Cantante, Tigre de Gales, sir ‘Sex bomb’ | Pontypridd (Gales), 70 Tom Jones acaba de publicar Praise and blame, un álbum con versiones de temas de gospel, blues y country. Tom Jones > Sé que tengo un tono de voz sexy. A las chicas les gustaba mucho cuando era joven. Es algo parecido a lo que pasaba con Barry White. Si quieres conquistar a alguien, nada mejor que una balada; una que no sea triste, pero que emocione. Creo que mi canción más seductora es I’ll never fall in love again. Muchas mujeres me han dicho que les tiemblan las piernas al escucharla. > Elvis y yo éramos buenos amigos. Una noche coincidimos en Las Vegas, él cantaba en el Hilton y yo en el Caesars Palace. Al parecer alguien le había ofrecido un tema bastante bueno, pero él creía que era perfecto para mí. Por eso vino hasta mi hotel; estaba obsesionado con escucharlo de mi voz. Justo en ese momento yo estaba en la ducha, acababa de terminar mi actuación y estaba completamente empapado en sudor (ya sabéis cómo me entrego en el escenario). De repente, mientras me enjabonaba la cabeza, empecé a escuchar a Elvis cantando [aquí Tom Jones aprovecha para imitarle] y pensé: “¡Dios! ¡Me estoy volviendo loco! Oigo a Elvis hasta en la ducha”. Pero no era nada de eso, el tío era tan impaciente que no podía esperar a que terminara. ¡Se había metido en el baño para cantarme la dichosa canción! > No todo es cantar, también me encanta la buena comida, el vino, las chicas bonitas... Me gusta la vida, respirar, estar vivo. > Uno de los primeros recuerdos que tengo de cuando era apenas un bebé es la cara del dependiente de la carnicería de nuestro pueblo. Lo veo vigilándome a través del cristal del escaparate. Según parece, cuando nadie miraba, aprovechaba para comerme las salchichas de cerdo crudas que mi madre acababa de comprar. ¡Qué precoz! [risas]. > Hablando de aquella carnicería... Con cuatro años fue mi primer escenario. Me subía a una caja de madera en una esquina y le cantaba a los clientes mientras mi madre hacía la compra. Así ganaba algo de dinero. > Con 17 años me dieron el mejor consejo de toda mi vida. Por aquel entonces trabajaba en la fábrica de papel de mi ciudad natal. Uno de mis compañeros, un hombre muy mayor, me animó a que le diese una oportunidad a eso de de ser cantante. Recuerdo que me dijo: “Cuando te haces viejo, lo único que te quedan son tus recuerdos. Asegúrate de que sean buenos”. > Desde muy pequeño escuchaba gospel y blues en la radio. No entendía lo que era, pero me gustaba muchísimo. Después, cuando en el colegio tenía que cantar el Padrenuestro, mi profesor me preguntaba que por qué lo hacía al estilo afroamericano. Para mí resultaba la forma natural de hacerlo. Por eso, en mi último disco [Praise and blame, ya a la venta] me he adentrado más en este universo, es algo que siempre había deseado hacer. > Es cierto que una vez me peleé con John Lennon. Fue en 1965. Yo presentaba por entonces un programa de televisión llamado Thank your lucky stars y los Beatles venían como invitados. Estaba realmente emocionado porque por fin tenía la oportunidad de conocerles. El caso es que me encontraba sentado en la zona del público con mi mánager, hablando sobre el show, cuando apareció Lennon en el escenario con una guitarra y empezó a cantar It’s not unusual cambiando la letra para burlarse de mí. Me levanté y le dije: “¿Qué coño te crees que estás haciendo, marica? Ven aquí que te voy a enseñar lo que es bueno”. Mi mánager me tranquilizó y me explicó que era la forma que Lennon tenía de romper el hielo. Bromeando. Al final la cosa no fue a más y todos acabamos riendo. Supongo que la canción debía gustarle un poquito... Si no, no se habría tomado la molestia de cambiarle la letra, ¿no? > Al principio, la gente creía que mis actuaciones eran groseras porque me quitaba la camiseta. Una vez participé en el mítico show de Ed Sullivan en Nueva York y, antes de empezar, el productor me advirtió que mantuviese la calma y que me moviese sólo de un lado a otro, balanceándome. Si hacías algo raro, te censuraban. Fue en aquella época también cuando las mujeres comenzaron a lanzarme su ropa interior durante los conciertos; me ofrecían pañuelos para secarme el sudor y luego yo se los devolvía. Mi esposa Linda no podía soportarlo. Nunca venía a mis conciertos. > Una de las primeras cosas que hice cuando empecé a ganar dinero fue arreglarme los dientes. Después de eso vino la nariz. Me la habían roto tantas veces en peleas de adolescente que me tuvieron que operar. También solía teñirme el pelo hasta que me di cuenta, hace sólo un par de años, que tampoco me queda tan mal mi color natural. La primera vez que me subí a un escenario sin tinte y me dijeron que me quedaba bien pensé: “¡Gracias a Dios! Ya no tengo que teñírmelo nunca más”. La verdad es que era un auténtico coñazo. > Me vino muy bien trabajar en la construcción antes de triunfar, tener algo de experiencia en el mundo real. En el show business todo es muy sencillo, sólo tienes que estar a una hora concreta en un sitio concreto y cantar. Comparado con subir un saco de ladrillos por una escalera mientras llueve... Por eso me obligo a recordar aquello de vez en cuando; me hace ver lo afortunado que soy. > A veces no puedo evitar seguir los concursos tipo Operación Triunfo cuando los pillo por la tele. La verdad es que, al menos en mi opinión, es genial que gente joven con talento, como Leona Lewis o Duffy, hayan podido salir a la luz gracias a ellos. > Seguiré cantando hasta que no pueda hacerlo más, hasta que mi voz aguante. Cantar me da la adrenalina que necesito, me mantiene vivo. A veces siento lástima por la gente que no tiene la oportunidad de experimentar lo que es subirse a un escenario y desnudar tu alma mientras el público no deja de gritar tu nombre. Es una sensación inigualable. Texto, Ana Valls / Fotografía, Spencer Murphy 66 e s q u i r e o c t u b r e 2 0 1 0 o c t u b r e 2 0 1 0 e s q u i r e 67