Subido por Maria Alejandra Leguizamón Schija

Cuando Acompañar

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Cuando Acompañar, Discernir e Integrar la fragilidad es una cuestión de la
comunidad toda. Aportaciones teológicas pastorales desde el Capítulo 8 de Amoris
Laetitia
Resumen
En la presente comunicación pretendo desarrollar una reflexión teológico/pastoral
a raíz de la propuesta que el Papa Francisco hace en el Capítulo 8 de la Exhortación
Apostólica Amoris Laetitia, desde las coordenadas Acompañar, Discernir e Integrar
la fragilidad humana expresada en la vida de las personas que conforman las
familias, con una pregunta inicial que orienta la reflexión, ¿quién soy yo para
hablar del matrimonio y la familia?, en segundo momento indagando en el
magisterio universal en los últimos diez años, en tercer lugar buscando las claves
de inflexión en el propio capítulo 8 y finalmente acercando algunas pistas para el
acompañamiento pastoral.
Palabras claves: Acompañar, Discernir, Integrar, ser testigo, misterio, amor.
Abstract
In this presentation I will develop a theological/pastoral reflection about the
Pastoral Care in the chapter 8 of the last Document of Pope Francisco Amoris
Laetitia, on the basis of Accompany, discern and integrate human frailty. In first
time I ask me a question : Who am I to speak about marriage and family? . In
second place I search in the Universal´s Magister in the last ten years. After that I
analyse keywords related to the central issue in chapter 8 and finally I propose
general guidelines or clues about pastoral care.
Keys word: Accompany, discern, integrate, witness, mystery, love.
Introducción
¡Que me bese con los besos de su boca! Ct 1,2
La pasión es uno de los motores que mueve la vida, otros dirán que es el deseo y
puedo concluir que uniendo éstos dos aspectos de nuestra humanidad integrada
es el amor.
La expresión más alta del amor humano es la unión de dos personas que se atraen,
se enamoran y se comprometen a hacer crecer cada día esa experiencia primera
que les abrió otros horizontes, que les hizo ver la vida desde otra perspectiva.
En mi experiencia personal soy religiosa dominica desde hace 27 años, ya tengo
más de la mitad de mi vida como religiosa y mi experiencia de tener enamorado
ha sido muy breve pero sí me ha tocado ser “testiga” de historias de amor que hoy
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sigo admirando como otras tantas que se perdieron en el olvido y no porque no
hayan sido importante sino que el amor se extinguió por varias razones.
En
esta
presente
comunicación
pretendo
desarrollar
una
reflexión
teológico/pastoral a cerca del capítulo N° 8 del Documento del Papa Francisco
Amoris Laetitia. En primer lugar desarrollaré una propuesta metodológica
partiendo desde mi propia identidad como religiosa haciéndome la pregunta
¿Quién soy yo para hablar sobre la familia y el matrimonio?, será el punto de
partida para marcar el campo de reflexión sobre el tema que nos compete; la
segunda parte será desarrollar los límites y posibilidades que ha tomado en cuenta
el magisterio eclesial en los últimos 10 años sobre el matrimonio y la familia; luego
abordaré de manera central el contenido del capítulo 8 del documento y
finalmente
acercaré
algunas
intuiciones
en
torno
al
acompañamiento,
discernimiento para integrar una pastoral matrimonial y familiar.
¿Quién soy yo para hablar sobre la familia y el matrimonio?
Quizás sea el primer prejuicio que surge de la gente que no está cerca de la vida
eclesial o también sea la pregunta “no dicha” de las personas que están en grupos
parroquiales, ¿por qué una religiosa o un sacerdote puede hablar, acompañar
pastoralmente a una matrimonio y/o a una familia si ellas y ellos no tienen una
familia y tampoco tienen una pareja de la vida? Desde una perspectiva tienen
razón, pero todas y todos nosotros y nosotras somos fruto del amor de una pareja
y parte de una familia primaria que nos ha formado, acompañado y enseñado a
vivir.
Mi experiencia personal, soy la hija mayor de una pareja de personas adultas1que
venían con dos experiencias culturales diferentes pero de escenarios sociales
similares; en la familia siempre se han sumado los tíos y las tías, los primos y primas
por parte ambas familias primarias. El movimiento de visitas recibidas y realizadas
fue una constante durante toda mi infancia, los vínculos generados me dio un
sentido de familia ampliada donde podía recibir cuidados, ternura y enseñanzas
Mi madre me tuvo a los 40 años, ya había estado casada anteriormente pero no había tenido hijos
y quedó viuda a los 33 años; a los 35 años conoció a mi padre y se casaron cuatro años después, a
los 40 nací yo y a los 41 mi hermano menor.
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3
tanto por parte de mis padres como también de mis tías, tíos, primos y primas
mayores2.
Desde los 8 años fui viendo cómo mis primas y primos iban asumiendo el
compromiso del matrimonio y comenzar a tener sus propios hijos e hijas, las
dificultades que fueron atravesando, los logros que fueron consiguiendo y también
los fracasos en la maduración del vínculo como pareja, algunos de ellos llegaron a
la separación primero y luego a concretar divorcios; pero también otras parejas
de ellos que se mantienen por más de 30 años de matrimonio con hijos e hijas y
ahora con nietos y nietas.
Mi decisión a decir Si a esta vocación como religiosa me ha llevado de hecho a
cuestionar cómo Dios me quería para ser una mujer feliz y por supuesto que pasó
por mi horizonte preguntarme por el matrimonio como un modo de vida, allí
busqué a alguien que me ayudara en el discernimiento para ver con más claridad
dónde Dios me quería. Las intuiciones que son mociones del Espíritu y la pasión
por Jesús y su proyecto me llevaron a la Vida Religiosa.
Por eso mi teología está entretejida desde las coordenadas de provenir de una
pareja que supo amar a su manera y pertenecer a una familia ampliada que me ha
enseñado a amar la vida y saber que estamos aquí y ahora para ser felices.
Las posibilidades y límites del acompañamiento pastoral de la Iglesia y resonancias
desde el magisterio eclesial de los últimos 10 años
La iglesia como Madre y Maestra, fue la denominación del documento de Juan
XXIII en 1961, sigue siendo referencia para nuestro proceso de maduración en la
fe.
Quiero citar en primer lugar a las palabras del Papa Benedicto XVI en una
alocución en el 2006,
La familia, fundada en el matrimonio, constituye un "patrimonio de la
humanidad", una institución social fundamental; es la célula vital y el pilar de la
sociedad y esto afecta tanto a creyentes como a no creyentes.3
Con mi hermano fuimos los primos menores ya que mis tíos y tías había tenido hijos desde los 16
años, por esa razón tenemos mucha diferencia de edad con ellos y ellas.
3
Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo
Pontificio para la Familia, sábado 13 de mayo de 2006.
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4
Este antecedente nos ayuda a comprender sobre qué concepto de familia voy a
tener en cuenta el desarrollo y construcción de la propuesta teológico/pastoral.
Desde dos aspectos a tener en cuenta, por un lado si sólo se va a tener en cuenta
a la familia constituida desde el matrimonio, ¿qué sucede con las “familias”
monoparentales y/o las abuelas que crían a sus nietos? Y por otro lado ¿qué sucede
con los niños y niñas que son abandonados/as en la calle y/o en orfanato?,
La Iglesia ha prestado siempre una atención particular a los abuelos, reconociendo
que constituyen una gran riqueza desde el punto de vista humano y social, así
como desde el punto de vista religioso y espiritual.4
El aporte de la conferencia del 2008 nos abre otro registro para considerar a la
familia constituida y ampliada por otros vínculos que fortalecen la célula básica de
la sociedad.
En los últimos 10 años en el magisterio eclesial ha tenido una inflexión importante
en el Sínodo de la Familia realizado el 2015; por esa razón haciendo una mirada
retrospectiva desde las coordenadas: acompañar, discernir e integrar, encontramos
algunos puntos destacados,
Se trata de acompañar dramas que marcan profundamente la vida de
innumerables personas, haciéndose promotores de un modo verdaderamente
humano de vivir la realidad de la pareja, en situaciones a menudo arduas, que
merecen la debida atención y un sincero respeto5
Quien acompaña debe tener la capacidad de la escucha desde un corazón
misericordioso y compasivo porque será “testigo/a” de historias sagradas por ser
dolorosas e íntimas y tendrá la posibilidad de dar la mano para ayudar a visibilizar
dolores profundos que saldrán a la luz en la medida que se genere confianza entre
las personas que conforman la pareja y el o la acompañante.
Se señala que existen grandes dificultades a la hora de expresar adecuadamente la
relación entre la antropología cristiana y el sentido de la regulación natural de la
fertilidad. La reducción de la problemática a la casuística no favorece la promoción
de una visión amplia de la antropología cristiana. Con frecuencia se señala que la
mentalidad dominante rechaza de modo superficial la enseñanza de la Iglesia
Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la
familia, Sábado 5 de abril de 2008.
5
Sínodo de los obispos III Asamblea general extraordinaria los desafíos pastorales de la familia en el
contexto de la evangelización instrumentum laboris Ciudad del Vaticano 2014, N° 125.
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5
tachándola de retrógrada, sin confrontarse con sus razones y su visión del hombre
y la vida humana6.
El discernimiento es uno de los ejercicios espirituales que indican un tiempo de
gracia para tomar en cuenta los elementos que conforman los procesos humanos/
espirituales de cada una de las personas que integran la pareja.
Los tres grandes ámbitos sobre los cuales la Iglesia desea desarrollar el debate para
llegar a indicaciones que respondan a las nuevas preguntas presentes en el pueblo
de Dios son, en cualquier caso, las que aquí se señalan: el Evangelio de la familia
que hay que proponer en las circunstancias actuales; la pastoral familiar que hay
que profundizar frente a los nuevos desafíos; la relación generativa y educativa de
los padres respecto de los hijos7.
Los tres desafíos que platea el sínodo integran el proceso que se había comenzado
en las iglesias particulares en todo el orbe; la renovación de la Buena Noticia
anunciada, pero también la que se descubre como semillas del Verbo sembradas
en las relaciones de amor entre las personas.
Capítulo 8
La secuencia teológica que desarrolla el documento nos va llevando a recapitular
los temas tratados de los capítulos anteriores en el capítulo octavo.
Acompañar, discernir e integrar la fragilidad es el modo como el Papa Francisco
triangula la presencia pastoral, siendo la interlocutora las personas que integran
una pareja y que en muchas casos forman una familia.
No olvidemos que, a menudo, la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un
hospital de campaña. (AL, 291)
La figura que nos indica Francisco es justamente de una situación límite, de
emergencia, de mucha vigilancia como suele suceder en los hospitales de campaña
donde con pocos recursos se tiene que atender a mucha gente que normalmente
viene muy herida.
Por otra parte, es preocupante que muchos jóvenes hoy desconfíen del
matrimonio y convivan, postergando indefinidamente el compromiso conyugal,
mientras otros ponen fin al compromiso asumido y de inmediato instauran uno
6
7
Cf cita n° 5, N° 126.
Cf. Cita n° 5, N° 158.
6
nuevo. Ellos, « que forman parte de la Iglesia, necesitan una atención pastoral
misericordiosa y alentadora » (AL, 293)
Éste es uno de los ejemplos que nos acerca a las heridas más profundas que sufren
las parejas cuando después de un tiempo de convivencia “rompen” el vínculo que
los unía y sin dejar pasar un tiempo prudencial vuelven a unirse con otra pareja;
justamente ante ésta situación es que la Iglesia como Madre y Maestra debe actuar
con misericordia y compasión, sobre todo porque las personas necesitan el
consuelo de la escucha y la guía de quienes muestran el rostro de Dios.
Uno de los recursos con los que cuenta el acompañamiento espiritual es ayudar al
discernimiento. Durante el papado de Juan Pablo II, abordando el tema de la
familia, nos llevó a tener en cuenta lo que él denominó la “ley de la gradualidad”,
donde considera que el acompañamiento pastoral en las familias tienen que
respetar los procesos de cada miembro de la que la conforma.
… san Juan Pablo II proponía la llamada « ley de gradualidad » con la conciencia
de que el ser humano « conoce, ama y realiza el bien moral según diversas etapas
de crecimiento »No es una « gradualidad de la ley », sino una gradualidad en el
ejercicio prudencial de los actos libres en sujetos que no están en condiciones sea
de comprender, de valorar o de practicar plenamente las exigencias objetivas de
la ley. (AL, 295)
Por eso es tan importante que los agentes pastorales sean idóneos en ésta materia,
porque no es cuestión de repetir fórmulas morales sino de tener la capacidad de
discernimiento espiritual personal para poder ayudar a otros que puedan hacer lo
mismo, con claridad de conciencia.
La condición de cada uno de los miembros de la familia son importantes y cada
uno de ellos merece una atención particular.
Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos
dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en
diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas
7
formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral,
educativo e institucional pueden ser superadas. (AL. 299)
En la expresión citada, nos alienta y desafía de manera caritativa, creativa a la
integración de las hermanas y hermanos que viven situaciones familiares
complejas; por eso es necesario revisar desde el ámbito educativo hasta el pastoral
e institucional para que sea inclusiva.
La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y
circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se
encuentran en alguna situación así llamada « irregular » viven en una situación de
pecado mortal, privados de la gracia santificante. (AL, 301)
Otro paso más en torno a generar una postura diferente que plantea una
perspectiva desde otro lugar a sólo quedarse en la “condena” de situaciones
difíciles, de desplazarse a otro lugar.
Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe
desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente
todas las situaciones particulares. Al mismo tiempo, hay que decir que,
precisamente por esa razón, aquello que forma parte de un discernimiento
práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una
norma. Ello no sólo daría lugar a una casuística insoportable, sino que pondría en
riesgo los valores que se deben preservar con especial cuidado. (AL, 304)
En este punto Francisco insiste con el ejercicio del discernimiento de quien
acompaña, como el lugar donde se coloca quien es acompañado, sabiendo que la
caridad creativa y compasiva es el horizonte que guía.
En esta misma línea se expresó la Comisión Teológica Internacional: « La ley natural
no debería ser presentada como un conjunto ya constituido de reglas que se
imponen a priori al sujeto moral, sino que es más bien una fuente de inspiración
objetiva para su proceso, eminentemente personal, de toma de decisión »…
El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios
y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a
8
veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos
de santificación que dan gloria a Dios. (AL, 305)
El Papa nos deja entrever sobre una modalidad que la Iglesia ha tenido durante
muchos siglos en cuanto a la aplicación de la Ley Natural, sin tener en primer lugar
a la persona que sufre, que padece y que tiene que resolver su situación familiar
compleja que no le deja ser feliz; por esa razón el discernimiento como un ejercicio
espiritual forma parte clave en el proceso de liberación de la persona.
Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el
Espíritu derrama en medio de la fragilidad: una Madre que, al mismo tiempo que
expresa claramente su enseñanza objetiva, « no renuncia al bien posible, aunque
corra el riesgo de mancharse con el barro del camino ». Los pastores, que proponen
a los fieles el ideal pleno del Evangelio y la doctrina de la Iglesia, deben ayudarles
también a asumir la lógica de la compasión con los frágiles y a evitar persecuciones
o juicios demasiado duros o impacientes. El mismo Evangelio nos reclama que no
juzguemos ni condenemos (cf. Mt 7,1; Lc 6,37). (AL, 308)
Acompañar, discernir e integrar son los tres pasos que deben asumir,
principalmente, los pastores, como actitud pastoral con las personas que llegan
heridas por vínculos o situaciones familiares dolorosas, no obstante, también es un
desafío a la formación de las laicos y laicos, como agentes pastorales en programas
de acompañamiento pastoral.
Esa es la lógica que debe predominar en la Iglesia, para « realizar la experiencia de
abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales
» (AL, 312)
Cuando Jesús invita a sus discípulos que no se queden mirando el cielo8, sino que
vuelvan a la ciudad a la vida cotidiana, después de la experiencia de Dios
movilizante y transformadora no puede quedar en uno/a mismo/a sino ir a las
periferias existenciales, aquellas situaciones donde la vida es amenazada donde se
pierden los sentidos de humanidad.
8
Cf. Hechos 1,11.
9
Entre luces y sombras
Ponme cual sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo. Porque es fuerte el amor
como la Muerte, implacable como el seol la pasión. Saetas de fuego, sus saetas, una
llama de Yahveh Ct 8,6
La pasión y el deseo forman parte de las relaciones de todos los seres humanos,
desde el niño/a que desea el alimento que le da el cuerpo de su madre, la pasión
que se revela cuando la pulsión sexual se despierta en la adolescencia y cuando
ambas pulsiones se identifican con un sentimiento en la madurez de las personas.
La emoción que da sentido a la vida que nombramos como el amor; cuando la
paciencia, el servicio, la justicia, la alegría, la fe, la esperanza tiene un rostro y
sobre todo es otra persona diferente a mí, desde allí el amor pasa de ser ficción a
ser realidad.
Me suena en los oídos a modo de canción las palabras del libro de Cantar de los
Cantares diciéndole una persona a otra… ponme cual sello sobre tu corazón….,
tiene un principio romántico pero a la vez es la capacidad de transmitir una
emoción de mutua pertenencia y que necesita ser testimonio en una comunidad.
El misterio de compartir el camino con otro (u otros) nos permite entrar en
contacto con la intimidad de la revelación, porque sabemos que cada uno/a de
nosotros/as somos el rostro de Dios para él o la otro/a. Otro paso importante en
los procesos humanos es acompañar, porque implica escuchar, creer y por lo tanto
ser testigo/a de Dios que se revela en la vida del o la otra/o.
La capacidad de distinguir los elementos de la vida espiritual en la propia y en la
vida de las personas se llama discernimiento, porque es el Espíritu, la Ruaj que
actúa dando permanentemente sentido y luz en las búsquedas.
Finalmente,… Porque es fuerte el amor como la Muerte, implacable como el seol
la pasión…, en este punto el amor y la muerte son identificados como dos
momentos liminales para el sentido de la vida de las personas, en donde se da un
paso que no tiene marcha atrás.
Integrar la vida en el conocimiento personal y ser testigo de la obra de Dios en las
personas es el desafío permanente; por eso creo profundamente que Jesús, el
Cristo de nuestra fe es la expresión de la integración como persona y que por eso
es la revelación de Dios.
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