Subido por evasoladelpozo

COMENTARIOS SIGLO XX

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Eva Solá del Pozo
Textos fundamentales del siglo XX español
Año 2018-2019
Facultad de Filología
Nevermore - Juan José Domenchina:
En uno de los años clave para nuestro país, 18981, nacía en la capital española
uno de los miembros más olvidados de la Generación del 272. Como todos sus
integrantes, este autor se caracterizó por desarrollar su intelecto en varios aspectos. Por
ejemplo, su faceta como crítico no tardó mucho en salir a la luz: participó en El Imparcial,
o incluso en la Revista de Occidente, fundada por el famoso ensayista -entre otrosOrtega y Gasset. Igualmente, fue simpatizante de la política de izquierdas. Manuel Azaña
lo incluyó en el Grupo de Acción Republicana, y lo nombró su secretario particular en
Izquierda Republicana, en 1934: “Llevóse allí (Azaña) de subsecretario a Enrique Ramos,
y en calidad de secretario particular a Juan José Domenchina, conocido poeta entre los
jóvenes y amigo nuestro desde los tiempos de "La Pluma" (Rivas Cherif). Dos años
después obtendría el titulo de delegado del gobierno del Instituto del Libro Español.
Creó el Boletín de Información y el Suplemento Literario del Servicio Español de
Información. En su época viviendo en Valencia, formó parte del Consejo de Colaboración
de la revista Hora de España, e incluso creó algunas páginas de La Vanguardia.
Pero, como en la vida de otros poetas, le marcó su matrimonio con la poeta
Ernestina de Champourcín, incluida dentro de Las Sinsombrero, otra de las grandes
olvidadas. Con ella se exiliaría en 1939 a Toulouse, París, y finalmente México.
Consiguieron trabajo en la Casa de España y trabajaron en labores editoriales, hasta su
muerte en 1959.
No sé si fue su vida agitada, o quizá el desconocimiento acerca de su vida y obra,
que al posar los ojos sobre Nevermore, me quedé paralizada. Lo considero una
reformulación sublime de un soneto clásico. Sin embargo, tras varias lecturas, comencé
a concluir varios parecidos: utiliza la figura del cuervo como ave anunciadora de la
muerte, y al igual que Quevedo, expone una añoranza de su patria, a la que “nunca”
podrá volver. Espera su muerte. Desgarrador. Es la extrañeza de lo lejano, del lejano, del
desconocido, es la nostalgia, la incertidumbre. Precisamente esa incertidumbre es la que
hace que reluzca el tremendo barroco rebuscamiento verbal y la tersura formal que
cautiva a cualquier lector.
1
Por el conocido desastre del 98: la pérdida de las últimas potencias españolas en América (Cuba, Florida,
Rep. Dominicana) y en Asia (Filipinas), por la guerra con Estados Unidos, llevó al país a una crisis económica
de tal magnitud que se trasladó a otros ámbitos, incluido el social. Es conocida como una de las primeras
depresiones del país español.
2
Grupo de poetas integrado por figuras tales como Federico García Lorca, Pedro Salinas, Gerardo Diego,
Rafael Alberti, Luis Cernuda…
Por último, pero no menos interesante, es una de las cosas más brillantes del
soneto su influencia con Edgar Allan Poe. Es magistral poder decir que esta pieza podría
ser una estrofa del poema -de mayor extensión que el de Domenchina- The Raven3, del
autor inglés. Ambos utilizan la figura del cuervo como su visitante en la noche, el
portador de la muerte y de la palabra repetitiva que será la que sentencie la figura de
ambos: “Nunca (más)”. Sufren los dos un proceso de enloquecimiento (más patente en
Poe), que los llevará a la muerte. No tenemos más que leer esta estrofa para darnos
cuenta:
Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”
El magisterio poético del madrileño Domenchina, igual que el aprovechamiento
de figuras, morfología y sintaxis barrocos utilizados por los grandes autores del Siglo de
Oro español, y como hemos visto, también por uno de los mejores literatos ingleses, me
hacen considerar que este soneto (y su creador) son unos de los grandes olvidados de
la literatura española de la posguerra.
Soneto XIX- El rayo que no cesa, Miguel Hernández:
Nació en pleno Alicante, el que para mí es el epígono de la literatura del siglo XX.
Suele ser ubicado dentro de la generación del 36, es cierto que mantuvo una estrecha
relación con los miembros de la generación anterior, la del 27. Su familia se dedicaba al
mundo del pastoreo, por lo que su padre le hizo abandonar los estudios – a pesar de
haber sido becado-. Sin embargo, adquirió rápidamente una formación autodidacta
acudiendo a los libros de los grandes autores del siglo de Oro (principalmente), sobre
todo, Luis de Góngora. Realizó varios viajes a Madrid, que le permitieron realizar la
teoría que sostenía su primer libro, Perito en Lunas (1933), conocer de primera mano a
algunos miembros de la Generación del 27, y realizar algunas labores educativas y
literarias de real importancia: fue nombrado colaborador en las Misiones Pedagógicas,
hizo lecturas de su obra en la Universidad de Cartagena, y, lo más importante, participó
en la Revista de Occidente, igual que Juan José Domenchina.
3
El cuervo (1845)
Ubicando este soneto dentro de su obra poética, y dentro del poemario, El rayo
que no cesa (1936), podríamos juntarlo con otros siete4 que dedica a María Cegarra,
(dentro de la misma composición poética hay otros dedicados a Maruja Mallo). Tras
varios encuentros y la ruptura con una de sus novias, Miguel Hernández se dirigió a
visitarla con uno de los sonetos incluidos en el poemario: “¿No cesará este rayo que me
habita?”, y dedicatorias amorosas. Sin embargo, María dejó de escribirle. Se
descubrieron póstumamente las cartas que el alicantino le escribía, en las que había
plasmado un amor sincero, puro, pero a la vez le criticaba esa falta de contestación. Una
vez más, la situación amorosa de Miguel Hernández quedaba destruida. 5 Uno de los
principales motivos por los que este poema llama la atención es, precisamente, es que
esté propiciado por heridas de amor.
Ya solo con la primera estrofa, cualquier persona puede sentirse identificada y
dejarse llevar por la empatía. Miguel Hernández refleja la sensación de “estorbo” que a
los demás le provoca escuchar los sentimientos de esa figura triste, (¿Quién no se ha
sentido nunca no escuchado”?). El yo poético está al final del viaje amoroso en el que
todos vivimos, que empieza en la felicidad, y termina en la desolación y en el ámbito del
desdén. La desolación y la tristeza, el cuchillo y la espada: el dolor actual por la no
correspondencia y esas heridas pasadas que nunca terminarán de cerrarse. No se puede
negar la eterna vigencia. El comienzo distanciado, colocándose el poeta como
espectador, se convierte en un recurso magistral para que, pocos versos después, se
identifique “el triste” y el “yo”. La narración autodiegética es otra de las claves de este
poema.
Los tercetos son contraste. El poeta, silenciado, opta por callarse y dirigirse a la
ausencia, al silencio, contradiciéndose con el “enfado” del primer verso. Se calla él para
que grite la pena. Balbuceando, desorientado, se va, aunque no se decide a irse. El
poema es la exaltación constante de la voz del silencio en la resignación del amante y la
pena. El límite es la ausencia de un poeta que se ha quedado sin voz.
4
Los otros poemas son: “Tengo estos huesos hechos a las penas”, “Mi corazón no puede con la carga”,
“Silencio de metal triste y sonoro”, “Vierto la red, esparzo las semillas”, “Fatiga tanto andar sobre la
arena”, “Al derramar su voz su mansedumbre” y “Por desplumar arcángeles glaciales”
5
Maruja Mallo, Carmen Samper, Josefina Manresa, María Zambrano y Maruja Mallo, junto a María
Cegarra, fueron todas mujeres de las que se enamoró y fue rechazado.
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