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La mujer y la II República

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Debate sobre el voto femenino durante la
Segunda República
Juan Alejandro López y Adrián Ortiz Cuevas.
Resume los principales derechos reconocidos por la Constitución de 1931 que atañen
directamente a las mujeres.
Cuando se proclamó la República en 1931, la igualdad de varones y féminas paso de ser un sueño
a una petición que se podía cumplir con la aprobación de la nueva Constitución. Destaca la labor
y la presión de la diputada Campoamor, quien tuvo mucha repercusión en este debate. En la
Constitución de 1931, los principales derechos reconocidos que atañen directamente a las
mujeres son:
Se concedió el derecho de voto a las mujeres. Se reconocieron derechos a la mujer en la familia
y en el matrimonio, como el matrimonio civil, el derecho de las mujeres a tener la patria potestad
de los hijos, se suprimió el delito de adulterio aplicado sólo a la mujer y se permitió legalmente
el divorcio por mutuo acuerdo (artículo 43)). También se obligó al Estado a regular el trabajo
femenino y a proteger la maternidad. Además, se prohibieron las cláusulas de despido por
contraer matrimonio o por maternidad, se estableció el Seguro Obligatorio de Maternidad y se
aprobó la equiparación salarial para ambos sexos (artículo 46). Por otro lado, se permitía el
derecho a ser diputado a cualquier ciudadano mayor de veintitrés años, sin discriminación de
sexo (artículo 53), así como los mismos derechos electorales (artículo 36). Además, en el artículo
40 se establecía que todos los españoles, hombres o mujeres, eran aceptados en empleos y
cargos públicos según su mérito y capacidad.
¿Qué motivos inspiraban al gobierno republicano para favorecer la condición de la mujer
española?
Uno de los logros más importantes que sucedieron durante la II República fue la extensión de la
participación de la mujer en la vida pública. Hasta principios del siglo XX la mujer había estado
en una situación de sumisa, sin embargo, todo empezaría a cambiar con la llegada del socialismo
a España. Es entonces cuando la mujer se incorporaría de forma masiva al trabajo remunerado,
lo que modernizó la economía española. Además, a partir de los años veinte comenzaría el
feminismo español haciendo demandas políticas y reivindicaciones sociales (la mujer dentro de
los sindicatos) y se fundó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME) en 1918, donde
mujeres de clase media, universitarias, maestras… empezarían a planear la demanda del
sufragio femenino.
Las mujeres habían estado muy vinculadas con el movimiento obrero y con las luchas civiles en
España, así como la lucha en contra del difícil acceso a la educación. Sin embargo, aunque ya
había mujeres que habían alcanzado profesiones hasta entonces inaccesibles para ellas, en
1930, casi la mitad de las mujeres españolas eran analfabetas.
Con la llegada de la II República en 1931 se revisaron las leyes discriminatorias y la concesión del
sufragio femenino. Cabe destacar que tanto la izquierda como la derecha pensaban que las
mujeres influenciadas por la iglesia eran conservadoras y por tanto de derechas. Pero fue Clara
Campoamor, una diputada del partido radical quien apoyaría la defensa del derecho por el que
la mujer tanto estaba luchando, el sufragio femenino. Ella argumentó en las Cortes los derechos
debían servir por igual tanto para hombres como para mujeres y que, por tanto, la Constitución
debería estar basada en la igualdad para erradicar cualquier rastro de discriminación.
¿Qué tipo de mujeres fueron las primeras feministas en España? ¿Cuáles eran sus demandas?
El feminismo es una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida
por las mujeres para conseguir sus derechos. Las mujeres que empezaron este movimiento eran
mujeres de la clase media-baja, universitarias, maestras, escritoras…, entre las que podemos
destacar sobre todo a Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.
La situación en España fue muy distinta a la vivida en otros países europeos, de ahí que la historia
del feminismo en nuestro país centrase sus primeras líneas de actuación en reivindicaciones de
tipo social, como el derecho a la educación (casi el 50% de las mujeres españolas eran
analfabetas) o al trabajo y la revalorización de la figura de madre y esposa, y no en demandas
de igualdad política como el voto.
Pero con el inicio de la II República, hablaremos de un movimiento colectivo de emancipación
femenina, donde la mujer alcanzara el tan pedido derecho al voto y otros derechos y libertades
que hasta entonces no habían podido disfrutar.
Cita el nombre de las tres primeras mujeres que lograron un escaño en las Cortes
Constituyentes de 1931
Clara Campoamor (Partido Radical)
Victoria Kent (Izquierda Republicana)
Margarita Nelken (Partido Socialista)
Comenta las posturas enfrentadas respecto a la concesión del derecho a voto a las españolas
al comienzo de la II República.
Encontramos dos posiciones claramente diferenciadas: a favor, en que destaca la actuación de
Campoamor; y en contra, con políticos como Guerra del Río, Kent, Boylla, Santos y Ayuso.
Clara Campoamor defendía que las mujeres debían ser reconocidas como humanos con todos
sus derechos, no solamente por pura ética, sino también para que no piensen que “su esperanza
de igualdad está en el comunismo o en la dictadura”, siendo un “error político de gravísimas
consecuencias” y un “error histórico” el dejar a la mujer fuera del derecho a voto.
En contra, Victoria Kent abogaba por aplazar el voto con el objetivo de perpetuar el régimen
ante la desconfianza de la capacidad crítica propia de la mujer. Boylla reconocía que la mujer
como política aún no se había separado de la influencia de la “sacristía y el confesionario”.
Guerra del Río, en un punto medio, propuso recoger el derecho a voto en una ley orgánica que
pudiera derogarse si la mujer votaba según el criterio de la Iglesia.
En un extremo más radical encontrábamos a Novoa Santos, que quería ir un paso más allá y
limitar el derecho de la mujer a ser elegida al no ser “organismos igualmente capacitados” y
“dejarse llevar por la emoción y no por la razón”; y a Ayuso, que propuso que la mujer votara a
partir de los 45 al entender que la inteligencia y la voluntad de la mujer era menor.
Lee atentamente los discursos de Clara Campoamor y de Victoria Kent y comenta las ideas
fundamentales de sus argumentaciones.
Discurso de Clara Campoamor
El discurso de la diputada por Madrid comienza haciendo referencia a la labor de la mujer a favor
de la República, exponiendo ejemplos como los levantamientos tras la Guerra de Cuba y el
Desastre de Annual. Posteriormente, hace referencia al hecho de que la legislación afecta a
ambos sexos pero en ese momento está elaborada por solo uno de ellos.
Durante la parte media del discurso rebate la tesis de los negacionistas del derecho a voto (el
que las mujeres no están preparadas para votar por su falta de personalidad, pasiones e
incultura), usando como argumento un estudio sobre la evolución del analfabetismo en la
sociedad española en que los hombres tienen una tendencia creciente hacia este, contra un
descenso del analfabetismo en la mujer, y unos resultados globales similares entre ambos.
La mitad inferior se centra en exponer que la descendencia es producto de la unión de la mitad
de ambos sexos, no siendo justo impedir la capacidad de votar a la mitad de la descendencia; y
finalmente acaba el discurso pidiendo a los congresistas que no comentan el error de apartar a
la mujer y acercarla a tendencias autoritarias o comunistas, un fallo que sería fatal.
Discurso de Victoria Kent
Victoria Kent centra su discurso en exponer las razones por las que considera que el voto
femenino no debería ser ni concedido ni negado, sino aplazado, exponiendo, en el comienzo,
que el hecho de que dos mujeres defiendan posturas opuestas sobre este asunto es totalmente
normal y coherente y que no debe usarse esto para esgrimir el problema.
Kent aboga que no ha visto a la mujer luchar a favor de medidas que contempla la República.
Por ello, con el propósito de perpetuar el régimen, pide que se posponga el voto femenino hasta
que la mujer se encariñe con la República y se dé cuenta de que la mejora en su estilo de vida y
la de sus hijos no vino de la mano de la monarquía. Así, cuando esto suceda, serán quienes más
defienden al sistema.
Redacta una breve biografía de las otras mujeres diputadas que consiguen un escaño en el año
1933. (al menos 2 mujeres).
Matilde de la Torre Gutiérrez
Nació en Cantabria en 1884 y desde sus comienzos se dedicó a la literatura, publicando diversas
obras, entre ellas Jardín de damas curiosas: epistolario sobre feminismo (1917) y diversos
ensayos en los que elogiaba el régimen de la Restauración, el regeneracionismo y a autores
como Juan Ortega y Gasset.
Fundó la Academia Torre, que se regía por los principios de la Institución Libre de Enseñanza; y
las Voces Cántabras, un coro de canto y danzas populares con el fin de promover el folclore de
su tierra. Al acabar la dictadura de Primo de Rivera se afilió al PSOE y fue elegida diputada por
Oviedo entre 1933 y 1936. Durante la Guerra Civil, ocupó la dirección general de Comercio y
Política Arancelaria hasta mayo de 1937.
Se vio obligada a irse al exilio a Francia por la derrota del bando republicano, donde continuó su
producción literaria. Ese mismo año embarcó rumbo a México, donde falleció el 19 de marzo de
1946 y fue enterrada en el panteón español.
Veneranda García-Blanco Manzano
Nació en Asturias en 1893 en una familia de maestros. Ejerció como maestra en Cuba y a su
regreso a España se afilió al sindicato de maestros de UGT y posteriormente, en 1931, tras
acabar la dictadura de Primo de Rivera, al PSOE. En 1933 será elegida diputada por Oviedo
recibiendo más de 80.000 votos.
Cabe reconocer que no queda constancia de ninguna intervención suya en algún pleno o
comisión, aunque sí del Tribunal Supremo que pidió autorización al Congreso para juzgarla por
un artículo periodístico. Tras la revuelta de octubre de 1934 fue detenida, aunque
posteriormente liberada, y pudo intermediar para que no se ejecutara al diputado asturiano que
lideró la revolución, González Peña.
Durante la Guerra Civil se vio obligad a irse al exilio a México. Perdió la vista gradualmente,
aunque continuó su actividad política afiliándose al PCE. Volverá a España en 1976 y fallecerá el
10 de febrero de 1992 en Oviedo.
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