Juan Esteban Durango Ibáñez Historia de América latina IV Profesor: Óscar Iván Calvo. Contrapunteo mexicano y argentino del cine y la televisión Recorrer los caminos de la comunicación, o mejor dicho de la investigación de la comunicación pasa por diferentes causes siempre, causes, que de una manera u otra están conectados por un elemento clave, que se fragmenta en varios elementos importantes: los medios de comunicación, como lo son la prensa, la radio, el cine y la televisión. Hay un caso particular que por razones múltiples tiende a intrigarme y es como tal la compleja relación de los medios de comunicación con la cultura. Por algún motivo parece que los medios de comunicación son quienes la procrean, si bien estos van dirigidos a una masa universal, no deja de haber ciertos cambios de estructura homogénea, que parecen que resaltan la formación de la cultura a ciertos arquetipos y estereotipos que en vez de formarla, pareciese más bien ridiculizarla. Los medios manejan un estilo artístico, sin embargo se vuelve confuso a medida que se va combinando con géneros paupérrimos y con poca significación de esa índole, entonces pareciese que ninguno tuviese cultura, pues falta armonía en los estilos artísticos. En este trabajo mi idea es plantear el tipo de medios de comunicación que influyen en Latinoamérica, en especial en México y Argentina y con algunos apuntes de Latinoamérica como tal, específicamente en los años 1950-80, siendo los 50’ los años en que por primera vez se aplico la televisión en Latinoamérica, claro, también hare regresiones en el tiempo para analizar un poco superficialmente algunos medios que estuvieron implantados antes que la televisión. El fin de este trabajo es hacer un análisis desde los diferentes puntos de vista de historiadores y comunicadores, cotejarlos en un tipo de contraste y sacar algún tipo de conclusión sobre lo que me intriga en totalidad, ¿qué le sucede a los medios de comunicación en relación con la cultura? Siendo este el problema principal, como complemento daré cuenta también de las relaciones políticas, sociales y económicas, así no se quedara en un limbo contextual en cuanto al principal tema, como lo es la cultura. Si se tiene en cuenta a la Argentina en su formación social, política y económica en el siglo XX, no hay que dudar, pues es fácil de ver, la influencia de dictaduras militares en este recorrido, así mismo desde principios de ese mismo siglo, la cinematografía argentina se veía permeada por insulsos intentos de plasmar en la pantalla un sentimiento nacional que los representara, cosa difícil. Tampoco se puede negar en su totalidad que la constante migración que desde Europa se hizo hacia Argentina a finales del siglo XIX y a inicios del XX, pudo atrofiar en cierto sentido la unificación de un valor nacional genuino, aunque el pueblo argentino se vanaglorie tanto de este sentimiento. Primero que todo hay que tener en cuenta que el cine silente argentino, que trataba de materializar la historia en películas varias, comenzaba como burdo intento de esbozar meramente ese punto histórico y terminaba como una simple cadena de secuencias de romanticismo y melocería .1 Típica atracción, para una urbe (básicamente hacia donde estaba dirigido el cine) llena de la clase pequeño burguesa, que asistía a los cines a estrenar prendas, generar conversaciones, cortejos y citas2. En contraste con la mayoría de la población rural que apenas se enteraba de estas cosas y eso que por medio de la radio, prácticamente indiferentes a esto se alejaban un poco involuntariamente de un proceso de cultura globalizado. A partir de que se instaura el cine sonoro en Argentina, se puede decir que hay una mayor evolución en la forma y el sentido artístico de hacer películas, la narrativa contemporánea de los 30’ de las filas pequeñoburguesas retratadas en la pantalla grande, como lo dice Retali: “retratos costumbristas y por lo común ambientados en época contemporánea”3, pues no hay que considerar que el cine como propagador de cultura deba centrarse en un estilo como el historicista solamente, el cine debe hacer cultura y debe hacerla bien. Si se sigue esta línea se siguen obteniendo películas por fuentes como la literatura, por ejemplo de la novela histórica, aunque con grandes fracasos, como en Amalia, la cual solo cuenta con un mínimo de voluntad creadora y critica, en un sentido antirrosista; pues termina en el acto meloso de un final trágico de amantes ¿cultura falsa detrás de interés político o al revés? José Fuster Retali, “la ausencia de la historia argentina en el cine nacional”, cuadernos hispanoamericanos 624 (2002): 78. 2 Retali 79. 3 Retali. 1 Para Retali es muy importante el tema histórico en el cine, por lo cual lo realza durante todo su artículo, menciona lo difícil que fue para los cineastas argentinos, en nombre de todos los argentinos, crear una película con verdadero sentido histórico, como lo fue Juan Manuel de rosas (Manuel Antìn, 1972), esto después de 18 años en los que Perón estuvo en el exilio. Lo importante de que Retali resalte el sentido histórico de las películas argentinas, es la carga política que estas conllevan, pues era de esperarse que la película despertase polémicas, una señal de que las posiciones ideológicas no se habían superado.4 Lo mismo ocurre con películas como Camila, cadetes de san Martin, la guerra gaucha, su mejor alumno, argentino hasta la muerte. Todas estas películas, filmadas entre los 40’ y los 70’ venían cargadas, sino de un bagaje ideológico-político, de una carga nacionalista y en un sentido menos importante para Retali, cultural. En este punto hay que tener en cuenta algo que menciona Retali muy superficialmente, como tal es la restricción del cine que se podía presentar o no de acuerdo al gobierno de turno, en el caso de los años transcurridos entre los 50’ y los 70’ que representan turbadores procesos políticos que poco aportan a la cultura. La restricción de los medios durante la dictadura de Perón mantienen a la industria cinematográfica al margen, al igual que lo harán con la industria televisiva. Por un lado: El peronismo fue el primero que aplico una política comunicacional pergeñada y controlada por organismos estatales, a través de leyes, reglamentaciones y decretos. Se concreto así una política con fuerte reconversión en la producción y comercialización, más restricción del ingreso de películas importadas.5 Otro ejemplo es el hecho de que se prohibiera que los capitales extranjeros fuesen propietarios de canales de televisión6. La consolidación de la televisión en argentina mantiene una particularidad en comparación de México o Brasil, puesto que cada canal en argentina tenía una cobertura limitada a la ciudad que cubría.7 Esto, debido a las restringidas políticas dictatoriales de turno. Sin embargo a medida que van pasando gobernantes en argentina, van cambiando las políticas culturales, y de estar en un estado de censura y restricción, se pasa a liberalidad y avance tecnológico, claro llevara mucho tiempo, pues durante los 60’ el manejo primitivo de equipos audiovisuales aun dificulta un 4 Retali 80. César Maranghello, breve historia del cine argentino (Barcelona: Laertes, 2005) 114. 6 Guillermo Orozco y otros, historias de la televisión en América latina (Barcelona: gedisa editorial, 2002) 27 7 Orozco. 5 poco el quehacer de las cosas. En otro punto, entra a jugar un papel importante ¿quién es dueño de que, como lo controla y para qué? en argentina, dueños de canales televisivos, eran dueños también, de periódicos, revistas y hasta estaciones de radio, esto combinado junto con otros sucesos llevan a pensar ¿son acaso las manos de la elites las que controlan los hilos de la cultura de las masas de madera? Pues ya en los 70’ “un promedio de 52 por ciento de los programas de TV en América latina eran importados, en su mayoría de Estados Unidos”8, entonces en lugar de dejar la cultura en manos de hombres excepcionales, los cuales deberían ser los cineastas (director, guionista, camarógrafo) pasan a ser los hombres con dinero quienes controlan la cultura, solo por eso, porque la pueden pagar. Pagar por la cultura es atrofiarla. Sin embargo no se puede negar que a lo largo del tiempo las comunicaciones se han convertido en una industria, porque tienen la capacidad de controlar masas enormes, de ahí que se puedan dilucidar tantos movimientos reaccionarios ante la comercialización de la cultura por medio del cine y la televisión. Estos reaccionarios quieren hacer una participación constante de lo popular en lo cinematográfico, en un sentido más amplio “revalorizar la cultura popular”9. Cineastas del tipo de Gumucio-Dagron son sujetos, que además de ser reaccionarios, son revolucionarios, pero más importante aún, críticos. En donde se pueda encontrar una crítica saludable a la oficialidad de turno, es donde está la interpretación del presente y la visualización del porvenir, sin embargo el cine reaccionario-revolucionario y el cine oficial de mercado no eran los únicos que se paseaban en torno a la formación de la cultura, frente a estos se instalaba el cine nacional que giraba en torno a ambos, un cine que trataba ciertas cosas diferentes, lo individual y humano, hasta el límite al que puede llegar alguien en cierto tipo de situaciones determinadas, esto no debido a Perón, pues en cierto punto se utilizaban mas los noticiarios como vehículo para transmitir la obra gubernamental, por lo que el cine se dedicaba a difundir la obra cultural.10 Entonces aquí ya se denota una ruptura como tal entre el cine y la televisión, un contraste más, además del tamaño de la pantalla. Es la función que cumplen. El cine instalado desde Everrett M. Rogers, “televisión en América latina”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 9 (1984): 10. 9 Alfonso Gumucio-Dagron, “cine, historia y memoria popular”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 12 (1984): 15 10 Maranghello. 8 más tiempo que la televisión, aun así tiene solo dos funciones –aunque versátiles- estar al servicio de la cultura y la economía; mientras que la televisión resulta ser más polifuncional, en el sentido que funciona como aparato cultural, político y económico. Lo más interesante de esta polifuncion es que se aúnan y trabajan en equipo. Como en servicio de lo político el entretenimiento a partir de las telenovelas crea un sentido de nacionalidad, que al mismo tiempo genera ganancias enormes para las industrias cinematográficas.11Esto pues, en la televisión; dentro del cine, se manejan estilos diferentes de difusión, estos son más libres, sin embargo cuentan con su carga de restricción, el contenido que se manifiesta en el cine argentino, a veces tiene que ver con cargas existenciales, caída a la locura, suicidio, básicamente, los límites del individuo, esta formación es importante, aunque el espectador se confunda y no sepa como tomar el mensaje, esto va generando que el espectador pierda interés pues a veces, el hombre de letras no entiende al pueblo. Esto causo en el caso de argentina, que las películas no sean exportadas, que las productoras se quiebren y por bienestar del resto de la industria se cree un proteccionismo que lo elimina del mercado mundial.12 Se ha mostrado un poco el contraste y relación del cine y la televisión argentina, sus servicios a la cultura y su desintegración gracias a otras ramas que la usan, por suerte para el futuro, aunque con altibajos como todo proceso histórico, irá mejorando la calidad de ideas representativas para la cultura latinoamericana, en este caso argentina desde el cine y la televisión. México es un caso en particular muy interesante, pues cuenta con su aparentemente gloriosa “edad de oro del cine mexicano” y con su máxima productora televisiva, “televisa”. En primer lugar televisa cuenta con una particularidad más que ser la principal televisora de México, es que de hecho se lleva de la mano con el partido revolucionario institucional (PRI)13 y en este sentido, no va tanto de la mano de la cultura mexicana, tan permeada por la globalización, pues, hasta se podría decir que el transcurso del cine mexicano, llevo el mismo ciclo que el norteamericano, en aras de la globalización, de la Luis E. Proñao, “la televisión en América latina”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 9 (1984): 2. 12 Maranghello. 114-115. 11 13 Orozco. 204-205. producción y el servicio del capital, prácticamente sin importar el contenido, solo para controlar a los espectadores mexicanos. Esto lo puedo dilucidar en primer sentido, en cuanto, según Orozco, nunca hubo en México desde el nacimiento de la televisión en el 50’ hasta el 80’, una televisión pública, pues se consideraba según su contenido, más bien el de una televisión cultural-gobiernista con variaciones en el papel cultural como en el gubernamental, con un desarrollo que le permitió irse posicionando como una opción programática para la televisión nacional14. En cuanto al cine, es curioso observar la cantidad de estilos y géneros que ha producido el cine nacional mexicano, todos en busca de una identidad nacional que identifique al mexicano como tal. Pasando desde temas como la revolución, algunos directores se centran en dar cuenta de la realidad social y política del fenómeno como tal, centrándose en temas de realidad cinematográfica objetiva15. Desde este tema que es la génesis del cine mexicano prácticamente se van desligando mas temáticas que evolucionan con el tiempo, volviendo a los tiempos del porfiriato, la familia como núcleo central de la identidad mexicana, pero no puede faltar, de las temáticas mas importantes, la comedia ranchera que representa el más grande estereotipo mexicano, “el carácter” que de acuerdo con los directores de comedias rancheras podría definirse como el sumo depositario de los valores de la hombría militante universal. Esta transmisión de cultura que roza la fantasía estereotípica es con la que se forma el pueblo mexicano en las salsas de cine desde los treinta, ahora en los 50 con el nacimiento de la televisión y con la rápida ascensión de televisa, la comunicación visual atrofia las formas de pensar del espectador, este no sabe qué hacer en cuanto la información que recibe, pues todo es una fantástica trama de imágenes en secuencia que o tienen un sentido real la mayoría de las veces, pero el espectador no sabe eso, pues se confunde con la combinación estilos artísticos que rayan en lo absurdo, atrofiando totalmente el sentido de cultura mexicano. Desde los años 50’ se debe notar lo que el cine junto con la televisión mexicana consigue: -unificar, mucho más de lo que se reconoce, el habla nacional, modificando o suprimiendo entonaciones locales o regionales, o imponiendo un vocabulario mínimo derivado de la telecomedia, los cómicos y los locutores 14 Orozco. 211. Jorge Ayala blanco, la ventura el cine mexicano: en la época de oro y después (México: Grijalbo, 1993) 1819 15 -banalizar los espectáculos de acuerdo con el dictum paternalista: el sentido de la televisión no es hacer pensar sino divertir. - constituir el refugio probado contra la alienación del trabajo, del transporte y la política; la evaporación psicológica y cultural de la realidad económica y política que se consigue con solo prender un aparato. -definir, como en todas partes, la noción de deporte y la relación del espectador con el deporte profesional, y del deporte con el sentimiento nacional. -negarle a la actividad política su potencial democrático, y presentarla como autoadulación estatal o como la corrupción o la ímpetu gubernamentales, algo ajeno y opuesto al ámbito familiar, que exige para serlo de una condición apolítica. -ajustar por los buenos oficios del melodrama (la telecomedia) el impulso de la familia (en su versión de clase media) a los requerimientos del individualismo de consumo. Ante la pantalla, sujeta a un pacto y separada del espacio público, la familia se “privatiza” de nuevo. 16 Se encuentra entonces la cultura encerrada ante las garras empresariales, no es de extrañarse, acaso en argentina no es igual. No hay que extrañarse que un medio que se supone ser para la educación masiva sobre una cultura nacional, original y representativa, por obra y gracia de la empresa se vuelva una burla. No niego la función empresarial para el servicio de la vida, sin embargo parece que poco a poco la vida se está poniendo al servicio de la empresa. Y no se piense que estos son inactuales pensamientos comunistas, o por lo menos pensamientos comunistas de acuerdo al tiempo, no, nada tiene que ver con un pensamiento de esos, aunque apoyo el pensamiento crítico mientras tenga fundamento. Sin embargo, no quisiera ver más a la cultura atrapada en celdas donde no debería estar, no en manos de las empresas globalizadoras y homogeneizadoras, que la cultura enseñe antes de entretener, o si no quedara atrapada en su propio limbo junto con interese de mercadeo y poder político a los que la cultura no debe responder. Está bien el cine y la televisión no podrían alejarse ya de la industria establecida a la que pertenecen, sin embargo, estas deben independizarse de lo meramente económico y político, la cultura es aparte y se manifiesta de maneras que a la política o la economía no le conciernen. A lo largo de este trabajo he dejado relucir, estilos artísticos, tratamientos económicos y políticos del cine y la 16 Carlos Monsiváis, “el difícil matrimonio entre cultura y medios masivos”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 22 (1987): 15. televisión, he dejado ver diferentes posiciones y al mismo tiempo he plasmado la mía. Por la libertad de la cultura de las sucias manos empresariales, y estaré al lado de cualquiera que quiera apoyar la cultura en pos de la educación de las masas por medios de los medios de comunicación masiva, por el proceso de las ideas emancipadoras, originales y representadoras de América latina. Bibliografía. Alfonso Gumucio-Dagron, “cine, historia y memoria popular”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 12 (1984): 100. Carlos Monsiváis, “el difícil matrimonio entre cultura y medios masivos”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 22 (1987): 64 César Maranghello, breve historia del cine argentino (Barcelona: Laertes, 2005): 365. Everrett M. Rogers, “televisión en América latina”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 9 (1984): 91. Guillermo Orozco y otros, historias de la televisión en América latina (Barcelona: gedisa editorial, 2002) 285. Jorge Ayala blanco, la ventura el cine mexicano: en la época de oro y después (México: Grijalbo, 1993) 295. José Fuster Retali, “la ausencia de la historia argentina en el cine nacional”, cuadernos hispanoamericanos 624 (2002) 64. Luis E. Proñao, “la televisión en América latina”, chasqui revista latinoamericana de comunicación 9 (1984): 91.