COMENTARIO TEXTO DESCRIPTIVO ¡La Catedral de Toledo! Figuraos un bosque de gigantescas palmeras de granito que al entrelazar sus ramas forman una bóveda colosal y magnífica, bajo la que se guarece y vive, con la vida que le ha prestado el genio, toda una creación de seres imaginarios y reales. Figuraos un caos incomprensible de sombra y luz, en donde se mezclan y confunden con las tinieblas de las naves los rayos de colores de las ojivas, donde lucha y se pierde con la oscuridad del santuario el fulgor de las lámparas. Figuraos un mundo de piedra, inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas, y todavía no tendréis una idea remota de ese eterno monumento del entusiasmo y de la fe de nuestros mayores, sobre el que los siglos han derramado a porfía el tesoro de sus creencias; de su inspiración y de sus artes. En su seno viven el silencio, la majestad, la poesía del misticismo y un santo horror que defiende sus umbrales contra los pensamientos mundanos y las mezquinas pasiones de la tierra. La consunción material se alivia respirando el aire puro de las montañas; el ateísmo debe curarse respirando su atmósfera de fe. Pero si grande, si imponente se presenta la catedral a nuestros ojos a cualquier hora que se penetra en su recinto misterioso y sagrado, nunca produce una impresión tan profunda como en los días en que despliega todas las galas de su pompa religiosa, en que sus tabernáculos se cubren de oro y pedrería; sus gradas, de alfombras, y sus pilares, de tapices. Entonces cuando arden despidiendo un torrente de luz sus mil lámparas de plata; cuando flota en el aire una nube de incienso, y las voces del coro y la armonía de los órganos y las campanas de la torre estremecen el edificio desde sus cimientos más profundos hasta las más altas agujas que lo coronan, entonces es cuando se comprende, al sentirla, la tremenda majestad de Dios, que vive en él, y lo anima con su soplo, y lo llena con el reflejo de su omnipotencia. CONTEXTUALIZACIÓN La descripción de Bécquer entronca con la novela gótica de terror de principios del siglo XIX, en las que casos sobrenaturales tienen lugar en abadías, catedrales y fortalezas en ruinas. A través de un realismo “fotográfico”, combinado con asociaciones absolutamente subjetivas, el autor crea la sensación de que una fuerza sobrenatural lo va invadiendo todo. En “La ajorca de oro” existe la duda de que haya pasado algo fuera del orden de lo físicamente posible. ¿La muerte del protagonista es efecto de la “animación” de las imágenes de la catedral o de la aterrada imaginación de una conciencia atormentada? TEMA El texto trata de atmósfera sobrenatural que irradia la catedral de Toledo, especialmente durante las festividades religiosas. ESTRUCTURA El texto posee la siguiente estructura: 1. La catedral de Toledo (párrafos 1, 2, 3 y 4): Bécquer nos describe la catedral de Toledo mediante tres metáforas: el bosque de piedra, habitado por representaciones de la imaginación humana; el caos incomprensible en el que todavía luchan la sombra y la luz; el mundo de piedra o monumento a la fe de nuestros antepasados. Bécquer sostiene que dicho lugar inspira misticismo y horror al mal, y lo presenta como un antídoto contra el ateísmo. 2. La catedral durante las festividades religiosas (párrafos 5 y 6): Bécquer magnifica aún más, si cabe, esta grandeza del recinto sagrado durante los días de festividad religiosa. El autor enumera “pormenorizadamente” y con un realismo casi fotográfico los distintivos que adornan el santuario y sus ceremonias de culto: oro y pedrería en tabernáculos, alfombras en las gradas, tapices en los pilares, torrente de luz de mil lámparas de plata, una nube de incienso, las voces del coro, los órganos y las campanas. Bécquer afirma que, a través de todo ese ambiente religioso, es posible percibir la presencia de la majestad divina. El autor nos lleva de la mano, desde una descripción realista, al mundo de lo sobrenatural. Podemos concluir que Bécquer emplea una estructura deductiva o analizante, que parte del tema para desgranarlo progresivamente; y también que se trata de una estructura abierta y aditiva, en la que la ponderación de la catedral va de lo magnífico a lo abiertamente sobrenatural. MODALIDAD TEXTUAL Este texto es un claro ejemplo de la modalidad textual descriptiva. La descripción consiste en reflejar cómo es un objeto, una persona, un animal, un paisaje, etc. La descripción se diferencia de la narración en que ésta cuenta sucesos que se desarrollan en el tiempo. Al describir, por el contrario, lo descrito se "inmoviliza" y se considera fuera del flujo temporal. La descripción se utiliza dentro del texto narrativo como recurso para crear el ambiente en el que tendrá lugar una acción. Esta descripción de la catedral de Toledo sirve de ambientación para la narración del robo sacrílego que el protagonista va a cometer, dentro de la famosa leyenda “La ajorca de oro”. Se trata, por un lado, de una descripción muy pormenorizada en algunos aspectos, como la enumeración de los adornos que visten la catedral durante los días festivos; pero al mismo tiempo el autor adopta un punto de vista totalmente subjetivo, ya que el autor está describiendo el escenario de un cuento de terror. Por lo tanto, se trata de una descripción subjetiva de carácter literario. En cuanto a los rasgos léxico-semánticos propios de una descripción subjetiva, podemos observar el uso del léxico de valor connotativo, generalmente en un sentido ponderativo, por ejemplo: bóveda colosal y magnífica (l. 2), si grande, si imponente se presenta la catedral (l. 15). Pero es todavía más frecuente el léxico connotativo en un sentido “esotérico”, es decir, como marco para el cuento de terror: a) Las asociaciones con las que define la catedral en el primer párrafo (un bosque, un caos, un mundo de piedra) son un espacio muy apropiado para una novela gótica. b) Los adjetivos con los que describe ese monumento tampoco presagian un desenlace feliz para nuestra historia: monumento inmenso, sombrío, enigmático (l. 7 y 8). c) En esta misma dirección, está la enumeración de sustantivos abstractos que sintetizan las impresiones subjetivas del autor frente al monumento: el silencio, la majestad, la poesía del misticismo y un santo horror que defiende sus umbrales contra los pensamientos mundanos y las pasiones mezquinas de la tierra. Ya podemos prever el desenlace fatal que va a provocar la pasión del protagonista y el capricho mundano de María. Todavía en el plano léxico semántico, hemos de destacar el uso de recursos retóricos al servicio de una interpretación subjetiva de la catedral de Toledo. Entre ellos, destacan: a) la personificación de distintos elementos arquitectónicos u ornamentales: - los pilares de la bóveda: gigantescas palmeras de granito que al entrelazar sus ramas forman una bóveda - la imaginería, tanto relieves como figuras de bulto redondo: bajo la que se guarece y vive [...] toda una creación de seres imaginarios y reales. - las lámparas: donde lucha y se pierde con la oscuridad del santuario el fulgor de las lámparas. b) la profusión de epítetos de que confieren a cada sustantivo una resonancia mayor: caos incomprensible cimientos más profundos mundo de piedra, inmenso altas agujas eterno monumento tremenda majestad mezquinas pasiones En cuanto a los rasgos morfosintácticos del texto, la descripción suele construirse básicamente en torno a sustantivos y adjetivos, lo que habitualmente se denomina “estilo nominal”. Efectivamente, el texto se construye en torno a sintagmas nominales que estructuran el texto, casi siempre cargados de sintagmas preposicionales u oraciones subordinadas adjetivas. Pero curiosamente, aunque el adjetivo se utiliza mucho como complemento del sustantivo en el sintagma nominal, Bécquer sortea con habilidad el uso de oraciones de predicado nominal; por el contrario, en su texto los objetos están dotados de vida y funcionan como sujeto agente de diversas acciones, evitando así el uso de atributos: arden despidiendo un torrente de luz sus mil lámparas de plata; cuando flota en el aire una nube de incienso, y las voces del coro y la armonía de los órganos y las campanas de la torre estremecen el edificio desde sus cimientos más profundos hasta las más altas agujas que lo coronan, El autor usa el tiempo presente de indicativo para los verbos, en los cuatro primeros párrafos con valor casi atemporal y en los dos últimos con valor de presente habitual, ya que pasa a describir la catedral en los días festivos. A nivel sintáctico, Bécquer b) funciones del lenguaje (2,5 p) Como en toda descripción literaria, en el texto predomina la función poética. Vamos a enumerar algunos recursos estilísticos al servicio de esta función: 1. metáforas: “un bosque de gigantescas palmeras de granito que al entrelazar sus ramas forman una bóveda colosal y magnífica” 2. personificaciones:“bajo la que se guarece y vive, con la vida que le ha prestado el genio, toda una creación de seres imaginarios y reales.” “donde lucha y se pierde con la oscuridad del santuario el fulgor de las lámparas.” 3. comparaciones: “inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas,” 4. hipérboles: abundan los adjetivos de sentido superlativo, las afirmaciones absolutas, del tono épico del teatro romántico. Si empezamos a citar, no acabamos nunca este comentario. 5. antítesis: sombra y luz, fulgor y oscuridad, profundos cimientos y altas agujas 6. elipsis: tabernáculos → oro y pedrerías; gradas → alformbras; pilares → tapices, entre otros ejemplos. 7. anáforas, políptoton: están marcados en negrita en el texto. 8. paralelismos: están subrayados en el texto, pueden ser bi- o trimembres Por tratarse de una descripción subjetiva, aparece en el texto alguna marca de subjetividad, como el enunciado exclamativo con el que se abre el texto, que expresa el entusiasmo de Bécquer ante este monumento. En general, como ya dijimos en el apartado anterior, todo el léxico que utiliza está cargado de connotaciones positivas El texto se construye en los tres primeros párrafos en torno al imperativo “figuraos”. El autor apela directamente a los lectores y les invita a dejar volar su imaginación, cosa bastante coherente con el hecho de que nos ha escrito un cuento fantástico de terror. Otros rasgos de función apelativa serían el uso de la segunda persona del plural en la línea 8 “y todavía no tendréis una idea remota”. Sin embargo, también encontramos rasgos lingüísticos de función representativa. Para lograr la verosimilitud de la historia, el autor tiene que entretejer el hilo sobrenatural con otros tantos reales. Así pues, la descripción de la catedral se realiza enumerando los diversos elementos arquitectónicos del edificio. Así aparecen sustantivos de valor denotativo como bóveda, naves, pilares, torre, cimientos, agujas… Otros rasgos lingüísticos de función representativa son el uso de la 3ª persona, el modo indicativo en los verbos y de la modalidad oracional enunciativa. Objetividad y subjetividad se enlazan magistralmente en esta descripción, como para demostrar la tesis bécqueriana de que lo natural y lo sobrenatural no son más que el anverso y el reverso de una misma moneda.