Subido por Cinthya Vargas

Hablamos de economía en Bolivia

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¿Hablamos de economía en Bolivia?
A 12 años de vigencia del nuevo modelo económico, los resultados no condicen con el discurso
gubernamental.
La Razón (Edición Impresa) / Carlos Armando Cardozo Lozada
00:39 / 04 de mayo de 2018
Días atrás, el exministro de Economía y Finanzas Públicas Luis Alberto Arce Catacora dio una
charla magistral sobre los avances del modelo económico social comunitario productivo vigente
en Bolivia. Tal exposición fue presentada con toda la fanfarria y ribetes de rigor, citando al
expositor como “el mejor ministro de economía del mundo”; calificación que antes que asombro
despertó en mí la necesidad de hacer una reflexión que ahora comparto en este artículo.
En líneas generales, el nuevo modelo económico boliviano establece que los excedentes y rentas
de la explotación de recursos naturales (hidrocarburos y minerales) pasen a redistribuirse desde
el Estado hacia los sectores vulnerables (a través de programas sociales y bonos), y a los sectores
generadores de ingresos y empleos. En otras palabras, este modelo plantea derivar recursos
estatales para que se traduzcan en inversiones que potencien la industria nacional, de cara a
abandonar el perfil extractivista y diversificar la producción del país hacia sectores no
tradicionales que generen valor agregado.
Lamentablemente a 12 años de vigencia de esta nueva propuesta, los resultados no condicen con
el discurso gubernamental, porque el mismo modelo cerró la inversión al sector generador de
ingresos y empleos (empresa privada) y se enfocó en reinvertir en empresas estatales, con el claro
objetivo de cooptar la industrialización de la economía nacional, hasta ahora inexistente y teñida
de corrupción a todo nivel. Entonces, si este nuevo modelo económico teóricamente vigente no
se aplica, cabe preguntarse, ¿qué modelo se está aplicando en Bolivia?
Pues bien, para responder a esta pregunta solamente es necesario analizar el discurso político
manejado día a día por diferentes voceros del oficialismo. Primero, se critica abiertamente el
capitalismo encarnado en el imperio estadounidense. Segundo, se habla de la dignidad y
soberanía de los pueblos representados y defendidos a través del Estado. Y tercero, se reconoce
al Estado como el principal y único actor en la economía nacional, minimizando el rol de la
empresa privada.
El fondo del asunto radica en la asignación de los recursos, que según el sociólogo alemán Franz
Oppenheimer tiene dos alternativas: por medios políticos y por medios económicos. Los medios
políticos vienen dados por la coerción, el uso de la fuerza y la restricción de las libertades
económicas del individuo. Mientras que los medios económicos plantean el ejercicio irrestricto
de las libertades económicas a partir del mutuo acuerdo, producto de la negociación de precios
y beneficios.
En Bolivia, el Estado asume un rol protagónico en la economía, a través de medios políticos en
la asignación de recursos, lo que se evidencia en la restricción de las exportaciones del sector
agroindustrial en el oriente boliviano, la presión tributaria hacia los sectores empresariales
privados en todos sus niveles (pequeña, mediana y gran empresa), las cargas injustificadas para
el empleador en beneficio de sus trabajadores como el doble aguinaldo, la determinación de un
salario mínimo nacional cada año en vísperas del Día del Trabajador negociando solamente con
la COB.
Los anteriores son tan solo algunos ejemplos que permiten comprender el verdadero modelo
económico vigente en nuestro país. En definitiva, Bolivia se acerca más a un modelo coercitivo
que de libertades económicas. De allí que, cuando se habla de un modelo de transformación
económica, se debería abandonar el discurso político teórico y mirar la verdadera realidad del
país.
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