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De Res Rustica I

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LOS DOCE LIBROS
DE AGRICULTURA
QUE ESCRIBIÓ EN LATÍN
LUCIO JUNIO MODERÁTO COLUMELA,
traducidos al castellano
pon
D. JUAN MAMA ALVAREZ DE SOTOMAYOR Y RUBIO.
TOMO
I.
Comprende los siete primeros libros.
MADRID 1824,
IMPRENTA DE D. MIGUEL DE BURGOS.
hUl^('FmjOTHECA
Bayerischq
Staatsbibliothek .
y \ : v MünctíerK S I J
PREFACIO
DEL
TRADUCTOR.
Aja traduccion que ofrezco al público de la
obra que escribió en latin Junio Modera to Columela sobre las cosas del campo, roe parece de
una necesidad tan evidente, que tengo por supérfluo esforzarme á probarlo con razones. Es
la obra mas completa que nos queda de la an
tigüedad acerca de esta materia ; y aunque mu
chos autores modernos han copiado lo mejor
que contiene, no dejarán los lectores de sentir
mucho placer en consultarla, y encontrarán en
ella muchas especies de una utilidad incontes
table que se nos han vendido por nuevas. De
jo por ahora aparte sus muchas bellezas y per
fecciones, de que daré despues alguna idea , y so
lo diré que Columela es un español y andaluz,
y que habiéndose hecho fuera de su patria j
mia cuarenta y dos ediciones de su obra, nin
guna se ha hecho dentro de ella; ni tampo
co se ha traducido toda al castellano , á pesar
a a
iv
Prefacio.
dé haberse hecho una' traduccion italiana, dos
francesas, dos alemanas y una inglesa, lo que
se hace muy reparable atento á que se han
vertido á nuestro idioma la mayor parte de los
autores griegos y latinos. Esto; junto con la pro
teccion que por todas partes se dispensa á la
Agricultura, me ha dado motivo á hacer esta
version, empresa que muchos tendrán por teme
raria en vista de mi insuficiencia y pocos auxilios
que tengo para ella en un pueblo subalterno*
situado en el extremo de la península ; pero al
guno ha de hacer la mano, y puede ser que
puesta en las de todos una obra de tanto méri
to y tan ignorada de la mayor parle de los es
pañoles, excite a algunos, sabios á cotejarla con
el original y mejorarla. Entretanto no será fue
ra de propósito dar alguna noticia del autor,
de su patria, del tiempo en que floreció, y del
jtticio¡que han hecho algunos sabios, tanto na-.
eionales como extrangerós^ de sus obras, y en'
seguida dar alguna razon de mi trabajo.
El mismo dice en el lib. 8, cap. 16, que
Cádiz era su municipio } de cuyo pasage y otros
de su obra infieren todos que era natural de dieha ciudad. Desde ella se trasladó á Roma cuan
do ya habría llegado á los años de la pubertad,
pues había oido y visto practicar á su tio paterno
Marco Columela, sabio y excelente labrador de
la Bélica , muy buenas máximas de Agricullu*
La ciudad de Lucena en la provincia de Córdoba.
Prefacio.
v
ra en Cádiz y sus contornos, las que conservó
en su memoria, y reBrió muy circunstanciada
mente en varios lugares de su obra , lo que no po
dría haber hecho si se hubiera apartado de su la
do antes de esta edad. Se hallaba en la capital
del mundo antes del año sexto del imperio de Ti
berio, que fue el 773 de Roma, en el que í segun
dice Tácito en el lib. 3, cap. 3o num. 1 de sos
anales) murió Lucio Volusio, varon consular
antiguo y hombre muy rico, á quien Columela
asegura en el lib. i.°, cap. 7 de su obra ha
ber oído cierta conversacion sobre los colonos ó
esclavos destinados á la casa decampo y sus ca
lidades ; con que si en aquel tiempo tenía veinte
años, nació el mismo en que vino al mundo
nuestro redentor Jesu- Cristo; á lo menos po
ca diferencia puede haber. En el libro a, cap. 10
<íice haber visto sembrar ajonjolí en las re
giones de Siria y Cilicia por los meses de junio
y julio, lo que es prueba que pasó á ellas. Gesnero cree que iria con alguna magistratura ó á
lomenos con algun otro empleo público. Cuan
do escribió su obra había mucho tiempo que po
seía una viña en el campo de Árdea, y tambien
tenía otras en los términos de Carsoli, de Alba
y de Cervetere, que cultivaba por sí mismo, y
en las que pondría en práctica las excelentoí re
glas de agricultura de que abundan sus escri
tos. Tenía en sus heredades ganados que pro
curaba guardar de sus malos vecinos.
vi
Prefacio.
Tuvo comunicacion con personages cíe la
primera distincion, como fue Lucio Volusio, de
quien ya he hablado., con Anneo Novato ó GaJion, hermano de Séneca, que despues fue pro
cónsul en Acaya y logró otros honores; con
Publio Silvino, que sería sugeto de carácter,
cuando lo prefirió á Galion para dedicarle su
sabia obra; con Marco Trebelio, á cuya instan
cia y á la de Silvino escribió los preceptos de
Geometría práctica con que principia el libro
quinto; y con Claudio Augustal, que consiguió
de él que escribiera en prosa el tratado del cul
tivo de las huertas que habia publicado antes
en verso (a).
No se sabe el año de su muerte, solo sí que
cuando Séneca poseía una viña que excedía en
fertilidad á todas las del campo Nomentano, que
era célebre por este motivo, escribía Columela
el libro tercero de su obra. Esto es regular que
fuese despues de la vuelta de su destierro, que
fue el año 8.° de Claudio; pues entonces em
pezó á tener favor. Cuando escribió el tratado
en verso del cultivo de las huertas, estaba Ga
lion en Roma sin haber ido á su proconsulado
de Acaya, lo que hizo en el año undécimo ó
(a) A propósito de este poema , que forma el libro X
de la obra de Columela, no debemos pasar en silencio que
su tradi.ccion se ha mejorado mucho con las variaciones que
ha hecho en la parte métrica el señor don José Virues,
quien ha tenido la modestia de no variar mas que en la
Earte que se ha dicho , aunque se le dio facultad para que lo
iciera en toda la traduccion.
Prefacio.
vii
duodécimo de Claudio; con que en tres ó cua
tro anos lo mas compuso estos siete libros. Plinio
el mayor publicó su grande obra de la Historia
natural el último año del imperio de Vespasiano, que coincide con el 8o de la era cristiana, y
habla de Columela en distintos pasages de ella
como de un hombre que ya no vivía.
£1 juicio que han hecho de las obras de es
te insigne varon los autores tanto nacionales
como extrangeros es el mas ventajoso. Casiodoro, célebre autor del siglo sexto, en el cap. 28
de su obra de las divinas lecciones dice que trató
de las diversas especies de agricultura con un es
tilo elocuente y fluido. San Isidoro arzobispo de
Sevilla dice que Columela trató completamente
todas las partes de esta ciencia. Juan Grial, ilus
trador de este gran doctor de las Españas, ase
gura que tomó de Columela todas las noticias
que refiere de los escritores de Agricultura grie
gos y romanos. Muchos escritores modernos ce
lebraron tambien la pureza de su estilo. Gas
par Barthio lo coloca entre los principales au
tores que escribieron en la lengua latina. Quenstedt dice que resplandeció como un sol entre
los demas escritores de agricultura, que es un
autor grande, erudito, litil y elocuente. Casi lo
mismo dijo el cardenal Bona , añadiendo que es
cribió de las cosas rústicas, pero no con rusti
cidad. Luis Vives, hablando de su estilo, dijo
que era mas ekganle y puro que el de Varron.
vnt
Prefacio.
Alfonso García Matamoros en su obra de Assercnda Hispanorum eruditione lo prefiere á este
mismo autor, á Caton y á Plinio, y dice que ha
bló de las cosas rústicas sin rusticidad , con oíros
mil elogios. Juan Bautista Porta en su erudito
libro de agricultura llama á Columela labrador
doctísimo y sumamente experimentado en esta
facultad. Juan Matías Gesnero en la edicion
que hizo de los autores latinos de las cosas del
campo dice: que si Paladio en el proemio de su
obra quiso notar de obscuro el estilo de nuestro
Columela, procedió injustamente: porque este
autor se explica con un modo tan discreto, cla
ro y elocuente, que nadie puede notar sus ex
presiones de obscuras, como son algunas veces
las del mismo Paladio-, antes por el contrario
Columela lodo lo ilustra con la clarísima luz de
6u estilo, mereciendo no solo el elogio de Vegecio, que dijo haber tenido con abundancia la
facultad de explicarse, sino aquel epigrama de
Theodoro Beza, que no solo es digno de leerse
en la biblioteca de Fabricio, sino en el prefacio
de dicha edicion, y es de esta manera:
Orphea mirata est Rhodope sun fata canentem,
Si modo Virgilií carmina pondus halicnt.
Tu yero, Juni, silvctria rura canendo,
Fost te ipsas urbes in tua rara traías.
¡O superi, cuales ha bu i t tune Roma Qu'rile;
Cum tam iaoundum yiderit agricolam!
Añade Gesnero que nuestro Columela en mu
chas ocasiones que lo permite el asunto suelta,
Prefacio.
nt
por decirlo asi, las velas al discurso, como lo
hace por lo comun en los prefacios, y en mu
chos pasages que cila del medio de su obra, y
que en todas partes es copioso y brilla con tanr
ta fecundidad como los campos que cultivaban
Que fue tan feliz la abundancia de sinónimos que
tenía, que se encuentran casi cuarenta fórmulas
todas cultas y elegantes para significar una misma
cosa con una belleza admirable. El abad de
Pluche en el tomo n, pag. i 224 del Espectá
culo de la naturaleza mira á nuestro autor
como muy á propósito para formar el gus
to de los niños; y así en una carta de un padre
de familias acerca de la. primera cultura de la
razon, despues de haber dado una instruccion
muy extensa y muy sólida sobre este punto, di
ce de esta manera: "¡Qué gusto y qué provecho
no se sacaráu con la lectura de aquellos maravi
llosos lugares ó partes de que abundan tanto los
doce libros de Columela! El mérito de este au
tor tan poco leído, no es solamente el que su
latinidad sea de aquel hermoso siglo en que flo^reció con toda su pureza el latín : pues tiene
ademas de esto el tratar de cosas sumamente
prácticas y comunes de un modo simple y por
consecuencia proporcionado, componiendo con
esta natural sencillez la mayor delicadeza y ma-.
gestad." M. Sabourcux de la Bonnetrie, abogado
del parlamento de Paris y doctor agregado á la
facultad de derecho de su universidad, en la
x
Prefacio.
traduccion que hizo a su idioma frances de las
obras de nuestro autor y las de los demas geopónicos latinos antiguos, dice: Que todos son
recomendables, los unos por la magestad y breve
dad de sus oráculos, los otros por la abundan
cia de las ideas y por la elegancia del estilo, to
dos en general por la solidez de sus principios
y la sabiduría de sus preceptos; pero que pue
den ser considerados como las fuentes mas pu
ras, de donde se deben sacar ilustraciones sobre
los puntos mas obscuros de la antigüedad, como
sou las costumbres y usos de los romanos, su cul
to, tanto público como particular. Que ademas
de que estos autores son minas inagotables do
riquezas, el lector será abundantemente indemni
zado del trabajo que tome, siempre que despues
de la lectura de las obras modernas consulte las
fuentes mismas. En efecto, lo mismo sucede con
estas fuentes que con los antiguos monumentos
de la legislacion romana, cuya sabiduría ha pa
recido tan evidente á todas las naciones, que
han merecido ser la base de toda la enseñanza
pública de la jurisprudencia, aun en los países
que se han separado de las reglas que contie
nen. Es fácil, dice, adivinar que habla del cuer
po del derecho civil este libro, que puede ser
que sea el que ha dado origen al mayor núme
ro de glosas, comentarios, interpretaciones y
compilaciones; pero que él puede asegurar, fun
dado en una experiencia inevitable á una per
Prefacio.
jei
sona de su profesion, que despues de la lectu
ra de las obras aun las mas célebres que han sa
lido sobre sus textos, se vuelve siempre á leer
estos con nuevo placer 3 y mientras mas se ex
primen, se extrae de ellos, por decirlo así, un
jugo mas puro. En una palabra, no nos avergoncemos de confesarlo: estaba reservado á los
romanos ser nuestros maestros en la agricultu
ra como lo son en la jurisprudencia; ¿y por qué
no diríamos tambien como lo son en la poesía,
en la elocuencia y en todas artes posibles? Con
trayéndose á Columela , dice que su obra es el
monumento de la antigüedad mas completa so
bre esta materia, y el mas digno de nuestra
atencion. Que el autor, cuyo objeto es manifes
tarse maestro de la agricultura, no parece menos
aficionad» á agradar á sus discípulos cuando
los instruye, que á darles los preceptos mas sóli
dos, explicándoselos con la mayor claridad. No
le basta decir la verdad, quiere ademas decirla
del modo mas conveniente, y con términos siem
pre escogidos y colocados oportunamente, sin
permitirse jamas una expresion comun ó impro
pia aun en las materias mas triviales. Añade
otras especies que ya he referido, y algunas que
diré mas adelante.
Pero entre los modernos nadie ha conocido
mejor el mérito de Columela ni dado mas justos
elogios á su obra que los padres fray Rafael y
fray Pedro Rodríguez Mohedano, padres de prob a
xfí
Prefacio.
vincia de la del Orden tercero de San Francisco
de Andalucía, y naturales de Córdoba. Estos Pa
dres dedicaron el tomo octavo de la Historia lite
raria de España á escribir su vida, traducir el
prólogo y algun otro pasaje célebre de su obra,
dar copiosos extractos de lo demas de ella, ilus
trarla con notas, tratar de su lejitimidad, de sus
excelentes cualidades, pureza de su estilo, de las
recomendables prendas del autor , y de los talen
tos que tenia para la poesía, los cuales dio á co
nocer en el Hbro décimo de su obra, que es un
tratado en verso del cultivo de las huertas ; con
una ligera noticia de las ediciones y traduccio
nes que se han hecho de dicha obra, y tres apo
logías de ella, una contra Plinio, otracontra Vegecio , y otra contra Paladio.
La mayor parte delo que he dicho hasta
aquí de nuestro autor y muchas de las autorida
des que he citado las he tomado de la Historia li
teraria; pero por cuanto sus autores se extien
den mas en elogiar á Columela, voy á extractar
algo delo mucho que dicen. Aseguran que en
toda su obra brilla la modestia 9 el decoro y el
respeto al público y á otros escritores. Que en
cualquiera cláusula se nota su buena fe, su amor
á la verdad , y sus ardientes deseos de promover
los intereses de la patria y aprovechar á todo el
mundo. Recorren brevemente las obras de Agri
cultura que se habían escrito en Roma antes y
despues de Columela, y concluyen diciendo, que
Prefacio.
xm
los Romanos no tuvieron en esta materia obra
taas extensa ni mas completa que la suya. Que no
consiste su extension en aglomerar multitud do
noticias supérfluas ó preceptos generales sobre
la Agricultura. Que añade nuevas y útilísimas
reflexiones sobre lo que habían escrito otros. Qua
expone machas experiencias que había hecho él
mismo, su tío Marco Golumela, y otros agricul
tores prácticos de su tiempo. Que procura com
binar estas experiencias con las reglas de los escri
tores antiguos y modernos, corregirles en la par»
te que estaban defectuosos, por no convenir
sus preceptos con las observaciones -, y cotejado
todo ala luz de la experiencia y la buena crítica,
ordena las reglas mas sólidas para dirigir los tra
bajos del campo con respecto al clima de Italia y
al de otras provincias y regiones. Que aunque
procuró ceñirse en su obra á las reglas y obser
vaciones de Agricultura, prefiriendo la utilidad
de los labradores a sus propios lucimientos, no
dejó de manifestarse erudito algunas veees y muy
versado en toda clase de historias. En la litera
ria de la misma Agricultura tenía una inslruc•cion universal, como dan a entender las noliciab
%ain individuales que dá de las obras y autores
•geopónicos Griegos , Romanos y de otras nacio
nes en varios lugares de su obra , y señalada
mente en el capítulo primero del libro primero.
Ademas tenia muchas y muy particulares noti
cias. de la historia natural tanta antigua como
irv
Prefacio.
moderna. Son casi innumerables las qpe se hallan
esparcidas en toda su obra sobre los climas y
temperamentos de muchas regiones, naturaleza y
virtudes de varias yerbas y plantas, calidades de
los terrenos y muchas producciones de los rey-t
nos animal y vegetal. No menos se hallaba iñs-r
trnido fin la historia civil; ¡de Roma y de oiras,
naciones. Sobre estas habla, aunque con mu
cha brevedad, de las transmigraciones de los
Acheos, Iberos, Albanos, Sicilianos, Pelasgos,
Aborigines y Arcades; sobreJa de Roma refiere
muchas acciones ,heroicas de sus antiguos ge*
«erales, qqe se hallan conformes con lo que di*
pen Tilo Livio, Dionisio de Halícarnaso y otros
«Bcritoreé-, y también algunas que' no. so jencuen^
trah^tínllasr obras de aquellos tiempos que han
llegado á nuestros días, y él las ha conservado j
fiero tollas las introduce,en el cuerpo de su obra
¿oh tanta arte y Oportunidad, que se conoce so
«ralía de ellos, no. por ostentación, sino .para; dar
l*n adorno. oportuno y casi preciso á los mismos
puntos que ilustra. De su poema del cultivo de
las huertas consta la instruccion que tenia en
loidas las fábulas y mitología de los gentiles. Tañar
A>ien la tenia en la historia pontifical 3 y! en las
•fiestas >, días feriados, y solemnes fastos, ceremo
nias y sacrificios de su falsa religion. Que en
¿rderi á la filosofía moral les parece supérfluo
deferir individualmente las máximas queesparoió
'fiste.sabio en sü-gíahde obra; porgue toda, ella
Prefacio.
*v
és un conjunto de principios y reglas fundamen
tales de esta ciencia. Pero qae can' 'mas- partícula-.>
ridad resplandecen Cíi su principal prefacio, y en'
los libros once y doce. En estos lugares repren
de con mucha fuerza las costumbre^ estragadas:
de los Romanos. 'Combate á cara descubierta los;
tícíos <joe se habían introducido en los tribunado
les de justicia, y entre los profesores de una de
las facultades mas nobles *. Ridiculiza á los
aduladores y ambiciosos, y se burla de los medios
eon que entablaban: sus pretensiones, empkán-^
do las bajezas thas'skJrrdidas y mucha plata' pa
ra conseguir los empleos. Declama fortísiniamente contra la lascivia, lígula, y contra toda espe
cié de lujo introducido ya entre; loe Romanos
do su tiempo. Ha<» las mayores invectivas con»'
tra la vida mole y delicada de sus conciudadanos,
burlándose dé la artificiosa diligencia en los péi-'
nados; Pintai a los jóvenes. quet tenían aquella'
vida bffltaí y deliciosa, cómo roaos' hombres ya;
casi ftítterEo& , sin vigor, sin robustez r y del todo;
inútiles para los empleos civiles y de la milicia.
En una palabra, declama contra los vicios, como
lo podía hacer um predicador crisííairio,! y etpone las ideas de la virtud, recordando las accio
nes gloriosas de sus antepasados. Asimismo ba
jo las personaB del capataz y de sumuger, da re*
gla» para que viva» cotí la mejor armonía todosv
los casados. Celebra las ven tajas' del matrimonio.
' •
La Jurijprudcncüu'
XVI
PREFACIO.
Encarga la abstinencia del vino y la moderacion,
en el sueño y en la comida. Detesta los amo
res ilícitos, los juegos, las supersticiones, los es
pectáculos y otros malos divertimientos. Propo
ne grandes preceptos sobre las obligaciones re
ciprocaste los señores y los esclavos. A estos en
carga la fidelidad , exactitud y. buena fe en el ser
vicio ,. á aquellos la humanidad, la piedad y el
buen trato. Reprende la vanidad, el lujo y la de
sidia de las matronas romanas. Les recuérdala
gloriosa aplicacion de sus antepasadas á las co»as domésticas. Declama contra, el desden que te
nían en fabricar telas para sus propios vestidos
y- de toda la familia, y la manía ridicula de com
prar á mucho precio ropa» extraqgeras, aunque
fueran de inferior calidad. Nos dete^ríaümajer
masiado, dicen, si emprendiésemos referir indi
vidualmente todos los excelentes principios de
filosofía moral que se hallan esparcidos en la
obra de nuestro Columela; pero nO podemos
omitir que, aunque tuvo la desgracia de ser pa-,
ganó , conoció la unidad y eternidad de Dios,
y le confesó como primera causa y supremo
oriador de la tierra y de todo el mundo; y que
es verosímil conociese la espiritualidad é inmor
talidad del alma racional, porque dice que fue
inspirada á los hombres y dada por el divino
Artífice, como una directora y gobernadora de
todos sus miembros y sentidos corporales. Expre
sión á la verdad que denota claramente haber
Prefacio.
vxva
conocido que nuestra alma e9 de mas sublime
y superior inaturaleza que el cuerpo. Tan sábíafi
máximas son capaces por sí solas de confundir
el orgullo y temeridad de los falsos filósofos y
libertinos de nuestros dias. En lo que mas lo
elogian es en el estilo. Despues de copiar los paeages que he citado de diversos autores, dicen
que es muy apreciable por su mucha perspicui
dad y claridad en las expresiones y en las ideas.
Que les parece su diccion latina tan pura goc
mola .de los mejores escritores del siglo deAúr
gusto; que su estilo no es afectado, y que es
superior, no solo al de todos sus contemporá
neos, sino tambien al de otros de mucha mar
ypr antigüedad; que en él se halla número y
armonía y .fejiz disposicion de los. períodos, '$
que no solo supo con perfeccion sü lengua pa
tria, que era la latina, sino que tambien fue
muy instruido en la griega. Despues dan una
breve idea del poema del cultivo de las huer
tas, y dicen, citando á Jorge Alejandrino, que
habiendo dejado Virgilio esta materia para que
la ilustrase alguno de sus sucesores , parece
que aquel excelente poeta adivinó que este era
Columela. En seguic^a copian. varios elogios de
otros sabios, y concluyen diciendo que este poe
ma es elegantísimo, y que su autor tuvo la sin
gular destreza de hacer materia de é\ todo lo
que hay de mas sublime, elevado y magnífico
en el mundo,' y 'aun al mundo mismo.
xvín
Prefacio*
a, Aunque* eri el libro 5, cap. i, dice que
410 se atribuye la ciencia de las medidas *,
notan dichos PP. que nadie debe persuadirse
que ignoraba del todo las Matemáticas. Que el
tratadilo que pone á la frente de su libro 5.^
íiobreel arte de medir la tierra, prueba que
no.era, peregrino 'en ésta facultad. Qué die los li
bros que habia escrito contra los astrólogos Cal-*
deos consta su instruccion en la Astronomía, y
.ho- menos del Calendario rustico que inserta en
.el, eapL á.° del' libro 1 1 j-en el '¡cual y en otros
lugares de su obra dá á entender que se sirvió
de los escritos de Melon , Eudoxo é Hiparco.
Nadie puede dudar que para escribir esto nece
sitaba haber esllidiado Matemáticas. Que tam
bién. se, infiere de varios pasages que' poseía al
gunos principios de Maquinaria.
Hasta aqui los PP. Mohecíanos; y yo añado
que estuvo perfectamente impuesto en la Vete
rinaria, corno consta del cap. 6 y siguiente*
ha&taerfin desfibro 6.°j que copió Vegecio sin
citarlo en la obra que escribió sobre esta facul
tad.
¡. Peroen medio de tantos-admiradores como tu
vo nuestro Gokvmela , nclolaltawníinjustos cen
sores que criticaron sils escritos muy fuera de
razon. El primero y principal fue Plinio el ma
yor, que (como nota Gesnero en el prefacio de
su edicion y en variase de sus ñolas) no fue de* La Geometría.
i ti
t
t • ..
.
- ';
.. >
..j
Prefacio.
xix
masiado justo con él; y segun-advierte Sáboureux en el suyo, no lio cita jamas sino. para^con.í.
tradecirlo, de suerte que es dificultoso disculpar
á este autor, cuando no de envidia, á lo menos
de parcialidad. El segundo es el referido Vegecio,
quien lo nota como poeo exacto en loe preceptos
que dio para la cutacion de los animales ', iaxin*
que en el prefacio de dicha su obra celebra su.
elocuencia y lo copia 6Ín citarlo, como he dicho.
£1 tercero fue Paladio flutilio Tauro Emiliano*
autor de una obra aVAgrieul;tora'¡que sejmprir
mió, cpmo la de Veterirwüria de¿ anterior', con
la del nuestro, á quien parece impugna en el
prefacio de ella, y en el lib. i.°, tit. 6, núm. 3:
en el primero dice : ctLa principal pártele la pru
dencia és tener en consideracion la persona á
quien se ha devjnseuar. El qué da preceptos
para formar un labrador no debe imitar á los
retóricos en su arte, ni en su elocuencia, como
han hecho muchos que, hablando; cjiltanjen tea
los rústicos, han conseguido que ni aun los honu
bres mas cultos puedan entender su doctrina."
Esto está muy mal aplicado á Columela , pues
no obscurece con su elocuencia el asunto que
trata do ensenar , antes le dá una claridad. muy
difícil de imitar: de quien podrá decirse con mas
motivo es de Paladio, que nada tiene de elo
cuente, y algunas veces es obscuro, como nota
muy bien Gesnefo. En el segundo pasaje ^reparó
que Columela hubiese calculado las obradas y
Prefacio.
jornales <jne se necesitan, tanto para las semen
teras, escardas y demas labores de las tierras
que se destinan á los granos , como para el plan
tío y cultivo de los árboles, y dice que en tanta
diversidad de terrenos no podia hacerse esta
cuenta, y que por lo tanto la costumbre dela
provincia y el terreno manifestarían facilmen
te qué número de obradas se necesitaban pa
ra labor, y cuántos jornales, tanto en plantíos,
como en sementeras. En lo que seguramente no
tiene razon, pues aunque no pueda formarse un
cálculo exacto, puede hacerse prudencial que
dará mucha luz á los hacendados para la direc
cion de las labores de sus tierras, y para evitar
los fraudes que suele cometer la gente del cam
po, como advierte Caton. Los PP. Monedanos
vindican muy bien de estas cetísüras á Columela en las tres apologías de que he hecho men
cion, y que no extracto por no dilatarme mas.
'.. Ademas de los doce libros de agricultura de
Columelay hay otro del mismo autor que se in
titula de los árboles, y que todas las ediciones
hasta la de Aldo habían introducido entre el se
gundo y el tercero de la obra principal. Este yer
ro lo enmendó Jucundo de Verona, que en el
año de i5i3 corrigió las obras de Columela , qui-tó este libro del lugar que ocupaba, poniéndo
lo al fin de ellas por modo de apéndice, y en
tregó .el. ejemplar á su amigo Aldo para que lo
imprimiese. Paraesto tuvo tres razones. La pri-
Prefacio.
xxi
mera, que el libro de los árboles tiene el mismo
principio y trata de la misma materia de los ár-'
boles con iguales preceptos que el libro 3.°: la'
segunda, que en el libro de los árboles jamas se
nombra áPublio Silvino, haciéndose tanta men
cion de él en la obra principal ; y la tercera, que
ee le podía notar de poco exacto y de redun
dante, por haber vuelto á tratar en el libfo'5'.ft
(segun el orden que hoy tienen) de los árboles
frutales y de otras muchas cosas que había es
crito ya en dicho libro de los árboles. Por es
tas razones y otras muchas convienen Pon tode
ra y Gesnero en que Columela escribió. y publi
có dos obras de Agricultura. La primera se com
ponía verosimilmente de dos libros: el primero5
trataría del cultivo del campo; y el segundo de
los árboles. Esto se convence del principio del
libro de estos, donde dice: "Que por cuanto pa
rece haber tratado abundantemente del cultivo
de los campos en el primer volumen , no será fue
lla de propósito hablar del de los árboles y arbus
tos , que se tiene por parte acaso la mas prin
cipal de la Agricultura1'. Aquel primer librose ha
perdido, y solo ha llegado á nosotros el segun
do, como se ha dicho. Los PP. Monedanos
tienen por fundado lo que dice Gesnero , que
habiendo Columela escrito su segunda obra de
Agricultura , copiando en ella mas ilustrados y
con mas extension todos los preceptos que ha
bla publicado eri sus primeros libros, intentó
xxn
Prefacio.
suprimir estos, y que solo corriesen los otros
doce. Este es un pensamiento tan natural y tan
obvio á los autores que escriben dos obras so
bre una misma materia, refundiendo en la se
gunda lo que habían dicho en la primera, que
4esde luego se conoce haber tenido Columela es
te intento; y que no solo quiso excluir de sus do
ce libros estos dos, sino suprimirlos del todo. Sin
embargo, sus amigos ú otros eruditos de Roma
á de alguna de sus provincias, han conserva
do el de los árboles, de manera que ha llega
do hasta nuestros tiempos. Por aquí se ve la
impericia de los antiguos editores, que han te
nido la torpeza de incorporar este libro con los
Otros doce de las cosas del campo, y con cuan
ta razon lo saco Ju cundo del lugar en que se
hallaba, para ponerlo en el que hoy conserva.
Yo, á imitacion de Saboureux, he llevado el es
crúpulo mas adelante, no tomando el trabajo de
traducirlo, tanto por. evitar el abultar los volú
menes;, como por conformarme con la intencion
del mismo Columela.
¡
Dije al principio que he tenido pocos auxi
lios; pero he tenido algunos que son los siguien
tes. En primer lugar los que presta la edicion.
latina de G-esneró de 1773 que me ha servido
de texto, conviene á saber, las variantes y nota»
que tiene al pie de cada página; las cuatro car
tas de Morgagni, y las enmiendas de Pontedera ; el octavo tomo. dé la Historia literaria de
Prefacio.
xxnt
España tantas veces citado; la agricultura ge
neral de Herrera, edicion de 1 64^, y el Dictionario de agricultura de Rozier : de estos me valí
para formar el borrador; pero para limar este
y poner la traduccion en limpio, me he servi
do tambien de la traduccion francesa de Saboureux. Para dar en nuestro idioma los nom
bres de las plantas, de los granos, de las flores,
de las frutas, y en general de todas las produc
ciones de la tierra, me he valido ademas de es
tos del Diccionario de historia natural de Valmoni de Bomare; y del Speciés plantarum de
Linneo, traducido al castellano por don Anto
nio Palau.
La reduccion de las monedas, pesos y me-*
didas á sus valores actuales no se podía dejar de
hacer en una obra de esta naturaleza ; pero he
mirado como inútil y sujeto á muchos inconve-*
nientes el hacerla á cada ocasion que se presen
tase, por lo cual he conservado en la traduccion
aus denominaciones latinas ó griegas, y al fin pon
go una tabla de esta reduccion con arreglo á
]a de Saloureux que la haced las francesas, y
de éstas las reduzco á las españolas por la cor
respondencia dé los pesos y medidas de ambas
naciones que trae Vallejo, y á las de monedas
prevenidas en las reales órdenes,
.-.
He conservado la division por capítulos co
mo se halla en el original y en la traduccion
francesa que he tenido á la vista, sin embargo
xxiv
Prefacióí
de que seguramente esta division no es obra de
Cálamela , pues los antiguos no conocían este
modo de distribuir sus obras ; pero lo he hecho
así, para dejar á los lectores la facilidad de com
parar las diferentes parles de la traduccion con
el original. Los sumarios de los capítulos los he
puesto segun se hallan al principio de la obra
de nuestro autor , enmendados varios de ellos
con las variantes que tienen al pie , porque se
citan así en varios libro3.
. En cuanto á notas no he puesto mas que
las absolutamente necesarias para la inteligen
cia de algunos pasages obscuros , para la expli
cacion de ciertas costumbres antiguas, para el
conocimiento de personas y pasages de la histo
ria ó de la fábula de que se haga mencion.
Muchas mas notas se podrían poner, en que se
cotejasen las doctrinas y preceptos de Columela con los adelantamientos de la agricultura mo
derna; pero serían muy importunas, en vista
de lo bien desempeñado que ha sido este ob
jeto en la hermosa edicion que acaba de hacer
la. Sociedad económica matritense de la agricul
tura general de Gabriel Alonso de Herrera en
riquecida con muchas é importantes adiciones
por ocho de sus sabios individuos , que nada de
jan que desear.
: .
LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA.
De las cosas del campo.
LIBRO
PRÓLOGO
; . ^ .n
Á
PRIMERO.
PUBLIO SILVINO.
. :
'•..••..
.••...,
\Jc
ton frecuencia oigo á los primeros hombres de nuestra
ciudad culpar unas veces la esterilidad de los campos, otras
la intemperie que se nota en el aire de mucho tiempo
acá, como perjudiciales á los frutos : tambien oigo á
algunos mitigar estas quejas con una razon cierta á su pa
recer, pues piensan que la tierra fatigada y desustanciadá
con la excesiva fertilidad de los primeros tiempos, no pue
de dar alimento á los mortales con la abundancia que lo
daba entonces. Cuyos motivos, Publio' Silvino, tengo por
cierto que están muy Jefos de ser verdaderos ; to, uno por
que no eé justó creer que la naturaleza de la: tierra, dotada
por el primer Criador del. mundo -def'atiá" fertilidad perpe
tua 1, haya sido invadida por la esterilidad , como pudiera
ser/o por cierta especie'de dolencia ;' Id otro porque no es
propio de una persTMisénsata^nsárqué"la 'misma tierra
se ha envejecido como¡el hombre,"habiendole.cabido én
parte una juventud divina' y etérna,' y llamádose madre
comun de todas las cosas, por haberlas producido siempre
y haberlas de producir en adelante. En vista de lo cual rio
pienso qué nos han Sucedido éstas cosas' por la intemperie
del aire ,' síno mas bien pof culpa riueátra; paes hemos
'puesto el cultivo de nuestras tierras á cargo del' peot'de
'nuestros esclavos, como si fuera' un verdugo que hls casti
gára por delitos que hubieran cometido: siendo asi que
'nuestros antepasados, mientras mejores eran ellos , mejor
'las trataTon.¡'¥ no puedo acabarjne de admirar j cuando
a
a
COLUMELA.
considero que escogiendo los que desean hablar bien un
orador cuya elocuencia imiten ; buscando los que quieren
aprender las reglas del cálculo y de las medidas un maes
tro de esta enseñanza que tanto les agrada; procurando los
aficionados á la danza y á la música con el mayor cuidado
maestros de éstas artes; llamando los que quieren hacer un
edificio operarios y arquitectos ; los que quieren confiar al
mar una embarcacion hombres que separt manejarla; los
que emprender guerras personas inteligentes en la tánica;
y, para decirlo todo de una vez, haciendo cada cual diligencia, para el estudio á que quiere aplicarse, del mejor director que pueda encontrar; y finalmente', eligiendo cada uno
de entre el número de los sabios una persona que forme su
espíritu y sea su maestro en la virtud: solamente la agricultura, que sin duda alguna está muy cerca de la sabidu
ría , y tiene cierta especie de parentesco con ella , carece de
discípulos que la aprendan y de maestros que, la enseñen.
Pues no solo he oido, sino yo mismo he visto, que hay en
nuestros dias escuelas de reióricos, yVcomo acabo de decir)
de geómetras y músicos, y (lo que es mas de admirar) que
tambien hay oficinas en que se hace profesion de los vicios
mas despreciabas, enseñándose en ellas á condimentar los
.manjares, de modo que e-xciten la glotonería , . á disponer
los banquetes con el mayor lujo; á adornar las cabezas y
peinar el pelo; pero de agricultura no he conocido perso
nas que se dediquen á enseñarla, ni discípulos que Ja estu
dien. En efecto, aunque no hubiese en . la ciudad maestros
de aquellas, ,ártes, podría estar floreciente la república, co
mo. se verificó en tiempo de nuestros antepasados: pues en
lo antiguo fueron bastantemente felfees las ciudades, y lo
«erán en adelante sin escuelas donde se aprenden los ejer
cicios del cuerpo, y aun en' las que se adquiere la práctica
de la. abogacía; mas sin agricultores es evidente .que nio
pueden subsistir ni alimentarse los.mortales. Cuanto mas
que es- una especie,. de pflodígw 1q, qoe sucede ¿ y es que
una cosa la nías convenientes nuestros cuerpos y á la uti
lidad de nuestra vida, sea la que hasta el tiempo presente
tenga menos perfeccion : que todas ; . y que un ¡ medio tan
inocente de. aumentar ,y;, conservar el .patrimonio se vea
LIBRO PRIMERO
3
despreciado. Pues los demas, que son diversos y como
opuestos á él, son contrarios á la justicia: á menos que no
creamos mas conforme á ésta percibir despojos por medio
de la guerra , que nada nos trae sin sangre y destruccion de
otros. ¿Por ventura los que tienen aversion á la guerra,
querrán mas bien el azar del mar y del comercio marítimo,
hasta el punto de que el hombre , siendo animal terrestre,
se atreva rompiendo las leyes de la naturaleza , á entregarse
á las olas, expuesto al furor de los vientos y del mar, y
que desterrado siempre de su patria , ande como las aves,
vagando por tierras desconocidas en costas lejanas? ¿Será
un medio de enriquecerse que merezca mas aprobacion el
prestar con usuras, accion odiosa aun á aquellos á quienes
parece socorrer? Ni aun es mejor por cierto la profesion
canina", como la llamaron los antiguos, de ladrar á los
mas poderosos , la cual es un latrocinio contra los inocentes
y en favor de los criminales, despreciado por nuestros ma
yores, y permitido por nosotros dentro del recinto de las
murallas de la ciudad, y en el mismo foro. ¿Tendré tal vez
por mas decoroso el acecho ilusorio del adulador mercena-'
rio, que anda haciendo la corte por las casias de los pode
rosos, y por las conversaciones que oye infiere si su pa
tron está todavía durmiendo, pues si pregunta algo de lo
que pasa adentro, no se dignan de responderle los esclavos?
¿Creere encontrar mas felicidad en estar arrimado hasta bien
entrada la noche á unas puertas incómodas, despues de ha
ber sido despedido muchas veces por un portero encade
nado3, y ésto jx?r comprar con la mas miserable esclavitud
y con deshonor él honor de las fasces4 y el mando, que sin
embarga no conseguiré sin disipar mi patrimonio? Pues
éste honor se paga con dones, y no con una servidumbre
que nada produzca al que lo proporciona. Por consiguiente
si los hombres de bien han de evitar éstos medios de acre
centar su patrimonio , y otros semejantes , resta solamente
uno decoroso y noble, que es la agricultura. Aunque sus
preceptos se ejecutáran sin inteligencia y por hombres ig
norantes, con tal que fueran poseedores de las hereda
des, como sucedía antiguamente, sufriría menos pérdida
el cultivo: pues la aplicacion de los dueños los recompensaaa
4
.
COLUMELA. .
ría en muchas ocasiones de los daños que les causase su ig
norancia ; y tratándose de su interés personal , no querrían
que se les viese toda su vida estar sin conocimiento de lo
que les importa , y por lo mismo concibiendo mayores de
seos de aprender, llegarían á tener una instruccion com
pleta en la agricultura.
Al presente no solo nos desdeñamos de labrar por no
sotros mismos nuestras heredades, sino que tenemos por
cosa de ninguna importancia hacer capataz5 á un hombre
el mas inteligente, ó á lo menos, si es ignorante, que ten
ga capacidad y vigor para aprender prontamente lo que
no sabe : por el contrario si es un hombre rico el que ha
comprado una hacienda, envía desterrado á ella al mas eji-t
deble por sobra de años ó por falla de fuerzas , que encuen
tra en la turba de lacayos ó conductores de literas : aunque
el ejercicio á que lo destina exjja.no solamente ciencia,
«ino tambien una edad que esté en su flor, y una robustez.
de cuerpo suficiente para aguautar el trabajo: y. si el que.
hace esta adquisicion es un hombre de medianas faculta-.
des, echa mano para capataz de'' algunp.de .los mozos,.
que no puede ya d^r su trabajo diario, y que no tiene co
nocimiento de lo que se va á poner á su cargo. Cuando yo
advierto este manejo, considerando en irá interiof. muchas.
\eces y reflexionando con cuan torpe. consentimiento se ha,
abandonado y echado en el olvido la agricultura, me recelo
que parezca á los hombres decen.tes criminal y. en cierto
modo vergonzosa y fea. Pero como muchos monumentos
consignados en los escritores me hagan ver. .que. nuestros
mayores tuvieron á mucha honra dedicarse á' la agricultu-,
ra : que de ella y del arado fue 1 lamado á. ser dictador^
Quineto Cincinato6, libertador de un consul .y de su ejér-,
citó que estaba cercado; y que despues, habiendo de
jado los fasces, que había devuelto asi que venció, pon
mas celeridad que las tomó al ser .nombrado general,,
Volvió á los mismos novillos y á la misma pequeña
haza de cuatro yugadas que había heredado de sus
abuelos7 : que tambien Cayo Fabricio8 y Curio Dentato 9, el
uno despues de haber echado á Pyrrho10 de los confines
de Italia, y el otro despues de haber sujetado á los Sabinos,
LIBRO PRIMERO
5
cultivaron las siete yugadas de tierra de la conquistada al
enemigo, que les tocaron en parte de las que se repartían
entre los ciudadanos, con tanta aplicacion , como valor habian empleado en conquistarla con las armas: y para no
hacer mencion ahora intempestivamente de cada uno en
particular, al ver que tantos generales romanos ademas de
éstos se han distinguido siempre en los dos ejercicios, de
defender y de cultivar las tierras conquistadas ó heredadas
de sus padres , conozco que han dejado de agradar á nues
tro lujo y á nuestra molicie las costumbres antiguas y la vi
da varonil. Pues todos los padres de familia (como se quejó
ya Marco Varron" en tiempo de nuestros abuelos) despues
de haber dejado la hoz y el arado, nos hemos metido de
murallas adentro , y movemos mas bien las manos en los
circos y en los teatros, que en las mieses y en las viñas: y
admiramos atónitos los gestos de los afeminados, poique
contrahacen un sexo que la naturaleza ha negado á los va
rones, y engañan los ojos de los espectadores. En seguida,
para ir bien preparados á los lugares de disolucion, coce
mos en las estufas nuestras indigestiones diarias, excitamos
la sed provocando el sudor, y pasamos las noches en livian
dades y borracheras , y los dias en jugar y dormir , tenien
donos |X)r afortunados por no ver salir ni ponerse el Soli2.
Y así la consecuencia de esta vida indolente es la falta de sa
lud: pues estan los cuerpos de los jóvenes tan débiles y ex
tenuados, que no parece que queda á la muerte mudan»
?a que hacer en ellos. Pero seguramente aquellos verdade
ros descendientes de Rómulo, ejercitados continuamente en
la caza, y no menos en los trabajos del campo, tuvieron
unos cuerpos robustísimos, y aguantaron, cuando fue meíaester , el servicie militar , como que estaban endurecidos
con los trabajos que daban en tiempo de paz; y así siem
pre dieron la preferencia á los ciudadanos que vivían en el
campo sobre los que habitaban en la ciudad: pues así co
rno entre los primeros se tienen por mas perezosos }os . que
están siempre metidos en las casas de campo, qué los que
trabajan fuera de ellas , del mismo modo .parece que son
roas flojos los que están parados á la sombra en la ciudad
de murallas adentro, que los que cultivaban los campos ó
a 3
6
COLUMELA.
gobernaban á los que lo hacían. Es tambien constante que
se solían tener las asambleas en los días de mercado13, pa
ra no ocuparse de los negocios de la ciudad mas que un dia
de cada nueve, y destinar los demas á los del campo: pues
allí vivian entonces, como hemos dicho, los primeros hom
bres de la ciudad ; y cuando se necesitaba tener consejo para los negocios públicos, se les hacia venir de las casas de
campo, para reunirse en el senado. De lo cual ha resultado
que los que los iban á citar se llamaban viadores: y mientras
se observó esta costumbre de labrar cada uno sus tierras con
la mas constante aplicacion, aquellos antiguos Quintes sabi
nos y nuestros ascendientes los romanos, han recogido,
aunque entre el hierro y el fuego, mayores cosechas, sin
embargo de ser devastadas por las incursiones de los ene
migos , que las que recogemos nosotros , que á beneficio de
una larga paz hemos podido adelantar en la agricultura. Por
consiguiente en este Lacio y en esta tierra de Saturno14 en
la que los dioses enseñaron á los descendientes de éste á
cultivar los campos, aquí mismo tratamos en subasta que
se nos traiga trigo de las provincias ultramarinas, para no
morir de hambre, y guardamos en nuestras bodegas los
productos de las vendimias de las islas Cicladas , de la Bética y de las Gálias. Y no es ésto estraño, siendo una opi
nion comunmente recibida y sentada, que la agricultura es
un ejercicio vil , y que es un oficio que no necesita de la
enseñanza de ningun maestro. Pero cuando yo considero la
magnitud de toda ésta ciencia , como cierta extension des
mesurada de un cuerpo, ó reflexiono en particular sobre
cada una de sus partes, que miro como si fueran sus
miembros, recelo que me coja el último dia de mi vida,
antes de poderla comprender toda. Porque el que quiera
hacer ver que se ha perfeccionado en ella, conviene que
sea muy sagaz investigador de la naturaleza de las cosas,
que esté bien instruido en los diferentes climas, que ten
ga averiguado lo que es conveniente á cada pais y lo que
no lo es: que tenga presentes á su memoria los tiempoé
precisos del orto y del ocaso de los astros , para no comen
tar las labores cuando amenacen las lluvias y los vientos,
y no dar el trabajo en valde: que examine con cuidado la
LIBRO PRIMERO.
7
temperatura habitual del aire , y la del año en que se ha
lla, pues no siempre siguen unas mismas reglas, ni todos.
Ios años viene el estío ó el invierno de una misma for
ma: ni la primavera es siempre lloviosa, ni el otoño hú
medo, cosas que creo no puede prever persona alguna
sin bastante talento y una enseñanza muy exquisita. Fuera
de que á pocos es concedido discernir las diferencias de las
tierras y la cualidad de los terrenos, como tambien el saber
qué es lo que nos concede y lo que nos niega cada uno.
¿Quién ha llegado á considerar atentamente todas las partes
de esta arte, para percibir la práctica de las siembras y de
las labores, y conocer á fondo las varias y muy desemejantes
especies de tierras , de las cuales unas engañan por su color,
y otras por su cualidad: pues en unos paises se aprecia la tier
ra negra que llaman pulla, como en la Campania; en otros
corresponde mejor la roja pingüe ; en otros (como en la Numiclia en Africa) las arenas sueltas vencen por su fecundidad
al terreno mas recio ; en el Asia y en la Mysia la tierra
compacta y pegajosa produce mas que todas? ¿Quien ha
llegado á conocer, ni aun á mirar con reflexion, qué es lo
que en estas mismas tierras no se dá en la colina , en el ter*
reno llano, en el cultivado, en el inculto, en el húmedo y
herboso, en el seco y pelado? ¿Quien lo perteneciente á la
plantacion y á la conservacion de los árboles y de las viñas,
de que hay infinitas especies? ¿Quien la adquisicion y con
servacion de los ganados: porque éste objeto lo hemos
admitido como parte de la agricultura, á pesar de estar se
parada de ella el arte pastoril? Mas ésta última comprende
muchas partes: porque el ganado caballar exige ser cui
dado de un modo, el vacuno de otro, de distinto el la
nar; y en éste mismo pide el tarentino un método diver
so de el del burdo ; de otro el cabrío , y en éste mismo el
mocho y de pelo claro se cuida de una manera, y el
que tiene astas y mucho pelo, como el de Cilicia, de
otra. La profesion del porquero que guarda puercas de cria
y lechone3 , y la del que guarda cerdos grandes son diver
sos : tambien son diversas las comidas que deben dárseles :
y no menos diversos los climas , modos de criar , y de cui
dar, que convienen á éste ganado, si es pelon, ó si es cer
04
8
COLUMELA.
¿loso. Y dejando aparte los ganados , en cuya clase se in
cluyen las aves de corral y las abejas, ¿quién ha sido tan
aplicado que ademas de éstas cosas que hemos referido con
individualidad , sepa practicar tantas especies de injertos y
de podas, y cultivar tantos géneros de frutales y hortali7as? ¿quién ha dedicado sus cuidados á tantas especies
de flores, como por ejemplo las rosas , cuando los mas aun
desprecian cosas de mayor importancia? sin embargo esas
han empezado á ser útiles á muchas personas. Los prados,
los saucedales, las retamas y las cañas exigen tambien al
guna aplicacion, aunque sea pequeña. No se me oculta
despues de la relacion que he hecho de tantas cosas y tan
multiplicadas, que si trato de sacar de entre los que se
dedican á los trabajos del campo un labrador tal como
lo deseo y lo describo , se retardarán los estudios de los
que aprenden Ja agricultura , los cuales llenos de terror
con la desesperacion que infunde una ciencia tan variada
y tan vasta, no querrán emprender lo que desconfían po
der conseguir. Pero sin embargo es una cosa razonable,
como ha dicho muy bien Ciceron ' 5 en su tratado del ora
dor, que los que desean inquirir las cosas que son mas
útiles al género humano, y despues de consideradas y ave
riguadas confiarlas á la memoria, deben no omitir medio
alguno para conseguirlo. Y si nos faltáre la fuerza de un
ingenio sobresaliente ó el auxilio de las bellas artes, no
debemos entregarnos luego a! ocio y á la desidia , sino pro
seguir con perseverancia en las esperanzas que hemos
cencebido con sabiduría. Pues aspirando al lugar mas ele
vado, se nos verá con bastante honor aunque nos quede
mos en el segundo. ¿Por ventura las Musas'6 Latinas han
admitido solamente en sus santuarios á Accio17 y á Virgi
lio?1 ¿No han concedido tambien sagrados asientos no so
lo á los que se han acercado mas á ellos, sino tambien
á los que se han quedado lejos de estos segundos? Los
rayos de la elocuencia de Ciceron no separaron de éste es
tudio á Bruto19, á Celio20, á PdHon", á Messala", ni á
Cátulo 23 ; pUes ni e\ mismo Ciceron habia cedido á los de
Demóstene8 '* ni á los de Platon'5; ni el padre de la elo
cuencia, aquel dios Meonio26, extinguió con los cauda-
LIBRO PRIMERO
9
losísimos ríos de su facúndia los estudios de la posteridad.
¿Vemos por ventura que los artistas que han admirado las
obras de Protógenes27, Apeles28 y Parrasio29 , aunque ellos
fuesen de menos fama que éstos , hayan abandonado su tra
bajo despues de tantos siglos? Ni Bryaxis3", Lysipo21, Praxiteles3' y Polycleto33, artistas posteriores á Phidias34 que
bal ñau visto atónitos las estátuas hermosas de Júpiter Olympico3J y de Minerva36, hechas por éste, tuvieron deten
cion en probar lo que podían hacer, ni hasta donde po
dían adelantar. De aquí podeme s inferir que si en todo gé
nero de ciencia los que ocupan el lugar mas alto se llevan
tras sí la admiracion y la veneracion , no se quedan los que
están en otro inferior sin el elogio que merecen. A esto se
agrega, que si el labrador que queremos nosotros sea per
fecto , no es consumado en ningun arte , si no ha alcanzado
en la naturaleza universal de las cosas la sagacidad de Demócrito37 ó de Pythágoras38 ; en los movimientos' de los
astros y de los vientos la prevision de Menon39 ó de Eudoxio4° ; en la cria de ganados el conocimiento de Quiron41 ó
de Melampo42; en el cultivo de los campos la pericia de
Triptolemo43 ó de Aristeo44: sin embargo mucho habrá
aprovechado si ha podido igualar en la práctica á nuestros
Tremelios4*, Sasernas46 y Estolones47; pues la Agricultu
ra puede ejercerse por una persona que no tenga grandes
talentos, aunque no por quien no tenga ningunos , ó (como
dicen los latinos) sea pingui Minerva4^. Porque lo que al
gunos han dicho, ésto es , que es un arte muy fácil y que
no necesita ingenio alguno, está lejos de ser cierto. No es
menester tratar mas al presente de ésta ciencia en general,
nna vez que se han de ir explicando todas sus partes , cada
una por su orden , en unos %cuantos volúmenes destinados
al intento; lo que haré luego que haya hablado de las co
sas que creo pertenecen mas principalmente á su universa
lidad.
jo
r .COLUMELA..
CAPITULO
-
I.
Preceptos que han de seguir los que quieran dedicarse ai
cultivo del campo.
JLjI que quisiere aplicarse á la Agricultura ha de saber
que tiene que llamar á su auxilio, con preferencia á todo lo
demas, éstas tres cosas: inteligencia en ella, facultades para
gastar, y voluntad de hacerlo. Porque, como dice Tremelio, aquel tendrá su campo mas cultivado, que sabrá, podrá
y querrá labrar: y á nadie bastará saber y querer, si np.
hace los gastos que exigen las labores; ni por el contrario la
voluntad de hacer y de gastar aprovechará sin el arte, por
que en todo negocio el punto capital es saber lo que se de
be hacer ,v y sobre todo en la agricultura , en la cual la volun
tad y las facultades sin ciencia acarrean perjuicios grandes
á los amos , y las labores dadas sin inteligencia son causa
de que sean inútiles los gastos. Y así el padre de familia
aplicado que desea seguir en el cultivo un método seguro
para aumentar su patrimonio, ha de procurar principalmen
te consultar sobre cada cosa á los labradores mas inteligen
tes de su tiempo, meditar con atencion los tratados de los
antiguos, considerar lo que cada uno de ellos ha opinado,
las reglas que ha dado , y si todo lo que han enseñado es
adoptable al cultivo del dia, ó algunas cosas no lo son:
pues me consta que muchos autores célebres están per
suadidos de que el tiempo dilatado que ha transcurrido
ha cambiado la cualidad del aire y las estaciones; y, que
Hiparco1, doctísimo profesor de Astronomía, había dado
por cierto que llegaría tiempo en que los polos. del .mun
do mudasen de lugar: lo que parece haber creido tambien
Saserna, autor no despreciable de Agricultura, pues en el
libro que dejó escrito sobre ella infiere haberse cambiado
las estaciones de que los países que no podian conservar
planta alguna de vid ó de olivo que se pusiese en su campo,
por el constante rigor de los inviernos, mitigado y templa
do cuando él escribía el frio antiguo, producían muy copio
sas cosechas de aceituna y de uva ; pero á ésta razon , sea
LIBRO PRIMERO
n
falsa ó verdadera , solamente se le puede dar paso en los li
bros de Astronomía. No se han de ocultar á un labrador los
demas preceptos de la Agricultura, que habiendo sido dados
muchísimos de ellos por escritores cartagineses, hacen ver
sin embargo nuestros cultivadores que muchos de ellos son
falsos, como por ejemplo Tremelio , que quejándose de és
to mismo, lo excusa sin embargo, porque siendo el terre
no y la atmósfera de Italia y de Africa de diversa naturale
za entre sí, no pueden tener las mismas producciones. Pe
ro sean las que sean las causas de diferencia entre la Agri
cultura de nuestro tiempo y la de los anteriores, no de
ben arredrar al que la está aprendiendo de la lectura de los
autores antiguos , pues se encuentran en ellos muchas mas
Cosas dignas de ser aprobadas que de ser desechadas. Hay
ciertamente entre los griegos una gran porcion de escritores
que han dado reglas de Agricultura , á la cabeza de los cua
les se puede poner Hesiodo2 de Beocia , poeta celebérrimo,'
que ha contribuido no muy poco á nuestra profesion : mas
la ayudaron despues los sábios Demócrito de Abdera, Xenofonte, discípulo de Sócrates3, Arquitas de Tarento, y los pe
ripatéticos maestro y discípulo Aristóteles4 y Theophrasto*.
Los sicilianos Hieron6 , su discípulo Epicarmo7, y Philoraetor Atalo8 , adelantaron en ésta ciencia por efecto de su mu
cha aplicacion. Alhenas tambien ha producido una gran
multitud de escritores en ésta materia, de los cuales los mas
estimados fueron Quereas, Aristandro, Amphiloco9, Queresto '° y Euphronio " el atheniense, y no como muchos pien
san el de Amphípolis que está tenido por un labrador reco
mendable. Las islas han hecho asimismo célebre ésta profe
sion , como acreditan Epígenes12 de Rhodas, Agathocles
de Scio , Evagon y Anaxipolis de Thaso. Menandro y Dio»
doro, paisano de aquel Bias, uno de los siete sábios, adqui
rieron una completa instruccion en la Agricultura : y no ce
dieron á éstos Baquio y Mnaseas'3 de Mileto, Antígono de
Cumas, Apolonio de Pérgamo, Dion de Colophon, y Hege8ias.* de Maronea. Diophanes de Bythinia compendió en
seis breves tratados todas las obras de Dionysio de Utica, in
térprete de Magon el carthagines, tan difusas que ocupa
ban muchos volúmenes. Tambien han contribuido con al
la
c COLUMELA.
gun auxilio á nuestro estudio otros autores, aunque mas
obscuros, cuyas pátrias ignoramos: éstos son Androcion15,
Escrion'6, Aristómenes, Athenágoras, Crates, Dadis,Dionysio, Euphyton y Euphorion. Y no nos han pagado coa
menos lealtad Lysimaco17, Cleobulo18, Menestrato , Pleusiphanes, Persis y Theophilo, cada uno por su parte. Por
último, para dar á la Agricultura el derecho de ciudadana
romana, pues en tiempo de estos autores no era todavía
masque griega, hagamos ahora mencion de aquel Marco
Caton el Censor19 , que fué el primero que la hizo hablar
en latin : hagámosla despues de éste de los dos Sasernas pa
dre y hijo que la han enseñado con mas esmero : eu segui
da de Tremejio Escrofa que la ha hecho elocuente : de Mar
co Terencio Varron10 que la ha limado, y de Virgilio que la
ha hermoseado tambien con sus versos; sin desdeñarnos de
hacerla finalmente de Julio50 Hygino, que ha sido como su
ayo: con tal sin embargo que veneremos mas que á todos,
como á padre de la Agricultura, al carthagines Magon",
pues aquellos memorables volúmenes, que escribió sobre
ella, han sido traducidos al latin por decreto del Senado,
No han merecido menores elogios Cornelio Celso" y Julio
Ático, autores de nuestro tiempo, el primero por haber
comprendido en cinco libros un cuerpo completo de ésta
ciencia, y el segundo por haber escrito uno único sobre la
especie particular de cultivo que pertenece á las vides. Ju
lio Grecino2-3 que se puede mirar como discípulo de éste,
ha cuidado de dejar á ia posteridad dos volúmenes de re
glas semejantes con respecto á las viñas, escritos con mas
elegancia y erudicion. A éstos pues, oh Publio Sil vino, has
de consultar ántes de entregarte á la Agricultura: pero, sin
persuadirte de que sus doctrinas te han de conducir á poseer
la con perfeccion, pues los libros de semejantes escritores
mas bien instruyen al que ya es maestro, que lo forman.
El uso y la experiencia tienen el principal influjo en las ar
tes, y ninguna hay en que no se aprenda errando; pues
luego que una operacion, por haber sido mal ejecutada, tie
ne mal éxito, se evita lo que ha sido causa del error, y la
advertencia del maestro dá luz para entrar en el camino de
recho. Por lo cual nuestros preceptos no prometen dar, la
LIBRO PRIMERO
i3
perfeccion de la ciencia, sino ayudar á conseguirla: ni al
instante que cualquiera los haya leido la poseerá, como no
quiera ponerlos en ejecucion y sus facultades se lo permi
tan. Y así nosotros ofrecemos éstos preceptos á los que ae
dedican á aprender la Agricultura, como auxilios que no
aprovecharán por sisolos, sino, con las otras cosas que he
mos indicado. Y aun los demas , esto es , el continuo traba
jo y la experiencia del capataz, y las facultades y voluntad
de gastar, no valen tanto como la sola presencia del amo: la
cual si no interviene con frecuencia en las labores, todas
ellas aflojan , como sucede en un ejército cuando falta el ge
neral. Lo que creo quiso dar á entender el cartilagines Magon, poniendo al frente de sus escritos esta sentencia: £1
que comprare una heredad en el campo venda su casa , no
sea que quiera vivir mas bien en ésta que en la de aquella :
porque el que prefiriere habitar en la ciudad, no tiene nece
sidad de posesion en el campo. Cuyo precepto, si se pudiera
observar en estos tiempos, no lo alteraría yo. Pero como al
presente el deseo de empleos llame muchas veces á la ma
yor parte de nosotros á la ciudad, y nos retiene muchas
mas, pienso en consecuencia que la hacienda mas cómoda
es la que está cerca de ella, á la cual, aun el hombre que
tiene ocupaciones^ pueda dar con facilidad una vuelta to
dos los dias despues de haber concluido los negocios del fo
ro. Porque los que compran posesiones lejanas, por no de
cir ultramarinas , ceden el patrimonio á sus esclavos como
si fueran sus herederos, y lo que es peor estando vivos:
porque seguramente, si están sus amos distantes, ellos se
corrompen , y apoderada de ellos la corrupcion , despues de
las maldades que han cometido, esperando ser reemplaza
dos por otros , se dedican mas bien á la rapiña que al cul
tivo.
CAPITULO IL
De la situacion y disposicion que ha de tener la casa
de campo y la heredad.
i
'•...':
Ooy pues de opinion que la hacienda que se compre esté
Cerca de la ciudad, á la cual taya el amo con frecuen
14
COLUMELA.
cía, y anuncie que ha de ir con mas frecuencia que lo
que haya de hacerlo; pues con éste temor el capataz y
lá gente cumplirán con su obligacion. Siempre que tenga
lugar se detendrá en el campo, y ésta detencion no lia
de ser inútil ni ociosa; pues conviene que un padre de
familia cuidadoso dé vuelta á menudo y en todos los
tiempos del año á las diferentes partes de sus hereda
des, para observar con mas conocimiento la naturaleza
del terreno, ora estén los frutos en hojas y en yerba, ora
estén ya maduros, y para no ignorar nada de lo que sea
conveniente hacer en ellas. Pues hay una máxima antigua
aprobada por Caton1 que dice: que es severamente cas
tigada una hacienda cuyo dueño no enseña al capataz lo
que seha de hacer en ella, sino que lo aprende de él. Por lo
cual el principal cuidado del que ha heredado de sus ma
yores una finca, ó trata de comprarla, es saber cuáles son
las mas estimadas en aquel pais, para deshacerse de la que
sea inútil , ó comprar una buena. Y si la fortuna suscri
biere á nuestros deseos, la tendremos en clima saludable,
tierra fértil , parte en llano y parte en colinas , con pen
diente suave hácia el oriente ó mediodia: habrá en ella
porciones de terrenos cultivados , y otras de silvestres y
ásperos, no lejo3 del mar ó de un rio navegable que facilite
la exportacion de los frutos, y la importacion de las mer
cancías que hagan falta. Por bajo de la casa de campo ha
brá una llanura distribuida en prados, tierras de labor,
saucedales y cañaverales. Las colinas unas estarán sin ár
boles, á fin de que únicamente sirvan para siembea de gra
nos, los cuales sin embargo se dan mejor en tierras llanas,
medianamente secas y pingües; que en laderas muy pen
dientes. Y por tanto las tierras de pan, aun las mas altas, de
ben tener llanuras, y cuando. mas una pendiente muy sua.
ve y muy parecida á posicion de vega. Ademas otras colinas
se cubrirán de olivares, de viñas, y de árboles que puedan
dar horquillas para éstas, y otras que den madera y piedra
para obras, cuando sea menester, como tambien pastos pa
ra los ganados menores. Tambien será del caso un naci
miento de agua, de donde se saquen acequias que rieguen
los prados, los huertos y los saucedales, y que no falten'
LIBRO PRIMÉRO
i5
rebaños de ganado mayor y de otros cuadrúpedos que paz
can los terrenos cultivados y los matorrales. Mas ésta situa
cion que deseamos es raía y difícil , y pocos la encuentran:
la próxima á ésta es la que tiene mas ventajas de éstas que
hemos referido: la que no tuviere muy pocas es tolerable.
CAPITULO
IIL
Cuando se reconozca una posesion para comprarla qué
\ cosas se han de observar en ella mas principalmente.
X orcio Caton * pensaba que al comprar y reconocer una
heredad, se habían de considerar sobre todo dos cosas, la
salubridad del clima y la tenuidad del terreno; de las cua
les si Litaba una, y sin embargo habia quien quisiese cul
tivarla, era un mentecato, y por consecuencia debia po
nerse bajo de la curaduría de sus parientes % pues nadie
que esté en sn juicio debe hacer gastos en el cultivo de un
terreno estéril; ni por el contrario en un campo mal sano,
por mas feraz y pingüe que sea, jamas llega el amo á ver
sazonados los frutos , porque cuando se ha de ajustar la
cuenta con la muerte, no solo es dudosa la percepcion de
los frutos , sino tambien la vida de los cultivadores , ó por
mejor decir, su muerte es mas cierta que la ganancia. Des
pues de éstas dos cosas, que son las mas principales, añadía
otras que no deben tenerse menos presentes, y son el ca
mino, el agua, y los vecinos: que un camino cómodo es
muy útil para las haciendas, lo primero, y es lo mas esen
cial , porque les proporciona la presencia del amo que irá á
ellas con mas gusto, si no teme la molestia de uno malo:
lo segundo porque facilita la importacion de las provisiones
y la extraccion de los frutos, lo cual aumenta el valor de
éstos y disminuye el costo de aquellas , pues se conducen
con mas equidad adonde se llega con menos trabajo. Ni es
*de desatender tampoco poder ir á ellas por poco dinero, sí
se va en bestias de alquiler; lo que conviene mas que man
tener las propias: y al mismo tiempo los esclavos que han
de .acompañar al amo harán sin dificultad el camino á pie.
De la bondad del agua no hay para qué extenderse en ba
itf
COLUMELA.
blar, siendo una cosa tan evidente para todos. ¿Pues ^uién
dudará que deba ser lo mejor posible una cosa sin la cual
ninguno de nosotros, sea de buena ó de mala salud, puede
prolongar su vida ? Con la comodidad de un buen vecino
no se puede' á la verdad contar, pues algunas veces lo cam»
bia la muerte, ú otras diversas causas. Y por ésto algunos
no admiten en ésta parte la opinion de Caton; los cuales sin
embargo parece que van muy errados, pues así como es
propio de un hombre sabio sufrir con fortaleza los acciden
tes impensados , lo es igualmente de un loco ser artífice de
su propia desgracia: lo que hace el que con sus dineros ad
quiere un mal vecino , pues si ha nacido de padres libres,
ha podido oir decir desde su infancia, que no perecería
jamas un buey si tío hubiera un mal vecino : lo que no se
'dice solamente del buey , sino de todo lo demas que tene
mos: de suerte que muchas gentes han tomado á partido
carecer de sus casas y huir de sus patrias por las injurias de
los suyos : á menos que no pensemos que el haber abando
nado naciones. eiiteTas su suelo patrio, y refugiádose en
paises extrangeros , haya sido* por otro motivo que por no
poder aguantar á sus malos vecinos, hablo de los Aquéos,
de los Hiberos , tambien de los Albanos , y no menos de
los Sicilianos; y para no olvidar los pueblos á quienes de
bemos nuestro origen , hablo tambien de los Pelasgos , de
los Aborigines y de los Arcades. No me ceñiré solo á las
calamidades públicas ; la historia nos ha enseñado tambien
que en las regiones de la Grecia , y en ésta misma Hespe
ria hubo vecinos particulares detestables ; á menos que di
gamos que aquel Autolico^ ha podido serlo tolerable á per
sona alguna, oque Caco 4, habitante del monte Aventiuo
trajo algun gusto á sus vecinos los Palatinos. Pues mas quiero
hacer mencion de los que ya no existen que de los presentes,
•para no nombrar un vecino mio, que no deja en nuestro
'pago un arbol en pie, luego que descuella, ni almáciga 'á
'que no toque, ni rodrigon que no quite de la viña , ni da
'lugar á'que se dé de comer al ganado con algun descuido.'
'Con razon pues, opinó Catón en mi juicio que se debía
.evitar tal peste, y advirtió sobre todo al que había de ser
•febrttdof, que ño «c. acercára á «1U por su voluntad.
LIBRO' PRIMERO
t7
Nosotros añadiremos á éstos preceptos, el que uno delos sie
te sabios ha dado á la posteridad , y es que en todas las cosas .
se ha de. guardar modo y medida , y este no se ha dé entender proferido solamente para los que hayan de hacer otra
cualquier cosa , sino tambien para los que hayan de com
prar alguna hacienda , á fin de que nadie quiera comprar una
mayor de lo que permitan sus fondos , pues á ésto pertene
ce la excelente sentencia de nuestro poeta 5 '. Celebra las ha
ciendas grandes , pero cultiva una pequeña. Cuyo. antiguo
precepto lo puso en verso este varon eruditísimo, habién
dose dado antes por otros , segun mi opinion , pues todos
convienen en que los cartagineses, gente habilísima, ha
blan dicho que la heredad debia ser mas debil que el la
brador, porque como ha de luchar con ella, si puede mas
ésta él queda arruinado-, y no hay duda que una hacienda
grande mal cultivada rinde menos que una pequeña que
lo está bien. Y por eso despues de la expulsion de los re
yes, aquellas siete yugadas de tierra que Licinio, siendo
tribuno de la plebe , habia repartido por cabezas á cada
ciudadano, dieron mayores cosechas á los antiguos, que
ahora á nosotros los barbechos de mas extension. Con efec
to Curio Dentato , de quien hemos hecho mencion poco
antes, habiéndose conseguido una victoria tan grande bajo
su feliz mando , como el pueblo le hubiese concedido en
premio de su raro valor quinientas yugadas de tierra , cre
yó que é¿ta era una fortuna muy grande para un consul y
un triunfador; y habiendo desechado el don que le hacia
el pueblo , se contentó con éstas siete yugadas que se daban
á los dé la plebe. Despues , aunque nuestras victorias y las
mortandades de nuestros enemigos hubiesen dejado mu
chas tierras vacantes, se imputó como crimen á un sena
dor haber poseido mas de cincuenta yugadas: y Cayo Lici
nio fue condenado á consecuencia de la misma ley que
habia promulgado, siendo tribuno, porque excitado del
inmoderado apetito de poseer, habia excedido de la cabida
de tierra prefijada por ella á cada ciudadano. Y ésto no fue
tanto porque pareciese una altanería poseer tanta tierra, co
mo porque parecía criminal que un ciudadano romano
abandonase de un modo nuevo los campos que el enemigo
6
l8
columeita: tu
habia asolado en su fuga, poseyendo mas terreno que el
que las fuerzas de su patrimonio; le perdutían cultivar For
consiguiente en la ¡adquisicion de tierras se guardara la
misma justa medida- qqe en las demas cosas-, pues solo se
ha de adquirir lo necesario para que parezca qne hemos
comprado fincas que dWfrutar, y no que nos sirvan de
carga, privando á otros de su goce, -á ejemplp ele los muy
poderosos, que poseen comarcas enteras 'á la* que no pue
den dar la vuelta ni aun áicabatWjiy las qejaniabwlonadatf
á-ios ganados para que las pisoteen , ó &"las fieras para que
las devasten y destruyan, o tas ocupar» con ciudadanos en
cadenados por deudas, ó con esclavos en mazmorras. La
medida pues para Cada cual será su voluntad moderada y
bus facultades, pues no basta,' como vahe dicho ames, que
quieras poseer ¿i no puedes cultivar.
CAPITULO IV.
De la fertilidad de la hacienda > y de la situacion de la
casa de campo.
.
..! c
espues se sigue el precepto de Ceson, de que se dice
haber usado tambien Caton 1,y es que los que quieren
comprar una heredad revisen muchas veces aquella en que
hayan puesto los ojos; porque á, la primera' vistazo mani
fiesta sus defectos ni sus buenas cualidades ocuüas! y tanta
los primeros como las segundas se dejan ver con mas faci
lidad de los que repiten las visitas. Nuestros mayores nos
han tlado tambien una especie de fórmula para conocer á
la simple vista si un campo es pingüe y" feraz, de euya
cualidad hablaremos en su lugar, cuando tratemos de los
géneros de tierra. Sin embargo tengo que manifestar y dar
publicidad en general, á lo que se escribe haber dicho
Marco Atilio Regulo', inclitísimo general ya en tiempo de
la primera guerra púnica, y es; que así como no se ha de
comprar una heredad , aunque su suelo sea el mas fecundo,
si es insalubre, del mismo modo; no se ha dé adquirir la que
lo tenga esteril, por mas saludable que sea: lo cual persua
día Atilio á los labradores de su tiempo, con tanta mas au
toridad cuanto estaba enseñado por la experiencia : pues las
LIERGHIPIIMERO
19
historias dicen que cultivaba una hacienda 'pestilencial , y
al mismo. tiempo estéril , en el campo Pupinio. Por lo cual
como un hombre sabio no debe comprar en todas partes,
ni dejarse engañar por el atractivo de la fertilidad ó por los
encantos de la diversion , del mismo modo un padre de fa
milia verdaderamente 'habil, debe hacer productivo. y útil
todo lo que comprare ó adquiriere de .'otra manera; pues
nuestros mayores nos han enseñado muchos remedios para
el aire malo, con los que se mitigue su cualidad pestífera;
y en la tierra endeble la inteligencia y aplicacion del labra
dor puede superar la esterilidad del suelo. Y esto lo conse
guiremos si creemos como á un oráculo al mas verídico de
los poetas, que dice 3: Téngase cuidado de conocer de ante
mano I0s vientos, Ias variaciones de la atmósfera, los usos
del pais con respecto al cultivo, lo que puede dar cada. re
gion, y lo que no puede producir: y no . contentándonos
con la' autoridad de los cultivadores antiguos, ó de los del
dia, pasemos por alto nuestros ensayos, y los experimen
tos nuevos que hayamos hecho. Los cuales aunque en al
gunos casos particulares son costosos, sin embargo en su
totalidad son provechosos , porque nunca se cultiva el
Campo sin utilidad: al mismo tiempo el poseedor consigue
formarse para las operaciones que estan mas á su alcance;
y tambien ésto hace mas productivos los campos mas fér
tiles. Por tanto en ninguna parte se ha de omitir hacer
varios experimentos, debiendo obrar con mucha mas re
solucion en el terreno' pingüe, porque el buen éxito que
tendrán en él , hará que no emplée en vano el trabajo y el
dinero. Pero así como importa conocer la cualidad de una
hacienda y el modo de cultivarla, no importa menos saber
cómo se ha de edificar la casa de campo, y qué disposicion
se le ha de dar para que sea útil ; pues se sabe por la his
toria que muchos han errado en este punto, como los
muy eminentes varones Lucio Lóculo y Quinto Escévola4, uno de los cuales había hecho la casa mayor, y el otro
menor de lo que exigía la extension de la hacienda, sien
do uno y otro contrario á los intereses del dueño; pues las
casas mayores, no solo cuesta mas construirlas, sino que
necesitan mayores gastos para su conservacion; y cuando
b a
a©
COLÜMELA. V
son menores de lo que exije la 'heredad i, se pierden los frtítos, pues tanto los líquidos como los áridos se deterioran
facilmente, si no hay sitios techados donde guardarlos, ó
son incómodos por estrechos. Tambien debe el padre de
familia tener la mejor habitacion posible, á proporcion de
sus facultades , para que vaya al campo con mas voluntad,
y permanezca en él con mas gusto , mayormente si lo acom
pañare la señora, cuya alma, así como su sexo, es mas de
licada; por lo cual se ha de granjear con alguna amenidad
que se dé á aquel paraje, á fin de que se conforme mas bien
en residir allí con éL Ha de edificar pues el labrador con
buen gusto ; pero no manifieste prurito de hacer obras , y
ha de ocupar tanto terreno cuanto baste , para que no su
ceda lo que dice Caton : Que la heredad tenga que buscar
! casa, ó la casa heredad. Cuál haya de ser en general la
..situacion de una casa de campo, lo vamos á explicar ahora*
'íJ51 edificio que se hace de nuevo, así como se ha de constiuir en un pago saludable , se ha de hacer en la parte mas
saludable de aquel pago. Porque si el aire que lo rodea está
corrompido , trae á nuestros cuerpos muchísimas incomo
didades que les son perjudiciales. Hay algunos países don
de no hace mucho calor en los solsticios, pero los trios del
invierno son intolerables, como dicen que sucede en Thebas de Beocia : hay otros que en el invierno son templa
dos, pero donde el calor es muy cruel en el estío, como
'^
afirman de Calcis en Eubea. Búsquese pues un aire tem^ , piado, que no sea muy caliente ni muy frio, como se ex
perimenta comunmente en el medio de las colinas, porque
como éste parage no está muy bajo, no se hiela en el in
vierno con las escarchas , ni se abrasa en el estío con los
calores; y como no está encaramado en lo alto de las mon
tanas, no tiene que temer los vientos, que por pequeño»
'**V que sean en lo llano son allí furiosos, como tambien las llu
vias en todo tiempo K Esta posicion pues del medio de
una colina es la mejor, pero sin embargo ha de ser en un
sitio un poco mas elevado que lo demas del terreno , no sea
que si baja un torrente formado poí las lluvias de lo alto
de la colina conmueva los cimientos de la casa.
LIBRO PRIMERO
CAPITULO
V. ;
ai
.
Del agita , de la situacion de la casa mas en particular,
y de su exposicion.
De
"ebe haber una fuente que siempre tenga agria, ora
nazca dentro de la casería , ora se introduzca de afue
ra ; y cerca de ella un parage donde poderse proveer de le
ña y que tenga pastos. Si no hubiere agua corriente, búaquese en la inmediacion agua de pozo que no sea hondo,
ni ella sea amarga ó salobre. Si ésta tambien faltare, y la po
ca esperanza de encontrar manantial obligáre á ello, se cons
truirán cisternas muy capaces para los hombres , y charca»
para los ganados , á fin de recoger en último recurso el agua
de lluvia , que es la mas á propósito para la salubridad del
cuerpo; pero el modo de tenerla excelente es conducirla
por atanores de barro á una cisterna cubierta , ó algibe. Des
pues de ésta la mejor es el agua corriente que tiene su orígen de las montañas, si se precipita por entre peñascos
como la del monte Gaurano en Campania. La tercera la de
pozo abierto en una colina , ó que á lo menos no lo esté en
lo mas bajo de un valle1 : es malísima la de laguna que tie
ne una corriente pausada, pero la que está siempre estan
cada con ella es pestilencial •, sin embargo esta misma agua,
aunque dañosa por su naturaleza, se mejora cuando se cor
rige por las lluvias del invierno : por donde se entiende que
el agua llovediza es la mas saludable de todas, porque des
vanece lo perjudicial de aquel venenoso líquido: pero ya
hemos dicho que ésta agua es la mejor para beber. Ma3 pa
ra templar los calores del estío y hacer que un sitio sea
ameno, contribuyen muchísimo los arroyos de agua corrien
te; los cuales si la condicion del sitio lo permite, soy de
sentir que se han de dirigir precisamente á la casería,
sean como sean sus aguas con tal que sean dulces. Y si hu
biere un rio suficientemente retirado de las colinas, y la sa
lubridad del lugar y la elevacion de la orilla permiten co
locar la casería sobre su márgen, se podrá hacer, procuran.»
do que el rio quede mas bien á la espalda que delante, y
b3
aa
COLUMELA.
que la fachada esté apartada de los vientos malos de aquel
pais, y expuesta á los mas favorables, porque la mayor par
te de los ríos están cubiertos en el estío de nieblas. calientes
y en el invierno de frias, las cuales si no se disipan por la
violencia de los vientos, causan enfermedades á los gana
dos y á los hombres. La mejor exposicion que se dará á la
casería, será como he dicho, en los parages saludables al
oriente ó al mediodía, y en los enfermos al septentrion:
tambien estará bien mirando :il mar, con tal que la toquen
las aguas y la salpiquen lasolas, nunca fuera de la orilla y
poco retirada de ella: pues es mejor apartarse del mar á lar
ga distancia que á corta, porque los espacios intermedios
exhalan vapores dañosos; Tampoco conviene que haya la
guna cerca de los edificios,' ni camino real , poique aquella
despide con los calores un vapor pestilencial y produce en
jambres espesísimos de insectos que vienen volando sobre
nosotros armados de aguijones dañinos, y al mismo tiempo
echa fuera las pestíferas serpientes de la tierra y del agua,
que privadas de la humedad del invierno y envenenada?
con el cieno y el lodo fermentado, son causa muchas ve»
ees de que se contraigan unas enfermedades desconocidas,
cuyos motivos ni aun los médicos pueden descubrir; á que
se agrega que en todo el tiempo del año el moho y la hu
medad echan á perder los instrumentos de la labor, los
muebles y los frutos, tanto los que no están guardados* como los que lo están: no conviene éste, ésto es el camino
real , porque los destrozos de los caminantes que pasan por
ellos y los continuos hospedages de los que quieren alojarse
en la casería perjudican á nuestros intereses. Por cuyos mo
tivos pienso que conviene evitar éstas incomodidades, y no
edificarla en camino ni en parage pestilencial, sino lejos
de éstas dos plagas , y en un sitio elevado , de suerte que su
fachada esté mirando al punto del cielo por donde sale el
sol en el equinoccio: pues semejante posicion tiene un me
dio entre los vientos del invierno y los del estío, y es en
la que están en equilibrio entre sí: y cuanto mas al oriente
esté el suelo del edificio, con tanta mas libertad podrá re
cibir los vientos en el estío, y tanto menos infestado será con
las tempestades del invierno, y luego que salga el sol se
LIBRO PRIMERO
^3
deshelará la escarcha : por lo cual lo que no participa de la
luz de éste astro y de los aires calientes, sino de lado ó por
la espalda, se tiene comunmente por pestilencial; y si ca
rece de uno y otro, nada hay que pueda secar las heladas
de la noche, ni limpiar todo el moho é inmundicias que
se hubieren pegado: y éstas cosas no solo son perjudiciales
á los hombres, siuo á los ganados, á las plantas y á sus fru
tos. Y si cualquiera quisiere construir edificios en declive,
empiece siempre por la parte inferior; porque habiéndose
principiado á echar los cimientos por ésta parte, no solo
sostendrán con facilidad lo que se levante sobre ellos, sino
servirán de entivo y apoyo á las obras que despues se apli
quen por la parte superior, si por casualidad se quisiere
ampliar la casería, porque las que se hayan construido por
bajo resistirán poderosamente al peso de las que despues
vendrán á apoyarse sobre ellas: en lugar de que si los ci
mientos se comenzasen por la parte superior del declive,
como estarían ya cargados con su propria mole, todo lo que
pusieres despues junto á ellos por la parte de abajo, formará
mala union y tendrá grietas. Pues cuando se construye un
edificio nuevo junto á uno antiguo y que amenaza ruina,
éste á fuerza de resistir el empuje del que se levanta arri
mado á él cede á su peso , y dejándose caer el que se había
hecho antes sobre el que cede agoviado con su propio peso,
será aquel atraído poco á poco hasta arruinarse. Y así éste
defecto de construccion se ha de evitar desde el instante en
que se empiece á sacar el edificio de cimientos.
CAPITULO
VI.
De la distribucion de sus habitaciones y oficinas.
MaLas la capacidad y número de los miembros de la casería
se ha de arreglar al total de su recinto, y se ha de dividir en
tres partes: la una urbana, que es la que se destina á la ha
bitacion del amo; la otra rústica; y la tercera fructuaria. La
urbana se ha de dividir en habitacion de invierno y de
verano , de suerte que los dormitorios de invierno miren al
oriente de ésta estacion, y I09 comedores al occidente de los
64
a4
f.COLUMELA. I I
equinoccios. Los dormitorios de verano mirarán al medio
día de los equinoccios1, y los comedores al oriente de in
vierno. Los baños . estarán ácia el occidente del estío , para
que tengan luz despues del mediodía y hasta la caida de la
tarde; los paseos al mediodía de los equinoccios, para que
reciban al invierno el mas sol posible, y en el estío el me
nos2. Pero en la parte rústica se pondrá una cocina grande
y alta, para que el enmaderado del techo esté libre del pe
ligro de incendio, y los de la familia puedan estar en ella có
modamente en todo el tiempo del año. La mejor exposicion
para* el cuarto donde estén los esclavos sueltos será la del me*
diodia equinoccial : para los encadenados la cárcel mas saludable será subterránea con muchas ventanas , y éstas angostas
y tan altas que no se pueda llegar á ellas con la mano. A los
ganados se les harán establos que estén al abrigo tanto del
frio como del calor. A los bueyes domados se harán tinados
para el invierno y para el estío; pero á los demas animales
que conviene estén dentro de la casa , se harán cobertizos
en un lado y en otro corrales con paredes altas, para que
estén tranquilos en aquellos el invierno y en éstos el estío,
y libres de los ataques de las fieras. Y todos los establos se
arreglarán de manera que no pueda introducirse en ellos
humedad alguna, y que la que resultáre de los animales sal
ga lo mas pronto posible , para que no se deterioren los ci
mientos de las paredes ni las pesuñas de dichos animales.
Los tinados convendrá que tengan diez pies de ancho ó á lo
menos nueve, cuya extension dá bastante anchura á las ro
ses para echarse, y al pensador para andar al rededor de
ellas: no es menester que los pesebres estén mas altos que
lo preciso para que el buey ú otro animal de trabajo pueda
comer en pie cómodamente. Al capataz se le hará la habi
tacion junto á la puerta , para que vea los que entran y sa.
len, y al mayordomo encima de ella por las mismas causas,
y para que observe de cerca al capataz: é inmediato á am
bos habrá un cuarto donde se reunan todos los instrumentos
de la labor, y dentro otro con cerradura, en el cual se guar
darán las herramientas. A los boyeros y á los pastores se les
dispondrán cuartos cerca de sus respectivos ganados para que
vayan con comodidad á cuidarlos. Sin embargo todos deben
LIBRO PRIMERO
ft5
tener sus habitaciones inmediatas unas á otras, para que no
se distraiga la atencion del capataz teniendo que dar vuelta
á diversas partes , y que ellos sean mútuamente testigos en
tre sí de la aplicacion ó desidia de cada uno. La parte fruc
tuaria se divide en bodega de aceite , molino y lagar , bode
ga de vino, otra para el arrope, heniles, pajares, despensas y graneros: con la cualidad de que los líquidos, como el
aceite para vender y el vino, se guardarán en piezas bajas,
y en las altas los áridos, como el heno, las hojas, la paja,
y los demas forrages. Pero á los graneros se subirá por esca
leras , y se ventilarán con los aquilones por medio de ven
tanillas pequeñas, pues estos vientos vienen del punto mas
frio y menos húmedo, cualidades que ambas contribuyen á
la mayor duracion de los granos entrojados. La misma ra
zon hay para tener en bajo la bodega del vino, ésto es su
conservacion , y ésta oficina debe estar bien lejos de los ba
ños, del horno, del muladar y de las demas inmundicias,
que exhalan mal olor , como tambien de las cisternas y de
las aguas corrientes , que esparcen ai rededor de sí una hu
medad que echa á perder el vino. Y no se me oculta que
muchas personas opinan ser el mejor sitio para guardar
los granos un granero embovedado, cuyo suelo terrizo án
tes de pavimentarlo se cava muy bien , se riega con alpe.
chin fresco sin sal , y se apisona como la obra de Segni*.
Despues , asi qne está seco , se ponen encima ladrillos , que
se sientan con mezcla de cal y arena, amasada con alpechin
en lugar de agua , se golpean muy fuertemente con los pi
sones, y todas las junturas de las paredes entre sí y con el
suelo se cubren con molduras de barro: pues por lo comun
cuando los edificios se agrietan en estos sitios, proporcio
nan cavidades y escondites á los animales subterráneos. Y
estos graneros se dividen en trojes , para que se ponga con
separacion cada clase de granos. Las paredes se enlucen con
barro amasado con alpechin, al cual se mezclan hojas se
cas de acebnche, y si no las hubiere, de olivo, en lugar de
paja. Despues, así que se ha secado este enlucido, se ro
cían otra vez con alpechin, y en enjugándose se echa el gra
no. Estos preparativos parece que defienden muy bien los
granos entrojados del daño de los gorgojos, y del de otros in
26
COLUMELA.
sectos, que si no se guardan con precaucion, los consumen
prontamente. Pero ésta clase de graneros que hemos des
crito , como no estén en un sitio seco de la casería , echan
á perder con la humedad el grano , por muy sano que esté:
y si no hubiere humedad alguna , pueden conservarse aun
que sea debajo de tierra, como sucede en algunas provincias
ultramarinas, donde la tierra excavada á manera de pozos,
que llaman silos4, recibe en su seno los frutos que había pro
ducido. Mas en nuestros paises que abundan de humedad,
tenemos por mejores I03 graneros en alto , y ésta precau
cion de los pavimentos y enlucido de las paredes; porque, co
mo he dicho, los suelos y los lados de los graneros prepara
dos de ésta manera, impiden que entre el gorgojo, cuya es
pecie de plaga cuando acomete á los granos , son muchos de
opinion que puede remediarse , si se apalean en el granero,
con que se ventilan y como que se refrescan ; pero ésto es fal
sísimo, pues haciendolo no se echan los insectos fuera, sino
que se dispersan por todos los montones : en lugar de que
si permanecen sin moverse, solo se infestan las partes mas
superficiales, pues el gorgojo no nace mas adentro de un
palmo, y es mejor sujetar al peligro lo que está echado á
perder que todo ; y cuando la necesidad lo exija , es fácil
despues de quitar lo que está picado, aprovechar lo que es
té sano debajo. Aunque estas observaciones parezcan extra
ñas á la materia de que estamos hablando, creo que no es
tán aquí fuera de su lugar. Las prensas principalmente y
las bodegas del aceite deben estar calientes , porque el ca
lor dilata los líquidos y el frio los condensa mas. El aceite
si se cuaja (lo que sucede raras veces) se 'enranciará. Pero
así como es preciso el calor natural, que resulta de la expo
sicion y del clima, del mismo modo no se necesita de fue
go ni de llamas, porque el aceite toma mal gusto con el
humo y con el hollin : por lo cual deben darse á la prensa
las luces por la parte del mediodía, á fin de que cuando se
cargue la aceituna no tengamos necesidad de fuego ni do
luz artificial. El sitio donde se hace el arrope no ha de ser
estrecho ni obscuro, para que el que haya de cocer el mos
to pueda manejarse s¡n incomodidad. El desecador donde
se haya de secar la leña pronto , si no hace mucho tiempo
LIBRO PRIMERO
37
que se ha cortado , se puede hacer tambien en la parte rús
tica , junto á los baños de la familia ; pues conviene que los
haya para ella, y que solo los usen los dias feriados; porque
no es conveniente á la robustez del cuerpo tomarlos con fre
cuencia. Las despensas será bueno ponerlas sobre los parages de donde sale habitualmente humo, porque los vinos se
enrancian mas pronto, y la continuacion del humo los lleva
á.que se maduren temprano. Por lo cual deberá haber otro
cuarto donde se lleven , no sea que á fuerza de ahumarse
se echen á perder. Basta con lo que hemos dicho de la si
tuacion de la casa de campo y de la distribucion de sus par
tes: ahora resta advertir las cosas que deberá haber inme
diatas á ella, y son las siguientes: un horno y urt molino de
pan proporcionado á la gente que ha de haber: dos charcas á
lo menos, una para los gansos y los ganados, y otra para remo
jar los altramuces, las mimbres, las varetas, y otras cosas que
son á propósito para nuestros usos. Tambieu habrá dos mu
ladares, uno donde se lleven las inmundicias nuevas y se
tengan un año, y otro de donde se saquen las antiguas pa
ra echarlas en la tierra ; pero ambos deberán estar como las
charcas , con un declive suave, y el suelo empedrado y apiso
nado , para que no den paso á la humedad : pues es de la
mayor importancia que no se seque el estiercol, y que de
este modo conserve su virtud y se macere con la continua
da humedad , para que si hay revueltas con la paja algunas
semillas de matas espinosas ó de gramas, mueran y no lle
nen de yerba las sementeras cuando se lleven al campo.
Y por ésto los cultivadores inteligentes cubien todo lo que
sacan de los apriscos y de los establos con zarzos de mim
bres, para que no se deseque con los vientos, ni se abrase
con los rayos del sol. La era se ha de hacer de suerte que si
es posible la pueda ver el amo, ó á lo menos el mayordo
mo. La mejor es la que está empedrada cou guijarros, por
que los granos se trillan pronto, como que el suelo no ce
le á los golpes de los cascos de las bestias y de los trillos,
y cuando se avientan salen mas limpios, sin chinos ni terroncillos que dá de sí por lo comun la era terriza en la trilla.
Cerca de ésta se debe hacer un nubilario, sobre todo en Italia,
por la circunstancia de su clima , para poder cubrir las mieses
a8
COLUMELA.
á medio trillar, si sobreviniere alguna lluvia repentina; pero
esta precaucion está de mas en algunos países ultramarinos,
donde no llueve en el estío. Los huertos de frutales y de
hortalizas conviene que estén cercados con un seto y cerca
de la casería, en parte donde pueda desembocar toda la
porquería del corral y de los baños , como tambien el alpechin que se exprime de las aceitunas, pues con semejantes
alimentos se fertiliza tambien la hortaliza y el árbol.
'
CAPITULO
VII.
De los deberes del padre de familia.
l\rreglado todo de ésta suerte , bien por el dueño , ó
bien por las personas de quien ha recibido la hacienda , su
principal cuidado se ha de dirigir á las demas cosas, de
que no hemos tratado , y sobre todo á los hombres. Estos
son de dos maneras, colonos, ó esclavos; y éstos sueltos, ó
con grillete. A los colonos los tratará con atencion , y se les
mostrará afable ; será mas ejecutivo para obligarlos á labrar
bien , que para cobrarles la renta ; porque ésto es menos
ofensivo , y en general nos es mas provechoso. Pues cuando
la tierra se cultiva con cuidado, trae por lo comun ganan
cia y nunca pérdida (si no ha sobrevenido fuerza mayor de
temporal ó de ladrones), y por consiguiente el colono no
ee atreve á pedir perdon de la renta. Ni tampoco debe ser
el amo muy rigoroso en mantener su jderecho sobre cada
una de la3 cosas á que haya obligado al colono , como en
cobrar las rentas el dia aplazado, en exigirles la leña y
otras pequeñas adealas , cuyo cuidado acarrea á la gente del
campo mayor molestia que gasto. Y en efecto no hemos de
reivindicar todo aquello que nos es lícito pedir; pues los
antiguos opinaban que el rigor del derecho era un supli
cio rigoroso. Ni por el contrario se ha de aflojar del todo,
pues, como se cuenta haber dicho el usurero Alphio con
muchísima verdad, los buenos créditos, no reclamándolos,
ee hacen malos. Yo he oido asegurar en nuestros dias á
Lucio Volusio r antiguo consular y hombre opulentísimo,
que para un padre de familia sería la heredad mas feliz
LIBRO PRIMERO
a9
la que tuviese colonos indígenas y los retuviese , como si
hubieran nacido en una posesion de sus padres, teniendo
una larga familiaridad contraida ya desde la infancia , así
como yo creo que es malo renovar con frecuencia los arrendamientos, y aun peor tener un arrendador que viva en
la ciudad , y quiera mas bien labrar por medio de sus es
clavos la hacienda, que por sí mismo. Saserna decía que
semejante hombre por lo comun en lugar de renta daba
pleitos, y que por lo mismo se debia procurar conservar
los colonos que estén criados en el campo v que asistan
de continuo en él, en caso que no podamos labrar, ó no
nos tenga cuenta hacerlo por nosotros mismos, ó por nues
tros sirvientes; lo cual sin embargo no sucede mas que en
aquellos paises que se destruyen por lo enfermo del clima
ó la esterilidad del terreno. Pero cuando aquel es mediana
mente saludable y éste bueno, nunca ha dejado de dar
mas utilidad á cualquiera en su campo su cuidado que el
del colono; lo mismo sucede con el del capataz si no media1
una grandísima desidia ó rapacidad de éste. Cuyos dos pecados no hay duda que se cometen ó se fomentan por cul
pa del amo ; pudiendo guardarse de poner semejante hom
bre al frente del cultivo de su heredad, ó si lo ha puesto,
procurar separarlo. Sin embargo en las haciendas que estan lejos adonde no puede ir con facilidad el padre de
familia , como quiera que todo género de campo está mas
tolerablemente á cargo de un colono Ubre, que al de un
capataz esclavo, lo está sobre todo el de pan sembrar, pues
éste no lo puede destruir el colono (como las viñas y la
arboleda maridada á ellas), y los esclavos lo administran
muy mal, pues alquilan los bueyes, dan mal de comer á
éstos y á los demas ganados , no labran la tierra bien , po
nen en cuenta mucha mas simiente de la que le han echa
do en la siembra , no ayudan ésta para que produzca bien,
cuando llevan la mies á la era para trillarla, mientras ésta
dura disminuyen diariamente el grano por fraude ó por ne
gligencia, pees no solo lo roban ellos, sino que no lo guardan
de otros ladrones ; y despues de puesto en el granero , no
lo sientan fielmente en sus cuentas. De aquí resulta que el
capataz y la gente faltan á su obligacion, y que la hacien
3o
COLUMELA.
da muchas veces cobra mala fama. Por lo que yo soy de opi
nion que la hacienda que es de ésta clase , si como he dicho
ha de carecer de la presencia del amo, se debe dar en
arrendamiento.
.
'
CAPITULO
VIIL
Del vapataz, de sus cualidades y obligaciones, y como
'" ha de tratar el padre de familia á la gente del campo.
-I-Jos primeros cuidados que signen á los que hemos ex
plicado son con respecto á los esclavos, ésto es, qué cargo convenga dar á cada uno, y cuáles se han de destinar á
cada especie de trabajo. Ante todas cosas pues, advierto que
no elijamos el capataz de aquel género de esclavos que han
servido á nuestros placeres, ni de los que hayan ejercido ar
tes de lujo, ó de las que se ejecutan en la ciudad. Pues es
ta casta de esclavos es perezosa, aficionada á dormir, acostumbrada al descanso, á la palestra, al circo, á los teatros,
al juego, á la crápula y á Jos lupanares: nunca deja de
pensar en éstas mismas tonterías, las cuales si lo siguen á
los trabajos del campo, no recibe el amo tanto perjuicio en
el mismo esclavo,' como el que sufre en todo 6U caudal. Se
ha de escoger por consiguiente uno que. esté desde la iliñez
endurecido en los trabajos del campo, y que la experiencia
Vi haya dado á conocer. Pero si no lo hubiere se escogerá
de entre los que han sufrido una, esclavitud laboriosa: que
haya pasado la primera juventud y no haya tocado todavía
en la vejez: lo primero, para que aquella no rebaje la au
toridad necesaria al que manda, pues los mayores de edad
se desdeñan de obedecerá un jovencillo; y lo segundo pa
ra que no sucumba á un trabajo sumamente penoso. Sea
pues de una edad mediana, de robustez constante, inteli
gente en la agricultura , ó á lo menos muy aplicado , para
que aprenda mas pronto, pues no nos. tiene cuenta que
«no mande y otro enseñe; y no puede mandar trabajar con
acierto al que le está subordinado el que tiene que apren
der de él lo que se ha de hacer, y cómo lo ha de ejecutar.
Este cargo lo puede desempeñar bastante bien un hombre
LIBRO PRIMERO
3i
que no sepa leer ni escribir, con tal que sea de una me
moria muy tenaz; y un capataz que se halla en este casO,
dice Cornelio Celso, que trae muchas mas veces dineros ai
amo que un libro de cuenta, porque como no sabe escri
bir , tiene menos posibilidad de forjar una cuenta por si
mismo, ó teme hacerlo por medio de otro por no descu
brirse á él. Pero sea cual sea el capataz, le has de asignar
una muger propia que lo contenga, 'y sin embargo lo ayu
de en algunas cosas.' Y se le ha de advertir tambien que
no coma con ningun doméstico, y mucho menos con nin
gun estraño. Con todo eso no se desdeñará de admitir á sil
mesa en un día de fiesta al que conociere ser muy aplica
do y de mucha resistencia para el trabajo j lo' que hará
como una señal de distincion. No hará sacrificios sin or
den de su amo, no admitirá en la casería agoreros ni he
chiceras, cuyas dos clases de gentes excitan con su vana
supersticion los ánimos de los ignorantes á hacer gastos,
y en seguida á cometer delitos. No irá con frecuencia á la
ciudad , ni á ningunos mercados sino para comprar ó ven
der Cosa que le pertenezca; pues el capataz , como dice Ca«
ton, no debe ser andariego ni salir de los límites de lá
hacienda , como no sea para aprender alguna especie de
cultivo, y ésto .si es á un sitio tan inmediato que pueda
volver pronto. No consienta que ?e hagan en la hacienda
«encías ni lindes nuevas, ni admita huespedes que no sean
parientes ó amigos de su amo. Así como 9e le han de
prohibir éstas cosas, del mismo modo se le ha de exhor
tar á que tenga cuidado con los instrumentos de la labor
y con las herramientas; que los tenga dobles de lo qus
exije el número de esclavos, y los sobrantes estarán cor
rientes y custodiados, para no tener que pedir nada pres
tado al vecino, pues importa mas el trabajo que pierden
los esclavos en ir á buscar éstas cosas, cuando les hacen.
falta, que el valor de ellas. Tendrá vestida la gente con
mas comodidad que delicadeza , y exactamente resguardada
del viento, del frio y de 1» lluvia; todo lo cual se evita
con pellicos que tengan mangas, con esclavinas viejas1,
ó con sayos con capuchas. Si ésto se hace, ningun dia
hay tan intolerable que no se pueda dar alguna labor al
3a
. COLUMELA.
raso. Ni ha de estar solamente instruido en los trabajos del
campo, sino tambien ha de estar adornado de las virtudes
del alma , cuanto cabe en la índole de un esclavo , de suer
te que no mande floja ni cruelmente. Proteja siempre á
algunos de los mejores ; perdone tambien sin embargo á
los menos buenos , de manera que mas bien teman su se
veridad , que detesten su crueldad. Esto podrá verificarse,
si prefiere impedir. que sus súbditos cometan delitos á
dar lugar con su negligencia á que los cometan , y tener
que castigarlos; y no hay un medio mejor de impedir que
un hombre delinca, aunque sea malísimo, que echarle
tarea, que la cumpla con exactitud, y que esté siempre el
capataz á la vista ; pues de éste modo los manijeros de ca
da labor cumplirán perfectamente con sus funciones , y los
demas, despues de la fatiga del trabajo, procurarán el re
poso y el sueño mas bien que la diversion. Ojalá se pu
diese conseguir de un capataz que se conformase con
aquellas prácticas antiguas que, aunque excelentes, han
dejado de usarse en nuestros dias; conviene á saber: no
servirse de sus consiervos, sino en cosas del amo ; no
comer sino á presencia de ellos, ni otra comida que la
que se dá á los mismos; pues así cuidará de que el pan
se haga con esmero, y las demas cosas de comer se com
pongan de modo que sean saludables. No dejará que salga
persona alguna de la hacienda sin su orden , ni los enviará
fuera de ella si no le obliga una gran necesidad. No co
merciará para su utilidad, ni empleará el dinero de su amo
en animales, ni en otras ningunas mercancías, pues éstas
negociaciones lo distraen de su obligacion y no le perini- •
ten jamas quedar solvente en las cuentas que dá á su amo;
y cuando éste le pide el dinero le muestra en su lugar las
cosas que ha comprado con él. Sin embargo lo que se ha
de conseguir de él principalmente sin excepcion , es que
no crea saber lo que ignora , y que procure aprender lo
que no sabe; porque por mucho que aproveche hacer una
cosa con inteligencia , perjudica mas hacerla mal. Pues la
principal máxima, y acaso la única de la agricultura, es
haber hecho de una vez todo lo que exijen las reglas del
cultivo, porque cuando se corrige lo que se ha errado por
LIBRO PRIMERO
33
ignorancia ó por descuido, ya se ha perdido para el amo
ho que esperaba ganar , y no se producen despues los frutos
en tanta abundancia que resarzan éstas ganancias perdidas,
y las que han debido resultar de ellas en los tiempos pasa
dos. Con los demas esclavos se han de seguir poco mas ó
menos las reglas siguientes que no me pesa haber observado:
hablar mas veces y con mas familiaridad á los del campo que
á los del pueblo, con tal que no se hayan portado mal; y
como yo conociese que con la afabilidad del amo se ali
viaba su continuo trabajo, algunas veces me chanceaba con
ellos, y mas veces les permitia que lo hiciesen ellos con
migo. Ahora lo que hago frecuentemente es conferenciar
con ellos sobre algunas labores nuevas que pienso hacer,
como si lo entendieran mejor que yo, y por este medio veo
cuál es el talento y cuál la instruccion de cada uno. Tam
bien veo que emprenden con mas gusto la labor que creen
¿aberse consultado con ellos y que se va á hacer por su
dictamen. Por lo demas , todos los hombres circunspectos
acostumbran observar las reglas siguientes: reconocer los
esclavos que estan en la mazmorra para ver si estan bien
encadenados, si ella está bastante segura y fuerte, si el ca
pataz ha puesto ó quitado las prisiones á alguno sin noti
cia de su amo : porque se han de observar sobre todo estas
dos cosas; una eme el capataz no quite los grillos al que
el padre de familia haya impuesto ésta pena sin su per
miso : y la otra que no suelte al que él hubiere encadena
do de su propio movimiento antes de haber dado cuenta
al amo, y éste debe indagar si los esclavos que se hallan
en éste caso están mal tratados en punto de ropa y de las
demas cosas que deben suministrárseles, con tanta mas
escrupulosidad , cnanto que estando sujetos á muchas per
sonas, corno a los capataces, á los manijeros y á los car
celeros, están mas expuestos á sufrir injusticias: y por el
contrario si se les ofende por la crueldad y la avaricia de
éstos son mas temibles: por lo cual un diligente padre de
familia se informará no solo de éstos mismos esclavos , si
no tambien de los quo están sueltos , cuyo testimonio para
el caso es mas seguro, de si reciben lo que les correspon
de , con arreglo á sus órdenes. Y él examinará por sí misc
34
COLUMELA.
mo la bondad del pan y de la bebida , gustando uno y otro,
y reconocerá el vestido , los guantes y el calzado. Les per
mitirá tambien muchas veces quejarse de los que los tra
tan mal , sea por crueldad ó sea por fraude. Nosotros , á la
verdad, al paso que algunas veces vengamos á los que se
quejan con razon , del mismo modo castigamos á los que
perturban con sediciones la familia y calumnian á sus su
periores : y por otro lado premiamos á los que se portan
con agilidad y destreza. A las mugeres mas fecundas, que
tuvieren cierto número de hijos, se las debe tambien dar
premio; nosotros algunas veces las hemos dispensado de
trabajar , y aun les hemos dado la libertad ; lo primero á la
que tenia tres hijos, y lo segundo á la que tenia mas; pues
ésta justicia y éste cuidado del padre de familia contribuye
mucho á aumentar su patrimonio. Tambien tendrá presen
te, cuando vuelva de la ciudad, hacer oracion á los dioses
penates a, en seguida ver al instante los confines de su he
redad si hubiere tiempo, y si no al dia siguiente registrar
y reconocer todas sus partes, examinando si en su ausen
cia ha habido alguna relajacion en la disciplina ó en la cus
todia de sus esclavos, si falta alguna cepa de viña, algun
arbol ó algunos frutos: tambien pasará revista al ganado,
á la familia, á los instrumentos de la labor, y á los mue
bles ; todo lo cual si se propusiere hacerlo por muchos años,
cuando llegue su vejez conseguirá tener una disciplina
bien ordenada; y en ninguna edad, por consumido que lo
tengan los años , lo despreciarán sus esclavos.
CAPITULO
IX.
De qué estatura han de ser los hombres que se destinan d
cada clase de trabajo , y de las cualidades que han de
tener.
TA enemos tambien que hablar de las diferentes cualidades
de alma ó de cuerpo que creemos ser necesarias en los
hombres que se destinan á cada especie de trabajo. Para
manijeros conviene echar mano de hombres aplicados y
muy frugales: ámbas cosas son mas conducentes para éste en
LIBRO PRIMERO
35
cargo que la estatura y la fuerza del cuerpo: porque éste
ministerio tiene á su cargo la custodia exacta de hombres é
instrumentos, y necesita de instruccion en la agricultura. Al
gañan, aunque le son precisas las cualidades del alma, no
le son suficientes , si lo lleno de su voz y lo alto de su cuer
po no lo hacen temible al. ganado: pero es menester que se
templen las fuerzas con la moderacion , y que sea mas for
midable que rigoroso, para que los bueyes le obedezcan y
puedan resistir mas , no abrumándolos á un mismo tiempo
con la molestia del trabajo y la de I0s golpes. Sin embargo
de esto repetiré en su lugar las obligaciones de los manije
ros y las de los gañanes : baste por ahora haber advertido que
en aquellos nada importan las fuerzas y la corpulencia, y que
en éstos es de la mayor consecuencia. Dedicaremos pues á
gañanes , como ite dicho , los de mas cuerpo , no solo por
las razones que acabo de referir , sino porque en el cultivo
con ningun trabajo se fatiga menos el hombre muy alto
que con el de arar, pues mientras lo hace, se apoya sobre
la esteva casi sin doblar el cuerpo. El trabajador que hace
las demas labores puede ser de cualquiera talla , como sea
suficiente para resistir el trabajo. Las viñas no exigen tanto
hombres altos, como recios y membrudos, porque éste
porte de cuerpo es á propósito para las cavas , podas y
demas labores que se les dan. En estos últimos exige
la agricultura menos frugalidad; porque dan su trabajo
en cuadrilla y bajo la direccion de otro, y porque los
picaros, que son los que requiere la condicion de ésta
labor, son los que se imponen mas pronto: porque ésta
clase de trabajo no solo pide fuerza en el que lo dá, sino des
treza y agilidad. Y por ésto las viñas lo mas ordinario es que
las labren esclavos encadenados. Pero no habrá cosa que
no haga un hombre de bien mejor que un bribon , sien
do de igual agilidad. He hecho ésta advertencia para que
nadie piense que yo estoy en el caso de querer cultivar mas
bien los campos por .medio de picaros que por medio de
inocentes. Lo que si opino es que no se deben confundir
los trabajos de la familia, de manera que iodos hagan todas
las cosas: pues ésto de ninguna manera conviene al labra
dor, sea porque nadie cree que hay trabajo alguno que le
c *
36
COLUMELA.
corresponda peculiarmente , sea porque el que se esfuerza
en adelantar su taréa no lo hace para sí, sino para el comun
de los trabajadores, por lo que se sustrae mucho del trabajo;
y cuando entre muchos se hacen las cosas, no se conoce con
distincion quienes son los que las han hecho mal : por lo cual
se han de separar los gañanes de los que labran las viñas,
éstos de aquellos , y unos y otros de los demas trabajadores.
Asimismo las cuadrillas en que se dividan no se han de ha
cer mas que de diez hombres: á éstas llamaron los antiguos
decurias1, y fueron muy de su aprobacion, porque en no
pasando de éste número, podía el manijero, que iba de
lante, atender á ellos muy cómodamente, y la multitud no
confundía su atencion. Por lo cual , si la hacienda es de mu
cha extension, se han de distribuir las cuadrillas en distin
tos pedazos de terreno, y se ha de dividir la labor de ma
nera que no haya solamente uno ó dos juntos, porque si estan dispersos no se atiende á ellos con facilidad; ni mas de
diez, no seaque si por el contrario la cuadrilla es demasia
do grande, no mire cada uno tle los que la componen el
trabajo que hay que dar como propio. Esta division en cua
drillas no solo excita la emulacion, sino facilita que se co
nozca los que son flojos, porque alentándose las gentes á
trabajar con la competencia, parece que se emplea justa
mente y sin motivo de queja el castigo en los perezosos. Y
prescribiendo al que va á ser Librador lo que ha de dispo
ner principalmente acerca de la salubridad, del camino, del
vecino, del agua, de la situacion de la casa de campo, de
la cabida de la haciend i , de las especies de colonos y de es
clavos, de !a distribucion de oficios y de trabajos, hemos lle
gado ya oportunamente á deber tratar del cultivo de la tier
ra, lo que vamos á hacer con extension en el libro siguiente.
LIBRO PRIMERO
37
Notas al prólogo.
T. Signe la opinion de los que creen que el mundo no tu
vo principio ni tendra fin; como fueron Lucano Ocelo, y
Aristóteles, pues los Epicúreos, que eran de contrario sentir,
tambien opinaban que estaba expuesto á envejecerse.
2. Con esta palabra criticaban los antiguos la malignidad
de los causídicos.
3. Entre los Romanos los porteros eran unos esclavos ata
dos con cadenas á la puerta, como entre nosotros los perros.
. 4. Las fasces eran unos líos de varas, en medio de los cua
les había. una hacha, cuyo hierro salía sobre ellas. Se llevaban
delante de los cónsules, de los pro-cónsules , de los presiden
tes de las provincias y de los pretores, por los lictores. Los
primeros llevaban cada uno doce de éstos, y los demas á seis,
por honor y para inspirar terror.
i ~ r
y. Capataz: en Andalucía y otras partes se llama así la per
sona á cuyo cargo está la labranza y administracion de las ha
ciendas de campo. Villicus.
6. Lucio Quincio Cíncinnato , segun refieren los autores,
estaba ocupado en el cultivo de cuatro yugadas de tierra que
tenia , y estaba desnudo cuando le Llevaron la noticia de ha
ber sido nombrado Dictador. Se puso su toga para recibir con
decencia las órdenes del Senado y del pueblo romano, y lue
go que estuvo vestido lo saludaron los comisionados en cali
dad de Dictador, y lo llevaron i la ciudad: al día siguiente
marchó al frente de los romanos , á quienes había hecho tomar
las armas, y en la mañana del otro atacó á los Equos, que te
nían cercado en sn campo al cónsul Lucio Minucio, los ven
ció, y les hizo pasar por debajo del yugo. Desde entonces qui
so dejar la dictadura, que podía retener seis meses; pero ne
cesitándose de sus servicios todavía para desempeñar otro en
cargo distinto de este, no la dejó' hasta el decimosexto dia des
pues de su nombramiento.
... . ..:. r ...
7. Valerio Máximo en el lib. 4. cap. 4. ejemplo 87. dice
que al principio poseyó siete yugadas, pero que le habían
quitado tres, por haber fiado á un amigo suyo.
. 8. Este fue aquel cónsul romano que cuando hacía la guer
ra á Pyrro, hizo encadenar al medico de este rey que le ha
bía ofrecido matarlo, y se lo envió.
9. Este cónsul hizo la guerra á los Samnites, á los Sabinos
y á los Lucanios , y echó á Pyrro de Tarento , por lo cual
triunfó de todos.
10. Rey de Epiro, descendiente de Hércules por su padre,
y de Aquiles por su madre.
..
c3
38
COLUMELA.
ir. Marco Terencio Varron fné lugar-teniente de Pompeyo en la guerra contra los Pyratas, y mereció una corona na
val ; pero menos dichoso en España, se vio obligado á rendir
se á Julio César. Vivió cien años, que empleó en el estudio.
Fué tenido por el mas sábio de los romanos. Escribió varias
obras que le merecieron ésta gloria , y entre ellas un tratado
de agricultura que anda con la de nuestro autor, quien lo
elogia en el capítulo primero de éste libro. Yo pienso
traducirlo.
12. Parece calcado el fin de éste periodo sobre nuestras
costumbres, á lo menos sobre las de aquellos que se llaman del
gran mundo. Esta aplicacion que hace Saboureux á sus com
patriotas, puede hacerse tambien á muchos españoles: y aun
que bastantes grandes propietarios no son viciosos, los mas tie
nen abandonado el cultivo de sus haciendas á administradores
ignorantes y capataces rutineros.
• •, i . v :.:'r;.". ¡;
13. Habia en Roma de nueve en nueve días un mercado
que por éste motivo se llamaba iiundina: como.el pueblo .ro
mano venia del campo á hallarse en él, los que proponían las
leyes se aprovechaban del dia en que se celebraba para veri
ficarlo, y ninguna se publicaba sin haber sido propuesta en
tres dias de mercado consecutivos, á fin de que nadie diese
su voto sin conocimiento.
•í
' , , '
14. Este rey, del cual la mitología hizo un Dios, era hijo
del Cielo. Destronó á su padre, y él fue destronado por su
hijo Júpiter.
15. Marco Tulio Ciceron, el primero entre los oradores
romanos, del que nos han quedado dichosamente un gran nú
mero de obras. Por ellas se puede conocer una gran parte de
su vida y de su consulado. Fue una de las víctimas de las
proscripciones de Marco Antonio.
16. Diosas que los poetas hicieron hijas de Júpiter y de
la Memoria , á las cuales dieron el imperio de la l'oesía y de
la Música. Se contaban nueve , y el poeta Hesiodo dio nom
bres á cada una de ellas.
.¡ ¡ ' .
17. Célebre poeta trágico, del cual hace Quintiliano un
grande elogio, y atribuye al siglo en que vivió lo poco lima
do de su estilo que notó Ciceron.
18. Publio Virgilio Maron, el primero de los poetas la
tinos. Era natural de una aldea cerca de Mantua : se dedicó
al principio á la veterinaria, lo que le dio ocasion para ha
cerse conocery llegar á ser favorito de Augusto. Andan en ma
nos de todos las excelentes obras que nos quedan de él.
19. Este es uno de los que quitaron la vida á Cesar. Era
nieto de Caton por su madre, y descendía de Junio Bruto,
el que echó los reyes de Roma.
LIBRÓ PRIMERO
39
20. Era discípulo de Ciceron. Tenia nn caracter turbulen
to : hubo sospechas contra el de haber entrado en la conjura
cion de Catilina , y fue acusado de éste crimen. Ciceron tomó
su defensa , y la oracion que hizo con éste motivo ha llega
do á nosotros.
21. Este celebre orador, amigo de Augusto, ha' merecido
ser comparado á Ciceron. Sin embargo, Quintiliano dice en
el lib. 10 cap. 1 de sus Instituciones oratorias, que está tan
distante de Ja belleza y amenidad de éste orador, que puede
parecer anterior á el un siglo.
22. Horacio cita con elogio a éste orador en su Arte poé~
tica. Era de la familia de Valerio Corvino, conquistador de
Mecina en Sicilia, llamada en latin Messana, de la que to
mó el sobrenombre, que se cambió insensiblemente en el de
Mussala. Quintiliano en el lugar citado, diceque su elocuen
cia parecia que anunciaba la nobleza de su nacimiento.
23. Este es el orador que siendo consul con Mario habia
deshecho á los Cimbros, y á quien este mismo Mario conde
nó despues á muerte, á pesar de las instancias de muchos
ciudadanos que le pedían lo perdonase; por lo cual Cátulo
se encerró en su cuarto dormitorio, y se hizo sofocar por el
vapor de carbones encendidos.
24. Este es el primero de los oradores griegos, ó mas bien
el modelo de todos los oradores que han existido de cual
quier nacion que sean: era de Atenas.
2J. Los epítetos que le han dado manifiestan lo estimado
que ha sido , pues le llaman el divino Platon y el Home
ro de los filósofos. Era de Atenas y se llamaba Aristóteles;
le dieron el nombre de Platon por lo ancho de sus hombros.
Fue en Atenas discípulo de. Sócrates , y en Italia de Pitágoras : Aristóteles fue su discípulo y digno de tal maestro.
26. Este fue Homero, el primero de los poetas griegos:
su verdadero nombre fue Melesígenes : se ignora su patria:
fue ciego. Cornelio Nepos dice que vivió ciento y sesenta
años antes de la fundacion de Roma.
27. Esté pintor era natural de Cauno en la Caria: era
muy pobre. Demetrio no quiso incendiar á Rodas por temor
de quemar las obras de este pintor: despues de tomada la
ciudad lo llamó , y habiendole preguntado cómo se habia
atrevido á permanecer tranquilamente trabajando en su casa
durante el sitio, le respondió que sabia bien que el hacia la
guerra á los Rodios y no á las artes. Era tambien al mismo
tiempo celebre fundidor.
28. El primero de los pintores de la antigüedad. Alejan
dro Magno le tuvo particular estimacion, y mandó que nin
gun pintor fuera de él lo retratase. No estuvo poseído de la
C4
4o
COLUMELA.
baja envidia que envilece muchas veces á las personas de mé
rito, pues dio reputacion á Protógenes, ofreciendo por sus
cuadros un precio excesivo, y esparciendo el rumor de que
los compraba con la intencion de venderlos por suyos pro
pios.
29. Este célebre pintor era de Epheso. Se cuenta una dis
puta de talentos entre él y Zeuxis : éste último habia pinta
do unos racimos de uvas tan naturales, que venían los pájaros
á picarlas : Farrasio habia pintado una cortina , y acercándose
Zeuxis al cuadro para verlo, le dijo que descorriera la corti
na ; pero reconociendo su error dio la preferencia á éste cua
dro sobre el suyo , porque el suyo habia engañado á los pá
jaros, y el de Parrasio a un conocedor. Es sensible que éste
artista no unió la modestia á los talentos;, pues era el hombre
mas jactancioso del inundo, y no le daba vergüenza de decir.
que era el primero en su arte.
\
30. Este era uno de los artistas que habían trabajado en
aquel célebre monumento que erigió Artemisia á la gloria de
Mausolo su marido, rey de Caria, monumento que pasaba por
una de las siete maravillas del mundo.
31. Este famoso escultor, que Alejandro miraba como el
que solamente era digno de hacer su estatua, era natural de
Sicyone. Plinio dice que habia hecho mil y quinientas esta
tuas, y que ninguna habia que no fuera capaz de hacer sn
reputacion.
32. Escultor célebre, nacido en la Grecia grande, hoy Ca
labria. Trabajaba principalmente en marmol de Paros, que
parecía lo animaba con su arte. Hizo la famosa estatua de
Venus de Guido, que pretendió comprar Nicomedes rey de
Bithynia, pagando á los habitantes de la isla todas sus deu
das, que eran muy grandes, lo que jamas quisieron consentir.
33. Este célebre estatuario habia hecho dos estatuas sobre
nn mismo objeto; una con arreglo á Jos preceptos de su arte,
y otras segun los votos del público á quien habia consultado:
habiéndolas mostrado ambas , fue mucho mas elogiada la pri
mera, y él dijo al pueblo: sabed que yo he hecho la que se
lleva vuestros elogios , y vosotros la que despreciais.
34. Este artista, superior á todo elogio, habia comenzado
por ser pintor. Quintiliano dijo de él que era mas á propósi
to para formar Dioses que hombres.
35. Era el primero de los dioses del paganismo: los poetas
le daban el título de Padre de los dioses y de los hombres.
Su estatua hecha por Phidias, que aquí se cita, era de marfil
y de oro; y se tenia ¡por una de las siete maravillas del
mundo.
,.¡
. 36. Los paganos pretendían qne ésta diosa habia salido del
LIBRO PRIMERO
4l
celebro de Júpiter Era la diosa de todas las artes, de lo nue
tuvo origen ésta fábula. Su estatua, que aquí se cita, hecha
por el mismo «cultor, era de los mismos materiales que la de
la nota anterior: tenia veinte y seis codos de alto, y estaba
adornada de relieves admirables, cuya descripcion se puede
ver en el lib. 36 , cap. 5 de la Historia natural de Plinio
37. Democnto era natural de Abdera en Tracia : dejo' obras
de cosmografía y geografía, de historia y de agricultura, des
pues de haber viajado mucho para extender sus conocimientos.
38. Nacido en Samos, fundador de una secta de filósofos
que tuvo su nombre: fue hijo de un comerciante, y se dedi
có á viajar para instruirse. Murió en Metaponto en Italia , cu
yos ciudadanos hicieron en su casa un templo, donde le ado
raron como Dios.
39. Matemático de Alhenas que publicó el 4*2 antes de
Jesu-Cnsto su Ciclo de 10 años/ queP ahora entíndem« po5
aureo numero.
rul
40. Este astrónomo era natural de Gnido, y discípulo de
Paton. Ciceron dice en el lib. 2 de Divinathnibus : que los
iaoios lo miraban como el primero de los astrónomos
4i. Personage fabuloso , hijo de Saturno y de Filíra : fue
segun la fabula, mitad hombre y mitad caballo: luego que
llego a cierta edad, se retiró i los bosques, y cultivándolo,
descubrio todas las virtudes de las yerbas, y los remedios que
se podían sacar de ellas.
*
níií2'.VFAniOS£ adÍVÍ"°> "Ti l0S Paganos> y habil médico,
h.|o de Amythaon y de Aglaya , y hermano de Bias. Entre
muchos conocimientos que le atribuye la fábula, no se cuen
ta el de la cria de ganados, que tampoco se le atribuye al
anterior; pero puede ser que Columela hubiese disfrutado 11bros en que se les atribuyese éste conocimiento, y que no
hayan llegado á nosotros.
' u
,
a V' t?^' sf8un ,a fábula' h,> de Celeo que reinaba en Ja
Ática. Habiendo recibido bien éste rey á Ceres que buscaba á
su hija, ella por recompensarlo le descubrió todos los secretos
de la agricultura, y dio de mamar á su hijo Triptolemo, que
envuS en seguida por todo el mundo, para enseñar á los hom
bres el uso del trigo y del arado que ella habia inventado.
44- Hi,o de Apolo, y de Cyrene, hija de Peneo rey de
Arcadia. Invento el uso de la miel, el modo de cuajar la le
che, de extraer el aceite, &c.
4í- Uno de los interlocutores de Varron en su obra de
Agricultura: hombre, segun éste dice, de un mérito singular,
y que pasaba por el romano mas instruido en dicha ciencia.
v 4« .,°r
^dallas antiguas consta que era de la fami
lia ilostiha.
, . .
47- Descendiente de Cayo Licinio Estolon, autor de usa
4»
COLUMELA.
'
las leyes que limitaban la medida de las tierras que podía
poseer un ciudadano, y castigado por haberla quebrantado.
48. Como era esta la diosa de las artes, como se ha dicho
en la nota 36, se servian los antiguos de ésta expresion para
designar cosas que no se habian estudiado, ó las personas gro
seras ó ignorantes.
Notas al capitulo I.
1. Era de Nicea en Bithynia. Escribió mucho sobre la as
tronomía , y es el primer inventor del astrolabio.
2. Era de la ciudad de Cumas en Eolida ; pero se le llama
el poeta de Ascra, porque fijó en ella su domicilio. Hay va
riedad sobre el tiempo en que floreció. Plinio dice que es el pri
mero que dio preceptos sobre la Agricultura.
3. Era de Atenas: escribió una obra de Agricultura; le
llamaban la Muta Ática, á causa de su elocuencia.
4. Natural de Estagira, discípulo de Platon y maestro de
Alejandro Magno. Fue uno de los filósofos mas sabios de la
antigüedad , y se le llamó hasta fines del siglo diez y siete el
príncipe de ellos. Ha dominado mucho tiempo en las escuelas
mas celebres de Europa.
5. Discípulo y sucesor de Aristóteles en la escuela de Ate
nas, y maestro del poeta cómico Menandro. Era natural de la
isla de Lesbos : se llamaba Tytamo, y le dieron el nombre de
Theofrasto á causa de su elocuencia.
6. Este rey había nacido en Siracusa; su habilidad pa
ra el mando lo había elevado á la dignidad real. No había teni
do educacion alguna , y habiendo caido malo se dedicó á la
física.
7. Era filósofo, discípulo de Pitágoras; había escrito unos
comentarios sobre la naturaleza de las cosas y sobre la medi
cina. Era tambien poeta cómico.
8. Este es aquel Áralo, rey de Pérgamo, hermano de Eumenes , conocido por su amistad con el pueblo romano , al
cual instituyó heredero. Estudió mucho las plantas y buscó
remedios en todos los reinos de la naturaleza. Escribió un
libro sobre los que sacó del reino animal.
o/. Publicó un tratado sobre la avena y el cytiso.
10. Varron lo llama Cheresteo, y dice que era de Atenas.
11. Varron lo llama Euphranio.
12. Plinio en el lib. 7, cap. 56 de la Historia natural di
ce que es autor muy grave.
13. Nuestro autor en el lib. 12, cap. 4, núm. 2 dice que
era autor griego no obscuro.
14. Escribió sobre las propiedades de las aguas.
LIBRO PRIMERO
43
if. Plinío en el índice del lib. 8 dice que había hecho una
obra sobre Agricultura.
16. Lo mismo dice de éste en el mismo lugar.
17. Lo mismo de este allí.
18. Uno de los siete sábios de Grecia , hijo de Evagoras:
viajó á Egypto para hacer progresos en la filosofía.
19. Autor de un tratado de Agricultura que corre impreso
con las obras de nuestro autor , y pienso tambien traducirlo.
Fue conocido con los nombres de Caton el antiguo , y de Ca
ton el censor. Se le puede mirar justamente como el primero
de los hombres de su siglo en todos géneros. Había pasado
por todos los cargos de la república , y merecido los honores del
triunfo: reunía ademas en una persona, como dice Plinío en
el lib. 7, cap. 77, las cualidades de orador excelente, de ge
neral completo y de senador perfecto; á que se puede añadir,
segun Valerio Máximo, la de muy buen jurisconsulto. Este
grande hombre, que los romanos miraron como el padre de
las letras, compuso muchas obras; pero entre los preceptos
de todos generos que dio á la nación romana , obtienen el
primer lugar, en sentir de Plinío lib. 14, cap. 4, los de Agri
cultura.
20. Este era español , liberto de Augusto y su biblioteca
rio: era íntimo amigo de Ovidio. Escribió entre otras cosas de
Agricultura. Los padres Monedanos ocupan con la noticia de
él y de sus escritos todo el libro 9 de su Historia literaria.
21. Floreció por los años 140 antes de Jesucristo. De to
das las riquezas que encontró Escipion en Cartago cuando
la tomó, conservó solamente su obra de Agricultura, la llevó
al senado, que la hizo traducir al latín, la consultó muchas ve
ces, y le dio mas honor que á los libros de las Sybilas.
22. Este autor vivía en el reinado de Tiberio. Sus obras de
medicina le han merecido el titulo de Hypócrates latino.
23. Tácito dice en la vida de Julio Agrícola, hijo de éste,
que era un senador conocido por su aplicacion al estudio de
la elocuencia y de la sabiduría; aplicacion que le había acar
reado el odio de Calígula: y Seneca en el lib. 2, cap. 21 de Beneficiis añade que este emperador lo mandó matar solamente
porque era mas hombre de bien de lo que convenía á un tirano
que lo fuese cualquiera. No quiso admitir una gran cantidad
de dinero que le daba Fabio Pérsico para los gastos de unos
juegos públicos , ni otra mayor que le enviaba Revilo , varon
consular , hombres uno y otro de mala nota.
Notas al capitulo II.
i. Esta máxima no se halla con éstas mismas palabras en la
obra de Agricultura de Caton , tal como hoy la tenemos ; pe
44
-
COLUMELA.
ro es casi la misma la que se encuentra en el cap. 5 , núm. 2
de dicha obra.
. /
Notas ai capitulo III.
1. No hallándose en la obra de Caton lo que le atribuye
aquí Columela , y estando la mayor parte en la de Varron,
no ha faltado quien piense que se ha engañado, citando á un
autor por otro; pero siendo Columela un hombre tan instrui
do, no se debe presumir en él tal error , sino es mas natural
considerar todo lo que se encuentra aquí, como una parafrasis
de lo que dice Caton en el cap. 1 parafrasis adornada por
nuestro autor con sus propios pensamientos y los de Varroa
sobre el camino , el agua y el vecino.
2. Alude á la ley de las doce tablas, que ordenaba que los
mentecatos estuviesen bajo la curaduría de sus parientes.
3. Este hombre, que Columela pinta como un insigne la
dron, de acuerdo con Homero, era hijo de Mercurio y abue
lo materno de Ulises.
4. Era, segun la fábula, un hijo de Vulcano que vomita
ba fuego y que fué muerto por Hércules , cuyos bueyes ha
bía robado.
5. Virgilio Georg. lib. 2, v. 397.
0. Entre los romanos, los hombres libres gravados con deu
das podían ponerse en la cárcel por sus acreedores y obligarse
á trabajar en su beneficio. Ley dura , si se quiere , pero que
aseguraba bien la confianza pública.
Notas al capitulo IV.
1. Con esta palabra dá á entender Columela qne no había
tomado este precepto tanto del libro de Caton (aunque en el
principio del cap. 2 se lee algo semejante a esto) cuanto de
una especie de tradicion.
2. Este es el que habiendo sido hecho prisionero por los
carthagineses , fue enviado á Roma bajo su palabra, para tra
tar del cange de prisioneros y se declaró en el Senado contra él
En consecuencia de lo cual volvió á Carthago donde lo hicie
ron morir cruelmente, no dejándolo dormir.
•) 3. Virgilio Georg. lib. 1, v. 42.
i, 4. Plinio dice en el mismo sentido que á la hacienda de Escevola le faltaba casería , y á la casería de Lúculo le faltaba
hacienda.
5. Esto debe entenderse de las montañas comunes; pero no
de las muy altas y elevadas sobre la region de las nubes , co
mo el monte Athos y el Olympo, pues en ellos no se siente
LIBRO PRIMERO
'45
viento, ni caen lluvias hasta tal punto que en los altares que
están al raso no se mueven las cenizas.
Notas al capitulo V.
r. Efectivamente el agua de estos últimos pozos, no en
contrando salida por abajo, no puede dejar de contraer algun
vicio de resultas de su estagnacion.
Notas al capitulo VI.
i. A la verdad se distinguen tres levantes y tres ponientes;
á saber los de los equinoccios , los del invierno y los del es
tío; pero el mediodía, como tambien el septentrion, son siempre los mismos: ¿que quiere decir pues el mediodía equinoc
cial , y cómo interpretar esta expresion, que no se halla en
ningun otro autor, y que al mismo tiempo parece contraria á
la razon, en cuanto dá á entender que admire diferentes es
pecies de mediodía ? Vela; aquí. Así como el oriente y po
niente equinoccial hacen ángulos rectos con el septentrion y el
mediodía, sin acercarse mas al uno que al otro, como lo ha
cen por el contrario los orienres y ponientes del e^tío y del
invierno , se puede dar el nombre de mediodía ó septentrion
equinoccial al punto preciso que hace un ángulo recto con el
oriente ó poniente equinoccial, sin acercarse ni alejarse al uno
ni al otro.
.;
.......
2. No se puede concebir que estos paseos expuestos al me
diodía de los equinoccios, puedan tener el menos sol posible
en el estío y el mas posible en el invierno , como no se les su.»
ponga en forma de pórticos cubiertos, cuyo techo este incli
nado, de manera que llegando. los rayos del sol al suelo de el,
mientras ¿'•te astro no está mas que á una pequeña elevacion,
como sucede en el invierno, son interceptados por el tichoen
el estío, en cuya estacion sube el sol á ma\ or aírura, de suer
te que se puede pa«ear por debajo á la sombra. La misma su
posicion debe hacerse con respecto á las otras partes de la ca
sería, á que señala. elímediodia equinoccial.
3 Oora de Scgni se llamaba una mezcla que hacían los an
tiguos con tiestos de barro cocido molidos y cal: se llamaba
obra de Segni , porque las mejores vasijas de barro que se
hacian entonces eran de esta ciudad, que está situ.uia en lo
alto del monte Le pino, hoy montaña di Carginetto á trein
ta millas de Roma.
4. Nosotros los conocemos, y se guarda en ellos el trigo
por mucho tiempo. Herrera citando á Varron dice que dura
cincuenta años, y previene que cuando se destapen los silos,
46
COLUMELA.
que es como se llaman en castellano, no se entre en ellos in
mediatamente, porque es grandísimo peligro, y acontece mo
rir allí dentro súbitamente; y que no entre ninguno hasta
que metan dentro un candil ó candela y no se apague. En
Cabra hay muchos junto al camino de Aguilar, pero estan sin
uso: en Arjona hay algunos en las calles que sirven para guar
dar cebada , y se conserva muy bien en ellos.
Notas al capitulo VII.
i. Este es Lucio Volusio Satumino, que murió Prefecto
de Roma con mas de noventa años, segun P linio en el lib. II.
cap. 38, despues de haber sobrevivido á todos los senadores,
cuyos votos Labia recogido durante su consulado, segun el
mismo autor en el lib, 7 cap. 48. Sin embargo en los Fastos
consulares no se halla mas que un Quinto Volusio Satumi
no, y no un Lucio.
Notas al capitulo VIII.
i. Vestidura larga y tosca que usaban los esclavos, de
donde tomó el nombre, y ahora usan los que van en rome
ría ó peregrinacion. No se debe equivocar con una especie de
muceta pequeña que traen los peregrinos , de badana ó cor
doban negro por lo regular , y se pone sobre los hombros al
rededor del cuello, abierta por delante del pecho. Nuestro
autor las llama en latin centones, que traduce Saboureux en
francés casaques ; Facciolati en italiano schtavine. Quizá se
parecerían á unos sacos de paño pardo que usan los hombres
del campo de Lucena que les cubren hasta las rodillas : tienen
mangas y cuello como de casaca , y los llaman gallegas.
2.. Lo mismo que los Lares ó dioses domésticos.
Notas ai capuho IX.
I. Estas son aquellas decurias en que estaban divididos los
esclavos , tanto los que estaban en el campo, como los que esta
ban en la ciudad. Trimalquion en Pfctrorrio , preguntó á un
cocinero: de cuál decuria eres? y el respondí : ó de la cuaren
ta. Entre nosotros, como todos los trabajos se hacen por hom
bres libres , cuando se llevan muchos jornaleros á trabajar, los
buenos capataces los subdividen en cuadrillas, y cada una la
ponen á cargo de un hombre que tenga afecto al amo.
LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA,
De las cosas . del campo.
\
LIBRO SEGUNDO.
CAPITULO
I.
Que la tierra no se envejece ni se fatiga si se estercoló.
IVle preguntas, Publio Silvino, lo que yo no reuso res
ponderte al momento; á saber: por qué en el libro anterior
deseché desde el principio la opinion y falso sentir de casi
todos los autores antiguos que han hablado del cultivo de
los campos , y pensaban que la tierra fatigada y desustan-ciada con su larga edad y con el ejercicio en que se la ha
tenido por tan dilatado tiempo, se ha envejecido. Y no ig
noro que tú respetarás la autoridad , no solo de otros ilustres
escritores, sino principalmente la de Tremelio, que ha
biendo dejado á la posteridad muchísimos preceptos de la
Agricultura con tanta elegancia como sahiduría , ha creido
falsamente, movido sin duda de la demasiada estimacion
que hacía de los antiguos que habían tratado de la misma
materia, que la tierra madre de todas las cosas, consumida
ya con la vejez, como las mugeres , estaba inhabil para pro
crear. Lo que yo mismo tambien confesaría , si de todo pun
to no produjese frutos algunos. Porque en la naturaleza hu
mana se declara la vejez estéril, no cuando una muger deja
de parir á dos ó tre3 de cada parto, sino cuando enteramen
te no puede dar á luz criatura alguna. Y así en habiendo pa
sado el tiempo de la juventud, aunque queda larga vida, la
fecundidad que se ha denegado á los años, no se restituye.
43
COLUMELA.
Pero por el contrario la tierra abandonada, bien sea volun
tariamente, bien por cualquier acontecimiento, cuando se
vuelve á cultivar , corresponde al labrador cou grandes usu
ras por el tiempo que ba estado parada. No es pues la vejez
de la tierra causa de los pocos frutos, pues que cuando ha
llegado una vez á los hombres, no se pueda volver atrás,
ni reverdecerse ó rejovenecerse ; pero ni aun el cansancio
de ella disminuye los frutos al labrador : pues no es propio
de una persona sensata persuadirse que así como los hom
bres se fatigan con el demasiado ejercicio del cuerpo ó con
el peso de alguna carga, la tierra se cansa cultivándola y
moviendola. ¿Pues cuál es la causa, dirás, de que (como ase
gura Tremelio) las tierras eriales é incultas, cuando em
piezan á labrarse producen con mucha abundancia , y desÍ)ues no corresponden del mismo modo al trabajo de los coonos? sin duda ves lo que sucede, pero no penetras el
motivo : pues no se debe tener por mas fecunda la tierra in
culta y acabada de transformar de erial en campo labrado,
porque esté mas descansada y sea mas joven , sino porque
engrasada, por decirlo así, con los alimentos mas abun
dantes que le suministraban las hojas y yerbas de muchos
años, que ella producía naturalmente, se presta con mas
facilidad á criar y alimentar los frutos. Pero como las yer
bas, por haber descuajado sus raices por los rastros y el ara
do, y los bosques habiendo sido talados por el hierro han
dejado de alimentar á sU madre con sus hojas, y que las
que caían de los arbustos y árboles en el otoño y quedaban
encima de la tierra trastornadas despues con los arados se
han mezclado y como incorporado con la tierra de la capa
inferior que por lo coraun es de menos sustancia , se sigue
que privada de sus antiguos alimentos esta misma tierra se
esteriliza. No por la fatiga, pues, como muchísimos han creido, ni por la vejez, sino seguramente por nuestra pereza nos
corresponden con menos liberalidad los campos. Y asi se
pueden recoger frutos ma3 abundantes, si Se vuelve la tier
ra por sí, estercolándola frecuente, oportuna y moderada
mente. Y habiendo ofrecido en el volumen anterior hablar
de su cultivo, varaos ya ahora á cumplir nuestra plabí a.
LIBRO
SEGUNDO
CAPITULO
49
II.
Cuántos géneros hay de terreno; en cuántas especies se
divide cada uno; qué suelo se apruebe mas; cómo se
mete en cultivo un sitio inculto y se hace de labor. Có~
mo se conoce un campo pingüe y propio para granos.
Qué es lo que se ha de seguir, y qué es lo que se ha de
evitar cuando se dd la primera labor á la tierra.
.L/os mas instruidos en las cosas del campo, Silvino, han
dicho que hay tres géneros de terrenos; el de las llanuras,
el de las colinas, y el de las montañas : los que mas aproba
ron fueron , en el primer género nó el terreno enteramente
llano y nivelado, sino con un pequeño declive; en el se
gundo una colina que se eleva apacible y suavemente •, y en
el tercero nó una montaña muy alta y áspera, sino cubierta de
árboles y yerba. A cada uno de estos tres géneros se le asig
nan seis especies; terreno pingüe ó delgado, suelto ó den
so, húmedo ó seco: cuyas cualidades mezcladas 'entre sí al
ternativamente forman una infinidad de variedades de ter
renos, que no corresponde su enumeracion á un profesor
de Agricultura. Pues no es el objeto de éste arte andar diva
gando por las especies, que son innumerables, sino atenerse
á I0s géneros que pueden abrazar facilmente el pensamiento
y la palabra. Por lo que se ha de recurrir á ciertas uniones,
por decirlo así , de cualidades opuestas que los griegos llaman
suzuguias cnamiotétoon , y nosotros llamaríamos tolerable
mente comparaciones de cosas discordes. Y se ha de adver*
tir tambien que de todas las producciones de la tierra,
á muchas mas acomoda el llano que la colina, y á mu
chas mas el terreno pingüe que el delgado. De las que se
dan en secano y en riego no hemos averiguado cuales
son mas en número, siendo á la verdad casi infinitas las
que les conviene lo uno, y las que les acomoda lo otro; pero
de todas éstas producciones ninguna hay que no salga me
jor en la tierra suelta que en la densa. Cuyo elogio añadió
tambien nuestro Virgilio á otros que había hecho de un cam
po fecundo, cuando dijo1 : y aquel cuyo suelo está reducid
5o
COLUMELA.
do á polvo, porque éste lo imitarnos con las labores de arado.
Pues no es otra C0sa cultivar la tierra que hacerla polvo y fer
mentarla. Y por esto un terreno que es á un misino tiempo
pingüe y suelto da muy grandes utilidades, porque al paso
que produce mucho requiere muy poco cultivo, y el que
exige se hace con poco trabajo y costo: por lo cual se tiene
ésta tierra justamente por la mas sobresaliente de todas. La
segunda clase de tierra despues de ésta es la pingüe y den
sa , que recompensa con una abundante produccion el gas
to y el trabajo del colono : la tercera es la de riego , porque
puede dar fruto sin gasto. Esta decía Caton que era la pri
mera, porque anteponía en gran manera el rédito de los
prados2 á los demas; pero nosotros hablamos ahora del mo
ver ia tierra, no de tenerla parada. Ningun género de tierra
se tiene por mas malo que el seco y al mismo tiempo den
so y delgado, no solo porque es difícil de labrar, sitio por
que, aunque se labre, no corresponde, ni si se deja para
prados ó pastos los dá con abundancia. Y así esta tierra , ora
se cultive, ora se deje parada, la debe despreciar el colono,
y huir de ella como si fuera pestilencial , porque si aquella
acarrea la muerte, ésta trae el hambre que es su mas cruel
compañera; si creemos á las Musas griegas, que vociferan que
no hay suerte mas miserable que morir de hambre. Pero al
presente será mejor hablar del terreno mas fértil , del cual
se han de considerar dos estados, cultivado, é inculto. Trata
remos primero de cómo se ha de meter en labor un terreno
inculto, porque primero es hacer el campo que, cultivar
lo. Consideremos pues si el sitio inculto es seco ó húmedo, si
está muy cubierto de árboles ó pedregoso, si está lleno de jun
cos ó de grama , si está ocupado por helechos ú otras male
zas. Si fuere húmedo se ha de secar y quitarle la abundan
cia de humedad con zanjas. De éstas conocemos dos géneros;
unas cubiertas y otras abiertas: en los parages densos¡ y gredosos se dejan abiertas: pero donde la tierra es, mas suelta
se. hacen algunas abiertas, algunas tambien se cubren de
suerte que el derrame de éstas caiga en las que están abiertas:
mas unas y otras se han de hacer mas anchas por arriba,
las paredes irán en declive y angostos en el suelo, de suer
te que, estén á manera de tejas .vueltas hacia arriba, porque
LIBRO SEGUNDO
5i
cuando las paredes están derechas se echan pronto á perder
por las aguas , y se ciegan con la tierra que cae de lo alto. Las
cubiertas se deberán hacer cavando hasta tres pies de hon
do, y habiendolas llenado hasta la mitad de piedra menu
da ó cascajo limpio, se' igualarán con lo demas del terreno,
echando encima tierra de la que se había sacado; ó si no
hubiere piedra ni cascajo se formará una especie de maroma
torcida de sarmientos que tenga un grueso suficiente á po
der llenar el suelo de la zanja, despues de haberla estrecha
do y ajustado á esta parte , para que despues de haberle echa
do encima hojas de ciprés ó de pino, ó si no las hubiere, otras
cualesquiera, y pisadas bien se cubra con tierra: despues se
pondrán en las dos extremidades de la zanja dos piedras
grandes solamente que servirán de machones, y sobre cada
par se atravesará una, como se hace en las alcantarillas, pa
ra que éste reparo sostenga los bordes de la zanja á fin de
que no se impida ia entrada y salida del agua. Los terrenos
cubiertos de árboles y matas hay dos modos de reducirlos á
cultivo; ó arrancando unos y otros de raiz y echándolos fuera:
ó si están claros, cortándolos entre dos tierras solamente, que
mándolos, y arando la tierra. Los pedregosos son fáciles de
desembarazar recogiendo las piedras, y si las hubiere en mu
cha abundancia ocupando algunas partes de ellos con pare
des que se formarán con las mismas , para que lo demas que
de limpio, ó enterrándolas en zanjas profundas, lo cual
sin embargo no se hará si no convidare á ello lo barato de
los jornales. El exterminio del junco y de la grama es la
cava ; el del helecho arrancarlo con frecuencia: lo que se
puede hacer aun con el arado, porque arrancado muchas ve
ces, muere dentro de dos años, ó tambien mas pronto si al
mismo tiempo estercolas la tierra y la siembras de al tra muees ó habas, para que saques alguna ganancia del remedio que
apliques á éste vicio. Pues es constante qu.. el helecho se
destruye mas facilmente con las siembras y el estiercol : y
aunque no se haga mas que segarlo de cuando en cuando
conforme va naciendo, lo que puede hacer aunque sea un
muchacho, dentro de dicho tiempo se consume su vivaci
dad. Pero despues de haber manifestado el metodo de lim
piar el terreno inculto, sigue el modo de cuidar las tierras
d z
5a
COLüMÉLA.
nuevamente metidas en laborj sobre el cual manifestaré des
pues mi modo de pensar , en habiendo instruido á los apa
sionados al cultivo en algunas reglas que deben aprender
antes. Me acuerdo que la mayor parte de los antiguos que
escribieron de las cosas del campo han dado por señales como
admitidas é indubitables de un campo pingüe y fértil en
granos la dulzura propia de la tierra , la abundancia de yer
bas y árboles, y el color negro ó ceniciento. De las demas
señales dudo: del color no puede ser suficiente mi admira.
racion al ver que tanto otros autores, como Cornelio Celso,
varon sábio no solo en la Agricultura, sino en el conoci
miento de toda la naturaleza, se hayan extraviado en la opi
nion y en la vista de tal suerte , que no se presentasen á sus
ojos tantas lagunas y tantas tierras de salinas, que tienen
comunmente dichos colores. Pues ningun parage vemos aun
sin hacer mucho reparo, que con tal que tenga agua estan
cada no sea negro ó ceniciento, á menos que yo mismo
me engañe en creer que no se pueden criar sementeras fér
tiles en el suelo de una laguna cenagosa y de agua amarga, ó
en las tierras de salinas que están á la orilla del mar. Pero
éste error de los antiguos es demasiado evidente para que sea
menester convencerlo con mas pruebas. No es pues el color
un indicio seguro de la bondad de las tierras: y así si el
campo es propio para granos, esto es, si es pingüe, se ha de
juzgar mas bien por otras cualidades. Porque así como las
reses mas robustas tienen diversos y casi innumerables colo
res, del mismo modo las tierras mas fuertes los tienen mu
chísimos y vários. Por lo cual hemos de considerar si el ter
reno que queremos comprar á causa de su color es pin
güe. Pero ésto por sí solo es poco, si carece de dulzura i cu
yas dos cualidades podemos conocerlas por un medio muy
fácil, pues rociando con una poca de agua un terron y
amasándolo con la mano; y si es glutinosa y apretándola,
aunque sea ligeramente, se pega, y teniéndola entre los de
dos se extiende como la pez, segun dice Virgilio3 , y ti
rada contra la tierra no se deshace, ésto nos manifiesta que
tiene cierto jugo y crasitud natural. Pero si quisieres tam
bien volver á echar en un hoyo la tierra que hubieres saca
do de él, y apisonándola sobra de llenarla como si hubiere
LIBRO SEGUNDO
53
fermentado, no habrá duda que ésta tierra es pingüe; si fal
táre, será endeble; y si viniere cabal, mediana. Aunque estas
señales que acabo de referir no son tan fijas como Jo es la
de ser la tierra negruzca, que se tiene por la mejor á cansa
de su producir. Por el sabor tambien la conoceremos , si ca
vando en aquella parte .del campo que nos agrada menos se
sacan unos terrones, y echados en una vasija de barro se les
mezcla agua dulce, y colados á manera de vino que está so
bre la madre se gusta el agua : tal como fuere el sabor de és
ta diremos que es el de aquel terreno. Pero fuera de éste ex
perimento hay muchas señales que indican ser la tierra
dulce y á propósito para granos, como el junco, el carrizo,
la grama, el yezgo, las zarzas, el trebol, los ciruelos silves
tre, y otras muchas producciones, que siendo tambien co
nocidas de los que buscan manantiales, no se crian sino en
venas de tierra que son dulces. Ni conviene que nos conten
temos con la primera vista de la superficie, sino que se ha de
examinar con cuidado la cualidad de la materia inferior,
para asegurarnos de si es ó no tierra cultivable. Para los gra
nos será suficiente que haya dos pies de tierra de igual bon
dad; para los árboles bastarán cuatro4. Así que hayamos ex
plorado ésto en los términos que hemos dicho, preparare
mos el campo para hacer las sementeras. Y éste no es muy
poco fértil si se labra con cuidado é inteligencia. Por éste
motivo casi todos los autores mas antiguos han escrito el
método de éste trabajo, para que lo sigan los labradores,
como una ley en el arar las tierras. Conviene pues tener eu
ésta operacion los bueyes estrechamente uncidos, para que
entren con mejor disposicion, con el cuerpo derecho y las
cabezas levantadas, se lastimen metaos sus cuellos, y haga el
yugo mejor asiento en las cervices; pues éste es el modo de
uncir mas bien recibido. Pues elque se usa en .algunas provin
cias de atas el yugo á las astas lo desechan casi todos 1©6 que
han escrito preceptos para las gentes del campo, y no sin ra
zon ; pues mas esfuerzo pueden hacer los animales con el cue
llo y el pecho que con las astas: y uncidos de este modo su es
fuerzo se hace con toda la mole y todo el peso del cuerpo; pero
unciéndolos de la otra forma, se atormentan retirando bácia atrás y levantando las cabezas, y con trabajo arañan con
d 3
54
COLUMELA.
una reja muy ligera la superficie de la tierra. Y por ésto
aran con arados muy pequeños , con los cuales no pueden
romper profundamente la tierra nuevamente desmontada, la
cual cuando se ara de ésta manera contribuye muchísimo para
el fomento de todos los vegetales, porque arados los cam
pos profundamente toman mayor incremento los granos y
los frutos de los árboles. Y en ésto me aparto de la opinion
de Celso, quien por temor del gasto, que efectivamente es
mayor en el ganado grande , piensa que conviene labrar la
tierra con rejas y dentales pequeños , para que se pueda hacer
con bueyes de menos cuerpo: ignorando que hay mayor
utilidad en la abundancia de frutos, que cósto en la com
pra de reses mas grandes, principalmente en Italia, donde
el campo plantado de árboles maridados á vides y de olivos,
quiere labores mas profundas que en otras partes , para que
las raices de dichas vides y olivos que están á flor de tierra
6e corten con la reja del arado , las cuales si quedan en la
tierra perjudican á sus producciones, y para que las mas
profundas, labrada la tierra bien hondo, reciban mas pronto
el alimento de la humedad. Sin embargo puede éste méto
do de Celso ser conveniente en Numidia y en Egypto, don
de por lo comun se siembran los granos en terrenos que
no tienen árboles , ó por mejor decir la tierra está sin éstos
y solo se emplea en sembrar aquellos. Y es bastante movej
con un arado, aunque sea muy ligero, ésta tierra que se com¿
pone de arenas pingües y está suelta como una ceniza. Pe
ro el gañan debe andar por lo arado, y en un surco sí y otro
nó tener el arado ladeado , y en los que alternan : cor} éstos
llevarlo derecho ;y bien metido? pero de tal suerte .que en
ninguna parte deje la tierra cruda y «in mover, á .lo que
llaman los labradores escaño. Cuando los bueyes lleguen á
algun árbol, debe retenerlo&y retardarlo» fuertemente, too
sea que chocando la reja del arado con la raiz coh mucha
violencia ocasione' una fuerte conmocion en el cuello de los
bueyes, 6 que den ellos un golpe récio con el cuerno en el
tronco , ó lo rompan con la extremidad del yugo y le desga
jen alguna rama. Intimídelos mas bien con la voz que con
los golpes, y sean las heridas los últimos remedios para los
'que Teusan trabajar; Nunca irrite al novillo coh la vara' de
LIBRO SEGUNDO
55
ahijada, pues ésto lo hace reacio y coceador; sin embargo
avísele alguna vez con el látigo. Pero no pare en medio
del surco , y sí les hará descansar al fin de él , para que con
la esperanza de éste descanso ponga su conato el buey en
andarlo con mas agilidad. Mas el hacer un surco de mas de
eiento y veinte pies es contrario al ganado, porque en pa
sando de ésto se fatiga excesivamente: en llegando á lo
último de él, empuje el yugo hácia delante y páre los bue
yes, para que se les refresquen los cuellos: sin ésta precau
cion se les encienden á menudo, de que les resultan tumo
res, y éstos se convierten en úlceras. Y no use menos el ga
ñan de la azada que de la reja , y arrancará y perseguirá to
das las cepas que estén muy agarradas, y las raices superio
res con que esté embarazado el campo que está plantado de
árboles maridados con vides.
CAPITULO
III.
Cómo se han de cuidar los bueyes despues que han de
jado de trabajar y se han desuncido.
Así que haya desuncido los bueyes frótelos 'despues de
haberlos atado, aprieteles la espalda con las manos, tíreles
del pellejo , y no permita que se les pegue al cuerpo, por
que éste genero de enfermedad es muy dañoso al ganado.
Manoséeles los cuellos, y si tuvieren calor introdúzcales
vino en las fauces; y será bastante dar á cada uno dos sextarios; y no conviene atar los bueyes á los pesebres antes
que hayan dejado de sudar y que hayan tomado aliento:
despues, cuando sea tiempo de que puedan comer, no con
viene darles mucha comida, ni toda de una vez, sino por
partes y poco á poco. Despues que hayan comido se deben
llevar al agua, y silbarles para que beban con mas gusto.
Hasta aquí hemos hablado suficientemente de las obliga
ciones del gañan; ahora resta que enseñemos tambien en
qué tiempos se ha de labrar el campo.
d 4
56
COLUMELA.
CAPITULO IV.
En qué tiempos y cómo se ha de alzar y se ha de bi' ' nar cada género de terreno.
Las tierras llanas pingües que retienen el agua por mu
cho tiempo, se han de alzar cuando haga ya calor, hayan
arrojado todas las yerbas, y no hayan granado todavía las
semillas; pero se les han de hacer los surcos tan multi
plicados y tan espesos que apenas se distingan los vesti
gios de la reja , porque destrozadas todas las raices de las
yerbas perecen. Mas conviene tambien que se repitan las
labores de arado tantas veces ' que el barbecho se haga pol
vo , de suerte que cuando hayamos sembrado no ¡>e nece
site gradarlo , ó si se necesita sea muy ligero. Porque los
antiguos romanos dijeron que estala mal labrado el cam
po que, despues de haberlo sembrado, era menester gradar
lo. Debe ademas el labrador examinar con frecuencia si
está bien arado, y no liarse solamente de la vista, que
engaña algunas veces con la tierra que cae, encima de
los escaños ocultos , sino tambien con el tacto, que se
engaña menos , metiendo á través de los surcos una esta
ca fuerte: si ésta penetra con igualdad y sin encontrar re
sistencia, es evidente que todo el suelo está movido; pero
si alguna parte mas dura de la tierra le estorba el paso, esa
prueba de que el barbecho está crudo. Cuando los gañanes
ven hacer ésto muchas veces , no incurren en el defecto
de hacer escaños. Las llanuras húmedas, pues, deben alzar
se despues de los idus del mes de abril % y alzadas en éste
tiempo convendrá binarlas algunos dias al rededor del sols
ticio, que es el dia septimo ó sexto antes de las calendas
de julio, y que estén terciadas cerca de las calendas de se
tiembre. Estando convenidos los inteligentes en la agricul
tura que en todo éste tiempo desdé el solsticio del estío no
se ha de arar la tierra, á no ser que se haya calado por
grandes y repentinas lluvias como las del invierno, como
sucede algunas veces; en cuyo caso no hay inconveniente en
que se aren los barbechos el mes de julio. Pero cuando quie
ra que se are , observarémos no hacerlo en el terreno que es
LIBRO SEGUNDO
57
té hecho lodo , ni en el que esté medio mojado por lluvias
ligeras, al cual llama la gente del campo vario y carioso.
Esto último se verifica cuando despues de sequías largas
una lluvia pequeña ha mojado solamente la parte supe
rior sin penetrar á la inferior. Porque las tierras que se la
bran atascadas, dejan de poderse arar en todo el año, y no
están á propósito para ararlas , gradarlas ni plantarlas;
y por el contrario las que se han sembrado varias ó á me
dio mojar, quedan estériles por tres años seguidos 3. Siga
mos pues en la labor de las tierras un término medio , de
suerte que no carezcan de jugo cuando se la demos, ni abun
den de humedad; porque si ésta es demasiada, las pone
como he dicho cenagosas y atascadas ; y las que se han
desecado por falta de lluvias , no se pueden labrar bien, por
que' ó su dureza no deja entrar la reja del arado , ó si ha
penetrado por alguna parte no la desmenuza , sino levanta
unos céspedes grandes, que embarazando el terreno, im
piden que se bine bien, porque estorbando el paso la mole
de los terrones, como lo podrían hacer unos cimientos,
echan el arado fuera del surco ; de que resulta que en la
bina se bagan tambien escaños , y que los bueyes padezcan
mucho con lo penoso del trabajo. A que se agrega que
toda tierra , aun la mas fertil , tiene la capa inferior de me
nos sustancia que la superior , y como los grandes terrones
que se levantan traen consigo mucha de aquella, se in
corpora con ésta, y toda ella resulta menos fértil, y dá
cosechas menos abundantes , y el gasto del labrador se au
menta por lo poco que cunde el trabajo, pues cuando se
ha endurecido la tierra , no se puede hacer la tarea ordina
ria. Por lo cual soy de sentir que en las sequías no se bine
lo que se ha alzado, sino que se espere á que llueva para
que la tierra humedecida nos facilite los medios de culti
varla. Finalmente, la tierra que esté en éstos términos se
despacha cada yugada de ella con cuatro obradas ; porque
con dos se alza , con una se bina , con tres cuartas partes
de otra se tercia, y se reduce á liras despues de sembrada
con una cuarta parte. Las gentes del campo llaman liras, y
tambien porcas, á unas elevaciones de tierra que sobresa
len entre dos surcos bien distantes entre si, para que el
58
COLUMELA.
grano que se siembra en ellas quede en seco: en castellano
se llaman caballones. Las colinas cuyo suelo es pingüe, se
han de alzar en el mes de marzo despues de concluida la
sementera tremesina ; pero si lo permitiere la templanza del
cielo ó la sequedad del pais, se podrá hacer en febrero,
sin aguardar mas. En seguida se han de binar desde media
do abril hasta el solsticio, y terciarlas en setiembre hácia
el equinoccio: la yugada de ésta tierra se labra con tantas
obradas como la de llanuras húmedas. Pero en la labor de
la tierra de montaña lo que se ha de observar principal
mente es llevar siempre los surcos al través de su pendien
te, porque de éste modo se minora la dificultad que ésta
ocasiona, y se disminuye con mucha comodidad el trabajo
del ganado y el de los hombres. Sin embargo , siempre que
se bine convendrá dirigir los surcos oblicuamente , unas ve
ces acia lo mas alto, y otras ácia lo mas bajo de la pen
diente , para que rompamos la tierra por ambas partes , y
no la labremos por el surco anterior. Él campo llano y de
poca sustancia que abunda en aguas , se ha de alzar des
pues de mediados de agosto, en seguida se binará en se
tiembre , y estará preparado á que se le siembre al rededor
del equinoccio. Pero el trabajo para semejante terreno es
mas expedito , pues se emplean menos obradas, siendo sufi
cientes tres para una yugada. Tampoco se han de labrar en
el estío las tierras endebles que están en pendiente, sino al
rededor de las calendas de setiembre , porque si se alzan
antes de éste tiempo, como están sin sustancia ni jugo, se
abrasan con los calores del sol del estío, y no conservan
restos algunos de fuerza. Por lo cual es muy bueno ararlas
entre las calendas y los idus de setiembre, y en seguida bi
narlas para que se puedan sembrar á las primeras aguas del
equinoccio ; y una tierra de ésta clase no se ha de sembrar
en el lomo , sino en lo hondo del surco 4.
CAPITULO V.
Cómo se estercola la tierra endeble.
Oin embargo , antes de binar una tierra endeble conven
drá estercolarla , porque con ésta especie de alimento toma
LIBRO SEGUNDO
59
sustancia. Los montones de estiercol se distribuirán de á
cinco modios cada uno, en lo llano mas claros, y en la
colina mas espesos; y será bastante que de monton á mon
ton haya ocho pies de distancia en todas direcciones , por
lo que hace á las tierras llanas , y dos menos en las de
colina. Y queremos que ésto se haga en la menguante de la
luna , pues de éste modo se libertan las tierras de yerba. Y
la yugada necesita veinte y cuatro carros de estiercol ,
cuando se le echa mas espeso, y diez y ocho cuando se le
echa mas claro. Al instante que se haya extendido el estier
col , convendrá arar la tierra y enterrarlo , no sea que con
el calor del sol pierda la fuerza ; y para que la tierra incor
porada con éste alimento se engrase. Y así cuando se echa
ren los montones de estiercol en un campo, no se exten
derán mas que los que puedan enterrar los gañanes en el
mismo dia.
CAPITULO
VI.
De los géneros de granos cereales.
.Despues de haber manifestado cómo se ha de preparar la
tierra para la sementera, vamos ahora á referir los diferen
tes géneros que hay de semillas. Los primeros y los mas
útiles de todos los granos son el trigo y la escaña1. Hemos
conocido muchos generos de trigo; pero el que se debe
sembrar con preferencia á todos, es el que llaman rubion,
porque se aventaja á todos en el peso y en lo limpio. En
la segunda clase se ha de poner al candeal ; cuya principal
especie, de que sé sirven para hacer el pan, tiene poco pe
so. El tercero será el tremesino, cuyo uso es muy agradable
á los labradores , porque cuando por las aguas ó por otro
motivo no se ha sembrado á tiempo , les sirve éste de re
curso. La9 demas especies de trigo son supérfluas, sino para
los que se deleitan con una multiplicada variedad de fru
tos, y con una vanagloria. Pero de escaña hemos visto
emplear comunmente cuatro géneros: el grano que se lla
ma de Chiusi de una blancura brillante; la llamada venóculo % roja y otra blanca, pero de mas peso que la de Ghiu»
si; y la tremeeina , que se llama Jíalicastro^.^ y ésta es la
6o
COLUMELA.
principal en peso y en bondad. Pero éstos géneros de trigo
y de escaña los han de conservar los labradores , porque
rara vez sucede que la situacion de un campo sea tal , que
nos podamos contentar con una sola especie de grano, ha
llándose en él siempre alguna parte húmeda y alguna seca.
Mas el trigo se dá mejor en un paraje seco, y la escaña re
cibe menos daño con la humedad.
CAPITULO
VIL
De los géneros de legumbres.
Siendo muchísimos los géneros de legumbres1, parece que
las mas agradables á los hombres , y las que mas usan son
el haba , la lenteja, el guisante, el garbanzo, el cáñamo, el
mijo, el panizo, el ajonjolí, el altramuz, el lino tambien,
y la cebada , porque de ella se hace la ptisana. Asimismo
los mejores forrages son la alfalfa, la alholva, y no menos
la veza. Despues la gálgana, el yero, y el verde de ceba
da. Pero en primer lugar tratarémos de lo que se siembra
por causa nuestra, teniendo presente aquel antiquísimo
precepto en que se nos previene, que en los parages frios
se siembre muy temprano, en los templados no tanto, y
los últimos sean los cálidos. Pero los preceptos que vamos
ahora á dar son como para un pais templado.
•:, .
•
.
i
.
CAPITULO VIII.
Cuál sea el tiempo de sembrar.
.Nuestro poeta quiere que no se siembre la escaña, ni
tampoco el trigo antes que se hayan dejado de ver las ca
brillas , lo mismo que expresa en sus versos de ésta maj
nera1 : pero si labráres la tierra para recoger cosecha de
trigo y granadas escañas , y tu único objeto son las espi
gas, espera el ocaso matutino de las hijas de Atlante. Pero
se ocultan á los treinta y un dias despues del equinoccio de
otoño, que por lo comun es el nono dia antes de las ca
jeadas de octubre; por lo que se debe, entender que hay
LIBRO SEGUNDO.
61
cuarenta y seis dias para la siembra del trigo, contados des
de el ocaso de las cabrillas, que se verifica antes del nono
de las calendas de noviembre, hasta el solsticio de invierno.
Pues los labradores prudentes observan el no arar ni podar
arbol ó vid quince dias antes, y otros tantos despues de
éste solsticio. Nosotros no negamos tampoco que se deba
hacer así la sementera en el campo templado y nada hú
medo; pero si es acuoso, endeble, frio, ó tambien som
brío, conviene sembrar ordinariamente antes de las calendas de octubre2, mientras la sequedad de la tierra per
mita hacerlo, y mientras las nubes están suspendidas ; para
que las raices de los granos tomen fuerzas antes que los
echen á perder las lluvias del invierno , las heladas y las
escarchas. Pero aunque se haya concluido la sementera con
tiempo, sin embargo se tomará la precaucion de hacer liras
anchas, y surcos inmediatos unos á otros, que algunos
llaman dices, para dirigir toda el agua a las zanjas, y des
de éstas echarla fuera de las siembras. Y no ignoro que al
gunos autores antiguos previnieron que no se sembrasen
los campos hasta que la tierra se hubiese mojado bien con
las lluvias. Lo que yo no dudo que sea mas conducente al
labrador, si las aguas vienen á tiempo. Pero si, como su. cede algunas veces, éstas vienen tarde, será bueno sembrar,
aunque el terreno esté seco , y ésto se practica en algunas
provincias que están en climas donde las lluvias son tar
días. Porque el grano que se ha echado en un terreno se
co y se ha gradado despues de haberlo enterrado se con
serva sin echarse á perder , como si estuviera encerrado
en el granero, y luego que viene la lluvia, nace en un dia
solo la sementera de muchos. Es verdad que Tremelio ase
gura que los pájaros y las hormigas se lo comen antes que
llueva, si la tierra está desecada con los dias serenos del
estío: lo que nosotros hemos hallado por repetidas expe
riencias ser cierto. Sin embargo , en semejantes campos es
mas conveniente sembrar escaña que trigo , porque la glu
ma en que está encerrado su grano , es fuerte y durable pa
ra resistir á la humedad aunque sea de mucho tiempo.
6»
COLUMELA.
CAPITULO
IX.
Cuántos módios de simiente necesita cada yugada de
tierra ; cómo se lian de elegir los granos para sembrar,
y dí las preparaciones de éstos para emplearlos.
La yugada de tierra pingüe necesita ordinariamente cua
tro módios de trigo, la mediana cinco; de escaña nueve
módios si el terreno es fertil, si es mediano diez; porque
aunque los autores no están de acuerdo sobre ésta medida,
nuestra propia experiencia nos ha enseñado parecer ésta la
mas conveniente; la cual si alguno no quisiere seguir, ar
réglese á los preceptos de los que dicen que en el campo
bien fértil se siembren cinco módios de trigo y ocho de es
caña por yugada, y opinan que á los medianos se les eche
la semilla con ésta misma proporcion. Nosotros no preten
demos que se emplée siempre ésta cantidad de simiente,
porque la hace variar la condicion del lugar , de la estacion,
ó de la atmósfera: del lugar, cuando se siembra el grano en
llanuras ó en colinas, y las unas y las otras son pingües,
medianas ó endebles: de la estacion , cuando echamos los
granos á la tierra en el otoño, ó á la entrada del invierno;
porque la primera sementera permite que se siembre mas
claro; la última exije que se eche mas espeso': de la at
mósfera, cuando está lluviosa ó seca; porque en el primer
caso quiere que se haga lo que en la semenrera primera, y
en el segundo lo que en la última. Pero todo grano ama
principalmente la llanura rasa inclinada al sol, templada y
suelta; pues la colina dá menos trigo aunque sea mas re
cio \ La tierra densa , gredosa y húmeda , no cria mal el tri
go candeal y la escaña. La cebada no aguanta mas terreno
que el seco y suelto. Aquellos granos de que hemos habla
do antes , quieren una tierra que sea muy fértil, que des
canse un año y se labre al siguiente: éste desecha toda
medianía, porque se echa en tierra muy pingüe, ó en la
muy endeble; aquellos, si despues de lluvias continuadas
los esparcieres, en caso de necesidad, en un terreno atas
cado todavía y calado, sostienen éste contratiempo; éste se
LIBRO SEGUNDO
63
pierde si ío echas en tierra que esté hecha barro. Si el camoo es medianamente gredoso ó húmedo, necesita aun algo
mas de los cinco modios de candeal. ó trigo,. que dije ya
antes, para sembrar cada yugada. Pero si es seco y suelto,
sea pingüe ó endeble , cuatro ; porque tambien por el con
trario, aquel siendo endeble necesita otra tanta simiente;
pues si no se siembra claro cria una espiga vacía y pequeña;
pero cuando de un grano han salido muchas cañas, hace
tambien que una sementera clara sea espesa. No debemos
nosotros ignorar entre otras cosas que la tierra plantada de
árboles maridados con vides, consume una quinta parte
mas de simiente que la desocupada y descubierta3. Pero
nosotros no hemos hablado hasta aquí mas que de la siem
bra de otoño que creemos ser la mejor. Mas hay tambien
otra cuando obliga la necesidad ; los labradores la llaman
tremesina : ésta se hace con buen éxito en los parages muy
frios y abundantes de nieves, y donde el estío es húmedo
y sin calores;. en los demas. muy raras veces sale bien, y
sin embargo convendrá hacerla pronto, y siempre antes
del equinoccio de primavera; pero si la cualidad del lugar,
y la temperatura del aire lo permitiere, cuanto mas tem
prano .sembrásemos , tanto. mejor saldrá; pues no hay semi
lla alguna , como muchos han creido , tremesina por na
turaleza4: porque la misma semilla tremesina echada á la
tierra en otoño corresponde mejor. Con todo eso hay algu
nas que son preferibles á otras para éste objeto, porque
aguantan mejor que otras el cajor .moderado de la primave
ra, como el trigo candeal., la cebada jdeGalaeia, la escaña ha.
licastro, el haba de los. Marapa; piles ; los demas granos fuer
tes deben sembrarse siempre en los paises templados antes
del invierno. Pero suele la tierra arrojar algunas veces una
agua jalada. y amarga. que .corrompe con el humor nocivo
que mana los sembrados,, jawpque va csu.n sazqnados, y eo
los sitios que quedan sir* una hebra del grano que se ha sem
brado , hace á modo de eras. 'Estos sitios conviene ponerles
algunas señales, para que les apliquemos á su tiempo el
remedio oportuno á semejantes vicios, Porque en los sitios
dondef la humedad ó alguna otra cosa dañosa habrán he
cho peídewe ios granaos , 'conviene esparcir palomina, y si
64
GOLUMELA.
no la hubiere, hojas de ciprés, y enterrar uno úotro aran
do encima. Pero lo que mas importa es echar fuera de la
tierra toda el agua por medio de una zanja ó atajea: de otra
suerte serán inútiles los remedios que acabamos de decir.
Algunos forran una sembradera de tres medios con una
piel de hiena, y teniendo la semilla en ella un poco de
tiempo, la echan desde la misma, no dudando que la que
se ha sembrado de ésta manera ha de salir bien. No faltan
algunos vichos subterraneos que destruyen las mieses royén
doles las raices cuando ya han crecido. El remedio para que
ésto no suceda es el zumo de la yerba que la gente del
campo llama sedo* mezclado con agua, porque despues de
estar la semilla remojándose una noche en ésta composi
cion, se echan á la tierra. Algunos deslien en agua el zu
mo esprimidodel cohombro y su raiz molida, y confian á la
tierra la semilla, despues de haberla tenido en remojo en
éste líquido. Otros , cuando empieza á infestarse la semen
tera, riegan los surcos con ésta misma agua, ó con alpechin sin sal ; y de ésta suerte quitan los animales nocivos.
Esto tengo ademas que prevenir, que despues de estar se
gadas las mieses se trate ya desde la era de tomar precau
ciones , á fin de mejorar el grano que ha de servir para
sembrar. Pues , como dice Celso , cuando la cosecha es me
diana , conviene escojer las mejores espigas , y guardar
aparte el grano que se saque de ellas pira semillas; cuando
despues haya habido una cosecha mayor, todo lo que se
trillare se ha de aechar con un amero, y se ha de reservar
siempre para sembrar el grano que por su peso y magni
tud quedare en el fondo del monton; pues éste cuidado es
muy útil, porque si no se tiene, aunque los granos dege
neran mas pronto en los sitios húmedos, sin embargo
tambien se verifica en los secos; pues no hay duda que de
la semilla vigorosa puede hacerse grano que no lo sea,
pero es evidente que la que desde él principio es endeble,
no adquiere vigor jamas; y por ésto Virgilio entre otra9
cosas excelentes dijo de las semillas6: yo he visto que las
semillas escogidas detenidamente y examinadas con mucha
'atencion , degeneraban sin embargo, á menos que la pro
lijidad de los hombres no escogiese todos los años los gra-
LIBRO SEGUNDO
65
nos mas gruesos á mano; tal es el destino de todas las cosas,
ir de mal en peor, y no parar de volver atrás. Si un grano
rojo se parte y tiene por dentro el mismo color, no tene
mos duda que es bueno: el que por fuera está blanquizco,
y por dentro se vé blanco, se debe entender hueco y lige
ro. Y no nos engañe el candeal, como si se debiera desear
por los labradores, pues éste es un trigo viciado, y aunque
se aventaje al otro en blancura, le cede en el peso. Pero en
el clima húmedo acude bien, y por lo tanto es mas á pro
pósito para los parages donde mana agua. Mas sin embargo,
no lo hemos de ir á buscar lejos, ni donde nos sea difícil
adquirirlo; pues todo trigo en sembrándolo tres veces en
tierra húmeda , se vuelve candeal. El grano de uso mas co«
mun despues de ésto es la cebada , que la gente del cam
po llama hcxasúca7 , ésto es, de seis órdenes; que otros
llaman tambien caballuna porque alimenta mejor á los
otros animales que están en el campo, y es mas saludable
para el hombre que el mal trigo. Y ninguna otra cosa
Ereserva mas de la miseria, cuando hay necesidad. Se siemra en tierra seca y suelta, y muy fuerte ó endeble; porque
es constante que esquilman sus mieses el campo que las
cria: por lo cual se echa en uno muy pingüe, á cuyas
demasiadas fuerzas no pueda perjudicar, ó en uno ende
ble, al que no se confia otra alguna semilla. Se debe sem
brar en tierra labrada de dos rejas, despues del equinoccio
casi á la mitad de la sementera ^ si es en terreno fértil, y
mas temprano en el que sea endeble. Una yugada se em
panará con cinco módios; y luego que haya madurado un
poco se segará antes que cualquier otro grano, porque
como tiene la caña quebradiza, y su grano no está cubierto
de cascarilla, se cae mas pronto; y por los mismos motivos
se trilla mas facilmente que los demas. Mas así que hayas
levantado sus mieses de las tierras, es muy bueno dejarlas
descansar un año, ó á lo menos llenarlas de estiercol y echar
de ellas todo el veneno que tienen todavía. Hay tambien
otro género de cebada que unos llaman dística , ésto es,. de
dos órdenes, y otros galátíca , ésto es dé'Cálaciaj de un
peso y de una blancura sobresaliente: de suerte que mezclada
con el trigo da un mantenimiento superior para lá familia.
e
66
COLUMELA.
Se siembra en sitios de los mas pingües , pero frios, acia el
mes de marzo. Corresponde sin embargo mejor sembrán
dolo, si lo templado del invierno lo permite, al rededor de
los idus de enero: la yugada necesita seis módios. El panizo
y el mijo se ban de poner tambien entre los granos cereales,
aunque yo los haya colocarlo en la clase de las legumbres;
porque en algunos países sirven de mantenimiento á los
colonos. Quieren una tierra ligera y suelta , y no solo se
crian bien en un terreno arenisco, sino en la misma arena,
con tal que el clima sea húmedo , ó el suelo tenga riego,
porque temen el que e« seco y gredoso. No pueden sem
brarse éstos granos antes de la primavera , porque gustan
mucho de los calores moderados; pero se confian á la tierra
muy. cómodamente despues de mediado el mes de marzo.
No. causan mucho gasto al labrador, porque con cuatro sextarios poco mas ó menos se empana una yugada de tierra;
pero quieren frecuentes escaldas de almocafre y de á mano,
para libertarse de yerbas. Luego que han espigado , y an
tes que las semillas se abran con los calores , se arrancan á
mano, y en habiéndose secado colgadas al sol las espigas ó
mazorcas se guardan , y duran encerradas de ésta manera
mas que los demas granos. Del mijo se hace un pan que
se puede comer sin fastidio antes de ponerse frio. El panizo
molido y separado de su salvado, y aun tambien el mijo,
dan unas gachas no despreciables en cualquier tiempo de
escasez, mayormente cuando se hacen con leche,
CAPITULO
X.
De las legumbres; qué terreno conviene d cada especie;
y de su cultivo despues de sembradas. ' . -Uespues de haber dado con bastante extension preceptos
acerca de los granos cereales, vamos á tratar en seguida de
las legumbres. El primer lugar lo tiene el altramuz, porque
se invierten muy pocos jornales en su cultivo, se compra
muy barato, y de todas las legumbres que se siembran en
el campo es la que mas lo beneficia: porque dá un exce
LIBRO SEGUNDO
67
lente estiércol á las viñas cansadas y á las tierras de labor,
acude bien aunque en un terreno desustanciado , y guarda
do en el granero dura eternamente. Cocido y remojado ali
menta bien á los bueyes en el invierno, y si acomete á los
hombres alguna escasez de víveres destierra cómodamente
el hambre. Se esparce cuanto sale de la era. Es la única entre
todas las legumbres qus no necesita estar encerrada en el
granero , ya la siembres en eriales el mes de setiembre an
tes del equinoccio, ó ya inmediatamente despues de las ca
lendas de octubre , y de cualquier manera que lo siembres
aguanta la negligencia del colono. Pero apetece el calor mo
derado del otoño, para tomar fuerzas prontamente, porque
si no ha adquirido consistencia antes del invierno le perju
dican los fríos. La semilla que queda sobrante, se guarda
muy bien en un sobrado donde entre el humo , porque si
lo ha acometido la humedad cria gusanos, que luego que
han roido el germen lo que queda no puede nacer. Estos,
como he dicho, quieren tierra endeble y principalmente la
roja, pues temen la greda y no salen en tierra cenagosa.
Una yugada se siembra con diez módios. Despues de esta
legumbre será bueno que se siembre el habichuela ó judía, y
se echará en barbecho ó mas bien en un campo pingüe
que se siembre todos los años: y no se echan en una yuga
da mas de cuatro módios. El mismo método se observa con
el guisante, solo que quiere una tierra fácil de labrarse y
suelta, y un parage templado y clima lluvioso. Se puede
sembrar la yugada con la misma semilla que la habichuela ó
con un módio menos, y se podrá sembrar al principio de la
sementera despues del equinoccio del otoño. AI haba se des
tina un terreno muy pingüe ó estercolado, y si hubiere al
gun erial situado en un valle, que reciba el agua de la par
te superior, primeramente echaremos la semilla, despues
alzaremos la tierra, en seguida la dispondremos por liras y
la gradaremos para que se arrope mas la simiente y quede
mas honda. Porque es de la mayor importancia que las rai
ces de las legumbres que han nacido estén bien profundas.
Pero si se ha de ocupar la tierra que ha estado sembrada el
año antes, así que se hayan segado los rastrojos, repar
tiremos en cada yugada veinte y cuatro carros de estiercol y
e a
63
COLUMELA.
los extenderemos. Y del mismo modo cuando echáremos la
semilla en tierra sin labrar, la araremos, la dispondremos en
liras y la gradaremos: aunque hay quien diga que en I0s
sitios frios no conviene gradar el haba : porque los terrones
que quedan encima de la tierra la defienden de las heladas
mientras está todavía tierna, y dán un calor moderado á las
que son molestadas por el trio. Hay tambien algunos que
piensan que ésta misma legumbre suple en las tierras labra
das por el estiercol : lo que yo interpreto de suerte que cree
no que con sembrarla se engrase la tierra, sino que ésta
semilla consume menos su fuerza que las demas. Pues yo
tengo por cierto que un campo que nada habrá llevado el
año anterior, es mejor para granos que el que ha llevado
esta legumbre. La yugada de tierra , segun parecer de Tremelio, si es pingüe necesita cuatro módios de habas, segun el
nuestro seis: si es mediana un poco mas: y el haba no aguan
ta un sitio nebuloso ni endeble; sin embargo en la tierra den
sa muchas veces acude bien. Parte debe sembrarse al mediar
la sementera y otra parte al fin; esta última siembra se liama septimoncial 1 : la temprana es con mas frecuencia la
mejor; lo es sin embargo alguna vez la tardia. Despues del
solsticio de invierno no es del todo bueno sembrarla , en la
primavera malísimo; aunque hay tambien haba tremesina,
que se siembra en el mes de febrero y entra una quinta par
te mas de semilla que en la temprana: pero da poca paja y
no muchas vainas: y asi oigo comunmente á los hombres
del campo antiguos querer mas bien habares sembrados á su
tiempo que tremesinos. Pero en cualquier tiempo del año
que se siembre se ha de procurar que toda la porcion que
se destine al efecto se eche á la tierra el día quince de la lu •
na, con tal que ella no quede aquel dia detras de los rayos
del sol , lo que llaman los griegos ápójrousin* ; si no
se echará el dia catorce, sin embargo de que esté todavía en
creciente, aunque no se pueda cubrir inmediatamente to
da la semilla. Pues ningun perjuicio tendrá por los rocíos
de la noche, ni por otras causas , siempre que se guarde
del ganado y de los pájaros. Los antiguos labradores, y no
menos Virgilio, quisieron que se remojara en alpechinó en
nitro ántes de sembrarla3; para que sus granos se cria-¡
LIBRO SEGUNDO
69
stín mas medrados dentro de la vaina engañosa y que se
ablandasen pronto, aunque se pusiesen a un fuego manso.
Nosotros hemos experimentado tambien que preparada así
el haba cuando ha llegado á madurar la infesta menos el gor
gojo. Pero para lo que vamosv á decir en seguida estamos
tambien fundados en nuestra propia experiencia : arranca el
haba cuando no se vé la luna y ántes del dia : despues asi que
se' haya secado en la era , en habiendola trillado y refrescado
antes que la luna empiece á crecer, llévala al granero; en
trojada de esta suerte estará libre de gorgojos; y de todas las
legumbres ella es la que mas bien se puede trillar sin bes
tias' y limpiar mas facilmente sin viento, lo que se hará de
esta manera. Coloquese un número mediano de haces desata
dos en la extremidad de la era, el cual irán echando acia ade
lante con los pies por enmedio de ella4 que es el espacio mas
largo que hay en la misma, y los irán golpeando al mismo
tiempo con palos ú horcas: despues, luego que hayan llegado
a la otra extremidad de la era, harán un monton con las pa
jas mas largas. Con lo que las habas quedarán extendidas en
la era., y los demas haces se irán trillando sobre ellas po
co á poco del mismo modo. Y las pajas mas duras se habrán
quebrarlo y separado por los que las apalean , pero las me
nudas, que habrán salido de las vainas con el haba, y ha
bran quedado en la tierra, 'como ellas, se separarán de otra
manera. Pues luego que se haya hecho un monton de pa
jas y habas mezcladas, váyase echando con bieldos poco á
poco k una larga distancia: hecho lo cual la paja que es
mas ligera caerá dell lado de acá del aventador, y el haba que
se enviará mas lejos llegará limpia , adonde éste la habrá ar
rojado. La lenteja conviene sembrarla al demediar la sementera en la creciente dela luna hasta el dia doce, en
terreno endeble y suelto ó en uno pingüe; y sobre todo se
co, porque: cuando está en flor se echa á perder facilmente
con la lozanía y la humedad: para que nazca pronto y crez
ca se debe mezclar antes. de sembrarla con estiercol seco, y
habiendo estado así cuatro ó cinco dias , echarla á la tierra.
Acostumbramos sembrarlas en dos tiempos; uno temprano,
mediada la sementera, y otro mas tarde en el mes de febre
ro. Poco mas de un módio ocupa una yugada de tierra. Para
e 3
7o
f COLUMELA.
[
que no la roigan los gorgojos (pues aun en la vaina lo ha
cen) se cuidará luego que se haya trillado, de echarla en
agua, y de separar la entera de la .yacía.,..que ijáda .sobre.
ella: en seguida .se secará al sol, y se rociará con vinagre
en que 6e se haya echado xaiz de silphio molida «on él , se
lavará con agua, se secará otra vez al sol, y refrescándola.
despues, se guardará si es mucha cantidad en el granero, si
es menos en tinajas que hayan tenido aceite, ó en salade
ras : si éstas vasijas se llenan é inmediatamente se tapan con
yeso, en cualquier tiempo que saquemos la lenteja para
el uso la encontraremos entera : sin embargo tambien pue
de guardarse sin ésta preparacion mezclándola con ceniza.
La linaza, como su producto no sea grande en el país en que
vives, y el precio del lino no convide, no se ha de sem
brar, pues es en extremo dañosa al terreno, y así pide uno
que sea muy pingüe y medianamente húmedo. Se siembra
desde las calendas de octubre hasta la salida del águila, que
es el dia séptimo antes de los idus de diciembre. La yugada de
tierra se siembra con ocho mótlios. Algunos quieren que se
siembre muy espesa en terreno,.endeble, .para. que el lino
salga fino. Tambien dicen que si se siembra en terreno féj>
til conviene echar diez módios en cada .yugada. Los ajonjo
líes que se riegan se han de sembrar ántes del equinoccio
de otoño; los de secano desde ésta época hastíos idus de
octubre: quieren comunmente un terreno su^lto^que los de
Campania llaman pulo; pero sin embargo no acuden peor
en arenas pingües ó en tierra muy mullida: se echa, en una
yugada tanta semilla como de mijo ó panizp; alguna vea
tambien dos sextarios mas. Pero yo. mismo he visto senv?
brar ésta semilla en las regiones de Cilicia ,y Sy ria por los me
ses de junio y julio , y recogerla en el otoño despues de ha
ber madurado bien. La guija, que.es semejante al alberjon, se ha de sembrar en el mes de enerp, ó, en el; de febre
ro., en terreno fértil y clima húmedo. Sin embargo en al
gunos parages de Italia se siembra ántes de las calendas de
noviembre. Tres módios llenan una yugada, y ninguna le
gumbre perjudica menos al campo; pero raras veces corres
ponde, porque cuando está en flor.no aguanta la sequía ni
los yicntos del sur; cuyas dos incomodidades vienen de orí
LIBRÓ SEGUNDO
71
dinario en el tiempo del año en que se le cae la flor. El gar
banzo que llaman arietino'', y tambien otro de distinto géne
ro que se llama púnico6, se puede sembrar en todo el mes de
marzo y en terreno de la mayor fertilidad y en tiempo hú
medo. Pues tambien es perjudicial á lá tierra ésta legumbre:
y por lo tanto no es de la aprobacion de los labradores mas
hábiles, pero si no obstante esto se ha de sembrar, se echará
enagua el diá ántes para que nazca riláis pronto: para uña
yugada hay bastante con tres módios.' El' cáñamo quiere uh
terreno pingüe, estercolado y de riego; ó llano, humedo y
labrado profundamente. En cada pie cuadrado se siembran
seis cañamones á la salida de Arctúro que es á últimos de
febrero , acia el dia quinto ó sexto antes de las calendas. de
marzo. Sin embargo no es malo sembrarlo hasta el equl*
noccio de primavera i, si el tiempo está lluvioso. Despnes de
éstas legumbres tienen su lugar los nabos y las nabas, por
que unos y otras sirven de alimento á la gente del campo.
Con todo eso las nabas son mas útiles, porque producen mas
y mantienen no solo al hombre, sino tambien á los bueyes,
sobre todo en las Galias , donde ésta hortaliza dá de comer
el invierno á dicho ganado. Una y otra quieren un terreno
suelto y no nacen en tierra densa. Pero las nabas quieren
llanuras y sitios húmedos, y los nabos apetecen tierra en pen
diente, deca y casi ligera, y asi sale mejor en tierras cascajosas
y areniscas: y la cualidad del terreno cambia la naturaleza
de los dos; pues la naba sembrada en uno se convierte en na«
bo al cabo de dos años , y en otro el nabo en naba. En la tier
ra de riego se siembran bien ámbas despues del solsticio, y
eri la. de secano en la última parte de agosto ó en:la primera
dé setiembre: quieren uri'terreno labrado con Ititlchas vueltas
de airado ó rastro y lleno de estiercol. Lo que es muy impor
tante, rio solo porque ellas acuden mas; sino porque despues
de arrancadas,'el suela con ésta labor dá abundantes cosechas;
La.yügadá dé tierra no se ha de sembrar maá que con cuatro
serttafioy déstímiHá de nabas : de' nabos se ha de ésparcir' ú ría
cuarta patemas, porque no engordan, formando vientre; si
no penetran hácia abajo con una raiz delgada. Y éstas cosas
son las que creemos deber sembrarse para el uso de los hom
bres: las que siguen se siembran para los' ganados..
e 4
?a
COLUMELA.
CAPITULO
XI.1
De los forrages; de la alfalfa, de la veza, del verde de
cebada y de la avena, de las álholvas, de los yeros, y
de la galgona.
H- J '".' .
. '
ay muchos género». de forrages como la alfalfa, la veza,'
el verde de cebada, la avena, la alholva, y no menos el
yero, y la gálgana. Pues los demas no nos dignamos de
enumerarlos ni menos de sembrarlos : excepto sin embargo
el cytiso (Medícago arborea UN. Alfalfa arborea); del
cual hablaremos en los libros que hemos escrito de los gé
neros de árboles. Pero de todos los. que.aprobamos por;bue.<
nos el mas sobresaliente es la alfalfa, porque en sembrán
dola una vez dura diez años ; porque despues se siega bien
cuatro veces al año, y algunas seis; porque estercola la tier
ra; porque todo el ganado mayor que.se ha puesto flaco en
gorda con ella ; porque sirve de rfimedip al menor que es
tá enfermo; y porque una yugada de el,l,a dá comida mas que
suficiente para tres caballos un año. Se siembra del modo que
vamos á prescribir. El sitio donde has de sembrar la alfalfa
en la primavera inmediata, álzalo. al rededor de las calen
das de octubre , déjalo que se fermente por todo el invierno;
en seguida bínalo con cuidado en las calendas de . febrero»
saca todas las piedras y desterrónalo: despues hácia el mea
de marzo tércíalo y grádalo. Así que hayas labrado la tierra
de ésta suerte, haz eras como en las huertas, de diez. pie*
de ancho y cincuenta de largo, para que se pueda sumipis«l
trar el agua por las sendas, y haya paso .por.eutrámbas pafte&
para los que arranquen la yerba. Despues echa estiercol pa-.
sado, y hecho todo ésto siembra á últimos de abril , á razon
de un cyatho de simiente en cada espacio de diez pies de
largo y cinco de ancho: así que la hayas sembrado, cubrela inmediatamente con. on rastro de madera, pues éstpjmporta mucho, porque se abrasa muy pronto con el spl. Des
pues de la siembra no debe tocarse el sitio con hierro; si
no escardarlo como he dicho con rastros de madera , y de
tiempo en tiempo á mano, no sea que la yerba sofoque la
LIBRO SEGUNDO
?3
alfalfa cuando está endeble. La primera siega de ella con
vendrá hacerla bien tarde, cuando se le habrá caido alguna
parte de la semilla: despues, si la quieres tener tierna, la
puedes segar desde que haya retoñado y darla á las bestias;
pero á los principios y hasta que se hagan, con econo
mía, para que la novedad del forragc no les haga daño,
pues los infla y les hace criar mucha sangre. Pero así que
la hayas segado, riegala con mas frecuencia. En seguida así
que hayan pasado unos pocos dias, y haya empezado á re
toñar , arranca todas las yerbas extrañas. Cultivada de ésta
suerte se podrá segar seis veces al año y permanecerá diez.
La veza se siembra en dos tiempos diferentes: en el prime
ro que es para forrage, sembramos hácia el equinoccio de
otoño siete módios de ella en cada yugada de tierra: en el
segundo echamos el mes de enero ó aun mas tarde seis mo
dios, para coger la semilla seca. Ambas siembras pueden ha
cerse en tierra erial , pero mejor en la labrada de una reja:
y ésta casta de semilla es la que quiere menos los rocíos
cuando se siembra : por lo cual se ha de esparcir en la tier
ra despues de la segunda ó tercera hora del día2 cuando el
sol ó el viento hayan enjugado toda la humedad, y no se
puede echar mas que lo que pueda cubrirse en el mismo
día., porque si sobreviene la noche, por poca humedad
que perciba se pierde. Se ha de tener cuidado de no sem
brarla antes del dia veinte y cinco de la luna: de otra suerte
tenemos observado que casi siempre le hacen mal loa caracoles. La cebada para verde conviene echarla en un terreno de
los que se siembran todos los años muy estercolado y bina
do. Se cria un verde muy bueno sembrando diez módios
de cebada caballuna en cada. yugada de tierra ácia el equi
noccio de otoño, pero ha de ser cuando estén amenazan
do las lluvias, para que despues de sembrada y regada
con ellas nazca prontamente y tome consistencia ántes del
rigor del invierno. Porque cuando han faltado los otros forrages por causa de losfrios, es muy bueno dar éste segado
á los bueyes y á loe otros animales, y sii qtñsieres' hacerlo pa
cer mas veces, alcanza hasta el mes de mayo. Pero si qui
sieres coger tambien grano de él, se han de echar fuera
todos los animales desde las calendas de marzoy y se ha de
74
¡
COLUMELA. i-í
preservar todo daño, á fin de que puede espigar y granar. Lo
misino es la siembra de la avena , la cual echada á la tierra
en el otoño , parte se corta para heno ó forrage mientras to
davía está verde, y parte se conserva para semilla. La alholva, que la gente del campo Hama siliquá, Úeae dos tiem-,
pos para sembrarla, uno el mes de setiembre (cuando se
siembra para forrage) en los mismos dias que la veza , esto
es, ácia el equinoccio; y otro á últimos de enero ó princi
pios de febrero, cuando se siembra para seca: pero en éste
último caso ocupamos la yugada con seis modios, en el
primero con siete: una y otra siembra se hace comodamen*
te en tierra erial , y se procura labrar yunto y no hondo,
pues si se cubre su semilla con mas de cuatro dedos de tier
ra no sale facilmente. Por lo cual algunos, antes de sembrar
la, dan una reja á la tierra con arados muy pequeños , y es
tando así echan la simiente y la cubren con escardillos. Pe
ro el yero quiere tierra endeble y no húmeda, porque con
la fertilidad de la tierra se pierde por lo comun. Puede sem
brarse en el otoño y no menos despues del solsticio de in
vierno , á los últimos de enero ó en todo febrero , con tal
que sea ántes de las calendas de marzo, pues dicen los la
bradores que todo éste mes de ninguna manera conviene á
ésta semilla , porque la que se siembra en él es dañosa al
ganado y principalmente á los bueyes , á los cuales cuando
la comen pone furiosos. Con cinco modios hay bastante pa*
ra sembrar una yugada de tierra. En la España Bética se dá
á los bueyes en lugar de yeros gálgana molida, Jo cual así
que se ' ha hecho con la muela suspendida se echa en agua
un rato hasta qué se ablande, y de ésta suerte se dá al
ganado i revuelta con paja menuda: pero para cada. 'yan
ta hay ¡bastante con doce libras de yeros, y dé gálgana
con diez. y seis. Esta no es inútil para los hombres ni desa
gradable: á lo menos nada difiere en el gusto de la gitVja,
solamente se distingue,er»iel «olor, que lo tiene muy obscu
ro yquetira bastante á negro: sesiémbraiel mes de marzoj
eQj tierra labrada de tina 6 dos rejas, segun lo exige su ferti
lidad, porque con atencion á ella se 'sembrará mas ó menos,
pues¡ unas veces serán menester para una yugada cuatro mó
dios, otras tres, y algunas dos y mediojl'
LIBRO
SEGUNDO
. CAPITULO
75
XII.
' ,i'i
í)e qué'modo y con cuántos jornales se cultiva cada espe
cie de granos cereales ó de legumbres.
Despues de haber tratado del tiempo en que se lia de sem
brar cada especie. de semilla, ahora vamos á manifestar de qué
modo y con cuántos jornales se ha de cultivar cada una de las
que hemos referido. Concluida la sementera, la labor que se
sigue es la escarda , sobre la cual no están conformes los au
tores. Algunos dicen que no es útil porque con el almoca
fre se descubren las raices del grano y algunas se cortan , y
si sobrevienen los fiios les hacen morir; pero que es me
jor arrancar la yerba á mano en estando para ello. Sin em
bargo, mas son los que quieren que se estarde de almocafre;
Í)cro que no se haga en todps partes del mismo modo ni en
os mismos tiempos. Porque en los campos secos y expues
tos al sol, luego que. el sembrado pueda resistir la escarda,
se debe mover la tierra y recalzar con ella las matas para
que echen hijos: lo cual conviene hacerlo ántes del invier
no y repetirlo pasado éste. Pero en parages frios y panta
nosos quieren. por lo comun que no se escarde hasta que pa-.
se dicha estacion y que no se recalcen las matas con tierra,
sino que 6e remueva ésta con una escarda corrida é igual.
Sin embargo, nosotros hemos experimentado que ésta escar
da en el invierno es útil en muchos paises, con tal que la
sequedad del aire y la benignidad del tiempo lo permita.
Pero no somos de opinion que se haga en todas partes, ¡si
no que es preciso conformarse encada pais^ con la costunn
bre de los habitantes: pues hay algunos que. tienen de la
naturaleza dones que les son peculiares, como Africa y
Egypto, donde el labrador no llega á las naieses desde la
siembra hasta la siega , porque es tal la condicion del clima
y la bondad de la tierra, que apenas nace mas yerba que la
que produce la semilla que se le ha echado: sea porque las
lluvias son raras, ó sea por prestarse de ésta suerte al colono
la cualidad de la tierra. Pero en los sitios. donde se necesita
la escarda de almocafre, no se ha de llegar á los sembrados*
76
( COLUMELA.
aunque la temperatura del aire lo permita, antes que ha
yan éstos cubierto los surcos. El trigo y la escaña será .bue
no escardarlos cuando empiecen á tener cuatro hojas, la ce?
bada cuando tenga cinco, el haba y las demas legumbres ctiah>
do estén cuatro dedos por encima de la tierra. De ésta regla
se exceptúa sin embargo el altramuz, al cual le es contra*
ria ésta escarda , porque tiene solamente una raiz; y si sé
corta ó se hiere con el hierro, muere toda la mata. Y aun
que ésto no sucediese, sería supérflua la escarda, porque en
Tez de recibir ésta legumbre perjuicio de las yerbas las des-'
truye todas. Pero otros sembrados que aunque estén húme
dos se pueden" mover, sin embargo es mejor escardarlos,
cuando están secos, pues de ésta manera se preservan de la
alheña; mas á la cebada no se debe llegar si no está muy se
ca. El haba creen muchos que ni aun se ha de escardar,
porque arrancándose á mano cuando está madura, no lleva
consigo las demas yerbas que se han criado con ella , y és-i
tas se reservan para heno: de cuya opinion es tambien Cornelio Celso, que entre las demas buenas propiedades de ésta'
legumbre, cuenta la que despues de arrancada se puede segar '
heno del mismo sitio donde estaba. Pero á mí me parece
que solo un labrador muy malo puede dejar crecer la yerba
mucho, pues se disminuye demasiado el producto' del haba.
si se deja de arrancar. Pues no es propio de Un labrador pru
dente poner mas conato en los forragesde los animales que
en la comida de los hombres, principalmente cuando se pue
den conseguir aquellos con el cultivo de los prados : y de tal
suerte creo que se han de. escardar las habas, que pienso se
debe hacer hasta tres veces: porque cultivadas de ésta suerte
tenemos experiencia de que no solo se multiplica el fruto,
sino que las vainas hacen una parte pequeña de ellas, y que
un módio de habas molidas y limpias de las vainas está tan
lleno casi como cuando están enteras, pues apenas se dis
minuye la medida quitadas las cáscaras. Y en general es muy
útil, como hemos 'dicho, la escarda de invierno en los dias
serenos y secos despues del solsticio en el mes de enero, con
tal que no haya heladas. Finalmente ésta labor se debe ha
cer. de manera que no se lastimen las raices de los sem
brados, ántea bien se recalcen y se les árrimetierra para que
LIBRO
SEGUNDO
77
amacollen mas. Esto será ventajoso hacerlo en la primera
escarda; en la segunda será perjudicial, porque como ha
dejado de matear el grano se pudre si se ha recalzado. Y así
en la segunda escarda nada mas debe hacerse que remover
la tierra con igualdad , y convendrá darla inmediatamente
de como ha pasado el equinoccio dentro de veinte dias, an
tes que las siembras se encañen, porque si se escardan mas
tarde, se pierden con las sequias y calores del estío, que se
siguen á ésta labor. Despues de la escarda de almocafre se
ha de dar la de á mano , cuidando de no tocar la mies cuan
do esta en flor, sino antes de tenerla ó despues de habérsele caido. Los granos cereales todos, y la cebada, y general
mente todos los que no tienen la semilla doble1, echan la
espiga desde el tercero al cuarto nudo, y luego que ha sali-.
do toda á los ocho dias se le cae la flor y á los cuarenta to
ma incremento, en los cuales llega desde la flor á la madu
rez. Por el contrario los que son de semilla doble2, como
el haba, el guisante y. Ja lenteja, en cuarenta dias florecen y en el mismo tiempo toman su incremento.
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CAPITULO XIII.
Cuántos jornales. y .obradas se regulan á cada yugada
de tierra,, «.,,, , ;.....' ... :,... .' . , ....
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1 para ajustnr ya con cuántas obradas y jornales se llevan
á la era los grano3 que hemos confiado á la tierra, dire
mos que cuatro ó cinco, módios de trigo emplean cuatro
obradas de arar? tina dé gradar, tíos jornales' en la primera
escarda de almocafre, uno en la segunda, uno en la de á
mano, y uno y medio de siega; total cinco obradas y
cinco jornales y medio. Cinco módios de candeal necesi
tan las mismas obradas y jornales. Nueve ó diez módios de
escaña quieren tantas obradas y jornales como cinco de
trigo. Cinco módios de cebada exigen tres obradas de ara
da , una de gradar, peon y medio de escalda de almocafre,
y uno de siega. En todo cuatro obradas y dos peones y me
dio. Cuatro ó seis modios de liabas emplean , si es cu bar
becho , dos obradas de arada , si en rastrojo una ; sea como
78
COLUMELA.
sea, una y media de gradar, peon y medio en la primera
escarda , en la segunda y tercera uno en cada una , y otro
de siega , que todo es dos ó tres obradas y media de arada
y gradar, y cuatro peones y medio. Seis ó siete módios de
veza quieren en barbecho dos obradas de arada y en ras
trojo una ; para gradar una , y un peon de siega ; total dos ó
tres obradas y un peon. Cin«o módios de yeros se siem
bran con tras tantas obradas, se gradan con una; y ademas
se escardan de almocafre á mano, y se siegan cada labor
con un peon; total dos ó tres obradas y tres peones. Seis ó
siete modios de alholvas se siembran con otras tantas obra
das , y se siegan con un peon. Cuatro módios de judías se
siembran con igual número de obradas, se gradan con una,
y se siegan con un peon. Cuatro módios de gálgana ó
de guijas quieren tres obradas de arada, una de gradar, un
peon de escarda á mano, y otro de arrancarlas; en todo
cuatro obradas y dos peones. Módio y medio de lentejas ne
cesita las mismas obradas para sembrarse, una para gra
darse, se escarda de almocafre con dos peones, á mano con
uno y se arranca con otro; que hacen la suma de cuatro
obradas y cuatro peones. Diez módios de altramuces se entierran con una obrada , se gradan con otra , y se siegan con
un peon. Cuatro sextarios tle mijo y otros tantos de pani
zo emplean cuatro obradas de arada, tres de gradad y
tres peones de escarda; el número de éstos que se necesita
para arrancarlo no es fijo. Tres módios de garbanzos se
siembran con igual número de obradas, se gradan con dos,
se escardan de almocafre con un peon, á mano con otro,
y se arrancan con tres; total seis obradas y cinco peones.
Diez ú ocho módios de lino, se siembran con cuatro obra
das, se gradan con tres, se escardan á mano con un pcon, y
se arrancan con tres; que hacen la suma de siete obradas y
cuatro peones. Seis sextarios de ajonjolí se cultivan desde que
se ha alzado la tierra con tres obradas de arada, se gra
dan con tres , se escardan de almocafre la primera vez con
cuatro peones, la segunda con dos, á mano con uno, y se
arrancan con dos; que hacen la suma de seis obradas y
nueve peones. El cáñamo se siembra como hemos manifes.
tado arriba; pero no es fijo el gasto y el cuidado que nece
LIBRO
SEGUNDO
79
sita. Pero la alfalfa se cubre de tierra, no con el arado, si
no, como he dicho, con rastros de madera. Una yugada
de tierra sembrada de ella se grada con dos obradas , se
escarda de almocafre con un peon , y se siega con otro. De
éste total de obradas y jornales resulta, que un campo de
doscientas yugadas se puede cultivar con dos yuntas de
bueyes, otros tantos gañanes, y seis trabajadores; con tal,
no obstante, que no tenga árboles; porque si está plantado
de ellos , asegura Saserna que la misma porcion de tierra se
puede cultivar bastante bien añadiendo tres hombres; cuyo
cálculo nos demuestra que puede ser suficiente una yunta
de bueyes para ciento veinte y cinco módios de trigo; y
otros tantos de legumbres: de manera que la siembra de
otoño ascienda por mayor á doscientos y cincuenta módios;
y con todo eso despues de ésta sembrará setenta y cinco dé
granos tremesinos. Esto se prueba ademas de ésta manera:
las semillas que se siembran á la cuarta reja necesitan cien
to y quince obradas de arada de bueyes; porque un campo
de ésta cabida se alza aunque esté muy duro, con cincuenj
ta obradas, se bina con veinte y cinco, se tercia y seiéiem.J
bra con cuarenta1 : las demas legumbres emplean sesenta;
ésto es, dos meses; tambien se computan en cuarenta y cin
co dias los en que no se ara por ser de agua ó de fiesta , ó
igualmente treinta que.se les dan de descanso concluida la
sementera : de ésta suerte se hace el total de ocho meses y
diez dias. Sin embargo sobran del año tres meses y veinte
y cinco dias que emplearemos ó en la siembra de los tre
mesinos, ó en la conduccion del heno, de los forrages, de
los estiércoles, y de las demas cosas que sean menester.
CAPITULO: XIV.
Qué legumbres perjudican á las tierras, y cuáles les
aprovechan.
Pero entre las semillas que he referido , el mismo Saser
na cree que hay algunas que estercolan las tierras y les son
útiles, y otras al contrario, que las abrasan y desustancian.
Que el altramuz, el haba, el yero, la lenteja, la guija y el
8o
; COLUMELA.
alverjon la estercolan. Del altramuz ninguna duda tengo,
como ni de la veza que se siembra para forrage, con tal
que desde que se haya cortado verde se le eche inmediata
mente el arado, y lo que haya dejado la hoz lo destroce
el arado y lo entierre antes que se seque, pues ésto sirve
de estiercol ; porque si las raices de ella que se han dejado
despues de haber cortado el forrage se secaren , quitarán
al terreno todo el jugo, y consumirán su tuerza; lo que
tambien es verosimil que suceda en el haba y demas le
gumbres con que parece se engrasa la tierra: de suerte,
que si no se le dá una labor al instante que se han reco
lectado éstas legumbres, de ninguna utilidad serán á las se.millas que en seguida deben sembrarse en aquel sitio. De
todas las legumbres que se arrancan, dice Tremelio, que
las mas perjudiciales al terreno son el garbanzo y el lino,
por la ponzoña que dejan en él ; el uno porque es de na
turaleza salada, y el otro por ser de naturaleza ardiente:
lo que dá tambien á entender Virgilio cuando dice 1 : pues
la cosecha del lino abrasa el campo , lo abrasa la de avena,
lo abrasan las adormideras llenas de un jugo que provoca
el mas profundo sueño. Y no hay duda que con éstas se
millas se infesta el campo, como tambien con el mijo y el
panizo. Pero para todo el terreno que se aniquila con las
cosechas de las legumbres de que he hablado , hay un re
medio eficaz , que es ayudarlas con estiercol , restableciendo
con ésta especie de alimento las fuerzas que ha perdido. Y
no se ha de hacer ésto solamente por las semillas que se han
confiado á los surcos del arado, sino tambien por los árbo
les y arbustos que se fertilizan en extremo con semejan
te sustento. Por lo cual, si es, como parece, de la mayor
utilidad á los labradores , pienso que se ha de hablar de él
coa mucho cuidado, supuesto que los autores antiguos,
aunque no lo han omitido, han tratado de él muy por
encima.
' .
.
•¡)..
LIBRO
SEGUNDO
CAPITULO
81
XV.
•'.•'.i
De las especies de estiercol.
I res pues, son los principales géneros de estiercol: el que
proviene de las aves, el que proviene de los hombres, y el
que proviene de los cuadrúpedos. El de las aves se tiene por
el mejor, y en ésta clase el primero es el que se saca de los
palomares; en seguida el de las gallinas y demas aves, ex
ceptuando sin embargo, el de las acuáticas ó nadadoras,
como los patos y gansos; porque éste no solo no es útil,
sino que tambien es dañoso; y el ser mas de nuestra apro
bacion el de palomas, es porque esparcido moderadamen
te sobre la tierra la hace fermentar. El segundo, despues
de éste , es el que hacen los hombres , con tal que se mez
cle con las otras inmundicias de la casería, porque él por
sí es de una naturaleza muy cálida; y por lo tanto abrasa la
tierra echándolo solo. Sin embargo, para los árboles es mas
apropósito la orina humana que hayas dejado añejar por
seis meses; si la echares á las vides ó á los frutales, con
ninguna otra cosa producen fruto mas abundante; y no
solo ésto , sino que mejora el gusto y el olor del vino y de
las frutas. Puede tambien el alpechín añejo , que no tiene
sal , servir mezclado con ésta orina para dar un riego útil
í los árboles frutales, y á los olivos principalmente; aun
que empleado solo les es tambien muy provechoso. Pero
el uso de éstos dos líquidos es mas conveniente que nunca
por el invierno, y aun por la primavera antes de los ca
lores del estío, con tal que las vides y los árboles es
tén tambien excavados. El tercer lugar lo obtiene el es
tiercol de los cuadrúpedos; y en él tambien hay diferen
cia , porque se tiene por el mejor el de los borricos , pues
que éstos animales mascan con muchísima lentitud, y de
consiguiente digieren con mas facilidad, y echan un es
tiercol bien cocido y apropósito para emplearlo inmedia
tamente en la tierra. Despues de estos estiércoles , de que
acabamos de hablar , es el de ovejas ; en seguida el de ca
bras, y despues el de las' demas bestias de carga, y el dej
/
8a
COLUMELA.
ganado vacuno; pero el de los cerdos pasa por el peor de
todos. Y aun tambien ha sido bastantemente provechoso pa
ra los sembrados el uso de la ceniza y del hollín. Pero el
tallo del altramuz cortado tiene lugar igualmente de un
estiercol escelente. Y no ignoro que hay tambien cierta
clase de campo en que no se pueden tener ganados ni aves;
mas sin embargo, solo á un labrador desidioso podrá fal
tarle estiercol , aun en éste paraje; pues puede recojer toda
clase de hojas, despojos de los setos, y barreduras de laa
encrucijadas ; puede cortar los helechos de la tierra del ve
cino sin perjuicio de éste, antes bien haciéndole favor, y
mezclarlos con la basura del corral; puede hacer una hoya
honda, y en ella juntar en un monton la ceniza y el cieno
delas cloacas, la paja de los rastrojos , y las demas cosas
que se barren: ésta hoya ha de ser como la que dijimos en
el primer volumen se habia de hacer para recojer el es
tiercol, y en medio de ella se ha de clavar un pedazo de
madera de roble, para evitar que se oculten en el es
tiercol las serpientes venenosas. Esto se hará en donde
no tiene ganados la heredad ; porque donde hay rebaños de
ellos, hay algunas oficinas que se deben limpiar todos los
dias, como la cocina y la quesera; y otras donde debe ha
cerse en los dias lluviosos , como los tinados de los bueyes,
y los apriscos de las ovejas. Si la hacienda es solamente de
pan sembrar , nada importa que no se separen laa diferen
tes especies de estiercol; pero si está distribuida de mane
ra que hay en ella árboles, tierras de labor, y tambien
prados, se ha de poner aparte cada clase de estiercol, co
mo el de las cabras y el de las aves. Las demas cosas se han
de echar juntas en la hoya de que se ha hablado, y regarlas de continuo con mucha agua, para que las semillas
de las yerbas que se han mezclado con la paja y demas se
pudran. Despues en los meses del estío conviene que todo
el estercolero se remueva con rastros, no de otra suerte que
«i dieras un agostado1 á fin de que se pudra con mas facili»
dad, y sea apropósito para los campos. Y en efecto, tengo
por poco cuidadosos á los labradores que no sacan en un
mes de cada cabeza de ganado menor un carro de estiercol,
y de cada una de mayor diez , y otros tantos de cada hom
LIBRO SEGUNDO
83
bre, qué puede recoger y echar en la hoya no solo sus pro
pios excrementos , sino tambien las inmundicias del corral
y del edificio. Tambien tengo que advertir que todo el es
tiercol que, recogido en tiempo oportuno, haya reposado
un año, es muy útil para las siembras, porque tiene to
da 6U virtud y no cria yerbas; pero cuanto mas añejo es
aprovecha menos , porque tiene menos fuerza , y así que á
los prados se eche lo mas fresco que pueda ser , porque
cria mas yerba; y que ésto conviene se haga el mes de
febrero en la creciente de la luna, pues ésto tambien coad
yuva algun tanto á la produccion del heno. Por lo demas,
cuál deba ser el uso del estiercol en cada cosa, lo diremos
cuando tratemos de cada una en particular.
CAPITULO
XVI.
En qué tiempos se han de estercolar los campos.
Entre tanto , el que quisiere preparar las tierras para gra
nos , si ha de hacer la sementera en el otoño, distribuirá
en ellas montones pequeños de estiercol el mes de setiem
bre; y si en la primavera , en cualquier tiempo del invier
no, en la menguante de la luna; de suerte que haya diez
y ocho carros por yugada en tierra llana, y en la pendien
te veinte y cuatro; y como he dicho poco antes, no exten
derá los montones antes de ir á arar. Pero si algun motivo
ha impedido estercolar la tierra en tiempo conveniente , el
segundo modo de hacerlo es esparcir por la siembra antes
de la escarda de almocafre, polvo de estiercol de aves, co
mo quien siembra. Si éste no lo hubiere , echar con la ma
no el de cabras , y revolverlo con la tierra por medio de
almocafres: éste procedimiento fertiliza las sementeras. Y
tío conviene que ignoren los labradores que así como un
camjx) que no se estercola se pone frio, del mismo modo
se abrasa si se estercola demasiado ; y .que es mas conve
niente á un labrador hacer ésto con frecuencia que con
exceso. Ni hay duda que el terreno de mucha agua quie
re mas abundancia de él que el s co : el uno porque
estando frio con las coatinuas humedades, se deshiela por
84
'
COLUMELA.
medio de él ; el otro porque teniendo calor por sí mismo'
con motivo de las sequedades, echándoselo con abundan
cia se quema i por lo cual no conviene que le falte seme
jante materia, ni que le sobre. Si con todo eso no encon
trare el labrador ninguna especie de estiercol, le será muy
provechoso hacer lo que hago memoria haber practicado
muchas veces mi tio paterno Marco Columela , labrador muy
instruido y aplicado, que. á los terrenos arenosos les echa
ba greda, y á los gredosos y muy densos arena; y por éste
medio , no 6olo excitaba las sementeras á acudir mucho, si
no tambien formaba unas viñas hermosísimas. Pues decia
él mismo que no se debia echar estiercol á las viñas, por
que corrompia el gusto del vino, y que era mejor material
para tener vendimias abundantes la tierra amontonada en
los muladares, ó la de los setos; ó finalmente otra cual
quiera tomada de otra parte, y traida adonde se ha de
echar. Por ú'timo, yo creo que si el labrador se halla destituido de todas éstas cosas, á lo menos no le faltará el fa
cilísimo recurso de los altramuces; que si los echa á la
tierra ácia los idus de setiembre , los cubre con el arado, y
luego los corta en tiempo oportuno con el mismo , ó con la
azada , le servirá como una capa de excelente estiercol. Pe
ro el tiempo de cortar el altramuz en los terrenos areniscos
es cuando haya echado la segunda flor; y en los rojos
cuando haya echado la tercera. En los primeros se entierra
cuando está tierno, para que se pudra prontamente, y se
incorpore con el suelo endeble : y en los segundos cuando
está mas recio, porque sostiene mas tiempo. los terrones
duros, y los mantiene levantados, para que calentándose
con los soles del estío se deshagan. . , ., .
¡ . .j
CAPITULO
XVII.
Cómo se forman los prados.
I el labrador podrá ejecutar éstos preceptos si no solo Irabiere acopiado los géneros de forrage que heí referido, sino
tambien heno en abundancia para que pueda mantener
mejor el ganado de la labor , sin el cual es difícil cultivar
bien la tierra ; y por tanto le es precisa tambien la labor de
LIBRO SEGUNDO
85
los prados, á la cual olieron los antiguos romanos la prima
cía en los objetos del cultivo. Tambien le pusieron el nom
bre de pratum, que viene de paratum, porque desde lue
go estaba preparado, y no necesitaba gran cuidado. Marco
Poreio hizo mencion tambien de las ventajas que tienen
de no padecer con las tempestades , como otras partes del
campo, y la de que , sin necesitar de gasto alguno, redi
tuaban todos los años, no por un lado solo, sino por dos,
pues no rinden menos en pasto que en heno. Debemos
observar que hay dos géneros de prados , de los cuales uno
es de secano y otro de riego. En la llanura fertil y pingüe
no se necesita que entre arroyo á regarla, y pasa por me
jor el heno que por su propia naturaleza se cria en un sue
lo jugoso , que el que se produce á fuerza de aguas , las cua
les sin embargo son preeisas , si la poca substancia de la
tierra las exije ; pues el prado se puede hacer tanto en la
tierra apretada como en la suelta, aunque sea endeble, ha
biendo proporcion de regarla; y la llanura no debe tener
una situacion honda , ni la colina escarpada ; lo uno para
que no esté parada mucho tiempo el agua que se recoge en
ella; lo otro para que no corra al instante despeñada. Sin
embargo un campo con mediana pendiente , si es pingüe ó
de riego , puede hacerse prado. Pero sobre todo se tiene por
buena para éste objeto la llanura que teniendo un peque
ño declive no deja parar las aguas de las lluvias o de los
arroyos que corren por ella , ó si le sobreviene alguna hu
medad va saliendo lentamente. Y así si hay en alguna par
te charcos de agua estancada se ha de echar fuera por medio de atajeas. Porque tanto la abundancia como la escasez
de aguas son la perdicion de las yerbas.
CAPITULO
XVIII.
Cómo se cultivan los prados despues de Jiaberlos formado.
x ero el cultivo de los prados quiere mas cuidado que tra
bajo. Este cuidado consiste en primer lugar, en no dejar
cepas, ni espinas, ni yerbas que tomen mucho incremento.'
arrancando unas antes del invierno por el otoño, como las
/3
86
COLUMELA.
zarzas, el monte bajo , y los juncos; otras la primavera , co
mo las chicorias y las espinas que salen en el solsticio: en
no consentir que pazcan en ellos los cerdos , porque soca
ban la tierra con el hocico, y levantan los céspedes; ni
tampoco el ganado mayor, sino cuando el suelo está muy
seco, porque no estáudolo se les sumen las pesuñas, pisotean las yerbas, y cortan sus raices. Asimismo en socorrer
con estiercol el mes de febrero en la creciente de la luna
las tierras mas endebles y las' que están en pendiente. Tam
bien se deben recoger todas las piedras, y si hay algunas co
sas que estorbeu á las guadañas, para sacarlas y llevarlas le
jos, y estorbar la entrada á tos demas ganados mas temprano
ó mas tarde segun la naturaleza de los sitios. Hay tambien
algunos prados que por su mucha vejez están cubiertos de
un musgo antiguo ó grueso; los que suelen remediar los
labradores sembrando en ellos semillas que sacan de deba
jo de las hacinas de heno, ó echando estiercol: ninguno de
los cuales remedios es tan útil como esparcir repetidas ve
ces ceniza ; pues ésta destruye el musgo. Sin embargo éstos
remedios son muy lentos, siendo el mas eficaz de todos
arar de nuevo el sitio. Pero los cuidados que acabamos de
referir se han de emplear en los prados que hayamos ad
quirido ya formados. Mas si se han de formar nuevos, ó re
novar los antiguos (porque hay muchos, como he dicho,
que se envejecen ó se hacen estériles por descuido), con
viene ararlos alguna vez, aun con la mira de sembrarlos de
granos , porque éstas clases de tierras despues de haber es
tado descuidadas por mucho tiempo, dan abundantes co
sechas. Aquel terreno, pues, que hayamos destinado para
prado , despues de haberlo alzado en el estío , y dádole mu
chas rejas en el otoño lo sembrarémos de nabas ó de na
bos, ó aunque sea de habas; despues al año siguiente de
trigo; el tercero lo ararémos bien, y arrancarémos de raiz
todas las yerbas mas fuertes, las zarzas y los árboles que
hubiere, á no ser que el querer aprovechar el fruto de és
tos nos mueva á no arrancarlos; despues sembrarémos ve
za mezclada con las semillas del heno ; en seguida desterro
narémos con escardillos, é igualarémos el terreno, haciendo
pasar por él unos zarzos, y esparcirémos la tierra que éstos
LIBRO SEGUNDO
87
amontonan al dar las vueltas ; de suerte que en ninguna
parte pueda tropezar el hierro de la guadaña. Pero ésta veza
no conviene segarla antes que haya madurado muy bien,
y que haya dejado caer al suelo algunas semillas: entonces
conviene que entre el segador, siegue, y haga haces de la
yerba segada , los que se sacarán ; en seguida regar el ter
reno , si hubiere proporcion de agua , con tal sin embargo
que la tierra sea muy densa, porque si es suelta, no con
vendrá introducir grandes corrientes de agua en ella, antes
que esté apretada y sujeta con las yerbas, porque el ímpetu
de aquella, inundandola tierra descubre las raices de las
yerbas y no las deja que prendan ; por lo cual no conviene
que entren los ganados en los prados mientras están todavía
tiernos, sino segar la yerba conforme vaya creciendo; pues,
como ya he dicho antes , cuando está blando el suelo clavan
las pesuñas en él, y cortando las raices de las yerbas, no las
dejan extenderse ni espesarse. Sin embargo en el segundo año
permitirémos que entre el ganado menor despues del corte
del heno, con tal que la sequedad y la cualidad del terreno
lo permita. En el tercero cuando el prado esté mas sólido y
firme, podrán entrar en él tambien los ganados mayores.
Pero sobre todo se ha de tener cuidado de echar estiercol
mezclado con semillas del heno en los sitios mas endebles,
y principalmente en los mas elevados, ácia los idus de fe
brero , despues que se pone el sol por el lado donde sopla
el Favonio ; pues que el sitio superior dá éste alimento á los
inferiores, porque las lluvias que sobrevienen, ó el agua diri
gida por mano del hombre , llevan consigo á la parte mas
baja el jugo del estiercol; y por ésto los labradores prudente»
aun en las tierras labradas echan mas estiercol en las colinas
que en los valles; á causa de que, como he dicho, las lluvias
traen siempre la materia mas pingüe á los sitios mas bajos.
CAPITULO XIX.
Cómo se haya de cuidar y guardar el heno despues
de segado.
Pero el mejor tiempo de segar el heno es antes que se
seque , porque se recoge con mas abundancia , y da un ali
/4
88
COLUMELA.
mento mas agradable á los ganados. Y en el secarlo se
han de guardar sus límites , porque no se ha de recoger muy
seco , ni por el contrario verde : lo uno porque cuando ha
perdido todo el jugo es lo mismo que paja; lo otro porque
si ha conservado demasiado , se pudre en la cámara ; y mu
chas veces en calentándose se quema y ocasiona incendio.
Agunas veces tambien asi que hemos cortado el heno, lo
ha cogido de improviso la lluvia; y si se ha calado, es inú
til moverlo mientras esté húmedo; y será mejor dejar que
se seque al sol la parte superior : despues volverlo , y en es
tando enjuto por ambas partes, lo dispondremos en filas es
trechas, y estando así iremos haciendo haces que atarémos.
Y no tendremos detencion de modo alguno en amontonar
lo dentro de la casería, y si no hubiere proporcion de llevarloá ella ó de atarlo en manojos, alo menos convendrá
formar hacinas de todo lo que se ha secado del modo que
se debe , de manera que remate en punta. Pues de ésta
suerte se preserva el heno muy bien de las lluvias, y aun
que no las haya , no es fuera de propósito hacer éstas ha
cinas , para que si las yerbas tienen alguna humedad la su
den y se consuma en los montones ; por lo cual los labra
dores prudentes, aunque ya esté el heno en la casería no
lo hacinan antes de haberlo dejado amontonado sin arreglo
por unos pocos dias, para que se recueza y fermente entre
sí. Pero ya viene despues de la siega del heno el cuidado
de la recoleccion de los granos , y para poderla hacer bien
se han de preparar antes los instrumentos con que se ejecuta.
CAPITULO
XX.
De la formacion de la era.
.La era tambien si fuere terriza , á fin de que sea bastante
mente á propósito para que se trille rn ella , en primer lugar
se ha de rozar, en seguida se ha de cavar y regar con alpechin sin sal, al que se habrá mezclado paja, pues ésto deenderá los granos del estrago de los ratones y hormigas;
depiles apriétese, allanándola con pisones, ó con una pie
dra de molino que se haga rodar sobre ella , y echando pa
LIBRO SEGUNDO
89
ja, se apisonará otra vez, y estando así se dejará secar al
sol. Sin embargo, hay tambien algunos que prefieren des
tinar para la trilla una parte de los habares inmediatos, y
forman en ella una era perfecta, despues de haber segado
y recogido las habas ; porque al paso que van las bestias
trillando éstas mismas habas, se destrozan tambien las yer
bas con el casco de sus pies , y de ésta suerte queda aquel
sitio limpio de ellas, y queda hecho una era á propósito
para las trillas.
CAPITULO XXI.
De la siega y de la trilla.
Pero cuando la mies estuviere madura, siéguese pronta
mente antes que se queme con los calores del estío que son
excesivos al nacer la canícula; pues la tardanza es per
judicial : en primer lugar porque se ha comen los pájaros y
los demas animales ; en segundo porque los granos y las
mismas espigas, secándose Jas cañas y Jas aristas, se caen
prontamente, y si sobrevienen huracanes ó remolinos de
vientos, la mayor parte se revuelca. Por lo cual no se ha
de dilatar la siega, sino se ha de hacer así que los sembra
dos esién uniformemente dorados, y antes que los granos
se endurezcan del todo , cuando empiecen á ponerse rojos,
para que mas bien engruesen en la era y en la hacina que
en la tierra ' : pues es constante que si se han segado á
tiempo toman incremento despues. Pero hay muchísimos
modos de segar: muchos cortan la caña por medio con gua
dañas, y éstas ó de un filo solo y encorvado, ó con dientes;
muchos quitan la espiga mi^ma con horquillas, otros con
rastrillos; y ésto es nyuy facil en el sembrado claro, pero
en el espeso muy dificultoso. Mas si la mies se ha segado
con hoces y guadañas, y lleva consigo parte de la caña, se
amontona inmediatamente en una hacina, ó se lleva al nubilario, y despues que se haya oreado como corresponde
con el calor del sol, se trilla: en lugar de que si se han
cortado solamente las espigas, pueden llevarse al granero,
y despues al invierno apalearlas ó trillar con bestias. Pero si
sucede que se trille la mies en la era, no hay duda alguna
9o
COLUMELA.
que ésta operacion se hace mejor con caballos que con bue
yes ; y si hay pocos pares podrás ponerles á cada uno un
trillo ó un carro sin ruedas; pues éstas dos cosas desbara
tan las cañas tnuy facilmente. Y si las espigas están solas,
es mejor apalearlas con estacas y cribarlas con arneros. Pe
ro cuando el grano está revuelto con la paja , se separa lo
uno de lo otro por medio del viento: para ésto se tiene
por excelente el Favonio que sopla suave y uniformemen
te en los meses del estío; sin embargo solo un labrador
descuidado será el que lo espere, porque mientras se está
aguardando , nos sorprende el rigor del invierno. Y así los
gianos que se han trillado e'n la era , se han de amonto
nar de manera que se puedan aventar con toda clase de
vientos. Pero si por muchos dias no soplare el viento por
parte alguna, se acribarán con harneros, no sea que á una
calma muy larga suceda una furiosa tempestad , que haga
ilusorio el trabajo de todo el año^En seguida convendrá
limpiar otra vez los granos, que estan limpios, si se van á
guardar para muchos años, pues cuanto mas lo estan menos
riesgo tienen de que los roigan los gorgojos. Pero si se des
tinan para gastarlos inmediatamente, no es preciso volver
los á limpiar, y será bastante refrescarlos á la sombra, y
en seguida llevarlos al granero. El cuidado que se ha de
tener con las legumbres, no es tampoco distinto del que se
tiene con los demas granos, pues ellas tambien, ó se gas
tan al instante, ó se guardan. Y he aquí el principal emo
lumento del labrador, recoger los granos que había confia
do á la tierra.
CAPITULO XXII.
De las cosas que se permiten á los labradores hacer en
dias feriados, y de las que no se les permiten.
1 ero , como nuestros mayores han pensado que 1 lo misrao se debia dar cuenta del descanso que del trabajo, noso
tros tambien creemos que se ha de advertir á los labrado
res lo que deben hacer, y lo que no han de hacer en los
dias feriados. Pues hay cosas, como dice el poeta2, que
permiten el derecho y las leyes ejercer en los dias de fiesta.
LIBRO SEGUNDO
91
Ninguna religion ha prohibido dar corriente á los arroyos,
poner seto á una sementera, lazos á los pájaros, ni bañar
el rebaño de ganado lanar en un rio de aguas saludables.
Aunque los pontífices niegan que se pueden cerrar con se
tos los sembrados en dia de fiesta, y prohiben que se ba
ñen las ovejas para mejorar la lana, y solo permiten que
te haga por medicina, Virgilio previno como era lícito
bañar el rebaño en los dias feriados; y por ésto añadió
que se metieran en un rio de aguas saludables, pues hay
enfermedades por cuya causa es útil bañarlo. Pero en las
festividades tambien hay trabajos que permiten los ritos
de nuestros mayores: estos son moler la escaña3, aviar las
teas, hacer velas de sebo, cultivar la viña arrendada, lim
piar y sacar el fango de las piscinas, balsas y hoyas anti
guas4, repasar los prados', extender el estiercol, poner el
heno con arreglo en las cámaras, recoger los frutos de los
olivares arrendados, extender las manzanas, las peras y
los higos, hacer queso, traer acuestas ó en mulo de albarda árboles para plantar; pero no se permite traerlos
con mulo uncido á un carro, ni plantar los que se han
traído, ni labrar la tierra, ni podar el árbol, y ni aun
trabajar en la siembra como no hayas sacrificado antes un
cachorro, ni cortar heno, ni atar los haces de él , ni con
ducirlos; ni tampoco es permitido por los ritos de los pon
tífices hacer la vendimia en los dias de fiesta , ni esquilar
las ovejas sin haber becho antes el sacrificio del cachorro.
Tambien es lícito hacer arrope y arropar el vino; asimismo
lo es coger Tas uvas y aceitunas para aliñarlas; no lo es cu
brir con pieles las ovejas. Todo lo que hagas en el huerto
con respecto á las hortalizas es permitido. No lo es enterrar
un muerto en las fiestas públicas. Marco Porcio Caton dijo
que no hay fiestas algunas para los mulos, los caballos ni
los borricos. Y el mismo permite que se unzan los hueves
para traer leña y granos. Nosotros leemos en los ritos de los
pontífices , que no es permitido uncir los mulos en las fies
tas denicales* solamente, y que en las demas lo es. Tengo
por cierto que algunos, viendo qtie en éste lugar he hecho
mencion de lo que se suele hacer y omitir en los dias de
fiesta , desearán que les diga loe ritos que usaron los anti-
V
9a
r
COLUMELA.
guos en las lustraciones y demas sacrificios que se hacen
por los frutos de la tierra 6: yo no reuso el trabajo de ense
ñarlos, pero lo dejo para un libro que tengo ánimo de
componer luego que haya escrito todo lo concerniente á la
ciencia del cultivo7. Entretanto daré fin al presente tratado,
para decir en el siguiente libro lo que han enseñado los au
tores antiguos sobre las viñas y sobre las vides maridadas á
árboles, y ademas lo que yo mismo he descubierto despues.
NOTAS AL LIBRO SEGUNDO.
Notas al capitulo II.
1. Georg. lib. 2, núm. 204.
2. Caton sin embargo en el capítulo I de su obra de Agri
cultura no da á los prados sino el quinto lugar.
3. Georg. lib. 1, v. 250.
4. Omitió Columela hablar de las vides, en las cuales (co
mo él mismo dice en el cap. 1, lib. 4) basta la profundidad de
de tres pies de tierra de igual bondad.
Notas al capitulo IV.
1. Plinio en el libro 18 , cap. 20, dice que el terreno mas
denso , como es comunmente el de Italia , es mejor sembrado
á la quinta reja , y el de Toscana á la novena.
2. Los romanos no ponían las fechas como nosotros por el
numero de los días del mes. Tenían en él tres épocas princi
pales, á saber: los Idus, las Nonas, y las Calendas. Los Idus
dividían el mes en dos partes, y caían en los días quince de los
meses de marzo , mayo, julio y octubre, y trece de todos los
otros, segun nuestro modo de contar. Las Nonas, llamadas así
porque eran el día noveno antes de los Idus, eran por consi
guiente el dia siete de los cuatro meses que hemos dicho prrmero, y el cinco de todos los otros, de donde venía la diferen
cia de las Nonas septimanas y quintanas. Las Calendas eran el
primero de cada mes. Todos los dias desde la una de éstas épo
cas hasta la otra tomaban el nombre de la que venía inmedia
tamente despues. Así se decía tal dia antes de las Nonas, tal
dia antes de las Calendas, tal ántes de los Idus: por consi
guiente, siendo el dia séptimo ántes de los Idus de febrero el
siete del mismo mes-, él dia que le precede es el seis.
LIBRO SEGUNDO
93
Para esto es menester suponer que el año siguiente no se
habrá remediado este mal, y que no se habrá dado á la tierra.
en ese año mas que su preparacion ordinaria, por no haber
hecho reparo en lo que causaba la esterilidad.
4 J. tactivamente los lomos que están entre los surcos, co
mo están mas elevados que éstos, son la parte mas seca de la
tierra labrada ; en lugar de que siendo el surco la mas húme
da, porque en él se junta el agua de la lluvia, es también la
parte mas propia para recibir el grano.
i
Notas ai capittjio VI.
i Traduzco semen adoreum por escaña. Saboureux en la nota
1.a al cap. 34 de la obra de Caton de Re rustica pregunta qué
es ador, y deja al cuidado de otros el referir á nuestros granos y
á nutstras legumbres modernas todas, aquellas cuyos nombres
nos han dejado los antiguos: añade que quizá no habrá inves
tigacion mas útil que ésta; pero que pide mucho conocimien
to y lectura. El motivo que yo he tenido para creer que es
la escaña, es en primer lugar que está encerrado su grano en
una gluma fuerte y durable, como dice nuestro autor al fin de
cap. 8 de éste libro : en segundo el necesitarse para sembrarlo
doble cantidad que de trigo: y en tercero el recibir menos
daño con \& humedad, como asegura al fin de éste capítulo: to
do lo cual conviene perfectamente á la escaña, y no á otro grano
alguno que yo sepa. De esta misma opinion es don Estevan
Boutelou en una nota á sus observaciones sobre la cebada ra
mosa que se hallan en el tomo 20, pag. 177 y siguientes del
Semanario de Agricultura, fundado en que la descripcion del
Jar adoreum que hace Plinto en el lib. 18, cap. 7 de su His
toria natural cuadra perfectamente á la escanda. Sobre las cua
lidades de la escaña que en otras provincias de España se lla
ma escanda, esprilla, espelta ó carraon, y sus variedades, se
puede ver la última edicion de Herrera tomo 1 , pag. 72 y si
guientes: yo tengo sembradas ocho variedades que he debido
á la generosidad del catedrático de Agricultura don Antonio
Sandalio de Arias.
j' t•.••' ¡
'¡''
2 Gesnero dice que venucula es equivocacion de los li
breros, y cree debe restituirse vermkula , que significa entre
los escritores de la edad media roja; y que rutilum que significa
lo mismo, es glosa 6 explicacion de vermículum. Saboureux quic
re mantener á pesar de esto la variedad vtnuculum que lo haJ
<x comun al adoreum blanco, y al ttojo, contra lo literal del
original, y quiere que se llame asi á causa de las venas pequeJ
ñas que tiene.
.t : 1 .j
3 De alica, y segun Gesnero es lo mismo: Plinió lo hace
distinta especie, de grano que el adoreum ; pero tiene los njis
94
COLUMELA.
mos caracteres de éste. Tambien llama el mismo Plinio altea i
ana composicion hecha con granos de cea majados y una gre
da particular que se halla entre Puzzol y Ñapoles.
Nota. At capitulo VIL
i. Dare siempre el nombre de legumbres a todas las plan
tas que llamaban los romanos legumina, conforme á la etimologia de ésta palabra , que se aplicaba entre ellos á todo lo que
se cogía arrancándolo sin segarlo.
I.
J.
Notas At capitulo
Georg. lib. I, v. 219.
Id. ibid. v. 214.
VIII.
..
t
Notas al capitulo IX.
1. Cuando se siembra en el otoño se necesita menos grano
que si se siembra á la entrada del invierno. Pues este último
no se puede fortificar por causa de los frios , ni echar muchos
germenes, y las heladas pierden muchos granos; de suerte que
si no se siembra una gran cantidad de ellos, la cosecha será
mediana: en lugar de que el que se siembra primero y en un
tiempo en que hace todavía calor, adquiere fuerza, y se ex
tiende por debajo de tierra antes de los frios; y como necesita
mayor espacio para crecer se siembra mas claro. Por lo mismo
cuando se siembra en tiempo lluvioso se echa mas claro que en
el seco, pues la sequedad hace tanto daño al grano como el frio,
como que dá á los animales subterráneos proporcion de roerlo.
2. Porque como las cañas del trigo son perpendiculares á
la base de las colinas , no puede haber mas cañas que lo que
dé de sí dicha base.
3. No ocurre otra razon de esta diferencia, sino qne dis
minuyendo la sombra y las raices de los árboles la bondad del
terreno, conviene compensar el perjuicio que resulta de esto
con la abundancia de simiente.
4. Plinio en el lib. 18, cap. 12, mím. 3 dice : lo hay tam->
bien bimestre (habla del trigo). Tanto se engaña Columela que
ha creído no haber trigo que fuera propiamente tremesino. Pe
ro ya dio á esto Harduino una buena respuesta, diciendo que
Columela no negaba que hubiese trigo tremesino, sino que
fuese diverso del que sembrándose en el otoño acude mejor.
Este pasage, dice Sahoureux, puede probar lo que había ya di
cho en su prólogo, que Plinio procura morder sin razon 4 Co
lumela.
. .
.
f . Yerba puntera.
6. Virg. Georg. lib. I, ▼. 197.
7. Gesnero pone aquí una nota muy larga para probar qne
LIBRO SEGUNDO
$5
el hordtum exastickum es el centeno llamado en latín secale:
porque este grano, dice, tiene en bondad el primer lugar des
pues del trigo: su caña es quebradiza; y su grano, como no
está cubierto de cascarilla, te cae pronto: por lo qué como entre las plantas cereales no tengamos ninguna especie que se
acerque mas que el centeno á esta cebada exástica , cree que
es el mismo. Saboureux se conforma con esta opinion, pero
yo no, pues pienso que la cebada exástica es verdadera ce
bada, porque á ella y no al centeno convienen todas las pro
piedades que le atribuye Columela. £1 centeno no tiene la ca
ña frágil , y la cebada sí. Aquel se siembra solamente en tier
ras endebles, y esta en las que lo son y en las muy buenas. La
fínica cualidad que no le conviene es la de tener los granos
descubiertos , pero está la gluma tan adherida á ellos que pue
den pasar por descubiertos. Y aun el mismo Gesnero advierte
que el centeno no tiene su espiga con seis órdenes como debia
para llamarse exástica, ni tampoco es grano que se acostumbra
dar á los caballos, como debia serlo para llamarse caballuna ó
cantherina , y la cebada sí. No es Columela el único autor
?ue hace mencion de la cebada exástica , pues la hace tambien
linio en el lib. 18, cap. 7, donde asegura que la cebada tie
ne el grano muy desnudo. De los modernos Linneo la hace
una de las especies del género cebada; y don Claudio BouteJou en la 2.a adicion al cap. 8 lib. 1 de la Agricultura gene
ral de Herrera á la cebada ramosa, con cuya opinion me con
formo, pues yo he sembrado esta cebada y tiene las seis órdenes.
6. Lib. x Georg. v. 137.
Notas ai capituio X.
1. De septimontium, que era una ñesta que se celebraba en
Roma el mes de diciembre poco antes de los Saturnales, .en
memoria del día en que se había incluido en el recinto de la
ciudad la septima colina.
2. Esta palabra significa la accion de ocultarse, y se aplica
al principio de la menguante de la Luna, que se verifica lue
go que deja de preceder á los rayos del Sol que está diametralmente opuesto á ella, de suerte que no solo no los precede,
lino Jos sigue. .;'....
3. Lib. 1, Georg. v. 199.
4. Efectivamente la era (segunVarron lib. I, cap. ji n.° i.°)
debe ser redonda, y de consiguiente el espacio mas largo que
bay en ella es el medio 6 el diámetro.
5. De Aries, que significa carnero, porque se asemeja á la
cabeza de este animal, como dice Plinio en el lib. 18, cap. 12.
6. Cartagines,
*)6
r
COLUMELÁJ . -
Notas al capitulo XI.
r Este lagar confirma tambien lo que se ha dicho en el pró
logo, á saber: que la division por capítulos no es deColumela, que seguramente no había de continuar la oracion si hu
biera querido empezar con éstas palabras un nuevo capítulo.
2 Los antiguos distiguían dos especies de dias, naturales y
civiles^ Los naturales estaban compuestos de veinte y cuatro
partes iguales, contando desde la media noche de un día has
ta la del siguiente , de suerte que contenían dos medias no
ches y el dia claro intermedio : éstas partes se llamaban horas
equinocciales, segun dice Saboureux. Los civiles se componían
de doce partes iguales, contando desde que salía el Sol, hasta
que se ponía, y éstas partes se llamaban horas temporales ó
vulgares. Aquí se trata de las horas de los dias civiles , y así
es fácil saber á cuál de las nuestras , que son iguales , corres
ponden las de Columela, que se alargan y se acortan segun las
estaciones.
Notas al capitulo XII.
i La semilla que no tiene dos lóbulos , ó la mono cotiledón.
2 La que tiene dos lóbulos , llamada dicotiledon.
Nota al capitulo XIII.
i Es decir que de éstos cuarenta dias se deben emplear
veinte en terciar y otros veinte en cuartear al mismo tiempo
que se siembra , pues se trata de un terreno que necesita cua
tro rejas.
Nota al capitulo XIV.
i G.eorg. lib. I, v. 77.
Nota al capitulo XV.
1 Labor que se dá en San Lucar de Barrameda y otras
partes á la tierra para prepararla al plantío de viñas : los roma
nos la llamaban pastinatio, y repastinatio; y á los instrumen
tos con que la daban pastinum. La de estos últimos que es la
misma la describe nuestro autor en el cap. 18, lib. 3 de esta
obra.
Nota al capitulo XXI.
1 Plinio en el lib. 18, cap. 30, dice: el trigo mientras
mas presto se siega mas hermoso y mas fuerte es. Aquí no di
ce lo que nuestro autor; pero Gesnero y Saboureux quieren
3ue lo diga. El primero de estos , a quien copia el segundo,
ice creer que los granos se engruesan en la era en el caso de
que despues de la sequedad que los encogió , venga aire un poco
mas frío y húmedo, que penetrándolos los hincha, y de con
siguiente se ponen mas gruesos. Nosotros tenemos una expe
riencia muy constante de que el trigo crece en el granero , y
LIBRO SEGUNDO
9?
yo he visto multar muchas veces la Superintendencia eeneral
de pos.tosa las Intervenciones por compensacion de creces na
turales. No asi la cebada, que merma, como todos saben.
Notas al capitulo XXII.
i Ciceron, en la oracion por Plancio cap. 27, cita con
elogio este adagio, y dice haberlo escrito Caton en el princi
pio de su libro He los origines. Por eí contrario Galba solia
decir que i nadie se podía obligar á dar cuentas de su descanso.
'• •-»•*-•• •••»••-».... f-.-r"i ....... . .
2 Virg. Georg. lib. I, v. 268.
3 En un mortero para que soltara la gluma, pues el tri
go la soltaba en la era.
r
4 Esto es lo mismo que dice Virgilio, dar corriente i
Jos arroyos.
r í)
í Estas fiestas eran particulares á las familias en que habia
muerto alguna persona. Se cree que se llaman así por los diez
días que duraban.
v
6 Este es un objeto que parece pertenecer á la Agricultu
ra , pues Caton no ha creído deberlo omitir en su obra so
bre ella.
.' i . '
7 Si Columela ha escrito esta obra, no ha llegado á nosatros.
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Munchen
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LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA.
De las cosas del campo.
LIBRO TERCERO.
CAPITULO I.
Qué especie de vid convenga á cada terreno y d cada
clima.
Hasta aquí hemos tratado del cultivo de los campos que
se siembran , como dice el mejor de los poetas1. Pues
nada nos impide, Publio Silvino, que habiendo de tratar
de los mismos objetos que él , demos principio á este libro
con el del segundo de su celebérrimo poema. Se sigue el
cuidado de los árboles, que es parte y aun muy principal
de la Agricultura. Las especies de ellos son diversas y mu
chas sus formas: porque hay variedad de ellos que (como
dice el mismo autor1) vienen espontáneamente por si
mismos y sin ser violentados por hombre alguno, y otros
muchos tambien vienen plantados por nuestra mano. Fero
los que no se producen con el auxilio de los hombres y son
silvestres y bravios, llevan las frutas ó semillas naturales
propias á cada cual: en lugar de que los que se cultivan son
mas á propósito para llevar frutos de que nos alimente
mos. De esta especie pues se ha de hablar antes, la cual se
divide en otras tres. Porque de un renuevo procede ó un
arbol propiamente tal, como el olivo; ó un arbusto, como
el rosal de los campos ; ó una tercera clase de produccion,
que no llamaré propiamente~arbol ni arbusto, tal es la vid*.
Esta la anteponemos justamente á todas las plantas, tanto
por la dulzura de su fruto, como por la facilidad con que
LIBRO TERCERO
99
corresponde al cuidado de los mortales, casi en todos los
paises y bajo todos los climas, exceptuando los glaciales ó
los muy ardientes, y con tanta felicidad en las llanuras co
mo en las colinas, no menos en las tierras apretadas que.
en las sueltas, muchas veces tambien en las endebles como
en las pingües, y en las .secas como en las húmedas. Sola
mente ésta planta es la que sobre todo tolera las dos in
temperies del aire, bien esté bajo un cielo fíio¡, bien bajo
uno caloroso y sujeto á tempestades. Sin embargo es intere
sante saber qué especie de viña piensas cultivar r y qué gé
nero de cultivo darle, segun la diferente posicion del pais,
pues no es á propósito un mismo cultivo para todo clima y
terreno, y no solo no es siempre una misma la especie. d©
ésta planta, sino que no es facil de decir cuál es la mejor
de todas, enseñando la experiencia que en cada país las
hay que le son mas ó menos propias. Tendrá por cierto
el cultivador inteligente que el vidueño propio para llanuras
es el que aguanta sin perjuicio las nieblas y la escarcha; pa
ra la colina el que tolera la sequía y los vientos: al campo
pingüe y fertil dará la vid endeble, y que no sea natural
mente fecunda en demasía; al delgado la feraz; á la tierra
apretada una vid fuerte y que eche muchos sarmientos; á
la suelta y fertil una que los eche claros. Sabrá que en sitio
húmedo no es bueno plantar vides cuyos racimos tengan
granos tiernos y muy gruesos, sino de hollejo duro, peque
ños y con muchos cuesquezuelos , y que en el seco convie
ne poner vides de difieren te _naturaleza. Pero no ignorará
ademas el dueño del terreno que puede mas que él la tem
peratura del aire, fria ó cálida, seca ó húmeda, abundan
te de granizo y ventosa ó sosegada , serena ó nebulosa : j
que pondrá bajo la nebulosa y fria vides de dos especies, ó
tempranas, la madurez de cuyos frutos se anticipará al in
vierno: ó de grano firme y duro cuyas uvas dejan caer la
flor con mas seguridad en medio de las nieblas, y se sazo
nan con las heladas y escarchas como otras con los calores.
Bajo del clima ventoso y tempestuoso plantará con con
fianza las mismas vides firmes y de grano duro: por el con
trario en el cálido las que tengan el grano tierno y los. ra
cimos apretados2: al seco destinará las que se pudren coa
,oo
' COLUMELA. ' T
el agua y las rociadas continuas: al húmedo Tas que pade
cen con las sequías: al ocasionado á granizo las que tienen
los pámpanos duros y anchos para que defiendan mejor el
fruto: porque en lo que toca á los parages sosegados y sere
no* , no hay clase alguna de vid que no les convenga ,
aunque las mejores son aquellas cuyos racimos y granos'
se caen prontamente. Pero si se ha de elegir sitio y clima
á medida del deseo para viñas , el mejor ( segun la opinion
de Celso, que es muy conforme á la verdad) es el que no
es apretado ni suelto , pero se acerca mas á ésto último : no
endeble ni fertilísimo, sin embargo es mas próximo al fer
til : ni muy llano ni muy pendiente , pero semejante á una
llanura elevada: ni seco ni aguanoso, sin embargo mode
radamente húmedo: que no tenga manantiales á flor de.
tierra ni en las entrañas de ella, pero que suministre hu»
medad vecina á las raices, y ésta que no sea amarga ni sa
lada, para que no eche á perder el gusto del vino, ni.'
atrase el' crecimiento de las plantas con una especie de mo
ho que las pone ásperas, si creemos á 'Virgilio que dice*:
pero la tierra salada y la que pasa por amarga, es perjudi
cial á los frutos, ella no se suaviza labrándola; no conser
va al vino su cualidad , ni á las frutas su reputacion. Fi.1
íialmertte, ta' viña, como he dicho antes, no quiere un
clima glacial, ni por el contrario ardiente, pero le acomo
da mas el cálido que el frio; le hace mas daño la lluvia que
el buen tiempo; y es rnas amiga de un suelo seco que del
demasiado lluvioso; le gusta un viento moderado y suave,
y la perjudican las tempestades. Tales son las cualidades del
clima y del suelo que son mas apetecibles.
CAPITULO TI.
Óaé vides se hayan de poner en las inmediaciones del
pueblo para uvas de comer, cuáles para vino. Nom~
t. br.esty cualidades de las vides mas ó menos generosas.
Pero la viña se planta para comer su fruto ó para hacer
<ob ella vino. Para oomer la uva, no conviene poner viñas
W' no está tan inmediata al pueblo la tierra donde se van á
LIBRO TERCERO
101
plantar, que tenga cuenta vender el fruto á los que lo com
pran, sin tener el trabajo de guardarlo, como se hace con
la fruta : y en estando en éste caso , se han de poner prin
cipalmente \ides tempranas, jaenes purpúreas y teta de
vaca, datilillos de Rhodas, de Lybia, y cabrieles: y no
solo se deben plantar con éste fin las que son recomenda
bles por el sabor grato de su fruto, sino las que lo son
por su hermosa vista, como las afestonadas, las tripedáneas, las de á onza ó unciarias, las cydonitas; tambien
aquellas que para que sean durables en los tiempos de in
vierno se guardan en vasos, como las venúculas y las Numisianas, que poco ha se ha experimentado ser útiles para
éste objeto. Pero, cuando se trata de hacer vino, se elige
una vid que produzca mucho fruto y crie mucha madera:
lo primero contribuye á la utilidad del cultivador, y lo
otro á la larga duracion de la planta. Mas la mejores la que
no se cubre muy temprano de hoja, deja caer pronto la flor,
y no madura el fruto demasiado tarde, se defiende al mis
mo tiempo facilmente contra las escarchas, la niebla y la
quemadura, y asimismo no se pudre con las lluvias, ni se
destruye con las sequías. Tal la hemos de elegir, aunque
sea medianamente fecunda , con tal que se tenga un terre
no en que el vino sea de un sabor excelente, y sé venda
caro: porque si es malo y ordinario, conviene plantar cual
quiera vid , en siendo feraz , para que multiplicando el pro
ducto se aumente la renta. Pero por lo comun en cualquier
terreno los llanos dan vino con mas abundancia, aunque
las colinas lo producen mas agradable: y éstas mismas son
mas fértiles si el clima es templado y estan expuestas al
norte; pero si lo estan al mediodia son nías generosos los
vinos. Y no hay duda que es tal la naturaleza de algunas
vides, que segun la posicion de los lugares, unas veces son
superiores y otras inferiores á ellas mismas. Solas las amineas se dice que exceden en el gusto de sus vinos á todas
las demas, en cualquier clima en que se hallen, con tal que
no sea demasiado frio, aunque degeneren , por mas que
comparadas entre s¡, den unas veces vino de mejor gusto
y otras de menos bueno. Sin embargo de ser todas de un
mismo nombre , no es una sola la especie de ellas. Hemos
83
loa
COLUMELA.
conocido dos especies de amineas verdaderas , de las cua
les la menor deja caer la flor mas pronto y mejor que la
mayor : es buena para maridarla con árboles y para aplicar
la al yugo: para el primer caso quiere tierra pingüe, para
el segundo mediana: se aventaja mucho á la mayor, porque resiste con mas firmeza las lluvias y los vientos: pues
ésta se pierde cuando está en flor y mas si está aplicada al
yugo, que estando maridada con árboles: por lo cual no es
á propósito para viñas, y aun apenas para maridarla á ár
boles, sino en tierra muy pingüe y húmeda, pues en la
mediana no prospera , y en la endeble mucho menos. Se
reconoce por la multitud de sus largos sarmientos, pámpa
nos y racimos , y por la magnitud de sus uvas : los cañutos
son tambien mas largos: la menor le excede en la abundan
cia de fruto , pero no en el gusto. Estas dos especies son
ambas amineas, pero hay tambien otras dos que son las
amineas dobles: éstas se llaman gemelas, porque echan
racimos dobles , dan un vino mas áspero, de igual duracion
al de las anteriores. La menor de ellas es muy conocida
por todos, porque viste en la Campania las celebérrimas
colinas del Vesubio y las de Sorrento: lozana en medio de
los favonios del estío la incomodan los vientos australes,
y asi en las demas partes de Italia no es tan á propósito
para viñas como para el arbol, al paso que en los antedi
chos paises el yugo mantiene muy cómodamente la ma
dera y el fruto. Su racimo no es muy diferente del de la
amiiiea pequeña verdadera , sino en que es doble, lo mis
mo que el de la doble grande se parece al de la verdadera
grande, la cual sin embargo es mejor que la menor en
ser mas fecunda, aun en terreno mediano; en lugar que
(como ya hemos dicho) aquella no corresponde sino. en el
muy pingüe. Algunos tambien celebran muchísimo la
aminea' borrosa, que se llama así no poique ella sea la que
se pone blanca solamente con la borra entre todas las
amineas, sino porque sus hojap estan mas blancas que
las de todas las demas. A la verdad dá buen vino, pero
es mas ligero que el de las anteriores: tambien echa mucha madera , y por ésto, á causa de la espesura de los pám
panos, deja caer menos bien la flor muchas Veces, y ella
LIBRO TERCERO
io3
misma se pudre con frecuencia , en estando el fruto ma
duro. Ademas de este número de amineas que hemos re
ferido, hay otra aminea singular, no desemejante á la geroela mayor al primer golpe de vista de sus pámpanos y
tronco , pero algun tanto inferior en el gusto de su vino,
aunque muy generoso: es preferible tambien á la próxima
anterior por las buenas cualidades que le son propias: pues
es mas feraz, deja caer mejor la flor , sus racimos son apre
tados, blanquizcos y de grano mas grueso, y no degenera
en la tierra endeble , y así se numera entre las vides mas
fecundas. Las nomentanas van despues de las amineas en
la generosidad del vino, pero en la fecundidad aun las
preceden , como que se cargan con frecuencia y conservan
muy bien el fruto. Y en éstas es tambien mas feraz la me
nor, cuyo pámpano tiene menos profundos los senos, y
cuyos sarmientos son mas rojos que los de las amineas , y
por este color se llaman rébelianes\ y tambien fecinias
porque su vino deja posar mas heces que el de las demas.
Pero ésta incomodidad la recompensan con la multitud de
uvas que producen armadas en el yugo, pero mejor sobre
el arbol. Sufren fuertemente los vientos y las lluvias, y
dejan caer pronto la flor, y por lo mismo maduran mas
presto, aguantando toda incomodidad, fuera de la del ca
lor : pues como sus uvas son de grano menudo y hollejo
duro , se contraen con los calores. Gustan sobre todo del
terreno pingüe, porque puede dar alguna fecundidad á sus
uvas, que son naturalmente endebles y pequeñas. Las Eu
genias1 sufren muy cómodamente un suelo y un clima
frio y húmedo, cuando estan en la colina de Alba, pues
mudando de lugar apenas corresponden á la derivacion
de su nombre: y no menos las de los Alobroges, que
mudando de pais mudan lo gustoso de su vino. Igualmen
te son recomendables por sus grandes cualidades las tres
especies que hay de apianas ó moscateles2, todas feraces,
y bastante idóneas para el yugo y para los arboleé ; pero
mas generosa la que tiene los pámpanos lampiños: pues
las dos que los tienen borrosos aunque *on semejantes en-'
tre sí por ellos y por los sarmientos, son desiguales en la
calidad del vino, pues el de una de ellas adquiere el ;
Si
io4
COLUMELA.
gusto á rancio mas tarde que el de la otra. Son feracísi
mas en el terreno pingüe, en el mediano tambien son
fecundas: el fruto es temprano, y por ésto muy propias
para los parages fi ios : su vino es dulce, pero no á pro
pósito para la cabeza , nervios ni venas. Si no 6e co
gen temprano sirven de presa á las lluvias, á los vientos
y á las abejas : de estas últimas ban tomado el nombre de
apianas, á causa del destrozo que hacen en ellas. Y éstas
que hemos referido hasta aquí, son las mas célebres por lo
exquisito de su gusto. Sin embargo pueden tambien ser re
comendables las viñas de segunda clase por su produccion
y por su fertilidad; tales son la de Berri, y la Basílica ó
Real , á la menor de las cuales llaman los españoles cocolubis, una y otra mucho mas inmediatas á las primeras que
todas las demas, pues su vino aguanta mucho tiempo, y á
fuerza de años adquiere cierto grado de bondad. Ultimamente ellas exceden en fecundidad á todas las que he re
ferido antes, y tambien en aguante, porque resisten con
mucha fortaleza á los huracanes y á las lluvias, dan mucho
vino, y no degeneran en la tierra endeble. Sufren mas bien
el frio que el agua, y ésta mas cómodamente que las se
quías, y con todo eso no las perjudican los calores. Des
pues de éstas entran la visula y la argitis menor, les acomoda la tierra mediana, pues en la pingüe se avieian por
las, demasiadas fuerzas que toman, y en la endeble son rui
nes y de poco fruto : son mas amigas del yugo que de los
árboles, pero la argitis fértil, aunque se encarame muy al
ta, produce en abundancia sarmientos largos y racimos
gruesos. La visula es mas á propósito para las ramas bajas
de los árboles, echa sarmientos y pámpanos anchos, con
cuya magnitud defiende muy bien el fruto del granizo: el
qual si no se coge inmediatamente que está maduro, cae á
tierra, y aun se pudre con las humedades antes de caerse.
Hay tambien las vides heluolas que algunos llaman várias;
nci son purpúreas;ni «egrns, y su color rojo pálido que en
latín es tehus les ha dado (si no me engaño) el nombre
de heJuolas. La uva mas negra es la mejor por el mucho
vino que produce, pero ésta de color mas claro es mas
aprecíable por el sabor del suyo: ni en la una ni en Ja
LIBRO TERCERO
tt>5
otra tienen todos los granos un mismo color; ambas proclucen mosto blanco cuya cantidad es alternativamente
mayor ó menor, de los dos años uno. Visten mejor el ar
bol, pero no dejan de cubrir bien el yugo: son fecundas
aun en un terreno mediano, como tambien las precias
mayor y menor ; ' pero estas últimas son mas recomendables
por la generosidad de su vino: echan muchos sarmientos y
maduran pronto. La albuel, como dice Celso, es mas útil
en la colina que en la llanura ; en el arbol que en el yu
go; y en lo alto de aquel mas que en lo bajo: es abun
dante tanto en madera como en uvas. Las vides griegas,
como las Mareóticas, las deThaso, las Psithias, y lasSophorcias, asi como tienen buen gusto^ asi son de poco producir
en nuestros paises, tanto por el corto número de sus racimos
como por la pequenez de sus granos. Sin embargo la inerticula3 negra, que algunos griegos llaman amethysto4,
puede estar colocada casi en. la segunda clase, porque es
de buen vino y no hace daño, de donde ha resultado ió-..
rjoar éste nombre, porque pasa por inerte para atacar los
nervios, aunque al paladar rio es insípido. En la tercera cía
le pone Celso las que. no son recomendables mas que
por su fecundidad , como las tres helvenacias , de las
cuales las dos mayores de ninguna manera pasan por igua
les en la ,poca . bondad y abundancia de su mosto : una de
ellas, que los habitantes de las Gálias llaman cmarco¡ es de
vino mediano: y la otra que llaman larga y tambien avara
lo hace ordinario, y no en tanta abundancia como debia
esperarse del número de racimos que promete cuando em
piezan á dejarse ver. La mas pequeña y mejor de las tres,
se distingue muy bien por su pámpano, que lo tiene mas
redondo que Jas otras dos: y tiene su mérito, porque aguan
ta muchísimo las sequías; sufre los frios, con tal no obs
tante que no vengan con lluvias; porque en algunos paises
tambien se conserva su vino hasta ponerse rancio, y prin
cipalmente porque ella es sola la que hace recomendable
por su fertilidad aun al terreno mas endeble. Pero la espionia5 es abundante de mosto, y fértil mas bien por la
magnitud que por el número de sus racimos; lo mismo
sucede á la oleaginia*; á la murgentina, que tambien se
io6
COLUMELA. \~
llama Pómpeyaria; á laNumisiana; á Ja vénucula 7, que
tambien se llama escrípula y esticula; á la Fregelanu negra;
á la merica , á la de Rhecia , y á la arcelaca mayor , que
es la mas abundante de todas las que hemos conocido, y
que muchos creen falsamente ser argitis. Porque éstas que
yo he conocido poco ha; la pergulaua8 digo, la irciola,
y la fereola, no aseguraré facilmente en qué clase se han
de colocar, porque aunque sé que son bastante fecundas,
no hé podido sin embargo todavía hacer juicio de la bon
dad de su vino. Tambien hemos hecho el descubrimiento
de una vid temprana, que no habíamos conocido antes de
ahora, y se llama en griego draconcto^ comparable por su
fecundidad y buen gusto de su9 uvas á la arcelaca, á la ba
sifica y á la de Berri, y en la generosidad del vino á las
amineas. Hay ademas muchas especies de vides cuyo nú
mero y nombre no podemos decir con certeza. Pues como
dice el poeta9, no es importante especificar sa número:
el cual querer conocerlo, 'es querer saber cuantos granos
de arena levante el zephiro en las llanuras de la Lybia.
Porque todas las regiones y casi cada upa. de las partes de
ellas tienen especies de vides que les son propias y á las
cuales dan nombres en su idioma: algunas en mudando
de lugar mudan el nombre: otras que por aquellas mudan
zas de lugares, como hemos dicho arriba, han perdido
su cualidad , de manera que no pueden ser reconocidas,
Y por tanto en ésta misma Italia, para no hablar de toda
la extension de la tierra, que tan dilatada es, aun las na
ciones vecinas entre sí no estan acor, les en los nombres
que dan á las vides, y 6uelen darlos diferentes á una mis
ma especie. Por lo cual un maestro prudente no debe de
tener á sus discípulos con la investigacion de semejante
nomenclatura , que no pueden conseguir , sino darles en
general éste precepto que han dado Celso, y antes de el Ca
ton10 que ningun género de vides se ha de plantar que no
esté aprobado por su reputacion, y que ninguna se ha de
conservar mucho tiempo , si no lo está por la experiencia:
y donde las muchas proporciones del pais nos convidaren
á plantar vides afamadas buscaremos la que sea generosa,
como dice Julio Grecino: donde nada hay que no9 excite,
LIBRO TERCERO
id?
ó nó hubiere mucho, nos atendremos mas bien á la fera
cidad , porque su mérito no será inferior al de las prime
ras en la misma proporcion que su abundancia será supe
rior á la de ellas. Pero aunque yo haya sido antes de ésta
opinion , diré despues en su lugar lo que pienso y no he
manifestado. Pues mi objeto es dar á conocer cómo se
pueden formar viñas que sean esquilmeñas y al mismo
tiempo de vino exquisito.
" . -''
'"
CAPITULO
III.
Que nada es mas conveniente á los agricultores que el
ciiltivo de la vid , y se satisface á los reparos que sue
len oponerse.
Ahora, antes de tratar de la plantacion de las viñas, creo
no será fuera de propósito poner cierta especie de cimien
to al discurso que vamos á escribir, examinando é inves
tigando de antemano si el cultivo de las viñas enriquece
al padre de familia Pues es casi supérfluo dar reglas sobre
el modo de plantarlas, mientras no se esté de acuerdo en
si se han de tener absolutamente, que es lo primero: y és
to son tantos los que lo dudan, que muchos reusan y te
men tal plantío, y creen mas apetecible poseer prados,
pastos, ó bosque tallar. Pues en razon de las vides mari
dadas á árboles ha habido no pequeña disputa entre los au
tores , desaprobando Saserna esta especie de cultivo , y aprobápdpJo altamente Tremelio. Pero á ésta opinion dare
mos tambieA en su; lugar el i valor que merezca. Entretanto
conviene manifestar ante todas cosas á los que están en
tregados á la Agricultura que es de mucha consideracion
el producto de las viñaá. 'V dejando aparte aquella antigua
feracidad de las tierras en que manifestó antes Marco Ca
ton y despues Tereticio Varron haber dado cada yugada
de viñas seiscientas urnas de vino ¿puesto lo asegura posi
tivamente Varron en el primer libro de su Tratado de las
cosas del campo', y que éste producto no era comun sola
mente en un pais; sino tambien en el campo de Faenza,
y en las tierras que estan ahora incorporadas al Piceno:
-i-q8
<¡.: CDLUMELA. I.!
y asi iésto es indubitable con respecto á aquellos tiem
pos. Pero 'ahora el campo de Nomento es sumamente céle
bre en este punto , sobre todo las haciendas que en él po
sée Séneca 1 varon de excelente ingenio y ciencia , pues es
constante que cada yugada le ha dado ordinariamente ocho
cúleos de vino. Pues parece cosa de prodigio lo que ha su
cedido en nuestras haciendas de los Ceretanos , á saber, ha
ber en la tuya una vid que haya pasado su producto del
número de dos mil racimos, y en la mia ochenta plantas
injertas que á los dos años de esta operacion dieron siete
euleos de vino, y que las primeras viñas dieran cien amplio
las por yugada, cuando los prados, las dehesas, y los tallares
si rinden á razon de cien sextercios por yugada , se tienen
por de muy buen producto para su amo: pues los granos
apenas podemos acordarnos de cuando han salido, á lo menos
en la mayor parte de Italia, á catorce por uno: ¿pues por qué
estan desacreditadas? No es seguramente, dice Grecino, por
culpa suya, sino por la de los hombres. Primeramente,
porque nadie pone cuidado en la eleccion de las plantas, y
asi los mas ponen viñas del peor vidueño; en segundo lu
gar no crian los majuelos de manera que tomen fuerza y
crezcan antes que se les endurezca la corteza , y si por ca
sualidad tomaren todo su incremento, las cultivan con po
co cuidado. Ya desde el principio creen que nada im
porta Ja calidad del terreno en que van á plantar la
viña ; antes bien escogen para esto la parte peor de la he
redad , como si para éste plantío fuera únicamente á pro
pósito la tierra que ninguna otra cosa puede llevar. Per0
ni conocen el método de ponerlas, y aunque lo conozcan
no lo ponen en práctica : tambien rara vez preparan la do
te para las viñas, ésto es los instrumentos para su cultivo;
cuando si ésto se omite, es causa de que siempre se em
pleen muchos jornales, y no menos de que se apure la ga
veta del padre de familia. Otros aspiran á un fruto muy
abundante en el momento, y no tienen prevision para lo
futuro, sino como si no hubieran de hacer mas que salir-del
dia, podan tan largo las vides, y las cargan tanto de sar
mientos, que no tienen cuenta con la posteridad. Habien
do incurrido en todos éstos defectos , ó á lo menos en mu
LIBRO TERCERO
ro9
chos de ellos, todo lo quieren confesar mas bien que su cul
pa, y se quejan que sus viñas uo les corresponden, cuando
son ellos mismos los que las han perdido por su avaricia, por
su ignorancia, ó por su descuido. Pero si algunos acompañaren el cuidado con la ciencia , cogerán de cada yugada , yd
no digo cuarenta ó á lo menos treinta amphoras de vino,
como pienso, sino veinte, como dice Grecino, aunque ha
ciendo un cálculo muy bajo , y superarán facilmente en el
aumento de su patrimonio á los que se dedican á su heno
y á sus hortalizas, Y no yerra en ésto, porque como buen
calculador tirada la cuenta ve que este género de cultivo es
mas conducente para aumentar el caudal. Pues por muy
grandestqce sean los gastos que exigen las. viñas, sin em
bargo np' es menester para siete yugadas masque el traba-.
jo de un viñerptel cuaj-cree el vulgo seguramente que se
puede adquirir por poco dinero ó que se puede escoger de
entre los picaros que sé venden en la almoneda: pero yo
pienso contra luOpinion mas comun que un viñero de mu
cho pecio es lina. cosa muy esencial; y aunque éste baya
costado ocsho'rmt .sextercios, calculando yo que las siete yu
gadas sehabráncomprado cada una en mil, y que la pos*
tura de las viñas con su dote, ésto es, con los rodrigones
y mimbres < para ut.u los, habrán importado dos mil: será
el total de lo gastado veinte y nueve mil sextercios. A éstp
se agregan tres mil cuatrocientos y ochenta numos por el
interes cíe sois por ciento en los dos primeros años, en que
no llevan todavía fruto las viñas, porque estan por decirlo
así en so infancia. Que unidos éstos intereses al capital ha
cen lastima detreinta y dos mil cuatrocientos y ochenta sex
tercios', cuya 'especie de deuda, si la quisiere imponer so.
bre sus viñas el dueáq de ellas, como el usurero sobre su
deudor, pactando un rédito perpetuo de seis por ciento al
año, percibiría ;en cada uno mil novecientos y cincuenta2
immos sextercios: en cuyo cómputo excede sin embargo el
rédito. de las siete yugadas de viña, arreglándonos á la opi
nion de Julio Grecino, al interés de los treinta y dos, mil
cuatrocientos y ochenta sextercios. Porque por de mas mala
calidad que sean éstas viñas, con todo eso si se cultivan,
dará seguramente cada yugada de ellas un cúleo de vino, y
tro
' COLUMELA.
como las cuarenta urnas se venden en trescientos sextercios,
que es el menor precio del vino, suman los siete cuícos
dos mil y cien sextercios , suma que sin duda excede al in
terés del seis por ciento. Pero éste cálculo que hemos
hecho es con arreglo al cómputo de Grecino. Mas nos
otros somos de opinion que se debe arrancar la viña,
que no lleve á razon de tres cáleos lo menos por yugada.
Y sin embargo hemos hecho la cuenta como si no hubie
ra barbados algunos que sacar do los claros cavados, cuan-.
do ésto solo paga con su valor todo el : costo del terreno,
con tal que el campo sea no de provincia, sino de Italia:
y ésto no debe dudarlo persona alguna que haya exami
nado nuestro método y el de Atico.. Nosotros plantamos etv
efecto entre los liños veinte mil cabezudos por yugada de
viña; aquel pone cuatro mil menos^.yt aunque su ' método
se prefiera al mio, sin embargo no habrá terreno alguno,
por mas malo que sea, que no rinda .mas de lo que haya
costado. Supongamos que por descuido. ¡del; cultivador se
pierdan seis mil plantas, sin embargo no faltará compra
dor que dé con buena voluntad.y con lucro tres mil sex*
tercios por las diez mil restantes; cuya cantidad excede
en una tercera parte á los dos mil sextercios que hemos
dicho costar la yugada de viñas: aunque nuestro cui
dado ha adelantado tanto, que los. cultivadores' me dan
gustosos seiscientos sextercios por tcada millar de bar
bados. Pero apenas otro tendrá ésta ganancia. Pues tam
poco habrá quien crea' facilmente que en nuestras hacendillas. hay tanta abundancia de vino como .tú , SU.vino, conoces. Y asi he. pusto al barbado un precio me
diano y comun, * 'fin de poder traer .mas pronto á mi sei*tir sin que nadie se oponga, á los que por ignorancia tie
nen horror á esta especie de cultivo. Sea pues el producto
de los barbados, ó sea la esperanza de las futuras vendi
mias, no3 deben persuadir á plantar viñas: y habiendo
manifestado que es racional el ponerlas, vamos á dar ahor
ra los preceptos para formarlas. ..••.; > ,••
LIBRO
TERCERO
CAPITULO
m
IV.
Zq que debe observar el que forma viñas.
.
El que quisiere formar viñedos debe procurar sobre todo no
fiar esto al cuidado de otros mas bien que al suyo, y debe
no comprar barbados, sino plantar en su hacienda la clase
de vid que sea mas de su aprobacion, y hacer una almá
ciga , de donde pueda sacar planta para cubrir de vides su
campo. Porque las plantas estrañas, que se trasponen de
diverso país , son menos familiares á nuestro suelo que las
indígenas, y por tanto teme como un hombre extrangero
en un pueblo, la mudanza de clima y de terreno. Y no
hay tampoco certera de su generosidad , siendo dudoso si
el que las ha plantado ha examinado antes con cuidado
y ha experimentado bien su especie. Por lo cual no se ha
de tener por largo el espacio de dos años , dentro del que
podamos nacer juicio 6i la planta debe trasponerse, pues
siempre ^ comio he .dicho, será de la mayor importancia ha
ber plantado especies exquisitas. Despues de esto tenga
presente escoger con cuidado el terreno para las vifias:
acerca del cual , asi que haya formado su juicio , sepa que
«e ha de poner el mayor esmero en el agostado: y conclui
da ésta plantará la viña con no menor cuidado, y asi que
esté plantada 6e dedicará con una extremada aplicacion á
su cultivo: pues este es el punto principal y mas impor
tante de los gastos, porque en él consiste hacer juicio de
si un padre de faniilia ha obrado mejor ó peor en confiar
su dinero a krltíerra, que ganar con él en la ociosidad. En
este supuesto voy yá á tratar de cada una de las cosas que
he propuesto por su orden¿ -i; '-..,•' !..;/ . • . .•.'
•léAPÍTÜLO .'V.
Ve las cualidades del terreno en que se ha' de poner el
plantel de vides , y cómo se ha de hacer*
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-La almáciga no sé' ha de hacer en tierra endeble ni hú
meda: sin embarga conviene hacerla en una tierra jugosa
y que sea mas bien mediana que pingüe. Aunque casi to
dos Jos autores han' destinado paira éste objeto el terreno
mas fértil lo que yo de ninguna manera creo, que sea ven
tajoso al cultivador; pues aunque las plantas puestas en un
terreno fuerte, preudan prontamente y arrojen , con to
llo, asi que se han hecho barbados si se trasplantan á
•un terreno peor.se desecan y no pueden crecer. Pero un
colono prudente debe mas bien trasplantar de la. tierra
peor ú la mejor que desde la mejor á la mas mala. Por es
to en la eleccion de terreno se aprueba sobre ¡todo la me
dianía j pues que está puesta en el confio de lo bueno y de
lo malo. Porque. bien sea que en lo sucesivo exija la necei?¿dad que las plantas que esten para ello se pongan en ter
reno endeble, no sentirán gran diferencia, cuando se ha
yan trasplantado á él desde uno mediano ; bien sea que se
hayan de plantar en uno mas pingüe, arraigarán mucho mas
pronto, y serán mas fértiles. Por otra parte no es conforme
á razon formar el plantel en un terreno n>uy endeble , por
que se pierde la mayor parte de los cabezudos, y los que
quedan tardan mucho en ponerse á propósito para que
se les trasplante. Por lo cual un terreno mediano y mode
radamente seco es el mas propio para formar un plantel, y
éste se debe labrar antes con la azada, y dejando después
espacios de tres pie9 entre los lince por los cuales se culti
varán las plantas, pondrá seiscie ntos cabezudos en cada
uno, en el supuesto de que tendrá doscientos y cuarenta pies
de largo. Este número hace la suma de veinte y cuatro mil
plantas en ¡toda la yugada. Pero atítes de esto, es menester
.examinar, y escoger los cabezudos: porque (como ya he di
cho muchas veces) es como la base de esta plantacion po
ner la especie de vid mas acreditada.
. , . , o.. i .'.'
GAPITVjLq # I.
Cómo ha de ser el cabezudo, y de qué parte de la vid se
' ha de cortar.
*^~ A* M ^
1 ero en la eleccion se han de observar dos cosas , pues no
es bastante que sea fecunda la madre de donde se toman
las plantas, sino, que se ha de examinar mas particular
LIBRO TERCERO
u3
mente si las partes del tronco de donde se toman son pro
ductivas y la8 mas fértiles. Mas la fecundidad de una vid,
cuya casta procuramos propagar, no se debe graduar; solamente porque echa muchas racimos, pues ésto puede pro
venir de la magnitud del tronco y multitud de los sar
mientos, y que aunque tenga muchos racimos, no la diré
yo feraz, si se ve solamente uno en cada sarmiento. Pero
si por cada uno de los vástagos cuelgan muchos racimos;
si de cada una de las yemas brotan muchos sarmientos
con fruto; si finalmente aun de lo duro1 arroja vara con
algunos racimos; si tambien está cargada con fruto de Ioí
nietos, ésta, que sin duda es fértil, se debe destinar ¡ ara
escoger el cabezudo. Este es un sarmiento nuevo nacido
sobre una vara del ano anterior: y por la semejanza que tie
ne con un martillo pequeño se llama en latin mullcolus,
que quiere decir martilluelo, porque sobresaliendo p'r
ambos lados en Ja parte que se corta del sarmiento viejo,
presenta la figura de un martillo. Este somos de sentir que
se ha de escoger de la cepa nías fecunda en todo tiempo
en que se podan las viñas, y ponerlo con cuidado en un
terreno medianamente húmedo, y no pantanoso, dejando
fuera de él tres ó cuatro yemas: con tal que lo primero
de todo sea examinar si la vid de que se toma es certera
en dejar su flor, si engorda con dificultad la uva, si ma
dura muy temprano ó muy tarde: porque en el primer ca
so se; la comen los pájaros , y en el segundo la perjudican
tambien las tempestades del invierno. Finalmente, seme
jante clase de vid no se comprueba con una vendimia so
la ; pues aun la que por su' naturaleza es infecunda , puede
por la fertilidad del año ó por otras causas producir una
vez con abundancia. Pero luego que nos hemos asegurado
de la bondad de una planta despues de muchos años de
servicio, para explicarme así, ninguna duda se ha de tener de su fecundidad: y no se ha de extender sin embar
go ésta pesquisa mas allá de cuatro años: pues éste tiem
po es el que ordinariamente se necesita para conocer la
fecundidad de las plantas, porque él es el que emplea el sol,
siguiendo el orden de los signos ,. desde el principio <le su
carrera, para volver al mismo punto del zodiaco por donh
f*4
•
COLUMELAR '
Je la había empezado. A cuyo periodo, que com prende 'mil
cuatrocientos 'sesenta y un días, llaman los astrónomos
apocatdstasin1. '.. • .u . c. • ¡-'tj nuv. ¡ •-.. .j i ..>...¡ >
CAPITULO
VIL
"''' ;,''
Cómo has de examinar la fecundidad de la vid , j s¿ ésta
t cualidad la poseen exclusivamente ciertos vidueños. ;
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i : ••, •
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-i'' •'';• f.fl.J í' . ' T'i) ¡8
Pero tengo por cierto, Publio Silvino, qu& mucho tiempo
ha estás tú preguntando de quedo , de qué especie es ésta
\i<l fecunda que describimos con tanto cuidado, y si queiremos hablar de alguna de aquellas que comunmente se
tienen por .mas feraces, .pues los mas ponderan 1* de Berri, muchos la Espidnia^ unos.cuantos la Basílica, y algu^
nos la Arcelaca. Nosotros tampoco defraudamos éstos vidueñus de nuestros elogios, pues son de muchísimo vino. Pero Ií)v<|ikv>ios hemos propuesto es líacer ven qué se plan
an viñas de! ¿al especie que no lleven frutos menos abun
dantes que' los, antedichos vidueños , y que ademas sean de
un gusto exquisito, como las A mineas, ó á lo menos de
uno que no difiera mucho del de éstas: yo sé que casi
tpjifts los cilliiviüdores son de diverso sentir que el mío en
&?er{iuu«Otf.y queisignenla opinion- antigua que ha preva
lecido- ya por. muclío tiempo acerca' de las. Amíneas, cre
yendo que padecen una esterilidad natural: este es mayor
motivo para, que hayamos de coufirmar con muchos ejem
plos nuestro método, qneíbemob tomado de muy arriba,
y, se halla ¡condenado no menos poc- laxdésidialque por la
$a'lta,de reflexion! de los cultivadores .t y, como obscurecido
por las tinieblas de la ignorancia ha carecido de la luz de
la verdad. Por lo cual; «oes fuera de propósito que noso
tros expongamos aritec4odas cusís las razones que parece
pueden ¿rtrnagiri eáte err^,¡corrt««ínn¡ »'í ,;'.' r.-".| ..,.' .'/. ';
o .' « ¡i.'.' r.? ' '-'," . !' : T ,i. cu y .br'i •..'. ) i .'. . '. "
•, •'.,.
CAPÍTULOS Í.VIIL . •; . 'f ¡
. wSe confirma lo contrario con ejemplos^ ' - '-\
i queremos pues;, Publio SirvinOí rnkancon los ojos pers
picaces. del entendimiento lf naturaleza de las cusas, halla
LIBRO
TERCERO
cMS
remos que 'ella. fea dictado una }ey de fecundidad á los ve
getales igual á la que ha dado á los hombres y á los demas
animales, y que no ha concedido ventajas particulares á
ciertas naciones y á ciertas comarcas, de manera que nega
se á otras del todo semejantes , dones. A algunas naciones
dio el de procrear una prole numerosa, como á los Egypcios
y á los Africanos', entre los cuales son frecuentes y casi de
costumbre los partos de á dos: pero tambien quiso que hu
biera en Alba inugeres de linage italiano en la familia de
los Curiados2 de tan singular fecundidad, que cada una fué
madre de tres nacidos de un. partpu A. Ja Germania le ha
dado estimacion por sus ejércitos de hombres muy altos;
pero no ha defraudado á otras naciones de hombres de gran
estatura; pues Marco Tubo Ciceron3 es testigo que hubo un
ciudadano roma.np llamado Neyio Folion, que tenia. un pie
mas dccuerpo que;el de mayor corpulencia ,i y nosotiop
¿eraos tenido .poco há proporcion de ver en el aparato de
la pompa de los juegos del Circo, un hombre judío de na
ción nías alto que el germano de mas cuerpo. Paso á ha
blar de los animales. Mgv^riia., es célebre por lo alto de su
ganado maypj..iilaiiíigúífift por .Jo pequeño del suyo: perp
en Mevánia se ve alguna vez un buey bajo, y en la Ligu
ria un toro de mucha abada. La India se dice que causa
admiración por. l/us- grandes. cuerpos de sus fieras: con to
do, eso ¿quien nesgará que en ¡ésta tiqrra nuestra se procrean
añónales. feroces de igual. .tamaño^ cuando vemos que han
nacido elefantes; deijwro dfclí recinto de nuestras murallas.
Yuelvo á las especiesjde producciones de la. tierra. La Mysia. y la Lybífl.diceri que. abundan de granos; y que sin
embargo á las campiñas de Apnlia y,.de Caropania no les
fcjtan. opilas. ,píiesies.,Que ej Tmolo y el Coryco son: fa
mosos por la flor de azafran : que la Judea y la Arabia lo
son por sus exquisitas plantas olorosas, pero que á nuestra
ciudad no le faha lo uno ni lo otro: pues que en muchos
parages de ello. vemos ya la cásia4 con hojas, ya el, arbol
del incienso, y jardines con; flores de mirrha y azafran.
Estos ejemplos nos prueban que la Italia corresponde muy
bien al cuidado de los mortales, pius se ha habituado me
diante la aplicacion de los cultivadores á producir los fruh 2
n6
COLÜMELAU '
tos de casi tocio el orbe: de suerte que no tenemos duda
con respecto á éste fruto, que es como indígena peculiar y
nativo de éste suelo. Pues ni tampoco la hay que las viñas
del campo Másico, de Sorrento, de Alba, y del Cécubo, en
la generosidad del vino son las primeras de todas las que
sostiene la tierra.
CAPITULO IX.
Cómo harás feraces las vides amitieás. '
. .l'; .' .' ."•:,•. '• ':..¡ .i'íí ) ::,'
1 al vez se deseará en .ellas la fecundidad , pero 1a indus
tria «leí cnltivador puede ayudarlas á adquirirla: pues si la
naturaleza, ésta madre liberal de todas las cosas, ha enri
quecido (como he dicho poco antes}, 'á«ada nacion y :á ca*
da tierra con dones particulares, de manera que* no obstan
te eso no' ha defraudado absolutamente 'á las' demas de Se*
mojantes ventajas, ¿por qué hemh$ de dudar que 'haya ot¿
servado la misma ley con respecto á las vides, y 'que auni.
que haya querido que algun vidueño sea $irtgnlarmentéftí¿
cundo, como elide Berri "y: el basifico, rio baya íhécho'eitt
'femba'rgo al amineo tan eáteril, que cjnfre'müdiée' millares
de sus vidés no puedan encontrarle algunas, 'aunque muy
pocas, tan fecundas como aquellas hermanas' de Alba en
tre los habitantes de Italia? pero no solo es ^sto' . Vertwimib,
sino que la' experiencia nos ha demostrado'isft vetdad j có¿
mo que h' mos tenido en ia heredad que poseímos no
sotros mismos mucho tiempo h¿ en el 'termirto de Árdea ,.
en la del de Carseolo' y en la del de Alba, vides amineas con semejante nota de fecurididad.,' muy. pocas en
número á la verdad ", pero tan fértijeá que cada una
de las armadas en yugo daba tiWurna&'de-VVhóV y díez
ámphoras1 las emparra(las: y no debe parecer ihcreible en
las amineas esta fecundidad; ¿pues cómo podia afirmar Terencio Varron , y antes de él Marco Caton, que cada. yugada
de viñas daba á los cultivadores .antiguos seitlrienras urnas
de vino, si hubiéra faltado fectmdidad á la$ ainineas, que
eran las vínicas que por lo comun conocian la< gentes de
aquel tiempo? á menos que pensemos que hayan cultivado
viñas de Berri ó basílicas, que hemos traido sin duda de pro-
LIBRO TERCERO
n->
vincias lejanas muy poco ha , y que hemos conocido ayer
de mañana, siendo tambien cierto que cualesquiera viñas
en siendo muy antiguas las tenemos por amineas. Si algu
no, pues, despues de haber observado este vidueño en mu
chas vendimias, encontráre que las viñas son como las que
yo he dicho poco ha que he poseido, y las señala para ele
gir los cabezudos mas feraces de ellas, éste podria criar
unas viñas que fueran á un mismo tiempo generosas y es
quilmeñas. Pues no hay duda que la naturaleza ha queri
do que la prole sea semejante á la madre; lo que hizo de
cir á aquel pastor en las Bucólicas 2 : de esta manera sabía
yo que los cachorros eran parecidos á las perras, y los ca
britos á sus madres: por lo mismo los que se dedican á
los sagrados combates 3 conservan con el mayor cuidado
las crias de los caballos mas veloces de tiro , y conciben la
esperanza de las futuras victorias propagando la raza de es
te excelente ganado. Nosotros tambien fundemos la esperanza de una abundante vendimia en la eleccion de plantas sa
cadas de las amineas mas feraces, como las concebian de la
victoria los que escogían las crias de las yeguas , que la habian conseguido en los juegos olympicos. Y no hay motivo
para que el mucho tiempo que hay que invertir en ésto ar
redre á nadie; pues toda la detencion que hay que gas
tar es en el examen de la planta. Pero luego que se ha com
probado su fecundidad, con mucha prontitud se multipli
ca por medio de los injertos. Tú, Publio Silvino, puedes
ser testigo de la certeza de ésto , como que te acordarás
muy bien que yo ingerté en el tiempo de dos años dos yu
gadas de viña con puas de una vid tuya temprana , que tienes
en tu heredad de los campos Ceretános. ¿Qué número pues
de vides piensas pueden plantarse con los cabezudos de es
tas dos yugadas , cuando ellas mismas son el resultado de
una sola vid ? Por lo cual, si (como he dicho) queremos em
plear trabajo y cuidado, formaremos facilmente con el vi
dueño amineo por el método referido, unas viñas tan fera
ces como las del de Berri y basifico: solamente convendrá
observar, cuando se vaya á trasponer la planta, que sea á
un clima semejante al donde estaba, á un terreno de la
misma naturaleza, y que se mantenga en la habitud á que
A 3
ll8
COLUMELA.
estaba hecha: porque ordinariamente degenera si le es
contraria la situacion del terreno, la cualidad del aire, ó
tambien si se lleva desde el arbol al yugo. Y así trasplantan.mos de sitios frios á frios, de cálidos á los que igualmen
te lo sean. Sin embargo la vid aroinea trasplantada de un
clima frio á uno cálido, puede aguantarlo mas bien que el
frio si se trasplanta del cálido : porque toda especie de vid,
y sobre todo la antedicha, quiere naturalmente el calor mo
derado mas bien que el frio. Pero la cualidad del suelo ayu
da tambien muchísimo, ésto es, trasplantarla desde uno
endeble ó mediano á otro mejor. Porque la planta acos
tumbrada al terreno pingüe de ninguna manera aguanta la
esterilidad de otro, á menos de que lo estercoles á menu
do. Estos son los preceptos que hemos dado en general pa
ra la eleccion de los cabezudos. Ahora daremos otro parti
cular para que no solo se escojan de una vid muy fecun
da , sino de la parte mas fecunda de la vid.
CAPITULO X.
J)e cuál parte de la vid se han de escoger las plantas pa
ra que sean fértiles.
Pero los sarmientos mas feraces para planta no son , como
han dicho los autores antiguos, la extremidad de lo que
llaman cabeza de la vid, ésto es, el último y mas largo re
nuevo: pues en ésto tambien se engañan los cultivadores. Y
la primera causa del error es la hermosura y el número de
los racimos que se ven de ordinario en el sarmiento mas
largo , lo cual no nos debe engañar : pues ésto sucede no
por su fertilidad nativa, sino por la ventaja de su posicion,
porque toda la sávia y el alimento que le suministra el
suelo, va discurriendo por las demas partes del tronco has
ta llegar á la extremidad. Pues todo el alimento de la plan
ta es atraido como una especie de alma á la parte superior
por una aspiracion natural, que se hace por enmedio de la
médula del tronco, como por enmedio de un siphon de éstos que los maquinistas llaman diabetes: y en llegando allí
se detiene y se consume. Por lo cual los sarmientos mas re
LIBRO TERCERO
119
cios se hallan en la cabeza de la vid, ó en la parte de la ca
ña vecina á las raices. Pero éstos últimos renuevos que sa
len de lo duro se han aprobado tambien por algunos
por dos motivos; porque no tienen fruto, y porque se ali
mentan del jugo próximo de la tierra, que es el mas ente
ro y el mas puro: y los de la extremidad tambien se han
aprobado por otros, porque son fértiles y robustos, porque
salen de la tierra, y (como dije arriba) todo el alimento que
llega á ellos, no se distribuye en otra parte1. Los de enmedio son tenidos por los mas endebles, porque el jugo no
hace mas que pasar por ellos , siendo interceptado en parte
por los inferiores, y atraido en parte por los superiores. No
debe pues tenerse por fecundo el sarmiento de las extremidades, aunque lleve muchísimo fruto, pues por la fertilidad
de su posicion se ve obligado á darlo: sino el que situado
enmedio de la vid, no deja de producir, aunque en una
posicion nada oportuna, y con un abundante fruto da prue
bas de su fertilidad. Esta rama trasladada á otra parte rara
vez degenera, como que pasa de un estado peor á otro me
jor, pues bien se ponga en los entreliños de una tierra
acostada, ó bien se injerte sobre un tronco de vid, se sácia
con alimentos mas abundantes que cuando estaba en un sitio
falto de jugos. Y así observaremos tomar las plantas de los
sitios referidos, que la gente del campo llama humcrosos*,
pero con tal que los hayamos visto ántes llevar fruto: pues
si no lo tienen , aunque estén en una parte laudable de la
vid , no creamos que ésta contribuya en cosa alguna para
la feracidad del cabezudo; por lo cual es muy poco fun
dada la opinion de aquellos cultivadores que creen impor
tar muy poco examinar cuántos racimos ha llevado un sar
miento, como se tome de una vid fértil y no haya salido
del tronco duro, al cual llaman pampinario. Pero ésta opi
nion , que proviene de la ignorancia en la eleccion de las
plantas, es causa en primer lugar de que las viñas sean po
co fecundas, despues tambien demasiado estériles; ¿pues
quien ha prevenido en tan larga série de años al cultivador
que :escoge los cabezudos lo que acabamos de decir? Por
mejor decir, ¿quien no encarga este negocio á cualquiera, por
mas ignorante quesea, y al que no puede dar algun otro
h 4
iao
COLUMELA.
trabajo? Y así ésta costumbre es causa de que ésta operacion,
que es una de las indispensables, se comela á los mas igno
rantes y á los de menos confianza , porque (como he dicho)
se aplica el mas inútil y el que ningun otro trabajo puede
soportar. Este finalmente, aunque tenga algun conocimien
to para la eleccion de los cabezudos, la disimula por falta
de fidelidad, ó no hace uso de ella ; y para poder completar
el número que le ha mandado escoger el capataz nada ha
ce con diligencia, nada con cuidado, y no tiene mas objeto
que cumplir la tarea que se le ha señalado: como que no ha
recibido de sus maestros mas que un precepto para saber
lo, y despues de sabido ejecutarlo, que es no cortar para
planta el sarmiento pampinario, y destinar para ésto todos
los demas. Pero nosotros hemos seguido al principio la ra
zon , y ahora tambien la experiencia de un tiempo dilata
do, y en su consecuencia no elegimos otra planta ni creemos
que sea fructífera , sino la que colorada en la parte produc
tiva de la vid haya llevado fruto. Pues á la verdad, laque
ha brotado en un sirio estéril y se manifiesta fértil ó robus
ta, aunque sin fruto, no tiene mas que una apariencia en
gañosa de fecundidad , y no posee virtud alguna para pro
ducir. La razon nos hace ver que ésto es indubitablemente
veri ladero , si es cierto que , al modo que en nuestros cuer
pos cavia miembro tiene sus oficios particulares, así cada
parte de las plantas fructíferas tiene funciones que le son pro
pias. 'Vemos que se ha inspirado al hombre el alma como
conductora y directora de sus miembros; que se le han da
do los sentidos para discernir aquellas cosas que se indagan
con el tacto, el olfato, el oido y la vista; que los pies se han
puesto en el sitio en que están para andar, y los brazos en
el suyo para abrazar; y para que no divague el discurso mas t
de lo regular por torlas las clases de ministerios de los miem
bros : nada pueden hacer las orejas de lo que es propio de
los ojos, ni éstos de lo que corresponde á las orejas; y que
la facultad de engendrar no se ha concedido á las manos ni
á los pies, sino que el Criador, queriendo que ésta facultad
fuese desconocida á los hombres, la encubrió en el vientre;
para que éste eterno artífice de las cosas, dotado de una ra
zon divina, mezclara secreta y ocultamente, por decirlo así,
LIBRO TERCERO
m
los elementos sagrados del espíritu con Jos principios terre
nos, y formára esta especie de máquina animada. Esta ley
ha seguido para la creacion de los animales y de los vege
tales, y ésta para la formacion de las diferentes variedades
de vides , habiendoles dado como que es á un tiempo padre
y madre de todas ellas, en primer lugar las raices, como
cierta especie de cimientos, para que se mantuviesen sobre
ellas como sobre pies; en seguida puso encima de ellas el
tronco, como cierta estatura de cuerpo y un cierto conti
nente; despues la extendió por uno y otro lado en ramas
como en brazos de donde hizo salir tallos y pámpanos; y á
unes de ellos dió frutos y á otros los vistió de hojas para
cubrirlos y defenderlos. Si no escogemos, pues, de entre todos
estos miembros, como hemos dicho, los que estando desti
nados á la produccion , están cargados de fruto, sino los que
no teniendolo son como cubiertas y sombrages de aquellos,
trabajaremos seguramente para tener sombra y no para te
ner vendimia. ¿Qué motivo hay, pues, para que si el sar
miento no ha nacido de lo duro, sino de lo tierno, lo con
denemos como estéril, aun para lo venidero, en caso de no
tener fruto? Pues poco ha infería nuestro raciocinio, de que
á cada parte del cuerpo se había atribuido su funcion pe
culiar, esto es, la que le conviene: que tambien el cabezudo
nacido en sitio oportuno tiene la virtud de la fecundidad
aunque entre tanto deje de tener fruto. Y no negaré yo que
todo mi argumento se ha fundado en ésta comparacion : pe
ro aseguro firmemente que si un sarmiento no ha llevado
fruto, aunque haya nacido de la parte fructífera de la vid,
no tiene seguramente la virtud productiva. Ni esto se opone
á aquella comparacion: porque es evidente que algunos
hombres aunque tengan completos todos sus miembros, no
pueden engendrar, y asi no será increíble que si una vara
nacida en un sirio productivo carece de fruto, haya de ca
recer tambien siempre. Y así, para volver al modo de ha
bí ir de los cultivadores, estos llaman á semejantes sarmien
tos que nada lian llevado cajxmes, lo que no harían si no
sospechasen que son inhábiles par3 llevar fruto: cuya mis
ma denominacion me sugirió el pensamiento de no elegir
cabeiudos que no hubiesen producido fruto, aunque hu
iai
COLUMELA.
biesen nacido en parte acreditada de la vid, no obstante que
yo sepa tambien cpje estos no son absolutamente estériles, pues
no puedo negar que aun los pampinarios que han brotado
de lo duro, adquieren fecundidad al siguiente año, y por
esto se dejan para tornillos á fin de que puedan producir.
Pero hemos descubierto que semejante produccion no es
tanto del mismo tornillo, como de su madre. Pues por es
tar unido á su tronco, que es naturalmente feraz, mezcla
do todavía con los alimentos y con las semillas fecundas de
su madre , mantenido , por decirlo así , en el seno de ésta,
aprende poco á poco á llevar fruto. Pero la rama que habrá
sido desgajada inmatura é intempestivamente de la cepa,
antes de haber llegado, por explicarme así, á la edad de la
pubertad lijada por la naturaleza, respecto á estar como en
la infancia, no está á propósito, no digo para la concepcion,
pero ni aun para el coito; y así, si se pone en la tierra ó se
injerta en un tronco ó rama cortada á éste efecto, pierde
del todo la facultad generativa ó á lo menos se le disminu
ye. Por lo cual yo estoy muy persuadido que se ha de cui
dar al escoger las plantas, de tomar en la parte fructuosa de
la vid aquellos sarmientos que con el fruto que han dado
ya, prometen fecundidad para lo porvenir. Y sin embargo no
nos contentemos de los que habrán llevado cada uno un ra
cimo, sino prefiramos sobre todoá los que se distinguen por
frutos muy numerosos. ¿Por ventura no alabarémos al pas
tor de ovejas que propaga la raza de la madre que ha parido
dos corderos de una vez; y al cabrero que echa á sus ca
bras machos nacidos de madres que han tenido partos de á
tres? Sin duda, como si hubieran los hijos de corresponder
siempre á la fecundidad de sus madres. Sigamos nosotros
tambien este mismo método en las vides, tanto mas que es
tamos asegurados por la experiencia que las semillas exa
minadas con el mayor cuidado degeneran alguna vez por
cierta malignidad natural: y esto nos inculca el poeta co
mo á sordos á la voz de la verdad, diciendo: he visto que
las semillas escogidas mucho tiempo há, y examinadas con
mucho cuidado, degeneran no obstante, á menos que todos
los años tuvieran los hombres el cuidado de escoger las mas
medradas: tal es el destino de todas las cosas, empeorarse
LIBRO TERCERO
ra3
y retrogradar. Lo cual se ha de entender haberse dicho no
solo de las semillas de las legumbres, sino de todo lo que
pertenece á la Agricultura. Si la observacion hecha por lar
go espacio de tiempo nos ha hecho ver, lo que cierta
mente es así, que el cabezudo que ha llevado cuatro raci
mos de uvas, si despues se ha cortado y puesto en la tierra,
degenera de tal suerte de la fecundidad de la madre , que
alguna vez lleva uno menos y otras dos. ¿Pero hasta qué
punto creemos que descaecerán aquellos que no habrán pro
ducido mas que dos ó tal vez uno, cuando estaban unidos
á la madre, pues que los mas feraces temen muchas veces
la traslacion? y así yo confieso francamente, que soy mas
bien demostrador que inventor de éste método: para que
nadie piense que trato de defraudar á nuestros mayores del
elogio que han merecido: pues no hay duda que ellos han
sido del mismo sentir, aunque en ningun otro escrito se ha
ya .dado á conocer , á excepcion de los versos que hemos co
piado de Virgilio, sin embargo que los pseceptos que dá en
ellos son relativos á las semillas de las legumbres. En efecto
¿porqué desechaban la vara que salía de lo duro, ó la saeta
cortada de un cabezudo fecundo que ellos mismos habían
aprobado, si creían que era indiferente el sitio donde se esco
gía la planta? Pero porque no dudaban que la fuerza de la
fecundidad estaba por decirlo así en miembros determina
dos de la vid , por esto condenaron muy prudentemente al
pampinario y á la saeta como inútiles para la plantacion.
Lo cual si es así, no hav duda que hayan ellos reprobado
tambien mucho mas el sarmiento que, habiendo nacido en
sitio fructífero, no hubiese llevado fruto. Pues si creían que
la saeta , esto es, la parte superior del cabezudo , se había de
reprobar, siendo ella misma parte de una rama fructífera,
cuanto mas hace ver la misma razon que haya sido repro
bada por estos una vara si es estéril, aunque haya salido de
la mejor parte la vid. A no ser sin embargo que creyeran
(lo que es un disparate) que una vara que había sido inú
til unida á la madre, se había vuelto fructífera cuando se
había separado de ella, se había trasplantado y estaba pri
vada del alimento materno. Hemos tratado esto tal vez con
mas extension de lo que exigía la prueba de esta verdad:
i»4
COLUMELA.
pero con mucho menos de lo que pedía la extraviada é In
veterada opinion de la gente del campo.
CAPITULO
XI.
Qué cualidades se han de tener en consideracion en el ter
reno que destinares para viña.
Vuelvo ahora á tomar el hilo de mi discurso, para con
cluir lo que resta de lo que he propuesto. Al cuidado de la
eleccion de cabezudo se sigue la labor del agostado , con tal
sin embargo que estemos seguros de la calidad del suelo:
porque no hay duda que ella contribuye muchísimo á la
bondad y á la abundancia de los frutos. Y antes de examinar
el suelo, creemos que lo mas importante de todo es elegir, si
hay proporcion, mas bien un campo erial, que uno que
haya llevado cosechas de granos ó criado árboles maridados
á vides : pues por lo que hace á las viñas que se han des
truido por su mucha vejez, convienen todos los autores en
que son malísimas si las queremos plantar otra vez, porque
el suelo por bajo está embarazado y como enredado con las
muchas raices y no ha perdido todavía la ponzoña ni aque
lla corrupcion que causa la vejez, con lo que embotada la
tierra como con cierta especie de veneno , pierde su vigor.
Por cuya causa se ha de elegir mas bien un terreno erial, el
cual aunque tenga matas ó árboles se desmonta fácilmente,
porque todo lo que nace espontáneamente no interna ni
profundiza con sus raices sino las desparrama y extiende so
bre la superficie de la tierta , las cuales, despues de cortadas
con hierro y arrancadas , lo poco que queda debajo de tier
ra se puede sacar con rastros , amontonarlo y colocarlo pa
ra que pueda ésta fermentar. Pero si no hubiere tierra mon
tuosa , la mejor despues de ésta es la labrada que no tenga
árboles: si ni ésta hubiere, se destinará para viñas una ar
boleda muy clara ó un olivar1 que no hayan estado mari
dados cou vides. La últimaclase (como he dicho) es la que ha
estado de viña. Sin embargo si la necesidad obliga á plan
tarla , primero se deben arrancar todas las cepas que que
den : en seguida estercolar todo el terreno con estiercol seco,
LIBRO TERCERO
ia5
y si éste no lo hubiere , con otro de otra clase que sea muy
fresco; despues cavarlo, amontonar sobre la tierra todas las
raices que so huyan sacado, y quemarlas; en fin cubrir otra
vez la tierra cavada con bastante estiercol antiguo, que no
cria yerbas, ó con tieria sacada de los vallados. Pero luego
que las tierras desmontadas están libres de árboles, es me
nester considerar antes de agostarlas si son ó no á propó
sito para plantío; y ésto se reconoce con muchísima facili
dad por las plantas que nacen espontáneamente en ellas.
Pues no hay un suelo tan desprovisto de plantas, que no
crie algunas, como perales silvestres, ciruelos, ó á lo menos
zarzas. Porque aunque éstas sean especies de arbustos espi
nosos, suelen crecer con fuerza y fertilidad, y llenarse de
fruto.' Si los vieremos pues no desecados ni ásperos, sino li
sos, limpios, altos y fecundos, conoceremos que la tierra
que los cria es 'buena para plantío. Pero éstas observaciones
son generales y adaptables á toda clase deaibustos: mas pa
ra hacer juicio de"6i un terreno es propio para viñas, se ha
de considerar si la tierra es muelle y medianamente suelta,
que hemos dicho llamarse pula2, y no porque ella sola sea á
propósito para viñas, sino porque lo es mas que todas. ¿Pues
qué cultivador hay, aunque sea mediano, que ignore que
aun la toba' mas dura y el carbon, luego que se han que
brantado y amontonado sobre la superficie de la tierra se
ablandan y se hacen polvo con las tempestades y las hela
das, y no menos con los calores del estío, y que refrigeran
muy bien por aquella estacion las raices de las vides, y no
dejan que se evapore el jugo, lo cual es muy esencial para
alimentar la planta. Por la misma causa suelen tambien
aprobarse el cascajo suelto, el terreno pedregoso y los cantos
movibles, con tal sin embargo que todo esto esté mezclado
con tierra pingüe, pues si lo están con endeble, se desechan
absolutamente. Pero aun el silex, segun mi opinion, es
amigo de las viñas , siempre que tenga por encima una ca
pa mediana de tierra, perque siendo fresco y conservando
bien la humedad, no deja que se sequen las raices, cuan
do aparece la canícula. Higino, siguiendo á Tréraelio, ase
gura que las faldas de las montañas que hubieren recibido
la tierra vegetal que cae de las cimas , y los valles que se
i*6
COLUMELA.t.í
levantan con las tierras que acarrean las crecientes de los
ríos y las inundaciones, son particularmente á propósito pa
ra viñas, de lo que yo no disiento. La tierra gredosa pasa
por útil para la vid : porque la greda pura de que se sirven
¡os alfareros y que algunos llaman arcilla, je es muy con
traria, y no menos el cascajo sin mezcla de tierra buena; y
en general, como dice Julio Atico, todo lo que deseca la
planta, y esto es el terreno muy húmedo, el salobre, el
amargo ó el falto de humedad y el muy seco. Sin embargo
los antiguos aprobaron la arena gruesa negra ó roja que esté
mezclada con tierra húmeda , porque el terreno en que se
encuentra carbon han dicho que como no lo ayudes con es
tiercol , ponía las viñas endebles. La tierra roja, como dice el
mismo Atico, es pesada, y dificultosa para que prenda Ja
planta por medio de sus raices. Pero asi que ha asido la vid
la alimenta bien: mas es difícil de labrarse, pues no se pue
de cayar cuando está húqueda¡, por ser muy glutinosa, ni
cuando es.té demasiado seca, por ser excesivamente dura.
CAPITULO
..ii.
. • -. XII. . , • ,.
u,
Lo que ha enseñado Julio Grecino acerca de la tierra
propia para viña.
•.,',
. . .
..
. .j '
.
. .' •
i
1 ero para no andar ahora divagando por infinitas especies.
de terrenos, no será fuera de propósito referir una especie,
de fórmula que escribió Julio Grecino, con arreglo á la cual
se, .han fijado los límites dentro de los cuales están com
prendidas "las tierras propias para' viñas. Pues el mismo
GvRciuo^ice de ésta manera : que hay alguna tierra que es
cálida ó fria, húmeda ó seca, suelta ó apretada, ligera ó
pesada, pingüe ó delgada: pero que la vid no puede aguan
tar el terreno demasiado cálido, porque la abrasa, ni el muy
frio, porque no deja extenderse las raices , que están heladas
y como pasmadas por el excesivo frio; ni el húmedo, por
que cuando las vides arrojan con el calor moderado atraen
de la tierra mas humedad de la que es menester , la cual
las pudre. Por el contrario, dice que la demasiada sequedad
priva á las plantas de su natural alimento, y que ó las ma-
LIBRO TERCERO
i2?
b del todo , ó las pone ásperas y secas : que la tierra muy
apretada no embebe las aguas llovedizas, ni recibe con fa
cilidad las influencias del aire: que se abre muy facilmente y
hace grietas , por las cuales penetra el sol hasta las raices de
las plantas, que comprime y ahoga, por estar como presas
y encerradas en ella: que la suelta con exceso, deja pasar las
aguas como por un embudo, y con el sol se le evapora
el agua enteramente y se seca: que la tierra pesada ape
nas puede superarse con cultivo alguno: que la ligera apenas
hay uno que la sostenga : que la muy gruesa y muy fértil
es mala por su lozanía , la delgada y ténue por su falta de
jugo. Es menester, dice, enmedio de estas diversas des
igualdades , un gran temperamento, que tambien se necesi»
ta en nuestros cuerpos, cuya buena salud se conserva con
una determinada y como equilibrada proporcion de cálido
y de frio, de húmedo y de seco, de espeso y claro. Y con
todo eso dice que éste temperamento no debe estar en equi
librio en la tierra que se destina para viñas, sino que debe
correr la balanza á un lado mas que á otro; de suerte que
sea mas calilla que fria, mas seca que húmeda, mas suelta
que apretada, y del mismo modo respecto á otras cualida
des semejantes á que dirija su atencion el que va á plantar
viñas: cuyas cualidades fon mas provechosas (en mi opi
nion) sison ayudadas por el clima. Entre los antiguos se
movió una disputa sobre á que parte del cielo deben mirar
las viñas: Saserna aprueba en primer lugar la exposicion á
levante, en seguida la del mediodía y despues la de po
niente: Tremélio Escrofa cree que la principal es al medio
día: Virgilio desecha expresamente la de poniente en éstos
términos1: no miren tus viñedos al sol cuando se pone.
Demócrito y Magon alaban la parte septentrional del cielo,
porque piensan que las viñas que miran ácia ella se hacen
muy fértiles, pero que en la bondad del vino las vencert las demas. A nosotros nos ha parecido lo mejor pres
cribir en general que en los parages frios se espongan k)9
viñedos al mediodía, y en los de moderado calor á levante,
con tal sin embargo que no estén infestados por los venda
vales y solanos, como lo están las costas marítimas en la Bé
lica, Pero si los paises estuvieren sujetos á dichos vientos,
ia8
.
COLUMELA. '
8erá mejor la exposicion acia donde sopla el Aquilon ó el
Favonio. En las provincias ardientes, como Egypto y Numidia, será mejor no exponerlos sino al septentrion. Des
pues de haber examinado diligentemente todos éstos pun
tos , vamos en fin á tratar del agostado.
CAPITULO
XIII.
Cómo se agosta la tierra.
1 ero es menester manifestar el método con que se ha de
hacer, tanto á los cultivadores que han de labrar las viñas
á la moda de Italia, como á los que las han de cultivar á
la de las provincias ; porque en los países lejanos no se
practica esta labor de volcar la tierra; sino que comun
mente se plantan las viñas en hoyos ó en zanjas. En hoyos
se ponen de ésta manera: los que tienen costumbre de po
ner la vid en hoyos , despues de cavado el suelo por casi
tres pies de largo, dos de hondo, y el ancho determinado
por el insrrumento de que se sirven, extienden de un lado
y otro los cabezudos , de suerte que las cabezas estén ácia el
medio del hoyo, y encorvándolos en los dos frentes ó tes
teros opuestos los enderezan ; en seguida lo vuelven a cu
brir todo de tierra, y dejando fuera de ella dos yemas igua
lan lo demas; cuyos hoyos siguen haciendo en la misma
línea, dejando intérvalos sin labrar del mismo largo y an
cho que ellos hasta concluir el liño. En seguida, dejando el
intérvalo arreglado á la costumbre que tiene cada cultiva
dor de labrar, ya sea con arado, ya con azada, forman otro
liño que siguen en los mismos términos. Y si la labor es
solamente de azada , el menor entreliño que se debe dejar
es de cinco pies , y el mayor de siete; pero si es de bueyes
y arado, el menor será de siete pies, y será de suficiente
anchura el de diez pies. Algunos sin embargo disponen
toda la Viña en tresbolillo á diez pies de distancia de vid
á vid, para poder arar la tierra en surcos rectos, y al través
como las de sembradura. Este género de viña no conviene
al cultivador , sino en donde por ser el suelo muy sustan
cioso toma la vid un incremento grande. Pero los que te
men el gasto del agostado , mas quieren imitarlo en alguna
LIBRO TERCERO.
129
parte , forman zanjas de seis pies de ancho, dejando entre
ellas espacios iguales sin labrar, y despues de haberlas ca
vado á tres pies de hondo, levantan la tierra á la misma
altura sobre los bordes, y en los lomos de ésta tierra van
poniendo las vides ó cabezudos, siguiendo la direccion de la
zanja. Algunos obran con mas economía, y la hacen de dos
pies y nueve pulgadas de hondo, y cinco pies de ancho;
despues dejan sin labrar un espacio tres tantos mas ancho,
y hacen del mismo modo la zanja siguiente , y de ésta ma
nera hasta ocupar todo el terreno destinado para la viña,
y a3i que han concluido ponen en el lomo de la tierra que
han sacado de la zanja barbados ó sarmientos nuevos aca
bados de cortar, poniendo entre las plantas ordinarias mu
chos cabezudos , los cuales así que se han fortificado, los pro
pagan poniéndolos en hoyos que hacen en el terreno que
dejan sin labrar entre las zanjas, y arreglan la viña por in
térvalos iguales. Pero estos métodos que hemos referido de
plantar las viñas se han de adoptar ó deshechar segun la
naturaleza ó fertilidad de cada pais. Ahora me he propues
to manifestar el método de agostar un terreno. Y en primer
lugar sea el que destinamos á viñas plantado de árboles ó
erial , se debe sacar de él , y quitar de enmedio toda mata y
todo arbol, para que no detenga despues al cavador, ó no
se apriete el suelo despues de cavado con el peso de los ár
boles que estarán tendidos sobre él , ni lo pisoteen los que
entren á sacar las ramas y los troncos. Pues no es de poca
importancia que la tierra agostada esté muy mullida , y si
puede ser nadie ponga el pie en ella , para que estando mo
vida con igualdad , ceda con blandura á las raices de la nue
va planta por cualquiera parte que se extiendan ; para que
no haga retroceder lo que aumenten por su dureza, si
no las reciba , por decirlo así , en su tierno seno nutricio,
se empape de las aguas del cielo, las distribuya á las plan
tas para alimentarlas , y conspire con todas sus partes á criar
su nueva prole. La llanura se ha de cavar á la profundidad
de dos pies y medio, el terreno pendiente á la de tres, y la
colina mas escarpada aun á la de cuatro, porque si no se hace
á lo agostado un lecho mucho mas hondo de tierra labra
da en éste sitio que en lo llano1, corriendose la tierra de
i
i3o
COLUMELA.
la parte superior á la inferior, apenas quedaría la suficiente
cantidad de tierra mullida en el agostada Por otro lado no
me parece bien que en lo mas bajo de los valles se ponga
la viña á menos profundidad que la de dos pies, porque
es mejor no plantarla, que dejarla como suspendida en la
superficie de la tierra. A no ser sin embargo que la hume
dad-pantanosa que se encuentra á flor de tierra como suce
de en el término de Ravena , impida cavar á mas profun
didad que la de pie y medio. Esta operacion no debe co
menzarse, como hacen los mas de los cialtivadores de nues
tros dias, ahondando poco á poco la zanja, y llegando succesivamente por el segundo ó tercer grado á la profundidad
que han determinado dar al agostado , sino cavando sin in
terrupcion hasta todo el hondo que debe tener, gobernán
dose por un cordel que se pondrá para que los lados salgan
derechos , arreglando detras de sí * la tierra conforme la
vayan cacando , hasta llegar á la profundidad prescrita. En
seguida se ha de ir adelantando el cordel con igualdad por
todo el espacio de la ducha , y se ha de hacer que tenga en
lo hondo la misma anchura con que empezó en lo alto.
Pero es menester que haya un sobrestante inteligente y
cuidadoso que haga se lleve la margen de la zanja perpen
dicular3; que ésta se desocupe y procure que la tierra sin
labrar que está contigua á la zanja se confunda con la que
se ha movido ya en ésta , cuando llegue el caso de que se
labre , como he prevenido en el libro anterior , cuando enseñaba el modo de arar, y prescribí que no se pasasen en
ninguna parte por alto los escaños, ni se cubriese el ter
reno duro con los terrones de encima. Nuestros mayores
habían inventado una especie de máquina para regular és
te trabajo : ésta es una regla en medio de la cual hay una
varilla , cuyo largo es igual á la profundidad que debe te
ner la zanja ; de suerte que puesta la regla en el suelo de
ésta llega la varilla al borde. Esta especie de medida la lla
ma la gente del campo cigüeña , pero tambien cabe en
ella fraude , porque hay muchísima diferencia de ponerla
perpendicular á ponerla inclinada4, por lo cual hemos
añadido ciertas piezas á esta máquina que dirimiesen las
contestaciones y disputas que pueda haber. Porque hemos
LIBRO TERCERO
i3i
cruzado dos reglas en forma de X griega , de manera que
sus extremidades disten entre si tanto como el ancho que
el cavador ha de dar á la zanja en medio de la X donde las
reglas se tocan, hemos fijado aquella antigua cigüeña de
manera que se mantenga como sobre una base , encima de
la cual estuviera puesta perpendicularmente , en seguida
hemos puesto sobre la varilla que está fijada en medio de
la regla un nivel de artesano. Compuesto así éste instrumento, en habiéndolo introducido en la zanja termina sin
injusticia las contestaciones que puede haber entre el pro
pietario y el destajero. Porque la estrella que hemos dicho
parecerse á la letra griega, mide y nivela con exactitud el
suelo de la zanja ; pues por la posicion de la máquina se co
noce si está inclinado ó si está llano, como que el nivel
puesto sobre dicha varilla manifiesta lo uno ó lo otro, y no
permite que se engañe el sobrestante del trabajo. Medido y
nivelado de ésta suerte , el agostado va adelante siempre
como un barbecho, y á medida que se vá caminando con
la cuerda , se ocupa tanto espacio como debe tener de largo
y ancho la zanja. He aquí el modo mas aprobado de pre
parar el terreno.
CAPITULO XIV.
De cuantas maneras se pone la viña , bien sea en las pro
vincias, bien en Italia.
Despues de esto se sigue la plantacion de la viña , que es
tiempo de hacerla en la primavera ó en el otoño. Es me
jor en la primavera , si el clima es lluvioso ó frio , ó es un
campo pingüe, ó una llanura como de vega y húmeda: al
contrario lo es en el otoño , si la cualidad del aire es seca,
si es cálida, si es un campo endeble y árido, si es una co
lina estéril y escarpada: y los dias de la postura de prima
vera son cuarenta poco mas ó menos, desde los idus de fe
brero hasta el equinoccio, y la de otoño desde los de octu
bre hasta las calendas de diciembre. Pero hay dos modos
de plantar , ambos usados por los labradores : de cabezudos,
y de barbados. Los cabezudos están mas en práctica en las
i a
i3a
COLUMELA. i
provincias, porque no procuran tener almácigas, ni usan
criar barbados. Este plantío lo reprueban con razon los
mas de los cultivadores de Italia, porque el barbado tiene
muchísimas ventajas sobre el cabezudo, pues se pierde me
nos, como que por su fortaleza aguanta con mas facilidad
el calor, el frio y los demas temporales: crece tambien mas
pronto, de que resulta que mas pronto tambien esté en es
tado de llevar fruto: y por otro lado ningun peligro hay en
trasplantarlo muchas veces. Sin embargo el cabezudo pue
de plantarse desde luego en lugar de barbado en la tierra
suelta y franca; pero la apretada y pesada quiere segura.
mente vid hecha,
CAPITULO
XV.
Que es mejor ponerlas en el terreno agostado, que en hoyos ó zanjas abiertas en el erial ó inculto.
¡Se planta pues la vtña en una tierra agostada, que se ha
ya limpiado antes, gradado y allanado, dejando cinco pies
entre cada liño, si el terreno es endeble: si es mediano seis;
pero en el pingüe se han de dejar de siete los intervalos,
para que queden desocupados mayores espacios, por donde
se extiendan los muchos y largos sarmientos que tendrán
Jas vides. De esta suerte será muy facil marcar la tierra pa
ra formar una viña en tresbolillo. Para ésto es menester
coser á un cordel pedazos de púrpura ó de otra cualquiera
tela de color vivo, á distancia entre sí de otros tantos pies
como hayas destinado de ancho á los entreliños: luego que
el cordel esté señalado de esta manera, se extiende por la
tierra agostada , y junto á cada pedazo de tela se clava una
caña: y de esta suerte se dirigen los liños con intérvalos
iguales. Hecho esto, se pone el cavador i; trabajar y dejan
do alternativamente un espacio de los señalados en el liño,
abrirá desde una caña á la que le signe un hoyo que no
tenga menos de dos pies de hondo en los sitios llanos, dos
pies y nueve pulgadas en los pendientes, y hasta tres pies
en los escarpados. Hechos los hoyos á ésta prolnndidad, se
ponen los barbados de suerte que estén tendidos desde el
LIBRO TERCERO
i33
medio del hoyo en direcciones contrarias, y se enderecen
en los dos testeros opuestos aplicados cada uno á una caña.
Lo que debe hacer el que planta es lo primero trasladar
desde el plantel la planta muy reciente, y si puede ser, en
el mismo momento que quiera ponerla, procurando sacar
la con cuidado y entera: en seguida podarla enteramente,
como si fuera una vid vieja, dejándola reducida á un sar
miento solo muy fuerte, y alisarle los nudos y las cicatri
ces : si tambien se lastimaren algunas raices al sacarlas ( lo
que se evitará con mucho cuidado) cortarlas: finalmente
ponerla encorvada de manera que las raices de las dos vides
no se enreden entre sí, pues esto es facil precaverlo, ponien
do transversalmente en el suelo del hoyo algunas piedras
que el peso de cada una no pase de cinco libras. Estas pa
rece que separan de las raices las aguas del invierno y las
preservan de los calores del estío, como lo escribe Magon:
al cual siguiendo Virgilio, previene que se defiendan y se
fortifiquen las plantas en estos términos1: "Echa en el hoyo
piedras esponjosas ó conchas inútiles"; y poco despues: "y ya
se ha encontrado quien cargue las plantas nuevas con una
piedra grande ó con el peso de un tiesto grueso : ésto es un
defensivo contr». las lluvias y contra la ardiente canícula,
Cuando cretea los campos con la sequedad." Y el mismo
autor cartaginés prueba que el orujo de la uva mezclado
con estiercol da fuerzas á las plantas puestas en el hoyo,
porque el primero la provoca y excita á echar raicillas nue
vas, y el último suministra calor en los inviernos frios y
húmedos á los hoyos, y en el estío da alimento y humedad
á las plantas. Pero si el terreno donde se pone la vid pa
rece endeble, piensa que se debe echar en los hoyos tierra
pingüe que se traiga de lejos: lo cual si convenga nos lo
enseñará el precio de los víveres en el pais , y el valor de
los jornales.
.: i"
.' . i. .
CAPITULO
XVI.
Cuánta profundidad será suficiente darle al agostado.
Una tierra agostada poco húmeda conviene '. para la plan
tacion ; sin embargo mejor es poner la planta en un terre
i 3
,34
CQLUMELA.
no seco que en uno cenagoso: y cuando la parte de ella
que sale Fuera del hoyo se ve que tiene muchos canutos,
se corta lo que hay de mas en la punta, dejando dos ye
mas sobre la tierra, y el hoyo se llena con ella: en segui
da, allanado lo agostado, se han de plantar caliezudos en
tre las vides ordinarias, y será suficiente ponerlos en el es
pacio desocupado que media entre las vides, y w¡bre una
misma linea: pues de ésta suerte, no bolo ellos se fortifica
rán mejor, sino que quedará algun terreno libre para el
cultivo de las plantas ordinarias. Despues siguiendo la mis
ma linea en que están colocados los barbados, se han de
plantar cabezudos á razon de cinco en cada pie, para po
der recurrir á ellos, en caso de ser necesario reemplazar los
barbados que se pierdan: el primer pie se ha de tomar á
medio de distancia del liño, para que esten retirados por
ambas partes con intérvalos iguales. Julio Atico piensa que
para una plantacion de ésta naturaleza hay suficiente con
diez y seis mil cabezudos. Nosotros plantamos cuatro mil
mas . porque gran parte se pierde por descuido de los cul
tivadores, y mientras mas plantas de éstas se ponen mas
«e aclaran las demas yerbas.
CAPITULO
XVII.
Cómo y de qué manera se ha de poner la vid.
JNo ha sido muy pequeña la disputa que ha habido entre
los autores sobre la postura de la planta. Algunos creyeron
que todo el sarmiento, como se habia quitado de la madre,
era bueno para plantarlo, y dividiéndole en trozos de á cin
co y aun de á seis yemas, pusieron muchos en la tierra. Lo
que yo de ninguna manera apruebo, y me conformo mas
bien con los que han negado ser la parte superior del sar
miento idónea para llevar fruto, y admitiendo solamente la
que está unida al sarmiento antiguo, desecharon toda la sae
ta, ha gente del campo dá este nombre á la extremidad su
perior del sarmiento, ó porque se ha alejado mas de la ma
dre, y parece haber saltado lejos de ella, ó porque adelgaza
da por la punta, tiene figura de saeta. Los cultivadores ma
LIBRO TERCERO
r35
inteligentes han sido de opinion que ésta no debia plantarse,
sin darnos la razon de su modo de pensar, sin duda por
que estando muy instruidos en la Agricultura, les parecía
evidente y que 'saltaba á los ojos de todos: pues todo sar
miento fecundo echa fruto con abundancia hasta la quinta
ó sexta yema; en la parte restante, por largo que sea, ó de
ja de echar, ó los racimos que muestra son muy pequeños;
por cuya causa los antiguos se quejaban con razon de la
esterilidad de la punta. Pero el cabezudo se plantaba por
ellos de manera que el sarmiento nuevo llevase unido al
guna parte del viejo : mas la experiencia ha condenado éste
método : porque todo lo que se había dejado de la madera
antigua , se pudría prontamente con la humedad , luego que
se metía en la tierra y estaba cubierto con ella , y su cor
rupcion acarreaba la pérdida de las raices tiernas, que es
taban inmediatas, apenas comenzaban á salir; lo cual cuan
do habia sucedido, se desecaba la parte superior de la plan
ta. En seguida Julio Atico y Cornelio Celso, autores los
mas célebres de nuestra edad , siguiendo á los dos Sasernas
padre é hijo, cortaron todo lo que habia quedado del sar
miento viejo por el mismo punto por donde nace el nue
vo, y de esta suerte metieron en tierra el sarmiento con
su cabeza.
CAPITULO
XVIIL
Qué debe observar el que la pone.
Pero Julio Atico no metía en tierra la antedicha planta,
sin torcerle antes y encorvarle la cabeza , para que no se
escpase del pastíno. Asi llaman los cultivadores á un ins
trumento de hierro con dos puntas, con el cual se ponen
las plantas , de donde tambien ha resultado llamarse ropastinadas las viñas viejas que se arrancaban para volverlas á
plantar : pues este era el modo propio de nombrar la viña
antigua, que se habia sacado y plantado nuevamente de lo
mismo : ahora el uso comun, ignorante de la antigüedad,
llama repastinado á todo terreno que se prepara por la la
bor, para plantarlo de viñas. Pero volvamos al asunto. El
modo de plantar de Julio Atico es en mi opinion deiectuo
Í4
i36
COLUMELA.
so, en cnanto admite el cabezudo con la cabeza torcida,
y para evitar ésto no hay una razon sola. Primeramente,
porque ninguna planta que se ha maltratado y quebrado
antes de ponerla fii la tierra, ase mejor que si se ha plan
tado entera, ilesa y sin detrimento: en segundo lugar todo
lo que se ha metido en tierra encorvado y mirando ácia
lo alto de ella, cuando llega el tiempo de sacarlo resiste á
los esfuerzos del cavador como si fuera un anzuelo, y clava
do en la tierra á manera de garfio se quiebra mas bien
que dejarse arrancar; pues la madera en aquella parte que
se ha lastimado al plantarla por haberla torcido y encor
vado es facil de quebrarse : por lo cual pierde la mayor
parte de las raices , que igualmente se quiebran. Pero aun
dejando aparte éstas incomodidades , á lo menos no puedo
disimular una, que es muy contraria á éste método, pues
tratando poco ha de la extremidad del sarmiento , que di
je llamarse 9aeta, sacaba la consecuencia de que el fruto
se producía dentro de la quinta ó sesta yema mas inme
diatas al sarmiento viejo. -Pues ésta parte fecunda la des
perdicia el que retuerce el cabezudo, porque la parte que
se dobla tiene tres ó cuatro yemas, y las dos ó tres restan
tes de fruto se sumen enteramente en la tierra, donde que
dando sepultadas no echan vástagos sino raices: de ésta
suerte sucede , que lo que evitaríamos, aunque fuese en él
plantío de un saucedal, lo adoptenlos en semejante cabezu
do , que es preciso hacerlo mas largo , si lo queremos plan- .
tar torcido : y no hay duda que en éste caso se dejan en él
las yemas inmediatas á la extremidad superior, que son
infecundas, y de ellas brotan renuevos ó estériles ó á lo me
nos no tan feraces, que la gente del campo llama recentarios. Y qué ¿no es muy interesante que el cabezudo que se
planta arraigue por el mismo sitio por donde estaba uni
do á la madre, y que se cicatrice prontamente? Si ésto no
se verifica, se atrae por la médula de la vid que está abier
ta,. como por un tubo, demasiada agua, y ésta misma
pone el tronco hueco y facilita en él escondrijos á las
hormigas y á otros animales, que pudren las cañas de las
vides: pero estoes lo que les sucede á las plantas que se
han retorcido: pues como al arrancarlas se han quebrado
LIBRO TERCERO
i37
sus partes inferiores, se ponen con las médulas abiertas: é
introduciendoseles las aguas y los referidos animales, se en
vejecen prontamente. Por lo cual el mejor modo de plan
tar un cabezudo es ponerlo derecho, cuya cabeza, asi que
se ha metido entre los gavilanes de la azada, se retiene fa
cilmente con lo estrecho de su boca y se hunde: este sar
miento asi hundido arraiga con mas brevedad : pues echa
igualmente raices por la cabeza que es el sitio por donde
se ha cortado: las cuales en habiendo crecido cierran la ci
catriz, y por otra parte la misma herida, como está vuelta
acia abajo, no recibe tanta agua como la que está encorva
da y vuelta acia arriba , la cual deja pasar por la medula,
como por un embudo , todas las aguas llovedizas que caen
sobre ella.
,
. .
CAPITULO
XIX.
Qué longitud debe tener el cabezudo.
JLa longitud que debe tener el cabezudo no es muy fija:
porque si. tiene muchas yemas , se ha de hacer mas corto,
y si tiene pocas mas: largo: sin embargo no ha de tener
mas de un pie, ni menee de nueve pulgadas; si fuera mas
pequeño , padeceria con la sequedad en los estíos , pues es
taña á flor de tierra: si fuera mas largo, se introduciría
muy profundamente en la tierra, y sería muy dificultoso
arrancarlo cuando hubiese crecido. Pero esto se entiende
en lo llano, pues en lo pendiente, donde la tierra se corre,
puede ponerse de un pie y un palmo. En el sitio de valle
y llanura húmeda, plantamos tambien cabezudo trigemme,
el cual tiene poco menos de nueve pulgadas de largo, y
sin embargo mas de medio pie. Y á este no le dicen tri
gemino, porque absolutamente no tenga mas de tres hiemas, pues. cerca de la incision, por donde se le ha sepa
rado de su madre, está lleno de ellas por lo comun; sino
porque á excepcion de éstas de que está poblado en la
misma cabeza tiene ademas tres articulaciones, y otras tan
tas yemas. Ademas de lo que he dicho advierto al que
fuere á plantar cabezudo ó barbado que evite el viento
fuerte y el sol, para que no se desequen, de cuyos dos pe
i38
COLUMELA.
ligros se preservan cómodamente, poniendo delante algu
na ropa ó cualquiera género de cubierta tupida. Sin em
bargo es mejor escoger para plantacion un dia sin aire,
ó que á lo menos el que corre sea ligero: porque del sol
facilmente se preservan con sombrajos. Pero antes de con
cluir este tratado, es menester decir alguna cosa sobre
asuntos de que no hemos hablado todavía: á saber, si se
han de tener viñas de muchas especies, y si teniendolas
han de estar separadas y distinguidas particularmente , o
confusas y mezcladas sin orden. Trataremos antes de lo que
hemos propuesto primero.
CAPITULO
XX.
Cuántas especies de vides se han de poner.
Un cultivador inteligente debe plantar la vid de la casta
que sea mas de su aprobacion , sin entremeter planta algu
na de otra, y aumentar siempre su número lo mas que pue
da; pero uno próvido debe poner de diferentes vidueños,
pues nunca es el año tan apacible y templado, que no mo
leste con alguna incomodidad á alguna especie de vid, pues
ei es seco, la viña que prevalece con la humedad, padece;
si es lluvioso, la que le conviene la sequedad; si es frio y
sujeto á heladas, la que no puede resistir la quemadura; si
es ardiente, la que no aguanta el calor. Y para no indivi
dualizar ahora los daños que pueden originarse de mil cla
ses de temporales , siempre hay alguna cosa que ofenda a
las viñas: de donde se sigue, que si no hemos plantado
mas que de un solo vidueño, en haciendo el tiempo que
le es dañoso, nos privaremos de toda la vendimia, pues
no tendrá recurso alguno el que no tenga plantas de di
versos vidueños. Pero si formáremos viñedos de diversas
especies, alguna de ellas quedará ilesa y llevará fruto. Y
sin embargo este no ha de ser motivo que. nos obligue á
tener muchas variedades de vides ; sino la que hayamos
hecho juicio ser la mejor aumentemos su número cuanto
podamos, en seguida la que mas se le acerque, despues
las que son de tercera y aun de cuarta clase, de suerte que
LIBRO
TERCERO
i39
nos contentemos con una especie de quaternion de vides
selectas; pues basta tentar la suerte de la vendimia por cua
tro, ó á lo mas por cinco vidueños. En cuanto á la segunda cuestion que habia yo propuesto ahora poco no du
do que se hayan de distribuir las viñas por especies, y
colocarlas cada cual en cuadros particulares, divididos
por sei.das y lindes. Y el no dudar yo que esto deba
hacerse, no es por haber podido conseguir de mis trabaja
dores que lo ejecutaran, ni porque alguno de los que mas
lo han aprobado lo haya puesto en práctica antes que yo;
porque es la mas difícil de todas las operaciones rústicas,
pues exije una suma atencion en la eleccion de las plantas,
y algun conocimiento para discernir las especies; en cuyas
cosas es menester de ordinario la mayor felicidad y pru
dencia: i)ero algunas veces (cerno dice el divino autor Pla
ton ) la belleza de una cosa nos excita á correr tras ella,
aunque la flaqueza de la humana naturaleza no nos permi
ta conseguirla. Sin embargo si vivimos bastante, y si se
juntan la ciencia y las facultades con la voluntad , llevaréniorl ésto al cabo sin mucha dificultad. Aunque el tiempo
de nuestra vida en que hemos de perseverar en éste pro»
yceto .no.ha de ser muy pequeño absolutamente si hemos
de discernir un gran número en algunos años; pues no to
do tiempo permite hacer este discernimieito ; porque las
vides que no se pueden distinguir por la semejanza de su
color , de su tronco , y de sus vástagos , se dau á conocer
por su fruto cuaudo está maduro y por sus pámpanos. Cuya
atencion sin embargo no afirmaré que pueda tenerla otro
que el mismo padre de familia; pues confiarla al capataz,
ó aunque sea al viñador, es cosa de un hombre descuidado;
siendo así que muy pocos cultivadores hayan conseguido
una cosa mucho mas facil ; cual es conocer la cepa de uva
tinta, aunque el color de ésta se puede discernir por el mas
falto de atencion.
.'.•'.
,
• '
140
COLUMELA.
CAPITULO
XXI.
Si se han .de plantar los cuadros cada uno con distinto
vidueño, sin mezclar unos con otros.
Cion todo eso me ocurre un medio único de hacer con mu
cha prontitud lo que hemos propuesto, si las viñas son an
tiguas, que es injertar con separacion las vides de cada cua
dro con diferentes especies de puas, en cada cual las de un
vidueño: de ésta suerte recogeremos en pocos años muchos
millares de cabezudos do las cepas injertas, y pondremos las
plantas de diferentes especies distribuyéndolas por suertes.
Muchos son los motivos de utilidad que pueden obligarnos
á hacer ésto: y, para empezar por el de menos considera
cion , el primero es que en todas las operaciones de la vida,
no solo en las relativas á la Agricultura, sino en las que lo
son á otra arte cualquiera , agradan mas á un inteligente las
cosas que están distinguidas segun sus especies particulares,
que las que están como tiradas por diversas partes.; J coa'
fundidas, por decirlo así, en un monton. El segundo -es, que
6i un hombre, aun el menos versado en la vida rústicaoviene á una tierra plantada como corresponde, admirará con
el mayor placer la liberalidad de la naturaleza, cuando por un
lado se le presenten las vides de Berri cargadas de fruto, por
Otro sus iguales las heluolas1, aquí las arcelacas, allí tambien
se junten las espionias ó basílicas; yquela tierraque dará todos
los años éstas fértiles producciones, como uua madre perpé
tuamente preñada, presentará á los mortales su seno Peno de
mo3to para alimentarlos. En medio de este espectáculo verá
brillar el otoño cargado por todas partes de frutas de varios
colores, favorecido por Baco que lleva sus sarmientos dobla
dos con el peso de los racimos de uvas blancas', amarillas,
rojas, ó de las que resplandecen con el color de púrpura. Pe
ro aunque éstos objetos agraden muchísimo, sin embargo
la utilidad excede al placer. Pues tambien el padre de fami
lias vá á ver el espectáculo que le presenta su heredad con
tanto mas gusto cuánto ésta es mas fértil, y lo que dice el
poeta hablando de este sagrado numen. " Y á donde quiera
LIBRO TERCERO
141
que el Dios volvió su cabeza está hermoso", podrá aplicarse
al dueño, pues adonde quiera que se dirigen sus ojos cuan»
do está presente , en aquella parte se produce el fruto con
mas abundancia. Pero omito lo que puede tambien suce
der en las viñas que no están separadas por especies, y pa
so á otras cosas que han de llamar mas la atencion. Las
vides de diferentes especies ni dejan la flor á un mismo
tiempo, ni llegan sus uvas á madurar juntas. Por cuya cau
sa el que no tiene separadas sus viñas por vidueños, es
preciso que sufra una de estas dos incomodidades, ó re
coger el fruto tardío con el temprano, lo que causa lue
go la acidez, ó si espera que madure el tardío perderla
vendimia del temprano que ordinariamente se destruye
con el pillage de los pájaros y con el destrozo de las
lluvias y los vientos. Pero si quisiere coger aparte y por
intérvalos el fruto de cada vidueño , es menester en pri
mer lugar que se exponga á ser engañado por los vendimia
dores, pues no puede poner á cada uno un manijero que
lo observe y que le mande no cortar las uvas verdes con
las maduras: ademas aun aquellas vides que maduran á
un tiempo, en siendo de diversos vidueños, el gusto de la
mejor te echa á perder por el de la peor, y contundido en
uno el de muchas, no podrá conservarse mucho tiempo.
Y por esto la necesidad obliga al viñero á vender pronto su
vino ; siendo así que lo vendería mucho mas caro si pu
diera dilatar la venta hasta cumplir el año, ó á lo menos
hasta el estío. Tiene ademas ésta separacion por vidueños
una comodidad suma, porque el viñador dará á cada uno
mas facilmente la poda que le corresponda cuando sepa tle
qué vidueño es el cuadro que va á podar, y ésto es dificul
toso en las viñas de diferentes especies mezcladas, porque
la mayor parte de la poda se hace en un tiempo en que
las viñas no tienen ni aun pámpanos que las puedan dar
á conocer. Pero importa mucho que el podador deje mas
6 menos sarmientos segun la naturaleza de cada especie de
plantas; y que las excite podando largo, ó las contenga ha
ciendolo corto. Ademas no es de menos importancia la
parte del cielo á que está expuesta cada especie de viña,
pues no acomoda á todas la exposicion cálida, ni por el
i4*
COLUMELA.
contrario á todas la fria; sino que cada una tiene su pro
piedad particular ; de suerte que unas se fortifican ácia el
roediodia, porque se deterioran con el frio: otras apetecen
el lado del norte, porque padecen con el calor; y algunas
gustan de la temperatura de levante ó poniente. Estas va
riedades las observa, segun la situacion y posicion de los
lugares, el que separa los vidueños por cuadros. Tambien
saca otra utilidad no pequeña en bacer la vendimia con
menos trabajo y gasto; porque coge á tiempo las uvas que
maduran primero, y difiere sin pérdida la recoleccion de
las que no han madurado todavía; ni el fruto pasado se
junta con el que está en su punto de madurez para ha
cer precipitar la vendimia, ni obligan á buscar cortadores
á cualquiera precio que se encuentren. Asimismo es de una
ventaja grande poder guardar aparte el vino dj cada espe
cie y gusto, sin mezclarlo sino en toda su pureza, bien se
haya hecho con uva de Berri, bien con basílica, bien con
espiónica , cuyas especies de vinos habiendose echado así
en las vasijas, como no hay en ellos cualidades contrarias,
adquieren fama á fuerza de años; pues despues de quince
años ó algunos mas no se puede conocer en el gusto lo ordi navios que son ; pues es propio de casi todo el vino ad
quirir bondad con el mucho tiempo. Por lo cual es utilísi
ma, como nos hemos propuesto hacer ver, la separacion de
los vidueños, la cual si á pesar de ésto no pudieres conse
guir, el segundo partido que puedes tomar es no plantar
juntas otras vides de especies diferentes que las que den
frutos que se asemejen en el gusto y maduren al mismo
tiempo. Puedes tambien si gustas de frutas poner tallos de
higueras ó perales y manzanos en los últimos liños , en la
orilla de la viña que está expuesta al septentrion, para que
no den sombra cuando hayan crecido : en teniendo dos años
se injertarán, ó se trasplantarán si están fuertes y son de
buena cualidad. Esto es lo que tenia que decir sobre la
plantacion de las viñas; resta la parte mas importante, que
es enseñar el modo de cultivarlas, de lo que trataremos á la
larga en el volúmen siguiente.
LIBRO TERCERO
143
NOTAS AL LIBRO TERCERO.
Notas al capitulo I.
i. Virg. Georg. lib. II, v. i.
2. £1 mismo allí.
3. Plinío en el lib. 14 cap. i.° dice que la vid fue con
tada con razon por los antiguos entre los árboles, á causa de
su magnitud, porque de una vid se hizo una imagen de Jú
piter.
4. Estas viñas no pueden prevalecer sino en un clima de
ésta cualidad , porque como sus granos se tocan unos á otros,
se podrirían en un terreno húmedo, y no madurarían en uno
frio.
5. Georg. lib. II, v. 238.
Notas al capitulo II.
1. Nombre griego que en castellano significa excelentes.
2. Apianas, de las abejas, que les tienen mucha aficion,
así como nosotros las llamamos moscateles por las moscas.
3. Sin fuerza.
4. De á privativo y vesv'óo que significa estar borracho,
porque no embriaga el vino que se hace de ellas.
5. Plinio en el lib. 14 cap. 2 dice que algunas personas
la llaman espínea de espina.
6. Plinio en el lib. 14 cap. 1 dice que se llaman así por
la semejanza que tienen sus granos con las aceitunas , que en
latín se llaman olee.
7. Esta palabra, que se lee de mil maneras diferentes en
los manuscritos, tanto de Plinio, como de Columela, podria
bien significar las lineas que estaban trazadas sobre las uvas:
lo mismo quiere decir escriptula que parece ser como debe es
cribirse, y no escripula ni escirpula.
8. De pergula , parra, vid propia para emparrados.
9. Georg. lib. II, v. 103.
10. Este pasage no se encuentra hoy en Caton.
Notas al capitulo III.
1. Lucio Anneo Seneca, apellidado el Filósofo, natural
de Córdoba, hijo de Marco, célebre declamador y hombre sa
bio: el hijo tambien lo fue, y asimismo maestro de Neron,
quien, mientras se gobernó por sus consejos, fue las delicias
144
COLUMELA.
del género humano: despues le quitó la vida y fue un mons
truo de crueldad y de disolucion. Muchas obras de este gran
de hombre han llegado á nuestro tiempo.
2. En realidad no recibiría mas que 1348*.
Notas al capitulo VI.
1. Efectivamente ésta vara suele ser esteril , por lo que la
llaman sarmiento pampinarip.
2. Es decir, conversion ó restablecimiento del Sol. Este
período está formado con arreglo al año Juliano, que es de
365 días y 6 horas, las cuales al cabo de cuatro años dan un
dia entero para completar los 1461. ¿Pero qué tiene que ver
éste período con la fecundidad de las plantas ? Sin embargo
hasta nuestros dias han llegado Las vanas observaciones de los
años bisiestos: quizá no se encontrará un capataz por éstos pue
blos que quiera plantar un olivar ó una viña en éstos años.
Notas al capitulo VIII.
t. Los antiguos, y entre otros Plinio, atribuían esta fe
cundidad á las aguas del Nilo, cuyo efecto, segun ellos, se ha
cia sentir, no solo en las tierras, sino tambien en las mugeres.
2. Columela nos manifiesta aquí, y aun mas bien al prin
cipio del cap. siguiente, lo que nos han dejado ignorar los
historiadores antiguos, cuando nos han contado la historia de
los Horacios y los Curiados; ésto es, que sus madres eran
hermanas é hijas de un ciudadano de Alba, de la familia de
estos últimos.
3. En las obras que nos quedan de Ciceron no se en
cuentra esta noticia, que se habrá sacado de un libro que ha
bía compuesto sobre las cosas maravillosas, citado por Plinio
en el libro 31 cap. 2. Este autor dice en el lib. 7 cap. 16
que na se sabia exactamente la estatura que tenia; pero sí que
se le miraba como un prodigio, y que estuvo expuesto á aho
garse por el concurso de gentes que habia atraído la curio
sidad para verlo.
4. Este es el arbol de la canela. Si se cultivaba en Roma,
¿cómo pudo ignorarlo Plinio, y decir en el cap. 32 del lib. 16
que no prendia sino en los paises septentrionales de Italia?
Sin embargo yo creo á Columela sin tener á Plinio por em
bustero: pues Roma era muy grande, y no es extraño que
esto se ocultase á Plinio.
Notas al capitulo IX.
i. Teniendo el amphora dos urnas, ¿cómo es posible que
una cepa que producía solamente tres sobre el yugo produ
jese veíate armada en parra ? Yo confieso que ésta puede dar
LIBRO TERCERO
,45
mas bien que el yugo la facilidad de extenderse á los sarmien
tos de una misma cepa; pero la proporcion de veinte á tres
me parece excesiva. Se advierte en los números una negligen
cia extremada de parte de los escribientes de los libros anti
guos. Este ejemplo^ prueba que no se les puede corregir sin te
ner el don de adivinar.
2. Tytiro en la eglog. I de Virg. v. 33.
'. 3. Se contaban cuatro de estos combates sagrados entre los
griegos: los de Neméa, instituidos en honor de Júpiter; los
Pythios, en honor de Apolo; ístmicos, instituidos por Theséo
en honor de Neptuno, ó segun otros en el de Palemon; y los
OJympicos en el de Júpiter Olympico.
' ;i
Notas ai capitulo X'.' •"~'•" •
1. Columela piensa que una vez que el jugo.de la planta'
ha llegado á su extremidad se para allí y no se reparte : siste
ma contrario al de la Circulacion. Es verdad que no está su
ficientemente averiguado si la savia y jugos propios de las
plantas circulan; pero todos los físicos y naturalistas mas acre
ditados convienen en que una porcion de sávia asciende pa
ra que broten y se desenvuelvan las ramillas, y que otra por
cion de la misma sávia vuelve á bajar, para que se desple
guen y crezcan las raices.
2. De humerus , hombro.
Notas ai capitulo XI.
I. Aunque el olivo no esté comprendido entre los ár
boles que en seguida cita Columela, sin embargo se ve por
Plinio en el libro 17 cap. 13, que los antiguos maridaban la
vina a este arbol con tal que no diese demasiada sombra, y de
este pasage se infiere lo mismo.
2-, Vocablo latino, que significa negruzca y tambien po
lla o tierna; y parece deberse tomar en este último sentido.
3. Especie de piedra blanda y desmenuzable.
1.
Nota al capitulo
Georg. lib. II , v. 298.
XII.
Notas al capitulo XIII.
1. Es facil conocer por qué las colinas necesitan un agos
tado mas profundo que el de la llanura, si nos hacemos car
go que son semejantes á un triángulo rectángulo ; pues como
las plantas se han de poner no en ángulos rectos á la hipote
nusa, sino perpendiculares á la misma base, el pie de ellas
no puede estar asegurado sino en cuanto esté mas profunda
mente metido en la tierra.
k
,45
COLUMELA.
2. De aquí se infiere que el instrumento llamado pastinum
es una especie de azada ó azadon que se tira ácia adelante
para cavar la tierra. Porque los que calían con pala , apoyan
do el pie sobre ella, echan delante de sí la tierra á medida
que la mueven , y no la echan detras de sí , pues ellos mismos
van andando ácia atras.
3. Para que sea tan ancha por arriba como por abajo. Si
las márgenes de dos zanjas que se tocan por lo alto no estan
derechas sino en plano inclinado, se dejará entre ellas un es
caño en forma de prisma triangular, cuyo ángulo agudo es
tando en lo alto y la base en el fondo no se percibe facilmen
te con la vista.
4. En efecto, si en colocándola en la zanja se inclina
mas áun lado que á otro , mide una profundidad menor que
si estuviera perpendicularmente.
i
Nota al capitulo XV.
Georg. lib. II, v. 33,
Nota al capitulo XXI.
1 Las que tienen el color entre rojo y blanco.
LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA.
De las cosas del campo.
LIBRO
CUARTO.
CAPITULO
I.
Se establece , contra la opinion de Ático y de Celso , que
no es suficiente profundidad la de dos pies en los
hoyos para plantar viñas.
Habiendo tú, Publio Silvino, leido á muchos aficiona
dos á la Agricultura el libro que yo he escrito sobre
el plantío de las viñas, dices haberse hallado algunos,
que á la verdad han celebrado los demas preceptos
que hemos dado. Pero han censurado dos : el primero,
haber yo prevenido que se hagan los hoyos demasiado
hondos, habiendo añadido nueve pulgadas á la profun
didad de dos pies señalada por Celso y Atico: el segundo,
haber destinado con poca inteligencia , segun dicen , á cada
barbado un solo apoyo , cuando estos mismos autores han
permitido cou ahorro de gasto, que con dos ramas separadas
y de un mismo barbado se cubran dos apoyos seguidos en
un liño : cuyas dos objeciones se fundan mas bien sobre un
juicio equivocado , que sobre uno verdadero. Porque ( pa
ra refutar antes lo que he propuesto primero ) si nos hemos
de contentar con un hoyo de dos pies, ¿para qué damos un
agostado tan profundo á la tierra, habiendo de poner la vid
á una profundidad tan pequeña? Dirá alguno que esto es
para que haya por bajo de ella tierra mullida , cuya dureza
no desvíe ni rechace las raicillas nuevas que se van introdu
ciendo en la misma. Tambien puede suceder esto en un ho
148
COLUM~ELA.
yo de dos pies y medio de hondo, si se cava el terreno. con
un azadon , pues el suelo fermentado é hinchado con la ca
va y la rellenadura del hoyo tiene mas de dos pies y medio
de tierra movida, y por esto deja á las raices lugar donde
se extiendan: porque la tierra en lo lleno está siempre mas
levantada cuando está movida que cuando no lo está. Y á
la verdad la postura de las plantas no exige que se les deje
por bajo un lecho profundo de tierra mullida : sino que á
las vides basta dejarles medio pie de ésta tierra por bajo
de las raices, para que reciba los incrementos de éstas como
en un seno hospital y materno. Tomemos un ejemplo de
esto en las vides que se maridan á árboles, pues cuando
abrímoslos hoyos, y plantamos en ellos los barbados, deja
mos debajo de estos muy poca tierra mullida. Es pues la cau
sa mas cierta de dar el agostado mas hondo, el (pie las vi
des destinadas á yugos crecen mejor cuando se ponen en
hoyos mas profundos: pues los dedos pies, ni aun apenas
los pueden aprobar los cultivadores de las provincias, los
cuales ordinariamente dejan su3 vides bajas y junto á. la
tierra, cuando las que se destinan al yugo han de estar ase
guradas sobre fundamentos mas profundos: pero si suben
mas arriba necesitan mas. ayuda y mas tierra. Y por esto, pa
ra las que se han de maridar á árboles, úadie hace hoyos de
menos hondo que tres pies. Pero los cultivadores sacan poco
provecho de las dos piiucipales utilidades que ofrece una
postura poco profunda: éstas son crecer mas pronto las plantasque no se fatiguen oprimidas por el mucho peso tic la tier
ra, y hacerse mas fértiles las que estan mas superficiales.
Pues éstas dos razones de Julio Ático se convencen con el
ejemplo de las vides maridadas á árboles, las cuales segura
mente son mucho mas fuertes y fértiles; loque no les suce
dería si las plantas enterradas á mayor profundidad padecie
sen. Y ¿áqué viene decir .que la fierra agostada , al instante
que se ha' mullido y. dilatado se levanta como si estuvienv
en fermentacion , cuando despues, sin que haya pasado mu
cho tiempo, se sientacondensáudose, y sesebara de las rai
ces, que quedan como nadando en la superficie del suelo?
Perra' esto sucede menos veces en nupstrométodo de planta*
h viña, pues la ponemos mas honda. Porque en cuanto á lo
LIBRO CUARTO
149
que se dice que las plantas padecen en lo profundo con el
frio, tampoco lo negamos nosotros. Mas la profundidad de
dos pies y nueve pulgadas no es la que puede producir és
te efecto; cuando principalmente (como hemos dicho poco
antes) la plantacion de la vid para maridarla á árboles, aun
que mas profunda , se liberta de ésta incomodidad.
' ' . '
. '
i
CAPITULO II.
Que no conviene cubrir dos estacas con un barbado, sino
á cada planta se ha de. destinar un apoyo.
Aquella otra opinion en que estan de que.se cubren con
menos gasto dos estacas con los sarmientos de una sola vid,
es falsa. Pues ó se pierde la cepa, en cuyo caso quedan dos
estacas desocupadas , y es menester remplazarla por dos bar
bados, que con su número aumentan el gasto del cultivador;
ó vive esta cepa , y (como muchas veces sucede) ó es de uva
negra, ó poco fértd, entonces no hay falta de fruto en una
estaca sola, sino en muchas. Los mas inteligentes en las co
sas del campo creen que una vid seria menos fértil, aunque
fuera de vidueño generoso, si estuviera dividida de ésta ma
nera sobre dos estacas, porque formaría con sus sarmientos
una especie de zarzo. Y por esto el mismo Ático ordena que
laa viñas viejas se propaguen mas bien por medio de mu
grones, que no hundiendolas enteramente : porque los mu
grones arraigan con facilidad , de suerte que cada vid se sos
tiene sobre sus propias raices, que se deben mirar como sus
fundamentos. Pero la que está enteramente tendida, ha
biendo como enrejado y enredado la capa inferior del ter•seno, hace una especie de zarzo, Se obstruye con una muí»
titud de raices enlazadas entre sí, y perece, no tle otra
manera que si estuviera cargada de muchos sarmientos.
Por lo cual yo preferiría en todo caso probar, poniendo
dos plantas mas bien que una sola, y no adoptar como
ahorro lo. que por todos latios me puede acarrear mucho
.mayor dispendio. Pero lo que hemos tratado en el libro
anterior exige ya quedemos principio á lo que hemoá ofre
cido tratar en éste.
k 3
j5o
COLUMELA.
CAPITULO
III.
Que si el plantío nuevo de viña no se ayuda con gran
cuidado y diligencia pront amente se pierde.
En todo género de gastos la mayor parte de' los hombres,
como dice Grecino, tienen mas animo para empezar á
obras nuevas, que para cuidarlas cuando se han conclui
do. Pues algunos construyen casas sacándolas de cimien
tos , y despues de haberlas acabado no las adornan. Otros
fabrican navios con actividad, y despues de hechos, no tie
nen la misma para equiparlos y marinarlos. Estos tienen
pasion por comprar ganados, aquellos por comprar esclavos,
pero no se toman la pena de mantenerlos. Tambien hay
muchos que con su inconstancia destruyen los beneficios
que han hecho á sus amigos. Y para que esto no nos cause
admiracion, Silvino, no falta quien crie con mezquindad
los hijos que ha tenido de su matrimonio y á fuerza de pro
mesas, y descuide de su educacion con respecto á las cien
cias ó á los ejercicios corporales. ¿Qué pretendo yo inferir
de éstas cosas? que seguramente incurren tambien en ésta
misma falta por lo comun los cultivadores que abandonan
por diferentes motivos las viñas que han puesto con la ma
yor perfeccion , antes de haber tomado su incremento. Unos
hay que huyen del gasto que se repite todos los años, y tie
nen por muy cierto que el principal rédito y el mas seguro
es no expender cosa alguna, como si fuera absolutamente
preciso plantar viñas, para abandonarlas por avaricia en lo
sucesivo. Algunos hay que creen ser mejor poseer grandes
viñedos, que tenerlos bien cultivados. Yo he conocido ya
á muchísimos, que estaban persuadidos á que el campo se
ha de cultivar, pero que es indiferente hacerlo con buenos
ó con malos métodos. Pero yo no solo soy de sentir que nin
guna clase de campo puede ser fructuosa si no se cultiva con
el mayor cuidado é inteligencia, sino que ésto se verifica
en las vinas mas que en otro alguno. Pues la vid es una
planta tierna , débil y que no puede aguantar cosa alguna
que la perjudique , que comunmente se consume por el
mucho trabajo y abundancia, y que perece víctima de su
LIBRO CUARTO
i5i
fecundidad, si no se la moderas. Sin embargo, así que se ha
fortificado algun tanto, y como que ha tomado un vigor ju
venil , sufre el descuido del cultivador. Pero si al majuelo
no se le dan las labores correspondientes, hasta que haya
tomado su incremento, se reduce á una extrema debilidad,
y se consume de tal manera, que no hay gastos que pue
dan alcanzar á restablecerlo. Por consiguiente, se han de po
ner, por decirlo así, sus fundamentos con el mayor cuida
do, y arreglar sus miembros desde el primer dia de haber
se plantado, como se arreglan los de los niños recien naci
dos : lo cual si no lo hicieremos , viene á inutilizarse todo el
gasto, y no se volverá á presentar otra vez la oportunidad
de hacer cada cosa á su tiempo , habiéndolo dejado pasar.
Creeme, Silvino, como á experimentado; la viña que está
bien plantada, es de buen vidueño, y se labra por un
buen cultivador, nunca ha dejado de recompensar con gran
usura el gasto que se ha hecho en ella. Y ésto nos lo de-'
muestra Grecino en el libro que escribió de las viñas, no
solo por la razon, sino tambien por un ejemplo, cuando
refiere haber oido decir muchas veces á su padre, que un
tal Paridio de Velera, vecino suyo, había tenido dos hijas
y una tierra plantada de viña , de la cual había dado la ter
cera parte en dote á la hija mayor cuando la casó, y sin em
bargo había solido coger igual cantidad de fruto de las dos
terceras partes que ántes del todo: que despues había casado
la hija menor, dándole la mitad de lo que le quedaba, y que
tampoco haciendo esto había disminuido nada del pro
ducto antiguo. De lo cual ¿qué conjetura saca sino que la
tercera parte , que le quedaba de la posesion , se había cul
tivado despues mejor que antes toda ella?
CAPITULO IV.
Que es conveniente tender la vid en el suelo del hoyo,
y despues de encorvarla se ha de aplicar (endere
zándola desde lo hondo de él) á una caña que se
clavará.
Con que, Publio Silvino, plantemos tambien nosotros las
viñas con grande ardor, y cultivémoslas con mayor apli
A 4
i5a
COLUMELA.
cacion. Y para plantarlas, el modo que hay mas ventajo
so es solamente el que hemos dado á conocer en el li
bro anterior, y que consiste en tenderlas en un hoyo,
formado en el terreno agostado , casi desde el medio de
él hasta sus extremidades, donde se levantarán perpendicularmente, y se aplicarán á unas cañas. Y sobre todo
se ha de observar que el hoyo no tenga hechura de pi
lon, sino que sus bordes estén perpendiculares, forman
do ángulos bien expresados. Porque la vid que se. ha pues
to inclinada, y como recostada en un pilon, está expuesta
á recibir heridas cuando despues se excava. Pues mientras
mas profundiza el cavador la excava al rededor de la vid,
mas la hiere siesta inclinada, y algunas veces la corta. Con
que tengamos presente aplicar el sarmiento al rodrigon , tra.
yéndolo derecho desde el fondo del hoyo, y guiarlo de ésta
manera hasta lo alto. Despues hagamos las demas cosas, co
mo hemos prevenido eu el libro anterior. Y en seguida po
dremos allanar la tierra al rededor del sarmiento, dejando
fuera dos yemas. Despues de haber puesto el cabezudo en
tre los liños, mullir el agostado con frecuentes cavas, y re
ducirlo á polvo. Pues los cabezudos, los barbados, y las demas plantas que pusiéremos * se fortificarán si la tierra
muelle y enternecida les da su jugo sin comunicárselo á las
yerbas inútiles, y la dureza del suelo no las comprime
mientras estan todavía nuevas.
CAPITULO
V.
Que desde que se plante el majuelo se lia de cavar todos
los meses; que no se ha de dejar que nazcan yerbas
en él , y que se han de despampanar los barbados de
manera que queden reducidos cada uno á un sar~
'\ miento. .'.,.'.'
. .
Pero para decir la verdad, no se puede fijar él número de
veces que se ha do voltear el terreno con las azadas, estando
todos de acuerdo en que , cuanto mas frecuente es la cava,
es tanto mas provechosa. Pero como en razon de los gas
tos es menester ceñirse á un número determinado de labo
LIBR-0"CUARTO
i53
res, los mas han creído que es suficiente cíesde las calendas
de marzo hasta las de octuhre cavar los majuelos de treinta
en treinta dias, y arrancar de ellos todas las yerbas, espe
cialmente las gramas, las cuales, si no se cogen á mano, y
no se echan sobré la superficie del suelo, por poco que que
den cubiertas de tierra, reviven, y de tal suerte abrasan las
plantas, que las ponen ásperas y desecadas.
CAPITULO
VI.
Que se han de despampanar los cabezudos.
.T inalmente , háyase plantado la viña de cabezudo ó de bar
bado, lo mejor es formarla de manera desde el principio,
que se le quite todo lo supérfluo, despampanándola con fre
cuencia, y no consentir que suministre fuerzas y todo el
jugo nutricio roas que á un sarmiento: sin embargo prime
ramente se. dejan dos r para que si el uno se pierde casual
mente, haya el recurso del otro; luego que en seguida se
hayan endurecido unpocov se quitará ár cada planta el peor.
Y para que los que se han dexado no los derriben las ven
tiscas^ convendrá asegurarlos, conforme vayan subiendo,
cdn una. atadura blanda y floja, hasta que se agarren á los
apoyo? con sU8;zarc¿l}as, que les Vierten lugar de manos. Si
la escasez de josnalerosttto pejiüitiere hacer esto con los ca'
bezudos, los cuales .creemos que tambien se han de des
pampanar: pero á lo menos en Jas Vides ordinarias se ba de
hacer sin falqa , para que no se debiliten con te multitud de
varas íá menos que no tratemos de. proveernos de mugrones
para en adelante , sirtouque cada un» 'crie un sarmiento ; cu
yo crecimiento debernos excitar aplicándole un apoyo bien
largo , por el cual vaya'subiendo , hasta pasar pof encima del
yugo del año siguiente' y encordarse para llevar fruto. En
llegando^ esta altura serles quebrarán las puntas, para que
mas bien tomon fuerzas engruesándose , que no que se debi'
liten con una longitud supérftua. Sin embargo despampa
naremos el mismo sarmiento que hemos dejado para tron
co, desde junto al suelo hasta la altura de tres pies y medio,
y quitarémos muchas veces todos los nietos que hubieren
i54 . :.
COLUMELA.
nacido dentro de éste espacio. Pero convendrá dejar intacto
todo lo que hubiere brotado de ahí para arriba. Pues es mas
á propósito cortar con la podadera en el otoño próximo la
parte superior, que despampanarla en el estío : porque del si
tio, de donde has quitado un nieto, inmediatamente arroja
otro, y nacido éste no se deja ninguna yema en la planta
que brote con fruto el año siguiente.
CAPITULO
VII.
Que el tiempo oportuno de despampanar es cuando se qui
tan los renuevos fácilmente con el dedo.
£'1 tiempo propio de despampanar es cuando los sarmien
tos están tan tiernos, que se echan abajo tocándolos lige
ramente con el dedo, pues si se han endurecido demasiado,
ó es menester desgajarlos con mayor esfuerzo, ó cortarlos con
la podadera; uno y otro debe evitarse, lo uno porque destroza
la madre, lo otro porque la hiere, cosa muy perjudicial en
una planta verde y todavía inmatura. Pues la herida no se
queda solamente en el sitio por donde ha pasado el corte de
la podadera, sino que como se ha impreso muy profunda
mente la deseca por mucho espacio ' durante los calores del
estío, de manera que hace morir una parte no muy peque
ña del cuerpo de la madre. Y por esto si fuere necesario apli
car la podadera á sarmientos que ya estén duros, se han de
cortar un poquito retirados de la madre, y se han de dejar
como los tornillos, para que reciban el daño que ocasiona
rá el calor hasta el nudo por donde salen los renuevos late
rales; porque su violencia no pasa mas allá. En el cabezudo
hay el mismo modo de despampanar y de excitar el sar
miento á alargarse, si queremos servirnos de él desde que
tenga un año, lo que yo he hecho muchas veces. Pero si
nos hemos propuesto no servirnos cíe él hasta que tenga
dos años, luego que lo hayas reducido á un sarmiento, y
éste tqnga mas de un pie de largo convendrá despuntarlo,
para íjve se fortifique mas por la cabeza, y sea mas robusta
Y este es el primer cultivo de las vides despues de su plan
tacion.
LIBRO
CUARTO
CAPITULO
-55
YIU
Que se ha de excavar la vid por el otoño.
xLl tiempo siguiente pide un cuidado mas extenso, segun
han escrito Celso y Atico, que son los autores que ha aprohado mas nuestra edad en la agricultura: pues se ha de ex»
cavar ó abrir la vid despues de los Idus de octubre, antes
que empiecen los fríos: ésta labor descubre las raicillas que
han salido en el estío, y estaban cubiertas, las cuales el labrador inteligente las corta con la podadera. Pues si ha de
jado que se fortifiquen, se pierden las inferiores , y sucede
que la viña extiende sus raices sobre la superficie del terreno,
las cuales se infestan con el frío, y con los calores se encien
den de manera que obligan á la madre á padecer una terri
ble sequedad al salir la canícula. Por lo cual cuando hicie
res la excava se han de cortar las raices que hubieren sali
do mas arriba de la profundidad de pie y medio. Pero no se
ha de hacer éste corte del mismo que el de la parte supe
rior de la vid. Pues no se ha de alisar la herida , ni se ha de
aplicar la herramienta de modo alguno á la misma madre:
porque si cortares la raiz por junto al tronco, ó nacerán
mas de la cicatriz, ó el agua de las lluvias del invierno, que
pára en las pozas de la excava , con los hielos de aquella es
tacion quemará las heridas todavía nuevas, y penetrará
hasta la médula. Para que esto no suceda, convendrá des
viarse cerca de un dedo del mismo tronco, y cortar las rai
cillas á ésta distancia: las cuales, quitadas con éstas precau
ciones, no brotan mas, y defienden al tronco de otro cual
quier daño. Concluida ésta labor, si el invierno es benigno
en aquel pais, se' ha de dejar la vid abierta; pero si fuere
violento, y no permite que esto se haga, se han de allanar
dichos hoyos antes de los Idus de diciembre. Mas si hu
biere sospecha* de que han de hacer frios muy grandes, an
tes de cubrir la vid , has de echar sobre sus raices un poco
de estiercol, ó de palomina, si hay mas comodidad de ésta,
ó seis sextario8 de orina añeja preparada para emplearla en
esto. Y en los cinco años primeros convendrá excavar la vi
X$$
..., COLUMELAJJ
ña todos los otoños hasta que se haya fortalecido; mas lue
go que el tronco haya tomado' pié, 6e ha de hacer esta labor
cada tres años , con corta diferencia. Pues se causa menos da
ño con el hierro á las cañas de las vides, y no salen tan
pronto las raicillas del tronco envejecido.
CAPITULO
IX.
Que despues de excavada la vid se pode, y cómo se ha df
íiactr, ésta labor para que no la perjudique.
JDespues de la excava se sigue la poda, que (segun el. pre
cepto de los autores antiguos) se debe hacer de suerte que
Ja vid quede reducida á tina «ola vare- Cuya poda no debe
hacerse junto al nudo, para que! la yema; no ¿e -quede, sin
brotar, sino casi por la mitad del canuto se hace el corte
con la podadera oblicua, no sea que si la cicatriz está orizontal, se quede. parada en ella el agua llovediza que le
cae encima. Pero tanijxjco conviene que esté.. la herida in
clinada hácia el lado donde se halla la yema, sino al opues
to, para que llore ;ma9 bien sobre la tierra que' sobre el bror
te : porque la humedad que correría de ella cegaría la yema
y no la dejaría echar hojas.
-•';.••
' •' .'• i. .• .'•
. .
• •.
CAPITULO' X. •-'
Cual es el mejor tiempo de podar.
JJe podar hay dos tiempos: mas el mejor es el de la
primavera (como dice Magou), y esto antes que la vid bro
te, porque como está llena de humedad , recibe *1 .corte
con facilidad y sale éste liso é igual, y no resiste á la poda
dera. A este autor lo han seguido Celso y Atico. Nosotros
somos de sentir que «g se ha ¡de contener elincremento de
las plantas nuevas con una poda corta, á,'nq;í9er que sean
muy endebles,- y-qnenoise han de,, podar/ sitempre en' pri
mavera. Pero en el primer aúq en. que se han plantado se
han de ayudar con frecuentes cavas y despampános torios los
meses mientras tienen hoja, y á fin de que tomen, fuerzas,
LIPRO CUARTO
157
y no mantengan mas que un sarmiento: el cual luego que
lo hayan criado, creemos que se debe limpiar en el otoño,
ó si es mas conveniente en la primavera, y que se ha de
libertar de los nietos que habia dejado el despampanador
en la parte superior, y ponerla asi en el yugo. Pues la vid
que con el vástago del primer año se ha levantado mas ar
riba de éste, es lisa, derecha y sin cicatriz: lo cual sin em
bargo sucede rara vez y á muy pocos cultivadores. Y por
esto dichos autores han sido de sentir que se cortasen en
teramente las primicias de la vid. Y á la verdad no es en
todos los países la mejor poda la de la primavera; pero en
los parages expuestos al sol , y donde los inviernos son tem
plados, la mejor y mas natural es la del otoño, pues es
el tiempo en que por una ley divina y eterna dejan las
plantas caer el fruto con la hoja.. ...
. 1 .. r/j '. ,
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CAPITULO XI.
Cómo se ha de cortar el cabezudo.
.r ienso* que esto es lo que se ha de hacer, ya sea que
hayas puesto barbado , ó ya sea cabezudo: pues la experien
cia ha condenado la antigua opinion de que no se habían
de tocar con hierro los cabezudos de un año, porque tie
nen horror al corte ; temor vano que tuvieron Virgilio1,
Saserna , los Estoloues y los Catones : los cuales no solo er
raban, en dejar intacto* los sariticntdlos de las plantas el
primer año, sino que cuando se habia de cortar el barba
do al cabo de dos* lo cortaban entre dos tierras, al ras de la
union del tronco con la raíz para que brotase de lo duro.
Pero la experiencia, maestra. de las artes, nos ha enseñado á
arreglar los brotes de los cabezudos desde el primer año, y
á no dejar que'fa vid fértil en hojas supérfinas se espese
demasiado; y por el contrario á no rebajarla tanto como
ordenaban Jbsrántignosj, cortando todo lo que salía de la
tierra: lo que Seguramente les es muy contrario En primer
higac, porque. contando las plantas de esta.manera, la mayoi.'uaríe de. ellas mueren/,, como, «i 1 hubieran íceibídonm
golpe superior á súafuerzaív'yaim las que han podida ¡re»
i58
COLUMELA.
sistir llevan sarmientos menos fecundos; como que por
confesion de todos, los pampinarios qne brotan de lo duro
las mas de las veces carecen de fruto. Se ha de tomar pues
un medio, y no cortar el cabezudo entre dos tierras, ni
excitarlo por el contrario á que crie un vástago muy largo:
sino , señalando un pulgar del año anterior , dejar por enci
ma de la misma union con el sarmiento viejo uno ó dos
yemas de las cuales eche brotes.
CAPITULO
XII.
Cómo se ha de rodrigar la vidt y del cantcrio.
Despues de la poda se sigue el cuidado de poner apoyos á la
vid; pero éste primer año no exige todavía una estaca fuerte
ni una pértiga; pues yo he notado que una vid tierna se
sostiene por lo comun mas bien sobre un apoyo mediano
que sobre una estaca fuerte ; y así aplicaremos á cada vid
dos cañas viejas , no sea que si son nuevas echen raices , ó
si lo permite la situacion del pais, se clavarán astiles viejos,
á cada uno de los cuales se han de atar pértigas atravesadas
ácia la parte mas baja del liño: á cuya clase de yugo lla
ma la gente del campo canterio. Este importa que esté don
de lo pueda asir inmediatamente el sarmiento que sale po
co mas abajo de la curvatura de la vid , para que tenga fa
cilidad de extenderse mas bien orizontal que perpendicularmente, y que resista los vientos con menos dificultad,
apoyado en el canterio. Y este yugo convendrá levantarlo á
cuatro pies, hasta que la viña se fortifique.
CAPITULO XIII.
Cómo se ha de atar la vid.
A la postura de los apoyos se sigue el cuidado de atar la vid.
La obligacion del que ha de hacer esto es llevarla derecha
hasta el yugo: si está puesta junto á la estaca, como: han
querido algunos autores, observará no seguir al atarla la
curvatura de ésta „ si .por casualidad está ladeada, porque
LIBRO CUARTO
i59
esto hace á la vid torcida; pero si se dejare algun espacio
entre la cepa y la estaca (como ha parecido á Atico y á otros
cultivadores, y á raí no rae desagrada), se ha de arrimar á
la cepa una caña derecha y sujetarla á ella por medio de
muclias ataduras, y de esta manera guiarla al yugo. Impor
ta muchísimo la cualidad de las ataduras con que se afian
zan las plantas, pues mientras la viña es nueva, se le han
de poner ataduras muy hlandas : porque si la atares con va
retas de sauce ó de olmo, se cortará ella misma conforme
vaya engruesando. Cort que la mejor atadura es de retama,
de junco cortado en las lagunas, ó de espadaña. Sin embar
go no sirven muy mal para éste uso las hojas de las cañas,
secándolas á la sombra.
CAPITULO
XIV.
Que á los cabezudos se ha deponer cauterio, y qué altura
se lia de dar á éste.
.tiero tambien se ha de dar el mismo cultivo á los cabezu
dos, esto es, que así que se hayan podado á una ó dos yemas en el otoño, ó en la primavera, antes de brotar se aten
al yugo. A éstas se les ha de poner el canterio mas cerca de
la tierra que ú Ins videa ordinarias : y no debe tener mas al
tura que la de un pie, para que los sarmientos todavía tier
nos tengan donde agarrarse con sus zarcillos, á fin deque
no los arranquen los vientos. En seguida el cavador con
frecuentes labores de azada volteará la superficie del terre
no, desmenuzándolo con igualdad. Esta cava corrida es
muy de nuestra aprobacion : pues la que en España llaman
de invierno, y se hace quitando la tierra de las vides, y lle
vándola al medio de los entreliños, nos parece supérflua,
porque ya ha precedido la excava del otoño , que ha descu
bierto las raicillas superficiales , ha llegado hasta las mas
profundas y les ha transmitido las. aguas del invierno. Pero
el número de la» cavas. ha de ser el mismo que el del pri
mer año , ó se ha de dar una menos. Porque á la verdad el
suelo se debe labrará menudo, hasta que las vides con su
incremento le hagan sombra, y no dejen crecer la yerba
i6o
COLUMELA.
por bajo de ellas. El despampano de este año debe ser como
el del anterior, pnes todavía se ha de contener, por decir
lo asi, la puericia de las plantas, y no se le ha de dejar mas
que un vástago: tanto mas á la verdad, cuanto su tierna
edad no puede aguantar la carga de fruto y de madera á un
mismo tiempo.
i
CAPITULO
XV: '
Cómo se ha de poblar el majuelo y se han de echar los
mugrones.
>
1 ero cuando al cabo de un año y seis meses ha llegado á
la vendimia, inmediatamente despues de haber cogido el
fruto se ha de poblar, y propagar los cabezudos subsidiarios
que se habían puesto para este efecto, y si no los hay se
han de atraer de las vides que están en los hños mugrones
á otras estacas, pues es de la mayor importancia que cuando
está todavía nuevo el plantío , se cubran todos los apoyos , y
que no se replante el majuelo cuando se ha de coger fruto de
él. Es una especie de mugron cuando se encorva la vid por
encima de la tierra cerca de su apoyo, y hundida en aquella
se guía desde el hoyo á una estaca que está desocupada. En
seguida echa con mucha fuerza renuevos dela parte arquea
da, que aplicados inmediatamente á su apoyo, se les hace
llegar al yugo. Despues el año siguiente se corta la parte su
perior de la curvatura , hasta llegar á la médula , no sea que
el sarmiento amugronado atraiga á sí todas las fuerzas de su
madre, y para que se habitúe poco á poco á alimentarse con
sus propias raices. Cuando tenga dos años , se corta por cer
ca del vastago que se dejó en la parte arqueada; en seguida
seda una cava honda al rededor de esta planta nueva separada de su madre, y dejando allí un hoyo pequeño, se corta
esta entre dos tierras en su fondo, y se cubre para que eche
raices hácia abajo, porque si se corta sobrela superficie del
suelo sin precaucion , brotará por la punta que está cerca de
ella, lo que se trata de evitar. Y no hay tiempo mas á pro
posito para cortar los mugrones, que desde los idus de oc
tubre hasta los de noviembre, para que fortifiquen sus raices
LIBRO CUARTO
,61
en los meses de invierno. Pues si hiciéremos esto en la
primavera, cuando empiezan las ramas á arrojar, destituido
repentinamente de los alimentos de la madre, pierde las
fuerzas.
CAPITULO
XVI.
En qué tiempo se ha de trasplantar el barbado.
xLl mismo método se observa en la trasplantacion del cabe
zudo: pues al segundo otoño, si la calidad del clima y del
terreno lo permite, se planta muy á tiempo, si se ha arran
cado á este fin, despues de los idus de octubre; pero si lo
impide la mala disposicion de la tierra ó del aire , no será
tiempo de hacerlo hasta la primavera inmediata : y no se
ha de dejar mucho tiempo en las viñas, porque consume
las fuerzas del terreno y perjudica á las plantas que están
en los liños, que se fortificarán tanto mas fácilmente, cuan
to mas pronto se liberten de la compañía de los barbados;
pero en la almáciga se puede conservar la vid de tres y aun
de cuatro años , cortándola enteramente ó podándola corta,
porque no se trata en estas almácigas de tener cosecha. Lue
go que la viña que se ha puesto pase de treinta meses , esto
es, al tercer otoño, se le han de poner apoyos mas fuertes
inmediatamente, y esto no se ha de hacer por capricho ú
i la ventura. Porque ó se clava la estaca cenca del tronco,
en cuyo caso se retirará de él cerca de un pie , para que no
oprima ó hiera la raiz , y para que el cavador cave por to
dos lados al rededor de las plantas; y se ha de poner de ma
nera que reciba la violencia de los fríos y de los aquilones
y proteja la vid: ó se pone enmedio del entreliño, y en és
te caso, ó se ha de meter en la tierra, ó haciendo antes un
agujero en el suelo con una estaquilla se ha de introducir
bien hondo, para que sostenga con mas facilidad el yugo
y el fruto. Pues por lo que hace al rodrigon cuadrado, mien
tras mas cerca se pone del tronco ee mas estable, aunque
no esté muy metido en tierra, porque como la toca, es sos
tenido por ella, y la sostiene mutuamente. En seguida se
han de atar á los rodrigones yugos mas fuertes, que se hal
,6a
COLUMELA.
rán con varales de sauce, ó con muchos hacecillos de cañas,
por decirlo así, para que estén tiesos, y no se blandeen con
el peso de los frutos. Porque ya deberán dejarse á cada plan
ta dos sarmientos, á no ser sin embargo que la pequenez de
alguna cepa exija que se pode mas corta, á la cual se deja
rá un sarmiento solo, y éste con pocas yemas.
CAPITULO
XVII.1
Cómo se ha de hacer el yugo de cañas, y que despues de
los primeros dos años se han de seguir dundo las mis
mas labores que en ellos.
Los varales hacen el yugo mas firmé, y se necesita pra
formarlo menos trabajo. Los yugos de cañas emplean mas
jornales, porque tambien se atan por muchas partes, ponien
do las puntas de las unas con las cabezas de las otras, pa
ra que todo el yugo sea igualmente grueso; porque si las
puntas se juntan en un lado solo, gravada la debilidad de
este lado con su peso echa á tierra el fruto ya maduro, y lo
expone á que se lo coman los perros y las fieras. Pero cuan
do 6e ha arreglado el yugo con muchas cañas hechas haz, de
manera que sus puntas estén vueltas alternativamente á di
ferentes lados, sirve por casi cinco años, Y no es distinto
el método de la poda y el de las deroas, labores del que se
ha seguido en los primeros dos años: pues se, ha de hacer
con cuidado la excava de otoño, y no menos se han de
aplicar mugrones á las estacas desocupadas: porque no
se ha de pasar un año tan solo sin repetir ésta labor. Pues
las cosas que plantamos nosotros no pueden ser inmortales;
sin embargo el medio que tenemos de proveer á su perpe
tuidad , es sustituir otras .plantas á las que se han perdido,
y no dejamos que toda la especie vaya á parar á su total
ruina por la negligencia de muchos años. Se han de dar asi
mismo frecuentes cavas , aunque se puede dar una menos
que el año anterior. Los despampános se han de hacer tam
bien muchas veces , y no es suficiente quitar á la vid la ho
ja supérflua una ó dos veces en todo el estío. Pero sobre to
do se han de echar abajo cuantos renuevos, hubieren brota
LIBRO CUARTO
i63
do por bajo de la cabeza 2 del tronco : asimismo si cada ye
ma hubiere echado por bajo del yugo dos sarmientos de una
vez, aunque muestren abundancia de fruto, se les ha de
quitar uno, para que el otro se levante con mas fuerza, y
crie mejor el fruto que le quede. A los cuarenta y un me
ses, concluida que sea la vendimia, se ha de podar la vid
de manera, que dejando muchos sarmientos, se distribuya
en forma de estrella. Pero el deber del podador es acor
tar la vid hasta dejarla un pie por bajo del yugo, para
que todo lo tierno que hubiere brotado por encima de la
cabeza al través de los brazos, se excite, y encorvándose
por encima del yugo se precipite hácia la tierra , de
suerte que no pueda llegar á ella. Mas es menester po
ner límites á esto en proporcion á las fuerzas del tronco y
no dejar mas ramas de las que pueda sostener la vid. Por lo
comun en esta edad, siendo fértil el terreno y el tronco;
quiere tres sarmientos y rara vez cuatro, que se deben re
partir por el aligador por otras tantas partes, pues de nada
sirve cruzar el yugo. y dividirlo formando estrella , si no se
le aplican los sarmientos en la misma forma. La cual no ha
aido sin embargo de la aprobacion de todos los cultivadores;
pues muchos se han contentado con arreglar las ramas de
un modo sencillo: pero tiene mas consistencia, asi para sos
tener los sarmientos como para llevar el fruto , la vid que
atada al yugo por un lado y otro, está retenida por un con
trapeso igual, como por cierta especie de áncoras: ademas¿
cuando está sostenida por todos lados, extiende sus sarmien
tos en mas brazos, y los abre con mas facilidad, que cuan
do tiene una porcion de ramas amontonadas confusamente
sobre un simple canterio. Sin embargo si la viña no está
plantada con mucho desahogo, ó que es poco fértil, ó está
bajo de un clima que no está sujeto á tempestades, podrá
contentarse con un yugo: pues donde hay mucha abundan
cia de lluvias y las tempestades son fuertes; donde por las
muchas aguas está la vid poco firme; donde, estando como
suspendida sobre colinas escarpadas, necesita muchos apo
yos , se deberá fortificar por todos lados , y sostenerla como
por un batallon cuadrado. Pero en los pacages cálidos y
muy seco» se ha de extender el yugo hácia todas partes, para
l x
i64
COLUMELA.
que los sarmientos que salen de todas las ramas se reu
nan , y condensándose en forma de bóveda cubran con su
sombra la tierra que está sedienta. Por el contrario en los
países fríos y ocasionados á beladas se han de ordenar sobre
una línea sola; pues de ésta manera la tierra se asolea con
mas facilidad, el fruto madura muy bien y goza de un ai
re mas saludable; los cavadores juegan con mas libertad y
comodidad las azadas, los viñadores tienen mas á la vista el
fruto, y los vendimiadores lo recogen mas cómodamente.
CAPITULO
XVIII.
Cómo se han de dividir las viñas en cuadros separados
por sendas.
x ero cuando se quisieren poner la9 viñas en orden , se se
paran cuadros por medio de sendas, que cada uno tenga
cien cepas, ó como algunos quieren, se distribuirá todo el
terreno |'or suertes de á media yugada. Cuya distribucion,
ademas de la comodidad que les proporciona de tener mas
sol y viento las vides, facilita mas que el amo las vea y en
tre en la viña, cosas muy útiles para la heredad, y fija el
juicio para regular los jornales que se han dado, pues ne
nos podemos engañar, en estando divididas las yugadas en
porciones iguales. Y ademas la distribucion por cuadros, á
medula que su extension es menor, disminuye por deciilo
a&í la fatiga, y al mismo tiempo excita á los que estan dan
do las labores á despacharlas punto: pues lo inmenso del
trabajo que tenemos por baecr , por lo comun nos des.
alienta. Tambien es de alguna utilidad conocer las fuerzas j
producto de cada parte de las vinas, para hacer juicio de
Cuales se han de cultivar mas y cuales menos. Asimismo es
tas sendas facilitan á los vendimiadores y á los que reparan
los yugos y los apoyos la amplitud conveniente, para que
por ellas se acarreen los frutos y los rodrigones.
LIBRO CUARTO
CAPITULO
i65
XIX.
A qué altura se debe levantar el yugo.
En cuanto á la posicion del yugo hasta qué altura se ha de
levantar de la tierra, baste decir, que su menor elevacion
es de cuatro pies, y la mayor de siete. Y esto último no obs
tante eso se ha de evitar en las plantas nuevas. Pues no de
ben levantarse desde el principio á esta altura, sino que se
han de conducir á ella por una larga série de años. Pero
cuanto mas húmedo es el suelo y el clima y los vientos mas
apacibles, tanto mas se debe levantar el yugo, porque la fer
tilidad de las vides permite que se eleven mas, y el fruto, es
tando retirado de la tierra, se pudre menos, y éste es el único
modo de que goce de los vientos que secan prontamente las
nieblas y el rocío pestilencial , y qu« contribuyen muchísi
mo á hacer caer la flor y á la bondad del vino. Por el contra
rio, la tierra endeble, pendiente, y la abrasada por el calor, ó
la que está expuesta á la violencia de las tormentas, quiere
yugo mas bajo. Pero si todas las cosas son á medida de nues
tro deseo, la altura regular de la viña es de cinco pies: y no
hay duda sin embargo que las vides dan el mosto de tanto
mejor gusto , cuanto mas elevados son los yugos á que se
levantan.
CAPITULO XX.
Cómo se ha de llevar la vid al yugo cuando sea tiem
po de hacer ésta maniobra.
Despues de puestos rodrigones á la viña, y de haberla
echado sobre el yugo, se sigue el cuidado del aligador, el
que debe poner todo su conato (como dije arriba) en con
servar el tronco derecho, y que no siga la comba del ro
drigon , para que la deformidad de los apoyos no dé á la
vid una configuracion semejante á la suya. Porque el tron
co que es derecho tiene la médula del mismo modo, y
por ella, como por una especie de camino, pasan los ali
mentos que suministra la madre tierra sin rodeo ni es
13
!66
COLUMELA.
torbo, y llegan á lo alto de la planta. Pero las que están
encorvadas y torcidas no se empapan con igualdad en el
jugo de la tierra, por estorbarlo los nudos, y por retar
dar su llegada la comba , como podría hacerlo un mal pa
so. Por lo cual , luego que la vid ha subido en línea rec
ta hasta lo alto de la estaca, se afianza á ella con una
atadura , para que con el peso de su fruto no se aplome
ni se encorve. En seguida desde el sitio que se ha atado
mas cerca del yugo , sé distribuyen los brazos ácia diver
sas partes, y los sarmientos de fruto que están por enci
ma , se encorban ácía abajo con otra atadura , despues de ha
berlos hecho pasar sobre el yugo , y así lo que cuelga de
éste se llena de fruto, y por otra parte la curvatura ha
ce que broten sarmientos cerca de la atadura. Algunos
extienden por encima del yugo la parte que nosotros
echamos ácia abajo, y la sujetan á él con muchas ata*
duras de mimbre: cuyo método creo que no se ha de
aprobar. Pues las lluvias, ni las heladas, ni los granizos
no hacen tanto daño á los sarmientos que están colgan
do acia abajo, como á los que están atados, y puestos
como de frente á los malos temporales : sin embargo es
tos mismos sarmientos que se han dejado colgando, de
ben atarse antes que maduren los frutos , cuando cmpieza á pintar la uva y está todavía en agraz, á fin de que
se pudran menos con los rocíos, y que no las destrocen
las fieras. y los vientos. Junto á las lindes y las sendas se
han de torcer los sarmientos ácia dentro, para que los que
pasan no les hagan daño. Y este es el modo de condu
cir al yugo la vid regular. Pues la que es endeble ó corta
se ha de podar á dos yemas, á fin de que eche un sar
miento mas fuerte, y que pueda subir desde luego has
ta el yugo.
CAPITULO
XXI.
Cómo se ha de formar la vid , y conservar siempre nueva.
a vina que tiene cinco anos no tiene otra poda que
L.~
la conveniente para continuarle la foima que le hemos
designado arriba, é impedirle que se extienda por alto,
LIBRO CUARTO
167
sino hacer que la cabeza del tronco esté cerca de ün pie
mas baja que el yugo , y que se distribuya por cuatro
brazos, que algunos llaman duramentos, en otras tantas
partes. Será bastante que á cada uno de estos brazos se le
deje un sarmiento para fruto, hasta que las viñas tengan
toda su robustez. Pero cuando algunos años despues ha
yan llegado , por decirlo así , á la edad juvenil , no es fi
jo el número de sarmientos que se les ha de dejar. Por
que la fertilidad del terreno exige muchos, y la esteri
lidad menos. Supuesto que la vid viciosa , si no se la re
prime dejándola llevar fruto , deja mal la flor y toda se
vuelve madera y pámpanos; la endeble por el contrario
padece en cargándose mucbo. Y así en un terreno pin
güe se podrán dejar dos sarmientos á cada brazo; y sin
embargo no se han de cargar mas que con los corres
pondientes á que una vid sola mantenga ocho : á no ser
que la excesiva fertilidad del terreno exigiere mas. Pues
la que tiene mas número del que acabamos de decir, pa
rece mas bien parra que cepa. Y no debemos consentir
que los brazos sean mas gruesos que el tronco , sino siem
pre que se pudieren dejar sarmientos de los que salen por
los lados de los brazos , se cortarán estos con frecuencia,
para que no superen el yugo , sino que se vaya renovan
do continuamente la vid con ramas jóvenes, las que, si
crecieren suficientemente , se pongan sobre el yugo; pe
ro si alguna se quebráre ó fuere de poca longitud, y es
tuviere en parte- apropósito para que desde ella se pue
da renovar la viña el año siguiente , pódese , dejándola
hecha pulgar, al cual unos llaman custodio, otros resex,
algunos presidiario: éste es un sarmiento de dos ó tres
yemas, del cual así que han salido ramas de fruto, se
corta todo lo que hay de él para arriba en el brazo viejo,
y de esta suerte brota la vid por un vástago nuevo. Y
este método, por el cual se habrán puesto las viñas en
buen estado, se ha de observar siempre.
14
168
COLUMELA.
CAPITULO
XXII.
Cómo se han de renovar las viñas viejas.
Pero si hubieremos adquirido viñas formadas de otra ma
nera, y por haber estado descuidadas muchos años hu
bieren subido mas arriba del yugo, se deberá examinar
de qué largo son I0s brazos que pasan de dicha medi
da. Porque «i fueren de dos pies ó poco mas , se podrá
poner todavía en el yugo toda la viña, con tal que su
estaca esté aplicada al mismo tronco: pues aquella se des
vía de la vid , y se clava en tierra sobre el mismo liño
en el espacio que media entre dos de sus brazos: despues
de lo cual , ladeando la vid , se conduce á la estaca , y de
ésta manera se ata al yugo. Pero si sus brazos se alargá
ren mucho mas , ó se extendieren hasta la cuarta , ó aun
hasta la quinta estaca, se restablecerán, pero con mayor
gasto, por medio de mugrones; pues por éste medio, que
es muy de nuestro gusto, se propagará la viña con mu
cha prontitud. Sin embargo, si la superficie del tronco
está vieja y corroida, exige esto mayor trabajo; pero si
está robusta y entera , con menos hay bastante. Porque
despues de haber excavado la vid , se le echa en el in
vierno mucho estiercol , se la poda corto , y entre los tres
ó cuatro pies de altura sobre la tierra, se le hace una
herida con la punta de la podadera en la parte mas ver
de de la corteza: en seguida se voltea la tierra con fre
cuentes cavas , para que pueda excitarse la vid, y arrojar
renuevos, sobre todo por la parte que ha sido herida. Pero
muchas veces sale un germen de la cicatriz, que si crece
mucho se deja para vara, si se queda mas corto para pul
gar, y si es demasiado pequeño para alarife: éste último
Be puede formar, aunque sea del mas corto filamento. Pues
cuando ha brotado de lo duro un sarmiento , aunque no
tenga mas que una 6 dos hojas , con tal que llegue á ma
durar, si no se ha cortado ni escamondado en la prima
vera siguiente dará un sarmiento recio: el cual, así que
se ha consolidado y formado cierta especie de brazo, se
LIBRO CUARTO
169
puede cortar la parte del duramente) que había subido so
bre el yugo , y atar á él la que queda. Muchos , con la
mira de ahorrar tiempo, desmochan esta clase de vides
por mas arriba de cuatro pies sobre la tierra , sin temer
nada de éste corte: porque de ordinario la mayor par
te de las plantas se presta naturalmente á echar nuevos
brotes por junto á la cicatriz. Pero nosotros á la verdad no
aprobamos éste método : pues que una herida muy grande si no tiene por encima madera sana, por cuyo me
dio pueda consolidarse la cicatriz 1 se deseca bien pron
to con el calor del sol, y despues se pudre con los ro
cíos y las lluvias. Sin embargo , cuando hay precision de
cortar absolutamente una vid, conviene excavarla prime
ro , y en seguida cortarla un poco por bajo de tierra , pa
ra que la que se le eche por encima la ponga al abrigo
del calor del sol , y dé paso á los retoños que saldrán
de las .raices , á fin de que puedan maridarse con sus
apoyos, ó «i hay algunos desocupados en la inmediacion,
cubrirlos con' sus mugrones. Pero ésta operacion no debe
rá hacerse (como hemos dicho} si las vides no están pues
tas bien hondas,' de suerte que no tengan las raices va
cilando en la superficie^ y si no fueren de buen vidue
ño: pues de otra suerte se emplea el trabajo en valde;
porque las degeneradas , aunque se hayan renovado , con
servarán su antigua calidad , y las que apenas estarán asi
das á la superficie de la tierra , perecerán antes efe to
mar fuerza. En el primer caso será mejor injertar
las con puas fructuosas, y en el segundo arrancarlas de
cuajo y plantar otras nuevas, con falque la bondad del
suelo lo persuada; pero si se han deteriorado por vicio de
éste, no creemos que se deban restablecer de modo algu
no. Los vicio» del terreno, que por lo comun llevan las vi
ñas á su destruccion , son la poca sustancia y esterilidad,
la tierra salada ó amarga, la humedad, la situacion despe
nada y escarpada , la muy sombría y privada de los rayos
del sol , los valles arenosos , la toba tambien arenosa , la
arena gruesa mas esteril de lo regular , y no menos el caecajo sin tierra y puro, y si hay alguna tierra de propieda
des semejantes á éstas que no suministra alimento á la
i7o
COLUMELA.
vid. Pero si está libre de estas incomodidades y otras seme
jantes, se puede arrancar y plantar de nuevo del modo que
iemos enseñado en el libro anterior. Por el contrario, los
viñedos de mala especie , que por su esterilidad carecen de
fruto, aunque estén robustos, se corrigen (como hemos
dicho) por la incision , de la cual hablaremos en su lu
gar 2 , cuando lleguemos á tratar de ella.
CAPITULO
XXIII.
Cómo. se han de podar las viñas.
Ahora, supuesto que parece que hemos hablado poco de la
poda de las viñas , varaos á tratar con mas cuidado de és
ta labor , que es la parte mas necesaria de todas las que nos
proponemos dar á las viñas. Somos pues de sentir que si en
el país donde cultivamos, lo permite la benigna y mo
derada suavidad del clima, se comience la poda despues
de haber hecho la vendimia, ácia los Idus de octubre, con
tal sin embargo que hayan precedido las lluvias del equi
noccio, y los sarmientos hayan adquirido la madurez re
gular. Pero si una temperatura fria y con heladas anun-.
cia un invierno rigoroso , diferirémos esta labor hasta los
Idus de febrero , y esto se podrá hacer si la posesion fue
re de poca cabida : pues donde la extension de nuestra ha
cienda nos niega la eleccion .del tiempo, convendrá podar
la parte mas vigorosa de la viña durante los frios ? la mas
endeble en la primavera ú otoño, y tambien las vides ex
puestas al sur en el solsticio de invierno; las que lo están al
aquilon por la primavera y otoño. Y no hay duda , que es
tal la naturaleza de estos arbustos, que cuanto mas tempra
no se hayan podado dan mas madera , y cuanto mas tarde
más fruto.
CAPITULO XXIV.
Que cosas ha de observar y cuáles ha de evitar el buen
viñero en la poda de la viña. .
En fin , siempre que el viñero haya de dar esta labor , ha
de observar tres cosas principalmente. La primera llevar
LIBRO CUARTO
i7i
Ja mira, cuanto sea posible , de que produzca fruto; la se
gunda escoger ya desde entonces para el año siguiente los
sarmientos mas fértiles ; y por último asegurar á la viña la
mas larga duracion. Pues cualquiera de éstas cosas que se
omita acarrea al dueño un perjuicio grande. Pero como la
vid está dividida en cuatro partes, mira á otras tantas pla
gas del cielo; y como estas plagas tengan cualidades con
trarias entre sí'; piden tambien arreglos diversos en las vi
ñas en razon de su exposicion. Por lo cual, los brazos que
estáh expuestos á los septentriones deben recibir muy po
cos cortes ; y sobre todo , si se podaren cuando ya amena
zan los frios, con los cuales se queman las cicatrices. Y así
solo se ha de dejar un sarmiento próximo al yugo, y un
tornillo por bajo, que renueve la vid el año siguiente. Pe
ro por el contrario, acia el mediodia se dejarán muchas ra
mas que hagan sombra á la madre , cuando padezca con
los calores del estío , y no dejen que el fruto se seque an
tes de madurar. En cuanto á la exposicion de levante y de
poniente no hay á la verdad una diferencia grande en la
poda , porque en arabas recibe la vid el sol por igual nú
mero de horas. Y así el número de sarmientos que se ha
de dejar es el que dictare la fertilidad del terreno y de la
misma planta. Estos son los preceptos generales de la poda:
los que siguen se han de observar en particular. Porque
para comenzar por la parte mas baja de la vid , como por
sus fundamentos (para explicarme así) siempre se hade
desviar con un azadoncillo la tierra que tiene alrededor del
pie; y si está unido á las raices el renuevo que la gen
te del campo llama sujfrago 1 , se ha dé arrancar con cui
dado, y alisar con el hierro para que despida las aguas
del invierno. Pues es mejor quitar, los brotes que salen
del corte, que dejarlo lleno de nudos y desigual. Porque
en el primer caso se cicatriza pronto la herida, y en el
segundo se excava y se pudre. Despues de haber cuida
do los pies (por decirlo asi) se han de registrar las mis
mas cañas y los troncos, para no dejar sarmiento alguno
pampinario, que haya brotado del medio de ellos, ó al
gun tumor semejante á una verruga , á no ser que la vid
haya subido mas alta que el yugo y necesite rebajarse.
i7a
COLUMELA.
Pero si la parte del tronco que se ha cortado se La
quedado seca del todo por el ardor del sol , ó la vid se
ha puesto hueca con las aguas , ó los insectos dañosos que
se introducen por la médula, convendrá limpiarla con la
azuela de toda la madera muerta; despues rasparla con
la podadera hasta lo vivo , para que se cicatrice en lo ver
de del tronco. Y no es difícil untar las heridas, despues
de haberlas alisado, con tierra que hayas humedecido an
tes con alpechin. Porque ésta especie de untura desvia de
la vid la carcoma y las hormigas, y la preserva del sol
y de las lluvias , por lo que se consolidan mas pronto,
y se conserva el tronco verde. Asimismo se ha de qui
tar hasta lo vivo la corteza seca y hendida , que está col
gando por lo alto del tronco ; porque libertada la vid de
esta especie de inmundicias se recupera mejor, y deja su
vino menos heces. Igualmente se ha de quitar y raspar
con el hierro el musgo que tiene liadas y comprimidas las
cañas de la vid como con grillos, y con la suciedad y
orrura antigua las debilita. Y esto es lo que hay que ha
cer en la parte inferior de la vid. Y no menos se prescri
birá en seguida lo que se ha de observar en la cabeza.
Las heridas que se hacen á la vid en lo duro deben ser
oblicuas y redondas, porque se recuperan mas pronto,
y mientras no se hayan cicatrizado , dejan correr mas có
modamente el agua: las horizontales reciben mas agua y
la retienen. Esta es una falta que ha de evitar sobre to
do el viñero. Corte los sarmientos chupones , los viejos,
los que han salido en mal sitio, los torcidos, los que mi
ran ácia abajo ; deje los nuevos y los fructuarios que sean
derechos : conserve los brazos tiernos y verdes ; corte con
la podadera los secos y viejos; pode los espolones de los tor
nillos de un año. Guando la vid haya subido á Ja altu,ra de casi cuatro pies, fórmele otros tantos brazos, ca
da uno de los cuales esté mirando á cada una de las par
tes del yugo cruzado : en seguida , si la vid fuere muy
endeble, deje un sarmiento á cada brazo, y si fuere mas
grueso dos , y despues de puestos en el yugo los deja
rá caer acia abajo. Pero convendrá tener presente no per
mitir haya sobre la .misma línea y en un mismo lado
LIBRO CUARTO
J?3
del brazo dos ó mas sarmientos, pues es muy perjudi
cial á la vid que todas las partes de un brazo no tra
bajen igualmente , y que no suministre iguales porciones
de jugo nutricio á sus hijos , sino se le saca por un la
do solo todo el jugo, de que resulta que la vena cuyo jugo
se agota queda seca como si la hubiera herido un rayo.
Se llama focáneo el sarmiento que suele salir en el seno
de la horquilla, que forman dos brazos de la vid; y por
eso le da la gente del campo este nombre, pues nacien
do entre dos de los brazos en que se divide la vid, tie
nen sitiadas sus fauces por decirlo así, é intercepta los
alimentos de uno y otro. Este sarmiento, pues, tienen los
mismos buen cuidado de cortarlo, y de alisar el corte
antes que se fortifique. Sin embargo, si ha tomado tan
ta fuerza que ha hecho padecer á uno ú á otro brazo,
se corta el que está mas debil de los dos, y se le sus
tituye el mismo focáneo. Pues cortado el brazo, la madre
da fuerzas con igualdad á una parle y á otra. Despues pon
drás un pie por bajo del yugo la cabeza de la vid, des
de la cual se desplegarán (como he dicho) los cuatro bra
zos, sobre los cuales se renueve la misma todos los años,
cortando los sarmientos antiguos, y dejando en su lugar nue
vos, cuya eleccion se debe hacer con inteligencia. Pues
donde hay mucha abundancia de ellos , ha de procurar
el podador no dejar los mas inmediatos á lo, duro; esto
es , al tronco y á la cabeza , ni por el contrario los mas
retirados: pues aquellos contribuyen muy poco para la
vendimia, porque producen un fruto escaso, respecto á que
«on semejantes á los pampinarios, y estos apuran la vid,
porque la cargan de. demasiado fruto, y se extienden hasta una segunda ó tercera estaca, lo que hemos dicho ser
vicioso. Por lo cual será lo mejer dejar los sarmientos que
se hallen en medio del brazo , para que no nos hagan per
der la esperanza de la vendimia , ni desustancien ?u plan
ta. Algunos, movidos de codicia, hacen producir fruto
& la vid, dejando los sarmientos de la extremidad y los
de enmedio, y podando tambien para tornillo el mas cer
cano á lo duro: lo cual de ninguna manera pienso que
se ha de hacer, si no lo permiten las fuerzas del sudo y
1 74
COLUMELA.
del tronco: porque se cubren de tantas uvas , que no pue
den llegar á madurarlas si no hay fertilidad en la tierra
y en el tronco. El subsidiario ó custodio no se debe de
jar de pulgar , cuando los sarmientos de que se esperan
los frutos próximos están situados en lugar convenien
te: pues luego que los hayas atado y los hayas encorva
do acia la tierra, los excitarás á que arrojen sarmientos
por bajo de la atadura. Pero si la vid se hubiere exten
dido mas lejos de lo que permite la costumbre de los
cultivadores , y que arrojando por la cabeza se hubiere
adelantado con sus brazos á los caballetes de los yugos ex
traños, dejaremos junto al tronco un tornillo vigoroso y
muy grande de dos ó tres nudos : para que el sarmien
to que arroje ésta especie de pulgar el año siguiente se
forme de él un brazo , á fin de que podada de esta suerte la vid, se renueve, y se contenga dentro de los lí
mites de su yugo. Pero para dejar este tornillo se han de
observar sobre todo estas co9as. Primeramente que el cor<
te no esté horizontal ni mirando al cielo, sino mas bien
oblicuo é inclinado acia la tierra , pues de ésta suerte se
defiende por sí mismo de las heladas, y se oculta del sol:
en segundo lugar que éste corte no sea semejante á una
saeta , sino á los cascos de la3 bestias 1 , porque aquel se
deseca mas pronto y en mayor extension; éste solo cesa
de crecer, pero mas tarde y por menos espacia Y sobre
todo se ha de evitar una cosa que veo practicarse muy
viciosamente. Pues sin mas objeto que el que el tornillo
esté bonico , cortan el sarmiento junto al nudo para que
6ea mas corto aquel y semejante al pulgar. Pero esto es
muy perjudicial, porque. la yema que está junto al corte padece con las heladas y el frio, y despues con el ca
lor. Y así lo mejor es cortar el sarmiento subsidiario •
tornillo por la mitad poco mas ó menos del cañuto, in
clinando el corte ácia el lado opuesta i la yema, para
que no llore sobre, ella* como hemos dicho ya, y la cie
gue cuando va á browr- Pero si no hubiere de que for
mar un tornillo, se. ha de Ver si hay con qué hacer un
alarife, que aunque 6e pode muy corto, á manera de ver
ruga, dé en la primavera inmediata un sarmiento que de
LIBRO CUARTO
1?5
jemos para brazo ó para fructuario. Si ni aun éste se en
cuentra , se ha de herir la vid con un hierro en aquelia parte de donde queremos hacer brotar sarmientos. En
fin, soy de sentir que los sarmientos de fruto, que pre
paramos para la vendimia, se han de limpiar muy bien
de zarcillos y de nietos. Mas se ha de observar distin
to método en el corte de estos , que en el de los que salen
del tronco. Pues lo que sale de lo duro , se corta aplicando
fuertemente la podadera l y se alisa el corte para que se ci
catrice mas pronto; por el contrario, todo lo que ha sa
lido de lo tierno se corta un poco mas largo: pengo por
ejemplo el nieto , porque ordinariamente tiene en el la
do una yema, por la cual se ha de mirar para que no
«e corte. con la podadera,' pues si la podas mas al casco
aplicándolé la podadera, 6 se quita toda la yema, ó se
hiere : por lo cual el sarmiento que arrojare en llegando el tiempo de la germinacion , será endehle y poco
fructuoso : ademas padecerá mas. con los vientos, sin du
da porque salió sin vigor de la cicatriz. Pero la longi
tud de estos mismos sarmientos que hemos de dejar es
difícil determinarla. Sin embargo, la mayor parte de los
cultivadores los prepara de modo que tengan la longitud
suficiente para pasar por encima del yugo , encorvarse y
caer por él , sin llegar á la tierra. Nosotros creemos que
se ha de examinar mas por menor, en primer lugar la
naturaleza de la vid : porque si es robusta sostiene sar
mientos mas largos; en segundo si el terreno es pingüe,
porque si no lo es, por mas robusta que sea la vid, la
haremos morir prontamente, debilitada con sarmientos muy
largos. Pero la longitud de estos no se estima por. su me
dida, sino por el número de sus yemas: porque cuando
son mayores los espacios que hay entre los nudos, se pue
den dejar crecer hasta que casi lleguen á la tierra, pues
á pesar de esto echará pocos renuevos : mas cuando aque
llos son cortos y las yemas muchas; .aunque no es largo
el sarmiento, se cubre de muchos vástagos:, y produce fru
to en abundancia. Por lo que el sarmiento de ésta clase
es de toda precision acortarlo, para que.no se cargue la
vid de ramas de fruto muy altas. Y ha de examinar el
i76
COLUMÉLA.
viñero, si la vendimia del año anterior ha sido grande
ó no, pues despues de haber producido la vid muchos
frutos se debe dejar descansar, y por lo tanto podar cor
to, y despues de haber tenido cosecha escasa, se ha de
podar largo. Sobre todo lo demas, creemos que toda esta
labor se debe ejecutar con herramientas duras , muy del
gadas y afiladas : pues una podadera obtusa , gruesa y blan
da detiene al podador , y hace menos trabajo con mas fa
tiga , porque ó se dobla el filo , lo que sucede á la herra
mienta blanda, ó tarda mas en penetrar como se verifi
ca en la obtusa y gruesa, y entonces se necesita de mas
esfuerzo; y tambien los cortes ásperos y desiguales des
pedazan la viña, pues la operacion no se hace con un so
lo golpe, sino con muchos: de lo que resulta frecuentemente, que lo que se habla de cortar se quiebra, y que
la vid , despedazada y llena de desigualdades , se pudra con
las aguas, y las heridas no se sanen. Por lo cual se ha
de hacer al podador el mas estrecho encargo para que sa
que á su herramienta un filo largo , y de tanto corte si
puede ser como el de una navaja de afeitar, y que no ig
nore de qué parte de la podadera se ha de servir para ca
da operacion , pues yo he sabido que muchas personas por
ignorar esto han destruido los viñedos.
.'..•-.'
• ' ' ' !
'i
CAPITULO
XXV.
Figura de la podadera.
1 ero la figura de la podadera está dispuesta de suerte que
la parte mas inmediata al mango se llama cuchillo, por la
semejanza que tiene con este instrumento; la que está en
corvada, seno; la que baja de la curvatura, tranchete i la
que la sigue y está engarabitada, pico; la que tiene por en
cima ésta última en forma de media luna, hacha; y el que
está inclinado ácia adelante en el rejnate, se llama punta.
Gida una de estas partes tiene sus funciones particulares,
con tal que el viñero sepa manejar esta herramienta. Pues
cuando debe cortar alguna cosa, apoyando la mano delante
de sí, se sirve del cuchillo; cuando tirar, del seno; cuando
LIBRO CUARTO
,7?
alisar, del tranchete; cuando excavar, del pico; cuando dar
un golpe, del hacha; cuando limpiar algun sitio de abertu
ra estrecha , de la punta. Pero la mayor parte de ésta lahor,
que se hace en la viña, debe ejecutarse mas bien tirando
ácia sí, que dando golpes: porque el corte, que se hace del
primer modo, se alisa con una vez que pase el instrumen
to, pues el podador lo aplica antes y corta lo que ha deter
minado cortar. Pero el que da golpes á la vid, si ha errado
alguno (lo que sucede muchas veces), hiere con muchos
la planta. Por consiguiente es mas segura y .mas útil la po
da, que se hace (como he dicho) tirando el podador de la
podadera ácia sí, que la de golpe.
CAPITULO
XXVI.
Del cuidado que se ha tener en poner apoyos y aplicar
al yugo la viña.
Concluidas estas operaciones, se sigue (como ya hemos
dicho antes) el cuidado de apoyar la viña y de ponerla so
bre el yugo; y para hacer lo primero con mas estabilidad
es mejor el rodrigon que la estaca; y aquel no cualquiera,
pues el mejor es el que se hace de madera de olivo , de en
cina y de alcornoque, y si hay algunos robles, que son se
mejantes á estos últimos, hendida con cuñas: el segundo
lugar lo obtiene la estaca rolliza, de las cuales, las mas apro
badas son las de enebro, las de laurel, y las de ciprés. Tam
bien sirven para esto los pinos silvestres, y asimismo se
aprueba el sabuco para el mismo destino. Sin embargo estos
apoyos y otros semejantes se han de reparar despues de la
poda, y las partes de ellos que estuvieren podridas se ha»
de acepillar, los sanos se han de volver; otros se han de
quitar, que son los que estan carcomidos, ó mas cortos de
lo que se necesita , y se han de poner en su lugar otros que
seau á propósito; los caidos se han de levantar, y los ladeados se han de enderezar. Si el yugo no necesita renovarse,
póngansele ataduras nuevas: si pareciere que se debe reha
cer de nuevo, antes que la vid se aplique al rodrigon, fór
mese con varales ó cañas , y entonces por último atemos la
m
.78
i.' COLUMELA. í
vid al rodrigon junto á la cabera y por bajo de los brazos,
como hemos prescrito para la vid nueva; y esto no con
vendrá hacerlo todos los años en un mismo sitio , no sea
que la atadura apriete y corte el tronco. En seguida se dis
tribuirán los brazos en cuatro partes por bajo de la estrella
formada por el yugo; y se atarán los sarmientos nuevos so
bre éste, sin forzar en nada su naturaleza, sino encorván
dolos ligeramente, segun se preste cada uno< para que no
se' quiebren cuando se doblan, ó no se arrollen las yemas
ya hinchadas y prontas á brotar. Y cuando dos sarmientos
se echaren por una misma parte del yugo, habrá enuledio de ellos un varal, á fia de que dejándose caer por el
que formará el tejado del yugo, tomen con sus puntas la
direccion ácia la tierra, como si se hubieran sumergido
desde el caballete de éste tejado. Para que esto se haga con
perfeccion , tenga presente el aligador que no ha de retor
cer el sarmiento, sino atarlo despues de haberlo encorvado,
y que toda la madera que puede dejarse caer ácia abajo
se ha de poner sobre el yugo, para que mas bien esté apo
yada en el varal que colgando de la atadura. Pues he repa
rado muchas veces que la gente del campo ponen por ignorancia los sarmientos por bajo del yugo, y los atan de ma
nera que solamente estau colgando de la atadura de mim
bre: cuya viña en recibiendo el peso del sarmiento y delos
racimos se quiebra.
CAPITULO
XXVII.
Que se saquen de la viña los sarmientos y los fragmentos
de los yugos; y de la cava y despampano. .. •
Ordenadas de ésta manera las viñas, nos daremos prisa á
limpiarlas, y á sacar de ellas los sarmientos y los fragmentos de los yugos. Los cuales sin embargo no se deben reco
ger si no está el suelo seco, para que la tierra pisoteada
cuando está hecha barro no dé mayor trabajo al cavador,
el que se debe enviar á las viñas prontamente cuando to
davía no se han movido. Porque si lo envías cuando han
empezado á brotar, serás causa de que caiga al suelo gran
LIBRO CUARTO
, ?9
parte de la vendimia. Por consiguiente se ha de dar á las
viñas una cava muy profunda, antes que arrojen á la salida
de! invierno y entrada de la primavera, para que broten con
mas lozanía y abundancia, y luego que se cubran de pám
panos y uvas se ha de disminuir el número de los sarmien
tos mientras están tiernos y jóvenes. Y el mismo viñero,
que antes los ha. echado abajo con el hierro, los echará
ahora con la mano, quitará las sombras, y derribará los pám
panos supérfluos: pues es de la mayor importancia que es
ta labor se dé con inteligencia, porque el despampano aun
es de mas utilidad á la vid que la poda; á causa de que
aunque ésta les aprovecha mucho, las hiere sin embargo
al cortarlas, y éste cura con mas piedad sin hacer heiidas,
y hace mas fácil la poda del año siguiente. Deja asimismo
menos cicatrices á la vid: porque la parte de ella, de don
de se ha separado lo verde y lo tierno, prontamente se res
tablece. Fuera de que los sarmientos que tienen frutose
fortifican mejor, y las uvas asoleándose se sazonan con mas
comodidad. Por lo cual un viñero que sea prudente y muy
hábil, debe discurrir y examinar en qué sitios deberá de
jar sarmientos para el año siguiente, y no quitar solamente
los que no tienen fruto, sino tambien los que lo tienen,
si su número se hubiere multiplicado excesivamente: su
puesto que sucede que algunas yemas echan de una vez dos
ó tres vastagos , á las cuales conviene quitarles uno ú dos á
fin de que tengan mas facilidad para alimentar cada una
el único que le queda. Pues un cultivador sábio debe cal.
cular si se ha cargado de mas fruto del que puede sostener.
Y así no debe quitar solamente la hoja supérflua, lo cual se
debe hacer siempre, sinoá las veces derribar alguna parte del
fruto, para aliviar á la vid agoviada bajo el peso de 9U fer
tilidad. Y esto lo hará por varios motivos el despampanador diestro, aunque no haya mas fruto del que pueda ma
durar. Pues si la vid estuviere fatigada por una série conti
nuada de cosechas abundantes en los años anteriores, justo
será que se deje descansar y reponerse, y proveer por éste
medio á que haya rama en los años sucesivos. Por lo tocan
te á quebrar las puntas de los sarmieutos para reprimir la
lozanía de la vid , quitar los que salen de una parte dura ó
m i
,8o
COLUMELA.
del tronco , á no ser que se baya de conservar uno vi dos pa
ra renovar la vid , arrancar de la cabeza asimismo todo lo
que brota entre los brazos, quitar los que están en ellos
mismos, y siendo estériles ocupan inútilmente á la madre,
son cosas que puede hacer cualquiera, aunque sea un mu
chacho.
CAPITULO XXVIII.
Cuándo se ha de despampanar ¡a viña , y cuántas cavas
se han de dar, y en qué tiempos.
x ero el tiem po que se ha de elegir con preferencia para el des.
pampáno es ántes que la vid muestre su flor, bien que se pue
de tambien repetir despues que la haya dejado caer. Por
consiguiente el espacio medio de los dias en que se forman
las uv¿i8, nos niega la entrada en las viñas, porque no con
viene mover el fruto mientras está en flor; pero desde que
ha salido de la infancia y está, por explicarme así, en la ado
lescencia, conviene atarlo, despojarlo de todas las hojas,
darle cavas frecuentes, porque se hace mas grueso con los pol
vos. Y no niego que la mayor parte de los maestros de Agri
cultura anteriores á mí han estado contentos con tres cavas;
de los cuales es uno Grecino que dice así: "puede parecer
suficiente cavar una viña hecha tres veces". Celso tambien y
Atico convienen en que hay tres movimientos naturales en
la vid, ó por mejor decir en toda especie de árbol, uno pa
ra germinar, otro para florecer, y el tercero para madurar.
Estos movimientos, pues, piensan que se excitan con las ca
vas. Pues la naturaleza no llega completamente al objeto de
sus deseos, si para ayudarla no empleas el trabajo junto
con el estudio. Y éste es el cuidado de cultivar las viñas que
finaliza con la vendimia.
CAPITULO XXIX.
Del injerto de la vid, en qué tiempo se debe hacer, y ce
mo se ha de cuidar.
Vuelto ahora á la parte de este tratado, en que prometí
dar reglas para injertar las vide6 y cuidar los injertos. El
LIBRO CUARTO
,8t
tiempo de injertar ha dicho Julio Atico ser desde las calen
das de noviembre hasta las de Junio, que es el tiempo que
asegura se puede conservar una pua sin brotar: y de esto
debemos inferir que ninguna parte del año hay exceptuada,
si hay proporcion de sarmiento que no haya brotado. Yo á
la verdad concedería que esto pudiera hacerse en otros gé
neros de plantas que son de corteza mas firme y jugosa.
Pero no corresponde á mi sinceridad disimular que ha ha
bido demasiada indiscrecion en permitir á los cultivadores
de viñas injertarlas durante el espacio de tantos meses. No
porque yo ignore que el injerto que se hace á la vid en el
solsticio de invierno prende algunas veces; sino porque de
bemos enseñar á los que aprenden, no lo que resulta por
casualidad de uno ú dos experimentos, sino lo que sucede
comunmente y por razones ciertas. En efecto , si se ha dé
hacer el ensayo en corto número, en el que el mayor cui
dado remedia á la temeridad, podré conformarme hasta
cierto punto; pero cuando la inmensidad de la obra que
hay que hacer ocuparia toda la atencion del cultivador,
aun el mas aplicado, debemos remover todo escrúpulo. A la
verdad es contrario á esto lo que prescribe Ático ; pues él
mismo dice que por el solsticio de invierno no es bueno
podar la viña : en lo que tiene razon , porque aunque ésta
operacion la perjudica menos, en tiempos de frio todas las
plantas estan pasmadas, y por causa de las heladas no mue
ven la corteza para que consolide la cicatriz. Y con todo
eso el mismo Ático no prohibe que se injerte en este tiem
po mismo, y prescribe que se haga desmochando entera
mente la vid , y hendiendola en el mismo sitio en que se
ha desmochado. Y asi el mejor tiempo de injertar es'cuarido ya hacen dias templados despues del invierno, cuando
mueven naturalmente las yemas y la corteza, y cuando no
amenaza frio que pueda quemar el injerto ó la herida de
la hendidura. Sin embargo yo permitiría á los que tienen
prisa injertarla vid :por el otoño, , porque la cualidad del
aire no es desemejante a la del de la primavera; Pero eti
cualquier tiempo que quiera alguno injertar, sepa que no
tiene que tener otro cuidado para la eleccion de las puas,
que el que hemos prescrito en el libro antprior para' la 'dé
m 3
,8*
COLUMELA.
los cabezudos. Luego que haya escogido puas de vidueño
excelente, fecundas y las mas maduras, escoja tambien un
dia templado y que no corra viento. En seguida examine si
la pua es rolliza, si su cuerpo es sólido, si la médula no es
fungosa, si tiene muchas yemas, y si los entrenudos no son
largos : pues es de la mayor importancia que no sea largo
el sarmiento que se injerte, y que tenga muchas yemas
por donde brotar. Y así, si los cañutos son largos es preciso
cortar la pua á una yema ó cuando mas á dos, para que no
la formemos mas larga que lo suficiente, y que pueda aguan
tar las tempestades, los vientos, y las lluvias sin moverse.
La viña se injerta cortándola ó dejándola entera, y hora
dándola con una barrena. Pero el primer modo de injertar es
el mas frecuente y el mas conocido por casi todos los cultiva
dores de viñas ; el segundo es mas raro y practicado por po
cos. Por consiguiente trataré en primer lugar del que está
mas en uso. La vid se corta comunmente sobre la tierra; sin
embargo algunas veces tambien se corta por bajo de ella,
en cuyo sitio es mas sólida y con menos nudos. Cuando se
ha injertado junto á la tierra, se entierra el injerto hasta
la punta ; pero si se ha injertado mas levantado sobre ella,
se cubre la hendidura con barro bien amasado,. y se
lía con musgo por encima, lo cual la preserva de los calo
res y de las lluvias. Se corta la pua de suerte que, no sien
do desemejante á una flauta, una la hendidura: debajo de
la cual conviene que en la vid haya un nudo que haga ve
ces de atadura, y no deje pasar esta hendidura adelante.
Aunque éste nudo esté cuatro dedos distante del corte,
convendrá que se lie ántes que se hienda la vid, para que cuan
do se haga camino á la pua con el tranchete de la podade
ra, no se abra la hendidura mas de lo regular. Y la pua no
debe adelgazarse mas que tres dedos, y se adelgazará de
suerte que esté lisa por la parte que se le hace ésta opera
cion; y se hace de manera que por un lado llegue á la mé
dula , y por el opuesto pase poco de la corteza dándosele la
figura de cuña, de modo que aguzada por abajo sea por un
lado mas delgada y por otro mas gruesa , é injerida por la
parte mas delgada , se apriete por el lado mas grueso y to
que por ambas partes la hendidura» pues si una corteza no
LIBRO CUARTO
l83
se aplica á la otra de forma que por'ninguna parte pase la
luz, no puede incorporarse. No es una sola la clase de ata
duras que hay para el injerto: unos se sirven de mim
bre, otros lian la hendidura con corteza, la mayor parte lo
lia con junco, que es lo mas á propósito; porque la mim
bre, luego que se ha secado, penetra y corta la corteza;
por lo cual son mas de nuestra aprobacien las ligaduras blan
das, las cuales luego que han rodeado al tronco, se aprie
tan metiendo entre ellas y el árbol cuñas de caña. Pero el
principal cuidado que se ha de tener, es que antes de ésta
operacion se excave la vid , y se corten las raices someras y
las sierpes, despues de lo cual se cubra el tronco. Y éste,
luego que el injerto haya asido, pide tambien otro cuida
do: pues cuando brote, se ha de despampanar muchas ve
ces, y quitarle con mas frecuencia los renuevos que arro
je de los lados y de las raices. En seguida se debe atar lo
que brota el injerto, no sea que éste movido por el viento,
venga á tierra, ó que el brote todavía tierno se desgaje. Lue
go que haya tomado incremento, se le han de quitar los
nietos ; á no ser que se les deje para mugrones , por estar
aquel sitio sin cepas. En seguida , luego que estén los sar
mientos en estado de podarlos, se les aplicará en el otoño
la podadera. Pero el método que se observa en la poda de
los injertos es que, donde ningun mugron se necesita, no
se lleve al yugo mas de un sarmiento, y el otro se corte al
ras del tronco, pero de manera que nada se quite. de lo duro.
No se ha de despampanar la vid injertada de otra manera
que el barbado nuevo, pero se ha de podar de suerte que
se le deje poca madera hasta el cuarto año, tiempo en el
cual la herida del tronco estará cicatrizada ; y éste es el mo
do de injertar la vid por hendidura y de cuidar el injerto.
Pero en el que se hace de barreno, conviene en primer lugar
examinar cual es la vid mas fructuosa de la inmediacion, de
la que atraerás un sarmiento como los que se pasan de un
árbol á otro sin separarlos de la madre que los alimenta, y lo
introducirás por el agujero que habrás hecho en la vid
que vas á injertar: pues éste es el modo mas seguro y mas
cierto de hacerlo, porque aunque no prenda en la prima
vera próxima, en la segunda sin duda , luego que ha engrue
m 4
J84
COLUMELA.
sado, está en la necesidad de prender; despues se separa de
la madre, y en seguida se corta la parte superior de la vid
injertada , hasta el sitio donde se ha puesto el injerto. Si no
hay proporcion de atraer este sarmiento, sin separarlo de
la madre, se escoge. el mas nuevo que se pueda encontrar
y se separa de la vid, y raspado ligeramente, de suerte que
tan solo se le quite la corteza, se ajusta al agujero, y estando así se emharra la vid cortada, para que el tronco ente
ro se emplee en alimentar ésta vid de otro vidueño, lo que
á la verdad no sucede en estos sarmientos largos de que he
mos hablado, que se alimentan del seno materno mientras
crecen. Pero el instrumento con que los antiguos horada
ban la vid es diferente del que la experiencia me ha hecho
conocer ahora ser mas á propósito para ésta operacion. Por
que la barrena antigua, que era la única que conocian los
cultivadores de los tiempos pasados, hacía serrin y quema
ba la parte que habia horadado, pero despues de quemada
aquella parte, rara vez reverdecía ó se unía con la primera,
ni la pua que se habia injertado en ella asía. Ademas que
nunca se sacaba el serrin tan ¡xirfecta mente que no queda
se alguno pegado dentro del agujero, el cual con su inter
posicion impedía que el cuerpo de la pua se aplicase al de
la vid. Nosotros, habiendo discurrido para ésta clase de ín<
jerto una barrena que llamamos gálica, la hemos hallado mucho mas á propósito y mas útil, porque horada de
tal manera el tronco que no quema el agujero : pues no ha
ce serrin sino virutas, sacadas las cuales, queda el agujero
liso, el cual toca con mas facilidad en toda su superficie e\
sarmiento que se ha imroducido en él, respecto á no inter
ponerse el serrin que formaba la barrena antigua. Por consi
guiente tened concluida la incision de las vides hácia el equi
noccio de primavera, y en los sitios áridos y secos injertadlas
en vid negra, en los húmedos en blanca. No hay necesidad
de multiplicar los injertos sobre un mismo tronco, con tal
que sea su grueso tan mediano que una sola pua pueda cu
brir la herida luego que haya engruesado, ó que no haya si
tio vacío que necesite se ponga una vid nueva en lugar de
otra que se haya perdido : lo cual cuando sucede, una de las
dos puas se acoda , y la otra se deja ir al yugo para llevar
LIBRO TERCERO
,85
fruto. Y no es inútil criar los sarmientos que nazcan en el ar
co de un mugron que hayas echado, para poder despues, si
conviniere, amugronarlos, ó dejarlos para que lleven fruta
CAPITULO
XXX
De lo que se ha de plantar para proveerse de apoyos,
yugos y mimbres.
.Despues de haber dado los preceptos que nos han parecido
mas útiles para el establemiento y cultivo de las viñas, se
debe manifestar el modo de proveerse de apoyos, yugos y
mimbres: pues estas cosas se preparan de antemano como
cierta especie de dote para las viñas, de las cuales si carece
el cultivador no tiene motivo para formar viñedos, habien
do de buscar fuera de su heredad todas las cosas que son
precisas : y no solo como dice Atico el precio de su compra
Aumentaría el gasto de la viña, sino que su adquisicion se
ría muy molesta, por haber de acarrearlas en un tiempo tau
contrario como el del invierno. Por lo cual se han de plan
tar mimbrerales, cañaverales, bosques comunes, ó planta
dos expresamente de castaños. Cada yugada puesta de mim
bres, en sentir de Ático , puede dar para atar veinte y cin
co yugadas 'de viña: cadaj.íigida de cañaveral puede surtir de
yugos á veinte de viña: y la yugada de castañar dará estacas
para tantas yugadas de viña como surte de yugos la de cañave
ral. La mimbre ó sauce viuííhal, que es lo mismo, se cria
muy bien en un terreno de riego ó en el pantanoso, y sin em
bargo no se cria maíen elllano y pingüe. Y este debe voltearse
con la azada hasta'Vio» pies. y medio de hondo (pues asi lo pre
vienen los antiguos). Y no importa cuál ha de ser el géne
ro de mimbre que; pongas, con tal que sea muy flexible. Sin
embargo se cree.qu.e hny tres: generos, principales; de sauce:
el Griegc., ej. Gálico, y el Sabino que muchísimos llaman
Amerino. El Griego. es/el de color amarillo, el Gálico de
purpúreo rancio y vareta muy delgada:. el sauce Amerino
tiene la vareta delgada y roja. Se plantan por estacas ó por
.tallos. Estos, en siendo de un grueso regular, que sin embar
go no exceda cixle una pesa de do3 libras, son muy buenos
186
' COLUMELAR .
para plantarlos , pero se han de meter en tierra hasta que su
extremidad quede en la superficie del suelo. Las estacas de
pie y medio, despues de haberlas introducido en la tierra¿
se cubren ligeramente con una poca de la movida. La tierra
de riego quiere mayores distancias entre las plantas, y es
bueno que sean de seis pies en tresbolillo : la de secano mas
pequeñas , pero de suerte que los que las cultivan puedan
llegar á ellas con facilidad. Los entreliños es suficiente que
tengan cinco pies de ancho en este caso, pero las plantas
en el mismo liño estarán á dos pies de distancia una de otra.
Se plantan antes que germinen, cuando todavía no han tenido movimiento las varetas , que convendrá cortar de los
árboles ya enjutas, porque si se hace cuando están cubier
tas de rocío, prosperan poco, y asi se huye de los dias llu
viosos para escamondar los sauces. En los primeros tres años
se han de cavar los saucedales muy á menudo, como se hace
con los majuelos: despues en habiendo tomado fuerzas, estan contentos con tres cavas; cultivándolos de otra manera
descaecen prontamente, pues, aunque se ponga cuidado
se pierden muchísimos sauces, y en lugar de estos se de
ben propagar otros por medio de mugrones, que se toma
rán de las plantas inmediatas, cuyas puntas se encorvarán
y enterrarán para con ellas reemplazar todo lo que se habrá
perdido. Despues en tcriiendb' el Mugron wi año se separa
rá de su planta, para que puedá''sácar ¿ ' como ']¡á vid , el ali
mento de sus propias raices. " . . "
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CAPITULO' iíXXI. "
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.Los sitios muy secos, en que no ase esta clase de árboles,
quieren retamas: la atadura que se hace;tíé ella, al paso que
es bastante firme, es tambien muy flexible. Se siembra sugrana, la cual luego que ha nacido, 6' se trasplanta un barba
do de ella á los dos años, 6 se deja despues de pasado este
tiempo, y se puede segar todos los años por junto á la tier
ra como las mieses. Las demás ataduras , como por ejemplo
las de zarza1, piden mayor trabajo, pero indispensable en
LIBRO CUARTO
;,a7
caso de necesidad. El sauce mimbron para vigas quiere casi
el mismo terreno que el para mimbres mimbre ó mimbrera
ein embargo se da mejor en la de riego y se planta de esta
cas , á las que no se deja mas que un varal : asi que han ar
rojado, se cavan á menudo, se les quita la. hierba y no sedeshoja menos que la vina, para que se excite mas bien á la
longitud que á la latitud de las ramas: cultivado de esta suer
te se corta por último al cuarto año. Pues el que se destina
para ataduras puede cortarse cuando tenga un año á dos pies
y medio sobre la tierra , para que eche varetas del tronco y
se arregle en brazos como la viña baja; pero si el terreno es
muy seco, será mejor cortarle á los dos años.
<
CAPITULO
XX^II.¡
..I
De los cañaverales y de su cultivo.
La caña se pone en tierra cavada con el azadon á menos
profundidad, pero es mejor hacerlo con la azada. Como
quiera que sea' muy vivaz y no le sea contrario terreno al
guno, se pone con mejor éxito en el suelto que-en el apre
tado, en el húmedo que en el seco, en los valles que en las
pendientes: y con mas comodidad en las orillas de los ríos;,
en las lindes, y en setos, que en medio de las heredadesSe siembra un tubérculo de la raiz , se pone un trozo de la
nlisma caña, ó se tiende toda ella en la tierra. El tubérculo
enterrado á tres pies de distancia de los otros, da en menos
de un año una caña madura. El trozo y la caña entera echan
mas tiempo. Pero, bien sea que se pongan trozos de á dos
pies y medio, bien cañas enteras tendidas, es menester, que
las puntas queden fuera de la tierra, porque si estan entera
mente cubiertas se pueden rodar ellas. El cultivo de los ca
ñaverales en los tres primeros años no es distinto del de las
demas plantas de que hemos hablado: cuando en seguida se
han envejecido se ha de agostar la tierra otra vez. Y su ve
jez ha llegado; cuando se ha secado con el moho y el descuido
de muchos años, ó cuando se ha espesado de suerte que so
lo produce cañas delgadas y semejantes á los carrizos. Pero
en el primer caso se debe arrancar enteramente; en el se
,33
• CÓLÜMELA. '
gundo se pueden cortar algunas entremedias y aclararlas, i
cuya labor llaman las gentes del campo castracion : sin em
bargo esta reparacion del cañaveral es á ciegas, pues no se
ve en la tierra lo que se ha de quitar ni lo que se hade de
jar: no obstante es nía* tolerable castrar la caña antes de
cortarla porque los carrizos indican lo que se ha de arran
car. El tiempo de cavar la tierra y plantarla de cañas es an
tes que germinen los tubérculos de éstas, se cortan despues
del solsticio de invierno, pues hasta este tiempo están to
mando incremento, y se paran cuando se han endurecido
con los ffios del invierno. Se han de dar al cañaveral tantas
cavas como á las viñas; pero su esterilidad se ha da socor
rer con ceniza ó con otra especie de estiercol : por lo cual
muchos pegan fuego al cañaveral despues de haberlo cor
tado.
. .
.;•. . u " . ' . ' : ' .' .
.V
CAPITULO XXXIII.
<
De los castaños y de las encinas.
El castaño se acerca á la naturaleza' de los robles, por lo tan
to es apropósito para proveer de apoyos á las viñas. Pues la.
castaña sembrada en una tierra agostada nace prontamente.
Y si se corta la planta á los cinco años, se renueva como el
sauce , y la estaca que se hace de ella dura casi hasta el cor-'
te siguiente1. Necesita una tierra obscura y suelta, y no le
es contraria la arena gruesa húmeda, ni la toba deshecha: le
acomodan las pendientes sombrías y septentrionales; teme el
terreno denso y el rojo. La tierra seca y agostada hasta do»
pies' y .medio 'de hondo se siembra por todo el invierno des
de el mes dé noviembre: las castañas en .el liño están á dis
tancia de medio pie una de otra, pero los liños tienen en
tre sí espacios de cinco pies. La castaña se pone en surco»
cavados á nueve pulgadas de profundidad y luego que es
tán sembrados antes de allanarlos se elevan cañas al lado de
cada' castaño para que sirviendo de señales se pueda cavar
y escardar á• mano cofl m&s precaucion. Así 'que tienen pies
que poder trasplantar i lo que se verifica á los dos años , se
arrancan algunos de enmedio de los liños de manera que
quedeft.dos pies de vacío entre cada arbol ito para que la es-
LIBRO
CUARTO
iZ9
pesura no debilite las plantas. Pero el sembrarlas espesas es
por varios accidentes que pueden sobrevenir: pues algunas
veces se seca la castaña por falta de humedad , ó se pudre
por abundancia de aguas : otras veces se devastan por los
animales subterráneos, como los ratones y los topos, y por
este motivo muchas veces se despueblan los castañares nue
vos, y cuando se han de repoblar vale mas si hay propor
cion de hacerlos abajar un varal de un árbol inmediato ,. á
manera de mugron para propagarlo, que arrancarlo y plan
tarlo. Pues aquel como no se ha movido de su lugar arroja
con fuerza: pero la que se ha arrancado de raiz y se ha
plantado otra vez , no se restablece hasta pasados dos años.
Por lo cual es una cosa averiguada que semejantes bosques
se forman mejor con castañas que con barbados. Sembran
do las castañas á las distancias que se han escrito arriba, ca
ben en cada yugada dos mil ochocientos y ochenta castaños
que darán facilmente, como dice Arico , doce mil apoyos.
Porque los trozos cortados de la parte de la rama mas inme
diata al tronco suministran ordinariamente rodrigones que
cada uno tiene la cuarta parte del trozo partido de alto á ba
jo; y los mas retirados, que llaman segundos, dos que cada
uno tiene la mitad. Esta especie de apoyo hendido dura
mas tiempo que la estaca cilindrica. Lo mismo se cava la
tierra y se pone que la viña. Se debe escamondar cuando ten
ga dos años y aun cuando tenga tre3 : pues se le debe apli
car dos veces el hierro al principio de la primavera. Puede
tambien ponerse la encina de un modo semejante, pero se
corta dos años mas tarde que el castaño , por lo que la ra
zon pide que se gane mas bien tiempo, poniendo esta con
preferencia: si no es que los montes llenos de malezas y de
cascajo, y aquellas tierras que hemos dicho arriba pedirán.
mas bien bellota qne castaña. Hasta aqui he tratado copio
samente, y no sin utilidad á mi parecer, de las viñas de Ita
lia y de sus adminículos, para manifestar en seguida el cul
tivo que dan á las viñas los viñeros de las provincias , y no
menos el de las vides maridadas á árboles tanto en nuestro
pais como en la Galia.
190
COLUMELA.
NOTAS AL
*
LIBRO CUARTO.
—j^saa»l^— —
. - .
«
Nota al capitulo VII.
i. Tanto por causa de la solucion de continuidad que se
causa á la corteza, como porque la savia se extravasa por las
aberturas que ha hecho la podadera á los conductos por don
de pasa.
Nota al capitulo XI.
i. Georg. lib. 2, v. 362 y 363.
Notas al capitulo XVII.
1. ¿Para qué haber desunido las diferentes especies de yu
gos y empezado aquí un capítulo? Ya he repetido muchas
veces que las divisiones por capítulos no son de nuestro autor.
No es menester mas prueba que ésta.
2. Llama cabeza del tronco á la misma distribucion de los
brazos, donde suele haber algun nudo que es como la cabeza.
Notas al capitulo XXII.
i. Como sucede en algunos injertos cuya herida se cica
triza con tanta mayor facilidad cuanto la sávia, que tiene
siempre su tendencia ácia lo alto , la consolida poco á poco
con la madera superior, ó á lo menos no la deja secarse.
2. Véase el capítulo XXIX.
Notas al capitulo XXI V. »'
1. Sierpes.
2. Efectivamente en el primer corte la herida es larga , y
la parte que se ha dejado y la ha recibido delgada : en el se
gundo es la herida pequeña y mas redonda, y la parte que
la ha recibido mas gruesa. Es pues precisó que en aquella se
seque mas pronto la parte herida y que muera; pero en esta
no solo no muere tan fácilmente, pues ésto de ningun modo
sucede, sino solamente deja de crecer.
Nota al capitulo XXXI.
r. Plinio en el lib. 3 cap. 37, pone las zarzas en el núme
ro de las plantas que sirven para atar las vides , pero con tal
que se les quiten las espinas. . .
Nota al capitulo XXXIII.
i. Esto es hasta otros cinco años, pues pasados se puede
cortar de nuevo el castañar.
^mm^^^^m^w'^^
LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA.
De las cosas del campo.
LIBRO QUINTO.
CAPITULO I.
Cómo deberás medir las diferentes formas de campos que
te se presenten.
,
Me has dicho, Silvino, que en los libros anteriores, que
yo te había escrito sobre la formacion y cultivo de las vi
ñas, faltaban algunas cosas, que echaban menos los afi
cionados á las labores del campo; y no niego que he omi
tido algunas, aunque he hecho una indagacion exacta de
lo que han dejado por escrito los cultivadores de nuestro
siglo, y los antiguos; pero cuando he prometido dar los
preceptos de agricultura, no he asegurado, si no me en
gaño, que habia de decir todas las cosas que contuviese
Ja inmensidad de esta ciencia, sino la mayor parte. Por
que aquello no cabe en la capacidad de un hombre solo;
pues no hay ciencia ni arte alguna que se haya llevado
á la perfeccion por el ingenio de un hombre. Por lo cual,
así como á un cazador, que va persiguiendo fieras en un
bosque dilatado, no se le puede pedir' mas que el que co
ja muchas, y á ninguno se ha. culpado por no haberlas
cogido todas: así tambien á nosotros nos basta haber en
señado la mayor parte de una materia tan difusa, como la
que hemos emprendido tratar : siendo así que las cosas que
se echan menos en nuestra obra, son extrañas á nuestra
profesion: como por ejemplo nuestro Marco Trebelio, cuan
do poco ha pretendia que yo diese reglas ,para medir las
i9»
COLUMELA.
tierras , porque estaba entendido en que demostrar el mo
do con que hemos de agostar un terreno , y enseñar como
hemos de medirlo despues de agosti;lo, son dos cosas muy
semejantes , y que deben ir juntas: la cual decia yo que no
era funcion de labrador, sino de agrimensor, principal
mente cuando los arquitectos que tienen precision de sa
ber el método de tomar las medidas , ni aun se dignan ha
cerlo con los edificios de que ellos mismos han dado el plan,
despues que se han acabado ; sino que creen que una cosa
es la que corresponde á su profesion, y otra distinta la que
es del cargo de los que miden los edificios que se han
construido ya, y hecha la cuenta calculan el valor de la
obra. Por lo cual con tanta mas razon se ha de disimular á
nuestra profesion , si solo llega hasta el punto de decir el
modo con que se ha de hacer cada co3a , y no cuanto sea
lo que se haya hecho. Pero-.como tú tambien, Silvino, quie
res á fuer de amigo , que yo te dé I03 preceptos de las me
didas, condescenderé coa tus deseos, con tal que no dudes
que esto es mas bien cosa de geómetras , que de gentes del
campo, y que me disculpes , si hubiere cometido algun er
ror en una cosa cuya ciencia no me atribuyo. Mas para en
trar en materia, digo, que todas las medidas se reducen á
la del pie , que consta de diez y seis dedos. El pie multi
plicado da progresivamente pasos, actos, climas, yugadas,
estadios y centurias, y en seguida tambien otras medidas
mayores. El paso tiene cinco pies. El acto menor , como di
ce Marco Varron * , tiene cuatro pies de ancho y ciento y
veinte de largo. El clima es de sesenta pies acia todas par
tes. El acto cuadrado se termina por todos lados con ciento
y veinte pies. Este duplicado hace la yugada, que ha toma
do este nombre por estar juntos los dos actos. Mas á este ac
to llama la gente del campo de la provincia Bética acnua;
y al espacio de treinta pies de ancho, y ciento y ochenta de
largo llaman los mismos porca. Pero los Galos llaman candelo en las superficies urbanas al espacio de cien pies , y
en las rústicas al de ciento y cincuenta, y tambien arepennis á la media yugada. Por consiguiente, como he di
cho , dos actos hacen una yugada de doscientos y cuarenta
pies de largo, y ciento y veinte de ancho, cuyas cantidades
LIBRO QUINTO
..3
multiplicadas entre sí clan el producto de veinte y ocho mil
y ochocientos pies: cuadrados. En seguida viene el estadio,
que tiene ciento i veinte y cinco pasos de largo, esto es,
seiscientos veinte y cinco pies, que multiplicados por ocho
hacen mil pasos, que son cinco mil pies. Ahora llamamos
centuria (como dice el mismo Varron) á una medida de
doscientas yugadas, que antes se llamaba así por tener
ciento2: mas aunque despues se ha duplicado, ha conser
vado su nombre antiguo, al modo que las tribus, llamadas
así al principio por haberse dividido el pueblo romano en
tres partes: las cuales sin embargo, multiplicadas al presen
te, conservan el nombre antiguo. Ha sido conveniente ex
plicar de antemano estas palabras, que no son agenas ni
distantes de los cálculos que vamos á dar. Vamos ahora á
nuestro propósito. No hemos puesto aquí todas las panes
en que puede dividirse la yugada, sino solamente aquellas
que entran en la estimacion del trabajo que se ha dado;
pues sería supérfluo tratar de las menores, por las que nin
gun salario ni jornal se paga. Con que la yugada (como he
mos dicho) tiene veinte y ocho mil y ochocientos pies cua
drados, que hacen doscientos ochenta y ocho escripulos. Pe
ro para empezar por la parte mas pequeña , esto es , por el
.medio escripulo, que es la quingentésuna-septriagésima-sexta parte de la yugadj, este tiene ciucueuta pies, y ea su
medio escripulo: la parte ducentésima- octava cien pies, es
to es, el escripulo: la parte centésima -cuadragésima -cuar
ta doscientos pies , esto es , dos escripulos : la parte septua
gésima -segunda cuatrocientos pifes, esto ¿s, la sextilla, en
la cual hay cuatro escripulos: la parte cuarta cuadragésima.
octava seiscientos p'ies,' esto es, el. siálico, en el' cual hay
seis escripulos: la parte vigé«ima-cuarta mil y doscientos pies,
estoes, media onza, en la cualhay doce escripulos.. la par
te duodécima dos mil y cuatrocientos pies , esto es, la onza,
en la cual hay veinte y cuatro escripulos: la sexta parte cuatro mil y ochocientos pies, esto es, el sextante * en el cual
hay cuarenta y ocho escripulos: la cuarta parte siete mil y
doscientos pies, esto es, el cuadrante, en el cual hay seten
ta y dos escripulos : la tercera parte nueve mil y seiscien
tos pies, esto es , el tríente , en el cual hay noventa y seis
n
,94
COLUMELA.
escripulos: la tercera parte, mas la duodécima, esto es, el
guincunce , en el cual hay ciento y veinte escripulos: me*
tlia yugada catorce mil y cuatrocientos pies, esto er, una
mitad, en la cual hay ciento cuarenta y cuatro escripu
los: media yugada y una duodécima parte diez y seis mil
y ochocientos pies, esto es , el .septunce , en el cual hay
ciento sesenta y ocho escripulos: dos terceras partes diez y
nueve mil y doscientos pies, esto e&,«\be$, en. el cual
hay ciento noventa y dos escripulos: tres cuartas partes vein
te y un mil y seiscientos pies, esto es, el dodrante, en el
cual hay doscientos diez y seis escripulos: media yugada
y una tercera parte veinte y cuatro mil pies, esto es, el
dcxtante , en el cual hay doscientos y cuarenta escripulos:
dos terceras partes y una cuarta veinte y seis mil y cua
trocientos pies, esto es, el deunee, en el cual hay doscientos sesenta y cuatro escripulos: la yugada veinte y ocho mil
y ochocientos pies , esto es , el as , en el cual hay doscien
tos ochenta y ocho escripulos. Si la superficie de una yu
gada formara siempre un rectángulo, y al medirla se le
encontráran doscientos y cuarenta pies de largo sobre cien
to y veinte de ancho , sería muy facil el cálculo ; pero
como se disputa sobre heredades de figuras diferentes, pre
sentaremos las especies de cada género ¿ que nos servirán
como de fórmulas, que serán aplicables á todas.
CAPITULO
'i
II. •
Continuacion del anterior,.
Todo camp es cuadrado, ó rectangular, ó en forma de
cuña i ó triangular, ó circular, ó tambien presenta la for
ma de un semicírculo, ó de un arco de círculo: asimismo
algunas veces la de un polígono. La medida de un cua
drado es muy facil , porque como es por todos lados de
un mismo número de pies, se multiplican dos lados en
tre sí, y el producto da el número de pies cuadrados que
contiene. Como por ejemplo, hay un terreno de cien pies
por todos cuatro lados; multiplicamos ciento por ciento,
resultan diez mil. Diremos por consiguiente que este ter
LIBRO
QUINTO
lí>5
reno tiene diez mil pies cuadrados, que hacen un triente y
una séxtula de yugada; por cuya proporcion convendrá
calcular el trabajo que se ha dado. Pero si fuere mas lar
go que ancho, como v. gr. la figura de la yugada, esto
es, doscientos y cuarenta pies de largo, y ciento y vein
te de ancho (como dije poco antes ^ multiplicaremos los
pies de la longitud por los de la latitud de ésta manera:
ciento y veinte veces doscientos y cuarenta son veinte y ocho
mil y ochocientos. Diremos queja yugada de tierra tiene es
tos misinos pies; é igualmente se hará con todos los terrenos
cuya longitud sea mayor que su latitud. Pero si tuviere la for
ma de uua cuña, como por ejemplo, si tiene cien pies de lar
go ';, veinte pies de ancho por un lado, y diez por otro, en
este. caso sumaremos las dos latitudes, que harán el total de
treinta. Su mitack es quince , que multiplicaremos por la
longitud, y sacaremos un mil y quinie'ntos pies. Por consi
guiente diremos que este es el número de pies que hay en
aquel terreno en forma de cuña, cuya parte de yugada será
media onza y tres escrípulos. Pero si debieres medir un trián-.
guio equilátero f , seguirás este método. .Sea un terreno trian
gular de trescientos pies por cada lado. Multiplicado éste
número por sí mismo , el producto es noventa mil. To
ma su tercera parte, esto es, treinta mil; toma tambien la
décima , esto es , nueve mil ; suma ambas partidas.: el total
será treinta y; nueve mil , este es el número de pies cuadra
dos que diremos haber en éste triángulo, cuya medida es
una yugada, un triente y un sicílico. Pero si el terreno fue
re un triángulo con los lados desiguales, que tiene un án
gulo recto, se ordenará la cuenta de otra manera. Sea la
línea de un lado de los que forman el ángulo recto de
cincuenta pies, y la del otro de ciento. Multiplica estas
dos cantidades entre sí: cincuenta veces ciento hacen cin
co mil; su mitad son dos mil y quinientos, cuya parte
hace una onza y un escrípulo de yugada. Si el campo fue
re redondo, de suerte que tenga figura circular, ajusta los
pies que tiene de esta manera. Sea una área redonda , cu
yo diámetro tenga setenta pies. Multiplica este número por
sí mismo; setenta por setenta hacen cuatro mil y nove
cientos. Multiplica este total por once; resultan cincuenn *
196
COLUMELA.
ta y tres mi1 Y novecientos pies. Divido este producto
por catorce, saco de cuociente tres mil ochocientos y cin
cuenta pies. Estos son los que digo haber cuadrados en
aquel circulo 3 ? cuya cantidad hace onza y media y dos
escrípulos y medio de yugada. Si el terreno fuere un se
micírculo, cuya base tenga ciento cuarenta pies, y la la
titud de la curvatura, esto es, el radio, setenta, con
vendrá multiplicar ésta por la base: setenta veces ciento
y cuarenta son nueve mil y ochocientos, que multiplica
dos por once hacen ciento siete mil y ochocientos. La déci
ma cuarta parte de este total es siete mil y setecientos4.
Estos pies diremos que hay en el semicírculo, que hacen'
un cuadrante y cinco escrípulos de yugada. Pero si fue
re menos que un semicírculo, mediremos el arco de esta
manera. Sea un arco¿ cuya base tenga diez y seis pies, y su
latitud cuatro. Sumo la base y la latitud; el total es veinte,
que multiplicados por cuatro hacen ochenta. La mitad de
estos es cuarenta. Tambien tomo la mitad de la base, que es
ocho pies, y multiplicada por sí misma hace sesenta y cua
rto. Saco la décima - cuarta parte; que es cuatro pies
y un poco mas, añado esto á los cuarenta, la suma será
cuarenta y cuatro pies. Estos digo que son los pies cua
drados que hay en el arco s , y hacen medio escrípulo de
yugada menos una vigésima-qilinta parte 6. Si fuere de seis
ángulo?, se reduce á pie» cuadrados de esta manera. Sea un
exágono, Cuyos lados tengan todos á treinta pies Multi
plico un lado por si mismo: treinta veces treinta son no
vecientos. Tomo la tercera parte de este producto que es
trescientos: tomo ademas la décima que es noventa: Ja
añado á la anterior, y hace la suma de trescientos y no
venta.' Esta se ha de multiplicar por séis, porque hay seis
lados, cuyo producto es dos mil trescientos y cuarenta.
Por consiguiente diremos que hay este número de pies
cuadrados 7. Y así habrá una onza de yugada menos seis
décimas paites de escrípulo.
LIBRO
QUINTO
ig7
CAPITULO III,
Cuántas plantas quepan en una yugada distribuidas d
tres pies de distancia entre si,óá mayores hasta diez
pies de una á otra.
Conocidos pues bien estos principios de semejante cál
culo, haremos sin dificultad las medidas de las tierras,
cuyas especies todas es cosa dilatada y árdua exponer aho
ra. Al presente voy á añadir á lo que he dicho otras dos
fórmulas de que se sirven con frecuencia los labradores
en la colocacion de las plantas. Sea un terreno de mil y
doscientos pies de largo y ciento y veinte de ancho: en
él se han de colocar las vides de manera que se dejen cin •
-co pies entre los liños. Pregunto, ¿cuántas plantas se ne
cesitan cuando se quiere que estén en el liño á cinco pies
de distancia unas de otras? Saco la quinta parte de la lon
gitud, que son doscientos y cuarenta, y la quinta de la la
titud, esto es, veinte y cuatro: á cada una de estas dos can
tidades , añado siempre una unidad por la planta de la ex
tremidad de los liños que llaman angular: de consiguien
te se hace una suma de doscientos cuarenta y uno, y otra
de veinte y cinco. Multiplica estas sumas de esta mane
ra: veinte y cinco veces doscientos cuarenta y uno son seis
mil y veinte y cinco. Tantas son las plantas que se necesi
tan. Del mismo modo si las quisieres poner á seis pies de
distancia, tomarás la sexta parte de la longitud de mil y dos
cientos , que es doscientos , y la sexta parte de la latitud
de ciento y veinte, que es veinte. A cada una de estas can
tidades añadirás la unidad que dije por las plantas angula
res , lo que hará doscientos y uno, y veinte y uno. Estas
sumas las multiplicarás entre si veinte y una veces dos
cientos y uno, y de esta suerte harás cuatro mil doscien
tos veinte y uno, y dirás que se necesitan otras tantas plan
tas. Asimismo, si las quisieres poner á siete pies, toma
rás la séptima parte de la longitud y de la latitud: aña
dirás las unidades angulares , y del mismo modo , y por el
mismo orden hallarás el número de plantas que se necesi
n 3
i98
COLUMELA.
tan. Finalmente, sea el que fuere el número de pies que
has de dejar de intervalo entre cada planta , has de multi
plicar por él la longitud y la latitud del terreno, y has de
añadir las antedichas unidades. Siendo esto así , se sigue que
la yugada de tierra que tiene doscientos y cuarenta pies
de longitud y ciento y veinte de latitud , poniendo las plan
tas á tres pies de distancia (que es el menor intervalo que
se deja cuando se ponen las vides), necesitará de ochenta
y una plantas para la longitud, y veinte y cinco para la la
titud , estando en ella alineadas á cinco pies de distancia,
•cuyos números, multiplicados entre sí, hacen dos mil y
veinte y cinco plantas. O si estuviere la viña puesta á cua
tro pies de distancia en ambas direcciones, tendrá el liño
á lo largo sesenta y una plantas, y á lo ancho treinta y una,
cuyos números hacen en la yugada mil ochocientas noven
ta y una vides. O si estuviere puesta á cuatro pies de distan
cia á lo largo , y á cinco á lo ancho , el liño de la longitud
tendrá sesenta y una plantas , y el de la latitud veinte y cinco. Pero si el plantío es á cinco pies tendrá el liño de
lo largo cuarenta y nueve plantas, y el de lo ancho veinte
y cinco : cuyos dos números multiplicados entre sí hacen
• mil doscientos veinte y cinco. Pero si se quisieren poner las
vides en un terreno de la misma cabida á seis pies de dis
tancia , no hay duda que se han de dar á la longitud cua
renta y una vides, y á la latitud veinte y una; que mul
tiplicadas entre sí hacen el número de ochocientas sesen
ta y una. Mas si se quiere poner la viña á siete pies de dis
tancia , recibirá el liño á lo largo treinta y cinco plantas,
y á lo ancho diez y ocho, cuyos números multiplicados
entre sí hacen seiscientas y treinta , por lo que diremos
que se ha de prevenir igual número de plantas. Y si se
plantare la viña á ocho pies , recibirá el liño de la longi
tud treinta y una plantas, y por la latitud diez y seis, cuyos
números multiplicados entre sí hacen cuatrocientos noven
ta y seis. Pero si las plantan á nueve pies, tendrá el liño á
lo largo veinte y siete plantas , y á lo ancho catorce: estos
números, multiplicados entre sí, hacen trescientas seten
ta y ocho. Mas si se plantaren á diez pies , al liño á lo lar?
go la cabrán veinte y cinco plantas , y á lo ancho trece,
LIBRO QUINTO
i99
los cuales números , multiplicados el uno por el otro, ha
cen trescientas veinte y cinco. Y para no llevar el cálcu
lo al infinito, se pondrán las plantas en la misma propor»
cion que quiera cada cual dejar mas largos los intervalos.
Baste ya con lo que se ha diojho de la medida de las tierras,
y del número de plantas que necesitan. Ahora vuelvo al or
den que me he prescrito.
CAPITULO
IV.
'
Del cultivo de las viñas en las provincias.
Jle observado que hay muchos géneros de viñas en las pro
vincias: pero de las que yo mismo he conocido, las que se
tienen por las mejores son las que semejantes á arbolitos tie
nen la caña corta y se mantienen por sí solas sin apoyo:
despues de éstas las que sostenidas por apoyos se ponen so
bre yugos separados cada una: á éstas llama la gente del '
campo cantheriadar. en seguida vienen las que están rodea
das de cañas clavadas en el suelo, y cuyos sarmientos aplica
dos á éstas cañas , que les sirven de apoyos , se encorvan,
formando emparrados circulares: á estas las llaman algunos
characatas. La última clase es la de las vides tendidas, y que
al salir la cepa de la tierra, se extienden por ella como si las
hubieran tirado. Pero el modo de plantarlas es en todas casi
uno mismo; pues las plantas se ponen en hoyo ó en zanja,
porque los cultivadores de las naciones extrangeras no en
tienden de agostado; el cual sin embargo es casi supérfluo
en aquellos paises en los cuales el terreno está mullido, y
suelto naturalmente, porque éste (como dice Virgilio, Georg.
lib. II, v. 184.) '° imitamos arando, ó tambien agostándo
lo. Y asi la Campania , aunque puede tomar éste ejemplo de
nosotros , como que es nuestfa vecina , no usa dar esta la
bor á la tierra, porque la franqueza de su suelo necesita
menos trabajo. Pero si en algunas provincias lo muy com
pacto del terreno exige mayor gasto de parte del cultivador,
lo que nosotros hacemos agostando la tierra, él lo consigue
haciendo una zanja , esto es , para poner las plantas en un
terreno mas bien labrado.
. '
. '
n 4
aoo *
COLUMELA.
CAPITULO
V.
De las diferentes clases que hay de ellas., y del cultivo de
cada cual.
x ero para tratar de cada una de las especies de viñas que
he propuesto, lo iré haciendo por el orden con que las
he nombrado. La vid que se mantiene por sus propias
fuerzas sin apoyo, si la tierra es suelta, se ha de poner en
hoyo; si es muy densa, en zanja: pero tanto los hoyos,
como las zanjas , son muy ventajosas , si en los paises
templados y donde los estíos son muy ardientes se ha
cen un año antes de plantar las viñas. Sin embargo se ha
de examinar primero la bondad del suelo, pues si las plan
tas se han de poner en el que sea endeble y ligero, se debe.
hacer el hoyo ú la zanja al mismo tiempo de la plantacionSi se hace el hoyo el año antes de ésta , es suficiente que
tenga tres pies de largo y de hondo, y dos de ancho; pero si
hemos de dejar los entreliños de cuatro pies de ancho tene
mos por mas cómodo que los hoyos tengan esta misma me
dida en ancho y largo, y con solos tres de profundidad. Mas
las plantas se aplicarán á los cuatro ángulos , poniendo debajo
tierra desmenuzada, despues de lo cual se cubrirán los hoyos.
Y en cuanto á los entreliños solamente tenemos que preve
nir que tengan entendido los cultivadores, si han de labrar
las viñas con el arado, que los dejen mas anchos, y si con
las azadas, mas angostos. Y no han de ser mas anchos que
de diez pies, ni mas estrechos que de cuatro. Sin embargo
muchos disponen los liños de manera que en línea recta de
jan dos pies, y cuando mas tres, entre planta y planta: por
el contrario, los entreliños los hacen de mayor extension,
para que ande por ellos el cavador ó el arador. Pero el cui
dado de la plantacion no debe ser otro que el que he pres
crito en el tercer libro. Sin embargo el cartagines Magon añade á éste método una cosa , y es que las plantas se
pongan de manera que no se llene desde luego el hoyo en
teramente de tierra , sino que se deje desocupada la mitad po
co mas ó menos, y en los dos años siguientes se vaya lie*
LIBRO QUINTO
aot,
nando poco á poco: pues cree que de ésta suerte se obliga á
la vid á que eche raices ácia abajo. Yo no negaré que esto
se liaga con utilidad en los terrenos secos; pero donde el
pais es húmedo ó el cielo lluvioso, no creo que deba ha
cerse, porque la mucha agua que está parada en estos ho
yos medio llenos de tierra, mata las plantas antes que se
fortifiquen. Por lo cual pienso que es mas útil llenar los ho
yos así que se han puesto las plantas; mas luego que ha
yan asido convendrá excavarlas cuidadosa y profundamen
te, al instante que haya pasado el equinoccio de otoño, y
despues de haberles cortado las raicillas, si hubieren echa
do algunas en la superficie del suelo, cubrirlas al cabo de
pocos dias. Pues de ésta suerte 6e evitarán ambas incomodi
dades; la de que no se exciten las raices á salir en la parte
superior, y la de que las plantas que todavía tienen poca
fuerza padezcan con las lluvias inmoderadas. Pero cuando
hayan tomado ya fuerzas no hay duda que las aguas del cie
lo les sirven de muchísima utilidad. Y así en los parages en
que lo permita la suavidad del invierno, convendrá dejar las
vides descubiertas, y tenerlas excavadas en toda esta estacion.
En cuanto á la cualidad de las plantas que se han de po
ner, no están conformes los autores; unos creen que es me
jor plantar la viña desde luego con cabezudos, otros con
barbados : sobre lo cual ya he manifestado mi modo de pen
sar en los libros anteriores. Y sin embargo añado aho
ra que hay ciertas tierras en las cuales no se dan tambien las
vides trasplantadas, como las que se ponen de asiento : pero
esto sucede raras veces. Por consiguiente se ha observar y
examinar con cuidado lo que lleva cada pais, y lo que ren8a producir1. Conviene pues arreglar la planta que se ha
puesto, ésto es, el cabezudo ó el barbado, de manera que dé
una cepa que se mantenga derecha sin apoyo: pero esto
no se puede hacer desde luego. Pues si no pones apoyo á la
vid mientras está tierna y endeble, los sarmientos caerán
á tierra conforme vayan saliendo. Y por eso al poner la plan
ta se le aplica una caña que proteja, por decirlo así, y man
tenga su infancia, y la lleve á tanta altura como quiera dar
le el cultivador: la cual seguramente no debe ser muy con
siderable, pues no se debe dejar pasar de pie y medio» Así
aoa
COLUMELA.
que en seguida toma fuerza , y puede sostenerse ya sin apo
yo, recibe su incremento por la cabeza ó por los brazos.
Porque de esta cultura hay tambien dos especies: unos
aprueban mas las viñas que solo tienen cabeza , y otros las
que están distribuidas en brazos. Los que gustan armar la
viña de esta última manera, conviene que conserven todo
lo que habrá arrojado la vid nueva al rededor de la cicatriz
que le habrán hecho al cortarla por lo alto, y la distribuyan
en cuatro brazos de un pie de largo, de manera que miren
á todos los puntos cardinales del cielo. Pero estos brazos no
6e dejan inmediatamente al primer año con todo su largo,
para que no se cargue la vid mientras todavía está endeble;
sino al cabo de muchas podas se les hace llegar á ésta medi
da. Despues conviene se dejen cierta especie de cuernos,.
que salgan de los brazos, y que de ésta suerte se extienda la
vid entera por todas partes en redondo. El método de la poda
es el mismo que en las viñas yugadas: pero se diferencia en
una cosa, y es que en lugar de sarmientos mas largos se dejan
pulgares de cuatro ó cinco yemas, y en lugar de subsidia
rios, tornillos de dos yemas. En la vid que dijimos con
cabeza , se corta el sarmiento que rodea á la misma madre
al casco, dejándole una ó dos yemas adherentes al tronco.
Pero esto se poede hacer con seguridad en las tierras de
riego ó en las nray [pingües, cuando sus fuérzas pueden dar
á un tiempo fruto y madera. Loa que dan ésta forma á sus
viñas las cultivan principalmente con el arado, y siguen es
te sistema de quitar los brazos á las vides, porque no te
niendo las cabezas cosa alguna que¡ sobresalga, no estan ex«»
puestas á que las perjudiquen el arado ni los bueyes. Pues
en las que están distribuidas en brazos, sucede comunmen
te que las ramillas de las vides se quiebran con la pierna ó
con las astas de los bueyes: tambien muchas veces se veri
fica lo mismo con la esteva , cuando el gañan cuidadoso se
empeña en llegar con la reja hasta el liño, y en labrar lo
mas inmediato que puede ser á las cepas. Y éste cultivo se
da á las vides con cabeza, ó á las distribuidas en brazos an
tes que broten. Luego que esto se verifica , viene el cava
dor, y labra con las azadas las partes donde no ha podido
llegar el gañan. En seguida, luego que la vid echa sarmien-
LIBRO QUINTO
;ao3
tete, entra el despampanador , quita los supérítaos y deja
los fructíferos, los cuales asi que se han endurecido los atan
en forma de corona: esto se hace por dos motivos: el uno
no sea que si se dejan crecer con libertad se extiendan vi
ciosamente y atraigan á sí todo' el alimento :. y el otro, para
que atada la vid de ésta manera , de entrada libre al gañan
y al cavador para que la labren. Pero el modo de despam
panar será éste: en los sitios sombríos^ húmedos. y frios se
despojará el verano la vid, y se quitarán los pánspanos á Jos
sarmientos, para que el fruto pueda madurar, y no se pu
dra con la humedad; pero en los secos ,. calientes y abriga
dos , por el contrario se cubrirán los racimos con los sar
mientos, y si la vid tuviere pocos, se Desguardará «l fruto
con hojas v y alguna vez con paja i que «e traerán de otra
parte al' efecto. Marco Columela mi tío, varon instruido en
las bellas tartes , y cultivador aplicadísimo de tla . provincia
Bética, hacía sombra á las vides ácia el nacimiento de la
canícula con esteras de palma, porque en el tiempo en que
aparece esta constelacion, algunas partes de aquella provin
cia son por lo comun tan infestadas del aire solano,. que los
habitantes llaman Vulturno, que si no se hace. sombra á las
vides con algunas cubiertas , se quema el fruto como si hu
biera pasado la llama por ellas. Y este es el cultivo de la
vid distribuida en brazos y de la que solo tiene cabeza. Pues
la que se pone sobre un yugo solo , ó \a que se le dejan cre
cer los sarmientos, para aplicarlos á cañas que les sirven de
apoyos redondeándolas en forma circular , exigen poco mas
ó menos el mismo cuidado que la vid yugada. Con todo eso
he advertido que algunos enterraban en la superficie del
suelo , á modo de mugrones , unos sarmientos largos de las.
vides characatas, sobre todo cuando son dei vidueño hcluenaco, que despues los enderezaban otra vea aplicándolos á
cañas, y los dejaban para fruto: á estos los llaman mergos
nuestros cultivadores , y los Galos candosoceos , y los cu
bren con tierra por un motivo sencillo; y es,, porque cree»
que ésta da mas alimento á éstos sarmientos de fruto. Y asi
despues de la vendimia los cortan como inútiles y los se
paran de la cepa. Pero nosotros mandamos que éstas mis
mas varas, luego que se hayan separado de la madre, se
2©4
COLUMELA.
pongan en lugar de barbados, si hubiere algunos sitios des
ocupados en los liños, por haberse perdido algunas plantas,
ó si alguno quisiere poner un majuelo, porque las partes
de los sarmientos que han estado enterradas tienen segu
ramente bastante cantidad de raices, que desde que han si
do plantadas en los hoyos, prenden al instante. Resta ha
blar del cultivo de la viña tendida , que no se debe empren
der, como no sea en un clima muy sujeto á vientos, por
que da á los cultivadores un trabajo difícil y porque nun
ca se saca de ellas vino de gusto generoso. Pero donde
la cualidad del pais admite solamente éste cultivo, se pone
el cabezudo en hoyos de dos pies, y luego que ha brotado,
se reduce á un sarmiento solo, el cual el primer año se cor
ta, dejándole dos yemas: despues el siguiente, así que ha
echado mas sarmientos, se deja crecer uno y se suprimen
los demas. Y así que el que se ha dejado ha dado fruto, se
poda en términos que estando tendido en tierra, no pase
del claro del entreliño: y no hay gran diferencia entre la
poda de la viña tendida , y la de la que está derecha : sino
que á la primera se le deben dejar los sarmientos mas cor
tos; y los tornillos tambien han de quedar muy cortos á
manera de alarifes: pero despues de la poda, que en esta
clase de viña se ha de hacer indispensablemente en el oto
ño , se doblará toda entera ácia el otro entreliño , y de es
ta suerte aquella parte que había estado ocupada se cava
ó se ara , y asi que esté labrada se le echa otra vez la misma
vid , para que la otra parte pueda tambien labrarse. Sobre
el modo de despampanar esta viña no están muy de acuer
do los autores : unos dicen que no se ha de despojar de ho
jas la vid , para que proteja mejor el fruto contra la injuria
de los vientos y de las fieras : otros quieren que se despam
pane con mas moderacion, para que la vid no se cargue
de hojas enteramente supérñuas, y sin embargo pueda cu
brir y proteger el fruto: cuyo método me parece á mí tam
bien mas conveniente.
LIBRO
QUINTO
CAPITULO
ao5
VI.
De los árboles y vides maridadas á ellos.
Pero ya hemos hablado bastante de las viñas: ahora es me
nester dar preceptos acerca de los áiboles. El que quisiere
tener una arboleda maridada á vides, poblada , y distribuida
á iguales distancias y fructuosa , tendrá cuidado que no se
ponga clara por perderse los árboles; sino que sacará los que
padezcan con la vejez ó la tempestad, y. en lugar de ellos
sustituirá plantas nuevas: lo que podrá conseguir con fa
cilidad, si tuviere preparada una almáciga de olmos: la cual
no tendré inconveniente en prescribir á continuacion có
mo se ha de hacer y de qué especies de olmos. Todos es
tán acordes en que hay dos especies de olmos, de Galia y
de nuestro pais: aquel se dice Atinio, y éste de la tierra.
Treroelio Estrofa lia opinado falsamente que el olmo Ati
nio no llevaba somera (que es la grana de este árbol), pues
sin duda ciia muy poca, y por lo mismo parece á muchos
estéril , estando como están escondidas las granas entre la
hoja que echa al primer brote, y así nadie la pone de si
miente, sino de sierpes. Pero este olmo es mucho mas fron
doso y alto que el de la tierra, y da una hoja agradable á
los bueyes, con la cual si has mantenido mucho tiempo á
éste ganado y despues tratas de darle la de los de la otra es
pecie, les causa fastidio. Por lo que, si pudiere hacerse,
plantarémos todo el campo solamente de la especie Atinia:
ei nó, procurarémos al arreglar las hileras, poner alterna»
tivamente, y en igual número, de la tierra y Atinios. De
ésta suerte visaremos siempre de hoja mezclada, y atraído el
ganado con esta especie de condimento, consumirá mas
pronto la comida que necesite. Pero á la vid parece que el
árbol que mas bien la sostiene es el durillo, en seguida el
olmo, en tercer lugar tambien el fresno. El durillo, por dar
poca hoja y no ser útil para el ganado, lo han desecharlo
la mavor parte de los cultivadores. El fresno, que es muy
agradable á las cabras y á las ovejas, y no inútil para los
bueyes, se planta con justo motivo en los sitios ásperos y
a06
COLUMELA. '
montuosos, en los cuales no se da bien el olmo. Este lo pre
fieren los mas, porque sostiene la vid muy cómodamente,
dá á los bueyes un pasto muy de su gusto, y prospera en
muchas especies diferentes de terrenos. Y así el que se pro
pone criar una arboleda nueva para maridar con vides, pre
parará de antemano almácigas de olmos ó de fresnos, del
modo que vamos á manifestar en seguida: pues los durillos
es mejor plantar desde luego de asiento tallos en la arbole
da. Despues en un suelo que sea pingüe y medianamente
húmedo, cavaremos la tierra con la azada, y gradándola y
mulléndola muy bien, la distribuiremos por la primavera
en tablas. En seguida echaremos en éstas tablas la samera
que ya estará de color rojo, y habrá estado muchos dias ten
dida asoleándose , de suerte sin embargo que tenga algun
jugo y humedad : la samera se echará tan espesa que se cu
bran enteramente las tablas. Y en éste estado cerneremos so
bre ella con una criba tierra desmenuzada, hasta que tenga
dos dedos encima, regaremos ligeramente las tablas, y las
cubriremos con paja, para que no piquen los pájaros las
puntas de los tallos que vayan naciendo. Despues, así que las
plantas hayan acabado de nacer, recogeremos la paja, y
arrancaremos la yerba á mano: lo que se ha de hacer con
tiento y cuidado, para no arrancar al mismo tiempo las rai
ces de los olmos, que todavía están tiernas y cortas. Y éstas
mismas tablas las arreglaremos tan estrechas, que los que les
han de arrancar las yerbas, alcancen con facilidad al medio
de ellas: pues si fueren mas anchas, se les hará daño, como
tambien á las mismas plantitas que se pisarán. En seguida
conviene rociar de cerca mas bien que regar las almácigas
durante el estío, antes de salir el sol ó á la tarde, y cuando
las plantas tengan tres pies de alto se trasladarán á otra al
máciga, y para que no echen raices muy profundas (lo cual
trae mucho trabajo en lo sucesivo, cuando queremos mu
dar las plantas á otra almáciga diferente) convendrá abrir
unos hoyuelos no muy grandes, á distancia de pie y me
dio unos de otros : despues se anudarán las raices si son cor
tas, y si son mas largas se retorcerán en redondo en for
ma de corona , y despues de untarlas con boñiga de buey
se pondrán en los hoyuelos y se pisotearán todo al rededor
LIBRO
QUINTO
ao?
con cuidado. El mismo método se ha de seguir con las plan
tas que se han cogido con su tallo: lo que es preciso hacer
con el olmo Atinio, que no se siembra de samera. Pero es
te olmo se planta mejor en el tiempo de otoño , que en el
de primavera, y sus ramillas se quitan con la mano poco á
poco retorciendolas, porque en los dos primeros años teme el
corte con hierro. Finalmente al tercero se limpia con una
podadera afilada, y luego que está en estado de trasplantar
se se poM bien desde el tiempo de otoño, en que la tierra
se habrá mojado bastante con las lluvias hasta la primavera,
antes que la raiz del olmo se descortece al arrancarlo. Des
pues se harán hoyos de á tres pies en todas direcciones , si la
tierra es suelta : pero si fuere densa , se prepararán zanjas de
la misma profundidad', para que reciban los árboles. Y
ademas se cuidará, si se lian de plantar los olmos en terre
no abundante de rociadas y nebuloso, que se dirijan sus ra
mas á levante y á poniente, para que el medio de los árbo
les, donde está aplicada y atada la vid, y donde se apoya,
reciba mas sol. Mas si tratamos tambien de sembrar granos,
se pondrán estos árboles á cuarenta pies de distancia unos de
otros, siendo el terreno fértil; y si es endeble, solo se reti
rarán veinte pies1. En seguida, cuando empiecen á poner
se grandes, se han de arreglar con el hocino, y formar los
órdenes de ramas horizontales, que en latin se llama tabu'
lata. Pues con éste nombre suelen los cultivadores distin
guir las ramas y troncos que salen hacia afuera, y estos los acor
tan ó los alargan con el hierro para que las vides se extien
dan con mas libertad; esto en el terreno pingüe, aquello,
en el endeble. Los tablados no han de estar á menos de tres
pies de distancia unos de otros, y se han de formar de ma
nera que la rama superior no esté en la misma línea que la
inferior, pues ésta quebrantará el sarmiento que germine
y caiga de la superior y le echará abajo el fruto. Mas cual
quier árbol que hubieres plantado no conviene podarlo en
los dos primeros años. Despues si el olmo toma un iucremento pequeño, en la primavera antes que suelte la corte
za1 se ha de descabezar por junto á la ramilla que parecie
re mas brillante, dejando sin embargo en el tronco por en
cima de ella nueve pulgadas, al cual llevada y aplicada se
»o8
COLUMELA.
atará, á fin que corregida y tomando la direccion del tron
co, provea de cabeza al árbol. En seguida convendrá cortar
al cabo de un año este pedazo de tronco que se había de
jado sobre la ramilla , y alisar el corte. Pero si el árbol nin
guna rama tuviere á propósito para esto , será bastante de
jarlo de nueve pies de alto, cortándole toda la parte supe
rior, para que las ramas nuevas que arroje estén al abri
go del daño del ganado. Y si pudiere hacerse convendrá
cortarlo de un solo golpe, y si no aserrarlo y alisar el corte
con el hocino y cubrirlo con barro amasado con paja, pa
ra que no se pudra con el sol ó con las lluvias. Un año ú
dos despues , cuando las ramillas nuevas hubieren tomado
bastante fuerza, convendrá cortar las supérfluas y dejar las
que sean á propósito para arreglarlas. En el olmo que desde
que se plantó ha sido de buen medro, se deben quitar
los nudos á las ramas mas altas. Pero, si las ramillas fueren
robustas, se han ríe cortar de manera que quede un peda
zo de ellas fuera del tronco. Luego que en seguida el árbol
haya tomado toda su fuerza, se ha de cortar y alisar todo
aquello adonde se pueda llegar con el bocino, sin tocar
al cuerpo de la madre. El olmo nuevo se ha de formar de
esta manera: en el terreno pingüe se han de dejar sin ramas
ocho pies sobre la tierra; en: el endeble siete: por encima
de este espacio se ha de distribuir el árbol en tres partes
por su circunferencia, á cada una de las cuales se dejará una
rama para formar el primer tablado. En seguida, despues
de haber dejado tres pies por nncima desocupaJos, se han
de arreglar otras ramas de modo que uo estén puestas eh
Jas mismas líneas que las anteriores, y bajo del mismo mé
todo se deberá arreglar el árbol hasta lo alto. En la limpia
se ha de procurar no dar mucha longitud á los espolones
que se dejarán al cortar las ramas, ni por el contrario atu
sarlos tanto que se haga daño al mismo tronco ó se le des
cortece, porque el olmo que se le quita parte de la corteza
del tronco está poco frondoso. Tambien se ha de evitar qué
se haga de dos llagas una, pues á semejante cicatriz no la
cubre con facilidad la corteza. El cultivo de este árbol es
continuo y no solo se ha de arreglar con cuidado al princi
pio, iino que se ha de cavar al rededor de su tronco, y cor-
LIBRO
QUINTO
ao9
tar con el hierro ó desgajar con la mano un año sí y otro no
todas las hojas que habrá echado, para que la demasiada
sombra no sea perjudicial á la vid. Éu seguida, cuando el
árbol se hubiere puesto viejo, se horadara junto á una ra
ma hasta la médula , para que por allí tenga salida la hu
medad, que se habrá juntado de la parte suprior. Tambien
conviene plantar la vid junto á él, antes que haya tomado
toda su fuerza. Pero si maridares á un olmo nuevo una vid
nueva la sostendrá: si le aplicáres una vid vieja, ésta mata.
rá á su compañero. De tal suerte conviene que los árboles y
las vides que se les maridan sean iguales en edad y en fuerzas.
Mas á fin de maridar una vid á un árbol, se debe hacer para
el barbado un hoyo, si es en tierra Tijera de dos pies de
ancho y otro tanto de hondo, y si es en tierra densa de dos
pies y nueve pulgadas, y de seis pies de largo, ó cuando me
nos de cinco: y ha de estar éste retirado del árbol no me
nos de pie y medio. Pues si lo juntares á las raices del olmo
prenderá mal la vid, y aun cuando haya prendido, se opri
mirá en creciendo el árbol. Este hoyo, si hay proporcion^
hazlo en otoño, para que se ablande con las lluvias y
con las heladas. En seguida al rededor del equinoccio de
primavera se han de poner dos vides en cada hoyo á dis
tancia de un pie una de otra, para que cubran mas pronto
el olmo, y se cuidará de no ponerlas con vientos del norte,
ó mojadas con el rocío, sino secas. Esta observacion preven
go que se tenga, no solo en la plantacion de las vides, sino
tambien en la de los olmos y los demas árboles: como tam
bien que cuando se sacan de la almáciga, se les señale por
un lado con lapiz colorado; para recordarnos que no demos
á los árboles distinta posicion de la que tenían en ella, pues
es de la mayor importancia que miren á la parte del cielo
á que están acostumbrados desde pequeños. Pero en los si
tios que están expuestos al sol, donde el clima no es muy
frío ni demasiado lluvioso, el mejor tiempo de plantar los
árboles y las vides es el otoño despues del equinoccio. Mas
»e han de poner de manera que echemos medio pie de la
tierra de la superficie labrada con el arado debajo de las
plantas, desenredemos todas las raices, las estercolemos se
gun mi opinion , despues de plautadas las cubramos con
o
aio
COLUMELA.
tierra labrada , y la pisoteemos al rededor del mismo tronco
de la planta. Las vides conviene ponerlas en la extremidad
del hoyo mas retirada del árbol, dejar extenderse los sar
mientos á lo largo de él, en seguida levantarlos y aplicarlos
al mismo, y resguardarlos con un seto de los insultos del ga
nado. Pero eu los parages cálidos se han de aplicar las vides
al árbol por el lado del norte, en los frios por el del me
diodía ; en un clima templado ó por el de levante ó por
el de poniente, para que no sufran todo el dia el sol ó la
sombra. Celso piensa que es mejor en la primera poda des
pues de la plantacion abstenerse del hierro, y rodear al árbol
con los mismos vástagos retorcidos en forma de corona,
para que la curvatura arroje sarmientos, y se pueda em
plear el año siguiente el mas fuerte de estos para formar la
caheza de la vid. Pero á roí me ha enseñado una larga ex
periencia ser mucho mas útil aplicar á las vides la po
dadera desde el principio, y no dejar que se hagan un bos
que de sarmientos inútiles. Y tambien pienso que el pri
mero que se le deje se corte á la segunda ó tercera
yema , para que arroje vástagos mas robustos : los cua
les luego que hayan llegado al primer tablado en la po
da inmediata se distribuirán en todas sus ramas, dejando
por otra parte siempre un sarmiento, que se excitará á subir
al tablado superior, y que se aplicará al tronco del árbol,
para que se dirija ácia su cima. Y á la vid que se halla ya
maridada al árbol , le imponen los cultivadores una ley fija:
muchos pueblan de sarmientos los tablados mas bajos, con
la mira de tener mas abundancia de frutos y mas facilidad
en el cultivo. Pero los que van tras de Ja bondad del vino
excitan la vid á subir á lo mas alto de los árboles, y conforme
va echando sarmientos nuevos así van extendiendolos á las
ramas mas altas , de manera que lo mas alto de la vid siga
lo mas alto del árbol, esto es, que los dos sarmientos mas
elevados se apliquen al tronco del árbol con direccion á su
cima, y á medida que cada rama se haya fortificado, reciba
la vid. En las ramas mas gruesas del árbol se pondrá mas
numero de sarmientos, que estarán separados unos de otros,
y en las mas delgadas se pondrán menos; y la vid nueva se
atará al árbol con tres cordeles: uno en la caña del árbol, á
LIBRO
QUINTO
41I
Cuatro píes de distancia de la tierra : otro que coge la vid
por la parte mas alta ; y el tercero que la abraza per el me
dio. No conviene poner el cordel mas bajo porque quita las
fuerzas á la vid3: sin embargo algunas veces es preciso: la
primera, cuando el árbol está desmochado y sin ramas 4' la
segunda cuando la vid llena de vigor se extiende con loza
nía5. Lo demas que se ha de observar en la poda es cortar
todos los sarmientos antiguos que han tenido fruto en el
año anterior, dejar los nuevos, quitándoles todos los zarci
llos y los nietos; y si la vid es fértil dejar caer por las pun
tas de las ramas del árbol mas bien los últimos sarmientos
que otros; si es endeble, los mas inmediatos al tronco; y
si es mediana los de enmedio: porque el último sarmiento
lleva muchísimo fruto, y el mas inmediato apura y exte
núa muy poco á \a vid. Y es de la mayor utilidad á las vi
des desatarlas todos los años, porque se limpian con mas
comodidad y se refrescan6: cuando se lían por otro sitio,
reciben menos daño y convalecen mas pronto. Y conviene
que estos mismos sarmientos se pongan sobre los tablados, de
suerte que estén colgando atados por la tercera ó cuarta yema,
y que no se les apriete la atadura, no sea que se corten con
ella Pero si el tablado está tan lejos que no se puede conducir
• él cómodamente el sarmiento, lo ataremos á la vid por en
cima de la tercera yema. El motivo que tenemos para prevenir
que se haga esto , e» porque la parte del sarmiento que se ha
dejado caer del tablado, se llena de fruto; pero la que está
atada, se dirige hácia arriba y da madera para el año si
guiente. Mas de estos mismos sarmientos hay dos géneros,
uno que nace de lo duro, el cual porque comunmente el
primer año da hojas sin fruto, lo llaman pampinario: al
otro que nace de un sarmiento de un año, por producir fru
to inmediatamente, lo llaman fructuario7. Para tener siem
pre abundancia de estos en la viña, se han de atar las par
tes del sarmiento á tres yemas, para qife todo lo que está
por bajo de la atadura , arroje madera. Cuando en seguida
la vid ha aumentado su fuerza con los años, se han de ha
cer pasar á los árboles inmediatos sarmientos largos, y es
tos conviene cortarlos á los dos años, haciendo pasar al
mismo tiempo otros mas tiernos, porque aquellos con su
o i
aía
COLUMELA. .
vejez fatigan la vid. Tambien ha sido alguna vez conve
niente, cuando la vid no puede abrazar todo el árbol, hun
dir en tierra alguna parte de ella , que se ha encorvado al
intento, y excitar á subir al mismo árbol dos ó tres vástagos
de este mugron , para que estando rodeado de mas núme
ro de vides, se cubra mas pronto. A. la vid nueva no con
viene dejarle pampinario, á no ser que haya salido de un
sitio donde sea necesario para maridar una rama que haya
perdido los que la cubrían. A las vides viejas les son útiles
los sarmientos pampinarios, que les hayan nacido en un
sitio conveniente, y es muy bueno dejarles la mayor parte
cortándolos á la tercersr yema , porque el año siguiente dan
madera. Todo sarmiento nacido en un sitio conveniente,
que se ha quebrado cuando 9e podaba ó cuando se ataba la
vid , no se debe quitar con tal que le quede alguna yema,
porque al año siguiente criará un sarmiento mas fuerte
aunque no haya quedado mas de una sola. Se llaman sarmientos precipitados loe que nacidos de varas de un año se
atan á lo duro. Estos llevan muchísimo fruto, pero son muy
perjudiciales á la madre. Y asi no conviene precipitar el sali
miento sino de la extremidad de las ramas, ó si la vid su
biere mas arriba de la cima del árbol. Pero 'si alguno qui
siere dejar esta especie de rama, con la mira de tener mu
cho fruto, lo doblará, despues lo atará y lo precipitará.
Pues detras del sitio que se habrá doblado echará muchos
sarmientos, y precipitándolos arraerán menos á sí las fuerzas
de la vid, aunque den fruto en abundancia. Mas el sar
miento precipitado no conviene dejarlo mas que un año.
Hay otra especie de sarmiento, que nace de uno nuevo j
se ata á la parte tierna de éste ' ara dejarlo colgando: lo lla
mamos mate ria. este produce bastante fruto y sarmien
tos nuevos: y aunque se dejen dos varas de una misma
cabeza, se llaman ambas materin. Mas arriba he enseña
do la fuerza que ~tiene el pampinario. El focaneo es el
que nace de enmedio de dos brazos como de enme.
dio de una horca Este sarmiento he observado que es
el peor de todos, porque no lleva fruto y extenúa los dos
brazos entre que se ha nacido, por lo cual se ha de quitar.
Muchos han creido falsamente que una vid fuerte y viciosa
LIBRO QUINTO
a,3
60 hace 'mas feraz si se carga dejándole muchos sarmientos.
En lo que se han engañado, pues teniendo muchas varas,
echa de ellas muchos pámpanos, y cubriéndose de infinidad
de hojas, deja caer peor la flor, retiene mas las nieblas y
los rocíos, y pierde toda la uva. Yo pienso pues que la vid
que sea fuerte se distribuya en las ramas del árbol , que se
extienda en forma de radios, dispersando sus sarmientos
largos en los árboles inmediatos, que se precipiten los de
mas, y si se enviciare demasiado, se dejan sueltas las mate
rias: este es el método de hacer la vid mas feraz. Pero así
como una arboleda con vides es recomendable cuando está
espesa, por su fruto y hermosura, del mismo modo cuan
do se aclara por la vejez, es inútil y fea. Y para que esto no
suceda, un padre de familia que sea cuidadoso, debe in
mediatamente que cualquier árbol venga á menos por
la vejez arrancarlo, para substituir en su lugar otro nuevo,
dándole una vid, no tanto cíe barbado aunque tenga pro
porcion , cuanto de mugron tomado de los mas inmediatos,
que es mucho mejor. El método de una y otra manera de
propagacion es semejante al que hemos ya enseñado. Y bas
te con los preceptos que hemos dado sobre los árboles ma
ridados a vides al uso de Italia. uIüm i ..'• n.Vüj '.¡¡ i;u . i
•^PlTÚLó'W
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Ve la arboleda Gálica á que se maridan vides.
Hay tambien oflia espebie'de'1 arboleda maridada áf vides-,
que está' en uso en las Galias^y se llama n/m/NttMdV.Esta
desea árboles bajos y <¡\e pocas hojas. Para lo cual parece
muy á propósito el durillo: este es un árbol semejante al
cornejo/Y aún tambien muchas personas ponen para esto
.mismo el cornejo, el carpe y el fresno silvestre , y alguna
vez tambien el sauce. Pero éste no se ha de poner sino en si
tios húmedos, donde otros árboles asen con dificultad. Se
puede tambien poner el olmo, de manera que se descabece
cuando esté todavía tierno , para que no pase de quince pies
de alto. Pues yo he advertido que el rumpotino está ordina
riamente formado de manera que los tablados se disponen en
o3
al4
COLUMELA.
los sitios secos y pendientes á ocho pies de altura, y en los
llanos y húmedos á doce. Pero por lo comun este árbol se
divide en tres ramas , á cada una de las cuales se les dejan
muchos brazos por ambos lados, y se les cortan casi todas
las varetas al tiempo de la poda de la vid, para que no ha
gan sombra. Si no se siembra trigo entre los árboles rumpoUnos , se deja de claro de uno á otro por ambos lados vein
te pies ., pero si se trata de tener cosecha de granos , se de
jan por un lado cuarenta pies, y por otro veinte2. Lo de
mas del cultivo se da por el mismo orden que en la arbole
da con vides á uso de Italia , esto es , que se ponen las vi
des en hoyos largos , que se labran con el mismo cuidado,
que se distribuyen sobre las ramas de los árboles, que se
hagan pasar de unos á otros, y se enlacen entre sí nuevos
sarmientos largos, y se corten los antiguos. Pero si un sarmiento largo de estos no llega á su inmediato, se atará una
vara á los dos. Cuando despues el fruto los encorve con su
peso, se sostendrán con apoyos que se les pondrán por de
bajo. Pero esta clase de arboleda , y todos los demas árbo
les, mientras mas profundamente se aran y se les cavan los
pies , mas abundantes dan los frutos. Lo cual si sea conve
niente al padre de familia hacerlo, lo hace ver el producto.
CAPITULO V.IJI.
Del olivo, de sus variedades, y qué terreno sea convenien
te para plantarlo;'
}So obstante el cultivo de todo árbol es mas sencillo que el
de las viñas, y el olivo que es el primero de todos los árboles, es entre todas las plantas el que necesita menos gas
to. Pues aunque no lleva fruto todos los años de seguida,
sino por lo comun uno sí y otro no, merece la mayor con
sideracion, porque se sostiene con un cultivo ligero, y cuan
do no tiene fruto, apenas exige gasto alguno,, y por poco
quese cultive, multiplica inmediatamente el fruto: cuan
do se descuida por muchos años, no descaece como la viña,
y entretanto en aquel mismo tiempo da algun producto ~al
padre de familia, y cuando se le vuelve ádar cultivo en
Un año se reforma. Por esto hemos determinado dar precep
LIBRO QUINTO
ai5
tos exactos para este género de árbol. Creo que hay muchas
variedades de olivas, como las hay de vides: pero á mi
noticia solamente han llegado diez : la Pausia , la Algiana, la Liciniana1, la Sergia, la Nevia, la Calminiana1,
la Orquis3, la Regia*, la Circitess y la Murtea6. De las
cuales la aceituna mas agradable es la Pausia , la mas herniosa la Regia7, y ambas son mejores para comerlas que pa
ra aceite. Sin embargo de que la Pausia , mientras está ver
de, da aceite de un gusto superior, en añejándose se echa
á perder. Tambien es mejor coger la Orquis y el Radio pa
ra comer que para aceite. La Liciniana da el mejor aceite, la
Sergia en mas abundancia. Y por lo comun toda la aceituna mas grande es mejor para comerla , y la mas pequeña
para sacar aceite. Ninguna de estas clases aguanta la tem
peratura muy ardiente ni la muy fria : y así en los parages
muy cálidos aman las colinas que estan al norte, y en los
frios, las que están al mediodía. Pero no quieren los sitios
muy bajos, ni los muy elevados, sino mas bien pendiente»
moderadas, como las que vemos en Italia en el pais de los
Sabinos, ó por toda la provincia Bélica. Este árbol creen
muchos que no vive ó no es fértil á mas distancia del mar
que la de sesenta millas, pero en algunos parages que es
tán mas distantes prevalece bien. La Pausia aguanta gran
demente los calores, y la Sergia el frio. El terreno mejor
para las olivas es el que tiene el fondo de cascajo, y la ca
pa de encima de arcilla mezclada con arena gruesa. No me
rece menos aprobacion el suelo donde hay arena pingüe.
La tierra densa, si es húmeda y pingüe, recibe tambien con
comodidad este árbol. La greda se ha de desechar entera
mente, sobre todo si nacen en ella manantiales y está siem
pre parada el agua. Igualmente le es contrario el terreno,
que no tiene mas que arena estéril y cascajo pelado. Pues
aunque no muere en él, no obstante nunca toma vigor. Sin
embargo se puede plantar en tierras de granos, ó donde se
han criado madroños ó coscojas. Por lo que hace á la enci
na, ésta aun despues de cortada deja raices dañosas al oli
var, cuya r'onzoña mata estos árboles. Esto es lo que he te
nido que deciros en general sobre toda la especie de este ár
bol. Ahora voy á explicar por partes su cultivo.
°4
ai6
COLUMELA.
CAPITULO
IX.
De los planteles de olivos y de su cultivo en ellos, del
trasplante y del cultivo despues de este, ¡
La almáciga para el olivar se preparará al aire libre, en un
terreno medianamente fuerte, pero jugoso, no denso ni
suelto, sin embargo es mejor en el suelto. Este género de
tierra es por lo comun negra: la cual luego que la ha
yas agostado á tres pies de profundidad , la dejarás fer
mentar, cercándola antes con una zanja profunda para
que no entre el ganado : en seguida quitarás á los árboles
unas ramas nuevas largas y brillantes , que puedas abar
car con la mano, y de las mas fértiles, y de ellas corta
rás estacas. muy frescas, de suerte que no lastimes la cor
teza ni otra parte alguna, sino la que la sierra cortare.
Y esto se consigue con facilidad, si pones una horquilla
por bajo de la rama que se va á cortar, y cubres aquella
parte de la horquilla sobre que se va á poner la rama con.
heno ó paja, para que se asierre suavemente, y sin per
juicio de la corteza. En seguida se cortarán estas estacas
de pie y medio de largo con la sierra , y sus cortes de am
bas partes se alisarán con el acha , y se señalarán (?on lap\¿
colorado para ponerlas en la tierra en la misma. posicion
en que estaban sobre el arbol, y de suerte que se dirijan
por su extremidad inferior ácia la tierra , y por la pun
ta ácia el cielo, pues si se entierran en modo inverso,
nacen con dificultad, y aunque hayan adquirido mucho.
vigor serán perpetuamente estériles. Pero será convenien
te untar las cabezas y las partes inferiores de las estaca»
con estiercol mezclado con ceniza, y enterrarlas enteramente,,
de manera que estén cubiertas con tierra mullida á la altu
ra de cuatro dedos. Pero se entierran con dos señales , una
por cada parte: estas son de cualquier árbol , y se ponen á
muy corta. distancia de ellasi se unirán entre sí por las pun
tas con \ma atadura, no sea que si están separadas se echen
abajo facilmente. Esto es util hacerlo, para prevenir la ig
norancia de los cabadores, y que cuando determináres la.
LIBRO QUINTO
£l?
brar la almáciga con los azadones ó con los escardillos , no
se lastimen las estacas que se habrán plantado. Hay algunos que creen ser lo mejor plantar las yemas de los olí.
vos, arreglándolas con una cuerda por un método semejante ; pero sea de un modo ó de otro se debe hacer des
pues del equinoccio de primavera , y escardarse la almáci
ga las mas veces que se pueda el primer año, el segundo y
los siguientes labrarla con los rastros cuando hayan ya toma
do fuerzas las'raicillas. Pero convendrá abstenerse de porJar
las en los dos primeros años , y dejar á cada una el tercero
dos ramillas, escardando á menudo la almáciga. Al cuarto
año se cortará la rama mas endeble de las dos. Cultivados
de esta suerte los arbolitos por ciuco años, están buenos pa
ra trasplantarlos. Se colocan las. plantas on el olivar con mur
cha oportunidad, si el terreno es seco y nada pantanosopor el otoño; ó por la primavera, poco antes que arrojen,
si es pingüe y húmedo; y se les preparan un año antes
hoyos de á cuatro pies; y si el tiempo no da lugar, an
tes que se pongan los árboles se quemarán los hoyos corr
pnja, para que la i ablande el fuego ./como debían haberlo
hecho el sol y las heladas. El intervalo menor que de
be haber entre los liños , si el terreno es pingüe y pro
pio para sembrar granos es de sesenta pies por un lado,
y cuarenta por otro; y si es endeble y no bueno para siem
bras de veinte y cinco. Pero los liños conviene dirigirlos
ácia la parte de donde viene el viento Favonio, para que
se refresquen con él en el estío. Estos mismos arbolitos
pueden trasplantarse de esta manera : antes de arrancar uno
señalarás con lapiz encarnado la parte que mira al' me
diodía, á fin de que se plante del mismo modo que esta
ba en la almáciga. En seguida se dejará al rededor de él un
pte de tierra , y de esta suerte se sacará con su césped ; y para
que éste no se desbarate al arrancar la planta conviene en
lazar entre sí unas varetas medianas y aplicarlas al césped
que se está sacando, sujetándolas con mimbres, de tal mane
ra, que estreclrada la tierra con ellas se retenga como si' es
tuviera encerrada. Desarraigado en seguida el arbolito se sa
cudirá el césped ligeramente , se atará á unas varas que se Je
pondrán por debajo, y se trasplantará. Antes de ponerlo en
ai8
COLUMELA
'
el hoyo convendrá cavar con azaJones el suelo de éste: en
seguida echar dentro tierra de la que habrá sido labrada en
la superficie con el arado , si es pingüe, poner debajo unos
granos de cebadai y si hay agua parada en los hoyos se ha
de sacar enteramente antes que se pongan en ellos los ár
boles: en seguida se han de echar piedras menudas, ó cas
cajo mezclado con tierra pingüe, y puestas las plantas se
han de rebajar todo al rededor los lados de los hoyos , y po
ner entre la tierra un poco de estiercol. Pero si no conviene
plantar el arbol con su tierra, entonces será lo mejor despo
jar el tronco de todas sus hojas , alisar los cortes, untarlos
con estiercol y ceniza, y ponerlos en un hoyo ú en una
zanja. £1 tronco mas á propósito para trasplantarlo es el
que tiene el grueso de un brazo; pero se puede tambien
trasplantar el que sea mucho mas grueso y robusto: el
cual conviene ponerlo de manera que quede una parte muy
pequeña de él fuera del hoyo , si no tiene peligro de par
te del ganado , pues brota con mas pujanza. Si', no obstante
estor no se pudieren evitar de otra suerte los insultos del
ganado, se elevará mas el tronco, para que esté libre de
ellos. Y tambien se han de regar las plantas cuando han
llegado las sequedades, y no se les ha de llegar con hierro
hasta que hayan pasado dos años ; y en el primero se les
deben quitar todos los renuevos, sin dejarle mas que un ta«
IJo solo , que será mas alto que el buey de mas alzada , pa
ra que, cuando éste are, no se lastime el anca ú otra cual
quiera parte de su cuerpo. Es tambien muy bueno resguar
dar con setos las plantas, despues de haberlas puesto, y dis
tribuir en seguida el olivar, cuando ya está formado y en
estado de producir , en dos partes que se cubran de fruto al
ternativamente cada una su año, pues el olivo no lo da
con abundancia dos consecutivos. Cuando el terreno en que
está plantado el olivar no está sembrado, echan brote los
olivos; cuando se siembra llevan fruto, y así distribuido
como hemos dicho da todos los años igual producto. Pero
se ha de arar lo menos dos veces al. año, y se le han de
cavar los pies profundamente con azadones. Porque como
la tierra se abre con los calores despues del solsticio, se
ha de procurar que el sol no penetre por estas grietas has-
LIBRO QUINTO
ai9
ta las raices de los árboles. Despues del equinoccio de
otoño se han de excavar, de manera que, si están en pendiente , se hagan regueras por la parte superior que con
duzcan agua cenagosa hasta el tronco. En seguida se han de
arrancar todos los años todas las sierpes que nacen al pie
del arbol , y de tres en tres se han de alimentar con es
tiercol ó con alpechín. Y estercolando el olivar por el mis
mo método que he propuesto en el libro segundo, apro
vechará á los granos que se sembraren en él ; pero si no
quieres buscar mas que la utilidad de los árboles planta
dos, deben echarse á cada uno seis libras de estiercol de
cabras, un modio de ceniza, ó un coogio de alpechin, pa
ra cpie mezclado con la tierra caliente el invierno las rai
ces. El alpechin se ha de echar á los que estén sanos,
poique si por el invierno sobrevinieren gusanos ú otros
animales, se matan con este líquido. Muchas veces tam
bien, tanto en sitios secos como en húmedos, se infestan
los árboles con el musgo , del cual si no lo libertares con
el hierro, no se cubrirá el olivo de fruto ni de mucha
hoja. Tambien conviene podar el olivar, aunque con in
termision de muchos años, porque debe tenerse presen
te el proverbio antiguo, que dice: que el que ara el oli
var. le pide el fruto , el que Ib estercola se lo ruega con
instancia , y el que lo corta lo obliga á que lo dé. Pe
ro será bastante hacerlo de ocho eri ocho años , no sea
que se corlen una ú otra vez las ramas de fruto. Suelen
tambien los árboles, aunque estén frondosos, no llevar
fruto. Estos conviene horadarlos con una barrena gáli
ca, ó introducir en el agujero un trozo de acebuche ver
de : de esta manera el árbol , como fertilizado por una
semilla fecunda, queda mas feráz1. Pero tambien se ha
de ayudar sin excavarlo, con alpechin sin sal, con ori
na añeja de cerdo , ó con la de hombre : ambas se sumi
nistran con moderacion, porque para el árlx'l mas gran
de habrá bastame con una urna cerno no se le mezcle
otra tanta agua. Suelen tambien las olivas negar el fruto
por vicio del terreno, que se remediará de esta manera:
la" excavaremos haciendo á sus pies pozas hondas , des
pues las rodearémos de cal mas ó menos segun la mag
aao
COLUMELA. M
nitud del arbel; pero el mas pequeño exige un modto.
Si no se hubiere adelantado nada con este remedio , so
debe acudir al recurso; del injerto. Pero despues diremos
de qué modo se ha de injertar el olivo. Alguna vez tam
bien hay en este arbol una rama un poco mas frondo
sa que las demas, la cual si no la cortares; todo el arbol
se deteriorará. Lo que hemos dicho hasta aquí de los oli
vos es suficiente. Resta el cultivo de los árboles frutales:
vamos á dar preceptos en seguida para él.
CAPITULO
X.
De los árboles frutales , su plantío y cultivo.
Antes de plantar los árboles frutales conviene que cerques
con albarradas , con seto ó con una zanja perpendicular , el
sitio de la arboleda, para que estorve la entrada no solo al
ganado , sino al hombre : porque, si éste manosea1 muchas
veces las cimas de los árboles, 6 el ganado las roe, no pue
den tomar jamas incremento. Y es útil distribuir estas plan
tas por clases, sobre todo para que la endeble no sea opri¿
mida por la mas fuerte , porque no son iguales en fuerza ni
en magnitud, y toman su incremento en espacio desigual
de tiempo. La tierra ; que es á propósito para las vides es
tambien útil para. los árboles. Un año antes qué quieras
plantarlos, abre los hoyos: de esta manera se ablandará la
tierra con el sol y con las lluvias, ;y laque se ha puesto asiri prontOíPéro'isi quisiereéwhaoerilos. hoyo» y plantar Jos
•arboleé en! un mismo' añ*,/ ábrelos cdn dos meses. de ¡antioi.*
'pacio*»,: y enseguida calientalos con paja que quemarás
dentro de elloé: si los hicieres irías anchos y abiertos serán
mas hermosos y mas abundantes Jos; frutos' que cojas». Pero
estos hoyos se han de hacer á semejan»l dé ollas, cuyofonc
do es mas ancho que' la boqa, para que las raices se e>tiei>
dan mas; y penetre por su boca angosta menos frio en el
invierno y menos calor en el estío, y asimismo para que
la tierra de que se les habrá rellenado no' se arrastre por las
lluvias si el terreno está. expendiente.. Pon los árboles. clat
*os ,,• para que cuando hayan crecido, tengan espacio eufi^
LIBRO
QUINTO
aftl
cíente para extender las ramas: pues si los pusieres espesos,
no podrás sembrar debajo cosa alguna, ni ellos serán fruc
tuosos si no los entresacares : por lo cual conviene dejar de
entreliños cuarenta pies, ó lo menos treinta. Escoge plantas
gruesas , no menos que el astil de un azadon , derechas , al
tas, lisas, sin heridas y con la corteza entera: estas asirán
bien y pronto. Si las tomáres de ramas antiguas, escóge
las tambien de las que llevan todos los años frutos buenos
y mas abundantes, y mas bien de las que están expuestas al
eol, que de las que están privadas de él por la sombra de las
ramas ó de las plantas. Pero antes que trasplantes los arbo
laos, nota á qué vientos estaban antes dirigidos, despues
aplica tus manos para trasplantarlos de un terreno pen
diente y seco á uno húmedo* Cuida sobre todo de ponerlo
con tres brazos y de.Ues pies de alto cuando menos. Si qui
sieres poner en ün mismo hoyo dos ó tres arbolitos, pro
cura que no se toquen unos con otros, porque con el con
tacto. mútua,. ó se podrirán, ó los matarán los gusanos.
Cuando pusieres las ;planfae, mete por la derecha y la izquierda hasta. lo hondo del hoyounos hacecillos de sarmien
tos' del; grueso de un brazo, de suerte que asomen un poco
sobre la tierra, por cuyo medio. puedas con poco trabajo
suministrar en el estío agua á las raices. Los árboles y plan*as que las tengan, ponlas en el otoño, esto es, hácia las ca
lendas y los idus de octubre. Laa estacas y ramas ponlas al
principio de la primavera, antes que broten los árboles. Y
para que las polillas no incomoden á las de higuera, pon en
lo hondo del hoyo unos trozos de lentisco con las puntas acia
abajo. No plantes este árbol cuando hace frio. Ama los sitios
abrigados, los pedregosos,: los cascajosos y algunas veces los
peñascosos. Presto se hace grande si hicieres los hoyos anchos
y abiertos. Las varias especies de higueras, auneme se dife
rencian en el sabor de su fruto y en su porte exterior, se
plantan de un mismo modo, pero se ha de tener conside
racion á la diversidad de terrenos: en los que son fríos y
aguosos, por el otoño se ponen higueras tempranas, para
coger el fruto antes de das lluvias: en los cálidos plantarás
higueras de invierno. ífero si quisieres hacer tardia una hi
guera, aunque ella no lo sea por su naturaleza, echa abajo Jas
/
»aa
COLUMELA.
brevas ó el primer fruto, y producirá otra vez otro, que
se conservará en el árbol hasta el invierno. Alguna vez
tambien, cuando han empezado á echar hojas las puntas
de las ramas de las higueras es provechoso cortar con hierro
sus extremidades: de esta manera se hacen los árboles mas
fuertes y mas fértiles; y siempre será conveniente, desde
que las higueras comiencen á cubrirse de hojas, desleír al
magra en alpechín, y echar esta composicion á la raiz mez
clada con estiercol humano. Esto hace que el fruto sea mas
abundante, y que la pulpa esté mas llena y mejor. Pero so
bre todo se han d? plantar higueras de Livio, de Africa,
deCalcis, de Ghio, de Lydia, Calistruthias, Mariscas, de Rhodas, de la Libia, de Invierno, y tambien todas las que prome
ten dos, y las que prometen tres frutos al año. Planta el al
mendro, que es el árbol que brota primero, hacia las calen
das de febrero; quiere un terreno duro, cálido y seco, pues
si lo pusieres en terreno de diferente cualidad, se pudre co
munmente. Antes de sembrar la almendra, remójala en agua
de aloja que no esté demasiado dulce: de esta suerte cuando
el almendro esté gran le, dará fruto de sabor mas agradahle,
y entretanto se cubrirá de hojas m -jor y mas pronto. Pon
tres almendras en triángular de suerte que disten entre sí un
palmo á lo menos2, y que la que esté en el vértice3 mire al
punto del cielo de donde sopla el viento Favonio. Cada una
de las tres no dará mas que una raiz sola y un solo tallo: y
cuando aquella llega al fondo del hoyo rechazada por la du
reza dela tierra, se encorva, y extendiéndose arroja otras rai
ces á manera de ramas. A la almendra y á la avellana las podrás hacer Tarentinas ó mollares de esta suerte. En el ho
yo que le hubieres destinado echarás tierra desmenuzada
hasta la altura de medio pie, y allí sembrarás semilla de
cañaheja. En habiendo ésta nacido , hiéndela , y en su
médula introducirás una almendra ó una avellana monda
da , y estando así cúbrela con tierra. Esto lo harás antes de
las calendas de marzo, ó aunque sea entre las nonas y los
idus de este mes. En el mismo tiempo conviene sembrar la
nuez, el piñon y la castaña. El grabado es bueno plantarlo
desde este tiempo hasta las calendas de abril. Pero si su
fruto es agrio, ó menos dulce, se corregirá de esta manera:
LIBRO
QUINTO
aa5
echa á sus raices estiercol de cerdos, de hombres, y orina
añeja: esto hará mas íértil el árbol; en los primeros años
pone el fruto vinoso, y al caho de cinco dulce y de pipa tier
na. Nosotros hemos desleido en vino una porcion muy pe
queña de asalétida y con ella hemos untado las extremida
des del árbol, y esto ha corregido la acidez de las granadas.
Para que estas no se abran, el remedio es tres piedras, si al
plantar el arbol las colocares junto á su misma raiz. Pero si
ya lo tuvieres plantado, siembra una cebolla albarrana cer
ca de su raiz. Otro remedio hay que se aplica cuando están
ya maduras, y es torcerles las ramillas, por cuyo medio es
tán colgando de los árboles. De este mismo modo se con
servarán todo el año sin podrirse. Planta el peral en el oto
ño ames del solsticio de invierno, veinte y cinco dias lo me
nos antes de éste. Para que sea fértil conviene luego que es
té grande excavarlo profundamente, henderle el tronco jun
to a la misma raiz y en la hendidura introducirle una cuña
de tea de pino que se dejará allí: en seguida luego que se ha
ya cubierto la excava , se echará ceniza sobre la tierra. Pero
se ha de cuidar de plantar en las huertas de árboles frutales
perales de las mejores especies. Estos son los de Palombara
los Reales, los de Señi, los de Taranto, los que se llaman Syíios, los Purpúreos, los Soberbios , ios Hordeáceos, los Anicianos, los Nevianos, los Favonianos, los Laterrtanos, los de
Dolábela, los deTurrauro, los de Fruto grande, los Melares
los Tempranos, los de Venus, y algunos otros cuya enumera
cion sería ahora larga. Se han de buscar ademas diferentes
especies de manzanos, principalmente los de Escandio, los de
Matio, los peros, los manzanos de Sextio, los de Pelusio
los de Ameria, los colorados, los Melapios; y tambien los
membrillos de que hay tres especies, los pequeños, los
ChrysomelianosylosZamboos. Todos los cuales no solotraen
deleite al paladar, sino salubridad. Igualmente los servales
los albaricóques y los dura/nos, no son los que tienen me
nos estimacion. Plantarás los manzanos, los servales y los
ciruelos desde mediados de invierno hasta los idus de fe
brero. El plantío de los morales es desde estos idus hasta el
equinoccio de primavera. La algarroba, que algunos llaman
ceratio, y el durazno, plántalos por el otoño antes del sois-
3a|
COLUMELA.
ticio de invierno. El almendro, si fuere poco fértil, horá
dalo y métele una piedra, que dejarás cubrirse con su cor
teza. Conviene despues de haber labrado y estercolado la
tierra de las huertas ácia las calendas de marzo, poner 90. bre los caballones de las tablas ramas de todas especies de
árboles. Se ha de tener cuidado de que, mientras las plan
tas tienen las ramillas tiernas, se despampánen, por decir
lo asíl, y se reduzcan á un solo tallo el primer año: y cuan
do' haya entrado el otoño, y antes que el trio queme las ci
mas, conviene quitarles todas las hojas, y estando de esta
manera, cubrirlas con canutos gruesos que tengan por un
•lado los nudos enteros y les sirvan como de sombreros, pre
servándose de esta sueltelas varetas, que están todavía tier
nas, delirio y de las heladas. Enseguida pasados dos años,
bien quieras trasplantarlos y distribuirlos en liños, bien in
jertarlos , puedes hacer ambas cosas con bastante seguridad.
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CAPITULO
XI.
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jDe los injertos.
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Toda pna se puede injertar len todo árbol, si no er dese
mejante én ra coríeza á áqUeí en que se ihjertai; - pero si
tambien produce frutos parecidos á los de éste y en el mis
mo tiempo, se injerta admirablemente y sin escrúpulo. Pe
ro los antiguos nos han enseñado tres especies de injer
tos. Uno por el" criar el árbol cortado y hendido recibe
pms; cortadas de otro árbol1.' Otro' ipor el cttel fcs"*rtmj*ft
entre la corteza y la madera*: e^fas^os clases de iñjertosse
hacén eriila primavera. El tercero' es por el que recibe la
misma yema con un pedacito de corteza ' sobre una parte
1de su'cüerpo,' qué, han despojado dela áiya: á este llaman
algunos cultivadores émpastrfíttórvytXma Iriocúlationi. Es
ta especie de irtjcrto'se hace irrüy' bien en el estío, Litego que
.háyamos manifestado el mÓHo de'hacér estos injertos, enseñaremos tambien uno de nuestra invencion. Injerta to
dos los árboles luego que empiecen á desarrollar las yemas,
y en la creciente de la luna : perb et olivo acia el equi*
noccio de la primavera hásW los *dus. de abril. Er árbol de
LIBRO QUINTO
aa5
que quieras injertar y de que has de tomar puas para la inci
sion, procura quesea tierno, fértil, y con muchos nudos, y
cuando empiecen á hincharse las yemas, toma las puas del
grueso del dedo pequeño, y con dos ó tres brazos de rami
llas de un año, que miren al nacimiento del sol y estén in
tactas. El árbol que quisieres injertar, lo has de aseirar con
precaucion por la parte que esté mas brillante y sin cica
triz, cuidando de no lastimar la corteza. En seguida, cuan
do hayas cortado el tronco, alisarás el corte con una herra
mienta afilada; despues introducirás una cuña delgada de hier
ro ó de hueso entre la corteza y la madera , no menos de
tres dedos, pero con precaucion, para que no lastimes ó
rompas la corteza. En seguida raspa por un lado en las
puas que quieras introducir, con una podadera afilada, una
parte igual al lugar, quedará la cuña que se habrá clavado
de suerte que no hagas á las médulas ni á la corteza de la
otra parte daño alguno. Luego que tengas preparadas las
puas, saca la cuña y mételas en los agujeros que has hecho
con ella entre la corteza y la madera. Introducirás dichas
puas hasta donde hubiere llegado la raspadura , de tal ma
nera que quede fuera del árbol medio pie y no mas. En un
árbol podrás injertar bien dos puas , ó mas , si el tronco es
mas grueso, dejando entre ellas un espacio de cuatro dedos:
lo que harás segun la magnitud del árbol y la bondad de la
corteza. Asi que hayas puesto en un árbol todas las puas
que pueda recibir, lo atarás con una corteza de olmo, con
un junco ó con una mimbre: despues untarás todo el cor
te con barro bien amasado con paja, y lo mismo harás con
el espacio que hay entre las puas , de manera que queden
descubiertos cuatro dedos de éstas lo menos : en seguida
ponle encima musgo, que atarás de suerte que no se in
troduzca la lluvia. Algunos hay sin embargo, que quieren
mas bien hacer lugar en el tronco del árbol con una sierra
para poner las puas y alisar con una navaja bien afilada las
partes que han aserrado, y hecho ésto, ajusfar dichas puas.
Si quieres injertar un árbol pequeñito, córtalo por abajo,
de modo que no quede fuera de tierra mas de pie y
medio: y despues de haberlo cortado, alisa con cui
dado el corte : < hiende muy ligeramente el tronco por e\
P
aa6
COLUMELA.
medio con una navaja adiada, de manera qus la hendidura
sea de tres dedos: en seguida introducirás en ella una cuña,
para separar sus labios, y pondrás puas raspadas por una
parte y por otra, de suerte que su corteza esté al nivel de
la del árbol. Luego que hayas ajustado con cuidado estas
puas , saca la cuña , ata y unta el árbol , como he dicho ar
riba: en seguida amontona tierra todo al rededor de él has
ta el mismo injerto: esto lo defenderá muy bien del viento
y del calor. El tercer género de injerto, como es muy deli
cado, no conviene á toda especie de árboles, pero ordina
riamente lo reciben los que tienen la corteza húmeda, ju
gosa y fuerte, como la higuera. Pues echa mucha leche, y
tiene la corteza récia , y por consiguiente se injerta muy bien
por éste método. Escoge en el árbol de que quieres tomar el
injerto unas ramas nuevas y brillantes, y observa en ellas una
yema bien aparente y que tenga esperanza segura de brotar:
hazle una señal al rededor de dos dedos cuadrados, de suer
te que quede la yema en medio, y hecho esto corta la cor
teza con una navaja siguiendo la señal, despréndela con
cuidado , de suerte que no hagas daño á la yema. Escoge en
seguida igualmente la rama mas brillante del otro árbol
que vas á injertar, corta en ella un pedazo de corteza del
mismo tamaño que la primera , y quítala , dejando descubier
ta la madera: en seguida aplica la corteza que tienes pre
parada á la parte que has despojado de la suya , de modo
que corresponda exactamente á ella. En habiendo hecho
esto así , átalo todo bien al rededor de la yema , cuidando
de no hacer daño al mismo germen. En seguida untarás las
junturas y las ataduras con barro, dejando un intérvalo has
ta la yema, para que esté en libertad, y la atadura no la
apriete. Corta las sierpes y las ramas superiores del árbol
injertado, para que no haya cosa alguna que pueda hacer
llamada al jugo, ó para que no se emplee éste mas que en
alimentar al injerto. Pasados veinte y un dias desátalo, y
de este modo se injerta tambien grandemente el olivo. Ya
hemos enseñado la cuarta especie de injerto , cuando trata
mos de las vides: por tanto es superfino repetir en este lu
gar, el método que enseñamos de injertar de barrena'. Pero
como los antiguos hayan negado que toda especie de pua
LIBRO QUINTO
ai?
puede injerirse en todo árbol, y hayan establecido como
una ley invariable la decision de que hemos usado poco
antes, diciendo que solamente pueden prender aquellas
puas que son semejantes al patron ó árbol en que se in
jertan , por su corteza exterior é interior y por su fruto : he
mos creido deber disipar el error de esta opinion , y mani
festar á la posteridad el método de poder injertar toda es
pecie de pua en toda especie de árbol. Y para no fatigar al
lector alargando mas este libro, pondremos un ejemplo
que pruebe poderse injertar toda especie de pua sobre todo
árbol. Haz un hoyo de cuatro pies en todas dimensiones,
tan retirado de un olivo, que lo último de sus ramas pue
da Hegar á el. Pon en el mismo una higuera pequeña, te
niendo el mayor cuidado en que tome fortaleza y brillo.
Tres años despues, cuando la higuera habrá tomado ya bas
tante incremento, encorvarás la rama del olivo que parezca
mas brillante, y la atarás á la caña de la higuera: y hecho
esto, y habiendole cortado todas las mas de las ramillas,
dejarás solamente las que quieras injertar: en seguida des
mocharás la higuera, alisarás el corte y la henderás por
medio con una cuña: despues rasparás por ambos lados
los tallos del olivo, sin mudarlos de la posicion en que
están unidos á su madre, y preparados así los introducirás
en la hendidura de la higuera , saca la cuña y ata con cui
dado los tallos , para que ninguna fuerza los saque. De esta
manera al cabo de tres años se une la higuera con el olivo,
y al cuarto, cuando se hayan incorporado bien, se separan
los tallos del último de su madre, como se hace con los mu
grones: de este modo injertarás toda pua en todo árbol. Pe
ro antes de dar fin á este libro j ya que en los anteriores
hemos tratado de casi todas las especies de plantas, ahora
es tiempo de hablar del cítiso4.
'
CAPITULO - . XII.
.
Del átiso.
feerá muy útil que haya en la heredad la mayor porcion po
sible de cítiso , porque es muy provechoso para las gallinas,
P *
aa8
COLUMELA.
las abejas y las cabras, y tambien para los bueyes y toda clase
de ganados: pues los engorda pronto y da mucha leche á las
ovejas: é igualmente puedes emplearlo ocho meses en cali
dad de forrage verde , y despues en la de pasto seco. Ade
mas prende presto en cualquier terreno, aunque sea muy
endeble ; y aguanta cualquier contratiempo sin detrimento.
A la verdad, si las mugeres tienen falta de leche, convie
ne echar en agua cítiso seco , y asi que haya estado en ella
toda la noche , al dia siguiente se esprimirá el jugo y se
mezclarán tres heminas de él con un poco de vino, y se
le darán á beber: de este modo ellas estarán buenas, y los
niños se pondrán robustos con la abundancia de leche. Y
Ja siembra y plantío del cítiso se puede hacer en el oto
ño hácia los idus de octubre, ó en la primavera. Luego que
hayas labrado bien la tierra, harás unos tablares pequeños,
en los cuales sembrarás el otoño la simiente del cítiso , co
mo se siembra la de albahaca : en seguida arreglarás por la
primavera la3 plaritas, de suerte que disten entre sí por to
dos lados cuatro pies. Si no tuvieres semilla , pon por la pri
mavera cogollos de cítiso, y arrímales al rededor tierra es
tercolada. Si no viniere la lluvia , los regarás los quince dias
inmediatos, y al instante que empiece á echar la hoja nuer
va , lo escardarás , y tres años despues lo cortarás y se lo
darás al ganado. Para el caballo hay bastante con quince Vi
bras de cítiso verde, para el buey con veinte: á los demas
ganados se les da á proporcion de sus fuerzas. Tambien se
puede plantar el cítiso de estaca con bastante oportunidad
antes del mes de setiembre, porque prende fácilmente, y
nada le hace daño. Cuando se les da seco á los animales , ba
de ser en menor cantidad que verde, porque tiene mayor
virtud : y antes lo remojarás en agua y lo mezclarás des
pues de haberlo secado, con paja. Cuando quieras secar el
cítiso, lo cortarás hácia el mes de setiembre, luego que
principie á engruesar su semilla, y lo tendrás al sol algunas
horas hasta que se marchite: en seguida lo acabarás de se
car á la sombra , y en estando seco , lo guardarás. Basta ha
ber dado hasta aquí preceptos en orden á los árboles: en
el siguiente volumen los daré acerca del cuidado y de los
remedios del ganado.
LIBRO
QUINTO
aa9
NOTAS AL LIBRO QUINTO.
Notas al capitulo I. .
I. Estas palabras no se leen en el dia en la obra de las co
sas del campo de Marco Varron, pero sí las que siguen , de
que infiero que allí falta algo.
3. ¿ Y por que no se ha de decir de cien heredios, que cada
nno tiene dos yugadas, y es la cuenta de Varron en el lib. i
cap. lonum. 3 de dicha obra?
Notas al capitulo II.
1. Aquí se debe observar que por la longitud de un cam
po en forma de cuña , no entiende Columeia la de sus lados;
en este caso su metodo sería falso. Llama longitud la altura
de la cuña, que siempre se mide por una perpendicular que
se baja desde la base superior á la inferior, y en éste senti
do su metodo es exacto, pues su procedimiento se reduce á
este principio cuya verdad se extiende á todos los casos par
ticulares. Para valuar la superficie de un terreno en forma de
cuña, multiplica la altura por la semisuma de sus bases supe
rior e inferior. La prueba de éste principio se halla resolvien
do el terreno en dos triángulos y un rectángulo; aunque se
ría mas sencilla si se resolviera en dos triángulos, tirando
una diagonal sola desde la extremidad de una de las bases á la
extremidad opuesta de la otra.
2. ¿Cuánto mas fácil era, y cuánto mas cierto seguir en
éste caso el cálculo comun de los geómetras, por el cual se
encuentra la superficie de un triángulo' multiplicando la base
por la mitad de la altura ? no siendo verdadero el resultado
de 39000 pies que dá Columeja, sino aproximado.
3. Sale mas exacto el cálculo multiplicando el radio por la
mitad de la circunferencia, ó esta entera por la mirad del radio.
4. Esta superficie se encuentra mejor siguiendo el metodo
de la nota antecedente.
5. El medio de que se valen los geómetras para medir la
superficie de este arco, que ellos llaman segmento, es medir
la del sector, cuyos radios intercepten el mi^mo arco: de la
extremidad de uno de estos radios se tirará una línea recta á la
del otro, que se llama cuerda, se mide la superficie del trián
gulo que forman éstas tres líneas, y deduciéndola de la del
sector, lo que resta es la del segmento.
6. La vigésimaquinta parte de un escrípulo es cuatro
P3
23o
COLUMELA.
pies; habiendo cuarenta y cuatro en la superficie del segmen
to, faltan seis pies para cincuenta, que es el medio escrípulo,
y no cuatro.
7. Columela resuelve el exágono en seis triángulos iguales,
y repite seis veces la operacion que hizo para medir la super
ficie del triángulo, y por la misma razon que se dio en la no
ta segunda, sale mas exacta la medida, haciéndola como allí
se indicó.
Nota al capitulo V.
1. Virg. Georg. lib. i.'v. 53.
Notas al capitulo VI.
1. Se trata de terreno en que se siembran granos : éste , ó es
fertil de suerte que haya esperanza de que los árboles tomen
mayores incrementos, y así se han de distribuir á mayores
distancias", para que no hagan daño á las mieses con la dema
siada sombra; ó es endeble, en el cual se crian mas pequeños
los árboles, y por eso se han de plantar menos retirados unos
de otros.
2. Aquí creo que se indica le nota del tiempo, como poco
mas arriba. en el número 3 habia dicho antes que la raiz se
descortece al arrancarla, pues consta que cuanto mas lleno de
savia está el arbol, con tanta mayor facilidad se le quita
la corteza.
3. Apretándola mucho en ésta parte, por la cual debe pa
sar toda la sávia.
4. Porque enéste caso la vid tiene necesidad de estar bien
sujeta, á causa de no encontrar ramas que poder abrazar.
5. Porque entonces conviene reprimirla estrechándole loe
canales de la savia.
6. En efecto, la atadura ó cordel quema y corta la vid.
7. Es decir , rama de fruto.
Notas al capitulo VIL
1. De la palabra rumpi, que significa entretejido de ramal
de vides de árboles en árboles.
2. Quizá será el motivo porque los árboles distribuidos de
ésta manera, dirigidos por lo comun al Favonio, están ex
puestos al sol una vez todos los dias , á lo menos por un lado,
per medio de éstos espacios desiguales, para que las raices
puedan calentarse; lo que no podría conseguirse tan facil me nte si las distancias fueran iguales por todos lados.
!..
Notas al capitulo VIII.
El padre Harduino en sus notas á Plinio lib. 15, cap. J
LIBRO QUINTO
a3x
dice que éste nombre le viene de Licinio Craso.
2. Tanto menos podemos saber la etimología de éste nom
bre cuanto es incierto: Varron llama ésta aceituna colminia , Columela culminiana , Plinio y Faladio cominia.
3. Palabra tomada del griego, y significa testículo.
4. Sería extrangera, pues este epíteto lo daban los romanos
á los frutos de los países extrangeros donde habia reyes. .
5. De la palabra griega xesxis que significa lanzadera
de tejedor,
1
6. Sin duda porque ésta aceituna era semejante á las bayas
de myrro ú arrayan.
7. En el cap. 17 del tratado de los árboles ha dado nues
tro autor la preferencia sobre la regia, aun en cuanto á la
hermosura, á otras tres variedades; á saber, la Liciniana, la
Orquis y la Pausia. Pero es verosímil que allí hablase del ár
bol , como se puede inferir del título de este tratado, 'en lu
gar de que aquí habla del fruto.
Nota al capitulo IX.
I» No se piense que esto es una especie de injerto, sino
una medicina, pues el trozo que se introduce por medio del
tronco se corta por ambas partes.
Notas al capitulo X.
1. En el libro de los árboles cap. 18, en lugar de manu
hominis tracista, que he traducido si el hombre manosea las
cimas de los árboles, se lee cacumina manu prcefacta, que
significa quebradas con la mano.
7. Parece que aquí se debe añadir lo siguiente, tomado del
Jibro de los árboles cap. 22: y la parte mas aguda ó la pun
ta esté acia abajo , porque de alli echará las raices.
3. Para saber cuál está en el vértice del triángulo, en caso
de ser equilátero, es menester suponer que ra que está en dicho
Íunto está sobre una línea perpendicular, y las das restantes se
al.an con las cabezas inclinadas acia ella de ésta manera.
Notas al c.apitulo XI.
1. Injerto de pua.
2. De corona.
3. De escudete.
4. El cítiso es la alfalfa árbol, segun el señor Arias en las
adií iones al Herrera , tom. 2 , pag. 444.
p4
LUCIO JUNIO MOBERATO COLUMELA.
De las cosas del campo.
LIBRO
SEXTO.
.
De los bueyes , caballos y mulos , y de sus me
dicinas.
Prefacio.
De la union que hay entre la ganadería y la labor , y de
las excelencias del buey.
10 sé, oh Publio Silvino, que algunos labradores enten
didos han condenado la cria de ganados, y que han des
echado con la mayor constancia la profesion de los pastores,
como contraria á la suya. Y yo no niego que esto lo han
hecho con alguna razon , considerando el objeto que se propone el pastor, como opuesto al del labrador: pues que és
te tiene su mayor complacencia en tener un terreno muy
bien labrado y limpio de yerbas, y aquel en tener uno in
culto y lleno de ellas: éste tiene su esperanza en el fruto'
de la tierra , y aquel en el del ganado: de que resulta que la
copia de yerbas, que es lo que abomina el labrador, es lo
que por el contrario apetece mas el pastor. Perosin embargo
en estos deseos tan opuestos hay cierta especie de sociedad
y de union: lo uno porque comunmente es de mas utilidad
aprovechar el pasto de nuestra heredad con ganado propio
que con el ageno , y lo otro porque con el copioso abono,
que se consigue con el estiercol de los rebaños, abundan
los frutos de la tierra. Y no hay tampoco pais alguno en
que, si se producen granos, no se ayuden las operaciones
conducentes á esto, tanto con el auxiho de los ganados co
mo con el de los hombres: por lo cual los jumentos1 han
traido el nombre de la cosa misma , á causa de que ayudan
LIBRO SEXTO
a33,
nuestro trabajo, bien sea conduciendo cargas, bien arando
la tierra. Y asi yo pienso que conviene conocer tan perfec
tamente la cria de los ganados, como el cultivo de los cam
pos, segun lo previnieron los antiguos romanos. Pues en la
agricultura la industria de apacentar ganados aun es la irías
antigua y al mismo tiempo la mas lucrativa: por lo cual los
nombres latinos de pecunia y peculium, que el primero
signiGca la moneda y el segundo lo que suena, y tambien el
pegujar, parecen haberse derivado de pecus, que significa
ganado: porque esto fue solamente lo que poseyeron los
antiguos, y en algunas naciones es esta todavia la única es
pecie de riquezas que se acostumbra tener: y á la verdad
entre nuestros cultivadores ninguna cosa les produce mas el
dia de hoy. De cuya opinion fue tambien Marco Giton, que
consultando con él uno- en qué parte de la industria rural
se ejercitaría para poderse poner en poco tiempo rico, le
respondió, que en apacentar bien' el ganado: y preguntán
dole otra vez, qué haría en segundo lugar para sacar utili
dad de bastante consideracion , le aseguró que la sacaría si
lo apacentaba medianamente bien. Pero me es molesto re
ferir 2 de un varou tan sabio lo que cuentan algunos auto
res, y es: que preguntándole el mismo, qué era lo que te
nía en la agricultura el tercer lugar en razon de lucrativo,
había asegurado que el apacentar el ganado, aunque fuera
mal: cosa muy extraña, cuando es mayor la pérdida que
hace un pastor desidioso é ignorante, que la gauaAcia que
tiene uno entendido y diligente. Por lo qiie hace á la se
gunda respuesta, no hay duda que la utilidad del ganado es
superior al descuido mediano del dueño de él. Por este mo
tivo, Silvino, nosotros siguiendo los preceptos de nuestros
mayores, hemos transmitido tambien á la posteridad esta
parte de la industria rural con todo el cuidado que hemos
podido. Por consiguiente, como hay dos especies de cua
drúpedos, de las cuales la una la adquirimos para que nos
acompañe y ayude en nuestros trabajos , como el buey, la
mola, el caballo y el asno; y los de la otra que los tene
mos para nuestra diversion , para nuestra utilidad, y para la
custodia de los demas, como la oveja, la cabra, el cerdo y el
perro : hablaremos primero de la especie de los que son par
*34
COLUMELA.
tícipes de nuestros trabajos. Y no hay duela en qne, como
dice Varron?, debe superar en honor á los demas animales
el buey, sobre todo en Italia, que se cree haber traillo de
este su denominacion, porque los griegos antiguamente
llamaban á loa- toros italos, y mas todavía en esta ciudad,
en la que se sirvieron al .construirla de este animal, tanto
machos como hembras, para trazar con el arado las mura
llas y las puertas4 : tambien por decirse que en Athenas fue
ministro de Ceres5 y de Triptolemo: porque tiene lugar en
el cielo entre las mas refulgentes constelaciones : porque ade
mas en el dia es el mas laborioso compañero del hombre en
la agricultura: al cual tuvieron tanta veneracion los anti
guos, que fue un crimen tan capital entre ellos haber qui
tado la vida á un buey, como habérsela quitado á un ciu
dadano. Por este, pues, demos principio á la obra que he
mos prometido.
CAPITULO I.
De la compra y adquisicion de los bueyes, y de su forma.
JNo es fácil que yo diga lo que se ha de buscar y lo que se
ha de evitar en la compra de los bueyes, supuesto que es
tos animales tienen la talla, las propiedades y el color del
pelo segun es el pais y el clima: unas formas tienen los de
Asia, otras los de las Gálias, y otras los del Epiro: y no so
lo se encuentra esta diversidad en las diferentes provincias,
sino en las varias partes de Italia. La Gampania por lo co
mun cria bueyes blancos y pequeños, pero no inhábiles
para el trabajo y para el cultivo de su patrio suelo. La Um
bría los cria grandes y blancos, tambien los cria rojos y no
menos estimados por su bravura que por sus cuerpos. La
Etruria y el Lacio rehechos, pero fuertes para el trabajo.
, El Apenino durísimos y que sufren todo mal rato, y al mis
mo tiempo no de buena presencia. Cuyas cualidades, como
quiera que sean tan varias y tan diversas, el labrador
sin embargo debe seguir para la compra de los novillos
unos preceptos como comunes y ciertos, que el cartilagines
' Magon dió segun nosotros los expondremos en seguida. Se
han de comprar bueyes nuevos, cuadrados, que tengan los
LIBRO SEXTO
. a35
miembros grandes, las astas largas, negras y fuertes, la
frente ancha y crespa, las orejas erizadas, los ojos y los
belfos negros, las narices romas y abiertas, el cerviguillo
largo y carnoso, la papada grande y que baje hasta cerca
de las rodillas, el pecho anchó, las espaldas espaciosas, la
barriga gruesa y como de vaca preñada, las costillas largas,
los lomos anchos, el espinazo derecho y llano, ó aunque
esté abajado, las ancas redondas, las piernas récias y dere
chas, pero mas bien cortas que largas, las rodillas no ma
las, las pezuñas grandes, las colas muy largas y pobladas
de cerdas, el pelo en todo el cuerpo espeso y corto, el co
lor rubio ú obacuro, el tacto del cuerpo muy suave.
CAPITULO
II.
De cuánta edud, y cómo se han de domar.
JLos becerros que son de esta suerte conviene, mientras son
todavía nuevos, acostumbrarlos á manosearlos, y á atarlos
á los pesebres, para que haya menos trabajo al domarlos, y
menos peligro. Pero yo soy de parecer que no se domen an
tes de los tres años, ni despues de los cinco, porque aque
lla edad es todavía tierna, y ésta es ya muy dura: pero los
que se cojen cerriles de la manada, conviene domarlos de
esta suerte. Ante todas cosas se preparará un establo espa
cioso, donde el domador pueda andar de una parte á otra
con facilidad, y de donde pueda salir sin peligro. Delante
del establo no habrá estrechuras algunas, sino un campo
raso ó un camino bien ancho, para que, cuando se echan
fuera, tengan libertad para correr, y que corvel miedo no
se enreden en los árboles ó en otra cualquier cosa que es
té al paso y se lastimen. En el establo habrá pesebres gran
des, y encima de ellos se pondrán vigas atravesadas á sie
te pies del suelo yá modo de yugos, para que se puedan
atar á ellas. Escogerás, para empezarlos á domar un dia sin
tempestades y que no sea de fiesta1 , y los at;irás por las as
tas con cordeles de cáñamo. Pero los lazos que se les echan
para cogerlos han de estar envueltos en pieles con su lana,
para que no se les lastimen las frentes tiernas por bajo
a36
COLUMELA.
de las astas. Én seguida así que hayas cogido los novillos,
los llevarás al establo y los atarás á estacas, de suerte que
tengan una poca libertad y estén separados unos de otros á
alguna distaucia, no sea que se lastimen rifando los que están inmediatos. Si son demasiado fieros, los dejarás un dia
y una noche que desfoguen, y luego que hayan quebrado
la cólera, hágaseles salir, conduciéndolos á mano, de suer
te que los retengan con cordeles, uno que vaya delante y
muchos que irán detras, y los seguirá pasoá paso otro que
llevará una maza de sauce, y les dará con ella de cuando en
cuando unos golpes ligeros para reprimir sus esfuerzos.
Pero si fueren pacíficos y sosegados , los podrás hacer salir
del establo, aun el mismo dia que los hayas atado antes
de la tarde, y enseñarlos á andar despacio y sin espantarse
por espacio de una milla: cuando los hayas traido á casa,
los atarás cortos á las estacas, de manera que no puedan
mover la cabeza. Últimamente así que esten atados, te lle
garás á ellos con agrado, y adulándolos, por decirlo así,
con el tono de la voz, no por detras ni por lado, sino de
frente, para que se acostumbren á mirar cara á cara al que
se les arrima. En seguida les frotarás les narices, para que
se habitúen á conocer el hombre por el olor. Despues tam
bien conviene manosearle todo el pellejo y rociárselo con
vino, para que se familiaricen mas con el boyero: tambien
pasarle la mano por bajo de la barriga y de las bragadas,
para que no se espanten en lo sucesivo con esta clase de
tocamiento, cuando se le arranquen los reznos, que or
dinariamente se pegan á esta última parte. Por Jo cual,
cuando esto se hace, debe estar el domador' por el lado
del animal , para que no le puedan llegar las coces. En
seguida les abrirás la boca, les echarás fuera de ella la
lengua, les frotarás todo el paladar con sal, les meterás
tortas de á libra mojadas en pringue bien salada , y les
echarás con el cuerno un sextario de vino á cada uno,
pues por medio de estos halagos ordinariamente se amansan
en tres dias, y al cuarto reciben el. yugo: al cual se atará
una rama, de que tirará como lo habia de hacer del timon
del arado, y alguna vez se le aplicará una cosa de peso, pa
ra que con el mayor esfuerzo que tiene que hacer, se haga
LIBRO SEXTO
a3?
prueba de su aguante para el trabajo. Despues de semejan
tes ensayos, se han de uncir á una carreta vacía, y en ade
lante se les ha de ir haciendo poco á poco alargar el cami
no con carga. Así que se hayan domado de esta manera,
en seguida se han de aplicar al arado, pero en un campo
labrado, para que no tomen desde luego horror al trabajo
por la dificultad que encuentren en él , ó no se magullen los
cuellos que están todavía tiernos con el fuerte tiro que tie
nen que hacer para romper la tierra. En cuanto al modo
con que el gañan ha de enseñar al buey á arar ya lo he expli
cado en el primer volúmen2. Se ha de cuidar que en el tiempo
que el buey se está domando, no dé á persona alguna coz ni
cornada, porque si no se evitan estas cosas, jamas se le po
drán quitar estos resabios aunque esté domado. Pero esto,
que prescribimos se haga como hemos dicho, es en el ca
so de que no haya bueyes domados, porque si los hay, el
método mas fácil y seguro que hay de domar novillos, es
el que nosotros seguimos en nuestras heredades. Pues cuan
do vamos á acostumbrar el novillo á la carreta ó al arado
uncimos el de mas poder y que al mismo tiempo sea el mas
sosegado dé los bueyes domados, con él que está isiri domar
para que lo detenga cuando vaya muy apriesa, y le haga
andar cuando vaya despacio. Pero si no tenemos dificultades
en fabricar un yugoal cual se unzan tres bueyes , conseguire^
inos con esta industria que aun los eme son mas reacios no
repugnen los trabajos, por mas fuertes quesean: ¡pues cuan»
do un novillo flojo se unce enmedio de dos bueyes domados, y aplicándolo de esta manera al arado, se te obliga á
labrar la tierra , no tiene facultad alguna para dejar de ha
cer lo que se quiere que haga. Pues si salta enfurecido , se
contiene por los otros dos á su arbitrio: si se para, tiene
tambien que seguirlos cuando van adelantándose ; y si ha
ce esfuerzos para- echarse en tierra, los compañeros mas
tuertes que él lo levantan y lo llevan consigo: por lo cual
se ve obligado forzosamente por todos lados á deponer su
tenacidad, y con muy pocos golpes se le hace llegar á so
portar el trabajo. Hay tambien algun buey de especie mas
delicada, que despues de domado se echa en el surco. Es
te creo que no se ha de corregir con rigor, sino con un mo
a38
r'CaLÜMElAW
do particular: porque los que líacen juicio que este vicio se
quita mejor con las aguijadas , con el fuego ó con otros
tormentos, ignoran el verdadero medio de conseguir esto,
pues la obstinada tenacidad por lo comun fatiga al que es
tá irritado. Por lo que es mas útil corregir al buey que
acostumbra echarse en el surco con hambre y sed, sin mal
tratarle elcuerpo, pues le hacen mucha mayor impresion los
deseos naturales, que los golpes. Y asi, si un buey se ha
echado, será muy útil atarle los pies con cordeles de ma
nera que rto pueda estar en pie, ni andar, ni pacer. Hecho
lo cual, el hambre y la sed lo obligan á deponer su floje
dad; la cual sin embargo es muy rara en el ganado de la
tierra: y todo buey nacido en ella es mucho mejor que el
de otra ; porque no se incomoda con la mudanza del agua,
del pasto ú del clima, ni es molestado por la naturaleza del
pais', como lo sería el que se llevase de sitios llanos y afables á los montañosos y ásperos, ó delos montañosos á los
llanos. Y asi tambien., cuando tenemos precision de ha
cer venir bueyes de tierras lejanas, se han de procurar traer
de la que sea semejante á la nuestra. Tambien se ha de obsen
var en la formacion de la yunta, no juntar al inferior en al
zada y fuerzas con el que le excede en cualquiera de estas
cosas, pues la disparidad en una ó en otra, acarrea pronta
mente la ruina del inferior. Las cualidades que se tienen
por apreciables an e¿ tos animales son, si se acercan mas á
sosegados que á vivos-, pero no flojos: si temen los golpes
y las voces, pero confiados en sus fuerzas no se espantan
de nada que vean ni oigan, ni son medrosos para pasar los
rios ó puentes s grandes comedores pero espaciosos para
mascar: pues los q«é comen poco á poco, digieren mejor
que los que k> haced npriesavy por, lo mismo mantienen la
robustez de sus cuerpos¡ y no se ponen flacos. Pero tanto
defecto es en el boyero poner el buey gordo como flaco:
pues el cuerpo del ganado de labor debe ser proporcionado
y mediano, robusto en nervios y músculos, no pesado por
la mucha gordura., para que no sea oprimido por su peso,
ni por la fatiga del trabajo. Pero despues de haber dado los
preceptos que se han de seguir para comprar y domar los
bueyes , vamos á darlos para cuidarlos.
LIBRO
SEXTO.
a39
CAPITULO III.
Del modo de cuidar á los bueyes , y de la comida que se
les ha de dar.
Los bueyes conviene que en tiempo de calor estén al raso, y
en el de frio debajo de techado: para tenerlos el invierno en
el establo , se ha de prevenir paja , que se segará el mes de
agosto treinta dias despues de alzada la cosecha y se amon
tonará. La siega de esta paja es útil, tanto al ganado, como
á la heredad : con ella se libertan las tierras de matas espi
nosas, que cortadas por el nacimiento de la canícula, ordi nanamente mueren hasta las raices, y puestas debajo de
las camas del ganado, hacen muchísimo estiercol. Despues
de haber dispuesto estas cosas de la manera que hemos di
cho, prevendremos forrage de toda especie, y pondremos
nuestro conato cu. que éste ganado nó se ponga;ilaco por
falta de comida. Noies unq, tolo. el método de mantener bien
los bueyes: porque si la fertilidad del pais subministra for
rage verde nadie duda que se ha de preferir éste género dp
comida: perq esto:no sucede sino en los panages que se rie
gan ó están cubiertos de rocío. Y en los de eeta natura le/a
hay una comodidad muy grande, y es que con un hombre
hay suficiente para dos yuntas, que en un mismo dia aran
ó pacen alternativamente. En las tierras mas secas se han
de mantener los bueyes en los pesebres, á los cuales se da
de comer segun la naturaleza de los paises: y nadie duda
que la mejor comida es veza atada en manojos, gálgana y
heno de los prados. No mantenemos tan ventajosamente es»
te ganado con la paja , la cual es un recurso para esto en
todas partes, y en algunas. el único. La-mas;. estimada es la
de mijo, en seguida la de cebada,. y en:tc.ícér-l.ilga¿;tambien
la de trigo. Pero. ademas de la pajWe.daEft l^bu^áicebada , cuando trabajan, iodo,*! dia. \Mm l^Kfetidjndxfa¡forro*
ge se arregla Segun los diferentes tie^posl dell añcy.En el
rnes de enero se han de dar. á cada uno cuatro sex tai ios de
yeros molidos, remojados y. revueltos con paja, [o un mo
cho de altramuces íemojado^íoi^'^edio de gálgana tambien
*4o
COLUMELA.
remojada , y ademas mucha paja. Se puede tambien , si hay
falta de legumbres, revolver con la paja el orujo de la uva que
se habrá labrado para estrujar el agua .pie despues de haberlo
secado : y no hay duda que es mucho mejor darlo con sus
hollejos antes de lavarlo: porque teniendo virtud de ali
mento y de vino, pone al ganado lustroso, alegre y corpu
lento. Si rio les damos grano, basta darles una espuerta de
las que sirven para el forrage de veinte modios de cabida
llena de hoja seca, ó treinta libras de heno, ó si no un mo.
dio de hoja verde de laurel ó de carrasca ; pero á estas co
sas se añade bellota, si la abundancia con que la produce
el pais lo permite: la cual, si no se les da hasta que se
harten , les causa sarna. Se puede tambien darles medio modio dé habas molidas, si por haber sido la cosecha abun
dante , se encuentra utilidad en ello. En el mes de febrero
son suficientes por lo comun las mismas cantidades de forrages. En marzo y abril se debe añadir algo al peso del
heno , porque se da la primera reja á la tierra : y será bas
tante dar á cada uno cuarenta libras de heno. Se hará bien
sin embargo en segar forrage verde, para darles desde los
idus de abril hasta los de junio: se podrá tambien darles
lo mismo en los lugares mas frios hasta las calendas de ju
lio: desde cuyo tiempo, tanto en el estío como en el otoño
hasta las 'calendas de noviembre, se les darán hojas de ár
boles hasta que no quieran mas: las cuales sin embargo
no les son provechosas antes que hayan madurado con las
lluvias ó con las rociadas continuas : las mas estimadas son
las de olmo; t>n seguida las de fresno , y despues las de
álamo. Las últimas son las de carrasca , las de enci
na y las "de laurel; pero indispensablemente despues del es
tío, por faltar las demas. Pueden darse asimismo bien las
hojas de higuera , si las hay en abundancia ó fuere conve
niente talar los árboles. Las de carrasca son mejores que las
de encina, pero ha de ser de la especie que no tiene espi
nas : pues el .buey no la quiere en teniendolas , como
ni tampoco las'de enebro, por el mismo motivo. En los me
ses de noviembre y diciembre, durante la sementera, se ha
de dar al buey tanto como apetezca: sin embargo basta pa
ra cada uno un modio de beHota con toda la paja que quie
LIBRO SEXTO
,4,
ra, 6 un modio de altramuces remojados, ó siete sextarios
de yeros rociados con agua y. revueltos con paja, ó doce
sextarios de gálgaoa rociados del mismo modo y mezcla
da con paja, ó un modio de orujo de uvas, con tal que se
les añada paja en abundancia : ó en fin , si nada de estas
cosas hay, cuarenta libras, de jieqoj sin mezcla alguna.
-. i -o' inun> ^¿ft*Vl^ f?}' «'.A - ,v,¿ to. ')
Remedios para mantener hoy bueyes. saludables. .
1 ero de ningun provecho será saciar de comida los gana
dos, si no sé les ayuda con rodó cuidado. á.qué tengan el
cuerpo saludable, y á que conserven sus fuerzas: cuyos dos
objetos se consiguen dándoles con abundancia tres días se
guidos una composicion , que se hace con partes iguale» de
altramuces molidos, y ciprés y con agua, la cual se tendrá
una noche al sereno ; y esto se debe hacer cuatro veces al
año: á fin de primavera , de estío , de otono, y de invierno.
Muchas veces sef puede también desechar! la debilidad y al
tédio á la comida que tienen los. bueyes, si se les introdu
ce en las fauces un huevo de gallina entero y crudo , cuan
do están en ayunas; y al dia siguiente les molerás ajos castañuelos ó comunes con vina, y les echarás éste por las na
rices. Y no son solamente estos remedios los que los mantie
nen saludables: muchas personas mezclan á los forrages una
porcion grande de sal: algunas les ban dado manrubio
con aceite y vino: otras echan en infusion en vino hojas
de puerro: otras granos de incienso, y otras sabina, y
les dan á beber alguna de éstas infusiones. Muchos medici
nan á los bueyes con tallos de nueza blanca y vainillas de
yeros: algunos echan en infusion en vino camisas de cu
lebra molida. Sirve tambien de remedio el serpol molido
con vino dulce y la cebolla albarrana cortada y echada en
agua. Todas las sobredichas bebidas dadas en la dosis de tres
heminas al dia por tres consecutivos, purgan el vientre, y
echando fuera los humores pecantes , restablecen las fuer
zas: pero se tiene por el remedio mas saludable de todos el
alpechín , si se le mezcla igual cantidad de agua , y se ha
3
*4»
COLÜMELA.
bh ¿a «1 ganado' á él; pero no reíiei.puededar desde luegOi
sino al principio se rocía con; él la comida; en seguida se
tintura el agua con una ligera porcion: y en fin, mezclada
con ella en partes iguales , se les da hasta saciarlos,' ,.
i¡.
t '-•• •¡ ' f.iy'.t¡ IJ , ¡ .I . > tj . ¡ ' 'I • .. '.nil ¡., 'i" • . • ¿
*"-tr
capitulo V.
. i. - ,,
..
Cosas que se han dq evitar para que no enfermen los bue
yes, medidas que'se han áé íomdr si les ataca una
epizootia, y. remedios que se les han de aplicar si lle
ga este caso.
,
. .; . . cu c...
•n¡;\ . ín!, ,. . .i .•}•.¡. ; . •... - í¡¡.jj otlyjvo'iq
fl!ivtj;n
(No conviene excitar los bueyes á corre* en tiempo alguno
<lel año, pero menos en el estío, pues ésto,' 6 les^mueve el
vientre ó les ocasiona calentura. Tambien se . ha de evitar
v¡a» se metan en los pesebres la» gallinas ó los cerdos, pues
sus excrementos mezclados con el forrage causan la muerte
á los bueyes, y principalmente los de una puerca enferma
ton capaces de causar una epizootia ; Ja cual cuando ba acometido á la boyada, se ha de mudar al punto de clima, y
distribuido el ganado en muchas partes, enviarlo á paises
.lejanos; y se han de separar los animales enfermos de los
sanos, en tal manera que no haya ninguno de aquellos en
tre éstos que los contágie. Y asi cuando se han de alejar, se
-ban de .llevar á-parages en que ningun ganado se apacienta,
no sea que con su ¿da , si hay alguno , le lleven la enfermedad
pestilencial. PeroipOr «las pestíferas que sean, se han de supe
rar con remedios que se buscarán con toda diligencia. En
llegando este caso , se han de mezclar raices de panace y de
eryngio con semillas de hinojo, y se han de rociar con harina
)de.trigo molido, arrope y agua hirviendo, y con este.medicamento se han de poner fomentos al ganado enfermo. Tam' bien se hace una infusion de partes iguales de cásia, mirra
é incienso, y otra tanta porcion de sangre de tortuga mari
na en tres sextarios de vino añejo, y estando así, se le echa
por las narices. Pero será suficiente dar el mismo medica• mento en tres días, dividido en porciones iguales de á onza
• y niediav y' mezclado con vino. Hemos conocido .tambien por
un remedio eficaz la raicilla que los pastores llaman consi'
LIBRO SEXTO
-43
ligo1. Esta nace en grande cantidad en los montes Marsos, y
es muy saludable á todo ganado. Se arranca con la mano iz
quierda, antes que salga el sol , pues se cree que cogida de esta
manera tiene mayor virtud. El uso de ella se dice que es;de
esta suerte: con una lesna de cobre se raya en redondo la
parte mas ancha de la oreja, de modo que con la sangre que
sale aparezca un circuí ito que. tenga la forma de la letra O.
Despues de haber hecho esto en la parte interior y en lá
exterior de. la oreja, se pasa de parte á parte con la lesna el
centro del circrilito trazado y se introduce en el agujero di
cha raicilla. La cual asida por la herida reciente, la retiene
esta tan bien, que no puede escaparse: en seguida acude á
aquella oreja ;todala fuerza de la enfermedad .y. .lat peodoñai
pestilencial, hasta que la parte que se ha circunscrito con
la lesna cae muerta, y con la pérdida de una parte: muy pequena se conserva la restante.' Cornelia Celso previene
tambien que se les eche por las narices vino en el cual se
habrán machacado hojas de. muérdago. Estas cosas se han
de hacer si toda; una piara está mala: las que siguen se ha
rán si lo están algunas reses en particular. ., . .,]. .•-!.[)
'' .:''i'tl'm¡ [.'.:; 'in ' IV. .1»
CAPITULO TI.
Qué remedio se aplica al buey que tiené indigestion.
_. 'i. ' í_i.'..T '.•••• i . . I '' .il ." . ;~'t|i y ., ..¡, • .'. • : ;i ;i ./
.Las señales de ciude/a son eructos. frecuentes, ruido en
el vientre, astío á la Comida;,.. contraccion de los nervios,
los ojos débiles: por cuyos motivos el buey np rumia, .ni;
se lame. El remedio será dos congios de agua caliente, y
en seguida treinta tronchos de col. ligeramente cocidos y
echados en vinagre; pero se ha de abstener un dia de otra
«jrmtfe.' Algun8§' Ib oferta» enceírado eft casa ' ftóra qr»e no
pueda pacer: despues de lo cual echan en un congíode agua
cuatro libras de tallos de lentisco y de acebuche, y una li
bra de miel, molido todo junto; dejan esta infusion al se
reno una noche,; y.. pasada ésta, se la introducen en las fau
ces: al cabo de una hora les echan cuatro libras de yero*
remojados, y no. les permiten otra alguna bebida. Esto se
debe hacer por espacio de tres dias , hasta eme.. se desvaq a
»44
COLUMELA.
nezca toda la causa de la enfermedad. Porque si no se ha
hecho caso de la crudeza se sigue la hinchazon del vientre,
mayor dolor en los intestinos, que no le deja comer, le ha
ce bramar, no le permite estar en su lugar, lo obliga á
echarse á tierra, á agitar la cabeza, y á menear continuamente la cola. El remedio evidente es apretarle fuertemen
te con una ligadura la parte de ésta que está mas inme
diata á tas ancas, introducirle en las fauces un sextario de
vino' con 'Una hemina de aceite, y excitado de esta manera,
hacerle andar mil y quinientos pasos. Si el dolor permane
ce, se le han de cortar las pesuñas todo al rededor, é intro
duciendole por el ano la mano untada con manteca , extraer
le el estiercol, y hacerle correr otra vez. Si ni aun esto ha
aprovechado, se machacan unos cabrahigos secos, y se le
dan con tres raciones 1 de agua caliente. Cuando ni aun
con esta medicina se ha adelantado nada, se pulverizan dos
libras de hojas de arrayan silvestre, y echándolas en dos sextaños de agua caliente, se le introduce en las fauces con un
vaso de madera, y hecho esto, se le hace una sangria por
debajo de la cola: y en habiendo salido bastante sangre, se
sujeta con una ligadura de papyro2. Despues se le hace cor
rer aprisa , hasta qué le falte el aliento. Hay tambien , es
tos remedios , á que se puede recurrir antes de hacerlo i
la sangria: se mezclan tres onzas de ajos molidos con tres
heminas de vino, y despues de haberle dado esta bebida,
se le nace correr: ó se muelen dos onzas de sal con diez ce
bonas, y añadiendo miel hervida se hacen calas, que se le
introducen por el ano; despues de lo cual se le hace correr
apriesa.
' .,;' CAPITULO VIL
Cpn.qué remedio se calma el dolor de vientre y el dele*
i intestinos. : '... ;n
.
. : : - . .'..
i;. ' I
''
1 ambíen se sosiega el dolor de vientre y de los intestinos,
con ver las aves acuátiles, sobre todo los patos, á los cua
les si mira uno el buey que le duelen los intestinos, pron
tamente se liberta de su dolor. £1 mismo pato sana con
mayor suceso los mulos y caballos con su vista. Pero algu
LIBRO SEXTO
^5
nas veces ninguna medicina aprovecha, en cuyo caso estos
males son seguidos de una disenteria, que se reconoce por
la evacuacion del vientre sanguina y mucosa. Los remedios
son quince pinas de ciprés con igual número de agallas,
y otro tanto en peso.de queso muy añejo, lo cual molido todo
juuto, se echa en cuatro sextarios de vino fuerte, que se
les dará en cuatro dias, y cuatro porciones iguales, sin que
falten cogollos de lentisco, de arrayan, y de acebuche ver
de. Los cursos quitan las fuerzas, debilitan el cuerpo, y
dejan al animal inutil para el trabajo: los cuales, cuando
le acometen, no se ha de dejar beber al buey en tres dias , y
en el primero ni comer: pero despues se le han de dar co
gollos de acebuche y de caña, y tambien bayas de lentisco
y de arrayan, y no se le ha de dejar beber sino muy parca
mente. Hay algunos que le dan una libra de cogollos de
laurel con otra de abrotano remojado y dos sextarios de
agua caliente, y se los introducen en las fauces, y les echan
los misinos forrages que hemos dicho arriba. Otros tuestan
dos libras de orujo de uvas , despues las muelen y se las dan
á beber echadas en dos sextarios de vino fuerte; sin que
falten los cogollos de dichos árboles. Pero si no se contuvie
ren las frecuentes evacuaciones del vientre, ni cesáre el
dolor de éste, ni el de los intestinos, y reusare el animal la
comida, si tiene la cabeza pesada, le caen las lágrimas de
los ojos, y la pituita de las narices con mas abundancia
hastao acostumbrado , se le quema la frente por medio de ella
que 1 los huesos, y se le hará con un hierro una incision en
Jas orejas. Pero las llagas que habrá hecho el fuego, con
vendrá lavarlas con orina de buey , hasta que se sanen ; mas
lo cortado con el hierro se cura mejor con pez y aceité.
CAPITULO
V1IL
De las ránulas, de la inapetencia, y cómo se cura uno
. y otro.
Duelen tambien ocasionarles fastidio á la comida las excres
cencias viciosas de la lengua, que llaman los albéitares ra>
na'. Estas se cortan con hierro, y se frotan con sal molida
q3
a46
COLUMELA.
juntamente con ajo, hasta que fluye la pituita provocada coa
la frotacion. En seguida se Je lava la boca con vino , y pasada
una hora se le da yerba verde ú hojas , hasta que las úlce
ras se cicatricen. Si no tuviere ranas ni cursos , y con todo
eso no apetece la comida, le será provechoso introducirle
por las narices ajo molido con aceite , ó frotarle las fauces
con sal ó ajedrea , ó untarle la misma parte con ajo molido
y salsa de aleche2. Pero estos remedios se harán si el buey
no tiene mas que inapetencia.
CAPITULO
IX.
De la calentura.
Cuando un buey tiene calentura , conviene tenerlo un dia
sin comer: al dia siguiente sacarle, cuando esté todavía en
ayunas, un poco de sangre debajo de la cola, y pasada una
hora , hacerle tomar treinta tronchos medianos de col cocida
en aceite y garo1, en forma de salivato8 ; esta comida se le se
guirá dando en ayunas por espacio de cinco dias, y ademas se
le darán tallos de lentisco, ó de olivo, ó cualquiera otra
hoja muy tierna, ó pámpanos de vid: asimismo se le lim
piarán los lábios con una esponja , y se les dará de beber
agua fria tres veces al dia. Cuya curacion debe hacerse en
la casa, y no dejar salir al buey hasta que esté bueno. Las
señales de calentura son llorarle los ojos y tenerlos cerra
dos, la cabeza cargada, echar babas de la boca, la respira
cion mas larga que lo acostumbrado , y con cierto embara*
ao, y alguna ve¿ con bramido.
CAPITULO
X.
De la tos de los bueyes.
La tos reciente se quita muy bien con un salivato de hari
na de cebada. Algunas veces son de mas provecho las gra
mas picadas, mezclándoles habas molidas. Tambien se echan
en dos sextarios de agua caliente, unas lentejas sin vainas
bien molidas, y hecho el caldo ? se le echa con el cuerno.
LIBRO SEXTO
447
La tos antigua se cura con dos libras de hysopo, echadas á
remojar en tres sextarios de agua. Pues este medicamento
se machaca y se da en forma desalivato, mezclado con cua
tro sextarios de lentejas bien molidas, como dije, y des
pues se le echa el agua de hysopo por el cuerno. Tambien
es remedio el zumo de puerro con aceite, ó su misma hoja
machacada y revuelta con harina de cebada. Las raices del
mismo, lavadas con cuidado y molidas con harina de trigo
y dadas al buey en ayunas, quitan la tós, por mas invete
rada quesea. Lo mismo hacen los yeros sin vainas, moli
dos con parte igual de cebada tostada, é introducido por las
fauces en forma de salivato.
CAPITULO
XI.
De las apostemas, y del modo de curarlas.
,La apostema es mejor abrirla con hierro que con medica
mento. Despues de haber exprimido la concavidad que
contenia la materia, se lava con orina de buey caliente, y
se ata poniendo hilas empapadas en pez líquida y aceite; ó
si la parte donde se halla la apostema no se puede lavar, se
le echa gota á gota sebo de cabra ó de buey por medio de una
plancha de hierro hecha ascua. Algunos despues de haber
quemado la parte enferma , la lavan con orina añeja , y en
seguida la untan con pez líquida cocida con manteca rancia
en partes iguales.
CAPITULO
XII.
De la cojera y de los dolores.
JLa sangre agolpada á los pies, ocasiona cojera. Cuando es
to sucede, inmediatamente se le registra la pesuña al buey:
al tacto se conoce si hay ardor, y no consiente que se le
apriete muy fuertemente la parte accidentada. Pero si la
sangre está todavía en las piernas mas arriba de las pesuñas,
se resuelve por friegas continuadas ; y cuando no se ha ade
lantado con ellas cosa alguna, se le hace salir escarificando
la parte. Pero si ya está en las pesuñas, se hace entre las dos
?4
a48
COLUMELA,
una ligera incision con un cuchillo: en seguida se le apli
can hilas empapadas en sal y vinagre, se le cubre el pie
eon una esparteña, y sobre todo se procura que no lo meta
•en agua , y cpje esté el establo seco. Si no se echa fuera esta
sangre, hará materia, que si formare apostema, la cura
cion perfecta tardará, y se conseguirá, si al principio la
cortas todo al rededor y la limpias, y en seguida metes un
clavo de hilas empapadas en vinagre, sal y aceite, echándole encima manteca añeja y sebo de macho derretido uno
y otro en partes iguales. Si la sangre está en la parte infe
rior de la pesuña, se corta su extremidad hasta lo vivo, y de
esta suerte se echa la sangre fuera, y envuelto el pie en hilas,
se cubre con una esparteña. No conviene abrir por medio la
pesuña en la parte inferior si no se ha hecho ya la supura
cion en aquel sitio. Si cojea el buey por causa de dolor de
nervios, se le han de frotar las rodillas, los corvejones y las
piernas con aceite y sal , hasta que se ponga bueno. Si se le
hincharen las rodillas, se le han de fomentar con vinagre ca
liente, y se ha de poner encima linaza ó mijo molido y ro
ciado con aguamiel: tambien es bueno aplicarle á las rodi
llas esponjas mojadas en agua caliente y exprimidas untadas
tambien con miel, y bendarlas con fajas. Pero si debajo de
la hinchazon hay algun humor, se aplica encima levadura
ó harina de cebada cocida con vino de pasas ó aguamiel, y
luego que madure la apostema se abre con una lanceta; y
asi que se haya echado fuera la materia, se cura con hila»,
como lo hemos enseñado arriba. Pueden tambien sanarse
todas las apostemas que se han abierto con hierro (segun
ordena Cornelio Celso) con raiz de azucena ó con cebolla
albarrana y sal , ó con la yerba1 sanguinal que loe griegos
llaman polígono, ó con manrnbio. Pero casi todos los do
lores del cuerpo, si están sin herida, y son recientes, se
desvanecen mejor con' fomentos; si son antiguos, se caute
riza la parte dolorida, y sobre ella, despues de hecho, se
echa manteca de vacas ó sebo de cabras gota á gota.
LIBRO
SEXTO
CAPITULO
a49
XIII.
Remedios para la sarna , para la mordedura de perra
rabiosa ó de lobo, y para cuando se les pega el pe¡lejo á los huesos.
La sarna pierde su malignidad frotándola con ajo molido,
y con el mismo remedio se cura la mordidura de perra ra
biosa ó de lobo, la cual sin embargo se cura igualmente
t>ien aplicando sobre la herida pescado salado añejo. Y pa
ra la sarna hay otra medicina : sé muelen juntos orégano y
azufre, y se cuecen con aceite, agua y vinagre, mezclandoles alpechín: en seguida, cuando esta composicion está
tibia, se le polvorea con alumbre de pluma molido. Este me
dicamento es muy provechoso si se aplica al buey puesto á
un sol muy fuerte. Para las úlceras sirven de remedio las aga
llas molidas, y no menos el zumo de manrubio con hollin.
Hay tambien una enfermedad perjudicial al ganado vacuno,
que la gente del campo llama coriago1, que consiste en es
tar la piel tan pegada al espinazo, que asiendola con las
manos, no se puede separar de las costillas. Este accidente
no lo tienen nunca, sino cuando de resultas de alguna en
fermedad se han puesto flacos , ó se han enfriado estando
sudando por haber trabajado , ó si se han mojado con la llu
via cuando estaban cargados. Lo cual como es pernicioso,
se ha de tener cuidado así que los bueyes hayan vuelto del
trabajo y estén todavía calientes y jadeando, de rociarlos
con vino y de introducirles en las fauces unas bolillas de
manteca. Pero, si tuvieren esta enfermedad, será prove
choso cocer laurel y fomentarles las espaldas con este co
cimiento caliente, apretarlo inmediatamente, echándole por
encima mucho aceite y' vino, y asirle la piel por todas par
tes, tirando de ella hácia sí, y esto se hace muy bien al ra
so, cuando el sol calienta mucho. Algunos mezclan borras
de aceite con vino y manteca, y se sirven de esta medicina
despues de dichos fomentos.
»5o
COLUMELA.
CAPITULO
XIV.
Para las úlceras del pulmon y para los tumores del pa
ladar.
1 amblen es una enfermedad muy grave cuando se ulce
ran los pulmones: de que resulta tós, consuncion, y últi
mamente tisis. Y para que no acarreen la muerte , se intro
duce en la oreja horadada la raiz de consíligo del modo que
hemos enseñado arriba; despues se mezcla al rededor de
una hemina de zumo de puerros con igual medida de acei
te, y se da á beber por muchos dias con un sextario de vi
no. Algunas veces por tener una hinchazon en el paladar
reusa la comida, echa frecuentes suspiros, y parece que se
deja caer hácia un lado. En este caso es necesario abrirle el
paladar con una lanceta, para que salga la sangre, y darle
hasta que sane yeros mondados y remojados, hojas verdes
ú otro forrage tierno. Si se le hubiere magullado el pescue
zo con el trabajo, el remedio mas eficaz será sangrarlo de
una oreja, y si esto no se hubiere hecho, se aplicara la
yerba llamada avia1 machacada y con sal. Si el cerviguillo
•e le ha conmovido y abatido, se observará hácia cuál par
te se inclina, y lo sangraremos de la oreja contraria. Y aque
lla vena, que parece ser la mayor de todas las de la oreja,
se le dan antes golpes con un sarmiento, y en seguida lue
go que los golpes la han engruesado , se abrirá con una lan
ceta; al dia siguiente se hará otra sangría del mismo sitio,
y se le darán dos dias de descanso. Al tercero se le da un
trabajo ligero, y poco á poco se va llevando al ordinario. Pe
ro si el cerviguillo no se ha dejado caer hacia lado algu
no, y se ha hinchado por medio, se sangra el buey de las
dos orejas: y si esto no se ha hecho á los dos dias de haber
contraido esta enfermedad, se le hincha el pescuezo, se le
atirantan los nervios', y la dureza que resulta en aquella
parte no le permite recibir el yugo. Para esta enfermedad
hemos descubierto un remedio excelente, que se compone
de pez líquida, tuétano de buey, sebo de macho cabrío, y
aceite añejo , cocido todo junto por partes iguales. De cuya
LIBRO SÉXTO.
ft5i
composicion se ha de usar en esta forma. Así que se haya
desuncido el buey despues de su trabajo, se baña el tumor
del cerviguillo con agua en la piscina donde bebe, y en estan
do algun tanto enjuto, se frota y se unciona con dicho me
dicamento. Si el animal reusa absolutamente el yugo por
causa de este tumor, se le ha de dar descanso unos pocos
dias: se le ha de lavar el cerviguillo con agua fria, y se le
untará con litargirio. Celso á la verdad ordena que se macha
que la yerba llamada avia, como dije arriba, y se ponga so
bre el tumor. Los callos , que por lo comun infestan el cer
viguillo, son menos difíciles de curar: pues es fácil echar
les por encima aceite gota á gota con una candileja , sin des
uncir los bueyes. Sin embargo es mejor procurar que no se
formen estos callos , ó que no se ponga'calvo el pescuezo de
los bueyes , lo que no sucede sino cuando se les ha mojado
mientras trabajan , bien 6ea con el sudor ó bien con la llu
via : y así en caso de verificarse, se frotarán dos ladrillos vie
jos uno con otro, y con aquel polvo se rociarán sus cuellos,
antes de desuncirlos, y en seguida luego que estén secos, se
les echará aceite de cuando en cuando.
CAPITULO XV.
Para las heridas de las pesuñas ó piernas con la reja del
arado, y para cuando se despean.
oi la reja del arado hubiere herido el talon ó la pesuña del
buey , derrite sobre la herida por medio de un hierro fle
cho ascua pez dura y manteca envueltas con azufre en lana
sucia. Este mismo remedio es tambien excelente para el ea¿
so en que el buey haya pisado por casualidad una rama
de árbol, sacándole antes la astilla que se le hubiere meti
do dentro del pie, ó si hubiere roto la pesuña con algun
tiesto puntiagudo ó con alguna piedra. Pero si la herida ha
sido mas profunda, se le dilata mas en redondo, y se
quema , como he prevenido arriba. En seguida se cura tenién
dole el pie cubierto con una esparteña, y echándole vina
gre por encima tres dias. Tambien, si la reja hubiere heri
do á algun buey en la pierna, se le pone sobre la herida le
chuga marina, que los griegos llaman tuhymalo1, con sal.
?5a
COLUMELA. ;
Cuando se ha despeado el buey se le lavan los pies con ori
na de la misma especie de animal, puesta á calen tai:, ense
guida se enciende una gavilla de sarmientos, y cuando con,
el fuego se ha reducido á ceniza, se le obliga á picarla y estar
parado sobre ella cuando esta t¡oda\ ía bien caliente, y se le
untan las pesuñas con pez líquida y aceite ó,man teca de puer
co. Sin embargo cojearán menos los bueyes si despues de
desuncidos y concluido el trabajo se les lavan los pies con
mucha agua fria , y se les frota con manteca añeja los jarre
tes, las coronas y la misma separacion que hay entre la*
dos pesuñas,
CAPITULO
XVI.
Para cuando se despaldillan, s* quiebran las astas , y
cuando les salen gusanos en las llagas.
Aludías veces tambien fc despaldilla el buey , ó por la fatiga de un trabajo dilatado, ó por el violento esfuerzo que
ha hecho al romper un suelo muy duro, ó por encontrar
el arado una raiz á su paso. Cuando ésto sucede se le ha de
sangrar de las piernas delanteras. Si la espaldilla desencaja
da es la derecha , se ha de hacer la sangria en la pierna iz
quierda, y en la derecha si el mal se ha hecho en la espalr
dilla izquierda: si han sido lastimadas con mucha gravedad
ámbas, tambien se han de abrir las venas en las piernas
traseras. Si se han quebrado las astas, se les ponen encima
unos pedazos de lienzo empapados en sal, vinagre. y aceite,
y se les reí Lesea con lo mismo tres dias seguidos sin desliarlos. Al enarto, por último, se les pone manteca de puerco y
pe/. líquida en partes iguales y corteza de pino pulverizada.
Y al, fin cuando van ya cicatrizando, se les polvorea con
hollin. Suelen tambien las llagas de que no se ha hecho caso,
lleiiarsp de gusanos', á los cuales, si se les echa por la ma
ñana agua fcia, caen encogidos con la frialdad: ó si por este
medio uose pueden quitar, se machaca manrubio ó puerro,
y se aplica polvoreado con sal : esto mf)ta prontamente los
referidos bichos. Pero desde que la* úlceras se han limpiado,
se les han de aplicar ..inmediatamente! vuias hilas con pez,
aceite y manteca añeja, y con el mismo medicamento se
LIBRO SÉXTO
953
han de frotar por fuera para que no las infesten las moscas,
las quales ¿. én habiendo estado paradas sobre las úlceras*
crian gusanos. • ' i .• •/ • •
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¡
CAPITULO
XVII.
Para las mordeduras de las culebras y animales venenosos.
./.•.. if¡'. . .' •:
.i '
Pero tambien es mortal para los bueyes la mordedura de
una serpiente v les es tambien dañosa la ponzoña de algu
nos animales mas pequeños: pues machas veces la víbora y
la culebra ciega, cuando se ha echado el buey sobre ellas
en el pastadero sin precaucion, fatigadas con su peso, le tiran un bocado. Y la musaraña, que los griegos llaman mygalc, aunque con dientes pequeños, les ocasiona una enfer
medad que no es chica. Los venenos de la víbora los echa
fuera una yerba que llaman personada1 , majada y puesta
con sal sobre la escarificacion que se habrá hecho con
hierro en la parte mordida. La raiz machacada es mas útil,
y también el sesel de las montañas. El trebol , que se en
cuentra én sitios pedregosos, pasa por muy eficaz: tiene el
olor fuerte y semejante al del betun , por lo que los grie
gos lo llaman asphaltion; los nuestros por su figura lo lla
man trebol agudo, pues tiene hojas largas y vellosas, y su
tallo es mas récio que el del trebol de prados. El zumo
de esta yerba se le echa en las fauces mezclado con vino; y
sus hojas machacadas con -sal se aplican á la ^escarificacion
en forma de cataplasma: pero si la estacion del año no es á
propósito para que se encuentre la yerba verde, se echan en
vino las semillas pulverizadas, y se les da á beber: y las raices
machacadas con el tallo y mezcladas con harina y sal echadas
en aguamiel , se ponen sobre la escarificacion. Hay tambien
un remedio eficaz, que corisiste en machacar cinco libras
de cogollos tiernos de fresno con cinto sectarios de vino V
dosde aceite, y echarles en las fauces el licor que habrás expri
mido de todo esto, y en poner sobre la parte escarificada co
gollos del mismo árbol machacados con sal. La mordedura de
la culebra ciega causa tumor y supuracion; lo mismo hace
la de la musaraña; pero aquella se cura punzándola con una
lesna de cobre, con la cual ge punza la parte mordida, y
*54
COLUMELA.
despues se tinta con tierra de jaboneros desleída en vinagre.
La musaraña paga con su cuerpo el mal que ha hecho, pues
se la mata sumergiéndola en aceite, y así que se ha podri
do se machaca, y con este medicamento se unta el sitio mor
dido. O si no está á mano cuando el tumor anuncia la mor
didura, se muelen cominos y se les añade un poco de pez
líquida y de manteca, de manera que tenga la consistencia
de cal a plasma, que puesta sobre la mordedura, echa fuera
el venetiQi Pero si antes de resolverse 'el tumor se vuelve
apostema , es mejor abrirla con una hoja de hierro hecha
ascua, quemar todo lo que esté corrompido, y en seguida
untaf la parte con pez líquida. y aceite. Suele tambien em
barrarse el mismo animal vivo con arcilla de alfareros y en
seguida colgarse, despues de haberse secado >, del pescuezo
de los bueyes: y esio los liberta del daño que podia cau
sarles esta mordedura. Las enfermedades de los ojos se les
curan comunmente con miel : pues si se han inflamado
se polvorea con un poco de aguamiel con harina de
trigo* y se. pone sobre ellos: si le. sale alguna nube
qa el ojo, la disipa la sal gema de España ó de Armenia,
ó tambien la de Gapadocia , molida bien menuda y mez
clada con miel. Lo mismo hace el hueso de xibia molido
y soplado tres veces al dia en el ojo por medio de un tubo:
asimismo lo hace la raiz que los griegos llaman silphio, y el
Vulgo en nuestra lengua laser.picin. A esta raiz, tenga e\ pe
so que tuviere la porcion que se toma, se le añaden diez
tantos de sal amoniaco, y ámbas cosas se muelen juntas, y
se soplan del mismo modo en el ojo, ó se machaca esta
misma raiz, se echa en aceite de lentisco y aplicarla sobre
el ojo, lo limpia de este defecto. La fluxion la cura la hari
na de cebada, sobre la cual se habrá echado aguamiel, pues
ta <)n. lascejas.y un'las mejillas. La simiente de la chiri vía silvestiv, y el zumo de la codearía, aplicarlos con miel aplacan
el dolor de los ojos. Pero todas las veces que entrará miel
ú otro jugo en los remedios, se ha de untar al rededor del
ojo con pez líquida mezclada con aceite, para que no lo in-.
festen las mo$eas; pues no son solas estas lasque acuden
Rolando áí.& dulzura de la miel y de otros medicamentos, si
no tambien las abejas¿',. . j .tí ¡i;;;> ...' uo> , u.Iw :•.'«.' »l
LIBRO
SEXTO
»55
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j. Remedio para si ha tragado alguna sanguijuela.
Tambien causa mucho daño la sanguijuela que se. ha tra
gado con el agua que se bebe: eHa, pegándose á las fauces,
chupa la sangre^ y¡ engruesándose cierra el paso á la comida.
Si está en un sitio ten' dificultoso. que no se puede separar
con la mano, introducirás un tubo ó una caña, y por ella
echarás aceite caliente, pues con su contacto inmediatamente cae este insecto. Se puede tambien hacer llegar á la
sanguijuela por medio de un tubo el olor de las chinches
quemadas. Pues desde que este insecto está en el fuego,
despide un humo rae/llena^el-tubo.,,y.Jo lleva con su mal
olor hasta donde está lá sanguijuela, y éste olor la despega
del sitio adonde está aciberente. Pero si está asida al estó
mago ú á los intestinos, se mata echando al buey vinagre
caliente por medio de un cuerno. Aunque hemos prescrito
estos remedios para loa bueyes , no hay duda alguna que la
mayor parte de ellos pueden también convenir á todo el
ganado mayor.
..,- „ . ;.i¡,- :in ...'. . . -.\
'•''•.'
CAPITULO XIX. :-...;... i ..
De cómo. se ha de hacer la. máquvpa par a¡ cifrar las faj,, tmybu$yc3¡' Ai.í.:u¡i„ ].( UI,.'í. j.,.,,,,.',-,,',, ,,.,' ,.',.,/,,
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. íi^Á JV.it !') ,f{.' U)"> •.-¡, A >\ A*.'.
i;¡ .t¡ .1
., - .:. I
I ero se lia de fabricar una máquina en la cual se encerra
rán las bestias de carga y los. bueyes para curarlos, y á fin
de que los albéitares, que les medicinan se puedan acercar
mas á ellos, sin que puedan estos animales dejar de tomar
los medicamentos resistiéndose á tomarlos. Y la hechura de
la máquina es de'esta manera. Se entarima con tablones de
roble un pedazo.de terreno de nueve pies de largo, dos y
medio de ancho por la parte anterior y de cuatro por la pos
terior. A este entarimado se le aplican cuatro estacas derechas
por un lado y otro, las cuales están clavadas en los cuatro
ángulos^; y tiene cada una siete pies, de largo. Todas estas
estacas se quietan entre sí por seis travesano», formando e»
¡x56
COLUMELA.I
rejado, de suerte que pueda entrar por la parte posterior»
que es la mas ancha, el animal como en una jaula,y no pue
da salir por la otra, á causa de impedírselo los pequeños
pernios que están atravesados en ella. Sobre las dos estacas
de delante se pone un yugo firme, y á este se sujetan las
bestias' de carga ó se atan los bueyes por las astas. O se pue
den fabricar allí mismo unas cabezadas ó collares, para que
metiendo en ellas la cabeza, se sujete la cerviz con unos
palos, que bajarán por agujeros hechos para el caso. Pero
el cuerpo atado y extendido está asegurado á los travesa"
ños; y de esta manera queda sin movimiento, y abandona
do á la voluntad del que lo va á curar. Esta misma máquina podrá servir para todo el ganado mayor. . > ¡ ¡A ju^u^uñ*
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Luí. ...J,;-.! capitulo XX •-'",r" ',i^)¡'
De la figura del toro.
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Despues de haber dado bastantes preceptos acerca de lo»
bueyes, es tiempo de hablar de losi toros y de las vacas. Yo
pienso que se deben preferir principalmente los toros que
tengan los miembros muy grandes, el natural pacífico y la
edad mediana. Las demas cosas que hemos de observar pa
ra elegirlos serán casi las mismas que en los bueyes, pues
un toro bueno no se diferencia del buey castrado en otra co
sa sino en que aquel tiene el semblante fiero, el aspecto
mas vigoroso, las astas mas cortas, el cerviguillo mas car
noso, y tan grueso, que es la mayor porcion de su cuerpo,
el vientre un poco mas enjuto; y se ha de buscar uno que
sea ágil y á propósito para cubrir las vacas.
i •. .
.
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y. • . . ....
CAPITULO
XXL
De la figura de la vaca.
1 ambien se aprueban las vacas de talla muy alta y larga,
que tengan los vientres muy grandes, las frentes muy an
chas, los ojos negros y abiertos, las astas hermosas, lisas
y que tifan á negras, las orejas pobladas de pelo, las quija
UMTCr SEXJTO
*S7
dar angostas', Tai. papadas y las colas muy i larga», 'la* pesu
ñas medianas, y medianas las piernas. Las demas cosas que
se desean en las hembras, son también Jas mismas que en
los machos, principalmente que sean nuevas: porque en
habiendo ¡pasado de diez años son inútiles para la genera
cion; por lo contrario, no conviene que se cubran antes
que tengan dos años- Sin embargo si hubieren concebido
antes, conviene quitarles la cria, y sacarles la leche duran*
te tres dia9, pero despues no dejar que se las ordeñe,
CAPITULO
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i^ero conviene procurar todos los años hacer en .este gauadoi
nna' separacion, como se hacé en los rebanos de los demas.
Pues se deben separar las que , por estar apuradas ó viejas,;
no pueden concebir; y sin duda alguna las machorras, que.
están ocupando el lugar de das fecundas, 96 han deechajg
Cuera ó domarlas para que aren, poique con motivo de su
esterilidad no tienen menos aguante para el trabajo y para
la labor que los novillos. Esta clase de ganado quiere du
rante el invierno pastos marídenos y que les dé el sol, y en
el estío los de los bosques mas espesos, y los altos de las
montañas mas bien que los de las llanuras. En efecto las no
villas viven mas tiempo en los bosques abundantes de yer
ba ,' en los sotos y en los carrizales , que en los sitios
pedregosos. uY no quieren tanto los rios ó los arroyos, co.
mo las charcas hechas á mano , porque el agua de los rios,
que comunmente es mas fria, las hace abortar, y la de lluvia
las es mas agradable. Sip embargo la vaca aguanta mas bien
que el caballo todo frió exterior, y por consiguiente ínverná'ttín.'fecilidwl^'al^aso/. i '.noi \) v t. \ \, «.A W \.'j ,,.()
tv^yf.rn y goñn P¡4?;I^UfLP ,XXIJJ.,p ku\ ,goi v' ,jG
-') Cómo se han deshacer las corralizas y, los ,€$iabloi. -,\,
.V}.í Monjil -'= t,n f[nv ' ... i .J o) .i.i. ''.i¡ .•.' r j . ''I.rní
.Las corralizas se han de hacer de mucha extensionj
«o sea que estando, encerradas laftíracas en ü»iS.*he,wny; «í»
r
»58
; COLUMELA.
trecho, haga la una malparir á la otra, y á fin de que la
de poco poder se liberte de los golpes de la mas fuerte. Los
mejores establos son los que tienen el suelo empedrado ó
cubierto cpn cascajo: sin embargo tampoco son incómo
dos los arenados; los unos porque no admiten la lluvia, los
otros porque la embeben y la transmiten prontamente; pe
ro unos y otros han de estar en pendiente para dar corriente á la humedad, y mirando al mediodía para que se
sequen con facilidad, y no los mólesten los vientos frios. El
cuidado que exige el pasto es ligero , pues para que la yer
ba salga con mas abundancia, se le pega fuego ordinaria
mente á fines del estío: esto hace que los pastos que reto
ñan estén mas tiernos, y quemándose las matas espinosas,
impide que suban muy arriba, como lo harían si no se que
maran. Pero lo que contribuye mucho á la salubridad de sus
cuerpos es echar sal cerca de la corraliza sobre piedras y en
los dornajos , á las cuales acuden con gusto las vacas cuan
do vuelven hartas de pasto, y el pastor toca, por decirlo asi,
á la retirada. Y esto tambien debe hacerse siempre al
anochecer, para acostumbrar al ganado, que podrá haberse
quedado en los bosque», á volver á la corraliza en esta ho
ra al toque de la bocina, pues por este medio se podrá
feconocer la piara y contar las cabezas, para asegurarse, co
mo se practica en la disciplina militar, de si están todas
en los reales. del estnblcrizo. Pero no se ejerce la misma
autoridad sobre. los toros, que confiados en sus propias fuer
zas, andan errantes- por los bosques, tienen la libertad de
salir y entrar sin llamarlos nunca, sino cuando es menes
ter que cubran las hembras.
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Qué edad ha de tener el toro para cclturlo a las vacas.
De éstos, los que son menores de cuatro años y mayores
de doce, no se lis.deja cubrir las. vacas: aquellos- porque es
tando, por decirlo así, en la edad pueril, no se tienen por
idóneos para el caso; estos, por tenerlos apurados la vejez.
Ordinariamente se permite á los machos acercarse á las
LIBRO SEXTO
xfy
hembras en el mes ele julio, á fin de que quedando éstas
.preúadas en este tiempo, paran á la primavera siguiente,
cuando ya estén los pastos en su fuerza,¡ pues su preñado du
ra diez! meses', y no sufrrnquese les. acerque el nracho por
-ordea 'del Vaquero, 6ino de su propia vóhmtád. Y por el
tiempo que. he dicho poco mas ó menos corresponden en
ambos sexos los deseos naturales, porque alegrándose los
animales con losyd^rjrdsi^cjos glastos ' dp la primavera, se
ponen lozanos. Pero si la hembra rcusa al macho, ó éste no
siente deseos de ella, se excita Su ardor por el modo que
prescribiremos despues para los caballos que miran con
•astta' á fas yeguas, esto es-; aplicando a > sus ' narices ¿1 olor
de las partes naturales. Pero¡ acia e\ riK^rM^o en que' se deben cubrir 1as hembras , se les acorta' el pienso ,i para que
Ja demasiada obesidad de sus cuerpos no las haga estériles,
y se )és aumenta á los foros, para qne las cobran^ con mns
vigor. Un toro es suficiente para quince vacas, y luego
que ha cubierto á una novilla, se puede conocer por seña
les ciertas el sexo de lo que1 ha engendrado, porque si Jía
baja^b por el.lado derecho, es evidente qluefiha 'engendratdo
un macho; si p*>r el izquierdo, unahembra. Sin embargo no
se conoce ser cierta esta señal, ano en el caso de que, cu
bierta una vez la vaca, no admite segunda vez al toro: lo
cual rara vez sucede, pies, aunque está llena, no está sa
tisfecha su pasion; tanto es el poder de los lisonjeros atrac
tivos del deleite, aun sobre los animales, excediendo los lí
mites prescritos por la naturaleza. Mas no hay duda que
donde hay abundancia de 'pastos, se puede criar todos los
años un becerroí por' cada vaca; pero donde hay escasez, se
puede cnbrtr;solamenre uno sí y otro no: lo que queremos
que se .haga principalmente en las de labor, para que los
becerros j puedan ;h&f«ai'se de leche durante Un año, y la va
ca no tenga á unimismo tiempo el gravamen del trabajo yel
de la preñez. Luego que una vaca ha' parido, por buefta
'er'íadora q«e¡áea,¡si no se la mantiene bien, fatigada con el
ftWbaj¿, Jsttá<fae el .attmento á.sir hi¡jovFor lo cual á la patifda se'te dá'cíti^ verde, eebada'tóstadayiyeros 'remojados,
y al tierno Ijecerro un salivato compuesto de unjo molido
y .tostado y.de leehé.iPero-pa.ra criar -se prefieren las vacas
r a
¿6o
0 COLUMELA.
de Aluno, á las cuales llaman cevas los habitantes de aquel
pais: ellas son de talla pequeña y abundantes de leche, por
lo cual se les quitan sus crías, y aplicándoles otras de raza
superior, se mantienen estas con leche agena, ó si falta es¡ te recurso las aumenta bien el haba molida y el vino; y es. to conviene hacerlo principalmente en las piaras numerosas.
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CAPITULO XXV:
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Remedios para las lombrices de los becerros.
Suelen tambien ser perjudiciales á los becerros, las lombri. ees, .que se originan comunmente de crudezas. Por lo cual
se les ha de dar con arreglo la comida, para que la digie
ran bien, ó si padecen ya este achaque, se muelen altra
muces medio crudos, y 6e hacen con la harina bolillas,
que se les introducen en las fauces , como el salibato. Tam
bien puede machacarse la artemisa santónica con higos pa. sados y yeros , y haciendo con todo una bolita , introducirda del mismo modo. Igual efecto hace Una parte de mantatea mezclada con tres de hisopo. El zumo de marrubio y el
de puerro pueden tambien matar semejantes animales. ;
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Deja castración¡dc los becerros.
. Magon es de parecer que se castren los novillos mientras
están todavía tiernos., y que esto po se haga^cou hierro, si
no que se compriman los testículos con un pedazo de canaheja hendida, y se Vayan quebrantando poco á poco, y
. cree que el mejor género de castraciqnes.es el que se haJce en la edad tierna sin herida;, pues cuando. se ha endu- retido ya el animal, se castra mejor de dos años que de
; uno. Y ordena que esto se haga en la primavera ó en el
..otoño,. cuando la Juna esté menguando, y que el becerro
,.se atq á la máquina; en seguida, antes de aplicar el hierro,
^quiere que «e cojan, con dos listones angostos de madera
(que sirvan como de tenazas) los nervios de los testículo^
LIBRO SÉXTO
a6i
que los griegos llaman chremasteras , porqne las partes genitales están suspendidas de ellos, y despues de asidos se abra
inmediatamente el escroto.,'' y apretándolos para que salgan
de él , se corten de manera que se deje la extremidad por
donde están unidos á dichos nervios. Pues de este modo, ni
el becerro peligra por la erupcion de la sangre, ni se afe
mina enteramente , como si se le hubiera quitado toda la
masculinidad , y conserva la forma de macho , habiendo de
jado el poder de engendrar, el-cual sin embargo no pierde
desde lufgo : pues si lo dejas cubrir una hembra recieu cas
trado, es constante que puede concebir de él; pero esto no
se ha de permitir de modo alguno, no sea que muera de un
flujo de sangre. Mas las heridas se han de untar con ceniza
de sarmiento y litargirio , teniéndolo aquel dia sin beber,
y dándole muy poca comida. En lo» tres dias siguientes se ha
de regalar como enfermo con cogollos de árboles , y segán
dole forrage verde, y no se le ha de dejar que beba mucho.
Tamb:en me parece que, pasados tres dias, se unten las
mismas heridas con pez liquida, ceniza, y un poco de aceite,
para que se cicatricen mas prontamente, y no las infesten
las moscas. Bastante es lo hablado hasta aquí de los
bueyes.
- ¡u .
-i.I
CAPITULO
XXVIL
De los caballos.
Los que tienen aficion á criar caballos , conviene sobre todo que se provean de un yegüero diestro, y de una gran
cantidad de forrage , cuyas dos cosas pueden emplearse en
los demas ganados, aunque sean medianas; pero el caballar
desea sumo cuidado , y estar muy harto de comida. Este
mismo ganado se divide en tres especies de razas. Pues la
hay generosa, que da caballos,para el circo y para los com
bates sagrados : la hay mular, que por el valor de sus crias se
compara á la generosa ; y la hay comun, que procrea machos
y hembras medianas. Mientras mas sobresaliente es cada
una de estas razas , pace en campo tanto mas fertil. Pero
para las piaras de este ganado se han de escoger pastade
ros espaciosos, húmedos y nd montañosos, de riego y nun
r 3
±6z
COLUMELA.
ca de secano, mas bien rasos , que ocupados con árboles,
y que produzcan con abundancia yerbas tiernas , mas bien
ique altas. A los caballos comunes se dejan pacer indistin
tamente machos y hembras juntos, y no se observan tiem
pos señalados para la monta. A las yeguas generosas se les
echarán los caballos hácia el equinoccio de primavera , para
que, pariendo pasado un año, en el mismo tiempo que ha
yan concebido, cuando ya están los campos hermosos y cu
biertos de yerbas, crien con poco trabajo sus potros, pues
6us pastos son al duodécimo mes. Por lo cual se ha de cuidar
•obre todo que se proporcione la union , tanto á los machos
comoá las hembras, que la deseen en dicho tiempo del año,
porque este ganado si se le impide, se estimula mas que otro
alguno por el furor de la pasion, de que tambien ha resul
tado dar el nombre de hippomanes alphiltro, que enciende en los mortales un amor semejante á la pasion de estos
animales. Y no hay duda que en algunos paises se encien
den las yeguas en un ardor tan grande del coito, que
aunque no tengan macho, figurándose ellas mismas con su
continuo y demasiado deseo los placeres, conciben del vien
to , como las aves de corral. Lo que seguramente dijo mas
licenciosamente el poeta en estos términos \ »A la verdad las
yeguas se señalan en el furor sobre todos los animales, y la
misma Venus las ha animado con este ardor al tiempo que
las yeguas de tiro de Potnia despedazaron con los dientes los
miembros de Glauco x. El amor las conduce del lado de
allá dp la, ..qtimbre del' monte Ida, y las hace atravesará
nado el ruidoso Ascanio; trepan por las montañas, y pasan
nadando' los rips, y al punto que se ha introducido el fuego
en sus médulas apasionadas, mas bien en la primavera que
en otra cualquiera estacion, porque en esta vuelve á pene
trar el calor en, los huesos, todas están en las elevadas roca*
con las cabezas vueltas bácia el Céfiro 3; Reciben sus ligeros
soplos , y niucbas veces, , así que han sido fecundadas pon
e1 viento , y sin otra union (cosa maravillosa para referir
se) van corriendo por las rocas, por los escollos, y por los
valles profundos, no hacia los sitios por donde tú soplas job.
Euro! 4 ni hácia el nacimiento del sol , sino mas bien á los
por donde viene el Bóreas * y el Coro 6; ó á los por don'i t
LIBRO SEXTO
a63
de sopla el oscurísimo Austro 7, que contrista al cielo con
su frio lluvioso. Siendo una cosa muy sabida que en el mon
te sacro de España que se extiende hácia el occidente cer
ca del océano, lían concebido frecuentemente las yeguas sin
caballo , y que han criado el potro, el cual sin embargo es
inútil , porque á los tres años muere antes de fortificarse."
Por lo cual , como he dicho , procuraremos que las yeguas
no .sean atormentadas hácia el equinoccio de primavera por
los deseos naturales. Pero conviene separar todo el resto del
año los caballos de raza generosa de con las yeguas, no sea
que las cubran cuando quieran, ó que si se les impide ha
cerlo, la viveza de su pasion les cause algun accidente. Por
esto soy de sentir que se envíe el macho á pastaderos leja
nos de los de las hembras , ó que se tenga atado al pesebre;
y en el tiempo que lo piden las hembras, se ha de robus
tecer con comida abundante, y al acercarse la primavera
se ha de engordar con cebada y yeros , para que sufrague á
su pasion, y que cuanto mas robusto al tiempo de cubrir
la hembra, mas vigor comunique á la cria que ha de re-'
soltar de esta union. Algunos' prevferretl que se engorde el
caballo padre del mismo modo que á los toros, para que
la robustez que adquiera le dé la lozanía correspondiente
para satisfacer un número mayor de yeguas. Sin embargo,
un padre no debe echarse á menos de quince,' rii¡ á mas
de veinte. Y así éste puede destinarse á la monta cuando
tenga tres años, y por .lo Coman estan idóneo para ella has
ta Jos veinte. Pero, si es poco vivo para este servicio, se
excita por el olfato, frotando con una esponja las partes
naturales de la yegua, y aplicándosela al caballo á las na
rices. Por el contrario , si alguna yegua no quiere recibir
el caballo, se untan sus partes naturales con cebolla albarrana machacada, lo cual enciende sus deseos. Algunas vece9
tambien uno ordinario y comun le excita el deseo del coito:
pues desde que éste se le ha acercado , y ha solicitado , por
decirlo así , la condescendencia de la hembra , se retira és
ta , y cuando ya está mas facil , se le echa el caballo de me
jor raza. Desde éste tiempo, si han quedado las yegua»
preñadas , se ha de tener mas cuidado con ellas , y se han
de fortificar con pastos abundantes. Pero si faltáren las yer
r 4
a64
COLUMELA.
bas por los fríos del invierno , manténganse debajo de te
chado , y no se ejerciten en el trabajo ni en la carrera,
ni se las exponga al trio, ni se tengan en un lugar estre
cho ó cerrado , para que no destruyan las unas el feto de
las otras: pues tenias incomodidades las hacen abortar. Mas
si la yegua ha padecido en parto, ó en aborto, el remedio
será polipódio machacado, mezclado con agua tibia, y da
do por medio del cuerno. Y si ha parido felizmente, de
ninguna manera se ha de tocar el potro con la mano, pues
aun con el toque mas ligero se le hace daño. Únicamente
se tendrá cuidado de que esté con la madre en un sitio
espacioso y caliente, para que no le perjudique el frio en
el estado de debilidad en que se halla todavía, ó que la
madre no lo pise si está en sitio estrecho. Poco á poco se
le irá haciendo salir fuera para que el estercolero le que
me el casco. En seguida , luego que esté mas fuerte , se le
dejará ir á los mismos pastaderos en que está su madre,
para que ésta no se fatigue con el deseo de ver su hijo.
Pues á esta clase de ganado es mas perjudicial que á otro al
guno el amor de los suyos, si no se les deja tenerlos á la
vista. Las yeguas comunes suelen parir todos los años: la
de raza no conviene que se cubra mas que un año sí y otro
no, para que, teniendo mas fuerza el potro con la leche
de su madre, esté preparado para los trabajos de los com
bate».;
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CAPITULO
XXVIH.
De la edad del caballo padre y de la yegua de vientre.
ye hace juicio que un caballo menor de tres años no es
idóneo para la monta , pero que puede engendrar hasta los
veinte; y que la hembra concibe bien á los dos años, para
que pariendo despues de los tres, pueda criar su hijo i y
despues de los diez , que no es útil , porque la cria de ma
dre de edad es pesada y desidiosa. Demócrito asegura que
estarcen nuestro arbitrio el que sea macho ú hembra lo
gue se conciba ; y ordena que , cuando queramos que sea
macho, liguemos el testículo izquierdo del caballo con un
cordoncillo de lino ú de otra cualquiera cosa ; y cuando que
LIBRO SEXTO.
a65
ramos hembra el derecho. Y opina que se' ha de hacer lo
mismo en casi todos los animales. x
CAPITULO
XXIX.
Del natural y buena conformacion del caballo, y del co
nocimiento de su edad.
Pero cuando ha nacido el potro se puede juzgar de su na
tural inmediatamente. En efecto, si es alegre, si es intré
pido, si no se espanta al ver ó al oir alguna cosa nueva, si
vá corriendo delante de tapiara, si excede á sus iguales
en lozanía , ligereza , y alguna vez en la carrera , si salta
sin titubear una zanja , y pasa lo mismo un puente y un
rio, estas serán señales de un natural noble. Pero la her
mosura del cuerpo consistirá en tener la cabeza pequeña,
los ojos negros, las narices abiertas, las orejas cortas y de
rechas, la cerviz flexible, ancha y no larga, la crin espesa,
y qoe cae por el lado derecho, el pecho ancho y lleno de
músculos, las espaldas grandes y derechas, los costados ar
queados, el espinazo doble, el vientre angosto, los testícu
los pequeños é iguales , los lomos anchos y deprimidos , la
cola larga , cerdosa y crespa , las piernas iguales , altas y de
rechas, la rodilla rolliza, pequeña y que no esté vuelta
acia dentro; las ancas redondas, los muslos musculosos y
proporcionados ; los cascos duros , altos, cóncavos , y redon
dos, que tengan unas coronas medianas. El cuerpo ha de
estar dispuesto en general de manera que sea grande, alto,
derecho, que parezca á la vista ágil, y (en cuanto lo permi
te su figura) entre redondo y largo. El caracter que se es
tima en estos animales, es que, sin ser arrebatados, tengan
viveza , y sin embargo de tenerla sean mansos , pues estos
se hallan hábiles para obedecer, y muy prontos para los
combates y para el trabajo. Un caballo es bueno domarlo
á los dos años para el uso doméstico; pero para los comba
tes á los tres cumplidos: de manera sin embargo que no se
dedique á ellos hasta despues de los cuatro. Las señales de
los años se mudan con el cuerpo. Pues cuando tiene dos y'
medie se le caen los dientes de enmedio, tanto los de ar
a66
COLUMELA.
riba, como los de abajo. A los cuatro, despues de habérse
le caido los colmillos, le salen otros: en seguida, antes de
seis años se le caen las muelas de arriba; á los seis años se
le igualan lo» dientes que mudó primero: al séptimo todos
sin distincion se le igualan: y de éste en adelante se le po
nen huecos y no se puede conocer con certeza la edad que
tiene: sin embargo á los diez años empiezan á hundírsele
las sienes, y alguna vez á ponerse canas las cejas, y salár
sele los dientes de la boca. Basta con lo que se ha dicho
acerca del natural , del caracter del cuerpo y de la edad del
caballo. Ahora corresponde manifestar el cuidado que se
ha de tener con él, ya cuando está sano, y ya cuando está
enfermo.
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: *:••-.. .
CAPITULO
XXX.
Del cuidado que se ha de tener con este animal , y reme
dios para algunas de sus enfermedades.
oi estando sanos se ponen ñacos, mas pronto se restable
cen con trigo tostado que con cebada: pero al mismo
tiempo se les ha de dar de beber vino, y en seguida irles
quitando poco á poco esta especie de mantenimiento, mez
clando salvado á la cebada, hasta que se les acostumbre á
las habas y á la cebada pura. Todos los dias se han de
limpiar los cuerpos de estos animales, no menos que los
delos hombres, y muchas veces les es mas provechoso
manosearles las espaldas, apretándoles la mano, que si les
dieras largamente de comer. Y es muy importante conser
varles la robustez del cuerpo y de los pies. Cuyas dos cosas
guardarémos, si los llevamos á su debido tiempo á los pe
sebres, al agUa, y á sus ejercicios, y si se tiene cuidado de
que la caballeriza esté seca, para que los cascos no se les
ablanden con la humedad. Lo que evitaremos facilmente
si se entarima el suelo con tablas de roble, ó si se limpía
con cuidado de cuando en cuando , y se le echa paja por
encima. Comunmente contraen enfermedades estos anima
les con el cansancio, con el calor, y algunas veces con el
Trio, y cuando no han orinado á su tiempo, ó 6i sudan en
la carrera é inmediatamente despues de ella beben , ó si
LIBRO SEXTO
267
despues de haber estado mucho tiempo parados, se les ha
ce correr de repente. El mejor remedio para el cansancio
es la quietud, con tal que se le eche en las fauces aceite, ó
manteca con vino. Para el frio se aplican abrigos, y tam
bien se les unta la cabeza y el espinazo con manteca tibia
ó con vino. Si no orina se usan casi los mismos remedios,
pues se le vierte sobre los hijares y sobre los ríñones acei
te mezclado con vino; y si esto ha aprovechado poco, se
le introduce por la via de la orina una candelilla delgada,
hecha con miel hervida y sal, ó una mosca viva, ó un
grano de incienso, ó una candelilla de betun. El mismo
remedio se aplica si la orina le hubiere escocido las par
tes. El dolor de cabeza lo indican las lágrimas que les cor
ren de los ojos, y el tener las orejas agachadas, la cerviz y
la cabeza cargadas, hasta caer en tierra. En este caso se le
sangra de la vena que está debajo del ojo, se le fomenta la
boca con agua caliente, y no se le da de comer el primer
dia. El siguiente se le da de beber agua tibia en ayunas, y
yerba verde. En seguida se le echa debajo heno añejo ó
paja blanda, y al anochecer se le da otra vez agua, y una
poca de cebada con dos libras y media de veza, para que
dándole mui poca comida, vuelva poco á poco á poder to
mar su racion ordinaria. Si le duelen al caballo las quija
das, se le han de fomentar con vinagre caliente, y frotar
cen manteca añeja : el mismo remedio se le ha de aplicar
cuando se le hinchen. Si se lastimáre las espaldas ó echá
re sangre de ellas, se sangrará casi de en medio de las dos
piernas, y se untarán las espaldas con manná de incienso,
mezclado con la sangre que salga de las piernas, y para
que no evacue mas de lo regular se aplicará á las cisuras
del animal uu poco de su estiercol , y se ligarán cor» heri
das. Al dia siguiente se le sacará sangre de las mismas ve
nas, se curará del mismo modo, no se le dará cebada, y sí
solamente una corta cantidad de heno. Desde el tercer dia
hasta el sexto se le echará en las fauces como tres cyathos
de zumo de puerros, mezclados con una hemina de acei
te, lo que se hará por medio del cuerno. Despues del sexto
dia se le hará andar despacio, y asi que haya vuelto del
paseo convendrá hacerle entrar en la piscina, de manera
a68
COLUMELA.
que nade: de esta suerte, ayudado con comidas mas sustan
ciosas, se vá trayendo poco á poco á cumplir su tarea or
dinaria. Pero si la bilis molesta á este animal , se le infla
el vientre y no puede ventosear. En este caso se le intro
duce la mano untada con aceite ó manteca, se abren los
conductos naturales que estaban obstruidos, y despues de
echado fuera el estiercol , se machaca orégano y yerba pedicular con sal , se cuecen y se mezclan con miel, se hacen
calas, que se le entran por el conducto regular, las cua
les le mueven el vientre, y le hacen expeler toda la bilis.
Algunos le echan por las fauces un cuadrante de mirra
molida con un hemina de vino, y le frotan el ano con pez
líquida. Otros le lavan el vientre con agua del mar , y otros
con salmuera reciente. Suelen tambien hacerles daño en
los intestinos unos gusanos como las loubrices: las señales
de esto son, si los animales se revuelcan á menudo con la
fuerza del dolor, si llevan la cabeza al vientre, y si menean
muchas veces la cola. El remedio eficaz es, como se ha
dicho arriba, meterle la mano en el vientre, sacarle el es
tiercol, en seguida lavárselo con agua del mar, ó con sal
muera fuerte, despues echarle por las fauces raíz de alca
parro machacada con un sextario de vinagre, pues de este
modo mueren dichos gusanos,
CAPITULO
XXXI.
Remedios para la tos y los empeines.
A toda bestia enferma se le ha de echar mucha paja
debajo , para que tenga la cama roas blanda. La tos recien
te se cura pronto con lentejas mondadas y molidas, hasta
reducirlas á harina muí fina. Lo cual, despues de haberse
hecho de esta manera , se mezcla un sextario de agua ca
liente á igual medida de lentejas , y se le echa en las fau
ces : se le dá este remedio por espacio de tres dias , y para
que se restablezca el ganado enfermo, se le mantiene coiv
yerbas verdes y cogollos de árboles. Pero la tós antigua se
quita echándole por las fauces zumo de puerros hasta tres
cyathos con una hemina de aceite, y dándole la comida
LJ#Rtt' MUSO.
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que acabamos de decir. Los empeines, y todas las partes
afectadas de sarna , se frotan con vinagre y alumbre. Si
estas enfermedades permanecen, se frotan algunas veces
con paites iguales de nitro, alumbre de pliírna^y^nagre.
Las pústulas se raspan con una almohaza al sol mas ardien
tej hasta que salgala sangre; despues se mezclan partes
¿guales de raíz de grama, de azufre y de pez ilíquida '«en
alumbre, y con. este medicamento se les cura. .•..
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c¡,',tHs''m rM''jf '?' • :y'.. ~t fito o . '.- • ,"-ntr . fvj i. . ' ¡.':.' CAPITULO XXIII.
10; . b t''.-¡! t .'
'• ') i'*th- fWSJwm t.i u . ¡. •.. aij.) eol
rí-. orf.ris ¿jifa» las ^ozad^rat y parala sarna.,
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La rozadura se lava dos veces al dia con agua caliente, en
seguida fe frota .con sal molida y hervida con manteca,
hasta que. la sangre corrompida salga en abundancia. La
sarna es mortal para este cuadrúpedo si prontamente no
se le aplica remedio. La cual, si es ligera, se frota al sol
con resina de cedro, ó aceite de lentisco, ó con semilla
de ortigas molida £ori' acta tepr> -con aceite de ¡feafcteí«í4.ó
con el licor que suelta en los platos el atun salado: sin em
bargo, lo que es saludable sobre todo para esta enfermedad
es la grasa, del becerro macino: pero si ya se ha inveterado,
se necesitan remedios mas activos; por .lo cual sé cuecen
betun', azufre, y i eléboro .con pez líquida y manteo») añeja,
de todo partes iguales , y se cura con esta composicion, des
pues de haber raspado la i sarna con un hierro, y lavádola
Con orines. Muchas veces tambieu ha aprovechado coi tar
hasta lo vivo la sarna con un bisturí, separar lo cortado, y
despues curar las heridas, que se han hecho; de resultas. dp
esta operacion. con pez líquida | y aceite, pues- este reme
dio hacfc quaiSt limpien^y llenen las Uagasiihastarig^íala».las.. Las ¡cualesí* :luegQ;que m haú-igUaJlédeijiles será. deiía
.mayor utilidad polvorearlas con tizne de caldera , para que
Be cicatricen mas pronto , y les nazca el psto. n •
í'" .' «: j ib v.ifML' ~ oí i.."j r. ;iii:i u'! ir.q usi" clv '
'
r " ' -i .m' 'oí . -..t'' .-( i -íi n .- : r - ü. ' «' ¡ * 4 *< i
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i-•' .-ntinv,fc . capituló' irxnt:
e03o7 SBnu^lc nt,;oif 'm ( n.iDui;an¡)ci rt.H.i-oin*i\iii¡j et-r>
.07-f iiíPafa¡ÍiíM¡t^O(s4;aiJí'híaíbs íía «yoí.iy fctí«?toít«#íafj no'
•ii*ÍÍj16 fHfii I--» IcfüRrfomh uuri noi nrqem os BcIf/KJW) trJ
Las moscas que infestan las llagas las desviaremos tam/bien. con, pez mezclada con aceite ó manteca" echad»- por
encima. Las cicatrices ele los ojos se alivian frorándolás con
saliva en ayunas y sal, ó con polvos de xibia mezclados
con sal gema molida ,' ji exprimiendo ,por un lienzo sobre
los ojos semilla de mostaza silvestre molida. Y todo dolor
de ojos se.alrKá próhttniérrtfe^tt%h^'üncíóV»^de zumo de
llanten y miel sacada sin humo, y si no la hay, á lo menos con miel de tomillo. Algunas vecería puesto también
.en peligro á. estos animales el flujo de sangre ¡por las nari
ces, y se ha contenido echándoles por citas zumo de ellatiWO ¡verde. , h t i«t.i'.i '*,'¡•, -v-o *ti,cj lurton h-y í.¡ji.»
fe. h ,.
CAPITULÓ 'XXXIV. '! n "
n.\ttnot noo o ,o,-¡í.')¡ y.' »;tj03 o tO'nt'''> 3b ít1">,,ji i.oo
,]íem<üik& cóntrada inapetencia, la gana 4e ¡vomitarijr
.. elftnuerrtío^ ijfjia 1' ír;f.¡q e'! no ri¡on¡- sup uail Io ro
¡ '.' tifri'i'iíia /.. '...,. i c' i .'[<i.•.- 'Jil— -fies -o -.np fi ,nc,„d
,Algonasfye«es tambien ¡se; deseaecei eaíeogflbadotpor, tener
ascíafiá fe ¿ousida'. Cuyo remedio 'efe íiáfi^speíie de semilla
quetseBUama u^«IV,dqs¡¡oy^tl)íW''d^Ííl 'leual «¿dámele») se
-eohanoén.tres de weeite' y im 'sextario' defino j'y eéie in
troducen; en^lt» ¡faUOesv Ta*flb4ert!sel'lejWiít»ifeí gana de
•i«omitaTÍ'bactówfk)te /bebe* ^itóh^'VeW^wtó .heiñraaicde
•yvioo¡con'uria'í'Hbeíía de^ajós' molida. cLa -apostema .le*)mdjur abrirla con una chapan hoja de' hierro hecha nscuaqoe
•con/uni.instrumento de [hierro frio t. y «snmjáridola para
•fl-tleiígíga tetintk&f\¿ , *é eWMPdeípüee- ^íOri táfas^ * Hay . tatndbieii.una enftrrtiedad^ pestilencial, que corisisté iéti.qóe de
jepentejyien 'po^os'' dias se ponen flaca» fes yeguas * y en
seguida se miier.eu? lo cual crtarjdo'Jlítíccdeey«sbWeri6.«chatle á cada una por las narices cuatro sexrarios de garo, si
son de menos alzada , pues si son de mucha , se les echara
basta un congio. Este remedio les hace echar toda la pitui
ta por las narices , y purga enteramente estos animales.
LIBRO SIXTO
ü7i
».jn ♦".')f q f'Ji f-,rr''!rIrj f;( r'fv feLm r'ri'-' . y e^m oio'u'i' 'ru>
fi. • , -r.-i;
CA.PITU10
ii, ¡ -i. cj.v ¡. XXXV.
•
¡¡' . .
•jvi'-ib til íuiít iif'iUDini ;9 eixJitx!' si'''j con tnatío &l 8h-'9v
E» rara á.la verdad., pero conocida e6ta rabia de las yeguas-i
que consiste en que cuando han visto su figura en el agua,
se apodera de ellas una pasion vana, que les hace olvidar,
la comida, y morir consumidas por ella. Las seña les. de es
ta locura son cuando andan dando carreras de una parte á
otra por medio de las dehesas, como si las hubieran exci
tado, y mirando- de tiempo en tiempo hacia todas partes,
de manera que parece buscar ó desear alguna cwa. Esle
error de su imaginacion se les disipa si las llevas al agua:
pues v como ven su deformidad, se les borraja memoria
deieia-,anílg«j* figu^í^ qwp . howíií dichfttbflftó .tjQm.rés*.
pecto, á las yeguas. en general. Ahora daremos., preceptos
particulares para los- que quieren dedicarse á tefier pia
las de muías. , ';• ' I :,i' i.i¡:..,..¡ . i m.' ' '. i. r" .¡o y . .
tsfrtocn «! ^^P 9ÍJ^f*'?t'TlT'¿''0i XXX VI nUB ^ tohf.Mi,f
-8f)lj ñÚKil Mfjj Gfi,^1^ '-I Bidón »[OTM 38 , cJsa olol'netúíp
De las muías.
.. f ¿ñ-jb
Para la cria de muías lo mas principal de' todo es exami
nar y escoger con cúidadq los padres d« hrvfutaiasprolé}
asi el macho, como la hembra, pues si uno de los dos no
es idóneo, es defectuosa la cria que producen amhos. Con
viene escoger la yegua en los diez años primeros de su
edad;, pues hasta. (a^aapí^QB^tifine unajfQj^Pmuv}'gra.fi«l4
y hermosa, de miembros. fuertes y mucho aguante para la,
incomodidad, á fin de que pueda .recibir con, facilidad una*
especie¡ ¿extraiga, ^que-se vá, .r^.dflcirjp ^.3.¡flagrar <**
etó y ó ¡1 leirae^tt) su-Viea^rft iu>, fctfq fm^pj^^c^réltyceij
m naturalela, para comunicarle. no solamente laf bondad
de su oueipp,tiiinOfla& cualidades d^sujjngtinío. jorque al
paso que se anima el retendo feto -.con dificultad en el
újteEO deite yegwH* despues. ¡d©, vm^^.^4¡hm3^n».
tiempo ett.atlquiriw el. grado deípekjfeqcipn, necesarjp.para
aalir al mundo, pues apenas nace cumplido un año al dé?.
a7a
OEÜHJMEEHU
citnotercio mes y tiene mas de la flojedad del padre qne
del vigor de la madre.yPerO' sin embargo^ con cuanto me
nor cuidado se encuentran yeguas para dichos usos, tanto
mayor es-'el •tra'fofljcí ^aVa 'escoger -mdbfld?''pN^rque muchas
veces la experiencia deja burlado el juicio del que lo apruebiKi'Pties muchos garañones, admirables en la apariencia,
producen unas ovias' muy malas en cuanto á su figura , ó
en; cdantoal sexó^Jparqoe bien procreen hembras de poca
afeada), biín-porquei aunque la tengan hermosa,' dan mas
maches M hembras; con cualquiera de estas dos cosas disJ
iriuroyen la utilidad al padre de familia. Mas algunos des
preciables; á la 'visWeottjfecnndos .en ¡erias'de mucho valor]
Algunos:tal eual,¡*ey.tr^mitcrr«u! generosidad ásue¡ hijos,'
pero "debilitados -por el' placer, rarísimas veces so excitan ar
amori A semejante garañon deben los que cuidan de, esto
attímarle hembra Ae m misma ¡especie^ pprque lauatural6Bá'¡ha h^(ího mas fa,m'íl4arelsvien«e 'sí á los que son seme
jantes; Pues'con esto se ¡consigue qiie-^ encendido, por de
cirlo así, y obcecado con la pasion de la que.se le ha pre
sentado, y aun ^e- leJharatra^djOf^ aojándole que la monte,
quitándole ésta, se arroje sobre la yegua que habia des
deñado.
¡ CAPITULO
»MMX9 P3 obot
f)I) j/;fiioiiiiij t„f<iXXXflI.
oí «ti¡irn ?ib. -.
eir' ni, tfc ai
Que spimodknc & fufar \ del garañon, y modo que hay
íHids¡baeérld\ precauciones que se l¡ah.detomat para es*
-ntó monta y y del mulo romo. ',1 Lfonixibu e) .oonobi *a
na ni) 8013H1ÍKJ «.He .v'¡?' %oI na «ogav i.I isgojgo ansi'/
MtffatW'ferítfKe de. igarañones;;¡AÍifátMti> éh supíisian f•?
^ueiiíifró^.edhtieneh con destreza , Causati' perjuicio' íá
fe piara.'- PueVeTque es de esta suerte; tohipe muchas ve*
«ft iSs^Wehasf^ó 'cordele* don queJettác afa$* p fr4nqtff$t9
¿fldd9nVW las cervices y en 9as'- espaldas. 'Lo Jcuat; -fiara qa«
rio IdiHaga ,-°átártdblé por' otí-ra&'.S' rtda',atah<5ttí(3'iftioderá
¿orí! él rebajo ;la v'étíemeflcta^rfó^ pasi#tf,/iy cal»** laye*
^rc^rf^^a4sifiyfflaV c^ln*ife;jéiqucHia^''Y ¿ib -embargo
fflqe'i¿tfí&3& éctia?^é -dtf&marteí'a'acjttel cuya» pasjoneí
son ^e^^^a^ú^'^^é^^tif'itpfúílSáaU qu¿ ai
LIBRO SEXTO
^3
natural de este animal, de suyo dormido, se sacuda y ex
cite con un ejercicio moderado, y que el macho no cubra
á las hembras hasta que, habiéndose hecho mas vivo, co
munique á su produccion por medio de una fuerza oculta
principios mas ágiles para su formacion. Pero la muía no
solo se engendra por un asno y una yegua, sino tambien
por una burra y un caballo , y por un asno silvestre y una
yegua. Mas algunos autores , que no se deben pasar en si
lencio, como Marco Varron 1, y antes de él Dionisio 2 y
Magon han dicho que las crias de las muías pasaban en los
países de Africa por una cosa tan poco prodigiosa, que es, tán tan familiarizados los habitantes con los partos de ellas,
como nosotros con los de las yeguas. Y sin embargo, no
hay en esta casta de animales otro mejor, así en cuanto á
su natural , como por lo respectivo al cuerpo , que el pro
creado por el asno : aunque puede compararse algun tan
to á éste el que proviene de un asno silvestre , á no ser que
sea indómito y rebelde á la sujecion, segun la costumbre
de los animales que no están domesticados, y que haya
salido á la figura macilenta de sn padre. Y así un asno de
esta clase es mas útil para dar nietos, que para dar hijos.
Pues cuando se echa á una yegua un garañon , hijo de una
burra y de un asno silvestre, quebrantado gradualmente
el natural silvestre, saca la cria que resulta de esta union
Ja figura y moderacion del padre, y la fortaleza y agilidad
clel abuelo. Los mulos procreados por un caballo y una bur
ra , aunque toman de su padre el nombre, pues se llaman
en latin hinni 3 , se parecen mas en todo á su madre. Y
así es muy conveniente destinar á la cria de muías un as
no cuya especie habrá dado á conocer la experiencia ser
mas bien formado. Sin embargo, no se debe aprobar por
el aspecto, sino el que tenga el cuerpo muy grande, la
cerviz fuerte, los costados robustos y anchos, el pecho mus
culoso y extendido , los muslos nerviosos , las piernas com
pactas, el color negro ó piel de rata: pues el rucio, á pe
sar de ser comun en el asno, no prueba muy. bien en la
muía. Y no nos dejemos engañar por el conjunto de la fi
gura de este animal , si la vemos tal como es de nuestra
aprobacion , porque así como las manchas que se hallan en
s
a?4
COLUMELA.
las lenguas ó en los paladares de los carneros, se encucntran comunmente en los vellones de los corderos, del misuio modo, si el asno tiene en las pestañas o en las orejas
pelos de otro color que el de lo restante de su cuerpo, saca
[amblen con frecuencia crias de color diferente del suyo,
y que el mismo color, aunque se haya examinado en el
garañon con la mayor prolijidad por el amo, lo engana sin
embargo muchas veces., pues en algunas ocasiones, aun sin
las antedichas señales, engendra muías que no se le pare
cen, lo que no pienso sea motivado de otra cosa que de ha
ber de resucitarse en los nietos el color de su abuelo, por
la mezcla de los principios generativos del padre. Por coasiguiente, desde que un rucho, tal cómo yo lo he delinea
do, acaba de nacer, conviene que *e le quite á su madre,
y se aplique á una yegua sin que ésta lo conozca. Es muy
facil engañarla en las tinieblas, pues quitándole su hijo en
un sitio oscuro , criará al rucho como si lo hubiera parido,
y desde que se ha acostumbrado á él por espacio de diez
dias, en lo sucesivo siempre que quiera mamar le da la
teta. Criado el garañon de esta manera. aprende á amar
las yeguas. Algunas veces tambien , aunque se haya criado
con la leche de su madre, puede apetecer tener comercio
con aquellas, si ha estado desde pequeño con ellas. Pero no
conviene que las cubra antes que tenga tres años, y si es
to se le concede, será del caso que sea en primavera, co
mo que se ha de fortificar, y aun engordaí con forrage ver
de, que se le cortará á trozos, y con cebada en abundancia. Y sin embargo, no se echará á yegua nueva ; pues, si
ésta no ha sido cubierta antes por macho de su especie,
echa de sí á coces al garañon al irla a saltar, y la ofensa
que ha recibiderde ella , le hace concebir aversion aun a
las demas yeguas. Para que esto no suceda, se arrima a la
yegua un burro degenerado y comun, que solicite sus lavores; y sin embargo no se deja que la cubra ; pero si ella
está' dispuesta á recibirlo gustosa, separando inraediatamente el mas ordinario , se le echa el garañon de raza supe
rior. Hay un sitio dispuesto para este efecto (las gentes del
campo le llaman maquina 4), el cual tiene dos paredes le
vantadas en un repecho, y á tan corta distancia una de
LIBRO SEXTO
a?5
otra, que la hembra no se puede resistir, ni hurtar el cuer
po al garañon que la va á cubrir : hay entrada por ambas
partes, pero la de la inferior la cierran rejas de hierro, á las
cuales atan la yegua , poniendole una cabezada , de suerte
que esté en lo mas bajo del repecho , para que estando indiñada ácia adelante, reciba mejor al garañon , y en
atencion á ser mas pequeño que ella, le proporcione subir
sobre sus espaldas con mas facilidad desde un sitio elevado. Luego que la yegua haya parido lo que concibió del
asno, lo cria, estando vacía, por todo el año siguiente: pues
esto es mas útil que lo que hacen algunos , que aun á la
recien parida le echan el caballo. Así que la mula tiene un
año, será bueno apartarla de su madre, y despues de ha
berla apartado llevarla á pacer á montañas ó parages incul
tos , á fin de que se le endurezcan los cascos, y despues sea
á propósito para caminatas largas ; pues para albarda es me
jor el mulo. Aquella á la verdad es mas ágil ; pero uno
y otro sexo anda bien al camino, y rompe cómodamen
te la tierra, á no ser que el precio de este cuadrúpedo sea
gravoso al labrador, ó el campo, por lo pesado de la tierra,
exija las fuerzas de los bueyes. •
CAPITULO
XXXVIII.
De las enfermedades de este ganado y de sus remedios,
y cómo se han de aplicar.
la he manifestado la mayor parte de los remedios que
convienen á éste ganado al tratar de las otras especies: sin
embargo, no omitiré algunas enfermedades que le son pro
pias , cuyos remedios voy á escribir. Guando una muía tie
ne calentura se le da col cruda. A la que tiene huérfago,
se sangra y se le echa como ana hemina de zumo de marrubio , mezclado con un sextario de vino, y media onza de
aceite de incienso. A la que tiene esparavanes se le pone ha
rina de cebada, despues se le abre la apostema con hierro,
y se cura con hilas, ó se le echa por la nariz izquierda un
sextario de garo superior, mezclado con una libra de aceite,
y se añaden á este medicamento las claras de tres ó cuatro
s a
a76
COLUMELA.
huevos, separandolas yemas: se suele abrirla los muslos, y
alguna vez aplicarles fuego. Si la sangre se les baja á los pies
se les extrae lo mismo que á los caballos, ó si hay la yer
ba que llama la gente del campo veratro 1 , se les da en lu
gar de forrage. Hay otra llamada hyosciamo 2,cuya semilla,
molida y dada con vino , cura dicha enfermedad. La fal
ta de carnes y la languidez se remedia dando muchas ve
ces una bebida compuesta de azufre molido, un huevo
crudo, y una dragma de mirra molida. Estas tres cosas se
mezclan con vino, y despues se le echan en las fauces.
Y estos mismos remedios curan igualmente la tós y los do
lores de vientre. Para la falta de carnes nada es tan eficaz
como la alfalfa. Esta yerba verde, pero cuando ya no tarda
rá en secarse, dada en lugar de heno, engorda las bestias;
pero se les ha de dar con moderacion , no sea que se so
foquen con la mucha sangre que cria. Cuando una muía
«stá cansada y acalorada, se le echa grasa en las fauces, y
Tino puro en la boca. Las demas cosas , con respecto á las
muías, se harán como hemos manifestado en los primeros
capítulos de este volumen , que contienen el modo de cui
dar los bueyes y las yeguas.
LIBRO SÉXTO
*77
NOTAS AL LIBRO SEXTO.
Notas al prefacio.
i. 'Dejuvo que significa ayudar.
2. Seguramente le fue molesto ;i Pimío, que habiendo re
ferido en el lib. i8, cap. V, las dos primeras preguntas y 'sus'
respuestas, calía la tercera, sin embargo de ser muy amante de
las hipérboles. Pero' no fue molesto áCiceron, que en el libro
a. cap- 2 5 De Officiis refiere la tercera y añade la cuarta que
es arar la tierra.
,,
3. Lib. 2, cap. 1 j de su obra de tai cosas del cajmpo. ,
4. Fue costumbre entre los antiguos cuando querían fun
dar una ciudad, uncir un buey y un? yaca á un arado y coa
él ir trazando el sitio en qu¿ 'a habían/de edificar : iban ce
ñidos al modo de los Gabinos, y llevaban el arado con la mancera ladeada, para que los terrones cayesen al lado de. adentro,
y trazaban un surco todo al rededor del terreno que había de
ocupar la ciudad, para levantar allí las murallas, levantando el
arado en el lugar donde se habían de. poner las puertas.¡ ,1
5. Diosa de los trigos, hija de.oaturopvjrdftOgs* y mjtdre de Proserpina,
6. Véase la nota 4^ del libro' primero. ? h ' ' A . f
'"Notas At capitulo II.
r. En el cap. 138 de Gatoa y en el 22 lib. 2 de nuestra
autor, íe dice que en los di as dé fiesta -sé peímíté óWcirlos.bue''
yes solamente- parí cierros' trabajos qué' ¡allí séi íefierén y ne/
para otros algunos.*
'?'J Vj ' -° /'-'"• I'JÍ¡- f-¡ ''•.' o^e'"!
.'2. ! En el cap. 2 , del lib. i. Este primer volumen 'condé
nelos dos primeros libros.
. Cl ^l
-U.1 V '.. ^ ,¡¡u.jiL..;i 5V el'¡ :¡- '- t-...¡¿. I¡ .'. ' i: . "i ,t
Nota al capitulo,. V,. ''".Vr-'l,i
X. En castellano pulmonaria.
•'.."
¡'.- 1;'¡--.,
.?
vy ,,j;n'.Li ;¡¡o l-)'£ tioi..¡;./ jíj lo ::.:: .,.j i.I •.: .-¡.[) ijí .0
Notas al capitulo V.K;í-ii', '^ b »
I • Nueve onzas. .
•Vll? '' uTb Ji' /. - '' °ir ¡. T '\
' 2. El papiro es una planta conocida en Egypro, que ha
servido párá varios usos, y entre oíroí para ligaduras'; corriose
ve en la sátira 4.* de Juvenal, y en la oda 4.a de Anacreonte.
¡ 'Notas al capitulo VIII.
" i." En castellano ránula.'" ' ' - "
i. - En el original dice allecula, que significa un- pez miry
f s
¿7S
COLUMELA.
pequéáoV'y'como' es 'diminutivo de hallec , que significa tam
bien esta salsa, por eso lo he vertido así.
Notas al capitulo IX.
i. La misma salsa.
2. Bebida ó medicamento que usaban administrar los albeytares á los anímales. enfermos , llamado tal vez así porque
les excitaba la salivacion.
..
;,"...
.
c
. .
.. .
.
Nota al' c api'tulo XII.
• Sj, Centinodia, ó polígono avicular.
Nota ai capitulo XIII.
_ i.. Ce corium, que significa pellejo.
No Ta'ÁL CAMTTJtO XIV.
'¥i Solo Columela nombra esta yerba. Sus anotadotes etnpte'án triucha erudicion para averiguar qué nombre tiene en el
oía , pero no se ha averiguado..
I.
Notas al capitulo XV.
Bardana o lampazo.
Notas ^i, .capitulo XXVII. : .
1. Virg. Georg. íib. 3. v. 266 y siguientes.
2. Este Glauco, hijo de Sisipho, rey de Potnla, fue devo
rado segun unos por las yeguas que mantenía con carne hu
mana ; segun Otros fue hecho pedazos por las yeguas que ti
raban de su carro , en castigo del despt^giq que había mani
festado por los sacrificios de Venus.
... ._,, , - . 0 u...u.
-J^,. Viento' que sopla por el punto cardinal del horizonte,
por la parte del occidente.
,'
, '' ' •• -•'
4. El que sopla entre el oriente y el mediodía, que se lla
ma Sudeste.
-7 .í • , v ; ' ' .' t av' •'
5. Viento del Norte.
#, ;'.. .;•..'.» or. . .• : .0 r;?T .1
6. El que sopla de entre el septentrión y el occidente, que
es el Noroestes . , ú •, ; . ., , A , A .¡ 0 \\
7. Viento 'de Mediodía o" Sur.
. ro ... .s ,
. 8. l'Hitio en el lib. 4, cap. 22 confirma éste hecho; pero
no debe dejar de tenerse por una fábula que debe verosímil
mente su origen tanto á la fecundidad de las yeguas de este
pais , como á su excesiva ligereza , que habrá dado lugar sin
duda á la costumbre de decir metafóricamente al principio,
que se habían concebido del viento, y en seguida se habrá to
mado ésta expresion figurada en sentido propio.
LIBRO
SEXTO
%79
Nota al capitulo XXVIII.
v. Este pasage se cita ín varios autores, como de Afri
cano; sin embargo Paladio lo atribuye tambien á Demócrito.
Aunque la ridiculezade esta opinion sea evidente, no sería fá
cil quitársela de la cabeza á muchas mugetes, y aun á ciertos
hombres.
Nota ai capitulo XXXIV.'i. ticguilla, yerba muy común en los sembrados.
Notas al capitulo XXXVII.
1. En el lib. 2.° cap. i' de las cosas del campo.
2. Este es Casio Dionisio de Utica, que tradujo al griego
la obra de Magon.
3. De hinnitus que es el relincho del caballo.
4. Máquina en latín y en castellano, significa todo lo que
puede servir para aumentar las fuerzas motrices.
Notas al capitulo XXXVIII.
1. Vedegambre , ó eléboro.
2. Beleño.
3. Aunque en el prefacio de esta traduccion me he empe
ñado, siguiendo la opinion de Saboureux, en persuadir que
Columela no es el autor de la division de su obra por capítu
los, como la tenemos en el dia y sin embargo, por este pasage
parece que sus libros estaban divididos en muchas partes, que
asi llama el autor á lo que yo , conformándome con el modo
vulgar de hablar adoptado por los editores , llamo capítulos.
r
' ¡¡i .
J
*4
íiüCIO JUNIO MODERATO COLÜMELA.
i. ;.',í.
Dé las cosas del campo.
j?c
LIBRO SÉPTIMO.
.t
iv y.
."
x
m.
'■■■
.—3
a
', a -.
'•
rj , t„ .';„ .. Del ganado menor.
O"
s.i;. r.' c;. •: '¡
CAPITULO
I.
Del borrico.
T!
Habiendo de írafar del ganado menor, Publio Silvíno, ten
drá el primer lugar el asnillo menor de Arcadia: este ani
mal vil y comun que quieren los mas de los autores de las
cosas' del 'campo -que cuando se trata de comprar y mamerier bpsúas de carga,. sea el que principalmente se procure
adquirir; y, no sin razon. Porque se puede mantener, aun
que sea en uu campo que carezca de pastos, pues se con
tenta con poco forrage y con cualquiera que sea : como que
se alimenta con hojas de árbol ó con matas espinosas, con
ramas de sauce ó con un haz de sarmientos. Pero con la paja que abunda en casi todos los países aun se pone gordo.
Aguanta muy bien la desidia de un borriquero atolondrado,
y no menos los golpes y la escasez ; por lo cual tarda mas
en perder las fuerzas que cualquiera otro animal, pues co
mo resiste sobre manera el trabajo y el hambre , rara vez le
acometen las enfermedades. Este animal, cuyo mantenimiento
es de tan poco costo, se emplea en muchísimos trabajos y muy
precisos ^mayores de lo que corresponde á su valor , pues no
solo rompe con arados ligeros la tierra franca, como es la de la
Bélica y la de toda la Lybia, sino que tira de los carros en
no teniendo demasiado peso. Muchas veces tambien , como
dice el mas célebre de los poetas (virgii¡«CEo«o. lib. i.t. a73) el
conductor de un borriquillo pesado lo carga de frutas or
LIBRO SÉPTIMO
a8i
dinarías, y al volver de la ciudad trae una piedra de molino picada sobre él , ó una carga de pez negra. Pero el tra
bajo casi ordinario de este animal es hacer dar vueltas á las
piedras referidas y moler trigo. Por lo cual toda hacienda
.de campo ha menester el borrico, como el instrumento mas
necesario, el cual puede llevar cómodamente á la ciudad y
retornar de ella, como he dicho, en el cuello ó en la es
palda las mas de las cosas que sirven para nuestro uso. Pe
ro cuál sea la especie mas apreciable, y cuál el mejor modo
de cuidar estos animales, se ha explicado suficientemente en
el libro anterior1 cuando se dieron preceptos en orden á los
de raza superior.
...
. .
.'''•'
CAPITULO II.
De las ovejas y de sus diferentes castas.
Uespues de los cuadrúpedos mayores tienen el segundo lu
gar las ovejas , que tendrían el primero con respecto á la utili
dad tan grande que se saca de ellas. Pues este ganado es el que
nos defiende principalmente del frio, y nos provee de los ves
tidos mas decentes para cubrir nuestros cuerpos. Ademas de
que no solo hartan á los campesinos con la abundancia de le
che y queso, sino tambien adornan las mesas de las personas
de gusto con agradables y copiosos manjares. Y á algunas
naciones que les falta el trigo les sirven de único alimento,
por lo cual la mayor parte de los Nómades y Getas se llaman
galactopotas ó bebedores de leche. En fin este ganado, aun
que es delicadísimo, como dice muy sabiamente Celso, es de
una salud muy segura y no padece enfermedad pestilencia).
Sin embargo se ha de escoger acomodado á la naturaleza
del pais: lo cual previene Virgilio (Georc. ía.a.v. 89). que se
observe siempre, no solamente en orden á este ganado, si
no con respecto á todas las partes ríe la agricultura , cuando
dice '."Pero ni todas las tierras pueden llevar todas las cosas."
Los terrenos pingües y llanos mantienen ovejas grandes : el
endeble y de colinas las cuadradas, el inculto y montuoso
las pequeñas: el ganado que se cubre con pieles se apacien
ta con muchísima comodidad en los prados y en los barbe
a8a
COLUMÉLA.
chos que están en llanos. Y este ganado no solo es ele muy
diferentes castas, sino de muy diferentes colores. Nuestros ma
yores tenían por de una casta sobresaliente las ovejasdeMiJeto,
las de Calabria y las de Apulia, y por las mejores de estas las
de Tarento. Abora pasan por mas excelentes las de la Galia,
y entre ellas principalmente las de Altino, y tambien las
que pastan en los campos' de Macra, cerca tle Parma y Módena. En cnanto' al color* no solo es el mejor el blanco, sino
tambien el mas útil: pues con él se tienen muchísimos co
lores , y este color no se puede tener por medio de otro.
Son tambien de un precio recomendable por su naturaleza,
el color obscuro y negruzco, los que dan en Italia Poten
cia, y en la Bética Córdoba. Tambien los de Asia rojos,
que llaman erythreos. Pero la experiencia ha enseñado á
sacar otras variedades en esta clase de ganado : pues como
se hubiesen traido de los países de Africa vecinos al muni
cipio de Cádiz, entre otros animales feroces, carneros silves
tres y montaraces de un color admirable á los empresarios
de espectáculos, Marco Columela mi tio paterno, varon
de agudo ingenio y célebre labrador, habiendo comprado
algunos, los envió á sus haciendas, y despues de haberlos
amansado los echó á ovejas cubiertas. Al principio parieron
corderos burdos, pero del color de los padres, y estos mis
mos, echados despues á ovejas de Tarento, procrearon carne
ros de vellon mas fino. Despues de lo cual todo loque pro
vino de estos sacó la suavidad de la lana de las madres y el
color de la de los padres y abuelos. De este modo decía Co
lumela que la especie de un animal silvestre fuese como fuese
volvía á reproducirse en sus nietos, mitigado por grados su
natural silvestre. Volveré al asunto. Hay pues dos especies
de ovejas, finas y burdas. Pero aunque hay muchas cosas que
conviene observar con respecto á ambas y son comunes á
una y otra, ya en la compra y ya en la manutencion de
ellas, hay algunas peculiares de la especie mejor. Si lo que
mas agrada es la blancura de la lana , siempre escogerás los
moruecos mas blancos, porque muchas veces un carnero
que lo es tiene un hijo de color obscuro, pero de uno de
este color ó rojo, nunca se produce uno blanco.
LIBRO
SÉPTIMO
*83
CAPITULO IIIj.
De la eleccion de moruecos, de la edad que han de tener éstos y las ovejas que han de cubrir, y del cuidado
que exigen.
X así no solo es motivo para aprobar un morueco el que
su vellon sea blanco, sino tambien el que el paladar y la
lengua sean del mismo color de la lana: pues cuando éstas
partes del cuer¡K> son ó negras ó manchadas, nacen tambien
los corderos obscuros y pintados, y esto lo lia explicado
grandemente entre otras cosas el mi.*mo poeta que ci.té arri
ba ( v¡rg. Gsoro. iü>. 3. t. 387) por estas palabras ', '-' Pero por maa
blanco que sea un carnero, si tiene en su húmedo paladar
una lengua negra, de-échalo, no sea que obscurezca con
manchas negruzcas los vellones de sus hijos". Lo mismo se
ha de observar en los carneros rojos y en los negros, en los
cuales el paladar y la lengua deben ser igualmente (como
he dicho ya ) del mismo color de la lana , y mucho menos
ha de ser manchado el todo de la piel : por Jo cual no con
viene comprar las ovejas sino cuando están sin esquilar,
para que se manifieste mejor la unidad del color, que, si
no es muy completa en los carneros, las manchas del pa
dre las sacan por lo comun los hijos. La figura que mas
ae aprueba en un carnero es cuando es alto y lar,go,. tien0
el vientre descolgado y cubierto de lana , la cola muy lar
ga, el vellon espeso, la fíente ancha, las criadillas gruesas,
los cuernos retorcidos, no porque en teniéndolos sea mas
ütfil, pues es mejor el carnero mocho, sino porque hacen
mucho' menos daño los cuernos retorcidos que los levantados
y abiertos. Sin embarga.en algunos países en que el clima
es húmedo y airoso, escogeremos los machos de cabrío y
los carneros que tengan cuernos aunque sean muy grandes,
porque siendo extendidos y altos defienden de la tempestad
la mayor parte de la cabeza. Y así si el invierno es comun
mente muy rigoroso, escogeremos esta casta de cuernos
grandes: si es mas benigno, aprobaremos un morueco mo
cho; pues en el que tiene cuernos hay el inconveniente de
ft84
COLUMELA.
que como se siente armado de cierta especie de dardo natu
ral en la cabeza corre frecuentemente á pelear y se hace
mas atrevido con las hembras : pues persigue con la mayor
violencia á su rival, aunque él solo no sea suficiente para
cubrir el rebaño, y no permite que otro lo haga sino cuan
do él está fatigado. Pero el mocho , conociéndose como de
sarmado, al paso que no es inclinado á pelear, es mas mo
derado en los placeres. Y asi los pastores reprimen la vio
lencia del macho ó carnero topador con esta industria: Cla
van alambres puntiagudos en una tabla de rohle de un pie
de largo que le atan á los cuernos con las puntas ácia la
frente. Esta precaucion impide al animal, por mas feroz que
sea , que riña con los otros , porque no puede dar una tope
tada sin herirse á sí mismo con el golpe que da contra las
puntas. Pero Epicarmo de Syracusa,que eslcribió con mu
cha exactitud de las medicinas de los animales, asegura que
el carnero peleador se aplaca barrenándole los cuernos por
la parte de la curvatura mas inmediata á las orejas. La me
jor edad de este cuadrúpedo para la generacion es la de tres
■ños, y con todo eso no es inhábil hasta los ocho. La ove
ja debe cubrirse despues de los dos años; pasa por nueva á'
los cinco, y deja de parir despues de los siete. Con que (co
mo he dicho) comprarás las ovejas sin esquilar: desecharás
la qne tenga la lana manchada y la de color obscuro con
pelo blanco, porque es color incierto. Tambien desecharás
la que se,a mayor de tres años, tenga los dientes fuera de la
boca y sea estéril. La escogerás de dos años, de cuerpo gran
de, larga de cola, y de lana que esta no sea áspera , que ten
ga el vientre cubierto de lana y ancho, porque se ha de
evitar el lampiño y pequeño. Y e3tas cosas son las que se
han de observar comunmente poco mas ó menos en la com
pra de las ovejas. Estas se han de tener tambien presenten
para cuidarlas: los establos hacerlos bajos, pero mas largos
que anchos, para que á un mismo tiempo estén calientes en
el invierno y las estrechuras no sofoquen las cria3. Se expone
drán hácia el mediodía, porque este ganado aunque es el mas
vestido de todos los animales, es sin embargo el que menos
nguanta el frio así como el calor del estío. Por lo cual debí»
haber delante de la entrada un corral cercado con paredes
LIBRO SÉPTIMO
a85
altas para que pueda salir el ganado con seguridad durante
el estío. Y se procurará que no pare humedad alguua en los
establos, y que estén siempre cubiertos de helechos muy se
cos ó paja, para que las paridas tengan camas muy limpias
y blandas. Estarán los establos muy aseados, para que la sa
lud de las ovejas, que es lo que se debe atender principal
mente, no padezca con la humedad. Pero á todo ganado se
le han de dar pastos abundantes. Pues aunque sea un corta
número, si está harto de ellos, rinde mas á su dueño, que
un hato muy grande que sienta escasez. Pero buscarás unas
dehesas no solo verbosas sino libres de espinas, porque pa
ra usar de la autoridad del divino poema (Vi,gilio Gioao. ia>. 3<
». 38i y 44») muchas veces , si tienes aficion á la lana , en pri
mer lugar huye de los bosques ásperos , no haya bardana
mayor, ni abrojos. Porque estas plantas ocasionan sarna á
las ovejas, como dice el mismo, cuando despues de haber
las esquilado se les ha pegado el sudor por no haberse lava
do, y las pinchudas espinas han desgarrado sus cuerpos, dis
minuyéndoseles tambien la lana de día en dia , supuesto
que mientras mas le crece al ganado, mas expuesta está á
arrancársele de la piel, mientras está paciendo, por las zar
zas que se agarran á ella como anzuelos. Pero el ganado fi
no 2 pierde tambien su cubierta con que está resguardado,
y ésta no cuesta poco reponerla. Convienen comunmente
los autores en que el primer tiempo para echar el morueco
á las ovejas, es, si .está la oveja temprano en disposicion, el
de la primavera en las fiestas de Pales; pero si ha parido
por aquel tiempo , ácia el mes de julio. Sin embargo el primer
tiempo es sin duda mejor, porque así como á la recoleccion
de granos sucede la vendimia, á esta suceda el parto de las
.ovejas, y e\ cordero harto con la yerba de todo el otoño, to
me fuerzas antes de la tristeza de los frios, y del ayuno del
invierno. Pues el cordero de otoño es mejor que el de pri
mavera, y es mas útil que se fortifique antes del solsticio de
estío que antes del de Invierno; y este es el único de todos
los animales que nace cómodamente en este último. Pero si
el caso exige que se hayan de procrear muchísimos machos,
Aristóteles, varon el mas instruido en las cosas de la natura
leza , ordena que en el tiempo de cubrir las ovejas se obser
»86
COLUMELA.
ven en los ellas secos los vientos del septentrion^ á fin de ha
cer pacer el ganado ácia este viento y se cubran las ovejas
mirando á él : pero si son hembras las que se han de pro
ducir se deben buscar los vientos del mediodía y hacer cu.
brir las ovejas mirando al sitio por donde soplan. Pues lo
que hemos enseñado en el libro anterior de que se ligue el
testículo derecho ó tambien el izquierdo, en los hatos gran
des es engorroso. Cuando el pastor ha de ir á buscar pastos
á algun parage lejano despues de haber parido las ovejas, pues
el capataz reserva casi toda la cria para que paste en las in
mediaciones del pueblo, entregará al carnicero los corderos
tiernos, antes que hayan gustado la yerba, porque no solo
se llevan con poco gasto , sino porque destetados se percibe
no menor utilidad de la leche de las madn s. Sin embargo
convendrá dejar crecer algunos en la inmediacion de Ja ciu
dad, pues el ganado del pais es mucho mas útil que el foras
tero, y no se debe dar lugar á que el dueño se quede de una
vez sin todo el rebaño, por halarse consumido con la vejez:
principalmente siendo el primer cuidado de un buen pastor,
sustituir todos los años en lugar de las ovejas muertas ó enfer
mas, otras tantas ó aun mas cabezas; porque muchas veces
el rigor de los frios y del invierno engaña al pastor y mata
aquellas ovejas que habia él dejado en el otoño, y persua
dido que todavía podian aguantar el invierno no las habia
quitado de enmedio: cuanto mas que tambien por estas ca
sualidades no se completará el número- sino con las crias
nuevas y mas fuertes que no se encierren en el establo el
invierno. Lo cual el que lo hiciere tendrá presente no dejar
la cria á la oveja menor de cuatro años, ni á la que pase de
ocho, pues ninguna de estas dos edades es propia para criar.
Ademas de que lo que se formadle un material viejo, saca
la vejez de sn origen por lo comun : pues ó es estéril o débil.
El parto de la* oveja se ha de asistir no de otra manera que lo
hacen las comadres parteras con las mugeres, pues no pare de
otra manera este animal que como lo hacen las mugeres, y
muchas veces tambien padece tanto mas en el parto, cuanto
mas privado está de toda razon : por lo cual el mayoral de este
ganado debe estar instruido en la veterinaria, para que si
el caso lo exige si está el feto atravesado en la matriz lo ex
LIBRO SÉPTIMO
487
traiga entero ó á pedazos, partiéndolo con un instrumento de
hierro sin perjuicio de la madre, á loque llaman los griegos
embrosxein. Pero desde que el cordero ha nacido se debe
poner en pie y aplicarlo á las tetas de la madre , y ademas
abrirle la boca y humedecérsela con leche que se hará sa
lir de la madre ordeñándola para que aprenda á sacar el ali
mento de ella: mas antes de hacer esto se ha de extraer un
poco de la leche que los pastores llaman calostros, la que si
no se hace salir algun tanto, hace mal al cordero: el cual
dos dias despues de haber nacido se encierra con su madre
para que ella lo abrigue y él aprenda á conocerla. Despues,
mientras no retoza , se guardará en un encierro obscuro y
caliente: y cuando ya retoce, convendré que, se le, encierre
en un aprisco formado con varetas junto con los de m edad,
no sea que con los demasiados brincos y saltos pueriles, por
decirlo así, se ponga flaco: y se ha de procurar que el mas
delicado se se [ are de los mas fuertes, porque el robus
to fatiga al endeble. Y es bastante que por la mañana, an
tes que el rebaño salga á pacer, despues tambien á la en
trada de la noche, cuando vuelvan las ovejas hartas, se
junten con ellas los corderos; á los cuales, así que empiecen.
á tomar fuerzas, se les ha de echar dentro del establo cítiso o
alfalfa y tambien salvado, ó si el precio de los granos lo
permite, harina de cebada ó de yeros; despues de lo cual
luego que hayan tomado toda su robustez, &c arrimarán las
madres á los prados ó á los barbechos contiguos ú la casa de
campo, y los corderos se harán salir de su encierro para
que aprendan á pacer fuera. En cuanto al género de forrage que les conviene, tendremos presente (como hemos di
cho antes, y acordándonos ahora de lo que hemos omitido)
que las yerbas mas agradables son las que nacen en los
campo? labrados con el arado: en seguida las que se crian
en los canatos que carecen de humedad , y que las de, las
lagunas y basques pasan por las menos convenientes: y sin
embargo ningunos forrages ni aun pastos hay tan gratos que
á la larga no dejen de disgustar á las ovejas, si no ocurre á su
fastidio el pastor dándoles sal, la cual puesta en dornajos
de madera, como para condimento del forrage, la lamen
las ovejas cuando vuelven de pastar, y con su sabor se les
a88
COLUMELA.
abre la gana de beber y pacer. Y por el contrario se socor
re la escasez del invierno cebándoles de comer en los pe
sebres debajo de tediado: se alimentan muy bien con hojas de olmo ó de fresno que se habrán guardado , ó con be
llo de otoño que se llama cordo: pues este es mas tierno, y
por lo mismo mas agradable que el que se ha cogido á su
tiempo. Tambien se mantienen muy bien con cítiso y veza
cultivada. Sin embargo cuando las demas cosas faltarán es
menester paja aunque sea de legumbres: pues la cebada so
la ó el haba molida con sus vainas ó la gulga son mas cos
tosas que para poderlas dar en las inmediaciones del pueblo
por poco dinero; pero si su precio equitativo lo permite
son sin duda muy buenas. En cnanto á los tiempos de apa
centar el ganado y de llevarlo al agua , no soy de distinto
•entir que Virgilio (G»o«o. i'i'. 3. ». 3*',). cuando dice: "Cuando
aparece el lucero de la mañana4 , cuando apunta el dia,
cuando las yerbas blanquean con la helada, llevemos el ga
nado á pacer en los campos frios, pues el rocío le es muy
agradable en la yerba tierna." En seguida luego que la ho
ra cuarta del dia les hará sentir la sed, lo conduciremos álos
pozos ó á los estanques profundos, y al mediodía (como di
ce el mismo) al valle, si en alguna parte de él una grande
y antigua encina consagrada á Júpiter extiende sus largas
ramas, ó si hay algun bosque sagrado , inaccesible á los rayos
del sol por su espesura y multitud de acebos. Despues, mi
tigado ya el calor, lo* llevaremos otra vez al agua y á pa
cer, cuando se pone el sol y el fresco lucero de la noche
templa los aires, y la luna trayendo el rocío da nuevo vi
gor á los bosques. Pero se ha de observar en el estío mien
tras aparece la Canícula, que antes del mediodía se conduz
ca el ganado con la cabeza mirando acia el poniente, y
despues de mediodía acia levante: como que es muy im
portante que las cabezas de los animales que pacen no es
tén cara á cara con el sol , que por lo comun les es perjudi
cial al nacer dicha constelacion. El invierno y la primave-'
ra se tendrán encerradas en el aprisco por las mañanas has
ta que el sol quite la helada á los campos, porque la yer
ba que está cubierta de ella ocasiona catarro al ganado, y
le alarga el vientre: por lo cual tambien en los tiempos
LIBRO SÉPTIMO.
a89
fríos y húmedos del año no se le ba de dejar beber mas de.
upa vez al diav Ademas de esto el que va con el rebaño ha
de ser muy cauto y :vigilaQte(lo que se previene á todos losi
que guardan toda especie de ganados), y lo ba de gobernar
con mucha blandura: mas semejan teá conductor que á due
ño; y para reunirías y recoger las ovejas las amenazará con la.
voz y el cayado.;. y jamas les. ha de tirar dardo;. ni $e jeti-.
rará muy lejos de ellas: ni se recuente. ni se sjepíe, pues si,
no ando debe estar en pie; porque. la obligacion de un guar-.
da de ganado, es tener los ojos colocados, pdr decirlo asíy
sobre una atalaya muy alta y elevada, para no permitir que
las mas pesadas y las preñadas deteniéndose, y las ágiles y
paridas corriendo, ae separen de las demas: no sea que al-,
gun ladron ó alguna Sera engañe al pastor que se descuide,
Pero estos; preceptos son generales á casi toda. especie d»
ovejas. Ahora diremos los que son propios de las de raza su
perior,
i .. .' . IV. : ! v ] • í ,"
: . . i .1 .:< i > '\.:-. I .CAPITULO
..; •;'.;' . i
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De las ovejas cubiertas. rn
É.M.. i ' 't;[.. !.' ':.i\., . i > »; | h ,íÁh •'.{ hi'l\'.,' í : I . «
' . [
1 ganado griego, que comunmente se llama tarentino,
apenas conviene tenerlo, sino cuando el amo está presente:
pues necesita mas cuidado y mas alimento que los demas,
Porque si todo el ganado lanar es mas. delicado que los otros
ganados , entre los de esta especie ninguno hay que lo sea
tanto como el de Talento* qi*e no aguanta descuido alguno,
y mezquindad mucho menos de parte del amo ni de la de
los mayorales, jni puede tolerar el calor ni el frio. Comun,
mente se mantiene en la casa, y rara vez fuera, y es muy
ansioso de comida : por lo que si se le sisa por fraude del
capataz se siguei la destruccion. del tebaño. Cada cabeza se
mantiene bien al pesebre en el invierno con tres sextarios
de cebada ó cuatro tle habas molidas con sus vainas , ó de
gálgana, con tal que ademas se le dé hoja de árbol seca, al
falfa seca ó verde, ó cítiso, y tambien siete libras de heno
de otono, ó paja de legumbres en abundancia. En este ga
nado es muy pequeña la utilidad que se puede sacar de la
venta de Jos corderos, y dela leche ninguna, porque ios
t
19*
COLÜMELA.
que no ée nato de conservar, se matan por lo comun á mwy'
pocos días de habet nacido, sin aguardar á que estén. for
mados, y las madres que han quedado sin hijos dan de
mamar á los agenos, pues á cada cordero señalan dos ove
jas que lo crien; y no conviene privarlos de la nías peque
ña parte de la leche , para que estando mas saciados de ella,
se fortifiquen prontamente, y la que tos lia parido, asociada
don la nodrífct, tenga menos' «abajo en criar su hijo. Potf
coyo motivo se hart. de observar cétt el mayor cuidadoí
aplicar todos los dias tos corderos á las tetas de las' madres,
y á las extrañas que no les tienen cariño. Mas en semejantes
rebaños conviene criar mas machos que en los de lana bur
da: pues castrados estos antes que puedan cubrir las hem
bras, asi que han cumplido los dos años, se matan, y sus
pieles por la hermosurEf de su lana se ve«den'á los comer
ciante» á mayor precio que otros vellones. Pero tengamos
presente que la oveja griega se apaciente en campiñas rasas
limpias de todo arbusto y zarza, no sea que, como dije arri
ba, se arranque la lana y la cubierta. Y sin embargo ei/a
no quiere el cuidadb menos diligente que se tiene fuera,
porque no salga todos los dias á pacer , sino el mayor que se
riene dentro de la casa de campo : pues se ha de descubrir
y refrescar mas á menudo: se ha de abrir su lana y regar con
aceite y vino mas veces: alguna vez se ha de lavar entera
mente si el buen temple del día lo permite, y esto es bas
tante q*!* se haga tres veces al año.; pero los establos se han
de barrer y rimpirir frecuentemente, y se ha de dar salida
á toda la humedad que ocasiona la orina, la cual se seca
con muchísima comodidad horadando las tablas con que se
entariman para que el rebaño se eche sobre ellas. Y no sO«
Jamente se han de libertar loa establos del cieno ó del es•retcol * sino tambien de las serpientes venenosas: lo cual
para que se haga ( visito oiio*d.iib; a. v.iií.yhabiráate a quemar
en los establos el oloroso cedro, y á ahuyentar con el olor
del galbano las Venenosas serpientes. Muchas veces la víbo
ra peligrosa para tocarse ha estado oculta bajo de los pese
bres que están fijos, y llena de terror ha huido de la luz: ó
la culebra acostumbrada á estar debajo de techado. Por lo
«nal , segun el mismo ordena t toma piedras en la mano, pas-
LIBRO SÉPTIMO.
a9r
tor; toma el cayado y echa fuera este. reptil que te amenaza
. y que iqfla su cuello daudp sumido*. Y para que no sea pre
ciso hacer esto con, peligro, quema, muclws veces cabellera
de muger ó asta de ciervo: cuyo olor sobre todo po deja
parar en los establos semejante peste. Para el esquilo no se
puede fijar un tiempo cierto, y que sea el mismo en todos los
paises, porque el estío no.es en todos tardío,, ni en todos tem
prano: y asi lo mejor es examinar los tiempos en que la ove
ja, si lo quitares la lana, no sienta el (ño, ni el calor si to
davía no la hubieres esquilado, Pero cuando quiera que se
esquilare se debe untar con la composicion siguiente: Se
mezclan partes iguales de caldo de altramuces cocidos, he.
ees de vino añejo y alpechín, y con esta mezcla se rocía; y
cuando sil piel , que se frotará bien cpn ella por espacio de
tres días, la hubiere embebido, el dia que baga cuatro si el
mar está cerca se lleva á la orilla y se mete dentro ; si no lo
está, se echará sal en agua llovediza que se dejará al rato
hasta que se impregne bien de ella, y con ella se lava bien el
rebaño. Curado.de esta manera el ganado, afirma Celso que
no puede tener. ¿sarna en aquel año; y no hay duda, que
tambien por este .mótfyo, Ja, lana que les vuelve 4 WPer.-Sí8
.roa»' fina y. mas larga.
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CAPITULO
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JJespucs de .haber referido el cuidado y atencion que c-su
gen las ovejas que están sanas, ahora vamos á prescribir el
modo con que *e han de curar las que tienen defectos p
adolecen de enfermedades , aunque esta parte del libro está
ya casi apurada toda, cuando tratamos en el anterior del
modo de fincar el,gapado mayor; porque como la, .natural».za de los cuerpos es casi la misma en los .ganados menores
que en los mayores , las diferencias que se pueden encon
trar en las enfermedades y en los remedios , son pocas y
pequeñas; sin embargo por mas pequeñas que sean no las
ommiftWPs, iSf ,ae pone, malo todo «1 rebaño, es menes^r
¿cpnfprJW k -O que hemos prevenido antes , y ahora repetí»
t x
a9a
•'
columelar t
mos, porque creemos ser sumamente saludable) mudar lo»
pastos' y los aguaderos de todo el pais', y buscar otro clima',
procurando, si la enfermedad atacó al ganado por motivo del
calor y del ardor del sol; escoger campos sombríos, y si ha
«ido ocasionada por el frio , buscarlos abrigados : pero con
vendrá conducir el ganado á un paso regular y sin prisa,
para que su debilidad no se agrave con la fatiga de un ca
mino bcgoV aunque' no' acomodará llevarlo absolutamente
con desidia 'y ItenfituH, porque asi cómo no es conducente
«acal 'miicHo de paso las ovejas fatigadas 'con el mal, así
tambien es útil ejercitarlas moderadamente, despertarlas
(por decirlo así) de su letargo, y no dejar que desfallezcan
y perezcan en su adormecimiento. En seguida luego que el
rebaño haya llegado á su destino se distribuirá á los colorios
en pequeñas manadas; 'pues disidido' eh esta forma conválece'mns facilmente^ ó porque el vapor de la misma enfer
medad es menor en un número corto de cabezas , ó porque
se tiene. con mas facilidad mayor cuidado con los menos.
Estas cosas pues, y las demas que hemor especificado en el
:libro' anterior '(para no repetir áhorá"^ 'rhismas) sórilas
'qué' debemos Observar' si todas íaS tívejífs están gbriéralnieute enfermas; pero si lo estuviere una.Á otra" Mrenioí lo si
guiente. Las ovejas se inficionan de sarna con mas frecuen
cia que algun otro animal: :1a cual les acomete, como dice
nuestro poeta (▼■pH», 0*0*0, ia'. 3. y. u') cuando una lluvia fría,
o e!h''eÍ' crudo invierno "la Heíada'bíanca, las ^ha penetrado
mas profundamente en lo vivo:. ó si despues del esquilo
'nb les aplicas dicho remedio, si rto lea lavas en el rilar ó en
un rio el sudor del estío, si dejas que el rebaño despues de
esquilado se hiera con las zarzas silvestres 6 los espinos, si
te sirves para Mías de un establo donde' ha habido ínulas,
cr/bdllos & borricos: pero sobré' 'todo 1a"éscascfe de Comida
hace' que' las^óvejais *e pongan flacas, y de estarlo se origina
la sarna. Se conoce que há empezado á entrar á' estos ani
males la enfermedad,' si se rascan con los dientes la parte
en que la tienen, si se dan en ella con el cuerno ó con el
"pieVdYt la'Tefríegari'coh uh'árl)ol, ó «i se la froran contra
W jSa'rerJes' : W'cúáil ksí/que veas tjüé álgrihd'lcr' hacé , ' con
'tfe'tté1 qHé 'la agarresy le- abrasila Urna1: pues debajo está el
LIBRO SÉPTIMO
a93
cutis áspero, y en él hay á modo de postillas: á cuyo mal se
ha de poner, remedio inmediatamente, no sea que contagie
todo el rebaño; lo queá la verdad sucederá pronto, porque
otros ganados se infestan por el contagio; pero principal
mente las ovejas. Son muchos los remedios que hay, los
cuales vamos á referir, no por que sea preciso servirse de
todos, sino porque como hay paises donde no se encuen
tran algunos , con uno ú otro de entre estos muchos que se
hallen se puede curar. En primer lugar es útil la composi
cion que hemos dado á conocer poco antes, si mezclas á la
hez de vino, al alpechin y al cocimiento de altramuces igual
porcion de eleboro blanco molido: puede tambien quitar la
sarna el zumo de cicuta verde : la cual cortada en primave
ra cuando ha entallecido ya y no ha echado todavía semilla,
se muele, y el zumo que se exprime de ella se guarda en una
vasija de barro echando á dos urnas de él medio modio de
sal tostada : luego que'se ha hecho esto se tapa la vasija y se
entierra en el estercolero , y despues de cocido por espa
cio de un año entero con el calor del estiercol, se saca,
y se unta la parte enferma con el medicamento tibio, ha
biéndola frotado antes con un ladrillo sin raspar ó con pie
dra pomez hasta lo vivo. Tambien es remedio para la mis
ma enfermedad el alpechin cocido hasta que embeba do9
terceras partes: asimismo orina de hombre añeja en que se
haya metido un tiesto hecho ascua. Algunas personas sin
embargo ponen esta misma orina al fuego hasta que dis
minuya la quinta parte, y le mezclan igual porcion. de zu?
ido de cicuta verde: en seguida; echan polvo de ladrillo^
pez líquida y sal frita, de cada cosa un sextario: aprovecha
tambien el azufre molido y la pez liquida en partes iguales
espesadas á fuego lento. Pero el poema de Jas Georgica»
(Vbgiijo üb. 3 v. 453.) afuma: que no hay medicina mejor que si
alguno ha podido cortar con el hierro la extremidad de los
labios de las úlceras , pues este mal subsiste y hace progre
sos manteniéndolo cubierto. Por lo cual se han de abrir las
úlceras y se han de curar con medicamentos como las demas
heridas. Añade en seguida con igual prudencia, que á las ove
jas que tienen calentura conviene sangrarlas del talon ó de
entre. Jasfdos pesuñas:. pues á la verdad ha sido muy provot
t 3
a94
COLUMELA.
choso corregir los ardores de la fiebre, y p'icar la vena que
hay entre las extremidades de los pies 'y que pulsa con la
mucha sangre que tiene. Nosotros tambien las sangramos
por bajo de los Ojos, y en las orejas. Los callos infestan la
oveja de dos maneras, ó cuando aparece en la misma sepa
racion de la pesuña alguna materia y rozadura, ó cuando
.en el mismo sitio hay un tumorcillo en cuyo medio casi se
levanta un pelo; semejante á uno de perro, debajo del cual
.&ay Un gusanillo. La materia yla'rozadura desaparecerán untándoiU Cbh pez. liquida sola; ó mezclándole alumbre, azu
fre y vittajgte, ócon granada que aun no haya formado los
granos molida con alumbre y rociada con vinagre ó con
cardenillo pulverizado, ó aplicandosobreella polvos de aga
lla quemada con vino fuerte. El tumorzuelo que tiene de
bajo' un gusanillo se debe cortar al rededor con hierro, usantío de la mayor precaucion , no sea que cuando se hace la
amputacion, el animal que está debajo se hiera: pues cuan
do se verifica esto echa una sangre envenenada , la cual si
cae en la llaga la hace tan incurable, que es menester cor
tarle todo el pie: luego que se haya cortado con cuidado el
tumorcillo, echa en ln liaga gota á gota sebo derretido por
medio de una vela encendida. A la oveja que tenga pulmo
nía conviene curarla del mismo modo que á la cochina, in
troduciéndole en la oreja la raíz que los veterinarios llaman
consitigo: de esta ya hemos hablado cuando enseñamos el
método de curar al ganado mayor. Pero esta enlermedad
ordinariamente acomete á todos los animales en el estío si
les ha faltado el agua , por lo cual en tiempo de calores se
les ha de proporcionar que la beban en abundancia. Celso
es de Opinion que así que la enfermedad ha acometido á la
Oveja en los pulmones,, se le dé tanto vinagre fuerte como
pueda beber: ó tres hemínas poco mas ó menos de orina
añeja de hombre tibia que se le echen con un cuerno pe
queño por la nariz izquierda, y que se le introduzca en las
fauces un sextante de manteca de puerco. Es tambien incu
rable el fuego sacro que los pastores llaman púsula. Si no
se sujeta en la primera oveja que ha sido acometida de él,
destruye todo el rebaño contagiándolo como que no sufre
kw remedios de apósitos ni del hierro: pues se irrita común-
LIBRO SÉPTIMO
a95
mente con todo lo que le toca: sin embargo los remedio»
que admite solamente son los fomentos de leche de cabras,
la cual sirve únicamente para mitigar el rigor de la enfer
medad , difiriendo mas bien que impidiendo la destruccion
del rebaño. Pero Bolo Mendesio , célebre autor de nacion
Egypcia, cuyos comentarios (que se llaman en griego
ipomnémata) se atribuyen falsamente á Demócrito, es de
sentir que se deben registrar muchas veces y con atencion
las espaldas de las ovejas por ver si tienen esta enfermedad;
y si por casualidad se encontrare en alguna, que se haga
inmediatamente un hoyo en la puerta del establo, y enter
remos viva y boca arriba la oveja que tenga el fuego sacro,
dejando que pase sobre ella todo el rebaño; hecho lo cual
se quita la enfermedad. Se echa la bilis, que no es muy po
co perjudicial á las ovejas en el estío, bebiendo orina añeja
de hombre, la cual asimismo sirve de remedio al ganado
cuando tiene ictericia. Pero si las molesta el moquillo, se le
introducen en las narices palillos de orégano ó de yerba ga
tera silvestre envueltas en lana, y se mueven hasta que es
tornude la oveja. Cuando se quiebran las ovejas las piernas,
no se les curan sino comoá los hombres, envolviendoselas
en lana empapada en aceite y vino, y en seguida entabli
llándoselas y ligándoselas. Es tambien grave el daño que
causa á las ovejas la yerba sanguinaria , la cual si la ha
comido la: oveja, tiene todo el vientre tirante, se encoje,
y echa por la boca una espuma sutil de muy mal olor.
Conviene sangrarla prontamente por bajo de la cola en la
parte inmediata á las ancas, y tambien del labio superior.
A las que tienen dificultad para respirar, se les ha de hacer
incisiones con hierro en las orejas , y se les ha de mudar de
pais, lo que somos de opinion que debe hacerse en todas
las enfermedades contagiosas. Los corderos se han de curar
tambien cuando tienen calentura ú otra enfermedad, los
cuales cuando están malos no se han de arrimar á las ma
dres para que no las contagien ; y así se han de ordeñar las
ovejas separadamente, y se ha de echar á la leche igual can
tidad de agua llovediza , y esta bebida se ha de dar á los
corderos que tengan calentura. Muchos medicinan á estos
mismos con leche de cabras que les echan en las fauces con
«4
a96
COLUMELA.
un cuerno. Hay tambien una especie de empeine que los
pastores llaman ostigo, y es mortal para los corderos que
están mamando. Esta se origina comunmente de haber te
nido los pastores el descuido de dejar salir á los corderos, ó
tambien á los cabritos que la padecen igualmente, y haber
pastado yerbas cubiertas de rocío: lo que de ningun modo
se debe hacer. Pero cuando se ha hecho, se les llena la boca y los lábios de úlceras sucias como cuando tienen el fue
go sacro. El remedio es el hysopo molido con una parte
igual de sal : pues con esta mezcla se les frota muy bien el
paladar, la lengua y toda la boca: en seguida se les lavan
las úlceras con vinagre, y despues se les untan con pez lí
quida y manteca de puerco. A algunos les parece bien mez
clar una parte de cardenillo con dos de manteca añeja, y
usar de este medicamento tibio. Algunos mezclan hojas de
ciprés molidas con agua, y con ella lavan las úlceras y el
paladar. Por lo tocante á la castracion ya se ha enseñado,
pues no se hace de otra manera en los corderos que en el ga
nado mayor.
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CAPITULO VI.
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Del ganado cabrío. .
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iXlabiéndose ya hablado suficientemente de las ovejas, voy
á tratar ahora de las cabras. Este género de ganado apetece
jmas bien los matorrales que una situacion llana: se apacien
ta muy bien aún en parages ásperos y silvestres. Pues nO
repugna las zarzas, no le ofenden los espinos, y mas que to
do la agradan los arbustos y sitios llenos de matas : los ar
bustos que le gustan son el madroño , el alaterno y el cíti
so silvestre , y no menos las matas de carrasca y chaparro
que no descuellan. Un macho cabrío se tiene por excelen
te, cuando. tiene debajo de las quijadas dos verruguillas que
le cuelgan del pescuezo, el cuerpo muy grande, las piernas
gruesas, el cerviguillo gordo y corto, las orejas caidas
y pesadas, la cabeza pequeña, el pelo negro, espeso, lucio
y muy largo, pues tambien se esquila (v¡-giiio, geobg. ub. 3. v. 3i3)
para que sirva en las campañas, y para velas á los infeli
ces marineros. Pero á los siete meses es suficientemente
LIBKO SÉPTIMO
297
hábil para la generacion , porque es tan poco contenido en
la liviandad que cuando está todavía mamando cubre á su
madre ; y por esto se envejece pronto , y ántes de los seis
años, á causa de estar desustanciado por los placeres prema
turos de que ha gozado en los primeros tiempos de su infan
cia : y así á los cinco años se tiene por poco á propósito pa
ra cubrir las hembras. La cabra se aprueba sobre todo si es
muy semejante al macho que hemos descrito, y si tiene tam
bien las tetas muy grandes y muy abundantes de leche. Este
ganado en un clima templado lo adquiriremos mocho: pues
en el tempestuoso y lluvioso siempre tiene cuernos. Los pa
dres han de ser mochos en todo pais : porque los que tie
nen cuernos son perjudiciales por su inclinacion á topar.
Pero no conviene tener en un establo mas de cien cabezas
de este ganado, al paso que se pueden tener con igual co
modidad mil del lanar. Y cuando se empiezan á comprar ca
bras es mejor tomar un rebaño entero que comprar por par
tes de muchos, para que no se paren en atajos cuando van á
pacer , y estén en el establo con mas union y tranquilidad. A
este ganado le perjudica el calor , pero mas el frio, porque las
heladas del invierno destruyen el teto de las hembras que están
preñadas. Y sin embargo no son solamente el calor y el frió
causas de los abortos, sino tambien la bellota si no se les ha
dado hasta que se¡ harten^ y así , áno podérsela dar con
abundancia , no se les lia de dejar que la coman. El tiempo
de cubrirlas 'prevenimos que sea por el otoño poco antes del
mes de diciembre, para que paran al acercarse la primave
ra cuando empiezan á brotar las matas. Pero el mismo es
tablo se ha de escoger cubierto el suelo naturalmente de
¡piedra íó empedrado á mano, porque á este ganado no se le
echa nada para cama: y el pastor cuidadoso barre todos los
'dias el establo , y no deja que pare en él el estiercol ó la
humedad, ni que se haga lodo, pues todas estas cosas son
perjudiciales. Pero si la cabra es de raza superior, pare con
frecuencia dos de una vez, y alguna vez tres: la peor cria es
cuando entre dos madres paren tres cabritos. Luego que estos han nacido se crian del mismo modo que los corderos,
sino que se ha de reprimir mas su lozanía y se ha de con
tener en humes mas estrechos. Ademas de que han de te
a98
COLUMÉLA.
ner Jeche en abundancia , se les ha de dar semilla de olmo,
ó cítiso, ó yedra, ó se les han de echar tambien cogollos de
lentisco ú otras hojas menudas. Pero de dos mellizos se re
serva una cabeza la que parezca mas robusta , y la otra se
vende ¡i los marchantes. A la cabra de un año ó de dos no
.conviene dejarle el cabrito ( pues paren las cabras de ambas
.edades ) : porque no delje críar sino la que tenga tres años.
Pero á la de uno inmediatamente se le ha de quitar la cria,
en lugar de que á la de dos se le ha de dejar hasta que sea
buena para venderla , y las madres no se han de conservar
.en pasando de ocho años: porque la fatiga que experimen.tap con la continuacion de parir las hace estériles. El ma
yoral de este ganado ha de ser diligente, duro, activo, muy
laborioso, vigilante y atrevido, y que ande con facilidad
por las rocas, los desiertos y las malezas, y que no vaya
detras del rebaño como los pastores de otras especies de ga
nado, sino delante las mas veces, por lo cual es preciso que
sea vivo en extremo. Cuando las cabras pacen en terreno»
cubiertos de matas , van delante de los machos , pero la que
va así se debe contener de cuando en cuando, á fin de que
no corra, sino que pazca tranquila y lentamente, para que
sus tetas engruesen y no tenga el cuerpo muy flaco.
CAPITULO
VII.
.
De sus enfermedades y remedios.
Otras especies de ganado cuando les acomete una enferme
dad contagiosa, se ponen antes flacos con el mal y la langui
dez. Solas las cabras,. aunque estén gruesas y alegres, caen
muertas repentinamente, como si algun desastre general
hubiese arruinado todo el rebaño: esto suele suceder sobre
todo por abundancia de comida. Por lo cual al instante qué
la enfermedad pestilencial ha atacado á una ó á otra, se han
de sangrar todas, y no se les ha de dejar pacer durante to
do el dia, sino que se han de encerrar en el establo por
cuatro horas acia el medio de él. Pero si padecen otra en
fermedad , se curan con un brevage de caña y raices de uva
espin , que molidas con manos de mortero que sean de bier
LIBRO SÉPTIMO
*g9
ro, las mezclamos con agua llovediza, y ésta es la que se
les dá solamente á beber. Si esto no cura la enfermedad , se
venderá el ganado; y si esto no puede lograrse, se degollará y se salará. Despues al cabo de algun tiempo convendrá
formar otro rebaño , pero esto no se hará antes que haya pa
sado la estacion pestilencial del año , esto es , que si fue éste el
invierno, se forme aquel en el estío; y si fue el otoño, en la
primavera. Mas cuando algunas padecieren en particular en
el establo, les aplicaremos los mismos remedios que á las ove
jas. Pues cuando el agua habrá hinchado su cutis, á cuya en
fermedad llaman los griegos odrouxa1, se hará una incision
Jigera á la piel por debajo de la espalda , para dar salida al hu
mor pernicioso, y en seguida se curará la herida que se ha he
cho con pez líquida. Cuando á la que ha acabado de parir se
le hayan hinchado las partes, ó no hubiere echado las pares,
•e le echará por las fauces un sextario de arrope, ó á falta
de éste uno de vino bueno2. Pero para no ir hablando de
cada enfermedad de por sí, baste decir que lo mismo he
mos de curar las cabras que hemos dicho se han de curar
las ovejas. ..'.;
.. . , .
CAPITULO Vllf.
Del modo con que se ha de hacer el queso.
.No se deberá tampoco omitir el cuidado de hacer el queso,
•obre todo en parages retirados de los pueblos , en los que
no conviene traer á ellos la leche1. Si la que se emplea pa
ra hacerlo es muy clara, se ha de vender lo mas pronto que
se pueda, mientras que por estar todavía fresco conserva el
jugo: si se hace con leche mantecosa y espesa, aguanta que
se le guarde por mas tiempo: pero se debe hacer de leche
pura y lo mas fresca que pueda ser, porque la reposada ó
mezclada prontamente se aceda. Se cuaja por lo comun con
cuajo de cordero ó de cabrito; aunque tambien puede ha
cerse con la flor del cardo silvestre , ó con la grana del cardo
llamado gnico, y no menos con leche de higuera, que es la
que da este árbol , si le haces una incision en la corteza verde.
Pero el mejor queso es el que tiene menos ingredientes: lo
menos que necesita de cuajo un tarro de leche , es el peso de
3oo
COLUMELA.
• un denario de plata. Y no hay duda que el queso cuajado con
ramillas de higuera tiene un gusto muy agradable. Mas cuan
do la vasija en que se recoge la leche que se ordeña está llena
no debe estar sin un poco de calor , aunque no ha de arrimar
se á las llamas, como algunos quieren , siuo que se ba de po
ner no lejos del luego, é inmediatamente que se ha cuajado el
licor se ha de trasladar á las canastillas ó cestillas, ó alas en
cellas ; pues es muy importante que el suero se cuele, y se se
pare de la materia coagulada. Por cuya causa la gente del cam
po no dejan que vaya goteando por sí mismo lentamente2, si.
«o así que ha tomado un poco mas de consistencia , le car
gan peso para exprimir el suero : en seguida así que se ha
sacado de las cestillas ó de las encellas, se coloca en un si
tio sombrío y fresco sobre tablas muy limpias: para que no
se pueda echar á perder se le rocía con sal molida , á fin de
que sude el suero acedo: luego que ha tomado consistencia,
se comprime fuertemente, para que se ponga compacto: des
pues se polvorea con sal molida, y por último se condensa
echándole cosas de peso. Cuando se ha hecho esto por nue
ve dias, se lava con agua dulce, se colocan á la sombra en
zarzos hechos al intento, de suerte que no toque un queso á
otro, y que se sequen medianamente: despues para que
se conserven mas tiernos se ponen unos sobre otros, por
muchas tandas, en un sitio cerrado y no expuesto á vientos.
Pe está manera no salen con ojos, ni salados, ni secos. Til
primero de estos tres defectos suele resultar de haberlos com
primido poco, el segundo de haberles.echado demasiada sala
y el tercero de haberse requemado al sol.. Este género! da
queso se puede transportar del lado de allá del mar. Pues el
que se debe gastar fresco dentro de pocos dias, se hace con
menos esmero: como que en habiéndole sacado de las ces
tillas, se echa en sal ó en salmuera , y en seguida se seca
un poco al sol. Algunos antes de sujetar las cabras con las
cabezadas echan piñones verdes en el herrado, en seguida
ordeñan las cabras sobre ellos, y no los sacan sino cuando
han pasado el material coagulado á las encellas. Otros mue
len los mismos piñones, los mezclan con la leche y la cua
jan. Hay quien cuaja con la leche e\ tomillo molido y pa
sado por tamiz. De este mismo modo puedes hacerlo del sa
LIBUO SÉPTIMO
Soi
bot que quieras echándole el condimento que escojas. Per©
'es. muy conocido' aquel método de hacer. queso que llama
mos comprimido con la mano. Pues luego que la leche es
tá un poco cuajada en el herrado, se corta mientras está ti
bia, y despues de haberle echado por encima agua hirvien
do ó se figura con la mano ó se comprime en encellas de box.
Es tambien de gusto no desagradable el que se ha endure
cido con salmuera y despues se le ha dado color con humo
de leña de manzano ó de paja. Pero volvamos á tomar el
'hilo.''
CAPITULO IX.
Del ganado de cerda y cria de lechones.
•En todo genero de cuadrúpedos se escoge con cuidado el
^>orte exterior del macho, porque la progenie es con fre
cuencia mas parecida al padre que á la madre. Y así eh el
ganado de cerda' se' han de aprobar sin duda los que son so
bresalientes por el grueso general del cuerpo, y; mas bien.
•los que son' cuadrados que los que son: largos ó redondos,
que tengan el vientre bajo, los cuartos traseros grandes, las
piernas v las pesuñas menos' largas á proporcion,; el c'erviguillo ancho y lleno de glándulas, los hocicos cortos y ro
mos. Pero lo que importa más para el objeto es que los ma
chos sean muy inclinados á las' hembras: estos procrean
dluy bi¡eu' desde la edad de un año hasta la de cuatro; sin
. embargo pueden cubrir las hembras aun á la de seis meses.
•Las cochinas se aprueban si tienen el cuerpo muy largo, y
en los demas miembros se asemejan á los varracos que he
mos descrito. Si el pais es frio y sujeto á escarchas, se ha de
escoger elrebañd de cerda muy dura,' densa y negra. Si es
templado y abrigado, se puede. criar ganado pelon ó' anta
blanco, eomo el qué: Ceban los tahoneros; Lá' cddhinaf paáa
por idónea para parir hasta los siete años á'corta diferencia,
y cuanto mas fecunda es., mas pronto se envejece. De Un
año no concibe mal ; plero se. debé cubrir el mes de febrero,
á fin de que habiendo estado preñada cuatro meses', "páfa ál
quinto, íiláfndo ya estaráti ÍÁs yetbas mas fuertes, para que
los lechones erieue'ntren una leche sazonada y nutritiva, 'y
3oa
COLÜMELA.
cuando dejen de mamar se puedan mantener con la rastro.
jeca y lo» demaa graoos que se caigan de las vainas. Mas
estose hace en parages retirados de la ciudad donde nada
tiene cuenta sino sacarlos adelante; pero en los inmedia
tos se ha de vender el lechon: )pues de esta suerte nocrian.do la madre se liberta de esa peusion , y tendíá mas pron
to oteo parto. Los machos, cuando han empezado á cubrir
Jas hembras á los seis meses, ó cuando lo han hecho muchas veces, se castran á los tres .ó cuatro años, para que
puedan engordar. A. las hembras se les hace una incision
tambien en las vulvas, y se cierran con las cicatrices, para
que no puedan concebir. Lo que no entiendo qué razon los
obligue á hacerlo, corno no sea la escasez de comida: pues
cuando hay abundancia de ella , siempre conviene hacer
crias, Todas, las situaciones del campo acomodan seguramen
te, (i pste ganado: pues pace convenientemente en las mon(tanas .y ¡en; las llanuras ; sin. embargo lo hace mejor en las
tierras pantanosas que en las secas. Le, son muy útiles los
bosques que estáu cubiertos de encina, alcornoque, haya,
rebollos, carrascas, estacas de acobuchea, avellanos y fruJales silvestres,, como son : la uva espin , los algarrobos,
el enebro, el almez, el pino, el cornejo, el madroño,
.ej ciruelo, y los perales silvestres, pues estos se madu.rap en , diversos tiempos., y hartan el ganado casi todo el
,añp. ,í|efo„donde hay faltare árboles, buscaremos el pasto
rde l¡a,$i«rW, y preferiremos la cenagosa ¿ la seca., para que
hocen fin^of,pant;>uqs,^aquen las ¡ombíiGe», y se revuelquen
^en«l.fiEmgQ,Tlo.,jJuP'C*)muy agradable á este ganado, y tanv
.b¿n¡para.que puedan .desperdiciar las aguas: porque el ha
ber hecho esto sobre todo ,por el estío les ha sido muy pro
vechoso,,^ taro.b/ren el ibaber -sacado, U«, raicillas dulces de
la^lvaicnátipa, tales. com^M de,Jas ,juncia6 y los juncos,
.y las de la capa degenerada que el vulgo llama carrito. El
campo cultivado fiin, duda engorda las cochinas cuando es
j abundante de yerbas gramíneas, y está plantado de muchas
especies de árboles frutales, para que produzca por los dij,yer¡$op tiempos del año manzanas, ciruelas, peras, y nueces
..de, muchas formas, y higos. Y sin embargo no por esto se
vdéjai^/tafgasjar de,Í°s .graneros: pues muchas yeces cuan
LIRKO SÉPTIMO
3»S
do no bay 'que darles de comer fuwra sé' W tiara á mano:
por k» cual. se encerrará' muchíswnar bellota, ó en cisternas
que no tengan aguar, ó en sobrados donde entre et toífmo.Tambien se les han de echar habas y otras1 legumbres se
mejantes, cuando sn precio cómodo lo permite, y princi
palmente en la primavera, cuando los pastos verdes están
en leche , los cuales ordinariamente son nocivos á los co
chinos. Y asi por las mañanas antes que salgan á pastar, se
les ha de echar comida de la que se ha hecho provision,
para que no se les suelte el vientre con las yerbas inmatu
ras, y con este defecto se ponga flaco el ganado. No se de
be encerrar toda la piara junta, como los demas rebaños,
siuo se harán zahurdas á lo largo de los colgadizos, en las
cuales se encierran lis paridas, ó aun las preñadas. Porque
las cochinas mas bien que otros animales, cuando se encier
ran juntas confusamente y sin orden, se echan unas sobre
otras , y se hacen abortar mútuamente. Por lo cual , como he
dicho, se harán zahurdas junto á las paredes, y que tengan
cuatro pies de alto para qne las puercas pnedan salir de
ellas: y no deben cubrirse, para que el porquero les pase
revista por la parte superior á los lechones, y si la madre
al echarse hubiere cogido alguno debajo, se lo saque. Este
porquero ha de ser vigilante, diligente, laborioso y cuida
doso. Debe tener presentes á la memoria todas las que están
á su cargo , tanto las de cria , como las menores , para aten
der al parto de cada cual. Observe siempre las que están
cercanas á él , y encierrelas para que paran en la zahúr
das. Despues que hayan parido, anote inmediatamente el
número y cualidades de los lechones, y sobre todo cuide que
ninguno se crie por la que no es su madre : porque así que
los lechones salen de la zahurda se confunden con muchí
sima facilidad , y la cochina en echándose franquea las tes
tas indiferentemente tanto al extraño como al suyo. Y asi
la principal obligacion del porquero es encerrar cada co
china con sus crias: y si no le ayudare la memoria para co
nocer las de cada cual, señale con una misma señal con pez
líquida á la cochina y á los lechones, para reconocer cada
lechigada con su madre, y distinguirla de las demas, bien
«ea por medio de letras , bien por otras señales : porque en
304
COLUMÉLA.
,
un número crecido se necesitan diversas marcas para
que no se confunda la memoria del porquero. Sin embar
go como en las piaras grandes parece esto engorroso , e» .
muy cómodo hacer las zahurdas de modo que el um
bral tenga la altura proporcionada, para que la madre pue
da salir, y el lechon no pueda pasar por encima: de esta
suerte no se mete el extraño en ninguna zahurda, y cada le
chigada espera á su madre en la. .suya: esta no debe exce
der del número de ocho cabezas; no porqueyo ignore que
la fecundidad de las cochinas alcanza á dar mayor núme
ro; sino porque la que cria nías que éste, muy pronto de
ja de parir. Y las que se les dejan los lechones, se deben
alimentar con cebada cocida, no sea que se pongan dema
siado flacas, y de resultas caigan en alguna enfermedad.
Pero el porquero cuidadoso barrerá á menudo la porqueri
za, y mas á menudo las zahurdas: pues aunque el dicho
animal sea muy sucio para comer, desea sin embargo una
estancia muy limpia. Este es poco mas ó menos el modo de
cuidar el g¡ínado de cerda cuando . está sano, .
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.' '. ' ' ' "' • ' '..
CAPITULO
X.
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¡
De las enfermedades de los cerdos , y sus remedios.
Ahora sigue el decir el cuidado que se ha de tener con el
enfermo. Las señales de tener calentura las cochinas, son
cuando llevan la cabeza de través inclinada hácia la tier
ra, cuando han corrido un poco de tiempo y de repen
te se jiaran enmedio de los pastaderos y caen atacadas de
vértigo. Se advertirá hácia qué parte se les inclina la ca
beza para sangrarlas de la oreja contraria. Tambien le he
mos de abrir una vena que tiene debajo del rabo á dos de
dos de los jamones, y es bastante gruesa, y conviene dar
le antes golpes con un sarmiento: en seguida, cuando esté
hinchada con ellos , abrirla con la lanceta , y así que se ha
ya sacado la sangre , se bendará la cisura con corteza de
sauce ó de olmo. Asi que hayamos hecho esto, tendremos
las cochinas encerradas en las zahurdas uno ó dos días, y
les daremos agua tibia cuanta quisieren , y á cada una un
LIBRO SÉPTIMO
3o5
sextario <le harina de cebada. A los que tienen paperas se les
ha de sangrar por debajo de la lengua , y en habiendoles sa
lido la sangre, conviene trotarles toda la boca con sal molida
y harina de trigo. Otros creen que es remedio mas eficaz
echarles con un cuerno á cada uno tres sextarios de gerso: en
seguida lian con un cordoncillo de lino unos pedazos de
cañaheja partidos por medio, y se los cuelgan al pescue
zo de suerte que toquen á las paperas. Tambien se tiene
por saludable para los que tienen ganas de vomitar el ser
rín de marfil mezclado con sal frita y harina menuda de
habas, dándoselo en ayunas ántes que vayan á pacer. Suele
tambien ponerse mala toda la porcada, de suerte que se po
nen flacos los cochinos, no toman la comida, y cuando los
sacan á pacer se tienden enmedio del campo, y oprimidos
por cierta especie de letargo, se duermen al sol del estío.
Lo cual , cuando lo hacen , se encierra toda ella en un esta
blo cubierto , y se tiene un dia sin beber ni comer : el si
guiente se da á los que tienen sed raiz de cohombro ctdebrino machacada y echada en agua: la cual luego que la
han bebido , les dá náusea , vomitan y se limpian : despues
de haber arrojado toda la bilis , se les deja que coman gálgana ó haba rociada con salmuera fuerte, y en seguida se
les permite (como á los hombres) que beban agua caliente.
Pero al paso que á todo cuadrúpedo le es perjudicial la sed
en el estío , es todavía mas contraria que á los demas al cer
do. Por lo cual no prescribimos que se lleve este animal al
agua dos veces al dia como la cabra ó la oveja , sino que si
es posible se tenga, cuando nazca la canícula , bien despa
cio á la orilla de un rio ó de un estanque, porque como es
calidísimo no se contenta con beber agua, si no zabulle y
refresca su gorda papada y su panza llena de comida : y con
ninguna cosa se recrea mas que con revolcarse en los arro
yos ó en los cenagales. Pero si la situacion de los lugares no
permitiere hacer esto, se les ha de dar agua sacada del po
zo que se les eche en los dornajos con abundancia , de la
cual si no se sacian copiosamente les da pulmonía. Y esta
enfermedad se cura grandemente introduciéndoles consíligo en las orejas : de cuya raiz hemos ya hablado con exac
titud muchas veces. Suele tambien molestarlos el dolor del
3o6
COLUMELA.
bazo por habérseles éste viciado, lo que sucede cuando viene
una grande sequedad , y como dice el poema bucólico (vu-giuEeiog- 7 y- 54) están las frutas esparcidas cada una debajo de su
árbol. Porque es un ganado insaciable, y procurándose con
exceso la dulzura del alimento, padecen en el estío binchazon del bazo. La cual se cura fabricando dornajos de taray
y de brusco3 llenándolos de agua, y en seguida arrimándo
selos cuando tengan sed. Porque bebido el jugo medicinal
de esta madera , contiene la hinchazon interna.
CAPITULO
XT.
En qué tiempo y cómo se han de castrar*
x ero se observa castrar este ganado en dos tiempos; en
primavera y en otoño: y hay dos métodos de hacer es
ta operacion. El primero que ya hemos manifestado, y
consiste en hacer dos heridas y sacar por cada una un
testículo : el otro es mas curioso , pero mas peligroso,
el cual sin embargo no lo tengo de omitir, y se hace
de esta manera: Así que hayas arrancado un testículo y
lo hayas cortado, introducirás la lanceta por la abertura
que hayas hecho áeste fin, cortarás la tehlla que hay entre los dos , y con los dedos encorvados sacarás tambien el
otro: de esta manera se hará una cicatriz sola aplicando los
remedios que hemos dado antes á conocer. Pero.no he creí
do deber pasar en silencio una cosa que pertenece á la re
ligion del padre de familia. Hay algunas cochinas que se
comen sus crias ; lo cual cuando sucede , no se debe tener
por prodigio, pues las cochinas son entre todos los ganados
las que manos aguantan el hambre, de manera que algu
nas veces si tienen necesidad de comida, devoran (si las de
jan ) no solo los lechones agenos , sino tambien los suyos.
He tratado con bastante exactitud (si no me engaño) de los
ganados mayores, de los menores, y de los pastores que
con la industria que cabe en los hombres cuidan y custo
dian los rebaños de cuadrúpedos en la casa de campo y fue
ra de ella.
LIBRO
SÉPTIMO.
3o7
CAPITULO XII.
De los perros.
Ahora voy á hablar, como he ofrecido en el libro ante rior,
de los guardas mudos del ganado: aunque al perro se le dice falsamente guarda mudo. ¿Pues qué hombre anuncia la
presencia de una fiera ó de un ladron con mas distincion
ó con un grito tan alto, como lo hace este animal con su
ladrido? ¿qué criado hay mas amante de su amo? ¿qué compañero mas fiel? ¿qué guarda mas incorruptible? ¿qué cen
tinela se puede encontrar mas vigilante? y finalmente ¿ qué
vengador ó defensor de mas constancia? Por Jo cual un la
brador debe comprar y mantener este animal con prefierencia á otro cualquiera , porque custodia la casería , los frutos,
la familia y los ganados. Tres motivos hay para adquirirlo
y mantenerlo. Pues una especie hay que se escoge para ser
virse de él contra las asechanzas de los hombres , y éste
guarda la casería y lo dependiente de ella: otra hay de loa
que se emplean en rechazar los ataques de los hombres y
de las fieras , y estos guardan en la casa los establos , y fuera
los ganados mientras están paciendo: la tercera especie ea
la de los que se adquieren para cazar, y estos no solo no son.
útiles al labrador, sino lo distraen de su trabajo y lo hacendesidioso en él. Conqije se ha de hablar del de la casería
y del del ganado: pues el de caza en nada pertenece á nues
tra profesion. El perro para guardar la casería se ha de es
coger de un cuerpo muy grande, de ladrido espacioso y so
noro, para que amedrente al malhechor, primero cuando
lo oiga , y despues tambien cuando lo vea , y para que ahu
yente alguna vez, aun sin ser visto, con el horror de su»
ahullidos , al que trata de poner asechanzas. Pero ha de ser
de un color solo, y este se ha de elegir mas bien blanco
en el de pastor, y en el de la casería negro: el manchado no
se aprueba en uno ni en otro. El pastor prefiere el blancoj
porque es desemejante á la fiera, y algunas veces es preciso cuando se trata de rechazar los lobos en la obscuridad de
la madrugada ó de la prima noche, que sea muy diferente
v%
3o8
COLUMELA.
de ellos, no sea que si el color blanco no se lo da á cono
cer , hiera al perro en lugar de herir al lobo. El de la
casería que se opone á los ataques de los hombres, si el la
dron viene de dia claro, siendo negro, es mas terrible á la
vista : y si viene de noche , por la semejanza que tiene este
color con la obscuridad, ni aun siquiera se ve, por lo cual
cubierto como eslá con las tinieblas puede llegar con mas
seguridad al que está poniendo asechanzas. Se aprueba mas
bien un perro cuadrado que uno largo ó corto, y que ten
ga la cabeza tan grande que parezca la parte mayor de su
cuerpo, las orejas caídas y colgando, los ojos negros ó zar
cos que centelleen con una luz viva, el pecho ancho y bien
poblado de pelo , las espaldas espaciosas , las piernas grue
sas y ['eludas, la cola corta, los dedos y uñas de los pies
muy grandes, en griego se llaman draxai1. Esta es la figu
ra. mas recomendable en el perro de la casería. Pero su
natural no debe ser ni muy sosegado , ni por el contra
rio feroz y cruel : porque en el primer caso al haga au» al
ladron, y en el segundo enviste hasta á las gentes de lacafia. Basta que sean severos y no cariñosos, de suerte que al
guna vez miren con ceño á sus consiervos2, y siempre se ir
riten con los de fuera. Y sobre todo deben mostrarse vigi
lantes en la custodia de lo que está á su cargo; y no vaga»
mundos, sino estar de continuo en la casería; y. mas bien
ci rcunspectos que temerarios, pues aquellos no anuncian
sino lo que han averiguado ser cierto: estos se alborotan
con un ruido vano y una sospecha mal fundada. He creido
deber advertir estas cosas, porque las propiedades no solo
las da la naturaleza , sino tambien la enseñanza las forma,
para que, cuando podamos comprarlos, los escotamos de la
manera que hemos dicho, y cuando criaremos los que han
Baculo en nuestra casa , los enseñemos conforme á estos
principios. Y no importa runcho que los perros de las ca
serías sean cesados ú poco ligeros: pues deben hacer de cer
ca y en el sitio en que están,, mas que de lejos y á la car
rera dilatada; como que deben hallarse siempre al rededor
de las cercas y dentro del edificio, y por mejor decir ni
aun deben separarse á larga distancia, y cumplen suficien
temente con su obligacion si ventean con sagacidad al que
LIBRO
SETTIMO
3o9
viene y lo espantan con su ladrido, si no lo dejan acercarse
demasiado , y si , en caso de obstinarse en llegar alguno , le
acometen con ímpetu : pues lo primero es no dejarse atacar;
y lo segundo, en caso de haberlo sido , vengarse con valen
tía y teson. Y esto es lo que tenia que decir de los perros que
han de guardar la casería. Ahora lo que sigue pertenece á los
de ganado. Este perro no debe ser tan flaco ni tan ligero
como los que persiguen á los. gamos, á los ciervos y á lo9
animales mas veloces; ni tan grueso ni pesado como el que
guarda la casería y el granero: pero sin embargo ha de ser
en algun tanto pronto y ágil : porque nos hacemos con él
para que riña y pelée, y no menos para que corra: pues
debe rechazar las asechanzas del lobo , seguir á este ladron
fiero cuando huye, hacerle que suelte la presa, y traérsela;
por lo cual si su cuerpo es largo , es ui3S á prepósito para
estas ocurrencias que si es corto ó cuadrado: porque (como
he dicho) algunas veces exige la necesidad que se persiga
con ligereza la ligereza de la fiera : los demas miembros se
aprueban 6i son semejantes á los del perro de la casería. A
estas dos especies de perros se ha de dar á corta diferencia
el mismo alimento: porque si las heredades son de tanta
extension que sostengan rebaños de ganados, todos sin dis
tincion se mantienen cómodamente con harina de cebada y
suero: pero si la hacienda está plantada de árboles y sin pasto,
se han de hartar de pan de escaña ó de trigo , mezclándole
sin embargo caldo de habas cocidas, pero tibio: pues el
que está hirviendo les ocasiona rabia. A este animal , sea
macho ó hembra , no se le ha de permitir juntarse hasta que
tenga un año, porque si se les deja hacerlo cuando están
tiernos , padece su cuerpo y pierden las fuerzas y el brio. A
la primeriza se le ha do quitar la primera cria, porque co
mo inexperta no cria bien , y el hacerlo le impide que crez»
ca todo lo que habia de crecer. Eos machos engendran
con vigor juvenil hasta los diez años ; despues de este tiempo no parece que son á propósito para esto, porque los hi»
jos de un perro viejo son flojos. Las hembras conciben has.
ta los nueve años , y no son útiles despues de los diez. No
conviene dejar salir los cachorros en los seis primeros raer
8fs# hasta que se fortifiquen, sino para que vayan con su
v3
3io
COLUMELAR'
madre á jtigar y retozar: despues se han de atar con cade.
nas de dia, y se han de soltar de noche. Y nunca consen
tiremos que aquellos cuyo natural generosa queramos con
servar, se crien por nodriza extraña, porque la leche y el
aliento de su madre promueve siempre mucho mas los au
mentos de sus buenas propiedades y de su cuerpo: y si Ja
parida no tiene leche, convendrá sobre todo dársela de ca
bras á los cachorros hasta que tengan cuatro meses. Se les han
de poner nombres que no sean muy largos, para que en lla
mando á cualquiera lo oiga mas pronto; pero no mas cortos
que de dos sílabas. Tales son el griego Sxilas (cachorro), el
latino Fcrox, el griego Lexion (perro de Laconia), el lati
no Celcr (veloz en la carrera) , ó para las hembras como Jos
griegos Sjndé (pronta) , Alxé (fuerte) , Goime (fuerte);
y los latinos Lupa, Cerva, Tigris (loba, cierva , tigre).
Las colas de los cachorros convendrá castrarlas á los cuaren
ta dias de haber nacido, de esta manera. Hay un nervio que
atraviesa por las vertebras del espinazo y llega hasta la ex
tremidad de la cola: éste se ase con los dientes, y sacándo
lo algun tanto, se corta: en haciendo esto, la cola no toma
una' iextension desagradable en longitud , y ( como asegu
ran' muchísimos pastores) se precave la rabia, enfermedad
mortal para esta especie de animales.
CAPITULO
XIIT.
De sus enfermedades, remedios para ellas, y para li~
bertarlos de los insectos que los infestan.
1 ero. en el estío se ulceran comunmente las orejas de Jos
perros, de tal manera que muchas veces Jas pierden del
todo: para que ésto no suceda se les han de frotar Jas
orejas con almendras amargas molidas; pero si ya estuvie
ren con úlceras convendrá destilar sobre ellas pez líquida1
cocida con manteca de puerco. Los reznos aplicándoles
este mismo medicamento se caen; pues no se han de ar
rancar con la mano, para que (como habia yo dicho an
tes * ) no se les hagan úlceras. Los remedios para el perro
que tiene pulgas,. ton; ó frotarlos con cominos molidos, con
LIBRO SÉPTIMO
3n
igual parte de eléboro, y humedecido todo con agua; ó
con zumo de cohombro culebrino; ó, si no hay uno ni
otro, echándole por encima de todo el cuerpo alpechín
añejo. Si lo infestáre la sarna, muele partes iguales de yeso y de ajonjolí, mezcladas con pez liquida; y unta la
parte enferma con ésta mezcla : cuyo medicamento se cree
ser tambien conveniente á los hombres: si esta misma enfermedad es ma6 violenta, se quita con resina líquida de
cedro. Las demas enfermedades se han de curar como he
mos prescrito respecto á los otros animales. Hasta aquí ló
concerniente al ganado menor. En el volúmen siguiente
darémos preceptos sobre' las crias que se hacen en las ca
sas de campo , en que se contienen la de las aves , la de los
pescados, y la de los animales silvestres, y el modo de
cuidarlos.
NOTAS
X.
AL
LIBRO
SÉPTIMO.
Nota al capitulo I.
Capítulos 36 y 37.
Notas al capitulo III.
I. ¿Cómo nos hemos de persuadir que sea Columela el qne
ha desunido el principio de este capitulo del fin del preceden
te ?
2. Esto es, el cubierto con pieles, el griego, «1 tarentino,
del cual se hablará en el capítulo inmediato.
3. Casi todos los autores prescriben este método sin dar
la razon. La que dá san Alberto el grande no me parece muy
convincente. Dice que el motivo de concebirse macho cuando
sopla el viento norte , es porque e'ste sujeta dentro del cuerpo
el calor natural, y por lo mismo lo hace mas robusto, y la
genitura se hace mejor ; por el contrario , cuando .sopla el del
sur, están los cuerpos abatidos y debilitados por falta del ca
lor que se evapora hacia fuera por la transpiracion, y por
consiguiente en este caso se conciben con mas facilidad hem
bras, que son mucho mas endebles y delicadas que los machos.
4. Los antiguos malos astrónomos hacían dos luceros del
planeta que nosotros conocemos con el nombfe de Venus , y
que como dice Plinio, mejor instruido que Virjlio, en el
V4
3ia
COLUMELA.
lib. 2, cap. 8 de sn Historia natural ) previene el día por la
mañana, y prolonga su luz por la noche como otra luna, y
tambien nuestro autor en el libro 10.
i.
a 2.
Notas al capitulo VIL
Hydrops en latin , y en castellano hidropesía.
Y se le llenarán las partes de cerato líquido.
Notas al capitulo VIII.
No puede tener cuenta llevar la leche al pueblo, si éste
no está muy cerca, porque se acedaría en el camino. Por lo
que en estando la cabana retirada, acomoda mas hacer queso,
que es mas fácil de conducir y de conservar.
2. En efecto, mientras el suero no destila mas que gota á
gota, hay algunos sitios donde se detienen porciones, que
corrompiéndose bastan para corromper el queso.
3. Hermolao Barbaro enmienda este pasage , que en latin
esta escrito: si fabritentur canales, ex tamaricibus, et rusco\
si fabricentur canales tatnaricis e trunco: cuya enmienda
adopta Pontedera, y Escho et gennio, porque del brusco no se
pueden hacer canales, que en castellano se llaman dornajos. Y
en este caso se dirá : fabricando dornajos del tronco del taray.
Dioscórides en el lib. 1. cap. 93, y Plinio en el lib. 24 cap. 9
recomiendan que asi los animales como los hombres coman y
beban en vasijas hechas de esta madera para curarse de la hincha
zon del bazo; pero Saboureux en este lugar dice que este re
medio es semejante al pan remojado en vino que prescribe;
Moliere para hacer hablar á los mudos.
i
Notas al capitulo XII.
, 1. Los artejos ó articulaciones de los dedos delos pies, y
las uñas.
2. He aquí adonde llega el desprecio que hacían los Roma
nos de los esclavos, que los llamaban consiervos de los perros*
,.
Notas al capitulo XIII. .
1. Brea.
,
2. Tal vez en el cap. j.° de este libro, cuando habla de
un gusanillo encerrado bajo de un tumor, que aconseja quitar
á las ovejas con precaucion, no sea que se hiera.
ÍNDICE
de los libros y capítulos contenidos en
e9te primer tomo.
LIBRO PRIMERO.
Prólogo & Publio Silvirío..
pág.
Capítulo I. Preceptos que seguiran los que
quieran cultivar el campo
II Cuál ha de ser la disposición y situación de la
heredad que merezca mas nuestra aprobación,
III. Qué cosas se han de observar principal
mente cuando se reconozca antes de comprarla.
IV. De su salubridad y fertilidad
V. Del agua , y de la situación y exposición
de la casa de campo
VI. De la distribución, y de sus habitaciones
y oficinas.
..............
VII. De los deberes del padre de familia. ...
VIII. Del capataz, de sus cualidades y obli
gaciones, y cómo ha de tratar el padre de
familia a la gente del campo
IX. De qué estatura han de ser los hombres
que se destinan á cada clase de trabajo, y
de las cualidades que han de tener para ca
da encargo. . . .
Notas
..
'
i
10
i3
15
18
21
23
a8
30
34
37
LIBRO SEGUNDO.
Cap. I. Que la tierra no se envejece ni se fa
tiga si se estercola
II. Cuántos géneros hay de terreno, en cuántas
especies se divide cada uno , qué suelo se
47
3i4
apruebe mas, cómo se mete en cultivo un si
tio inculto y se hace de labor ; cómo se conoce un campo pingue y propio para granos.
Qué es io que se ha de seguir, y qué es lo
que se ha de evitar cuando se da la prime
ra labor a la tierra.
49
III. Cómo se han de cuidar los bueyes despues
que han dejado de trabajar y se han desuncido. 5 j
IV. En qué tiempos, y cómo se ha de alzar
y se ha de binar cada género de terreno. . 5 6
V. Cómo se estercola la tierra endeble
58
VI. De los géneros de granos cereales
59
VII. De los géneros de legumbres.
60
VIII. Cual sea el tiempo de sembrar.
id.
IX. Cuántos módios de simiente necesita cada
yugada de tierra, cómo se han de elegir
los granos para sembrar, y de las prepara
ciones de estos para emplearlos. ......... 6»
X. De las legumbres; qué terreno conviene a cada
especie, y de su cultivo despues de sembradas. 66
XI. De los forrages ; de la alfalfa , de la ve
za, del verde de cebada, de la avena, de
las alholvas, de los yeros, y de la galgana. 72
XII. De qué modo y con cuantos jornales se
cultiva cada especie de granos cereales 6 de
legumbres
7$
XIII. Cuántos jornales y obradas se regulan a
cada yugada de tierra
yy
XIV. Qué legumbres perjudican ú las tierras,
y cuáles les aprovechan
79
XV. De las especies de estiercol. ......... 81
XVI. En qué tiempos. se han de estercolar los
campos
83
XVII. Cómo se forman los prados
- 84
3i5
XVIII. Cómo se cultivan los prados despues de
haberlos- formado.
XIX. Cómo se haya de cuidar y guardar el
heno despues de segado
XX. De la formación de la era
XXI. De la siega y de la trilla
XXII. De las cosas que se permiten á los la
bradores hacer en dias feriados , y de las
que no se les permiten
Notas
LIBRO
85
87
88
89
90
92
TERCERO.
I. Qué especie de vid convenga á cada terreno
y á cada clima- *
II. Qué vides se hayan de poner en las inme
diaciones del pueblo para uvas de comer ,
cuáles para vino- Nombres y cualidades de
las vides mas ó menos generosas. . III. Qjue nada es mas couveniente á los agriculcultores que el cultivo de la vid i y se sa
tisface á los reparos que suelen oponerse. . .
IV. Lo que debe observar el que forma viñas. .
V. De las cualidades del terreno en que se ha
de poner el plantel de vides , y cómo se ha
de hacer
VI. Cómo ha de ser el cabezudo , y de qué
parte de la vid se ha de cortar
VII. Como se ha de examinar la fecundidad de
la vid, y si esta cualidad la poseen exclu
sivamente ciertos vidueños.
VIII. Se confirma lo contrario con ejemplos. . .
IX. Cómo se harán feraces las vides Amineas. .
X. De cuál parte de la vid se han de escoger
98
100
107
id.
111
112
114
id.
11 6
3i6
. las plantas para que sean fértiles
XI. Qué cualidades se han de tener en considera"
cion en el terreno que se destina para viña.
XII. Lo que ha enseñada Julio Grecino acerca
de la tierra propia para viña
XIII. Como se agosta la tierra
XIV. De cuántas maneras se pone la viña , bien
sea en las provincias , bien en Italia
XV. Que es mejor ponerlas en el terreno agosta
do , que en hoyos ó zanjas abiertas en el erial
ó inculto.
XVI. Cuánta profundidad será suficiente darle
al agostado
XVII. Cómo y de qué manera se ha de poner la
vid
XVIII. Qué debe observar el que la pone
XIX. Qué longitud debe tener el cabezudo. ...
XX. Cuántas especies de vides se han de poner
XXI. Si se han de plantar los cuadros cada uno
con distinto vidueño sin mezclar unos con otros
Notas
LIBRO
118
124.
1 16
iaS
131
132
133
134
135
137
138
1 40
143
CUARTO.
I. Se establece, contra la opinión de yitico y
de Celso , que na es suficiente profundidad la
de dos pies en los hoyos para plantar viñas, 147
II. Que no conviene cubrir dos estacas con un
barbado , sino á cada planta se ha de des
tinar un apoya
,.,.,.. 149
III. Que si el plantía nuevo de viña no se ayu
da con gran cuidada y diligencia , pronta-*
mente se pierde
,
1 jo
IV. Que es conveniente tender la vid en el fue*
lo del hoyo, y despues de encorvarla se na
de aplicar, enderezándola desde lo hondo de.
él, á una caña que se clavará
► . . 151'
V. Que desde que se plante el majuelo se ha
de cavar todos los meses ; que .no se ha de
dejar que nazcan yerbas en él, y que se han
de despampanar los barbados de manera que
queden reducidos cada uno á un sarmiento. 15a
VI. Que se han de despampanar los cabezudos. 153
VIL Que el tiempo oportuno de despampanar
es cuando se quitan los renuevas fácilmente
con el dedo
¿ > .... .. r f 4.
VIII. Que se ha de excavar la vid por el otoño. r 5 5
IX. Que despues de excavada la vid se podey
y cómo se ha de hacer esta labor para que
no la perjudique
......... 1.56
X. Cuál es el mejor tiempo de podar
.i...iv j,$6
XI. Coma se ha de cortar el cabezudo..'.'... «..1.57!
XII. Cómo se ha de rodrigar la vid , y def '
canterh
.....;.. 1 5 8
XIII. Cómo se ha de atar la vid
id.
XIV. Que á las cabezudos se ha de poner can
tería , y qué altura se ha de dar á éste. . 159
XV. Cómo se ha de poblar el majuelo y sé
han de echar los mugrones
160
XVI. En qué tiempo se ha de trasplantar el
barbado. . . . ..
¿
161
XVII. Como se ka de hacer el yugo de cañas,
y que despues de los primeros dos años'. se'' . 1
han de seguir dando las mismas labores que
en ellos.
162
XV III. Como se han de dividir las viñas en
cuadros separados por sendas
164
XIX. A qué altura se debe levantar el yugo. 1.65
3.8
XX. Cómo se ha de llevar la vid al yugo cuan
do sea tiempo de hacer esta maniobra. . . .
XXI. Cómo se ha de formar la vid y conservar
siempre nueva
XXII. Cómo. se han de renovar las viñas viejas.
XXIII. Cómo se han de podar las viñas
XXIV. Qué cosas ha de observar, y cuales ha de
. evitar el buen viñero en la poda de la viña.
XXV. Figura de la podadera
XXVI. Del cuidado que se ha de tener en po
ner apoyos y aplicar al yugo la viña
XXVII. Que se saquen de la viña los sarmien
tos y los fragmento^ de los yugos ; y de la
cava y despampano
XXVIII. Cuándo se ha de despampanar la viña,
y cuántas cavas se le han de dar, y en qué
tiempos.
.'
XXIX. Del Jnjtrto de Ja vid, en qué tiempo
se debe hacer, y cómo se ha de cuidar. . . .
XXX. De lo que se ha de plantar para pro
veerse de apoyos , yugos y mimbres
XXXI. De la retama y de los mimbrones ...
XXXII. De los cañaverales, y de su cultivo. . .
XXXIII: De los castaños y de las encinas. ...
x85
186
187
188
Notas
190
v .
id.
165
168
170
id.
176
177
178
180
id.
LIBRO . QUINTO. . .
..
.
'
.
.
í
'i
•...•'
i.\
.
.
I y II. Como se deberán medir las diferentes
formas de campos que se presenten. ...191^194
III. Cuantas plantas quepan en una yugada dis
tribuidas á tres pies de distancia entre si,
ó a mayores , hasta diez pies de una á otra. 197
IV. Del cultivo de las viñas en las provincias. 199
3 19
V. De las diferentes clases que hay de ellas,
y del cultivo de cada cual. . . ,
VI. De los árboles y vides maridadas a ellos.
VIL De ¡a arboleda gálica á que se maridan
vides. .
VIH. Del olivo, de sus variedades , y qué ter
reno sea conveniente para plantarlo
IX. De los planteles de olivos y de su culti
vo en ellos , del trasplante , y del cultivo
despues de éste
X. De los árboles frutales , su plantío y cultivo.
XI. De los injertos. .
XII. Del cítiso
216
220
224
227
¿Votas
229
200
20$
213
214
LIBRO SEXTO.
De los bueyes ,, caballos y mulos,, y de sus me
dicinas.
Prefacio. De la unión que hay entre la gana
dería y la labor, y de las excelencias del
buey
- w . . . 232
I. De ¡a compra y adquisición de los bueyes,
y de su forma
234
II. De cuánta edad, y cómo se han de domar. .235
III. Del modo de cuidar á los bueyes, y de la .
comida que se les ha de dar.
. . . . 239
IV. Remedios para mantener los bueyes sa
ludables.
241
V. Cosas que se han de evitar para que no
enfermen los bueyes , medidas que se han
de tomar si les ataca una epizootia, y re-,
medios que se les han de aplicar si llega
. 3¿o
este caso. . ....'VI. Qué remedio se aplica al buey que tiene
indigestión
. .'.
VII. Con qué remedio se calma el dolor de vien
tre y el de los intestinos
VIII. De las ránulas, de la inapetencia, y có• mose cura uno y otro. . .
.. .
IX. De la calentura. ......
X. De la tos de los bueyes
XI. De las apostemas, y del modo de curarlas.
XII De la cojera y de los dolores. ......
XIII. Remedios para la sarna, para la morde
dura de perra rabiosa ó de lobo, y para
cuando se les pega el pellejo a los huesos.
XIV. Para las úlceras del pulmón , y para los
tumores del paladar
XV. Para las heridas de las pesuñas ó pier
nas con la reja del arado, y para cuando
se despean
XVI. Para cuando se despaldillan , se quiebran
las astas, y cuando les salen gusanos en
las llagas
XVII. Park las mordeduras de las culebras y
animales venenosos
XVIII. Remedio para si ha tragado alguna
sanguijuela
XIX. De cómo se ha de hacer la máquina pa
ra curar las bestias y bueyes. .
XX. De la figura del toro
XXI. De la de la vaca
XXII. De la separación que se ha de hacer
anualmente
XXIII. Cómo se han de hacer las corralizas
y los establos. ......... , '..,.. f . . .
242
24 3
a 44
24 j
246
id.
247
id.
249
250
151
t$2
253
25$
id.
256
id.
257
id.
XXIV. Que 'edtá lid de tener él férfi pará'^ MI
echarlo á-láéváúas.\ .... '. , .\ !v .'^. v /. v**8
XXV. Rendios para las lombrices de ¡os ¿i •-,
cerros. ¡
t , -,
ww!; ^ la castracion d* ios 'becerros V. '. \ * id.
AAVill. Lte /a .^a¿ <&,/. fo^//o padre, y 'dé's .17
la .yeg^. de vientre ;„V i- ^..V^ ?^ ¡,<¿ *£/
aaia. Del natural y .buena conformación del
r
ff' ^ rf'* conocimiento de su edad. . . 265¡
XXX. ¡Dé/ cuidado que se ha de tener :<s9n.**t^\ ./.
animal i y remedios para -algunas de. sus. eW-'vt
„f'rmedadé,.V. 'A -. . ?w.> :¡. .c-v^,v ;^6gC
YYY r to
W **"'* '* ^ * /W *"!»*»*•'.•. ***
ívím
^ /<W r<?*^ar*J ^ W* l« Partía. 269
AAXIir. Para las moscas+ males vtevjw^y ifo*. 't
■aST?" :' ' " " -;
• •* ^°
AAAiv. Remedios tontra 4a inapetencia ,. la ga^'^A
na de vomitar , y el muermo
id.
™Y/ Del f"ror de las yeguas y sus remedios. 2 7 i
XXXVr. De las muías
¡¿
XXXVIÍ. Quese 'MaWWTur&'iéYgVrdñv^
y modo de hacerlo ; precauciones que se han
de tomar para esta monta, y del mulo romo. 27»
XXXVIII. De Jas enfermedades de este ganado,
y de sus remedios, y cómo se han de aplicar. 27<
Notas
7
- • " *77
LIBRO
SÉPTIMO.
Del ganado menor.
L Del borrico.
2 g0
II. De las ovejas, y de sus diferentes castas. . 282
x
3as
III. De la elección de moruecos , de la edad
que , han de tener éstos y las ovejas que han
de cubrir , y del cuidado que exigen
183
IV. De las ovejas cubiertas. .
289
V. De las enfermedades del ganado lanar , y
de sus remedios.. .................. 291
VI. Del ganado cabrio. .......... . , . .t ,296
VH. De sus enfermedades y remedios. ..... 298
VIII. Del modo con que se ha de hacer el queso. 299
IX. Del ganado de cerda y cria de ¡echones. . . 301
X. De las enfermedades de los cerdos , y sus .
remedios. . .. . . . . . .r. . . * . *, . ->•» . -..♦ 30+
XI. En qué tiempo. y cómo se han de castrar,. -. 306
XII. De los perros'.
307
XIII. De sus enfermedades, remedios para ellas:
y para libertarlos de los insectos que los
r infestfln.. mm«um\n«\u>.',', -t*.^ -••j•, 3tf°
Notas* 'v¡¡. ^.^vi-,',^^ n> j-'*..t;.% *,t- V. *'»';•'. • ••'3'í*.
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En las mismas partes se hallarán las siguiéntes'.
Repertorio estadístico para el. año 1.8,22. Un tomo*
.¿ en cuarto de letrtí "menuda. Comprende todos íos
artículos de la Guia de forasteros muy mejorados,
;y otros 'muchos no menos importantes , á id
/.realeo- '• . -- .
'-. -•--- i. ,'.'•. ¡ • '
ídem el de 1 82 3 ; que comprende ademas de los
,: artículos de fa Guia de forasteros, toda°la ofgíUi.
nizacion que tenia el reino bajo el ' llamado régi
men constitucional; la division y demarcacion'
que se hizo de sus provincias; la estadística de
cada una; y el estado general de nuestra agri
cultura, artes, manufactura!, tráfico., comercio
y navegacion'; tambien la estadística de 'los Otros
' estados de Europa , . y lá noticia de sus dinas
tías, con otras curiosas é instructivas. A 16 rea
les sin mapa , y á 1 8 con él.
.,.:..' l
Pensamientos filosóficos de J.J. Rousseau; dos to
mos en octavo, en que se halla reuhido todo .lo
importante que escribió éste hombre singular,
añadida al fin del segundo la noticia de su vi
da, y una idea de todos sus escritos, á 16 rea
tes en rústica. . • 'r i?l) .i-': ;.:-i.V. i. w. . : . 'O
Ramiro conde de Lucena, ó la conquista. de Sevilla:
- novela nueva original, dos tomitos pequeños* á
10 reales en pasta.
Compendio cronológico - histórico de España, prefe
rible á todos los conocidos por su concision , laco
nismo y exactitud: contiene la cronología de sus
reyes y dominadores de todas las razas, desde el
x 2
. diluvio hasta Fernando VII; un cuaderno en
cuarto á cuatro reales en rústica.
Reflexiones de don Juan Pablo Forner sobre el mo
do de escribir la historia de España. Un cua
derno en octavo á 4 reales.
ka moral de Jesucristo y de los Apóstoles, ó el
Evangelio en castellano. Un tomo en octavo > á
1 2 reales en pastan
Tratado de la imitacion de Cristo, atribuido al
V. Kempis; nuevamente traducido al castellano,
de lindo tamaño y edicion , á 10 reales en pasta..
El mismo tratado en idioma latino de igual forma,
- á 8 reales en pastal.
1 . .','
¡j-i
Ordinario de la misa en castellano con breves ora
ciones para todos los dias : el mas acomodado
. por su reducido y lindo tamaño , letra clara
' y corto coste para toda clase de personas : He. va una estampita fina de Cristo crucificado ; y se
• vende á dos reates en rustica: los hay finos para
las señoritas y personas de gusto.
El mismo, añadido con el texto de la doctrina cris
tiana, examen de conciencia, oraciones para la
. confesion y sagrada corannion,. y las lecciones de
. la iglesia á los desposados al tiempo de adminis
trarles el sacramento del Matrimonio, á 5 reales
- en pasta. .
Oraciones á María Santísima sacadas de los Santos
: Padres 'y Doctores de. lai Iglesia , en que se halla'
1 reunido lo mas selecto y conciso que puede pre
sentarse en la materia. Contiene ademas una glo• sa de la Salve, y un' romance de un pecador
•( arrepentido que toma un crucifijo, eu sus manos
.< > para prepararse ,á bkri m«nr^á.us reales.
Traduccion en verso del Salmo. Miserere. por el P. Cá
. diz, con el texto latino: á 10 cuartos.
Demostracion de la existencia de Dios y de sus atri
butos, que escribió en francés el ilustrísimo se
ñor Francisco Saliñac de Fenelon ; traducida. Un
tomo en octavo, á 10 reales en pasta.
Los Mártires , ó el triunfo de la religion cristiana,
poema escrito en frances por Mr. de Chateaubriand,
y traducido al español : dos tomos en octavo.
Poesías del P. Basilio Boggiero de Santiago, maestro
de retórica en el colegio de escuelas pías de Za
ragoza. Un tomo en octavo.
Poesías de Camoens traducidas: tres tomos en octa- vo. Los, dos primeros comprenden el célebre poe
ma los Lusíadas, y el tercero las poesías sueltas.
Merope, tragedia francesa traducida. al castellano.
Omasis, ó José en Egipto, tragedia representada
• por el célebre Maiquez, á 4 reales.
'. ;' . *.J.
Vasconia salvada , tragedia original española, á 4
reales. s
.•i..-...' ..,. •
Elementos de legislacion universal del célebre Perreau , traducidos: dos tomos en octavo de marquilla ü 30 reales.
Resabios forenses que entorpecen la pronta admi
nistracion de justicia , y - modo de remediarlos.
Un cuaderno en octavo, á 4 reales.
. 1
Division de España para la administracion de jus
ticia. .Un cuaderno en octavo. á tres reales.
;
Constitucion francesa decretada por la asamblea na
cional constituyente y sancionada por Luis XVI,
,. traducida al castellano. Por donde pueden todos
cerciorarse de lo mucho que de ella se copió pa.' .. ra la española de Cádiz. Un tomo en octavo á cuai tro realés.í .. . :: :¡ ;.* '..•.¡hv" ?.c. ii.; .'¡•.•j;'í
La Compasión, poema de M. Delille: el coatí tan
to por encerrar en poco volumen las máximas
- de moral mas puras que recomiendan la reli
gion y sólida piedad, como por estar vertido en
versificacion fluida y armoniosa, y en estilo cor
rectísimo, es muy á propósito especialmente pa, ra que los jóvenes de ambos sexos se familiaricen
.desde la primera enseñanza con doctrinas salu
dables y con el buen decir del habla castellana.
:.Acompáñale una disertacion rio menos útil so. bre las cualidades que constituyen la verdadera
poesía: á 6 reales en rústica.
. J . .
Novelas de Cervantes. En esta coleccion se ha in. sertado la de la Tía fingida no incluida en nin. guna de las anteriores, y algunas notas para la
inteligencia de varios pasages ya obscurecidos.
Dos tomos en octavo á 24 reales en pasta.
La maleta preciosa, ó refutacion de los sofistas que
.; han combatido la religion cristiana. Un tomito
en octavo, á 4 reales.
.'.
Discurso pronunciado en las Cortes por el diputa
do Fuentes del Rio sobte dotacion del Clero , á 2
reales.
.
';
Discurso pronunciado en las mismas sobre Señoríos
por el diputado Cuesta, á 2 reales.
Los Gemelos, comedia representada en el teatro
del Príncipe.
•Observaciones sobre el arte de la imprenta, escritas
• y publicadas por don Miguel de Burgos siendo
Regente de la de Ibarra en 1 8 1 1 , á 2 reales.
Reflexiones sobre la ortografía castellana y método
de simplificar y fijar su escritura, á a reales.
Traduccion en verso de los Himnos que canta la
Iglesia en las principales festividades del año. Un
tomito en octavo á 3 reales.
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