Subido por Juan Manuel

El papel lo aguanta todo

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El papel lo aguanta todo… cuando las empresas
sobrecumplen
Por: Sayli Sosa Barceló, Katia Siberia
Publicado en: Con Punto y Aparte
En este artículo: Ciego de Ávila, Corrupción, Cuba, Economía, Empresas,
Producción
27 marzo 2018
http://www.cubadebate.cu/especiales/2018/03/27/el-papel-lo-aguanta-to
do/
Y aunque no son falsas las noticias que exaltan el sobrecumplimiento de los
planes, casi nunca dicen toda la verdad. Porque detrás del listado de las empresas
que reciben aplausos y aplausos, están también las explicaciones; y no todas apuntan a
la eficiencia y productividad
Hay un dato que dejaría perplejo a los avileños acostumbrados a perseguir las
viandas, al punto de querer sacarlas hasta del surco: la Empresa Provincial de
Acopio cerró el 2017 con sus utilidades sobrecumplidas al 730 por ciento. Cuando
sus ganancias no prometían llegar al millón de pesos, ellos terminaron “quedándose”
con casi seis millones; y eso, en el mismo año de intensa sequía, huracán demoledor y
sin que los precios de venta se fueran por encima del tope.
“Na, esa historia está muy mal contá’, ¿de dónde sacaron tanto dinero?”, dice sin
tapujos Tomás, el vecino de los bajos, acostumbrado a recibir adelantos de lo que
“cocina” Invasor y a recurrir a la placita de su esquina, donde la vendedora, ante el
número, abre los ojos… y cierra la boca.
No lo hacen, sin embargo, desde las direcciones provinciales de Economía y
Planificación y la de Finanzas y Precios; las dos entidades que observan con lupa
los vaivenes de la economía en el territorio y ni así alcanzan, a veces, a divisar la
lógica.
“Habría que analizar sus estados financieros por dentro para emitir un juicio acertado,
aunque de manera global, la causa fundamental que suele determinar estos
comportamientos a escala provincial (y nacional) está asociada a la concepción
de un plan con reservas enmascaradas, escondidas, distorsionadas…”, confiesa
Ileana Venegas, directora de Economía y Planificación, los sinónimos parecen no
alcanzarle.
Una fórmula lo ilustra: “La utilidad es el monto de lo que ingresaste, menos lo que
gastaste. Entonces, si aumentas los costos de producción (en el plan) y luego produces
más barato, obtienes mayor utilidad y eso hasta te permite pagar más porque los
ingresos son superiores”, explica Ricardo Dapía, al frente de la Dirección de Finanzas
y Precios, mientras aclara que esa es solo una manera de las muchas que pueden
incidir en que se alcancen semejantes indicadores.
Pero ni él ni Ileana se atreven a afirmar que eso sea lo que haya pasado en las
entidades que en Ciego de Ávila concluyeron el pasado año con utilidades por
encima del 200 por ciento. “Tienen que meterse en esas empresas y preguntar el por
qué del porqué, del por qué”. Así le dan el pie forzado a este diario que ya había
repasado varios criterios (como el de un experimentado y avezado colega que titulara
su artículo de Granma, De la planificación y otros apuros, y el del doctor Oscar
Fernández Estrada, del departamento de planificación en la Facultad de Economía, de
la Universidad de La Habana —que “enseñara” en uno de sus artículos que “la
elaboración de los planes transita por un mecanismo tergiversado que convierte en un
campo de batalla el proceso más importante del sistema”— y hurga, no obstante, en
opiniones de los implicados, a sabiendas no solo de que el papel lo aguanta todo, sino
de que los entresijos de la planificación son tan enrevesados para un equipo de
investigación periodístico, como la economía misma.
Acopiando razones
“Cuando ya estaba hecho el plan del 2017 y establecido que debíamos aportar un
impuesto del 70 por ciento para algunos productos, llegó otra resolución que lo
modificaba, y debía ser, entonces, el 42 por ciento. Y cuando pensamos que
debíamos calcularlo así y ya habíamos confeccionado el plan del 2018, llegó otra y
volvió a modificarlo. ¿Te das cuenta?”, pregunta Ariolys Díaz Armenteros, directora
contable-financiera de la Empresa Provincial de Acopio, consciente de su retórica.
Por esos desajustes, generados ministerialmente, las cuentas terminaron favorables a
Acopio (en este caso). Encima, productos como el frijol, que debían aportar, primero
el 70 y luego el 42 por ciento, crecieron en entrega y más guajiros de los pactados
acopiaron los granos que la entidad comercializó en más de 6 000 toneladas. El arroz
que se distribuyó en los mercados, a causa del huracán Irma, también disparó los
márgenes de Acopio y la empresa terminó sumando millones, no previstos.
— ¿Y por qué no reajustaron el plan?
— “El ministerio no lo permite, solo está concebido que se haga ante situaciones
excepcionales; y esa (las resoluciones que lo varían) no está contemplada como tal”,
refiere Ariolys.
No obstante, la especialista subraya que sí hay resultados generados por su centro y a
pesar de que hoy pagan las “culpas” de otros y tuvieran que abonar casi medio millón
de pesos en intereses al banco, debido a la falta de liquidez que genera la deuda de
más de 30 millones contraída por otros con Ciego de Ávila (fundamentalmente
Camagüey). Entre esa cifra y los más de 300 contratos incumplidos que del surco
no llegaron a la entidad, la empresa debió sortear tropiezos hasta lograr
resultados positivos.
Entre ellos, su director, Roberto Sarmiento Álvarez, señala la eficiencia con que han
realizado sus operaciones mercantiles, pues las cuotas establecen que por transportar
un millón de toneladas de comida pueden consumir hasta 53 toneladas de combustible,
y allí promediaron 46 y llegaron a implantar récord con 33 toneladas. Aunque los
remolques de 12 camiones tributaron a ello y se devolvieron al gobierno del territorio
cientos de miles de litros de petróleo, el ahorro supone, de alguna manera, que los
índices implantados, desde arriba, no fueron todo lo objetivo que debieron.
Como sea, el estado financiero de la empresa, que el año anterior (2016) cerrara con
pérdidas, a causa de un desfalco de millones de pesos, concluyó el 2017 con saldos
muy positivos, sin que se hayan traducido, en lo fundamental, en más comida
transportada del surco a la mesa.
Una cara parecida mostró la empresa Materiales de la Construcción, cuando sus
utilidades llegaron al 244 por ciento y el sobrecumplimiento llamó la atención.
Ya al cierre de noviembre, la unidad de subordinación nacional (encargada de
producir materiales para la Vivienda, la venta en las tiendas de Comercio Interior, la
Cayería Norte y otros encargos estatales) tenía en sus cuentas montos superiores a los
tres millones de pesos que no estaban planificados y serían el preámbulo de los vítores.
Lo “curioso” del caso es que lo bueno para ella resultó dañino para otros, pues esa
bonanza se explica por los materiales que, al no ser extraídos por las contrapartes, se
comercializaron a precios por acuerdo, mediante nuevos contratos.
Obviamente, y en ello coincide José Ernesto Benítez Torres, su director económico,
nadie planifica el incumplimiento; de ahí que los bloques, por ejemplo, que no asumió
Comercio Interior y le paga a esa entidad a 1.05 centavos, fueron vendidos a otras
empresas a precios que oscilaron entre 2.00 y 2.50 pesos. De tal manera, el costo de la
no ejecución de otros terminó favoreciendo a la Empresa de Materiales y a quienes no
tienen acceso (contrato) constante a esa industria, debido a la insuficiente capacidad
productiva.
A la par de esa inyección, las inversiones en la trituración del rajón de voladura calzó
la eficiencia en la fabricación de materiales; la agilidad en los pagos de intereses al
banco disminuyó la recarga financiera; la reducción de gastos indirectos hizo lo
suyo… Pero de los más de 6 millones de pesos con que la industria excedió sus ventas
planificadas, más de la mitad del monto se logró “gracias” a otros; y no, precisamente,
porque de las manos de Leonides Degalis (operador de una de las dos bloqueras más
modernas del país instaladas en esta provincia, perteneciente a la UEB Hormigón y
Terrazas) salieran más bloques, aunque también en ese indicador se creció.
Siete de las ocho empresas con utilidades por encima del 200 por ciento en Ciego
de Ávila son de subordinación nacional y solo una rinde cuentas al territorio.
Para la Empresa de Suministros Agropecuarios, otras de las entidades que aparecen
en la nómina con altos resultados, la explicación es aún más triste y el delegado
provincial de la Agricultura, Orlando Pérez Pedreira, corrige cualquier
malinterpretación que se haga del 132 por ciento de sobrecumplimiento. “El
huracán mojó muchos sacos de fertilizantes que se vendieron a precios inferiores y en
altos volúmenes, que no estaban planificados. También algunos productos, como las
cántaras de leche hechas en Cuba, subieron los precios”.
Sin embargo, es el caso de la Empresa Porcina, uno de los más llamativos (y lo sabe
el Delegado): ¿cómo sin cumplir, siquiera, sus planes de producción, pudo cerrar el
año con un sobrecumplimiento del 500 por ciento en sus utilidades?.
Si bien Wilfredo Guerra Quesada, Director Adjunto de la Empresa, María de las
Mercedes Véliz Díaz, directora contable financiera, y el propio Orlando ahondan en el
tema, para los avileños no-entendidos, podría resultar muy contradictorio que una
empresa que deje a los consumidores con ganas de comer cerdo a 16.00 pesos la
libra, termine el 2017 con aplausos en su gestión financiera.
A la incomprensión podría sumársele el hecho de que este mismo diario publicó, en
diciembre pasado, el retiro de los cinco grandes productores de cerdo en esta
provincia, que atesoraban más de 20 mil cabezas.
Pero las cifras se justifican en varias aleaciones: Porcino tuvo que disminuir compras
a productores porque, tanto el matadero como la industria presentaron dificultades
para asimilar la carne. Los márgenes de esa ganancia son menores (compra al
productor y vende a la industria) que cuando entrega cerdos de sus propias
cochiqueras. Y ahí estuvo el “disparo”, pues tres cochiqueras estatales debieron ser
desmanteladas ante el peligro de infestación y el dinero terminó multiplicando
ganancias. Fue en la procedencia de la carne y no en su cantidad, donde se asentaron
los “resultados” del Porcino.
Aparente contradicción experimentó el sector azucarero que quedó al 84 por ciento de
su plan productivo (menos caña molida) y, no obstante, llegó a recaudar utilidades al
299 por ciento de su plan. Después de haberse roto la saga de cumplimientos que
caracterizaba a este sector avileño, Eduardo Larrosa Vázquez, director general de la
Empresa Azucarera, admite que, desde instancias nacionales, cambiaron la ficha de
costo del azúcar, cuando ya los planes estaban hechos. Al pagarse mejor el producto,
ellos recaudaron 60 millones de pesos, por encima de lo previsto.
Con el plan de utilidades al 202 por ciento aparece la Empresa Provincial de la
Construcción. Quizás, con el ejemplo más fácil de ilustrar (y lógico) porque
—aunque su director general, Enrique Ordoñez de la Paz y su director económico,
Ismael Ruiz Hipólito, hablen de números, y de millones por encima— el huracán
Irma vino a ponerle rostro y agradecimiento a sus producciones, obligadas a crecer.
Estas muestras avileñas no son exclusivas del territorio. Tampoco del 2017. Cada año,
varios sitios del país y discursos oficiales dan cuenta de excesos que acostumbran a
traducirse en esfuerzo y productividad, casi por instinto.
Y aunque el papel, se dice, lo aguanta todo, en la economía cubana las lecturas
entre líneas son más recomendadas; y aun así, casi nunca se entienden, a la primera.
Por eso el criterio de Ricardo Dapía, director de Finanzas y Precios en esta provincia,
viene a ser un jarro de agua fría ante el “júbilo” económico: “Cuando una empresa,
por las razones que sea, obtiene sumas no planificadas, disminuye el aporte real
que el país podría adquirir. Disminuye, entonces, la posibilidad de redistribuir esos
ingresos, de usarlo, y aumenta la deuda pública. Se compromete el futuro”.
(Tomado de Invasor)
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