Temas de historia de la educación Luis Peñalver Bermúdez (Comp.) Sigfrido Lanz Delgado / Leonardo F. Osorio Bohórquez / Marcos Parada Ulloa Luis Ávila Guerra / Jesús A. Maita / Suzuky M. Gómez Castillo / Alí Marcano 1 Milagros Rojas Patiño / Omar Hurtado Rayugsen / Carlos Alarico Gómez Pedro Rivas Morales / Fátima Moreno / Anabel de las M. Paredes Rivas Portada: “Rusty” por Nancy Mercle, junio 2015. 2 Revista HumanArtes Especial Monográfico N° 5 Maturín, 2019 3 ESTE NÚMERO ESPECIAL Este número especial de la Revista HumanArtes, contiene las creaciones intelectuales, que resultaron de una convocatoria libre y pública, a través de la Revista HumanArtes, que se hizo para solicitar creaciones intelectuales, vinculadas con la historia de la educación Las ideas y opiniones expresadas en esta publicación, son de exclusiva responsabilidad de las autorías que las suscriben y no reflejan, necesariamente, el punto de vista de la Revista HumanArtes 4 Temas de historia de la educación Revista HumanArtes Especial Monográfico N° 5 Maturín, 2019 5 UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR Consejo Rectoral Colección: Especial Monográfico N° 5 Revista HumanArtes Primera edición: 2019. Raúl López Rector © UPEL-IPMALA Subdirección de Investigación y Postgrado © Luis Peñalver Bermúdez: Compilador Doris Pérez Vicerrectora de Docencia Moraima Esteves Vicerrectora de Investigación y Postgrado HECHO EL DEPÓSITO DE LEY ISSN: 2343-6441 Corrección, concepto y diseño Luis R. Peñalver Bermúdez María Teresa Centeno Vicerrectora de Extensión Queda autorizada la reproducción total o parcial del presente número, indicando datos de fuente. Nilva Liuval de Tovar Secretaria Instituto Pedagógico de Maturín Universidad Pedagógica Experimental Libertador Instituto Pedagógico de Maturín Antonio Lira Alcalá Subdirección de Investigación y Postgrado. Maturín, Monagas República Bolivariana de Venezuela Alcides Zaragoza Director-Decano Neida Montiel Subdirectora de Docencia Los trabajos publicados en esta colección, han sido arbitrados José Acuña Evans Subdirector de Investigación y Postgrado Robin Ascanio Subdirector de Extensión Hernán Ferrer Secretario 6 Índice PRESENTACIÒN Luis Peñalver Bermúdez 9 LA REPÚBLICA DE COLOMBIA Y SU UNIVERSIDAD COLONIAL Sigfrido Lanz Delgado 11 INVENTAR LA NACIÓN Y LA CIUDADANÍA: LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA EN EL XIX EN VENEZUELA Leonardo Favio Osorio Bohórquez 37 UNA SOCIABILIDAD MODERNA: LA MASONERÍA EN LA EDUCACIÓN CHILENA (1872-1920) Marcos Parada Ulloa 57 PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS EN JOSÉ AUGUSTO DE LEÓN Luis Àvila Guerra 77 OBSERVACIÓN HISTÓRICA EN TORNO AL CURRÍCULO DE LA EDUCACIÓN VENEZOLANA Jesús Alfredo Maita 95 ISABEL ALDERSON: EL IMAGINARIO EDUCATIVO VENEZOLANO A TRAVÉS DE LA REVISTA ENSAYO LITERARIO (1872-1874) Suzuky Margarita Gómez Castillo 127 SEMBLANZA GEOHISTÓRICA DE LA EDUCACIÓN DE ADULTOS EN VENEZUELA Alí Marcano 147 TRAZOS PARA LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN RURAL EN VENEZUELA Milagros Rojas Patiño 165 LA ESCUELA NUEVA EN EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA Omar Hurtado Rayugsen 179 RAFAEL FERNANDEZ HERES: UN MAESTRO A DEDICACIÓN EXCLUSIVA Carlos Alarico Gómez 205 LAS ESCUELITAS PRIVADAS DE TUCUPITA Pedro Rivas Morales 213 HISTORIA DE LA ORIENTACIÓN EN EL DELTA AMACURO Fátima Moreno W. 221 AFRODESCENDIENTES E INDÍGENAS EN DISEÑOS CURRICULARES DE VENEZOLANOS: 1987 Y 2007. PERSPECTIVA HISTÓRICO-COMPARADA Anabel de las Mercedes Paredes Rivas. 229 7 8 PRESENTACIÓN Luis R. Peñalver Bermúdez En el primer trimestre del 2018, preparando el índice del número correspondientes de la Revista HumanArtes, también estaba en agenda decidir sobre la convocatoria para el primer monográfico que inauguraría el arranque del 2019, dado el éxito de los especiales publicados en 2017 y 2018, y el monográfico que se solicitaría como obra de autor. Por supuesto, siempre en el marco de las líneas centrales de HumanArtes, que son: a) ciencias sociales y b) historia y teoría de la educación. En esa perspectiva, se hizo una convocatoria abierta sobre temas de historia de la educación venezolana. Ya en la primera semana comenzaron a llegar las propuestas y consultas, y en octubre recibimos los primeros extensos. El 15 de diciembre era la fecha de cierre, con buenas y mejores noticias. Recibimos trece trabajos, referidos a distintos tiempos, temas y calibres de extensión y profundidad, que ahora son presentados siguiendo cierta secuencia temporal, no necesariamente en el marco de la rigidez cronológica. Logramos reunir, vaya dicha y honor, colegas con experiencia en el campo de la investigación, colegas que han venido avanzando con sus primeras experiencias discursivas y colegas que, quizás, están publicado por primera vez, al menos en obras de este tipo. Otro dato a destacar, es que la convocatoria fue al exterior y, ¡sorpresa!, nos llegó un artículo de Chile, que también incluimos. Ello nos da pie considerar una convocatoria internacional, expresamente solicitada. Una noticia excepcional, es que con uno de los artículos, vino también un libro inédito, titulado: La Universidad de Caracas y el mantuanaje estudiantil durante el proceso independentista, cuyo autor es Sigfrido Lanz Delgado. Este será, entonces, nuestro siguiente número especial de 2019. Vaya pues, nuestro público agradecimiento a: Sigfrido Lanz Delgado, Leonardo Favio Osorio Bohórquez, Marcos Parada Ulloa, Luis Ávila Guerra, Jesús Alfredo Maita, Suzuky Margarita Gómez Castillo, Alí Marcano, Milagros Rojas Patiño, Omar Hurtado Rayugsen, Carlos Alarico Gómez, Pedro Rivas Morales, Fátima Moreno W., y Anabel de las Mercedes Paredes Rivas. En honor a la verdad, algunos artículos prometidos no llegaron. Imaginamos que hay muchas razones. Pero seguro vendrán con una próxima convocatoria. Tierras del Guarapiche, ventoso de 2019 9 10 LA REPÚBLICA DE COLOMBIA Y SU UNIVERSIDAD COLONIAL Sigfrido Lanz Delgado Si bien el sistema político republicano comienza en firme en Venezuela con la creación de la República de Colombia, en 1821, la Real y Pontificia Universidad de Caracas no sufrirá ningún cambio en su orientación colonial y realista sino hasta 1827, cuando por iniciativa del Libertador Simón Bolívar y del Dr. José María Vargas es derogado el régimen legal de la institución, vigente desde su promulgación, en 1727, cuando lo sancionara el rey Felipe V. En ese año 1827, última vez que El Libertador visita su ciudad natal, son aprobados los Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela, un nuevo régimen legal en cuyo marco se adelantará un programa de reformas de los estudios que, entre otros propósitos, buscará: poner la Universidad en sintonía con los principios defendidos por la ciencia moderna y la filosofía Ilustrada; ampliar el acceso a sus aulas de mayor cantidad de estudiantes; disminuir la influencia de la iglesia, al mismo tiempo que secularizar la vida universitaria; proporcionar mayor autonomía económica a la institución; y, finalmente, armonizar los intereses de la Universidad con el sistema político republicano vigente en Venezuela desde la creación de la República de Colombia. En estas nuevas circunstancias la Universidad se vestirá a la moderna y conocerá tiempos de gran prosperidad económica y académica. No obstante, poco durará la bienandanza universitaria. Una Institución en ruinas La situación de la Universidad de Caracas para el momento cuando culmina en territorio venezolano la guerra de independencia era por demás calamitosa. Tal situación no podía ser de otra manera, pues luego de más de diez años de un conflicto que en nuestro caso fue largo, cruel y devastador, el país en general estaba arruinado1. La contienda provocó principalmente la devastación del aparato productivo económico nacional. De allí que, las haciendas donde se cultivaba tabaco, cacao y algodón estaban en completa desolación; sus dueños las habían abandonado, bien porque huyeron del país, o porque formaban parte de la larga lista de personas muertas en el conflicto; el poco ganado vacuno que sobrevivía pastaba realengo en los inmensos llanos; los contados caballos, mulas y burros que 11 escaparon a los ejércitos, correteaban salvajes, lejos de los pueblos; los caminos y puentes que servían para la circulación de mercancías y personas habían sido demolidos; por su parte, la población había sufrido una merma considerable, pues, casi un tercio de los venezolanos murieron en ese conflicto 2, mientras otro número importante quedó lisiado para siempre, por efecto de las heridas recibidas en combate; el segmento de población más afectado fue por cierto, el de los jóvenes, el sector más necesario para efectos de impulsar la economía del país. Pero es que además, con la victoria patriota en Carabobo no terminaron los problemas para los venezolanos, pues, por un lado, quedaron reductos realistas en nuestro territorio, en Maracaibo y Puerto Cabello, que fueron tomados finalmente, en 1823, por las tropas republicanas. De igual manera, hasta 1830 actuaron en las cercanías de Caracas guerrillas realistas, que entorpecían las actividades agrícolas, el transporte y el comercio. Encontramos también la constante amenaza, por parte de la monarquía española, de intentar reconquistar estos territorios y someterlos nuevamente a la condición colonial. Por otro lado, debemos añadir también que al salir del territorio colombiano el Libertador y su ejército y dirigirse al Sur a hacer la guerra a los españoles situados en los andes suramericanos, hubo que enviar desde Venezuela, en su apoyo, hasta mediados de 1826, hombres y recursos económicos en grandes cantidades. Luego vendrá, entre 1829 y 1830, la crisis política de la república de Colombia, producto de las aspiraciones separatistas que desde Venezuela desataron los miembros de la godarría caraqueña y valenciana, aliados con el gran caudillo, José Antonio Páez. Lo cierto fue que todos estos asuntos entorpecieron la buena marcha de las actividades económicas en nuestro territorio por esos años de la República de Colombia, por lo que la recuperación de la situación económica tuvo que esperar hasta más allá de 1830. En lo que respecta a la población del país, ésta sufrió cambios drásticos como consecuencia de la guerra. Lo primero que ocurrirá a este respecto será la reducción drástica de los habitantes. Las cifras sobre este asunto son las siguientes: en 1810 la población rondaba el millón de habitantes; luego, en 1822 se redujo a 767.100 en 1822 (Brito F. 1979: 258); cinco años después, en 1827, disminuyó a 659.633; mientras que para 1830, subió a 882.589 (Pérez Vila, 1992: 36) 3. De la cifra de fallecidos, el mayor número corresponde a población joven, dado que tal tipo de personas era las que los ejércitos preferían reclutar. Por esta razón se modificará la composición morfológica de la población, y así, de una distribución de forma piramidal, constituida por una base mayoritaria de personas comprendidas entre 1 y 25 años; seguida por una franja media de población menor en edad comprendida entre 25 y 40 años; y culminada en un vértice reducido compuesto por población con edades superiores a cuarenta años4; pasaremos luego de la guerra a una distribución completamente distinta pues tendrá ésta una forma de pirámide invertida. Ahora la mayoría de la población, el 61 por ciento, estará constituida por las personas con edades entre 35 hasta más de sesenta años; otro 25 por ciento, comprenderá la población joven, con edades entre 5 y 25 años, y 12 finalmente tendremos, el 15 por ciento restante, que corresponderá a niños menores de cinco años5. Los datos anteriores muestran, entre otras cosas, que la población venezolana de los primeros años republicanos, es una población envejecida: la mayoría de las personas ha arribado a los cuarenta años; al mismo tiempo, la población joven, en edad escolar, muestra unos números muy reducidos: alrededor de un 10% de los venezolanos son los que, por su edad, se encuentran en condiciones de matricularse en la Universidad. En fin, por las características de la población venezolana en esos años posteriores a la guerra de independencia, el futuro inmediato de la universidad no se presentaba promisorio, pues, disminuida la población joven, era cada vez menor la cantidad de estudiantes aspirantes a ingresar a la institución, y era menor también el ingreso económico de la misma, pues de los pagos estudiantiles dependía en aquellos tiempos las finanzas universitarias. Veamos en la tabla siguiente los datos sobre la matrícula estudiantil en la Universidad de Caracas durante esos años de la República de Colombia. Evolución de la matrícula estudiantil en la Universidad de Caracas (1819-1830) Año 1810 1819 1822 1827 Alumnos 505 234 173 348 Fuente Inés Quintero, 2008: 206 “ Inés Quintero, 2008: 41 Ildefonso Leal, 1981: 192 Como vemos, hubo un descenso de más del cincuenta por ciento de la matrícula estudiantil durante los años de la guerra, pero una vez culminada ésta e instalada la República, esa tendencia se revierte, aunque es cierto que el proceso de recuperación se realizará con lentitud. Observemos ahora otro cuadro, también revelador de la situación universitaria, en este caso referido a la cantidad de títulos conferidos por tal institución en estos años de la alborada republicana. (Tabla 11) Títulos otorgados por la Universidad en la década de la República de Colombia. (Se incluyen los títulos de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor) Años 1821 1822 1823 1824 1825 1826 1827 Filosofía 7 14 15 11 16 7 4 Teología 2 4 4 6 2 2 2 Cánones Derecho 2 0 0 0 0 0 0 1 0 5 9 5 7 16 13 Medicina 2 1 1 6 0 2 0 Total 14 19 25 32 23 18 22 1828 26 2 1829 9 0 1830 22 6 Total 131 30 Fuente: Ildefonso Leal, 2010. T.I. P. 47 1 1 0 4 7 19 7 76 2 4 5 23 38 33 40 264 Estos números arrojan la información siguiente: 1. Se nota un pequeño aumento de la cifra total de graduados, que pasa de 14 en 1821 a 40 en 1830. 2. Sin embargo, el número total de títulos otorgados en esa década, 264, constituye una cifra pequeña, modesta. Nos indica tal cifra que el acceso a la universidad, en esa década republicana, sigue siendo un derecho restringido a las capas más pudientes de la población. 3. Observamos también que el mayor número de títulos lo otorga la Facultad de Filosofía (131). Pero esto ocurre porque todos los estudiantes, antes de matricularse en la carrera de su preferencia, estaban obligados a cursar estudios básicos en Filosofía y adquirir aquí el título de Bachiller. Por esto, de esos 131 títulos, la mayor parte corresponde al grado de bachiller en esta Facultad. 4. Se nota además una cierta preferencia de los estudiantes por la carrera de Derecho, una tendencia que se acentuará a medida que avance el siglo XIX y el modelo político republicano. En este siglo la Universidad Central de Venezuela será una institución de abogados, a diferencia de la Universidad colonial, que había sido una institución de Teólogos. Pero lo que revelan en verdad las cifras anteriores es la precaria situación económica universitaria. Por un lado observamos una modesta cifra de graduados por año; también notamos que la matrícula estudiantil por esos años era fluctuante, no pasaba de 300; y, finalmente encontramos que la mayor cifra de egresados era en Bachillerato, donde los derechos de caja a cancelar eran menores. Por tanto, con todas estas cifras disminuidas se entiende por qué la universidad se verá en graves aprietos, como en efecto ocurrirá durante estos años. Obligados por la situación anterior, el tema de la recuperación económica de la universidad será el que más preocupará a las autoridades de la institución. Menos o nada importante será el cambio de la situación política ocurrida con la instauración de la República. A este último asunto no le dedicarán los claustrales ningún tiempo de sus reuniones. Por su parte, el gobierno republicano, no obstante la situación deficitaria de los ingresos universitarios, dispuso que se otorgaran títulos a los estudiantes pobres que solicitaran la dispensa de estos pagos. Con ello reconocía las malas condiciones económicas del país y se mostraba dispuesto al mismo tiempo a ayudar a los 14 estudiantes de escasos recursos. Varios fueron los casos de este tipo tramitados en el transcurso del año 1824 ante las autoridades universitarias. Están las solicitudes de los licenciados, Félix Roscio y Alejo Fortique, aspirantes al título de Doctor en Teología; Maestro, Juan Hilario Boset, al título de Doctor en Sagrada Teología; Maestro José del Rosario Sistiaga, a los títulos de Doctor en Cánones y Doctor en Leyes; Bachilleres Macario Yépez, Manuel Félix Huizi y José Rafael Acevedo, al título de Maestro en Filosofía. Tales solicitudes fueron aprobadas en reunión del Claustro Universitario del día 16 de marzo (Leal, 2010,T.II: 312). Luego, el día 2 de abril fueron aprobadas las solicitudes de dispensa de los Bachilleres Juan Manuel Manzo y José Joaquín González, del título de Licenciado en Medicina; también la del Licenciado Pedro Bárcenas, aspirante a Doctor en Medicina (Leal, T.II: 313). Más adelante, el día 18 de mayo, aprobó el Claustro otorgarle el título de Doctor en Derecho Civil a los Bachilleres José Manuel Ríos y Ángel Quintero (Leal, T.II: 316). Finalmente, para completar las dispensas de este año, se aprobó la del estudiante de Derecho, Medardo Medina, aspirante al título de Bachiller (Leal, T.II: 319). Pero a fines del año siguiente, dadas las numerosas solicitudes de dispensa consignadas ante el Rectorado de la Universidad, sus autoridades resolvieron reglamentar el procedimiento, pues no siempre dichas solicitudes provenían de estudiantes en situación de pobreza. Así fue como, a fines del año 1825, se aprobó, que en lo sucesivo, “los que pretendan tales gracias se presenten al señor Rector con los certificados de estudios, y de pobreza; que sufran un examen por hora y media acerca de todos los tratados de la Facultad en que han de graduarse, debiendo ser el acto público en la Capilla, que los examinadores sean el señor Rector, el Decano de la Facultad, el catedrático más antiguo de la misma y dos Doctores más que nombre el expresado señor Rector y que verificado el examen, se vote sobre si sea tan brillante que merezca la recompensa, cuyo resultado junto con el de su pobreza se elevarán al conocimiento del Venerable Claustro Pleno que es a quien toca dar el informe correspondiente a la Intendencia, que la calificación de la pobreza escrupulosamente y con noticias fidedignas la harán y extenderán por escrito tres señores universitarios que al intento elija el señor Rector” (Leal, T.II: 345). Para fines del año 1826, un total de quince solicitudes de dispensa había aprobado el Claustro Universitario, desde que el gobierno de la República acordó la concesión de Grados Mayores por vía de gracia. Uno de los catedráticos, el Dr. Nicolás Anzola, visto el alto número de solicitudes cursadas, manifestó su disconformidad con esta práctica. Los argumentos aducidos por el catedrático fueron los siguientes: que “se ha introducido la corruptela de impetrar semejante favor a todos los que han querido graduarse”; que “las cajas se hallan tan miserables, siendo de ellas de donde se pagan los catedráticos”; que “en todo este intermedio apenas se han graduado uno o dos Maestros que han cumplido con los derechos de caja, cuya contribución a los fondos es muy mínima”; que muchos de los solicitantes “ya no eran tales escolares, sino hombres constituidos en destinos públicos, como médicos, abogados, curas, etc”; que se ha generalizado tanto esta 15 idea que “algunos aspirantes ni las pasantías han cumplido en la clase para poder recibir grados mayores”; “que mejor sería decir desde ahora que todos se graduasen de valde, porque nunca faltan amigos, padrinos e interesados que califiquen los pretendientes con perjuicio de las propinas de cada universitario y de los mismos fondos” (Leal, T.II: 351). Además de solicitar las dispensas vistas, el gobierno republicano decidió también bajar los montos pagados por obtener un título universitario, con cuya medida esperaba estimular el ingreso de la juventud al recinto educativo. Así, se intentaba cumplir con el artículo de la constitución colombiana que abría las oportunidades de estudio a todo el que quisiera sin que fuera un obstáculo para ello el color de su piel. En el cuadro siguiente observamos los montos pagados por los estudiantes al recibir sus títulos académicos en las distintas facultades y en momentos históricos distintos: Costo de los títulos universitarios (Pesos) (Se incluyen los títulos de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor) Facultades Colonia República Diferencia Teología 728 221 507 Cánones 592 221 371 Filosofía 473 182 291 Leyes 217 221 +4 Medicina 298 221 77 Fuente: Para la Colonia: Ildefonso Leal, 1981: 99; para la República: Ildefonso Leal, 1983:sp % 69% 62% 61% +2% 25% Como vemos, la diferencia en los costos disminuyó considerablemente. En el caso de Teología, Cánones y Filosofía, la disminución superó el sesenta por ciento, sin embargo, a pesar de esa reducción, el precio pagado era aun muy alto para la población de bajos recursos, que en las circunstancias críticas por las que pasaba el país esos años carecía de ingresos incluso para su alimentación 6. De manera que los estudios universitarios conservaron su viejo carácter aristocrático en vista de que únicamente el pequeño círculo de los hijos de terratenientes, comerciantes y cúpula gubernamental era el que estaba en condiciones de cancelar aquellas cantidades de dinero. Simón Bolívar y su pensamiento educativo. El historiador venezolano José Luis Salcedo Bastardo opina sin exagerar que “la vida entera de Simón Bolívar fue la de un educador” (en: Morales Gil, 2006: 154). Se entiende aquí por educación no la actividad escolarizada, esa que tiene lugar en el interior del recinto educativo, que se realiza siguiendo lo pautado en unos programas de estudio y ante la presencia de un enseñante, sino la que se concreta en la forma socrática, esto es, con mucha espontaneidad, en espacios abiertos, sin pautas preestablecidas. Visto así el asunto, es cierto que Bolívar fue un educador, aun cuando no asistió nunca a un salón escolar a impartir enseñanzas. Su ejercicio educativo lo realizó desde su condición de conductor de tropas, como jefe de 16 Estado, a través de sus numerosos escritos, y en sus emotivas arengas pronunciadas antes de cada batalla. De acuerdo con Molins (1998), “El Libertador tuvo una visión amplia de la educación, que trascendía esa forma (escolar) de educación; la concebía como un proceso social global del cual eran responsables distintos agentes, pero teniendo el estado la mayor responsabilidad” (198). No obstante esa visión amplia del asunto educativo, Bolívar se preocupó bastante por la educación que debía seguirse al interior del recinto escolar. De esa preocupación dio numerosas muestras a lo largo de su vida pública, pero sobre todo lo hizo una vez derrotados los ejércitos españoles en Ayacucho, cuando tuvo que preocuparse entonces por la organización de las instituciones en las repúblicas recientemente surgidas en lo que habían sido antes territorios coloniales. Respecto a sus ideas educativas concretas, podemos afirmar que muchas de ellas las adquirió de su maestro Simón Rodríguez, en las dos oportunidades que este fungió de maestro suyo. Otras, las aprendió Bolívar durante sus estancias europeas. Lo cierto fue que en ambas ocasiones entró en contacto Bolívar con las obras de autores del movimiento Ilustrado, por influencia de las cuales pasó a ser un creyente en el poder de la educación para generar progreso y bienestar común 7. Pensaba el Libertador, según nos dice Prieto Figueroa, que “la conducta humana es susceptible de perfeccionamiento, (que) el progreso encuentra camino expedito, ilimitado. (Que) no hay felicidad ni destino seguro sin educación” (2006: 78). De allí su famosa frase: “las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina su educación”. Luego de la contienda por la independencia el terreno venezolano estaba más que abonado para esperar que con educación se corrigiera el atraso del país. En nuestro caso la institución educativa estaba casi extinguida, escaseaban las escuelas, muy pocas personas habían tenido la experiencia de entrar en un aula de clase, y apenas se contaba con dos universidades que sobrevivían a duras penas. Ante tan deplorable realidad, en Bolívar echó raíces esta fe educativa y se convirtió él en el principal propulsor del programa de la educación popular, cuyas enseñanzas las aprendió de los Ilustrados europeos y de su maestro venezolano Simón Rodríguez. La doctrina ilustrada sostenía respecto a la materia educativa que la ignorancia era la causante del atraso de los pueblos. Por la ignorancia, los pueblos vivían en atraso económico, político y cultural; por la misma causa, estaban propensos a sostener ideas prejuiciosas basadas en la simple fe, que impedían su entendimiento racional; eran también fáciles víctimas de cualquier déspota que ofreciera promesas demagógicas; por la misma razón eran proclives a caer en vicios y perversiones que luego derivaban en calamidades sociales. Ante tal situación, para superar tamañas anomalías, lo pertinente era brindar a los pueblos la oportunidad de iluminar su entendimiento a través de la educación. Aquí, en el recinto educativo, el entendimiento de las personas se iluminaría con 17 nuevos conocimientos, no los doctrinarios provenientes de los tradicionales libros sagrados del catolicismo, sino los procedentes de la filosofía Ilustrada y de la ciencia moderna, ambas fundadas en la poderosa razón. Con tales recursos las personas aprenderían a domeñar los fenómenos naturales y sociales, estarían entonces en condiciones de poner a su servicio las fuerzas allí presentes, se harían dueños de su propio destino, y en estas nuevas condiciones podían conducir la historia hacia mejores situaciones. Bolívar aprendió a pensar de esta manera. De acuerdo con él, con educación lograrían los ciudadanos liberarse de las cadenas de la ignorancia, en primer lugar, de las creencias aprendidas durante el oscuro tiempo de la experiencia colonial, en segundo lugar8, y aprenderían también a vivir en las nuevas condiciones sociopolíticas que la república establecía. Se liberarían las personas de las ideas dominantes impuestas en estos territorios por la monarquía española, por los curas de la iglesia, y por los amos blancos. Esto era lo que Simón Rodríguez llamaba Educación Social9 y Bolívar, Educación Popular10. Con este convencimiento fue que Bolívar, culminadas las guerras por la independencia, dedicó parte de su tiempo a pensar más sobre el fenómeno educativo, a elaborar discursos sobre este tema, y a promover la creación de instituciones educativas, llámese escuelas o universidades, en las recién creadas repúblicas suramericanas11. Entendía el Libertador que para construir repúblicas era necesario, primero, formar personas identificadas con las bondades de la organización política republicana. Había entonces que hacer un gran esfuerzo a este respecto, pues se venía de una situación donde el pueblo había permanecido “uncido al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio”, resultado de tres siglos de dominación colonial, y por cuya razón no había podido adquirir ese pueblo “ni saber, ni poder, ni virtud”. Fueron numerosos los escritos de Bolívar donde el Gran Hombre corrobora esa necesidad de educación requerida por los jóvenes venezolanos. A continuación daremos evidencia formal de ello. Veamos. Fecha Documento 15 de diciembre de 1812 Manifiesto de Cartagena 7 de septiembre de1814 Manifiesto de Carúpano Texto “Las elecciones populares hechas por los rústicos del campo y por los intrigantes moradores de las ciudades, añaden un obstáculo más a la práctica de la federación entre nosotros; porque los unos son tan ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente, y los otros, tan ambiciosos que todo lo convierten en facción; por lo que jamás se vio en Venezuela una votación libre y acertada; lo que ponía el gobierno en manos de hombres ya desafectos a la causa, ya ineptos, ya inmorales. El espíritu de partido decidía en todo, y por consiguiente nos desorganizó, más de lo que las circunstancias hicieron”. “El establecimiento en fin de la libertad en un país de esclavos, es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente (…) el edificio de nuestra gloria se ha desplomado, estando la masa de los pueblos descarriada, por el fanatismo religioso, y seducida por el incentivo de la anarquía devoradora (…) hombres envilecidos por el yugo de la servidumbre y embrutecidos por la doctrina de la superstición (…) no son los hombres vulgares los que pueden calcular el eminente valor del reino de la libertad, para que lo prefieran a la ciega ambición y a la vil codicia”. “Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, 18 15 de febrero de 1819 Discurso ante el Congreso de Angostura 17 de septiembre de 1819 21 de junio de 1820 Decreto dictado en Santa Fe de Bogotá 10 de mayo de 1824 7 de agosto de 1825 Decreto dictado en la población El Rosario de Cúcuta Decreto de creación de la Universidad de Trujillo, Perú. Decreto de creación de un Colegio de Ciencias y Artes en el puerto del Puno, Perú. 1825 Ensayo de Simón Bolívar titulado: “La instrucción Pública”. Abril de 1825 11 de diciembre de 1825 Carta a María Antonia Bolívar. Decreto de creación del sistema escolar de la República de Bolivia, Chuquisaca, Alto Perú. no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” “La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y Luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”. “La educación e instrucción pública son el principio más seguro de la felicidad general y la más sólida base de la libertad de los pueblos”. “La educación de la juventud es uno de los primeros y más paternales cuidados del gobierno” “debe haber universidades en las capitales de Departamento, como uno de los medios más eficaces de promover la instrucción pública”. “Nada es tan importante como la instrucción de la juventud”. “La nación será sabia, virtuosa y guerrera, si los principios de su educación son sabios, virtuosos y militares”. “Las sociedades ilustradas han puesto siempre la educación entre las bases de sus instituciones políticas”. “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que camina su educación” “El fundamento verdadero de la felicidad (es la) educación”. “Un hombre sin estudios es un ser incompleto. La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante, que siempre está pronto a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”. “”El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”.. “La salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia”. Y con esas convicciones y preocupaciones educativas en su cabeza llegó Bolívar a Venezuela a comienzos del año 1827. Regresaba a su ciudad natal, expulsados los españoles del sur del continente, con el propósito de resolver el conato de rebelión fraguado por José Antonio Páez ante una convocatoria del Congreso de la República para que explicara en la capital, Bogotá, algunos de sus actos como Jefe Militar del Departamento de Venezuela. Pero en Caracas se encontró el Libertador con una situación universitaria por demás ruinosa, originada por la precaria situación económica de Venezuela en esos años posteriores al conflicto independentista, además de que dicha institución caraqueña se encontraba completamente desconectada de la realidad política por la que discurría el país. El origen de esa desconexión residía en la falta de disposición de los docentes universitarios para poner en sintonía la Universidad con la nueva situación política venezolana inaugurada con la conformación de la República de Colombia. Ya habían pasado más de cinco años de haber ocurrido la Batalla de Carabobo, pero los universitarios se comportaban como si nada hubiera cambiado en territorio venezolano. Ninguna iniciativa se activaba desde el recinto educativo con miras a reformar su reglamento interno, sus carreras, el contenido de las cátedras, el sistema de ingreso estudiantil, la normativa para los actos de grado, etc. No se observaba voluntad de cambio de parte de los miembros del claustro. Se explica 19 este conservatismo de los universitarios por su procedencia española y militancia realista, en algunos casos, y por su condición mantuana, en otros. Era la Universidad de Caracas, todavía en los albores de la República, un reducto de los españoles peninsulares y criollos, una de las principales instituciones del sistema colonial, encargada de adoctrinar a sus miembros y al resto de la sociedad en las ideas clericales y monárquicas. Allí todavía se practicaba el sistema de ingreso estudiantil restrictivo del pasado, a pesar de algunas disposiciones en contrario de los gobiernos republicanos. Ingresaban sólo como docentes y estudiantes hombres identificados con el sistema colonial, defensores de la doctrina católica, fidelísimos súbditos del monarca español. Por esto fue que hubo de venir un factor externo a la institución a activar los cambios, a poner en sintonía la institución con el sistema político recién inaugurado, y ese factor externo fue nada menos que Simón Bolívar, el Libertador. Tampoco mostraba ninguna disposición por modificar en nada el desempeño mantenido por la universidad, el prócer José Antonio Páez, Jefe militar y jefe político de Venezuela durante esos años de la República de Colombia. Era el Centauro el hombre fuerte de Venezuela, el gran elector y también el gran propietario, un hombre muy preocupado por acrecentar su patrimonio económico, pero nada preocupado por mejorar la situación de la universidad y de las escuelas del país12. Según Robert Ker Porter, Consul Británico acreditado en Caracas por esos años, lo que si concentraba la preocupación de Páez por aquellos tiempos aurorales de la República eran los juegos de dados, de cartas y las coleadas de toros. Dice al respecto el funcionario inglés: “noche tras noche él (Páez) se la pasa, con el General Mariño, jugando a las cartas y día tras día, en las peleas de gallos (…) El billar, el juego, las peleas de gallos, son rasgos destacados de las ocupaciones diarias de la mayoría de los ministros y gobernantes. Mariño, Ministro de Guerra, etc., que vive en una casa sucia, a cada momento firma documentos de Estado sobre la mesa de billar mientras juega”. (1997: 441). Era que en verdad el héroe de las Queseras del Medio constituía un hombre con muchas carencias intelectuales, sin ninguna formación de estadista, “el líder menos consciente y el más improvisado de los libertadores” (Toro. J. 2006: 28). Por estas carencias es que en su autobiografía, el tema universitario apenas se toca en una sola de sus páginas, esto a pesar de que fue bastante extenso el tiempo de influencia que Páez ejerció como figura indiscutible sobre Venezuela. Por esos años que van entre 1821 y 1863, año este último cuando se firma el Tratado de Coche que da fin a la Guerra Federal, los asuntos importantes atinentes a la política, la economía, la sociedad, tenían que pasar en buena medida por las manos de Páez. Por tanto a él tocaba pronunciarse sobre la materia universitaria, cuyo local de funcionamiento se encontraba ahí, muy cerca de la casa de gobierno, desde donde Páez despachaba. Pero sobre educación universitaria muy poco se pronunció el Centauro de los llanos, lo cual revela la muy poca estima que tal materia representaba para el héroe de las Queseras del Medio. 20 La reforma universitaria republicana impulsada por el Libertador En el caso del Libertador, era diametralmente opuesta su consideración acerca de la temática universitaria. Cuando Bolívar arriba a su ciudad natal, los ingresos de la Universidad eran tan pobres que ni siquiera alcanzaban para cancelar el modesto sueldo de los profesores. La deuda alcanzada por este concepto sumaba varios miles de pesos, situación que provocaba, en primer lugar, el cierre de algunas cátedras, y, en segundo lugar, la renuncia de algunos docentes. Ese año 1827, cursaban estudios en la institución, apenas 348 estudiantes y sólo 22 de estos recibieron su título, bien de Bachiller, de Licenciado, Doctor o Maestro. Tales cifras son bastante reveladoras si consideramos que el presupuesto de la universidad provenía en su totalidad de los pagos realizados por los cursantes13. Este y otros aspectos de la precaria vida universitaria llamaron la atención de aquel grande hombre, quien de inmediato puso manos a la obra con el fin de remozar la vieja institución colonial, vestirla de ropaje republicano, además de proporcionarle soporte económico para que de ahora en adelante sus actividades no estuvieran dependiendo de los vaivenes del presupuesto gubernamental14. Para el año 1827 ejercía el rectorado universitario el Dr. José Cecilio Ávila, electo para ese cargo el 27 de enero de 1825. Era el Dr. Ávila un profesor de larga trayectoria universitaria, pues para el año 1810 ya formaba parte del Claustro, por lo cual su firma la encontramos en la mayoría de los documentos emanados de las reuniones de este organismo desde aquella fecha. Por su parte, el Dr. José María Siverio, ocupante del cargo de Secretario, tenía en ese momento 17 años de labores ininterrumpidas en el ejercicio de sus funciones, pues su elección se produjo en enero de 1815. Al igual que el Rector, el Dr. Siverio está presente en la Universidad desde comienzos del proceso de independencia, por lo cual su rúbrica la podemos encontrar en muchísimos acuerdos del Claustro, y en especial en aquellos donde este cuerpo declara su adhesión al realismo, así como su repudio a la República. Por sus años como Secretario era el Dr Siverio el catedrático con mayor tiempo en la administración universitaria. Sobre su posición política realista las pruebas las podemos encontrar en las actas del Claustro. Este será el tipo de catedráticos que encontrará Bolívar cuando acomete las reformas republicanas de la Universidad. Por supuesto que de tales profesores no era esperable que tomaran la iniciativa de convertir la universidad en una institución con perfil republicano. El país ya había trajinado más de un lustro de historia colombiana, después de Carabobo en 1821, y sin embargo el sistema universitario se mantenía indemne. Ninguna reforma orientada a poner en sintonía la universidad con el nuevo orden político salía de su seno, a pesar de que temprano, en el transcurso de 1811 las autoridades del país, en la voz de la Secretaría de la Provincia de Venezuela y del Supremo Congreso de Venezuela así lo ordenaron15. Tuvo que ser Bolívar, un hombre ajeno a la institución, quien 21 tomara en sus manos esta tarea. Fue Bolívar entonces quien desató el nudo de las amarras que ataban a la universidad con el viejo orden colonial, pues sus docentes estaban incapacitados para esta tarea. De manera entonces que en este caso también actuó Bolívar como un libertador, pues fue él quien impulsó el proceso de acoplamiento de la Universidad de Caracas a la nueva situación política del país. En Caracas, y demás ciudades venezolanas, contados eran los profesionales universitarios favorables a la independencia, a la República y a la instauración de un estado de justicia en nuestro país. Por tal motivo no se podía descartar a los catedráticos realistas, había que contar con ellos para acometer la tarea de reformar la universidad, de remozarla, de vestirla con el nuevo ropaje republicano. Uno de los contados docentes que compartió con Bolívar la preocupación por modernizar la Universidad, fue el Dr. José María Vargas, y en él se apoyará Bolívar para llevar adelante los cambios planteados16. El resto de los docentes universitarios de esos años no dieron muestras de contento por la labor emprendida por Vargas y Bolívar. Con la Universidad se va a repetir entonces lo que ocurrirá en otras áreas de la vida nacional, esto es que, proclamada la república, la institución no conocerá ninguna transformación sustantiva, evolucionará ella a los nuevos tiempos con los mismos claustrales de mentalidad colonial, con prejuicios racistas, de convicciones eurocentristas. Aquí no hubo ruptura, sino continuación de lo mismo17. La universidad republicana será la misma universidad colonial, que cambiará de nombre pero no de contenido: Universidad Real y Pontificia, por Universidad Central de Venezuela. El caso de los profesores así lo demuestra18. Es oportuno señalar que en esos cinco años de ausencia del Libertador de Caracas, ocurrieron acontecimientos extraordinarios en el territorio suramericano, de los cuales fue Bolívar protagonista principal. Me refiero a las batallas libradas por el ejército conducido por Bolívar en el sur de América, producto de las cuales se logró la independencia de estos territorios de la dominación española. No obstante que la información acerca de las victorias obtenidas por el ejército libertador en Junín, Bomboná, Pichincha y Ayacucho llegaron a Caracas semanas después de ocurridos tales encuentros, esto no fue materia de discusión en ninguno de las reuniones del Claustro Universitario. De Bolívar y de sus victorias se vino a hablar aquí en el recinto académico cuando se encontraba éste en las puertas de Caracas, dos días antes de su entrada a la ciudad. En ese Claustro del 8 de enero de 1827 se habló acerca del recibimiento al Excelentísimo Señor Libertador y, luego, el día 13, sobre el Acto Literario con el cual la universidad obsequiaría al Señor Presidente (Leal, T.II. 2010: 353-354). De ahí en adelante, hasta su fallecimiento en diciembre de 1830, la influencia del Libertador en la vida universitaria no dejará de notarse, por ello es que casi todos los asuntos discutidos por los claustrales en este lapso lleva el sello bolivariano. 22 Como es deducible, para cambiar la deplorable realidad económica universitaria, así como también su timidez política, se requería de un fuerte golpe de timón, de medidas audaces, que no podían provenir de unos docentes, en su mayoría teólogos y juristas, identificados plenamente con el sistema colonial. Nadie mejor indicado para hacerlo que el ilustre caraqueño, un revolucionario a carta cabal, un hombre dispuesto a derrumbar obstáculos de todo tipo, apoyado en esta tarea por otro valiente reformador, el Dr. José María Vargas. Ambos, se empeñaron entonces en la tarea de vestir con ropaje republicano a la Universidad. Para este momento, por ley del Congreso de la República de Colombia de 1826, el nombre de la institución había sido cambiado19. En lugar de Real y Pontificia Universidad de Caracas se asignó el de Universidad Central de Venezuela. La primera materia importante abordada por los académicos fue la referida a la elección del Rector. El candidato del Libertador para ocupar este cargo era el Dr. José María Vargas, de profesión médico. Pero según los estatutos universitarios vigentes para ese momento tales profesionales no podían ocupar la rectoría de la institución. Por eso, en conocimiento los claustrales de las preferencias de Bolívar, pidieron a éste la derogatoria de este impedimento. La parte sustantiva de la comunicación elaborada por los académicos, dirigida al Libertador, dice así: “Excelentísimo señor: El Claustro de esta Universidad queda reunido con motivo de elegir Rector en esta fecha, que por Estatuto es indiferible antes de proceder a la votación, ha tropezado con la prohibición del mismo Estatuto para poder hacerse reelección, pues debe ser bienal alternando un Doctor Eclesiástico y otro Secular, y para elegir Doctores del estado regular y médicos. La Universidad considera estas trabas opuestas a su propio interés, y quiere deliberar con una libertad más extensa sin atender otra circunstancia que la de su utilidad y su fomento. En consecuencia, pues, y creyendo que en Vuestra Excelencia hay facultad para allanar tales estorbos que embarazan la feliz marcha de la causa de las letras, envía de su seno una comisión (…) a suplicar respetuosamente a Vuestra Excelencia se digne declarar que las indicadas Constituciones han caducado ya…”. (Leal. 2010. T.II: 358). La respuesta del Libertador no se dejó esperar. El 22 de enero emitió un decreto sobre este asunto que permitía a los doctores en Medicina ser electos para el cargo de Rector. En su artículo tercero dicho decreto expresa20: “Son por consiguiente elegibles para el encargo de Rector de la Universidad, todos los Doctores que componen el Claustro, y aun reelegible la misma persona que esté al finalizar el bienio por el cual fue elegido” Y el tercer asunto abordado por el Presidente Libertador y el Médico Rector fue el régimen legal en el que se sustentaba la vida universitaria. Dicho sistema estaba establecido en las Constituciones de la Universidad de Caracas, vigentes desde el año 1727, cuando fueron aprobadas por el rey Felipe V. Lo acordado a este respecto fue la abolición de las Constituciones, al mismo tiempo que se aprobaron los nuevos Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela, sancionados por El Libertador el día 24 de junio de ese año 1827. 23 Con estos estatutos la Universidad Central de Venezuela inicia entonces un proceso de ruptura con su pasado clerical, monárquico, exclusivista, racista, a la vez que empieza a vestirse a la moderna. Cierto es que este proceso no se tradujo en un rompimiento inmediato y completo con el pasado de la Universidad, pues, entre otras cosas, en los nuevos Estatutos se conservaron intactas algunas disposiciones de la normativa colonial, como fueron las referidas al sistema de exámenes, al calendario escolar, a los procedimientos para conferir los grados, al uso del Latín en la elaboración de las tesis, a la vestimenta académica, y respecto a las normas para otorgar cargos profesorales y directivos. Sin embargo, no es menos cierto que en esos 289 artículos que componían los Estatutos, se incluyeron innovaciones importantes, entre las cuales destacan: la eliminación del cargo de Cancelario, un funcionario religioso con tanto poder como el del Rector, una especie de representante del Papa en la Universidad, por lo cual su eliminación significaba un rompimiento con la injerencia de la Iglesia dentro de la Universidad; la abolición del requisito de la “limpieza de sangre” para cursar estudios en la institución; se disminuyó el costo de los grados académicos, esto con el fin de hacer más atractivos los estudios universitarios a los sectores sociales menos pudientes; se crearon nuevas cátedras, como la de Anatomía, Derecho Público y Matemáticas; se incrementó el sueldo de los profesores; y, finalmente, se dotó a la Universidad de un cuantioso patrimonio económico, conformado por numerosas viviendas ubicadas en ciudades muy importantes de Venezuela; varias haciendas sembradas de caña, cacao, tabaco y otros rubros comercializables; bienes pertenecientes al Colegio de Abogados y a los Jesuitas expulsados de Venezuela; rentas provenientes de las Obras Pías de Chuao y Cata, y otras fuentes de recursos económicos, suficiente como para que las actividades de la Universidad no dependieran, de ahora en adelante, de los oscilantes y disminuidos presupuestos de la República. Con estos enormes recursos económicos, además de adquirir completa autonomía económica, se esperaba que la Universidad ampliara la matrícula estudiantil y ofreciera a los nuevos aspirantes otras alternativas de estudios profesionales, más consustanciados con las nuevas circunstancias políticas del país. Fue éste, a no dudarlo, el proyecto educativo universitario más ambicioso ejecutado alguna vez en suelo venezolano, pero en verdad no se podía esperar otra cosa de aquél grande hombre. En este caso, Bolívar hizo honor a su condición, comportándose como el Libertador que era, y en verdad fue gracias a su interés en este importante asunto que la Universidad de Caracas iniciará finalmente su proceso de liberación de las amarras coloniales. El interés era liberarla de su doctrinarismo católico, de su exclusivismo racista, de su veneración al dominador monárquico, de su postración al sacrosanto enfoque aristotélico-tomista, en fin, liberarla de su condición de enclave cultural español en Venezuela. Pero, para lamento de las futuras generaciones, Bolívar murió muy temprano, tres años después de estos acontecimientos, y, como acertadamente afirma el historiador venezolano Ildefonso Leal: “el ideal Bolivariano no fue respetado después por las montoneras insubordinadas, el caudillismo bárbaro y la autocracia militar, signos trágicos de nuestra historia política, que despojaron a la Universidad de su autonomía y de 24 sus propiedades” (1983). Y por esto entonces veremos a la Universidad, en el resto del siglo XIX, convertida en una pobre dependencia del Ministerio de Instrucción Pública, con un mezquino presupuesto, con los mismos escuálidos estudiantes, carente de libros y demás recursos pedagógicos, dedicada casi exclusivamente a graduar abogados, esto es, simples amanuenses de los caudillos locales, regionales y nacionales, la casta de iletrados que se adueñó del país en esos tiempos del XIX. El Rectorado reformista del Dr. José María Vargas El Dr. Vargas fue un hombre de pensamiento progresista, un reformador en política y en educación, que compartió con El Libertador la preocupación por brindar educación a todos los venezolanos que así lo quisieran, sin importar su condición socioeconómica, sexo y color de piel. Por tal coincidencia, ambos formaron una llave inquebrantable que los impulsó a llevar adelante varios proyectos en materia educativa, entre los años 1827 y 1830. En verdad, existían poderosas razones materiales para proponerse acometer en Venezuela, por aquellos años, programas de obras de distinto tipo. Era que nuestro país, debido a la guerra, iniciaba su periplo republicano en medio de la ruina total. Los datos estadísticos indicaban que, por la razón anterior, la población se había reducido casi que la quinta parte; igual cosa ocurría con la producción agrícola: de las 120.000 fanegas de cacao que salían por La Guaira en el año 1810, se bajó a unas 16.000 después de 1816; las exportaciones de añil cayeron un 98 por ciento; en la zona de Barinas, la producción de tabaco bajó de 28.000 a 3.000 quintales por año; la renta del tabaco que producía más de 1.200.000 pesos, apenas llegó, en 1827, a la cuarta parte; el ganado vacuno, principal fuente de aprovisionamiento de los ejércitos contendientes, también disminuyó drásticamente, al reducirse de 1.200.000 cabezas estimadas en 1804, a unas 250.000 después de la guerra (Gabaldón E. 1986:24). Tal escasez de recursos económicos, aunque sin duda era un obstáculo para el acometimiento de medidas orientadas a incrementar el servicio educativo entre los venezolanos, también servía de incentivo para actuar en esa misma dirección. Ayudaba mucho a ello la fe ilustrada en la educación como palanca del progreso. Uno de estos venezolanos practicantes de esta fe educativa era el Dr. José María Vargas. Estaba convencido el Dr. Vargas que para salir de aquella ruina nacional era imprescindible brindar más educación a los venezolanos, generalizar la oferta educativa, construir más escuelas, dignificar la labor de los educadores, y, en el caso de la universidad, reformar su organización, estudios y funcionamiento con el fin de modernizarla y ponerla en sintonía con el nuevo ideario político republicano. Es pertinente señalar aquí que el Dr. Vargas cursó sus estudios de medicina en la Universidad de Caracas, donde se graduó de bachiller en 1803 y de Doctor en 1808. Con su título de médico se trasladó a la ciudad de Cumaná donde vivió hasta 1812. Aquí, en esta ciudad, además de ejercer su profesión, se desempeñó como director e inspector de los hospitales militares, como vocal de la Junta de Gobierno 25 Provincial constituida luego de los sucesos del 19 de abril caraqueño y como diputado a la Asamblea Federal de la provincia. A comienzos de 1812 se vino a La Guaira donde lo sorprendió el terrible terremoto que azotó a Venezuela en marzo de ese año. Por tal circunstancia retornó de nuevo a Cumaná y allí recibiría la ingrata noticia de la capitulación de Miranda y de la entrada triunfal de las tropas de Domingo Monteverde a la ciudad de Caracas. Estando en Cumaná sería puesto preso por orden del Gobernador realista Francisco Javier Cerveriz, y enviado entonces a las bóvedas de La Guaira, en cuyo lugar permanecería hasta fines de 1813, cuando es liberado, luego que Simón Bolívar culmina su Campaña Admirable y retoma Caracas. Tal ingrata experiencia lo motivó a viajar a Europa, y allí residió entre los años 1813 y 1819. Su estadía en Europa la aprovechó para mejorar su deficiente formación médica21 al lado de prestigiosos académicos, en universidades británicas y francesas. Profundizó en el conocimiento de materias como anatomía, cirugía, química y botánica, además de abrevar más aún en las corrientes filosóficas en boga en ese continente. Fueron cinco años de mucho estudio, de preparación, de actualización. Quería Vargas aprovechar al máximo su estadía en Europa, a sabiendas que lo aprendido en estos años sería beneficioso para su país, luego cuando regresara a éste. Y en 1819 estará de vuelta Vargas a tierras americanas, pero primero fijará residencia en la isla de Puerto Rico donde su madre y hermanos se habían refugiado y administraban una hacienda familiar. Aquí permaneció Vargas ejerciendo la medicina hasta el año 1825, cuando definitivamente retorna a Venezuela. En nuestro país, parte integrante de la República de Colombia, será recibido con muchas expectativas, sobre todo en la universidad, a sabiendas de los grandes aportes que podía brindar a esta institución en trance de cambio. Será la universidad caraqueña, a partir de entonces, el recinto que cobijará las preocupaciones educativas del ilustre venezolano, el lugar donde pondrá en práctica sus ideas científicas renovadoras, y por cuyos esfuerzos la universidad “se vestirá a la moderna (y) transformará sus estructura y el contenido científico de sus enseñanzas” (Leal, I.1981: 121). Fue tan bienvenido el regreso del Dr., Vargas a Venezuela que a poco de su llegada los miembros del Claustro22 lo elegirán para que ejerza el Rectorado de la Universidad, durante el período 1827-1828. La elección se realizó en enero del año 1827, luego que el Libertador, en su condición de Presidente de la República de Colombia, procediera a derogar las viejas disposiciones legales por las cuales se regía la universidad. De acuerdo con Villanueva, “con esta elección entró la Universidad de Caracas en una era de verdadera regeneración” (1986; 72). Según hemos dicho antes, para este año 1827, la Universidad pasaba por una situación bastante difícil. Según Villanueva (1986), la institución presentaba el aspecto de “un arruinado colegio de teólogos y canonistas (…) lastimoso al terminar la guerra de la independencia, e incapaz para la instrucción que el nuevo estado tenía que dar a jóvenes ansiosos de poder y de sabiduría” (80). Otros rasgos de 26 este cuadro universitario deprimente son los siguientes: el local universitario estaba muy deteriorado; a los docentes no se les pagaba desde hacía bastante tiempo; la deuda adquirida con los catedráticos era cuantiosa; los bedeles habían sido destituidos; no pocas veces, hubo que pedir limosnas entre los habitantes de la ciudad para recoger fondos con los cuales sufragar gastos imprescindibles; algunas cátedras, como la de Gramática Castellana y Economía, tuvieron que ser cerradas porque no se encontró profesor para ejercerla sin sueldo; no se pagaban los censos, ni se recibía casi nada por pago de grado, dado que los estudiantes carecían de dinero para cancelar este derecho; muchas asignaturas se impartían con el único recurso del cuaderno de notas del profesor. Tal fue la universidad que recibió para gobernarla el Dr. José María Vargas. Sin embargo, no se amilanó el ilustre médico venezolano. De inmediato puso manos a la obra, contando para ello con la ayuda del Libertador y con los pocos recursos materiales de que disponía. A lo primero que se abocó el nuevo Rector fue a arreglar las cuentas de la institución. En tal sentido, se informó de las acreencias universitarias y designó abogados para que las cuantificaran y cobraran. Además, obtuvo del Ejecutivo el pago de réditos por rentas sobre bienes que el Poder Ejecutivo había destinados a otros asuntos, a pesar que los mismos debían ser otorgados a la universidad. Igualmente, designó apoderados para que cobraran las rentas de los conventos de Guanare, Barquisimeto, Carora, El Tocuyo y Valencia, propiedad de la universidad. Así mismo, solicitó del Libertador la donación de varias haciendas y bienes inmuebles para ser arrendadas a los interesados y cuyas rentas incrementarían el patrimonio de la institución. Al final, el resultado de estas efectivas gestiones administrativas, fue que la universidad “recaudó a poco tiempo suficiente dinero como para cubrir su presupuesto de gastos, lo que no se había hecho nunca en la Universidad; de manera que a mediados de su primer año, el tesoro universitario no adeudaba nada a los empleados, y tenía en caja (…) cantidades cobrables hasta por 3.700 pesos, con los cuales sobraba para satisfacer los gastos del plantel en los meses que faltaban de aquel año académico” (Villanueva: 82). Y entonces, ya superada la difícil situación financiera, procedió el médico Rector a efectuar las reformas académicas que imponían tanto las circunstancias como las presiones que en tal sentido realizaba el Presidente de la República. Para hacer esto designó varias comisiones de profesores con el encargó de presentar propuestas académicas para cada una de las facultades de la universidad. Para la Facultad de Teología designaron a los Doctores José Nicolás Díaz y José Félix Roscio; para la de Derecho Civil a los Doctores José de los Reyes Piñal, Nicolás Antonio Osío y Tomás José Hernández Sanabria; para la de Medicina a los Doctores José Joaquín Hernández y Carlos Arvelo; para la de Filosofía a los Maestros José Alberto Espinoza y José Cecilio Ávila; y para la de Cánones a los Doctores Rafael Escalona y Domingo Quintero. De este grupo se designó también la comisión que redactaría los nuevos Estatutos Republicanos de la Universidad, a mediados de junio de ese 27 año 1827, primero por el Claustro Pleno, y luego por el Ejecutivo de la República, en la persona del Libertador Simón Bolívar. Días después fueron promulgados con gran pompa, el día 15 de julio, en una sesión especial del Claustro, cuyo cierre lo hizo el propio Rector Vargas con un discurso acorde con la ocasión, en el que, entre otras cosas, convocaba a profesores y estudiantes a regir sus actuaciones de acuerdo con lo dispuesto en dichos estatutos y los aupaba a fomentar la calidad académica de su universidad23. Sin duda que los nuevos Estatutos Republicanos impactaron el sistema de estudios y de gobierno de la Universidad. En general, la institución inició un proceso de secularización que se evidenció en la disminución progresiva de la influencia de las autoridades eclesiásticas en la vida universitaria, al punto que en ese mismo siglo XIX, los estudios jurídicos desplazaron en orden de preferencia estudiantil a los estudios teológicos. Por esta misma razón la Universidad romperá con su subordinación a la autoridad del Papa romano y desde ese momento cambiará su nombre por el de Universidad Central de Venezuela. Igualmente, la figura de Cancelario, un poderoso funcionario religioso que ejercía una vigilancia estricta sobre los asuntos universitarios, además de concentrar en su persona destacadas decisiones administrativas y académicas, será eliminada para siempre, por lo que el Rector pasará a tener un mayor poder en el gobierno de la institución, compartido esta vez con el Claustro y la Junta de Inspección y Gobierno creada en esta oportunidad. El significado de estos nuevos estatutos en la vida de la universidad lo interpreta muy bien el cronista de la universidad, Dr., Ildefonso Leal, en uno de sus libros dedicados al tema. De acuerdo con este autor, la importancia de esas nuevas disposiciones es comparable a lo que significó la firma del Acta de Independencia en la historia venezolana, pues tales estatutos, se tradujeron en “una ruptura con el rancio esquema colonialista impuesto por España en una materia tan importante como es la educación superior” (1983: 13). Además de dotar a la Universidad de bienes económicos en cantidad suficiente como para garantizarle, en el futuro próximo, solvencia financiera, los Estatutos de 1827 se propusieron también crear el ambiente propicio para el ingreso a la misma de otros grupos sociales, aspirantes a cursar estudios; de allí que fuera abolido el requisito de la limpieza de sangre a los jóvenes estudiantes; se aumentó el número de cátedras con el fin de permitir tanto a docentes como a estudiantes tener acceso a las corrientes de pensamiento modernas, impulsadas en Europa por la Nueva Ciencia y la Filosofía Ilustrada; se bajaron los costos de los grados académicos, para permitir así a los estudiantes de bajos ingresos la obtención de su título respectivo. En conclusión, después de 1827, la Universidad Central de Venezuela vivirá una época de gran prosperidad. Será este el primer gran momento estelar vivido por dicha institución en un siglo de existencia24. Se respiraba allí un ambiente de optimismo, de alegría, de buenas expectativas, de muchos sueños. Y es que había 28 razones para que sus catedráticos y estudiantes se comportaran de esa manera. En primer lugar, desde el punto de vista financiero no había conocido esta institución tiempos mejores. Todas sus deudas fueron saldadas durante el rectorado del Dr. Vargas. Las rentas recibidas eran suficientes como para tener en caja ahorros para gastos imprevistos. A los docentes se les asignó un salario mínimo de 400 pesos, que se pagaba puntualmente. En segundo lugar, fue creada la biblioteca universitaria y se adquirieron libros para su equipamiento. Además, se compraron instrumentos para las cátedras de Matemáticas, Química, Anatomía y Física Experimental. En tercer lugar, en el aspecto académico, la universidad renovó algunos contenidos de sus programas de estudio para consustanciarlos con las necesidades del sistema republicano, y se fundaron nuevas cátedras. Ya para 1831 la universidad había elevado el número de sus cátedras a quince, éstas eran: Instituciones Teológicas, Instituciones Canónicas, Historia Eclesiástica, Historia Sagrada, Derecho Práctico, Derecho público y de Gentes, Derecho Civil, Romano y Patrio, Anatomía, Fisiología, Medicina Práctica, Física, Matemáticas, Latinidad de Mínimos y Latinidad de Menores y Mayores. Por iguales razones para 1841, el número de Facultades subió a cinco, con 425 estudiantes, y 26 profesores. Y este año la universidad otorgó 3 títulos de Bachiller en Leyes, 3 bachilleres en Ciencias Médicas, un Doctor en Leyes, un Farmaceuta, 2 licenciados en Ciencias Médicas y 7 Doctores en Ciencias Médicas 25. Una década más adelante la organización de los estudios universitarios era como indica el cuadro siguiente. Profesores Dr. José Manuel Alegría Dr. Pablo Alayedra Dr. Juan Ilario Bocet Dr. Domingo Quintero Dr. Felipe Fermín Paúl Dr. Francisco Díaz Dr. José Manuel García Dr. Juan Bautista Carreño Dr. Joaquín Hernández Dr. Carlos Arvelo Dr. José María Vargas Dr. José María Vargas Dr. Antonio José Rodríguez Maestro Alejandro Ibarra Maestro Alejandro Ibarra Maestro Nicanor Borges Maestro Nicanor Borges Lic. Cristóbal Mendoza Dr. Manuel Echandía Cátedras Ciencias Eclesiásticas Instituciones Teológicas Religión e Historia Eclesiástica Historia Sagrada Instituciones Canónicas Ciencias Políticas Derecho Práctico Derecho Público y Político Derecho Civil Legislación Universal y Economía Política Ciencias Médicas Fisiología e Higiene Patología Interna, Materia Médica y Terapia Familiar Anatomía General y Particular Cirugía y Obstetricia Medicina Legal Ciencias Naturales 1º clase de Filosofía, curso del año 1839 Idem, curso del año 1841 2º clase de Filosofía Idem, curso del año 1841 Humanidades Literatura 1º clase de Gramática Castellana 29 Estudiantes 9 48 8 31 22 32 48 22 16 11 14 22 42 41 68 42 71 44 28 Lic. Juan Vicente González Dr. Antonio José Rodríguez Dr. José García Siverio Dr. Calixto Madrid Sr. Adolfo Tourrel Sr. Coronel Ruperto Hand Sr. Ingeniero José Chaquert 2º clase de Gramática Auxiliar Etimología Latina Sintaxis y Ejercicios Latinos Prosodia, Métrica y Clásica Latina Gramática Francesa Gramática Inglesa Taquigrafía Total 114 72 99 21 108 33 24 425 Fuente: Archivo General de la Nación, Memorias de Interior y Justicia, Tomo CCXXXIX, f. 127 Total, la Universidad Central de Venezuela vivió un momento muy prometedor por efecto de las disposiciones que a su favor tomaron en conjunto El Libertador y el Dr. Vargas. Fueron años espléndidos para la institución que, sin embargo, no se extendieron por mucho tiempo, pues en el país ocurrirán una serie de acontecimientos políticos en los años venideros que afectarán la buena marcha del país y de la vida universitaria. Estos acontecimientos fueron, en primer lugar, el distanciamiento del Dr. Vargas respecto a la Universidad, debido a su elección como presidente de la República para el período 1835-1839; luego tenemos la crisis política vivida en Venezuela entre 1835 y 1836, como producto de la Revolución de las Reformas, que provocó el derrocamiento del presidente Vargas; está también la ruptura del presidente José Tadeo Monagas con su mentor, José Antonio Páez, por cuya razón se enfrentarán entre sí, desde 1847, liberales y conservadores, las dos facciones políticas venezolanas que en ese momento se disputaban el control del gobierno. Lo que importa destacar de tal disputa es que la misma servirá de chispa para avivar las llamas de la guerra social que se venía gestando desde los comienzos mismos de la República, por la insatisfacción sentida por las mayorías campesinas respecto a unas clases dirigentes y gobernantes, negadas a compartir con ellos los beneficios generados por el campo venezolano, la principal fuente de riquezas del país en ese siglo. Esa guerra social fue la Guerra Federal (1859-1863), un conflicto extendido por toda la geografía nacional, una guerra social de campesinos insatisfechos con sus gobernantes, que dejó una terrible secuela, “cinco años de sangre (conmovieron) hasta los tuétanos al pueblo de Venezuela, destruyeron sus energías y transformaron profundamente la estructura social del país. Cuarenta mil muertos y la total destrucción de la economía (fue) el precio que la República pagó por aquella transformación”. (Díaz Sánchez, 1975: 121). Este conflicto, más las recurrentes revoluciones que asotaron el suelo venezolano el resto del siglo XIX, tuvieron impacto negativo en la vida universitaria. Además, los gobiernos caudillescos que predominaron en Venezuela en ese trayecto26, que despojaron a la universidad de su patrimonio económico y de su autonomía también; que violentaron varias veces con sus tropas el recinto universitario; que reclutaron a la fuerza a los jóvenes estudiantes para incorporarlos a sus batallones, y que cerraron la Universidad en varias oportunidades, destruyeron los extraordinarios logros obtenidos durante el rectorado del Doctor Vargas y echaron por la borda el ideal educativo bolivariano27, al punto que, la universidad pasó a ser en las últimas décadas del siglo XIX, una pobrísima institución educativa, sin patrimonio propio, con una escuálida matrícula escolar, dependiente de un mezquino presupuesto proporcionado por el Ministerio de Instrucción Pública, que 30 casi nunca llegaba a tiempo ni en justa medida28. Fueron estos unos tiempos difíciles para la Universidad, tan iguales como los vividos en los avatares de la guerra de independencia. Lo paradójico es que ahora, dadas las circunstancias incipientes del proyecto republicano, era cuando Venezuela necesitaba más del aporte de sus profesionales para edificar en buenos términos ese nuevo país. No se concretó, sin embargo, ese aporte por las razones señaladas y porque además, como nos dice Bigott, el paso de los estudiantes por la Universidad en esta etapa “se caracterizó por una extremada subordinación a la actuación de los caudillos militares y estuvo condicionado por las políticas diseñadas por los grupos dirigentes del Estado Nacional en gestación” (1996: 107)29. Lo cierto fue que esos dirigentes y sus políticas no tuvieron como prioridad la materia educativa, y menos la universitaria30. Por este desinterés vemos que para 1881, cuando la población del país había alcanzado dos millones de habitantes, las estadísticas de la Universidad Central de Venezuela eran bastante modestas: apenas 331 estudiantes inscritos en 29 cátedras; 97 títulos de Bachiller conferidos, 12 de Licenciado y 21 de Doctor (Bigott. 1996: 106). No se trataba como se ve de una República con un Estado Docente, sino de una República con un Estado Gendarme, preocupado fundamentalmente por coadyuvar a acrecentar las riquezas de los oligarcas del comercio y de la tierra, que por brindar educación a los jóvenes del país. Para cumplir su misión los gobiernos de entonces no tuvieron empacho en usar los instrumentos del poder para elaborar leyes correspondientes con este fin, también usaron las fuerzas represivas para imponer obediencia al resto de la población inconforme con la situación predominante, y en igual medida descuidaron el tema educativo, tan necesario para un país con una economía monoproductora, con un porcentaje altísimo de población analfabeta y enferma de paludismo, con escasas escuelas, con apenas dos universidades, con reducida cantidad de profesionales universitarios y con limitadas oportunidades de estudio para la juventud. Notas 1.- Algunos años después de iniciarse la guerra, el panorama que presentaba Venezuela era ya desolador. El realista José Manuel Oropeza informaba, en junio de 1814, al superintendente de Hacienda acerca de esta situación. Decía entonces: “no hay provincias; las poblaciones de millares de almas han quedado reducidas, unas centenares, otras a decenas, y de otras no quedan más que los vestigios de que allí vivieron racionales (…) los caminos y los campos cubiertos de cadáveres insepultos, arrasadas las poblaciones, familias enteras que ya no existen sino en la memoria, y tal vez sin más delito que haber tenido una rica fortuna de que vivir honradamente. La agricultura enteramente abandonada, y así es que ya no se encuentra en las ciudades ni grano ni frutos de primera necesidad”. (Izard, 2009: 30). Por su parte, el Libertador en carta a su tío Esteban Palacios, fechada en el Cuzco, día 10 de junio de 1825, escribe algo semejante sobre la ruina de Venezuela. “Mi querido tío, dice allí Bolívar, usted habrá sentido el sueño de Epiménides: Usted ha vuelto de entre los muertos a ver los estragos del tiempo inexorable, de la guerra cruel, de los hombres feroces. Usted se encontrará en Caracas como un duende que viene de la otra vida y observará que nada es lo que fue. Usted dejó una dilatada y hermosa familia, ella ha sido segada por una hoz sanguinaria. Usted dejó una patria naciente que desenvolvía los primeros gérmenes de la creación y los primeros elementos de la sociedad: Y usted lo encuentra todo en escombros... todo en memoria. Los vivientes han desaparecido: las obras de los hombres, las casas de Dios y hasta los campos han 31 sentido el estrago formidable del estremecimiento de la naturaleza. Usted se preguntará a sí mismo ¿dónde están mis padres, dónde mis hermanos, dónde mis sobrinos? Los más felices fueron sepultados dentro del asilo de sus mansiones domésticas; y los más desgraciados han cubierto los campos de Venezuela con sus huesos, después de haberlos regado con su sangre... por el solo delito de haber amado la justicia. Los campos regados por el sudor de trescientos años, han sido agostados por una fatal combinación de los meteoros y de los crímenes. ¿Dónde está Caracas? se preguntará usted. Caracas no existe; pero sus cenizas, sus monumentos, la tierra que la tuvo, han quedado resplandecientes de libertad; y están cubiertos de la gloria del martirio. Este consuelo repara todas las pérdidas, a lo menos, este es el mío; y deseo que sea el de usted”. (Bolívar. Documentos Fundamentales 2.- Según datos proporcionados por el historiador venezolano Federico Brito Figueroa, “incluyendo las trece mil víctimas del terremoto de 1812, la población nacional, en cuatro años de guerra, sufrió un descenso real de 241.748 personas, cifra equivalente al 30 por ciento del total de habitantes del país. Entre las pérdidas de población habría que considerar igualmente las emigraciones en masa de 1812, 1814 y 1816”. (1979, T.I: 258).. 3.- Varios autores. Política y Economía en Venezuela, 1991. 4.- Al respecto informa Brito Figueroa: “La población del Valle de Aragua, en 1810 se presentaba como una pirámide clásica de edades, es decir, amplia en su base y angosta hacia la cúspide, y con predominio de los grupos de edades inferiores a los veinticinco años; en cambio, en 1822, aparecía con un descenso en este mismo grupo de edades. El fenómeno no era aislado; la población de Cumaná, que en 1810 presentaba iguales características, hacia 1822 acusaba un evidente descenso de los grupos de edades que oscilaban entre los quince y veinticinco años”. (1979: 259) 5.- Ver: Brito Figueroa, 1979: 260. 6.- “La mayoría del pueblo era pobre, subordinada, analfabeta y explotada, Los pequeños campesinos, los jornaleros agrícolas, los pequeños artesanos, los trabajadores domésticos, los soldados de menor rango, los asalariados urbanos sin calificación y los burócratas modestos, que eran los más, la inmensa mayoría, apenas si lograban recursos para sobrevivir. Sus salarios reales eran muy bajos, pues obtenían precarios salarios nominales en una época en que el costo de la vida era relativamente alto (…) En 1830 un jornalero ganaba en promedio, 0,25 pesos diarios, unos 5 pesos mensuales. (Cartay, 1988: 129-130). 7.- Cuando Bolívar arriba en 1799, por vez primera, al continente europeo, buena parte de los principales autores del pensamiento ilustrado había fallecido, sin embargo las obras e ideas de estos circulaban con facilidad y profusamente en los ambientes intelectuales, políticos, sociales de entonces. De manera que era de esperarse que una persona inquieta como el joven caraqueño, deseoso de aprender nuevos conocimientos y vivir otras experiencias, se impregnara de estas ideas, muy revolucionarias para la época. Una vez instalado en Madrid, su mentor intelectual durante esta primera estancia europea de Bolívar, el marqués de Uztáris, se encargó de orientar sus inquietudes intelectuales, preparando para él un estricto programa de estudios, para lo cual puso a la orden su estupenda biblioteca, repleta de libros de autores famosos. Pasados los años, en distintas oportunidades de su vida, Bolívar reconoció la influencia que tales autores ejercieron en su formación. En carta al vicepresidente de Colombia, Juan Bautista de Paula Santander, de fecha 20 de mayo de 1825, así lo corrobora. En esta ocasión afirma Bolívar: “Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles, ni los códigos del crimen y del error; pero puede ser que Mr. De Mollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac, Buffon, D`Alembert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Bethot y todos los clásicos de la antigüedad, así, filósofos, historiadores, oradores y poetas; y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia, y gran parte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmente a ud. para que no crea que su pobre presidente ha recibido tan mala educación como dice Mr. De Mollien”. (Bolívar, Obras Completas, Vol. II; 139). 8.- “Uncido el Pueblo Americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud (…) La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” (Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819). 32 9.- Sobre la Educación Social afirmaba Rodríguez: “La mayor fatalidad de un hombre en el Estado Social es no tener con sus semejantes un común sentir de lo que conviene a todos. La Educación Social remediaría este mal” (Luces y Virtudes Sociales). Y agregaba Rodríguez:: “No habrá jamás verdadera Sociedad sin Educación Social (…) Las costumbres que forma una educación Social producen una autoridad Pública no una autoridad personal”. 10.- “La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso”. (Bolívar. Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819). 11.- Es a partir del año 1824 cuando Bolívar escribe la mayor parte de sus reflexiones sobre la materia educativa. Esto ocurre no por casualidad, sino porque en diciembre de este año, con la Batalla de Ayacucho, culminan las guerras de independencia y él se puede dedicar entonces a pensar y escribir sobre los grandes asuntos y problemas y a mediados del año siguiente se reencuentra el Libertador con su maestro Rodríguez, retornado a América del Sur, luego de estar treinta años fuera de este territorio. Ambos acontecimientos influyeron para que ahora el Libertador escribiera y dictara disposiciones sobre esta materia. Pero es también cierto que en años anteriores el tema educativo fue abordado por Bolívar, tal como lo ejemplifica su Discurso ante el Congreso de Angostura del 15 de febrero de 1819. 12.- “Además de estos miles de reses, el general posee en los llanos centenares de mulas y caballos en manadas, parecidas a las que he visto en las estepas de mi querida y venerada Rusia, y, además, cerca del río Apure posee un establecimiento de no menor magnitud y cantidades que el de San Pablo, Originalmente Páez era un simple vaquero que no tenía ni una cabeza de ganado propia. Ahora es el héroe más grande, uno de los más talentosos patriotas del país y, además, el ciudadano más rico, tanto en ganados como en fincas, de la República de Venezuela. Todo, todo, ganado valiente, gloriosa y honorablemente, por servicios prestados al país”. (Ker Porter. 1997: 573) 13.- La Universidad de Caracas para 1827 presentaba el aspecto de “un arruinado colegio de Teólogos y canonistas,(…) lastimoso al terminar la guerra de la independencia, e incapaz para la instrucción que el nuevo Estado tenía que dar a jóvenes ansiosos de poder y de sabiduría” (Villanueva, 1986; 80). 14.- Mucha razón tiene el profesor Ildefonso Leal cuando afirma que “En toda la larga y accidentada historia de Venezuela no ha habido un Jefe de Estado con las miras progresistas de Bolívar que tanto se haya preocupado por el destino y marcha de la Universidad Central. Aunque el Libertador jamás cursó estudios en las aulas universitarias, nunca sintió complejos de autodidacta como tampoco en ningún momento regateó fondos para la enseñanza superior. No hay un solo documento en el Archivo Universitario donde se diga que Bolívar utilizó la Universidad para recibir halagos y lisonjas o para conseguir írritamente borlas doctorales”. (1983: snp) 15.- Ver acta del Claustro del 19 de septiembre de 1811 16.- Las cátedras y los profesores que tenía la Universidad ese año eran los siguientes: profesor de Filosofía, Pbro, Dr. José Alberto Espinosa; profesor de Elocuencia, Pbro, Br. Luis Acosta; profesor de Menores y Mínimos, Dr. José María García Siverio; profesor de Cánones, Pro. Dr. Cecilio Ávila; profesor de Derecho Civil, Dr. José de los Reyes Piñal; profesor de Derecho Público, Dr. Andrés Narvarte; profesor de Medicina, Dr. José María Vargas; profesor de Matemáticas, Maestro José Rafael Acevedo; profesor de Teología de las Sagradas Escrituras, Pbro. Dr. Domingo Quintero; profesor de Teología de Vísperas, Dr. José Hilario Boset; Prosector de Anatomía, Dr. Antonio José Rodríguez. 17.- “La República fue la continuación del régimen colonial español, ahora bajo el control de la nueva oligarquía integrada por la alianza entre los antiguos mantuanos y los nuevos caudillos militares y civiles. La dependencia de España cambió por la sumisión a los intereses económicos de Inglaterra, Francia y Los Estados Unidos” (Mario Sanoja, en Battaglini, Oscar, 2009: 25). Sobre este mismo asunto oigamos la voz del Dr. Luis Beltrán Prieto. Dice el maestro: “Después de la Independencia, los regímenes antidemocráticos que han padecido los pueblos del Continente continuaron, por cálculo o comodidad, el sistema educativo heredado”. (1990: 10). Por su parte, Manuel Durán, al respecto nos dice lo siguiente: “La universidad no experimentó ningún cambio radical en su estructura ni en su orientación, ni en sus métodos, y en varios aspectos estuvo por debajo de la Universidad Colonial” (Citado por: Molins. 1998: 96). 33 18.- Veinte años después de la muerte de Bolívar, su maestro, Simón Rodríguez manifiesta su frustración al ver los muy pocos logros alcanzados en la República de Venezuela en materia educativa. Decía el maestro: “ya que los Congresos no quieren ni los presidentes pueden pensar en esta Sociedad (Republicana), hágase algo por unos pobres pueblos que después de haber costeado con sus personas y bienes (…) la Independencia, han venido a ser menos libres que antes (…) Hágase algo pues, por unos pobres pueblos que no saben qué hacerse ni qué hacer con sus hijos”. (Extracto sobre la Educación Republicana). 19.- Anales de la UCV, año XIII, Número XIII (1925): 348. 20.- En los Estatutos coloniales de 1727 se acordó que el rectorado de la Universidad de Caracas, debía ejercerse de manera rotativa por profesores con título de Doctor: dos años un regular, dos años un secular; y se prohibió el acceso a tal cargo tanto a los doctores en medicina como a los frailes. Por su parte, en el Decreto del Libertador de enero de 1827 fueron eliminadas las disposiciones anteriores y se estableció la elección “ para el encargo de rector de la Universidad (a) todos los doctores que componen el claustro, y es reelegible la misma persona que ejerza esté al terminar el bienio para el cual fue elegida”. 21.- El Doctor Vargas evaluaba muy mal la calidad de los estudios médicos que se cursaban en la Universidad de Caracas. Decía a este respecto lo siguiente: “cuán desgraciado fui en haber nacido en mi país. Sin maestros, sin métodos, sin útiles establecimientos, sin recursos, me entregué a aprender lo único que en mi país se conocía imperfectamente y estudiaba. Seguí Gramática Latina, Filosofía experimental, sin experimentos, Matemáticas hasta donde pude internarme, sin ayuda de peritos maestros, Lógica, Metafísica, etc., cuatro años de Medicina, con un maestro inepto del todo, sin ciencias accesorias, sin conocimiento de Anatomía, Química y Botánica, que sólo conocen aquellos dos ramos imperfectísimamente, y el último es del todo ignorado” (Villanueva, 1986: 63) 22,- Desde el punto de vista organizativo la Universidad contaba con dos tipos de Claustro: el Claustro Pleno, también llamado Junta General, y el Claustro de Catedráticos, llamado Junta de Inspección y Gobierno. El primero lo integraban todos los doctores y maestros graduados o incorporados en la Universidad. Entre sus tareas estaba, elegir el Rector, el Secretario, el Maestro de Ceremonias, el Administrador y los bedeles. También designaba los integrantes del Claustro de Catedráticos, cuyos miembros eran: el Rector, el Vicerrector y seis catedráticos propietarios. Entre sus tareas estaban: constituir la Junta de Inspección y Gobierno, administrar las rentas, administrar los archivos, y remitir al Claustro Pleno los asuntos de suma importancia que debían ser resueltos en esta instancia. 23.- Los miembros del claustro que aprobaron los nuevos Estatutos de la Universidad fueron: Felipe Fermín Paúl, José Lorenzo de Espinosa, Carlos Arvelo, Ramón Piña, Domingo Quintero, Mariano Echezuría, Pablo Antonio Romero, Tomás Francisco Borges, José Joaquín González, fray José Gregorio Betancourt, José Francisco Diepa y Juan José Urbina; además del Rector, Dr., José María Vargas, el Vicerrector José Alberto Espinosa y el Secretario José María García Siverio. 24.- El otro gran momento estelar vívido por la UCV fue el que se inició a la caida de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en enero de 1958, se extendió a la década siguiente y cubrió parte de los años setenta. Fue el tiempo de la universidad convertida en verdadera vanguardia intelectual del país. Los estudiantes, profesores y autoridades de la UCV eran voz autorizada en la vida venezolana. Su prestigio moral e intelectual estaba fuera de duda. Los universitarios se ganaron también esos años un espacio político por las luchas llevadas a efecto contra el gobierno recién derrocado y por las luchas por la renovación de la vieja universidad colonial. Por ese ambiente prestigioso vinieron a Venezuela muchos profesionales de otros lados del mundo atraidos por la situación que se vivía en la UCV. Y el Alma Mater se llenó así de docentes de mucho renombre que aportaron más luces a la Casa que vence las sombras”. 25.- Egresados de la UCV, (1725-1995). Tomo I, 1725-1957: 282-283. 26.- “Con excepción del general y presidente Carlos Soublette, héroe de la independencia, desde su nacimiento, miembro de la sociedad urbana, y sin que cuenten para nada en esta historia las fugaces apariciones presidenciales de José María Vargas, Manuel Felipe Tovar y Pedro Gual, el resto de las personalidades que entre 1830 y 1870 desempeñaron las funciones de presidentes de la República eran los caudillos espontáneos, como los calificó Rufino Blanco Fombona, venían del mundo rural y del escenario de las batallas y no habían tenido tiempo, ni tampoco necesidad de aprender la 34 diferencia fundamental entre mandar sin réplica, como lo hacían con las tropas y como lo iban a seguir haciendo, en tiempos de paz, con todos los venezolanos, y los deberes que imponen la Constitución y las leyes, y las limitaciones que establecen al papel del gobernante”. Velásquez.2010: 15). 27.- Se llegó a la aberración mayúscula de proscribir el nombre de Simón Bolívar del recinto universitario, injusticia que se mantuvo entre 1830 y 1841. Este último año inicióse un proceso de corrección de tal injusticia, cuando en la sesión del día 9 de julio de este año los miembros del claustro reconocieron al Libertador como “héroe bienhechor y magnánimo, que usando el poder que le estaba confiado en una época de calamidad y angustia para la República, consagró su atención al engrandecimiento y prosperidad de este cuerpo literario, como la fuente de saber y de vida para la patria”. (Leal. 2010. Tomo I: 128). 28.- El 11 de junio del año 1883 el Congreso Nacional, a través de un decreto, autorizó al presidente Guzmán Blanco a vender todas las propiedades urbanas y rurales de la Universidad Central de Venezuela, de la Universidad de Mérida y del Colegio Federal Guayana. De un plumazo fueron despojadas tales instituciones de su patrimonio económico. De ahí en adelante, las mismas pasaron a depender del presupuesto proporcionado por el Ministerio de Instrucción Pública. En el caso de la UCV, para el año 1900, el monto entregado cada quincena por el gobierno nacional era de 5.051 bolívares, una cantidad que apenas servía para el funcionamiento mínimo de la institución. (Leal. 2010, Tomo I:137) 29.- Algunos gobernantes del siglo XIX, como José Tadeo Monagas y Antonio Guzmán Blanco, cercenaron de un plumazo la autonomía universitaria, y entregaron al Ejecutivo Nacional la facultad de designar tanto las autoridades como los profesores de esta institución. Así es como, por ley del 7 de mayo de 1849, se ordena que: “No podrán proveerse las cátedras en propiedad, ni en itineraria, en personas desafectas al Gobierno republicano o sospechosas de su amor al espíritu democrático del sistema de Venezuela (…) El Poder Ejecutivo por falta a las clases de los catedráticos, por ocultación, emigración o bajo cualquier otros pretextos en odio al gobierno, obrando sumaria y gubernativamente, podrá remover de sus cátedras a los que incurran a ellas (…) También podrá el Ejecutivo remover de sus cátedras a los catedráticos desafectos al gobierno”. (Leal. 1981: 158-159). 30.- El presidente Guzmán Blanco arrebató a la universidad su cuantioso patrimonio económico concedido por El Libertador, sin embargo y paradojalmente fue quien finalmente introdujo en la universidad la enseñanza de materias científicas en cátedras regentadas por prestigiosos docentes de la talla de Adolfo Ernst y Rafael Villavicencio, además de contribuir bastante en el proceso de secularización de la educación venezolana. Bibliografía Brito Figueroa, Federico. (1979). Historia Económica y Social de Venezuela. Tomo I, Ediciones UCV, Caracas. Cartay, Rafael. (1988). Historia económica de Venezuela. Editores Vadell Hermanos, Caracas. Díaz Sánchez, Ramón. (T.II. 1975). Guzmán, elipse de una ambición de poder. Editorial Mediterráneo, Madrid. Ker Porter, Robert. (1997). Diario de un diplomático británico en Venezuela. Fundación Polar, Caracas. Leal Ildefonso. (1981). Historia de la UCV. 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Ediciones del Rectorado, UCV, Caracas. 36 INVENTAR LA NACIÓN Y LA CIUDADANÍA: LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA EN EL XIX EN VENEZUELA Leonardo Favio Osorio Bohórquez Introducción Recientes aportes teóricos demuestran como el proceso de formar naciones y ciudadanos en el siglo XIX fue una invención creada desde el poder político. Se priorizo una serie de símbolos, personajes, hechos y fechas que buscaron exaltar una idea de unidad nacional y homogeneidad cultural inexistente todavía. Como afirma Tomás Pérez Vejo, la nación se concibe como una representación simbólica e imaginaria; es decir, como algo perteneciente, fundamentalmente, al mundo de la conciencia de los actores sociales ya que el carácter imaginario y simbólico de las naciones no impide que tengan eficacia social; es decir, que existan como realidades sociales (Pérez, 2003). Por tanto, las naciones son el resultado de un proceso de invención y construcción en el que la voluntad cuenta más que la conciencia. Esto va en consonancia con lo planteado por Benedict Anderson cuando habla de comunidades imaginadas para la formación de la nación (Benedict, 1993). La nación era una noción abstracta, no materializada todavía en el plano del imaginario social de los pueblos constituidos ahora en repúblicas independientes. En el caso latinoamericano y venezolano, la emergencia de crear una nación fue producto de la ruptura con el orden monárquico español, dando paso a la creación de una sociedad enmarcada dentro de un nuevo orden republicano liberal, aunque en la práctica las ideas liberales fueron aplicadas de manera parcial. Para intentar consolidar el nuevo orden republicano, los Estados monopolizaron la interpretación y difusión de la historia a través principalmente de los medios de enseñanza para reproducir el nuevo orden establecido. De esa forma la nación es producto de un proceso histórico gestado en la larga duración, según explica Eric Hobsbawm: “Al igual que la mayoría de los estudiosos serios, no considero la “nación” como una entidad social ni primaria ni invariable. Pertenece exclusivamente a un período concreto y reciente desde el punto de vista histórico. 37 Es una entidad social sólo en la medida en que se refiere a cierta clase de estado territorio moderno, el “estado nación”, y de nada sirve hablar de nación y de nacionalidad excepto en la medida en que ambas se refieren a él… En pocas palabras, a efectos de análisis, el nacionalismo antecede a las naciones. Las naciones no construyen estados y nacionalismos, sino que ocurre al revés” (Hobsbawm, 2000: 10). Los nacionalismos fueron los discursos creados por el Estado para crear solidaridad con la nación. De esa forma como reseña Hobsbawm tanto en el caso europeo como latinoamericana, el Estado precedió a la nación. Con respecto al nacionalismo argumenta Ernest Gellner: “Fundamentalmente, el nacionalismo es un principio político que sostiene que debe haber congruencia entre la unidad nacional y la política. Ya sea como sentimiento, ya como movimiento” (Gellner, 2001: 13). Para consolidar la nación era necesario que existiera una sociedad unida, con un Estado que tuviera una real capacidad de organizar y reglamentar esa nueva sociedad. En ese sentido, fue importante darle a la ciudadanía una identidad nacional. Estos temas asociados a la nación y ciudadanía han sido escasamente abordados por la historiografía venezolana, y poco se ha considerado la complejidad de este proceso como lo señala Dilian Ferrer: “ciertamente en Venezuela se ha acostumbrado a considerar la ciudadanía y la nación como si fuesen sucesos naturales de nuestra historia republicana, sin imaginar lo difícil que resulto este proceso” (Ferrer, 2012). Recientemente estos temas han sido abordados por historiadores como Tomas Straka (2009), que explica el papel del Manual de Carreño para la construcción de la república, María Nieto (2001), quien describe la importancia de los manuales didácticos usados en el siglo XIX para la formación de los niños, y Belín Vázquez (2007), que analiza los escenarios de construcción del ciudadano moderno liberal en los inicios de la república. Estos y otros trabajos evidencian un mayor interés por ahondar en los problemas asociados al papel de la ciudadanía, la nación y la educación en la formación de la república. En ese sentido, los manuales de historia usados para la enseñanza tenían una función fundamental en Venezuela, ahora se busca una justificación en el pasado para validar la creación y formación de la nueva nación venezolana. El Estado entonces crea un discurso hegemónico sobre el pasado, de esa forma surge una historiografía oficial en Venezuela desde los inicios de la república. Es así como desde el poder político se manipulaba la historia para consolidar la idea de patria como expresa Jorge Bracho: “La historia narrada se ha encargado de convencer y justificar, temporalmente, la idea de patria” (Bracho, 2011). 38 Se trataba de asumir de manera fáctica la idea de la existencia de una patria y nación como hechos naturalizados y consolidados luego de la independencia. Al ser la nación el resultado de un proceso de creación por parte de los Estados, entonces esto implica entender que la nación: “no existe ontológicamente”, pero “produce efectos”, moviliza prácticas y en connivencia con los constructos políticos, origina vías de acción y reacción, en defensa o en oposición a su significante” (Rufer, 2016: 275). Con base en los autores que han trabajado el tema de las naciones, se puede aceptar esos supuestos teóricos de que la nación es una construcción histórica basada en representaciones para movilizar a la población para la defensa de sus territorios. La nación ayuda a cohesionar y mantener controlados a los individuos. Asimismo, sirven para justificar la hegemonía de un determinado grupo social. De esa forma las narrativas históricas privilegiaron el estudio de lo europeo y de lo criollo como símbolo del progreso y la nacionalidad, con pocas o nulas referencias a los otros grupos subalternos. Una historia que respondía a las lógicas del discurso occidental. Eso fue posible gracias al control del discurso histórico y educativo direccionado por la elite criolla que construía el Estado-nación como plantea Magaldy Tellez: “Un orden en el que el intelectual criollo se dio a sí mismo la tarea de diseñar y edificar la nación, dotándola de sentido y suponiendo al pueblo soberano como base de las naciones a construir” (Tellez: 2005: 100) Por tal razón, el discurso histórico planteó una historia que dejo de lado a la gran mayoría de la sociedad venezolana. Eso se vio reflejado a lo largo de los manuales de historia publicados durante todo el siglo XIX. Todas las instituciones: escuelas, familias, Estado, se coaligaron para estar al servicio de la causa de modelar al nuevo ciudadano con base en un pasado histórico común. Catecismo de la historia de Venezuela compuesto por Rafael María Baralt y Manuel María Urbaneja: la dialéctica entre la historia antigua y moderna Después de su conocida obra sobre el resumen de la historia de Venezuela, se realiza una edición del texto de Rafael María Baralt destinado para el uso de los colegios, labor encomendada a Manuel María Urbaneja. Rafael María Baralt nace en Maracaibo, Venezuela, 3 de julio de 1810, fue un escritor, periodista, historiador, filólogo, crítico y poeta venezolano, autor del primer diccionario de galicismos del español, y primer latinoamericano en ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua Española. Por su parte Manuel María Urbaneja fue Abogado, ingeniero y educador. Hijo del prócer Diego Bautista Urbaneja y de Isabel Alayón. Graduado en la primera promoción de la Academia de Matemáticas de Caracas en 1837, donde a partir de 1838 actúa como profesor y asume la Dirección de la misma hasta 1872. 39 Dentro del catecismo de historia de Venezuela publicado en 1865, se maneja una periodización que va desde el descubrimiento de su territorio en 1498 por parte de los españoles hasta su emancipación política de la monarquía española en 1810. Esa cronología expresaba lógicamente una idea de nación y de historia que parte de la conquista del territorio hoy venezolano por los españoles. De esa forma se obvia los primeros siglos de historia indígena que fueron los primeros pobladores del territorio. Esa etapa histórica no era mencionada ni siquiera como prehistoria, sino que es obviada por el manual educativo. Esto era la expresión de la racionalidad ilustrada, que como afirmaba Kant la escritura representa el inicio mismo de la historia y la civilización: “¿cuánta cultura se requiere ya para escribir?, de modo que, en relación con los hombres civilizados, el comienzo del arte de escribir se puede llamar el comienzo del mundo” (Kant, 2009: 36). La escritura era el símbolo del poder y el progreso, y aquellos pueblos que no habían desarrollado sistemas escriturales sino sólo usaban medios de comunicación orales, eran considerados pueblos sin historia por parte de los europeos como afirma Erick Wolf (2005). Es así como se crea un discurso de la dominación expresado en la categoría de “descubrimiento”, al no reconocer la presencia de otros pueblos en los territorios hoy americanos se justificaba su apropiación por parte de los europeos. Aunque no se puede negar los importantes aportes de Europa a los pueblos conquistados como pretenden ciertas corrientes decoloniales en la actualidad. La realidad es que los manuales publicados en el siglo XIX respondieron a una racionalidad occidental por ser la herencia dominante, por ello todos parten de la llegada de los europeos a los territorios hoy venezolanos. La historia colonial de Venezuela se denomina en el catecismo como historia antigua. La segunda etapa se cataloga como historia moderna y abarca los hechos que van desde: “De las guerras que dieron origen a la actual independencia de que goza el país, y al gobierno propio que tiene. Empieza el año de 1797” (Baralt y Urbaneja, 1865: 17). La modernidad está representada por el inicio de la independencia. Desde la independencia de Venezuela se empiezan a dar, según el discurso historiográfico, los primeros signos de nacionalidad y de un sentir “nacional” para diferenciarse del dominador hispano. Esa es la idea que comienzan a vender los textos de historia durante el siglo XIX. La colonia es narrada en función de los intentos de los europeos por dominar estos territorios. Las culturas subalternas como indígenas y negros traídos en condición de esclavos son mencionadas marginalmente dentro del texto. De hecho muchas de las categorizaciones que se hacen sobre ellos son eminentemente negativas. Esto se ve reflejado en el catecismo de historia cuándo se hace referencia a la justicia en el 40 mundo indígena: “La razón del más fuerte era su justicia: cada cual procuraba con sus armas, la astucia, o el veneno, vengarse de las ofensas recibidas. Los caciques, o capitanes podían cuando más conciliar la paz, pero no tenían autoridad para castigar. Si uno era muerto, sus parientes le vengaban matando a su asesino y caso de no hallarle cualquiera de su familia, o de su tribu” (Baralt y Urbaneja, 1865: 63). Se explicaba cómo funcionaba la justica de los indígenas basada en el despotismo y en la imposición por medio del uso de la fuerza. Bajo esa generalización se quería hacer ver que realmente no existía justicia en el sentido moderno de la palabra. La justicia aplicada por los españoles es considerada superior en consonancia con los pueblos civilizados y cultos. La herencia institucional de la república se basó en el ordenamiento jurídico español, por eso era necesario validar históricamente ese legado europeo como propio de los pueblos modernos. Esto bien lo expresa María Bonneto al hablar de la organización del Estado en América luego de la independencia que mantuvo la pervivencia del modelo colonial “porque las minorías blancas en el control de los Estados independientes, con sociedades aún de constitución coloniales, no tenían ningún interés común con los indios, negros y mestizos” (Bonetto, 2012: 118). Lógicamente el Estado en América y Venezuela fue un proceso de cambio y continuidad. El andamiaje institucional vino de la colonia pero se crearon nuevas instituciones republicanas acordes al modelo de división de poderes planteado por el liberalismo. La herencia predominante para construir la republica fue la hispana. En ese sentido la narración histórica busca deslegitimar las formas de organización indígena, el cual en todo caso debía ser asimilado al nuevo orden republicano. Esas comparaciones son permanentes entre lo indígena y lo español, por supuesto lo europeo siempre es puesto como una civilización superior. A la hora de hacer referencia al comercio, se afirma que solamente los caribes eran la única “nación” en Venezuela que practicaba un comercio con otras tribus del continente y esta era muy limitado porque: “las tribus salvajes tienen pocas necesidades” (Baralt y Urbaneja, 1865: 65). El comercio fue de gran relevancia para los Españoles sobre todo en el contexto del mercantilismo, al toparse los europeos con los indígenas y ver los limitados intercambios intertribales, asumieron esa realidad como falta de desarrollo, funcional sólo dentro de pequeñas comunidades. Cuando ya se consolida la conquista se describe la expansión del comercio en Venezuela. Lo Europeo es siempre puesto como superior a lo indígena como forma de justificar la herencia hispana en la construcción de la nueva república. Si bien es verdad que lo europeo y español en específico, fue considerado superior a lo indígena y tomado como la herencia dominante de la naciente república, 41 también es cierto que fue necesario en parte explicar esa época como una etapa imperfecta para dar paso a la independencia. Es lo que en el catecismo de historia se denomina como historia moderna, a partir de esos intentos por alcanzar la independencia. En esta parte del texto se preguntan cuáles son las causas que provocaron las revoluciones en el país, a lo que se responde dentro del libro: “El gobierno colonial era malo. A sus providencias se debía que el país estuviese despoblado, que no hubiese comunicaciones, que el pueblo fuese ignorante, que estuviese dividido en clases, y últimamente que los peninsulares fuesen por lo general revestidos de los primeros empleos, al tiempo que los venezolanos eran excluidos de ellos” (Baralt y Urbaneja, 1865: 70). La diatriba con los peninsulares afectó a los criollos que pretendían acceder a los principales puestos políticos. Por supuesto para obtener el apoyo de las mayorías, se debieron enarbolar varias razones. No podía ser expuesto el proyecto independentista como ideario de una clase, por el contrario, se vendía la ilusión de querer alcanzar la emancipación del pueblo venezolano. Los españoles solamente representan el odio, y la venganza, mantenían a la sociedad subyugada, pero se omite el maltrato de los mismos criollos hacia los esclavos e indígenas. Al pueblo se le calificaba de ignorante, esto con el fin de justificar a aquellos pobladores que decidieron pelear por el bando realista y se resistieron a incorporarse a la independencia. Dentro de los primeros movimientos a favor de la independencia se menciona el de José María España y Manuel Gual. Luego se describe la conspiración de Francisco de Miranda. Los líderes de estos procesos son catalogados en el manual de historia como hombres “distinguidos”. Esa forma de referirse a ellos es una manera de ir exaltando la figura de los líderes de la independencia, para así dar paso a un culto heroico que dominó la historiografía patriótica y nacionalista en el siglo XIX. A la hora de analizar los sucesos de 1810, se justifica haciendo ver la conducta despótica asumida por Vicente Emparan en la provincia: “Sin forma de juicio condenó al trabajo de obras públicas a una multitud de hombres buenos, de mano poderosa desterró sin formarles causa a sujetos respetables, fomentó las delaciones y chismes, embarazó el comercio y la comunicación de unos pueblos con otros exigiendo pasaportes a toda clase de personas, humilló al ayuntamiento, y en fin dejo sin efecto las terminaciones de la audiencia y de la cura eclesiástica cuando no se acordaban con sus fines” (Baralt y Urbaneja, 1865: 78-79). Esa era la forma de justificar la deposición de Emparan como capitán general, al hacer ver las actitudes despóticas del gobernante, como un representantes del gobierno español y de los abusos cometidos en contra de la población venezolana. La falta de cumplimiento de las normas jurídicas, el irrespeto a los individuos y a las demás instituciones justificaba la conspiración en contra de Emparan. 42 Ante esas actitudes negativas del capitán general que bloqueaba el “progreso del pueblo venezolano”, es que se produce la reacción en su contra: “Tanta violencia causó al fin el sufrimiento de todos, y así criollos como españoles se dieron prisa a derribar a Emparan del mando” (Baralt y Urbaneja, 1865: 79). Nuevamente se vende la idea de unidad nacional en torno a una causa común, toda la sociedad sufría y por eso todos decidieron deponer al capitán general. A pesar de eso se hace la distinción de que el plan fue orquestado por algunos líderes, ya que buena parte del pueblo estaba sumido en la ignorancia: “Los más notables, ricos e ilustrados de la población; no el pueblo, que pobre, sumido en la ignorancia, dividido en clases no entendía las cuestiones políticas, y apático e indiferente seguía sin reflexión el impulso que le daban sus caudillos” (Baralt y Urbaneja, 1865: 79). Es así como se expresa una clara conceptualización del pueblo en el texto eminentemente estigmatizada. Esa interpretación sería mantenida por parte de la historiografía venezolana en el siglo XIX y XX como reseña Aura Rojas: “vemos como para el pueblo se aplican nominaciones tales como “turbas”, “populacho”, “canallas”, “la hez de la sociedad” y otros”… (Rojas, 2009: 12). Con esos calificativos el pueblo siempre era considerado como una masa carente de virtudes, de esa forma se justificaba su falta de apoyo de los grupos populares a la independencia. Por su parte la caracterización que se hace de los que si apoyaron el proceso de independencia, es decir, los criollos de la época, son catalogados como los más notables, ricos e ilustrados. Ya ahí se expresa claramente el discurso liberal que justificaba una ciudadanía reservada a un reducido grupo de individuos. Al afirmarse que el pueblo no entendía de asuntos políticos y era pobre e ignorante, se avalaba su exclusión de los derechos ciudadanos, debido a su falta de formación para ejercer funciones públicas o tener capacidad de elegir a los gobernantes. De ahí surge esa interpretación maniquea de la independencia de Venezuela, por medio de una dualidad entre buenos y malos, ricos y pobres, ilustrados e ignorantes, quienes luchan por la libertad y los otros que apoyan el despotismo. La historiografía patria promovió abiertamente esos ideales. Se hace énfasis en marcar la diferencia entre los líderes independentistas y los del bando realista. Por el bando que estuvo a favor de formar una república se menciona a Bolívar, Miranda, Tovar entre otros. A estos personajes se les cataloga como “de los más granado de la sociedad, ricos e ilustrados” (Baralt y Urbaneja, 1865: 89). Por su parte dentro del partido realista o conservador se menciona a los: “empleados subalternos con algunas excepciones, el clero con muy pocas, y la mayor parte de los españoles y todos los canarios que engañados o ciegos habían dado mano amiga al 19 de abril” (Baralt y Urbaneja, 1865: 90). 43 Con respecto a la actitud del pueblo ante esos sucesos se plantea en el manual de historia: “Fluctuaba por lo general entre sus hábitos perezosos y serviles y su deseo innato de novedades” (Baralt y Urbaneja, 1865: 90). De esa manera el pueblo es sólo un acompañante de los líderes que pelean en función del “interés general”, y son los más capaces para conducir el proceso. Aunque no toda la elite apoyó la independencia, tampoco se hace mención a las provincias que decidieron mantenerse leales a la regencia como el caso de Maracaibo. Haciendo referencia a errores cometidos por los republicanos y su fallido intento de construir la primera república, se da término en el manual a la historia moderna de Venezuela. Con eso se sientan las bases de la nación, para que el ciudadano se identifique con el pasado glorioso que representa la independencia y la herencia institucional española. Manual de Historia de Venezuela de Felipe Tejera: La interpretación providencialista de la historia Otro de los textos de historia, publicado con la finalidad de inventar la nación y la ciudadanía, fue el Manual de historia de Venezuela: para el uso de las escuelas y colegios (1875), cuyo autor fue Felipe Tejera Rodríguez Sanz que nació en Caracas en 1846. Hijo de Miguel Gerónimo Tejera de la Mota y Francisca Inocencia Rodríguez de Cosgaya Sanz, Felipe era sobrino-nieto del licenciado Miguel José Sanz. En tiempos de Guzmán Blanco publica Felipe Tejera su manual de historia, época donde tuvo gran auge la divulgación de manuales y se aplicó con mucha más fuerza la idea de la modernización y los principios positivistas de orden y progreso. Por eso todas las iniciativas destinadas a “civilizar” a la población recibieron un amplio apoyo del entonces presidente de Venezuela. Con el decreto de Instrucción Pública Gratuita y Obligatoria de 1870, el Estado asume de forma mucho más directa su rol como institución encargada de la educación de los ciudadanos. Aunque la educación para esa época todavía estuvo reservada para una minoría privilegiada de la población. Dentro del sistema de enseñanza republicano la historia se convirtió en una materia de gran importancia en los colegios. Al igual que el texto de Baralt, la historia del manual de Felipe Tejera empieza desde la conquista del territorio americano, pero llega hasta el año de 1842. Por tanto, abarca todo el periodo de la independencia de Venezuela. El texto maneja un lenguaje mucho más retórico que busca sobre-exaltar las acciones ocurridas durante esos periodos que estudia. Comienza primeramente narrando la hazaña del descubrimiento de América, 44 Cristóbal Colón es catalogado como un hombre: “escogido por la providencia para bienhechor y gloria del género humano” (Tejera, 1875: 1). En este texto se evidencia una mayor exaltación del proceso de descubrimiento de América comparado con el libro de Baralt. Pero ambos manuales parten de la misma lógica discursiva de exaltar la herencia occidental. Por eso en el caso específico del libro de Felipe Tejera, con base en una interpretación providencialista de la historia, se plantea que Cristóbal Colón estaba imbuido de: “un espíritu divino, el veía las cosas desde una eminencia vedada a los demás, y por eso su mirada se fijaba en las tinieblas del horizonte, donde rayaba para él solo la grande aurora del porvenir; y por eso su palabra parecía venida de lo alto, llena de resplandor y de verdad” (Tejera, 1875: 2). La interpretación providencialista de la historia parte de la creencia en el cumplimiento de un destino guiado por fuerzas divinas. Ese discurso se construía con la finalidad de validar todas las conductas de los europeos y justificar la apropiación del territorio americano, producto de su misión divina de entrar en contacto y apropiarse de esas tierras. Por eso el descubrimiento de América es narrado como un hecho heroico, digno de admiración por parte de toda la humanidad. Luego de explicar los inconvenientes para encontrar las tierras americanas, finalmente se narra la belleza de los espacios descubiertos, y la perplejidad de los indígenas que vieron esos sucesos como un “milagro” (Tejera, 1875: 4). No se reseña la violencia del proceso de conquista, se menciona como un feliz encuentro el contacto de los indígenas con los europeos. Gracias a ese hecho histórico, Colón será confundido con los dioses (Tejera, 1875: 5). De esa forma la exaltación del personaje llega al punto del paroxismo. Posteriormente se dedican a describir a las sociedades indígenas con las cuales entraron en contacto los europeos. Se reconocía a los imperios de México y Perú, y los demás pueblos son calificados como nómadas o semi-salvajes, y se destaca que muchos de ellos como los caribes eran antropófagos. (Tejera, 1875: 8). El desdén al indígena fue evidente, mucho más que en el texto de historia de Baralt. Por eso se reseña el culto a “espantosos ídolos” y los sacrificios humanos cuyo proceso se describe de la siguiente forma: “sacrificaban millares de hecatombes humanas, devorando luego los sangrientos despojos como una orgía de fieras” (Tejera, 1875: 8). Realmente los sacrificios humanos se han exagerado, no eran tan frecuentes como ha sido planteado por varios autores. El punto era desmeritar los cultos indígenas, y hacerlos ver como prácticas paganas de pueblos salvajes, es así como el cristianismo se alza como una religión más civilizada. La religión sirve de punto de apoyo para discriminar a los indígenas en este caso. Por eso se narra las “hazañas milagrosas” de Hernán Cortés en la 45 conquista del imperio azteca, los españoles fueron protegidos “por la espada del señor” (Tejera, 1875: 9). Era una misión religiosa que amparaba la justicia española en contra del bárbaro indígena. La espada y la cruz como símbolo del progreso. Así se narra la conquista de América. Una vez narrada la conquista de los indígenas se plantea la periodización de la historia de Venezuela. En eso hay discrepancias y coincidencias con el texto analizado de Baralt. En cuanto a la coincidencia se plantea el mismo criterio de dividir la historia de Venezuela en dos etapas: una antigua que parte de 1498 definida por el periodo de colonización desde la llegada de los europeos, y otra moderna que inicia en el catecismo de Tejera a partir del 5 de julio de 1811. En el texto de Baralt se establecía el inicio de la historia moderna desde finales del siglo XVIII como un periodo a partir del cual comienzan los alzamientos en contra de la corona. En cambio en el manual de Tejera se parte del hecho formal de la declaración de independencia el 5 de julio de 1811. Son dos criterios diferentes para clasificar el inicio de la independencia y la historia moderna de Venezuela, aunque ambos tiene como eje central la lucha por la independencia para marcar la modernidad política. El estudio de la colonia en el manual de historia se basó en las vicisitudes de los gobernantes hispanos para estabilizar las provincias de Venezuela, pero su impericia política les impidió controlar esos espacios. De esa forma se da paso al inicio de la independencia por la necesidad de crear un nuevo orden civilizatorio. A la hora de narrar la formación del Congreso ya con la intención de declarar la independencia se plantea en el manual: “…Un nuevo horizonte se descorre en nuestra historia, nuevos cielos se divisan, hay algo que sobrecoge y maravilla: es la resurrección de un pueblo a la vida de independencia: es la corona de la libertad que va a colocar el creador sobre las sienes de un mundo” (Tejera, 1875: 34). Al igual que en el texto de Juan Germán Roscio el triunfo de la libertad sobre el despotismo, aquí nuevamente se mezclan ideas escolásticas para justificar la independencia. Un pueblo con deseos de libertad. La luz triunfa sobre la oscuridad y es un designio divino el logro de la independencia. De la misma forma que en el texto de Baralt, se destaca que el congreso estuvo formado por los más notables e inteligentes de la época, hombres providenciales y virtuosos, que “parecían traer el senado de los dioses” (Tejera, 1875: 35). Unos cuantos elegidos destinados a conseguir la libertad para las mayorías. Esa interpretación providencialista de la historia igualmente promueve un culto heroico de grandes magnitudes. Todos esos hombres actuaron producto de su gran amor a la patria. Los deseos desinteresados y los sacrificios de esos personajes los hace parecer hombres míticos (Tejera, 1875: 35). 46 Con la declaración de la independencia termina la historia antigua colonial, y se da inicio a una nueva “época dorada” moderna. Muchas sociedades desde la antigüedad han construido mitos acerca de tiempos gloriosos y etapas oscuras que marcan su historia. En el caso venezolano, la época oscura estuvo marcada por la colonia según los manuales de historia, la cual es calificada de la siguiente forma: “Tras de aquella se esconderá la colonia con su ignorancia, sus cadenas, su pena de muerte: se esconderán todas las afrentas, las miserias, los espectros de la conquista, y ese mar rojo y profundo donde se sepultó para siempre aquella raza inocente que sorprendió colon, muelle, adormecida, voluptuosa suspirando a la orilla de los grandes ríos, adorando el sol a la sombre de las montañas, sobre los altares de los andes” (Tejera, 1875: 40). Ese era el resumen de la colonia, una época llena de oscuridad y despotismo como se ha afirmado. Si bien se menciona a los indígenas como raza inocente, también es cierto que al principio del texto se les califica como una horda de salvajes en comparación con el español civilizado. A pesar de eso se les victimiza ahora con el fin de hacer referencia a los abusos y violencia traída por los españoles. Cuando se menciona el legado de España a Venezuela se hace referencia al idioma castellano y a la religión católica, además de “alguna otra cosa de menor importancia” (Tejera, 1875: 46). En contraposición la nueva república que constituye la historia moderna es definida como una época: “Ceñida de laureles, la libertad sobre sus trofeos, la gloria en el corazón de los héroes, y esa muchedumbre prodigiosa que tremola las banderas del progreso, que mata el verdugo, derriba los cadalso, y proclama la inviolabilidad de la vida, es decir, el pueblo, el género humano” (Tejera, 1875: 40). Así la historia moderna es sobre exaltada en el texto, es la época con que deben identificarse la nueva ciudadanía, heredera de la libertad conseguida por los grandes héroes nacionales. Sin embargo, conseguir esa libertad fue muy complicado. Se describe la timorata actitud de Miranda durante la primera república. Se necesitaba un gran hombre para afrontar la situación según el manual de historia, y Miranda no cumplía con esas condiciones ni virtudes: “Miranda no era de esos hombres, le faltaba la osadía de la juventud, y la inspiración de un genio” (Tejera, 1875: 63). Por su parte Monteverde es calificado como un demonio producto de sus acciones violentas: “que especie de demonio presidiera los pensamientos de este hombre, no es fácil apuntarlo: el incendio, la devastación, el robo y la sangre seguían sus pasos: caminaba como las catástrofes” (Tejera, 1875: 64). Por supuesto solamente se menciona la violencia ejercida por el bando monárquico, quienes son los representantes del mal, los demonios que vienen a acabar con la libertad de los venezolanos bajo la interpretación providencialista de 47 la historia. La violencia de los que pelearon por el llamado bando patriota es minorizada, porque ellos son los libertadores. Por eso cuando se comienza a hablar de Bolívar en el texto se asume como un ángel redentor: “Qué ruido es este que viene de los andes? ¿Será acaso el ángel del señor que conduce a la tierra sus ejércitos? … es Bolívar, agitando sobre su velador caballo las tempestades de la libertad” (Tejera, 1875: 65). Ya en el manual de Tejera se ejemplifica el comienzo de un culto bolivariano más acentuado, en el texto de Baralt apenas si se asomaba al libertador como uno de los notables del proceso, pero como el tema de la independencia apenas se toca en sus comienzos no se ahondó en la figura de Bolívar. Acá en el libro de Felipe Tejera si se analiza todo el proceso de independencia, Bolívar es puesto como un semi-dios al servicio de una causa divina, que debía acabar con las sombras que representaba Monteverde y todos los realistas en general. Se dedica todo un capítulo a esbozar una biografía de Bolívar, donde se señalan sus grandes dotes producto de un “espíritu superior”: “Era orador elocuentisimo, literato, político profundo, guerrero incomparable, legislador y poeta: amigo de la libertad; pero no de aquella que alardean tanto los modernos demagogos, sino de aquel principio santo, incorruptible, emanación pura del cielo, suprema dispensación que a los mortales plugo hacer la providencia. A esa libertad, hija del cristianismo, rendía él sus homenajes, tributaba honores, y ella encendía sus ideas, vibraba en sus palabras y reflejaba en su espada” (Tejera, 1875: 69). Ese estrato es un compendio de todas las virtudes superiores con las que es definido Bolívar, a ningún otro personaje se le rinden tantas alabanzas. Era una república que se construía sobre la base del heroísmo, sobre todo en tiempos de Guzmán Blanco que es cuando se difunde el manual. El nuevo ciudadano debía identificarse con Bolívar como un gran líder, pese a que a nadie se le estaba permitido superar su gloria. A pesar de ese exacerbado culto Bolivariano, el manual de Tejera si hace alusión a lo pernicioso del decreto de guerra a muerte promulgado por Bolívar, por violentar la vida de inocentes y ser ajeno a los principios cristianos de justicia y civilización: “La historia imparcial y la moral cristiana lo condenaran como absurdo, en todo tiempo; más aún en medio del siglo XIX, cuando el cristianismo ha puesto en manos de la civilización moderna el centro inmortal de la justicia, los santos derechos del género humano” (Tejera, 1875: 72). Por supuesto la moral cristiana es esencial para juzgar el comportamiento de Bolívar en este caso de forma negativa por atentar en contra de los inocentes. A pesar de condenarse duramente esos errores, se le intenta disculpar como un arrebato de las pasiones (Tejera, 1875: 72). De igual forma se describe como cae la segunda república. Boves por supuesto es calificado como un demonio que según la 48 leyenda expuesta en el manual: “en la leyenda tiene cuernos como Satanás, y sopla a los oídos de Venezuela aquellos sueños tentadores de la serpiente de Milton” (Tejera, 1875: 85). Boves al igual que Monteverde es duramente condenado en el manual, aunque se hace mucho más énfasis en él como un saqueador y vándalo. Por su parte los llamados patriotas son alabados por apoyar la causa de la independencia y por su pericia militar para ganar batallas. Se narran los éxitos conseguidos en 1817 con el fin de instaurar nuevamente la república. La segunda parte de la historia moderna arranca con el primer año de creación de la república de Colombia. Esa unión se plantea como una idea del genio de Bolívar que logra liberar e integrar esos territorios independizados del dominio español. Se reseña también acerca de los principios de regularización de la guerra, y “comienza una nueva era esclarecida por los principios del cristianismo” (Tejera, 1875: 121). Luego se narra el éxito de la batalla de Carabobo y a Bolívar como gran estratega y responsable principal de esa victoria. Era Bolívar rompiendo las cadenas. Cuando se describen las disidencias en torno a la constitución de Colombia, entonces se condena en este caso a Páez luego de haberle rendido tantas alabanzas como estratega militar por los éxitos alcanzados. Se afirma que fue un hombre que abusó de su poder guiado por malos consejeros. La interpretación de la caída de la república de Colombia según el manual de historia, se basa en las traiciones realizadas por los antes aliados de Bolívar. Para el autor fue la ambición de ciertos grupos políticos donde destaca Páez, Flores y Santander (Tejera, 1875: 173). Bolívar es el alfa y omega de todos esos procesos. Por él se consigue la independencia, y su muerte produce la caída de la república de Colombia. Luego de la muerte de Bolívar, se describe todos los beneficios que dejo la independencia como las libertades económicas y políticas, y con eso se da termino a la segunda etapa de la historia moderna de Venezuela en el manual. La tercera parte de la historia moderna está constituida por la etapa republicana teniendo esta vez a los presidentes como principales actores históricos. Aquí inicia un discurso mucho más descriptivo, dedicado a reseñar las principales políticas adoptadas por los gobernantes. La independencia fue lo que constituyó la base de los inicios de la nación según el manual de historia estudiado. 49 El catecismo de historia de Antonia Esteller: las rebeliones en contra del dominador hispano, la independencia y los héroes nacionales Este catecismo de historia fue publicado diez años después del manual de Felipe Tejera en 1885. Antonia Esteller Camacho Clemente y Bolívar fue Pedagoga venezolana nacida en San Mateo en 1844 y fallecida en Caracas el 18 de diciembre de 1930. Fue sobrina biznieta de Simón Bolívar. Sus vínculos parentales con Bolívar es una muestra más que la historia oficial estuvo vinculada al libertador. El texto de historia de Antonia Esteller fue publicado en 1885. Esa obra tiene una estructura muy similar que la del libro de historia de Baralt en el sentido de preguntas y respuestas dirigido a niños de primaria. La periodización va desde el descubrimiento hasta la muerte del libertador. Todos toman como inicio de la historia americana y venezolana la llegada de Colón a América. Lo que si varía un poco es hasta donde terminan sus respectivos estudios. El de Esteller llega hasta la muerte del libertador como un hito fundamental de la historia nacional. Se inicia con la llegada de Colón a América y Venezuela, y destaca el maltrato dado a los indígenas al ser esclavizados por los españoles para realizar el trabajo en las minas y en el campo. La justificación dada por los españoles para oprimir a los indígenas era la de: “oprimir y matar unos idólatras e hijos del demonio” (Esteller, 1885: 6). En el manual si bien igualmente se obvia la historia indígena, por lo menos se reseña la esclavitud y maltrato que sufrieron los indígenas por parte de los españoles. Si bien es cierto que antes de la llegada de los europeos, ya los indígenas vivían en constantes conflictos con etnias rivales. En el libro de Esteller se destaca un poco más la opresión ejercida por los españoles durante el proceso de conquista: “Presentaban, por una parte, los horrores de la guerra, y por otra, las heroicidades de que defendían su territorio, su vida y sus familias” (Esteller, 1885: 12). Aquí se justifica más la resistencia indígena en contra del dominador español en pro de la defensa de sus tierras. Esta violencia de la conquista se marca más en este texto que en ninguno de los otros ya analizados. Sobresale la rebelión del negro Miguel como un hito histórico, y se afirma que “murió peleando heroicamente” (Esteller, 1885: 12). Se reivindica el derecho a la resistencia, si bien no se expresa abiertamente se reconoce el valor de esos actores sociales que hicieron frente a los europeos. 50 De esa forma también se describe la resistencia de Guaicaipuro ante el invasor español. El líder indígena es considerado el señor de los Teques y se expresa su accionar en contra del invasor: “El famoso Guaicaipuro, que comenzaba a dar señales de guerra, y a prepararse a la lucha heroica que sostuvo contra los usurpadores de su territorio” (Esteller, 1885: 14). A diferencia de los otros textos analizados, la categoría de héroes se empieza a usar desde los inicios de la época colonial, y no como una categoría reservada únicamente a los líderes de la independencia. Esta vez no son únicamente los blancos criollos, sino también son héroes los líderes de los grupos subalternos que defendieron sus territorios. Esta es una idea de nación y fomento de una ciudadanía que rechaza de forma mucho más abierta la invasión de los españoles a los territorios hoy americanos. Por eso las loas a los líderes que plantaron resistencia al dominador hispano. Como suceso trágico se explica además la muerte de 23 caciques y capitanes mariches. Ese acontecimiento es descrito como: “Uno que conserva la historia como padrón de infamia de los conquistadores, y como muestra de carácter feroz y espíritu de injusticia y exterminio que los dominaba” (Esteller, 1885: 15). Más que revalorizar a los indígenas o negros traídos en condición de esclavos, la finalidad de ese discurso era enfatizar sobre la violencia y usurpación de los españoles para justificar la independencia de manera mucho más marcada que en los otros manuales de historia. Por eso destacan la violencia de algunos personajes tales como el tirano Aguirre. En la segunda parte del libro se hace mención al fin de la colonia y al comienzo de la independencia. Se describe el deterioro de las instituciones coloniales y el inicio de la independencia considerado como una época gloriosa. Se pregunta en el texto si fue buena la colonia a lo cual se responde: “No, y a él se le debía que el país estuviese despoblado, que no hubiese comunicaciones, que el pueblo fuera ignorante y dividido en clases” (Esteller, 1885: 33). Este planteamiento es prácticamente el mismo que en el texto de Baralt. Es la misma interpretación negativa de la colonia, sostenida con ciertas particularidades en todos los manuales de historia publicados en el siglo XIX. Se reprocha igualmente que los peninsulares ocuparan los más altos cargos políticos. De la misma manera se reconoce como la primera tentativa de rebelión a favor de la independencia el movimiento de Gual y España, esto contrasta con lo planteado en el manual de historia de Baralt. De igual forma se plantea que el segundo movimiento fue el de Miranda en 1806. Siguiendo la misma narración del texto de Baralt y Tejera, en el manual de Esteller se menciona lo pernicioso del gobierno de Emparan al describir los destierros, persecuciones y atropellos políticos en general (Esteller, 1885: 43). 51 Esto sirve de preámbulo directo para justificar la deposición del capitán general en 1810. Se describe la deposición de Emparan luego de la reunión del pueblo en el cabildo y la solicitud de que renunciara a su cargo. Se menciona la comisión que envío la junta de gobierno a Inglaterra, ya aquí aparece el nombre de Bolívar y a exaltarse su participación: “El coronel Simón Bolívar, destinado por la providencia a ser el libertador de su patria y de casi toda la América del sur, y a elevar su gloria a la mayor altura que registran los fastos de la historia humana” (Esteller, 1885: 48). Al igual que en el texto de Felipe Tejera, se da en este caso una cierta interpretación providencialista de la historia, Bolívar estaba destinado a alcanzar la independencia nacional. Asimismo, se mantiene el culto heroico a partir de la actuación de sus líderes prominentes. Se destaca como hecho trascendental los sucesos del cinco de julio y la promulgación de la constitución. La lucha por la independencia es narrada “Como lucha titánica, que emula y supera a las más heroicas que cuentan los pueblos” (Esteller, 1885: 54). La historia épica se hace presente nuevamente. Cuando se menciona las virtudes de los libertadores se afirma: “Una abnegación sin igual, patriotismo acrisolado, valor extraordinario, fortaleza y constancia” (Esteller, 1885: 55). Nuevamente sale a flote el idealismo y el desinterés de los líderes. A Bolívar además de esas virtudes se le denomina como el “caudillo redentor”. En contraste con Bolívar, a Miranda si bien se le reconocen sus dotes como líder, se plantea que el generalísimo no tenía el carácter para dominar las circunstancias (Esteller, 1885: 55). Debido a la debilidad de Miranda, se busca justificar el liderazgo de Bolívar. Es así como termina la segunda parte de la historia de Venezuela en el texto. La tercera parte arranca con los sucesos más destacables suscitados en 1812. En ese año destaca como los llamados realistas lograron acorralar a los patriotas ante lo cual Miranda capitula con Monteverde. Ante el incumplimiento de la capitulación se describe los atropellos realizados por los hombres de Monteverde: “persiguieron a los patriotas, fusilaron a centeneras de ellos y cometieron todo género de maldades en la familias, y hasta en los inocentes niños” (Esteller, 1885: 57). La crueldad de los españoles es enfatizada aquí de la misma forma que en los otros manuales de historia. Luego se narra los hechos más resaltantes de la campaña admirable realizada en 1813, descrita como una acción heroica de los jóvenes líderes patriotas. Cuando se menciona lo del decreto de guerra a muerte, se dice que este fue promulgado por Bolívar producto de la necesidad de la guerra (Esteller, 1885: 60). 52 En este punto si se diferencia abiertamente de la posición asumida en el libro de Felipe Tejera quien condenó a Bolívar por esa acción. Pese a las victorias conseguidas en 1813, ya en 1814 fue un año marcado por la acción de Boves. Su advenimiento es descrito como el inicio de un período apocalíptico: “Nublado con la sombría figura de Boves, que amenaza con nuevos y sangriento desastres la causa de la revolución” (Esteller, 1885: 65). Monteverde fue el antihéroe de la primera república, y Boves el de la segunda. Ambos son descritos como los grandes villanos del relato al igual que en los demás textos analizados. Se les califica de monstruos, torturadores y toda clase de adjetivos deplorables. Luego se narran las victorias conseguidas posteriormente por Bolívar. Cuando llega el momento de analizar la disolución de la república de Colombia nuevamente Páez es señalado como el principal responsable. El texto termina con la muerte del libertador que es calificado luego de terminada su obra como: “el fundador de cinco repúblicas, el más grande de la América, y sin duda de la humanidad” (Esteller, 1885: 94). Se llega al paroxismo de afirmar como en ningún otro texto, que Bolívar fue el más grande hombre de la humanidad. Bolívar fue el gran hombre y todos los demás personajes pasan a un lugar secundario. La independencia y la nación fueron forjadas gracias a la acción del libertador. Conclusión El proceso de construcción de la nación y de la ciudadanía en Venezuela durante el siglo XIX fue direccionado por el Estado venezolano. Los manuales difundidos a lo largo del decimonónico fueron la expresión de esa necesidad de educar al ciudadano para actuar en un contexto republicano. Aunque hay ciertos matices y particularidades en la interpretación de ciertos hechos y periodizaciones en los manuales difundidos para la enseñanza. Pero existen ciertas generalidades en todos esos textos. La historia de Venezuela comienza en todos los textos a partir de la llegada de los españoles a los territorios hoy venezolanos, la herencia hispana-occidental se asume como la dominante y se toma como base para la construcción de la república, a pesar de eso, la colonia se explica como una época caracterizada por el mal gobierno de los españoles, esto para justificar la independencia como la búsqueda de la libertad y el bien general, donde Bolívar es el gran líder nacional. Se buscaba dotar de un pasado común a una diversidad de pueblos que no se sentían parte de la nueva nación republicana. Por eso surge la historiografía patriótica dirigida a sentar las bases del nuevo orden republicano. Como toda historia oficial se construye al servicio del poder político. La independencia es descrita como un proceso bélico entre un pueblo deseoso de alcanzar la libertad ante el déspota extranjero. Una idea de nación compacta 53 inexistente para esa época producto de las diferencias regionales y étnicoculturales. La historia indígena y de los demás grupos subalternos es marginada dentro del relato histórico. Cuando el pueblo no se une a la causa de la independencia, en el texto de Baralt son calificados como una masa ignorante que estaba en la oscuridad, pero se obvia que los mismos criollos ejercían la dominación hacia esos grupos subalternos. De allí la resistencia de esos sectores a unirse a la independencia. Pero los textos para la enseñanza de la historia publicados en el siglo XIX no tenían realmente una finalidad explicativa, no reflejaban la diversidad socio-cultural, simplemente trataban de justificar la formación de la nación asumida sobre la base de una identidad homogénea. La patria y la nación se asumen como formas históricamente siempre preexistentes que se expresan a partir del proceso de independencia, y no realmente como un proceso de construcción que duró más de un siglo en consolidarse como en el caso venezolano. Los grandes héroes nacionales sirven de punto de cohesión a esa nueva sociedad republicana. En ese culto heroico Bolívar se convierte en la figura principal a través del cual se construye la idea de nación. Todos quienes se oponen al libertador son estigmatizados en el texto, tanto los realistas como la parte del pueblo negada a participar en la independencia. Como todas las historias épicas, se exageran las virtudes de los héroes, convertidos casi en semidioses, y se promueve a su vez el sacrificio como principio de heroicidad para salvar la patria. El ciudadano por tanto debía identificarse con Bolívar como hombre símbolo de la sociedad criolla, blanca, letrada y propietaria, representante del centralismo caraqueño. El Estado uso la historia con el fin de inventar la nación y civilizar al nuevo ciudadano republicano, la educación fue el motor principal a través de los textos de historia, que fueron expresión de un discurso de poder que sancionaba los ideales del nuevo orden republicano. Bibliografía Anderson, Benedict. (1993). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: Fondo de cultura Económica. 1993. Baralt, Rafael. Urbaneja, Manuel. (1865). Catecismo de historia de Venezuela. Desde el Descubrimiento de su territorio en 1498 hasta su emancipación política de la Monarquía Española en 1811. Venezuela: Imprenta de Corser. 1865. Bonetto, María. (2012). El Estado en la región. La conflictiva discusión de alternativas teóricas. En El Estado en América Latina: Continuidades y rupturas. Editado por Rey, Mabel. Argentina: CLACSO, 2012, 117-138 Bracho, Jorge. (2009). 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Al respecto Felipe del Solar (2012), ha señalado que el aislamiento geográfico de Chile, no fue impedimento para efectuar intercambios culturales y económicos, ya que los criollos “(…) por motivos académicos, comerciales o militares entraban en contacto con las ideas y formas de sociabilidad europeas. Destacan […] Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera. El primero estudio y fue discípulo de Francisco Miranda. En el segundo caso sirvió en el ejército Real” (Del Solar, 2010: 5). No obstante, la caída de Fernando VII en 1808, permitió la revolución de los criollos, siendo este último factor “(…) el que favoreció el surgimiento de hermandades secretas” (Del Solar, 2012). Sin embargo, a pesar del surgimiento de hermandades secretas y los intercambios culturales “la masonería en Chile no logró establecerse, ya sea por la creación de facciones al interior de los ejércitos y la división de las logias; por los conflictos (…) luego de la independencia o por [los] conservadores que frenó los avances del liberalismo en los procesos fundacionales de las naciones en América del sur” Del Solar (2010: 7). Hubo un intento por mantener la masonería en Chile. En 1827 Manuel Blanco Encalada fundó la logia Simbólica Filantropía chilena1 (Sepúlveda, 1994, 48), dicha logia no transcendió a raíz de los problemas internos de sus miembros y la situación política del país, lo cual impidió su institucionalización. Sin embargo, a fines de la primera mitad del siglo XIX, se puede observar la fundación de logias en Chile. Para ello, es importante comprender el espacio masónico sudamericano por los cuales se constituyó, el cual fue por dos vías: una nacional y otra cosmopolita. La primera “vinculada al proceso de institucionalización de Obediencias soberanas [y la segunda] (…) gracias a los 57 grandes flujos migratorios, a la circulación regional y a los exilios políticos” (Del Solar, 2012). En América del sur, el período que va desde 1850 a 1862 se caracterizó por la fundación de logias y redes internacionales, en las cuales circularon masones (Hazard, 1991). En el caso de Chile, la fundación de logias fue un proceso sostenido, distinguiéndose tres períodos: “1853, cuando se constituyó el Triángulo de logias que servirá de base para la fundación de nuevos talleres; 1860, que es cuando se consolidó la comunidad local y […] 1862 donde se identificó la actividad debido al cisma con el Gran Oriente de Francia” (Del Solar, 2012: 61). Para del Solar (2012:62), la masonería fue una sociabilidad cosmopolita, “la formaban en su mayoría comerciantes y artesanos extranjeros de origen europeo, y norteamericanos, siendo un factor determinante en su proliferación en las ciudades porteñas, centros del comercio nacional e internacional del Pacífico”. Caracterizado por una hermandad con principios laicos, con una visión de ayuda mutua; con una visión política, social y económica distinta. Además, las logias fueron un centro de diálogo y de refugio fraternal para extranjeros, ya que muchos no profesaban el catolicismo. La entrada de la masonería fue por los puertos de Valparaíso y Talcahuano. La ciudad de Valparaíso fue una ciudad cosmopolita, llegaron ingleses, franceses y norteamericanos, entre otros, con profesiones y oficios que favorecieron el desarrollo y progreso del puerto, pero también permitieron el crecimiento y avance de la masonería, En Talcahuano este proceso de implantación fue en menor medida. En cambio Santiago tardo más en la instalación debido a la tradición conservadora y presencia católica de la élite imperante. En efecto, el avance de la masonería en territorio nacional se organizó entre Valparaíso, Concepción y Copiapó. En 1862 hubo un acontecimiento importante para los masones chilenos, fue la fundación de la Gran Logia de Chile con lo cual se cumplía el deseo de independizarse de la tutela francesa y adquiría así una configuración definitiva. Según Galleguillos (2012:8) esto fue posible en alguna medida a consecuencia: (…) de las luchas de carácter escandaloso que se dieron al interior del Gran Oriente francés con motivo de la elección del Serenísimo Gran Maestro sucesor de Lucian Murat y que correspondía realizar ese año. El escandalo deriva, al parecer, por la resistencia de Murat de abandonar su cargo, lo que condujo al Emperador Napoleón III a imponer el nombre del profano Pierre Magnan. (…) Este hecho fue el hizo que esa potencia cayese en la irregularidad. Las Logias chilenas se negaron a reconocer la autoridad del nuevo Gran Maestro, excepto L’ Etoile du Pecifique”. Los masones chilenos después de varias reuniones, acuerdan desconocer la nueva autoridad y declaran la formación de la Gran Logia de Chile, la cual se instaló en mayo de 1862. Esta Gran Logia, se fundó sobre la base de cuatro logias 58 denominadas “Unión Fraternal” y “Progreso” de Valparaíso, “Fraternidad” de Concepción y “Orden y Libertad” de Copiapó. La institucionalización de la masonería en Chile, fue consecuencia de la modernidad y el desarrollo de las prácticas de sociabilidad. Esto contribuyó a formar extensas redes de asociatividad para fortalecer la institución (Oviedo, 1929), apoyar la secularización de la sociedad (Lagarrigue, 1966), propagar ideas laicas (Gazmuri, 1992) y fortalecer la educación como forma de elevar el nivel de vida y combatir la pobreza de los sectores populares (Parada, 2011). Hay que considerar que el período comprendido entre “1860-1925” tendrá por parte del Estado una preocupación esencial la educación. El propósito fue civilizar y moralizar a la población con el objetivo de transitar desde el antiguo régimen a la modernidad (Egaña y Monsalve, en Gazmuri y Sagrado, 2005). Este proyecto modernizador estuvo bajo la tutela del Estado docente y materializado a partir de Ley de Instrucción Primaria (1860), cuyo interés principal fue promover y educar a la población en edad escolar. Esto fue efectuado por la escuela pública, la cual fue concebida como un espacio de transmisión de la cultura, de identidades y de representación social (Narodowski y Brailovsky, 2005: 145). Además, la participación de otros sectores sociales en la educación permitió el desarrollo y progreso. Entre ellos se encuentra la iglesia católica con la fundación de la Escuela Normal de Preceptoras en 1854 y la masonería. En este último, se centró el presente trabajo cuyo propósito es analizar la presencia de la masonería en Chile, durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzo del XX. Los ejes de trabajo fueron la fundación de La Escuela Blas Cuevas (1872), creación de escuelas nocturnas para obreros y artesanos, apoyo en la promulgación ley de instrucción primaría Obligatoria de1920. Las fuentes de información para estudiar la Escuela Blas Cuevas fueron las crónicas de la Masonería Chilena (1750-1944), la prensa escrita publicada por El Mercurio de Valparaíso en 1873, revista masónica y Ley orgánica de la instrucción primaria de 1860. Esto permitió estudiar los discursos en torno al debate entre la masonería y la Iglesia. En lo que respecta a la fundación de Escuelas Nocturnas, se efectuó a través de las crónicas de la Masonería Chilena (1750-1944), estatutos de la sociedad de artesanos de la Unión de Talca de 1866, estatutos de la sociedad de artesanos el progreso de Constitución de 1867 y estatutos de la sociedad de artesanos de Los Andes de 1869, lo cual ayudó a comprender la necesidad de educar a los sectores populares urbanos en la ciudad de Santiago. En lo que respecta a la discusión de la ley de instrucción primaria, las fuentes fueron los Boletines de sesiones de la cámara de senadores, crónicas de la Masonería Chilena (1750-1944), Le ley de instrucción primeria de 1860, proyecto de ley y el informe ante la Comisión y los discursos de los señores Reimundo Silva Cruz, Pedro Banner y Enrique Mac-Iver. Esta información ayudó a evidenciar los discursos detrás del proyecto y el apoyo de la masonería en la promulgación de la ley. 59 Los resultados se efectuaron a partir de la triangulación de la información, el cual se efectuó a partir de las fuentes antes mencionadas, la revisión de la literatura, permitiendo establecer interpretaciones a través de las fuentes y cumplir con el propósito del trabajo. Un proyecto modernizador En la segunda mitad del siglo XIX, el proyecto educativo modernizador se efectuó desde las instituciones estatales hacia la sociedad civil. Al respecto, Sarmiento y Bilbao consideraron importante efectuar prácticas de sociabilidad con principios laicos que debían contribuir a formar la nación (González, 2008). Hacia 1870 en Colombia el liberalismo radical intentaba establecer una sociedad republicana sin la presencia cultural de la iglesia católica, para ello concentró sus esfuerzos en moldear un ciudadano ideal. Este ciudadano ideal debía ser el maestro de escuela: (…) “para construir una sociedad republicana moderna, secularizada, en la que figura del maestro de escuela desplazara o al menos relativizara figuras arcaicas de la vida pueblerina, tendría la siguiente explicación: la élite del liberalismo radical desconfiaba tremendamente de las relaciones entre las élites y los sectores populares” (Loaiza, 2007: 64). Además, se integraron otros dispositivos que buscaron contribuir con la nueva pedagogía liberal para la formación de ciudadanos. Estos fueron los clubes políticos, la prensa, la escuela y la masonería, encargados de difundir y practicar la política moderna, de crear relaciones orgánicas entre el lenguaje republicano de las élites y los sectores populares urbanos: (…) “para la creación y la consolidación de las principales instituciones del sistema republicano; la formación de un cuerpo cuasi-profesional de políticos encargados de la dirección del nuevo Estado; (…) la comunicación entre las aspiraciones sociales y económicas de los sectores populares y aquellas de una élite que adoptó los principios del liberalismo tanto político como económico”. (Loaiza, 2007, 65-66). En Chile el proyecto republicano liberal tenía como propósito civilizar y moralizar a la población, formar un ciudadano obediente, ordenado y acorde a los requerimientos desarrollo y progreso de la nación. La educación pública y su incipiente democratización era terreno fértil para los liberales y conservadores. En 1841 las 56 escuelas primarias fiscales no contaban con personal idóneo, pues tenían escasa preparación intelectual, rara vez pasaba de leer y escribir. Este problema fue solucionado con la fundación en 1842 de la Escuela Normal de Preceptores y en 1854 de la Escuela Normal de Preceptores bajo la dirección de las Monjas del Sagrado Corazón. El propósito de contar con preceptores y preceptoras idóneos respondía a un objetivo principal, el cual era formar al primer ciudadano de la república, es decir, el profesor/a. Este primer ciudadano vendría a colaborar en el ámbito público/privado que era la escuela con el objeto de instruir a los sectores populares 60 y cooperar con la tarea docente del Estado (Revista masónica, 1970, 10-12). El preceptor en el día era maestro de niños y en las noches, “maestro de adultos, a todas horas bibliotecario, que debía combatir bajo todas sus formas, con tanto empeño y tesón como la autoridad civil combate la guerra” (Labarca, 1939:139). La necesidad de instruir a los sectores populares respondía a intereses de moldear una ciudadana/o, pues en el caso de las mujeres, instruir a las niñas favorecía la formación del carácter de los jóvenes y contribuiría a un buen hogar una vez casada. En el caso de los varones ayudaría a la sobrevivencia del hogar y a formar el carácter de las personas, es decir, respetuosos del orden social. En este mismo sentido, es posible evidenciar algunas expresiones asociativas liberales. La Sociedad de la Igualdad señalaba que su objetivo principal era fomentar la fraternidad en los miembros, “(…) en nuestras instituciones políticas y sociales, en nuestras costumbres, en nuestra creencias” (Estatutos de la Sociedad de la Igualdad, en Grez, 1995: 320). Además, La Sociedad de la Igualdad, efectuó conferencias en beneficio de los sectores populares, centrados en la enseñanza de la higiene y actividades en torno a visiones política y economía doméstica (Grez, 1995, 326). Estas prácticas de instrucción fueron el germen de las sociedades mutualistas, que contribuyeron a la formación de un tipo de individuo con conciencia gremial. En 1850 en la ciudad de Valparaíso se fundó la Sociedad de Artesanos, a la que le siguió la Sociedad de Carpinteros de Rivera y Calafates; en 1854 miembros de la masonería fundaron en la misma ciudad la Sociedad Protectora del Trabajo. Tuvo la misión de educar a los artesanos y organizaciones industriales. En 1853 en Santiago se fundó la Sociedad Tipográfica reuniendo a obreros del gremio y algunos dueños de imprentas. Esto permitió la fundación de escuelas nocturnas de obreros, las cooperativas, los clubes sociales y políticos, integrados principalmente por trabajadores. En 1861 existían treinta y nueve y en 1890 llegaron a setenta y nueve. Estas prácticas de sociabilidad efectuadas por los miembros de la sociedad, tenían como objeto “propender al adelanto y la instrucción de los hijos del pueblo” (Estatutos de la sociedad de artesanos de la Unión. El artesano de Talca, 11 de noviembre de 1866) e “instruirse mutuamente, el socorro mutuo, el desarrollo moral e intelectual y procurar entre ellos la instrucción, y la fraternidad” (Estatutos de la sociedad de artesanos el progreso de Constitución. El artesano de Talca, 26 de enero de 1867, Estatutos de la sociedad de artesanos de Los Andes, 15 de julio de 1869, Oviedo, 1937). Otro factor importante en la formación del ciudadano fue la promulgación de la ley de instrucción (1860), establecía la necesidad de educar a los sectores populares. En este sentido, miembros de la masonería consideraron apoyar al Estado docente con la fundación de escuelas diurnas y nocturnas, realización de charlas y 61 conferencias con orientación científica y laicistas, el cual debía ser comprendido como independiente de cualquier organización o confesión religiosa. En 1870 en la ciudad de Vallenar fue fundada una Escuela nocturna bajo la tutela de la Sociedad de Artesanos de la ciudad. Este fue un avance significativo por dos razones. El primero los miembros de la masonería estaban apoyando fuera del espacio geográfico de Santiago y Valparaíso y segundo permitió avanzar hacia otras ciudades como eran Coquimbo, Los Andes y Linares comprometiéndose con Escuelas Nocturnas. Estas escuelas eran dirigidas por un preceptor laico y tenían como propósito favorecer la subsistencia material de sus miembros entre sí (Illanes, 1990, 54), pretendía hacer del obrero, “un hombre instruido e ilustrado, cumplidor de sus deberes, conocedor de sus derechos” (Boletín de la Unión, 1 de mayo de 1876). Además, contribuyó paulatinamente a formar un proyecto auto educativo, ya que la preocupación de los obreros y artesanos se enfocó en la educación de sus hijos y miembros. Las instituciones educativas fundadas por los miembros de la masonería favorecieron la participación de los sectores populares a través de la asociatividad y esparcimiento entre los sujetos (Agulhon, 2009). Sumado a la Ley de 1860, buscaron educar a un número mayor de personas, pero está era una idea objetable por los sectores conservadores. Al respecto los conservadores consideraban que era inaceptable educar a los niños que vivían en las calles, peor a la clase obrera, que beneficio podría traer una educación pública, ¡para qué malgastar tiempo en ellos! Eran expresiones sobre el artesanado y el obrero, pues no debía recibir una educación elemental y era necesario mantener su origen. Jean Pierre Bastian ha señalado que la educación laica en manos del Estado, fue una prioridad enfocada a la formación de los nuevos ciudadanos. Pero, desde el punto de vista religioso “no se trataba solamente de imponer el principio regalista del patronato, sino de lograr la separación de la Iglesia y del Estado, con el fin que la primera quedase reducida exclusivamente a los religiosos, ajena a toda prerrogativa política” (Bastian, 1994: 90-91). Entonces, la modernización de la educación, buscó modificar las costumbres de los sectores populares, con la intención de avanzar hacia el desarrollo y progreso económico y cultural. Esta problemática se centró en la laicización de la sociedad y del Estado. Para la Iglesia representaba “un obstáculo en el progreso de la nación y un poderoso rival en la lucha por la hegemonía social. Para la Iglesia, en tanto, los peligros de la masonería, de las iglesias protestantes y el triunfo político de los liberales explica su repliegue y su romanización” (Ponce de León, 2011). Un nuevo factor se integra hacia 1872 la disputa por la educación bajo la tutela Estatal o privada. Las discusiones fueron por establecer el control de la educación desde la perspectiva del Estado Docente versus la libertad de enseñanza. Quienes rechazaban la presencia estatal en la educación señalaban “(…) sólo el-Estado-, 62 enseña, esto es el monopolio, lo cual es totalmente condenable; el Estado enseña al mismo tiempo que los particulares; aceptable bajo ciertas circunstancias. El Estado abandona toda función docente. Esta es, dicen, la única posición legitima, pues, el Estado no es filosofo ni profesor y la educación es una función supletoria del Estado” (Revista masónica, 1955). Los conservadores enfatizaban que el Estado sólo debía cuidar el orden material, porque su poder es funcional, no es doctrinal, ni filósofo, por lo tanto, no puede reivindicar aquella función que tanto desea ostentar. A esto se agregaba las críticas a fines del siglo XIX, que se hacía notar sobre la educación, especialmente en lo relativo a: elitismo, inadecuación a la idiosincrasia criolla, su enciclopedismo y no pertenencia con las necesidades del desarrollo económico. Por ejemplo, las escuelas estaban diferenciadas por su condición social, a los niños ricos eran educados por las escuelas particulares de la Iglesia, mientras los sectores populares se educaban en las escuelas públicas. Fundación de la Escuela Blas Cuevas En la segunda mitad del siglo XIX la masonería instalaría su sociabilidad a través de los espacios públicos (Habermas, 1994:24) con el propósito de apoyar la modernización de la educación en Chile. Esto se comenzó a realizar a través de la primera escuela masónica fundada en la ciudad de Valparaíso, la cual tiene por nombre Blas Cuevas. El nombre de la Escuela, hace referencia a un filántropo llamado Blas Cuevas Zamora, un hombre preocupado por los pobres y por los desheredados de la fortuna de la ciudad puerto. La fundación de la logia Progreso N°4, permitió efectuar acciones educativas en la ciudad de Valparaíso. En 1872 la masonería porteña fundó la Escuela Blas Cuevas, con el objetivo de instruir gratis a los sectores populares bajo la perspectiva laicista y secularizadora. En su primer año, la escuela llegó a contar con una matrícula de 140 estudiantes provenientes de distintos sectores sociales. En el discurso inaugural Ramón Allende Padín señalaba la importancia de la escuela recién fundada: (…) “no se enseña catecismo de religión […] el dogma de una fe, pero a ello nos hemos decidido después de un maduro examen, creyendo que la mayoría del público ilustrado y siguiendo la opinión generalmente aceptada, que la enseñanza de la religión no pertenece a la escuela, sino al hogar doméstico, al cuidado inculcar a sus hijos la creencia que estimen verdadera” (Oviedo, 1929: 265). En las palabras de Allende es posible identificar el principio laicista como proyecto social, lo cual apuntaba a la liberalización progresiva de la sociedad de los discursos tradicionales efectuados por la iglesia católica. Además, Allende señalaba las razones de la decisión de dejar la enseñanza de la religión a los padres, cuyo argumento estaba centrado en que la escuela era: (…) “mantenido por personas de distintas creencias, no puede, si no es obrando fuera de la razón, imponer una y 63 enseñarla como obligación, siendo también que la escuela, asilo de todos los niños, no debe tener creencia oficial, como no la debe tener tampoco el estado, asilo común de todos los ciudadanos. En cambio, se enseñará la moral cristiana, y a su estudio se dará particular atención, tratando de inculcar en el tierno corazón del niño el amor a Dios, que es la verdad, la justicia y la bondad finitas. Los grandes ejemplos de la historia sagrada, tan ricos en lecciones de la más sana y sublime moral, darán ancho campo para la enseñanza a los niños de las grandes virtudes que deben adornar al hombre […] aprenderá allí lo que se debe a la familia, a la patria, a la humanidad, a sí mismo, enseñándole lo que debe ser el ciudadano digno de un pueblo civilizado y que merece la consideración y el respecto de sus conciudadanos” (Oviedo, 1929, 266). Estas palabras de Allende Padín reflejan el temor de la iglesia católica por la formación de una opinión liberal entre las generaciones jóvenes. La llegada de nuevas corrientes intelectuales “disputaban al catolicismo el dominio sobre las conciencias, adquiriendo importancia social y política. Un claro ejemplo fue el artículo Sociabilidad Chilena de Francisco Bilbao, condenado por blasfemia en los tribunales por sus críticas a la Iglesia” (Ponce de León, 2011: 63). Esto queda evidenciado con la fundación de la Escuela Blas Cuevas, quien tuvo problemas por declararse laicista y no ofrecer la enseñanza de la religión católica. De inmediato los sectores conservadores de la sociedad porteña efectuaron observaciones por la carencia de la enseñanza de la religión católica y su preocupación por el individuo en los aspectos morales, sociales y culturales. El primer ataque fue del Gobernador Eclesiástico de Valparaíso Mariano Casanova, acusando a la Escuela de atea y solicitando a los curas fundar escuelas católicas para defender las creencias cristianas, ya que “(…) toda educación, por esmerada que se la suponga, será incapaz de hacer a un hombre perfecto”. A juicio de Casanova era necesario una educación católica,“(…) todos los pueblos civilizados han cuidado y cuidan hoi mismo de que la escuela sea eminentemente católica (…) [porque] (…) mira a la salvación eterna de las almas, que es lo verdaderamente necesario”. La consecuencia de una enseñanza sin religión significaría formar “(…) al niño una relijión puramente humana” (Casanova, 1873:4-8). La Iglesia católica para hacer frente a los discursos del liberalismo, la realizó a través de la jerarquía eclesiástica, quien defendió sus intereses buscando el acuerdo con el mundo conservador, enfatizó su preocupación por la familia, desarrolló medios de opinión pública, todo ello para defender sus principios: “El objetivo era hacer del catolicismo una fuerza social que participe en el proceso de formación de la nación. El apoyo recibido por la Santa Sede fue decisivo para que este catolicismo activo se transformase en los brazos de la renovación religiosa pretendida por Valdivieso, visualizando una red de caridad que fuese tan útil para educar al pueblo como formar a las elites” (Ponce de León, 2011, 68). La Iglesia se apoyó de periódicos como El Mercurio para evidenciar sus discursos contra la escuela atea. Mariano Casanova a través del periódico enfatizaba que la 64 Escuela estaba formando una juventud sin Dios, enseñando doctrinas impropias a las creencias católicas, pues enseñan doctrinas de adoración “(…) al que apenas es arquitecto, cuyas residencia ignoran hasta sus sectarios […] nadie ignora que al hacer masón a un niño se le saca del gremio de la Santa Iglesia, pues es imposible ser católico y ser masón, por las escomuniones[sic] que sobre los masones pesan” (Casanova, 1873:7). Los sectores conservadores y eclesiásticos buscaron en la Constitución de 1833 algún argumento para terminar con la existencia de la Escuela atea, utilizando, para ello, el art 5° de la Constitución vigente en aquel momento: (…) “las obligaciones del Estado, que debería proteger los derechos de la Iglesia, ya que sólo la verdad tenía derechos legítimos. Si el Estado concedía iguales derechos a la verdad y al error, también debería tolerar el respeto a la responsabilidad como al robo, tanto a las sanas teorías políticas como el socialismo, que santificaba las revoluciones” (Sepúlveda, 1994). Mariano Casanova (1873) a través de la prensa seguía atacando a la Escuela, señalando que era una desgracia “para nuestro país católico […], educa[r] niños para las logias (...)”. Además, enfatizaba que la civilidad corresponde a los países católicos y exigía que los padres solicitar la enseñanza de la religión en la Escuela. Este discurso de Casanova, buscaba contradecir las palabras de Allende al señalar que la enseñanza de la religión les corresponde a los padres y no necesariamente a la Escuela. El Gran Maestro Juan de Dios Arlegui se refirió a los ataques que estaba recibiendo la masonería por fundar una Escuela laica. Arlegui, señala que el ataque es “(…) infundado e injusto, no conseguirán jamás el objeto que se proponen y la Escuela Blas Cuevas seguirá como hasta aquí en su estado floreciente, bajo la activa y prudente dirección de sus dignos fundadores y sostenedores” (Revista masónica de Chile, 1970). En una carta enviada al Mercurio, el Gran Maestro explicó los objetivos y principios de la Orden y volvió a destaca la carencia de religión en la Escuela, ya que consideraba imperioso formar “un campo neutral (…) [que] trabajemos (…) por la virtud, por la moral, por la caridad (…) que nos llevará a la verdad y a la justicia” (El Mercurio, 13 de diciembre de 1872). El trabajo educativo de la Escuela estaba centrado en la formación del individuo, no en la enseñanza del dogma, “ni era justo obligar a los viejos católicos, a los protestantes, a los racionalistas a costear la enseñanza católica infalible” (El Mercurio, 14 de diciembre de 1872). Los ataques contra la escuela no fructificaron, ya que en 1873 se fundó una nueva escuela con orientación laicista. 65 Escuelas nocturnas A pesar de los inconvenientes que tuvo la masonería con la Escuela Blas Cuevas en Valparaíso, la Orden siguió fortaleciendo sus actividades logiales hacia la sociedad civil. Esto se evidencia con las palabras del Gran Maestro Benecio Álamos González, quien enfatizó su preocupación por la educación y propuso un plan de trabajo que estaría orientado a favorecer la instrucción pública. El plan de trabajo consistía: (…) “fundar escuelas laicas; colaborar en todas las sociedad que tengan por objeto dar instrucción gratuidad a los pobres; contribuir al incremento de todas las sociedades científicas, literarias i artísticas que existan dentro i fuera del país; ofrecer conferencias populares para la propaganda de los conocimientos útiles; colaborar con toda institución de beneficio público que no tenga fines egoístas o sectarios; dar a conocer i defender por la prensa las verdades ideas de la Francmasonería; trabajar por la introducción de los principios de libertad, igualdad i fraternidad i especialmente por la separación de la Iglesia i Estado; establecer el matrimonio civil, suprimir los fueros; independizar la Beneficencia i fomentar las obras de arte y; proteger i sostener a la víctimas de la intolerancia religiosa” (Sepúlveda, 1994, 253). Las palabras del Gran Maestro Álamos, fueron difundidas a lo largo del país y como también en las nacientes logias, tenían como propósito favorecer el desarrollo de los sectores populares, pues señalaba que miles de compatriotas vivían en plena oscuridad intelectual. Estas ideas de cambio social en torno a que “no podía haber justicia si no existiera la suficiente cultura en la masa social” (Sepúlveda, 1994), significaba formar ciudadanos responsables que contribuyeran con el progreso de la región, pero también estas iniciativas buscaba asegurar el debate por el problema educacional al interior de los talleres, como queda evidenciado en las siguientes palabras del Gran Maestro: (…) “los deberes de los masones entre sí, estableciendo un trato como el de los hermanos consanguíneos y la obligación de inscribirse en una de estas cuatro secciones, una vez que haya recibo el Tercer Grado de la Masonería. Finalmente, insinuó que cada logia nombre anualmente un representante especial cerca de cada Sección, los que conformaran el Directorio de la Comisión, eligiendo sus autoridades” (Sepúlveda, 1994, 253). El Gran Maestro hacía hincapié a los miembros de la masonería que era necesario participar activamente en alguna institución profana. En 1864 se funda en Santiago la logia Justicia y Libertad N° 5 y los miembros del taller no tardaron en crear un centro educativo con principios laicista. Este centro educativo se llamó Escuela Italia, el cual estuvo centrado en la instrucción de obreros y artesanos urbanos. En 1874 se fundaron las Escuelas Nocturnas de Artesanos y Benjamín Dávila Larraín, tenían como propósito instruir tanto a los obreros y artesanos como también a hijos de ello. Además, los preceptores efectuaban conferencias científicas, de higiene, buenas costumbres y económica domestica a los familiares de los artesanos. Se repartían folletos dando a conocer los alcances de la escuela y de las 66 conferencias. En 1875 se fundaron las Escuelas nocturnas Abraham Lincoln y Pedro Pablo Muñoz. La principal preocupación de la sociedad era la “instrucción de los hijos del pueblo, desarrollo moral, fraternal e intelectual” (Oviedo, 1937). La Iglesia católica a través de la prensa santiaguina desarrolló medios de opinión para dar a conocer los dogmas y fortalecer los principios educativos que impartía la iglesia hacia la ciudadanía. Además, fundó organizaciones y escuelas nocturnas. Por ejemplo fundó la Escuela de Tipógrafos en los talleres de San Vicente de Paul de Santiago, con ello trato de disminuir la asistencia a escuelas laicas y recuperar su dominio sobre la población. Ley de instrucción primaria obligatoria La Ley de Instrucción Primaria fue otra preocupación de la masonería. En 1896, cuando se empezó a discutir la necesidad que la ley fuera obligatoria. Armando Quezada Acharán, declaraba “(…) el ideal de la instrucción primaria obligatoria sólo puede realizarse por medio de la Ley, después de una propaganda decidida en el pueblo” (Revista masónica, 1978). Este argumento, buscaba que las autoridades de gobierno, las distintas organizaciones sociales y la ciudadanía apoyaran, para dar forma legal y constitucional a la idea de Instrucción Primaria Obligatoria, dirigida y orientada por el Estado. En 1900 Pedro Bannen presentó un proyecto de Ley al Parlamento, en el cual decía que era urgente regular la asistencia de los estudiantes y donde los padres, los tutores o los individuos que estén a cargo del cuidado personal de uno o más niños de seis a doce años de edad, estaban obligados a hacerlos asistir con regularidad a una de las escuelas públicas del Estado durante tres años a lo menos. La comisión de Instrucción Primaria del Senado informó el proyecto y luego fue discutido en la sala. El Ministro del Interior, Ramón Barros Luco, señaló que no se contradecía con lo que establecía el Código Civil, en el tema de la responsabilidad de los padres de dar educación a sus hijos. Pero, se sugería la edad de asistencia de 7 a 12 años y el tiempo de estudio de 3 a solo 2 años. Para 1902 esta propuesta se llevó al Congreso Nacional de Enseñanza Pública, en el cual se hace notar la preocupación por establecer en el país la obligatoriedad de la instrucción. En 1903 los conservadores rechazaron el proyecto argumentando que la educación era una obligación exclusiva de los padres y el Estado no debía obligar, ni quitar el derecho por la gracia divina concedido a los progenitores en las decisiones en torno a sus hijos. En 1909 los Diputados Varas y Oyarzún presentaron dos proyectos sobre la obligatoriedad de la educación en la Cámara de Diputados. Estos proyectos aseguraban; la calidad de vida y salud, es decir, asistencialidad de parte del Estado. En Agosto de 1910 el proyecto de Oyarzún pasó a la comisión de Instrucción sin ser considerado. En consecuencia, el proyecto de ley que había ocupado la atención de la Cámara por cerca de un año, pasó a engrosar los archivos del Congreso. 67 Las críticas de los Senadores conservadores Walker Martínez, Errázuriz Urmeneta, Matte Pérez y Blanco Viel fueron categóricas sobre la presencia de principios laicos en la Ley de Instrucción Primaria. Como se evidencia en las palabras del Senador Blanco sobre la Ley de Instrucción Primaria que considera ilógica, inexacta, injusta porque, (…) “el Estado trate de dominar sobre el derecho del padre de familia, de absorber por la sociedad civil la sociedad domestica (…) Hacer que el niño concurra a la escuela porque la sociedad cree que a va sacar provecho de ella, es sustituir el derecho del padre de familia por el derecho de la sociedad, es hacer del hijo de familia el hijo de la sociedad un esclavo, que no otra cosa importa el sistema en que para todo haya que contar con el permiso de la sociedad como pretenden lo sautores i sostenedores del proyecto en debate” ( Boletín de sesiones de la cámara de senadores, Sesión 12, ordinaria, 24 de junio de 1902, 181-182). El análisis efectuado por los conservadores sobre el Código Civil era determinante, hacían mención que la instrucción no debe ser del Estado, y si lo fuera sería en contra de la libertad de enseñanza que establecía la Constitución de 1833. Argumentan que la obligación estaba enfocada al sector pobre y no a los sectores pudientes. Esto significaba que los conservadores se excluían de los principios de esta ley y al respecto decían: (…) “esta lei es para una determinada clase de ciudadanos, o sea no para nosotros” […] es exclusivamente para el gañan, para el peón de ojota, para la clase más desvalida para las más digna de consideración, para la que menos importa al Estado” (Boletín de sesiones, 14 de julio 1902, 243). Esta era más que una lucha política entre laicos y religiosos, era una pugna ideológica por controlar la educación, como expresaba el Senador Blanco, “tras la instrucción obligatoria diviso la enseñanza laica; i con la enseñanza laica veo al pueblo sin religión i sin freno i esta perspectiva es lo que me aterra” (Boletín de sesiones, Sesión 40, ordinaria, 1902, 836). En 1917 con la publicación del libro El Problema Nacional de Darío Salas, permitió fortalecer el proyecto de la obligatoriedad educacional. Salas analizaba la realidad educacional primaria, establecía las bases para la reconstrucción de nuestro sistema educacional y terminaba con un proyecto de Ley sobre la reconstrucción de la Educación Primaria Nacional. Responsabilizaba de la ignorancia del pueblo a los políticos y gobernantes. Dario Salas decía que: (…) “un millón y seiscientos mil analfabetos mayores de seis años esta ignorancia en que vegeta al pueblo cuánta energía, cuanto talento, cuánta virtud en potencia inutilizamos. Se diría que los hospitales, los manicomios, los asilos y las cárceles son nuestra debilidad” (Salas, 2010, 8 y 32). En 1917 el Partido Radical por tercera vez presentó el proyecto de Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, bajo los principios expuestos por Darío Salas. En esta ocasión el proyecto de ley, entro en un intenso debate, participaron distintos sectores políticos, el magisterio y el presidente de la Asociación de Educación 68 Nacional. Se unieron organizaciones obreras, sectores políticos progresistas y miembros de la masonería, quienes realizaron aportes y reflexiones sobre la importancia de la obligatoriedad de la educación, que ayudaría al crecimiento y desarrollo de todos los sectores sociales relacionados con la significación del saber, del rol comunicativo o simbólico, bajo distintos significados culturales, donde cada persona construya su propio conocimiento libre y sin dogmatismo. En este sentido, el ingreso de la masonería en torno al debate sobre la ley que estaba en discusión, fue gracias a la iniciativa del Gran Maestro, quien dirigió una circular Nº 6360, de 8 de agosto de 1917, a todas las logias de la obediencia, dando a conocer la importancia y la necesidad de apoyar el proyecto de ley. Según la circular establecía que las logas y los triángulos tienen el deber de estudiar: (…) “los proyectos de la Cámara de Diputados e interesando enseguida a la opinión pública a que se pronuncie con energía por el que mejor consulte soluciones de progreso, dentro del respaldo debido a la conciencia individual y de la necesidad de orientar con criterio netamente científico y cultural nacional” (Sepúlveda, 1994, 129). Esta participación de las logias masonería, permite evidenciar las relaciones con el mundo profano (Ferrer, 2010). Además, aquí tuvo importancia la opinión pública, efectuada a través de las escuelas, los periódicos, y organizaciones gremiales para promover el acceso “al libro y al diario”. En 1917 el centro editorial La Tribuna difundió idearios sobre la importancia y transcendencia de la promulgación de la ley de instrucción primeria, exigiendo al Congreso su pronta aprobación (Bustos y Tejías, 1966: 27-28). En el campo gremial se estableció espacios de sociabilidad para discutir la importancia del preceptor, como el ciudadano más importante de la república, la escuela y la educación del niño/a. En 1918 la Federación de Profesores de Instrucción Primaria de Chile, público un manifiesto que solicitaba la colaboración de todos los sectores de la sociedad. El 24 del mismo mes, fue constituido el Comité Central Pro-Instrucción Primaria Obligatoria (Bustos y Tejías, 1966: 35). Estas acciones buscaban acercar a la sociedad civil al debate, “la colectividad infantil, con el proletariado y todas las clases sociales, estima que es su deber, el más sagrado en los momentos presentes, golpear a las puertas de toda las asociaciones de la República” (Bustos y Tejías, 1966: 30). El Venerable Maestro Aristóteles Berlendis de la logia Aurora de Italia Nº 24, acompañado de los masones y preceptores Héctor Puebla Avaria y Víctor Troncoso M, iniciaron una campaña primero en su logia y luego en la Orden para presionar la promulgación de la ley. En una reunión presidida por el Gran Maestro, donde concurrieron numerosos masones que pertenecían a las más variadas esferas de la actividad nacional: parlamentarios, políticos, profesores, entre otros. Los profesores Héctor Puebla y Víctor Troncoso, presentaron las razones por las cuales no se aprobaba la ley en el Senado y porque era necesario su promulgación, pero también el rol que debía cumplir la Orden en torno a promover y apoyar la ley. Esto 69 permitió dar a conocer los detalles del plan de acción relacionado con la campaña nacional orientada a movilizar la opinión pública en beneficio de la ley, en dos frentes: uno masónico y otro profano. El primero bajo los auspicios: (…) [desde] “la Gran Logia de Chile y encabezado por la Logia N°24, se haría un gran movimiento en las distintas logias del país, en favor de la inmediata dictación de la ley”. (Bustos y Tejías, 1966: 30). El segundo liderado por la Federación de profesores de Instrucción Primaria en cuya directiva habían varios masones: (…) “lanzaría un manifiesto a la ciudadanía, dando a conocer la realidad educacional y la urgencia de la aprobación de la Ley retenida en el Parlamento y al mismo tiempo invitaría a todas las fuerzas vivas de la nación a constituir un Comité Nacional Pro Dictación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria” (Bustos y Tejías, 1966: 30). Otra acción de la masonería fue efectuar en las distintas logias del país, charlas y conferencias con el propósito de dar a conocer el proyecto de ley. En la logia Montaña N°50, Santiago Labarga, se socializó los alcances del proyecto y preocupó por señalar las razones del retraso educativo del país. En la Logia Cóndor N°9 dirigida por Rosamel Gutiérrez, apoyaron con publicaciones efectuadas en La Tribuna y además con la publicación de artículos en diversas partes de país (Bustos y Tejías, 196: 30). Los miembros de la logia Franklin N°27 se preocuparon por favorecer charlas y conferencias educativas a los obreros y artesanos en torno a la problemática de la ley. Las Logias Justicia y Libertad N°5, Renovación N°8 y Fraternidad N°1, establecieron un planteamiento discursivo de integración social, bajo principios valóricos/culturales laicos. En la ciudad de Concepción la logia “Paz y Concordia” apoyo fervientemente el proyecto de Ley, divulgando folletos científicos, realizando conferencias científicas y charlas informativas. Estas acciones tenían como propósito unir a los organismos locales y regionales, para “luchar porque la ley de Instrucción Primaria Obligatoria fuera una realidad” (Bustos y Tejías, 1966: 63). Además, se formaron comités en distintas ciudades del país: Antofagasta, La Serena, Valparaíso, Rancagua, Talca, Chillán, Concepción Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt, donde se realizaban reuniones regulares y hacer llegar las conclusiones al Congreso para exigir la Aprobación del proyecto de Ley. En 1919 el Gran Maestro Luis Navarrete y López convocó a una tenida solemne cuyo objetivo era unificar el pensamiento y la acción de la masonería frente al problema educacional. Esta tenida estuvo integrada por parlamentarios, dirigentes políticos, altos funcionarios y profesores. Aristóteles Berlendis de la Logia N°24 relató lo acontecido en aquella reunión: (…) “Los ruegos han sido oídos por las demás Logias y por el Gran Maestro que ha incorporado esta santa causa como su preocupación primera […] Conozco los motivos por los cuales está detenida 70 esta Ley en el Senado de la República […] y debe ser aprobada […] he convocado a los Hermanos parlamentarios y dirigentes políticos para conocer sus opiniones al respecto, a fin que, unificados los pareceres, demos un último impulso para convertir en realidad una aspiración que ha tomado contorno nacionales y se ha hecho una imperiosa necesidad” (Bustos y Tejías, 1966, 38). El Diputado y preceptor Víctor Celis Maturana se refirió a los planteamientos de la tenida y los alcances de la propuesta: “Yo he oído con profundo interés la invitación que no ha hecho el Gran Maestro en el sentido de que depongamos nuestra actitud doctrinaria y dejemos pasar ley (…) considerándola como una necesidad nacional” (Bustos y Tejías, 1966, 38). Otra intervención la realizó el Senador Arturo Alessandri Palma, quien apoyo la solicitud del Gran Maestro “(…) no cabe otra cosa sino dejar pasar la Ley y yo, como parlamentario y masón, estoy dispuesto a seguir el mandato y la súplica que hemos oídos a nuestro Gran Maestro” (Bustos y Tejías, 1966, 41). Otra acción efectuada por la masonería fue a través del apoyo de los miembros que pertenecían a instituciones gremiales de profesores y las colectividades políticas. Los discursos de apoyo se efectuaron a través del periódico La Luz, órgano de tendencia masónica. Este periódico sirvió de tribuna al profesorado para hacer llegar a la opinión pública sus problemas y aspiraciones. En 1919 el Gran Maestro junto con el comité central y la Federación de Profesores realizaron un gran Comicio en el Teatro Municipal. En el hablaron los Diputados Rafael Torreblanca, Pedro Aguirre Cerda, Tomás Ramírez Frías y el Senador Armando Quezada A., todos en defensa de la obligatoriedad y laicidad de la enseñanza primaria. Los principales discursos fueron en torno a que los Parlamentarios han reconocido la participación de profesores para promover la promulgación de la ley. Además, las campañas a nivel nacional han sido un trabajo arduo de los docentes, destacando la importancia de la educación pública, laica y gratuita. La intervención del Senador Quezada, realzaba la figura del Estado Docente la necesidad de educar a los futuros ciudadanos, siendo una necesidad la promulgación de la ley. La presentación del proyecto de ley en el Congreso fue liderada por Arturo Alessandri. Los argumentos expuestos por Alessandri sobre la importancia del Estado docente y la promulgación de la ley, fue en los siguientes términos, “(…) el profesor laico sólo quiere ciudadanos conscientes, que tengan su alma inspirada, modelada en respetuosos sentimientos de tolerancia, que es bandera de parlamento para todos los cultos, para todas las religiones y para todas las conciencias” (Revista masónica de Chile, 1970: 10-12). Alessandri consideraba imperioso un “pueblo instruido” (Febres, 1970: 74). Esto permitiría disminuir el analfabetismo y promover el desarrollo y progreso de la nación. En la segunda parte de la intervención se preocupó por definir la importancia de la educación primaria obligatoria, la cual “(…) debe propender a abrir ampliamente los 71 horizontes de la inteligencia humana a la luz de la verdad; debe dar al individuo el conocimiento absoluto de ciertas verdades fundamentales que son necesarias para la vida” (Febres, 1970, 74). El objetivo central de la educación primaria obligatoria debía ayudar a formar al hombre como ser social, prepararlo y adaptarlo para que, como instrumento de la sociedad: “(…) pueda desempeñar conscientemente sus funciones, por consiguiente el individuo debe recibir los conocimientos necesarios para ser un ciudadano en la amplia y absoluta extensión de la palabra, para ser un miembro útil a la sociedad en donde vive. Debe también desarrollar ampliamente todas las facultades individuales, a fin de que el alumno resulte apto para la lucha por la vida o, en otros términos al hombre en un ser moral apto para el bien y factor económico eficiente” (Febres, 1970, 74). La educación debía estar al servicio del hombre como un medio de liberación, sin limitaciones y que permitiera formar ciudadanos. La defensa hacia el Estado Docente, significaba favorecer el humanismo, donde no cabían dogmas ni consignas, sino el desarrollo de las potencialidades centradas en la formación humana. En 1920 el Gran Maestro Luis Navarrete y López, envío misivas a las distintas logias del país con el objeto que los talleres ayudaran en las tareas asignadas y colaborar con el proyecto de ley. Los trabajos logiales se centraron en torno a la instrucción pública, en los cuales se discutieron sobre la enseñanza obligatoria, laica y gratuita. El 26 de agosto de 1920 fue publicada la ley N° 3.654, en la cual señalaba la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria en Chile. Esto significó que los padres y guardadores estaban obligados a educar por lo menos cuatro años a sus hijos/as en una escuela que impartía educación primaria. Esta sería gratuita y estará bajo la dirección del Estado y de las Municipalidades. Conclusiones La participación de la masonería en la educación fue posible gracias a las acciones concertadas de sus miembros al interior de las logias masónicas y las relaciones con el mundo profano. Esto fue posible a través fundación de instituciones educativas que permitieron educar a los sectores populares, promoviendo valores-culturales laicos con el propósito de promover el desarrollo y progreso. La Escuela Blas Cuevas, favoreció el desarrollo de espacios de sociabilidad y además evidencio los discursos de la iglesia católica por mantener una sociedad bajo principios tradicionales. Esta escuela fue apoyada y financiada por miembros de la masonería. Otra acción que evidencia el presente estudio es la fundación de Escuelas nocturnas de artesanos y obreros, en distintas partes del país, con el propósito de promover el desarrollo científico y humanista, se buscaba a través de los preceptores formar a los futuros ciudadanos de la república y promover principios secularizadores y laicista. 72 La promulgación de la ley de instrucción primaria obligatoria, permitió fortalecer el Estado docente, favorecer la educación de los niño/as en edad escolar. Esto fue posible por el liderazgo por los primeros ciudadanos de la república, es decir por los profesores y por la acción concertada desde las logias masónicas a lo largo del país. Sin lugar a dudas, este fue un gran logro, es un derecho de inclusión social para las sociedades democráticas. Nota: 1.- Quedo “presidida por Manuel Blanco Encalada; Manuel Gandarillas como primer Vigilante; Manuel Rengifo Cárdenas como Segundo Vigilante; Tomás Ovejero como Orador; Juan Francisco Zegers como Secretario; Ventura Blanco Encalada como Tesorero; y Miguel Arguelles como Experto” Conformaron el taller Vicente Tur, Francisco Doudther, Victoriano Garrido, José Manuel Gómez de Silva, Jorge Lyon, Carlos Renard, José Domingo de Otaegui y Mariano Álvarez. Lista de Referencias Boletines Boletín de sesiones de la cámara de senadores, Sesión 12, ordinaria, 24 de junio de 1902 Boletín de sesiones, 14 de julio 1902 Boletín de sesiones. Sesión 30, ordinaria, 29 de julio 1902. Boletín de sesiones. Sesión 40, ordinaria, 1902 Boletín de la Unión, 1 de mayo de 1876. Documentos Casanova, Mariano. (1873) La Religión y la Masonería, recopilación de los principales artículos publicados en los diarios, a consecuencia de una circular sobre la Escuela Atea del Sr. Gobernador Eclesiástico de Valparaíso. 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Este argumento pudiera justificar la permanencia de algunos maestros en la memoria histórica de las localidades donde ejercieron sus labores. Fueron hombres y mujeres que demostraron una gran vocación de servicio y con su manera de enseñar, haciendo uso apropiado de sus herramientas pedagógicas, estimulaban un efectivo aprendizaje en jóvenes y niños. Virtudes como estas acompañaron siempre a José Augusto De León durante el tiempo que ejerció el cargo de maestro, en particular, en El Pilar, Los Robles, Isla de Margarita, donde se le recuerda como un educador al que se le atribuían excelentes condiciones pedagógicas y poseedor de valores ciudadanos que le hicieron acreedor del afecto, el respeto y la admiración de los habitantes de la localidad. Al respecto, el maestro Trino Navarro Guerra (1980, Marzo 5), nativo de Los Robles y discípulo de José Augusto De León, en oportunidad de hacer referencia a las cualidades de este como educador expresa: “El maestro Cheogusto, como cariñosamente le decíamos, era poseedor de una cultura polifacética y de una vocación contagiosa para enseñar, en su trabajo fue muy responsable y puntual. Sus alumnos jamás perdían clases por su ausencia, salvo en caso de alguna enfermedad pasajera. Cuando ellos faltaban a clases, sacrificaba sus horas libres y algunos días de asueto, para entrevistarse con los padres o representantes, tratando de descubrir las causas de las inasistencias, para buscarle eficaz y oportuna solución. De esa manera, su palabra se hacía convincente e infiltraba 77 entusiasmo a los renuentes y lograba al fin, que se reintegrasen a sus clases. Una vez en el aula, el maestro era el sicólogo que daba trato especial a los diferentes caracteres, lo que contribuía a que nos sintiéramos alegres y satisfechos a su lado.” Un testimonio similar pone de manifiesto que sus condiciones de maestro de excepción, sus habilidades como músico y destrezas para el oficio de sastre, le permitieron estar en contacto permanente con la comunidad y le merecieron la más alta estima y consideración de la colectividad, según se infiere de lo expuesto por el maestro Luis Enrique Guerra Salcedo (1978, Noviembre 2) también discípulo de José Augusto De León y oriundo de Los Robles: “Y es que el maestro Cheogusto fue un “maestro completo”, al decir de la gente del pueblo. Efectivamente, muchísimas veces vimos solicitar sus servicios como sastre y como cantor de misas. Era asombrosa su habilidad para hacer en la pizarra cualquier dibujo que facilitara el aprendizaje del tema de estudio. Como añoramos estas habilidades del maestro. De sus manos de “escultor autodidacta”, vimos salir pequeños pero perfectos bustos de El Libertador, Humboldt y tantos otros. Y lo vimos también, más de una vez, orientar a los muchachos que ya cursaban el “bachillerato”, en el estudio del inglés y el latín.” A su llegada a Los Robles como Preceptor de la Escuela Federal de Varones, era notable la exclusión y deserción escolar, circunstancias que le permitieron poner en evidencia su gran vocación de maestro. Con mucha paciencia se dedico a visitar los hogares de los muchachos del pueblo para persuadir a los padres de la conveniencia de estimular la asistencia de sus hijos a la escuela. Otro discípulo, Nicanor Navarro Guerra (1978, Noviembre 2), Cronista del Estado Nueva Esparta, narra este hecho: “Aquellos duros días de mil novecientos treinta y cinco obligaban a la muchachada a emigrar durante toda la mañana hacia la playa de Porlamar, en busca del sustento doméstico. Ahí se ganaban la vida “tirándose al agua”. Esto era, nadar hasta donde fondeara el bote del vendedor de pescados por encargo de alguien que quisiera comprar la ración del día. Regresaban con el pescado requerido en una mara de alambre, por lo que se hacían acreedores a una propina en efectivo por parte del comprador, y a otra en especie por parte del dueño del bote. Volvían a la casa a las doce del día. Como no tenían ninguna otra actividad doméstica que realizar durante las horas de la tarde, algunos venían a la escuela. Esto significó que poquísimos muchachos de aquella época aprendieran las primeras letras. Dado que la escuela no estaba en verdad rindiendo lo que de ella se esperaba, corrió el rumor de ser clausurada. Pero la oportuna intervención del maestro José Augusto De León evitó tal hecho, pues, armado de voluntad y paciencia, de casa en casa fue conversando con los padres de familias, a objeto de convencerlos de enviar a sus hijos a la escuela. El trabajo surtió efectos a medias, pero el maestro se mantuvo en pie de lucha y logró encausar algunas voluntades, cuatro de las cuales alcanzaron metas universitarias.” 78 Las habilidades como ejecutante del piano, su afición a las artes en general, la poesía, el dibujo y la escultura, el ejercicio del periodismo a edad temprana y su experiencia en el oficio de sastre, lo definen como un maestro integral, que supo desarrollar prácticas metodológicas de trabajo grupal e individual innovadoras, generadoras de un clima de aula afectivo que promovía el trabajo de los alumnos y la ausencia de conflictos, favoreciendo el aprendizaje permanente y el rendimiento escolar, elementos que evidenciaron su indeclinable vocación docente. Se realiza entonces este trabajo con el interés de conocer la vigencia de la práctica pedagógica desarrollada por el maestro José Augusto De León, la trascendencia de sus aportes pedagógicos, particularmente originales y autóctonos, y su relación con elementos considerados de singular importancia en el tema de la calidad y la equidad en la educación venezolana y latinoamericana, objeto de especial atención en la actualidad. En correspondencia con el propósito del estudio en su contenido se abordan aspectos como el contexto histórico de la educación y el pensamiento pedagógico en Venezuela para la época de José Augusto De León; semblanzas de la formación y experiencias en el ejercicio docente de José Augusto De León; rasgos de su pensamiento pedagógico; y finalmente, un breve análisis de la vigencia y pertinencia de su práctica pedagógica. José Augusto De León en el contexto histórico de la educación y del pensamiento pedagógico en Venezuela Según información proporcionada por Navarro (1978, Noviembre 2) en una síntesis biográfica de José Augusto De León, este comienza oficialmente el magisterio en 1910 cuando se le encarga la dirección de una escuela nocturna creada por el Concejo Municipal del Distrito Mariño, sin embargo, había acumulado experiencia previa, desempeñándose como maestro de los primeros años en un colegio privado fundado por su hermano José Joaquín De León e impartiendo clases en su casa de habitación a cambio de modestos pagos. Su retiro como docente activo se produce el año de 1950. Puede decirse entonces que el magisterio de José Augusto De León transcurre oficialmente entre 1910 y 1950, período en el que se producen importantes cambios en el sistema educativo venezolano. Estos cambios definen etapas que marcan la historia de la educación y la evolución del pensamiento pedagógico en Venezuela. Ovalles (2003) citada por Rodríguez (2004) identifica tres (3) etapas en la evolución de la enseñanza de la lectura en Venezuela, una primera etapa a la que denomina la Escuela Nueva, ubicada entre los años 1936 y 1969. La segunda etapa, a la que denomina del Conductismo, se inicia en 1969 y culmina en 1990 y finalmente, la tercera etapa o del Constructivismo y Análisis del Texto que comienza en 1990 y se prolonga hasta nuestros días. 79 Si atendemos a esta división cronológica, podemos situar a De León en la etapa de la Escuela Nueva, un movimiento de renovación pedagógica desarrollado a partir de los últimos años del siglo XIX, fundamentado en algunas ideas sobre la educación y sus prácticas que emergieron en Europa y otros países del mundo contradiciendo a la educación tradicional (Narváez, 2006). Se ha convenido en aceptar como precursores de esta propuesta de renovación a Rousseau, Pestalozzi y Froebel quienes concibe la idea de valorar la autoformación del niño y su actividad espontánea para alcanzar el aprendizaje, en contraposición con la pedagogía fundamentada en la memorización, el didactismo y el autoritarismo del maestro. Sin embargo, se consideran a John Dewey en Estados Unidos, quien planteó la máxima de “aprender haciendo”, y a Jorge Kerschensteiner en Europa los padres de las bases filosóficas de la Nueva Escuela. Ovalles (2003), citada por Rodríguez (2006) señala que en Venezuela, en 1940 y en 1944, los principios de la Escuela Nueva sirvieron de fundamento a la reforma de los programas de estudio organizando los contenidos del programa alrededor de un mismo centro e idea y toman en cuenta los intereses del niño, como el conocimiento del medio natural y social, otras estrategias utilizadas con esta fundamentación fueron el método de los proyectos y el trabajo en equipos, aún vigentes en la actualidad. En el período de 1900 a 1945, etapa en la cual José Augusto De León ejerce su magisterio, ocurrieron algunos eventos que promovieron cambios significativos en el sistema educativo venezolano. En 1904 el Presidente Cipriano Castro restringe algunas ramas de la educación oficial. En 1908 asume el poder Juan Vicente Gómez y promueve el código 1912, dándole categoría profesional a la carrera del magisterio, otorgándoles a las personas que la ejercían en el momento, deberes y derechos como gremio de profesionales. En diciembre de 1935, al morir Juan Vicente Gómez, se encarga de la Presidencia de la República Eleazar López Contreras y se contratan especialistas del exterior para asesorar al gobierno en materia educativa. Para 1936 al Ministerio encargado de instrucción pública se le da el nombre de Ministerio de Educación Nacional y se crea el Instituto Pedagógico Nacional con carácter de Escuela Normal Superior. En 1940 se propone un proyecto de reforma de la Ley de Educación con el propósito de dar base legal a los avances pedagógicos que se habían producido en el país. En 1941 asume la Presidencia de la República Isaías Medina Angarita y promulga la Ley de Educación contemplada en el proyecto de reforma presentado el año anterior, contemplando objetivos como el de la formación moral de los ciudadanos, asegurar mayor integración de los planes de estudio y educar para formar hombres útiles a la sociedad. 80 Es importante resaltar la celebración de la 1a Convención Nacional del Magisterio el año 1936, promovida por maestros y maestras en ejercicio compenetrados con las ideas pedagógicas de la Escuela Nueva, con nuevo sentido de responsabilidad social frente a las instituciones del Estado y los problemas de las mayorías del país. Educadores que intuían a las escuelas como comunidades de vida y de trabajo, escuelas para la actividad libre y creadora del niño, escuelas concebidas como prolongaciones de la comunidad. La propuesta fundamental de la convención consistía en la elaboración de un plan que convirtiera a las escuelas en célula vital de ciudadanía, con un amplio sentido social, solidario y humano, escuela nueva, para la vida y por la vida (Luque, s.f.) La convención fue organizada por maestros y maestras dirigidos por Luis Beltrán Prieto Figueroa y Miguel Suniaga, ambos margariteños y maestros de escuelas oficiales. Suniaga y Prieto fundaron la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria en 1936 e iniciaron, a través de ese medio, una profunda divulgación de los principios pedagógicos de la Escuela Nueva, la libertad del niño, el naturalismo pedagógico, la autoactividad, la coeducación y el laicismo entre otros (Luque, s.f.). Dadas las características de estos eventos y la presencia de estos dos margariteños (Prieto y Suniaga) ejerciendo un liderazgo importante en los mismos, ha de suponerse que ejercieron una influencia importante en José Augusto De León, sobre todo en la última etapa de su magisterio en la población de Los Robles. Semblanzas de la formación y la experiencia docente de José Augusto De León. El nacimiento de José Augusto De León se produce en Porlamar el 3 de Noviembre de 1886, concebido en el matrimonio de José De Las Nieves De León, oriundo de la Isla de Curazao, con Severiana Fermín de De León, nativa de la localidad de San Juan Bautista en la Isla de Margarita. Recibió formación en distintas artes y oficios, destacándose fundamentalmente como maestro, pero ejerciendo paralelamente actividades de periodista, músico y sastre. Dejo constancia además de sus habilidades para hacer poesía, realizar esculturas y dibujar, como se ha referido anteriormente. Como responsable de su formación se señala a quien se dice fue su único maestro, el ilustre margariteño Antonio María Martínez. Su experiencia docente se inicia a la edad de 15 años, como se indicó previamente, impartiendo enseñanza privada junto a su hermano José Joaquín De León y en su propio hogar. Después de su experiencia en la docencia a nivel privado, en 1910, como se ha dicho, pasa a regentar una escuela nocturna en Porlamar y en 1923 se le designa Director de la Escuela Federal N° 21 también con sede en Porlamar. En esta misma ciudad, en 1932, es nombrado Director de la Escuela Estadal N° 28. 81 Para el año 1935 es trasladado a Los Robles como Preceptor de la Escuela Federal Unitaria de Varones N° 644, localidad en la que permanece ejerciendo el magisterio hasta 1950, año en el que se jubila como Maestro N° 1 encargado del cuarto grado de la Escuela Federal Graduada “Vito Cedeño”, creada, mediante resolución de la Junta Revolucionaria de fecha 9/10/1946, para concentrar en ella a una Escuela Mixta que dirigía la maestra Mercedes Moreno y las Escuelas Federales Unitarias 644 y 1.377 de varones y hembras respectivamente, esta última, bajo la dirección de la maestra Luisa Rosa de Velásquez. Las destrezas adquiridas en el uso de los idiomas guiado por Alejandrina Marcano, le permitieron asumir la responsabilidad de dirigir la cátedra de francés e inglés en el Colegio Federal de Niñas, creado en 1903 y dirigido por Doña Elvira de García Rojas. Practicó José Augusto De León el periodismo desde muy temprana edad, a partir de los 10 años, junto a José Joaquín De León, José Santos Rosario y Pedro Sotillo Aguirre asumió la responsabilidad de editar un periódico, el conocido ensayista, escritor y poeta Pedro Celestino Vásquez y Vásquez (1978, Noviembre 2) así lo reseña: “Pero fuera de su faz de educador abnegado, tiene otras no menos relevantes. Una de ellas es la de intelectual estudioso cuya iniciación la tuvo en labores periodísticas cuando apenas era un niño de diez años de edad, ocupando el cargo de administrador del vocero “La Pluma”, redactado por sus coterráneos José Santos Rosario Campos, José Joaquín De León (su hermano) y Pedro Sotillo Aguirre, el cual apareció en Porlamar en el mes de Marzo de 1896. Apasionado lector, de constante investigación, que por consiguiente aquilató un apreciable conjunto de valores culturales. Gustaba cotejar y sobrepasar lo leído, meditarlo y hacer sus observaciones y exégesis; y no obstante poseer correcta redacción y facilidad poética, escribió en muy contadas veces para el público”. A partir de ese momento inicia su actividad periodística y son recordados su serie de importantes escritos en el periódico “Zona Libre”, entre ellos, Matasiete, La Música, La Pintura, 17 de Diciembre, 4 de Mayo, El Panamericanismo, El Maestro, Ofrenda al 19 de Abril, El Árbol y El Maestro, El 19 de Diciembre, La Música, La Dignidad, las poesías Remembranzas y Realidad, y las célebres Disquisiciones Gramaticales, en las cuales sostiene una fuerte polémica sobre el uso de verbos reflexivos y pronominales con el pampatarense Ángel Noriega Pérez. La música le acompaño siempre en el ejercicio del magisterio, sus habilidades para ejecutar el piano, el órgano, la flauta y otros instrumentos musicales devienen de las lecciones de piano recibidas bajo la dirección de Francisco Javier Márquez, sin embargo, sus condiciones innatas para la música favorecieron su desempeño en este arte, condiciones que igualmente poseían sus hermanos José Joaquín, María Leonor, profesora de música y pianista, y José Emilio también músico. Sus 82 actividades como músico las describe Pedro Celestino Vásquez y Vásquez (1978, Noviembre 2): “Músico excelente, tocaba el piano y el órgano con gran maestría. Cuando aún en Porlamar no habían llegado las películas parlantes, el amenizaba las proyecciones de las cintas silentes en el “Porlamar Cine” de los hermanos Rosario Campo, ejecutando el piano que adrede existía en el local, piezas apropiadas con acompañamiento, a veces, de clarinete, violín o bandolín y cuatro. También fue durante muchos años el Maestro de Capilla de la Iglesia San Nicolás de Bari. Todos los domingos los fieles cumplidores de sus obligaciones religiosos se tropezaban con él, ya que era infaltable su asistencia para ejecutar en el armonio los acompañamientos musicales de la Misa Mayor o Cantada”. Su artículo dedicado a la música evidencia sus conocimientos sobre teoría y solfeo, además de su profunda convicción acerca de la importancia vital de la música para el ser humano. Algunos de los párrafos de dicho artículo dejan constancia de tal afirmación (De León, 1978, Noviembre 2): “Toda la vida es un canto, una música perenne, casi no hay instantes en que no se perciba aún que sea desapacible, monótona y molesta……es necesario no solo leer la música sino también escribirla. Existen sonidos que se diferencian en una coma y para apreciarlos es preciso un oído muy sutil……Al comienzo de todo pentagrama (en la música o canto gregoriano acostumbran el tetragrama) ha de escribirse la armadura, si la hay, para evitar confusiones durante la ejecución de la pieza musical, tal como lo recomienda Danhauser en su teoría”. En el mismo artículo, relaciona a la música con el rigor de la matemática como ciencia: “También se requiere el conocimiento de los tonos, cuyas gamas o sucesión de sonidos están sujetas a un orden matemático y preciso porque de lo contrario serían inadmisibles los intervalos. En estas observaciones muchos copistas no se fijan debido a la falta de estudio.” Como obra musical dejo para la posteridad la letra y la música del himno al maestro neoespartano, como una forma de rendir homenaje a los maestros que asumen con vocación de servicio, dignidad y responsabilidad la noble tarea de formar a jóvenes y niños. Dos de las estrofas del himno revelan su respeto a la profesión de maestro (De León, 1945, Enero 15): “El maestro sabe que el talento lo agiganta / Más, se inclina ante el creador que lo formado / Y alegre, con ardor, entusiasmado / A los niños, con su genio, los encanta / Son escudos fuertes de la humanidad /Que merecen estar siempre la memoria / ¡Oh ductores! Llevareis la alta gloria /De impartir la educación y la verdad. José Augusto De León se hizo sastre desde muy joven de la mano de su padre, ejerció el oficio en las horas libres de su compromiso con el magisterio en los planteles de educación primaria municipal o estatal. El espacio disponible para hacerlo era un taller que para tal fin improvisaba en su propia casa o en la misma escuela. Navarro N. (1978, Noviembre 2) narra como percibían sus discípulos esta actividad del maestro: “Esta tarea la realizaba el maestro José Augusto en horas 83 nocturnas, a la luz de una lámpara de carburo. Muchas veces, cuando llegábamos a la escuela en la mañana, sobre aquel largo y ancho mesón que servía de asiento a nuestras planas, encontrábamos a su enorme tijera, con la boca abierta como caimán en reposo; su cinta métrica, pálida y deshilachada, su escuadra, fracturada y manoseada; y unos pedacitos de tiza de diferentes colores que, después de rastrearlos por todas partes, aparecían en el bolsillo andariego de uno de nosotros”. Como muestra de su afición a la poesía dejó en el recuerdo una remembranza de las fiestas que se celebran en el Cerro de la Ermita de Los Robles como ofrenda a la Cruz de Mayo, dos estrofas describen las vivencias del pueblo en estas festividades (De León, 1943, Junio 20): “Encamínense al Cerro de la Ermita / Las muy bellas pilarenses, salto a salto / Y al llegar, muy contentas, dicen ¡alto! / Al lugar santo que en cada fiesta se dan cita / El camino marca el sitio del calvario / Que nos muestra el camino de la vida / Sintiendo en cada paso una herida / Cuyo ardor nos mitiga el rosario” Rasgos de la pedagogía de José Augusto de León En la trayectoria vital de José Augusto De León puede notarse la gran importancia que concedió a la práctica de las buenas costumbres y a la moral de los ciudadanos, en especial al maestro lo concibió como un ciudadano honesto y de noble proceder, para garantizar que este pudiera inculcar valores en sus alumnos, construir una relación afectuosa con ellos, con el propósito de crear las condiciones necesarias para facilitar la enseñanza y el aprendizaje. Así se percibe en un artículo dedicado al maestro en la celebración de su día (De León, 1943, Enero 15): “El maestro que no está bien orientado; que ha alimentado su espíritu de patrañas y falsas ideas; que ha recorrido los senderos enmarañados del error y la corrupción; que se ha embebido en los falaces sofismas de autores abortos del infierno, no puede ser un buen profesor ya que su alma desgraciadamente corrompida solo puede producir frutos amargos; no podría sufrir pacientemente la torpeza del niño; no podría estudiar detenidamente su estado psicológico (del niño); no podría levantar el espíritu decaído del niño por el apocamiento producido por la incomprensión, y no podría, finalmente, infiltrarle el espíritu constructivo de afectos que sirve de enlace entre ambos.” Más evidencias se pueden observar en el contenido de una conferencia ofrecida para comparar la labor sacrificada del maestro con la existencia de un árbol, este, dice, al igual que el maestro sacrifican su vida; uno en sentido material (el árbol) y el otro (el maestro) en sentido espiritual (De León, 1944, Mayo, 28): “El maestro cansado ya de tanta lucha titánica y recogiendo sinsabores por doquiera cae como un gladiador romano y su recuerdo perdurará para aquellos que han podido apreciar su labor enaltecedora, lo proclamarán como un modelo ejemplar de virtudes cívicas que debe o que es muy digno de imitarse en todo tiempo como benefactor de la humanidad”. 84 En De León (1943, Enero 15) muestra sus apreciaciones sobre el ideal de maestro en clara alusión a la admiración que prodigó a Sócrates, Platón y Aristóteles en sus oficios de instructores en la Grecia antigua: “El problema educativo se remonta a las épocas más antiguas de nuestro planeta en que fulguraron, como estrellas de primera magnitud, varones insignes, conspicuos instructores como Sócrates, Platón y el sin rival Aristóteles que discurría a pasos lentos entre sus queridos discípulos como para que se compenetraran mejor de su filosofía”. Puede apreciarse en estos escritos su firme convicción acerca de las virtudes y valores que debe poseer el maestro para cumplir con su generosa misión y hacerse digno de ser imitado como ciudadano, es decir educar con valores para transmitir valores. Se pueden advertir algunas coincidencias entre esta concepción del maestro que tenía José Augusto De León y el pensamiento pedagógico de Rousseau. Recomienda Rousseau que la educación primaria debe proteger al niño del vicio y del error, indicando que las virtudes se aprenden en la infancia, pues antes de los doce años el niño no recibe ideas sino imágenes, donde imaginar se relaciona con ver y concebir se relaciona con la capacidad de comparar u opinar. Hace énfasis sobre el cuidado que debe observar el maestro acerca de la trascendencia de su función educadora, pues su labor es delicada si se entiende que está siendo observado y juzgado por el discípulo. Los niños son capaces de leer en el espíritu de los maestros y descubrir sus debilidades si estos no son capaces de poner en evidencia sus cualidades y capacidades (Arrieta, 2002). Las apreciaciones de quienes se han ocupado de mostrarnos las condiciones de maestro y ciudadano ejemplar de José Augusto De León, revelan rasgos de su práctica pedagógica que guardan algunas coincidencias con los principios pedagógicos de la Escuela Nueva, entre ellas las descritas por Pedro Celestino Vásquez y Vásquez, Luis Enrique Guerra Salcedo y Nicanor Navarro, estos últimos, dos de sus discípulos. Pedro Celestino Vásquez (1978, Noviembre 2), lo percibió en una dimensión que puede decirse estimulaba el funcionamiento de la escuela como una prolongación del hogar, de la comunidad, tal como se lo plantearon los maestros en la celebración de la 1a Convención Nacional del Magisterio, y defensores de la Escuela Nueva como Luis Beltrán Prieto Figueroa y Miguel Suniaga: “Con su sutil y agradable manera de enseñar y la afabilidad de su trato, se granjeaba la simpatía de los alumnos y de sus representantes….se satisfacía no solo con dar el pan de la enseñanza, sino que ponía entero empeño en lograr el éxito de sus tareas altruistas. Su meta esencial era formar hombres útiles, y en esa siembra tuvo abundante cosecha”. 85 Nicanor Navarro (1978, Noviembre 2), al narrar una experiencia, muestra la solidaridad del maestro con los niños, y su disposición para establecer relaciones de apoyo mutuo con los padres, en busca de disminuir las dificultades para cumplir su tarea. “Para los exámenes finales debía el maestro confeccionar el pantaloncito que cada uno de nosotros debíamos vestir. Con algunos días de anticipación en el mismo cuaderno de ejercicios, con su puño y letra, remitía el recado a casa. Los días siguientes cada uno traía el corte de tela. Quienes no tenían como adquirirlo, con un viejo paltó o un pantalón olvidado, llegabanse a la escuela. Empatando aquí y allá les trazaba sus pantaloncitos. El día del examen todos llegábamos oliendo a ropa nueva”. Una reciente crónica de Nicanor Navarro (2009, Febrero 1) sugiere que el maestro José Augusto, tal como lo plantea Rousseau, entendió la trascendencia de su función docente, y la calidad de su práctica pedagógica le permitió sembrar en sus discípulos la imagen de un maestro de excelentes cualidades y capacidades. “Con su parsimonia característica, aquella mañana del mes de julio de 1948, se plantó el maestro José Augusto De León frente al pizarrón de nuestro salón de clases. En bella y legible caligrafía escribió ‘Yo aré lo que pude’. La misma significaba la despedida de la promoción de cuarto grado 1947-1948 de la Escuela Federal Graduada ‘Vito Modesto Cedeño’, de Los Robles. A cada uno de nosotros nos fue inquiriendo acerca de la connotación de dicha oración….Todos respondimos que la misma estaba ortográficamente mal escrita porque ese “aré” debía ser con h. Muerto de la risa, al final del interrogatorio, nos explicó que no se trataba del futuro de “hacer” sino del pasado del verbo “arar” . Y luego se dio a entretenernos con su discurso de despedida, en el cual, muy claro nos dejó dicho, que toda circunstancia en la simulación de la lucha por la vida, está sujeta a ese pasado del verbo arar, conforme a las limitaciones tanto intelectuales como físicas del ser humano, porque nada es perfecto en la vida…” Luis Enrique Guerra (1978, Noviembre 2) proporciona elementos para afianzar las características que definían al maestro José Augusto como un docente con los méritos más que suficientes para cumplir tan delicada labor y con claridad de propósitos, formar ciudadanos con un amplio sentido social, solidarios y humanos, para la vida y por la vida, en evidente correspondencia con los postulados pedagógicos de la Escuela Nueva. “….sin embargo sabemos que no fue el Maestro un “especialista en educación”, no se licenció en la llamada “ciencia de la educación”. Su mérito no esta en su “curriculum vitae”, esa especie de patente de corso con la que se pretende determinar la capacidad de todos los profesionales. No, el mérito del Maestro radica para nosotros y para el pueblo que desea ver reconocidas sus dotes profesionales, en su gran vocación, en su sincera preocupación por forjar en la mente de la juventud, la responsabilidad en el trabajo (y el estudio era para él, un trabajo serio que reclamaba todo nuestro empeño) y el recto proceder con los demás. ¿No es esto lo que realmente importa en el desarrollo de los pueblos?” 86 Para aproximarnos aún mas a las ideas pedagógicas que orientaban al maestro José Augusto de León, describiremos las prácticas pedagógicas que utilizó para abordar el estudio de dos temas específicos, el primero, referido al área de matemática, la enseñanza de los nueve primeros números; y el segundo, correspondiente al área de geografía, las hoyas hidrográficas. En el plan de clases manuscrito (Anexo 1), elaborado por el maestro para la enseñanza de los nueve primeros números, se puede observar, el nombre del maestro, el tema, el número de escolares (no especificado), el grado (no especificado) y la duración aproximada de la clase (no especificada). Se observa además, información detallada sobre el aspecto más relevante del desarrollo de la clase, la didáctica. Se precisa entre otros materiales la referencia bibliográfica empleada (Didáctica General de Clotilde Guillén de R.) y un test de comprobación, la motivación de la clase y el procedimiento didáctico empleado. Sobre este último aspecto, es importante señalar que se contempla el desarrollo de un juego entre los niños, con reglas señaladas por el maestro, para facilitar el aprendizaje, en correspondencia con la preponderancia que la teoría pedagógica roussoniana concede a la presencia de lo lúdico en la enseñanza primaria. Las técnicas de juego acompañan al aprendizaje de manera más eficiente en cualquier disciplina, ya que las emociones actúan favorablemente sobre la aptitud infantil en su crecimiento intelectual (Arrieta, 2002). En el otro plan de clases (Anexo 2), diseñado para abordar el tema de las hoyas hidrográficas en el área de geografía, se indica que la información científica se obtiene de la Geografía de Venezuela del Hermano Nectario María, y en la información pedagógica, puede notarse que el maestro aprovecha como elemento motivador de la clase, el gran malestar que ha ocasionado en el pueblo la prolongada falta de lluvias y los problemas en la agricultura por la sequía. Además de ser utilizado como motivación, el problema de la sequía era de interés para los discípulos, debido a que sus hogares se veían afectados por la presencia de la misma, es decir, el maestro tuvo clara intención de vincular las actividades de la escuela con la realidad de las comunidades en donde residen los alumnos. Elemento que pudiera ser identificado como influencia de la estrategia pedagógica denominada Centros de Interés de Declory, la cual consiste en organizar los programas alrededor de un mismo centro e idea, tomando en consideración los intereses y necesidades del niño, así como, por ejemplo, el conocimiento del medio natural y social (Rodríguez 2004). Indicios estos de que José Augusto de León se vinculó a la pedagogía de la Escuela Nueva. Adicionalmente, sus prácticas pedagógicas estimulan la intervención de los estudiantes en su propia educación, y se perciben como acciones en donde el maestro asume la función de orientador y guía inteligente que condiciona la experiencia y promueve democráticamente la factibilidad de la autodirección de los espíritus infantiles (Narváez, 2006). 87 Vigencia y pertinencia de las prácticas pedagógicas de José Augusto De León Habiendo identificado rasgos de las ideas pedagógicas que orientaron las prácticas pedagógicas de José Augusto De León, podemos entonces ubicarlo en el contexto filosófico de la Escuela Nueva. En consecuencia, la vigencia de su pedagogía estará asociada a las posibilidades de la Escuela Nueva como propuesta pedagógica. Al respecto, Ovalles (2003) citada por Rodríguez (2004) manifiesta que en un contraste de lo viejo con lo nuevo, se ha podido constatar que la pedagogía contemporánea germinó en los principios de la Escuela Nueva, y que muchas de sus semillas, esperan aún por germinar en el medio educativo venezolano, preservando su vigencia en el tiempo. Ejemplo de ello lo constituye el método de los proyectos y del trabajo por equipos, sobre el cual se apoyan los llamados proyectos pedagógicos de aula, de plantel y comunitarios, que son vistos actualmente en Venezuela como estrategias pedagógicas novedosas en Venezuela y son considerados de vital importancia en la propuesta educativa del gobierno nacional. De la misma manera, Narváez (2006), advierte sobre la necesidad de recomponer los vínculos entre el pasado y el presente del campo educativo, y de reivindica al movimiento renovador de la Escuela Nueva como un referente histórico fundamental, de muchas de las propuestas pedagógicas actualmente consideradas novedosas en gran parte del mundo. Reivindicación plenamente justificada, si se utiliza como una nueva perspectiva para acercarse a la problemática educativa, y sea entendida como un conjunto de principios en los que se fundamentaron fuertes cuestionamientos a la enseñanza tradicional, a partir de una nueva valoración de la infancia y promover la puesta en sintonía a las funciones de la escuela con las emergentes exigencias de la sociedad. Finalmente, Luque (s.f.) menciona la celebración del Primer Seminario Binacional “Escuela Nueva en Argentina y Brasil. Estado del arte y perspectiva de la investigación” como una clara evidencia de la vigencia de la Escuela Nueva, y advierte que no se trata de mirar el pasado con añoranza, sino que al seminario binacional pueden añadirse una cantidad nada despreciable de publicaciones, eventos e instituciones que se identifican con la Escuela Nueva. Señala asimismo, que los principios de la pedagogía de la Escuela Nueva se encuentran en correspondencia con los objetivos de unificación nacional, integración social, soberanía económica, justicia e inclusión social. En cuanto a la pertinencia de las prácticas pedagógicas de José Augusto De León, puede decirse que la reivindicación de las ideas pedagógicas de la Escuela Nueva para abordar la problemática educativa en la actualidad, demanda la presencia de maestros de su calidad académica, pedagógica y ciudadana. Cualquier intento por 88 aplicar tales principios pedagógicos, pasa por garantizar que los maestros estén en capacidad de conducir el proceso educativo utilizando prácticas pedagógicas convenientes a esa propuesta. Conclusiones Las prácticas pedagógicas de José Augusto De León han permitido observar e identificar rasgos de las ideas pedagógicas en las que posiblemente se fundamentaron sus actuaciones como maestro de escuelas primarias. Sin duda el contexto histórico de su época, y la dinámica social de la Isla de Margarita para ese momento, impactaron significativamente su formación y le permitieron desarrollar una experiencia docente que se tradujo en su trascendencia y permanencia en el recuerdo de sus discípulos y del pueblo en general, lo cual se evidenció en los esfuerzos que realizaron para honrar su memoria identificando con su nombre a la institución educativa más importante de la localidad. Situado en el pensamiento pedagógico de la Escuela Nueva puede decirse que su práctica pedagógica es pertinente y sigue vigente por cuanto esta corriente pedagógica se reivindica como una nueva perspectiva para enfrentar los retos que impone la problemática educativa de la actualidad. Desde la perspectiva de la calidad de la educación, puede observarse en el desempeño docente de José Augusto De León indicios de las condiciones ideales para acompañar un proceso educativo de calidad. En sus planes de clase se evidencia su capacidad para planificar apropiadamente el proceso enseñanza y aprendizaje, un buen dominio de los contenidos que impartió y habilidades para lograr una motivación adecuada. Complementariamente, el alto grado de conciencia acerca del encargo social del maestro y de la escuela, así como su inteligencia para comunicarse y lograr una motivación apropiada en sus clases, le hicieron acreedor de capacidad pedagógica suficiente para educar con pertinencia social principio pedagógico del activismo en la Escuela Nueva que estimula el precepto de la cooperación, presente en las ideas pedagógicas de Celestine Freinet, María Montesori, Ovide Declory y en el cognitivismo de Lev Vigotsky. Los testimonios de sus discípulos y el ejercicio hermenéutico que se puede hacer de sus escritos, lo describen como un docente con excelente vocación de servicio; y su puntualidad y asistencia a clases fueron demostración de responsabilidad laboral. Además, la preocupación, el conocimiento y comprensión de los problemas de sus alumnos, así como su disposición para aceptar la diversidad de opinión y de sentimientos de éstos, respetando sus diferencias individuales y familiares, son muestras de la dimensión ética de su justa actuación ante algunos condicionantes de la inequidad en educación. 89 Referencias Arrieta, J. (s.f.). Propuesta desde un encuentro de ideas pedagógicas: Rousseau y Freire. [Documento en Línea]. Disponible en http://www.accessmylibrary.com/coms2/summary_02862337620_ITM. [Consulta: Marzo, 2009]. De León, J. A. La Música. (1978, Noviembre 2). Suplemento El Sol Cultural. Diario Sol de Margarita, p. 8. De León, J. A. El Maestro. (1943, Enero 15). Zona Libre. De León, J. A. Remembranzas. (1943, Junio 20). Zona Libre Guerra S., L. Honrar, Honra. (1978, Noviembre 2). Suplemento El Sol Cultural. Diario Sol de Margarita, p.6 Luque, G. (s.f.). La Escuela Nueva. Una Pedagogía para la Unidad Nacional, La Democracia y la Integración Latinoamericana. Biblioteca Luis Beltrán Prieto Figueroa. Asamblea Nacional. Narváez, E. (2006). Una Mirada a la Escuela Nueva. Educere. Artículos Arbitrados. OctubreDiciembre 2006, Año 11, N° 35. ISSN: 1316 – 4910, pp. 629-636. Navarro G., N. Presencia en Los Robles. (1978, Noviembre 2). Suplemento El Sol Cultural. Diario Sol de Margarita. Navarro G., N. Síntesis Biográfica. (1978, Noviembre 2). Suplemento El Sol Cultural. Diario Sol de Margarita. Navarro G., N. Maestro y Sastre. (1978, Noviembre 2). Suplemento El Sol Cultural. Diario Sol de Margarita Navarro G., T. José Augusto De León. El Maestro de la Enseñanza Redentora, Documento Inédito (1980, Marzo 5). Ovalles, J. F. (2003). La enseñanza de la lectura en Venezuela: De la Escuela Nueva al Constructivismo y Análisis del Texto. Caracas: ediciones del Vicerrectorado de Investigación y Postgrado (UPEL). Rodríguez, Luisa I. (2004). El pensamiento pedagógico de Josefina Falcón De Ovalles a través de su obra la enseñanza de la lectura en Venezuela: de la escuela nueva al constructivismo y análisis del texto. Investigación y Postgrado, abr. 2004, vol.19, no.1, p.171-180. ISSN 1316-0087. Vásquez P. C. José Augusto De León. (1978, Noviembre 2).Suplemento El Sol Cultural. Diario Sol de Margarita, p. 3. 90 91 92 93 94 OBSERVACIÓN HISTÓRICA EN TORNO AL CURRÍCULO DE LA EDUCACIÓN VENEZOLANA Jesús Alfredo Maita Preámbulo Las formas y orientaciones que ha tenido el currículo de la escuela venezolana tradicionalmente han respondido a las que han llevado consigo las propuestas curriculares de Europa y Estados Unidos, referencias que han modelado las prácticas educativas en el país. Un breve recorrido histórico plantea que fue la educación religiosa y militar española la que sirvió de modelo durante la Colonia y a los primeros años de la República, llegada la independencia. Posteriormente, con Lancaster y su propuesta francesa, Simón Bolívar intenta dar un giro. Asimismo, la doctrina pedagógica de Simón Rodríguez se proyecta desde una visión americanista, formadora de ciudadanos e incluyente a tono con las exigencias de las nuevas Naciones que iniciaban su vida política. Posteriormente, a fines del siglo XIX, por su afinidad con la cultura francesa, Antonio Guzmán Blanco, se erige como el propulsor de la educación laica y promueve un nuevo interés del Estado hacia la educación. Con Juan Vicente Gómez se experimenta un tímido giro hacia las formas estadounidense, que se mantienen a lo largo del siglo XX, para en la última década del mismo encontrar que nuevamente es España la que orienta curricularmente a la educación venezolana con la propuesta del Currículo Básico Nacional que se comienza a instrumentar en 1996. Sin embargo, es a partir de 1980, con la Ley Orgánica de Educación, que aparece en Venezuela la discusión curricular como aspecto científico de la pedagogía en las obras de estudiosos como Bayley (1976), Meza (1980), Gurfinkel (1982), Bravo (1986, 1988, 1989), Villarroel (1990), Vílchez (1990), Rodríguez (1990), cuyas líneas se centran en el currículo como análisis y diseño instruccional hasta su concepción como proyecto. Asimismo, en los últimos tiempos esta discusión ha rebasado el límite de lo académico y se convierte en tema de debate de los ciudadanos con o sin formación pertinente. Inicialmente la influencia más notable fue la teoría curricular 95 anglosajona en las obras de Taba, Tayler, Bloom y el denominado Plan Séller; y una segunda vertiente que se materializó a mediados de la década de los noventa proveniente de España en los trabajos de Gimeno Sacristán, Jorjo Torres, Ángel Díaz Barriga, Pérez Gómez. Actualmente la temática curricular se desarrolla ampliamente en el país, donde las universidades, los institutos de educación y los sistemas de enseñanza tienen departamentos, planes y programas, equipos de personal, que permanentemente están monitoreando sus procesos educativos basados en los aspectos curriculares, además de ser un prolífico campo de investigación para científicos sociales y pedagogos investigadores (Fernández, 2004). Hay que señalar que todos ellos están orientados según la ideología y los intereses de los actores que han sobrellevado las políticas del Estado venezolano, pues, éste es “inicialmente, el trasplante de un modo de organización de la vida cultural de occidente que se desarrolla a lo largo de nuestra existencia colonial y que se extiende con diversos matices a todo lo largo de nuestra existencia republicana” (Uzcátegui, 2008, p. 7). Una apretada referencia sobre lo histórico curricular venezolano En este sentido, los intereses de la Corona Española por mantener el orden establecido en sus colonias; la adecuación, búsquedas de institucionalidad de la República a lo largo del siglo IX y los intereses que se generaron a partir de la explotación petrolera y el surgimiento a lo largo de dos siglos de clases sociales terratenientes y comerciales, al tiempo que la inestabilidad institucional, producidas en un marco de exclusión social y abandono, marcaron las pautas para el desarrollo de currículos que sólo se implantaban para sostener ese orden de cosas. Pascual Mora (1994) ha realizado un esfuerzo de investigación que le ha permitido reconstruir la historia del currículo de la escuela venezolana, la cual ha dividido en siete etapas. En el marco de la época que va desde 1821 hasta 1908, es decir, el inicio de vida republicana, una vez finalizada la guerra independentista y el largo y accidentado establecimiento de la nueva institucionalidad del reciente Estado, la idea de enseñanza común para la formación de ciudadanos es lo que define la intención de los aspectos educativos, que se orienta, por un lado, en la responsabilidad de los Municipios por auspiciar la educación y por otro, el del Ejecutivo en desarrollar las corporaciones científicas y las universidades. La organización curricular estaba contenida en la constitución de las universidades, y para 1843 en el Código de Instrucción Pública, cuya organización se centraba en cátedras y facultades, donde en las primeras se caracterizaban por la transferencia 96 de orden disciplinar, es decir, la enseñanza estaba centrada en la cultura acumulada en la disciplina, que promovía la alta capacidad de memorización y erudición “libresca”. En el caso de la instrucción pública, que era la más generalizada, el criterio de alcance era el de leer, escribir y contar. Los diversos decretos municipales diferían entre si y generaban las condiciones para que los colegios administrasen currículos específicos en sus espacios, es decir, no existía una política de homogeneidad ni planificación nacional, lo que implicaba que estos incluyeran cátedras y contenidos según sus recursos, necesidades y áreas de influencias sociales y culturales, como en los casos de la educación teológica y eclesiástica, filosóficas, políticas, militares e idiomáticas. Por ello José Bracho, Ministro y Secretario de Interior y Justicia, en 1836, al referirse a la organización de los colegios, manifiesta (en Fernández, 1981, p. 59): “Parece necesario que los establecimientos de la enseñanza nacional correspondan con su nombre; que todo sea nacional en ellos, que estén separados de los seminarios, que tengan sus estatutos propios y convenientes, que se haga un verdadero deslinde de la enseñanza, que se separe de la jurisprudencia canónica lo que no corresponda a ella, sino a la teología, que se establezcan clases donde el venezolano pueda estudiar las ciencias naturales tan necesarias para el adelantamiento de la agricultura, de las artes y del comercio”. En la preocupación del Ministro Bracho se reconoce la fuerte influencia que tiene la Iglesia y la teología en la vida educativa de los colegios, con una alta tendencia a estar sometida a sus preceptos y a sus campos de aplicación, obviando el interés por la ciencia y por los aspectos del nacionalismo en el que debía formarse el nuevo republicano, así como en su necesidad para las artes, la agricultura y el comercio. Desde este punto de vista, ese currículo disperso servía a la escuela eclesiástica más que a la naciente escuela republicana. Sin embargo, esta preocupación se amplía al plantearse la enseñanza para la industria, el desarrollo del comercio, el trabajo y la agricultura durante la década de 1840, aunque en la práctica los colegio continuaron con su orientación teológica y filosófica en vista de que éstas eran las disciplinas que se profundizaban en las universidades (Uzcátegui, 2008), lo que demuestra un condicionamiento y el establecimiento de un orden de cosas en cuanto a los requerimientos curriculares, de espaldas a los requerimientos del Estado nacional y a las tímidas propuestas educativas para entonces. A la llegada de la era petrolera, que convierte al país en un productor de hidrocarburos a la par del abandono del campo y el inicio de la economía monoproductora, también se genera una reforma pedagógica y técnico administrativa de la enseñanza que se concreta en los denominados programas oficiales de enseñanza, aspecto trascendente en el trayecto curricular venezolano en el que “la legislación se ocupa de los asuntos generales de regulación del proceso educativo y los programas de enseñanza en normar las prácticas de enseñanza” 97 (Uzcátegui, 2008, p. 10), acabando hacia 1912, en parte, con la dispersión curricular de los colegios nacionales, a la vez que se constituían en la construcción de un curriculum nacional que definiría los contenidos y orientarían la actuación de los docentes y sus estrategias, regulando los servicios educativos de centros públicos y privados en materia educativa. Esta reforma educativa emprendida por el Ministerio de Instrucción Pública es de orientación positivista y se centra en la implantación definitiva de las escuelas graduadas como una forma de superar el modelo de escuela unitaria generalizada durante el siglo XIX en Venezuela. Asimismo, se busca concretar una orientación teórica en cuanto a la finalidad de la educación, con el propósito de establecer la acción docente y los objetivos de la enseñanza cuya intención es superar los aspectos filosóficos establecidos en las prerrogativas legales vigentes, traduciéndose en metas concretas de enseñanza a través de los programas. Esto conlleva a la organización de la enseñanza, que plantea como contexto psicológico el reconocimiento del proceso evolutivo de la persona, en cuanto a la gradación de los contenidos escolares y su correspondencia con el desarrollo vital del estudiante, es decir, aplicando la prerrogativa de que los aprendizaje deben lograrse de forma oportuna y eficiente. Con la aplicación de estos programas se aspira dar eficiencia a la actividad escolar, disminuir la improvisación docente, organizar y disponer la rutina escolar y dar direccionalidad a los contenidos que han de integrarse al espacio escolar de acuerdo con cada etapa del sistema, incorporando los principios pedagógicos que para la época se consideraban: la enseñanza graduada, organizada de forma concéntrica, mediante métodos que muestren al estudiante las nociones simples hacia las más complejas (Consejo Técnico de Educación, 1954), que permitiera la dosificación del conocimiento, su relación con otros y en su complejidad, que iría desarrollando las capacidades mentales desde las más elementales hasta las más profundas de acuerdo con el nivel de comprensión del individuo. Tales programas tenían un carácter provisional, incluían instrucciones para los docentes en los textos así como la difusión de pautas sobre su aplicabilidad, y en su implementación contaron con ciertas reformas en la segunda y tercera década del siglo XX. Para 1930 estos programas se extienden a la escuela del campo venezolano y es el inicio curricular de lo que se denomina educación rural (Guerra y Marín, 2006). Estos programas tuvieron una profunda revisión para 1936 que, además de la Sala Técnica del Ministerio de Educación, contó con la asesoría de profesores chilenos y bolivianos, cuyo resultado puso en evidencia que los programas eran demasiado avanzados para la capacidad del personal que los usaba, lo que llevó a un ajuste y aprobación de 105 de educación primaria, secundaria, normal y especial, además de que este Ministerio asume el diseño, revisión y aprobación de los programas. 98 Durante el gobierno de Medina Angarita (1941-1945) los programas son elaborados por una Comisión Técnica Especial y van a tener una vigencia de 26 años, que sanciona un nuevo programa de educación rural y establece uno para el sector urbano, preestablecido en la Ley de Educación de 1940 y en el Reglamento de las Escuelas Primarias y de la Obligación Escolar de 1943. Durante esta década se intenta conjugar los principios pedagógicos de la escuela disciplinar con los de la escuela activa, visto el desarrollo y la transición curricular y educativa que se opera en Estados Unidos y Europa. Luego de la inestabilidad política e institucional que sufre la República, primero con el Golpe de Estado del 18 de Octubre de 1945 que derroca a Medina Angarita, el trienio de la Junta Civil Revolucionaria, la elección y derrocamiento de Rómulo Gallegos y el ascenso al poder de la Junta Militar de la cual descuella el contradictorio gobierno de Marcos Pérez Jiménez, los aspectos curriculares quedan postergados por la coyuntura política y los actuales se mantienen vigente hasta 1955 cuando se instalan las Oficinas Técnicas del Ministerio de Educación, que expresa la planificación educativa de acuerdo con los distintos niveles y conforme a los programas de desarrollo nacional. Para 1960 la Comisión Permanente de Planes y Programas de Estudios (1963) desplaza a la Oficina Técnica, imprimiendo una labor de racionalidad en la planificación vinculada a la ideología que centra sus esfuerzos en soportar el modelo de sustitución de importaciones, en lo económico, y en lo político, la búsqueda de legitimidad de la democracia representativa, que a partir de 1958, abarcará los cuatro primeros Planes de la Nación (Bravo, Graffe y Uzcátegui, 2004). Es la teoría de capital humano la que orienta este modelo educativo según la cual “el desarrollo económico pasa por un proceso de cualificación social en el que los individuos se insertan en la escuela para potenciar sus capacidades productivas” (Uzcátegui, 2008, p. 15), propuestas que en el caso de los países “subdesarrollados” o en “vías de desarrollo” de Latinoamérica plantea una gran contradicción y una extraordinaria demanda para la época, caracterizada en lo cuantitativo por unos 45 millones de analfabetos, 18 millones de niños sin escuelas, un 70 % de maestros sin títulos, falta de locales escolares, además que las planificaciones que se disponían no tomaban en cuenta las técnicas de la moderna administración, menos consideraban los aspectos de Integralidad y atención prioritaria (Boletín de la Oficina Integral de Planificación, 1961). Venezuela asume un modelo de planificación integral de la educación, que implican el financiamiento y la modernización administrativa de la escuela pública, conectándose con la experiencia de otros países Latinoamericanos en los cuales se promueve este modelo, respaldado incluso por la OEA y la UNESCO en 1959, lo que lleva a la creación de EDUPLAN, Oficina de Planificación de la Educación, así 99 como surgen en distintos ministerios oficinas de planificación similares y en correspondencia con sus tópicos de acción cuyos objetivos son los estudios y la planificación que se articula a su vez con una Oficina Central de nivel mayor. Este énfasis en la planificación se conoció como el “paradigma tecnocrático” en educación, que pasó a ocupar los espacios de la decisión pedagógica y se orientó a la reforma de los planes y programas, especialmente los de educación media, en los que se logra organización y coherencia interna, se crean los ciclos de enseñanza, el básico y el diversificado, éste último que diversificaba las opciones de egreso en la formación de recursos humanos especializados a nivel medio y técnico en las distintas ramas de la producción nacional. Con esto se busca una tecnocratización primaria para potenciar el desarrollo del país, convirtiéndose la escuela en una fuerte estrategia para incorporar a los jóvenes al modelo productivo, proceso modernizador y democratizador nacional que por preceptos constitucionales y contemplados en los Planes de desarrollo nacional fueron aplicándose durante las décadas de los 60 hasta los 80, en el entendido de que “una de las metas más importantes del modelo educativo de la democracia representativa, es responder al problema de ofrecer servicios de escolarización que tienden a cubrir el desarrollo pleno de la personalidad, sin más limitaciones que las derivadas de la vocación” (Uzcátegui, 2008, p. 18). Ello plantea el desarrollo de objetivos concretos, para lo cual se ha de adecuar la estructura curricular y organizativa de los niveles escolares, hecho que en parte logra el Decreto 120 del 13 de agosto de 1969, que estructura la educación media en los ciclos: básico común y diversificada, ésta última en educación secundaria y educación técnica, como se puede ver, entre otras características, que observa Rodríguez (1991, p. 23): “Los nueve años de educación básica estarían organizados en tres ciclos, los que se diferencian entre sí por las interrelaciones entre las unidades curriculares, los énfasis curriculares y los componentes afectivos. El primer ciclo, denominado instrumental y de expansión, comprendería los cuatro primeros años, se caracterizaría por un alto nivel de interrelación entre las unidades curriculares, por el énfasis en las áreas de lengua y Matemáticas y el juego y la libertad como bases de las estrategias metodológicas. Cada curso estaría a cargo de un solo maestro quien dictaría todas las áreas, con excepción de aquellas muy especializadas como deportes, artes escénicas, etc. El segundo, o ciclo de Consolidación, abarcaría los 5º a 7º. Aquí se daría un mínimo de grado de interrelación entre las unidades curriculares, cada grupo de alumnos tendría como minino seis maestros y rotaría por igual el número de aulas-ambientes (…); el tercer ciclo, de independización, comprende el grado 8º y 9º. Aquí se daría un énfasis en las áreas de educación para el trabajo y ciencias, habría una mayor diferenciación en las unidades curriculares, con un docente especializado en cada una de ellas”. 100 A este modelo se le ha denominado el “Paradigma Tecnocrático”, en alusión a las orientaciones de carácter tecnocrático que se utilizaban en todos los demás ámbitos de la institucionalidad venezolana, modelo de desarrollo y de política de Estado vinculadas a imitar las experiencias de desarrollo productivo de naciones industrializadas que habían tenido en estos esquemas un gran avance. Es, pues, esta orientación la que se impone en las visiones y las políticas en materia educativa en Venezuela hasta 1980, fecha a partir de la cual la reflexión se inicia hacia la búsqueda de una pedagogía política de educación con calidad para todos. 1980: La Ley de Educación y la implantación de la educación básica Con la promulgación de la Ley Orgánica de Educación (LOE) en julio de 1980 (Congreso de la República de Venezuela, 1980), se establecen nuevos fundamentos para la organización del sistema educativo venezolano, en cuanto a orientaciones políticas, la estructura, las actividades y los procesos, los espacios, el régimen docente, la obligatoriedad empresarial y el régimen disciplinar, como líneas orientadoras en correspondencia con las políticas de la nación para entonces. Se establece la educación como derecho irrenunciable de la persona a la vez de función indeclinable del Estado, para el pleno desarrollo de la personalidad basado en la valorización de la familia, el trabajo, la identidad nacional y latinoamericana, conciencia ciudadana, contribuyendo a la capacitación de los grupos humanos necesarios para el desarrollo del país y el mejoramiento de sus comunidades, abriendo las posibilidades de acción educadora para organizaciones públicas o privadas o particulares con fines educativos sin ningún tipo de discriminaciones (LOE, 1980, artículos 2, 3, 4, 5 y 6). Asimismo, la ley (LOE, artículo 7) está impregnada de la orientación tecnocrática al considerar que: “El proceso educativo debe estar estrechamente vinculado al trabajo, con el fin de armonizar la educación con las actividades productivas propias del desarrollo nacional y regional y deberá crear hábitos de responsabilidad del individuo con la producción y la distribución equitativa de sus resultados” Tal precepto es contradictorio con lo expresado en el artículo 9, que declara que la educación sólo es gratuita hasta el nivel de básica, aunque manifiesta cierta vaguedad en la incorporación del contingente de preescolar; no considera expresamente esa obligatoriedad hasta la culminación de bachillerato ni a la educación superior. Esto puede observarse como resultado de las políticas de privatización iniciado en Venezuela a partir de la década de los 50, que para 1980 promovían el certificado para la inserción laboral a cuesta de altos costos de matrícula que dejaba fuera de los espacios educativos a grandes contingentes, especialmente aquellas clases desfavorecidas. 101 La LOE de 1980 fundamenta el sistema educativo en los principios de unidad, coordinación, factibilidad, regionalización, flexibilidad e innovación. Se estructura en niveles y modalidades. Los niveles son: educación preescolar, educación básica, educación media diversificada y profesional y la educación superior. Las modalidades comprenden los ámbitos de educación especial, educación para las artes, la educación militar, la educación para la formación de ministros del culto, la educación de adultos y la educación extra escolar. Las mismas, de acuerdo con la acción del Ejecutivo, se deben adecuar a las características de desarrollo planteados a nivel nacional y regional (arts. 15 y 16). Las asignaturas sobre la nacionalidad venezolana son obligatorias y han de ser impartidas por ciudadanos venezolanos; se impartirá educación religiosa hasta sexto grado con la solicitud de representantes; se prestará atención, con el fin de vincularlas a la vida nacional, a las comunidades indígenas, extendiéndose tal atención educativa a las regiones fronterizas y a las zonas rurales, vinculada y orientada al desarrollo de estas regiones. La educación básica de la LOE de 1980 En 1980 se implantó el Proyecto Experimental de la Educación Básica en algunos estados del país, cuya evaluación cuatro años después permitió establecer los siguientes criterios: la educación básica se divide en tres etapas: 1ra etapa (1, 2, y 3 grados); 2da etapa (4, 5 y 6 grados) y 3ra etapa (7, 8 y 9 grados), cuyas razones de estructuración estuvieron basadas en aspectos administrativos y gremiales que a articulación y fundamentos psicológicos (Marcano de Rivero, 1993). Se enfatiza la educación para el trabajo para cumplir con los artículos 7 y 21 de la LOE, éste último que implica para la educación el desarrollo de las destrezas y habilidades de los estudiantes a la vez de “cumplir funciones de exploración y de orientación educativa y vocacional e iniciarlos en el aprendizaje de disciplinas y técnicas que le permitan el ejercicio de una función socialmente útil” (LOE, artículo 21). Para aplicar este diseño, se elaboró un normativo que permitiera el establecimiento definitivo de la educación básica en el país, que debía realizarse según sus bases y principios de fundamentación a la vez de cubrir las etapas de planificación, implantación, desarrollo, seguimiento, evaluación y actualización de los docentes (Ministerio de Educación, 1987). Dentro de los principios filosóficos que asume es relevante el eclecticismo científico que le permite adaptar diferentes corrientes del pensamiento pedagógico contemporáneo, coherentes con postulados constitucionales de universalidad, gratuidad, obligatoriedad, derecho de todos a recibir educación, idoneidad, moralidad docente y libertad para la enseñanza. En este sentido, la orientación curricular plantea combinar diferentes orientaciones filosóficas y psicológicas, de acuerdo con las características sociales y de los sujetos educativos venezolanos, en el marco de la complejidad del mundo presente. 102 Además, el proceso educativo ha de estar centrado en las características del individuo (intelectuales, emocionales, físicas, sociales) que se potencien gradualmente, estimulando la auto-realización y responsabilidad del educando por su aprendizaje, así como formarse con valores democráticos; relación entre docentes, educandos y comunidad como una forma de contrarrestar los efectos negativos del medio. Asimismo, la estructuración de políticas, planes y programas, objetivos, metas, contenidos y recursos deben basarse en la consideración de las diferencias individuales de los educandos, siendo éstos entes activos del proceso, donde los docentes fungen como facilitadores y orientadores del aprendizaje, que se fundamenta en el principio “aprender a aprender” y pone su énfasis en el proceso y no en los contenidos. En este sentido, es relevante que la “estructuración de los objetivos, los contenidos programáticos y la fijación de las actividades de aprendizaje estén en correspondencia con los requerimientos de la sociedad para la transformación de sus valores y defensa de sus intereses” (Marcano de Rivero, 1993, p 7). Esta transformación de sus valores plantea una percepción sobre la autoestima colectiva del venezolano, aquella apreciación popular –potenciada por estructuras de poderde que lo venezolano no “era bueno”, “no sirve”, de que “el venezolano es flojo”, sin reparar en el análisis e interpretación de la desigualdad, la exclusión y la falta de oportunidades o la inexistencia o ineficacia del aparato escolar de entonces, designaciones peyorativas que buscaban incidir en el sentido de arraigo e identidad de los ciudadanos como estrategia de textos que se instalarán en el imaginario colectivo. En cuanto a la fundamentación psicológica se asumen bajo el marco ecléctico la corriente conductista, cuyos aspectos sobre el estudio de la conducta permiten formular y definir los objetivos educativos por lograr; la corriente cognoscitiva, que implican desarrollar en los educando los procesos de razonamiento, conceptualización, resolución de problemas, transferencia, maduración y secuencia gradual de las habilidades de pensamiento; la corriente humanista, que destaca la individualidad del ser, su libertad, necesidades e intereses, considerando al educando como un todo; y la psicología social, donde el ambiente, los procesos de comunicación y socialización comunitaria reconoce la diversidad y la particularidad de los agentes involucrados (Ministerio de Educación, 1987). En atención a los requerimientos de la educación básica, su diseño curricular plantea la integración armónica de todos los niveles y modalidades, la de todos los elementos del proceso educativo involucrados: institución, docente, educandos, comunidad, considerando las experiencias y los intereses y necesidades de los estudiantes. Esta integralidad, que se contextualiza en lo socio histórico y cultural de la sociedad, opera desde cuatro planos: el filosófico, político, económico y científico tecnológico. 103 Los dos primeros, el filosófico y el político, están orientados por los preceptos constitucionales y legales vigentes y por las políticas expresadas mediante instrumentos de vinculaciones ejecutorias y jurídicas (planes, decretos, resoluciones). El tercero implica la sustentación económica y de recursos según el modelo económico adoptado por el Estado, y el cuarto se orienta al uso del acervo científico técnico de la sociedad venezolana (Torres Bastidas, 1979) Dentro de esta visión sistémica, el continuo curricular es una característica fundamental, cuyos componentes son el alumno, el docente, los planes y programas de estudio, las estrategias de aprendizaje, la evaluación, servicios de bienestar estudiantil, integración escuela—comunidad, la planta física y la administración educativa (Ministerio de Educación, ob. cit.). El educando de educación básica El ingreso a la educación básica, de acuerdo con este diseño, se inicia a partir de los seis años, una vez que el niño ha cubierto su pre escolaridad. Entre hembras y varones, se dan fases variables en cuanto a su desarrollo maduracional (Bigge y Hant, 1972), aún cuando de acuerdo con los planteamientos teóricos de Piaget (Piaget e Inhelder, 1976) el desarrollo de los procesos cognoscitivos e intelectuales se pueden agrupar en ciertos períodos. Ésta es la base sobre la cual se diseñan las tres etapas de la educación básica en Venezuela. Sin embargo, hay que advertir que el desarrollo cognoscitivo no es igual en todos los educandos, puesto que en algunos puede adelantarse o retrasarse de acuerdo con las condiciones biológicas, sociales y culturales específicas de cada uno. La primera etapa se encuadra dentro del periodo de las operaciones lógicoconcretas, las cuales según Piaget son concretas porque surgen de objetos y situaciones reales, y lógicas porque el pensamiento actúa sobre representaciones de los objetos, lo cual implica el propiciamiento de experiencias de aprendizaje con objetos concretos que el estudiante pueda manipular y representar. Para ello es fundamental la aplicación de los conocimientos previos y evaluar permanentemente la capacidad de dominio del educando durante los tres años de esta etapa, considerando lo concreto, semi concreto y lo abstracto, ayudándolo a establecer relaciones entre estos conocimientos y la necesidad de aplicarlos en situaciones reales y significativas. Esta etapa corresponde a los grados 1, 2 y 3 (Ministerio de Educación, 1985). La segunda etapa, de los grados 4, 5 y 6, se caracteriza porque los educandos están entre 9 y 12 años de edad, donde han logrado obtener algunas nociones cognoscitivas básicas como operaciones matemáticas sencillas y comprensivas, conservación de peso y volumen, ordenar, agrupar; además de diferenciar y desarrollar autonomía, por lo que debe interactuar en un ambiente de armonía con sus compañeros, manifiesto en su interés por respetar las normas del comportamiento y de los juegos, que cumplen un rol importante en el desarrollo de 104 sus procesos afectivos, que lo disponen para la formación y adquisición de valores morales, por cuanto “la moral en el niño se construye activamente mediante un proceso de interacción con su ambiente natural y social” (Ministerio de Educación, 1986) La tercera etapa corresponde al periodo de las operaciones formales, desde 11-12 hasta los 14-15 años, a la vez que coincide con la etapa de la adolescencia y un tipo de pensamiento hipotético-deductivo, es decir, se parte de hipótesis para llegar a deducciones lógicas, lo cual le permite al educando plantearse problemas bajo los esquemas del modelo científico, periodo en el cual “el adolescente está en capacidad de “formular problemas en todas las áreas del conocimiento utilizando explicaciones hipotéticas, manejar varias posibilidades a la vez, elaborar teorías, prever acontecimientos, formular hipótesis, examinar las consecuencias, predecir resultados” (Marcano de Rivero, ob. cit., p 21); además de trabajar con sistemas simbólicos como el lenguaje y los sistemas numéricos. El docente de educación básica Para ser elementos fundamentales en el desarrollo de la educación básica y responsables de los sujetos educandos, los docentes tienen que ser educadores profesionales egresados de una institución de educación superior, que ejerzan funciones de enseñanza, orientación, investigación, planificación, evaluación, experimentación, administración, dirección y supervisión en el área educativa. Esta exigencia plantea una reorganización y adecuación de personal que cumplía funciones docentes en las escuelas del país, por cuanto la mayoría eran bachilleres dedicados a la docencia o maestros normalistas que al compararlo con el actual diseño de educación básica era quien la había cumplido en una Escuela Normalista, que lo facultaba para ello. Según el Modelo Normativo (Ministerio de Educación, 1987), el perfil de este nuevo educador habría de estar enfocado hacia el desarrollo del educando como ente biopsicosocial al que se debía formar integralmente, con los valores socio históricos y culturales, propiciando su interés y autonomía por su aprendizaje, creatividad, transferencia de conocimiento, desarrollo de habilidades, destrezas, actitudes para su desempeño como estudiante y miembro de la sociedad. A tal efecto ha de crear un clima apropiado para el desarrollo del proceso enseñanzaaprendizaje, de confianza y reciprocidad, utilización racional de los recursos y fundamentar en criterios científicos los resultados del proceso evaluativo. En este sentido, el diseño sostiene la formación permanente del docente como aspecto fundamental que posibilite la viabilidad incorporativa, calidad y pertinencia, además del reto del incremento de nuevos conocimientos, la superación de la educación tradicional centrada en la clase magistral por la de proceso centrada en el niño. Dentro de este marco de exigencias, la formación docente se plantea como requerimiento necesario, aspectos que son prescritos en la 105 Ley Orgánica de Educación de 1980, el Ejercicio de la Profesión Docente y el de Mejoramiento y Profesionalización de los Docentes, cuyas premisas establecen que quienes se dediquen a la docencia han de ser egresados universitarios en Educación y quienes ya están en ejercicio –como bachilleres y técnicos medios en educaciónpueden acceder de manera “flexible” y permanente a su formación, hasta obtener su título docente en educación integral. En 1983 se inicia la experiencia del Programa Experimental de Formación Docente (PREFORDO) con el objetivo de bridar inducción, información e iniciación en educación básica, a la vez de desarrollar habilidades y actitudes al respecto en los docentes. En 1985, luego de una evaluación, se implementa el Programa Nacional de Formación Docente (PRONAFORDO), con el fin de que la formación del educador responda a las grandes tareas y lineamientos generados por las políticas de Estado en materia de formación docente. Para primera y segunda etapa se genera el título de profesor o licenciado en Educación Integral, con menciones en ciencias naturales, ciencias sociales, matemática, lengua, educación para el trabajo, educación estética, entre otras; y para la tercera, los profesionales serán especialistas –física, química, biología, etc.-. El perfil del docente que se aspira a formar se basa en los roles que habrá de ejercer durante sus funciones como educador. Estos roles son el de facilitador, orientador, investigador y promotor social. El primero implica que el docente posea “conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores que le permitan diseñar, ejecutar y evaluar el proceso de enseñanza y de aprendizaje sobre la base de los fines y principios de la educación venezolana” (Consejo Nacional de Universidades, 1985, p. 4), además de planificar las estrategias que considere los conocimientos del alumno y su realidad, conozca las distintas teorías educativas y las áreas que enseña con el fin de promover la formación integral del educando. Asimismo, en su rol de orientador estas mismas capacidades deben considerar al alumno como persona con características particulares, sus potencialidades y debilidades y promover en él las relaciones interpersonales, la adquisición de hábitos de estudio y cumplimiento de normas sociales, además de asesorarlo en su vocación profesional. Como investigador, la realidad socio educativa interpretada con procesos científicos deben permitirle planificar mejor su acción pedagógica. A su vez, estas habilidades, valores y actitudes tienen que volcarse a lograr una efectiva integración escuela-comunidad que genere participación y conjunción de esfuerzos colectivos en el seno comunitario donde se desarrolla su proceso de enseñanza (Consejo Nacional de Universidades, ob. cit.). Para tal fin se creó el Plan Nacional de Actualización y los Servicios de Apoyo al Docente, el primero destinado a la capacitación en materia educativa para la profesionalización, y el segundo como recursos bibliográficos y no bibliográficos, bibliotecas, recursos audiovisuales, laminarios, entre otros, para cumplir la misión de capacitación, auspiciados fundamentalmente por el Ministerio de Educación, el 106 Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, la Universidad Experimental Libertador y la Fundación Programa Nacional de Formación Docente. Planes y Programas Los planes y programas son elementos fundamentales de un diseño curricular por cuanto en ellos se concreta la teleología de la doctrina del Estado imperante así como la orientación ideológica de los dirigentes de ese aparato organizador de la sociedad. Así los planes vienen a encuadrarse como políticas que se corresponden con ese cuerpo doctrinal que se inscribe en un macro proyecto nacional –que en la realidad latinoamericana tiene sus fuentes en los mecanismos de dominación internacional-, a la vez que en materia educativa los mismos concretizan estas prerrogativas. En ellos se contienen las áreas y asignaturas determinadas por preceptos constitucionales y jurídicos que transversaliza sus principios legales, filosóficos, epistemológicos, psicológicos, sociológicos y pedagógicos que permiten su coherencia. En vista de la marcada desarticulación horizontal y vertical de los diferentes niveles y modalidades, su simultaneidad en la aplicación de diversos planes de estudios en educación básica, que recibían distintas denominaciones del pensum académico y su “anacrónica” distribución por grados, año y semestre (1985), se decidió implementar un Plan de Estudios Unificado que se adaptara al sector urbano, a las modalidades de educación de adultos, educación especial y a los regímenes intercultural bilingüe y Rural, en el sentido de que la educación básica debe promover la formación integral del ciudadano en su contexto de actuación y necesidades, pertinente para el desarrollo del país. En este sentido, las áreas y materias obligatorias son Castellano y Literatura, Geografía de Venezuela, Historia de Venezuela, Geografía General, Historia Universal, Matemática, Educación Familiar y Ciudadana, Educación Estética, Educación para el Trabajo, Educación Física y Deportes, Ciencias Biológicas, Física, Química e Inglés, según el artículo 22 del Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación (Presidencia de la República, 1986). La Resolución 412 del 30-061986, determina siete áreas y cada área abarca una o varias asignaturas, sirviendo la primera como elemento globalizador del conocimiento y la segunda como específica en la disciplina abordada. Durante todo el nivel se cursarán las asignaturas Castellano y Literatura, Matemática, Historia de Venezuela, Educación Física y Educación para el Trabajo, administradas en primera y segunda etapas por un docente integrador. Asimismo, aquellos ámbitos o dimensiones que no están establecidas en el Plan se incluyen en el Programa de Estudios como lo ambiental, el folklore, artes escénicas, información sexual, entre otras. En las zonas rurales disminuye la carga horaria y se compensa con la asignatura Cooperativismo; Lengua Autóctona para promover el bilingüismo y el 107 interculturalismo, en aquellas zonas con comunidades indígenas, que permita “establecer un intercambio efectivo entre la cultura autóctona y la cultura general o nacional” (Marcano de Rivero, 1993, p 42), dadas por el respeto y la valoración de una por otra. Además, la educación en fronteras busca el fortalecimiento de la identidad nacional y el desarrollo y adquisición de estrategias para las políticas de integración. La educación básica de adultos comprende la anterior educación primaria para adultos y el ciclo de cultura básica, estableciendo dos sectores, uno académico para los conocimientos de tipo humanístico, científico y artístico, y otro profesional para la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas de tipo técnico requeridos para el aprendizaje de un oficio. En cuanto a los programas de estudio, estos permiten concretar en el educando el diseño de las políticas, las orientaciones y todo el cuerpo doctrinal del Estado o de los dirigentes del aparato escolar, pues, ellos son las instancias que relacionan los diferentes macro textos, las intencionalidades con los sujetos educativos, como docentes y estudiantes, estos últimos la razón de ser de todo sistema educativo o el elemento a partir del cual se organizan todos los demás. En el caso de la educación básica que se analiza (Marcano de Rivero, ob. cit., p 44): “Los programas de estudio de educación básica comprenden los objetivos, contenidos, estrategias metodológicas, estrategias de evaluación y recursos para el aprendizaje de las diferentes áreas y asignaturas de acuerdo con las finalidades educativas del grado o semestre de estudio del nivel o modalidad, y con las demás características referidas a los alumnos y a su medio ambiente, con la escuela, la localidad, la región y el país.” Es decir, se plantea la operacionalización del proceso enseñanza-aprendizaje y se pauta la cotidianidad del acto o de los actos educativos que tienen que ceñirse a cubrir las características de cada una de las fases o elementos referidos. Cada programa de estudio se completa con un Manual para el Docente (Ministerio de Educación, 1985; 1986a; 1986b) que contiene orientaciones sobre planificación, métodos, técnicas, recursos para el aprendizaje y estrategias de evaluación, además del desarrollo de contenidos que le sirven de apoyo informativo y textual. Contiene dos partes, la primera referida fundamentalmente a lo señalado anteriormente, y la segunda al desarrollo y planificación por área y asignatura. El propósito del Manual para el Docente es el de refuerzo o apoyo, pero no la única fuente de consulta del maestro, quien debe buscar otros recursos bibliográficos en bibliotecas. Las estrategias metodológicas Estos son métodos, técnicas y recursos de que se vale el docente para administrar el proceso enseñanza-aprendizaje en los educandos, consideradas según las necesidades de estos y en correspondencia con sus características biopsicosociales, los objetivos que se desean lograr, los distintos momentos del proceso enseñanzaaprendizaje, el tiempo y el ambiente natural y social y el tamaño del grupo. Su 108 implementación ha de considerar los principios de realidad psicológica, vivencias, dirección, ordenamiento, eficiencia, proximidad, participación, autocorrección, transferencia, descubrimiento, responsabilidad; que tienen que contribuir con el fomento de los valores de la educación básica, estímulo en los educando de los procesos inductivos y deductivos, el auto aprendizaje y la creatividad, la calidad del grupo y la exploración y orientación vocacional. La reforma educativa y el currículo básico nacional de 1996 En vista de la poca vinculación que en la práctica se observó en el desarrollo del modelo de educación básica implementado en la década de los ochenta, a la vez que los informes de la década subsiguiente, para 1996 se inicia la Reforma curricular del nivel de educación básica. Ésta surge como respuesta a la poca autonomía de la institución escolar, a su poca capacidad de auto renovarse y a la inexistencia de una fuerza social que exija, promueva y contribuya con una verdadera renovación, es decir, es notorio un cuadro de abandono de las instancias escolares. En este sentido, tan transformación se plantea repensar la concepción, los objetivos y las metas, a la vez de actualizar las estrategias y modernizar los recursos de la educación básica venezolana (Ministerio de Educación, 1997). De esta manera, se formula el documento Modelo Curricular, que constituye el referente teórico y normativo para la reforma educativa. Para el nivel de educación básica se sigue considerando el marco establecido en la Constitución de 1961 (Asamblea Nacional, 1961) y la Ley Orgánica de Educación de 1980 (artículos 9, 16 y 21), entre otros instrumentos jurídicos con pertinencia educativa. La nueva Reforma Educativa caracteriza este nivel como integral, general y básica. En la primera atiende el desarrollo integral y holístico del educando, en la segunda promueve la diversidad de conocimientos y el uso de herramientas necesarias para que el educando avance autónomamente hacia niveles superiores en el marco de valores para la vida social activa, y en la tercera, se constituye en la base de conocimientos y formación mínima formal obligatoria que debe cumplir el ciudadano venezolano. Asimismo, se espera su articulación con los otros niveles de la educación como el de preescolar y educación media y diversificada, las modalidades de educación especial y educación de adultos. En este sentido, el Currículo Básico Nacional (Ministerio de Educación, 1997) plantea como fines del nivel de educación básica la formación integral, para la vida y la democracia, la participación activa y consciente del ciudadano en los procesos de transformación social, la conservación, defensa y mejoramiento del ambiente y la calidad de vida; el desarrollo de destrezas y capacidades científicas, artísticas, humanística y técnica; el desarrollo de la capacidad de ser, conocer, hacer y convivir de acuerdo con sus aptitudes, la dignidad de su ser, la valoración del pensamiento y del trabajo; fomento de valores de amor, identidad nacional, 109 libertad, perseverancia, honestidad, convivencia y paz e integración y solidaridad latinoamericana; el desarrollo integrado de los cuatro aprendizajes fundamentales: Aprender a Ser, Aprender a Conocer, Aprender a Hacer y Aprender a Convivir, que recoge las propuestas del Informe Unesco de 1996 sobre la educación necesaria para los tiempos y el contexto por venir, que estuvo coordinado por Jacques Delors (1996). En la dimensión Aprender a Ser se aspira la formación de un individuo contenido de profunda espiritualidad y de valores positivos en correspondencia con ésta, crítico, culto, analítico, comprometido, reflexivo, generoso, feliz, honrado, con amor por la vida, la libertad y la paz; creativo, libre, curioso, sensible, espontáneo e imaginativo, abierto al cambio, autónomo y autosuficiente, motivado, con espíritu de investigación, exploración y cuestionamiento, con conciencia ecológica y de valoración por el patrimonio histórico cultural y natural; que aprenda por sí mismo y trasmita significados valorando el lenguaje y el idioma español como forma de identidad; que valore la lectura y la escritura para el desarrollo de sus posibilidades, las actividades deportivas, culturales y científicas y que reconozca a la familia como base esencial de la sociedad (González Lancini et al, 1998). En cuanto a la dimensión Aprender a Conocer se implican los procesos que el educando ha de obtener para que conozca, comprenda, interprete, infiera, generalice, identifique, discierna y reconozca conceptos, reglas, principios y métodos, imágenes, símbolos, causa y efectos, relaciones espaciales y temporales y domine los elementos del lenguaje literario, científico, tecnológico, estético y corporal (González Lancini, ob. cit). Este ámbito se refiere a los procesos cognitivos y de maduración intelectual que el educando ha de ir profundizando según sus periodos etarios y las aptitudes que configuran su ser, además que deben estar potenciados permanentemente por orientaciones docentes. Esta dimensión, basada en la espiritualidad ética y moral, toma como método de aprendizaje el constructivismo, que sostiene que es el alumno quien construye su conocimiento a través de interacciones entre las personas y entre éstas con su ambiente dado el dinamismo de sus experiencias y de los marcos éticos puestos en esa relación de construcción conjunta. Por su parte, Aprender a Convivir plantea el desenvolvimiento social del educando, formarlo para que participe activa y conscientemente, de forma permanente, en las acciones comunitarias, culturales, científicas y deportivas, que logre inserción y relaciones interpersonales en distintos grupos, que comprenda la dinámica social humana y natural y su actuación como miembro transformador de la misma, con empatía por la cultura propia y foráneas, que valore el esfuerzo y el trabajo como fuente de desarrollo social y personal, tolerante y respetuoso de los derechos propios y ajenos, sincero, justo, responsable, solidario, participativo. Es decir, un ser social que se forma para incorporarse al corpus social de su comunidad y de la Nación, proclive a la convivencia tolerante. 110 El cuarto ámbito, Aprender a Hacer, plantea la formación para un educando que adquiera, procese y produzca información, aplicando procesos de pensamiento, utilizando experiencias y conocimientos a los distintos problemas que se le presenten, que exprese con claridad su pensamiento, utilice de manera adecuada objetos, instrumentos y materiales disponibles para el disfrute, el trabajo y el estudio y que use los términos adecuado en los distintos tipos de lenguaje que utilice (González Lancini, ob. cit.). Como se observa, este ámbito viene a reforzar el de Aprender a Conocer por cuanto plantea operacionalizar los procesos implicados en el primero. Las finalidades y los cuatro ámbitos de aprendizajes fundamentales se conciben para que se desarrollen a lo largo de las tres etapas, planteándose como fin último la dignificación del “Ser”, por cuanto el Currículo Básico Nacional de la Reforma Educativa señala que se “pretende propiciar en el alumno la confianza en sí mismo, en sus propias capacidades, en la posibilidad de enfrentar con decisión y de manera cooperativa los múltiples problemas que afectan a la sociedad venezolana” (Ministerio de Educación, 1997, p 5), que para generar cambios propicien organizaciones que coloquen en primer plano la justicia y los valores (Odreman, 1996). El Diseño Curricular del Nivel de Educación Básica en la presente Reforma Educativa plantea un abordaje sustancial en las instancias nacional, estadal y el plantel. En la primera instancia se establece el Currículo Básico Nacional como la homologación de contenidos básicos de carácter nacionales con un 80 % para la primera etapa y para la segunda un 75 % de aplicación, que asegura la coherencia y continuidad. La instancia estadal implica la incorporación de las características propias de las regiones, propiciando el respeto y valoración del pluralismo étnico, lingüístico y cultural del pueblo venezolano a la vez de considerar las necesidades y potencialidades de cada entidad en particular, que permitan crear e implementar sus currículos con un 25 % en la primera etapa y un 20 % para la segunda. En la instancia del plantel la planificación se da a través de los Proyectos Pedagógicos de Plantel y Proyectos Pedagógicos de Aula, el primero que responde a los problemas pedagógicos del plantel y los segundos que se concretan en la aplicación por el docente en el aula de los ejes transversales y los contenidos del plan de estudio. Con ello “se atiende desde el plano educativo a las características, necesidades, intereses y problemas de los alumnos, de los docentes, del plantel y de la localidad” (ME, Currículo Básico Nacional, 1997, p. 8). En este sentido, el Diseño Curricular del Nivel de Educación Básica se caracteriza por estar sustentado en la transversalidad, se fundamenta en teorías del aprendizaje, centrado en la escuela, consensado, abierto y flexible, a la vez que organiza el conocimiento por tipo de contenido. Los ejes transversales conciben una visión holística, integral y sistémica de abordaje de los conocimientos, que se sistematizan a través de los contenidos procedimentales y actitudinales, 111 clasificados como Lenguaje, Desarrollo del Pensamiento, Valores, Trabajo y Ambiente, ésta última presente a partir de la segunda etapa. Estos sirven de vínculos entre el contexto escolar, familiar y sociocultural, a la vez de que son una poderosa herramienta pedagógica que sirve de integración a las diferentes áreas del currículo, puesto que, según el Modelo Curricular del Nivel de Educación Básica (Ministerio de Educación, 1997b., p. 5), éstos “constituyen una dimensión educativa global interdisciplinaria que impregna todas las áreas y que se desarrolla transversalmente a lo largo y ancho del curriculum”. Además, se trazan objetivos a cumplirse por nivel, etapa y grado, cuyo rasgo característico es la integración de áreas y de contenidos dentro de un orden creciente y trasversalizado. A cada eje transversal le corresponde unas dimensiones, que se desglosan en alcances e indicadores. Estos alcances representan la conducta terminal de los objetivos pedagógicos trazados que se agrupan temáticamente en las dimensiones a la vez que los indicadores sirven de macro observador o cumplen una función evaluativa. En este sentido, al eje transversal Lenguaje le corresponden las dimensiones de comunicación, producción, comprensión; al Desarrollo del Pensamiento: el pensamiento lógico y el efectivo; al de Valores, los de respeto por la vida, ciudadanía, libertad, solidaridad, convivencia, honestidad, identidad nacional, perseverancia, justicia, responsabilidad; al de Trabajo, valoración del trabajo, calidad y productividad, labores y ocupaciones, visión de la realidad laboral e industrial; y ambiente: dinámica del ambiente, promoción de la salud integral, valores ambientales, ambiente y participación ciudadana (Ministerio de Educación, 1997c). Dentro de esta propuesta curricular el triángulo educativo alumno-docentecontenidos tiene que incorporar la dimensión de la familia y de la comunidad como elementos que contextualizan y ayudan a construir el conocimiento dentro de una perspectiva de interacción constructiva-comunicativa. El alumno será un constructor de su aprendizaje producto de las interacciones dentro y fuera del contexto escolar, participante proactivo que gestiona su conocimiento a través de la investigación y la experiencia, de forma crítica y solidaria o con la puesta en práctica de valores sustanciales para la convivencia, que se materializa por estrategias como el juego, el uso de medios de comunicación, la lectura y la producción escrita, entre otros recursos pedagógicos. Asimismo, el docente cumple una función mediadora al ayudar y facilitar esquemas que permitan la construcción autónoma del conocimiento del estudiante, sistematizando ética y científicamente el desarrollo del proceso enseñanzaaprendizaje, adecuando los ambientes para un óptimo alcance, además que al interactuar permanentemente con otros grupos permite que se incorporen distintos acervos de conocimientos a su experiencia y a la de los estudiantes. Al máximo ha de potenciar la participación y la búsqueda de información para la construcción 112 socializada y transversal de contenidos y el afianzamiento de valores necesarios para los educandos según sus periodos etarios, inclinaciones e intereses. Por otra parte, los contenidos escolares tenderán a ser simplificados y flexibles, constituyendo áreas del saber que reporten respuestas oportunas y convincentes a las inquietudes de alumnos y docentes, razón por la cual se transversalizan e integran a la vez que dinamizan el proceso educativo mediante la participación y contribución de los actores involucrados. Se agrupan en contenidos conceptuales, es decir, datos, conceptos y teorías propias de cada una de las disciplinas transversalizadas y/o abordadas; contenidos procedimentales, que implican métodos, estrategias y actividades aplicados al campo del saber; y contenidos actitudinales, vistos como aquellos referidos a los valores, normas y actitudes presentes y por alcanzar en los sujetos educativos. Estas categorías permitirán que el docente planifique y ponga en práctica actividades que favorezcan el desarrollo integral de los educandos (Ministerio de Educación, 1997c). Además de estos procesos educativos, partiendo de la interacción comunicativaconstructiva, la escuela promoverá la construcción de su propia identidad en relación con la comunidad a la cual pertenece, incorporando al diseño curricular preciso y flexible las características y necesidades de este entorno, que guiará al docente para la promoción de proyectos pedagógicos de escuela y de aula (Cárdenas, 1995; Odreman, 1996) en consonancia con esta realidad, en el entendido de lo que se manifiesta en la Fundamentación Curricular (Ministerio de Educación, 1997c, p 67) de esta Reforma Educativa: “Las redes de escuelas, los proyectos pedagógicos de plantel y los proyectos de aula constituyen la concreción de este Proyecto Educativo Nacional que permitirá dinamizar la vida de las escuelas al formular y evaluar permanentemente los proyectos propios y la adaptación a los proyectos propuestos por el Ministerio de Educación para constituirse en una escuela socializadora”. Es decir, la Reforma plantea una articulación entre las comunidades y el Estado a través de las escuelas, con la aspiración de potenciar la capacidad de crítica y de gestión comunitaria a la vez de incorporarlos a la construcción de los conocimientos de los educandos, que contempla una enseñanza para la dignidad y de participación socializadora con toda la carga de experticias y de conocimientos que aporta cada uno dentro de un marco de interacción que, de acuerdo con Arnaldo Esté (1995), implica una negociación del individuo con los otros, con las cosas y consigo mismo, que le permite reelaborar y evaluar su propia construcción. La comunidad, la familia, participa así en el acto de aprendizaje concebido aquí como globalizador y transdisciplinario, que se enfoca hacia valores de libertad, responsabilidad y autodisciplina, considerando las particularidades halladas en cada contexto, pero que a la vez responda a la teleología del Estado en la aplicación de unas políticas de carácter nacional y articuladora. 113 El sistema educativo bolivariano y el currículo nacional bolivariano Evolución de la discusión curricular a partir del nuevo milenio El arribo a la Presidencia de Hugo Chávez Frías, en diciembre de 1998, marca un hito en torno a una reflexión profunda del Estado y la sociedad venezolana. Su triunfo deja atrás la historia reciente del bipartidismo del Pacto de Punto Fijo que se estableció en el poder por más de cuarenta años, lo que algunos sectores denominan la etapa democrática y otros la democracia representativa. Este giro político del país marca el inicio de una reforma del Estado, concretada por la convocatoria a una Constituyente que diera como resultado la aprobación por mayoría en referendo popular de una nueva Constitución. Con ello empieza a cimentarse el edificio de la transformación del Estado Venezolano, así como a tratarse una revisión profunda de los diversos temas de la República. En materia educativa, en 1999, comienza una revisión de las políticas educativas cuyos resultados de análisis (Ministerio de Educación y Deportes, 2006, p. 17) señalan que: “El proyecto de país de los últimos cuarenta años de la cuarta República, en materia educativa avanzó como un proceso de modelación de la educación en el que se priorizó la industrialización dependiente y se orientó la educación hacia las necesidades del mercado, imponiéndose los criterios de productividad, competitividad, laborismo educativo y generalización empresarial, dentro de una concepción de desarrollo exógeno que no benefició al pueblo”. El modelo economicista que marca a la educación de la década de los ochenta y los noventa, se centra en una educación apegada a los modelos tecnocráticos y de generación de mano de obra formados bajo un currículo “bancario” como el que denuncia Paulo Freire (2009) que se impuso en América Latina a mediados del siglo XX, interesado en la creación de profesionales subtecnificados, calificados para la producción de extracción de materias primas para las trasnacionales, cuyos procesos industriales se cubrían en Europa y Estado Unidos. Asimismo, el modelo empresarial y privatizador estructuró e impactó la praxis y la institucionalidad educativa, generando cuotas por inscripción, costosas listas de material didáctico, costosos insumos educativos, además de un marcado avance en la promoción e instalación de colegios privados, que generaron condiciones de exclusión para la infancia pobre del país, crisis marcada por una pobreza de cerca del 80 por ciento, entre otros problemas estructurales de la población y la institucionalidad venezolana. El VIII Plan de la Nación, cuyos lineamientos estaban basados en el compromiso social, capitalización de los recursos humanos, cambio institucional, crecimiento, 114 competitividad y conservación, cuyos objetivos de erradicar la pobreza extrema, mejorar la calidad de vida para todos y la dinamización de nuevos valores sociales y culturales, propone el principio de que “la educación tiene que ser una empresa rentable” (MED, ob. cit., p 18), ambigüedad que implicaba o una inversión y esfuerzos en la calidad de los servicios educativos para el logro de ciudadanos mejor formados, o un esfuerzo por convertir en unidades empresariales los centros y servicios educativos. El IX Plan de la Nación (1994-1999) planteó la transformación de la educación y el conocimiento como un cambio profundo de los sistemas de enseñanza en todos los niveles de formación, que garantizarían el acceso y disfrute de los bienes de la cultura. Nada de esto se cumplió, sino que los resultados fueron adversos. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (Asamblea Nacional Constituyente, 1999), plantea y orienta el tipo de sociedad venezolana que ha de construirse bajo principios de humanismo, libertad, igualdad y justicia social, para un país soberano, con el desarrollo de las capacidades creadoras de sus habitantes, diversa. La educación, por tanto, está llamada a formar los nuevos ciudadanos en una perspectiva humanista, cooperativa, formar la cultura de la participación ciudadana, la solidaridad social, propiciar el diálogo intercultural y el reconocimiento de la diversidad étnica, entre otros objetivos. Esto planteó unas líneas de acciones en 1999, año en el cual el proceso de revisión de las políticas educativas que hasta el momento se desarrollaban en el país fueron valoradas y evaluadas en su impacto y alcance por la Constituyente Educativa, cuyas conclusiones observaron que la Reforma de 1996 sólo tendió al fortalecimiento de los valores propios del sistema capitalista como el individualismo, la intolerancia, el egoísmo, la competencia feroz y el consumismo, a la vez que promovió la privatización de la educación, el aumento de los niveles de exclusión, la aplicación de currículos descontextualizados basados en el paradigma cognitivista que favoreció la fragmentación del conocimiento, desconociendo el derecho a la educación de comunidades indígenas y vulnerables (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2007). Las primeras acciones para contrarrestar las condiciones descritas fue la suspensión del cobro de matrícula que se hacía en los planteles públicos, apertura de nuevas secciones, creación de escuelas, incremento del presupuesto de educación, la implementación de proyectos y programas bandera: Simoncitos, Escuelas Bolivarianas, Liceos Bolivarianos, Escuelas Técnicas Robinsonianas, educación Intercultural Bilingüe, además de los programas Alimentario Escolar y Biblioteca de Aula. Es, asimismo, relevante la implantación y desarrollo a partir de 2004 de las Misiones Educativas para atender diversas poblaciones que estaban excluidas de los sistemas formales de educación. Estas orientaciones fueron 115 resultados de la Constituyente Educativa, el Proyecto Educativo Nacional (1999) y de la aplicación del Plan Septuanal de la Nación (2001-2007) (MED, 2006). Hay que observar que la implementación de estos programas educativos, nuevos y reformados, comenzaron a aplicarse a partir del año 2000, así como las líneas centrales del Currículo Nacional Bolivariano, a través de etapas sucesivas, tímidas e inseguras en sus planteamientos o conjugándose con las prácticas propias del Diseño Curricular de la Reforma de 1996, que se ejercía en la escuela venezolana. Un ejemplo de esto es lo que se expresa en La Metodología del Proyecto Renovemos la Escuela Básica, Rural, Indígena y de Frontera: Una alternativa coherente con los contextos de los niños y niñas de estos sectores (Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, 2002), en el cual se entremezclan conceptos y orientaciones propias de la Reforma de 1996, la Educación Básica en el marco de la Ley Orgánica de 1980 y las nuevas propuestas que van asomando dentro de un corpus novedoso aunque tímido y no concretado teóricamente. Sin embargo, esas propuestas se van concretando en la praxis de la escuela, primero en aquellas tomadas como modelos piloto de ensayo, que se extendió a un mayor número, incrementándose fundamentalmente por el dinamismo de la formación y actualización docente que se desplegó en los distritos escolares del país, inicialmente al finalizar el año escolar, hasta que pudieron realizarse de manera cotidiana en cualquier momento, capacitación que incluye el manejo de las herramientas del Currículo Nacional Bolivariano, las áreas y los programas incorporados transversalmente y que obedecen a las políticas que se van implementando en diversos ámbitos en la República. Para 2007 se orientó a todo el personal docente de la escuela pública y privada la implementación del Currículo Nacional Bolivariano –se describe en el siguiente inciso- que no tuvo mayores dificultades porque ya venía desarrollándose e incorporándose en sus elementos centrales, facilitado por su similitud con algunos aspectos del anterior como el Proyecto de Plantel que deviene en el actual Proyecto Educativo Integral Comunitario (PEIC), el Proyecto de Aula denominado recientemente Proyecto Aprendizaje (PA), el uso de los pilares de aprendizaje – readaptados según los requerimientos de la política educativa nacional- del Informe de Delors (1996) presentado a la Unesco una década antes, y la planificación transversalizada, entre otros elementos similares. A partir de este año, se apertura la discusión y el debate en torno a esta propuesta, a la vez que aparecen los primeros instrumentos que sirven de guía y asumen carácter normativo en la aplicación de este diseño curricular. Dos años más tarde aparece la nueva Ley Orgánica de Educación (Asamblea Nacional, 2009), que prescribe en esencia todo aquello que se venía implementando en materia educativa en el país, además de incorporar unas novedades que no habían sido aclaradas, estableciendo legalmente el nuevo sistema educativo venezolano. 116 El currículo nacional bolivariano A partir de 2006 se establece una nueva concepción de la escuela venezolana y se desarrolla un proceso de sistematización y construcción curricular que se basa en los aportes de tres congresos pedagógicos que se realizan para tal fin. Esta construcción curricular se orienta por las ideas de insignes pensadores y hombres de acción política y social venezolanos, latinoamericanos y caribeños. El Currículo Nacional Bolivariano procura la transformación social y la formación de nuevos republicanos y republicanas, en una acción socializadora y liberadora. Se estructura en tres partes. La primera referida a las orientaciones teóricas; la segunda que corresponde a los elementos organizacionales; y la tercera que está relacionada con las orientaciones que se concretan con la praxis del docente, las áreas de aprendizaje, los componentes, las mallas curriculares, la organización de las experiencias de aprendizaje y la evaluación (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2007a). La orientación teórica implica la fundamentación legal, filosófica, epistemológicas, sociológicas y educativas. La orientación legal tiene como macro campo o cúspide de la pirámide –de acuerdo con la teoría de la jerarquización del Derecho de Hans Kelsen (1999)- a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, cuyo cuerpo trasversalizado remite al ideal de construcción de una nueva sociedad, en un marco de derecho y de justicia, que sea “democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural… que consolide los valores de libertad, paz, solidaridad…, asegure el derecho al trabajo, a la vida, a la cultura, a la educación…” (Preámbulo CRBV). De allí, las fuentes vitales son la formación de republicanas y republicanos, volcados a sus raíces y al trabajo como procesos fundamentales para la transformación y el desarrollo, además de la adquisición y fortalecimiento de una cultura democrática y protagónica. Esta Carta Magna dispone el compromiso y la obligatoriedad del Estado en materia educativa, tesis del Estado Docente (Prieto Figueroa, 2006) que se ha dispuesto y se concreta normativamente en la nueva Ley Orgánica de Educación (2009) que deroga a la de 1980. Asimismo, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y el Adolescente (LOPNA) (Asamblea Nacional, 2007), que plantea un marco de atención al menor en sentido de justicia y reconocimiento de su ser en formación y tutelaje basado en la conservación de su integralidad, que implica una transformación sustancial de prácticas pedagógicas y familiares opresivas hacia el infante, latentes en nuestra sociedad. Además de todos aquellos instrumentos que se derivan de estos marcos jurídicos, también se incorporan aquellas pertinencias educativas prescritas en documentos normativos de distintos ámbitos de la organización social. La orientación filosófica se orienta por el pensamiento y la obra de los venezolanos Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Francisco de Miranda y Ezequiel Zamora, 117 fundamentalmente por los dos primeros y el último que representan el “Árbol de las Tres Raíces”, considerado como la fuente ideológica de la revolución bolivariana “que se desarrolla como teoría o filosofía en la clandestinidad por un grupo de militares revolucionarios, en la década de los 80, basados en el ideal bolivariano con el propósito de liberar al pueblo venezolano de la desigualdad, la pobreza y la dominación oligárquica” (Maita, 2007, p 75)(Vargas Barrera et al, 2005). En Simón Rodríguez se plantea una visión de educación social para América que constituyera una ruptura intelectual contra lo colonial, el surgimiento o búsqueda de un pensamiento original y de la invención y la construcción política-histórica de ciudadanos americanos libres. Considera a la sociedad una gran escuela que forma ciudadanos. Asimismo, dentro de esta orientación sociológica es apreciable el ideario de Francisco de Miranda como reconocimiento del pueblo americano y su necesidad de ser libre y republicano, aferrado a los nuevos valores de libertad, justicia social y fraternidad, a la vez de la idea integracionista de América. El doctrinario político de Simón Bolívar, especialmente aquellos aspectos referidos a la educación, destacan la necesidad de promover una educación para el ciudadano, para el trabajo y para la libertad, en el marco del arraigo cultural, los más altos valores espirituales y una acción educadora del Estado hacia sus clases populares. De Ezequiel Zamora, el líder de la Federación, se enfocan sus proclamas y acciones militares como aspectos redentores de las clases pobres y desposeídas del país, la justicia, la igualdad y la libertad, la recuperación de las luchas históricas, en el contexto de la lucha contra los dominadores y los terratenientes. La orientación epistemológica promueve aprendizajes inter y transdisciplinarios, en una perspectiva construccionista de saberes con la participación democrática de los actores, que conlleve a la superación de problemas y conflictos y potencie el desarrollo del auto perfeccionamiento constante, la autonomía, la responsabilidad, dentro de procesos socializados y comprometidos, para lo cual, según el Currículo Nacional Bolivariano (MPPPE, 2007a, p 43): “Es indispensable trascender la enseñanza magistral o expositiva, transformándola para la elaboración en colectivo y considerando el contexto histórico y cultural; así como desaprender procesos de construcción de saberes individualistas y fragmentados, lo que implica un cambio de actitud, mentalidad y estructura de pensamiento que haga al nuevo republicano y la nueva republicana seres capaces de hacer frente a las complejidades de este mundo cambiante e intercultural”. En este sentido, es imperativo superar el modelo tradicional de la educación que se imparte en las aulas, la fragmentación y el compartimiento de asignaturas, la rigidez y la repetición desactualizada, sino que el saber ha de constituirse en una perspectiva holística, construido en el intercambio de experiencias, con la visión compleja y critica de la realidad, acercándose a ella por medio de otras alternativas 118 como los proyectos, el aprendizaje experiencial, transformacional y por descubrimiento. Igualmente, la fundamentación educativa se construye sobre la base del pensamiento de estos héroes y pedagogos ya nombrados, además de incorporar la visión pedagógica de José Martí, Paulo Freire, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Belén Sanjuán. En Martí una educación latinoamericana, integral, permanente, para la belleza y la libertad. De Prieto Figueroa se retoma su tesis del Estado Docente, en el cual la República tiene que hacerse cargo y orientar en todos sus aspectos los procesos educativos, a la vez que la educación popular, para la vida y en su integralidad, su acción comunitaria, son algunos de sus postulados. En Sanjuán, la educación ha de preparar para el trabajo, para la identidad nacional y el arraigo de las tradiciones y el folklore. En Freire una educación popular y crítica que permita superar los estados de exclusión y desigualdad a la vez de dotar al educando de herramientas teóricas y prácticas que le motiven permanentemente a la reflexión y a la transformación de su realidad. En este sentido, la construcción de este nuevo diseño de la educación venezolana asume las líneas orientadoras de la Comisión de Unesco generadas en el congreso de 1996 a cargo de Jacques Delors (1996) –que también fueron asumidas en La Reforma Educativa de 1996, como se ha visto en el inciso anterior- que orientan la educación bajo los principios de aprendizajes básicos como Aprender a Ser, Aprender a Conocer, Aprender a Hacer, y Aprender a Convivir, que en esta propuesta del Currículo Básico Nacional Bolivariano toman la forma de Aprender a Crear, Aprender a Convivir y Participar, Aprender a Valorar y Aprender a Reflexionar, que la propuesta venezolana designa con los nombres de “pilares” de la educación bolivariana (Currículo Básico Nacional, 2007), que desde esta perspectiva centra su atención en los procesos de aprendizaje del educando. Aprender a Crear implica la participación lúdica del educando con visión innovadora, con originalidad, donde el entorno sea reflejo en esa construcción o que sepa interpretarlo a la vez que este proceso es reflejo de su personalidad emprendedora y en búsqueda permanente de la transformación, sustentado en la frase de Simón Rodríguez “Inventamos o erramos”. En Aprender a Convivir y Participar, el estudiante ha de tomar conciencia de su ser social, que se identifique con los valores de la venezolanidad y sienta amor por la patria, con una actitud de justicia, siendo contralor social de su realidad, con alto sentido de cooperación, solidaridad y sienta arraigo y orgullo por sus raíces locales y la diversidad étnica y cultural del país, valorando con una visión crítica su situación que le imposibilita la participación y los factores que hacen calamitosa su situación de convivencia, propendiendo a establecer marcos para la superación de tales desigualdades. 119 Aprender a Valorar, implica que el educando considere a los otros como seres humanos, aceptando sus diferencias individuales, socioeconómicas y culturales, que valore el acervo histórico, natural y cultural del país, la participación de todos en la construcción de un nuevo modelo de país y que considere el valor de las habilidades propias y ajenas para dialogar, discernir y mediar, a la vez que construye una interpretación crítica de los valores dentro de los cuales se desenvuelve como aquellos que le niegan su dignidad, participación y aceptación como ser humano y lo proyectan como mercancía u objeto capitalista. Además, Aprender a Reflexionar implica hacerlo con sentido crítico, conciencia y compromiso social, así como la implementación de estrategias de participación e interpretación del entorno para plantear soluciones conjuntas. Esta educación bolivariana se centra en el ser humano concebido como ser social, cuyas características se enfocan a ser humanista, integral, liberadora, permanente, democrática, transformadora, participativa, con pertinencia, equidad y calidad, que busca garantizar el carácter social de la educación a toda la población venezolana, orientada según las etapas de desarrollo del ser humano, por lo que es una propuesta de continuidad educativa, rescatando la concepción de Estado Docente que permite a la institucionalidad concretarla a través de políticas, Planes, programas y proyectos estructurados e integrados entre sí (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2010) Por tanto, los maestros y maestras serán mediadores y activadores del saber, propiciadores de las experiencias de aprendizaje, de la dialogicidad, de un sentido de utilidad y sentido de dignidad y felicidad, éticos, accesibles y congruente su pensamiento con los fines educativos. El aprendizaje es visto como un proceso socializador, volcado a la crítica y la resolución de problemas comunitarios, teóricopráctico, afectivo, lúdico, resolución de problemas educativos conjunta, en un clima de respeto a las opiniones ajenas, afecto, alegría, reflexión y participación libre e igualitaria entre géneros, en la que forme parte de la planificación, programación y realización del proceso –indicado para el subsistema de Educación de Jóvenes, Adultos y Adultas, que ha sido asumido por los otros niveles-. Tal construcción de conocimientos debe propiciar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s). Los principios organizativos del Currículo Nacional Bolivariano están dados por la unidad en la diversidad y la contextualización de aquellos elementos que contribuyen a conformarla; flexibilidad, que permite ajustarlo con pertinencia; participación, dado su alto perfil socializador; intercultural, para incorporar los elementos propios de las localidades; equidad, para la igualdad de oportunidades y condiciones para todos dentro del proceso; atención a las diferencias y desarrollos individuales, que permitan centrarlo en aquellos educando con necesidades y potencialidades; formación en y por el trabajo, que oriente las vocaciones para el trabajo productivo liberador y su valoración ética para mejorar la calidad de vida; 120 integralidad, para formar en los valores de la identidad venezolana y universales y el desarrollo pleno de la personalidad en todas sus esferas. Entre otras, se caracteriza por garantizar la formación del ser social en y para el colectivo, satisfacer las aspiraciones de la sociedad venezolana, afianzar la identidad nacional, respeto a la diversidad dentro de lo universal-general y lo localespecífico, en correspondencia con el proyecto político, social y económico de la República Bolivariana de Venezuela, de una visión educadora humanizante que responda a los actuales tiempos del país dentro del contexto latinoamericano, caribeño y universal; sustentado en teorías del aprendizaje liberador, inter y transdisciplinaria, para una conciencia crítica, social y ambiental, de relaciones horizontales entre sus actores, promoviendo el aprendizaje por áreas de aprendizaje y sus respectivos componentes, a la vez del uso de tecnologías de la información y la comunicación, entre otros recursos para el aprendizaje significativo y socializado (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2007a). Entre sus objetivos destaca el de aplicar las políticas del Estado en materia educativa, generar procesos educativos cónsonos con lo que hemos venido reseñando, promover la independencia cognitiva, las actitudes para el amor y el respeto hacia la patria, los valores, reafirmar hábitos de salud e higiene, fomentar el pensamiento liberador y materializar acciones que propicien relaciones de justicia, equidad, igualdad y compromiso. Estos se concretizan a través de las experiencias de aprendizaje que en todos los subsistemas deben relacionarse por cuatro Ejes Integradores: Ambiente y Salud Integral, Interculturalidad, Tecnologías de la Información y la Comunicación y Trabajo Liberador. Estos ejes son transversales y obligatorios a todas las acciones generadas para el aprendizaje en cada una de las Áreas de Aprendizaje que caracterizan este currículo. Las Áreas de Aprendizaje son: Formación personal, Social y Comunicación y Relación entre los Componentes del Ambiente, en el nivel de Educación Inicial (MPPPE, 2007c). En el nivel de primaria se encuentran: Lenguaje, Comunicación y Cultura; Matemática, Ciencias Naturales y Sociedad; Ciencias Sociales, Ciudadanía e Identidad; Educación Física, Deportes y Recreación (MPPPE, 2007b). Las que corresponden al nivel de educación media o secundaria son Lenguaje, Comunicación y Cultura; Ser Humano y su interacción con los otros componentes del ambiente; Ciencias Sociales y Ciudadanía; Filosofía, Ética y Sociedad; Educación Física, Deporte y Recreación; Desarrollo Endógeno en, por y para el Trabajo Liberador (MPPPE, 2007d). A cada área le corresponde un componente que, por niveles y grados, incluye finalidad y contenidos que son las unidades teórico-prácticas a abordar en clases, cuya malla curricular se organiza por años o semestres y carga horaria semanal. Todos ellos han de tomar en cuenta los pilares de Aprender a Crear, Aprender a 121 Convivir y Participar, Aprender a Valorar y Aprender a Reflexionar, además de los Ejes Integradores de Ambiente y Salud Integral, Interculturalidad, Tecnología de la Información y la Comunicación y Trabajo Liberador, comunes a todos los niveles (MPPPE, 2007a). Las formas como se organizan los aprendizajes son la clase, los proyectos y el plan integral. La clase se da en los momentos de inicio, desarrollo y cierre, siendo de relevancia su característica de participativa y socializada. Los proyectos, como forma conjunta de buscar soluciones colectivas a determinados problemas en los ámbitos pedagógicos son: el Proyecto Educativa Integral Comunitario (PEIC), el Proyecto Aprendizaje (PA) y el Proyecto de Desarrollo Endógeno (PDE), donde los primeros abordan la realidad contextualizada de la comunidad y la institución escolar, el segundo como estrategia que permite la construcción colectiva del conocimiento en el aula, y los terceros que tienden al desarrollo de las potencialidades locales y del entorno a la vez de orientar al trabajo liberador a los educandos. El plan integral es una forma de planificar aquellos componentes que no entraron en el ámbito del proyecto pero son necesarios revisar y construir. Por último, dentro de la organización de los elementos de este currículo se considera la evaluación de los aprendizajes que ha de seguir los principios de reciprocidad, continuidad, constructivista y participativa; cuyas características son esencialmente las de ser formativa, integral, transformadora, científica, flexible, personalizada, dialógica, ética y cooperativa. Se da en los tipos inicial o diagnóstica, procesal o formativa y final o sumativa; bajo las formas de autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación. Su función es la de explorar, diagnosticar, orientar, informar, realimentar y promover. En el caso del nivel de educación Inicial, la evaluación utiliza la observación directa del niño, considerando su interacción con otros niños, adultos y adultas y con materiales y objetos. Esta observación obedece a parámetros de planificación, control y registro, focalizada o no focalizada, de forma descriptiva y no prejuiciada que permita determinar los indicadores logrados o no por los estudiantes de educación inicial (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2007c). En educación media se mantiene la condición de cualitativa y cuantitativa, teniendo la segunda mayor preponderancia. En la educación bolivariana, para responder a los principios de continuidad de un subsistema a otro, la evaluación es cualitativa y cuantitativa, con un enfoque crítico, que se centra en comprender qué y cómo aprende el educando, cuya información ha de ser útil para reorientar el proceso del estudiante y la misma praxis docente, con una participación dialógica que provoque la reflexión, el sentido crítico, la conciencia y la reorientación del proceso por todos los actores del acto educativo (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2007a). El sistema educativo bolivariano 122 El Sistema Educativo Bolivariano se concibe como la propuesta que organiza, estructura e integra todos los planes, programas y proyectos educativos de carácter institucional que sirven de plataforma a la educación del país, que permite al Estado venezolano asumir la rectoría en esta materia a través del Ministerio de Educación –considerando que este ente ha tenido modificaciones en su denominación institucional-. De acuerdo con el artículo 25 de la Ley Orgánica de Educación (2009), el Sistema Educativo está organizado en los Subsistema de Educación Básica y Subsistema de Educación Universitaria, como dos grandes componentes de la educación venezolana. El de Educación Básica está integrado por los niveles de Educación Inicial (Maternal y Preescolar), Primaria (1 a 6 grados) y el nivel de educación media, que tiene dos opciones: educación media general (bachiller, 5 años) y educación media técnica (1 a 6 años, técnico medio). La educación universitaria comprende los niveles de pregrado (3 y 5 años y más) y postgrado (Diplomados, Especialización, Maestrías, Doctorados, Pos doctorados; conducentes y no conducentes a títulos). Las modalidades que dispone este nuevo marco legal educativo son la educación Intercultural e Intercultural Bilingüe, la educación en fronteras, la educación rural y la educación militar (artículo 27 Ley Orgánica de Educación, 2009). Sin embargo, el Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano (Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2007), incluye, además de las referidas, la educación especial y la educación de Jóvenes, Adultos y Adultas. La Educación Intercultural transversaliza a todo el sistema educativo que, sobre la base de principios y fundamentos de las culturas originarias de pueblos, comunidades indígenas y afro descendientes, valora su idioma, cosmovisión, saberes, conocimientos y mitologías, además de su organización política, económica, social y cultural, que son patrimonio esencial de la Nación. Asimismo, la educación intercultural bilingüe es obligatoria e irrenunciable en aquellas regiones que son asiento de poblaciones indígenas, disposiciones estas que legalmente están expresadas en otros instrumentos normativos, como la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (Asamblea Nacional, 2005). Dentro del Sistema Educativo Bolivariano puede incluirse la dinamización de un proceso educador incluyente denominado Las Misiones Educativas, que se implementaron en el país a partir del año 2004, cuyos objetivos fundamentales son la incorporación de grandes contingentes de población que no estaban registrados en el sistema formal de educación y que por diversas razones habían sido excluidos. En su fase inicial respondieron a la concreción del Convenio Cuba-Venezuela en materia educativa. La Misión Educativa Robinson I y Robinson II, que incorpora a la población adulta a la educación primaria, cuyos resultados fue la superación del analfabetismo - 123 millón y medio de personas- con el método cubano “Yo, sí puedo”; la Misión Ribas para la secundaria y Técnica Ribas, que los certifica e incorpora al trabajo productivo; Misión Sucre, que atiende el sector de la educación universitaria, bajo un esquema de formación pertinente para el desarrollo de las comunidades y en un despliegue de municipalización que permitió la oportunidad a aquellos adultos y jóvenes que no podían asistir a las instalaciones de las universidades tradicionales dado los sistemas de selección y matriculación excluyentes en la educación superior en Venezuela, además de los inconvenientes de residencia, transporte y alimentación que estos implican para las familias de bajo recursos. Conclusión El currículo venezolano ha estado orientado a la organización de la vida escolar y al modelamiento de los sujetos educandos. Su fin último es concretar el republicano ideal, la sociedad ideal, para lo cual se determinan rasgos de un perfil y se establecen las propuestas educativas para su consecución (Maita, 2014). Referencias Asamblea Nacional (1961): Constitución de la República de Venezuela. Autor. Asamblea Nacional (2005): Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas. Caracas: Gaceta Oficial N° 38.344, del 27 de Diciembre de 2005. Asamblea Nacional (2007): Reforma de Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y del Adolescente. Caracas. Asamblea Nacional (2009): Ley Orgánica de Educación. Caracas: Gaceta Oficial N° 5.929, 15 de Agosto de 2009. Asamblea Nacional Constituyente (1999): Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Caracas: Gaceta Oficial N 36.860. Bigge, M; y Hunt, M. (1972): Bases Psicológicas de la Educación. Barcelona: Editorial Trillas. 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Se trata entonces, hacer propia una propuesta de investigación dedicada a estudiar el tejido del imaginario educativo de varones y mujeres al amparo de la materialidad de las relaciones sociales que las conformaron, entendiendo el imaginario educativo desde la perspectiva histórica según Romero Meza (2014) como: “…el producto de una narrativa o discurso oficial. Un conjunto de creencias trasmitidas a través de las escuelas, los medios o instituciones. Una concepción del pasado, como herencia común que nos encamina al progreso… [Este] se origina y legitima en la aceptación de esta visión de nuestra historia. Sin embargo, el discurso oficial es cuestionado por otras miradas al pasado histórico, discursos que van desde el indigenismo (y derivaciones) hasta el marxismo (y sus versiones)…” (p. s/n). En este propósito, al cruzarse los datos históricos que se han tomado de la Revista Ensayo Literario (1872-1874) cuya autora-editora y correctora fue Isabel Alderson y una vez que se triangularon con otras fuentes, se logró observar como emergieron un conjunto de categorías que una vez interpretadas caracterizaron al imaginario educativo que se proponía divulgar en esta publicación periódica. Este resulto múltiple y heterogéneo, pero con precisiones que consienten un acercamiento y una caracterización general donde se evidenció una marcada influencia del liberalismo, el positivismo y el romanticismo. También se logró mirar a través de las diferentes secciones del trabajo la percepción que se tenía de los héroes y de los hechos político-militares y consecutivamente se logró identificar elementos del proyecto civilizador guzmancista, de la identidad, los cuales a su vez se cimentaron en “prejuicios, subjetividades y deseos” (ibídem). 127 Paralelamente, esta investigación intenta realizar un ejercicio de reconstrucción histórica que permita comprender cómo los y las historiadoras cimentan sus explicaciones y cómo estas se fundamentan en evidencias y en lógicas narrativas históricamente situadas en un tiempo y un espacio. Asimismo, se pretende demostrar cómo los y las investigadoras de la historia se sirven de un conjunto de fuentes primarias y secundarias las cuales aportan datos, entre estas , destacamos los documentos escritos, los artefactos, los cuadros, los testimonios y el consejo de expertos. Igualmente, se aspira reconsiderar sobre cómo el tema-problema de esta investigación forma parte de una coyuntura históricamente ubicada, sobre la cual estudiamos las implicaciones sociales, culturales y políticas así como las circunstancias materiales que inciden en la construcción del conocimiento histórico. Planteamiento del Problema En las postrimerías del siglo XIX, las mujeres venezolanas irrumpieron con sus palabras en las diferentes publicaciones periódicas. Sus primeros escritos, enfáticos y adheridos a las imposiciones que marcaba el romanticismo resultó el inicio de un movimiento literario que se fue desarrollando pasando por la insurrección académica de Ana Yépez (quien fundó en 1885, La Alondra), por los argumentos de investigación de Concepción Acevedo de Thailhardat (quien se escudó durante su primera etapa como escritora-editora bajo el seudónimo de Rebeca) y co-creo dos periódicos El Ávila y La Lira (1885-1889), por el discurso político-literario redactado por María Rosalinda González en periódico El Problema, la prosa de Concepción Godoy en El Recreo de las Damas, por la creatividad poética de Aureliana Rodríguez (1872), la pluma de Magdalena Seijas, Mercedes Guevara Rojas de Pérez Freites, Polita de Lima Castillo, Carmen Brige, Virginia Gil Hermoso y Luisa Queremel en El Cojo Ilustrado (1892-1915), por la redacción de textos académicos dirigidos a las niñas, tal es el caso de Socorro González Guinan (1876), Antonia Esteller (1885) con su Catecismo de Historia de Venezuela, o el Silabario de Castellano (1877) de Dolores González de Ibarra, entre otras, que dejaron sus huellas en la escena pública venezolana y que se construyen como sujetas dignas de ser historiadas. Ante la situación planteada, la presente investigación se propuso examinar la ideas de Isabel Alderson a través de la revista Ensayo Literario la cual fue publicada dio entre 1872 y 1874, con el propósito de dar una mirada al imaginario educativo que se pretendió construir desde esta revista dedicada a la familias venezolana pero con especial énfasis hacia la mujer. Isabel, Elizabeth o Eliza Alderson como también es registrada en los documentos que se han consultado ha sido catalogada como la primera editora-redactora venezolana, que asume abiertamente la autoría de una publicación periódica. Entendiéndose esto según Russotto como: “…una noción construida que no sólo depende de la identificación material de la obra, sino que forma parte de un sistema reticular basado en los condicionamientos históricos 128 de la producción y difusión de textos. Como parte de este sistema, la formación del autor está a su vez vinculada a la formación del público. Su interrelación atraviesa los canales de circulación de un texto, define las zonas de apelación a determinados sectores de la sociedad, y utiliza los instrumentos de poder para alcanzar notoriedad…” (p.13). Esta revista surge en medio de la revolución federal liderada por Antonio Guzmán Blanco, donde ocurren un conjunto de cambios culturales entre los cuales cabe mencionar: la creación de la Gaceta Oficial, la fundación de la Academia Venezolana de la Lengua, el Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria (1870), el surgimiento de la litografía y con ello el incremento de las publicaciones periódicas, creando así los espacios ideales para publicar y divulgar textos, hasta el punto que aparece una nueva categoría en el contexto de las postguerra federal “la lectora”. Sustentada esta categoría en las disposiciones generales del Decreto del 27 de junio de 1870, el cual reza: “Artículo 2°. La instrucción obligatoria es aquella que la ley exige a todos los venezolanos de ambos sexos, y que los poderes públicos están en el deber de dar gratuita y preferentemente Comprende por ahora los principios generales de moral, la lectura y la escritura de idioma patrio, la aritmética práctica, el sistema métrico y el Compendio de la Constitución federal.” En este sentido, es la revista Ensayo Literario un producto concebido para coadyuvar en la formación de la mentalidad de una nueva ciudadana, considerada hasta ese momento según el proyecto civilizatorio y modernizador, en palabras Silva citada por Rivas (2003): “….como menores de edad, iletradas, asimilables al pueblo “inculto”…” para educar esta nueva ciudadana fue necesario recurrir a diversas estrategias y entre estas estuvo el hacerlas lectoras y promotoras de la lectura en el hogar, especialmente estas mujeres se interesaban por la narrativa, no obstante las “novelas [eran] parte de un proyecto de nación según el cual la educación de masas podía hacerse a través de la lectura de novelas…” (p.20). Significa entonces, que se podía educar a las no civilizadas, ellas podían fortalecer a través de estos aprendizajes el proyecto liberal y civilizador y a la vez contribuirían a implantar el orden social y moral. Es importante señalar que si bien como ya hemos señalado fueron muchas las autoras propias y extranjeras que sirvieron de instrumento para que las féminas de identificaran con el proyecto modernizador también se utilizó la pluma masculina en otros géneros discursivos, incluso hubo caballeros que utilizaron seudónimos femeninos para aproximarse e identificarse con el imaginario femenino, tal es el caso de Rosina Pérez quien en realidad resulto Antonio Parejo autor de historia de una familia (1885) y Guaicaipuro (1886) y quien en palabras de Pacheco, Barrera y González (2006) “…pretendía desde una voz femenina enseñar historia patria entrelazándola con la historia de una familia, en el primer caso y en el segundo narrar la historia de la conquista a través del idilio de Guaicaipuro y Amacoa…” (p.714). Como se ha visto entonces, se sostiene la premisa que indica que los esfuerzos narrativos del siglo XIX estuvieron amparados en el romanticismo y en drama propio del amor romántico. 129 Hecha las consideraciones anteriores, cabe describir la estructura que diseño Isabel Alderson para la revista Ensayo Literario, entre cuyas secciones, se privilegiaba la divulgación de novelas del siglo XVII por entregas, traducidas por autoras venezolanas y extranjeras muchas de las cuales ocultaban su autoría. También se ofrecía el ensayo literario, los relatos, la poesía, los textos para niños (artículos científicos), textos para niñas (cuentos y novelas por entregas), artículos que reseñan adelantos científicos, crónicas sobre eventos nacionales y que habían sido publicados en el diario Opinión Nacional (órgano de periodístico oficial), artículos sobre historia y geografía, astronomía, patrones de costura, recetas de cocina y miscelánea. De los planteamientos que anteceden se deduce, que la revista Ensayo literario se constituye en un arte-facto indispensable para reconstruir históricamente el imaginario educativo de una época considerando el pensamiento y las acciones de una mujer que integró la elite dominante en el periodo guzmancista y cuyo producto intelectual es una muestra de la reproducción del discurso hegemónico patriarcal concebido por la Segunda Autocracia Liberal (Brito Figueroa, 1986) que detentaban el poder. No obstante, es Isabel Alderson una mujer que se debate entre las contradicciones que ocurren en el tiempo histórico que le toca vivir, ya que si bien sale del espacio privado (el hogar) al espacio público, donde trabaja como editora, publicista, correctora de textos como lo indica González Stephan (2004): “En 1872, en la ciudad de Caracas, Isabel Alderson emprendió como directora de la revista el Ensayo Literario una no corta carrera como directora de esa publicación. Entre dos intensos años sacó más de 78 números. Escribía los artículos, hacía traducciones, llevaba el canje, la publicidad, las ventas, las subscripciones. Y bajo algún seudónimo, también se animó a publicar novelas en los espacios de su propia revista” (p.114). También no es menos cierto que descubrimos desde sus escritos a una mujer conservadora con relación al papel que debía desempeñar una dama en la sociedad, de convicción cristiana, prudente pero liberal. Capaz de abrir las páginas de su publicación para mostrar el talento no sólo de escritores sino también de escritoras meritorias tanto consolidadas como aquellas que continuaron ocultas detrás del seudónimo y/o el anonimato. Esta mujer sin lugar a dudas y como ya se ha mencionado, es participe del proyecto liberal y modernizador pero no deja de enaltecer su condición femenina frente a la autoridad masculina, que continuaba representándola, como “el bello sexo” y guardiana del hogar. Sobre la base de las consideraciones que anteceden y los hechos presentados en el presente artículo, nos permitimos formular la siguiente interrogante ¿Cuál es el imaginario educativo propuesto por Isabel Alderson en la revista Ensayo Literario? 130 Objetivos de la Investigación Reconstruir el imaginario educativo propuesto por Isabel Alderson a través del estudio de la revista Ensayo Literario entre 1872 y 1874. Metodología Esta es una investigación histórica con perspectiva de género, de nivel exploratorio/descriptivo y diseño documental bajo la modalidad de investigación bibliográfica. Entendiéndose según Dubs y Bustamante (2009) que: “La investigación histórica indaga el pasado con el propósito de describir hechos relevantes e interpretarlos. Por lo tanto, la investigación histórica es una tipo de investigación descriptiva que analiza los hechos ocurridos en el pasado. Es decir, realiza un esfuerzo por localizar, valorar e interpretar en forma sistemática y objetiva los hechos que permiten conocer el pasado. El investigador histórico hace uso de diversos procedimientos para indagar los hechos ocurridos en el pasado, reúne, examina, selecciona, verifica y clasifica los fenómenos o eventos de acuerdo con normas específicas y hace la interpretación acorde con la verdad. El propósito del historiador es lograr una mejor comprensión del presente y proporcionar las bases para la toma de decisiones racionales” (p.101). Adicionalmente, se incorporado el enfoque histórico crítico para comprender la condición de género y demostrar la histórica desigualdad entre mujeres y hombres. Asimismo, se han tomado aportes de las corrientes interpretativas con el fin de estudiar la significación de las acciones humanas, ya que para el feminismo es necesario incorporar la subjetividad al análisis científico. En este sentido, la herramienta conceptual o categoría analítica que propone la teoría feminista para los estudiar a las mujeres es el género o sistema sexo género. Consideraciones onto-epistemológicas. Esta es una investigación histórica con perspectiva de género, ubicada en el paradigma interpretativo, la cual toma aportes de diversas corrientes epistemológicas, tales como el marxismo y el neo marxismo, que le aportan categorías de análisis elementales para el desarrollo de este tipo de investigación, puesto que hay un diálogo frecuente entre estas y las corrientes teóricas feministas que trabajan por la construcción de modelos multi - teóricos. A partir de esta postura, se asume el género como una categoría de análisis histórico, que rompe con el objetivismo, examinan las prácticas vividas, impulsa la ciencia histórica, construye una mirada al imaginario educativo y al femenino, se suscribe el quehacer femenino y la respuesta sensible como legitima, desconstruye la leyenda de una ciencia histórica separada de los sentimientos y desarrolla un lugar para la iniquidad, la auto-reflexión, la resistencia y la diferencia. Por esta razón, no se 131 esconde el sistema de creencias, expectativas políticas que subyacen en la indagación, lo cual aprueba generar conocimientos más objetivos parque acepta la subjetividad, la construcción de conocimientos desde un corpus establecido; esto también se define como conocimiento situado. Procedimiento de investigación: 1. Para la recabar de la información se combinó el escrutinio de fuentes primarias tal como la revista Ensayo Literario (1872-1874) ubicada en la Hemeroteca Nacional, Gacetas de los Estados Unidos de Venezuela presentes en la sección de publicaciones oficiales de la Biblioteca Nacional, revisión de cartas entre otros escritos y legajos. 2. Consecutivamente se ficharon los datos obtenidos de las fuentes primarias y la información completaría adquirida de las fuentes secundarias: ensayos, documentos, textos, que posteriormente se cotejo con la pregunta de investigación, el objetivo y el esquema inicial propuesto. 3. Triangulación de la información: (análisis cualitativo de contenido, comparación e interpretación histórica) de las diferentes categorías a partir de la evidencia. 4. Se aplicó la relectura narrativa para comenzar con el proceso de elaboración de cuadros y matrices que permitieron organizar la información para su posterior; interpretación histórica, reflexión y teorización. 5. Elaboración del producto de investigación resultante del procesamiento de los datos cualitativos. Análisis y discusión Si bien nos planteamos en esta investigación ofrecer un horizonte sobre el imaginario educativo de la mujer del siglo XIX, a través de Isabel Alderson, haciendo énfasis en su producción intelectual la revista Ensayo Literario, cabe mencionar que también durante este tiempo surgieron otra las publicaciones periódicas de y para las mujeres. De las reuniones sociales y culturales fueron emergiendo agrupaciones que consolidaron proyectos, entre estos las publicaciones periódicas. No obstante, la historiografía considera a Isabel Alderson como la primera mujer que se reconoce públicamente como editora, creando y dirigiendo la revista Ensayo Literario que circuló entre 1872 y 1874. Ella asumió esta autoría públicamente, situación no frecuente en la época, ya que si bien otras mujeres pudieron hacerlo, muchas se resguardaban bajo un seudónimo o bajo la firma de un varón. Sobre esto Rojas (1907) acota: “…Isabel, la primogénita de esta familia [Alderson], aunque frisa hoy en los ochenta años, conserva el espíritu lúcido. En la bibliografía de nuestra literatura, ella ha dejado páginas donde se refleja el clima de la escritura de nobles sentimientos. Después de haber seguido durante algunos años, correspondencia amena con Revistas de Inglaterra y de los Estados Unidos de América, escritas en inglés, Isabel quiso fundar en Caracas un semanario literario en español, que resumiera, en síntesis, su variada 132 ilustración, su calidad de buena lectura. Esta publicación que el título de Ensayo Literario, vio luz pública por los años de 1872-1873. En sus páginas todo es ameno y moral, y todo inspira interés porque instruye y deleita al mismo tiempo. En muchas familias se conserva este grueso volumen de 1244 páginas a dos columnas. Lástima que achaques de salud impidieran a la ilustrada redactora a continuar con sus tareas literarias” (sic) (p.549). Emerge esta revista entre un conjunto de anuncios publicados en el periódico La Opinión Nacional que van desde el 4 de octubre hasta el 4 de noviembre de 1872, donde se especifica que desde la tutela intelectual de Isabel Alderson surgirá la revista Ensayo Literario, cuya finalidad es “…el recreo ó instrucción de las familias y especialmente del bello sexo…” (Sic) (p. 2-4), publicación periódica que estuvo vigente hasta 1874, por motivos de salud Isabel Alderson debe abandonar el proyecto, que había generado 71 números publicados en 20 meses y que se había distribuido no sólo en Caracas sino también en La Guaira, Puerto Cabello, Puerto Ordaz, Valencia, Los Teques, Petare y Guatire, un costo por suscripción de seis reales mensuales por cuatro números, o un real y medio por cada número suelto. Sobre este primer número, revisemos un anuncio de Ensayo Literario: “Mucho tiempo a que venimos notando en Venezuela la falta de una de esas publicaciones que abundan en Europa y los Estados Unidos -que los ingleses llaman “Magazine” o sea Folleto- en que se ofrece una lectura útil é instructiva á la vez que amena y aun divertida, á un precio tan módico que esté al alcance de todos. Al presentarnos ante el inteligente público caraqueño, no nos mueve ningún sentimiento de presunción, sino el deseo de prestar nuestro contingente á la grande obra regeneradora iniciada ya por el General Guzmán Blanco, y tan dignamente secundada por su Ministro de Fomento, Doctor Martin Sanabria” (Sic) (p.1). En este tenor, ya en el siglo XIX las mujeres intentaban expresar sus sentires políticos. Así por ejemplo Isabel Alderson no disimulaba su admiración por Antonio Guzmán Blanco, también reconocido como “El ilustre americano”: esta posibilidad de opinar sobre sus ideas y de participar en la vida pública fue una circunstancia trascendental para la promoción de otras acciones en este mismo orden. Sobre este proyecto literario continúa expresando Alderson: “No somos escritores -por consiguiente no ofrecemos nada original- sin que por esto desechemos algo de mérito que se nos presente: nuestro propósito es aprovechar la ilustración, industria y talento de otros, ofreciendo varios artículos en los cuales se encontrarán en compendio la historia, la biografía, la astronomía, etc., y además viajes y novelas, y todo lo que pueda. Este es nuestro propósito: depende su buen o mal éxito del juicio que de él forme el público criterio y del apoyo que le conceda” (Sic) (ibídem). En el siglo XIX, esta revista se convirtió en un medio para impulsar valores de ciudadanía, orden, paz y promover la cultura universal. Estos valores estaban 133 amoldados al pensamiento de la elite intelectual, cuyo interés era favorecer la construcción y afianzamiento de la nación de acuerdo al proyecto liberal y modernizador guzmancista y a razón de los modelos franceses y/o anglosajones, en este propósito obsérvese el siguiente cuadro: Cuadro 1 Secciones de la revista Ensayo Literario Sección de las Amiguitas (Contenido) La cuelga El trabajo y la pereza El zapato de la abuela La ocasión del oro Historias y aventuras de una gata Presencia de ánimo Susana Los viajes de una hormiga La choza al pie del cerro Los huérfanos Las pulseras Lorenzo el perezoso Matilde Los siete y diez y siete años de edad La hija del pueblo El presente de la virgen Cruz del camino Los dos labradores Sección de los amiguitos (Contenido) Atracción y gravitación Geología Historia de la atmosfera de mundo encendido Triunfo astronómico Excursión al voláis Los metales El imán Las petrificaciones Reino vegetal Partes interiores de las plantas Germinación de las plantas Sementera natural de las semillas Nutrición de las plantas Circulación de la sabia El crepúsculo Fenómenos ordinarios de la tempestad. El rayo. El granizo Fenómenos ordinarios de la tempestad. Su utilidad. Otras secciones de la revista Ensayo Literario Novelas por entregas Historia Acertijos Astronomía Miscelánea Editorial Poesía Editorial: Nota al pie La cocina para todos Relatos Otros (Ensayo) Ciencia Otros (Historia) Moda Editorial: Errata Notas: Datos tomados de la Revista Ensayo Literario. Elaborado por la autora Las secciones y contenidos de esta publicación, se caracterizaron por la abundante reproducción de ensayos literarios, novelas por entregas (para jóvenes y adultas, algunas publicadas en el siglo XVIII y otras en el XIX, traducidas del inglés, alemán o francés tanto por Isabel Alderson como por colaborares y colaboradoras nacionales o extranjeros que en varias ediciones prefirieron el anonimato), poesía, artículos científicos (especialmente dirigidos a niños-adolescentes), se incluían también apartados de cocina, labores y moda que de acuerdo a una nota incluida para el año de 1873, se incluía en la revista gracias a los esfuerzos del corresponsal que Alderson tenía en Francia, el cual le enviaba ejemplares de la revista “La Follet” órgano que divulgaba la moda en Europa y cuyos páginas se reproducían los primeros de cada mes, en este sentido, Di Mare (2013) indica: “….la vestimenta femenina permitía a las distinguidas familias demostrar su capacidad de transmitir una lujosa apariencia, como prueba de la urbanidad y de las transformaciones que venían suscitándose en el seno de la vida social… [Se] manifiestan una especial preocupación por demostrar el uso de las modas y los adornos –mayormente femeninos, pero sin dejar de lado la elegancia masculinacomo un aspecto que permite juzgar el estado civilizatorio de la nación. De esta manera, se reproducían los cuerpos simbólicos de una ciudadanía que se encauzaba dentro de los parámetros europeos. La urbanidad y la vestimenta serían dos elementos vinculados, que posibilitarían, por un lado, ampliar la base de lectoras femeninas, y por el otro, legitimar el proyecto nacional a través de la esfera doméstica, gracias al interés que los artículos de moda originaban en las lectoras…” (p. s/n). 134 En este tenor, las féminas estaban en el deber exponer los avances culturales de la sociedad a través del uso de la moda, meta que se intenta lograr con propagación de las litografías de mujeres que vestían indumentarias lujosas. La ropa y el cuidado personal femenino son aspectos que se vinculan con las obligaciones maritales y familiares, pero también se relacionan con el papel de la mujer como imagen de la nación, es decir, como símbolo de la nueva ciudadanía. En este sentido, examinamos un artículo publicado en el periódico La Opinión Nacional (1872) vocero del régimen liderizado por Guzmán Blanco y de la causa liberal amarilla y quienes ofrecen un dictamen sobre la nueva revista: “Ayer tuvimos el gusto a anunciar la aparición de este nuevo órgano de publicidad, consagrado al recreo é institución de las familias y especialmente del bello sexo, á quien en el banquete de la paz y de la civilización corresponde el puesto de honor como ornato que es de toda la sociedad cristiana, como arca depositaria de los destinos de la humanidad, como estrella de indistinguibles resplandores…” (Sic) (p. 2). Las publicaciones periódicas, en el siglo decimonónico, en relación al papel de las mujeres, y como se ratifica en este texto tenían como función principal conservar el modelo de sumisión y acatamiento instituido por el patriarcado. Y como se ha visto, se produjeron en un escenario clasista y elitesco. Los contenidos de estas publicaciones estaban dirigidos a las mujeres integrantes de las clases medias y altas, con el propósito de que estas influyeran desde sus casas promoviendo y sustentando el pensamiento hegemónico de ese entonces. En este sentido se retoma el artículo (ibídem): “…Al frente del Ensayo Literario esta la redactora la señorita Isabel Alderson persona tan recomendable por sus virtudes como por su ilustración y talento: y merecimiento su empresa todo el estímulo y protección que tiene derecho a esperar de una sociedad culta, no dudamos que el nuevo periódico progrese en todos los sentidos: cobrando el vuelo necesario para llenar cumpliendo el noble objeto á que está destinado, á saber: la propagación de lecturas escogidas, moralizadas, amenas, instructivas y baratas…” (Sic) (p. 2). Adelantado el siglo XIX se hizo indispensable el progreso socio-cultural del país. Debido a esto se fueron abriendo los caminos los caminos para que las mujeres incursionaran en la educación (formal e informal), bajo la encomienda, de transferir a sus familias la moral, la religión y las buenas costumbres; es decir, ellas estaban encargadas de comunicar los valores que avalarían la continuidad del orden social establecido, confirmado de forma escrita por las publicaciones periódicas que como Ensayo Literario estaban emergiendo. En este contexto se retoma el artículo (ídem): “La ocasión es llegada de que todas nuestras bellas damas que escriben con propiedad la lengua lleven el contingente de su fraternidad y buen deseo á las arcas del Ensayo Literario, que el periódico femenil no excluye de su columna ninguna producción original con que se le favorezca; y aún estamos seguros de que les preferiría á cualquier otra de origen extranjero. ¿Acaso no brillan en primer término en los fastos de la moderna literatura los nombres [de]… señorita Scuderi, madame Stael, Carolina 135 Coronado, Pilar Sinues de Marco…Sáez de Melgar, y tantas afanadas poetizas y escritoras? Hemos olvidado á Josefa Gordon de Jove, á Adela Fouractie, á Isabel Freire, á Aureliana Rodríguez, á Yara…” (Sic) (p.2). El valor primordial de las publicaciones periódicas dirigidas por y para mujeres radica, a nuestra de ver, básicamente, en primer lugar en posibilidad de visibilizar el trabajo intelectual que muchas mujeres venían realizando. En segundo lugar, que las autoras de crónicas, capítulos, relatos entre otros escritos, presentaron con regularidad dictamines, pensamientos y concepciones sobre cómo se debía actuar y hacia donde debían dirigirse los pasos las mujeres venezolanas del siglo XIX y finalmente nos permiten acercarnos a la cultura patriarcal de esa época y dar una mirada a los intentos de las mujeres por incursionar en la cultura con sus escritos y hacerse un lugar en un espacio que frecuentemente estaba ocupado por hombres. Contrariamente a lo esperado, el tiempo de circulación de la revista Ensayo Literario será efímero e Isabel Alderson debe cerrar el semanario, informándolo en una nota para el año 1874: “Con profunda pena anunciamos a nuestros favorecedores que al cerrar el presente mes cesará la publicación “Ensayo Literario”. Cuando, hace ya diez y ocho meses, fundamos este periódico, fue con el doble objeto de proporcionar á la juventud venezolana y en especial á las señoritas una lectura amena al por ser provechosa y de asegurarnos de una modesta utilidad, al principio llegamos á abrigar la esperanza de que habíamos el apoyo necesario para continuar prestando nuestro pequeño contingente al progreso que caracteriza la época actual, pero no ha sucedido así, y actual, pero no ha sucedido así, y por tanto nos vemos forzados á retirarnos de la arena periodística, mas no sin ofrecer nuestros muy sinceros reconocimientos en las personas que hasta hoy han dado tan benévola tan generosa acogida…”(Sic) (11 de abril de 1874). Con el finiquito de la publicación, la editora deja ver su contribución para con la juventud venezolana y especialmente para la formación del carácter de las mujeres. También contrariamente a lo expresado por Rojas 2007 (ob. Cit.) en páginas precedentes, la autora confiesa que la operatividad de la revista no le otorga los beneficios económicos que ella espera y que no recibe otros apoyos o subsidios, para continuar la obra periodística que de una u otra manera le presta apoyo al proceso modernizador. Cierra la nota agradeciendo las contribuciones de sus suscriptores. Dialogando con las categorías Luego de realizar la lectura de la revista y de aplicar las técnicas del análisis de contenido cualitativo, emergen las siguientes categorías que puntualizan los estereotipos de género inmersos en la revista ensayo literario, a partir del estudio en profundidad de tres secciones de la publicación: 136 Cuadro 2 Análisis comparativo de las categorías Sección Sección de las Amiguitas Categoría Textos para niñas: novela cortas o por entregas (o por capítulos, también llamadas novelas de folletín). Sección de los amiguitos Textos para niños: Artículos científicos. Otras secciones de la revista Ensayo Literario: El valor de la mujer. La modestia. La abnegación. La buena educación de la mujer. (Considerando para la interpretación histórica: la tipología axiológica, la educación femenina, y los resultados socioculturales). Interpretación Son novelas estereotipadas, de estructura lineal, cuyas narraciones e incidentes tenían como propósito dirigir valores morales, incentivar la educación y distraer a las más jóvenes. Son artículos vinculados a la educación elemental y la lectura en el tiempo libre, cuya directriz era el aprendizaje de la ciencia. Son textos de con predomino romántico publicados en la revista Ensayo Literario, del siglo XIX que coadyuvaron a fortalecer un perfil tradicional de la mujer, relacionándola con un tipo de pensamiento ligado a acuerdos morales y también a estereotipos, donde la mujer buena es asociada a la virginidad, la pureza, el amor, la bondad y la belleza. Querella con los hallazgos A continuación presentamos un encuentro dialéctico con los textos escritos en lo que se dirimieron asuntos fundamentales sobre el imaginario educativo de Isabel Alderson como autora –redactora de la revista Ensayo Literario, dirigida a la familia pero en especial a la mujer integrante de la familia elite del siglo XIX venezolano. Hallazgo 1 Los textos para niñas/adolescentes (sección de las amiguitas), reconocidos también como novelas de folletín y que se presentaban en la revista Ensayo Literario bajo la modalidad de entregas por capítulos, vinculaban generalmente a la joven este género con imágenes de pasión, emocionalidad, represalias, rabia, vanidad, ingratitud mientras que a los hombres se les exponía contrariamente con la fuerza, lógica y la meditación. No obstante, de una de estas aleccionadoras novelas por entrega “Matilde” extraemos los presentes fragmentos: “…pobrecita, dijo la señora Norris, no sabes coser, ni escribir, ni dibujar, ni tocar, pero no te desanimes, y si eres dócil y diligente, vencerás todas tu dificultades: con la humildad y la modestia todo se puede (p.61)… ya nos despedimos de Matilde y sus amigas con el ferviente deseo de que todas las que lean su historia, se esmeraran como ella en corregir sus faltas de mal genio, orgullo y no puede florecer allí sin destruir las virtudes- y les suplicamos se convenzan de que para purificar el corazón de estos huéspedes han menester de un sentimiento profundo de religión. Concluimos esta historia, escrita más bien para instruir que para divertir, repitiendo lo que hemos querido inculcar con ella, la necesidad de vigilar nuestros corazones, las ventajas 137 que nos proporciona la ingenuidad, la eficacia del arrepentimiento para con Dios y la humanidad hacia el hombre- y la necesidad de fortificar el corazón contra las tentaciones de la riqueza y la prosperidad…” (Sic) (p.168). Como puede verse y para ilustra lo que hemos venido comentando “Matilde” es un ejemplo de las estrategias para formar a niñas y/o jóvenes mujeres en esta etapa de transformación y de cambios, que conducirá a las floreciente ciudadanas venezolanas para ingresar al siglo XX. Aspectos relacionados en torno al rol femenino en esta época, dejan entrever la necesidad de evidenciar la modernización cultural de la nación, a través del cuidado de los comportamientos sociales. Sobre esto acota Pacheco, Barrera y González (Ob. Cit.): “De esta manera los relatos idílicos contribuirán a la educación de las mujeres, proponiéndoles, por ejemplo, la necesidad de controlar las pasiones a través de historias lógicas de personajes ficcionales víctimas de sus propias pasiones…” (p. 714). Es así como las jóvenes participan en el proyecto liberal modernizador enalteciendo su condición femenina sin soliviantarse delante de la dominación masculina, que aún las representa como el “bello sexo”. Hallazgo 2 Los textos para niños/adolescentes, sección de los amiguitos, está compuesto por artículos vinculados al aprendizaje de la ciencia. Es así como en la revista Ensayo Literario, se observa desde el estudio de estos artículos la construcción de un panorama ideológico y cultural que define los roles de género y las pautas que cada uno debe seguir, ideas desprendidas del sistema patriarcal y reforzadas por el positivismo. Sobre esto Di Mare (Ob. Cit.) señala: “De acuerdo con estas convenciones morales que se fueron naturalizando, la mujer estaba confinada a otro lugar, a otro tiempo, el del amor, la naturaleza y el sentimiento, ajena a las preocupaciones cotidianas de los hombres, a quienes les asiste la razón para conducir los destinos de la ciudadanía…” (p. s/n). La igualdad en la educación entre el hombre y la mujer confirmaba el orden patriarcal instaurado y naturalizado, que limitaba a la mujer al trabajo doméstico, bajo la ética del cuidado y la educación de la familia. Mientras que al hombre se le prepara para confrontar el espacio público de notoriedad social. Asimismo, le prepara para la investigación científica desde la educación formal situación de la que se ocupan los sabios de la época, cabe mencionar al Dr. Rafael Villavicencio y en especial el Dr. Ernst (1872), quien manifiesta su disposición enseñar a los jóvenes venezolanos: “…Penetrado por el deseo de contribuir a que se generalicen los conocimientos relativos á la hermosa y rica naturaleza del país, me permito ofrecerle tres horas a la semana con el fin de dar clases gratuitas de botánica elemental en la Escuela Guzmán Blanco…” (Sic) (p. 54). 138 Como se puede apreciar la “sección de los amiguitos” que trataba sobre la enseñanza informal de la ciencia y contenida en la revista Ensayo Literario no está desvinculada del proyecto educativo liberal, ya que con el auge que tomaron las ciencias naturales en el siglo XIX se revela que la adquisición de su conocimiento brindaba incontables posibilidades de aplicación práctica. Desde una perspectiva dinámica se confirmó que el desarrollo industrial significaba crecimiento económico. El Dr. Ernst y el Dr. Villavicencio, representantes de la corriente positivista, supusieron el saber científico como una vía para mejorar en la realidad venezolana, e incorporar al país en los tiempos modernos. Hallazgo 3 El ensayo literario incluido en la revista homónima incluye un contenido particularmente social, donde el papel de la mujer conforma un eje central de su discurso. Para efectos de esta investigación consideramos cuatro ensayos publicados en el semanario tres de autoría implícita adjudicada a Isabel Alderson (quien en la publicación se autonombra la empresa) y otro de la autoría de Catalina Severo. A través de ellos se pudo reconstruir el ideal femenino del siglo XIX, así como los roles sociales que le correspondían tanto a las mujeres intelectuales como a las letradas receptoras del mensaje, en este caso desde la perspectiva del liberalismo amarillo contenido en esta publicación semanal y que se convirtió por veinte meses en una guía de la acción, valores y actitudes que debían ser asumidos por las mujeres de las familias elite venezolanas. Para la interpretación histórica se consideraron como subcategorías; la tipología axiológica, la educación femenina, y los resultados socioculturales. En relación con la tipología axiológica, entendida desde expresiones como “ángel del hogar” esgrimidas para destinar el papel que se espera de las féminas en el siglo XIX, se incluyen escritos en la revista Ensayo Literario que aluden a la sumisión y dependencia ante la figura masculina. Las virtudes y los valores se conjugan con las normas prefijadas por las doctrinas religiosas y el marco jurídico, todo ello fortalece la discriminación de la mujer en lo que a su incursión en la vida pública se refiere, sobre esto damos una mirada al ensayo “El valor de la Mujer” publicado por Alderson en 1872: “Nunca he podido oír hablar de la emancipación de la mujer, sin que una sonrisa de lastima se haya asomado a mis labios… ¿para qué quiere una mujer vivir por si sola? Tal como vive hoy, tiene ancha esfera donde moverse y donde santas y admirables virtudes: y lejos de separarla del hombre, lo que conviene es educarla para que viva a su lado y sea lo que debe ser…” (Sic) (p113). Históricamente durante el siglo XIX, salvo contadas excepciones, las mujeres estuvieron relegadas de la formación o instrucción, no obstante a través de muchas publicaciones periódicas como es el caso de Ensayo Literario recibieron desde sus páginas información destinada a desarrollarse en su deber como amas de casa dentro de la ética del cuidado y atención a la familia, donde se cultiva lo privado. Sobre esto Domínguez Changue (s/f) comenta: “La vida en familia implica el 139 adentro, en el que es necesario profundizar, mientras que el afuera que es vacío y efímero, pudiendo ser peligroso o malo y tiene que ver con la vida social en general. De esa manera, la familia presenta un catálogo de virtudes bajo la forma de simples consejos. El interior del hogar proporcionará satisfacciones que la vida cotidiana no posee” (p.70). Lo “privado” en contraposición a lo “público” queda determinado con mayor claridad al hablar del valor como se evidencia en la continuación del artículo: “No ha menester el valor para seguir una carrera de áridos y monótonos estudios: no lo necesita para manejar por si sola sus negocios, para luchar con dificultades, para vencerlas ó para defender un pleito; necesita el valor para sufrir como cristiana, para sufrir las amarguras de la vida, y para apartar de los suyos las espinas, dejándoles ver sólo las flores. Necesita el valor para conservar a su hogar el calor, y para que brille en él la luz suave y vivificante de las creencias religiosas sostenidas con su ejemplo…” (Sic) (p.114). Valor, sufrimiento y sacrificio son los ejes principales de este ensayo. Una mujer que desee mostrarse como buena, debe estar integrada básicamente por estos sentimientos. Esa es la realidad que se percibe desde las letras esgrimidas por la ensayista-editora. Se retrata el eje central de cómo debe comportarse una mujer, continuemos analizando: “…mujeres valerosas, más que todo, necesita la sociedad, mujeres que se priven animosamente de las galas que pueden arruinar á su marido, que se dobleguen á los incesantes, aunque al parecer fútiles cuidados de una casa, que se resigna a cocer, á vigilar el gobierno de su casa: para defender las grandes cuestiones sociales, para hablar en la tribuna, para verter sangre en las guerras, para instruir en las cátedras están los hombres” (Sic) (p.114). Observamos entonces cuales son los valores apreciables que caracterizaron a la mujer decimonónica y cuyo mayor baluarte se encuentra en el cuidado de la familia y la formación de los futuros ciudadanos. Mientras que el papel de los hombres está situado en el dominio público, la adquisición del conocimiento formal y la defensa ante los conflictos bélicos. En cuanto a la educación de la elite femenina venezolana contenida en la revista Ensayo Literario, esta estaba destinada a incentivar costumbres propias de la burguesía europea, la redactora –editora de esta publicación se encargaba de promover lecciones de moral a través de sus líneas. Junto a toda esta estructura teórica, las lectoras recibían de forma naturalizada e imperceptible el mensaje tácito que consistía en conservar el orden de dominación que elaboraba de forma manipulada el perfil de mujer elite necesaria para resguardar el statu quo del hombre, sobre esto observemos un ejemplo en el ensayo “La buena educación de la mujer”, también de Isabel Alderson: “La gran instrucción suele no hacer felices a las mujeres: la buena educación las guía a la felicidad. La gran instrucción mal dirigida puede arrastrarla al desvanecimiento y á la duda; la buena educación la 140 enseña a ser humildes y á creer. La gran instrucción profana puede precipitarlas en el egoísmo y la desconfianza; la buna educación las enseña a ser tolerantes y á amar. Creer, esperar y amar: las tres preciosas virtudes sin las cuales la educación no se concibe, y es falsa la instrucción. Una mujer que no ama, que no compadece, que no siente, debe reputarse como el balden y el oprobio de sus sexo…” (Sic.) (p.49). Los pensamientos con relación al binomio educación e instrucción de la mujer que cercaron esta publicación periódica del siglo XIX, se correspondían con el asentamiento del sistema capitalista y la cultura moderna, vinculando la imagen de la mujer con un ser etéreo lleno de inocencia, pureza, gracia, obediencia y subordinación. Esta es la idea de la mujer elite, exime de labores, dedicada a su cuidado personal y dispuesto al agrado conyugal, reflejo de la sociedad civilizada, asimismo, el ensayo también señala: “La buena educación, esto es, la educación verdaderamente cristiana, dulcifica las horas de la mujer, no en una edad determinada, sino en todas las edades de la vida… cuando niña, mata en germen la vanidad, cuando joven hace resultar como virtudes la modestia y el pudor. Cuando amante enseña la honestidad y la pureza… cuando esposa enseña la fidelidad… en obediencia…en las alegrías enseña la moderación, y en los infortunios la conformidad; en la opulencia la noble resignación. Para los superiores, el respeto para los inferiores, el agrado; para los amigos, la constancia; para los enemigos el perdón, y para todos, en fin la caridad…No pueden ser felices las mujeres fuera de la educación cristiana que es la única que impone como deberes mui altos, la obediencia justa, la esperanza en Dios y el amor puro y santo…” (Sic) (p.50). La mujer tenía como opción la preparación al matrimonio y en consiguiente para la relación marital monogámica y endogámica, confinada al contexto doméstico y a la lealtad sexual. Como parte central del núcleo familiar, se consideraba importante su instrucción y educación, pero condicionada, con el propósito de certificar una adecuada crianza de los hijos. Igualmente la educación femenina también consiguió un valor preponderante, ya que influiría en la trasmisión de los ideales liberales, a los niños, niñas y adolescentes de la Venezuela decimonónica. Desde los resultados socioculturales, el ideal femenino se construye concertando los atributos axiológicos y la educación femenina, observándose como hallazgo concreto el adecuado desempeño en los roles sociales establecidos a las mujeres: “matrimonio, maternidad, cuidado del hogar, sumado a las debilidades, fortalezas o talentos y las cotidianas y mundanas aficiones” Domínguez Changue (Ob. Cit. p.71). Los valores y virtudes más destacadas, pensadas como características naturales de las mujeres, están presentes en cada número de la revista, en relación con esto destacamos el ensayo “La modestia” de Catalina Severo (1872): “El principal secreto de la educación no consiste en formar mujeres sabias: debe consistir en formar mujeres modestas. La modestia es una virtud que tiene saludable aplicación en todos los actos, en todos los estados y en todas las 141 circunstancias de la vida; es el único fondo sobre el cual resaltan con todas sus perfecciones la imagen de la hermosura y la imagen del talento. La modestia supone bondad y regularidad de los pensamientos y en las acciones; es el amor de todo lo conveniente y verdadero: es la humanidad, la caridad, la justicia…prescindamos de la modestia, y habremos franqueado la entrada a los vicios y la salida a las virtudes…” (Sic) (p.146). Como se puede observar el escenario natural para el desarrollo de la mujer es la casa y con ello el confort que esta pueda ofrecerle a la familia, pero sobre esto radica el ejemplo que esta debe trasmitir con sus actos. Es la mujer del texto representación de la modestia, dueña y señora de su espacio y es reconocida desde los ensayos literarios presentes en la revista por la “nobleza natural” de sus acciones cotidianas. Asimismo, se destaca su incursión, constancia y consagración sobre las tareas que le son asignadas y la trascendencia que acontece sobre el servicio que esta le ofrece al hombre, en su rol de amiga y esposa fiel. Es la mujer el eje central de la familia, quien de forma consciente se sacrifica en consideración a los beneficios de esta. Una vez se retoma el ensayo: “Consecuencia inmediata de la modestia es el aprecio de los merecimientos ajenos, y el menosprecio de los propios; así que la modestia puede considerarse como un antojo del alma, de tal manera dispuesto, que abulta los objetos distantes y hace casi imperceptibles los más próximos… La modestia que en los hombres brota de la educación, en las mujeres brota del instinto. Lo que la modestia debe olvidar, es el camino por donde se llega a las fútiles alabanzas y á las glorias pasajeras: lo que la modestia olvida es el valor de los atractivos propios…” (Sic) (Ibídem). No hay duda, que se continúa exaltando en el ensayo la modestia como la mayor virtud femenina en la mujer decimonónica. Se considera ésta, como una virtud nata en las féminas e innata en los caballeros. Asimismo, queda ratificado que la mujer debe ir de la mano del hombre, como consorte, amante, compañera y debe considerarlo centro de su mundo. Mas sin embargo, entre los textos investigados junto a la modestia como virtud innegable en la mujer elite del siglo XIX, también se acude a la abnegación como un adjetivo o descriptor importante para puntualizar a la matrona, acción que se puede inferir en el siguiente escrito de Alderson, denominado La Abnegación: “La abnegación es la antítesis del egoísmo consiste la abnegación en el sacrificio continuo de sí mismo, y esto lo practican las mujeres a todas horas del día y en todos los estados de su vida. Jamás una mujer es indiferente a los sentimientos y en esto consiste su bondad… Es cualidad magnánima no se adquiere ni se aprende, ni se imita a consecuencia del ejemplo: es innata en el sexo femenino; es un germen purísimo que aparece en la criatura al mismo tiempo que la luz…” (Sic) (p.146). El texto precedente da cuenta de lo importante que es el sacrificio de la mujer y sobre todo si es madre y si este se hace en función de la prosperidad familiar. Son la modestia y la abnegación ámbitos cercanos que caracterizan los principales supuestos de los atributos femeninos y que están innegablemente asociados a los 142 roles de género preestablecidos. La cultura y la instrucción como se ha venido detallando en los espacios sociales del siglo XIX mantienen sólo un provecho y este se centra en la educación de los hijos, de otra forma, es simplemente un elemento agregado nada más. Epilogo Con respecto al problema a investigar se partió de una interrogante retórica ¿Por qué las mujeres son invisibilizadas en los estudios históricos? Obteniéndose como respuesta luego de asistir a círculos de discusión, seminarios en el área y por supuesto el propio proceso de investigación y elaboración presente trabajo, qué el problema no es un asunto de fuentes materiales como dejamos en evidencia (en las referencias), sino de dirigir o redirigir preguntas. Cabe entonces otra interrogante y ¿a quién hay que preguntarle? Estas preguntas deben estar dirigidas al pasado, ya que como señaló la doctora Valeria Pita (2017), en una sesión de clase “si no hay preguntas, no hay respuestas”. Es a partir de esta reflexiones y sustentados en nuestra línea de investigación, iniciamos este camino, donde posteriormente, nos apropiamos de la técnica de las preguntas generadoras, donde fueron surgiendo nuevas interrogantes, por ejemplo ¿cómo un mismo acontecimiento visto por varones y mujeres, puede poseer diferentes significados, según sea visto desde la clase social, el sexo-genero, el ejercicio político o el proceso socio histórico que se esté viviendo?, ¿qué es la economía moral?, ¿cómo se maneja el discurso político educativo en el siglo XIX venezolano?, ¿Cómo influyo la construcción de los textos educativos formales e informales en la construcción del imaginario del venezolano? ¿Cómo participaron las mujeres en la consolidación del proyecto liberal decimonónico, de forma consciente o inconsciente? Hasta llegar a la interrogante de investigación que intentamos darle respuesta y que ahora nos sirve de guía al presentarle, las consideraciones finales del presente trabajo: ¿Cuál es el imaginario educativo propuesto por Isabel Alderson en la revista Ensayo Literario?: La presente investigación evidencia que el estudio de estos textos resulta un instrumento meritorio para la comprensión del imaginario educativo de un grupo social que marco el destino de los venezolanos a lo largo del siglo XIX, ya que se pudo visualizar su sistema de valores y la información que compartían entre ellos, contextualizado en el tiempo y el espacio en que se produjeron. La revista Ensayo Literario (1872-1874), tiene dos propósitos elementales, en primer lugar establecer lo que esos textos representaron en el escenario social donde se originaron, y en segundo lugar presentar una investigación que nos aproximó tanto a las representaciones sociales, al imaginario educativo así como al sistema de valores que se tenía con relación a la mujer decimonónica, representada en este caso por Isabel Alderson. Los textos analizados simbolizan una inestimable fuente de información para la indagación de las ideas y mentalidades del contexto representado por los y 143 - - - las receptoras de esta revista (familias y especialmente mujeres de fines del siglo XIX). Por otra parte, la investigación nos permitió establecer el sistema de valores, las prácticas culturales y los saberes compartidos por el colectivo, situándonos en la temporalidad que analizamos, sin caer en interpretaciones que pudieran resultar anacrónicas, es decir, se respetó la realidad y el imaginario colectivo de la época. En relación a la metodología, la unidad de descripción y categorización fue el discurso, ya que este es un nivel de indagación que nos permite analizar el lenguaje escrito en su realidad socio histórico, es decir, estudiar el hecho discursivo a partir de su contexto situacional. Se realizó una investigación histórica con perspectiva de género, donde se incluyó a las mujeres como sujetas de investigación en un ejercicio de reconstrucción de la historia, concibiendo que ser sujeta representa no sólo ser parte del proyecto o argumento a investigar, sino conferir, el protagonismo a las mujeres desde el objetivo de la investigación. En cuanto a las fuentes trabajadas estas estuvieron sujetas a una crítica desde la lógica de los propios textos. Considerando, especialmente en la revista Ensayo Literario el modo de lectura propuesto, los argumentos expresados por los y las escritoras (con autoría o en anonimato) y el diálogo con otros escritores (incluyendo la presencia de artículos y/o la participación especial del diario La Opinión Nacional) así como otras categorías que emergieron a lo largo del proceso. Referencias Alcibiades, M. (2004). La heroica aventura de construir una republica.Familia-nación en elochocientos venezolano, 1830-1865.Caracas: Monte Avila Editores/Centro de estudios latinoamericanos Romulo Gallegos. Alderson, I. (1872-1874). Ensayo Literario. Publicación semanal, 1-78. Caracas: Imprenta Nacional. Brito Figueroa, F. (1986). A proposito de las clases sociales en Venezuela. Caracas: Fondo Editorial Lola Fuenmayor/Universidad Santa Maria. Comunicado del Dr. A. Ernst al Ministerio de Fomento. 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Ciencias que en el campo de las Ciencias Sociales de nuevo tipo con marcada tendencia hacia el campo particular de la educación, éste se hace rico en posibilidades de específicas esferas de teoría y práctica educativa. Es así como en el acontecer de la educación y su disposición como ciencia social en este presente-presente, se vienen a establecer en el imaginario epistémico del mundo de la investigación y la formación las denominadas ciencias Agógicas: a.-) la “tradicional” y abarcante PEDAGOGÍA (educación de niños según su significado etimológico), b.-) la novicia HEBAGOGÍA abriéndose paso en busca de un sitial en la educación del joven y adolescente (estudiantes de educación media general y media técnica: Bachillerato), c.-) la poca conocida y hasta muchas veces invisibilizada, olvidada y hasta mezclada/ confundida con la pedagogía, la ANDRADOGÍA o Educación de Adulto en su más pura significación etimológica. Esta última damisela agógica en el campo de la formación dedicada a investigar y elaborar métodos, formas, didácticas, principios y estrategias para la educación del sujeto geohistórico en formación adult@ trascendiendo el más allá de la adultez (tercera edad), llegando incluso hasta tocar, nos atrevemos a sugerir, el más acá de ella; tiene todo un recorrido geohistórico de avances y retrocesos en la historicidad de la educación venezolana. Historicidad no desvinculada del acontecer teóricopráctico educativo, en la formación de esta subjetividad etaria, a nivel mundial. Es nuestra intencionalidad, entonces, en esta semblanza hacer un recorrido geohistórico educativo/formativo del adulto en dos dimensiones temporales: Una 147 referencial de la educación escolarizada de adultos en Venezuela durante el hito cronológico 1936-1974, en el cual la educación del adulto toma cierta preponderancia en tanto los factores determinantes de las dinámicas espaciales geohistóricas del momento ameritaban de una mano de obra adulta calificada, por lo que su escolarización pasó a ser un imperativo. La otra dimensión abordada en clave de antología retrospectiva en un recorrido temporal entre 1974-1989, ya que justo en 1989 se inicia en Venezuela una escalada académica especializada de formación andragógica a través de la oferta de estudios posgraduados a nivel de especialización y maestría en Andragogía, en la cual participamos; además de otros puntuales acontecimientos en la legislación, articulación internacional y normalización de la escolaridad del adulto en Venezuela. En todo el recorrido temporoespacial de esta segunda dimensión, cabe resaltar la tercera edición (1987) del libro “Andragogía Ciencia de la Educación de Adultos. Fundamentos Teóricos”; cuyo autor fue Félix Adam, considerado el padre de la Andragogía en Venezuela, oriundo de Delta Amacuro, de origen guarao, profesor titular de la UCV. Libro cuya editorial fue Andragógic C.A. Fondo editorial de la Federación Interamericana de Educación de Adultos (FIDEA). La primera edición se sucedió en 1970 también apadrinada por FIDEA y la segunda en 1977 auspiciada por la Universidad Experimental Simón Rodríguez (UNESR). Dimensión referencial tiempo espacial 1936-1974 [Educación de adultos]* “...designa la totalidad de los procesos organizados de educación, el nivel o el método, sea formales y no formales, ya sea que, prolonguen o reemplacen la educación inicial dispensada en la escuelas y universidades, y en forma de aprendizaje profesional, gracias a las cuales las personas consideraras como adultos por la sociedad a la que pertenecen, se desarrollan sus aptitudes, enriquecen sus conocimientos, mejoran sus competencias técnicas o profesionales o les dan una nueva orientación, y hacen evolucionar sus actitudes o su comportamiento en la doble perspectiva de un enriquecimiento integral del hombre y una participación en su desarrollo socioeconómico y cultural equilibrado e independiente .[1] A manera de epílogo iniciamos este recorrido con esta definición un tanto ortodoxa, de tinte técnico instrumental atada a la a la idea del pensamiento moderno y neoliberal con su concepción centrada en “…mejoran sus competencias técnicas…”, ya que al hacer un poco de ejercicio historiográfico nos encontramos que el desarrollo de la educación de adultos a nivel mundial data desde mediados del siglo XVIII (de manera no entendida como educación escolarizada de adultos). Es decir la Revolución Industrial y la Revolución Francesa marcan un nuevo rol, del adulto hombre y mujer en el trabajo; quienes por exigencias del desarrollo del capitalismo industrial y sus particulares determinantes en cuanto a relaciones de producción y desarrollo en las fuerzas productivas/medios de producción, tenían necesariamente que “instruirse” y/o educarse. Educación y/o instrucción que era recibida en instituciones eminentemente pedagógicas. Es en 1833 cuando 148 Alexander Kapp (Alemania 1799-Suiza 1869), de acuerdo a sus observaciones orientadas a la educación del adulto determina que éste no debía recibir la misma educación que los niños recibían. Surgiendo así el término “Andragogik”. Y como caso curioso es en 1984 cuando el término Andragogía es introducido en Estados unidos de Norteamérica por Malcom Knowles, cuando ya en 1970 Félix Adam introducía la temática con su libro “Andragogía” en Venezuela. De tal manera la revolución industrial (1750) con la tecnificación de los procesos de producción y la revolución francesa (1789) con el advenimiento del enciclopedismo perfilan las sólidas bases económicas e ideológicas de un nuevo modo de producción (el capitalista), donde a la educación de adultos se le da un sentido económico y social, a la vez postulando el deslinde entre Andragogía y Pedagogía. “Fue quizás por primera vez después de la Revolución Francesa, cuando se pensó en educar al adulto como problema específico. La educación que hasta ese momento, como ya se ha dicho estaba destinada principalmente a niños y jóvenes, comenzó a ser el medio para satisfacer el imperativo económico de formación personal capaz de permitir la incorporación al mundo del trabajo para cubrir las necesidades de especialización, es decir, de incipientes tecnologías para el desarrollo del proceso industrial”. (INSTIA. s/f: 21-22) Con todas las repercusiones y consecuencias en el devenir geohistórico de estos dos acontecimientos, que marcaron a la humanidad en lo social, económico, político, cultural, científico tecnológico, y en particular a la educación escolarizada del adulto; viene avanzando y desarrollándose hasta extender su radio de acción e influencia en todos los continentes la Andragogía, la educación del sujeto geohistórico en formación adult@. Hasta tal punto que ya para el pleno siglo XX encontramos conferencias hechas a nivel internacional, las cuales van a tratar temas y problemáticas particulares de la educación escolarizada del adulto, donde la participación de Venezuela tiene un papel significativo. Ejemplo de esta afirmación es la conferencia de Helsingor (Dinamarca-1949), la de Montreal (Canadá-1960), la de Tokio (Japón- 1972), la de París (Francia-1985) y otras con igual de importancia como la de Teherán (Irán-1965) y la de Ciudad Vacacional Los Caracas (Venezuela-1970). Destacamos que en todas estas conferencias a excepción de la Helsingor, Venezuela tiene una connotada e importante participación y protagonismo al hacer aportes que vinieron a enriquecer e influenciar la educación de adultos. No es fortuito entonces que encontremos en toda la historia de la educación de adultos en Venezuela, del siglo pasado, una relevante legislación apuntando a robustecer y dar musculatura jurídica, en el marco del Estado Docente, a la Educación Escolarizada del Adulto (esto se corrobora más adelante en la segunda dimensión cronológica). Dicho sea de paso su evolución geohistórica se remonta al siglo XIX cuando en 1870 se promulga el “Decreto de Instrucción Pública Gratuita y Obligatoria” al incursionar Venezuela en las dinámicas espaciales comerciales e industriales que el desarrollo del capitalismo internacional imponía, tomando un mayor auge e interés para el Estado en la primera mitad del siglo XX. Educación de adultos que a la luz de lo esgrimido y contextualizándola en nuestra “terrenalidad” la podemos definir como: “Un proceso educativo integral e 149 impregnado de humanidad, iniciado en la infancia, que puede y debe tener continuidad a lo largo de toda la vida del sujeto geohistórico colectivo en formación; según sus condiciones y potencialidades para la autogestión, con autonomía, en libertad y autodeterminación en su formación; una vez nutrida y apertrechada su “caja de herramientas” para así hacer continua la educación inicial recibida. Considere el/la adult@ que seguir recibiendo –Concienciar- una educación escolarizada (porque ésta está configurada y estructurada de tal manera que responde a su carácter volitivo e interés), le es necesaria y de provecho para marchar a la par y en sinergia con los intereses y necesidades de desarrollo geohistórico, socioeconómico, cultural, técnico y científico tecnológico que el estado requiere y la nación demanda respondiendo a las exigencias/potencialidades que su participación y protagonismo en el contexto temporoespacial ergológico de su existencia etaria le impone. Toda esta confección epistemológica de una educación de adultos, ratificamos, impregnada y apuntalada por un hondo calado y extensa sensibilidad humana”.[2] La educación escolarizada del adulto, como ha de suponerse hoy, atendió a las diversas situaciones económicas, sociales y políticas, que como determinantes de un acontecer geohistórico se presentaron a todo lo largo y ancho del siglo XX, y muy particularmente durante el período específico 1936-1974 del siglo pasado; como una extensión de los eventos históricos y la consecuente correlación con las fuerzas del mercado capitalista mundial, propias de las antecedentales determinantes económicas, sociales, políticas, culturales y educativas de las dinámicas temporoespaciales del siglo XIX. En tal sentido encontramos como el 27 de junio de 1870, el presidente de Venezuela Guzmán Blanco promulga el Decreto de Instrucción Pública, Obligatoria y Gratuita donde por primera vez en este país de manera jurídica, legal y legítima se institucionaliza la educación de adultos; específicamente en su artículo N° 21 se establecen las escuelas primarias de adultos. Arreaza, (1987:32) en clara consonancia con nuestro discurso argumenta que: “Desde 1870 existe legislación escolar significativa en Venezuela. Bajo la presidencia del general Antonio Guzmán blanco fue promulgado el decreto de 1870, el cual, entre otros aspectos, estableció la obligatoriedad y gratuidad de la Instrucción Primaria, la universalización de la rama docente y las normas para la creación de las instituciones destinadas a la educación de los adultos. El artículo 21 del referido decreto establece que, “Las escuelas primarias de adultos pueden ser dominicales y nocturnas”. Esta configuración de la Educación de Adultos (EDA) está enmarcada y circunscrita al desarrollo de una educación tradicional que se le impone al adulto respondiendo al histórico transcurrir evolutivo del capitalismo, con su singular aparataje y sus especializados dispositivos/signos y rituales ideológicos prefigurados desde la modernidad, abarcando el siglo XVIII hasta el siglo XIX. No sin proyectarse, con mucha fuerza, de manera muy especializada hasta nuestro 150 presente-presente con sus múltiples, tácticos y estratégicos reacomodos. Respondiendo así desde el campo educativa a sobrellevar sus crisis cíclicas. En el siglo XX dicha educación es aún más institucionalizada tomando como punto de partida, a la vez como una especie de progresividad a la alfabetización de adult@s. La cual pasa a ser entendida y practicada casi que en forma dogmática como EDA. Pasa a ser considerada la primera etapa en la formación del adult@ que más tarde será compensatoria, debido al déficit educativo existente para entonces; hasta llegar a la década de los 70 cuando se asume un carácter sistémico acorde con las exigencias de los tiempos y avances de la técnica, la ciencia y la tecnología. Caracterizado, entonces, el país por las convulsiones políticas, la resistencia guerrillera, la efervescencia revolucionaria estudiantil, el afianzamiento del rentismo petrolero, la agudización de las desigualdades sociales y el advenimiento económico del neoliberalismo como otro de los reacomodos del modo de producción capitalista durante en el hito histórico 1936-1973. Con la llegada del “Benemérito” Juan Vicente Gómez al poder (1908-1935), Venezuela sigue sumida en el continuo tradicional económico-feudal de Páez, Monagas y Guzmán Blanco, por tanto obedeciendo al gran capital transnacional y rindiendo pleitesía a las empresas extranjeras europeas y norteamericanas dedicadas a explorar, explotar y comercializar el petróleo. Manteniendo para ello las mismas estructuras sociales y políticas, donde la gran mayoría de la población es la que mayormente también lleva el peso de la afectación de un régimen dictatorial, genuflexo a los lineamentos impuestos por los polos hegemónicos imperiales. Condición país que se mantiene a todo lo largo de su gobierno, en el cual su oscurantismo mantuvo al país sumido en el analfabetismo sin dar mayor importancia a la educación, siendo luego sustituido cuando muere en 1935 por otro militar, Eleazar López Contreras. Las opiniones de Brito Figueroa y Carlos Irazábal citados por Sabin Harrinson (1984) en su obra “ Rómulo Gallegos y la revolución burguesa en Venezuela” respectivamente, nos hace aseverar el poco interés de Gómez por desarrollar una educación liberadora , más aun interesarse por la formación de la población adulta en estado de deserción escolar, desescolarizada o simplemente en condiciones de analfabetismo. “…esta coincidencia de males: un minifundio que no proporciona una dieta adecuada; una necesidad de someterse al régimen explotador del trabajo y producción (en el que cachicamo trabaja para lapa) “para compensar los defectos inherentes a una técnica rudimentaria”; y la perenne paradoja de una producción que crece poco a poco y de una continua degradación humana.” (p: 53) [son más que elocuentes, además] “En realidad fue más una dictadura semi-feudal cuya base social se redujo a los grandes latifundistas venezolanos, de la gran burguesía comercial criolla y a los capitalistas extranjeros. Por eso la política del gomecismo consistió en lo sustancial en la defensa de los intereses materiales de esos sectores en prejuicio de la mayoría de los venezolanos, en prejuicio de la patria venezolana.” (p: 205) 151 Vale acotar que a partir de 1918 a 1925 con el paso de una economía agrícola a una de corte extractivo/rentista petrolera se entremezcla en este gobierno el avance industrial y las tradiciones feudales, cuya expresión sociocultural la encontramos en el éxodo del campo a la ciudad de ingentes masas campesinas con un bajo o casi inexistente nivel de escolaridad. Con todo este marco referencial geohistórico socioeconómico y político la EDA no va a tener ninguna resonancia, ni transformación alguna; en tal sentido se puede observar como en la Ley Orgánica de la Instrucción en 1924, donde el “presidente” de la cartera ministerial de Instrucción Pública Doctor Rubén González (así denominado el hoy Ministro del Poder Popular para la Educación -MPPE-), no realiza en lo absoluto alguna labor trascendente en cuanto a la EDA, por consiguiente a su escolarización. La educación de este sector de la población estaba en manos de las entonces carteras ministeriales de Relaciones Interiores, Guerra y Marina y de Fomento. Solo se llegó a legislar sobre el tema quedando en el papel, no tuvo acción práctica y dicha legislación no contó con aparte alguno que en el marco de la educación reglamentara la educación de adult@s, tanto así que el 90% de la población era analfabeta. En el artículo N°2 de la ley de Instrucción Primaria, Secundaria y Normalista. Título 1 de la Instrucción Primaria. Capítulo I sección preliminar en González, (1976:61) podemos leer como sólo es sectorizada la EDA e impuesta a jóvenes y adolescente, mientras que al adulto lo incluyen en este grupo etario y viceversa: “Artículo N°2.- Las Escuelas Primarias comunes se destinan para niños de siete años a catorce años de edad, salvo las excepciones que legalmente se establecen. Los menores de siete años sólo se admiten en jardines de infancia; los mayores de catorce en escuelas de adultos; y los ciegos, sordomudos y demás anormales en las del respectivo tipo especial.” Respondiendo al carácter nepótico de su gobierno, Gómez entrega tierras, ministerios e instituciones a sus familiares: entre ellas la Lotería de Beneficencia Pública del Distrito federal, quien auspicia para 1936 lo que podría ser las primeras manifestaciones de la educación escolarizada del adulto, a través de la creación de las escuelas vespertinas y nocturnas. Eleazar López Contreras sucesor de Gómez en la presidencia, en casi nada o en nada, en su mandato (1935-1941), se diferencia de su antecesor al respecto de formular políticas públicas en el campo educativo, descuida la inversión en educación, creación sustantiva de escuelas y hospitales. Para en continuidad histórica ser sustituido por su ministro de Guerra y Marina Isaías Medina Angarita (1941-1945), tal cual él sustituyo a Gómez. No obstante estos dos “militares ilustrados” (López Contreras- Medina Angarita) incursionan en ciertas reformas dentro del ámbito económico, social y político. Como por ejemplo: los impuestos y regalías para las nuevas concesiones petroleras son aumentados en 1938; en 1943 Medina realiza una significativa reforma petrolera, se crea el primer liceo nocturno para adultos (1944) con el nombre de “Juan Vicente González”, se establecen 152 planes para erradicar el analfabetismo, se le garantiza la participación política a la mujer e inicia la consolidación de una burguesía comercial oligarca, industrial y rentista petrolera parasitaria. El acontecer geohistórico de la EDA a lo a largo del “Militarismo Ilustrado”, se ve signado por la falta de maestros, escuelas y un presupuesto que pudiese desarrollar no solo la educación pedagógica del niño, sino también la andragógica del adult@; en Venezuela para ese momento geohistórico existían 500 maestros y la demanda era de 2.500, se necesitaban 10.000 escuelas para los 450.000 niñ@s en edad escolar y para los servicios de alfabetización creados dentro del ME de 1941; solo un total de 600 sujetos geohistóricos para la formación adult@s fueron alfabetizados en 4 años.[3] Con la reforma petrolera de 1943 decretada por Medina, el imperialismo yanqui ve lacerados sus intereses en Venezuela y la burguesía criolla, pero apátrida, con una visión muy estratégica a la hora de definir sus aliados o enemigos en la procura y resguardo de sus haberes, en asociación para delinquir en conjunto con su amo del norte lo derrocan el 18 de octubre de 1945 estableciendo luego una Junta “Revolucionaria” Democrático-Burgués. Conocida en la historiografía venezolana como el Trienio Adeco (Gobierno de Rómulo Gallegos 1945-1948). Las estructuras sociales y económicas para este momento geohistórico se mantienen casi estandarizadas. En lo que respecta a la educación se establece la imperiosa necesidad de democratizar y masificar la misma, para poder a su vez masificar e inocular a través de ella, como aparato ideológico del nuevo estado, la nueva simbología política y dispositivos ideológicos que justificaran al régimen democrático-burgués que se imponía por vía De Facto. “Esto quiere decir que la Democracia Formal y la Escolaridad Formal iban a ser las piedras angulares de la nueva sociedad que nacía en 1945 bajo la inspiración de Acción Democrática y sus hombres. Las íntimas relaciones entre Política y Educación no podían ser más precisas.” (González. 1980:93) Geohistóricamente siendo consecuente con la política norteamericana de instaurar en toda la América Latina regímenes “gorilas dictatoriales” que sirvieran de forma sumisa y entreguista a los intereses del gran capital, los grupos dominantes en alianza interna con militares pro yanqui, a su vez en contubernio con la burguesía aristocrática/especuladora y los grupos de comerciantes importadores, en 1948 dan al traste con la “Revolución Burguesa” o trienio adeco. Fracturándola a través del golpe militar encabezado por del General Marcos Pérez Jiménez (1948-1958). Dictadura que vino a llenar a Venezuela de oprobio, miseria, represión y atraso. Los grupos socioeconómicamente poderosos pero demográficamente minoritarios apoyaron la dictadura y se plegaron al mejor postor; la aristocracia del dinero hace aletargar la escolaridad del adulto y de toda la educación en general bajo el ruido implacable de los sables y su aparato policíaco represor: “La seguridad nacional”. “Esos grupos económicos, (inspirados desde el estado, especialmente por Rómulo Betancourt, en el trienio 1945-1948) olvidan rápidamente sus veleidades 153 democráticas y en la década 1948-1958, se identifican con la dictadura militar que se instaura en el país en el contexto de la guerra fría, la pentagonización de la diplomacia y la militarización de la economía norteamericana en su política expansiva…” (Brito. 1986:12) La visión a nivel educativo de Pérez Jiménez, fue miope y retrograda, en nada consustanciada con un país que reclamaba inclusión al sistema educativo, adoleciendo de una formación técnica, científica y tecnológica acorde con los avances generados en el sistema mundo al igual que con las necesidades de desarrollo industrial y científico del país. “…cientos de miles de niños sin escuelas, millones de analfabetos huérfanos de toda asistencia (…), el abandono en que quedó sumida la educación artesanal, la industrial, técnica y comercial; la situación francamente alarmante que confronta toda la educación media en Venezuela; la indiferencia culpable ante las necesidades de la educación rural; la desorganización de toda la educación superior en el país; el cierre de liceos y universidades…” (Acosta de. s/f: 185-186) Todo ello es el resultado de una política inexistente dirigida hacia el hecho educativo, 10 años de oprobiosa indolencia y desinterés hacia la escolarización y formación de la población venezolana, colocó a todo el sistema educativo a dormir arrullado por el ruido estruendoso de una dictadura, en la cual particularmente la escolaridad del adulto no sacó la mejor parte, como muestra de ello el analfabetismo creciente es una determinante de ello; por ejemplo en este período Venezuela llegó a ocupar el primer lugar en toda la América Latina y el Caribe como país con la matrícula universitaria más baja en toda esta territorialidad. Todas estas características encontradas en la dictadura perejimenista, cuantitativamente van a constituirse en fuerzas de cambio para dar paso a una Venezuela de otras cualidades políticas. Luego de 10 años en el poder “…por razones ideológicamente ajenas a su voluntad [el gobierno de Pérez Jiménez], entró en conflicto financiero con la oligarquía importadora de capital y tecnología norteamericana” (Chacón. 1980:398), generándose además una organizada resistencia popular a su gobierno; son elementos de amplio peso que van a venir a dar con el traste a su dictadura y al consecuente establecimiento de un régimen político acorde a los nuevos tiempos y necesidades del imperio norteamericano: un régimen “estrictamente democrático” basado en el voto popular, de democracia representativa, conocido como la cuarta república (19601998). Esta democracia representativa inicia su devenir liderizada en primera instancia por Rómulo Betancourt (1959-1964), donde el disparar primero y el averiguar después cercenaba todo derecho a una educación en libertad y de amplio margen social en la inclusión de la población en todos los niveles, modalidades y etapas del sistema educativo. Se abre espacio para una masificación de la escolaridad no proyectada hacia la continuidad de estudios universitarios, pero si a garantizar una formación básica que permitiera a las empresas petroleras una mano de obra 154 preparada técnicamente y calificada acorde con las necesidades de producción y productividad de las mismas; la creación de planes de alfabetización y de institutos educacionales como el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) así lo corroboran. El sistema educativo se hace selectivo, siendo muy pocos los hombres y mujeres de extracción social proletaria y campesina que lograban alcanzar una plena y continua escolaridad hasta terminar sus estudios universitarios. Es aprovechado el aparato educativo no necesariamente para la formación concienciadora, sino para el adiestramiento del individuo para que acepte y defienda la recién instaurada democracia, siendo así la educación una simple operación de adiestramiento y/o adoctrinamiento. Democracia caracterizada por un pacto, el Pacto de Punto Fijo, originado entre tres fuerzas políticas pro yanqui: Acción Democrática (AD), Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD), en el cual excluyen al Partido Comunista de Venezuela (PCV), pacto que les permite durante 40 años turnarse en el poder. Betancourt promulga leyes educativas y crea nuevas escuelas con el más firme objetivo de masificar una ideología, el puntal para ello era la alfabetización/ escolarización de adultos. Esta afirmación cobra fuerza en el siguiente planteamiento de Furter, (1978:164). “…en 1958 imperaba la convicción de que la participación política del pueblo en el proceso de democratización estaba íntimamente ligada a la universalización de la comunicación escrita. El analfabetismo fue, por consiguiente, el primer campo de acción de la educación de adultos y la determinación del índice de analfabetismo representaba el indicador para la promulgación de la educación de adultos”. Establece también diferenciación entre los programas educativos para niños y adultos, lo cual conllevó a la reformulación de los programas de educación primaria para adultos, así lo establece Alemán y Otros, (1989:22). “Durante 1962 se acurda revisar los programas que se estaban administrando en los Centros de Cultura Popular. Es así como se diseñan programas para la educación primaria de adultos que tratan de diferenciarse de los que se utilizan para los niños. Se establecen tres cursos, en vez de seis grados y así se mantiene hasta 1969…” Culminado el lustro del gobierno de Rómulo Betancourt, como ya acotábamos, en seguidilla es sustituido por su compañero de partido Raúl Leoni (1964-1969) , en unas elecciones donde URD queda desplazado y condenado a no tener, durante su existencia activa como partido político, opción ninguna a la primera magistratura del estado; AD y COPEI se repartieron el botín. El gobierno adeco de Leoni, es seguido del primer gobierno de COPEI en la persona del social demócrata Rafael Caldera (1969-1974). El desarrollo de estos tres lustros gubernativos van a estar signados por una Venezuela sumida en guerra de guerrillas, con una población mayoritariamente empobrecida, desarraigada del campo emplaza fuera de las fronteras de las áreas más urbanizadas de todo el territorio centro costero, conformando cinturones de miseria; la burguesía rentista parasitaria se consolida 155 como tal y el capital norteamericano encuentra en estos tres “ilustrados demócratas” de la discriminación, desigualdad, represión y entrega del país, aliados incondicionales. En ambos se enfatiza en la masificación de la educación como una necesidad imperiosa ideológica y económicamente. Por su parte Leoni, luego de los 5 años de democracia convulsionada de Betancourt, se propone alcanzar la paz democrática que las transnacionales del petróleo necesitaban, para sin contratiempo y perjuicio alguno seguir maximizando sus ganancias, “… a través de la promulgación de la ley de conmutación de penas por indulto o extrañamiento del territorio nacional, a pesar de la insistencia de la lucha armada subversiva…” (Alemán y Otros. 1989:2). La búsqueda de esta paz institucional, como era de esperarse, fue acompañada del incremento en las inversiones brutas realizadas por las transnacionales estadounidenses y de otros países imperiales, ascendiendo las mismas de 21.530.000 $ en 1960 a 26.457.000 $ en 1968. El movimiento guerrillero ve paulatinamente menguada su estructura como consecuencia de sus contradicciones internas y la tecnificación del ejército nacional en conjunto con el asesoramiento militar en prácticas antiguerrilleras brindado por Estados Unidos (Escuela de la Américas); los Teatros de Operaciones Antiguerrillera (T.O) son la más elocuente expresión de ello. Durante el quinquenio de Raúl Leoni, la expansión del sistema educativo sigue su curso impuesto por la tecnificación del país y las necesidades de la industria petrolera, a la par con la “democratización” de la enseñanza y su masificación. Debemos reconocer, Leoni, asumió preponderante interés en atender lo cualitativo y cuantitativo de la educación, buscando una mayor calidad tomando en cuenta los lineamientos establecidos en la conferencia de Montreal (1960) sobre educación permanente y funcional (Alfabetismo) del adulto. Al respecto Eizaguirre, (1983:14) afirma: “Los años de 1965-66 constituyen un período nuevo de la educación de adulto en Venezuela después de siete años de extensa -más que intensaalfabetización…”. Llevando a la práctica los lineamientos internacionales, sobre educación de adultos, en colaboración conjunta con la UNESCO se inicia un plan piloto experimental de alfabetización funcional y educación de adultos como una gran innovación en la educación de adult@s en Venezuela. La característica más importante, según el mismo Eizaguirre, consiste: “… en el esfuerzo coordinado de los organismos que se ocupan del desarrollo de los recursos, para realizar un programa integral de educación de adultos en función del desarrollo económico y social y experimentar programas, métodos y materiales en el campo de la educación de adultos. (…) La etapa 1965-1966 transcurre en medio de un optimismo inducido por los organismos internacionales. El proyecto experimental es parte de toda una programación de experiencias educacionales con adultos que adelanta la Organización de las Naciones Unidas en 12 países. Teherán fue sede 1965- del Congreso Mundial de Ministros de Educación para la eliminación del analfabetismo. De allí había partido la idea directriz de considerar la alfabetización como una actividad educativa vinculada a la formación socioeconómica y profesional en el marco de una labor de desarrollo; en otras 156 palabras, se implementaba al menos en teoría, la alfabetización “funcional.” (1983:15-16) En este segundo gobierno social demócrata, en la cuarta república, de ambiente convulsivo y desapariciones forzosas, Teatros de Operaciones como el N° 4 (T.O4) en Cocollar estado Sucre, para contrarrestar la guerrilla que estaba organizada en la Serranía del Turimiquire; hace su aparición el Centro Regional de Educación de Adultos (CREA). Institución auspiciada por el gobierno de turno, recibiendo la cooperación técnica y financiera de la Oficina Central de Coordinación y Planificación, conocida por sus siglas como CORDIPLAN; de igual manera de la Organización de estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). CREA tiene como finalidad específica la de prestar asistencia técnica en el campo de la EDA a los países de Latinoamérica, también realizar investigaciones en este sector educativo y difundir materiales de apoyo de enseñanza, orientación o consulta. En el entendido que todo este conjunto de acciones innovadoras en el campo de la EDA, que se van sucediendo desde 1963 hasta 1967, tales como los programas especiales de primaria y experiencias de educación funcional de adultos, van consustanciándose tanto a tanto con una primigenia estructuración educacional con primacía hacia la escolarización del adulto y paralelas a todo el sistema escolar de entonces. Se consideran los primeros pasos de lo que se conoció durante las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado como “parasistemas”, no obstante este término un tanto controversial para la temporalidad citada, estaba referido a los estudios de secundaria realizados de manera informal o en forma semi presencial, siendo ellos la semilla de los liceos nocturnos tal como hoy día se conocen. Según los siguientes datos sobre la escolaridad del adulto se puede inferir los logros y alcances de los Centros de Cultura Popular, Centros de Extensión Cultural, el Proyecto Piloto Experimental, Las Escuelas Granjas Comunales y los Cursos por Correspondencia y Medios Audiovisuales (Todos desprendidos del impulso dado por los organismos internaciones a la EDA); cabe mencionar que estos últimos tenían como finalidad desarrollar e impartir una educación primaria y secundaria a quienes regularmente, por múltiples causas, no podían asistir a una institución educativa. Esta modalidad audiovisual es autorizada el 06 de julio de 1968 por Resolución ministerial N° 5854 emitida por el entonces Ministerio de Educación (ME); 80.000 adultos acuden anualmente a los cursos de primaria desde 1962 hasta 1971; el Proyecto Piloto experimental en el año de su fundación 1966 atendió 2187 adultos; los cursos por correspondencia se estrenaron con 5545. Paradójicamente para 1971 hay una merma significativa en la asistencia de sujetos geohistóricos en formación adult@s a estas instancias educativas de formación primaria para adult@s. Dado de baja en su periodo de gobierno Leoni, desarrollado el consecuente proceso electoral representativo, se turna en el poder el socialcristianismo en la persona de opusdeísta Rafael Caldera (1969-1974). Haciendo justo en su primer año de 157 gobierno una autentica legislación sobre la EDA, a través de la promulgación del decreto N° 208. Aparece en el escenario educativo venezolano una ciencia agógica que viene a representar la educación escolarizada del adulto: La Andragogía (1970). No obstante se retrocede con el cierre definitivo de las escuelas técnicas (1971) y artesanales (1972); para luego ser reaperturadas con nuevos bríos, casi treinta años después, con la llegada del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y su Revolución Bolivariana (1998) a dirigir los destinos de la patria de Bolívar. Le corresponde a Caldera continuar lidiando con la pasificación de la convulsionada política del país, originada por las álgidas contradicciones entre la democracia representativa y los ideales socialistas de los movimientos guerrilleros en conjunto con sus abrazos políticos “legales”; en un texto y contexto de avanzadas a la vez contrapuestas determinantes geohistóricas económicas, políticas, sociales, científico-tecnológicas, propias de un siglo que entraba en su fase final con sus singulares dinámicas espaciales. Pero también como producto de una economía dependiente, afianzada con mayor fuerza en el rentismo petrolero, las importaciones, y haciéndose cada vez más amplia la brecha poblacional entre los cada vez más pocos que acumulaban más riquezas y los cada vez más numerosos que teníamos menos, abultando progresivamente los índices de pobreza. Puntualizando los rasgos de la educación durante el gobierno de caldera y específicamente de la EDA y la escolaridad de los grupos etarios que la integran. Podemos indicar que los programas desarrollados en las escuelas y liceos diurnos son los mismos aplicados en los liceos creados para funcionar en horario nocturno, destinados a escolarizar a la población adulta. Instancias donde la filosofía educativa copeyana cobra fuerza. Según COPEI el fracaso de la filosofía educativa de AD responde a que los gobiernos socialdemócratas que lo precedieron, se concentraron en la expansión cuantitativa y no enfatizaron en el aspecto cualitativo del aparato educativo. Percatándose de esta anomalía, así entendida por el gobierno, la democracia cristiana fragua y ejecuta su estrategia para la educación venezolana, concentrando su aspecto filosófico en el desarrollo educacional. Al respecto Maldonado, afirma: “Preocupada por este fenómeno la democracia cristiana elabora el plan de educación 1970-1974, cuya filosofía educativa responde a la doctrina del “desarrollo educacional” (1978:87). Se da comienzo a un proyecto de alfabetización funcional (1968-1973), con un plan mixto de financiamiento asumido por organizaciones públicas y privadas, apoyado a su vez por otras instancias institucionales vinculadas con la EDA, creándose así el Consejo Nacional de Alfabetización (CNA). El más significativo avance en materia de EDA en el devenir geohistórico del Estado Docente del magisterio venezolano (1936-1974), lo viene a significar la promulgación del decreto 208, de fecha 29 de noviembre de 1969, el cual está considerado como el primer intento de verdad comprometido con dar carácter sistémico a la administración de la educación EDA en tierras venezolanas. “Aun cuando la educación de adultos existía en cada uno de los niveles de alfabetización, primaria (escuelas nocturnas) y secundaria (liceos y escuelas 158 técnicas nocturnas), se puede afirmar que en Venezuela nunca hubo una legislación que diese estructura y cuerpo a la educación de adultos hasta 1969, cuando fue promulgado el Decreto Presidencial Número 208”, (Eizaguirre. 1983:12) El 208 referido al “Reglamento para la Educación Permanente de Adultos”, es asumido como el forjador del “Parasistema”[4] en Venezuela. Este decreto se perfila única y exclusivamente en pronunciarse por el derecho a formas, estrategias, métodos flexibles que vinieran a considerar las condiciones biopsicosociales del adulto y su carácter andragógico; facilitando así su educación académica-cultural, científica, técnica y profesional de manera permanente y continua. Irónicamente tan significativo decreto, con una connotación interesantísima y seria sobre la escolaridad del adulto no tuvo la resonancia necesaria para garantizar a este sector etario de la población una educación ajustada a sus intereses, necesidades volitivas, actitudes y aptitudes. El profesor Luis Contreras, quien para 1989 era el Director de la Dirección de Educación de Adultos del Ministerio de Educación, a quien tuvimos la deferencia de conocer, opinaba al respecto del 208 que: “… no contó con administradores que llevaran a la práctica toda la teoría expresada en el decreto 208.” Por otra parte y como agravante el “Parasistema” referido únicamente a la EDA a nivel secundario[5], “…es lanzado a la instrumentación e implementación de forma impositiva por Decreto Presidencial, sin suficiente investigación previa de las necesidades del país, sobre los hábitos y actitudes del adulto venezolano y las condiciones reales que lo rodean” (op.cit:29). La excepcional experiencia que atestigua la aplicación del decreto 208 es la creación de los Centros de Recursos y Asistencia Técnica (CRAT), destacando con alta significación el constituido en Ciudad Bolívar. Estas instancias educativas a nivel medio (Bachillerato), desarrollaron en forma práctica una modalidad de enseñanza dinámica y flexible que permitía la educación del sujeto geohistórico en formación, etariamente adulto en condición económicamente productiva, es decir cumpliendo un horario de trabajo. El 208 fue inspirado por las conferencias internacionales sobre EDA de Montreal y Teherán, donde se establecieron los principios de la educación permanente y alfabetización funcional. Volviendo una vez más a la idea de “Parasistema” y su vinculación con el 208, nos permitimos citar nuevamente a Eizaguirre (1983:16), quien acude al decreto y al profesor José Marrero con la finalidad de traer luces al respecto, dejando aclarada nuestra posición al respecto. “Es a partir del Decreto 208 cuando la expresión “parasistema” ha tenido amplia divulgación en Venezuela. El parasistema es un sistema particular de educación permanente de adultos, que basa su particularidad en el reclamo de …formas flexibles de educación que faciliten a los adultos una formación cultural, científica y profesional” (Decreto 208). Dirigido a la población económicamente activa, el concepto abarca todos los niveles de la educación de adultos; pero como su divulgación cobra fuerza con la programación especial de educación secundaria de adultos, muchos han usado el término refiriéndolo exclusivamente a nivel medio. El Profesor Marrero define así 159 al “parasistema” (no sin antes advertir que el término carece de valor jurídico alguno): “Es sencillamente un subsistema con características muy especiales, dirigidas a la educación de adultos, y que forma parte esencial del sistema educativo.” (El Nacional 07-04-1975) Los planes y programas del 208 no llenaron las expectativas de la población adulta ganada para recibir su formación, el decreto en su limitada aplicación la defraudó. Los planes y programas desarrollados en esta modalidad de escolaridad, eran exactamente idénticos a los aplicados en las instituciones educativas diurnas tradicionales. Esta legislación como la mayoría que le antecedió no contribuyó a forjar un subsistema de educación para adultos consustanciado con las necesidades del país y del sujeto geohistórico adult@ mism@. Pero el gobierno de Caldera no solo centro su filosofía educacional en el 208; entre otras legislaciones consideradas para el socialcristianismo de igual envergadura sobre EDA, encontramos que en 1971 se crea la División de Educación de Adultos (DEA) del Entonces ME, conocida hoy como la División de Educación de Jóvenes, Adultos y Adultas. Entre el año 1971 y 1974 se promulgaron las resoluciones N° 16, 143, 45, 7 165 en las respectivas fechas: 04-03-1974, 30-08-1973, 04-08-1972, 28-071971, regresivamente compaginadas a cada una de las resoluciones. Estas resoluciones están referidas a programas, carga horaria de diferentes asignaturas, normas de evaluación correspondientes a la educación secundaria y técnica de adultos. Muy a pesar de los 208 grados de presión que soporta la escolaridad del adulto en la Caldera, su cocción se eclipsa cuando son eliminados los politécnicos y las escuelas técnicas; se establece durante el año escolar 1971-1972 en términos prácticos la división entre lo que se conocía como Ciclo Básico y el Ciclo Diversificado (Hoy nuevamente unidos tanto en Educación Media General y Media Técnica). Todo este ensañamiento, contrario al decreto 208, contra la EDA se corresponde con la convulsión política que le toca enfrentar el gobierno de Rafael Caldera antes de ofrecer su plan de pasificación al movimiento guerrillero. También en su gobierno aumentan los índices de analfabetismo, se habla de 1.600.000 analfabetos. “Para 1971, la tasa de analfabetos entre los 10 y 14 años, asciende al 18.2 por cien; y entre los 15 y 19 años, al 13 por cien.” (op.cit: 1983:20) En fin a todo lo largo del hito cronológico estudiado 1936-1974, en clave geohistórica vamos a encontrar que a nivel político se van gestando una serie de acontecimientos hasta llegar a la consolidación de la democracia representativa protagonizada por los partidos políticos AD y COPEI; en el aspecto social se consolida la burguesía rentista parasitaria y como contrapartida una capa proletaria contemplando altos índices de analfabetismo; en lo económico crece y se consolida una estructura económica propia de un capitalismo dependiente que responde a los lineamientos de los países imperialistas, fundamentalmente del imperialismo estadounidense; en consecuencia la EDA pasa a ser de interés, a 160 través de legislaciones y el desarrollo de programas que no se consolidan ni dan los resultados deseados y necesitados. Tal es la realidad geohistórica de la EDA que al final de la década de los 80 del siglo XX, a pesar de varios esfuerzos como el convenio entre la Universidad Rafael Urdaneta (URU) del Zulia y el Instituto Internacional de Andragogía (INSTIA) con sede en la ciudad centroamericana de Panamá para dictar cursos de posgrados en Andragogía; para ese momento de la historicidad venezolana el “subsistema” de educación de adultos se encontraba aun esperando respuestas definitivas a su realidad educativa. Dimensión antológica / retrospectiva de la EDA: 1974-1980 Finalizados los años 80 del siglo pasado, la EDA en su devenir geohistórico seguía siendo de atención acuciosa para la colectividad progresista y para la esfera del pensamiento crítico educativo venezolano. Por sus característicos, fluctuantes y particulares lacónicos intereses e importancia para los gobiernos de turno, según la doctrina política que profesaran. Hoy todavía, transcurridas dos décadas del siglo XXI, se sigue legislando y configurándose diversos signos y simbologías andragógicas sobre la EDA: alfabetización, pos-alfabetización, acreditación de saberes, preparación técnica, misiones educativas-programas-planes enfocados en los sujetos geohistóricos en formación adult@s, preparación vocacional, profesionalización universitaria entre otros, son algunos de ell@s. Pero en América Latina y el mundo se manejan todavía altas cifras de analfabetismo. Solo como un ejemplo para el 2013 el 84% de la población mundial adulta era analfabeta (774 millones de adultos no sabía leer ni escribir), en la actualidad la cifra aumentó a 781 millones. En América Latina se estimó en el 2013 la existencia de 40 millones de analfabet@s. Como caso particular Venezuela, no es parte de esta cifra ya que para el presente año (2018), ha cumplido ya 13 años de haber sido declarada por la UNESCO Territorio Libre de Analfabetismo. Estas cifras hacen ver preocupante como evoluciona la escolaridad del adulto a nivel mundial; a la vez reconfortante cuando Venezuela supera este flagelo que discrimina y genera desigualdad social en el mundo, gracias a un proceso revolucionario iniciado en 1998, que centró profundo interés en la educación de su población adulta. Pero hagamos una mirada, en dimensión antológica/retrospectiva, de cómo evolucionó cronológicamente en tres lustros del siglo pasado (1974-1989) la EDA en nuestro país, a través de su legislación y otros eventos relacionados directamente con esta modalidad educativa. País que en dichos lustros se encontraba bajo la directriz política y económica de la democracia representativa cuarto republicana: 1973.- La resolución N°143 establece que el Ciclo Diversificado de educación media para adulto comprende la educación secundaria y técnica; pauta además lo 161 correspondiente al régimen docente, el cual se desarrolló por semestre y de acurdo con la prelación de asignaturas. 1974.- La resolución N° 16 referida a la evaluación en el ciclo diversificado de la educación media para adultos. 1975.- La Dirección de Adultos coordina y ejecuta en 16 estados del país el programa de educación primaria para adultos. 1976.- Es creada la Comisión Nacional de Alfabetización “Plan Andrés Bello”. La División de Educación de Adultos del Ministerio de Educación (ME) es transformada en la Dirección de Educación de Adultos. 1977.- Se crean las escuelas de padres, atendiendo aproximadamente mil participantes en 45 cursos. Se crea el Centro de Educación de Adultos a Distancia (CEAD). Es creado por el ME, a través de la resolución N° 10, de fecha 05-01-1977 el Programa Extraordinario de Alfabetización “Andrés Bello”. 1978.- El ME elabora módulos para CEAD. 1979.- Surge el Proyecto Especial -de EDA- para el Desarrollo Rural Integrado (PEDRI). 1980.- Promulgación de una nueva LOE, con la cual queda derogado el decreto 208. 1981.- La UNESR adelanta por vez primera en Venezuela, una modalidad de carácter andragógico conocida como Acreditación del Aprendizaje por Experiencia. 1982.- Se da inicio a las acciones para la implementación del proyecto multinacional de Educación para el Trabajo. 1985.- Ejecución del Proyecto Especial de Educación para el Desarrollo de las Poblaciones que habitan en áreas rurales y marginales (Conocido como Proyecto 92). Se celebra en Puerto la Cruz el V Seminario Nacional de Andragogía. Se crea la Comisión Nacional de Alfabetización. 1986.- la UNESR con apoyo de la OEA, organizó el Seminario de Acreditación de Experiencias y de los Aprendizajes. Se desarrolló el inventario nacional de materiales de lectura producidos por las instituciones miembros de la Comisión Nacional de Alfabetización. Se implanta la Educación Básica para Adultos en su primera etapa. Es elaborado el Reglamento General de la LOE, en el cual se establece todo un Capítulo para la EDA. Se implementó el Diseño Curricular de Educación Básica para Adultos. Es dictado el Reglamento Especial de Evaluación para EDA. La Dirección de Educación de Adultos del ME, pasa a ser parte de la Red regional de capacitación de personal y apoyo específico en programas de alfabetización y educación de adultos en el marco del proyecto principal de educación para América Latina y el Caribe, conocida por sus siglas en inglés como REDALF-Internacional. Se institucionaliza a nivel nacional el REDALF, con la creación de una filial (REDALF-Nacional). Es inaugurada la escuela técnica industrial para adultos en la ciudad de Valera del estado Trujillo. 1987.- Se da continuidad al Diseño Curricular de Educación Básica para Adultos, con la implementación de la II Etapa. El Centro Regional de Educación de Adultos (CREA) es sede del Proyecto de Pos-alfabetización auspiciado por la OEA. Es publicada la tercera (3ra) edición del libro “Andragogía Ciencia de la Educación de Adultos. Fundamentos Teóricos”, su autor fue el Deltano de origen guarao, 162 Profesor de la UCV, Félix Adam; cuya editorial fue Andragógic C.A. Fondo Editorial de la Federación Interamericana de Educación de Adultos (FIDEA); siendo precedida por la primera (1ra) edición en 1970 Edit. FIDEA y luego una segunda (2da) edición en 1971 por la UNESR. 1988.- Venezuela ingresa al Consejo de Administración del Centro Regional de Educación de Adultos y Alfabetización Funcional para América Latina (CREFAL). Se elaboran Guías Instruccionales para la EDA. 1989.- Se genera la validación del Primer Manual de Supervisión de EDA. Estudian y revisan el Nuevo Diseño Curricular para educación media de Adultos. Se desarrollan cursos de estudios posgraduados en Andragogía a nivel de especialización y maestría en varios estados del país, a través del convenio establecido entre la Universidad Rafael Urdaneta (URU) del Zulia y el Instituto Internacional de Andragogía (INSTIA) con sede en la ciudad de Panamá; convenio gestionado y presidido por el mismo Profesor Félix Adam. [6] Notas [*] Este capítulo que en su contenido discursivo es referencialmente tomado de la Monografía (1989) “Evolución Histórica de la Escolaridad del Adulto en el Contexto Socioeconómico y Político Venezolano (1936-1974)”, cuenta con una previa revisión, actualización y sumatoria de agregados teórico-conceptuales. Material monográfico, inédito, desarrollado durante la realización de estudios posgraduados de Especialización en “Andragogía” (URU-INSTIA 1989-1991), en la ciudad de Puerto la Cruz, Venezuela. Para su realización se me adjudicó la coordinación del grupo de trabajo, asumiendo con ello en mayor grado el proceso de arqueo de fuentes y lectura, investigación y su redacción. Nuestro grupo fue integrado por las Profesoras Betsy Cedeño, Luisa Cedeño, Onellys Marcano; los Profesores Hernán Álvarez y Jesús Montero; a quienes doy y reconozco los créditos por su trabajo de revisión y aportes para su culminación, además como compañer@s de estudio. [1] XIX Conferencia General de la Unesco, sobre el desarrollo de la Educación de Adultos. Recomendaciones. En: INSTIA Revista de Andragogía. (1985). Año II N° 4. P-95. [2] Las cursivas son de nuestra autoría. [3] Datos tomados de Sabin, H. (1984). [4] Advertimos que no compartimos el término “Parasistema” con el cual, entonces, se clasificó o se pretendió enmarcar a la EDA; ya que en su connotación semántica y conceptual es aberrante y contradictorio. No podía existir un sistema educativo paralelo a otro. [5] En la actualidad está contemplada de acurdo a la LOE 2008 en su Artículo N° 26, como la Modalidad Jóvenes, Adultas y Adultos. [6] Anotamos que varios de los datos en todo este aparte aquí referenciados fueron tomados de: Alemán, I y Otros. (1989). Referencias Acosta de, A. (s/f). Análisis del sistema educativo venezolano. UPEL-IMPM. Venezuela. Adam, F. (1987). Andragogía Ciencia de la Educación de Adultos. Fundamentos Teóricos. Caracas: Andragógic C.A. Alemán, I y Otros. (1989). Evolución de la educación de adultos institucionalizados en Venezuela durante el período de democracia 1958-1989. A la luz de las Conferencias Internacionales. Trabajo Monográfico. Caracas. Álvarez, A. (s/f). Análisis Crítico de la Andragogía de Knowles, Adam y Savicevis. Tesis Doctoral Capítulo II. En: Material de apoyo INSTIA “Evolución Histórica de la Andragogía”. Caracas. Álvarez, H. y Otros. (1989). Evolución Histórica de la Escolaridad del Adulto en el Contexto Socioeconómico y Político Venezolano (1934-1973). Trabajo Monográfico. Puerto la Cruz. Venezuela: URU-INSTIA. 163 Arreaza, I. (1987). Métodos andragógicos en el desarrollo de la personalidad del hombre. Revista Andragogía N° 9. Año IV. Caracas. Bilbao, A y Otros. (1983). Legislación educativa y dependencia en Venezuela. Cuadernos de Educación N° 38. Caracas: Laboratorio Educativo Brito, F, (1986). La aristocracia del dinero en la Venezuela actual 1945-1985. Barquisimeto. Venezuela: Fondo Editorial Buria. 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Caracas. 164 TRAZOS PARA LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN RURAL EN VENEZUELA Milagros Rojas Patiño Introducción En las primeras décadas del siglo XX, Venezuela era predominantemente rural, y productor agropecuario, donde la mayor parte de sus habitantes se encontraban en comunidades dispersas y se dedicaban a las labores de los espacios rurales. En este sentido, la educación era considerada como uno de los medios para que los pueblos pudieran superar su situación socioeconómica y cultural que ellas afrontan. Es así, como la educación rural emerge para mejorar de algún modo las condiciones de vida de los habitantes de las zonas rurales. Con respecto a la educación rural Venezolana, Ferreira (2010), señala que “el recorrido histórico de la educación rural en Venezuela, se inicia formalmente durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez” (p.25). Dentro de este marco, el presente estudio fue a bordado con base a la información aportada de la revisión de fuentes bibliográficas de varios autores. En este sentido, y para efectos de la aproximación histórica de la educación rural en Venezuela, se destacaron los hechos y eventos más significativos, respetando el orden cronológico en que se produjeron. Al respecto de la cronología; Uzcátegui (citado Uzcátegui y Jáuregui, 2011:185) expresa que “La cronología se constituye como un recurso organización de los acontecimientos en función del tiempo”. De allí que, este es un recurso de organización que permite establecer la secuencia de los sucesos relacionados con la educación rural en Venezuela, acompañada de una breve descripción. De igual manera, se utilizó la periodización; para Portuono (2007) “La periodización es un esfuerzo por encauzar la acción metodológica de que se vale el historiador para transmitir con eficacia su discurso intelectual a los interlocutores…” (p.89). Es por ello que, la finalidad del presente artículo, es la de presentar una aproximación histórica de educación rural en Venezuela a partir de 1932 hasta el año 2009, en tres períodos: La educación rural en Venezuela: Sus 165 inicios hasta 1935, la educación rural Postgomecista, la educación rural durante el período democrático de 1960 a 1997 y la educación rural para el siglo XXI. La educación rural en Venezuela: sus inicios hasta 1935 En el contexto de la actual realidad histórica del país, la educación rural Venezolana, se inicia durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez. Al respecto, González (1962) señala que “comenzó el 31 de marzo de 1932, cuando se promulga la creación de programas de educación rural en Venezuela” (p.106). De acuerdo al referido autor, en ese año el Ministro de Instrucción Pública Rafael González Rincones, presentó ante el Congreso, su posición acerca de la necesidad de proveer a la población campesina “de escuela adaptada a su idiosincrasia, a sus problemas y a las condiciones económico-geográficas de las regiones rurales” (Ibíd.) Ese mismo año, el 27 de diciembre de 1932, se crearon las escuelas mixtas rurales, mediante una circular emitida por el entonces Ministro de Instrucción Pública. Torres (2.000), destaca que “en el de Juan Vicente Gómez la distribución espacial de la población en Venezuela para aquellos tiempos seguía siendo rural y no se le prestaba la debida atención” (p.65). De allí que, se le daba mayor atención a la educación de las áreas urbanas; ante esta situación el Ministro de Instrucción Pública se propuso desarrollar la educación rural considerando las características geográficas, económicas, sociales y de recurso humano de este sector; porque consideraba que sus habitantes merecían escuelas ajustadas a sus necesidades e intereses. De acuerdo a Guerra y Marín (2006), el 27 de diciembre de 1932 se crea por orden ministerial las primeras escuelas rurales mixtas. A estos centros de enseñanza asistirían por igual niños y niñas en edad escolar. Posteriormente para 1933 se presenta el plan de estudio de la educación rural en Venezuela, el cual se aplicaría en todo el territorio nacional en las escuelas unitarias incompletas ubicadas en los pueblos, aldeas y caseríos, de las diecinueve circunscripciones escolares existentes en Venezuela para el año 1932. (p.67) Por otra parte, Uzcátegui, (2017:186), pone en relieve que antes de 1933, “no fue necesario elaborar programas diferenciados como urbano o rural, porque la realidad del momento no lo exigía, porque Venezuela era un país netamente rural, con una economía basada en el café, cacao, la agricultura, la ganadería y una naciente industria petrolera”; en otras palabras, había mayor predominio de la población rural que de la urbana. Es así que para 1935 el Ministro de Instrucción Pública era Rómulo Gallegos, cuando a partir del 21 de diciembre de ese mismo año, se impulsa con fuerza el 166 surgimiento de la educación rural en Venezuela, por medio del dictamen de las siguientes resoluciones: 1. Construcción de cien edificios para las escuelas rurales. 2. Designación de una comisión de maestros para enviarla a México con el fin de estudiar el sistema educativo rural mexicano. 3. Creación del servicio de educación rural adjunto al Ministerio de Educación. (Taylhardat y Pacheco, 2007, p.296) A tal efecto, Potiche (citado en Ferreira, 2010:28), menciona que las primeras escuelas rurales fundadas, todas en Caracas, la cual para 1935 era una ciudadpueblo, fueron: 1. “Tamanaco”, que fungió como centro piloto y de capacitación. 2. “La Sorocoima”. 3. “Guaicaipuro”. 4. “Caurimare”. 5. “Macarao”. La educación rural postgomecista Posterior a la desaparición física del General Gómez, se encarga de la presidencia su Ministro de Guerra y Marina, el General Eleazar López Contreras, el nuevo mandatario estuvo a cargo de la Presidencia desde el 31 de diciembre de 1935 hasta abril de 1936, cuando termina el período gomecista, y fecha en que se iniciaría un nuevo periodo de cinco años, para el nuevo Presidente, según la reforma hecha a la Constitución. Es así como el General López Contreras es electo Presidente por el Congreso Nacional para el período 1936-1941 y dentro de sus prioridades era la educación, otro aspecto a destacar durante su gobierno fue que el Ministerio de Instrucción Pública cambia de nombre a Ministerio de Educación Nacional. Para 1936, Rómulo Gallegos era Ministro de Educación Nacional; en su memoria y cuenta presentada ante el Congreso Nacional, manifestaba la necesidad de incrementar el número de escuelas no solo en las grandes ciudades sino en los pueblos más apartados de la geografía nacional. Es de hacer notar la importancia, que éste le da a la educación rural ya que su atención era casi nula; es así como el Ministerio de Educación Nacional para la época, propuso un plan a la educación rural, adaptado a las características propias del sector, considerando no sus características, sino que los docentes que laboran en sus escuelas fuesen aptos para ejercer estos cargos. (Arráiz, 2009) Sin embargo, Taylhardt y Pacheco (2007:299), señalan la fecha del 11 de agosto de 1937 como el inicio de la educación rural en Venezuela, a raíz de la promulgación de un decreto presidencial para la creación de las primeras diez Misiones Rurales Ambulantes. Estas misiones estaban integradas por un personal integrado por higienistas quienes se encargaban de atender “la defensa de la salud” además de visitar hogares, enseñando el uso de las letrinas, el aseo personal diario, el cuidado 167 de los enfermos, prevención de enfermedades, la protección ante los zancudos y la destrucción de los criaderos; además del bienestar físico en general. Cabe considerar que, cada Misión Rural Ambulante estaba a cargo de un maestrojefe, un agricultor, un manualista y un higienista. La función de estas misiones era la del mejoramiento de la formación pedagógica de los maestros ocasionales que viven en el campo (Fernández, 1981:579). Con referencia a lo anterior, estas misiones estaban integradas por varios pedagogos, quienes se encargaban de fortalecer la labor de los maestros en servicio, bachilleres y a las personas que se consideraban aptas y con vocación al magisterio, en las comunidades rurales. De igual manera, tenían como objetivo promover el mejoramiento económico, social y sanitario de los pueblos (ibíd.). Al respecto, Guerra y Marín (2006) en su investigación titulada Caracterización de los Programas de Estudio de la Escuela Básica Rural en Venezuela, especificaron que, las misiones se convirtieron en un modelo de enseñanza para las escuelas rurales, los cuales funcionaron en algunas escuelas a manera de ensayo las cuales utilizaron un plan propio; sin embargo, paralelamente siguieron funcionando las escuelas unitarias rurales basándose en las enseñanzas establecidas en el programa de estudios que estaban vigente para 1936, las cuales cada maestro la adaptaba la enseñanza de acuerdo a sus posibilidades y orientaciones que estos tenían. Por otra parte, Ferreira (2010), señala que además de las misiones rurales, también a partir del decreto presidencial del 11 de agosto de 1937, se generó la creación de las escuelas normales rurales en El Junquito, Turmero en Aragua y una en Rubio, Estado Táchira; esta última para la formación del maestro en el nivel de educación primaria (p.30). En septiembre de 1937, durante la administración del Ministro de Educación Rafael Ernesto López, se comenzó a organizar cerca de Turmero, estado Aragua, la Escuela Normal El Mácaro; que comenzó sus funciones en 1938, a pesar que el decreto de creación tiene fecha de 1937. Cabe agregar que a mediados del año 1938, durante el gobierno de Eleazar López Contreras, contrataron una misión pedagógica Cubana, presidida por la doctora Blanca Rosa Urqiaga y con la participación directa del Servicio de Educación Rural del Ministerio; los cuales planificaron, organizaron y echaron las bases filosóficas y estructuraron los primeros programas de estudio de la educación normalista rural. (Govea, 1990:118). Luego, en Junio de 1939, el Ministerio de Educación bajo la dirección de Arturo Uslar Pietri creó el Segundo Circuito Rural en el estado Carabobo; compuesto provisionalmente, por la Escuela Rural incompleta “Campo de Carabobo” y por las Escuelas Unitarias “Cayaurima” en San Luis y “Paramaconi” en Tocuyito; encomendando la Dirección de este Circuito, en carácter de Supervisor, al Director de la Escuela Rural “Campo de Carabobo”. (Guerra y Marín, 2006). 168 Por otra parte, el Ministro Uslar Pietri, el 24 de julio de 1940 promulga la Ley de Educación, donde se establece la educación urbana y rural, agregándose, además la figura de las Escuelas Granjas como centros de Educación Primaria Superior Rural. Es de hacer notar que, esta ley permitió la legalización del funcionamiento de la Escuelas Normales Rurales. A todas estas, para 1940 la educación rural es oficialmente un área específica de la docencia con programas y modelo de organización escolar adaptado a las características de las áreas rurales; de ahí que solo se crean las escuelas normales en los estados Táchira y Bolívar, no así en el resto del país. Durante el Gobierno del General Isaías Medina Angarita (1941-1945), quien gobernó en forma liberal y se preocupó por el fomento de la agricultura, la ganadería, la sanidad y de la educación. Durante su gobierno, específicamente el 17 de abril de 1943, aprueban los programas de educación primaria elemental rural y para 1944 se habían construido en Venezuela noventa y seis locales destinados a las escuelas rurales. En 1946, durante el Gobierno provisional de la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt (1945-1947), al derrocar en 1945 a Isaías Medina Angarita; el Ministerio de Educación a través del Ministro Humberto García Arocha, crea el programa de Bibliotecas Circulante para el Maestros Rural, la cual contaba con el Boletín de la Escuela Rural como órgano divulgativo. (Ramos, 1996:27-49). Para diciembre de 1947, fue llevado al poder por el voto popular, directo y secreto, el escritor Rómulo Gallegos para el período 1948-1952, pero fue derrocado, y se estableció una Junta Militar de Gobierno presidida por el Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud. A partir de noviembre de 1948, establecieron como zona de ensayo de la educación rural a Barlovento, la cual abarcaría los distritos Brión, Páez, Zamora y Acevedo del Estado Miranda, por su cercanía con Caracas. En vista de los resultados satisfactorios, tomaron la decisión de continuar su desarrollo con una nueva organización denominada “Unidad de Mejoramiento Rural”. (Medina, 2000: 22) Luego, en el año 1953, Marco Pérez Jiménez era Presidente de la República, los miembros de la Asamblea Constituyente, el Vicepresidente de la Corte Federal y de casación, ministros, el Alto Mando Militar y autoridades eclesiásticas y civiles, inauguran la Escuela Normal Rural Interamericana Rubio. Ese mismo año, el Ministerio de Educación inicia el proyecto de unidades de mejoramiento rural, con el fin de proponer mecanismos para que las escuelas rurales evolucionaran dentro de sus espacios geográficos. Por otra parte, ese mismo año se crean los Núcleos Escolares Rurales (NER), el primero se estableció en el Distrito Ricaurte del Estado Aragua, formado por veinte escuelas, de las cuales diecinueve son Estadales y uno 169 Federal. De igual manera, se crearon NER en los estados Cojedes, Guárico, Nueva Esparta, Táchira, Lara, Yaracuy, Monagas, Zulia y Miranda. Cabe destacar que, estos NER son unidades técnico administrativas organizadas en redes, donde existe un director por cada Núcleo Escolar Rural, las cuales se encuentran localizadas en las poblaciones de menor tamaño, y a su vez cuentan con diversas escuelas que están adscritas a ellas; por lo general son de diez escuelas o más (entre unitarias y concentradas), que se localizan en comunidades cercanas y que administrativamente dependen de la sede del Núcleo Escolar. Adicionalmente, se crearon los Internados Rurales, con estas instituciones se busca contemplar la Educación Primaria de los alumnos egresados de las escuelas que forman los Núcleos Escolares Rurales Unitarias, creadas por el Despacho de Educación, en un ambiente que asegure una vida higiénica y ofrezca una protección económica y social. (Revista de Educación, 1953:5-20) En 1954, se crea el Centro Interamericano de Educación Rural (C.I.E.R), con el fin de profesionalizar y perfeccionar a los docentes en servicio que se desempeñan en las comunidades rurales, cuyos programas estaban auspiciados y ejecutados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización de Estados Americanos (O.E.A.). Otro aspecto que es oportuno destacar, es que en el año 1957, se desincorporaron las llamadas Unidades de Mejoramiento Rural, las cuales fueron creadas en 1948. Diez años más tarde, específicamente en 1958, es derrocado el Gobierno del General Marco Pérez Jiménez y se instala una Junta de Gobierno presidida por el Contralmirante Wolfgang Larrazábal. El de 1 de julio de ese mismo año, se establece un programa cooperativo de educación rural entre el Ministerio de Educación y el Instituto Internacional de Educación de Nueva York; el cual desarrolló entre octubre de 1958 y septiembre de 1961, con el objetivo de formar al personal docente especializado en educación rural. Medina (2000), expresa que dentro del plan de trabajo se realizaron acciones como: Organización del Centro de capacitación Rural Experimental “El Mácaro”, en el Estado Aragua. Organización del Núcleo Experimental Rural “El Mácaro”. Se creó el taller de producción de Materiales Educativos en el “El Mácaro”. El desarrollo de métodos, programas y actividades de supervisión, además del establecimiento del régimen de becas para los usuarios del programa de capacitación y formación de recursos humanos educativos en el Centro de Capacitación Docente “El Mácaro”. (p.35) 170 La educación rural durante el período democrático de 1960 a 1997 En 1960, Rómulo Betancourt era el Presidente de Venezuela, durante su gobierno se promulga la Ley de Reforma Agraria y se redimensiona el papel de la educación rural; por otra parte se impulsa y revaloriza la educación rural con los llamados núcleos rurales, los cuales se crearon 38 centros educativos pilotos en diferentes partes de Venezuela. Cabe destacar que, el objetivo de estos núcleos, era el fortalecimiento de la Reforma Agraria, para tal fin contaron con personal docente capacitado para trabajar en el entorno rural. Durante el período presidencial de Raúl Leoni (1964-1969), se prestó mayor interés a la educación rural; es así como en 1964, en Trinidad; Venezuela presentó ante la VI Reunión del Consejo Interamericano Cultural, una proposición sobre el Estudio Básico de los problemas de la Educación Rural, donde se formularon políticas acordes con los problemas y necesidades del medio rural; cabe destacar que esta propuesta fue presentada ante la OEA, al aceptarla; asignaron a Venezuela la responsabilidad de su dirección. (Ibíd.) Uzcátegui (2017), resalta que en 1964, se realiza el ensayo del Programa Prevocacional Rural, para cuarto, quinto y sexto grado; organizado en tres subáreas, las cuales eran: Campo y cría (Horticultura y Fructicultura), Taller (instalaciones sanitarias y eléctricas), Trabajos del Hogar (administración y organización, corte y costura y cocina). (p.236). Por otra parte, entre 1964 y 1969, El Ministerio de Educación, a través de la Oficina de Planeamiento Integral de la Educación (EDUPLAN), propusieron acciones para darle más atención a la educación rural. De igual manera, (Ibíd, p. 253), destaca que en 1974, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), La Dirección de Planeamiento del Ministerio de Educación elaboró el anteproyecto del Plan Nacional de Desarrollo del Sector Rural para el período 1974 – 1978; la cual estaba fundamentada de acuerdo a los siguientes principios: Garantizar a la población rural las mismas oportunidades educativas que tiene la población urbana, en lo que respecta al acceso escolar como a la implantación de un sistema de asistencia escolar y familiar. Ampliar la cobertura del parasistema, a todos los sectores de la población rural en función de los requerimientos del agro. La educación en el campo debe ser el instrumento de cambio y formará en el hombre la conciencia de que debe ser el centro y motor del desarrollo social de su propio sector. 171 En 1975, el Centro Interamericano de Educación Rural (C.I.E.R.), que fueron creadas en 1954; pasa a formar parte del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio (IMPM). El 30 de diciembre de 1976, se crea la Comisión para el Desarrollo de la Educación Rural, cuyo fin era de unir todos los esfuerzos de los organismos oficiales y privados en un plan cooperativo, donde se procedió a revisar el Ciclo Diversificado y la reestructuración de los planes y programas, para el ensayo del régimen semestre-crédito, con duración de seis meses, el cual otorgaba el título de técnico medio en agropecuaria y con la mención correspondiente de acuerdo a la Resolución del 8-01-1978. (Ibíd, p. 258) Durante el periodo presidencial de Luis Herrera Campins (1979-1984), era Ministro de Educación Rafael Fernández Heres, durante su administración; el 28 de julio de 1980 se promulga la Ley Orgánica de Educación (LOE). Es de hacer notar que en el contenido de esta ley, ningún artículo expresa la existencia de la educación rural dentro del sistema educativo, o en su defecto como modalidad; solo el artículo 53 hace referencia sobre los regímenes de administración educativa aplicables en el medio rural, donde se presentaría mayor atención a las zonas fronterizas e indígenas. Es de hacer notar, que en la década de los ochenta, también se inició la experiencia de los Núcleos Escolares Rurales de Desarrollo Integral (NERDI), en los cuales se agrupaban las escuelas rurales, escuelas granjas, escuelas básicas, escuelas graduadas y escuelas pre-vocacionales. De igual manera, se organizaron veintinueve bibliotecas rurales comunitarias y en los Núcleos Rurales contaban con una coral para realzar el folklore regional. Bajo la presidencia de Jaime Lusinchi (1984-1989) se pone en marcha el Plan de Estudio de Educación Básica en 1985, en el cual se establecieron las orientaciones en materia curricular; en lo que respecta a la educación rural, las unidades operativas estaban denominadas de la siguiente manera: Núcleos Escolares, los cuales estaban conformados por Escuelas concentradas y Escuelas Unitarias; Las Escuelas Granjas, Escuelas Básicas Rurales, Las Cooperativas Rurales, Huertos Escolares y Escuelas Agropecuarias. De acuerdo con Ferreira (2010, p.38), en el año 1988 se diseñan, e implementan los currículos y los manuales docentes especializados para cada región, sea urbano, rural, indígena y fronterizo. Otro aspecto que es digno de resaltar, es que ese mismo año, MARAVEN, FEDE, La Gobernación del estado Anzoátegui y los Consejos Municipales de los Municipios Miranda y Monagas, dieron inicio al proyecto Zuata-Mapire, con el fin de generar acciones educativas experimentales para el desarrollo rural integrado. 172 Ya para el 21 de agosto de 1990, durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, se inicia el Proyecto Renovemos la Escuela Básica Rural, el cual estaba sustentado en la concepción de Escuela Nueva Colombiana y financiado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); su objetivo era la de brindar atención a los docentes y escolares de los sectores rurales, para así elevar el nivel de enseñanza y propiciar la integración de la comunidad. Esto se debió a que la escuela rural no podía seguir considerándose como un espacio en donde se va a educar o enseñar a los niños, por el contrario debía ser un centro comunitario para la interacción de personas que coadyuven en el beneficio no solo de la escuela, sino también del colectivo, es de hacer notar que este proyecto fue relanzado en 1997. A finales del segundo Gobierno de Rafael Caldera (1994-1999), de acuerdo con Bonilla (2004), se propicia la eliminación de manera paulatina de las escuelas Granjas, dejando sin estudio a muchos niños y adolescentes que se beneficiaban de los servicios de estas escuelas. Sin embargo, en 1997 el Ministerio de Educación da inicio al Programa “Modelo de Atención Integral al Niño Preescolar del sector Rural”, su objetivo era desarrollar un modelo de atención integral al niño en edad preescolar de las comunidades rurales. En este sentido, cada comunidad contaba con dos docentes facilitadores, quienes conformaban equipos de apoyo con líderes naturales e institucionales de las comunidades que ejerzan labores sociales en áreas de salud, nutrición, psicología, legal, recreación, administración del hogar y organización de la comunidad; este programa contaba con el apoyo de organismos nacionales e internacionales; no obstante, una de las debilidades de este programa fue la falta de registro de la experiencia, escaso seguimiento y control e insuficiencia de recursos materiales y financiamiento. (Uzcátegui, 2017:278) La educación rural para el siglo XXI Hugo Chávez Frías, asume la presidencia en 1999. Al iniciar el nuevo milenio, se vislumbra otro camino para la educación rural en Venezuela. Es por ello que a mediados de abril de 2000, se organizaron jornadas para preparar equipos multiplicadores en la enseñanza integral, con dos maestros por estado para el fortalecimiento de la educación básica rural. En San Fernando de Apure, del 22 al 24 de Noviembre de 2000, se realizó el II Encuentro Binacional de Educación Rural; coordinado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, a través de la Oficina de Relaciones Interinstitucionales, Secretaria Nacional del Convenio Andrés Bello y la Zona educativa del Estado Apure. En este encuentro se intercambiaron experiencias significativas entre Colombia y Venezuela, con el fin de elaborar propuestas pedagógicas que permitan el mejoramiento de la educación rural. En tal evento participaron expertos de Colombia, Venezuela y cada uno de los estados de la zona fronteriza tales como: Zulia, Apure, Barinas, Táchira y Amazona; donde cada uno realizó la respectiva ponencia resaltando la problemática que acontecía en cada una de estas regiones. 173 Por otra parte, ese mismo año, se realizó en Rubio, Estado Táchira la Tercera Jornada Nacional de Educación Rural, de allí salió la propuesta de la Creación de la Dirección con planes para la sistematización de la educación, saber cuántas escuelas existen y poder manejar los proyectos. En el año 2001, se inicia un nuevo cambio para la educación en Venezuela, mediante un proceso de reforma el cual estaba sustentado en el Proyecto Educativo Nacional, en el cual no se señalan lineamientos específicos en lo que respecta a la Educación Rural. (Ferreira, 2010, p: 39) El 6 de marzo de 2001, era el Profesor Aristóbulo Isturíz Ministro de Educación, durante sus funciones; fue creado por Decreto Presidencial N°1231 la Dirección de Educación Rural del Ministerio de Educación, con la finalidad de rescatar del abandono a la Educación Rural, además de convertir a todas las escuelas rurales en escuelas productivas, es decir, de acuerdo al medio; por ejemplo si es zona ganadera, se trabajaría con ganado y si es en los Andes o La Colonia Tovar, con frutas y huertos familiares, entre otros. Cabe destacar que, esta Dirección, continuó con los proyectos de renovación de las Escuelas Básicas Rurales. Para el año 2003, el Ministerio de Educación Cultura y Deportes, emite la Resolución N° 65, la cual establece que todos aquellos profesionales egresados en educación rural, están capacitados para desempeñarse en los niveles educativo de Educación Básica, Educación Media y Diversificada y Profesional. En el año 2004, el Ministerio de Educación y Deportes implementa los séptimos grados integrales en las escuelas bolivarianas en el entorno rural en veinte estados de Venezuela. Por otra parte, (Ibíd, p.40), indica que el Ministerio de Educación y Deportes en el 2005, a través de la Dirección de Educación Rural consideró las siguientes acciones: 1. Revisar, discutir y actualizar el currículo de educación rural. 2. Implementar el Proyecto de Escuelas Bolivarianas para el fortalecimiento de la Educación Básica y de Adultos en el sector rural. 3. Ampliar la cobertura del nivel de Educación Básica de la primera y segunda etapa en las escuelas rurales de difícil acceso mediante el uso de las nuevas tecnologías de la información. 4. Implementar el Proyecto del Huerto Escolar. En el año 2007, al implementarse el Currículo Nacional Bolivariano, no consideraron a la educación rural, pues no aparece reflejada en este documento. A partir del 5 de marzo de 2008, se publica en Gaceta Oficial N° 38.884 el Reglamento Orgánico del Ministerio del Poder Popular para la Educación, en el cual se establecen las direcciones generales de los subsistemas de educación inicial, 174 primaria, secundaria, especial y de jóvenes y adultos; en este sentido desaparece la Dirección de Educación Rural creada en el 2001; y todo el aparato técnico administrativo que caracterizaba a la educación rural, como era: el bono de ruralidad para los docentes, las escuelas unitarias, concentradas, núcleos escolares, ya que a partir de la promulgación del reglamento se denominarán Escuelas Bolivarianas. El 15 de agosto de 2009 se publica en la Gaceta Oficial, Extraordinaria N° 5.929, la Ley Orgánica de Educación (LOE); donde se considera a la Educación Rural como una modalidad del Sistema Educativo; en este sentido, el artículo 26 especifica que: “Las modalidades del Sistema Educativo son variantes educativas para la atención de las personas que por sus características y condiciones específicas de su desarrollo integral, cultural, étnico, lingüístico y otras, requieren adaptaciones curriculares de forma permanente o temporal con el fin de responder a las exigencias de los diferentes niveles educativos”. (p.25) Este artículo, hace referencia que las modalidades del Sistema Educativo requieren adaptaciones curriculares, sin embargo; en el Diseño Curricular de Educación Bolivariana (2007), y los Currículos de los Subsistemas de Educación Primaria y Secundaria (2007), no se ajustan al contexto rural, sino que son para una educación del medio urbano. De mismo modo, en el artículo 29, con respecto a la modalidad de la educación rural, expresa que: “La educación rural está dirigida al logro de la formación integral de los ciudadanos y las ciudadanas en sus contextos geográficos” (p.26). Este artículo, demuestra que los diseños curriculares deben adaptarse de acuerdo a los contextos donde se desarrolle la educación rural. En síntesis, se podría afirmar que a la educación rural en Venezuela, aún le faltan senderos por recorrer, debido a que debe estar adaptada a los nuevos requerimientos socioeconómicos que actualmente está viviendo el país; además de ejercer la función educativa de acuerdo a la práctica de la democracia y la solidaridad humana, porque el desarrollo de nuestra economía en los años venideros estará en el campo. Consideraciones finales El origen de la educación rural data desde el periodo presidencial del General Juan Vicente Gómez, específicamente en 1932, cuando se creó el programa de Educación Rural, debido a que se debía proveer a las comunidades campesinas de docentes y escuelas y adaptadas al contexto geográfico rural. Por otra parte, a lo largo de los diferentes periodos de gobierno de los presidentes venezolanos a partir de Gómez, hasta llegar a 2009, está colmado de aciertos y desaciertos. 175 Sin embargo, la educación rural debe estar abierta a los nuevos requerimientos que exige la educación y la sociedad; de igual manera, debe desarrollar su actividad educativa con una clara conciencia de la función social, sustentada en los principios de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), que es la de ejercer la tarea educativa bajo la premisa de la práctica de la democracia y la solidaridad humana. No obstante, existen esfuerzos colectivos e individuales que tratan de impulsar por los cambio que son requeridos en la educación rural venezolana, para sí lograr la formación integral del ser humano de manera creativa e impulsando el conocimiento técnico-científico, de manera que se desarrolle la capacidad crítica, de cambio y de permanente indagación para así pensar en la transformación de estos espacios. Referencias Arráiz, R. (2009). Historia Contemporánea de Venezuela. Caracas: LARENSE. Bonilla, L. (2004). Historia Breve de la Educación en Venezuela. Caracas: Gato Negro. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Gaceta Oficia N° 5.453 (Extraordinario), Marzo 24. Caracas. Venezuela. Fernández, R. (1981). La Instrucción de la Generalidad. Historia de la Educación en Venezuela (1830-1981). Caracas: Ediciones del Ministerio de Educación. Ferreira, Y. (2010). Educación en el Ecosistema Rural: Semiosis Compleja y Autopoiética. Tesis Doctoral. 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Caracas: EMEV-UCV. 177 178 LA ESCUELA NUEVA EN EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA [Conferencia] Omar Hurtado Rayugsen Introducción Permítannos comenzar esta intervención agradeciendo; a las autoridades de nuestra Universidad Pedagógica Experimental Libertador, del querido Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, destacando entre ellas a los responsables de la Subdirección de Investigación y Postgrado y a la Coordinación del Núcleo Académico Mérida, y de ésta muy especialmente, al doctor Jean Carlos Brizuela y al equipo que lo ha acompañado en la organización de este I Seminario sobre Historia de la Educación y la Cultura; por el honor que, rebasando nuestros modestos méritos, nos han conferido al invitarnos para que leamos la conferencia de cierre de este curso tan brillantemente desarrollado. A ustedes, que se han nutrido de las sesiones precedentes, les reconocemos su presencia y, sobre todo, la paciencia de la que necesitarán hacer gala. Con vuestra venia, trazaremos un ligero perfil del motivante central de la convocatoria que hoy nos reúne: el doctor Rafael Tomás Fernández Heres, con lo que intentaremos rendir tributo –por partida doble- a la notoria actividad intelectual que identifica a tan ilustre connacional y a la amistad incondicional que nos brindara. De él diremos que: (a) desde la ceja piemontina centro occidental, en las riberas del Tamanaco, donde ocurrió su nacencia, luego de una pasantía por la consentida del Cabriales, se desplazó hasta la urbe del Tíber, y se asentó definitivamente en la Odalisca rendida a los pies del Sultán enamorado; (b) habiendo aprendido sus primeras letras en la escuela sita en su lar natal, más tarde egresó de la Pontificia Universidad Gregoriana, de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica “Andrés Bello”, casas estas en las que obtuvo los más resaltantes títulos; (c) cubrió todos los pasos en la administración pública, desde Catalogador hasta alcanzar la elevada instancia de Ministro, alturas que asumió, con la humildad que lo caracterizaba, como “el llamado del deber”; (d) la labor investigativa – docente que desarrolló mereció las más notorias acreditaciones; (e) se enorgullecía, tanto como de sus hijos, de las instituciones que 179 fundó, de los programas que impulsó, de los jóvenes que estimuló y de los libros que escribió; (f) su producción bibliográfica supera la treintena de obras, muchas de las cuales se han convertido en verdaderos clásicos para comprender y caracterizar la evolución de “nuestro proceso educacionista”, como le gustaba llamar a la más enaltecedora iniciativa que los grupos humanos pudieran emprender; y (g) habiendo alcanzado la más alta función dentro de la academia, no se decidió a abandonar este plano hasta no cumplir la última tarea que tan ilustre corporación le encomendó, [1]. Por esos, entre tantos otros aspectos resaltables, es que; procurando ajustarnos al objetivo definido en el programa motivacional de este cónclave, que busca: “Analizar el movimiento pedagógico venezolano en las primeras décadas del siglo XX… y estudiar los aportes de insignes maestros al campo de la educación y la pedagogía”, según reza el programa ad hoc; les pediremos su asentimiento para dedicar estas modestas líneas a la memoria del epónimo de este evento; quien como es sabido- consagra interesantes páginas[2], al análisis del tópico que justifica nuestra presencia ante ustedes. La proposición que les hacemos está concebida como una manera –tal vez- más expedita para intentar transitar, de mejor manera, la razón central de este encuentro. Paneo en torno a la escuela nueva La denominada Escuela Nueva, Escuela Activa o Escuela Funcional es la concreción de un movimiento cuyo resultado es una accionar transformacional desde la institución educativa que, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, insurge desde Europa contra la Pedagogía Antigua o Tradicional. No obstante esta delimitación temporal, debemos buscar sus antecedentes entre los pensadores que –más temprano- se habían identificado con la gran sacudida que significó el quiebre del dogmatismo y la aparición de la razón. Hay estudiosos que ubican entre sus más remotos precursores a Juan Jacobo Rousseau, reconocido tratadista, filósofo, músico, botánico y naturalista ginebrino, que vivió entre 1712 y 1778, y avanzó una serie de propuestas que se consideran sólidas premoniciones de esta visualización; verbigracia, en El Emilio o De la Educación, (1763)[3], sostiene que “La educación debe tener su lugar dentro de la naturaleza, para que el potencial del niño pueda desarrollarse según el ritmo de ésta y no al tiempo de la sociedad. Tal previsión –afirma- lo hará curioso”. Se le asocia con los acontecimientos que desembocaron en la gran revolución burguesa de 1789, y –consecuentemente- en la instauración de las ideas republicanas. Algunos estudiosos de su vida consideran que con, solo, dos conceptualizaciones ganó su permanencia en el panteón de los grandes pensadores; cuando (a) establece que la libertad del hombre está negada por las cadenas que lo sojuzgan, y (b) al afirmar –en la obra citada- que el objetivo mayor de la educación reside en preparar al hombre para que recupere la bondad que lo define por naturaleza. 180 Los tratadistas igualmente ubican entre los predecesores a Johann Heinrich Pestalozzi, llegado a nosotros como Enrique Pestalozzi, destacado pedagogo suizo que vivió entre 1746 y 1827, y que ha sido –a posteriori- calificado como uno de los mejores educadores de su tiempo. La vida de este reformador, que discurrió en medio de muy difíciles circunstancias, parece haber sido el acicate para que avanzara en sus innovadoras ideas e instituciones. Ciertamente, su fracaso como político, cuando impulsó la defensa de la libertad y la lucha contra la corrupción, lo que hasta una sentencia carcelaria le acarreó, lo llevó a intentar convertirse en agricultor, oficio del que también salió con las tablas en la cabeza y, además, lleno de deudas. Es así como concibió la creación del Instituto para Niños Pobres, en su otrora granja de Neuhof, que debió clausurar por la carencia de recursos. De él heredamos algunos postulados, que –a nuestro entender- mantienen su pertinencia. Por ejemplo: (a) partir en el proceso educativo de las nociones más simples, (b) apoyarse en explicaciones sencillas, (c) impulsar la educación a partir de las cosas concretas, (e) educar a ambos sexos, y (f) iniciar la educación en la familia y continuarla en la escuela. La generalidad de sus ideas están en sus obras literarias, educativas y metodológicas[4]. Hay coincidencia en señalar entre los antecesores a Frederick Fröebel, pedagogo alemán cuya vida transcurrió de 1782 a 1852, a quien se le atribuyen la creación de la Educación Preescolar y la sistematización de la noción Jardín de Infancia[5]. Se le conoce por haber sido un acérrimo defensor de la defensa del tratamiento del estudiante de acuerdo a su dignidad y en un clima de libertad, así como de la obligación del profesor de cuidar la integridad del joven. La experiencia del educador –sostiene- debe reflejarse en la calidad de la guía que ejerza sobre los estudiantes. Para prez de los venezolanos podemos ubicar entre los premonitores de esta corriente a Simón Rodríguez, revolucionario, pensador, filósofo y educador nacido en esta patria, que vivió de 1769 a 1854. Desde que diera a la luz sus Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y medios para lograr su reforma por un nuevo establecimiento, en 1794, se situó entre los grandes propugnadores de un cambio radical en el viejo orden educativo, así como de su necesaria sustitución por una educación más dinámica, igualitaria e inclusiva. Sus más notorias propuestas fueron las Escuelas – taller que instaló en Bogotá, en 1824, y en Chuquisaca, en 1826; pero estos proyectos naufragaron ante la incomprensión de la clase dirigente, pese al apoyo que les prestó su dilecto alumno, el Presidente de Colombia; quien reconoció en una carta de 1824 que “su Maestro enseñaba divirtiendo”. Para él “Educar es enseñar al hombre a tratar con las cosas e infundirle ideas sociales, esto es: enseñarle una industria que asegure su subsistencia y una moral que regule sus relaciones con los demás” –Del mismo modo, insiste en que- “Todo ciudadano debe tener la independencia del que sabe ganar el pan con el sudor de su frente y el trabajo de sus manos, y el civismo del que toma por norma de su acciones el principio de que ‘todo derecho se deriva de la sociedad y toda obligación se refiere a ella”[6]. 181 El alemán Adolph Ferrière, quien vivió entre 1782 y 1852, estableció tres decenas de principios que sistematizó en su Código y que están consideradas entre las mejores muestras de maduración conceptual de la Escuela Nueva. Al efecto este ginebrino asentó, en La Escuela Activa, publicado en 1922, que la escuela debe entenderse como: (a) un laboratorio pedagogía práctica que, basado en la psicología del niño, intenta prepararlo para la vida probando los nuevos métodos; (b) un internado que procura establecer un puente entre la familia y la sociedad, preparando al niño mediante una educación integral; (c) está situada en el campo, porque en él los niños encuentran la calma que necesita su sistema nervioso, lo que le posibilita que se entreguen a las diversiones propias de su edad; (d) agrupa a los niños en casas separadas, para no propiciar las relaciones restringidas, pero sin excluir por sexo ni segregando a ningún grupo, y estimulando la integración; (e) utiliza la coeducación por sexos, facilitando la coexistencia como camaradas; (f) organiza trabajos manuales y con utilidad real; (g) concede importancia especial a la carpintería, el cultivo del campo y la crianza de animales; (h) estimula la práctica de trabajo libres; (i) asegura el cultivo del cuerpo a través de la práctica del ejercicio físico; (j) cultiva las caminatas, viajes en bicicleta y pernoctas en el campo libre; (k) asocia la cultura general con el juicio y el razonamiento, como medios para desarrollar las ideas y la reflexión; (l) se basa en los hechos y las experiencias; (ll) valoriza la actividad personal del niño; (m) su programa se pivotea sobre la espontaneidad y los intereses del niño; (n) recurre al trabajo individual, para fortalecer la personalidad del niño; (ñ) exalta el trabajo colectivo, para desarrollar el sentido de la sociabilización; (o) la actividad teórica, aulas, laboratorios y museos deben limitarse a las horas de la mañana; (p) han de estudiarse pocas materias por día; (q) también recomienda no recargar el pensum mensual o trimestral; (r) propugna la organización de la república escolar; (rr) se eligen jefes del colectivo entre los estudiantes, porque esto es preferible a que los dirijan adultos; (s) distribuye, entre los alumnos, los cargos de responsabilidad social; (t) se utilizan las premiaciones, en función de méritos sociales, y las sanciones positivas, en función de los intereses del colectivo; (u) en caso de faltas contra la colectividad, se pueden utilizar sanciones negativas que busquen –por medios apropiadosrecanalizar al niño; (v) pone en juego la emulación positiva; (w) tiene un ambiente de belleza, ordenado y recreativo; (x) cultiva la práctica de la música dentro del colectivo; (y) educa la conciencia moral; y (z) educa la razón práctica, facilitando la reflexión y el estudio, aplicando los conocimientos científicos, en función del desarrollo del niño, [7]. Los que han seguido la evolución de la Escuela Nueva afirman que su aplicación sistemática en los centros de enseñanza comienza con el siglo XX. Ciertamente, en 1900 ve la luz la obra La Escuela y la Sociedad, escrita por John Dewey, quien vivió entre 1852 y 1950, en la que este filósofo, psicólogo y pedagogo estadounidense plasmó las experiencias vividas en la Escuela Primaria Experimental, también llamada Escuela Laboratorio, que había creado en la Universidad de Chicago. La obra contiene tres conferencias que él dictó con la finalidad de obtener 182 financiamiento para la proyectada institución. Las intervenciones las intituló: (a) El Progreso Escolar y Social, (b) La Escuela y la Vida del Niño, y (c) Residuos en Educación. En la primera estudia las necesarias vinculaciones entre el progreso social y la educación, en la segunda propone un plan de estudio fundamentado en las necesidades del niño, y en la tercera trata lo que considera desperdicio de tiempo por parte de la escuela y de esfuerzo para el niño; que se originan –según cree- en el aislamiento interno de los integrantes, la falta de unidad entre los objetivos y la ausencia de coherencia entre métodos y los estudios adelantados, [8]. Por esos tiempos la vieja Europa vio surgir planteamientos afines. Tal vez el más notorio sucedió en Alemania con la Escuela del Trabajo; impulsada por Georg Kerschensteiner, matemático, físico y pedagogo social muniqués, cuya vida transcurrió entre 1854 y 1932, quien en su obra Concepto de la Escuela del Trabajo, publicada en 1912, asienta su preocupación por la necesidad de formar ciudadanos útiles a la sociedad, a través de la experiencia adquirida en el desarrollo de labores profesionales concretas. Para él esta conceptualización reforzaría la interconexión entre la escuela y la comunidad e incidiría en la formación de individuos competentes para el trabajo, en busca del mejoramiento de la sociedad[9]. Bueno es acotar que, para el objeto central de estas líneas, la Escuela del Trabajo es una vieja idea que se encuentra en Don Simón Rodríguez[10] En momentos más cercanos a nosotros encontramos a las hermanas Rosa y Carolina Agazzi, dos educadoras veronesas, que vivieron entre 1866 y 1951 –la primera- y 1870 y 1945 –la segunda-; quienes se especializaron en Educación Infantil, pero que hicieron descansar su método de aprestamiento, de manera rigorosa, en el respeto a la libertad y la espontaneidad del niño, el estímulo a su capacidad de creación, así como en la enseñanza a través de actividades lúdicas. Algo que se destaca en su proposición es que, como hicieron residir su esfuerzo en área humildes, los educandos desarrollaban sus aptitudes reciclando materiales de desecho. Instauraron la disposición de los alumnos en el aula en círculos, para incentivar el sentido igualitario, así como el inicio de la clase con melodías a propósito. Organizaron lo que llamaron los niveles de la educación: (a) sensorial, en el que los objetos se agrupan por materias, formas y colores; (b) intelectual, fundamentado en la percepción natural de los conceptos desde la exploración el universo; y (c) del sentimiento, en el que se insiste en la educación moral, religiosa y deportiva, para someter los espíritus iracundos[11]. Igualmente tiene destacada actuación en la propulsión de estas ideas la médica, psiquiatra, antropóloga, bióloga, educadora, pedagoga y humanista María Montessori, italiana que vio transcurrir su ciclo entre 1870 y 1952. Se le reconoce por haber desarrollado el denominado Método Montessori, que algunos conceptualizan como una Filosofía de la Educación. Que ella direccionó hacia los niños en riesgo social, los cuales –insistió- deben ser tratados con respeto y rescatando su extraordinaria capacidad de aprender. Llegó a calificarlos como “la gran esperanza de la humanidad” y consideró que si se les daba la oportunidad, a 183 través de estímulos pedagógicos, de utilizar la libertad como acicate, se estaría proyectando a un adulto competente y con capacidad de enfrentar, con potencialidad para solucionarlos, los grandes problemas como la guerra y la paz. Aún en nuestros días sus propuestas instrumentales para el preescolar son de uso generalizado. Entre sus mayores aportes está la implementación de los materiales y recursos didácticos, [12]. Como una explicación necesaria, dejaremos asentado que es probable que las ideas de estas educadoras hoy no se consideren de mayor utilidad, dados los avances experimentados en el campo educativo. Pero en su tiempo constituyeron toda una innovación, porque las tesis dominantes consideraban, por ejemplo, al educador como el centro del proceso, al estudiante –casi que- como una caja de recepción, y al niño como un ser con limitadas capacidades. Por ello no debe extrañarnos la enorme polémica que despertaron y la cerrada oposición conque las recibieron los sectores conservadores. Evidentemente la rápida difusión de esta renovadora concepción educativa gano espacio en el continente de la esperanza y entre nosotros. En Nuestra América, siguiendo el decir martiano[13], Manuel Bergström Lourenço Filho; pedagogo brasileño, identificado con ella, que vivió entre 1897 y 1970; define la corriente en cuestión como: “Un conjunto de doctrinas y principios conducentes a revisar, por una parte los fundamentos de la finalidad de la educación, y por otra, la aplicación de la ciencia a la técnica educativa”. Este mismo educador nos suministra la clave para entender la propuesta que nos interesa, cuando nos dice que la aplicación de la psicología funcional permitió a los impulsores de la escuela adelantar su fase de experimentación, para lo cual demostraron que el interés y el esfuerzo son dos etapas de un mismo proceso, en función de lo cual asumieron el Método de Proyectos, que Filho sistematiza al esquematizar sus principios fundamentales de la siguiente manera: (a) El pensamiento se origina en una situación problemática, que debe solucionarse; (b) la experiencia guía la acción, a través de su aplicación como vía para resolver; (c) la prueba final debe ser la solución de la situación planteada; (d) la direccionalidad final debe ser de carácter social[14]. La clave de esta orientación reside en que se parte de los intereses infantiles, lo que debe conducir a la mejor canalización de las energías desplegadas por los educandos y a la realización con mayor agrado de las tareas propuestas. Josefina Falcón de Ovalles, venezolana, es otra estudiosa de la concepción que nos ocupa, sostiene[15], apoyándose en varios autores, que la Escuela Nueva, a la que coincide en señalar como una respuesta al positivismo, está signada por una mayor dosis de humanismo y tiene siete principios clave, que esquemáticamente nos presenta de la siguiente manera: (a) El niño como agente de su propio desarrollo, o de auto dirección; (b) el niño como centro de la actividad docente, o paidocentrismo; (c) el niño debe aprender por la acción, o de actividad; (d) la educación del niño debe ser la vida misma, o vitalismo; (e) el niño y la escuela deben ser entendidos como entes sociales, o socialización; (f) la enseñanza del niño 184 debe apoyarse en situaciones reales, o funcionalismo; y (g) las asignaturas y los temas, en lugar de separarse, deben relacionarse entre sí, o globalización. En palabras de Fernández Heres, [16], la concepción que nos interesa se caracteriza por su énfasis en propugnar la pertinencia de concentrarse en el sujeto que estudia, resaltando la articulación subjetividad – individualidad – intuitividad – globalidad, definiendo como objetivo el mejor aseguramiento del porvenir más dinámico; su auto caracterización de ser concreta e insistencia en desarrollar el escepticismo, el sentido de la libertad, la noción de inmanencia y lo relativo, así como el sentido de lo particular y lo existencial. Tales precisiones producen una clara diferenciación con el modelo a sustituir que insistía en centralizarse en el objeto del conocimiento, generalmente articulado con el pasado, descansaba en la abstracción formal y conceptual, valorizando el principio de autoridad del adulto y del docente; por lo que, en consecuencia, desarrolló el dogmatismo, el sentido de autoridad, la noción de la trascendencia y lo absoluto, e igualmente resaltaba la visión desde lo universal. Numerosos estudiosos acuerdan entenderla como una corriente que hace énfasis en el niño, es decir que la entienden como puerocéntrica; que presenta dos grandes vertientes: (a) la europea, profundamente impregnada por el anti positivismo y de orientación mucho más idealista; y (b) la americana, mayormente marcada por la Escuela de Chicago y dotada de un mayor pragmatismo. Tendencias que, no obstante poner su acento en diversos mecanismos, coinciden en la primacía que conceden a la priorización del niño y sus intereses, en la valorización de la libertad, la espontaneidad, la acción y la asociación del individualismo con el colectivismo, como motores fundamentales para la acción educativa; para la que asumen como objetivo fundamental la autorrealización del individuo en función de la mejor sociedad[17]. Comprendiendo que la superficial visualización que hemos ofrecido de la Escuela Nueva, genera más dudas que respuestas, intentaremos siluetear la vinculación, de esta tendencia; que –además de las denominaciones ya nombradas- también ha sido presentada como la Escuela Renovadora, Escuela de la Vida y Escuela Progresista; con uno de los compatriotas que le ha dedicado más esfuerzo sistemático al estudio del proceso educativo, y al que se identifica como el más notorio de los defensores de la concepción a la que intentamos aproximarnos. Luis Beltrán Prieto Figueroa “He consagrado gran parte de mi vida a la docencia, aun desde la actividad política, que es magisterio en ágora abierta para todo un pueblo; mi expresión en el libro, en la prensa, en el discurso, o en la conferencia, estuvo siempre signada por el sentido de la urgencia de [aquella] tarea ” [18]. Del doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa hemos dicho que tuvo varios advenimientos. El primero de ellos fue el biológico, ocurrido en La Asunción, el 14 185 de marzo de 1902, que tuvo lugar en la calle Unión, del Barrio El Mamey, en las faldas del cerro El Copey; circunstancia que muchas veces le permitió aclarar que él, desde su nacimiento, fue copeyeco, pero nunca copeyano. El gremial ocurre cuando en 1932; en plena satrapía del gomezato y en unión de ilustres luchadores por la dignidad de los educadores, de los que mencionaremos a Víctor Manuel Orozco por ser afecto a estas tierras altas; contribuye a la fundación de la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, antecedente del movimiento obrero nacional organizado. Como político se inaugura tempranamente cuando, con escasos cinco lustros vividos, se identifica con la explosión primaveral de la juventud que utilizó la aparentemente baladí circunstancia de las carnestolendas para canalizar su protesta anti dictadura, condición que lo condujo a aparecer entre los impulsores de algunos los más significativos movimientos en este campo. El natalicio periodístico sucede en 1937, momento en el que decide utilizar la prensa escrita como tribuna para educar las masas por medio de su página semanal “La Escuela, el Niño y el Maestro”, labor que continua, tiempo después, a través de su columna “Pido la palabra”, y le permite dejarnos, en tres volúmenes no editados, los resultados de ese permanente diálogo con el pueblo. Nace como legislador, en 1938, al ser electo Concejal por la Parroquia Santa Rosalía, y –como es sabido- llega a desempeñarse en las más encumbradas posiciones en este campo. Como gerente ve la primera luz en 1947, cuando le corresponde desempeñarse como Ministro de Educación, desarrollando una gestión cuyas huellas se mantienen vigentes en muchos aspectos. Su nacimiento como literato sucede cuando comienza a escribir, para que sus ideas se extrapolaran mucho más allá de su ingrimitud, como solía decir. Como cultor de la poesía, apartando algunos ejercicios previos, debuta cuando, con 73 años, nos regala “Mural de mi Ciudad”, dando así inicio a un calificado tránsito por los predios de Erato, de tan elevada factura que lo lleva –como Poeta y con cerca de ocho décadas de tránsito vital- a ocupar un sillón en la Academia Venezolana de la Lengua. Como educador se inicia, contando apenas 18 años, dando clases en la misma escuela de su pueblo natal donde había cursado la Educación Primaria, más adelante llegó a ejercer su labor docente en el liceo caraqueño, en el que estudió bajo la égida de un excelente profesor de Álgebra, que luego se inmortalizaría como nuestro más eximio novelista, en la Universidad Central de Venezuela, de la que egresa como doctor en Ciencias Políticas, y en el Instituto Pedagógico Nacional, institución en la que aparece en su plantilla de fundadores y en la que –vanamenteintentó estabilizarse en su aulas en los años 1936, 1945 y 1958. El 36 lo apartó una polémica con el Ministro de Sanidad, en el 45 y en el 58 lo separaron los compromisos políticos. El hecho reiterado de que estos amagos no cristalizaran en un magisterio permanente, le hizo decir que entre él y el Pedagógico, ahora de Caracas, había una relación como la que existe entre aquellos seres que se aman profundamente, pero que no pueden consumar la unión. Como filósofo y teórico de la pedagogía acude a su bautismo cuando entrega a la luz pública su tesis de grado, elaborada en 1934[19]. 186 Para la mejor comprensión, de quien ha sido presentado como una de las personalidades más completas y complejas de la Venezuela contemporánea, consideramos que se impone que hagamos un paréntesis. Con el doctor Prieto Figueroa ocurre lo que sucede con otros conductores políticos, que esta faceta oculta sus actuaciones en otras instancias, tan o más valiosas que la anterior. Repasemos algunos de los hitos más representativos de su desenvolvimiento en este frente. Con algo más de veinticinco años, aparece entre los respaldantes de una de las generaciones más alabada por la hagiografía oficial. En este transitar se convierte en uno de los iniciadores del Partido Democrático Nacional, PDN, tienda en la que comparte militancia con el ilustre emeritense Mariano Picón Salas. Más adelante se inscribe entre los propulsores del Bloque Democrático Nacional, que en la patria -que se abría a las luchas políticas-, inaugura el largo historial de las frustradas alianzas entre la izquierda. Luego, sin haber traspasado la barrera de los cuarenta, surge entre los fundadores de Acción Democrática; partido en el que desempeña las más elevadas responsabilidades, hasta que sus naturales aspiraciones chocaron con los intereses que se habían aposentado dentro de la organización. Así; con 65 años, cuando la mayoría de los individuos está acogiéndose a la jubilación, emprende una etapa de deslinde con el movimiento que personificó grandes esperanzas nacionales y al que le dedicó más de cinco lustros, e inicia un nuevo proyecto acercándose al socialismo, posición que, cuando se le señaló que la tendencia de los mayores es hacia la preservación del orden, explica diciendo: “[conmigo ha ocurrido] totalmente lo contrario. Yo no he sido nunca un conservador, menos aún un retrógrado. Lo que pasa con los políticos de mi generación es que su formación ideológica fue muy deficiente….Yo tuve la ventaja de mis lecturas. Con frecuencia leía libros revolucionarios. Eso me permitió acercarme a doctrinas modernas, incluso textos marxistas”[20]. Al preguntársele por el rompimiento con su tolda de toda la vida, dice: “La verdad es que yo no he sido adeco, en el sentido de la gente involucionada, de gente que aprovecha al partido para su beneficio, en el sentido de gente que considera al partido como un organismo a su servicio… Yo he sido otra cosa, he sido un hombre cuyo trabajo, cuya inteligencia,…, cuyos conocimientos,…, han estado siempre al servicio de las mejores causas y del gran propósito [de] cuando constituimos AD, o sea la transformación del país en beneficio de los venezolanos”[21]. Sin temor a caer en ditirambos pleonásticos, diremos que su impronta ha trascendido más en los últimos espacios vivenciales mencionados: la educación y la política, que –como afirma en el epígrafe ya leído-, para él constituyen un todo. Esa es la explicación, para que hoy procuremos interactuar, con vosotros y con mayor detenimiento, en torno a ellos. 187 Imbricamiento entre la teoría, el pensamiento y la acción Quienes han estudiado la vida del movimiento que nos motiva y de nuestro personaje sostienen que la vida de éste ha estado asociada con aquel desde muy temprano. Luis Beltrán, ya lo dijimos, se inicia en las aulas desde la edad juvenil, pero con la intención de no ser un repetidor, sino un creador. Cuando recién había cumplido los cuatro lustros de existencia, se involucra en la creación de un centro de renovación educativa que denominaron Liceo Pedagógico[22], que se propuso difundir las ideas de la Escuela Moderna, vincular, más cercanamente, a los maestros y perfeccionar los métodos de enseñanza de acuerdo a las más recientes tendencias El seguimiento del forjamiento de su personalidad nos hace encontrar la manera como se define admirador, pero no seguidor del marxismo; en esta corriente filosófica admira las propuestas que sirven para diagnosticar la realidad social, pero la considera limitante de las condiciones intrínsecas e insoslayables del ser humano. Se define como defensor de la disidencia y estima que la unanimidad, consenso lo llamamos ahora, es negadora del pluralismo, la divergencia, la crítica y la libre expresión. Igualmente considera que el neutralismo es contrario a la esencia del ser humano. La interpretación de estas concepciones del doctor Prieto Figueroa, nos trajeron a la mente al conocido periodista estadounidense John Reed, quien cubrió dos de los más importantes procesos revolucionarios del siglo veinte: la Revolución mexicana y la Revolución soviética; y que, al introducir sus notas sobre esta, nos dice: “Como periodista estoy dispuesto a narrar los episodios que viví, pero como ser pensante me siento en la obligación de interpretarlos”[23]. Este sendero lleva al doctor Luis Beltrán estelarizar un momento significativo en la vida del magisterio venezolano, en 1932. Ese año, algo que ya asentamos, en unión de un calificado grupo de docentes, crean la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, núcleo matriz de la actual Federación Venezolana de Maestros y germen del sindicalismo nacional organizado. Este gremio nace bajo el lema: “Por el niño, por la Escuela y la Cultura”; consideramos innecesario insistir en su plena identificación con la Escuela Nueva. El doctor Prieto Figueroa que había sugerido el nombre de la naciente organización, propondrá que se edite una publicación que sirva de vocera de la institución, la misma saldrá con el nombre de Revista Pedagógica, fungiendo él de Director. Los tópicos que se publicitaron en dicho órgano marcaron época, por el elevado nivel con el que fueron tratados. El énfasis puesto por los dirigentes en impulsar la reforma educativa y por los articulistas por tratar los innovadores aspectos que se discutían en Francia, Estados Unidos, Argentina y Chile -por citar algunos países de avanzada en la materia-, convierten al medio en algo peligroso para el régimen. El doctor Prieto Figueroa; que no se adscribía con mucho entusiasmo a las propuestas que se sucedían en el 188 gigante del norte, porque las consideraba de carácter utilitario, y se identificaba más con la otras; por ejemplo, publicó en el número 5, un artículo intitulado: La escuela necesita una reforma, en el que sostiene “… la escuela…apartada del medio y de la época se preocupa más por dar al niño un barniz externo de erudición libresca, antes que preparar a ciudadanos verdaderamente aptos…”. La clara intencionalidad de asertos como este los convirtieron en el centro de atención para los adláteres de la dictadura; y, a la postre, condujeron inicialmente a las medidas coercitivas contra los maestros, prohibiéndoles inscribirse en el sindicato, y sancionando, hasta con destituciones, a quienes no siguieran el ukase, más adelante prohibieron el funcionamiento de la Sociedad, e, incluso, expulsaron del país a algunos de sus directivos[24]. La muerte del viejo geronte dio lugar a un período de apertura en todos los órdenes; que ha sido definido como la entrada a Venezuela en el siglo XX, aseverando –sus defensores- que ello ocurrió con treinta y cinco años de atraso; tesis que –con el mayor de los respetos- nos parece discutible. Tales acontecimientos dieron nuevos bríos a los propulsores de la Escuela Nueva y a los organizadores gremiales. En ese sentido la SVMIP convoca su primera convención nacional y se transforma en la FVM, el doctor Prieto Figueroa se convierte en su Presidente y continúa desarrollando sus ideas transformativas. De esta manera lo hace constar en una de las obras en la que, años más tarde, explana su pensamiento ya madurado[25], y nos dice “[Hay una] escuela donde el maestro es el único ser activo y el alumno es pasivo, podríamos llamarla escuela de enseñar…Pero hay otra forma de escuela surgida en lo va del siglo XX. Un grupo de hombres, [de distintas profesiones], después de pacientes investigaciones y de trabajo experimental, han llegado a formular los principios fundamentales de la nueva educación. El niño es ahora el centro de gravedad de la vida pedagógica”. Nuestro personaje fue un ser ganado para la polémica, para la cual disponía de dos armas con enorme poder de fuego: su ironía disolvente y el humor criollo, que unidas a su conversación sencilla eran capaces de desarmar al más fuerte adversario. Andando en las lides que comentamos, se engarzó en una polémica con el Ministro de Sanidad del momento. Éste, había publicado un Método de Alfabetización y Lectura en el que los ejercicios estaban elaborados a partir de situaciones médico – sanitarias propias de nuestro medio, lo que representaba un loable esfuerzo, pero insistía en el método de repetición silábica, que ya había sido sustituido por el de la lectura global; propuesta esa que fue –cáusticamentecriticada por el objeto de esos párrafos cuando dijo: “De donde habrá sacado el señor ministro la necesidad de enseñar a leer repitiendo las sílabas. ¿Será que estas enseñanzas están destinadas para gagos?” Esa fue la razón por la que su nombre fue tachado de los educadores que integraron el listado inicial del primer centro de formación docente superior. El transcurrir de los años lo convirtieron en un individuo con mayor convicción en sus ideales y más ácido en sus planteamientos por lo que, a comienzos de los ochenta, en una célebre polémica con el Presidente de aquella Fedecámaras, que ponía y quitaba gobernantes, le dijo: 189 “En la vida hay que saber elegir. Usted eligió tener, yo elegí ser”. ¿Será necesario argüir acerca de las diferencias de universos que se deslindan en la anterior oración? Siempre fue un defensor del Maestro, del valor que tiene este profesional para la sociedad, que muy poco lo estima. En el libro de actas de la primera convención del magisterio, celebrada en 1936, como asentamos en líneas anteriores, aparece una emotiva intervención de él en la que sostiene que la posibilidad de construir un continente solidario, pasa por crear una nueva conciencia entre los pueblos hermanos y que el profesional que está mejor dotado para sembrarla es el maestro. Por lo que –afirma- se impone que se le valorice, porque tal tarea no puede desarrollarla un educador maltratado. En la misma ocasión se muestra partidario de la escuela abierta y alegre, que es la mejor manera de acceder a la motivación para la transformación. A riesgo de parecer reiterativo, volveremos a citar al maestro de América, cuando en 1794, llama la atención sobre estos aspectos; que han variado muy poco, desde el punto de vista cualitativo, en los últimos cuarenta y cinco lustros. Todos estamos contestes en que existe un aspecto vertebral a lo largo de la evolución cubierta por el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa; el cual tiene que ver con la responsabilidad del Estado en materia educativa. A este componente lo trataremos con relativa extensión, para lo cual nos apoyaremos en uno de sus trabajos más difundido y coetáneamente mayormente discutido: El Estado Docente[26]; lo que haremos, porque en esa tesis hallamos muchas de las conexiones de su decir y hacer con respecto a la Escuela Nueva. Pero, antes de adentrarnos en él, permítasenos que, abusando de vuestra generosidad, hagamos una acotación, que pedantescamente calificaremos de metodológica, con la intención de clarificar el uso de los tiempos verbales que venimos haciendo y que debe haberles llamado la atención. Al estudiar a seres que, como el doctor Luis Beltrán, con su hacer trascienden su tiempo vital; no estamos ganados para afirmar “…dijo…”, como se acostumbra. Al respecto nos hacemos una pregunta: ¿por qué citamos al Libertador, al Apóstol cubano, al Bardo de Parral, a la dulce poeta y educadora de Vicuña, a nuestra Maestra de la Escuela Integral o al doctor Prieto Figueroa? Y nos respondemos: los recordamos, porque su pensamiento, expresión de su sólida obra, hoy tiene plena vigencia. En consecuencia, sugerimos, tenemos que citarlos en tiempo presente. Sigamos con lo que nos une en esta ocasión. Como el mismo dice, en 1947, al presentar su proposición: “En… la Convención Nacional del Magisterio…en 1943, dije que en un país cualquiera, en una época cualquiera, es inconcebible que el Estado deje abandonada al capricho de las actividades particulares la orientación y [la] formación de la conciencia de los ciudadanos”…”Esto… es doctrina fundamental en la educación y en la política educacional de todos los pueblos civilizados de la tierra”… “El Estado interviene, 190 por derecho propio, en la organización de la educación del país, y orienta según su doctrina política, esa educación”. Este es el numen genésico de un planteamiento que, pese todos los intentos sustitutivos y banalizantes, sigue siendo el soporte clave de las políticas educacionales de todas las naciones del mundo. De manera que no constituye ninguna exageración el que nos retemos a encontrar un solo Estado; desde que el mismo existe, diferenciándose de las entelequias amorfas y consustanciándose – por excelencia- como la súper estructura organizada de la sociedad; donde la aludida referencia no se articule en función de lo propugnado por el objeto de nuestras líneas. Para enfatizar esta aseveración él se apoya en el pensamiento marxista clásico, demostrando que la clase que controla el poder material, simultáneamente monopoliza el poder intelectual. Está tan convencido de su tesis, que, para aquilatar su afirmación, no duda en abrevar en autores que se ubican en la otra margen ideológica con respecto al despeinado de Tréveris. Más adelante se pivotea en el iniciador del primer Estado socialista quien afirma que el propósito de la escuela burguesa es proveer a los capitalistas de lacayos obedientes y de inteligentes trabajadores; pero al mismo tiempo, aquellos pregonan que ella podía mantenerse por encima de la política y servir a la sociedad en su conjunto. La conclusión del doctor Prieto es diáfana, aunque el Estado venezolano es democrático, en la práctica la orientación de la educación la fijan los grupos que controlan el poder, que no son otros que los de la oligarquía nacional. De arrancada lo encontramos discutiendo la dicotomía que define el ethos educativo: fines contra realidad. Los aspectos intervinientes tratados por el doctor Luis Beltrán, para delinear esta coyuntural política, son múltiples. Las setenta y cuatro páginas que, en la edición que consultamos, dedica a tratarlos están dirigidas a explanar aspectos tan trascendentales como: (a) definición de Estado, (b) vinculación de éste con la educación, (c) libertad de enseñanza, (d) carácter público de la educación, (e) interrogarse si la escuela puede asumirse como órgano de expresión política sectorial; (f) oposición entre educación de élites y educación de masas, (g) normas, carácter y función de la educación pública, (h) antecedentes históricos de la función docente del Estado en el país y en el continente, (i) visión de los constituyentitas fundamentales, (j) la educación en la Constitución primigenia de Colombia,1819, como expresión del ideario del Libertador, (k) tratamiento en las constituciones conservadora y liberal de la centuria decimonónica, (l) evolución de enfoques en las primeras cuatro décadas del siglo pasado, (ll) nueva jurisprudencia de 1947, (m) la Ley Orgánica de 1948, (n) la constitución de 1955, y (ñ) la de 1961, que estaba vigente cuando escribió el libro que disectamos. Esta multiplicidad de aspectos recibe un tratamiento a profundidad por el autor, que nos sería imposible 191 desarrollar en esta breve exposición. Por lo que nos referiremos sucintamente a algunos de ellos., sin perder de vista el azimut del objetivo oculto que nos congrega. Al hablarnos del Estado nos propone la ilación que hermana a los diversos autores que cita, de ella se desprende que aquel tiene tres aspectos esenciales: (a) organización jurídica, (b) finalidad jurídica y socio - colectiva, y (c) sometimiento al poder púbico regulador. Entre tantos luchadores sociales que han estudiado la referida integración, nos decantamos por utilizar la definición de Josif Vissarianóvich Dzhushgavili, Stalin –ofrecemos disculpas por utilizar una mala palabra-, quien, se refiere a ellos colateralmente al definir la Nación, afirmando que ésta es: “… una comunidad estable, históricamente formada y surgida sobre la base de... idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada en la… cultura”[27]. En tal aserto encontramos los pivotes que soportan la política educativa del Estado: la defensa y preservación del territorio, el idioma, la economía, la cultura y la historia nacionales. Por lo que a la Venezuela contemporánea respecta, esa es la conceptualización que impregna nuestra Constitución de la República Bolivariana, desde los primeros nueve artículos que integran el Capítulo I, dedicado a los Principios Fundamentales. La noción del Estado ocupa una parte significativa de la disquisición del doctor Prieto Figueroa, de hecho más del 19 % del escrito está dedicado a tratarlo directamente; por lo que, desde el hoy, diremos que para él funciona como una categoría transversalizadora. Para lograrlo, afirmamos influenciados por nuestro Maestro Ramón Tovar, da una acepción geohistórica a su evolución cubierta a través de sucesivos presentes[28]. Por eso abunda en ejemplos que superan el alinderamiento tradicional. Así encontramos casos como el de la integración de Europa; la interpretación que, en 1822, le da Simón Bolívar; y el surgimiento de mecanismos de integración en el continente de la esperanza. Se muestra convencido en cuanto a que, en este terreno, nuestra expectativa debe ser superior a la tradicionalmente dada a la comunidad de lengua cultura y religión. Con solo recordar la estructuración de los organismos plurinacionales regionales; nos estaremos paseando por la pertinencia de los supuestos avanzados por el Maestro Prieto, en cuanto a la supra nacionalidad. Considera que para que exista la estudiada súper estructura debe darse una relación lógica entre el dominio y el consentimiento del poder, que conduce al acatamiento del líder; al faltar alguna de estas variables la ecuación no funciona. Situaciones como estas son los que nos explican casos como el de los judíos, antes de 1948, y los gobiernos en el exilio, que abundan el tiempo reciente. Hablándonos de la relación entre el Estado y la educación nos la ofrece como un fenómeno colectivo, que –en esencia- está regido por normas fijadas por el grupo social; ellas conducen a la necesidad de la totalidad y a la determinación, por parte del ente superior, de los medios para satisfacerla. De no haber constatado el momento de la primera exposición de estas ideas, hubiéramos creído que ellas 192 aparecieron después de 1999; porque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su difundido artículo 102, consagra que “La educación es un derecho humano y un deber social fundamental…”, que “El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés…” y, que ella “…es un servicio público…”. Apoyándose en la experiencia de un juicio incoado ante la Corte Federal y de Casación, para nosotros el Tribunal Supremo de Justicia, en 1940, discurre acerca de la libertad de enseñanza. De acuerdo con el caso que expone, la acción judicial la inicia una instancia que demandaba la Ley de Educación, promulgada ese año, porque atentaba contra la libertad de enseñanza. Las disquisiciones de esta controversia le permiten asentar que: la libertad sin limitaciones es un sentimiento de anarquía, ella es un poder controlado, no debe ser entendida como el poder invadir el derecho de los demás, la mía llega hasta donde alcanza la de los que me rodean, (aquí hemos de resaltar la evidente sinonimia con Benito Juárez). Articulando esta conceptualización niega el falso positivo que propala que, en cuanto a la educación, ella significa que todos tienen el derecho de enseñar. Demuestra que, desde 1939, ha diferido de ello, porque podría llevar hasta enseñar malas costumbres y las cosas que el Estado considera perjudiciales para la subsistencia de la colectividad. Por lo que éste está en la obligación de establecer el cuerpo normativo que regule todo el proceso educativo. Defiende, tajantemente, que quien eduque debe estar debidamente capacitado y que eso es lo que define las colegiaturas obligatorias para el ejercicio de ciertas profesiones. Si quisiéramos redescubrir la vigencia de esta tesis, debería bastarnos con pasearnos por la polémica surgida a raíz de la promulgación de la nueva Ley Orgánica de Educación, 2009; las marchas y contramarchas con la diferida Ley de Educación Universitaria, 2010; y la aún candente discusión en torno a la Resolución 058, de 2012. No seríamos del todo sinceros con ustedes; si, antes de cerrar este párrafo, no nos formuláramos una pregunta que nos acompaña desde hace muchos años: ¿Por qué, en Venezuela, no tenemos una Ley del Ejercicio de la Profesión Docente? En las páginas siguientes toma partido por la ubicación de la educación como una función eminentemente pública; para lo que descansa en el alcance de los resultados, el involucramiento del mayor numero –posible- de personas y la extrapolación de sus derivadas mucho más allá del presente. Leyéndolo nos viene a la memoria la afirmación de la Profesora Belén María Sanjuán Colina, quien nos enseña: “La función de la Escuela es capacitar a los ciudadanos del futuro, que ya empezó”. Los tiempos que corren han rubricado la actualización de este debate; verbigracia cuando, en torno a la ya nombrada Ley de Educación Universitaria, los representantes de las denominadas instituciones privadas acusan al Estado de coartar la autonomía, pero, sin aclararnos como funciona ese sacrosanto derecho dentro de su particular institucionalidad. 193 Más adelante cuestiona que se asuma la Escuela como órgano de expresión de determinados intereses; aseverando que ella no puede ser solo la voz de sectores, y que, por ello, ha de ser entendida como la concreción de la suprema dirección del Estado, asumiendo a éste como el todo. Aquellos que duden de cuanto nos interesa en el tiempo actual este aserto, deben ver que, de acuerdo a la Constitución, cada facción –independientemente de su naturaleza- tiene derecho a establecer su institución educativa, pero en ellas –indefectiblemente- los programas y la legislación que se apliquen tienen que estar definidos, y supervisados, por el Estado. Al respecto, consideramos útil rememorar la confrontación surgida en torno al Decreto 321 de la Junta Revolucionaria de Gobierno, emitido el 30 de mayo de 1946. Éste buscaba reglamentar las calificaciones y promociones de la educación primaria, secundaria y normal en los institutos oficiales y en los privados inscritos en el Ministerio de Educación Nacional, dando mayor importancia al trabajo realizado durante el año escolar y restándosela al examen final. Para lo cual fijó diferencias en las escalas de evaluación del rendimiento estudiantil entre los primeros planteles y los segundos, y clasificó a estos de acuerdo al número de materias impartidas por profesores egresados del Instituto Pedagógico Nacional. En los públicos –establece- se eximiría a los estudiantes con un rendimiento superior a los quince puntos, lo que sólo se aplicaría en aquellos particulares que tuviesen en sus nóminas un 75 % de docentes graduados. La polémica; entre defensores de la iniciativa, básicamente los representantes de la educación pública y los partidos más radicalizados, y los opositores, fundamentalmente provenientes de los colegios religiosos y la jerarquía eclesiástica; giró en torno a que: (a) era discriminatorio, (b) no había sido consultado y (c) era expresión de una política sectaria, [29]. Cualquiera podría pensar que estamos hablando de un episodio más reciente, confusión que aumentaría si les dijéramos que uno de los grupos en liza utilizó como consigna fundamental el slogan: “Ni un paso atrás”. Posteriormente el doctor Luis Beltrán nos hace partícipes de un aspecto de innegable actualidad, la contraposición entre la visualización de la educación al servicio de las élites y la conceptualización de la educación en función de la masas, sin esconder su adscripción a la última de ellas. Su identificación la soporta en un plafón en el que sobresalen: (a) la gratuidad y la obligatoriedad y (b) su democratización. Reconoce que este es un problema añejo, que arrastramos desde la colonia, y que, pese a ello, no hemos logrado resolver nudos como el de la exclusión, (mal llamada deserción), y la deficiente alimentación que incide en el bajo rendimiento. Rememoraremos como el Vice – Presidente Ejecutivo, durante su leve pasantía por el, ahora Ministerio del Poder Popular para la Educación, propaló la consigna: “La papa es la primera asignatura del currículo”, de donde se derivó el Programa de Alimentación Escolar. Hoy, en América, han adquirido inusitada fuerza los sectores que insisten en la privatización de la educación; con mayor insistencia se arguye que la tesis del 194 Estado docente quedó obsoleta y en su lugar se habla de otras, como la Sociedad Educadora. En definitiva, se han remozado las posturas aristocrátizantes; ahora repetidas con coros como “Calidad vs. Cantidad”. La defensa que hacemos de la visión pública, la soportamos, entre otros, en Aníbal Ponce, quien nos dice La educación es para la vida. Estos aspectos, por si solos, merecen ser discutidos en un foro especialmente convocado para ello. Por los momentos solo diremos que, la manera como se argumenta contra la referida visualización, que no es novedosa, nos parece negadora del desarrollo de la ciencia y la pedagogía y totalmente ahistórica. Continuando con el lógico desarrollo de sus ideas, el doctor Prieto Figueroa nos presenta lo que llama las Normas estadales para la Gestión Educativa. Este aparte le permite sistematizar la manera como el ente regulador –que ha venido defendiendo- ha de hacer sentir los efectos de su hacer contralor; es decir la forma en que debe planificar, ejecutar, evaluar y reinsertar su indeclinable función supervisora; para que –como dice Fermín Toro, a quien cita- tenga presente que “…todo nace y se realiza en el seno de la sociedad; y que…un Gobierno ilustrado no debe ser extraño en ninguno de los principios que abrazan esos conocimientos”. Seguidamente se explaya en lo que denomina, genéricamente, Antecedentes históricos de la función del Estado Docente en Venezuela y América; que –como adelantamos- estructura en varios sub capítulos; atendiendo a la organización de hitos significativos para la evolución de su idea central, y que –trabajando con el Método Geohistórico- insistiremos en llamar la sucesión de presentes. No es, para nada, baladí el que insistamos en la importancia que él asigna a este componente, que cubre casi la mitad del texto analizado. Sin querer descalificar el resto del trabajo, diremos que esta es la parte que nos parece más enriquecedora. La inicia buscando las raíces en la fundamental obra de Alfonso X, El Sabio; quien, a mediados del siglo XIII, precisa la vinculación entre la enseñanza y la preparación, así como la escala de remuneración que debía responder a la eficiencia y sabiduría y sería fijada por el rey. Esta es la educación que España trajo a sus colonias, en las que la Escuela fue una institución que se establecía bajo el amparo de la ley, lo que se reflejó en la organización del incipiente sistema escolar de la época. Un buen ejemplo, puede ser, lo tardío del establecimiento de las futuras universidades, dado que dicha organización era para contener y no para propiciar las nuevas ideas. Cuando comienza el gran proceso descolonizador en nuestras tierras, siglo XIX; las autoridades emprenden una labor ilustradora que incluye hasta a los excluidos aborígenes. Si leemos Las Reflexiones…, ya citadas encontraremos un memorial de agravios que ilustra acerca de la ciclópea tarea emprendida por los padres fundadores; y, al que, si le quitamos las especificidades propias de la época, perfectamente podemos ubicarlo en la actualidad. Todos estaremos de acuerdo en 195 que las características de la Guerra Nacional de Independencia; salvo algunos hechos aislados, como la conversión del antiguo Seminario de San Buenaventura en lo que ahora es la Universidad de Los Andes; dejo en el tintero todas las buenas intenciones educativas. De toda esta secuela, tal vez lo más destacable para lo que nos interesa, son las ideas educativas contenidas en el Proyecto de Constitución que presentara el Libertador al Congreso de Angostura, 1819; de él destaca el doctor Luis Beltrán al Poder Moral, tan llevado y tan traído, pero tan poco aplicado después, la Cámara de Educación, que respondería por la formación fundamental, inclusive hasta los 12 años, de los niños; igualmente resalta que los colegios estarían bajo la dirección inmediata de un “institutor” que sería nombrado por la cámara, que lo escogería entre los hombres más virtuosos y sabios. Para él estas instituciones bolivarianas, aunque se inspiraron en la antigüedad, resultaron innovadoras y sólo fueron aplicadas empezando la vigésima centuria. Declara que las constituciones posteriores reafirmaron la potestad docente del Estado, por lo que no encuentra solución de continuidad, en este particular, en los máximos códigos que nos rigieron durante el llamado largo siglo XIX. Una diferencia relativa estriba en los mecanismos para crear colegios y universidades, así como en las facultades que se les atribuyeron; por ejemplo conferir discrecionalmente algunos títulos; y en la manera como la Federal, 1864, consagra la protección ilimitada de la libertad de enseñanza. Ciertamente, todas estas potestades fueron revisitadas, en 1870, con la promulgación del Decreto de Instrucción Pública, Gratuita y Obligatoria, y en 1881 con la creación del Ministerio de Instrucción Pública. Todo lo cual llevaba a reforzar las competencias del Estado. No obstante, aclara, que no fue un camino libre de zarzas, las cuales ilustra con la desafortunada decisión de la Corte Federal y de Casación que, en 1914 y ante una solicitud del Ejecutivo, consagra como nulas las facultades del Estado con respecto a la educación privada; tal despropósito fue, definitivamente, dejado sin efecto en 1940. Lo que más nos llama la atención en esta saga es como se observa la lenta marcha hacia la consolidación de una instancia que –hoy por hoy- define las relaciones fundamentales en materia educativa; todo ello consumado a lo largo de la centuria que la historiografía tradicional ha definido solo como de montoneras y macheteros. El último tramo lo consagra a desarrollar como la Constitución de 1936 introduce unas tímidas reformas en la materia; como la de 1947, de muy breve vigencia como consecuencia del zarpazo anti democrático, incorpora un espectro más amplio en cuanto a educación, digamos cuando la consagra una función esencial del Estado y le atribuye a éste la suprema vigilancia, dilatando tales funciones en la Ley Orgánica de Educación de 1948, que apenas rigió meses; como la de 1955, producto de la satrapía, constituye un notorio retroceso en lo que nos ocupa, y como la de 1961 consagra, hasta el momento en que elabora el material que estamos 196 comentando, las más amplias libertades en la educación y define, con mayor precisión, las competencias del Estado en tan fundamental aspecto de la vida nacional. Como conclusión al tratamiento que el doctor Prieto Figueroa da a los aspectos que hemos delineado hasta ahora; añadiremos que la Constitución de 1999 amplifica, notoriamente, los aspectos directamente conectados con la educación y profundiza los que de él se derivan. Veamos por caso, como los cinco artículos, que en la del 61, se refieren a educación; en la del 99 son llevados hasta 13 y constituyen todo el Capítulo VI, del Título III, consagrado a los Derechos Humanos. Aparte encontramos que, en sintonía con el aserto rodriguiano de: “Para tener repúblicas, debemos formar republicanos”; en contra del precepto que afirma que la “soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce…por los órganos del Poder Público”, Artículo 4º de la del 61; la CRBV, precisa en su artículo 5º que “La Soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente….” Tales visiones sustancialmente diferenciadas de la soberanía popular se consagran, contradictoriamente, en el origen de nuestras leyes supremas; la de 1961 inicia con la afirmación: “…requerido el voto de las Asambleas Legislativas de los estados…en representación del pueblo…”; mientras que la del 99 comienza proclamando: “El pueblo de Venezuela en ejercicio de sus poderes creadores…”[30]. En consonancia con estos postulados permanentemente mantuvo su profunda convicción en cuanto al carácter dinámico y democrático de la sociedad, que se apoya sobre la función dicotómica de la educación; por cuanto ésta no solo debe preservar los bienes y valores del colectivo, sino que –en esencia- tiene que promover el cambio y propiciar el progreso; al que considera consustanciado con la obligación social de recrear y perfeccionar la realidad. En la búsqueda de la concreción de estos principios no eludió lo temas más espinosos; verbigracia la relación Estado – Iglesia en el campo educativo, sobre lo cual, en numerosas ocasiones, fijó su posición decantándose –indubitablemente- por la primacía de la estructura laica. Su identificación con el orden no seglar lo llevó, inclusive, a ganarse una injustificada fama de anti católico. Consciente de lo que significaba esa anti campaña, en 1968, cuando fue candidato presidencial procuró establecer diáfanos puentes con la iglesia y el hecho de que se tomara fotos con los sacerdotes en los lugares que visitaba, por ejemplo en esta ciudad se retrató con el entonces Arzobispo Emérito, fue utilizado por sus adversarios para pregonar que: “Ahora Prieto está pagando todas las comuniones que debía desde que era muchacho”. Tal conseja dio lugar a varias anécdotas, les contaremos una. En una ocasión el doctor Prieto Figueroa venía desde su isla natal hacia tierra firme y la aeronave que los transportaba sufrió los embates de una fuerte corriente de aire, que la estremeció de manera alarmante, ante lo cual él reaccionó como buen margariteño y dijo “Virgen del Valle, sácame de este apuro”, lo que hizo que su compañero de asiento -el eminente clérigo y pedagogo Manuel 197 Ramón Montaner Salazar- le preguntara “Luis Beltrán, tu ¿no y que eras ateo?”, a lo que nuestro biografiado, sin inmutarse, respondió: “Si, pero en tierra”. Otro de los aspectos al que dedicó bastante atención fue al vinculado con la función de la escuela, acerca del cual permanentemente abogó por la que defendió como la escuela para aprender o la escuela del niño. De esta manera nos lo dice en 1936[31], cuando crítica acerbamente la visión que sostiene el supuesto aprovisionamiento de conocimientos del niño por parte del maestro y se define a favor de la caracterización de aquel como un ser vivo y activo, que no va a la escuela a que lo enseñan sino a aprender. Textualmente, señala: “Se dice que algunos muchachos lo aprenden todo porque repiten al pie de la letra cuanto dice el maestro y lo que contienen los manuales escolares, pero un conocimiento memorizado no siempre es una enseñanza”, [será posible, inquirimos nosotros, que no pensemos en el reflejo de Don Simón Rodríguez]. “Para que una enseñanza pueda convertirse en conocimiento –continúa- es necesario que sea aclarado y comprendido por la inteligencia, es decir que sea aprehendido, lo cual solo se da con aquello que le llega a interesar…de aquí que haya una inconsecuencia del maestro en querer aprovisionar desde afuera el espíritu del niño de muchas cosas que este no necesita…solo por el hecho de que están en el programa, que por otra parte no ha sido elaborado de acuerdo a las necesidades de niño”. Con estas señalizaciones, creemos, va mucho más allá de lo que, en 1909, había alertado su ductor Don Rómulo Gallegos, cuando denuncia que: “Poseemos un programa de enseñanza en el que se ha procurado copiar cuánto hay en los extraños países, nutrido de materias, súper abundante de nombres de ciencias de las que apenas se llegan a poseer las nociones [más elementales]…pero apenas si hay un párrafo, entre sus muchas clausulas, consagrado a la edificación de [nuestro] carácter [y] al cultivo del hombre”[32]. Para nosotros, en esa visión desnaturalizadora de la educación, que ellos señalan, se encuentran las razones del desapego que las nuevas generaciones acusan con respecto a lo nacional. Como antídoto para esta preocupante situación solemos citar a nuestro Maestro quien, apoyándose en Rabindranath Tagore, sostiene que: “Sólo se quiere lo que se conoce y sólo se defiende lo que se quiere”[33]. Del mismo modo expresó su preocupación por la, para nosotros mal llamada, deserción, (ahora se ha establecido que es más correcto hablar de exclusión); como simple elemento comparativo mencionaremos que un rotativo de circulación nacional informó, el pasado fin de semana, que: “26 % de la población [aspirante potencialmente] ingresa a la educación superior y [que de estos] sólo el 17 % corresponde a los sectores más deprimidos; mientras que el 83 % proviene de los que cuentan con más recursos”[34]. Probablemente el momento cumbre del doctor Prieto Figueroa, como teórico de la educación, le llegó en 1948 cuando fungió como Ministro del ramo; porque tuvo la oportunidad de poner en práctica muchas de sus ideas. Antes; en agosto de 1947, 198 en esta noble urbe de Santiago de los Caballeros y durante la XII Convención Nacional del Magisterio; delineo las ideas centrales del proyecto que se convertiría en la Ley Orgánica de Educación del 48; lamentablemente de corta vigencia por las razones ya nombradas. Su desempeño como máximo gerente de la educación en el país nos dejó: (a) un considerable incremento de planteles para la educación primaria, bachillerato, normal, artesanal, industrial y comercial; (b) la estructuración del Plan de Profesionalización de los maestros no titulados, donde encontramos el génesis del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, que se fundaría, –siguiendo básicamente los preceptos avanzados por él-, en 1950; (c) mejoramiento de las condiciones salariales de los educadores; (d) creación del Consejo Nacional de Universidades; (e) erección de los patronatos de Roperos Escolares y de Comedores Escolares; (f) edición de las Obras Completas del Libertador y de Don Francisco de Miranda; (g) creación de la Comisión para la edición de las Obras Completas de Don Andrés Bello; (h) extensión y mejoramiento del Cine Escolar; (i) fomento de los Coros y Orfeones en los centros educativos; (j) creación de la primera Escuela de Teatro en Venezuela; (k) promoción del Plan de Investigación del Folclore nacional; (l) promoción del Plan de Reajuste del Personal Docente y de Reubicación de Escuelas, que permitió incrementar ostensiblemente la matrícula; (ll) instauración del Taller Libre de Arte, para dar cabida a los iconoclastas que rechazaban la rigidez del Círculo de Bellas Artes; (m) creación de la Comisión de investigación para el Planeamiento Educativo, primera de su tipo en América Latina; (n) organización de un sistema de estímulo y becas para jóvenes artistas; y (ñ) impulsó la Campaña Nacional de Alfabetización en el país. Es innegable que en esas ejecutorias estuvieron muy presentes los postulados de la Escuela Nueva, en los que había comenzado a abrevar desde sus primeros pasos como docente – investigador[36]. En Venezuela los postulados de la Escuela Nueva, felizmente, tuvieron ocasión de pasar más allá de la formulación teórica y así lo difundió el doctor Prieto Figueroa en varios de sus trabajos impresos[37]. En el libro que publicara en colaboración con Luis Padrino; destacado educador monaguense, llamado precisamente La Escuela Nueva en Venezuela; explanan las incidencias de su implantación en los planteles en los que se aplicaría la novedosa tesis; haciendo hincapié en la organización, planificación y realizaciones llevadas a cabo en la Escuela Experimental “José Gervasio Artigas”, bajo la conducción del notorio educador uruguayo Sabás Olaizola, quien fue contratado especialmente para tales tareas. Además de este centro educativo, las experimentales “América” y “Venezuela” se direccionaron hacia la aplicación de las propuestas, cuyo desenvolvimiento venimos siguiendo. Los referidos planteles estuvieron en la ciudad capital; pero además de ellos la onda se extendió a otros centros poblados. Como muestra encontramos que, en la vecina capital de la cordialidad, San Cristóbal, nuestra admirada Belén María Sanjuán Colina instalo, siguiendo los citados lineamientos, el Preescolar “Simón Bolívar”; labor en la que contó con la valiosa ayuda de la Profesora Georgina Calderón, preclara educadora tachirense,-como todos reconocemos-. 199 Corriendo el riego de parecer autobiográficos, les narraremos que con la Señorita Belén, como la llaman sus centenares de alumnos, quien fue la maestra de todos nuestros hijos, tuvimos el honor de aprender directamente acerca de los aspectos prioritarios de la Escuela Nueva; en los años en que nos desempeñamos como Profesores de Planta en el, lamentablemente desaparecido, Instituto de Educación Integral. Allí tuvimos la oportunidad de trabajar con jóvenes que, para nuestra alegría pedagógica, actualmente se desempeñan en distintos roles y tienen disímiles posiciones en el país. Este centro educativo, que fue fundado en plena dictadura, constituyó un refugio para los que vivían en la clandestinidad, aún durante la etapa de la democracia representativa, y se mantuvo como un núcleo para el cultivo de la disidencia, hasta que ella decidió marcharse de este plano. Para nuestra sorpresa de no iniciados, el colegio funcionaba con una estructura que: (a) académicamente iba desde el Laboratorio, (fase de observación), al Taller, (fase de medición), y de éste al Aula, (fase de asociación); (b) entendía a la escuela como una reproducción a escala de la sociedad, con lo que se buscaba que los jóvenes aprendieran a convivir como ciudadanos conscientes en una verdadera democracia; (c) la República Escolar se organizaba en poderes: (i) Ejecutivo, ejercido por los estudiantes electos para los distintos cargos, (ii) Judicial, representado por los alumnos con mayor representatividad, y (iii) Moral, integrado por la Asamblea General, en la que estudiantes, personal docente y de apoyo, y representantes teníamos igualdad de deberes y derechos; (d) la jornada comenzaba con la lectura, en cada ambiente del decálogo del colegio, entre cuyos preguntas citaremos: (i) ¿Todos los alumnos están presentes?, (ii) ¿Todos los alumnos desayunaron?, por cierto no con Corn Flakes, (iii) ¿Todos los alumnos están uniformados?, (iv) ¿Los animales fueron alimentados?, (v) ¿Las pantas fueron regadas?. Lógicamente, este inventario conducía a establecer las posibles fallas y a implementar, por parte del colectivo, los correctivos a que hubiere lugar[38]. El IEI tenía entre sus lemas la consigna: “Enseñemos a pensar, porque eso no le conviene al sistema, que considera peligrosa esta actividad”; lo que, en consecuencia, debe difuminar cualquier interrogante en cuanto su plena identificación con la Escuela Nueva. En ese plantel tuvimos la dicha de asistir a una Charla contradictoria, así la decidió el gobierno escolar, dirigida por el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa; en la que el personaje que intentamos estudiar se mostró complacido por la manera en la que, durante la década de los ochenta, pervivían los principios que él aprendió a seguir desde los años veinte, cuando daba sus primeros pasos como educador. Este colegio tuvo un himno cuya estrofa inicial dice: “Soldado paz, por siempre paz. Los pueblos odian la guerra. Quiero que haya sol siempre, que Mamá siempre viva, que también viva yo...”. Para estos años ya el doctor Prieto Figueroa había entusiasmado al país con sus dotes de poeta y nos había regalado un poema en el que pide al joven: “Vive, vive, vive; que para morir te sobra tiempo”. A estas alturas nos preguntamos, si ¿Habremos de encontrar mayor sintonía entre el pensador, la escuela y el niño? 200 El pensamiento y la obra que, tan apresuradamente, hemos silueteado, afortunadamente- tienen muchos más indicadores. Son numerosísimos los libros, artículos, discursos, conferencias, proyectos de leyes e institutos donde se encuentran las manifestaciones concretas de una de las mentes más lúcidas conque ha contado la Venezuela contemporánea. Para darnos una idea de ello recordaremos que su tránsito vital cubrió más de nueve décadas, de las cuales más del 80 % las dedicó a las múltiples actividades que constituyen su accionar y que, escuetamente, hemos tratado de presentarles. Claro está, haciendo hincapié en la adscripción filosófica con la que, orgullosamente, se identificó. Igualmente, podremos darnos una idea de lo prolífico y denso de su producción, si informamos que la – hasta ahora proyectada- edición de sus Obras Completas ha arrojado la posibilidad de que esté integrada por veintidós volúmenes; de los cuales ocho están dedicados a temas educativos, dos a jurisprudencia, tres a política, uno a intervenciones parlamentarias, uno a oratoria, tres a hemerografía y epistolario, uno a referencias, dos a literatura y uno a su obra poética. Queriendo ofrecer una conclusión Intentando ponerle punto final a esta elaboración; hemos de confesar que no pretendemos, bajo ningún precepto dar por cerrada la investigación cuyo esbozo les hemos leído. La vida, el pensamiento y la obra del doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa, ahora es cuando pueden dar material para novedosos estudios. En función de lo cual ofrecemos estas palabras como un esquema para quienes, en el por…venir, aspiren profundizar en la retadora existencia de este venezolano excepcional. El carácter titánico de esta futura empresa se multiplica, exponencialmente, si le añadimos sus naturales conexiones con la Escuela Nueva, doctrina que –sin duda- ha producido, continúa y seguirá produciendo, uno de los más notorios experimentos en materia educacional en este continente y en el mundo. De la escuela trabajada podemos establecer, como punto de partida, para los que vengan, que es una corriente cuyas raíces se internan en el nacimiento de la sociedad moderna, se proyecta en nuestra contemporaneidad y que algunos de los tratadistas nombrados dan por concluido su ciclo; por ejemplo, hay quien la extiende hasta 1948, otros la llevan hasta 1969, y existen los que la ven concluir, en el 2009, con la promulgación de la vigente Ley Orgánica de Educación. Por el contrario, nosotros creemos firmemente que sus manes todavía siguen influenciándonos. Del doctor Prieto Figueroa sólo avanzaremos que fue un venezolano muy orgulloso de su gentilicio. Que vivió a plenitud el oficio de venezolano, educador y luchador social. Destacaremos en este sentido que también de esta condición el imaginario y el gracejo colectivo lograron construir una versión del ciudadano que exhibió, sin desmedro, su civilidad. Veamos un caso. Se cuenta que, cuando triunfó el golpe contra el general Isaías Medina Angarita, los nuevos deberes apartaron al doctor 201 Prieto de su acostumbrada familiaridad insular. Pasados varios meses de ausencia de sus predios, volvió a ellos –ya en funciones de gobierno-, lo que fue aprovechado por Chinda Requena, una señora que lo conocía desde cuando era niño, para reclamarle su no presencia y se produjo el siguiente diálogo. Ella lo increpó: “Caracha, mijo, estabas perdío” y él le contestó: “Lo que pasa, Chinda, es que hubo una revolución en Caracas”, y ella preguntó estupefacta: “¿Una qué?, él, cordialmente, le aclaró: “Hay un nuevo gobierno”, a lo que ella le dijo “¿Y eso que tiene que ver contigo?”, ante lo cual él le explicó “Es que, ahora, yo soy ministro”, y ella –prestamente- proclamó ante todos los circunstantes: “Mi maí, así será ese gobierno, que Luis Beltrán es ministro”. Con la misma coherencia asumió los diferentes roles que la vida le permitió desempeñar y nunca se desdijo de las posiciones que tuvo que asumir; lo cual no fue condición para que se le empañara la alegría de vivir. En la larga entrevista que concediera en 1968, que ya comentamos, el periodista le preguntó por dos de sus más conspicuos compañeros en el partido que terminaba de abandonar y él respondió: “...yo tuve dos hermanos, muy queridos, ellos se fueron a la guerra y los mataron”, es posible que necesitemos precisar que el doctor Prieto Figueroa fue el único hijo varón de su familia y que con esa locución dejó cerrada cualquier tipo de especulación acerca de lo que constituyó una de los más dolorosos episodios de su vida política. Más adelante, el mismo fablistán lo inquirió acerca de cómo hacía para no sentirse afectado emotivamente por la campaña tan insidiosa a la que se le enfrentaba, y él contesto: “No tengo ningún problema. Cuando alguien me calumnia, yo escribo un artículo o un libro”[39]. Finalmente, diremos que no tenemos ninguna duda con respecto a la inmensa deuda que hemos contraído con las enseñanzas del doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa, ni en cuanto a que la misma se incrementa, día a día, con los avances del proceso que nos identifica frente a los pueblos del mundo. Si se nos pidiera que retratáramos, en pocas palabras, al doctor Prieto Figueroa, diríamos: “él es un Maestro definido por la consecuencia, la sencillez y la honestidad”. Referencias [1] Hurtado Rayugsen, Omar. (Julio – septiembre 2013). “Homenaje al Maestro Rafael Tomás Fernández Heres”. En Boletín. [Publicación en línea]-web1.pd.f. Nº 383. (XCVI). Caracas. Academia Nacional de la Historia. [2] C/f. Fernández Heres, Rafael, La Educación venezolana bajo el signo de la Escuela Nueva (1936 – 1948), (1997), Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia y “Luis Beltrán Prieto Figueroa”, (1995), en Pensamiento Educativo en Venezuela. Siglos XVI al XX. Caracas. Universidad Nacional Abierta. 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Edición conjunta de la Fundación Biblioteca Ayacucho y el Banco Central de Venezuela. [11] Gassó Gimeno, Ana, (2005). La Educación Infantil: Métodos, Técnicas y Organización. México. Ediciones CEAC. [12] Montessori, María, (2013). El Método de la Pedagogía Científica. Aplicado a la Educación de la Infancia. México. Grupo Editorial Siglo XXI. [13] Martí, José, (1891, enero 30). “Nuestra América”, Revista en línea. Disponible: http://conuestraamerica.blogspot.com/ [Consulta hecha el 03 / 04 / 2016]. [14] Lourenço Filho, Manuel Bergström, (1969). Introducción al estudio de la Escuela Nueva. Buenos Aires Editorial Kapelusz. [15] Falcón de Ovalles, Josefina, (2003). La Enseñanza de la Lectura en Venezuela: de la Escuela Nueva al Constructivismo y Análisis del Texto. Caracas. Ediciones de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. [16] Fernández Heres, Rafael, La Educación venezolana bajo el signo de la Escuela Nueva… [17] Luzuriaga, Lorenzo, (1961). La Educación Nueva. 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[39] Peña, Alfredo, Obra citada. 204 RAFAEL FERNANDEZ HERES: UN MAESTRO A DEDICACIÓN EXCLUSIVA Carlos Alarico Gómez En el presente texto se analiza el recorrido vital de Rafael Fernández Heres (19332010), un profesional de la educación que se destacó ampliamente como profesor, administrador de la educación, escritor y ciudadano. Para analizar su obra el autor recurrió a múltiples entrevistas efectuadas a sus familiares más cercanos y a un grupo de profesionales que sirvieron a su lado como estrechos colaboradores en el campo político, académico y universitario. La amplia data obtenida le permitió demostrar la lucha del personaje investigado por el derecho del pueblo a recibir instrucción adecuada, en un ambiente democrático donde las ideas fluyeran libremente. La indagación condujo al análisis de su vida política desde el mismo momento en que se incorporó a las filas del partido demócrata-cristiano, lo que efectuó en calidad de líder juvenil en 1948. Sus convicciones políticas lo mantuvieron activo y vigilante durante la etapa de la última dictadura militar del siglo XX, en la cual se reinició la vieja práctica de controlar los contenidos noticiosos y de perseguir el derecho a disentir, situación que se creía desaparecida desde la muerte de Juan Vicente Gómez. El artículo incluye su acción como ministro y académico, además de aspectos de su vida familiar. Rafael Fernández Heres nació el día 11 de julio de 1933 en su hogar de Tinaquillo, estado Cojedes, tal como era costumbre en la época. Sus padres fueron Rafael Ramón Fernández y Vicenta Heres de Fernández, quienes le inculcaron una severa formación basada en la más estricta tradición cristiana. Don Rafael Ramón tenía una actividad múltiple para mantener a su familia. Era abogado de profesión y prefecto del pueblo, pero además cultivaba la agricultura en la modesta propiedad familiar y le gustaba la apicultura, así como la carpintería y la ebanistería, pero lo que más lo caracterizaba era su pelo lacio y su porte aindiado, pues era hijo de una aborigen jirajara residenciada en Nirgua, la cual poseía una personalidad muy recia. Doña Vicenta, su madre, era bisnieta del prócer Tomas de Heres, prócer de la independencia nacido en Angostura (hoy Ciudad Bolívar) en 1795, quien participó en la campaña del Perú en calidad de jefe del Estado Mayor del Ejército, sirviendo 205 también como secretario particular de Bolívar mientras gobernó el Perú y luego dirigió los ministerios de Gobierno, de Relaciones Exteriores y de Guerra y Marina (1824-1825). Posteriormente retornó definitivamente a su patria donde fue electo parlamentario. En 1836 asumió la gobernación de Guayana, cargo que desempeñaba cuando fue víctima de un atentado criminal que lo privó de la vida en 1842. Fernández Heres gustaba de hablar de su abuela jirajara y de su tatarabuelo prócer y aseveraba que tenía curare y pólvora en la sangre, producto de la mezcla de ambas etnias. Desde muy niño se enfrentó a la cruda realidad de la vida, pues su padre murió muy joven, a la edad de cuarenta y dos años. A partir de entonces la situación económica de su familia se tornó sumamente precaria, aunque eso no limitó su afán por aprender y su dedicación a la lectura. Era un joven delgado, de hablar rápido y mirada inteligente, agudo y perspicaz, que nunca perdía el sentido del humor y que tenía un claro sentido de la importancia de aprender, actitud que heredó de su padre. Para subsistir tuvo que trabajar como ayudante del sacerdote Manuel Arocha en Tinaquillo y en ocasiones no vaciló en limpiar zapatos cuando se hizo necesario. Ese aspecto de su vida lo contaba con orgullo y sin duda es un ejemplo dignificante para todo aquel que desee surgir sobre la base del esfuerzo y la dedicación. Al llegar a la edad de doce años terminó la educación primaria y su madre lo envió a Valencia a que continuara estudios de bachillerato en el Seminario Diocesano de La Pastora. Su afición por la lectura era tal que aprovechaba la hora en que los seminaristas almorzaban para leer los clásicos. Era un mundo lleno de cambios. Fernández Heres vio el final de la Segunda Guerra Mundial y la llegada de la democracia con el ascenso al poder de Rómulo Gallegos el 15 de Febrero de 1948, un hecho sin precedentes en la historia nacional, caracterizado por la participación popular y la legitimidad, lo que permitió la instalación del Estado democrático en Venezuela. En su periplo valenciano mostró aplicación y disciplina en los estudios, lo que le permitió destacarse, sin menoscabo de sus actividades de apoyo a la Iglesia. Esa fue la razón por la cual el padre José Alí Lebrún y monseñor Gregorio Adams se dieron cuenta de su talento y dedicación, por cuyo motivo decidieron ayudarlo a conseguir una beca para que se fuera a estudiar en Roma, ya que había demostrado una clara vocación por el sacerdocio. Llegó a la Ciudad Eterna en 1950 y allí estudió Baccalaureum in Philosophia en la Pontificia Universidad Gregoriana, en la cual permaneció durante tres años. Sin embargo, muy pronto se dio cuenta de que su devoción por la causa cristiana la ejercería desde otra perspectiva. El estudio de la Rerum Novarum de León XIII lo había hecho comprender que su verdadera vocación era otra. La famosa Encíclica escrita en 1891- dio nacimiento a la ideología demócrata-cristiana que dejó 206 establecida la posibilidad de llevar a feliz término las ideas de Cristo a través de la política. Esa decisión lo trajo de regreso a Venezuela en 1953 y al llegar revalidó sus estudios y se inscribió en la Universidad Central para optar al título de licenciado en Educación, mención Filosofía y Letras. Para sostener sus estudios daba clases de Griego y Latín en el Colegio San Ignacio de Caracas y obtuvo un modesto cargo de oficinista en la Cancillería, donde trabajó a las órdenes de Francisco Armando Guédez y de Jorge Olavarría. Este último lo apodó “Sócrates” porque se enteró de que enseñaba Griego en el San Ignacio. En esa época se encontró con Rafael Caldera, un líder político que había creado el partido social-cristiano Copei en 1946, con el cual se sintió vinculado desde el primer momento en que escuchó de nuevo los viejos planteamientos de justicia social y bien común que leyó en la Encíclica que más de medio siglo antes delineara el Papa León XIII. El joven estudiante contemplaba el panorama político con profunda reflexión y fue entonces cuando se unió estrechamente al grupo que lideraba Luis Herrera Campins, agudo analista político de la época, quien seguía con espíritu crítico el proceso de cambios generados a partir de 1947, cuando se celebraron las primeras elecciones directas, secretas y universales, lo que todavía no habían alcanzado sociedades con mayor experiencia democrática como Suiza, donde las mujeres no disfrutaban del derecho al voto, los norteamericanos tenían (y aún tienen) un sistema de votación de segundo grado y los británicos no habían incorporado la representación de las minorías. Lamentablemente Herrera Campins cayó en manos de la Seguridad Nacional y llevado a la Cárcel Modelo de Caracas, de donde salió expulsado hacia Alemania. Era época de dictadura. Decidió entonces permanecer atento a los sucesos para incorporarse al movimiento de resistencia en la primera ocasión. Mientras tanto seguía en su aula de clases, al tiempo que visitaba constantemente a Elvira Villegas, su novia de la infancia. Tan pronto obtuvo su licenciatura en 1955 decidieron casarse. El matrimonio se efectuó el 4 de agosto de 1956. Dos años más tarde cayó la dictadura, noticia que Fernández Heres recibió con gran alegría. Pronto regresaron del exilio Rafael Caldera y Herrera Campins. La ocasión permitió crear una Comisión Reorganizadora de la Federación Venezolana de Maestros y la instalación de la XV Convención Nacional del Magisterio. Copei formó parte de la Comisión y sus educadores decidieron fundar el Movimiento Magisterial Social-Cristiano, con el profesor Pedro Contreras Pulido al frente. Entre los fundadores estaban Rafael Fernández Heres, Felipe Montilla, Mary Acosta de López, Luis Delgado, Evelio Aponte, Betty Borregales, Domingo Piñate y Luis Felipe Medina. 207 La política fue la pasión del novel educador, convertido en líder de la causa socialcristiana por fuerza del destino. Sentía que a través del poder podía llevar adelante sus sueños de convertir a Venezuela en una sociedad de vanguardia. Estaba convencido de que la educación era la primera prioridad del país. La oportunidad de llevar a feliz término esas convicciones se le presentó en 1968 al producirse el triunfo electoral de Rafael Caldera y ser llamado por el ministro Héctor Hernández Carabaño para encargarse de la Dirección de Planeamiento del Ministerio de Educación. Mientras estuvo en el cargo procedió a crear “Eduplan”, un programa a través del cual hizo un brillante aporte a la educación venezolana, organizándola por áreas del conocimiento. Eso le permitió implementar el Ciclo Diversificado y modernizar el Básico, que se extendió a nueve años. Fue un salto grande en el sistema educativo, que incorporó a Venezuela a los países más avanzados en materia de enseñanza. El Ciclo Diversificado fue dotado de un reglamento orgánico equilibrado, de carácter científico-humanístico, reforzado con un sistema de exploración vocacional y un área de talleres con programas representativos de las diferentes actividades de producción y de creación estética. El propósito era brindar al estudiante la oportunidad de familiarizarse con el mundo del trabajo, de modo que fuera capaz de comparar las potencialidades propias con los atractivos de las diferentes áreas de la producción Propuso para la educación superior la creación de los colegios e institutos universitarios de tecnología, así como universidades de corte experimental, lo que permitió organizar un subsistema para la educación superior, dando origen a la Dirección General de Educación Superior, que surgió de la antigua Dirección de Educación Secundaria, Superior y Especial. Cuando terminó el período constitucional en 1974 se había logrado instalar institutos de educación superior en todas las entidades federales, a excepción de los territorios Amazonas y Delta Amacuro. En ese esfuerzo lo acompañaron los profesores Aurisela Álvarez Medina, Víctor Guédez, Ruth Lerner, Ramón Piñango, Dulcinea de Ruiz y muchos otros que lo ayudaron a utilizar el poder político para profundizar en la transformación de la educación venezolana y llevarla hasta el más alto nivel de excelencia posible. Su sueño juvenil comenzaba a concretarse. Al terminar el período fue designado Director del Colegio Universitario Francisco de Miranda, al cual convirtió en un modelo de meritocracia. Allí se encontraba cuando comenzó la campaña electoral de 1978, que trillaba el camino de la quinta elección democrática. El social-cristiano Luis Herrera Campins fue electo para regir los destinos del país (1979-1984), logrando vencer a Luis Piñerúa Ordaz (AD), José Vicente Rangel (MAS), Diego Arria (Causa Común), Luis Beltrán Prieto (MEP), Américo Martín (MIR), Héctor Mujica (PCV), Leonardo Montiel Ortega (Morena), Alejandro Gómez Silva (FUN) y Pablo Salas Castillo (CCN). Renny Ottolina, candidato del MIN, murió en un accidente de aviación ocurrido antes de las elecciones. Estaban representadas todas las corrientes del pensamiento político venezolano, desde la extrema izquierda del PCV-MIR hasta la 208 extrema derecha de la CCN perezjimenista. Era una época de coexistencia, donde todas las corrientes tenían igualdad de oportunidades. Al producirse la victoria de su partido, Fernández Heres fue llamado a ocupar el despacho de Educación. Tenía ahora la oportunidad de dirigir los destinos de la educación nacional. Para cumplir las metas a cabalidad se rodeó de un equipo profesional de primera categoría que tenía como norte montar una estructura que garantizara rapidez en los procesos educativos y que fuera capaz de eliminar los mecanismos que entrababan la administración. Quería impulsar al máximo el prestigio del sistema educativo. Buscaba establecer un estilo políticoadministrativo propicio para forjar un clima armónico en el trabajo educativo. Durante su actuación como ministro de Educación (1979-1982) -en la presidencia de Luis Herrera Campins- fortaleció el subsistema de educación superior y modernizó la educación media y primaria. Al salir del Gobierno regresó a las aulas universitarias y logró el grado de doctor en Educación. Su pasión por la investigación lo llevó a ser miembro del Programa de Promoción del Investigador donde llegó a alcanzar el Nivel III, además de convertirse en asesor del Centro Español de Historia Universitaria Alfonso X, ubicado en la Universidad de Salamanca. El 1 de noviembre de 1984 fue elegido Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia a la cual se incorporó el 14 de marzo de 1985 ocupando el “Sillón J” que había pertenecido al Cardenal José Humberto Quintero. Pronto fue electo director de esa corporación (19952003), a la cual dedicó todos sus esfuerzos para mantener en el pináculo a la magna casa de la historia de nuestro país. En la década final del siglo XX resultó electo presidente del Consejo Superior de la Universidad Nacional Abierta (UNA, 1996). A la UNA le dedicó lo mejor de sus esfuerzos. Era un educador de pensamiento modernista y por eso estaba convencido de que podía mejorar el nivel del conocimiento dando mayores oportunidades a los venezolanos que no pudieran estudiar en forma presencial. “La educación a distancia es la única oportunidad que tienen muchos venezolanos para capacitarse”, expresaba el docente. Su intensa labor como profesor e investigador lo hicieron acreedor a ser designado miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Historia, de la Academia de la Historia de Puerto Rico, de la Academia Dominicana de la Historia, de la Academia de la Historia Argentina, de la Academia de la Historia de Bolivia, de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, de la Academia de la Historia de Perú, del Instituto de Geografía e Historia de Brasil, de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, de la Academia Bolivariana de las Américas, de la Academia Belgraniana de la República Argentina, de la Academia de la Historia de Portugal y del Instituto Sanmartiniano de Venezuela. 209 No conforme con esos logros, el incansable educador publicó una buena parte de las investigaciones que llevó a cabo. En esa labor tuvo la satisfacción de ver editadas numerosas obras, entre las cuales se destaca su extenso trabajo sobre El centenario del Ministerio de Educación (12 tomos), obra de corte monumental en la que analiza el proceso histórico-educativo a partir de la creación del Ministerio de Instrucción Pública en el Quinquenio guzmancista (1979-1984). Otras obras que surgieron de su labor investigativa fueron Los Fundadores, en la que hace un análisis de la vida de los creadores de la Academia Nacional de La Historia. Publicó además Catecismos Católicos de Venezuela hispana: Siglos XVI-XVIII, así como también las obras: Conquista Espiritual de Tierra Firme, La Educación venezolana bajo el signo de La Ilustración (1770-1870), Escritos del Doctor Rafael Villavicencio, La Instrucción pública en el proyecto político de Guzmán Blanco: Ideas y hechos, Pensamiento Educativo en Venezuela (Siglos XVI Al XX), Referencias para el estudio de las ideas educativas en Venezuela. También fue designado director de la escuela de educación de la Universidad Católica Andrés Bello y rector de la Universidad José María Vargas Su intensa actividad profesional la manejó sin desmedro de su dedicación a la familia. Hizo de su hogar su sancto-sanctorum y a él le dedicaba horas en las cuales se entretenía decorándolo, convirtiendo su casa en un museo de arte. Fue rígido en valores, austero y de una profunda honestidad. A los amigos los consideraba una segunda familia y siempre se rodeó de ellos para trabajar. Consideraba que era indispensable esa mezcla de amigo y equipo de trabajo para dirigir organizaciones complejas. Siempre estuvo muy influenciado por su vida en el seminario y por un profundo agradecimiento a la iglesia. Ello explica las labores que llevó a cabo, como la de darle rango universitario al Seminario Interdiocesano y la organización de los archivos de la iglesia. Cuando monseñor Lebrún recibió el capello cardenalicio, se convirtió en su consejero y principal asesor. En su último libro, aún inédito, analizó los conflictos eclesiásticos. Su cercanía con la Iglesia Católica era tal que se sentía particularmente orgulloso de la “Orden Gregorio Magno” que le concedió el Vaticano. La consideraba su gran condecoración, a pesar de que recibió muchas a nivel nacional e internacional. Sin duda su mayor satisfacción fue ver a crecer a sus hijos. Su esposa Elvira lo hizo muy feliz y lo convirtió en padre cuatro veces: Rafael Vicente, Rafael Gerardo, Elvira Margarita y Rafael Tomás. Rafael Fernández Heres, un maestro a dedicación exclusiva, falleció en Caracas el 16 de diciembre de 2010, a la edad de setenta y siete años. Fuentes consultadas Fernández Heres, Rafael (1997). La educación venezolana bajo el signo de la escuela nueva. Caracas: Edic. ANH. Gómez, Carlos Alarico (2004). El origen del Estado democrático en Venezuela. Caracas: BATT Encíclica Rerum Novarum (1991): Página web del Vaticano. Entrevistas: Rafael Fernández Heres (1977-1980) 210 Elvira Villegas de Fernández Heres (2012) Gerardo Fernández Villegas (2012) Aurisela Álvarez Medina (1979-1980) Víctor Guédez (2010) Eloísa Delgado de Gómez (2012) Betty Romero de Dávila (2012) Miriam de Salas (2012) 211 212 LAS ESCUELITAS PRIVADAS DE TUCUPITA Pedro Rivas Morales Introducción La vida del poblado- portuario Tucupita, capital del antiguo Territorio Federal Delta Amacuro, Venezuela, hasta la mitad del Siglo XX dependía del comercio fluvial, por lo tanto, todos los esfuerzos estaban concentrados en las mejoras de los beneficios económicos que generaba el intercambio comercial de los productos agrícolas como el cacao, café y coco, con otros estados de Venezuela y países atlánticos. Este modo de producción local fue diferenciando la sociedad pueblerina; comerciantes, hacendados y conuqueros –agricultores-. En el año de 1921 fue creada la primera escuela formal Alejandro Petión para la asistencia de los hijos e hijas de los comerciantes y de los ilustres de la sociedad pueblerina de Tucupita; en el año de 1928 el Colegio José Gregorio Hernández regido por los sacerdotes y en el año de 1932 fue creado el Colegio Sagrada Familia por las Hermanas Terciarias Capuchinas donde iniciaron las primeras letras los hijos de los grandes y pequeños comerciantes a cargo de ilustres maestros que harían grandes aportes a la educación del antiguo Territorio Federal y ahora como Estado Delta Amacuro. La creación de estas primeras escuelas y las posteriores en las zonas rurales, exigía la integración directa al régimen educativo de los niños sin la preparación previa, de manera que, existió la necesidad de crear escuelitas privadas de las Primeras Letras, que funcionaron en las salas de las viviendas de Maestras y Maestros, para permitir a los niños acercarse cognitivamente a las primeras letras, los números y a otras habilidades necesarias para el desarrollo intelectual en las escuelas formales. Y es a estas Maestras y Maestros de las Primeras Letras a quienes les tocó según Simón Rodríguez la peor parte de la vida de los niños; “no por sus travesuras, por su complexión, ni por su distracciones, sino por la demasiadas contemplaciones e indulgencias que gozaban a sus edades” (1794. c.p. Peñalver, 2014. p. 53). Así, estas escuelitas matutinas, vespertinas y hasta de fines de semana tenían la importancia de apoyar a los niños en la escritura, lectura, en las matemáticas, naturaleza y en la organización y orden personal, respeto familiar y ciudadano. Por lo tanto, es necesario pretender conocer el valor histórico que estas escuelitas 213 representaron en el proceso educativo y en desarrollo de la educación formal, primeramente en el poblado y posteriormente Tucupita como ciudad. Entonces, hay que reconocer que, las escuelitas como parte alternativa del proceso educativo fue importante para los hijos e hijas de los conuqueros, campesinos y trabajadores al servir para darles a conocer las primeras letras, y reforzar el proceso de aprendizaje de la educación formal, además, representó un modelo educativo alternativo para la integración social de los niños y niñas estudiantes, y de fortalecimiento de valores heredados de hombres y mujeres trabajadores y trabajadoras. Los hijos e hijas de campesinos y trabajadores camino a las escuelitas Tucupita fue poblado a finales a partir del año 1848 en paralelo con los indígenas Warao, por margariteños, sucrenses, monaguenses y hasta trinitarios quienes llegaron con la idea de desarrollar sistemas de producción en conucos, haciendas cacaoteras, cafetaleras y cocoteras, y con ello, se conformaba la red de comercio y comunicación fluvial con otros estados y países. Con este auge económico fue creciendo el pueblo, y con ello, la armonía familiar propias de los pueblos bucólicos, por lo que, todos eran conocidos; los conuqueros, cargadores de agua, los caleteros que desembarcan los barcos, los bodegueros, carpinteros, y así también, las muchachadas que les transcurría el tiempo en ser ayudantes de sus padres y el ocio, que disipaban bañándose en los peligrosos caños –rios- Manamo y Tucupita. En el año 1921 se crea la Escuela Alejandro Petión; en el año 1928 inicia la Escuela Primaria José Gregorio Hernández -Escuela de los Curas- y en 1932 se funda el Colegio Sagrada Familia -Educación Normalista- de las Hermanas Tercerías Capuchinas, donde acudían mayoritariamente los hijos de los comerciantes, es decir, los hijos de nuestra sociedad (Lavandero, 2010). Y en 1936 se crea la Escuela Celestino Peraza en el sector de Pueblo Ajuro, donde se empiezan a inscribir a los hijos de los pequeños comerciantes –Bodegueros- y obreros. Estas escuelas iniciaban directamente a primer grado sin preparación inicial de los estudiantes, que permitiera adaptarse al régimen escolar y empezar a desarrollar sus habilidades cognitivas, por lo tanto, se recurría a las escuelitas privadas para las primeras letras, de manera que cuando se iniciara en la educación formal tuviera conocimiento a lo que debía enfrentar en la escuela. Se enseñaba a agarrar el lápiz, enfrentar a los libros Pedro Camejo y el Silabario, y más importante, era el aprendizaje en colectivo y el respeto a sus semejantes. Estas escuelitas privadas, no funcionaban como tal, el pago era tan ínfimo que no repercutía en la poca economía doméstica de las familias. 214 Maestras y Maestros de altísimos valores morales, como María Guevara la precursora de esta modalidad escolar, Carmen Luisa Narváez de Moreno, Virginia Núñez, y Pastor Cedeño. Las escuelitas funcionaban en las salas de sus viviendas familiares, en unas se tenía que llevar la banqueta y en otras existían bancos de madera largos que se utilizaba de sillas y mesas, también dependiendo del adelanto escolar que se tenía, del atraso o del comportamiento se sentaba en la mesa colectiva, justo al lado de la maestra o del maestro. “A mi me llevaba mi tía a la escuelita del Maestro Pastor Cedeño en el año de 1956 que tenía en las casitas de madera de la calle Arismendi, allí aprendí mis primeras letras”. (Teresa Carvajal, 68 años). A este propósito, servirían las escuelitas; enseñar a leer, escribir y contar. Trabajar en la preparación de los niños y niñas para llegar a la escuela formal, aprendidos o adelantados, es decir, preparado para afrontar las nuevas responsabilidades que la escuela para la época imponía. En 1959 se crea la Escuela Ceferino Rojas Díaz, consecuentemente, se crea en 1962 al Este del poblamiento de Tucupita la Escuela Tarcisia de Romero en el sector de Barrio Obrero – el primer poblado nacido como barrio en Tucupita- Esta escuela era de gran importancia porque acudían los hijos de campesinos, conuqueros y de obreros de los sectores de Pueblo loco, del Manguito, Libertad, el Torno, Santa Cruz y hasta del poblamiento campesino de Guasina, que no se atrevían a enviar a sus hijos a escuelas lejanos de sus viviendas y conucos. En la escuela Tarcisia de Romero se impartía el programa escolar desde el Kínder. Cercano a la Escuela Tarcisia de Romero, funcionaron las escuelitas de Ifigenia Romero, Francelina Marín, Ana Marcano y posteriormente la escuelita de la Maestra Luisa de Larez que aun se mantiene activa como espacio para tareas dirigidas. Los niños acudían en las mañanas, los que estudiaban en las tardes y en las tardes los que estudiaban en la mañana, y los fines de semana si la situación escolar lo ameritaba. Era obligante, que los niños y niñas cumplieran fielmente con sus tareas escolares para evitar las conversas que podían causar las maestras y los maestros de las escuelas que acudían hasta las viviendas de los representantes a informar los avances, retrasos y comportamientos de sus estudiantes, y hasta en el mercado se aprovechaba la oportunidad para la conversa de las actitudes y aptitudes que presentaban los hijos e hijas en el desarrollo del año escolar. Las escuelitas privadas, otrora modelo educativo alternativo Hasta mitad del Siglo XX la educación estaba apoyada en las maestras de las escuelitas matutinas, vespertinas y hasta de fin de semana, la obligatoriedad era mantener a los niños ocupados en sus quehaceres escolares le daba un rol preponderante a estos tipos de escuelitas domesticas dirigidas por maestras graduadas y no graduadas que educaban con amor, asimismo, aplicaban con 215 vehemente justicia, normas de comportamientos apegados a los valores familiares, porque las maestras y maestros consideraban a los niños como parte esencial de su vidas. Tanto es así, que aun los profesionales deltanos recuerdan a sus maestras de escuelitas con mucho cariño, “A mi me enseñó a leer, escribir y a contar las maestras María Guevara y Carmen Narváez, y siempre las recuerdo con mucho respeto y admiración”. (Juan González, 64 años). Sin duda, se educaba el corazón como lo señaló Urdaneta (1865. c.p. Peñalver, 2014), “en la infancia está la semilla de la vida humana; regadla con el rocío de la virtud, y florecerá, y dará cosecha de abundancia” (p.27), y hubo frutos, hijos e hijas de conuqueros, campesinos y obreros hoy son excelentes profesionales. Entiéndase bien: yo no pretendo decir al extremo que solo gracias a las escuelitas privadas se formaron excelentes profesionales, pero una gran mayoría de niños y niñas le agradecen a las maestras de las escuelitas, como fuente de sabiduría, rectitud y entrega, el posicionamiento formativo que ahora ostentan. Otra alternativa valida, eran las horas de tareas dirigidas que existió en los Parques de Recreación Dirigida del Consejo Venezolano del Niño en la década del 70, una modalidad de escuelita gratis vespertinas, donde los niños asistían, particularmente al Parque Libertad y se proponía a realizar sus tareas bajo la supervisión de una maestra, la cual los niños la llamaban cariñosamente la Señorita. Al margen, de los estudios, se implementaba la práctica deportiva, cultura, juegos didácticos, “y fundamentalmente se pretendía lograr la integración social de los niños y el reforzamiento de los valores e la escuela en la vida de cada uno y en la comunidad, donde los valores y actitudes como la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la amistad, la convivencia, el diálogo, la interculturalidad, tengan su presencia real” (González y Guzón, 2018. p. 114). También, fue importante para el proceso educativo de Tucupita, la creación en la primera mitad de la década de los 50´ de la escuelita privada de la Iglesia Emmanuel por Míster Daniels y su esposa Esther (Norteamericanos), situada en la calle Pativilca, se impartía educación básica y sobre todo se comenzaba desde el Kínder. El régimen educativo exigía avances progresivos de los alumnos y alumnas, de ahí que, muchos padres inscribían a sus niños en las escuelitas privadas para el apoyo en las obligaciones escolares encomendadas. Con sano criterio, en las barriadas del otrora poblado de Tucupita, se formó toda una generación de niños y niñas en torno a sus escuelas formales, regida por la disciplina educativa que se compartía con las actividades participativas; cantos, poesías, desfiles, y participación en actos oficiales de conmemoración de fechas patrias. Igualmente, existía correspondencia con las escuelitas como centro de aprendizajes alternativos y de profundización de los principios de responsabilidades y valores individuales asumidos. Lo cual lo enfatiza muy bien Quintana (1992. c.p. Páez, 2016. p. 222), los valores no sólo pueden tener una procedencia individual, se asumía los valores que eran dados por las maestras en 216 las escuelitas, y paulatinamente iba reforzando los sistema axiológico, y motivaba que los alumnos a acudir más motivados a las escuelas y escuelitas de las mañanas, de las tardes y hasta de los fines de semana. De entonces acá, se tenía a los niños y niñas ocupados con alegría en sus quehaceres escolares que no dejaba espacio a las actividades violatorias de la moral y las malas costumbres, si esto último ocurría, las maestras o el maestro actuaban con firmeza, para posteriormente realizar la acusación antes los padres, de seguro no habría reproches. El respeto era vertical, el maestro actuaba como un segundo padre y la maestra una segunda madre, y la escuela o escuelita era el espacio predilecto para el compartir diario, las motivaciones de ir a la escuelas superaba la necesidad de los padres de reforzar la obligatoriedad con medidas extremas que en muchos casos ameritaba la violencia física. Hay que reconocer que, la educación era prioritaria para los conuqueros, campesinos y obreros, aunque, no habían podido estudiar, sus hijos merecían el derecho de aprender y de estar donde por situaciones de necesidad económica no pudo asistir a la escuela, pero aprendió la aritmética con el papá, el padrino, el cura, y los hijos contribuían con los padres durante el proceso de presentación y revisión obligatoria de actividades escolares diarias realizadas en las escuelas, este intercambio informal de saberes, era tan valioso que reforzaba en los escolares los procesos de aprendizajes. No cabe duda, las maestras y maestros de las escuelitas sabían de la importancia de formar en valores a las decenas de niños y niñas que estuvieron algunos años en sus improvisadas aulas de clases más que como alumnos, eran considerados los niños de mis vecinos, de mis hermanos o de mis tíos. No existía la diferenciación por hijo o hija de la empanadera, del panadero, del aguador, del caletero, del conuquero que vende verduras con su burro o en bicicleta, del boticario, del caporal, de la dulcera y de la que vende plantas medicinales, todos eran iguales, por lo tanto, el mismo trato. Si el alumno realizó las tareas y contesto bien, una buena nota, al contrario no hizo la tarea y no contestó bien, le aplicaban el castigo justo, acompañado de una sublime explicación, así, el posible castigo podía ser aceptado sin retaliaciones. Se trataba, por tanto, de un modelo de educación alternativo con educadoras de suficiente conocimiento pedagógico; legitimado pedagógicamente con el conocimiento del ámbito cultural que permitía la interacción con la comunidades (Touriñán, 2015). Y de la misma manera, se cumplía con los objetivos educativos de ayudar a fortalecer “el máximo desarrollo de las potencialidades socioafectivas, cognitivas, lingüísticas, motoras y físicas” (UNESCO, 2006. p. 2), necesarias para el cumplimiento de las tareas exigidas en la educación formal. 217 Un proceso educativo aceptable de integración social Con la llegada en la primera mitad del Siglo XX de las Empresas Petroleras al Delta, se da comienzo con el cambio de una cultura campesina al modelo citadino de poblamiento, comienza el éxodo del campo a la ciudad, con ello, la diferencia de la sociedad; grandes comerciantes, oficinistas, bodegueros, trabajadores de puertos, y los conuqueros, estos últimos estaban relegados en las periferias del poblado de Tucupita. Con el crecimiento del poblado, se comienza a crear escuelas básicas en las zonas rurales, dentro de estas; en 1940 la Escuela Mario Briceño Irragorry; en 1941 la Escuela Eulalia Buroz en la Comunidad Fluvial de San Miguel; en 1943 la Escuela Teresa Eduardo en la comunidad cacaoteras de la Horqueta; 1946 la Escuela José María Vargas en la comunidad de Agua Negra; en 1948 la Escuela Raúl Van Praag en la comunidad de Macareito; en 1949 la Escuela José Gabriel Lanza en la comunidad de campesina de Cocuina; en 1950 la Escuela Leoncio Martínez en la comunidad de Guasina y la Escuela Miguel José Sanz en la comunidad de Las Mulas; en 1951 la Escuela Diego Carbonell en Coporito; en 1954 las Escuelas Cardenal Humberto Quintero en la comunidad de Clavellinas y la Escuela Manuel Díaz Rodríguez en San José de Cocuina; en 1958 las Escuela José Félix Ribas en la comunidad Indígena de la Ladera y la Escuela Fermín Toro en la Comunidad Fluvial de Chaguaramas, y sucede como hecho importante, la creación en el año de 1963, del primer Centro de Preescolar Blanca Nieves que dio inicio a la educación inicial en la Tucupita. Es importante decir que, con las creaciones de estas escuelas en las comunidades campesinas se esperaba se fuesen consolidando estos pueblos, y que no existiese movilidad de los estudiantes a la ciudad. Esta iniciativa de dejar a los hijos e hijas campesinos conuqueros, no fue lo suficiente cierto, los padres continuaban enviando a sus hijos a las escuelas de la ciudad, donde se encontraban los renombrados educadores, de la misma manera, asistían a las escuelitas, tal es caso, alumnos de comunidades propiamente de productores Guasina, el Torno, enviaban a sus hijos a la escuelita de la Maestra Ifigenia Romero en el centro de la ciudad de Tucupita, no les importaba la lejanía y lo tortuoso del camino, lo pensado era, que sus hijos e hijas aprobaran los grados escolares y lograsen al menos el sexto grado, y cuanto más, llegara a ser bachiller -(las Universidades en el Delta fueron creadas después de la segunda mitad de los años 70-. Aquí vale la pena hacer referencia a los dicho por Andrés Bello “nadie se elige el ambiente geográfico, ni el humano ni el ideológico en que se nace y se forma” (p.17. La Casa de Bello, 1989), así lo importante, era adquirir buena educación que hiciera lograr que un hijo de campesino del conuco de la Vuelta de la Campana estudiara, y los maestros hablaran muy bien de su muchacho. Este maravilloso orgullo de familia, también, obligaba a los educadores de las escuelas formales y a 218 las maestras y maestros de las escuelitas privadas, a tener la obligatoriedad de esforzarse en trabajar en un aspecto de importancia para sus alumnos: las aspiraciones futuras de niños con carencias y muchos con necesidades económicas que los padres mitigaban con tal de ver a sus hijos aprendiendo en la escuela. Ya en la Tucupita citadina, se fueron creando otras importantes escuelas y Centros de Educación inicial Simoncitos, y en 1991 se crea formalmente el colegio privado María Natividad Herrera de Cotúa; en 1994 el colegio privado María Auxiliadora y en el 2004 el colegio Henry Pittier. Estos colegios privados distan de las antiguas escuelitas, ya que, cuentan con grandes infraestructuras físicas que les permite recibir gran cantidad de niños, y se tiene claro, que acentúan los fines económicos para lo cual fueron creados. Por otro lado, desaparecieron mayormente, las escuelitas privadas domésticas que por cierto, sólo se mantiene la escuelita de la Maestra Luisa de Larez -hoy minusválida- en el Barrio Libertad, parroquia José Vidal Marcano, que en medio de la situación crítica que vive el país mantiene su espacio lleno de niños en las tardes, donde siempre se ha mantenido la misma dedicación y consideración que tuvieron los niños y niñas que los antecedieron. De la suerte, de haber estudiado en las escuelas formales en paralelo con las escuelitas privadas domésticas, dejo por sentado, que existió en Tucupita un modelo de educación integradora para la vida, y hasta se podría afirmar, que sirvió de base familiar y de organización social de la ciudad que estaba emergiendo, con valores heredados de hombres y mujeres trabajadores y trabajadoras. “Yo estudie en la Escuela Tarcisia de Romero y a pesar de ser pobre, nunca fui tratada mal, no conocí lo que llaman ahora el acoso escolar, allí se respetaba a las niñas, y eso que, habían chicos grandes, Lo de ello, era jugar con sus pelotas y andar corriendo. Y en la escuelita de la maestra Ifigenia “Geña” Romero, quien se atrevía a faltarle el respeto a alguien. Todavía recuerdo a mis amigos y amigas de las escuelitas. Gracias a Dios”. (Martha, 64 años.) Cierto es que, en las escuelitas privadas del otrora poblado Tucupita, no existían diferencias sociales ni económicas, lo esencial era, el respeto a los iguales como ser humano valioso, aprendido de maestras con formación en valores, y con sobrada fuerza espiritual, dado que, en las misas los domingos era casi necesario dejarse ver en compañía de la familia, para dejar constancia que provenía de un hogar donde existía fuerte unión familiar. Al timbre de salida con buenos términos Adviértase que, en la salida al sonido del timbre, no significaba la hora de resumir las diferencias estudiantiles. Era el momento, en tanto, de intercambiar cromos, 219 resguardar las metras y las pelotas que no se podían llevar a las viviendas, para no comprometer el descuido a los estudios. La hora de salida, servía también para intercambiar y revisar los adelantos y retrasos de las tareas asignadas en las escuelitas, que evitara las recriminaciones o escarmientos por parte de las maestras. Las escuelitas sirvieron para coadyuvar en la educación de los hijos e hijas del Pueblo en sus primeras letras, de manera que, se obtuviese adelantos de conocimientos de lo que debía enfrentar en la educación formal, por lo tanto, las escuelitas privadas como modelo educativo alternativo de la otrora Tucupita, era en todo caso, también era prioritaria para reforzar los procesos de aprendizajes de la educación formal de los hijos e hijas de los conuqueros campesinos, bodegueros, agüeros, vendedores, obreros, otros. En suma, las escuelitas privadas era parte de un proceso educativo aceptable para la integración social, al ser espacios para las confluencias de los niños y niñas sin diferenciación alguna y sin importar las carencias económicas. Las posiciones asumidas por las maestras era querer enseñar, y, la de sus estudiantes, las aspiraciones de querer aprender. NOS VEMOS MAÑANA MIS HIJOS Y NO OLVIDEN POR NADA HACER SUS TAREAS. Referencias González, F. y Guzón, J. (2018). La Educación en Valores: Axiología, Naturaleza y Derecho Educativo. Rev. Ciencias Humanas, v. 18, n.2 [31]. Pg. 90 – 120. [Revista en línea]. [Consultado en: Septiembre de 2018]. La Casa de Bello. (1989). Significación Histórica y Vigencia Moderna de la Obra de Andrés Bello. Filosofía y Otros temas. (1ª Ed.). Caracas. Lavandero, J. (2010). Delta Amacuro. Conferencias, Artículos, Documentos y Notas. Universidad Católica Andrés Bello-Hermanos Menores Capuchinos de Venezuela. Edit. Texto. C.A. Caracas. Páez, Javier. (2016). Metodología y contenido axiológico de los programas de educación en valores. Foro de Educación, vol. 14, núm. 21, julio-diciembre, 2016, pp. 217-226. FahrenHouse. Cabrerizos, España. [Revista en línea]. Disponible en: redalyc.org/articulo.oa?id=447546543011. [Consultado en: Agosto de 2018]. Peñalver, L. (2014). Historia de la educación venezolana. Documentos para su estudio 1687-1870. Ministerio del Poder Popular para la Educación. Gobierno Bolivariano de Venezuela. Caracas, Venezuela. Touriñán, J. (2015). Pedagogía mesoaxiológica y concepto de educación. Teor. educ. 28, 1-2016, pp. 247-267. Santiago de Compostela, Edit. Andavira. [Trabajo en línea]. Disponible en: [Consultado en: Agosto de 2018]. UNESCO. (Comp.). (2006). Venezuela. Programa de Atención y Educación de la Primera Infancia (AEPI). Oficina Internacional de Educación. Suiza. 220 HISTORIA DE LA ORIENTACIÓN EN EL DELTA AMACURO Fátima Moreno W. Introducción Desde su evolución la Orientación ha avanzado históricamente en cada región del país, en el caso del Estado Delta Amacuro, situado en el Oriente de Venezuela, que limita al Norte con el Golfo de Paria y el Océano Atlántico; limita al Este con el océano Atlántico y la Zona en Reclamación de la República de Guyana; por el Sur limita con el Estado Bolívar y por el Oeste del Estado Monagas (Marín, 1981). La Práctica Orientadora se empieza a realizar con la creación del Núcleo de la Universidad Nacional Abierta a partir del año de 1978, particularmente en el municipio Tucupita y capital del Estado, donde se concentra el mayor número de habitantes y se localizan mayormente las instituciones educativas. Históricamente la orientación como profesión en Venezuela se inició en el sistema educativo para atender las necesidades de desarrollo personal-social de los estudiantes y de allí se ha expandido a otros contextos para seguir trabajando con el desarrollo óptimo del potencial de las personas y sus circunstancias. (Vera, 2004. párr. 1). Por lo tanto, la Orientación Educativa, es un proceso vinculado al proceso educativo pues trata de ayudar al estudiante a lo largo del sistema educativo, y les proporciona conocimiento de sí mismo, apoyo en su desarrollo personal y mejora en el aspecto académico. Visto de esta forma, el capítulo busca dar a conocer la historia de la Orientación Educativa, en los distintos subsistemas y niveles del Sistema Educativo de la región Deltana. Por tanto, su historicidad será descrita en relación a décadas y acontecimientos en los niveles educativos comenzando por la Educación Preescolar, Educación Básica, Media, Diversificada y Profesional y Educación Universitaria. La orientación en educación preescolar y educación básica. La Orientación como proceso evolutivo, se da a lo largo de la vida y abarca todas las etapas del crecimiento del hombre, de allí que el Estado llevara a cabo programas para brindar atención a los niños a fin de lograr su óptimo desarrollo evolutivo. En 221 relación a lo señalado, la ley Orgánica de Educación (1980), en su artículo 17, establecía que: “La Educación Preescolar, es el nivel donde se asistirá al niño en su crecimiento y desarrollo y lo orientara en las experiencias socio-educativas propias de la edad; atenderá sus necesidades e intereses en las áreas de la actividad física, afectiva, de inteligencia, de voluntad, de moral, de ajuste, de expresión de su pensamiento y desarrollo de su creatividad, destrezas y habilidades básicas y le ofrecerá como complemento del ambiente familiar la asistencia pedagógica y social que requiera para su desarrollo integral” (p. 9). Basado en esto, a partir de los años 90´ el Núcleo integral de Bienestar Estudiantil (NIBE) de la región ubicado en la Avenida Arismendi cruce con Calle Dalla Costa, antigua sede de la Escuela Carabobo, comienza a hacer el trabajo de orientación a nivel de preescolar con un grupo de orientadores Deltanos egresados en el año 1987, de la Universidad Experimental Simón Rodríguez, entre ellas, las licenciadas Omaira Salazar, Omaira Lugo, Pastora Purcett. Esta última, coordinaba la Orientación a nivel de Preescolar y tenía adscrita para el desempeño de su rol orientador varios Centros Educativos, entre estos, el Jardín de Infancia Tarcisia de Romero, Jardín de Infancia Escuela Petión, Jardín de Infancia Escuela Carabobo, y el Jardín de Infancia Ceferino Rojas Díaz. Las actividades que desarrollaban los orientadores lo hacían en conjunto con un equipo de profesionales de otras áreas para llevar a cabo el trabajo en los planteles, tomando en cuenta, la interdisciplinariedad para complementar la intervención de los educandos Entendiendo que, en los años 90´ la tarea orientadora era de relación de ayuda se llevaba a cabo con docentes de educación preescolar a quienes se les daban charlas, de autoestima, valores, hábitos, y, de igual manera, sensibilización a los padres y representantes para que reconocieran los niños con problemas y el afecto que debían darle a los mismos. Otra actividad que efectuaba, la vinculación de la familia con la escuela. En el Jardín de Infancia Año Internacional del Niño, la Orientadora Providencia Moreno Washington quien cumplía funciones de directora, también se encargaba de asesorar a los docentes de preescolar en materia de orientación para que los mismos lo aplicaran a niños y representantes. En cuanto, a la Orientación en la Educación Básica se tiene que para principios de los años 80´ el trabajo era dirigido a la realización de Jornadas de Motivación para los docentes y directivos, darle a conocer a los estudiantes acerca del Servicio de orientación y los beneficios que estos prestaban, entrenamiento a los docentes en técnicas que conllevaran a la creación de los hábitos estudios de los estudiantes y revisiones de las hojas de vida para conocer el bajo rendimientos e inasistencias. Este Plan de Acción Orientadora era dirigido por la Licenciada Ceres Moreno Adscrita a la sección de Educación Básica de la Zona de Educación del Territorio Federal Delta Amacuro. También, es oportuno mencionar el trabajo orientador realizado por la Licenciada en Orientación Carol de Nemer en el avance de la práctica orientadora en la Educación Básica. 222 A finales de los años 80 y principio de los 90, los Servicios de Orientación se les brindaba a los alumnos, a través, de los Núcleos Integrales de Bienestar Estudiantil (NIBE), el equipo interdisciplinario se encargaba de organizar las actividades orientadoras, para lo cual, se asignó, a un grupo de orientadores, entre ellas, las Licenciadas Livia Mata, Iris Carreño, Rosa Cedeño, Sol Méndez y Yelitze Santaella para asistir a los planteles educativos, y así, apoyar los servicios de Orientación. Las Unidades Operativas del Núcleo Integral de Bienestar Estudiantil (NIBE. 1993) ejecutaban “Programas de la Oficina de Asuntos Socio-Educativos, a fin de darle atención integral a toda la población estudiantil, de modo preventivo y asistencialmente” (párr. 1) y se encargaban de realizar enlaces de manera de garantizarle al estudiante una protección integral. Los orientadores Deltanos como equipo interdisciplinario realizaban planificaciones sobre actividades de orientación a los alumnos de las instituciones de la región, con el propósito de diagnosticar las necesidades, corregir y transformar los problemas que consideraban tener los estudiantes, mediantes charlas a alumnos, docentes padres y representantes. Es de acotar que a finales de los 90, los Servicios de Orientación en las Instituciones de Educación Básica eran atendidas por orientadores, entre estas, Mirelys Sarabia, Alba Urbaez , Cruz Rodríguez y Dolores Tovar, de esta manera, se atendía los casos de bajo rendimiento, aspectos vocacional y conducta, asimismo, se exploraba en los alumnos sus aptitudes y se coordinaba charlas sobre la prevención de tráfico y consumo de drogas que dictaba la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas (CONACUID). Por su parte, los orientadores que laboraban en estas instituciones estaban comprometidos con su labor y realizaban múltiples funciones como Manejo de Internado, Coordinación del Servicio de Comedor y selección de alumnos de bajos recursos económicos para incorporarlos a los Programas de Becas Escolares. Por último, desde el año dos mil en adelante, en los preescolares, escuelas primarias y liceos de educación básica no se cuenta con la presencia de orientadores de profesión, la función orientadora la realizan graduados en otras áreas. En consecuencia, la tarea educativa orientadora, es llevada mediante Programas Educativos Preventivos en las Instituciones Educativas. Dentro de los Programas que se establecen, se encuentran: el Programa Cultura de Paz, Plan desarme, Programa Antidrogas, Programas Contra la Violencia Estudiantil y de Género, y Prevención de Embarazo Precoz en Adolescentes, otros. Dándole así, cumplimiento del artículo 6 de la Ley Orgánica de Educación (2009. p.7) que establece, la competencia del Estado Docente y de los Servicios de Orientación a los y las estudiantes que participan en el proceso educativo en corresponsabilidad con los órganos correspondientes. 223 La orientación en educación media, diversificada y ´ profesional en Tucupita. La Orientación Educativa, es considerada como una disciplina y un proceso de ayuda al estudiante, de modo que desarrolle sus potencialidades, valores, habilidades y además da respuestas a situaciones personales, familiares, sociales, vocacionales que surjan dentro de la organización educativa bien sea con alumnos, docentes, padres o representantes, personal de apoyo ambiental entre otros. En los años de 1981-1982 se comienzan a contratar profesionales en orientación egresados de la Universidad Central de Venezuela, Universidad de Carabobo, entre ellos, los Profesionales en Orientación Miriam Castillo y Alexis Carett, con la finalidad de cumplir la labor de Orientación en los Liceos de Educación Básica y Liceos Diversificados del municipio Tucupita. La Orientación en los Liceo Diversificados se inició en el liceo Néstor Luis Pérez, primera y única Institución de Estudio de Educación Diversificada y Profesional en el municipio Tucupita, que concentraba a todos los estudiantes provenientes de educación básica para continuar el proceso formativo de los alumnos, como lo contemplaba el artículo 23 de la ley Orgánica de Educación de 1980. Este articulado expresaba: “La Educación Media Diversificada y Profesional tendrá una duración no Menor de dos (2) años. Su objetivo es continuar el proceso formativo del alumno iniciado en los niveles precedentes, ampliar el desarrollo integral del educando y su formación cultural; ofrecerle oportunidades para que definan su campo de estudio y de trabajo, brindarle una capacitación científica, humanística y técnica que le permita incorporarse al trabajo productivo y orientarlo para la prosecución de estudios en el nivel de Educación superior ” (p. 11) En torno a lo expuesto, la Orientación en la Educación Media, Diversificada y profesional en la región Deltana estaba más centrada en orientar al alumno a continuar estudios a nivel superior, sin embargo el proceso no era continuo al estudiante solo se le asesoraba cuando correspondía el proceso de inscripción para presentar la Prueba de Aptitud Académica, al estudiante se le entregaba un folleto donde aparecían ejemplos de cómo resolver los problemas tanto en la prueba de razonamiento verbal como en la numérica. Y no se le daban las orientaciones pertinentes como de bajar el stress que producía presentar la prueba de Aptitud Académica en presencia de efectivos militares que resguardaban las instalaciones educativas sobre todo se podría decir que había como un desfase de la necesidad de los estudiantes con lo que se estaba viviendo. Conviene señalar también, que la orientación ofrecida a los estudiantes en este nivel educativo era más informativa que de desarrollo vocacional. A los estudiantes el orientador les entregaba un libro de oportunidades de estudios que contenía las informaciones de las Universidades y Politécnicos, de igual forma, una planilla 224 que debía ser llenada para preinscribirse a la Educación Superior siguiendo las instrucciones contenida en el texto. En tal sentido, no se les explicaba a los estudiantes condiciones necesarias para incorporarse a la prosecución de estudios superiores, debido a esto muchos estudiantes se desilusionaban y daban por terminada sus aspiraciones profesionales. Años más tarde se dan algunas modificaciones en el campo de la orientación como es la presentación de la Prueba Nacional de Exploración Vocacional a los estudiantes de cuarto año, esta prueba no mide conocimiento sino, que explora intereses personales, académicos y profesionales en función de estos se establece el perfil del estudiante hacia tendencias vocacionales y las recomendaciones para la escogencia de carreras universitarias, proceso que le corresponder realizar en el año siguiente de estudio. En el año 2003, se da inicio en el marco del proceso de transformación universitaria, la Prueba Nacional de Exploración vocacional llevada en la región Deltana para “conocer tendencias y características vocacionales” (CNU-OPSU 2010), Y la Oficina de Planificación del Sector universitario (OPSU) DEL Centro Local Delta ubicada en el Instituto de Tecnología Dr. Delfín Mendoza, se da inicio a las Jornadas Informativas con los orientadores y docentes adscritos de los liceos, representantes zonales, organismos públicos del estado, estudiantes sobre el registro, habilitación y presentación de la prueba. Esta actividad se hacía en conjunto con responsable zonal y oficina de atención integral al estudiante MPPEU-OPSU. Otro aspecto que coordinaban los orientadores, era el proceso de Asesoramiento a la Preinscripción Nacional. Así, a los Orientadores se le asignaba a nivel teórico una serie de actividades que debía realizar según Normativa Legal del Ministerio de Educación, más que todo eran funciones de carácter técnico- administrativo y eran actividades específicas que describían lo que tenían que hacer, tanto que el Manual Nacional de Orientación (1993) impuesto por el Ministerio de Educación había que cumplirlo a tal exigencia que no se podía tomar en cuenta la realidad o necesidades de los estudiantes de la región Deltana; criollos e indígenas Warao. En el año 2005, algunos orientadores seguían rigiéndose por el Manual y otros realizaron transformaciones prácticas de acuerdo a sus experiencias de haber venido trabajando en funciones de asesoramiento, coordinación, y atención individual y comunitaria, asimismo, es de resaltar que, en la región las funciones de orientación era ejercida sólo por 11 orientadores en las instituciones educativas, unos correspondían a la categoría de Coordinadores de Orientación y otros a la categoría de Docente de Aula con funciones de orientador, se puede mencionar a; Cruz Rodríguez, Livia Mata, Alba Urbaez, Nelly Rivas, Luzmila Sánchez, Iris Carreño, Rosa Cedeño, Yoleida Martínez, Elba Espino, Karen Rincón y la Autora. Actualmente, no existe en las Instituciones Educativas del Estado Delta Amacuro perteneciente al Ministerio del Poder Popular para la Educación orientadores 225 graduados de profesión, por lo tanto, esta tarea educativa la están realizando profesionales de otras áreas. En síntesis, la orientación educativa en las instituciones educativas de la región está bajo la responsabilidad de docentes no especializados en el área, quienes han tenido que asumir el rol de orientador. Aquí, es pertinente hacer mención que, como orientadores en este nivel educativo han tenido que asumir la Coordinación de Programas Preventivos en conjunto con los Centros Comunitarios de la región para abordar el crecimiento evolutivo e integral de los alumnos. Otra función que desempeñan, es la Coordinación de la Labor Social en Liceos. Esta acción corresponde a la realización de una labor comunitaria fuera o dentro de la institución con estudiantes de quinto año, requisito obligatorio para obtener el grado de bachiller en Educación Media General. La orientación en educación universitaria en Tucupita La orientación en educación superior apareció en el Delta en 1978, siendo la pionera la Universidad Nacional Abierta, con la Licenciada en Orientación Cira Amarilis Williams, su papel en la institución era orientar a los estudiantes que se iniciaban en el curso introductorio y a la modalidad a distancia. En esta universidad, la estrategia de orientación aplicaba a los estudiantes era de ayudarlo a conseguir la forma de estudiar con más facilidad en ambiente a distancia. En 1979, el servicio de orientación de esta universidad Nacional Abierta, es asumido por otra orientadora la Licenciada Joly Francescki, quien tuvo una duración de 5 años. Posteriormente, asumió la Licenciada Miriam Castillo también orientadora. Y continuaron en este servicio, profesionales de la orientación quienes desempeñaron esta importante labor con la población estudiantil. Actualmente, el servicio de orientación en esta casa de estudio está bajo la responsabilidad de un profesional no graduado en el área de orientación. Para el año, 1991 se crea en el Instituto Universitario de Tecnología Dr. Delfín Mendoza el Departamento de Bienestar Estudiantil, siendo Coordinado por la Licenciada en Orientación Elizabeth Zambrano, quien también se desempeñó como orientadora atendiendo a los estudiantes que ameritaban del Servicio de Orientación. Posteriormente, entre los años 1992 y 1998, se sumaron varios orientadores al Instituto en condición de contratados para trabajar en equipo entre ellos, Jesús Abreu, Rosa Cedeño de Fernández, Marisol Rodríguez, en la función orientadora. En el año 2010, la Autora Coordina el área de Discapacidad y Orientación Vocacional. En el año 2013, asume la Coordinación de Orientación Vocacional y Discapacidad en el marco de la transformación de Instituto Tecnológico a Universidad Territorial 226 Deltaica Francisco Tamayo, la Licenciada Josefina Herrera hasta la actualidad. Dentro de las funciones realizadas por las orientadoras están el cambio de carrera y asesoramiento a los estudiantes para la toma de decisión vocacional y de adaptación a la universidad, y charlas a los alumnos de las instituciones de educación media sobre las carreras que oferta la institución. La Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas (UNEFA), núcleo Delta Amacuro a comienzo del año 2000 conforma el servicio de Orientación quedando al frente las Licenciadas en Orientación Omaira de Rodulfo, Diomara Hernández, Rosa Cedeño de Fernández. La orientación que brindaban estaba referida al campo vocacional, académico y personal. En el año 2008-2009 la tarea orientadora en la UNEFA, era facilitada a los estudiantes en las aulas por las orientadoras Neida Navarro, Ceres Moreno y la Autora mediante las asignaturas: Autogestión del Aprendizaje, y Orientación Vocacional, las mismas formaban parte del curso de inducción universitaria de los nuevos ingresos. Y en el año 2016, se crea en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, extensión Tucupita el Primer Programa Nacional de Postgrado Maestría en Educación, Mención Orientación Educativa, con la finalidad de preparar a los profesionales con competencias en orientación que pueda ayudar a los estudiantes de manera individual y colectiva. Conclusiones La Orientación en su nacimiento en el Delta Amacuro permitió la atención de los niños en la etapa de preescolar, asimismo pretendió orientar a los docentes, padres y representantes en su desarrollo evolutivo y pedagógico, conviene sin embargo decir, que esta función orientadora en la actualidad no se realiza. Otro acontecimiento de la época, era la asistencia a los niños y docentes en las escuelas primarias a través de los Programas del NIBE, para contribuir en su rendimiento y crecimiento. Con respecto, a la Orientación en la Educación Media, Diversificada y profesional estuvo centrada en la parte vocacional, dirigido a nivel de estudio superior, solo se daba, cuando se iniciaba a nivel nacional el proceso de inscripción para presentar la Prueba de Aptitud Académica y llenado de las planillas de preinscripción a la educación superior. En la actualidad, el proceso de orientación vocacional sigue siendo informativo. Otro aspecto importante de destacar, es que el surgimiento de la orientación en el Delta Amacuro a nivel de Educación Superior, benefició a la población estudiantil al ayudarlos a conocer y aplicar estrategias de estudios efectivos. En estos últimos 227 años, los Orientadores se han dedicado a Coordinar sólo cambios de carreras e información general. En consecuencia el acontecer de la orientación en el Delta, nos permite reflexionar en la misma, sobre la relevancia que en un principio sostuvo y la involución que ha tenido a lo largo de estos últimos tiempos. Se observa actualmente, las limitaciones que ha tenido el Proceso Orientador en las Instituciones Educativas del Delta debido a la carencia de profesionales del área que desempeñen el rol orientador en las instituciones educativas entendiendo las necesidades de los estudiantes y las responsabilidades que tienen que afrontar en el presente y en el futuro. Referencias CNU-OPSU. (2010). Compilación de Instructivos. Prueba Nacional de Exploración Vocacional 2010. Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior. Gobierno Bolivariano de Venezuela. Ley Orgánica de Educación (1980). Gaceta Oficial N°. 635 del 28 de Julio de 1980. República de Venezuela. Ley Orgánica de Educación (2009). Gaceta Oficial N°. 5.929 Extraordinaria de fecha 15 de agosto de 2009. República Bolivariana de Venezuela. Manual Nacional de Orientación (1993). Oficina de Asuntos Estudiantiles, División de Bienestar Estudiantil. Ministerio de Educación. República de Venezuela. Caracas: autor. Marín, C. (1981). Historia del Territorio Federal Delta Amacuro. Tucupita. Delta Amacuro. NIBE. (1993). Proyecto: Manual de Funcionamiento de los Núcleos Integrales de Bienestar Estudiantil (NIBE). Ministerio de Educación. Oficina de Asuntos Socio-Educativos. CaracasVenezuela. Vera, G. (2004). La orientación como profesión.. Definiciones. Propósitos y Alcances. Revista Encuentro Educativo. Vol. 11. N° 2.Venezuela. 228 AFRODESCENDIENTES E INDÍGENAS EN DISEÑOS CURRICULARES DE VENEZOLANOS: 1987 Y 2007 PERSPECTIVA HISTÓRICO-COMPARADA Anabel de las Mercedes Paredes Rivas Introducción En el año 2007, en medio de una fuerte polémica, se consolidó la elaboración y posterior presentación, en el sistema de Educación Bolivariana (SEB), la propuesta del Currículo Nacional Bolivariano (CNB). Hecho significativo, que profundiza avances curriculares iniciados en el país, desde el año 2001 a partir de los postulados educativos que presenta la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en diciembre de 1999. Propuesta, la cual introduce cambios sustanciales con respecto al Currículo Básico Nacional (1996), recoge planteamientos innovadores, que interesan a este estudio como la Interculturalidad, respondiendo de esa forma a la naturaleza pluriétnica y pluricultural de Venezuela, reconocida por primera vez en la Constitución de 1999. La interculturalidad desafía al magisterio venezolano a generar nuevas formas, prácticas y sentidos, al plantearse dentro de la organicidad del SEB como un principio curricular y a su vez un eje integrador de los saberes y experiencias de aprendizaje en el currículo. El discurso de la autoctonía surge con fuerza en la realidad venezolana de finales de siglo XIX, cuando la condición nacional del Estado estaba amenazada por la pluralidad de matices culturales regionales y oligarquías locales enfrentadas entre sí, siendo ésta la respuesta ideológica al proceso de disgregación de la Venezuela decimonónica; que consolida el discurso cultural del Estado nacional centralizado, que se profundiza con la aparición del petróleo. Pero esa idea igualitaria, no es tal, porque supone una cultura nacional única nacida del mestizaje, pero subordinada “a un grupo civilizador”, dominante, la de idealizados conquistadores hispanos; esta lectura interesada del ser venezolano, niega de plano lo variado pintoresca de la nación y a su vez los principios teóricos, programáticos y jurídicos de la Constitución de 1999. (Vargas y Sanoja, 2004). [1] 229 En Venezuela operan mecanismos sutiles y solapados de discriminación observables en expresiones que pudieran parecer inofensivas pero contentivas de una fuerte carga de racismo, por ejemplo: “Blanco con bata es Doctor, Negro con bata es chichero” o “Blanco corriendo es atleta, Negro corriendo es ladrón”; “Indígena con bata es servidumbre”. Este tipo de manifestaciones están también presentes en el discurso académico, basta con leer la historiografía positivista venezolana para darnos cuenta de cómo el proceso de mestizaje por ejemplo, tiene un carácter racista, disimulado algunas veces, otras abierto y franco. (Salas, 2004 & Bracho, 2009)[2] Tomando en cuenta la presencia en la sociedad venezolana de procesos disimulados de discriminación étnica contra los afrodescendientes e indígenas, además de otros aspectos de desconocimiento de su cultura, se plantea el presente capítulo, donde se pretende realizar un análisis sobre afrodescendientes e indígenas en diseños curriculares de venezolanos: 1987 y 2007 desde una perspectiva histórico-comparada, para el reconocimiento pluriétnico y pluricultural para un futuro diseño de estrategias de enseñanza y aprendizaje de la cultura afrovenezolana e indígena, como eje integrador de las experiencias de aprendizaje, respondiendo de esa manera a los planteamientos del SEB y el CNB. Se aspira que la investigación genere un aporte en la necesaria reivindicación y valoración de la cultura afrovenezolana e indígena en nuestro país, creando un modelo educativo incluyente que valore la cultura nacional en su integralidad y no desde la perspectiva de los grupos hegemónicos como un objeto en la historia, sino más bien que sea sujeto de la historia, aspecto que destaca el presidente “Maduro”, como una aspiración en el desarrollo del poder popular. Educación comparada e investigación comparada - Método análisis- Síntesis. - Educación Comparada e investigación comparada En la Historia de la Educación Comparada podemos significar, que a partir de Bereday, [3] existen tres etapas bien definidas: a) etapa del empréstito; b) etapa del pronóstico; c) etapa analítica. En la primera, que abarca desde mediados del siglo XVIII hasta fines del siglo XIX, se practica la Educación Comparada a la manera de las ((preciosas ridículas)) de Molihre, que hablaban en prosa sin saberlo. Nadie pretende crear una ciencia nueva. A principios del siglo XIX nos sorprende uno de esos fenómenos culturales anticipados que desconciertan a los historiadores positivistas o a los excesivos dialécticos. En 1817 Marc Antoine Jullien, publica una serie de artículos, descubiertos y revalorizados por Rossell, después de un siglo, la etapa del pronóstico, defienden a capa y espada que la disciplina o Pedagogía, de los estudios comparados es una ciencia propiamente dicha. Le asignan por objeto de estudio los contenidos 230 pedagógicos de los distintos países y se creen capaces de predecir el porvenir educacional de un país, y el éxito o el fracaso de las reformas que los países emprendan en su educación. Descubrir y comparar, no obstante, son los objetivos más característicos de esta etapa en relación al establecimiento de las idiosincrasias pedagógicas que son tema de estudio comparado. Deben apellidarse comparativos aquellos estudios que parangonen horizontalmente un país con otro, en su totalidad. La tercera etapa, llamada por Bereday. La metodología analítica, practicada y perfeccionada por Bereday y su escuela, no se propone eliminar el factorialismo método comparado pero de análisis estadístico, sino darle una forma más exigente, más actual, más al día con el desarrollo de la ciencia. Lo primero es describir los hechos, los cuales suponen recogerlos con procedimientos expeditivos y casi exhaustivos de material documental, para catalogarlos de acuerdo con aquellas categorías establecidas por el investigador. Se determinará analizando como primer documento las constituciones de 1961 y 1999, el articulado que mencione términos afrodecendientes e indígenas, luego leyes de los años 1961 y 1999, en donde se reivindican los afrodecendientes e indígenas y por ultimo programas de estudio ambos programas del área de Ciencias Sociales en Historia de Venezuela, estableciendo la presencia afrodescendiente e indígena enfocados en los aspectos básicos de los diseños curriculares como lo son: Aspectos Fundamentales. Fundamentos Legales. Fundamentos Filosóficos. Fundamentos Sociológicos. Fundamentos Psicológicos. Apropiación activa y creadora. Fundamentos Pedagógicos. Fundamentos Epistemológicos. Objetivos. Programas de estudios. Bereday reemplaza los factores por la temática que plantean las Ciencias Sociales. Considera éstas aptas para dialogar con la Pedagogía y establece cuatro canales de comunicación: a) el de la rama filosófica; b) el de la rama histórica; c) el de la rama antropológica; d) el de la rama psicológica, tomando la rama psicología tocando otros aspectos que vale la pena comparar. El método hace que el investigador agrupe por categorías los hechos registrados. Por el principio de influencia recíproca que se da entre la escuela y la vida, y por el principio de la interdependencia íntima que es connatural a los hechos educativos, 231 las corrientes educativas pueden explicar las causas diversas que una realidad educativa presente al estudio comparado, puesto que el método se dirige a prever la trayectoria de cada tendencia, G. Bereday, polaco de nacimiento, formado en Inglaterra y en Estados Unidos, fue una de las personalidades más influyentes durante dos décadas a partir de mediada la década de los años cincuenta. Método de George Bereday. Dada la naturaleza de la investigación comparada, para este proyecto se utiliza y se esboza el método de G. Bereday: Partiendo de una diagnosis para luego describir los hechos dándoles una interpretación en relación a la Historia y la política impregnada en los documentos a estudiar, categorizando los hechos relevantes en la investigación para llegar a la yuxtaposición, que debe responder a la hipótesis planteada en la investigación, así llegar a las conclusiones y recomendaciones. Describiéndose dos fases en la metodología, la fase de Observación y diagnosis de documentos pragmáticos y la fase dos lo que implica el método comparativita. Interpretación y valoración de los documentos Debemos dar un punto de vista histórico – político – económico y social de manera global de lo que acontecía en el periodo gubernamental de Rómulo Betancourt años 1960, en la llamada Democracia Representativa con la llegada de Betancourt a la tilde política de Venezuela se apodera el partido “Acción Democrática” y sectores de la oligarquía criolla y extranjera. El nuevo Presidente electo asume la presidencia el 13 de Febrero de 1959. Este período se caracteriza por la convulsión política y social de la cual salió airoso el nuevo Presidente; tres hechos importantes son propiciados por el gobierno que logran sentar las bases del nuevo régimen. Dichos hechos son: En primer lugar fue la firma del pacto de Punto Fijo, que trajo la orientación estratégica del régimen de partido que heredarían al Presidente Betancourt, la idea del pacto era la de apoyarse mutuamente (los partidos políticos), en situaciones políticas difíciles, tal esquema de gobernabilidad funcionó en el país y predomina actualmente, caracterizado por su agotamiento. El segundo hecho o aspecto fue que logró concentrar toda la riqueza del país en grupos económicos de índole familiar, ligados al gobierno tal concentración trajo consigo una vasta desigualdad social caracterizada por la monopolización d la economía, en donde los me dios de distribución del Estado solo servirían para paliar la pobreza que se estaba engendrando en la sociedad. La concentración de funciones del estado se dio en todos los órdenes, una llave perfecta nació en ese período que traería como consecuencia la Venezuela que hoy. 232 Un tercer y último hecho es que los partidos fue la Institución que más creció controlando toda la actividad de la sociedad civil, sindicatos, federaciones, empresas del estado, juntas de vecinos, etc. La actividad partidista sustituyó a la actividad social, es decir se constituyeron los partidos en puentes entre sociedad y gobierno, el ciudadano acudía al partido para solucionar cualquier problema de servicio público, en vez de hacerlo directamente al organismo público respectivo, estos hechos desde luego desmovilizaron poco a poco al ciudadano y se consolidó en esa época lo que muchos autores denominan la dictadura de partidos, la idea estratégica era la de legar toda actividad en manos del partido, porque así el control del Estado sobre la actividad social era más efectivo. La autonomía era un concepto olvidado, el Estado actual creció conjuntamente con los partidos con sus vicios y aciertos, es por eso que podríamos afirmar que la crisis del estado, es la misma crisis del partido, es decir crisis de representatividad. La conjunción de estos tres hechos sin pretender descalificar a otros también relevantes, indican el fenómeno centralista en Venezuela, que se dieron de forma simultánea, que lograron consolidar el régimen de partidos en Venezuela y por ende lo que conoce como alternabilidad democrática. El presidente Betancourt, logro tener éxito sobre sus adversarios y logró promulgar la constitución de 1961, que nos regía, la centralización es la forma organizativa adoptada por el gobierno como repuesta a las nuevas necesidades que estaban surgiendo en el nuevo gobierno y en la democracia. Un gobierno netamente Neoliberal que se destacó por dejar a un lado las políticas públicas en favor del pueblo solo pensando en la empresa privada y los grandes terratenientes. Ya para el año 1999 después de Venezuela pasar por un desequilibrio en los 40 años de democracia representativa llega al poder el presidente Hugo Chávez, con la democracia protagónica En Venezuela, el modelo neoliberal ortodoxo comienza aplicarse a partir del año 1989, en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, con el “Gran Viraje”. Posteriormente se atraviesa una corta etapa de indefinición entre los años 1994-1996 en la segunda presidencia de Rafael Caldera, aun cuando mantiene la estrategia social que acompañó al gobierno anterior, culminando esta etapa con la implantación de la Agenda Venezuela, segunda experiencia de ajuste estructural de tipo ortodoxo en el país. En 1999, Hugo Chávez Frías, asume la presidencia sosteniendo una crítica frontal en contra de lo que se ha dado en llamar el “pensamiento único”, al que cataloga como “neoliberalismo salvaje. Aun cuando no se tuvo clara la definición de un programa económico y social de mediano o largo plazo hasta septiembre de 2001, cuando es dado a conocer el Plan Nacional de Desarrollo, en los planes anteriores y medidas posteriores, incluso en el mismo plan de desarrollo, se observa un 233 marcado énfasis en el manejo macroeconómico de corto plazo, acompañado de una política social de tipo compensatorio-focalizado, aun cuando asumen declarativamente que la misma debe ser de carácter estructural, características éstas que definen el ajuste neoliberal ortodoxo. Sin embargo, luego del paro cívico y petrolero de diciembre de 2002, se percibe un cambio de orientación en la aplicación de algunos programas sociales nuevos que en cierta manera alejarían la praxis gubernamental de esta última orientación, aunado a los cambios económicos ligados al control cambiario y de precios. De allí la importancia de intentar ubicar los distintos períodos gubernamentales y analizar por los que han pasado tanto la política, social como la económica y determinar cómo la presidencia de Betancourt, a través de la reforma agraria y la legislación básica de educación Venezolana luego de altos y bajos, dan esencia a lo que somos hoy y a todo el legado para ser continuado. Presentación de un criterio de comparación Se toman tres elementos a comparar las constituciones de 1961 y 1999, las leyes que remiten reconocimiento indígena e afrodescendiente y a su vez los currículos de 1987/2007 junto con sus programas de estudios, yuxtaponiendo la información a través de cuadros comparativos, que toman en cuenta los criterios de la investigación que se relacionan con las categorías culturales: La expresión del lenguaje y el arte y la relación con el entorno familia. Análisis comparativo Partiendo del currículo, definido desde múltiples puntos de vista, abarca mucho más que los planes de estudio y los programas de las unidades curriculares. Cuando se habla de cambio curricular están involucrados los propósitos, conceptos y enfoques de la educación, las maneras de entender y valorar las prácticas educativas, los materiales y recursos para los aprendizajes, las relaciones entre quienes conviven en el sistema, la formación y las condiciones de trabajo de las y los docentes, la organización del plantel, el clima escolar, la organización de las rutinas de trabajo dentro de los planteles, sus relaciones con la comunidad, las propias condiciones físicas de la escuela, entre otros aspectos. Fomentando valores en una sociedad participativa y protagónica, somos consecuencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela la cual resalta: “… La consagración amplia del derecho a la participación en los asuntos públicos de todos los ciudadanos y las ciudadanas (…). Este derecho no queda circunscrito al sufragio, ya que es entendido en un sentido amplio, abarcando la participación en el proceso de formación, ejecución y control de la gestión pública”. Conceptos que recoge la Ley Orgánica de Educación (2009) cuando plantea en su artículo 6 como competencia del Estado docente, “promover, integrar y facilitar la participación (…) a través de una práctica social efectiva de relaciones de 234 cooperación, solidaridad y convivencia entre las familias y la escuela, la comunidad y la sociedad, que facilite las condiciones para la participación organizada en la formación, ejecución y control de la gestión educativa”. El proceso se debe inscribir dentro de las finalidades de la educación establecidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en su artículo 102: “...desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social consustanciados con los valores de la identidad nacional, y con una visión latinoamericana y universal”. Esta intencionalidad de desarrollo del potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad aparece reñido con las prácticas educativas fragmentarias dirigidas al mero recorrido y manejo de un sin número de informaciones, por ello lo impostergable del cambio curricular, nos exige una revisión de conceptos y maneras de hacer que apunten el que hacer educativo caracterizado por la comprensión crítica y en profundidad del mundo en que vivimos, reconociéndonos como plurietnico y pluriculturales. La discusión y el diálogo informados, organizaciones escolares caracterizadas por la participación, fomentan las múltiples posibilidades de expresión creativa y exploración de las potencialidades personales, sería otra manera de hacer educación, pensando en el desarrollo de las potencialidades humanas con respeto a los ritmos y procesos de aprendizaje, la formación de una ciudadanía participativa y transformadora, con arraigo nacional, conciencia de unidad latinoamericana y sentido planetario, tiene ya un importante recorrido de experiencias impulsadas por docentes venezolanos y venezolanas en distintos contextos. Existe una amplia base de la cual partir, para continuar y profundizar. Pero también estas exigencias nos enfrentan a una necesidad de transformación de las rutinas escolares aún predominantes, que reducen la educación a la repetición de clases con contenidos no pertinentes con desconocimiento de la diversidad cultural y evaluaciones desconectadas de la vida, el trabajo, los problemas de los y las jóvenes para la construcción de la ciudadanía. El cambio no es sólo asunto de planes de estudio y programas, ni siquiera de recursos educativos o formación docente. Es un proceso. que avanza en la medida en que la reflexión compartida, el cuestionamiento de lo que hacemos, la forma de aproximarnos a las y los estudiantes, sus familias y la comunidad, vaya generando nuevas maneras de la realidad de nuestras aulas que no la determina el programa. La acción educativa concreta es producto de cómo entendemos nuestro trabajo las educadoras y los educadores, de cómo lo llevamos a cabo. Las profesoras y los profesores no son máquinas que reproducen contenidos dictados por los órganos 235 oficiales, sino profesionales que tienen sus formas específicas de entender y valorar los cambios, las relaciones pedagógicas, su vivencia escolar. Recordemos que se realizó una consulta por la calidad educativa, la cual debe dar respuesta a cada uno de los nudos de la educación Venezolana, los docentes deben ser los creadores del currículo, ya que el Currículo lo es todo en la educación. Llegando así a comparar los currículos de 1987 y 2007 y los programas de Ciencias Sociales, después de haber comparado y analizado constituciones y leyes lo que trae como consecuencia las concepciones sobre el aprendizaje y sobre los roles que deben adoptar los estudiantes en estos procesos los cuales han evolucionado desde considerar el aprendizaje como una adquisición de respuestas automáticas (adiestramiento) o adquisición y reproducción de datos informativos (transmitidos por un profesor) a ser entendido como una construcción o representación mental (personal y a la vez colectiva, negociada socialmente) de significados (el estudiante es un procesador activo de la información con la que genera conocimientos que le permiten conocer y transformar la realidad además de desarrollar sus capacidades). En cualquier caso hoy en día aprender es más complejo que el mero recuerdo, no significa ya solamente memorizar la información, es necesario también conocer la información disponible y seleccionarla en función de las necesidades del momento también analizarla y organizarla; interpretarla y comprenderla se debe sintetizar los nuevos conocimientos e integrarlos con los saberes previos para lograr su "apropiación" e integración en los esquemas de conocimiento de cada uno como también aplicarla y considerar relaciones con situaciones conocidas y posibles aplicaciones. (Barbero, 2011). [4] Al comparar los programas de estudio de Estudios sociales de los años 1987 y 2007, Los programas se comparan y se logra un análisis profundo de los avances de la Revolución Bolivariana que se relacionan a su vez con el objetivo IV del plan de la patria 2013-2019, que nos indica contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria, lo cual inspira en la visión la armonía que caracteriza la cosmogonía de nuestros pueblos indígenas originarios, y en la concepción bolivariana de que la acción política internacional debe tender a conformar el “equilibrio del Universo”. La política exterior de la Venezuela Bolivariana impulsará la conformación de un mundo pluripolar cuyo fin último es la preservación de una paz fundamentada en el respeto y la soberanía de los pueblos. Ese mundo pluripolar estará conformado por una multiplicidad de polos de fuerza, que serán las agrupaciones de países para que haya más equilibrio universal, más democracia universal, más igualdad en el mundo. 236 En primer año se logra constatar que en el Currículo Básico Nacional , solo se observa como contenido a los indígenas pero a nivel de explotación destacándose el termino Negro, como referencia a los afrodescendientes, ya para segundo año se observa solo en los últimos contenidos a los indígenas no como sujetos de la sociedad sino como objetos y como no participante de la historia de nuestra nación a su vez en el currículo nacional bolivariano si se tocan los términos afrodescendientes e indígenas como entes participes activos del proceso de mestizaje en nuestra patria Venezuela, la diferencia radica en que solo se toma cuenta ocupación de territorio indígena y palabras negros para los afrodescendientes pero de forma discriminatoria Con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, (19 de diciembre de 1999), se inició el proceso de refundación de la República para establecer una sociedad: democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural, tomando en cuenta que este nuevo diseño está centrado en lograr una educación de calidad donde el estudiante es dueño de su propio aprendizaje ya que estos diseños curriculares se dan a través de los proyectos de aprendizaje y actualmente integrando el Proyecto Educativo Integral comunitario, los diferentes programas que se desarrollan dentro de las instituciones, estando estos orientados de acuerdo con las etapas del desarrollo humano, para garantizar el carácter social de la educación a toda la población venezolana, desde la rectoría del Estado Venezolano, ejercida por el Ministerio del Poder Popular Para la Educación. Reflexiones finales El estudio comparado de los programas de Ciencias Sociales de los años 1987 y 2007, han permitido verificar la manifestación de la enseñanza afrodescendiente e indígena en el Currículo Nacional Bolivariano lo cual contribuye a mejorar las planificaciones de educación media en cuanto al afrodescendientes e indígena. Además, se deben tomar en cuenta el aporte didáctico ya que crea un lazo para la construcción de módulos pedagógicos didácticos para la enseñanza y el rescate del afrodescendientes y el indígena como antepasados y forjadores de nuestra sociedad venezolana, aportando los mismos al reconocimiento y promoción de la diversidad cultural y al desarrollo de formas de organización en las planificaciones de educación media “Liceo Bolivariano”. En el entorno social caracterizado por relaciones interculturales más equitativas y vaporizadores de la diversidad que generalmente prevale en las sociedades contemporáneas. Adicionalmente, este entorno social que subyace en el aprendizaje también ofrece respuestas innovadoras a algunos importantes desafíos que enfrenta la educación contemporánea, en el mundo y en la región. La integración entre diversos modos de producción de conocimiento, la articulación entre investigación documental en el marco comparativista, hace de 237 esta investigación un importante desafío para generaciones futuras que pretenden crear currículos en Venezuela, América Latina y el Caribe, siendo un modelo de aprendizaje, innovador de corte constructivista en harás del desarrollo próximo de los y las jóvenes dando respuestas a las necesidades de la población; relaciones entre educación, y los valores latentes en una sociedad cambiante como lo es nuestra patria Venezuela , creando generación de iniciativas de conocimiento de antepasados que no son tomados en cuentas en las planificaciones de los docentes de educación básica. Adicionalmente, el desarrollo de esta investigación va a permitir entablar las bases para acciones futuras en este mismo campo. Se ha logrado establecer comparaciones entre los programas de ciencias sociales de los años 1987 y 2007, a través del estudio documental de constituciones y leyes, ya que la falta de tiempo no permitió realizar un estudio etnográfico profundo a los sujetos participantes del proyecto. (Afrodescendientes e indígenas). La comparación se documenta, lo cual en el futuro permitiría constituir una red de trabajo en el área. Por otra parte, la producción de datos sobre un conjunto común de numerosas variables de las experiencias estudiadas contribuye a avanzar en la construcción de un modelo de investigación como plan piloto que permitirá generar criterios para la producción de estadísticas e indicadores sobre el campo etnográfico. Se deben producir las leyes y Reglamentos que instrumentalicen el contenido previsto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), la Ley Orgánica de Educación (2009) y la Ley de Pueblos Indígenas. Por otra parte la estructura del liceo bolivariano y el resto del sistema educativo como factor de la democracia, constituye un lugar para el encuentro de la diversidad cultural y étnica de Venezuela, y como una expresión del estado social de justicia, debe dar condiciones de igualdad y respeto para el necesario diálogo entre los diversos grupos culturales y étnicos que componen la sociedad venezolana. Esas condiciones de igualdad y respeto no solamente tiene que ver con evitar y castigar las manifestaciones abiertas de cualquier forma de racismo y discriminación que se pudieran generar en la cotidiana relación entre los diversos elementos de la comunidad educativa, de las escuelas, sino también en el conjunto de saberes objeto de aprendizajes en esas instituciones por tanto no incorporar la variedad cultural constituye seguir repitiendo el círculo vicioso de la escuela homogeneizante y aculturadora, orientada a mantener la cultura hegemónica en la sociedad venezolana, negadora de la concepción multiétnica y pluricultural de Constitución de 1999. 238 Del proceso homogeneizante y de aculturación iniciado en nuestro país desde el propio momento de la llegada de los primeros conquistadores, son quizás las comunidades afrovenezolanas las que han sufrido los mayores embates, en primer lugar por estar ubicadas y más integradas con el resto de la sociedad en comparación con las lejanas comunidades indígenas, sino también por haber estado equiparados en sus inicio con los animales por lo cual no se le daba ningún tipo de valor, además de toda la ideología racista que los endilgaba de cuanta condición negativa se pudiera. Los testimonio del cimarronaje que constituye todo el conjunto simbólico que denominamos cultura afrovenezolana y la cultura indígena, debe ser según mandato constitucional y de la nueva Ley Orgánica de Educación (2009) uno de los componentes para mantener la diversidad en nuestros liceos y escuelas, lo cual requiere no solamente de las disposiciones legales sino de todo un esfuerzo por parte de los educadores, estudiantes, investigadores, movimientos sociales, partidos políticos y demás instituciones sociales para generar una nueva praxis educativa intercultural que no solamente reivindique la cultura afrovenezolana, sino el componente indígena y los grupos de migrantes que hicieron de Venezuela su patria y nos define como una de las naciones culturalmente más ricas del mundo por su pluralidad. Del análisis de los documentos programáticos, se presenta una disyuntiva, que amenaza la finalidad del nuevo diseño curricular; porque si bien es cierto en el perfil del egresado del liceo bolivariano se responde fielmente a los principios, objetivos y características de la pedagogía intercultural, al cotejarlo con la visión del currículo del año 1987, que pretendía expresar lo que se aspira que logre el educando no tomando en cuenta las políticas del estado, y es así como encontramos con una concepción homogeneizadora. Esperamos que sea la visión del bachiller del liceo bolivariano, la que finalmente prevalezca en la implementación definitiva del nuevo sistema educativo, no hacerlo implicaría eternizar literalmente la promoción cultural de la escuela tradicional, currículo 1987. También se recomienda desarrollar de una forma mucho más amplia y compleja el papel del docente como promotor cultural, que oriente la formación de los futuros educadores en las universidades y pedagógicos, así como la actualización de los que están en ejercicio de la forma más idónea, dotándolo de las herramientas etnográficas, historiográficas, antropológicas y sociológicas que les permitan generar acciones de valoración efectiva de la pluralidad cultural de los venezolanos. De igual forma se deben desarrollar acciones concretas de amplio alcance en prevención del racismo y la discriminación en las escuelas, mediante no solamente la valoración de la cultura afrovenezolana e indígenas como grupos más afectados, sino también tratando el machismo, la homofobia, la xenofobia y cualquier forma de discriminación y auto discriminación o vergüenza étnica. 239 Si bien es cierto que actualmente, se dirigen talleres de formación a los docente sobre la cultura afrovenezolana e indígena contra el racismo, los mismos carecen de seguimiento por parte de los entes gubernamentales y directivos de los planteles educativos, además se omite la integración de esa política a los Proyecto Educativo Integral Comunitario, hecho que representaría la institucionalización de eso planes y por ende su éxito. Para una efectiva promoción de la cultura afrovenezolana e indígena, se debe integrar su enseñanza-aprendizaje mediante el uso del eje integrador interculturalidad, sin omitir obviamente la justipreciación de otros grupos y valores culturales; contextualizándose los aprendizajes en la vida cotidiana de los estudiantes donde esa cultura está vigente y rica en los mejor de los casos, desapareciendo o desaparecida en el peor de los casos, constituyendo en ambos casos una oportunidad para generar aprendizajes así como acciones para enriquecer el patrimonio cultural, así como recatar y preservar convirtiendo al estudiante en un activista y animador de sus propia cultura y a su vez a la escuela como centro de cultural por excelencia de la comunidad donde se encuentra. Por lo anteriormente señalado es que se hace tan importante realizar un diagnóstico al inicio de cada año escolar, ya que del mismo dependerá el efectivo tratamiento o transposición didáctica de los saberes populares que movilice la escuela como núcleo del desarrollo endógeno de su comunidad, educando para la democracia participativa y protagónica, a su vez que el docente adquiera nuevamente su papel como líder. Pero todo esto no podrá ser posible hasta que el estado docente, no defina con claridad el nuevo sistema educativo, ya que como se pudo determinar en el desarrollo de la investigación coexisten en la actualidad dos formas diametralmente opuestas de la educación, por una parte el modelo tecno burocrático de corte conductista y por la otra, el modelo constructivista iniciado en Venezuela desde la implementación de la Escuela Integral durante el Gobierno de Rafael Caldera y redefinido con el Diseño Curricular Bolivariano del gobierno de Hugo Chávez Frías (Medina, 2007). Un nuevo proyecto curricular de educación, además de transversalizar la temática afrodescendiente e indígena incorporar abiertamente este tema, donde se propone nueve temas estratégicos y otros que podrían surgir que permitan la construcción del andamiaje necesario en los estudiantes venezolanos: África antes de la penetración europea del Siglo XV El racismo y la discriminación África en el contexto mundial La esclavitud en Venezuela El proceso de abolición de la esclavitud en Venezuela. Apropiación de territorio indígena Venezolano. El desplazamiento indígena en Venezuela. Los Indígenas antes de la colonización. 240 - Día de resistencia indígena, de la raza o descubrimiento de américa. La ausencia de una Ley Orgánica de Cultura, aprobada en primera discusión en 2005, debe ser una tarea legislativa aún por acometer; la política cultural del país, lo cual permitiría la integración y reconocimiento de los afrodescendientes e indígenas como una dimensión de política de Estado no supeditada a los vaivenes de los gobiernos, además del establecimiento de enlaces con las políticas educativas (Paredes, 2015). También la aprobación definitiva de la Ley Orgánica Contra la Discriminación Racial, con el objeto establecer mecanismos para prevenir, atender, eliminar, erradicar y sancionar la discriminación racial como hecho punible acompañados de todo el rico y complejo entramado simbólico que define la cultura afrovenezolana e indígena que se podrá alcanzar y así crear la educación para la inclusión y la pluralidad que la sociedad venezolana en tanto país democrático aspira concretar. Es así que dependiendo de cómo se conceptualice la cultura, se darán, las estrategias que se sigan. En la mayoría de los programas o proyectos subyace una concepción de la cultura que enfatiza el folklore, la tradición y la costumbre, es decir, los aspectos más pintorescos de la cultura material (vestidos festivos, máscaras, artesanías) y de las tradiciones y costumbres (fiestas, danzas, música, cocina típica). Casi nunca se integran las instituciones sociales, la visión del mundo ni las prácticas comunicativas de los pueblos indígenas en la planeación o en los procesos interculturales. Usualmente se asume que cada etnia se caracteriza por poseer una lengua y una cultura distintivas. De ahí que para efectos de planeación educativa se da por sentado muy frecuentemente que, al atender las particularidades lingüísticas de una comunidad, automáticamente se atiende a sus particularidades culturales y, por consiguiente, se refuerza su identidad étnica. Es de suma importancia, que la conservación adecuada de las particularidades socio-culturales de las poblaciones nativas de América latina (Venezuela), deben atender de manera específica y diferenciada las particularidades lingüísticas, las culturales y las étnicas. Las experiencias presentadas en esta investigación suscitarán el interés de autoridades, docentes y estudiantes de educación superior, así como de los responsables de formular políticas gubernamentales y de cooperación internacional en la materia, y, desde luego, el de todos los interesados en asuntos relacionados con la diversidad cultural y la construcción de sociedades más equitativas, armónicas y creativas, que tomen en cuenta el afrodescendientes e indígena. Finalmente, los estudios realizados permiten identificar experiencias documentales en áreas temáticas que facilitan elementos para diseñar futuras investigaciones comparativas y/o en colaboración para profundizar en el conocimiento del tema, 241 como también se sugiere realizar investigación para hacer una descripción detallada sobre las sociedades indígenas, vistas desde perspectivas etnográficas para establecer valoraciones hacia estos grupos humanos (indígenas) en contraposición con la visión de los cronistas y colonizadores europeos y de los primeros trabajos realizados sobre el tema, así como la comparación sobre algunos tópicos de la vida indígena. Se debe continuar avanzando en esa imprescindible tarea que nos deja el cuarto objetivo histórico del plan de la patria donde se garantice la paz del mundo, la paz en Venezuela. Para la creación de nuevos modos de pensar y de una vanguardia crítica, que irrumpa el status, de forma tal, que esos nuevos modos de pensar, produzcan cambios, ajustes y reajustes en toda la estructura social; y sea la sociedad misma en el ámbito cultural-técnico-científico, que dispare los dispositivos mentales para quebrar la vieja estructura social de la Educación en Venezuela. Notas [1](…) Promueven el fortalecimiento de la conciencia histórica, a partir de la reivindicación de la herencia cultural de nuestros antepasados y la defensa de la soberanía nacional. Lo que evidencia, un replanteamiento en la labor investigativa y docente, en cuanto a la enseñanza de la historia en las instituciones educativas, eliminando los métodos pragmáticos, repetitivos y memorísticos que encontramos en las aulas de clase, para abrir paso al respeto a la cultura y a los bienes y patrimonios ancestrales, mediante un verdadero conocimiento histórico. (Vargas & Sanoja, 2004). [2](...) Una revolución es un pueblo comprometido a ser para siempre para lograr su destino: Hacer de Venezuela una nación independiente y soberana. Nos subordinada un grupo civilizador dominante la política social. Generaron rivalidades culturales de idealizados conquistadores hispanos. (Salas, 2004 & Bracho, 2009). [3](...) Por lo cual la educación la Educación Comparada, es una alternativa de gran importancia, para no sólo visualizar las semejanzas sino las diferencias con la finalidad de establecer gérmenes de cambio a mediano y largo plazo. (Bereday, 2011). [4](...) Desde una perspectiva antropológica puede ser definido como el medio físico organizado y constituido por un grupo social en respuesta a sus necesidades de identidad y relación, donde las personas se integran e identifican con su comunidad, y reconocen su historia y su cultura. (Barbero, 2011). Referencias Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela: Ley Orgánica de Educación. Gaceta Oficial No 5.929 Extraordinario de fecha 15 de agosto de 2009. Barbero Franco, Ana María: La gestión del patrimonio histórico como instrumento para un desarrollo sostenible. Salamanca, Universidad de Salamanca, 2011. Bereday, G. Comparative Method in Education. New York, Holt Rinehart and Winston, 1974. Coordiplan: Oficina Central de Coordinación y Planificación, (1990), “El Gran Viraje", Lineamientos Generales del VIII Plan de la Nación, Caracas. — (1995), Cordiplan: Catorce Programas Sociales de la Agenda Venezuela, mimeo, Caracas, 1999. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: Programas de Estudio de Educación Secundaria, 1987. Ministerio de Educación: Currículum Básica Nacional. Nivel de Educación Básica. Caracas, Dirección de Educación Básica, 1997. 242 Ministerio del Poder Popular de la Educación: Curriculo Nacional Bolivariano. Caracas, CENAMEC, 2007. Presidencia de la República de Venezuela: El gran viraje. Lineamientos generales del VIII Plan de la Nación. Caracas, Oficina Central de Coordinación y Planificación CORDIPLAN, 1990. República Bolivariana de Venezuela: Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, Nº 5.908 Extraordinario, de fecha 19 de febrero de 2009. República Bolivariana de Venezuela: La Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, Gaceta Oficial No. 38.344 del 27 de diciembre de 2005 República Bolivariana de Venezuela: Ley Orgánica de Cultura. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N| 6.154 Extraordinario del 19 de noviembre de 2014. República Bolivariana de Venezuela: LIneas generales del plan de desarrollo económico y social de la nación 2001-2007. Caracas, Ministerio del Poder Popular para la Planificación, 2001. República de Venezuela: Constitución de la República de Venezuela. Gaceta Oficial No. 662, Extraordinario, de 23 de Enero de 1961. Vargas Arenas, Iraida y Sanoja Obediente, Mario. Historia identidad y poder. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, 1993. 243 244 Este libro lo culminó el equipo editorial de la Revista HumanArtes, del Centro de Investigaciones Jesús Rafael Zambrano en el mes de febrero de 2019 Maturín – Venezuela 245 246 247