Acerca de este libro Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo. Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir. Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted. Normas de uso Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas. Asimismo, le pedimos que: + Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares; como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales. + No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos propósitos y seguro que podremos ayudarle. + Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine. + Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de autor puede ser muy grave. Acerca de la Búsqueda de libros de Google El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com LOS DOCE LIBROS DE AGRICULTURA QUE ESCRIBIÓ EN LATÍN LUCIO JUNIO MODERÁTO COLUMELA, traducidos al castellano pon D. JUAN MAMA ALVAREZ DE SOTOMAYOR Y RUBIO. TOMO I. Comprende los siete primeros libros. MADRID 1824, IMPRENTA DE D. MIGUEL DE BURGOS. hUl^('FmjOTHECA Bayerischq Staatsbibliothek . y \ : v MünctíerK S I J PREFACIO DEL TRADUCTOR. Aja traduccion que ofrezco al público de la obra que escribió en latin Junio Modera to Columela sobre las cosas del campo, roe parece de una necesidad tan evidente, que tengo por supérfluo esforzarme á probarlo con razones. Es la obra mas completa que nos queda de la an tigüedad acerca de esta materia ; y aunque mu chos autores modernos han copiado lo mejor que contiene, no dejarán los lectores de sentir mucho placer en consultarla, y encontrarán en ella muchas especies de una utilidad incontes table que se nos han vendido por nuevas. De jo por ahora aparte sus muchas bellezas y per fecciones, de que daré despues alguna idea , y so lo diré que Columela es un español y andaluz, y que habiéndose hecho fuera de su patria j mia cuarenta y dos ediciones de su obra, nin guna se ha hecho dentro de ella; ni tampo co se ha traducido toda al castellano , á pesar a a iv Prefacio. dé haberse hecho una' traduccion italiana, dos francesas, dos alemanas y una inglesa, lo que se hace muy reparable atento á que se han vertido á nuestro idioma la mayor parte de los autores griegos y latinos. Esto; junto con la pro teccion que por todas partes se dispensa á la Agricultura, me ha dado motivo á hacer esta version, empresa que muchos tendrán por teme raria en vista de mi insuficiencia y pocos auxilios que tengo para ella en un pueblo subalterno* situado en el extremo de la península ; pero al guno ha de hacer la mano, y puede ser que puesta en las de todos una obra de tanto méri to y tan ignorada de la mayor parle de los es pañoles, excite a algunos, sabios á cotejarla con el original y mejorarla. Entretanto no será fue ra de propósito dar alguna noticia del autor, de su patria, del tiempo en que floreció, y del jtticio¡que han hecho algunos sabios, tanto na-. eionales como extrangerós^ de sus obras, y en' seguida dar alguna razon de mi trabajo. El mismo dice en el lib. 8, cap. 16, que Cádiz era su municipio } de cuyo pasage y otros de su obra infieren todos que era natural de dieha ciudad. Desde ella se trasladó á Roma cuan do ya habría llegado á los años de la pubertad, pues había oido y visto practicar á su tio paterno Marco Columela, sabio y excelente labrador de la Bélica , muy buenas máximas de Agricullu* La ciudad de Lucena en la provincia de Córdoba. Prefacio. v ra en Cádiz y sus contornos, las que conservó en su memoria, y reBrió muy circunstanciada mente en varios lugares de su obra , lo que no po dría haber hecho si se hubiera apartado de su la do antes de esta edad. Se hallaba en la capital del mundo antes del año sexto del imperio de Ti berio, que fue el 773 de Roma, en el que í segun dice Tácito en el lib. 3, cap. 3o num. 1 de sos anales) murió Lucio Volusio, varon consular antiguo y hombre muy rico, á quien Columela asegura en el lib. i.°, cap. 7 de su obra ha ber oído cierta conversacion sobre los colonos ó esclavos destinados á la casa decampo y sus ca lidades ; con que si en aquel tiempo tenía veinte años, nació el mismo en que vino al mundo nuestro redentor Jesu- Cristo; á lo menos po ca diferencia puede haber. En el libro a, cap. 10 <íice haber visto sembrar ajonjolí en las re giones de Siria y Cilicia por los meses de junio y julio, lo que es prueba que pasó á ellas. Gesnero cree que iria con alguna magistratura ó á lomenos con algun otro empleo público. Cuan do escribió su obra había mucho tiempo que po seía una viña en el campo de Árdea, y tambien tenía otras en los términos de Carsoli, de Alba y de Cervetere, que cultivaba por sí mismo, y en las que pondría en práctica las excelentoí re glas de agricultura de que abundan sus escri tos. Tenía en sus heredades ganados que pro curaba guardar de sus malos vecinos. vi Prefacio. Tuvo comunicacion con personages cíe la primera distincion, como fue Lucio Volusio, de quien ya he hablado., con Anneo Novato ó GaJion, hermano de Séneca, que despues fue pro cónsul en Acaya y logró otros honores; con Publio Silvino, que sería sugeto de carácter, cuando lo prefirió á Galion para dedicarle su sabia obra; con Marco Trebelio, á cuya instan cia y á la de Silvino escribió los preceptos de Geometría práctica con que principia el libro quinto; y con Claudio Augustal, que consiguió de él que escribiera en prosa el tratado del cul tivo de las huertas que habia publicado antes en verso (a). No se sabe el año de su muerte, solo sí que cuando Séneca poseía una viña que excedía en fertilidad á todas las del campo Nomentano, que era célebre por este motivo, escribía Columela el libro tercero de su obra. Esto es regular que fuese despues de la vuelta de su destierro, que fue el año 8.° de Claudio; pues entonces em pezó á tener favor. Cuando escribió el tratado en verso del cultivo de las huertas, estaba Ga lion en Roma sin haber ido á su proconsulado de Acaya, lo que hizo en el año undécimo ó (a) A propósito de este poema , que forma el libro X de la obra de Columela, no debemos pasar en silencio que su tradi.ccion se ha mejorado mucho con las variaciones que ha hecho en la parte métrica el señor don José Virues, quien ha tenido la modestia de no variar mas que en la Earte que se ha dicho , aunque se le dio facultad para que lo iciera en toda la traduccion. Prefacio. vii duodécimo de Claudio; con que en tres ó cua tro anos lo mas compuso estos siete libros. Plinio el mayor publicó su grande obra de la Historia natural el último año del imperio de Vespasiano, que coincide con el 8o de la era cristiana, y habla de Columela en distintos pasages de ella como de un hombre que ya no vivía. £1 juicio que han hecho de las obras de es te insigne varon los autores tanto nacionales como extrangeros es el mas ventajoso. Casiodoro, célebre autor del siglo sexto, en el cap. 28 de su obra de las divinas lecciones dice que trató de las diversas especies de agricultura con un es tilo elocuente y fluido. San Isidoro arzobispo de Sevilla dice que Columela trató completamente todas las partes de esta ciencia. Juan Grial, ilus trador de este gran doctor de las Españas, ase gura que tomó de Columela todas las noticias que refiere de los escritores de Agricultura grie gos y romanos. Muchos escritores modernos ce lebraron tambien la pureza de su estilo. Gas par Barthio lo coloca entre los principales au tores que escribieron en la lengua latina. Quenstedt dice que resplandeció como un sol entre los demas escritores de agricultura, que es un autor grande, erudito, litil y elocuente. Casi lo mismo dijo el cardenal Bona , añadiendo que es cribió de las cosas rústicas, pero no con rusti cidad. Luis Vives, hablando de su estilo, dijo que era mas ekganle y puro que el de Varron. vnt Prefacio. Alfonso García Matamoros en su obra de Assercnda Hispanorum eruditione lo prefiere á este mismo autor, á Caton y á Plinio, y dice que ha bló de las cosas rústicas sin rusticidad , con oíros mil elogios. Juan Bautista Porta en su erudito libro de agricultura llama á Columela labrador doctísimo y sumamente experimentado en esta facultad. Juan Matías Gesnero en la edicion que hizo de los autores latinos de las cosas del campo dice: que si Paladio en el proemio de su obra quiso notar de obscuro el estilo de nuestro Columela, procedió injustamente: porque este autor se explica con un modo tan discreto, cla ro y elocuente, que nadie puede notar sus ex presiones de obscuras, como son algunas veces las del mismo Paladio-, antes por el contrario Columela lodo lo ilustra con la clarísima luz de 6u estilo, mereciendo no solo el elogio de Vegecio, que dijo haber tenido con abundancia la facultad de explicarse, sino aquel epigrama de Theodoro Beza, que no solo es digno de leerse en la biblioteca de Fabricio, sino en el prefacio de dicha edicion, y es de esta manera: Orphea mirata est Rhodope sun fata canentem, Si modo Virgilií carmina pondus halicnt. Tu yero, Juni, silvctria rura canendo, Fost te ipsas urbes in tua rara traías. ¡O superi, cuales ha bu i t tune Roma Qu'rile; Cum tam iaoundum yiderit agricolam! Añade Gesnero que nuestro Columela en mu chas ocasiones que lo permite el asunto suelta, Prefacio. nt por decirlo asi, las velas al discurso, como lo hace por lo comun en los prefacios, y en mu chos pasages que cila del medio de su obra, y que en todas partes es copioso y brilla con tanr ta fecundidad como los campos que cultivaban Que fue tan feliz la abundancia de sinónimos que tenía, que se encuentran casi cuarenta fórmulas todas cultas y elegantes para significar una misma cosa con una belleza admirable. El abad de Pluche en el tomo n, pag. i 224 del Espectá culo de la naturaleza mira á nuestro autor como muy á propósito para formar el gus to de los niños; y así en una carta de un padre de familias acerca de la. primera cultura de la razon, despues de haber dado una instruccion muy extensa y muy sólida sobre este punto, di ce de esta manera: "¡Qué gusto y qué provecho no se sacaráu con la lectura de aquellos maravi llosos lugares ó partes de que abundan tanto los doce libros de Columela! El mérito de este au tor tan poco leído, no es solamente el que su latinidad sea de aquel hermoso siglo en que flo^reció con toda su pureza el latín : pues tiene ademas de esto el tratar de cosas sumamente prácticas y comunes de un modo simple y por consecuencia proporcionado, componiendo con esta natural sencillez la mayor delicadeza y ma-. gestad." M. Sabourcux de la Bonnetrie, abogado del parlamento de Paris y doctor agregado á la facultad de derecho de su universidad, en la x Prefacio. traduccion que hizo a su idioma frances de las obras de nuestro autor y las de los demas geopónicos latinos antiguos, dice: Que todos son recomendables, los unos por la magestad y breve dad de sus oráculos, los otros por la abundan cia de las ideas y por la elegancia del estilo, to dos en general por la solidez de sus principios y la sabiduría de sus preceptos; pero que pue den ser considerados como las fuentes mas pu ras, de donde se deben sacar ilustraciones sobre los puntos mas obscuros de la antigüedad, como sou las costumbres y usos de los romanos, su cul to, tanto público como particular. Que ademas de que estos autores son minas inagotables do riquezas, el lector será abundantemente indemni zado del trabajo que tome, siempre que despues de la lectura de las obras modernas consulte las fuentes mismas. En efecto, lo mismo sucede con estas fuentes que con los antiguos monumentos de la legislacion romana, cuya sabiduría ha pa recido tan evidente á todas las naciones, que han merecido ser la base de toda la enseñanza pública de la jurisprudencia, aun en los países que se han separado de las reglas que contie nen. Es fácil, dice, adivinar que habla del cuer po del derecho civil este libro, que puede ser que sea el que ha dado origen al mayor núme ro de glosas, comentarios, interpretaciones y compilaciones; pero que él puede asegurar, fun dado en una experiencia inevitable á una per Prefacio. jei sona de su profesion, que despues de la lectu ra de las obras aun las mas célebres que han sa lido sobre sus textos, se vuelve siempre á leer estos con nuevo placer 3 y mientras mas se ex primen, se extrae de ellos, por decirlo así, un jugo mas puro. En una palabra, no nos avergoncemos de confesarlo: estaba reservado á los romanos ser nuestros maestros en la agricultu ra como lo son en la jurisprudencia; ¿y por qué no diríamos tambien como lo son en la poesía, en la elocuencia y en todas artes posibles? Con trayéndose á Columela , dice que su obra es el monumento de la antigüedad mas completa so bre esta materia, y el mas digno de nuestra atencion. Que el autor, cuyo objeto es manifes tarse maestro de la agricultura, no parece menos aficionad» á agradar á sus discípulos cuando los instruye, que á darles los preceptos mas sóli dos, explicándoselos con la mayor claridad. No le basta decir la verdad, quiere ademas decirla del modo mas conveniente, y con términos siem pre escogidos y colocados oportunamente, sin permitirse jamas una expresion comun ó impro pia aun en las materias mas triviales. Añade otras especies que ya he referido, y algunas que diré mas adelante. Pero entre los modernos nadie ha conocido mejor el mérito de Columela ni dado mas justos elogios á su obra que los padres fray Rafael y fray Pedro Rodríguez Mohedano, padres de prob a xfí Prefacio. vincia de la del Orden tercero de San Francisco de Andalucía, y naturales de Córdoba. Estos Pa dres dedicaron el tomo octavo de la Historia lite raria de España á escribir su vida, traducir el prólogo y algun otro pasaje célebre de su obra, dar copiosos extractos de lo demas de ella, ilus trarla con notas, tratar de su lejitimidad, de sus excelentes cualidades, pureza de su estilo, de las recomendables prendas del autor , y de los talen tos que tenia para la poesía, los cuales dio á co nocer en el Hbro décimo de su obra, que es un tratado en verso del cultivo de las huertas ; con una ligera noticia de las ediciones y traduccio nes que se han hecho de dicha obra, y tres apo logías de ella, una contra Plinio, otracontra Vegecio , y otra contra Paladio. La mayor parte delo que he dicho hasta aquí de nuestro autor y muchas de las autorida des que he citado las he tomado de la Historia li teraria; pero por cuanto sus autores se extien den mas en elogiar á Columela, voy á extractar algo delo mucho que dicen. Aseguran que en toda su obra brilla la modestia 9 el decoro y el respeto al público y á otros escritores. Que en cualquiera cláusula se nota su buena fe, su amor á la verdad , y sus ardientes deseos de promover los intereses de la patria y aprovechar á todo el mundo. Recorren brevemente las obras de Agri cultura que se habían escrito en Roma antes y despues de Columela, y concluyen diciendo, que Prefacio. xm los Romanos no tuvieron en esta materia obra taas extensa ni mas completa que la suya. Que no consiste su extension en aglomerar multitud do noticias supérfluas ó preceptos generales sobre la Agricultura. Que añade nuevas y útilísimas reflexiones sobre lo que habían escrito otros. Qua expone machas experiencias que había hecho él mismo, su tío Marco Golumela, y otros agricul tores prácticos de su tiempo. Que procura com binar estas experiencias con las reglas de los escri tores antiguos y modernos, corregirles en la par» te que estaban defectuosos, por no convenir sus preceptos con las observaciones -, y cotejado todo ala luz de la experiencia y la buena crítica, ordena las reglas mas sólidas para dirigir los tra bajos del campo con respecto al clima de Italia y al de otras provincias y regiones. Que aunque procuró ceñirse en su obra á las reglas y obser vaciones de Agricultura, prefiriendo la utilidad de los labradores a sus propios lucimientos, no dejó de manifestarse erudito algunas veees y muy versado en toda clase de historias. En la litera ria de la misma Agricultura tenía una inslruc•cion universal, como dan a entender las noliciab %ain individuales que dá de las obras y autores •geopónicos Griegos , Romanos y de otras nacio nes en varios lugares de su obra , y señalada mente en el capítulo primero del libro primero. Ademas tenia muchas y muy particulares noti cias. de la historia natural tanta antigua como irv Prefacio. moderna. Son casi innumerables las qpe se hallan esparcidas en toda su obra sobre los climas y temperamentos de muchas regiones, naturaleza y virtudes de varias yerbas y plantas, calidades de los terrenos y muchas producciones de los rey-t nos animal y vegetal. No menos se hallaba iñs-r trnido fin la historia civil; ¡de Roma y de oiras, naciones. Sobre estas habla, aunque con mu cha brevedad, de las transmigraciones de los Acheos, Iberos, Albanos, Sicilianos, Pelasgos, Aborigines y Arcades; sobreJa de Roma refiere muchas acciones ,heroicas de sus antiguos ge* «erales, qqe se hallan conformes con lo que di* pen Tilo Livio, Dionisio de Halícarnaso y otros «Bcritoreé-, y también algunas que' no. so jencuen^ trah^tínllasr obras de aquellos tiempos que han llegado á nuestros días, y él las ha conservado j fiero tollas las introduce,en el cuerpo de su obra ¿oh tanta arte y Oportunidad, que se conoce so «ralía de ellos, no. por ostentación, sino .para; dar l*n adorno. oportuno y casi preciso á los mismos puntos que ilustra. De su poema del cultivo de las huertas consta la instruccion que tenia en loidas las fábulas y mitología de los gentiles. Tañar A>ien la tenia en la historia pontifical 3 y! en las •fiestas >, días feriados, y solemnes fastos, ceremo nias y sacrificios de su falsa religion. Que en ¿rderi á la filosofía moral les parece supérfluo deferir individualmente las máximas queesparoió 'fiste.sabio en sü-gíahde obra; porgue toda, ella Prefacio. *v és un conjunto de principios y reglas fundamen tales de esta ciencia. Pero qae can' 'mas- partícula-.> ridad resplandecen Cíi su principal prefacio, y en' los libros once y doce. En estos lugares repren de con mucha fuerza las costumbre^ estragadas: de los Romanos. 'Combate á cara descubierta los; tícíos <joe se habían introducido en los tribunado les de justicia, y entre los profesores de una de las facultades mas nobles *. Ridiculiza á los aduladores y ambiciosos, y se burla de los medios eon que entablaban: sus pretensiones, empkán-^ do las bajezas thas'skJrrdidas y mucha plata' pa ra conseguir los empleos. Declama fortísiniamente contra la lascivia, lígula, y contra toda espe cié de lujo introducido ya entre; loe Romanos do su tiempo. Ha<» las mayores invectivas con»' tra la vida mole y delicada de sus conciudadanos, burlándose dé la artificiosa diligencia en los péi-' nados; Pintai a los jóvenes. quet tenían aquella' vida bffltaí y deliciosa, cómo roaos' hombres ya; casi ftítterEo& , sin vigor, sin robustez r y del todo; inútiles para los empleos civiles y de la milicia. En una palabra, declama contra los vicios, como lo podía hacer um predicador crisííairio,! y etpone las ideas de la virtud, recordando las accio nes gloriosas de sus antepasados. Asimismo ba jo las personaB del capataz y de sumuger, da re* gla» para que viva» cotí la mejor armonía todosv los casados. Celebra las ven tajas' del matrimonio. ' • La Jurijprudcncüu' XVI PREFACIO. Encarga la abstinencia del vino y la moderacion, en el sueño y en la comida. Detesta los amo res ilícitos, los juegos, las supersticiones, los es pectáculos y otros malos divertimientos. Propo ne grandes preceptos sobre las obligaciones re ciprocaste los señores y los esclavos. A estos en carga la fidelidad , exactitud y. buena fe en el ser vicio ,. á aquellos la humanidad, la piedad y el buen trato. Reprende la vanidad, el lujo y la de sidia de las matronas romanas. Les recuérdala gloriosa aplicacion de sus antepasadas á las co»as domésticas. Declama contra, el desden que te nían en fabricar telas para sus propios vestidos y- de toda la familia, y la manía ridicula de com prar á mucho precio ropa» extraqgeras, aunque fueran de inferior calidad. Nos dete^ríaümajer masiado, dicen, si emprendiésemos referir indi vidualmente todos los excelentes principios de filosofía moral que se hallan esparcidos en la obra de nuestro Columela; pero nO podemos omitir que, aunque tuvo la desgracia de ser pa-, ganó , conoció la unidad y eternidad de Dios, y le confesó como primera causa y supremo oriador de la tierra y de todo el mundo; y que es verosímil conociese la espiritualidad é inmor talidad del alma racional, porque dice que fue inspirada á los hombres y dada por el divino Artífice, como una directora y gobernadora de todos sus miembros y sentidos corporales. Expre sión á la verdad que denota claramente haber Prefacio. vxva conocido que nuestra alma e9 de mas sublime y superior inaturaleza que el cuerpo. Tan sábíafi máximas son capaces por sí solas de confundir el orgullo y temeridad de los falsos filósofos y libertinos de nuestros dias. En lo que mas lo elogian es en el estilo. Despues de copiar los paeages que he citado de diversos autores, dicen que es muy apreciable por su mucha perspicui dad y claridad en las expresiones y en las ideas. Que les parece su diccion latina tan pura goc mola .de los mejores escritores del siglo deAúr gusto; que su estilo no es afectado, y que es superior, no solo al de todos sus contemporá neos, sino tambien al de otros de mucha mar ypr antigüedad; que en él se halla número y armonía y .fejiz disposicion de los. períodos, '$ que no solo supo con perfeccion sü lengua pa tria, que era la latina, sino que tambien fue muy instruido en la griega. Despues dan una breve idea del poema del cultivo de las huer tas, y dicen, citando á Jorge Alejandrino, que habiendo dejado Virgilio esta materia para que la ilustrase alguno de sus sucesores , parece que aquel excelente poeta adivinó que este era Columela. En seguic^a copian. varios elogios de otros sabios, y concluyen diciendo que este poe ma es elegantísimo, y que su autor tuvo la sin gular destreza de hacer materia de é\ todo lo que hay de mas sublime, elevado y magnífico en el mundo,' y 'aun al mundo mismo. xvín Prefacio* a, Aunque* eri el libro 5, cap. i, dice que 410 se atribuye la ciencia de las medidas *, notan dichos PP. que nadie debe persuadirse que ignoraba del todo las Matemáticas. Que el tratadilo que pone á la frente de su libro 5.^ íiobreel arte de medir la tierra, prueba que no.era, peregrino 'en ésta facultad. Qué die los li bros que habia escrito contra los astrólogos Cal-* deos consta su instruccion en la Astronomía, y .ho- menos del Calendario rustico que inserta en .el, eapL á.° del' libro 1 1 j-en el '¡cual y en otros lugares de su obra dá á entender que se sirvió de los escritos de Melon , Eudoxo é Hiparco. Nadie puede dudar que para escribir esto nece sitaba haber esllidiado Matemáticas. Que tam bién. se, infiere de varios pasages que' poseía al gunos principios de Maquinaria. Hasta aqui los PP. Mohecíanos; y yo añado que estuvo perfectamente impuesto en la Vete rinaria, corno consta del cap. 6 y siguiente* ha&taerfin desfibro 6.°j que copió Vegecio sin citarlo en la obra que escribió sobre esta facul tad. ¡. Peroen medio de tantos-admiradores como tu vo nuestro Gokvmela , nclolaltawníinjustos cen sores que criticaron sils escritos muy fuera de razon. El primero y principal fue Plinio el ma yor, que (como nota Gesnero en el prefacio de su edicion y en variase de sus ñolas) no fue de* La Geometría. i ti t t • .. . - '; .. > ..j Prefacio. xix masiado justo con él; y segun-advierte Sáboureux en el suyo, no lio cita jamas sino. para^con.í. tradecirlo, de suerte que es dificultoso disculpar á este autor, cuando no de envidia, á lo menos de parcialidad. El segundo es el referido Vegecio, quien lo nota como poeo exacto en loe preceptos que dio para la cutacion de los animales ', iaxin* que en el prefacio de dicha su obra celebra su. elocuencia y lo copia 6Ín citarlo, como he dicho. £1 tercero fue Paladio flutilio Tauro Emiliano* autor de una obra aVAgrieul;tora'¡que sejmprir mió, cpmo la de Veterirwüria de¿ anterior', con la del nuestro, á quien parece impugna en el prefacio de ella, y en el lib. i.°, tit. 6, núm. 3: en el primero dice : ctLa principal pártele la pru dencia és tener en consideracion la persona á quien se ha devjnseuar. El qué da preceptos para formar un labrador no debe imitar á los retóricos en su arte, ni en su elocuencia, como han hecho muchos que, hablando; cjiltanjen tea los rústicos, han conseguido que ni aun los honu bres mas cultos puedan entender su doctrina." Esto está muy mal aplicado á Columela , pues no obscurece con su elocuencia el asunto que trata do ensenar , antes le dá una claridad. muy difícil de imitar: de quien podrá decirse con mas motivo es de Paladio, que nada tiene de elo cuente, y algunas veces es obscuro, como nota muy bien Gesnefo. En el segundo pasaje ^reparó que Columela hubiese calculado las obradas y Prefacio. jornales <jne se necesitan, tanto para las semen teras, escardas y demas labores de las tierras que se destinan á los granos , como para el plan tío y cultivo de los árboles, y dice que en tanta diversidad de terrenos no podia hacerse esta cuenta, y que por lo tanto la costumbre dela provincia y el terreno manifestarían facilmen te qué número de obradas se necesitaban pa ra labor, y cuántos jornales, tanto en plantíos, como en sementeras. En lo que seguramente no tiene razon, pues aunque no pueda formarse un cálculo exacto, puede hacerse prudencial que dará mucha luz á los hacendados para la direc cion de las labores de sus tierras, y para evitar los fraudes que suele cometer la gente del cam po, como advierte Caton. Los PP. Monedanos vindican muy bien de estas cetísüras á Columela en las tres apologías de que he hecho men cion, y que no extracto por no dilatarme mas. '.. Ademas de los doce libros de agricultura de Columelay hay otro del mismo autor que se in titula de los árboles, y que todas las ediciones hasta la de Aldo habían introducido entre el se gundo y el tercero de la obra principal. Este yer ro lo enmendó Jucundo de Verona, que en el año de i5i3 corrigió las obras de Columela , qui-tó este libro del lugar que ocupaba, poniéndo lo al fin de ellas por modo de apéndice, y en tregó .el. ejemplar á su amigo Aldo para que lo imprimiese. Paraesto tuvo tres razones. La pri- Prefacio. xxi mera, que el libro de los árboles tiene el mismo principio y trata de la misma materia de los ár-' boles con iguales preceptos que el libro 3.°: la' segunda, que en el libro de los árboles jamas se nombra áPublio Silvino, haciéndose tanta men cion de él en la obra principal ; y la tercera, que ee le podía notar de poco exacto y de redun dante, por haber vuelto á tratar en el libfo'5'.ft (segun el orden que hoy tienen) de los árboles frutales y de otras muchas cosas que había es crito ya en dicho libro de los árboles. Por es tas razones y otras muchas convienen Pon tode ra y Gesnero en que Columela escribió. y publi có dos obras de Agricultura. La primera se com ponía verosimilmente de dos libros: el primero5 trataría del cultivo del campo; y el segundo de los árboles. Esto se convence del principio del libro de estos, donde dice: "Que por cuanto pa rece haber tratado abundantemente del cultivo de los campos en el primer volumen , no será fue lla de propósito hablar del de los árboles y arbus tos , que se tiene por parte acaso la mas prin cipal de la Agricultura1'. Aquel primer librose ha perdido, y solo ha llegado á nosotros el segun do, como se ha dicho. Los PP. Monedanos tienen por fundado lo que dice Gesnero , que habiendo Columela escrito su segunda obra de Agricultura , copiando en ella mas ilustrados y con mas extension todos los preceptos que ha bla publicado eri sus primeros libros, intentó xxn Prefacio. suprimir estos, y que solo corriesen los otros doce. Este es un pensamiento tan natural y tan obvio á los autores que escriben dos obras so bre una misma materia, refundiendo en la se gunda lo que habían dicho en la primera, que 4esde luego se conoce haber tenido Columela es te intento; y que no solo quiso excluir de sus do ce libros estos dos, sino suprimirlos del todo. Sin embargo, sus amigos ú otros eruditos de Roma á de alguna de sus provincias, han conserva do el de los árboles, de manera que ha llega do hasta nuestros tiempos. Por aquí se ve la impericia de los antiguos editores, que han te nido la torpeza de incorporar este libro con los Otros doce de las cosas del campo, y con cuan ta razon lo saco Ju cundo del lugar en que se hallaba, para ponerlo en el que hoy conserva. Yo, á imitacion de Saboureux, he llevado el es crúpulo mas adelante, no tomando el trabajo de traducirlo, tanto por. evitar el abultar los volú menes;, como por conformarme con la intencion del mismo Columela. ¡ Dije al principio que he tenido pocos auxi lios; pero he tenido algunos que son los siguien tes. En primer lugar los que presta la edicion. latina de G-esneró de 1773 que me ha servido de texto, conviene á saber, las variantes y nota» que tiene al pie de cada página; las cuatro car tas de Morgagni, y las enmiendas de Pontedera ; el octavo tomo. dé la Historia literaria de Prefacio. xxnt España tantas veces citado; la agricultura ge neral de Herrera, edicion de 1 64^, y el Dictionario de agricultura de Rozier : de estos me valí para formar el borrador; pero para limar este y poner la traduccion en limpio, me he servi do tambien de la traduccion francesa de Saboureux. Para dar en nuestro idioma los nom bres de las plantas, de los granos, de las flores, de las frutas, y en general de todas las produc ciones de la tierra, me he valido ademas de es tos del Diccionario de historia natural de Valmoni de Bomare; y del Speciés plantarum de Linneo, traducido al castellano por don Anto nio Palau. La reduccion de las monedas, pesos y me-* didas á sus valores actuales no se podía dejar de hacer en una obra de esta naturaleza ; pero he mirado como inútil y sujeto á muchos inconve-* nientes el hacerla á cada ocasion que se presen tase, por lo cual he conservado en la traduccion aus denominaciones latinas ó griegas, y al fin pon go una tabla de esta reduccion con arreglo á ]a de Saloureux que la haced las francesas, y de éstas las reduzco á las españolas por la cor respondencia dé los pesos y medidas de ambas naciones que trae Vallejo, y á las de monedas prevenidas en las reales órdenes, .-. He conservado la division por capítulos co mo se halla en el original y en la traduccion francesa que he tenido á la vista, sin embargo xxiv Prefacióí de que seguramente esta division no es obra de Cálamela , pues los antiguos no conocían este modo de distribuir sus obras ; pero lo he hecho así, para dejar á los lectores la facilidad de com parar las diferentes parles de la traduccion con el original. Los sumarios de los capítulos los he puesto segun se hallan al principio de la obra de nuestro autor , enmendados varios de ellos con las variantes que tienen al pie , porque se citan así en varios libro3. . En cuanto á notas no he puesto mas que las absolutamente necesarias para la inteligen cia de algunos pasages obscuros , para la expli cacion de ciertas costumbres antiguas, para el conocimiento de personas y pasages de la histo ria ó de la fábula de que se haga mencion. Muchas mas notas se podrían poner, en que se cotejasen las doctrinas y preceptos de Columela con los adelantamientos de la agricultura mo derna; pero serían muy importunas, en vista de lo bien desempeñado que ha sido este ob jeto en la hermosa edicion que acaba de hacer la. Sociedad económica matritense de la agricul tura general de Gabriel Alonso de Herrera en riquecida con muchas é importantes adiciones por ocho de sus sabios individuos , que nada de jan que desear. : . LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA. De las cosas del campo. LIBRO PRÓLOGO ; . ^ .n Á PRIMERO. PUBLIO SILVINO. . : '•..••.. .••..., \Jc ton frecuencia oigo á los primeros hombres de nuestra ciudad culpar unas veces la esterilidad de los campos, otras la intemperie que se nota en el aire de mucho tiempo acá, como perjudiciales á los frutos : tambien oigo á algunos mitigar estas quejas con una razon cierta á su pa recer, pues piensan que la tierra fatigada y desustanciadá con la excesiva fertilidad de los primeros tiempos, no pue de dar alimento á los mortales con la abundancia que lo daba entonces. Cuyos motivos, Publio' Silvino, tengo por cierto que están muy Jefos de ser verdaderos ; to, uno por que no eé justó creer que la naturaleza de la: tierra, dotada por el primer Criador del. mundo -def'atiá" fertilidad perpe tua 1, haya sido invadida por la esterilidad , como pudiera ser/o por cierta especie'de dolencia ;' Id otro porque no es propio de una persTMisénsata^nsárqué"la 'misma tierra se ha envejecido como¡el hombre,"habiendole.cabido én parte una juventud divina' y etérna,' y llamádose madre comun de todas las cosas, por haberlas producido siempre y haberlas de producir en adelante. En vista de lo cual rio pienso qué nos han Sucedido éstas cosas' por la intemperie del aire ,' síno mas bien pof culpa riueátra; paes hemos 'puesto el cultivo de nuestras tierras á cargo del' peot'de 'nuestros esclavos, como si fuera' un verdugo que hls casti gára por delitos que hubieran cometido: siendo asi que 'nuestros antepasados, mientras mejores eran ellos , mejor 'las trataTon.¡'¥ no puedo acabarjne de admirar j cuando a a COLUMELA. considero que escogiendo los que desean hablar bien un orador cuya elocuencia imiten ; buscando los que quieren aprender las reglas del cálculo y de las medidas un maes tro de esta enseñanza que tanto les agrada; procurando los aficionados á la danza y á la música con el mayor cuidado maestros de éstas artes; llamando los que quieren hacer un edificio operarios y arquitectos ; los que quieren confiar al mar una embarcacion hombres que separt manejarla; los que emprender guerras personas inteligentes en la tánica; y, para decirlo todo de una vez, haciendo cada cual diligencia, para el estudio á que quiere aplicarse, del mejor director que pueda encontrar; y finalmente', eligiendo cada uno de entre el número de los sabios una persona que forme su espíritu y sea su maestro en la virtud: solamente la agricultura, que sin duda alguna está muy cerca de la sabidu ría , y tiene cierta especie de parentesco con ella , carece de discípulos que la aprendan y de maestros que, la enseñen. Pues no solo he oido, sino yo mismo he visto, que hay en nuestros dias escuelas de reióricos, yVcomo acabo de decir) de geómetras y músicos, y (lo que es mas de admirar) que tambien hay oficinas en que se hace profesion de los vicios mas despreciabas, enseñándose en ellas á condimentar los .manjares, de modo que e-xciten la glotonería , . á disponer los banquetes con el mayor lujo; á adornar las cabezas y peinar el pelo; pero de agricultura no he conocido perso nas que se dediquen á enseñarla, ni discípulos que Ja estu dien. En efecto, aunque no hubiese en . la ciudad maestros de aquellas, ,ártes, podría estar floreciente la república, co mo. se verificó en tiempo de nuestros antepasados: pues en lo antiguo fueron bastantemente felfees las ciudades, y lo «erán en adelante sin escuelas donde se aprenden los ejer cicios del cuerpo, y aun en' las que se adquiere la práctica de la. abogacía; mas sin agricultores es evidente .que nio pueden subsistir ni alimentarse los.mortales. Cuanto mas que es- una especie,. de pflodígw 1q, qoe sucede ¿ y es que una cosa la nías convenientes nuestros cuerpos y á la uti lidad de nuestra vida, sea la que hasta el tiempo presente tenga menos perfeccion : que todas ; . y que un ¡ medio tan inocente de. aumentar ,y;, conservar el .patrimonio se vea LIBRO PRIMERO 3 despreciado. Pues los demas, que son diversos y como opuestos á él, son contrarios á la justicia: á menos que no creamos mas conforme á ésta percibir despojos por medio de la guerra , que nada nos trae sin sangre y destruccion de otros. ¿Por ventura los que tienen aversion á la guerra, querrán mas bien el azar del mar y del comercio marítimo, hasta el punto de que el hombre , siendo animal terrestre, se atreva rompiendo las leyes de la naturaleza , á entregarse á las olas, expuesto al furor de los vientos y del mar, y que desterrado siempre de su patria , ande como las aves, vagando por tierras desconocidas en costas lejanas? ¿Será un medio de enriquecerse que merezca mas aprobacion el prestar con usuras, accion odiosa aun á aquellos á quienes parece socorrer? Ni aun es mejor por cierto la profesion canina", como la llamaron los antiguos, de ladrar á los mas poderosos , la cual es un latrocinio contra los inocentes y en favor de los criminales, despreciado por nuestros ma yores, y permitido por nosotros dentro del recinto de las murallas de la ciudad, y en el mismo foro. ¿Tendré tal vez por mas decoroso el acecho ilusorio del adulador mercena-' rio, que anda haciendo la corte por las casias de los pode rosos, y por las conversaciones que oye infiere si su pa tron está todavía durmiendo, pues si pregunta algo de lo que pasa adentro, no se dignan de responderle los esclavos? ¿Creere encontrar mas felicidad en estar arrimado hasta bien entrada la noche á unas puertas incómodas, despues de ha ber sido despedido muchas veces por un portero encade nado3, y ésto jx?r comprar con la mas miserable esclavitud y con deshonor él honor de las fasces4 y el mando, que sin embarga no conseguiré sin disipar mi patrimonio? Pues éste honor se paga con dones, y no con una servidumbre que nada produzca al que lo proporciona. Por consiguiente si los hombres de bien han de evitar éstos medios de acre centar su patrimonio , y otros semejantes , resta solamente uno decoroso y noble, que es la agricultura. Aunque sus preceptos se ejecutáran sin inteligencia y por hombres ig norantes, con tal que fueran poseedores de las hereda des, como sucedía antiguamente, sufriría menos pérdida el cultivo: pues la aplicacion de los dueños los recompensaaa 4 . COLUMELA. . ría en muchas ocasiones de los daños que les causase su ig norancia ; y tratándose de su interés personal , no querrían que se les viese toda su vida estar sin conocimiento de lo que les importa , y por lo mismo concibiendo mayores de seos de aprender, llegarían á tener una instruccion com pleta en la agricultura. Al presente no solo nos desdeñamos de labrar por no sotros mismos nuestras heredades, sino que tenemos por cosa de ninguna importancia hacer capataz5 á un hombre el mas inteligente, ó á lo menos, si es ignorante, que ten ga capacidad y vigor para aprender prontamente lo que no sabe : por el contrario si es un hombre rico el que ha comprado una hacienda, envía desterrado á ella al mas eji-t deble por sobra de años ó por falla de fuerzas , que encuen tra en la turba de lacayos ó conductores de literas : aunque el ejercicio á que lo destina exjja.no solamente ciencia, «ino tambien una edad que esté en su flor, y una robustez. de cuerpo suficiente para aguautar el trabajo: y. si el que. hace esta adquisicion es un hombre de medianas faculta-. des, echa mano para capataz de'' algunp.de .los mozos,. que no puede ya d^r su trabajo diario, y que no tiene co nocimiento de lo que se va á poner á su cargo. Cuando yo advierto este manejo, considerando en irá interiof. muchas. \eces y reflexionando con cuan torpe. consentimiento se ha, abandonado y echado en el olvido la agricultura, me recelo que parezca á los hombres decen.tes criminal y. en cierto modo vergonzosa y fea. Pero como muchos monumentos consignados en los escritores me hagan ver. .que. nuestros mayores tuvieron á mucha honra dedicarse á' la agricultu-, ra : que de ella y del arado fue 1 lamado á. ser dictador^ Quineto Cincinato6, libertador de un consul .y de su ejér-, citó que estaba cercado; y que despues, habiendo de jado los fasces, que había devuelto asi que venció, pon mas celeridad que las tomó al ser .nombrado general,, Volvió á los mismos novillos y á la misma pequeña haza de cuatro yugadas que había heredado de sus abuelos7 : que tambien Cayo Fabricio8 y Curio Dentato 9, el uno despues de haber echado á Pyrrho10 de los confines de Italia, y el otro despues de haber sujetado á los Sabinos, LIBRO PRIMERO 5 cultivaron las siete yugadas de tierra de la conquistada al enemigo, que les tocaron en parte de las que se repartían entre los ciudadanos, con tanta aplicacion , como valor habian empleado en conquistarla con las armas: y para no hacer mencion ahora intempestivamente de cada uno en particular, al ver que tantos generales romanos ademas de éstos se han distinguido siempre en los dos ejercicios, de defender y de cultivar las tierras conquistadas ó heredadas de sus padres , conozco que han dejado de agradar á nues tro lujo y á nuestra molicie las costumbres antiguas y la vi da varonil. Pues todos los padres de familia (como se quejó ya Marco Varron" en tiempo de nuestros abuelos) despues de haber dejado la hoz y el arado, nos hemos metido de murallas adentro , y movemos mas bien las manos en los circos y en los teatros, que en las mieses y en las viñas: y admiramos atónitos los gestos de los afeminados, poique contrahacen un sexo que la naturaleza ha negado á los va rones, y engañan los ojos de los espectadores. En seguida, para ir bien preparados á los lugares de disolucion, coce mos en las estufas nuestras indigestiones diarias, excitamos la sed provocando el sudor, y pasamos las noches en livian dades y borracheras , y los dias en jugar y dormir , tenien donos |X)r afortunados por no ver salir ni ponerse el Soli2. Y así la consecuencia de esta vida indolente es la falta de sa lud: pues estan los cuerpos de los jóvenes tan débiles y ex tenuados, que no parece que queda á la muerte mudan» ?a que hacer en ellos. Pero seguramente aquellos verdade ros descendientes de Rómulo, ejercitados continuamente en la caza, y no menos en los trabajos del campo, tuvieron unos cuerpos robustísimos, y aguantaron, cuando fue meíaester , el servicie militar , como que estaban endurecidos con los trabajos que daban en tiempo de paz; y así siem pre dieron la preferencia á los ciudadanos que vivían en el campo sobre los que habitaban en la ciudad: pues así co rno entre los primeros se tienen por mas perezosos }os . que están siempre metidos en las casas de campo, qué los que trabajan fuera de ellas , del mismo modo .parece que son roas flojos los que están parados á la sombra en la ciudad de murallas adentro, que los que cultivaban los campos ó a 3 6 COLUMELA. gobernaban á los que lo hacían. Es tambien constante que se solían tener las asambleas en los días de mercado13, pa ra no ocuparse de los negocios de la ciudad mas que un dia de cada nueve, y destinar los demas á los del campo: pues allí vivian entonces, como hemos dicho, los primeros hom bres de la ciudad ; y cuando se necesitaba tener consejo para los negocios públicos, se les hacia venir de las casas de campo, para reunirse en el senado. De lo cual ha resultado que los que los iban á citar se llamaban viadores: y mientras se observó esta costumbre de labrar cada uno sus tierras con la mas constante aplicacion, aquellos antiguos Quintes sabi nos y nuestros ascendientes los romanos, han recogido, aunque entre el hierro y el fuego, mayores cosechas, sin embargo de ser devastadas por las incursiones de los ene migos , que las que recogemos nosotros , que á beneficio de una larga paz hemos podido adelantar en la agricultura. Por consiguiente en este Lacio y en esta tierra de Saturno14 en la que los dioses enseñaron á los descendientes de éste á cultivar los campos, aquí mismo tratamos en subasta que se nos traiga trigo de las provincias ultramarinas, para no morir de hambre, y guardamos en nuestras bodegas los productos de las vendimias de las islas Cicladas , de la Bética y de las Gálias. Y no es ésto estraño, siendo una opi nion comunmente recibida y sentada, que la agricultura es un ejercicio vil , y que es un oficio que no necesita de la enseñanza de ningun maestro. Pero cuando yo considero la magnitud de toda ésta ciencia , como cierta extension des mesurada de un cuerpo, ó reflexiono en particular sobre cada una de sus partes, que miro como si fueran sus miembros, recelo que me coja el último dia de mi vida, antes de poderla comprender toda. Porque el que quiera hacer ver que se ha perfeccionado en ella, conviene que sea muy sagaz investigador de la naturaleza de las cosas, que esté bien instruido en los diferentes climas, que ten ga averiguado lo que es conveniente á cada pais y lo que no lo es: que tenga presentes á su memoria los tiempoé precisos del orto y del ocaso de los astros , para no comen tar las labores cuando amenacen las lluvias y los vientos, y no dar el trabajo en valde: que examine con cuidado la LIBRO PRIMERO. 7 temperatura habitual del aire , y la del año en que se ha lla, pues no siempre siguen unas mismas reglas, ni todos. Ios años viene el estío ó el invierno de una misma for ma: ni la primavera es siempre lloviosa, ni el otoño hú medo, cosas que creo no puede prever persona alguna sin bastante talento y una enseñanza muy exquisita. Fuera de que á pocos es concedido discernir las diferencias de las tierras y la cualidad de los terrenos, como tambien el saber qué es lo que nos concede y lo que nos niega cada uno. ¿Quién ha llegado á considerar atentamente todas las partes de esta arte, para percibir la práctica de las siembras y de las labores, y conocer á fondo las varias y muy desemejantes especies de tierras , de las cuales unas engañan por su color, y otras por su cualidad: pues en unos paises se aprecia la tier ra negra que llaman pulla, como en la Campania; en otros corresponde mejor la roja pingüe ; en otros (como en la Numiclia en Africa) las arenas sueltas vencen por su fecundidad al terreno mas recio ; en el Asia y en la Mysia la tierra compacta y pegajosa produce mas que todas? ¿Quien ha llegado á conocer, ni aun á mirar con reflexion, qué es lo que en estas mismas tierras no se dá en la colina , en el ter* reno llano, en el cultivado, en el inculto, en el húmedo y herboso, en el seco y pelado? ¿Quien lo perteneciente á la plantacion y á la conservacion de los árboles y de las viñas, de que hay infinitas especies? ¿Quien la adquisicion y con servacion de los ganados: porque éste objeto lo hemos admitido como parte de la agricultura, á pesar de estar se parada de ella el arte pastoril? Mas ésta última comprende muchas partes: porque el ganado caballar exige ser cui dado de un modo, el vacuno de otro, de distinto el la nar; y en éste mismo pide el tarentino un método diver so de el del burdo ; de otro el cabrío , y en éste mismo el mocho y de pelo claro se cuida de una manera, y el que tiene astas y mucho pelo, como el de Cilicia, de otra. La profesion del porquero que guarda puercas de cria y lechone3 , y la del que guarda cerdos grandes son diver sos : tambien son diversas las comidas que deben dárseles : y no menos diversos los climas , modos de criar , y de cui dar, que convienen á éste ganado, si es pelon, ó si es cer 04 8 COLUMELA. ¿loso. Y dejando aparte los ganados , en cuya clase se in cluyen las aves de corral y las abejas, ¿quién ha sido tan aplicado que ademas de éstas cosas que hemos referido con individualidad , sepa practicar tantas especies de injertos y de podas, y cultivar tantos géneros de frutales y hortali7as? ¿quién ha dedicado sus cuidados á tantas especies de flores, como por ejemplo las rosas , cuando los mas aun desprecian cosas de mayor importancia? sin embargo esas han empezado á ser útiles á muchas personas. Los prados, los saucedales, las retamas y las cañas exigen tambien al guna aplicacion, aunque sea pequeña. No se me oculta despues de la relacion que he hecho de tantas cosas y tan multiplicadas, que si trato de sacar de entre los que se dedican á los trabajos del campo un labrador tal como lo deseo y lo describo , se retardarán los estudios de los que aprenden Ja agricultura , los cuales llenos de terror con la desesperacion que infunde una ciencia tan variada y tan vasta, no querrán emprender lo que desconfían po der conseguir. Pero sin embargo es una cosa razonable, como ha dicho muy bien Ciceron ' 5 en su tratado del ora dor, que los que desean inquirir las cosas que son mas útiles al género humano, y despues de consideradas y ave riguadas confiarlas á la memoria, deben no omitir medio alguno para conseguirlo. Y si nos faltáre la fuerza de un ingenio sobresaliente ó el auxilio de las bellas artes, no debemos entregarnos luego a! ocio y á la desidia , sino pro seguir con perseverancia en las esperanzas que hemos cencebido con sabiduría. Pues aspirando al lugar mas ele vado, se nos verá con bastante honor aunque nos quede mos en el segundo. ¿Por ventura las Musas'6 Latinas han admitido solamente en sus santuarios á Accio17 y á Virgi lio?1 ¿No han concedido tambien sagrados asientos no so lo á los que se han acercado mas á ellos, sino tambien á los que se han quedado lejos de estos segundos? Los rayos de la elocuencia de Ciceron no separaron de éste es tudio á Bruto19, á Celio20, á PdHon", á Messala", ni á Cátulo 23 ; pUes ni e\ mismo Ciceron habia cedido á los de Demóstene8 '* ni á los de Platon'5; ni el padre de la elo cuencia, aquel dios Meonio26, extinguió con los cauda- LIBRO PRIMERO 9 losísimos ríos de su facúndia los estudios de la posteridad. ¿Vemos por ventura que los artistas que han admirado las obras de Protógenes27, Apeles28 y Parrasio29 , aunque ellos fuesen de menos fama que éstos , hayan abandonado su tra bajo despues de tantos siglos? Ni Bryaxis3", Lysipo21, Praxiteles3' y Polycleto33, artistas posteriores á Phidias34 que bal ñau visto atónitos las estátuas hermosas de Júpiter Olympico3J y de Minerva36, hechas por éste, tuvieron deten cion en probar lo que podían hacer, ni hasta donde po dían adelantar. De aquí podeme s inferir que si en todo gé nero de ciencia los que ocupan el lugar mas alto se llevan tras sí la admiracion y la veneracion , no se quedan los que están en otro inferior sin el elogio que merecen. A esto se agrega, que si el labrador que queremos nosotros sea per fecto , no es consumado en ningun arte , si no ha alcanzado en la naturaleza universal de las cosas la sagacidad de Demócrito37 ó de Pythágoras38 ; en los movimientos' de los astros y de los vientos la prevision de Menon39 ó de Eudoxio4° ; en la cria de ganados el conocimiento de Quiron41 ó de Melampo42; en el cultivo de los campos la pericia de Triptolemo43 ó de Aristeo44: sin embargo mucho habrá aprovechado si ha podido igualar en la práctica á nuestros Tremelios4*, Sasernas46 y Estolones47; pues la Agricultu ra puede ejercerse por una persona que no tenga grandes talentos, aunque no por quien no tenga ningunos , ó (como dicen los latinos) sea pingui Minerva4^. Porque lo que al gunos han dicho, ésto es , que es un arte muy fácil y que no necesita ingenio alguno, está lejos de ser cierto. No es menester tratar mas al presente de ésta ciencia en general, nna vez que se han de ir explicando todas sus partes , cada una por su orden , en unos %cuantos volúmenes destinados al intento; lo que haré luego que haya hablado de las co sas que creo pertenecen mas principalmente á su universa lidad. jo r .COLUMELA.. CAPITULO - I. Preceptos que han de seguir los que quieran dedicarse ai cultivo del campo. JLjI que quisiere aplicarse á la Agricultura ha de saber que tiene que llamar á su auxilio, con preferencia á todo lo demas, éstas tres cosas: inteligencia en ella, facultades para gastar, y voluntad de hacerlo. Porque, como dice Tremelio, aquel tendrá su campo mas cultivado, que sabrá, podrá y querrá labrar: y á nadie bastará saber y querer, si np. hace los gastos que exigen las labores; ni por el contrario la voluntad de hacer y de gastar aprovechará sin el arte, por que en todo negocio el punto capital es saber lo que se de be hacer ,v y sobre todo en la agricultura , en la cual la volun tad y las facultades sin ciencia acarrean perjuicios grandes á los amos , y las labores dadas sin inteligencia son causa de que sean inútiles los gastos. Y así el padre de familia aplicado que desea seguir en el cultivo un método seguro para aumentar su patrimonio, ha de procurar principalmen te consultar sobre cada cosa á los labradores mas inteligen tes de su tiempo, meditar con atencion los tratados de los antiguos, considerar lo que cada uno de ellos ha opinado, las reglas que ha dado , y si todo lo que han enseñado es adoptable al cultivo del dia, ó algunas cosas no lo son: pues me consta que muchos autores célebres están per suadidos de que el tiempo dilatado que ha transcurrido ha cambiado la cualidad del aire y las estaciones; y, que Hiparco1, doctísimo profesor de Astronomía, había dado por cierto que llegaría tiempo en que los polos. del .mun do mudasen de lugar: lo que parece haber creido tambien Saserna, autor no despreciable de Agricultura, pues en el libro que dejó escrito sobre ella infiere haberse cambiado las estaciones de que los países que no podian conservar planta alguna de vid ó de olivo que se pusiese en su campo, por el constante rigor de los inviernos, mitigado y templa do cuando él escribía el frio antiguo, producían muy copio sas cosechas de aceituna y de uva ; pero á ésta razon , sea LIBRO PRIMERO n falsa ó verdadera , solamente se le puede dar paso en los li bros de Astronomía. No se han de ocultar á un labrador los demas preceptos de la Agricultura, que habiendo sido dados muchísimos de ellos por escritores cartagineses, hacen ver sin embargo nuestros cultivadores que muchos de ellos son falsos, como por ejemplo Tremelio , que quejándose de és to mismo, lo excusa sin embargo, porque siendo el terre no y la atmósfera de Italia y de Africa de diversa naturale za entre sí, no pueden tener las mismas producciones. Pe ro sean las que sean las causas de diferencia entre la Agri cultura de nuestro tiempo y la de los anteriores, no de ben arredrar al que la está aprendiendo de la lectura de los autores antiguos , pues se encuentran en ellos muchas mas Cosas dignas de ser aprobadas que de ser desechadas. Hay ciertamente entre los griegos una gran porcion de escritores que han dado reglas de Agricultura , á la cabeza de los cua les se puede poner Hesiodo2 de Beocia , poeta celebérrimo,' que ha contribuido no muy poco á nuestra profesion : mas la ayudaron despues los sábios Demócrito de Abdera, Xenofonte, discípulo de Sócrates3, Arquitas de Tarento, y los pe ripatéticos maestro y discípulo Aristóteles4 y Theophrasto*. Los sicilianos Hieron6 , su discípulo Epicarmo7, y Philoraetor Atalo8 , adelantaron en ésta ciencia por efecto de su mu cha aplicacion. Alhenas tambien ha producido una gran multitud de escritores en ésta materia, de los cuales los mas estimados fueron Quereas, Aristandro, Amphiloco9, Queresto '° y Euphronio " el atheniense, y no como muchos pien san el de Amphípolis que está tenido por un labrador reco mendable. Las islas han hecho asimismo célebre ésta profe sion , como acreditan Epígenes12 de Rhodas, Agathocles de Scio , Evagon y Anaxipolis de Thaso. Menandro y Dio» doro, paisano de aquel Bias, uno de los siete sábios, adqui rieron una completa instruccion en la Agricultura : y no ce dieron á éstos Baquio y Mnaseas'3 de Mileto, Antígono de Cumas, Apolonio de Pérgamo, Dion de Colophon, y Hege8ias.* de Maronea. Diophanes de Bythinia compendió en seis breves tratados todas las obras de Dionysio de Utica, in térprete de Magon el carthagines, tan difusas que ocupa ban muchos volúmenes. Tambien han contribuido con al la c COLUMELA. gun auxilio á nuestro estudio otros autores, aunque mas obscuros, cuyas pátrias ignoramos: éstos son Androcion15, Escrion'6, Aristómenes, Athenágoras, Crates, Dadis,Dionysio, Euphyton y Euphorion. Y no nos han pagado coa menos lealtad Lysimaco17, Cleobulo18, Menestrato , Pleusiphanes, Persis y Theophilo, cada uno por su parte. Por último, para dar á la Agricultura el derecho de ciudadana romana, pues en tiempo de estos autores no era todavía masque griega, hagamos ahora mencion de aquel Marco Caton el Censor19 , que fué el primero que la hizo hablar en latin : hagámosla despues de éste de los dos Sasernas pa dre y hijo que la han enseñado con mas esmero : eu segui da de Tremejio Escrofa que la ha hecho elocuente : de Mar co Terencio Varron10 que la ha limado, y de Virgilio que la ha hermoseado tambien con sus versos; sin desdeñarnos de hacerla finalmente de Julio50 Hygino, que ha sido como su ayo: con tal sin embargo que veneremos mas que á todos, como á padre de la Agricultura, al carthagines Magon", pues aquellos memorables volúmenes, que escribió sobre ella, han sido traducidos al latin por decreto del Senado, No han merecido menores elogios Cornelio Celso" y Julio Ático, autores de nuestro tiempo, el primero por haber comprendido en cinco libros un cuerpo completo de ésta ciencia, y el segundo por haber escrito uno único sobre la especie particular de cultivo que pertenece á las vides. Ju lio Grecino2-3 que se puede mirar como discípulo de éste, ha cuidado de dejar á ia posteridad dos volúmenes de re glas semejantes con respecto á las viñas, escritos con mas elegancia y erudicion. A éstos pues, oh Publio Sil vino, has de consultar ántes de entregarte á la Agricultura: pero, sin persuadirte de que sus doctrinas te han de conducir á poseer la con perfeccion, pues los libros de semejantes escritores mas bien instruyen al que ya es maestro, que lo forman. El uso y la experiencia tienen el principal influjo en las ar tes, y ninguna hay en que no se aprenda errando; pues luego que una operacion, por haber sido mal ejecutada, tie ne mal éxito, se evita lo que ha sido causa del error, y la advertencia del maestro dá luz para entrar en el camino de recho. Por lo cual nuestros preceptos no prometen dar, la LIBRO PRIMERO i3 perfeccion de la ciencia, sino ayudar á conseguirla: ni al instante que cualquiera los haya leido la poseerá, como no quiera ponerlos en ejecucion y sus facultades se lo permi tan. Y así nosotros ofrecemos éstos preceptos á los que ae dedican á aprender la Agricultura, como auxilios que no aprovecharán por sisolos, sino, con las otras cosas que he mos indicado. Y aun los demas , esto es , el continuo traba jo y la experiencia del capataz, y las facultades y voluntad de gastar, no valen tanto como la sola presencia del amo: la cual si no interviene con frecuencia en las labores, todas ellas aflojan , como sucede en un ejército cuando falta el ge neral. Lo que creo quiso dar á entender el cartilagines Magon, poniendo al frente de sus escritos esta sentencia: £1 que comprare una heredad en el campo venda su casa , no sea que quiera vivir mas bien en ésta que en la de aquella : porque el que prefiriere habitar en la ciudad, no tiene nece sidad de posesion en el campo. Cuyo precepto, si se pudiera observar en estos tiempos, no lo alteraría yo. Pero como al presente el deseo de empleos llame muchas veces á la ma yor parte de nosotros á la ciudad, y nos retiene muchas mas, pienso en consecuencia que la hacienda mas cómoda es la que está cerca de ella, á la cual, aun el hombre que tiene ocupaciones^ pueda dar con facilidad una vuelta to dos los dias despues de haber concluido los negocios del fo ro. Porque los que compran posesiones lejanas, por no de cir ultramarinas , ceden el patrimonio á sus esclavos como si fueran sus herederos, y lo que es peor estando vivos: porque seguramente, si están sus amos distantes, ellos se corrompen , y apoderada de ellos la corrupcion , despues de las maldades que han cometido, esperando ser reemplaza dos por otros , se dedican mas bien á la rapiña que al cul tivo. CAPITULO IL De la situacion y disposicion que ha de tener la casa de campo y la heredad. i '•...': Ooy pues de opinion que la hacienda que se compre esté Cerca de la ciudad, á la cual taya el amo con frecuen 14 COLUMELA. cía, y anuncie que ha de ir con mas frecuencia que lo que haya de hacerlo; pues con éste temor el capataz y lá gente cumplirán con su obligacion. Siempre que tenga lugar se detendrá en el campo, y ésta detencion no lia de ser inútil ni ociosa; pues conviene que un padre de familia cuidadoso dé vuelta á menudo y en todos los tiempos del año á las diferentes partes de sus hereda des, para observar con mas conocimiento la naturaleza del terreno, ora estén los frutos en hojas y en yerba, ora estén ya maduros, y para no ignorar nada de lo que sea conveniente hacer en ellas. Pues hay una máxima antigua aprobada por Caton1 que dice: que es severamente cas tigada una hacienda cuyo dueño no enseña al capataz lo que seha de hacer en ella, sino que lo aprende de él. Por lo cual el principal cuidado del que ha heredado de sus ma yores una finca, ó trata de comprarla, es saber cuáles son las mas estimadas en aquel pais, para deshacerse de la que sea inútil , ó comprar una buena. Y si la fortuna suscri biere á nuestros deseos, la tendremos en clima saludable, tierra fértil , parte en llano y parte en colinas , con pen diente suave hácia el oriente ó mediodia: habrá en ella porciones de terrenos cultivados , y otras de silvestres y ásperos, no lejo3 del mar ó de un rio navegable que facilite la exportacion de los frutos, y la importacion de las mer cancías que hagan falta. Por bajo de la casa de campo ha brá una llanura distribuida en prados, tierras de labor, saucedales y cañaverales. Las colinas unas estarán sin ár boles, á fin de que únicamente sirvan para siembea de gra nos, los cuales sin embargo se dan mejor en tierras llanas, medianamente secas y pingües; que en laderas muy pen dientes. Y por tanto las tierras de pan, aun las mas altas, de ben tener llanuras, y cuando. mas una pendiente muy sua. ve y muy parecida á posicion de vega. Ademas otras colinas se cubrirán de olivares, de viñas, y de árboles que puedan dar horquillas para éstas, y otras que den madera y piedra para obras, cuando sea menester, como tambien pastos pa ra los ganados menores. Tambien será del caso un naci miento de agua, de donde se saquen acequias que rieguen los prados, los huertos y los saucedales, y que no falten' LIBRO PRIMÉRO i5 rebaños de ganado mayor y de otros cuadrúpedos que paz can los terrenos cultivados y los matorrales. Mas ésta situa cion que deseamos es raía y difícil , y pocos la encuentran: la próxima á ésta es la que tiene mas ventajas de éstas que hemos referido: la que no tuviere muy pocas es tolerable. CAPITULO IIL Cuando se reconozca una posesion para comprarla qué \ cosas se han de observar en ella mas principalmente. X orcio Caton * pensaba que al comprar y reconocer una heredad, se habían de considerar sobre todo dos cosas, la salubridad del clima y la tenuidad del terreno; de las cua les si Litaba una, y sin embargo habia quien quisiese cul tivarla, era un mentecato, y por consecuencia debia po nerse bajo de la curaduría de sus parientes % pues nadie que esté en sn juicio debe hacer gastos en el cultivo de un terreno estéril; ni por el contrario en un campo mal sano, por mas feraz y pingüe que sea, jamas llega el amo á ver sazonados los frutos , porque cuando se ha de ajustar la cuenta con la muerte, no solo es dudosa la percepcion de los frutos , sino tambien la vida de los cultivadores , ó por mejor decir, su muerte es mas cierta que la ganancia. Des pues de éstas dos cosas, que son las mas principales, añadía otras que no deben tenerse menos presentes, y son el ca mino, el agua, y los vecinos: que un camino cómodo es muy útil para las haciendas, lo primero, y es lo mas esen cial , porque les proporciona la presencia del amo que irá á ellas con mas gusto, si no teme la molestia de uno malo: lo segundo porque facilita la importacion de las provisiones y la extraccion de los frutos, lo cual aumenta el valor de éstos y disminuye el costo de aquellas , pues se conducen con mas equidad adonde se llega con menos trabajo. Ni es *de desatender tampoco poder ir á ellas por poco dinero, sí se va en bestias de alquiler; lo que conviene mas que man tener las propias: y al mismo tiempo los esclavos que han de .acompañar al amo harán sin dificultad el camino á pie. De la bondad del agua no hay para qué extenderse en ba itf COLUMELA. blar, siendo una cosa tan evidente para todos. ¿Pues ^uién dudará que deba ser lo mejor posible una cosa sin la cual ninguno de nosotros, sea de buena ó de mala salud, puede prolongar su vida ? Con la comodidad de un buen vecino no se puede' á la verdad contar, pues algunas veces lo cam» bia la muerte, ú otras diversas causas. Y por ésto algunos no admiten en ésta parte la opinion de Caton; los cuales sin embargo parece que van muy errados, pues así como es propio de un hombre sabio sufrir con fortaleza los acciden tes impensados , lo es igualmente de un loco ser artífice de su propia desgracia: lo que hace el que con sus dineros ad quiere un mal vecino , pues si ha nacido de padres libres, ha podido oir decir desde su infancia, que no perecería jamas un buey si tío hubiera un mal vecino : lo que no se 'dice solamente del buey , sino de todo lo demas que tene mos: de suerte que muchas gentes han tomado á partido carecer de sus casas y huir de sus patrias por las injurias de los suyos : á menos que no pensemos que el haber abando nado naciones. eiiteTas su suelo patrio, y refugiádose en paises extrangeros , haya sido* por otro motivo que por no poder aguantar á sus malos vecinos, hablo de los Aquéos, de los Hiberos , tambien de los Albanos , y no menos de los Sicilianos; y para no olvidar los pueblos á quienes de bemos nuestro origen , hablo tambien de los Pelasgos , de los Aborigines y de los Arcades. No me ceñiré solo á las calamidades públicas ; la historia nos ha enseñado tambien que en las regiones de la Grecia , y en ésta misma Hespe ria hubo vecinos particulares detestables ; á menos que di gamos que aquel Autolico^ ha podido serlo tolerable á per sona alguna, oque Caco 4, habitante del monte Aventiuo trajo algun gusto á sus vecinos los Palatinos. Pues mas quiero hacer mencion de los que ya no existen que de los presentes, •para no nombrar un vecino mio, que no deja en nuestro 'pago un arbol en pie, luego que descuella, ni almáciga 'á 'que no toque, ni rodrigon que no quite de la viña , ni da 'lugar á'que se dé de comer al ganado con algun descuido.' 'Con razon pues, opinó Catón en mi juicio que se debía .evitar tal peste, y advirtió sobre todo al que había de ser •febrttdof, que ño «c. acercára á «1U por su voluntad. LIBRO' PRIMERO t7 Nosotros añadiremos á éstos preceptos, el que uno delos sie te sabios ha dado á la posteridad , y es que en todas las cosas . se ha de. guardar modo y medida , y este no se ha dé entender proferido solamente para los que hayan de hacer otra cualquier cosa , sino tambien para los que hayan de com prar alguna hacienda , á fin de que nadie quiera comprar una mayor de lo que permitan sus fondos , pues á ésto pertene ce la excelente sentencia de nuestro poeta 5 '. Celebra las ha ciendas grandes , pero cultiva una pequeña. Cuyo. antiguo precepto lo puso en verso este varon eruditísimo, habién dose dado antes por otros , segun mi opinion , pues todos convienen en que los cartagineses, gente habilísima, ha blan dicho que la heredad debia ser mas debil que el la brador, porque como ha de luchar con ella, si puede mas ésta él queda arruinado-, y no hay duda que una hacienda grande mal cultivada rinde menos que una pequeña que lo está bien. Y por eso despues de la expulsion de los re yes, aquellas siete yugadas de tierra que Licinio, siendo tribuno de la plebe , habia repartido por cabezas á cada ciudadano, dieron mayores cosechas á los antiguos, que ahora á nosotros los barbechos de mas extension. Con efec to Curio Dentato , de quien hemos hecho mencion poco antes, habiéndose conseguido una victoria tan grande bajo su feliz mando , como el pueblo le hubiese concedido en premio de su raro valor quinientas yugadas de tierra , cre yó que é¿ta era una fortuna muy grande para un consul y un triunfador; y habiendo desechado el don que le hacia el pueblo , se contentó con éstas siete yugadas que se daban á los dé la plebe. Despues , aunque nuestras victorias y las mortandades de nuestros enemigos hubiesen dejado mu chas tierras vacantes, se imputó como crimen á un sena dor haber poseido mas de cincuenta yugadas: y Cayo Lici nio fue condenado á consecuencia de la misma ley que habia promulgado, siendo tribuno, porque excitado del inmoderado apetito de poseer, habia excedido de la cabida de tierra prefijada por ella á cada ciudadano. Y ésto no fue tanto porque pareciese una altanería poseer tanta tierra, co mo porque parecía criminal que un ciudadano romano abandonase de un modo nuevo los campos que el enemigo 6 l8 columeita: tu habia asolado en su fuga, poseyendo mas terreno que el que las fuerzas de su patrimonio; le perdutían cultivar For consiguiente en la ¡adquisicion de tierras se guardara la misma justa medida- qqe en las demas cosas-, pues solo se ha de adquirir lo necesario para que parezca qne hemos comprado fincas que dWfrutar, y no que nos sirvan de carga, privando á otros de su goce, -á ejemplp ele los muy poderosos, que poseen comarcas enteras 'á la* que no pue den dar la vuelta ni aun áicabatWjiy las qejaniabwlonadatf á-ios ganados para que las pisoteen , ó &"las fieras para que las devasten y destruyan, o tas ocupar» con ciudadanos en cadenados por deudas, ó con esclavos en mazmorras. La medida pues para Cada cual será su voluntad moderada y bus facultades, pues no basta,' como vahe dicho ames, que quieras poseer ¿i no puedes cultivar. CAPITULO IV. De la fertilidad de la hacienda > y de la situacion de la casa de campo. . ..! c espues se sigue el precepto de Ceson, de que se dice haber usado tambien Caton 1,y es que los que quieren comprar una heredad revisen muchas veces aquella en que hayan puesto los ojos; porque á, la primera' vistazo mani fiesta sus defectos ni sus buenas cualidades ocuüas! y tanta los primeros como las segundas se dejan ver con mas faci lidad de los que repiten las visitas. Nuestros mayores nos han tlado tambien una especie de fórmula para conocer á la simple vista si un campo es pingüe y" feraz, de euya cualidad hablaremos en su lugar, cuando tratemos de los géneros de tierra. Sin embargo tengo que manifestar y dar publicidad en general, á lo que se escribe haber dicho Marco Atilio Regulo', inclitísimo general ya en tiempo de la primera guerra púnica, y es; que así como no se ha de comprar una heredad , aunque su suelo sea el mas fecundo, si es insalubre, del mismo modo; no se ha dé adquirir la que lo tenga esteril, por mas saludable que sea: lo cual persua día Atilio á los labradores de su tiempo, con tanta mas au toridad cuanto estaba enseñado por la experiencia : pues las LIERGHIPIIMERO 19 historias dicen que cultivaba una hacienda 'pestilencial , y al mismo. tiempo estéril , en el campo Pupinio. Por lo cual como un hombre sabio no debe comprar en todas partes, ni dejarse engañar por el atractivo de la fertilidad ó por los encantos de la diversion , del mismo modo un padre de fa milia verdaderamente 'habil, debe hacer productivo. y útil todo lo que comprare ó adquiriere de .'otra manera; pues nuestros mayores nos han enseñado muchos remedios para el aire malo, con los que se mitigue su cualidad pestífera; y en la tierra endeble la inteligencia y aplicacion del labra dor puede superar la esterilidad del suelo. Y esto lo conse guiremos si creemos como á un oráculo al mas verídico de los poetas, que dice 3: Téngase cuidado de conocer de ante mano I0s vientos, Ias variaciones de la atmósfera, los usos del pais con respecto al cultivo, lo que puede dar cada. re gion, y lo que no puede producir: y no . contentándonos con la' autoridad de los cultivadores antiguos, ó de los del dia, pasemos por alto nuestros ensayos, y los experimen tos nuevos que hayamos hecho. Los cuales aunque en al gunos casos particulares son costosos, sin embargo en su totalidad son provechosos , porque nunca se cultiva el Campo sin utilidad: al mismo tiempo el poseedor consigue formarse para las operaciones que estan mas á su alcance; y tambien ésto hace mas productivos los campos mas fér tiles. Por tanto en ninguna parte se ha de omitir hacer varios experimentos, debiendo obrar con mucha mas re solucion en el terreno' pingüe, porque el buen éxito que tendrán en él , hará que no emplée en vano el trabajo y el dinero. Pero así como importa conocer la cualidad de una hacienda y el modo de cultivarla, no importa menos saber cómo se ha de edificar la casa de campo, y qué disposicion se le ha de dar para que sea útil ; pues se sabe por la his toria que muchos han errado en este punto, como los muy eminentes varones Lucio Lóculo y Quinto Escévola4, uno de los cuales había hecho la casa mayor, y el otro menor de lo que exigía la extension de la hacienda, sien do uno y otro contrario á los intereses del dueño; pues las casas mayores, no solo cuesta mas construirlas, sino que necesitan mayores gastos para su conservacion; y cuando b a a© COLÜMELA. V son menores de lo que exije la 'heredad i, se pierden los frtítos, pues tanto los líquidos como los áridos se deterioran facilmente, si no hay sitios techados donde guardarlos, ó son incómodos por estrechos. Tambien debe el padre de familia tener la mejor habitacion posible, á proporcion de sus facultades , para que vaya al campo con mas voluntad, y permanezca en él con mas gusto , mayormente si lo acom pañare la señora, cuya alma, así como su sexo, es mas de licada; por lo cual se ha de granjear con alguna amenidad que se dé á aquel paraje, á fin de que se conforme mas bien en residir allí con éL Ha de edificar pues el labrador con buen gusto ; pero no manifieste prurito de hacer obras , y ha de ocupar tanto terreno cuanto baste , para que no su ceda lo que dice Caton : Que la heredad tenga que buscar ! casa, ó la casa heredad. Cuál haya de ser en general la ..situacion de una casa de campo, lo vamos á explicar ahora* 'íJ51 edificio que se hace de nuevo, así como se ha de constiuir en un pago saludable , se ha de hacer en la parte mas saludable de aquel pago. Porque si el aire que lo rodea está corrompido , trae á nuestros cuerpos muchísimas incomo didades que les son perjudiciales. Hay algunos países don de no hace mucho calor en los solsticios, pero los trios del invierno son intolerables, como dicen que sucede en Thebas de Beocia : hay otros que en el invierno son templa dos, pero donde el calor es muy cruel en el estío, como '^ afirman de Calcis en Eubea. Búsquese pues un aire tem^ , piado, que no sea muy caliente ni muy frio, como se ex perimenta comunmente en el medio de las colinas, porque como éste parage no está muy bajo, no se hiela en el in vierno con las escarchas , ni se abrasa en el estío con los calores; y como no está encaramado en lo alto de las mon tanas, no tiene que temer los vientos, que por pequeño» '**V que sean en lo llano son allí furiosos, como tambien las llu vias en todo tiempo K Esta posicion pues del medio de una colina es la mejor, pero sin embargo ha de ser en un sitio un poco mas elevado que lo demas del terreno , no sea que si baja un torrente formado poí las lluvias de lo alto de la colina conmueva los cimientos de la casa. LIBRO PRIMERO CAPITULO V. ; ai . Del agita , de la situacion de la casa mas en particular, y de su exposicion. De "ebe haber una fuente que siempre tenga agria, ora nazca dentro de la casería , ora se introduzca de afue ra ; y cerca de ella un parage donde poderse proveer de le ña y que tenga pastos. Si no hubiere agua corriente, búaquese en la inmediacion agua de pozo que no sea hondo, ni ella sea amarga ó salobre. Si ésta tambien faltare, y la po ca esperanza de encontrar manantial obligáre á ello, se cons truirán cisternas muy capaces para los hombres , y charca» para los ganados , á fin de recoger en último recurso el agua de lluvia , que es la mas á propósito para la salubridad del cuerpo; pero el modo de tenerla excelente es conducirla por atanores de barro á una cisterna cubierta , ó algibe. Des pues de ésta la mejor es el agua corriente que tiene su orígen de las montañas, si se precipita por entre peñascos como la del monte Gaurano en Campania. La tercera la de pozo abierto en una colina , ó que á lo menos no lo esté en lo mas bajo de un valle1 : es malísima la de laguna que tie ne una corriente pausada, pero la que está siempre estan cada con ella es pestilencial •, sin embargo esta misma agua, aunque dañosa por su naturaleza, se mejora cuando se cor rige por las lluvias del invierno : por donde se entiende que el agua llovediza es la mas saludable de todas, porque des vanece lo perjudicial de aquel venenoso líquido: pero ya hemos dicho que ésta agua es la mejor para beber. Ma3 pa ra templar los calores del estío y hacer que un sitio sea ameno, contribuyen muchísimo los arroyos de agua corrien te; los cuales si la condicion del sitio lo permite, soy de sentir que se han de dirigir precisamente á la casería, sean como sean sus aguas con tal que sean dulces. Y si hu biere un rio suficientemente retirado de las colinas, y la sa lubridad del lugar y la elevacion de la orilla permiten co locar la casería sobre su márgen, se podrá hacer, procuran.» do que el rio quede mas bien á la espalda que delante, y b3 aa COLUMELA. que la fachada esté apartada de los vientos malos de aquel pais, y expuesta á los mas favorables, porque la mayor par te de los ríos están cubiertos en el estío de nieblas. calientes y en el invierno de frias, las cuales si no se disipan por la violencia de los vientos, causan enfermedades á los gana dos y á los hombres. La mejor exposicion que se dará á la casería, será como he dicho, en los parages saludables al oriente ó al mediodía, y en los enfermos al septentrion: tambien estará bien mirando :il mar, con tal que la toquen las aguas y la salpiquen lasolas, nunca fuera de la orilla y poco retirada de ella: pues es mejor apartarse del mar á lar ga distancia que á corta, porque los espacios intermedios exhalan vapores dañosos; Tampoco conviene que haya la guna cerca de los edificios,' ni camino real , poique aquella despide con los calores un vapor pestilencial y produce en jambres espesísimos de insectos que vienen volando sobre nosotros armados de aguijones dañinos, y al mismo tiempo echa fuera las pestíferas serpientes de la tierra y del agua, que privadas de la humedad del invierno y envenenada? con el cieno y el lodo fermentado, son causa muchas ve» ees de que se contraigan unas enfermedades desconocidas, cuyos motivos ni aun los médicos pueden descubrir; á que se agrega que en todo el tiempo del año el moho y la hu medad echan á perder los instrumentos de la labor, los muebles y los frutos, tanto los que no están guardados* como los que lo están: no conviene éste, ésto es el camino real , porque los destrozos de los caminantes que pasan por ellos y los continuos hospedages de los que quieren alojarse en la casería perjudican á nuestros intereses. Por cuyos mo tivos pienso que conviene evitar éstas incomodidades, y no edificarla en camino ni en parage pestilencial, sino lejos de éstas dos plagas , y en un sitio elevado , de suerte que su fachada esté mirando al punto del cielo por donde sale el sol en el equinoccio: pues semejante posicion tiene un me dio entre los vientos del invierno y los del estío, y es en la que están en equilibrio entre sí: y cuanto mas al oriente esté el suelo del edificio, con tanta mas libertad podrá re cibir los vientos en el estío, y tanto menos infestado será con las tempestades del invierno, y luego que salga el sol se LIBRO PRIMERO ^3 deshelará la escarcha : por lo cual lo que no participa de la luz de éste astro y de los aires calientes, sino de lado ó por la espalda, se tiene comunmente por pestilencial; y si ca rece de uno y otro, nada hay que pueda secar las heladas de la noche, ni limpiar todo el moho é inmundicias que se hubieren pegado: y éstas cosas no solo son perjudiciales á los hombres, siuo á los ganados, á las plantas y á sus fru tos. Y si cualquiera quisiere construir edificios en declive, empiece siempre por la parte inferior; porque habiéndose principiado á echar los cimientos por ésta parte, no solo sostendrán con facilidad lo que se levante sobre ellos, sino servirán de entivo y apoyo á las obras que despues se apli quen por la parte superior, si por casualidad se quisiere ampliar la casería, porque las que se hayan construido por bajo resistirán poderosamente al peso de las que despues vendrán á apoyarse sobre ellas: en lugar de que si los ci mientos se comenzasen por la parte superior del declive, como estarían ya cargados con su propria mole, todo lo que pusieres despues junto á ellos por la parte de abajo, formará mala union y tendrá grietas. Pues cuando se construye un edificio nuevo junto á uno antiguo y que amenaza ruina, éste á fuerza de resistir el empuje del que se levanta arri mado á él cede á su peso , y dejándose caer el que se había hecho antes sobre el que cede agoviado con su propio peso, será aquel atraído poco á poco hasta arruinarse. Y así éste defecto de construccion se ha de evitar desde el instante en que se empiece á sacar el edificio de cimientos. CAPITULO VI. De la distribucion de sus habitaciones y oficinas. MaLas la capacidad y número de los miembros de la casería se ha de arreglar al total de su recinto, y se ha de dividir en tres partes: la una urbana, que es la que se destina á la ha bitacion del amo; la otra rústica; y la tercera fructuaria. La urbana se ha de dividir en habitacion de invierno y de verano , de suerte que los dormitorios de invierno miren al oriente de ésta estacion, y I09 comedores al occidente de los 64 a4 f.COLUMELA. I I equinoccios. Los dormitorios de verano mirarán al medio día de los equinoccios1, y los comedores al oriente de in vierno. Los baños . estarán ácia el occidente del estío , para que tengan luz despues del mediodía y hasta la caida de la tarde; los paseos al mediodía de los equinoccios, para que reciban al invierno el mas sol posible, y en el estío el me nos2. Pero en la parte rústica se pondrá una cocina grande y alta, para que el enmaderado del techo esté libre del pe ligro de incendio, y los de la familia puedan estar en ella có modamente en todo el tiempo del año. La mejor exposicion para* el cuarto donde estén los esclavos sueltos será la del me* diodia equinoccial : para los encadenados la cárcel mas saludable será subterránea con muchas ventanas , y éstas angostas y tan altas que no se pueda llegar á ellas con la mano. A los ganados se les harán establos que estén al abrigo tanto del frio como del calor. A los bueyes domados se harán tinados para el invierno y para el estío; pero á los demas animales que conviene estén dentro de la casa , se harán cobertizos en un lado y en otro corrales con paredes altas, para que estén tranquilos en aquellos el invierno y en éstos el estío, y libres de los ataques de las fieras. Y todos los establos se arreglarán de manera que no pueda introducirse en ellos humedad alguna, y que la que resultáre de los animales sal ga lo mas pronto posible , para que no se deterioren los ci mientos de las paredes ni las pesuñas de dichos animales. Los tinados convendrá que tengan diez pies de ancho ó á lo menos nueve, cuya extension dá bastante anchura á las ro ses para echarse, y al pensador para andar al rededor de ellas: no es menester que los pesebres estén mas altos que lo preciso para que el buey ú otro animal de trabajo pueda comer en pie cómodamente. Al capataz se le hará la habi tacion junto á la puerta , para que vea los que entran y sa. len, y al mayordomo encima de ella por las mismas causas, y para que observe de cerca al capataz: é inmediato á am bos habrá un cuarto donde se reunan todos los instrumentos de la labor, y dentro otro con cerradura, en el cual se guar darán las herramientas. A los boyeros y á los pastores se les dispondrán cuartos cerca de sus respectivos ganados para que vayan con comodidad á cuidarlos. Sin embargo todos deben LIBRO PRIMERO ft5 tener sus habitaciones inmediatas unas á otras, para que no se distraiga la atencion del capataz teniendo que dar vuelta á diversas partes , y que ellos sean mútuamente testigos en tre sí de la aplicacion ó desidia de cada uno. La parte fruc tuaria se divide en bodega de aceite , molino y lagar , bode ga de vino, otra para el arrope, heniles, pajares, despensas y graneros: con la cualidad de que los líquidos, como el aceite para vender y el vino, se guardarán en piezas bajas, y en las altas los áridos, como el heno, las hojas, la paja, y los demas forrages. Pero á los graneros se subirá por esca leras , y se ventilarán con los aquilones por medio de ven tanillas pequeñas, pues estos vientos vienen del punto mas frio y menos húmedo, cualidades que ambas contribuyen á la mayor duracion de los granos entrojados. La misma ra zon hay para tener en bajo la bodega del vino, ésto es su conservacion , y ésta oficina debe estar bien lejos de los ba ños, del horno, del muladar y de las demas inmundicias, que exhalan mal olor , como tambien de las cisternas y de las aguas corrientes , que esparcen ai rededor de sí una hu medad que echa á perder el vino. Y no se me oculta que muchas personas opinan ser el mejor sitio para guardar los granos un granero embovedado, cuyo suelo terrizo án tes de pavimentarlo se cava muy bien , se riega con alpe. chin fresco sin sal , y se apisona como la obra de Segni*. Despues , asi qne está seco , se ponen encima ladrillos , que se sientan con mezcla de cal y arena, amasada con alpechin en lugar de agua , se golpean muy fuertemente con los pi sones, y todas las junturas de las paredes entre sí y con el suelo se cubren con molduras de barro: pues por lo comun cuando los edificios se agrietan en estos sitios, proporcio nan cavidades y escondites á los animales subterráneos. Y estos graneros se dividen en trojes , para que se ponga con separacion cada clase de granos. Las paredes se enlucen con barro amasado con alpechin, al cual se mezclan hojas se cas de acebnche, y si no las hubiere, de olivo, en lugar de paja. Despues, así que se ha secado este enlucido, se ro cían otra vez con alpechin, y en enjugándose se echa el gra no. Estos preparativos parece que defienden muy bien los granos entrojados del daño de los gorgojos, y del de otros in 26 COLUMELA. sectos, que si no se guardan con precaucion, los consumen prontamente. Pero ésta clase de graneros que hemos des crito , como no estén en un sitio seco de la casería , echan á perder con la humedad el grano , por muy sano que esté: y si no hubiere humedad alguna , pueden conservarse aun que sea debajo de tierra, como sucede en algunas provincias ultramarinas, donde la tierra excavada á manera de pozos, que llaman silos4, recibe en su seno los frutos que había pro ducido. Mas en nuestros paises que abundan de humedad, tenemos por mejores I03 graneros en alto , y ésta precau cion de los pavimentos y enlucido de las paredes; porque, co mo he dicho, los suelos y los lados de los graneros prepara dos de ésta manera, impiden que entre el gorgojo, cuya es pecie de plaga cuando acomete á los granos , son muchos de opinion que puede remediarse , si se apalean en el granero, con que se ventilan y como que se refrescan ; pero ésto es fal sísimo, pues haciendolo no se echan los insectos fuera, sino que se dispersan por todos los montones : en lugar de que si permanecen sin moverse, solo se infestan las partes mas superficiales, pues el gorgojo no nace mas adentro de un palmo, y es mejor sujetar al peligro lo que está echado á perder que todo ; y cuando la necesidad lo exija , es fácil despues de quitar lo que está picado, aprovechar lo que es té sano debajo. Aunque estas observaciones parezcan extra ñas á la materia de que estamos hablando, creo que no es tán aquí fuera de su lugar. Las prensas principalmente y las bodegas del aceite deben estar calientes , porque el ca lor dilata los líquidos y el frio los condensa mas. El aceite si se cuaja (lo que sucede raras veces) se 'enranciará. Pero así como es preciso el calor natural, que resulta de la expo sicion y del clima, del mismo modo no se necesita de fue go ni de llamas, porque el aceite toma mal gusto con el humo y con el hollin : por lo cual deben darse á la prensa las luces por la parte del mediodía, á fin de que cuando se cargue la aceituna no tengamos necesidad de fuego ni do luz artificial. El sitio donde se hace el arrope no ha de ser estrecho ni obscuro, para que el que haya de cocer el mos to pueda manejarse s¡n incomodidad. El desecador donde se haya de secar la leña pronto , si no hace mucho tiempo LIBRO PRIMERO 37 que se ha cortado , se puede hacer tambien en la parte rús tica , junto á los baños de la familia ; pues conviene que los haya para ella, y que solo los usen los dias feriados; porque no es conveniente á la robustez del cuerpo tomarlos con fre cuencia. Las despensas será bueno ponerlas sobre los parages de donde sale habitualmente humo, porque los vinos se enrancian mas pronto, y la continuacion del humo los lleva á.que se maduren temprano. Por lo cual deberá haber otro cuarto donde se lleven , no sea que á fuerza de ahumarse se echen á perder. Basta con lo que hemos dicho de la si tuacion de la casa de campo y de la distribucion de sus par tes: ahora resta advertir las cosas que deberá haber inme diatas á ella, y son las siguientes: un horno y urt molino de pan proporcionado á la gente que ha de haber: dos charcas á lo menos, una para los gansos y los ganados, y otra para remo jar los altramuces, las mimbres, las varetas, y otras cosas que son á propósito para nuestros usos. Tambieu habrá dos mu ladares, uno donde se lleven las inmundicias nuevas y se tengan un año, y otro de donde se saquen las antiguas pa ra echarlas en la tierra ; pero ambos deberán estar como las charcas , con un declive suave, y el suelo empedrado y apiso nado , para que no den paso á la humedad : pues es de la mayor importancia que no se seque el estiercol, y que de este modo conserve su virtud y se macere con la continua da humedad , para que si hay revueltas con la paja algunas semillas de matas espinosas ó de gramas, mueran y no lle nen de yerba las sementeras cuando se lleven al campo. Y por ésto los cultivadores inteligentes cubien todo lo que sacan de los apriscos y de los establos con zarzos de mim bres, para que no se deseque con los vientos, ni se abrase con los rayos del sol. La era se ha de hacer de suerte que si es posible la pueda ver el amo, ó á lo menos el mayordo mo. La mejor es la que está empedrada cou guijarros, por que los granos se trillan pronto, como que el suelo no ce le á los golpes de los cascos de las bestias y de los trillos, y cuando se avientan salen mas limpios, sin chinos ni terroncillos que dá de sí por lo comun la era terriza en la trilla. Cerca de ésta se debe hacer un nubilario, sobre todo en Italia, por la circunstancia de su clima , para poder cubrir las mieses a8 COLUMELA. á medio trillar, si sobreviniere alguna lluvia repentina; pero esta precaucion está de mas en algunos países ultramarinos, donde no llueve en el estío. Los huertos de frutales y de hortalizas conviene que estén cercados con un seto y cerca de la casería, en parte donde pueda desembocar toda la porquería del corral y de los baños , como tambien el alpechin que se exprime de las aceitunas, pues con semejantes alimentos se fertiliza tambien la hortaliza y el árbol. ' CAPITULO VII. De los deberes del padre de familia. l\rreglado todo de ésta suerte , bien por el dueño , ó bien por las personas de quien ha recibido la hacienda , su principal cuidado se ha de dirigir á las demas cosas, de que no hemos tratado , y sobre todo á los hombres. Estos son de dos maneras, colonos, ó esclavos; y éstos sueltos, ó con grillete. A los colonos los tratará con atencion , y se les mostrará afable ; será mas ejecutivo para obligarlos á labrar bien , que para cobrarles la renta ; porque ésto es menos ofensivo , y en general nos es mas provechoso. Pues cuando la tierra se cultiva con cuidado, trae por lo comun ganan cia y nunca pérdida (si no ha sobrevenido fuerza mayor de temporal ó de ladrones), y por consiguiente el colono no ee atreve á pedir perdon de la renta. Ni tampoco debe ser el amo muy rigoroso en mantener su jderecho sobre cada una de la3 cosas á que haya obligado al colono , como en cobrar las rentas el dia aplazado, en exigirles la leña y otras pequeñas adealas , cuyo cuidado acarrea á la gente del campo mayor molestia que gasto. Y en efecto no hemos de reivindicar todo aquello que nos es lícito pedir; pues los antiguos opinaban que el rigor del derecho era un supli cio rigoroso. Ni por el contrario se ha de aflojar del todo, pues, como se cuenta haber dicho el usurero Alphio con muchísima verdad, los buenos créditos, no reclamándolos, ee hacen malos. Yo he oido asegurar en nuestros dias á Lucio Volusio r antiguo consular y hombre opulentísimo, que para un padre de familia sería la heredad mas feliz LIBRO PRIMERO a9 la que tuviese colonos indígenas y los retuviese , como si hubieran nacido en una posesion de sus padres, teniendo una larga familiaridad contraida ya desde la infancia , así como yo creo que es malo renovar con frecuencia los arrendamientos, y aun peor tener un arrendador que viva en la ciudad , y quiera mas bien labrar por medio de sus es clavos la hacienda, que por sí mismo. Saserna decía que semejante hombre por lo comun en lugar de renta daba pleitos, y que por lo mismo se debia procurar conservar los colonos que estén criados en el campo v que asistan de continuo en él, en caso que no podamos labrar, ó no nos tenga cuenta hacerlo por nosotros mismos, ó por nues tros sirvientes; lo cual sin embargo no sucede mas que en aquellos paises que se destruyen por lo enfermo del clima ó la esterilidad del terreno. Pero cuando aquel es mediana mente saludable y éste bueno, nunca ha dejado de dar mas utilidad á cualquiera en su campo su cuidado que el del colono; lo mismo sucede con el del capataz si no media1 una grandísima desidia ó rapacidad de éste. Cuyos dos pecados no hay duda que se cometen ó se fomentan por cul pa del amo ; pudiendo guardarse de poner semejante hom bre al frente del cultivo de su heredad, ó si lo ha puesto, procurar separarlo. Sin embargo en las haciendas que estan lejos adonde no puede ir con facilidad el padre de familia , como quiera que todo género de campo está mas tolerablemente á cargo de un colono Ubre, que al de un capataz esclavo, lo está sobre todo el de pan sembrar, pues éste no lo puede destruir el colono (como las viñas y la arboleda maridada á ellas), y los esclavos lo administran muy mal, pues alquilan los bueyes, dan mal de comer á éstos y á los demas ganados , no labran la tierra bien , po nen en cuenta mucha mas simiente de la que le han echa do en la siembra , no ayudan ésta para que produzca bien, cuando llevan la mies á la era para trillarla, mientras ésta dura disminuyen diariamente el grano por fraude ó por ne gligencia, pees no solo lo roban ellos, sino que no lo guardan de otros ladrones ; y despues de puesto en el granero , no lo sientan fielmente en sus cuentas. De aquí resulta que el capataz y la gente faltan á su obligacion, y que la hacien 3o COLUMELA. da muchas veces cobra mala fama. Por lo que yo soy de opi nion que la hacienda que es de ésta clase , si como he dicho ha de carecer de la presencia del amo, se debe dar en arrendamiento. . ' CAPITULO VIIL Del vapataz, de sus cualidades y obligaciones, y como '" ha de tratar el padre de familia á la gente del campo. -I-Jos primeros cuidados que signen á los que hemos ex plicado son con respecto á los esclavos, ésto es, qué cargo convenga dar á cada uno, y cuáles se han de destinar á cada especie de trabajo. Ante todas cosas pues, advierto que no elijamos el capataz de aquel género de esclavos que han servido á nuestros placeres, ni de los que hayan ejercido ar tes de lujo, ó de las que se ejecutan en la ciudad. Pues es ta casta de esclavos es perezosa, aficionada á dormir, acostumbrada al descanso, á la palestra, al circo, á los teatros, al juego, á la crápula y á Jos lupanares: nunca deja de pensar en éstas mismas tonterías, las cuales si lo siguen á los trabajos del campo, no recibe el amo tanto perjuicio en el mismo esclavo,' como el que sufre en todo 6U caudal. Se ha de escoger por consiguiente uno que. esté desde la iliñez endurecido en los trabajos del campo, y que la experiencia Vi haya dado á conocer. Pero si no lo hubiere se escogerá de entre los que han sufrido una, esclavitud laboriosa: que haya pasado la primera juventud y no haya tocado todavía en la vejez: lo primero, para que aquella no rebaje la au toridad necesaria al que manda, pues los mayores de edad se desdeñan de obedecerá un jovencillo; y lo segundo pa ra que no sucumba á un trabajo sumamente penoso. Sea pues de una edad mediana, de robustez constante, inteli gente en la agricultura , ó á lo menos muy aplicado , para que aprenda mas pronto, pues no nos. tiene cuenta que «no mande y otro enseñe; y no puede mandar trabajar con acierto al que le está subordinado el que tiene que apren der de él lo que se ha de hacer, y cómo lo ha de ejecutar. Este cargo lo puede desempeñar bastante bien un hombre LIBRO PRIMERO 3i que no sepa leer ni escribir, con tal que sea de una me moria muy tenaz; y un capataz que se halla en este casO, dice Cornelio Celso, que trae muchas mas veces dineros ai amo que un libro de cuenta, porque como no sabe escri bir , tiene menos posibilidad de forjar una cuenta por si mismo, ó teme hacerlo por medio de otro por no descu brirse á él. Pero sea cual sea el capataz, le has de asignar una muger propia que lo contenga, 'y sin embargo lo ayu de en algunas cosas.' Y se le ha de advertir tambien que no coma con ningun doméstico, y mucho menos con nin gun estraño. Con todo eso no se desdeñará de admitir á sil mesa en un día de fiesta al que conociere ser muy aplica do y de mucha resistencia para el trabajo j lo' que hará como una señal de distincion. No hará sacrificios sin or den de su amo, no admitirá en la casería agoreros ni he chiceras, cuyas dos clases de gentes excitan con su vana supersticion los ánimos de los ignorantes á hacer gastos, y en seguida á cometer delitos. No irá con frecuencia á la ciudad , ni á ningunos mercados sino para comprar ó ven der Cosa que le pertenezca; pues el capataz , como dice Ca« ton, no debe ser andariego ni salir de los límites de lá hacienda , como no sea para aprender alguna especie de cultivo, y ésto .si es á un sitio tan inmediato que pueda volver pronto. No consienta que ?e hagan en la hacienda «encías ni lindes nuevas, ni admita huespedes que no sean parientes ó amigos de su amo. Así como 9e le han de prohibir éstas cosas, del mismo modo se le ha de exhor tar á que tenga cuidado con los instrumentos de la labor y con las herramientas; que los tenga dobles de lo qus exije el número de esclavos, y los sobrantes estarán cor rientes y custodiados, para no tener que pedir nada pres tado al vecino, pues importa mas el trabajo que pierden los esclavos en ir á buscar éstas cosas, cuando les hacen. falta, que el valor de ellas. Tendrá vestida la gente con mas comodidad que delicadeza , y exactamente resguardada del viento, del frio y de 1» lluvia; todo lo cual se evita con pellicos que tengan mangas, con esclavinas viejas1, ó con sayos con capuchas. Si ésto se hace, ningun dia hay tan intolerable que no se pueda dar alguna labor al 3a . COLUMELA. raso. Ni ha de estar solamente instruido en los trabajos del campo, sino tambien ha de estar adornado de las virtudes del alma , cuanto cabe en la índole de un esclavo , de suer te que no mande floja ni cruelmente. Proteja siempre á algunos de los mejores ; perdone tambien sin embargo á los menos buenos , de manera que mas bien teman su se veridad , que detesten su crueldad. Esto podrá verificarse, si prefiere impedir. que sus súbditos cometan delitos á dar lugar con su negligencia á que los cometan , y tener que castigarlos; y no hay un medio mejor de impedir que un hombre delinca, aunque sea malísimo, que echarle tarea, que la cumpla con exactitud, y que esté siempre el capataz á la vista ; pues de éste modo los manijeros de ca da labor cumplirán perfectamente con sus funciones , y los demas, despues de la fatiga del trabajo, procurarán el re poso y el sueño mas bien que la diversion. Ojalá se pu diese conseguir de un capataz que se conformase con aquellas prácticas antiguas que, aunque excelentes, han dejado de usarse en nuestros dias; conviene á saber: no servirse de sus consiervos, sino en cosas del amo ; no comer sino á presencia de ellos, ni otra comida que la que se dá á los mismos; pues así cuidará de que el pan se haga con esmero, y las demas cosas de comer se com pongan de modo que sean saludables. No dejará que salga persona alguna de la hacienda sin su orden , ni los enviará fuera de ella si no le obliga una gran necesidad. No co merciará para su utilidad, ni empleará el dinero de su amo en animales, ni en otras ningunas mercancías, pues éstas negociaciones lo distraen de su obligacion y no le perini- • ten jamas quedar solvente en las cuentas que dá á su amo; y cuando éste le pide el dinero le muestra en su lugar las cosas que ha comprado con él. Sin embargo lo que se ha de conseguir de él principalmente sin excepcion , es que no crea saber lo que ignora , y que procure aprender lo que no sabe; porque por mucho que aproveche hacer una cosa con inteligencia , perjudica mas hacerla mal. Pues la principal máxima, y acaso la única de la agricultura, es haber hecho de una vez todo lo que exijen las reglas del cultivo, porque cuando se corrige lo que se ha errado por LIBRO PRIMERO 33 ignorancia ó por descuido, ya se ha perdido para el amo ho que esperaba ganar , y no se producen despues los frutos en tanta abundancia que resarzan éstas ganancias perdidas, y las que han debido resultar de ellas en los tiempos pasa dos. Con los demas esclavos se han de seguir poco mas ó menos las reglas siguientes que no me pesa haber observado: hablar mas veces y con mas familiaridad á los del campo que á los del pueblo, con tal que no se hayan portado mal; y como yo conociese que con la afabilidad del amo se ali viaba su continuo trabajo, algunas veces me chanceaba con ellos, y mas veces les permitia que lo hiciesen ellos con migo. Ahora lo que hago frecuentemente es conferenciar con ellos sobre algunas labores nuevas que pienso hacer, como si lo entendieran mejor que yo, y por este medio veo cuál es el talento y cuál la instruccion de cada uno. Tam bien veo que emprenden con mas gusto la labor que creen ¿aberse consultado con ellos y que se va á hacer por su dictamen. Por lo demas , todos los hombres circunspectos acostumbran observar las reglas siguientes: reconocer los esclavos que estan en la mazmorra para ver si estan bien encadenados, si ella está bastante segura y fuerte, si el ca pataz ha puesto ó quitado las prisiones á alguno sin noti cia de su amo : porque se han de observar sobre todo estas dos cosas; una eme el capataz no quite los grillos al que el padre de familia haya impuesto ésta pena sin su per miso : y la otra que no suelte al que él hubiere encadena do de su propio movimiento antes de haber dado cuenta al amo, y éste debe indagar si los esclavos que se hallan en éste caso están mal tratados en punto de ropa y de las demas cosas que deben suministrárseles, con tanta mas escrupulosidad , cnanto que estando sujetos á muchas per sonas, corno a los capataces, á los manijeros y á los car celeros, están mas expuestos á sufrir injusticias: y por el contrario si se les ofende por la crueldad y la avaricia de éstos son mas temibles: por lo cual un diligente padre de familia se informará no solo de éstos mismos esclavos , si no tambien de los quo están sueltos , cuyo testimonio para el caso es mas seguro, de si reciben lo que les correspon de , con arreglo á sus órdenes. Y él examinará por sí misc 34 COLUMELA. mo la bondad del pan y de la bebida , gustando uno y otro, y reconocerá el vestido , los guantes y el calzado. Les per mitirá tambien muchas veces quejarse de los que los tra tan mal , sea por crueldad ó sea por fraude. Nosotros , á la verdad, al paso que algunas veces vengamos á los que se quejan con razon , del mismo modo castigamos á los que perturban con sediciones la familia y calumnian á sus su periores : y por otro lado premiamos á los que se portan con agilidad y destreza. A las mugeres mas fecundas, que tuvieren cierto número de hijos, se las debe tambien dar premio; nosotros algunas veces las hemos dispensado de trabajar , y aun les hemos dado la libertad ; lo primero á la que tenia tres hijos, y lo segundo á la que tenia mas; pues ésta justicia y éste cuidado del padre de familia contribuye mucho á aumentar su patrimonio. Tambien tendrá presen te, cuando vuelva de la ciudad, hacer oracion á los dioses penates a, en seguida ver al instante los confines de su he redad si hubiere tiempo, y si no al dia siguiente registrar y reconocer todas sus partes, examinando si en su ausen cia ha habido alguna relajacion en la disciplina ó en la cus todia de sus esclavos, si falta alguna cepa de viña, algun arbol ó algunos frutos: tambien pasará revista al ganado, á la familia, á los instrumentos de la labor, y á los mue bles ; todo lo cual si se propusiere hacerlo por muchos años, cuando llegue su vejez conseguirá tener una disciplina bien ordenada; y en ninguna edad, por consumido que lo tengan los años , lo despreciarán sus esclavos. CAPITULO IX. De qué estatura han de ser los hombres que se destinan d cada clase de trabajo , y de las cualidades que han de tener. TA enemos tambien que hablar de las diferentes cualidades de alma ó de cuerpo que creemos ser necesarias en los hombres que se destinan á cada especie de trabajo. Para manijeros conviene echar mano de hombres aplicados y muy frugales: ámbas cosas son mas conducentes para éste en LIBRO PRIMERO 35 cargo que la estatura y la fuerza del cuerpo: porque éste ministerio tiene á su cargo la custodia exacta de hombres é instrumentos, y necesita de instruccion en la agricultura. Al gañan, aunque le son precisas las cualidades del alma, no le son suficientes , si lo lleno de su voz y lo alto de su cuer po no lo hacen temible al. ganado: pero es menester que se templen las fuerzas con la moderacion , y que sea mas for midable que rigoroso, para que los bueyes le obedezcan y puedan resistir mas , no abrumándolos á un mismo tiempo con la molestia del trabajo y la de I0s golpes. Sin embargo de esto repetiré en su lugar las obligaciones de los manije ros y las de los gañanes : baste por ahora haber advertido que en aquellos nada importan las fuerzas y la corpulencia, y que en éstos es de la mayor consecuencia. Dedicaremos pues á gañanes , como ite dicho , los de mas cuerpo , no solo por las razones que acabo de referir , sino porque en el cultivo con ningun trabajo se fatiga menos el hombre muy alto que con el de arar, pues mientras lo hace, se apoya sobre la esteva casi sin doblar el cuerpo. El trabajador que hace las demas labores puede ser de cualquiera talla , como sea suficiente para resistir el trabajo. Las viñas no exigen tanto hombres altos, como recios y membrudos, porque éste porte de cuerpo es á propósito para las cavas , podas y demas labores que se les dan. En estos últimos exige la agricultura menos frugalidad; porque dan su trabajo en cuadrilla y bajo la direccion de otro, y porque los picaros, que son los que requiere la condicion de ésta labor, son los que se imponen mas pronto: porque ésta clase de trabajo no solo pide fuerza en el que lo dá, sino des treza y agilidad. Y por ésto las viñas lo mas ordinario es que las labren esclavos encadenados. Pero no habrá cosa que no haga un hombre de bien mejor que un bribon , sien do de igual agilidad. He hecho ésta advertencia para que nadie piense que yo estoy en el caso de querer cultivar mas bien los campos por .medio de picaros que por medio de inocentes. Lo que si opino es que no se deben confundir los trabajos de la familia, de manera que iodos hagan todas las cosas: pues ésto de ninguna manera conviene al labra dor, sea porque nadie cree que hay trabajo alguno que le c * 36 COLUMELA. corresponda peculiarmente , sea porque el que se esfuerza en adelantar su taréa no lo hace para sí, sino para el comun de los trabajadores, por lo que se sustrae mucho del trabajo; y cuando entre muchos se hacen las cosas, no se conoce con distincion quienes son los que las han hecho mal : por lo cual se han de separar los gañanes de los que labran las viñas, éstos de aquellos , y unos y otros de los demas trabajadores. Asimismo las cuadrillas en que se dividan no se han de ha cer mas que de diez hombres: á éstas llamaron los antiguos decurias1, y fueron muy de su aprobacion, porque en no pasando de éste número, podía el manijero, que iba de lante, atender á ellos muy cómodamente, y la multitud no confundía su atencion. Por lo cual , si la hacienda es de mu cha extension, se han de distribuir las cuadrillas en distin tos pedazos de terreno, y se ha de dividir la labor de ma nera que no haya solamente uno ó dos juntos, porque si estan dispersos no se atiende á ellos con facilidad; ni mas de diez, no seaque si por el contrario la cuadrilla es demasia do grande, no mire cada uno tle los que la componen el trabajo que hay que dar como propio. Esta division en cua drillas no solo excita la emulacion, sino facilita que se co nozca los que son flojos, porque alentándose las gentes á trabajar con la competencia, parece que se emplea justa mente y sin motivo de queja el castigo en los perezosos. Y prescribiendo al que va á ser Librador lo que ha de dispo ner principalmente acerca de la salubridad, del camino, del vecino, del agua, de la situacion de la casa de campo, de la cabida de la haciend i , de las especies de colonos y de es clavos, de !a distribucion de oficios y de trabajos, hemos lle gado ya oportunamente á deber tratar del cultivo de la tier ra, lo que vamos á hacer con extension en el libro siguiente. LIBRO PRIMERO 37 Notas al prólogo. T. Signe la opinion de los que creen que el mundo no tu vo principio ni tendra fin; como fueron Lucano Ocelo, y Aristóteles, pues los Epicúreos, que eran de contrario sentir, tambien opinaban que estaba expuesto á envejecerse. 2. Con esta palabra criticaban los antiguos la malignidad de los causídicos. 3. Entre los Romanos los porteros eran unos esclavos ata dos con cadenas á la puerta, como entre nosotros los perros. . 4. Las fasces eran unos líos de varas, en medio de los cua les había. una hacha, cuyo hierro salía sobre ellas. Se llevaban delante de los cónsules, de los pro-cónsules , de los presiden tes de las provincias y de los pretores, por los lictores. Los primeros llevaban cada uno doce de éstos, y los demas á seis, por honor y para inspirar terror. i ~ r y. Capataz: en Andalucía y otras partes se llama así la per sona á cuyo cargo está la labranza y administracion de las ha ciendas de campo. Villicus. 6. Lucio Quincio Cíncinnato , segun refieren los autores, estaba ocupado en el cultivo de cuatro yugadas de tierra que tenia , y estaba desnudo cuando le Llevaron la noticia de ha ber sido nombrado Dictador. Se puso su toga para recibir con decencia las órdenes del Senado y del pueblo romano, y lue go que estuvo vestido lo saludaron los comisionados en cali dad de Dictador, y lo llevaron i la ciudad: al día siguiente marchó al frente de los romanos , á quienes había hecho tomar las armas, y en la mañana del otro atacó á los Equos, que te nían cercado en sn campo al cónsul Lucio Minucio, los ven ció, y les hizo pasar por debajo del yugo. Desde entonces qui so dejar la dictadura, que podía retener seis meses; pero ne cesitándose de sus servicios todavía para desempeñar otro en cargo distinto de este, no la dejó' hasta el decimosexto dia des pues de su nombramiento. ... . ..:. r ... 7. Valerio Máximo en el lib. 4. cap. 4. ejemplo 87. dice que al principio poseyó siete yugadas, pero que le habían quitado tres, por haber fiado á un amigo suyo. . 8. Este fue aquel cónsul romano que cuando hacía la guer ra á Pyrro, hizo encadenar al medico de este rey que le ha bía ofrecido matarlo, y se lo envió. 9. Este cónsul hizo la guerra á los Samnites, á los Sabinos y á los Lucanios , y echó á Pyrro de Tarento , por lo cual triunfó de todos. 10. Rey de Epiro, descendiente de Hércules por su padre, y de Aquiles por su madre. .. c3 38 COLUMELA. ir. Marco Terencio Varron fné lugar-teniente de Pompeyo en la guerra contra los Pyratas, y mereció una corona na val ; pero menos dichoso en España, se vio obligado á rendir se á Julio César. Vivió cien años, que empleó en el estudio. Fué tenido por el mas sábio de los romanos. Escribió varias obras que le merecieron ésta gloria , y entre ellas un tratado de agricultura que anda con la de nuestro autor, quien lo elogia en el capítulo primero de éste libro. Yo pienso traducirlo. 12. Parece calcado el fin de éste periodo sobre nuestras costumbres, á lo menos sobre las de aquellos que se llaman del gran mundo. Esta aplicacion que hace Saboureux á sus com patriotas, puede hacerse tambien á muchos españoles: y aun que bastantes grandes propietarios no son viciosos, los mas tie nen abandonado el cultivo de sus haciendas á administradores ignorantes y capataces rutineros. • •, i . v :.:'r;.". ¡; 13. Habia en Roma de nueve en nueve días un mercado que por éste motivo se llamaba iiundina: como.el pueblo .ro mano venia del campo á hallarse en él, los que proponían las leyes se aprovechaban del dia en que se celebraba para veri ficarlo, y ninguna se publicaba sin haber sido propuesta en tres dias de mercado consecutivos, á fin de que nadie diese su voto sin conocimiento. •í ' , , ' 14. Este rey, del cual la mitología hizo un Dios, era hijo del Cielo. Destronó á su padre, y él fue destronado por su hijo Júpiter. 15. Marco Tulio Ciceron, el primero entre los oradores romanos, del que nos han quedado dichosamente un gran nú mero de obras. Por ellas se puede conocer una gran parte de su vida y de su consulado. Fue una de las víctimas de las proscripciones de Marco Antonio. 16. Diosas que los poetas hicieron hijas de Júpiter y de la Memoria , á las cuales dieron el imperio de la l'oesía y de la Música. Se contaban nueve , y el poeta Hesiodo dio nom bres á cada una de ellas. .¡ ¡ ' . 17. Célebre poeta trágico, del cual hace Quintiliano un grande elogio, y atribuye al siglo en que vivió lo poco lima do de su estilo que notó Ciceron. 18. Publio Virgilio Maron, el primero de los poetas la tinos. Era natural de una aldea cerca de Mantua : se dedicó al principio á la veterinaria, lo que le dio ocasion para ha cerse conocery llegar á ser favorito de Augusto. Andan en ma nos de todos las excelentes obras que nos quedan de él. 19. Este es uno de los que quitaron la vida á Cesar. Era nieto de Caton por su madre, y descendía de Junio Bruto, el que echó los reyes de Roma. LIBRÓ PRIMERO 39 20. Era discípulo de Ciceron. Tenia nn caracter turbulen to : hubo sospechas contra el de haber entrado en la conjura cion de Catilina , y fue acusado de éste crimen. Ciceron tomó su defensa , y la oracion que hizo con éste motivo ha llega do á nosotros. 21. Este celebre orador, amigo de Augusto, ha' merecido ser comparado á Ciceron. Sin embargo, Quintiliano dice en el lib. 10 cap. 1 de sus Instituciones oratorias, que está tan distante de Ja belleza y amenidad de éste orador, que puede parecer anterior á el un siglo. 22. Horacio cita con elogio a éste orador en su Arte poé~ tica. Era de la familia de Valerio Corvino, conquistador de Mecina en Sicilia, llamada en latin Messana, de la que to mó el sobrenombre, que se cambió insensiblemente en el de Mussala. Quintiliano en el lugar citado, diceque su elocuen cia parecia que anunciaba la nobleza de su nacimiento. 23. Este es el orador que siendo consul con Mario habia deshecho á los Cimbros, y á quien este mismo Mario conde nó despues á muerte, á pesar de las instancias de muchos ciudadanos que le pedían lo perdonase; por lo cual Cátulo se encerró en su cuarto dormitorio, y se hizo sofocar por el vapor de carbones encendidos. 24. Este es el primero de los oradores griegos, ó mas bien el modelo de todos los oradores que han existido de cual quier nacion que sean: era de Atenas. 2J. Los epítetos que le han dado manifiestan lo estimado que ha sido , pues le llaman el divino Platon y el Home ro de los filósofos. Era de Atenas y se llamaba Aristóteles; le dieron el nombre de Platon por lo ancho de sus hombros. Fue en Atenas discípulo de. Sócrates , y en Italia de Pitágoras : Aristóteles fue su discípulo y digno de tal maestro. 26. Este fue Homero, el primero de los poetas griegos: su verdadero nombre fue Melesígenes : se ignora su patria: fue ciego. Cornelio Nepos dice que vivió ciento y sesenta años antes de la fundacion de Roma. 27. Esté pintor era natural de Cauno en la Caria: era muy pobre. Demetrio no quiso incendiar á Rodas por temor de quemar las obras de este pintor: despues de tomada la ciudad lo llamó , y habiendole preguntado cómo se habia atrevido á permanecer tranquilamente trabajando en su casa durante el sitio, le respondió que sabia bien que el hacia la guerra á los Rodios y no á las artes. Era tambien al mismo tiempo celebre fundidor. 28. El primero de los pintores de la antigüedad. Alejan dro Magno le tuvo particular estimacion, y mandó que nin gun pintor fuera de él lo retratase. No estuvo poseído de la C4 4o COLUMELA. baja envidia que envilece muchas veces á las personas de mé rito, pues dio reputacion á Protógenes, ofreciendo por sus cuadros un precio excesivo, y esparciendo el rumor de que los compraba con la intencion de venderlos por suyos pro pios. 29. Este célebre pintor era de Epheso. Se cuenta una dis puta de talentos entre él y Zeuxis : éste último habia pinta do unos racimos de uvas tan naturales, que venían los pájaros á picarlas : Farrasio habia pintado una cortina , y acercándose Zeuxis al cuadro para verlo, le dijo que descorriera la corti na ; pero reconociendo su error dio la preferencia á éste cua dro sobre el suyo , porque el suyo habia engañado á los pá jaros, y el de Parrasio a un conocedor. Es sensible que éste artista no unió la modestia á los talentos;, pues era el hombre mas jactancioso del inundo, y no le daba vergüenza de decir. que era el primero en su arte. \ 30. Este era uno de los artistas que habían trabajado en aquel célebre monumento que erigió Artemisia á la gloria de Mausolo su marido, rey de Caria, monumento que pasaba por una de las siete maravillas del mundo. 31. Este famoso escultor, que Alejandro miraba como el que solamente era digno de hacer su estatua, era natural de Sicyone. Plinio dice que habia hecho mil y quinientas esta tuas, y que ninguna habia que no fuera capaz de hacer sn reputacion. 32. Escultor célebre, nacido en la Grecia grande, hoy Ca labria. Trabajaba principalmente en marmol de Paros, que parecía lo animaba con su arte. Hizo la famosa estatua de Venus de Guido, que pretendió comprar Nicomedes rey de Bithynia, pagando á los habitantes de la isla todas sus deu das, que eran muy grandes, lo que jamas quisieron consentir. 33. Este célebre estatuario habia hecho dos estatuas sobre nn mismo objeto; una con arreglo á Jos preceptos de su arte, y otras segun los votos del público á quien habia consultado: habiéndolas mostrado ambas , fue mucho mas elogiada la pri mera, y él dijo al pueblo: sabed que yo he hecho la que se lleva vuestros elogios , y vosotros la que despreciais. 34. Este artista, superior á todo elogio, habia comenzado por ser pintor. Quintiliano dijo de él que era mas á propósi to para formar Dioses que hombres. 35. Era el primero de los dioses del paganismo: los poetas le daban el título de Padre de los dioses y de los hombres. Su estatua hecha por Phidias, que aquí se cita, era de marfil y de oro; y se tenia ¡por una de las siete maravillas del mundo. ,.¡ . 36. Los paganos pretendían qne ésta diosa habia salido del LIBRO PRIMERO 4l celebro de Júpiter Era la diosa de todas las artes, de lo nue tuvo origen ésta fábula. Su estatua, que aquí se cita, hecha por el mismo «cultor, era de los mismos materiales que la de la nota anterior: tenia veinte y seis codos de alto, y estaba adornada de relieves admirables, cuya descripcion se puede ver en el lib. 36 , cap. 5 de la Historia natural de Plinio 37. Democnto era natural de Abdera en Tracia : dejo' obras de cosmografía y geografía, de historia y de agricultura, des pues de haber viajado mucho para extender sus conocimientos. 38. Nacido en Samos, fundador de una secta de filósofos que tuvo su nombre: fue hijo de un comerciante, y se dedi có á viajar para instruirse. Murió en Metaponto en Italia , cu yos ciudadanos hicieron en su casa un templo, donde le ado raron como Dios. 39. Matemático de Alhenas que publicó el 4*2 antes de Jesu-Cnsto su Ciclo de 10 años/ queP ahora entíndem« po5 aureo numero. rul 40. Este astrónomo era natural de Gnido, y discípulo de Paton. Ciceron dice en el lib. 2 de Divinathnibus : que los iaoios lo miraban como el primero de los astrónomos 4i. Personage fabuloso , hijo de Saturno y de Filíra : fue segun la fabula, mitad hombre y mitad caballo: luego que llego a cierta edad, se retiró i los bosques, y cultivándolo, descubrio todas las virtudes de las yerbas, y los remedios que se podían sacar de ellas. * níií2'.VFAniOS£ adÍVÍ"°> "Ti l0S Paganos> y habil médico, h.|o de Amythaon y de Aglaya , y hermano de Bias. Entre muchos conocimientos que le atribuye la fábula, no se cuen ta el de la cria de ganados, que tampoco se le atribuye al anterior; pero puede ser que Columela hubiese disfrutado 11bros en que se les atribuyese éste conocimiento, y que no hayan llegado á nosotros. ' u , a V' t?^' sf8un ,a fábula' h,> de Celeo que reinaba en Ja Ática. Habiendo recibido bien éste rey á Ceres que buscaba á su hija, ella por recompensarlo le descubrió todos los secretos de la agricultura, y dio de mamar á su hijo Triptolemo, que envuS en seguida por todo el mundo, para enseñar á los hom bres el uso del trigo y del arado que ella habia inventado. 44- Hi,o de Apolo, y de Cyrene, hija de Peneo rey de Arcadia. Invento el uso de la miel, el modo de cuajar la le che, de extraer el aceite, &c. 4í- Uno de los interlocutores de Varron en su obra de Agricultura: hombre, segun éste dice, de un mérito singular, y que pasaba por el romano mas instruido en dicha ciencia. v 4« .,°r ^dallas antiguas consta que era de la fami lia ilostiha. , . . 47- Descendiente de Cayo Licinio Estolon, autor de usa 4» COLUMELA. ' las leyes que limitaban la medida de las tierras que podía poseer un ciudadano, y castigado por haberla quebrantado. 48. Como era esta la diosa de las artes, como se ha dicho en la nota 36, se servian los antiguos de ésta expresion para designar cosas que no se habian estudiado, ó las personas gro seras ó ignorantes. Notas al capitulo I. 1. Era de Nicea en Bithynia. Escribió mucho sobre la as tronomía , y es el primer inventor del astrolabio. 2. Era de la ciudad de Cumas en Eolida ; pero se le llama el poeta de Ascra, porque fijó en ella su domicilio. Hay va riedad sobre el tiempo en que floreció. Plinio dice que es el pri mero que dio preceptos sobre la Agricultura. 3. Era de Atenas: escribió una obra de Agricultura; le llamaban la Muta Ática, á causa de su elocuencia. 4. Natural de Estagira, discípulo de Platon y maestro de Alejandro Magno. Fue uno de los filósofos mas sabios de la antigüedad , y se le llamó hasta fines del siglo diez y siete el príncipe de ellos. Ha dominado mucho tiempo en las escuelas mas celebres de Europa. 5. Discípulo y sucesor de Aristóteles en la escuela de Ate nas, y maestro del poeta cómico Menandro. Era natural de la isla de Lesbos : se llamaba Tytamo, y le dieron el nombre de Theofrasto á causa de su elocuencia. 6. Este rey había nacido en Siracusa; su habilidad pa ra el mando lo había elevado á la dignidad real. No había teni do educacion alguna , y habiendo caido malo se dedicó á la física. 7. Era filósofo, discípulo de Pitágoras; había escrito unos comentarios sobre la naturaleza de las cosas y sobre la medi cina. Era tambien poeta cómico. 8. Este es aquel Áralo, rey de Pérgamo, hermano de Eumenes , conocido por su amistad con el pueblo romano , al cual instituyó heredero. Estudió mucho las plantas y buscó remedios en todos los reinos de la naturaleza. Escribió un libro sobre los que sacó del reino animal. o/. Publicó un tratado sobre la avena y el cytiso. 10. Varron lo llama Cheresteo, y dice que era de Atenas. 11. Varron lo llama Euphranio. 12. Plinio en el lib. 7, cap. 56 de la Historia natural di ce que es autor muy grave. 13. Nuestro autor en el lib. 12, cap. 4, núm. 2 dice que era autor griego no obscuro. 14. Escribió sobre las propiedades de las aguas. LIBRO PRIMERO 43 if. Plinío en el índice del lib. 8 dice que había hecho una obra sobre Agricultura. 16. Lo mismo dice de éste en el mismo lugar. 17. Lo mismo de este allí. 18. Uno de los siete sábios de Grecia , hijo de Evagoras: viajó á Egypto para hacer progresos en la filosofía. 19. Autor de un tratado de Agricultura que corre impreso con las obras de nuestro autor , y pienso tambien traducirlo. Fue conocido con los nombres de Caton el antiguo , y de Ca ton el censor. Se le puede mirar justamente como el primero de los hombres de su siglo en todos géneros. Había pasado por todos los cargos de la república , y merecido los honores del triunfo: reunía ademas en una persona, como dice Plinío en el lib. 7, cap. 77, las cualidades de orador excelente, de ge neral completo y de senador perfecto; á que se puede añadir, segun Valerio Máximo, la de muy buen jurisconsulto. Este grande hombre, que los romanos miraron como el padre de las letras, compuso muchas obras; pero entre los preceptos de todos generos que dio á la nación romana , obtienen el primer lugar, en sentir de Plinío lib. 14, cap. 4, los de Agri cultura. 20. Este era español , liberto de Augusto y su biblioteca rio: era íntimo amigo de Ovidio. Escribió entre otras cosas de Agricultura. Los padres Monedanos ocupan con la noticia de él y de sus escritos todo el libro 9 de su Historia literaria. 21. Floreció por los años 140 antes de Jesucristo. De to das las riquezas que encontró Escipion en Cartago cuando la tomó, conservó solamente su obra de Agricultura, la llevó al senado, que la hizo traducir al latín, la consultó muchas ve ces, y le dio mas honor que á los libros de las Sybilas. 22. Este autor vivía en el reinado de Tiberio. Sus obras de medicina le han merecido el titulo de Hypócrates latino. 23. Tácito dice en la vida de Julio Agrícola, hijo de éste, que era un senador conocido por su aplicacion al estudio de la elocuencia y de la sabiduría; aplicacion que le había acar reado el odio de Calígula: y Seneca en el lib. 2, cap. 21 de Beneficiis añade que este emperador lo mandó matar solamente porque era mas hombre de bien de lo que convenía á un tirano que lo fuese cualquiera. No quiso admitir una gran cantidad de dinero que le daba Fabio Pérsico para los gastos de unos juegos públicos , ni otra mayor que le enviaba Revilo , varon consular , hombres uno y otro de mala nota. Notas al capitulo II. i. Esta máxima no se halla con éstas mismas palabras en la obra de Agricultura de Caton , tal como hoy la tenemos ; pe 44 - COLUMELA. ro es casi la misma la que se encuentra en el cap. 5 , núm. 2 de dicha obra. . / Notas ai capitulo III. 1. No hallándose en la obra de Caton lo que le atribuye aquí Columela , y estando la mayor parte en la de Varron, no ha faltado quien piense que se ha engañado, citando á un autor por otro; pero siendo Columela un hombre tan instrui do, no se debe presumir en él tal error , sino es mas natural considerar todo lo que se encuentra aquí, como una parafrasis de lo que dice Caton en el cap. 1 parafrasis adornada por nuestro autor con sus propios pensamientos y los de Varroa sobre el camino , el agua y el vecino. 2. Alude á la ley de las doce tablas, que ordenaba que los mentecatos estuviesen bajo la curaduría de sus parientes. 3. Este hombre, que Columela pinta como un insigne la dron, de acuerdo con Homero, era hijo de Mercurio y abue lo materno de Ulises. 4. Era, segun la fábula, un hijo de Vulcano que vomita ba fuego y que fué muerto por Hércules , cuyos bueyes ha bía robado. 5. Virgilio Georg. lib. 2, v. 397. 0. Entre los romanos, los hombres libres gravados con deu das podían ponerse en la cárcel por sus acreedores y obligarse á trabajar en su beneficio. Ley dura , si se quiere , pero que aseguraba bien la confianza pública. Notas al capitulo IV. 1. Con esta palabra dá á entender Columela qne no había tomado este precepto tanto del libro de Caton (aunque en el principio del cap. 2 se lee algo semejante a esto) cuanto de una especie de tradicion. 2. Este es el que habiendo sido hecho prisionero por los carthagineses , fue enviado á Roma bajo su palabra, para tra tar del cange de prisioneros y se declaró en el Senado contra él En consecuencia de lo cual volvió á Carthago donde lo hicie ron morir cruelmente, no dejándolo dormir. •) 3. Virgilio Georg. lib. 1, v. 42. i, 4. Plinio dice en el mismo sentido que á la hacienda de Escevola le faltaba casería , y á la casería de Lúculo le faltaba hacienda. 5. Esto debe entenderse de las montañas comunes; pero no de las muy altas y elevadas sobre la region de las nubes , co mo el monte Athos y el Olympo, pues en ellos no se siente LIBRO PRIMERO '45 viento, ni caen lluvias hasta tal punto que en los altares que están al raso no se mueven las cenizas. Notas al capitulo V. r. Efectivamente el agua de estos últimos pozos, no en contrando salida por abajo, no puede dejar de contraer algun vicio de resultas de su estagnacion. Notas al capitulo VI. i. A la verdad se distinguen tres levantes y tres ponientes; á saber los de los equinoccios , los del invierno y los del es tío; pero el mediodía, como tambien el septentrion, son siempre los mismos: ¿que quiere decir pues el mediodía equinoc cial , y cómo interpretar esta expresion, que no se halla en ningun otro autor, y que al mismo tiempo parece contraria á la razon, en cuanto dá á entender que admire diferentes es pecies de mediodía ? Vela; aquí. Así como el oriente y po niente equinoccial hacen ángulos rectos con el septentrion y el mediodía, sin acercarse mas al uno que al otro, como lo ha cen por el contrario los orienres y ponientes del e^tío y del invierno , se puede dar el nombre de mediodía ó septentrion equinoccial al punto preciso que hace un ángulo recto con el oriente ó poniente equinoccial, sin acercarse ni alejarse al uno ni al otro. .; ....... 2. No se puede concebir que estos paseos expuestos al me diodía de los equinoccios, puedan tener el menos sol posible en el estío y el mas posible en el invierno , como no se les su.» ponga en forma de pórticos cubiertos, cuyo techo este incli nado, de manera que llegando. los rayos del sol al suelo de el, mientras ¿'•te astro no está mas que á una pequeña elevacion, como sucede en el invierno, son interceptados por el tichoen el estío, en cuya estacion sube el sol á ma\ or aírura, de suer te que se puede pa«ear por debajo á la sombra. La misma su posicion debe hacerse con respecto á las otras partes de la ca sería, á que señala. elímediodia equinoccial. 3 Oora de Scgni se llamaba una mezcla que hacían los an tiguos con tiestos de barro cocido molidos y cal: se llamaba obra de Segni , porque las mejores vasijas de barro que se hacian entonces eran de esta ciudad, que está situ.uia en lo alto del monte Le pino, hoy montaña di Carginetto á trein ta millas de Roma. 4. Nosotros los conocemos, y se guarda en ellos el trigo por mucho tiempo. Herrera citando á Varron dice que dura cincuenta años, y previene que cuando se destapen los silos, 46 COLUMELA. que es como se llaman en castellano, no se entre en ellos in mediatamente, porque es grandísimo peligro, y acontece mo rir allí dentro súbitamente; y que no entre ninguno hasta que metan dentro un candil ó candela y no se apague. En Cabra hay muchos junto al camino de Aguilar, pero estan sin uso: en Arjona hay algunos en las calles que sirven para guar dar cebada , y se conserva muy bien en ellos. Notas al capitulo VII. i. Este es Lucio Volusio Satumino, que murió Prefecto de Roma con mas de noventa años, segun P linio en el lib. II. cap. 38, despues de haber sobrevivido á todos los senadores, cuyos votos Labia recogido durante su consulado, segun el mismo autor en el lib, 7 cap. 48. Sin embargo en los Fastos consulares no se halla mas que un Quinto Volusio Satumi no, y no un Lucio. Notas al capitulo VIII. i. Vestidura larga y tosca que usaban los esclavos, de donde tomó el nombre, y ahora usan los que van en rome ría ó peregrinacion. No se debe equivocar con una especie de muceta pequeña que traen los peregrinos , de badana ó cor doban negro por lo regular , y se pone sobre los hombros al rededor del cuello, abierta por delante del pecho. Nuestro autor las llama en latin centones, que traduce Saboureux en francés casaques ; Facciolati en italiano schtavine. Quizá se parecerían á unos sacos de paño pardo que usan los hombres del campo de Lucena que les cubren hasta las rodillas : tienen mangas y cuello como de casaca , y los llaman gallegas. 2.. Lo mismo que los Lares ó dioses domésticos. Notas ai capuho IX. I. Estas son aquellas decurias en que estaban divididos los esclavos , tanto los que estaban en el campo, como los que esta ban en la ciudad. Trimalquion en Pfctrorrio , preguntó á un cocinero: de cuál decuria eres? y el respondí : ó de la cuaren ta. Entre nosotros, como todos los trabajos se hacen por hom bres libres , cuando se llevan muchos jornaleros á trabajar, los buenos capataces los subdividen en cuadrillas, y cada una la ponen á cargo de un hombre que tenga afecto al amo. LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA, De las cosas . del campo. \ LIBRO SEGUNDO. CAPITULO I. Que la tierra no se envejece ni se fatiga si se estercoló. IVle preguntas, Publio Silvino, lo que yo no reuso res ponderte al momento; á saber: por qué en el libro anterior deseché desde el principio la opinion y falso sentir de casi todos los autores antiguos que han hablado del cultivo de los campos , y pensaban que la tierra fatigada y desustan-ciada con su larga edad y con el ejercicio en que se la ha tenido por tan dilatado tiempo, se ha envejecido. Y no ig noro que tú respetarás la autoridad , no solo de otros ilustres escritores, sino principalmente la de Tremelio, que ha biendo dejado á la posteridad muchísimos preceptos de la Agricultura con tanta elegancia como sahiduría , ha creido falsamente, movido sin duda de la demasiada estimacion que hacía de los antiguos que habían tratado de la misma materia, que la tierra madre de todas las cosas, consumida ya con la vejez, como las mugeres , estaba inhabil para pro crear. Lo que yo mismo tambien confesaría , si de todo pun to no produjese frutos algunos. Porque en la naturaleza hu mana se declara la vejez estéril, no cuando una muger deja de parir á dos ó tre3 de cada parto, sino cuando enteramen te no puede dar á luz criatura alguna. Y así en habiendo pa sado el tiempo de la juventud, aunque queda larga vida, la fecundidad que se ha denegado á los años, no se restituye. 43 COLUMELA. Pero por el contrario la tierra abandonada, bien sea volun tariamente, bien por cualquier acontecimiento, cuando se vuelve á cultivar , corresponde al labrador cou grandes usu ras por el tiempo que ba estado parada. No es pues la vejez de la tierra causa de los pocos frutos, pues que cuando ha llegado una vez á los hombres, no se pueda volver atrás, ni reverdecerse ó rejovenecerse ; pero ni aun el cansancio de ella disminuye los frutos al labrador : pues no es propio de una persona sensata persuadirse que así como los hom bres se fatigan con el demasiado ejercicio del cuerpo ó con el peso de alguna carga, la tierra se cansa cultivándola y moviendola. ¿Pues cuál es la causa, dirás, de que (como ase gura Tremelio) las tierras eriales é incultas, cuando em piezan á labrarse producen con mucha abundancia , y desÍ)ues no corresponden del mismo modo al trabajo de los coonos? sin duda ves lo que sucede, pero no penetras el motivo : pues no se debe tener por mas fecunda la tierra in culta y acabada de transformar de erial en campo labrado, porque esté mas descansada y sea mas joven , sino porque engrasada, por decirlo así, con los alimentos mas abun dantes que le suministraban las hojas y yerbas de muchos años, que ella producía naturalmente, se presta con mas facilidad á criar y alimentar los frutos. Pero como las yer bas, por haber descuajado sus raices por los rastros y el ara do, y los bosques habiendo sido talados por el hierro han dejado de alimentar á sU madre con sus hojas, y que las que caían de los arbustos y árboles en el otoño y quedaban encima de la tierra trastornadas despues con los arados se han mezclado y como incorporado con la tierra de la capa inferior que por lo coraun es de menos sustancia , se sigue que privada de sus antiguos alimentos esta misma tierra se esteriliza. No por la fatiga, pues, como muchísimos han creido, ni por la vejez, sino seguramente por nuestra pereza nos corresponden con menos liberalidad los campos. Y asi se pueden recoger frutos ma3 abundantes, si Se vuelve la tier ra por sí, estercolándola frecuente, oportuna y moderada mente. Y habiendo ofrecido en el volumen anterior hablar de su cultivo, varaos ya ahora á cumplir nuestra plabí a. LIBRO SEGUNDO CAPITULO 49 II. Cuántos géneros hay de terreno; en cuántas especies se divide cada uno; qué suelo se apruebe mas; cómo se mete en cultivo un sitio inculto y se hace de labor. Có~ mo se conoce un campo pingüe y propio para granos. Qué es lo que se ha de seguir, y qué es lo que se ha de evitar cuando se dd la primera labor á la tierra. .L/os mas instruidos en las cosas del campo, Silvino, han dicho que hay tres géneros de terrenos; el de las llanuras, el de las colinas, y el de las montañas : los que mas aproba ron fueron , en el primer género nó el terreno enteramente llano y nivelado, sino con un pequeño declive; en el se gundo una colina que se eleva apacible y suavemente •, y en el tercero nó una montaña muy alta y áspera, sino cubierta de árboles y yerba. A cada uno de estos tres géneros se le asig nan seis especies; terreno pingüe ó delgado, suelto ó den so, húmedo ó seco: cuyas cualidades mezcladas 'entre sí al ternativamente forman una infinidad de variedades de ter renos, que no corresponde su enumeracion á un profesor de Agricultura. Pues no es el objeto de éste arte andar diva gando por las especies, que son innumerables, sino atenerse á I0s géneros que pueden abrazar facilmente el pensamiento y la palabra. Por lo que se ha de recurrir á ciertas uniones, por decirlo así , de cualidades opuestas que los griegos llaman suzuguias cnamiotétoon , y nosotros llamaríamos tolerable mente comparaciones de cosas discordes. Y se ha de adver* tir tambien que de todas las producciones de la tierra, á muchas mas acomoda el llano que la colina, y á mu chas mas el terreno pingüe que el delgado. De las que se dan en secano y en riego no hemos averiguado cuales son mas en número, siendo á la verdad casi infinitas las que les conviene lo uno, y las que les acomoda lo otro; pero de todas éstas producciones ninguna hay que no salga me jor en la tierra suelta que en la densa. Cuyo elogio añadió tambien nuestro Virgilio á otros que había hecho de un cam po fecundo, cuando dijo1 : y aquel cuyo suelo está reducid 5o COLUMELA. do á polvo, porque éste lo imitarnos con las labores de arado. Pues no es otra C0sa cultivar la tierra que hacerla polvo y fer mentarla. Y por esto un terreno que es á un misino tiempo pingüe y suelto da muy grandes utilidades, porque al paso que produce mucho requiere muy poco cultivo, y el que exige se hace con poco trabajo y costo: por lo cual se tiene ésta tierra justamente por la mas sobresaliente de todas. La segunda clase de tierra despues de ésta es la pingüe y den sa , que recompensa con una abundante produccion el gas to y el trabajo del colono : la tercera es la de riego , porque puede dar fruto sin gasto. Esta decía Caton que era la pri mera, porque anteponía en gran manera el rédito de los prados2 á los demas; pero nosotros hablamos ahora del mo ver ia tierra, no de tenerla parada. Ningun género de tierra se tiene por mas malo que el seco y al mismo tiempo den so y delgado, no solo porque es difícil de labrar, sitio por que, aunque se labre, no corresponde, ni si se deja para prados ó pastos los dá con abundancia. Y así esta tierra , ora se cultive, ora se deje parada, la debe despreciar el colono, y huir de ella como si fuera pestilencial , porque si aquella acarrea la muerte, ésta trae el hambre que es su mas cruel compañera; si creemos á las Musas griegas, que vociferan que no hay suerte mas miserable que morir de hambre. Pero al presente será mejor hablar del terreno mas fértil , del cual se han de considerar dos estados, cultivado, é inculto. Trata remos primero de cómo se ha de meter en labor un terreno inculto, porque primero es hacer el campo que, cultivar lo. Consideremos pues si el sitio inculto es seco ó húmedo, si está muy cubierto de árboles ó pedregoso, si está lleno de jun cos ó de grama , si está ocupado por helechos ú otras male zas. Si fuere húmedo se ha de secar y quitarle la abundan cia de humedad con zanjas. De éstas conocemos dos géneros; unas cubiertas y otras abiertas: en los parages densos¡ y gredosos se dejan abiertas: pero donde la tierra es, mas suelta se. hacen algunas abiertas, algunas tambien se cubren de suerte que el derrame de éstas caiga en las que están abiertas: mas unas y otras se han de hacer mas anchas por arriba, las paredes irán en declive y angostos en el suelo, de suer te que, estén á manera de tejas .vueltas hacia arriba, porque LIBRO SEGUNDO 5i cuando las paredes están derechas se echan pronto á perder por las aguas , y se ciegan con la tierra que cae de lo alto. Las cubiertas se deberán hacer cavando hasta tres pies de hon do, y habiendolas llenado hasta la mitad de piedra menu da ó cascajo limpio, se' igualarán con lo demas del terreno, echando encima tierra de la que se había sacado; ó si no hubiere piedra ni cascajo se formará una especie de maroma torcida de sarmientos que tenga un grueso suficiente á po der llenar el suelo de la zanja, despues de haberla estrecha do y ajustado á esta parte , para que despues de haberle echa do encima hojas de ciprés ó de pino, ó si no las hubiere, otras cualesquiera, y pisadas bien se cubra con tierra: despues se pondrán en las dos extremidades de la zanja dos piedras grandes solamente que servirán de machones, y sobre cada par se atravesará una, como se hace en las alcantarillas, pa ra que éste reparo sostenga los bordes de la zanja á fin de que no se impida ia entrada y salida del agua. Los terrenos cubiertos de árboles y matas hay dos modos de reducirlos á cultivo; ó arrancando unos y otros de raiz y echándolos fuera: ó si están claros, cortándolos entre dos tierras solamente, que mándolos, y arando la tierra. Los pedregosos son fáciles de desembarazar recogiendo las piedras, y si las hubiere en mu cha abundancia ocupando algunas partes de ellos con pare des que se formarán con las mismas , para que lo demas que de limpio, ó enterrándolas en zanjas profundas, lo cual sin embargo no se hará si no convidare á ello lo barato de los jornales. El exterminio del junco y de la grama es la cava ; el del helecho arrancarlo con frecuencia: lo que se puede hacer aun con el arado, porque arrancado muchas ve ces, muere dentro de dos años, ó tambien mas pronto si al mismo tiempo estercolas la tierra y la siembras de al tra muees ó habas, para que saques alguna ganancia del remedio que apliques á éste vicio. Pues es constante qu.. el helecho se destruye mas facilmente con las siembras y el estiercol : y aunque no se haga mas que segarlo de cuando en cuando conforme va naciendo, lo que puede hacer aunque sea un muchacho, dentro de dicho tiempo se consume su vivaci dad. Pero despues de haber manifestado el metodo de lim piar el terreno inculto, sigue el modo de cuidar las tierras d z 5a COLüMÉLA. nuevamente metidas en laborj sobre el cual manifestaré des pues mi modo de pensar , en habiendo instruido á los apa sionados al cultivo en algunas reglas que deben aprender antes. Me acuerdo que la mayor parte de los antiguos que escribieron de las cosas del campo han dado por señales como admitidas é indubitables de un campo pingüe y fértil en granos la dulzura propia de la tierra , la abundancia de yer bas y árboles, y el color negro ó ceniciento. De las demas señales dudo: del color no puede ser suficiente mi admira. racion al ver que tanto otros autores, como Cornelio Celso, varon sábio no solo en la Agricultura, sino en el conoci miento de toda la naturaleza, se hayan extraviado en la opi nion y en la vista de tal suerte , que no se presentasen á sus ojos tantas lagunas y tantas tierras de salinas, que tienen comunmente dichos colores. Pues ningun parage vemos aun sin hacer mucho reparo, que con tal que tenga agua estan cada no sea negro ó ceniciento, á menos que yo mismo me engañe en creer que no se pueden criar sementeras fér tiles en el suelo de una laguna cenagosa y de agua amarga, ó en las tierras de salinas que están á la orilla del mar. Pero éste error de los antiguos es demasiado evidente para que sea menester convencerlo con mas pruebas. No es pues el color un indicio seguro de la bondad de las tierras: y así si el campo es propio para granos, esto es, si es pingüe, se ha de juzgar mas bien por otras cualidades. Porque así como las reses mas robustas tienen diversos y casi innumerables colo res, del mismo modo las tierras mas fuertes los tienen mu chísimos y vários. Por lo cual hemos de considerar si el ter reno que queremos comprar á causa de su color es pin güe. Pero ésto por sí solo es poco, si carece de dulzura i cu yas dos cualidades podemos conocerlas por un medio muy fácil, pues rociando con una poca de agua un terron y amasándolo con la mano; y si es glutinosa y apretándola, aunque sea ligeramente, se pega, y teniéndola entre los de dos se extiende como la pez, segun dice Virgilio3 , y ti rada contra la tierra no se deshace, ésto nos manifiesta que tiene cierto jugo y crasitud natural. Pero si quisieres tam bien volver á echar en un hoyo la tierra que hubieres saca do de él, y apisonándola sobra de llenarla como si hubiere LIBRO SEGUNDO 53 fermentado, no habrá duda que ésta tierra es pingüe; si fal táre, será endeble; y si viniere cabal, mediana. Aunque estas señales que acabo de referir no son tan fijas como Jo es la de ser la tierra negruzca, que se tiene por la mejor á cansa de su producir. Por el sabor tambien la conoceremos , si ca vando en aquella parte .del campo que nos agrada menos se sacan unos terrones, y echados en una vasija de barro se les mezcla agua dulce, y colados á manera de vino que está so bre la madre se gusta el agua : tal como fuere el sabor de és ta diremos que es el de aquel terreno. Pero fuera de éste ex perimento hay muchas señales que indican ser la tierra dulce y á propósito para granos, como el junco, el carrizo, la grama, el yezgo, las zarzas, el trebol, los ciruelos silves tre, y otras muchas producciones, que siendo tambien co nocidas de los que buscan manantiales, no se crian sino en venas de tierra que son dulces. Ni conviene que nos conten temos con la primera vista de la superficie, sino que se ha de examinar con cuidado la cualidad de la materia inferior, para asegurarnos de si es ó no tierra cultivable. Para los gra nos será suficiente que haya dos pies de tierra de igual bon dad; para los árboles bastarán cuatro4. Así que hayamos ex plorado ésto en los términos que hemos dicho, preparare mos el campo para hacer las sementeras. Y éste no es muy poco fértil si se labra con cuidado é inteligencia. Por éste motivo casi todos los autores mas antiguos han escrito el método de éste trabajo, para que lo sigan los labradores, como una ley en el arar las tierras. Conviene pues tener eu ésta operacion los bueyes estrechamente uncidos, para que entren con mejor disposicion, con el cuerpo derecho y las cabezas levantadas, se lastimen metaos sus cuellos, y haga el yugo mejor asiento en las cervices; pues éste es el modo de uncir mas bien recibido. Pues elque se usa en .algunas provin cias de atas el yugo á las astas lo desechan casi todos 1©6 que han escrito preceptos para las gentes del campo, y no sin ra zon ; pues mas esfuerzo pueden hacer los animales con el cue llo y el pecho que con las astas: y uncidos de este modo su es fuerzo se hace con toda la mole y todo el peso del cuerpo; pero unciéndolos de la otra forma, se atormentan retirando bácia atrás y levantando las cabezas, y con trabajo arañan con d 3 54 COLUMELA. una reja muy ligera la superficie de la tierra. Y por ésto aran con arados muy pequeños , con los cuales no pueden romper profundamente la tierra nuevamente desmontada, la cual cuando se ara de ésta manera contribuye muchísimo para el fomento de todos los vegetales, porque arados los cam pos profundamente toman mayor incremento los granos y los frutos de los árboles. Y en ésto me aparto de la opinion de Celso, quien por temor del gasto, que efectivamente es mayor en el ganado grande , piensa que conviene labrar la tierra con rejas y dentales pequeños , para que se pueda hacer con bueyes de menos cuerpo: ignorando que hay mayor utilidad en la abundancia de frutos, que cósto en la com pra de reses mas grandes, principalmente en Italia, donde el campo plantado de árboles maridados á vides y de olivos, quiere labores mas profundas que en otras partes , para que las raices de dichas vides y olivos que están á flor de tierra 6e corten con la reja del arado , las cuales si quedan en la tierra perjudican á sus producciones, y para que las mas profundas, labrada la tierra bien hondo, reciban mas pronto el alimento de la humedad. Sin embargo puede éste méto do de Celso ser conveniente en Numidia y en Egypto, don de por lo comun se siembran los granos en terrenos que no tienen árboles , ó por mejor decir la tierra está sin éstos y solo se emplea en sembrar aquellos. Y es bastante movej con un arado, aunque sea muy ligero, ésta tierra que se com¿ pone de arenas pingües y está suelta como una ceniza. Pe ro el gañan debe andar por lo arado, y en un surco sí y otro nó tener el arado ladeado , y en los que alternan : cor} éstos llevarlo derecho ;y bien metido? pero de tal suerte .que en ninguna parte deje la tierra cruda y «in mover, á .lo que llaman los labradores escaño. Cuando los bueyes lleguen á algun árbol, debe retenerlo&y retardarlo» fuertemente, too sea que chocando la reja del arado con la raiz coh mucha violencia ocasione' una fuerte conmocion en el cuello de los bueyes, 6 que den ellos un golpe récio con el cuerno en el tronco , ó lo rompan con la extremidad del yugo y le desga jen alguna rama. Intimídelos mas bien con la voz que con los golpes, y sean las heridas los últimos remedios para los 'que Teusan trabajar; Nunca irrite al novillo coh la vara' de LIBRO SEGUNDO 55 ahijada, pues ésto lo hace reacio y coceador; sin embargo avísele alguna vez con el látigo. Pero no pare en medio del surco , y sí les hará descansar al fin de él , para que con la esperanza de éste descanso ponga su conato el buey en andarlo con mas agilidad. Mas el hacer un surco de mas de eiento y veinte pies es contrario al ganado, porque en pa sando de ésto se fatiga excesivamente: en llegando á lo último de él, empuje el yugo hácia delante y páre los bue yes, para que se les refresquen los cuellos: sin ésta precau cion se les encienden á menudo, de que les resultan tumo res, y éstos se convierten en úlceras. Y no use menos el ga ñan de la azada que de la reja , y arrancará y perseguirá to das las cepas que estén muy agarradas, y las raices superio res con que esté embarazado el campo que está plantado de árboles maridados con vides. CAPITULO III. Cómo se han de cuidar los bueyes despues que han de jado de trabajar y se han desuncido. Así que haya desuncido los bueyes frótelos 'despues de haberlos atado, aprieteles la espalda con las manos, tíreles del pellejo , y no permita que se les pegue al cuerpo, por que éste genero de enfermedad es muy dañoso al ganado. Manoséeles los cuellos, y si tuvieren calor introdúzcales vino en las fauces; y será bastante dar á cada uno dos sextarios; y no conviene atar los bueyes á los pesebres antes que hayan dejado de sudar y que hayan tomado aliento: despues, cuando sea tiempo de que puedan comer, no con viene darles mucha comida, ni toda de una vez, sino por partes y poco á poco. Despues que hayan comido se deben llevar al agua, y silbarles para que beban con mas gusto. Hasta aquí hemos hablado suficientemente de las obliga ciones del gañan; ahora resta que enseñemos tambien en qué tiempos se ha de labrar el campo. d 4 56 COLUMELA. CAPITULO IV. En qué tiempos y cómo se ha de alzar y se ha de bi' ' nar cada género de terreno. Las tierras llanas pingües que retienen el agua por mu cho tiempo, se han de alzar cuando haga ya calor, hayan arrojado todas las yerbas, y no hayan granado todavía las semillas; pero se les han de hacer los surcos tan multi plicados y tan espesos que apenas se distingan los vesti gios de la reja , porque destrozadas todas las raices de las yerbas perecen. Mas conviene tambien que se repitan las labores de arado tantas veces ' que el barbecho se haga pol vo , de suerte que cuando hayamos sembrado no ¡>e nece site gradarlo , ó si se necesita sea muy ligero. Porque los antiguos romanos dijeron que estala mal labrado el cam po que, despues de haberlo sembrado, era menester gradar lo. Debe ademas el labrador examinar con frecuencia si está bien arado, y no liarse solamente de la vista, que engaña algunas veces con la tierra que cae, encima de los escaños ocultos , sino tambien con el tacto, que se engaña menos , metiendo á través de los surcos una esta ca fuerte: si ésta penetra con igualdad y sin encontrar re sistencia, es evidente que todo el suelo está movido; pero si alguna parte mas dura de la tierra le estorba el paso, esa prueba de que el barbecho está crudo. Cuando los gañanes ven hacer ésto muchas veces , no incurren en el defecto de hacer escaños. Las llanuras húmedas, pues, deben alzar se despues de los idus del mes de abril % y alzadas en éste tiempo convendrá binarlas algunos dias al rededor del sols ticio, que es el dia septimo ó sexto antes de las calendas de julio, y que estén terciadas cerca de las calendas de se tiembre. Estando convenidos los inteligentes en la agricul tura que en todo éste tiempo desdé el solsticio del estío no se ha de arar la tierra, á no ser que se haya calado por grandes y repentinas lluvias como las del invierno, como sucede algunas veces; en cuyo caso no hay inconveniente en que se aren los barbechos el mes de julio. Pero cuando quie ra que se are , observarémos no hacerlo en el terreno que es LIBRO SEGUNDO 57 té hecho lodo , ni en el que esté medio mojado por lluvias ligeras, al cual llama la gente del campo vario y carioso. Esto último se verifica cuando despues de sequías largas una lluvia pequeña ha mojado solamente la parte supe rior sin penetrar á la inferior. Porque las tierras que se la bran atascadas, dejan de poderse arar en todo el año, y no están á propósito para ararlas , gradarlas ni plantarlas; y por el contrario las que se han sembrado varias ó á me dio mojar, quedan estériles por tres años seguidos 3. Siga mos pues en la labor de las tierras un término medio , de suerte que no carezcan de jugo cuando se la demos, ni abun den de humedad; porque si ésta es demasiada, las pone como he dicho cenagosas y atascadas ; y las que se han desecado por falta de lluvias , no se pueden labrar bien, por que' ó su dureza no deja entrar la reja del arado , ó si ha penetrado por alguna parte no la desmenuza , sino levanta unos céspedes grandes, que embarazando el terreno, im piden que se bine bien, porque estorbando el paso la mole de los terrones, como lo podrían hacer unos cimientos, echan el arado fuera del surco ; de que resulta que en la bina se bagan tambien escaños , y que los bueyes padezcan mucho con lo penoso del trabajo. A que se agrega que toda tierra , aun la mas fertil , tiene la capa inferior de me nos sustancia que la superior , y como los grandes terrones que se levantan traen consigo mucha de aquella, se in corpora con ésta, y toda ella resulta menos fértil, y dá cosechas menos abundantes , y el gasto del labrador se au menta por lo poco que cunde el trabajo, pues cuando se ha endurecido la tierra , no se puede hacer la tarea ordina ria. Por lo cual soy de sentir que en las sequías no se bine lo que se ha alzado, sino que se espere á que llueva para que la tierra humedecida nos facilite los medios de culti varla. Finalmente, la tierra que esté en éstos términos se despacha cada yugada de ella con cuatro obradas ; porque con dos se alza , con una se bina , con tres cuartas partes de otra se tercia, y se reduce á liras despues de sembrada con una cuarta parte. Las gentes del campo llaman liras, y tambien porcas, á unas elevaciones de tierra que sobresa len entre dos surcos bien distantes entre si, para que el 58 COLUMELA. grano que se siembra en ellas quede en seco: en castellano se llaman caballones. Las colinas cuyo suelo es pingüe, se han de alzar en el mes de marzo despues de concluida la sementera tremesina ; pero si lo permitiere la templanza del cielo ó la sequedad del pais, se podrá hacer en febrero, sin aguardar mas. En seguida se han de binar desde media do abril hasta el solsticio, y terciarlas en setiembre hácia el equinoccio: la yugada de ésta tierra se labra con tantas obradas como la de llanuras húmedas. Pero en la labor de la tierra de montaña lo que se ha de observar principal mente es llevar siempre los surcos al través de su pendien te, porque de éste modo se minora la dificultad que ésta ocasiona, y se disminuye con mucha comodidad el trabajo del ganado y el de los hombres. Sin embargo , siempre que se bine convendrá dirigir los surcos oblicuamente , unas ve ces acia lo mas alto, y otras ácia lo mas bajo de la pen diente , para que rompamos la tierra por ambas partes , y no la labremos por el surco anterior. Él campo llano y de poca sustancia que abunda en aguas , se ha de alzar des pues de mediados de agosto, en seguida se binará en se tiembre , y estará preparado á que se le siembre al rededor del equinoccio. Pero el trabajo para semejante terreno es mas expedito , pues se emplean menos obradas, siendo sufi cientes tres para una yugada. Tampoco se han de labrar en el estío las tierras endebles que están en pendiente, sino al rededor de las calendas de setiembre , porque si se alzan antes de éste tiempo, como están sin sustancia ni jugo, se abrasan con los calores del sol del estío, y no conservan restos algunos de fuerza. Por lo cual es muy bueno ararlas entre las calendas y los idus de setiembre, y en seguida bi narlas para que se puedan sembrar á las primeras aguas del equinoccio ; y una tierra de ésta clase no se ha de sembrar en el lomo , sino en lo hondo del surco 4. CAPITULO V. Cómo se estercola la tierra endeble. Oin embargo , antes de binar una tierra endeble conven drá estercolarla , porque con ésta especie de alimento toma LIBRO SEGUNDO 59 sustancia. Los montones de estiercol se distribuirán de á cinco modios cada uno, en lo llano mas claros, y en la colina mas espesos; y será bastante que de monton á mon ton haya ocho pies de distancia en todas direcciones , por lo que hace á las tierras llanas , y dos menos en las de colina. Y queremos que ésto se haga en la menguante de la luna , pues de éste modo se libertan las tierras de yerba. Y la yugada necesita veinte y cuatro carros de estiercol , cuando se le echa mas espeso, y diez y ocho cuando se le echa mas claro. Al instante que se haya extendido el estier col , convendrá arar la tierra y enterrarlo , no sea que con el calor del sol pierda la fuerza ; y para que la tierra incor porada con éste alimento se engrase. Y así cuando se echa ren los montones de estiercol en un campo, no se exten derán mas que los que puedan enterrar los gañanes en el mismo dia. CAPITULO VI. De los géneros de granos cereales. .Despues de haber manifestado cómo se ha de preparar la tierra para la sementera, vamos ahora á referir los diferen tes géneros que hay de semillas. Los primeros y los mas útiles de todos los granos son el trigo y la escaña1. Hemos conocido muchos generos de trigo; pero el que se debe sembrar con preferencia á todos, es el que llaman rubion, porque se aventaja á todos en el peso y en lo limpio. En la segunda clase se ha de poner al candeal ; cuya principal especie, de que sé sirven para hacer el pan, tiene poco pe so. El tercero será el tremesino, cuyo uso es muy agradable á los labradores , porque cuando por las aguas ó por otro motivo no se ha sembrado á tiempo , les sirve éste de re curso. La9 demas especies de trigo son supérfluas, sino para los que se deleitan con una multiplicada variedad de fru tos, y con una vanagloria. Pero de escaña hemos visto emplear comunmente cuatro géneros: el grano que se lla ma de Chiusi de una blancura brillante; la llamada venóculo % roja y otra blanca, pero de mas peso que la de Ghiu» si; y la tremeeina , que se llama Jíalicastro^.^ y ésta es la 6o COLUMELA. principal en peso y en bondad. Pero éstos géneros de trigo y de escaña los han de conservar los labradores , porque rara vez sucede que la situacion de un campo sea tal , que nos podamos contentar con una sola especie de grano, ha llándose en él siempre alguna parte húmeda y alguna seca. Mas el trigo se dá mejor en un paraje seco, y la escaña re cibe menos daño con la humedad. CAPITULO VIL De los géneros de legumbres. Siendo muchísimos los géneros de legumbres1, parece que las mas agradables á los hombres , y las que mas usan son el haba , la lenteja, el guisante, el garbanzo, el cáñamo, el mijo, el panizo, el ajonjolí, el altramuz, el lino tambien, y la cebada , porque de ella se hace la ptisana. Asimismo los mejores forrages son la alfalfa, la alholva, y no menos la veza. Despues la gálgana, el yero, y el verde de ceba da. Pero en primer lugar tratarémos de lo que se siembra por causa nuestra, teniendo presente aquel antiquísimo precepto en que se nos previene, que en los parages frios se siembre muy temprano, en los templados no tanto, y los últimos sean los cálidos. Pero los preceptos que vamos ahora á dar son como para un pais templado. •:, . • . i . CAPITULO VIII. Cuál sea el tiempo de sembrar. .Nuestro poeta quiere que no se siembre la escaña, ni tampoco el trigo antes que se hayan dejado de ver las ca brillas , lo mismo que expresa en sus versos de ésta maj nera1 : pero si labráres la tierra para recoger cosecha de trigo y granadas escañas , y tu único objeto son las espi gas, espera el ocaso matutino de las hijas de Atlante. Pero se ocultan á los treinta y un dias despues del equinoccio de otoño, que por lo comun es el nono dia antes de las ca jeadas de octubre; por lo que se debe, entender que hay LIBRO SEGUNDO. 61 cuarenta y seis dias para la siembra del trigo, contados des de el ocaso de las cabrillas, que se verifica antes del nono de las calendas de noviembre, hasta el solsticio de invierno. Pues los labradores prudentes observan el no arar ni podar arbol ó vid quince dias antes, y otros tantos despues de éste solsticio. Nosotros no negamos tampoco que se deba hacer así la sementera en el campo templado y nada hú medo; pero si es acuoso, endeble, frio, ó tambien som brío, conviene sembrar ordinariamente antes de las calendas de octubre2, mientras la sequedad de la tierra per mita hacerlo, y mientras las nubes están suspendidas ; para que las raices de los granos tomen fuerzas antes que los echen á perder las lluvias del invierno , las heladas y las escarchas. Pero aunque se haya concluido la sementera con tiempo, sin embargo se tomará la precaucion de hacer liras anchas, y surcos inmediatos unos á otros, que algunos llaman dices, para dirigir toda el agua a las zanjas, y des de éstas echarla fuera de las siembras. Y no ignoro que al gunos autores antiguos previnieron que no se sembrasen los campos hasta que la tierra se hubiese mojado bien con las lluvias. Lo que yo no dudo que sea mas conducente al labrador, si las aguas vienen á tiempo. Pero si, como su. cede algunas veces, éstas vienen tarde, será bueno sembrar, aunque el terreno esté seco , y ésto se practica en algunas provincias que están en climas donde las lluvias son tar días. Porque el grano que se ha echado en un terreno se co y se ha gradado despues de haberlo enterrado se con serva sin echarse á perder , como si estuviera encerrado en el granero, y luego que viene la lluvia, nace en un dia solo la sementera de muchos. Es verdad que Tremelio ase gura que los pájaros y las hormigas se lo comen antes que llueva, si la tierra está desecada con los dias serenos del estío: lo que nosotros hemos hallado por repetidas expe riencias ser cierto. Sin embargo , en semejantes campos es mas conveniente sembrar escaña que trigo , porque la glu ma en que está encerrado su grano , es fuerte y durable pa ra resistir á la humedad aunque sea de mucho tiempo. 6» COLUMELA. CAPITULO IX. Cuántos módios de simiente necesita cada yugada de tierra ; cómo se lian de elegir los granos para sembrar, y dí las preparaciones de éstos para emplearlos. La yugada de tierra pingüe necesita ordinariamente cua tro módios de trigo, la mediana cinco; de escaña nueve módios si el terreno es fertil, si es mediano diez; porque aunque los autores no están de acuerdo sobre ésta medida, nuestra propia experiencia nos ha enseñado parecer ésta la mas conveniente; la cual si alguno no quisiere seguir, ar réglese á los preceptos de los que dicen que en el campo bien fértil se siembren cinco módios de trigo y ocho de es caña por yugada, y opinan que á los medianos se les eche la semilla con ésta misma proporcion. Nosotros no preten demos que se emplée siempre ésta cantidad de simiente, porque la hace variar la condicion del lugar , de la estacion, ó de la atmósfera: del lugar, cuando se siembra el grano en llanuras ó en colinas, y las unas y las otras son pingües, medianas ó endebles: de la estacion , cuando echamos los granos á la tierra en el otoño, ó á la entrada del invierno; porque la primera sementera permite que se siembre mas claro; la última exije que se eche mas espeso': de la at mósfera, cuando está lluviosa ó seca; porque en el primer caso quiere que se haga lo que en la semenrera primera, y en el segundo lo que en la última. Pero todo grano ama principalmente la llanura rasa inclinada al sol, templada y suelta; pues la colina dá menos trigo aunque sea mas re cio \ La tierra densa , gredosa y húmeda , no cria mal el tri go candeal y la escaña. La cebada no aguanta mas terreno que el seco y suelto. Aquellos granos de que hemos habla do antes , quieren una tierra que sea muy fértil, que des canse un año y se labre al siguiente: éste desecha toda medianía, porque se echa en tierra muy pingüe, ó en la muy endeble; aquellos, si despues de lluvias continuadas los esparcieres, en caso de necesidad, en un terreno atas cado todavía y calado, sostienen éste contratiempo; éste se LIBRO SEGUNDO 63 pierde si ío echas en tierra que esté hecha barro. Si el camoo es medianamente gredoso ó húmedo, necesita aun algo mas de los cinco modios de candeal. ó trigo,. que dije ya antes, para sembrar cada yugada. Pero si es seco y suelto, sea pingüe ó endeble , cuatro ; porque tambien por el con trario, aquel siendo endeble necesita otra tanta simiente; pues si no se siembra claro cria una espiga vacía y pequeña; pero cuando de un grano han salido muchas cañas, hace tambien que una sementera clara sea espesa. No debemos nosotros ignorar entre otras cosas que la tierra plantada de árboles maridados con vides, consume una quinta parte mas de simiente que la desocupada y descubierta3. Pero nosotros no hemos hablado hasta aquí mas que de la siem bra de otoño que creemos ser la mejor. Mas hay tambien otra cuando obliga la necesidad ; los labradores la llaman tremesina : ésta se hace con buen éxito en los parages muy frios y abundantes de nieves, y donde el estío es húmedo y sin calores;. en los demas. muy raras veces sale bien, y sin embargo convendrá hacerla pronto, y siempre antes del equinoccio de primavera; pero si la cualidad del lugar, y la temperatura del aire lo permitiere, cuanto mas tem prano .sembrásemos , tanto. mejor saldrá; pues no hay semi lla alguna , como muchos han creido , tremesina por na turaleza4: porque la misma semilla tremesina echada á la tierra en otoño corresponde mejor. Con todo eso hay algu nas que son preferibles á otras para éste objeto, porque aguantan mejor que otras el cajor .moderado de la primave ra, como el trigo candeal., la cebada jdeGalaeia, la escaña ha. licastro, el haba de los. Marapa; piles ; los demas granos fuer tes deben sembrarse siempre en los paises templados antes del invierno. Pero suele la tierra arrojar algunas veces una agua jalada. y amarga. que .corrompe con el humor nocivo que mana los sembrados,, jawpque va csu.n sazqnados, y eo los sitios que quedan sir* una hebra del grano que se ha sem brado , hace á modo de eras. 'Estos sitios conviene ponerles algunas señales, para que les apliquemos á su tiempo el remedio oportuno á semejantes vicios, Porque en los sitios dondef la humedad ó alguna otra cosa dañosa habrán he cho peídewe ios granaos , 'conviene esparcir palomina, y si 64 GOLUMELA. no la hubiere, hojas de ciprés, y enterrar uno úotro aran do encima. Pero lo que mas importa es echar fuera de la tierra toda el agua por medio de una zanja ó atajea: de otra suerte serán inútiles los remedios que acabamos de decir. Algunos forran una sembradera de tres medios con una piel de hiena, y teniendo la semilla en ella un poco de tiempo, la echan desde la misma, no dudando que la que se ha sembrado de ésta manera ha de salir bien. No faltan algunos vichos subterraneos que destruyen las mieses royén doles las raices cuando ya han crecido. El remedio para que ésto no suceda es el zumo de la yerba que la gente del campo llama sedo* mezclado con agua, porque despues de estar la semilla remojándose una noche en ésta composi cion, se echan á la tierra. Algunos deslien en agua el zu mo esprimidodel cohombro y su raiz molida, y confian á la tierra la semilla, despues de haberla tenido en remojo en éste líquido. Otros , cuando empieza á infestarse la semen tera, riegan los surcos con ésta misma agua, ó con alpechin sin sal ; y de ésta suerte quitan los animales nocivos. Esto tengo ademas que prevenir, que despues de estar se gadas las mieses se trate ya desde la era de tomar precau ciones , á fin de mejorar el grano que ha de servir para sembrar. Pues , como dice Celso , cuando la cosecha es me diana , conviene escojer las mejores espigas , y guardar aparte el grano que se saque de ellas pira semillas; cuando despues haya habido una cosecha mayor, todo lo que se trillare se ha de aechar con un amero, y se ha de reservar siempre para sembrar el grano que por su peso y magni tud quedare en el fondo del monton; pues éste cuidado es muy útil, porque si no se tiene, aunque los granos dege neran mas pronto en los sitios húmedos, sin embargo tambien se verifica en los secos; pues no hay duda que de la semilla vigorosa puede hacerse grano que no lo sea, pero es evidente que la que desde él principio es endeble, no adquiere vigor jamas; y por ésto Virgilio entre otra9 cosas excelentes dijo de las semillas6: yo he visto que las semillas escogidas detenidamente y examinadas con mucha 'atencion , degeneraban sin embargo, á menos que la pro lijidad de los hombres no escogiese todos los años los gra- LIBRO SEGUNDO 65 nos mas gruesos á mano; tal es el destino de todas las cosas, ir de mal en peor, y no parar de volver atrás. Si un grano rojo se parte y tiene por dentro el mismo color, no tene mos duda que es bueno: el que por fuera está blanquizco, y por dentro se vé blanco, se debe entender hueco y lige ro. Y no nos engañe el candeal, como si se debiera desear por los labradores, pues éste es un trigo viciado, y aunque se aventaje al otro en blancura, le cede en el peso. Pero en el clima húmedo acude bien, y por lo tanto es mas á pro pósito para los parages donde mana agua. Mas sin embargo, no lo hemos de ir á buscar lejos, ni donde nos sea difícil adquirirlo; pues todo trigo en sembrándolo tres veces en tierra húmeda , se vuelve candeal. El grano de uso mas co« mun despues de ésto es la cebada , que la gente del cam po llama hcxasúca7 , ésto es, de seis órdenes; que otros llaman tambien caballuna porque alimenta mejor á los otros animales que están en el campo, y es mas saludable para el hombre que el mal trigo. Y ninguna otra cosa Ereserva mas de la miseria, cuando hay necesidad. Se siemra en tierra seca y suelta, y muy fuerte ó endeble; porque es constante que esquilman sus mieses el campo que las cria: por lo cual se echa en uno muy pingüe, á cuyas demasiadas fuerzas no pueda perjudicar, ó en uno ende ble, al que no se confia otra alguna semilla. Se debe sem brar en tierra labrada de dos rejas, despues del equinoccio casi á la mitad de la sementera ^ si es en terreno fértil, y mas temprano en el que sea endeble. Una yugada se em panará con cinco módios; y luego que haya madurado un poco se segará antes que cualquier otro grano, porque como tiene la caña quebradiza, y su grano no está cubierto de cascarilla, se cae mas pronto; y por los mismos motivos se trilla mas facilmente que los demas. Mas así que hayas levantado sus mieses de las tierras, es muy bueno dejarlas descansar un año, ó á lo menos llenarlas de estiercol y echar de ellas todo el veneno que tienen todavía. Hay tambien otro género de cebada que unos llaman dística , ésto es,. de dos órdenes, y otros galátíca , ésto es dé'Cálaciaj de un peso y de una blancura sobresaliente: de suerte que mezclada con el trigo da un mantenimiento superior para lá familia. e 66 COLUMELA. Se siembra en sitios de los mas pingües , pero frios, acia el mes de marzo. Corresponde sin embargo mejor sembrán dolo, si lo templado del invierno lo permite, al rededor de los idus de enero: la yugada necesita seis módios. El panizo y el mijo se ban de poner tambien entre los granos cereales, aunque yo los haya colocarlo en la clase de las legumbres; porque en algunos países sirven de mantenimiento á los colonos. Quieren una tierra ligera y suelta , y no solo se crian bien en un terreno arenisco, sino en la misma arena, con tal que el clima sea húmedo , ó el suelo tenga riego, porque temen el que e« seco y gredoso. No pueden sem brarse éstos granos antes de la primavera , porque gustan mucho de los calores moderados; pero se confian á la tierra muy. cómodamente despues de mediado el mes de marzo. No. causan mucho gasto al labrador, porque con cuatro sextarios poco mas ó menos se empana una yugada de tierra; pero quieren frecuentes escaldas de almocafre y de á mano, para libertarse de yerbas. Luego que han espigado , y an tes que las semillas se abran con los calores , se arrancan á mano, y en habiéndose secado colgadas al sol las espigas ó mazorcas se guardan , y duran encerradas de ésta manera mas que los demas granos. Del mijo se hace un pan que se puede comer sin fastidio antes de ponerse frio. El panizo molido y separado de su salvado, y aun tambien el mijo, dan unas gachas no despreciables en cualquier tiempo de escasez, mayormente cuando se hacen con leche, CAPITULO X. De las legumbres; qué terreno conviene d cada especie; y de su cultivo despues de sembradas. ' . -Uespues de haber dado con bastante extension preceptos acerca de los granos cereales, vamos á tratar en seguida de las legumbres. El primer lugar lo tiene el altramuz, porque se invierten muy pocos jornales en su cultivo, se compra muy barato, y de todas las legumbres que se siembran en el campo es la que mas lo beneficia: porque dá un exce LIBRO SEGUNDO 67 lente estiércol á las viñas cansadas y á las tierras de labor, acude bien aunque en un terreno desustanciado , y guarda do en el granero dura eternamente. Cocido y remojado ali menta bien á los bueyes en el invierno, y si acomete á los hombres alguna escasez de víveres destierra cómodamente el hambre. Se esparce cuanto sale de la era. Es la única entre todas las legumbres qus no necesita estar encerrada en el granero , ya la siembres en eriales el mes de setiembre an tes del equinoccio, ó ya inmediatamente despues de las ca lendas de octubre , y de cualquier manera que lo siembres aguanta la negligencia del colono. Pero apetece el calor mo derado del otoño, para tomar fuerzas prontamente, porque si no ha adquirido consistencia antes del invierno le perju dican los fríos. La semilla que queda sobrante, se guarda muy bien en un sobrado donde entre el humo , porque si lo ha acometido la humedad cria gusanos, que luego que han roido el germen lo que queda no puede nacer. Estos, como he dicho, quieren tierra endeble y principalmente la roja, pues temen la greda y no salen en tierra cenagosa. Una yugada se siembra con diez módios. Despues de esta legumbre será bueno que se siembre el habichuela ó judía, y se echará en barbecho ó mas bien en un campo pingüe que se siembre todos los años: y no se echan en una yuga da mas de cuatro módios. El mismo método se observa con el guisante, solo que quiere una tierra fácil de labrarse y suelta, y un parage templado y clima lluvioso. Se puede sembrar la yugada con la misma semilla que la habichuela ó con un módio menos, y se podrá sembrar al principio de la sementera despues del equinoccio del otoño. AI haba se des tina un terreno muy pingüe ó estercolado, y si hubiere al gun erial situado en un valle, que reciba el agua de la par te superior, primeramente echaremos la semilla, despues alzaremos la tierra, en seguida la dispondremos por liras y la gradaremos para que se arrope mas la simiente y quede mas honda. Porque es de la mayor importancia que las rai ces de las legumbres que han nacido estén bien profundas. Pero si se ha de ocupar la tierra que ha estado sembrada el año antes, así que se hayan segado los rastrojos, repar tiremos en cada yugada veinte y cuatro carros de estiercol y e a 63 COLUMELA. los extenderemos. Y del mismo modo cuando echáremos la semilla en tierra sin labrar, la araremos, la dispondremos en liras y la gradaremos: aunque hay quien diga que en I0s sitios frios no conviene gradar el haba : porque los terrones que quedan encima de la tierra la defienden de las heladas mientras está todavía tierna, y dán un calor moderado á las que son molestadas por el trio. Hay tambien algunos que piensan que ésta misma legumbre suple en las tierras labra das por el estiercol : lo que yo interpreto de suerte que cree no que con sembrarla se engrase la tierra, sino que ésta semilla consume menos su fuerza que las demas. Pues yo tengo por cierto que un campo que nada habrá llevado el año anterior, es mejor para granos que el que ha llevado esta legumbre. La yugada de tierra , segun parecer de Tremelio, si es pingüe necesita cuatro módios de habas, segun el nuestro seis: si es mediana un poco mas: y el haba no aguan ta un sitio nebuloso ni endeble; sin embargo en la tierra den sa muchas veces acude bien. Parte debe sembrarse al mediar la sementera y otra parte al fin; esta última siembra se liama septimoncial 1 : la temprana es con mas frecuencia la mejor; lo es sin embargo alguna vez la tardia. Despues del solsticio de invierno no es del todo bueno sembrarla , en la primavera malísimo; aunque hay tambien haba tremesina, que se siembra en el mes de febrero y entra una quinta par te mas de semilla que en la temprana: pero da poca paja y no muchas vainas: y asi oigo comunmente á los hombres del campo antiguos querer mas bien habares sembrados á su tiempo que tremesinos. Pero en cualquier tiempo del año que se siembre se ha de procurar que toda la porcion que se destine al efecto se eche á la tierra el día quince de la lu • na, con tal que ella no quede aquel dia detras de los rayos del sol , lo que llaman los griegos ápójrousin* ; si no se echará el dia catorce, sin embargo de que esté todavía en creciente, aunque no se pueda cubrir inmediatamente to da la semilla. Pues ningun perjuicio tendrá por los rocíos de la noche, ni por otras causas , siempre que se guarde del ganado y de los pájaros. Los antiguos labradores, y no menos Virgilio, quisieron que se remojara en alpechinó en nitro ántes de sembrarla3; para que sus granos se cria-¡ LIBRO SEGUNDO 69 stín mas medrados dentro de la vaina engañosa y que se ablandasen pronto, aunque se pusiesen a un fuego manso. Nosotros hemos experimentado tambien que preparada así el haba cuando ha llegado á madurar la infesta menos el gor gojo. Pero para lo que vamosv á decir en seguida estamos tambien fundados en nuestra propia experiencia : arranca el haba cuando no se vé la luna y ántes del dia : despues asi que se' haya secado en la era , en habiendola trillado y refrescado antes que la luna empiece á crecer, llévala al granero; en trojada de esta suerte estará libre de gorgojos; y de todas las legumbres ella es la que mas bien se puede trillar sin bes tias' y limpiar mas facilmente sin viento, lo que se hará de esta manera. Coloquese un número mediano de haces desata dos en la extremidad de la era, el cual irán echando acia ade lante con los pies por enmedio de ella4 que es el espacio mas largo que hay en la misma, y los irán golpeando al mismo tiempo con palos ú horcas: despues, luego que hayan llegado a la otra extremidad de la era, harán un monton con las pa jas mas largas. Con lo que las habas quedarán extendidas en la era., y los demas haces se irán trillando sobre ellas po co á poco del mismo modo. Y las pajas mas duras se habrán quebrarlo y separado por los que las apalean , pero las me nudas, que habrán salido de las vainas con el haba, y ha bran quedado en la tierra, 'como ellas, se separarán de otra manera. Pues luego que se haya hecho un monton de pa jas y habas mezcladas, váyase echando con bieldos poco á poco k una larga distancia: hecho lo cual la paja que es mas ligera caerá dell lado de acá del aventador, y el haba que se enviará mas lejos llegará limpia , adonde éste la habrá ar rojado. La lenteja conviene sembrarla al demediar la sementera en la creciente dela luna hasta el dia doce, en terreno endeble y suelto ó en uno pingüe; y sobre todo se co, porque: cuando está en flor se echa á perder facilmente con la lozanía y la humedad: para que nazca pronto y crez ca se debe mezclar antes. de sembrarla con estiercol seco, y habiendo estado así cuatro ó cinco dias , echarla á la tierra. Acostumbramos sembrarlas en dos tiempos; uno temprano, mediada la sementera, y otro mas tarde en el mes de febre ro. Poco mas de un módio ocupa una yugada de tierra. Para e 3 7o f COLUMELA. [ que no la roigan los gorgojos (pues aun en la vaina lo ha cen) se cuidará luego que se haya trillado, de echarla en agua, y de separar la entera de la .yacía.,..que ijáda .sobre. ella: en seguida .se secará al sol, y se rociará con vinagre en que 6e se haya echado xaiz de silphio molida «on él , se lavará con agua, se secará otra vez al sol, y refrescándola. despues, se guardará si es mucha cantidad en el granero, si es menos en tinajas que hayan tenido aceite, ó en salade ras : si éstas vasijas se llenan é inmediatamente se tapan con yeso, en cualquier tiempo que saquemos la lenteja para el uso la encontraremos entera : sin embargo tambien pue de guardarse sin ésta preparacion mezclándola con ceniza. La linaza, como su producto no sea grande en el país en que vives, y el precio del lino no convide, no se ha de sem brar, pues es en extremo dañosa al terreno, y así pide uno que sea muy pingüe y medianamente húmedo. Se siembra desde las calendas de octubre hasta la salida del águila, que es el dia séptimo antes de los idus de diciembre. La yugada de tierra se siembra con ocho mótlios. Algunos quieren que se siembre muy espesa en terreno,.endeble, .para. que el lino salga fino. Tambien dicen que si se siembra en terreno féj> til conviene echar diez módios en cada .yugada. Los ajonjo líes que se riegan se han de sembrar ántes del equinoccio de otoño; los de secano desde ésta época hastíos idus de octubre: quieren comunmente un terreno su^lto^que los de Campania llaman pulo; pero sin embargo no acuden peor en arenas pingües ó en tierra muy mullida: se echa, en una yugada tanta semilla como de mijo ó panizp; alguna vea tambien dos sextarios mas. Pero yo. mismo he visto senv? brar ésta semilla en las regiones de Cilicia ,y Sy ria por los me ses de junio y julio , y recogerla en el otoño despues de ha ber madurado bien. La guija, que.es semejante al alberjon, se ha de sembrar en el mes de enerp, ó, en el; de febre ro., en terreno fértil y clima húmedo. Sin embargo en al gunos parages de Italia se siembra ántes de las calendas de noviembre. Tres módios llenan una yugada, y ninguna le gumbre perjudica menos al campo; pero raras veces corres ponde, porque cuando está en flor.no aguanta la sequía ni los yicntos del sur; cuyas dos incomodidades vienen de orí LIBRÓ SEGUNDO 71 dinario en el tiempo del año en que se le cae la flor. El gar banzo que llaman arietino'', y tambien otro de distinto géne ro que se llama púnico6, se puede sembrar en todo el mes de marzo y en terreno de la mayor fertilidad y en tiempo hú medo. Pues tambien es perjudicial á lá tierra ésta legumbre: y por lo tanto no es de la aprobacion de los labradores mas hábiles, pero si no obstante esto se ha de sembrar, se echará enagua el diá ántes para que nazca riláis pronto: para uña yugada hay bastante con tres módios.' El' cáñamo quiere uh terreno pingüe, estercolado y de riego; ó llano, humedo y labrado profundamente. En cada pie cuadrado se siembran seis cañamones á la salida de Arctúro que es á últimos de febrero , acia el dia quinto ó sexto antes de las calendas. de marzo. Sin embargo no es malo sembrarlo hasta el equl* noccio de primavera i, si el tiempo está lluvioso. Despnes de éstas legumbres tienen su lugar los nabos y las nabas, por que unos y otras sirven de alimento á la gente del campo. Con todo eso las nabas son mas útiles, porque producen mas y mantienen no solo al hombre, sino tambien á los bueyes, sobre todo en las Galias , donde ésta hortaliza dá de comer el invierno á dicho ganado. Una y otra quieren un terreno suelto y no nacen en tierra densa. Pero las nabas quieren llanuras y sitios húmedos, y los nabos apetecen tierra en pen diente, deca y casi ligera, y asi sale mejor en tierras cascajosas y areniscas: y la cualidad del terreno cambia la naturaleza de los dos; pues la naba sembrada en uno se convierte en na« bo al cabo de dos años , y en otro el nabo en naba. En la tier ra de riego se siembran bien ámbas despues del solsticio, y eri la. de secano en la última parte de agosto ó en:la primera dé setiembre: quieren uri'terreno labrado con Ititlchas vueltas de airado ó rastro y lleno de estiercol. Lo que es muy impor tante, rio solo porque ellas acuden mas; sino porque despues de arrancadas,'el suela con ésta labor dá abundantes cosechas; La.yügadá dé tierra no se ha de sembrar maá que con cuatro serttafioy déstímiHá de nabas : de' nabos se ha de ésparcir' ú ría cuarta patemas, porque no engordan, formando vientre; si no penetran hácia abajo con una raiz delgada. Y éstas cosas son las que creemos deber sembrarse para el uso de los hom bres: las que siguen se siembran para los' ganados.. e 4 ?a COLUMELA. CAPITULO XI.1 De los forrages; de la alfalfa, de la veza, del verde de cebada y de la avena, de las álholvas, de los yeros, y de la galgona. H- J '".' . . ' ay muchos género». de forrages como la alfalfa, la veza,' el verde de cebada, la avena, la alholva, y no menos el yero, y la gálgana. Pues los demas no nos dignamos de enumerarlos ni menos de sembrarlos : excepto sin embargo el cytiso (Medícago arborea UN. Alfalfa arborea); del cual hablaremos en los libros que hemos escrito de los gé neros de árboles. Pero de todos los. que.aprobamos por;bue.< nos el mas sobresaliente es la alfalfa, porque en sembrán dola una vez dura diez años ; porque despues se siega bien cuatro veces al año, y algunas seis; porque estercola la tier ra; porque todo el ganado mayor que.se ha puesto flaco en gorda con ella ; porque sirve de rfimedip al menor que es tá enfermo; y porque una yugada de el,l,a dá comida mas que suficiente para tres caballos un año. Se siembra del modo que vamos á prescribir. El sitio donde has de sembrar la alfalfa en la primavera inmediata, álzalo. al rededor de las calen das de octubre , déjalo que se fermente por todo el invierno; en seguida bínalo con cuidado en las calendas de . febrero» saca todas las piedras y desterrónalo: despues hácia el mea de marzo tércíalo y grádalo. Así que hayas labrado la tierra de ésta suerte, haz eras como en las huertas, de diez. pie* de ancho y cincuenta de largo, para que se pueda sumipis«l trar el agua por las sendas, y haya paso .por.eutrámbas pafte& para los que arranquen la yerba. Despues echa estiercol pa-. sado, y hecho todo ésto siembra á últimos de abril , á razon de un cyatho de simiente en cada espacio de diez pies de largo y cinco de ancho: así que la hayas sembrado, cubrela inmediatamente con. on rastro de madera, pues éstpjmporta mucho, porque se abrasa muy pronto con el spl. Des pues de la siembra no debe tocarse el sitio con hierro; si no escardarlo como he dicho con rastros de madera , y de tiempo en tiempo á mano, no sea que la yerba sofoque la LIBRO SEGUNDO ?3 alfalfa cuando está endeble. La primera siega de ella con vendrá hacerla bien tarde, cuando se le habrá caido alguna parte de la semilla: despues, si la quieres tener tierna, la puedes segar desde que haya retoñado y darla á las bestias; pero á los principios y hasta que se hagan, con econo mía, para que la novedad del forragc no les haga daño, pues los infla y les hace criar mucha sangre. Pero así que la hayas segado, riegala con mas frecuencia. En seguida así que hayan pasado unos pocos dias, y haya empezado á re toñar , arranca todas las yerbas extrañas. Cultivada de ésta suerte se podrá segar seis veces al año y permanecerá diez. La veza se siembra en dos tiempos diferentes: en el prime ro que es para forrage, sembramos hácia el equinoccio de otoño siete módios de ella en cada yugada de tierra: en el segundo echamos el mes de enero ó aun mas tarde seis mo dios, para coger la semilla seca. Ambas siembras pueden ha cerse en tierra erial , pero mejor en la labrada de una reja: y ésta casta de semilla es la que quiere menos los rocíos cuando se siembra : por lo cual se ha de esparcir en la tier ra despues de la segunda ó tercera hora del día2 cuando el sol ó el viento hayan enjugado toda la humedad, y no se puede echar mas que lo que pueda cubrirse en el mismo día., porque si sobreviene la noche, por poca humedad que perciba se pierde. Se ha de tener cuidado de no sem brarla antes del dia veinte y cinco de la luna: de otra suerte tenemos observado que casi siempre le hacen mal loa caracoles. La cebada para verde conviene echarla en un terreno de los que se siembran todos los años muy estercolado y bina do. Se cria un verde muy bueno sembrando diez módios de cebada caballuna en cada. yugada de tierra ácia el equi noccio de otoño, pero ha de ser cuando estén amenazan do las lluvias, para que despues de sembrada y regada con ellas nazca prontamente y tome consistencia ántes del rigor del invierno. Porque cuando han faltado los otros forrages por causa de losfrios, es muy bueno dar éste segado á los bueyes y á loe otros animales, y sii qtñsieres' hacerlo pa cer mas veces, alcanza hasta el mes de mayo. Pero si qui sieres coger tambien grano de él, se han de echar fuera todos los animales desde las calendas de marzoy y se ha de 74 ¡ COLUMELA. i-í preservar todo daño, á fin de que puede espigar y granar. Lo misino es la siembra de la avena , la cual echada á la tierra en el otoño , parte se corta para heno ó forrage mientras to davía está verde, y parte se conserva para semilla. La alholva, que la gente del campo Hama siliquá, Úeae dos tiem-, pos para sembrarla, uno el mes de setiembre (cuando se siembra para forrage) en los mismos dias que la veza , esto es, ácia el equinoccio; y otro á últimos de enero ó princi pios de febrero, cuando se siembra para seca: pero en éste último caso ocupamos la yugada con seis modios, en el primero con siete: una y otra siembra se hace comodamen* te en tierra erial , y se procura labrar yunto y no hondo, pues si se cubre su semilla con mas de cuatro dedos de tier ra no sale facilmente. Por lo cual algunos, antes de sembrar la, dan una reja á la tierra con arados muy pequeños , y es tando así echan la simiente y la cubren con escardillos. Pe ro el yero quiere tierra endeble y no húmeda, porque con la fertilidad de la tierra se pierde por lo comun. Puede sem brarse en el otoño y no menos despues del solsticio de in vierno , á los últimos de enero ó en todo febrero , con tal que sea ántes de las calendas de marzo, pues dicen los la bradores que todo éste mes de ninguna manera conviene á ésta semilla , porque la que se siembra en él es dañosa al ganado y principalmente á los bueyes , á los cuales cuando la comen pone furiosos. Con cinco modios hay bastante pa* ra sembrar una yugada de tierra. En la España Bética se dá á los bueyes en lugar de yeros gálgana molida, Jo cual así que se ' ha hecho con la muela suspendida se echa en agua un rato hasta qué se ablande, y de ésta suerte se dá al ganado i revuelta con paja menuda: pero para cada. 'yan ta hay ¡bastante con doce libras de yeros, y dé gálgana con diez. y seis. Esta no es inútil para los hombres ni desa gradable: á lo menos nada difiere en el gusto de la gitVja, solamente se distingue,er»iel «olor, que lo tiene muy obscu ro yquetira bastante á negro: sesiémbraiel mes de marzoj eQj tierra labrada de tina 6 dos rejas, segun lo exige su ferti lidad, porque con atencion á ella se 'sembrará mas ó menos, pues¡ unas veces serán menester para una yugada cuatro mó dios, otras tres, y algunas dos y mediojl' LIBRO SEGUNDO . CAPITULO 75 XII. ' ,i'i í)e qué'modo y con cuántos jornales se cultiva cada espe cie de granos cereales ó de legumbres. Despues de haber tratado del tiempo en que se lia de sem brar cada especie. de semilla, ahora vamos á manifestar de qué modo y con cuántos jornales se ha de cultivar cada una de las que hemos referido. Concluida la sementera, la labor que se sigue es la escarda , sobre la cual no están conformes los au tores. Algunos dicen que no es útil porque con el almoca fre se descubren las raices del grano y algunas se cortan , y si sobrevienen los fiios les hacen morir; pero que es me jor arrancar la yerba á mano en estando para ello. Sin em bargo, mas son los que quieren que se estarde de almocafre; Í)cro que no se haga en todps partes del mismo modo ni en os mismos tiempos. Porque en los campos secos y expues tos al sol, luego que. el sembrado pueda resistir la escarda, se debe mover la tierra y recalzar con ella las matas para que echen hijos: lo cual conviene hacerlo ántes del invier no y repetirlo pasado éste. Pero en parages frios y panta nosos quieren. por lo comun que no se escarde hasta que pa-. se dicha estacion y que no se recalcen las matas con tierra, sino que 6e remueva ésta con una escarda corrida é igual. Sin embargo, nosotros hemos experimentado que ésta escar da en el invierno es útil en muchos paises, con tal que la sequedad del aire y la benignidad del tiempo lo permita. Pero no somos de opinion que se haga en todas partes, ¡si no que es preciso conformarse encada pais^ con la costunn bre de los habitantes: pues hay algunos que. tienen de la naturaleza dones que les son peculiares, como Africa y Egypto, donde el labrador no llega á las naieses desde la siembra hasta la siega , porque es tal la condicion del clima y la bondad de la tierra, que apenas nace mas yerba que la que produce la semilla que se le ha echado: sea porque las lluvias son raras, ó sea por prestarse de ésta suerte al colono la cualidad de la tierra. Pero en los sitios. donde se necesita la escarda de almocafre, no se ha de llegar á los sembrados* 76 ( COLUMELA. aunque la temperatura del aire lo permita, antes que ha yan éstos cubierto los surcos. El trigo y la escaña será .bue no escardarlos cuando empiecen á tener cuatro hojas, la ce? bada cuando tenga cinco, el haba y las demas legumbres ctiah> do estén cuatro dedos por encima de la tierra. De ésta regla se exceptúa sin embargo el altramuz, al cual le es contra* ria ésta escarda , porque tiene solamente una raiz; y si sé corta ó se hiere con el hierro, muere toda la mata. Y aun que ésto no sucediese, sería supérflua la escarda, porque en Tez de recibir ésta legumbre perjuicio de las yerbas las des-' truye todas. Pero otros sembrados que aunque estén húme dos se pueden" mover, sin embargo es mejor escardarlos, cuando están secos, pues de ésta manera se preservan de la alheña; mas á la cebada no se debe llegar si no está muy se ca. El haba creen muchos que ni aun se ha de escardar, porque arrancándose á mano cuando está madura, no lleva consigo las demas yerbas que se han criado con ella , y és-i tas se reservan para heno: de cuya opinion es tambien Cornelio Celso, que entre las demas buenas propiedades de ésta' legumbre, cuenta la que despues de arrancada se puede segar ' heno del mismo sitio donde estaba. Pero á mí me parece que solo un labrador muy malo puede dejar crecer la yerba mucho, pues se disminuye demasiado el producto' del haba. si se deja de arrancar. Pues no es propio de Un labrador pru dente poner mas conato en los forragesde los animales que en la comida de los hombres, principalmente cuando se pue den conseguir aquellos con el cultivo de los prados : y de tal suerte creo que se han de. escardar las habas, que pienso se debe hacer hasta tres veces: porque cultivadas de ésta suerte tenemos experiencia de que no solo se multiplica el fruto, sino que las vainas hacen una parte pequeña de ellas, y que un módio de habas molidas y limpias de las vainas está tan lleno casi como cuando están enteras, pues apenas se dis minuye la medida quitadas las cáscaras. Y en general es muy útil, como hemos 'dicho, la escarda de invierno en los dias serenos y secos despues del solsticio en el mes de enero, con tal que no haya heladas. Finalmente ésta labor se debe ha cer. de manera que no se lastimen las raices de los sem brados, ántea bien se recalcen y se les árrimetierra para que LIBRO SEGUNDO 77 amacollen mas. Esto será ventajoso hacerlo en la primera escarda; en la segunda será perjudicial, porque como ha dejado de matear el grano se pudre si se ha recalzado. Y así en la segunda escarda nada mas debe hacerse que remover la tierra con igualdad , y convendrá darla inmediatamente de como ha pasado el equinoccio dentro de veinte dias, an tes que las siembras se encañen, porque si se escardan mas tarde, se pierden con las sequias y calores del estío, que se siguen á ésta labor. Despues de la escarda de almocafre se ha de dar la de á mano , cuidando de no tocar la mies cuan do esta en flor, sino antes de tenerla ó despues de habérsele caido. Los granos cereales todos, y la cebada, y general mente todos los que no tienen la semilla doble1, echan la espiga desde el tercero al cuarto nudo, y luego que ha sali-. do toda á los ocho dias se le cae la flor y á los cuarenta to ma incremento, en los cuales llega desde la flor á la madu rez. Por el contrario los que son de semilla doble2, como el haba, el guisante y. Ja lenteja, en cuarenta dias florecen y en el mismo tiempo toman su incremento. . ••• ' r • " 'i • . t , ''».•l►.. it. . i • i'.' CAPITULO XIII. Cuántos jornales. y .obradas se regulan á cada yugada de tierra,, «.,,, , ;.....' ... :,... .' . , .... '. .... 1 para ajustnr ya con cuántas obradas y jornales se llevan á la era los grano3 que hemos confiado á la tierra, dire mos que cuatro ó cinco, módios de trigo emplean cuatro obradas de arar? tina dé gradar, tíos jornales' en la primera escarda de almocafre, uno en la segunda, uno en la de á mano, y uno y medio de siega; total cinco obradas y cinco jornales y medio. Cinco módios de candeal necesi tan las mismas obradas y jornales. Nueve ó diez módios de escaña quieren tantas obradas y jornales como cinco de trigo. Cinco módios de cebada exigen tres obradas de ara da , una de gradar, peon y medio de escalda de almocafre, y uno de siega. En todo cuatro obradas y dos peones y me dio. Cuatro ó seis modios de liabas emplean , si es cu bar becho , dos obradas de arada , si en rastrojo una ; sea como 78 COLUMELA. sea, una y media de gradar, peon y medio en la primera escarda , en la segunda y tercera uno en cada una , y otro de siega , que todo es dos ó tres obradas y media de arada y gradar, y cuatro peones y medio. Seis ó siete módios de veza quieren en barbecho dos obradas de arada y en ras trojo una ; para gradar una , y un peon de siega ; total dos ó tres obradas y un peon. Cin«o módios de yeros se siem bran con tras tantas obradas, se gradan con una; y ademas se escardan de almocafre á mano, y se siegan cada labor con un peon; total dos ó tres obradas y tres peones. Seis ó siete modios de alholvas se siembran con otras tantas obra das , y se siegan con un peon. Cuatro módios de judías se siembran con igual número de obradas, se gradan con una, y se siegan con un peon. Cuatro módios de gálgana ó de guijas quieren tres obradas de arada, una de gradar, un peon de escarda á mano, y otro de arrancarlas; en todo cuatro obradas y dos peones. Módio y medio de lentejas ne cesita las mismas obradas para sembrarse, una para gra darse, se escarda de almocafre con dos peones, á mano con uno y se arranca con otro; que hacen la suma de cuatro obradas y cuatro peones. Diez módios de altramuces se entierran con una obrada , se gradan con otra , y se siegan con un peon. Cuatro sextarios tle mijo y otros tantos de pani zo emplean cuatro obradas de arada, tres de gradad y tres peones de escarda; el número de éstos que se necesita para arrancarlo no es fijo. Tres módios de garbanzos se siembran con igual número de obradas, se gradan con dos, se escardan de almocafre con un peon, á mano con otro, y se arrancan con tres; total seis obradas y cinco peones. Diez ú ocho módios de lino, se siembran con cuatro obra das, se gradan con tres, se escardan á mano con un pcon, y se arrancan con tres; que hacen la suma de siete obradas y cuatro peones. Seis sextarios de ajonjolí se cultivan desde que se ha alzado la tierra con tres obradas de arada, se gra dan con tres , se escardan de almocafre la primera vez con cuatro peones, la segunda con dos, á mano con uno, y se arrancan con dos; que hacen la suma de seis obradas y nueve peones. El cáñamo se siembra como hemos manifes. tado arriba; pero no es fijo el gasto y el cuidado que nece LIBRO SEGUNDO 79 sita. Pero la alfalfa se cubre de tierra, no con el arado, si no, como he dicho, con rastros de madera. Una yugada de tierra sembrada de ella se grada con dos obradas , se escarda de almocafre con un peon , y se siega con otro. De éste total de obradas y jornales resulta, que un campo de doscientas yugadas se puede cultivar con dos yuntas de bueyes, otros tantos gañanes, y seis trabajadores; con tal, no obstante, que no tenga árboles; porque si está plantado de ellos , asegura Saserna que la misma porcion de tierra se puede cultivar bastante bien añadiendo tres hombres; cuyo cálculo nos demuestra que puede ser suficiente una yunta de bueyes para ciento veinte y cinco módios de trigo; y otros tantos de legumbres: de manera que la siembra de otoño ascienda por mayor á doscientos y cincuenta módios; y con todo eso despues de ésta sembrará setenta y cinco dé granos tremesinos. Esto se prueba ademas de ésta manera: las semillas que se siembran á la cuarta reja necesitan cien to y quince obradas de arada de bueyes; porque un campo de ésta cabida se alza aunque esté muy duro, con cincuenj ta obradas, se bina con veinte y cinco, se tercia y seiéiem.J bra con cuarenta1 : las demas legumbres emplean sesenta; ésto es, dos meses; tambien se computan en cuarenta y cin co dias los en que no se ara por ser de agua ó de fiesta , ó igualmente treinta que.se les dan de descanso concluida la sementera : de ésta suerte se hace el total de ocho meses y diez dias. Sin embargo sobran del año tres meses y veinte y cinco dias que emplearemos ó en la siembra de los tre mesinos, ó en la conduccion del heno, de los forrages, de los estiércoles, y de las demas cosas que sean menester. CAPITULO: XIV. Qué legumbres perjudican á las tierras, y cuáles les aprovechan. Pero entre las semillas que he referido , el mismo Saser na cree que hay algunas que estercolan las tierras y les son útiles, y otras al contrario, que las abrasan y desustancian. Que el altramuz, el haba, el yero, la lenteja, la guija y el 8o ; COLUMELA. alverjon la estercolan. Del altramuz ninguna duda tengo, como ni de la veza que se siembra para forrage, con tal que desde que se haya cortado verde se le eche inmediata mente el arado, y lo que haya dejado la hoz lo destroce el arado y lo entierre antes que se seque, pues ésto sirve de estiercol ; porque si las raices de ella que se han dejado despues de haber cortado el forrage se secaren , quitarán al terreno todo el jugo, y consumirán su tuerza; lo que tambien es verosimil que suceda en el haba y demas le gumbres con que parece se engrasa la tierra: de suerte, que si no se le dá una labor al instante que se han reco lectado éstas legumbres, de ninguna utilidad serán á las se.millas que en seguida deben sembrarse en aquel sitio. De todas las legumbres que se arrancan, dice Tremelio, que las mas perjudiciales al terreno son el garbanzo y el lino, por la ponzoña que dejan en él ; el uno porque es de na turaleza salada, y el otro por ser de naturaleza ardiente: lo que dá tambien á entender Virgilio cuando dice 1 : pues la cosecha del lino abrasa el campo , lo abrasa la de avena, lo abrasan las adormideras llenas de un jugo que provoca el mas profundo sueño. Y no hay duda que con éstas se millas se infesta el campo, como tambien con el mijo y el panizo. Pero para todo el terreno que se aniquila con las cosechas de las legumbres de que he hablado , hay un re medio eficaz , que es ayudarlas con estiercol , restableciendo con ésta especie de alimento las fuerzas que ha perdido. Y no se ha de hacer ésto solamente por las semillas que se han confiado á los surcos del arado, sino tambien por los árbo les y arbustos que se fertilizan en extremo con semejan te sustento. Por lo cual, si es, como parece, de la mayor utilidad á los labradores , pienso que se ha de hablar de él coa mucho cuidado, supuesto que los autores antiguos, aunque no lo han omitido, han tratado de él muy por encima. ' . . •¡).. LIBRO SEGUNDO CAPITULO 81 XV. •'.•'.i De las especies de estiercol. I res pues, son los principales géneros de estiercol: el que proviene de las aves, el que proviene de los hombres, y el que proviene de los cuadrúpedos. El de las aves se tiene por el mejor, y en ésta clase el primero es el que se saca de los palomares; en seguida el de las gallinas y demas aves, ex ceptuando sin embargo, el de las acuáticas ó nadadoras, como los patos y gansos; porque éste no solo no es útil, sino que tambien es dañoso; y el ser mas de nuestra apro bacion el de palomas, es porque esparcido moderadamen te sobre la tierra la hace fermentar. El segundo, despues de éste , es el que hacen los hombres , con tal que se mez cle con las otras inmundicias de la casería, porque él por sí es de una naturaleza muy cálida; y por lo tanto abrasa la tierra echándolo solo. Sin embargo, para los árboles es mas apropósito la orina humana que hayas dejado añejar por seis meses; si la echares á las vides ó á los frutales, con ninguna otra cosa producen fruto mas abundante; y no solo ésto , sino que mejora el gusto y el olor del vino y de las frutas. Puede tambien el alpechín añejo , que no tiene sal , servir mezclado con ésta orina para dar un riego útil í los árboles frutales, y á los olivos principalmente; aun que empleado solo les es tambien muy provechoso. Pero el uso de éstos dos líquidos es mas conveniente que nunca por el invierno, y aun por la primavera antes de los ca lores del estío, con tal que las vides y los árboles es tén tambien excavados. El tercer lugar lo obtiene el es tiercol de los cuadrúpedos; y en él tambien hay diferen cia , porque se tiene por el mejor el de los borricos , pues que éstos animales mascan con muchísima lentitud, y de consiguiente digieren con mas facilidad, y echan un es tiercol bien cocido y apropósito para emplearlo inmedia tamente en la tierra. Despues de estos estiércoles , de que acabamos de hablar , es el de ovejas ; en seguida el de ca bras, y despues el de las' demas bestias de carga, y el dej / 8a COLUMELA. ganado vacuno; pero el de los cerdos pasa por el peor de todos. Y aun tambien ha sido bastantemente provechoso pa ra los sembrados el uso de la ceniza y del hollín. Pero el tallo del altramuz cortado tiene lugar igualmente de un estiercol escelente. Y no ignoro que hay tambien cierta clase de campo en que no se pueden tener ganados ni aves; mas sin embargo, solo á un labrador desidioso podrá fal tarle estiercol , aun en éste paraje; pues puede recojer toda clase de hojas, despojos de los setos, y barreduras de laa encrucijadas ; puede cortar los helechos de la tierra del ve cino sin perjuicio de éste, antes bien haciéndole favor, y mezclarlos con la basura del corral; puede hacer una hoya honda, y en ella juntar en un monton la ceniza y el cieno delas cloacas, la paja de los rastrojos , y las demas cosas que se barren: ésta hoya ha de ser como la que dijimos en el primer volumen se habia de hacer para recojer el es tiercol, y en medio de ella se ha de clavar un pedazo de madera de roble, para evitar que se oculten en el es tiercol las serpientes venenosas. Esto se hará en donde no tiene ganados la heredad ; porque donde hay rebaños de ellos, hay algunas oficinas que se deben limpiar todos los dias, como la cocina y la quesera; y otras donde debe ha cerse en los dias lluviosos , como los tinados de los bueyes, y los apriscos de las ovejas. Si la hacienda es solamente de pan sembrar , nada importa que no se separen laa diferen tes especies de estiercol; pero si está distribuida de mane ra que hay en ella árboles, tierras de labor, y tambien prados, se ha de poner aparte cada clase de estiercol, co mo el de las cabras y el de las aves. Las demas cosas se han de echar juntas en la hoya de que se ha hablado, y regarlas de continuo con mucha agua, para que las semillas de las yerbas que se han mezclado con la paja y demas se pudran. Despues en los meses del estío conviene que todo el estercolero se remueva con rastros, no de otra suerte que «i dieras un agostado1 á fin de que se pudra con mas facili» dad, y sea apropósito para los campos. Y en efecto, tengo por poco cuidadosos á los labradores que no sacan en un mes de cada cabeza de ganado menor un carro de estiercol, y de cada una de mayor diez , y otros tantos de cada hom LIBRO SEGUNDO 83 bre, qué puede recoger y echar en la hoya no solo sus pro pios excrementos , sino tambien las inmundicias del corral y del edificio. Tambien tengo que advertir que todo el es tiercol que, recogido en tiempo oportuno, haya reposado un año, es muy útil para las siembras, porque tiene to da 6U virtud y no cria yerbas; pero cuanto mas añejo es aprovecha menos , porque tiene menos fuerza , y así que á los prados se eche lo mas fresco que pueda ser , porque cria mas yerba; y que ésto conviene se haga el mes de febrero en la creciente de la luna, pues ésto tambien coad yuva algun tanto á la produccion del heno. Por lo demas, cuál deba ser el uso del estiercol en cada cosa, lo diremos cuando tratemos de cada una en particular. CAPITULO XVI. En qué tiempos se han de estercolar los campos. Entre tanto , el que quisiere preparar las tierras para gra nos , si ha de hacer la sementera en el otoño, distribuirá en ellas montones pequeños de estiercol el mes de setiem bre; y si en la primavera , en cualquier tiempo del invier no, en la menguante de la luna; de suerte que haya diez y ocho carros por yugada en tierra llana, y en la pendien te veinte y cuatro; y como he dicho poco antes, no exten derá los montones antes de ir á arar. Pero si algun motivo ha impedido estercolar la tierra en tiempo conveniente , el segundo modo de hacerlo es esparcir por la siembra antes de la escarda de almocafre, polvo de estiercol de aves, co mo quien siembra. Si éste no lo hubiere , echar con la ma no el de cabras , y revolverlo con la tierra por medio de almocafres: éste procedimiento fertiliza las sementeras. Y tío conviene que ignoren los labradores que así como un camjx) que no se estercola se pone frio, del mismo modo se abrasa si se estercola demasiado ; y .que es mas conve niente á un labrador hacer ésto con frecuencia que con exceso. Ni hay duda que el terreno de mucha agua quie re mas abundancia de él que el s co : el uno porque estando frio con las coatinuas humedades, se deshiela por 84 ' COLUMELA. medio de él ; el otro porque teniendo calor por sí mismo' con motivo de las sequedades, echándoselo con abundan cia se quema i por lo cual no conviene que le falte seme jante materia, ni que le sobre. Si con todo eso no encon trare el labrador ninguna especie de estiercol, le será muy provechoso hacer lo que hago memoria haber practicado muchas veces mi tio paterno Marco Columela , labrador muy instruido y aplicado, que. á los terrenos arenosos les echa ba greda, y á los gredosos y muy densos arena; y por éste medio , no 6olo excitaba las sementeras á acudir mucho, si no tambien formaba unas viñas hermosísimas. Pues decia él mismo que no se debia echar estiercol á las viñas, por que corrompia el gusto del vino, y que era mejor material para tener vendimias abundantes la tierra amontonada en los muladares, ó la de los setos; ó finalmente otra cual quiera tomada de otra parte, y traida adonde se ha de echar. Por ú'timo, yo creo que si el labrador se halla destituido de todas éstas cosas, á lo menos no le faltará el fa cilísimo recurso de los altramuces; que si los echa á la tierra ácia los idus de setiembre , los cubre con el arado, y luego los corta en tiempo oportuno con el mismo , ó con la azada , le servirá como una capa de excelente estiercol. Pe ro el tiempo de cortar el altramuz en los terrenos areniscos es cuando haya echado la segunda flor; y en los rojos cuando haya echado la tercera. En los primeros se entierra cuando está tierno, para que se pudra prontamente, y se incorpore con el suelo endeble : y en los segundos cuando está mas recio, porque sostiene mas tiempo. los terrones duros, y los mantiene levantados, para que calentándose con los soles del estío se deshagan. . , ., . ¡ . .j CAPITULO XVII. Cómo se forman los prados. I el labrador podrá ejecutar éstos preceptos si no solo Irabiere acopiado los géneros de forrage que heí referido, sino tambien heno en abundancia para que pueda mantener mejor el ganado de la labor , sin el cual es difícil cultivar bien la tierra ; y por tanto le es precisa tambien la labor de LIBRO SEGUNDO 85 los prados, á la cual olieron los antiguos romanos la prima cía en los objetos del cultivo. Tambien le pusieron el nom bre de pratum, que viene de paratum, porque desde lue go estaba preparado, y no necesitaba gran cuidado. Marco Poreio hizo mencion tambien de las ventajas que tienen de no padecer con las tempestades , como otras partes del campo, y la de que , sin necesitar de gasto alguno, redi tuaban todos los años, no por un lado solo, sino por dos, pues no rinden menos en pasto que en heno. Debemos observar que hay dos géneros de prados , de los cuales uno es de secano y otro de riego. En la llanura fertil y pingüe no se necesita que entre arroyo á regarla, y pasa por me jor el heno que por su propia naturaleza se cria en un sue lo jugoso , que el que se produce á fuerza de aguas , las cua les sin embargo son preeisas , si la poca substancia de la tierra las exije ; pues el prado se puede hacer tanto en la tierra apretada como en la suelta, aunque sea endeble, ha biendo proporcion de regarla; y la llanura no debe tener una situacion honda , ni la colina escarpada ; lo uno para que no esté parada mucho tiempo el agua que se recoge en ella; lo otro para que no corra al instante despeñada. Sin embargo un campo con mediana pendiente , si es pingüe ó de riego , puede hacerse prado. Pero sobre todo se tiene por buena para éste objeto la llanura que teniendo un peque ño declive no deja parar las aguas de las lluvias o de los arroyos que corren por ella , ó si le sobreviene alguna hu medad va saliendo lentamente. Y así si hay en alguna par te charcos de agua estancada se ha de echar fuera por medio de atajeas. Porque tanto la abundancia como la escasez de aguas son la perdicion de las yerbas. CAPITULO XVIII. Cómo se cultivan los prados despues de Jiaberlos formado. x ero el cultivo de los prados quiere mas cuidado que tra bajo. Este cuidado consiste en primer lugar, en no dejar cepas, ni espinas, ni yerbas que tomen mucho incremento.' arrancando unas antes del invierno por el otoño, como las /3 86 COLUMELA. zarzas, el monte bajo , y los juncos; otras la primavera , co mo las chicorias y las espinas que salen en el solsticio: en no consentir que pazcan en ellos los cerdos , porque soca ban la tierra con el hocico, y levantan los céspedes; ni tampoco el ganado mayor, sino cuando el suelo está muy seco, porque no estáudolo se les sumen las pesuñas, pisotean las yerbas, y cortan sus raices. Asimismo en socorrer con estiercol el mes de febrero en la creciente de la luna las tierras mas endebles y las' que están en pendiente. Tam bien se deben recoger todas las piedras, y si hay algunas co sas que estorbeu á las guadañas, para sacarlas y llevarlas le jos, y estorbar la entrada á tos demas ganados mas temprano ó mas tarde segun la naturaleza de los sitios. Hay tambien algunos prados que por su mucha vejez están cubiertos de un musgo antiguo ó grueso; los que suelen remediar los labradores sembrando en ellos semillas que sacan de deba jo de las hacinas de heno, ó echando estiercol: ninguno de los cuales remedios es tan útil como esparcir repetidas ve ces ceniza ; pues ésta destruye el musgo. Sin embargo éstos remedios son muy lentos, siendo el mas eficaz de todos arar de nuevo el sitio. Pero los cuidados que acabamos de referir se han de emplear en los prados que hayamos ad quirido ya formados. Mas si se han de formar nuevos, ó re novar los antiguos (porque hay muchos, como he dicho, que se envejecen ó se hacen estériles por descuido), con viene ararlos alguna vez, aun con la mira de sembrarlos de granos , porque éstas clases de tierras despues de haber es tado descuidadas por mucho tiempo, dan abundantes co sechas. Aquel terreno, pues, que hayamos destinado para prado , despues de haberlo alzado en el estío , y dádole mu chas rejas en el otoño lo sembrarémos de nabas ó de na bos, ó aunque sea de habas; despues al año siguiente de trigo; el tercero lo ararémos bien, y arrancarémos de raiz todas las yerbas mas fuertes, las zarzas y los árboles que hubiere, á no ser que el querer aprovechar el fruto de és tos nos mueva á no arrancarlos; despues sembrarémos ve za mezclada con las semillas del heno ; en seguida desterro narémos con escardillos, é igualarémos el terreno, haciendo pasar por él unos zarzos, y esparcirémos la tierra que éstos LIBRO SEGUNDO 87 amontonan al dar las vueltas ; de suerte que en ninguna parte pueda tropezar el hierro de la guadaña. Pero ésta veza no conviene segarla antes que haya madurado muy bien, y que haya dejado caer al suelo algunas semillas: entonces conviene que entre el segador, siegue, y haga haces de la yerba segada , los que se sacarán ; en seguida regar el ter reno , si hubiere proporcion de agua , con tal sin embargo que la tierra sea muy densa, porque si es suelta, no con vendrá introducir grandes corrientes de agua en ella, antes que esté apretada y sujeta con las yerbas, porque el ímpetu de aquella, inundandola tierra descubre las raices de las yerbas y no las deja que prendan ; por lo cual no conviene que entren los ganados en los prados mientras están todavía tiernos, sino segar la yerba conforme vaya creciendo; pues, como ya he dicho antes , cuando está blando el suelo clavan las pesuñas en él, y cortando las raices de las yerbas, no las dejan extenderse ni espesarse. Sin embargo en el segundo año permitirémos que entre el ganado menor despues del corte del heno, con tal que la sequedad y la cualidad del terreno lo permita. En el tercero cuando el prado esté mas sólido y firme, podrán entrar en él tambien los ganados mayores. Pero sobre todo se ha de tener cuidado de echar estiercol mezclado con semillas del heno en los sitios mas endebles, y principalmente en los mas elevados, ácia los idus de fe brero , despues que se pone el sol por el lado donde sopla el Favonio ; pues que el sitio superior dá éste alimento á los inferiores, porque las lluvias que sobrevienen, ó el agua diri gida por mano del hombre , llevan consigo á la parte mas baja el jugo del estiercol; y por ésto los labradores prudente» aun en las tierras labradas echan mas estiercol en las colinas que en los valles; á causa de que, como he dicho, las lluvias traen siempre la materia mas pingüe á los sitios mas bajos. CAPITULO XIX. Cómo se haya de cuidar y guardar el heno despues de segado. Pero el mejor tiempo de segar el heno es antes que se seque , porque se recoge con mas abundancia , y da un ali /4 88 COLUMELA. mento mas agradable á los ganados. Y en el secarlo se han de guardar sus límites , porque no se ha de recoger muy seco , ni por el contrario verde : lo uno porque cuando ha perdido todo el jugo es lo mismo que paja; lo otro porque si ha conservado demasiado , se pudre en la cámara ; y mu chas veces en calentándose se quema y ocasiona incendio. Agunas veces tambien asi que hemos cortado el heno, lo ha cogido de improviso la lluvia; y si se ha calado, es inú til moverlo mientras esté húmedo; y será mejor dejar que se seque al sol la parte superior : despues volverlo , y en es tando enjuto por ambas partes, lo dispondremos en filas es trechas, y estando así iremos haciendo haces que atarémos. Y no tendremos detencion de modo alguno en amontonar lo dentro de la casería, y si no hubiere proporcion de llevarloá ella ó de atarlo en manojos, alo menos convendrá formar hacinas de todo lo que se ha secado del modo que se debe , de manera que remate en punta. Pues de ésta suerte se preserva el heno muy bien de las lluvias, y aun que no las haya , no es fuera de propósito hacer éstas ha cinas , para que si las yerbas tienen alguna humedad la su den y se consuma en los montones ; por lo cual los labra dores prudentes, aunque ya esté el heno en la casería no lo hacinan antes de haberlo dejado amontonado sin arreglo por unos pocos dias, para que se recueza y fermente entre sí. Pero ya viene despues de la siega del heno el cuidado de la recoleccion de los granos , y para poderla hacer bien se han de preparar antes los instrumentos con que se ejecuta. CAPITULO XX. De la formacion de la era. .La era tambien si fuere terriza , á fin de que sea bastante mente á propósito para que se trille rn ella , en primer lugar se ha de rozar, en seguida se ha de cavar y regar con alpechin sin sal, al que se habrá mezclado paja, pues ésto deenderá los granos del estrago de los ratones y hormigas; depiles apriétese, allanándola con pisones, ó con una pie dra de molino que se haga rodar sobre ella , y echando pa LIBRO SEGUNDO 89 ja, se apisonará otra vez, y estando así se dejará secar al sol. Sin embargo, hay tambien algunos que prefieren des tinar para la trilla una parte de los habares inmediatos, y forman en ella una era perfecta, despues de haber segado y recogido las habas ; porque al paso que van las bestias trillando éstas mismas habas, se destrozan tambien las yer bas con el casco de sus pies , y de ésta suerte queda aquel sitio limpio de ellas, y queda hecho una era á propósito para las trillas. CAPITULO XXI. De la siega y de la trilla. Pero cuando la mies estuviere madura, siéguese pronta mente antes que se queme con los calores del estío que son excesivos al nacer la canícula; pues la tardanza es per judicial : en primer lugar porque se ha comen los pájaros y los demas animales ; en segundo porque los granos y las mismas espigas, secándose Jas cañas y Jas aristas, se caen prontamente, y si sobrevienen huracanes ó remolinos de vientos, la mayor parte se revuelca. Por lo cual no se ha de dilatar la siega, sino se ha de hacer así que los sembra dos esién uniformemente dorados, y antes que los granos se endurezcan del todo , cuando empiecen á ponerse rojos, para que mas bien engruesen en la era y en la hacina que en la tierra ' : pues es constante que si se han segado á tiempo toman incremento despues. Pero hay muchísimos modos de segar: muchos cortan la caña por medio con gua dañas, y éstas ó de un filo solo y encorvado, ó con dientes; muchos quitan la espiga mi^ma con horquillas, otros con rastrillos; y ésto es nyuy facil en el sembrado claro, pero en el espeso muy dificultoso. Mas si la mies se ha segado con hoces y guadañas, y lleva consigo parte de la caña, se amontona inmediatamente en una hacina, ó se lleva al nubilario, y despues que se haya oreado como corresponde con el calor del sol, se trilla: en lugar de que si se han cortado solamente las espigas, pueden llevarse al granero, y despues al invierno apalearlas ó trillar con bestias. Pero si sucede que se trille la mies en la era, no hay duda alguna 9o COLUMELA. que ésta operacion se hace mejor con caballos que con bue yes ; y si hay pocos pares podrás ponerles á cada uno un trillo ó un carro sin ruedas; pues éstas dos cosas desbara tan las cañas tnuy facilmente. Y si las espigas están solas, es mejor apalearlas con estacas y cribarlas con arneros. Pe ro cuando el grano está revuelto con la paja , se separa lo uno de lo otro por medio del viento: para ésto se tiene por excelente el Favonio que sopla suave y uniformemen te en los meses del estío; sin embargo solo un labrador descuidado será el que lo espere, porque mientras se está aguardando , nos sorprende el rigor del invierno. Y así los gianos que se han trillado e'n la era , se han de amonto nar de manera que se puedan aventar con toda clase de vientos. Pero si por muchos dias no soplare el viento por parte alguna, se acribarán con harneros, no sea que á una calma muy larga suceda una furiosa tempestad , que haga ilusorio el trabajo de todo el año^En seguida convendrá limpiar otra vez los granos, que estan limpios, si se van á guardar para muchos años, pues cuanto mas lo estan menos riesgo tienen de que los roigan los gorgojos. Pero si se des tinan para gastarlos inmediatamente, no es preciso volver los á limpiar, y será bastante refrescarlos á la sombra, y en seguida llevarlos al granero. El cuidado que se ha de tener con las legumbres, no es tampoco distinto del que se tiene con los demas granos, pues ellas tambien, ó se gas tan al instante, ó se guardan. Y he aquí el principal emo lumento del labrador, recoger los granos que había confia do á la tierra. CAPITULO XXII. De las cosas que se permiten á los labradores hacer en dias feriados, y de las que no se les permiten. 1 ero , como nuestros mayores han pensado que 1 lo misrao se debia dar cuenta del descanso que del trabajo, noso tros tambien creemos que se ha de advertir á los labrado res lo que deben hacer, y lo que no han de hacer en los dias feriados. Pues hay cosas, como dice el poeta2, que permiten el derecho y las leyes ejercer en los dias de fiesta. LIBRO SEGUNDO 91 Ninguna religion ha prohibido dar corriente á los arroyos, poner seto á una sementera, lazos á los pájaros, ni bañar el rebaño de ganado lanar en un rio de aguas saludables. Aunque los pontífices niegan que se pueden cerrar con se tos los sembrados en dia de fiesta, y prohiben que se ba ñen las ovejas para mejorar la lana, y solo permiten que te haga por medicina, Virgilio previno como era lícito bañar el rebaño en los dias feriados; y por ésto añadió que se metieran en un rio de aguas saludables, pues hay enfermedades por cuya causa es útil bañarlo. Pero en las festividades tambien hay trabajos que permiten los ritos de nuestros mayores: estos son moler la escaña3, aviar las teas, hacer velas de sebo, cultivar la viña arrendada, lim piar y sacar el fango de las piscinas, balsas y hoyas anti guas4, repasar los prados', extender el estiercol, poner el heno con arreglo en las cámaras, recoger los frutos de los olivares arrendados, extender las manzanas, las peras y los higos, hacer queso, traer acuestas ó en mulo de albarda árboles para plantar; pero no se permite traerlos con mulo uncido á un carro, ni plantar los que se han traído, ni labrar la tierra, ni podar el árbol, y ni aun trabajar en la siembra como no hayas sacrificado antes un cachorro, ni cortar heno, ni atar los haces de él , ni con ducirlos; ni tampoco es permitido por los ritos de los pon tífices hacer la vendimia en los dias de fiesta , ni esquilar las ovejas sin haber becho antes el sacrificio del cachorro. Tambien es lícito hacer arrope y arropar el vino; asimismo lo es coger Tas uvas y aceitunas para aliñarlas; no lo es cu brir con pieles las ovejas. Todo lo que hagas en el huerto con respecto á las hortalizas es permitido. No lo es enterrar un muerto en las fiestas públicas. Marco Porcio Caton dijo que no hay fiestas algunas para los mulos, los caballos ni los borricos. Y el mismo permite que se unzan los hueves para traer leña y granos. Nosotros leemos en los ritos de los pontífices , que no es permitido uncir los mulos en las fies tas denicales* solamente, y que en las demas lo es. Tengo por cierto que algunos, viendo qtie en éste lugar he hecho mencion de lo que se suele hacer y omitir en los dias de fiesta , desearán que les diga loe ritos que usaron los anti- V 9a r COLUMELA. guos en las lustraciones y demas sacrificios que se hacen por los frutos de la tierra 6: yo no reuso el trabajo de ense ñarlos, pero lo dejo para un libro que tengo ánimo de componer luego que haya escrito todo lo concerniente á la ciencia del cultivo7. Entretanto daré fin al presente tratado, para decir en el siguiente libro lo que han enseñado los au tores antiguos sobre las viñas y sobre las vides maridadas á árboles, y ademas lo que yo mismo he descubierto despues. NOTAS AL LIBRO SEGUNDO. Notas al capitulo II. 1. Georg. lib. 2, núm. 204. 2. Caton sin embargo en el capítulo I de su obra de Agri cultura no da á los prados sino el quinto lugar. 3. Georg. lib. 1, v. 250. 4. Omitió Columela hablar de las vides, en las cuales (co mo él mismo dice en el cap. 1, lib. 4) basta la profundidad de de tres pies de tierra de igual bondad. Notas al capitulo IV. 1. Plinio en el libro 18 , cap. 20, dice que el terreno mas denso , como es comunmente el de Italia , es mejor sembrado á la quinta reja , y el de Toscana á la novena. 2. Los romanos no ponían las fechas como nosotros por el numero de los días del mes. Tenían en él tres épocas princi pales, á saber: los Idus, las Nonas, y las Calendas. Los Idus dividían el mes en dos partes, y caían en los días quince de los meses de marzo , mayo, julio y octubre, y trece de todos los otros, segun nuestro modo de contar. Las Nonas, llamadas así porque eran el día noveno antes de los Idus, eran por consi guiente el dia siete de los cuatro meses que hemos dicho prrmero, y el cinco de todos los otros, de donde venía la diferen cia de las Nonas septimanas y quintanas. Las Calendas eran el primero de cada mes. Todos los dias desde la una de éstas épo cas hasta la otra tomaban el nombre de la que venía inmedia tamente despues. Así se decía tal dia antes de las Nonas, tal dia antes de las Calendas, tal ántes de los Idus: por consi guiente, siendo el dia séptimo ántes de los Idus de febrero el siete del mismo mes-, él dia que le precede es el seis. LIBRO SEGUNDO 93 Para esto es menester suponer que el año siguiente no se habrá remediado este mal, y que no se habrá dado á la tierra. en ese año mas que su preparacion ordinaria, por no haber hecho reparo en lo que causaba la esterilidad. 4 J. tactivamente los lomos que están entre los surcos, co mo están mas elevados que éstos, son la parte mas seca de la tierra labrada ; en lugar de que siendo el surco la mas húme da, porque en él se junta el agua de la lluvia, es también la parte mas propia para recibir el grano. i Notas ai capittjio VI. i Traduzco semen adoreum por escaña. Saboureux en la nota 1.a al cap. 34 de la obra de Caton de Re rustica pregunta qué es ador, y deja al cuidado de otros el referir á nuestros granos y á nutstras legumbres modernas todas, aquellas cuyos nombres nos han dejado los antiguos: añade que quizá no habrá inves tigacion mas útil que ésta; pero que pide mucho conocimien to y lectura. El motivo que yo he tenido para creer que es la escaña, es en primer lugar que está encerrado su grano en una gluma fuerte y durable, como dice nuestro autor al fin de cap. 8 de éste libro : en segundo el necesitarse para sembrarlo doble cantidad que de trigo: y en tercero el recibir menos daño con \& humedad, como asegura al fin de éste capítulo: to do lo cual conviene perfectamente á la escaña, y no á otro grano alguno que yo sepa. De esta misma opinion es don Estevan Boutelou en una nota á sus observaciones sobre la cebada ra mosa que se hallan en el tomo 20, pag. 177 y siguientes del Semanario de Agricultura, fundado en que la descripcion del Jar adoreum que hace Plinto en el lib. 18, cap. 7 de su His toria natural cuadra perfectamente á la escanda. Sobre las cua lidades de la escaña que en otras provincias de España se lla ma escanda, esprilla, espelta ó carraon, y sus variedades, se puede ver la última edicion de Herrera tomo 1 , pag. 72 y si guientes: yo tengo sembradas ocho variedades que he debido á la generosidad del catedrático de Agricultura don Antonio Sandalio de Arias. j' t•.••' ¡ '¡'' 2 Gesnero dice que venucula es equivocacion de los li breros, y cree debe restituirse vermkula , que significa entre los escritores de la edad media roja; y que rutilum que significa lo mismo, es glosa 6 explicacion de vermículum. Saboureux quic re mantener á pesar de esto la variedad vtnuculum que lo haJ <x comun al adoreum blanco, y al ttojo, contra lo literal del original, y quiere que se llame asi á causa de las venas pequeJ ñas que tiene. .t : 1 .j 3 De alica, y segun Gesnero es lo mismo: Plinió lo hace distinta especie, de grano que el adoreum ; pero tiene los njis 94 COLUMELA. mos caracteres de éste. Tambien llama el mismo Plinio altea i ana composicion hecha con granos de cea majados y una gre da particular que se halla entre Puzzol y Ñapoles. Nota. At capitulo VIL i. Dare siempre el nombre de legumbres a todas las plan tas que llamaban los romanos legumina, conforme á la etimologia de ésta palabra , que se aplicaba entre ellos á todo lo que se cogía arrancándolo sin segarlo. I. J. Notas At capitulo Georg. lib. I, v. 219. Id. ibid. v. 214. VIII. .. t Notas al capitulo IX. 1. Cuando se siembra en el otoño se necesita menos grano que si se siembra á la entrada del invierno. Pues este último no se puede fortificar por causa de los frios , ni echar muchos germenes, y las heladas pierden muchos granos; de suerte que si no se siembra una gran cantidad de ellos, la cosecha será mediana: en lugar de que el que se siembra primero y en un tiempo en que hace todavía calor, adquiere fuerza, y se ex tiende por debajo de tierra antes de los frios; y como necesita mayor espacio para crecer se siembra mas claro. Por lo mismo cuando se siembra en tiempo lluvioso se echa mas claro que en el seco, pues la sequedad hace tanto daño al grano como el frio, como que dá á los animales subterráneos proporcion de roerlo. 2. Porque como las cañas del trigo son perpendiculares á la base de las colinas , no puede haber mas cañas que lo que dé de sí dicha base. 3. No ocurre otra razon de esta diferencia, sino qne dis minuyendo la sombra y las raices de los árboles la bondad del terreno, conviene compensar el perjuicio que resulta de esto con la abundancia de simiente. 4. Plinio en el lib. 18, cap. 12, mím. 3 dice : lo hay tam-> bien bimestre (habla del trigo). Tanto se engaña Columela que ha creído no haber trigo que fuera propiamente tremesino. Pe ro ya dio á esto Harduino una buena respuesta, diciendo que Columela no negaba que hubiese trigo tremesino, sino que fuese diverso del que sembrándose en el otoño acude mejor. Este pasage, dice Sahoureux, puede probar lo que había ya di cho en su prólogo, que Plinio procura morder sin razon 4 Co lumela. . . . f . Yerba puntera. 6. Virg. Georg. lib. I, ▼. 197. 7. Gesnero pone aquí una nota muy larga para probar qne LIBRO SEGUNDO $5 el hordtum exastickum es el centeno llamado en latín secale: porque este grano, dice, tiene en bondad el primer lugar des pues del trigo: su caña es quebradiza; y su grano, como no está cubierto de cascarilla, te cae pronto: por lo qué como entre las plantas cereales no tengamos ninguna especie que se acerque mas que el centeno á esta cebada exástica , cree que es el mismo. Saboureux se conforma con esta opinion, pero yo no, pues pienso que la cebada exástica es verdadera ce bada, porque á ella y no al centeno convienen todas las pro piedades que le atribuye Columela. £1 centeno no tiene la ca ña frágil , y la cebada sí. Aquel se siembra solamente en tier ras endebles, y esta en las que lo son y en las muy buenas. La fínica cualidad que no le conviene es la de tener los granos descubiertos , pero está la gluma tan adherida á ellos que pue den pasar por descubiertos. Y aun el mismo Gesnero advierte que el centeno no tiene su espiga con seis órdenes como debia para llamarse exástica, ni tampoco es grano que se acostumbra dar á los caballos, como debia serlo para llamarse caballuna ó cantherina , y la cebada sí. No es Columela el único autor ?ue hace mencion de la cebada exástica , pues la hace tambien linio en el lib. 18, cap. 7, donde asegura que la cebada tie ne el grano muy desnudo. De los modernos Linneo la hace una de las especies del género cebada; y don Claudio BouteJou en la 2.a adicion al cap. 8 lib. 1 de la Agricultura gene ral de Herrera á la cebada ramosa, con cuya opinion me con formo, pues yo he sembrado esta cebada y tiene las seis órdenes. 6. Lib. x Georg. v. 137. Notas ai capituio X. 1. De septimontium, que era una ñesta que se celebraba en Roma el mes de diciembre poco antes de los Saturnales, .en memoria del día en que se había incluido en el recinto de la ciudad la septima colina. 2. Esta palabra significa la accion de ocultarse, y se aplica al principio de la menguante de la Luna, que se verifica lue go que deja de preceder á los rayos del Sol que está diametralmente opuesto á ella, de suerte que no solo no los precede, lino Jos sigue. .;'.... 3. Lib. 1, Georg. v. 199. 4. Efectivamente la era (segunVarron lib. I, cap. ji n.° i.°) debe ser redonda, y de consiguiente el espacio mas largo que bay en ella es el medio 6 el diámetro. 5. De Aries, que significa carnero, porque se asemeja á la cabeza de este animal, como dice Plinio en el lib. 18, cap. 12. 6. Cartagines, *)6 r COLUMELÁJ . - Notas al capitulo XI. r Este lagar confirma tambien lo que se ha dicho en el pró logo, á saber: que la division por capítulos no es deColumela, que seguramente no había de continuar la oracion si hu biera querido empezar con éstas palabras un nuevo capítulo. 2 Los antiguos distiguían dos especies de dias, naturales y civiles^ Los naturales estaban compuestos de veinte y cuatro partes iguales, contando desde la media noche de un día has ta la del siguiente , de suerte que contenían dos medias no ches y el dia claro intermedio : éstas partes se llamaban horas equinocciales, segun dice Saboureux. Los civiles se componían de doce partes iguales, contando desde que salía el Sol, hasta que se ponía, y éstas partes se llamaban horas temporales ó vulgares. Aquí se trata de las horas de los dias civiles , y así es fácil saber á cuál de las nuestras , que son iguales , corres ponden las de Columela, que se alargan y se acortan segun las estaciones. Notas al capitulo XII. i La semilla que no tiene dos lóbulos , ó la mono cotiledón. 2 La que tiene dos lóbulos , llamada dicotiledon. Nota al capitulo XIII. i Es decir que de éstos cuarenta dias se deben emplear veinte en terciar y otros veinte en cuartear al mismo tiempo que se siembra , pues se trata de un terreno que necesita cua tro rejas. Nota al capitulo XIV. i G.eorg. lib. I, v. 77. Nota al capitulo XV. 1 Labor que se dá en San Lucar de Barrameda y otras partes á la tierra para prepararla al plantío de viñas : los roma nos la llamaban pastinatio, y repastinatio; y á los instrumen tos con que la daban pastinum. La de estos últimos que es la misma la describe nuestro autor en el cap. 18, lib. 3 de esta obra. Nota al capitulo XXI. 1 Plinio en el lib. 18, cap. 30, dice: el trigo mientras mas presto se siega mas hermoso y mas fuerte es. Aquí no di ce lo que nuestro autor; pero Gesnero y Saboureux quieren 3ue lo diga. El primero de estos , a quien copia el segundo, ice creer que los granos se engruesan en la era en el caso de que despues de la sequedad que los encogió , venga aire un poco mas frío y húmedo, que penetrándolos los hincha, y de con siguiente se ponen mas gruesos. Nosotros tenemos una expe riencia muy constante de que el trigo crece en el granero , y LIBRO SEGUNDO 9? yo he visto multar muchas veces la Superintendencia eeneral de pos.tosa las Intervenciones por compensacion de creces na turales. No asi la cebada, que merma, como todos saben. Notas al capitulo XXII. i Ciceron, en la oracion por Plancio cap. 27, cita con elogio este adagio, y dice haberlo escrito Caton en el princi pio de su libro He los origines. Por eí contrario Galba solia decir que i nadie se podía obligar á dar cuentas de su descanso. '• •-»•*-•• •••»••-».... f-.-r"i ....... . . 2 Virg. Georg. lib. I, v. 268. 3 En un mortero para que soltara la gluma, pues el tri go la soltaba en la era. r 4 Esto es lo mismo que dice Virgilio, dar corriente i Jos arroyos. r í) í Estas fiestas eran particulares á las familias en que habia muerto alguna persona. Se cree que se llaman así por los diez días que duraban. v 6 Este es un objeto que parece pertenecer á la Agricultu ra , pues Caton no ha creído deberlo omitir en su obra so bre ella. .' i . ' 7 Si Columela ha escrito esta obra, no ha llegado á nosatros. ' \ . • ,I I M. .. ;',.. 1 '.'j' . si ' 1 . .'.•.' .n.'-.j i\., n.. . t, f" • .'i . .i í )-.. . .i, '.. '.í; . ~' .i'*' l'li . ' ..I •. . .y ¡/¡ • I . .. . .'; ••• .'• ''! t- i.. -.J L •.¡,; . j; •''-.:. 1. . ' Munchen ¡ ¡i LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA. De las cosas del campo. LIBRO TERCERO. CAPITULO I. Qué especie de vid convenga á cada terreno y d cada clima. Hasta aquí hemos tratado del cultivo de los campos que se siembran , como dice el mejor de los poetas1. Pues nada nos impide, Publio Silvino, que habiendo de tratar de los mismos objetos que él , demos principio á este libro con el del segundo de su celebérrimo poema. Se sigue el cuidado de los árboles, que es parte y aun muy principal de la Agricultura. Las especies de ellos son diversas y mu chas sus formas: porque hay variedad de ellos que (como dice el mismo autor1) vienen espontáneamente por si mismos y sin ser violentados por hombre alguno, y otros muchos tambien vienen plantados por nuestra mano. Fero los que no se producen con el auxilio de los hombres y son silvestres y bravios, llevan las frutas ó semillas naturales propias á cada cual: en lugar de que los que se cultivan son mas á propósito para llevar frutos de que nos alimente mos. De esta especie pues se ha de hablar antes, la cual se divide en otras tres. Porque de un renuevo procede ó un arbol propiamente tal, como el olivo; ó un arbusto, como el rosal de los campos ; ó una tercera clase de produccion, que no llamaré propiamente~arbol ni arbusto, tal es la vid*. Esta la anteponemos justamente á todas las plantas, tanto por la dulzura de su fruto, como por la facilidad con que LIBRO TERCERO 99 corresponde al cuidado de los mortales, casi en todos los paises y bajo todos los climas, exceptuando los glaciales ó los muy ardientes, y con tanta felicidad en las llanuras co mo en las colinas, no menos en las tierras apretadas que. en las sueltas, muchas veces tambien en las endebles como en las pingües, y en las .secas como en las húmedas. Sola mente ésta planta es la que sobre todo tolera las dos in temperies del aire, bien esté bajo un cielo fíio¡, bien bajo uno caloroso y sujeto á tempestades. Sin embargo es intere sante saber qué especie de viña piensas cultivar r y qué gé nero de cultivo darle, segun la diferente posicion del pais, pues no es á propósito un mismo cultivo para todo clima y terreno, y no solo no es siempre una misma la especie. d© ésta planta, sino que no es facil de decir cuál es la mejor de todas, enseñando la experiencia que en cada país las hay que le son mas ó menos propias. Tendrá por cierto el cultivador inteligente que el vidueño propio para llanuras es el que aguanta sin perjuicio las nieblas y la escarcha; pa ra la colina el que tolera la sequía y los vientos: al campo pingüe y fertil dará la vid endeble, y que no sea natural mente fecunda en demasía; al delgado la feraz; á la tierra apretada una vid fuerte y que eche muchos sarmientos; á la suelta y fertil una que los eche claros. Sabrá que en sitio húmedo no es bueno plantar vides cuyos racimos tengan granos tiernos y muy gruesos, sino de hollejo duro, peque ños y con muchos cuesquezuelos , y que en el seco convie ne poner vides de difieren te _naturaleza. Pero no ignorará ademas el dueño del terreno que puede mas que él la tem peratura del aire, fria ó cálida, seca ó húmeda, abundan te de granizo y ventosa ó sosegada , serena ó nebulosa : j que pondrá bajo la nebulosa y fria vides de dos especies, ó tempranas, la madurez de cuyos frutos se anticipará al in vierno: ó de grano firme y duro cuyas uvas dejan caer la flor con mas seguridad en medio de las nieblas, y se sazo nan con las heladas y escarchas como otras con los calores. Bajo del clima ventoso y tempestuoso plantará con con fianza las mismas vides firmes y de grano duro: por el con trario en el cálido las que tengan el grano tierno y los. ra cimos apretados2: al seco destinará las que se pudren coa ,oo ' COLUMELA. ' T el agua y las rociadas continuas: al húmedo Tas que pade cen con las sequías: al ocasionado á granizo las que tienen los pámpanos duros y anchos para que defiendan mejor el fruto: porque en lo que toca á los parages sosegados y sere no* , no hay clase alguna de vid que no les convenga , aunque las mejores son aquellas cuyos racimos y granos' se caen prontamente. Pero si se ha de elegir sitio y clima á medida del deseo para viñas , el mejor ( segun la opinion de Celso, que es muy conforme á la verdad) es el que no es apretado ni suelto , pero se acerca mas á ésto último : no endeble ni fertilísimo, sin embargo es mas próximo al fer til : ni muy llano ni muy pendiente , pero semejante á una llanura elevada: ni seco ni aguanoso, sin embargo mode radamente húmedo: que no tenga manantiales á flor de. tierra ni en las entrañas de ella, pero que suministre hu» medad vecina á las raices, y ésta que no sea amarga ni sa lada, para que no eche á perder el gusto del vino, ni.' atrase el' crecimiento de las plantas con una especie de mo ho que las pone ásperas, si creemos á 'Virgilio que dice*: pero la tierra salada y la que pasa por amarga, es perjudi cial á los frutos, ella no se suaviza labrándola; no conser va al vino su cualidad , ni á las frutas su reputacion. Fi.1 íialmertte, ta' viña, como he dicho antes, no quiere un clima glacial, ni por el contrario ardiente, pero le acomo da mas el cálido que el frio; le hace mas daño la lluvia que el buen tiempo; y es rnas amiga de un suelo seco que del demasiado lluvioso; le gusta un viento moderado y suave, y la perjudican las tempestades. Tales son las cualidades del clima y del suelo que son mas apetecibles. CAPITULO TI. Óaé vides se hayan de poner en las inmediaciones del pueblo para uvas de comer, cuáles para vino. Nom~ t. br.esty cualidades de las vides mas ó menos generosas. Pero la viña se planta para comer su fruto ó para hacer <ob ella vino. Para oomer la uva, no conviene poner viñas W' no está tan inmediata al pueblo la tierra donde se van á LIBRO TERCERO 101 plantar, que tenga cuenta vender el fruto á los que lo com pran, sin tener el trabajo de guardarlo, como se hace con la fruta : y en estando en éste caso , se han de poner prin cipalmente \ides tempranas, jaenes purpúreas y teta de vaca, datilillos de Rhodas, de Lybia, y cabrieles: y no solo se deben plantar con éste fin las que son recomenda bles por el sabor grato de su fruto, sino las que lo son por su hermosa vista, como las afestonadas, las tripedáneas, las de á onza ó unciarias, las cydonitas; tambien aquellas que para que sean durables en los tiempos de in vierno se guardan en vasos, como las venúculas y las Numisianas, que poco ha se ha experimentado ser útiles para éste objeto. Pero, cuando se trata de hacer vino, se elige una vid que produzca mucho fruto y crie mucha madera: lo primero contribuye á la utilidad del cultivador, y lo otro á la larga duracion de la planta. Mas la mejores la que no se cubre muy temprano de hoja, deja caer pronto la flor, y no madura el fruto demasiado tarde, se defiende al mis mo tiempo facilmente contra las escarchas, la niebla y la quemadura, y asimismo no se pudre con las lluvias, ni se destruye con las sequías. Tal la hemos de elegir, aunque sea medianamente fecunda , con tal que se tenga un terre no en que el vino sea de un sabor excelente, y sé venda caro: porque si es malo y ordinario, conviene plantar cual quiera vid , en siendo feraz , para que multiplicando el pro ducto se aumente la renta. Pero por lo comun en cualquier terreno los llanos dan vino con mas abundancia, aunque las colinas lo producen mas agradable: y éstas mismas son mas fértiles si el clima es templado y estan expuestas al norte; pero si lo estan al mediodia son nías generosos los vinos. Y no hay duda que es tal la naturaleza de algunas vides, que segun la posicion de los lugares, unas veces son superiores y otras inferiores á ellas mismas. Solas las amineas se dice que exceden en el gusto de sus vinos á todas las demas, en cualquier clima en que se hallen, con tal que no sea demasiado frio, aunque degeneren , por mas que comparadas entre s¡, den unas veces vino de mejor gusto y otras de menos bueno. Sin embargo de ser todas de un mismo nombre , no es una sola la especie de ellas. Hemos 83 loa COLUMELA. conocido dos especies de amineas verdaderas , de las cua les la menor deja caer la flor mas pronto y mejor que la mayor : es buena para maridarla con árboles y para aplicar la al yugo: para el primer caso quiere tierra pingüe, para el segundo mediana: se aventaja mucho á la mayor, porque resiste con mas firmeza las lluvias y los vientos: pues ésta se pierde cuando está en flor y mas si está aplicada al yugo, que estando maridada con árboles: por lo cual no es á propósito para viñas, y aun apenas para maridarla á ár boles, sino en tierra muy pingüe y húmeda, pues en la mediana no prospera , y en la endeble mucho menos. Se reconoce por la multitud de sus largos sarmientos, pámpa nos y racimos , y por la magnitud de sus uvas : los cañutos son tambien mas largos: la menor le excede en la abundan cia de fruto , pero no en el gusto. Estas dos especies son ambas amineas, pero hay tambien otras dos que son las amineas dobles: éstas se llaman gemelas, porque echan racimos dobles , dan un vino mas áspero, de igual duracion al de las anteriores. La menor de ellas es muy conocida por todos, porque viste en la Campania las celebérrimas colinas del Vesubio y las de Sorrento: lozana en medio de los favonios del estío la incomodan los vientos australes, y asi en las demas partes de Italia no es tan á propósito para viñas como para el arbol, al paso que en los antedi chos paises el yugo mantiene muy cómodamente la ma dera y el fruto. Su racimo no es muy diferente del de la amiiiea pequeña verdadera , sino en que es doble, lo mis mo que el de la doble grande se parece al de la verdadera grande, la cual sin embargo es mejor que la menor en ser mas fecunda, aun en terreno mediano; en lugar que (como ya hemos dicho) aquella no corresponde sino. en el muy pingüe. Algunos tambien celebran muchísimo la aminea' borrosa, que se llama así no poique ella sea la que se pone blanca solamente con la borra entre todas las amineas, sino porque sus hojap estan mas blancas que las de todas las demas. A la verdad dá buen vino, pero es mas ligero que el de las anteriores: tambien echa mucha madera , y por ésto, á causa de la espesura de los pám panos, deja caer menos bien la flor muchas Veces, y ella LIBRO TERCERO io3 misma se pudre con frecuencia , en estando el fruto ma duro. Ademas de este número de amineas que hemos re ferido, hay otra aminea singular, no desemejante á la geroela mayor al primer golpe de vista de sus pámpanos y tronco , pero algun tanto inferior en el gusto de su vino, aunque muy generoso: es preferible tambien á la próxima anterior por las buenas cualidades que le son propias: pues es mas feraz, deja caer mejor la flor , sus racimos son apre tados, blanquizcos y de grano mas grueso, y no degenera en la tierra endeble , y así se numera entre las vides mas fecundas. Las nomentanas van despues de las amineas en la generosidad del vino, pero en la fecundidad aun las preceden , como que se cargan con frecuencia y conservan muy bien el fruto. Y en éstas es tambien mas feraz la me nor, cuyo pámpano tiene menos profundos los senos, y cuyos sarmientos son mas rojos que los de las amineas , y por este color se llaman rébelianes\ y tambien fecinias porque su vino deja posar mas heces que el de las demas. Pero ésta incomodidad la recompensan con la multitud de uvas que producen armadas en el yugo, pero mejor sobre el arbol. Sufren fuertemente los vientos y las lluvias, y dejan caer pronto la flor, y por lo mismo maduran mas presto, aguantando toda incomodidad, fuera de la del ca lor : pues como sus uvas son de grano menudo y hollejo duro , se contraen con los calores. Gustan sobre todo del terreno pingüe, porque puede dar alguna fecundidad á sus uvas, que son naturalmente endebles y pequeñas. Las Eu genias1 sufren muy cómodamente un suelo y un clima frio y húmedo, cuando estan en la colina de Alba, pues mudando de lugar apenas corresponden á la derivacion de su nombre: y no menos las de los Alobroges, que mudando de pais mudan lo gustoso de su vino. Igualmen te son recomendables por sus grandes cualidades las tres especies que hay de apianas ó moscateles2, todas feraces, y bastante idóneas para el yugo y para los arboleé ; pero mas generosa la que tiene los pámpanos lampiños: pues las dos que los tienen borrosos aunque *on semejantes en-' tre sí por ellos y por los sarmientos, son desiguales en la calidad del vino, pues el de una de ellas adquiere el ; Si io4 COLUMELA. gusto á rancio mas tarde que el de la otra. Son feracísi mas en el terreno pingüe, en el mediano tambien son fecundas: el fruto es temprano, y por ésto muy propias para los parages fi ios : su vino es dulce, pero no á pro pósito para la cabeza , nervios ni venas. Si no 6e co gen temprano sirven de presa á las lluvias, á los vientos y á las abejas : de estas últimas ban tomado el nombre de apianas, á causa del destrozo que hacen en ellas. Y éstas que hemos referido hasta aquí, son las mas célebres por lo exquisito de su gusto. Sin embargo pueden tambien ser re comendables las viñas de segunda clase por su produccion y por su fertilidad; tales son la de Berri, y la Basílica ó Real , á la menor de las cuales llaman los españoles cocolubis, una y otra mucho mas inmediatas á las primeras que todas las demas, pues su vino aguanta mucho tiempo, y á fuerza de años adquiere cierto grado de bondad. Ultimamente ellas exceden en fecundidad á todas las que he re ferido antes, y tambien en aguante, porque resisten con mucha fortaleza á los huracanes y á las lluvias, dan mucho vino, y no degeneran en la tierra endeble. Sufren mas bien el frio que el agua, y ésta mas cómodamente que las se quías, y con todo eso no las perjudican los calores. Des pues de éstas entran la visula y la argitis menor, les acomoda la tierra mediana, pues en la pingüe se avieian por las, demasiadas fuerzas que toman, y en la endeble son rui nes y de poco fruto : son mas amigas del yugo que de los árboles, pero la argitis fértil, aunque se encarame muy al ta, produce en abundancia sarmientos largos y racimos gruesos. La visula es mas á propósito para las ramas bajas de los árboles, echa sarmientos y pámpanos anchos, con cuya magnitud defiende muy bien el fruto del granizo: el qual si no se coge inmediatamente que está maduro, cae á tierra, y aun se pudre con las humedades antes de caerse. Hay tambien las vides heluolas que algunos llaman várias; nci son purpúreas;ni «egrns, y su color rojo pálido que en latín es tehus les ha dado (si no me engaño) el nombre de heJuolas. La uva mas negra es la mejor por el mucho vino que produce, pero ésta de color mas claro es mas aprecíable por el sabor del suyo: ni en la una ni en Ja LIBRO TERCERO tt>5 otra tienen todos los granos un mismo color; ambas proclucen mosto blanco cuya cantidad es alternativamente mayor ó menor, de los dos años uno. Visten mejor el ar bol, pero no dejan de cubrir bien el yugo: son fecundas aun en un terreno mediano, como tambien las precias mayor y menor ; ' pero estas últimas son mas recomendables por la generosidad de su vino: echan muchos sarmientos y maduran pronto. La albuel, como dice Celso, es mas útil en la colina que en la llanura ; en el arbol que en el yu go; y en lo alto de aquel mas que en lo bajo: es abun dante tanto en madera como en uvas. Las vides griegas, como las Mareóticas, las deThaso, las Psithias, y lasSophorcias, asi como tienen buen gusto^ asi son de poco producir en nuestros paises, tanto por el corto número de sus racimos como por la pequenez de sus granos. Sin embargo la inerticula3 negra, que algunos griegos llaman amethysto4, puede estar colocada casi en. la segunda clase, porque es de buen vino y no hace daño, de donde ha resultado ió-.. rjoar éste nombre, porque pasa por inerte para atacar los nervios, aunque al paladar rio es insípido. En la tercera cía le pone Celso las que. no son recomendables mas que por su fecundidad , como las tres helvenacias , de las cuales las dos mayores de ninguna manera pasan por igua les en la ,poca . bondad y abundancia de su mosto : una de ellas, que los habitantes de las Gálias llaman cmarco¡ es de vino mediano: y la otra que llaman larga y tambien avara lo hace ordinario, y no en tanta abundancia como debia esperarse del número de racimos que promete cuando em piezan á dejarse ver. La mas pequeña y mejor de las tres, se distingue muy bien por su pámpano, que lo tiene mas redondo que Jas otras dos: y tiene su mérito, porque aguan ta muchísimo las sequías; sufre los frios, con tal no obs tante que no vengan con lluvias; porque en algunos paises tambien se conserva su vino hasta ponerse rancio, y prin cipalmente porque ella es sola la que hace recomendable por su fertilidad aun al terreno mas endeble. Pero la espionia5 es abundante de mosto, y fértil mas bien por la magnitud que por el número de sus racimos; lo mismo sucede á la oleaginia*; á la murgentina, que tambien se io6 COLUMELA. \~ llama Pómpeyaria; á laNumisiana; á Ja vénucula 7, que tambien se llama escrípula y esticula; á la Fregelanu negra; á la merica , á la de Rhecia , y á la arcelaca mayor , que es la mas abundante de todas las que hemos conocido, y que muchos creen falsamente ser argitis. Porque éstas que yo he conocido poco ha; la pergulaua8 digo, la irciola, y la fereola, no aseguraré facilmente en qué clase se han de colocar, porque aunque sé que son bastante fecundas, no hé podido sin embargo todavía hacer juicio de la bon dad de su vino. Tambien hemos hecho el descubrimiento de una vid temprana, que no habíamos conocido antes de ahora, y se llama en griego draconcto^ comparable por su fecundidad y buen gusto de su9 uvas á la arcelaca, á la ba sifica y á la de Berri, y en la generosidad del vino á las amineas. Hay ademas muchas especies de vides cuyo nú mero y nombre no podemos decir con certeza. Pues como dice el poeta9, no es importante especificar sa número: el cual querer conocerlo, 'es querer saber cuantos granos de arena levante el zephiro en las llanuras de la Lybia. Porque todas las regiones y casi cada upa. de las partes de ellas tienen especies de vides que les son propias y á las cuales dan nombres en su idioma: algunas en mudando de lugar mudan el nombre: otras que por aquellas mudan zas de lugares, como hemos dicho arriba, han perdido su cualidad , de manera que no pueden ser reconocidas, Y por tanto en ésta misma Italia, para no hablar de toda la extension de la tierra, que tan dilatada es, aun las na ciones vecinas entre sí no estan acor, les en los nombres que dan á las vides, y 6uelen darlos diferentes á una mis ma especie. Por lo cual un maestro prudente no debe de tener á sus discípulos con la investigacion de semejante nomenclatura , que no pueden conseguir , sino darles en general éste precepto que han dado Celso, y antes de el Ca ton10 que ningun género de vides se ha de plantar que no esté aprobado por su reputacion, y que ninguna se ha de conservar mucho tiempo , si no lo está por la experiencia: y donde las muchas proporciones del pais nos convidaren á plantar vides afamadas buscaremos la que sea generosa, como dice Julio Grecino: donde nada hay que no9 excite, LIBRO TERCERO id? ó nó hubiere mucho, nos atendremos mas bien á la fera cidad , porque su mérito no será inferior al de las prime ras en la misma proporcion que su abundancia será supe rior á la de ellas. Pero aunque yo haya sido antes de ésta opinion , diré despues en su lugar lo que pienso y no he manifestado. Pues mi objeto es dar á conocer cómo se pueden formar viñas que sean esquilmeñas y al mismo tiempo de vino exquisito. " . -'' '" CAPITULO III. Que nada es mas conveniente á los agricultores que el ciiltivo de la vid , y se satisface á los reparos que sue len oponerse. Ahora, antes de tratar de la plantacion de las viñas, creo no será fuera de propósito poner cierta especie de cimien to al discurso que vamos á escribir, examinando é inves tigando de antemano si el cultivo de las viñas enriquece al padre de familia Pues es casi supérfluo dar reglas sobre el modo de plantarlas, mientras no se esté de acuerdo en si se han de tener absolutamente, que es lo primero: y és to son tantos los que lo dudan, que muchos reusan y te men tal plantío, y creen mas apetecible poseer prados, pastos, ó bosque tallar. Pues en razon de las vides mari dadas á árboles ha habido no pequeña disputa entre los au tores , desaprobando Saserna esta especie de cultivo , y aprobápdpJo altamente Tremelio. Pero á ésta opinion dare mos tambieA en su; lugar el i valor que merezca. Entretanto conviene manifestar ante todas cosas á los que están en tregados á la Agricultura que es de mucha consideracion el producto de las viñaá. 'V dejando aparte aquella antigua feracidad de las tierras en que manifestó antes Marco Ca ton y despues Tereticio Varron haber dado cada yugada de viñas seiscientas urnas de vino ¿puesto lo asegura posi tivamente Varron en el primer libro de su Tratado de las cosas del campo', y que éste producto no era comun sola mente en un pais; sino tambien en el campo de Faenza, y en las tierras que estan ahora incorporadas al Piceno: -i-q8 <¡.: CDLUMELA. I.! y asi iésto es indubitable con respecto á aquellos tiem pos. Pero 'ahora el campo de Nomento es sumamente céle bre en este punto , sobre todo las haciendas que en él po sée Séneca 1 varon de excelente ingenio y ciencia , pues es constante que cada yugada le ha dado ordinariamente ocho cúleos de vino. Pues parece cosa de prodigio lo que ha su cedido en nuestras haciendas de los Ceretanos , á saber, ha ber en la tuya una vid que haya pasado su producto del número de dos mil racimos, y en la mia ochenta plantas injertas que á los dos años de esta operacion dieron siete euleos de vino, y que las primeras viñas dieran cien amplio las por yugada, cuando los prados, las dehesas, y los tallares si rinden á razon de cien sextercios por yugada , se tienen por de muy buen producto para su amo: pues los granos apenas podemos acordarnos de cuando han salido, á lo menos en la mayor parte de Italia, á catorce por uno: ¿pues por qué estan desacreditadas? No es seguramente, dice Grecino, por culpa suya, sino por la de los hombres. Primeramente, porque nadie pone cuidado en la eleccion de las plantas, y asi los mas ponen viñas del peor vidueño; en segundo lu gar no crian los majuelos de manera que tomen fuerza y crezcan antes que se les endurezca la corteza , y si por ca sualidad tomaren todo su incremento, las cultivan con po co cuidado. Ya desde el principio creen que nada im porta Ja calidad del terreno en que van á plantar la viña ; antes bien escogen para esto la parte peor de la he redad , como si para éste plantío fuera únicamente á pro pósito la tierra que ninguna otra cosa puede llevar. Per0 ni conocen el método de ponerlas, y aunque lo conozcan no lo ponen en práctica : tambien rara vez preparan la do te para las viñas, ésto es los instrumentos para su cultivo; cuando si ésto se omite, es causa de que siempre se em pleen muchos jornales, y no menos de que se apure la ga veta del padre de familia. Otros aspiran á un fruto muy abundante en el momento, y no tienen prevision para lo futuro, sino como si no hubieran de hacer mas que salir-del dia, podan tan largo las vides, y las cargan tanto de sar mientos, que no tienen cuenta con la posteridad. Habien do incurrido en todos éstos defectos , ó á lo menos en mu LIBRO TERCERO ro9 chos de ellos, todo lo quieren confesar mas bien que su cul pa, y se quejan que sus viñas uo les corresponden, cuando son ellos mismos los que las han perdido por su avaricia, por su ignorancia, ó por su descuido. Pero si algunos acompañaren el cuidado con la ciencia , cogerán de cada yugada , yd no digo cuarenta ó á lo menos treinta amphoras de vino, como pienso, sino veinte, como dice Grecino, aunque ha ciendo un cálculo muy bajo , y superarán facilmente en el aumento de su patrimonio á los que se dedican á su heno y á sus hortalizas, Y no yerra en ésto, porque como buen calculador tirada la cuenta ve que este género de cultivo es mas conducente para aumentar el caudal. Pues por muy grandestqce sean los gastos que exigen las. viñas, sin em bargo np' es menester para siete yugadas masque el traba-. jo de un viñerptel cuaj-cree el vulgo seguramente que se puede adquirir por poco dinero ó que se puede escoger de entre los picaros que sé venden en la almoneda: pero yo pienso contra luOpinion mas comun que un viñero de mu cho pecio es lina. cosa muy esencial; y aunque éste baya costado ocsho'rmt .sextercios, calculando yo que las siete yu gadas sehabráncomprado cada una en mil, y que la pos* tura de las viñas con su dote, ésto es, con los rodrigones y mimbres < para ut.u los, habrán importado dos mil: será el total de lo gastado veinte y nueve mil sextercios. A éstp se agregan tres mil cuatrocientos y ochenta numos por el interes cíe sois por ciento en los dos primeros años, en que no llevan todavía fruto las viñas, porque estan por decirlo así en so infancia. Que unidos éstos intereses al capital ha cen lastima detreinta y dos mil cuatrocientos y ochenta sex tercios', cuya 'especie de deuda, si la quisiere imponer so. bre sus viñas el dueáq de ellas, como el usurero sobre su deudor, pactando un rédito perpetuo de seis por ciento al año, percibiría ;en cada uno mil novecientos y cincuenta2 immos sextercios: en cuyo cómputo excede sin embargo el rédito. de las siete yugadas de viña, arreglándonos á la opi nion de Julio Grecino, al interés de los treinta y dos, mil cuatrocientos y ochenta sextercios. Porque por de mas mala calidad que sean éstas viñas, con todo eso si se cultivan, dará seguramente cada yugada de ellas un cúleo de vino, y tro ' COLUMELA. como las cuarenta urnas se venden en trescientos sextercios, que es el menor precio del vino, suman los siete cuícos dos mil y cien sextercios , suma que sin duda excede al in terés del seis por ciento. Pero éste cálculo que hemos hecho es con arreglo al cómputo de Grecino. Mas nos otros somos de opinion que se debe arrancar la viña, que no lleve á razon de tres cáleos lo menos por yugada. Y sin embargo hemos hecho la cuenta como si no hubie ra barbados algunos que sacar do los claros cavados, cuan-. do ésto solo paga con su valor todo el : costo del terreno, con tal que el campo sea no de provincia, sino de Italia: y ésto no debe dudarlo persona alguna que haya exami nado nuestro método y el de Atico.. Nosotros plantamos etv efecto entre los liños veinte mil cabezudos por yugada de viña; aquel pone cuatro mil menos^.yt aunque su ' método se prefiera al mio, sin embargo no habrá terreno alguno, por mas malo que sea, que no rinda .mas de lo que haya costado. Supongamos que por descuido. ¡del; cultivador se pierdan seis mil plantas, sin embargo no faltará compra dor que dé con buena voluntad.y con lucro tres mil sex* tercios por las diez mil restantes; cuya cantidad excede en una tercera parte á los dos mil sextercios que hemos dicho costar la yugada de viñas: aunque nuestro cui dado ha adelantado tanto, que los. cultivadores' me dan gustosos seiscientos sextercios por tcada millar de bar bados. Pero apenas otro tendrá ésta ganancia. Pues tam poco habrá quien crea' facilmente que en nuestras hacendillas. hay tanta abundancia de vino como .tú , SU.vino, conoces. Y asi he. pusto al barbado un precio me diano y comun, * 'fin de poder traer .mas pronto á mi sei*tir sin que nadie se oponga, á los que por ignorancia tie nen horror á esta especie de cultivo. Sea pues el producto de los barbados, ó sea la esperanza de las futuras vendi mias, no3 deben persuadir á plantar viñas: y habiendo manifestado que es racional el ponerlas, vamos á dar ahor ra los preceptos para formarlas. ..••.; > ,•• LIBRO TERCERO CAPITULO m IV. Zq que debe observar el que forma viñas. . El que quisiere formar viñedos debe procurar sobre todo no fiar esto al cuidado de otros mas bien que al suyo, y debe no comprar barbados, sino plantar en su hacienda la clase de vid que sea mas de su aprobacion, y hacer una almá ciga , de donde pueda sacar planta para cubrir de vides su campo. Porque las plantas estrañas, que se trasponen de diverso país , son menos familiares á nuestro suelo que las indígenas, y por tanto teme como un hombre extrangero en un pueblo, la mudanza de clima y de terreno. Y no hay tampoco certera de su generosidad , siendo dudoso si el que las ha plantado ha examinado antes con cuidado y ha experimentado bien su especie. Por lo cual no se ha de tener por largo el espacio de dos años , dentro del que podamos nacer juicio 6i la planta debe trasponerse, pues siempre ^ comio he .dicho, será de la mayor importancia ha ber plantado especies exquisitas. Despues de esto tenga presente escoger con cuidado el terreno para las vifias: acerca del cual , asi que haya formado su juicio , sepa que «e ha de poner el mayor esmero en el agostado: y conclui da ésta plantará la viña con no menor cuidado, y asi que esté plantada 6e dedicará con una extremada aplicacion á su cultivo: pues este es el punto principal y mas impor tante de los gastos, porque en él consiste hacer juicio de si un padre de faniilia ha obrado mejor ó peor en confiar su dinero a krltíerra, que ganar con él en la ociosidad. En este supuesto voy yá á tratar de cada una de las cosas que he propuesto por su orden¿ -i; '-..,•' !..;/ . • . .•.' •léAPÍTÜLO .'V. Ve las cualidades del terreno en que se ha' de poner el plantel de vides , y cómo se ha de hacer* ' '. ' • • ' '•'. .j '¡r. . : ' .1 ; .!-. ;jl :i' . ' -La almáciga no sé' ha de hacer en tierra endeble ni hú meda: sin embarga conviene hacerla en una tierra jugosa y que sea mas bien mediana que pingüe. Aunque casi to dos Jos autores han' destinado paira éste objeto el terreno mas fértil lo que yo de ninguna manera creo, que sea ven tajoso al cultivador; pues aunque las plantas puestas en un terreno fuerte, preudan prontamente y arrojen , con to llo, asi que se han hecho barbados si se trasplantan á •un terreno peor.se desecan y no pueden crecer. Pero un colono prudente debe mas bien trasplantar de la. tierra peor ú la mejor que desde la mejor á la mas mala. Por es to en la eleccion de terreno se aprueba sobre ¡todo la me dianía j pues que está puesta en el confio de lo bueno y de lo malo. Porque. bien sea que en lo sucesivo exija la necei?¿dad que las plantas que esten para ello se pongan en ter reno endeble, no sentirán gran diferencia, cuando se ha yan trasplantado á él desde uno mediano ; bien sea que se hayan de plantar en uno mas pingüe, arraigarán mucho mas pronto, y serán mas fértiles. Por otra parte no es conforme á razon formar el plantel en un terreno n>uy endeble , por que se pierde la mayor parte de los cabezudos, y los que quedan tardan mucho en ponerse á propósito para que se les trasplante. Por lo cual un terreno mediano y mode radamente seco es el mas propio para formar un plantel, y éste se debe labrar antes con la azada, y dejando después espacios de tres pie9 entre los lince por los cuales se culti varán las plantas, pondrá seiscie ntos cabezudos en cada uno, en el supuesto de que tendrá doscientos y cuarenta pies de largo. Este número hace la suma de veinte y cuatro mil plantas en ¡toda la yugada. Pero atítes de esto, es menester .examinar, y escoger los cabezudos: porque (como ya he di cho muchas veces) es como la base de esta plantacion po ner la especie de vid mas acreditada. . , . , o.. i .'.' GAPITVjLq # I. Cómo ha de ser el cabezudo, y de qué parte de la vid se ' ha de cortar. *^~ A* M ^ 1 ero en la eleccion se han de observar dos cosas , pues no es bastante que sea fecunda la madre de donde se toman las plantas, sino, que se ha de examinar mas particular LIBRO TERCERO u3 mente si las partes del tronco de donde se toman son pro ductivas y la8 mas fértiles. Mas la fecundidad de una vid, cuya casta procuramos propagar, no se debe graduar; solamente porque echa muchas racimos, pues ésto puede pro venir de la magnitud del tronco y multitud de los sar mientos, y que aunque tenga muchos racimos, no la diré yo feraz, si se ve solamente uno en cada sarmiento. Pero si por cada uno de los vástagos cuelgan muchos racimos; si de cada una de las yemas brotan muchos sarmientos con fruto; si finalmente aun de lo duro1 arroja vara con algunos racimos; si tambien está cargada con fruto de Ioí nietos, ésta, que sin duda es fértil, se debe destinar ¡ ara escoger el cabezudo. Este es un sarmiento nuevo nacido sobre una vara del ano anterior: y por la semejanza que tie ne con un martillo pequeño se llama en latin mullcolus, que quiere decir martilluelo, porque sobresaliendo p'r ambos lados en Ja parte que se corta del sarmiento viejo, presenta la figura de un martillo. Este somos de sentir que se ha de escoger de la cepa nías fecunda en todo tiempo en que se podan las viñas, y ponerlo con cuidado en un terreno medianamente húmedo, y no pantanoso, dejando fuera de él tres ó cuatro yemas: con tal que lo primero de todo sea examinar si la vid de que se toma es certera en dejar su flor, si engorda con dificultad la uva, si ma dura muy temprano ó muy tarde: porque en el primer ca so se; la comen los pájaros , y en el segundo la perjudican tambien las tempestades del invierno. Finalmente, seme jante clase de vid no se comprueba con una vendimia so la ; pues aun la que por su' naturaleza es infecunda , puede por la fertilidad del año ó por otras causas producir una vez con abundancia. Pero luego que nos hemos asegurado de la bondad de una planta despues de muchos años de servicio, para explicarme así, ninguna duda se ha de tener de su fecundidad: y no se ha de extender sin embar go ésta pesquisa mas allá de cuatro años: pues éste tiem po es el que ordinariamente se necesita para conocer la fecundidad de las plantas, porque él es el que emplea el sol, siguiendo el orden de los signos ,. desde el principio <le su carrera, para volver al mismo punto del zodiaco por donh f*4 • COLUMELAR ' Je la había empezado. A cuyo periodo, que com prende 'mil cuatrocientos 'sesenta y un días, llaman los astrónomos apocatdstasin1. '.. • .u . c. • ¡-'tj nuv. ¡ •-.. .j i ..>...¡ > CAPITULO VIL "''' ;,'' Cómo has de examinar la fecundidad de la vid , j s¿ ésta t cualidad la poseen exclusivamente ciertos vidueños. ; ni ., ,.. "iti i : ••, • .V -i'' •'';• f.fl.J í' . ' T'i) ¡8 Pero tengo por cierto, Publio Silvino, qu& mucho tiempo ha estás tú preguntando de quedo , de qué especie es ésta \i<l fecunda que describimos con tanto cuidado, y si queiremos hablar de alguna de aquellas que comunmente se tienen por .mas feraces, .pues los mas ponderan 1* de Berri, muchos la Espidnia^ unos.cuantos la Basílica, y algu^ nos la Arcelaca. Nosotros tampoco defraudamos éstos vidueñus de nuestros elogios, pues son de muchísimo vino. Pero Ií)v<|ikv>ios hemos propuesto es líacer ven qué se plan an viñas de! ¿al especie que no lleven frutos menos abun dantes que' los, antedichos vidueños , y que ademas sean de un gusto exquisito, como las A mineas, ó á lo menos de uno que no difiera mucho del de éstas: yo sé que casi tpjifts los cilliiviüdores son de diverso sentir que el mío en &?er{iuu«Otf.y queisignenla opinion- antigua que ha preva lecido- ya por. muclío tiempo acerca' de las. Amíneas, cre yendo que padecen una esterilidad natural: este es mayor motivo para, que hayamos de coufirmar con muchos ejem plos nuestro método, qneíbemob tomado de muy arriba, y, se halla ¡condenado no menos poc- laxdésidialque por la $a'lta,de reflexion! de los cultivadores .t y, como obscurecido por las tinieblas de la ignorancia ha carecido de la luz de la verdad. Por lo cual; «oes fuera de propósito que noso tros expongamos aritec4odas cusís las razones que parece pueden ¿rtrnagiri eáte err^,¡corrt««ínn¡ »'í ,;'.' r.-".| ..,.' .'/. '; o .' « ¡i.'.' r.? ' '-'," . !' : T ,i. cu y .br'i •..'. ) i .'. . '. " •, •'.,. CAPÍTULOS Í.VIIL . •; . 'f ¡ . wSe confirma lo contrario con ejemplos^ ' - '-\ i queremos pues;, Publio SirvinOí rnkancon los ojos pers picaces. del entendimiento lf naturaleza de las cusas, halla LIBRO TERCERO cMS remos que 'ella. fea dictado una }ey de fecundidad á los ve getales igual á la que ha dado á los hombres y á los demas animales, y que no ha concedido ventajas particulares á ciertas naciones y á ciertas comarcas, de manera que nega se á otras del todo semejantes , dones. A algunas naciones dio el de procrear una prole numerosa, como á los Egypcios y á los Africanos', entre los cuales son frecuentes y casi de costumbre los partos de á dos: pero tambien quiso que hu biera en Alba inugeres de linage italiano en la familia de los Curiados2 de tan singular fecundidad, que cada una fué madre de tres nacidos de un. partpu A. Ja Germania le ha dado estimacion por sus ejércitos de hombres muy altos; pero no ha defraudado á otras naciones de hombres de gran estatura; pues Marco Tubo Ciceron3 es testigo que hubo un ciudadano roma.np llamado Neyio Folion, que tenia. un pie mas dccuerpo que;el de mayor corpulencia ,i y nosotiop ¿eraos tenido .poco há proporcion de ver en el aparato de la pompa de los juegos del Circo, un hombre judío de na ción nías alto que el germano de mas cuerpo. Paso á ha blar de los animales. Mgv^riia., es célebre por lo alto de su ganado maypj..iilaiiíigúífift por .Jo pequeño del suyo: perp en Mevánia se ve alguna vez un buey bajo, y en la Ligu ria un toro de mucha abada. La India se dice que causa admiración por. l/us- grandes. cuerpos de sus fieras: con to do, eso ¿quien nesgará que en ¡ésta tiqrra nuestra se procrean añónales. feroces de igual. .tamaño^ cuando vemos que han nacido elefantes; deijwro dfclí recinto de nuestras murallas. Yuelvo á las especiesjde producciones de la. tierra. La Mysia. y la Lybífl.diceri que. abundan de granos; y que sin embargo á las campiñas de Apnlia y,.de Caropania no les fcjtan. opilas. ,píiesies.,Que ej Tmolo y el Coryco son: fa mosos por la flor de azafran : que la Judea y la Arabia lo son por sus exquisitas plantas olorosas, pero que á nuestra ciudad no le faha lo uno ni lo otro: pues que en muchos parages de ello. vemos ya la cásia4 con hojas, ya el, arbol del incienso, y jardines con; flores de mirrha y azafran. Estos ejemplos nos prueban que la Italia corresponde muy bien al cuidado de los mortales, pius se ha habituado me diante la aplicacion de los cultivadores á producir los fruh 2 n6 COLÜMELAU ' tos de casi tocio el orbe: de suerte que no tenemos duda con respecto á éste fruto, que es como indígena peculiar y nativo de éste suelo. Pues ni tampoco la hay que las viñas del campo Másico, de Sorrento, de Alba, y del Cécubo, en la generosidad del vino son las primeras de todas las que sostiene la tierra. CAPITULO IX. Cómo harás feraces las vides amitieás. ' . .l'; .' .' ."•:,•. '• ':..¡ .i'íí ) ::,' 1 al vez se deseará en .ellas la fecundidad , pero 1a indus tria «leí cnltivador puede ayudarlas á adquirirla: pues si la naturaleza, ésta madre liberal de todas las cosas, ha enri quecido (como he dicho poco antes}, 'á«ada nacion y :á ca* da tierra con dones particulares, de manera que* no obstan te eso no' ha defraudado absolutamente 'á las' demas de Se* mojantes ventajas, ¿por qué hemh$ de dudar que 'haya ot¿ servado la misma ley con respecto á las vides, y 'que auni. que haya querido que algun vidueño sea $irtgnlarmentéftí¿ cundo, como elide Berri "y: el basifico, rio baya íhécho'eitt 'femba'rgo al amineo tan eáteril, que cjnfre'müdiée' millares de sus vidés no puedan encontrarle algunas, 'aunque muy pocas, tan fecundas como aquellas hermanas' de Alba en tre los habitantes de Italia? pero no solo es ^sto' . Vertwimib, sino que la' experiencia nos ha demostrado'isft vetdad j có¿ mo que h' mos tenido en ia heredad que poseímos no sotros mismos mucho tiempo h¿ en el 'termirto de Árdea ,. en la del de Carseolo' y en la del de Alba, vides amineas con semejante nota de fecurididad.,' muy. pocas en número á la verdad ", pero tan fértijeá que cada una de las armadas en yugo daba tiWurna&'de-VVhóV y díez ámphoras1 las emparra(las: y no debe parecer ihcreible en las amineas esta fecundidad; ¿pues cómo podia afirmar Terencio Varron , y antes de él Marco Caton, que cada. yugada de viñas daba á los cultivadores .antiguos seitlrienras urnas de vino, si hubiéra faltado fectmdidad á la$ ainineas, que eran las vínicas que por lo comun conocian la< gentes de aquel tiempo? á menos que pensemos que hayan cultivado viñas de Berri ó basílicas, que hemos traido sin duda de pro- LIBRO TERCERO n-> vincias lejanas muy poco ha , y que hemos conocido ayer de mañana, siendo tambien cierto que cualesquiera viñas en siendo muy antiguas las tenemos por amineas. Si algu no, pues, despues de haber observado este vidueño en mu chas vendimias, encontráre que las viñas son como las que yo he dicho poco ha que he poseido, y las señala para ele gir los cabezudos mas feraces de ellas, éste podria criar unas viñas que fueran á un mismo tiempo generosas y es quilmeñas. Pues no hay duda que la naturaleza ha queri do que la prole sea semejante á la madre; lo que hizo de cir á aquel pastor en las Bucólicas 2 : de esta manera sabía yo que los cachorros eran parecidos á las perras, y los ca britos á sus madres: por lo mismo los que se dedican á los sagrados combates 3 conservan con el mayor cuidado las crias de los caballos mas veloces de tiro , y conciben la esperanza de las futuras victorias propagando la raza de es te excelente ganado. Nosotros tambien fundemos la esperanza de una abundante vendimia en la eleccion de plantas sa cadas de las amineas mas feraces, como las concebian de la victoria los que escogían las crias de las yeguas , que la habian conseguido en los juegos olympicos. Y no hay motivo para que el mucho tiempo que hay que invertir en ésto ar redre á nadie; pues toda la detencion que hay que gas tar es en el examen de la planta. Pero luego que se ha com probado su fecundidad, con mucha prontitud se multipli ca por medio de los injertos. Tú, Publio Silvino, puedes ser testigo de la certeza de ésto , como que te acordarás muy bien que yo ingerté en el tiempo de dos años dos yu gadas de viña con puas de una vid tuya temprana , que tienes en tu heredad de los campos Ceretános. ¿Qué número pues de vides piensas pueden plantarse con los cabezudos de es tas dos yugadas , cuando ellas mismas son el resultado de una sola vid ? Por lo cual, si (como he dicho) queremos em plear trabajo y cuidado, formaremos facilmente con el vi dueño amineo por el método referido, unas viñas tan fera ces como las del de Berri y basifico: solamente convendrá observar, cuando se vaya á trasponer la planta, que sea á un clima semejante al donde estaba, á un terreno de la misma naturaleza, y que se mantenga en la habitud á que A 3 ll8 COLUMELA. estaba hecha: porque ordinariamente degenera si le es contraria la situacion del terreno, la cualidad del aire, ó tambien si se lleva desde el arbol al yugo. Y así trasplantan.mos de sitios frios á frios, de cálidos á los que igualmen te lo sean. Sin embargo la vid aroinea trasplantada de un clima frio á uno cálido, puede aguantarlo mas bien que el frio si se trasplanta del cálido : porque toda especie de vid, y sobre todo la antedicha, quiere naturalmente el calor mo derado mas bien que el frio. Pero la cualidad del suelo ayu da tambien muchísimo, ésto es, trasplantarla desde uno endeble ó mediano á otro mejor. Porque la planta acos tumbrada al terreno pingüe de ninguna manera aguanta la esterilidad de otro, á menos de que lo estercoles á menu do. Estos son los preceptos que hemos dado en general pa ra la eleccion de los cabezudos. Ahora daremos otro parti cular para que no solo se escojan de una vid muy fecun da , sino de la parte mas fecunda de la vid. CAPITULO X. J)e cuál parte de la vid se han de escoger las plantas pa ra que sean fértiles. Pero los sarmientos mas feraces para planta no son , como han dicho los autores antiguos, la extremidad de lo que llaman cabeza de la vid, ésto es, el último y mas largo re nuevo: pues en ésto tambien se engañan los cultivadores. Y la primera causa del error es la hermosura y el número de los racimos que se ven de ordinario en el sarmiento mas largo , lo cual no nos debe engañar : pues ésto sucede no por su fertilidad nativa, sino por la ventaja de su posicion, porque toda la sávia y el alimento que le suministra el suelo, va discurriendo por las demas partes del tronco has ta llegar á la extremidad. Pues todo el alimento de la plan ta es atraido como una especie de alma á la parte superior por una aspiracion natural, que se hace por enmedio de la médula del tronco, como por enmedio de un siphon de éstos que los maquinistas llaman diabetes: y en llegando allí se detiene y se consume. Por lo cual los sarmientos mas re LIBRO TERCERO 119 cios se hallan en la cabeza de la vid, ó en la parte de la ca ña vecina á las raices. Pero éstos últimos renuevos que sa len de lo duro se han aprobado tambien por algunos por dos motivos; porque no tienen fruto, y porque se ali mentan del jugo próximo de la tierra, que es el mas ente ro y el mas puro: y los de la extremidad tambien se han aprobado por otros, porque son fértiles y robustos, porque salen de la tierra, y (como dije arriba) todo el alimento que llega á ellos, no se distribuye en otra parte1. Los de enmedio son tenidos por los mas endebles, porque el jugo no hace mas que pasar por ellos , siendo interceptado en parte por los inferiores, y atraido en parte por los superiores. No debe pues tenerse por fecundo el sarmiento de las extremidades, aunque lleve muchísimo fruto, pues por la fertilidad de su posicion se ve obligado á darlo: sino el que situado enmedio de la vid, no deja de producir, aunque en una posicion nada oportuna, y con un abundante fruto da prue bas de su fertilidad. Esta rama trasladada á otra parte rara vez degenera, como que pasa de un estado peor á otro me jor, pues bien se ponga en los entreliños de una tierra acostada, ó bien se injerte sobre un tronco de vid, se sácia con alimentos mas abundantes que cuando estaba en un sitio falto de jugos. Y así observaremos tomar las plantas de los sitios referidos, que la gente del campo llama humcrosos*, pero con tal que los hayamos visto ántes llevar fruto: pues si no lo tienen , aunque estén en una parte laudable de la vid , no creamos que ésta contribuya en cosa alguna para la feracidad del cabezudo; por lo cual es muy poco fun dada la opinion de aquellos cultivadores que creen impor tar muy poco examinar cuántos racimos ha llevado un sar miento, como se tome de una vid fértil y no haya salido del tronco duro, al cual llaman pampinario. Pero ésta opi nion , que proviene de la ignorancia en la eleccion de las plantas, es causa en primer lugar de que las viñas sean po co fecundas, despues tambien demasiado estériles; ¿pues quien ha prevenido en tan larga série de años al cultivador que :escoge los cabezudos lo que acabamos de decir? Por mejor decir, ¿quien no encarga este negocio á cualquiera, por mas ignorante quesea, y al que no puede dar algun otro h 4 iao COLUMELA. trabajo? Y así ésta costumbre es causa de que ésta operacion, que es una de las indispensables, se comela á los mas igno rantes y á los de menos confianza , porque (como he dicho) se aplica el mas inútil y el que ningun otro trabajo puede soportar. Este finalmente, aunque tenga algun conocimien to para la eleccion de los cabezudos, la disimula por falta de fidelidad, ó no hace uso de ella ; y para poder completar el número que le ha mandado escoger el capataz nada ha ce con diligencia, nada con cuidado, y no tiene mas objeto que cumplir la tarea que se le ha señalado: como que no ha recibido de sus maestros mas que un precepto para saber lo, y despues de sabido ejecutarlo, que es no cortar para planta el sarmiento pampinario, y destinar para ésto todos los demas. Pero nosotros hemos seguido al principio la ra zon , y ahora tambien la experiencia de un tiempo dilata do, y en su consecuencia no elegimos otra planta ni creemos que sea fructífera , sino la que colorada en la parte produc tiva de la vid haya llevado fruto. Pues á la verdad, laque ha brotado en un sirio estéril y se manifiesta fértil ó robus ta, aunque sin fruto, no tiene mas que una apariencia en gañosa de fecundidad , y no posee virtud alguna para pro ducir. La razon nos hace ver que ésto es indubitablemente veri ladero , si es cierto que , al modo que en nuestros cuer pos cavia miembro tiene sus oficios particulares, así cada parte de las plantas fructíferas tiene funciones que le son pro pias. 'Vemos que se ha inspirado al hombre el alma como conductora y directora de sus miembros; que se le han da do los sentidos para discernir aquellas cosas que se indagan con el tacto, el olfato, el oido y la vista; que los pies se han puesto en el sitio en que están para andar, y los brazos en el suyo para abrazar; y para que no divague el discurso mas t de lo regular por torlas las clases de ministerios de los miem bros : nada pueden hacer las orejas de lo que es propio de los ojos, ni éstos de lo que corresponde á las orejas; y que la facultad de engendrar no se ha concedido á las manos ni á los pies, sino que el Criador, queriendo que ésta facultad fuese desconocida á los hombres, la encubrió en el vientre; para que éste eterno artífice de las cosas, dotado de una ra zon divina, mezclara secreta y ocultamente, por decirlo así, LIBRO TERCERO m los elementos sagrados del espíritu con Jos principios terre nos, y formára esta especie de máquina animada. Esta ley ha seguido para la creacion de los animales y de los vege tales, y ésta para la formacion de las diferentes variedades de vides , habiendoles dado como que es á un tiempo padre y madre de todas ellas, en primer lugar las raices, como cierta especie de cimientos, para que se mantuviesen sobre ellas como sobre pies; en seguida puso encima de ellas el tronco, como cierta estatura de cuerpo y un cierto conti nente; despues la extendió por uno y otro lado en ramas como en brazos de donde hizo salir tallos y pámpanos; y á unes de ellos dió frutos y á otros los vistió de hojas para cubrirlos y defenderlos. Si no escogemos, pues, de entre todos estos miembros, como hemos dicho, los que estando desti nados á la produccion , están cargados de fruto, sino los que no teniendolo son como cubiertas y sombrages de aquellos, trabajaremos seguramente para tener sombra y no para te ner vendimia. ¿Qué motivo hay, pues, para que si el sar miento no ha nacido de lo duro, sino de lo tierno, lo con denemos como estéril, aun para lo venidero, en caso de no tener fruto? Pues poco ha infería nuestro raciocinio, de que á cada parte del cuerpo se había atribuido su funcion pe culiar, esto es, la que le conviene: que tambien el cabezudo nacido en sitio oportuno tiene la virtud de la fecundidad aunque entre tanto deje de tener fruto. Y no negaré yo que todo mi argumento se ha fundado en ésta comparacion : pe ro aseguro firmemente que si un sarmiento no ha llevado fruto, aunque haya nacido de la parte fructífera de la vid, no tiene seguramente la virtud productiva. Ni esto se opone á aquella comparacion: porque es evidente que algunos hombres aunque tengan completos todos sus miembros, no pueden engendrar, y asi no será increíble que si una vara nacida en un sirio productivo carece de fruto, haya de ca recer tambien siempre. Y así, para volver al modo de ha bí ir de los cultivadores, estos llaman á semejantes sarmien tos que nada lian llevado cajxmes, lo que no harían si no sospechasen que son inhábiles par3 llevar fruto: cuya mis ma denominacion me sugirió el pensamiento de no elegir cabeiudos que no hubiesen producido fruto, aunque hu iai COLUMELA. biesen nacido en parte acreditada de la vid, no obstante que yo sepa tambien cpje estos no son absolutamente estériles, pues no puedo negar que aun los pampinarios que han brotado de lo duro, adquieren fecundidad al siguiente año, y por esto se dejan para tornillos á fin de que puedan producir. Pero hemos descubierto que semejante produccion no es tanto del mismo tornillo, como de su madre. Pues por es tar unido á su tronco, que es naturalmente feraz, mezcla do todavía con los alimentos y con las semillas fecundas de su madre , mantenido , por decirlo así , en el seno de ésta, aprende poco á poco á llevar fruto. Pero la rama que habrá sido desgajada inmatura é intempestivamente de la cepa, antes de haber llegado, por explicarme así, á la edad de la pubertad lijada por la naturaleza, respecto á estar como en la infancia, no está á propósito, no digo para la concepcion, pero ni aun para el coito; y así, si se pone en la tierra ó se injerta en un tronco ó rama cortada á éste efecto, pierde del todo la facultad generativa ó á lo menos se le disminu ye. Por lo cual yo estoy muy persuadido que se ha de cui dar al escoger las plantas, de tomar en la parte fructuosa de la vid aquellos sarmientos que con el fruto que han dado ya, prometen fecundidad para lo porvenir. Y sin embargo no nos contentemos de los que habrán llevado cada uno un ra cimo, sino prefiramos sobre todoá los que se distinguen por frutos muy numerosos. ¿Por ventura no alabarémos al pas tor de ovejas que propaga la raza de la madre que ha parido dos corderos de una vez; y al cabrero que echa á sus ca bras machos nacidos de madres que han tenido partos de á tres? Sin duda, como si hubieran los hijos de corresponder siempre á la fecundidad de sus madres. Sigamos nosotros tambien este mismo método en las vides, tanto mas que es tamos asegurados por la experiencia que las semillas exa minadas con el mayor cuidado degeneran alguna vez por cierta malignidad natural: y esto nos inculca el poeta co mo á sordos á la voz de la verdad, diciendo: he visto que las semillas escogidas mucho tiempo há, y examinadas con mucho cuidado, degeneran no obstante, á menos que todos los años tuvieran los hombres el cuidado de escoger las mas medradas: tal es el destino de todas las cosas, empeorarse LIBRO TERCERO ra3 y retrogradar. Lo cual se ha de entender haberse dicho no solo de las semillas de las legumbres, sino de todo lo que pertenece á la Agricultura. Si la observacion hecha por lar go espacio de tiempo nos ha hecho ver, lo que cierta mente es así, que el cabezudo que ha llevado cuatro raci mos de uvas, si despues se ha cortado y puesto en la tierra, degenera de tal suerte de la fecundidad de la madre , que alguna vez lleva uno menos y otras dos. ¿Pero hasta qué punto creemos que descaecerán aquellos que no habrán pro ducido mas que dos ó tal vez uno, cuando estaban unidos á la madre, pues que los mas feraces temen muchas veces la traslacion? y así yo confieso francamente, que soy mas bien demostrador que inventor de éste método: para que nadie piense que trato de defraudar á nuestros mayores del elogio que han merecido: pues no hay duda que ellos han sido del mismo sentir, aunque en ningun otro escrito se ha ya .dado á conocer , á excepcion de los versos que hemos co piado de Virgilio, sin embargo que los pseceptos que dá en ellos son relativos á las semillas de las legumbres. En efecto ¿porqué desechaban la vara que salía de lo duro, ó la saeta cortada de un cabezudo fecundo que ellos mismos habían aprobado, si creían que era indiferente el sitio donde se esco gía la planta? Pero porque no dudaban que la fuerza de la fecundidad estaba por decirlo así en miembros determina dos de la vid , por esto condenaron muy prudentemente al pampinario y á la saeta como inútiles para la plantacion. Lo cual si es así, no hav duda que hayan ellos reprobado tambien mucho mas el sarmiento que, habiendo nacido en sitio fructífero, no hubiese llevado fruto. Pues si creían que la saeta , esto es, la parte superior del cabezudo , se había de reprobar, siendo ella misma parte de una rama fructífera, cuanto mas hace ver la misma razon que haya sido repro bada por estos una vara si es estéril, aunque haya salido de la mejor parte la vid. A no ser sin embargo que creyeran (lo que es un disparate) que una vara que había sido inú til unida á la madre, se había vuelto fructífera cuando se había separado de ella, se había trasplantado y estaba pri vada del alimento materno. Hemos tratado esto tal vez con mas extension de lo que exigía la prueba de esta verdad: i»4 COLUMELA. pero con mucho menos de lo que pedía la extraviada é In veterada opinion de la gente del campo. CAPITULO XI. Qué cualidades se han de tener en consideracion en el ter reno que destinares para viña. Vuelvo ahora á tomar el hilo de mi discurso, para con cluir lo que resta de lo que he propuesto. Al cuidado de la eleccion de cabezudo se sigue la labor del agostado , con tal sin embargo que estemos seguros de la calidad del suelo: porque no hay duda que ella contribuye muchísimo á la bondad y á la abundancia de los frutos. Y antes de examinar el suelo, creemos que lo mas importante de todo es elegir, si hay proporcion, mas bien un campo erial, que uno que haya llevado cosechas de granos ó criado árboles maridados á vides : pues por lo que hace á las viñas que se han des truido por su mucha vejez, convienen todos los autores en que son malísimas si las queremos plantar otra vez, porque el suelo por bajo está embarazado y como enredado con las muchas raices y no ha perdido todavía la ponzoña ni aque lla corrupcion que causa la vejez, con lo que embotada la tierra como con cierta especie de veneno , pierde su vigor. Por cuya causa se ha de elegir mas bien un terreno erial, el cual aunque tenga matas ó árboles se desmonta fácilmente, porque todo lo que nace espontáneamente no interna ni profundiza con sus raices sino las desparrama y extiende so bre la superficie de la tierta , las cuales, despues de cortadas con hierro y arrancadas , lo poco que queda debajo de tier ra se puede sacar con rastros , amontonarlo y colocarlo pa ra que pueda ésta fermentar. Pero si no hubiere tierra mon tuosa , la mejor despues de ésta es la labrada que no tenga árboles: si ni ésta hubiere, se destinará para viñas una ar boleda muy clara ó un olivar1 que no hayan estado mari dados cou vides. La últimaclase (como he dicho) es la que ha estado de viña. Sin embargo si la necesidad obliga á plan tarla , primero se deben arrancar todas las cepas que que den : en seguida estercolar todo el terreno con estiercol seco, LIBRO TERCERO ia5 y si éste no lo hubiere , con otro de otra clase que sea muy fresco; despues cavarlo, amontonar sobre la tierra todas las raices que so huyan sacado, y quemarlas; en fin cubrir otra vez la tierra cavada con bastante estiercol antiguo, que no cria yerbas, ó con tieria sacada de los vallados. Pero luego que las tierras desmontadas están libres de árboles, es me nester considerar antes de agostarlas si son ó no á propó sito para plantío; y ésto se reconoce con muchísima facili dad por las plantas que nacen espontáneamente en ellas. Pues no hay un suelo tan desprovisto de plantas, que no crie algunas, como perales silvestres, ciruelos, ó á lo menos zarzas. Porque aunque éstas sean especies de arbustos espi nosos, suelen crecer con fuerza y fertilidad, y llenarse de fruto.' Si los vieremos pues no desecados ni ásperos, sino li sos, limpios, altos y fecundos, conoceremos que la tierra que los cria es 'buena para plantío. Pero éstas observaciones son generales y adaptables á toda clase deaibustos: mas pa ra hacer juicio de"6i un terreno es propio para viñas, se ha de considerar si la tierra es muelle y medianamente suelta, que hemos dicho llamarse pula2, y no porque ella sola sea á propósito para viñas, sino porque lo es mas que todas. ¿Pues qué cultivador hay, aunque sea mediano, que ignore que aun la toba' mas dura y el carbon, luego que se han que brantado y amontonado sobre la superficie de la tierra se ablandan y se hacen polvo con las tempestades y las hela das, y no menos con los calores del estío, y que refrigeran muy bien por aquella estacion las raices de las vides, y no dejan que se evapore el jugo, lo cual es muy esencial para alimentar la planta. Por la misma causa suelen tambien aprobarse el cascajo suelto, el terreno pedregoso y los cantos movibles, con tal sin embargo que todo esto esté mezclado con tierra pingüe, pues si lo están con endeble, se desechan absolutamente. Pero aun el silex, segun mi opinion, es amigo de las viñas , siempre que tenga por encima una ca pa mediana de tierra, perque siendo fresco y conservando bien la humedad, no deja que se sequen las raices, cuan do aparece la canícula. Higino, siguiendo á Tréraelio, ase gura que las faldas de las montañas que hubieren recibido la tierra vegetal que cae de las cimas , y los valles que se i*6 COLUMELA.t.í levantan con las tierras que acarrean las crecientes de los ríos y las inundaciones, son particularmente á propósito pa ra viñas, de lo que yo no disiento. La tierra gredosa pasa por útil para la vid : porque la greda pura de que se sirven ¡os alfareros y que algunos llaman arcilla, je es muy con traria, y no menos el cascajo sin mezcla de tierra buena; y en general, como dice Julio Atico, todo lo que deseca la planta, y esto es el terreno muy húmedo, el salobre, el amargo ó el falto de humedad y el muy seco. Sin embargo los antiguos aprobaron la arena gruesa negra ó roja que esté mezclada con tierra húmeda , porque el terreno en que se encuentra carbon han dicho que como no lo ayudes con es tiercol , ponía las viñas endebles. La tierra roja, como dice el mismo Atico, es pesada, y dificultosa para que prenda Ja planta por medio de sus raices. Pero asi que ha asido la vid la alimenta bien: mas es difícil de labrarse, pues no se pue de cayar cuando está húqueda¡, por ser muy glutinosa, ni cuando es.té demasiado seca, por ser excesivamente dura. CAPITULO ..ii. . • -. XII. . , • ,. u, Lo que ha enseñado Julio Grecino acerca de la tierra propia para viña. •.,', . . . .. . .j ' . . .' • i 1 ero para no andar ahora divagando por infinitas especies. de terrenos, no será fuera de propósito referir una especie, de fórmula que escribió Julio Grecino, con arreglo á la cual se, .han fijado los límites dentro de los cuales están com prendidas "las tierras propias para' viñas. Pues el mismo GvRciuo^ice de ésta manera : que hay alguna tierra que es cálida ó fria, húmeda ó seca, suelta ó apretada, ligera ó pesada, pingüe ó delgada: pero que la vid no puede aguan tar el terreno demasiado cálido, porque la abrasa, ni el muy frio, porque no deja extenderse las raices , que están heladas y como pasmadas por el excesivo frio; ni el húmedo, por que cuando las vides arrojan con el calor moderado atraen de la tierra mas humedad de la que es menester , la cual las pudre. Por el contrario, dice que la demasiada sequedad priva á las plantas de su natural alimento, y que ó las ma- LIBRO TERCERO i2? b del todo , ó las pone ásperas y secas : que la tierra muy apretada no embebe las aguas llovedizas, ni recibe con fa cilidad las influencias del aire: que se abre muy facilmente y hace grietas , por las cuales penetra el sol hasta las raices de las plantas, que comprime y ahoga, por estar como presas y encerradas en ella: que la suelta con exceso, deja pasar las aguas como por un embudo, y con el sol se le evapora el agua enteramente y se seca: que la tierra pesada ape nas puede superarse con cultivo alguno: que la ligera apenas hay uno que la sostenga : que la muy gruesa y muy fértil es mala por su lozanía , la delgada y ténue por su falta de jugo. Es menester, dice, enmedio de estas diversas des igualdades , un gran temperamento, que tambien se necesi» ta en nuestros cuerpos, cuya buena salud se conserva con una determinada y como equilibrada proporcion de cálido y de frio, de húmedo y de seco, de espeso y claro. Y con todo eso dice que éste temperamento no debe estar en equi librio en la tierra que se destina para viñas, sino que debe correr la balanza á un lado mas que á otro; de suerte que sea mas calilla que fria, mas seca que húmeda, mas suelta que apretada, y del mismo modo respecto á otras cualida des semejantes á que dirija su atencion el que va á plantar viñas: cuyas cualidades fon mas provechosas (en mi opi nion) sison ayudadas por el clima. Entre los antiguos se movió una disputa sobre á que parte del cielo deben mirar las viñas: Saserna aprueba en primer lugar la exposicion á levante, en seguida la del mediodía y despues la de po niente: Tremélio Escrofa cree que la principal es al medio día: Virgilio desecha expresamente la de poniente en éstos términos1: no miren tus viñedos al sol cuando se pone. Demócrito y Magon alaban la parte septentrional del cielo, porque piensan que las viñas que miran ácia ella se hacen muy fértiles, pero que en la bondad del vino las vencert las demas. A nosotros nos ha parecido lo mejor pres cribir en general que en los parages frios se espongan k)9 viñedos al mediodía, y en los de moderado calor á levante, con tal sin embargo que no estén infestados por los venda vales y solanos, como lo están las costas marítimas en la Bé lica, Pero si los paises estuvieren sujetos á dichos vientos, ia8 . COLUMELA. ' 8erá mejor la exposicion acia donde sopla el Aquilon ó el Favonio. En las provincias ardientes, como Egypto y Numidia, será mejor no exponerlos sino al septentrion. Des pues de haber examinado diligentemente todos éstos pun tos , vamos en fin á tratar del agostado. CAPITULO XIII. Cómo se agosta la tierra. 1 ero es menester manifestar el método con que se ha de hacer, tanto á los cultivadores que han de labrar las viñas á la moda de Italia, como á los que las han de cultivar á la de las provincias ; porque en los países lejanos no se practica esta labor de volcar la tierra; sino que comun mente se plantan las viñas en hoyos ó en zanjas. En hoyos se ponen de ésta manera: los que tienen costumbre de po ner la vid en hoyos , despues de cavado el suelo por casi tres pies de largo, dos de hondo, y el ancho determinado por el insrrumento de que se sirven, extienden de un lado y otro los cabezudos , de suerte que las cabezas estén ácia el medio del hoyo, y encorvándolos en los dos frentes ó tes teros opuestos los enderezan ; en seguida lo vuelven a cu brir todo de tierra, y dejando fuera de ella dos yemas igua lan lo demas; cuyos hoyos siguen haciendo en la misma línea, dejando intérvalos sin labrar del mismo largo y an cho que ellos hasta concluir el liño. En seguida, dejando el intérvalo arreglado á la costumbre que tiene cada cultiva dor de labrar, ya sea con arado, ya con azada, forman otro liño que siguen en los mismos términos. Y si la labor es solamente de azada , el menor entreliño que se debe dejar es de cinco pies , y el mayor de siete; pero si es de bueyes y arado, el menor será de siete pies, y será de suficiente anchura el de diez pies. Algunos sin embargo disponen toda la Viña en tresbolillo á diez pies de distancia de vid á vid, para poder arar la tierra en surcos rectos, y al través como las de sembradura. Este género de viña no conviene al cultivador , sino en donde por ser el suelo muy sustan cioso toma la vid un incremento grande. Pero los que te men el gasto del agostado , mas quieren imitarlo en alguna LIBRO TERCERO. 129 parte , forman zanjas de seis pies de ancho, dejando entre ellas espacios iguales sin labrar, y despues de haberlas ca vado á tres pies de hondo, levantan la tierra á la misma altura sobre los bordes, y en los lomos de ésta tierra van poniendo las vides ó cabezudos, siguiendo la direccion de la zanja. Algunos obran con mas economía, y la hacen de dos pies y nueve pulgadas de hondo, y cinco pies de ancho; despues dejan sin labrar un espacio tres tantos mas ancho, y hacen del mismo modo la zanja siguiente , y de ésta ma nera hasta ocupar todo el terreno destinado para la viña, y a3i que han concluido ponen en el lomo de la tierra que han sacado de la zanja barbados ó sarmientos nuevos aca bados de cortar, poniendo entre las plantas ordinarias mu chos cabezudos , los cuales así que se han fortificado, los pro pagan poniéndolos en hoyos que hacen en el terreno que dejan sin labrar entre las zanjas, y arreglan la viña por in térvalos iguales. Pero estos métodos que hemos referido de plantar las viñas se han de adoptar ó deshechar segun la naturaleza ó fertilidad de cada pais. Ahora me he propues to manifestar el método de agostar un terreno. Y en primer lugar sea el que destinamos á viñas plantado de árboles ó erial , se debe sacar de él , y quitar de enmedio toda mata y todo arbol, para que no detenga despues al cavador, ó no se apriete el suelo despues de cavado con el peso de los ár boles que estarán tendidos sobre él , ni lo pisoteen los que entren á sacar las ramas y los troncos. Pues no es de poca importancia que la tierra agostada esté muy mullida , y si puede ser nadie ponga el pie en ella , para que estando mo vida con igualdad , ceda con blandura á las raices de la nue va planta por cualquiera parte que se extiendan ; para que no haga retroceder lo que aumenten por su dureza, si no las reciba , por decirlo así , en su tierno seno nutricio, se empape de las aguas del cielo, las distribuya á las plan tas para alimentarlas , y conspire con todas sus partes á criar su nueva prole. La llanura se ha de cavar á la profundidad de dos pies y medio, el terreno pendiente á la de tres, y la colina mas escarpada aun á la de cuatro, porque si no se hace á lo agostado un lecho mucho mas hondo de tierra labra da en éste sitio que en lo llano1, corriendose la tierra de i i3o COLUMELA. la parte superior á la inferior, apenas quedaría la suficiente cantidad de tierra mullida en el agostada Por otro lado no me parece bien que en lo mas bajo de los valles se ponga la viña á menos profundidad que la de dos pies, porque es mejor no plantarla, que dejarla como suspendida en la superficie de la tierra. A no ser sin embargo que la hume dad-pantanosa que se encuentra á flor de tierra como suce de en el término de Ravena , impida cavar á mas profun didad que la de pie y medio. Esta operacion no debe co menzarse, como hacen los mas de los cialtivadores de nues tros dias, ahondando poco á poco la zanja, y llegando succesivamente por el segundo ó tercer grado á la profundidad que han determinado dar al agostado , sino cavando sin in terrupcion hasta todo el hondo que debe tener, gobernán dose por un cordel que se pondrá para que los lados salgan derechos , arreglando detras de sí * la tierra conforme la vayan cacando , hasta llegar á la profundidad prescrita. En seguida se ha de ir adelantando el cordel con igualdad por todo el espacio de la ducha , y se ha de hacer que tenga en lo hondo la misma anchura con que empezó en lo alto. Pero es menester que haya un sobrestante inteligente y cuidadoso que haga se lleve la margen de la zanja perpen dicular3; que ésta se desocupe y procure que la tierra sin labrar que está contigua á la zanja se confunda con la que se ha movido ya en ésta , cuando llegue el caso de que se labre , como he prevenido en el libro anterior , cuando enseñaba el modo de arar, y prescribí que no se pasasen en ninguna parte por alto los escaños, ni se cubriese el ter reno duro con los terrones de encima. Nuestros mayores habían inventado una especie de máquina para regular és te trabajo : ésta es una regla en medio de la cual hay una varilla , cuyo largo es igual á la profundidad que debe te ner la zanja ; de suerte que puesta la regla en el suelo de ésta llega la varilla al borde. Esta especie de medida la lla ma la gente del campo cigüeña , pero tambien cabe en ella fraude , porque hay muchísima diferencia de ponerla perpendicular á ponerla inclinada4, por lo cual hemos añadido ciertas piezas á esta máquina que dirimiesen las contestaciones y disputas que pueda haber. Porque hemos LIBRO TERCERO i3i cruzado dos reglas en forma de X griega , de manera que sus extremidades disten entre si tanto como el ancho que el cavador ha de dar á la zanja en medio de la X donde las reglas se tocan, hemos fijado aquella antigua cigüeña de manera que se mantenga como sobre una base , encima de la cual estuviera puesta perpendicularmente , en seguida hemos puesto sobre la varilla que está fijada en medio de la regla un nivel de artesano. Compuesto así éste instrumento, en habiéndolo introducido en la zanja termina sin injusticia las contestaciones que puede haber entre el pro pietario y el destajero. Porque la estrella que hemos dicho parecerse á la letra griega, mide y nivela con exactitud el suelo de la zanja ; pues por la posicion de la máquina se co noce si está inclinado ó si está llano, como que el nivel puesto sobre dicha varilla manifiesta lo uno ó lo otro, y no permite que se engañe el sobrestante del trabajo. Medido y nivelado de ésta suerte , el agostado va adelante siempre como un barbecho, y á medida que se vá caminando con la cuerda , se ocupa tanto espacio como debe tener de largo y ancho la zanja. He aquí el modo mas aprobado de pre parar el terreno. CAPITULO XIV. De cuantas maneras se pone la viña , bien sea en las pro vincias, bien en Italia. Despues de esto se sigue la plantacion de la viña , que es tiempo de hacerla en la primavera ó en el otoño. Es me jor en la primavera , si el clima es lluvioso ó frio , ó es un campo pingüe, ó una llanura como de vega y húmeda: al contrario lo es en el otoño , si la cualidad del aire es seca, si es cálida, si es un campo endeble y árido, si es una co lina estéril y escarpada: y los dias de la postura de prima vera son cuarenta poco mas ó menos, desde los idus de fe brero hasta el equinoccio, y la de otoño desde los de octu bre hasta las calendas de diciembre. Pero hay dos modos de plantar , ambos usados por los labradores : de cabezudos, y de barbados. Los cabezudos están mas en práctica en las i a i3a COLUMELA. i provincias, porque no procuran tener almácigas, ni usan criar barbados. Este plantío lo reprueban con razon los mas de los cultivadores de Italia, porque el barbado tiene muchísimas ventajas sobre el cabezudo, pues se pierde me nos, como que por su fortaleza aguanta con mas facilidad el calor, el frio y los demas temporales: crece tambien mas pronto, de que resulta que mas pronto tambien esté en es tado de llevar fruto: y por otro lado ningun peligro hay en trasplantarlo muchas veces. Sin embargo el cabezudo pue de plantarse desde luego en lugar de barbado en la tierra suelta y franca; pero la apretada y pesada quiere segura. mente vid hecha, CAPITULO XV. Que es mejor ponerlas en el terreno agostado, que en hoyos ó zanjas abiertas en el erial ó inculto. ¡Se planta pues la vtña en una tierra agostada, que se ha ya limpiado antes, gradado y allanado, dejando cinco pies entre cada liño, si el terreno es endeble: si es mediano seis; pero en el pingüe se han de dejar de siete los intervalos, para que queden desocupados mayores espacios, por donde se extiendan los muchos y largos sarmientos que tendrán Jas vides. De esta suerte será muy facil marcar la tierra pa ra formar una viña en tresbolillo. Para ésto es menester coser á un cordel pedazos de púrpura ó de otra cualquiera tela de color vivo, á distancia entre sí de otros tantos pies como hayas destinado de ancho á los entreliños: luego que el cordel esté señalado de esta manera, se extiende por la tierra agostada , y junto á cada pedazo de tela se clava una caña: y de esta suerte se dirigen los liños con intérvalos iguales. Hecho esto, se pone el cavador i; trabajar y dejan do alternativamente un espacio de los señalados en el liño, abrirá desde una caña á la que le signe un hoyo que no tenga menos de dos pies de hondo en los sitios llanos, dos pies y nueve pulgadas en los pendientes, y hasta tres pies en los escarpados. Hechos los hoyos á ésta prolnndidad, se ponen los barbados de suerte que estén tendidos desde el LIBRO TERCERO i33 medio del hoyo en direcciones contrarias, y se enderecen en los dos testeros opuestos aplicados cada uno á una caña. Lo que debe hacer el que planta es lo primero trasladar desde el plantel la planta muy reciente, y si puede ser, en el mismo momento que quiera ponerla, procurando sacar la con cuidado y entera: en seguida podarla enteramente, como si fuera una vid vieja, dejándola reducida á un sar miento solo muy fuerte, y alisarle los nudos y las cicatri ces : si tambien se lastimaren algunas raices al sacarlas ( lo que se evitará con mucho cuidado) cortarlas: finalmente ponerla encorvada de manera que las raices de las dos vides no se enreden entre sí, pues esto es facil precaverlo, ponien do transversalmente en el suelo del hoyo algunas piedras que el peso de cada una no pase de cinco libras. Estas pa rece que separan de las raices las aguas del invierno y las preservan de los calores del estío, como lo escribe Magon: al cual siguiendo Virgilio, previene que se defiendan y se fortifiquen las plantas en estos términos1: "Echa en el hoyo piedras esponjosas ó conchas inútiles"; y poco despues: "y ya se ha encontrado quien cargue las plantas nuevas con una piedra grande ó con el peso de un tiesto grueso : ésto es un defensivo contr». las lluvias y contra la ardiente canícula, Cuando cretea los campos con la sequedad." Y el mismo autor cartaginés prueba que el orujo de la uva mezclado con estiercol da fuerzas á las plantas puestas en el hoyo, porque el primero la provoca y excita á echar raicillas nue vas, y el último suministra calor en los inviernos frios y húmedos á los hoyos, y en el estío da alimento y humedad á las plantas. Pero si el terreno donde se pone la vid pa rece endeble, piensa que se debe echar en los hoyos tierra pingüe que se traiga de lejos: lo cual si convenga nos lo enseñará el precio de los víveres en el pais , y el valor de los jornales. .: i" .' . i. . CAPITULO XVI. Cuánta profundidad será suficiente darle al agostado. Una tierra agostada poco húmeda conviene '. para la plan tacion ; sin embargo mejor es poner la planta en un terre i 3 ,34 CQLUMELA. no seco que en uno cenagoso: y cuando la parte de ella que sale Fuera del hoyo se ve que tiene muchos canutos, se corta lo que hay de mas en la punta, dejando dos ye mas sobre la tierra, y el hoyo se llena con ella: en segui da, allanado lo agostado, se han de plantar caliezudos en tre las vides ordinarias, y será suficiente ponerlos en el es pacio desocupado que media entre las vides, y w¡bre una misma linea: pues de ésta suerte, no bolo ellos se fortifica rán mejor, sino que quedará algun terreno libre para el cultivo de las plantas ordinarias. Despues siguiendo la mis ma linea en que están colocados los barbados, se han de plantar cabezudos á razon de cinco en cada pie, para po der recurrir á ellos, en caso de ser necesario reemplazar los barbados que se pierdan: el primer pie se ha de tomar á medio de distancia del liño, para que esten retirados por ambas partes con intérvalos iguales. Julio Atico piensa que para una plantacion de ésta naturaleza hay suficiente con diez y seis mil cabezudos. Nosotros plantamos cuatro mil mas . porque gran parte se pierde por descuido de los cul tivadores, y mientras mas plantas de éstas se ponen mas «e aclaran las demas yerbas. CAPITULO XVII. Cómo y de qué manera se ha de poner la vid. JNo ha sido muy pequeña la disputa que ha habido entre los autores sobre la postura de la planta. Algunos creyeron que todo el sarmiento, como se habia quitado de la madre, era bueno para plantarlo, y dividiéndole en trozos de á cin co y aun de á seis yemas, pusieron muchos en la tierra. Lo que yo de ninguna manera apruebo, y me conformo mas bien con los que han negado ser la parte superior del sar miento idónea para llevar fruto, y admitiendo solamente la que está unida al sarmiento antiguo, desecharon toda la sae ta, ha gente del campo dá este nombre á la extremidad su perior del sarmiento, ó porque se ha alejado mas de la ma dre, y parece haber saltado lejos de ella, ó porque adelgaza da por la punta, tiene figura de saeta. Los cultivadores ma LIBRO TERCERO r35 inteligentes han sido de opinion que ésta no debia plantarse, sin darnos la razon de su modo de pensar, sin duda por que estando muy instruidos en la Agricultura, les parecía evidente y que 'saltaba á los ojos de todos: pues todo sar miento fecundo echa fruto con abundancia hasta la quinta ó sexta yema; en la parte restante, por largo que sea, ó de ja de echar, ó los racimos que muestra son muy pequeños; por cuya causa los antiguos se quejaban con razon de la esterilidad de la punta. Pero el cabezudo se plantaba por ellos de manera que el sarmiento nuevo llevase unido al guna parte del viejo : mas la experiencia ha condenado éste método : porque todo lo que se había dejado de la madera antigua , se pudría prontamente con la humedad , luego que se metía en la tierra y estaba cubierto con ella , y su cor rupcion acarreaba la pérdida de las raices tiernas, que es taban inmediatas, apenas comenzaban á salir; lo cual cuan do habia sucedido, se desecaba la parte superior de la plan ta. En seguida Julio Atico y Cornelio Celso, autores los mas célebres de nuestra edad , siguiendo á los dos Sasernas padre é hijo, cortaron todo lo que habia quedado del sar miento viejo por el mismo punto por donde nace el nue vo, y de esta suerte metieron en tierra el sarmiento con su cabeza. CAPITULO XVIIL Qué debe observar el que la pone. Pero Julio Atico no metía en tierra la antedicha planta, sin torcerle antes y encorvarle la cabeza , para que no se escpase del pastíno. Asi llaman los cultivadores á un ins trumento de hierro con dos puntas, con el cual se ponen las plantas , de donde tambien ha resultado llamarse ropastinadas las viñas viejas que se arrancaban para volverlas á plantar : pues este era el modo propio de nombrar la viña antigua, que se habia sacado y plantado nuevamente de lo mismo : ahora el uso comun, ignorante de la antigüedad, llama repastinado á todo terreno que se prepara por la la bor, para plantarlo de viñas. Pero volvamos al asunto. El modo de plantar de Julio Atico es en mi opinion deiectuo Í4 i36 COLUMELA. so, en cnanto admite el cabezudo con la cabeza torcida, y para evitar ésto no hay una razon sola. Primeramente, porque ninguna planta que se ha maltratado y quebrado antes de ponerla fii la tierra, ase mejor que si se ha plan tado entera, ilesa y sin detrimento: en segundo lugar todo lo que se ha metido en tierra encorvado y mirando ácia lo alto de ella, cuando llega el tiempo de sacarlo resiste á los esfuerzos del cavador como si fuera un anzuelo, y clava do en la tierra á manera de garfio se quiebra mas bien que dejarse arrancar; pues la madera en aquella parte que se ha lastimado al plantarla por haberla torcido y encor vado es facil de quebrarse : por lo cual pierde la mayor parte de las raices , que igualmente se quiebran. Pero aun dejando aparte éstas incomodidades , á lo menos no puedo disimular una, que es muy contraria á éste método, pues tratando poco ha de la extremidad del sarmiento , que di je llamarse 9aeta, sacaba la consecuencia de que el fruto se producía dentro de la quinta ó sesta yema mas inme diatas al sarmiento viejo. -Pues ésta parte fecunda la des perdicia el que retuerce el cabezudo, porque la parte que se dobla tiene tres ó cuatro yemas, y las dos ó tres restan tes de fruto se sumen enteramente en la tierra, donde que dando sepultadas no echan vástagos sino raices: de ésta suerte sucede , que lo que evitaríamos, aunque fuese en él plantío de un saucedal, lo adoptenlos en semejante cabezu do , que es preciso hacerlo mas largo , si lo queremos plan- . tar torcido : y no hay duda que en éste caso se dejan en él las yemas inmediatas á la extremidad superior, que son infecundas, y de ellas brotan renuevos ó estériles ó á lo me nos no tan feraces, que la gente del campo llama recentarios. Y qué ¿no es muy interesante que el cabezudo que se planta arraigue por el mismo sitio por donde estaba uni do á la madre, y que se cicatrice prontamente? Si ésto no se verifica, se atrae por la médula de la vid que está abier ta,. como por un tubo, demasiada agua, y ésta misma pone el tronco hueco y facilita en él escondrijos á las hormigas y á otros animales, que pudren las cañas de las vides: pero estoes lo que les sucede á las plantas que se han retorcido: pues como al arrancarlas se han quebrado LIBRO TERCERO i37 sus partes inferiores, se ponen con las médulas abiertas: é introduciendoseles las aguas y los referidos animales, se en vejecen prontamente. Por lo cual el mejor modo de plan tar un cabezudo es ponerlo derecho, cuya cabeza, asi que se ha metido entre los gavilanes de la azada, se retiene fa cilmente con lo estrecho de su boca y se hunde: este sar miento asi hundido arraiga con mas brevedad : pues echa igualmente raices por la cabeza que es el sitio por donde se ha cortado: las cuales en habiendo crecido cierran la ci catriz, y por otra parte la misma herida, como está vuelta acia abajo, no recibe tanta agua como la que está encorva da y vuelta acia arriba , la cual deja pasar por la medula, como por un embudo , todas las aguas llovedizas que caen sobre ella. , . . CAPITULO XIX. Qué longitud debe tener el cabezudo. JLa longitud que debe tener el cabezudo no es muy fija: porque si. tiene muchas yemas , se ha de hacer mas corto, y si tiene pocas mas: largo: sin embargo no ha de tener mas de un pie, ni menee de nueve pulgadas; si fuera mas pequeño , padeceria con la sequedad en los estíos , pues es taña á flor de tierra: si fuera mas largo, se introduciría muy profundamente en la tierra, y sería muy dificultoso arrancarlo cuando hubiese crecido. Pero esto se entiende en lo llano, pues en lo pendiente, donde la tierra se corre, puede ponerse de un pie y un palmo. En el sitio de valle y llanura húmeda, plantamos tambien cabezudo trigemme, el cual tiene poco menos de nueve pulgadas de largo, y sin embargo mas de medio pie. Y á este no le dicen tri gemino, porque absolutamente no tenga mas de tres hiemas, pues. cerca de la incision, por donde se le ha sepa rado de su madre, está lleno de ellas por lo comun; sino porque á excepcion de éstas de que está poblado en la misma cabeza tiene ademas tres articulaciones, y otras tan tas yemas. Ademas de lo que he dicho advierto al que fuere á plantar cabezudo ó barbado que evite el viento fuerte y el sol, para que no se desequen, de cuyos dos pe i38 COLUMELA. ligros se preservan cómodamente, poniendo delante algu na ropa ó cualquiera género de cubierta tupida. Sin em bargo es mejor escoger para plantacion un dia sin aire, ó que á lo menos el que corre sea ligero: porque del sol facilmente se preservan con sombrajos. Pero antes de con cluir este tratado, es menester decir alguna cosa sobre asuntos de que no hemos hablado todavía: á saber, si se han de tener viñas de muchas especies, y si teniendolas han de estar separadas y distinguidas particularmente , o confusas y mezcladas sin orden. Trataremos antes de lo que hemos propuesto primero. CAPITULO XX. Cuántas especies de vides se han de poner. Un cultivador inteligente debe plantar la vid de la casta que sea mas de su aprobacion , sin entremeter planta algu na de otra, y aumentar siempre su número lo mas que pue da; pero uno próvido debe poner de diferentes vidueños, pues nunca es el año tan apacible y templado, que no mo leste con alguna incomodidad á alguna especie de vid, pues ei es seco, la viña que prevalece con la humedad, padece; si es lluvioso, la que le conviene la sequedad; si es frio y sujeto á heladas, la que no puede resistir la quemadura; si es ardiente, la que no aguanta el calor. Y para no indivi dualizar ahora los daños que pueden originarse de mil cla ses de temporales , siempre hay alguna cosa que ofenda a las viñas: de donde se sigue, que si no hemos plantado mas que de un solo vidueño, en haciendo el tiempo que le es dañoso, nos privaremos de toda la vendimia, pues no tendrá recurso alguno el que no tenga plantas de di versos vidueños. Pero si formáremos viñedos de diversas especies, alguna de ellas quedará ilesa y llevará fruto. Y sin embargo este no ha de ser motivo que. nos obligue á tener muchas variedades de vides ; sino la que hayamos hecho juicio ser la mejor aumentemos su número cuanto podamos, en seguida la que mas se le acerque, despues las que son de tercera y aun de cuarta clase, de suerte que LIBRO TERCERO i39 nos contentemos con una especie de quaternion de vides selectas; pues basta tentar la suerte de la vendimia por cua tro, ó á lo mas por cinco vidueños. En cuanto á la segunda cuestion que habia yo propuesto ahora poco no du do que se hayan de distribuir las viñas por especies, y colocarlas cada cual en cuadros particulares, divididos por sei.das y lindes. Y el no dudar yo que esto deba hacerse, no es por haber podido conseguir de mis trabaja dores que lo ejecutaran, ni porque alguno de los que mas lo han aprobado lo haya puesto en práctica antes que yo; porque es la mas difícil de todas las operaciones rústicas, pues exije una suma atencion en la eleccion de las plantas, y algun conocimiento para discernir las especies; en cuyas cosas es menester de ordinario la mayor felicidad y pru dencia: i)ero algunas veces (cerno dice el divino autor Pla ton ) la belleza de una cosa nos excita á correr tras ella, aunque la flaqueza de la humana naturaleza no nos permi ta conseguirla. Sin embargo si vivimos bastante, y si se juntan la ciencia y las facultades con la voluntad , llevaréniorl ésto al cabo sin mucha dificultad. Aunque el tiempo de nuestra vida en que hemos de perseverar en éste pro» yceto .no.ha de ser muy pequeño absolutamente si hemos de discernir un gran número en algunos años; pues no to do tiempo permite hacer este discernimieito ; porque las vides que no se pueden distinguir por la semejanza de su color , de su tronco , y de sus vástagos , se dau á conocer por su fruto cuaudo está maduro y por sus pámpanos. Cuya atencion sin embargo no afirmaré que pueda tenerla otro que el mismo padre de familia; pues confiarla al capataz, ó aunque sea al viñador, es cosa de un hombre descuidado; siendo así que muy pocos cultivadores hayan conseguido una cosa mucho mas facil ; cual es conocer la cepa de uva tinta, aunque el color de ésta se puede discernir por el mas falto de atencion. .'.•'. , • ' 140 COLUMELA. CAPITULO XXI. Si se han .de plantar los cuadros cada uno con distinto vidueño, sin mezclar unos con otros. Cion todo eso me ocurre un medio único de hacer con mu cha prontitud lo que hemos propuesto, si las viñas son an tiguas, que es injertar con separacion las vides de cada cua dro con diferentes especies de puas, en cada cual las de un vidueño: de ésta suerte recogeremos en pocos años muchos millares de cabezudos do las cepas injertas, y pondremos las plantas de diferentes especies distribuyéndolas por suertes. Muchos son los motivos de utilidad que pueden obligarnos á hacer ésto: y, para empezar por el de menos considera cion , el primero es que en todas las operaciones de la vida, no solo en las relativas á la Agricultura, sino en las que lo son á otra arte cualquiera , agradan mas á un inteligente las cosas que están distinguidas segun sus especies particulares, que las que están como tiradas por diversas partes.; J coa' fundidas, por decirlo así, en un monton. El segundo -es, que 6i un hombre, aun el menos versado en la vida rústicaoviene á una tierra plantada como corresponde, admirará con el mayor placer la liberalidad de la naturaleza, cuando por un lado se le presenten las vides de Berri cargadas de fruto, por Otro sus iguales las heluolas1, aquí las arcelacas, allí tambien se junten las espionias ó basílicas; yquela tierraque dará todos los años éstas fértiles producciones, como uua madre perpé tuamente preñada, presentará á los mortales su seno Peno de mo3to para alimentarlos. En medio de este espectáculo verá brillar el otoño cargado por todas partes de frutas de varios colores, favorecido por Baco que lleva sus sarmientos dobla dos con el peso de los racimos de uvas blancas', amarillas, rojas, ó de las que resplandecen con el color de púrpura. Pe ro aunque éstos objetos agraden muchísimo, sin embargo la utilidad excede al placer. Pues tambien el padre de fami lias vá á ver el espectáculo que le presenta su heredad con tanto mas gusto cuánto ésta es mas fértil, y lo que dice el poeta hablando de este sagrado numen. " Y á donde quiera LIBRO TERCERO 141 que el Dios volvió su cabeza está hermoso", podrá aplicarse al dueño, pues adonde quiera que se dirigen sus ojos cuan» do está presente , en aquella parte se produce el fruto con mas abundancia. Pero omito lo que puede tambien suce der en las viñas que no están separadas por especies, y pa so á otras cosas que han de llamar mas la atencion. Las vides de diferentes especies ni dejan la flor á un mismo tiempo, ni llegan sus uvas á madurar juntas. Por cuya cau sa el que no tiene separadas sus viñas por vidueños, es preciso que sufra una de estas dos incomodidades, ó re coger el fruto tardío con el temprano, lo que causa lue go la acidez, ó si espera que madure el tardío perderla vendimia del temprano que ordinariamente se destruye con el pillage de los pájaros y con el destrozo de las lluvias y los vientos. Pero si quisiere coger aparte y por intérvalos el fruto de cada vidueño , es menester en pri mer lugar que se exponga á ser engañado por los vendimia dores, pues no puede poner á cada uno un manijero que lo observe y que le mande no cortar las uvas verdes con las maduras: ademas aun aquellas vides que maduran á un tiempo, en siendo de diversos vidueños, el gusto de la mejor te echa á perder por el de la peor, y contundido en uno el de muchas, no podrá conservarse mucho tiempo. Y por esto la necesidad obliga al viñero á vender pronto su vino ; siendo así que lo vendería mucho mas caro si pu diera dilatar la venta hasta cumplir el año, ó á lo menos hasta el estío. Tiene ademas ésta separacion por vidueños una comodidad suma, porque el viñador dará á cada uno mas facilmente la poda que le corresponda cuando sepa tle qué vidueño es el cuadro que va á podar, y ésto es dificul toso en las viñas de diferentes especies mezcladas, porque la mayor parte de la poda se hace en un tiempo en que las viñas no tienen ni aun pámpanos que las puedan dar á conocer. Pero importa mucho que el podador deje mas 6 menos sarmientos segun la naturaleza de cada especie de plantas; y que las excite podando largo, ó las contenga ha ciendolo corto. Ademas no es de menos importancia la parte del cielo á que está expuesta cada especie de viña, pues no acomoda á todas la exposicion cálida, ni por el i4* COLUMELA. contrario á todas la fria; sino que cada una tiene su pro piedad particular ; de suerte que unas se fortifican ácia el roediodia, porque se deterioran con el frio: otras apetecen el lado del norte, porque padecen con el calor; y algunas gustan de la temperatura de levante ó poniente. Estas va riedades las observa, segun la situacion y posicion de los lugares, el que separa los vidueños por cuadros. Tambien saca otra utilidad no pequeña en bacer la vendimia con menos trabajo y gasto; porque coge á tiempo las uvas que maduran primero, y difiere sin pérdida la recoleccion de las que no han madurado todavía; ni el fruto pasado se junta con el que está en su punto de madurez para ha cer precipitar la vendimia, ni obligan á buscar cortadores á cualquiera precio que se encuentren. Asimismo es de una ventaja grande poder guardar aparte el vino dj cada espe cie y gusto, sin mezclarlo sino en toda su pureza, bien se haya hecho con uva de Berri, bien con basílica, bien con espiónica , cuyas especies de vinos habiendose echado así en las vasijas, como no hay en ellos cualidades contrarias, adquieren fama á fuerza de años; pues despues de quince años ó algunos mas no se puede conocer en el gusto lo ordi navios que son ; pues es propio de casi todo el vino ad quirir bondad con el mucho tiempo. Por lo cual es utilísi ma, como nos hemos propuesto hacer ver, la separacion de los vidueños, la cual si á pesar de ésto no pudieres conse guir, el segundo partido que puedes tomar es no plantar juntas otras vides de especies diferentes que las que den frutos que se asemejen en el gusto y maduren al mismo tiempo. Puedes tambien si gustas de frutas poner tallos de higueras ó perales y manzanos en los últimos liños , en la orilla de la viña que está expuesta al septentrion, para que no den sombra cuando hayan crecido : en teniendo dos años se injertarán, ó se trasplantarán si están fuertes y son de buena cualidad. Esto es lo que tenia que decir sobre la plantacion de las viñas; resta la parte mas importante, que es enseñar el modo de cultivarlas, de lo que trataremos á la larga en el volúmen siguiente. LIBRO TERCERO 143 NOTAS AL LIBRO TERCERO. Notas al capitulo I. i. Virg. Georg. lib. II, v. i. 2. £1 mismo allí. 3. Plinío en el lib. 14 cap. i.° dice que la vid fue con tada con razon por los antiguos entre los árboles, á causa de su magnitud, porque de una vid se hizo una imagen de Jú piter. 4. Estas viñas no pueden prevalecer sino en un clima de ésta cualidad , porque como sus granos se tocan unos á otros, se podrirían en un terreno húmedo, y no madurarían en uno frio. 5. Georg. lib. II, v. 238. Notas al capitulo II. 1. Nombre griego que en castellano significa excelentes. 2. Apianas, de las abejas, que les tienen mucha aficion, así como nosotros las llamamos moscateles por las moscas. 3. Sin fuerza. 4. De á privativo y vesv'óo que significa estar borracho, porque no embriaga el vino que se hace de ellas. 5. Plinio en el lib. 14 cap. 2 dice que algunas personas la llaman espínea de espina. 6. Plinio en el lib. 14 cap. 1 dice que se llaman así por la semejanza que tienen sus granos con las aceitunas , que en latín se llaman olee. 7. Esta palabra, que se lee de mil maneras diferentes en los manuscritos, tanto de Plinio, como de Columela, podria bien significar las lineas que estaban trazadas sobre las uvas: lo mismo quiere decir escriptula que parece ser como debe es cribirse, y no escripula ni escirpula. 8. De pergula , parra, vid propia para emparrados. 9. Georg. lib. II, v. 103. 10. Este pasage no se encuentra hoy en Caton. Notas al capitulo III. 1. Lucio Anneo Seneca, apellidado el Filósofo, natural de Córdoba, hijo de Marco, célebre declamador y hombre sa bio: el hijo tambien lo fue, y asimismo maestro de Neron, quien, mientras se gobernó por sus consejos, fue las delicias 144 COLUMELA. del género humano: despues le quitó la vida y fue un mons truo de crueldad y de disolucion. Muchas obras de este gran de hombre han llegado á nuestro tiempo. 2. En realidad no recibiría mas que 1348*. Notas al capitulo VI. 1. Efectivamente ésta vara suele ser esteril , por lo que la llaman sarmiento pampinarip. 2. Es decir, conversion ó restablecimiento del Sol. Este período está formado con arreglo al año Juliano, que es de 365 días y 6 horas, las cuales al cabo de cuatro años dan un dia entero para completar los 1461. ¿Pero qué tiene que ver éste período con la fecundidad de las plantas ? Sin embargo hasta nuestros dias han llegado Las vanas observaciones de los años bisiestos: quizá no se encontrará un capataz por éstos pue blos que quiera plantar un olivar ó una viña en éstos años. Notas al capitulo VIII. t. Los antiguos, y entre otros Plinio, atribuían esta fe cundidad á las aguas del Nilo, cuyo efecto, segun ellos, se ha cia sentir, no solo en las tierras, sino tambien en las mugeres. 2. Columela nos manifiesta aquí, y aun mas bien al prin cipio del cap. siguiente, lo que nos han dejado ignorar los historiadores antiguos, cuando nos han contado la historia de los Horacios y los Curiados; ésto es, que sus madres eran hermanas é hijas de un ciudadano de Alba, de la familia de estos últimos. 3. En las obras que nos quedan de Ciceron no se en cuentra esta noticia, que se habrá sacado de un libro que ha bía compuesto sobre las cosas maravillosas, citado por Plinio en el libro 31 cap. 2. Este autor dice en el lib. 7 cap. 16 que na se sabia exactamente la estatura que tenia; pero sí que se le miraba como un prodigio, y que estuvo expuesto á aho garse por el concurso de gentes que habia atraído la curio sidad para verlo. 4. Este es el arbol de la canela. Si se cultivaba en Roma, ¿cómo pudo ignorarlo Plinio, y decir en el cap. 32 del lib. 16 que no prendia sino en los paises septentrionales de Italia? Sin embargo yo creo á Columela sin tener á Plinio por em bustero: pues Roma era muy grande, y no es extraño que esto se ocultase á Plinio. Notas al capitulo IX. i. Teniendo el amphora dos urnas, ¿cómo es posible que una cepa que producía solamente tres sobre el yugo produ jese veíate armada en parra ? Yo confieso que ésta puede dar LIBRO TERCERO ,45 mas bien que el yugo la facilidad de extenderse á los sarmien tos de una misma cepa; pero la proporcion de veinte á tres me parece excesiva. Se advierte en los números una negligen cia extremada de parte de los escribientes de los libros anti guos. Este ejemplo^ prueba que no se les puede corregir sin te ner el don de adivinar. 2. Tytiro en la eglog. I de Virg. v. 33. '. 3. Se contaban cuatro de estos combates sagrados entre los griegos: los de Neméa, instituidos en honor de Júpiter; los Pythios, en honor de Apolo; ístmicos, instituidos por Theséo en honor de Neptuno, ó segun otros en el de Palemon; y los OJympicos en el de Júpiter Olympico. ' ;i Notas ai capitulo X'.' •"~'•" • 1. Columela piensa que una vez que el jugo.de la planta' ha llegado á su extremidad se para allí y no se reparte : siste ma contrario al de la Circulacion. Es verdad que no está su ficientemente averiguado si la savia y jugos propios de las plantas circulan; pero todos los físicos y naturalistas mas acre ditados convienen en que una porcion de sávia asciende pa ra que broten y se desenvuelvan las ramillas, y que otra por cion de la misma sávia vuelve á bajar, para que se desple guen y crezcan las raices. 2. De humerus , hombro. Notas ai capitulo XI. I. Aunque el olivo no esté comprendido entre los ár boles que en seguida cita Columela, sin embargo se ve por Plinio en el libro 17 cap. 13, que los antiguos maridaban la vina a este arbol con tal que no diese demasiada sombra, y de este pasage se infiere lo mismo. 2-, Vocablo latino, que significa negruzca y tambien po lla o tierna; y parece deberse tomar en este último sentido. 3. Especie de piedra blanda y desmenuzable. 1. Nota al capitulo Georg. lib. II , v. 298. XII. Notas al capitulo XIII. 1. Es facil conocer por qué las colinas necesitan un agos tado mas profundo que el de la llanura, si nos hacemos car go que son semejantes á un triángulo rectángulo ; pues como las plantas se han de poner no en ángulos rectos á la hipote nusa, sino perpendiculares á la misma base, el pie de ellas no puede estar asegurado sino en cuanto esté mas profunda mente metido en la tierra. k ,45 COLUMELA. 2. De aquí se infiere que el instrumento llamado pastinum es una especie de azada ó azadon que se tira ácia adelante para cavar la tierra. Porque los que calían con pala , apoyan do el pie sobre ella, echan delante de sí la tierra á medida que la mueven , y no la echan detras de sí , pues ellos mismos van andando ácia atras. 3. Para que sea tan ancha por arriba como por abajo. Si las márgenes de dos zanjas que se tocan por lo alto no estan derechas sino en plano inclinado, se dejará entre ellas un es caño en forma de prisma triangular, cuyo ángulo agudo es tando en lo alto y la base en el fondo no se percibe facilmen te con la vista. 4. En efecto, si en colocándola en la zanja se inclina mas áun lado que á otro , mide una profundidad menor que si estuviera perpendicularmente. i Nota al capitulo XV. Georg. lib. II, v. 33, Nota al capitulo XXI. 1 Las que tienen el color entre rojo y blanco. LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA. De las cosas del campo. LIBRO CUARTO. CAPITULO I. Se establece , contra la opinion de Ático y de Celso , que no es suficiente profundidad la de dos pies en los hoyos para plantar viñas. Habiendo tú, Publio Silvino, leido á muchos aficiona dos á la Agricultura el libro que yo he escrito sobre el plantío de las viñas, dices haberse hallado algunos, que á la verdad han celebrado los demas preceptos que hemos dado. Pero han censurado dos : el primero, haber yo prevenido que se hagan los hoyos demasiado hondos, habiendo añadido nueve pulgadas á la profun didad de dos pies señalada por Celso y Atico: el segundo, haber destinado con poca inteligencia , segun dicen , á cada barbado un solo apoyo , cuando estos mismos autores han permitido cou ahorro de gasto, que con dos ramas separadas y de un mismo barbado se cubran dos apoyos seguidos en un liño : cuyas dos objeciones se fundan mas bien sobre un juicio equivocado , que sobre uno verdadero. Porque ( pa ra refutar antes lo que he propuesto primero ) si nos hemos de contentar con un hoyo de dos pies, ¿para qué damos un agostado tan profundo á la tierra, habiendo de poner la vid á una profundidad tan pequeña? Dirá alguno que esto es para que haya por bajo de ella tierra mullida , cuya dureza no desvíe ni rechace las raicillas nuevas que se van introdu ciendo en la misma. Tambien puede suceder esto en un ho 148 COLUM~ELA. yo de dos pies y medio de hondo, si se cava el terreno. con un azadon , pues el suelo fermentado é hinchado con la ca va y la rellenadura del hoyo tiene mas de dos pies y medio de tierra movida, y por esto deja á las raices lugar donde se extiendan: porque la tierra en lo lleno está siempre mas levantada cuando está movida que cuando no lo está. Y á la verdad la postura de las plantas no exige que se les deje por bajo un lecho profundo de tierra mullida : sino que á las vides basta dejarles medio pie de ésta tierra por bajo de las raices, para que reciba los incrementos de éstas como en un seno hospital y materno. Tomemos un ejemplo de esto en las vides que se maridan á árboles, pues cuando abrímoslos hoyos, y plantamos en ellos los barbados, deja mos debajo de estos muy poca tierra mullida. Es pues la cau sa mas cierta de dar el agostado mas hondo, el (pie las vi des destinadas á yugos crecen mejor cuando se ponen en hoyos mas profundos: pues los dedos pies, ni aun apenas los pueden aprobar los cultivadores de las provincias, los cuales ordinariamente dejan su3 vides bajas y junto á. la tierra, cuando las que se destinan al yugo han de estar ase guradas sobre fundamentos mas profundos: pero si suben mas arriba necesitan mas. ayuda y mas tierra. Y por esto, pa ra las que se han de maridar á árboles, úadie hace hoyos de menos hondo que tres pies. Pero los cultivadores sacan poco provecho de las dos piiucipales utilidades que ofrece una postura poco profunda: éstas son crecer mas pronto las plantasque no se fatiguen oprimidas por el mucho peso tic la tier ra, y hacerse mas fértiles las que estan mas superficiales. Pues éstas dos razones de Julio Ático se convencen con el ejemplo de las vides maridadas á árboles, las cuales segura mente son mucho mas fuertes y fértiles; loque no les suce dería si las plantas enterradas á mayor profundidad padecie sen. Y ¿áqué viene decir .que la fierra agostada , al instante que se ha' mullido y. dilatado se levanta como si estuvienv en fermentacion , cuando despues, sin que haya pasado mu cho tiempo, se sientacondensáudose, y sesebara de las rai ces, que quedan como nadando en la superficie del suelo? Perra' esto sucede menos veces en nupstrométodo de planta* h viña, pues la ponemos mas honda. Porque en cuanto á lo LIBRO CUARTO 149 que se dice que las plantas padecen en lo profundo con el frio, tampoco lo negamos nosotros. Mas la profundidad de dos pies y nueve pulgadas no es la que puede producir és te efecto; cuando principalmente (como hemos dicho poco antes) la plantacion de la vid para maridarla á árboles, aun que mas profunda , se liberta de ésta incomodidad. ' ' . ' . ' i CAPITULO II. Que no conviene cubrir dos estacas con un barbado, sino á cada planta se ha de. destinar un apoyo. Aquella otra opinion en que estan de que.se cubren con menos gasto dos estacas con los sarmientos de una sola vid, es falsa. Pues ó se pierde la cepa, en cuyo caso quedan dos estacas desocupadas , y es menester remplazarla por dos bar bados, que con su número aumentan el gasto del cultivador; ó vive esta cepa , y (como muchas veces sucede) ó es de uva negra, ó poco fértd, entonces no hay falta de fruto en una estaca sola, sino en muchas. Los mas inteligentes en las co sas del campo creen que una vid seria menos fértil, aunque fuera de vidueño generoso, si estuviera dividida de ésta ma nera sobre dos estacas, porque formaría con sus sarmientos una especie de zarzo. Y por esto el mismo Ático ordena que laa viñas viejas se propaguen mas bien por medio de mu grones, que no hundiendolas enteramente : porque los mu grones arraigan con facilidad , de suerte que cada vid se sos tiene sobre sus propias raices, que se deben mirar como sus fundamentos. Pero la que está enteramente tendida, ha biendo como enrejado y enredado la capa inferior del ter•seno, hace una especie de zarzo, Se obstruye con una muí» titud de raices enlazadas entre sí, y perece, no tle otra manera que si estuviera cargada de muchos sarmientos. Por lo cual yo preferiría en todo caso probar, poniendo dos plantas mas bien que una sola, y no adoptar como ahorro lo. que por todos latios me puede acarrear mucho .mayor dispendio. Pero lo que hemos tratado en el libro anterior exige ya quedemos principio á lo que hemoá ofre cido tratar en éste. k 3 j5o COLUMELA. CAPITULO III. Que si el plantío nuevo de viña no se ayuda con gran cuidado y diligencia pront amente se pierde. En todo género de gastos la mayor parte de' los hombres, como dice Grecino, tienen mas animo para empezar á obras nuevas, que para cuidarlas cuando se han conclui do. Pues algunos construyen casas sacándolas de cimien tos , y despues de haberlas acabado no las adornan. Otros fabrican navios con actividad, y despues de hechos, no tie nen la misma para equiparlos y marinarlos. Estos tienen pasion por comprar ganados, aquellos por comprar esclavos, pero no se toman la pena de mantenerlos. Tambien hay muchos que con su inconstancia destruyen los beneficios que han hecho á sus amigos. Y para que esto no nos cause admiracion, Silvino, no falta quien crie con mezquindad los hijos que ha tenido de su matrimonio y á fuerza de pro mesas, y descuide de su educacion con respecto á las cien cias ó á los ejercicios corporales. ¿Qué pretendo yo inferir de éstas cosas? que seguramente incurren tambien en ésta misma falta por lo comun los cultivadores que abandonan por diferentes motivos las viñas que han puesto con la ma yor perfeccion , antes de haber tomado su incremento. Unos hay que huyen del gasto que se repite todos los años, y tie nen por muy cierto que el principal rédito y el mas seguro es no expender cosa alguna, como si fuera absolutamente preciso plantar viñas, para abandonarlas por avaricia en lo sucesivo. Algunos hay que creen ser mejor poseer grandes viñedos, que tenerlos bien cultivados. Yo he conocido ya á muchísimos, que estaban persuadidos á que el campo se ha de cultivar, pero que es indiferente hacerlo con buenos ó con malos métodos. Pero yo no solo soy de sentir que nin guna clase de campo puede ser fructuosa si no se cultiva con el mayor cuidado é inteligencia, sino que ésto se verifica en las vinas mas que en otro alguno. Pues la vid es una planta tierna , débil y que no puede aguantar cosa alguna que la perjudique , que comunmente se consume por el mucho trabajo y abundancia, y que perece víctima de su LIBRO CUARTO i5i fecundidad, si no se la moderas. Sin embargo, así que se ha fortificado algun tanto, y como que ha tomado un vigor ju venil , sufre el descuido del cultivador. Pero si al majuelo no se le dan las labores correspondientes, hasta que haya tomado su incremento, se reduce á una extrema debilidad, y se consume de tal manera, que no hay gastos que pue dan alcanzar á restablecerlo. Por consiguiente, se han de po ner, por decirlo así, sus fundamentos con el mayor cuida do, y arreglar sus miembros desde el primer dia de haber se plantado, como se arreglan los de los niños recien naci dos : lo cual si no lo hicieremos , viene á inutilizarse todo el gasto, y no se volverá á presentar otra vez la oportunidad de hacer cada cosa á su tiempo , habiéndolo dejado pasar. Creeme, Silvino, como á experimentado; la viña que está bien plantada, es de buen vidueño, y se labra por un buen cultivador, nunca ha dejado de recompensar con gran usura el gasto que se ha hecho en ella. Y ésto nos lo de-' muestra Grecino en el libro que escribió de las viñas, no solo por la razon, sino tambien por un ejemplo, cuando refiere haber oido decir muchas veces á su padre, que un tal Paridio de Velera, vecino suyo, había tenido dos hijas y una tierra plantada de viña , de la cual había dado la ter cera parte en dote á la hija mayor cuando la casó, y sin em bargo había solido coger igual cantidad de fruto de las dos terceras partes que ántes del todo: que despues había casado la hija menor, dándole la mitad de lo que le quedaba, y que tampoco haciendo esto había disminuido nada del pro ducto antiguo. De lo cual ¿qué conjetura saca sino que la tercera parte , que le quedaba de la posesion , se había cul tivado despues mejor que antes toda ella? CAPITULO IV. Que es conveniente tender la vid en el suelo del hoyo, y despues de encorvarla se ha de aplicar (endere zándola desde lo hondo de él) á una caña que se clavará. Con que, Publio Silvino, plantemos tambien nosotros las viñas con grande ardor, y cultivémoslas con mayor apli A 4 i5a COLUMELA. cacion. Y para plantarlas, el modo que hay mas ventajo so es solamente el que hemos dado á conocer en el li bro anterior, y que consiste en tenderlas en un hoyo, formado en el terreno agostado , casi desde el medio de él hasta sus extremidades, donde se levantarán perpendicularmente, y se aplicarán á unas cañas. Y sobre todo se ha de observar que el hoyo no tenga hechura de pi lon, sino que sus bordes estén perpendiculares, forman do ángulos bien expresados. Porque la vid que se. ha pues to inclinada, y como recostada en un pilon, está expuesta á recibir heridas cuando despues se excava. Pues mientras mas profundiza el cavador la excava al rededor de la vid, mas la hiere siesta inclinada, y algunas veces la corta. Con que tengamos presente aplicar el sarmiento al rodrigon , tra. yéndolo derecho desde el fondo del hoyo, y guiarlo de ésta manera hasta lo alto. Despues hagamos las demas cosas, co mo hemos prevenido eu el libro anterior. Y en seguida po dremos allanar la tierra al rededor del sarmiento, dejando fuera dos yemas. Despues de haber puesto el cabezudo en tre los liños, mullir el agostado con frecuentes cavas, y re ducirlo á polvo. Pues los cabezudos, los barbados, y las demas plantas que pusiéremos * se fortificarán si la tierra muelle y enternecida les da su jugo sin comunicárselo á las yerbas inútiles, y la dureza del suelo no las comprime mientras estan todavía nuevas. CAPITULO V. Que desde que se plante el majuelo se lia de cavar todos los meses; que no se ha de dejar que nazcan yerbas en él , y que se han de despampanar los barbados de manera que queden reducidos cada uno á un sar~ '\ miento. .'.,.'.' . . Pero para decir la verdad, no se puede fijar él número de veces que se ha do voltear el terreno con las azadas, estando todos de acuerdo en que , cuanto mas frecuente es la cava, es tanto mas provechosa. Pero como en razon de los gas tos es menester ceñirse á un número determinado de labo LIBR-0"CUARTO i53 res, los mas han creído que es suficiente cíesde las calendas de marzo hasta las de octuhre cavar los majuelos de treinta en treinta dias, y arrancar de ellos todas las yerbas, espe cialmente las gramas, las cuales, si no se cogen á mano, y no se echan sobré la superficie del suelo, por poco que que den cubiertas de tierra, reviven, y de tal suerte abrasan las plantas, que las ponen ásperas y desecadas. CAPITULO VI. Que se han de despampanar los cabezudos. .T inalmente , háyase plantado la viña de cabezudo ó de bar bado, lo mejor es formarla de manera desde el principio, que se le quite todo lo supérfluo, despampanándola con fre cuencia, y no consentir que suministre fuerzas y todo el jugo nutricio roas que á un sarmiento: sin embargo prime ramente se. dejan dos r para que si el uno se pierde casual mente, haya el recurso del otro; luego que en seguida se hayan endurecido unpocov se quitará ár cada planta el peor. Y para que los que se han dexado no los derriben las ven tiscas^ convendrá asegurarlos, conforme vayan subiendo, cdn una. atadura blanda y floja, hasta que se agarren á los apoyo? con sU8;zarc¿l}as, que les Vierten lugar de manos. Si la escasez de josnalerosttto pejiüitiere hacer esto con los ca' bezudos, los cuales .creemos que tambien se han de des pampanar: pero á lo menos en Jas Vides ordinarias se ba de hacer sin falqa , para que no se debiliten con te multitud de varas íá menos que no tratemos de. proveernos de mugrones para en adelante , sirtouque cada un» 'crie un sarmiento ; cu yo crecimiento debernos excitar aplicándole un apoyo bien largo , por el cual vaya'subiendo , hasta pasar pof encima del yugo del año siguiente' y encordarse para llevar fruto. En llegando^ esta altura serles quebrarán las puntas, para que mas bien tomon fuerzas engruesándose , que no que se debi' liten con una longitud supérftua. Sin embargo despampa naremos el mismo sarmiento que hemos dejado para tron co, desde junto al suelo hasta la altura de tres pies y medio, y quitarémos muchas veces todos los nietos que hubieren i54 . :. COLUMELA. nacido dentro de éste espacio. Pero convendrá dejar intacto todo lo que hubiere brotado de ahí para arriba. Pues es mas á propósito cortar con la podadera en el otoño próximo la parte superior, que despampanarla en el estío : porque del si tio, de donde has quitado un nieto, inmediatamente arroja otro, y nacido éste no se deja ninguna yema en la planta que brote con fruto el año siguiente. CAPITULO VII. Que el tiempo oportuno de despampanar es cuando se qui tan los renuevos fácilmente con el dedo. £'1 tiempo propio de despampanar es cuando los sarmien tos están tan tiernos, que se echan abajo tocándolos lige ramente con el dedo, pues si se han endurecido demasiado, ó es menester desgajarlos con mayor esfuerzo, ó cortarlos con la podadera; uno y otro debe evitarse, lo uno porque destroza la madre, lo otro porque la hiere, cosa muy perjudicial en una planta verde y todavía inmatura. Pues la herida no se queda solamente en el sitio por donde ha pasado el corte de la podadera, sino que como se ha impreso muy profunda mente la deseca por mucho espacio ' durante los calores del estío, de manera que hace morir una parte no muy peque ña del cuerpo de la madre. Y por esto si fuere necesario apli car la podadera á sarmientos que ya estén duros, se han de cortar un poquito retirados de la madre, y se han de dejar como los tornillos, para que reciban el daño que ocasiona rá el calor hasta el nudo por donde salen los renuevos late rales; porque su violencia no pasa mas allá. En el cabezudo hay el mismo modo de despampanar y de excitar el sar miento á alargarse, si queremos servirnos de él desde que tenga un año, lo que yo he hecho muchas veces. Pero si nos hemos propuesto no servirnos cíe él hasta que tenga dos años, luego que lo hayas reducido á un sarmiento, y éste tqnga mas de un pie de largo convendrá despuntarlo, para íjve se fortifique mas por la cabeza, y sea mas robusta Y este es el primer cultivo de las vides despues de su plan tacion. LIBRO CUARTO CAPITULO -55 YIU Que se ha de excavar la vid por el otoño. xLl tiempo siguiente pide un cuidado mas extenso, segun han escrito Celso y Atico, que son los autores que ha aprohado mas nuestra edad en la agricultura: pues se ha de ex» cavar ó abrir la vid despues de los Idus de octubre, antes que empiecen los fríos: ésta labor descubre las raicillas que han salido en el estío, y estaban cubiertas, las cuales el labrador inteligente las corta con la podadera. Pues si ha de jado que se fortifiquen, se pierden las inferiores , y sucede que la viña extiende sus raices sobre la superficie del terreno, las cuales se infestan con el frío, y con los calores se encien den de manera que obligan á la madre á padecer una terri ble sequedad al salir la canícula. Por lo cual cuando hicie res la excava se han de cortar las raices que hubieren sali do mas arriba de la profundidad de pie y medio. Pero no se ha de hacer éste corte del mismo que el de la parte supe rior de la vid. Pues no se ha de alisar la herida , ni se ha de aplicar la herramienta de modo alguno á la misma madre: porque si cortares la raiz por junto al tronco, ó nacerán mas de la cicatriz, ó el agua de las lluvias del invierno, que pára en las pozas de la excava , con los hielos de aquella es tacion quemará las heridas todavía nuevas, y penetrará hasta la médula. Para que esto no suceda, convendrá des viarse cerca de un dedo del mismo tronco, y cortar las rai cillas á ésta distancia: las cuales, quitadas con éstas precau ciones, no brotan mas, y defienden al tronco de otro cual quier daño. Concluida ésta labor, si el invierno es benigno en aquel pais, se' ha de dejar la vid abierta; pero si fuere violento, y no permite que esto se haga, se han de allanar dichos hoyos antes de los Idus de diciembre. Mas si hu biere sospecha* de que han de hacer frios muy grandes, an tes de cubrir la vid , has de echar sobre sus raices un poco de estiercol, ó de palomina, si hay mas comodidad de ésta, ó seis sextario8 de orina añeja preparada para emplearla en esto. Y en los cinco años primeros convendrá excavar la vi X$$ ..., COLUMELAJJ ña todos los otoños hasta que se haya fortalecido; mas lue go que el tronco haya tomado' pié, 6e ha de hacer esta labor cada tres años , con corta diferencia. Pues se causa menos da ño con el hierro á las cañas de las vides, y no salen tan pronto las raicillas del tronco envejecido. CAPITULO IX. Que despues de excavada la vid se pode, y cómo se ha df íiactr, ésta labor para que no la perjudique. JDespues de la excava se sigue la poda, que (segun el. pre cepto de los autores antiguos) se debe hacer de suerte que Ja vid quede reducida á tina «ola vare- Cuya poda no debe hacerse junto al nudo, para que! la yema; no ¿e -quede, sin brotar, sino casi por la mitad del canuto se hace el corte con la podadera oblicua, no sea que si la cicatriz está orizontal, se quede. parada en ella el agua llovediza que le cae encima. Pero tanijxjco conviene que esté.. la herida in clinada hácia el lado donde se halla la yema, sino al opues to, para que llore ;ma9 bien sobre la tierra que' sobre el bror te : porque la humedad que correría de ella cegaría la yema y no la dejaría echar hojas. -•';.•• ' •' .'• i. .• .'• . . • •. CAPITULO' X. •-' Cual es el mejor tiempo de podar. JJe podar hay dos tiempos: mas el mejor es el de la primavera (como dice Magou), y esto antes que la vid bro te, porque como está llena de humedad , recibe *1 .corte con facilidad y sale éste liso é igual, y no resiste á la poda dera. A este autor lo han seguido Celso y Atico. Nosotros somos de sentir que «g se ha ¡de contener elincremento de las plantas nuevas con una poda corta, á,'nq;í9er que sean muy endebles,- y-qnenoise han de,, podar/ sitempre en' pri mavera. Pero en el primer aúq en. que se han plantado se han de ayudar con frecuentes cavas y despampános torios los meses mientras tienen hoja, y á fin de que tomen, fuerzas, LIPRO CUARTO 157 y no mantengan mas que un sarmiento: el cual luego que lo hayan criado, creemos que se debe limpiar en el otoño, ó si es mas conveniente en la primavera, y que se ha de libertar de los nietos que habia dejado el despampanador en la parte superior, y ponerla asi en el yugo. Pues la vid que con el vástago del primer año se ha levantado mas ar riba de éste, es lisa, derecha y sin cicatriz: lo cual sin em bargo sucede rara vez y á muy pocos cultivadores. Y por esto dichos autores han sido de sentir que se cortasen en teramente las primicias de la vid. Y á la verdad no es en todos los países la mejor poda la de la primavera; pero en los parages expuestos al sol , y donde los inviernos son tem plados, la mejor y mas natural es la del otoño, pues es el tiempo en que por una ley divina y eterna dejan las plantas caer el fruto con la hoja.. ... . 1 .. r/j '. , .. .....• . ' ' .. ¡ . , ' " CAPITULO XI. Cómo se ha de cortar el cabezudo. .r ienso* que esto es lo que se ha de hacer, ya sea que hayas puesto barbado , ó ya sea cabezudo: pues la experien cia ha condenado la antigua opinion de que no se habían de tocar con hierro los cabezudos de un año, porque tie nen horror al corte ; temor vano que tuvieron Virgilio1, Saserna , los Estoloues y los Catones : los cuales no solo er raban, en dejar intacto* los sariticntdlos de las plantas el primer año, sino que cuando se habia de cortar el barba do al cabo de dos* lo cortaban entre dos tierras, al ras de la union del tronco con la raíz para que brotase de lo duro. Pero la experiencia, maestra. de las artes, nos ha enseñado á arreglar los brotes de los cabezudos desde el primer año, y á no dejar que'fa vid fértil en hojas supérfinas se espese demasiado; y por el contrario á no rebajarla tanto como ordenaban Jbsrántignosj, cortando todo lo que salía de la tierra: lo que Seguramente les es muy contrario En primer higac, porque. contando las plantas de esta.manera, la mayoi.'uaríe de. ellas mueren/,, como, «i 1 hubieran íceibídonm golpe superior á súafuerzaív'yaim las que han podida ¡re» i58 COLUMELA. sistir llevan sarmientos menos fecundos; como que por confesion de todos, los pampinarios qne brotan de lo duro las mas de las veces carecen de fruto. Se ha de tomar pues un medio, y no cortar el cabezudo entre dos tierras, ni excitarlo por el contrario á que crie un vástago muy largo: sino , señalando un pulgar del año anterior , dejar por enci ma de la misma union con el sarmiento viejo uno ó dos yemas de las cuales eche brotes. CAPITULO XII. Cómo se ha de rodrigar la vidt y del cantcrio. Despues de la poda se sigue el cuidado de poner apoyos á la vid; pero éste primer año no exige todavía una estaca fuerte ni una pértiga; pues yo he notado que una vid tierna se sostiene por lo comun mas bien sobre un apoyo mediano que sobre una estaca fuerte ; y así aplicaremos á cada vid dos cañas viejas , no sea que si son nuevas echen raices , ó si lo permite la situacion del pais, se clavarán astiles viejos, á cada uno de los cuales se han de atar pértigas atravesadas ácia la parte mas baja del liño: á cuya clase de yugo lla ma la gente del campo canterio. Este importa que esté don de lo pueda asir inmediatamente el sarmiento que sale po co mas abajo de la curvatura de la vid , para que tenga fa cilidad de extenderse mas bien orizontal que perpendicularmente, y que resista los vientos con menos dificultad, apoyado en el canterio. Y este yugo convendrá levantarlo á cuatro pies, hasta que la viña se fortifique. CAPITULO XIII. Cómo se ha de atar la vid. A la postura de los apoyos se sigue el cuidado de atar la vid. La obligacion del que ha de hacer esto es llevarla derecha hasta el yugo: si está puesta junto á la estaca, como: han querido algunos autores, observará no seguir al atarla la curvatura de ésta „ si .por casualidad está ladeada, porque LIBRO CUARTO i59 esto hace á la vid torcida; pero si se dejare algun espacio entre la cepa y la estaca (como ha parecido á Atico y á otros cultivadores, y á raí no rae desagrada), se ha de arrimar á la cepa una caña derecha y sujetarla á ella por medio de muclias ataduras, y de esta manera guiarla al yugo. Impor ta muchísimo la cualidad de las ataduras con que se afian zan las plantas, pues mientras la viña es nueva, se le han de poner ataduras muy hlandas : porque si la atares con va retas de sauce ó de olmo, se cortará ella misma conforme vaya engruesando. Cort que la mejor atadura es de retama, de junco cortado en las lagunas, ó de espadaña. Sin embar go no sirven muy mal para éste uso las hojas de las cañas, secándolas á la sombra. CAPITULO XIV. Que á los cabezudos se ha deponer cauterio, y qué altura se lia de dar á éste. .tiero tambien se ha de dar el mismo cultivo á los cabezu dos, esto es, que así que se hayan podado á una ó dos yemas en el otoño, ó en la primavera, antes de brotar se aten al yugo. A éstas se les ha de poner el canterio mas cerca de la tierra que ú Ins videa ordinarias : y no debe tener mas al tura que la de un pie, para que los sarmientos todavía tier nos tengan donde agarrarse con sus zarcillos, á fin deque no los arranquen los vientos. En seguida el cavador con frecuentes labores de azada volteará la superficie del terre no, desmenuzándolo con igualdad. Esta cava corrida es muy de nuestra aprobacion : pues la que en España llaman de invierno, y se hace quitando la tierra de las vides, y lle vándola al medio de los entreliños, nos parece supérflua, porque ya ha precedido la excava del otoño , que ha descu bierto las raicillas superficiales , ha llegado hasta las mas profundas y les ha transmitido las. aguas del invierno. Pero el número de la» cavas. ha de ser el mismo que el del pri mer año , ó se ha de dar una menos. Porque á la verdad el suelo se debe labrará menudo, hasta que las vides con su incremento le hagan sombra, y no dejen crecer la yerba i6o COLUMELA. por bajo de ellas. El despampano de este año debe ser como el del anterior, pnes todavía se ha de contener, por decir lo asi, la puericia de las plantas, y no se le ha de dejar mas que un vástago: tanto mas á la verdad, cuanto su tierna edad no puede aguantar la carga de fruto y de madera á un mismo tiempo. i CAPITULO XV: ' Cómo se ha de poblar el majuelo y se han de echar los mugrones. > 1 ero cuando al cabo de un año y seis meses ha llegado á la vendimia, inmediatamente despues de haber cogido el fruto se ha de poblar, y propagar los cabezudos subsidiarios que se habían puesto para este efecto, y si no los hay se han de atraer de las vides que están en los hños mugrones á otras estacas, pues es de la mayor importancia que cuando está todavía nuevo el plantío , se cubran todos los apoyos , y que no se replante el majuelo cuando se ha de coger fruto de él. Es una especie de mugron cuando se encorva la vid por encima de la tierra cerca de su apoyo, y hundida en aquella se guía desde el hoyo á una estaca que está desocupada. En seguida echa con mucha fuerza renuevos dela parte arquea da, que aplicados inmediatamente á su apoyo, se les hace llegar al yugo. Despues el año siguiente se corta la parte su perior de la curvatura , hasta llegar á la médula , no sea que el sarmiento amugronado atraiga á sí todas las fuerzas de su madre, y para que se habitúe poco á poco á alimentarse con sus propias raices. Cuando tenga dos años , se corta por cer ca del vastago que se dejó en la parte arqueada; en seguida seda una cava honda al rededor de esta planta nueva separada de su madre, y dejando allí un hoyo pequeño, se corta esta entre dos tierras en su fondo, y se cubre para que eche raices hácia abajo, porque si se corta sobrela superficie del suelo sin precaucion , brotará por la punta que está cerca de ella, lo que se trata de evitar. Y no hay tiempo mas á pro posito para cortar los mugrones, que desde los idus de oc tubre hasta los de noviembre, para que fortifiquen sus raices LIBRO CUARTO ,61 en los meses de invierno. Pues si hiciéremos esto en la primavera, cuando empiezan las ramas á arrojar, destituido repentinamente de los alimentos de la madre, pierde las fuerzas. CAPITULO XVI. En qué tiempo se ha de trasplantar el barbado. xLl mismo método se observa en la trasplantacion del cabe zudo: pues al segundo otoño, si la calidad del clima y del terreno lo permite, se planta muy á tiempo, si se ha arran cado á este fin, despues de los idus de octubre; pero si lo impide la mala disposicion de la tierra ó del aire , no será tiempo de hacerlo hasta la primavera inmediata : y no se ha de dejar mucho tiempo en las viñas, porque consume las fuerzas del terreno y perjudica á las plantas que están en los liños, que se fortificarán tanto mas fácilmente, cuan to mas pronto se liberten de la compañía de los barbados; pero en la almáciga se puede conservar la vid de tres y aun de cuatro años , cortándola enteramente ó podándola corta, porque no se trata en estas almácigas de tener cosecha. Lue go que la viña que se ha puesto pase de treinta meses , esto es, al tercer otoño, se le han de poner apoyos mas fuertes inmediatamente, y esto no se ha de hacer por capricho ú i la ventura. Porque ó se clava la estaca cenca del tronco, en cuyo caso se retirará de él cerca de un pie , para que no oprima ó hiera la raiz , y para que el cavador cave por to dos lados al rededor de las plantas; y se ha de poner de ma nera que reciba la violencia de los fríos y de los aquilones y proteja la vid: ó se pone enmedio del entreliño, y en és te caso, ó se ha de meter en la tierra, ó haciendo antes un agujero en el suelo con una estaquilla se ha de introducir bien hondo, para que sostenga con mas facilidad el yugo y el fruto. Pues por lo que hace al rodrigon cuadrado, mien tras mas cerca se pone del tronco ee mas estable, aunque no esté muy metido en tierra, porque como la toca, es sos tenido por ella, y la sostiene mutuamente. En seguida se han de atar á los rodrigones yugos mas fuertes, que se hal ,6a COLUMELA. rán con varales de sauce, ó con muchos hacecillos de cañas, por decirlo así, para que estén tiesos, y no se blandeen con el peso de los frutos. Porque ya deberán dejarse á cada plan ta dos sarmientos, á no ser sin embargo que la pequenez de alguna cepa exija que se pode mas corta, á la cual se deja rá un sarmiento solo, y éste con pocas yemas. CAPITULO XVII.1 Cómo se ha de hacer el yugo de cañas, y que despues de los primeros dos años se han de seguir dundo las mis mas labores que en ellos. Los varales hacen el yugo mas firmé, y se necesita pra formarlo menos trabajo. Los yugos de cañas emplean mas jornales, porque tambien se atan por muchas partes, ponien do las puntas de las unas con las cabezas de las otras, pa ra que todo el yugo sea igualmente grueso; porque si las puntas se juntan en un lado solo, gravada la debilidad de este lado con su peso echa á tierra el fruto ya maduro, y lo expone á que se lo coman los perros y las fieras. Pero cuan do 6e ha arreglado el yugo con muchas cañas hechas haz, de manera que sus puntas estén vueltas alternativamente á di ferentes lados, sirve por casi cinco años, Y no es distinto el método de la poda y el de las deroas, labores del que se ha seguido en los primeros dos años: pues se, ha de hacer con cuidado la excava de otoño, y no menos se han de aplicar mugrones á las estacas desocupadas: porque no se ha de pasar un año tan solo sin repetir ésta labor. Pues las cosas que plantamos nosotros no pueden ser inmortales; sin embargo el medio que tenemos de proveer á su perpe tuidad , es sustituir otras .plantas á las que se han perdido, y no dejamos que toda la especie vaya á parar á su total ruina por la negligencia de muchos años. Se han de dar asi mismo frecuentes cavas , aunque se puede dar una menos que el año anterior. Los despampános se han de hacer tam bien muchas veces , y no es suficiente quitar á la vid la ho ja supérflua una ó dos veces en todo el estío. Pero sobre to do se han de echar abajo cuantos renuevos, hubieren brota LIBRO CUARTO i63 do por bajo de la cabeza 2 del tronco : asimismo si cada ye ma hubiere echado por bajo del yugo dos sarmientos de una vez, aunque muestren abundancia de fruto, se les ha de quitar uno, para que el otro se levante con mas fuerza, y crie mejor el fruto que le quede. A los cuarenta y un me ses, concluida que sea la vendimia, se ha de podar la vid de manera, que dejando muchos sarmientos, se distribuya en forma de estrella. Pero el deber del podador es acor tar la vid hasta dejarla un pie por bajo del yugo, para que todo lo tierno que hubiere brotado por encima de la cabeza al través de los brazos, se excite, y encorvándose por encima del yugo se precipite hácia la tierra , de suerte que no pueda llegar á ella. Mas es menester po ner límites á esto en proporcion á las fuerzas del tronco y no dejar mas ramas de las que pueda sostener la vid. Por lo comun en esta edad, siendo fértil el terreno y el tronco; quiere tres sarmientos y rara vez cuatro, que se deben re partir por el aligador por otras tantas partes, pues de nada sirve cruzar el yugo. y dividirlo formando estrella , si no se le aplican los sarmientos en la misma forma. La cual no ha aido sin embargo de la aprobacion de todos los cultivadores; pues muchos se han contentado con arreglar las ramas de un modo sencillo: pero tiene mas consistencia, asi para sos tener los sarmientos como para llevar el fruto , la vid que atada al yugo por un lado y otro, está retenida por un con trapeso igual, como por cierta especie de áncoras: ademas¿ cuando está sostenida por todos lados, extiende sus sarmien tos en mas brazos, y los abre con mas facilidad, que cuan do tiene una porcion de ramas amontonadas confusamente sobre un simple canterio. Sin embargo si la viña no está plantada con mucho desahogo, ó que es poco fértil, ó está bajo de un clima que no está sujeto á tempestades, podrá contentarse con un yugo: pues donde hay mucha abundan cia de lluvias y las tempestades son fuertes; donde por las muchas aguas está la vid poco firme; donde, estando como suspendida sobre colinas escarpadas, necesita muchos apo yos , se deberá fortificar por todos lados , y sostenerla como por un batallon cuadrado. Pero en los pacages cálidos y muy seco» se ha de extender el yugo hácia todas partes, para l x i64 COLUMELA. que los sarmientos que salen de todas las ramas se reu nan , y condensándose en forma de bóveda cubran con su sombra la tierra que está sedienta. Por el contrario en los países fríos y ocasionados á beladas se han de ordenar sobre una línea sola; pues de ésta manera la tierra se asolea con mas facilidad, el fruto madura muy bien y goza de un ai re mas saludable; los cavadores juegan con mas libertad y comodidad las azadas, los viñadores tienen mas á la vista el fruto, y los vendimiadores lo recogen mas cómodamente. CAPITULO XVIII. Cómo se han de dividir las viñas en cuadros separados por sendas. x ero cuando se quisieren poner la9 viñas en orden , se se paran cuadros por medio de sendas, que cada uno tenga cien cepas, ó como algunos quieren, se distribuirá todo el terreno |'or suertes de á media yugada. Cuya distribucion, ademas de la comodidad que les proporciona de tener mas sol y viento las vides, facilita mas que el amo las vea y en tre en la viña, cosas muy útiles para la heredad, y fija el juicio para regular los jornales que se han dado, pues ne nos podemos engañar, en estando divididas las yugadas en porciones iguales. Y ademas la distribucion por cuadros, á medula que su extension es menor, disminuye por deciilo a&í la fatiga, y al mismo tiempo excita á los que estan dan do las labores á despacharlas punto: pues lo inmenso del trabajo que tenemos por baecr , por lo comun nos des. alienta. Tambien es de alguna utilidad conocer las fuerzas j producto de cada parte de las vinas, para hacer juicio de Cuales se han de cultivar mas y cuales menos. Asimismo es tas sendas facilitan á los vendimiadores y á los que reparan los yugos y los apoyos la amplitud conveniente, para que por ellas se acarreen los frutos y los rodrigones. LIBRO CUARTO CAPITULO i65 XIX. A qué altura se debe levantar el yugo. En cuanto á la posicion del yugo hasta qué altura se ha de levantar de la tierra, baste decir, que su menor elevacion es de cuatro pies, y la mayor de siete. Y esto último no obs tante eso se ha de evitar en las plantas nuevas. Pues no de ben levantarse desde el principio á esta altura, sino que se han de conducir á ella por una larga série de años. Pero cuanto mas húmedo es el suelo y el clima y los vientos mas apacibles, tanto mas se debe levantar el yugo, porque la fer tilidad de las vides permite que se eleven mas, y el fruto, es tando retirado de la tierra, se pudre menos, y éste es el único modo de que goce de los vientos que secan prontamente las nieblas y el rocío pestilencial , y qu« contribuyen muchísi mo á hacer caer la flor y á la bondad del vino. Por el contra rio, la tierra endeble, pendiente, y la abrasada por el calor, ó la que está expuesta á la violencia de las tormentas, quiere yugo mas bajo. Pero si todas las cosas son á medida de nues tro deseo, la altura regular de la viña es de cinco pies: y no hay duda sin embargo que las vides dan el mosto de tanto mejor gusto , cuanto mas elevados son los yugos á que se levantan. CAPITULO XX. Cómo se ha de llevar la vid al yugo cuando sea tiem po de hacer ésta maniobra. Despues de puestos rodrigones á la viña, y de haberla echado sobre el yugo, se sigue el cuidado del aligador, el que debe poner todo su conato (como dije arriba) en con servar el tronco derecho, y que no siga la comba del ro drigon , para que la deformidad de los apoyos no dé á la vid una configuracion semejante á la suya. Porque el tron co que es derecho tiene la médula del mismo modo, y por ella, como por una especie de camino, pasan los ali mentos que suministra la madre tierra sin rodeo ni es 13 !66 COLUMELA. torbo, y llegan á lo alto de la planta. Pero las que están encorvadas y torcidas no se empapan con igualdad en el jugo de la tierra, por estorbarlo los nudos, y por retar dar su llegada la comba , como podría hacerlo un mal pa so. Por lo cual , luego que la vid ha subido en línea rec ta hasta lo alto de la estaca, se afianza á ella con una atadura , para que con el peso de su fruto no se aplome ni se encorve. En seguida desde el sitio que se ha atado mas cerca del yugo , sé distribuyen los brazos ácia diver sas partes, y los sarmientos de fruto que están por enci ma , se encorban ácía abajo con otra atadura , despues de ha berlos hecho pasar sobre el yugo , y así lo que cuelga de éste se llena de fruto, y por otra parte la curvatura ha ce que broten sarmientos cerca de la atadura. Algunos extienden por encima del yugo la parte que nosotros echamos ácia abajo, y la sujetan á él con muchas ata* duras de mimbre: cuyo método creo que no se ha de aprobar. Pues las lluvias, ni las heladas, ni los granizos no hacen tanto daño á los sarmientos que están colgan do acia abajo, como á los que están atados, y puestos como de frente á los malos temporales : sin embargo es tos mismos sarmientos que se han dejado colgando, de ben atarse antes que maduren los frutos , cuando cmpieza á pintar la uva y está todavía en agraz, á fin de que se pudran menos con los rocíos, y que no las destrocen las fieras. y los vientos. Junto á las lindes y las sendas se han de torcer los sarmientos ácia dentro, para que los que pasan no les hagan daño. Y este es el modo de condu cir al yugo la vid regular. Pues la que es endeble ó corta se ha de podar á dos yemas, á fin de que eche un sar miento mas fuerte, y que pueda subir desde luego has ta el yugo. CAPITULO XXI. Cómo se ha de formar la vid , y conservar siempre nueva. a vina que tiene cinco anos no tiene otra poda que L.~ la conveniente para continuarle la foima que le hemos designado arriba, é impedirle que se extienda por alto, LIBRO CUARTO 167 sino hacer que la cabeza del tronco esté cerca de ün pie mas baja que el yugo , y que se distribuya por cuatro brazos, que algunos llaman duramentos, en otras tantas partes. Será bastante que á cada uno de estos brazos se le deje un sarmiento para fruto, hasta que las viñas tengan toda su robustez. Pero cuando algunos años despues ha yan llegado , por decirlo así , á la edad juvenil , no es fi jo el número de sarmientos que se les ha de dejar. Por que la fertilidad del terreno exige muchos, y la esteri lidad menos. Supuesto que la vid viciosa , si no se la re prime dejándola llevar fruto , deja mal la flor y toda se vuelve madera y pámpanos; la endeble por el contrario padece en cargándose mucbo. Y así en un terreno pin güe se podrán dejar dos sarmientos á cada brazo; y sin embargo no se han de cargar mas que con los corres pondientes á que una vid sola mantenga ocho : á no ser que la excesiva fertilidad del terreno exigiere mas. Pues la que tiene mas número del que acabamos de decir, pa rece mas bien parra que cepa. Y no debemos consentir que los brazos sean mas gruesos que el tronco , sino siem pre que se pudieren dejar sarmientos de los que salen por los lados de los brazos , se cortarán estos con frecuencia, para que no superen el yugo , sino que se vaya renovan do continuamente la vid con ramas jóvenes, las que, si crecieren suficientemente , se pongan sobre el yugo; pe ro si alguna se quebráre ó fuere de poca longitud, y es tuviere en parte- apropósito para que desde ella se pue da renovar la viña el año siguiente , pódese , dejándola hecha pulgar, al cual unos llaman custodio, otros resex, algunos presidiario: éste es un sarmiento de dos ó tres yemas, del cual así que han salido ramas de fruto, se corta todo lo que hay de él para arriba en el brazo viejo, y de esta suerte brota la vid por un vástago nuevo. Y este método, por el cual se habrán puesto las viñas en buen estado, se ha de observar siempre. 14 168 COLUMELA. CAPITULO XXII. Cómo se han de renovar las viñas viejas. Pero si hubieremos adquirido viñas formadas de otra ma nera, y por haber estado descuidadas muchos años hu bieren subido mas arriba del yugo, se deberá examinar de qué largo son I0s brazos que pasan de dicha medi da. Porque «i fueren de dos pies ó poco mas , se podrá poner todavía en el yugo toda la viña, con tal que su estaca esté aplicada al mismo tronco: pues aquella se des vía de la vid , y se clava en tierra sobre el mismo liño en el espacio que media entre dos de sus brazos: despues de lo cual , ladeando la vid , se conduce á la estaca , y de ésta manera se ata al yugo. Pero si sus brazos se alargá ren mucho mas , ó se extendieren hasta la cuarta , ó aun hasta la quinta estaca, se restablecerán, pero con mayor gasto, por medio de mugrones; pues por éste medio, que es muy de nuestro gusto, se propagará la viña con mu cha prontitud. Sin embargo, si la superficie del tronco está vieja y corroida, exige esto mayor trabajo; pero si está robusta y entera , con menos hay bastante. Porque despues de haber excavado la vid , se le echa en el in vierno mucho estiercol , se la poda corto , y entre los tres ó cuatro pies de altura sobre la tierra, se le hace una herida con la punta de la podadera en la parte mas ver de de la corteza: en seguida se voltea la tierra con fre cuentes cavas , para que pueda excitarse la vid, y arrojar renuevos, sobre todo por la parte que ha sido herida. Pero muchas veces sale un germen de la cicatriz, que si crece mucho se deja para vara, si se queda mas corto para pul gar, y si es demasiado pequeño para alarife: éste último Be puede formar, aunque sea del mas corto filamento. Pues cuando ha brotado de lo duro un sarmiento , aunque no tenga mas que una 6 dos hojas , con tal que llegue á ma durar, si no se ha cortado ni escamondado en la prima vera siguiente dará un sarmiento recio: el cual, así que se ha consolidado y formado cierta especie de brazo, se LIBRO CUARTO 169 puede cortar la parte del duramente) que había subido so bre el yugo , y atar á él la que queda. Muchos , con la mira de ahorrar tiempo, desmochan esta clase de vides por mas arriba de cuatro pies sobre la tierra , sin temer nada de éste corte: porque de ordinario la mayor par te de las plantas se presta naturalmente á echar nuevos brotes por junto á la cicatriz. Pero nosotros á la verdad no aprobamos éste método : pues que una herida muy grande si no tiene por encima madera sana, por cuyo me dio pueda consolidarse la cicatriz 1 se deseca bien pron to con el calor del sol, y despues se pudre con los ro cíos y las lluvias. Sin embargo , cuando hay precision de cortar absolutamente una vid, conviene excavarla prime ro , y en seguida cortarla un poco por bajo de tierra , pa ra que la que se le eche por encima la ponga al abrigo del calor del sol , y dé paso á los retoños que saldrán de las .raices , á fin de que puedan maridarse con sus apoyos, ó «i hay algunos desocupados en la inmediacion, cubrirlos con' sus mugrones. Pero ésta operacion no debe rá hacerse (como hemos dicho} si las vides no están pues tas bien hondas,' de suerte que no tengan las raices va cilando en la superficie^ y si no fueren de buen vidue ño: pues de otra suerte se emplea el trabajo en valde; porque las degeneradas , aunque se hayan renovado , con servarán su antigua calidad , y las que apenas estarán asi das á la superficie de la tierra , perecerán antes efe to mar fuerza. En el primer caso será mejor injertar las con puas fructuosas, y en el segundo arrancarlas de cuajo y plantar otras nuevas, con falque la bondad del suelo lo persuada; pero si se han deteriorado por vicio de éste, no creemos que se deban restablecer de modo algu no. Los vicio» del terreno, que por lo comun llevan las vi ñas á su destruccion , son la poca sustancia y esterilidad, la tierra salada ó amarga, la humedad, la situacion despe nada y escarpada , la muy sombría y privada de los rayos del sol , los valles arenosos , la toba tambien arenosa , la arena gruesa mas esteril de lo regular , y no menos el caecajo sin tierra y puro, y si hay alguna tierra de propieda des semejantes á éstas que no suministra alimento á la i7o COLUMELA. vid. Pero si está libre de estas incomodidades y otras seme jantes, se puede arrancar y plantar de nuevo del modo que iemos enseñado en el libro anterior. Por el contrario, los viñedos de mala especie , que por su esterilidad carecen de fruto, aunque estén robustos, se corrigen (como hemos dicho) por la incision , de la cual hablaremos en su lu gar 2 , cuando lleguemos á tratar de ella. CAPITULO XXIII. Cómo. se han de podar las viñas. Ahora, supuesto que parece que hemos hablado poco de la poda de las viñas , varaos á tratar con mas cuidado de és ta labor , que es la parte mas necesaria de todas las que nos proponemos dar á las viñas. Somos pues de sentir que si en el país donde cultivamos, lo permite la benigna y mo derada suavidad del clima, se comience la poda despues de haber hecho la vendimia, ácia los Idus de octubre, con tal sin embargo que hayan precedido las lluvias del equi noccio, y los sarmientos hayan adquirido la madurez re gular. Pero si una temperatura fria y con heladas anun-. cia un invierno rigoroso , diferirémos esta labor hasta los Idus de febrero , y esto se podrá hacer si la posesion fue re de poca cabida : pues donde la extension de nuestra ha cienda nos niega la eleccion .del tiempo, convendrá podar la parte mas vigorosa de la viña durante los frios ? la mas endeble en la primavera ú otoño, y tambien las vides ex puestas al sur en el solsticio de invierno; las que lo están al aquilon por la primavera y otoño. Y no hay duda , que es tal la naturaleza de estos arbustos, que cuanto mas tempra no se hayan podado dan mas madera , y cuanto mas tarde más fruto. CAPITULO XXIV. Que cosas ha de observar y cuáles ha de evitar el buen viñero en la poda de la viña. . En fin , siempre que el viñero haya de dar esta labor , ha de observar tres cosas principalmente. La primera llevar LIBRO CUARTO i7i Ja mira, cuanto sea posible , de que produzca fruto; la se gunda escoger ya desde entonces para el año siguiente los sarmientos mas fértiles ; y por último asegurar á la viña la mas larga duracion. Pues cualquiera de éstas cosas que se omita acarrea al dueño un perjuicio grande. Pero como la vid está dividida en cuatro partes, mira á otras tantas pla gas del cielo; y como estas plagas tengan cualidades con trarias entre sí'; piden tambien arreglos diversos en las vi ñas en razon de su exposicion. Por lo cual, los brazos que estáh expuestos á los septentriones deben recibir muy po cos cortes ; y sobre todo , si se podaren cuando ya amena zan los frios, con los cuales se queman las cicatrices. Y así solo se ha de dejar un sarmiento próximo al yugo, y un tornillo por bajo, que renueve la vid el año siguiente. Pe ro por el contrario, acia el mediodia se dejarán muchas ra mas que hagan sombra á la madre , cuando padezca con los calores del estío , y no dejen que el fruto se seque an tes de madurar. En cuanto á la exposicion de levante y de poniente no hay á la verdad una diferencia grande en la poda , porque en arabas recibe la vid el sol por igual nú mero de horas. Y así el número de sarmientos que se ha de dejar es el que dictare la fertilidad del terreno y de la misma planta. Estos son los preceptos generales de la poda: los que siguen se han de observar en particular. Porque para comenzar por la parte mas baja de la vid , como por sus fundamentos (para explicarme así) siempre se hade desviar con un azadoncillo la tierra que tiene alrededor del pie; y si está unido á las raices el renuevo que la gen te del campo llama sujfrago 1 , se ha dé arrancar con cui dado, y alisar con el hierro para que despida las aguas del invierno. Pues es mejor quitar, los brotes que salen del corte, que dejarlo lleno de nudos y desigual. Porque en el primer caso se cicatriza pronto la herida, y en el segundo se excava y se pudre. Despues de haber cuida do los pies (por decirlo asi) se han de registrar las mis mas cañas y los troncos, para no dejar sarmiento alguno pampinario, que haya brotado del medio de ellos, ó al gun tumor semejante á una verruga , á no ser que la vid haya subido mas alta que el yugo y necesite rebajarse. i7a COLUMELA. Pero si la parte del tronco que se ha cortado se La quedado seca del todo por el ardor del sol , ó la vid se ha puesto hueca con las aguas , ó los insectos dañosos que se introducen por la médula, convendrá limpiarla con la azuela de toda la madera muerta; despues rasparla con la podadera hasta lo vivo , para que se cicatrice en lo ver de del tronco. Y no es difícil untar las heridas, despues de haberlas alisado, con tierra que hayas humedecido an tes con alpechin. Porque ésta especie de untura desvia de la vid la carcoma y las hormigas, y la preserva del sol y de las lluvias , por lo que se consolidan mas pronto, y se conserva el tronco verde. Asimismo se ha de qui tar hasta lo vivo la corteza seca y hendida , que está col gando por lo alto del tronco ; porque libertada la vid de esta especie de inmundicias se recupera mejor, y deja su vino menos heces. Igualmente se ha de quitar y raspar con el hierro el musgo que tiene liadas y comprimidas las cañas de la vid como con grillos, y con la suciedad y orrura antigua las debilita. Y esto es lo que hay que ha cer en la parte inferior de la vid. Y no menos se prescri birá en seguida lo que se ha de observar en la cabeza. Las heridas que se hacen á la vid en lo duro deben ser oblicuas y redondas, porque se recuperan mas pronto, y mientras no se hayan cicatrizado , dejan correr mas có modamente el agua: las horizontales reciben mas agua y la retienen. Esta es una falta que ha de evitar sobre to do el viñero. Corte los sarmientos chupones , los viejos, los que han salido en mal sitio, los torcidos, los que mi ran ácia abajo ; deje los nuevos y los fructuarios que sean derechos : conserve los brazos tiernos y verdes ; corte con la podadera los secos y viejos; pode los espolones de los tor nillos de un año. Guando la vid haya subido á Ja altu,ra de casi cuatro pies, fórmele otros tantos brazos, ca da uno de los cuales esté mirando á cada una de las par tes del yugo cruzado : en seguida , si la vid fuere muy endeble, deje un sarmiento á cada brazo, y si fuere mas grueso dos , y despues de puestos en el yugo los deja rá caer acia abajo. Pero convendrá tener presente no per mitir haya sobre la .misma línea y en un mismo lado LIBRO CUARTO J?3 del brazo dos ó mas sarmientos, pues es muy perjudi cial á la vid que todas las partes de un brazo no tra bajen igualmente , y que no suministre iguales porciones de jugo nutricio á sus hijos , sino se le saca por un la do solo todo el jugo, de que resulta que la vena cuyo jugo se agota queda seca como si la hubiera herido un rayo. Se llama focáneo el sarmiento que suele salir en el seno de la horquilla, que forman dos brazos de la vid; y por eso le da la gente del campo este nombre, pues nacien do entre dos de los brazos en que se divide la vid, tie nen sitiadas sus fauces por decirlo así, é intercepta los alimentos de uno y otro. Este sarmiento, pues, tienen los mismos buen cuidado de cortarlo, y de alisar el corte antes que se fortifique. Sin embargo, si ha tomado tan ta fuerza que ha hecho padecer á uno ú á otro brazo, se corta el que está mas debil de los dos, y se le sus tituye el mismo focáneo. Pues cortado el brazo, la madre da fuerzas con igualdad á una parle y á otra. Despues pon drás un pie por bajo del yugo la cabeza de la vid, des de la cual se desplegarán (como he dicho) los cuatro bra zos, sobre los cuales se renueve la misma todos los años, cortando los sarmientos antiguos, y dejando en su lugar nue vos, cuya eleccion se debe hacer con inteligencia. Pues donde hay mucha abundancia de ellos , ha de procurar el podador no dejar los mas inmediatos á lo, duro; esto es , al tronco y á la cabeza , ni por el contrario los mas retirados: pues aquellos contribuyen muy poco para la vendimia, porque producen un fruto escaso, respecto á que «on semejantes á los pampinarios, y estos apuran la vid, porque la cargan de. demasiado fruto, y se extienden hasta una segunda ó tercera estaca, lo que hemos dicho ser vicioso. Por lo cual será lo mejer dejar los sarmientos que se hallen en medio del brazo , para que no nos hagan per der la esperanza de la vendimia , ni desustancien ?u plan ta. Algunos, movidos de codicia, hacen producir fruto & la vid, dejando los sarmientos de la extremidad y los de enmedio, y podando tambien para tornillo el mas cer cano á lo duro: lo cual de ninguna manera pienso que se ha de hacer, si no lo permiten las fuerzas del sudo y 1 74 COLUMELA. del tronco: porque se cubren de tantas uvas , que no pue den llegar á madurarlas si no hay fertilidad en la tierra y en el tronco. El subsidiario ó custodio no se debe de jar de pulgar , cuando los sarmientos de que se esperan los frutos próximos están situados en lugar convenien te: pues luego que los hayas atado y los hayas encorva do acia la tierra, los excitarás á que arrojen sarmientos por bajo de la atadura. Pero si la vid se hubiere exten dido mas lejos de lo que permite la costumbre de los cultivadores , y que arrojando por la cabeza se hubiere adelantado con sus brazos á los caballetes de los yugos ex traños, dejaremos junto al tronco un tornillo vigoroso y muy grande de dos ó tres nudos : para que el sarmien to que arroje ésta especie de pulgar el año siguiente se forme de él un brazo , á fin de que podada de esta suerte la vid, se renueve, y se contenga dentro de los lí mites de su yugo. Pero para dejar este tornillo se han de observar sobre todo estas co9as. Primeramente que el cor< te no esté horizontal ni mirando al cielo, sino mas bien oblicuo é inclinado acia la tierra , pues de ésta suerte se defiende por sí mismo de las heladas, y se oculta del sol: en segundo lugar que éste corte no sea semejante á una saeta , sino á los cascos de la3 bestias 1 , porque aquel se deseca mas pronto y en mayor extension; éste solo cesa de crecer, pero mas tarde y por menos espacia Y sobre todo se ha de evitar una cosa que veo practicarse muy viciosamente. Pues sin mas objeto que el que el tornillo esté bonico , cortan el sarmiento junto al nudo para que 6ea mas corto aquel y semejante al pulgar. Pero esto es muy perjudicial, porque. la yema que está junto al corte padece con las heladas y el frio, y despues con el ca lor. Y así lo mejor es cortar el sarmiento subsidiario • tornillo por la mitad poco mas ó menos del cañuto, in clinando el corte ácia el lado opuesta i la yema, para que no llore sobre, ella* como hemos dicho ya, y la cie gue cuando va á browr- Pero si no hubiere de que for mar un tornillo, se. ha de Ver si hay con qué hacer un alarife, que aunque 6e pode muy corto, á manera de ver ruga, dé en la primavera inmediata un sarmiento que de LIBRO CUARTO 1?5 jemos para brazo ó para fructuario. Si ni aun éste se en cuentra , se ha de herir la vid con un hierro en aquelia parte de donde queremos hacer brotar sarmientos. En fin, soy de sentir que los sarmientos de fruto, que pre paramos para la vendimia, se han de limpiar muy bien de zarcillos y de nietos. Mas se ha de observar distin to método en el corte de estos , que en el de los que salen del tronco. Pues lo que sale de lo duro , se corta aplicando fuertemente la podadera l y se alisa el corte para que se ci catrice mas pronto; por el contrario, todo lo que ha sa lido de lo tierno se corta un poco mas largo: pengo por ejemplo el nieto , porque ordinariamente tiene en el la do una yema, por la cual se ha de mirar para que no «e corte. con la podadera,' pues si la podas mas al casco aplicándolé la podadera, 6 se quita toda la yema, ó se hiere : por lo cual el sarmiento que arrojare en llegando el tiempo de la germinacion , será endehle y poco fructuoso : ademas padecerá mas. con los vientos, sin du da porque salió sin vigor de la cicatriz. Pero la longi tud de estos mismos sarmientos que hemos de dejar es difícil determinarla. Sin embargo, la mayor parte de los cultivadores los prepara de modo que tengan la longitud suficiente para pasar por encima del yugo , encorvarse y caer por él , sin llegar á la tierra. Nosotros creemos que se ha de examinar mas por menor, en primer lugar la naturaleza de la vid : porque si es robusta sostiene sar mientos mas largos; en segundo si el terreno es pingüe, porque si no lo es, por mas robusta que sea la vid, la haremos morir prontamente, debilitada con sarmientos muy largos. Pero la longitud de estos no se estima por. su me dida, sino por el número de sus yemas: porque cuando son mayores los espacios que hay entre los nudos, se pue den dejar crecer hasta que casi lleguen á la tierra, pues á pesar de esto echará pocos renuevos : mas cuando aque llos son cortos y las yemas muchas; .aunque no es largo el sarmiento, se cubre de muchos vástagos:, y produce fru to en abundancia. Por lo que el sarmiento de ésta clase es de toda precision acortarlo, para que.no se cargue la vid de ramas de fruto muy altas. Y ha de examinar el i76 COLUMÉLA. viñero, si la vendimia del año anterior ha sido grande ó no, pues despues de haber producido la vid muchos frutos se debe dejar descansar, y por lo tanto podar cor to, y despues de haber tenido cosecha escasa, se ha de podar largo. Sobre todo lo demas, creemos que toda esta labor se debe ejecutar con herramientas duras , muy del gadas y afiladas : pues una podadera obtusa , gruesa y blan da detiene al podador , y hace menos trabajo con mas fa tiga , porque ó se dobla el filo , lo que sucede á la herra mienta blanda, ó tarda mas en penetrar como se verifi ca en la obtusa y gruesa, y entonces se necesita de mas esfuerzo; y tambien los cortes ásperos y desiguales des pedazan la viña, pues la operacion no se hace con un so lo golpe, sino con muchos: de lo que resulta frecuentemente, que lo que se habla de cortar se quiebra, y que la vid , despedazada y llena de desigualdades , se pudra con las aguas, y las heridas no se sanen. Por lo cual se ha de hacer al podador el mas estrecho encargo para que sa que á su herramienta un filo largo , y de tanto corte si puede ser como el de una navaja de afeitar, y que no ig nore de qué parte de la podadera se ha de servir para ca da operacion , pues yo he sabido que muchas personas por ignorar esto han destruido los viñedos. .'..•-.' • ' ' ' ! 'i CAPITULO XXV. Figura de la podadera. 1 ero la figura de la podadera está dispuesta de suerte que la parte mas inmediata al mango se llama cuchillo, por la semejanza que tiene con este instrumento; la que está en corvada, seno; la que baja de la curvatura, tranchete i la que la sigue y está engarabitada, pico; la que tiene por en cima ésta última en forma de media luna, hacha; y el que está inclinado ácia adelante en el rejnate, se llama punta. Gida una de estas partes tiene sus funciones particulares, con tal que el viñero sepa manejar esta herramienta. Pues cuando debe cortar alguna cosa, apoyando la mano delante de sí, se sirve del cuchillo; cuando tirar, del seno; cuando LIBRO CUARTO ,7? alisar, del tranchete; cuando excavar, del pico; cuando dar un golpe, del hacha; cuando limpiar algun sitio de abertu ra estrecha , de la punta. Pero la mayor parte de ésta lahor, que se hace en la viña, debe ejecutarse mas bien tirando ácia sí, que dando golpes: porque el corte, que se hace del primer modo, se alisa con una vez que pase el instrumen to, pues el podador lo aplica antes y corta lo que ha deter minado cortar. Pero el que da golpes á la vid, si ha errado alguno (lo que sucede muchas veces), hiere con muchos la planta. Por consiguiente es mas segura y .mas útil la po da, que se hace (como he dicho) tirando el podador de la podadera ácia sí, que la de golpe. CAPITULO XXVI. Del cuidado que se ha tener en poner apoyos y aplicar al yugo la viña. Concluidas estas operaciones, se sigue (como ya hemos dicho antes) el cuidado de apoyar la viña y de ponerla so bre el yugo; y para hacer lo primero con mas estabilidad es mejor el rodrigon que la estaca; y aquel no cualquiera, pues el mejor es el que se hace de madera de olivo , de en cina y de alcornoque, y si hay algunos robles, que son se mejantes á estos últimos, hendida con cuñas: el segundo lugar lo obtiene la estaca rolliza, de las cuales, las mas apro badas son las de enebro, las de laurel, y las de ciprés. Tam bien sirven para esto los pinos silvestres, y asimismo se aprueba el sabuco para el mismo destino. Sin embargo estos apoyos y otros semejantes se han de reparar despues de la poda, y las partes de ellos que estuvieren podridas se ha» de acepillar, los sanos se han de volver; otros se han de quitar, que son los que estan carcomidos, ó mas cortos de lo que se necesita , y se han de poner en su lugar otros que seau á propósito; los caidos se han de levantar, y los ladeados se han de enderezar. Si el yugo no necesita renovarse, póngansele ataduras nuevas: si pareciere que se debe reha cer de nuevo, antes que la vid se aplique al rodrigon, fór mese con varales ó cañas , y entonces por último atemos la m .78 i.' COLUMELA. í vid al rodrigon junto á la cabera y por bajo de los brazos, como hemos prescrito para la vid nueva; y esto no con vendrá hacerlo todos los años en un mismo sitio , no sea que la atadura apriete y corte el tronco. En seguida se dis tribuirán los brazos en cuatro partes por bajo de la estrella formada por el yugo; y se atarán los sarmientos nuevos so bre éste, sin forzar en nada su naturaleza, sino encorván dolos ligeramente, segun se preste cada uno< para que no se' quiebren cuando se doblan, ó no se arrollen las yemas ya hinchadas y prontas á brotar. Y cuando dos sarmientos se echaren por una misma parte del yugo, habrá enuledio de ellos un varal, á fia de que dejándose caer por el que formará el tejado del yugo, tomen con sus puntas la direccion ácia la tierra, como si se hubieran sumergido desde el caballete de éste tejado. Para que esto se haga con perfeccion , tenga presente el aligador que no ha de retor cer el sarmiento, sino atarlo despues de haberlo encorvado, y que toda la madera que puede dejarse caer ácia abajo se ha de poner sobre el yugo, para que mas bien esté apo yada en el varal que colgando de la atadura. Pues he repa rado muchas veces que la gente del campo ponen por ignorancia los sarmientos por bajo del yugo, y los atan de ma nera que solamente estau colgando de la atadura de mim bre: cuya viña en recibiendo el peso del sarmiento y delos racimos se quiebra. CAPITULO XXVII. Que se saquen de la viña los sarmientos y los fragmentos de los yugos; y de la cava y despampano. .. • Ordenadas de ésta manera las viñas, nos daremos prisa á limpiarlas, y á sacar de ellas los sarmientos y los fragmentos de los yugos. Los cuales sin embargo no se deben reco ger si no está el suelo seco, para que la tierra pisoteada cuando está hecha barro no dé mayor trabajo al cavador, el que se debe enviar á las viñas prontamente cuando to davía no se han movido. Porque si lo envías cuando han empezado á brotar, serás causa de que caiga al suelo gran LIBRO CUARTO , ?9 parte de la vendimia. Por consiguiente se ha de dar á las viñas una cava muy profunda, antes que arrojen á la salida de! invierno y entrada de la primavera, para que broten con mas lozanía y abundancia, y luego que se cubran de pám panos y uvas se ha de disminuir el número de los sarmien tos mientras están tiernos y jóvenes. Y el mismo viñero, que antes los ha. echado abajo con el hierro, los echará ahora con la mano, quitará las sombras, y derribará los pám panos supérfluos: pues es de la mayor importancia que es ta labor se dé con inteligencia, porque el despampano aun es de mas utilidad á la vid que la poda; á causa de que aunque ésta les aprovecha mucho, las hiere sin embargo al cortarlas, y éste cura con mas piedad sin hacer heiidas, y hace mas fácil la poda del año siguiente. Deja asimismo menos cicatrices á la vid: porque la parte de ella, de don de se ha separado lo verde y lo tierno, prontamente se res tablece. Fuera de que los sarmientos que tienen frutose fortifican mejor, y las uvas asoleándose se sazonan con mas comodidad. Por lo cual un viñero que sea prudente y muy hábil, debe discurrir y examinar en qué sitios deberá de jar sarmientos para el año siguiente, y no quitar solamente los que no tienen fruto, sino tambien los que lo tienen, si su número se hubiere multiplicado excesivamente: su puesto que sucede que algunas yemas echan de una vez dos ó tres vastagos , á las cuales conviene quitarles uno ú dos á fin de que tengan mas facilidad para alimentar cada una el único que le queda. Pues un cultivador sábio debe cal. cular si se ha cargado de mas fruto del que puede sostener. Y así no debe quitar solamente la hoja supérflua, lo cual se debe hacer siempre, sinoá las veces derribar alguna parte del fruto, para aliviar á la vid agoviada bajo el peso de 9U fer tilidad. Y esto lo hará por varios motivos el despampanador diestro, aunque no haya mas fruto del que pueda ma durar. Pues si la vid estuviere fatigada por una série conti nuada de cosechas abundantes en los años anteriores, justo será que se deje descansar y reponerse, y proveer por éste medio á que haya rama en los años sucesivos. Por lo tocan te á quebrar las puntas de los sarmieutos para reprimir la lozanía de la vid , quitar los que salen de una parte dura ó m i ,8o COLUMELA. del tronco , á no ser que se baya de conservar uno vi dos pa ra renovar la vid , arrancar de la cabeza asimismo todo lo que brota entre los brazos, quitar los que están en ellos mismos, y siendo estériles ocupan inútilmente á la madre, son cosas que puede hacer cualquiera, aunque sea un mu chacho. CAPITULO XXVIII. Cuándo se ha de despampanar ¡a viña , y cuántas cavas se han de dar, y en qué tiempos. x ero el tiem po que se ha de elegir con preferencia para el des. pampáno es ántes que la vid muestre su flor, bien que se pue de tambien repetir despues que la haya dejado caer. Por consiguiente el espacio medio de los dias en que se forman las uv¿i8, nos niega la entrada en las viñas, porque no con viene mover el fruto mientras está en flor; pero desde que ha salido de la infancia y está, por explicarme así, en la ado lescencia, conviene atarlo, despojarlo de todas las hojas, darle cavas frecuentes, porque se hace mas grueso con los pol vos. Y no niego que la mayor parte de los maestros de Agri cultura anteriores á mí han estado contentos con tres cavas; de los cuales es uno Grecino que dice así: "puede parecer suficiente cavar una viña hecha tres veces". Celso tambien y Atico convienen en que hay tres movimientos naturales en la vid, ó por mejor decir en toda especie de árbol, uno pa ra germinar, otro para florecer, y el tercero para madurar. Estos movimientos, pues, piensan que se excitan con las ca vas. Pues la naturaleza no llega completamente al objeto de sus deseos, si para ayudarla no empleas el trabajo junto con el estudio. Y éste es el cuidado de cultivar las viñas que finaliza con la vendimia. CAPITULO XXIX. Del injerto de la vid, en qué tiempo se debe hacer, y ce mo se ha de cuidar. Vuelto ahora á la parte de este tratado, en que prometí dar reglas para injertar las vide6 y cuidar los injertos. El LIBRO CUARTO ,8t tiempo de injertar ha dicho Julio Atico ser desde las calen das de noviembre hasta las de Junio, que es el tiempo que asegura se puede conservar una pua sin brotar: y de esto debemos inferir que ninguna parte del año hay exceptuada, si hay proporcion de sarmiento que no haya brotado. Yo á la verdad concedería que esto pudiera hacerse en otros gé neros de plantas que son de corteza mas firme y jugosa. Pero no corresponde á mi sinceridad disimular que ha ha bido demasiada indiscrecion en permitir á los cultivadores de viñas injertarlas durante el espacio de tantos meses. No porque yo ignore que el injerto que se hace á la vid en el solsticio de invierno prende algunas veces; sino porque de bemos enseñar á los que aprenden, no lo que resulta por casualidad de uno ú dos experimentos, sino lo que sucede comunmente y por razones ciertas. En efecto , si se ha dé hacer el ensayo en corto número, en el que el mayor cui dado remedia á la temeridad, podré conformarme hasta cierto punto; pero cuando la inmensidad de la obra que hay que hacer ocuparia toda la atencion del cultivador, aun el mas aplicado, debemos remover todo escrúpulo. A la verdad es contrario á esto lo que prescribe Ático ; pues él mismo dice que por el solsticio de invierno no es bueno podar la viña : en lo que tiene razon , porque aunque ésta operacion la perjudica menos, en tiempos de frio todas las plantas estan pasmadas, y por causa de las heladas no mue ven la corteza para que consolide la cicatriz. Y con todo eso el mismo Ático no prohibe que se injerte en este tiem po mismo, y prescribe que se haga desmochando entera mente la vid , y hendiendola en el mismo sitio en que se ha desmochado. Y asi el mejor tiempo de injertar es'cuarido ya hacen dias templados despues del invierno, cuando mueven naturalmente las yemas y la corteza, y cuando no amenaza frio que pueda quemar el injerto ó la herida de la hendidura. Sin embargo yo permitiría á los que tienen prisa injertarla vid :por el otoño, , porque la cualidad del aire no es desemejante a la del de la primavera; Pero eti cualquier tiempo que quiera alguno injertar, sepa que no tiene que tener otro cuidado para la eleccion de las puas, que el que hemos prescrito en el libro antprior para' la 'dé m 3 ,8* COLUMELA. los cabezudos. Luego que haya escogido puas de vidueño excelente, fecundas y las mas maduras, escoja tambien un dia templado y que no corra viento. En seguida examine si la pua es rolliza, si su cuerpo es sólido, si la médula no es fungosa, si tiene muchas yemas, y si los entrenudos no son largos : pues es de la mayor importancia que no sea largo el sarmiento que se injerte, y que tenga muchas yemas por donde brotar. Y así, si los cañutos son largos es preciso cortar la pua á una yema ó cuando mas á dos, para que no la formemos mas larga que lo suficiente, y que pueda aguan tar las tempestades, los vientos, y las lluvias sin moverse. La viña se injerta cortándola ó dejándola entera, y hora dándola con una barrena. Pero el primer modo de injertar es el mas frecuente y el mas conocido por casi todos los cultiva dores de viñas ; el segundo es mas raro y practicado por po cos. Por consiguiente trataré en primer lugar del que está mas en uso. La vid se corta comunmente sobre la tierra; sin embargo algunas veces tambien se corta por bajo de ella, en cuyo sitio es mas sólida y con menos nudos. Cuando se ha injertado junto á la tierra, se entierra el injerto hasta la punta ; pero si se ha injertado mas levantado sobre ella, se cubre la hendidura con barro bien amasado,. y se lía con musgo por encima, lo cual la preserva de los calo res y de las lluvias. Se corta la pua de suerte que, no sien do desemejante á una flauta, una la hendidura: debajo de la cual conviene que en la vid haya un nudo que haga ve ces de atadura, y no deje pasar esta hendidura adelante. Aunque éste nudo esté cuatro dedos distante del corte, convendrá que se lie ántes que se hienda la vid, para que cuan do se haga camino á la pua con el tranchete de la podade ra, no se abra la hendidura mas de lo regular. Y la pua no debe adelgazarse mas que tres dedos, y se adelgazará de suerte que esté lisa por la parte que se le hace ésta opera cion; y se hace de manera que por un lado llegue á la mé dula , y por el opuesto pase poco de la corteza dándosele la figura de cuña, de modo que aguzada por abajo sea por un lado mas delgada y por otro mas gruesa , é injerida por la parte mas delgada , se apriete por el lado mas grueso y to que por ambas partes la hendidura» pues si una corteza no LIBRO CUARTO l83 se aplica á la otra de forma que por'ninguna parte pase la luz, no puede incorporarse. No es una sola la clase de ata duras que hay para el injerto: unos se sirven de mim bre, otros lian la hendidura con corteza, la mayor parte lo lia con junco, que es lo mas á propósito; porque la mim bre, luego que se ha secado, penetra y corta la corteza; por lo cual son mas de nuestra aprobacien las ligaduras blan das, las cuales luego que han rodeado al tronco, se aprie tan metiendo entre ellas y el árbol cuñas de caña. Pero el principal cuidado que se ha de tener, es que antes de ésta operacion se excave la vid , y se corten las raices someras y las sierpes, despues de lo cual se cubra el tronco. Y éste, luego que el injerto haya asido, pide tambien otro cuida do: pues cuando brote, se ha de despampanar muchas ve ces, y quitarle con mas frecuencia los renuevos que arro je de los lados y de las raices. En seguida se debe atar lo que brota el injerto, no sea que éste movido por el viento, venga á tierra, ó que el brote todavía tierno se desgaje. Lue go que haya tomado incremento, se le han de quitar los nietos ; á no ser que se les deje para mugrones , por estar aquel sitio sin cepas. En seguida , luego que estén los sar mientos en estado de podarlos, se les aplicará en el otoño la podadera. Pero el método que se observa en la poda de los injertos es que, donde ningun mugron se necesita, no se lleve al yugo mas de un sarmiento, y el otro se corte al ras del tronco, pero de manera que nada se quite. de lo duro. No se ha de despampanar la vid injertada de otra manera que el barbado nuevo, pero se ha de podar de suerte que se le deje poca madera hasta el cuarto año, tiempo en el cual la herida del tronco estará cicatrizada ; y éste es el mo do de injertar la vid por hendidura y de cuidar el injerto. Pero en el que se hace de barreno, conviene en primer lugar examinar cual es la vid mas fructuosa de la inmediacion, de la que atraerás un sarmiento como los que se pasan de un árbol á otro sin separarlos de la madre que los alimenta, y lo introducirás por el agujero que habrás hecho en la vid que vas á injertar: pues éste es el modo mas seguro y mas cierto de hacerlo, porque aunque no prenda en la prima vera próxima, en la segunda sin duda , luego que ha engrue m 4 J84 COLUMELA. sado, está en la necesidad de prender; despues se separa de la madre, y en seguida se corta la parte superior de la vid injertada , hasta el sitio donde se ha puesto el injerto. Si no hay proporcion de atraer este sarmiento, sin separarlo de la madre, se escoge. el mas nuevo que se pueda encontrar y se separa de la vid, y raspado ligeramente, de suerte que tan solo se le quite la corteza, se ajusta al agujero, y estando así se emharra la vid cortada, para que el tronco ente ro se emplee en alimentar ésta vid de otro vidueño, lo que á la verdad no sucede en estos sarmientos largos de que he mos hablado, que se alimentan del seno materno mientras crecen. Pero el instrumento con que los antiguos horada ban la vid es diferente del que la experiencia me ha hecho conocer ahora ser mas á propósito para ésta operacion. Por que la barrena antigua, que era la única que conocian los cultivadores de los tiempos pasados, hacía serrin y quema ba la parte que habia horadado, pero despues de quemada aquella parte, rara vez reverdecía ó se unía con la primera, ni la pua que se habia injertado en ella asía. Ademas que nunca se sacaba el serrin tan ¡xirfecta mente que no queda se alguno pegado dentro del agujero, el cual con su inter posicion impedía que el cuerpo de la pua se aplicase al de la vid. Nosotros, habiendo discurrido para ésta clase de ín< jerto una barrena que llamamos gálica, la hemos hallado mucho mas á propósito y mas útil, porque horada de tal manera el tronco que no quema el agujero : pues no ha ce serrin sino virutas, sacadas las cuales, queda el agujero liso, el cual toca con mas facilidad en toda su superficie e\ sarmiento que se ha imroducido en él, respecto á no inter ponerse el serrin que formaba la barrena antigua. Por consi guiente tened concluida la incision de las vides hácia el equi noccio de primavera, y en los sitios áridos y secos injertadlas en vid negra, en los húmedos en blanca. No hay necesidad de multiplicar los injertos sobre un mismo tronco, con tal que sea su grueso tan mediano que una sola pua pueda cu brir la herida luego que haya engruesado, ó que no haya si tio vacío que necesite se ponga una vid nueva en lugar de otra que se haya perdido : lo cual cuando sucede, una de las dos puas se acoda , y la otra se deja ir al yugo para llevar LIBRO TERCERO ,85 fruto. Y no es inútil criar los sarmientos que nazcan en el ar co de un mugron que hayas echado, para poder despues, si conviniere, amugronarlos, ó dejarlos para que lleven fruta CAPITULO XXX De lo que se ha de plantar para proveerse de apoyos, yugos y mimbres. .Despues de haber dado los preceptos que nos han parecido mas útiles para el establemiento y cultivo de las viñas, se debe manifestar el modo de proveerse de apoyos, yugos y mimbres: pues estas cosas se preparan de antemano como cierta especie de dote para las viñas, de las cuales si carece el cultivador no tiene motivo para formar viñedos, habien do de buscar fuera de su heredad todas las cosas que son precisas : y no solo como dice Atico el precio de su compra Aumentaría el gasto de la viña, sino que su adquisicion se ría muy molesta, por haber de acarrearlas en un tiempo tau contrario como el del invierno. Por lo cual se han de plan tar mimbrerales, cañaverales, bosques comunes, ó planta dos expresamente de castaños. Cada yugada puesta de mim bres, en sentir de Ático , puede dar para atar veinte y cin co yugadas 'de viña: cadaj.íigida de cañaveral puede surtir de yugos á veinte de viña: y la yugada de castañar dará estacas para tantas yugadas de viña como surte de yugos la de cañave ral. La mimbre ó sauce viuííhal, que es lo mismo, se cria muy bien en un terreno de riego ó en el pantanoso, y sin em bargo no se cria maíen elllano y pingüe. Y este debe voltearse con la azada hasta'Vio» pies. y medio de hondo (pues asi lo pre vienen los antiguos). Y no importa cuál ha de ser el géne ro de mimbre que; pongas, con tal que sea muy flexible. Sin embargo se cree.qu.e hny tres: generos, principales; de sauce: el Griegc., ej. Gálico, y el Sabino que muchísimos llaman Amerino. El Griego. es/el de color amarillo, el Gálico de purpúreo rancio y vareta muy delgada:. el sauce Amerino tiene la vareta delgada y roja. Se plantan por estacas ó por .tallos. Estos, en siendo de un grueso regular, que sin embar go no exceda cixle una pesa de do3 libras, son muy buenos 186 ' COLUMELAR . para plantarlos , pero se han de meter en tierra hasta que su extremidad quede en la superficie del suelo. Las estacas de pie y medio, despues de haberlas introducido en la tierra¿ se cubren ligeramente con una poca de la movida. La tierra de riego quiere mayores distancias entre las plantas, y es bueno que sean de seis pies en tresbolillo : la de secano mas pequeñas , pero de suerte que los que las cultivan puedan llegar á ellas con facilidad. Los entreliños es suficiente que tengan cinco pies de ancho en este caso, pero las plantas en el mismo liño estarán á dos pies de distancia una de otra. Se plantan antes que germinen, cuando todavía no han tenido movimiento las varetas , que convendrá cortar de los árboles ya enjutas, porque si se hace cuando están cubier tas de rocío, prosperan poco, y asi se huye de los dias llu viosos para escamondar los sauces. En los primeros tres años se han de cavar los saucedales muy á menudo, como se hace con los majuelos: despues en habiendo tomado fuerzas, estan contentos con tres cavas; cultivándolos de otra manera descaecen prontamente, pues, aunque se ponga cuidado se pierden muchísimos sauces, y en lugar de estos se de ben propagar otros por medio de mugrones, que se toma rán de las plantas inmediatas, cuyas puntas se encorvarán y enterrarán para con ellas reemplazar todo lo que se habrá perdido. Despues en tcriiendb' el Mugron wi año se separa rá de su planta, para que puedá''sácar ¿ ' como ']¡á vid , el ali mento de sus propias raices. " . . " . , .-.;•. ''V-h ,u CAPITULO' iíXXI. " ...., I .;.. if , .f.{i. ;, {;, /. ;i;j í.'' ' .) \. ! ,r -..',. .'-'. .. Z>c la retama y de los mimbrones..' . . -.• . ' 'r '.„il t¡r., . i, ' I í ¡" . . . ."':í. '¡¡i '' .¡ - ' ._.'.• . .Los sitios muy secos, en que no ase esta clase de árboles, quieren retamas: la atadura que se hace;tíé ella, al paso que es bastante firme, es tambien muy flexible. Se siembra sugrana, la cual luego que ha nacido, 6' se trasplanta un barba do de ella á los dos años, 6 se deja despues de pasado este tiempo, y se puede segar todos los años por junto á la tier ra como las mieses. Las demás ataduras , como por ejemplo las de zarza1, piden mayor trabajo, pero indispensable en LIBRO CUARTO ;,a7 caso de necesidad. El sauce mimbron para vigas quiere casi el mismo terreno que el para mimbres mimbre ó mimbrera ein embargo se da mejor en la de riego y se planta de esta cas , á las que no se deja mas que un varal : asi que han ar rojado, se cavan á menudo, se les quita la. hierba y no sedeshoja menos que la vina, para que se excite mas bien á la longitud que á la latitud de las ramas: cultivado de esta suer te se corta por último al cuarto año. Pues el que se destina para ataduras puede cortarse cuando tenga un año á dos pies y medio sobre la tierra , para que eche varetas del tronco y se arregle en brazos como la viña baja; pero si el terreno es muy seco, será mejor cortarle á los dos años. < CAPITULO XX^II.¡ ..I De los cañaverales y de su cultivo. La caña se pone en tierra cavada con el azadon á menos profundidad, pero es mejor hacerlo con la azada. Como quiera que sea' muy vivaz y no le sea contrario terreno al guno, se pone con mejor éxito en el suelto que-en el apre tado, en el húmedo que en el seco, en los valles que en las pendientes: y con mas comodidad en las orillas de los ríos;, en las lindes, y en setos, que en medio de las heredadesSe siembra un tubérculo de la raiz , se pone un trozo de la nlisma caña, ó se tiende toda ella en la tierra. El tubérculo enterrado á tres pies de distancia de los otros, da en menos de un año una caña madura. El trozo y la caña entera echan mas tiempo. Pero, bien sea que se pongan trozos de á dos pies y medio, bien cañas enteras tendidas, es menester, que las puntas queden fuera de la tierra, porque si estan entera mente cubiertas se pueden rodar ellas. El cultivo de los ca ñaverales en los tres primeros años no es distinto del de las demas plantas de que hemos hablado: cuando en seguida se han envejecido se ha de agostar la tierra otra vez. Y su ve jez ha llegado; cuando se ha secado con el moho y el descuido de muchos años, ó cuando se ha espesado de suerte que so lo produce cañas delgadas y semejantes á los carrizos. Pero en el primer caso se debe arrancar enteramente; en el se ,33 • CÓLÜMELA. ' gundo se pueden cortar algunas entremedias y aclararlas, i cuya labor llaman las gentes del campo castracion : sin em bargo esta reparacion del cañaveral es á ciegas, pues no se ve en la tierra lo que se ha de quitar ni lo que se hade de jar: no obstante es nía* tolerable castrar la caña antes de cortarla porque los carrizos indican lo que se ha de arran car. El tiempo de cavar la tierra y plantarla de cañas es an tes que germinen los tubérculos de éstas, se cortan despues del solsticio de invierno, pues hasta este tiempo están to mando incremento, y se paran cuando se han endurecido con los ffios del invierno. Se han de dar al cañaveral tantas cavas como á las viñas; pero su esterilidad se ha da socor rer con ceniza ó con otra especie de estiercol : por lo cual muchos pegan fuego al cañaveral despues de haberlo cor tado. . . .;•. . u " . ' . ' : ' .' . .V CAPITULO XXXIII. < De los castaños y de las encinas. El castaño se acerca á la naturaleza' de los robles, por lo tan to es apropósito para proveer de apoyos á las viñas. Pues la. castaña sembrada en una tierra agostada nace prontamente. Y si se corta la planta á los cinco años, se renueva como el sauce , y la estaca que se hace de ella dura casi hasta el cor-' te siguiente1. Necesita una tierra obscura y suelta, y no le es contraria la arena gruesa húmeda, ni la toba deshecha: le acomodan las pendientes sombrías y septentrionales; teme el terreno denso y el rojo. La tierra seca y agostada hasta do» pies' y .medio 'de hondo se siembra por todo el invierno des de el mes dé noviembre: las castañas en .el liño están á dis tancia de medio pie una de otra, pero los liños tienen en tre sí espacios de cinco pies. La castaña se pone en surco» cavados á nueve pulgadas de profundidad y luego que es tán sembrados antes de allanarlos se elevan cañas al lado de cada' castaño para que sirviendo de señales se pueda cavar y escardar á• mano cofl m&s precaucion. Así 'que tienen pies que poder trasplantar i lo que se verifica á los dos años , se arrancan algunos de enmedio de los liños de manera que quedeft.dos pies de vacío entre cada arbol ito para que la es- LIBRO CUARTO iZ9 pesura no debilite las plantas. Pero el sembrarlas espesas es por varios accidentes que pueden sobrevenir: pues algunas veces se seca la castaña por falta de humedad , ó se pudre por abundancia de aguas : otras veces se devastan por los animales subterráneos, como los ratones y los topos, y por este motivo muchas veces se despueblan los castañares nue vos, y cuando se han de repoblar vale mas si hay propor cion de hacerlos abajar un varal de un árbol inmediato ,. á manera de mugron para propagarlo, que arrancarlo y plan tarlo. Pues aquel como no se ha movido de su lugar arroja con fuerza: pero la que se ha arrancado de raiz y se ha plantado otra vez , no se restablece hasta pasados dos años. Por lo cual es una cosa averiguada que semejantes bosques se forman mejor con castañas que con barbados. Sembran do las castañas á las distancias que se han escrito arriba, ca ben en cada yugada dos mil ochocientos y ochenta castaños que darán facilmente, como dice Arico , doce mil apoyos. Porque los trozos cortados de la parte de la rama mas inme diata al tronco suministran ordinariamente rodrigones que cada uno tiene la cuarta parte del trozo partido de alto á ba jo; y los mas retirados, que llaman segundos, dos que cada uno tiene la mitad. Esta especie de apoyo hendido dura mas tiempo que la estaca cilindrica. Lo mismo se cava la tierra y se pone que la viña. Se debe escamondar cuando ten ga dos años y aun cuando tenga tre3 : pues se le debe apli car dos veces el hierro al principio de la primavera. Puede tambien ponerse la encina de un modo semejante, pero se corta dos años mas tarde que el castaño , por lo que la ra zon pide que se gane mas bien tiempo, poniendo esta con preferencia: si no es que los montes llenos de malezas y de cascajo, y aquellas tierras que hemos dicho arriba pedirán. mas bien bellota qne castaña. Hasta aqui he tratado copio samente, y no sin utilidad á mi parecer, de las viñas de Ita lia y de sus adminículos, para manifestar en seguida el cul tivo que dan á las viñas los viñeros de las provincias , y no menos el de las vides maridadas á árboles tanto en nuestro pais como en la Galia. 190 COLUMELA. NOTAS AL * LIBRO CUARTO. —j^saa»l^— — . - . « Nota al capitulo VII. i. Tanto por causa de la solucion de continuidad que se causa á la corteza, como porque la savia se extravasa por las aberturas que ha hecho la podadera á los conductos por don de pasa. Nota al capitulo XI. i. Georg. lib. 2, v. 362 y 363. Notas al capitulo XVII. 1. ¿Para qué haber desunido las diferentes especies de yu gos y empezado aquí un capítulo? Ya he repetido muchas veces que las divisiones por capítulos no son de nuestro autor. No es menester mas prueba que ésta. 2. Llama cabeza del tronco á la misma distribucion de los brazos, donde suele haber algun nudo que es como la cabeza. Notas al capitulo XXII. i. Como sucede en algunos injertos cuya herida se cica triza con tanta mayor facilidad cuanto la sávia, que tiene siempre su tendencia ácia lo alto , la consolida poco á poco con la madera superior, ó á lo menos no la deja secarse. 2. Véase el capítulo XXIX. Notas al capitulo XXI V. »' 1. Sierpes. 2. Efectivamente en el primer corte la herida es larga , y la parte que se ha dejado y la ha recibido delgada : en el se gundo es la herida pequeña y mas redonda, y la parte que la ha recibido mas gruesa. Es pues precisó que en aquella se seque mas pronto la parte herida y que muera; pero en esta no solo no muere tan fácilmente, pues ésto de ningun modo sucede, sino solamente deja de crecer. Nota al capitulo XXXI. r. Plinio en el lib. 3 cap. 37, pone las zarzas en el núme ro de las plantas que sirven para atar las vides , pero con tal que se les quiten las espinas. . . Nota al capitulo XXXIII. i. Esto es hasta otros cinco años, pues pasados se puede cortar de nuevo el castañar. ^mm^^^^m^w'^^ LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA. De las cosas del campo. LIBRO QUINTO. CAPITULO I. Cómo deberás medir las diferentes formas de campos que te se presenten. , Me has dicho, Silvino, que en los libros anteriores, que yo te había escrito sobre la formacion y cultivo de las vi ñas, faltaban algunas cosas, que echaban menos los afi cionados á las labores del campo; y no niego que he omi tido algunas, aunque he hecho una indagacion exacta de lo que han dejado por escrito los cultivadores de nuestro siglo, y los antiguos; pero cuando he prometido dar los preceptos de agricultura, no he asegurado, si no me en gaño, que habia de decir todas las cosas que contuviese Ja inmensidad de esta ciencia, sino la mayor parte. Por que aquello no cabe en la capacidad de un hombre solo; pues no hay ciencia ni arte alguna que se haya llevado á la perfeccion por el ingenio de un hombre. Por lo cual, así como á un cazador, que va persiguiendo fieras en un bosque dilatado, no se le puede pedir' mas que el que co ja muchas, y á ninguno se ha. culpado por no haberlas cogido todas: así tambien á nosotros nos basta haber en señado la mayor parte de una materia tan difusa, como la que hemos emprendido tratar : siendo así que las cosas que se echan menos en nuestra obra, son extrañas á nuestra profesion: como por ejemplo nuestro Marco Trebelio, cuan do poco ha pretendia que yo diese reglas ,para medir las i9» COLUMELA. tierras , porque estaba entendido en que demostrar el mo do con que hemos de agostar un terreno , y enseñar como hemos de medirlo despues de agosti;lo, son dos cosas muy semejantes , y que deben ir juntas: la cual decia yo que no era funcion de labrador, sino de agrimensor, principal mente cuando los arquitectos que tienen precision de sa ber el método de tomar las medidas , ni aun se dignan ha cerlo con los edificios de que ellos mismos han dado el plan, despues que se han acabado ; sino que creen que una cosa es la que corresponde á su profesion, y otra distinta la que es del cargo de los que miden los edificios que se han construido ya, y hecha la cuenta calculan el valor de la obra. Por lo cual con tanta mas razon se ha de disimular á nuestra profesion , si solo llega hasta el punto de decir el modo con que se ha de hacer cada co3a , y no cuanto sea lo que se haya hecho. Pero-.como tú tambien, Silvino, quie res á fuer de amigo , que yo te dé I03 preceptos de las me didas, condescenderé coa tus deseos, con tal que no dudes que esto es mas bien cosa de geómetras , que de gentes del campo, y que me disculpes , si hubiere cometido algun er ror en una cosa cuya ciencia no me atribuyo. Mas para en trar en materia, digo, que todas las medidas se reducen á la del pie , que consta de diez y seis dedos. El pie multi plicado da progresivamente pasos, actos, climas, yugadas, estadios y centurias, y en seguida tambien otras medidas mayores. El paso tiene cinco pies. El acto menor , como di ce Marco Varron * , tiene cuatro pies de ancho y ciento y veinte de largo. El clima es de sesenta pies acia todas par tes. El acto cuadrado se termina por todos lados con ciento y veinte pies. Este duplicado hace la yugada, que ha toma do este nombre por estar juntos los dos actos. Mas á este ac to llama la gente del campo de la provincia Bética acnua; y al espacio de treinta pies de ancho, y ciento y ochenta de largo llaman los mismos porca. Pero los Galos llaman candelo en las superficies urbanas al espacio de cien pies , y en las rústicas al de ciento y cincuenta, y tambien arepennis á la media yugada. Por consiguiente, como he di cho , dos actos hacen una yugada de doscientos y cuarenta pies de largo, y ciento y veinte de ancho, cuyas cantidades LIBRO QUINTO ..3 multiplicadas entre sí clan el producto de veinte y ocho mil y ochocientos pies: cuadrados. En seguida viene el estadio, que tiene ciento i veinte y cinco pasos de largo, esto es, seiscientos veinte y cinco pies, que multiplicados por ocho hacen mil pasos, que son cinco mil pies. Ahora llamamos centuria (como dice el mismo Varron) á una medida de doscientas yugadas, que antes se llamaba así por tener ciento2: mas aunque despues se ha duplicado, ha conser vado su nombre antiguo, al modo que las tribus, llamadas así al principio por haberse dividido el pueblo romano en tres partes: las cuales sin embargo, multiplicadas al presen te, conservan el nombre antiguo. Ha sido conveniente ex plicar de antemano estas palabras, que no son agenas ni distantes de los cálculos que vamos á dar. Vamos ahora á nuestro propósito. No hemos puesto aquí todas las panes en que puede dividirse la yugada, sino solamente aquellas que entran en la estimacion del trabajo que se ha dado; pues sería supérfluo tratar de las menores, por las que nin gun salario ni jornal se paga. Con que la yugada (como he mos dicho) tiene veinte y ocho mil y ochocientos pies cua drados, que hacen doscientos ochenta y ocho escripulos. Pe ro para empezar por la parte mas pequeña , esto es , por el .medio escripulo, que es la quingentésuna-septriagésima-sexta parte de la yugadj, este tiene ciucueuta pies, y ea su medio escripulo: la parte ducentésima- octava cien pies, es to es, el escripulo: la parte centésima -cuadragésima -cuar ta doscientos pies , esto es , dos escripulos : la parte septua gésima -segunda cuatrocientos pifes, esto ¿s, la sextilla, en la cual hay cuatro escripulos: la parte cuarta cuadragésima. octava seiscientos p'ies,' esto es, el. siálico, en el' cual hay seis escripulos: la parte vigé«ima-cuarta mil y doscientos pies, estoes, media onza, en la cualhay doce escripulos.. la par te duodécima dos mil y cuatrocientos pies , esto es, la onza, en la cual hay veinte y cuatro escripulos: la sexta parte cuatro mil y ochocientos pies, esto es, el sextante * en el cual hay cuarenta y ocho escripulos: la cuarta parte siete mil y doscientos pies, esto es, el cuadrante, en el cual hay seten ta y dos escripulos : la tercera parte nueve mil y seiscien tos pies, esto es , el tríente , en el cual hay noventa y seis n ,94 COLUMELA. escripulos: la tercera parte, mas la duodécima, esto es, el guincunce , en el cual hay ciento y veinte escripulos: me* tlia yugada catorce mil y cuatrocientos pies, esto er, una mitad, en la cual hay ciento cuarenta y cuatro escripu los: media yugada y una duodécima parte diez y seis mil y ochocientos pies, esto es , el .septunce , en el cual hay ciento sesenta y ocho escripulos: dos terceras partes diez y nueve mil y doscientos pies, esto e&,«\be$, en. el cual hay ciento noventa y dos escripulos: tres cuartas partes vein te y un mil y seiscientos pies, esto es, el dodrante, en el cual hay doscientos diez y seis escripulos: media yugada y una tercera parte veinte y cuatro mil pies, esto es, el dcxtante , en el cual hay doscientos y cuarenta escripulos: dos terceras partes y una cuarta veinte y seis mil y cua trocientos pies, esto es, el deunee, en el cual hay doscientos sesenta y cuatro escripulos: la yugada veinte y ocho mil y ochocientos pies , esto es , el as , en el cual hay doscien tos ochenta y ocho escripulos. Si la superficie de una yu gada formara siempre un rectángulo, y al medirla se le encontráran doscientos y cuarenta pies de largo sobre cien to y veinte de ancho , sería muy facil el cálculo ; pero como se disputa sobre heredades de figuras diferentes, pre sentaremos las especies de cada género ¿ que nos servirán como de fórmulas, que serán aplicables á todas. CAPITULO 'i II. • Continuacion del anterior,. Todo camp es cuadrado, ó rectangular, ó en forma de cuña i ó triangular, ó circular, ó tambien presenta la for ma de un semicírculo, ó de un arco de círculo: asimismo algunas veces la de un polígono. La medida de un cua drado es muy facil , porque como es por todos lados de un mismo número de pies, se multiplican dos lados en tre sí, y el producto da el número de pies cuadrados que contiene. Como por ejemplo, hay un terreno de cien pies por todos cuatro lados; multiplicamos ciento por ciento, resultan diez mil. Diremos por consiguiente que este ter LIBRO QUINTO lí>5 reno tiene diez mil pies cuadrados, que hacen un triente y una séxtula de yugada; por cuya proporcion convendrá calcular el trabajo que se ha dado. Pero si fuere mas lar go que ancho, como v. gr. la figura de la yugada, esto es, doscientos y cuarenta pies de largo, y ciento y vein te de ancho (como dije poco antes ^ multiplicaremos los pies de la longitud por los de la latitud de ésta manera: ciento y veinte veces doscientos y cuarenta son veinte y ocho mil y ochocientos. Diremos queja yugada de tierra tiene es tos misinos pies; é igualmente se hará con todos los terrenos cuya longitud sea mayor que su latitud. Pero si tuviere la for ma de uua cuña, como por ejemplo, si tiene cien pies de lar go ';, veinte pies de ancho por un lado, y diez por otro, en este. caso sumaremos las dos latitudes, que harán el total de treinta. Su mitack es quince , que multiplicaremos por la longitud, y sacaremos un mil y quinie'ntos pies. Por consi guiente diremos que este es el número de pies que hay en aquel terreno en forma de cuña, cuya parte de yugada será media onza y tres escrípulos. Pero si debieres medir un trián-. guio equilátero f , seguirás este método. .Sea un terreno trian gular de trescientos pies por cada lado. Multiplicado éste número por sí mismo , el producto es noventa mil. To ma su tercera parte, esto es, treinta mil; toma tambien la décima , esto es , nueve mil ; suma ambas partidas.: el total será treinta y; nueve mil , este es el número de pies cuadra dos que diremos haber en éste triángulo, cuya medida es una yugada, un triente y un sicílico. Pero si el terreno fue re un triángulo con los lados desiguales, que tiene un án gulo recto, se ordenará la cuenta de otra manera. Sea la línea de un lado de los que forman el ángulo recto de cincuenta pies, y la del otro de ciento. Multiplica estas dos cantidades entre sí: cincuenta veces ciento hacen cin co mil; su mitad son dos mil y quinientos, cuya parte hace una onza y un escrípulo de yugada. Si el campo fue re redondo, de suerte que tenga figura circular, ajusta los pies que tiene de esta manera. Sea una área redonda , cu yo diámetro tenga setenta pies. Multiplica este número por sí mismo; setenta por setenta hacen cuatro mil y nove cientos. Multiplica este total por once; resultan cincuenn * 196 COLUMELA. ta y tres mi1 Y novecientos pies. Divido este producto por catorce, saco de cuociente tres mil ochocientos y cin cuenta pies. Estos son los que digo haber cuadrados en aquel circulo 3 ? cuya cantidad hace onza y media y dos escrípulos y medio de yugada. Si el terreno fuere un se micírculo, cuya base tenga ciento cuarenta pies, y la la titud de la curvatura, esto es, el radio, setenta, con vendrá multiplicar ésta por la base: setenta veces ciento y cuarenta son nueve mil y ochocientos, que multiplica dos por once hacen ciento siete mil y ochocientos. La déci ma cuarta parte de este total es siete mil y setecientos4. Estos pies diremos que hay en el semicírculo, que hacen' un cuadrante y cinco escrípulos de yugada. Pero si fue re menos que un semicírculo, mediremos el arco de esta manera. Sea un arco¿ cuya base tenga diez y seis pies, y su latitud cuatro. Sumo la base y la latitud; el total es veinte, que multiplicados por cuatro hacen ochenta. La mitad de estos es cuarenta. Tambien tomo la mitad de la base, que es ocho pies, y multiplicada por sí misma hace sesenta y cua rto. Saco la décima - cuarta parte; que es cuatro pies y un poco mas, añado esto á los cuarenta, la suma será cuarenta y cuatro pies. Estos digo que son los pies cua drados que hay en el arco s , y hacen medio escrípulo de yugada menos una vigésima-qilinta parte 6. Si fuere de seis ángulo?, se reduce á pie» cuadrados de esta manera. Sea un exágono, Cuyos lados tengan todos á treinta pies Multi plico un lado por si mismo: treinta veces treinta son no vecientos. Tomo la tercera parte de este producto que es trescientos: tomo ademas la décima que es noventa: Ja añado á la anterior, y hace la suma de trescientos y no venta.' Esta se ha de multiplicar por séis, porque hay seis lados, cuyo producto es dos mil trescientos y cuarenta. Por consiguiente diremos que hay este número de pies cuadrados 7. Y así habrá una onza de yugada menos seis décimas paites de escrípulo. LIBRO QUINTO ig7 CAPITULO III, Cuántas plantas quepan en una yugada distribuidas d tres pies de distancia entre si,óá mayores hasta diez pies de una á otra. Conocidos pues bien estos principios de semejante cál culo, haremos sin dificultad las medidas de las tierras, cuyas especies todas es cosa dilatada y árdua exponer aho ra. Al presente voy á añadir á lo que he dicho otras dos fórmulas de que se sirven con frecuencia los labradores en la colocacion de las plantas. Sea un terreno de mil y doscientos pies de largo y ciento y veinte de ancho: en él se han de colocar las vides de manera que se dejen cin • -co pies entre los liños. Pregunto, ¿cuántas plantas se ne cesitan cuando se quiere que estén en el liño á cinco pies de distancia unas de otras? Saco la quinta parte de la lon gitud, que son doscientos y cuarenta, y la quinta de la la titud, esto es, veinte y cuatro: á cada una de estas dos can tidades , añado siempre una unidad por la planta de la ex tremidad de los liños que llaman angular: de consiguien te se hace una suma de doscientos cuarenta y uno, y otra de veinte y cinco. Multiplica estas sumas de esta mane ra: veinte y cinco veces doscientos cuarenta y uno son seis mil y veinte y cinco. Tantas son las plantas que se necesi tan. Del mismo modo si las quisieres poner á seis pies de distancia, tomarás la sexta parte de la longitud de mil y dos cientos , que es doscientos , y la sexta parte de la latitud de ciento y veinte, que es veinte. A cada una de estas can tidades añadirás la unidad que dije por las plantas angula res , lo que hará doscientos y uno, y veinte y uno. Estas sumas las multiplicarás entre si veinte y una veces dos cientos y uno, y de esta suerte harás cuatro mil doscien tos veinte y uno, y dirás que se necesitan otras tantas plan tas. Asimismo, si las quisieres poner á siete pies, toma rás la séptima parte de la longitud y de la latitud: aña dirás las unidades angulares , y del mismo modo , y por el mismo orden hallarás el número de plantas que se necesi n 3 i98 COLUMELA. tan. Finalmente, sea el que fuere el número de pies que has de dejar de intervalo entre cada planta , has de multi plicar por él la longitud y la latitud del terreno, y has de añadir las antedichas unidades. Siendo esto así , se sigue que la yugada de tierra que tiene doscientos y cuarenta pies de longitud y ciento y veinte de latitud , poniendo las plan tas á tres pies de distancia (que es el menor intervalo que se deja cuando se ponen las vides), necesitará de ochenta y una plantas para la longitud, y veinte y cinco para la la titud , estando en ella alineadas á cinco pies de distancia, •cuyos números, multiplicados entre sí, hacen dos mil y veinte y cinco plantas. O si estuviere la viña puesta á cua tro pies de distancia en ambas direcciones, tendrá el liño á lo largo sesenta y una plantas, y á lo ancho treinta y una, cuyos números hacen en la yugada mil ochocientas noven ta y una vides. O si estuviere puesta á cuatro pies de distan cia á lo largo , y á cinco á lo ancho , el liño de la longitud tendrá sesenta y una plantas , y el de la latitud veinte y cinco. Pero si el plantío es á cinco pies tendrá el liño de lo largo cuarenta y nueve plantas, y el de lo ancho veinte y cinco : cuyos dos números multiplicados entre sí hacen • mil doscientos veinte y cinco. Pero si se quisieren poner las vides en un terreno de la misma cabida á seis pies de dis tancia , no hay duda que se han de dar á la longitud cua renta y una vides, y á la latitud veinte y una; que mul tiplicadas entre sí hacen el número de ochocientas sesen ta y una. Mas si se quiere poner la viña á siete pies de dis tancia , recibirá el liño á lo largo treinta y cinco plantas, y á lo ancho diez y ocho, cuyos números multiplicados entre sí hacen seiscientas y treinta , por lo que diremos que se ha de prevenir igual número de plantas. Y si se plantare la viña á ocho pies , recibirá el liño de la longi tud treinta y una plantas, y por la latitud diez y seis, cuyos números multiplicados entre sí hacen cuatrocientos noven ta y seis. Pero si las plantan á nueve pies, tendrá el liño á lo largo veinte y siete plantas , y á lo ancho catorce: estos números, multiplicados entre sí, hacen trescientas seten ta y ocho. Mas si se plantaren á diez pies , al liño á lo lar? go la cabrán veinte y cinco plantas , y á lo ancho trece, LIBRO QUINTO i99 los cuales números , multiplicados el uno por el otro, ha cen trescientas veinte y cinco. Y para no llevar el cálcu lo al infinito, se pondrán las plantas en la misma propor» cion que quiera cada cual dejar mas largos los intervalos. Baste ya con lo que se ha diojho de la medida de las tierras, y del número de plantas que necesitan. Ahora vuelvo al or den que me he prescrito. CAPITULO IV. ' Del cultivo de las viñas en las provincias. Jle observado que hay muchos géneros de viñas en las pro vincias: pero de las que yo mismo he conocido, las que se tienen por las mejores son las que semejantes á arbolitos tie nen la caña corta y se mantienen por sí solas sin apoyo: despues de éstas las que sostenidas por apoyos se ponen so bre yugos separados cada una: á éstas llama la gente del ' campo cantheriadar. en seguida vienen las que están rodea das de cañas clavadas en el suelo, y cuyos sarmientos aplica dos á éstas cañas , que les sirven de apoyos , se encorvan, formando emparrados circulares: á estas las llaman algunos characatas. La última clase es la de las vides tendidas, y que al salir la cepa de la tierra, se extienden por ella como si las hubieran tirado. Pero el modo de plantarlas es en todas casi uno mismo; pues las plantas se ponen en hoyo ó en zanja, porque los cultivadores de las naciones extrangeras no en tienden de agostado; el cual sin embargo es casi supérfluo en aquellos paises en los cuales el terreno está mullido, y suelto naturalmente, porque éste (como dice Virgilio, Georg. lib. II, v. 184.) '° imitamos arando, ó tambien agostándo lo. Y asi la Campania , aunque puede tomar éste ejemplo de nosotros , como que es nuestfa vecina , no usa dar esta la bor á la tierra, porque la franqueza de su suelo necesita menos trabajo. Pero si en algunas provincias lo muy com pacto del terreno exige mayor gasto de parte del cultivador, lo que nosotros hacemos agostando la tierra, él lo consigue haciendo una zanja , esto es , para poner las plantas en un terreno mas bien labrado. . ' . ' n 4 aoo * COLUMELA. CAPITULO V. De las diferentes clases que hay de ellas., y del cultivo de cada cual. x ero para tratar de cada una de las especies de viñas que he propuesto, lo iré haciendo por el orden con que las he nombrado. La vid que se mantiene por sus propias fuerzas sin apoyo, si la tierra es suelta, se ha de poner en hoyo; si es muy densa, en zanja: pero tanto los hoyos, como las zanjas , son muy ventajosas , si en los paises templados y donde los estíos son muy ardientes se ha cen un año antes de plantar las viñas. Sin embargo se ha de examinar primero la bondad del suelo, pues si las plan tas se han de poner en el que sea endeble y ligero, se debe. hacer el hoyo ú la zanja al mismo tiempo de la plantacionSi se hace el hoyo el año antes de ésta , es suficiente que tenga tres pies de largo y de hondo, y dos de ancho; pero si hemos de dejar los entreliños de cuatro pies de ancho tene mos por mas cómodo que los hoyos tengan esta misma me dida en ancho y largo, y con solos tres de profundidad. Mas las plantas se aplicarán á los cuatro ángulos , poniendo debajo tierra desmenuzada, despues de lo cual se cubrirán los hoyos. Y en cuanto á los entreliños solamente tenemos que preve nir que tengan entendido los cultivadores, si han de labrar las viñas con el arado, que los dejen mas anchos, y si con las azadas, mas angostos. Y no han de ser mas anchos que de diez pies, ni mas estrechos que de cuatro. Sin embargo muchos disponen los liños de manera que en línea recta de jan dos pies, y cuando mas tres, entre planta y planta: por el contrario, los entreliños los hacen de mayor extension, para que ande por ellos el cavador ó el arador. Pero el cui dado de la plantacion no debe ser otro que el que he pres crito en el tercer libro. Sin embargo el cartagines Magon añade á éste método una cosa , y es que las plantas se pongan de manera que no se llene desde luego el hoyo en teramente de tierra , sino que se deje desocupada la mitad po co mas ó menos, y en los dos años siguientes se vaya lie* LIBRO QUINTO aot, nando poco á poco: pues cree que de ésta suerte se obliga á la vid á que eche raices ácia abajo. Yo no negaré que esto se liaga con utilidad en los terrenos secos; pero donde el pais es húmedo ó el cielo lluvioso, no creo que deba ha cerse, porque la mucha agua que está parada en estos ho yos medio llenos de tierra, mata las plantas antes que se fortifiquen. Por lo cual pienso que es mas útil llenar los ho yos así que se han puesto las plantas; mas luego que ha yan asido convendrá excavarlas cuidadosa y profundamen te, al instante que haya pasado el equinoccio de otoño, y despues de haberles cortado las raicillas, si hubieren echa do algunas en la superficie del suelo, cubrirlas al cabo de pocos dias. Pues de ésta suerte 6e evitarán ambas incomodi dades; la de que no se exciten las raices á salir en la parte superior, y la de que las plantas que todavía tienen poca fuerza padezcan con las lluvias inmoderadas. Pero cuando hayan tomado ya fuerzas no hay duda que las aguas del cie lo les sirven de muchísima utilidad. Y así en los parages en que lo permita la suavidad del invierno, convendrá dejar las vides descubiertas, y tenerlas excavadas en toda esta estacion. En cuanto á la cualidad de las plantas que se han de po ner, no están conformes los autores; unos creen que es me jor plantar la viña desde luego con cabezudos, otros con barbados : sobre lo cual ya he manifestado mi modo de pen sar en los libros anteriores. Y sin embargo añado aho ra que hay ciertas tierras en las cuales no se dan tambien las vides trasplantadas, como las que se ponen de asiento : pero esto sucede raras veces. Por consiguiente se ha observar y examinar con cuidado lo que lleva cada pais, y lo que ren8a producir1. Conviene pues arreglar la planta que se ha puesto, ésto es, el cabezudo ó el barbado, de manera que dé una cepa que se mantenga derecha sin apoyo: pero esto no se puede hacer desde luego. Pues si no pones apoyo á la vid mientras está tierna y endeble, los sarmientos caerán á tierra conforme vayan saliendo. Y por eso al poner la plan ta se le aplica una caña que proteja, por decirlo así, y man tenga su infancia, y la lleve á tanta altura como quiera dar le el cultivador: la cual seguramente no debe ser muy con siderable, pues no se debe dejar pasar de pie y medio» Así aoa COLUMELA. que en seguida toma fuerza , y puede sostenerse ya sin apo yo, recibe su incremento por la cabeza ó por los brazos. Porque de esta cultura hay tambien dos especies: unos aprueban mas las viñas que solo tienen cabeza , y otros las que están distribuidas en brazos. Los que gustan armar la viña de esta última manera, conviene que conserven todo lo que habrá arrojado la vid nueva al rededor de la cicatriz que le habrán hecho al cortarla por lo alto, y la distribuyan en cuatro brazos de un pie de largo, de manera que miren á todos los puntos cardinales del cielo. Pero estos brazos no 6e dejan inmediatamente al primer año con todo su largo, para que no se cargue la vid mientras todavía está endeble; sino al cabo de muchas podas se les hace llegar á ésta medi da. Despues conviene se dejen cierta especie de cuernos,. que salgan de los brazos, y que de ésta suerte se extienda la vid entera por todas partes en redondo. El método de la poda es el mismo que en las viñas yugadas: pero se diferencia en una cosa, y es que en lugar de sarmientos mas largos se dejan pulgares de cuatro ó cinco yemas, y en lugar de subsidia rios, tornillos de dos yemas. En la vid que dijimos con cabeza , se corta el sarmiento que rodea á la misma madre al casco, dejándole una ó dos yemas adherentes al tronco. Pero esto se poede hacer con seguridad en las tierras de riego ó en las nray [pingües, cuando sus fuérzas pueden dar á un tiempo fruto y madera. Loa que dan ésta forma á sus viñas las cultivan principalmente con el arado, y siguen es te sistema de quitar los brazos á las vides, porque no te niendo las cabezas cosa alguna que¡ sobresalga, no estan ex«» puestas á que las perjudiquen el arado ni los bueyes. Pues en las que están distribuidas en brazos, sucede comunmen te que las ramillas de las vides se quiebran con la pierna ó con las astas de los bueyes: tambien muchas veces se veri fica lo mismo con la esteva , cuando el gañan cuidadoso se empeña en llegar con la reja hasta el liño, y en labrar lo mas inmediato que puede ser á las cepas. Y éste cultivo se da á las vides con cabeza, ó á las distribuidas en brazos an tes que broten. Luego que esto se verifica , viene el cava dor, y labra con las azadas las partes donde no ha podido llegar el gañan. En seguida, luego que la vid echa sarmien- LIBRO QUINTO ;ao3 tete, entra el despampanador , quita los supérítaos y deja los fructíferos, los cuales asi que se han endurecido los atan en forma de corona: esto se hace por dos motivos: el uno no sea que si se dejan crecer con libertad se extiendan vi ciosamente y atraigan á sí todo' el alimento :. y el otro, para que atada la vid de ésta manera , de entrada libre al gañan y al cavador para que la labren. Pero el modo de despam panar será éste: en los sitios sombríos^ húmedos. y frios se despojará el verano la vid, y se quitarán los pánspanos á Jos sarmientos, para que el fruto pueda madurar, y no se pu dra con la humedad; pero en los secos ,. calientes y abriga dos , por el contrario se cubrirán los racimos con los sar mientos, y si la vid tuviere pocos, se Desguardará «l fruto con hojas v y alguna vez con paja i que «e traerán de otra parte al' efecto. Marco Columela mi tío, varon instruido en las bellas tartes , y cultivador aplicadísimo de tla . provincia Bética, hacía sombra á las vides ácia el nacimiento de la canícula con esteras de palma, porque en el tiempo en que aparece esta constelacion, algunas partes de aquella provin cia son por lo comun tan infestadas del aire solano,. que los habitantes llaman Vulturno, que si no se hace. sombra á las vides con algunas cubiertas , se quema el fruto como si hu biera pasado la llama por ellas. Y este es el cultivo de la vid distribuida en brazos y de la que solo tiene cabeza. Pues la que se pone sobre un yugo solo , ó \a que se le dejan cre cer los sarmientos, para aplicarlos á cañas que les sirven de apoyos redondeándolas en forma circular , exigen poco mas ó menos el mismo cuidado que la vid yugada. Con todo eso he advertido que algunos enterraban en la superficie del suelo , á modo de mugrones , unos sarmientos largos de las. vides characatas, sobre todo cuando son dei vidueño hcluenaco, que despues los enderezaban otra vea aplicándolos á cañas, y los dejaban para fruto: á estos los llaman mergos nuestros cultivadores , y los Galos candosoceos , y los cu bren con tierra por un motivo sencillo; y es,, porque cree» que ésta da mas alimento á éstos sarmientos de fruto. Y asi despues de la vendimia los cortan como inútiles y los se paran de la cepa. Pero nosotros mandamos que éstas mis mas varas, luego que se hayan separado de la madre, se 2©4 COLUMELA. pongan en lugar de barbados, si hubiere algunos sitios des ocupados en los liños, por haberse perdido algunas plantas, ó si alguno quisiere poner un majuelo, porque las partes de los sarmientos que han estado enterradas tienen segu ramente bastante cantidad de raices, que desde que han si do plantadas en los hoyos, prenden al instante. Resta ha blar del cultivo de la viña tendida , que no se debe empren der, como no sea en un clima muy sujeto á vientos, por que da á los cultivadores un trabajo difícil y porque nun ca se saca de ellas vino de gusto generoso. Pero donde la cualidad del pais admite solamente éste cultivo, se pone el cabezudo en hoyos de dos pies, y luego que ha brotado, se reduce á un sarmiento solo, el cual el primer año se cor ta, dejándole dos yemas: despues el siguiente, así que ha echado mas sarmientos, se deja crecer uno y se suprimen los demas. Y así que el que se ha dejado ha dado fruto, se poda en términos que estando tendido en tierra, no pase del claro del entreliño: y no hay gran diferencia entre la poda de la viña tendida , y la de la que está derecha : sino que á la primera se le deben dejar los sarmientos mas cor tos; y los tornillos tambien han de quedar muy cortos á manera de alarifes: pero despues de la poda, que en esta clase de viña se ha de hacer indispensablemente en el oto ño , se doblará toda entera ácia el otro entreliño , y de es ta suerte aquella parte que había estado ocupada se cava ó se ara , y asi que esté labrada se le echa otra vez la misma vid , para que la otra parte pueda tambien labrarse. Sobre el modo de despampanar esta viña no están muy de acuer do los autores : unos dicen que no se ha de despojar de ho jas la vid , para que proteja mejor el fruto contra la injuria de los vientos y de las fieras : otros quieren que se despam pane con mas moderacion, para que la vid no se cargue de hojas enteramente supérñuas, y sin embargo pueda cu brir y proteger el fruto: cuyo método me parece á mí tam bien mas conveniente. LIBRO QUINTO CAPITULO ao5 VI. De los árboles y vides maridadas á ellos. Pero ya hemos hablado bastante de las viñas: ahora es me nester dar preceptos acerca de los áiboles. El que quisiere tener una arboleda maridada á vides, poblada , y distribuida á iguales distancias y fructuosa , tendrá cuidado que no se ponga clara por perderse los árboles; sino que sacará los que padezcan con la vejez ó la tempestad, y. en lugar de ellos sustituirá plantas nuevas: lo que podrá conseguir con fa cilidad, si tuviere preparada una almáciga de olmos: la cual no tendré inconveniente en prescribir á continuacion có mo se ha de hacer y de qué especies de olmos. Todos es tán acordes en que hay dos especies de olmos, de Galia y de nuestro pais: aquel se dice Atinio, y éste de la tierra. Treroelio Estrofa lia opinado falsamente que el olmo Ati nio no llevaba somera (que es la grana de este árbol), pues sin duda ciia muy poca, y por lo mismo parece á muchos estéril , estando como están escondidas las granas entre la hoja que echa al primer brote, y así nadie la pone de si miente, sino de sierpes. Pero este olmo es mucho mas fron doso y alto que el de la tierra, y da una hoja agradable á los bueyes, con la cual si has mantenido mucho tiempo á éste ganado y despues tratas de darle la de los de la otra es pecie, les causa fastidio. Por lo que, si pudiere hacerse, plantarémos todo el campo solamente de la especie Atinia: ei nó, procurarémos al arreglar las hileras, poner alterna» tivamente, y en igual número, de la tierra y Atinios. De ésta suerte visaremos siempre de hoja mezclada, y atraído el ganado con esta especie de condimento, consumirá mas pronto la comida que necesite. Pero á la vid parece que el árbol que mas bien la sostiene es el durillo, en seguida el olmo, en tercer lugar tambien el fresno. El durillo, por dar poca hoja y no ser útil para el ganado, lo han desecharlo la mavor parte de los cultivadores. El fresno, que es muy agradable á las cabras y á las ovejas, y no inútil para los bueyes, se planta con justo motivo en los sitios ásperos y a06 COLUMELA. ' montuosos, en los cuales no se da bien el olmo. Este lo pre fieren los mas, porque sostiene la vid muy cómodamente, dá á los bueyes un pasto muy de su gusto, y prospera en muchas especies diferentes de terrenos. Y así el que se pro pone criar una arboleda nueva para maridar con vides, pre parará de antemano almácigas de olmos ó de fresnos, del modo que vamos á manifestar en seguida: pues los durillos es mejor plantar desde luego de asiento tallos en la arbole da. Despues en un suelo que sea pingüe y medianamente húmedo, cavaremos la tierra con la azada, y gradándola y mulléndola muy bien, la distribuiremos por la primavera en tablas. En seguida echaremos en éstas tablas la samera que ya estará de color rojo, y habrá estado muchos dias ten dida asoleándose , de suerte sin embargo que tenga algun jugo y humedad : la samera se echará tan espesa que se cu bran enteramente las tablas. Y en éste estado cerneremos so bre ella con una criba tierra desmenuzada, hasta que tenga dos dedos encima, regaremos ligeramente las tablas, y las cubriremos con paja, para que no piquen los pájaros las puntas de los tallos que vayan naciendo. Despues, así que las plantas hayan acabado de nacer, recogeremos la paja, y arrancaremos la yerba á mano: lo que se ha de hacer con tiento y cuidado, para no arrancar al mismo tiempo las rai ces de los olmos, que todavía están tiernas y cortas. Y éstas mismas tablas las arreglaremos tan estrechas, que los que les han de arrancar las yerbas, alcancen con facilidad al medio de ellas: pues si fueren mas anchas, se les hará daño, como tambien á las mismas plantitas que se pisarán. En seguida conviene rociar de cerca mas bien que regar las almácigas durante el estío, antes de salir el sol ó á la tarde, y cuando las plantas tengan tres pies de alto se trasladarán á otra al máciga, y para que no echen raices muy profundas (lo cual trae mucho trabajo en lo sucesivo, cuando queremos mu dar las plantas á otra almáciga diferente) convendrá abrir unos hoyuelos no muy grandes, á distancia de pie y me dio unos de otros : despues se anudarán las raices si son cor tas, y si son mas largas se retorcerán en redondo en for ma de corona , y despues de untarlas con boñiga de buey se pondrán en los hoyuelos y se pisotearán todo al rededor LIBRO QUINTO ao? con cuidado. El mismo método se ha de seguir con las plan tas que se han cogido con su tallo: lo que es preciso hacer con el olmo Atinio, que no se siembra de samera. Pero es te olmo se planta mejor en el tiempo de otoño , que en el de primavera, y sus ramillas se quitan con la mano poco á poco retorciendolas, porque en los dos primeros años teme el corte con hierro. Finalmente al tercero se limpia con una podadera afilada, y luego que está en estado de trasplantar se se poM bien desde el tiempo de otoño, en que la tierra se habrá mojado bastante con las lluvias hasta la primavera, antes que la raiz del olmo se descortece al arrancarlo. Des pues se harán hoyos de á tres pies en todas direcciones , si la tierra es suelta : pero si fuere densa , se prepararán zanjas de la misma profundidad', para que reciban los árboles. Y ademas se cuidará, si se lian de plantar los olmos en terre no abundante de rociadas y nebuloso, que se dirijan sus ra mas á levante y á poniente, para que el medio de los árbo les, donde está aplicada y atada la vid, y donde se apoya, reciba mas sol. Mas si tratamos tambien de sembrar granos, se pondrán estos árboles á cuarenta pies de distancia unos de otros, siendo el terreno fértil; y si es endeble, solo se reti rarán veinte pies1. En seguida, cuando empiecen á poner se grandes, se han de arreglar con el hocino, y formar los órdenes de ramas horizontales, que en latin se llama tabu' lata. Pues con éste nombre suelen los cultivadores distin guir las ramas y troncos que salen hacia afuera, y estos los acor tan ó los alargan con el hierro para que las vides se extien dan con mas libertad; esto en el terreno pingüe, aquello, en el endeble. Los tablados no han de estar á menos de tres pies de distancia unos de otros, y se han de formar de ma nera que la rama superior no esté en la misma línea que la inferior, pues ésta quebrantará el sarmiento que germine y caiga de la superior y le echará abajo el fruto. Mas cual quier árbol que hubieres plantado no conviene podarlo en los dos primeros años. Despues si el olmo toma un iucremento pequeño, en la primavera antes que suelte la corte za1 se ha de descabezar por junto á la ramilla que parecie re mas brillante, dejando sin embargo en el tronco por en cima de ella nueve pulgadas, al cual llevada y aplicada se »o8 COLUMELA. atará, á fin que corregida y tomando la direccion del tron co, provea de cabeza al árbol. En seguida convendrá cortar al cabo de un año este pedazo de tronco que se había de jado sobre la ramilla , y alisar el corte. Pero si el árbol nin guna rama tuviere á propósito para esto , será bastante de jarlo de nueve pies de alto, cortándole toda la parte supe rior, para que las ramas nuevas que arroje estén al abri go del daño del ganado. Y si pudiere hacerse convendrá cortarlo de un solo golpe, y si no aserrarlo y alisar el corte con el hocino y cubrirlo con barro amasado con paja, pa ra que no se pudra con el sol ó con las lluvias. Un año ú dos despues , cuando las ramillas nuevas hubieren tomado bastante fuerza, convendrá cortar las supérfluas y dejar las que sean á propósito para arreglarlas. En el olmo que desde que se plantó ha sido de buen medro, se deben quitar los nudos á las ramas mas altas. Pero, si las ramillas fueren robustas, se han ríe cortar de manera que quede un peda zo de ellas fuera del tronco. Luego que en seguida el árbol haya tomado toda su fuerza, se ha de cortar y alisar todo aquello adonde se pueda llegar con el bocino, sin tocar al cuerpo de la madre. El olmo nuevo se ha de formar de esta manera: en el terreno pingüe se han de dejar sin ramas ocho pies sobre la tierra; en: el endeble siete: por encima de este espacio se ha de distribuir el árbol en tres partes por su circunferencia, á cada una de las cuales se dejará una rama para formar el primer tablado. En seguida, despues de haber dejado tres pies por nncima desocupaJos, se han de arreglar otras ramas de modo que uo estén puestas eh Jas mismas líneas que las anteriores, y bajo del mismo mé todo se deberá arreglar el árbol hasta lo alto. En la limpia se ha de procurar no dar mucha longitud á los espolones que se dejarán al cortar las ramas, ni por el contrario atu sarlos tanto que se haga daño al mismo tronco ó se le des cortece, porque el olmo que se le quita parte de la corteza del tronco está poco frondoso. Tambien se ha de evitar qué se haga de dos llagas una, pues á semejante cicatriz no la cubre con facilidad la corteza. El cultivo de este árbol es continuo y no solo se ha de arreglar con cuidado al princi pio, iino que se ha de cavar al rededor de su tronco, y cor- LIBRO QUINTO ao9 tar con el hierro ó desgajar con la mano un año sí y otro no todas las hojas que habrá echado, para que la demasiada sombra no sea perjudicial á la vid. Éu seguida, cuando el árbol se hubiere puesto viejo, se horadara junto á una ra ma hasta la médula , para que por allí tenga salida la hu medad, que se habrá juntado de la parte suprior. Tambien conviene plantar la vid junto á él, antes que haya tomado toda su fuerza. Pero si maridares á un olmo nuevo una vid nueva la sostendrá: si le aplicáres una vid vieja, ésta mata. rá á su compañero. De tal suerte conviene que los árboles y las vides que se les maridan sean iguales en edad y en fuerzas. Mas á fin de maridar una vid á un árbol, se debe hacer para el barbado un hoyo, si es en tierra Tijera de dos pies de ancho y otro tanto de hondo, y si es en tierra densa de dos pies y nueve pulgadas, y de seis pies de largo, ó cuando me nos de cinco: y ha de estar éste retirado del árbol no me nos de pie y medio. Pues si lo juntares á las raices del olmo prenderá mal la vid, y aun cuando haya prendido, se opri mirá en creciendo el árbol. Este hoyo, si hay proporcion^ hazlo en otoño, para que se ablande con las lluvias y con las heladas. En seguida al rededor del equinoccio de primavera se han de poner dos vides en cada hoyo á dis tancia de un pie una de otra, para que cubran mas pronto el olmo, y se cuidará de no ponerlas con vientos del norte, ó mojadas con el rocío, sino secas. Esta observacion preven go que se tenga, no solo en la plantacion de las vides, sino tambien en la de los olmos y los demas árboles: como tam bien que cuando se sacan de la almáciga, se les señale por un lado con lapiz colorado; para recordarnos que no demos á los árboles distinta posicion de la que tenían en ella, pues es de la mayor importancia que miren á la parte del cielo á que están acostumbrados desde pequeños. Pero en los si tios que están expuestos al sol, donde el clima no es muy frío ni demasiado lluvioso, el mejor tiempo de plantar los árboles y las vides es el otoño despues del equinoccio. Mas »e han de poner de manera que echemos medio pie de la tierra de la superficie labrada con el arado debajo de las plantas, desenredemos todas las raices, las estercolemos se gun mi opinion , despues de plautadas las cubramos con o aio COLUMELA. tierra labrada , y la pisoteemos al rededor del mismo tronco de la planta. Las vides conviene ponerlas en la extremidad del hoyo mas retirada del árbol, dejar extenderse los sar mientos á lo largo de él, en seguida levantarlos y aplicarlos al mismo, y resguardarlos con un seto de los insultos del ga nado. Pero eu los parages cálidos se han de aplicar las vides al árbol por el lado del norte, en los frios por el del me diodía ; en un clima templado ó por el de levante ó por el de poniente, para que no sufran todo el dia el sol ó la sombra. Celso piensa que es mejor en la primera poda des pues de la plantacion abstenerse del hierro, y rodear al árbol con los mismos vástagos retorcidos en forma de corona, para que la curvatura arroje sarmientos, y se pueda em plear el año siguiente el mas fuerte de estos para formar la caheza de la vid. Pero á roí me ha enseñado una larga ex periencia ser mucho mas útil aplicar á las vides la po dadera desde el principio, y no dejar que se hagan un bos que de sarmientos inútiles. Y tambien pienso que el pri mero que se le deje se corte á la segunda ó tercera yema , para que arroje vástagos mas robustos : los cua les luego que hayan llegado al primer tablado en la po da inmediata se distribuirán en todas sus ramas, dejando por otra parte siempre un sarmiento, que se excitará á subir al tablado superior, y que se aplicará al tronco del árbol, para que se dirija ácia su cima. Y á la vid que se halla ya maridada al árbol , le imponen los cultivadores una ley fija: muchos pueblan de sarmientos los tablados mas bajos, con la mira de tener mas abundancia de frutos y mas facilidad en el cultivo. Pero los que van tras de Ja bondad del vino excitan la vid á subir á lo mas alto de los árboles, y conforme va echando sarmientos nuevos así van extendiendolos á las ramas mas altas , de manera que lo mas alto de la vid siga lo mas alto del árbol, esto es, que los dos sarmientos mas elevados se apliquen al tronco del árbol con direccion á su cima, y á medida que cada rama se haya fortificado, reciba la vid. En las ramas mas gruesas del árbol se pondrá mas numero de sarmientos, que estarán separados unos de otros, y en las mas delgadas se pondrán menos; y la vid nueva se atará al árbol con tres cordeles: uno en la caña del árbol, á LIBRO QUINTO 41I Cuatro píes de distancia de la tierra : otro que coge la vid por la parte mas alta ; y el tercero que la abraza per el me dio. No conviene poner el cordel mas bajo porque quita las fuerzas á la vid3: sin embargo algunas veces es preciso: la primera, cuando el árbol está desmochado y sin ramas 4' la segunda cuando la vid llena de vigor se extiende con loza nía5. Lo demas que se ha de observar en la poda es cortar todos los sarmientos antiguos que han tenido fruto en el año anterior, dejar los nuevos, quitándoles todos los zarci llos y los nietos; y si la vid es fértil dejar caer por las pun tas de las ramas del árbol mas bien los últimos sarmientos que otros; si es endeble, los mas inmediatos al tronco; y si es mediana los de enmedio: porque el último sarmiento lleva muchísimo fruto, y el mas inmediato apura y exte núa muy poco á \a vid. Y es de la mayor utilidad á las vi des desatarlas todos los años, porque se limpian con mas comodidad y se refrescan6: cuando se lían por otro sitio, reciben menos daño y convalecen mas pronto. Y conviene que estos mismos sarmientos se pongan sobre los tablados, de suerte que estén colgando atados por la tercera ó cuarta yema, y que no se les apriete la atadura, no sea que se corten con ella Pero si el tablado está tan lejos que no se puede conducir • él cómodamente el sarmiento, lo ataremos á la vid por en cima de la tercera yema. El motivo que tenemos para prevenir que se haga esto , e» porque la parte del sarmiento que se ha dejado caer del tablado, se llena de fruto; pero la que está atada, se dirige hácia arriba y da madera para el año si guiente. Mas de estos mismos sarmientos hay dos géneros, uno que nace de lo duro, el cual porque comunmente el primer año da hojas sin fruto, lo llaman pampinario: al otro que nace de un sarmiento de un año, por producir fru to inmediatamente, lo llaman fructuario7. Para tener siem pre abundancia de estos en la viña, se han de atar las par tes del sarmiento á tres yemas, para qife todo lo que está por bajo de la atadura , arroje madera. Cuando en seguida la vid ha aumentado su fuerza con los años, se han de ha cer pasar á los árboles inmediatos sarmientos largos, y es tos conviene cortarlos á los dos años, haciendo pasar al mismo tiempo otros mas tiernos, porque aquellos con su o i aía COLUMELA. . vejez fatigan la vid. Tambien ha sido alguna vez conve niente, cuando la vid no puede abrazar todo el árbol, hun dir en tierra alguna parte de ella , que se ha encorvado al intento, y excitar á subir al mismo árbol dos ó tres vástagos de este mugron , para que estando rodeado de mas núme ro de vides, se cubra mas pronto. A. la vid nueva no con viene dejarle pampinario, á no ser que haya salido de un sitio donde sea necesario para maridar una rama que haya perdido los que la cubrían. A las vides viejas les son útiles los sarmientos pampinarios, que les hayan nacido en un sitio conveniente, y es muy bueno dejarles la mayor parte cortándolos á la tercersr yema , porque el año siguiente dan madera. Todo sarmiento nacido en un sitio conveniente, que se ha quebrado cuando 9e podaba ó cuando se ataba la vid , no se debe quitar con tal que le quede alguna yema, porque al año siguiente criará un sarmiento mas fuerte aunque no haya quedado mas de una sola. Se llaman sarmientos precipitados loe que nacidos de varas de un año se atan á lo duro. Estos llevan muchísimo fruto, pero son muy perjudiciales á la madre. Y asi no conviene precipitar el sali miento sino de la extremidad de las ramas, ó si la vid su biere mas arriba de la cima del árbol. Pero 'si alguno qui siere dejar esta especie de rama, con la mira de tener mu cho fruto, lo doblará, despues lo atará y lo precipitará. Pues detras del sitio que se habrá doblado echará muchos sarmientos, y precipitándolos arraerán menos á sí las fuerzas de la vid, aunque den fruto en abundancia. Mas el sar miento precipitado no conviene dejarlo mas que un año. Hay otra especie de sarmiento, que nace de uno nuevo j se ata á la parte tierna de éste ' ara dejarlo colgando: lo lla mamos mate ria. este produce bastante fruto y sarmien tos nuevos: y aunque se dejen dos varas de una misma cabeza, se llaman ambas materin. Mas arriba he enseña do la fuerza que ~tiene el pampinario. El focaneo es el que nace de enmedio de dos brazos como de enme. dio de una horca Este sarmiento he observado que es el peor de todos, porque no lleva fruto y extenúa los dos brazos entre que se ha nacido, por lo cual se ha de quitar. Muchos han creido falsamente que una vid fuerte y viciosa LIBRO QUINTO a,3 60 hace 'mas feraz si se carga dejándole muchos sarmientos. En lo que se han engañado, pues teniendo muchas varas, echa de ellas muchos pámpanos, y cubriéndose de infinidad de hojas, deja caer peor la flor, retiene mas las nieblas y los rocíos, y pierde toda la uva. Yo pienso pues que la vid que sea fuerte se distribuya en las ramas del árbol , que se extienda en forma de radios, dispersando sus sarmientos largos en los árboles inmediatos, que se precipiten los de mas, y si se enviciare demasiado, se dejan sueltas las mate rias: este es el método de hacer la vid mas feraz. Pero así como una arboleda con vides es recomendable cuando está espesa, por su fruto y hermosura, del mismo modo cuan do se aclara por la vejez, es inútil y fea. Y para que esto no suceda, un padre de familia que sea cuidadoso, debe in mediatamente que cualquier árbol venga á menos por la vejez arrancarlo, para substituir en su lugar otro nuevo, dándole una vid, no tanto cíe barbado aunque tenga pro porcion , cuanto de mugron tomado de los mas inmediatos, que es mucho mejor. El método de una y otra manera de propagacion es semejante al que hemos ya enseñado. Y bas te con los preceptos que hemos dado sobre los árboles ma ridados a vides al uso de Italia. uIüm i ..'• n.Vüj '.¡¡ i;u . i •^PlTÚLó'W ' .s ; . ,•.t''/ . ,.i',.j.hi .'.} i < . \ Ve la arboleda Gálica á que se maridan vides. Hay tambien oflia espebie'de'1 arboleda maridada áf vides-, que está' en uso en las Galias^y se llama n/m/NttMdV.Esta desea árboles bajos y <¡\e pocas hojas. Para lo cual parece muy á propósito el durillo: este es un árbol semejante al cornejo/Y aún tambien muchas personas ponen para esto .mismo el cornejo, el carpe y el fresno silvestre , y alguna vez tambien el sauce. Pero éste no se ha de poner sino en si tios húmedos, donde otros árboles asen con dificultad. Se puede tambien poner el olmo, de manera que se descabece cuando esté todavía tierno , para que no pase de quince pies de alto. Pues yo he advertido que el rumpotino está ordina riamente formado de manera que los tablados se disponen en o3 al4 COLUMELA. los sitios secos y pendientes á ocho pies de altura, y en los llanos y húmedos á doce. Pero por lo comun este árbol se divide en tres ramas , á cada una de las cuales se les dejan muchos brazos por ambos lados, y se les cortan casi todas las varetas al tiempo de la poda de la vid, para que no ha gan sombra. Si no se siembra trigo entre los árboles rumpoUnos , se deja de claro de uno á otro por ambos lados vein te pies ., pero si se trata de tener cosecha de granos , se de jan por un lado cuarenta pies, y por otro veinte2. Lo de mas del cultivo se da por el mismo orden que en la arbole da con vides á uso de Italia , esto es , que se ponen las vi des en hoyos largos , que se labran con el mismo cuidado, que se distribuyen sobre las ramas de los árboles, que se hagan pasar de unos á otros, y se enlacen entre sí nuevos sarmientos largos, y se corten los antiguos. Pero si un sarmiento largo de estos no llega á su inmediato, se atará una vara á los dos. Cuando despues el fruto los encorve con su peso, se sostendrán con apoyos que se les pondrán por de bajo. Pero esta clase de arboleda , y todos los demas árbo les, mientras mas profundamente se aran y se les cavan los pies , mas abundantes dan los frutos. Lo cual si sea conve niente al padre de familia hacerlo, lo hace ver el producto. CAPITULO V.IJI. Del olivo, de sus variedades, y qué terreno sea convenien te para plantarlo;' }So obstante el cultivo de todo árbol es mas sencillo que el de las viñas, y el olivo que es el primero de todos los árboles, es entre todas las plantas el que necesita menos gas to. Pues aunque no lleva fruto todos los años de seguida, sino por lo comun uno sí y otro no, merece la mayor con sideracion, porque se sostiene con un cultivo ligero, y cuan do no tiene fruto, apenas exige gasto alguno,, y por poco quese cultive, multiplica inmediatamente el fruto: cuan do se descuida por muchos años, no descaece como la viña, y entretanto en aquel mismo tiempo da algun producto ~al padre de familia, y cuando se le vuelve ádar cultivo en Un año se reforma. Por esto hemos determinado dar precep LIBRO QUINTO ai5 tos exactos para este género de árbol. Creo que hay muchas variedades de olivas, como las hay de vides: pero á mi noticia solamente han llegado diez : la Pausia , la Algiana, la Liciniana1, la Sergia, la Nevia, la Calminiana1, la Orquis3, la Regia*, la Circitess y la Murtea6. De las cuales la aceituna mas agradable es la Pausia , la mas herniosa la Regia7, y ambas son mejores para comerlas que pa ra aceite. Sin embargo de que la Pausia , mientras está ver de, da aceite de un gusto superior, en añejándose se echa á perder. Tambien es mejor coger la Orquis y el Radio pa ra comer que para aceite. La Liciniana da el mejor aceite, la Sergia en mas abundancia. Y por lo comun toda la aceituna mas grande es mejor para comerla , y la mas pequeña para sacar aceite. Ninguna de estas clases aguanta la tem peratura muy ardiente ni la muy fria : y así en los parages muy cálidos aman las colinas que estan al norte, y en los frios, las que están al mediodía. Pero no quieren los sitios muy bajos, ni los muy elevados, sino mas bien pendiente» moderadas, como las que vemos en Italia en el pais de los Sabinos, ó por toda la provincia Bélica. Este árbol creen muchos que no vive ó no es fértil á mas distancia del mar que la de sesenta millas, pero en algunos parages que es tán mas distantes prevalece bien. La Pausia aguanta gran demente los calores, y la Sergia el frio. El terreno mejor para las olivas es el que tiene el fondo de cascajo, y la ca pa de encima de arcilla mezclada con arena gruesa. No me rece menos aprobacion el suelo donde hay arena pingüe. La tierra densa, si es húmeda y pingüe, recibe tambien con comodidad este árbol. La greda se ha de desechar entera mente, sobre todo si nacen en ella manantiales y está siem pre parada el agua. Igualmente le es contrario el terreno, que no tiene mas que arena estéril y cascajo pelado. Pues aunque no muere en él, no obstante nunca toma vigor. Sin embargo se puede plantar en tierras de granos, ó donde se han criado madroños ó coscojas. Por lo que hace á la enci na, ésta aun despues de cortada deja raices dañosas al oli var, cuya r'onzoña mata estos árboles. Esto es lo que he te nido que deciros en general sobre toda la especie de este ár bol. Ahora voy á explicar por partes su cultivo. °4 ai6 COLUMELA. CAPITULO IX. De los planteles de olivos y de su cultivo en ellos, del trasplante y del cultivo despues de este, ¡ La almáciga para el olivar se preparará al aire libre, en un terreno medianamente fuerte, pero jugoso, no denso ni suelto, sin embargo es mejor en el suelto. Este género de tierra es por lo comun negra: la cual luego que la ha yas agostado á tres pies de profundidad , la dejarás fer mentar, cercándola antes con una zanja profunda para que no entre el ganado : en seguida quitarás á los árboles unas ramas nuevas largas y brillantes , que puedas abar car con la mano, y de las mas fértiles, y de ellas corta rás estacas. muy frescas, de suerte que no lastimes la cor teza ni otra parte alguna, sino la que la sierra cortare. Y esto se consigue con facilidad, si pones una horquilla por bajo de la rama que se va á cortar, y cubres aquella parte de la horquilla sobre que se va á poner la rama con. heno ó paja, para que se asierre suavemente, y sin per juicio de la corteza. En seguida se cortarán estas estacas de pie y medio de largo con la sierra , y sus cortes de am bas partes se alisarán con el acha , y se señalarán (?on lap\¿ colorado para ponerlas en la tierra en la misma. posicion en que estaban sobre el arbol, y de suerte que se dirijan por su extremidad inferior ácia la tierra , y por la pun ta ácia el cielo, pues si se entierran en modo inverso, nacen con dificultad, y aunque hayan adquirido mucho. vigor serán perpetuamente estériles. Pero será convenien te untar las cabezas y las partes inferiores de las estaca» con estiercol mezclado con ceniza, y enterrarlas enteramente,, de manera que estén cubiertas con tierra mullida á la altu ra de cuatro dedos. Pero se entierran con dos señales , una por cada parte: estas son de cualquier árbol , y se ponen á muy corta. distancia de ellasi se unirán entre sí por las pun tas con \ma atadura, no sea que si están separadas se echen abajo facilmente. Esto es util hacerlo, para prevenir la ig norancia de los cabadores, y que cuando determináres la. LIBRO QUINTO £l? brar la almáciga con los azadones ó con los escardillos , no se lastimen las estacas que se habrán plantado. Hay algunos que creen ser lo mejor plantar las yemas de los olí. vos, arreglándolas con una cuerda por un método semejante ; pero sea de un modo ó de otro se debe hacer des pues del equinoccio de primavera , y escardarse la almáci ga las mas veces que se pueda el primer año, el segundo y los siguientes labrarla con los rastros cuando hayan ya toma do fuerzas las'raicillas. Pero convendrá abstenerse de porJar las en los dos primeros años , y dejar á cada una el tercero dos ramillas, escardando á menudo la almáciga. Al cuarto año se cortará la rama mas endeble de las dos. Cultivados de esta suerte los arbolitos por ciuco años, están buenos pa ra trasplantarlos. Se colocan las. plantas on el olivar con mur cha oportunidad, si el terreno es seco y nada pantanosopor el otoño; ó por la primavera, poco antes que arrojen, si es pingüe y húmedo; y se les preparan un año antes hoyos de á cuatro pies; y si el tiempo no da lugar, an tes que se pongan los árboles se quemarán los hoyos corr pnja, para que la i ablande el fuego ./como debían haberlo hecho el sol y las heladas. El intervalo menor que de be haber entre los liños , si el terreno es pingüe y pro pio para sembrar granos es de sesenta pies por un lado, y cuarenta por otro; y si es endeble y no bueno para siem bras de veinte y cinco. Pero los liños conviene dirigirlos ácia la parte de donde viene el viento Favonio, para que se refresquen con él en el estío. Estos mismos arbolitos pueden trasplantarse de esta manera : antes de arrancar uno señalarás con lapiz encarnado la parte que mira al' me diodía, á fin de que se plante del mismo modo que esta ba en la almáciga. En seguida se dejará al rededor de él un pte de tierra , y de esta suerte se sacará con su césped ; y para que éste no se desbarate al arrancar la planta conviene en lazar entre sí unas varetas medianas y aplicarlas al césped que se está sacando, sujetándolas con mimbres, de tal mane ra, que estreclrada la tierra con ellas se retenga como si' es tuviera encerrada. Desarraigado en seguida el arbolito se sa cudirá el césped ligeramente , se atará á unas varas que se Je pondrán por debajo, y se trasplantará. Antes de ponerlo en ai8 COLUMELA ' el hoyo convendrá cavar con azaJones el suelo de éste: en seguida echar dentro tierra de la que habrá sido labrada en la superficie con el arado , si es pingüe, poner debajo unos granos de cebadai y si hay agua parada en los hoyos se ha de sacar enteramente antes que se pongan en ellos los ár boles: en seguida se han de echar piedras menudas, ó cas cajo mezclado con tierra pingüe, y puestas las plantas se han de rebajar todo al rededor los lados de los hoyos , y po ner entre la tierra un poco de estiercol. Pero si no conviene plantar el arbol con su tierra, entonces será lo mejor despo jar el tronco de todas sus hojas , alisar los cortes, untarlos con estiercol y ceniza, y ponerlos en un hoyo ú en una zanja. £1 tronco mas á propósito para trasplantarlo es el que tiene el grueso de un brazo; pero se puede tambien trasplantar el que sea mucho mas grueso y robusto: el cual conviene ponerlo de manera que quede una parte muy pequeña de él fuera del hoyo , si no tiene peligro de par te del ganado , pues brota con mas pujanza. Si', no obstante estor no se pudieren evitar de otra suerte los insultos del ganado, se elevará mas el tronco, para que esté libre de ellos. Y tambien se han de regar las plantas cuando han llegado las sequedades, y no se les ha de llegar con hierro hasta que hayan pasado dos años ; y en el primero se les deben quitar todos los renuevos, sin dejarle mas que un ta« IJo solo , que será mas alto que el buey de mas alzada , pa ra que, cuando éste are, no se lastime el anca ú otra cual quiera parte de su cuerpo. Es tambien muy bueno resguar dar con setos las plantas, despues de haberlas puesto, y dis tribuir en seguida el olivar, cuando ya está formado y en estado de producir , en dos partes que se cubran de fruto al ternativamente cada una su año, pues el olivo no lo da con abundancia dos consecutivos. Cuando el terreno en que está plantado el olivar no está sembrado, echan brote los olivos; cuando se siembra llevan fruto, y así distribuido como hemos dicho da todos los años igual producto. Pero se ha de arar lo menos dos veces al. año, y se le han de cavar los pies profundamente con azadones. Porque como la tierra se abre con los calores despues del solsticio, se ha de procurar que el sol no penetre por estas grietas has- LIBRO QUINTO ai9 ta las raices de los árboles. Despues del equinoccio de otoño se han de excavar, de manera que, si están en pendiente , se hagan regueras por la parte superior que con duzcan agua cenagosa hasta el tronco. En seguida se han de arrancar todos los años todas las sierpes que nacen al pie del arbol , y de tres en tres se han de alimentar con es tiercol ó con alpechín. Y estercolando el olivar por el mis mo método que he propuesto en el libro segundo, apro vechará á los granos que se sembraren en él ; pero si no quieres buscar mas que la utilidad de los árboles planta dos, deben echarse á cada uno seis libras de estiercol de cabras, un modio de ceniza, ó un coogio de alpechin, pa ra cpie mezclado con la tierra caliente el invierno las rai ces. El alpechin se ha de echar á los que estén sanos, poique si por el invierno sobrevinieren gusanos ú otros animales, se matan con este líquido. Muchas veces tam bien, tanto en sitios secos como en húmedos, se infestan los árboles con el musgo , del cual si no lo libertares con el hierro, no se cubrirá el olivo de fruto ni de mucha hoja. Tambien conviene podar el olivar, aunque con in termision de muchos años, porque debe tenerse presen te el proverbio antiguo, que dice: que el que ara el oli var. le pide el fruto , el que Ib estercola se lo ruega con instancia , y el que lo corta lo obliga á que lo dé. Pe ro será bastante hacerlo de ocho eri ocho años , no sea que se corlen una ú otra vez las ramas de fruto. Suelen tambien los árboles, aunque estén frondosos, no llevar fruto. Estos conviene horadarlos con una barrena gáli ca, ó introducir en el agujero un trozo de acebuche ver de : de esta manera el árbol , como fertilizado por una semilla fecunda, queda mas feráz1. Pero tambien se ha de ayudar sin excavarlo, con alpechin sin sal, con ori na añeja de cerdo , ó con la de hombre : ambas se sumi nistran con moderacion, porque para el árlx'l mas gran de habrá bastame con una urna cerno no se le mezcle otra tanta agua. Suelen tambien las olivas negar el fruto por vicio del terreno, que se remediará de esta manera: la" excavaremos haciendo á sus pies pozas hondas , des pues las rodearémos de cal mas ó menos segun la mag aao COLUMELA. M nitud del arbel; pero el mas pequeño exige un modto. Si no se hubiere adelantado nada con este remedio , so debe acudir al recurso; del injerto. Pero despues diremos de qué modo se ha de injertar el olivo. Alguna vez tam bien hay en este arbol una rama un poco mas frondo sa que las demas, la cual si no la cortares; todo el arbol se deteriorará. Lo que hemos dicho hasta aquí de los oli vos es suficiente. Resta el cultivo de los árboles frutales: vamos á dar preceptos en seguida para él. CAPITULO X. De los árboles frutales , su plantío y cultivo. Antes de plantar los árboles frutales conviene que cerques con albarradas , con seto ó con una zanja perpendicular , el sitio de la arboleda, para que estorve la entrada no solo al ganado , sino al hombre : porque, si éste manosea1 muchas veces las cimas de los árboles, 6 el ganado las roe, no pue den tomar jamas incremento. Y es útil distribuir estas plan tas por clases, sobre todo para que la endeble no sea opri¿ mida por la mas fuerte , porque no son iguales en fuerza ni en magnitud, y toman su incremento en espacio desigual de tiempo. La tierra ; que es á propósito para las vides es tambien útil para. los árboles. Un año antes qué quieras plantarlos, abre los hoyos: de esta manera se ablandará la tierra con el sol y con las lluvias, ;y laque se ha puesto asiri prontOíPéro'isi quisiereéwhaoerilos. hoyo» y plantar Jos •arboleé en! un mismo' añ*,/ ábrelos cdn dos meses. de ¡antioi.* 'pacio*»,: y enseguida calientalos con paja que quemarás dentro de elloé: si los hicieres irías anchos y abiertos serán mas hermosos y mas abundantes Jos; frutos' que cojas». Pero estos hoyos se han de hacer á semejan»l dé ollas, cuyofonc do es mas ancho que' la boqa, para que las raices se e>tiei> dan mas; y penetre por su boca angosta menos frio en el invierno y menos calor en el estío, y asimismo para que la tierra de que se les habrá rellenado no' se arrastre por las lluvias si el terreno está. expendiente.. Pon los árboles. clat *os ,,• para que cuando hayan crecido, tengan espacio eufi^ LIBRO QUINTO aftl cíente para extender las ramas: pues si los pusieres espesos, no podrás sembrar debajo cosa alguna, ni ellos serán fruc tuosos si no los entresacares : por lo cual conviene dejar de entreliños cuarenta pies, ó lo menos treinta. Escoge plantas gruesas , no menos que el astil de un azadon , derechas , al tas, lisas, sin heridas y con la corteza entera: estas asirán bien y pronto. Si las tomáres de ramas antiguas, escóge las tambien de las que llevan todos los años frutos buenos y mas abundantes, y mas bien de las que están expuestas al eol, que de las que están privadas de él por la sombra de las ramas ó de las plantas. Pero antes que trasplantes los arbo laos, nota á qué vientos estaban antes dirigidos, despues aplica tus manos para trasplantarlos de un terreno pen diente y seco á uno húmedo* Cuida sobre todo de ponerlo con tres brazos y de.Ues pies de alto cuando menos. Si qui sieres poner en ün mismo hoyo dos ó tres arbolitos, pro cura que no se toquen unos con otros, porque con el con tacto. mútua,. ó se podrirán, ó los matarán los gusanos. Cuando pusieres las ;planfae, mete por la derecha y la izquierda hasta. lo hondo del hoyounos hacecillos de sarmien tos' del; grueso de un brazo, de suerte que asomen un poco sobre la tierra, por cuyo medio. puedas con poco trabajo suministrar en el estío agua á las raices. Los árboles y plan*as que las tengan, ponlas en el otoño, esto es, hácia las ca lendas y los idus de octubre. Laa estacas y ramas ponlas al principio de la primavera, antes que broten los árboles. Y para que las polillas no incomoden á las de higuera, pon en lo hondo del hoyo unos trozos de lentisco con las puntas acia abajo. No plantes este árbol cuando hace frio. Ama los sitios abrigados, los pedregosos,: los cascajosos y algunas veces los peñascosos. Presto se hace grande si hicieres los hoyos anchos y abiertos. Las varias especies de higueras, auneme se dife rencian en el sabor de su fruto y en su porte exterior, se plantan de un mismo modo, pero se ha de tener conside racion á la diversidad de terrenos: en los que son fríos y aguosos, por el otoño se ponen higueras tempranas, para coger el fruto antes de das lluvias: en los cálidos plantarás higueras de invierno. ífero si quisieres hacer tardia una hi guera, aunque ella no lo sea por su naturaleza, echa abajo Jas / »aa COLUMELA. brevas ó el primer fruto, y producirá otra vez otro, que se conservará en el árbol hasta el invierno. Alguna vez tambien, cuando han empezado á echar hojas las puntas de las ramas de las higueras es provechoso cortar con hierro sus extremidades: de esta manera se hacen los árboles mas fuertes y mas fértiles; y siempre será conveniente, desde que las higueras comiencen á cubrirse de hojas, desleír al magra en alpechín, y echar esta composicion á la raiz mez clada con estiercol humano. Esto hace que el fruto sea mas abundante, y que la pulpa esté mas llena y mejor. Pero so bre todo se han d? plantar higueras de Livio, de Africa, deCalcis, de Ghio, de Lydia, Calistruthias, Mariscas, de Rhodas, de la Libia, de Invierno, y tambien todas las que prome ten dos, y las que prometen tres frutos al año. Planta el al mendro, que es el árbol que brota primero, hacia las calen das de febrero; quiere un terreno duro, cálido y seco, pues si lo pusieres en terreno de diferente cualidad, se pudre co munmente. Antes de sembrar la almendra, remójala en agua de aloja que no esté demasiado dulce: de esta suerte cuando el almendro esté gran le, dará fruto de sabor mas agradahle, y entretanto se cubrirá de hojas m -jor y mas pronto. Pon tres almendras en triángular de suerte que disten entre sí un palmo á lo menos2, y que la que esté en el vértice3 mire al punto del cielo de donde sopla el viento Favonio. Cada una de las tres no dará mas que una raiz sola y un solo tallo: y cuando aquella llega al fondo del hoyo rechazada por la du reza dela tierra, se encorva, y extendiéndose arroja otras rai ces á manera de ramas. A la almendra y á la avellana las podrás hacer Tarentinas ó mollares de esta suerte. En el ho yo que le hubieres destinado echarás tierra desmenuzada hasta la altura de medio pie, y allí sembrarás semilla de cañaheja. En habiendo ésta nacido , hiéndela , y en su médula introducirás una almendra ó una avellana monda da , y estando así cúbrela con tierra. Esto lo harás antes de las calendas de marzo, ó aunque sea entre las nonas y los idus de este mes. En el mismo tiempo conviene sembrar la nuez, el piñon y la castaña. El grabado es bueno plantarlo desde este tiempo hasta las calendas de abril. Pero si su fruto es agrio, ó menos dulce, se corregirá de esta manera: LIBRO QUINTO aa5 echa á sus raices estiercol de cerdos, de hombres, y orina añeja: esto hará mas íértil el árbol; en los primeros años pone el fruto vinoso, y al caho de cinco dulce y de pipa tier na. Nosotros hemos desleido en vino una porcion muy pe queña de asalétida y con ella hemos untado las extremida des del árbol, y esto ha corregido la acidez de las granadas. Para que estas no se abran, el remedio es tres piedras, si al plantar el arbol las colocares junto á su misma raiz. Pero si ya lo tuvieres plantado, siembra una cebolla albarrana cer ca de su raiz. Otro remedio hay que se aplica cuando están ya maduras, y es torcerles las ramillas, por cuyo medio es tán colgando de los árboles. De este mismo modo se con servarán todo el año sin podrirse. Planta el peral en el oto ño ames del solsticio de invierno, veinte y cinco dias lo me nos antes de éste. Para que sea fértil conviene luego que es té grande excavarlo profundamente, henderle el tronco jun to a la misma raiz y en la hendidura introducirle una cuña de tea de pino que se dejará allí: en seguida luego que se ha ya cubierto la excava , se echará ceniza sobre la tierra. Pero se ha de cuidar de plantar en las huertas de árboles frutales perales de las mejores especies. Estos son los de Palombara los Reales, los de Señi, los de Taranto, los que se llaman Syíios, los Purpúreos, los Soberbios , ios Hordeáceos, los Anicianos, los Nevianos, los Favonianos, los Laterrtanos, los de Dolábela, los deTurrauro, los de Fruto grande, los Melares los Tempranos, los de Venus, y algunos otros cuya enumera cion sería ahora larga. Se han de buscar ademas diferentes especies de manzanos, principalmente los de Escandio, los de Matio, los peros, los manzanos de Sextio, los de Pelusio los de Ameria, los colorados, los Melapios; y tambien los membrillos de que hay tres especies, los pequeños, los ChrysomelianosylosZamboos. Todos los cuales no solotraen deleite al paladar, sino salubridad. Igualmente los servales los albaricóques y los dura/nos, no son los que tienen me nos estimacion. Plantarás los manzanos, los servales y los ciruelos desde mediados de invierno hasta los idus de fe brero. El plantío de los morales es desde estos idus hasta el equinoccio de primavera. La algarroba, que algunos llaman ceratio, y el durazno, plántalos por el otoño antes del sois- 3a| COLUMELA. ticio de invierno. El almendro, si fuere poco fértil, horá dalo y métele una piedra, que dejarás cubrirse con su cor teza. Conviene despues de haber labrado y estercolado la tierra de las huertas ácia las calendas de marzo, poner 90. bre los caballones de las tablas ramas de todas especies de árboles. Se ha de tener cuidado de que, mientras las plan tas tienen las ramillas tiernas, se despampánen, por decir lo asíl, y se reduzcan á un solo tallo el primer año: y cuan do' haya entrado el otoño, y antes que el trio queme las ci mas, conviene quitarles todas las hojas, y estando de esta manera, cubrirlas con canutos gruesos que tengan por un •lado los nudos enteros y les sirvan como de sombreros, pre servándose de esta sueltelas varetas, que están todavía tier nas, delirio y de las heladas. Enseguida pasados dos años, bien quieras trasplantarlos y distribuirlos en liños, bien in jertarlos , puedes hacer ambas cosas con bastante seguridad. ¡.'í.¡••¡.. : ' . '! ' •).'.' ' ¡ '' i i. .,' , . "H CAPITULO XI. i ; ' .' . .'. ...',, .' • ' '. jDe los injertos. -~, . • .,, .'..''"' i . .. . . ' Toda pna se puede injertar len todo árbol, si no er dese mejante én ra coríeza á áqUeí en que se ihjertai; - pero si tambien produce frutos parecidos á los de éste y en el mis mo tiempo, se injerta admirablemente y sin escrúpulo. Pe ro los antiguos nos han enseñado tres especies de injer tos. Uno por el" criar el árbol cortado y hendido recibe pms; cortadas de otro árbol1.' Otro' ipor el cttel fcs"*rtmj*ft entre la corteza y la madera*: e^fas^os clases de iñjertosse hacén eriila primavera. El tercero' es por el que recibe la misma yema con un pedacito de corteza ' sobre una parte 1de su'cüerpo,' qué, han despojado dela áiya: á este llaman algunos cultivadores émpastrfíttórvytXma Iriocúlationi. Es ta especie de irtjcrto'se hace irrüy' bien en el estío, Litego que .háyamos manifestado el mÓHo de'hacér estos injertos, enseñaremos tambien uno de nuestra invencion. Injerta to dos los árboles luego que empiecen á desarrollar las yemas, y en la creciente de la luna : perb et olivo acia el equi* noccio de la primavera hásW los *dus. de abril. Er árbol de LIBRO QUINTO aa5 que quieras injertar y de que has de tomar puas para la inci sion, procura quesea tierno, fértil, y con muchos nudos, y cuando empiecen á hincharse las yemas, toma las puas del grueso del dedo pequeño, y con dos ó tres brazos de rami llas de un año, que miren al nacimiento del sol y estén in tactas. El árbol que quisieres injertar, lo has de aseirar con precaucion por la parte que esté mas brillante y sin cica triz, cuidando de no lastimar la corteza. En seguida, cuan do hayas cortado el tronco, alisarás el corte con una herra mienta afilada; despues introducirás una cuña delgada de hier ro ó de hueso entre la corteza y la madera , no menos de tres dedos, pero con precaucion, para que no lastimes ó rompas la corteza. En seguida raspa por un lado en las puas que quieras introducir, con una podadera afilada, una parte igual al lugar, quedará la cuña que se habrá clavado de suerte que no hagas á las médulas ni á la corteza de la otra parte daño alguno. Luego que tengas preparadas las puas, saca la cuña y mételas en los agujeros que has hecho con ella entre la corteza y la madera. Introducirás dichas puas hasta donde hubiere llegado la raspadura , de tal ma nera que quede fuera del árbol medio pie y no mas. En un árbol podrás injertar bien dos puas , ó mas , si el tronco es mas grueso, dejando entre ellas un espacio de cuatro dedos: lo que harás segun la magnitud del árbol y la bondad de la corteza. Asi que hayas puesto en un árbol todas las puas que pueda recibir, lo atarás con una corteza de olmo, con un junco ó con una mimbre: despues untarás todo el cor te con barro bien amasado con paja, y lo mismo harás con el espacio que hay entre las puas , de manera que queden descubiertos cuatro dedos de éstas lo menos : en seguida ponle encima musgo, que atarás de suerte que no se in troduzca la lluvia. Algunos hay sin embargo, que quieren mas bien hacer lugar en el tronco del árbol con una sierra para poner las puas y alisar con una navaja bien afilada las partes que han aserrado, y hecho ésto, ajusfar dichas puas. Si quieres injertar un árbol pequeñito, córtalo por abajo, de modo que no quede fuera de tierra mas de pie y medio: y despues de haberlo cortado, alisa con cui dado el corte : < hiende muy ligeramente el tronco por e\ P aa6 COLUMELA. medio con una navaja adiada, de manera qus la hendidura sea de tres dedos: en seguida introducirás en ella una cuña, para separar sus labios, y pondrás puas raspadas por una parte y por otra, de suerte que su corteza esté al nivel de la del árbol. Luego que hayas ajustado con cuidado estas puas , saca la cuña , ata y unta el árbol , como he dicho ar riba: en seguida amontona tierra todo al rededor de él has ta el mismo injerto: esto lo defenderá muy bien del viento y del calor. El tercer género de injerto, como es muy deli cado, no conviene á toda especie de árboles, pero ordina riamente lo reciben los que tienen la corteza húmeda, ju gosa y fuerte, como la higuera. Pues echa mucha leche, y tiene la corteza récia , y por consiguiente se injerta muy bien por éste método. Escoge en el árbol de que quieres tomar el injerto unas ramas nuevas y brillantes, y observa en ellas una yema bien aparente y que tenga esperanza segura de brotar: hazle una señal al rededor de dos dedos cuadrados, de suer te que quede la yema en medio, y hecho esto corta la cor teza con una navaja siguiendo la señal, despréndela con cuidado , de suerte que no hagas daño á la yema. Escoge en seguida igualmente la rama mas brillante del otro árbol que vas á injertar, corta en ella un pedazo de corteza del mismo tamaño que la primera , y quítala , dejando descubier ta la madera: en seguida aplica la corteza que tienes pre parada á la parte que has despojado de la suya , de modo que corresponda exactamente á ella. En habiendo hecho esto así , átalo todo bien al rededor de la yema , cuidando de no hacer daño al mismo germen. En seguida untarás las junturas y las ataduras con barro, dejando un intérvalo has ta la yema, para que esté en libertad, y la atadura no la apriete. Corta las sierpes y las ramas superiores del árbol injertado, para que no haya cosa alguna que pueda hacer llamada al jugo, ó para que no se emplee éste mas que en alimentar al injerto. Pasados veinte y un dias desátalo, y de este modo se injerta tambien grandemente el olivo. Ya hemos enseñado la cuarta especie de injerto , cuando trata mos de las vides: por tanto es superfino repetir en este lu gar, el método que enseñamos de injertar de barrena'. Pero como los antiguos hayan negado que toda especie de pua LIBRO QUINTO ai? puede injerirse en todo árbol, y hayan establecido como una ley invariable la decision de que hemos usado poco antes, diciendo que solamente pueden prender aquellas puas que son semejantes al patron ó árbol en que se in jertan , por su corteza exterior é interior y por su fruto : he mos creido deber disipar el error de esta opinion , y mani festar á la posteridad el método de poder injertar toda es pecie de pua en toda especie de árbol. Y para no fatigar al lector alargando mas este libro, pondremos un ejemplo que pruebe poderse injertar toda especie de pua sobre todo árbol. Haz un hoyo de cuatro pies en todas dimensiones, tan retirado de un olivo, que lo último de sus ramas pue da Hegar á el. Pon en el mismo una higuera pequeña, te niendo el mayor cuidado en que tome fortaleza y brillo. Tres años despues, cuando la higuera habrá tomado ya bas tante incremento, encorvarás la rama del olivo que parezca mas brillante, y la atarás á la caña de la higuera: y hecho esto, y habiendole cortado todas las mas de las ramillas, dejarás solamente las que quieras injertar: en seguida des mocharás la higuera, alisarás el corte y la henderás por medio con una cuña: despues rasparás por ambos lados los tallos del olivo, sin mudarlos de la posicion en que están unidos á su madre, y preparados así los introducirás en la hendidura de la higuera , saca la cuña y ata con cui dado los tallos , para que ninguna fuerza los saque. De esta manera al cabo de tres años se une la higuera con el olivo, y al cuarto, cuando se hayan incorporado bien, se separan los tallos del último de su madre, como se hace con los mu grones: de este modo injertarás toda pua en todo árbol. Pe ro antes de dar fin á este libro j ya que en los anteriores hemos tratado de casi todas las especies de plantas, ahora es tiempo de hablar del cítiso4. ' CAPITULO - . XII. . Del átiso. feerá muy útil que haya en la heredad la mayor porcion po sible de cítiso , porque es muy provechoso para las gallinas, P * aa8 COLUMELA. las abejas y las cabras, y tambien para los bueyes y toda clase de ganados: pues los engorda pronto y da mucha leche á las ovejas: é igualmente puedes emplearlo ocho meses en cali dad de forrage verde , y despues en la de pasto seco. Ade mas prende presto en cualquier terreno, aunque sea muy endeble ; y aguanta cualquier contratiempo sin detrimento. A la verdad, si las mugeres tienen falta de leche, convie ne echar en agua cítiso seco , y asi que haya estado en ella toda la noche , al dia siguiente se esprimirá el jugo y se mezclarán tres heminas de él con un poco de vino, y se le darán á beber: de este modo ellas estarán buenas, y los niños se pondrán robustos con la abundancia de leche. Y Ja siembra y plantío del cítiso se puede hacer en el oto ño hácia los idus de octubre, ó en la primavera. Luego que hayas labrado bien la tierra, harás unos tablares pequeños, en los cuales sembrarás el otoño la simiente del cítiso , co mo se siembra la de albahaca : en seguida arreglarás por la primavera la3 plaritas, de suerte que disten entre sí por to dos lados cuatro pies. Si no tuvieres semilla , pon por la pri mavera cogollos de cítiso, y arrímales al rededor tierra es tercolada. Si no viniere la lluvia , los regarás los quince dias inmediatos, y al instante que empiece á echar la hoja nuer va , lo escardarás , y tres años despues lo cortarás y se lo darás al ganado. Para el caballo hay bastante con quince Vi bras de cítiso verde, para el buey con veinte: á los demas ganados se les da á proporcion de sus fuerzas. Tambien se puede plantar el cítiso de estaca con bastante oportunidad antes del mes de setiembre, porque prende fácilmente, y nada le hace daño. Cuando se les da seco á los animales , ba de ser en menor cantidad que verde, porque tiene mayor virtud : y antes lo remojarás en agua y lo mezclarás des pues de haberlo secado, con paja. Cuando quieras secar el cítiso, lo cortarás hácia el mes de setiembre, luego que principie á engruesar su semilla, y lo tendrás al sol algunas horas hasta que se marchite: en seguida lo acabarás de se car á la sombra , y en estando seco , lo guardarás. Basta ha ber dado hasta aquí preceptos en orden á los árboles: en el siguiente volumen los daré acerca del cuidado y de los remedios del ganado. LIBRO QUINTO aa9 NOTAS AL LIBRO QUINTO. Notas al capitulo I. . I. Estas palabras no se leen en el dia en la obra de las co sas del campo de Marco Varron, pero sí las que siguen , de que infiero que allí falta algo. 3. ¿ Y por que no se ha de decir de cien heredios, que cada nno tiene dos yugadas, y es la cuenta de Varron en el lib. i cap. lonum. 3 de dicha obra? Notas al capitulo II. 1. Aquí se debe observar que por la longitud de un cam po en forma de cuña , no entiende Columeia la de sus lados; en este caso su metodo sería falso. Llama longitud la altura de la cuña, que siempre se mide por una perpendicular que se baja desde la base superior á la inferior, y en éste senti do su metodo es exacto, pues su procedimiento se reduce á este principio cuya verdad se extiende á todos los casos par ticulares. Para valuar la superficie de un terreno en forma de cuña, multiplica la altura por la semisuma de sus bases supe rior e inferior. La prueba de éste principio se halla resolvien do el terreno en dos triángulos y un rectángulo; aunque se ría mas sencilla si se resolviera en dos triángulos, tirando una diagonal sola desde la extremidad de una de las bases á la extremidad opuesta de la otra. 2. ¿Cuánto mas fácil era, y cuánto mas cierto seguir en éste caso el cálculo comun de los geómetras, por el cual se encuentra la superficie de un triángulo' multiplicando la base por la mitad de la altura ? no siendo verdadero el resultado de 39000 pies que dá Columeja, sino aproximado. 3. Sale mas exacto el cálculo multiplicando el radio por la mitad de la circunferencia, ó esta entera por la mirad del radio. 4. Esta superficie se encuentra mejor siguiendo el metodo de la nota antecedente. 5. El medio de que se valen los geómetras para medir la superficie de este arco, que ellos llaman segmento, es medir la del sector, cuyos radios intercepten el mi^mo arco: de la extremidad de uno de estos radios se tirará una línea recta á la del otro, que se llama cuerda, se mide la superficie del trián gulo que forman éstas tres líneas, y deduciéndola de la del sector, lo que resta es la del segmento. 6. La vigésimaquinta parte de un escrípulo es cuatro P3 23o COLUMELA. pies; habiendo cuarenta y cuatro en la superficie del segmen to, faltan seis pies para cincuenta, que es el medio escrípulo, y no cuatro. 7. Columela resuelve el exágono en seis triángulos iguales, y repite seis veces la operacion que hizo para medir la super ficie del triángulo, y por la misma razon que se dio en la no ta segunda, sale mas exacta la medida, haciéndola como allí se indicó. Nota al capitulo V. 1. Virg. Georg. lib. i.'v. 53. Notas al capitulo VI. 1. Se trata de terreno en que se siembran granos : éste , ó es fertil de suerte que haya esperanza de que los árboles tomen mayores incrementos, y así se han de distribuir á mayores distancias", para que no hagan daño á las mieses con la dema siada sombra; ó es endeble, en el cual se crian mas pequeños los árboles, y por eso se han de plantar menos retirados unos de otros. 2. Aquí creo que se indica le nota del tiempo, como poco mas arriba. en el número 3 habia dicho antes que la raiz se descortece al arrancarla, pues consta que cuanto mas lleno de savia está el arbol, con tanta mayor facilidad se le quita la corteza. 3. Apretándola mucho en ésta parte, por la cual debe pa sar toda la sávia. 4. Porque enéste caso la vid tiene necesidad de estar bien sujeta, á causa de no encontrar ramas que poder abrazar. 5. Porque entonces conviene reprimirla estrechándole loe canales de la savia. 6. En efecto, la atadura ó cordel quema y corta la vid. 7. Es decir , rama de fruto. Notas al capitulo VIL 1. De la palabra rumpi, que significa entretejido de ramal de vides de árboles en árboles. 2. Quizá será el motivo porque los árboles distribuidos de ésta manera, dirigidos por lo comun al Favonio, están ex puestos al sol una vez todos los dias , á lo menos por un lado, per medio de éstos espacios desiguales, para que las raices puedan calentarse; lo que no podría conseguirse tan facil me nte si las distancias fueran iguales por todos lados. !.. Notas al capitulo VIII. El padre Harduino en sus notas á Plinio lib. 15, cap. J LIBRO QUINTO a3x dice que éste nombre le viene de Licinio Craso. 2. Tanto menos podemos saber la etimología de éste nom bre cuanto es incierto: Varron llama ésta aceituna colminia , Columela culminiana , Plinio y Faladio cominia. 3. Palabra tomada del griego, y significa testículo. 4. Sería extrangera, pues este epíteto lo daban los romanos á los frutos de los países extrangeros donde habia reyes. . 5. De la palabra griega xesxis que significa lanzadera de tejedor, 1 6. Sin duda porque ésta aceituna era semejante á las bayas de myrro ú arrayan. 7. En el cap. 17 del tratado de los árboles ha dado nues tro autor la preferencia sobre la regia, aun en cuanto á la hermosura, á otras tres variedades; á saber, la Liciniana, la Orquis y la Pausia. Pero es verosímil que allí hablase del ár bol , como se puede inferir del título de este tratado, 'en lu gar de que aquí habla del fruto. Nota al capitulo IX. I» No se piense que esto es una especie de injerto, sino una medicina, pues el trozo que se introduce por medio del tronco se corta por ambas partes. Notas al capitulo X. 1. En el libro de los árboles cap. 18, en lugar de manu hominis tracista, que he traducido si el hombre manosea las cimas de los árboles, se lee cacumina manu prcefacta, que significa quebradas con la mano. 7. Parece que aquí se debe añadir lo siguiente, tomado del Jibro de los árboles cap. 22: y la parte mas aguda ó la pun ta esté acia abajo , porque de alli echará las raices. 3. Para saber cuál está en el vértice del triángulo, en caso de ser equilátero, es menester suponer que ra que está en dicho Íunto está sobre una línea perpendicular, y las das restantes se al.an con las cabezas inclinadas acia ella de ésta manera. Notas al c.apitulo XI. 1. Injerto de pua. 2. De corona. 3. De escudete. 4. El cítiso es la alfalfa árbol, segun el señor Arias en las adií iones al Herrera , tom. 2 , pag. 444. p4 LUCIO JUNIO MOBERATO COLUMELA. De las cosas del campo. LIBRO SEXTO. . De los bueyes , caballos y mulos , y de sus me dicinas. Prefacio. De la union que hay entre la ganadería y la labor , y de las excelencias del buey. 10 sé, oh Publio Silvino, que algunos labradores enten didos han condenado la cria de ganados, y que han des echado con la mayor constancia la profesion de los pastores, como contraria á la suya. Y yo no niego que esto lo han hecho con alguna razon , considerando el objeto que se propone el pastor, como opuesto al del labrador: pues que és te tiene su mayor complacencia en tener un terreno muy bien labrado y limpio de yerbas, y aquel en tener uno in culto y lleno de ellas: éste tiene su esperanza en el fruto' de la tierra , y aquel en el del ganado: de que resulta que la copia de yerbas, que es lo que abomina el labrador, es lo que por el contrario apetece mas el pastor. Perosin embargo en estos deseos tan opuestos hay cierta especie de sociedad y de union: lo uno porque comunmente es de mas utilidad aprovechar el pasto de nuestra heredad con ganado propio que con el ageno , y lo otro porque con el copioso abono, que se consigue con el estiercol de los rebaños, abundan los frutos de la tierra. Y no hay tampoco pais alguno en que, si se producen granos, no se ayuden las operaciones conducentes á esto, tanto con el auxiho de los ganados co mo con el de los hombres: por lo cual los jumentos1 han traido el nombre de la cosa misma , á causa de que ayudan LIBRO SEXTO a33, nuestro trabajo, bien sea conduciendo cargas, bien arando la tierra. Y asi yo pienso que conviene conocer tan perfec tamente la cria de los ganados, como el cultivo de los cam pos, segun lo previnieron los antiguos romanos. Pues en la agricultura la industria de apacentar ganados aun es la irías antigua y al mismo tiempo la mas lucrativa: por lo cual los nombres latinos de pecunia y peculium, que el primero signiGca la moneda y el segundo lo que suena, y tambien el pegujar, parecen haberse derivado de pecus, que significa ganado: porque esto fue solamente lo que poseyeron los antiguos, y en algunas naciones es esta todavia la única es pecie de riquezas que se acostumbra tener: y á la verdad entre nuestros cultivadores ninguna cosa les produce mas el dia de hoy. De cuya opinion fue tambien Marco Giton, que consultando con él uno- en qué parte de la industria rural se ejercitaría para poderse poner en poco tiempo rico, le respondió, que en apacentar bien' el ganado: y preguntán dole otra vez, qué haría en segundo lugar para sacar utili dad de bastante consideracion , le aseguró que la sacaría si lo apacentaba medianamente bien. Pero me es molesto re ferir 2 de un varou tan sabio lo que cuentan algunos auto res, y es: que preguntándole el mismo, qué era lo que te nía en la agricultura el tercer lugar en razon de lucrativo, había asegurado que el apacentar el ganado, aunque fuera mal: cosa muy extraña, cuando es mayor la pérdida que hace un pastor desidioso é ignorante, que la gauaAcia que tiene uno entendido y diligente. Por lo qiie hace á la se gunda respuesta, no hay duda que la utilidad del ganado es superior al descuido mediano del dueño de él. Por este mo tivo, Silvino, nosotros siguiendo los preceptos de nuestros mayores, hemos transmitido tambien á la posteridad esta parte de la industria rural con todo el cuidado que hemos podido. Por consiguiente, como hay dos especies de cua drúpedos, de las cuales la una la adquirimos para que nos acompañe y ayude en nuestros trabajos , como el buey, la mola, el caballo y el asno; y los de la otra que los tene mos para nuestra diversion , para nuestra utilidad, y para la custodia de los demas, como la oveja, la cabra, el cerdo y el perro : hablaremos primero de la especie de los que son par *34 COLUMELA. tícipes de nuestros trabajos. Y no hay duela en qne, como dice Varron?, debe superar en honor á los demas animales el buey, sobre todo en Italia, que se cree haber traillo de este su denominacion, porque los griegos antiguamente llamaban á loa- toros italos, y mas todavía en esta ciudad, en la que se sirvieron al .construirla de este animal, tanto machos como hembras, para trazar con el arado las mura llas y las puertas4 : tambien por decirse que en Athenas fue ministro de Ceres5 y de Triptolemo: porque tiene lugar en el cielo entre las mas refulgentes constelaciones : porque ade mas en el dia es el mas laborioso compañero del hombre en la agricultura: al cual tuvieron tanta veneracion los anti guos, que fue un crimen tan capital entre ellos haber qui tado la vida á un buey, como habérsela quitado á un ciu dadano. Por este, pues, demos principio á la obra que he mos prometido. CAPITULO I. De la compra y adquisicion de los bueyes, y de su forma. JNo es fácil que yo diga lo que se ha de buscar y lo que se ha de evitar en la compra de los bueyes, supuesto que es tos animales tienen la talla, las propiedades y el color del pelo segun es el pais y el clima: unas formas tienen los de Asia, otras los de las Gálias, y otras los del Epiro: y no so lo se encuentra esta diversidad en las diferentes provincias, sino en las varias partes de Italia. La Gampania por lo co mun cria bueyes blancos y pequeños, pero no inhábiles para el trabajo y para el cultivo de su patrio suelo. La Um bría los cria grandes y blancos, tambien los cria rojos y no menos estimados por su bravura que por sus cuerpos. La Etruria y el Lacio rehechos, pero fuertes para el trabajo. , El Apenino durísimos y que sufren todo mal rato, y al mis mo tiempo no de buena presencia. Cuyas cualidades, como quiera que sean tan varias y tan diversas, el labrador sin embargo debe seguir para la compra de los novillos unos preceptos como comunes y ciertos, que el cartilagines ' Magon dió segun nosotros los expondremos en seguida. Se han de comprar bueyes nuevos, cuadrados, que tengan los LIBRO SEXTO . a35 miembros grandes, las astas largas, negras y fuertes, la frente ancha y crespa, las orejas erizadas, los ojos y los belfos negros, las narices romas y abiertas, el cerviguillo largo y carnoso, la papada grande y que baje hasta cerca de las rodillas, el pecho anchó, las espaldas espaciosas, la barriga gruesa y como de vaca preñada, las costillas largas, los lomos anchos, el espinazo derecho y llano, ó aunque esté abajado, las ancas redondas, las piernas récias y dere chas, pero mas bien cortas que largas, las rodillas no ma las, las pezuñas grandes, las colas muy largas y pobladas de cerdas, el pelo en todo el cuerpo espeso y corto, el co lor rubio ú obacuro, el tacto del cuerpo muy suave. CAPITULO II. De cuánta edud, y cómo se han de domar. JLos becerros que son de esta suerte conviene, mientras son todavía nuevos, acostumbrarlos á manosearlos, y á atarlos á los pesebres, para que haya menos trabajo al domarlos, y menos peligro. Pero yo soy de parecer que no se domen an tes de los tres años, ni despues de los cinco, porque aque lla edad es todavía tierna, y ésta es ya muy dura: pero los que se cojen cerriles de la manada, conviene domarlos de esta suerte. Ante todas cosas se preparará un establo espa cioso, donde el domador pueda andar de una parte á otra con facilidad, y de donde pueda salir sin peligro. Delante del establo no habrá estrechuras algunas, sino un campo raso ó un camino bien ancho, para que, cuando se echan fuera, tengan libertad para correr, y que corvel miedo no se enreden en los árboles ó en otra cualquier cosa que es té al paso y se lastimen. En el establo habrá pesebres gran des, y encima de ellos se pondrán vigas atravesadas á sie te pies del suelo yá modo de yugos, para que se puedan atar á ellas. Escogerás, para empezarlos á domar un dia sin tempestades y que no sea de fiesta1 , y los at;irás por las as tas con cordeles de cáñamo. Pero los lazos que se les echan para cogerlos han de estar envueltos en pieles con su lana, para que no se les lastimen las frentes tiernas por bajo a36 COLUMELA. de las astas. Én seguida así que hayas cogido los novillos, los llevarás al establo y los atarás á estacas, de suerte que tengan una poca libertad y estén separados unos de otros á alguna distaucia, no sea que se lastimen rifando los que están inmediatos. Si son demasiado fieros, los dejarás un dia y una noche que desfoguen, y luego que hayan quebrado la cólera, hágaseles salir, conduciéndolos á mano, de suer te que los retengan con cordeles, uno que vaya delante y muchos que irán detras, y los seguirá pasoá paso otro que llevará una maza de sauce, y les dará con ella de cuando en cuando unos golpes ligeros para reprimir sus esfuerzos. Pero si fueren pacíficos y sosegados , los podrás hacer salir del establo, aun el mismo dia que los hayas atado antes de la tarde, y enseñarlos á andar despacio y sin espantarse por espacio de una milla: cuando los hayas traido á casa, los atarás cortos á las estacas, de manera que no puedan mover la cabeza. Últimamente así que esten atados, te lle garás á ellos con agrado, y adulándolos, por decirlo así, con el tono de la voz, no por detras ni por lado, sino de frente, para que se acostumbren á mirar cara á cara al que se les arrima. En seguida les frotarás les narices, para que se habitúen á conocer el hombre por el olor. Despues tam bien conviene manosearle todo el pellejo y rociárselo con vino, para que se familiaricen mas con el boyero: tambien pasarle la mano por bajo de la barriga y de las bragadas, para que no se espanten en lo sucesivo con esta clase de tocamiento, cuando se le arranquen los reznos, que or dinariamente se pegan á esta última parte. Por Jo cual, cuando esto se hace, debe estar el domador' por el lado del animal , para que no le puedan llegar las coces. En seguida les abrirás la boca, les echarás fuera de ella la lengua, les frotarás todo el paladar con sal, les meterás tortas de á libra mojadas en pringue bien salada , y les echarás con el cuerno un sextario de vino á cada uno, pues por medio de estos halagos ordinariamente se amansan en tres dias, y al cuarto reciben el. yugo: al cual se atará una rama, de que tirará como lo habia de hacer del timon del arado, y alguna vez se le aplicará una cosa de peso, pa ra que con el mayor esfuerzo que tiene que hacer, se haga LIBRO SEXTO a3? prueba de su aguante para el trabajo. Despues de semejan tes ensayos, se han de uncir á una carreta vacía, y en ade lante se les ha de ir haciendo poco á poco alargar el cami no con carga. Así que se hayan domado de esta manera, en seguida se han de aplicar al arado, pero en un campo labrado, para que no tomen desde luego horror al trabajo por la dificultad que encuentren en él , ó no se magullen los cuellos que están todavía tiernos con el fuerte tiro que tie nen que hacer para romper la tierra. En cuanto al modo con que el gañan ha de enseñar al buey á arar ya lo he expli cado en el primer volúmen2. Se ha de cuidar que en el tiempo que el buey se está domando, no dé á persona alguna coz ni cornada, porque si no se evitan estas cosas, jamas se le po drán quitar estos resabios aunque esté domado. Pero esto, que prescribimos se haga como hemos dicho, es en el ca so de que no haya bueyes domados, porque si los hay, el método mas fácil y seguro que hay de domar novillos, es el que nosotros seguimos en nuestras heredades. Pues cuan do vamos á acostumbrar el novillo á la carreta ó al arado uncimos el de mas poder y que al mismo tiempo sea el mas sosegado dé los bueyes domados, con él que está isiri domar para que lo detenga cuando vaya muy apriesa, y le haga andar cuando vaya despacio. Pero si no tenemos dificultades en fabricar un yugoal cual se unzan tres bueyes , conseguire^ inos con esta industria que aun los eme son mas reacios no repugnen los trabajos, por mas fuertes quesean: ¡pues cuan» do un novillo flojo se unce enmedio de dos bueyes domados, y aplicándolo de esta manera al arado, se te obliga á labrar la tierra , no tiene facultad alguna para dejar de ha cer lo que se quiere que haga. Pues si salta enfurecido , se contiene por los otros dos á su arbitrio: si se para, tiene tambien que seguirlos cuando van adelantándose ; y si ha ce esfuerzos para- echarse en tierra, los compañeros mas tuertes que él lo levantan y lo llevan consigo: por lo cual se ve obligado forzosamente por todos lados á deponer su tenacidad, y con muy pocos golpes se le hace llegar á so portar el trabajo. Hay tambien algun buey de especie mas delicada, que despues de domado se echa en el surco. Es te creo que no se ha de corregir con rigor, sino con un mo a38 r'CaLÜMElAW do particular: porque los que líacen juicio que este vicio se quita mejor con las aguijadas , con el fuego ó con otros tormentos, ignoran el verdadero medio de conseguir esto, pues la obstinada tenacidad por lo comun fatiga al que es tá irritado. Por lo que es mas útil corregir al buey que acostumbra echarse en el surco con hambre y sed, sin mal tratarle elcuerpo, pues le hacen mucha mayor impresion los deseos naturales, que los golpes. Y asi, si un buey se ha echado, será muy útil atarle los pies con cordeles de ma nera que rto pueda estar en pie, ni andar, ni pacer. Hecho lo cual, el hambre y la sed lo obligan á deponer su floje dad; la cual sin embargo es muy rara en el ganado de la tierra: y todo buey nacido en ella es mucho mejor que el de otra ; porque no se incomoda con la mudanza del agua, del pasto ú del clima, ni es molestado por la naturaleza del pais', como lo sería el que se llevase de sitios llanos y afables á los montañosos y ásperos, ó delos montañosos á los llanos. Y asi tambien., cuando tenemos precision de ha cer venir bueyes de tierras lejanas, se han de procurar traer de la que sea semejante á la nuestra. Tambien se ha de obsen var en la formacion de la yunta, no juntar al inferior en al zada y fuerzas con el que le excede en cualquiera de estas cosas, pues la disparidad en una ó en otra, acarrea pronta mente la ruina del inferior. Las cualidades que se tienen por apreciables an e¿ tos animales son, si se acercan mas á sosegados que á vivos-, pero no flojos: si temen los golpes y las voces, pero confiados en sus fuerzas no se espantan de nada que vean ni oigan, ni son medrosos para pasar los rios ó puentes s grandes comedores pero espaciosos para mascar: pues los q«é comen poco á poco, digieren mejor que los que k> haced npriesavy por, lo mismo mantienen la robustez de sus cuerpos¡ y no se ponen flacos. Pero tanto defecto es en el boyero poner el buey gordo como flaco: pues el cuerpo del ganado de labor debe ser proporcionado y mediano, robusto en nervios y músculos, no pesado por la mucha gordura., para que no sea oprimido por su peso, ni por la fatiga del trabajo. Pero despues de haber dado los preceptos que se han de seguir para comprar y domar los bueyes , vamos á darlos para cuidarlos. LIBRO SEXTO. a39 CAPITULO III. Del modo de cuidar á los bueyes , y de la comida que se les ha de dar. Los bueyes conviene que en tiempo de calor estén al raso, y en el de frio debajo de techado: para tenerlos el invierno en el establo , se ha de prevenir paja , que se segará el mes de agosto treinta dias despues de alzada la cosecha y se amon tonará. La siega de esta paja es útil, tanto al ganado, como á la heredad : con ella se libertan las tierras de matas espi nosas, que cortadas por el nacimiento de la canícula, ordi nanamente mueren hasta las raices, y puestas debajo de las camas del ganado, hacen muchísimo estiercol. Despues de haber dispuesto estas cosas de la manera que hemos di cho, prevendremos forrage de toda especie, y pondremos nuestro conato cu. que éste ganado nó se ponga;ilaco por falta de comida. Noies unq, tolo. el método de mantener bien los bueyes: porque si la fertilidad del pais subministra for rage verde nadie duda que se ha de preferir éste género dp comida: perq esto:no sucede sino en los panages que se rie gan ó están cubiertos de rocío. Y en los de eeta natura le/a hay una comodidad muy grande, y es que con un hombre hay suficiente para dos yuntas, que en un mismo dia aran ó pacen alternativamente. En las tierras mas secas se han de mantener los bueyes en los pesebres, á los cuales se da de comer segun la naturaleza de los paises: y nadie duda que la mejor comida es veza atada en manojos, gálgana y heno de los prados. No mantenemos tan ventajosamente es» te ganado con la paja , la cual es un recurso para esto en todas partes, y en algunas. el único. La-mas;. estimada es la de mijo, en seguida la de cebada,. y en:tc.ícér-l.ilga¿;tambien la de trigo. Pero. ademas de la pajWe.daEft l^bu^áicebada , cuando trabajan, iodo,*! dia. \Mm l^Kfetidjndxfa¡forro* ge se arregla Segun los diferentes tie^posl dell añcy.En el rnes de enero se han de dar. á cada uno cuatro sex tai ios de yeros molidos, remojados y. revueltos con paja, [o un mo cho de altramuces íemojado^íoi^'^edio de gálgana tambien *4o COLUMELA. remojada , y ademas mucha paja. Se puede tambien , si hay falta de legumbres, revolver con la paja el orujo de la uva que se habrá labrado para estrujar el agua .pie despues de haberlo secado : y no hay duda que es mucho mejor darlo con sus hollejos antes de lavarlo: porque teniendo virtud de ali mento y de vino, pone al ganado lustroso, alegre y corpu lento. Si rio les damos grano, basta darles una espuerta de las que sirven para el forrage de veinte modios de cabida llena de hoja seca, ó treinta libras de heno, ó si no un mo. dio de hoja verde de laurel ó de carrasca ; pero á estas co sas se añade bellota, si la abundancia con que la produce el pais lo permite: la cual, si no se les da hasta que se harten , les causa sarna. Se puede tambien darles medio modio dé habas molidas, si por haber sido la cosecha abun dante , se encuentra utilidad en ello. En el mes de febrero son suficientes por lo comun las mismas cantidades de forrages. En marzo y abril se debe añadir algo al peso del heno , porque se da la primera reja á la tierra : y será bas tante dar á cada uno cuarenta libras de heno. Se hará bien sin embargo en segar forrage verde, para darles desde los idus de abril hasta los de junio: se podrá tambien darles lo mismo en los lugares mas frios hasta las calendas de ju lio: desde cuyo tiempo, tanto en el estío como en el otoño hasta las 'calendas de noviembre, se les darán hojas de ár boles hasta que no quieran mas: las cuales sin embargo no les son provechosas antes que hayan madurado con las lluvias ó con las rociadas continuas : las mas estimadas son las de olmo; t>n seguida las de fresno , y despues las de álamo. Las últimas son las de carrasca , las de enci na y las "de laurel; pero indispensablemente despues del es tío, por faltar las demas. Pueden darse asimismo bien las hojas de higuera , si las hay en abundancia ó fuere conve niente talar los árboles. Las de carrasca son mejores que las de encina, pero ha de ser de la especie que no tiene espi nas : pues el .buey no la quiere en teniendolas , como ni tampoco las'de enebro, por el mismo motivo. En los me ses de noviembre y diciembre, durante la sementera, se ha de dar al buey tanto como apetezca: sin embargo basta pa ra cada uno un modio de beHota con toda la paja que quie LIBRO SEXTO ,4, ra, 6 un modio de altramuces remojados, ó siete sextarios de yeros rociados con agua y. revueltos con paja, ó doce sextarios de gálgaoa rociados del mismo modo y mezcla da con paja, ó un modio de orujo de uvas, con tal que se les añada paja en abundancia : ó en fin , si nada de estas cosas hay, cuarenta libras, de jieqoj sin mezcla alguna. -. i -o' inun> ^¿ft*Vl^ f?}' «'.A - ,v,¿ to. ') Remedios para mantener hoy bueyes. saludables. . 1 ero de ningun provecho será saciar de comida los gana dos, si no sé les ayuda con rodó cuidado. á.qué tengan el cuerpo saludable, y á que conserven sus fuerzas: cuyos dos objetos se consiguen dándoles con abundancia tres días se guidos una composicion , que se hace con partes iguale» de altramuces molidos, y ciprés y con agua, la cual se tendrá una noche al sereno ; y esto se debe hacer cuatro veces al año: á fin de primavera , de estío , de otono, y de invierno. Muchas veces sef puede también desechar! la debilidad y al tédio á la comida que tienen los. bueyes, si se les introdu ce en las fauces un huevo de gallina entero y crudo , cuan do están en ayunas; y al dia siguiente les molerás ajos castañuelos ó comunes con vina, y les echarás éste por las na rices. Y no son solamente estos remedios los que los mantie nen saludables: muchas personas mezclan á los forrages una porcion grande de sal: algunas les ban dado manrubio con aceite y vino: otras echan en infusion en vino hojas de puerro: otras granos de incienso, y otras sabina, y les dan á beber alguna de éstas infusiones. Muchos medici nan á los bueyes con tallos de nueza blanca y vainillas de yeros: algunos echan en infusion en vino camisas de cu lebra molida. Sirve tambien de remedio el serpol molido con vino dulce y la cebolla albarrana cortada y echada en agua. Todas las sobredichas bebidas dadas en la dosis de tres heminas al dia por tres consecutivos, purgan el vientre, y echando fuera los humores pecantes , restablecen las fuer zas: pero se tiene por el remedio mas saludable de todos el alpechín , si se le mezcla igual cantidad de agua , y se ha 3 *4» COLÜMELA. bh ¿a «1 ganado' á él; pero no reíiei.puededar desde luegOi sino al principio se rocía con; él la comida; en seguida se tintura el agua con una ligera porcion: y en fin, mezclada con ella en partes iguales , se les da hasta saciarlos,' ,. i¡. t '-•• •¡ ' f.iy'.t¡ IJ , ¡ .I . > tj . ¡ ' 'I • .. '.nil ¡., 'i" • . • ¿ *"-tr capitulo V. . i. - ,, .. Cosas que se han dq evitar para que no enfermen los bue yes, medidas que'se han áé íomdr si les ataca una epizootia, y. remedios que se les han de aplicar si lle ga este caso. , . .; . . cu c... •n¡;\ . ín!, ,. . .i .•}•.¡. ; . •... - í¡¡.jj otlyjvo'iq fl!ivtj;n (No conviene excitar los bueyes á corre* en tiempo alguno <lel año, pero menos en el estío, pues ésto,' 6 les^mueve el vientre ó les ocasiona calentura. Tambien se . ha de evitar v¡a» se metan en los pesebres la» gallinas ó los cerdos, pues sus excrementos mezclados con el forrage causan la muerte á los bueyes, y principalmente los de una puerca enferma ton capaces de causar una epizootia ; Ja cual cuando ba acometido á la boyada, se ha de mudar al punto de clima, y distribuido el ganado en muchas partes, enviarlo á paises .lejanos; y se han de separar los animales enfermos de los sanos, en tal manera que no haya ninguno de aquellos en tre éstos que los contágie. Y asi cuando se han de alejar, se -ban de .llevar á-parages en que ningun ganado se apacienta, no sea que con su ¿da , si hay alguno , le lleven la enfermedad pestilencial. PeroipOr «las pestíferas que sean, se han de supe rar con remedios que se buscarán con toda diligencia. En llegando este caso , se han de mezclar raices de panace y de eryngio con semillas de hinojo, y se han de rociar con harina )de.trigo molido, arrope y agua hirviendo, y con este.medicamento se han de poner fomentos al ganado enfermo. Tam' bien se hace una infusion de partes iguales de cásia, mirra é incienso, y otra tanta porcion de sangre de tortuga mari na en tres sextarios de vino añejo, y estando así, se le echa por las narices. Pero será suficiente dar el mismo medica• mento en tres días, dividido en porciones iguales de á onza • y niediav y' mezclado con vino. Hemos conocido .tambien por un remedio eficaz la raicilla que los pastores llaman consi' LIBRO SEXTO -43 ligo1. Esta nace en grande cantidad en los montes Marsos, y es muy saludable á todo ganado. Se arranca con la mano iz quierda, antes que salga el sol , pues se cree que cogida de esta manera tiene mayor virtud. El uso de ella se dice que es;de esta suerte: con una lesna de cobre se raya en redondo la parte mas ancha de la oreja, de modo que con la sangre que sale aparezca un circuí ito que. tenga la forma de la letra O. Despues de haber hecho esto en la parte interior y en lá exterior de. la oreja, se pasa de parte á parte con la lesna el centro del circrilito trazado y se introduce en el agujero di cha raicilla. La cual asida por la herida reciente, la retiene esta tan bien, que no puede escaparse: en seguida acude á aquella oreja ;todala fuerza de la enfermedad .y. .lat peodoñai pestilencial, hasta que la parte que se ha circunscrito con la lesna cae muerta, y con la pérdida de una parte: muy pequena se conserva la restante.' Cornelia Celso previene tambien que se les eche por las narices vino en el cual se habrán machacado hojas de. muérdago. Estas cosas se han de hacer si toda; una piara está mala: las que siguen se ha rán si lo están algunas reses en particular. ., . .,]. .•-!.[) '' .:''i'tl'm¡ [.'.:; 'in ' IV. .1» CAPITULO TI. Qué remedio se aplica al buey que tiené indigestion. _. 'i. ' í_i.'..T '.•••• i . . I '' .il ." . ;~'t|i y ., ..¡, • .'. • : ;i ;i ./ .Las señales de ciude/a son eructos. frecuentes, ruido en el vientre, astío á la Comida;,.. contraccion de los nervios, los ojos débiles: por cuyos motivos el buey np rumia, .ni; se lame. El remedio será dos congios de agua caliente, y en seguida treinta tronchos de col. ligeramente cocidos y echados en vinagre; pero se ha de abstener un dia de otra «jrmtfe.' Algun8§' Ib oferta» enceírado eft casa ' ftóra qr»e no pueda pacer: despues de lo cual echan en un congíode agua cuatro libras de tallos de lentisco y de acebuche, y una li bra de miel, molido todo junto; dejan esta infusion al se reno una noche,; y.. pasada ésta, se la introducen en las fau ces: al cabo de una hora les echan cuatro libras de yero* remojados, y no. les permiten otra alguna bebida. Esto se debe hacer por espacio de tres dias , hasta eme.. se desvaq a »44 COLUMELA. nezca toda la causa de la enfermedad. Porque si no se ha hecho caso de la crudeza se sigue la hinchazon del vientre, mayor dolor en los intestinos, que no le deja comer, le ha ce bramar, no le permite estar en su lugar, lo obliga á echarse á tierra, á agitar la cabeza, y á menear continuamente la cola. El remedio evidente es apretarle fuertemen te con una ligadura la parte de ésta que está mas inme diata á tas ancas, introducirle en las fauces un sextario de vino' con 'Una hemina de aceite, y excitado de esta manera, hacerle andar mil y quinientos pasos. Si el dolor permane ce, se le han de cortar las pesuñas todo al rededor, é intro duciendole por el ano la mano untada con manteca , extraer le el estiercol, y hacerle correr otra vez. Si ni aun esto ha aprovechado, se machacan unos cabrahigos secos, y se le dan con tres raciones 1 de agua caliente. Cuando ni aun con esta medicina se ha adelantado nada, se pulverizan dos libras de hojas de arrayan silvestre, y echándolas en dos sextaños de agua caliente, se le introduce en las fauces con un vaso de madera, y hecho esto, se le hace una sangria por debajo de la cola: y en habiendo salido bastante sangre, se sujeta con una ligadura de papyro2. Despues se le hace cor rer aprisa , hasta qué le falte el aliento. Hay tambien , es tos remedios , á que se puede recurrir antes de hacerlo i la sangria: se mezclan tres onzas de ajos molidos con tres heminas de vino, y despues de haberle dado esta bebida, se le nace correr: ó se muelen dos onzas de sal con diez ce bonas, y añadiendo miel hervida se hacen calas, que se le introducen por el ano; despues de lo cual se le hace correr apriesa. ' .,;' CAPITULO VIL Cpn.qué remedio se calma el dolor de vientre y el dele* i intestinos. : '... ;n . . : : - . .'.. i;. ' I '' 1 ambíen se sosiega el dolor de vientre y de los intestinos, con ver las aves acuátiles, sobre todo los patos, á los cua les si mira uno el buey que le duelen los intestinos, pron tamente se liberta de su dolor. £1 mismo pato sana con mayor suceso los mulos y caballos con su vista. Pero algu LIBRO SEXTO ^5 nas veces ninguna medicina aprovecha, en cuyo caso estos males son seguidos de una disenteria, que se reconoce por la evacuacion del vientre sanguina y mucosa. Los remedios son quince pinas de ciprés con igual número de agallas, y otro tanto en peso.de queso muy añejo, lo cual molido todo juuto, se echa en cuatro sextarios de vino fuerte, que se les dará en cuatro dias, y cuatro porciones iguales, sin que falten cogollos de lentisco, de arrayan, y de acebuche ver de. Los cursos quitan las fuerzas, debilitan el cuerpo, y dejan al animal inutil para el trabajo: los cuales, cuando le acometen, no se ha de dejar beber al buey en tres dias , y en el primero ni comer: pero despues se le han de dar co gollos de acebuche y de caña, y tambien bayas de lentisco y de arrayan, y no se le ha de dejar beber sino muy parca mente. Hay algunos que le dan una libra de cogollos de laurel con otra de abrotano remojado y dos sextarios de agua caliente, y se los introducen en las fauces, y les echan los misinos forrages que hemos dicho arriba. Otros tuestan dos libras de orujo de uvas , despues las muelen y se las dan á beber echadas en dos sextarios de vino fuerte; sin que falten los cogollos de dichos árboles. Pero si no se contuvie ren las frecuentes evacuaciones del vientre, ni cesáre el dolor de éste, ni el de los intestinos, y reusare el animal la comida, si tiene la cabeza pesada, le caen las lágrimas de los ojos, y la pituita de las narices con mas abundancia hastao acostumbrado , se le quema la frente por medio de ella que 1 los huesos, y se le hará con un hierro una incision en Jas orejas. Pero las llagas que habrá hecho el fuego, con vendrá lavarlas con orina de buey , hasta que se sanen ; mas lo cortado con el hierro se cura mejor con pez y aceité. CAPITULO V1IL De las ránulas, de la inapetencia, y cómo se cura uno . y otro. Duelen tambien ocasionarles fastidio á la comida las excres cencias viciosas de la lengua, que llaman los albéitares ra> na'. Estas se cortan con hierro, y se frotan con sal molida q3 a46 COLUMELA. juntamente con ajo, hasta que fluye la pituita provocada coa la frotacion. En seguida se Je lava la boca con vino , y pasada una hora se le da yerba verde ú hojas , hasta que las úlce ras se cicatricen. Si no tuviere ranas ni cursos , y con todo eso no apetece la comida, le será provechoso introducirle por las narices ajo molido con aceite , ó frotarle las fauces con sal ó ajedrea , ó untarle la misma parte con ajo molido y salsa de aleche2. Pero estos remedios se harán si el buey no tiene mas que inapetencia. CAPITULO IX. De la calentura. Cuando un buey tiene calentura , conviene tenerlo un dia sin comer: al dia siguiente sacarle, cuando esté todavía en ayunas, un poco de sangre debajo de la cola, y pasada una hora , hacerle tomar treinta tronchos medianos de col cocida en aceite y garo1, en forma de salivato8 ; esta comida se le se guirá dando en ayunas por espacio de cinco dias, y ademas se le darán tallos de lentisco, ó de olivo, ó cualquiera otra hoja muy tierna, ó pámpanos de vid: asimismo se le lim piarán los lábios con una esponja , y se les dará de beber agua fria tres veces al dia. Cuya curacion debe hacerse en la casa, y no dejar salir al buey hasta que esté bueno. Las señales de calentura son llorarle los ojos y tenerlos cerra dos, la cabeza cargada, echar babas de la boca, la respira cion mas larga que lo acostumbrado , y con cierto embara* ao, y alguna ve¿ con bramido. CAPITULO X. De la tos de los bueyes. La tos reciente se quita muy bien con un salivato de hari na de cebada. Algunas veces son de mas provecho las gra mas picadas, mezclándoles habas molidas. Tambien se echan en dos sextarios de agua caliente, unas lentejas sin vainas bien molidas, y hecho el caldo ? se le echa con el cuerno. LIBRO SEXTO 447 La tos antigua se cura con dos libras de hysopo, echadas á remojar en tres sextarios de agua. Pues este medicamento se machaca y se da en forma desalivato, mezclado con cua tro sextarios de lentejas bien molidas, como dije, y des pues se le echa el agua de hysopo por el cuerno. Tambien es remedio el zumo de puerro con aceite, ó su misma hoja machacada y revuelta con harina de cebada. Las raices del mismo, lavadas con cuidado y molidas con harina de trigo y dadas al buey en ayunas, quitan la tós, por mas invete rada quesea. Lo mismo hacen los yeros sin vainas, moli dos con parte igual de cebada tostada, é introducido por las fauces en forma de salivato. CAPITULO XI. De las apostemas, y del modo de curarlas. ,La apostema es mejor abrirla con hierro que con medica mento. Despues de haber exprimido la concavidad que contenia la materia, se lava con orina de buey caliente, y se ata poniendo hilas empapadas en pez líquida y aceite; ó si la parte donde se halla la apostema no se puede lavar, se le echa gota á gota sebo de cabra ó de buey por medio de una plancha de hierro hecha ascua. Algunos despues de haber quemado la parte enferma , la lavan con orina añeja , y en seguida la untan con pez líquida cocida con manteca rancia en partes iguales. CAPITULO XII. De la cojera y de los dolores. JLa sangre agolpada á los pies, ocasiona cojera. Cuando es to sucede, inmediatamente se le registra la pesuña al buey: al tacto se conoce si hay ardor, y no consiente que se le apriete muy fuertemente la parte accidentada. Pero si la sangre está todavía en las piernas mas arriba de las pesuñas, se resuelve por friegas continuadas ; y cuando no se ha ade lantado con ellas cosa alguna, se le hace salir escarificando la parte. Pero si ya está en las pesuñas, se hace entre las dos ?4 a48 COLUMELA, una ligera incision con un cuchillo: en seguida se le apli can hilas empapadas en sal y vinagre, se le cubre el pie eon una esparteña, y sobre todo se procura que no lo meta •en agua , y cpje esté el establo seco. Si no se echa fuera esta sangre, hará materia, que si formare apostema, la cura cion perfecta tardará, y se conseguirá, si al principio la cortas todo al rededor y la limpias, y en seguida metes un clavo de hilas empapadas en vinagre, sal y aceite, echándole encima manteca añeja y sebo de macho derretido uno y otro en partes iguales. Si la sangre está en la parte infe rior de la pesuña, se corta su extremidad hasta lo vivo, y de esta suerte se echa la sangre fuera, y envuelto el pie en hilas, se cubre con una esparteña. No conviene abrir por medio la pesuña en la parte inferior si no se ha hecho ya la supura cion en aquel sitio. Si cojea el buey por causa de dolor de nervios, se le han de frotar las rodillas, los corvejones y las piernas con aceite y sal , hasta que se ponga bueno. Si se le hincharen las rodillas, se le han de fomentar con vinagre ca liente, y se ha de poner encima linaza ó mijo molido y ro ciado con aguamiel: tambien es bueno aplicarle á las rodi llas esponjas mojadas en agua caliente y exprimidas untadas tambien con miel, y bendarlas con fajas. Pero si debajo de la hinchazon hay algun humor, se aplica encima levadura ó harina de cebada cocida con vino de pasas ó aguamiel, y luego que madure la apostema se abre con una lanceta; y asi que se haya echado fuera la materia, se cura con hila», como lo hemos enseñado arriba. Pueden tambien sanarse todas las apostemas que se han abierto con hierro (segun ordena Cornelio Celso) con raiz de azucena ó con cebolla albarrana y sal , ó con la yerba1 sanguinal que loe griegos llaman polígono, ó con manrnbio. Pero casi todos los do lores del cuerpo, si están sin herida, y son recientes, se desvanecen mejor con' fomentos; si son antiguos, se caute riza la parte dolorida, y sobre ella, despues de hecho, se echa manteca de vacas ó sebo de cabras gota á gota. LIBRO SEXTO CAPITULO a49 XIII. Remedios para la sarna , para la mordedura de perra rabiosa ó de lobo, y para cuando se les pega el pe¡lejo á los huesos. La sarna pierde su malignidad frotándola con ajo molido, y con el mismo remedio se cura la mordidura de perra ra biosa ó de lobo, la cual sin embargo se cura igualmente t>ien aplicando sobre la herida pescado salado añejo. Y pa ra la sarna hay otra medicina : sé muelen juntos orégano y azufre, y se cuecen con aceite, agua y vinagre, mezclandoles alpechín: en seguida, cuando esta composicion está tibia, se le polvorea con alumbre de pluma molido. Este me dicamento es muy provechoso si se aplica al buey puesto á un sol muy fuerte. Para las úlceras sirven de remedio las aga llas molidas, y no menos el zumo de manrubio con hollin. Hay tambien una enfermedad perjudicial al ganado vacuno, que la gente del campo llama coriago1, que consiste en es tar la piel tan pegada al espinazo, que asiendola con las manos, no se puede separar de las costillas. Este accidente no lo tienen nunca, sino cuando de resultas de alguna en fermedad se han puesto flacos , ó se han enfriado estando sudando por haber trabajado , ó si se han mojado con la llu via cuando estaban cargados. Lo cual como es pernicioso, se ha de tener cuidado así que los bueyes hayan vuelto del trabajo y estén todavía calientes y jadeando, de rociarlos con vino y de introducirles en las fauces unas bolillas de manteca. Pero, si tuvieren esta enfermedad, será prove choso cocer laurel y fomentarles las espaldas con este co cimiento caliente, apretarlo inmediatamente, echándole por encima mucho aceite y' vino, y asirle la piel por todas par tes, tirando de ella hácia sí, y esto se hace muy bien al ra so, cuando el sol calienta mucho. Algunos mezclan borras de aceite con vino y manteca, y se sirven de esta medicina despues de dichos fomentos. »5o COLUMELA. CAPITULO XIV. Para las úlceras del pulmon y para los tumores del pa ladar. 1 amblen es una enfermedad muy grave cuando se ulce ran los pulmones: de que resulta tós, consuncion, y últi mamente tisis. Y para que no acarreen la muerte , se intro duce en la oreja horadada la raiz de consíligo del modo que hemos enseñado arriba; despues se mezcla al rededor de una hemina de zumo de puerros con igual medida de acei te, y se da á beber por muchos dias con un sextario de vi no. Algunas veces por tener una hinchazon en el paladar reusa la comida, echa frecuentes suspiros, y parece que se deja caer hácia un lado. En este caso es necesario abrirle el paladar con una lanceta, para que salga la sangre, y darle hasta que sane yeros mondados y remojados, hojas verdes ú otro forrage tierno. Si se le hubiere magullado el pescue zo con el trabajo, el remedio mas eficaz será sangrarlo de una oreja, y si esto no se hubiere hecho, se aplicara la yerba llamada avia1 machacada y con sal. Si el cerviguillo •e le ha conmovido y abatido, se observará hácia cuál par te se inclina, y lo sangraremos de la oreja contraria. Y aque lla vena, que parece ser la mayor de todas las de la oreja, se le dan antes golpes con un sarmiento, y en seguida lue go que los golpes la han engruesado , se abrirá con una lan ceta; al dia siguiente se hará otra sangría del mismo sitio, y se le darán dos dias de descanso. Al tercero se le da un trabajo ligero, y poco á poco se va llevando al ordinario. Pe ro si el cerviguillo no se ha dejado caer hacia lado algu no, y se ha hinchado por medio, se sangra el buey de las dos orejas: y si esto no se ha hecho á los dos dias de haber contraido esta enfermedad, se le hincha el pescuezo, se le atirantan los nervios', y la dureza que resulta en aquella parte no le permite recibir el yugo. Para esta enfermedad hemos descubierto un remedio excelente, que se compone de pez líquida, tuétano de buey, sebo de macho cabrío, y aceite añejo , cocido todo junto por partes iguales. De cuya LIBRO SÉXTO. ft5i composicion se ha de usar en esta forma. Así que se haya desuncido el buey despues de su trabajo, se baña el tumor del cerviguillo con agua en la piscina donde bebe, y en estan do algun tanto enjuto, se frota y se unciona con dicho me dicamento. Si el animal reusa absolutamente el yugo por causa de este tumor, se le ha de dar descanso unos pocos dias: se le ha de lavar el cerviguillo con agua fria, y se le untará con litargirio. Celso á la verdad ordena que se macha que la yerba llamada avia, como dije arriba, y se ponga so bre el tumor. Los callos , que por lo comun infestan el cer viguillo, son menos difíciles de curar: pues es fácil echar les por encima aceite gota á gota con una candileja , sin des uncir los bueyes. Sin embargo es mejor procurar que no se formen estos callos , ó que no se ponga'calvo el pescuezo de los bueyes , lo que no sucede sino cuando se les ha mojado mientras trabajan , bien 6ea con el sudor ó bien con la llu via : y así en caso de verificarse, se frotarán dos ladrillos vie jos uno con otro, y con aquel polvo se rociarán sus cuellos, antes de desuncirlos, y en seguida luego que estén secos, se les echará aceite de cuando en cuando. CAPITULO XV. Para las heridas de las pesuñas ó piernas con la reja del arado, y para cuando se despean. oi la reja del arado hubiere herido el talon ó la pesuña del buey , derrite sobre la herida por medio de un hierro fle cho ascua pez dura y manteca envueltas con azufre en lana sucia. Este mismo remedio es tambien excelente para el ea¿ so en que el buey haya pisado por casualidad una rama de árbol, sacándole antes la astilla que se le hubiere meti do dentro del pie, ó si hubiere roto la pesuña con algun tiesto puntiagudo ó con alguna piedra. Pero si la herida ha sido mas profunda, se le dilata mas en redondo, y se quema , como he prevenido arriba. En seguida se cura tenién dole el pie cubierto con una esparteña, y echándole vina gre por encima tres dias. Tambien, si la reja hubiere heri do á algun buey en la pierna, se le pone sobre la herida le chuga marina, que los griegos llaman tuhymalo1, con sal. ?5a COLUMELA. ; Cuando se ha despeado el buey se le lavan los pies con ori na de la misma especie de animal, puesta á calen tai:, ense guida se enciende una gavilla de sarmientos, y cuando con, el fuego se ha reducido á ceniza, se le obliga á picarla y estar parado sobre ella cuando esta t¡oda\ ía bien caliente, y se le untan las pesuñas con pez líquida y aceite ó,man teca de puer co. Sin embargo cojearán menos los bueyes si despues de desuncidos y concluido el trabajo se les lavan los pies con mucha agua fria , y se les frota con manteca añeja los jarre tes, las coronas y la misma separacion que hay entre la* dos pesuñas, CAPITULO XVI. Para cuando se despaldillan, s* quiebran las astas , y cuando les salen gusanos en las llagas. Aludías veces tambien fc despaldilla el buey , ó por la fatiga de un trabajo dilatado, ó por el violento esfuerzo que ha hecho al romper un suelo muy duro, ó por encontrar el arado una raiz á su paso. Cuando ésto sucede se le ha de sangrar de las piernas delanteras. Si la espaldilla desencaja da es la derecha , se ha de hacer la sangria en la pierna iz quierda, y en la derecha si el mal se ha hecho en la espalr dilla izquierda: si han sido lastimadas con mucha gravedad ámbas, tambien se han de abrir las venas en las piernas traseras. Si se han quebrado las astas, se les ponen encima unos pedazos de lienzo empapados en sal, vinagre. y aceite, y se les reí Lesea con lo mismo tres dias seguidos sin desliarlos. Al enarto, por último, se les pone manteca de puerco y pe/. líquida en partes iguales y corteza de pino pulverizada. Y al, fin cuando van ya cicatrizando, se les polvorea con hollin. Suelen tambien las llagas de que no se ha hecho caso, lleiiarsp de gusanos', á los cuales, si se les echa por la ma ñana agua fcia, caen encogidos con la frialdad: ó si por este medio uose pueden quitar, se machaca manrubio ó puerro, y se aplica polvoreado con sal : esto mf)ta prontamente los referidos bichos. Pero desde que la* úlceras se han limpiado, se les han de aplicar ..inmediatamente! vuias hilas con pez, aceite y manteca añeja, y con el mismo medicamento se LIBRO SÉXTO 953 han de frotar por fuera para que no las infesten las moscas, las quales ¿. én habiendo estado paradas sobre las úlceras* crian gusanos. • ' i .• •/ • • i ' ¡ CAPITULO XVII. Para las mordeduras de las culebras y animales venenosos. ./.•.. if¡'. . .' •: .i ' Pero tambien es mortal para los bueyes la mordedura de una serpiente v les es tambien dañosa la ponzoña de algu nos animales mas pequeños: pues machas veces la víbora y la culebra ciega, cuando se ha echado el buey sobre ellas en el pastadero sin precaucion, fatigadas con su peso, le tiran un bocado. Y la musaraña, que los griegos llaman mygalc, aunque con dientes pequeños, les ocasiona una enfer medad que no es chica. Los venenos de la víbora los echa fuera una yerba que llaman personada1 , majada y puesta con sal sobre la escarificacion que se habrá hecho con hierro en la parte mordida. La raiz machacada es mas útil, y también el sesel de las montañas. El trebol , que se en cuentra én sitios pedregosos, pasa por muy eficaz: tiene el olor fuerte y semejante al del betun , por lo que los grie gos lo llaman asphaltion; los nuestros por su figura lo lla man trebol agudo, pues tiene hojas largas y vellosas, y su tallo es mas récio que el del trebol de prados. El zumo de esta yerba se le echa en las fauces mezclado con vino; y sus hojas machacadas con -sal se aplican á la ^escarificacion en forma de cataplasma: pero si la estacion del año no es á propósito para que se encuentre la yerba verde, se echan en vino las semillas pulverizadas, y se les da á beber: y las raices machacadas con el tallo y mezcladas con harina y sal echadas en aguamiel , se ponen sobre la escarificacion. Hay tambien un remedio eficaz, que corisiste en machacar cinco libras de cogollos tiernos de fresno con cinto sectarios de vino V dosde aceite, y echarles en las fauces el licor que habrás expri mido de todo esto, y en poner sobre la parte escarificada co gollos del mismo árbol machacados con sal. La mordedura de la culebra ciega causa tumor y supuracion; lo mismo hace la de la musaraña; pero aquella se cura punzándola con una lesna de cobre, con la cual ge punza la parte mordida, y *54 COLUMELA. despues se tinta con tierra de jaboneros desleída en vinagre. La musaraña paga con su cuerpo el mal que ha hecho, pues se la mata sumergiéndola en aceite, y así que se ha podri do se machaca, y con este medicamento se unta el sitio mor dido. O si no está á mano cuando el tumor anuncia la mor didura, se muelen cominos y se les añade un poco de pez líquida y de manteca, de manera que tenga la consistencia de cal a plasma, que puesta sobre la mordedura, echa fuera el venetiQi Pero si antes de resolverse 'el tumor se vuelve apostema , es mejor abrirla con una hoja de hierro hecha ascua, quemar todo lo que esté corrompido, y en seguida untaf la parte con pez líquida. y aceite. Suele tambien em barrarse el mismo animal vivo con arcilla de alfareros y en seguida colgarse, despues de haberse secado >, del pescuezo de los bueyes: y esio los liberta del daño que podia cau sarles esta mordedura. Las enfermedades de los ojos se les curan comunmente con miel : pues si se han inflamado se polvorea con un poco de aguamiel con harina de trigo* y se. pone sobre ellos: si le. sale alguna nube qa el ojo, la disipa la sal gema de España ó de Armenia, ó tambien la de Gapadocia , molida bien menuda y mez clada con miel. Lo mismo hace el hueso de xibia molido y soplado tres veces al dia en el ojo por medio de un tubo: asimismo lo hace la raiz que los griegos llaman silphio, y el Vulgo en nuestra lengua laser.picin. A esta raiz, tenga e\ pe so que tuviere la porcion que se toma, se le añaden diez tantos de sal amoniaco, y ámbas cosas se muelen juntas, y se soplan del mismo modo en el ojo, ó se machaca esta misma raiz, se echa en aceite de lentisco y aplicarla sobre el ojo, lo limpia de este defecto. La fluxion la cura la hari na de cebada, sobre la cual se habrá echado aguamiel, pues ta <)n. lascejas.y un'las mejillas. La simiente de la chiri vía silvestiv, y el zumo de la codearía, aplicarlos con miel aplacan el dolor de los ojos. Pero todas las veces que entrará miel ú otro jugo en los remedios, se ha de untar al rededor del ojo con pez líquida mezclada con aceite, para que no lo in-. festen las mo$eas; pues no son solas estas lasque acuden Rolando áí.& dulzura de la miel y de otros medicamentos, si no tambien las abejas¿',. . j .tí ¡i;;;> ...' uo> , u.Iw :•.'«.' »l LIBRO SEXTO »55 • , i ! ' ^AÍITULO XVIIL uoi. )"'.''' . ' ' "'<v.i 'c;;t¡.' .i!' t •. 'i. . r . i.! r.i.:. '¡¡!.'-..' j. Remedio para si ha tragado alguna sanguijuela. Tambien causa mucho daño la sanguijuela que se. ha tra gado con el agua que se bebe: eHa, pegándose á las fauces, chupa la sangre^ y¡ engruesándose cierra el paso á la comida. Si está en un sitio ten' dificultoso. que no se puede separar con la mano, introducirás un tubo ó una caña, y por ella echarás aceite caliente, pues con su contacto inmediatamente cae este insecto. Se puede tambien hacer llegar á la sanguijuela por medio de un tubo el olor de las chinches quemadas. Pues desde que este insecto está en el fuego, despide un humo rae/llena^el-tubo.,,y.Jo lleva con su mal olor hasta donde está lá sanguijuela, y éste olor la despega del sitio adonde está aciberente. Pero si está asida al estó mago ú á los intestinos, se mata echando al buey vinagre caliente por medio de un cuerno. Aunque hemos prescrito estos remedios para loa bueyes , no hay duda alguna que la mayor parte de ellos pueden también convenir á todo el ganado mayor. ..,- „ . ;.i¡,- :in ...'. . . -.\ '•''•.' CAPITULO XIX. :-...;... i .. De cómo. se ha de hacer la. máquvpa par a¡ cifrar las faj,, tmybu$yc3¡' Ai.í.:u¡i„ ].( UI,.'í. j.,.,,,,.',-,,',, ,,.,' ,.',.,/,, j~ e Vil ' . íi^Á JV.it !') ,f{.' U)"> •.-¡, A >\ A*.'. i;¡ .t¡ .1 ., - .:. I I ero se lia de fabricar una máquina en la cual se encerra rán las bestias de carga y los. bueyes para curarlos, y á fin de que los albéitares, que les medicinan se puedan acercar mas á ellos, sin que puedan estos animales dejar de tomar los medicamentos resistiéndose á tomarlos. Y la hechura de la máquina es de'esta manera. Se entarima con tablones de roble un pedazo.de terreno de nueve pies de largo, dos y medio de ancho por la parte anterior y de cuatro por la pos terior. A este entarimado se le aplican cuatro estacas derechas por un lado y otro, las cuales están clavadas en los cuatro ángulos^; y tiene cada una siete pies, de largo. Todas estas estacas se quietan entre sí por seis travesano», formando e» ¡x56 COLUMELA.I rejado, de suerte que pueda entrar por la parte posterior» que es la mas ancha, el animal como en una jaula,y no pue da salir por la otra, á causa de impedírselo los pequeños pernios que están atravesados en ella. Sobre las dos estacas de delante se pone un yugo firme, y á este se sujetan las bestias' de carga ó se atan los bueyes por las astas. O se pue den fabricar allí mismo unas cabezadas ó collares, para que metiendo en ellas la cabeza, se sujete la cerviz con unos palos, que bajarán por agujeros hechos para el caso. Pero el cuerpo atado y extendido está asegurado á los travesa" ños; y de esta manera queda sin movimiento, y abandona do á la voluntad del que lo va á curar. Esta misma máquina podrá servir para todo el ganado mayor. . > ¡ ¡A ju^u^uñ* /,;..•.¡. . -. .. ' i.!., i • • i ..'• ; '; ;j ''! <jb .?..'f> . m;\hui yup Luí. ...J,;-.! capitulo XX •-'",r" ',i^)¡' De la figura del toro. . ¡ i Despues de haber dado bastantes preceptos acerca de lo» bueyes, es tiempo de hablar de losi toros y de las vacas. Yo pienso que se deben preferir principalmente los toros que tengan los miembros muy grandes, el natural pacífico y la edad mediana. Las demas cosas que hemos de observar pa ra elegirlos serán casi las mismas que en los bueyes, pues un toro bueno no se diferencia del buey castrado en otra co sa sino en que aquel tiene el semblante fiero, el aspecto mas vigoroso, las astas mas cortas, el cerviguillo mas car noso, y tan grueso, que es la mayor porcion de su cuerpo, el vientre un poco mas enjuto; y se ha de buscar uno que sea ágil y á propósito para cubrir las vacas. i •. . . t ). y. • . . .... CAPITULO XXL De la figura de la vaca. 1 ambien se aprueban las vacas de talla muy alta y larga, que tengan los vientres muy grandes, las frentes muy an chas, los ojos negros y abiertos, las astas hermosas, lisas y que tifan á negras, las orejas pobladas de pelo, las quija UMTCr SEXJTO *S7 dar angostas', Tai. papadas y las colas muy i larga», 'la* pesu ñas medianas, y medianas las piernas. Las demas cosas que se desean en las hembras, son también Jas mismas que en los machos, principalmente que sean nuevas: porque en habiendo ¡pasado de diez años son inútiles para la genera cion; por lo contrario, no conviene que se cubran antes que tengan dos años- Sin embargo si hubieren concebido antes, conviene quitarles la cria, y sacarles la leche duran* te tres dia9, pero despues no dejar que se las ordeñe, CAPITULO •oi?¡ 'j.iji - 'IJr.'! - . ' .'p «-. ri¡ c XXII/ -.i " '.' 'í'j :..'!i?i I !' *'i'';n - .-•' :: .. ,... De la separacion que se ha de liacer. anualmente. -' •• "- ' .: .'- i' . ''!•••'...'.. .. .. : • ,¡ a. .'..;. '.; ¡ •.'.'•. i¿ i^ero conviene procurar todos los años hacer en .este gauadoi nna' separacion, como se hacé en los rebanos de los demas. Pues se deben separar las que , por estar apuradas ó viejas,; no pueden concebir; y sin duda alguna las machorras, que. están ocupando el lugar de das fecundas, 96 han deechajg Cuera ó domarlas para que aren, poique con motivo de su esterilidad no tienen menos aguante para el trabajo y para la labor que los novillos. Esta clase de ganado quiere du rante el invierno pastos marídenos y que les dé el sol, y en el estío los de los bosques mas espesos, y los altos de las montañas mas bien que los de las llanuras. En efecto las no villas viven mas tiempo en los bosques abundantes de yer ba ,' en los sotos y en los carrizales , que en los sitios pedregosos. uY no quieren tanto los rios ó los arroyos, co. mo las charcas hechas á mano , porque el agua de los rios, que comunmente es mas fria, las hace abortar, y la de lluvia las es mas agradable. Sip embargo la vaca aguanta mas bien que el caballo todo frió exterior, y por consiguiente ínverná'ttín.'fecilidwl^'al^aso/. i '.noi \) v t. \ \, «.A W \.'j ,,.() tv^yf.rn y goñn P¡4?;I^UfLP ,XXIJJ.,p ku\ ,goi v' ,jG -') Cómo se han deshacer las corralizas y, los ,€$iabloi. -,\, .V}.í Monjil -'= t,n f[nv ' ... i .J o) .i.i. ''.i¡ .•.' r j . ''I.rní .Las corralizas se han de hacer de mucha extensionj «o sea que estando, encerradas laftíracas en ü»iS.*he,wny; «í» r »58 ; COLUMELA. trecho, haga la una malparir á la otra, y á fin de que la de poco poder se liberte de los golpes de la mas fuerte. Los mejores establos son los que tienen el suelo empedrado ó cubierto cpn cascajo: sin embargo tampoco son incómo dos los arenados; los unos porque no admiten la lluvia, los otros porque la embeben y la transmiten prontamente; pe ro unos y otros han de estar en pendiente para dar corriente á la humedad, y mirando al mediodía para que se sequen con facilidad, y no los mólesten los vientos frios. El cuidado que exige el pasto es ligero , pues para que la yer ba salga con mas abundancia, se le pega fuego ordinaria mente á fines del estío: esto hace que los pastos que reto ñan estén mas tiernos, y quemándose las matas espinosas, impide que suban muy arriba, como lo harían si no se que maran. Pero lo que contribuye mucho á la salubridad de sus cuerpos es echar sal cerca de la corraliza sobre piedras y en los dornajos , á las cuales acuden con gusto las vacas cuan do vuelven hartas de pasto, y el pastor toca, por decirlo asi, á la retirada. Y esto tambien debe hacerse siempre al anochecer, para acostumbrar al ganado, que podrá haberse quedado en los bosque», á volver á la corraliza en esta ho ra al toque de la bocina, pues por este medio se podrá feconocer la piara y contar las cabezas, para asegurarse, co mo se practica en la disciplina militar, de si están todas en los reales. del estnblcrizo. Pero no se ejerce la misma autoridad sobre. los toros, que confiados en sus propias fuer zas, andan errantes- por los bosques, tienen la libertad de salir y entrar sin llamarlos nunca, sino cuando es menes ter que cubran las hembras. .!-..' r' ' -. t-'.. ;.;..¡ ,; -. imi ' '';. n. . ' . . CAPITULO .- • í;. , ,. | f .¡,,, . , ..-.• . ;¡-il, , .. 3CXJV; j .^ ,í , , i ,,j .,¡|r :,. ., „,,-, Qué edad ha de tener el toro para cclturlo a las vacas. De éstos, los que son menores de cuatro años y mayores de doce, no se lis.deja cubrir las. vacas: aquellos- porque es tando, por decirlo así, en la edad pueril, no se tienen por idóneos para el caso; estos, por tenerlos apurados la vejez. Ordinariamente se permite á los machos acercarse á las LIBRO SEXTO xfy hembras en el mes ele julio, á fin de que quedando éstas .preúadas en este tiempo, paran á la primavera siguiente, cuando ya estén los pastos en su fuerza,¡ pues su preñado du ra diez! meses', y no sufrrnquese les. acerque el nracho por -ordea 'del Vaquero, 6ino de su propia vóhmtád. Y por el tiempo que. he dicho poco mas ó menos corresponden en ambos sexos los deseos naturales, porque alegrándose los animales con losyd^rjrdsi^cjos glastos ' dp la primavera, se ponen lozanos. Pero si la hembra rcusa al macho, ó éste no siente deseos de ella, se excita Su ardor por el modo que prescribiremos despues para los caballos que miran con •astta' á fas yeguas, esto es-; aplicando a > sus ' narices ¿1 olor de las partes naturales. Pero¡ acia e\ riK^rM^o en que' se deben cubrir 1as hembras , se les acorta' el pienso ,i para que Ja demasiada obesidad de sus cuerpos no las haga estériles, y se )és aumenta á los foros, para qne las cobran^ con mns vigor. Un toro es suficiente para quince vacas, y luego que ha cubierto á una novilla, se puede conocer por seña les ciertas el sexo de lo que1 ha engendrado, porque si Jía baja^b por el.lado derecho, es evidente qluefiha 'engendratdo un macho; si p*>r el izquierdo, unahembra. Sin embargo no se conoce ser cierta esta señal, ano en el caso de que, cu bierta una vez la vaca, no admite segunda vez al toro: lo cual rara vez sucede, pies, aunque está llena, no está sa tisfecha su pasion; tanto es el poder de los lisonjeros atrac tivos del deleite, aun sobre los animales, excediendo los lí mites prescritos por la naturaleza. Mas no hay duda que donde hay abundancia de 'pastos, se puede criar todos los años un becerroí por' cada vaca; pero donde hay escasez, se puede cnbrtr;solamenre uno sí y otro no: lo que queremos que se .haga principalmente en las de labor, para que los becerros j puedan ;h&f«ai'se de leche durante Un año, y la va ca no tenga á unimismo tiempo el gravamen del trabajo yel de la preñez. Luego que una vaca ha' parido, por buefta 'er'íadora q«e¡áea,¡si no se la mantiene bien, fatigada con el ftWbaj¿, Jsttá<fae el .attmento á.sir hi¡jovFor lo cual á la patifda se'te dá'cíti^ verde, eebada'tóstadayiyeros 'remojados, y al tierno Ijecerro un salivato compuesto de unjo molido y .tostado y.de leehé.iPero-pa.ra criar -se prefieren las vacas r a ¿6o 0 COLUMELA. de Aluno, á las cuales llaman cevas los habitantes de aquel pais: ellas son de talla pequeña y abundantes de leche, por lo cual se les quitan sus crías, y aplicándoles otras de raza superior, se mantienen estas con leche agena, ó si falta es¡ te recurso las aumenta bien el haba molida y el vino; y es. to conviene hacerlo principalmente en las piaras numerosas. , ' -. . .. . . ..;..'..• • t ' d ;• CAPITULO XXV: '"•'. . 'i,:i« IMT.; ;¡'.. is •. i r.i..'fí. ,i¡# !-'•.!. jíi ].-¡. r\ Remedios para las lombrices de los becerros. Suelen tambien ser perjudiciales á los becerros, las lombri. ees, .que se originan comunmente de crudezas. Por lo cual se les ha de dar con arreglo la comida, para que la digie ran bien, ó si padecen ya este achaque, se muelen altra muces medio crudos, y 6e hacen con la harina bolillas, que se les introducen en las fauces , como el salibato. Tam bien puede machacarse la artemisa santónica con higos pa. sados y yeros , y haciendo con todo una bolita , introducirda del mismo modo. Igual efecto hace Una parte de mantatea mezclada con tres de hisopo. El zumo de marrubio y el de puerro pueden tambien matar semejantes animales. ; c. ' . : .m. ,i.,¡; ! ¡i.i .¡,ri .:•../ ¡.i \.'t i., ¡i . -d -'- ..'.o .r¡ ¡f ^CAPITULO ' XXVI. ^ i'í.t.il¡ ; ''•> •of¡r.i., ; ?..f./¡: -il <•'*'! ...I) tjÍ m lo -'.' f";,i,; ;:n'.', ,.:.' i - t.'i'i Vt Deja castración¡dc los becerros. . Magon es de parecer que se castren los novillos mientras están todavía tiernos., y que esto po se haga^cou hierro, si no que se compriman los testículos con un pedazo de canaheja hendida, y se Vayan quebrantando poco á poco, y . cree que el mejor género de castraciqnes.es el que se haJce en la edad tierna sin herida;, pues cuando. se ha endu- retido ya el animal, se castra mejor de dos años que de ; uno. Y ordena que esto se haga en la primavera ó en el ..otoño,. cuando la Juna esté menguando, y que el becerro ,.se atq á la máquina; en seguida, antes de aplicar el hierro, ^quiere que «e cojan, con dos listones angostos de madera (que sirvan como de tenazas) los nervios de los testículo^ LIBRO SÉXTO a6i que los griegos llaman chremasteras , porqne las partes genitales están suspendidas de ellos, y despues de asidos se abra inmediatamente el escroto.,'' y apretándolos para que salgan de él , se corten de manera que se deje la extremidad por donde están unidos á dichos nervios. Pues de este modo, ni el becerro peligra por la erupcion de la sangre, ni se afe mina enteramente , como si se le hubiera quitado toda la masculinidad , y conserva la forma de macho , habiendo de jado el poder de engendrar, el-cual sin embargo no pierde desde lufgo : pues si lo dejas cubrir una hembra recieu cas trado, es constante que puede concebir de él; pero esto no se ha de permitir de modo alguno, no sea que muera de un flujo de sangre. Mas las heridas se han de untar con ceniza de sarmiento y litargirio , teniéndolo aquel dia sin beber, y dándole muy poca comida. En lo» tres dias siguientes se ha de regalar como enfermo con cogollos de árboles , y segán dole forrage verde, y no se le ha de dejar que beba mucho. Tamb:en me parece que, pasados tres dias, se unten las mismas heridas con pez liquida, ceniza, y un poco de aceite, para que se cicatricen mas prontamente, y no las infesten las moscas. Bastante es lo hablado hasta aquí de los bueyes. - ¡u . -i.I CAPITULO XXVIL De los caballos. Los que tienen aficion á criar caballos , conviene sobre todo que se provean de un yegüero diestro, y de una gran cantidad de forrage , cuyas dos cosas pueden emplearse en los demas ganados, aunque sean medianas; pero el caballar desea sumo cuidado , y estar muy harto de comida. Este mismo ganado se divide en tres especies de razas. Pues la hay generosa, que da caballos,para el circo y para los com bates sagrados : la hay mular, que por el valor de sus crias se compara á la generosa ; y la hay comun, que procrea machos y hembras medianas. Mientras mas sobresaliente es cada una de estas razas , pace en campo tanto mas fertil. Pero para las piaras de este ganado se han de escoger pastade ros espaciosos, húmedos y nd montañosos, de riego y nun r 3 ±6z COLUMELA. ca de secano, mas bien rasos , que ocupados con árboles, y que produzcan con abundancia yerbas tiernas , mas bien ique altas. A los caballos comunes se dejan pacer indistin tamente machos y hembras juntos, y no se observan tiem pos señalados para la monta. A las yeguas generosas se les echarán los caballos hácia el equinoccio de primavera , para que, pariendo pasado un año, en el mismo tiempo que ha yan concebido, cuando ya están los campos hermosos y cu biertos de yerbas, crien con poco trabajo sus potros, pues 6us pastos son al duodécimo mes. Por lo cual se ha de cuidar •obre todo que se proporcione la union , tanto á los machos comoá las hembras, que la deseen en dicho tiempo del año, porque este ganado si se le impide, se estimula mas que otro alguno por el furor de la pasion, de que tambien ha resul tado dar el nombre de hippomanes alphiltro, que enciende en los mortales un amor semejante á la pasion de estos animales. Y no hay duda que en algunos paises se encien den las yeguas en un ardor tan grande del coito, que aunque no tengan macho, figurándose ellas mismas con su continuo y demasiado deseo los placeres, conciben del vien to , como las aves de corral. Lo que seguramente dijo mas licenciosamente el poeta en estos términos \ »A la verdad las yeguas se señalan en el furor sobre todos los animales, y la misma Venus las ha animado con este ardor al tiempo que las yeguas de tiro de Potnia despedazaron con los dientes los miembros de Glauco x. El amor las conduce del lado de allá dp la, ..qtimbre del' monte Ida, y las hace atravesará nado el ruidoso Ascanio; trepan por las montañas, y pasan nadando' los rips, y al punto que se ha introducido el fuego en sus médulas apasionadas, mas bien en la primavera que en otra cualquiera estacion, porque en esta vuelve á pene trar el calor en, los huesos, todas están en las elevadas roca* con las cabezas vueltas bácia el Céfiro 3; Reciben sus ligeros soplos , y niucbas veces, , así que han sido fecundadas pon e1 viento , y sin otra union (cosa maravillosa para referir se) van corriendo por las rocas, por los escollos, y por los valles profundos, no hacia los sitios por donde tú soplas job. Euro! 4 ni hácia el nacimiento del sol , sino mas bien á los por donde viene el Bóreas * y el Coro 6; ó á los por don'i t LIBRO SEXTO a63 de sopla el oscurísimo Austro 7, que contrista al cielo con su frio lluvioso. Siendo una cosa muy sabida que en el mon te sacro de España que se extiende hácia el occidente cer ca del océano, lían concebido frecuentemente las yeguas sin caballo , y que han criado el potro, el cual sin embargo es inútil , porque á los tres años muere antes de fortificarse." Por lo cual , como he dicho , procuraremos que las yeguas no .sean atormentadas hácia el equinoccio de primavera por los deseos naturales. Pero conviene separar todo el resto del año los caballos de raza generosa de con las yeguas, no sea que las cubran cuando quieran, ó que si se les impide ha cerlo, la viveza de su pasion les cause algun accidente. Por esto soy de sentir que se envíe el macho á pastaderos leja nos de los de las hembras , ó que se tenga atado al pesebre; y en el tiempo que lo piden las hembras, se ha de robus tecer con comida abundante, y al acercarse la primavera se ha de engordar con cebada y yeros , para que sufrague á su pasion, y que cuanto mas robusto al tiempo de cubrir la hembra, mas vigor comunique á la cria que ha de re-' soltar de esta union. Algunos' prevferretl que se engorde el caballo padre del mismo modo que á los toros, para que la robustez que adquiera le dé la lozanía correspondiente para satisfacer un número mayor de yeguas. Sin embargo, un padre no debe echarse á menos de quince,' rii¡ á mas de veinte. Y así éste puede destinarse á la monta cuando tenga tres años, y por .lo Coman estan idóneo para ella has ta Jos veinte. Pero, si es poco vivo para este servicio, se excita por el olfato, frotando con una esponja las partes naturales de la yegua, y aplicándosela al caballo á las na rices. Por el contrario , si alguna yegua no quiere recibir el caballo, se untan sus partes naturales con cebolla albarrana machacada, lo cual enciende sus deseos. Algunas vece9 tambien uno ordinario y comun le excita el deseo del coito: pues desde que éste se le ha acercado , y ha solicitado , por decirlo así , la condescendencia de la hembra , se retira és ta , y cuando ya está mas facil , se le echa el caballo de me jor raza. Desde éste tiempo, si han quedado las yegua» preñadas , se ha de tener mas cuidado con ellas , y se han de fortificar con pastos abundantes. Pero si faltáren las yer r 4 a64 COLUMELA. bas por los fríos del invierno , manténganse debajo de te chado , y no se ejerciten en el trabajo ni en la carrera, ni se las exponga al trio, ni se tengan en un lugar estre cho ó cerrado , para que no destruyan las unas el feto de las otras: pues tenias incomodidades las hacen abortar. Mas si la yegua ha padecido en parto, ó en aborto, el remedio será polipódio machacado, mezclado con agua tibia, y da do por medio del cuerno. Y si ha parido felizmente, de ninguna manera se ha de tocar el potro con la mano, pues aun con el toque mas ligero se le hace daño. Únicamente se tendrá cuidado de que esté con la madre en un sitio espacioso y caliente, para que no le perjudique el frio en el estado de debilidad en que se halla todavía, ó que la madre no lo pise si está en sitio estrecho. Poco á poco se le irá haciendo salir fuera para que el estercolero le que me el casco. En seguida , luego que esté mas fuerte , se le dejará ir á los mismos pastaderos en que está su madre, para que ésta no se fatigue con el deseo de ver su hijo. Pues á esta clase de ganado es mas perjudicial que á otro al guno el amor de los suyos, si no se les deja tenerlos á la vista. Las yeguas comunes suelen parir todos los años: la de raza no conviene que se cubra mas que un año sí y otro no, para que, teniendo mas fuerza el potro con la leche de su madre, esté preparado para los trabajos de los com bate».; .. . ¡' c . ]..,. CAPITULO XXVIH. De la edad del caballo padre y de la yegua de vientre. ye hace juicio que un caballo menor de tres años no es idóneo para la monta , pero que puede engendrar hasta los veinte; y que la hembra concibe bien á los dos años, para que pariendo despues de los tres, pueda criar su hijo i y despues de los diez , que no es útil , porque la cria de ma dre de edad es pesada y desidiosa. Demócrito asegura que estarcen nuestro arbitrio el que sea macho ú hembra lo gue se conciba ; y ordena que , cuando queramos que sea macho, liguemos el testículo izquierdo del caballo con un cordoncillo de lino ú de otra cualquiera cosa ; y cuando que LIBRO SEXTO. a65 ramos hembra el derecho. Y opina que se' ha de hacer lo mismo en casi todos los animales. x CAPITULO XXIX. Del natural y buena conformacion del caballo, y del co nocimiento de su edad. Pero cuando ha nacido el potro se puede juzgar de su na tural inmediatamente. En efecto, si es alegre, si es intré pido, si no se espanta al ver ó al oir alguna cosa nueva, si vá corriendo delante de tapiara, si excede á sus iguales en lozanía , ligereza , y alguna vez en la carrera , si salta sin titubear una zanja , y pasa lo mismo un puente y un rio, estas serán señales de un natural noble. Pero la her mosura del cuerpo consistirá en tener la cabeza pequeña, los ojos negros, las narices abiertas, las orejas cortas y de rechas, la cerviz flexible, ancha y no larga, la crin espesa, y qoe cae por el lado derecho, el pecho ancho y lleno de músculos, las espaldas grandes y derechas, los costados ar queados, el espinazo doble, el vientre angosto, los testícu los pequeños é iguales , los lomos anchos y deprimidos , la cola larga , cerdosa y crespa , las piernas iguales , altas y de rechas, la rodilla rolliza, pequeña y que no esté vuelta acia dentro; las ancas redondas, los muslos musculosos y proporcionados ; los cascos duros , altos, cóncavos , y redon dos, que tengan unas coronas medianas. El cuerpo ha de estar dispuesto en general de manera que sea grande, alto, derecho, que parezca á la vista ágil, y (en cuanto lo permi te su figura) entre redondo y largo. El caracter que se es tima en estos animales, es que, sin ser arrebatados, tengan viveza , y sin embargo de tenerla sean mansos , pues estos se hallan hábiles para obedecer, y muy prontos para los combates y para el trabajo. Un caballo es bueno domarlo á los dos años para el uso doméstico; pero para los comba tes á los tres cumplidos: de manera sin embargo que no se dedique á ellos hasta despues de los cuatro. Las señales de los años se mudan con el cuerpo. Pues cuando tiene dos y' medie se le caen los dientes de enmedio, tanto los de ar a66 COLUMELA. riba, como los de abajo. A los cuatro, despues de habérse le caido los colmillos, le salen otros: en seguida, antes de seis años se le caen las muelas de arriba; á los seis años se le igualan lo» dientes que mudó primero: al séptimo todos sin distincion se le igualan: y de éste en adelante se le po nen huecos y no se puede conocer con certeza la edad que tiene: sin embargo á los diez años empiezan á hundírsele las sienes, y alguna vez á ponerse canas las cejas, y salár sele los dientes de la boca. Basta con lo que se ha dicho acerca del natural , del caracter del cuerpo y de la edad del caballo. Ahora corresponde manifestar el cuidado que se ha de tener con él, ya cuando está sano, y ya cuando está enfermo. .' : *:••-.. . CAPITULO XXX. Del cuidado que se ha de tener con este animal , y reme dios para algunas de sus enfermedades. oi estando sanos se ponen ñacos, mas pronto se restable cen con trigo tostado que con cebada: pero al mismo tiempo se les ha de dar de beber vino, y en seguida irles quitando poco á poco esta especie de mantenimiento, mez clando salvado á la cebada, hasta que se les acostumbre á las habas y á la cebada pura. Todos los dias se han de limpiar los cuerpos de estos animales, no menos que los delos hombres, y muchas veces les es mas provechoso manosearles las espaldas, apretándoles la mano, que si les dieras largamente de comer. Y es muy importante conser varles la robustez del cuerpo y de los pies. Cuyas dos cosas guardarémos, si los llevamos á su debido tiempo á los pe sebres, al agUa, y á sus ejercicios, y si se tiene cuidado de que la caballeriza esté seca, para que los cascos no se les ablanden con la humedad. Lo que evitaremos facilmente si se entarima el suelo con tablas de roble, ó si se limpía con cuidado de cuando en cuando , y se le echa paja por encima. Comunmente contraen enfermedades estos anima les con el cansancio, con el calor, y algunas veces con el Trio, y cuando no han orinado á su tiempo, ó 6i sudan en la carrera é inmediatamente despues de ella beben , ó si LIBRO SEXTO 267 despues de haber estado mucho tiempo parados, se les ha ce correr de repente. El mejor remedio para el cansancio es la quietud, con tal que se le eche en las fauces aceite, ó manteca con vino. Para el frio se aplican abrigos, y tam bien se les unta la cabeza y el espinazo con manteca tibia ó con vino. Si no orina se usan casi los mismos remedios, pues se le vierte sobre los hijares y sobre los ríñones acei te mezclado con vino; y si esto ha aprovechado poco, se le introduce por la via de la orina una candelilla delgada, hecha con miel hervida y sal, ó una mosca viva, ó un grano de incienso, ó una candelilla de betun. El mismo remedio se aplica si la orina le hubiere escocido las par tes. El dolor de cabeza lo indican las lágrimas que les cor ren de los ojos, y el tener las orejas agachadas, la cerviz y la cabeza cargadas, hasta caer en tierra. En este caso se le sangra de la vena que está debajo del ojo, se le fomenta la boca con agua caliente, y no se le da de comer el primer dia. El siguiente se le da de beber agua tibia en ayunas, y yerba verde. En seguida se le echa debajo heno añejo ó paja blanda, y al anochecer se le da otra vez agua, y una poca de cebada con dos libras y media de veza, para que dándole mui poca comida, vuelva poco á poco á poder to mar su racion ordinaria. Si le duelen al caballo las quija das, se le han de fomentar con vinagre caliente, y frotar cen manteca añeja : el mismo remedio se le ha de aplicar cuando se le hinchen. Si se lastimáre las espaldas ó echá re sangre de ellas, se sangrará casi de en medio de las dos piernas, y se untarán las espaldas con manná de incienso, mezclado con la sangre que salga de las piernas, y para que no evacue mas de lo regular se aplicará á las cisuras del animal uu poco de su estiercol , y se ligarán cor» heri das. Al dia siguiente se le sacará sangre de las mismas ve nas, se curará del mismo modo, no se le dará cebada, y sí solamente una corta cantidad de heno. Desde el tercer dia hasta el sexto se le echará en las fauces como tres cyathos de zumo de puerros, mezclados con una hemina de acei te, lo que se hará por medio del cuerno. Despues del sexto dia se le hará andar despacio, y asi que haya vuelto del paseo convendrá hacerle entrar en la piscina, de manera a68 COLUMELA. que nade: de esta suerte, ayudado con comidas mas sustan ciosas, se vá trayendo poco á poco á cumplir su tarea or dinaria. Pero si la bilis molesta á este animal , se le infla el vientre y no puede ventosear. En este caso se le intro duce la mano untada con aceite ó manteca, se abren los conductos naturales que estaban obstruidos, y despues de echado fuera el estiercol , se machaca orégano y yerba pedicular con sal , se cuecen y se mezclan con miel, se hacen calas, que se le entran por el conducto regular, las cua les le mueven el vientre, y le hacen expeler toda la bilis. Algunos le echan por las fauces un cuadrante de mirra molida con un hemina de vino, y le frotan el ano con pez líquida. Otros le lavan el vientre con agua del mar , y otros con salmuera reciente. Suelen tambien hacerles daño en los intestinos unos gusanos como las loubrices: las señales de esto son, si los animales se revuelcan á menudo con la fuerza del dolor, si llevan la cabeza al vientre, y si menean muchas veces la cola. El remedio eficaz es, como se ha dicho arriba, meterle la mano en el vientre, sacarle el es tiercol, en seguida lavárselo con agua del mar, ó con sal muera fuerte, despues echarle por las fauces raíz de alca parro machacada con un sextario de vinagre, pues de este modo mueren dichos gusanos, CAPITULO XXXI. Remedios para la tos y los empeines. A toda bestia enferma se le ha de echar mucha paja debajo , para que tenga la cama roas blanda. La tos recien te se cura pronto con lentejas mondadas y molidas, hasta reducirlas á harina muí fina. Lo cual, despues de haberse hecho de esta manera , se mezcla un sextario de agua ca liente á igual medida de lentejas , y se le echa en las fau ces : se le dá este remedio por espacio de tres dias , y para que se restablezca el ganado enfermo, se le mantiene coiv yerbas verdes y cogollos de árboles. Pero la tós antigua se quita echándole por las fauces zumo de puerros hasta tres cyathos con una hemina de aceite, y dándole la comida LJ#Rtt' MUSO. ^6g que acabamos de decir. Los empeines, y todas las partes afectadas de sarna , se frotan con vinagre y alumbre. Si estas enfermedades permanecen, se frotan algunas veces con paites iguales de nitro, alumbre de pliírna^y^nagre. Las pústulas se raspan con una almohaza al sol mas ardien tej hasta que salgala sangre; despues se mezclan partes ¿guales de raíz de grama, de azufre y de pez ilíquida '«en alumbre, y con. este medicamento se les cura. .•.. i n' c¡,',tHs''m rM''jf '?' • :y'.. ~t fito o . '.- • ,"-ntr . fvj i. . ' ¡.':.' CAPITULO XXIII. 10; . b t''.-¡! t .' '• ') i'*th- fWSJwm t.i u . ¡. •.. aij.) eol rí-. orf.ris ¿jifa» las ^ozad^rat y parala sarna., ¡, -£; i ?¡ .•f; .' f ' c .. li / ff-n.¡ ¡i '' - ¡ . • ! -.¡í! / ir>-. .¡ i La rozadura se lava dos veces al dia con agua caliente, en seguida fe frota .con sal molida y hervida con manteca, hasta que. la sangre corrompida salga en abundancia. La sarna es mortal para este cuadrúpedo si prontamente no se le aplica remedio. La cual, si es ligera, se frota al sol con resina de cedro, ó aceite de lentisco, ó con semilla de ortigas molida £ori' acta tepr> -con aceite de ¡feafcteí«í4.ó con el licor que suelta en los platos el atun salado: sin em bargo, lo que es saludable sobre todo para esta enfermedad es la grasa, del becerro macino: pero si ya se ha inveterado, se necesitan remedios mas activos; por .lo cual sé cuecen betun', azufre, y i eléboro .con pez líquida y manteo») añeja, de todo partes iguales , y se cura con esta composicion, des pues de haber raspado la i sarna con un hierro, y lavádola Con orines. Muchas veces tambieu ha aprovechado coi tar hasta lo vivo la sarna con un bisturí, separar lo cortado, y despues curar las heridas, que se han hecho; de resultas. dp esta operacion. con pez líquida | y aceite, pues- este reme dio hacfc quaiSt limpien^y llenen las Uagasiihastarig^íala».las.. Las ¡cualesí* :luegQ;que m haú-igUaJlédeijiles será. deiía .mayor utilidad polvorearlas con tizne de caldera , para que Be cicatricen mas pronto , y les nazca el psto. n • í'" .' «: j ib v.ifML' ~ oí i.."j r. ;iii:i u'! ir.q usi" clv ' ' r " ' -i .m' 'oí . -..t'' .-( i -íi n .- : r - ü. ' «' ¡ * 4 *< i i ;' •¡.': ¡ r' '.' ^7' 'vr . ' lici • •-•..¡ • .-'A .' :r > r. • i i. . jiauíiua'feoUnoui^tiiK'iUQ'j i. ikj ^ t*eyiti-t. *<*' »*; '' r7* .oüMí¡MM/IIJ . •; q ?',t fcF."i} v .; '"ioq¡."o ?\I .ió*Jj ^f¡ p'¡rf,.'i't,i , im i-•' .-ntinv,fc . capituló' irxnt: e03o7 SBnu^lc nt,;oif 'm ( n.iDui;an¡)ci rt.H.i-oin*i\iii¡j et-r> .07-f iiíPafa¡ÍiíM¡t^O(s4;aiJí'híaíbs íía «yoí.iy fctí«?toít«#íafj no' •ii*ÍÍj16 fHfii I--» IcfüRrfomh uuri noi nrqem os BcIf/KJW) trJ Las moscas que infestan las llagas las desviaremos tam/bien. con, pez mezclada con aceite ó manteca" echad»- por encima. Las cicatrices ele los ojos se alivian frorándolás con saliva en ayunas y sal, ó con polvos de xibia mezclados con sal gema molida ,' ji exprimiendo ,por un lienzo sobre los ojos semilla de mostaza silvestre molida. Y todo dolor de ojos se.alrKá próhttniérrtfe^tt%h^'üncíóV»^de zumo de llanten y miel sacada sin humo, y si no la hay, á lo menos con miel de tomillo. Algunas vecería puesto también .en peligro á. estos animales el flujo de sangre ¡por las nari ces, y se ha contenido echándoles por citas zumo de ellatiWO ¡verde. , h t i«t.i'.i '*,'¡•, -v-o *ti,cj lurton h-y í.¡ji.» fe. h ,. CAPITULÓ 'XXXIV. '! n " n.\ttnot noo o ,o,-¡í.')¡ y.' »;tj03 o tO'nt'''> 3b ít1">,,ji i.oo ,]íem<üik& cóntrada inapetencia, la gana 4e ¡vomitarijr .. elftnuerrtío^ ijfjia 1' ír;f.¡q e'! no ri¡on¡- sup uail Io ro ¡ '.' tifri'i'iíia /.. '...,. i c' i .'[<i.•.- 'Jil— -fies -o -.np fi ,nc,„d ,Algonasfye«es tambien ¡se; deseaecei eaíeogflbadotpor, tener ascíafiá fe ¿ousida'. Cuyo remedio 'efe íiáfi^speíie de semilla quetseBUama u^«IV,dqs¡¡oy^tl)íW''d^Ííl 'leual «¿dámele») se -eohanoén.tres de weeite' y im 'sextario' defino j'y eéie in troducen; en^lt» ¡faUOesv Ta*flb4ert!sel'lejWiít»ifeí gana de •i«omitaTÍ'bactówfk)te /bebe* ^itóh^'VeW^wtó .heiñraaicde •yvioo¡con'uria'í'Hbeíía de^ajós' molida. cLa -apostema .le*)mdjur abrirla con una chapan hoja de' hierro hecha nscuaqoe •con/uni.instrumento de [hierro frio t. y «snmjáridola para •fl-tleiígíga tetintk&f\¿ , *é eWMPdeípüee- ^íOri táfas^ * Hay . tatndbieii.una enftrrtiedad^ pestilencial, que corisisté iéti.qóe de jepentejyien 'po^os'' dias se ponen flaca» fes yeguas * y en seguida se miier.eu? lo cual crtarjdo'Jlítíccdeey«sbWeri6.«chatle á cada una por las narices cuatro sexrarios de garo, si son de menos alzada , pues si son de mucha , se les echara basta un congio. Este remedio les hace echar toda la pitui ta por las narices , y purga enteramente estos animales. LIBRO SIXTO ü7i ».jn ♦".')f q f'Ji f-,rr''!rIrj f;( r'fv feLm r'ri'-' . y e^m oio'u'i' 'ru> fi. • , -r.-i; CA.PITU10 ii, ¡ -i. cj.v ¡. XXXV. • ¡¡' . . •jvi'-ib til íuiít iif'iUDini ;9 eixJitx!' si'''j con tnatío &l 8h-'9v E» rara á.la verdad., pero conocida e6ta rabia de las yeguas-i que consiste en que cuando han visto su figura en el agua, se apodera de ellas una pasion vana, que les hace olvidar, la comida, y morir consumidas por ella. Las seña les. de es ta locura son cuando andan dando carreras de una parte á otra por medio de las dehesas, como si las hubieran exci tado, y mirando- de tiempo en tiempo hacia todas partes, de manera que parece buscar ó desear alguna cwa. Esle error de su imaginacion se les disipa si las llevas al agua: pues v como ven su deformidad, se les borraja memoria deieia-,anílg«j* figu^í^ qwp . howíií dichfttbflftó .tjQm.rés*. pecto, á las yeguas. en general. Ahora daremos., preceptos particulares para los- que quieren dedicarse á tefier pia las de muías. , ';• ' I :,i' i.i¡:..,..¡ . i m.' ' '. i. r" .¡o y . . tsfrtocn «! ^^P 9ÍJ^f*'?t'TlT'¿''0i XXX VI nUB ^ tohf.Mi,f -8f)lj ñÚKil Mfjj Gfi,^1^ '-I Bidón »[OTM 38 , cJsa olol'netúíp De las muías. .. f ¿ñ-jb Para la cria de muías lo mas principal de' todo es exami nar y escoger con cúidadq los padres d« hrvfutaiasprolé} asi el macho, como la hembra, pues si uno de los dos no es idóneo, es defectuosa la cria que producen amhos. Con viene escoger la yegua en los diez años primeros de su edad;, pues hasta. (a^aapí^QB^tifine unajfQj^Pmuv}'gra.fi«l4 y hermosa, de miembros. fuertes y mucho aguante para la, incomodidad, á fin de que pueda .recibir con, facilidad una* especie¡ ¿extraiga, ^que-se vá, .r^.dflcirjp ^.3.¡flagrar <** etó y ó ¡1 leirae^tt) su-Viea^rft iu>, fctfq fm^pj^^c^réltyceij m naturalela, para comunicarle. no solamente laf bondad de su oueipp,tiiinOfla& cualidades d^sujjngtinío. jorque al paso que se anima el retendo feto -.con dificultad en el újteEO deite yegwH* despues. ¡d©, vm^^.^4¡hm3^n». tiempo ett.atlquiriw el. grado deípekjfeqcipn, necesarjp.para aalir al mundo, pues apenas nace cumplido un año al dé?. a7a OEÜHJMEEHU citnotercio mes y tiene mas de la flojedad del padre qne del vigor de la madre.yPerO' sin embargo^ con cuanto me nor cuidado se encuentran yeguas para dichos usos, tanto mayor es-'el •tra'fofljcí ^aVa 'escoger -mdbfld?''pN^rque muchas veces la experiencia deja burlado el juicio del que lo apruebiKi'Pties muchos garañones, admirables en la apariencia, producen unas ovias' muy malas en cuanto á su figura , ó en; cdantoal sexó^Jparqoe bien procreen hembras de poca afeada), biín-porquei aunque la tengan hermosa,' dan mas maches M hembras; con cualquiera de estas dos cosas disJ iriuroyen la utilidad al padre de familia. Mas algunos des preciables; á la 'visWeottjfecnndos .en ¡erias'de mucho valor] Algunos:tal eual,¡*ey.tr^mitcrr«u! generosidad ásue¡ hijos,' pero "debilitados -por el' placer, rarísimas veces so excitan ar amori A semejante garañon deben los que cuidan de, esto attímarle hembra Ae m misma ¡especie^ pprque lauatural6Bá'¡ha h^(ího mas fa,m'íl4arelsvien«e 'sí á los que son seme jantes; Pues'con esto se ¡consigue qiie-^ encendido, por de cirlo así, y obcecado con la pasion de la que.se le ha pre sentado, y aun ^e- leJharatra^djOf^ aojándole que la monte, quitándole ésta, se arroje sobre la yegua que habia des deñado. ¡ CAPITULO »MMX9 P3 obot f)I) j/;fiioiiiiij t„f<iXXXflI. oí «ti¡irn ?ib. -. eir' ni, tfc ai Que spimodknc & fufar \ del garañon, y modo que hay íHids¡baeérld\ precauciones que se l¡ah.detomat para es* -ntó monta y y del mulo romo. ',1 Lfonixibu e) .oonobi *a na ni) 8013H1ÍKJ «.He .v'¡?' %oI na «ogav i.I isgojgo ansi'/ MtffatW'ferítfKe de. igarañones;;¡AÍifátMti> éh supíisian f•? ^ueiiíifró^.edhtieneh con destreza , Causati' perjuicio' íá fe piara.'- PueVeTque es de esta suerte; tohipe muchas ve* «ft iSs^Wehasf^ó 'cordele* don queJettác afa$* p fr4nqtff$t9 ¿fldd9nVW las cervices y en 9as'- espaldas. 'Lo Jcuat; -fiara qa« rio IdiHaga ,-°átártdblé por' otí-ra&'.S' rtda',atah<5ttí(3'iftioderá ¿orí! él rebajo ;la v'étíemeflcta^rfó^ pasi#tf,/iy cal»** laye* ^rc^rf^^a4sifiyfflaV c^ln*ife;jéiqucHia^''Y ¿ib -embargo fflqe'i¿tfí&3& éctia?^é -dtf&marteí'a'acjttel cuya» pasjoneí son ^e^^^a^ú^'^^é^^tif'itpfúílSáaU qu¿ ai LIBRO SEXTO ^3 natural de este animal, de suyo dormido, se sacuda y ex cite con un ejercicio moderado, y que el macho no cubra á las hembras hasta que, habiéndose hecho mas vivo, co munique á su produccion por medio de una fuerza oculta principios mas ágiles para su formacion. Pero la muía no solo se engendra por un asno y una yegua, sino tambien por una burra y un caballo , y por un asno silvestre y una yegua. Mas algunos autores , que no se deben pasar en si lencio, como Marco Varron 1, y antes de él Dionisio 2 y Magon han dicho que las crias de las muías pasaban en los países de Africa por una cosa tan poco prodigiosa, que es, tán tan familiarizados los habitantes con los partos de ellas, como nosotros con los de las yeguas. Y sin embargo, no hay en esta casta de animales otro mejor, así en cuanto á su natural , como por lo respectivo al cuerpo , que el pro creado por el asno : aunque puede compararse algun tan to á éste el que proviene de un asno silvestre , á no ser que sea indómito y rebelde á la sujecion, segun la costumbre de los animales que no están domesticados, y que haya salido á la figura macilenta de sn padre. Y así un asno de esta clase es mas útil para dar nietos, que para dar hijos. Pues cuando se echa á una yegua un garañon , hijo de una burra y de un asno silvestre, quebrantado gradualmente el natural silvestre, saca la cria que resulta de esta union Ja figura y moderacion del padre, y la fortaleza y agilidad clel abuelo. Los mulos procreados por un caballo y una bur ra , aunque toman de su padre el nombre, pues se llaman en latin hinni 3 , se parecen mas en todo á su madre. Y así es muy conveniente destinar á la cria de muías un as no cuya especie habrá dado á conocer la experiencia ser mas bien formado. Sin embargo, no se debe aprobar por el aspecto, sino el que tenga el cuerpo muy grande, la cerviz fuerte, los costados robustos y anchos, el pecho mus culoso y extendido , los muslos nerviosos , las piernas com pactas, el color negro ó piel de rata: pues el rucio, á pe sar de ser comun en el asno, no prueba muy. bien en la muía. Y no nos dejemos engañar por el conjunto de la fi gura de este animal , si la vemos tal como es de nuestra aprobacion , porque así como las manchas que se hallan en s a?4 COLUMELA. las lenguas ó en los paladares de los carneros, se encucntran comunmente en los vellones de los corderos, del misuio modo, si el asno tiene en las pestañas o en las orejas pelos de otro color que el de lo restante de su cuerpo, saca [amblen con frecuencia crias de color diferente del suyo, y que el mismo color, aunque se haya examinado en el garañon con la mayor prolijidad por el amo, lo engana sin embargo muchas veces., pues en algunas ocasiones, aun sin las antedichas señales, engendra muías que no se le pare cen, lo que no pienso sea motivado de otra cosa que de ha ber de resucitarse en los nietos el color de su abuelo, por la mezcla de los principios generativos del padre. Por coasiguiente, desde que un rucho, tal cómo yo lo he delinea do, acaba de nacer, conviene que *e le quite á su madre, y se aplique á una yegua sin que ésta lo conozca. Es muy facil engañarla en las tinieblas, pues quitándole su hijo en un sitio oscuro , criará al rucho como si lo hubiera parido, y desde que se ha acostumbrado á él por espacio de diez dias, en lo sucesivo siempre que quiera mamar le da la teta. Criado el garañon de esta manera. aprende á amar las yeguas. Algunas veces tambien , aunque se haya criado con la leche de su madre, puede apetecer tener comercio con aquellas, si ha estado desde pequeño con ellas. Pero no conviene que las cubra antes que tenga tres años, y si es to se le concede, será del caso que sea en primavera, co mo que se ha de fortificar, y aun engordaí con forrage ver de, que se le cortará á trozos, y con cebada en abundancia. Y sin embargo, no se echará á yegua nueva ; pues, si ésta no ha sido cubierta antes por macho de su especie, echa de sí á coces al garañon al irla a saltar, y la ofensa que ha recibiderde ella , le hace concebir aversion aun a las demas yeguas. Para que esto no suceda, se arrima a la yegua un burro degenerado y comun, que solicite sus lavores; y sin embargo no se deja que la cubra ; pero si ella está' dispuesta á recibirlo gustosa, separando inraediatamente el mas ordinario , se le echa el garañon de raza supe rior. Hay un sitio dispuesto para este efecto (las gentes del campo le llaman maquina 4), el cual tiene dos paredes le vantadas en un repecho, y á tan corta distancia una de LIBRO SEXTO a?5 otra, que la hembra no se puede resistir, ni hurtar el cuer po al garañon que la va á cubrir : hay entrada por ambas partes, pero la de la inferior la cierran rejas de hierro, á las cuales atan la yegua , poniendole una cabezada , de suerte que esté en lo mas bajo del repecho , para que estando indiñada ácia adelante, reciba mejor al garañon , y en atencion á ser mas pequeño que ella, le proporcione subir sobre sus espaldas con mas facilidad desde un sitio elevado. Luego que la yegua haya parido lo que concibió del asno, lo cria, estando vacía, por todo el año siguiente: pues esto es mas útil que lo que hacen algunos , que aun á la recien parida le echan el caballo. Así que la mula tiene un año, será bueno apartarla de su madre, y despues de ha berla apartado llevarla á pacer á montañas ó parages incul tos , á fin de que se le endurezcan los cascos, y despues sea á propósito para caminatas largas ; pues para albarda es me jor el mulo. Aquella á la verdad es mas ágil ; pero uno y otro sexo anda bien al camino, y rompe cómodamen te la tierra, á no ser que el precio de este cuadrúpedo sea gravoso al labrador, ó el campo, por lo pesado de la tierra, exija las fuerzas de los bueyes. • CAPITULO XXXVIII. De las enfermedades de este ganado y de sus remedios, y cómo se han de aplicar. la he manifestado la mayor parte de los remedios que convienen á éste ganado al tratar de las otras especies: sin embargo, no omitiré algunas enfermedades que le son pro pias , cuyos remedios voy á escribir. Guando una muía tie ne calentura se le da col cruda. A la que tiene huérfago, se sangra y se le echa como ana hemina de zumo de marrubio , mezclado con un sextario de vino, y media onza de aceite de incienso. A la que tiene esparavanes se le pone ha rina de cebada, despues se le abre la apostema con hierro, y se cura con hilas, ó se le echa por la nariz izquierda un sextario de garo superior, mezclado con una libra de aceite, y se añaden á este medicamento las claras de tres ó cuatro s a a76 COLUMELA. huevos, separandolas yemas: se suele abrirla los muslos, y alguna vez aplicarles fuego. Si la sangre se les baja á los pies se les extrae lo mismo que á los caballos, ó si hay la yer ba que llama la gente del campo veratro 1 , se les da en lu gar de forrage. Hay otra llamada hyosciamo 2,cuya semilla, molida y dada con vino , cura dicha enfermedad. La fal ta de carnes y la languidez se remedia dando muchas ve ces una bebida compuesta de azufre molido, un huevo crudo, y una dragma de mirra molida. Estas tres cosas se mezclan con vino, y despues se le echan en las fauces. Y estos mismos remedios curan igualmente la tós y los do lores de vientre. Para la falta de carnes nada es tan eficaz como la alfalfa. Esta yerba verde, pero cuando ya no tarda rá en secarse, dada en lugar de heno, engorda las bestias; pero se les ha de dar con moderacion , no sea que se so foquen con la mucha sangre que cria. Cuando una muía «stá cansada y acalorada, se le echa grasa en las fauces, y Tino puro en la boca. Las demas cosas , con respecto á las muías, se harán como hemos manifestado en los primeros capítulos de este volumen , que contienen el modo de cui dar los bueyes y las yeguas. LIBRO SÉXTO *77 NOTAS AL LIBRO SEXTO. Notas al prefacio. i. 'Dejuvo que significa ayudar. 2. Seguramente le fue molesto ;i Pimío, que habiendo re ferido en el lib. i8, cap. V, las dos primeras preguntas y 'sus' respuestas, calía la tercera, sin embargo de ser muy amante de las hipérboles. Pero' no fue molesto áCiceron, que en el libro a. cap- 2 5 De Officiis refiere la tercera y añade la cuarta que es arar la tierra. ,, 3. Lib. 2, cap. 1 j de su obra de tai cosas del cajmpo. , 4. Fue costumbre entre los antiguos cuando querían fun dar una ciudad, uncir un buey y un? yaca á un arado y coa él ir trazando el sitio en qu¿ 'a habían/de edificar : iban ce ñidos al modo de los Gabinos, y llevaban el arado con la mancera ladeada, para que los terrones cayesen al lado de. adentro, y trazaban un surco todo al rededor del terreno que había de ocupar la ciudad, para levantar allí las murallas, levantando el arado en el lugar donde se habían de. poner las puertas.¡ ,1 5. Diosa de los trigos, hija de.oaturopvjrdftOgs* y mjtdre de Proserpina, 6. Véase la nota 4^ del libro' primero. ? h ' ' A . f '"Notas At capitulo II. r. En el cap. 138 de Gatoa y en el 22 lib. 2 de nuestra autor, íe dice que en los di as dé fiesta -sé peímíté óWcirlos.bue'' yes solamente- parí cierros' trabajos qué' ¡allí séi íefierén y ne/ para otros algunos.* '?'J Vj ' -° /'-'"• I'JÍ¡- f-¡ ''•.' o^e'"! .'2. ! En el cap. 2 , del lib. i. Este primer volumen 'condé nelos dos primeros libros. . Cl ^l -U.1 V '.. ^ ,¡¡u.jiL..;i 5V el'¡ :¡- '- t-...¡¿. I¡ .'. ' i: . "i ,t Nota al capitulo,. V,. ''".Vr-'l,i X. En castellano pulmonaria. •'.." ¡'.- 1;'¡--., .? vy ,,j;n'.Li ;¡¡o l-)'£ tioi..¡;./ jíj lo ::.:: .,.j i.I •.: .-¡.[) ijí .0 Notas al capitulo V.K;í-ii', '^ b » I • Nueve onzas. . •Vll? '' uTb Ji' /. - '' °ir ¡. T '\ ' 2. El papiro es una planta conocida en Egypro, que ha servido párá varios usos, y entre oíroí para ligaduras'; corriose ve en la sátira 4.* de Juvenal, y en la oda 4.a de Anacreonte. ¡ 'Notas al capitulo VIII. " i." En castellano ránula.'" ' ' - " i. - En el original dice allecula, que significa un- pez miry f s ¿7S COLUMELA. pequéáoV'y'como' es 'diminutivo de hallec , que significa tam bien esta salsa, por eso lo he vertido así. Notas al capitulo IX. i. La misma salsa. 2. Bebida ó medicamento que usaban administrar los albeytares á los anímales. enfermos , llamado tal vez así porque les excitaba la salivacion. .. ;,"... . c . . .. . . Nota al' c api'tulo XII. • Sj, Centinodia, ó polígono avicular. Nota ai capitulo XIII. _ i.. Ce corium, que significa pellejo. No Ta'ÁL CAMTTJtO XIV. '¥i Solo Columela nombra esta yerba. Sus anotadotes etnpte'án triucha erudicion para averiguar qué nombre tiene en el oía , pero no se ha averiguado.. I. Notas al capitulo XV. Bardana o lampazo. Notas ^i, .capitulo XXVII. : . 1. Virg. Georg. íib. 3. v. 266 y siguientes. 2. Este Glauco, hijo de Sisipho, rey de Potnla, fue devo rado segun unos por las yeguas que mantenía con carne hu mana ; segun Otros fue hecho pedazos por las yeguas que ti raban de su carro , en castigo del despt^giq que había mani festado por los sacrificios de Venus. ... ._,, , - . 0 u...u. -J^,. Viento' que sopla por el punto cardinal del horizonte, por la parte del occidente. ,' , '' ' •• -•' 4. El que sopla entre el oriente y el mediodía, que se lla ma Sudeste. -7 .í • , v ; ' ' .' t av' •' 5. Viento del Norte. #, ;'.. .;•..'.» or. . .• : .0 r;?T .1 6. El que sopla de entre el septentrión y el occidente, que es el Noroestes . , ú •, ; . ., , A , A .¡ 0 \\ 7. Viento 'de Mediodía o" Sur. . ro ... .s , . 8. l'Hitio en el lib. 4, cap. 22 confirma éste hecho; pero no debe dejar de tenerse por una fábula que debe verosímil mente su origen tanto á la fecundidad de las yeguas de este pais , como á su excesiva ligereza , que habrá dado lugar sin duda á la costumbre de decir metafóricamente al principio, que se habían concebido del viento, y en seguida se habrá to mado ésta expresion figurada en sentido propio. LIBRO SEXTO %79 Nota al capitulo XXVIII. v. Este pasage se cita ín varios autores, como de Afri cano; sin embargo Paladio lo atribuye tambien á Demócrito. Aunque la ridiculezade esta opinion sea evidente, no sería fá cil quitársela de la cabeza á muchas mugetes, y aun á ciertos hombres. Nota ai capitulo XXXIV.'i. ticguilla, yerba muy común en los sembrados. Notas al capitulo XXXVII. 1. En el lib. 2.° cap. i' de las cosas del campo. 2. Este es Casio Dionisio de Utica, que tradujo al griego la obra de Magon. 3. De hinnitus que es el relincho del caballo. 4. Máquina en latín y en castellano, significa todo lo que puede servir para aumentar las fuerzas motrices. Notas al capitulo XXXVIII. 1. Vedegambre , ó eléboro. 2. Beleño. 3. Aunque en el prefacio de esta traduccion me he empe ñado, siguiendo la opinion de Saboureux, en persuadir que Columela no es el autor de la division de su obra por capítu los, como la tenemos en el dia y sin embargo, por este pasage parece que sus libros estaban divididos en muchas partes, que asi llama el autor á lo que yo , conformándome con el modo vulgar de hablar adoptado por los editores , llamo capítulos. r ' ¡¡i . J *4 íiüCIO JUNIO MODERATO COLÜMELA. i. ;.',í. Dé las cosas del campo. j?c LIBRO SÉPTIMO. .t iv y. ." x m. '■■■ .—3 a ', a -. '• rj , t„ .';„ .. Del ganado menor. O" s.i;. r.' c;. •: '¡ CAPITULO I. Del borrico. T! Habiendo de írafar del ganado menor, Publio Silvíno, ten drá el primer lugar el asnillo menor de Arcadia: este ani mal vil y comun que quieren los mas de los autores de las cosas' del 'campo -que cuando se trata de comprar y mamerier bpsúas de carga,. sea el que principalmente se procure adquirir; y, no sin razon. Porque se puede mantener, aun que sea en uu campo que carezca de pastos, pues se con tenta con poco forrage y con cualquiera que sea : como que se alimenta con hojas de árbol ó con matas espinosas, con ramas de sauce ó con un haz de sarmientos. Pero con la paja que abunda en casi todos los países aun se pone gordo. Aguanta muy bien la desidia de un borriquero atolondrado, y no menos los golpes y la escasez ; por lo cual tarda mas en perder las fuerzas que cualquiera otro animal, pues co mo resiste sobre manera el trabajo y el hambre , rara vez le acometen las enfermedades. Este animal, cuyo mantenimiento es de tan poco costo, se emplea en muchísimos trabajos y muy precisos ^mayores de lo que corresponde á su valor , pues no solo rompe con arados ligeros la tierra franca, como es la de la Bélica y la de toda la Lybia, sino que tira de los carros en no teniendo demasiado peso. Muchas veces tambien , como dice el mas célebre de los poetas (virgii¡«CEo«o. lib. i.t. a73) el conductor de un borriquillo pesado lo carga de frutas or LIBRO SÉPTIMO a8i dinarías, y al volver de la ciudad trae una piedra de molino picada sobre él , ó una carga de pez negra. Pero el tra bajo casi ordinario de este animal es hacer dar vueltas á las piedras referidas y moler trigo. Por lo cual toda hacienda .de campo ha menester el borrico, como el instrumento mas necesario, el cual puede llevar cómodamente á la ciudad y retornar de ella, como he dicho, en el cuello ó en la es palda las mas de las cosas que sirven para nuestro uso. Pe ro cuál sea la especie mas apreciable, y cuál el mejor modo de cuidar estos animales, se ha explicado suficientemente en el libro anterior1 cuando se dieron preceptos en orden á los de raza superior. ... . . .'''•' CAPITULO II. De las ovejas y de sus diferentes castas. Uespues de los cuadrúpedos mayores tienen el segundo lu gar las ovejas , que tendrían el primero con respecto á la utili dad tan grande que se saca de ellas. Pues este ganado es el que nos defiende principalmente del frio, y nos provee de los ves tidos mas decentes para cubrir nuestros cuerpos. Ademas de que no solo hartan á los campesinos con la abundancia de le che y queso, sino tambien adornan las mesas de las personas de gusto con agradables y copiosos manjares. Y á algunas naciones que les falta el trigo les sirven de único alimento, por lo cual la mayor parte de los Nómades y Getas se llaman galactopotas ó bebedores de leche. En fin este ganado, aun que es delicadísimo, como dice muy sabiamente Celso, es de una salud muy segura y no padece enfermedad pestilencia). Sin embargo se ha de escoger acomodado á la naturaleza del pais: lo cual previene Virgilio (Georc. ía.a.v. 89). que se observe siempre, no solamente en orden á este ganado, si no con respecto á todas las partes ríe la agricultura , cuando dice '."Pero ni todas las tierras pueden llevar todas las cosas." Los terrenos pingües y llanos mantienen ovejas grandes : el endeble y de colinas las cuadradas, el inculto y montuoso las pequeñas: el ganado que se cubre con pieles se apacien ta con muchísima comodidad en los prados y en los barbe a8a COLUMÉLA. chos que están en llanos. Y este ganado no solo es ele muy diferentes castas, sino de muy diferentes colores. Nuestros ma yores tenían por de una casta sobresaliente las ovejasdeMiJeto, las de Calabria y las de Apulia, y por las mejores de estas las de Tarento. Abora pasan por mas excelentes las de la Galia, y entre ellas principalmente las de Altino, y tambien las que pastan en los campos' de Macra, cerca tle Parma y Módena. En cnanto' al color* no solo es el mejor el blanco, sino tambien el mas útil: pues con él se tienen muchísimos co lores , y este color no se puede tener por medio de otro. Son tambien de un precio recomendable por su naturaleza, el color obscuro y negruzco, los que dan en Italia Poten cia, y en la Bética Córdoba. Tambien los de Asia rojos, que llaman erythreos. Pero la experiencia ha enseñado á sacar otras variedades en esta clase de ganado : pues como se hubiesen traido de los países de Africa vecinos al muni cipio de Cádiz, entre otros animales feroces, carneros silves tres y montaraces de un color admirable á los empresarios de espectáculos, Marco Columela mi tio paterno, varon de agudo ingenio y célebre labrador, habiendo comprado algunos, los envió á sus haciendas, y despues de haberlos amansado los echó á ovejas cubiertas. Al principio parieron corderos burdos, pero del color de los padres, y estos mis mos, echados despues á ovejas de Tarento, procrearon carne ros de vellon mas fino. Despues de lo cual todo loque pro vino de estos sacó la suavidad de la lana de las madres y el color de la de los padres y abuelos. De este modo decía Co lumela que la especie de un animal silvestre fuese como fuese volvía á reproducirse en sus nietos, mitigado por grados su natural silvestre. Volveré al asunto. Hay pues dos especies de ovejas, finas y burdas. Pero aunque hay muchas cosas que conviene observar con respecto á ambas y son comunes á una y otra, ya en la compra y ya en la manutencion de ellas, hay algunas peculiares de la especie mejor. Si lo que mas agrada es la blancura de la lana , siempre escogerás los moruecos mas blancos, porque muchas veces un carnero que lo es tiene un hijo de color obscuro, pero de uno de este color ó rojo, nunca se produce uno blanco. LIBRO SÉPTIMO *83 CAPITULO IIIj. De la eleccion de moruecos, de la edad que han de tener éstos y las ovejas que han de cubrir, y del cuidado que exigen. X así no solo es motivo para aprobar un morueco el que su vellon sea blanco, sino tambien el que el paladar y la lengua sean del mismo color de la lana: pues cuando éstas partes del cuer¡K> son ó negras ó manchadas, nacen tambien los corderos obscuros y pintados, y esto lo lia explicado grandemente entre otras cosas el mi.*mo poeta que ci.té arri ba ( v¡rg. Gsoro. iü>. 3. t. 387) por estas palabras ', '-' Pero por maa blanco que sea un carnero, si tiene en su húmedo paladar una lengua negra, de-échalo, no sea que obscurezca con manchas negruzcas los vellones de sus hijos". Lo mismo se ha de observar en los carneros rojos y en los negros, en los cuales el paladar y la lengua deben ser igualmente (como he dicho ya ) del mismo color de la lana , y mucho menos ha de ser manchado el todo de la piel : por Jo cual no con viene comprar las ovejas sino cuando están sin esquilar, para que se manifieste mejor la unidad del color, que, si no es muy completa en los carneros, las manchas del pa dre las sacan por lo comun los hijos. La figura que mas ae aprueba en un carnero es cuando es alto y lar,go,. tien0 el vientre descolgado y cubierto de lana , la cola muy lar ga, el vellon espeso, la fíente ancha, las criadillas gruesas, los cuernos retorcidos, no porque en teniéndolos sea mas ütfil, pues es mejor el carnero mocho, sino porque hacen mucho' menos daño los cuernos retorcidos que los levantados y abiertos. Sin embarga.en algunos países en que el clima es húmedo y airoso, escogeremos los machos de cabrío y los carneros que tengan cuernos aunque sean muy grandes, porque siendo extendidos y altos defienden de la tempestad la mayor parte de la cabeza. Y así si el invierno es comun mente muy rigoroso, escogeremos esta casta de cuernos grandes: si es mas benigno, aprobaremos un morueco mo cho; pues en el que tiene cuernos hay el inconveniente de ft84 COLUMELA. que como se siente armado de cierta especie de dardo natu ral en la cabeza corre frecuentemente á pelear y se hace mas atrevido con las hembras : pues persigue con la mayor violencia á su rival, aunque él solo no sea suficiente para cubrir el rebaño, y no permite que otro lo haga sino cuan do él está fatigado. Pero el mocho , conociéndose como de sarmado, al paso que no es inclinado á pelear, es mas mo derado en los placeres. Y asi los pastores reprimen la vio lencia del macho ó carnero topador con esta industria: Cla van alambres puntiagudos en una tabla de rohle de un pie de largo que le atan á los cuernos con las puntas ácia la frente. Esta precaucion impide al animal, por mas feroz que sea , que riña con los otros , porque no puede dar una tope tada sin herirse á sí mismo con el golpe que da contra las puntas. Pero Epicarmo de Syracusa,que eslcribió con mu cha exactitud de las medicinas de los animales, asegura que el carnero peleador se aplaca barrenándole los cuernos por la parte de la curvatura mas inmediata á las orejas. La me jor edad de este cuadrúpedo para la generacion es la de tres ■ños, y con todo eso no es inhábil hasta los ocho. La ove ja debe cubrirse despues de los dos años; pasa por nueva á' los cinco, y deja de parir despues de los siete. Con que (co mo he dicho) comprarás las ovejas sin esquilar: desecharás la qne tenga la lana manchada y la de color obscuro con pelo blanco, porque es color incierto. Tambien desecharás la que se,a mayor de tres años, tenga los dientes fuera de la boca y sea estéril. La escogerás de dos años, de cuerpo gran de, larga de cola, y de lana que esta no sea áspera , que ten ga el vientre cubierto de lana y ancho, porque se ha de evitar el lampiño y pequeño. Y e3tas cosas son las que se han de observar comunmente poco mas ó menos en la com pra de las ovejas. Estas se han de tener tambien presenten para cuidarlas: los establos hacerlos bajos, pero mas largos que anchos, para que á un mismo tiempo estén calientes en el invierno y las estrechuras no sofoquen las cria3. Se expone drán hácia el mediodía, porque este ganado aunque es el mas vestido de todos los animales, es sin embargo el que menos nguanta el frio así como el calor del estío. Por lo cual debí» haber delante de la entrada un corral cercado con paredes LIBRO SÉPTIMO a85 altas para que pueda salir el ganado con seguridad durante el estío. Y se procurará que no pare humedad alguua en los establos, y que estén siempre cubiertos de helechos muy se cos ó paja, para que las paridas tengan camas muy limpias y blandas. Estarán los establos muy aseados, para que la sa lud de las ovejas, que es lo que se debe atender principal mente, no padezca con la humedad. Pero á todo ganado se le han de dar pastos abundantes. Pues aunque sea un corta número, si está harto de ellos, rinde mas á su dueño, que un hato muy grande que sienta escasez. Pero buscarás unas dehesas no solo verbosas sino libres de espinas, porque pa ra usar de la autoridad del divino poema (Vi,gilio Gioao. ia>. 3< ». 38i y 44») muchas veces , si tienes aficion á la lana , en pri mer lugar huye de los bosques ásperos , no haya bardana mayor, ni abrojos. Porque estas plantas ocasionan sarna á las ovejas, como dice el mismo, cuando despues de haber las esquilado se les ha pegado el sudor por no haberse lava do, y las pinchudas espinas han desgarrado sus cuerpos, dis minuyéndoseles tambien la lana de día en dia , supuesto que mientras mas le crece al ganado, mas expuesta está á arrancársele de la piel, mientras está paciendo, por las zar zas que se agarran á ella como anzuelos. Pero el ganado fi no 2 pierde tambien su cubierta con que está resguardado, y ésta no cuesta poco reponerla. Convienen comunmente los autores en que el primer tiempo para echar el morueco á las ovejas, es, si .está la oveja temprano en disposicion, el de la primavera en las fiestas de Pales; pero si ha parido por aquel tiempo , ácia el mes de julio. Sin embargo el primer tiempo es sin duda mejor, porque así como á la recoleccion de granos sucede la vendimia, á esta suceda el parto de las .ovejas, y e\ cordero harto con la yerba de todo el otoño, to me fuerzas antes de la tristeza de los frios, y del ayuno del invierno. Pues el cordero de otoño es mejor que el de pri mavera, y es mas útil que se fortifique antes del solsticio de estío que antes del de Invierno; y este es el único de todos los animales que nace cómodamente en este último. Pero si el caso exige que se hayan de procrear muchísimos machos, Aristóteles, varon el mas instruido en las cosas de la natura leza , ordena que en el tiempo de cubrir las ovejas se obser »86 COLUMELA. ven en los ellas secos los vientos del septentrion^ á fin de ha cer pacer el ganado ácia este viento y se cubran las ovejas mirando á él : pero si son hembras las que se han de pro ducir se deben buscar los vientos del mediodía y hacer cu. brir las ovejas mirando al sitio por donde soplan. Pues lo que hemos enseñado en el libro anterior de que se ligue el testículo derecho ó tambien el izquierdo, en los hatos gran des es engorroso. Cuando el pastor ha de ir á buscar pastos á algun parage lejano despues de haber parido las ovejas, pues el capataz reserva casi toda la cria para que paste en las in mediaciones del pueblo, entregará al carnicero los corderos tiernos, antes que hayan gustado la yerba, porque no solo se llevan con poco gasto , sino porque destetados se percibe no menor utilidad de la leche de las madn s. Sin embargo convendrá dejar crecer algunos en la inmediacion de Ja ciu dad, pues el ganado del pais es mucho mas útil que el foras tero, y no se debe dar lugar á que el dueño se quede de una vez sin todo el rebaño, por halarse consumido con la vejez: principalmente siendo el primer cuidado de un buen pastor, sustituir todos los años en lugar de las ovejas muertas ó enfer mas, otras tantas ó aun mas cabezas; porque muchas veces el rigor de los frios y del invierno engaña al pastor y mata aquellas ovejas que habia él dejado en el otoño, y persua dido que todavía podian aguantar el invierno no las habia quitado de enmedio: cuanto mas que tambien por estas ca sualidades no se completará el número- sino con las crias nuevas y mas fuertes que no se encierren en el establo el invierno. Lo cual el que lo hiciere tendrá presente no dejar la cria á la oveja menor de cuatro años, ni á la que pase de ocho, pues ninguna de estas dos edades es propia para criar. Ademas de que lo que se formadle un material viejo, saca la vejez de sn origen por lo comun : pues ó es estéril o débil. El parto de la* oveja se ha de asistir no de otra manera que lo hacen las comadres parteras con las mugeres, pues no pare de otra manera este animal que como lo hacen las mugeres, y muchas veces tambien padece tanto mas en el parto, cuanto mas privado está de toda razon : por lo cual el mayoral de este ganado debe estar instruido en la veterinaria, para que si el caso lo exige si está el feto atravesado en la matriz lo ex LIBRO SÉPTIMO 487 traiga entero ó á pedazos, partiéndolo con un instrumento de hierro sin perjuicio de la madre, á loque llaman los griegos embrosxein. Pero desde que el cordero ha nacido se debe poner en pie y aplicarlo á las tetas de la madre , y ademas abrirle la boca y humedecérsela con leche que se hará sa lir de la madre ordeñándola para que aprenda á sacar el ali mento de ella: mas antes de hacer esto se ha de extraer un poco de la leche que los pastores llaman calostros, la que si no se hace salir algun tanto, hace mal al cordero: el cual dos dias despues de haber nacido se encierra con su madre para que ella lo abrigue y él aprenda á conocerla. Despues, mientras no retoza , se guardará en un encierro obscuro y caliente: y cuando ya retoce, convendré que, se le, encierre en un aprisco formado con varetas junto con los de m edad, no sea que con los demasiados brincos y saltos pueriles, por decirlo así, se ponga flaco: y se ha de procurar que el mas delicado se se [ are de los mas fuertes, porque el robus to fatiga al endeble. Y es bastante que por la mañana, an tes que el rebaño salga á pacer, despues tambien á la en trada de la noche, cuando vuelvan las ovejas hartas, se junten con ellas los corderos; á los cuales, así que empiecen. á tomar fuerzas, se les ha de echar dentro del establo cítiso o alfalfa y tambien salvado, ó si el precio de los granos lo permite, harina de cebada ó de yeros; despues de lo cual luego que hayan tomado toda su robustez, &c arrimarán las madres á los prados ó á los barbechos contiguos ú la casa de campo, y los corderos se harán salir de su encierro para que aprendan á pacer fuera. En cuanto al género de forrage que les conviene, tendremos presente (como hemos di cho antes, y acordándonos ahora de lo que hemos omitido) que las yerbas mas agradables son las que nacen en los campo? labrados con el arado: en seguida las que se crian en los canatos que carecen de humedad , y que las de, las lagunas y basques pasan por las menos convenientes: y sin embargo ningunos forrages ni aun pastos hay tan gratos que á la larga no dejen de disgustar á las ovejas, si no ocurre á su fastidio el pastor dándoles sal, la cual puesta en dornajos de madera, como para condimento del forrage, la lamen las ovejas cuando vuelven de pastar, y con su sabor se les a88 COLUMELA. abre la gana de beber y pacer. Y por el contrario se socor re la escasez del invierno cebándoles de comer en los pe sebres debajo de tediado: se alimentan muy bien con hojas de olmo ó de fresno que se habrán guardado , ó con be llo de otoño que se llama cordo: pues este es mas tierno, y por lo mismo mas agradable que el que se ha cogido á su tiempo. Tambien se mantienen muy bien con cítiso y veza cultivada. Sin embargo cuando las demas cosas faltarán es menester paja aunque sea de legumbres: pues la cebada so la ó el haba molida con sus vainas ó la gulga son mas cos tosas que para poderlas dar en las inmediaciones del pueblo por poco dinero; pero si su precio equitativo lo permite son sin duda muy buenas. En cnanto á los tiempos de apa centar el ganado y de llevarlo al agua , no soy de distinto •entir que Virgilio (G»o«o. i'i'. 3. ». 3*',). cuando dice: "Cuando aparece el lucero de la mañana4 , cuando apunta el dia, cuando las yerbas blanquean con la helada, llevemos el ga nado á pacer en los campos frios, pues el rocío le es muy agradable en la yerba tierna." En seguida luego que la ho ra cuarta del dia les hará sentir la sed, lo conduciremos álos pozos ó á los estanques profundos, y al mediodía (como di ce el mismo) al valle, si en alguna parte de él una grande y antigua encina consagrada á Júpiter extiende sus largas ramas, ó si hay algun bosque sagrado , inaccesible á los rayos del sol por su espesura y multitud de acebos. Despues, mi tigado ya el calor, lo* llevaremos otra vez al agua y á pa cer, cuando se pone el sol y el fresco lucero de la noche templa los aires, y la luna trayendo el rocío da nuevo vi gor á los bosques. Pero se ha de observar en el estío mien tras aparece la Canícula, que antes del mediodía se conduz ca el ganado con la cabeza mirando acia el poniente, y despues de mediodía acia levante: como que es muy im portante que las cabezas de los animales que pacen no es tén cara á cara con el sol , que por lo comun les es perjudi cial al nacer dicha constelacion. El invierno y la primave-' ra se tendrán encerradas en el aprisco por las mañanas has ta que el sol quite la helada á los campos, porque la yer ba que está cubierta de ella ocasiona catarro al ganado, y le alarga el vientre: por lo cual tambien en los tiempos LIBRO SÉPTIMO. a89 fríos y húmedos del año no se le ba de dejar beber mas de. upa vez al diav Ademas de esto el que va con el rebaño ha de ser muy cauto y :vigilaQte(lo que se previene á todos losi que guardan toda especie de ganados), y lo ba de gobernar con mucha blandura: mas semejan teá conductor que á due ño; y para reunirías y recoger las ovejas las amenazará con la. voz y el cayado.;. y jamas les. ha de tirar dardo;. ni $e jeti-. rará muy lejos de ellas: ni se recuente. ni se sjepíe, pues si, no ando debe estar en pie; porque. la obligacion de un guar-. da de ganado, es tener los ojos colocados, pdr decirlo asíy sobre una atalaya muy alta y elevada, para no permitir que las mas pesadas y las preñadas deteniéndose, y las ágiles y paridas corriendo, ae separen de las demas: no sea que al-, gun ladron ó alguna Sera engañe al pastor que se descuide, Pero estos; preceptos son generales á casi toda. especie d» ovejas. Ahora diremos los que son propios de las de raza su perior, i .. .' . IV. : ! v ] • í ," : . . i .1 .:< i > '\.:-. I .CAPITULO ..; •;'.;' . i . •;(:. I 1 , r: •:'ii .l:, .) un - De las ovejas cubiertas. rn É.M.. i ' 't;[.. !.' ':.i\., . i > »; | h ,íÁh •'.{ hi'l\'.,' í : I . « ' . [ 1 ganado griego, que comunmente se llama tarentino, apenas conviene tenerlo, sino cuando el amo está presente: pues necesita mas cuidado y mas alimento que los demas, Porque si todo el ganado lanar es mas. delicado que los otros ganados , entre los de esta especie ninguno hay que lo sea tanto como el de Talento* qi*e no aguanta descuido alguno, y mezquindad mucho menos de parte del amo ni de la de los mayorales, jni puede tolerar el calor ni el frio. Comun, mente se mantiene en la casa, y rara vez fuera, y es muy ansioso de comida : por lo que si se le sisa por fraude del capataz se siguei la destruccion. del tebaño. Cada cabeza se mantiene bien al pesebre en el invierno con tres sextarios de cebada ó cuatro tle habas molidas con sus vainas , ó de gálgana, con tal que ademas se le dé hoja de árbol seca, al falfa seca ó verde, ó cítiso, y tambien siete libras de heno de otono, ó paja de legumbres en abundancia. En este ga nado es muy pequeña la utilidad que se puede sacar de la venta de Jos corderos, y dela leche ninguna, porque ios t 19* COLÜMELA. que no ée nato de conservar, se matan por lo comun á mwy' pocos días de habet nacido, sin aguardar á que estén. for mados, y las madres que han quedado sin hijos dan de mamar á los agenos, pues á cada cordero señalan dos ove jas que lo crien; y no conviene privarlos de la nías peque ña parte de la leche , para que estando mas saciados de ella, se fortifiquen prontamente, y la que tos lia parido, asociada don la nodrífct, tenga menos' «abajo en criar su hijo. Potf coyo motivo se hart. de observar cétt el mayor cuidadoí aplicar todos los dias tos corderos á las tetas de las' madres, y á las extrañas que no les tienen cariño. Mas en semejantes rebaños conviene criar mas machos que en los de lana bur da: pues castrados estos antes que puedan cubrir las hem bras, asi que han cumplido los dos años, se matan, y sus pieles por la hermosurEf de su lana se ve«den'á los comer ciante» á mayor precio que otros vellones. Pero tengamos presente que la oveja griega se apaciente en campiñas rasas limpias de todo arbusto y zarza, no sea que, como dije arri ba, se arranque la lana y la cubierta. Y sin embargo ei/a no quiere el cuidadb menos diligente que se tiene fuera, porque no salga todos los dias á pacer , sino el mayor que se riene dentro de la casa de campo : pues se ha de descubrir y refrescar mas á menudo: se ha de abrir su lana y regar con aceite y vino mas veces: alguna vez se ha de lavar entera mente si el buen temple del día lo permite, y esto es bas tante q*!* se haga tres veces al año.; pero los establos se han de barrer y rimpirir frecuentemente, y se ha de dar salida á toda la humedad que ocasiona la orina, la cual se seca con muchísima comodidad horadando las tablas con que se entariman para que el rebaño se eche sobre ellas. Y no sO« Jamente se han de libertar loa establos del cieno ó del es•retcol * sino tambien de las serpientes venenosas: lo cual para que se haga ( visito oiio*d.iib; a. v.iií.yhabiráate a quemar en los establos el oloroso cedro, y á ahuyentar con el olor del galbano las Venenosas serpientes. Muchas veces la víbo ra peligrosa para tocarse ha estado oculta bajo de los pese bres que están fijos, y llena de terror ha huido de la luz: ó la culebra acostumbrada á estar debajo de techado. Por lo «nal , segun el mismo ordena t toma piedras en la mano, pas- LIBRO SÉPTIMO. a9r tor; toma el cayado y echa fuera este. reptil que te amenaza . y que iqfla su cuello daudp sumido*. Y para que no sea pre ciso hacer esto con, peligro, quema, muclws veces cabellera de muger ó asta de ciervo: cuyo olor sobre todo po deja parar en los establos semejante peste. Para el esquilo no se puede fijar un tiempo cierto, y que sea el mismo en todos los paises, porque el estío no.es en todos tardío,, ni en todos tem prano: y asi lo mejor es examinar los tiempos en que la ove ja, si lo quitares la lana, no sienta el (ño, ni el calor si to davía no la hubieres esquilado, Pero cuando quiera que se esquilare se debe untar con la composicion siguiente: Se mezclan partes iguales de caldo de altramuces cocidos, he. ees de vino añejo y alpechín, y con esta mezcla se rocía; y cuando sil piel , que se frotará bien cpn ella por espacio de tres días, la hubiere embebido, el dia que baga cuatro si el mar está cerca se lleva á la orilla y se mete dentro ; si no lo está, se echará sal en agua llovediza que se dejará al rato hasta que se impregne bien de ella, y con ella se lava bien el rebaño. Curado.de esta manera el ganado, afirma Celso que no puede tener. ¿sarna en aquel año; y no hay duda, que tambien por este .mótfyo, Ja, lana que les vuelve 4 WPer.-Sí8 .roa»' fina y. mas larga. . , . CAPITULO i ¡, \ ¡i ,, , i ., . V. i . ' . í- , ¡. ¡i Pe Iqs enferpffd-idfifckgwad? ^nar^desifs ffJHftPty .^-^ . I '' - . '.,- 'l' \" o :.',,.' '; ¡r' .- ..' : ' ¡¡iin ¡ n n' JJespucs de .haber referido el cuidado y atencion que c-su gen las ovejas que están sanas, ahora vamos á prescribir el modo con que *e han de curar las que tienen defectos p adolecen de enfermedades , aunque esta parte del libro está ya casi apurada toda, cuando tratamos en el anterior del modo de fincar el,gapado mayor; porque como la, .natural».za de los cuerpos es casi la misma en los .ganados menores que en los mayores , las diferencias que se pueden encon trar en las enfermedades y en los remedios , son pocas y pequeñas; sin embargo por mas pequeñas que sean no las ommiftWPs, iSf ,ae pone, malo todo «1 rebaño, es menes^r ¿cpnfprJW k -O que hemos prevenido antes , y ahora repetí» t x a9a •' columelar t mos, porque creemos ser sumamente saludable) mudar lo» pastos' y los aguaderos de todo el pais', y buscar otro clima', procurando, si la enfermedad atacó al ganado por motivo del calor y del ardor del sol; escoger campos sombríos, y si ha «ido ocasionada por el frio , buscarlos abrigados : pero con vendrá conducir el ganado á un paso regular y sin prisa, para que su debilidad no se agrave con la fatiga de un ca mino bcgoV aunque' no' acomodará llevarlo absolutamente con desidia 'y ItenfituH, porque asi cómo no es conducente «acal 'miicHo de paso las ovejas fatigadas 'con el mal, así tambien es útil ejercitarlas moderadamente, despertarlas (por decirlo así) de su letargo, y no dejar que desfallezcan y perezcan en su adormecimiento. En seguida luego que el rebaño haya llegado á su destino se distribuirá á los colorios en pequeñas manadas; 'pues disidido' eh esta forma conválece'mns facilmente^ ó porque el vapor de la misma enfer medad es menor en un número corto de cabezas , ó porque se tiene. con mas facilidad mayor cuidado con los menos. Estas cosas pues, y las demas que hemor especificado en el :libro' anterior '(para no repetir áhorá"^ 'rhismas) sórilas 'qué' debemos Observar' si todas íaS tívejífs están gbriéralnieute enfermas; pero si lo estuviere una.Á otra" Mrenioí lo si guiente. Las ovejas se inficionan de sarna con mas frecuen cia que algun otro animal: :1a cual les acomete, como dice nuestro poeta (▼■pH», 0*0*0, ia'. 3. y. u') cuando una lluvia fría, o e!h''eÍ' crudo invierno "la Heíada'bíanca, las ^ha penetrado mas profundamente en lo vivo:. ó si despues del esquilo 'nb les aplicas dicho remedio, si rto lea lavas en el rilar ó en un rio el sudor del estío, si dejas que el rebaño despues de esquilado se hiera con las zarzas silvestres 6 los espinos, si te sirves para Mías de un establo donde' ha habido ínulas, cr/bdllos & borricos: pero sobré' 'todo 1a"éscascfe de Comida hace' que' las^óvejais *e pongan flacas, y de estarlo se origina la sarna. Se conoce que há empezado á entrar á' estos ani males la enfermedad,' si se rascan con los dientes la parte en que la tienen, si se dan en ella con el cuerno ó con el "pieVdYt la'Tefríegari'coh uh'árl)ol, ó «i se la froran contra W jSa'rerJes' : W'cúáil ksí/que veas tjüé álgrihd'lcr' hacé , ' con 'tfe'tté1 qHé 'la agarresy le- abrasila Urna1: pues debajo está el LIBRO SÉPTIMO a93 cutis áspero, y en él hay á modo de postillas: á cuyo mal se ha de poner, remedio inmediatamente, no sea que contagie todo el rebaño; lo queá la verdad sucederá pronto, porque otros ganados se infestan por el contagio; pero principal mente las ovejas. Son muchos los remedios que hay, los cuales vamos á referir, no por que sea preciso servirse de todos, sino porque como hay paises donde no se encuen tran algunos , con uno ú otro de entre estos muchos que se hallen se puede curar. En primer lugar es útil la composi cion que hemos dado á conocer poco antes, si mezclas á la hez de vino, al alpechin y al cocimiento de altramuces igual porcion de eleboro blanco molido: puede tambien quitar la sarna el zumo de cicuta verde : la cual cortada en primave ra cuando ha entallecido ya y no ha echado todavía semilla, se muele, y el zumo que se exprime de ella se guarda en una vasija de barro echando á dos urnas de él medio modio de sal tostada : luego que'se ha hecho esto se tapa la vasija y se entierra en el estercolero , y despues de cocido por espa cio de un año entero con el calor del estiercol, se saca, y se unta la parte enferma con el medicamento tibio, ha biéndola frotado antes con un ladrillo sin raspar ó con pie dra pomez hasta lo vivo. Tambien es remedio para la mis ma enfermedad el alpechin cocido hasta que embeba do9 terceras partes: asimismo orina de hombre añeja en que se haya metido un tiesto hecho ascua. Algunas personas sin embargo ponen esta misma orina al fuego hasta que dis minuya la quinta parte, y le mezclan igual porcion. de zu? ido de cicuta verde: en seguida; echan polvo de ladrillo^ pez líquida y sal frita, de cada cosa un sextario: aprovecha tambien el azufre molido y la pez liquida en partes iguales espesadas á fuego lento. Pero el poema de Jas Georgica» (Vbgiijo üb. 3 v. 453.) afuma: que no hay medicina mejor que si alguno ha podido cortar con el hierro la extremidad de los labios de las úlceras , pues este mal subsiste y hace progre sos manteniéndolo cubierto. Por lo cual se han de abrir las úlceras y se han de curar con medicamentos como las demas heridas. Añade en seguida con igual prudencia, que á las ove jas que tienen calentura conviene sangrarlas del talon ó de entre. Jasfdos pesuñas:. pues á la verdad ha sido muy provot t 3 a94 COLUMELA. choso corregir los ardores de la fiebre, y p'icar la vena que hay entre las extremidades de los pies 'y que pulsa con la mucha sangre que tiene. Nosotros tambien las sangramos por bajo de los Ojos, y en las orejas. Los callos infestan la oveja de dos maneras, ó cuando aparece en la misma sepa racion de la pesuña alguna materia y rozadura, ó cuando .en el mismo sitio hay un tumorcillo en cuyo medio casi se levanta un pelo; semejante á uno de perro, debajo del cual .&ay Un gusanillo. La materia yla'rozadura desaparecerán untándoiU Cbh pez. liquida sola; ó mezclándole alumbre, azu fre y vittajgte, ócon granada que aun no haya formado los granos molida con alumbre y rociada con vinagre ó con cardenillo pulverizado, ó aplicandosobreella polvos de aga lla quemada con vino fuerte. El tumorzuelo que tiene de bajo' un gusanillo se debe cortar al rededor con hierro, usantío de la mayor precaucion , no sea que cuando se hace la amputacion, el animal que está debajo se hiera: pues cuan do se verifica esto echa una sangre envenenada , la cual si cae en la llaga la hace tan incurable, que es menester cor tarle todo el pie: luego que se haya cortado con cuidado el tumorcillo, echa en ln liaga gota á gota sebo derretido por medio de una vela encendida. A la oveja que tenga pulmo nía conviene curarla del mismo modo que á la cochina, in troduciéndole en la oreja la raíz que los veterinarios llaman consitigo: de esta ya hemos hablado cuando enseñamos el método de curar al ganado mayor. Pero esta enlermedad ordinariamente acomete á todos los animales en el estío si les ha faltado el agua , por lo cual en tiempo de calores se les ha de proporcionar que la beban en abundancia. Celso es de Opinion que así que la enfermedad ha acometido á la Oveja en los pulmones,, se le dé tanto vinagre fuerte como pueda beber: ó tres hemínas poco mas ó menos de orina añeja de hombre tibia que se le echen con un cuerno pe queño por la nariz izquierda, y que se le introduzca en las fauces un sextante de manteca de puerco. Es tambien incu rable el fuego sacro que los pastores llaman púsula. Si no se sujeta en la primera oveja que ha sido acometida de él, destruye todo el rebaño contagiándolo como que no sufre kw remedios de apósitos ni del hierro: pues se irrita común- LIBRO SÉPTIMO a95 mente con todo lo que le toca: sin embargo los remedio» que admite solamente son los fomentos de leche de cabras, la cual sirve únicamente para mitigar el rigor de la enfer medad , difiriendo mas bien que impidiendo la destruccion del rebaño. Pero Bolo Mendesio , célebre autor de nacion Egypcia, cuyos comentarios (que se llaman en griego ipomnémata) se atribuyen falsamente á Demócrito, es de sentir que se deben registrar muchas veces y con atencion las espaldas de las ovejas por ver si tienen esta enfermedad; y si por casualidad se encontrare en alguna, que se haga inmediatamente un hoyo en la puerta del establo, y enter remos viva y boca arriba la oveja que tenga el fuego sacro, dejando que pase sobre ella todo el rebaño; hecho lo cual se quita la enfermedad. Se echa la bilis, que no es muy po co perjudicial á las ovejas en el estío, bebiendo orina añeja de hombre, la cual asimismo sirve de remedio al ganado cuando tiene ictericia. Pero si las molesta el moquillo, se le introducen en las narices palillos de orégano ó de yerba ga tera silvestre envueltas en lana, y se mueven hasta que es tornude la oveja. Cuando se quiebran las ovejas las piernas, no se les curan sino comoá los hombres, envolviendoselas en lana empapada en aceite y vino, y en seguida entabli llándoselas y ligándoselas. Es tambien grave el daño que causa á las ovejas la yerba sanguinaria , la cual si la ha comido la: oveja, tiene todo el vientre tirante, se encoje, y echa por la boca una espuma sutil de muy mal olor. Conviene sangrarla prontamente por bajo de la cola en la parte inmediata á las ancas, y tambien del labio superior. A las que tienen dificultad para respirar, se les ha de hacer incisiones con hierro en las orejas , y se les ha de mudar de pais, lo que somos de opinion que debe hacerse en todas las enfermedades contagiosas. Los corderos se han de curar tambien cuando tienen calentura ú otra enfermedad, los cuales cuando están malos no se han de arrimar á las ma dres para que no las contagien ; y así se han de ordeñar las ovejas separadamente, y se ha de echar á la leche igual can tidad de agua llovediza , y esta bebida se ha de dar á los corderos que tengan calentura. Muchos medicinan á estos mismos con leche de cabras que les echan en las fauces con «4 a96 COLUMELA. un cuerno. Hay tambien una especie de empeine que los pastores llaman ostigo, y es mortal para los corderos que están mamando. Esta se origina comunmente de haber te nido los pastores el descuido de dejar salir á los corderos, ó tambien á los cabritos que la padecen igualmente, y haber pastado yerbas cubiertas de rocío: lo que de ningun modo se debe hacer. Pero cuando se ha hecho, se les llena la boca y los lábios de úlceras sucias como cuando tienen el fue go sacro. El remedio es el hysopo molido con una parte igual de sal : pues con esta mezcla se les frota muy bien el paladar, la lengua y toda la boca: en seguida se les lavan las úlceras con vinagre, y despues se les untan con pez lí quida y manteca de puerco. A algunos les parece bien mez clar una parte de cardenillo con dos de manteca añeja, y usar de este medicamento tibio. Algunos mezclan hojas de ciprés molidas con agua, y con ella lavan las úlceras y el paladar. Por lo tocante á la castracion ya se ha enseñado, pues no se hace de otra manera en los corderos que en el ga nado mayor. :y t .f..i t .. .. .j :',.'• t c""l CAPITULO VI. i - , .; ' Del ganado cabrío. . ', .. • ' .. ' iXlabiéndose ya hablado suficientemente de las ovejas, voy á tratar ahora de las cabras. Este género de ganado apetece jmas bien los matorrales que una situacion llana: se apacien ta muy bien aún en parages ásperos y silvestres. Pues nO repugna las zarzas, no le ofenden los espinos, y mas que to do la agradan los arbustos y sitios llenos de matas : los ar bustos que le gustan son el madroño , el alaterno y el cíti so silvestre , y no menos las matas de carrasca y chaparro que no descuellan. Un macho cabrío se tiene por excelen te, cuando. tiene debajo de las quijadas dos verruguillas que le cuelgan del pescuezo, el cuerpo muy grande, las piernas gruesas, el cerviguillo gordo y corto, las orejas caidas y pesadas, la cabeza pequeña, el pelo negro, espeso, lucio y muy largo, pues tambien se esquila (v¡-giiio, geobg. ub. 3. v. 3i3) para que sirva en las campañas, y para velas á los infeli ces marineros. Pero á los siete meses es suficientemente LIBKO SÉPTIMO 297 hábil para la generacion , porque es tan poco contenido en la liviandad que cuando está todavía mamando cubre á su madre ; y por esto se envejece pronto , y ántes de los seis años, á causa de estar desustanciado por los placeres prema turos de que ha gozado en los primeros tiempos de su infan cia : y así á los cinco años se tiene por poco á propósito pa ra cubrir las hembras. La cabra se aprueba sobre todo si es muy semejante al macho que hemos descrito, y si tiene tam bien las tetas muy grandes y muy abundantes de leche. Este ganado en un clima templado lo adquiriremos mocho: pues en el tempestuoso y lluvioso siempre tiene cuernos. Los pa dres han de ser mochos en todo pais : porque los que tie nen cuernos son perjudiciales por su inclinacion á topar. Pero no conviene tener en un establo mas de cien cabezas de este ganado, al paso que se pueden tener con igual co modidad mil del lanar. Y cuando se empiezan á comprar ca bras es mejor tomar un rebaño entero que comprar por par tes de muchos, para que no se paren en atajos cuando van á pacer , y estén en el establo con mas union y tranquilidad. A este ganado le perjudica el calor , pero mas el frio, porque las heladas del invierno destruyen el teto de las hembras que están preñadas. Y sin embargo no son solamente el calor y el frió causas de los abortos, sino tambien la bellota si no se les ha dado hasta que se¡ harten^ y así , áno podérsela dar con abundancia , no se les lia de dejar que la coman. El tiempo de cubrirlas 'prevenimos que sea por el otoño poco antes del mes de diciembre, para que paran al acercarse la primave ra cuando empiezan á brotar las matas. Pero el mismo es tablo se ha de escoger cubierto el suelo naturalmente de ¡piedra íó empedrado á mano, porque á este ganado no se le echa nada para cama: y el pastor cuidadoso barre todos los 'dias el establo , y no deja que pare en él el estiercol ó la humedad, ni que se haga lodo, pues todas estas cosas son perjudiciales. Pero si la cabra es de raza superior, pare con frecuencia dos de una vez, y alguna vez tres: la peor cria es cuando entre dos madres paren tres cabritos. Luego que estos han nacido se crian del mismo modo que los corderos, sino que se ha de reprimir mas su lozanía y se ha de con tener en humes mas estrechos. Ademas de que han de te a98 COLUMÉLA. ner Jeche en abundancia , se les ha de dar semilla de olmo, ó cítiso, ó yedra, ó se les han de echar tambien cogollos de lentisco ú otras hojas menudas. Pero de dos mellizos se re serva una cabeza la que parezca mas robusta , y la otra se vende ¡i los marchantes. A la cabra de un año ó de dos no .conviene dejarle el cabrito ( pues paren las cabras de ambas .edades ) : porque no delje críar sino la que tenga tres años. Pero á la de uno inmediatamente se le ha de quitar la cria, en lugar de que á la de dos se le ha de dejar hasta que sea buena para venderla , y las madres no se han de conservar .en pasando de ocho años: porque la fatiga que experimen.tap con la continuacion de parir las hace estériles. El ma yoral de este ganado ha de ser diligente, duro, activo, muy laborioso, vigilante y atrevido, y que ande con facilidad por las rocas, los desiertos y las malezas, y que no vaya detras del rebaño como los pastores de otras especies de ga nado, sino delante las mas veces, por lo cual es preciso que sea vivo en extremo. Cuando las cabras pacen en terreno» cubiertos de matas , van delante de los machos , pero la que va así se debe contener de cuando en cuando, á fin de que no corra, sino que pazca tranquila y lentamente, para que sus tetas engruesen y no tenga el cuerpo muy flaco. CAPITULO VII. . De sus enfermedades y remedios. Otras especies de ganado cuando les acomete una enferme dad contagiosa, se ponen antes flacos con el mal y la langui dez. Solas las cabras,. aunque estén gruesas y alegres, caen muertas repentinamente, como si algun desastre general hubiese arruinado todo el rebaño: esto suele suceder sobre todo por abundancia de comida. Por lo cual al instante qué la enfermedad pestilencial ha atacado á una ó á otra, se han de sangrar todas, y no se les ha de dejar pacer durante to do el dia, sino que se han de encerrar en el establo por cuatro horas acia el medio de él. Pero si padecen otra en fermedad , se curan con un brevage de caña y raices de uva espin , que molidas con manos de mortero que sean de bier LIBRO SÉPTIMO *g9 ro, las mezclamos con agua llovediza, y ésta es la que se les dá solamente á beber. Si esto no cura la enfermedad , se venderá el ganado; y si esto no puede lograrse, se degollará y se salará. Despues al cabo de algun tiempo convendrá formar otro rebaño , pero esto no se hará antes que haya pa sado la estacion pestilencial del año , esto es , que si fue éste el invierno, se forme aquel en el estío; y si fue el otoño, en la primavera. Mas cuando algunas padecieren en particular en el establo, les aplicaremos los mismos remedios que á las ove jas. Pues cuando el agua habrá hinchado su cutis, á cuya en fermedad llaman los griegos odrouxa1, se hará una incision Jigera á la piel por debajo de la espalda , para dar salida al hu mor pernicioso, y en seguida se curará la herida que se ha he cho con pez líquida. Cuando á la que ha acabado de parir se le hayan hinchado las partes, ó no hubiere echado las pares, •e le echará por las fauces un sextario de arrope, ó á falta de éste uno de vino bueno2. Pero para no ir hablando de cada enfermedad de por sí, baste decir que lo mismo he mos de curar las cabras que hemos dicho se han de curar las ovejas. ..'.; .. . , . CAPITULO Vllf. Del modo con que se ha de hacer el queso. .No se deberá tampoco omitir el cuidado de hacer el queso, •obre todo en parages retirados de los pueblos , en los que no conviene traer á ellos la leche1. Si la que se emplea pa ra hacerlo es muy clara, se ha de vender lo mas pronto que se pueda, mientras que por estar todavía fresco conserva el jugo: si se hace con leche mantecosa y espesa, aguanta que se le guarde por mas tiempo: pero se debe hacer de leche pura y lo mas fresca que pueda ser, porque la reposada ó mezclada prontamente se aceda. Se cuaja por lo comun con cuajo de cordero ó de cabrito; aunque tambien puede ha cerse con la flor del cardo silvestre , ó con la grana del cardo llamado gnico, y no menos con leche de higuera, que es la que da este árbol , si le haces una incision en la corteza verde. Pero el mejor queso es el que tiene menos ingredientes: lo menos que necesita de cuajo un tarro de leche , es el peso de 3oo COLUMELA. • un denario de plata. Y no hay duda que el queso cuajado con ramillas de higuera tiene un gusto muy agradable. Mas cuan do la vasija en que se recoge la leche que se ordeña está llena no debe estar sin un poco de calor , aunque no ha de arrimar se á las llamas, como algunos quieren , siuo que se ba de po ner no lejos del luego, é inmediatamente que se ha cuajado el licor se ha de trasladar á las canastillas ó cestillas, ó alas en cellas ; pues es muy importante que el suero se cuele, y se se pare de la materia coagulada. Por cuya causa la gente del cam po no dejan que vaya goteando por sí mismo lentamente2, si. «o así que ha tomado un poco mas de consistencia , le car gan peso para exprimir el suero : en seguida así que se ha sacado de las cestillas ó de las encellas, se coloca en un si tio sombrío y fresco sobre tablas muy limpias: para que no se pueda echar á perder se le rocía con sal molida , á fin de que sude el suero acedo: luego que ha tomado consistencia, se comprime fuertemente, para que se ponga compacto: des pues se polvorea con sal molida, y por último se condensa echándole cosas de peso. Cuando se ha hecho esto por nue ve dias, se lava con agua dulce, se colocan á la sombra en zarzos hechos al intento, de suerte que no toque un queso á otro, y que se sequen medianamente: despues para que se conserven mas tiernos se ponen unos sobre otros, por muchas tandas, en un sitio cerrado y no expuesto á vientos. Pe está manera no salen con ojos, ni salados, ni secos. Til primero de estos tres defectos suele resultar de haberlos com primido poco, el segundo de haberles.echado demasiada sala y el tercero de haberse requemado al sol.. Este género! da queso se puede transportar del lado de allá del mar. Pues el que se debe gastar fresco dentro de pocos dias, se hace con menos esmero: como que en habiéndole sacado de las ces tillas, se echa en sal ó en salmuera , y en seguida se seca un poco al sol. Algunos antes de sujetar las cabras con las cabezadas echan piñones verdes en el herrado, en seguida ordeñan las cabras sobre ellos, y no los sacan sino cuando han pasado el material coagulado á las encellas. Otros mue len los mismos piñones, los mezclan con la leche y la cua jan. Hay quien cuaja con la leche e\ tomillo molido y pa sado por tamiz. De este mismo modo puedes hacerlo del sa LIBUO SÉPTIMO Soi bot que quieras echándole el condimento que escojas. Per© 'es. muy conocido' aquel método de hacer. queso que llama mos comprimido con la mano. Pues luego que la leche es tá un poco cuajada en el herrado, se corta mientras está ti bia, y despues de haberle echado por encima agua hirvien do ó se figura con la mano ó se comprime en encellas de box. Es tambien de gusto no desagradable el que se ha endure cido con salmuera y despues se le ha dado color con humo de leña de manzano ó de paja. Pero volvamos á tomar el 'hilo.'' CAPITULO IX. Del ganado de cerda y cria de lechones. •En todo genero de cuadrúpedos se escoge con cuidado el ^>orte exterior del macho, porque la progenie es con fre cuencia mas parecida al padre que á la madre. Y así eh el ganado de cerda' se' han de aprobar sin duda los que son so bresalientes por el grueso general del cuerpo, y; mas bien. •los que son' cuadrados que los que son: largos ó redondos, que tengan el vientre bajo, los cuartos traseros grandes, las piernas v las pesuñas menos' largas á proporcion,; el c'erviguillo ancho y lleno de glándulas, los hocicos cortos y ro mos. Pero lo que importa más para el objeto es que los ma chos sean muy inclinados á las' hembras: estos procrean dluy bi¡eu' desde la edad de un año hasta la de cuatro; sin . embargo pueden cubrir las hembras aun á la de seis meses. •Las cochinas se aprueban si tienen el cuerpo muy largo, y en los demas miembros se asemejan á los varracos que he mos descrito. Si el pais es frio y sujeto á escarchas, se ha de escoger elrebañd de cerda muy dura,' densa y negra. Si es templado y abrigado, se puede. criar ganado pelon ó' anta blanco, eomo el qué: Ceban los tahoneros; Lá' cddhinaf paáa por idónea para parir hasta los siete años á'corta diferencia, y cuanto mas fecunda es., mas pronto se envejece. De Un año no concibe mal ; plero se. debé cubrir el mes de febrero, á fin de que habiendo estado preñada cuatro meses', "páfa ál quinto, íiláfndo ya estaráti ÍÁs yetbas mas fuertes, para que los lechones erieue'ntren una leche sazonada y nutritiva, 'y 3oa COLÜMELA. cuando dejen de mamar se puedan mantener con la rastro. jeca y lo» demaa graoos que se caigan de las vainas. Mas estose hace en parages retirados de la ciudad donde nada tiene cuenta sino sacarlos adelante; pero en los inmedia tos se ha de vender el lechon: )pues de esta suerte nocrian.do la madre se liberta de esa peusion , y tendíá mas pron to oteo parto. Los machos, cuando han empezado á cubrir Jas hembras á los seis meses, ó cuando lo han hecho muchas veces, se castran á los tres .ó cuatro años, para que puedan engordar. A. las hembras se les hace una incision tambien en las vulvas, y se cierran con las cicatrices, para que no puedan concebir. Lo que no entiendo qué razon los obligue á hacerlo, corno no sea la escasez de comida: pues cuando hay abundancia de ella , siempre conviene hacer crias, Todas, las situaciones del campo acomodan seguramen te, (i pste ganado: pues pace convenientemente en las mon(tanas .y ¡en; las llanuras ; sin. embargo lo hace mejor en las tierras pantanosas que en las secas. Le, son muy útiles los bosques que estáu cubiertos de encina, alcornoque, haya, rebollos, carrascas, estacas de acobuchea, avellanos y fruJales silvestres,, como son : la uva espin , los algarrobos, el enebro, el almez, el pino, el cornejo, el madroño, .ej ciruelo, y los perales silvestres, pues estos se madu.rap en , diversos tiempos., y hartan el ganado casi todo el ,añp. ,í|efo„donde hay faltare árboles, buscaremos el pasto rde l¡a,$i«rW, y preferiremos la cenagosa ¿ la seca., para que hocen fin^of,pant;>uqs,^aquen las ¡ombíiGe», y se revuelquen ^en«l.fiEmgQ,Tlo.,jJuP'C*)muy agradable á este ganado, y tanv .b¿n¡para.que puedan .desperdiciar las aguas: porque el ha ber hecho esto sobre todo ,por el estío les ha sido muy pro vechoso,,^ taro.b/ren el ibaber -sacado, U«, raicillas dulces de la^lvaicnátipa, tales. com^M de,Jas ,juncia6 y los juncos, .y las de la capa degenerada que el vulgo llama carrito. El campo cultivado fiin, duda engorda las cochinas cuando es j abundante de yerbas gramíneas, y está plantado de muchas especies de árboles frutales, para que produzca por los dij,yer¡$op tiempos del año manzanas, ciruelas, peras, y nueces ..de, muchas formas, y higos. Y sin embargo no por esto se vdéjai^/tafgasjar de,Í°s .graneros: pues muchas yeces cuan LIRKO SÉPTIMO 3»S do no bay 'que darles de comer fuwra sé' W tiara á mano: por k» cual. se encerrará' muchíswnar bellota, ó en cisternas que no tengan aguar, ó en sobrados donde entre et toífmo.Tambien se les han de echar habas y otras1 legumbres se mejantes, cuando sn precio cómodo lo permite, y princi palmente en la primavera, cuando los pastos verdes están en leche , los cuales ordinariamente son nocivos á los co chinos. Y asi por las mañanas antes que salgan á pastar, se les ha de echar comida de la que se ha hecho provision, para que no se les suelte el vientre con las yerbas inmatu ras, y con este defecto se ponga flaco el ganado. No se de be encerrar toda la piara junta, como los demas rebaños, siuo se harán zahurdas á lo largo de los colgadizos, en las cuales se encierran lis paridas, ó aun las preñadas. Porque las cochinas mas bien que otros animales, cuando se encier ran juntas confusamente y sin orden, se echan unas sobre otras , y se hacen abortar mútuamente. Por lo cual , como he dicho, se harán zahurdas junto á las paredes, y que tengan cuatro pies de alto para qne las puercas pnedan salir de ellas: y no deben cubrirse, para que el porquero les pase revista por la parte superior á los lechones, y si la madre al echarse hubiere cogido alguno debajo, se lo saque. Este porquero ha de ser vigilante, diligente, laborioso y cuida doso. Debe tener presentes á la memoria todas las que están á su cargo , tanto las de cria , como las menores , para aten der al parto de cada cual. Observe siempre las que están cercanas á él , y encierrelas para que paran en la zahúr das. Despues que hayan parido, anote inmediatamente el número y cualidades de los lechones, y sobre todo cuide que ninguno se crie por la que no es su madre : porque así que los lechones salen de la zahurda se confunden con muchí sima facilidad , y la cochina en echándose franquea las tes tas indiferentemente tanto al extraño como al suyo. Y asi la principal obligacion del porquero es encerrar cada co china con sus crias: y si no le ayudare la memoria para co nocer las de cada cual, señale con una misma señal con pez líquida á la cochina y á los lechones, para reconocer cada lechigada con su madre, y distinguirla de las demas, bien «ea por medio de letras , bien por otras señales : porque en 304 COLUMÉLA. , un número crecido se necesitan diversas marcas para que no se confunda la memoria del porquero. Sin embar go como en las piaras grandes parece esto engorroso , e» . muy cómodo hacer las zahurdas de modo que el um bral tenga la altura proporcionada, para que la madre pue da salir, y el lechon no pueda pasar por encima: de esta suerte no se mete el extraño en ninguna zahurda, y cada le chigada espera á su madre en la. .suya: esta no debe exce der del número de ocho cabezas; no porqueyo ignore que la fecundidad de las cochinas alcanza á dar mayor núme ro; sino porque la que cria nías que éste, muy pronto de ja de parir. Y las que se les dejan los lechones, se deben alimentar con cebada cocida, no sea que se pongan dema siado flacas, y de resultas caigan en alguna enfermedad. Pero el porquero cuidadoso barrerá á menudo la porqueri za, y mas á menudo las zahurdas: pues aunque el dicho animal sea muy sucio para comer, desea sin embargo una estancia muy limpia. Este es poco mas ó menos el modo de cuidar el g¡ínado de cerda cuando . está sano, . i ' .' '. ' ' ' "' • ' '.. CAPITULO X. ' < ¡ De las enfermedades de los cerdos , y sus remedios. Ahora sigue el decir el cuidado que se ha de tener con el enfermo. Las señales de tener calentura las cochinas, son cuando llevan la cabeza de través inclinada hácia la tier ra, cuando han corrido un poco de tiempo y de repen te se jiaran enmedio de los pastaderos y caen atacadas de vértigo. Se advertirá hácia qué parte se les inclina la ca beza para sangrarlas de la oreja contraria. Tambien le he mos de abrir una vena que tiene debajo del rabo á dos de dos de los jamones, y es bastante gruesa, y conviene dar le antes golpes con un sarmiento: en seguida, cuando esté hinchada con ellos , abrirla con la lanceta , y así que se ha ya sacado la sangre , se bendará la cisura con corteza de sauce ó de olmo. Asi que hayamos hecho esto, tendremos las cochinas encerradas en las zahurdas uno ó dos días, y les daremos agua tibia cuanta quisieren , y á cada una un LIBRO SÉPTIMO 3o5 sextario <le harina de cebada. A los que tienen paperas se les ha de sangrar por debajo de la lengua , y en habiendoles sa lido la sangre, conviene trotarles toda la boca con sal molida y harina de trigo. Otros creen que es remedio mas eficaz echarles con un cuerno á cada uno tres sextarios de gerso: en seguida lian con un cordoncillo de lino unos pedazos de cañaheja partidos por medio, y se los cuelgan al pescue zo de suerte que toquen á las paperas. Tambien se tiene por saludable para los que tienen ganas de vomitar el ser rín de marfil mezclado con sal frita y harina menuda de habas, dándoselo en ayunas ántes que vayan á pacer. Suele tambien ponerse mala toda la porcada, de suerte que se po nen flacos los cochinos, no toman la comida, y cuando los sacan á pacer se tienden enmedio del campo, y oprimidos por cierta especie de letargo, se duermen al sol del estío. Lo cual , cuando lo hacen , se encierra toda ella en un esta blo cubierto , y se tiene un dia sin beber ni comer : el si guiente se da á los que tienen sed raiz de cohombro ctdebrino machacada y echada en agua: la cual luego que la han bebido , les dá náusea , vomitan y se limpian : despues de haber arrojado toda la bilis , se les deja que coman gálgana ó haba rociada con salmuera fuerte, y en seguida se les permite (como á los hombres) que beban agua caliente. Pero al paso que á todo cuadrúpedo le es perjudicial la sed en el estío , es todavía mas contraria que á los demas al cer do. Por lo cual no prescribimos que se lleve este animal al agua dos veces al dia como la cabra ó la oveja , sino que si es posible se tenga, cuando nazca la canícula , bien despa cio á la orilla de un rio ó de un estanque, porque como es calidísimo no se contenta con beber agua, si no zabulle y refresca su gorda papada y su panza llena de comida : y con ninguna cosa se recrea mas que con revolcarse en los arro yos ó en los cenagales. Pero si la situacion de los lugares no permitiere hacer esto, se les ha de dar agua sacada del po zo que se les eche en los dornajos con abundancia , de la cual si no se sacian copiosamente les da pulmonía. Y esta enfermedad se cura grandemente introduciéndoles consíligo en las orejas : de cuya raiz hemos ya hablado con exac titud muchas veces. Suele tambien molestarlos el dolor del 3o6 COLUMELA. bazo por habérseles éste viciado, lo que sucede cuando viene una grande sequedad , y como dice el poema bucólico (vu-giuEeiog- 7 y- 54) están las frutas esparcidas cada una debajo de su árbol. Porque es un ganado insaciable, y procurándose con exceso la dulzura del alimento, padecen en el estío binchazon del bazo. La cual se cura fabricando dornajos de taray y de brusco3 llenándolos de agua, y en seguida arrimándo selos cuando tengan sed. Porque bebido el jugo medicinal de esta madera , contiene la hinchazon interna. CAPITULO XT. En qué tiempo y cómo se han de castrar* x ero se observa castrar este ganado en dos tiempos; en primavera y en otoño: y hay dos métodos de hacer es ta operacion. El primero que ya hemos manifestado, y consiste en hacer dos heridas y sacar por cada una un testículo : el otro es mas curioso , pero mas peligroso, el cual sin embargo no lo tengo de omitir, y se hace de esta manera: Así que hayas arrancado un testículo y lo hayas cortado, introducirás la lanceta por la abertura que hayas hecho áeste fin, cortarás la tehlla que hay entre los dos , y con los dedos encorvados sacarás tambien el otro: de esta manera se hará una cicatriz sola aplicando los remedios que hemos dado antes á conocer. Pero.no he creí do deber pasar en silencio una cosa que pertenece á la re ligion del padre de familia. Hay algunas cochinas que se comen sus crias ; lo cual cuando sucede , no se debe tener por prodigio, pues las cochinas son entre todos los ganados las que manos aguantan el hambre, de manera que algu nas veces si tienen necesidad de comida, devoran (si las de jan ) no solo los lechones agenos , sino tambien los suyos. He tratado con bastante exactitud (si no me engaño) de los ganados mayores, de los menores, y de los pastores que con la industria que cabe en los hombres cuidan y custo dian los rebaños de cuadrúpedos en la casa de campo y fue ra de ella. LIBRO SÉPTIMO. 3o7 CAPITULO XII. De los perros. Ahora voy á hablar, como he ofrecido en el libro ante rior, de los guardas mudos del ganado: aunque al perro se le dice falsamente guarda mudo. ¿Pues qué hombre anuncia la presencia de una fiera ó de un ladron con mas distincion ó con un grito tan alto, como lo hace este animal con su ladrido? ¿qué criado hay mas amante de su amo? ¿qué compañero mas fiel? ¿qué guarda mas incorruptible? ¿qué cen tinela se puede encontrar mas vigilante? y finalmente ¿ qué vengador ó defensor de mas constancia? Por Jo cual un la brador debe comprar y mantener este animal con prefierencia á otro cualquiera , porque custodia la casería , los frutos, la familia y los ganados. Tres motivos hay para adquirirlo y mantenerlo. Pues una especie hay que se escoge para ser virse de él contra las asechanzas de los hombres , y éste guarda la casería y lo dependiente de ella: otra hay de loa que se emplean en rechazar los ataques de los hombres y de las fieras , y estos guardan en la casa los establos , y fuera los ganados mientras están paciendo: la tercera especie ea la de los que se adquieren para cazar, y estos no solo no son. útiles al labrador, sino lo distraen de su trabajo y lo hacendesidioso en él. Conqije se ha de hablar del de la casería y del del ganado: pues el de caza en nada pertenece á nues tra profesion. El perro para guardar la casería se ha de es coger de un cuerpo muy grande, de ladrido espacioso y so noro, para que amedrente al malhechor, primero cuando lo oiga , y despues tambien cuando lo vea , y para que ahu yente alguna vez, aun sin ser visto, con el horror de su» ahullidos , al que trata de poner asechanzas. Pero ha de ser de un color solo, y este se ha de elegir mas bien blanco en el de pastor, y en el de la casería negro: el manchado no se aprueba en uno ni en otro. El pastor prefiere el blancoj porque es desemejante á la fiera, y algunas veces es preciso cuando se trata de rechazar los lobos en la obscuridad de la madrugada ó de la prima noche, que sea muy diferente v% 3o8 COLUMELA. de ellos, no sea que si el color blanco no se lo da á cono cer , hiera al perro en lugar de herir al lobo. El de la casería que se opone á los ataques de los hombres, si el la dron viene de dia claro, siendo negro, es mas terrible á la vista : y si viene de noche , por la semejanza que tiene este color con la obscuridad, ni aun siquiera se ve, por lo cual cubierto como eslá con las tinieblas puede llegar con mas seguridad al que está poniendo asechanzas. Se aprueba mas bien un perro cuadrado que uno largo ó corto, y que ten ga la cabeza tan grande que parezca la parte mayor de su cuerpo, las orejas caídas y colgando, los ojos negros ó zar cos que centelleen con una luz viva, el pecho ancho y bien poblado de pelo , las espaldas espaciosas , las piernas grue sas y ['eludas, la cola corta, los dedos y uñas de los pies muy grandes, en griego se llaman draxai1. Esta es la figu ra. mas recomendable en el perro de la casería. Pero su natural no debe ser ni muy sosegado , ni por el contra rio feroz y cruel : porque en el primer caso al haga au» al ladron, y en el segundo enviste hasta á las gentes de lacafia. Basta que sean severos y no cariñosos, de suerte que al guna vez miren con ceño á sus consiervos2, y siempre se ir riten con los de fuera. Y sobre todo deben mostrarse vigi lantes en la custodia de lo que está á su cargo; y no vaga» mundos, sino estar de continuo en la casería; y. mas bien ci rcunspectos que temerarios, pues aquellos no anuncian sino lo que han averiguado ser cierto: estos se alborotan con un ruido vano y una sospecha mal fundada. He creido deber advertir estas cosas, porque las propiedades no solo las da la naturaleza , sino tambien la enseñanza las forma, para que, cuando podamos comprarlos, los escotamos de la manera que hemos dicho, y cuando criaremos los que han Baculo en nuestra casa , los enseñemos conforme á estos principios. Y no importa runcho que los perros de las ca serías sean cesados ú poco ligeros: pues deben hacer de cer ca y en el sitio en que están,, mas que de lejos y á la car rera dilatada; como que deben hallarse siempre al rededor de las cercas y dentro del edificio, y por mejor decir ni aun deben separarse á larga distancia, y cumplen suficien temente con su obligacion si ventean con sagacidad al que LIBRO SETTIMO 3o9 viene y lo espantan con su ladrido, si no lo dejan acercarse demasiado , y si , en caso de obstinarse en llegar alguno , le acometen con ímpetu : pues lo primero es no dejarse atacar; y lo segundo, en caso de haberlo sido , vengarse con valen tía y teson. Y esto es lo que tenia que decir de los perros que han de guardar la casería. Ahora lo que sigue pertenece á los de ganado. Este perro no debe ser tan flaco ni tan ligero como los que persiguen á los. gamos, á los ciervos y á lo9 animales mas veloces; ni tan grueso ni pesado como el que guarda la casería y el granero: pero sin embargo ha de ser en algun tanto pronto y ágil : porque nos hacemos con él para que riña y pelée, y no menos para que corra: pues debe rechazar las asechanzas del lobo , seguir á este ladron fiero cuando huye, hacerle que suelte la presa, y traérsela; por lo cual si su cuerpo es largo , es ui3S á prepósito para estas ocurrencias que si es corto ó cuadrado: porque (como he dicho) algunas veces exige la necesidad que se persiga con ligereza la ligereza de la fiera : los demas miembros se aprueban 6i son semejantes á los del perro de la casería. A estas dos especies de perros se ha de dar á corta diferencia el mismo alimento: porque si las heredades son de tanta extension que sostengan rebaños de ganados, todos sin dis tincion se mantienen cómodamente con harina de cebada y suero: pero si la hacienda está plantada de árboles y sin pasto, se han de hartar de pan de escaña ó de trigo , mezclándole sin embargo caldo de habas cocidas, pero tibio: pues el que está hirviendo les ocasiona rabia. A este animal , sea macho ó hembra , no se le ha de permitir juntarse hasta que tenga un año, porque si se les deja hacerlo cuando están tiernos , padece su cuerpo y pierden las fuerzas y el brio. A la primeriza se le ha do quitar la primera cria, porque co mo inexperta no cria bien , y el hacerlo le impide que crez» ca todo lo que habia de crecer. Eos machos engendran con vigor juvenil hasta los diez años ; despues de este tiempo no parece que son á propósito para esto, porque los hi» jos de un perro viejo son flojos. Las hembras conciben has. ta los nueve años , y no son útiles despues de los diez. No conviene dejar salir los cachorros en los seis primeros raer 8fs# hasta que se fortifiquen, sino para que vayan con su v3 3io COLUMELAR' madre á jtigar y retozar: despues se han de atar con cade. nas de dia, y se han de soltar de noche. Y nunca consen tiremos que aquellos cuyo natural generosa queramos con servar, se crien por nodriza extraña, porque la leche y el aliento de su madre promueve siempre mucho mas los au mentos de sus buenas propiedades y de su cuerpo: y si Ja parida no tiene leche, convendrá sobre todo dársela de ca bras á los cachorros hasta que tengan cuatro meses. Se les han de poner nombres que no sean muy largos, para que en lla mando á cualquiera lo oiga mas pronto; pero no mas cortos que de dos sílabas. Tales son el griego Sxilas (cachorro), el latino Fcrox, el griego Lexion (perro de Laconia), el lati no Celcr (veloz en la carrera) , ó para las hembras como Jos griegos Sjndé (pronta) , Alxé (fuerte) , Goime (fuerte); y los latinos Lupa, Cerva, Tigris (loba, cierva , tigre). Las colas de los cachorros convendrá castrarlas á los cuaren ta dias de haber nacido, de esta manera. Hay un nervio que atraviesa por las vertebras del espinazo y llega hasta la ex tremidad de la cola: éste se ase con los dientes, y sacándo lo algun tanto, se corta: en haciendo esto, la cola no toma una' iextension desagradable en longitud , y ( como asegu ran' muchísimos pastores) se precave la rabia, enfermedad mortal para esta especie de animales. CAPITULO XIIT. De sus enfermedades, remedios para ellas, y para li~ bertarlos de los insectos que los infestan. 1 ero. en el estío se ulceran comunmente las orejas de Jos perros, de tal manera que muchas veces Jas pierden del todo: para que ésto no suceda se les han de frotar Jas orejas con almendras amargas molidas; pero si ya estuvie ren con úlceras convendrá destilar sobre ellas pez líquida1 cocida con manteca de puerco. Los reznos aplicándoles este mismo medicamento se caen; pues no se han de ar rancar con la mano, para que (como habia yo dicho an tes * ) no se les hagan úlceras. Los remedios para el perro que tiene pulgas,. ton; ó frotarlos con cominos molidos, con LIBRO SÉPTIMO 3n igual parte de eléboro, y humedecido todo con agua; ó con zumo de cohombro culebrino; ó, si no hay uno ni otro, echándole por encima de todo el cuerpo alpechín añejo. Si lo infestáre la sarna, muele partes iguales de yeso y de ajonjolí, mezcladas con pez liquida; y unta la parte enferma con ésta mezcla : cuyo medicamento se cree ser tambien conveniente á los hombres: si esta misma enfermedad es ma6 violenta, se quita con resina líquida de cedro. Las demas enfermedades se han de curar como he mos prescrito respecto á los otros animales. Hasta aquí ló concerniente al ganado menor. En el volúmen siguiente darémos preceptos sobre' las crias que se hacen en las ca sas de campo , en que se contienen la de las aves , la de los pescados, y la de los animales silvestres, y el modo de cuidarlos. NOTAS X. AL LIBRO SÉPTIMO. Nota al capitulo I. Capítulos 36 y 37. Notas al capitulo III. I. ¿Cómo nos hemos de persuadir que sea Columela el qne ha desunido el principio de este capitulo del fin del preceden te ? 2. Esto es, el cubierto con pieles, el griego, «1 tarentino, del cual se hablará en el capítulo inmediato. 3. Casi todos los autores prescriben este método sin dar la razon. La que dá san Alberto el grande no me parece muy convincente. Dice que el motivo de concebirse macho cuando sopla el viento norte , es porque e'ste sujeta dentro del cuerpo el calor natural, y por lo mismo lo hace mas robusto, y la genitura se hace mejor ; por el contrario , cuando .sopla el del sur, están los cuerpos abatidos y debilitados por falta del ca lor que se evapora hacia fuera por la transpiracion, y por consiguiente en este caso se conciben con mas facilidad hem bras, que son mucho mas endebles y delicadas que los machos. 4. Los antiguos malos astrónomos hacían dos luceros del planeta que nosotros conocemos con el nombfe de Venus , y que como dice Plinio, mejor instruido que Virjlio, en el V4 3ia COLUMELA. lib. 2, cap. 8 de sn Historia natural ) previene el día por la mañana, y prolonga su luz por la noche como otra luna, y tambien nuestro autor en el libro 10. i. a 2. Notas al capitulo VIL Hydrops en latin , y en castellano hidropesía. Y se le llenarán las partes de cerato líquido. Notas al capitulo VIII. No puede tener cuenta llevar la leche al pueblo, si éste no está muy cerca, porque se acedaría en el camino. Por lo que en estando la cabana retirada, acomoda mas hacer queso, que es mas fácil de conducir y de conservar. 2. En efecto, mientras el suero no destila mas que gota á gota, hay algunos sitios donde se detienen porciones, que corrompiéndose bastan para corromper el queso. 3. Hermolao Barbaro enmienda este pasage , que en latin esta escrito: si fabritentur canales, ex tamaricibus, et rusco\ si fabricentur canales tatnaricis e trunco: cuya enmienda adopta Pontedera, y Escho et gennio, porque del brusco no se pueden hacer canales, que en castellano se llaman dornajos. Y en este caso se dirá : fabricando dornajos del tronco del taray. Dioscórides en el lib. 1. cap. 93, y Plinio en el lib. 24 cap. 9 recomiendan que asi los animales como los hombres coman y beban en vasijas hechas de esta madera para curarse de la hincha zon del bazo; pero Saboureux en este lugar dice que este re medio es semejante al pan remojado en vino que prescribe; Moliere para hacer hablar á los mudos. i Notas al capitulo XII. , 1. Los artejos ó articulaciones de los dedos delos pies, y las uñas. 2. He aquí adonde llega el desprecio que hacían los Roma nos de los esclavos, que los llamaban consiervos de los perros* ,. Notas al capitulo XIII. . 1. Brea. , 2. Tal vez en el cap. j.° de este libro, cuando habla de un gusanillo encerrado bajo de un tumor, que aconseja quitar á las ovejas con precaucion, no sea que se hiera. ÍNDICE de los libros y capítulos contenidos en e9te primer tomo. LIBRO PRIMERO. Prólogo & Publio Silvirío.. pág. Capítulo I. Preceptos que seguiran los que quieran cultivar el campo II Cuál ha de ser la disposición y situación de la heredad que merezca mas nuestra aprobación, III. Qué cosas se han de observar principal mente cuando se reconozca antes de comprarla. IV. De su salubridad y fertilidad V. Del agua , y de la situación y exposición de la casa de campo VI. De la distribución, y de sus habitaciones y oficinas. .............. VII. De los deberes del padre de familia. ... VIII. Del capataz, de sus cualidades y obli gaciones, y cómo ha de tratar el padre de familia a la gente del campo IX. De qué estatura han de ser los hombres que se destinan á cada clase de trabajo, y de las cualidades que han de tener para ca da encargo. . . . Notas .. ' i 10 i3 15 18 21 23 a8 30 34 37 LIBRO SEGUNDO. Cap. I. Que la tierra no se envejece ni se fa tiga si se estercola II. Cuántos géneros hay de terreno, en cuántas especies se divide cada uno , qué suelo se 47 3i4 apruebe mas, cómo se mete en cultivo un si tio inculto y se hace de labor ; cómo se conoce un campo pingue y propio para granos. Qué es io que se ha de seguir, y qué es lo que se ha de evitar cuando se da la prime ra labor a la tierra. 49 III. Cómo se han de cuidar los bueyes despues que han dejado de trabajar y se han desuncido. 5 j IV. En qué tiempos, y cómo se ha de alzar y se ha de binar cada género de terreno. . 5 6 V. Cómo se estercola la tierra endeble 58 VI. De los géneros de granos cereales 59 VII. De los géneros de legumbres. 60 VIII. Cual sea el tiempo de sembrar. id. IX. Cuántos módios de simiente necesita cada yugada de tierra, cómo se han de elegir los granos para sembrar, y de las prepara ciones de estos para emplearlos. ......... 6» X. De las legumbres; qué terreno conviene a cada especie, y de su cultivo despues de sembradas. 66 XI. De los forrages ; de la alfalfa , de la ve za, del verde de cebada, de la avena, de las alholvas, de los yeros, y de la galgana. 72 XII. De qué modo y con cuantos jornales se cultiva cada especie de granos cereales 6 de legumbres 7$ XIII. Cuántos jornales y obradas se regulan a cada yugada de tierra yy XIV. Qué legumbres perjudican ú las tierras, y cuáles les aprovechan 79 XV. De las especies de estiercol. ......... 81 XVI. En qué tiempos. se han de estercolar los campos 83 XVII. Cómo se forman los prados - 84 3i5 XVIII. Cómo se cultivan los prados despues de haberlos- formado. XIX. Cómo se haya de cuidar y guardar el heno despues de segado XX. De la formación de la era XXI. De la siega y de la trilla XXII. De las cosas que se permiten á los la bradores hacer en dias feriados , y de las que no se les permiten Notas LIBRO 85 87 88 89 90 92 TERCERO. I. Qué especie de vid convenga á cada terreno y á cada clima- * II. Qué vides se hayan de poner en las inme diaciones del pueblo para uvas de comer , cuáles para vino- Nombres y cualidades de las vides mas ó menos generosas. . III. Qjue nada es mas couveniente á los agriculcultores que el cultivo de la vid i y se sa tisface á los reparos que suelen oponerse. . . IV. Lo que debe observar el que forma viñas. . V. De las cualidades del terreno en que se ha de poner el plantel de vides , y cómo se ha de hacer VI. Cómo ha de ser el cabezudo , y de qué parte de la vid se ha de cortar VII. Como se ha de examinar la fecundidad de la vid, y si esta cualidad la poseen exclu sivamente ciertos vidueños. VIII. Se confirma lo contrario con ejemplos. . . IX. Cómo se harán feraces las vides Amineas. . X. De cuál parte de la vid se han de escoger 98 100 107 id. 111 112 114 id. 11 6 3i6 . las plantas para que sean fértiles XI. Qué cualidades se han de tener en considera" cion en el terreno que se destina para viña. XII. Lo que ha enseñada Julio Grecino acerca de la tierra propia para viña XIII. Como se agosta la tierra XIV. De cuántas maneras se pone la viña , bien sea en las provincias , bien en Italia XV. Que es mejor ponerlas en el terreno agosta do , que en hoyos ó zanjas abiertas en el erial ó inculto. XVI. Cuánta profundidad será suficiente darle al agostado XVII. Cómo y de qué manera se ha de poner la vid XVIII. Qué debe observar el que la pone XIX. Qué longitud debe tener el cabezudo. ... XX. Cuántas especies de vides se han de poner XXI. Si se han de plantar los cuadros cada uno con distinto vidueño sin mezclar unos con otros Notas LIBRO 118 124. 1 16 iaS 131 132 133 134 135 137 138 1 40 143 CUARTO. I. Se establece, contra la opinión de yitico y de Celso , que na es suficiente profundidad la de dos pies en los hoyos para plantar viñas, 147 II. Que no conviene cubrir dos estacas con un barbado , sino á cada planta se ha de des tinar un apoya ,.,.,.. 149 III. Que si el plantía nuevo de viña no se ayu da con gran cuidada y diligencia , pronta-* mente se pierde , 1 jo IV. Que es conveniente tender la vid en el fue* lo del hoyo, y despues de encorvarla se na de aplicar, enderezándola desde lo hondo de. él, á una caña que se clavará ► . . 151' V. Que desde que se plante el majuelo se ha de cavar todos los meses ; que .no se ha de dejar que nazcan yerbas en él, y que se han de despampanar los barbados de manera que queden reducidos cada uno á un sarmiento. 15a VI. Que se han de despampanar los cabezudos. 153 VIL Que el tiempo oportuno de despampanar es cuando se quitan los renuevas fácilmente con el dedo ¿ > .... .. r f 4. VIII. Que se ha de excavar la vid por el otoño. r 5 5 IX. Que despues de excavada la vid se podey y cómo se ha de hacer esta labor para que no la perjudique ......... 1.56 X. Cuál es el mejor tiempo de podar .i...iv j,$6 XI. Coma se ha de cortar el cabezudo..'.'... «..1.57! XII. Cómo se ha de rodrigar la vid , y def ' canterh .....;.. 1 5 8 XIII. Cómo se ha de atar la vid id. XIV. Que á las cabezudos se ha de poner can tería , y qué altura se ha de dar á éste. . 159 XV. Cómo se ha de poblar el majuelo y sé han de echar los mugrones 160 XVI. En qué tiempo se ha de trasplantar el barbado. . . . .. ¿ 161 XVII. Como se ka de hacer el yugo de cañas, y que despues de los primeros dos años'. se'' . 1 han de seguir dando las mismas labores que en ellos. 162 XV III. Como se han de dividir las viñas en cuadros separados por sendas 164 XIX. A qué altura se debe levantar el yugo. 1.65 3.8 XX. Cómo se ha de llevar la vid al yugo cuan do sea tiempo de hacer esta maniobra. . . . XXI. Cómo se ha de formar la vid y conservar siempre nueva XXII. Cómo. se han de renovar las viñas viejas. XXIII. Cómo se han de podar las viñas XXIV. Qué cosas ha de observar, y cuales ha de . evitar el buen viñero en la poda de la viña. XXV. Figura de la podadera XXVI. Del cuidado que se ha de tener en po ner apoyos y aplicar al yugo la viña XXVII. Que se saquen de la viña los sarmien tos y los fragmento^ de los yugos ; y de la cava y despampano XXVIII. Cuándo se ha de despampanar la viña, y cuántas cavas se le han de dar, y en qué tiempos. .' XXIX. Del Jnjtrto de Ja vid, en qué tiempo se debe hacer, y cómo se ha de cuidar. . . . XXX. De lo que se ha de plantar para pro veerse de apoyos , yugos y mimbres XXXI. De la retama y de los mimbrones ... XXXII. De los cañaverales, y de su cultivo. . . XXXIII: De los castaños y de las encinas. ... x85 186 187 188 Notas 190 v . id. 165 168 170 id. 176 177 178 180 id. LIBRO . QUINTO. . . .. . ' . . í 'i •...•' i.\ . . I y II. Como se deberán medir las diferentes formas de campos que se presenten. ...191^194 III. Cuantas plantas quepan en una yugada dis tribuidas á tres pies de distancia entre si, ó a mayores , hasta diez pies de una á otra. 197 IV. Del cultivo de las viñas en las provincias. 199 3 19 V. De las diferentes clases que hay de ellas, y del cultivo de cada cual. . . , VI. De los árboles y vides maridadas a ellos. VIL De ¡a arboleda gálica á que se maridan vides. . VIH. Del olivo, de sus variedades , y qué ter reno sea conveniente para plantarlo IX. De los planteles de olivos y de su culti vo en ellos , del trasplante , y del cultivo despues de éste X. De los árboles frutales , su plantío y cultivo. XI. De los injertos. . XII. Del cítiso 216 220 224 227 ¿Votas 229 200 20$ 213 214 LIBRO SEXTO. De los bueyes ,, caballos y mulos,, y de sus me dicinas. Prefacio. De la unión que hay entre la gana dería y la labor, y de las excelencias del buey - w . . . 232 I. De ¡a compra y adquisición de los bueyes, y de su forma 234 II. De cuánta edad, y cómo se han de domar. .235 III. Del modo de cuidar á los bueyes, y de la . comida que se les ha de dar. . . . . 239 IV. Remedios para mantener los bueyes sa ludables. 241 V. Cosas que se han de evitar para que no enfermen los bueyes , medidas que se han de tomar si les ataca una epizootia, y re-, medios que se les han de aplicar si llega . 3¿o este caso. . ....'VI. Qué remedio se aplica al buey que tiene indigestión . .'. VII. Con qué remedio se calma el dolor de vien tre y el de los intestinos VIII. De las ránulas, de la inapetencia, y có• mose cura uno y otro. . . .. . IX. De la calentura. ...... X. De la tos de los bueyes XI. De las apostemas, y del modo de curarlas. XII De la cojera y de los dolores. ...... XIII. Remedios para la sarna, para la morde dura de perra rabiosa ó de lobo, y para cuando se les pega el pellejo a los huesos. XIV. Para las úlceras del pulmón , y para los tumores del paladar XV. Para las heridas de las pesuñas ó pier nas con la reja del arado, y para cuando se despean XVI. Para cuando se despaldillan , se quiebran las astas, y cuando les salen gusanos en las llagas XVII. Park las mordeduras de las culebras y animales venenosos XVIII. Remedio para si ha tragado alguna sanguijuela XIX. De cómo se ha de hacer la máquina pa ra curar las bestias y bueyes. . XX. De la figura del toro XXI. De la de la vaca XXII. De la separación que se ha de hacer anualmente XXIII. Cómo se han de hacer las corralizas y los establos. ......... , '..,.. f . . . 242 24 3 a 44 24 j 246 id. 247 id. 249 250 151 t$2 253 25$ id. 256 id. 257 id. XXIV. Que 'edtá lid de tener él férfi pará'^ MI echarlo á-láéváúas.\ .... '. , .\ !v .'^. v /. v**8 XXV. Rendios para las lombrices de ¡os ¿i •-, cerros. ¡ t , -, ww!; ^ la castracion d* ios 'becerros V. '. \ * id. AAVill. Lte /a .^a¿ <&,/. fo^//o padre, y 'dé's .17 la .yeg^. de vientre ;„V i- ^..V^ ?^ ¡,<¿ *£/ aaia. Del natural y .buena conformación del r ff' ^ rf'* conocimiento de su edad. . . 265¡ XXX. ¡Dé/ cuidado que se ha de tener :<s9n.**t^\ ./. animal i y remedios para -algunas de. sus. eW-'vt „f'rmedadé,.V. 'A -. . ?w.> :¡. .c-v^,v ;^6gC YYY r to W **"'* '* ^ * /W *"!»*»*•'.•. *** ívím ^ /<W r<?*^ar*J ^ W* l« Partía. 269 AAXIir. Para las moscas+ males vtevjw^y ifo*. 't ■aST?" :' ' " " -; • •* ^° AAAiv. Remedios tontra 4a inapetencia ,. la ga^'^A na de vomitar , y el muermo id. ™Y/ Del f"ror de las yeguas y sus remedios. 2 7 i XXXVr. De las muías ¡¿ XXXVIÍ. Quese 'MaWWTur&'iéYgVrdñv^ y modo de hacerlo ; precauciones que se han de tomar para esta monta, y del mulo romo. 27» XXXVIII. De Jas enfermedades de este ganado, y de sus remedios, y cómo se han de aplicar. 27< Notas 7 - • " *77 LIBRO SÉPTIMO. Del ganado menor. L Del borrico. 2 g0 II. De las ovejas, y de sus diferentes castas. . 282 x 3as III. De la elección de moruecos , de la edad que , han de tener éstos y las ovejas que han de cubrir , y del cuidado que exigen 183 IV. De las ovejas cubiertas. . 289 V. De las enfermedades del ganado lanar , y de sus remedios.. .................. 291 VI. Del ganado cabrio. .......... . , . .t ,296 VH. De sus enfermedades y remedios. ..... 298 VIII. Del modo con que se ha de hacer el queso. 299 IX. Del ganado de cerda y cria de ¡echones. . . 301 X. De las enfermedades de los cerdos , y sus . remedios. . .. . . . . . .r. . . * . *, . ->•» . -..♦ 30+ XI. En qué tiempo. y cómo se han de castrar,. -. 306 XII. De los perros'. 307 XIII. De sus enfermedades, remedios para ellas: y para libertarlos de los insectos que los r infestfln.. mm«um\n«\u>.',', -t*.^ -••j•, 3tf° Notas* 'v¡¡. ^.^vi-,',^^ n> j-'*..t;.% *,t- V. *'»';•'. • ••'3'í*. , f - - --' .,., '. "- tl'' ' ''y - " 'I ., t , * .......... .v.U..; ..,,'. •...'.. ! '.'.• .T,fiN,,D3w«^onovp*iMERo. a .t¡vj:/.: .*•...... . '. t ., ', \ . \n\5l ¡U'.A V \ . I :il 't.. .'0l V.'.* f' . '- - .-....,,. '\Z ''.:\,v.\ *-. : s . í . .iav -. .. 'n-v.'* .-«vi,..'. • (I .> * 1 , * . i Esta obra se vende eh Madrid en ta¿íUbréttd'slJde Rodríguez y Matute calle de Carretas ^y" «í5 - ' ' Cácerés en la imprenta .\déy&urg.os¡'...'r:'■ '-% En las mismas partes se hallarán las siguiéntes'. Repertorio estadístico para el. año 1.8,22. Un tomo* .¿ en cuarto de letrtí "menuda. Comprende todos íos artículos de la Guia de forasteros muy mejorados, ;y otros 'muchos no menos importantes , á id /.realeo- '• . -- . '-. -•--- i. ,'.'•. ¡ • ' ídem el de 1 82 3 ; que comprende ademas de los ,: artículos de fa Guia de forasteros, toda°la ofgíUi. nizacion que tenia el reino bajo el ' llamado régi men constitucional; la division y demarcacion' que se hizo de sus provincias; la estadística de cada una; y el estado general de nuestra agri cultura, artes, manufactura!, tráfico., comercio y navegacion'; tambien la estadística de 'los Otros ' estados de Europa , . y lá noticia de sus dinas tías, con otras curiosas é instructivas. A 16 rea les sin mapa , y á 1 8 con él. .,.:..' l Pensamientos filosóficos de J.J. Rousseau; dos to mos en octavo, en que se halla reuhido todo .lo importante que escribió éste hombre singular, añadida al fin del segundo la noticia de su vi da, y una idea de todos sus escritos, á 16 rea tes en rústica. . • 'r i?l) .i-': ;.:-i.V. i. w. . : . 'O Ramiro conde de Lucena, ó la conquista. de Sevilla: - novela nueva original, dos tomitos pequeños* á 10 reales en pasta. Compendio cronológico - histórico de España, prefe rible á todos los conocidos por su concision , laco nismo y exactitud: contiene la cronología de sus reyes y dominadores de todas las razas, desde el x 2 . diluvio hasta Fernando VII; un cuaderno en cuarto á cuatro reales en rústica. Reflexiones de don Juan Pablo Forner sobre el mo do de escribir la historia de España. Un cua derno en octavo á 4 reales. ka moral de Jesucristo y de los Apóstoles, ó el Evangelio en castellano. Un tomo en octavo > á 1 2 reales en pastan Tratado de la imitacion de Cristo, atribuido al V. Kempis; nuevamente traducido al castellano, de lindo tamaño y edicion , á 10 reales en pasta.. El mismo tratado en idioma latino de igual forma, - á 8 reales en pastal. 1 . .',' ¡j-i Ordinario de la misa en castellano con breves ora ciones para todos los dias : el mas acomodado . por su reducido y lindo tamaño , letra clara ' y corto coste para toda clase de personas : He. va una estampita fina de Cristo crucificado ; y se • vende á dos reates en rustica: los hay finos para las señoritas y personas de gusto. El mismo, añadido con el texto de la doctrina cris tiana, examen de conciencia, oraciones para la . confesion y sagrada corannion,. y las lecciones de . la iglesia á los desposados al tiempo de adminis trarles el sacramento del Matrimonio, á 5 reales - en pasta. . Oraciones á María Santísima sacadas de los Santos : Padres 'y Doctores de. lai Iglesia , en que se halla' 1 reunido lo mas selecto y conciso que puede pre sentarse en la materia. Contiene ademas una glo• sa de la Salve, y un' romance de un pecador •( arrepentido que toma un crucifijo, eu sus manos .< > para prepararse ,á bkri m«nr^á.us reales. Traduccion en verso del Salmo. Miserere. por el P. Cá . diz, con el texto latino: á 10 cuartos. Demostracion de la existencia de Dios y de sus atri butos, que escribió en francés el ilustrísimo se ñor Francisco Saliñac de Fenelon ; traducida. Un tomo en octavo, á 10 reales en pasta. Los Mártires , ó el triunfo de la religion cristiana, poema escrito en frances por Mr. de Chateaubriand, y traducido al español : dos tomos en octavo. Poesías del P. Basilio Boggiero de Santiago, maestro de retórica en el colegio de escuelas pías de Za ragoza. Un tomo en octavo. Poesías de Camoens traducidas: tres tomos en octa- vo. Los, dos primeros comprenden el célebre poe ma los Lusíadas, y el tercero las poesías sueltas. Merope, tragedia francesa traducida. al castellano. Omasis, ó José en Egipto, tragedia representada • por el célebre Maiquez, á 4 reales. '. ;' . *.J. Vasconia salvada , tragedia original española, á 4 reales. s .•i..-...' ..,. • Elementos de legislacion universal del célebre Perreau , traducidos: dos tomos en octavo de marquilla ü 30 reales. Resabios forenses que entorpecen la pronta admi nistracion de justicia , y - modo de remediarlos. Un cuaderno en octavo, á 4 reales. . 1 Division de España para la administracion de jus ticia. .Un cuaderno en octavo. á tres reales. ; Constitucion francesa decretada por la asamblea na cional constituyente y sancionada por Luis XVI, ,. traducida al castellano. Por donde pueden todos cerciorarse de lo mucho que de ella se copió pa.' .. ra la española de Cádiz. Un tomo en octavo á cuai tro realés.í .. . :: :¡ ;.* '..•.¡hv" ?.c. ii.; .'¡•.•j;'í La Compasión, poema de M. Delille: el coatí tan to por encerrar en poco volumen las máximas - de moral mas puras que recomiendan la reli gion y sólida piedad, como por estar vertido en versificacion fluida y armoniosa, y en estilo cor rectísimo, es muy á propósito especialmente pa, ra que los jóvenes de ambos sexos se familiaricen .desde la primera enseñanza con doctrinas salu dables y con el buen decir del habla castellana. :.Acompáñale una disertacion rio menos útil so. bre las cualidades que constituyen la verdadera poesía: á 6 reales en rústica. . J . . Novelas de Cervantes. En esta coleccion se ha in. sertado la de la Tía fingida no incluida en nin. guna de las anteriores, y algunas notas para la inteligencia de varios pasages ya obscurecidos. Dos tomos en octavo á 24 reales en pasta. La maleta preciosa, ó refutacion de los sofistas que .; han combatido la religion cristiana. Un tomito en octavo, á 4 reales. .'. Discurso pronunciado en las Cortes por el diputa do Fuentes del Rio sobte dotacion del Clero , á 2 reales. . '; Discurso pronunciado en las mismas sobre Señoríos por el diputado Cuesta, á 2 reales. Los Gemelos, comedia representada en el teatro del Príncipe. •Observaciones sobre el arte de la imprenta, escritas • y publicadas por don Miguel de Burgos siendo Regente de la de Ibarra en 1 8 1 1 , á 2 reales. Reflexiones sobre la ortografía castellana y método de simplificar y fijar su escritura, á a reales. Traduccion en verso de los Himnos que canta la Iglesia en las principales festividades del año. Un tomito en octavo á 3 reales.