Pobres pobres - Instituto Marxista de Economía

Anuncio
Pobres pobres
Carlos Rodríguez Braun
Diario El País. Madrid, 6 de junio, 1998.
Encima de todo lo que conllevan los pobres, los bienpensantes de los países
ricos sistemáticamente quieren ayudarlos mediante redistribuciones forzadas,
falsamente solidarias, y no proponen nunca lo que más permite a los pobres
dejar de serlo: la libertad de comercio. En cambio, una idea que gana fuerza, y
que Soledad Gallego-Díaz respalda en un interesante artículo (véase EL PAÍS
del 19 de mayo), es condonar la deuda externa del Tercer Mundo. Quienes
defienden estas transferencias de dinero, en vez de abrir los mercados a los
pobres, en el fondo los menosprecian. Esta actitud es coherente con el mismo
error en que incurren los intervencionistas acerca del cuidado de los pobres en
los países ricos: aquí también se piensa que la solución estriba en más
impuestos, más controles y más subsidios, y no en más libertad para facilitar el
trabajo, el ahorro y la iniciativa empresarial.
No se debe tratar a los pobres como si fueran débiles mentales profundos,
incapaces de salir adelante por sus propios medios, y ante los que sólo cabe el
humanitarismo solidario. Todo lo que sabemos sobre la pobreza y la riqueza
confirma que si se da a los pobres la oportunidad y los incentivos adecuados
aplican con racionalidad sus recursos y así progresan.
Por cierto, usted, sí, usted que me está leyendo con paciencia, ¿cómo lo ha
conseguido, cómo ha hecho para abrirse camino? Perdone que me meta en su
vida, pero es que estoy cansado de oír hablar de ricos y pobres como si tal
división fuera una inapelable decisión divina o en todo caso exógena. En
realidad, todos los países ricos fueron en un momento pobres, y la mayoría de
las personas ricas no nacieron ricas. Así, si usted ha prosperado, mucho o
poco, es más que probable que se lo deba a su propio esfuerzo, a haber
aplicado sus energías a un trabajo, profesión o actividad, que ha entrado usted
en el mercado y allí ha obtenido lo mucho o poco que posee. ¿No es cierto? ¿Y
por qué los pobres van a seguir un camino distinto?
Ya, dirá usted, pero hay pobres y es inmoral no hacer nada por ellos. De
acuerdo, pero mi tesis es que a la hora de pensar en cómo ayudarlos no
olvidemos que los pobres son igualitos que usted y van a salir de pobres en la
medida en que puedan trabajar con oportunidades y con incentivos adecuados,
como lo ha hecho usted.
Y ahora hablemos del Gobierno. Hay poderosas razones para pensar que esas
oportunidades y esos incentivos tienen mucho que ver con la política y las
instituciones. No es casual que el grueso de los países pobres soporten no sólo
Gobiernos que aplican políticas económicas ineficaces, sino regímenes
dictatoriales y corruptos, donde lo que en España damos por supuesto -la
libertad, la justicia, la paz- allí brilla por su ausencia. Soledad Gallego-Díaz lo
reconoce, y por eso recomienda que los fondos liberados por la cancelación de
la deuda se aparten de los Gobiernos y las entidades financieras
internacionales y «se destinen a programas que mejoren la vida de los
ciudadanos de los países deudores». De ahí que esto sea una variante del
0,7%, en la medida en que se trata de redistribuciones coactivas de dinero
desde los contribuyentes hacia las ONG, que seguirían así siendo en realidad
OMG, organizaciones muy gubernamentales, porque continuarían dependiendo
fundamentalmente de la coacción del poder político sobre los recursos de los
ciudadanos.
No soy un entusiasta del FMI, pero cumplió un papel a la hora de renegociar la
deuda durante la última crisis, y acaso sin él se hubiesen interrumpido los flujos
financieros hacia los países pobres. Además, como apunta la propia GallegoDíaz, ha promovido ya algunas condonaciones. Tengamos cuidado con
propuestas de magnas intervenciones ideales y pensemos en los problemas
presentes y futuros de los países subdesarrollados, que suelen ser fuertes
demandantes de fondos del exterior. ¿Cómo se van a organizar tras una
condonación masiva?
Pero no tengo espacio hoy para analizar en detalle este problema. Lo único
que deseo subrayar es que la deuda no es la causa de la pobreza de esos
países, que es la gran cuestión a resolver. Para ello hay que presionar desde
todos los frentes para que reine una mayor libertad política y económica. Y, en
este punto, el cinismo prevaleciente en los países ricos es insuperable.
Prevalece una potente alianza antiliberal de políticos, burócratas, religiosos,
sindicalistas, empresarios, intelectuales, periodistas, ONG, que insisten en que
la solución pasa por más intervención, por más incursiones del poder sobre la
libertad y el dinero de los ciudadanos. ¿Abrir nuestros mercados a los pobres?
¡Eso nunca!
Es
lamentable
que
las
fuerzas
llamadas
progresistas
integren
esa
confabulación. El viejo socialismo liberal, que desde el mismo Marx en adelante
atacó el proteccionismo como una agresión a los trabajadores, y defendió, por
cierto, su libre inmigración, ha sido reemplazado por un falso progresismo que
quiere cerrar las fronteras a los pobres y a sus mercancías. Para colmo, se
alega a veces que el proteccionismo tiene bases solidarias: se dice que los
pobres no están preparados para la libertad económica, o que están
dominados por las multinacionales, o que sólo se puede competir entre iguales,
o incluso que el mercado libre sólo beneficia a los ricos. Son viles excusas y
disparates: los pobres están perfectamente preparados para competir. Lo que
necesitan es una oportunidad. Y eso es el mercado. Los pobres son personas
como usted, que no han tenido las oportunidades que usted ha podido y sabido
aprovechar para trabajar e intercambiar el fruto de su trabajo con los demás.
Suponga que usted se especializa en una actividad y le plantean la siguiente
opción: o bien la ejerce y paga o renegocia sus deudas, o bien le condonan sus
deudas pero le prohíben ejercerla. Lo que a usted le conviene está claro. Y lo
que les conviene a los pobres es lo mismo.
Carlos Rodríguez Braun es catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la
Universidad Complutense.
Actividades:
(Enviad vuestras respuestas a [email protected])
1. Desde una perspectiva marxista y con lo visto en la sesión, elaborar una crítica
al artículo desde una perspectiva marxista.
2. ¿Hasta qué punto se puede o no favorecer el desarrollo de las economías
periféricas con políticas arancelarias más favorables por parte de los países ricos?
Realizar un comentario crítico al respecto.
Descargar