Narraciones jurídicas y conflictos territoriales en la Alta y Media

Anuncio
Narraciones jurídicas y conflictos territoriales en la Alta y Media Guajira: El proceso
de reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas wayúu de 1960 a 1990
CAMILA ANDREA SANTAMARÍA CHAVARRO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
HISTORIA
2010
Narraciones jurídicas y conflictos territoriales en la Alta y Media Guajira: el proceso de
reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas wayúu de 1960 a 1990
CAMILA ANDREA SANTAMARÍA CHAVARRO
Trabajo de Grado para optar por el título de historiadora.
Director
OSCAR HERNANDO GUARIN MARTINEZ
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
HISTORIA
2010
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
Introducción ---------------------------------------------------------------------------------------------- 4
Capítulo I:
Narraciones jurídicas en torno a los territorios indígenas en Colombia durante el siglo
XX. ------------------------------------------------------------------------------------------------------- 15
1. El derecho como un género literario ------------------------------------------------------- 15
2. Breve contexto de la naturaleza jurídica de los territorios indígenas ------------------ 18
3. La novela en cadena: periodización de las narraciones jurídicas a lo largo del siglo XX
---------------------------------------------------------------------------------------------------- 20
Capítulo II:
El espacio geográfico de la Guajira, concepciones territoriales confrontadas ---------- 48
1. El paisaje estratégico -------------------------------------------------------------------------- 48
2. El territorio cultural wayúu ------------------------------------------------------------------ 51
3. La disputa por el territorio: Recursos naturales e intereses económicos y ambientales
---------------------------------------------------------------------------------------------------- 66
Capítulo III:
Luchas indígenas por el territorio e indigenización del derecho.---------------------------- 76
1. Los wayúu: Una tradición de lucha --------------------------------------------------------- 76
2. Naturaleza jurídica de las tierras en la península de la Guajira para 1960 ------------ 80
3. Luchas en los años 80´s: el contrapoder indígena ---------------------------------------- 85
4. Las luchas en 1991: La indigenización del derecho ------------------------------------- 104
Conclusiones Generales ---------------------------------------------------------------------------- 114
Bibliografía -------------------------------------------------------------------------------------------- 118
3
INTRODUCCIÓN
Desde la Constitución de 1991, Colombia es un país que se concibe como un Estado
pluriétnico y multicultural, que reconoce los derechos territoriales de sus pueblos indígenas,
la autonomía de éstos en cuanto a la administración de justicia, sus derechos culturales, entre
otros derechos listados tanto en la Constitución, como en la jurisprudencia desarrollada por el
máximo tribunal constitucional de nuestro país, a saber la Corte Constitucional.
En este marco, tradicionalmente se ha tomado la Constitución de 1991 como punto de
referencia, como hito jurídico, en donde se ha reconocido por primera vez los derechos de los
indígenas. No obstante, el proceso de reconocimiento de estos derechos, y particularmente de
los territoriales, data de años anteriores y se refiere a un proceso más complejo que no puede
reducirse a una sola fecha, y que no puede entenderse únicamente desde el ámbito jurídico.
Este trabajo de grado busca entonces identificar el proceso histórico, tanto a nivel fáctico
como a nivel jurídico, que supuso el reconocimiento de los derechos territoriales indígenas en
el marco de una comunidad en particular, a saber la comunidad wayúu, ubicada en el norte de
Colombia, más específicamente en la península de la Guajira, en un periodo temporal
determinado: de los años 60 a los 90.
Así, para analizar este proceso, se toma como objeto de estudio el Resguardo de la Alta y
Media Guajira, primer resguardo indígena que se constituyó en el departamento, bajo la ley de
reforma Agraria de 1961. En este análisis se busca identificar el proceso de delimitación,
demarcación y constitución de este Resguardo, a partir de una identificación de las
narraciones jurídicas que rigieron el proceso, la identificación de los diferentes actores e
intereses que intervinieron y las luchas políticas y jurídicas que éstos desataron, para lograr
hacer valer sus posiciones.
Ahora bien, se elije una comunidad indígena en particular (los wayúu), teniendo en cuenta
que es imposible rastrear el proceso que se desarrolló, en las aproximadamente 80
4
comunidades indígenas existentes1 actualmente en Colombia y a su vez porque resulta de
particular relevancia estudiar el caso wayúu, tanto por razones de gusto personal, como por
razones de su importancia numérica, al ser ésta la comunidad indígena más numerosa que se
encuentra en nuestro país2.
En efecto, el interés por el análisis de esta comunidad y sus relaciones con el Estado, surgió
como consecuencia de una serie de viajes realizados a la Guajira en los años 2005 y luego
2007, en donde se obtuvo una gran variedad de información referente a la cultura, historia y
tradición wayúu. Sin embargo, estos viajes realizados a diferentes rancherías, permiten
constatar que sería ingenuo hoy en día comprender al indígena, como miembro de una
comunidad suspendida en el tiempo, totalmente aislada del mundo moderno, que guarda sus
tradiciones intactas, como si se tratara de una comunidad estática y un museo viviente
resguardado en el desierto guajiro, desde la época precolombina.
Si bien es cierto, se trata de una comunidad que goza de una evidente fortaleza cultural, pues
eso es lo que la define finalmente como indígena, también es cierto que esta comunidad a su
vez ha tenido que relacionarse con los ―alijunas‖3, de forma que ha tenido que diseñar
mecanismos de comunicación pero también de protección, entre otras razones para defender
su territorio. Así, surge entonces el interés de entender las relaciones entre wayúus y arijunas,
en el plano de los derechos territoriales.
Es por esta razón, que no se trata de realizar un trabajo etnográfico de la comunidad wayúu,
pues sobre este aspecto ya existen una gran variedad de estudios. Lo interesante en cambio es
determinar las narraciones jurídicas que se construyeron sobre la comunidad indígena y cómo
los wayúu hicieron uso de estas narraciones para luchar por su territorio, exigiendo en este
sentido el reconocimiento legal del Resguardo de la Alta y Media Guajira. Si bien, en el
1
DANE. Departamento Nacional de Estadística. Censo nacional de población de 2005. www.danegov.co.
Recuperado el 30 de diciembre de 2009.
2
DANE. Departamento Nacional de Estadística. Censo nacional de población de 2005. www.danegov.co.
Recuperado el 30 de diciembre de 2009.
3
Palabra en wayunaiki, que los indígena wayúu utilizan para referirse al hombre blanco, que no es wayúu, ni es
indígena.
5
transcurso de este análisis es inevitable referirse al aspecto cultural y etnográfico de lo
wayúu, éste no es el objetivo final de este trabajo de investigación.
Así, lo que se busca es determinar el proceso de constitución del Resguardo de la Alta y
Media Guajira, y por ello identificar los criterios que determinaron y que se tuvieron
presentes, a la hora de decidir cuál era el territorio que debería ser protegido bajo la
institución jurídica de Resguardo, a favor de la comunidad indígena wayúu. ¿Por qué, por
ejemplo, se excluyeron del Resguardo Indígena, las costas
guajiras, Manaure y sus
alrededores? ¿Por qué, por ejemplo, se incluyeron en cambio, Uribia y sus alrededores?
¿Cuáles fueron los actores que determinaron la construcción de este Resguardo y que
intereses tenían?
Así, más que una descripción de toda la península, lo que se busca es analizar el proceso de
definición de la frontera del Resguardo de la Alta y Media Guajira, su proceso de delimitación
y los conflictos que surgieron entre indígenas y otra actores, en el proceso de determinación
de esa frontera, los focos de luchas en ese territorio y las herramientas jurídicas que se
utilizaron en esas luchas, en el marco de las reivindicaciones territoriales indígenas.
En suma, en este proceso de análisis se recurre a herramientas de la Historia, para identificar
los procesos sociales y de lucha, de la Geografía, en tanto ciencia, para identificar las
percepciones territoriales y la delimitación del territorio por parte los diferentes actores
involucrados en este proceso, y finalmente del Derecho, para señalar las diferentes
narraciones jurídicas que rigieron todo este proceso y las herramientas jurídicas que utilizaron
los actores en su lucha por el territorio.
A su vez, se elije el periodo histórico que transcurre de los años 60 a 90, pues este periodo
temporal es el que marca una transición y un cambio en la forma en que se maneja el asunto
de las tierras indígenas, y por ello de las narraciones jurídicas. Así, durante estas décadas se
pasa de una política integracionista del indígena propia del Estado liberal, hacia una política
de reconocimiento de lo étnico y de los derechos indígenas, propia de un Estado multicultural,
6
lo que vislumbra un cambio de tratamiento de lo indígena, desde los ojos del Estado y del
derecho.
Ahora bien, del análisis particular del proceso que se vive en la Guajira se puede plantear la
siguiente hipótesis:
Pese a que las narraciones jurídicas que se construyen en torno al territorio indígena en
Colombia a lo largo del siglo XX, dan cuenta de una progresiva y paulatina transformación
hacia el reconocimiento de sus derechos, ello no es el resultado de un sentir altruista por parte
del legislador y del Estado. Por el contrario, los procesos fácticos que se surten detrás de esas
narraciones jurídicas, dan cuenta de contextos conflictivos entre diferentes actores con
intereses encontrados, en donde las comunidades wayúu no han permanecido pasivas y en
donde éstas, por el contrario optaron por ―indigenizar‖ las herramientas jurídicas y políticas
brindadas por el Estado, es decir se apropiaron y resignificaron las leyes a su favor, para
reivindicar la preservación de sus tierras y salir fortalecidas, lo que evidencia un interesante
proceso de resistencia y reconstitución cultural y jurídica de las comunidades wayúu en este
proceso.
A lo largo de este trabajo se trabajan varias categorías conceptuales de relevancia:
En un primer momento resulta importante tener presente el concepto de narración jurídica,
como forma particular de entender las normas jurídicas y las sentencias de los tribunales y
jueces.
Desde el punto de vista del movimiento derecho y literatura, se parte de la idea que el derecho
puede entenderse como un género literario. Así, de toda la gama de argumentos posibles que
la ficción puede imaginar, la sociedad selecciona un tipo específico de trama y lo convierte
en un relato jurídico (una norma) bajo una formulación imperativa, permisiva o prohibitiva,
asignándole una sanción. Luego, ante los tribunales ese relato jurídico (norma) continúa
siendo rebatido, asumido o modificado (interpretado) por unos actores (personajes
protagonistas), de modo que el relato jurídico regresa de nuevo al terreno de la narración
literaria en la que se originó. El derecho es entonces un complicado juego de espejos
7
(tradiciones, interpretaciones, historias políticas…) en donde se hace difícil distinguir cuál es
el discurso de la ficción y cuál el de la realidad4.
Por otro lado, es de relevancia el concepto de espacio geográfico, en la medida en que se
constituye en la base material, sustrato o materia prima del territorio o la realidad material
preexistente a toda concepción acerca del territorio, por tanto el espacio tiene una relación de
anterioridad
respecto al territorio, es su potencialidad o el campo de posibilidades del
mismo.5
Sobre este espacio geográfico, se constituye entonces la categoría de territorio6, más
específicamente la de territorio cultural, es decir aquel espacio ocupado, apropiado y
significado por una determinada comunidad o pueblo, dentro de cual se desarrolla un mundo
de relaciones vitales con sentido definido, que son esenciales para su existencia como
conglomerado humano. En este mismo sentido Ovidio Delgado, afirma cómo la categoría de
territorio se refiere a la idea de ―la tierra que pertenece a alguien‖, es decir que el concepto
tiene de fondo un sentido de ―apropiación cultural‖7.
Desde esta lógica, la noción de territorio de la comunidad wayúu, es algo que va más allá del
espacio geográfico ocupado, algo más trascendente que un mero medio de producción. Como
bien lo describe Luis Guillermo Vasco, éste abarca el conjunto de muy diversas relaciones
mediante las cuales se apropian, utilizan y piensan dicho espacio. Se trata entonces de un
territorio definido por formas de ocupación y poblamiento, modos de apropiación a través de
formas de trabajo, autoridad y pensamiento, divisiones internas, fronteras y sitios históricos y
de otra índole, actividades que sobre él se desarrollan, modalidades de recorrerlo, creencias y
concepciones asociadas, todo ello constituye ese vasto conglomerado de relaciones sociales
que hacen de un espacio sobre la tierra, el territorio de una sociedad en un momento de su
4
Talavero, Pedro. Derecho y literatura. Ed. Comares. 2005. P. 9
Martínez, Ubárnez Simón y Hernádez Guerra, Ángel. Territorio y ley en la sociedad wayúu. 2005, Riohacha,
Guajira. P. 21.
6
Ibidem. P. 24.
7
Delgado Mahecha, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 2003. P. 18
5
8
historia, siendo éste uno de los elementos básicos de su identidad. Ello explica cómo los
indígenas no luchan por un pedazo de tierra, por ser éste un medio de producción, sino que
reivindican su tierra, como espacio específico que constituye su territorio y la raíz de su
existencia, con la cual se han relacionado históricamente8.
En esta misma lógica, Alcida Ramos, de la Organización Sociedades Indígenas ha definido el
territorio indígena como un ―recurso sociocultural de las comunidades, que es mucho más que
un medio de subsistencia, en la medida en que representa el soporte de la vida social y está
directamente ligado al sistema de creencias y conocimiento de la comunidad‖9.
Ahora bien, en otro nivel, el territorio se vincula estrechamente a los proyectos y estrategias
políticas de los movimientos y organizaciones indígenas, y es en este ámbito en el que se
habla de territorialidad, en el marco de las demandas indígenas por su territorio. Se trata de
un proceso activo, una dinámica de apropiación simbólica y material, la caracterización de un
territorio en un proceso histórico determinado. Raffestin, ha dicho que la territorialidad se
conforma a partir de relaciones sociales entre distintos actores, las que son mediatizadas por el
territorio y pueden ser simétricas o asimétricas10. En efecto, las relaciones de los grupos
humanos con el territorio, es decir, sus territorialidades, pueden estar compuestas de un
sentido de identidad espacial, un sentido de exclusividad territorial y una compartimentación
de las interacciones de los sujetos con un territorio determinado. Pero esas relaciones se
complejizan cuando las territorialidades de un grupo se interceptan con las de otros grupos11.
Es entonces este enfoque, el punto de partida para comprender la construcción de la
territorialidad wayúu y los conflictos con otros actores interesados en éste, lo que supone un
choque entre diferentes territorialidades.
A su vez no es posible desconocer el amplio sentido político y estratégico que supone la
construcción de la territorialidad indígena. Los movimientos indígenas focalizan gran parte de
8
Vasco Uribe, Luis Guillermo. Entre Selva y páramo. ICANH, Bogotá, 2002. P. 204.
Cárdenas, Marta. Ed. Reconocimiento y demarcación de territorios indígenas en la Amazonia. Ed. Cerec.
Bogotá, 1993. P. 284.
10
Citado en Delgado Mahecha, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea p.144
11
Bello, Álvaro. Etnicidad y ciudadanía en América Latina. La acción colectiva de los pueblos indígenas.
Cepal, 2004. P. 100.
9
9
sus discursos y acción colectiva con arreglo a códigos o símbolos culturales y por ello la
cultura juega un papel central en sus reivindicaciones. Como bien lo plantea Rappaport, en
sus demandas, los movimientos indígenas definen ―emblemas de identidad‖, íconos tales
como la tierra y el territorio, la cosmovisión, la lengua o su apego a la naturaleza y los utilizan
como medio de contraste y diferenciación con respecto a sus antagonistas. En este sentido, es
usual que estos movimientos reinventen la tradición, recuperen el pasado para proyectar el
presente y el futuro. Se trata entonces de un proceso y una estrategia común, que constituyen
una estrategia política. 12
Así, Joanne Rappaport propone entonces el estudio de los movimientos de reivindicación
indígena desde ―el uso político de la memoria‖. La autora plantea como los pueblos indígenas
en sus discursos de reivindicación reformulan su propio conocimiento histórico como un arma
para enfrentar su situación de subordinación social. Por ello la historia de los pueblos
indígenas relacionada con el espacio físico, no es estática y neutral sino que cumple a su vez
una función de herramienta política en el marco de las reivindicaciones y por ello relacionada
con el presente13.
Por último es de especial importancia la categoría de reconstitución étnica, planteada por Polo
Acuña, que tiene plena validez en el proceso estudiado. Según este concepto, en los diferentes
procesos de conflicitividad que se presentan entre los wayúu y los ―arijunas‖, los primeros
toman herramientas propias de los segundos, para salir fortalecidos. Así pues, los intentos de
dominación y aculturación, no implican necesariamente la degradación de la cultura, sino que
por el contrario los wayúu toman estas mismas herramientas adaptándolas y fortaleciendo su
propia identidad14.
La wayúu no es entonces una sociedad estática, ahistórica, cuyas relaciones con los arijunas
suponen una inevitable degradación cultural, sino que se trata paradójicamente de un
contradictorio factor positivo. De ello es claro ejemplo el derecho, situación en la que los
12
Ibidem. P 41.
Rappaport, Joanne. La política de la memoria: Interpretación indígena de la historia en los andes
colombianos. Universidad del Cauca. Cali, 2002. P.42.
14
Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). Uniandes,
Bogotá, 2005. p 25.
13
10
indígenas toman las leyes de los ―alijunas‖ adaptándolas a sus propias necesidades y en su
beneficio, generándose así un interesante proceso de ―indigenización del derecho‖.
Respecto a la metodología, para la realización de esta investigación se utilizaron gran
variedad de fuentes:
Fuentes Primarias:
Para el análisis de las narraciones jurídicas y de ―la novela en cadena‖15 frente al indígena y
su territorio, se recopilaron diversas leyes que regularon el tema durante la época estudiada.
Para ello, fue necesario remitirse a la exposición de motivos, y las ponencias de cada uno de
los congresistas que presentaban estos proyectos de ley, como medio para determinar las
narraciones inmersas en esas normas. Estas fuentes fueron encontradas, en su gran mayoría en
el Archivo del Congreso.
A su vez, se buscaron las sentencias de la Corte Suprema de Justicia, que para la época era el
tribunal encargado de fallar los temas relativos a ―baldíos‖, en donde estaban ubicadas las
comunidades wayúu. También las sentencias de la Corte Constitucional pertinentes, en la
medida en que este es el tribunal encargado de fallar, desde 1991, los temas relacionados con
grupos étnicos y derechos fundamentales. Se busco identificar en estas sentencias, las
narraciones jurídicas, la forma como las Cortes interpretaban y reinterpretaban las normas
expedidas, y contribuían a la construcción de una determinada novela en cadena respecto al
indígena y su territorio.
Por otro lado, para identificar las concepciones territoriales en la Guajira, en especial, de la
cultura wayúu y su territorio, se hizo trabajo de campo. En 2005 y 2007, se realizaron dos
viajes a la Guajira, en donde se hicieron entrevistas a algunos habitantes del Cabo de la Vela y
de la Makuira. En estos lugares se buscó identificar los principales lugares sagrados, de
importancia histórica y cultural, así como los criterios de apropiación del territorio y las
relaciones de los wayúu con los arijunas. En este punto, también se recurrió a mapas
culturales y fuentes primarias que se encontraron en los centros de documentación del ICANH
15
Ver capítulo I.
11
y de la ONIC. Por último, en este punto también fueron determinantes los mapas del IGAC,
relativos a los resguardos en la Guajira y mapas sobre los recursos naturales de esta península.
Para el análisis del proceso de delimitación, demarcación y legalización del Resguardo de la
Alta y Media Guajira, se recurrió principalmente al archivo del INCORA, entidad encargada
para la época, de llevar a cabo el proceso de constitución de los resguardos indígenas, entre
éstos el Resguardo de la Alta y Media Guajira.
En este archivo, fue posible encontrar el expediente de constitución del Resguardo de la Alta
y Media Guajira, en donde se archivaron las múltiples cartas enviadas por los líderes wayúu a
los diferentes funcionarios del INCORA, en aras de impulsar el proceso de constitución del
Reguardo. En estas cartas los indígenas exponían sus principales peticiones, recursos e
inconformidades, lo que es una muy buena fuente para identificar las luchas de los indígenas
en este proceso y la respuesta del Estado frente a estas solicitudes. A su vez, en este mismo
sentido, se buscaron sentencias referidas a los pleitos que se surtieron entre indígenas y
actores interesados en su territorio, particularmente ante la jurisdicción ordinaria.
Por último, se recurrió a la prensa, pues principalmente en el Heraldo y el Espectador,
quedaron registrados los conflictos entre indígenas y el Estado, en particular en el caso de las
Salinas de Manaure y el Cerrejón.
Fuentes secundarias:
Ahora, como medio para complementar todo este trabajo de fuentes primarias, se recurrió a
diferentes fuentes secundarias a lo largo de este proceso. Por un lado, se tomaron los escritos
de investigación de personas defensoras de la causa wayúu: este es el caso de Remedios
Fajardo, líder wayúu, y otros investigadores como Socorro Vásquez, Hernán Darío Correa,
María Isabel Acosta, entre otros, quienes adoptan en sus investigaciones un enfoque más
―cultural‖, a la hora de analizar los conflictos en los que participaron los wayúu, en su lucha
por el territorio.
12
Por otro lado, se tomaron publicaciones de diferentes entidades del Estado, es el caso de las
publicaciones de Planeación, del Comité de Asuntos Indígenas del INCORA, el DANE, el
Ministerio de Gobierno, Ministerio de Justicia y de Derecho, como herramienta para
identificar la política institucional que se desarrolló respecto al tema.
Por último, se tomaron otras publicaciones en donde se realizaba un análisis más
―económico‖ del tema, poniendo de presente la importancia de la Guajira y sus recursos,
desde un punto de vista financiero y la importancia de la explotación de esas riquezas en el
marco del desarrollo económico colombiano: Este es el caso de los escritos de economistas
tales como Clemente Forero Pineda y el administrador, Fernando Guerrero Suárez, así como
investigaciones realizadas por el Banco de la República sobre la historia de Manaure y las
salinas y su importancia desde el punto de vista económico, por ser esta la entidad encargada
de administrar dichas salinas.
En suma, luego de tener claridad respecto del objeto de estudio, se pasa entonces a
analizar el caso concretamente. Para ello el trabajo de grado se articulará a partir de tres
capítulos.
El primero de ellos se interesa en analizar las narraciones jurídicas que se han construido en el
derecho colombiano en torno a los territorios indígenas, capítulo que permite concluir cómo
en Colombia las narraciones jurídicas parecen variar de un completo desconocimiento e
invisibilización de los indígenas y su territorio, hacia un progresivo reconocimiento de sus
derechos territoriales.
Los capítulos II y III, buscan identificar cómo se aplican esas narraciones jurídicas en la
práctica, en el marco de una comunidad indígena en particular: la wayúu en el marco temporal
que transcurre de los años 60 a 90.
En este contexto, el capítulo II analiza el escenario en donde se desata la disputa por el
territorio, analizando los diferentes actores que integran el ―paisaje estratégico‖ de la Guajira,
e identificando sus particulares formas de apropiación territorial, intereses económicos,
13
culturales e históricos. En este escenario contienden territorialidades de indígenas, Estado,
multinacionales, particulares y proyectos turísticos y ambientales.
Por último el capítulo III, intenta analizar el proceso de constitución del Resguardo de la Alta
y Media Guajira de los años 60 a 90. Escenario en el que se busca identificar las luchas
políticas y jurídicas de los wayúu frente a otros actores, interesados en ese mismo territorio,
generándose en este sentido un proceso de ―indigenización del derecho‖, que da muestra de la
reconstitución étnica de esta comunidad.
14
CAPITULO I:
NARRACIONES JURIDICAS Y TERRITORIOS INDÍGENAS EN COLOMBIA
DURANTE EL SIGLO XX.
1. El derecho como un género literario
Partiendo del análisis del movimiento derecho y literatura16, en virtud del cual el derecho
puede ser visto como un género literario, y por ello las normas pueden ser leídas como si
fueran textos literarios, se parte de la idea de que en el derecho se actúa conforme y se
encuentran límites en las narraciones que se construyen de los sujetos.
Así pues, de toda la gama de argumentos posibles que la ficción puede imaginar, la sociedad
selecciona un tipo específico de trama y lo convierte en un relato jurídico (una norma) bajo
una formulación imperativa, permisiva o prohibitiva, asignándole una sanción. Luego, ante
los tribunales ese relato jurídico (norma) continúa siendo rebatido, asumido o modificado
(interpretado) por unos actores (personajes protagonistas), de modo que el relato jurídico
regresa de nuevo al terreno de la narración literaria en la que se originó. El derecho es
entonces un complicado juego de espejos (tradiciones, interpretaciones, historias políticas…)
en donde se hace difícil distinguir cuál es el discurso de la ficción y cuál el de la realidad17.
16
La relación entre derecho y literatura data de antaño, Balzac, Meville, Víctor Hugo, Kafka, entre otros
autores ya se habían interesado en el derecho como objeto de estudio o tema a tratar en sus textos literarios. Sin
embargo sólo hasta los años 70´s, especialmente desde el artículo de Ronal Dworkin ―How Law is like
literature‖ y ―The legal Imagination‖ de James Boyd White, los juristas y estudiosos del derecho se han
comenzado a interesar en las metodologías literarias y empezaron a preguntarse por la aplicación de las mismas
en el campo del derecho. Este movimiento surge en Estados Unidos, y según Posner a partir de la publicación de
estos dos artículos se constituye como disciplina autónoma.
En el movimiento conocido como derecho y literatura se han identificado tres enfoques: el derecho en la
literatura, en donde se analiza el derecho desde un punto de vista ―externo‖ al constatar como el derecho es el
tema central en muchos temas literarios que aportan reflexiones críticas sobre sus postulados normativos,
aplicación, origen e interpretación; el derecho de la literatura que se refiere al modo en que las leyes y la
jurisprudencia regulan los fenómenos relacionados con el ámbito literario y por último el derecho como literatura
que es el enfoque que se busca adoptar en este trabajo de grado, en donde se realiza un análisis del derecho
desde un punto de vista interno, reconociéndolo como un tipo particular de relato literario.
Carlos Peréz.
Derecho y literatura. En Isonomía N 24. Abril 2006. Revista de Teoría y Filosofía del derecho. UNAM.
Disponible en línea:
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/91348408909806384100080/021983.pdf?incr=1.
Recuperado el 10 de junio de 2010.
17
Talavero, Pedro. Derecho y literatura. Ed. Comares. 2005. P. 9
15
Este enfoque nos ubica entonces en la corriente actualmente denominada en Estados Unidos
―el derecho como literatura‖, en virtud de la cual se analiza el derecho desde un punto de
―vista interno‖, al considerar que el derecho es un tipo particular de relato literario. En este
sentido, en el derecho es posible identificar qué relatos o narraciones están siendo incluidas y
cuáles no, qué sujetos hacen parte de esos relatos y cuáles no18, qué derecho se le otorga a
cada uno de esos sujetos y cuáles derechos a su vez, le son negados.
Partiendo de este marco conceptual y teórico, se busca a continuación identificar el relato
jurídico que se construye en torno al territorio indígena en la legislación del siglo XX en
Colombia, de forma que se logre determinar: ¿Cuál es la narración que el derecho hace en
torno al territorio indígena y cómo evoluciona históricamente la misma, es decir cómo se
escribe y se reescribe esta historia? ¿En qué momento surge la narración jurídica de que ―el
territorio indígena debe ser protegido‖?
En suma lo que se busca concretamente es
reconstruir la ―novela en cadena‖19 planteada por Dworkin, que se ha construido, rebatido y
reconstruido del territorio indígena en Colombia a lo largo del siglo XX, haciendo énfasis
particularmente en el periodo que transcurre de los años 60 a 90.
Ahora bien, el análisis del derecho como un texto literario, tiene una razón de ser
determinada: Según las reflexiones de Bourdieu, el derecho- o mejor las narraciones jurídicas
en nuestro caso-, es una forma de violencia por excelencia, en la medida en que da forma a
prácticas que a partir de ese momento se reconocen como convenientes, legítimas,
necesarias20, y por otro lado prohíbe o bien invisibiliza otras prácticas que no resultan
pertinentes o se consideran innecesarias.
Se trata entonces de un cuerpo de textos que consagra una visión legítima, recta, del mundo
social. Así pues, las normas y también las sentencias proferidas por los distintos tribunales,
18
Pérez, Espinosa Beatriz. ―Narraciones en el campo jurídico‖. Universitas Ciencias Jurídicas y
Socioeconómicas‖ (N°108 - Diciembre 2004). Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Jurídicas.
P. 689-709
19
Dworkin asemeja el derecho a una ―novela en cadena‖, estableciendo la siguiente metáfora: un grupo de
novelistas (juristas) debe escribir una novela, elaborando cada uno de ellos un solo capítulo. Cada parte debe ser
escrita de forma que la novela sea homogénea, coherente y pueda considerarse como la mejor posible dentro de
su género. ( Cfr. R. Dworkin.‖Cómo el derecho se parece a la literatura‖ en La decisión judicial, PP 164- 172).
20
Bourdieu, Pierre. ―Elementos para una sociología del campo jurídico‖ en la la Fuerza del derecho. Ediciones
Uniandes. Bogotá, Página 219-220.
16
son actos de nominación o instauración, es decir enunciados performativos que pueden ser
vistos como actos ―mágicos‖, en la medida en que tienen la capacidad de hacerse reconocer
universalmente y por lo tanto lograr que nada, ni nadie pueda negar o ignorar el punto de vista
que imponen. Este derecho y en consecuencia las narraciones jurídicas, consagran el orden
establecido por el Estado, en donde se asigna a los actores del relato una determinada
identidad, un estado civil, un conjunto de poderes para usar los derechos que se le han
asignado, etc 21.
Esas normas y por ende esos relatos jurídicos, están caracterizados, como lo constata
Bourdieu, de una eficacia de enunciación creadora: ―El derecho es la forma por excelencia del
discurso actuante capaz, por virtud propia, de producir efectos‖22. En suma, las normas y
consecuentemente las narraciones jurídicas derivadas, contribuyen a imponer una
representación de la normalidad en relación con la cual todas las prácticas diferentes a las
narraciones implementadas, tienden a aparecer como ―desviadas, anormales o patológicas‖23.
Es por esta razón que resulta interesante analizar las narraciones jurídicas del territorio
indígena en particular, en la medida en que éstas posibilitan prácticas específicas sobre este
mismo territorio, narraciones que sin duda son variables y a veces contradictorias, debido al
carácter ―cambiante, poliforme, flexible‖
del derecho, como el mismo Bourdieu lo
reconoce24.
En suma, lo que se intenta determinar en este capítulo es la evolución histórica de las
narraciones jurídicas en torno al territorio indígena en Colombia durante el siglo XX,
haciendo énfasis en los años 60 a 90, para posteriormente evidenciar cómo estas narraciones
actúan en el terreno práctico, en este caso en particular en el Resguardo de la Alta y Media
Guajira, ubicado en el territorio que los wayúu reivindican como ancestral.
2. Breve Contexto de la naturaleza jurídica de los territorios indígenas
21
Ibidem p. 199.
Ibidem. P. 198
23
Ibidem P. 198.
24
Ibidem. P. 199
22
17
El periodo temporal elegido como objeto de estudio en este trabajo (años 60 a 90), ha sido
identificado por varios autores como una época en donde surge, el indigenismo moderno25, es
decir un momento crucial, en donde se replantean las relaciones entre Estado y comunidades
indígenas y en donde empiezan a surgir en el derecho, herramientas que buscan proteger a
estas comunidades, situación que antes estaba prácticamente ausente en la legislación
indigenista.
Así a manera de contexto, se describen brevemente las principales características de la
regulación de los territorios indígenas en los años que anteceden la época estudiada.
2.1 La institución colonial del resguardo indígena.
La figura del resguardo indígena, es una institución que data de la época de la Colonia,
particularmente de 158026. En efecto, frente a los excesos de los encomenderos y de la
violenta ocupación de los territorios indígenas de los Andes, se empezó a reconocer a los
sobrevivientes, tierras colectivas bajo el régimen de ―resguardos territoriales‖, que
correspondía a unas tierras sobre las cuales se expedía un título y que eran otorgadas bajo la
administración de un cabildo, nombrado por los mismos indígenas27.
Bajo un lenguaje de supuesta ―protección‖ de las comunidades indígenas, lo que en realidad
se buscaba mediante esta institución, era establecer una medida encaminada a proteger la base
social tributaria y la fuerza de trabajo necesaria para la producción de riquezas. A la vez que
mediante esta institución, se facilitaba la sedentarización de los indígenas para poder facilitar
el proceso de cristianización y civilización de esas comunidades. Así, a fin de liberar tierras
por una parte, y por la otra, conservar mano de obra, las comunidades indígenas eran
trasladadas desde sus lugares de asentamiento tradicional a tierras cada vez más alejadas de
los centros urbanos. Tierras marginales, delimitadas legalmente donde la población indígena
25
Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia. 1997. Desarrollo y
territorio. P.38.
26
Bohórquez Morán, Carmen Luisa. El resguardo en la Nueva Granada ¿proteccionismo o despojo?, Ed. Nueva
América. 1997. P. 34.
27
Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y
territorio. P.38.
18
quedaba supuestamente resguardada de los abusos de los encomenderos, pero desde donde,
sin embargo seguirían proveyendo la mayoría de los productos de la dieta básica de la
totalidad de la población28.
Así, esta figura poco contribuyó a la protección de los territorios: las segregaciones de tierras
y los traslados de los pueblos de indios fueron hechos comunes a todo lo largo del siglo XVIII
29
.
2.2 La era republicana.
La independencia y conformación de la República, que si bien eliminó los tributos que
pesaban sobre este sector de la población, trajo consigo nuevas agresiones a los territorios
indígenas.
El siglo XIX, es una época caracterizada por la llegada de las políticas liberales y ello supuso
la división de los resguardos territoriales, medida que se autoriza desde 1821, pues se veía
esta institución colonial como un obstáculo a las políticas del libre comercio de la tierra30.
Así los indígenas en esta época recurren a la defensa de los resguardos coloniales, como
únicos reductos del derecho sobre sus tierras, pues durante la era republicana muchos
resguardos fueron disueltos y liquidados y rematados a favor de particulares.
Esta etapa fue entonces el preludio de la expedición de una importante ley que rigió por más
de 100 años la cuestión indígena: la ley 89 de 1890. Ésta última intentó hacer menos drástico
el proceso de disolución de Resguardos Indígenas y reafirmar el papel de tutela y civilización
de las misiones religiosas, como bien lo demostraba su encabezamiento, en donde se indicaba
―La manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida
civilizada‖.
La ley 80 de 1890, otorgó sin embargo algunos derechos a los indígenas, lo que hizo que éstos
la adoptaran como medida de salvación frente a los terratenientes y latifundistas. En efecto,
28
Bohórquez Morán, Carmen Luisa. El resguardo en la Nueva Granada ¿proteccionismo o despojo?, Ed. Nueva
América. 1997. P. 34.
29
Ibidem p. 33.
30
Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y
territorio. P.34
19
ésta última creaba una legislación especial sólo aplicable a los indígenas, reconociendo de un
lado el régimen comunal de los resguardos y de otro lado, el gobierno propio a través de los
―pequeños cabildos‖.
Entre sus principales disposiciones establecía que el Cabildo debía: protocolizar los títulos y
documentos en un plazo de 6 meses, asignar solares y parcelas evitando que ningún indígena
casado o mayor de 18 años quedara excluido, impedir las ventas, arriendos e hipotecas de los
territorios.
Ahora, si bien la ley establecía disposiciones a favor de los indígenas, como aquellas que
disponían un mecanismo para que éstos reivindicaran los derechos territoriales sobre las
parcialidades que habían perdido por ―caso fortuito o mecanismo fraudulentos‖, al mismo
tiempo establecía mecanismos para dividir los resguardos, pues finalmente el objetivo último
de la ley, era la incorporación de los indígenas a la vida civilizada.
3. “La novela en cadena”: periodización de las narraciones jurídicas a lo largo del
Siglo XX.
En el análisis de la ―novela en cadena‖ que se desarrolla a lo largo del siglo XX, es posible
plantear una periodización particular, en donde se identifican 4 etapas diferentes: de 1900 a
1960, de 1960 a 1980, de 1980 a 1990 y de los años 90´s en adelante etapa que aún se está
concretando.
En la primera etapa, de 1900 a 1950, se acude a una continuación de la aplicación de la Ley
80 de 1890, pero únicamente respecto a sus artículos 30 a 40, es decir la en lo relativo a la
división de Resguardos. En este sentido las tierras ocupadas por los indígenas o bien eran
consideradas en su gran mayoría Baldíos, o bien si eran Resguardos coloniales, fueron
rápidamente divididos y disueltos, en virtud de las facultades otorgadas por los artículos 30 a
40 de la ley en mención, y de leyes posteriores que se desarrollaron en este mismo sentido.
En la segunda etapa, se expide la ley 135 de 1961, en donde se le otorga al INCORA la
administración de los territorios baldíos, y por ello la facultad de constituir reservas indígenas
y luego los nuevos resguardos a favor de las comunidades indígenas. De forma que se
vislumbra un primer intento por proteger los territorios indígenas pese a que se tratara aún de
20
una política ―integracionista‖. Desde este momento, se inicia el ―indigenismo moderno‖31
como lo han llamado algunos autores, etapa en la que se empieza a plantear una nueva
relación entre Estado e indígenas y por ende se marca un punto de inflexión en la historia
indigenista.
Luego, en la tercera etapa que inicia en los años 80, se empieza a concretar en la práctica esta
facultad otorgada al INCORA, de forma que las narraciones jurídicas de la época, dan inicio a
un proceso de demarcación, delimitación y legalización de los territorios indígenas, que
supone el reconocimiento de los derechos territoriales que los indígenas reivindicaban desde
época coloniales, bajo la figura del nuevo resguardo.
En la cuarta y última etapa, que inicia en los años 90 con la Constitución de 1991, se da inicio
a la constitucionalización de la cuestión indígena, proceso que implica el reconocimiento de
los derechos territoriales indígenas como derechos fundamentales, protegidos expresamente
por la Constitución Nacional, y el status del grupo étnico como sujeto de especial protección
constitucional, lo que da lugar al reconocimiento de una serie de derechos fundamentales a
favor de este grupo étnico, exigibles por vía de tutela.
A continuación se especifican cada una de las etapas y por ende de las narraciones jurídicas
de cada una de ellas.
3.1 De 1900 a 1950: Territorios baldíos y la política de división de resguardos.
La legislación de la primera mitad del siglo XX, no es más que una aplicación de la ley 80 de
1890, pero específicamente en lo relacionado con la política de división de Resguardos,
dejando de lado los artículos que de una u otra forma ordenaban la protección de las tierras de
los indígenas. En efecto, la ley 80 tuvo 100 años de vigencia, pues fue formalmente derogada
sólo hasta la expedición de la Constitución de 199132.
31
Ibidem. P. 38.
En efecto, el Consejo de Estado, a través de su sala de Consulta Civil en 1988, aún afirmaba: ―los resguardos
indígenas se rigen por la Ley 89 de 1890 y demás disposiciones contenidas en la legislación Indígena
Nacional‖32.
32
21
Así, las normas de la primera mitad del siglo XX, denotan como principal objetivo ―civilizar‖
al indio, integrarlo a la sociedad general, dado que éste se encontraba en un nivel menor de
civilidad, caracterizada por la barbarie, la vagancia y la sub-explotación de las tierras que
habitaba.
Es posible trazar a grandes rasgos la tendencia legislativa y jurisprudencial de la época,
teniendo en cuenta los siguientes puntos:
3. 1. 1. Baldíos y división de resguardos
Por un lado, los terrenos indígenas eran considerados por la legislación de principios
del siglo XX como terrenos baldíos, categoría jurídica que designa a ―aquellos bienes que no
tienen dueño conocido y que por ello pertenecen al Estado Nacional‖33.
Esta designación invisibilizaba totalmente la presencia indígena en la zona y a su vez
desconocía décadas e incluso siglos de posesión de terrenos ancestrales por parte de las
diversas comunidades indígenas que se encontraban a lo largo y ancho del país. En efecto, la
ley 55 de 1905 clasificaba los terrenos indígenas dentro de los ―bienes nacionales‖ y disponía
en su primer artículo ―La nación ratifica y confirma las declaraciones judicial y legalmente
hechas de estar vacantes globos de tierras conocidos como resguardos indígenas‖.
El hecho de nominar un terreno como baldío o vacante, tiene sus efectos ―violentos‖ según el
análisis de Bourdieu, en la medida en que esta categoría jurídica permitía prácticas como las
que la ley recuerda en artículos posteriores: Los terrenos indígenas serán cedidos por la
Nación a la municipalidad que tenga jurisdicción sobre los mismos34 y esta última estaba
facultada para venderlos en pública subasta, de forma que la compra por parte del rematador
de los mismos, sería reconocida como título legal de propiedad sobre esos terrenos35.
33
Ramírez. Gronda. Juan. Diccionario jurídico. Buenos Aires. P. 63.
Ley 55 de 1905 artículo 1 y Ley 32 de 1920 en donde se autoriza la cesión de los resguardos al Municipio de
Yumbo y se autoriza su venta en pública subasta.
35
Art 1. Ley 55 de 1902.
34
22
La Corte Suprema de Justicia, en el año de 1925, al plantearse la pregunta respecto de los
derechos que tenían los indígenas sobre su territorio, expuso cómo éstos no tenían pleno
derecho de dominio sobre sus tierras, pues aquellos que vivían en comunidad en los
denominados resguardos coloniales, no eran sino simples usufructuarios de los terrenos,
―Fuera del usufructo, los indígenas individualmente considerados no han adquirido, en
relación con los terrenos de resguardo (coloniales) otro derecho que el repartimento en
propiedad por estirpes o por cabezas cuando el legislador así lo ordene‖. 36
Por otro lado, la legislación indigenista de principios del siglo XX en su gran mayoría,
salvo muy contadas excepciones, se encaminó a procurar de forma violenta y acelerada la
división de los resguardos. La ley 80 de 1890, como ya se había anotado, establecía en sus
artículos 30 a 40 la facultad que tenía el Estado de dividir los resguardos, de forma que la
legislación de principios del siglo XX se limitaba básicamente a desarrollar y a poner en
práctica dicha facultad.
Como ejemplo, puede señalarse el proyecto de ley presentado por Camilo Muñoz O. y
Alfredo Garcés en septiembre de 1919 que posteriormente se constituyó como la ley 104 de
1919, y que establecía la división de algunos terrenos de resguardo, especificando el
procedimiento para ello. Esta ley señalaba que se debía llevar a cabo la división, aún de forma
forzosa, de manera que si los indígenas de una parcialidad37 ―estorbaban‖ la división de los
terrenos de resguardo, ―la mitad de éstos se venderá por lotes de conveniente capacidad en
pública subasta‖38.
Posteriormente, la ley 19 de 1927, continuaba con la política de división de resguardos y
especificaba el procedimiento para llevar a cabo esta tarea: la división se realizaba mediante
36
Corte Suprema de Justicia- Corte Plena- Bogotá, octubre 30 de 1925.Gaceta Judicial. Tomo XXXII, Números
1655 y 1656, Bogotá Febrero 16 de 1926.
37
La importancia del concepto es determinante. En efecto, mientras que en la legislación de principios de siglo
se utiliza la palabra ―parcialidades‖ a finales de siglo se habla de ―resguardos‖. La primera nació del empeño
llevado a cabo por los diferentes monarcas españoles de reducir a las poblaciones al elemento aborigen con el fin
de adoctrinarlo en la fe de Cristo, y la segunda por su parte surgió como fruto del esfuerzo realizado por los
mismos Monarcas dirigido a no dejar despojar al indígena de sus tierras: ―La primera ha de entenderse como
una entidad comunal compuesta por los indígenas de determinada región o población y la segunda, debe tenerse
como el terreno debidamente alinderado sobre el cual, la Parcialidad o comunidad de indios vive realizando
sobre él, todos los actos de su vida social‖. Dirección General de Integración y desarrollo de la comunidad.
Ministerio de Gobierno. El resguardo indígena ( su realidad y ley). Bogotá, 1971. P, 47.
38
Artículo 11, inciso 2 Ley 104 de 1919.
23
una Comisión especial a cargo de la Nación, la cual tenía la función de adjudicar los lotes
entre las cabezas o familias indígenas según la extensión y calidad de las tierras.
El indígena José Gonzalo Sánchez39, interpuso dos demandas de inconstitucionalidad contra
las leyes anteriormente reseñadas, por considerar que la división de resguardos atentaba
contra los derechos adquiridos desde tiempos remotos por los indígenas sobre las tierras. La
primera de ellas fue resuelta por la Corte el 30 de octubre de 1925 y la segunda el 19 de
noviembre de 1925.
En sus decisiones, la Corte declaraba exequible todas las normas en sus dos sentencias,
esgrimiendo exactamente los mismos argumentos: Si bien es cierto la legislación del siglo XX
no debía desconocer los derechos adquiridos de los indígenas sobre los terrenos ocupados, las
leyes en cuestión no vulneraban la Constitución política en su artículo 31, pues lo que había
hecho la legislación era reconocer derechos de los indígenas sobre las tierras, pero
sometiéndolas ―por altas consideraciones de orden público‖ a la división de los resguardos.
El objetivo de estas leyes no era más que dividir de forma equitativa y proporcional las tierras
entre sus miembros. En efecto ―la cesión a los municipios de terrenos de resguardos
indígenas, la declaración de estar extinta una parcialidad por causas legales, caben
perfectamente en las atribuciones del Estado, pues no se está atacando ningún derecho y da a
las tierras vacantes exactamente igual destino que les asigna la ley‖. Y recordaba la Corte,
para dejar claro su papel neutral en este asunto, ―Puede que desde algunos puntos de vista no
resulte conveniente esta política de división, pero lo relativo a la inconveniencia escapa a la
competencia de la Corte, corresponde al legislador determinar la política en estos asuntos‖40.
3. 1. 2. La finalidad y el imaginario detrás de esta narración.
39
José González Sánchez, era un indígena de Totoró famoso por ser uno de los principales compañeros de lucha
de Quintín Lame en los procesos de reivindicación de los territorios indígenas durante los primeros años del
siglo XX. Sin embargo, cuando empieza a decaer el movimiento Lamista frente a las nuevas corrientes de las
reformas agraristas, José González Sánchez decide sumarse a esta nueva tendencia.
En el proceso de la presente sentencia, José González actúa como Jefe y Apoderado General de las Tribus y
parcialidades de la Nación. Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia
1997. Desarrollo y territorio. P. 37.
40
Corte Suprema de Justicia.- Corte Plena- Bogotá- octubre 30 de 1925. Gaceta Judicial. Tomo XXXII,
Números 1655 y 1656, Bogotá Febrero 16 de 1926.
24
Una narración jurídica en donde el territorio indígena era concebido como ―baldío‖,
―vacante‖, y en donde se buscaba ejecutar la división acelerada de los resguardos indígenas
reconocidos en la época colonial, ―por altas consideraciones de orden público‖, como lo
manifestó la Corte, tiene su razón de ser.
Como se puede deducir de las normas de la época, así como de las diferentes exposiciones de
motivos de las mismas y de las sentencias, el indígena era concebido como un sujeto
perteneciente a un estado menos desarrollado de la civilización, el territorio que ocupaba se
interpretaba como amplias extensiones de tierras sub-utilizadas y por ello desperdiciadas, que
servían como refugio a la barbarie y a la vagancia.
Por ello la política de la época buscaba dividir los resguardos para procurar su integración a la
comunidad general y erradicar la categoría de resguardo reconocido en la Colonia.
Así, se buscaba garantizar el desarrollo económico y la productividad en estas tierras y
garantizar que el Estado colombiano se inscribiera en las sendas de la modernidad.
Estas eran en realidad las razones de ―orden público‖ esgrimidas por la Corte, que justificaban
una política de división de resguardos.
3. 1. 2. 1. El indio como perteneciente a un estado menos desarrollado de civilidad.
El indígena, a los ojos de la legislación era considerado como un ―incapaz legal41‖, por ello
para efectos del ejercicio de sus derechos, el ordenamiento lo asimilaba a los ―menores de
edad‖. Esta categoría tenía entonces unos efectos performativos importantes que se pueden
identificar en diferentes leyes:
El artículo 34 de la ley 19 de 1927 establecía que los indígenas no podían vender los lotes que
se les adjudicaran, durante los 15 años siguientes a la división del resguardo, sino con
41
La legislación colombiana presume la capacidad legal de todas las personas salvo las que expresamente sean
designadas como incapaces, es decir aquellas que si bien tienen la facultad de goce de los derechos que se les
reconocen, no tienen el derecho de ejercicio de los mismos, sino que deberán ejercerlos por medio de un
representante legal: este es el caso de los menores de edad, de los dementes, interdictos por disipación o
sordomudos y de los indígenas en la época analizada.
25
sujeción a las normas que aplicaban para la venta de bienes por parte de los menores de edad,
de forma que debían solicitar licencia judicial justificando utilidad o necesidad. Al obtenerse
la licencia, la venta se hacía en pública subasta42.
En esta misma lógica, el artículo 27 de la ley 81 de 1958 preceptuaba que ―los indígenas en
asuntos de Resguardos, que deban promover ante las autoridades, serán reputados como
pobres de solemnidad‖. Ello es entonces muestra de que la legislación los concebía en un
estado menos desarrollado de civilización y de entendimiento.
Con esta misma concepción, la exposición de motivos de esta misma ley, presentada por
Francisco José Chaux y Luis C.Iragorri, concuerdan con el argumento planteado:
―Nadie desconoce en el país la gravedad de los problemas social, económico y fiscal, que crea en varios
departamentos la existencia de parcialidades indígenas sometidas a un fuero que llamaremos
inferiormente privilegiado y a quienes corresponde, en una forma que puede calificarse de limitada e
43
informal, el dominio de extensas tierras conocidas con el nombre de resguardos‖ .
Según los senadores, el problema radicaba esencialmente en que esta institución
―secuestraba‖ prácticamente de la vida civilizada a los indígenas obligándolos a cultivar la
―ignorancia y proteger la barbarie‖ y especialmente los resguardos mantenían, según los
senadores, ―fuera del comercio enormes extensión de tierra que son hoy impenetrables e
inútiles, verdaderas zonas sin conquista, donde está prohibida la vida civilizada‖.
3. 1. 2. 2. La división como herramienta de integración de las tierras indígenas a la
comunidad nacional.
La idea de dividir los resguardos indígenas respondía entonces al objetivo de procurar la
incorporación y la integración de estos pueblos, al modelo de vida económico, social, cultural
y político del resto de la Nación. Como lo establecía el artículo 29 de la ley 19 de 1927, al
concluirse el proceso de división de un resguardo de indígenas, ―los miembros de la
42
La ley que aplica en estos eventos en la época es la Ley 89 de 1890, artículo 40.
Exposición de motivos. Proyecto de Ley ―Sobre división de Resguardos‖ Anales del Senado N° 7 Tomo 1,
Lunes 1 de Agosto de 1987.
43
26
parcialidad dueños del resguardo pasan a la condición común de nacionales colombianos, en
cuanto a las personas y en cuanto a los bienes‖.
Seguir protegiendo la institución de reguardo era por el contrario un absurdo, pues como lo
recuerdan los senadores antes mencionados, en su exposición de motivos de esta misma ley,
―perdura en nuestra República, la noción colonial, inaceptable en los Estados modernos de la
protección de los indígenas y de sus resguardos en donde se estrellan todas las corrientes del
comercio y del progreso‖.
Este último punto recuerda, cómo las consideraciones respecto a los territorios ocupados por
indígenas, eran meramente económicas y agropecuarias, en la medida en que las tierras que
ocupaban eran vistas como cualquier medio de producción que debía ser explotado de forma
eficiente y racional y por ello debían ser integradas al régimen general de la comunidad
nacional.
En suma, las normas analizadas que corresponden a la primera mitad del siglo XX,
dan cuenta de una finalidad específica, en virtud de la cual la legislación vigente estaba
interesada en construir al ―ciudadano‖ colombiano, incluyendo a los indígenas, de forma que
se buscaba su integración a la comunidad nacional y así aplicarles subsiguientemente la
legislación ordinaria, sin tener en cuenta en ningún sentido su particularidad cultural.
En este sentido, la aplicación de categorías jurídicas como ―incapaz legal‖, ―menor de edad‖
al indígena, y de ―baldíos‖ a sus territorios, dan cuenta por un lado de una determinada
narración jurídica que imperaba en la época y por otro lado, de las prácticas que este tipo de
categorías autorizaban en la práctica, es decir sus efectos performativos: la división de los
resguardos como medio para solucionar el estado de atraso y de menor civilidad en la que se
encontraban los indígenas y sus territorios, política que buscaba integrarlos a la sociedad
general y permitirles que gozaran de los beneficios de la modernidad.
3. 2. 1960-1980: El territorio indígena como medio de producción: la política de
Reservas indígenas y Unidades Agrícolas Familiares (UAF).
27
El año de 1960, marca un punto de inflexión importante en la cuestión indígena, pues desde
entonces se habla del indigenismo moderno, en la medida en que frente al proceso de
disolución y división de Resguardos que se venía dando, se postula en el ámbito de las
narraciones jurídicas, nuevas categorías que dan cuenta de un leve cambio de concepción en
las relaciones entre Estado e Indígenas.
En efecto, desde los años 60 ya no se presenta una discriminación de iure, o bien no se
consolida en las leyes un ataque expreso en contra de los resguardos con miras a su acelerada
división, sino que por el contrario en las normas se reconocen ciertos derechos territoriales
indígenas, pese a que el objetivo final era el mismo que en la época anterior: incorporar a las
comunidades indígenas a la comunidad nacional. En este sentido, la legislación opta por una
estrategia más sutil de integración, que se hace evidente a su vez en el lenguaje utilizado en
las normas y por ello en las narraciones jurídicas.
Las normas durante esta época manifiestan el esfuerzo de poner en la práctica un desarrollo
económico para las comunidades indígenas, como medio de integración. Para ello el Gobierno
colombiano llevo a cabo acciones significativas: varias comisiones fueron creadas y puestas a
trabajar en aras de darle capacitación técnica y financiera a las comunidades, diseminar los
principios del cooperativismo, llevando a cabo campañas de salud y educación e incluso
dando asesoría jurídica a los indígenas relativa a los conflictos de tierras y recursos
naturales.44
Así pues, sintetiza Fabián Díaz Aristizabal, abogado de la división Operativa de Asuntos
Indígenas de la Dirección General de Integración y desarrollo de la Comunidad, la finalidad
de la legislación de esta época:
―Se está pensando en conformar un número de seis comisiones más diseminadas por todo el territorio
nacional, con el fin de favorecer a los indígenas por medio del crédito supervisado, de asistencia técnica y
del establecimiento de centros o núcleos de capacitación que van a constituir en nuestro concepto la mejor
medida para civilizar a los indios y así ganarlos para ésta ―nueva‖ Colombia, con el fin de que algún día
44
Roldán Ortega, Roque. Indigenous peoples of Colombia and the law: A critical approach to the study of past
and present situations. Tercer mundo editores, Bogotá, Colombia, 2000. p14.
28
podamos decir que en nuestra patria ya no hay indios, ni salvajes porque los hemos integrado al desarrollo
45
nacional‖
3. 2. 1. El reconocimiento de los derechos territoriales indígenas
Es de anotar, en un primer momento la ley 31 de 1967, mediante la cual el Congreso Nacional
aprobó el Convenio Internacional relativo a la protección e integración de las comunidades
indígenas y tribales existentes en los países independientes, adoptado por la cuadragésima
reunión de la Conferencia Internacional de la OIT, Convenio 107 de 1957 de la OIT.
Este convenio resulta ser un instrumento importante en materia de reconocimiento, pues si
bien su objetivo de fondo es aún integracionista, el lenguaje utilizado denota un objetivo
proteccionista frente a las comunidades indígenas. En este sentido dice la exposición de
motivos de la citada ley ―Es responsabilidad primordial de los gobiernos desarrollar
programas coordinados y sistemáticos para proteger a las comunidades indígenas y tribales y
para integrarlas progresivamente a la colectividad nacional‖46. Este instrumento internacional
es relevante pues tendrá efectos visibles en la legislación interna colombiana.
Ahora bien, en cuanto al tema específico de las tierras, el Convenio consagra un apartado
especial en donde se reconocen los derechos territoriales indígenas, especialmente en los
artículos 11, 12, 13 del mencionado convenio: ―Se deberá reconocer el derecho de propiedad,
colectiva o individual, a favor de los miembros de las poblaciones en cuestión sobre las tierras
tradicionalmente ocupadas por ellas‖.
Acorde con este contexto internacional, surge en Colombia, la ley 135 de 1961 sobre reforma
social agraria, en donde se reconocen ciertos derechos territoriales a los indígenas en este
país47. Esta ley crea el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria- INCORA- con el
objetivo de reformar la estructura social agraria en Colombia por medio de procedimientos
45
Dirección General de Integración y desarrollo de la Comunidad, Ministerio de Gobierno. El Resguardo
indígena (su realidad y la ley). Bogotá, Colombia. p.41.
46
Colombia. Historia de las leyes. Año 1967. Imprenta Nacional. P. 570.
47
La ley de Reforma Agraria nace bajo la inspiración de Carlos Lleras Restrepo, en donde el Gobierno
constituye el Comité Nacional Agrario en el que estuvieron representadas las fuerzas políticas vigentes en
Colombia y de cuyas deliberaciones salió un proyecto que, con agitados debates en el Congreso, se convirtió en
la Ley 135 de 1961. ―Ley 30 de 1988‖ en Colombia. Historia de las leyes. Año 1988 p. 556.
29
enderezados a eliminar y prevenir la concentración de la propiedad rústica o su excesivo
fraccionamiento, a constituir adecuadas unidades de explotación en las zonas de minifundio y
a dotar de tierras a los que no las posean, con preferencia para quienes hayan de explotarlas
mediante su trabajo personal. En este sentido el INCORA tenía la facultad de adquirir tierras
en todo el país por la vía voluntaria o bien por la vía de la expropiación y para administrar los
baldíos que eran de la Nación, desde la reforma constitucional de 1886.
En esta ley se consagran dos artículos importantes en materia de reconocimiento de derechos
territoriales frente a los indígenas, que vale la pena señalar:
Por un lado, el artículo 94 establece que se le otorgará al Instituto, la facultad de constituir a
solicitud de la División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, resguardos de
tierras, en beneficio de los grupos o tribus indígenas que no los posean. Esto marca un punto
importante en el proceso de constitución y adjudicación de resguardos a comunidades
indígenas por parte del INCORA.
Por otra parte, el artículo 29 establece que ―no podrán hacerse adjudicaciones de baldíos que
estén ocupados por comunidades indígenas, sino con el concepto favorable de la División de
Asuntos Indígenas‖. Norma que de alguna forma permite proteger las tierras previamente
otorgadas a las comunidades indígenas.
3. 2. 2 Las Reservas indígenas y las Unidades Agrícolas Familiares (UAF)
Pese a que esta importante ley (Ley 139 de 1961), consagraba la posibilidad de implementar
la constitución de resguardos, la implementación del proceso de adjudicación de terrenos a los
indígenas bajo esta institución, no se dio de forma inmediata.
En efecto, la normatividad de esta época permite evidenciar que por un lado, el proceso de
reconocimiento de los derechos territoriales se dio en un primer momento bajo la modalidad
de las reservas indígenas y que por otro lado, se tenía aún la voluntad de implementar una
política de división de resguardos para su posterior integración a la comunidad nacional,
mediante la aplicación de las Unidades Agrícolas Familiares.
30
Así, desde 1966 aproximadamente, se promueve la constitución de las Reservas Indígenas en
Colombia, institución en donde el Estado se reserva el dominio de las tierras, es decir se trata
de una modalidad de baldío, pero éste se otorga a la comunidad indígena como forma de
tenencia provisional con carácter colectivo, de forma que sobre las reservas únicamente tienen
el derecho de uso y usufructo. La misma definía la Reserva indígena de la siguiente forma:
Globo de terreno baldío que está afectado por una inhabilidad para que pueda ser objeto de una
apropiación particular: en este caso se trata de la posibilidad que una o varias comunidades indígenas
ocupen un terreno delimitado y legalmente asignado por el INCORA a aquella (s) para que ejerzan en él
los derechos de uso y usufructo con exclusión de terceros48
A pesar de que el número de reservas creadas no fue muy importante: entre 1966 y 1982 se
constituyeron únicamente 74 reservas en todo el país49; esta categoría de nominación o
instauración supuso la primera acción e institución de reconocimiento de derechos
territoriales para la época analizada favor de los indígenas.
Sin embargo, como se puede inferir de las normas de la época, de fondo se tenía aún la idea
de que la ocupación comunitaria o colectiva indígena de la tierra, bajo la modalidad de
reserva, constituía una fase temporal de la vida de estos pueblos que, con el paso del tiempo y
la acción integradora del Estado, entrarían a recibir asignaciones individuales o familiares,
según el modelo de propiedad civil generalizado en el país, es decir bajo la modalidad de
―Unidades Agrícolas Familiares‖ y de esta forma se incorporarían finalmente en el desarrollo
general del país.
En efecto el artículo 2, Ley 1 de 1968, otorgaba al INCORA la facultad para dividir los
resguardos indígenas, de forma que los predios resultantes de la división quedaran sometidos
en cuanto a su uso y disposición, al régimen de Unidades Agrícolas Familiares.
Adicionalmente el Decreto 2117 de 1969, establecía que el INCORA tenía la potestad de
delimitar tierras baldías con el carácter legal de reservas, suficientes para la ―formación de
unidades agrícolas familiares a favor de los miembros de las tribus o agrupaciones indígenas
que carezcan de ellas‖.
48
Decreto 2001 de 1988.
Godoy, Useche Marvel. Reservas y resguardos indígenas en Colombia (1960-1990): Recopilación
documental. Trabajo de grado para optar al título de historiadora. Pontificia Universidad Javeriana. P. 13.
49
31
La misma ley definía la Unidad Agrícola Familiar (UAF), como la empresa básica de
producción agrícola, pecuaria, acuícola o forestal cuya extensión, conforme a las condiciones
agroecológicas de la zona y con tecnología adecuada, permite a la familia remunerar su
trabajo y disponer de un excedente capitalizable que coadyuve a la formación de su
patrimonio50.
La Unidad Agrícola Familiar como acto de nominación en particular, da cuenta de una visión
en donde se individualiza a la familia indígena, aislándola de su pertenencia a una
colectividad o un grupo étnico en general, e imponiéndole en este sentido un concepto de
familia más propio de la tradición católica.
Así, para efectos de la aplicación de la norma e identificar los beneficiarios de la figura de la
UAF, era necesario remitirse a la ley 70 de 1932, en donde se establecía el concepto jurídico
de familia: La familia está ―compuesta por marido y mujer y sus hijos menores de edad‖
(artículo 4).
Esta concepción de familia, invisibilizaba entonces la concepción de familia extensa presente
en comunidades indígenas, como el caso wayúu, que difícilmente es asimilable a la familia
cristiana/católica51.
En efecto, mientras que para la ley civil de la época, la familia está compuesta por marido,
mujer e hijos menores (entendiéndose marido y mujer como un hombre y mujer unidos por el
vínculo del matrimonio y sus hijos matrimoniales menores de edad), la familia extensa en las
comunidades wayúu,
es decir el apushi, se asienta en un territorio que constituye la
Womainpáa, o el territorio histórico concreto de la familia. En esta Womainpá residen
familias extensas de hasta 300 miembros, se trata de un conjunto de unidades familiares de
parientes uterinos que conforman un grupo de residencia definido por un cementerio, una red
estrecha de cooperación y el derecho de acceso a una fuente de agua local. Adicionalmente el
territorio que comparten los miembros de la Womainpá, se define por la adyacencia a un
50
Ley 160 de 1994, artículo 50 de la Ley 135 de 1961.
32
recurso natural determinado, como una ciénaga, una salina o un yacimiento de talco o de
yeso, entre otros52.
Por último, la familia wayúu por lo general no está vinculada por el vínculo del matrimonio
católico y en su gran mayoría está caracterizada por la poligamia, en donde los hombres
tienen de forma concomitante varias mujeres e hijos con cada una de ellas53, lo que a los ojos
del catolicismo resulta ser un adulterio. Estamos entonces ante un concepto muy diferente de
familia al concebido por la religión católica, lo que implica dificultades en la aplicación de la
figura de las Unidades Agrícolas Familiares.
En suma, todas estas conclusiones pueden ser ratificadas en la jurisprudencia de la
Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado de la época, en donde los magistrados
reescriben su propio capítulo de la novela en cadena:
Para la jurisprudencia de la época, existían varios grados de indígenas, pero el destino final
de todos ellos, debía ser su completa integración a la comunidad nacional, de forma que
finalmente fuese posible aplicarles la legislación nacional. Ello puede hacerse evidente en el
siguiente pronunciamiento:
Según la Corte Suprema de Justicia, hay dos grados de indígenas: ―Los indígenas que vayan
reduciéndose a la vida civilizada por medio de misiones, que no se rigen por las leyes
generales de la República sino por lo que determine el gobierno de acuerdo a la autoridad
eclesiástica‖ y los ―indígenas ya reducidos a la vida civilizada‖ que se rigen por las leyes
generales de la República salvo en ―asuntos de resguardos‖, materia en la cual se rigen por la
ley 80 de 1890.
Ahora bien tratándose de los indígenas ya civilizados, las tierras de resguardo presentan dos
etapas:
En un primer momento cuando son meros resguardos y por ello los terrenos se encuentran en
estado de indivisión, se trata de tierras atribuibles a una parcialidad indígena que son
inalienables y que se otorgan a los indígenas únicamente en calidad de usufructuarios. En una
52
53
Ver capítulo II, punto 2.3.
Diario de Campo - Nazareth, Makuira- (Alta Guajira) Diciembre de 2007.
33
segunda etapa son divididas y adjudicadas en plena propiedad con carácter de enajenables,
pero con los requisitos de la venta de inmuebles de menores de edad durante los primeros 15
años.
En
este
sentido
la
legislación
republicana,
considera
la
Corte,
constituye
un
perfeccionamiento de la legislación colonial en materia de resguardos, ―como quiera que el
disfrute del terreno habría de trocarse después en propiedad privada, coronando en lo
patrimonial, el proceso de adaptación del indio a la vida civil (… ) ello con el objetivo de
rescatar al indio de sus costumbres ancestrales.‖54.
En conclusión, pese al carácter restrictivo de la reserva indígena, los indígenas se acogieron
de manera pragmática a esta forma legal que de alguna manera les favorecía, pero sin
renunciar en su alegato a su condición de dueños plenos de sus tierras.
3. 2. 3. Conclusión: La tierra como medio de producción
En suma, del análisis de las normas anteriores puede concluirse cómo se percibía la tierra en
el marco de esta Reforma Agraria del 61: la tierra se concebía como un mero medio de
producción económico, de forma que la finalidad principal era garantizar su explotación
eficiente y razonable, sin ninguna consideración de índole cultural o social.
La idea era entonces dotar de tierra por medio de reservas a los indígenas pero para que la
hicieran producir, la explotaran eficientemente, de forma que si sobraba tierra que no
estuviese siendo explotada, era necesario llevar a cabo un proceso de reestructuración y
división de los resguardos y así consolidar finalmente el modelo de ―unidades agrícolas
familiares‖, finalidad última de la política de reservas indígenas.
54
Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil- Bogotá, 24 de septiembre de 1972. M.P: Dr José J. Gómez
R. Ver también Corte Suprema de Justicia- Casación Civil, Septiembre 24 de 1962. Igual argumentación
presenta el Consejo de Estado en Sentencia del 6 de julio de 1972, Sala de los Contencioso Administrativo,
Sección III, C.P Doctor Carlos Portocarrero Mutis. P.153.
34
3. 3. 1980-1990, El territorio indígena como recurso socio- cultural: La política de los
Nuevos Resguardos.
El periodo que inicia en 1980, marca una nueva etapa en la política indigenista colombiana y
subsecuentemente denota una nueva narración jurídica: Las tierras indígenas son concebidas
desde entonces como Resguardos o mejor ”nuevos resguardos”, denominación que se utiliza
para diferenciarlo del resguardo colonial.
En efecto, durante esta época por primera vez el estado colombiano empieza a plantear
políticas claras y congruentes en torno a la defensa de territorios indígenas bajo la fórmula del
resguardo, a diferencia de la época anterior en donde por un lado, se predicaba la protección
de los territorios indígenas, pero al mismo tiempo se ordenaba la masiva y acelerada
disolución de los mismos.
En efecto, a finales de los años 70, el contexto internacional, los requerimientos de las propias
comunidades indígenas y los cuestionamientos hechos por el equipo de trabajo responsable de
las adjudicaciones en el INCORA del modelo de transferencia de las tierras a los indígenas,
determinaron al Ministerio de Agricultura y a la Junta Directiva del nombrado Instituto, a
revisar la política y a señalar la conveniencia de que en adelante, las adjudicaciones de tierras
de las comunidades indígenas se hicieran en propiedad plena bajo la figura jurídica de
Resguardo55. Por ello en 1982, se plantea la conveniencia de estudiar la conversión de todas
las reservas a resguardos y la necesidad de constituir nuevos resguardos.
El Resguardo se revitaliza como una institución legal, conformada por una comunidad
indígena que posee y rige su propio territorio. En efecto, como lo dice la norma, se trata de
una:
―Institución legal y sociopolítica, de carácter especial conformada por una parcialidad o comunidad
indígena, que con un título de propiedad comunitaria, posee su territorio y se rige para el manejo de éste,
y su organización interna por una organización ajustada al fuero indígena o sus pautas y tradiciones
56
culturales‖ .
55
En efecto la figura de los Resguardos existía desde la época de la Colonia y republicana, sin embargo suele
llamarse a éstos Resguardos constituidos durante la Colonia y con anterioridad a 1961 bajo el nombre de
Resguardos antiguos y a los creados por el INCORA luego de 1961, se conocen como Resguardos nuevos.
56
Artículo 2 Decreto 2001 de 1988.
35
El resguardo se compone entonces de 4 elementos: un territorio delimitado, un título de
propiedad comunitaria registrado, una o varias comunidades que se identifican a sí mismas
como indígenas y una organización interna que se rige por sus propias regulaciones internas.
Este nuevo acto de nominación o instauración es determinante en la medida en que se
reconoce en el ámbito jurídico la plena propiedad de los indígenas sobre la tierra de forma
colectiva, a la vez que se toman en consideración elementos culturales y sociales, que antes
eran inexistentes, a la hora de definir el espacio geográfico que estas comunidades ocupan, lo
que abre la puerta para entender el territorio indígena como un recurso socio- cultural57. En
efecto la tierra indígena es ahora mucho más que un medio de subsistencia, en la medida en
que representa el soporte de la vida social y está directamente ligado al sistema de creencias y
conocimiento de la comunidad indígena.
Esta nueva narración puede identificarse plenamente en los textos jurídicos de la época en dos
niveles:
3.3. 1 Nivel internacional
En un primer momento es de anotar la importancia del Convenio 169 de 1989 de la OIT58,
que fue aprobado en Colombia mediante ley 21 de 1991, el cual sentó las bases de una nueva
política internacional sobre pueblos indígenas y que implicó una revisión del Convenio
anterior de la OIT.
La exposición de motivos de dicha ley reconoce como el Convenio anterior, 107 de la OIT,
recogía, en mayor o menor grado, las expectativas de nuestras comunidades indígenas para la
época, ―sin embargo, a pesar de los loables esfuerzos del alto organismo internacional, se
redactó en una forma tal que marcó una acentuada tendencia integracionista que contradecía
57
En este sentido, Alcida Ramos, de las Sociedades Indígenas ha definido el territorio indígena como un recurso
sociocultural. Cárdenas, Marta. Ed. Reconocimiento y demarcación de territorios indígenas en la Amazonia. P.
284.
58
Según Ortega Roque, puede ser categóricamente afirmado que la adopción de los Convenios de la OIT (17 y
169) en Colombia relativo a los pueblos indígenas, contribuyeron a un cambio sustancial en la relación entre el
estado y las comunidades indígenas, en la medida en que se lograron posicionar en Colombia los derechos
territoriales, derechos en torno a la explotación de los recursos naturales en su territorio, autonomía en cuanto a
la administración de justicia, etc. Roldán Ortega, Roque. Indigenous peoples of Colombia and the law: A critical
approach to the study of past and present situations. P. 35.
36
el espíritu general del Convenio‖, que no era otro que el reconocimiento de los derechos
fundamentales de las poblaciones indígenas dentro del reconocimiento y respecto de su
cultura, tradiciones, usos y costumbres.
Este nuevo convenio por su parte armoniza el ―reconocimiento de los derechos fundamentales
de los pueblos indígenas, con el también fundamental derecho de vivir manteniendo sus
ancestrales tradiciones y costumbres dejando a su elección la integración o no a la sociedad
nacional‖, ello debido al fracaso a nivel mundial de la intención de integrar a la sociedad
nacional a dichas poblaciones, como la misma exposición de motivos lo reconoce.59
En este Convenio es palmario el interés por la protección de las riquezas culturales y sociales
de las comunidades indígenas en sí mismas consideradas, por lo que representan desde el
punto de vista de la multiculturalidad de los países al postularse como manifestación de un
importante patrimonio intangible.
En efecto, en la parte motiva del Convenio se recuerda ―la particular contribución de los
pueblos indígenas y tribales a la diversidad cultural, a la armonía social y ecológica de la
humanidad y a la cooperación y comprensión internacionales‖, reconociendo por primera vez,
en un ordenamiento internacional, el aporte de los modelos indígenas a la convivencia social y
a la convivencia con el medio ambiente.
En lo referente a las tierras, es determinante en este texto el surgimiento de la noción de
―territorio cultural‖, lo que tendrá sus efectos en la legislación colombiana.
Así pues, el artículo 13 de dicho Convenio establece: ―los gobiernos deberán respetar la
importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados
reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o
utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación‖. Un
territorio que no se restringe al ocupado por sus habitantes sino que se extiende en ciertos
casos, como lo es el caso de los nómadas, a tierras que no estén exclusivamente ocupadas por
ellos, pero a las que‖ hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales
y de subsistencia‖, como lo señala el artículo 14.
59
Historia de las leyes. Exposición de motivos. Ley 21 de 1991. P. 637.
37
En suma este importante instrumento internacional, es la manifestación de un giro de la
narración jurídica que será desarrollada posteriormente en las normas internas colombianas,
como puede constatarse a continuación.
3. 3. 2. Nivel nacional.
Derivado de esas tendencias internacionales de reconocimiento de derechos territoriales
indígenas, se introduce en Colombia, la ley 30 de 1988 que abre definitivamente en nuestro
país, la política nacional en esta materia. Esta ley modifica la ley 135 de 1961 sobre reforma
social agraria, y en especial hace algunos cambios determinantes relativos a los territorios
indígenas. En efecto excluye categóricamente toda posibilidad de adjudicar terrenos baldíos a
particulares en zonas ocupadas por indígenas que constituyan su hábitat, de forma que éstas
únicamente podrán ser destinadas a la constitución de resguardos indígenas, como reza el
artículo 29.
La dotación de tierras a las comunidades indígenas o el recuperar las tierras de resguardo
ocupados por colonos que no hacen parte de la parcialidad, es considerado por la ley en
cuestión como un asunto de interés social y utilidad pública, de forma que el INCORA podrá
recurrir en estos eventos a la expropiación o a la adquisición voluntaria de tierras, en su
artículo 21, lo que es muestra de la relevancia del asunto de las tierras indígenas con esta
nueva ley. El mismo senador encargado de la ponencia para segundo debate en el senado
expresa cómo esta ley ―es un avance significativo en las reivindicaciones de distintos sectores
de nuestra sociedad (mujeres, campesinos, indígenas, minifundistas etc…)‖60, de forma que
aparece definitivamente el indígena y su tierra como sujeto jurídico de protección por parte
del derecho.
En este mismo contexto, el decreto 2001 de 1988, viene a reglamentar los artículos 29 y 92
de la ley 135 de 1961 y da cuenta de la era pro-resguardo de la época al posicionarse como
una norma tendiente a ―consolidar el proceso de constitución de resguardos indígenas en el
territorio nacional‖. En efecto, este decreto consagra una nueva noción de territorio indígena,
60
Anales del Congreso. Año 1987, N° 163. Proyecto de Ley N° 70 Cámara 1987, Número 156 (Bis) Senado.
38
ya no basada en factores exclusivos de índole económico como ocurría en años anteriores
cuando se asimilaba las tierras indígenas a las ―unidades agrícolas familiares‖, sino que
empieza a incorporar en su lenguaje aspectos culturales que de hecho se encuentran muy a
tono con la definición planteada por el Convenio 169 de la OIT: se entiende por territorios
indígenas ―aquellas áreas poseídas por una parcialidad, comprendiendo en ellas no sólo las
habitadas y explotadas sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus
actividades económicas y culturales‖.
3. 3. 3. Jurisprudencia
El cambio de esta narración jurídica, se hace evidente a su vez en el campo jurisprudencial,
así la Corte Suprema de Justicia, hace evidente en una sentencia, una variación hacia una
concepción del territorio en donde el indígena es el único propietario: ―Las tierras de los
resguardos indígenas jamás pertenecieron ni a la corona española, ni a la República, de tal
suerte que mal puede hablarse de que dichas tierras salieran del patrimonio nacional en
cualquier época‖61
En suma estos textos jurídicos internacionales y nacionales, así como la posición del mayor
tribunal en materia Civil en Colombia, dejan de lado la visión economicista y reduccionista
que impregnaba el sistema jurídico de la etapa anteriormente estudiada y optan en cambio por
incorporar en su lenguaje conceptos culturales, sociales, históricos de forma que se abre la
puerta para una concepción del territorio indígena como un recurso socio-cultural o mejor
desde un enfoque de territorio cultural. De ello es muestra precisamente la política de
constitución de los Nuevos Resguardos, como una institución más acorde con las pretensiones
de los movimientos indígenas, así como con sus específicas apropiaciones culturales del
espacio geográfico.
3. 4. 1991: La ―constitucionalización‖ de la cuestión indígena.
61
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 18 de Octubre de 1982. Mp. José Maria
Esguerra.
39
Esta última etapa que inicia en 1991 y que aún sigue vigente en la actualidad, es de vital
importancia en la medida en que surge en Colombia la Constitución de 1991, texto que cuenta
con la participación de representantes indígenas en su redacción y votación, lo que supondrá
sin duda un cambio respecto a la narración jurídica, que impregnará todo el ordenamiento
jurídico colombiano relativo al territorio.
La Constitución de 1991, implica la afirmación del reconocimiento de los derechos
territoriales, en la medida en que se maneja una nueva narración: ―el Estado reconoce y
protege la diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana‖. (Art 7.) Desde este
momento se reconoce a Colombia como un Estado ―Pluriétnico y multicultural‖, conceptos
antes inexistentes en las normas y jurisprudencia colombiana.
La importancia de esta nueva etapa radica en que se está ante una narración que se
constitucionaliza, es decir toma un papel primordial al interior del ordenamiento jurídico
nacional62.
Si se observa el desarrollo normativo anterior en relación con el tema de los indígenas, éste
por su parte era esencialmente de índole legal no constitucional, pues la Constitución de 1886
en ningún artículo enunciaba siquiera la palabra indígena, indio o nativo; así pues, la
importancia de este nuevo texto jurídico y por ello de este nuevo periodo, radica entonces en
la ―constitucionalización‖ de la cuestión indígena y de su territorio.
Ello se explica esencialmente, porque en la Asamblea Nacional Constituyente, se encuentran
dos delegados por las comunidades indígenas, que buscan plasmar en el texto constitucional,
los diferentes derechos de sus comunidades: Lorenzo Muelas Hurtado y Francisco Rojas
Birry.
A pesar de que los delegatarios proponen la consagración de un título especial denominado,
TITULO IV: ―Los derechos de los grupos étnicos‖, su solicitud no fue escuchada. Sin
62
Debe recordarse en efecto, cómo el ordenamiento jurídico colombiano consagra una jerarquía en relación con
sus fuentes: en la cúspide se encuentra la Constitución y posteriormente siguen en orden de importancia las
leyes, luego los decretos y así sucesivamente, textos que deben estar acorde a la norma normarum (Es decir la
Constitución Política entendida como la norma de normas).
40
embargo, logran implementar a todo lo largo de la Constitución, diversos derechos a favor de
los indígenas, de forma atomizada63.
Esta nueva narración jurídica tiene entonces varios efectos, desde el punto de vista de la
protección de las tierras indígenas: en primer lugar, durante la vigencia de la Constitución
anterior, es decir la de 1886, la estabilidad y perdurabilidad de los territorios indígenas era
bastante precaria ya que, de acuerdo con la disposición explícita de aquélla, no podía haber
bienes inmuebles que no fueran de libre enajenación, como lo hace evidente el artículo 37 de
la anotada constitución. Ello suponía que los indígenas perdían sus tierras fácilmente, de
forma que fueron sometidos en la mayoría de los casos al terraje.
Con la nueva norma constitucional por su parte, se le otorga un nuevo carácter a la tierra
indígena, bajo la protección de bienes ―inalienables, imprescriptibles e inembargables‖64. Esto
implica, desde el punto de vista del derecho, que el bien adquiere el carácter de inamovible.
En efecto, al bien ya no se le aplica el ordenamiento civil general, en virtud del cual todo bien
puede enajenarse, como ocurría con anterioridad, sino que surge por su parte la necesidad de
un régimen interno especial de manejo de las tierras de cada comunidad, que velan por su
especial protección.
En segundo lugar, respecto al tipo de propiedad que se tiene sobre las tierras y la autonomía
frente a éstas, la Constitución de 1991, reconoce la propiedad colectiva de las comunidades
indígenas sobre los resguardos que ocupan y constituye un nuevo tipo de entidad territorial en
Colombia: los territorios indígenas en su artículo 28665. En efecto, si observamos la
Constitución anterior a la del 91, los indígenas bajo el régimen de la constitución de 1886,
gozaban de cierta autonomía, pero ésta no era de rango constitucional, sino legal. Esta
autonomía, hacía referencia a un margen de libertad de manejo, ligado a la naturaleza de la
propiedad patrimonial sobre el resguardo que en definitiva, se consideraba simplemente como
63
Gaceta Constitucional. Viernes 8 de marzo de 1991. N 18. ―Exposición general del constituyente Francisco
Rojas Birry en la plenaria de la Asamblea Nacional Constituyente del 20 de febrero de 1991. Biblioteca
Nacional. P. 6.
64
Art 60. Constitución Política de Colombia
65
Luego de 16 años de vigencia de la Constitución Política de 1991, aún no se han creado las referidas entidades
territoriales indígenas.
41
una propiedad privada en cabeza de un grupo es cierto, pero con todos los elementos de su
naturaleza civil.
Las nuevas normas constitucionales, le confieren por su parte, un rango de institución
político-administrativa al territorio indígena, es decir señalan que ese espacio de territorio
nacional que pertenece a un grupo indígena, es susceptible de ser gobernado de acuerdo con
un modelo administrativo especial que debe ser respetado y reconocido. En esta medida, las
comunidades indígenas tienen sobre sus territorios un doble dominio: civil y político.
Por último, pero no de menor relevancia, la constitución de 1991 posibilita el surgimiento de
un nuevo sujeto jurídico antes inexistente: el sujeto jurídico colectivo de pueblos indígenas,
adicional al sujeto jurídico individual propio del liberalismo. Este nuevo sujeto de derecho y
por ello protagonista de la novela en cadena: el pueblo indígena, es reconocido
jurisprudencialmente en varias sentencias de la Corte Constitucional, pero el pronunciamiento
más significativo se hizo en la Sentencia T 380 de 1993.
La protección que la Carta extiende a la anotada diversidad se deriva de la aceptación de formas
diferentes de vida social cuyas manifestaciones y permanente reproducción cultural son imputables a
estas comunidades como sujetos colectivos autóctonos y no como simples agregados de sus miembros,
que precisamente se realizan a través del grupo y asimilan como suya la unidad de sentido que surge de
las distintas vivencias comunitarias. (…) En este orden de ideas no puede hablarse en verdad de
protección de la verdad étnica y cultural y de su reconocimiento, si no se otorga en el plano
constitucional, personería sustantiva a las diferentes comunidades indígenas que es lo único que le
confiere status para gozar de los derechos fundamentales y exigir por sí mismas, su protección cada vez
que ellos sean conculcados.
El hecho de que las comunidades indígenas sean consideradas como un sujeto colectivo,
como lo recuerda Bourdieu, tiene sus efectos ―mágicos‖ al ser un acto de nominación o
instauración de importante índole: la posibilidad antes impensable, de proteger los derechos
de este sujeto colectivo mediante la acción de tutela. En esa medida, además de los derechos
fundamentales que cada indígena tiene como ciudadano colombiano, la comunidad como
sujeto colectivo tiene a su vez derechos fundamentales, que la jurisprudencia ha reconocido
de la siguiente forma, si se enuncian aquellos relacionados con el territorio66:
66
Sánchez Botero, Esther. Los derechos indígenas en las constituciones de Colombia y Ecuador. 2002. P. 83
42
1.
El derecho a la supervivencia cultural.
Se trata de la versión grupal del derecho a la vida y a no ser sometido a desaparición forzada.
Al igual que el derecho a la vida, es el derecho básico de la comunidad del que se deriva la
posibilidad de ejercer los demás. Este derecho ha sido reconocido en varias sentencias, entre
las cuales se pueden nombrar: T 428 de 1992, T 342 de 1994, T 007 de vb 1995, SU 039 de
1997, SU 510 de 1998, T 652 de 1998, entre otras sentencias.
2.
El derecho a la integridad étnica y cultural. Se trata del correlato del derecho a la
integridad personal. Es básico en la medida en que garantiza la supervivencia cultural de la
comunidad. Aparece mencionado en la mayoría de las sentencias de la Corte y en especial en
las siguientes: T 342 de 1994, SU039 de 1997, SU 510 de 1998, y T 652 de 1998.
3.
El derecho a la preservación de su hábitat natural (integridad ecológica). Este derecho
lo reconocen las Sentencias T 380 de 1993, SU 037 de 1997, T 652 de 1998.
4.
El derecho a la propiedad colectiva sobre la tierra habitada por la comunidad. Se trata
de un derecho que está consagrado en la Constitución.
A pesar de que el derecho de
propiedad a priori no es fundamental y por ello no es tutelable, salvo cuando está en
conexidad con un derecho fundamental, la Corte Constitucional le ha dado carácter de
derecho fundamental cuando se refiere a la propiedad colectiva sobre la tierra habitada por
una comunidad indígena. Según la jurisprudencia de la Corte, de este tipo de propiedad se
derivan 4 derechos, como los manifiestan las sentencias: T 567 de 1992, T 188 de 1993, T652
de 1998, T257 de 1993, SU 510 de 1998, T405 de 1993, SU 039 de 1997.
a.
Derecho a que cada comunidad tenga su propio territorio.
b.
Derecho a la división de sus resguardos.
c.
Derecho a la unificación de los resguardos.
d.
Derechos a impedir la entrada o permanencia en su territorio de personas indeseadas o
derecho de exclusión de territorio. SU 510 de 1998, T 357 de 1993.
Sin embargo éste tiene como límite la seguridad Nacional, pero en estos eventos siempre debe
causarse el menor daño posible a la comunidad afectada (T 405 de 1993) y la explotación de
recursos cuando no se logra acuerdo, la consulta ha sido adecuada y la intervención es
43
justificada. T 567 de 1992, T 188 de 1993, T 652 de 1998, T 257 de 1993, SU 510 de 1998, T
405 de 1993, SU 037 de 1997.
5.
El derecho a la participación en la toma de decisiones que puedan afectar a las
comunidades indígenas en su territorio.
Derecho consagrado expresamente en el artículo 330 de la Constitución Política y en la ley 21
de 1991 (artículo 15). A su vez ha sido protegido por la Corte en las sentencias SU- 037 de
1997 y T- 652 de 1998.
Luego de la Constitución de 1991, surgen sin duda alguna, otros desarrollos legislativos
posteriores permeados por la filosofía de este importante texto constitucional. Sin embargo
éstos no se reseñaran a continuación, en la medida en que la idea era poner de presente una
etapa de transición y de cambio en lo atinente a la política indigenista y narraciones jurídicas,
que se surte de los años 60 a 90 y no por ello exponer una lista exhaustiva de cada una de las
normas que se expiden lo largo de todo el siglo, sin que ello resulte de mucha utilidad.
Sin embargo, a modo de referencia puede nombrarse la ley 160 de 1994, nueva ley de reforma
agraria y sus decretos reglamentarios 2663 de 1994 y 2164 de 1995, entre otras normas que
implican la puesta en práctica de lo establecido inicialmente en la Constitución de 1991, en
materia de territorios indígenas.
3. 5 Conclusiones:
En conclusión vemos como a lo largo del siglo XX el derecho colombiano opta por
desarrollar una determinada ―novela en cadena‖, como lo refiere Dworkin, en torno al
territorio indígena, entre muchas otras ―novelas‖ posibles.
El derecho, entendido como género literario, utiliza un lenguaje determinado, que
combinando elementos directamente del lenguaje común con elementos técnicos, impregna
todo su sistema de una retórica de impersonalidad y neutralidad. Utilizando indicativos,
construcciones pasivas, giros impersonales, justificando las normas por ―razones de orden
44
público‖, se pretende imparcial67 y vehículo de difusión del deber ser, sin embargo en la
práctica no es más que un sistema que difunde una determinado relato o narración jurídica,
entre muchas otras narraciones posibles, una narración que se postula sin embargo como la
oficial.
Esta narración jurídica, no es sin embargo inamovible, por el contrario con el correr de los
años varía notablemente y en ocasiones es contradictoria. En efecto, es claro que a principios
de siglo el territorio indígena se concibe como Baldío, luego como reserva, Unidad Agrícola
Familiar y por último como Resguardo al finalizar el siglo XX. Diferentes categorías
lingüísticas que pese a dar cuenta del ámbito literario del derecho, tienen sin embargo efectos
―mágicos‖ como bien lo recuerda Bourdieu, pues el margen de acción de un indígena cuyo
territorio ha sido calificado como baldío, es sin duda mucho más reducido que el de aquel que
ha sido calificado como Resguardo.
En suma, a continuación se sintetizan las cuatro etapas que se surtieron a lo largo del siglo
XX y la narración jurídica correspondiente:
1. Desde principios del siglo XX hasta mediados de siglo, se tiene una concepción del
territorio indígena como un territorio Baldío, es decir una tierra de nadie, desconociendo por
ello la presencia de grupos indígenas en las zonas habitadas, entre ellos los wayúu.
A su vez, la normatividad republicana de principios de siglo XX buscó disolver rápidamente
los resguardos reconocidos en la época colonial, pues se pensaba que el preservar esta figura
colonial, suponía condenar a la inutilidad, a la vagabundería y a la barbarie grandes
extensiones de tierras que podrían ser eficientemente explotadas.
2. En los años 60, se hace evidente un cambio en la narración jurídica en la medida en que el
derecho colombiano empieza a aceptar y reconocer la presencia de estos grupos en zonas
específicas y por ello la existencia de ciertos derechos en las mismas. Para ello faculta al
INCORA para que constituya a favor de éstos, en primera medida la constitución de
67
Bourdieu, Pierre. ―Elementos para una sociología del campo jurídico‖ en La fuerza del derecho. p. 166.
45
Reservas68 Indígenas, es decir se reconoce el uso y usufructo de los indígenas sobre los
territorios.
Sin embargo, ese reconocimiento lejos de buscar la preservación y supervivencia cultural de
las comunidades indígenas, perseguía en realidad la integración de los mismos, en este sentido
la política indigenista de la época se interesaba en llevar los beneficios de la tecnología y del
desarrollo a esos territorios para que sus suelos fueran explotados eficientemente y fueran
luego disueltos para convertirse en la denominadas Unidades Agrícolas Familiares.
3. En los años 80, la narración jurídica sufre a su vez un cambio en la medida en que se inicia
una política de constitución de Resguardos, una institución que otorga mayores derechos a los
indígenas pues mediante esta figura se reconoce la propiedad colectiva sobre esos terrenos.
Mientras en 1980 se estimaba que el 9% de la población indígena vivía en reservas y ni
siquiera se contemplaban los resguardos nuevos, en junio de 1997 en los resguardos nuevos
vivía el 47.77% de la población y en las reservas apenas el 0,51%69.
Ello implica entonces que el territorio indígena, ya no se asocia desde entonces a un simple
pedazo de tierra susceptible de explotación, sino que se empieza a entender desde ahora como
un recurso socio-cultural, en donde cada comunidad se apropia de ese territorio, al darle una
significación, al asociarlo con mitos, hechos históricos, relaciones familiares, etc.
4. Finalmente con la Constitución de 1991, se ―constitucionaliza‖ el discurso territorial
indígena. En este sentido surge una nueva narración que dirige toda la política indigenista de
los años posteriores: Colombia es un Estado Pluriétnico y Multicultural, de ello se deriva un
mayor reconocimiento y una mayor protección de sus tierras, que tiene varias consecuencias,
entre ellas la necesidad de consolidar el proceso de reconocimiento de territorios ancestrales a
las diferentes comunidades indígenas. La protección en este punto ya no se deriva de un mero
interés económico y agropecuario, sino que por el contrario se empieza a ser consciente de la
necesidad de procurar la conservación e integridad cultural de la comunidad indígena,
68
Entendido como: globo de terreno baldío ocupado por una o varias comunidades indígenas que fue delimitado
legalmente por el INCORA para que ejerzan en él los derechos de uso y usufructo con exclusión de terceros.
Art.2 Decreto 2164 de 1995.
69
Departamento Nacional de Planeación –DNP-, Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y
territorio. 1998, p. 305.
46
entendida ésta como un sujeto colectivo que desde entonces adquiere derechos como
colectividad.
En suma vemos como con el paso del tiempo, y por ello a medida que nos vamos acercando al
siglo XXI, el ordenamiento jurídico colombiano parece favorecer progresivamente a los
indígenas, entre ellos los wayúu. Sin embargo, este proceso de reconocimiento y adjudicación
de sus territorios no se dio de manera gratuita y por mera voluntad altruista del Estado
colombiano, al contrario el proceso fue difícil y supuso toda una serie de luchas jurídicas y
políticas entre las comunidades indígenas, el Estado y otros actores.
A continuación resulta entonces interesante identificar las luchas, contradicciones y conflictos
que se dieron de forma paralela al desarrollo normativo en torno a los derechos territoriales
indígenas que se acabaron de reseñar, identificando como funcionaron en la práctica estas
narraciones, tomando un espacio geográfico determinado y una comunidad indígena
especificada: el caso de los wayúu en el resguardo de la Alta y Media Guajira en el transcurso
de los años 60 a 90.
47
CAPITULO II:
El espacio geográfico de la Guajira: concepciones territoriales confrontadas
Partiendo del análisis de las narraciones jurídicas desarrolladas en torno al territorio
indígena, se busca a continuación contrastar esta noción de territorio desarrollada
jurídicamente por la narrativa del Estado, e inscrita en una lógica meramente instrumental y
práctica, frente a una concepción cultural y ancestral propiamente indígena. Este contraste
permite comprender hasta qué punto el Derecho, y el lenguaje jurídico operan como un
elemento de aculturación y generador de conflictos, en cuanto su visión limitada del territorio
desconoce formas de apropiación históricas y culturales. Para el desarrollo de este análisis se
emplean datos generados por la antropología, pero también, testimonios recogidos en el
trabajo de campo desarrollado en los Resguardos de la Alta y Media Guajira, que permiten
caracterizar la naturaleza de la confrontación sobre el territorio.
El presente capítulo se interesa, entonces, en el análisis de ese espacio geográfico conocido
como la Guajira, entendiéndolo como un ―paisaje estratégico‖, en donde contienden diferentes
apropiaciones del territorio, intereses económicos, concepciones que determinarán el posterior
proceso de delimitación, demarcación y legalización del Resguardo.
1. El paisaje estratégico.
La Geografía Regional70 hace parte de una corriente dentro de la Geografía que se opone a la
tradicional Geografía General.
Mientras que la Geografía General busca establecer las reglas generales de la influencia del
medio sobre el hombre y por ende se preocupa por lo universal, la Geografía regional, por su
parte se interesa en lo localizado, en las singularidades, de forma que se convierte a la Región
como objeto mismo de la Geografía.
70
La Geografía Regional se desarrolla especialmente durante la primera mitad del siglo XX en la escuela
francesa, en donde uno de sus principales exponentes es Vidal de la Blanche. Ortega Valcárcel, José. Los
Horizontes de la geografía teoría de la geografía. Ed Ariel, 2000. P. 284
48
Dentro de esta Geografía Regional, uno de los principales enfoques o mejor objetos de estudio
es el ―paisaje‖71.
La geografía del ―paisaje‖ analiza una región geográficamente definida, y luego establece las
relaciones entre el hombre y la naturaleza. En este sentido, se entiende que el espacio
terrestre está compuesto por fenómenos orgánicos e inorgánicos, entre los cuales se incluye el
hombre. Así en el análisis de las relaciones, hombre y medio, se identifican dos paisajes: Un
paisaje original de carácter natural, que los alemanes denominan Urlandschaft y el paisaje
cultural conocido como Kulturallandschaft 72.
La geografía del paisaje se perfila entonces como el estudio de los componentes fisionómicos
de la superficie terrestre, entendido como el fruto de un proceso histórico de transformación,
protagonizado por la comunidad regional a lo largo del tiempo73. El paisaje como producto
cultural, aparece como un elemento histórico, fruto de una secuencia temporal, en la que cada
grupo se vincula al medio de acuerdo a formas específicas de adaptación. Cada grupo al
apropiarse del espacio lo transforma, por lo que el paisaje termina siendo el resultado de una
acumulación y combinación de sucesivas formas de adaptación y elaboración cultural74.
Esta categoría propia de la Geografía, no obstante, resulta interesante sólo si se analiza desde
una perspectiva de confrontación, es decir si se utiliza como herramienta para identificar las
diferentes formas de apropiación que han pretendido diversos actores sobre este recurso
natural o mejor sobre el Urlandschaft, apropiaciones mediadas por intereses específicos, que
contienden entre sí.
Es desde esta perspectiva que se analiza y entiende el espacio guajiro como un ―paisaje
estratégico‖, lo que determinará el posterior proceso de delimitación y legalización del
Resguardo de la Alta y Media Guajira. Igualmente es, desde esta perspectiva, que este
―paisaje‖ ha sido interpretado, caracterizándolo por sus ―atributos‖ físicos y geopolíticos: sus
varios ―atractivos‖ en cuanto a recursos naturales, acceso al
mar, y posibilidades de
71
El paisaje como propuesta de objeto de la geografía regionalista, está por su parte muy vinculado con la
corriente cultural germana.
72
Ortega Valcárcel, José. Los Horizontes de la geografía teoría de la geografía. Ed Ariel, 2000. P. 283.
73
Bertrand, G. (1968). Paysage et Géographie physique globales. Esquisse méthodologique. Revue
Géographique des Pyrénées et du Sud - Ouest. T. XXXIX. Toulousse.
74
Ortega Valcárcel, José. Los Horizontes de la geografía teoría de la geografía. Ed Ariel, 2000. P. 285.
49
comercio, lo que ha llevado a considerarlo como una zona estratégica, como es posible
identificarlo en el mapa.
Frente a este espacio geográfico, diferentes grupos humanos han exigido y reivindicado su
adjudicación, bajo diversos argumentos.
Como se anticipó, por un lado los indígenas recurriendo al discurso del ―territorio ancestral‖
han exigido la adjudicación de la totalidad de la península de la Guajira, por pertenecerle
desde épocas remotas. Por su parte multinacionales en asocio con entidades del Estado, han
recurrido a mecanismos jurídicos para asegurar el control de territorios con importantes
recursos naturales y zonas claves para proyectos turísticos, bajo el discurso de la necesidad de
incorporar a Colombia, en las sendas de la modernidad. Finalmente otras entidades estatales
50
han recurrido a argumentos de defensa del medio ambiente para exigir la protección de zonas
de importancia ecológica.
A continuación se presenta una descripción de la manera en que los wayúu, conciben el
territorio y cómo, frente a esta percepción, surgen conflictivas relaciones con actores externos,
quienes pretenden su apropiación para diferentes destinaciones, constituyéndose en este
sentido no sólo en un ―paisaje estratégico‖, sino también en un ―paisaje en disputa‖ en donde
confluyen diversos intereses económicos, culturales y territoriales.
2. El territorio cultural wayúu.
La territorialidad wayúu o la apropiación del territorio wayúu, está relacionada con un
importante sentido de afectividad, es decir con la noción de territorio cultural que se planteó
en el marco teórico, en virtud de la cual el espacio geográfico y la apropiación del mismo, se
encuentra mediado por lugares históricos, sagrados, míticos, cementerios, tradiciones
culturales, modos de vida. Una concepción que se contrapone a la definición mercantilista de
la ley, según la cual un territorio o una tierra, se entiende como un bien inmueble por
naturaleza, que hace parte del comercio y sobre la cual su propietario tiene los derechos de
disposición, uso y usufructo75.
En este sentido, el territorio desde el derecho y el territorio desde el wayúu, denota la
contraposición de las visiones del territorio ―límite‖ y el territorio ―espacio‖, respectivamente.
Así el territorio, desde una concepción jurídica, se define desde sus límites, linderos, se
individualiza de acuerdo a sus fronteras con otros territorios. Un territorio que ―es‖, tiene
sentido y existe en la medida en que puede ser diferenciado, alinderado de otros, porque su
delimitación lo hace concebible, palpable, perceptible, estático, determinado y principalmente
le permite a su propietario disponer de él 76: en suma se trata de ―un territorio límite‖.
75
Código Civil. Artículo 656.
Por vía de ejemplo, en la escritura N 15678 de la Notaria Segunda de la Vega, los linderos del predio rural del
señor José Eusebio Perdomo, se definen de la siguiente forma: El predio denominado Peñablanca, ubicado en el
municipio de la Vega Cundinamarca, vía San Francisco, a la altura del kilómetro 17 y 200 metros. Del punto A,
ubicado en el borde de carretera con la quebrada la Llorona, aguas abajo 250 metros hasta dar a un palo de
aguacate, que es el punto B, y del punto B en sentido norte sur en línea recta, cerca de por medio y en distancia
76
51
Por su parte, el territorio desde una visión wayúu es un espacio continuo, dinámico, infinito,
apropiado colectiva y culturalmente, sin fronteras, ni límites, que se define y redefine
continuamente, un ―territorio espacio‖, que es identificable de acuerdo a otro tipo de
categorías, más complejas que los simples límites físicos. Encontramos allí, 3 subcategorías
que determinan la apropiación de este territorio: el territorio ancestral, territorio de origen (de
los sueños) y el territorio histórico.
2. 1. El territorio ancestral.
Por un lado, en un nivel macro, puede hacerse alusión al territorio ancestral, que se refiere a
la península de la Guajira en sí, con sus zonas históricas desde el sistema de creencias del
pueblo wayúu, geografía de lo sagrado que es posible identificar gracias a la tradición oral de
la comunidad, resguardada por años en la memoria de los viejos. Según Hernán Darío Correa,
la península de la Guajira comprende 13.000 km2 y el territorio ancestral comprendido en esa
península corresponde a 10.000 km277.
El mapa que se presenta a continuación identifica las zonas culturales wayúu y los lugares
históricos o ―míticos‖, lo que constituye lo que se conoce como el territorio ancestral wayúu.
de 520 metros hasta el punto C, con propiedad de Don Antonio Contreras; Del punto C, en sentido sur-occidente
siguiendo la cerca de alambre y los guaduales, en línea Quebrada hasta dar la carretera donde está ubicado el
punto D, lindando con el predio denominado Los Nogales de propiedad de la familia Santamaría Valenzuela y el
punto D, al punto A y encierra en distancia de 725 metros con el borde de la carretera.
77
Correa, Hernán Darío y Vásquez Cardoso, Socorro ―Los Wayúu entre Juya (―el que llueve‖), Mma (―la tiera‖)
y el desarrollo urbano regional. Disponible en www.lablaa.org/blaavirtual/geografia2/wayuu1.htm. Recuperado
el 30 de septiembre de 2009.
52
Este territorio ancestral, que conocemos como la Guajira, está dividido en 5 regiones
culturales, según las conclusiones que arrojan los estudios antropológicos sobre esta
comunidad indígena:
Por un lado se encuentra Wimpumüin, en el nordeste de la península, región caracterizada por
la existencia de serranías, en especial la Serranía de la Makuira (tierra de guajiros), cuyo
nombre proviene de Wuin, que significa ―agua‖, y se conoce entonces como la región de
todas las aguas, de donde míticamente provienen todos los clanes.
53
La zona ubicada al occidente de la Serranía de la Makuira, es decir la zona escarpada del
centro de la península, se conoce como Jala´ala, vocablo que designa en wayunaiki78 ―piedra
dura‖, pequeñas piedras o un campo de piedras. Esta zona es considerada como la más aislada
y tradicional y se refiere a la región de las piedras79.
Más hacia el suroccidente, en la base de la península, entre las últimas estribaciones de
Jala´ala y el Río Ranchería, se ubican las sabanas de Wopumuin, vocablo que podría
traducirse según Rivera como ―región de los caminos‖, de ―wopu‖ camino y ―muin‖ hacia.
Esta zona constituye un verdadero laberinto por el número de caminos que se cruzan entre sí.
Por último, Palaamüin o región del mar, hacia el occidente de la península, Anoulimüin o
―hacia la planicie‖ ubicada al este, Uchimuin hacia el sur o región de las montañas y
Jaseleemui o región de las dunas en el sudeste de la península80.
La división territorial wayúu permite entonces contrastar cómo la común segmentación que se
hace de la Guajira en Alta, Media y Baja Guajira corresponde más a una división estatal que a
una división wayúu. Por su parte, el pueblo wayúu se extendía y se extienden aún hoy en día,
a lo largo de toda la Guajira incluyendo la Guajira venezolana, de forma que la línea
fronteriza internacional establecida entre Colombia y Venezuela en esa región, no es más que
un división artificial que en realidad no existe para el pueblo wayúu y en su territorio cultural.
Esta zona fronteriza se conoce popularmente como ―La Raya‖ y es concebida como la ―Tierra
de Nadie‖, es decir en donde no hay jurisdicción de ningún Estado y en donde, por el
contrario rige el poder wayúu exclusivamente. En este sentido, para el wayúu el ―territorioespacio‖ del que se habló inicialmente, se concibe como uno sólo, lo que implica que la
78
Wayunaiki es la lengua que se habla en la Guajira, especialmente por los mayores. Si bien entre los jóvenes la
lengua es conocida, su uso ha ido perdiendo fuerza debido a las continuas migraciones hacia los centros urbanos
por razones de trabajo o de educación, entre otros.
79
Rivera Gutiérrez, Alberto. ―La metáfora de la carne sobre los wayúu en la península de la Guajira‖, Revista
Colombiana de Antropología. Volumen 28, Bogotá, Colcultura, 1990-1991, P89-139.
80
Cabildo wayúu de Wepiapaa (Dibulla, La Guuajira) y Cabildo Wayúu de Nouma de Campamento (Maicao, La
Guajira)
―
Derechos
humanos
del
pueblo
wayúu‖
en
www.docentes.unal.edu.co/grnemogas/docs/12_Ramirez_pr.pdf. p. 7. Recuperado el 29 de septiembre de 2009.
54
frontera no existe y el territorio ancestral no tiene límites81, oponiéndose en este sentido a la
tradicional visión de territorio límite planteado por el derecho y las fronteras internacionales.
En efecto, como bien lo recuerda Anny Gutiérrez, puntualizar en donde inicia y en donde
finaliza el territorio ancestral wayúu es innecesario, pues su cultura no tiende a demarcar
concretamente las fronteras territoriales, se trata por el contrario de un continuo espacial que
no requiere de la formalidad de la demarcación para ser respetado 82. Incluso al interior de ese
territorio ancestral, el territorio concreto de cada familia no está delimitado físicamente, pese
a ello cada wayúu conoce y reconoce el límite imaginario. Así dicen los laulayus de Camino
Verde al precisar su territorio: Camino verde o Samutpiou limita al norte con la comunidad
de Polvorín, al sur con la comunidad de Merrachón, al este con el municipio de Uribia, al
occidente con la comunidad de Iichon. ‖83.
Ahora bien, este territorio ancestral está a su vez determinado y organizado de acuerdo
a diferentes lugares sagrados o de importancia histórica, que pueden identificarse a lo largo y
ancho de la península, como se pudo constatar en el trabajo de campo realizado y se ratifica
en estudios antropológicos.
Un lugar de importancia histórica, es Jepira, considerado el lugar hacia donde se dirige el
alma del wayúu luego de su muerte. Margarita G. Ipuana, habitante del Cabo de la Vela,
(Jepira en Wayunaiki)‖84 dice al respecto: ―En Jepira está la cueva del diablo, a donde van los
muertos, hay un bus especial que les permite salir y entrar de la cueva‖85.
En efecto, cuando un wayúu muere, la noticia se difunde de caminante en caminante por toda
la Guajira, hasta que todos los parientes y amigos se enteran para asistir al velorio. El velorio
es un evento central en la vida de un wayúu, éste puede durar varios días e incluso se han
reportado casos de velorios que han durado hasta a dos o tres meses.
81
Gutiérrez, Any. Mujeres Wayúu, territorio y comercio de combustible en la frontera colombo-venezolana.
Disponible en línea: http://jieyuuwayuu.blogspot.com. Recuperado el 9 de julio de 2009.
82
Ibidem.
83
Bernier, Zunilda. Trabajo de investigación con laulayus (autoridades famliares tradicionales), 1996.
Disponible en www.ramajudicial.gov.co.
84
Respecto al nombre de cabo de la vela, dice Margarita Gómez Ipuana, en una entrevista realizada en
Diciembre de 2007: ―Antes el cabo estaba desolado y vivían unos viejos, ellos vieron unos veleros a lo lejos y
por eso lo llamaron Cabo de la Vela, Jépira en wayunaiki‖.
85
Entrevista con Margarita Gómez Ipuana, habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007.
55
Desde el momento en que el wayúu es enterrado, su espíritu emprende un largo camino hasta
Jepira, cerca de Camaruna y como debe llevar algunos animales en su viaje, es preciso matar
la mitad de lo que en vida poseyó. Estos animales son distribuidos y consumidos en los
velorios, razón que explica el por qué los velorios son tan concurridos y solemnes. Alfonso
Forero explica entonces el viaje de Jepirá de la siguiente forma:
Y así, acompañando a sus bestias, el espíritu camina varios días hasta Jepira y le dicen:
- ―Busca los animales que traéis‖.
El Espíritu los lleva a un Potrero donde hay mucho pasto y agua y luego que le han dado de beber para
calmar la sed, busca a los familiares que han muerto antes y a los amigos, los saluda y permanece por
siempre allí en Jepirá donde tiene mucha comida, ningún trabajo, bailes y juegos 86.
La Serranía de la Makuira, ubicada en el nororiente de la Guajira, consta a su vez, de un
sinnúmero de lugares de importancia cultural, como el médano, la piedra de worunka, la
laguna del Itujul y la piedra de punta espada.
El médano de la serranía de la Makuira, ubicado en la parte alta de uno de sus cerros es de
gran importancia mítica-histórica, como lo narra Ender Leonardo, habitante de la Makuira al
decir:
El médano es un lugar sagrado porque se dice que allí vivían antes los aruakos. Hubo un conflicto entre
wayúus y aruakos, se dio una guerra y la ganaron los wayúus por eso quedaron como habitantes de la
serranía de la Makuira y los aruakos tuvieron que desplazarse a la Sierra Nevada de Santa Marta.
El médano a veces se ve como el mar, por sus ondas que parecen olas. Se dice que este desierto de arena
es el mar y que la Makuira es una isla en ese mar 87.
Otro lugar de importancia histórica de la Guajira que vale la pena mencionar es Punta Espada.
En ese lugar se encuentra la roca que predice el destino. Cuando las familias wayúu
entraban en guerra, primero se dirigían a la roca, pues existía la creencia de que quien lograra
pasar de un lado a otro de la cueva ubicada al interior de la roca, sobreviviría, por el contrario
aquel que no lograba atravesarla, moriría. Actualmente la roca sigue siendo sagrada, pues
permite hacer predicciones. Un wayúu se dirige a la roca para ver si va a morir pronto o si
86
Forero, Alfonso. Nosotros los wayúu. Fondo de Publicaciones. Universidad Distrital Francisco José de
Caldas, México, 1992. p. 66
87
Entrevista con Ender Leonardo, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007.
56
aún le quedan años de vida, ―muchas veces se ha visto mujeres gordas que atraviesan
fácilmente la piedra y otras muy flacas que se quedan atoradas y les toca devolverse‖88
Todos estos lugares sagrados y de importancia cultural, son cuidados por las pulowis, mujeres
de Juya (lluvia) que están ubicadas en diferentes lugares de la península. Las pulowi
―aparecen en forma de sirena y también hay uno que tienen forma de vaca‖ 89 Algunos los
consideran como demonios90, otros como espíritus que cuidan lugares sagrados.
La pulowi es importante en la medida en que determina los lugares que pueden ser o no
habitados por un wayúu, y por ello la ocupación del territorio. Generalmente un wayúu nunca
construye su ranchería en una zona pulowi y si bien es posible visitar la zona durante el día,
nunca será posible dormir allí. Jhonny Paisayú, habitante de la Makuira, dice al respecto:
El bosque de niebla se encuentra en la parte más alta de la Makuira. La temporada disminuye
considerablemente en este lugar. En esta zona no habita ningún wayúu porque es una zona pulowi. Es
decir está habitada por demonios, espíritus malignos. El wayúu puede subir a la parte alta de la Makuira
para cumplir un sueño que así se lo ordenó, pero no puede quedarse a dormir allá, pues puede atacarlo una
Pulowi. Una vez cuenta un viejo, una expedición de gringos quiso subir a la parte alta de la Makuira para
poner una torre, después un viejo subió porque un sueño se lo ordenó, vio la ropa y parte de la torre
regada en una laguna de mar que hay en la parte alta de la Makuira. Los gringos desaparecieron y por los
indicios parece ser que murieron91.
En suma, como bien lo anticipa María del Tránsito Paisayú en su entrevista, el territorio se
considera como un espacio sagrado y la ocupación de éste por parte de los clanes tiene una
explicación mítica:
Mareiwa llamado Demiurgo por algunos autores, héroe cultural por otro, creó la tierra y los hombres
(wayúu) de la siguiente manera: cuando Mareiwa se encontraba en la tierra, les dijo entonces a los
pájaros, que en realidad eran indios, que hicieran sus casas y enramadas mientras él iba y volvía del cielo,
cuando regresó optó por hacer muñecos de barro, y dispuso que su abuelo le nombrara el clan a cada uno
de los pájaros; de esta manera cada uno de los muñecos de barro ya pertenecía a un clan, este es Apshana,
este es Epiayú, etc; nombrados los grupos de todos los muñecos, éstos se convirtieron en hombre, y puso
a los Ipuana en Jarana, los Epiayú en la Baja Guajira, los Uriayú en la zona de Nazareth (Alta Guajira),
los Epinayú en la zona de Puerto Estrella, y así todos los demás se repartieron por toda la península 92.
88
Entrevista con María del Tránsito Paisayú, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007.
Entrevista con María del Tránsito Paisayú, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007.
90
Entrevista con Luz Dary Epiayú. Habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007.
91
Entrevista con Jhonny Warapuana, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007.
92
Saler, Benson. ―Los wayúu‖, Los aborígenes de Venezuela, Etnología Contemporánea, Vol III, caracas,
Fundación La Salle Monte Avila Editores, 1988, p. 121.
89
57
A pesar de que este mito señala como los clanes se dividieron y ocuparon territorios definidos
en la Guajira, en la actualidad sería un error afirmar que esto ocurre de la misma manera. En
efecto, si bien es cierto que en el pueblo wayúu existen clanes, llamados e´irukuu (carne), que
pueden definirse como ―categorías no coordinadas de personas que comparten una condición
social y un antepasado mítico común‖ 93, éstos en realidad jamás actúan como colectividad.
El mapa que se presenta a continuación, indica la ubicación territorial de los clanes wayúu
para 1997, lo que muestra que su asentamiento es en realidad disperso.
A pesar de ello, el conjunto mitológico asocia los miembros de estos clanes, con animales
epónimos o marcas claniles, que los grupos familiares aún hoy en día utilizan como emblemas
para identificarse como personas distintas, respecto de los miembros de otros clanes Wayúu,
cuyo origen se asocia a animales diferentes. Posiblemente los clanes pudieron estar en el
93
Guerra, Curvelo Weidler. La disputa y la palabra. La ley en la sociedad wayúu. Ministerio de Cultura. 2002.
P.67.
58
pasado territorialmente asociados a áreas determinadas de la península, pero actualmente no
lo están, pues no constituyen entidades políticas funcionales en el seno de la sociedad Wayúu,
por el contrario un mismo grupo clanil puede tener posesiones en la Alta y Baja Guajira y a la
vez en diferentes sitios de cada una de ellas, lo que ha generado en gran parte el
desmembramiento del clan94.
Por último, debe señalarse que el mar también ocupa un lugar dentro de la territorialidad
wayúu. El mar es para los wayúu, al igual que la tierra, un ser vivo y así como quienes habitan
la tierra poseen sus rebaños de vacas, quienes habitan en la costa y pescan tienen su propio
rebaño de peces. El mar tiene su propio ―pasto‖, como alimento y existe en él a su vez sitios
pulowi: María del Tránsito Paisayú contaba como unos turistas que vinieron a visitar Nazareth
(pueblo indígena ubicado en las cercanías de la Serranía de la Makuira), decidieron ir a nadar
en unas playas en punta estrella, unos wayúu les advirtieron que esa era una zona pulowi, que
no podían nadar allí, sin embargo los turistas ignoraron la advertencia, se fueron a nadar y
murieron ahogados, ―el pulowi se los tragó‖95.
2.2.
El territorio de origen y su relación con el mundo de los sueños y la
muerte.
Es de vital importancia, mencionar a su vez el territorio de origen del wayúu, entendido éste
como el cementerio en donde están enterrados sus antepasados. Cada grupo familiar wayúu
tiene un cementerio ubicado en un lugar específico, y todos los miembros de esa familia serán
enterrados en ese lugar. Al menos si no es posible en el primer entierro, es obligatorio que las
cenizas sean llevadas a aquel lugar. El territorio de origen, se refiere entonces al sitio del
cementerio familiar, el lugar del segundo entierro y por ello el lugar de origen del apushi,
como se explicará a continuación.
94
95
Ibidem. P.67.
Entrevista María del Tránsito Paisayú. Diciembre de 2005. Serranía de la Makuira. Nazareht. Guajira.
59
Una de las características en la sociedad wayúu es la relación estrecha con los antepasados
familiares y su comunicación con ellos a través de los sueños, se podría decir que la wayúu es
una cultura onírica.
Para el wayúu, el espacio en donde vive, en donde su existencia adquiere plenitud y sentido,
es el territorio de sus ancestros, de sus padres y abuelos, con los cuales se comunica mediante
sueños96. Esta idea es posible identificarla en una entrevista realizada por Michel Perrin, a un
wayúu:
Les âmes des morts reviennent sur la terre, à travers nos rêves. Lorsque nous rêvons aux morts, ce sont
eux que nos âmes rencontrent. Ici parfois on peut voir leurs ombres. Ce sont les yoluja, ombres des morts
sur la terre97.
El territorio es el único espacio que realmente le pertenece, porque es el territorio que recibió
de sus ancestros. Así, el territorio determina todo sentimiento de pertenencia y de identidad, y
por ello la garantía de la territorialidad para una familia wayúu es el cementerio, el lugar en
donde están enterrados sus antepasados.
El cementerio es entonces la ―escritura pública‖ de un territorio, aunque no se requiere de
ningún documento escrito para demostrarlo. El cementerio se respeta aún por los enemigos, y
se hace respetar como el referente cultural de mayor valor y significado espiritual y moral
para el clan y la familia, por eso la profanación de un cementerio es la mayor ofensa que se
puede hacer a un grupo familiar. En este marco Jesús Rodríguez98 explica:
¿Porqué somos los wayúu tan apegados a la tierra?¿Porqué soy dueño del territorio? Porque ese territorio
es de mis ancestros, de mis abuelos. Mis abuelos nacieron aquí y están enterrados aquí. Por eso el
cementerio es garantía de la territorialidad, sin necesidad de escritura. Siempre ha sido así. Ahora estamos
organizados en resguardos y eso es secundario para nosotros, porque si tenemos bien demarcado el
territorio y no lo podemos vender, aunque me lo hayan dejado mis tíos y a ellos mis abuelos, pero eso no
es mío, sino de mi familia en general, de la comunidad wayúu.
96
Mártinez Ubárnez, Simón y Guerra, Hernandez, Angel. Territorio y ley en la sociedad wayúu. p. 116.
Las almas de los muertos vuelven a la tierra, a través de nuestros sueños. Cuando soñamos con muertos, es
porque nuestras almas se han encontrado con ellos. A veces es posible ver sus sombras. Son los yoluja, las
sombras de los muertos sobre la tierra.
Entrevista realizada a Mikaela Jitnu, Setuma Pushaina, Semaria Apshana, Ramonsito Uliyú y ―Masakai‖ Uliyú.
Perrin, Michel. Le Chemin des Indiens Morts. Payot. Paris, 1976. P. 27
98
Wayúu, perteneciente a la comunidad de Me´era., del Resguardo indígena de la Alta y Media Guajira.
97
60
El territorio de origen, tiene entonces una relación estrecha con el mundo de los sueños y con
la muerte. En efecto, los guajiros a la hora de acercarse a la muerte parten al lugar en donde
nacieron, es decir al territorio de origen. Estos sitios deben ser respetados por otros clanes.
Es allí en donde se hace el ritual del velorio, muy importante aún en la actualidad para los
wayúu. Al velorio asiste toda la parentela del difunto, durante el tiempo que dure el llanto,
algunos de los animales del muerto se consumen durante el velorio y el resto se reparten entre
los asistentes. Esta comida se llama ekira y para los wayúu es importante tener ganado en
otras razones, para que cuando mueran puedan ser repartido como ekira. El muerto se
convierte en wanülu, es decir el alma de los muertos, e inicia un recorrido por toda la
península Guajira hasta llegar a Jepira (El Cabo de la vela), en donde el muerto habitará hasta
que se haga el entierro secundario de sus restos. Cuando wanülu avisa a través de una señal,
que generalmente se hace mediante un sueño, que ha llegado el momento de realizar el
entierro secundario, el alma del guajiro muere definitivamente y ya no existe más99.
El entierro secundario supone que toda la familia de ese miembro, se dirige de nuevo al lugar
en donde fue enterrado el muerto, se abre la tumba del mismo y se realiza una exhumación.
La mujer más próxima al muerto, saca cuidadosamente cada uno de los huesos del pariente
difunto, los limpia con chirrinchi100 y los guarda cuidadosamente en una suerte de hostiario.
Luego se lleva a cabo el ritual como ocurría en el primer velorio, las mujeres de la familia
tapándose su rostro con un velo, lloran durante toda la noche, sin que puedan dejar de hacerlo
y sin que puedan comer o dormir. Para ello, algunos de los hombres las acompañan y cuentan
historias del muerto, para así mantenerlas despiertas. Toda la parentela ha sido invitada y
acompaña el ritual durante dos o tres noches o incluso por más tiempo. Durante este tiempo se
toma chirrinchi, se come chivo, carne y se duerme en el chinchorro cerca a las tumbas.
Finalmente cuando ya el ritual ha terminado, el ataúd en donde estaba el muerto es arrojado
en algún acantilado y el chirrinchi esparcido en el cielo, momento en que se presencia la
despedida definitiva del muerto, cuando wanalulu ya no existe más101.
99
Monroy Barrera, Eduardo. Mestizaje, comercio y resistencia. ICANH, Bogotá, 2000. p. 43
Bebida alcohólica consumida tradicionalmente por los wayúu, hecha a base de panela.
101
Diario de Campo. Visita realizada a la Alta Guajira en enero de 2005.
100
61
2.3.
El territorio histórico concreto de la familia: La Womainpá.
Por último, en un nivel micro, se debe tener en cuenta el territorio histórico concreto de la
familia: la womainpá o la patria wayúu.
Los wayúu conforman vecindarios (conjuntos de rancherías) y a partir de ello la Womainpá. A
diferencia del clan, los miembros que componen este territorio histórico concreto de la
familia, es decir la Womainpá, si actúan como una colectividad. En esta Womainpá residen
familias extensas de hasta 300 miembros, se trata de un conjunto de unidades familiares de
parientes uterinos que conforman un grupo de residencia definido por un cementerio, una red
estrecha de cooperación y el derecho de acceso a una fuente de agua local102.
Adicionalmente el territorio que comparten los miembros de la Womainpá, se define por la
adyacencia a un recurso natural determinado, como una ciénaga, una salina o un yacimiento
de talco o de yeso, entre otros. En este punto es importante determinar que para el wayúu no
existe una división del suelo y el subsuelo como ocurre para el derecho colombiano, según el
cual el suelo es de los particulares y el subsuelo por su parte es del Estado. Para el wayúu
suelo y subsuelo conforman una sola entidad: el territorio. Por esto ―todos tenemos derecho a
la tierra y a la administración de sus recursos según los usos y costumbres tradicionales, (…)
el Wayúu debe conocer su territorio o su región, defenderlo y apropiarse de los recursos que
hay en él para una mejor subsistencia‖103
Esta categoría (Womainpá) determina la ocupación del territorio, en la medida que se refiere a
los factores que fijan la tenencia y propiedad de la tierra de cada una de las familias o grupos
familiares wayúu, apropiación territorial que entre los indígenas se basa en los derechos de
uso y no en los de propiedad privada. Por lo tanto la tierra no se considera como un bien
comercial que requiera ser cuantificada para ser valorada, por el contrario es un bien de uso
vinculado a una tradición familiar y su única limitación es la de que esté siendo utilizado por
102
Perafán Simmonds, Carlos. Sistemas Jurídicos Paez, Kogi, Wayuu y Tule. 1995. Colcultura P. 181.
Bernier, Zunilda. Trabajo de investigación con laulayus (autoridades famliares tradicionales), 1996
www.ramajudcial.gov.co.
103
62
otros. Este territorio es entonces de propiedad comunal, pero los productos agrícolas de las
parcelas si son de propiedad individual absoluta.
¿Ahora bien, quiénes concretamente conforman la Womainpá? El wayúu es un grupo
indígena descentralizado que se establece y utiliza el territorio localmente con base en un
sistema de familias uterinas; está concepción de uso del territorio se encuentra demarcada por
las normas sociales y de parentesco. Para entender su distribución en el territorio es
importante tener en cuenta, en primer lugar la filiación o sistema de parentesco: El parentesco
por sangre se denomina ―ashaa‖ y el parentesco por carne ―eiruku‖. Solamente las mujeres
pueden transmitir su ―eiruku‖ a sus hijos. Los parientes que comparten la misma carne
(eiruku) se denominan ―apushi‖ y generalmente este ―apushi‖ es el que comparte la zona
territorial conocida como la womainpá 104.
La Womainpá además de incluir a grupos de familias uterinos a los cuales corresponde un
determinado territorio, debe entenderse a su vez como un lugar de red de apoyo y cooperación
entre los parientes apushi. En este sentido cada womainpá, es decir cada patria es una unidad
social, política y económica independiente. En el territorio de la Womainpá, cada persona
tiene ciertas obligaciones con respecto a la distribución de tareas como la cocina, el cuidado
de los animales, la solución de disputas entre ―apushis‖, etc.
Por último, esta womainpá o territorio histórico de la familia del wayúu, se basa a su vez en
un sistema de reciprocidad familiar y de redistribución de los bienes. En efecto en el sistema
jurídico wayúu, toda familia o ―apushi‖ que se encuentra en determinada ―womainpa‖, es
responsable por los problemas de sus miembros. Así pues, en caso de homicidio, el ―apushi‖
es el responsable de las muertes ocurridas, no el autor individual del delito, como ocurre en
nuestro sistema penal105.
104
El matrilinaje es la unidad de referencia entre parentesco y territorio, mientras que el matrilinaje del padre,
tiene otra importancia: en relación con las herencias, con la guerra pero no con la territorialidad.
105
Perafán Simmonds, Carlos. Sistemas Jurídicos Paez, Kogi, Wayuu y Tule. 1995. Colcultura P. 181.
63
En suma, el apushi o mejor la womainpá no es un mero espacio físico sino que se convierte
en un espacio mental en donde se inscriben las normas de la vida social, política y económica
de la vida wayúu.
Sin embargo la comunidad wayúu no es un pueblo que sea sedentario, de forma que sus
miembros no viven permanentemente en la misma ranchería. Cada familia tiene por lo menos
una ranchería alterna para usar durante el verano, en la cual reside generalmente un núcleo de
la misma línea de parientes uterinos. Ello da cuenta, finalmente de cómo la ocupación del
territorio por parte de los wayúu se hace bajo el modelo de la poliresidencialidad y no del
nomadismo o seminomadismo, categoría ésta última, que según Carlos Hernán Darío Correa,
ha sido aplicada mañosamente a las comunidades wayúu para despojarlas de sus tierras. Este
sistema polirresidencial define, por su parte, ―un esquema migratorio familiar de por lo menos
dos traslados al año, generalmente desde la Alta y Media Guajira, hacia la Baja o las
inmediaciones de los centros urbanos; y el retorno con la estación de las lluvias‖106.
2.4.
Las migraciones territoriales: Los conflictos entre familias.
Por último Polo Acuña, recuerda otro factor determinante de la ocupación del territorio por
parte de los wayúu que no debe ser olvidado: los conflictos entre los grupos familiares, lo que
le da un carácter dinámico al territorio.
Por lo general, en un territorio pueden convivir varios grupos familiares, que lo hacen con el
consentimiento de quienes son ocupantes ancestrales, sin embargo no son dueños de ese
territorio y no pueden reclamar la propiedad sobre éste, si no tienen allí su cementerio, es
decir enterrados en éste sus ancestros. En estos casos, las familias ocupantes deben llevar sus
muertos al cementerio familiar, localizado en su territorio de origen. Sin embargo, dado el
carácter transhumante de los wayúu, en algunas ocasiones sucede que cuando ciertas familias
106
Hernán Dario Correa explica: ―Según información personal de Victoria Ballesteros Epinayu, en Bahía
Portete, la polirresidencialidad supone en algunos casos el mantenimiento de hasta tres viviendas: en la Alta
Guajira —Portete, según el caso de nuestra informante—; Maicao, en el centro de la península; y Maracaibo;
casi siempre en función de apoyos comerciales y de optimizar el uso de servicios médicos y escolares según la
oferta diferencial o las ventajas comparativas entre Colombia y Venezuela‖. Hernán Dario Correa, Geografía
Humana de Colombia. Nordeste indígena. Documento suministrado por la ONIC.
64
emigran a territorios de otros, incluso pueden llegar a instalar allí cementerios provisionales,
pero aún en estos casos, el territorio no les pertenece. 107
Ello puede dar lugar a fricciones territoriales que se surten entre los diferentes grupos
familiares que ocupan un mismo territorio. Estos fenómenos se dan, por ejemplo, cuando un
grupo familiar Wayúu permite la estancia temporal en su territorio tradicional de otro grupo
que se ve forzado a huir de un conflicto armado o migrar por otras razones. En efecto, con el
paso del tiempo, los nuevos ocupantes pueden multiplicarse, incluso establecer alianzas
matrimoniales con familias de la zona, hasta que llega un punto en que comienzan a construir
sus propios cementerios, y a disputar el liderazgo político y el control del territorio a los
primeros108.
En suma las disputas internas entre los vecindarios wayúu, que envuelven a sus unidades más
extensas, los clanes, ocasionaban guerras que a menudo terminaban con la ruina de muchos de
ellos, perdiendo consecuentemente territorios y riquezas representados fundamentalmente en
ganado109 .
Como conclusión general, puede constatarse cómo las variables de ocupación del
territorio son varias, y dan cuenta de una determinada concepción territorial de la cultura
wayúu: un territorio ancestral, un territorio histórico, un territorio de origen, en suma un
territorio cultural, que determina la forma como se ocupa ese espacio geográfico conocido
como la Guajira y que muchas veces se ha transformado debido a las fricciones territoriales
entre los mismos grupos familiares.
Así el territorio cultural, en el caso indígena se trata de un medio de subsistencia, pero
también de poder establecer con ese espacio las relaciones que lo configuran como un
territorio de una sociedad particular, permitiendo al mismo tiempo, la continuidad de su
107
Mártinez Ubárnez, Simón y Guerra, Hernandez, Angel. Territorio y ley en la sociedad wayúu. p 117.
Guerra Curvelo, Weidler. La disputa y la palabra. La ley y la sociedad wayúu. p.90.
109
Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). Uniandes,
Bogotá, 2005. p 25.
108
65
existencia como sociedad específica, sin perjuicio claro, de la apropiación de los recursos de
ese mismo territorio como medio de subsistencia de la comunidad.110
Sin embargo el territorio cultural de los wayúu, no es apenas sino uno de los ingredientes que
componen el ―paisaje‖ de la Guajira Colombiana. Otros componentes vienen a determinar
este paisaje y vienen a transformarlo, por medio de un proceso de conflicto en donde
diferentes actores exigen el reconocimiento de derechos territoriales, de acuerdo a diversas
posiciones, intereses y argumentos.
3. La disputa por el territorio: Recursos naturales e intereses
económicos y
ambientales.
Frente a la concepción indígena del territorio, se encuentra la concepción del Estado
que le otorga un sentido diferente, tanto en su uso como en su concepción. El suelo de la
Guajira ha sido considerado como ―estratégico‖ en cuanto posee una gran variedad de
recursos naturales importantes para la economía, una posición clave frente al mercado
internacional y costas aptas para el comercio (Ver mapa de Recursos Naturales). Esta
perspectiva deriva en el interés de varios actores externos sobre estos territorios, para quienes
la percepción indígena del territorio resulta conflictiva y contraria a sus intereses. El interés en
cada uno de estos recursos naturales ha suscitado, entonces, diferentes conflictos. Al respecto,
vale la pena mencionarlos.
3.1 Las Salinas de Manaure
En el suelo de la Guajira, se encuentra la Sal Marina, producto que desde los tiempos
precolombinos extraían los indígenas wayúu para intercambiarlo por oro con otras
comunidades y que durante la época de la Colonia era intercambiada por alimentos y otros
artículos con los españoles.
110
Vasco Uribe, Luis Guillermo. Entre selva y páramo. Viviendo y pensando la lucha india. ICANH, Bogotá,
2002.
66
En la actualidad, las Salinas de Manaure son las salinas marítimas más importantes del país.
En efecto mientras la producción total de Colombia es de 1.340.000 toneladas anuales, la de
Manaure por su parte produce 1.000.000 de toneladas anuales, gracias a los ensanches de
1967 y 1974 que la convirtieron en la tercera del mundo y la primera de América Latina 111, lo
que es muestra de su importancia para la economía nacional.
La Sal además de ser necesaria para el consumo humano, su industrialización se inició con el
propósito de obtener productos químicos derivados del cloruro de sodio, tales como el
hidróxido y carbonato de sodio, necesarios para la industria farmacéutica, alimenticia,
textilera, curtiembres, grasas, jabones, vidrios y papel. En Colombia estos insumos se
comenzaron a fabricar en 1952 en la planta de soda de Betania, cerca de las minas de
Zipaquirá, empresa que era parte de la Concesión Salinas del Banco de la República. La
producción de esta fábrica era inferior a la demanda nacional. Por lo tanto, en 1959 se vio la
necesidad de iniciar un estudio para el montaje de una planta de una soda cáustica en la Costa
Caribe112
El control de este importante recurso natural ha generado grandes conflictos entre los wayúu
por un lado, quienes reivindican los territorios de las salinas y el derecho de explotación de
este recurso desde tiempos ancestrales y el Estado por otro lado, que declaró las salinas como
monopolio del Estado y consideraba su explotación industrial como un asunto de ―interés
público‖. Bajo este argumento el Estado inició la modernización de las salinas para hacer
más eficiente su explotación. En esta lógica, decide introducir tecnología para la extracción
de la misma: se estima que cada máquina Caterpillar recoge la Sal que antes acopiaban unos
400 indígenas 113 en Manaure, a su vez la productividad de la rudimentaria técnica manual de
los ―charqueros‖ wayúu es doce veces (medida en horas de trabajo) menor que la de los
trabajadores mecanizados114.
111
Las Salinas de Manaure: Procesos organizativos, acuerdos, conceptos, legislación y jurisprudencia, Bogotá,
Diciembre de 2005, MJ Editores p. 41
112
Díaz Aguilera, María M. Salinas de Manaure: Tradición wayúu y modernización. Banco de la República.
Mayo de 2003. P. 11.
113
Giraldo, Leonel. ―El pueblo más salado del mundo‖ en Revista Diners N° 133, Abril de 1981. P. 47.
114
Child, Jorge. ―Expoliaciones del IFI a los Wayúu‖ en El Espectador. 23 de junio de 1991.
67
El Estado colombiano, entendiendo la importancia de las salinas para la economía nacional, se
interesa en ellas y solicita para 1962 ante el INCORA, como entidad encargada de administrar
los territorios baldíos de nuestro país, una reserva del terreno de Manaure en la Guajira, con
destino a la explotación de salinas marítimas.
Para ello, el INCORA decide adjudicarle un sector de terrenos (en territorio wayúu), que
según la normatividad vigente eran ―considerados baldíos‖ en el Corregimiento de Mansure,
Municipio de Uribia, Intendencia de la Guajira, con una extensión de 272 hectáreas. Este
terreno le fue adjudicado mediante resolución de 26 de junio de 1962, en donde se le
otorgaba al Banco de la República la administración de dicha explotación.
Esta adjudicación a favor del Banco de la República, supuso importantes enfrentamientos de
organizaciones indígenas, quienes exigían que se respetara el derecho que tenían a la
explotación de los recursos naturales y a su territorio, frente al Estado que defendía un
proyecto clave para la modernización de las salinas y por ende para la economía nacional.
3.2 El carbón del Cerrejón.
Por otro lado, en la zona de la Media Guajira se aprecian recursos como el carbón, que en el
siglo XX será la razón de largas luchas entre los indígenas y multinacionales interesadas en su
explotación. En efecto este recurso se empieza a explorar en Colombia en el marco de la
denominada crisis energética, de forma que se reconoce la importancia del mismo en el país
pues éste se perfila, aún con ventaja sobre la energía nuclear, como el principal heredero
inmediato del petróleo.
En los años 80, momento en que se discutía el tema del carbón colombiano, afirmaba
Clemente Forero Pineda, profesor de Economía del departamento de la Universidad Nacional,
que ―a muy largo plazo, la energía nuclear será la fuente primaria más importante, pero ello
ocurrirá cuando el carbón empiece a escasear. Así al cambiar de milenio, el carbón estará
convirtiéndose en el energético primario número uno‖115. Aseguraba el catedrático, según
115
Forero Pineda, Clemente y otros. ¿Qué hacer con el Cerrejón? En Las cinco maravillas millonarias de
Colombia, Ed. Oveja Negra. Bogotá, Colombia 1982. P. 70.
68
estudios prospectivos, que el carbón se disputaría en el 2020 el primer lugar con la energía
nuclear y seguiría siendo una fuente primordial de energía durante este siglo, ello porque ―en
120 años el petróleo y los energéticos afines, habrán desaparecido en términos prácticos como
fuente de energía mientras que el carbón proporcionará un importante porcentaje de energía
primaria al mundo‖116.
El carbón según análisis económicos de la época, atraería grandes utilidades a Colombia si se
tiene en cuenta el panorama de este recurso en el mundo: se produciría un alza de precios del
carbón hacia el futuro, y Colombia saldría bien librada de este fenómeno, pues pocos eran los
competidores en este mercado, (Canadá, Estados Unidos, Polonia y Suráfrica), de los cuales
los dos últimos estaban ad portas de salir del mismo, teniendo en cuenta que el colombiano es
―de altísima calidad, bajo costo de producción y transporte‖117.
En este contexto de auge del carbón, la demanda internacional del recurso energético llevó en
1976, a la constitución de la empresa comercial e industrial del Estado, llamada CARBOCOL
en
nuestro país, encaminada precisamente a explotarlo. El 6 de Octubre de 1975,
ECOPETROL convocó a varias compañías del mundo a presentar propuestas para explotar
yacimientos del Cerrejón, la licitación la ganó INTERCOR (subsidiaria de la EXXON), en
junio de 1976 se le asignó a la empresa el área del cerrejón y se llamó Proyecto CerrejónZona Norte118.
En 1976, se firmó el Contrato de asociación entre Carbocol e INTERCOR, para la explotación
y producción del carbón en los municipios de Barranca y Maicao en el Departamento de la
Guajira.119 En el contrato se establecía que la duración del mismo sería de 33 años.
116
Forero Pineda, Clemente y otros. ¿Qué hacer con el Cerrejón? En Las cinco maravillas millonarias de
Colombia, Ed. Oveja Negra. Bogotá, Colombia 1982. P. 70
117
Ibidem p. 71.
118
Cerrejón, Minería Responsiable. ―Nuestra Historia‖ en www.cerrejoncoal.com. Reuperado el 17 de junio de
2010.
119
Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, Reubicación y medio ambiente. Colcultura. Bogotá. 1995. p.225
69
En 1982, se puso en marcha, en asociación con la EXXON, el proyecto carbonífero ―El
Cerrejón Central‖ y en 1985, ―El Cerrejón Norte‖, los dos más importantes yacimientos del
país localizados en territorio wayúu.
En cuanto al proyecto Cerrejón Zona Norte, se trata de una mina a cielo abierto, localizado en
el municipio de Barrancas, al Sur de la Guajira. De ahí hasta Puerto Bolívar en el mar Caribe,
el carbón es transportado en un tren que atraviesa el territorio indígena Wayúu y Puerto
Bolívar por su parte, es el puerto de embarque120.
En este contexto, la multinacional, debía obtener las tierras de propiedad privada para la
construcción de la vía férrea, las instalaciones de la mina y el puerto de embarque del Carbón.
Por ello, solicitó ante el INCORA varias zonas del territorio guajiro, como reservas para la
extracción del carbón, lo que sin duda despertó el temor de los indígenas, pues amplios
territorios de vocación ancestral, se veían comprometidos para ser consagrados a la
explotación del recurso.
La colisión de la multinacional con las reservas de vocación ancestral de los wayúu, según
Hernán Darío Cortés, configuraban unas 200.000 hectáreas121, sin embargo esta información
debe ser contrastada con la resolución del INCORA en donde se afirma que las reservas
reivindicadas por los wayúu y otorgadas a CARBOCOL correspondían a 5000 hectáreas 122.
Estas reservas fueron finalmente otorgadas a la multinacional, mediante resoluciones 067 de
1981, 0119 de 1981 y 002 de 1981 por parte de la INCORA, para la explotación del recurso,
lo que dio inicio a una de las principales batallas políticas y jurídicas de comunidades
indígenas contra poderosas multinacionales.
3.3 El etno-turismo y las áreas protegidas
120
Ibidem. P. 226
Correa Hernán, Darío. ―Las salinas industriales de Manaure, el territorio de los wayúu y las dificultades de
una concertación intercultural‖. En Tierra Profanada: Grandes proyectos en territorios indígenas de Colombia.
P. 238.
122
Resolución N 015 de 23 de febrero de 1984, por la cual se constituye como Resguardo Indígena a favor de la
comunidad Wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en la jurisdicción de los
Municipios de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure, departamento de la Guajira.
121
70
Por otro lado, en la Guajira se encuentran dos reservas naturales, que han sido objeto
de protección por parte del Sistema de Parques Nacionales: La serranía de la Macuira y el
parque de los Flamencos, especialmente a través del Inderena (Instituto Nacional de Recursos
Naturales), entidad interesada en su protección.
La Serranía, es única en Colombia en la medida en que a tan solo 550 msnm se presenta el
bosque enano nublado perennifolio, de apariencia similar a los bosques andinos que se sitúan
cerca de la línea de páramo y que existen únicamente a alturas superiores de 2700 msnm123.
En esta Serranía se encuentran grandes contrastes: desde extensas dunas de arena hasta una
exuberante vegetación.
El parque de flamencos por su parte, es un hermoso santuario en medio del desierto, en donde
se encuentran lagunas de un azul profundo, colmadas de flamencos de un rosado intenso.
Todo ello bordeando la imponente playa del municipio de camarones.
Frente a esta zona del territorio wayúu, el INDERENA, entidad que manejaba en la época los
recursos naturales y el medio ambiente en nuestro país, pero que se encuentra en proceso de
liquidación en la actualidad, tenía como interés especial, la preservación del ecosistema en la
Guajira y por ello solicitó ante el INCORA la constitución de dos reservas forestales: una
zona de preservación de Flamencos, en la zona de Bahía Portete y otra que posibilitara la
constitución de un Parque Natural Nacional en la Alta Guajira: la Makuira. Los acuerdos 34
de 1977 y 27 de mayo 1977 le otorgaron dichos territorios, al establecer estas zonas como
aéreas de protección: para la preservación de los flamencos se destinó la zona de Bahía
Portete, Municipio de Manaure y para el Parque Natural Nacional la serranía de la Makuira
compuesta por 25. 000 hectáreas, en la jurisdicción del Municipio de Uribia, dos territorios
que según la legislación vigente eran territorios baldíos y por ello eran susceptibles de
disposición por parte del INCORA, como entidad encargada de la administración de dichos
territorios.
123
―Serranía de la Makuira‖ en www.parquesnacionales.gov.co. Recuperado el 27 de octubre de 2009.
71
A su vez, es de importancia poner de presente que gran parte del departamento goza
de costas, lo que implica una posición estratégica frente al mercado internacional. Por esta
razón se constituyeron en la Guajira una serie de puertos, que permiten exportar e importar
diferentes productos y sobre todo que han sido la ruta por donde se ha desarrollado el
contrabando.
En este contexto, consciente de la importancia geoestratégica de las costas guajiras (de
vocación ancestral wayúu), la Armada Nacional solicita para 1970, una reserva en Bahía
Honda, con un área de 12.500 hectáreas. Esta zona sin embargo no fue finalmente concedida,
pues de forma sorprendente, el Comité de Asuntos Indígenas de Riohacha, consideró que allí
existían numerosos cementerios y lugares de importancia mítico-social y la mayoría de los
asentamientos humanos wayúus.124
Pero con este mismo cometido, el Ministerio de Defensa, solicitó para la época, el territorio
conocido como el Aujero, en jurisdicción del Municipio de Riohacha, zona que por su parte,
si le fue adjudicada por resolución N 046 de marzo 27 de 1974.
Pero la costa no tiene interés únicamente por su importancia geoestratégica, sino también por
ser un atractivo turístico. Por ello es de mencionar que en las costas guajiras se han intentado
desarrollar proyectos etno-turísticos, específicamente por medio de la Corporación de
Turismo, en especial en la zona del cabo de la Vela o Jepira como lo llaman los wayúu.
Con este cometido, la Corporación de Turismo solicita para 1971, la adjudicación de los
terrenos sobre el Mar Caribe, solicitud que fue atendida, en la medida en que mediante la
resolución 344 de 1972, se declara como reserva turística la franja de tierra de dos kilómetros
de ancha comprendida entre la población de Manaure y Bahía Honda para el desarrollo de
proyectos etno-turísticos.
3. 4. Los colonizadores particulares
124
Comité de Asuntos Indígenas de Riohacha. Informe para la constitución del Resguardo Indígena de la Alta y
media Guajira. 1983.
72
Para finalizar, es necesario evidenciar los intereses de particulares en este ―paisaje
estratégico‖. En efecto, numerosos colonizadores particulares han incursionado e
incursionaron en los territorios indígenas durante el periodo estudiado, adquiriendo predios a
título de dominio amparados por la legislación de la época, que sin embargo pertenecían a ese
territorio cultural.
En las sendas cartas enviadas por la Organización Yanama, principal organización wayúu, a
diferentes funcionarios del INCORA, se pone de presente la presencia de colonos que
presionaban a los indígenas para que abandonaran sus territorios, a la vez que lograron
adquirir la propiedad de algunas tierras, en la medida en que los tribunales fallaron a su favor.
En efecto una carta de Oscar Ocampo Morales, Jefe de División de Tierras del INCORA, da
cuenta de este conflicto al exponer que existían 2122 predios con 89.794 hectáreas que habían
sido adjudicados a particulares gracias a juicios de pertenencia o adjudicaciones del INCORA,
frente a los cuales los indígenas solicitaban su adjudicación125.
4. Conclusiones
En suma el paisaje estratégico puede visualizarse geográficamente en el siguiente
mapa, en donde se identifican los diferentes actores que se apropian del espacio geográfico de
acuerdo a diversas finalidades, ingredientes que constituyen todos ellos un particular
escenario de ―paisaje‖ en conflicto en la Península de la Guajira.
125
Carta de Roque Roldán Ortega, Jefe de la División de Asuntos indígenas del INCORA dirigida a Oscar
Ocampo Morales, Jefe de División de Titulación de tierras del INCORA. Bogotá, 16 de Noviembre de 1983.
Expediente 40749. Archivo INCORA.
73
Así pues, las diferentes concepciones territoriales que se enfrentan en este espacio guajiro, la
utilización del paisaje estratégico de acuerdo a diversas finalidades en donde confluyen
intereses económicos, históricos, sociológicos, denota de fondo la existencia de un fenómeno
particular en la Guajira y es la existencia de una zona de ―frontera‖.
La frontera, no entendida como un simple sentido de límite internacional, de delimitación,
sino como una zona de interacción entre dos o más culturas diferentes, como lugar en donde
esas culturas contienden entre sí y con su entorno físico. En este sentido como lo recuerda
Polo Acuña, la frontera es tanto un espacio, como un proceso126, que se caracteriza por ser un
área de permanente tensión entre los cruzadores de la frontera y entre aquellos que se
126
Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). Uniandes-CesoMinisterio de Cultura-Celiduk. Bogotá. 2005. P. 10
74
empeñan en reforzarla, zonas de transición en donde se entremezclan dos o más
territorialidades127
El espacio guajiro, es una claro ejemplo de frontera en donde contienden territorialidades de
wayúu, multinacionales, entidades estatales y particulares, interesados en un mismo territorio
pero de acuerdo a diferentes finalidades e intereses.
Es sobre este escenario que de forma concomitante se plantea la pregunta por la demarcación,
delimitación y legalización de un Resguardo, el denominado Resguardo de la Alta y Media
Guajira, desde los años 60 a 90.
127
Vargas, Patricia. 1993. Impacto y reacción ante la ocupación española. Siglos XVI y XVIII. Bogotá, CEREC.
Instituto Colombiano de Antropología e Historia. P. 39.
75
CAPITULO III:
LUCHAS INDIGENAS POR EL TERRITORIO E INDIGENIZACIÓN DEL
DERECHO.
Para desarrollar el análisis de este capítulo, se toma como objeto de estudio el Resguardo de la
Alta y Media Guajira, ubicado en el Norte de Colombia, departamento de la Guajira, en un
periodo temporal determinado: años 60 a 90.
En este sentido, se busca analizar cómo fue el proceso de constitución de este Resguardo, la
manera en que se trazó su delimitación, y los criterios que intervinieron para que el INCORA
determinará cuál debía ser el territorio que correspondía a los indígenas wayúu, entendiendo
este proceso siempre en referencia a las narraciones jurídicas analizadas en capítulos
anteriores.
Vale decir que este estudio permite constatar que el proceso de constitución de este
Resguardo no se dio pacíficamente, por el contrario la delimitación y constitución del mismo
supuso una serie de conflictos entre diferentes actores con apropiaciones territoriales, y sobre
todo intereses específicos, disímiles e incluso contradictorios, que reivindicaban zonas
determinadas del espacio geográfico guajiro para diversas destinaciones.
1. Los wayúu: Una tradición de lucha
La comunidad wayúu se caracteriza por una tradición de lucha y resistencia. Desde los
primeros años de la conquista, la Guajira ha sido una zona de poca presencia estatal,
esencialmente debido a la calidad de ―territorio incontrolado‖ que caracterizó esta zona.
Los Guajiros como se solía llamar a los indígenas wayúu durante la Conquista, estaban
apoderados de la Alta Guajira; en especial la zona de la Macuira y Chimaré, eran zonas en
donde difícilmente los españoles podían acceder debido a la defensa que los indígenas hacían
de su espacio étnico. De hecho, la Guajira fue la primera tierra de la actual Colombia que
vieron los españoles cuando llegaron a América hace cinco siglos. En 1499, Alonso de Ojeda
76
descubriría la punta de tierra que llamaría el Cabo de la Vela, lugar en donde formaron una
ciudad española ―Nuestra Señora de los Remedios del cabo de la Vela‖, sin embargo esta
ciudad no duraría mucho pues la hostilidad del terreno, la escasez de agua y pasto y la defensa
de los indígenas de sus aguadas y su espacio étnico, forzaron a que los españoles se
desplazaran alrededor de 1547, hacia un lugar más propicio, razón por la cual fundarían
Nuestra Señora de los Remedios del Rio de el Hacha, que quedaba a orillas de dicho río128.
Durante la época de la Colonia, fue evidente la capacidad de revolución de los guajiros y su
defensa acérrima del espacio étnico, de ello es muestra las rebeliones de 1604, cuando se
rebelan los indios de los Llanos de Orino (Cocinas, Guajiros y Atanares), lo mismo sucede en
1609, 1619 y 1623 (éste último incluyendo gente del Río de Hacha), y así sucesivamente en
diez ocasiones entre los años 1637 y 1785129.
Ello es muestra de cómo el territorio guajiro y su cultura ha logrado perpetuarse a lo largo de
los años, debido a su capacidad de defensa y lucha frente a la intrusión de elementos
culturales extraños.
Así pues, la situación no es diferente en el siglo XX, en donde los indígenas wayúu han
luchado en diferentes planos frente a lo que consideran intrusiones a su territorio étnico, de
forma que se han constituido como un ―contra-poder‖130.
Sin embargo su resistencia no se agota allí, por el contrario han sabido aprovechar las
herramientas otorgadas por la misma cultura occidental para iniciar un proceso de
―reconstitución étnica‖131. En este sentido, algunos autores han interpretado cómo Occidente
ha sido finalmente un contradictorio factor positivo para su cultura: los wayúu utilizan las
herramientas ofrecidos por la misma cultura occidental para beneficiarse y resistir, lo que
termina fortaleciéndolos como sociedad, uno de estas herramientas ha sido sin duda el
derecho.
128
Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). p11.
Ibidem p. 12.
130
Ibidem. P. 11
131
Ibidem p. 11
129
77
Así lo explican Hernán Correa y Socorro Vásquez, ―Los wayúu supieron aprovechar las
intermitencias del acoso occidental, y la diversidad de intereses de sus agentes, y ofrecer sus
propias intermitencias en el contacto, merced al carácter disperso de sus grupos. Y en su
momento también supieron levantarse‖132.
De ello es muestra el proceso de reconocimiento de los territorios indígenas que se inició en la
Guajira, desde los años 60, momento en que se le otorgó al INCORA la facultad de conformar
reservas indígenas y los nuevos resguardos133.
Este proceso de reconocimiento y reivindicaciones territoriales en el Resguardo de la Alta y
Media Guajira, conjuga todos los factores y puntos que se vieron con anterioridad: unas
narraciones jurídicas que rigen el proceso y unas concepciones territoriales e intereses
económicos que suponen una aplicación particular de esas narraciones en la práctica,
caracterizada por unos procesos conflictivos.
Ahora bien, es cierto que en la península de la Guajira no se constituyó únicamente el
Resguardo de la Alta y Media Guajira. Como se puede ver a continuación, este proceso se dio
de forma paulatina y fragmentada, de manera que en la actualidad tenemos 15 resguardos
indígenas constituidos en este departamento:
AÑO
NOMBRE DEL RESGUARDO
1967Reserva de Carraipía
1984Resguardo de la Alta y Media Guajira
RESOLUCION N°
218 del 02 de diciembre de
1967
015 de 28-02 de 1984
1986Resguardo de Zahinoro, Guayahito y Muriaytuy 0090 de Noviembre 5 de 1986
1987Resguardo de Lomomato
1988Resguardo de Provincial
0081 del 2 de diciembre de
1987
0085 de 1988
1988Resguardo de San Francisco
0086 de septiembre de 1988
132
Vásquez, Socorro y Correa, Hernán Darío. ―Los wayúu: 500 años de autoafirmación: sal, territorio y
cultura‖. Universitas Humanística. Vol. 21, no. 35 (Ene.-jun. 1992) p.11
133
Este término se utiliza para diferenciar los resguardos (nuevos) creados por el INCORA desde la expedición
de la ley 135 de 1961, de los resguardos coloniales reconocidos en décadas pasadas.
78
1988Resguardo de Trupiogacho y la Meseta
0087 de 1988
1994Resguardo de Caicemapa
045 del 1 de noviembre de 1994
1994Resguardo de Mayabangloma
046 del 1 de noviembre de 1994
1996Resguardo de las Delicias
74 del 16 de diciembre de 1996
1997Resguardo de Potrerito
53 del 19 de diciembre de 1997
1998Resguardo de Monte Harmon
48 del 30 de noviembre de
1998
12 del 5 de mayo de 1999
1999Resguardo de Mañataure
2000Resguardo de Soldado Parate Bien.
2000Resguardo Okochi
050 del 18 de diciembre del
2000
15 del 29- 06 de 2000
Fuente: Archivo del INCODER.
Sin embargo, analizar el proceso de constitución de cada uno de los 15 resguardos resulta
innecesariamente extenso y dispendioso, razón por la cual se eligió un estudio de caso en
particular (el Resguardo de la Alta y Media Guajira), debido a que este fue el primer nuevo
resguardo reconocido en el departamento y especialmente porque responde a una etapa de
transición de la política indigenista colombiana: el paso de una política integracionista a una
política de proteccionismo y luego multiculturalismo, que sin duda alguna se vio mediada por
una variedad de conflictos134.
Para dar cuenta de este proceso y el rol activo que jugaron los wayúu en éste, se analizará el
proceso de constitución del Resguardo a lo largo de tres etapas, que corresponden a las
mismas etapas que se identificaron en la periodización de las narraciones jurídicas del primer
capítulo:
En primer lugar, a manera de contexto, se ofrecerá una panorámica de la naturaleza jurídica
de las tierras en la península de la Guajira en los años 60, momento en que se dicta la ley 135
de 1961, y que por ello se empiezan a constituir las reservas indígenas en nuestro país. Ello
134
Ver Capítulo II.
79
es determinante en la medida en que, sobre este escenario, se desarrollará posteriormente el
conflicto entre los diferentes actores interesados por el territorio.
En segundo lugar se analizarán las luchas de las comunidades indígenas wayúu desde los 80,
momento en que la política indigenista opta por la constitución de los Nuevos Resguardos. En
esta etapa, es claro como los wayúu, exigen el respeto de su territorio, rechazando en este
sentido las ofensivas de los diferentes actores interesadas en el mismo. Estas reacciones
indígenas se manifestaron de diversas formas: luchas políticas, jurídicas, activas y pasivas.
Finalmente, en un último momento se pondrá de presente el giro que se surte en los años 90´s
en la península, momento en que se da la constitucionalización de la cuestión indígena, de
suerte que gracias a la entrada en vigencia de las políticas del multiculturalismo y a un
proceso de indigenización del derecho, los indígenas acuden a herramientas que les brinda el
mismo sistema, para reivindicar sus territorios.
2. Naturaleza jurídica de las tierras en la península de la Guajira para 1960.
Para 1960 la casi totalidad de los territorios indígenas wayúu eran considerados desde el
Estado y el derecho como terrenos baldíos, con las implicaciones que ello conlleva.
Únicamente se habían reconocido, desde la época colonial, dos pequeñísimos resguardos
ubicados en Hato Nuevo y Barrancas (baja Guajira) y que por ello estaban aún regidos por la
ley 80 de 1890, ―por virtud de la cual se determina la manera como deben ser gobernados los
salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada‖. 135
El mapa que se expone a continuación identifica la ubicación de esos resguardos coloniales
para 1960.
135
Instituto Geográfico Agustín Codazzi.-IGAC-. La Guajira: Aspectos geográficos. P. 78.
80
Sin embargo, estos dos pequeños resguardos coloniales, que sin duda alguna no correspondían
a la totalidad del territorio ancestral que reivindicaban los wayúu, no otorgaban a los
indígenas la propiedad colectiva propiamente dicha,
por el contrario éstos suponían el
reconocimiento de un mero usufructo, como lo decía la ley 89 de 1890 en su artículo 37 y lo
recordó la jurisprudencia a lo largo de la primera mitad del siglo XX136.
Pese a la finalidad asimilacionista que tenían los resguardos coloniales, éstos se convirtieron
en el único mecanismo de defensa de los reductos indígenas y la ley 80 de 1890, fue por más
de un siglo, la única arma con la que contaban los movimientos indígenas para reivindicar sus
tierras, frente a las devastadoras legislaciones republicanas que tenían como finalidad última
la división de los resguardos.
136
Cf. Corte Suprema de Justicia, Sala Plena. Octubre 30 de 1925. Tomo XXXII. Bogotá, febrero 16 de 1926,
números 1655 y 1656.
81
Esta ley (L 89 de 1890), rigió en Colombia por un siglo, en efecto es claro cómo en 1981, la
División de Asuntos indígenas aún catalogaba a los indígenas de los resguardos coloniales de
la Guajira (Hato Nuevo y Barrancas) como ―poseedores sin título, regidos por la ley Guajira y
por la ley 89 de 1890, según fuese simplemente baldío o baldío- resguardo colonial‖. 137
Así pues, los terrenos restantes ocupados por los indígenas wayúu, eran entonces concebidos
como meros terrenos baldíos, superficies en donde posteriormente se aplicaría la ley 35 de
1961 y sus posteriores reformas, en aras de consolidar la reserva indígena y posteriormente la
figura de los nuevos resguardos, que estaban consagradas en las leyes en cuestión y que
darían inicio al proceso de reconocimiento de los territorios indígenas en el siglo XX.
Como lo anticipamos, el proceso de reconocimiento que se inició entonces en 1960 en la
Guajira sobre esos terrenos ―baldíos‖ fue bastante complejo: se trata de un reconocimiento
fragmentado, a diferencia de procesos como el del predio putumayo (Amazonas) en donde se
reconoce una sola extensión de territorio.
En este sentido, en la Guajira el reconocimiento inició con la reserva indígena de Carraipía en
1967, luego se constituye el Resguardo de la Alta y Media Guajira en 1984, y posteriormente
se da curso a una etapa de reconocimiento de una serie de nuevos resguardos (15 en total), que
están vigentes en la actualidad, como se indicó en su momento en el cuadro de resguardos
constituidos (Ver cuadro página 74).
La reserva de Carraipía, constituida en 1974 por medio de la resolución 218 del 02 de
diciembre de 1967, corresponde a la primera generación de tierras indígenas reconocidas por
el INCORA en el marco de los años 60 a 80 a favor de los wayúu, bajo la modalidad de
Reserva indígena, categoría que fue debidamente explicada en su momento. Aunque sería
interesante poder analizar el proceso de constitución de la misma, la búsqueda de información
137
Instituto Geográfico Agustín Codazzi.-IGAC-. La Guajira: Aspectos geográficos. P. 80.
82
sobre esta Reserva es especialmente compleja138. Sin embargo, es posible referenciar algunas
informaciones sobre la reserva:
Mediante resolución 218 de 2002 de 1967 del INCORA y Resolución N 011 de 22 de enero
de 1968 del Gobierno, se constituye ―un globo de terreno baldío‖ a favor de la comunidad
wayúu bajo la modalidad de reserva: la reserva indígena de Carraipía. Esta reserva se ubica
en el Municipio de Maicao, favorece a 200 familias y a 1000 personas. Su ubicación exacta
se da en las cercanías al municipio de Maicao y es la única reserva indígena que existe en la
actualidad, dado que todas las reservas indígenas que existieron en algún momento fueron
convertidas en resguardos indígenas, conforme a la política que se llevó a cabo en Colombia
desde los años 80 139.
Así pues, con miras a solucionar los frecuentes enfrentamientos por la ocupación de estos
baldíos en la región de Maicao, tanto por parte de indígenas como por parte de otras personas
que pretendían usurpar las antiguas posesiones de los primeros, el INCORA decide entonces
comisionar funcionarios con el fin de estudiar la situación y decidir sobre el asunto. Se optó
por crear la reserva cuyos terrenos eran aptos para adelantar actividades agropecuarias con
muy buenos resultados, especialmente cultivos limpios como el maíz, yuca, fríjol, algodón,
ajonjolí y sorgo: estas actividades sin embargo encontraban allí fuertes limitantes debido a la
escasez de agua que afecta la región140
Posteriormente se constituye el Resguardo de la Alta y Media Guajira, objeto de
análisis en el presente capítulo, institución que corresponde a la segunda generación de
138
En los archivos de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) no es posible encontrar
documentos sobre la reserva y en las diferentes bibliotecas no aparece mayor información sobre la misma, lo que
es más diciente aún, en el archivo del INCODER, que en su momento era el INCORA, no se encuentra el
expediente de constitución de esta reserva indígena, pues con los constantes traslados que se han surtido de los
expedientes de territorios étnicos actualmente, el expediente se ha extraviado, según las informaciones de los
mismos funcionarios. En efecto, los expedientes se encontraban en un inicio en la división de Asuntos indígenas
del Ministerio de Gobierno, posteriormente pasaron al archivo del INCODER y actualmente se encuentra en un
archivo en ―las Américas en Bogotá‖, sin que a éste puedan tener acceso directo los particulares. De forma que si
se requiere un expediente, se necesita una solicitud formal dirigida al archivo del INCODER, que si bien según
la ley debe ser respondida en 15 días hábiles, en la práctica puede durar más de 6 meses sin respuesta.
139
Departamento Nacional de Planeación-DNP- ―Tierras y territorios de los pueblos indígenas‖ en Los Pueblos
Indígenas de Colombia en el Umbral del Nuevo Milenio. Disponible en www.acnur.org/biblioteca/pdf/4430.pdf
Recuperado el 30 de septiembre de 2009.
140
INCORA- Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. Subgerencia Jurídica. División de titulación de tierras.
Reservas y resguardos constituidos a favor de los pueblos indígenas, Bogotá, 1982. P.110.
83
reconocimiento de territorios indígenas wayúu bajo la modalidad de Resguardo Indígena, o
mejor lo que se conoce como Nuevo Resguardo, en el marco de los años 80 a 90.
El caso del Resguardo de la Alta y Media Guajira evidencia tres tipos de conflictos entre
indígenas y otros actores que reivindican el mismo territorio para diferentes destinaciones,
como ya se había anticipado (Ver capítulo II): el conflicto territorial entre wayúu y
multinacionales interesadas en la explotación de recursos naturales (carbón y salinas), los
conflictos con los proyectos turísticos y ambientales y las disputas por la avanzada de los
colonizadores particulares sobre sus territorios.
En efecto, a lo largo de los años 70, los intereses de estos actores fueron amparados
jurídicamente en la medida, en que el INCORA les otorgó las adjudicaciones de los territorios
que reivindicaban mediante diversas resoluciones, cómo fue debidamente explicado en el
capítulo II.
El siguiente cuadro recuerda entonces los terrenos que
fueron adjudicados a diferentes
actores en la Guajira para la época (1960-1980), la resolución de adjudicación y el objetivo de
la misma:
Entidad
Banco de la
República- Concesión
IFI
Resolución Resolución de 26 de
junio de 1962.
Carbocol
INDERENA
Resoluciones 067 Los acuerdos 34 de
de 1981, 0119 de 1977 y 27 de mayo
1981 y 002 de 1981 1977
Ministerio de Corporación
Defensa De Turismo
Resolución N Resolución 344 Juicios de
046 de marzo de 1972,
pertenencia
27 de 1974.
fallados a
favor de
particulares
84
Territorio Sector de terrenos Según Hernán Darío Para la reserva de
Territorio
Terrenos
2122 predios
adjudicado “considerados baldíos”Cortés el territorio Flamencos se otorgó la conocido como costeros sobre con 89.794
en el Corregimiento deadjudicado
zona de Bahía Portete, el Aujero, en el Mar Caribe, hectáreas
Mansure, Municipio correspondía a unas Municipio de Manaure jurisdicción del desde Manaure
de Uribia, Intendencia 200.000 hectáreas y para el Parque
Municipio de hasta Bahía
de la Guajira, con una en diferentes zonas Natural Nacional la
Riohacha,
Honda
extensión de 272
del territorio
serranía de la Makuira
hectáreas.
ancestral, pero
compuesta por 25. 000
según la Resolución hectáreas, en la
del INCORA se
jurisdicción del
adjudican 5000
Municipio de Uribia.
hectáreas.
Objetivo
Se le otorga al Banco Para la explotación
de la República la
del carbón.
administración de la
explotación de salinas
Manaure.
Para la constitución de Para instalar Para el
Propiedad
zonas de preservación bases militares desarrollo del privada de
de especies de fauna y
etnoturismo. particulares
flora.
3. Luchas en los años 80: el contrapoder indígena.
En los años 70 a 80, momento en que se expiden las normas jurídicas que permiten la
adjudicación de territorios baldíos a favor de los indígenas, los wayúu exigen el
reconocimiento territorial de la península de la Guajira, en particular de la Alta y Media
Guajira, como territorio ancestral de esta comunidad, que corresponde a una extensión total de
1.150.000.000 hectáreas141.
Con esta exigencia, los wayúu, se oponían por tanto a las solicitudes de adjudicación de
territorios guajiros a favor de Carbocol, de las Salinas, de la Corporación de turismo, de los
colonos particulares y en general de todos aquellos actores que buscaban legalizar como
propios, terrenos ancestralmente ocupados por las comunidades.
En sus solicitudes, los voceros wayúu exigían por su parte tanto la propiedad del suelo, como
la del subsuelo. Muestra de ello, es la propuesta que hacía Lorenzo Muelas Hurtado, delegado
141
Resolución N 015 de 23 de febrero de 1984, por la cual se constituye como Resguardo Indígena a favor de la
comunidad Wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en la jurisdicción de los
Municipios de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure, departamento de la Guajira. Archivo del INCORA.
85
constituyente indígena, en la Asamblea Nacional Constituyente, al decir que a los indígenas se
les debía dar:
Un suelo y un subsuelo propio, y entera libertad para usufructuar todos los recursos naturales, para
defenderlos y cuidarlos de tal manera que sus comunidades puedan vivir y crecer dignamente con un
desarrollo artesanal que no acabe con la ecología del territorio. Considero que este es un derecho de las
142
comunidades indígenas del país y precisamente para reivindicarlo fue que se me eligió .
En este panorama, ¿Cuáles fueron las reacciones de los wayúu frente a las incursiones de
multinaciones, particulares y entidades estatales, en un territorio que consideraban como
propio desde tiempos ancestrales?
Su respuesta fue entonces la resistencia, que se manifestó de diversas formas y que
corresponde a la profunda tradición de lucha en la que se encuentran inmersas estas
comunidades.
Ello explica cómo el proceso de delimitación y demarcación del resguardo de la Alta y Media
Guajira, fue profundamente conflictivo, pues varias comunidades wayúu se vieron
gravemente afectadas por las ocupaciones de hecho y de derecho que se efectuaron en sus
extensiones de territorios ancestrales. El conflicto se hizo evidente especialmente en aquellas
comunidades que fueron afectadas por las actividades del megaproyecto de extracción del
carbón: el Cerrejón y por la industrialización de salinas de Manuare por parte del Banco de la
República: la Concesión IFI.
La principal organización wayúu que jugó un papel fundamental en la constitución del
Resguardo de la Alta y Media Guajira, y por ello en la defensa del territorio fue la
organización YANAMA143, liderada por Remedios Fajardo.
142
Gaceta constitucional N 106. Lunes 24 de junio de 1991. Actas de comisión 2: Intervención del constituyente
Lorenzo Muelas H. p 3.
143
Fundada por Remedios Fajardo la más destacada y preparada de las líderes wayúu, en el año de 1976. La
organización surge con el siguiente objetivo: ―En la Guajira se da una serie de situaciones que están atropellando
nuestras costumbres, en especial la usurpación de nuestras tierras, la discriminación de los alijunas y sobretodo
la educación que nos impartían en los internados indígenas era totalmente diferentes a la que se nos daba en
nuestras rancherías. Entonces surge esa necesidad de tener un movimiento organizado para poder defender los
intereses de la población indígena. Los abuelos nos dijeron que no nos saliéramos de los parámetros tradicionales
wayúu, y había una institución antiquísima que se llama la Yanama, que es cuando nosotros nos reunimos para
hacer trabajos comunales‖. Solano Macías, Clareth Maria. La Guajira una costa diferente: reportaje desde las
comunidades Wayúu que conviven con el proyecto de el Cerrejón. P. 45
86
En efecto, en el expediente de constitución del Resguardo, que se encuentra en el INCODER
(antiguo INCORA), se evidencian gran número de cartas y memoriales escritos por la
organización YANAMA, dirigidas a las diferentes directivas encargadas de dar impulso al
trámite de constitución del Resguardo.
Así se aprecia en la siguiente carta de Remedios Fajardo, dirigida a Roque Roldán, Jefe de
división de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno:
Hemos estado gestionando de manera urgente la conformación y reconocimiento del territorio étnico
wayúu. Nuestras peticiones han recibido respuestas puramente nominales y las gestiones que se han
144
realizado han beneficiado a algunos pocos políticos regionales y a sus intereses personales .
Los wayúu consideraban como principales factores que atentan contra su territorio ancestral,
los siguientes, y por ello la necesidad imperiosa de constituir el Resguardo:
145
Primero las zonas de reservaciones
en la Guajira, segundo el problema de Barrancas con Ángel Ortiz
Peláez, del cual ustedes tienen conocimiento, tercero solicitudes de indígenas para parcelas que colindan
con fincas de terratenientes, quienes les están obligando a reducir sus áreas de producción para su propia
146
susbsistencia .
Los puntos que siguen, nos brindan una panorámica de los enfrentamientos entre los
indígenas y estos dos megaproyectos en las zonas de reservaciones, que mayor conflicto
representaron a las reivindicaciones de las comunidades wayúu, lo que determinó la
conformación del resguardo bajo análisis.
3. 1. El conflicto y la resistencia en Cerrejón: resistencia pasiva y activa.
144
Carta de Remedios Fajardo, directora de la Organización indígena wayúu Yanama. Dirigida a Roque Roldán.
Jefe de división de Asuntos Indígenas del Ministerio del Gobierno. Enero 3 de 1983, Maicao, Colombia.
Expediente 40749. Archivo INCORA.
145
Se refiere acá a las diferentes reservas constituidas en la Guajira: reservas de Carbocol, reservas de las salinas
marítimas, reservas turísticas, reservas del INDERENA.
146
Carta de Remedios Fajardo, directora de la Organización indígena Yanama, dirigida a Jesús Robles. Gerente
Regional INCORA de Valledupar, César, Maicao, Diciembre 9 de 1982. Expediente 40749. Archivo INCORA.
87
Dos casos de lucha, pueden nombrarse en el caso Cerrejón-Carbocol, la comunidad de Media
Luna y la del caso de Caracolí y el Espinal: dos tipos de respuestas diferentes pero finalmente
una misma resistencia, la lucha por un territorio que consideran ancestral.
La primera de ellas se encontraba ubicada en el noroccidente del departamento, la segunda en
el suroccidente, como puede evidenciarse en el mapa.
Según los argumentos de los indígenas, las reservas de tierras adjudicadas por el INCORA al
proyecto Cerrejón, ocasionó la división del territorio del pueblo wayúu, pues para poder
construir la vía férrea de más de 150 km, la empresa debió destruir cuanto cementerio y
ranchería se encontraba en la zona escogida por la multinacional. A su vez, según las
88
alegaciones de los wayúu, el trabajo rutinario de la multinacional generaba devastadoras
consecuencias ambientales147.
María Margarita Pimienta, líder wayúu, asegura con respecto al tema: ―El proyecto en cierta
manera ha transformado nuestra forma de vida, por ejemplo, el cerrejón casi obligó a los
wayúu a trasladarse a otros sitios y los wayúu son de donde está su cementerio, si no es así ,
sienten que están en un territorio prestado. Los Wayúu que vivían en la zona de influencia por
donde pasaría la vía férrea o donde se construyó Puerto Bolívar, fueron lesionados‖148
3.1.1 La comunidad de Media Luna
Mediante Resolución N 067 del 3 de septiembre de 1981, el Gobierno Nacional le otorga a la
multinacional Intercor 1.195 hectáreas de territorio ―baldío‖, como se denominaba el territorio
wayúu en la época, para la adecuación de obras de infraestructura, tales como un puerto,
aeropuerto, un terminal férreo y una ciudadela industrial.
Esta zona claramente no era baldía, por el contrario estaba ocupada por la comunidad wayúu
de Media Luna, en donde habitaban 750 personas que se dedicaban a diferentes actividades en
especial al pastoreo, la agricultura y la pesca. Sin embargo en 1982 comenzaron las obras de
construcción, desde entonces la empresa minera y la comunidad de Media Luna se
enfrentaron en una negociación teñida de fuertes discusiones y amenazas físicas.
Remedios Fajardos, wayúu que lideraba el proceso de oposición a la multinacional del carbón,
ponía de presente que desde entonces se iniciaron una serie de fuertes discusiones con la
multinacional, para lograr una indemnización y trasladar los cementerios de las familias
afectadas, lo que les permitiría ubicarse en otro lugar, ya que de todas formas el gobierno
había adjudicado a esta multinacional dichas zonas, ―sin ninguna consulta al pueblo wayúu,
147
Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, Reubicación y Medio ambiente: p. 9
Grisales, Germán. ―Wayúus y arijuna: Dos pueblos frente a una frontera. Colombia”. Hoy Informa. N 136,
Bogotá, Julio de 1995. P. 26.
148
89
de forma que ya no había más remedio que negociar el mejor trato posible‖149. En este
sentido, las familias wayúu afectadas optaron por reubicarse a lado y lado del área
inicialmente solicitada por el proyecto Cerrejón.
Los problemas ocasionados por la contaminación del aire y las necesidades de expansión de la
empresa llevaron a que se hiciera una nueva reubicación de varias familias que vivían muy
cerca a las obras de construcción. Pero esta vez, los wayúu no quisieron abandonar el lugar ni
volver a trasladar el cementerio, por esta razón siete familias (42 personas) se quedaron en
sus tierras y no atendieron a las demandas de la empresa. Debido a esta situación, la empresa
minera optó por cercar el área de vivienda de estas familias, colocando mallas alrededor de
ellas, y un gran portón que fue cerrado por candados y custodiado por vigilantes armados
quienes reportaban cada movimiento de los habitantes150. Adicionalmente, cada persona que
llegaba a visitarlos, aún tratándose de su propia familia debía pedir permiso a las directivas
del campamento, para ingresar a dicho lugar.
Según la líder wayúu, Remedios Fajardo, con mucha frecuencia se les negaba el suministro de
agua, no se les daba empleo a sus miembros, se les limita la construcción de viviendas y
fuentes de agua. Este hecho constituía indicios de hostigamiento hacia la comunidad para que
decidieran finalmente abandonar el lugar. Sin embargo, los wayúu no cedieron, ―la
comunidad ha continuado resistiendo durante 25 años, encerrados en una malla, como si se
tratara de un campo de concentración NAZI‖ 151.
Las familias wayúu que hoy en día están tras la malla, no entregan su terreno bajo ningún
precio. Frente a esta situación dice Remedio Fajardo:
La verdad es que las familias Uriana y Epinayu que se quedaron no tienen para donde irse. Todos los
territorios cercanos están ocupados mucho más allá de lo que por tradición han estado. Si ellos salen
de sus tierras, el resto de vecinos no les permitirá asentarse en sus territorios, les preguntarán: ¿por
qué entregaron las tierras que juya (lluvia) les dio? ¿Qué vienen ahora a buscar en nuestras tierras?
149
Chomsky, Aviva, comp. Bajo el manto del Carbón: pueblos y multinacionales en las minas del Cerrejón,
Casa Editorial Pisando Callos, 2007. P. 18.
150
Chomsky, Aviva, comp. Bajo el manto del Carbón: pueblos y multinacionales en las minas del Cerrejón,
Casa Editorial Pisando Callos, 2007. p17.
151
Ibidem. P. 17.
90
Según la tradición del pueblo wayúu quien cede sus tierras para quedarse sin ellas, pierde status ante
la comunidad y pierde credibilidad para asumir responsabilidades comunitarias 152.
3. 1. 2. Caracolí y espinal:
La comunidad de Caracolí y Espinal, fue otro grupo de indígenas wayúu que resistieron
arduamente contra las intenciones de la multinacional, recurriendo en este caso a los
tribunales y contribuyendo a que se diera un fenómeno de ―indigenización del derecho
nacional‖.
El caso de Carbocol, específicamente generó una importante lucha en el seno de la comunidad
indígena wayúu, que inició por las denuncias realizadas por los habitantes aledaños a la zona
de trabajo de Carbocol, esencialmente miembros del clan IPUANA.153
Las demandas iniciales predicaban:
1.
El polvillo que salía de la gran montaña de material estéril era arrastrado por el viento y caía
sobre sus cultivos y rebaños.
2.
La gran montaña de material estéril había taponado el surco por el que corrían las aguas de las
quebradas ―Araña Gato‖ y ―manantial‖, desecando tierras y alterando el ecosistema en forma
irreversible.
3.
La montaña de material estéril servía como botadero de comidas, las cuales acercaban perros
que se convertían en salvajes y atacaban a los chivos de los wayúu.
4.
El trabajo de la multinacional, 24 horas al día, 365 días al año, hacía un ruido infernal, el que
se intensificaba aún más cuando se realizaban estallidos de dinamita en la mina de todos los días a la
una y a las dos de la tarde.
5.
La empresa, al llegar, prometió trabajo y ayuda a la comunidad y nunca cumplió 154.
Las denuncias individuales iniciadas por los Ipuana y sus colaboradores, se vieron apoyadas
por la organización YANAMA155. Las denuncias fueron en primera instancia dirigidas a la
Oficina de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, pero la funcionaria encargada
afirmó que las denuncias eran exageradas y no emitió ni un solo concepto, ni siquiera ordenó
una visita a la zona para constatar lo denunciado por los indígenas156.
152
Ibidem. P. 22.
La estructura social de los wayúu está constituida por 12 clanes diferentes que gozan de diferentes jerarquías
según su poder y riqueza.
154
Acosta Medina, Maria Isabel. Indígenas, Reubicación y Medio ambiente: p. 9
153
156
Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, reubicación y Medio ambiente. P. 10
91
La negativa que manifestó en un principio el Gobierno se explica, según algunas opiniones,
por la existencia de influencias de la empresa Carbocol en las entrañas de las instituciones
estatales de la Guajira e inclusive de varias organizaciones indígenas. En efecto, la empresa
contribuyó con donaciones o programas de desarrollo como aportes económicos para
microempresas, mantenimiento de vías, realización de actividades de tipo cultural, actividades
que dificultaban la toma de decisiones neutrales frente al caso de Carbocol y a su vez
incrementaban el poder de la empresa. 157
En este contexto, YANAMA intentó realizar una sola organización con los wayúu de
Venezuela, pero ello no fue posible, aunque se coordinaron y aún se coordinan algunas
acciones con ellos. Por otro lado se presentaron algunas dificultades, en la medida en que los
wayúu tradicionalmente, no se constituyen como un pueblo centralizado representado por un
líder único, sino que por el contrario se trata de un pueblo en donde el poder político se
encuentra disperso, de forma que éste reside en cada uno de los líderes, generalmente en el
alaula o tío materno quien ejerce autoridad en cada uno de los grupos familiares existentes en
la comunidad. Ello ha dificultado entonces, que todos los wayúu se sientan representados por
la organización YANAMA, y en efecto muchos de ellos la perciben o vinculan como
propiedad de CARBCOL-INTERCOR, ya que ésta última canalizaba sus aportes a través de
la organización.
Pese a ello, mediante apoderado judicial la comunidad recurrió a todos los recursos jurídicos
posibles para defender los derechos vulnerados, se recurrió a la justicia ordinaria, a la vía
administrativa, a los diálogos con las autoridades, etc.
Finalmente, como consecuencia de la influencia de la empresa en la zona, en el proceso de
constitución del resguardo de la Alta y la Media Guajira, se excluyeron las zonas otorgadas a
Carbocol como reserva.
158
Es decir el INCORA adjudica a Carbocol 4 reservas en la zona,
que constituyen un total de 5000 hectáreas como consta en la resolución de adjudicación del
Resguardo y éstas son excluidas del Resguardo.
157
Ibidem. P. 10.
Comité de Asuntos Indígenas de Riohacha. Informe para la constitución del Resguardo indígena de la Alta y
la Media Guajira. 1983.
158
92
Como justificación de la exclusión de esta reserva, dicen los altos directivos del gobierno, que
la creación del resguardo de la Alta y Media Guajira, responde a la idea de fomentar un
―etnodesarrollo‖ que supere la idea de preservar y conservar las ―formas ancestrales de vida
de por sí, como en un museo viviente, y por el contrario, se orienta a mostrar la viabilidad de
una relación intercultural, positiva entre la sociedad mayor y la minoría étnica indígena‖159.
En este sentido, estas reservas por ser incompatibles con la constitución del Resguardo, deben
ser excluidas del mismo. Ello permitirá evitar ―posibles conflictos y roces ―entre la
multinacional y las comunidades indígenas. 160
Estas zonas, dice la Resolución que declara la constitución del Resguardo, no pueden ser
incluidas en el Resguardo, pues están bajo la administración de las entidades beneficiarias
(Carbocol), que aunque no son propietarias de los suelos, pueden desarrollar sobre los
mismos, todos los actos necesarios para el cumplimiento del servicio público. Cuando se haya
cumplido la finalidad para la cual fue creada esta reserva, o si bien la entidad beneficiaria no
les dio el uso debido, las zonas vuelven a su legítimo dueño, es decir al Estado, por tratarse de
tierras baldías161.
3. 2. Las Salinas otorgadas al Banco de la República.
En los territorios circundantes a las actuales Salinas de Manaure, han residido
tradicionalmente: los Epinayu, los Epiyu y los Pushaina, que en su conjunto configuran
aproximadamente 12.000 personas. La sal que se extrae de Manaure, era tradicionalmente
recolectada por migrantes estacionales wayúu que eran convocados dos veces al año desde la
159
Carta dirigida por Orlando Sardi de Lima, Secretario General del Ministerio de Agricultura, a Roque Roldán,
Jefe de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno. 19 de octubre de 1993. Expediente 40749. INCODER.
160
Resolución N 015 de 28 de Febrero de 1984. Por la cual se constituye como Resguardo Indígena a favor de la
comunidad wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en jurisdicción de los
municipios de RIOHACHA, MAICAO, URIBIA y MANAURE, departamento de la Guajira.
161
Resolución N° 015 del 28 de febrero de 1984.Por la cual se constituye como Resguardo Indígena en favor de
la comunidad WAYUU de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en jurisdicción de los
municipios Riohacha, MAICAO, URIBIA, Y MANAURE, departamento de la Guajira.
93
Alta y Media Guajira. Sin embargo para la época bajo estudio, legalmente esta zona era
considerada un bien baldío, un bien de la Nación162.
A lo largo del siglo XX, en especial a mediados del siglo, la explotación de la sal fue
establecida legalmente como monopolio del Estado. A su vez, se dio en concesión la
explotación de la Sal de Manaure al IFI (Instituto de Fomento Industrial) administrado por el
Banco de la República, proyecto que se desarrolló modernizando las formas de explotación de
sal y por ello relegando las tradicionales formas de producción wayúu.
En este contexto se desarrolla el conflicto entre el Estado y las comunidades wayúu, en donde
el primero abogaba por el desarrollo de un proyecto clave dentro del proceso de
modernización de Colombia y por ello al derecho sobre los recursos y sobre las tierras
necesarias para ello, y en donde los segundos rechazaban la explotación industrial de la sal
(actividad ancestralmente desarrollada por las wayúu), y reivindicaban su derecho a la tierra,
denunciando que el IFI, se encontraba ocupando de hecho territorios que pertenecían al
Resguardo de la Alta y Media Guajira, y estaba generando irreversibles efectos ambientales.
Se buscaba entonces proteger al wayúu apaalanchi, es decir el wayúu playero, que vive a
orillas del mar y depende de la explotación de los recursos marinos, entre ellos la extracción
de la sal163.
En este contexto, los wayúu recurren a toda una serie de argumentos para evidenciar su
derecho a la tierra y a las salinas y para poner de presente, las devastadoras consecuencias del
IFI en la zona.
En cuanto a su derecho ancestral de las salinas y las tierras circundantes, los wayúu lo
relacionan a un pasado mítico que lo justifica y a una situación fáctica que lo refuerza. En
cuanto al derecho de la sal desde el enfoque mítico, se puede identificar en la prensa la
importancia de las salinas para los wayúu. Dice un viejo wayúu refiriéndose a las salinas:
162
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Bogotá diciembre 10 de 1971. Consejero Ponente:
Dr. Álvaro Orejuela Gómez.
163
Aguilera, María M. Salinas de Manaure. Tradición Wayúu y modernización. Banco de la República, Mayo de
2003. P. 7.
94
Los wayúu nacimos cuando Mma, la tierra, fue fecundada por Juyá, aquel que llueve, la lluvia. Así, es
de esta misma tierra que estamos hechos los wayúu. ―Serán ello, los Wayúu los que hablarán‖ dijo
Maleiwa, quien formó el mar y la tierra; y cuando el mar se metió a la tierra, se formó la Sal y nos
164
puso para cosecharla.
Así pues enfatiza el viejo, que el territorio de las salinas no es un territorio baldío como lo
pretendió en su momento, el Gobierno nacional:
Los alijunas han hablado y han dicho que nuestro territorio es baldío, ignorando que en ese espacio
habitamos por igual los Wayúu, nuestros rebaños marinos y terrestres: las sombras de todos que son
almas; los muertos; y seres como Pulowi, Wanulu y los Akalakui, Keeralia, Waneesatalai, entre otros,
con quienes convivíamos en el cuidado de nuestros recursos, el respeto al suelo y al mar, y el
equilibrio de nuestra supervivencia como pueblo. ¿Porqué los gobiernos y sus planificadores y
empresarios no entienden nunca que nuestro territorio cumple una función social? Según ellos ―los
165
indios‖ como sus tierras y sus almas, como sus territorios son ―baldíos‖ .
En cuanto al argumento fáctico, ciertos líderes wayúu explicaban, que desde épocas
ancestrales han explotado la sal: Antes de la invasión Europea los wayúu ya vivían en la
Península y explotaban las minas como consta en las crónicas de la Conquista, luego durante
la Colonia, los wayúu explotaban libremente esas salinas para su propio beneficio
aparentemente ―cedida‖ a ellos por pragmática real. Posteriormente durante el primer siglo de
la República, los wayúu explotaron sin interrupción esas Salinas para su propio beneficio y
sólo se entró a debatir sus derechos en 1918166.
Así pues los wayúu controlaron las salinas hasta 1941, momento en el que el Banco de la
República unilateralmente, dicen sus líderes, se tomó a su cargo la Concesión de Salinas de
Manaure, en donde los indígenas nunca fueron consultados y no hubo tal ―concesión‖ por
parte de ellos.167
En cuanto a los argumentos ecológicos, los wayúu aseguraban que la industrialización de la
sal produce los siguientes efectos:
Se destruyó el ecosistema de dos ciénagas de 4000 hectáreas con su bosque y sus arroyos
circundantes168
164
Carta de un ―Viejo wayúu‖ a todos los colombianos. Carta Abierta publicada en el Espectador. 19 de mayo
de 1991.
165
Ibidem.
166
Carta dirigida al señor Gustavo Zuluaga director General de las Salinas de Manaure. El día 10 de septiembre
de 1987. ‖ en Revista Diners. N 133, Abril de 1987. Expediente 40749.
167
Ibidem. P. 51
168
Child, Jorge. ―Expoliaciones del IFI a los wayúu‖ El Espectador. 23 de Junio de 1991.
95
La fauna acuática de la zona migró hacia nuevas zonas debido a las actividades de
explotación, afectándose en este sentido la fuente tradicional de pesca para las comunidades
aledañas, las playas se convirtieron en basureros de chatarra de la empresa, el proceso de
salinización de la zona evitó que las comunidades aledañas pudieran continuar con sus
cultivos estacionales de fríjol, ahuyama, patilla y maíz. Todo ello generó entonces un
fenómeno de desterritorialización y por ello migración de las comunidades aledañas hacia
zonas que brindaran mejores calidades de vida. El proceso de explotación de la sal en
Manaure se hizo entonces sin ningún tipo de estudio previo y riguroso, ni consulta que
indicara los efectos nocivos de su desarrollo. A su vez se devastó el patrimonio cultural
wayúu (trece cementerios destruidos)169.
Por último, argumentan que la industrialización de la sal, que inició en los años 70, desplazó
al indígena de su medio de subsistencia: Cada máquina Caterpillar recoge la sal que
acopiaban antes 400 indígenas170.
Como medio de resistencia, los wayúu generaron entonces en 1970, un proceso de
recuperación de los territorios familiares, de manera que se empezaron a constituir áreas de
explotación salinera familiar, ―basada en la reinversión de los excedentes de la nueva
actividad salinera en la economía tradicional‖. Se empezó a generar entonces una producción
paralela a la producción de la multinacional, que hoy en día alcanza las 160.000 toneladas
anuales171.
Como consecuencia de las presiones y reclamaciones de los wayúu, en ésta época se produce
a su vez, un
importante documento, el Acuerdo de 1970, celebrado entre el Estado y
autoridades wayúu de las zonas de Musichy y Yawakat para indemnizar a la comunidad por
los daños al territorio y al medio ambiente provocados por las obras de industrialización y
ampliación del entable de salinas.
169
Grisales, Germán. ―Wayúus y arijuna: Dos pueblos frente a una frontera. Colombia”. Hoy Informa. N 136,
Bogotá, Julio de 1995. p 22.
170
Giraldo, Leonel. ―El pueblo más salado del mundo‖ en Revista Diners. N 133, Abril de 1981.
171
Aguilera, María M. Salinas de Manaure. Tradición Wayúu y modernización. Banco de la República, Mayo de
2003. P. 7.
96
Entre estos se anota que la Concesión Salinas se comprometió a pagar al explotador por el
trabajo de picar, arrumar y entregar a la empresa en los terraplenes cada saco de Sal, un 25
por ciento más del precio que se le venía cancelando172.
Las diferentes organizaciones, especializadas en las reivindicaciones en torno a la sal, son una
muestra del rol activo que jugaron las comunidades indígenas en pro de la defensa de su
territorio y del derecho salinero. Así pues, se encuentran diversas organizaciones entre las
cuales se pueden nombrar:
Asociación Waya Wayú que agrupa cerca de 5.000 explotadores de sal o jornaleros de las
charcas de sal en las áreas de Shorshimana y Manaure, Asociación de Jefes Familiares
Wayúu propietarios de los Territorios Adyacentes al Entable Industrial de las Salinas de
Manaure- SUMAIN ICHI que integra a los jefes de los clanes wayúu poseedores de las tierras
adyacentes a los entables de las salinas y Asociación de Charqueros MANAURE ABAJOASOCHARMA, que involucra un centenar de familias wayúu propietarias de una serie de
charcas paralelas173 al entable salinero y que producen sal marina que se considera de ―baja
calidad‖ con destino a mercados externos diferentes de la empresa local.
Sin embargo, pese a todo ello, los territorios reservados al IFI para la explotación de la sal son
finalmente excluidos del Resguardo de la Alta y Media Guajira, como ocurrió también en el
caso Cerrejón: Así pues la resolución de constitución del mismo, recuerda en un primer
momento el derecho de monopolio que tiene el Estado sobre este recurso, para luego resolver,
a este respecto:
De acuerdo con lo anotado anteriormente existen normas de orden superior que establecen el régimen
jurídico al cual están sometidos las salinas marinas y específicamente las de Manaure, que el Instituto no
172
―Acuerdo entre Concesión de Salinas e indígenas‖ Publicado en el Heraldo, Barranquilla. Agosto 1 de 1977.
Charcas paralelas: consiste en un centenar de pequeñas piscinas (entre 120 y 500 m cuadrados) ubicadas en el
costado de las grandes piscinas o charcas artesanales de SHORSHIMANA y MANAURE. Fueron construidas
por familias wayúu localizadas en Manaure Abajo (un poblado rodeado por el entable salinero), fueron diseñadas
al estilo tradicional, local e imitando el sistema industrial de piscinas de cristalización de la sal. Producen sal de
baja calidad (o sal sucia), y es comercializada en los molinos de sal regionales de los mercados de sal de
ciudades como Maicao o Bucaramanga. Durante la década de 1990 a 2000 fue definida por la Concesión salinera
como ―sal de contrabando‖ porque generaba ingresos no calculados directamente por la producción nacional y
golpeaba severamente la producción oficial de sal.
173
97
puede desconocer, ni tiene tampoco competencia para modificarlo, por lo tanto esta zona queda excluida
174
del Resguardo de los wayúu .
3.3 La exclusión de otras zonas de vocación ancestral.
En relación con el terreno otorgado a la Corporación del Turismo, el Gobierno afirma
que con ésta zona no se presenta mayor problema en la medida, en que la franja de Costa, por
no ser incompatible con los intereses de los indígenas, puede hacer parte del Resguardo de la
Alta y Media Guajira, pero con un régimen especial: el de reserva turística, calidad que se le
dio desde 1972, como se vio anteriormente.
Sin embargo recuerda el Gobierno que el desarrollo de la finalidad turística no se podrá hacer
en desmedro del hábitat de las comunidades indígenas, de forma que es imposible efectuar en
esta zona ―construcciones de cualquier otra obra que deteriore el paisaje y desconozca el
derecho que tienen sus propietarios175. Este régimen especial implica únicamente que la zona
en cuestión se trate de una zona sujeta a planes de recreación pero con preservación. 176
Los indígenas por su parte, no se mostraban tan optimistas como el Gobierno a este respecto.
La organización YANAMA, en una carta dirigida al Doctor Carlos Ossa Escobar, Gerente
General del INCORA, solicita que esa zona sea convertida en resguardo propiamente. Estas
tierras, alega la organización, han sido habitadas durante milenios por nuestra gente, ―hoy se
encuentra en serio peligro la supervivencia de muchas familias wayúu como consecuencia de
los proyectos turísticos que desea implementar el Gobierno, caso específico en el Cabo de la
Vela (Jepira), lugar mitológico y sagrado para los wayúu, según nuestra religión y vida
espirirtual‖177.
174
Resolución N° 015 de 28 de febrero de 1984, por medio de la cual se constituye como resguardo Indígena a
favor de la comunidad wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en jurisdicción de
los municipios de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure, departamento de la Guajira.
175
Carta de Roque Roldán, Jefe de División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, dirigida a Oscar
Ocampo Morales, Jefe de División de Titulación de tierras, Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. 16 de
noviembre de 1983, Bogotá, Colombia. Expediente 40749. Archivo del INCORA.
176
Ibidem.
177
Carta de YANAMA, dirigida al Doctor Carlos Ossa Escobar, Gerente Genenral del INCORA. Maicao, abril
18 de 1989, Bogotá. Expediente 40749. Archivo del INCORA.
98
En efecto, como bien lo evoca YANAMA, los indígenas wayúu consideran la zona declarada
como reserva turística, de gran importancia desde un punto de vista cultural en la medida en
que éste incluye uno de los lugares míticos de mayor trascendencia para los wayúu, Jepira,
hacia donde según las creencias se dirigen los indios muertos, cómo ya se había anunciado en
su momento en el capítulo II.
En efecto, Jepira, en wayúunaiki traduce la gente del cabo y geográficamente corresponde a lo
que desde el punto de vista turístico se conoce como el pilón de azúcar en el Cabo de la Vela.
Jepira es el lugar hacia donde se dirigen los indios wayúu muertos, en ese lugar se encuentra
la cueva del diablo: ―Existe un bus especial que les permite salir y entrar de la cueva del
diablo para realizar asuntos pendientes‖.178
Por otra parte, en relación con la zona otorgada como reserva forestal, éstas cobran
gran importancia para la tradición histórica y mítica, según los wayúu. En efecto, desde la
Conquista, los mismos españoles afirmaban como la zona de Chimare y de la Serranía de la
Makuira eran aquellas que siempre permanecieron incontroladas y que por ello eran las más
poderosas. Muestra de ello es la defensa de Apiesi, pueblo de españoles que se intentó
imponer en la Makuira, durante la época de la Colonia para controlar a los indios, que
finalmente fue destruido por éstos últimos179.
En efecto, en estas reservas forestales, se encuentra hoy en día, la serranía de la Makuira,
constituida actualmente como Parque Nacional, ubicada en la Alta Guajira. Su valor mítico y
cultural es de gran relevancia por la existencia en la zona de varios lugares considerados
sagrados por los habitantes de la zona, cómo se explicó en su momento (Ver capítulo II).
En la punta de uno de los cerros se encuentra el médano o las dunas de arena, lugar que se
considera un lugar sagrado, pues en un principio en la Makuira habitaban los arwakos, como
bien lo narra Ender Leonardo, habitante de la zona ―Hubo un conflicto entre wayúus y
arwakos, se dio una guerra y la ganaron los wayúu por eso quedaron como habitantes de la
serranía de la Makuira y los arwakos tuvieron que irse a la Sierra Nevada de Santa Marta‖180.
178
Entrevista con Margarita Epiayú, habitante del cabo de la vela. Diciembre de 2007.
Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). p123.
180
Entrevista con Ender Leonardo, 23 años, ecoguía wayúu de la Serranía de la Makuira. Diciembre de 2008
179
99
Los mismos viejos que habitan en la Makuira, dicen que el médano a veces se ve como el
mar, por sus ondas, por eso es que se dice que el desierto es el mar y la Makuira es una isla.
En efecto, los mismos antropólogos ratifican la procedencia de los wayúu de los arwakos y
una observación personal del lugar permite identificar en el médano pequeños restos
arqueológicos de tinajas181.
Sin embargo, la Makuira no es un lugar sagrado únicamente por el médano, según las
historias de los viejos, cada rincón tiene su historia y su valor mítico. En la serranía puede
encontrarse entre otros lugares sagrados como los siguientes:
El bosque de niebla, por ejemplo, es un lugar que se encuentra más allá de un lugar
denominado el chorro. Los habitantes coinciden en que se considera un lugar sagrado, como
lo cuenta María del Tránsito Paisayú, cuyo tótem es la avispa negra ―Más arriba del chorro es
un sitio sagrado, pues una niña que encerraron antes de desarrollarse tenía relaciones con el
perro y no quería seguir encerrada y se escapó con un totumo para llevar agua y dirigirse más
allá de Nazareth 182. El totumo se le cayó al chorrito y la niña por tratar de alcanzarlo se cayó
y se murió en el chorro. Por eso el chorro es sagrado, a veces aparece la niña y desaparece en
el chorro pero sólo se le ve la espalda, con el pelo largo. Cuando alguien trata de mirarla a la
cara ella desaparece183.
Por otro lado, la piedra de Worunka, está ubicada en el camino hacia el médano, cuando se
pasa un arroyo en cuya ladera se observa una piedra, llamada por los habitantes de la Makuira
―la piedra de Worunka‖. En este lugar, se dice, una niña, la hija de la lluvia que tenía la
vagina dentada, se sentaba en una piedra en el arroyo a bañarse. Tres muchachos querían
casarse con ella, pero no podían porque la niña tenía la vagina dentada y por esa razón no
podían reproducirse los habitantes de la Makuira.
Los tres muchachos decidieron entonces tirarle una piedra mientras se encontraba bañándose
en el arroyo acostada en la piedra con las piernas abiertas. La piedra le tumbó los dientes y el
181
Visita a los médanos de la Makuira. Diciembre de 2007.
Nazareth es la población más próxima a la Serranía de la Makuira.
183
Entrevista con María del Tránsito Paisayú, tótem la avispa negra, habitante de la Serranía de la Makuira,
sector Mekijanao.
182
100
arroyo se tiñó de rojo por la sangre que derramó la worunka. Los animales bebieron del
arroyo y por eso se encuentran en la Makuira una gran variedad de aves rojas como es el
cardenal y el pájaro carpintero. La piedra de la Worunka tiene hoy en día la forma de la
vagina en donde se sentaba la mujer (hija de la lluvia) al bañarse en el arroyo.184
En efecto, esta zona de la Makuira, fue declarada como Parque Nacional desde 1977 (25.00
hectáreas), en este sentido ―el Gobierno central le da la categoría de doble protección, tanto
por sus grandes valores naturales, como por sus características culturales que definen una
autonomía en el manejo territorial de su resguardo‖185. Sin embargo, como forma de
prevención la organización YANAMA solicita a su vez la conversión de esta reserva y Parque
Nacional en resguardo indígena186, sin que esta solicitud parezca viable en la medida en que la
legislación vigente imposibilita tal medida.
Finalmente es necesario hacer una breve referencia a los predios de particulares
terratenientes y las pugnas y reivindicaciones de los indígenas frente a estos terrenos.
Los indígenas en particular, consideraban que desde antaño los colonizadores particulares han
invadido terrenos de los wayúus:
―Hasta el punto de que si hoy se visita uno cualquiera de los resguardos de Colombia, se observa que las
mejores tierras y la gran mayoría de todas ellas no están en poder de los indígenas, sino en manos de
colonos o blancos como allí se le llama, quienes tienen a los indígenas reducidos a la triste situación de
terrazgueros de su propia tierra, inclinados sobre ella en una economía de subsistencia, pagando en
187
jornales el tributo de terraje a sus nuevos amos: LOS TERRATENIENTES‖ .
Entre estos, es famoso el caso de Ángel Enrique Ortiz y Peláez 188. En este evento, el
terrateniente solicitó 1799 hectáreas de tierras ante el Juzgado Promiscuo del Circuito de San
Juan del César, Guajira. Se trataba de un globo de tierra ocupado por indígenas wayúu. El
184
Entrevista con Jhonny Palmar Warapuana, tótem el zorro, funcionario de la Oficina de Parques Nacionales.
Diciembre de 2007.
185
Parques Nacionales Naturales de Colombia. ―PARQUE NACIONAL NATURAL MAKUIRA: Información
general.‖ en www.parquesnacionales.gov.co
186
Carta de YANAMA, dirigida al Doctor Carlos Ossa Escobar, Gerente General del INCORA. Maicao, abril 18
de 1989, Bogotá. Expediente 40749. Archivo del INCORA
187
Informe de 1982 de la Organización Indígena YANAMA ―Terratenientes invaden tierras indígena en el sur de
la Guajira-Colombia‖. Expediente del Resguardo de la Alta y Media Guajira. INCODER.
188
Carta de Remedios Fajardo, Organización Indígena YANAMA a Jesús Robles. Gerente Regional del
INCORA. Maicao, diciembre 9 de 1982. Expediente 40749. Archivo del INCORA
101
proceso fue seguido por el juez Laureano Urbina, y luego por la juez María Luz Pupo de
Cuello, quien dictó sentencia favorable al terrateniente el 17 de Agosto de 1976.
Esto fue posible en parte gracias al dirigente liberal de Hato Nuevo Abraham Romero Duarte
y Santos Rafael Ojeda Ortiz, quienes declararon la inexistencia de los indígenas que se
encontraban poseyendo la zona. En este pleito se reconoce entonces como único propietario al
terrateniente, situación que fue confirmada por el Tribunal Superior de Riohacha el 25 de
Enero de 1977.
Muchos otros pleitos se surtieron entre indígenas y terratenientes: Antonio Ventura Duarte en
las cercanías al municipio de Barrancas, Isabel Jiménez y Natividad Amaya en el rancho de
un clan Epiayú, Alberto Ortiz y Gregorio Ortiz quienes según denuncias de los indígenas han
venido hostigando y amenazando a éstos últimos para que abandonen sus tierras189.
3. 4. Conclusiones
En suma, los años de 1963 a 1983 permiten considerar una primera fase del proceso de
legalización de los territorios indígenas wayúu por parte del INCORA, no sin que se
presentaran dificultades debido a los diferentes intereses de diversos actores en la zona: El
Estado, multinacionales, colonizadores particulares e indígenas. En un menor grado se
presentan enfrentamientos con los proyectos turísticos y ambientales en la zona.
Luego de las solicitudes de constitución del Resguardo Indígena al INCORA, las presiones
por parte de la Organización YANAMA y los conflictos surgidos con diversos actores, el
Resguardo de la Alta y Media Guajira queda finalmente establecido en 1983, de la siguiente
forma:
189
Carta de la Organización Indígena YANAMA, dirigida a Elizabeth Márquez Reyes, Jefe Comisión Asuntos
Indígenas, Ministerio de Gobierno. Bogotá, 28 de septiembre de 1987. Expediente 40749. Archivo del INCORA
102
En el mapa se evidencia como las reservas destinadas a Carbocol (5000 hectáreas), y a la
explotación de la sal concedida al Banco de la República (45.120 hectáreas) se mantienen, por
lo que éstas se excluyen del resguardo wayúu. Adicionalmente se excluyen del mismo 2.122
predios con 89.749 hectáreas sobre los cuales particulares gozaban de propiedad privada,
derivadas de una serie de adjudicaciones del INCORA y procesos de pertenencia.
A su vez si bien las reservas de la Corporación de Turismo y del INDERENA, se mantienen
dentro del Resguardo, estas tienen un régimen especial que implica limitaciones al ejercicio
del derecho de propiedad colectiva de los indígenas.
En suma, del área que los wayúu reivindican como ancestral y que por ello solicitaban su
adjudicación, se excluyen 164.619 hectáreas con diferentes destinaciones.
103
4. Las luchas en 1991: “La indigenización del derecho”.
Pese al importantísimo logro que supuso la constitución del Resguardo de la Alta y Media
Guajira en 1983, las comunidades no cedieron en sus reivindicaciones: exigían que las zonas
excluidas (reservas de Carbocol e IFI especialmente) fueran incluidas en el Resguardo, a su
vez buscaban garantizar que las zonas protegidas bajo la institución del Resguardo, fuesen
protegidas en el plano fáctico.
El año de 1991 representa entonces para las comunidades indígenas, la existencia de una
nueva herramienta para reivindicar sus derechos: La Constitución política de Colombia, en
donde se consagran importantes herramientas para estas comunidades, y acciones a las cuales
recurrir como es el caso de la acción de tutela. Desde 1991, es claro entonces cómo los wayúu
en la lucha por su territorio recurren a esta nueva herramienta, indigenizando el derecho, lo
que les genera beneficios importantes.
En este sentido, se busca identificar a continuación el giro que se dio en las luchas frente a los
dos grandes proyectos de extracción de recursos naturales en la Guajira, que afectaron
particularmente los territorios indígenas, con ocasión de la Constitución de 1991, y sus
desarrollos posteriores: El Cerrejón y las Salinas de Manaure.
4. 1 El Cerrejón: luchas jurídicas y sociales
Como se vio en el punto anterior, el INCORA excluyó en el proceso de constitución del
Resguardo wayúu en 1983, las tierras adjudicadas a Carbocol y adicionalmente se evidencia
una actitud pasiva por parte de las autoridades gubernamentales frente a los efectos negativos
de la explotación de la mina, pese a las diferentes negociaciones, resistencias y presiones por
parte de YANAMA y las comunidades insatisfechas con el proceder de la multinacional en la
zona.
104
La lucha indígena sin embargo continuó, y fue tanta la presión de la organización YANAMA
y de los indígenas sobre el Ministerio de Gobierno, de quién dependía la Oficina de Asuntos
Indígenas, que se despidió a la Directora encargada hacia otra zona y se nombró nuevo
Director de asuntos indígenas. A su vez, una comisión conformada por Remedios Fajardo, el
abogado Armando Pérez Araujo, entre otros miembros, viajó a Bogotá para denunciar ante el
Ministerio de Salud y los medios de comunicación, que el polvo de carbón y los materiales
estériles de desecho estaban contaminando las comunidades de El Espinal y Caracolí, al sur
de la Guajira.
Se denunció también que derivado de las actividades de la multinacional, se habían producido
muertes, diarreas de sangre, severas enfermedades respiratorias y abortos de animales entre
otros daños190.
La gestión de los indígenas tuvo como resultado la resolución 02122 de 22 de mayo de 1991
en donde se declaró una ZONA INHABITABLE de 1000 metros y ZONA DE ALTO
RIESGO, correspondiente a la franja comprendida entre los 1000 y 4500 metros a partir del
extremo externo del material de apilamiento de la zona otorgada a Carbocol, por considerarse
que los trabajos de Carbocol suponían grandes devastaciones a nivel ambiental y frente a la
salud de los indígenas wayúu, luego de varios estudios de técnicos en la zona.
Pese a que no se puso directamente en jaque a Carbocol, por primera vez una manifestación
oficial del gobierno de Colombia descalificaba el proceder de la multinacional y por lo mismo
indirectamente atacaba sus intereses.
Sin embargo, como sucede en muchas ocasiones, pese a que existían las órdenes legales de
manera formal, no se desarrollaron las medidas efectivas para proteger a las comunidades
indígenas frente a los abusos de Carbocol, por la cual, los wayúu, iniciaron un proceso
judicial: se interpuso una acción de tutela el día 12 de febrero de 1992, ante el tribunal de
Riohacha para reclamar la violación al derecho a la vida y a la integridad física y violación al
derecho de vecindad y colectivo al ambiente sano, para que como mecanismo transitorio se
evitaran perjuicios irremediables. Sin embargo este tribunal denegó la acción, luego el caso
190
Solano Macias, Clareth Maria. La Guajira una costa diferente: reportaje desde las comunidades Wayuu que
conviven con el proyecto de el Cerrejón. P. 56.
105
pasa a segunda instancia ante la Corte Suprema de Justicia donde a su vez se deniega la tutela,
sin que se tenga un auxilio por parte de los tribunales que conocen del caso.
Finalmente se interpone una tutela ante la Corte Constitucional. Esta Corporación en su
sentencia, luego de corroborar los efectos negativos de la Empresa en la zona, afirmación
fundamentada en la misma resolución expedida por el Ministerio de Gobierno, falló a favor de
los indígenas wayúu en donde concedió:
―La tutela del Derecho Constitucional Fundamental a la Vida y a la Integridad Personal de MILTON
ORTIZ CARRILLO, su esposa y sus hijos menores, de DIOMEDES CARDONA y su familia, y de
las específicas personas y familias residentes en las veredas de Caracolí y el Espinal del Municipio de
191
Barrancas en el Departamento de La Guajira‖
Ahora bien, cabe preguntarse cual fue el significado de esta sentencia dentro de la lucha
jurídica de los wayúu por el territorio, y sus consecuencias.
En primera instancia debe decirse, que la sentencia en cuestión representó la etapa final de
una de las grandes luchas de la comunidad wayúu que inició en la mitad del siglo contra la
Empresa INTERCOR-CARBOCOL. Esta sentencia reconoció y reprobó la actuación de la
empresa en la zona, y adicionalmente fue el hecho que puede ser considerado como el motor o
la catapulta de la puesta en práctica de la protección de las comunidades indígenas aledañas a
las zonas de exploración.
Luego de la expedición de la sentencia, las entidades gubernamentales no se contentaron con
declarar simplemente como reprochable la actitud de la multinacional en la zona, y declararla
como zona de ALTO RIESGO e INHABITABLE, sino que se pusieron en marcha varios
mecanismos entre los cuales puede mencionarse la resolución 09464 de 1992, que estableció a
grandes rasgos la puesta en acción de un plan de cumplimiento por parte de la empresa para el
control de sus efectos negativos en el medio ambiente, continuamente controlado por las
entidades estatales y el desplazamiento de los wayúu que habitaban en las zonas aledañas, de
acuerdo a un ―Plan Concertado de Reubicación de las comunidades‖.
191
Corte Constitucional. Sentencia T 528 de 1992. Mp. Fabio Morón Díaz. 18 de Septiembre de 1992.
106
A su vez, la empresa debió iniciar una serie de programas en beneficio de la comunidad que
compensarán de alguna manera los estragos causados por la explotación del carbón en la
zona, lo que denomina la empresa como ―programas sociales‖. Por vía de ejemplificación se
encuentran hoy en día los siguientes: Fundación de Cerrejón: Desarrollo de la MicroempresaGrupos Solidarios, Plan Integral de Ayuda a la Comunidad Indígena - Paici192
Segundo, teniendo en cuenta la importancia desde el punto de vista económico que representa
la explotación del carbón, no es viable en ningún sentido que el Estado ordene la expulsión de
la empresa de la zona, por el contrario se ha intentado conciliar los diferentes intereses
teniendo en cuenta que la Empresa tiene un contrato en virtud del cual su presencia en la
Guajira estará por lo menos hasta el 2034. De ello se deriva que se planteen programas que
impliquen algún beneficio para las comunidades aledañas por lo que la presencia de la
empresa en la zona ha generado, adicional a los cambios territoriales o ambientales, grandes
cambios culturales, notablemente a través de la contratación de mano de obra indígena y los
programas sociales antes comentados.
Paralelamente a las luchas jurídicas, se llevaron a cabo protestas sociales que generaron
normas que beneficiaron a las comunidades. A mediados de 1996, los reclamos de un sector
de comunidades wayúu frente a la Dirección General de Asuntos Indígenas-DAI- del
Ministerio del Interior desencadenó un movimiento nacional indígena liderado por la
Organización Nacional Indígena de Colombia –ONIC-. Sobre la mesa de discusiones estaba la
situación de los pueblos Wayúu y Uwa amenazados y lesionados por la explotación de
carbón, gas y petróleo, hecha por empresas multinacionales (Exxon, Texas y Occidental).
Los indígenas se tomaron la sede de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de Bogotá
y numerosas oficinas públicas en todo el país. Después de una larga negociación y como
respuesta a las demandas de los indígenas se expidieron dos decretos193:
-
Decreto 1396 de 1996: Este decreto crea la Comisión de Derechos Humanos de los Pueblos
Indígenas y el programa especial de atención a los pueblos indígenas. Su función es
192
Cerrejón Minería Responsable en www.cerrejoncoal.com. Recuperado el 15 de julio de 2009.
Organización Nacional Indígena de Colombia. -ONIC-.Minería en territorios indígenas de Colombia, Perú y
Venezuela. P. 154.
193
107
especialmente, velar por la protección y promoción de los derechos humanos de los pueblos
indígenas.
-
Decreto 1397 de 1996: crea la Comisión Nacional de Territorios indígenas, adscrita al
Ministerio de Agricultura, orientada a concertar la programación que, en materia de tierras de
indígenas hace el INCORA y a garantizar su seguimiento por parte de organizaciones y
comunidades.
Estos decretos, especialmente el de 1397, despertaron una ola de reacciones en contra, por
parte de las empresas petroleras, mineras y sus simpatizantes. Un editorial del periódico ―El
Tiempo‖ da cuenta de estas reacciones el día viernes 23 de agosto de este año. Frente al
decreto 1397, el periódico comenta:
Como resultado de las negociaciones que tuvieron lugar luego de la ocupación por indígenas a la sede de
la Conferencia Episcopal Colombiana, se expidió el decreto 1397 que les entrega a las comunidades
indígenas mediante unas burocratizadas comisiones la facultad de detener o evitar inversiones en sus
territorios, al prohibir o negar licencias que son requisito indispensable para iniciar cualquier proyecto de
desarrollo. Obviamente- y no es difícil adivinarlo- la norma se convertirá en una talanquera más para las
empresas petroleras que son las que más tienen que trabajar con poblaciones indígenas. Tampoco es un
secreto que detrás de esas organizaciones indígenas se mueven los intereses de ciertos movimientos
subversivos o de izquierda mamerta que aprovechan la pasividad de esas comunidades para arrinconar y
ojalá sacar a las multinacionales que están explotando petróleo.
4. 2 Las Salinas de Manaure
Cómo ocurrió en el caso Cerrejón, en las Salinas de Manaure se surtió a su vez un giro, en la
medida en que las nuevas herramientas brindadas por la Constitución de 1991, y la política
multicultural subsecuente, permitieron nuevos frentes de acción para los wayúu.
El año de 1991 contiene dos aspectos importantes que marcan el cambio de la situación en las
Salinas y a su vez en la narrativa jurídica como ya se había mencionado.
Por un lado, Colombia entra en la etapa de ―apertura económica‖ que supone procesos de
reconversión y privatización industrial, de manera que el Estado intenta modernizar las
Salinas en la perspectiva de su privatización, con base en la cesión al Ejército Nacional de la
obras civiles de los diques, y el intento de despojar a los wayúu de su nuevo modo de
108
supervivencia (las producciones paralelas). Este proceso supuso una tensión mayor en el
conflicto, entre wayúus y el IFI y por ello con el Estado.
Por otro lado, la Constitución de 1991, y las leyes y decretos que desarrollan los asuntos
indígenas establecidos en la Constitución, implicaron una mayor protección en cuanto a la
explotación de minas o recursos naturales en territorios indígenas194.
Una mayor presión y por ello resistencia de los indígenas y un marco constitucional y
narración jurídica favorable, obliga al Gobierno a adoptar un esquema de concertación, que se
manifiesta en el Acuerdo del 27 de julio de 1991, en donde se replantea el desmonte del
monopolio estatal y se pactan entre otras cosas: La constitución de una nueva sociedad en
donde los wayúu sean socios del 25%, el pago anual a la comunidad Wayúu de Manaure por
parte del Estado y a manera de indemnización, de una suma de dinero equivalente al 1% de
las ventas brutas de la Sociedad, el mantenimiento en la nueva sociedad del frente de
explotación manual de Shorshimana y Manaure, como reconocimiento al derecho ancestral al
trabajo salinero de otros sectores de la comunidad wayuu de la Guajira, un plan de
reordenamiento ambiental de todas las salinas, etc195.
Este documento fue conocido entre los representantes indígenas, como ―El documento de
consenso‖ en donde se reconoce el derecho natural de los indígenas a la explotación salinera,
que pone fin a largos enfrentamientos entre los ―nativos‖ y la ―civilización‖196.
Pese a la final concertación entre el Estado y las comunidades wayúu, que se manifestó
mediante el Acuerdo en cuestión, las medidas adoptadas nunca se llevaron a cabo, por lo que
el Procurador General de la Nación decidió interponer en 1995, una tutela para exigir el
cumplimento inmediato de los derechos fundamentales de la comunidad. En esta tutela se
concede a la comunidad Wayúu de Manaure la tutela de los derechos al trabajo,
a la igualdad, a la salud, a la educación, al suministro de agua potable y al
194
Ver capítulo I.
Martínez, Alberto. ―La sal es de quien la trabaja‖. El Espectador, domingo 28 de julio de 1991.
196
Martínez, Alberto. ―La sal es de quien la trabaja‖ en el Espectador. Domingo 28 de julio de 1991.
195
109
desarrollo social y cultural. Ello implicó entre otras cosas, la expedición de un decreto que
ordenaba la creación de la empresa de economía mixta prevista en el acuerdo197.
4. 3. Conclusiones:
A manera de conclusión puede ponerse de presente, cómo en el proceso de constitución del
Resguardo de la Alta y Media Guajira, se dieron intensos conflictos entre el Estado,
multinacionales e indígenas, interesados los primeros en la modernización de Colombia, lo
que los llevó a tolerar e impulsar el desarrollo de grandes proyectos en la Guajira: el Cerrejón
y las Salinas de Manaure. A su vez no se pueden ignorar los conflictos que se presentaron con
los colonizadores particulares, y las tensiones menores con los proyectos turísticos y
ambientales.
Cada uno de estos actores, tenía intereses particulares sobre unos territorios que no habían
sido aún reconocidos legalmente a favor de los indígenas. En efecto, éstos eran considerados
territorios baldíos, zonas reservadas para la explotación de recursos naturales, o para el
desarrollo de proyectos turísticos y ambientales, o bien se trataba de predios que ya gozaban
del reconocimiento de la jurisdicción ordinaria, en el caso de los predios particulares.
En este sentido se evidencia una lucha y una resistencia de las comunidades por el territorio
que reivindican como propio, muestra de ello es el caso de la resistencia pasiva de la
comunidad de Media Luna o bien la lucha activa y el recurso a los instrumentos jurídicos
occidentales de las comunidades aledañas al Cerrejón (Caracolí y Espinal) y de los grupos
familiares circundantes a las salinas industrializadas de Manaure.
Así, el Resguardo de la Alta y Media Guajira, es uno de los primeros resguardos creados en
Colombia y el primero en el departamento, de forma que constituyó un logro importante para
el movimiento indígena. Sin embargo, es importante reconocer que su constitución tuvo una
estrecha relación con los intereses del Estado, es decir con el inicio de la explotación de los
recursos carboníferos de la región y de las salinas, lo que supuso mayor oposición por parte de
los indígenas al verse afectados por grandes proyectos de desarrollo, que generaron su
197
Corte Constitucional. Sentencia No. T-007/95. MP. Antonio Barrera Carbonnel. 16 de enero de 1995.
110
desplazamiento. A la par que otros actores de menor impacto pero no por ello inofensivos,
incursionaron en el territorio afectando sus derechos sobre el mismo, este el caso de los
predios particulares.
Ahora, en un nivel más profundo, el análisis de este proceso de reivindicación de la tierra por
parte de las comunidades indígenas nos permite plantear dos grandes puntos:
En primer lugar, la resistencia indígena por el territorio, se manifiesta de diversas
formas, una de ellas es la utilización de las herramientas legales disponibles en el derecho
colombiano para defender sus territorios, y por ello la apropiación del discurso jurídico
alrededor de la tierra que les ofrecía herramientas como la ley 135 de 1961 y posteriormente
la Constitución Nacional.
En este marco, Joanne Rappaport menciona que el uso de documentos e instituciones legales
por parte de los indígenas, no puede interpretarse como una simple subordinación a las
disposiciones del Estado, debido a que en casos como el de los Wayúu, el apropiarse de la
palabra escrita y enriquecerlas con la tradición oral, se convierte en un complemento de su
lucha por la defensa de su cultura, que lejos de desarticular su forma tradicional de
negociación, les permite hablar en ―igualdad‖ de condiciones y en los mismos términos
jurídicos con los organismos estatales y multinacionales extranjeros198. Esta es entonces una
manifestación de esa ―indigenización del derecho‖ a la que hacíamos alusión, y que hace
referencia al proceso de adaptación de las comunidades indígenas al sistema occidental para
lograr la protección de sus derechos.
En segundo y último lugar, el análisis de las reivindicaciones territoriales de estas
comunidades ponen de presente un punto de suprema relevancia: la dimensión de la estrategia
política.
198
Rappaport, Joanne. Cumbre renaciente de una historia etnográfica andina, Instituto Colombiano de
Antropología e Historia, 2005, Bogotá. Pag 166 y 167.
111
Así, al estar éstas comunidades inscritas en un proceso de lucha, no nos encontramos entonces
ante sociedades ahistóricas, inmóviles, estáticas, como museos vivientes que se encuentran
estancadas en el mundo prehispánico. Por el contrario son sociedades que también se
transforman, en gran parte por las fricciones y pugnas que se surten entre éstas y el mundo
occidental. Entonces, así como el derecho occidental cuenta con su propio discurso de las
―narraciones jurídicas‖, discurso que va evolucionando con el curso de los años, los indígenas
también tienen su propio discurso.
El ―territorio ancestral‖ es entonces también una estrategia política indígena: es claro cómo en
sus reivindicaciones territoriales recurren a elementos como Jepira (Cabo de la Vela), los
cementerios, la Worunka dentada, la importancia de la tierra, los restos de los ancestros, la
tierra que les dio Juya, como medios para rechazar de plano la ocupación de su territorio
ancestral y exigir el reconocimiento territorial.
Pero al mismo tiempo, esgrimen otro tipo de argumentaciones, que en principio parecerían
contradictorias con sus reivindicaciones netamente territoriales: como las indemnizaciones
que exigían por la ocupación de las tierras en el caso de las comunidades de Caracolí y
Espinal (Ver punto 2.1.2) el pago de las indemnizaciones que exigían por parte de Carbocol
en el caso de la comunidad de Media Luna (Ver punto 2.1.1) la participación económica que
exigían en la sociedad de economía mixta de las Salinas de Manaure y el reconocimiento de
los wayúu como socios del 25% de ésta, el pago de la indemnización por parte del Estado
correspondiente al 1% de las ventas brutas de la Sociedad de Manaure (Ver punto 3.2), o
cuando reprochaban que la empresa Cerrejón llegó a la zona a prometer trabajo a los
indígenas y ayuda a la comunidad y nunca cumplió (
Ver punto 2.1.2)
Así es necesario a su vez, tener de presente el aspecto estratégico al interior de las
argumentaciones indígenas, pues las luchas, no son ajenas a la estrategia política y en este
sentido, como bien lo recuerda Rappaport, los indígenas en sus luchas recurren a un pasado
mítico, que si bien está inmerso dentro de la cultura, no se utiliza en las reivindicaciones de
forma inocente, como medio para mantenerlo en una pureza prístina, sino que por el contrario
112
es utilizado como herramienta para transformar el presente199: en este caso para exigir el
reconocimiento jurídico de sus territorios.
199
Rappaport, Joanne. La Política de la memoria. Interpretación indígena de la historia en los andes
colombianos. Universidad del Cauca. Cali, 2002 p. 8.
113
CONCLUSIONES GENERALES
El indígena, fue una cuestión que interesó al derecho y a la jurisprudencia a lo largo del siglo
XX, de forma que entorno a ellos y a su territorio, se construyeron diversas ―narraciones
jurídicas‖ que fueron transformándose con el pasar de los años.
A principios del siglo XX, se llevó a cabo una política integracionista del indígena y se
concebía su territorio como un bien ―baldío‖ y por ende de propiedad del Estado.
Posteriormente, desde los años 60 se expiden las primeras normas de reconocimiento de los
derechos territoriales de los indígenas, de la mano de una reforma agraria que se surte en
Colombia, implementada a través del INCORA. En este contexto, la tierra se reconoce en un
primer momento bajo la modalidad de reserva indígena en los 60 y luego bajo la modalidad
de nuevo resguardo en los 80.
Finalmente la Constitución Política de 1991, acto jurídico en el que participan por primera vez
dos representantes indígenas (Lorenzo Muelas y Franciso Birry), otorga una serie de derechos
a los indígenas en materia territorial y consagra sus terrenos como inembargables,
imprescriptibles e inalienables, entre otros logros.
Este proceso, aunque da cuenta de los logros jurídicos indígenas, termina siendo muy
abstracto si no se aterriza en un caso en particular, de forma que sea posible identificar cómo
todas estas normas se concretan en un territorio y qué papel jugaron las comunidades
indígenas en este proceso. Es por esta razón que se eligió el caso wayúu en el marco de la
constitución de un Resguardo: el de la Alta y Media Guajira en el transcurso de los años 60 a
90.
El proceso que se surte en este estudio de caso, permite concretar unas conclusiones:
En primer lugar la expedición de una serie de narraciones jurídicas favorables o desfavorables
a las comunidades indígenas, si bien dan cuenta de la mentalidad y concepción del derecho
frente al nativo a lo largo del siglo XX y si bien tienen unos efectos en el plano práctico
debido ―a la fuerza del derecho‖ según lo puntualiza Bourdieu, adolecen a su vez de unos
límites claros: el plano normativo no puede ser asimilable ciegamente al plano práctico. El
114
Resguardo de la Alta y Media Guajira en particular, confirma que para la aplicación de las
narraciones jurídicas, se requiere mucho más que la simple expedición de una norma. Por el
contrario es necesario la movilización social para hacerla respetar y la resistencia pasiva y
activa frente actores que intentan violentarlas.
En segundo lugar, en esta misma lógica, se constata entonces cómo el proceso de constitución
y concreción del reconocimiento de los derechos territoriales en el Resguardo de la Alta y
Media Guajira, fue conflictivo, en la medida en que se enfrentaron y aún se enfrentan actores
interesados en un mismo territorio para destinaciones específicas: Estado, multinacionales,
colonizadores particulares e indígenas y en una menor medida pueden enfrentarse en
ocasiones los proyectos turísticos y ambientales.
En este proceso, por supuesto las comunidades indígenas jugaron un rol activo, recurriendo a
la resistencia pasiva y a la activa, tomando herramientas jurídicas del sistema nacional
―occidental‖ y llenándolas de contenido desde la tradición wayúu. Como bien lo dice Joanne
Rappaport, al tomar las herramientas jurídicas por sí mismas y también con el apoyo de
abogados occidentales que conocían la normatividad occidental, lograron interlocutar de
―igual a igual‖ con las multinacionales e instituciones estatales, evitando en este sentido un
menoscabo de su territorio ancestral200.
Así pues el recurrir a estas estrategias, no es un ejemplo de ―degradación cultural‖ de estas
comunidades, sino por el contrario un proceso de ―reconstitución étnica‖ como lo plantea
Polo Acuña, de forma que en los diferentes procesos de conflicitividad que se presentan entre
los wayúu y los ―arijunas‖, los primeros toman herramientas propias de los segundos para
salir fortalecidos201.
En tercer lugar, el caso de la Guajira, con la consecuente lucha de las comunidades wayúu,
está inscrito en un proceso más amplio de ―indigenización del derecho‖, en donde esta
200
Rappaport, Joanne. Cumbre renaciente de una historia etnográfica andina, Instituto Colombiano de
Antropología e Historia, 2005, Bogotá. Pag 166 y 167.
201
Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). p123.
115
comunidad con sus luchas particulares, contribuyó considerablemente al apogeo de este
fenómeno.
Así pues, con las semillas que se siembran desde los años 60, que se intensifican en los años
80 y luego se concretan en los 90, es posible hablar hoy en día de un derecho ―indigenizado‖.
De ello es muestra las centenares de tutelas interpuestas por diferentes comunidades indígenas
en Colombia, ante la Corte Constitucional, en donde ésta ha fallado a favor de los mismos,
por vulneración a ―los derechos colectivos de los indígenas‖, ―a la consulta previa de los
indígenas frente a explotaciones de recursos naturales en sus territorios ancestrales‖, ―el
derecho a la supervivencia cultural‖ entre otros derechos debidamente sistematizados en la
jurisprudencia colombiana,202 que claramente eran completamente inexistentes a principios
del siglo XX.
Esta afirmación es válida a su vez, en el plano internacional, en este sentido la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha venido fallando desde principios del 2000, a favor
de las comunidades indígenas, debido a la vulneración por parte de los Estados, el derecho a
la ―propiedad comunal de las comunidades sobre sus territorio ancestrales‖, ―derecho a la
consulta previa cuando se busque desarrollar proyectos de explotación de recursos en su
territorio‖, etc. 203
En suma, todo ello da cuenta de un claro proceso de indigenización del derecho colombiano e
internacional, que inicia con las luchas focales en diferentes zonas de ocupación ancestral,
proceso en el que sin duda contribuyó y es claro ejemplo el proceso que se vivió en la Guajira,
y que se ha extrapolado a niveles más amplios: niveles nacionales e incluso internacionales.
Así, el gran logro de las comunidades indígenas es hoy inminente e innegable, han
llegado a un punto, del que sin duda ya nunca podrán ser obligadas a retornar. Hoy en día las
202
Ejemplo de ello son las siguientes sentencias de la Corte Constitucional, entre muchas otras: Sentencia T 428
de 1992, T 342 de 1994, T 007 de 1995, SU 039 de 1997, SU 510 de 1998, T 652 de 1998, etc.
203
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso comunidad Mayagna (SUMO) AWAS TINGNI VS
NICARAGUA. SENTENCIA 30 DE AGOSTO DE 2001, Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs Paraguay.
Sentencia 29/03/2006, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs Paraguay. Sentencia: 16/06/2005, entre otros
casos.
116
―narraciones jurídicas‖ que se construyen, no pueden desconocer el derecho de propiedad
comunal que tienen los indígenas sobre sus territorios y el respeto que se les debe a sus
tierras, en suma se trata de un derecho que ya no puede desconocer el discurso del territorio
ancestral.
La nueva apuesta para los indígenas, está entonces, en hacer esto realidad, pues pese al
proceso sistemático y masivo del INCORA, hoy INCODER, de delimitación, demarcación y
legalización de los diferentes territorios ancestrales, las ocupaciones y violaciones de hecho
son innegables: particularmente por parte de los grupos al margen de ley, por multinacionales
que pasan de largo los procesos de consulta previa y por colonizadores particulares.
Muestra de ello es por ejemplo la masacre que ocurrió en Bahía Portete en el 2004, que
terminó con la vida de varias familias wayúu, por órdenes de Jorge 40204 y supuso el
desplazamiento forzado y la pérdida de hecho de su territorio. En efecto quien se acerque a
Bahía Portete podrá percatarse como en este lugar, no existen hoy en día, más que los
escombros y las ruinas de un pueblo fantasma, custodiado por una base militar205.
Así pues, será necesario en un futuro ponderar e investigar hasta que punto todo este proceso
jurídico ha garantizado hoy en día, el respeto por su territorio no sólo en las leyes, sino en el
plano fáctico.
204
Paredes, Cesar. ―¿Seño Jorge 40, porqué ordenó asesinar a nuestras mujeres y a nuestros niños?‖ en
http://www.semana.com/noticias-on-line/senor-jorge-40-usted-ordeno-asesinar-nuestras-mujeres-nuestrosninos/106650.aspx 02.10.2007. Recuperado el 10 de diciembre de 2009.
205
Diario de Campo. Visita a Bahía Portete. Diciembre de 2007.
117
BIBLIOGRAFIA
LIBROS

________ Las Salinas de Manaure: Procesos organizativos, acuerdos, conceptos, legislación
y jurisprudencia, MJ Editores. Bogotá, Diciembre de 2005.

Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, reubicación y medio ambiente.
Colcultura. Bogotá. 1995.

Ariza, Eduardo y otros. Atlas Cultural de la Amazonia Colombiana: La
construcción del territorio en el siglo XX. ICAN. Bogotá, 1998.

A.I Staffe ―Recursos naturales‖ en Indios y blancos en la Guajira. Ed Tercer
Mundo, 1963.

Bello, Álvaro. Etnicidad y ciudadanía en América Latina. La acción colectiva de
los pueblos indígenas. Cepal, 2004.

Bourdieu, Pierre. ―Elementos para una sociología del campo jurídico‖ en La fuerza
del derecho. Uniandes, Pensar. Bogotá, 2000.

Bohórquez Morán, Carmen Luisa. El resguardo en la Nueva Granada
¿proteccionismo o despojo?. Ed. Nueva América. 1997.

Cárdenas, Marta. Ed. Reconocimiento y demarcación de territorios indígenas en la
Amazonia. Ed. Cerec. Bogotá, 1993.

Correa, Hernán Darío. El desierto guajiro: aridez del capital y fecundidad wayuu,
etnicidad, territorio, desarrollo en la guajira colombiana. Renán Silva (ed.). Territorios,
regiones, sociedades. Universidad del Valle-CEREC, Cali-Bogotá. 1994.

Cáceres Claudia Teresa. El sistema judicial wayuu y su relación con el sistema
judicial del estado nacional. 1995.
118

Colombia- Leyes. Historia de las leyes. Imprenta Nacional.

Comité de Asuntos indígenas. Informe para la Constitución del resguardo
indígena de la Alta Guajira y Media Guajira. 1983

Chomsky, Aviva, comp. Bajo el manto del Carbón: pueblos y multinacionales en
las minas del Cerrejón, Casa Editorial Pisando Callos, 2007

Díaz Aguilera, María M. Salinas de Manaure: Tradición wayúu y modernización.
Banco de la República. Mayo de 2003.

Delgado Mahecha, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía
contemporánea. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2003

Departamento Administrativo Nacional de Estadística- DANE- Censo Colombovenezolano de la etnia wayúu.

Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia
1997. Desarrollo y territorio. 1998, Bogotá.

Dirección General de Integración y desarrollo de la Comunidad, Ministerio de
Gobierno. El Resguardo indígena (su realidad y la ley). Bogotá, 1971.

Chomsky, Aviva, comp. Bajo el manto del Carbón: pueblos y multinacionales en
las minas del Cerrejón, Casa Editorial Pisando Callos, 2007.

Forero, Alfonso. Nosotros los wayúu. Fondo de Publicaciones. Universidad
Distrital Francisco José de Caldas, México, 1992.

Forero Pineda, Clemente y otros. Las cinco maravillas millonarias de Colombia,
Ed. Oveja Negra. Bogotá, Colombia, 1982.
119

Godoy, Useche Marvel. Reservas y resguardos indígenas en Colombia (19601990): Recopilación documental. Trabajo de grado para optar al título de historiadora.
Pontificia Universidad Javeriana.

Gómez Vargas, Jhon Harold. Legislación Indígena Colombiana. Bogotá, D.C.
2002.

Guerra Curvela, Weidler. La disputa y la palabra. La ley en la sociedad wayúu.
Ministerio de Cultura. Bogotá, 2002.

Guerrero Suárez, Fernando. ―Gas Natural en Colombia: GAS e.s.p‖. Tesis de
grado para optar por el título de Especialista en Administración de Empresas. Universidad
ICESI. 6 de diciembre de 2002.

ICAN. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Informe Socio económico
y jurídico de la comunidad indígena wayuu. Alta y media Guajira, municipio de Riohacha,
Maicao, Urbilla y Manaure, 1983.

INCORA- Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. Subgerencia Jurídica.
División de titulación de tierras. Reservas y resguardos constituidos a favor de los pueblos
indígenas, Bogotá, 1982.

IGAC- Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Guajira: Aspectos geográficos. Ed
IGAC. Bogotá, 1986.

Ministerio del Justicia y Derecho. Dirección General de Asuntos indígenas. Del
olvido surgimos para traer nuevas esperanzas. Bogotá, 1997.

Martínez, Ubárnez Simón y Hernádez Guerra, Ángel. Territorio y ley en la
sociedad wayúu. Riohacha, Guajira, 2005.

Monroy Barrera, Eduardo. Mestizaje, comercio y resistencia. ICANH, Bogotá,
2000.
120

ONIC- Organización Nacional Indígena de Colombia. Minería en Territorios
indígenas de Colombia, Perú y Venezuela. Ed. Disloque. 1997.

Ortega Valcárcel, José. Los horizontes de la geografía: teoría de la geografía.
Ariel, Barcelona, 2000.

Perafán Simmonds, Carlos Cesar, Sistemas Jurídicos Paez, Kogi, Wayuu y Tule.
Colculltura. Bogotá, 1995.

Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira
(1700-1850). Uniandes, Bogotá, 2005.

Perrin Michel. Le chemin des Indiens morts, mythes et symboles goajiro. Payot,
Paris, 1976.

Ramírez. Gronda. Juan. Diccionario jurídico. Buenos Aires.

Rappaport, Joanne. La Política de la memoria. Interpretación indígena de la
historia en los andes colombianos. Universidad del Cauca. Cali, 2002.

Rappaport, Joanne. Cumbre renaciente de una historia etnográfica andina,
Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2005, Bogotá.

Roldán, Ortega, Roque. Manual para la formación en derechos indígenas.
Territorios, recursos naturales y convenios internacionales. Ediciones Abya Yala. COICA,
Quito, Ecuador. 2005.

Roldán Ortega, Roque. Indigenous peoples of Colombia and the law: A critical
approach to the study of past and present situations. Tercer mundo editores, Bogotá,
Colombia, 2000.

Solano Macias, Clareth Maria. La Guajira una costa diferente, reportaje desde las
comunidades Wayuu que conviven con el proyecto del Cerrejón. Trabajo de grado para
aspirar al título de Comunicador Social. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1992.
121

Saler, Benson. ―Los wayúu‖, Los aborígenes de Venezuela, Etnología
Contemporánea, Vol III, caracas, Fundación La Salle Monte Ávila Editores, 1988, pp. 25-145.

Sánchez Botero, Esther. Los derechos indígenas en las constituciones de Colombia
y Ecuador. 2002.

Talavero, Pedro. Derecho y literatura. Ed. Comares. 2005.

Vargas, Patricia. 1993. Impacto y reacción ante la ocupación española. Siglos XVI
y XVIII. CEREC. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá.

Vasco Uribe, Luis Guillermo. Entre Selva y páramo. Viviendo y pensando la lucha
india. ICANH, Bogotá, 2002.
ARTÍCULOS:
 _________ ―Acuerdo entre Concesión de Salinas e indígenas‖ Publicado en el Heraldo,
Barranquilla. Agosto 1 de 1977.
 _________ Carta de un ―Viejo wayúu‖ a todos los colombianos. Carta Abierta publicada en
El Espectador. 19 de mayo de 1991

_________―Informe sobre población, lengua, academia, organizaciones políticas en la causa
de los wayuu de la Guajira‖. En Woummainpa. Riohacha Universidad de la Guajira, (Oct1992) P. 9-48.

Correa Hernán, Darío. ―Las salinas industriales de Manaure, el territorio de los
wayúu y las dificultades de una concertación intercultural‖. En Tierra Profanada: Grandes
proyectos en territorios indígenas de Colombia. P. 235-258.
122

Correa, Hernán Darío. Geografía Humana de Colombia. Nordeste indígena.
Documento en CD suministrado por la Organización Nacional Indígena de Colombia.

Child, Jorge. ―Expoliaciones del IFI a los Wayúu‖ en El Espectador. 23 de junio
de 1991.

Giraldo, Leonel. ―El pueblo más salado del mundo‖ en Revista Diners N° 133,
Abril de 1981.

Grisales, Germán.
―Wayúus y arijuna: Dos pueblos frente a una frontera.
Colombia” Hoy Informa. N 136, Bogotá, Julio de 1995.

Martínez, Alberto. ―La sal es de quien la trabaja”. El Espectador, domingo 28 de
julio de 1991.

Pérez, Espinosa Beatriz. ―Narraciones en el campo jurídico‖. Universitas Ciencias
Jurídicas y Socioeconómicas‖ (N°108 - Diciembre 2004). Pontificia Universidad Javeriana.
Facultad de Ciencias Jurídicas. P. 689-709

Rivera Gutiérrez, Alberto. ―La metáfora de la carne sobre los wayúu en la
península de la Guajira‖, Revista Colombiana de Antropología. Volumen 28, Bogotá,
Colcultura, 1990-1991, p. 89-136.

Vásquez, Socorro y Correa, Hernán Darío. ―Los wayúu: 500 años de
autoafirmación: sal, territorio y cultura‖. Universitas Humanística. Vol. 21, no. 35 (Ene.-jun.
1992), p. 8-16.
RECURSOS ELECTRONICOS:
123
 ________ Serranía de la Makuira. www.parquesnacionales.gov.co. Recuperado el 27 de
octubre de 2009.

Cerrejón, Minería Responable en www.cerrejoncoal.com Recuperado el 27 de
octubre de 2009.

Banco de la República en www.banrep.gov.co. Recuperado el 27 de octubre de
2009.

Bernier, Zunilda. Trabajo de investigación con laulayus (autoridades familiares
tradicionales), 1996. Disponible en www.ramajudicial.gov.co. Recuperado el 12 de agosto de
2009.

"La población étnica y el Censo General 2005". Disponible en www.dane.gov.co.
Recuperado el 12 de diciembre de 2009.

Cabildo wayúu de Wepiapaa (Dibulla, La Guuajira) y Cabildo Wayúu de Nouma
de Campamento (Maicao, La Guajira) ― Derechos humanos del pueblo wayúu‖. Disponible en
www.docentes.unal.edu.co/grnemogas/docs/12_Ramirez_pr.pdf. p. 7. Recuperado el 29 de
septiembre de 2009.

Correa, Hernán Darío y Vásquez Cardoso, Socorro ― Los Wayúu entre Juya (―el
que llueve‖), Mma (―la tierra‖) y el desarrollo urbano regional.
Disponible en
www.lablaa.org/blaavirtual/geografia2/wayuu1.htm. Recuperado el 30 de septiembre de 2009.

Departamento Administrativo Nacional de Estadística. ―Censo Nacional de
Población 2005‖ en www.dane.gov.co Recuperado el 30 de diciembre de 2009.

Departamento Nacional de Planeación-DNP- ―Tierras y territorios de los pueblos
indígenas‖ en Los Pueblos Indígenas de Colombia en el Umbral del Nuevo Milenio.
124
Disponible en www.acnur.org/biblioteca/pdf/4430.pdf. Recuperado el 30 de septiembre de
2009.

Gutiérrez, Any. Mujeres Wayúu, territorio y comercio de combustible en la
frontera
colombo-venezolana.
Disponible
en
línea:
http://jieyuuwayuu.blogspot.com.
Recuperado el 9 de julio de 2009.

Hatt-Sanin, Patricia. Descentralización, desarrollo local y políticas territoriales.
El caso del Resguardo de la Alta y media Guajira. Departamento de la Guajira. Colombia.
Ponencia presentada en el 2° congrés Bisannuel du GIS- Résau Amérique Latine. Territoires
et sociétés dans les Amériques. Rennes 15-17 Novembre de 2007. Disponible en línea:
http://hal.archives-ouvertes.fr/docs/00/20/34/46/PDF/HATT_SANIN_Patricia__Decentralisation_et_amenagement_du_territoire_en_Colombie.pdf. Recuperado en enero de
2009.

Paredes, Cesar. ―¿Seño Jorge 40, porqué ordenó asesinar a nuestras mujeres y a
nuestros niños?‖ Disponible en http://www.semana.com/noticias-on-line/senor-jorge-40usted-ordeno-asesinar-nuestras-mujeres-nuestros-ninos/106650.aspx Recuperado el 10 de
diciembre de 2009.

Peréz, Carlos. Derecho y literatura. En Isonomía N 24. Abril 2006. Revista de
Teoría
yFilosofía
del
derecho.
UNAM.
Disponible
en
línea:
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/91348408909806384100080/021983
.pdf?incr=1. Recuperado el 10 de junio de 2010.

Sánchez Botero, Esther. ―Los derechos indígenas en las constituciones de
Colombia y Ecuador‖. 2002. Disponible en http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/6273.pdf.
Recuperado el 16 de julio de 2009.
125

―Tierras
y
territorios
de
los
pueblos
indígenas‖
Disponible
en
www.acnur.org/biblioteca/pdf/4430.pdf Recuperado el 30 de septiembre de 2009.
FUENTES JURÍDICAS

Constitución Política de Colombia.

Gaceta Constitucional. N 18. Viernes 8 de marzo de 1991. Exposición general del
constituyente Francisco Rojas Birry en la plenaria de la Asamblea Nacional Constituyente del
20 de febrero de 1991. P. 6

Anales del congreso. ―Proyecto de ley por medio de la cual se dispone la división de algunos
terrenos de resguardos‖. Septiembre 23 de 1919. P.219.

Anales del Congreso. N° 7, Serie 1 Tom I. ―Exposición de motivos, del proyecto de ley sobre
división de resguardos de indígenas‖. Bogotá, Lunes 1 de Agosto de 1927. P.51 - 54.

Anales del Congreso. ―Ponencias e informes sobre ley de reforma agraria‖. Viernes 3 de
febrero de 1961.

Anales del Congreso ―Proyecto de Ley sobre división de Resguardos‖ Anales del Senado N°
7 Tomo 1, Lunes 1 de Agosto de 1987.

Anales del Congreso. ―Proyecto de Ley Número 167 sobre Reforma Social Agraria‖, Año IIIN 102, Lunes 7 de Noviembre de 1960.

Anales del Congreso. Año III- N° 163. Proyecto de Ley N° 70. Cámara 1987, Número 156
(Bis) Senado. Año 1987. P. 7-23.

Ley 89 de 1890

Ley 55 de 1905
126

Ley 104 de 1919

Ley 36 de 1921

Ley 16 de 1927

Decreto 1421 de 1940

Ley 81 de 1958

Decreto 1634 de 1960

Ley 135 de 1961

Ley 135 de 1968

Ley 31 de 1967

Ley 56 de 1981

Decreto 2117 de 1969

Decreto reglamentario 2024 de 1982

Decreto 2001 de 1988.

Corte Suprema de Justicia, Sala Plena. Octubre 30 de 1925. Tomo XXXII. Bogotá, febrero 16
de 1926, números 1655 y 1656.

Corte Suprema de Justicia- Corte Plena- Bogotá, octubre 30 de 1925.Gaceta Judicial. Tomo
XXXII, Números 1655 y 1656, Bogotá Febrero 16 de 1926.

Corte Suprema de Justicia.- Corte Plena- Bogotá- octubre 30 de 1925. Gaceta Judicial. Tomo
XXXII, Números 1655 y 1656, Bogotá Febrero 16 de 1926.
127

Corte Suprema de Justicia. Sala Plena- Bogotá- 19 de Noviembre de 1928. M.P.: Luzardo
Fortoul.

Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil- Bogotá, 23 de mayo de 1934. M.P. Dr.
José Joaquín Hernández.

Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil- 24 de Septiembre de 1962.

Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 4 de Septiembre de 1972.
M.P Gómez.

Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil- Bogotá, 24 de septiembre de 1972. M.P:
Dr José J. Gómez R. Ver también Corte Suprema de Justicia- Casación Civil, Septiembre 24
de 1962.

Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de18 de Octubre de 1982. M.P.
José María Esguerra.

Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 18 de Octubre de 1982. M.P.
José María Esguerra.

Corte Constitucional. Sentencia T 528 de 1992. M.P. Fabio Morón Díaz.

Corte Constitucional. Sentencia T 007 de 1995. M.P: Antonio Carbonell Barrera.

Corte Constitucional. Sentencia T 380 de 1993. M.P: Eduardo Cifuentes Muñoz.

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección III, Sentencia del 6 de
julio de 1972. C.P Doctor Carlos Portocarrero Mutis.

Consejo de Estado-Sala de Consulta y Servicio Civil- Bogotá D.E, 15 de febrero de 1988.
C.P: Doctor Humberto Mara Osejo.

Resolución n° 26 de junio de 1962
128

Resolución 75 de Marzo 3 de 1963

Resolución 344 de 1972

Expediente 40749. Constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira. Archivo
INCORA.

Acuerdo nº 27 de mayo de 1977

Decreto ejecutivo n 3337 de 1961

Resolución 02122 de 22 de febrero de 1991.

Resolución número 009464 de 1992.

Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni
vs Nicaragua. Sentencia 30 de Agosto de 2001.

Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs
Paraguay. Sentencia 29/03/2006,

Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs
Paraguay. Sentencia: 16/06/2005,
ENTREVISTAS

María del Tránsito Paisayú, habitante de la Serranía de la Makuira, eco-guía de la oficina del
Parque Nacional Natural de la Makuira. Alta Guajira.

María del Tránsito Paisayú, habitante de la Serranía de la Makuira, eco-guía de la oficina del
Parque Nacional Natural de la Makuira. Alta Guajira.

Jhonny Palmar Warapuana: Funcionario de la Oficina de Parques Nacionales. Parque
Nacional Natural la Makuira. Alta Guajira.
129

Margarita Gómez Ipuana, habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007.

Luz Dary Epiayú. Habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007.
130
Descargar