Documento histórico Valadés, José C., El presidente Ignacio Comonfort. (Estudio biográfico), México, Secretaría de Educación Pública, 1966, pp. 39-40. (Cuadernos de Lectura Popular). Conociendo a Ignacio Comonfort Tenía don Ignacio Comonfort una hermosa figura varonil. Un retrato de la época le pinta de elevada estatura y corpulento. Poseía una hermosa cabeza, de la cual era espejo una frente ancha, despejada y venturosa; y como tenía la cara picada por la viruela, discretamente cubría aquel defecto, que parecía afearle y mortificarle, con la espesura de una barba negra y esmeradamente cuidada. Vestía, lo mismo en paseos que en funciones oficiales, con levita negra. Era extremadamente ceremonioso. Gustaba vivir solo; y cuando fue Presidente, habitó una modesta pieza en el extremo oriental de las salas presidenciales del Palacio Nacional. Tenía don Ignacio una voz un poco tipluda, pero de tonos amables y afectivos. La simpatía y benevolencia brillaban en sus ojos. Más que un gobernante tenía el aspecto de un romántico. Quizás lo era. La política de la segunda mitad del siglo XIX, solía dar calor a ese género tan singular de individuos que cuando alcanzaban el mando supremo de los Estados eran más idealistas que los idealistas mismos. Tal vez ese fue el pecado que en su alma de político llevó don Ignacio Comonfort consigo; posiblemente, el que no le permitió triunfar como caudillo maduro y perenne de la Reforma.