módulo historia de la infancia myriam rios madrid

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MÓDULO HISTORIA DE LA INFANCIA
MYRIAM RIOS MADRID
INTRODUCCIÓN
La historia de la infancia ha sido, hasta hace algunos años, un tema poco tratado al interior de
la historia. Al parecer, los historiadores se interesaban y ocupaban poco del niño, ese
diminuto ser improductivo, carente de identidad y status social.
En la historia tradicional, en la que sobresalían las batallas y los héroes, las revoluciones y las
ejecuciones, los reinados y los reyes, etc, el niño tenía poco espacio, mejor dicho, estaba
confinado en un cuarto oscuro que permanecía cerrado, del que no se sabía nada.
Sólo en los últimos años del siglo XX, el niño comienza a ser visto por los historiadores como
un ser partícipe de la historia, además, como una víctima de esa misma desastrosa historia
que ha cobijado todos los ámbitos de lo humano y de la que no es posible excluir a nadie, por
pequeño que sea.
Lástima que esta historia de la infancia no sea todo lo feliz, o al menos, lo mínimamente
digna como se quisiera. Al contrario, vamos a darnos cuenta, a lo largo de este texto, que la
vida del niño sobre la tierra, desde las más antiguas culturas, ha sido, parodiando la famosa
frase, un verdadero “valle de lágrimas”.
Nos corresponde, a nosotros, ciudadanos del siglo XXI, colaborar en gran medida, para que
esta historia cambie, para que su curso, a partir de ahora, vaya por mejores cauces y para
que el niño deje de ser el náufrago que ha sido hasta ahora, arrastrado por las corrientes de
una historia que parece querer ahogarlo , antes que buscar su salvación.
El presente módulo, se constituye así, en un material que permite al estudiante un
acercamiento a los momentos más importantes de lo que ha sido la historia de la infancia.
Hemos escogido las épocas más representativas, ya que un recorrido histórico total excedería
los límites del este trabajo. Es lógico, pues, que algunos aspectos queden al margen, para lo
que se sugiere, que el estudiante realice consultas por cuenta propia sobre tales asuntos, o
sobre otros que sean colaterales a estos, y que despierten su inquietud.
En cada unidad se han tenido en cuenta algunos de los autores más sobresalientes, sin
pretender agotar su teoría, al igual que los sucesos y prácticas más comunes frente al niño.
Igualmente, se señalan aspectos que tienen que ver con la familia, la medicina, la religión, la
educación y el Estado, sin los cuales sería imposible contextualizar los asuntos tratados.
Esperamos que el módulo sea bien acogido y que el material llene las expectativas que
puedan tenerse frente el tema. Para su elaboración ha sido necesaria una gran labor de
rastreo bibliográfico ya que nadie hace una historia de la noche a la mañana, al contrario, se
necesita del apoyo permanente en citas de otros autores, historiadores la mayoría, que se han
dedicado a esta labor, o de filósofos y escritores diversos, cuya obra deja traslucir aspectos
fundamentales de su época.
Esperamos, en igual medida, que el carácter, en extremo teórico del texto no sea motivo de
aburrición o apatía por parte del estudiante, ya que consideramos que es fundamental para
todo futuro profesional, y , por supuesto, para todo licenciado, el poseer unos buenos
conocimientos históricos. Para el licenciado en educación preescolar, con mayor razón, se le
hace indispensable conocer sobre la historia de la infancia, ya que el niño es la materia prima
con la que trabaja y para la cual se prepara.
Así, el maravilloso mundo de la historia, queda abierto, frente a usted, amigo estudiante, para
que juzgue, analice y critique lo que ella le presenta, también, en lo posible, para que no
repita aquello que en ella puede encontrarse de vergonzoso, reprobable y hasta siniestro.
OBJETIVO GENERAL

Caracterizar las principales concepciones que sobre la infancia se han tenido a lo largo de
la historia, así como la situación del niño al interior de la misma.
UNIDAD 2: LA INFANCIA: DEL RENACIMIENTO
AL SIGLO XX.
CAPÍTULOS
2.1 El niño en el Renacimiento.
2.2 El niño durante la Ilustración.
2.3 El niño en el siglo XX.
OBJETIVO GENERAL
Identificar los cambios efectuados en la concepción y situación del niño, desde el
Renacimiento hasta el siglo XX.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Reconocer las principales teorías que sobre la infancia y la crianza se produjeron entre el
Renacimiento y el siglo XX.

Describir las principales conquistas que desde las diferentes disciplinas se hicieron en la
comprensión y defensa de la infancia.
INTRODUCCIÓN
La presente unidad se ubica en un ámbito que podríamos llamar “moderno”, ya que parte del
Renacimiento y llega a nuestros días, tratando de abarcar un período bastante fructífero de la
historia occidental.
Aunque era de esperarse, que al salir de la Edad Media, con la entrada al mundo moderno, la
situación de la infancia mejorara sustancialmente, en realidad, la cosa no fue así. Si bien no
pueden desconocerse los grandes aportes producidos durante estos siglos frente a la
problemática infantil, también es claro, que la infancia continúa aún en nuestros días,
sometida a tratos degradantes, a trabajos forzados y a cantidad de situaciones en las que se
desconoce la legislación imperante. La realidad no ha cambiado tanto como cabría esperarse.
En el tiempo que transcurre desde el Renacimiento hasta el siglo XX se hicieron importantes
aportes al conocimiento y reconocimiento del niño. No podemos dejar de reconocer que estos
siglos fueron bastante fructíferos, ya que autores como Piaget y Freud, cada uno en su
campo específico, dedicaron de manera total a investigaciones que arrojarían resultados
nunca esperados sobre la vida cognitiva y sexual del niño.
Igualmente, en la pedagogía, nos encontramos con mujeres como Montessori, quien desde
sus centros de acogida de niños lanzó un llamado al cambio, e hizo un reconocimiento a las
posibilidades intelectuales y lúdicas del infante. De muchos otros aportes tendremos la
posibilidad de saber durante el desarrollo de la presente unidad.
Al final, hallamos al niño de la actualidad, un niño que es reconocido como sujeto, luego de
recorrer un largo camino gestatorio, camino que finalmente lo llevó a nacer de manera plena
en el siglo XX. Entre las parteras , puede contarse a la pedagogía, la medicina y el
psicoanálisis.
2.1 EL NIÑO EN EL RENACIMIENTO
El Renacimiento fue un período de esplendor de la humanidad, de retorno a la antigüedad
clásica, en el que lo griego y lo romano con su luminosidad, volvieron a estar presentes en el
universo cultural de la época.
En el Renacimiento, la religión empieza a perder parte de su omnímodo poder. Por obra de
pintores, escultores y escritores, lo divino desciende a la tierra, siendo susceptible de
contemplación y polémica. El hombre de la época comienza a preocuparse por cosas
diferentes a la salvación del alma, comienza a mirar la naturaleza sin el velo del pecado que le
había puesto el cristianismo.
Ahora, hay ganas de estudiar la naturaleza, de transformarla y dominarla. Así el hombre se
acerca nuevamente a “natura”, él es una criatura natural, su reino es de este mundo, la tierra
le pertenece y por eso se lanza a descubrirla, se aventura por los mares, haciendo
maravillosos descubrimientos geográficos que lo llevarán a lugares desconocidos, a
continentes nuevos, a tierras cargadas de minerales preciosos que alborotarán su codicia
como nunca antes, codicia que lo llevará a cometer todo tipo de atrocidades.
Igualmente, el Renacimiento fue un período fundamentalmente antropocéntrico; el hombre
volvió a recobrar el lugar central que había perdido durante la Edad Media, época en la que se
convirtió en una sombra, en la que se desdibujó en aras de lo divino.
El hombre, pues, durante el Renacimiento, salta nuevamente al escenario, enarbolando la
bandera de la libertad y la individualidad, recuperando su puesto en el mundo.
En cuando a la infancia, el Renacimiento significó un cambio de actitud que se materializó en
aspectos como la ropa, el juego, la sexualidad, entre otros:
“ A pesar de las controversias todavía presentes en los trabajos sobre la historia de la
infancia y de la familia, sobre sus posibles modelos e imágenes diversas y especialmente
sobre su cronología histórica, hay un consenso generalizado en considerar que, tal vez a
partir del propio siglo XVI y desde luego en el XVII, hay un crescendo social del valor y del
interés por la infancia que se manifiesta en una nueva actitud hacia el niño. En la aristocracia
y en los grupos sociales culturalmente instruidos se advierte una atención específica al niño (
ropas infantiles, juguetes y literatura propia, nuevas consideraciones sobre su educación ),
que podría considerarse como un signo de una patente diferenciación entre el mundo adulto y
el mundo de la infancia”. 1
Se vislumbra así un cambio que toca la esfera de lo infantil, veamos a partir de algunos
autores representativos de la época, si tal cambio fue efectivo o no.
JUAN LUIS VIVES
1
Santolaria, Félix, Marginación y educación. Historia de la educación social en la España moderna y contemporánea,
Barcelona, Ariel, 1997, pág. 248.
Vives fue un gran intelectual que escribió sobre filosofía y educación, además de ser maestro
de griego, latín y hebreo en prestigiosas universidades de Europa. Se preocupó mucho por la
educación del niño y por su formación moral.
Fue partidario de la creación de escuelas públicas, cuyos maestros debían ser pagados con
dineros públicos. Reconoció la importancia del latín como idioma básico para la enseñanza,
pero señaló que todo maestro debe conocer la lengua vernácula de sus alumnos, porque así
logra una mejor comunicación y transmisión de conocimientos.
En sus famosos “Diálogos”, hace fieles descripciones del universo y la Psicología infantil
utilizando sus propios recuerdos y experiencias. Según él, el niño vive en un mundo de
fantasía y de juego, lo que lo lleva a preferir los juegos a las actividades escolares.
Según esto, se necesita gran paciencia y cuidado para llevar al niño por el camino del estudio
y de las buenas maneras, pero, a éste, no le queda más remedio que acogerse a las normas
y la enseñanza, ya que lo contrario encierra la perdición y la ignorancia.
En otra dirección, Vives parece preocupado por la suerte que corren los niños que al nacer
son separados de sus madres y entregados a las nodrizas; considera que el amamantamiento
crea fuertes lazos entre la madre y la criatura:
“ Con mayor razón piensa la madre ser suya la hija, si no solamente la llevó en su vientre y la
parió, sino que también en su infancia primerísima la tuvo de continuo en sus brazos, le dio el
pecho, la crió con su sangre, la arrulló en su regazo y recibió con íntimo halago sus primeras
sonrisas y fue la primera que se alegró al oír, , en su esfuerzo por hablar, los primeros gorjeos
y la apretó en su seno y rogó al cielo por ella los mejores bienes. Todas estas cosas
infundirán en la hija una piedad tan grande para con su madre, que le será mucho más cara
aquella madre en cuyo amor se empapó prolijamente cuando su corazón era todavía informe
y tierno”. 2
Nos presenta Vives aquí una apología del amor maternal, amor que estaban lejos de sentir las
mujeres de su época y de las precedentes. Ya hemos encontrado quejas y las vamos a seguir
encontrando contra el uso popularizado de las nodrizas.
Veamos ahora resumen de cómo veía Vives al niño:
“ La imagen que Vives trasmite de los niños es muy real, apoyada en su capacidad de
observación. Los niños son pícaros, desvergonzados, atrevidos, tramposos y juguetones. Sólo
una educación adecuada enderezará sus tendencias e inclinaciones naturales, que pueden
llevar al mal. Su gran pasión es el juego. Les gusta jugar con nueces, con tabas “sucias sin
descarnar ni pulir”, dice Vives, con alfileres, con tejos o chinitas, con cartas, con pelotas, con
raquetas... utilizan las cáscaras de las nueces para encerrar hormigas. En pocas palabras:
Vives nos da en esta obrilla un retrato del modo de ser de los niños, necesitados del juego y
2
Citado por Delgado, op cit, pág. 115.
de la acción, aspectos que pasan desapercibidos en la gran mayoría de los pedagogos
posteriores”. 3
Tenemos así una visión fresca y clara del niño, que lo presenta como un ser que desea, que
siente, que busca la felicidad en el juego, es una visión que se adelanta a su época, ya que
toca aspectos que luego ampliará la Psicología.
RENACIMIENTO
PÍCARO
JUGUETÓN
JUAN LUIS
VIVES
NIÑO
DESVERGONZADO
TRAMPOSO
MONTAIGNE
ACTIVO
GRÁFICO
N°. 12.
Concepción
Juan Luis Vives
acerca
del niño.
Montaigne fue
un gran
ensayista
del de
renacimiento,
quien
a través
de sus obras formuló una
aguda crítica a su época. En muchos de sus escritos se ocupó de la educación, criticando a
su vez, a maestros, escuelas y métodos de enseñanza.
Su cinismo y juicio crítico lo llevaron a realizar comentarios como el siguiente:
“Si realmente nos interesan los niños, deberíamos tenerlos alejados de la escuela y dejar que
se dedicaran a sus juegos, ya que el tenis es una actividad mucho mejor para los niños en su
crecimiento físico”. 4
Como vemos, es un comentario bastante duro frente a la institución escolar, crítica que se va
a repetir a lo largo del tiempo, cuando filósofos y pedagogos van a echarle la culpa a la
3
4
Delgado, op cit, pág. 117.
Bowen, op cit, Tomo III, pág. 119.
escuela de los males intelectuales y morales del niño, acusándola de “deformar”, más que de
“formar” al infante.
Montaigne lamenta la suerte de los niños escolares, por la dureza y crueldad a que eran
sometidos, lo mismo que por las materias que se les enseñaban, carentes de interés y de
sentido:
“ Ojalá, dice, las clases estuvieran llenas de flores y no, como de hecho sucede, de varas
manchadas de sangre”.5
Critica igualmente, el estilo memorístico y retórico que imperaba todavía en su época. De
nada servía, según él, el obligar al alumno a memorizar cosas que no comprendía y que, muy
seguramente, luego olvidaría.
Para Montaigne, la educación debe pretender formar en el niño el juicio y el “carácter moral”,
para lo cual se necesita un apoyo básico en la experiencia, en la realidad de la vida cotidiana,
en las acciones que cada día se ve obligado a realizar y que le enseñan más que cualquier
libro.
Recomienda que al niño se le de una formación que contenga educación física, música,
danza, equitación, manejo de armas y reglas de cortesía y buenos modales, todo esto sin
descartar el conocimiento de los literatos clásicos, en los que se encuentra gran sabiduría.
Nuestro ensayista, rechaza la obligación del aprendizaje del griego y el latín, y considera que
cada niño debe aprender en su lengua materna, pues con ésta se relaciona a diario, la utiliza
en toda ocasión, mientras que estos dos idiomas se circunscriben a la academia. A partir de lo
cotidiano el niño puede aprender más y de forma más duradera.
A pesar de las críticas que formuló Montaigne a este sistema duro y cerrado, él mismo no fue
un buen padre, mostrándose áspero e indiferente frente a sus hijos, de los que se dice, perdió
a cuatro siendo pequeños, hecho ante el cual no expresó dolor, señalando que sus “libros”
valían más que sus hijos:
“ Los hijos de nuestro espíritu son más nuestros. Pocos hombres aficionados a la poesía no
se alegrarían más de ser padres de la Eneida que del más bello joven de Roma”.6
Al parecer, Montaigne no se preocupó por la educación de su hija, mostrando así, la poca
valoración en que tenía a los niños. A parte de esto, nunca tuvo mucha consideración frente a
la mujer, asumiendo posiciones misóginas frente a ella:
5
6
Citado por Bowen, op cit, Tomo III, pág. 119.
Citado por Delgado, op cit, pág. 119.
“ En pocas palabras: la actitud de Montaigne frente a la infancia tiene poco que ver con los
avances del Renacimiento. Más bien es un duro anacronismo de quien vive en otro tiempo ya
superado”.7
LA SEXUALIDAD
El Renacimiento con su mirada vuelta hacia Grecia y Roma, tuvo una visión diferente de la
sexualidad infantil, al presentar al niño de manera más natural, más fresca. Grecia y Roma
habían mostrado el cuerpo humano en todo su esplendor, sin ninguna vergüenza ni malicia.
Por su parte, los pintores del Renacimiento se dedican a pintar a los niños en actitudes más
cotidiana, con miradas que hablan de su picardía, que insinúan su sexualidad, su no
inocencia. Veamos lo que señala al respecto deMause:
“ Que en el Renacimiento se estaba produciendo un cambio en la manipulación de los niños
con fines sexuales es un hecho que se desprende no sólo del creciente número de moralistas
que lo reprobaban ( Jean Gerson, como la nodriza de Luis XIII decía que era deber del niño
impedir que otros abusaran de él ) sino también en el arte de la época. No sólo están llenas
las pinturas del Renacimiento de putti o cupidos desnudos quitándose la venda de los ojos
frente a mujeres desnudas, sino que además, se representa con mayor frecuencia a niños de
verdad acariciando la barbilla de la madre o con una pierna entre las de ella, posturas ambas
que son signos iconográficos convencionales del amor sexual, y a menudo se pinta a la madre
con la mano muy cerca de la zona genital del niño”.8
Empieza pues, a vislumbrarse la sexualidad y la malicia en el niño, visión que va en contravía
de la pretendida inocencia que imperaba en la Edad Media, y que a partir de la pintura, nos
muestra el deseo en el niño, no el deseo de los adultos que abusan de él, sino su propio
deseo.
Igualmente, se vislumbra ya lo que Freud, siglos más tarde se encargará de esclarecer, la
profunda relación madre – hijo, tan cargada de sensaciones y sentimientos y no exenta del
prohibido deseo sexual. Hay, definitivamente, un renacer del niño.
EL FAJADO
En el Renacimiento como en épocas anteriores, fue bastante común el uso de las fajas que
inmovilizaban al niño:
“ Los escasos datos que ofrecen las fuentes de los siglos XVI y XVII, más un estudio del arte
de la época, indican que en esos siglos a los niños se les fajaba por entero durante un período
7
8
Delgado, op cit, pág. 119 – 120.
DeMause, op cit, pág. 83.
de uno a cuatro meses; después se dejaban los brazos libres permaneciendo fajados el
cuerpo y las piernas de seis a nueve meses más”. 9
Llegados a este punto, conviene aclarar un aspecto del que nos hemos ocupado a lo largo del
texto, se trata del fajado, costumbre muy antigua, que al decir de deMause tenía su
fundamento en las múltiples creencias y proyecciones de los adultos sobre los niños:
“ Sujetar al niño con diversos tipos de trabas era una práctica casi universal. La empañadura
era el hecho fundamental de los primeros años de vida del niño. Como hemos señalado, la
sujeción se consideraba necesaria porque el niño estaba tan lleno de peligrosas proyecciones
de los adultos que si se le dejaba suelto se sacaría los ojos, se arrancaría las orejas, se
rompería las piernas, se deformaría los huesos, se sentiría aterrorizado al ver sus propios
miembros, e incluso se arrastraría a cuatro patas como un animal”. 10
La práctica del fajado nos muestra una vez más la brutalidad que se ejercía sobre el niño,
quien en su indefensión natural no lograba poner resistencia a una tortura semejante. Así, no
fueron pocos los niños que murieron o quedaron mutilados víctimas de esta costumbre a
todas luces irracional, y antinatural. Veamos en que consistía concretamente el fajado:
“ Consiste en privar totalmente al niño del uso de sus miembros envolviéndole con una venda
interminable hasta hacerle parecer un leño; con lo cual a veces se producen excoriaciones en
la piel; la carne está oprimida casi hasta la gangrena; la circulación queda casi interrumpida; y
el niño, sin la menor posibilidad de moverse. Su pechito está rodeado por una faja... se le
aprieta la cabeza para darle la forma que se le ocurra a la comadrona; se le mantiene en ese
estado mediante la presión debidamente ajustada...”. 11
La necesidad de aquietar al niño, de controlar su llanto y dominar sus movimientos, ha sido
una preocupación de los adultos desde la antigüedad; prácticas que van desde el uso de
somníferos en los teteros, pasando por golpes, chorros de agua helada, movimientos
acelerados que dejaban “tonto” al niño, entre otros métodos, han dado cuenta de tal
pretensión.
El fajado también es una forma con la que se pretendía inmovilizar al niño, reducirlo al papel
de “ente” para que no molestara a los adultos, para no sentirlo y por lo tanto, no tener que
atenderlo constantemente. La siguiente descripción es impresionante:
“ La envoltura del niño en fajas y pañales era tan complicada que se tardaba hasta dos horas
en vestirle. La comodidad que suponía para los adultos era enorme, pues rara vez tenían que
prestar atención a las criaturas una vez atadas. Como ha demostrado un estudio médico
reciente sobre la empañadura, los niños fajados son sumamente pasivos, el corazón les late
más despacio, lloran menos, duermen mucho más y , en general, son tan introvertidos e
9
Ibíd., pág. 69.
Ibíd., pág. 67.
11
Citado por deMause, op cit, pág. 67.
10
inactivos que los médicos que hicieron el estudio se preguntaron sino debía ensayarse de
nuevo el fajamiento”. 12
Las palabras son muy dicientes, vemos como a lo largo de la historia se han conservado
ciertas prácticas que se repiten de manera mecánica, que tienen un trasfondo, digamos
inconsciente, y que quienes las practican no saben o no quieren explicar. Como decíamos,
fueron muchos los niños víctimas del fajado, resulta así asombroso, el que la mayoría de la
gente no se diera cuenta de la nocividad de tal práctica, para que hubiera sido desterrada
cuanto antes del vida cotidiana.
Hasta aquí tenemos una mirada rápida sobre le Renacimiento, como vemos, hubo intentos de
cambio, pero la situación real del niño no cambió. Por lo demás, se siguió haciendo uso de
las nodrizas para criar a los niños y fue creciente también, el número de infantes
abandonados; las ciudades del Renacimiento estaban llenas de mendigos, entre ellos, gran
número de niños.
El descuido en la crianza hacía que muchos murieran víctimas de las enfermedades o los
accidentes caseros. Otros no llegaron a nacer, pues la frecuencia del aborto obstaculizaba su
camino; otro importante número, pereció en prácticas verdaderamente infanticidas, a manos
de los padres que se negaban a echarse la responsabilidad de su crianza.
PRETENSIONES
INMOVILIDAD
CESE DEL
LLANTO
FÁCIL MANEJO
DEL NIÑO
F
A
J
A
D
O
I
N
F
A
N
T
I
L
CONSECUENCIAS
ENFERMEDADES
DE PIEL
MUTILACIONES
GANGRENA
MUERTE
12
deMause, op cit, pág. 68.
GRÁFICO N° 13. Pretensiones y consecuencias de la costumbre del
Fajado Infantil
2.2 EL NIÑO PARA LA ILUSTRACIÓN
La ilustración fue un movimiento intelectual que se dio en el siglo XVIII y que impregnó todos
aspectos de la cultura de la época, al igual que influyó, fuera de su país de origen, Francia, en
muchos otros países de Europa y América. Su influencia se dejó sentir en la Revolución
Francesa y en los movimientos independentistas americanos.
La ilustración se dio a conocer fundamentalmente a través de la Enciclopedia, publicación
que circuló durante veinte años y en la que diversos pensadores expusieron sus conceptos e
ideas críticas sobre Dios, la sociedad, la economía, la educación y los progresos científicos y
tecnológicos.
Los ilustrados exaltaron la razón y abogaron por una educación ante todo racional, pues,
según ellos, sólo la razón “ilustra”, “ilumina”, permitiendo desarrollar la ciencia y llevando al
progreso de la humanidad.
En general, puede decirse que a nivel religioso, los ilustrados rechazaron los dogmas y
principios religiosos, ya que no pueden demostrarse racionalmente. De manera acorde con lo
anterior, estos pensadores se mostraron en desacuerdo con todas las religiones, más aún, se
opusieron a que la iglesia manejara las instituciones educativas y a que tuviera injerencia
sobre lo social y moral.
Conviene aclarar que los ilustrados no eran ateos, no negaron de lleno la existencia de Dios,
sino que lo concibieron como un ser supremo que no exige un culto, ceremonias o rituales por
parte de los hombres, ni tampoco el cumplimiento de una moral determinada. Dieron una
explicación de Dios elaborada desde la razón, a lo que se llamó “Deísmo”.
En cuanto a lo científico, los ilustrados propugnaron por una universalización de la ciencia, en
el sentido que formulaban que las ciencias naturales, la matemática y la astronomía, debían
salir de los cuartos de estudio de los sabios y filósofos, para convertirse en cosa pública, en
un instrumento que sirviera para cambiar el mundo. La ciencia debía ocupar un lugar
fundamental al interior de la sociedad ya que a partir de ella se daría el progreso de la
humanidad y la felicidad de los hombres.
Otro aspecto bastante criticado por los ilustrados fuel el político; dichos pensadores estaban
en desacuerdo con el poder ilimitado de los reyes, planteando que éstos debían gobernar
más racional y equilibrada a sus países, para lo cual, recomendaban la asesoría de filósofos y
científicos, cuyas ideas les posibilitarían encaminar los estados por las rutas del progreso y la
paz.
Igualmente, los ilustrados señalaban que los monarcas debían conceder más libertades a sus
súbditos, lo mismo, que brindarle una mínima ilustración a la masa del pueblo que se
encontraba sumida en la ignorancia. Según esto, se inclinaron por la universalización de la
educación.
Ahora bien, en términos de lo económico, propugnaron por una economía en la que hubiera
libertar para producir, trabajar y comerciar, ya que sólo así se daría el progreso de los
pueblos. Señalaban que los gobernantes no debían intervenir en la economía y que en este
sentido, debían “dejar hacer, dejar pasa” ( laissez faire, laissez passer ). También, señalaron
la importancia de la tierra y la agricultura para el crecimiento de los países, afirmando que la
riqueza de un estado depende de su agricultura.
En el orden social, los ilustrados propusieron que se debía reducir la diferencia tan marcada
entre la aristocracia y la burguesía y que la primera debía perder los exagerados privilegios de
que gozaba. En este mismo sentido, proclamaron que se debía abolir la esclavitud y la
servidumbre ya que no eran condiciones dignas para el hombre.
Como vemos, la ilustración que un movimiento cargado de ideas renovadoras que pusieron
en jaque no sólo el pensamiento que hasta entonces reinaba, sino, también, toda la estructura
social. El siglo XVIII fue así, un siglo cargado de ideas y revoluciones que cambiaron el
mundo. Veamos qué cambios se dieron en lo referente a la infancia, lo mismo que algunos
pensadores representativos de la época.
JUAN JACOBO ROUSSEAU
Juan Jacobo Rousseau fue una de las figuras más importantes del siglo XVIII, en principio
estuvo del lado de los enciclopedistas, pero luego se separó de ellos. Escribió varias obras de
corte filosófico en las que hace fuertes críticas a las ideas de su época. A él pertenece la
famosa frase “El hombre nace bueno, pero la sociedad lo corrompe”, que ha suscitado todo
tipo de polémicas a lo largo de los años.
Rousseau escribió una controvertida obra pedagógica, Emilio, en la que expone su
concepción de la infancia y la educación. Acorde con las ideas de la ilustración, el autor
plantea allí que la educación del niño ha de guiarse por los cánones de la recta razón y no
por las creencias, costumbres y supersticiones que operaban en la época.
La propuesta de Rousseau en el Emilio, chocó abiertamente con las tradiciones mantenidas
durante años, lo que generó una condena total de la obra por parte de todas las corrientes
religiosas, al igual que del parlamente francés quien la condena total de la obra por parte de
todas las corrientes religiosas, al igual que del parlamento francés quien la condenó a la
hoguera.
El Emilio fue una obra revolucionaria para la época, ya que aún prevalecían ideas religiosas y
supersticiosas que mantenían el mundo infantil cubierto por un grueso velo que no dejaba ver
el más mínimo asomo de verdad. Así, por ejemplo, frente a la crianza infantil, se mantenían
ideas y costumbres absurdas que ponían en peligro la vida de las indefensas criaturas:
“ A pesar de la inclinaciones maternas, se aconsejaba a las madres contra el
amamantamiento del recién nacido en los tres primeros días, ya que el calostro era
considerado peligroso para la buena digestión. La leche de la madre se consideraba que
impartía características de personalidad y, además, que era más beneficiosa para los niños
que para las niñas. Si la madre no tenía leche, era importante buscar una nodriza con la
personalidad y el temperamento apropiados, ya que estos se transmitirían con la leche”. 13
Pero, aún hay cosas más impresionantes, casi increíbles en una época avanzada de la
humanidad:
“ La lactancia duraba mucho tiempo y el destete, untando los pezones con mostaza, se
empezaba cuando aparecían los primeros dientes. Asociada con la teoría de lactancia había
una ansiedad sobre el reflejo “no natural” de mamar que se creía era causado por la
membrana que sujeta la lengua al paladar. Si los padres podían permitírselo, buscaban un
cirujano para cortar la membrana en los tres primeros días; si no, ellos o la comadrona la
pellizcaban con las uñas del índice y el pulgar” 14.
Es de esperarse que ante tales prácticas, muchos niños murieran a consecuencia de las
subsiguientes infecciones en la boca, que para la época no había con que tratar. Resulta
curiosa la consideración de que el mamar no es un acto reflejo en el niño, cosa bastante
evidente a simple vista desde los primeros momentos después del nacimiento.
Ahora bien, el uso del fajado no se había extinguido aún, y debió haber cobrado no sólo
victimas mortales, sino niños deformes y con limitaciones corporales:
“ Se tenía gran cuidado en impedir que el niño regresara a la posición fetal fajándolo con
vendas largas a una tabla lisa, al tiempo que se le ataba la cabeza con un círculo para que el
cráneo tomara forma alargada... Los pañales creaban problemas de higiene y salud: la
picazón, los piojos y parásitos; las erupciones en la piel, que eran casi universales, eran
13
14
Bowen, op cit. Tomo III, pág. 246 – 247.
Ibíd., pág. 247.
atribuidas a una falta o a un exceso de los humores del cuerpo. Los brazos se liberaban en
general después de 3 o 4 semanas de vida, el cuerpo entero entre los 9 meses y el año”15.
Los niños eran, pues, momias vivientes, condenados a una quietud que los privaba de las
“gracias” y los movimientos propios de los primeros meses de vida, tan llamativos y alegres
para los adultos y que hacen, precisamente, que al bebé se le preste más atención.
Vemos, igualmente, una otra causa de muerte infantil, en el excesivo ropaje que se le
colocaba al niño y en la falta de higiene asociado este ropaje, lo que generaba enfermedades
dermatológicas e infecciones. Resulta apenas lógico el que una indumentaria tan complicada
de colocar fuera poco cambiada, lo que agravaba la situación del niño, aparte de la invasión
corporal de los insectos domésticos que encontraban un nido caliente en el cuerpo de la
criatura.
En general, el panorama de la infancia era desolador, no sólo en aquellos aspectos que
implicaban directamente su salud y supervivencia, sino, en aquellos que podían darle
dignidad como persona. Veamos:
“ El compañero constante de la infancia era el temor o la vara y la máxima “Ahórrate la vara y
estropearás al niño” era universal. Pocos niños iban a la escuela, la mayor parte trabajaba en
los campos o industrias, y a medida que avanzaba el siglo iban a las fábricas y a las minas,
sin ninguna escolarización, viviendo, como dijo correctamente Hobbes, vidas que eran
“solitarias, pobres, degradadas, brutas y breves”. La mitad de la población francesa, al tiempo
en que Rousseau tomó su causa a mitad del siglo XVIII, moría antes de haber cumplido los
quince años”16
Volvamos a nuestro pensador, Rousseau reconoce en el niño un ser único, en proceso de
crecimiento y formación, pero absolutamente diferente del adulto, cosa que significa un gran
paso en el reconocimiento del niño como persona, pues, hasta entonces, el niño era
disminuido a la vista de los adultos y hasta comparado con los animales. Veamos:
“ No menos importante es el principio de que “el hombre y el niño son distintos”. El niño ni es
un pequeño animal ni un hombrecito. Sólo es un niño, nada menos que todo un niño, que
nace débil y dependiente en todo de los demás, pero con “modos de ver, de pensar, de sentir,
que le son propios”. En consecuencia, debe ser respetado y reconocido como ser con entidad
propia” 17.
Igualmente, en su libro, Rousseau plantea una forma ideal de crianza y educación en la que
él hubiera querido ser formado. Así, plantea su rechazo a la práctica del fajado ya que impide
los movimientos libres del niño, criatura que necesita desde muy pequeño explorar el mundo,
conocer a partir de sus sentidos todo lo que le rodea.
15
Ibíd., pág. 247.
Ibíd., pág. 247.
17
Delgado, op cit, pág. 143.
16
La madre, debe estar muy pendiente del niño, de lo que éste necesita, pero sin limitarlo en
sus movimientos naturales. El niño está programado por la naturaleza para alcanzar un
desarrollo y debe dejársele fluir libremente. Cada niño tiene unas potencialidades innatas,
cuya actualización no debe ser impedida por la presión del ambiente, al contrario, éste debe
propiciarla.
Ahora bien, señala Rousseau, que al niño en sus primeros años no debe enseñársele
materias teóricas, tampoco requiere leer, escribir o contar, nada de esto ha de verse. En la
primera infancia, los libros están prohibidos, al niño no debe dársele lecciones orales, lo más
importante es la experiencia, lo que el niño mismo experimenta, vive, padece y goza; no hay
que sobrecargarle su mente con conceptos que no comprende, con ideas que no le dicen
nada, hay que dejar que su mente poco a poco conquiste los logros que tiene programados,
no hay que tener prisa en esto.
Para concluir, diremos que para Rousseau la infancia es una etapa muy importante en la
existencia de cada individuo, razón por la cual debe permitírsele que la viva lo mejor posible,
en un ambiente de libertad, de experimentación, de contacto con la naturaleza, a esto, hay
que añadirle el afecto, el respeto y la comprensión.
Rousseau reivindica el papel del niño, pues esta convencido que la humanidad habría
perecido si el hombre no hubiera empezado por ser un niño, es decir, la infancia es
determinante y cumple un papel grande en la conservación de la especie. Por lo tanto, no se
le puede pedir al niño que sea como un hombre y no se debe buscar al hombre en el niño. El
hombre, antes que hombre, fue niño, cosa que según Rousseau parecemos olvidar todos,
incluidos los maestros, y que lleva a grandes errores de apreciación que se traducen en
graves fallas en el tratamiento hacia los infantes.
ILUSTRACIÓN
APRUEBA
ROUSSEAU
DESAPRUEBA
EDUCACIÓN
EMPÍRICA
FAJADO
LIBERTAD
ENSEÑANZA
TEORÍCA
AFECTO
MEMORÍSTICA
DIFERENCIACIÓN
MASIFICACIÓN
DEL NIÑO
GRÁFICO N° 14. Visión sobre la infancia: Rousseau
EMMANUEL KANT
Kant es uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, cuya obra sigue
comentándose hasta la saciedad. Escribió sobre antropología, filosofía, educación y ciencias
naturales. Su genio no fue ajeno al impacto del Emilio, razón por la cual el texto “Sobre la
Educación”, en el que expone sus propias concepciones sobre este tema.
El filósofo reconoce un orden natural en el niño, pero señala que se dan fallas en él, ya que el
hombre es un ser que nace imperfecto, que no se adecua inmediatamente al medio, pues su
debilidad reclama con urgencia el cuidado de los otros.
Así, los animales al nacer siguen un instinto que los lleva a realizar acciones por sí mismos y
a mantenerse en pie, a sobrevivir. En el niño, las cosas no se dan tan naturalmente, necesita
someterse a un proceso educativo que comprende la alimentación, la disciplina, la moral y lo
cognitivo, proceso que necesariamente está mediado por los otros.
En esta medida, señala la importancia de la disciplina y de la escuela, aduciendo:
“ Una razón importante para enviar a los niños a la escuela no tanto para aprendan algo, sino
para que se acostumbren a estar sentados quietos y que hagan exactamente lo que se les
dice. Y esto es para que más tarde en su vida no deseen poner en práctica al momento todo
lo que les llama la atención” 18.
Así pues, el desarrollo del niño debe ser controlado, ya que si se deja crecer libremente no
podrán emerger todas las cualidades que hacen humano al hombre, diferenciándolo de los
animales. Así lo expresa Delgado:
“ En su opinión, la disciplina y la coacción han de acompañar al niño desde el principio, puesto
que dejarle a su aire hasta que sea mayor equivaldría a permitir una cierta barbarie en su
comportamiento, difícil de eliminar posteriormente. Los mimos excesivos por parte de la
madre en los primeros años pueden serle perjudiciales, cuando tenga que superar los
obstáculos que por todas partes encontrará, tan pronto tenga que intervenir en la sociedad. Si
al animal le basta como guía su instinto, el hombre necesita educación. El hombre no es sino
el producto de su educación. Únicamente por la educación el hombre llega a ser hombre
cabal” 19.
De otro lado, Kant estaba de acuerdo con Rousseau en la importancia de la experiencia y la
práctica en el aprendizaje, aunque consideraba que debía impartírsele al niño materias
teóricas, cuya enseñanza no debía reducirse a la mera acumulación de datos:
“...Por ejemplo, llevando a la práctica la regla gramatical que hemos aprendido. Además,
comprendemos mejor un mapa cuando somos capaces de dibujarlo nosotros mismos. El
mejor modo de comprender es ver. Aquello que comprendemos de manera más completa, y
que recordamos mejor, es lo que en cierto modo nos hemos enseñado a nosotros mismos” 20.
No se trata pues, de atiborrar al niño con teorías y conceptos ubicados sólo en el plano de la
memoria, sino, de permitir que éste lo lleve aun plano más inmediato, que tenga contacto con
lo que aprende, que lo pase por sus manos, que sus sentidos lo perciban plenamente.
Igualmente, Kant señalaba la importancia de la educación física para la formación del niño, no
sólo por su carácter deportivo y lúdico, sino porque puede ser formativa, ayudar en el proceso
de construcción moral del sujeto.
18
Bowen, op cit, tomo III, pág. 279 – 280.
Delgado, op cit, pág. 146.
20
Citado por Bowen, op cit, tomo III, pág. 282.
19
Tenemos así, en Kant, un filósofo ocupado de la educación y por ende del niño, aunque
quizás, su interés no estuviese puesto verdaderamente en el niño sino en lo que se esperaba
conseguir a través de la educación, en el producto que arrojaría tal labor educativa:
“ La finalidad última de esta educación es un mundo moral y socialmente regenerado; la
posición central del proceso educativo no podría ser expresada de manera más directa que en
la manifestación del Kant de que “la buena educación es exactamente aquello de donde brota
todo el bien del mundo” 21.
Para terminar, podría decirse, que Kant era un convencido de la educación y un optimista
frente a ella, frente a lo que con ella podría conseguir el hombre, al beneficio que le traía.
Estas palabras suyas parecen resumir gran parte de lo que hemos dicho:
“Puede ocurrir que la educación se vea constantemente mejorada y que la sucesión de
generaciones avance paso a paso hacia el perfeccionamiento de la humanidad, ya que en la
educación está implicado el gran secreto de la perfección de la naturaleza humana. Sólo
ahora se puede hacer en esta dirección, ya que por primera vez las personas han empezado
a juzgar correctamente, y a comprender con claridad, lo que en realidad constituye una buena
educación. Resulta delicioso darse cuenta de que a través de la educación, la naturaleza
humana se verá constantemente mejorada y llevada a una condición digna de la naturaleza
del hombre. Eso nos abre la perspectiva de una raza humana más feliz en el futuro” 22
21
22
Bowen, op cit, tomo III, pág. 283.
Citado por Bowen, op cit, tomo III, pág. 283 – 284.
ALIMENTACIÓN
DISCIPLINA
MORAL
KANT
NIÑO
SER QUE
NECESITA
CONOCIMIENTOS
CONTROL
BUEN
EJEMPLO
COACCIÓN
EJERCICIO
FÍSICO
GRÁFICO N° 15. Necesidades del niño según Kant.
ABANDONO Y EXPOSICIÓN
El siglo XVIII se encontró de frente con el problema de la abundante exposición de niños,
fenómeno que se convirtió en una verdadera epidemia social que requería solución inmediata.
El tema dio pie a denuncias públicas de la situación, a la creación de nuevos sitios de acogida
para los abandonados y a la publicación de obras referidas al niño. La situación era
verdaderamente alarmante en este avanzado siglo:
“ El fenómeno de la exposición y el abandono de niños y niñas está documentado en las
historias de todas las culturas y de todas épocas. Pero va a ser en el siglo XVIII cuando se va
a producir una mayor toma de conciencia del problema y de las limitaciones que tenían las
respuestas institucionales que se venían dando desde los siglos anteriores. Hay que señalar,
en primer lugar, un progresivo y constante aumento del número de expósitos a lo largo de los
siglos modernos, que llegará a tener sus máximos en el siglo XIX, pero que en la últimas
décadas del siglo XVIII es ya muy notorio. Es un fenómeno general que afecta a Europa en
términos muy semejantes” 23.
Para el caso de España, se habían creado las “inclusas”, casas en las que se recogía a los
niños expósitos, cuyo funcionamiento fue criticado en muchas ocasiones, ya que en ellas
moría casi todos los niños que entraban. Así lo relata Santolaria, en una extensa cita:
“ Mueren casi infinitos, y no de muerte natural, como quieren algunos – dirá Bilbao -, sino
violenta, fruto de la omisión y el abandono en que están. Apenas se encontraban nodrizas, por
lo poco que se pagaba, mucho menos de lo que cualquier familia de un jornalero pagaría
cuando daba a criar un hijo. Y sin condiciones higiénicas, en una sala de aglomeración, “sin
distinción de ropa, cuna y pecho” . Y ropa escasa, usada ( tal vez la que llevaba el que
acababa de fallecer) y “clara”. Y nada de medicinas , ni ungüentos. Y pocas rentas...No sólo
había escasez de nodrizas externas ( las que se llevaban a los niños para amamantarlos en
sus casas durante los dos años que solía durar la lactancia ), sino también de amas internas (
las que prestaban sus servicios en la propia institución ), que solían ser de dos a cuatro para
atender a todos los que entraban y a los que permanecían a la espera de encontrarles
nodrizas externas, tocando en muchos casos a cuatro y cinco niños cada una para su
alimentación. “suerte” que morían en horas o en días la mayoría...” 24
Así, el remedio parecía peor que la enfermedad. Esta parece haber sido una constante en
todas las instituciones de beneficencia, al menos en España, que da cuenta del poco interés
real que suscitaba la infancia abandonada a los gobiernos de turno y a la sociedad en
general. Las soluciones intentadas no pasaban de ser paños de agua tibia.
El siguiente informe es atroz y nos relata el padecimiento de los niños expósitos durante un
viaje que los llevaría, supuestamente, a un sitio de acogida, pero que en la mayoría de los
casos, los conducía a la muerte, mucho antes de llegar a tal centro:
23
24
Santolaria, op cit, pág. 212.
Ibíd., pág. 213 – 214.
“ Recogidos los expósitos por los párrocos y justicias del lugar del abandono, eran enviados
habitualmente con un hombre o una mujer con los que se ajustaba un precio por el viaje ( “que
suele ser el más miserable, o la mujer más pobre de los respectivos lugares, un rústico, o una
mujer, mal premiados” ), sin importar las inclemencias del tiempo o la inoportunidad del
momento para viajar. A veces, para rentabilizar el viaje, se reunían a cuatro o seis criaturas,
“embanastadas” en un cesto o metidas con sus “malos paños” en unas alforjas, para ser
cargadas en la propia espalda o en una caballería. Y así, pasando de mano en mano,
inadecuadamente acalladas muchas veces con vino, miel o manteca, sufriendo todas las
incomodidades del viaje y la brusquedad del incompasivo conductor o conductores,
sumergidos “ en sus lágrimas y en sus inmundicias” solían llegar a su destino vivos o
muertos...”25.
Según cuentan los historiadores apoyados en cifras sacadas de los informes de policía, los
que llegaban vivos eran pocos, en una proporción tal, que por ejemplo, de un viaje de ocho,
llegaba vivo sólo uno. En ocasiones, cuando la cifra de vivos era más alta, en los días
siguientes, morían la mayoría.
Con todo, se queda uno sin palabras ante una descripción tan macabra de los hechos, que da
cuenta de la indolencia de la sociedad y Estado frente al niño, situación que se daba en
muchos países.
Cabe anotar, que posteriormente se decretaron medidas contra esta aberrante situación,
obligando a los párrocos a crear las propias inclusas en sus parroquias y reglamentando la
contratación de las nodrizas y el funcionamiento general de las instituciones.
EL AMAMANTAMIENTO
Durante el siglo XVIII el uso de las nodrizas fue bastante frecuente, y como en los siglos
anteriores, las consecuencias fueron funestas para las criaturas separadas de sus madres.
Vale la pena preguntarnos por qué las mujeres en un siglo tan avanzado se negaban a darle
alimento a sus hijos, aún conociendo las consecuencias de tal negativa. Veamos lo que se
argumentaba para no cumplir con tal compromiso:
“ Entre los argumentos que se esgrimían con mayor frecuencia predominan dos: amamantar
es malo para la madre desde el punto de vista físico, y es poco decoroso. Entre los
argumentos de orden físico, el primero y más corrientemente usado por las mujeres es su
propia supervivencia. Decían de buena gana que si amamantaban a sus bebés se privarían
“de un quilo precioso, absolutamente necesario para su propia conservación. Este argumento,
desprovisto de todo fundamento médico, impresionaba siempre al contorno. También cabía
invocar una excesiva sensibilidad nerviosa, que no hubiera tolerado los gritos de un niño” 26.
25
26
Ibíd., pág. 215.
Badinter, op cit, pág. 74.
Otro argumento señalaba que el no amamantar era un signo de distinción, de clase, es decir,
las mujeres de las clases altas no amamantaban a sus hijos, pues en esto se diferenciaban de
las de clase baja. Es conveniente señalar que muchas mujeres de la clase media y baja se
negaban a amamantar a sus hijos, buscando con ello emular a las de clase alta, aparentado
así una distinción y una clase que no poseían.
Es claro que este fenómeno formaba una cadena en cuyo extremo estaban todos los niños
que morían víctimas de la entrega a las nodrizas. El “orgullo” de las mujeres, de todas las
clases, contribuyó a la práctica del no amamantamiento, con las consabidas consecuencias
que traía. Así lo plantea Badinter:
“ En nombre del decoro, el amamantamiento fue declarado ridículo y desagradable. El término
“ridículo” es muy recurrente en las correspondencias y memorias. Madres, suegras y mujeres
sabias, desaconsejan a la joven madre que de el pecho al hijo, por tratarse de una tarea que
no es lo bastante noble como para una dama de rango. No queda bien descubrir a cada
momento la teta para dársela al bebé. Además de dar una imagen animal de la mujer como
“vaca lechera”, es un gesto falto de pudor...” 27 .
En este sentido, hay que considerar que los padres también jugaron un papel en este asunto,
ya que para muchos de ellos el recién nacido era un estorbo en su vida conyugal. El bebé
separaba a la madre del marido, por los cuidados que el primero requiere, y en muchos casos,
inhibe la sexualidad. Otros hombres consideraban desagradable el amamantamiento, les
repugnaba el olor a leche y los senos cargados de las mujeres. Todo esto contribuyó a que los
maridos apoyaran a sus mujeres en la negativa de amamantar a los bebés y salieran a
conseguir nodrizas a quienes entregárselos.
27
Ibíd. , pág. 75.
CUIDADO
DEL NIÑO
NODRIZAS
C
O
N
S
E
C
U
E
N
C
I
A
S
DESNUTRICIÓN
MUERTE
ENFERMEDADES
MUTILACIONES
DESAPEGO A
PADRES
GRÁFICO N° 16. Consecuencias del cuidado del niño dado por las nodrizas
SEXUALIDAD
Al parecer, en los siglos anteriores al XVIII no hubo una prohibición expresa de la
masturbación infantil. Durante la edad media la masturbación del adulto se consideraba
“pecado venial”, pero sobre la del niño no se decía nada. Sólo a partir del siglo XVIII comienza
a tomarse en serio la masturbación infantil, lo que llevó a médicos, sacerdotes, maestros y
otros, a considerarla dañina, pecaminosa, peligrosa y, hasta signo de degeneración , lo cual
derivó en su prohibición y en la prescripción de formas de tratamiento, la mayoría de las veces
brutales. Así lo señala deMause:
“ Pero fue a comienzos del siglo XVIII y como culminación del empeño de controlar los abusos
cometidos con los niños, cuando los padres empezaron a castigar severamente a sus hijos
por masturbarse y los médicos comenzaron a difundir el mito de que la masturbación daba
origen a la locura, la epilepsia y causaba la muerte. En el siglo XIX esta campaña llegó
extremos increíbles. Médicos y padres aparecían a veces ante el niño armados de cuchillos y
tijeras, amenazándole con cortarle los genitales; la circuncisión, la clitoridectomía y la
infibulación se utilizaban en ocasiones como castigo, y se prescribían toda clase de
dispositivos restrictivos, incluso moldes de yeso y jaulas con púas” 28.
Tales prácticas represivas de la sexualidad continuaron hasta el siglo XIX, en el que hubo una
verdadera epidemia de circuncisiones prescritas para poner fin a la masturbación, ya que se
creía que esta operación eliminaba tal tendencia en el niño. La masturbación seguía siendo un
problema al que trataban de poner remedio los médicos y los psicólogos, nuevos
profesionales encargados de ayudar a controlar a los niños.
EL STATUS FAMILIAR
Puede resultar incómodo reconocerlo, pero es claro que aún en el siglo XVIII el niño no ha
podido conquistar su status social y un lugar pleno al interior de la familia que habita, y por
qué no decirlo, que padece en toda su humanidad. Las mismas palabras con las que se le
nombra, dan cuenta de esto. Así lo señala Badinter:
“ Sabemos que en el siglo XVIII el niño pequeño es designado con el término “poupart”, que
no significaba lo que actualmente se entiende por “poupon” ( bebé ) sino lo que se entiende
por “poupèe” ( muñeca ). Los padres suelen considerar al bebé como un juguete divertido, a
quien quieren por su propio placer y no por su bien. Es una especie de criatura sin
personalidad, un “juguete” en manos de los adultos, cuando deja de divertir, deja también de
interesar” 29.
Estaba tan considerado el niño como un juguete, que los adultos acostumbraban a jugar con
él de muchas maneras, en ocasiones poniendo en peligro su vida. Así, se cuenta que era
costumbre en Europa el que los criados se tiraran a los bebés lanzándolos por el aire, cosa
que traía, en ocasiones, consecuencias funestas, pues muchos niños morían en las caídas,
o quedaban inválidos. Hay quienes sostienen que el fajarlos facilitaba tales juegos, ya que el
bebé quedaba convertido prácticamente en un rollo, lo que hacía más fácil y gracioso el
lanzarlo para arriba o para los lados.
Junto con esta idea del niño como un juguete, estaba la de considerar al niño como un
“estorbo”, como algo que perturbaba las relaciones ya que separaba al padre de la madres y
quitaba mucho tiempo a ésta. El niño se constituye así en un estorbo del que hay que salir
cuanto antes, entregándoselo a una nodriza.
28
29
deMause, op cit, pág. 84
Badinter, op cit, pág. 60.
En las familias pobres, el niño era un estorbo para las madres trabajadoras que no podían
dedicarse a su cuidado; fuera de que era una boca más para alimentar en la precaria
economía doméstica, carga demasiado pesada, que pocas mujeres parecían estar dispuestas
a soportar, lo cual hacía tan frecuente el abandono de niños pobres. Sobra decir que la
mayoría, eran hijos de madres solteras o de mujeres casadas abandonadas por el marido o
viudas, cuando no, de las prostitutas y mendigas que abundaban en la época. Queremos
señalar aquí, que en muchos casos, sobre todo, en la clase baja, la ausencia del padre es
notoria, hecho que parece repetirse en todas las épocas.
LA MEDICINA
Al parecer, en la segunda mitad del siglo XVIII, se presenta un cambio al interior de uno de los
aspectos más importantes referentes al niño, se trata de la medicina. Se dice que a partir de
este momento, la medicina empieza a considerar al niño como objeto específico de estudio y
tratamiento.
Conviene señalar que hasta ese momento, el médico no era una figura que se encontrara
frecuentemente a la cabecera del niño. Igualmente, la medicina no se desvelaba atendiendo
a los miles de pequeños enfermos o moribundos que día a día clamaban por atención:
“ Aunque muchas enfermedades infantiles fueran objeto de descripciones precisas por parte
de los médicos, como la viruela, la varicela, las paperas, la difteria, la tos ferina, la escarlatina,
etc., la práctica médica no era muy brillante. Porque según informa el médico escocés, se
creía que las enfermedades de los niños eran más difíciles de atender que las de los adultos,
por la sencilla razón de que aquellos cuando son pequeños no hablan. Y la fuente principal de
informaciones no estaba en las auscultación sino en las preguntas que el médico le hacía al
enfermo” 30.
El médico escocés del que nos habla la cita formuló muchas críticas a la medicina de su
tiempo, y en general, a la indiferencia que reinaba frente al niño, ser abandonado a su propia
suerte. Ni la medicina, ni la sociedad en general se habían dado cuenta del enorme valor del
niño y del potencial que encerraba la infancia.
Por lo general, la medicina concentraba todos sus esfuerzos en tratar las enfermedades de los
adultos, en buscar curas para las enfermedades conocidas y en tratar de hallar las causas y
remedios para las nuevas. Puede decirse, que fue por y para la patología del adulto que la
medicina hizo los progresos que consiguió hasta ese siglo.
30
Ibíd., pág. 61 – 62.
Todo eso no indica más que el escaso valor concedido al niño, el no reconocimiento en él de
una dignidad personal, de un valor inherente a su persona. Habría que esperar hasta el siglo
XIX para que nazca la medicina infantil, rama especializada que va a tratar los dolores de los
niños, dolores que como hemos visto a lo largo de este texto, han tenido una existencia
milenaria y que son en muchos casos, dolores mortales.
ESBOZOS DE CAMBIO
Al parecer, muchos factores influyeron para que a finales del siglo XVIII se diera un cambio
sustancial en lo que tiene que ver con supervivencia y crianza de los niños. Veamos como lo
plantea Badinter:
“ En el último tercio del siglo XVIII se produce una especie de revolución de las mentalidades.
La imagen de la madre, de su función y de su importancia, sufre un cambio radical, aún
cuando en el terreno de los hechos las conductas no secundan con facilidad ese cambio.
A partir de 1760 abundan las publicaciones que aconsejan a las madres ocuparse
personalmente de sus hijos y les “ordenan” que les den el pecho. Le crean a la mujer la
obligación de ser ante todo madre, y engendran un mito que doscientos años más tarde
seguirá más vivo que nunca: el mito del instinto maternal, del amor espontáneo de toda madre
hacia su hijo” 31.
Se señala que hubo un desplazamiento de la figura paternal que imperaba hasta entonces en
el hogar, hacia la madre:
“ Si antes se insistía tanto en el valor de la autoridad paternal, es porque ante todo importaba
formar súbditos dóciles para su majestad. A fines del siglo XVIII, para algunos lo esencial no
ya tanto formar sujetos dóciles como sujetos a secas: producir seres humanos que han de ser
la riqueza del Estado. Para lograrlo, es preciso impedir a toda costa la sangría humana que
caracteriza el Antiguo Régimen” 32.
Tenemos así que intereses de tipo político y económico, acordes con los cambios que se
venían dando al interior de la sociedad y que iban de la mano con el desarrollo del
capitalismo, facilitan el cambio de mentalidad. Importaba ahora la crianza, la supervivencia de
los niños, esos futuros ciudadanos que nutrirían al estado.
Lo anterior lleva a que se de un auge de discursos y recomendaciones, que desde todos los
frentes, empiezan a lanzar campañas tratando de que la mujer se ocupe de sus hijos. Desde
la demografía, la política, la economía, la medicina, la filosofía y la religión, entre otras, se
31
32
Ibíd., pág. 117.
Ibíd., pág. 118.
hace un llamado urgente a la mujer para que salve la especie, para que ame, cuide y críe a
sus hijos.
También se hacen campañas para que se le quiten las fajas a los niños, para que se les libere
de estas ataduras milenarias y para que la madre se preocupe por ellos, ahora sueltos, para
que los abrace, acaricie y los acerque a su cuerpo, cosa que las fajas impedían.
2.3 EL SIGLO DEL NIÑO
El siglo XX va a ser un siglo muy especial para el niño, ya que van a darse grandes cambios
en materia de legislación, educación, crianza y cuidado en general. Al menos, en teoría, en
este siglo, el niño logra el status que no había conseguido en los anteriores, y muchas
disciplinas van a ponerse a su servicio, tratando de entenderlo, cuidarlo, defenderlo y curarlo.
Se haría muy extenso el detenernos a comentar los aportes de todos los pensadores que
contribuyeron a esta nueva visión sobre el niño, entre otras cosas, porque desde múltiples
campos se colaboró para que se diera tal cambio, así pues, el citar a la gran mayoría
excedería los límites de este trabajo, por esto, hemos escogido algunos de los más
representativos, los demás, quedan como posibilidad de consulta.
MARÍA MONTESSORI
María Montessori fue una mujer luchadora , que rompiendo todas las tradiciones llegó a
prepararse, hasta ser graduada en 1896 como la primera mujer medica de Italia, luego de
este título dedicaría su vida a la enseñanza, al estudio de los métodos pedagógicos
adecuados y de las ayudas didácticas, instrumentos para el ejercicio docente.
Montessori tomó algunas ideas de Rousseau que incorporó a su concepción del niño y de la
educación:
“ Todos sus escritos llevan esta señal; habitualmente habló del niño como de un organismo
que evoluciona, siguiendo leyes naturales innatas de procesos de transformación continua e
intensa, mientras el niño lucha por llevar a cabo su latente edad adulta. Basándose en sus
observaciones y análisis, postuló que existe dentro del niño una reserva de actividad
autogeneradora que se manifiesta en corrientes de energía mental y física. El niño fue
conceptualizado, sin embargo, no como un adulto en miniatura, sino como un ser diferente,
una personalidad incompleta que lucha ( aunque inconsciente del resultado final ) por llevar a
cabo sus potencialidades latentes” 33.
Montessori señala la gran capacidad de aprendizaje del niño, que se manifiesta desde los
primeros días de nacido. El niño no trae ideas innatas, todo debe aprenderlo, la tarea
fundamental de la educación es hacer que tenga un buen proceso madurativo en todos los
aspectos. En esta medida, Montessori rompió con muchas tradiciones de su época, lo que se
materializó en las instituciones que fundó. Veamos esta descripción de una de sus
instituciones:
“ La “casa de los niños” fue diseñada con un mobiliario a pequeña escala; el niño no estaba
obligado a ajustarse a las medidas de los adultos, las necesidades de la vida real de los niños
se identificaban y se les daba gradaciones según la edad. Tareas tan simples pero
necesarias como abotonarse y atarse los zapatos, preparar las comidas y poner la mesa,
eran consideradas actividades esenciales del aprendizaje. La lectura, la escritura y el cálculo
se enseñaban pronto, sobre tablas de madera vivamente coloreadas que el niño podía sujetar
con la mano y se usaban para el cálculo; la lectura empezaba con grandes letras del alfabeto
recortadas que cuando se memorizaban, podían ser dispuestas en palabras sobre la mesa” 34.
Montessori hace así un gran aporte en el conocimiento del niño, de su proceso de
aprendizaje, a la vez que busca y plantea estrategias para que éste sea más efectivo.
Siempre se le ha reconocido su interés y dedicación por los niños, aporte que resultó valioso
no sólo para la pedagogía, sino para la cultura en general.
CLAPAREDE
Claparede se interesó profundamente en el estudio del niño ya que consideraba que este
saber era fundamental para realizar cualquier labor pedagógica:
“ Que la pedagogía debe fundarse en el conocimiento del niño, como la horticultura se funda
en el conocimiento de las plantas, es una verdad que parece elemental. Sin embargo, la
mayoría de los pedagogos y casi todas las autoridades escolares lo desconocen por
completo” 35.
Según Claparede, las opiniones sobre la infancia están basadas en ideas y creencias falsas
que no han hecho más que acumular ignorancia sobre el tema y perpetuarse de manera ciega
a través de los tiempos, con las consecuencias en contra del niño.
33
Bowen, op cit, tomo III, pág. 501.
Bowen, op cit, tomo III, pág. 499.
35
Citado por Dottrens, Robert en: Los grande pedagogos, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pág. 208
34
Claparede considera igualmente, que el niño no es un adulto en miniatura, al contrario, la
infancia es un punto en el desarrollo. Así, niños y adultos son diferentes, sus pensamientos e
intereses son distintos. Por esto, le da un papel central al juego en el proceso de aprendizaje,
ya que a partir de lo lúdico, el niño realiza actividad intelectual, logra metas y aprende; el
juego permite apropiarse de una tarea y llevarla a su fin.
Algo verdaderamente novedoso en la visión de Claparede es la idea según la cual la escuela
debe ser una aliada de la infancia, debe protegerla y no, como tradicionalmente se hace,
ayudar a extinguirla o abreviarla, con la idea de quemar etapas, de apresurar procesos que
debían dejarse fluir libremente. En esta medida, es la escuela la que debe adaptarse al niño,
quien debe ser el centro de todos los procesos y actividades escolares, que a su vez, deben
acomodarse a los procesos psíquicos y cognitivos del niño.
Claparede se opuso a los castigos, más aún, señala que ni los castigos ni las recompensas
deben ser los motores de la educación sino, el “interés” fuerte, profundo por lo que se va a
realizar o aprender. Así, el niño no debe actuar bien por miedo al castigo de los adultos, sino,
porque en su interior está convencido que debe actuar correctamente y que lo desea así. Se
trata pues, de reemplazar la disciplina coercitiva exterior, por una disciplina interior del niño.
SIGMUND FREUD
Freud, padre del psicoanálisis, ha sido uno de los pensadores más grandes y más polémicos
en la historia de la humanidad. Sus descubrimientos revolucionaron el mundo marcando un
“antes” y un “después” de él que toca muchos ámbitos del saber humano.
Su descubrimiento del inconsciente trajo aparejados otros descubrimientos no menos
importantes, que acabaron de dar luz sobre procesos psíquicos hasta entonces desconocidos
o ignorados, verdaderas incógnitas en el saber de su tiempo.
En efecto, el espíritu investigador de Freud profundizó en campos referentes a los sueños, los
actos fallidos, el chiste, la neurosis, la psicosis, la cultura, las religiones, el arte, la mitología y
la biografía, entre otos. A cada uno de estos aspectos Freud le dio una mirada diferente a la
que en su época y en las anteriores, le había dado la filosofía, la psiquiatría, la Psicología y
la medicina.
Su enfoque fue totalmente inusual ya que introdujo un elemento nuevo, el inconsciente, a
través del cual los fenómenos psíquicos y sociales se veían desde otra óptica, se observaban
a una profundidad nunca antes vista. A partir de la existencia del inconsciente, pudo Freud
explicar aquello ante lo que la Psicología, apoyada sólo en la conciencia, no podía esclarecer.
Ahora bien, hemos dicho que los descubrimientos freudianos revolucionaron el mundo, pues
bien, uno de los ámbitos que más se afectó fue el infantil. Puede decirse que a partir de Freud
el niño fue mirado de manera diferente, no sólo desde la Psicología, sino también, desde la
pedagogía y la puericultura. Fundamentalmente Freud le dio la infancia, como período
humano, una importancia hasta entonces desconocida, y al niño, una gran incidencia en la
estructuración del adulto.
La infancia es para Freud un período de la vida determinante, ya que en ella se gesta el futuro
individuo. Según él, todos los procesos psíquicos tienen su génesis en los primeros años,
siendo particularmente importante en la vida de cada sujeto la manera como se afrontarán
estos primeros años, las relaciones que se establecieran allí, los traumas padecidos, los
goces saboreados, en fin, todo el cúmulo de experiencias personales.
Visto así, el hombre adulto es una historia que se ha acumulado a lo largo de los años, pero,
fundamentalmente en esos primeros años tan significativos. Tenemos que Freud vuelve su
vista hacia el niño, ese olvidado, a quien todas las disciplinas, salvo la pedagogía, le habían
dado la espalda, negándole cualquier valor como sujeto.
Este reconocimiento del niño como sujeto empieza en gran medida con el reconocimiento de
su cuerpo y de la posibilidad de obtener placer en él. Freud hace un descubrimiento que va a
granjearle muchos enemigos, se trata de la sexualidad infantil. En efecto, reconoce la
existencia en el niño de una pulsión sexual que busca satisfacción y que tiene sus
particularidades, dadas las características de la infancia. Así lo señala:
“ Forma parte de la opinión popular acerca de la pulsión sexual la afirmación de que ella falta
en la infancia y sólo despierta en el periodo de la vida llamado pubertad. No es este un error
cualquiera: tiene graves consecuencias, pues es el principal culpable de nuestra presente
ignorancia acerca de las bases de la vida sexual. Un estudio a fondo de las manifestaciones
sexuales de la infancia nos revelaría probablemente los rasgos esenciales de la pulsión
sexual, dejaría traslucir su desarrollo y mostraría que está compuesta por diversas fuentes”
36
.
Freud denuncia el olvido en el que ha caído la infancia, olvido que ha llevado a la ciencia a
desconocer muchos aspectos referentes a la vida sexual. Según él, la sexualidad infantil ha
sido cubierta por un velo que no deja ver toda la potencialidad sexual del niño, pues el recién
nacido experimenta sensaciones sexuales y a lo largo de la infancia la sexualidad florece,
manifestándose de diversa manera.
En gran medida, Freud acaba con el mito de la “inocencia” del niño, ya que lo hace centro en
el que convergen las pulsiones sexuales. El niño no es inocente, al contrario, señala Freud, es
36
Freud, Sigmund, Tres ensayos para una teoría sexual. Obras completas, tomo VII, Buenos Aires, Amorrortu, 1975, pág.
157.
un “perverso polimorfo”, es decir, capaz de manifestar cualquiera de las llamadas
“perversiones sexuales”, tales como el exhibicionismo, el voyerismo, el sadismo, entre otras.
El niño manifiesta todo aquello que puede apreciarse en los adultos normales o perversos ya
que trae una disposición para ello, y en los primeros años no se han constituido los llamados
diques anímicos Pudor, repugnancia y moral ) que ponen freno a la pulsión sexual.
En esta misma dirección, hay que señalar que Freud reconoce en el niño la existencia de un
psiquismo en el que están presentes las grandes pasiones humanas. El niño es un ser
completo capaz de amar, odiar y desear. Las pasiones y los deseos no son adquiridos en la
pubertad ni en la edad adulta, sino que están presentes desde los primeros años dándole un
tinte particular a las relaciones que el niño establece con las personas significativas:
“ Por otra parte, mucho antes de alcanzar la pubertad el niño es capaz de la mayoría de las
operaciones psíquicas de la vida amorosa ( la ternura, la entrega, los celos ), y harto a
menudo sucede también que esos estados anímicos se abran paso hasta las sensaciones
corporales de la excitación sexual, de suerte que él no pueda abrigar dudas sobre la
copertenencia entre ambas. En suma: largo tiempo antes de la pubertad el niño es un ser
completo en el orden del amor, exceptuada la aptitud para la reproducción... “ 37.
De otro lado, Freud reconoce en el niño un gran deseo de saber, deseo que en principio se
orienta a la indagación de temas sexuales y que lleva al infante a la creación de sus propias
teorías sobre lo sexual. El niño es un gran inquieto por todo lo referente a la sexualidad, se
pregunta por la diferencia sexual, por el nacimiento de los niños, por las relaciones sexuales,
en fin, la infancia es un período de gran agitación en términos del conocimiento sexual.
Las teorías de Freud generaron inquietudes sobre el papel que debía desempeñar el maestro
y en general la escuela frente a esa sexualidad infantil, fundamentalmente, frente a si era
correcto o no el brindarle una instrucción o educación sexual al infante, el mismo Freud no
fue ajeno a esto y en varias oportunidades se pronunció sobre el tema. Veamos:
“ Pienso que no existe fundamento alguno para rehusar a los niños el esclarecimiento que
pide su apetito de saber. Por cierto que si el propósito del educador es ahogar lo más
temprano posible la actitud de los niños para el pensar autónomo, a favor del tan preciado
“buen juicio”, no puede intentar mejor camino que despistarlos en el campo sexual y
amedrentarlos en el religioso” 38
En esta medida, Freud se adelanta a su tiempo, haciendo claridad sobre la necesidad de una
educación sexual iniciada en la escuela, señalando de paso la responsabilidad de esta
institución en la formación no sólo académica del niño, sino en aquellos asuntos que como lo
sexual, tocan la vida psíquica del niño.
37
38
Freud, Sigmund, El esclarecimiento sexual del niño. Obras completas. Tomo IX, Buenos Aires, Amorrortu, 1975, pág. 117.
Ibíd., pág. 120.
De manera didáctica plantea Freud que la educación sexual puede impartirse en la escuela,
por ejemplo, a partir de la zoología, estableciendo la relación estrecha que se da entre los
procesos animales y los humanos:
“ Lo importante es que los niños nunca den en pensar que se pretende ocultarles los hechos
de la vida sexual más que cualquier otros todavía no accesibles a su entendimiento. Y para
conseguir esto se requiere que lo sexual sea tratado desde el comienzo en pie de igualdad
con todas las otras cosas dignas de ser conocidas. Principalmente es misión de la escuela el
traerlo a cuento, introducir en las enseñanzas sobre el mundo animal los grandes hechos de
la reproducción en su significatividad y, al mismo tiempo, insistir en que el ser humano
comparte con los animales superiores todo lo esencial de su organización...” 39.
A partir de lo anterior, llega Freud a plantear el momento preciso en el que debe impartirse tal
educación sexual y cómo debe anudarse esto con la enseñanza de unos principios éticos. Así,
según él, la educación sexual debe darse antes de los diez años, es decir, durante el período
de la escuela elemental.
En general, puede decirse que Freud hace un reconocimiento verdadero del niño en términos
de pensarlo como un sujeto deseante. El niño es un ser que busca placer y que está
capacitado desde muy pequeño para sentirlo. El infante es poseedor de un cuerpo en el que
se ubican unas zonas erógenas, fuentes de placer.
Es esta una visión nueva sobre el niño, ya que siempre se había pensado en él como alguien
pasivo en lo referente a lo sexual. Para Freud, el niño no es solamente abusado o seducido
sexualmente , sino alguien que puede buscar el placer por su propia iniciativa; en principio,
dirá Freud, este placer es fundamentalmente autoerótico.
Después de Freud, el niño fue mirado de otra manera. Sus ideas influyeron profundamente
en la pedagogía y la Psicología, disciplinas desde las que se propugnó por una mejor crianza
y educación para los niños, pensando en la importancia del período infantil en la formación del
futuro hombre.
Freud, contrario a Rousseau, no ve que el niño sea “bueno” por naturaleza, sino, al contrario,
reconoce en él, desde muy temprano, lo que podría llamarse el “mal”, es decir, una tendencia
a la satisfacción de deseos sexuales y agresivos, presentes en el infante, antes de cualquier
aprendizaje social. Esto es lo que siempre se ha querido desconocer en el niño, a pesar de las
evidencias.
JEAN PIAGET
Piaget es un investigador que se dedica a estudiar el desarrollo del pensamiento en el niño,
estudios que revolucionarán la pedagogía, Psicología y la epistemología. Contrario a la
39
Ibíd., pág. 120 – 121.
tradición que lo precedía, Piaget coloca al niño como el protagonista principal del aprendizaje,
ya que lo concibe como un ser activo que construye el conocimiento en interacción con el
medio, a partir de la dotación hereditaria que posee.
A partir de los estudios con niños, Piaget descubre que la inteligencia progresa a partir de una
génesis y siguiendo un proceso que contempla etapas y gradaciones, es decir el niño no
logra determinados conocimientos de una vez o en cualquier momento.
Piaget realiza una crítica a la escuela tradicional que lo único que pretende es “amaestrar” al
niño, moldearlo con base en unos parámetros establecidos y que opera basada en la sumisión
del niño a los maestros y en la aceptación de unos conocimientos que se le presentan como
verdades absolutas.
Para él, la verdadera educación no debe apuntar a la repetición y la aceptación de verdades
acabadas, sino a que el niño desarrolle la capacidad para descubrir por sí mismo la verdad.
La educación debe llevar a formar individuos poseedores de autonomía intelectual y moral,
capaces de respetar y valorar tal autonomía en los demás:
“ Así pues, el fin principal de la educación es formar la razón intelectual y moral; ahora bien, el
problema estriba en decidir cuáles son los medios más adecuados para ayudar al niño a que
se construya por sí mismo esa razón, a que alcance la coherencia y la objetividad en lo
intelectual y la reciprocidad en lo moral; la autoformación en el plano de la instrucción y el
autogobierno en el de la moral. Indudablemente la elección de estos medios no será arbitraria,
sino que se realizará en función de la forma en que se conciba la infancia: si se ve como un
mal necesario por el que hay que pasar, se utilizarán sobre todo métodos típicos de
transmisión verbal, de asimilación por pura repetición y obligación, etc.; si se considera a la
infancia como una etapa con una significación funcional, como una etapa biológica cuya
significación es la de adaptación progresiva al medio físico y social, es decir, si se considera
al niño como un organismo en evolución, se utilizarán métodos que operando sobre esa
evolución, la faciliten y la hagan posible” 40.
Tenemos así esbozados dos caminos en la educación y formación intelectual del niño, que
nos llevan a resultados diferentes. Podría decirse que el primero ha sido el más trajinado al
interior de las aulas de clase y en los hogares, con los resultados que ya conocemos.
En esta misma dirección, Piaget señala que la escuela tradicional no reconoce ni respeta los
intereses del niño, lo cual trae como consecuencia no sólo el fracaso escolar, sino fallas en la
organización de su inteligencia. La mayoría de las veces el niño se ve forzado al aprendizaje
de cosas que no despiertan ningún interés en él, pero que ante la presión de la autoridad del
maestro le toca memorizar.
40
Palacios, Jesús, La educación en el siglo XX ( I ). La tradición renovadora, Caracas, Editorial Laboratorio Educativo,
1997, pág. 87 – 88.
Esta es una vía errada por la que se ha pretendido llevar incluso la enseñanza de los valores
éticos. Piaget señala que por este medio, el niño no hace aprendizajes significativos, por
ejemplo, de las operaciones matemáticas, mucho menos lo hará de los conceptos de libertad,
cooperación, respeto, entre otros.
Por esto, es necesario que se conozcan las leyes que regulan el conocimiento, las etapas por
las que pasa el niño, para poder planear no sólo los contenidos a trabajar, sino, los métodos
a utilizar, pues hay un tiempo y un momento para cada aprendizaje.
Piaget critica a la escuela tradicional porque actúa considerando al niño como un adulto en
miniatura que posee ya unas facultades que se deben llenar a partir de la instrucción que se le
da en la escuela, dejando de lado la formación de tales facultades y funciones intelectuales.
Piaget hace así un reconocimiento del niño en términos de su capacidad de aprendizaje, de
construir el conocimiento. El niño no es un ser pasivo en términos epistemológicos, sino, un
ser creativo, que se interroga constantemente, que formula hipótesis y que interactúa con la
realidad.
Lo anterior nos lleva a pensar que la labor educativa debe ser orientada por profesionales
idóneos, y que, igualmente, el papel de los padres es fundamental en tal proceso. En efecto,
Piaget señalaba que en muchos casos, los padres se convierten en obstáculo para el
desarrollo del trabajo escolar y el aprendizaje de los niños, ya que consideran que las
actividades lúdicas, la experimentación y la manipulación son cosas superfluas y pérdida de
tiempo. Piaget reclama así, más atención y colaboración de parte de los padres en el proceso
educativo de los hijos.
Igualmente, respecto al maestro urge un cambio, su rol debe ser diferente, ya que debe ser,
ante todo, un facilitador que ayude a los estudiantes a descubrir los conocimientos. El
maestro debe dejar de lado su rol tradicional de transmitir en forma oral unos conocimientos
acabados e inmutables, para dedicarse a favorecer la construcción de éstos por parte de los
alumnos. Igualmente, el maestro debe plantear constantemente situaciones problemáticas a
los niños, para que estos desarrollen actividades y se aventuren a formular sus propias
hipótesis y maneras de resolver los problemas.
SIGLO XX
FREUD
NIÑO
PIAGET
SUJETO
DESEANTE
NO ES ADULTO
EN MINIATURA
SER SEXUAL
POSEEDOR DE
FUNCIONES Y
CUALIDADES
PERVERSO
CREATIVO
CONSTRUCTOR
DE TEORIAS
PROTAGONISTA DE
SU APRENDIZAJE
SER COMPLETO
AFECTIVAMENTE
N° 17. Visiones
sobre el niño:
MEDICINAGRÁFICO
E HIGIENE
ESCOLAR
FORMULADOR
DE HIPÓTESIS
Freud y Piaget.
Desde comienzos del siglo XX se empieza a observar una gran preocupación por la higiene
escolar y por la salud del niño en general. La medicina hizo un gran aporte en este proceso de
reconocimiento de la dignidad y el status social del niño, al intentar mejorar las condiciones de
vida de los infantes, asociando la alta mortalidad con tales condiciones, la mayoría de las
veces degradantes e inhumanas.
Entonces, empieza a manifestarse un interés por las condiciones de funcionamiento de los
centros escolares, por sus servicios sanitarios, iluminación, construcción y funcionamiento en
general.
La preocupación también se centra en los aspectos que tienen que ver con la jornada
escolar, su duración, los recreos y las vacaciones; también, con el deporte y las actividades
lúdicas que se programaban.
Para la época, el panorama en las escuelas no era el mejor, al parecer, la enfermedad
campeaba en estos centros:
“ El término de enfermedades escolares acuñado entonces abarcaba enfermedades de los
órganos sensoriales, defectos del habla, trastornos cerebrales y nerviosos, psicopatías,
desviaciones de la columna vertebral, al parecer, por el defectuoso diseño de los bancos
escolares, por la mala postura al escribir y por el peso excesivo de libros y útiles escolares
transportados en bolsas y carteras inadecuadas” 41.
Ahora bien, el análisis de los centros escolares arrojó una dura verdad: las escuelas eran un
foco de infección constante, de propagación de todo tipo de enfermedades ( tuberculosis,
tifus, viruela, sarna y otras ) que encontraban un caldo de cultivo en las pésimas condiciones
de salubridad allí reinantes.
Según parece, ni maestros ni alumnos eran muy inclinados al aseo, lo que propiciaba el
cultivo en sus cuerpos de piojos, chinches y pulgas, además de los ratones, cucarachas y
moscas que reinaban en casas y escuelas. Toda esta fauna comprometía visiblemente la
salud y supervivencia de niños y adultos, pero, era en los primeros en quienes cobraba más
víctimas.
Ante este panorama, los médicos ayudaron grandemente en la labor de educar a las madres,
dándoles información y concientizándolas de que cometían errores gravísimos ya fuera por
ignorancia o por seguir la tradición. La vida de muchos niños estaba así en las manos de las
madres, que aunque amorosas en algunos casos, se tornaban letales en otros.
La ciencia, con sus descubrimientos sobre la transmisión de las enfermedades, puso su
granito de arena en la causa del niño, y la medicina como su abanderada, realizó una labor
mediante la cual salvó muchas vidas; así, se recuperó un poco de la indiferencia frente al
niño, que había mostrado hasta entonces.
41
Delgado, op cit, pág. 197.
SIGLO XX
HIGIENE
ESCOLAR
NIÑOS
ABANDONADOS
HOSPICIOS
SEXUALIDAD
INFANTIL
PREOCUPACIÓN
POR EL NIÑO
LEGISLACIÓN
INTERNACIONAL
A FAVOR DEL
NIÑO
INFANCIA
DELINCUENTE
APRENDIZAJE Y
MÉTODOS
PEDAGÓGICOS
GRÁFICO N° 18. Polos de interés suscitados frente a la infancia
UNA MIRADA A NUESTRO PAÍS
La historia del niño en Colombia no ha sido la mejor, y el momento actual no muestra mucha
mejoría. El niño en nuestro país ha sido, a lo largo del tiempo, abandonado, asesinado,
maltratado, abusado, explotado laboralmente, en pocas palabras, desconocido como sujeto.
Aunque ahora se habla de una verdadera “paidocracia “, de ese poder, del gobierno ejercido
por los niños frente a los adultos, de sus derechos ilimitados, lo concreto es que una gran
mayoría de niños continúa en una situación verdaderamente aberrante, en condiciones
infrahumanas.
Veamos un poco de esa historia del niño en nuestro país, ubicándonos concretamente en el
siglo pasado. Empecemos con la mortalidad infantil, que para los primeros años del siglo XX
era alarmante:
“ El país perdió entre 1915 y 1926, la suma total 375.698 niños, equivalente a una ciudad de
tamaño mediano, dato que incluía los nacidos muertos en los momentos siguientes al parto.
Se preocupaban los médicos por la necesidad de lograr un control materno que redujera la
mortalidad infantil durante el embarazo y evitara también las causas de mortalidad materna
para toxemias y fiebres puerperales” 42.
Habría que agradecerle mucho a los médicos en la toma de conciencia y el mejoramiento de
las condiciones de vida del niño en nuestro país. Ellos, tocados diariamente por la muerte y la
enfermedad, fueron sensibles al sufrimiento de los niños, y lanzaron sus voces clamando por
la atención y el cuidado hacia los menores:
“ A comienzos del siglo, los médicos eran pilares de la defensa del niño a través de la prensa
y de la revista médica. Exponían la necesidad de controlar las condiciones de salubridad de la
población en general y de los niños en particular, y llamaban la atención del estado sobre la
inaplazable necesidad de mejorar la condición de vida de la población pobre, víctima de la
insalubridad, la ignorancia y la miseria. Señalaban las costumbres que perjudicaban la salud
física y psicológica de los niños, escribían sobre la obligación de protegerlos dentro de los
hogares mismos, y sobre la necesidad de llevarlos, en caso de enfermedad, a un lugar seguro
– el hospital – para que pudieran ser atendidos, ya que sus madres por ignorancia y pobreza
no podían cuidarlos adecuadamente” 43.
Como puede verse, la mortalidad infantil se debía en gran parte a las precarias condiciones
higiénicas en que vivía la población, al igual que a la pobreza y la ignorancia. Los niños tenían
pocas esperanzas de vida al nacer, la mitad de ellos moría antes de cumplir el primer año de
vida. Las condiciones de insalubridad, desnutrición y hacinamiento en que vivía la mayor parte
de la población, servían de caldo de cultivo a todo tipo de enfermedades que atacaban en
primera instancia al débil cuerpo del niño. Se dice que el agua y la leche eran verdaderos
venenos para los infantes, ya que estaban supremamente contaminadas.
En los primeros años del siglo XX aparecen los pabellones especiales para el cuidado de los
niños en hospitales como San Juan de Dios y la Misericordia, que se sostenían en gran parte
por la caridad de los ricos, y que trataban de dar un tratamiento más especializado al niño,
que hasta entonces, cuando era llevado a un centro asistencial, era mezclado con los adultos
de todas las condiciones lo cual hacía que se contagiara y muriera más fácilmente.
42
43
Pachón Ximena y Cecilia Muñoz, La niñez en el siglo XX, Bogotá, Planeta, 1991, pág. 49.
Ibíd., pág. 43.
Podría decirse que la medicina fue abanderada en nuestro país de la causa por el derecho a
la vida del niño, reclamando unas condiciones mínimas de crianza y tratando de sacar a las
madres de la terrible ignorancia en la que se encontraban y que hacía tanto mal a los
menores.
En este sentido, haciendo una verdadera cruzada, los médicos recomendaban el que el niño
no durmiera con los padres, el que no durmieran tantos niños juntos, el que las camas fueran
seguras, con barandas, ya que muchos morían por caídas, el hervir bien la leche y el agua, el
hábito del calzado, en fin, recomendaban una y mil cosas que ahora nos parecen triviales,
pero que para la época no tenían ningún valor práctico, poniendo en peligro la vida de miles
de niños.
De otro lado, el abandono de niños recién nacidos era bastante frecuente. Los niños eran
arrojados en los basureros, los potreros, las alcantarillas y las quebradas. La mayoría eran
hijos de empleadas del servicio o de mujeres obreras que alegaban no poder mantenerlos.
Muchos morían, otros eran llevados a instituciones en las que las monjas prestaban sus
servicios. Otro grupo numeroso de niños, vagaba por las calles, caso concreto de Bogotá,
dedicados a la mendicidad o el robo y ganándose el apelativo de “gamines”.
Ahora bien, en términos de lo social y cultural, el país, a principios del siglo XX se regía por
los principios de la religión católica y los ideales militares heredados de las frecuentes guerras
que se habían dado en el país y que habían acabado por impregnar toda la vida de la época.
Así, el orden y la disciplina militar eran copiados al interior de la escuela y la familia. En las
escuelas, la disciplina era férrea, los castigos eran frecuentes y la voz del maestro resonaba
fuerte e inapelable, era la autoridad que debía acatarse sin ninguna objeción. Valga la pena
recordar que el maestro gozó de un gran status social que lo ubicaba por encima de otros
oficios, pues él era un referente social, un ejemplo a seguir.
Al interior de la familia, la voz del padre era incuestionable, detentaba toda la autoridad a la
que debían someterse los hijos y la madre, de manera ciega. Sobra decir que el peso de la
crianza y cuidado de los hijos recaía totalmente en la madre.
En general, al niño se le negaban muchas posibilidades, ya que el sometimiento exagerado a
la autoridad de los adultos, castraba sus potencialidades, la excesiva disciplina lo mantenía
constreñido, ajustándose a la fuerza a un ideal impuesto por los otros. Era esta una manera
de negarlo, de no reconocerlo como sujeto, de aniquilarlo psicológica y socialmente, de
asesinar su libertad y dignidad, confinándolo en un rincón de la casa y de la sociedad, sin
posibilidad de hacerse escuchar.
El niño tenía así, pocas posibilidades de desarrollarse de una manera mínimamente sana, en
un mundo en el que parecían un extraño, en el que no era reconocido, un mundo que le daba
maltrato, abandono y muerte prematura, un mundo al que parecía no importarle su dolor y
sufrimiento.
Como puede verse, la situación no fue buena para el niño en el siglo pasado, como no lo es
para la mayoría en el presente. Hay que recordar aquí que en nuestro país, como en todos los
otros, y en todas las épocas, se han manejado siempre dos discursos frente a la infancia, uno
que predica cosas maravillosas y otro que se pone en práctica, es decir, una cosa es la teoría
y otra lo que se practica, lo que los hechos muestran.
Veamos ahora cuál era el concepto de niñez que se tenía en el siglo pasado:
“ El niño era fundamentalmente “un don de Dios”, y su origen divino hacia que cualquiera
rechazo fuera considerado un “sacrilegio”. Ese ser de origen divino venía, sin embargo,
cargado de “malos impulsos” que había que “dominar con ternura pero con firmeza” y frente a
quien no había que claudicar pues cualquier triunfo en ese sentido lo llevaría a su desgracia.
Aunque el niño era responsabilidad de los padres, era a la madre a quien se le dirigían, casi
siempre, los consejos de cómo tratarlo” 44.
Las consideraciones anteriores llevaban a que se recomendara una crianza con poca ternura,
ya que el afecto excesivo dañaba a los niños, tornándolos indisciplinados o amanerados;
igualmente, un exceso de rigidez, podía volverlos indiferentes frente a los padres.
El niño no era visto como un ser independiente, con una personalidad propia, sino como una
proyección de los padres, quines lo moldeaban a su manera, lo hacían semejante a ellos
labrando su carácter poco a poco, con disciplina y cuidado.
Tenemos así configurada una concepción de la infancia en la que parece converger la teoría
freudiana y la visión cristiana. Por un lado, el niño es considerado un ser en el que se alojan
malas pasiones, impulsos perversos y deseos violentos a los que hay que ponerle freno. Por
el otro, se hablaba de que el niño era “puro”, “inocente” , criatura maravillosa.
En este sentido, puede decirse que en nuestro medio, la educación contribuyó enormemente
a formular un tipo de ideal de niño en el que se pretendía acomodar a todos los infantes. A
partir de las ideas de pedagogos, filósofos y literatos se estructuró desde las aulas una
concepción particular sobre el niño y una visión sobre la infancia como período:
“ Para la educación el niño era un ser concebido como moldeable , como objeto posible de
organizarse en un todo coherente y sano que le asegurara su buen funcionamiento dentro de
la sociedad. Con esto se garantizaba que la sociedad evolucionara bien, siempre y cuando se
actuara antes de que hubiera desarrollado los vicios incorregibles que hacían imposible
cualquier intervención de los maestros. La necesidad de adecuar la educación y a las
habilidades de los alumnos exigía la domesticación del niño, hacer de él un ser bueno con
voluntad fuerte, amante de lo bello y de la verdad; un ser perfecto... Consideraban que el niño
llegaba al mundo con taras físicas y morales que podían ser corregidas a través de la
educación; decían que el niño tenía un cerebro maleable y que por lo tanto el educador podía
44
Ibíd., pág. 366.
modificar y así atenuar las tendencias hereditarias. Mediante la educación se podía desarrollar
y mejorar las cualidades morales, disciplinar a los alumnos y formar caracteres enérgicos” 45.
La cita es extensa, pero muy ilustrativa de la situación educativa del niño para la época.
Tenemos aquí esbozados planteamientos que han estado presentes en la educación
colombiana hasta nuestros días. Dada esta imperfección natural del niño y esa enorme
capacidad de moldeamiento, al maestro se le dio la gran responsabilidad de enderezar tal
criatura, de llevarla por el camino del bien y la utilidad social.
Así como en nuestra época abundan las publicaciones que tratan sobre cómo criar a los
niños para que crezcan libres de complejos y temores, o para que no caigan en las drogas o
el alcoholismo, a principios del siglo pasado se editaban revistas y boletines, y se publicaban
libros en los que se orientaba a las madres en la crianza de los hijos, habitualmente, tales
publicaciones tenían una orientación cristiana o médica, ya que la Psicología no tenía el
renombre que tiene hoy.
Se pretendía a partir de consejos y sugerencias, cultivar en el niño ciertas cualidades y
erradicar los vicios indeseables. Se hacían sugerencias para que el niño no fuera mimado,
para que no se elogiaran sus malas palabras, para que no se le inculcara el sentimiento de
superioridad, para que no se le diera todo lo que pedía, se recomendaba, al contrario, mucha
autoridad en el hogar.
Digamos que en general, había un múltiple interés en sacar de ese niño imperfecto un ser
acabado, amoldado y acorde con un ideal preestablecido. Es posible que muchas veces, las
cosas no salieran tan bien como se las pensaba, pero se apuntaba siempre al éxito y se
alentaba, principalmente a las madres y los maestros para que emprendieran la labor con
convicción.
Ha sido este una panorama rápido sobre la historia de la infancia en nuestro país, quedan
muchos puntos por fuera, pero es imposible tocarlos todos. Podría decirse que en la
actualidad las cosas no han cambiado mucho. Los periódicos dan cuenta diariamente de que
sigue existiendo el abandono, el maltrato, el infanticidio, la exposición. Igualmente, son
millones los niños que viven en la miseria absoluta, sin acceso a la educación, sin condiciones
mínimas de salubridad y por ende de salud, sin derecho a nada, sólo a una muerte temprana.
Todo esto, a pesar de una supuesta legislación que le ha reconocido muchos derechos a los
niños, demasiados, critican algunos. En fin, esta es la historia, a cada uno nos corresponde el
intentar desviar sus caminos hacia una meta mejor, meta en la que el niños sea en realidad el
primero en acceder a una vida digna.
45
Ibíd., pág. 371.
NO RECONOCIMIENTO
ABANDONO
EXPLOTACIÓN
COLOMBIA
NIÑO
MISERIA
MALTRATO
EXPOSICIÓN
INDIGENCIA
GRÁFICO N° 19. Situación del niño en Colombia siglo XX y XXI
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GLOSARIO
BÁQUICAS: Celebraciones que se hacían en Grecia a en honor de Baco, dios del vino. En
ellas se bailaba y cantaba sin descanso.
ESTAGIRITA: Natural de Estágira, ciudad de la antigua Grecia.
FILOESPARTANISMO: Amor y admiración hacia la ciudad de Esparta y todo lo que en ella
se hacía.
ILUSTRACIÓN: Movimiento intelectual europeo que se dio en el siglo XVIII se caracterizó
por el racionalismo y la confianza en el progreso a través de la ciencia y la razón.
LAR: Cada uno de los dioses protectores del hogar doméstico en Roma.
MISOGINIA: Aversión o desprecio hacia las mujeres.
MONACAL: Relativo al género de vida de loa monjes o monjas.
PAIDOCRACIA: Poder exagerado de los niños al interior de la familia o de una sociedad
determinada.
PATERFAMILIAS: Padre romano que tenía derecho absoluto sobre sus hijos, pudiéndolos
vender como esclavos, matar o encarcelar por sus deudas.
RENACIMIENTO: Movimiento literario, artístico y científico que tuvo lugar en Europa en los
siglos XV y XVI, basándose en gran parte en la imitación de la antigüedad.
RETÓRICA: Conjunto de procedimientos y técnicas que permiten expresarse correctamente
con elocuencia.
SECULARIZAR: Quitar a las cosas o instituciones el carácter religioso, dejándolas fuera del
dominio del clero.
TAIGETO: Macizo montañoso de Grecia, en cuyos montes solían dejarse abandonados los
niños con deformaciones para que fueran devorados por las fieras.
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