Subido por silviaelenam

David Le Bretón

Anuncio
David Le Bretón: Antropología del mal
EL CONTROL PERSONAL
de morir, Epicuro se dirigió a Idomeneo: «Te escribo esta carta en los
bienaventurados últimos días de mi vida. El vientre y los riñones me
provocan dolores indecibles. Pero están compensado, por la alegría
Según Epicuro, cuando un placer se le ofrece al ser humano conviene
que siento al recordar nuestras conversaciones.» En la moral estoica
saborearlo, impregnarse de él, apegarse. Cuando llegan los malos
el dolor de los seres humanos es un mordisco de la naturaleza. Roe la
tiempos del dolor, el recuerdo de aquél es un precioso recurso.
carne, pero sin imponer su significado. La soberanía del hombre
Epicuro vuelve la pena más ligera con la rememoración de los
consiste en el juicio que le dedica, que anula sus efectos o los
disfrutes anteriores, alejando así de la conciencia la presencia que todo
exacerba. El dolor no se explica a sí mismo, salvo cuando viene
lo abarca del mal. En este marco se enfrentan dos adversarios. El
acompañado de un juicio negativo nacido para enfrentarse a él. El
recuerdo de los momentos propicios no siempre tiene el poder
hombre no reacciona ante una situación, sino ante la opinión que se
suficiente para romper el yugo. Sin embargo, la distancia tomada
ha formado de ésta. El estoico permanece inalterable ante las
aligera la pena, recuerda los placeres pasados y los que vendrán en el
situaciones dolorosas puesto que entre su persona y las inclemencias
futuro una vez que la prueba se haya superado. Epicuro confía en el
del mundo erige la omnipotencia de su decisión. Perder el control del
razonamiento y el poder interior del hombre. El estoico Marco Aurelio
acontecimiento es perderse a uno mismo, ya que el acontecimiento es
cita su actitud como ejemplar: «Dice Epicuro: "En la enfermedad, mis
un pretexto para la voluntad personal. La libertad es moral; no escapa
conversaciones nunca se referían a los sufrimientos de mi pobre
a la adversidad, pero la consiente por medio de una acción personal.
cuerpo; no hablaba jamás de ello a quienes venían a verme. Pero
Nada concierne tanto a] ser humano como su disposición interior, de
seguía ocupándome de los principios concernientes a los temas
la cual es único amo y señor. «No estoy obligado -escribió Séneca-,
naturales, buscando sobre todo saber cómo el pensamiento, aun
no sufro nada, no soy esclavo de Dios, comparto su decisión, y ello
resintiéndose con las conmociones del cuerpo, permanece exento de
tanto más por cuanto sé que todo se produce en virtud de una ley bien
perturbaciones y conserva el bien que le pertenece» En el momento
1
definida y establecida para siempre.... Ninguna fuerza pueda doblegar
herramientas provistas por el yoga, la relajación, la sofrología, la
a un hombre que oponga una feroz resistencia. Famosas anécdotas
meditación o la hipnosis, los enfermos se abren su propio camino
relativas a la firmeza ante el dolor lo corroboran. Laterano, a quien
hasta el núcleo de un dolor convertido en un permanente desafío
Nerón sospechaba conspirando en contra suya, opuso a cada una de
ineludible. Una mujer alivia sus jaquecas pensando en un paseo por
las amenazas de éste su propio poder de dar significado a las torturas
los lugares preferidos de su infancia; otra emplea el recuerdo de un
que le esperaban. «Cuando fue conducido al suplicio, y el primer
amigo que se tensaba ante la ofensiva del dolor y así lo expulsaba
golpe del verdugo resultó demasiado débil para cortarle la cabeza,
fuera de su cuerpo. Un terapeuta identifica el dolor de un niño con un
Laterano la retiró un momento, luego la ofreció otra vez, con mucha
monstruo y le enseña a domesticarlo. Un joven accidentado, víctima
firmeza y confianza», cuenta Epicteto en los Coloquios (1: 4).
de un desgarramiento de nervios en el plexo braquial, oye decir a un
Posidonlo, dolorosamente afectado de un ataque de gota, recibió a
médico que los dolores que le atormentan durarán por lo menos cinco
Pompeyo y filosofó con él acerca de las virtudes del bien. Por
años: «el tiempo que tarda el cerebro en comprenden> (¡!). Ante la
momentos, atenazado por el dolor, exclamaba: «No hay nada que
impotencia médica para aliviarlo, decide entrar en su dolor y
hacer, dolor; por penoso que seas, nunca admitiré que eres un mal.»
controlarlo. «Me dije: "puesto que este dolor viene de mí, debo poder
El propio Epicteto ofrece un ejemplo de esta apacible firmeza ante las
detenerlo [...]" Cuando había superado un cierto umbral, sabía que no
circunstancias, un día en que su maestro le aplicó un instrumento de
podía nada contra él; pero, tan' pronto como comenzaba a anunciarse,
tortura en la pierna: «"Presta atención -le dijo Epicteto-, la quebrarás:'
mediante una cierta concentración mental, progresivamente conseguí
-y la pierna se quebró, en efecto-. "Ya te lo había dicho"», concluyó
controlarlo cada vez más. Al principio lograba bloquear un acceso
Epicteto. Cuando el ser humano que sufre lucha contra sus dolores
sobre veinte, luego uno sobre diez, luego uno sobre cinco." Después
posee todos los medios apropiados para contenerlos o disminuirlos,
de algunas semanas consiguió frenarlos todos, incluso mientras
aunque los tratamientos médicos hayan fracasado. Más allá de las
conversaba con alguien. Para sorpresa del médico, con el mismo
2
sistema controló el dolor de un penoso examen." Podían citarse
numerosos ejemplos más de este género. Pascal opuso al dolor de
muelas que lo atormentaba la diversión de un difícil problema
matemático que reclamaba su atención. Kant, presa de sus ataques de
gota, fijaba la atención en un nombre o un objeto cualquiera que le
permitía no sólo olvidar su pena, sino, además, dormirse. Puesto que
no es un mero hecho biológico, sino que siempre recibe la impronta
de la significación que el ser humano le otorga, el dolor nunca está
completamente fuera de su alcance.
40. Este último caso es relatado por M. Schattner, Souffrance et
dignité humaine, Mame, París, 1993, pp. 31 Yss.
3
Descargar