las
políticas públicas, consustanciadas con el nuevo modelo social y económico67
Albano A. Zambrano Q.
productivo local en construcción, adecuándose a los nuevos tiempos y
obedeciendo a las nuevas demandas y funciones compartidas con el Poder
Popular comunitario.
Se trata entonces de una gestión pública dinámica, desburocratizada, flexible
y al servicio de los intereses y necesidades de las comunidades, cuya misión
primordial es la organización y formación sociotécnica de las comunidades
para potenciar al poder popular. Al respecto Y. Ponce (comunicación
personal, 29 de octubre de 2015) señala desde su experiencia con
comunidades rurales agrícolas de Barlovento:
De manera concreta creo que el trabajo del gobierno local es
primero articular a los consejos comunales que tenemos
desarticulados en la zona, para eso debe haber un trabajo
permanente y continuo de formación y de orientación respecto al
funcionamiento y fines organizativos de los consejos comunales.
En función a lo anterior es que hemos asumido la gestión pública como
categoría clave en nuestra investigación y, por lo tanto, como elemento
teórico fundamental en la construcción del modelo estratégico planteado, con
miras a la articulación adecuada de los consejos comunales como
componentes estructurales-funcionales del SAA que, sin menoscabo de sus
relaciones e interacciones con otros niveles de la organización políticoterritorial, centre su accionar desde lo local, con lo local y hacia lo local, en
tanto instancia geopolítica inmediata a las comunidades y sus necesidades,
por ser los “espacios primarios para la participación ciudadana en la
planificación, diseño, ejecución, control y evaluación de la gestión pública”,
tal como lo refiere el Artículo 7° de la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal (AN, 2005).
c) El sistema agroalimentario local:
En el abordaje de esta categoría compuesta realizamos primeramente la
definición analítica de sus partes o subcategorías: sistema, agroalimentario y
local, e igualmente acudir a la simplificación conceptual a partir de las
coincidencias sobre las ideas que enuncia cada una, para nuevamente m en
forma integral mediante la reconstrucción del concepto categorial.
68
Albano A. Zambrano Q.
En términos generales en el caso de sistema el mismo se visualiza como un
conjunto de elementos que interactúan entre sí; mientras que lo
agroalimentario es relacionado con el origen agropecuario de los alimentos;
por su parte lo local se identifica con el ámbito del espacio geográfico donde
se establecen y actúan las comunidades de una población, ciudad o
municipio, pero siempre bajo la idea de la inmediatez espacial. Es así como
podemos afirmar que en torno al SAL subyace la idea generalizada, y tal vez
nocional-simplista, que es el conjunto de componentes del sector
agropecuario, industrial y comercial que interactúan con la finalidad concreta
de producir, procesar y distribuir los alimentos que se consumen en las
comunidades del territorio municipal.
No obstante, una mirada más detenida nos permite destacar la existencia de
diversos enfoques o tendencias alrededor del SAL, de cuyo análisis se
desprende la reproducción de los modelos político-ideológicos y socioeconómicos en histórica y ampliamente reconocida pugna: el agronegocio
que considera los alimentos como mercancía para la acumulación de capital
y la producción de plusvalía, cuya concepción desde la promesa
globalizadora neoliberal es eminentemente extractivista (Acosta, 2013, ob.
cit.; Gudynas, 2013, ob. cit.), por lo cual se basa en la producción local de
materia prima (con o sin valor agregado), para ser enviada a los centros de
procesamiento y consumo en cualquier lugar del mundo donde los mercados
coticen el mejor precio; esto implica la imposibilidad de abastecimiento local
y por lo tanto ni los mismos agricultores consumen lo producido sino cuando
tales productos regresan importados y encarecidos por el mercado exterior
hasta los campos de producción.
Esta modalidad tiene sus variantes aplicables al interior de los países siendo
una característica fundamental de los sistemas agroalimentarios nacionales
dependientes, como Venezuela y más concretamente en el Municipio Brión,
subregión Barlovento del estado Bolivariano de Miranda, con el caso de las
raíces y tubérculos adquiridas por camioneros rurales que las venden en el
Mercado Mayorista de Coche (Distrito Capital), donde luego serán adquiridas
69
Albano A. Zambrano Q.
por camioneros urbanos y suburbanos que las trasladan a la ciudad de
Higuerote con precios incrementados hasta en un 500% al consumidor local
(C. Sojo, comunicación personal, 20 de noviembre de 2015).
Históricamente
encontramos
reseñas
de
variantes
de
sistemas
agroalimentarios locales concebidos bajo los mismos postulados del
agronegocio, pero nocionalmente estructurados bajo principios autárquicos
de producir para el consumo interno de las ciudades, como el emblemático
modelo de la “meseta de Von Thünen” referido por Flores (1976, ob.cit.), que
representa un sistema extremadamente cerrado. Hay también referencias
recientes en el norte de Europa y América del Norte, establecidos en
poblaciones de alto poder adquisitivo, con posibilidades y dispuestas a pagar
niveles de precios exclusivos a los agricultores locales que les resulta poco
atractivo y rentable exportar sus productos, privando así del consumo a los
habitantes de otras regiones y países.
En cuanto al modelo basado en la lógica humana-naturalista lo representa el
enfoque socialista de la producción agroalimentaria, que la concibe como
satisfactora de la principal necesidad humana, cuya lógica económica y
social indica que el SAL debe velar priorizadamente por las necesidades del
municipio, sin menoscabo de que, mediante la exportación de los excedentes
económicos, contribuya a satisfacer insuficiencias de otras latitudes sin
posibilidades de auto-abastecerse por vía de la producción propia, por
particularidades como el urbanismo, condiciones agrológicas, realidad
geoeconómica, catástrofes naturales, entre otras.
Tal lógica de agroproducción-abastecimiento amerita procesos estratégicos
de planificación que contemplen sistemas de producción sustentables en
cuanto a la diversidad y volúmenes, además de sostenibles en el tiempo con
implementación de tecnologías apropiadas y apropiables, agroecológicas,
preservadoras del ambiente natural, de la biodiversidad y por tanto de la
especie humana. Se
trata de planificar estratégicamente la producción-
consumo de las comunidades locales, previendo excedentes económicos
con equilibrio de la relación necesidad humana-capacidad medioambiental,
70
Albano A. Zambrano Q.
con “aseguramiento de una producción tecnológicamente adaptada,
económicamente realizable y socialmente aceptable” (Machuca et al., 2004).
Es obvio que el SAL teóricamente concebido bajo tales postulados debe
contar con la participación integral de cada uno de los involucrados, como
actores corresponsables de su funcionamiento equilibrado. Asimismo
requiere contar con bases para las relaciones integradoras que deben mediar
armónicamente entre ellos, a los que se refiere Ponce (2015) al identificar los
elementos teóricos de dicho sistema, diciendo que:
Lo conforman aquellos elementos del área agrícola desde la
producción, transformación, procesamiento, comercialización y
distribución, que además de estructurar la proyección del
desarrollo de cada comunidad y del gobierno local, están ligados
a las políticas del Estado nacional y enmarcadas dentro del Plan
de la Patria y los planes municipales, para el abastecimiento y
suministro de insumos planificado exactamente para cada etapa
de los procesos.
Como se desprende de la entrevista, la consideración anterior involucra tanto
los subsistemas responsables directos de las actividades económicoproductivas, como los componentes político-relacionales vinculados al
sistema en su contexto local y en sus articulaciones con otras escalas de
mayor magnitud geográfica, expresados en la dimensión geopolítica que
detenta el Estado en sus diferentes instancias, como ente rector de los
destinos del país.
Por su parte la investigadora A. C. Santiago (comunicación personal, 30 de
octubre de 2015), refiriéndose al sistema agroalimentario local señaló que:
Está conformado por los diferentes entes y actores que
participan en el desarrollo de la producción y consumo de
alimentos, sobre todo en la participación del poder popular
local, es decir, las comunidades organizadas localmente que
deben ser tomadas en cuenta como las principales
articuladoras del proceso productivo, porque son ellos los
responsables de la producción, sean grandes, pequeños o
medianos productores y hacia su abastecimiento-consumo
priorizado se destina la producción, con excedentes
económicos extraterritoriales.
71
Albano A. Zambrano Q.
En esta noción teórica se incorporan componentes de orden funcionalsistémico que resalta la entrevistada, tal es el caso del poder popular
organizado y productivo de la localidad, que en su participación
corresponsable desempeña un rol importante para la producción alimenticia
en
su
doble
función
como
generador-receptor
de
los
productos
agroalimentarios, lo que nos conduce a ver un SAL sustentado en una
concepción de autosuficiencia endógena priorizada, sin implicar autarquía
absoluta (sistema extremadamente cerrado) ni agronegocio global (sistema
extractivista), pues establece la posibilidad de la producción económica
excedentaria para el consumo allende la localidad, de donde se deduce la
disposición a recibir los excedentes provenientes de otros lugares.
Vale acotar que con la categoría producción económica excedentaria nos
referimos a la obtención planificada de productos para ser exportados hacia
otras localidades, nacionales o internacionales, generados en las mismas
condiciones, estándares y procedimientos que los destinados al consumo
local, que no deben entenderse como restos del autoconsumo ni sobrantes
imprevistos del proceso productivo y comercial, pero tampoco bajo el
concepto de producción especial para la exportación, en la que subyacen
ventajas y privilegios en términos de calidad, precios y otros elementos
puramente mercantilistas priorizados por el agronegocio, mediante las cuales
se confieren diferenciaciones al consumo según los tipos de mercado a que
se dirija la producción, profundizando en la exclusión y la sociedad de clases.
d) La dinámica agroalimentaria local-comunal:
Esta categoría se convierte en elemento teórico fundamental pues instituye la
identidad del proceso investigativo como concreción práctica del modelo
estratégico planteado, siendo así el resultado de la concepción que tiene
planteado como tal el modelo a construir, constituyendo entonces “un supra
concepto que define lo identitario del modelo y, en consecuencia lo marca, lo
determina, pues la dinámica agroalimentaria es en este caso la identidad
expresada sobre los otros elementos teóricos abordados” (J. García,
comunicación personal, 08 de julio de 2016), en función al cual se conformó
72
Albano A. Zambrano Q.
el modelo estratégico, se orientaron acciones de la gestión pública y se
abordó el SAA como un todo.
De tal manera encontramos que en torno a la dinámica agroalimentaria localcomunal, como ente supra, giran el conjunto de relaciones sociales, de
producción, de propiedad y de políticas, que a su vez son determinantes de
las dinámicas económicas, jurídicas, culturales y alimenticias que resultan
precisamente de ella e interactúan de manera sistémica en la actividad
agroproductiva y el consumo alimenticio, razón por lo cual logran ser
identificadas y caracterizadas en función a ella dando la posibilidad de ser
modelada para representar su realidad concreta, pues como refiere García
(2016): “tal como el modelo es la idea teórica que conjuga la posibilidad de
que
esas
relaciones
se
produzcan
de
algún
modo,
la
dinámica
agroalimentaria local-comunal es el tiempo y lugar donde las mismas se
producen en el plano de la realidad”, por tanto es objeto de representación
teórica a través de una modelación que proyecta su idealización estructuralfuncional como sistema activo.
Igualmente al referirnos a la dinámica agroalimentaria lo hacemos
conscientes de su carácter social-económico, con la absoluta claridad de sus
implicaciones en el plano político dado el valor estratégico que se desprende
de las posibilidades de una sociedad para satisfacer su necesidad
alimenticia, por lo tanto nos referimos a esta dinámica en su condición de
objeto público decisional y, por tanto, materia de interés para los
gobernantes, pues constituye “una entidad para la toma de decisiones
gubernamentales, que se materializan en el diseño y ejecución de las
políticas públicas como el fin último de la gestión pública” (I. Díaz,
comunicación personal, 12 de junio de 2014), cuyo carácter prioritario para la
acción político-institucional por la multidimensional de su estructura, la
multifactorialidad de sus requerimientos y la multiplicidad de actores e
intereses involucrados, implican que las políticas sobre la dinámica
agroalimentaria exijan tener presente que “más allá del diseño está la
73
Albano A. Zambrano Q.
implementación de la decisión” (Aguilar, 1993,p.35), hecho que constituye un
gran reto político en el marco del SAA.
2.2.2. Elementos teóricos relacionales.
En la contextualización de las categorías fundamentales con la realidad
concreta es inminente el establecimiento de relaciones con otros niveles
conceptuales, los que deben ser abordados desde eventuales resignificaciones derivadas de la cotidianidad en que se encuentran inmersas,
pero que seguramente obtendrán nuevos usos con el establecimiento de las
nuevas relaciones categoriales. De esta manera identificamos en este nivel
de categorías vinculantes cinco elementos teóricos con significados
concretos que en nuestro análisis nos permiten relacionarnos al contexto:
i)agricultura
estratégica;
ii)articulación
territorial;
iii)
planificación
participativa; iv) sinergia interinstitucional; y v) políticas públicas locales,
todos vinculados estrechamente a la dinámica agroalimentaria, como
componentes del SAA, por ser susceptibles de gestión pública y como
categorías satelitales
del modelo
estratégico propuesto, los cuales
reconocimos en la reflexión teórica durante el accionar práctico-experiencial
de nuestra gestión al frente de la DIDAM-Brión.
Para su abordaje conceptual se procedió con la misma metódica aplicada
para los elementos teóricos fundamentales, es decir, realizando la acometida
conceptual desde sus respectivas particularidades definitorias en función a
nuestra intencionalidad teórica respecto al objeto de estudio y en tributo
práctico a la transformación planteada, por lo cual asumimos en este caso
una secuencialidad cíclica interconceptual que contribuye a su comprensión,
tal como lo expresamos gráficamente en la figura 5:
74
Albano A. Zambrano Q.
Figura 5. Elementos teóricos relacionales del proceso investigativo.
i) Agricultura estratégica:
Esta categoría vinculante constituye la génesis y fin último del conjunto de
relaciones teóricas, conformando en sí misma desde y hacia donde circulan
las demás categorías como elementos teóricos relacionales del proceso
investigativo, en su rol de contribuir a contextualizar el modelo estratégico de
gestión pública del SAL en el ámbito de la dinámica agroalimentaria localcomunal, lo que en implica superar la concepción de la producción agrícola
per sé y como un mero acto limitado a la combinación de insumos y factores
productivos para obtener bienes de consumo, tal como la enclaustra el
pensamiento económico clásico y el agronegocio neoliberal, para asumirla en
su justa dimensión integral e integradora que sirve de expresión política a la
lucha de clases, en tanto reflejo histórico del modo de producción basado en
un sistema de relaciones sociales y de propiedad con dominio privado sobre
los medios de producción y los factores productivos.
En ese sentido creemos imprescindible la resignificación ontológicaconceptual de la actividad agrícola desde lo político-institucional, bajo una
concepción estratégica que la considere en sus planos y expresión social,
económico y ambiental, priorizando sobre la mercantilización su connotación
75
Albano A. Zambrano Q.
como fuente primaria de los requerimientos nutricionales de la vida sana y la
reproducción de la especie humana.
Asumiendo el planteamiento del Comandante Chávez en el programa Aló
Presidente Nº 205: “Produzcamos para las mayorías, para el consumo de las
mayorías, al menor costo posible” agregando que de lo contrario los
capitalistas especuladores “condenan a las mayorías al subconsumo, a la
subalimentación, a la pobreza” (INN, 2014, p.39), planteamiento que enfatiza
la importancia de la agricultura para respecto a la alimentación.
Posteriormente el Presidente Chávez retoma el tema en el Aló Presidente Nº
324, afirmando que “los alimentos no se deben convertir en mercancía, y
menos en el socialismo, no puede ser para ganar dinero” (ob. cit., p.67),
diferenciando claramente los enfoques capitalista y socialista respecto al fin
estratégico de la agricultura.
En este orden de ideas asumimos que la agricultura debe ser considerada en
su rol estratégico de actividad aglutinadora del esfuerzo humano, que como
tal impulsa el trabajo liberador y emancipatorio para garantizarle viabilidad al
nuevo modelo económico-productivo, en procura de superar el rentismo
extractivista petrolero “que nos mantiene anclados al sistema mundo
capitalista y su división internacional del trabajo” (A. Mulino, comunicación
personal, 18 de diciembre de 2014), por lo cual se convierte en componente
básico de la estructura económica nacional en un modelo de producción
socialista, endogenista y nacionalista. En consecuencia, resignificar la
agricultura estratégicamente implica valorarla en su condición de base
fundacional y como “un instrumento de liberación para obtener la soberanía
alimentaria , mecanismo fundamental de la independencia nacional” (INN,
2014, ob. cit., p.40) pues constituye la garantía de emancipación integral del
país y mecanismo de resistencia allende lo económico, en lo cultural y
tecnológico, a fin de transitar adecuadamente el proceso de transición que
Núñez T. (1969, ob. cit.) refiere como la “etapa patriótico-socialista de la
revolución venezolana” (p.53).
76
Albano A. Zambrano Q.
De igual manera al hablar de agricultura estratégica estamos refiriéndonos al
carácter de hecho histórico, social y cultural de la actividad agroproductiva
como
articuladora
del
equilibrio
en
la
relación
hombre-naturaleza,
connotación que marca pauta en el modelo del Ecosocialismo planteado para
Venezuela (Núñez, 2010), que no solo tiene asidero legal en el texto
constitucional y en la Ley del Plan de la Patria, entre otros, sino que además
se expresa en los compromisos y luchas internacionales que como nación
hemos fomentado y hasta liderado a escala mundial, e implica la garantía de
sustentabilidad y sostenibilidad de la producción de alimentos sanos de las
actuales y futuras generaciones, al asegurar el menor impacto negativo
posible sobre el planeta.
ii) Articulación territorial:
Con esta categoría hacemos referencia al proceso que considera las
condiciones agro-edafoclimatológicas del territorio en términos de sus
potencialidades
productivas,
conjuntamente
con
los
requerimientos
nutricionales de las comunidades locales en términos del consumo calórico y
proteínico por habitante en un momento determinado, lo que tributa a la
planificación estratégica del abastecimiento alimenticio local a fin de
establecer cuánto hay que producir y cuánto importar (Chávez, citado por
INN, ob. cit., p.25), bien sea desde otras regiones o del extranjero, pero
facilitando que la producción territorial se complemente articuladamente en el
tiempo necesario, es decir, de manera pertinente y oportuna.
Lo anterior contribuye al proceso de zonificación ecolocal de la producción
mediante la conformación de los ejes agroproductivos locales y sus
respectivas cestas productivas, definidos en función de las capacidades
naturales e instaladas en el territorio municipal para la producción de
determinados cultivos, lo que a su vez permite determinar disponibilidades
espacio-temporales que garanticen posibilidades cíclicas del consumo local
por producto, estableciéndose una articulación entre los ejes agroproductivos
y los centros de consumo local según los períodos de cosecha por rubro,
77
Albano A. Zambrano Q.
contribuyendo a desestacionalizar el consumo y reducir costos, además de
garantizarle mercados locales priorizados a los agricultores del municipio.
Vale acotar que, en nuestro criterio, la articulación territorial constituye la
garantía de éxito de los comités locales de abastecimiento y producción
(CLAP), implementados por el Gobierno Nacional como estrategia política de
organización entre consumidores y productores del municipio frente a la
guerra económica, con miras a “reformular la orientación de la Misión
Alimentación, en cuya estrategia es protagonista el Poder Popular” (Vásquez,
2016), aprovechando las disponibilidades y cercanías territoriales que
permitan reducir costos de transporte, almacenamiento y logística, pues
mientras el aprovisionamiento provenga de otros territorios, su desvío físico y
el encarecimiento económico seguirán siendo la base del desabastecimiento
como arma efectiva de la lucha contrarrevolucionaria.
En consecuencia, articulación territorial implica niveles de integración y
participación de todos los actores involucrados en el SAL: productores,
transportistas,
procesadores,
comercializadores,
consumidores
e
instituciones, quienes deben desarrollar tal grado de conciencia respecto a
los riesgos presentes en la actuación improvisada y anárquica, así como
asumir los beneficios de la planificación estratégica como herramienta de
apoyo, para asegurar una adecuada actuación económica y social desde su
condición de desempeño en dicho sistema.
iii) Planificación participativa:
Esta categoría relacional representa para el gobierno local el primero de los
grandes retos del nuevo modelo estratégico de gestión pública, aspecto en
que el componente de formación sociopolítica(hasta el adoctrinamiento), así
como la capacitación técnico-científica en el diseño colectivo de políticas
públicas, juegan un rol trascendental para superar las normativas
convencionales y decisiones ejecutivas unipersonales, pues se trata de
convencer sobre las transformaciones necesarias y vencerla resistencia al
78
Albano A. Zambrano Q.
cambio, en tanto y en cuanto afectan intereses particulares vinculados al
poder político-económico y la mercantilización de los alimentos.
Así pues, la categoría teórica planificación participativa instituye la base del
proceso de actuación protagónica y corresponsable de las y los actores
involucrados en una actividad determinada, a fin de orientar en el tiempo y el
espacio el uso de los recursos, así como el desempeño de encargos sociales
concretos para lograr a futuro resultados específicos, partiendo de objetivos
estratégicos que lleven implícitos los intereses colectivos de dichos actores.
En nuestro caso concreto constituye una categoría relacional puesto que
coadyuva a establecer vínculos entre el modelo estratégico de gestión
pública y la realidad de la dinámica agroalimentaria local-comunal, mediando
en la elaboración de estrategias para orientar la actividad productiva,
procesadora, comercial y nutricional, diseñadas con aportes que reflejen los
diversos intereses vinculados al SAL, cuyo reflejo en los planes oficiales del
gobierno municipal y en la ejecución de políticas públicas, sean garantía para
la satisfacción de las respectivas necesidades y estímulo para el desempeño
pertinente de las y los proponentes.
iv) Sinergia interinstitucional:
Está referida al indispensable concurso interactivo y articulado de la acción
del Estado como un todo, a través de sus distintos niveles e instituciones
para abordar el tema de la producción y abastecimiento alimenticio
oportunos, en tanto prioridad para la vida nacional por su condición de
necesidad individual y colectiva, habida cuenta de la multifactorialidad
problémica
y
diversidad
de
los
requerimientos,
así
como
la
multidimensionalidad de las necesidades y racionalidades implícitas en la
dinámica agroalimentaria local.
En consecuencia la simbiosis indispensables entre las instituciones
encargadas de la dotación y regularización de la tenencia de la tierra,
financiamiento agrícola, venta de insumos, investigación y asistencia técnica,
79
Albano A. Zambrano Q.
formación y capacitación, planificación productiva, la comercialización de
cosechas y la seguridad, entre otras, no puede ni debe ser considerado
como una opción, sino como el fin último de tales organismos públicos, por
cuanto representa un tema de seguridad y soberanía nacional más allá del
simplismo economicista coyuntural con que generalmente se asume.
La sinergia interinstitucional como categoría teórica representa además un
papel de primer orden en el funcionamiento del Comando Municipal Agrario
Socialista de Brión (COMAS-Brión), instancia promovida desde el Ejecutivo
Nacional a los municipios, en cuya minuta de instalación de fecha 29 de julio
de 2015, registrada por la Dirección de Desarrollo Agrícola Municipal (AMB,
2015), quedó establecido que:
El COMAS obedece a una línea estratégica emanada del
Gobierno Nacional a través del MPPAT 1, y constituye la instancia
de articulación interinstitucional para la planificación, seguimiento
y ejecución de la política agraria de la Revolución a escala
municipal, con la participación protagónica y corresponsable del
Poder Popular en organizaciones productivas de base entre las y
los agricultores, criadores, pescadores y guacuqueros, así como
las UBCH, los CLP y el PSUV como bases de organización sociopolítica del pueblo, cuya coordinación ejecutiva corresponde a la
Dirección o instancia municipal respectiva. (p.1)
Tal como refiere el extracto anterior correspondiente a la Minuta Nº 1 de la
creación del COMAS-Brión, la sinergia interinstitucional en tanto concepto
teórico se convierte en un hecho absolutamente práctico, real, posible y
necesario que, como tal, debe ser asumido en la configuración del nuevo
SAL con una postura revolucionaria de su abordaje en la función pública
nacional, habida cuenta que dicha instancia local de coordinación agrícola
fue instituida en todo el país, enmarcada en la política nacional de
descentralización y desconcentración en materia agroalimentaria, tendiente a
transferir la toma de decisiones públicas hacia las instancias locales como
los espacios políticos más cercanos a las comunidades.
1
Ministerio del Poder Popular para Agricultura y Tierras.
80
Albano A. Zambrano Q.
En la figura 6 se representa mediante adaptación del Diagrama de Venn la
sinergia interinstitucional establecida en el COMAS-Brión (AMB, 2015),
donde se refleja la reciprocidad relacional establecida entre los organismos
del Poder Público Nacional y del Poder Popular (productores, partido,
comunas), con la DIDAM como instancia del gobierno municipal responsable
de coordinar las acciones en torno al sistema agroalimentario local:
Figura 6. Sinergia interinstitucional del COMAS-Brión.
Vale acotar que en nuestra experiencia de investigación-acción participativa
con el desempeño de funciones directivas en la gestión pública municipal,
nos permitió corroborar primeramente la importancia que implica para tal
referida sinergia la efectiva coordinación desde local, por cuanto el
conocimiento comunitario y sus problemáticas sentidas desde la realidad
cotidiana, facilita los abordajes institucionales en el territorio municipal.
En segundo lugar la importancia de ejercer un adecuado liderazgo
interinstitucional basado en el conocimiento espacial-social antes referido,
pues se genera confianza en las y los actores participantes. Finalmente
pudimos evidenciar la importancia de que dicho liderazgo esté sustentado,
81
Albano A. Zambrano Q.
adicionalmente, en el reconocimiento científico y técnico, pues de alguna
manera representa una garantía para el logro interinstitucional esperado.
Es por todo lo anterior que esta categoría se constituye en componente de
nuestra propuesta del modelo estratégico de gestión pública, evidenciando
una postura ontológica, epistemológica y metodológica cónsona con la
articulación dialéctico-sistémica de las actividades del Estado al servicio de la
sociedad, que promueva la superación del modelo de gestión pública basado
en los desempeños aislados y el individualismo institucional estanco, como
rasgo característico de la competencia capitalista trasladada al enfoque del
Estado burgués.
v) Políticas públicas locales:
Con esta categoría teórica se quiere reseñar el conjunto de decisiones que
deben ser tomadas desde las instancias del gobierno municipal para
garantizar el apropiado funcionamiento del SAL, asegurándole pertinencia
social en términos de su capacidad resolutiva, esto es, su contribución real a
la satisfacción sustentable y sostenible de las necesidades nutricionales de
los consumidores, así como la permanencia económica de la actividad
agroproductiva.
Su carácter relacional en el contexto de nuestra investigación está referido a
los vínculos que las políticas públicas emanadas de las instancias locales
establecen con la dinámica agroproductiva territorial-ambiental, económicoproductiva y social-cultural en correspondencia con los requerimientos de su
realidad concreta en el ámbito local en beneficio de todos y cada uno de los
procesos y actores componentes del sistema, procurando en todo caso y
momento el equilibrio entre los diversos intereses que confluyen en el mismo.
De esta manera las políticas públicas locales, entendidas como decisiones
en favor o en contra de algo o alguien, se constituyen vasos comunicantes
entre
los
problemas-soluciones
presentados
y
buscados
por
las
comunidades ante el gobierno municipal como su instancia de poder políticodecisional inmediata, razón por la cual debe procurarse la máxima
82
Albano A. Zambrano Q.
participación del Poder Popular en su diseño, ejecución y control con miras
no solo al cumplimiento del mandato constitucional sobre la participación
protagónica y las competencias del municipio, sino además obedeciendo a la
nueva ética revolucionaria basada en el postulado bolivariano de lograr la
mayor suma de felicidad social para el pueblo, lo que en el tema
agroalimentario es crucial.
2.2.3. Relaciones teóricas categoriales.
En nuestra idea del modelo estratégico de gestión pública del sistema
agroalimentario local subyace el esclarecimiento teórico del conjunto de
relaciones categoriales que están presentes, y por tanto su análisis resulta
indispensable para la construcción del referido modelo con miras a incluir la
totalidad de los componentes que habrán de contribuir con la representación
más aproximada posible a la realidad deseada. En primer lugar nos
apoyamos conceptualmente en elementos que teóricamente fundamentan de
manera integral nuestro modelo estratégico, incorporando al mismo un
conjunto de postulados y teorías tanto generales como específicas,
vinculadas al SAA como campo concreto del conocimiento-acción, pero a su
vez relativas a la gestión pública asumida como la toma de decisiones para
el ejercicio del poder político, así como a la noción de lo local entendida
simultáneamente como espacio geográfico e identidad sociocultural.
Por otra parte asumimos que nuestros elementos teóricos no son conceptos
aislados ni asidos a la nada, sino que representan categorías de análisis
enmarcadas a su vez en un contexto político, económico, social, cultural y
tecnológico, cuya interacción busca transformar la realidad en transición
desde la sociedad capitalista prevaleciente hacia la construcción del
Socialismo del siglo XXI, de donde se desprende un conjunto de relaciones
de carácter dinámico de las categorías clave entre sí y de ellas con el
entorno concreto a través de las categorías vinculantes, conformándose así
un verdadero tejido interrelacional entre los elementos teóricos que dan
forma y sentido al modelo estratégico de gestión pública del sistema
agroalimentario local, en cuya esencia se sustenta la configuración teórica
83
Albano A. Zambrano Q.
multidimensional que le caracteriza, en tanto representación multicategorial
de una dinámica sometida a constante vicisitudes de la naturaleza
medioambiental,
los
procesos
biofísico-químicos
y
las
alteraciones
socioculturales permanentes.
Lo anterior se muestra gráficamente en la figura 7 donde se representan tres
tipos de relaciones teóricas categoriales: i) el primero de tipo unidireccional,
desde el modelo estratégico como epicentro; ii) el segundo de tipo circularsecuencial, expresado en el flujo origen-destino desde y hacia la agricultura
estratégica; iii) finalmente relaciones de inter niveles categoriales, como tipo
establecido de modo extra e intra clases:
Figura 7. Relaciones teóricas categoriales del proceso investigativo.
i)
Relaciones de tipo unidireccional representadas con flechas gruesas
continuas que emanan desde el modelo estratégico como epicentro
sistémico hacia tres destinos simultáneos que, leídos en el sentido del
movimiento
de
las
manecillas
del
reloj,
permiten
ordenarlos
secuencialmente desde la Gestión pública, el Sistema agroalimentario
local y la Dinámica agroalimentaria en el ámbito local-comunal,
expresándose así la influencia epicéntrica de un elemento teórico sobre
84
Albano A. Zambrano Q.
los restantes, a los que determina funcionalmente y les da orden desde el
punto de vista estructural.
De esta manera se evidencia un peso específico supra-conceptual en el
proceso investigativo, es decir, cómo nuestra búsqueda teórica se
supedita a construir un modelo estratégico (no cualquier modelo),
dedicado
tácitamente
al
desempeño
de
la
gestión
pública
(determinantemente) bajo patrones, principios y propósitos desprendidos
de las necesidades y condiciones del contexto; adicionalmente esta
relación directiva implica que la finalidad de tal modelo estratégico es
gestionar desde el gobierno al SAL (exclusivamente), razón por la cual es
con y para sus componentes específicos o subsistemas sobre quienes se
tomarán decisiones, y a cuyos movimientos concretos deberán responder
las estrategias de acción política; en tal sentido el modelo estratégico
tendrá de forma invariante a la dinámica agroalimentaria local-comunal
(indispensablemente) como su campo de acción.
ii) Relaciones de flujo circular-secuencial que son las establecidas
intrínsecamente entre las categorías relacionales y se representan en la
figura con una flecha punteada unidireccional, cuyo origen-destino está
en la categoría agricultura estratégica y alude un movimiento secuencial
lento, con el cual queremos significar que las restantes categorías
(articulación
territorial,
planificación
participativa,
sinergia
interinstitucional y políticas públicas locales) se van adicionando
progresivamente por fases en estrecha dependencia a la inmediata
anterior,
construyendo
así
relaciones-requisito
para
abordar
la
subsiguiente.
Este tipo de relaciones implican, en consecuencia, un vínculo de
sometimiento
estructural-funcional
entre
las
categorías
teóricas
relacionales, lo que da lugar a la configuración de un proceso mediante
momentos alcanzados y fases relacionales, el cual parte desde la
concepción inicial de una agricultura estratégica (primer momento) para
85
Albano A. Zambrano Q.
poder pensar en el posibilidad de establecer la articulación territorial
(segundo momento), como primera fase de relaciones.
Una vez cumplida esta fase (si y solo sí) es que puede ser abordada la
planificación participativa como tercer momento que permite lograr la
segunda fase relacional entre las categorías, luego de lo cual es viable la
sinergia interinstitucional (cuarto momento) cuya adición conforma la
tercera fase relacional y sirve de puntal para avanzar hacia la cuarta fase
abordando el quinto momento dedicado al diseño de políticas públicas
locales, que al relacionarse con la agricultura estratégica (primer
momento), conforma la quinta fase relacional y en esencia enlaza al
quinto momento con el primero como expresión cíclica de la referida
secuencialidad, conduciendo circularmente la última fase al primer
momento con lo que se afianza la tipología teórica que hemos
denominado flujo circular-secuencial entre las relaciones teóricas
categoriales.
iii) Relaciones inter niveles categoriales que representan el tipo establecido
entre los niveles fundamentales y relacionales, representado en la figura
anterior con flechas de doble flujo entre los distintos niveles y hacia el
interior de los mismos, en función a la secuencialidad descrita en
epígrafes anteriores, estableciéndose de este modo interrelaciones
categoriales directas e indirectas entre los conceptos que denominamos
elementos
teóricos
fundamentales
(o
también
categorías
clave,
neurálgicas o nucleares) de nuestra investigación, y los que reconocimos
como elementos teóricos relacionales, en tanto categorías que nos
permiten vincularnos con la realidad concreta a transformar e involucra a
la totalidad de elementos teóricos de nuestro proceso investigativo.
Partiendo de la anterior consideración observamos, por ejemplo, la
existencia de interrelaciones directas de la Gestión Pública (elemento
fundamental) con la Agricultura Estratégica y con la Articulación
Territorial (elementos relacionales), lo que a través de la interrelación
86
Albano A. Zambrano Q.
directa de éste último con el también elemento relacional Planificación
Estratégica, permite la interrelación indirecta de la Gestión Pública con la
Planificación Estratégica, además de la interrelación indirecta de Gestión
Pública con el elemento Sistema Agroalimentario Local (fundamental), e
indirectamente con la Dinámica Agroalimentaria, en tanto elemento
fundamental, por intermediación del relacional Agricultura Estratégica y
así sucesivamente.
Esta tipología de vínculos entre las categorías teóricas (claves o vinculantes)
que están siempre presentes en nuestro proceso investigativo, configura lo
que hemos denominado relaciones teóricas categoriales y les otorgamos
deferencia significativa pues en conjunto conforman la esencia articuladora
en la construcción teórica de nuestro modelo de gestión pública del sistema
agroalimentario local, cuyo carácter estratégico se deriva precisamente de
nuestra idea respecto a la interdependencia teórico-conceptual existente
entre los componentes de un sistema, lo que nos induce a reconocer y
comprender tales relaciones como requisito sine qua non para proponer
posibles transformaciones del mismo.
87
Albano A. Zambrano Q.
III. TERCER MOMENTO: COMPONENTES DEL MEGPSAL.
En tanto representación de una idea sobre la realidad concreta que
estudiamos y en cuanto prolongación de nuestro pensamiento sobre la
organización y conformación de un modelo, es fundamental distinguir y
describir detalladamente cada uno de sus componentes en términos del rol
que desempeñan en la estructura modelada, lo que en el caso de nuestro
MEGPSAL, nos condujo a tres componentes teórico-conceptuales o
categorías fijas cuyas relaciones sustentan tal modelaje: lo estratégico, lo
estructural y lo metódico.
Es necesario establecer la expresión de roles en el modelo
en
correspondencia con su condición de dominancia, determinación y
decisividad en la estructuración y funcionamiento del mismo, lo que en
nuestra concepción del MEGPSAL implica que lo estratégico constituye, por
antonomasia, el componente dominante, a partir del cual se organiza la
gestión pública local para atender al SAA, razón por la que lo estructural se
convierte en el componente determinante del modelo, mientras que el
componente decisivo es lo metódico, de cuya adecuación procedimental en
el abordaje de la dinámica agroalimentaria local-comunal depende la
viabilidad funcional del modelo y, por ende, la valoración de su pertinencia.
Figura 8. Componentes teórico-conceptuales del MEGPSAL
(Diseño propio, 2014).
88
Albano A. Zambrano Q.
3.1. Componente estratégico-dimensional.
La interacción con la realidad económico-productiva, las revisiones
documentales y las propias reflexiones teóricas nos permiten evidenciar el
carácter multidimensional de la dinámica agroalimentaria local, expresado
por una parte en la dimensión social-comunal, que involucra la acción
individual y colectiva de las comunidades en procesos sucesivos que van
desde lo productivo primario hasta el consumo final, pasando por la
adecuación agroindustrial y circulación hacia los hogares; igualmente implica
una dimensión espacial-temporal vinculada a requerimientos biológicos,
ambientales y cíclicos propios de los procesos agrícolas; adicionalmente está
presente la dimensión físico-material con la que se hace tangible el
resultado-producto de los procesos sistémicos; contempla asimismo una
dimensión político-institucional que refleja las acciones del gobierno local
mediante políticas públicas, dado el rango político-estratégico del mandato
constitucional sobre la producción-consumo de alimentos en Venezuela.
En la figura 9 representamos el carácter multidimensional mediante una
pirámide de cuatro lados o caras, en cuya a base ubicamos lo socialcomunal, dos caras laterales con lo espacial-temporal y lo físico-material
respectivamente y una cara frontal representando la dimensión políticoinstitucional, con la esfera interna suspendida entre tales dimensiones que
representa la dinámica agroalimentaria local.
Figura 9. Perspectiva multidimensional de la dinámica agroalimentaria local.
(Diseño propio, 2015).
89
Albano A. Zambrano Q.
La consideración de tales dimensiones desde la postura estratégica, en tanto
base del modelo de gestión pública, nos conduce a unas interrogantes de
partida formuladas en términos de las decisiones gubernamentales
ineludibles para ejecutar acciones concretas en función al querer, el deber, el
poder y el requerir en torno al SAA.
1. ¿Qué se quiere hacer?, conducente a definir la intencionalidad de la
gestión con respecto al SAA, es decir: lo que se busca y se espera lograr
con su estructuración y funcionamiento; en palabras de Bigott (2016)
referenciando el “cuadro metódico de Chávez”, esta interrogante instituye
la acción política como categoría orientadora de la función del Estado y los
gobernantes para satisfacer las demandas alimenticias de la sociedad,
permitiendo en consecuencia la definición de los objetivos estratégicos en
el territorio, expresados en términos de la aspiración y lo alcanzable, como
enunciado primario y contenido esencial de toda política pública.
Una referencia obligatoria de intencionalidad política lo constituyen los
Objetivos Históricos del Plan de la Patria 2013-2019, entre los que se
contempla la aspiración declarada en el Objetivo Nacional Nº1.4 “Lograr la
soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación
de nuestro pueblo” (AN, 2013, ob. cit.), de cuya manifestación se
desprenden intencionalidades más específicas a manera de propósitos
alcanzables, enfocados en los componentes del SAA, tal como lo señala el
Objetivo Estratégico Nº 1.4.3: “Afianzar un conjunto de políticas públicas
de apoyo a la producción, distribución, comercialización, organización del
sector rural y participación del poder popular campesino en la
implementación de un Plan Nacional de Producción de Alimentos que
garantice la soberanía alimentaria”, las que deben formularse a escala
local-comunal como vía expedita para la concreción de las políticas
públicas desde el gobierno municipal con la activa intervención popular,
ámbito político-espacial donde la participación del Poder Popular
campesino es absolutamente posible y por lo tanto una aspiración
realmente alcanzable.
90
Albano A. Zambrano Q.
2. ¿Qué se debe hacer?, a fin de cumplir los mandatos derivados de la
agenda político-ejecutiva, según las atribuciones, competencias y
demandas sociales hacia la gestión local, esto es: la base jurídica y el
encargo social que le orienta, en términos de responder atendiendo a las
obligaciones que la superestructura legal-normativa le impone al decisor
como administrador de la cosa pública, pero atendiendo además a los
compromisos con el electorado que le convirtió en servidor público.
Se trata pues de cumplir con el deber al desempeñar funciones de
gobierno público, lo que implica gobernar obedeciendo como plantea
Enrique Dussel al referirse al poder como obediencia en la tesis 4, donde
señala: “El que manda es el representante que debe cumplir una función
de la potestas. Es elegido para ejercer delegadamente el poder de la
comunidad; debe hacerlo en función de las exigencias, reivindicaciones,
necesidades de la comunidad” (Dussel, 2006, p.36), agregando luego que
“cuando desde Chiapas se nos enseña que ´los que mandan deben
mandar obedeciendo` se indica con extrema precisión esta función de
servicio del funcionario (el que cumple una ´función´) político, que ejerce
como delegado el poder obediencial”, por tanto el poder del funcionario no
deviene de fuente propia sino por delegación del poder que, como
ejercicio de soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, tal como lo
establece el artículo 5º de nuestra Carta Magna.
3. ¿Qué se puede hacer?, en correspondencia con las posibilidades reales
de acción según los recursos disponibles y alcances de la gestión, o sea:
la capacidad de maniobra del gobierno local respecto al SAA que
análogamente Bigott (2016, ob. cit.) identifica en el citado cuadro metódico
de Chávez como con qué, haciendo referencia al poder en tanto condición
que permite la relación entre las decisiones y la ejecución de acciones
planteadas en las políticas públicas, viabilizando la posibilidad de su
implementación..
Retomando a Dussel (ob. cit., p. 26), quien en su Tesis 2 exalta la
factibilidad del poder en tanto facultad estratégica de la potestas,
91
Albano A. Zambrano Q.
entendida ésta como la voluntad de la comunidad delegada en sus
gobernantes para que hagan uso de las “mediaciones, técnicoinstrumentales o estratégicas, que permitan empíricamente ejercer la
dicha voluntad” como recursos de acción política, ejemplificando dicho
autor con situaciones diversas para el ejercicio de tal factibilidad del poder
en los ámbitos militar, educativo y otros, destacando en nuestro caso que
la potestas “deberá poder desarrollar los sistemas agrícolas adecuados
para proveer de alimentación a la población”, evidenciando así que la
denominada factibilidad estratégica involucra la posibilidad de “llevar a
cabo con la razón instrumental y empíricamente los propósitos de la vida
humana y su aumento histórico, dentro del sistema de legitimación que se
haya desarrollado” (ídem), razón por la cual lo que se puede hacer estará
obviamente en función al enfoque político, social y económico dominante
dadas sus percepciones disímiles respecto al SAA.
4. ¿Qué se requiere hacer?, en función de lograr la combinación más
adecuada entre las capacidades y recursos que coadyuven a cumplir los
compromisos de la gestión desde su intencionalidad, mandatos y
posibilidades, es decir: los requerimientos estratégicos en función de cómo
armonizar el desempeño del talento humano y el uso de recursos físicos,
materiales, financieros, tecnológicos, políticos e institucionales, logrando
así un óptimo aprovechamiento de potencialidades y aportes al SAA, lo
que en la precitada interpretación de Bigott equivale a la estrategia
necesaria en términos del cómo hacer las cosas para alcanzar los
objetivos planteados.
Esta consideración de corte político-institucional requiere una nueva
concepción de la gerencia pública, tal como señala Romero (2007, p.29),
preocupada por “el manejo adecuado de la burocracia en la ejecución de
políticas públicas y la toma de decisiones para responder las demandas
sociales y manejar las ofertas del Estado”, cuyo objetivo es suministrarle al
gobierno (nacional, regional y municipal) capacidad para gestionar
eficientemente las instituciones estatales, tanto en el proceso de
92
Albano A. Zambrano Q.
administración como en su adecuación y transformación hacia el nuevo
escenario
de
país,
signado
por
la
participación
protagónica
y
corresponsable del Poder Popular en los asuntos públicos.
En consecuencia, no se trata de los requerimientos tecnocráticos
convencionales y regularmente rígidos de la administración pública, sino
de darle connotación humanista a través de la gestión estratégica para
que, desde la función pública, se impriman transformaciones al SAA
mediante el desempeño basado en la ética patriótica “que debe surgir del
espíritu y propósito de la Constitución Bolivariana, para dirigir la República,
a través de la organización y educación, pues su liderazgo tiene como
máxima prioridad el empoderamiento del ciudadano” (Romero, ob. cit.,
p.137), lo que evidentemente marca una diferencia entre el cómo hacer las
cosas en el socialismo respecto a la concepción capitalista y sus
requerimientos.
3.2. Componentes orgánico-estructurales del modelo.
A
partir
de
nuestra
concepción
multidimensional
de
la
dinámica
agroalimentaria local, así como con la consideración del enfoque estratégico
basado en un modelo decisional para su abordaje, nuestra propuesta
MEGPSAL se centra en el reconocimiento-identificación y articulaciónintegración de los cuatro componentes del SAL, mediante los cuales se
expresan respectivamente las dimensiones anteriormente descritas, cuya
interacción sistémica a partir de la dinámica realidad local conforma la
estructura orgánica de gestión pública, esto es: un sujeto agroproductivo, el
objeto agroproductivo, el ambiente agroproductivo y, como epicentro rector y
escenario de acción, la agrogestión pública asumida desde lo local, en cuya
interacción destacan otras categorías vinculadas particularmente a cada
componente que, en algunos casos, están presentes en más de uno de ellos
como describiremos luego.
Es propicio acotar que por tratarse de una propuesta para la gestión pública
en el ámbito municipal, en nuestro MEGPSAL la función rectora y
articuladora del Estado con la acción estratégica del gobierno local, es
93
Albano A. Zambrano Q.
simultáneamente epicéntrica y circundante (Figura 10), fungiendo como ente
nucleador de la interacción necesidades-posibilidades territoriales que se
concretan en acciones gubernamentales específicas para cada caso,
mediante políticas públicas supeditadas a las demandas del entorno de
desempeño sujeto-objeto-ambiente en la dinámica agroproductiva comunal.
Figura 10. Componentes orgánico-estructurales del MEGPSAL.
a) Sujeto agroproductivo: representado en el productor y grupo familiar
constituye
la
dimensión
social-comunal
y
por
ende
componente
fundamental del modelo, en tanto actor principal y receptor primordial de
las acciones estratégicas como raíz y fin último de nuestra propuesta,
siendo
obviamente
considerado
en
su
doble
rol
de
productor
agroalimentario múltiple (producción primara y procesamiento), así como
consumidor del resultado obtenido de la actividad económico-productiva.
En torno a él gravitan subcomponentes de carácter socioeconómico,
identificándose como tales los relativos a salud, tanto individual como
colectiva; alimentación personal y familiar; vivienda; seguridad personal y
patrimonial; servicios públicos básicos como agua potable, electricidad,
94
Albano A. Zambrano Q.
transporte; educación formal e informal; asesoría y asistencia técnica,
acompañamiento socioproductivo; organización social de la producción,
política y participativa; comercialización de los productos, servicios y
suministros agrícolas; financiamiento integral del proceso productivo;
ciencia y tecnología para la producción.
Es como consecuencia de las anteriores consideraciones respecto al
sujeto productivo nucleador del modelo, que se hace menester un nuevo
sujeto tanto como la producción de nuevos objetos, pues tal como lo refirió
el Comandante Chávez en el programa Aló Presidente Nº 371, transmitido
el 13 de marzo de 2011: “no se trata solo de producir alimento, producir
ropa, que hay que producirla, pero, más allá está el gran desafío de la
humanidad: crear, producir, el hombre nuevo, la sociedad nueva” (INN,
2014, ob. cit., p.95), esto es: la producción de un sujeto con nueva visión y
elevada conciencia de su rol respecto a la actividad agroalimentaria para
sí y para la sociedad.
b) Objeto agroproductivo: está representado por las plantas y animales de
producción constituyendo así la dimensión físico-material de nuestro
modelo y es, por lo tanto, la intención y resultado tangible de la actividad
económico-productiva del mismo, lo que además se manifiesta en su
estrecha relación con los subcomponentes semillas y simientes; insumos
del proceso productivo (controladores, abonos, alimentos, medicina
veterinaria, y otros);manejo agroproductivo; higiene y salud vegetalanimal; procesos alternativos de producción; tecnologías productivas;
investigación científica vinculada a especies, variedades, rendimientos,
resiliencia y mejoras genéticas; procesamiento agroindustrial y adecuación
comercial, entre otros.
Dado su carácter de expresión del resultado tangible del proceso
económico-productivo, en torno a este objeto se configuran todos los
esfuerzos del sujeto y de la gestión sobre el ambiente, con miras a
garantizar su permanencia y desarrollo sistémico, pues obviamente las
especies vegetales y animales con sus frutos y productos en los
95
Albano A. Zambrano Q.
agroecosistemas, así como en su multifactorial dinámica de origen bióticoambiental y social-económico, son el epicentro de la acción agroproductiva
al ser el elemento que “genera la estructura particular del agroecosistema”
(Altieri, 1999, p.18), lo que en otras palabras implica y explica su carácter
de componentes imprescindibles para el logro de la seguridad y la
soberanía agroalimentaria como búsqueda de los pueblos y gobiernos.
c) Ambiente agroproductivo: que está conformado por la integración del
ecosistema natural y la infraestructura de apoyo a la producción según los
requerimientos cíclico-estacionales del proceso productivo local, por lo que
representa la dimensión espacial-temporal del modelo y le concebimos
para la interacción equilibrada del ser humano con su territorio ecolocal a
través de la actividad agroproductiva; de esta manera entendemos por tal
ambiente a los recursos naturales disponibles como suelo, agua,
biodiversidad, energía solar, clima y otros, así como las intervenciones
antrópicas en términos de obras de drenaje, vialidad, riego, transporte,
centros de acopio, tecnología productiva, industrialización y servicios
varios, entre otros, que facilitan la adecuación temporal del espacio en
favor de los intereses comunales en su procura alimenticia.
Vale acotar que de la atención oportuna y adecuada al ambiente
agroproductivo dependen tanto la preservación de la biodiversidad,
incluyendo la vida humana en el planeta como refiere el Objetivo Histórico
Nº 5 del Plan de la Patria (AN, 2013, ob. cit.), así como las necesidades de
inversión (pública y privada) en infraestructura física, tecnológica y
material destinada a fortalecer la producción agroalimentaria local.
d) Agrogestión pública local: expresada en los planes y recursos para la
inversión productiva, instituye la dimensión política-institucional de nuestro
modelo e involucra una nueva concepción de la interacción estratégica del
Estado y el Poder Popular, expresada en el acompañamiento integral
desde el gobierno local con apoyo de las instituciones regionales y
nacionales para el fortalecimiento técnico-científico, el financiamiento
96
Albano A. Zambrano Q.
productivo e infraestructura de apoyo a la producción, impulsando la
participación activa y protagónica de las comunidades organizadas en su
doble rol como productora primaria y consumidora final (prosumidora), en
torno
a
decisiones
esenciales
relativas
a
la
inversión
pública
agroproductiva y de soporte a la producción, formación y disponibilidad de
talento humano calificado; base jurídica y normativa integral del SAA;
garantías para la disponibilidad de los recursos físicos y materiales;
suministro oportuno de los recursos financieros requeridos y el ejercicio de
su capacidad decisora estratégica para aplicar las 3Ra la gestión pública.
Esta dimensión del MEGPSAL tiene como principio y fin generar la
garantía de que el pueblo tenga “en sus manos un sistema alimentario:
soberanía alimentaria” (INN, 2014, ob. cit., p. 17), sustentándose en el
triángulo indisoluble de H. Chávez, cuya fórmula contempla primero la
política (¿qué es lo que queremos?), luego la estrategia (¿cómo lo vamos
a lograr?) y después el poder (¿con qué lo vamos a lograr?), teniendo en
cuenta que “los tres elementos deben estar bien configurados para que el
triángulo sea efectivo” (ibídem), contemplando la metodología 3R como
elemento transversal.
Al respecto tomamos el pensamiento económico patriótico de Hugo
Chávez respecto a que “la patria sólo podría renacer cuando recuperara
su soberanía; la economía sólo es economía cuando es economía política;
el humanismo habría de constituir la piedra angular de cualquier propuesta
económica” (Serrano, 2015, ob. cit., p.229), donde evidentemente
destacan tres categorías de singular importancia en las que subyace la
acción rectora de la agrogestión pública, puesto que repercuten
directamente sobre la dinámica agroproductiva para la configuración del
SAL: la soberanía, que aunque reside intransferiblemente en el pueblo su
resguardo es una función ineludible del Estado; la economía política, en
tanto base epistemológica y guía científica de la gestión pública para
garantizar la soberanía del pueblo en la satisfacción de sus necesidades;
97
Albano A. Zambrano Q.
el humanismo, como sustento ontológico de la actividad política rectora del
desarrollo económico-productivo y social.
Como se desprende de nuestra propuesta estratégica de gestión pública,
es obvio que asumimos una postura anti neoliberal sin plantearnos un
estatismo absoluto, máxime en lo atinente al tema agroalimentario cuya
dinámica amerita un tratamiento equilibrado entre planificación y mercado,
razón por la cual creemos que a través del MEGPSAL se garantiza la
participación del Estado en cumplimiento de sus atribuciones económicas
constitucionales, sin menoscabo de la participación del sector empresarial
privado, como señala la CRBV en su Título VI referido al Sistema
Socioeconómico del país, cuyo Capítulo I, artículo 299º, establece:
…El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el
desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar
fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de
vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país,
garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo,
sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la
economía, para lograr una justa distribución de la riqueza
mediante una planificación estratégica democrática participativa y
de consulta abierta. (p.321 - 322)
De igual modo la composición orgánico-estructural del MEGPSAL tributa a la
aplicación del artículo 305º del texto constitucional: “El Estado promoverá la
agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, a
fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población”, y refuerza luego
que “A tales fines, el Estado dictará las medidas de orden financiero,
comercial, transferencia tecnológica, tenencia de la tierra, infraestructura,
capacitación de mano de obra y otras que fueran necesarias para alcanzar
niveles estratégicos de autoabastecimiento” (ANC, 2000, ob. cit., p.325-326).
Así mismo la referida composición del MEGPSAL se sustenta en el
cumplimiento de la función pública que señala el artículo 306º al establecer
que “El Estado promoverá las condiciones para el desarrollo rural integral,
con el propósito de generar empleo y garantizar a la población campesina un
98
Albano A. Zambrano Q.
nivel adecuado de bienestar, así como su incorporación al desarrollo
nacional” (ANC, 2000, ob. cit., p.327).
3.3. Componente metódico.
A partir de las respuestas a las interrogantes contenidas en la figura 10 y
mediante el uso de la matriz estratégica decisional, es posible desarrollar un
proceso
de
planificación
estratégica
conducente
a
determinar
adecuadamente qué ofrecer a las comunidades locales, lo cual podemos
enunciar a través de objetivos estratégicos, tácticos y operativos que sirvan
de guía y expresen respectivamente la intencionalidad, el cumplimiento de
los mandatos y las posibilidades de maniobra de la gestión; igualmente
permite establecer con qué y con quién se cuenta para poder cumplir la
oferta pública, logrando así los objetivos de la gestión local en torno al SAA,
metódica cuya aplicación durante la elaboración del “Plan de Desarrollo
Agrícola Municipal de Brión 2015-2018” (DIDAM, 2015), nos permitió
confirmar su utilidad y uso práctico (Anexo 2).
Figura 11. Componente metódico - estratégico del MEGPSAL (Diseño propio,
2014).
Lo expresado gráficamente en la figura 11 orienta nuestra metódica del
modelo estratégico decisional, como base para tomar las medidas de gestión
pública necesarias aplicables al sistema agroalimentario local, dándole al
99
Albano A. Zambrano Q.
decisor público los criterios que fundamenten su proceder burocrático,
auxiliado con la siguiente matriz:
Tabla 4. Matriz Estratégica Decisional del MEGPSAL
¿QUÉ SE
QUIERE?
¿QUÉ SE DEBE?
¿QUÉ SE PUEDE?
Objetivos
estratégicos
Objetivos
tácticos
Objetivos
operativos
Intencionalidad
Mandatos
Posibilidades
QUÉ OFRECER
¿QUÉ SE REQUIERE?
Talento y
recursos
Instituciones y
organizaciones
Combinación más adecuada
CON QUÉ Y CON QUIÉN
Adaptado de: DIDAM (2015).
A manera de ejemplificación descriptiva del procedimiento seguido en la
construcción matricial anterior, presentamos el siguiente ejercicio explicativo
sobre las consideraciones estratégicas que realizamos de las interrogantes
durante la elaboración del referido plan:
i. ¿Qué se quiere?: según la intencionalidad expresada en los Objetivos
Estratégicos nacidos de la agenda político-social comprometida. En
nuestro caso se quiere:
1. Fomentar la diversificación de la economía agrícola local.
2. Fortalecer la organización familiar y campesina para la producción de
alimentos.
ii. ¿Qué se debe?:conforme a los mandatos que dan origen a los Objetivos
Tácticos en atención a las leyes sobre atribuciones, competencias y
funciones del municipio; Objetivos Históricos, nacionales y estratégicos del
Plan de la Patria; lineamientos y normas del ente rector de la política
agrícola nacional (MPPAT). En consecuencia, respectivamente se debe:
1.1. Fortalecer la producción de rubros estratégicos en el municipio Brión.
1.2. Introducir rubros estratégicos con potencialidad ecolocal durante 2016.
2.1. Fomentar la conformación de UPS para la producción agroalimentaria.
2.2. Impulsar la creación de EPSM para agregar valor a la materia prima.
iii. ¿Qué se puede?: en función a la Intencionalidad + Mandatos =
Posibilidades para llevar a cabo los Objetivos Operativos acordes con el
100
Albano A. Zambrano Q.
talento humano y los recursos disponibles para tales cometidos. Por lo
anterior, correspondientemente se puede:
1.1.1) Mantener la producción de rubros bandera locales en el ciclo
2015-2016.
1.1.2) Incrementar en 20% la producción local de rubros estratégicos
para el ciclo productivo 2015-2016.
2.1.1) Suministrar apoyo técnico a las y los agroproductores en la
introducción local de nuevas especies y variedades de cultivos.
2.1.2) Destinar 30% de la cartera crediticia al financiamiento de rubros
estratégicos no tradicionales para el 2016.
iv. ¿Qué se requiere?: procurado la combinación más adecuada entre las
posibilidades del poder público (instituciones) y necesidades del poder
popular (comunidades), es decir en función a la ecuación intencionalidad
+ mandatos + posibilidades = alianzas/convenios para viabilizar la
gestión pública del SAL, mediante la sinergia interinstitucional referida en
epígrafes anteriores. En consecuencia, se requiere:
 Talento y Recursos: Equipo humano directivo, técnico y operativo;
Espacios físicos con vocación agrícola; Infraestructura de apoyo;
Dotación de maquinaria, equipos, herramientas, vehículos; Dotación
de insumos agrícolas.
 Instituciones públicas y organizaciones sociales de base: DIDAM,
Catastro Municipal, Ingeniería Municipal; INTI; INDER, Consejo
Federal de Gobierno, FONDAS, BAV, FONACIT; AGROPATRIA,
Corporación
Socialista
del
Cacao
Venezolano,
CIARA,
CORPOMIRANDA; Consejos Comunales, Comunas, EPS, UPS,
Cooperativas, otros.
En relación al último requerimiento es conveniente establecer algunas
consideraciones en torno a la estrategia de vinculación para la sinergia
interinstitucional, las que pueden sintetizarse en:
a) Definición de potenciales intereses por tipo de instituciónorganización;
b) Priorización de intereses en función al sistema agroalimentario local;
101
Albano A. Zambrano Q.
c) Definición de acciones institucionales a manera de guión para abordar
cada tipo de institución pública u organización social;
d) Conformar instancias de anexión interinstitucional como el COMAS, la
Mesa Agroalimentaria, los CLAP, la Mesa técnica por la soberanía
alimentaria, y realizar eventos participativos como los abordajes
comunitarios integrales, las Ferias del Consumo Familiar, Congreso de
productores, entre otros, que permitan la participación e integración
interinstitucional con el Poder Popular a través de sus objetivos
comunes.
3.4. Relaciones sistémicas del MEGPSAL.
En el SAL como manifestación de la dinámica agroalimentaria en el ámbito
comunal, está implícita un conjunto de relaciones que expresan la dialéctica
histórico-material, y por ende objetiva-subjetiva, que según Marx caracteriza
a “la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior
como del pensamiento humano” (Lenin, ob. cit., p.22), lo que en el
MEGPSAL se logra mediante una vinculación de tipo circular-sucesivaascendente, cuyo punto de partida se ubica en los componentes teóricoconceptuales con los que percibimos y definimos la multidimensionalidad de
tal dinámica que refleja la realidad local concreta, dando lugar así a la
modelación articulada de lo orgánico-estructural que, en sucesión, induce a
asumir una metódicaestratégico decisional como base y expresión del
modelo, conduciéndonos nuevamente a lo teórico-conceptual para a su
evaluación y eventual modificación de ser necesario, e iniciar la circulaciónsucesiva-ascendente en forma de espiral.
Lo referido se muestra en la figura 12 donde se representan gráficamente las
relaciones sistémicas entre los componentes del MEGPSAL mediante
flechas unidireccionales de tipo espiral “que nos da un reflejo de la materia
en perpetuo desarrollo” (Lenin, ob. cit., p.24), y por ende en dinámico
movimiento ascendente, que
adicionalmente incorporan como sistema la
idea del espacio (entre planos componentes) y el tiempo (momentos en la
102
Albano A. Zambrano Q.
sucesión), en tanto categorías dialécticas o formas fundamentales de las
relaciones sociales, económicas y políticas desprendidas de la gestión
agroalimentaria que, como hemos afirmado anteriormente, tienen al ser
humano como fin y eje de la acción estratégica en su rol de prosumidor,
teniendo en cuenta que “un ser concebido fuera del tiempo es tan absurdo
como lo sería un ser concebido fuera del espacio” (Lenin, 1989, ob. cit., p.
222), constituyéndoselo material e histórico en la esencia ontológica que
sustentó nuestra construcción teórica.
Figura 12. Relaciones sistémicas entre los planos-momentos del MEGPSAL.
Como se observa, a través de nuestro MEGPSAL se establecen relaciones
que tienen como fin último la articulación entre diversos planos y momentos
que nos permiten configurar vínculos sistémicos entre subsistemas de
diversa naturaleza categorial, tales como el orden teórico-conceptual de
donde emanan, pues es a partir de la concepción teórica de lo estructuralmetódico-estratégico como componentes del primer plano-momento, que
logra percibirse desde lo abstracto y la subjetividad (propias de la teoría), la
existencia del segundo espacio-tiempo en sus múltiples dimensiones, pero
también relacionado con lo orgánico-estructural y lo metódico-estratégico.
103
Albano A. Zambrano Q.
En cuanto al carácter multidimensional que revisten los elementos
conformantes del segundo plano-momento, más allá de su condición de ser
consecuencia del primero y causal del tercero, debemos destacar la relación
establecida pese a su disímil naturaleza (con lo precedente y posterior), por
tratarse este componente de una construcción teórico-práctica sustentada en
lo apariencial de la realidad concreta estudiada, cuya multiplicidad de
funciones y formas convergen hacia su interior en una diversidad ontológica
indivisible, que fusionan interrelaciones de lo abstracto-subjetivo con lo
concreto-material, facilitando así la continuación relacional desde el primer al
tercer
componente
sistémico
señalados,
sin
menoscabo
de
poder
relacionarse también directamente con el cuarto plano-momento identificado.
De esta secuencialidad en nuestra construcción adquieren forma orgánicoestructural los componentes del tercer plano-momento conformado por intra
relaciones recíprocas entre productores, productos, ecosistema natural y
político, caracterizándose su naturaleza concreta por ser más tangible que en
los anteriores componentes y, por ende, un sentido y funciones más
prácticas en términos de sus capacidades transformadoras, las que
obviamente dependen de sus respectivas dimensiones, que las conducen al
tránsito sistémico hacia lo metódico-estratégico para adecuar su desempeño
al contexto del SAL, sin perder relación causal con lo teórico-conceptual.
Es así como el cuarto plano-momento se conforma mediante el proceso y
tratamiento metódico-estratégico derivado de las interacciones precedentes,
por cuanto su presencia se hace indispensable y necesaria para el abordaje
decisional desde el gobierno local con la participación del poder popular, a fin
de diseñar políticas públicas considerando el contexto espacio-tiempo en
términos de los recursos naturales, materiales, políticos y jurídicos
disponibles en relación con la dinámica agroalimentaria local.
Sintetizando:
en
el
MEGPSAL
se
instituyen
relaciones
circulares-
ascendentes de tipo espiral, que si bien se identifican con la sucesividad
ordinal espacio-temporal consecutiva entre sus componentes (flechas
104
Albano A. Zambrano Q.
azules), también son posibles las relaciones directas entre planos-momentos
no consecutivos (flechas negras), según sean necesarias para la
funcionalidad sistémica modelada, lo cual explica que lo teórico-conceptual
(génesis del modelo), establece relaciones hasta consigo mismo en el
proceso de revisión-reconstrucción; la dinámica multidimensional, aparte de
lo orgánico-estructural se relaciona con lo metódico-estratégico, y éste
reinicia el proceso en un plano superior continuo hacia lo teórico-conceptual
(revisado y reconstruido) hacia una nueva realidad contextual, obviamente
surgida de las transformaciones provocadas en el primer ciclo.
105
Albano A. Zambrano Q.
IV. CUARTO MOMENTO: INDICADORES DE VALORACIÓN PARA EL
MEGPSAL.
El presente acápite lo dedicamos al desarrollo de nuestro cuarto objetivo
específico y está organizado en tres epígrafes que, de manera progresiva,
nos permiten definir qué son los indicadores de valoración partiendo de un
abordaje conceptual genérico hasta especificar teóricamente las razones de
su aplicabilidad al MEGPSAL; posteriormente detallamos la metódica de
construcción y aplicación de indicadores para la valoración del modelo;
finalmente presentamos algunos indicadores obtenidos del MEGPSAL cuyos
resultados permiten su valoración tributando además a evidenciar la validez
de nuestra investigación.
Es propicio acotar que en este proceso de valoración acudimos a la
construcción de indicadores tanto de naturaleza cuantitativa como de tipo
cualitativa. En el primer caso debido a que en el campo de acción al que se
circunscribe la investigación se abordan componentes primordiales de la
actividad
económico-productiva
agropecuaria,
cuyas
dimensiones
se
expresan mediante magnitudes necesariamente cuantificables, tal es el caso
de superficies productivas, volúmenes de producción-intercambio-consumo,
costos de producción, rendimientos, entre otras.
De igual manera se configuraron indicadores atendiendo al componente
social presente en la investigación al abordarse la gestión pública en tanto
acción humana, así como por asumirse el SAA desde el enfoque de la
satisfacción de necesidades, cuyas consideraciones valorativas se expresan
en la percepción subjetiva de las y los consumidores, productores,
intermediarios, gobernantes y especialistas, en términos de aceptación o
rechazo argumentado y fundamentado que permita revelar lo acertado o no
del MEGPSAL para representar una realidad concreta que, en nuestro caso,
debe ser útil para transformar la situación vigente.
4.1. Indicadores de valoración: aproximación a una definición sistémica.
Concebimos los indicadores como la expresión observable de un objeto de
estudio, la cual puede ser de naturaleza cuantitativa o cualitativa, cuyo
106
Albano A. Zambrano Q.
análisis permite describir particularidades, procedimientos o manifestaciones
de cambios en la realidad concreta y que percibimos a través de las
tendencias evolutivas de una categoría teórica, las modificaciones en los
valores de una variable, en el comportamiento intercategorial o en la relación
entre variables, que evidencian sus modificaciones en el tiempo y que
mediante el análisis comparativo “con periodos anteriores, o bien frente a
una meta o compromiso, permite evaluar el desempeño y su evolución en el
tiempo” (DAFP, 2012, p.17), definición donde la temporalidad, la materialidad
y la transformacionalidad constituyen dimensiones esenciales del objeto
estudiado en contexto, otorgándole la dinámica sistémica característica.
Es así que los indicadores sirven para “establecer el logro y el cumplimiento
de la misión, objetivos, metas, programas o políticas de un determinado
proceso o estrategia” (Ibíd.), por consiguiente se acude a su aplicabilidad en
la valoración del MEGPSAL con miras a determinar si éste realmente tributa
a los fines y propósitos para los cuales se concibió, en términos de apreciar
si la gestión pública del SAL, y el modelo que le sustenta, tienen el carácter
estratégico-transformacional que según J. García (comunicación personal, 16
de septiembre de 2016) implica tomar los indicadores “como resultados para
valorar la gestión pública local en lo agroalimentario, es decir, valorar la
manera de gestionar al SAL desde la función pública”.
Es propicio acotar que lo referido sólo es posible en tanto y en cuanto los
indicadores tengan la capacidad de indicar algo con sus aportes de
información real y oportuna para los intereses de quienes diseñan y aplican
las políticas públicas, puesto que como hemos dicho, el indicador se define y
se estructura teóricamente en correspondencia con la ontología que sustenta
al modelo de gestión pública aplicado, de donde se desprende que no
existen indicadores genéricos neutros, pues resulta inviable valorar al SAA
concebido desde el buen vivir y el socialismo como satisfactor de
necesidades, utilizando para ello parámetros basados en la concepción
107
Albano A. Zambrano Q.
economicista del agronegocio capitalista, habida cuenta que los resultados
positivos desde la concepción humanista son negativos para la neoliberal.
En tal sentido dada nuestra consideración respecto a la participación del
gobierno municipal en la gestión del SAL, como expresión de la garantía
constitucional de seguridad alimentaria por parte del Estado, así como por la
connotación estratégica que otorgamos a dicha participación, es evidente la
necesidad de obtener, sistematizar y analizar información sobre la dinámica
agroalimentaria local y sus contextos cambiantes, influenciados por factores
naturales de orden biológico, químico y físicos (algunos cíclicos y otros
impredecibles), indispensables para garantizar la sostenibilidad del sistema
que viabiliza el acceso a la alimentación como necesidad humana vital,
conllevándonos a un constante vínculo con las comunidades que interactúan
en los diferentes componentes circuitales del sistema e implican factores de
tipo social, económico y político (también cíclicos y/o impredecibles), pero
que son expresión de la funcionabilidad sistémica como un todo.
En correspondencia con lo anterior definimos dos tipos de indicadores de
valoración del MEGPSAL, obedeciendo a la naturaleza de la información que
generan a la gestión de gobierno municipal sobre el sistema, agrupada de
acuerdo con su carácter cuantitativo o cualitativo, pero que evidentemente se
complementan al momento de tomar decisiones de políticas agroalimentarias
locales y conceptualmente los definimos de la siguiente manera:
a) Indicadores cuantitativos: permiten la valoración del MEGPSAL mediante
el análisis de las magnitudes que expresan variaciones vinculadas al
proceso productivo tales como volúmenes de producción, superficies
productivas, rendimientos por espacio-tiempo; comportamiento biológico
de plantas y animales tales como el desarrollo de los cultivos y rebaños,
ciclos y etapas de vida, movilidad de la biodiversidad; conformación
físico-química de los elementos fundamentales del ambiente como suelo,
agua y aire; evolución de la actividad económico-productiva en términos
de la cantidad de unidades de producción agrícola (UPA), número de
108
Albano A. Zambrano Q.
consumidores abastecidos,
volúmenes de
consumo,
composición
nutricional de la dieta alimenticia, costos de producción y precios, entre
otras magnitudes vinculadas indistintamente al ámbito natural o social.
b) Indicadores cualitativos: mediante los cuales se valora al MEGPSAL
analizando el comportamiento de categorías teóricas (no numéricas),
básicamente vinculadas a la gestión del sistema aunque igualmente
reflejan o marcan las tendencias en términos de la percepción sobre el
abastecimiento, sensación de seguridad y soberanía, consideraciones
sobre la calidad de los productos y las gestión de gobierno, gobernanza
económica, valoración de políticas públicas, satisfacción a las demandas
del poder popular, formas de organización social para la producción, entre
otras, que se construyen fundamentalmente a partir de la subjetividad de
las y los actores involucrados, así como mediante el análisis de la
propensión comportamental en el contexto político, el ambiente ecolocal y
el ámbito cultural vinculado a la dinámica agroalimentaria comunal.
4.2. Metódica de construcción teórica y aplicación de los indicadores.
La base metódica para la construcción de nuestros indicadores la constituye
los elementos teórico componentes del SAL y su dinámica implícita, esto es:
partimos de lo orgánico-estructural del modelo (sujeto, objeto, ambiente y
agrogestión), contextualizado en la multidimensionalidad agroalimentaria
local
(social-comunal,
espacial-temporal,
físico-material
y
político-
institucional), para comprender las relaciones sistémicas entre los planosmomentos del MEGPSAL que nos permitan valorar sus avances y aportes
para las transformaciones necesarias al modelo de gestión del SAA
venezolano, las cuales finalmente repercuten y se reflejan en la agricultura
estratégica, la articulación territorial, la planificación participativa, la sinergia
interinstitucional y las políticas públicas locales en materia agroalimentaria,
convirtiéndose este conjunto de elementos teóricos relacionales en
indicadores para la valoración del MEGPSAL.
109
Albano A. Zambrano Q.
Enmarcados en lo anterior y habida cuenta que es a través del
establecimiento de relaciones teóricas como se construyen los indicadores,
establecimos preliminarmente cinco grupos de relaciones entre categorías y
variables que nos tributan a la valoración de la gestión pública
agroalimentaria local a través del modelo estratégico, para lo cual
procedimos a enunciar un conjunto de interrogantes vinculadas a los
referidos elementos relacionales, en tanto indicadores de valoración,
oportunamente descritos en el subepígrafe 4.4.2, cuyas respuestas en
consultas, por observación o mediante la medición estadística según cada
caso específico, permiten valorar al MEGPSAL tal como mostramos en la
tabla siguiente:
110
Albano A. Zambrano Q.
Tabla 5. Indicadores de valoración del MEGPSAL
Indicadores
Descriptores
Contribución a la
Agricultura
Estratégica
Analizan el rol estratégico de
la agricultura como actividad
aglutinadora del esfuerzo
humano, satisfactor de
necesidades y protector
medioambiental como acción
oficiada desde la gestión
pública local.
Criterios de valoración
1) ¿Impulsa localmente el trabajo liberador y emancipatorio en la actividad
agroproductiva?
2) ¿Garantiza viabilidad local al nuevo modelo económico-productivo?
3) ¿Procura superar el rentismo petrolero a través del situado constitucional?
4) ¿Fomenta localmente un modelo de producción socialista y endogenista
para sustituir importaciones y fomentar exportaciones?
5) ¿Aporta desde la agricultura local a la emancipación integral del país en lo
económico, lo cultural y tecnológico?
1) ¿Tributa a la planificación del abastecimiento local para establecer
estratégicamente cuánto producir y cuánto importar?
Fortalecimiento
de la
Articulación
territorial
Consideran las condiciones
agro-edafoclimatológicas del
territorio en términos de sus
potencialidades productivas,
los requerimientos
nutricionales calóricos y
proteínicos en un momento
determinado
2) ¿Impulsa la zonificación productiva ecolocal según capacidades naturales
e instaladas en el municipio?
3) ¿Facilita la complementariedad productiva territorial pertinente y oportuna?
4) ¿Fomenta la desestacionalización cíclica del consumo local articulando
con los ejes agroproductivos?
5) ¿Garantiza mercados locales priorizados a los agricultores del municipio
procurando la integración del sistema agroalimentario local?
6) ¿Fortalece los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP)?
Fomento de la
Planificación
Participativa
Expresan la actuación
protagónica y corresponsable
de las y los actores
involucrados en la actividad
productiva y el consumo, a fin
de priorizar el uso de los
recursos en el tiempo y el
espacio.
1) ¿Fomenta la conciencia sobre los riesgos de la producción improvisada y
los beneficios de la planificación estratégica en lo agrícola?
2) ¿Impulsa el desempeño económico y social responsable del sistema
agroalimentario local?
3) ¿Estrecha vínculos entre la gestión pública y la dinámica local-comunal?
4) ¿Orienta estratégicamente la actividad del sistema agroalimentario local
con aportes de los diversos intereses vinculados?
111
Albano A. Zambrano Q.
Impulso a la
Sinergia
interinstitucional
Instituyen el indispensable
concurso interactivo y
articulado de la acción del
Estado como un todo, a
través de sus distintos
niveles y organismos para
abordar el tema de la
producción y abastecimiento
alimenticio oportunos.
1) ¿Considera la multifactorialidad problémica, recursos institucionales,
multidimensionalidad de las necesidades y racionalidades implícitas en la
dinámica agroalimentaria local?
2) ¿Establece las simbiosis indispensables entre las instituciones públicas y
privadas encargadas de la actividad agroproductiva y el consumo
alimentario?
3) ¿Se enmarca en la política nacional de descentralización y
desconcentración en materia agroalimentaria tendiente a transferir la toma
de decisiones públicas hacia las instancias locales como los espacios
políticos más cercanos a las comunidades?
4) ¿Se adecúa a los vértices y micromisiones contemplados en la Gran
Misión Abastecimiento Soberano y los CLAP?
Apalancamiento
a las Políticas
públicas locales
Reflejan las decisiones de del
gobierno municipal para
garantizar la pertinencia
social y económica del
sistema agroalimentario local,
asegurando su carácter
sustentable y sostenible en
términos del consumo y
permanencia de la actividad
agroproductiva.
1) ¿Vincula las políticas públicas con la dinámica territorial-ambiental,
económico-productiva y social-cultural de las comunidades?
2) ¿Se corresponde con los requerimientos de la realidad agroalimentaria
local en favor de los procesos y actores componentes del sistema?
3) ¿Establece vínculos comunicantes entre problemas de las comunidades y
la hoja de ruta resolutiva del gobierno municipal?
4) ¿Facilita la cooperación del Poder Popular con las competencias del
ejecutivo municipal según el mandato constitucional?
112
Albano A. Zambrano Q.
Una vez definidos los anteriores criterios de valoración como base de los respectivos
indicadores, y asumiendo que el análisis comparativo entre periodos y niveles de logro
constituye el fin último de los indicadores de valoración, consideramos pertinente
realizar un ejercicio de valoración preliminar del MEGPSAL, lo que además de
permitirnos validar los indicadores en sí mismos, nos ayudó a evidenciar los aportes
teóricos de nuestra propuesta transformadora al contexto del país, esto último muy
oportuno para el momento histórico que vive la República Bolivariana de Venezuela,
ante la necesidad de reforzar el proceso de abastecimiento y producción comunal
desde lo local. Igualmente lo consideramos oportuno por tratarse de un modelo de
gestión pública para la democracia participativa y protagónica que impulsa el
Socialismo del Siglo XXI, pues atañe al interés colectivo generalizado.
En tal sentido para la construcción de los indicadores como herramientas de valoración
acudimos a la observación directa y participativa de las operaciones del SAL,
recurriendo además al diálogo crítico y las entrevistas a profundidad con actores
involucrados, al debate de preguntas generadoras con grupos focales vinculados tanto
a la gestión pública local como al SAA, además de apoyarnos en algunas estadísticas
con datas de campo provenientes de la medición in situ de superficies, volúmenes,
biodiversidad y beneficiarios, entre otras, obtenidas antes, durante y posteriormente a la
creación de la DIDAM como ente rector de la política agroalimentaria del Municipio
Brión, Estado Bolivariano de Miranda, cuya funcionalidad legal fue otorgada mediante
Resolución Municipal Nº 005-15, de fecha 05 de enero de 2015, publicada en la Gaceta
Municipal Nº 0908 de fecha 05 de enero de 2015 (Anexo 6).
4.3. Valoración del MEGPSAL mediante indicadores.
En el presente subepígrafe reseñamos sintetizadamente los resultados del ejercicio que
nos permitió la construcción de los indicadores de valoración, cuya aplicación ha
permitido ratificar algunas medidas y acciones de la política agroalimentaria municipal,
fortalecer
aspectos neurálgicos y reorientar
oportunamente
las desviaciones,
incrementándose sustancialmente la capacidad de respuesta política del gobierno local,
se impactó positivamente la economía local y se ha reducido el riesgo social de las
alteraciones del orden público a causa del desabastecimiento programado.
113
Albano A. Zambrano Q.
Tabla 6. Resultados preliminares de la implementación del MEGPSAL
Indicadores
Resultados de la valoración 2014-2016
1) Incremento en 15% de la pequeña y mediana producción
agropecuaria independiente, evidencia un impulso local al trabajo
liberador y emancipatorio en la actividad agroproductiva;
2) Diversificación de la actividad económica local expresado en el
rescate de la actividad agrícola, garantiza viabilidad al nuevo modelo
económico-productivo local;
Fortalecimiento
de la Articulación
territorial
3) Creación de 3 Empresas de Propiedad Social Municipal (EPSM)
vinculadas al SAA, procura reducir la dependencia presupuestaria
del situado constitucional como expresión del rentismo petrolero
nacional;
4) Mayor aprovechamiento del potencial ecolocal y rescate de la
experiencia y cultura agrícola y pesquera, fomenta localmente un
modelo de producción endogenista para sustituir importaciones y
fomentar exportaciones;
5) Fortalecimiento de la pequeña y mediana producción con base en
potencial y capacidades naturales, aporta desde lo local a la
emancipación integral del país.
1) Elaboración con métodos participativos y consulta abierta del “Plan
de Desarrollo Agrícola Integral para el Municipio Brión 2015-2017”,
se tributa a la planificación del abastecimiento local para establecer
estratégicamente cuánto producir y cuánto importar;
2) Definición de 9 Ejes Agroproductivos distribuidos en las 3 parroquias,
impulsa la zonificación productiva según capacidades naturales e
instaladas en el municipio;
Fomento de la
Planificación
Participativa
3) Organización de Ferias de Consumo Familiar en cada parroquia con
los productos locales, facilita la complementariedad productiva
territorial pertinente y oportuna;
4) Creación de las EPSM “Alimentos Brión, S.A.” y “Comercializadora
Brión, S.A.”, busca fomentarla desestacionalización cíclica del
consumo local articulando con los ejes agroproductivos;
5) Organización de Ferias de Consumo Familiar, Zonas especiales de
comercialización agrícola y compras directas al productor, garantizan
mercados priorizados a los agricultores del municipio y su la
integración al SAL;
6) Conformación de 7 Espacios Productivos Agrícolas (EPAS), apoyo
técnico a los patios productivos familiares, huertos comunitarios y a
la agricultura urbana y periurbana, fortalece los comités locales de
abastecimiento y producción (CLAP)
Continúa…
114
Albano A. Zambrano Q.
Continuación tabla 6…
Indicadores
Criterios de valoración aplicado2014-2016
1) Elaboración del “Plan de Desarrollo Agrícola Integral para el Municipio
Brión 2015-2017” con métodos participativos, fomenta la conciencia
sobre los riesgos de la producción improvisada y los beneficios de la
planificación estratégica en lo agrícola;
Fomento de la
Planificación
Participativa
2) Implementación del “Programa de Capacitación para Productoras y
productores del Municipio Brión” como impulso al desempeño
económico y social responsable del SAL;
3) Creación del Consejo Municipal de Productores y Pescadores, junto a
la activación del Comando Municipal Agrario Socialista (COMAS),
estrecha vínculos entre gestión pública y la dinámica local-comunal;
4) Activación del COMAS y articulación a la GMAS-CLAP, orienta
estratégicamente la actividad del SAL con aportes de los diversos
intereses vinculados.
1) Trabajo conjunto del COMAS y articulación con vértices de la GMAS,
permite abordar la problemática multifactorial con recursos interinstitucionales, para satisfacer las necesidades implícitas en la
dinámica agroalimentaria local;
Impulso a la
Sinergia
interinstitucional
2) Articulación absoluta de las actividades de las instituciones agrícolas
en el municipio Brión, lo cual establece la simbiosis entre las
instituciones encargadas de la actividad agroproductiva y el consumo
alimentario;
3) Asunción municipal de programas y proyectos agroalimentarios,
enmarcados en el proceso de descentralización y desconcentración
hacia las instancias locales como espacios geopolíticos más cercanos
a las comunidades;
4) Articulación del municipio a través del equipo técnico DIDAM con los
equipos ministeriales, permiten adecuarse a los vértices y
micromisiones contemplados en la Gran Misión Abastecimiento
Soberano y los CLAP.
1) Creación de la DIDAM permite vincular las políticas públicas locales
con la dinámica territorial-ambiental, económico-productiva y socialcultural de las comunidades;
Apalancamiento
a las Políticas
públicas locales
2) Contenido del PDAIM 2015-2017 y el desempeño de la DIDAM se
corresponde con requerimientos del SAL;
3) Agenda de trabajo cotidiano de la DIDAM orientada a establecer
vínculos comunicantes entre problemas de las comunidades y la hoja
de ruta resolutiva del gobierno municipal;
4) Instancias de participación DIDAM-CMPP-COMAS, facilitan la
cooperación del Poder Popular con las competencias del ejecutivo
municipal atendiendo al mandato constitucional.
115
Albano A. Zambrano Q.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Queremos acotar que tanto las conclusiones como las recomendaciones estuvieron
orientadas por los objetivos de nuestra investigación, sirviéndonos como criterios de
elaboración para las primeras tres premisas fundamentales: por una parte se trató de
realizar el aporte epistemológico demandado a toda tesis doctoral, en segundo lugar
resaltar el carácter estratégico en la fusión político-social-económica del aporte en
correspondencia al programa de estudios avanzados, y finalmente aportar al campo del
conocimiento científico contextualizado en la temática agroalimentaria.
Estas razones explican el arribo a nueve conclusiones que, en promedio, representan
dos por cada objetivo específico más una derivada de la experiencia práctica en la
gestión pública que más allá de su utilidad teórica, nos permitió comprobar la viabilidad
real de nuestra propuesta.
En cuanto a las recomendaciones, quisimos dirigirlas a los tres ámbitos axiomáticos de
la gestión de políticas públicas: el político, la ciudadanía y los científicos.
Conclusiones
1) El modelo de gestión del SAA venezolano vigente después de quince años de la
Constitución Bolivariana se caracteriza por: centralismo nacional de las políticas
públicas, apego al enfoque del agronegocio neoliberal, noción mercantil de la
economía de escala, fortalecimiento de la homogeneidad alimentaria global de la
agroindustria y control mayoritariamente privado del sector alimenticio, siendo
evidente su incapacidad para responder a demandas surgidas de la nueva
concepción política, económica y social del país, pues se contrapone a la seguridad y
soberanía alimentaria que debe ser garantizada por el Estado de justicia social,
descentralizado y basado en los principios de no intervención y autodeterminación de
los pueblos que declara el texto constitucional.
2) Consecuentemente el agotamiento del modelo impacta de manera determinante en
los tres planos de la seguridad y soberanía alimentaria: la producción, el
abastecimiento y la organización social en tanto expresión de la crisis sistémica, cuyo
colapso es inmanente a la estructura del capitalismo neoliberal implantado en el país
116
Albano A. Zambrano Q.
durante las últimas tres décadas del siglo XX, aunque mediáticamente es usado
actualmente como arma ideológica para la guerra económica contra la nueva
formación social que plantea el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI.
3) Dos grupos de elementos teóricos de diferentes niveles y funciones epistémicas
fundamentaron nuestro proceso investigativo y se expresan en la propuesta
transformadora del MEGPSAL: por un lado los elementos fundamentales que
representan a las categorías teóricas clave y articulan el vínculo problema-solución,
por otra parte los elementos relacionales representando las categorías teóricas
vinculantes que facilitan la relación de la teoría con la realidad concreta, sirviendo de
enlaces entre el objeto de estudio y la propuesta transformadora.
4) Las relaciones teóricas categoriales enuncian la vinculación de los elementos
teóricos con la dinámica local-comunal, le confieren carácter estratégico al modelo
sistémico y sirven de evidencia respecto a la acción transformadora de la gestión
pública sobre la realidad agroalimentaria, por lo cual es indispensable reconocer y
comprender que la agricultura estratégica, la articulación territorial, la planificación
participativa, la sinergia interinstitucional y las políticas públicas locales son la
esencia articuladora teoría-práctica que representa el MEGPSAL.
5) En la construcción del MEGPSAL se identificaron los componentes teóricos de
dominante, determinante y decisivo presentes en todo modelo, correspondiéndole a
lo estratégico el desempeño del rol dominante en el modelo de gestión pública; lo
estructural como el componente determinante para la organización operativa del
SAL; mientras que lo metódico cumple el rol decisivo que involucra la funcionalidad y
pertinencia social de la gestión pública local mediante políticas públicas en materia
agroalimentaria.
6) El MEGPSAL establece relaciones destinadas a la articulación de sus elementos
teóricamente pertenecientes a diversos planos-momentos sistémicos: lo teóricoconceptual que refleja lo abstracto y subjetivo; el carácter multidimensional de la
dinámica agroalimentaria en socio-política, espacio-tiempo, ambiente-producción; la
unidad orgánico-estructural de las partes del SAL; y el componente metódico-
117
Albano A. Zambrano Q.
estratégico, relativo al abordaje decisional conjunto Poder Público-Poder Popular
como sustento de la participación estratégica y sistémica.
7) La evocación estratégica del MEGPSAL implica la necesidad permanente de
obtención, sistematización y análisis de información cuantitativa-cualitativa que
indique algo para valorar la gestión pública sobre la dinámica agroalimentaria local y
sus contextos situacionales cambiantes, a fin de coadyuvar oportunamente a la toma
de decisiones políticas sobre las problemáticas alimentarias comunales.
8) La base metódica de los indicadores de valoración del MEGPSAL la constituyen los
elementos teórico-relacionales, pues la intencionalidad, el deber, el poder y los
requerimientos estratégicos de la gestión pública respecto al SAL, repercuten
directamente sobre la agricultura estratégica, la articulación territorial, la planificación
participativa, la sinergia interinstitucional y las políticas públicas locales, siendo
indispensable su monitoreo y análisis permanente para mantener, mejorar o
introducir correctivos oportunamente.
9) La valoración preliminar obtenida de la implementación del MEGPSAL en el
municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda durante el período2015-2016,
permite por una parte reiterar el deber ineludible del Estado de gestionar el SAA con
la participación estratégica pueblo-gobierno, además de evidenciar la importancia de
que la coordinación del mismo se lleve a cabo desde instancias públicas locales,
todo ello con miras al adecuado aprovechamiento de las potencialidades ecolocalesculturales e introducir correctivos oportunamente.
Recomendaciones
 Al Poder Público: que las y los responsables de la gestión pública en tiempos de
revolución incorporen a su desempeño cotidiano el carácter dinámico, estratégico,
sistémico, participativo y abierto para gestar transformaciones de la realidad concreta
encontrada, máxime cuando se trata de asuntos tan sensibles con repercusiones
político-sociales como el SAA, cuyas raíces en lo económico, cultural y ambiental
regularmente
son
subestimadas
bajo
118
la
racionalidad
fragmentaria
que,
Albano A. Zambrano Q.
contradictoriamente, se intenta superar centralizando decisiones fuera del contexto
espacial-temporal-social al que por su naturaleza pertenecen.
 Al Poder Popular: las y los prosumidores deben comprender que el colapso del
modelo de agronegocio dependiente de los mercados intermediarios, es un reflejo del
agotamiento sistémico capitalista, en cuya máxima expresión de la lucha de clases se
utiliza el desabastecimiento alimenticio como arma de guerra letal para vencer nuestra
resistencia al pretendido neocolonialismo imperial, a nuestro deseo de independencia
política y nuestra decisión de soberanía alimentaria, la cual se debe iniciar desde
contexto espacial-temporal-político local.
 A las Ciencias de la Gestión Pública: las y los investigadores académicos de las
temáticas vinculadas a la gestión pública debemos profundizar en el análisis desde
nuestras capacidades disciplinares, pero asumiendo la perspectiva sociocrítica que
nos permite tributar efectivamente en la transformación de la realidad cotidiana,
superando el temor al cambio de paradigmas y abandonando la comodidad de
métodos que limitan el aprovechamiento del potencial investigativo del entorno, siendo
necesario involucrarnos comprometidamente con el proceso transformador de la
realidad concreta, lo que amerita vivir experiencias directas en el desempeño de la
gestión pública bajo el principio de investigar haciendo.
119
Albano A. Zambrano Q.
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131
2015,
desde:
Albano A. Zambrano Q.
ANEXOS
132
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 1: MATRIZ DE ANÁLISIS TEÓRICO-DOCUMENTAL
Cita
Autor
Año-Página
Elaboración propia (2014).
133
Obra - Artículo
Ciudad- EditorialDirección
Comentario
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 2: MATRIZ ESTRATÉGICA DECISIONAL
¿QUÉ SE QUIERE?
¿QUÉ SE DEBE?
¿QUÉ SE PUEDE?
Objetivos
estratégicos
Objetivos tácticos
Objetivos operativos
Elaboración propia (2014).
134
TH y RR
¿QUÉ SE REQUIERE?
(Con Quién y con Qué)
Instituciones
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 3: MATRIZ DE ACTORES INVOLUCRADOS
OBJETIVOS
INFORMACIÓN
REQUERIDA
POSIBLES ACTORES
INFORMANTES
Elaboración propia (2014).
135
TÉCNICA APLICABLE
Observación
Entrevistas
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 4: MATRIZ PARA ELABORACIÓN DEL GUIÓN DE ENTREVISTA
PROBLEMA:
INTERROGANTES
CIENTÍFICAS:
PROPUESTA DE
TRANSFORMACIÓN:
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
OBJETIVO GENERAL:
PREGUNTAS DE LA ENTREVISTA:
Elaboración propia (2014).
136
CATEGORÍAS
FUNDAMENTALES:
ORIENTACIÓN A
RESPUESTAS:
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 5: MATRIZ DEL DISEÑO INVESTIGATIVO
Momento I:
APROXIMACIÓN AL OBJETO DE ESTUDIO
PROBLEMA:
CAUSAS:
INTERROGANTES:
Momento II:
FUNDAMENTACIÓN
TEÓRICA
CATEGORÍAS:
CONSECUENCIAS:
EPÍGRAFES:
OBJETIVOS:
General:
Específicos:
Elaboración propia (2015).
137
Momento III:
RECORRIDO
METODOLÓGICO
.
Momento IV:
PROPUESTA
TRANSFORMADORA
4.1.1.
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 6: DESIGNACIÓN COMO DIRECTOR DE DESARROLLO AGRÍCOLA DEL
MUNICIPIO BRIÓN
138
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 7: RESEÑAS MEDIÁTICASDELAS ACCIONES DEL MEGPSAL
139
Albano A. Zambrano Q.
140
Albano A. Zambrano Q.
141
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 8: EXPERIENCIA METODOLÓGICA.
Proceso praxeológico para la delimitación de las categorías teóricas
Durante nuestra praxis investigativa fue necesario identificar un conjunto de
categorías teóricas, entendidas como palabras y conceptos con significados
concretos que pueden ser objeto de resignificación según el contexto al que se
apliquen, que bien pueden tener un carácter teórico esencial por su importancia para
la investigación, o servir como apoyo relacional con el contexto investigativo,
constituyéndose
respectivamente
en
fundamentos
teóricos
desde
lo
que
denominamos vértice epistemológico, así como en el aporte que desde el vértice
teórico quisimos tributar a la ciencia y la sociedad.
1. Categorías teóricas del vértice epistemológico
1.1. Selección categorial:
Este vértice fue elaborado a partir de las categorías teóricas fundamentales y para
escoger las palabras que fungieron como tal fue preciso establecer su aporte, en
tanto recurso conceptual, a la construcción teórica del planteamiento investigativo,
esto es, las palabras-conceptos presentes de manera indispensable y significacional
en los tres enunciados teóricos primordiales de la investigación y que por tanto la
orientaron: el problema, el objetivo general y el objetivo teórico.
 ¿Por qué el Problema?
Representa el objeto de estudio sobre el cual (o en torno al que) desarrollamos la
investigación y por ende desempeña un rol fundamental en nuestra praxis
investigativa, habida cuenta que de su adecuada delimitación teórica mediante las
conceptualizaciones oportunas, asumimos las acciones y estrategias precisas para
trascenderlo en tanto limitante, dificultad, obstáculo o vacío epistemológico
encontrado en nuestra relación con el contexto. En nuestro caso:
Deficiencias en el modelo de gestión del sistema agroalimentario en Venezuela.
En el anterior enunciado del problema identificamos las cinco palabras-conceptos
(subrayadas y doble subrayadas) que le otorgan significado concreto al mismo,
142
Albano A. Zambrano Q.
constituyéndose así en categorías teóricas fundamentales de nuestra investigación:
Modelo, Gestión, Modelo de gestión, Sistema y Agroalimentario.
 ¿Por qué el Objetivo General?
Enuncia la propuesta de solución que nos planteamos para transformar la realidad
problémica a ser confrontada en nuestra investigación, lo que implicó acudir a
conceptos que nos tributaran a superarla, dando lugar así al uso de otras categorías
teóricas cuya importancia es evidente y por tanto son irrenunciables en nuestra
praxis. Esta metódica es aplicable y válida también cuando usamos una interrogante
central en sustitución del objetivo general o ambos recursos, como el caso que nos
ocupó donde planteamos ambos (interrogante y objetivo):
¿Cómo superar las deficiencias en la gestión del sistema agroalimentario en
Venezuela?
Construir un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local.
En esta oportunidad las categorías teóricas fueron extraídas del enunciado de
objetivo general, puesto que en la interrogante central están presentes, obviamente,
las mismas categorías del problema. Así pues cobraron significado conceptos
compuestos por más de un palabra que, al unirlas, dieron lugar a cinco nuevas
categorías teóricas concretas fundamentales en nuestra investigación: Estratégico,
Modelo Estratégico, Gestión Pública, Sistema Agroalimentario y Local.
 ¿Por qué el Objetivo Teórico?
Concibiendo como tal al objetivo específico (y/o interrogante según el caso) que nos
orienta en el proceso de fundamentación teórica, sirviéndonos de base para reflejar
la contradicción problema-solución y, por ende, para marcar nuestra distancia teórica
entre el conocimiento existente y el que estábamos construyendo, requiriéndose en
tal sentido de categorías teóricas que nos conduzcan al análisis comparativo
imprescindible para la nueva construcción epistemológica, lo que en nuestra
investigación se expresó de la siguiente manera:
¿Qué elementos teóricos deben fundamentar un modelo estratégico de gestión
pública del sistema agroalimentario local?
143
Albano A. Zambrano Q.
Establecer los elementos teóricos que fundamenten un modelo estratégico de
gestión pública del sistema agroalimentario local.
De lo anterior se desprendieron dos nuevas categorías teóricas irrenunciables para
nuestra investigación: Elementos Teóricos y Sistema Agroalimentario Local.
De esta manera fue que identificamos las categorías teóricas fundamentales en torno
a las cuales giró permanentemente nuestra construcción epistemológica e implicó
nuestro esfuerzo intelectual para definirlas, contextualizarlas y resignificarlas en
función al espacio y momento político, social, económico y estratégico del proceso de
investigación. Procedimentalmente identificamos como tal las siguientes doce (12)
palabras y grupos presentes significacionalmente en cada enunciado, evitando
repetirlas individualmente en tal la selección: Modelo, Gestión, Modelo de gestión,
Sistema, Agroalimentario, Estratégico, Modelo Estratégico, Gestión Pública, Sistema
Agroalimentario, Local, Elementos Teóricos y Sistema Agroalimentario Local.
Una vez seleccionadas las categorías procedimos a establecer de manera arbitraria
y al azar las relaciones categoriales, asumiendo que tales relaciones se desprenden
de la articulación obligante entre los enunciados teóricos primordiales (problema objetivo general - objetivo teórico), razón por la cual existe una vinculación obvia y
cuasi natural entre las diversas categorías que los conforman, metódica que a la vez
de permitirnos corroborar tal conexión teórica, nos permitió hilvanar un discurso
coherente mediante el desarrollo de cuatro epígrafes que, progresivamente,
coadyuvaron al abordaje de nuestra postura epistemológica y, por ende, a la revisión
bibliográfica para la búsqueda de referentes entre autores, enfoques y teorías.
El procedimiento práctico de base al azar para la construcción de los epígrafes
teóricos consistió en colocar los nombres de las 12 categorías en un recipiente,
procediendo a extraerlas en grupos de tres y conformar cuatro conjuntos de ellas,
para luego darle sentido gramatical a la redacción de los respectivos epígrafes,
tomando además como referentes para la elaboración de los correspondientes
enunciados el problema y la propuesta de solución, así como la secuencialidad y
144
Albano A. Zambrano Q.
sentido de los cuatro objetivos específicos de la investigación, lo cual se sintetiza en
la siguiente Matriz de relaciones categoriales:
Matriz de relaciones categoriales
Categorías
1) Modelo
2) Gestión
Categorías a relacionar
Elementos
teóricos
Estratégic
o
Modelo de
gestión
Elementos teóricos del
pensamiento estratégico en
un modelo de gestión.
Gestión
Sistema
Modelo
estratégico
Gestión con enfoque de
sistema: aspecto esencial
para un modelo estratégico.
Local
Gestión
Pública
Sistema
agroalimentario
La noción local en la gestión
pública del sistema
agroalimentario.
Sistema
agroalimentari
o local
Modelo
El sistema agroalimentario
Agroalimentario local como base estratégica
para el modelo
agroalimentario nacional.
3) Modelo de gestión
4) Sistema
5) Agroalimentario
6) Sistema
agroalimentario
7) Estratégico
EPÍGRAFES
8) Modelo estratégico
9) Gestión Pública
10) Local
11) Sistema
agroalimentario
local
12) Elementos teóricos
Epígrafes teóricos del vértice epistemológico:
2.1.1. Elementos teóricos del pensamiento estratégico en un modelo de gestión.
2.1.2. Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un modelo
estratégico.
2.1.3. La noción local en la gestión pública del sistema agroalimentario.
2.1.4. El sistema agroalimentario local como base estratégica para el modelo
agroalimentario nacional.
2. Categorías teóricas del vértice teórico.
2.1. Categorías fundamentales:
Para su definición en la praxis procedimos a identificar los elementos teóricos que
estuvieron invariablemente presentes en nuestra investigación, otorgándoles la
resignificación derivada tanto del abordaje epistemológico como de la propia reflexión
teórica en contexto estratégico transformacional, definiendo así nuestras categorías
145
Albano A. Zambrano Q.
fundamentales desde la consabida relación problema – propuesta transformadora,
considerándoseles como los ejes centrales de nuestro proceder científico, lo que nos
llevó a definir como tales categorías:
Modelo Estratégico, Gestión Pública y Sistema Agroalimentario Local
2.2. Categorías vinculantes:
En otro nivel conceptual pero asumiendo también eventuales resignificaciones
derivadas de las nuevas relaciones categoriales establecidas para el contexto
agroalimentario local, identificamos nuestras categorías teóricas que le son
vinculantes y a su dinámica concreta, asumiendo como tales un grupo de conceptos
que giran en torno a las categorías fundamentales:
Agricultura Estratégica, Articulación Territorial, Planificación Participativa, Sinergia
Interinstitucional y Políticas Públicas Locales
Procedimentalmente se utilizó la misma metódica aplicada para las categorías
teóricas fundamentales, particularizando sus rasgos definitorios según nuestra
intencionalidad teórica respecto a la relación problema- propuesta de transformación.
146
Albano A. Zambrano Q.
Anexo 9: CARACTERIZACIÓN SOCIO PRODUCTIVA DEL MUNICIPIO BRIÓN.
1. Condiciones demográfico-territoriales y socioproductivas del Municipio.
El Municipio Brión está conformado geopolíticamente por tres parroquias: Higuerote,
Curiepe y Tacarigua, encontrándose ubicado al noreste del Estado Miranda, con
el Mar Caribe al norte y al este de su geografía, mientras que al sur limita con el
Municipio Buróz y al oeste con el Municipio Acevedo, cuenta con una población total
proyectada para 2016 (PMD, 2011) de 65.963 habitantes, sobre un área de 531 km2.
Demográfica y territorialmente está distribuido en tres parroquias: Higuerote (33.539
habitantes y 322 km2); Curiepe (16.456 habitantes y 152 km2) y Tacarigua de Brión
(15.968 habitantes y 57 km2), como se observa en el siguiente mapa demográfico:
Figura 1. Mapa Demográfico-Territorial del Municipio Brión.
Fuente: DIDAM (2015).
Desde el punto de vista territorial la actividad socioproductiva del municipio se
encuentra ubicada en nueve Ejes Agroproductivos Rurales (EAPR), distribuida en 72
comunidades con actividad agropecuaria, cuya producción se corresponde
147
Albano A. Zambrano Q.
fundamentalmente con las capacidades agroecológicas naturales, así como en la
tradición y experiencias socioculturales de tales territorios:
Tabla 1. Territorialización de las actividades Agroproductivas Vegetal-Pecuario del
Municipio Brión
Parroquia
Ejes Agroproductivos (EAPR)
Curiepe
(32 Comunidades)
Higuerote
(25 Comunidades)
Tacarigua
(15 Comunidades)
Nº
Comunidades
EAPR-01.01. Birongo – Salgado
11
EAPR-01.02. Morón – Tacarigüita
9
EAPR-01.03. Curiepe - La Guapa
12
EAPR-02.01. Chirimena – Aricagua
7
EAPR-02.02. Oso Cotiza - La Camarona
5
EAPR-02.03. Sotillo – Caño Madrid
7
EAPR-02.04. Dos Caminos - La Guacamaya
6
EAPR-03.01. La Danta - La Fundación
7
EAPR-03.02. Campomar - Maturín
8
TOTALES
9 EAPR
72 Sectores
Fuente: DIDAM (2015), adaptación propia (2016).
Por su parte las siete comunidades dedicadas a la actividad pesquera en el Municipio
Brión se ubican geográficamente en la Parroquia Higuerote a lo largo de tres Ejes
Pesqueros (EP), y están organizadas en siete Consejos de Pescadores, Pescadoras
y Acuicultores (CONPPA), tal como se muestra:
Tabla 2. Ubicación de los Ejes Pesqueros (EP) en la costa marítima del Municipio Brión
Parroquia
Higuerote
TOTALES
Eje
Comunidades
CONPPA
EP-01. Caño MadridHiguerote
Caño Madrid, El Cuchivano, La
Pérgola
3
EP-02. CareneroPuerto Francés
Carenero, Puerto Francés
2
EP-03. Chirimena-El
Tigrillo
Chirimena, El Tigrillo
2
3 EP
7 comunidades
Fuente: DIDAM (2015), adaptación propia (2016).
148
7 CONPPA
Albano A. Zambrano Q.
La anterior territorialización socioproductiva municipal se aprecia seguidamente:
Figura 2. Mapa Socioproductivo del Municipio Brión.
Fuente: DIDAM (2015).
2. Características agroecológicas y productivas del Municipio Brión
En cuanto a los suelos que predominan para las actividades agrícolas son de
textura franco-arcillosa, con alto contenido de arcilla (PMD, 2011), clasificados en
el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de la Zona de Aprovechamiento
Agrícola de Barlovento, Estado Miranda (MPPA-MPPAT, 2008), como: “suelos
recientes desaturados y ácidos (Dystropepts), fértiles de escaso desarrollo
genético (Haplustolls), pedregosos hacia el contacto, con relieves colinares y
montañosos (Ustorthents), fértiles mal
drenados (Haplaquolls), arcillosos
evolucionados y recientes típicos (Ustropepts)”, como se aprecia en el siguiente
mapa de suelos:
149
Albano A. Zambrano Q.
Composición de Suelos
Leyenda
Dystropepts-Haplustolls
Haplustalfs-Paleustults
Dystropepts-Haplustults-Ustorthents
Haplustolls-Haplustults
Dystropepts-Haplustults-Ustorthents
Haplustolls-Ustropepts
Haplaquolls-Tropaquepts
Haplustults-Ustorthents
Figura 3. Mapa de la composición de suelos del municipio Brión
Fuente: MPPA-MPPAT (2008), adaptación propia (2015),
Pese a que se destaca como actividad económica principal del municipio el turismo
de sol y playa, basada en la disponibilidad de aproximadamente 52 de los 99 km. de
la costa barloventeña (52,52%), en términos generales el Brión reúne gran parte de
las características y condiciones ambientales representativas de la subregión
barloventeña: llanos, valles, laderas, lagunas y ríos aprovechables para la producción
agroalimentaria, con alrededor del 29,9% de suelos con capacidad agrícola (DIDAM,
2015), representada por cultivos anuales de ciclo corto.
Es oportuno acotar que según registros históricos citados en el Plan Municipal de
Desarrollo 2013-2016 (PMD, 2012), durante el año 2006 el Municipio Brión obtuvo
una producción agrícola total de 6.547 toneladas, conformada por 2.950 ton. de yuca
(Manihot esculenta), 2.007 ton. de ñame (Dioscorea alata L.), 725 ton. de parchita
(Pasiflora edulis f. flavicarpa Deg.), 413 ton. de cacao (Theobroma cacao L.), 202
150
Albano A. Zambrano Q.
ton. de auyama (Cucurbita máxima Duch), 145 ton. de caraotas negras (Phaselus
vulgaris L.) y 105 ton. de maíz (Zea mayz L.).
No obstante el “Plan de Desarrollo Agrario Integral para el Municipio Brión 20152017” (DIDAM, 2016), el potencial productivo local es sustancialmente superior y
puede ubicarse en 22.670 hectáreas de superficie cultivable, que permitirían obtener
aproximadamente 257.510 toneladas de producción vegetal:
Tabla 1. Estimaciones agroproductivas para el Municipio Brión
Rubros
Potenciales
Rendimiento
Esperado
(Kg/ha.)
Aguacate
Ají
Batata
Berenjena
Cacao
Cambur
Cebollín
Cilantro
Guayaba
Lechosa
Limón
Mango
Melón
Ñame
Ocumo
Parchita
Patilla
Pimentón
Piña
Plátano
Yuca
12.000
10.000
10.000
10.500
200
10.500
12.000
7.000
20.000
18.500
12.500
12.500
20.000
8.500
9.500
20.000
20.500
13.500
21.000
12.000
13.500
TOTALES
Superficie
Cultivable
(ha.)
Producción
Producción
estimada anual estimada anual
(Kg./año)
(Tm./año)
100
50
500
50
1.000
3.000
20
20
100
500
3.000
50
50
2.000
2.000
100
50
50
30
5.000
5.000
1.200.000
500.000
5.000.000
525.000
200.000
31.500.000
240.000
140.000
2.000.000
9.250.000
37.500.000
625.000
1.000.000
17.000.000
19.000.000
2.000.000
1.025.000
675.000
630.000
60.000.000
67.500.000
1.200
500
5.000
525
200
31.500
240
140
2.000
9.250
37.500
625
1.000
17.000
19.000
2.000
1.025
675
630
60.000
67.500
22.670
257.510.000
257.510
Fuente: Resumen Ejecutivo del PDAI para el Municipio Brión 2015-2017 (DIDAM, 2015).
De las mismas fuentes referenciadas anteriormente se desprende que mientras para
el año 2006 el Municipio Brión produjo 119 cabezas de ganado bovino, para el año
2014 se apreció un incremento productivo sustancial al ubicarse en 3.987 cabezas
(DIDAM, 2005), basado tanto en las potencialidades naturales y las capacidades
151
Albano A. Zambrano Q.
ampliadas de las y los ganaderos locales, como en políticas públicas de apoyo a la
diversificación productiva, permitiendo estimar crecimientos futuros significativos a
partir de las condiciones dadas, tal como refleja la siguiente tabla:
Tabla 2. Estimaciones de producción pecuaria en el Municipio Brión
Total Predios
(año 2014)
Rubro
Bovinos
Gallinas ponedoras
Pollos de engorde
Codornices
Pavos
Patos
Caprinos
Ovinos
61
6
2
3
2
2
15
8
Rebaño Adulto (Nº animales)
Existencia 2014
Estimaciones 2017
3.987
9.248
600
20.000
400
45.000
200
3.500
350
3.500
100
5.000
500
2.500
300
2.000
Fuente: Resumen Ejecutivo del PDAI para el Municipio Brión 2015-2017 (DIDAM, 2015).
La producción anteriormente reseñada se genera en las cuencas hidrográficas que
se muestran en el siguiente mapa:
Cuenca del Río Chuspa
Cuenca del Río Aricagua
Cuenca del Río Curiepe
Cuenca del Río Ganga
Cuenca del Río Capaya
Figura 4. Mapa de las cuencas hidrográficas del Municipio Brión
Fuente: MPPA-MPPAT (2008). Adaptación propia (2015).
152
Albano A. Zambrano Q.
Por otra parte, el municipio Brión detenta aproximadamente el 52% de la costa
marina del Estado Bolivariano de Miranda, predominando la pesca artesanal
caracterizada por la utilización de artes de pesca tradicionales como atarraya,
palangre, cordeles y nasas, que permite generar una producción anual de
aproximadamente 350.000 toneladas de pescado (INSOPESCA, 2014; DIDAM,
2015), estimaciones productivas que dieron lugar a la construcción de la Planta
Procesadora de Pescado “Hugo Chávez” ubicada en el sector El Cuchivano de la
ciudad de Higuerote (actualmente inoperativa), cuya capacidad instalada se estimó
para procesar hasta 7 toneladas diarias de pescado (INSOPESCA, 2016).
Igualmente es reconocida la producción local de guacuco (Tivela mactroides) en las
costas brionenses, así como el desarrollo incipiente de la piscicultura en lagunas
naturales y artificiales o tanques a pequeña escala, lo que ha permitido tributar a la
diversificación económico-productiva local dando inicio además al encadenamiento
de otras actividades como la elaboración de implementos y artes de captura, tanques
en fibra de vidrio e instalaciones, basadas en la acuicultura como actividad detonante
que demanda del apoyo también diversificado. La tabla 3 refleja datos relativos a la
actividad de acuicultura y del guacuco:
Tabla 3. Estimaciones de producción acuícola en el Municipio Brión
Descripción
Superficie de Piscicultura en lagunas y tanques
Producción de pulpa de guacuco
Resultados 2014
Estimaciones2017
4 ha.
10 ha.
401,4 ton.
610 ton.
Fuente: Resumen Ejecutivo del PDAI para el Municipio Brión 2015-2017 (DIDAM, 2015).
Finalmente la caracterización socio-económica y productivo-territorial del Municipio
Brión, se aprecia en el
siguiente Mapa Temático-Productivo, con las principales
actividades por cada parroquia del municipio, todo lo cual en correspondencia con la
ubicación física de las veintitrés comunidades rurales-agrícolas de mayor actividad
agroproductiva:
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Albano A. Zambrano Q.
Figura 5. Mapa temático-productivo del Municipio Brión
Fuente: DIDAM (2015).
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