Subido por Antonella Aylén Schiaffino

FORCLUSION.

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EL CONCEPTO DE FORCLUSIÓN.
Lacan, respecto a la forclusión va a decir que fundamentalmente se elabora a partir de la
distinción tripartita entre el mito de atribución castrada: la madre, que es una excepción a la
universalidad del pene, del mito (Uno de la existencia) y el hecho de la falta en sí misma.
Esta triada del mito del Todo de la ilusión, del Uno de la excepción y la falta, constituyen la
matriz que será considerada según una perspectiva lógica y de una perspectiva edipica.
La perspectiva lógica define la dimensión simbólica, y la segunda perspectiva edipica va a
definir la triada edipica.
La operación forclusiva recaerá sobre el Todo o sobre el Uno de la existencia, siendo el 3er
elemento, la falta, solo es afectado indirectamente.
Por lo tanto, la dimensión simbólica comprende TRES componentes, articulados: el Uno,
cambiante que surge y se renueva sobre el fondo de un Todo afectado de incompletud. Lo
simbólico es la emergencia de una existencia, que positivamente afirma un nacimiento, y
negativamente abre una falta en el Todo.
Entonces la lógica de lo simbólico corresponde a la experiencia de la castración, vivida en la
infancia y que se renueva a lo largo de la vida y permite afirmar nuestra identidad de sujeto.
La forclusión, rompe brutalmente l articulación entre Todo y la emergencia siempre
recomenzada del Uno.
Así la forclusión es lo que no llega a la luz de lo simbólico, por lo cual aparece en lo real. Es
decir que la existencia nueva, que lo simbólico debía actualizar, queda abolida.
¿Cuál es el elemento forcluido? Simbolizacion primaria: el mito del pene universal. Se postula
la eventualidad del tiempo de castración, es decir, la ausencia absoluta de la creencia del pene
universal. Su forclusión significa que el niño no se enfrentó al dilema de atravesar esta
experiencia o retroceder ante ella. Como si el niño, futuro psicótico, no tuvo la posibilidad de
vivir la ilusión primera del mito de un pene atribuido a todos.
Entonces al no haber sido vivida por el niño la ilusión de omnipotencia del pene, queda
excluido que perciba su ausencia en la madre.
La forclusión se articula como la ausencia del juicio de atribución.
Teóricamente también se tomó a la forclusión, como actor sobre un significante: El sgte del
Nombre del Padre. Este designa la función paterna, tal como es internalizada y asumida por el
niño mismo.
El N.Padre es toda expresión simbólica, producida por la madre o el niño mismo, que
representa la Tercer instancia de la Ley de prohibición del incesto. Para ubicar dicho sgte hay
que indagar primero en la madre en tanto mujer deseante, respecto a la ley, o en la forma en
que el niño, en tanto sujeto deseante, integró en si, la prohibición y sea capaz de instituir su
propio limite. La persona misma del Padre real debe estar atravesada por la ley simbólica.
El N.Padre designa cualquier expresión significante que venga a ocupar el lugar del N.Padre, es
siempre Uno, aun cuando los elementos que lo ocupen circunstancialmente sean
innumerables.
Pero para que se de la forclusión es necesaria la incitación de un llamado: así en el N.Padre es
la respuesta a un llamado proveniente de otro. La forclusión consiste en la supresión de toda
respuesta, es la no llegada del ste del N.Padre en el lugar y momento que debía advenir.
La forclusión es la No respuesta a una demanda que proviene de una persona en posición de
tercera, respecto de la relación dual imaginaria entre el sujeto, (futuro psicótico) y un
semejante amado u odiado apasionadamente.
La persona que llama a la emergencia del N.Padre, en el futuro psicótico, es Un-padre, es decir
una persona situada en posición tercera, en cualquier relación que tenga por base la pareja
imaginaria yo-objeto, pareja que con frecuencia está cargada de intensa tensión afectiva* .
Los personajes de Un-padre, secundarios, juegan un rol principal en el encadenamiento de un
episodio psicótico.
Existen consecuencias provocadas por la forclusión: los desórdenes en lo simbólico y
desordenes en lo imaginario.
Si en N.Padre no surge donde se lo esperaba, en el paciente psicótico, suceden una serie de
reorganizaciones de elementos simbólicos, que trastornan las referencias habituales del
espacio y tiempo. Esto se produce por lo creado en lo simbólico, y en torno a esto se produce
una edificación, de una Nueva Realidad, que viene a reemplazar a la realidad perdida, anterior
a la forclusión.
El problema fundamental en el proceso de psicosis es el mecanismo de formación de una
nueva realidad que viene a sustituirla.
La otra consecuencia provocada por la forclusión, es de origen imaginario, puede resumirse, en
una cristalización de la relación imaginaria del yo psicótico con otro elegido, relación cargada
con una extrema agresividad erotizada.
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