Albano A. Zambrano Q. República Bolivariana de Venezuela Universidad Bolivariana de Venezuela Doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico Línea de investigación: Gestión de Políticas Públicas MODELO ESTRATÉGICO DE GESTIÓN PÚBLICA DEL SISTEMA AGROALIMENTARIO LOCAL (MEGPSAL) Tesis Doctoral para optar al grado de Doctor en Ciencias para el Desarrollo Estratégico Autor: MSc. Albano A. Zambrano Q. CINº V - 8.052.905 Tutor: Dr. Francisco Javier Velasco P. Higuerote, octubre de 2016 i Albano A. Zambrano Q. . ii Albano A. Zambrano Q. Modelo Estratégico de Gestión Pública del Sistema Agroalimentario Local (MEGPSAL) La publicación del presente material se realiza atendiendo a las recomendaciones del Jurado Evaluador asentados en el numeral 4 del Acta de Defensa del Trabajo de Tesis Doctoral: “Se recomienda su difusión a actores claves y grupos de interés. Se recomienda su publicación.” Se efectuaron los ajustes al documento señalados en el acto. Número de Depósito Legal: MI2019000218 Obra Independiente ISBN: 978-980-18-0530-4 Medio Electrónico o Digital: E-Book Formato: PDF. Tamaño: 2722 Kb. Editorial / Autor-Editor: Zambrano Quevedo, Albano Antonio. Número de identificación de ciudadanía V-8052905. Número de identificación tributaria RIF: 108052905-4. e-mail: [email protected] No de Edición: 1era. Ciudad de Edición: Higuerote (Brión). Departamento, Estado o Provincia: Miranda. País: Venezuela. Fecha de aparición: 2019-05-15. Nota: Se autoriza el uso total o parcial de esta obra, los conceptos, datos, figuras y otros contenidos, para fines exclusivamente docentes e investigativos, con la única condición de citar fielmente al autor y el contexto de la misma. iii Albano A. Zambrano Q. ÍNDICE Página Resumen. ..…………………………………………………………………….. i Abstract. ………………………..……………………………………………… ii Dedicatoria. ……………………………………………………………………. iii Agradecimientos. ……………………………………….…………………….. iv INTRODUCCIÓN….…………………………………..………………………. 1 I. PRIMER MOMENTO: CARACTERIZACIÓN DEL MODELO DE GESTIÓN DEL SISTEMA AGROALIMENTARIO VENEZOLANO. 1.1. Estructura general del sistema agroalimentario. ……….…....... 1.2. Estructuración del sistema agroalimentario venezolano del siglo XXI. ………………………………………………………………. 1.3. 1.4. Rasgos fundamentales de la gestión 16 24 agroalimentaria venezolana. ……………………………………………………………. 29 Consecuencias derivadas del modelo vigente. …………......…. 36 II. SEGUNDO MOMENTO: ELEMENTOS TEÓRICOS QUE FUNDAMENTAN AL MEGPSAL. 2.1. Vértice Epistemológico. ……………………………………………... 41 2.1.1. Elementos teóricos del pensamiento estratégico para un modelo de gestión. …………………………………...………… 42 2.1.2. Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un modelo estratégico. ..…………............................................... 46 2.1.3. La noción local en la gestión pública del sistema agroalimentario. ………………………………………………… 51 2.1.4. El sistema agroalimentario local como base estratégica del modelo agroalimentario nacional. .………….…….……..….… 56 2.2. Vértice Teórico. ……………………………………………………….. 62 iv Albano A. Zambrano Q. 2.2.1. Elementos teóricos fundamentales...…………………….….. 63 2.2.2. Elementos teóricos relacionales. ……………….……………. 74 2.2.3. Relaciones teóricas categoriales. ……………...……….…… 83 III. TERCER MOMENTO: COMPONENTES DEL MEGPSAL. 3.1. Componente estratégico-dimensional. …………………..……… 89 3.2. Componentes orgánico-estructurales del modelo. ……….…… 93 3.3. Componente metódico. ……………..…………….……….……….. 99 3.4. Relaciones sistémicas del MEGPSAL. …………..……….……… 102 IV. CUARTO MOMENTO: INDICADORES DE VALORACIÓN DEL MEGPSAL. 4.1. Indicadores de valoración: aproximación a una definición sistémica. …...…………………………………………………..….…. 106 4.2. Metódica de construcción teórica y aplicación de los indicadores. …….………………………………………….……..….. 109 Valoración del MEGPSAL mediante indicadores. ....….…..…… 113 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES. ……………..…....…. 116 4.3. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ANEXOS v Albano A. Zambrano Q. RESUMEN El proceso investigativo que sistematizamos en el presente documento se inscribe en la línea del conocimiento en Gestión de Políticas Públicas, y tuvo como objetivo construir un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local, en tanto propuesta transformadora necesaria para superar las deficiencias en el modelo de gestión del sistema agroalimentario en Venezuela que constituyeron el objeto de estudio para nuestra investigación. Nos contextualizamos espacialmente en el ámbito territorial del Municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda y temporalmente en el período 2014-2016, con referencia histórica a las tres últimas décadas del siglo XX y los tres primeros quinquenios del XXI. Onto-epistemetodológicamente nos ubicamos en el paradigma sociocrítico, estructurando el método que denominamos investigación en contexto, el cual constituye nuestra construcción propia con influencia de la IAP y el estudio de casos, aplicable a realidades dinámicas multidimensionales como la agroalimentaria, con propósitos estratégico–transformacionales. Bajo estas premisas metodológicas partimos del contexto histórico del Sistema Agroalimentario Nacional (SAN) a fin de comprender las deficiencias del modelo de gestión actual, centralizado y aún privatizado, con miras a evidenciar su agotamiento y justificar la viabilidad de nuestro modelo estratégico identificado como MEGPSAL, puesto en ejecución como instrumento para la gestión de políticas públicas municipales, mediante nuestro desempeño directo en funciones de gestión pública, procurando así la comprensión plena del contexto para generar la transformación del Sistema Agroalimentario Local (SAL), como vía expedita para garantizar la regularización del abastecimiento agroalimentario desde los espacios locales, con actores comunales y mediante la gestión pública local. Palabras clave: Políticas públicas, gestión pública, modelo estratégico, sistema agroalimentario local, investigación en contexto. i Albano A. Zambrano Q. ABSTRACT The investigative process systematized in this document is part of the line of knowledge in Public Policy Management, and aimed to build a strategic model of public management of local food system, as proposed transforming needed to overcome the deficiencies in the model management of the agrifood system in Venezuela which were the subject of study for our research. We contextualize spatially within the territory of the Municipality Brion, Miranda Bolivarian State and temporarily in the period 2014-2016, with historical reference to the last three decades of the twentieth century and the first three five-year periods XXI. Ontoepiste-methodologically we stand in the sociocritic paradigm, structuring the method we call research in context, which is our own construction influence of the IAP and case studies, applicable to multidimensional dynamic realities as the food, with strategic-transformations purposes. Under these methodological premises we start from the historical context of the National Agrifood System (NAS) to understand the shortcomings of the current model of centralized and even privatized management in order to show their exhaustion and justify the viability of our strategic model identified as MEGPSAL, implemented as a tool for managing municipal public policies through our direct performance in public management functions and ensuring full understanding of the context to generate the transformation of Local Agrifood System (LAS) as a way expeditiously to ensure the regularization of agri-food supply from local areas, with community actors and through local governance. Keywords: Public policies, public management, strategic model, local food system, research in context. ii Albano A. Zambrano Q. A mis Amalias: Por una luché hasta aquí, por la otra seguiré luchando desde aquí… iii Albano A. Zambrano Q. Agradecido infinitamente y por siempre: Al Dios de mis padres campesinos, que luego ha sido el mío en la ciudad… A la palabra de Luis Antonio Bigott, por su provocación para seguir aprendiendo… A la paciencia de Ana Cecilia, por cada revisión de manuscritos y dibujos… A la confianza de Alba Cecilia, Albano José y Ana Laura, por el apoyo estimulante… A Francisco Javier Velasco, por acompañarme en este reto investigativo… A Liliana González, por la oportunidad de investigar y accionar desde su gestión… A las muchachas y muchachos de la DIDAM, por enseñarme a comenzar… A los camaradas del COMAS, por su empeño pese a las limitaciones… A los conuqueros, pescadores y guacuqueros, por dejarme aprender de su lógica… A las y los compas de los CLAP, por evidenciar que otro sistema es posible… A mis profesoras y profesores del Doctorado UBV, por sentirme entre amigos… iv INTRODUCCIÓN La complejidad multidimensional del proceso de desarrollo estratégico implica acudir a un nuevo imaginario, allende los patrones del dominante orden capitalista internacional, cuyos parámetros estáticos, ahistóricos y descontextualizados de la realidad concreta, ignoran potencialidades y necesidades locales para la soberanía nacional, reproduciéndose en lo agroalimentario al aplicar modelos productivos, de intercambio y consumo impropios de las condiciones socioculturales, económico-productivas y ambiente-territoriales de las ecoregiones y ecolocalidades. Por ello la conformación y consolidación del modelo neocapitalistadependiente en la economía venezolana durante más de un siglo, ratifica la preeminencia del sistema mundo capitalista acordando roles para la periferia (Maza, 1973), asignándole a Venezuela proveer petróleo al centro e importar de éste (o de otros periféricos) productos alimenticios, manteniendo una economía rentística (Giordani, 1995),sin producción agropecuaria endógena para la soberanía alimentaria, con recurrentes crisis de abastecimiento alimentario y la escasez típica de productos, pese al potencial agroproductivo y la biodiversidad natural de las ecoregiones del país. Lo anterior devela una estructura burocrática nacional centralista y la históricamente limitada participación municipal en la definición de políticas y planes productivos, reproduciendo el modelo centro-periferia internacional que entraba la articulación del sistema agroalimentario (SAA), limitando participación a productores y técnicos locales en proyectos de producción, asistencia técnica y financiamiento cónsonos con el territorio, pese al mandato constitucional cuyo artículo 178 confiere competencias al Municipio para la gestión “en cuanto concierne a la vida local, en especial la ordenación y promoción del desarrollo económico y social” (ANC, 2000, p.186), siendo lo agroalimentario un aspecto de la vida local de lógica gestión con políticas públicas desde los espacios municipales y con actores comunales. La poca atención político-estratégica conferida al tema agroalimentario por ejecutivos y legisladores municipales, se evidencia en la baja prioridad a la agroproducción local, inexistencia de ordenanzas, escasos recursos a 1 Albano A. Zambrano Q. proyectos estructurantes del SAA como manda la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (LOPPM), cuyo artículo 3º otorga autonomía al municipio para “organizarse con la finalidad de impulsar el desarrollo social, cultural y económico sustentable de las comunidades locales” (AN, 2005, p. 1), desatendiendo además mandatos como la ley de Planificación Pública y Popular (AN, 2010), Seguridad y Soberanía Agroalimentaria (AN, 2008), del Consejo Federal de Gobierno (AN, 2010) y del “Plan de la Patria 2013-2019” (AN, 2013), entre otras que priorizan el desarrollo endógeno potenciando lo económico-productivo local mediante la participación comunal. Otra debilidad en la gestión del sistema agroalimentario local (SAL) es el desajuste político entre niveles del gobierno para “garantizar la seguridad alimentaria de la población” como manda el texto constitucional en su artículo 305 (ANC, 2000), requiriéndose enlazar instancias nacionales, regionales y municipales mediante una planificación estratégica agroproductiva, cuya dependencia de factores naturales exige atención integral especializada para optimizar productividad económica con eficiencia social en el abastecimiento, el cual “no puede improvisarse y debe ser planificado con participación de implicados y la formación de los decisores” (Rodríguez, 2011, p.12). Además la poca formación, experiencia y claridad de los decisores públicos sobre los multifactoriales procesos agroalimentarios, quienes generalmente ocupan los cargos por vínculos político-partidistas, amiguismo y familiaridad más que por conocimientos científico-técnicos, compromiso y postura ontológica respecto al sistema capitalista, conducen a su cíclica e inconsciente reproducción por visiones tradicionalistas e incapacidad transformadora (Lanz, 2005), afectando al SAA y por ende a la soberanía, pues la ejecución de proyectos estratégicos requiere (además del necesario compromiso político-ideológico), formación técnico-científica en control y supervisión para la gestión eficiente al servicio de los intereses del país. La escasa participación real de las organizaciones del Poder Popular en la gestión agroalimentaria local genera “diversas formas de alienación, pérdida o debilitamiento de la propia identidad” (Grana, 2004, p. 108), induciendo a la pérdida del patrón alimentario propio y la sustitución reiterada por patrones 2 Albano A. Zambrano Q. ajenos a la tradición culinaria local, a la necesidad nutricional y la posibilidad productiva, profundizándose en la dependencia estructural y el desempeño coyuntural al dedicarse los consejos comunales a problemas puntuales y proyectos cortoplacistas, sin la esencia transformadora de la participación comunal en la sociedad, olvidándose de las comunas agroproductivas y atándose al Estado burgués contrario al Estado Comunal (Prada, 2013, p. 245-246), a sustituirse bajo la égida del Socialismo del Siglo XXI. La resistencia al cambio en la transición sociopolítica y económica que demanda transformaciones profundas y nuevos modelos de gestión para superar problemas que “suelen por lo general emerger de la ineficacia de las políticas públicas mismas que se intentan cambiar” (Brand, 2013, p. 154), revelan actitudes que según Chávez (ABN, 2007) “se basan en valores que se imponen inconscientemente para evitar la transformación socialista”, manifestándose aquéllas en el entrabamiento por parte de los mismos funcionarios públicos a los procesos y leyes del Poder Popular (PP) que favorecen y estimulan la organización socioproductiva. La carencia de indicadores del desarrollo agrario local para evaluar políticas públicas concretas, inducen a indicadores descontextualizados e incapaces de reflejar su evolución limitando la comprensión de problemas, pues como señala Romero (2005, p. 7) “no existe una sola vía o un indicador específico que refleje per se, la existencia de desarrollo y sus beneficios en un espacio local”, máxime cuando sus bases onto-epistemológicas y metodológicas expresan otras realidades, lo cual manifiesta la limitada visión estratégica de las universidades politécnicas territoriales (UPT), pese al encargo social que les impele a “contribuir activamente al desarrollo endógeno integral y sustentable en su territorio de influencia” (MPPEU, 2010), ya que regularmente se aíslan de la realidad local actuando tradicionalistamente. En razón a lo referido asumimos como objeto de estudio de nuestra investigación las deficiencias en el modelo de gestión del sistema agroalimentario en Venezuela, entendidas como el conjunto de debilidades y carencias que limitan el diseño-ejecución de políticas públicas para la soberanía alimentaria, afectan la participación de los actores locales del SAA, 3 Albano A. Zambrano Q. el bienestar social, la preservación ambiental y el fortalecimiento de las actividades económico-productivas territoriales señalado en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y otras leyes derivadas. Tales deficiencias se manifiestan al adoptar políticas descontextualizadas con las necesidades y potencialidades de las comunidades del territorio, priorizando lo coyuntural sobre lo estructural y desaprovechando capacidades socioculturales y naturales, limitando además la diversificación económica endógena y el mejoramiento integral del nivel y calidad de vida de la población, al no concretarse en proyectos estructurantes del SAL como contribución a la soberanía alimentaria nacional. Este problema profundiza las incongruencias agroproductivas nacionales dificultando el logro de la soberanía alimentaria sostenible, pues reduce la gestión agrícola local a la ejecución de directrices nacionales, asumiendo proyectos desarrollistas que desconocen las capacidades y prioridades locales concretas (Gudynas, 2013, p.36-37), además de incumplir el mandato constitucional de producción estratégica bajo la coordinación estructural del Estado, restringiendo la acción del gobierno municipal para satisfacer las necesidades agroalimentarias locales. Esto desfigura a la comuna como entidad local y expresión de gobernanza que, según la respectiva ley orgánica, es donde la ciudanía ejerce “el pleno derecho de la soberanía y desarrollan la participación protagónica mediante formas de autogobierno para la edificación del Estado comunal” (AN, 2010, p.1), induce a la multiplicidad de gasto público no estructurante del desarrollo y desarticula la relación Poder Popular - Gobierno al abordar separados problemáticas sin coordinación institucional que mejore la eficiencia social y optimice la inversión pública (Harnecker, 1994, p. 25-27), con desgaste político, social, natural y económico del municipio, fortaleciendo unos sectores económicos en detrimento de otros (Cabrera, 1997, p.192-197). Además se profundiza la inequidad social y económica de la población local, pues el modelo de enclaves-marginalización sectorial (Maza, 1973, p. 35), incrementa la pobreza mayoritaria al concentrar fuentes de empleo, fortalecer 4 Albano A. Zambrano Q. el subempleo y la eventualidad del trabajo (Ricaurte, 2009, p. 8); reduce la sostenibilidad productiva y lesiona la calidad de vida comunal, haciéndola cada vez más dependiente del situado constitucional como expresión local del rentismo; reduce la inversión productiva y desperdicia el liderazgo político de la gestión pública municipal, que junto al potencial ecoterritorial expresa capacidad transformadora local, por efecto de paradigmas desarrollistas centralizados que “conducen a inversiones improductivas, desestimulo al sector empresarial e incremento de la carga burocrática del Estado” (Villar, 2009), máxime al provenir de iniciativas foráneas sin participación de locales. Adicionalmente la oposición consciente por parte de grupos políticos, económicos y sociales a la producción estratégica de alimentos ante la eventual pérdida de poder, es reflejo del modelo vigente y como asevera Muñoz (2004, p. 2): “se oponen quienes han hecho de la anarquía y el lucro individual su forma de vida, y son precisamente los de mayor conciencia sobre los cambios necesarios”, aunado al poco conocimiento científico existente localmente sobre el SAL, siendo menester “información generada a partir del involucramiento de las universidades con las necesidades locales, que solo se logra investigando desde y con las comunidades” (López, 2006, p.32), pues gran parte de la información disponible carece de fundamento científico y contexto ya que obedece a circunstancias de escala nacional. Notamos así desinterés investigativo por la gestión agroalimentaria local, situación desfavorable para el desarrollo estratégico pues como plantea Alburquerque (2004, p. 169): “la investigación de soluciones a los problemas locales debe ser elemento de sumo interés entre el personal académico e investigadores de las universidades del territorio”, afectando la pertinencia de las UPT (Córdova, 2011, p. 35-37), y pone en duda la contribución real al desarrollo endógeno mandatado en su encargo social. Lo referido hasta aquí denota fisuras epistemológicas, categoría definida por Vargas (2015) como “inconsistencias teóricas o vacíos epistémicos que revelan la necesidad de la investigación científica”, en cuyo tratamiento “debe comprenderse el tránsito entre lo ´viejo´ y lo ´nuevo´, como un proceso de ruptura y como un proceso de continuidad y sistematización científica”, lo 5 Albano A. Zambrano Q. cual nos conduce a revisar tanto el acervo teórico que fundamenta la definición problémica como la propuesta transformadora, llevándonos a los referentes vinculados a nuestras principales categorías de estudio. De tal manera para los elementos teóricos del pensamiento estratégico presentes en un modelo de gestión, acudimos a Ander-Egg (1990), Sabino (1996), Hernández y Velásquez (2005), quienes los mencionan como proposiciones teóricas generales y específicas, conceptos, postulados y/o principios que tributan a la construcción de las categorías teóricas en una investigación; luego nos, apoyamos en autores clásicos y contemporáneos como Matus (1982), Corredor (2001 y 2010), Aguilar (2007), además de Kaplan y Norton (2004), citados por Peraza (2012), reforzándonos con el Diccionario de Economía y Negocios de Espasa (2000), para estudiar lo estratégico; mientras que para la categoría modelo acudimos a las ideas de Bigott (2015), quien la define como representación de relaciones entre los componentes de un sistema, coincidiendo con Carvajal (2002) y Routio (2007) en el contexto de la perspectiva epistemológica, mientras Tobar (1997) considera al modelo un esquema de acción, que al vincularlo a la gestión pública Rodríguez (2011), lo relaciona cuidadosamente con la planificación para dar el mejor uso a los recursos escasos. La segunda preocupación teórica nos condujo a referentes de la triada categorial gestión, enfoque de sistema, modelo estratégico, partiendo de las acepciones del Diccionario de la Academia Española (Barsa, 2001), y el Diccionario de Economía y Negocios, contextualizándonos en la gestión pública de Avalos (1988) citado por Cruz (2008), y Elayne (2011), para orientar las políticas públicas; analizamos también la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, ANC, 2000) junto a los aportes de Cabrera (2008) en relación a la temática agroalimentaria, aportes de organizaciones como la Vía Campesina (1996) y la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (SUNAGRO), de Domingo (1977) en lo estratégico del agro, además de los aportes hechos por De Faría (2012), quien identifica rasgos invariantes de la estructura sistémica sociocultural y económico-productiva de la agricultura, con refuerzo de Mas (2005) y su idea 6 Albano A. Zambrano Q. del desarrollo endógeno, así como Ruiz (2001) en cuanto a los factores de cambio en un sistema determinado. Nos ocupó como tercera fisura la noción local en la gestión pública del sistema agroalimentario, analizando clásicos de la economía y localización agrícola como Lösch (1954) y Flores (1976), junto al Comandante Chávez (2000) sobre lo socioterritorial y geometría del poder; buscamos en la CRBV (2000) y el marco jurídico identidad legal de lo local con lo municipal; en Rodríguez (2011) y Sunkel (1995) con el desarrollo local sostenible; los planteamientos de Mateo (2012), sobre indicadores estratégicos del sistema económico y social para la gestión pública local; en Tünnermann (2003) la interacción gobierno-comunidad, acercándonos a Schejtman (1994) en su visión del SAA y nuestra consideración como proveedor de alimentos (Zambrano, 2004), coincidiendo con Moran (2008) y su complementariedad sistémica vinculada a la ancestralidad indoamericana del buen vivir, vivir bien de Huanacuni (2010), compatible con el desarrollo humano de Ramos (2005) y el bienestar social sustentable de Alburquerque (2004). Finalmente nos dedicamos a considerar teóricamente al SAL como base estratégica del modelo agroalimentario nacional, antes identificada como fisura epistemológica central en la que se aglutinan categorías del problema y la propuesta transformadora, analizando la división internacional capitalista del trabajo y los enclaves económicos neocoloniales de Maza (1973), la controversia petrolero-extractivista y la economía productiva agrícolaindustrial de Terán (2014), la perspectiva de la guerra económica señalada por Salas (2015), las advertencias de Lebowitz (2013) con la concentración privada en sectores de guerra no convencional, así como la discusión de García (2009) sobre el experimento neoliberal Latinoamericano de finales del siglo XX, que recrudece actualmente con la globalización privatizadora, contexto donde nos resultó de gran utilidad la visión territorial y la lógica neoliberal de Gudynas (2008). Con los aportes de Sanz (2000) vimos la conformación del SAA y con Mészáros (s/f) citado por Lebowitz (2013) la dialéctica compleja de producción-distribución-consumo, contrapuestos al simplismo que el PNUD7 Albano A. Zambrano Q. ONU (1990) aplican al desarrollo humano individual, incitándonos a estudiar los modelos integrales de gestión (MIG), en boga actualmente en Nuestramérica por la participación del Estado en actividades económicas revirtiendo efectos de la era neoliberal, cuya sustentación en Mateo (2012), González (2010) y Royero (2003), fueron de gran utilidad referencial para nuestra propuesta transformadora. Para construir un SAL bajo la concepción de Malassis y Ghersi (1996), citados por Sanz (2000), en función a la alimentación humana y empoderando a los campesinos, acudimos nuevamente a la Vía Campesina (2007) y a nuestra propia reflexión sobre la homogeneidad alimentaria global (Zambrano, 2015), y la máxima prioridad e interés nacional que la CRBV (ANC, 2000) otorga a la producción agrícola. En correspondencia con lo expuesto hasta aquí nos surgió como interrogante central: ¿Cómo superar las deficiencias en la gestión del sistema agroalimentario en Venezuela?, derivándose de ella las siguientes preguntas investigativas concretas: 1. ¿Cuáles son las características de la gestión del sistema agroalimentario venezolano? 2. ¿Qué elementos teóricos deben fundamentar un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local? 3. ¿Cuál debería ser la organización adecuada de un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local? 4. ¿Cómo valorar un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local? En respuestas a las anteriores, primeramente nos planteamos como objetivo general: Construir un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local, y luego los siguientes objetivos específicos: 1) Caracterizar el modelo de gestión del sistema agroalimentario venezolano. 8 Albano A. Zambrano Q. 2) Establecer los elementos teóricos que fundamenten un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local. 3) Estructurar los componentes del modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local. 4) Definir indicadores de valoración del modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local. En el logro de los objetivos establecimos la distancia teórica de nuestro aporte científico respecto a lo epistemológicamente existente hasta ahora, obviamente asumiéndolo desde las categorías teóricas que conforman nuestra investigación involucrando al objeto de estudio y la propuesta transformadora: modelo estratégico - gestión pública - sistema agroalimentario local, categorías que sin ser nuevas sí es novedosa su juntura, es decir: su alianza para la conformación de un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local. Al respecto destacamos primeramente que el momento histórico de la globalización neoliberal implica modelos normativos/estáticos en favor del agronegocio, más el componente de gestión privada del SAA a escala mundial; por otra parte, aun cuando también se han planteado modelos estratégicos de gestión pública para el SAA, todos (incluyendo a Venezuela) han sido abordados desde lo nacional, siendo lo local, como expresión geopolítica de lo comunal y diferenciador sociocultural de los patrones endógenos de consumo, el principal marcador de nuestra distancia teórica. En lo estratégico nuestro aporte intenta llenar el vacío de conocimiento científico existente sobre la gestión pública local en su desafío a las problemáticas del SAL, habida cuenta que el conocimiento es un factor determinante para potenciar las condiciones naturales de las localidades, por lo que contribuir a su fortalecimiento tributa a la independencia y soberanía nacional, lo que indudablemente redunda en generar respuestas a las comunidades desde la comprensión de sus propias dinámicas, ajustados a sus propias potencialidades-limitantes desde una perspectiva transformadora e integral, territorial y políticamente próxima a ellas. 9 Albano A. Zambrano Q. Consustanciados con tal planteamiento iniciamos el recorrido metodológico desde nuestra concepción ontológica de la gestión pública del SAL en su condición de ser algo sobre lo cual debería y podría saberse (White, 2013, p. 49), yendo más allá de sus rasgos característicos, origen, naturaleza y relaciones, hasta plantearnos la modelación de su potencialidad y efectos, lo que evidentemente nos inscribe en una ontología transformadora de la realidad, de donde a su vez se desprende nuestra identificación paradigmática, cuando asumimos los supuestos que nos permiten comprender que “más allá de interpretar de lo que se trata es de transformar” (Marx, 1892, citado por Engels, 1988, p. 21). Nos ubicamos así en el paradigma sociocrítico tomando la dialéctica materialista y el materialismo histórico como sustentos ontológicos para conocer y transformar la realidad “que existe independientemente de la conciencia humana y que es reflejada por ella” (Lenin, 1989, p. 87), puesto que la búsqueda científica trazada fue más allá de la mera contemplación al SAA venezolano, profundizando en los elementos para su transformación desde lo local, con visión dialéctica y multifactorial en lo físico-material del espacio, previendo su sostenibilidad en el tiempo, pues como plantea Engels (1892), citado por Lenin (1989, p. 222): “Las formas fundamentales de todo ser son el espacio y el tiempo, y un ser concebido fuera del tiempo es tan absurdo como lo sería un ser concebido fuera del espacio”. Epistemológicamente nos sustentamos en la concepción dialéctica- materialista del desarrollo, pues como refiere Vasco (2013): “pensar a fondo la economía, la política, la transformación y la revolución se conecta estrechamente con el examen del estatuto de lo real”, donde subyace la unidad filosofía-teoría en la fusión material del ser con lo diverso del contexto y su movimiento transformador, en reconocimiento de la auto-subsistencia y la auto-sustentación material y objetiva, indagando en el marxismo ideas de gestión pública, estrategia, sistema agroalimentario y localidad, cotejándolas con teorías desarrollistas y el agronegocio del sistema del capital (Mészáros, 2001, p. 253-254), en cuyos orígenes y evolución hasta el neoliberalismo globalizado se evidencian el agotamiento (García, 2009.b, p. 51-52), 10 Albano A. Zambrano Q. incluyendo el rentístico de Venezuela (Giordani, 2013, p. 11), basado en el extractivismo propio del capitalismo subdesarrollado (Maza ob. cit.), esencialmente exógeno, insostenible y dependiente (Gudynas, 2013, p. 288303), e instigador de la pérdida de soberanía. Desde nuestra perspectiva epistemológica asumimos la realidad como conocimiento científico aplicado a la superación de situaciones problémicas, procurando satisfacer necesidades sentidas por la sociedad, coincidiendo con Martínez (2002, p. 1) en que la ciencia “es para Marx conocimiento ligado al interés revolucionario y transformador. Que teoría y práctica estén unidas es otro elemento propio del marxismo que lo distingue del resto de teorías. Nuestro conocimiento es pragmático, tiene el objetivo de transformar”, afirmación que por medio de la dialéctica logra superar la contradicción permanente en la realidad. En cuanto a lo metodológico partimos de la concepción de Pardinas (1982) citado por Palella y Martins (2010, p. 120), cuando se refiere a la metodología como “el estudio crítico del método”, estableciendo así la necesidad de diferenciar y seleccionar métodos que se adecúen a las características del objeto de estudio, la intención y ontología del investigador, pues alude a cómo él llega a “lo que puede y debe ser conocido” (Guba y Lincoln, ob. cit., p. 111), en tanto éste establezca para qué necesita y quiere conocerlo, es decir: si busca explicar los hechos, solo interpretarlos o si pretende una transformación radical de la realidad encontrada. Por ello Bigott (2015) dice que los métodos son “el conjunto de procedimientos utilizados para producir el conocimiento”, señalando lo metodológico como guía para acercarse al objeto de estudio y las fuentes del conocimiento (García, 2014), trayendo los que permitan comprensión en contexto para generar la transformación necesaria, mediante la “integración de la teoría y la práctica, del pensamiento y la acción” (White 2013, p. 51), para entenderlas contradicciones de la realidad social, cultural, económica, política y ambiental, compartiendo con Ilyenkov (2009), citado por Azerí (2013, p. 3) respecto a que “el núcleo de la metodología de Marx en lo que se refiere a la contradicción no es eliminarla de la teoría” agregando que “la 11 Albano A. Zambrano Q. contradicción en el objeto mismo no puede y nunca se resuelve de ningún otro modo que no sea por el desarrollo de la realidad, cargada con esta contradicción, en otra realidad superior y más avanzada”. Creemos así que la triada ontología-epistemología-metodología, como testimonio de coherencia en el discurso científico (García, 2014), es lo que justifica la investigación al argumentar por qué realizarla y, en consecuencia, expresar los motivos de orden teórico y prácticos que conducen a la misma, entendiendo tal justificación como una “descripción detallada y organizada de las necesidades y motivaciones que justifican o sustentan la realización de esa investigación en ese contexto y bajo esas condiciones” (Hurtado, 2000, p. 79), dándole identidad concreta a cada investigación. De ahí se desprende la necesidad de argumentar mediante “datos, hechos, episodios y eventos” (García, ob. cit.), para demostrar alguna situación problémica desde la triada referida, ya que la argumentación instituye la relación investigador-objeto contextualizado en una realidad concreta, en función a enfoques particulares, siendo así que, por ejemplo, el deterioro medioambiental y sus efectos sobre el SAL, serían valorados de distinta manera bajo el enfoque positivista neoliberal y la dialéctica sociocrítica, pues mientras para esta última la preservación de la biodiversidad es condición sine qua non del desarrollo (Pichs, 2009, p. 113), para el primero los daños medioambientales son solo efectos colaterales del mismo. Los instrumentos, definidos por Palella y Martins (2010, p. 125) como “cualquier recurso del cual pueda valerse el investigador para acercarse a los fenómenos y extraer de ellos la información”, permeados por la identidad onto-episte-metodológica de aquél y caracterizan su proceder científico dando singular importancia a ciertos procesos y fuentes de información respecto a otros. Como recurso para obtener información, los instrumentos deben tener la capacidad de facilitar el análisis de los datos registrados “tanto por su importancia en el desarrollo del estudio como por la relevancia que posee como actividad concreta que se realiza a lo largo de todo el proceso” (Yuni y Urbano, 2006, p. 66). 12 Albano A. Zambrano Q. Como afirma Bigott (2015) “algunos instrumentos existen y se usan profusamente, otros, la mayoría, se inventan a diario frente al objeto de estudio, procurando la relación íntima sujeto-objeto”, por lo que en nuestro caso utilizamos instrumentos preexistentes y conocidos como el guión de entrevistas a profundidad, el de entrevista no estructurada (informal y focalizada) y la guía de observación, para registrar percepciones de actores participantes y situaciones propias de la realidad concreta involucradas con los subsistemas de la dinámica agroalimentaria. Otros los creamos: Matriz de análisis teórico-documental para extraer información de fuentes documentales, facilitando el análisis de las categorías teóricas; la Matriz estratégica decisional, nos llevó a elementos estructurantes del MEGPSAL y a fortalecer el proceso de modelación; Matriz de actores involucrados, para seleccionar informantes y elaborar preguntas generadoras según nuestros intereses investigativos; la Matriz de diseño de la entrevista para el instrumento; y la Matriz del diseño investigativo que nos apoyó en la sistematización y control de la investigación (anexos 1 al 5). Los métodos usados en la investigación surgieron de “dar preferencia a aquellos que facilitan, promueven o posibilitan la participación de la gente” (Ander-Egg y Aguilar, 2005), apoyados en IAP para la gestión pública y lo agroalimentario con ayuda del estudio de casos, enfocando el SAA desde una perspectiva crítica de la realidad social-material y su complejidad multifactorial (Houtart, 2009, p. 37); nos basamos en el análisis-síntesis histórica para caracterizar el modelo vigente (objeto de estudio) y comprender la dinámica agroalimentaria (campo de acción); así el abordaje desde lo histórico-lógico coadyuvó al análisis de la evolución conceptual del sistema vigente y el modelo de gestión que lo orienta, precisando el contexto y características locales-nacionales, reforzando con métodos sistémicoestructural-funcionales para diseñar el nuevo modelo, con reconocimiento de la estructura actual y su funcionamiento en lo económico, social y político, esto es: el análisis crítico de su integralidad operativa. Como el uso combinado de métodos lleva conceptos nuevos (Martínez, 2004, p. 56), hemos denominado a nuestro método como investigación en 13 Albano A. Zambrano Q. contexto, construcción teórica elaborada para lo estratégico–transformacional de realidades dinámicas y multidimensionales, en cuya aplicación para crear el MEGPSAL resaltó el contexto en la interacción investigativa con comunidades diversas, facilitando el estudio del estado del arte del problema y la mejor vía de armar la propuesta transformadora. En la ubicación espacio-temporal de la investigación asumimos como referencia el SAN de la República Bolivariana de Venezuela, así como las últimas tres décadas del siglo XX y los tres primeros quinquenios del XXI, tomando al Municipio Brión del Estado Bolivariano de Miranda como caso de estudio, ubicándonos temporalmente entre 2014-2016 para la construcciónimplementación del MEGPSAL en la Dirección de Desarrollo Agrícola Municipal (DIDAM), accionando contra el desabastecimiento programado de la guerra económica y la articulación posterior a la Gran Misión Abastecimiento Soberano como política nacional. Involucramos en el proceso a agroproductores, intermediarios y consumidores como actores del poder popular; como decisores públicos: la Alcaldesa y su equipo Ejecutivo Municipal (Secretarías Sectoriales y Direcciones de Línea), concejales del Poder Legislativo Municipal y vocerías del Gobierno Nacional-regional con desempeño en el municipio; además informantes calificados seleccionados por su experticia científico-técnica, política, económica y social, quienes de alguna manera poseen facultades para emitir juicios valorativos sobre nuestro MEGPSAL. En la sistematización del presente informe nos sustentamos en la dialéctica espacio-tiempo, organizando el documento según los momentos del proceso investigativo, con introducción aproximativa al objeto de estudio ya las fisuras epistemológicas existentes, identificando referentes teóricos de fundamento para marcar la distancia teórica de nuestra propuesta con lo existente, lo cual nos indujo a las interrogantes científicas de cuyas respuestas surgieron los objetivos de la investigación, tributando al orden cronológico del proceso investigativo. Por tanto es de suyo que los objetivos orienten la revelación de los resultados del proceso, guiándonos desde el estudio y comprensión del objeto de estudio al caracterizarlo, al establecer los elementos teóricos de la 14 Albano A. Zambrano Q. propuesta transformadora y luego estructurar al MEGPSAL en sus componentes para, finalmente, definir los indicadores de su valoración. Finalmente realizamos una detallada referencia de la bibliografía citada, presentada siguiendo las normas de la Guía para citar textos y referencias bibliográficas según Normas de la American Psychological Association (APA), Versión 2015 (DNB-INACAP, 2015), incorporando luego un cuerpo de anexos, constituido por documentos que explican, aclaran o testimonian algunas afirmaciones del texto. 15 Albano A. Zambrano Q. I. PRIMER MOMENTO: CARACTERIZACIÓN DEL MODELO DE GESTIÓN DEL SISTEMA AGROALIMENTARIO VENEZOLANO. Comprender el modelo de gestión del SAA vigente en Venezuela implica tener una idea clara respecto a lo que Tobar (1997, ob. cit.) refiere como “la forma sistemática en que se toman las decisiones, así como la secuencia ordenada y la posible racionalidad a que obedecen las mismas” respecto a la producción-consumo alimenticia, lo que además requiere una revisión de carácter estructural-funcional de sus partes componentes y los respectivos aportes al todo al asumir que “las funciones de un sistema dependen de su estructura” (Von Bertalanffy, 1969), concibiendo ésta a partir de los elementos y relaciones que se mantienen constantes en un sistema, los que a su vez son objeto de modelación (Bigott, 2015). Subyace en esta idea del profesor L. Bigott (comunicación personal, 06 de noviembre de 2015) que el sistema es “un conjunto de elementos más un conjunto de relaciones entre tales elementos, que se desarrollan en un espacio y momento histórico determinados”, agregando luego que “las relaciones entre elementos del sistema pueden variar o no, y hasta los elementos mismos, pero los que se mantienen constantes en el tiempo conforman la estructura del sistema” (Bigott, 2015). De igual modo es necesario acudir al contexto histórico-dialéctico en sus planos sincrónico y diacrónico, asumiendo el primero para asimilar los procesos del SAA establecidos en el marco del modo de producción capitalista, mientras el plano diacrónico refiere la temporalidad cronológica que comprende las acciones y efectos desprendidos de tales procesos, lo que en sus dimensiones económica, política, social y cultural enmarca la conformación y evolución del sistema venezolano, asumido bajo la categoría científica de formación social definida por Vargas (1986) como la “unidad dialéctica de dos instancias: la estructura económica y la superestructura político-ideológica de una sociedad” (p.48). Esta postura nos condujo por una parte a la revisión documental de diversas fuentes que registran en forma descriptiva y estadística el comportamiento y 16 Albano A. Zambrano Q. procesos transitados por la realidad venezolana para la conformación del actual SAA, considerándose en tal sentido las últimas tres décadas del siglo XX hasta el presente. Por otra parte fue necesario acudir al testimonio de actores que han contribuido, participado u observado directa o indirectamente, la conformación de tal sistema durante los últimos años. En tal sentido vale acotar que conforme a los fines concretos de la investigación, hemos enfatizado nuestro análisis en el SAA vigente a inicios del siglo XXI, circunscribiéndonos esencialmente a las políticas públicas de la Revolución Bolivariana, sin menoscabo de abordar referencialmente períodos anteriores que nos permiten, además de comprender la actual situación como consecuencia de gestiones precedentes, el análisis comparativo tomando como premisas los dos enfoques paradigmáticos de la cuestión agroalimentaria: el de agronegocio y el de la soberanía alimentaria. 1.1. Estructura general del sistema agroalimentario. El análisis de las relaciones sociales de producción, en tanto expresión de las formas de propiedad sobre los medios de producción y sobre la fuerza de trabajo, permite comprender la estructura económica que soporta un modo de producción determinado y, bajo ciertas condiciones histórico-materiales, permite avizorar dialécticamente posibles transiciones hacia una nueva formación social a partir de las transformaciones concretas del modo de producción, lo que indudablemente pasa por comprender la formación primigenia a ser transformada. Así surge la necesidad de asimilar la estructura general del SAA vigente, lo que abordamos desde la abstracción planteada por el modo de producción capitalista en su concepción sistémica, entendida como la integración articulada de subsistemas mediante la sumatoria de los procesos que van desde la producción primaria, el procesamiento agroindustrial, la distribucióncomercialización hasta el consumo final, donde se evidencian cinco procesos estructurantes: entradas, procesamiento, salidas, retroalimentación y ambiente, gráficamente representados en la figura 1 bajo la idea de un sistema genérico: 17 Albano A. Zambrano Q. Figura 1. Procesos estructurantes de un sistema genérico. (Adaptado de Von Bertalanffy, 1969). Una descripción comparativa de cada una de las partes-componentes de la estructura sistémica-funcional, facilitará su contextualización respecto al SAA: a) Entradas, expresadas como insumos o inputs, relativas al ingreso de los recursos requeridos por el sistema para ejecutar las actividades que le son propias, las cuales están referidas en el caso agroalimentario a los insumos agroproductivos primarios por una parte, los que según la naturaleza de la producción entran al sistema bajo la forma de semillas, simientes, abonos, controladores, vacunas, entre otros, cuya participación directa en el sistema tributa al logro tangible de los propósitos y fines del mismo. Adicionalmente al SAA entra la energía, en tanto fuente generadora del trabajo humano o mecánico, así como indispensable en los procesos biológicos naturales de las plantas y animales, que son además necesarios para el proceso productivo y la obtención de materia prima o productos consumibles, de origen vegetal como animal; esta energía se manifiesta bajo la forma de trabajo humano, maquinaria, equipos, implementos, herramientas e instrumentos de medición y/o calibración, así como en la radiación solar, calor y luz. 18 Albano A. Zambrano Q. Finalmente la información constituye otra entrada del sistema, convirtiéndose en elemento fundamental para la toma de decisiones internas y está referida a los aspectos políticos, sociales y económicos, entre cuyas formas de expresión se encuentran las normas, necesidades, preferencias, ingresos familiares, precios, costos, consumo, competencia, tecnología y otras. b) Procesamiento, asumido como la transformación o adecuación que genera cambios en los elementos que entran al sistema, tanto en su composición estructural convirtiéndolo en otro producto, con agregados o no (como el grano de maíz convertido en harina o el cacao en chocolate); en su adecuación para el consumo final (como beneficiado de animales para obtener canales y cortes); así como en su forma de presentación para facilitar el transporte y comercialización (el desmembramiento de racimos de plátano, empaquetado de granos y otros). En cualquiera de los casos este segundo proceso-componente del SAA constituye el mecanismo de preparación para la conversión de las entradas, provenientes de diversos orígenes y fuentes, en salidas del sistema, con diferentes destinos y usos, representando además una agregación de valor al producto originalmente obtenido en las unidades de producción agrícola (nacionales o extranjeras), hasta el consumidor final, por lo cual intervienen integralmente en él los tres sectores de la economía: primario-productivo, secundario-industrial y terciario-servicios. c) Salidas, denominado indistintamente producto, resultado u outputs, es el proceso calificado como posibles meta-objetivos del sistema y que, en el caso agroalimentario, pueden estar referidas tanto a bienes como a servicios, tal es el caso de la materia prima para la agroindustria procesadora o de apoyo para otros sistemas a través de sus productos, procesos y tecnología (salud, metalurgia, hidrocarburos, entre otros). De igual manera constituyen salidas del sistema los denominados retroinputs, considerando así la autogeneración de productos-insumos para el mismo SAA tales como la producción de semillas y simientes, abonos orgánicos y controladores biológicos, entre otros. 19 Albano A. Zambrano Q. d) Retroacción, conocido también como retroalimentación, retroinformación o alimentación de retorno, es el proceso a través del cual un sistema abierto, como el agroalimentario, acopia información respecto a las consecuencias derivadas de sus decisiones internas en el entorno que le sirve de contexto, información que permite rectificar y/o ratificar tales decisiones en lo sucesivo, regularmente referidas a la orientación de los procesos productivos, productos, tecnología, normas, calidad, competencia, precios, costos, alcances y limitantes, entre otros aspectos. e) Ambiente o contexto, constituye el área espacial-social, o campo de acción, donde se llevan a cabo los sucesos y condiciones propias del sistema, las cuales influyen de manera determinante sobre su estructuración y comportamiento. Para un SAA el ambiente tiene expresión socio-territorial a escala nacional, regional y local, totalmente diferenciado por condiciones agroecológicas naturales (edafoclimatológicas) que potencian y/o limitan la actividad productiva ecoregional-ecolocal, intervenidas según el sistema y modo de producción que lo determina (cultura agroproductiva), así como en lo sociocultural-nutricional que le generan diferencias regionales y locales basadas en los gustos y preferencias (patrones de consumo), tradicional e históricamente establecidas. Igualmente se expresa en la base político-jurídica e institucional que regula la actividad agroalimentaria y determinan la estructuración del sistema, ya sea que la conciban como parte del agronegocio (neoliberalismo) o como satisfactor vital (humanismo); finalmente la estructura económica como reflejo del modo de producción y las relaciones sociales de propiedad-producción-intercambio, son determinantes en la conformación ambiental del SAA. La figura 2 representa la estructura de un SAA con base en los procesoscomponentes señalados, en la que destacan además los subsistemas producción-procesamiento-distribución/comercialización-consumo: 20 Albano A. Zambrano Q. Figura 2. Procesos estructurantes del sistema agroalimentario (Diseño propio, 2015). En la aproximación gráfica anterior se puede apreciar la gran complejidad del SAA desprendida de su estructuración, conformada a partir de procesos interdependientes que a su vez poseen diversas características y demandan condiciones de funcionamiento disímiles, que sin embargo deben articularse en tiempos y objetivos compartidos concretos, pues aisladamente perderían sus respectivos sentidos en tanto subsistemas separados pertenecientes a sectores económicos diferentes y regularmente contrapuestos. Solamente considerando la dimensión físico-ambiental nos encontramos con diferencias elementales como el hecho que el subsistema agroproductivo amerita de espacios amplios, naturales y rústicos, propios del ambiente rural; por su parte el subsistema de procesamiento requiere de alta tecnología, recursos energéticos, equipamiento e infraestructura con condiciones propias del ambiente periurbano- industrial y con alta demanda energética para los procesos de transformación, adecuación y conservación de la materia prima 21 Albano A. Zambrano Q. y nuevos productos; mientras que el subsistema de distribución demanda lugares urbanos de alta concentración demográfica, con espacios cómodos y dotados de servicios para el acceso y comodidad del comprador-consumidor. Las anteriores precisiones conceptuales sobre los procesos-componentes estructurantes-funcionales sirven de basamento para la caracterización del SAA venezolano, a lo cual debemos incorporarle el origen-destino del flujo de bienes y servicios del sistema, en términos del componente nacional e importado de los mismos, lo que representa realizar un análisis dialéctico desde una postura económica, social y política, lo que en gran medida facilitará la comprensión de la propuesta transformadora que se deriva de la presente investigación. En la figura 3 mostramos los flujos de bienes desde las entradas en forma de insumos, bienes terminados y materia prima que pueden provenir de la producción nacional o importada, y cómo cada una de tales entradas se dirigen a los respectivos subsistemas del SAA. De esta manera apreciamos que el Subsistema de Agroproducción recibe y circula tanto los insumos nacionales como los importados, convirtiéndolos en materia prima o en productos para el consumo fresco, cada uno de los cuales tiene como destino respectivamente a la agroindustria o la intermediación comercial. Por su parte el Subsistema Agroindustrial recibe materia prima de origen nacional o importado, la cual somete a su procesamiento de transformación o adecuación como producto final que se destina a las cadenas de distribución y comercialización, mientras que el Subsistema de Distribución- Comercialización recibe adicionalmente productos importados junto a los de origen nacional, los cuales circula hacia el consumidor final; este último Subsistema, el de Consumo, es el receptor tanto de los productos finales importados que entran al sistema como de los nacionales que se originan en el país, independientemente de que en la composición de estos intervengan insumos y/o materias primas que provengan del exterior. 22 Albano A. Zambrano Q. Figura 3. Flujos de bienes en el sistema agroalimentario (Diseño propio, 2015). De la expresión gráfica anterior queremos referirnos de modo especial a las salidas del sistema, con énfasis fundamental en lo atinente al flujo monetario que genera, habida cuenta que en tanto y en cuanto sea la composición en términos del origen nacional o importado de los bienes que fluyan en sus procesos, se desprenderá la proporción en que se distribuya la riqueza en el contexto geoespacial que sirve de ambiente al SAA, cuyo dinamismo propio debido a que se trata de bienes de consumo vital, garantiza un flujo constante entre los subsistemas que lo componen conformado por productos en un sentido y de dinero en contrasentido. Es así que asumiendo el concepto marxista de distribución como retribución o remuneración a los factores productivos, resulta obvio que cuando la porción de bienes que fluyen en el sistema desde la entrada es de origen nacional, se obtiene una mayor porción remunerativa a la economía nacional a través del PIB. Caso contrario, todo consumo alimenticio implica la 23 Albano A. Zambrano Q. generación de flujos monetarios hacia el extranjero, los que evidentemente están en proporción con la cuantía del consumo y en dependencia del subsistema al cual se incorporen, es decir, a la porción del valor agregado nacional que se le suministre y según sean importaciones de insumos, materia prima o productos terminados. Otro elemento significativo a considerar en la estructura del SAA está relacionada con la intencionalidad del mismo, situación que en la actualidad venezolana se debate entre dos enfoques ontológicos absolutamente irreconciliables, cuya proyección y efectos en lo social y económico es determinante: por una parte el capitalismo neoliberal con su paradigma del agronegocio y la concepción del alimento-mercancía, el cual pugna por imponer un patrón de consumo sustentado en parámetros de rentabilidad empresarial, prácticas monopólicas y oligopólicas orientadas al fomento del consumo para maximizar el lucro. Por otra parte el socialismo bolivariano en construcción, desde cuyo enfoque humanista se ven los alimentos como satisfactores de una necesidad humana vital, en función a cubrir los requerimientos nutricionales humanos para garantizar la salud y el buen vivir social, sin afectar por ello la protección medioambiental, la biodiversidad y, por ende, la preservación de la especie humana en el planeta. 1.2. Estructuración del sistema agroalimentario venezolano del siglo XXI. Tal como refiere Vargas (1986): “el análisis de la estructura económica de una formación social no puede hacerse aisladamente, sin tomar en cuenta, al menos potencial y genéricamente, la influencia que ejerce la superestructura político-ideológica” (p.48), lo que indudablemente nos lleva a la consideración del contexto en el cual se conformó nuestro actual SAA. Por ello es indispensable referir que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el marco jurídico derivado de ella, confieren al tema agroalimentario un nueva connotación a partir de 1999, al establecer el texto constitucional en su artículo 305 que “la producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la 24 Albano A. Zambrano Q. Nación” (ANC, 2000, p.326), lo que durante las dos décadas anteriores había sido considerado como asunto privado y por ende dejado al libre arbitrio de particulares en funciones de: productores, procesadores, comercializadores y consumidores, limitándose el Estado a emanar políticas públicas cuya esencia la constituyó el fomento funcional y la regulación de los precios de venta al público (PVP) concertados con las empresas, fundamentalmente en los productos procesados de consumo masivo. Esta actuación precedente del Estado neoliberal venezolano respecto al proceso de abastecimiento alimenticio, en tanto fin último del SAA, sufrió un cambio conceptual significativo a partir de la refundación de la República, proceso que como expresa el Preámbulo de la Constitución Bolivariana de 1999 (ANC, 2000, p.1) se realizó “para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural” además de garante del “equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad”, de donde se desprende la intención de igualdad y equidad de derechos entre las y los ciudadanos y de estos con la naturaleza, pasando respectivamente de clientes a consumidores y de recursos explotables a bienes ambientales. Al respecto cabe señalar que es a partir del proceso originario de la que denominamos Quinta República cuando se evidenció, entre otros aspectos, que el abastecimiento agroalimentario del país durante las tres últimas décadas cuartorepublicanas, obedeció expresamente a elementos singulares característicos del sistema-mundo capitalista en su fase neoliberal, o “neocapitalismo dependiente” (Maza,1973, p.27), como lo son el establecimiento de enclaves dentro del país y el apego a los designios internacionales del sistema centro-periferia en tanto rasgos de la dependencia, ya que como señala Wallerstein (2005), citado por Serrano (2015, p.51) “el sistema-mundo contemporáneo es una economía-mundo capitalista”, el cual debe ser estudiado a partir de la dependencia como categoría analítica central. 25 Albano A. Zambrano Q. En cuanto a la primera característica Morales (2009, p.128) nos suministra la convicción al afirmar que “el abastecimiento agroalimentario en Venezuela se caracteriza por haberse estructurado en función del consumo de la población concentrada en los principales centros urbanos”, proceso a su vez derivado de nuestra condición de país rentístico-dependiente, cuya conformación urbanística se sustentó por una parte en torno a los centros de servicios requeridos por la actividad petrolera, así como en la facilidad de acceso al mercado internacional para la exportación de hidrocarburos e importación de insumos, materias primas y repuestos industriales conexos. De la misma forma el modelo urbano marcó pauta en la facilidad de importación de alimentos terminados, destinados primero a garantizar suministros a los extranjeros que se desempeñaban como ejecutivos y operarios directos de la industria petrolera, así como en apoyo de las actividades desprendidas de ella, tales como los servicios bancarios, comerciales, educativos y de salud, entre otros, lo cual explica el auge y consolidación de ciudades como Maracaibo, Punto Fijo, Barinas, Barquisimeto, Maracay, Valencia, Maturín y El Tigre, algunas de ellas establecidas en regiones áridas y casi inhóspitas, pero aun así dotadas de toda una infraestructura de abastecimiento alimentario de productos para el consumo directo como las comidas rápidas, productos importados para la preparación de los alimentos, entre otros, que las convirtió en verdaderos enclaves en sus respectivas regiones. La otra característica del neocapitalismo que muestra el rol asignado a Venezuela en función a la “división internacional capitalista del trabajo” referida por Maza (1973, p.31), en tanto país periférico, se hace evidente en el hecho de que el sistema de abastecimiento agroalimentario nacional “ha estado determinado en gran medida por la progresiva vinculación del sector agroalimentario venezolano al SAA configurado a escala internacional” (Morales, 2009, ob. cit., p.128). Lo anterior constituye un rasgo propio de las economías neocapitalistas dependientes particularmente presente en toda América Latina, también 26 Albano A. Zambrano Q. referido por Maza (1983, p.59), al afirmar que “las economías latinoamericanas se desenvuelven con escasa vinculación entre sí y con fuerte vinculación a través de las corporaciones transnacionales con los centros del desarrollo capitalista”, para lo cual fue necesario modificar el patrón de consumo autóctono y desarrollar una demanda alimenticia apegada a la oferta de la industria alimenticia global, a fin de instaurar lo que hemos venido identificando como “homogeneidad alimentaria” (Zambrano, 2015), estrategia basada en reducir la ingesta alimenticia humana al consumo de los cinco rubros vegetales más rentablemente industrializables y en torno a los cuales se mueve el mercado alimentario mundial de comienzos del Siglo XXI: trigo, papa, maíz, arroz y azúcar, así como la carne de pollo y bovino en el subsector pecuario (FAO, 2000). Es oportuno acotar que muy pronto la naciente clase media y la burguesía criolla (surgidas del boom petrolero de la década de 1970) adoptaron el patrón de consumo de productos importados inicialmente para los extranjeros, se facilitó la introducción al país de las trasnacionales de los alimentos preparados en su proceso de expansión hacia Latinoamérica en las décadas de 1980-90, configurándose una nueva estructura del sistema alimentario nacional basado en la llamada comida rápida o comida chatarra (Lanz, 2009, p.7; INN, 2010), que demanda tanto materias primas como nuevos productos importados para ser comercializados en las cadenas de expendio, establecidas bajo la figura de franquicias internacionales como McDonald`s y KFC (Kentucky Fried Chicken), las que “para lograr suficiente influencia sobre el mercado y lograr precios inferiores a los que paga la competencia no pueden penetrar gradualmente en los países extranjeros abriendo una tienda por vez” (Klein, 2007, p. 156), optando regularmente por adquirir cadenas de expendio existentes para imponerles su estilo, que en nuestro caso implicó, por ejemplo, sustituir arepas por hamburguesas y pollo asado por pollo broaster, proceso que se traduce a su vez en un cambio de requerimientos al sector primario y por tanto al resto del sistema. 27 Albano A. Zambrano Q. Es evidente además que la absoluta dependencia de la economía venezolana respecto al mercado petrolero, influyó de manera determinante en la conformación del SAA venezolano durante el último cuarto del siglo XX y que hoy por hoy permanece, cuya mayor fortaleza ha estado históricamente en el sector económico terciario dedicado a la distribución y comercialización final, representando una expresión del ingente rentismo petrolero que, en nuestro criterio, ha fungido además como elemento desmotivador para el abordaje de los sectores primario y secundario de la economía por parte de los capitalistas privados nacionales, ávidos siempre de obtener el mayor lucro con el menor riesgo posible. Igualmente consideramos que la aplicación en América Latina de programas destinados a la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) durante las décadas de 1970-80, que intentaron de alguna manera motivar las inversiones de las burguesías nacionales fundamentalmente en el fortalecimiento de la agroindustria procesadora de bienes de consumo alimenticio, los cuales tuvieron muy poca acogida en Venezuela pese a la implementación de políticas favorecedoras de tales iniciativas, las cuales incluyeron desde tasas financieras preferenciales, condonación de deudas a la agroindustria y a grandes agroproductores, subsidio a los servicios y congelación de salarios, entre otras, cuyo propósito fue que la agroindustria alimentaria ejerciera su rol dinamizador de la agricultura nacional y de otros sectores industriales, pero que fue todo lo contrario y más bien fomentaron la participación de capitales extranjeros, lo que únicamente “se explica por la naturaleza neocolonial del país: la burguesía venezolana es esencialmente traidora a la nación, es agente o socio directo del imperialismo norteamericano y, en consecuencia, traiciona los postulados de la propia revolución burguesa”, como afirmara J.R. Núñez Tenorio, para quien tal situación genera el fenómeno que podría denominarse vacío histórico en el país que “desde el punto de vista económico, este vacío debería ser llenado por una burguesía nacional” (Núñez, 1969, p. 41). 28 Albano A. Zambrano Q. No obstante tal como asegura Morales (2002) “la estructura y la dinámica del sector agroindustrial no garantizaron un eficiente grado de aprovechamiento del potencial productivo del ecosistema tropical, ni estuvieron en condiciones de asegurar un adecuado nivel de autoabastecimiento alimentario” lo que indujo más bien al procesamiento casi maquilador de materia prima importada aún con la participación abierta de la Corporación de Mercadeo Agrícola (CORPOMERCADEO), empresa de propiedad pública que luego se convirtió en la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA), fungiendo en la práctica como agente de fomento al consumo y facilitadora del comercio, la misma función que desempeña actualmente. En consecuencia es evidente que pese a la necesidad inminente y el potencial natural para producir internamente lo que se consume, en la realidad concreta se jugó el papel como dinamizador de la agricultura de otros países y se fortaleció la denominada agricultura de puertos, siendo obvio que el petro-Estado venezolano (Terán, 2014, p.159) desempeñó un rol determinante en el reforzamiento de los vínculos y la dependencia del país al SAA internacional, pues aunque en algunos casos de productos específicos se redujo la importación de bienes terminados, en la mayoría de los casos se incrementó la importación de materia prima e insumos agroproductivos primarios, generando productos finales con poco valor agregado nacional pues “más que producir, lo que se hacía realmente era ensamblar” (Serrano, 2015, p.49), proceso que en buena medida facilitó la sustitución progresiva del patrón de consumo nacional, consolidando así nuestra dependencia alimentaria de bienes producidos en el exterior o “ensamblados” en Venezuela con materia prima importada, tal es el caso de las carnes para hamburguesas y el pan de trigo. 1.3. Rasgos fundamentales de la gestión agroalimentaria venezolana. Tal como referimos en epígrafes anteriores, la Constitución Bolivariana y el conjunto de leyes, normas e instituciones derivados de ella confieren en Venezuela una nueva connotación al asunto agroalimentario desde 1999, cuyo énfasis orienta hacia una nueva concepción teórico-política respecto a 29 Albano A. Zambrano Q. la necesidad de producir soberanamente lo que se consume, mediante el aprovechamiento del potencial agroproductivo natural, la capacidad social del talento humano y la infraestructura productiva instalada del país, como vías expeditas para consolidar la independencia nacional en tanto dimensión política que faculta el ejercicio del poder en beneficio del pueblo; para rescatar nuestra cultura e identidad alimentaria, garantizando el derecho a la alimentación, la salud y la vida, como dimensión de orden social y función ineludible del Estado de derecho; además de fortalecer la diversificación económica para instaurar un nuevo modelo económico-productivo, donde la articulación sistemática del trabajo agrícola primario, agroindustrial y agrocomercial sea un elemento dinamizador de la función producciónconsumo, que no sólo genere bienestar nacional interno y sustituya importaciones, sino que pueda convertirse en factor generador de divisas con la actividad agroexportadora, lo cual constituye el accionar del SAA según se asuma un enfoque de agronegocio o de soberanía agroalimentaria. Vale acotar que en esencia el SAA puede ser percibido estructuralmente idéntico desde ambos enfoques, lo cual creemos que puede estar sucediendo entre los decisores del alto gobierno, pese al establecimiento del nuevo marco jurídico revolucionario. No obstante es indiscutible que los fines y propósitos de cada enfoque paradigmático, esto es, las concepciones estratégicas de su finalidad y funcionalidad no sólo son divergentes, sino que además son absolutamente incompatibles y por tanto excluyentes entre sí, al punto tal que no pueden coexistir siendo por tanto imprescindible que una desaparezca para que la otra pueda funcionar adecuadamente: no es posible satisfacer plenamente las necesidades alimenticias vitales de la sociedad logrando negocios rentables para los inversionistas privados. En tal sentido dado que el tema agroalimentario es un asunto público, y por ende interés del Estado como indica el mandato constitucional, el mismo debe ser atendido y gestionado responsablemente por instancias gubernamentales a diferentes niveles y escalas geopolíticas, sin dejarlo al libre albedrío del mercado para ser tratado con criterios de rentabilidad 30 Albano A. Zambrano Q. financiera como una mercancía más y, más allá de un desiderátum político, es fundamental que su abordaje se traduzca en políticas públicas concretas, construidas mediante un proceso participativo basado en la evaluacióndefinición permanente de acciones contextualizadas, teóricamente fundamentadas a partir de un nuevo imaginario social y gestionadas en la práctica de manera radicalmente distinta a lo que se hace en la actualidad. Por ello es imprescindible que en el proceso no solo participe el nivel nacional de la gestión pública, sino que se involucren directamente los actores locales de gobierno con participación activa y protagónica del poder popular, en su doble rol de productor y consumidor, esto es: transformar el paradigma con que se continúa asumiendo la problemática agroalimentaria, con una generalidad aséptica y carente de fundamento ideológico, por lo tanto sin conciencia real respecto a los fines políticos que distancian al enfoque de agronegocio del orientado a la soberanía agroalimentaria. Al respecto es indispensable en primera instancia reestructurar el actual SAA, cuyos flujos económicos (producto-dinero) después de 15 años de vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, siguen favoreciendo a la mal llamada agricultura de puertos, lo que representa una clara evidencia de la no diferenciación del SAA de la Quinta República respecto al modelo cuarto republicano que tanto hemos cuestionado, lo que afirmamos con base en las estadísticas oficiales tomando como referencia el comportamiento del Índice de Precios al Mayor de Productos Importados (IPMPI), calculado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2015) a partir de los datos del Banco Central de Venezuela (BCV), entendido como un “Indicador que refleja solamente cambios en los precios de los bienes en su primera transacción comercial, dentro del territorio nacional” (INE, 2013), que muestra la evolución en el tiempo del flujo monetario hacia el exterior a cambio detraer productos del extranjero. En la tabla 1 presentamos el comportamiento del IPMPI en términos de sus variaciones absolutas y relativas en cuatro momentos significativos de la vida política y económica del país de los últimos años: el 2003 por las 31 Albano A. Zambrano Q. consecuencias del paro petrolero y el golpe de Estado del año anterior; el 2007 como año electoral de la primera reelección presidencial; 2012 con la segunda reelección presidencial y el 2013 con el fallecimiento del Presidente Hugo Chávez y la posterior elección del Presidente Nicolás Maduro M., en un proceso de sustitución que ha marcado un hito significativo en la historia política contemporánea del país, con obvias repercusiones en el resto de escenarios del ámbito nacional e internacional caracterizado por la abierta guerra económica en contra de Venezuela, cuya afectación en el plano alimenticio ha sido uno de los más notorios en Latinoamérica desde el Chile de 1970-73 (Castro, 2006, p. 46-47). Tabla 1. Índice de Precios al Mayor Productos Importados, Base 97 (2003-2013) Años Tipo de Productos 2003 Absoluto Agropecuarios 2007 % 1.304,60 16,2 Absoluto 3.022,30 2012 % Absoluto 2013 % Absoluto % 20,6 13.460,70 33,03 23.677,00 40,8 Manufacturados 6.767,10 83,8 11.655,90 79,4 27.292,20 66,97 34.387,90 59,2 TOTALES 8.071,70 100 14.678,20 100 40.752,90 Fuente: BCV, 2015. 100 58.064,90 100 Como se aprecia en la tabla el IPMPI total presentó un crecimiento sostenido durante la serie anual considerada, no obstante el crecimiento en el renglón de los Productos Agropecuarios luce realmente desproporcionado, pasando de un significativo 16,2% que era su contribución al índice general en 2003 frente al 83,8% de los Productos Manufacturados, para ubicarse en casi 41% al final de la serie analizada contra el 59,2% de los manufacturados, lo cual implica que los precios agropecuarios se multiplicaron por más de 18 veces durante el período, desde su valor inicial de 1.304,60 hasta alcanzar los 23.677,00 puntos del índice. Lo anterior cobra mayor importancia para el análisis al considerar los volúmenes del componente importado que fluyen en el SAA venezolano, habida cuenta que, como se refirió anteriormente, el IPMPI sólo mide la evolución de los precios en el tiempo, suponiendo constantes los volúmenes de la canasta fija de productos respecto al año base (1997 en nuestro caso), 32 Albano A. Zambrano Q. de manera tal que al incorporar las variaciones en términos de volúmenes de las importaciones, se puede generar una idea bastante aproximada de la magnitud de los flujos monetarios implícitos en nuestro SAA en términos del valor de las importaciones de sus productos. Un ejemplo bastante representativo son las adquisiciones del Estado a través de la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) para la red de distribución pública, que según el MPPAL-SUNAGRO (2014) representan un 20-30% del abastecimiento nacional. En la tabla 2 presentamos tales adquisiciones de productos agroalimentarios por parte de la CASA, haciendo una diferenciación según su origen durante los mismos años referidos para el IPMPI. Tabla 2. Adquisición de productos agroalimentarios por la CASA 2003-2014. (Miles de ton.) Nacional Años Ton. Importado % Variación Ton. Total % Variac. - Ton. 2003 52,57 13,73 - 330,29 86,27 2007 666,91 47,35 1.168,66 741.58 52,65 124,52 1.408,49 267,89 2012 612,40 17,74 -8,17 2.838.85 82,26 282,81 3.451,25 145,03 612,99 1.944,88 12,48 - 0,10 4.298.11 8.208,83 87,52 - 51,40 4.911,01 10.153,70 42,30 - 2013 TOTALES - 382,86 Variación - Fuente: MPPAL, Memoria y Cuenta 2014. La tabulación de los datos anteriores expone dos aspectos de significativa importancia en nuestro análisis: el primero de ellos referido a la composición estructural del SAA venezolano en cuanto a su origen, observándose que en tres de los cuatro años considerados las importaciones estuvieron por encima del 80 por ciento. El otro aspecto evidenciado es el crecimiento progresivo que en términos de la variación interanual de lo importado se refleja en la tabla, crecimiento que a su vez contrasta grandemente con el componente nacional que, por lógica razonable, debería ser la prioridad de las adquisiciones por parte del Estado, llegándose incluso a una variación negativa en el período 2007-2012, lapso en que coincide precisamente con el mayor incremento de las importaciones. 33 Albano A. Zambrano Q. El somero análisis a la gestión del SAA vigente en el país corrobora su absoluta relación con el modelo rentístico petrolero, pues se constata que al incremento sostenido del índice de precios de los productos importados le acompaña el significativo y sostenido aumento en los volúmenes importados, lo que demuestra cuantitativamente el comportamiento de los flujos económicos del SAA venezolano que, en nuestro criterio, constituye su característica fundamental: alta dependencia de las importaciones en detrimento del componente nacional, pero apareada al ingente ingreso petrolero de la última década. Otro rasgo de gran utilidad para la caracterización estructural de nuestro SAA lo representa el valor de la producción nacional que, en términos de su contribución al Producto Interno Bruto (PIB), reflejamos en la siguiente tabla: Tabla 3.Aporte de la actividad agropecuaria al Producto Interno Bruto (MMM de Bs. F) Años Concepto 2003 2007 2012 2013 Absoluto % Absoluto % Absoluto % PIB 35.667,53 Consolidado 100 55.283,50 100 61.409,1 0 100 62.233,8 9 100 PIB Agrícola 5,90 2.514,35 4,55 2.682,53 4,37 2.637,16 4,24 2.105,94 Absoluto % Fuente: BCV, 2015. La revisión de la data anterior muestra el decrecimiento progresivo del PIB Agrícola durante los años seleccionados en su contribución absoluta al PIB Consolidado, cuya expansión interanual es notoria. De igual modo en el Grafico 1 se observa un sostenido decrecimiento en términos relativos, haciéndose evidente que la gestión agroalimentaria venezolana se sustenta en un “modelo de desarrollo basado en el molde consumista-destructivo del capital, que resulta claramente incompatible con la sobrevivencia de la humanidad” (Rauber, 2010, p. 84), dado que se orienta por los criterios del agronegocio y su rentabilidad, sin atender a las necesidades humanas. 34 Albano A. Zambrano Q. 7,00 6,00 5,00 4,00 3,00 2,00 1,00 0,00 2003 2007 2012 2013 Gráfico 1. Aporte de la actividad agropecuaria al Producto Interno Bruto. (%) Fuente: Tabla 3, construcción propia, 2015. Es así que pese a las medidas anunciadas anualmente por el Ejecutivo Nacional, las que consistieron en un incremento de los salarios y la decisión de no recortar el gasto social, especialmente el relativo a programas vinculados con la seguridad alimentaria que incluye desde las casas de alimentación pasando por el fortalecimiento de la Red Mercal, su repotenciación y reforzamiento con la creación de la Productora y Distribuidora de Alimentos (Pdval), para la “digna alimentación de las personas que van saliendo de la miseria” (Chávez, 2008, p.104-105), acudiéndose adicionalmente a operaciones del crédito público destinadas a garantizar la soberanía alimentaria (BCV, 2014), para impulsar programas de incentivo a la producción agrícola interna, como la Misión Agro Venezuela, entre otros, se evidencia que todo el esfuerzo de la gestión pública se condujo en la realidad hacia la agricultura de puertos, generándose tal contradicción frente al sustancial incremento del consumo alimenticio impulsado desde el Gobierno Nacional y sus entes centralizados. En función a lo planteado, destacan al menos cuatro rasgos característicos de la gestión agroalimentaria venezolana de comienzos del siglo XXI: a) La responsabilidad de la gestión del SAA en Venezuela es deber ineludible del Estado, pues posee rango constitucional y como tal debe 35 Albano A. Zambrano Q. garantizarse con políticas públicas apoyadas en un marco jurídico e institucional, que centraliza su cumplimiento desde el nivel nacional; b) El sistema vigente está orientado a garantizar la seguridad alimentaria, razón por la cual pese a los ingentes recursos de la renta petrolera, o tal vez por ello, la gestión agroalimentaria nacional asegura el acceso de las personas a los alimentos independientemente del origen de estos; c) Debido a lo anterior es indudable que la gestión del sistema atenta contra la soberanía agroalimentaria, al no traducirse la inversión del Estado en incremento de la producción interna, dependiendo cada vez más de la renta petrolera; d) En consecuencia, el SAA nacional exhibe gran fragilidad por su elevada dependencia del mercado internacional en el suministro de insumos, materias primas y alimentos terminados, dificultando la consolidación del proceso de independencia y soberanía planteados en el Plan de la Patria. 1.4. Consecuencias derivadas del modelo vigente. Entre las consecuencias inmediatas emanadas del modelo de gestión del SAA vigente en Venezuela, se evidencian algunas que estructuralmente impactan de forma determinante en tres planos fundamentales de la vida nacional-local: a) en la producción; b) en el abastecimiento; c) en la organización social, obviamente transversalizados por los aparatos económico y político-ideológico, en tanto componentes respectivos de la estructura y superestructura dialéctico-material presentes en la formación social de dos modelos en pugna histórica: el capitalismo consolidado y el socialismo en construcción. En cuanto a la producción, y en correspondencia con lo referido en párrafos anteriores, es indiscutible que la fragilidad exhibida por el SAN obedece a la estrategia internacional de dominación de los pueblos a través del control de los alimentos, lo que se aborda además desde sus procesos productivos primarios, es decir, no sólo se circunscribe a la modificación de los hábitos alimenticios y el patrón de consumo final mediante la imposición de costumbres e introducción de productos importados, sino que incluye la dependencia del material vegetal reproductivo, imponiendo el modelo 36 Albano A. Zambrano Q. corporativista del agronegocio internacional a la actividad productiva local, sustentada en el uso de semillas certificadas de origen regularmente transgénico, ya que como señala Shiva (2008): “la semilla significa alimento: cuando controlas la semilla controlas el alimento” a partir de su producción, pues la productividad agrícola del país impacta directamente al resto de eslabones de la cadena y compromete la soberanía agroalimentaria nacional. Es evidente entonces que la señalada fragilidad sistémica venezolana está en estrecha dependencia a una estructuración agroproductiva nacional concebida, direccionada y ejecutada a través de políticas públicas absolutamente centralistas de tipo piramidal, esto es, sustentada en lineamientos emanados desde el ente rector ministerial hacia los estados y municipios, con tal nivel de detalle y subordinación que cualquier afectación a nivel de la cúpula genera una especie de efecto dominó sobre el resto del país, máxime si agregamos la sumisión nacional a la homogeneidad alimentaria como componente desprendido del sistema internacional, mediante el cual se pretende homologar las ecoregiones y localidades agroproductivas en términos de rubros, sistemas de cultivos, planes de siembra y ciclos productivos, obviándose exprofeso tanto las particularidades naturales como la cultura agroproductiva y alimenticia propias, en tanto categorías de potencialidad o limitación a escala local y comunal. Por otra parte, si bien es cierto que desde 2003 el Estado comenzó a insertarse en el ámbito de la distribución-comercialización alimentaria con la creación de la red Mercal, ampliándose progresivamente su accionar a través de Pdval y Abastos Bicentenario, no es menos cierto que la ausencia del sector público en la producción agrícola es casi absoluta, además de poco eficiente hasta el momento, pese a los evidentes esfuerzos del alto gobierno y las ingentes inversiones destinadas a la conformación de empresas de propiedad estatal, dedicadas a la producción primaria en los subsectores vegetal, pecuario y pesca-acuicultura. Este aspecto representa quizás la mayor debilidad de nuestro SAA pues genera una arbitraria dependencia de la acción empresarial privada (individual o colectiva), a cuyo libre albedrío y decisión incondicional se ha 37 Albano A. Zambrano Q. dejado un sector estratégico primordial como la producción primaria de alimentos, máxime en el período transicional de la Revolución Bolivariana durante el cual es objeto de constantes ataques derivados de la confrontación político-ideológica, con la guerra económico-productiva como táctica contrarrevolucionaria principal y cuando, por antonomasia, la actividad agrícola resalta por su carácter dinamizador-proveedor de otros sectores de la economía, que la convierte en factor clave para la producción de bienes, incremento de la demanda derivada y la generación de puestos de empleo, a la vez de constituirse en una vía de ahorro de divisas, actualmente utilizadas en la importación de materia prima o productos de consumo directo para garantizar el abastecimiento nacional, lo que se traduce en seguridad alimentaria pero afecta la soberanía del país. En cuanto al abastecimiento concebido a través del cumplimiento a las condiciones de existencia física de un producto en las cantidades requeridas, en su calidad y aporte nutricional, el precio accesible y justo, disponibilidad en el momento oportuno y el lugar donde se le necesita (Zambrano, 2015), constituye una categoría que además de lo económico (estructura), representa una dimensión importante en el plano político-ideológico (superestructura) dentro del SAA, lo cual le confiere una especie de desdoblamiento significacional, puesto que más allá de su condición material-existencial expresa un significado subjetivo-concreto que, en el imaginario individual y colectivo, instituye la garantía del buen vivir. De tal desdoblamiento vale acotar que la variedad de productos alimenticios, marcas y presentaciones exhibidas en los anaqueles de los establecimientos comerciales o puntos de venta, es percibida por la mayoría de la población como resultado de la actividad económica de la industria procesadora y comercializadora, desconociendo y sin razonar conscientemente respecto al trasfondo político-ideológico que sustenta la estructura del SA globalizado de base neoliberal, pues como refiere Bigott (2015): “la conciencia no es otra cosa que la representación de la realidad en nuestro cerebro (…) la realidad se presenta en un primer momento en sus elementos aparenciales, es decir, en el mundo de la pseudoconcresión”, condición que se expresa en el 38 Albano A. Zambrano Q. proceso publicitario-comercial de acostumbramiento a la presencia de los productos, sin reflexionar en torno al origen de los mismos ni las situaciones que involucran, sino en la apariencia que representa su disponibilidad. De tal manera que la estructuración de un SAA orientado más a garantizar la presencialidad de los alimentos con el argumento de la seguridad alimentaria, constituye un instrumento político-ideológico de gran utilidad cuando el mismo se enmarca en una estrategia de dominación, en tanto arma fundamental para la maniobra de guerra económica, puesto que “una sociedad no está acostumbrada a las ausencias, sino a las presencias. Creer que una sociedad vive de las ausencias es un error, porque en el cerebro lo que se representa es lo que está aquí en el mundo real, donde están presentes los elementos de lo apariencial” (Bigott, 2015), de donde se desprenden estados de angustia o tranquilidad que se relacionan a las previsiones de las familias para la disponibilidad futura de alimentos, ya que no solo se trata de garantizar el consumo inmediato sino asegurar su presencia en el tiempo. Este esencialmente es el plano donde se percibe el abastecimiento alimenticio como el problema de mayor afectación individual y colectiva del SAA, que convenientemente manipulado afecta la presencialidad regular de los productos y genera angustias por su ausencia, bien sea por alteraciones del aparato productivo inicial, distorsiones en la agroindustria procesadora y/o deformaciones del subsistema de distribución y comercialización, dando lugar a lo que venimos conociendo como un proceso de desabastecimiento programado de la canasta alimenticia nacional. En este sentido es que Lanz (2014) refiere el desabastecimiento programado como “una práctica encubierta ejecutada por actores oponentes al proceso bolivariano que no sólo persigue fines especulativos o de negocio fácil acaparando alimentos, si no que posee fines políticos, electorales o subversivos”, agregando luego que es por tal razón que “el desabastecimiento se convierte en una amenaza desestabilizadora utilizada para generar descontento y acciones violentas”, lo que a su vez da origen a otro fenómeno social-económico que apuntala el proceso de degradación 39 Albano A. Zambrano Q. organizacional para inducir, entre otras, la organización social negativa comúnmente denominada bachaqueo, en tanto mecanismo de confrontación entre el mismo pueblo para acceder a los alimentos fundamentales y como una expresión apariencial de un hipotético fracaso del modelo socialista bolivariano en construcción. Es así como la fragilidad expresa del SAA repercute también negativamente sobre la organización social del pueblo, limitando el fortalecimiento del poder popular previsto en nuestra Carta Magna y por ende la posibilidad de “continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y mayor suma de felicidad" para el pueblo, como enuncia el Segundo Objetivo Histórico del Plan de la Patria 2013-2019 (AN, 2013, p.12) en la fase actual de la Revolución Bolivariana, dado que a partir de los bachaqueros y sus redes de distribución informal se generan las condiciones aparentes para sustentar una especie de satanización, y hasta la criminalización, de cualquier forma de organización colectiva del poder popular. De tal manera que pese al componente de distribución especulativa presentes en el bachaqueo, cuya banalización mediática conduce al abordaje simplista a través de acciones represivas y de fiscalización sencillas, para su adecuada comprensión es necesario dimensionarlo desde la innegable complejidad de las causas económico-productivas y sus efectos políticoideológicos, ya que en el mismo subyacen aspectos organizativos estructurales del proceso de transformación social-cultural en los que se ha venido avanzando desde 1999, los que pueden ser revertidos en detrimento del pueblo y sus formas de organización popular como elementos claves para la construcción de un nuevo modo de producción social, basado en un nuevo modelo económico-productivo y con nuevas relaciones sociales de producción, uno de cuyos puntales debe ser precisamente la gestión del SAA desde lo local, sustentado en la organización social del poder comunal. 40 Albano A. Zambrano Q. II. SEGUNDO MOMENTO: ELEMENTOS TEÓRICOS QUE FUNDAMENTAN LA PROPUESTA MEGPSAL. La fundamentación de nuestra propuesta transformadora para el modelo de gestión actual del SAA, se orienta hacia dos vértices teóricos concretos: el primero de ellos atendiendo detalladamente las fisuras epistemológicas detectadas, acudiendo a sustanciar epistemológicamente las relaciones categoriales de nuestra investigación, mientras que el segundo vértice lo destinamos a sustanciar propiamente los elementos teóricos del modelo planteado 2.1. Vértice epistemológico Evidentemente no es desde las teorías del agronegocio, los “commodities agrícolas” (Lanz, 2009, p. 41-44), ni en la absolutización de los alimentos como mercancías rentables del mercado internacional, que podríamos fundamentar un modelo estratégico de gestión agroalimentaria para el Socialismo del Siglo XXI, resultando imperioso asumir el análisis crítico y la transformación revolucionaria bolivariana que plantean el texto constitucional y el Plan de la Patria, como hojas de ruta para las políticas públicas que confronten el productivismo y la preeminencia del valor de cambio que “con el capitalismo, se vuelve parte esencial de la vida humana”(Silva, 1979, p. 181), en desmedro del valor de uso y la función social del producto. Esta postura implica además una concepción estratégica de lo agroalimentario que nos deslinda de la racionalidad que aún caracteriza la gestión agroalimentaria en Venezuela, asumida como simple intercambio economicista de mercancías, propia del “extractivismo y el neoextractivismo del neocapitalismo” (Acosta, 2013, p. 91), por cuanto es necesario tener claro que el capitalismo dependiente (Maza, ob. cit., p. 32-35) fomenta el surgimiento de una burguesía nacional, cuyo ideal-acción apoya la injerencia extralimitada del capitalismo internacional contra la función soberana del Estado, evidenciándose “la contradicción inconciliable entre los estados nacionales rivales del sistema del capital (…), que constituye la clara 41 Albano A. Zambrano Q. manifestación de esa extralimitación” (Mészáros, 2001, p. 253-254), particularidad del capitalismo en su fase imperial, la lucha de clases y la división imperialista internacional del trabajo, categorías del desarrollismo dependiente opuesto a la soberanía de las naciones. 2.1.1. Elementos teóricos del pensamiento estratégico para un modelo de gestión. La construcción de una concepción teórica, en tanto idea expresada de algo, demanda recurrir a elementos conceptuales existentes para darle significado a la idea, bien sea por analogía o por contraste, llevando a que tales conocimientos se constituyan en referencias que tributen teóricamente al nuevo concepto, lo que Hernández y Velásquez (2005), definen como “conceptos, significados, postulados y/o principios que dan forman a una construcción teórica” permitiendo profundidad y alcance en el análisis, comprensión y explicación del problema abordado y la solución propuesta. Al respecto Ander-Egg (1990) plantea que tales elementos expresan “proposiciones teóricas generales, las teorías específicas, los postulados, los supuestos, categorías y conceptos que han de servir de referencia para ordenar la masa de los hechos concernientes al problema o problemas que son motivo de estudio e investigación”, reforzado por Sabino (1996) al señalar la necesidad e importancia de la teorización para plantear una investigación, puesto que “es siempre necesario distinguir entre lo que se sabe y lo que no se sabe con respecto a un tema para definir claramente el problema que se va a investigar". De lo anterior se desprende que en toda construcción teórica están presentes categorías y conceptos de necesaria definición, tanto para darle sentido a la nueva teoría como para otorgarle la debida importancia a los aportes que, con frecuencia, son tomados desde campos del conocimiento disímiles al que contextualiza el nuevo planteamiento, lo que en definitiva constituye parte de la evolución histórica de la teoría y el conocimiento que contiene. Es en este contexto teórico-conceptual que lo estratégico cobra cuerpo y significado como categoría allende los ámbitos empresariales privados de la 42 Albano A. Zambrano Q. década de los años 70 del siglo XX, internándose progresivamente en la gestión pública desde los años 80 muy vinculada a la planificación estratégica (Matus, 1982; Corredor, 2001; Corredor, 2010), así como a los conceptos de gobernabilidad y gobernanza (Aguilar, 2007), éstos últimos planteados como enfoques de pensamiento-acción estratégica a propósito de mejorar la capacidad directiva del gobierno, contribuyendo además al establecimiento de una nueva relación rectora entre éste y el Poder Popular, sustentada en la organización estratégica de la administración pública. Por su parte Kaplan y Norton (2004), citados por Peraza (2012, p. 88) en su abordaje conceptual desde la perspectiva de la gestión empresarial, señalan que en la visión estratégica de una organización es donde se describe la forma en que se crea valor, argumentando que la estrategia “es un paso de un proceso continuo lógico que moviliza a una organización desde una declaración de misión de alto nivel, al trabajo realizado por los empleados”, identificándose con la definición del Diccionario de Economía y Negocios (Espasa, 2000, p.241): “aquello que afecta a los objetivos generales que tiene la empresa en el largo plazo”, que implica un proceso dinámico de planificación-acción e involucra desde los intereses y posibilidades internas hasta las necesidades del público-destino, independientemente de que se trate de una empresa privada o una institución del Estado. En este tejido teórico se encuadra la afirmación de Corredor (2001, p. 81) respecto a que “los procesos de planificación sólo pueden ser viables si existe una organización eficiente”, resaltándose así la relación simbiótica entre plan-acción bajo el enfoque estratégico y que se expresa en la eficiencia, entendida como el aprovechamiento óptimo de los recursos disponibles para lograr los objetivos de la organización, máxime cuando se enfrentan cambios recurrentes del escenario económico y/o en situaciones políticas de poder compartido (Matus, 1982, p.23), los que, en tanto sistema dinámico, deben considerarse para construir un modelo de gestión para una nueva sociedad, basada más en valores de uso que en valores de cambio. 43 Albano A. Zambrano Q. Matus (1978), citado por Corredor (2010, p. 74), señala que en la planificación del desarrollo con visión transformadora “la estrategia viene a ser un análisis y propósito de futuro donde se integra lo económico y lo político-social mediante un modelo abstracto del proceso material de desarrollo”, concepción en que se reflexiona la realidad concreta de donde surge el modelo para procurar su transformación integral mediante un nuevo propósito de acción que, independientemente del nivel (Ramos, 2005, p. 5), implica imaginar la nueva realidad como escenario deseado. Es así que desde la visión estratégica se concibe la construcción de un modelo como la “simplificación de la realidad que facilita su comprensión y estudio” (Espasa, 2000, p.413) para la mejor estructuración y disposición de los recursos e insumos en correspondencia siempre con los requerimientos de los procesos, que garanticen las salidas del sistema a fin de satisfacer las insuficiencias del entorno y cumplir el encargo de la sociedad, concepción sistémica aplicable indistintamente al ámbito privado y al sector público, pues en ambos casos se trata de ejecutar las actividades planificadas, obtener resultados según los objetivos planteados con la eficiencia, efectividad y eficacia en tanto bases estratégicas para el desarrollo de un sistema. Es propicio señalar que aunque la categoría modelo es vista desde perspectivas conceptualmente diversas tales como la científica- epistemológica, la ética-axiológica, la económica-comercial y la artísticocultural, entre otras, siempre subyace la representación abstracta o concreta de una idea en torno a cómo son o han de ser los hechos, procesos, relaciones, fenómenos, de analizarlos, describirlos conductas y/o o sistemas, con explicarlos, mediante el la propósito simulación, exploración, control y predicción de sus características y resultados posibles. Para Bigott (2015), el modelo es la representación de las relaciones establecidas entre los componentes fijos de un sistema, los que a su vez conforman la estructura de una determinada realidad y que, finalmente, es lo que se modela, definición donde subyacen tanto la noción organizacional 44 Albano A. Zambrano Q. como el pensamiento estratégico en su sentido más amplio, concebida como las relaciones y procesos orientados en procura de los objetivos planteados. Por su parte Carvajal (2002, p. 5) señala desde la configuración epistemológica que “el modelo puede considerarse como una especie de descripción o representación de la realidad (hechos, situaciones, fenómenos, procesos, estructuras y sistemas, entre otros), que, por lo general, está en función de unos supuestos teóricos o una teoría”, lo que refuerza Routio (2007, p. 2): “en la mayoría de los proyectos de investigación una de las primeras metas está en crear un retrato teórico del objeto empírico de estudio en el mundo conceptual del pensamiento y de la teoría”, creación que orienta y facilita su transformación en algo diferente, correspondiendo su naturaleza real con la base epistémica de sus autores y en la búsqueda teórica que les orienta, según el campo de conocimiento en que se inscriben y, por supuesto, recibiendo influencias del enfoque ontológico que identifica a sus creadores (Routio, ob. cit., p.3-6), ya que el proceso de modelación estratégica en ningún modo es neutro, sino que expresa la concepción política como sustento ideológico de quien modela. En cuanto al modelo de gestión, Tobar (ob. cit., p. 11) lo define como “una forma sistemática y racional para la toma de decisiones propias de la organización”, y agrega luego: “es decir, la secuencia, ordenada y racional en la cual deben ser planeadas y resueltas sus decisiones”, todo ello con miras a garantizar la efectividad y eficiencia en el desempeño organizacional para el logro de sus objetivos, lo que aplica no sólo para las empresas privadas, sino que se extiende al sector público y para las organizaciones sociocomunitarias del Poder Popular, insistiendo Rodríguez (2011) en que el desarrollo estratégico de un país, municipio o comunidad debe planificarse y por tanto modelarse cuidadosamente, optimizando así “los recursos siempre escasos frente a las múltiples necesidades y usos, con miras a lograr metas y objetivos”, con criterios científicos, técnicos, políticos y sociales para decidir sin las subjetividades premonitorias de algún estilo particular de gerenciar. 45 Albano A. Zambrano Q. Finalmente vale acotar que la dimensión transformadora, en tanto elemento teórico necesario para la concepción y construcción de un modelo que oriente la gestión estratégica del SAL, deberá expresar el escenario teórico mediante el cual su implementación tributaría a revolucionar la realidad concreta representada, habida cuenta que el presupuesto de partida para su construcción (que por lo tanto le justifica), es el agotamiento del modelo vigente y su manifiesta incapacidad para lograr la satisfacción de las necesidades cambiantes actuales, como rasgo característico de la sociedad globalizada y la tendencia mundial hacia el humanismo y la ecología. 2.1.2. Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un modelo estratégico. El abordaje de la relación teórica entre categorías que si bien no son nuevas, sí resulta novedosa su unión en tanto componentes de otras que se han estructurado a finales del siglo XX e inicios del XXI, obedece a la necesidad de reflexionar en torno a sus conceptualizaciones para determinar la articulación y complementariedad existente, con miras a comprender sus respectivos aportes al modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local, como categoría amplia de la que forman parte en nuestra construcción teórica. De esta manera atendiendo a la semántica en el caso de gestión, encontramos su origen en el latín gestĭo referido a la administración de recursos, por lo cual una de las acepciones que le confiere el Diccionario de la Academia Española (Barsa, 2001, p. 77) es: “Dirección, administración de una empresa, negocio, etc.”, e igualmente la define como “Conjunto de trámites que se llevan a cabo para resolver un asunto”, apreciándose que el concepto siempre es relativo a la administración de algo (y hasta de alguien) por parte de alguien, es decir, constituye una acción eminentemente humana e intencional sobre terceros, ya sean cosas o personas. Por su parte el ya citado Diccionario de Economía y Negocios (Espasa, 2000, p. 293) refiere la gestión como “administración y dirección de una empresa atendiendo a una serie de procedimientos y reglas que mediante la 46 Albano A. Zambrano Q. coordinación y organización de los recursos disponibles persigue cumplir los objetivos prefijados de la manera más eficaz posible”, de donde se desprende que independientemente de las acepciones como acción y efecto de gestionar o de administrar, la misma se ejecuta con fines específicos y para alcanzar propósitos concretos. Esta concepción también aplicable a las acciones de gobernar, decidir, disponer, organizar y poner en orden los intereses públicos mediante los objetivos que formulan los gobiernos para la gestión pública, la que Avalos (1988) citado por Cruz (2008, p.53), define como “la actividad administrativa que realiza el Estado para satisfacer sus fines a través del conjunto de organismos que componen la rama ejecutiva del gobierno y de los procedimientos que ellos aplican”, lo cual es reforzado por Elayne (2011, p.111) quien afirma que “la gestión pública constituye un medio para orientar las políticas públicas”, entendidas éstas como las decisiones tomadas respecto a los problemas o asuntos públicos. Pero el concepto no se circunscribe a lo empresarial-político, sino que es ampliamente aplicado hoy día a distintos campos y actividades humanas, hablándose así de gestión de gobierno, para referirse a las acciones y obras del gobierno nacional, estadal o local; gestión social respecto a la creación de espacios y labores para la interacción de las comunidades; gestión de proyectos, para las tareas de organizar-distribuir los recursos en el tiempo pautado para un proyecto; gestión del conocimiento, referida a la transferencia del conocimiento y la experiencia entre los miembros de una organización, comunidad o sociedad; gestión ambiental, aplicación bastante novedosa y quizás poco difundida, relativa a los recursos medioambientales. De igual modo se hace referencia a la gestión agroalimentaria, asumida como la función del Estado para garantizar los alimentos a la población en términos de la seguridad de existencia de los mismos, “entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor” (ANC, ob. cit., p. 325), gestión que además contempla, según Cabrera (2008, 47 Albano A. Zambrano Q. p.18-19), las modalidades de seguridad alimentaria individual expresada en términos nutricionales per cápita mediante la ingesta de calorías, carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales necesarios; la seguridad alimentaria familiar que se refiere a la capacidad de los grupos familiares para acceder a la canasta alimenticia y cubrir las necesidades nutricionales grupales; y la seguridad alimentaria nacional, alusiva a la oferta de alimentos disponibles para cubrir las necesidades alimenticias de un país y vinculada a la soberanía alimentaria en tanto poder, capacidad o facultad de cada pueblo de definir sus propias políticas agroalimentarias para el desarrollo sostenible y sustentable (Vía Campesina, 1996). Vale acotar que en la República Bolivariana de Venezuela esta función de Estado se desempeña a través de la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (SUNAGRO), instancia adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Alimentación cuya misión esencial es evaluar y garantizar los inventarios estratégicos de la seguridad alimentaria nacional, incluyendo tanto la producción interna de insumos, materia prima, reservas estratégicas almacenadas y las necesidades de importación expresadas en términos de volúmenes de existencia sistémica, atendiendo a las capacidades físicas de la infraestructura de almacenamiento y conservación del país. Por su parte la noción de sistema constituye un concepto que igualmente posee en la actualidad varias acepciones y aplicaciones en diferentes disciplinas y contextos para hacer referencia al proceso de interacción entre los componentes de una estructura funcional, caracterizado por el ingreso o entrada de insumos, el procesamiento de los mismos mediante el uso de recursos y los procedimientos particulares destinados a la obtención de un producto o resultado final como salida sistémica, la que desde una perspectiva estratégica genera información que a su vez sirve de retroalimentación a los sistemas abiertos, permitiéndoles perfeccionar integralmente sus estructuras, ciclos o procesos posteriores. Del mismo modo por tratarse de un conjunto de elementos cuya integracióninteracción es lógica y dinámica en procura de su equilibrio, “la influencia 48 Albano A. Zambrano Q. ejercida sobre alguno de los elementos del sistema le afectará globalmente debido a la interrelación entre los elementos, que busca la autorregulación o equilibrio del propio sistema” (Espasa, 2000, p. 617), búsqueda que constituye un rasgo característico fundamental como principio determinante del funcionamiento sistémico. De lo anterior se desprende que efectivamente “la relación entre entrada y salida es la función del sistema” (Domingo, 1977, citado por Corredor, 2001, p.21), razón por la cual se afirma que en la realidad no existen sistemas totalmente cerrados ni absolutamente autónomos, pues si bien es cierto que todo sistema está constituido por partes, todo sistema es a su vez parte de un todo más amplio que constituye las interacciones de variada índole presentes en la realidad concreta, lo que implica que aun aislándose una parte de algún sistema el cumplimiento de su función le obligará siempre a recibir entradas provenientes de otro sistema y producir salidas que afectarán sucesivamente a otro, generándose así una secuencia de sistemas y subsistemas que interactúan complementariamente. En este aspecto es propicio señalar que el concepto de sistema relativo a la gestión se desprende también del mundo empresarial y tomó auge a partir de la década de 1980, sustituyendo en buena medida la concepción acerca de que el éxito y desarrollo adecuado de las organizaciones dependen del liderazgo gerencial, premisa abolida a partir del modelo de la calidad total propuesto por E. Demmig durante las décadas de 1960-70, argumentándose que aparte del estilo gerencial “otras variables pueden tener un gran peso como determinantes del éxito, entre ellas adquieren gran importancia los componentes culturales” (Tobar, 1997, p.4), reafirmando la importancia de que cada sociedad, comunidad u organización asuma un modelo de gestión según su sistema político, económico y social, el cual debe corresponder a sus potencialidades y limitaciones ecoregionales-culturales, así como al marco jurídico y las necesidades de la sociedad a la cual va dirigido. De esta manera, es prioritario que tanto los gobiernos como las comunidades valoren adecuadamente sus posibilidades y necesidades reales, en procura 49 Albano A. Zambrano Q. de modelar estratégicamente un proceso de desarrollo contextualizado a su propia realidad, evitando modismos o tendencias inadecuadas a sus condiciones (De Faría, 2012, p. 99-100) e identificando los rasgos invariantes de su estructura sistémica sociocultural y económico-productiva, a fin de organizar un modelo de gestión que evite poner en riesgo la permanencia en el tiempo de sus posibilidades de bienestar. Es así que acudimos a lo que Mas (2005, p. 23) define como “desarrollo endógeno sostenible y sustentable”, cuyo componente estratégico es la garantía para lograr la permanencia temporal y espacial de cualquier actividad, lo que para el SA es fundamental tanto por su condición de satisfactor vital, como por los impactos nocivos que siempre genera la actividad agrícola sobre la ecología local, centrándose así en la transformación necesaria y posible del modelo agotado para evitar su reproducción, lo cual invariablemente llevaría al conocido perogrullo de cambiar para que todo siga igual. En este sentido Ruiz y otros (2001, p. 12-14) refieren la importancia de identificar y considerar los factores objeto del cambio en un sistema determinado, definiéndolos como aquellos que, por diversas razones, una organización o sociedad puede detectar como posibles y necesarios de cambiar e incluye, como se refirió antes, la adecuación o transformación de las estructuras jurídico-políticas, el aprovechamiento racional y razonado de los recursos locales, el uso de tecnologías apropiadas y apropiables, las políticas sociales, entre otros, aspectos que deben atenderse sin desviar por ello los propósitos propios del sistema considerado. En consecuencia, al abordar la gestión con enfoque de sistema hacemos referencia a la organización y toma de decisiones considerando las leyes de la totalidad, la autorregulación y la transformación que rigen para los sistemas, las cuales aplican al equilibrio interno de éstos y en su interacción con otros sistemas, consideración indispensable para el diseño de un modelo de gestión estratégica, cuya concepción amerita obviamente de la contextualización a su realidad integral como un todo y contribuye de manera 50 Albano A. Zambrano Q. expresa al fortalecimiento de sus capacidades propias, al cumplimiento de su encargo social y la adecuación a los cambios del entorno local, nacional e internacional como rasgo propio de la sociedad de inicios del Siglo XXI. 2.1.3. La noción local en la gestión pública del SAA. La concepción de lo local en tanto espacio de acción social ha estado presente históricamente a lo largo del desarrollo de la humanidad y las distintas civilizaciones, pues constituye el contacto más inmediato de la persona con lo que es su entorno físico, social, cultural y fundamentalmente político, amén de ser la fuente proveedora de satisfactores a sus necesidades más sentidas y urgentes como la alimentación, vivienda, vestido, trabajo e ingresos entre otros. De esta manera la categoría local como expresión de la relación genteespacio ha sido abordada desde la escuela clásica de la economía hasta la actualidad, sin menoscabo del abordaje de otras ciencias y disciplinas como el derecho, la geografía, la sociología, la política, entre otras, siempre vinculada directamente al uso agrícola (Flores, 1976, p. 130-134), en tanto origen de la base alimenticia para la humanidad que, no obstante, entra en competencia y confrontación con otros usos demandados por el desarrollo de la sociedad, tales como el urbanismo, industrialización, minería y turismo, siendo objeto en la actualidad de enfoques teóricos, marcos jurídicos y regulatorios conjugados con la organización socioterritorial y la estructuración de la geometría del poder para la articulación interna del modelo productivo (Chávez, 2000, p. 9): expresión de la relación de la gente con el espacio y la distribución político-territorial de las naciones. Al respecto Lösch (1954), citado por Flores (1976, p. 125) refiere: “así como la teoría del desarrollo económico considera el tiempo, la teoría de la localización de la actividad económica toma el espacio en su enfoque sobre la economía” agregando luego que “en principio toda la teoría económica puede ser reformulada desde el punto de vista espacial”, lo que indudablemente alude a la necesidad de interacción del ser humano con su territorio de entorno, bien sea considerándolo como recurso para la 51 Albano A. Zambrano Q. satisfacción de sus necesidades o como objeto de apropiación individual o colectiva, en este último caso asumido como resistencia u obstáculo que pudiese limitar los procesos de producción, distribución y consumo. De igual modo Flores (1976, p. 134) discute la importancia de la noción local como manifestación del vínculo inmediato hombre-espacio, acudiendo a la teoría de la localización agrícola, escrita por Johann Heinrich von Thünenen 1826, demostrando que las ciudades, como centros del poder político y económico, dependen del acceso a los centros de producción agrícola en función a los costes económicos-sociales derivados del transporte y el tiempo de abastecimiento alimenticio indispensable para garantizar la operatividad citadina, lo que además es un elemento de valoración para la tierra en tanto factor productivo. Igualmente destaca la relativización conceptual de lo local para la demarcación de diferentes ámbitos espacialesterritoriales, siendo así que desde la óptica geoeconómica o de la geopolítica internacional se hace mención a la producción local (Sunkel, 1995, p. 43), o a política local para referirse respectivamente a la producción o gobierno de un país, esto es, otorgándole alcance de territorio nacional al concepto. No obstante en el caso venezolano la connotación local se aplica al espacio político-territorial correspondiente a los municipios, tal como se desprende CRBV cuyo artículo 169 refiere “La organización de los Municipios y demás entidades locales”, estableciéndose además que en el caso de los municipios con población indígena “la organización municipal será democrática y responderá a la naturaleza propia del gobierno local” (ANC, 2000, p.178179), reforzado en el artículo 182 de nuestro texto constitucional mediante el cual se “crea el Consejo Local de Planificación Pública, presidido por el Alcalde o Alcaldesa” (ob. cit., p. 194), que constituye la máxima instancia de planificación y organización del espacio municipal. Asimismo el artículo 1º de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal señala que la misma “tiene por objeto desarrollar los principios constitucionales, relativos al Poder Público Municipal, su autonomía, organización y funcionamiento, gobierno, administración y control, para el 52 Albano A. Zambrano Q. efectivo ejercicio de la participación protagónica del pueblo en los asuntos propios de la vida local” (AN, 2005, p. 1), lo que despeja toda duda sobre la delimitación geográfico-territorial y el nivel de organización políticoadministrativa de lo local en tanto espacio físico, político, económico y social. Lo anterior cobra vigencia al aplicar al ámbito nacional el concepto de desarrollo local sostenible (Rodríguez, 2011, p. 5), cuya unidad espacial por excelencia es el municipio, consustanciado con el hecho de que sin dejar de pensar globalmente se impulse “la instauración de un modelo alternativo en el que la población local asuma de manera real la apropiación y gestión sobre sus recursos y servicios ambientales” como plantea Mateo (2012, p.144), para quien es preciso construir indicadores estratégicos de gestión que aporten información confiable, ágil y oportuna a los decisores locales sobre el desempeño del sistema económico y social, en términos de la disponibilidad de recursos naturales, capacidades tecnológicas y talento humano, a fin de garantizarle viabilidad a las políticas públicas que tributen al modelo de desarrollo estratégico local. Obviamente los indicadores de gestión estratégica, como instrumentos “de medición construidos teóricamente para ser aplicados a un conjunto de unidades de análisis, con el propósito de producir un número que cuantifica algún concepto” (López, 2009), deben ser estructurados según la concepción del sistema y su fundamento político, ideológico y filosófico, puesto que estas dimensiones son diferenciadoras según se realice el abordaje desde la gestión humanista-ambientalista o bajo el enfoque de gestión capitalistaneoliberal. Es oportuno reiterar que bajo la primera perspectiva el SAA se asume de manera totalmente distinta a la concepción del agronegocio planteado en la segunda, implicando en el humanismo todo un esfuerzo de gestión estratégica estatal para la obtención, sistematización y análisis permanente de información sobre contextos cambiantes a fin de garantizar su sostenibilidad, lo que lleva a los decisores públicos a estrechar y mantener una constante interacción con las comunidades (Tünnermann, 2003), sus intereses y aspiraciones de buen vivir, diseñando para ello 53 Albano A. Zambrano Q. estrategias basadas en la integralidad articulada de los factores sociales, ambientales, económicos y tecnológicos, así como en la integración de los actores participantes en el SAA. Esta integración difiere de Schejtman (1994), para quien al SAA es el “conjunto de funciones, actividades, agentes e instituciones que intervienen con el objetivo de hacer posible la alimentación del ser humano”, abarcando “desde lo previo a la generación de los nutrientes y de la energía en los alimentos hasta la disposición y utilización de sus últimos residuos”, definición objetivista planteada desde lo económico-procedimental según la cual los indicadores necesarios son la eficiencia y rentabilidad del sistema para reproducir capital, pues el agronegocio sólo visualiza mercancías en la salida del SAA. Por su parte el enfoque humanista lo concibe como el conjunto de actores, insumos, recursos, ambiente, actividades y procesos que participan desde antes y durante la obtención primaria de los productos alimenticios, su procesamiento-adecuación y distribución hasta el consumo final, en correspondencia con la cultura alimenticia, necesidades nutricionales de la población e impactos medioambientales nocivos que limiten la permanencia del sistema, garantizando así la inocuidad de los productos finales, pues a la salida del SAA se esperan los satisfactores de la principal necesidad humana: la alimentación (Zambrano, 2004, p. 38), concepción en que la capacidad de satisfacción social desde los espacios territoriales inmediatos con los procesos de producción-distribución-consumo local, constituye un indicador estratégico evidentemente superior al lucro y la acumulación capitalista. Es así como la noción de lo local se hace presente en la gestión estratégica del sistema agroalimentario con sentido humanista-ambientalista: induciendo a la potenciación ecológica de las capacidades agroproductivas comunales para el buen vivir de la gente, en tanto idea de la interacción respetuosa sociedad-naturaleza y como garantía de preservación de la especie humana, así como en el aseguramiento de su existencia en condiciones dignas, ocasionando la mínima huella ecológica al territorio y obteniendo los medios 54 Albano A. Zambrano Q. de vida en una relación de complementariedad entre entradas, componentes, procesos y salidas del SAA en su interacción con otros sistemas. Para un sistema tan dinámico como el agroalimentario la complementariedad implica “vinculación y articulación entre las políticas económicas, sociales y ambientales, que supone a la vez la articulación de los medios apropiados para alcanzar las opciones escogidas en armonía con el quehacer social de la comunidad”(Moran, 2008, p. 7), circunstancia solo posible en tanto y en cuanto se apliquen estrategias de gestión desde lo local (aunque con proyección nacional), que articulen la satisfacción de las necesidades humanas, relación armónica con la naturaleza y objetivos económicos que la procuren, mediante la participación protagónica del poder popular como base de acción del poder político como lo postulan el socialismo bolivariano y el ancestral principio indoamericano del “buen vivir, vivir bien” (Huanacuni, 2010, p. 7-8), cuyos propósitos son la suprema felicidad social y el mayor bienestar posible del pueblo. De esta forma la interacción de complementariedad refuerza la idea de que el logro de mejores y superiores estadios de vida para la sociedad (Ramos, 2005, p. 3), no pueden dejarse a la improvisación, ni menos aún al interés de determinados sectores o grupos sociales en detrimento del interés colectivo, sino que por el contrario, requieren de las dimensiones estructurantes de la gestión pública en su concepción más amplia: planificación, organización, dirección, trámites, entre otras, para el logro de la suprema felicidad y bienestar social del pueblo como propósito y objetivo de las actividades de los gobiernos, empresas e individuos. Por lo anterior Alburquerque (2004, p. 166) afirma que el bienestar social sustentable y sostenible “se apoya en la idea de que las localidades y territorios disponen de recursos económicos, humanos, institucionales y culturales y de economías de escala no explotadas, que constituyen su potencial de desarrollo”, lo que amerita estrategias para el adecuado aprovechamiento de las capacidades humanas y recursos disponibles, 55 Albano A. Zambrano Q. gestionando el potencial existente a partir de las propias iniciativas y necesidades locales como ejercicio de la autodeterminación de los pueblos. De esta manera reivindicamos lo local como espacio sociocultural, económico-productivo y político-colectivo que sirve de asiento y asidero a las comunidades, por lo tanto vemos la gestión pública local como instancia del poder político al que tienen acceso permanente las comunidades de donde emana directamente, ejercido por gobernantes-vecinos de ésta y donde además actúan diariamente como expresión inmediata del Estado, quienes deben apropiarse de los problemas fundamentales y aplicar estrategias contextualizadas a la realidad común, lo que en el caso del SAA implica articulación de actores-insumos-procesos-productos a partir de las potencialidades ecolocales que satisfagan, en primera instancia, las necesidades comunales e interactúen con sistemas de otras localidades hasta estructurar un sistema de escala nacional, basado en relaciones de cooperación y complementariedad, superando progresivamente la nefasta competencia capitalista. 2.1.4. El sistema agroalimentario local como base estratégica para el modelo agroalimentario nacional. Evidentemente el propósito del SAN es contribuir a la soberanía alimentaria del país, desiderátum político y social nada fácil de alcanzar, máxime en un país como Venezuela y su modelo económico rentístico permeando la vida nacional y todos los niveles del denominado petro-Estado, cuya naturaleza le vincula indefectiblemente al sistema mundo capitalista y, en consecuencia, a la división internacional capitalista del trabajo (Maza, ob. cit., p. 25), pese a que desde su génesis se planteó “traducir la extracción petrolera en un desarrollo agrícola e industrial que haga de la economía venezolana, una economía productiva” (Terán, 2014, p. 26), entendida como diversificada, sustentable, sostenible y soberana. Resulta igualmente cierto que la integralidad de la soberanía amerita estructurar un SAA planificado, organizado y gestionado estratégicamente a escala municipal, partiendo de los recursos aprovechables en las 56 Albano A. Zambrano Q. ecolocalidades territoriales, es decir, desde lo local y comunal según las necesidades y posibilidades socionaturales, lo que obviamente confronta la lógica capitalista neoliberal imperante, basada en hipotéticas capacidades superiores del capital privado para gestionar más eficientemente los problemas-recursos vinculados con el abastecimiento alimenticio, siempre partiendo de las economías de escala nacional. Tal como hemos comprobado en Venezuela durante los últimos 15 años, los riesgos implícitos en la transferencia al sector privado de una función constitucionalmente asignada al Estado son altos para la gobernabilidad política, la gobernanza e independencia económica y la soberanía alimentaria como expresión social, pues al ser delegada a terceros constituye una poderosa arma de guerra económica (Salas, 2015, p.87), utilizada para la confrontación político-ideológica de los dos modelos de sociedad en pugna, cuando el capital privado “hasta la fecha retiene sus enclaves, especialmente en los medios de comunicación, la banca, las telecomunicaciones y el procesamiento de alimentos” (Lebowitz, 2013, p. 43), cuatro sectores económicos convertidos en vigorosos instrumentos de la guerra no convencional. Sabemos que estructurar un SAA desde el Estado basado en la adopción estratégica de un modelo de gestión pública desde lo local, genera reacciones adversas de los centros hegemónicos del gran capital hacia los gobiernos nacionalistas no adeptos al neoliberalismo impuesto en América Latina a finales del siglo XX (recrudecido en la actualidad), bajo el argumento de que “el Estado estaba sobrecargado con muchas funciones que no era capaz de atender con eficacia y que estaba burocratizado” (García, 2009, p. 183), tesis según la cual las actividades económico-productivas deben dejarse para la gestión privada transnacional como motor del desarrollo nacional, apoyado en procesos de descentralización del poder político y la transferencia de ciertas competencias a los gobiernos locales. Vale acotar que la lógica del discurso globalizador neoliberal argumenta que al no poseerse algún recurso en un territorio, este puede ser movilizado 57 Albano A. Zambrano Q. desde otros espacios nacionales o internacionales, siendo tal territorio un nicho de desarrollo que tributaría a las regiones y localidades carentes de recursos naturales de interés económico, pero poseedoras de recursos humanos, tecnológicos y financieros, disponibles y dispuestos a trasladarse al referido nicho, ejerciendo la libre movilidad de factores y descentralización político-administrativa privatizadora. No obstante la historia reciente de América Latina, y la venezolana en particular, dan cuenta del efecto pernicioso de tal lógica que, más que descentralizadora, fue desmembradora no solo del territorio espacial, sino del talento humano que en un proceso migratorio interno abandonó sus territorios originarios y actividades como la agricultura, la cría y pesca, entre otras, para dirigirse a otras localidades en busca de mejores oportunidades de vida, con la conformación de “enclaves económicos neocoloniales” (Maza, 1973, p. 35), aislados de las comunidades locales donde se establecieron, a las que utilizaron como proveedoras de recursos naturales y mano de obra barata, amén de profundizar las inequidades económicas y sociales con que estos países entraron al siglo XXI. Es indudable que la lógica neoliberal y su visión cortoplacista una vez agotados los recursos de interés en un territorio (Gudynas, 2008, p. 61), o cuando el mercado reorienta su interés hacia otros sectores económicos, no hay preocupación por las condiciones sociales, económicas y ambientales de esa localidad, simplemente migran sus capitales, desmontan fábricas e instalaciones para establecerse en una nueva región, dentro o fuera del país, para reproducir su proceso extractivista y el consecuente ciclo de agotamiento al potencial de desarrollo local del nuevo territorio colonizado, incrementando los desequilibrios intersectoriales de la economía local. Queremos destacar que en la conformación del SAA se involucran integral e integradamente a los tres sectores de la actividad económica: el primario de la producción agrícola; el secundario con la agroindustria del procesamiento alimentario; y el terciario con los servicios de distribución y comercialización (Sanz, 2000, p. 2), cada uno de los cuales funcionando a su vez como un 58 Albano A. Zambrano Q. subsistema interconectado al otro, de donde se desprende la importancia del análisis integral de la triada con el estudio de las interrelaciones existentes entre ellos, abordándolos desde diversos campos y dimensiones del conocimiento para comprender su naturaleza biológica, económica, social y política e implementar las estrategias pertinentes para el todo integrado y dialécticamente complementario, pues como refiere Mészáros (s/f), citado por Lebowitz (2013, p. 9) “en esta dialéctica compleja de produccióndistribución-consumo ninguna parte puede actuar por su cuenta”. Las anteriores reflexiones sirven de referencia a la configuración de un modelo integrado de gestión (MIG) del sistema agroalimentario local, articulado nacionalmente, el cual debe contribuir al fortalecimiento del desarrollo endógeno, sustentable y sostenible del país, bajo un proceso de planificación y organización estratégica para el aprovechamiento racional de los recursos disponibles en cada ecolocalidad, entendida como el espacio biofísico y social local donde se estructura y desempeña el SAA, que debe sustentarse en nuevas relaciones sociales de producción e intercambio, que orienten la actividad económica hacia la satisfacción de necesidades sociales y no solo en función de la riqueza individual. Vale aclarar que lo propuesto implica un modelo de gestión estratégica direccionado localmente por el Estado, pero con la participación protagónica y corresponsable del Poder Popular-comunal en el diseño y ejecución de políticas públicas que garanticen el desarrollo humano integral, ampliando así las oportunidades de las personas más allá de “disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para tener un nivel de vida decente” (PNUD-ONU, 1990, p. 34), procurando circunstancias esenciales para el buen vivir y vivir bien de las comunidades que ya referimos anteriormente. Respecto al enfoque MIG como herramienta de auxilio teórico a nuestra propuesta, es oportuno acotar que pese a provenir del ámbito empresarial privado ha ganado aplicabilidad en el sector público durante las últimas décadas fundamentalmente en Latinoamérica, ante la creciente necesidad de 59 Albano A. Zambrano Q. los gobiernos progresistas para priorizar la utilización de los recursos mediante la participación del Estado en actividades productivas, históricamente concentradas en empresas privadas (Mateo, 2012, p. 98100), como la vía expedita de garantizar la equitativa distribución de las riquezas nacionales entre los sectores poblacionales más necesitados. Para González (2010, p. 2), el MIG es un mecanismo de planificación destinado a la combinación de todos los recursos estratégicos disponibles en función al logro de los objetivos estratégicos de una organización o entidad social, independientemente de la naturaleza y fines de la misma, identificándose como recursos estratégicos el capital económico-financiero, el tecnológico (tangible e intangible) y el talento humano directa e indirectamente involucrado en los procesos operativos de la organización; mientras que los objetivos estratégicos se relacionan con los fines, valores y principios declarados por la entidad en su proceso de gestión, los cuales resultan neurálgicos para la sustentabilidad y sostenibilidad en el tiempo. Por su parte Royero (2003, p. 1) referencia al MIG como “un conjunto de procesos que parten de las principales áreas claves dentro del sistema organizacional, esto con el fin de diseñar indicadores y estándares basados en los planes y programas estratégicos intentados por la organización”, agregando que se constituye en la vía mediante la que estrategias y recursos “son dirigidos a los aspectos claves del éxito organizacional y a la satisfacción de los usuarios dentro del cumplimiento de los parámetros sociales de desarrollo, tanto en el ámbito local y regional, como a escala nacional”, concepción que le convierte en un modelo de estratégico de suma utilidad para la gestión pública centrada en la gente y la soberanía nacional. La evolución teórica del concepto en su aplicación recurrente al ámbito de la gestión pública, ha conducido progresivamente a incorporar otros recursos estratégicos como el marco jurídico y lo ambiental, entre otros, pero manteniendo la idea de su utilización en correspondencia con los objetivos estratégicos, los que indudablemente varían desde los propósitos de una corporación con fines de lucro a los del Estado con fines sociales y políticos, 60 Albano A. Zambrano Q. orientados a garantizar el bienestar integral de la población mediante el desarrollo de las capacidades del país, en el entendido de que los dueños soberanos de los múltiples recursos y usufructuarios de sus productos, deben ser las y los ciudadanos en igualdad de derechos y condiciones. De ahí se desprende nuestra propuesta de gestión pública con base estratégica, sustentada en la necesidad de construir un SAA desde lo local, entendido bajo la concepción de Malassis y Ghersi (1996), citados por Sanz (2000, p.2), como "el conjunto de las actividades que concurren a la formación y a la distribución de los productos alimentarios y, en consecuencia, al cumplimiento de la función de la alimentación humana en una sociedad determinada", lo que por estar en dependencia del patrón cultural de consumo, debe considerar integralmente componentes locales y que, en tanto estrategia de soberanía alimentaria “da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional”, además de que “coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica”, tal como lo declaró la organización internacional Vía Campesina (2007) en el Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria. En correspondencia con lo expuesto realizamos tres consideraciones respecto a la importancia del sistema agroalimentario local como base estratégica para el modelo agroalimentario nacional: primeramente asumir la sustentabilidad de cada territorio ecolocal en función a las capacidades y recursos socionaturales propios que garanticen su sostenibilidad y adecuado aprovechamiento-potenciación en el tiempo, recuperando recursos como la biodiversidad y la identidad cultural del consumo alimenticio local, profundamente afectados por los gestores del neoliberalismo que impulsan la homogeneidad alimentaria global (Zambrano, 2015), alterando el patrón alimenticio ancestral de las comunidades que está sustentado, justamente, en las capacidades ecolocales de proveer los nutrientes requeridos por la población y en torno a las cuales se establecen los asientos demográficos. 61 Albano A. Zambrano Q. Un segundo elemento es la soberanía de gestión sobre los recursos estratégicos del país y su reorientación hacia el bienestar del pueblo, incluyendo la biodiversidad territorial como base de la producción de alimentos, la cual tiene rango constitucional en el artículo 305 de la CRBV, en tanto asunto de prioridad e “interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la Nación” (ANC, 2000, p. 326), que no puede ser sacrificado en beneficio del lucro capitalista que asume a los alimentos como mercancías y no como satisfactores de la necesidad humana, por lo cual los gobiernos locales, deben definir políticas públicas orientadas a tomar el control del SAA en toda su estructuración, sin que ello implique que únicamente la gestión pública participe en el mismo, ni tampoco que sea una participación pasiva como mero supervisor de los procesos. En tercer lugar, derivado delo anterior, reconfigurar las estructuras jurídicopolíticas para el fortalecimiento de la integralidad nacional, superando el desmembramiento político-administrativo territorial generado por la era neoliberal, cuya expresión en el SA se sustentó en las teorías de las ventajas competitivas que cercenaron la integralidad del mismo, separando el procesamiento agroindustrial de las zonas productivas y de consumo, aún para los productos básicos, separación que se basa en criterios de máxima rentabilidad y mínimo costo propios del agronegocio, bajo los cuales los productos agrícolas se extraen de una localidad como materia prima a un costo ínfimo, regresando a ella adecuados para el consumo pero encarecidos por efectos de los sistemas procesadores y de distribución. 2.2. Vértice teórico Como ya hemos referido anteriormente concebimos a los elementos teóricos como agregados conceptuales que nos permiten comprender y explicar teóricamente tanto el objeto de estudio como la propuesta de transformación, mediante la construcción y el análisis crítico de las relaciones categoriales entre problema y solución, así como su causalidad - consecuencialidad evidenciada durante el proceso investigativo, todo ello consustanciado con la postura epistemológica en que nos inscribimos. 62 Albano A. Zambrano Q. En correspondencia con ello identificamos dos grupos de elementos teóricos cuyos componentes están presentes siempre en la investigación pero a diferentes niveles y funciones, por lo que arbitrariamente les designamos como fundamentales y relacionales, estableciendo así un criterio de diferenciación entre conceptos centrales o categorías clave del proceso, respecto a otras que sirven de puentes o categorías vinculantes en la correlación teórica de los primeros con la realidad concreta a través del objeto de estudio y la propuesta transformadora. 2.2.1. Elementos teóricos fundamentales. Bajo esta primera denominación y nivel categorial agrupamos las consideradas como categorías clave, esenciales y neurálgicas en la elaboración teórica, identificadas a partir de la relación entre la solución trazada como transformación necesaria y el problema de estudio, categorías en torno a las cuales giró nuestra búsqueda y reflexión teórica. En consecuencia, y partiendo del enunciado de construcción de un modelo estratégico de gestión pública para superar las deficiencias del modelo de gestión del sistema agroalimentario venezolano, destacamos los tres elementos que conforman la triada de primer nivel que dio sentido y orientación al proceso investigativo: modelo estratégico, gestión pública y sistema agroalimentario local, conceptos que cobraron relevancia tanto en la construcción teórica básica como en su aplicación práctica sobre la dinámica agroalimentaria local y comunal, en tanto campo de acción concreto de dicho proceso, la cual asumimos adicionalmente como otra categoría o elemento teórico fundamental. Dada su importancia en nuestro proceso investigativo para el abordaje conceptual detallado del señalado cuarteto categorial, cuyo epicentro es el modelo estratégico a construir, orientamos el trabajo metodológico de aproximación-teorización mediante la exploración documental y la reflexión argumentada, fortalecido con los aportes de las y los actores vinculados a la realidad concreta en que se insertan las mismas. Al ser fundamentales para la investigación, estos elementos 63 teóricos demandan definiciones Albano A. Zambrano Q. contextualizadas y pertinentes, es decir, dimensionados conceptualmente y con significado concreto a través de un proceso de fundamentaciónargumentación, e indiscutiblemente entrelazados entre sí desde la concepción ontológica y postura epistemológica propias, tal como lo muestra la ideografía que nos sirvió de base para el posterior abordaje conceptual: Figura 4. Ideografía de los elementos teóricos fundamentales. a) El modelo estratégico: En tanto resultado de la relación categorial entre las categorías modelo y estratégico, acudimos a la abstracción analítica para asumir la primera como representación de las relaciones que se establezcan entre los componentes de un sistema (Bigott, 2015), tomando la segunda como el conjunto de acciones que, sobre determinada realidad, orientan la estructuración y disposición de los recursos e insumos de un sistema con base en los objetivos previstos para su cometido (Matus, 1982). En correspondencia con lo señalado vale acotar que nuestra intencionalidad analítico-conceptual se destinó, además de la revisión de los enfoques y teorías disponibles, a la construcción de relaciones teóricas aplicables a la gestión pública local enfatizando en el tema agroalimentario, razón por la cual pensamos en el modelo estratégico como una herramienta metodológica que permite representar las acciones necesarias a ser emprendidas desde el gobierno municipal para orientar la dinámica agroalimentaria local y comunal, 64 Albano A. Zambrano Q. partiendo tanto de los objetivos trazados en los planes nacionales y locales, como las necesidades emergentes en la realidad concreta de tal dinámica, las que son expresadas en un espacio y tiempo determinados, además de sujetas al marco jurídico de las competencias y atribuciones del municipio. Al respecto es preciso aclarar que al referirnos a la dinámica agroalimentaria estamos pensando en el conjunto de procesos y situaciones cambiantes, en permanente reajuste, que caracterizan al SAA desde la visión social: producción física, tanto primaria como procesada; abastecimiento, en términos de logística, distribución y comercialización; y el consumo, visto como aprovechamiento nutricional por los seres humanos, procesos que indudablemente requieren de una planificación ajustada a las seguras variaciones posibles por tratarse de: i) satisfacer una necesidad humana vital generalizada; ii) afectar el equilibrio de espacios y recursos naturales; iii) considerar procesos biológicos de comportamiento impredecible, aunque previsibles; iv) involucrar actividades que obedecen a diversos intereses económicos individuales y colectivos; y v) tener carácter político pues afecta la seguridad del Estado y la soberanía de la Nación. Queda en evidencia que la categoría modelo estratégico está inmersa en la búsqueda y propósito de nuestra investigación, razón por la cual está presente permanentemente en la construcción teórico-práctica, convirtiéndose en elemento teórico fundamental de la misma por ser un componente clave de la propuesta para el nuevo escenario del país, cuya connotación nacional se deriva precisamente del significado que tiene lo local en el modelo económico-productivo emergente, apoyado en la doctrina bolivariana, sustentado en los valores socialistas y orientado por principios endogenistas, para los cuales el modelo de gestión del SAA vigente está agotado y es contradictorio a su propia ontología. En este sentido cuando señalamos al modelo estratégico como objeto concreto de nuestra construcción, fue porque nos planteamos la representación sistémica de una nueva manera de disponer y estructurar los recursos, insumos, procesos y actores del sistema a partir de los 65 Albano A. Zambrano Q. requerimientos políticos, sociales, culturales, ambientales y económicos que, en términos de las necesidades y potencialidades locales, establecen el contexto geoespacial e histórico de la nueva realidad del país. Finalmente destaca nuestro interés en otorgarle al SAA un piso desde lo político-institucional con rango supra estructural, en tanto y en cuanto es el resultado teórico de la conjunción de diversos factores, expresándose en distintas dimensiones y atendiendo adecuadamente a los disímiles intereses que desde lo político social, económico, material, ambiental y temporal son representados como propósito a conseguir del proceso investigativo, orientado a la transformación de la realidad agroalimentaria local-comunal. b) La gestión pública: Concebida también como categoría compuesta, este elemento teórico fundamental hace referencia en su primer componente, la gestión, no solo al proceso de planificar, organizar, dirigir y controlar, sino además a la capacidad de llevar a cabo lo propuesto; lo público por su parte lo asumimos concretamente en su acepción como acción decisora sobre los bienes y derechos del pueblo delegadas en el ejercicio del gobierno, por lo cual “se entiende por gestión pública la capacidad de los actores gubernamentales para ejecutar los lineamientos programáticos de su agenda”, según la definición de Herrera (2005), citado por Kadi y Escola (2012). Es oportuno acotar que por constituir un elemento teórico fundamental de nuestro proceso investigativo, para el abordaje de la categoría clave gestión pública nos concentramos en la revisión del marco jurídico e institucional, a fin de comprender sus alcances-limitaciones y adecuarlos al tema agroalimentario, acompañando la reflexión teórica con la experiencia en la creación de la Dirección de Desarrollo Agrícola Municipal (DIDAM) del Municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda, cuyo desempeño nos permitió establecer un estrecho y permanente contacto con las y los actores, procesos y situaciones vinculadas a nuestro objeto de estudio desde una posición de responsabilidad en la gestión pública local, precisamente en un momento histórico crucial del SAA venezolano. 66 Albano A. Zambrano Q. Tanto la referida experiencia como la revisión documental nos permitió constatar la veracidad del planteamiento de Kadi y Escola (2012), respecto a que “la exigencia social y organizacional de una administración eficiente se plantea como el gran reto de este naciente siglo, no solo por razones de competitividad, sino por motivos de sobrevivencia y de un desarrollo con equilibrio”, afirmación que en Venezuela cobra una importancia sin parangón a partir del año 1999 con el nuevo texto constitucional y el cuerpo de leyes del Poder Popular que le acompañan, en un proceso dirigido al fortalecimiento organizativo del pueblo como base para la participación protagónica y corresponsable, cuya capacidad de gestión en favor de sus satisfactores esenciales tiende a superar el desempeño de la estructura burocrática convencional. A partir de lo anterior es evidente la necesidad de “crear criterios que permitan evaluar las políticas públicas revolucionarias que nos acerquen al Poder Popular, que nos conduzcan a una mejor distribución de la riqueza, que tributen a la transformación del sistema de gestión pública venezolana” (R. Reinoso, comunicación personal, 19 de junio de 2015), lo que es inminente a fin de dar respuestas oportunas y colocarse al nivel de las nuevas exigencias de las y los ciudadanos, quienes cada vez cobran mayor conciencia de sus derechos frente al Estado así como de su capacidad de reclamo, a la vez de incrementar su pericia en la búsqueda de soluciones a sus problemáticas más sentidas a través de la organización popular, lo que en buena medida genera una marcada tendencia a desplazar las funciones del gobierno, poniendo en tela de juicio la pertinencia social de las distintas instancias del poder político. No se trata entonces solo de la comprensión teórico-conceptual del rol de la gestión pública burguesa que aún subsiste en la fase transicional que vive el país, sino más bien transformar radicalmente su concepción mediante la creación de nuevas formas de organización del poder político constituido y la planificación de nuevos roles, la adopción de nuevas metódicas para las políticas públicas, consustanciadas con el nuevo modelo social y económico67 Albano A. Zambrano Q. productivo local en construcción, adecuándose a los nuevos tiempos y obedeciendo a las nuevas demandas y funciones compartidas con el Poder Popular comunitario. Se trata entonces de una gestión pública dinámica, desburocratizada, flexible y al servicio de los intereses y necesidades de las comunidades, cuya misión primordial es la organización y formación sociotécnica de las comunidades para potenciar al poder popular. Al respecto Y. Ponce (comunicación personal, 29 de octubre de 2015) señala desde su experiencia con comunidades rurales agrícolas de Barlovento: De manera concreta creo que el trabajo del gobierno local es primero articular a los consejos comunales que tenemos desarticulados en la zona, para eso debe haber un trabajo permanente y continuo de formación y de orientación respecto al funcionamiento y fines organizativos de los consejos comunales. En función a lo anterior es que hemos asumido la gestión pública como categoría clave en nuestra investigación y, por lo tanto, como elemento teórico fundamental en la construcción del modelo estratégico planteado, con miras a la articulación adecuada de los consejos comunales como componentes estructurales-funcionales del SAA que, sin menoscabo de sus relaciones e interacciones con otros niveles de la organización políticoterritorial, centre su accionar desde lo local, con lo local y hacia lo local, en tanto instancia geopolítica inmediata a las comunidades y sus necesidades, por ser los “espacios primarios para la participación ciudadana en la planificación, diseño, ejecución, control y evaluación de la gestión pública”, tal como lo refiere el Artículo 7° de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (AN, 2005). c) El sistema agroalimentario local: En el abordaje de esta categoría compuesta realizamos primeramente la definición analítica de sus partes o subcategorías: sistema, agroalimentario y local, e igualmente acudir a la simplificación conceptual a partir de las coincidencias sobre las ideas que enuncia cada una, para nuevamente m en forma integral mediante la reconstrucción del concepto categorial. 68 Albano A. Zambrano Q. En términos generales en el caso de sistema el mismo se visualiza como un conjunto de elementos que interactúan entre sí; mientras que lo agroalimentario es relacionado con el origen agropecuario de los alimentos; por su parte lo local se identifica con el ámbito del espacio geográfico donde se establecen y actúan las comunidades de una población, ciudad o municipio, pero siempre bajo la idea de la inmediatez espacial. Es así como podemos afirmar que en torno al SAL subyace la idea generalizada, y tal vez nocional-simplista, que es el conjunto de componentes del sector agropecuario, industrial y comercial que interactúan con la finalidad concreta de producir, procesar y distribuir los alimentos que se consumen en las comunidades del territorio municipal. No obstante, una mirada más detenida nos permite destacar la existencia de diversos enfoques o tendencias alrededor del SAL, de cuyo análisis se desprende la reproducción de los modelos político-ideológicos y socioeconómicos en histórica y ampliamente reconocida pugna: el agronegocio que considera los alimentos como mercancía para la acumulación de capital y la producción de plusvalía, cuya concepción desde la promesa globalizadora neoliberal es eminentemente extractivista (Acosta, 2013, ob. cit.; Gudynas, 2013, ob. cit.), por lo cual se basa en la producción local de materia prima (con o sin valor agregado), para ser enviada a los centros de procesamiento y consumo en cualquier lugar del mundo donde los mercados coticen el mejor precio; esto implica la imposibilidad de abastecimiento local y por lo tanto ni los mismos agricultores consumen lo producido sino cuando tales productos regresan importados y encarecidos por el mercado exterior hasta los campos de producción. Esta modalidad tiene sus variantes aplicables al interior de los países siendo una característica fundamental de los sistemas agroalimentarios nacionales dependientes, como Venezuela y más concretamente en el Municipio Brión, subregión Barlovento del estado Bolivariano de Miranda, con el caso de las raíces y tubérculos adquiridas por camioneros rurales que las venden en el Mercado Mayorista de Coche (Distrito Capital), donde luego serán adquiridas 69 Albano A. Zambrano Q. por camioneros urbanos y suburbanos que las trasladan a la ciudad de Higuerote con precios incrementados hasta en un 500% al consumidor local (C. Sojo, comunicación personal, 20 de noviembre de 2015). Históricamente encontramos reseñas de variantes de sistemas agroalimentarios locales concebidos bajo los mismos postulados del agronegocio, pero nocionalmente estructurados bajo principios autárquicos de producir para el consumo interno de las ciudades, como el emblemático modelo de la “meseta de Von Thünen” referido por Flores (1976, ob.cit.), que representa un sistema extremadamente cerrado. Hay también referencias recientes en el norte de Europa y América del Norte, establecidos en poblaciones de alto poder adquisitivo, con posibilidades y dispuestas a pagar niveles de precios exclusivos a los agricultores locales que les resulta poco atractivo y rentable exportar sus productos, privando así del consumo a los habitantes de otras regiones y países. En cuanto al modelo basado en la lógica humana-naturalista lo representa el enfoque socialista de la producción agroalimentaria, que la concibe como satisfactora de la principal necesidad humana, cuya lógica económica y social indica que el SAL debe velar priorizadamente por las necesidades del municipio, sin menoscabo de que, mediante la exportación de los excedentes económicos, contribuya a satisfacer insuficiencias de otras latitudes sin posibilidades de auto-abastecerse por vía de la producción propia, por particularidades como el urbanismo, condiciones agrológicas, realidad geoeconómica, catástrofes naturales, entre otras. Tal lógica de agroproducción-abastecimiento amerita procesos estratégicos de planificación que contemplen sistemas de producción sustentables en cuanto a la diversidad y volúmenes, además de sostenibles en el tiempo con implementación de tecnologías apropiadas y apropiables, agroecológicas, preservadoras del ambiente natural, de la biodiversidad y por tanto de la especie humana. Se trata de planificar estratégicamente la producción- consumo de las comunidades locales, previendo excedentes económicos con equilibrio de la relación necesidad humana-capacidad medioambiental, 70 Albano A. Zambrano Q. con “aseguramiento de una producción tecnológicamente adaptada, económicamente realizable y socialmente aceptable” (Machuca et al., 2004). Es obvio que el SAL teóricamente concebido bajo tales postulados debe contar con la participación integral de cada uno de los involucrados, como actores corresponsables de su funcionamiento equilibrado. Asimismo requiere contar con bases para las relaciones integradoras que deben mediar armónicamente entre ellos, a los que se refiere Ponce (2015) al identificar los elementos teóricos de dicho sistema, diciendo que: Lo conforman aquellos elementos del área agrícola desde la producción, transformación, procesamiento, comercialización y distribución, que además de estructurar la proyección del desarrollo de cada comunidad y del gobierno local, están ligados a las políticas del Estado nacional y enmarcadas dentro del Plan de la Patria y los planes municipales, para el abastecimiento y suministro de insumos planificado exactamente para cada etapa de los procesos. Como se desprende de la entrevista, la consideración anterior involucra tanto los subsistemas responsables directos de las actividades económicoproductivas, como los componentes político-relacionales vinculados al sistema en su contexto local y en sus articulaciones con otras escalas de mayor magnitud geográfica, expresados en la dimensión geopolítica que detenta el Estado en sus diferentes instancias, como ente rector de los destinos del país. Por su parte la investigadora A. C. Santiago (comunicación personal, 30 de octubre de 2015), refiriéndose al sistema agroalimentario local señaló que: Está conformado por los diferentes entes y actores que participan en el desarrollo de la producción y consumo de alimentos, sobre todo en la participación del poder popular local, es decir, las comunidades organizadas localmente que deben ser tomadas en cuenta como las principales articuladoras del proceso productivo, porque son ellos los responsables de la producción, sean grandes, pequeños o medianos productores y hacia su abastecimiento-consumo priorizado se destina la producción, con excedentes económicos extraterritoriales. 71 Albano A. Zambrano Q. En esta noción teórica se incorporan componentes de orden funcionalsistémico que resalta la entrevistada, tal es el caso del poder popular organizado y productivo de la localidad, que en su participación corresponsable desempeña un rol importante para la producción alimenticia en su doble función como generador-receptor de los productos agroalimentarios, lo que nos conduce a ver un SAL sustentado en una concepción de autosuficiencia endógena priorizada, sin implicar autarquía absoluta (sistema extremadamente cerrado) ni agronegocio global (sistema extractivista), pues establece la posibilidad de la producción económica excedentaria para el consumo allende la localidad, de donde se deduce la disposición a recibir los excedentes provenientes de otros lugares. Vale acotar que con la categoría producción económica excedentaria nos referimos a la obtención planificada de productos para ser exportados hacia otras localidades, nacionales o internacionales, generados en las mismas condiciones, estándares y procedimientos que los destinados al consumo local, que no deben entenderse como restos del autoconsumo ni sobrantes imprevistos del proceso productivo y comercial, pero tampoco bajo el concepto de producción especial para la exportación, en la que subyacen ventajas y privilegios en términos de calidad, precios y otros elementos puramente mercantilistas priorizados por el agronegocio, mediante las cuales se confieren diferenciaciones al consumo según los tipos de mercado a que se dirija la producción, profundizando en la exclusión y la sociedad de clases. d) La dinámica agroalimentaria local-comunal: Esta categoría se convierte en elemento teórico fundamental pues instituye la identidad del proceso investigativo como concreción práctica del modelo estratégico planteado, siendo así el resultado de la concepción que tiene planteado como tal el modelo a construir, constituyendo entonces “un supra concepto que define lo identitario del modelo y, en consecuencia lo marca, lo determina, pues la dinámica agroalimentaria es en este caso la identidad expresada sobre los otros elementos teóricos abordados” (J. García, comunicación personal, 08 de julio de 2016), en función al cual se conformó 72 Albano A. Zambrano Q. el modelo estratégico, se orientaron acciones de la gestión pública y se abordó el SAA como un todo. De tal manera encontramos que en torno a la dinámica agroalimentaria localcomunal, como ente supra, giran el conjunto de relaciones sociales, de producción, de propiedad y de políticas, que a su vez son determinantes de las dinámicas económicas, jurídicas, culturales y alimenticias que resultan precisamente de ella e interactúan de manera sistémica en la actividad agroproductiva y el consumo alimenticio, razón por lo cual logran ser identificadas y caracterizadas en función a ella dando la posibilidad de ser modelada para representar su realidad concreta, pues como refiere García (2016): “tal como el modelo es la idea teórica que conjuga la posibilidad de que esas relaciones se produzcan de algún modo, la dinámica agroalimentaria local-comunal es el tiempo y lugar donde las mismas se producen en el plano de la realidad”, por tanto es objeto de representación teórica a través de una modelación que proyecta su idealización estructuralfuncional como sistema activo. Igualmente al referirnos a la dinámica agroalimentaria lo hacemos conscientes de su carácter social-económico, con la absoluta claridad de sus implicaciones en el plano político dado el valor estratégico que se desprende de las posibilidades de una sociedad para satisfacer su necesidad alimenticia, por lo tanto nos referimos a esta dinámica en su condición de objeto público decisional y, por tanto, materia de interés para los gobernantes, pues constituye “una entidad para la toma de decisiones gubernamentales, que se materializan en el diseño y ejecución de las políticas públicas como el fin último de la gestión pública” (I. Díaz, comunicación personal, 12 de junio de 2014), cuyo carácter prioritario para la acción político-institucional por la multidimensional de su estructura, la multifactorialidad de sus requerimientos y la multiplicidad de actores e intereses involucrados, implican que las políticas sobre la dinámica agroalimentaria exijan tener presente que “más allá del diseño está la 73 Albano A. Zambrano Q. implementación de la decisión” (Aguilar, 1993,p.35), hecho que constituye un gran reto político en el marco del SAA. 2.2.2. Elementos teóricos relacionales. En la contextualización de las categorías fundamentales con la realidad concreta es inminente el establecimiento de relaciones con otros niveles conceptuales, los que deben ser abordados desde eventuales resignificaciones derivadas de la cotidianidad en que se encuentran inmersas, pero que seguramente obtendrán nuevos usos con el establecimiento de las nuevas relaciones categoriales. De esta manera identificamos en este nivel de categorías vinculantes cinco elementos teóricos con significados concretos que en nuestro análisis nos permiten relacionarnos al contexto: i)agricultura estratégica; ii)articulación territorial; iii) planificación participativa; iv) sinergia interinstitucional; y v) políticas públicas locales, todos vinculados estrechamente a la dinámica agroalimentaria, como componentes del SAA, por ser susceptibles de gestión pública y como categorías satelitales del modelo estratégico propuesto, los cuales reconocimos en la reflexión teórica durante el accionar práctico-experiencial de nuestra gestión al frente de la DIDAM-Brión. Para su abordaje conceptual se procedió con la misma metódica aplicada para los elementos teóricos fundamentales, es decir, realizando la acometida conceptual desde sus respectivas particularidades definitorias en función a nuestra intencionalidad teórica respecto al objeto de estudio y en tributo práctico a la transformación planteada, por lo cual asumimos en este caso una secuencialidad cíclica interconceptual que contribuye a su comprensión, tal como lo expresamos gráficamente en la figura 5: 74 Albano A. Zambrano Q. Figura 5. Elementos teóricos relacionales del proceso investigativo. i) Agricultura estratégica: Esta categoría vinculante constituye la génesis y fin último del conjunto de relaciones teóricas, conformando en sí misma desde y hacia donde circulan las demás categorías como elementos teóricos relacionales del proceso investigativo, en su rol de contribuir a contextualizar el modelo estratégico de gestión pública del SAL en el ámbito de la dinámica agroalimentaria localcomunal, lo que en implica superar la concepción de la producción agrícola per sé y como un mero acto limitado a la combinación de insumos y factores productivos para obtener bienes de consumo, tal como la enclaustra el pensamiento económico clásico y el agronegocio neoliberal, para asumirla en su justa dimensión integral e integradora que sirve de expresión política a la lucha de clases, en tanto reflejo histórico del modo de producción basado en un sistema de relaciones sociales y de propiedad con dominio privado sobre los medios de producción y los factores productivos. En ese sentido creemos imprescindible la resignificación ontológicaconceptual de la actividad agrícola desde lo político-institucional, bajo una concepción estratégica que la considere en sus planos y expresión social, económico y ambiental, priorizando sobre la mercantilización su connotación 75 Albano A. Zambrano Q. como fuente primaria de los requerimientos nutricionales de la vida sana y la reproducción de la especie humana. Asumiendo el planteamiento del Comandante Chávez en el programa Aló Presidente Nº 205: “Produzcamos para las mayorías, para el consumo de las mayorías, al menor costo posible” agregando que de lo contrario los capitalistas especuladores “condenan a las mayorías al subconsumo, a la subalimentación, a la pobreza” (INN, 2014, p.39), planteamiento que enfatiza la importancia de la agricultura para respecto a la alimentación. Posteriormente el Presidente Chávez retoma el tema en el Aló Presidente Nº 324, afirmando que “los alimentos no se deben convertir en mercancía, y menos en el socialismo, no puede ser para ganar dinero” (ob. cit., p.67), diferenciando claramente los enfoques capitalista y socialista respecto al fin estratégico de la agricultura. En este orden de ideas asumimos que la agricultura debe ser considerada en su rol estratégico de actividad aglutinadora del esfuerzo humano, que como tal impulsa el trabajo liberador y emancipatorio para garantizarle viabilidad al nuevo modelo económico-productivo, en procura de superar el rentismo extractivista petrolero “que nos mantiene anclados al sistema mundo capitalista y su división internacional del trabajo” (A. Mulino, comunicación personal, 18 de diciembre de 2014), por lo cual se convierte en componente básico de la estructura económica nacional en un modelo de producción socialista, endogenista y nacionalista. En consecuencia, resignificar la agricultura estratégicamente implica valorarla en su condición de base fundacional y como “un instrumento de liberación para obtener la soberanía alimentaria , mecanismo fundamental de la independencia nacional” (INN, 2014, ob. cit., p.40) pues constituye la garantía de emancipación integral del país y mecanismo de resistencia allende lo económico, en lo cultural y tecnológico, a fin de transitar adecuadamente el proceso de transición que Núñez T. (1969, ob. cit.) refiere como la “etapa patriótico-socialista de la revolución venezolana” (p.53). 76 Albano A. Zambrano Q. De igual manera al hablar de agricultura estratégica estamos refiriéndonos al carácter de hecho histórico, social y cultural de la actividad agroproductiva como articuladora del equilibrio en la relación hombre-naturaleza, connotación que marca pauta en el modelo del Ecosocialismo planteado para Venezuela (Núñez, 2010), que no solo tiene asidero legal en el texto constitucional y en la Ley del Plan de la Patria, entre otros, sino que además se expresa en los compromisos y luchas internacionales que como nación hemos fomentado y hasta liderado a escala mundial, e implica la garantía de sustentabilidad y sostenibilidad de la producción de alimentos sanos de las actuales y futuras generaciones, al asegurar el menor impacto negativo posible sobre el planeta. ii) Articulación territorial: Con esta categoría hacemos referencia al proceso que considera las condiciones agro-edafoclimatológicas del territorio en términos de sus potencialidades productivas, conjuntamente con los requerimientos nutricionales de las comunidades locales en términos del consumo calórico y proteínico por habitante en un momento determinado, lo que tributa a la planificación estratégica del abastecimiento alimenticio local a fin de establecer cuánto hay que producir y cuánto importar (Chávez, citado por INN, ob. cit., p.25), bien sea desde otras regiones o del extranjero, pero facilitando que la producción territorial se complemente articuladamente en el tiempo necesario, es decir, de manera pertinente y oportuna. Lo anterior contribuye al proceso de zonificación ecolocal de la producción mediante la conformación de los ejes agroproductivos locales y sus respectivas cestas productivas, definidos en función de las capacidades naturales e instaladas en el territorio municipal para la producción de determinados cultivos, lo que a su vez permite determinar disponibilidades espacio-temporales que garanticen posibilidades cíclicas del consumo local por producto, estableciéndose una articulación entre los ejes agroproductivos y los centros de consumo local según los períodos de cosecha por rubro, 77 Albano A. Zambrano Q. contribuyendo a desestacionalizar el consumo y reducir costos, además de garantizarle mercados locales priorizados a los agricultores del municipio. Vale acotar que, en nuestro criterio, la articulación territorial constituye la garantía de éxito de los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP), implementados por el Gobierno Nacional como estrategia política de organización entre consumidores y productores del municipio frente a la guerra económica, con miras a “reformular la orientación de la Misión Alimentación, en cuya estrategia es protagonista el Poder Popular” (Vásquez, 2016), aprovechando las disponibilidades y cercanías territoriales que permitan reducir costos de transporte, almacenamiento y logística, pues mientras el aprovisionamiento provenga de otros territorios, su desvío físico y el encarecimiento económico seguirán siendo la base del desabastecimiento como arma efectiva de la lucha contrarrevolucionaria. En consecuencia, articulación territorial implica niveles de integración y participación de todos los actores involucrados en el SAL: productores, transportistas, procesadores, comercializadores, consumidores e instituciones, quienes deben desarrollar tal grado de conciencia respecto a los riesgos presentes en la actuación improvisada y anárquica, así como asumir los beneficios de la planificación estratégica como herramienta de apoyo, para asegurar una adecuada actuación económica y social desde su condición de desempeño en dicho sistema. iii) Planificación participativa: Esta categoría relacional representa para el gobierno local el primero de los grandes retos del nuevo modelo estratégico de gestión pública, aspecto en que el componente de formación sociopolítica(hasta el adoctrinamiento), así como la capacitación técnico-científica en el diseño colectivo de políticas públicas, juegan un rol trascendental para superar las normativas convencionales y decisiones ejecutivas unipersonales, pues se trata de convencer sobre las transformaciones necesarias y vencerla resistencia al 78 Albano A. Zambrano Q. cambio, en tanto y en cuanto afectan intereses particulares vinculados al poder político-económico y la mercantilización de los alimentos. Así pues, la categoría teórica planificación participativa instituye la base del proceso de actuación protagónica y corresponsable de las y los actores involucrados en una actividad determinada, a fin de orientar en el tiempo y el espacio el uso de los recursos, así como el desempeño de encargos sociales concretos para lograr a futuro resultados específicos, partiendo de objetivos estratégicos que lleven implícitos los intereses colectivos de dichos actores. En nuestro caso concreto constituye una categoría relacional puesto que coadyuva a establecer vínculos entre el modelo estratégico de gestión pública y la realidad de la dinámica agroalimentaria local-comunal, mediando en la elaboración de estrategias para orientar la actividad productiva, procesadora, comercial y nutricional, diseñadas con aportes que reflejen los diversos intereses vinculados al SAL, cuyo reflejo en los planes oficiales del gobierno municipal y en la ejecución de políticas públicas, sean garantía para la satisfacción de las respectivas necesidades y estímulo para el desempeño pertinente de las y los proponentes. iv) Sinergia interinstitucional: Está referida al indispensable concurso interactivo y articulado de la acción del Estado como un todo, a través de sus distintos niveles e instituciones para abordar el tema de la producción y abastecimiento alimenticio oportunos, en tanto prioridad para la vida nacional por su condición de necesidad individual y colectiva, habida cuenta de la multifactorialidad problémica y diversidad de los requerimientos, así como la multidimensionalidad de las necesidades y racionalidades implícitas en la dinámica agroalimentaria local. En consecuencia la simbiosis indispensables entre las instituciones encargadas de la dotación y regularización de la tenencia de la tierra, financiamiento agrícola, venta de insumos, investigación y asistencia técnica, 79 Albano A. Zambrano Q. formación y capacitación, planificación productiva, la comercialización de cosechas y la seguridad, entre otras, no puede ni debe ser considerado como una opción, sino como el fin último de tales organismos públicos, por cuanto representa un tema de seguridad y soberanía nacional más allá del simplismo economicista coyuntural con que generalmente se asume. La sinergia interinstitucional como categoría teórica representa además un papel de primer orden en el funcionamiento del Comando Municipal Agrario Socialista de Brión (COMAS-Brión), instancia promovida desde el Ejecutivo Nacional a los municipios, en cuya minuta de instalación de fecha 29 de julio de 2015, registrada por la Dirección de Desarrollo Agrícola Municipal (AMB, 2015), quedó establecido que: El COMAS obedece a una línea estratégica emanada del Gobierno Nacional a través del MPPAT 1, y constituye la instancia de articulación interinstitucional para la planificación, seguimiento y ejecución de la política agraria de la Revolución a escala municipal, con la participación protagónica y corresponsable del Poder Popular en organizaciones productivas de base entre las y los agricultores, criadores, pescadores y guacuqueros, así como las UBCH, los CLP y el PSUV como bases de organización sociopolítica del pueblo, cuya coordinación ejecutiva corresponde a la Dirección o instancia municipal respectiva. (p.1) Tal como refiere el extracto anterior correspondiente a la Minuta Nº 1 de la creación del COMAS-Brión, la sinergia interinstitucional en tanto concepto teórico se convierte en un hecho absolutamente práctico, real, posible y necesario que, como tal, debe ser asumido en la configuración del nuevo SAL con una postura revolucionaria de su abordaje en la función pública nacional, habida cuenta que dicha instancia local de coordinación agrícola fue instituida en todo el país, enmarcada en la política nacional de descentralización y desconcentración en materia agroalimentaria, tendiente a transferir la toma de decisiones públicas hacia las instancias locales como los espacios políticos más cercanos a las comunidades. 1 Ministerio del Poder Popular para Agricultura y Tierras. 80 Albano A. Zambrano Q. En la figura 6 se representa mediante adaptación del Diagrama de Venn la sinergia interinstitucional establecida en el COMAS-Brión (AMB, 2015), donde se refleja la reciprocidad relacional establecida entre los organismos del Poder Público Nacional y del Poder Popular (productores, partido, comunas), con la DIDAM como instancia del gobierno municipal responsable de coordinar las acciones en torno al sistema agroalimentario local: Figura 6. Sinergia interinstitucional del COMAS-Brión. Vale acotar que en nuestra experiencia de investigación-acción participativa con el desempeño de funciones directivas en la gestión pública municipal, nos permitió corroborar primeramente la importancia que implica para tal referida sinergia la efectiva coordinación desde local, por cuanto el conocimiento comunitario y sus problemáticas sentidas desde la realidad cotidiana, facilita los abordajes institucionales en el territorio municipal. En segundo lugar la importancia de ejercer un adecuado liderazgo interinstitucional basado en el conocimiento espacial-social antes referido, pues se genera confianza en las y los actores participantes. Finalmente pudimos evidenciar la importancia de que dicho liderazgo esté sustentado, 81 Albano A. Zambrano Q. adicionalmente, en el reconocimiento científico y técnico, pues de alguna manera representa una garantía para el logro interinstitucional esperado. Es por todo lo anterior que esta categoría se constituye en componente de nuestra propuesta del modelo estratégico de gestión pública, evidenciando una postura ontológica, epistemológica y metodológica cónsona con la articulación dialéctico-sistémica de las actividades del Estado al servicio de la sociedad, que promueva la superación del modelo de gestión pública basado en los desempeños aislados y el individualismo institucional estanco, como rasgo característico de la competencia capitalista trasladada al enfoque del Estado burgués. v) Políticas públicas locales: Con esta categoría teórica se quiere reseñar el conjunto de decisiones que deben ser tomadas desde las instancias del gobierno municipal para garantizar el apropiado funcionamiento del SAL, asegurándole pertinencia social en términos de su capacidad resolutiva, esto es, su contribución real a la satisfacción sustentable y sostenible de las necesidades nutricionales de los consumidores, así como la permanencia económica de la actividad agroproductiva. Su carácter relacional en el contexto de nuestra investigación está referido a los vínculos que las políticas públicas emanadas de las instancias locales establecen con la dinámica agroproductiva territorial-ambiental, económicoproductiva y social-cultural en correspondencia con los requerimientos de su realidad concreta en el ámbito local en beneficio de todos y cada uno de los procesos y actores componentes del sistema, procurando en todo caso y momento el equilibrio entre los diversos intereses que confluyen en el mismo. De esta manera las políticas públicas locales, entendidas como decisiones en favor o en contra de algo o alguien, se constituyen vasos comunicantes entre los problemas-soluciones presentados y buscados por las comunidades ante el gobierno municipal como su instancia de poder políticodecisional inmediata, razón por la cual debe procurarse la máxima 82 Albano A. Zambrano Q. participación del Poder Popular en su diseño, ejecución y control con miras no solo al cumplimiento del mandato constitucional sobre la participación protagónica y las competencias del municipio, sino además obedeciendo a la nueva ética revolucionaria basada en el postulado bolivariano de lograr la mayor suma de felicidad social para el pueblo, lo que en el tema agroalimentario es crucial. 2.2.3. Relaciones teóricas categoriales. En nuestra idea del modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local subyace el esclarecimiento teórico del conjunto de relaciones categoriales que están presentes, y por tanto su análisis resulta indispensable para la construcción del referido modelo con miras a incluir la totalidad de los componentes que habrán de contribuir con la representación más aproximada posible a la realidad deseada. En primer lugar nos apoyamos conceptualmente en elementos que teóricamente fundamentan de manera integral nuestro modelo estratégico, incorporando al mismo un conjunto de postulados y teorías tanto generales como específicas, vinculadas al SAA como campo concreto del conocimiento-acción, pero a su vez relativas a la gestión pública asumida como la toma de decisiones para el ejercicio del poder político, así como a la noción de lo local entendida simultáneamente como espacio geográfico e identidad sociocultural. Por otra parte asumimos que nuestros elementos teóricos no son conceptos aislados ni asidos a la nada, sino que representan categorías de análisis enmarcadas a su vez en un contexto político, económico, social, cultural y tecnológico, cuya interacción busca transformar la realidad en transición desde la sociedad capitalista prevaleciente hacia la construcción del Socialismo del siglo XXI, de donde se desprende un conjunto de relaciones de carácter dinámico de las categorías clave entre sí y de ellas con el entorno concreto a través de las categorías vinculantes, conformándose así un verdadero tejido interrelacional entre los elementos teóricos que dan forma y sentido al modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local, en cuya esencia se sustenta la configuración teórica 83 Albano A. Zambrano Q. multidimensional que le caracteriza, en tanto representación multicategorial de una dinámica sometida a constante vicisitudes de la naturaleza medioambiental, los procesos biofísico-químicos y las alteraciones socioculturales permanentes. Lo anterior se muestra gráficamente en la figura 7 donde se representan tres tipos de relaciones teóricas categoriales: i) el primero de tipo unidireccional, desde el modelo estratégico como epicentro; ii) el segundo de tipo circularsecuencial, expresado en el flujo origen-destino desde y hacia la agricultura estratégica; iii) finalmente relaciones de inter niveles categoriales, como tipo establecido de modo extra e intra clases: Figura 7. Relaciones teóricas categoriales del proceso investigativo. i) Relaciones de tipo unidireccional representadas con flechas gruesas continuas que emanan desde el modelo estratégico como epicentro sistémico hacia tres destinos simultáneos que, leídos en el sentido del movimiento de las manecillas del reloj, permiten ordenarlos secuencialmente desde la Gestión pública, el Sistema agroalimentario local y la Dinámica agroalimentaria en el ámbito local-comunal, expresándose así la influencia epicéntrica de un elemento teórico sobre 84 Albano A. Zambrano Q. los restantes, a los que determina funcionalmente y les da orden desde el punto de vista estructural. De esta manera se evidencia un peso específico supra-conceptual en el proceso investigativo, es decir, cómo nuestra búsqueda teórica se supedita a construir un modelo estratégico (no cualquier modelo), dedicado tácitamente al desempeño de la gestión pública (determinantemente) bajo patrones, principios y propósitos desprendidos de las necesidades y condiciones del contexto; adicionalmente esta relación directiva implica que la finalidad de tal modelo estratégico es gestionar desde el gobierno al SAL (exclusivamente), razón por la cual es con y para sus componentes específicos o subsistemas sobre quienes se tomarán decisiones, y a cuyos movimientos concretos deberán responder las estrategias de acción política; en tal sentido el modelo estratégico tendrá de forma invariante a la dinámica agroalimentaria local-comunal (indispensablemente) como su campo de acción. ii) Relaciones de flujo circular-secuencial que son las establecidas intrínsecamente entre las categorías relacionales y se representan en la figura con una flecha punteada unidireccional, cuyo origen-destino está en la categoría agricultura estratégica y alude un movimiento secuencial lento, con el cual queremos significar que las restantes categorías (articulación territorial, planificación participativa, sinergia interinstitucional y políticas públicas locales) se van adicionando progresivamente por fases en estrecha dependencia a la inmediata anterior, construyendo así relaciones-requisito para abordar la subsiguiente. Este tipo de relaciones implican, en consecuencia, un vínculo de sometimiento estructural-funcional entre las categorías teóricas relacionales, lo que da lugar a la configuración de un proceso mediante momentos alcanzados y fases relacionales, el cual parte desde la concepción inicial de una agricultura estratégica (primer momento) para 85 Albano A. Zambrano Q. poder pensar en el posibilidad de establecer la articulación territorial (segundo momento), como primera fase de relaciones. Una vez cumplida esta fase (si y solo sí) es que puede ser abordada la planificación participativa como tercer momento que permite lograr la segunda fase relacional entre las categorías, luego de lo cual es viable la sinergia interinstitucional (cuarto momento) cuya adición conforma la tercera fase relacional y sirve de puntal para avanzar hacia la cuarta fase abordando el quinto momento dedicado al diseño de políticas públicas locales, que al relacionarse con la agricultura estratégica (primer momento), conforma la quinta fase relacional y en esencia enlaza al quinto momento con el primero como expresión cíclica de la referida secuencialidad, conduciendo circularmente la última fase al primer momento con lo que se afianza la tipología teórica que hemos denominado flujo circular-secuencial entre las relaciones teóricas categoriales. iii) Relaciones inter niveles categoriales que representan el tipo establecido entre los niveles fundamentales y relacionales, representado en la figura anterior con flechas de doble flujo entre los distintos niveles y hacia el interior de los mismos, en función a la secuencialidad descrita en epígrafes anteriores, estableciéndose de este modo interrelaciones categoriales directas e indirectas entre los conceptos que denominamos elementos teóricos fundamentales (o también categorías clave, neurálgicas o nucleares) de nuestra investigación, y los que reconocimos como elementos teóricos relacionales, en tanto categorías que nos permiten vincularnos con la realidad concreta a transformar e involucra a la totalidad de elementos teóricos de nuestro proceso investigativo. Partiendo de la anterior consideración observamos, por ejemplo, la existencia de interrelaciones directas de la Gestión Pública (elemento fundamental) con la Agricultura Estratégica y con la Articulación Territorial (elementos relacionales), lo que a través de la interrelación 86 Albano A. Zambrano Q. directa de éste último con el también elemento relacional Planificación Estratégica, permite la interrelación indirecta de la Gestión Pública con la Planificación Estratégica, además de la interrelación indirecta de Gestión Pública con el elemento Sistema Agroalimentario Local (fundamental), e indirectamente con la Dinámica Agroalimentaria, en tanto elemento fundamental, por intermediación del relacional Agricultura Estratégica y así sucesivamente. Esta tipología de vínculos entre las categorías teóricas (claves o vinculantes) que están siempre presentes en nuestro proceso investigativo, configura lo que hemos denominado relaciones teóricas categoriales y les otorgamos deferencia significativa pues en conjunto conforman la esencia articuladora en la construcción teórica de nuestro modelo de gestión pública del sistema agroalimentario local, cuyo carácter estratégico se deriva precisamente de nuestra idea respecto a la interdependencia teórico-conceptual existente entre los componentes de un sistema, lo que nos induce a reconocer y comprender tales relaciones como requisito sine qua non para proponer posibles transformaciones del mismo. 87 Albano A. Zambrano Q. III. TERCER MOMENTO: COMPONENTES DEL MEGPSAL. En tanto representación de una idea sobre la realidad concreta que estudiamos y en cuanto prolongación de nuestro pensamiento sobre la organización y conformación de un modelo, es fundamental distinguir y describir detalladamente cada uno de sus componentes en términos del rol que desempeñan en la estructura modelada, lo que en el caso de nuestro MEGPSAL, nos condujo a tres componentes teórico-conceptuales o categorías fijas cuyas relaciones sustentan tal modelaje: lo estratégico, lo estructural y lo metódico. Es necesario establecer la expresión de roles en el modelo en correspondencia con su condición de dominancia, determinación y decisividad en la estructuración y funcionamiento del mismo, lo que en nuestra concepción del MEGPSAL implica que lo estratégico constituye, por antonomasia, el componente dominante, a partir del cual se organiza la gestión pública local para atender al SAA, razón por la que lo estructural se convierte en el componente determinante del modelo, mientras que el componente decisivo es lo metódico, de cuya adecuación procedimental en el abordaje de la dinámica agroalimentaria local-comunal depende la viabilidad funcional del modelo y, por ende, la valoración de su pertinencia. Figura 8. Componentes teórico-conceptuales del MEGPSAL (Diseño propio, 2014). 88 Albano A. Zambrano Q. 3.1. Componente estratégico-dimensional. La interacción con la realidad económico-productiva, las revisiones documentales y las propias reflexiones teóricas nos permiten evidenciar el carácter multidimensional de la dinámica agroalimentaria local, expresado por una parte en la dimensión social-comunal, que involucra la acción individual y colectiva de las comunidades en procesos sucesivos que van desde lo productivo primario hasta el consumo final, pasando por la adecuación agroindustrial y circulación hacia los hogares; igualmente implica una dimensión espacial-temporal vinculada a requerimientos biológicos, ambientales y cíclicos propios de los procesos agrícolas; adicionalmente está presente la dimensión físico-material con la que se hace tangible el resultado-producto de los procesos sistémicos; contempla asimismo una dimensión político-institucional que refleja las acciones del gobierno local mediante políticas públicas, dado el rango político-estratégico del mandato constitucional sobre la producción-consumo de alimentos en Venezuela. En la figura 9 representamos el carácter multidimensional mediante una pirámide de cuatro lados o caras, en cuya a base ubicamos lo socialcomunal, dos caras laterales con lo espacial-temporal y lo físico-material respectivamente y una cara frontal representando la dimensión políticoinstitucional, con la esfera interna suspendida entre tales dimensiones que representa la dinámica agroalimentaria local. Figura 9. Perspectiva multidimensional de la dinámica agroalimentaria local. (Diseño propio, 2015). 89 Albano A. Zambrano Q. La consideración de tales dimensiones desde la postura estratégica, en tanto base del modelo de gestión pública, nos conduce a unas interrogantes de partida formuladas en términos de las decisiones gubernamentales ineludibles para ejecutar acciones concretas en función al querer, el deber, el poder y el requerir en torno al SAA. 1. ¿Qué se quiere hacer?, conducente a definir la intencionalidad de la gestión con respecto al SAA, es decir: lo que se busca y se espera lograr con su estructuración y funcionamiento; en palabras de Bigott (2016) referenciando el “cuadro metódico de Chávez”, esta interrogante instituye la acción política como categoría orientadora de la función del Estado y los gobernantes para satisfacer las demandas alimenticias de la sociedad, permitiendo en consecuencia la definición de los objetivos estratégicos en el territorio, expresados en términos de la aspiración y lo alcanzable, como enunciado primario y contenido esencial de toda política pública. Una referencia obligatoria de intencionalidad política lo constituyen los Objetivos Históricos del Plan de la Patria 2013-2019, entre los que se contempla la aspiración declarada en el Objetivo Nacional Nº1.4 “Lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación de nuestro pueblo” (AN, 2013, ob. cit.), de cuya manifestación se desprenden intencionalidades más específicas a manera de propósitos alcanzables, enfocados en los componentes del SAA, tal como lo señala el Objetivo Estratégico Nº 1.4.3: “Afianzar un conjunto de políticas públicas de apoyo a la producción, distribución, comercialización, organización del sector rural y participación del poder popular campesino en la implementación de un Plan Nacional de Producción de Alimentos que garantice la soberanía alimentaria”, las que deben formularse a escala local-comunal como vía expedita para la concreción de las políticas públicas desde el gobierno municipal con la activa intervención popular, ámbito político-espacial donde la participación del Poder Popular campesino es absolutamente posible y por lo tanto una aspiración realmente alcanzable. 90 Albano A. Zambrano Q. 2. ¿Qué se debe hacer?, a fin de cumplir los mandatos derivados de la agenda político-ejecutiva, según las atribuciones, competencias y demandas sociales hacia la gestión local, esto es: la base jurídica y el encargo social que le orienta, en términos de responder atendiendo a las obligaciones que la superestructura legal-normativa le impone al decisor como administrador de la cosa pública, pero atendiendo además a los compromisos con el electorado que le convirtió en servidor público. Se trata pues de cumplir con el deber al desempeñar funciones de gobierno público, lo que implica gobernar obedeciendo como plantea Enrique Dussel al referirse al poder como obediencia en la tesis 4, donde señala: “El que manda es el representante que debe cumplir una función de la potestas. Es elegido para ejercer delegadamente el poder de la comunidad; debe hacerlo en función de las exigencias, reivindicaciones, necesidades de la comunidad” (Dussel, 2006, p.36), agregando luego que “cuando desde Chiapas se nos enseña que ´los que mandan deben mandar obedeciendo` se indica con extrema precisión esta función de servicio del funcionario (el que cumple una ´función´) político, que ejerce como delegado el poder obediencial”, por tanto el poder del funcionario no deviene de fuente propia sino por delegación del poder que, como ejercicio de soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, tal como lo establece el artículo 5º de nuestra Carta Magna. 3. ¿Qué se puede hacer?, en correspondencia con las posibilidades reales de acción según los recursos disponibles y alcances de la gestión, o sea: la capacidad de maniobra del gobierno local respecto al SAA que análogamente Bigott (2016, ob. cit.) identifica en el citado cuadro metódico de Chávez como con qué, haciendo referencia al poder en tanto condición que permite la relación entre las decisiones y la ejecución de acciones planteadas en las políticas públicas, viabilizando la posibilidad de su implementación.. Retomando a Dussel (ob. cit., p. 26), quien en su Tesis 2 exalta la factibilidad del poder en tanto facultad estratégica de la potestas, 91 Albano A. Zambrano Q. entendida ésta como la voluntad de la comunidad delegada en sus gobernantes para que hagan uso de las “mediaciones, técnicoinstrumentales o estratégicas, que permitan empíricamente ejercer la dicha voluntad” como recursos de acción política, ejemplificando dicho autor con situaciones diversas para el ejercicio de tal factibilidad del poder en los ámbitos militar, educativo y otros, destacando en nuestro caso que la potestas “deberá poder desarrollar los sistemas agrícolas adecuados para proveer de alimentación a la población”, evidenciando así que la denominada factibilidad estratégica involucra la posibilidad de “llevar a cabo con la razón instrumental y empíricamente los propósitos de la vida humana y su aumento histórico, dentro del sistema de legitimación que se haya desarrollado” (ídem), razón por la cual lo que se puede hacer estará obviamente en función al enfoque político, social y económico dominante dadas sus percepciones disímiles respecto al SAA. 4. ¿Qué se requiere hacer?, en función de lograr la combinación más adecuada entre las capacidades y recursos que coadyuven a cumplir los compromisos de la gestión desde su intencionalidad, mandatos y posibilidades, es decir: los requerimientos estratégicos en función de cómo armonizar el desempeño del talento humano y el uso de recursos físicos, materiales, financieros, tecnológicos, políticos e institucionales, logrando así un óptimo aprovechamiento de potencialidades y aportes al SAA, lo que en la precitada interpretación de Bigott equivale a la estrategia necesaria en términos del cómo hacer las cosas para alcanzar los objetivos planteados. Esta consideración de corte político-institucional requiere una nueva concepción de la gerencia pública, tal como señala Romero (2007, p.29), preocupada por “el manejo adecuado de la burocracia en la ejecución de políticas públicas y la toma de decisiones para responder las demandas sociales y manejar las ofertas del Estado”, cuyo objetivo es suministrarle al gobierno (nacional, regional y municipal) capacidad para gestionar eficientemente las instituciones estatales, tanto en el proceso de 92 Albano A. Zambrano Q. administración como en su adecuación y transformación hacia el nuevo escenario de país, signado por la participación protagónica y corresponsable del Poder Popular en los asuntos públicos. En consecuencia, no se trata de los requerimientos tecnocráticos convencionales y regularmente rígidos de la administración pública, sino de darle connotación humanista a través de la gestión estratégica para que, desde la función pública, se impriman transformaciones al SAA mediante el desempeño basado en la ética patriótica “que debe surgir del espíritu y propósito de la Constitución Bolivariana, para dirigir la República, a través de la organización y educación, pues su liderazgo tiene como máxima prioridad el empoderamiento del ciudadano” (Romero, ob. cit., p.137), lo que evidentemente marca una diferencia entre el cómo hacer las cosas en el socialismo respecto a la concepción capitalista y sus requerimientos. 3.2. Componentes orgánico-estructurales del modelo. A partir de nuestra concepción multidimensional de la dinámica agroalimentaria local, así como con la consideración del enfoque estratégico basado en un modelo decisional para su abordaje, nuestra propuesta MEGPSAL se centra en el reconocimiento-identificación y articulaciónintegración de los cuatro componentes del SAL, mediante los cuales se expresan respectivamente las dimensiones anteriormente descritas, cuya interacción sistémica a partir de la dinámica realidad local conforma la estructura orgánica de gestión pública, esto es: un sujeto agroproductivo, el objeto agroproductivo, el ambiente agroproductivo y, como epicentro rector y escenario de acción, la agrogestión pública asumida desde lo local, en cuya interacción destacan otras categorías vinculadas particularmente a cada componente que, en algunos casos, están presentes en más de uno de ellos como describiremos luego. Es propicio acotar que por tratarse de una propuesta para la gestión pública en el ámbito municipal, en nuestro MEGPSAL la función rectora y articuladora del Estado con la acción estratégica del gobierno local, es 93 Albano A. Zambrano Q. simultáneamente epicéntrica y circundante (Figura 10), fungiendo como ente nucleador de la interacción necesidades-posibilidades territoriales que se concretan en acciones gubernamentales específicas para cada caso, mediante políticas públicas supeditadas a las demandas del entorno de desempeño sujeto-objeto-ambiente en la dinámica agroproductiva comunal. Figura 10. Componentes orgánico-estructurales del MEGPSAL. a) Sujeto agroproductivo: representado en el productor y grupo familiar constituye la dimensión social-comunal y por ende componente fundamental del modelo, en tanto actor principal y receptor primordial de las acciones estratégicas como raíz y fin último de nuestra propuesta, siendo obviamente considerado en su doble rol de productor agroalimentario múltiple (producción primara y procesamiento), así como consumidor del resultado obtenido de la actividad económico-productiva. En torno a él gravitan subcomponentes de carácter socioeconómico, identificándose como tales los relativos a salud, tanto individual como colectiva; alimentación personal y familiar; vivienda; seguridad personal y patrimonial; servicios públicos básicos como agua potable, electricidad, 94 Albano A. Zambrano Q. transporte; educación formal e informal; asesoría y asistencia técnica, acompañamiento socioproductivo; organización social de la producción, política y participativa; comercialización de los productos, servicios y suministros agrícolas; financiamiento integral del proceso productivo; ciencia y tecnología para la producción. Es como consecuencia de las anteriores consideraciones respecto al sujeto productivo nucleador del modelo, que se hace menester un nuevo sujeto tanto como la producción de nuevos objetos, pues tal como lo refirió el Comandante Chávez en el programa Aló Presidente Nº 371, transmitido el 13 de marzo de 2011: “no se trata solo de producir alimento, producir ropa, que hay que producirla, pero, más allá está el gran desafío de la humanidad: crear, producir, el hombre nuevo, la sociedad nueva” (INN, 2014, ob. cit., p.95), esto es: la producción de un sujeto con nueva visión y elevada conciencia de su rol respecto a la actividad agroalimentaria para sí y para la sociedad. b) Objeto agroproductivo: está representado por las plantas y animales de producción constituyendo así la dimensión físico-material de nuestro modelo y es, por lo tanto, la intención y resultado tangible de la actividad económico-productiva del mismo, lo que además se manifiesta en su estrecha relación con los subcomponentes semillas y simientes; insumos del proceso productivo (controladores, abonos, alimentos, medicina veterinaria, y otros);manejo agroproductivo; higiene y salud vegetalanimal; procesos alternativos de producción; tecnologías productivas; investigación científica vinculada a especies, variedades, rendimientos, resiliencia y mejoras genéticas; procesamiento agroindustrial y adecuación comercial, entre otros. Dado su carácter de expresión del resultado tangible del proceso económico-productivo, en torno a este objeto se configuran todos los esfuerzos del sujeto y de la gestión sobre el ambiente, con miras a garantizar su permanencia y desarrollo sistémico, pues obviamente las especies vegetales y animales con sus frutos y productos en los 95 Albano A. Zambrano Q. agroecosistemas, así como en su multifactorial dinámica de origen bióticoambiental y social-económico, son el epicentro de la acción agroproductiva al ser el elemento que “genera la estructura particular del agroecosistema” (Altieri, 1999, p.18), lo que en otras palabras implica y explica su carácter de componentes imprescindibles para el logro de la seguridad y la soberanía agroalimentaria como búsqueda de los pueblos y gobiernos. c) Ambiente agroproductivo: que está conformado por la integración del ecosistema natural y la infraestructura de apoyo a la producción según los requerimientos cíclico-estacionales del proceso productivo local, por lo que representa la dimensión espacial-temporal del modelo y le concebimos para la interacción equilibrada del ser humano con su territorio ecolocal a través de la actividad agroproductiva; de esta manera entendemos por tal ambiente a los recursos naturales disponibles como suelo, agua, biodiversidad, energía solar, clima y otros, así como las intervenciones antrópicas en términos de obras de drenaje, vialidad, riego, transporte, centros de acopio, tecnología productiva, industrialización y servicios varios, entre otros, que facilitan la adecuación temporal del espacio en favor de los intereses comunales en su procura alimenticia. Vale acotar que de la atención oportuna y adecuada al ambiente agroproductivo dependen tanto la preservación de la biodiversidad, incluyendo la vida humana en el planeta como refiere el Objetivo Histórico Nº 5 del Plan de la Patria (AN, 2013, ob. cit.), así como las necesidades de inversión (pública y privada) en infraestructura física, tecnológica y material destinada a fortalecer la producción agroalimentaria local. d) Agrogestión pública local: expresada en los planes y recursos para la inversión productiva, instituye la dimensión política-institucional de nuestro modelo e involucra una nueva concepción de la interacción estratégica del Estado y el Poder Popular, expresada en el acompañamiento integral desde el gobierno local con apoyo de las instituciones regionales y nacionales para el fortalecimiento técnico-científico, el financiamiento 96 Albano A. Zambrano Q. productivo e infraestructura de apoyo a la producción, impulsando la participación activa y protagónica de las comunidades organizadas en su doble rol como productora primaria y consumidora final (prosumidora), en torno a decisiones esenciales relativas a la inversión pública agroproductiva y de soporte a la producción, formación y disponibilidad de talento humano calificado; base jurídica y normativa integral del SAA; garantías para la disponibilidad de los recursos físicos y materiales; suministro oportuno de los recursos financieros requeridos y el ejercicio de su capacidad decisora estratégica para aplicar las 3Ra la gestión pública. Esta dimensión del MEGPSAL tiene como principio y fin generar la garantía de que el pueblo tenga “en sus manos un sistema alimentario: soberanía alimentaria” (INN, 2014, ob. cit., p. 17), sustentándose en el triángulo indisoluble de H. Chávez, cuya fórmula contempla primero la política (¿qué es lo que queremos?), luego la estrategia (¿cómo lo vamos a lograr?) y después el poder (¿con qué lo vamos a lograr?), teniendo en cuenta que “los tres elementos deben estar bien configurados para que el triángulo sea efectivo” (ibídem), contemplando la metodología 3R como elemento transversal. Al respecto tomamos el pensamiento económico patriótico de Hugo Chávez respecto a que “la patria sólo podría renacer cuando recuperara su soberanía; la economía sólo es economía cuando es economía política; el humanismo habría de constituir la piedra angular de cualquier propuesta económica” (Serrano, 2015, ob. cit., p.229), donde evidentemente destacan tres categorías de singular importancia en las que subyace la acción rectora de la agrogestión pública, puesto que repercuten directamente sobre la dinámica agroproductiva para la configuración del SAL: la soberanía, que aunque reside intransferiblemente en el pueblo su resguardo es una función ineludible del Estado; la economía política, en tanto base epistemológica y guía científica de la gestión pública para garantizar la soberanía del pueblo en la satisfacción de sus necesidades; 97 Albano A. Zambrano Q. el humanismo, como sustento ontológico de la actividad política rectora del desarrollo económico-productivo y social. Como se desprende de nuestra propuesta estratégica de gestión pública, es obvio que asumimos una postura anti neoliberal sin plantearnos un estatismo absoluto, máxime en lo atinente al tema agroalimentario cuya dinámica amerita un tratamiento equilibrado entre planificación y mercado, razón por la cual creemos que a través del MEGPSAL se garantiza la participación del Estado en cumplimiento de sus atribuciones económicas constitucionales, sin menoscabo de la participación del sector empresarial privado, como señala la CRBV en su Título VI referido al Sistema Socioeconómico del país, cuyo Capítulo I, artículo 299º, establece: …El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática participativa y de consulta abierta. (p.321 - 322) De igual modo la composición orgánico-estructural del MEGPSAL tributa a la aplicación del artículo 305º del texto constitucional: “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población”, y refuerza luego que “A tales fines, el Estado dictará las medidas de orden financiero, comercial, transferencia tecnológica, tenencia de la tierra, infraestructura, capacitación de mano de obra y otras que fueran necesarias para alcanzar niveles estratégicos de autoabastecimiento” (ANC, 2000, ob. cit., p.325-326). Así mismo la referida composición del MEGPSAL se sustenta en el cumplimiento de la función pública que señala el artículo 306º al establecer que “El Estado promoverá las condiciones para el desarrollo rural integral, con el propósito de generar empleo y garantizar a la población campesina un 98 Albano A. Zambrano Q. nivel adecuado de bienestar, así como su incorporación al desarrollo nacional” (ANC, 2000, ob. cit., p.327). 3.3. Componente metódico. A partir de las respuestas a las interrogantes contenidas en la figura 10 y mediante el uso de la matriz estratégica decisional, es posible desarrollar un proceso de planificación estratégica conducente a determinar adecuadamente qué ofrecer a las comunidades locales, lo cual podemos enunciar a través de objetivos estratégicos, tácticos y operativos que sirvan de guía y expresen respectivamente la intencionalidad, el cumplimiento de los mandatos y las posibilidades de maniobra de la gestión; igualmente permite establecer con qué y con quién se cuenta para poder cumplir la oferta pública, logrando así los objetivos de la gestión local en torno al SAA, metódica cuya aplicación durante la elaboración del “Plan de Desarrollo Agrícola Municipal de Brión 2015-2018” (DIDAM, 2015), nos permitió confirmar su utilidad y uso práctico (Anexo 2). Figura 11. Componente metódico - estratégico del MEGPSAL (Diseño propio, 2014). Lo expresado gráficamente en la figura 11 orienta nuestra metódica del modelo estratégico decisional, como base para tomar las medidas de gestión pública necesarias aplicables al sistema agroalimentario local, dándole al 99 Albano A. Zambrano Q. decisor público los criterios que fundamenten su proceder burocrático, auxiliado con la siguiente matriz: Tabla 4. Matriz Estratégica Decisional del MEGPSAL ¿QUÉ SE QUIERE? ¿QUÉ SE DEBE? ¿QUÉ SE PUEDE? Objetivos estratégicos Objetivos tácticos Objetivos operativos Intencionalidad Mandatos Posibilidades QUÉ OFRECER ¿QUÉ SE REQUIERE? Talento y recursos Instituciones y organizaciones Combinación más adecuada CON QUÉ Y CON QUIÉN Adaptado de: DIDAM (2015). A manera de ejemplificación descriptiva del procedimiento seguido en la construcción matricial anterior, presentamos el siguiente ejercicio explicativo sobre las consideraciones estratégicas que realizamos de las interrogantes durante la elaboración del referido plan: i. ¿Qué se quiere?: según la intencionalidad expresada en los Objetivos Estratégicos nacidos de la agenda político-social comprometida. En nuestro caso se quiere: 1. Fomentar la diversificación de la economía agrícola local. 2. Fortalecer la organización familiar y campesina para la producción de alimentos. ii. ¿Qué se debe?:conforme a los mandatos que dan origen a los Objetivos Tácticos en atención a las leyes sobre atribuciones, competencias y funciones del municipio; Objetivos Históricos, nacionales y estratégicos del Plan de la Patria; lineamientos y normas del ente rector de la política agrícola nacional (MPPAT). En consecuencia, respectivamente se debe: 1.1. Fortalecer la producción de rubros estratégicos en el municipio Brión. 1.2. Introducir rubros estratégicos con potencialidad ecolocal durante 2016. 2.1. Fomentar la conformación de UPS para la producción agroalimentaria. 2.2. Impulsar la creación de EPSM para agregar valor a la materia prima. iii. ¿Qué se puede?: en función a la Intencionalidad + Mandatos = Posibilidades para llevar a cabo los Objetivos Operativos acordes con el 100 Albano A. Zambrano Q. talento humano y los recursos disponibles para tales cometidos. Por lo anterior, correspondientemente se puede: 1.1.1) Mantener la producción de rubros bandera locales en el ciclo 2015-2016. 1.1.2) Incrementar en 20% la producción local de rubros estratégicos para el ciclo productivo 2015-2016. 2.1.1) Suministrar apoyo técnico a las y los agroproductores en la introducción local de nuevas especies y variedades de cultivos. 2.1.2) Destinar 30% de la cartera crediticia al financiamiento de rubros estratégicos no tradicionales para el 2016. iv. ¿Qué se requiere?: procurado la combinación más adecuada entre las posibilidades del poder público (instituciones) y necesidades del poder popular (comunidades), es decir en función a la ecuación intencionalidad + mandatos + posibilidades = alianzas/convenios para viabilizar la gestión pública del SAL, mediante la sinergia interinstitucional referida en epígrafes anteriores. En consecuencia, se requiere: Talento y Recursos: Equipo humano directivo, técnico y operativo; Espacios físicos con vocación agrícola; Infraestructura de apoyo; Dotación de maquinaria, equipos, herramientas, vehículos; Dotación de insumos agrícolas. Instituciones públicas y organizaciones sociales de base: DIDAM, Catastro Municipal, Ingeniería Municipal; INTI; INDER, Consejo Federal de Gobierno, FONDAS, BAV, FONACIT; AGROPATRIA, Corporación Socialista del Cacao Venezolano, CIARA, CORPOMIRANDA; Consejos Comunales, Comunas, EPS, UPS, Cooperativas, otros. En relación al último requerimiento es conveniente establecer algunas consideraciones en torno a la estrategia de vinculación para la sinergia interinstitucional, las que pueden sintetizarse en: a) Definición de potenciales intereses por tipo de instituciónorganización; b) Priorización de intereses en función al sistema agroalimentario local; 101 Albano A. Zambrano Q. c) Definición de acciones institucionales a manera de guión para abordar cada tipo de institución pública u organización social; d) Conformar instancias de anexión interinstitucional como el COMAS, la Mesa Agroalimentaria, los CLAP, la Mesa técnica por la soberanía alimentaria, y realizar eventos participativos como los abordajes comunitarios integrales, las Ferias del Consumo Familiar, Congreso de productores, entre otros, que permitan la participación e integración interinstitucional con el Poder Popular a través de sus objetivos comunes. 3.4. Relaciones sistémicas del MEGPSAL. En el SAL como manifestación de la dinámica agroalimentaria en el ámbito comunal, está implícita un conjunto de relaciones que expresan la dialéctica histórico-material, y por ende objetiva-subjetiva, que según Marx caracteriza a “la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano” (Lenin, ob. cit., p.22), lo que en el MEGPSAL se logra mediante una vinculación de tipo circular-sucesivaascendente, cuyo punto de partida se ubica en los componentes teóricoconceptuales con los que percibimos y definimos la multidimensionalidad de tal dinámica que refleja la realidad local concreta, dando lugar así a la modelación articulada de lo orgánico-estructural que, en sucesión, induce a asumir una metódicaestratégico decisional como base y expresión del modelo, conduciéndonos nuevamente a lo teórico-conceptual para a su evaluación y eventual modificación de ser necesario, e iniciar la circulaciónsucesiva-ascendente en forma de espiral. Lo referido se muestra en la figura 12 donde se representan gráficamente las relaciones sistémicas entre los componentes del MEGPSAL mediante flechas unidireccionales de tipo espiral “que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo” (Lenin, ob. cit., p.24), y por ende en dinámico movimiento ascendente, que adicionalmente incorporan como sistema la idea del espacio (entre planos componentes) y el tiempo (momentos en la 102 Albano A. Zambrano Q. sucesión), en tanto categorías dialécticas o formas fundamentales de las relaciones sociales, económicas y políticas desprendidas de la gestión agroalimentaria que, como hemos afirmado anteriormente, tienen al ser humano como fin y eje de la acción estratégica en su rol de prosumidor, teniendo en cuenta que “un ser concebido fuera del tiempo es tan absurdo como lo sería un ser concebido fuera del espacio” (Lenin, 1989, ob. cit., p. 222), constituyéndoselo material e histórico en la esencia ontológica que sustentó nuestra construcción teórica. Figura 12. Relaciones sistémicas entre los planos-momentos del MEGPSAL. Como se observa, a través de nuestro MEGPSAL se establecen relaciones que tienen como fin último la articulación entre diversos planos y momentos que nos permiten configurar vínculos sistémicos entre subsistemas de diversa naturaleza categorial, tales como el orden teórico-conceptual de donde emanan, pues es a partir de la concepción teórica de lo estructuralmetódico-estratégico como componentes del primer plano-momento, que logra percibirse desde lo abstracto y la subjetividad (propias de la teoría), la existencia del segundo espacio-tiempo en sus múltiples dimensiones, pero también relacionado con lo orgánico-estructural y lo metódico-estratégico. 103 Albano A. Zambrano Q. En cuanto al carácter multidimensional que revisten los elementos conformantes del segundo plano-momento, más allá de su condición de ser consecuencia del primero y causal del tercero, debemos destacar la relación establecida pese a su disímil naturaleza (con lo precedente y posterior), por tratarse este componente de una construcción teórico-práctica sustentada en lo apariencial de la realidad concreta estudiada, cuya multiplicidad de funciones y formas convergen hacia su interior en una diversidad ontológica indivisible, que fusionan interrelaciones de lo abstracto-subjetivo con lo concreto-material, facilitando así la continuación relacional desde el primer al tercer componente sistémico señalados, sin menoscabo de poder relacionarse también directamente con el cuarto plano-momento identificado. De esta secuencialidad en nuestra construcción adquieren forma orgánicoestructural los componentes del tercer plano-momento conformado por intra relaciones recíprocas entre productores, productos, ecosistema natural y político, caracterizándose su naturaleza concreta por ser más tangible que en los anteriores componentes y, por ende, un sentido y funciones más prácticas en términos de sus capacidades transformadoras, las que obviamente dependen de sus respectivas dimensiones, que las conducen al tránsito sistémico hacia lo metódico-estratégico para adecuar su desempeño al contexto del SAL, sin perder relación causal con lo teórico-conceptual. Es así como el cuarto plano-momento se conforma mediante el proceso y tratamiento metódico-estratégico derivado de las interacciones precedentes, por cuanto su presencia se hace indispensable y necesaria para el abordaje decisional desde el gobierno local con la participación del poder popular, a fin de diseñar políticas públicas considerando el contexto espacio-tiempo en términos de los recursos naturales, materiales, políticos y jurídicos disponibles en relación con la dinámica agroalimentaria local. Sintetizando: en el MEGPSAL se instituyen relaciones circulares- ascendentes de tipo espiral, que si bien se identifican con la sucesividad ordinal espacio-temporal consecutiva entre sus componentes (flechas 104 Albano A. Zambrano Q. azules), también son posibles las relaciones directas entre planos-momentos no consecutivos (flechas negras), según sean necesarias para la funcionalidad sistémica modelada, lo cual explica que lo teórico-conceptual (génesis del modelo), establece relaciones hasta consigo mismo en el proceso de revisión-reconstrucción; la dinámica multidimensional, aparte de lo orgánico-estructural se relaciona con lo metódico-estratégico, y éste reinicia el proceso en un plano superior continuo hacia lo teórico-conceptual (revisado y reconstruido) hacia una nueva realidad contextual, obviamente surgida de las transformaciones provocadas en el primer ciclo. 105 Albano A. Zambrano Q. IV. CUARTO MOMENTO: INDICADORES DE VALORACIÓN PARA EL MEGPSAL. El presente acápite lo dedicamos al desarrollo de nuestro cuarto objetivo específico y está organizado en tres epígrafes que, de manera progresiva, nos permiten definir qué son los indicadores de valoración partiendo de un abordaje conceptual genérico hasta especificar teóricamente las razones de su aplicabilidad al MEGPSAL; posteriormente detallamos la metódica de construcción y aplicación de indicadores para la valoración del modelo; finalmente presentamos algunos indicadores obtenidos del MEGPSAL cuyos resultados permiten su valoración tributando además a evidenciar la validez de nuestra investigación. Es propicio acotar que en este proceso de valoración acudimos a la construcción de indicadores tanto de naturaleza cuantitativa como de tipo cualitativa. En el primer caso debido a que en el campo de acción al que se circunscribe la investigación se abordan componentes primordiales de la actividad económico-productiva agropecuaria, cuyas dimensiones se expresan mediante magnitudes necesariamente cuantificables, tal es el caso de superficies productivas, volúmenes de producción-intercambio-consumo, costos de producción, rendimientos, entre otras. De igual manera se configuraron indicadores atendiendo al componente social presente en la investigación al abordarse la gestión pública en tanto acción humana, así como por asumirse el SAA desde el enfoque de la satisfacción de necesidades, cuyas consideraciones valorativas se expresan en la percepción subjetiva de las y los consumidores, productores, intermediarios, gobernantes y especialistas, en términos de aceptación o rechazo argumentado y fundamentado que permita revelar lo acertado o no del MEGPSAL para representar una realidad concreta que, en nuestro caso, debe ser útil para transformar la situación vigente. 4.1. Indicadores de valoración: aproximación a una definición sistémica. Concebimos los indicadores como la expresión observable de un objeto de estudio, la cual puede ser de naturaleza cuantitativa o cualitativa, cuyo 106 Albano A. Zambrano Q. análisis permite describir particularidades, procedimientos o manifestaciones de cambios en la realidad concreta y que percibimos a través de las tendencias evolutivas de una categoría teórica, las modificaciones en los valores de una variable, en el comportamiento intercategorial o en la relación entre variables, que evidencian sus modificaciones en el tiempo y que mediante el análisis comparativo “con periodos anteriores, o bien frente a una meta o compromiso, permite evaluar el desempeño y su evolución en el tiempo” (DAFP, 2012, p.17), definición donde la temporalidad, la materialidad y la transformacionalidad constituyen dimensiones esenciales del objeto estudiado en contexto, otorgándole la dinámica sistémica característica. Es así que los indicadores sirven para “establecer el logro y el cumplimiento de la misión, objetivos, metas, programas o políticas de un determinado proceso o estrategia” (Ibíd.), por consiguiente se acude a su aplicabilidad en la valoración del MEGPSAL con miras a determinar si éste realmente tributa a los fines y propósitos para los cuales se concibió, en términos de apreciar si la gestión pública del SAL, y el modelo que le sustenta, tienen el carácter estratégico-transformacional que según J. García (comunicación personal, 16 de septiembre de 2016) implica tomar los indicadores “como resultados para valorar la gestión pública local en lo agroalimentario, es decir, valorar la manera de gestionar al SAL desde la función pública”. Es propicio acotar que lo referido sólo es posible en tanto y en cuanto los indicadores tengan la capacidad de indicar algo con sus aportes de información real y oportuna para los intereses de quienes diseñan y aplican las políticas públicas, puesto que como hemos dicho, el indicador se define y se estructura teóricamente en correspondencia con la ontología que sustenta al modelo de gestión pública aplicado, de donde se desprende que no existen indicadores genéricos neutros, pues resulta inviable valorar al SAA concebido desde el buen vivir y el socialismo como satisfactor de necesidades, utilizando para ello parámetros basados en la concepción 107 Albano A. Zambrano Q. economicista del agronegocio capitalista, habida cuenta que los resultados positivos desde la concepción humanista son negativos para la neoliberal. En tal sentido dada nuestra consideración respecto a la participación del gobierno municipal en la gestión del SAL, como expresión de la garantía constitucional de seguridad alimentaria por parte del Estado, así como por la connotación estratégica que otorgamos a dicha participación, es evidente la necesidad de obtener, sistematizar y analizar información sobre la dinámica agroalimentaria local y sus contextos cambiantes, influenciados por factores naturales de orden biológico, químico y físicos (algunos cíclicos y otros impredecibles), indispensables para garantizar la sostenibilidad del sistema que viabiliza el acceso a la alimentación como necesidad humana vital, conllevándonos a un constante vínculo con las comunidades que interactúan en los diferentes componentes circuitales del sistema e implican factores de tipo social, económico y político (también cíclicos y/o impredecibles), pero que son expresión de la funcionabilidad sistémica como un todo. En correspondencia con lo anterior definimos dos tipos de indicadores de valoración del MEGPSAL, obedeciendo a la naturaleza de la información que generan a la gestión de gobierno municipal sobre el sistema, agrupada de acuerdo con su carácter cuantitativo o cualitativo, pero que evidentemente se complementan al momento de tomar decisiones de políticas agroalimentarias locales y conceptualmente los definimos de la siguiente manera: a) Indicadores cuantitativos: permiten la valoración del MEGPSAL mediante el análisis de las magnitudes que expresan variaciones vinculadas al proceso productivo tales como volúmenes de producción, superficies productivas, rendimientos por espacio-tiempo; comportamiento biológico de plantas y animales tales como el desarrollo de los cultivos y rebaños, ciclos y etapas de vida, movilidad de la biodiversidad; conformación físico-química de los elementos fundamentales del ambiente como suelo, agua y aire; evolución de la actividad económico-productiva en términos de la cantidad de unidades de producción agrícola (UPA), número de 108 Albano A. Zambrano Q. consumidores abastecidos, volúmenes de consumo, composición nutricional de la dieta alimenticia, costos de producción y precios, entre otras magnitudes vinculadas indistintamente al ámbito natural o social. b) Indicadores cualitativos: mediante los cuales se valora al MEGPSAL analizando el comportamiento de categorías teóricas (no numéricas), básicamente vinculadas a la gestión del sistema aunque igualmente reflejan o marcan las tendencias en términos de la percepción sobre el abastecimiento, sensación de seguridad y soberanía, consideraciones sobre la calidad de los productos y las gestión de gobierno, gobernanza económica, valoración de políticas públicas, satisfacción a las demandas del poder popular, formas de organización social para la producción, entre otras, que se construyen fundamentalmente a partir de la subjetividad de las y los actores involucrados, así como mediante el análisis de la propensión comportamental en el contexto político, el ambiente ecolocal y el ámbito cultural vinculado a la dinámica agroalimentaria comunal. 4.2. Metódica de construcción teórica y aplicación de los indicadores. La base metódica para la construcción de nuestros indicadores la constituye los elementos teórico componentes del SAL y su dinámica implícita, esto es: partimos de lo orgánico-estructural del modelo (sujeto, objeto, ambiente y agrogestión), contextualizado en la multidimensionalidad agroalimentaria local (social-comunal, espacial-temporal, físico-material y político- institucional), para comprender las relaciones sistémicas entre los planosmomentos del MEGPSAL que nos permitan valorar sus avances y aportes para las transformaciones necesarias al modelo de gestión del SAA venezolano, las cuales finalmente repercuten y se reflejan en la agricultura estratégica, la articulación territorial, la planificación participativa, la sinergia interinstitucional y las políticas públicas locales en materia agroalimentaria, convirtiéndose este conjunto de elementos teóricos relacionales en indicadores para la valoración del MEGPSAL. 109 Albano A. Zambrano Q. Enmarcados en lo anterior y habida cuenta que es a través del establecimiento de relaciones teóricas como se construyen los indicadores, establecimos preliminarmente cinco grupos de relaciones entre categorías y variables que nos tributan a la valoración de la gestión pública agroalimentaria local a través del modelo estratégico, para lo cual procedimos a enunciar un conjunto de interrogantes vinculadas a los referidos elementos relacionales, en tanto indicadores de valoración, oportunamente descritos en el subepígrafe 4.4.2, cuyas respuestas en consultas, por observación o mediante la medición estadística según cada caso específico, permiten valorar al MEGPSAL tal como mostramos en la tabla siguiente: 110 Albano A. Zambrano Q. Tabla 5. Indicadores de valoración del MEGPSAL Indicadores Descriptores Contribución a la Agricultura Estratégica Analizan el rol estratégico de la agricultura como actividad aglutinadora del esfuerzo humano, satisfactor de necesidades y protector medioambiental como acción oficiada desde la gestión pública local. Criterios de valoración 1) ¿Impulsa localmente el trabajo liberador y emancipatorio en la actividad agroproductiva? 2) ¿Garantiza viabilidad local al nuevo modelo económico-productivo? 3) ¿Procura superar el rentismo petrolero a través del situado constitucional? 4) ¿Fomenta localmente un modelo de producción socialista y endogenista para sustituir importaciones y fomentar exportaciones? 5) ¿Aporta desde la agricultura local a la emancipación integral del país en lo económico, lo cultural y tecnológico? 1) ¿Tributa a la planificación del abastecimiento local para establecer estratégicamente cuánto producir y cuánto importar? Fortalecimiento de la Articulación territorial Consideran las condiciones agro-edafoclimatológicas del territorio en términos de sus potencialidades productivas, los requerimientos nutricionales calóricos y proteínicos en un momento determinado 2) ¿Impulsa la zonificación productiva ecolocal según capacidades naturales e instaladas en el municipio? 3) ¿Facilita la complementariedad productiva territorial pertinente y oportuna? 4) ¿Fomenta la desestacionalización cíclica del consumo local articulando con los ejes agroproductivos? 5) ¿Garantiza mercados locales priorizados a los agricultores del municipio procurando la integración del sistema agroalimentario local? 6) ¿Fortalece los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP)? Fomento de la Planificación Participativa Expresan la actuación protagónica y corresponsable de las y los actores involucrados en la actividad productiva y el consumo, a fin de priorizar el uso de los recursos en el tiempo y el espacio. 1) ¿Fomenta la conciencia sobre los riesgos de la producción improvisada y los beneficios de la planificación estratégica en lo agrícola? 2) ¿Impulsa el desempeño económico y social responsable del sistema agroalimentario local? 3) ¿Estrecha vínculos entre la gestión pública y la dinámica local-comunal? 4) ¿Orienta estratégicamente la actividad del sistema agroalimentario local con aportes de los diversos intereses vinculados? 111 Albano A. Zambrano Q. Impulso a la Sinergia interinstitucional Instituyen el indispensable concurso interactivo y articulado de la acción del Estado como un todo, a través de sus distintos niveles y organismos para abordar el tema de la producción y abastecimiento alimenticio oportunos. 1) ¿Considera la multifactorialidad problémica, recursos institucionales, multidimensionalidad de las necesidades y racionalidades implícitas en la dinámica agroalimentaria local? 2) ¿Establece las simbiosis indispensables entre las instituciones públicas y privadas encargadas de la actividad agroproductiva y el consumo alimentario? 3) ¿Se enmarca en la política nacional de descentralización y desconcentración en materia agroalimentaria tendiente a transferir la toma de decisiones públicas hacia las instancias locales como los espacios políticos más cercanos a las comunidades? 4) ¿Se adecúa a los vértices y micromisiones contemplados en la Gran Misión Abastecimiento Soberano y los CLAP? Apalancamiento a las Políticas públicas locales Reflejan las decisiones de del gobierno municipal para garantizar la pertinencia social y económica del sistema agroalimentario local, asegurando su carácter sustentable y sostenible en términos del consumo y permanencia de la actividad agroproductiva. 1) ¿Vincula las políticas públicas con la dinámica territorial-ambiental, económico-productiva y social-cultural de las comunidades? 2) ¿Se corresponde con los requerimientos de la realidad agroalimentaria local en favor de los procesos y actores componentes del sistema? 3) ¿Establece vínculos comunicantes entre problemas de las comunidades y la hoja de ruta resolutiva del gobierno municipal? 4) ¿Facilita la cooperación del Poder Popular con las competencias del ejecutivo municipal según el mandato constitucional? 112 Albano A. Zambrano Q. Una vez definidos los anteriores criterios de valoración como base de los respectivos indicadores, y asumiendo que el análisis comparativo entre periodos y niveles de logro constituye el fin último de los indicadores de valoración, consideramos pertinente realizar un ejercicio de valoración preliminar del MEGPSAL, lo que además de permitirnos validar los indicadores en sí mismos, nos ayudó a evidenciar los aportes teóricos de nuestra propuesta transformadora al contexto del país, esto último muy oportuno para el momento histórico que vive la República Bolivariana de Venezuela, ante la necesidad de reforzar el proceso de abastecimiento y producción comunal desde lo local. Igualmente lo consideramos oportuno por tratarse de un modelo de gestión pública para la democracia participativa y protagónica que impulsa el Socialismo del Siglo XXI, pues atañe al interés colectivo generalizado. En tal sentido para la construcción de los indicadores como herramientas de valoración acudimos a la observación directa y participativa de las operaciones del SAL, recurriendo además al diálogo crítico y las entrevistas a profundidad con actores involucrados, al debate de preguntas generadoras con grupos focales vinculados tanto a la gestión pública local como al SAA, además de apoyarnos en algunas estadísticas con datas de campo provenientes de la medición in situ de superficies, volúmenes, biodiversidad y beneficiarios, entre otras, obtenidas antes, durante y posteriormente a la creación de la DIDAM como ente rector de la política agroalimentaria del Municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda, cuya funcionalidad legal fue otorgada mediante Resolución Municipal Nº 005-15, de fecha 05 de enero de 2015, publicada en la Gaceta Municipal Nº 0908 de fecha 05 de enero de 2015 (Anexo 6). 4.3. Valoración del MEGPSAL mediante indicadores. En el presente subepígrafe reseñamos sintetizadamente los resultados del ejercicio que nos permitió la construcción de los indicadores de valoración, cuya aplicación ha permitido ratificar algunas medidas y acciones de la política agroalimentaria municipal, fortalecer aspectos neurálgicos y reorientar oportunamente las desviaciones, incrementándose sustancialmente la capacidad de respuesta política del gobierno local, se impactó positivamente la economía local y se ha reducido el riesgo social de las alteraciones del orden público a causa del desabastecimiento programado. 113 Albano A. Zambrano Q. Tabla 6. Resultados preliminares de la implementación del MEGPSAL Indicadores Resultados de la valoración 2014-2016 1) Incremento en 15% de la pequeña y mediana producción agropecuaria independiente, evidencia un impulso local al trabajo liberador y emancipatorio en la actividad agroproductiva; 2) Diversificación de la actividad económica local expresado en el rescate de la actividad agrícola, garantiza viabilidad al nuevo modelo económico-productivo local; Fortalecimiento de la Articulación territorial 3) Creación de 3 Empresas de Propiedad Social Municipal (EPSM) vinculadas al SAA, procura reducir la dependencia presupuestaria del situado constitucional como expresión del rentismo petrolero nacional; 4) Mayor aprovechamiento del potencial ecolocal y rescate de la experiencia y cultura agrícola y pesquera, fomenta localmente un modelo de producción endogenista para sustituir importaciones y fomentar exportaciones; 5) Fortalecimiento de la pequeña y mediana producción con base en potencial y capacidades naturales, aporta desde lo local a la emancipación integral del país. 1) Elaboración con métodos participativos y consulta abierta del “Plan de Desarrollo Agrícola Integral para el Municipio Brión 2015-2017”, se tributa a la planificación del abastecimiento local para establecer estratégicamente cuánto producir y cuánto importar; 2) Definición de 9 Ejes Agroproductivos distribuidos en las 3 parroquias, impulsa la zonificación productiva según capacidades naturales e instaladas en el municipio; Fomento de la Planificación Participativa 3) Organización de Ferias de Consumo Familiar en cada parroquia con los productos locales, facilita la complementariedad productiva territorial pertinente y oportuna; 4) Creación de las EPSM “Alimentos Brión, S.A.” y “Comercializadora Brión, S.A.”, busca fomentarla desestacionalización cíclica del consumo local articulando con los ejes agroproductivos; 5) Organización de Ferias de Consumo Familiar, Zonas especiales de comercialización agrícola y compras directas al productor, garantizan mercados priorizados a los agricultores del municipio y su la integración al SAL; 6) Conformación de 7 Espacios Productivos Agrícolas (EPAS), apoyo técnico a los patios productivos familiares, huertos comunitarios y a la agricultura urbana y periurbana, fortalece los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP) Continúa… 114 Albano A. Zambrano Q. Continuación tabla 6… Indicadores Criterios de valoración aplicado2014-2016 1) Elaboración del “Plan de Desarrollo Agrícola Integral para el Municipio Brión 2015-2017” con métodos participativos, fomenta la conciencia sobre los riesgos de la producción improvisada y los beneficios de la planificación estratégica en lo agrícola; Fomento de la Planificación Participativa 2) Implementación del “Programa de Capacitación para Productoras y productores del Municipio Brión” como impulso al desempeño económico y social responsable del SAL; 3) Creación del Consejo Municipal de Productores y Pescadores, junto a la activación del Comando Municipal Agrario Socialista (COMAS), estrecha vínculos entre gestión pública y la dinámica local-comunal; 4) Activación del COMAS y articulación a la GMAS-CLAP, orienta estratégicamente la actividad del SAL con aportes de los diversos intereses vinculados. 1) Trabajo conjunto del COMAS y articulación con vértices de la GMAS, permite abordar la problemática multifactorial con recursos interinstitucionales, para satisfacer las necesidades implícitas en la dinámica agroalimentaria local; Impulso a la Sinergia interinstitucional 2) Articulación absoluta de las actividades de las instituciones agrícolas en el municipio Brión, lo cual establece la simbiosis entre las instituciones encargadas de la actividad agroproductiva y el consumo alimentario; 3) Asunción municipal de programas y proyectos agroalimentarios, enmarcados en el proceso de descentralización y desconcentración hacia las instancias locales como espacios geopolíticos más cercanos a las comunidades; 4) Articulación del municipio a través del equipo técnico DIDAM con los equipos ministeriales, permiten adecuarse a los vértices y micromisiones contemplados en la Gran Misión Abastecimiento Soberano y los CLAP. 1) Creación de la DIDAM permite vincular las políticas públicas locales con la dinámica territorial-ambiental, económico-productiva y socialcultural de las comunidades; Apalancamiento a las Políticas públicas locales 2) Contenido del PDAIM 2015-2017 y el desempeño de la DIDAM se corresponde con requerimientos del SAL; 3) Agenda de trabajo cotidiano de la DIDAM orientada a establecer vínculos comunicantes entre problemas de las comunidades y la hoja de ruta resolutiva del gobierno municipal; 4) Instancias de participación DIDAM-CMPP-COMAS, facilitan la cooperación del Poder Popular con las competencias del ejecutivo municipal atendiendo al mandato constitucional. 115 Albano A. Zambrano Q. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Queremos acotar que tanto las conclusiones como las recomendaciones estuvieron orientadas por los objetivos de nuestra investigación, sirviéndonos como criterios de elaboración para las primeras tres premisas fundamentales: por una parte se trató de realizar el aporte epistemológico demandado a toda tesis doctoral, en segundo lugar resaltar el carácter estratégico en la fusión político-social-económica del aporte en correspondencia al programa de estudios avanzados, y finalmente aportar al campo del conocimiento científico contextualizado en la temática agroalimentaria. Estas razones explican el arribo a nueve conclusiones que, en promedio, representan dos por cada objetivo específico más una derivada de la experiencia práctica en la gestión pública que más allá de su utilidad teórica, nos permitió comprobar la viabilidad real de nuestra propuesta. En cuanto a las recomendaciones, quisimos dirigirlas a los tres ámbitos axiomáticos de la gestión de políticas públicas: el político, la ciudadanía y los científicos. Conclusiones 1) El modelo de gestión del SAA venezolano vigente después de quince años de la Constitución Bolivariana se caracteriza por: centralismo nacional de las políticas públicas, apego al enfoque del agronegocio neoliberal, noción mercantil de la economía de escala, fortalecimiento de la homogeneidad alimentaria global de la agroindustria y control mayoritariamente privado del sector alimenticio, siendo evidente su incapacidad para responder a demandas surgidas de la nueva concepción política, económica y social del país, pues se contrapone a la seguridad y soberanía alimentaria que debe ser garantizada por el Estado de justicia social, descentralizado y basado en los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos que declara el texto constitucional. 2) Consecuentemente el agotamiento del modelo impacta de manera determinante en los tres planos de la seguridad y soberanía alimentaria: la producción, el abastecimiento y la organización social en tanto expresión de la crisis sistémica, cuyo colapso es inmanente a la estructura del capitalismo neoliberal implantado en el país 116 Albano A. Zambrano Q. durante las últimas tres décadas del siglo XX, aunque mediáticamente es usado actualmente como arma ideológica para la guerra económica contra la nueva formación social que plantea el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. 3) Dos grupos de elementos teóricos de diferentes niveles y funciones epistémicas fundamentaron nuestro proceso investigativo y se expresan en la propuesta transformadora del MEGPSAL: por un lado los elementos fundamentales que representan a las categorías teóricas clave y articulan el vínculo problema-solución, por otra parte los elementos relacionales representando las categorías teóricas vinculantes que facilitan la relación de la teoría con la realidad concreta, sirviendo de enlaces entre el objeto de estudio y la propuesta transformadora. 4) Las relaciones teóricas categoriales enuncian la vinculación de los elementos teóricos con la dinámica local-comunal, le confieren carácter estratégico al modelo sistémico y sirven de evidencia respecto a la acción transformadora de la gestión pública sobre la realidad agroalimentaria, por lo cual es indispensable reconocer y comprender que la agricultura estratégica, la articulación territorial, la planificación participativa, la sinergia interinstitucional y las políticas públicas locales son la esencia articuladora teoría-práctica que representa el MEGPSAL. 5) En la construcción del MEGPSAL se identificaron los componentes teóricos de dominante, determinante y decisivo presentes en todo modelo, correspondiéndole a lo estratégico el desempeño del rol dominante en el modelo de gestión pública; lo estructural como el componente determinante para la organización operativa del SAL; mientras que lo metódico cumple el rol decisivo que involucra la funcionalidad y pertinencia social de la gestión pública local mediante políticas públicas en materia agroalimentaria. 6) El MEGPSAL establece relaciones destinadas a la articulación de sus elementos teóricamente pertenecientes a diversos planos-momentos sistémicos: lo teóricoconceptual que refleja lo abstracto y subjetivo; el carácter multidimensional de la dinámica agroalimentaria en socio-política, espacio-tiempo, ambiente-producción; la unidad orgánico-estructural de las partes del SAL; y el componente metódico- 117 Albano A. Zambrano Q. estratégico, relativo al abordaje decisional conjunto Poder Público-Poder Popular como sustento de la participación estratégica y sistémica. 7) La evocación estratégica del MEGPSAL implica la necesidad permanente de obtención, sistematización y análisis de información cuantitativa-cualitativa que indique algo para valorar la gestión pública sobre la dinámica agroalimentaria local y sus contextos situacionales cambiantes, a fin de coadyuvar oportunamente a la toma de decisiones políticas sobre las problemáticas alimentarias comunales. 8) La base metódica de los indicadores de valoración del MEGPSAL la constituyen los elementos teórico-relacionales, pues la intencionalidad, el deber, el poder y los requerimientos estratégicos de la gestión pública respecto al SAL, repercuten directamente sobre la agricultura estratégica, la articulación territorial, la planificación participativa, la sinergia interinstitucional y las políticas públicas locales, siendo indispensable su monitoreo y análisis permanente para mantener, mejorar o introducir correctivos oportunamente. 9) La valoración preliminar obtenida de la implementación del MEGPSAL en el municipio Brión, Estado Bolivariano de Miranda durante el período2015-2016, permite por una parte reiterar el deber ineludible del Estado de gestionar el SAA con la participación estratégica pueblo-gobierno, además de evidenciar la importancia de que la coordinación del mismo se lleve a cabo desde instancias públicas locales, todo ello con miras al adecuado aprovechamiento de las potencialidades ecolocalesculturales e introducir correctivos oportunamente. Recomendaciones Al Poder Público: que las y los responsables de la gestión pública en tiempos de revolución incorporen a su desempeño cotidiano el carácter dinámico, estratégico, sistémico, participativo y abierto para gestar transformaciones de la realidad concreta encontrada, máxime cuando se trata de asuntos tan sensibles con repercusiones político-sociales como el SAA, cuyas raíces en lo económico, cultural y ambiental regularmente son subestimadas bajo 118 la racionalidad fragmentaria que, Albano A. Zambrano Q. contradictoriamente, se intenta superar centralizando decisiones fuera del contexto espacial-temporal-social al que por su naturaleza pertenecen. Al Poder Popular: las y los prosumidores deben comprender que el colapso del modelo de agronegocio dependiente de los mercados intermediarios, es un reflejo del agotamiento sistémico capitalista, en cuya máxima expresión de la lucha de clases se utiliza el desabastecimiento alimenticio como arma de guerra letal para vencer nuestra resistencia al pretendido neocolonialismo imperial, a nuestro deseo de independencia política y nuestra decisión de soberanía alimentaria, la cual se debe iniciar desde contexto espacial-temporal-político local. A las Ciencias de la Gestión Pública: las y los investigadores académicos de las temáticas vinculadas a la gestión pública debemos profundizar en el análisis desde nuestras capacidades disciplinares, pero asumiendo la perspectiva sociocrítica que nos permite tributar efectivamente en la transformación de la realidad cotidiana, superando el temor al cambio de paradigmas y abandonando la comodidad de métodos que limitan el aprovechamiento del potencial investigativo del entorno, siendo necesario involucrarnos comprometidamente con el proceso transformador de la realidad concreta, lo que amerita vivir experiencias directas en el desempeño de la gestión pública bajo el principio de investigar haciendo. 119 Albano A. Zambrano Q. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Acosta, A. (2013). Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de la misma maldición. En Lang, M., y Mokrani, D. Más allá del Desarrollo (pp. 273 - 306). Caracas: Fundación CELARG. Alburquerque, F. (2004). 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Anexo 3: MATRIZ DE ACTORES INVOLUCRADOS OBJETIVOS INFORMACIÓN REQUERIDA POSIBLES ACTORES INFORMANTES Elaboración propia (2014). 135 TÉCNICA APLICABLE Observación Entrevistas Albano A. Zambrano Q. Anexo 4: MATRIZ PARA ELABORACIÓN DEL GUIÓN DE ENTREVISTA PROBLEMA: INTERROGANTES CIENTÍFICAS: PROPUESTA DE TRANSFORMACIÓN: OBJETIVOS ESPECÍFICOS: OBJETIVO GENERAL: PREGUNTAS DE LA ENTREVISTA: Elaboración propia (2014). 136 CATEGORÍAS FUNDAMENTALES: ORIENTACIÓN A RESPUESTAS: Albano A. Zambrano Q. Anexo 5: MATRIZ DEL DISEÑO INVESTIGATIVO Momento I: APROXIMACIÓN AL OBJETO DE ESTUDIO PROBLEMA: CAUSAS: INTERROGANTES: Momento II: FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA CATEGORÍAS: CONSECUENCIAS: EPÍGRAFES: OBJETIVOS: General: Específicos: Elaboración propia (2015). 137 Momento III: RECORRIDO METODOLÓGICO . Momento IV: PROPUESTA TRANSFORMADORA 4.1.1. Albano A. Zambrano Q. Anexo 6: DESIGNACIÓN COMO DIRECTOR DE DESARROLLO AGRÍCOLA DEL MUNICIPIO BRIÓN 138 Albano A. Zambrano Q. Anexo 7: RESEÑAS MEDIÁTICASDELAS ACCIONES DEL MEGPSAL 139 Albano A. Zambrano Q. 140 Albano A. Zambrano Q. 141 Albano A. Zambrano Q. Anexo 8: EXPERIENCIA METODOLÓGICA. Proceso praxeológico para la delimitación de las categorías teóricas Durante nuestra praxis investigativa fue necesario identificar un conjunto de categorías teóricas, entendidas como palabras y conceptos con significados concretos que pueden ser objeto de resignificación según el contexto al que se apliquen, que bien pueden tener un carácter teórico esencial por su importancia para la investigación, o servir como apoyo relacional con el contexto investigativo, constituyéndose respectivamente en fundamentos teóricos desde lo que denominamos vértice epistemológico, así como en el aporte que desde el vértice teórico quisimos tributar a la ciencia y la sociedad. 1. Categorías teóricas del vértice epistemológico 1.1. Selección categorial: Este vértice fue elaborado a partir de las categorías teóricas fundamentales y para escoger las palabras que fungieron como tal fue preciso establecer su aporte, en tanto recurso conceptual, a la construcción teórica del planteamiento investigativo, esto es, las palabras-conceptos presentes de manera indispensable y significacional en los tres enunciados teóricos primordiales de la investigación y que por tanto la orientaron: el problema, el objetivo general y el objetivo teórico. ¿Por qué el Problema? Representa el objeto de estudio sobre el cual (o en torno al que) desarrollamos la investigación y por ende desempeña un rol fundamental en nuestra praxis investigativa, habida cuenta que de su adecuada delimitación teórica mediante las conceptualizaciones oportunas, asumimos las acciones y estrategias precisas para trascenderlo en tanto limitante, dificultad, obstáculo o vacío epistemológico encontrado en nuestra relación con el contexto. En nuestro caso: Deficiencias en el modelo de gestión del sistema agroalimentario en Venezuela. En el anterior enunciado del problema identificamos las cinco palabras-conceptos (subrayadas y doble subrayadas) que le otorgan significado concreto al mismo, 142 Albano A. Zambrano Q. constituyéndose así en categorías teóricas fundamentales de nuestra investigación: Modelo, Gestión, Modelo de gestión, Sistema y Agroalimentario. ¿Por qué el Objetivo General? Enuncia la propuesta de solución que nos planteamos para transformar la realidad problémica a ser confrontada en nuestra investigación, lo que implicó acudir a conceptos que nos tributaran a superarla, dando lugar así al uso de otras categorías teóricas cuya importancia es evidente y por tanto son irrenunciables en nuestra praxis. Esta metódica es aplicable y válida también cuando usamos una interrogante central en sustitución del objetivo general o ambos recursos, como el caso que nos ocupó donde planteamos ambos (interrogante y objetivo): ¿Cómo superar las deficiencias en la gestión del sistema agroalimentario en Venezuela? Construir un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local. En esta oportunidad las categorías teóricas fueron extraídas del enunciado de objetivo general, puesto que en la interrogante central están presentes, obviamente, las mismas categorías del problema. Así pues cobraron significado conceptos compuestos por más de un palabra que, al unirlas, dieron lugar a cinco nuevas categorías teóricas concretas fundamentales en nuestra investigación: Estratégico, Modelo Estratégico, Gestión Pública, Sistema Agroalimentario y Local. ¿Por qué el Objetivo Teórico? Concibiendo como tal al objetivo específico (y/o interrogante según el caso) que nos orienta en el proceso de fundamentación teórica, sirviéndonos de base para reflejar la contradicción problema-solución y, por ende, para marcar nuestra distancia teórica entre el conocimiento existente y el que estábamos construyendo, requiriéndose en tal sentido de categorías teóricas que nos conduzcan al análisis comparativo imprescindible para la nueva construcción epistemológica, lo que en nuestra investigación se expresó de la siguiente manera: ¿Qué elementos teóricos deben fundamentar un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local? 143 Albano A. Zambrano Q. Establecer los elementos teóricos que fundamenten un modelo estratégico de gestión pública del sistema agroalimentario local. De lo anterior se desprendieron dos nuevas categorías teóricas irrenunciables para nuestra investigación: Elementos Teóricos y Sistema Agroalimentario Local. De esta manera fue que identificamos las categorías teóricas fundamentales en torno a las cuales giró permanentemente nuestra construcción epistemológica e implicó nuestro esfuerzo intelectual para definirlas, contextualizarlas y resignificarlas en función al espacio y momento político, social, económico y estratégico del proceso de investigación. Procedimentalmente identificamos como tal las siguientes doce (12) palabras y grupos presentes significacionalmente en cada enunciado, evitando repetirlas individualmente en tal la selección: Modelo, Gestión, Modelo de gestión, Sistema, Agroalimentario, Estratégico, Modelo Estratégico, Gestión Pública, Sistema Agroalimentario, Local, Elementos Teóricos y Sistema Agroalimentario Local. Una vez seleccionadas las categorías procedimos a establecer de manera arbitraria y al azar las relaciones categoriales, asumiendo que tales relaciones se desprenden de la articulación obligante entre los enunciados teóricos primordiales (problema objetivo general - objetivo teórico), razón por la cual existe una vinculación obvia y cuasi natural entre las diversas categorías que los conforman, metódica que a la vez de permitirnos corroborar tal conexión teórica, nos permitió hilvanar un discurso coherente mediante el desarrollo de cuatro epígrafes que, progresivamente, coadyuvaron al abordaje de nuestra postura epistemológica y, por ende, a la revisión bibliográfica para la búsqueda de referentes entre autores, enfoques y teorías. El procedimiento práctico de base al azar para la construcción de los epígrafes teóricos consistió en colocar los nombres de las 12 categorías en un recipiente, procediendo a extraerlas en grupos de tres y conformar cuatro conjuntos de ellas, para luego darle sentido gramatical a la redacción de los respectivos epígrafes, tomando además como referentes para la elaboración de los correspondientes enunciados el problema y la propuesta de solución, así como la secuencialidad y 144 Albano A. Zambrano Q. sentido de los cuatro objetivos específicos de la investigación, lo cual se sintetiza en la siguiente Matriz de relaciones categoriales: Matriz de relaciones categoriales Categorías 1) Modelo 2) Gestión Categorías a relacionar Elementos teóricos Estratégic o Modelo de gestión Elementos teóricos del pensamiento estratégico en un modelo de gestión. Gestión Sistema Modelo estratégico Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un modelo estratégico. Local Gestión Pública Sistema agroalimentario La noción local en la gestión pública del sistema agroalimentario. Sistema agroalimentari o local Modelo El sistema agroalimentario Agroalimentario local como base estratégica para el modelo agroalimentario nacional. 3) Modelo de gestión 4) Sistema 5) Agroalimentario 6) Sistema agroalimentario 7) Estratégico EPÍGRAFES 8) Modelo estratégico 9) Gestión Pública 10) Local 11) Sistema agroalimentario local 12) Elementos teóricos Epígrafes teóricos del vértice epistemológico: 2.1.1. Elementos teóricos del pensamiento estratégico en un modelo de gestión. 2.1.2. Gestión con enfoque de sistema: aspecto esencial para un modelo estratégico. 2.1.3. La noción local en la gestión pública del sistema agroalimentario. 2.1.4. El sistema agroalimentario local como base estratégica para el modelo agroalimentario nacional. 2. Categorías teóricas del vértice teórico. 2.1. Categorías fundamentales: Para su definición en la praxis procedimos a identificar los elementos teóricos que estuvieron invariablemente presentes en nuestra investigación, otorgándoles la resignificación derivada tanto del abordaje epistemológico como de la propia reflexión teórica en contexto estratégico transformacional, definiendo así nuestras categorías 145 Albano A. Zambrano Q. fundamentales desde la consabida relación problema – propuesta transformadora, considerándoseles como los ejes centrales de nuestro proceder científico, lo que nos llevó a definir como tales categorías: Modelo Estratégico, Gestión Pública y Sistema Agroalimentario Local 2.2. Categorías vinculantes: En otro nivel conceptual pero asumiendo también eventuales resignificaciones derivadas de las nuevas relaciones categoriales establecidas para el contexto agroalimentario local, identificamos nuestras categorías teóricas que le son vinculantes y a su dinámica concreta, asumiendo como tales un grupo de conceptos que giran en torno a las categorías fundamentales: Agricultura Estratégica, Articulación Territorial, Planificación Participativa, Sinergia Interinstitucional y Políticas Públicas Locales Procedimentalmente se utilizó la misma metódica aplicada para las categorías teóricas fundamentales, particularizando sus rasgos definitorios según nuestra intencionalidad teórica respecto a la relación problema- propuesta de transformación. 146 Albano A. Zambrano Q. Anexo 9: CARACTERIZACIÓN SOCIO PRODUCTIVA DEL MUNICIPIO BRIÓN. 1. Condiciones demográfico-territoriales y socioproductivas del Municipio. El Municipio Brión está conformado geopolíticamente por tres parroquias: Higuerote, Curiepe y Tacarigua, encontrándose ubicado al noreste del Estado Miranda, con el Mar Caribe al norte y al este de su geografía, mientras que al sur limita con el Municipio Buróz y al oeste con el Municipio Acevedo, cuenta con una población total proyectada para 2016 (PMD, 2011) de 65.963 habitantes, sobre un área de 531 km2. Demográfica y territorialmente está distribuido en tres parroquias: Higuerote (33.539 habitantes y 322 km2); Curiepe (16.456 habitantes y 152 km2) y Tacarigua de Brión (15.968 habitantes y 57 km2), como se observa en el siguiente mapa demográfico: Figura 1. Mapa Demográfico-Territorial del Municipio Brión. Fuente: DIDAM (2015). Desde el punto de vista territorial la actividad socioproductiva del municipio se encuentra ubicada en nueve Ejes Agroproductivos Rurales (EAPR), distribuida en 72 comunidades con actividad agropecuaria, cuya producción se corresponde 147 Albano A. Zambrano Q. fundamentalmente con las capacidades agroecológicas naturales, así como en la tradición y experiencias socioculturales de tales territorios: Tabla 1. Territorialización de las actividades Agroproductivas Vegetal-Pecuario del Municipio Brión Parroquia Ejes Agroproductivos (EAPR) Curiepe (32 Comunidades) Higuerote (25 Comunidades) Tacarigua (15 Comunidades) Nº Comunidades EAPR-01.01. Birongo – Salgado 11 EAPR-01.02. Morón – Tacarigüita 9 EAPR-01.03. Curiepe - La Guapa 12 EAPR-02.01. Chirimena – Aricagua 7 EAPR-02.02. Oso Cotiza - La Camarona 5 EAPR-02.03. Sotillo – Caño Madrid 7 EAPR-02.04. Dos Caminos - La Guacamaya 6 EAPR-03.01. La Danta - La Fundación 7 EAPR-03.02. Campomar - Maturín 8 TOTALES 9 EAPR 72 Sectores Fuente: DIDAM (2015), adaptación propia (2016). Por su parte las siete comunidades dedicadas a la actividad pesquera en el Municipio Brión se ubican geográficamente en la Parroquia Higuerote a lo largo de tres Ejes Pesqueros (EP), y están organizadas en siete Consejos de Pescadores, Pescadoras y Acuicultores (CONPPA), tal como se muestra: Tabla 2. Ubicación de los Ejes Pesqueros (EP) en la costa marítima del Municipio Brión Parroquia Higuerote TOTALES Eje Comunidades CONPPA EP-01. Caño MadridHiguerote Caño Madrid, El Cuchivano, La Pérgola 3 EP-02. CareneroPuerto Francés Carenero, Puerto Francés 2 EP-03. Chirimena-El Tigrillo Chirimena, El Tigrillo 2 3 EP 7 comunidades Fuente: DIDAM (2015), adaptación propia (2016). 148 7 CONPPA Albano A. Zambrano Q. La anterior territorialización socioproductiva municipal se aprecia seguidamente: Figura 2. Mapa Socioproductivo del Municipio Brión. Fuente: DIDAM (2015). 2. Características agroecológicas y productivas del Municipio Brión En cuanto a los suelos que predominan para las actividades agrícolas son de textura franco-arcillosa, con alto contenido de arcilla (PMD, 2011), clasificados en el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de la Zona de Aprovechamiento Agrícola de Barlovento, Estado Miranda (MPPA-MPPAT, 2008), como: “suelos recientes desaturados y ácidos (Dystropepts), fértiles de escaso desarrollo genético (Haplustolls), pedregosos hacia el contacto, con relieves colinares y montañosos (Ustorthents), fértiles mal drenados (Haplaquolls), arcillosos evolucionados y recientes típicos (Ustropepts)”, como se aprecia en el siguiente mapa de suelos: 149 Albano A. Zambrano Q. Composición de Suelos Leyenda Dystropepts-Haplustolls Haplustalfs-Paleustults Dystropepts-Haplustults-Ustorthents Haplustolls-Haplustults Dystropepts-Haplustults-Ustorthents Haplustolls-Ustropepts Haplaquolls-Tropaquepts Haplustults-Ustorthents Figura 3. Mapa de la composición de suelos del municipio Brión Fuente: MPPA-MPPAT (2008), adaptación propia (2015), Pese a que se destaca como actividad económica principal del municipio el turismo de sol y playa, basada en la disponibilidad de aproximadamente 52 de los 99 km. de la costa barloventeña (52,52%), en términos generales el Brión reúne gran parte de las características y condiciones ambientales representativas de la subregión barloventeña: llanos, valles, laderas, lagunas y ríos aprovechables para la producción agroalimentaria, con alrededor del 29,9% de suelos con capacidad agrícola (DIDAM, 2015), representada por cultivos anuales de ciclo corto. Es oportuno acotar que según registros históricos citados en el Plan Municipal de Desarrollo 2013-2016 (PMD, 2012), durante el año 2006 el Municipio Brión obtuvo una producción agrícola total de 6.547 toneladas, conformada por 2.950 ton. de yuca (Manihot esculenta), 2.007 ton. de ñame (Dioscorea alata L.), 725 ton. de parchita (Pasiflora edulis f. flavicarpa Deg.), 413 ton. de cacao (Theobroma cacao L.), 202 150 Albano A. Zambrano Q. ton. de auyama (Cucurbita máxima Duch), 145 ton. de caraotas negras (Phaselus vulgaris L.) y 105 ton. de maíz (Zea mayz L.). No obstante el “Plan de Desarrollo Agrario Integral para el Municipio Brión 20152017” (DIDAM, 2016), el potencial productivo local es sustancialmente superior y puede ubicarse en 22.670 hectáreas de superficie cultivable, que permitirían obtener aproximadamente 257.510 toneladas de producción vegetal: Tabla 1. Estimaciones agroproductivas para el Municipio Brión Rubros Potenciales Rendimiento Esperado (Kg/ha.) Aguacate Ají Batata Berenjena Cacao Cambur Cebollín Cilantro Guayaba Lechosa Limón Mango Melón Ñame Ocumo Parchita Patilla Pimentón Piña Plátano Yuca 12.000 10.000 10.000 10.500 200 10.500 12.000 7.000 20.000 18.500 12.500 12.500 20.000 8.500 9.500 20.000 20.500 13.500 21.000 12.000 13.500 TOTALES Superficie Cultivable (ha.) Producción Producción estimada anual estimada anual (Kg./año) (Tm./año) 100 50 500 50 1.000 3.000 20 20 100 500 3.000 50 50 2.000 2.000 100 50 50 30 5.000 5.000 1.200.000 500.000 5.000.000 525.000 200.000 31.500.000 240.000 140.000 2.000.000 9.250.000 37.500.000 625.000 1.000.000 17.000.000 19.000.000 2.000.000 1.025.000 675.000 630.000 60.000.000 67.500.000 1.200 500 5.000 525 200 31.500 240 140 2.000 9.250 37.500 625 1.000 17.000 19.000 2.000 1.025 675 630 60.000 67.500 22.670 257.510.000 257.510 Fuente: Resumen Ejecutivo del PDAI para el Municipio Brión 2015-2017 (DIDAM, 2015). De las mismas fuentes referenciadas anteriormente se desprende que mientras para el año 2006 el Municipio Brión produjo 119 cabezas de ganado bovino, para el año 2014 se apreció un incremento productivo sustancial al ubicarse en 3.987 cabezas (DIDAM, 2005), basado tanto en las potencialidades naturales y las capacidades 151 Albano A. Zambrano Q. ampliadas de las y los ganaderos locales, como en políticas públicas de apoyo a la diversificación productiva, permitiendo estimar crecimientos futuros significativos a partir de las condiciones dadas, tal como refleja la siguiente tabla: Tabla 2. Estimaciones de producción pecuaria en el Municipio Brión Total Predios (año 2014) Rubro Bovinos Gallinas ponedoras Pollos de engorde Codornices Pavos Patos Caprinos Ovinos 61 6 2 3 2 2 15 8 Rebaño Adulto (Nº animales) Existencia 2014 Estimaciones 2017 3.987 9.248 600 20.000 400 45.000 200 3.500 350 3.500 100 5.000 500 2.500 300 2.000 Fuente: Resumen Ejecutivo del PDAI para el Municipio Brión 2015-2017 (DIDAM, 2015). La producción anteriormente reseñada se genera en las cuencas hidrográficas que se muestran en el siguiente mapa: Cuenca del Río Chuspa Cuenca del Río Aricagua Cuenca del Río Curiepe Cuenca del Río Ganga Cuenca del Río Capaya Figura 4. Mapa de las cuencas hidrográficas del Municipio Brión Fuente: MPPA-MPPAT (2008). Adaptación propia (2015). 152 Albano A. Zambrano Q. Por otra parte, el municipio Brión detenta aproximadamente el 52% de la costa marina del Estado Bolivariano de Miranda, predominando la pesca artesanal caracterizada por la utilización de artes de pesca tradicionales como atarraya, palangre, cordeles y nasas, que permite generar una producción anual de aproximadamente 350.000 toneladas de pescado (INSOPESCA, 2014; DIDAM, 2015), estimaciones productivas que dieron lugar a la construcción de la Planta Procesadora de Pescado “Hugo Chávez” ubicada en el sector El Cuchivano de la ciudad de Higuerote (actualmente inoperativa), cuya capacidad instalada se estimó para procesar hasta 7 toneladas diarias de pescado (INSOPESCA, 2016). Igualmente es reconocida la producción local de guacuco (Tivela mactroides) en las costas brionenses, así como el desarrollo incipiente de la piscicultura en lagunas naturales y artificiales o tanques a pequeña escala, lo que ha permitido tributar a la diversificación económico-productiva local dando inicio además al encadenamiento de otras actividades como la elaboración de implementos y artes de captura, tanques en fibra de vidrio e instalaciones, basadas en la acuicultura como actividad detonante que demanda del apoyo también diversificado. La tabla 3 refleja datos relativos a la actividad de acuicultura y del guacuco: Tabla 3. Estimaciones de producción acuícola en el Municipio Brión Descripción Superficie de Piscicultura en lagunas y tanques Producción de pulpa de guacuco Resultados 2014 Estimaciones2017 4 ha. 10 ha. 401,4 ton. 610 ton. Fuente: Resumen Ejecutivo del PDAI para el Municipio Brión 2015-2017 (DIDAM, 2015). Finalmente la caracterización socio-económica y productivo-territorial del Municipio Brión, se aprecia en el siguiente Mapa Temático-Productivo, con las principales actividades por cada parroquia del municipio, todo lo cual en correspondencia con la ubicación física de las veintitrés comunidades rurales-agrícolas de mayor actividad agroproductiva: 153 Albano A. Zambrano Q. Figura 5. Mapa temático-productivo del Municipio Brión Fuente: DIDAM (2015). 154