AÑO XVII. MAYO DE 1911 KÚM. 197. REVISTA CATÓLICA DE CUESTIONES SOCIALES (Con censura eelesiástica.) LA CRISIS DEL LIBERALISMO Cuando la Iglesia precisó su actitud frente á las tendencias político-religiosas del siglo XIX, pareció á muchos que se divorciaba de una de las direcciones más universales y definitivas de la humanidad y que ella misma se cerraba con torpeza insigne el porvenir. Su doctrina, sin embargo, era de una flexibilidad admirable, puesto que la distinción entre la tesis y la hipótesis—distinción cuyo desarrollo doctrinal es moderno, pero cuya práctica ha sido norma constante de la Iglesia desde sus primeros tiempos—le ha permitido seguir con asiduidad generosa todas las oscilaciones del alma contemporánea sin mermar en nada las afirmaciones doctrinales que constituyen la gran reserva de la civilización cristiana. Hoy la fe ardorosa en la libertad ha desaparecido de las altas esferas intelectuales, aun tratándose de países tan individualistas como España. La misma palabra libertad, que todos los partidos han respetado con cierta veneración como expresión de algo sagrado é intangible, aunque dándole sentidos distintos, sólo se emplea hoy con entusiasmo, ó con apariencia de entusiasmo, por periodistas incultos y mediocres, por vulgares propagandistas de mitin y por clamores pasionales de turba plebeya. No ha sido la doctrina de la Iglesia la que principalmente ha producido el descrédito del liberalismo. Aparte de lo que 61 se ha destruido á sí propio por los efectos naturales de sus aplicaciones, no es de olvidar la obra de la sociología positiva que ha vertido sus pesimismos científicos sobre aquella con- 326 SALVADOR MINGUIJÓN fianza en la bondad natural del hombre que fué uno de los principales fundamentos del sistema. Además, realizada una evolución saludable que i)uede sintetizarse en la frase «del dilettantismo á la acción», avivada la conciencia de la solidaridad humana y actualizados de una manera aguda el problema religioso y 8u correlativo el problema social, es difícil sostener íntegro el concepto doctrinario del abstencionismo del Estado en el orden de las ideas. Y es todavía más difícil que se practique, puesto que la autoridad y la fuerza que constituyen el poder del Estado han de estar uecesariatiiente en manos ó de los militantes del ideal ó de los espoleados por la ambición, y tanto unos como otros suben al poder y en 61 se mantienen apoyándose en fuerzas de opinión al frente de las cuales hay una » otra bandera. No sólo es reprobado actualmente el liberalismo por la afirmación católica, impuesta lógicamente ])or la misma misión docente de la Iglesia, ya que, según Emilio OUivier, la intolerancia dogmática es el testimonio de que las religiones creen en sí mismas; lo rechazan hasta muchos elementos, pobres de ideal, que entran en la categoría de los benti possidentes, convencidos de que la indiferencia doctrinal del Estado no es buena ni siquiera para asegurar la paz material y el desarrollo económico. Poro, sobre todo, reniegan del liberalismo las izquierdas radicales, exasperadas por no poder dentro de un régimen de libertad detener la vitalidad del catolicismo ni impedir su influencia soci.al. La historia contemporánea demuestra en efecto que la Iglesia sabe luchar con óxito en un régimen de libertad y que, aunque es cada día más evidente que la verdad debe estar protegida en beneficio principalmente de la muchedumbre de las inteligencias incultas, indefensas contra el error y contra el sofisma, existe en el catolicismo la fuerza de ideal más poderosa y la más fecunda en abnegaciones de proselitismo triunfante. Puede afirmarse qi¡e el liberalismo ha heclio más estragos en los Estados que lo han defendido, que en la Iglesia que lo ha reprobado, y por consiguiente que la Iglesia, al reprobarlo, luchaba, más que por su propio y exclusivo interés, por eJ interés de la sociedad civil. Impotente con frecuencia el liberalismo frente á la acción católica, lo ha sido también frente á la anarquía. Del libre desate de las propagandas ha sobrevenido un total relajamiento de esa disciplina social que es el distintivo de los pueblos mejor organizados, una decadencia moral y un profundo extravío y desorientación de la conciencia pública. Gracias á ese extravío existen y pesan tal vez en las orientaciones de los gobiernos, fuerzas políticas cuya significación consiste en LA CRISIS DEL LIBEEALISMO 327 la glorificación de hechos 6 aspiraciones criminales y en su identificación con sentimientos de un salvajismo primitivo. Claro está que no se ve cercano el día en que las sociedades se cobijen bajo un ideal único, pero si ese día llega alguna vez, no se encontrará ideal de mayor flexibilidad dentro de su unidad esencial, ni de mayor riqueza de matices, ni de mayor amplitud para que dentro de 61 las ideas se agiten y se renueven, que el ideal católico. Es un fenómeno curioso que el Estado que, entrando de lleno en el intervencionismo, aspira á ejercer en algunas naciones un influjo directivo sobre los espíritus, desea para la Iglesia el liberalismo individualista que ya no quiere para sí. La táctica de los que impulsan esta tendencia, consiste en individualizar la religión^ encerrándola en el santuario de la conciencia y reduciéndola á un sentimiento íntimo y vago, desprendido de toda eficacia social y de toda exfceriorización pública. Pónese especial empeño en hacer creer que los que no conciben la religión de esa manera individualista, la falsean, la explotan y quieren servirse de ella como de un instrumento de dominación y de un arma para alcanzar ambiciones y predominios terrenos. La verdad es todo lo contrario. Desnaturalizar y falsear la religión es lo que ellos hacen, reduciéndola á un negocio individual; egoísmo sería pretender conseguir la salvación propia mostrándose indiferente á la suerte de los demás; mezquindad sería negarse á los sacrificios de la acción católica cerrando al catolicismo los horizontes y las esperanzas del apostolado; incomprensión grande de las más fundamentales esencias del catolicismo existiría en los que no vieran en él una vida de solidaridad y una fuerza social. La Iglesia, rechazando el error de aquellos protestantes que colocaban la salvación en la fe sin las obras, ha destruido la raíz del individualismo religioso, ha proclamado la necesidad de exteriorizar, y en cierto modo, de materializar la creencia y ha sostenido la solidaridad de nuestro destino con el destino do nuestros prójimos. Por eso es el Catolicismo una religión social, á diferencia del Protestantismo que es una religión individualista, «Paréceme cada vez más evidente—decía en 1900 un pastor protestante—que nuestro individualismo religioso excede la medida y cae en el egoísmo, egoísmo sutil y con frecuencia inconsciente, pero egoísmo á jiesar de todo. La preocupación de la salvación individual ha llegado poco á poco á dominar de un modo exclusivo en los círculos religiosos y ha reemplazado á la pasión primitiva, apostólica, por el reino de Dios y su justicia.» Cuando se dice que las medidas dictadas ó proyectadas por 328 SALVADOR MINGUIJÓN el Gobierno no atacan al dogma, se dice una cosa tan vacía de sentido que apenas se entiende. El Gobierno no puede atacar el dogma ni tiene para qué meterse en eso. lío lo atacaban tampoco los incendiarios de la Semana trágica de Barcelona. Lo que puede atacar y ataca el Gobierno es el derecho, los medios de desenvolvimiento, en una palabra, la vitalidad social del Catolicismo. Y la cuestión que se ventila es la gran cuestión de los tiempos actuales, la de si el Catolicismo ha de tener ó no fuerza social. A ese magno problema debemos todos aportar nuestro esfuerzo. Si ahora no cumplimos nuestro deber, puede llegar pronto un tiempo en que ya sea tarde, SALVADOR M I N G U I J Ó N . .A-HEOISI^O "ST ^:E2E!-VISI<±>3Sr (CONCLUSIÓN) III El ahorro que resta cantidades al consumo y las reserva para consumirlas en mejor ocasión, ha de hacerse en condiciones de que los capitales economizados no se sustraigan á la circulación ni se mantengan improductivos, pues de otra suerte representaría una perdida efectiva parala sociedad. No sólo por eso, sino para estimular el ahorro con la oferta de una ganancia, tienen que existir entidades que recojan las modestas economías de los particulares y las hagan producir, ofreciendo á sus dueños una participación en estas ganancias. Tal es la función de las Cajas de Ahorros; gracias á ellas las grandes sumas que representa el conjunto de las pequeñas, á veces insignificantes, economías de los particulares, producen para la sociedad y para sus respectivos propietarios. Gracias á ellas las modestísimas economías de las personas de humilde posición pueden tener colocación segura é inmediata, acrecentándose así paulatinamente el núcleo del naciente capital, no sólo con las nuevas imposiciones, sino con la renta á interés compuesto que éstas vayan produciendo. Mas las Cajas de Ahorros que realizan función tan importante desde el punto de vista moral, económico y social, cuando no es un espíritu mercantil ó de negocio el que las hace obrar, pueden realizar otras no menos importantes funciones sociales, en obsequio de los más necesitados. Sirva de ejemplo la Caja de Ahorros de Marsella, dirigida por M. Rostand, que ha suscitado y ayudado numerosas empresas eminentemente populares, y sirvan de ejemplo casi todas las Cajas de Ahorros españolas, completadas en las secciones de préstamos, que representan los Montes de Piedad (1). (1) La Caja de Ahorros y Montepío de Barcelona abrió en Noviembre último un concurso al grupo de seis casas que, aplicando además á este fin el donativo de la herencia del señor don José Orat Roque, ha construido, en terreno de su nroniedad. en la carretera de Horta v 330 L E Ó N L E A L KAMOS E s preciso observar de cerca el bien que hacen los Montes de Piedad, prestando el dinero que receje la Caja de Ahorros, para apreciar las excelencias de esas Instituciones. Cuando se fundó la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres, todo el que se veía en la precisión de empeñar un objeto cualquiera no tenía más remedio que pagar el 60 por 100, que era el tipo de interés corriente en las Casas de préstamo matriculadas como tales y en las clandestinas. Los préstamos pignoraticios se denominaban compra ventas mercantiles, eran compraventas con pacto de retro; así es que el desdicliado que no llegaba á desempeñar la prenda antes del vencimiento se quedaba sin ella, casi siempre, aunque valiese ciento y no hubiese recibido más que veinte; con lo cual, la ganancia del prestamista se elevaba hasta un punto que no se puede calcular. Pues bien, bastó la apertura del Monte de Piedad para que las casas de préstamo rebajasen el interés á un 16 por 100, y al cabo de unos años, efecto también del Reglamento sobre casas de préstamo, h a y a n desaparecido. Y no es sólo prestando sobre prendas como realiza su benéfica función, que alcanza á la mayor y más pobre parte de la población, sino también prestando con fiadores y con hipoteca (1). D u r a n t e el pasado mes de Setiembre se prestaron con fianza personal 30.924 pesetas á labradores, artesanos y modestos empleados, que de no encontrar en la Caja de Ahorros el dinero que necesitaban, hubieran tenido que pagar lo menos un doce ó catorce por ciento. L a usura se ceba hasta en los que tienen bienes raíces. D u r a n t e el último verano se han hecho varios préstamos hipotecarios á vecinos de un pueblo próximo que debían cantidades de ochenta y noventa duros por sólo treinta ó cuarenta que habían recibido hace dos ó tres años. De los aludidos son dos mujeres viudas, cuyo único capital lo constit u y e n sus respectivas casitas tasadas en mil pesetas, y con garantía de las cuales recibieron cada una quinientas pesetas, para pagar al usurero, que tan rápidamente iba aumentando su crédito y que ansioso de apoderarse de la presa había y a presentado la correspondiente demanda contra una de aquellas pobres mujeres y solicitado el embargo de su paraje «Torre deis Fardáis», término de Barcelona, la barriada de San Andrés de Palomar, con destino á sus imponentes de laclase trabajadora. (1) Véase un artículo sobre la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres en la sección «Instituciones y Hombres», de esta REVISTA, número 183, correspondiente á Marzo de 1910.—Pág. 176. AHORRO Y PREVISIÓN 331 respectiva casa. ¡Qué hubiera sido de esas desdichadas mujeres, de cuya pobreza se puede formar idea teniendo presente que las varias veces que vinieron á Cáceres tuvieron que recorrer á pie y descalzas más de veinte kilómetros, si ea Cáceres no hubieran encontrado el asilo benéfico contra la explotación usuraria que se llama Caja de Ahorros! Lo que fué de tantas otras y de tantos otros que al pisar la casa del usurero ñrmaron la escritura de su explotación y de su ruina y vivieron en tiempo en que la Caja de Ahorros y Monte de Piedad no tenía abiertas sus puertas para acoger á todos los perseguidos por la usura despiadada y criminal, que tenía por predilectas víctimas á los seres más desgraciados y más indefensos. Los préstamos hipotecarios que la mencionada Caja de Ahorros hace, suelen ser de escasa cuantía, pues se atienden con preferencia los préstamos pignoraticios y los préstamos con fianza personal, y aunque es mucho lo que ingresa en Caja como ahorro, no es todavía lo suficiente para que puedan ser atendidos cuantos en demanda de préstamos acuden al Monte. El último verano, entre los préstamos hipotecarios que hubo necesidad de negar, por falta de fondos, sé que uno de ellos lo hizo un particular al interés de ocho por ciento. No encontró el interesado, á pesar de ofrecer una garantía hipotecaria sobradísima, quien le prestase, las 12.500 pesetas que necesitaba, á menos del 8 por 100, y por no poder hacer con la Caja de Ahorros al 6 por 100 su operación, tuvo que hacerla con el particular que le cobra un dos por ciento más. Como se ve, el capital que manejan las Cajas de Ahorro se aplica á un fin eminentemente benéfico. Recogen y hacen productivas las economías de las clases modestas y atienden con ellas á las necesidades de las mismas clases. Así, el dinero del pobre sirve para ayudar al pobre. Por eso no importa que personas de regular ó desahogada posición lleven á las Cajas de Ahorros sus economías, que en otro caso tal vez duerman años y años en las cuentas corrientes con entidades bancarias, sin beneficio más que para la entidad capitalista, que en tal concepto las recibe. Ya nos alegraríamos de que muchos acaudalados tuvieran su libreta en la Caja de Ahorros. Así dispondríamos de unos cuantos miles de pesetas más para atender á los solicitantes de préstamos que, al no encontrar dinero en la Caja de Ahorros, tienen que echarse en brazos del usurero. Es demasiado escaso el dinero de los verdaderos capitalistas que afluye á las Cajas de Ahorros. El que puede disponer de sumas respetables desprecia las colocaciones á módico interés con que brindan las Cajas de Ahorro de índole benéfica, y 332 L E Ó N L E A L EAMOS prefieren, por regla general, tenerlas improductivas en las cuentas corrientes mientras se les presenta una ventajosa colocación ó la oportunidad de invertirlo en un negocio lucrativo. No existe en rigor, al menos en las Cajas de Ahorros que conozco, la exageración que Autom y Gnide encuentran en la afirmación de que Jas ¿'ajas de AJiorro representan el ahorro obrero, si á la palabra obrero se le da un sentido algo extenso. Son clientes de las Cajas de Ahorros los trabajadores del campo, criados, artesanos, empleados, industriales y comerciantes en pequeña escala y niños. P o r ello puede afirmarse que las Cajas de Ahorros representan el ahorro del pueblo y de la mitad inferior de la clase media, de esa clase tan agobiada como la plebe y más olvidada que ninguna. Ello justifica el carácter de establecimientos benéficos de que gozan con arreglo á la legislación española y reclama cuantos privilegios tenga á su alcance y pueda concederles el Estado, puesto que todos redundan en provecho de las clases más necesitadas de tutela y ayuda, para ir viviendo en este continuo batallar que representa la lucha por la existencia, penosa para el obrero como para esos otros modestos empleados, industriales y comerciantes en pequeño que, á costa de sacrificios meritorios, mirando al mañana, logran acumular en sus libretas de ahorro lo que han de utilizar para el caso de enfermedad, para otras necesidades imprevistas ó para dar un poco más de impulso á sus negocios. También recoge las economías de las clases modestas el Instituto Nacional de Previsión (1), que organiza el ahorro de segundo grado, contratando á prima única rentas vitalicias, á lo sumo de 1.500 pesetas, y que representa en España la democratización del seguro, hasta hace poco considerado como una operación de lujo, al alcance solamente de las clases ricas ó de las medias, según observa Chaufton. El contrato de seguro es, en las distintas formas que reviste, una manifestación del espíritu de previsión. De todas sus clases «el seguro contra la destrucción prematura y la forzosa inactividad del capital humano es, como dijo Dato (2), el verdadero seguro popular», porque «este capital es el único patrimonio del pobre, existe aún en aquél que no tiene más que sus brazos para trabajar.» Por fortuna en España no se (1) De esta institución benéfica semi-oflcial hube de ocuparme en la sección de «Instituciones y Hombres», de esta REVISTA, núm. 181, correspondiente al mes de Enero de 1910.—Pág. 24. (2) Discurso leído en la sesión inaugural del curso de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. AHORRO Y PREVISIÓN 333 confirma, á juzgar por el resultado obtenido hasta la fecha, el pesimista vaticinio de Costa, que dijo era la obra del Instituto superior á la capacidad cerebral de nuestro pueblo. Los hechos van demostrando la rápida adaptación de nuestra clase obrera al régimen inaugurado por el Instituto, y que no en balde la institución del seguro es en España una institución de hondas raíces y no una importación moderna del extranjero, como lo evidencia el dato puesto de manifiesto por Maluquer y Salvador (1), de practicarse ya el seguro sobre la vida en España en el siglo XVI, habiendo sido reglamentadas las rentas vitalicias por Felipe II, que creó el año 1559 el superintendente de seguros, funcionario que significaba la intervención directa del Estado en la materia, idéntico, puede decirse, al oreado tres siglos después, en 1853, por los EE. UU., considerados por muchos corao innovadores en este punto. La clase obrera de España, como se lee en el último Resumen Estadístico, leído por el Sr. Maluquer y Salvador en la sesión regia celebrada en San Sebastián el pasado verano, va jipreciando la transcendencia de los beneficios de carácter jurídico y económico que ofrece el Instituto á los modestos trabajadores para constituirse una pensión de retiro. Así lo evidencian 1.261 adheridos en el ejercicio de 1909 mediante primeras cuotas, que importan pesetas 9.625'65, y 6.935 afiliados desde 1 de Enero a 21 de Septiembre del año 1910, con un total de cuotas iniciales de pesetas 42.962'85. La importancia de las cifras de primeras imposiciones se agranda al compararla con la de imposiciones sucesivas, que representaron el 26'09 por 100 de aquélla en el primer ejercicio anual, y llegaron al 69'20 por 100 en el primer semestre del corriente año. «Con ser hermosa dicha expresión del ahorro individual convertido en hábito, dice el ilustre Consejero-Delegado del Instituto, todavía lo perfecciona la significación de la previsión familiar. Hasta 30 de Junio último el 3'90 por 100 de los asociados pactaron la cesión, en caso de muerte, de sus imposiciones á favor de la mutualidad, así como beneficiaron los resultados de recíprocas cesiones, mientras que el 96'10 por 100, casi la totalidad de los afiliados al Instituto, realizaron mayor esfuerzo pecuniario para legar á su familia inmediata todas sus imposiciones, ó la parte de las mismas concertada.» Las Cajas de Ahorros y el Instituto Nacional de Previsión son, pues, en España obras sociales de fomento del ahorro, obras sociales que cultivan el espíritu de previsión y rea(1) En la tercera Conferencia del Curso breve de cuestiones sociales. Crónica del Curso.—Pág. 109. 334 LEÓN LEAL RAMOS lizan labor eminentemente educadora y benéfica. Por eso muchas de aquéllas tienen el concepto de cajas colaboradoras y son verdaderas sucursales en provincias del Instituto, que mediante la colaboración de esas entidades extiende aun más su esfera de acción facilitando la contratación y pago de las pensiones y los ingresos por cuotas ó primas que hagan los asegurados. Tanto las Cajas de Ahorros como el Instituto Nacional de Previsión gozan en España de la condición privilegiada de establecimientos benéficos que les permite operar más desembarazada y ventajosamente en obsequio de BUS clientes que son, de unas y otro, las clases modestas de la sociedad, harto necesitadas de ayuda. No es, sin embargo, idéntica la labor de las Cajas á la del Instituto. Aquéllas, como antes dije, organizan el ahorro simple ó de primer grado, y el segundo organiza el retiro obrero ó ahorro de segundo grado. Estas dos formas del ahorro, manifestaciones ambas del espíritu de previsión, son igualmente necesarias, se complementan pero no se sustituyen mutuamente, pues, como se lee en la R. O. de 26 de Octubre de 1910 (Gaceta de 25 de Noviembre), ni el sencillo ahorro á interés compuesto tiene suficiente virtualidad para producir una decorosa pensión de retiro, ni las combinaciones de esta última operación ofrecen la flexibilidad necesaria para retirar cantidades que puedan aplicarse á gastos indispensables de la vida. Por esto, como indicaba en el congreso actuarial de Viena, de Junio de 1909, el actuario municipal de Rotterdam, doctor Kook, el obrero debiera destinar la mitad de sus economías anuales á una caja de retiros y la mitad restante á una de ahorros. Bien se ve que las condiciones del momento actual y las probables del porvenir, en que se puede encontrar un sujeto, determinarán la suma que ha de imponer en el Instituto para la constitución de la renta de retiro y la que ha de ingresar en la Caja de Ahorros. El fruto de aquel ahorro lo obtendrá al llegar á la edad que hubiere elegido para el retiro, ó su familia inmediata, al ocurrir su fallecimiento, si la pensión la hubiere contratado á capital reservado; mientras que el fruto del ahorro de primer grado puede obtenerlo más pronto, en el momento que quiera ó lo necesite. Por esto es de aconsejar que las sumas todas que el individuo calcule que no ha de necesitar mientras esté en condiciones de trabajar, las ingrese en el Instituto, y aquellas otras que de momento no necesita, pero que espera tener precisión de todas ó de parte de ellas en plazo más ó menos próximo, las imponga en la Caja de Ahorros. El dinero que se ingresa en el Instituto es dinero al cual se da desde luego AHOEEO Y PREVISIÓN 335 una aplicación determinada, aplicación que, por otra parte, debe figurar con asignación en el presupuesto de gastos de las personas de posición modesta, mientras que el dinero que se impone en la Caja de Ahorros es dinero á que aun no se ha dado una aplicación definitiva, que se lleva provisionalmente á la Caja en espera de que se presente el negocio ó surja la necesidad ó llegue el momento de consumirlo racional y discretamente. Por esa razón, pues, ni las imposiciones que se hagan en las Cajas de Ahorros deben mermar las cuotas ó primas que se ingresen en el Instituto, ni éstas deben perjudicar las imposiciones de las Cajas de Ahorros. Por eso mismo habrá, y yo sé que los hay, muchos que no pueden ser clientes de las Cajas de Ahorros, y en cambio lo son, porque deben y pueden serlo, bien que con gran sacrificio, del Instituto, y otros que tienen sus economías en las Cajas de Ahorros y que ya por su edad relativamente avanzada, ya porque desempeñan destinos que, aunque modestos, les dan derecho á jubilación, teniendo en este respecto asegurado el porvenir, ó por otras causas, no figuran entre los afiliados del Instituto. Esto no obstante, el que empieza á gustar las excelencias del ahorro, bien cierto es que no se contenta con practicarlo en una de las dos formas indicadas. Tengo bien visto que los clientes de las Cajas de Ahorros se hacen, sin dificultad, afiliados del Instituto, y que otros, seducidos por las ventajas que éste ofrece, meditan un poco sobre la transcendencia del ahorro, y resuelven practicarlo en una y otra forma haciéndose clientes de ambas clases de entidades de previsión. Fomentando el ahorro de primer grado se fomenta el ahorro de segundo grado. Es común la suerte que han de correr las entidades de previsión que organizan el uno y las que organizan el otro. Los clientes de las Cajas de Ahorros y del Instituto Nacional de Previsión han de reclutarse principalmente entre los niños, pues como el hábito de ahorrar supone una educación especial y ésta ha de darse especialmente en los primeros años de vida, de ahí que deba formarse á la niñez en el espíritu de previsión, iniciándola en lo práctico del ahorro. El ahorro infantil producirá cantidades insignificantes, pero prepara el ahorro en mayor escala para los años venideros y, sobre todo, produce el máximun de efecto útil educativo. Por eso el ahorro infantil, en opinión de pedagogos y moralistas, no puede, no debe faltar nunca en un régimen escolar bien organizado. A los padres y á los maestros toca cuidar de fomentarlo, pensando no sólo en el bien económico que de ello puede esperar el niño, sino en lo que vale una más que esto, en el bien moral, en los hábitos de orden que ha de ad- 330 LEÓN LEAL EAMOS quirir en esa edad en que se prepara la formación del hombre y que, por esto mismo, es m u y probable que conserve luego toda la vida. No se pierda de vista que, como ha dicho doña Concepción Arenal (1), «aumento de salario sin aumento de moralidad, es aumento de vicio y camino de miseria»; por lo cual todo mejoramiento económico debe ir acompañado de un mejoramiento moral, y éste es necesario para que pueda gozar de un mayor bienestar económico el que por cualquier circunstancia llegue con el tiempo á contar con más saneados y cuantiosos ingresos en su casa. Por lo que respecta á la constitución de pensiones de retiro, es aun más necesario que se acostumbre á los niños á economizar para constituírselas. U n a p e s e t a impuesta por un niño da derecho á una pensión mucho mayor que la impuesta por un hombre de treinta ó cuarenta años. A muchos de esta edad les parece insignificante la pensión que por cada peseta de prima que paguen se les ofrece, bien que reconociendo no puede ser mayor, dado lo próximo que están á la edad del retiro. A cuantos de estas circunstancias he hablado para explicarles el mecanismo de las pensiones de retiro y exhortarles á la práctica del ahorro de segundo grado, he tenido ocasión de oírles lamentarse de que hace veinte años no hubieran tenido una institución de previsión para haber empezado entonces á economizar para el retiro, y la generalidad prefiere abrir para sus hijos libretas de esta clase, seguros de que el bsneficio que han de recoger sus hijos ha de superar al que ellos podrían obtener y convencidos de que aquellos niños, al llegar á la edad de la razón y encontrarse con un capitalito ahorrado y con derecho á una pensión de retiro han de seguir economizando, como para ello ahorraron sus padres, estimulados por el deseo de acrecentar la pensión á que les dan derecho las imposiciones que sus propios padres hicieron con tal fin. Debe tenerse muy bien aprendido que, como enseña el Instituto (2), «el que se acostumbra desde niño á ahorrar lo necesario para adquirir una pensión que le permita vivir independientemente en los años de vejez, llegará á tener un dominio sobre sí mismo, una facultad de restringir los gastos superfinos y de gobernar sus acciones, que le dará armas poderosas para la lucha por la vida». Habituar á los niños al ahorro es labrar su futura felicidad, pues lo que ahorran no lo gastan y reservan para las necesidades del m a ñ a n a y, (1) Cartas á un obrero. Pag. 126. (2) Folleto de propaganda titulado ¿Qué es el Instituto Nacional de Previsión? Pág. 28. AHORRO Y PREVISIÓN 337 además, se evitan la ocasión de crearse prematuramente ciertas necesidades, que lo son, porque el hábito las forma, pero no porque naturalmente dsspierten. Entre las necesidades hay unas naturales y otras artificiales, que se crean. El liombre es tanto más rico cuanto menos necesidades tiene. A reducir éstas á las estrictamente necesarias deben encaminarse nuestros esfuerzos. Para ello huyamos de crearnos las que aun no sentimos. Es feliz económicamente el hombre que satisface todas las necesidades que siente, y como es más fácil no crearse necesidades que aumentar loa medios de satisfacer las que se vayan creando, tiene mucho adelantado para ser feliz el que no se crea necesidades y reserva para el mañana incierto lo sobrante en vez de gastarlo y crearse nuevas necesidades. Si los que fuman no se hubieran creado la necesidad de fumar, no sufrirían como sufren privaciones más ó menos mortificantes el día que no tienen para tabaco y dispondrían de unas pesetas más para hacer frente á otras verdaderas necesidades naturales. Para concluir repetiré con Millot, que la falta de ahorro y previsión es un azote de la clase obrera, y aun podemos añadir, que también lo es de las tres cuartas, lo menos, de la clase media. Luchemos, pues, contra ese azote inculcando en las generaciones que se están formando hábitos de trabajo, de previsión y de ahorro. LEÓN LEAL RAMOa. Director-Kerente de la (^nja de Ahorro» y Monto de Piedad de CAceros. DOCUMENTOS EPISCOPALES DIOS Y EL CÉSAR CAUTA del lltmo. Sr. Obispo de ViCll d sus fieles y á los señores Senadores y Diputados por los pueblos de la Diócesis. Riuiti'lf qiiaf snnt Cufsan's Ctusari; ct quiic sunt Dei, Deo. (MATH., XXII, 21.) Dad al César lo que es del César, y á Dios lo que es de Dios, Juzgamos necesario, amados diocesanos, para que se conserven claras en el espíritu las ideas fundamentales del Cristianismo, hoy perturbadas en gran manera por una multitud de errores y do sofismas, hablaros de una cuestión que ya Jesús, nuestro divino Redentor y maestro, resolvió de plano con las i)alabr;is que ponemos por tema (\ esta Carta, y que constituyen la base principal, en el terreno de la vida pública, del nuevo orden de cosas que P]l vino á establecer en el mundo; y son iil mismo tiempo la principal garantía de la libertad y de la dignidad de los ciudadanos. Cuando hace muchos meses que en periódicos, revistas y públicas discusiones, se trata y maltrata el gran principio político de Jesucristo, justo es que vuestro Obispo os haga algunas reflexiones sobre el mismo. Asistimos hoy á un espectáculo sorprendente y que demuestra la frivolidad del espíritu humano, tornadizo y variable á todo viento de doctrina. Después que la libertad fué hasta hace poco el ídolo del mundo político, hoy éste ha cambiado de Dios, y ahora, como sucedió otras veces, las adoraciones y homenajes de muchos se dirigen al César. Por la ley del contraste los casos de opresión se encuentran lo mismo en los ambientes de la anarquía que en los de concentración del poder en las manos de unos cuantos, tanto DOCUMENTOS EPISCOPALES 339 en asambleas revolucionarias, como en el poder unipersonal de imperios y de monarquías; por esto, al hablar de Cesarismo, no nos referimos á ésta ó á aquella forma de gobierno, sino á todas, cuando quieren invadir el terreno de la vida religiosa prescindiendo de la autoridad autónoma que á ésta regula. En vez del gusto por el sistema de régimen autonómico de la sociedad, los enamorados de la grandiosidad de las formas, sienten hoy predilección por la autocracia del Estado. El sistema ruso parece va invadiendo la Europa occidental; y ahora en España vemos una i)arte de los hombres políticos con fervor epiléptico proclamar la autocracia, en su terreno más odioso, que es el de la esclavitud de la vida religiosa. No quieren límites en su potestad legislativa en cuanto se refiere á la vida pública de la religión, y si en el comercio, ó en la industria, ó en la agricultura, ó en la cultura científica se solicita el concurso de los profesionales para legislar en las respectivas materias, en la religión no se quiere admitir y se rechaza el concurso de la suma autoridad religiosa, de la única que posee verdadera ]iotostad en materia de religión, siendo así que ésta no es un ramo de la administración pública, como son las actividades sociales á que nos hemos referido, las cuales, aun cuando tienen derecho á gozar de su autonomía, el Estado, sin menoscabo de la libertad de las mismas, tiene sobre ellas una alta dirección, que ninguna persona bien nacida le concederá, como un derecho absoluto, en la regularizacíón pública de la vida religiosa. Nadie se sonrojará de que el Sr, Canalejas, ó el Sr. Maura, ó el Sr. Moret, con las Cortea de la nación, legislen sobre el comercio, la industria, ó la agricultura; pero convertir el Parlamento en un Santo Sínodo y que, aucforitate propria, el Gobierno de Su Majestad pretenda regularizar el culto y la vida religiosa de los ciudadanos españoles, esto no lo tolera una sociedad poseída de su propia dignidad, y si acontece que, por estar adormecido este noble sentimiento, una nación deja imponerse el yugo, como pasó con el Cisma anglicano en el reino unido do la Gran Bretaña, el pueblo no tarda en despertar, y en exigir la libertad, en lo que es más necesaria, que es en la práctica de la Eeligión, en la cual la liberted es cuestión de vida ó muerte. Porque el Cristianismo es esencialmente esta libertad, y sin esta libertad es nada. Nunca el Catolicismo será una religión de Estado, un ramo político, un negociado del Gobierno, nunca admitirá el principio: cujus regio, ejus religio, sino que eternamente se sostendrá como un ideal de vida humana, que 340 DIOS Y EL CÉSAB ni los políticos inventaron, ni los políticos pueden modificar, porque su extensión es mucho mayor que la extensión de la política, porque vino de lo alto al pueblo, porque no se estableció por convenciones con la potestad civil, sino que se impuso por su pro¡)ia 6 intrínseca fuerza, con suavidad y eficacia, por una fuerza de penetración que uo le proporcionó la protección oficial, sino la virtud de la propia sangre generosamente derramada. Nadie hay más libre que un cristiano, y hasta los enormes extravíos de la libertad, que nos ofrece la historia moderna, son aberraciones del ideal cristiano; y si el Cristianismo desapareciese de la tierra, reaparecería la tiranía, el Cesarismo en toda su crudeza: como por boca de algunos vemos ya invocar cual summum de perfección social, de felicidad política, la supremacía de la potestad civil, no7i plus ultra, segfin ellos, en el régimen de la sociedad humana, infalible é impecable, en virtud de un derecho que resulta ultra-divino, pues no tiene quien le pueda exigir responsabilidad; al paso que el derecho divino entre los cristianos no hace impecables ni irresponsables á los que ejercen el poder, sino que, al revés, les impone una tremenda responsabilidad en el ejercicio del mismo. Los cristianos nunca admitirán aquel ya rancio principio del parlamentarismo moderno de que una mayoría pueda volver blanco lo negro, ni negro lo blanco, hacer justo lo injusto, é injusto lo justo. La limitación del poder es un principio esencial del Cristianismo; y en el orden humano y terrenal, en lo que se refiere á la vida transitoria de este mundo, prescindiendo para el caso de su orientación hacia una vida inmortal y perfecta que ha de venir después, esta limitación del poder es la gran gloria de la Iglesia católica en la historia humana; al paso que el Paganismo en los tiempos antiguos y el Protestantismo en los modernos entronizaron la confusión de poderes, el poder absoluto, con que ahora sueñan ciertos políticos, con fines de opresión de la vida religiosa, que es el germen de la tiranía, el edicto de persecución á las almas nobles y libres que quieren vivir en conformidad con las exigencias de su espíritu, y no sufren las imposiciones del César, á quien, de otra parte, los cristianos, en virtud de su credo, nunca pueden faltar en lo que no sea contrario á la ley de Dios, sino obedecer en conciencia con responsabilidad y pena si no lo hacen, delante de A.quel que dijo á los de su escuela: dad al César lo que es del César y á Dios lo que es de Dios. En conformidad con este principio de la limitación y de la responsabilidad del poder, bajo las maternales alas de la Iglesia se crió la sociedad europea, se formó la civilización de que DOCUMENTOS E P I S C O P A L E S 341 auH disfrutamos, hasta que el renacimiento trajo Jos gérnftnes del Cesarismo redivivo, y con ellos la extinción de la libertad popular, y el establecimiento del absolutismo monárquico. Pero éste, 4 pesar de sus i^retensiones y de la devoción que le ]>rofe8aron hombres eminentes en toda especie de las humanas disciplinas, de sus magnificencias y de su i)oderío, no logró nunca alcanzar la ilimitación del poder delante de la influencia de los principios cristianos, sostenedores de la dignidad y de la libertad de la persona humana. Balmes produce un significativo caso del tiempo de Felipe 11, en que la ilimitación del poder real se estrella al chocar con la resistente coraza de una conciencia social, profundamente informada de los principios cristianos. ¿Sabrá hoy la sociejlad actual, enervada por el lujo y los placeres y disipado el espíritu por el dilettantismo literario, artístico y hasta político y religioso, resistir las insidiosas asechanzas con que quiere otra vez el Cesarismo vindicar la omnipotencia política? ¿Quedará en Kspaña la Keligión abandonada á las manos del Estado, á quien todos acusan, los de la derecha y los de la izquierda, de muy infeliz y desacertado en el régimen de las cosas que son propias de su exclusiva competencia? Prescindiendo aún de su falta de jurisdicción, ¿tendrá el Estado por sí solo la aptitud necesaria para dictar el nomocanon, que regularice la vida pública religiosa de los ciudadanos españoles? Se decía que en el proyecto de Ley de Asociaciones, en la parte que se refiere á las religiosas, el Gobierno llamaría á los Obispos españoles para que informasen sobre el mismo, y que se tendrían en cuenta sus observaciones. Pero el Obispo es inseparable del Papa; el Cristianismo es una cadena que va de las manos de Dios al último de los fieles, y circula por ella d fluido de nuestra vida espiritual. Si se rompe la cadena, si hay interrupción en los eslabones que la forman, el fluido no circula, y el cristianismo integral ha desaparecido. Hay entonces tan sólo un cristianismo fragmentario, como sucede en ios países protestantes y cismáticos. Por esto la intervención del Papa en las grandes cnestioncís de la vida religiosa es esencial ó imprescindible, por esto ha venido la ruptura entre la líepública francesa y la Santa Sede El Papa no puede ser ignorado; no i)uede prescindirse de lo principal, y cuando se prescinde del Papa, se i)rescinde del Ca tolicismo, porque sin Papa no hay Iglesia católica, y decir que no se quiere tratar con el Papa, es declarar que no se quiere tratar con la Iglesia católica, en materia que atañe á la vida religiosa de los ciudadanos católicos. Por esto aquel gran pueblo 342 DIOS Y EL CÉSAR moderno que forma la Unión americana del Xorte, trata los asuntos religiosos de sus subditos católicos cou el líomano rontíflce, como lo vimos después de haberse apoderado de las Islas Filipinas, pues cou su buen sentido político coinpreude que una institución no lia de se'r decapitada so pretexto de tratar de las condiciones en que haya de vivir en un país. Querer tratar de la Iglesia, pero no con la cabeza de la Iglesia, implica una contradicción, que induce á sospechar que á lo que se tira es á decapitar la Iglesia, ó lo que es lo mismo, á matarla en su vida pública y social, que es á lo que se dirigen todos los cismas, destruyendo la autouomía es[>iiitual y religiosa de los ciudadanos, y subrogándose la potestad civil al poder divino de la autoridad eclesiástica. La autonomía religiosa de los católicos es un principio reconocido de hecho, aun actualmente, por la política internacional. Los más grandes imperios no católicos tienen su representación diplomática cerca de la Santa Sede, reconocen en el Papa una Soberanía; el mismo Bismark al dirigírsele le llamaba Sire, y la Soberanía significa potestad suprema, y es evidente que esta 8ui)rema potestad el Papa la ejerce en donde hay católicos. Y que así lo entendía Bismark, nos lo prueban las siguientes palabras por él pronunciadas (1): «El Papa no es un Soberano extranjero; así como es el Padre de los católicos en Italia, lo es también de los católicos en Prusia y en las otras partes del mundo. El Papado, siendo, como es, una gran potencia política, tiene necesidad de todos aquellos medios, aun temporales, que le sirven para cumplir su misión.» Y si aquel coloso iwlítico, extremadamente celoso de las prerrogativas del Emperador protestante, no creía humillar á éste reconociendo en sus dominios á otro soberano de un orden distinto, ¿los ministros del Rey católico podrán pensar que el reconocimiento de este Soberano en España, implica una derogación de la supremacía de la potestad civil? Pero digan lo que quieran los políticos, el Papa siempre será nuestro Soberano espiritual, el supremo legislador de nuestra vida religiosa y la única garantía de nuestra legítima libertad, pues la historia enseña que sólo los pueblos cristianos han conservado su autonomía espiritual bajo la egida del sucesor de Pedro, cuya dirección no puede ser sospechosa de Unes políticos, porlo mismo que es una soberanía que se ejerce sólo con miras á la eternidad. La clave que explica todas las persecuciones contra la vida cristiana, desde los emperadores romanos y los emperadores medioevales, hasta los monarcas absolutos y las repi'iblicas de (1) ÁI Relchstag, 30 Nov. 1881. DOCUMENTOS E P I S C O P A L E S 343 la Europa moderna, es ésta: la ilimitación del poder, ó sea el absolutismo de la potestad civil, revistiéndose cada vez con el traje propio de la época respectiva. La Europa, y aun todo el mundo católico, no obstante, ha cneontrado por varios siglos la fórmula de la libertad de la vida religiosa, armonizada con las circunstancias temporales do los distintos Estados; en el régimen cou(!ordatario La Iglesia y el Estado trataban de las cuestiones religiosas que transcendían á la vida civil, y el acuerdo de ambas potestades era la líuea de conducta segura y pacífica que los íieles seguían; matándose así de raíz las cuestiones de religión, y suavizándose las inquietudes, y alcanzándose aquella paz de los espíritus, sin la cual es imposible el bienestar en las familias, y do consiguiente en la sociedad. Valdeck líousseau y sus discíi)ulos jwliticos pretenden matar esas inquietudes espirituales, causa de desazón social, ahogando la vida religiosa; pero el espíritu humano no muere; se le jmede adormecer, se le puede cloroformizar, ¡)ero despierta ])routo y exige la libertad, y recaba su independencia del Estado, y proclama su autonomía; y échase en los brazos maternales de la Iglesia, que es la única que posee el secreto de consolar los espíritus, porque la instituyó el Verbo de vida, que para salvar á los hombres vino al mundo. Por esto las cuestiones que ahora suscitan algunos políticos españoles tienen importancia no sólo política, sino que aun la tienen mayor bajo el punto de vista humano. Prescindiendo de que en España los movimientos anticlericales son fuegos de artificio suscitados ad hoe, para fines particulares de los partidos que turnan en el poder, y de los que esperan suceder á los mismos eu el gobierno de la nación, es indudable que estos fuegos de artificio pueden convertirse en incendio, que prendiendo en la masa combustible, hoy preparada con la predicación de tantas utopias disolventes, y con la propagación de tantas pasiones antisociales, pongan en peligro la ordenada vida del Estado, con la destrucción del aglutinante religioso, que indudablemente poseo en todo tiempo una fuerte eficacia, y susciten inquietudes y sinsabores en la gran masa de aquellos ciudadanos, cuya vida no está aletargada por el poderoso materialismo moderno. Prescindir del Papa en la vida religiosa de una sociedad católica, es prescindir del principal motor, es de consiguiente paralizar la vida, ó sea, preparar la muerte; y como la resistencia á la muerte es de derecho natural, y el Catolicismo es la religión de la inmortalidad, es claro que los católicos no han de consentir jamás verse separados del Papa por la ley. Esta separación del X^apa, ese prescindir del Pontífice ro- 344 DIOS Y EL CÉSAR mano en los asuntos de religión, es de otra parte contraria á la constitución legal y á la constitución intrínseca de la nación española. Diciendo (Jatolicisuio se dice la religión del Pescador Pedro y de sus sucesores los romanos Pontífices, y por esto todas las leyes españolas, y la misma actual Constitución de la monarquía, al suponer que la religión de los españoles es la católica, apostólica y romana, exigen por lo mismo la intervención del Papa en las cuestiones de índole religiosa, en la dirección de la vida espiritual; y si la universal legislación española está informada de este principio, es porque este principio vive en las entrañas de nuestra sociedad, que es indudablemente católica, pues aun los mismos que al parecer son indiferentes, no quieren ser otra cosa que católicos, y se ofenden cuando no se les tiene por tales, y se considerarían injuriados si se les negasen aquellos auxilios y ceremonias piadosas que la Iglesia usa para con sus hijos. Es de consiguiente el Catolicismo un elemento intrínseco y esencial en la constitución real y legal de la sociedad española, es el fundamento más hondo de nuestra nacionalidad, y el eje sobre que gira nuestra legislación y toda nuestra vida social. De manera que el Papa es nn elemento más intrínseco y más esencial de la sociedad española que cualquier otra institución ó forma política, i)orque el Catolicismo no es cuestión de forma sino de fondo, pertenece al alma de la nación, y el alma no se separa hasta la muerte. Por esto si España es un Estado católico, según declara explícitamente la Constitución vigente, es claro que ha de legislar en materia religiosa, en sentido católico, porque si no, ¿qué querría decir que el Estado era católico? Y si el Estado es católico, el entenderse con el Papa, en el régimen de las instituciones eclesiásticas, en cuanto transcienden á la vida pública, no significa abdicación de facultades en el Estado, antes al revés, en política sincera, significa uso de facultades soberanas en conformidad con la religión que él mismo en su ley fundamental declara profesar. No le es de consiguiente lícito al Estado, si ha de gobernar según las leyes, prescindir del Papa en el régimen religioso del país, porque esto significaría que el Estado dejaba de ser católico, y esta abjuración de la religión del Estado no está en las facultades de un Gabinete ministerial y de unas Cortes ordinarias. Obrar en sentido contrario sería atentar contra la Constitución fandamental del Estado, salirse de la legalidad, y un quebrantamiento de nuestro actual estado jurídico y social. De manera que el Gobierno español que pretendiese separar al Pa^ia de nuestra vida religiosa, cometería una inrraccióii, no sólo de las leyes escritas en nuestros Códigos, en el Con DOCUMENTOS E P I S C O P A L E S H5 cordato y en la Constitución vigente, sino que también de la ley social constitutiva de la nacionalidad espaOola, ley que está por encima de todo gobierno, pues éste, según los buenos ])rincipios, ha de ser el intérprete de la ley de vida de la socioilad que rige, y no puede violentarla; ya que el Gobierno, la potestad civil, no es el Señor de la Ley, sino un ministro encargado de iiiteri)retarla y de Laceria cumplir, y de consiguiente, él lia de ser el primero en respetarla. Porque, afortunadamente, en nuestros días ya no tiene partidarios aquella doctrina, que algunos habían sostenido, de que el poder público era Señor de vida y muerte de los ciudadanos que tenía bajo su dominio, con el consiguiente derecho de disi)oner de ellos á su arbitrio; y por lo tanto la potestad legislativa hoy no ])uede considerarse omnipotente en sus facultades. Por lo cual, siendo el derecho interno á que antes nos hemos referido la ley de vida de los pueblos, el Gobierno no se puede considerar autorizado con una votación favorable de las Cortes á cambiar la vida, o á dar la muerte á la sociedad que rige, cuya esencia y sustancia no se formó en ningún Parlamento, ni se decidió por una mayoría en una votación, sino que la formaron nuestros padres en una serie de generaciones, por medio de un sufragio universal, muy reflexivo y deliberado, no con las palabras de su boca, sino con los hechos de su vida, amasados con la sangre de sus venas que generosamente derramaron para que resultara una sociedad cristiana. Y desunir al Papa de la sociedad española, separarle de nuestra vida social, interrumpir la comunicación de nuestra vida religiosa con el Papa, es quitarnos la vida del derecho, es dejarnos sin derecho religioso y íi disposición del Gobierno en lo que á 61 pluguiere, derrumbando en un momento el edificio nacional, sacando del mismo los fundamentos que le pusieron los que formaron la nación española, y esto por pequeñas pasiones, y más que todo, por la hábil y perseverante maniobra de una secta que prosigue, hace más de un siglo, la empresa de quitar el carácter cristiano de la sociedad humana; siendo así que cuanto la sociedad aparta de sí á Jesucristo, el gran filántropo, como le llaman San Pablo y la sagrada liturgia griega, tanto la sociedad va siendo menos humana y prevaleciendo en ella el odio en vez del amor que Jesús puso por aglutinante de la unión necesaria de los hombres entre sí. La dureza de la Ley es mucho mayor, cuando de ella se elimina la influencia cristiana. Y á los ciudadanos de un país libre el Gobierno no puede imponerles á su arbitrio la ley, sino regirles por la que tienen, por la que vive en sus conciencias, por la que está escrita en sus códigos, por la que anima sus costumbres. Y si existe en 340 I)lOS Y KL CÉSAK España una ley nacional que abarque todo su territorio, que comprenda todas sus regiones, que se extienda á todas las clases sociales, que viva en todas las familias, una ley orgánica de la vida doméstica y pública, es indudablemente el Catolicismo, que constituye de consiguiente el vínculo más eficaz de la unidad nacional. Por esto los enemigos del Catolicismo que quisieran expelerlo de nuestra íntima constitución, van casi siempre denigrando la patria, suponióudola la más infeliz de las naciones, y á nuestra historia una historia de ignominia; atribuyendo ellos todos los males á la Iglesia; ¡cómo si la Iglesia no fuera la madre de todas las naciones de Europa y América, y como si España no ocupase un lugar eminente entre las pocas naciones, que en distintas épocas, lian acaudillado el movimiento internacional de la civilización cosmopolita, y como si su espíritu y su lengua no fueran aún hoy predominantes en gran l)arte de los pueblos del mundo civilizado! Pero con dolor vemos hoy reproducida la lamentable escena y el suicida grito de las postrimerías de Bizaucio: antes el turbante que la tiara. Para algunos lo que en España hace falta es la impiedad, de manera que con ella se han de curar los males de nuestra patria. Así es que sólo por el evidente misterio de la rebeldía humana á la dulce sumisión divina, se explica la persecución de religiosos y religiosas requerida por las voces de la revolución, que quisieran la destrucción de las órdenes regulares, aunque fuese á costa de la instrucción y educación de los pueblos, y de la beneficencia necesaria para con los enfermos y desvalidos. Antes el turbante que la tiara: antes el analfabetismo, la falta de educación de los pueblos, el abandono de los desgraciados, que la Eeligión de Jesucristo; es preferible el socialismo materialista y ateo que acabe de devorar las masas populares, á la sobrenatural inñuencia del sacerdocio, que existe en la tierra, no para pretender el dominio temporal, sino para levantar las almas por encima de las concupiscencias terrenas al deseo de las cosas celestiales. Hasta aquí, queridos diocesanos, sólo hemos hablado desde un punto de vista casi puramente bumano, considerando las exigencias de espíritu de, los ciudadanos, las conveniencias sociales y las necesidades políticas; pero es claro que esas ventajas, que requieren el acuerdo del Estado con la Iglesia en la resolución de las cuestiones de índole religiosa, provienen, no de convenciones ficticias, no de suposiciones jurídicas nacidas de intereses sociales transitorios, sino de la misma naturaleza de las cosas, que exige que mientras haya cristianismo en un pueblo, la vida religiosa del mismo ha de ser regulada en con- DOCUMENTOS EPISCOPALES 847 formidad con el Eomano Pontífice, Cabeza visible de la Iglesia; y así vemos que aun en aquellos Estados en que los católicos no son la población predominante, la potestad política se entiende con el Papa, y trata con el mismo en una forma ti otra, pues sin esta inteligencia es imposible alcanzar la paz de los espíritus, porque en caso contrario la vida religiosa sufre violencia, y con la violencia es imposible la paz, el bienestar y la felicidad de los pueblos. En efecto, los fundamentos no pueden cambiarse, so pena de venirse abajo el edificio; y el Papa es el fundamento de la Iglesia, el núcleo de cohesión del Cristianismo orgánico, sin el cual sobreviene la disolución, y de consiguiente la muerte, que por esto dijo Xuestro Señor Jesucristo que Pedro era piedra, y la piedra fundamental de su Iglesia, y que todas las furias infernales no prevalecerían contra ella. Y la historia nos demuestra que cuando los políticos han querido edificar la vida religiosa de los pueblos que regían, fuera de esta base, prescindiendo de esta piedra, el edificio no se ha sostenido, y los pueblos, ó bien han vuelto al redil de la Iglesia Madre, A la obediencia del cayado del Pastor universal, ó han caído en una profunda impiedad ó en un desvanecimiento espiritual que les lleva al pesimismo, con alternativas de delirios idealistas y de aberraciones sensualistas. (Continuará), X^OS SI3SriDICS-A.TOS De nuevo se ha puesto en claro, por milésima vez, la mala voluntad que guía á nuestros {íobeniantes hacia la guerra implacable, de que son objetivo los sindicatos agrícolas. En el Congreso de los Diputados resonó hi palabra autorizadísima y cálida del Sr. Zulueta, tronando contra los desmanes del Poder Público, que en su inmoderado afán de herir á las comunidades agrarias, no re])ara ni aún en los obstáculos legales que ante tan desatentada conducta se levantan, y por cima de ellos atrepella, con una tranquilidad verdaderamente española, pero española de nuestros días. Y no olvidemos que la sindicación agrícola es quizá el único procedimiento de redención patria; ni echemos en saco roto la ínniimera serie de himnos que en loor de ella entonan, á toda hora, esos jiolíticos que la pisotean, cuando desde el libro^ la revista, el periódico, ó el discurso, se dirijon al pueblo rural, encantándole con sus armonías de sirena. Ño hace mucho que finó el Congreso internacional de agricultura, donde ha surgido de bocas muy elevadas todo un florilegio amoroso para los irredentos labriegos, que no aciertan á explicarse cómo se habla tan bien de ellos y se obra tan mal con ellos. Veamos un caso que citaba el Sr. Zulueta en la Cámara popular. Decía que, siendo Director General de Agricultura, el señor Vizconde de Eza visitó al Sindicato Agrícola de Alella, recientemente constituido y hubo de parecerle tan perfecta aquella organización, y hubo do pensar que respondía tan por completo 4 la idea de los legisladores que promulgaron la ley de sindicatos, que no vaciló en poner en las hojas divulgadoras del Ministerio do Fomento una relación de lo que hacía el Sindicato de Alella Vinícola, como ejemplo que debiera ser imitado por todos sus similares de pjspaña. El referido Sindicato, muy animoso por los elogios del Director general, incoó su expediente de aprobación, que llegó á Hacienda; pasó á la Dirección General de Contribuciones, que informó favorablemente; de allí á la Dirección de lo Contencioso, que asimismo dijo que debíasele aprobar; llevaba con antelación igual dictamen del Ministerio de Fomento, siendo Ministro el Sr. Besada. Todo el inmenso mamotreto fué con sus folios á Ja Dirección del Timbre y ésta informó en contra. Muere el entonces Ministro de Hacienda, pasa á este departa- Los SINDICATOS 349 mentó el Sr, Besada, y llega á su definitiva resolución el expediente de Alella. Y el Sr, Besada, que le aprobó en Fomen to y halló otros dos informes más á favor de tal dictamen, decreta con la Dirección del Timbre que no puede concederse la condición de Sindicato al de Alella Vinícola. A vista de tan monstruosa contradicción, acude al ministro el Sr. Zulucta, y aquél reconoce su yerro y ordena que se pro mueva de nuevo «1 expediente. En efecto, comiénzínise las fórmulas, pasa otra vez por Fomento, Direciúóu de Contribuciones, Dirección de lo Contencioso y Dirección del Timbre, y llega al Ministro de Hacienda. Alas en este intervalo, hanse remudado las personalidades que ocupaban aquella poltrona, y el momento de firma definitiva pmti el Sindicato llega cuando se asienta eu aquel ministerio el Sr. líodrigáñez, que, en efecto, deniega la concesión pedida. Y aquí tenemos crucificado al Sindicato de Alella Vinícola, después de correr dos calvarios y habiendo sido mostrado á España, como modelo, por un Director General de Agricultura. ¿Que esto es absurdo? Pues aun hay más. Una porción de Sindicatos de Cataluña, animados por los elogios de la autoridad referida, copiaron literalmente los estatutos y el reglamento del Sindicato de Alella Vinícola; y á éstos se les ha dado la aprobación y funcionan oficialmente; y al modelo se le ha rechazado dos veces. ¿Por qué? Ni hay seriedad en nuestra Administración, ni es posible vivir, y menos jKogresar, sujetos á un orden oficial tan despegado de su labor y del estudio de los asuntos y del bien de España. Brindo este caso á los estatistas como argumento contra sus locas confianzas. En la Real orden denegando al Sindicato de Alella la condición de Sindicato, se hacen las siguientes afirmaciones: primera, que el Sindicato de Alella tiene un carácter mercantil; y segunda, que se propone un lucro para los socios. Discutamos estos dos puntos que son esencialísimos. ¡Que uu Sindicato agrícola tiene carácter mercantil! ¿Puede tener otro carácter? Un Sindicato ¿es una obra piadosa? ¿Es una obra de abnegación? El Sindicato se propone comprar, vender, elaborar productos agrícolos para obtener un beneficio. Este es un acto mercantil, y, ó se borra en absoluto la ley de Sindicatos Agrícolas, ó se ha de reconocer que todo Sindicato Agrícola, en el mero hecho de existir, tiene un carácter mercantil. ¡Que se propone el lucro de los socios! Pues naturalmente. ¿Se va á proponer el lucro de los que no son socios? Fijemos uu caso que no admita lugar á dudas. Se constituye un Sindicato Agrícola para compra de abonos químicos. ¿Qué se proponen los socios? Pues que en virtud de hacer un pedido al 350 J E S Ú S TÍ. COLOMA por mayor, de pagar al contado, de analizar la expedición comercial en común, pueda venir aquel abono químico á (in precio inferior y con una garantía de calidad superior á la que resultaría si comprara directamente íl un mercader su producto. ¿Quó hay aquí? Un acto mercantil: la compra de una mercancía. ¿Qué b;iy aquí? Un lucro para los socios: el que obtengan una ó dos pesetas más burato por saco aquel abono químico, que si lo compraran en el almacén les costaría más caro. Queda sentado que, en el mero hecho de existir, un Sindicato Agrícola tiene el carácter de Sociedad mercantil y que se propone como objeto el lucro de los socios; sobre esto no puede haber discusión, ü e manera que cuando se niega, como se ha negado al Sindicato de Alella, el carácter de Sindicato por estas dos razones, se falta fundamentalmente á los principios de la ley. Pero esto no significa que no [iiieda haber un abuso, y vamos á decir en qué consiste. Kl abuso consiste en que se forme un Sindicato por ciudadanos que no sean agricultores y que se lucren con h)S benelicios que se conceden ií los agricultores liara un provecho industrial y particular suyo; y, en segundo término, se puede dar el abuso do que éstos ciudadanos que constituyan un Sindicato Agrícola, no manipulen sobre sus productos, sobre lo que constituya su profesión de agricultores, sino que se salgan de esta esfera y comercien con otros artículos que no sean los de su produc<!Íón particular. Esto es lo que hay que limitar de una manera muy clara y enérgica. Por eso la prin)era condición para constituir los Sindicatos Agrícolas es que se formen por genuinos agricultores, por terratenientes ó por hombres que hagan de la agricultura su profesión especial, y sobre esto no ])uede caber absolutamente ninguna duda, consignando que los Sindiciatos Agrícolas que se constituyan no puedan hacer sino aquellas operaciones prol)ias de la profesión del agricultor como individuo; es decir, que el agricultor tiene el dereclio de hacer, sin pagar una contribución esjtecial, una serie de operaciones, y los agricultores reunidos pueden realizar las mismas operaciones, en forma de Sindicato, sin que constituya esto un acto mercantil diferente del ejercicio de la ])roíesión de agricultor. En el crédito agrícola han de insiurarse en otra modalidad, que es la de que los agricultores obren en un sentido de mutualidad. El Sr. Vizconde de Eza, cuando imi)ugnaba ei proyecto de ley de Presupuestos, siendo Ministro de Hacienda el señor Cobián, decía una cosa que merece rejietirse, y era que todavía no so había lijado de una manera definitiv^a lo que es la mutualidad y lo que es la cooperación. Esta es la base esencial jiara establecer reglas precisas sobre lo que harblamos; pero, dada la Los SINDICATOS 351 índole del asunto, las reglas fijadas han de bastar para que no baya lugar á dudas y se pueda establecer que un Sindicato, coustituido exclusivamente por agricultores, que se dedica no más que á aquéllas operaciones que podrían realizar sus individuos sin pagar una contribución especial, legitima en absoluto el carácter de Sindicato Agrícola. La cosa tiene una importancia verdaderamente excepcional, pues en el estado actual de nuestra agricultura, circunstaucialmente, los agricultores necesitan un régimen de favor. El régimen que les ba otorgado la ley de Sindicatos Agrícolas responde en absoluto á todas las necesidades, basta el extremo de que los más entusiastas del régimen de Sindicatos Agrícolas no podían sospechar nunca que la ley fuera tan fecunda como ha resultado en la práctica, porque os tal el número de Sindicatos que se han creado, de tal manera cumplen sus funciones, y sus frutos han sido tan opimos, que satisfacen, no tan solamente á las previsiones, sino á los deseos y á las esperanzas de los precouizadores de este régimen especial. Pero nuestros gobernantes no se dan cuenta del iuílujo verdaderamente nefasto, de lo terrible que es en la práctica el que los agricultores, que después de un esfuerzo muy sostenido llegan á organizar un Sindicato, llegan á amaestrar á sus conciudadanos en el régimen de asociación que todos preconizamos, se encuentren con que por recelos de un Fisco hostil al contribuyente, por desconfianzas ó por falta de hábito, en la realidad queda incumplida la ley que se les ha otorgado como una justicia que se les debía. No es la materialidad del perjuicio pecuniario que se les irroga cuando constituyen, con capital pro])io, como el Sindicato de Alella, un organismo para responder á estos fines; lo que tiene más importancia es el estrago que produce en una Nación como la nuestra el ver que cuando esto se realiza, el que debe ser el tutor, quien debe encaminar todas estas iniciativas, las corta y las cercena por su base, é imprime al ánimo de los que las han tenido el desconsuelo de pensar que sus esfuerzos han sido inútiles y que han de sufrir el vivir en un régimen que no responde á sus aspiraciones. Y es inútil que por otro lado le vengan con cantigas laudatorias al agro empobrecido, que no quiere favores en los que no fía, que no desea que le haga rico el Estado, sino tan sólo que le dejen obrar, que no le engrilleten y sea libre para seguir caminos de progreso. No le alucinan todos esos millones que ofrecen los ministros de fomento, para efectuar obras y labores que pongan en trance de mejora á los que labran la tierra, ya que aun en lo suyo, en lo solamente suyo, en su pobre dinero y actividad, en- 352 J E S Ú S R . COLOMA cnentra constantemente la garra del Estado, avara y entorpecedora, que aijuarda ansiosa la última frota de sudor campero para llevársela al ofrro insaciable del burocratismo. Y ello es dañoso, antes que para nadie, para el mismo Te soro, pues así (iobraiá el Timbre, i>or mil conce\itoa, lo que por uno pierde, si deja crecer en la abundancia á los agricultores; hasta el punto de que, duro que pierda en exenciones, es esi^i ira de duros, que colectará al fructificar ai\uél. Esto ya se ha dicho muchas veces, y de ello no han hecho caso otras tantas. Ahora se intenta reformar la ley de Sindicatos en forma tal, que evite demasías y torpezas. Veremos si logran hallar la fórmula y legalizarla en Cortes. Y veremos si la cumplen después. JKSt'iS 11. COLOISIA. Abü^iKlo. INSTITUCIONES Y HOMBRES EL P Ó S I T O DE F U E N T I D U E Ñ A DEL TAJO El instituto de que vamos á ocuparnos es singularmente típico y reüne dos notas intensamente atrayentos para el sociólogo. Una, la espantosa usura, como en ningún otro pueblo de Esi)aña crecida y aterradora, que vino á destruir con su nacimiento; otra, el haber surgido de entre los humildes, al calor de celosas predicaciones de un buen sacerdote, que más se apoyó en la unión de los pequeños que en la generosidad de los levantados. Don Juan Francisco Correas Fernández, cura ecónomo de Fuentidueña de Tajo, elevó instancia á la Delegación regia de Pósitos, manifest^indo haberse constituido, en dicho pueblo, un Pósito industrial-espartero y agrícola, con el fin «de levantar de la postración en que se encuentra la industria espartera, que muy bien puede constituir la riqueza de la localidad, y defender al labrador de las manos despiadadas de la usura», y haciendo constar que «por los ochenta y siete socios del Pósito se había firmado un compromiso, obligándose cada uno á aportar doce pesetas en el primer año, diez en el segundo y otras diez en el tercero, para contribuir á la formación del fondo común». Kl firmante, en su propio nombre y en el de todos los asociados, terminaba su instancia pidiendo la protección de este centro para el Pósito recién creado. La Delegación, tras un detenido estudio de todos los ante(sedeutes, estimó oportuno prestar su aprobación al reglamento formulado por los fundadores del referido Pósito y á la lista de donantes, que, como base para la constitución elevaron á dicha autoridad, y acordó poner á disposición del Presidente de dicho establecimiento la suma de diez mil pesetas, para robustecer su capital, nombrando al propio tiempo la J u n t a encargada de regir el nuevo instituto. Creo de interés consignar aquí un breve resumen de los antecedentes de esta cuestión, poniendo así do relieve los motivos en cuya virtud se concedió la mencionada dona(!Íón, Fuentidueña de Tajo, villa perteneciente á la ])rovincia de Madrid, partido judicial de Chinchón, contaba en ,'51 de Diciembre de lí)00, según datos del Instituto (xeográfico y Esta- 354 RUIZ DE TUDANCA dístico, con una población de hecho de 619 habitantes. Son éstos en su mayoría obreros, que se dedican á la elaboración de objetos de esparto. Desprovistos, por lo común, de capital, dichos obreros tienen que ¡ledir adelantada la primera materia á unos cuantos proi>ietarios que la suministran, reservándose el ÍÁ) \mv ICX.) del preiúo eu venta de los ])roductos elaborados. Para, j'uzgar de los elecitos y carácter de este contrato, hay que ttner en cuenta que, eu la industria espartera, la mano de obra representa un 80 ¡lor 1(X) del valor total del i)rodaoto, y que la misma pemnía dt^ los obreros les ol)liga á limitar cada préstamo á una pequeña cantidad de esitaito, generalmente la que puede ser manipulada por el prestatario en un día ó, á lo más, en una semana. Y como el producto se vende inmediatamente después de fabricado, y el obrero, una vez hecha la venta, abona al piestainista el ¡"iO i)or 100 del precio, recibiendo acto seguido otro préstamo semejante al anterior, resulta que los beneficios obtenidos por el que jiresta, se multii)lican enormemente, eu la misma luoporción en que crecen los vejámenes (]ue el prestatario sufre. Finalmente, el productor vende y tiene que dar su mercancía al primer comprador, que no es generalmente el que la consume, sino un intermediario, que la ])ortea al consumidor, y retrae consiguientemente un tanto por ciento del ya mermado fruto del trabajo del obrero. Creo ocioso el extenderme más en la exposición de estos hechos. Fácilmente se inñeren las consecuencias que ellos engendran, y el sentido eu que afectan á la vida de Ja localidad, en todos sus órdenes, i)olítica, social, económica y moralmente, en cuanto facilitan la fundación de cacicatos, engendran odios de clase, retienen á la industria espartera en un estado rudimentario, y, en una palabra, roban el sustento á las inteligencias, la alimentación á los cuerpos y la paz á los espíritus. Para proveer de un modo específico á tal estado social, acordóse en 22 de Mayo robustecer con 10.000 i)esetas el capital del Pósito varias veces citado, el cual, en virtud de sus estatutos, atiende también á los demás fines que, en el estado de derecho vigente, caracterizan á esta institución. Hoy el Pósito compra en común y en grandes cantidades la iirimera materia, buscándola en aquellos mercados que la ofrezcan mejor y más barata; suministra ésta á los obreros es•parteros, mediante el pago de un 4 por 100 de interés, á un plazo de un año, prorrogable por otro, previa fianza personal de un particular ó asociación agrícola, y siempre con la responsabilidad solidaria de todos los socios y la subsidiaria de la J u n t a de A.dministración. En el orden que debe guardarse al conceder los créditos, INSTITUCIONES Y HOMBRES 355 gozan de preferencia los que tengan por objeto facilitar material para la industria del es])arto. También ñinciona como Caja rural de ahorros y préstamos, admitiendo las imiiosiciones de sus soíños: facilita la adquisición de máquinas y enseña el manejo de las mismas; da nueva ürientación á !a industria e.-;[)arteia; anuncia, reeibe y vende sus prodiujtos; contrata dehesas esparteras, y, en };eiieral. reali/a cuantas O|(eracioiies le son atribuibles dentro de la le>;alidad, sin apartarse del objeto de la institución. Proyecta asimismo jiara lo jior venir el contratar y pajear, de sus fondos, maestros (!U la e!iit)oraei(ín del esparto, que enseñen los nuevos [iroeedimientos á los asociados, y, fiiialmentcí, el ser núcleo central de ulteriores desenvolvimientos, ói'ííaiio de acción social en la comarca, cuyas condiciones, análoj^as á las de Fuentiduena, ofrecen iiii terreno admirablemente pr(>parado para la propajíanda, sobre todo si ésta se funda eu el ejemplo. Kn vista de estas sucintas notas, bien puede afirmarse que la modalidad del nuevo instituto le hace únicMi entre los que de esta clase se han creado en líspaña; pues á diferencia de los existentes, que debieron su nacimiento á. la munificencia de las clases ¡loderosas ó á las iniciativas de la ciíMicia eoonóini(!a, éste surge entre las clases iiu'is |>obres de bienes y de adelantos mentales y le forman un laudeo de obreros que reúnen sus fondos entre escaseces y necicsidades y aunan sus voluntades en una obra de crédito, demostrando que la evolución rural se verifica rápidamente, integrada por las masas obreras, y prueba á la vez que es factible el resurgimiento de estos núcleos sin acudir .1 violentos procederes. l i ü l Z DE TUJJANÜA. AI)Ofra(io. CRÓNICA DEL nOVmiENTO CATÓLICO fE^lNlSTA Nos hallamos tan cercanos ya al grandioso acontecimiento que sella con un sello hermosísimo el año 1911 para España, que me parece oportuno tratar de él, puesto que en el próximo Congreso Eucarístico á que aludo nos cabe á nosotras gran parte. Con objeto de darnos á conocer lo que habíamos de hacer, nos reunió en su casa la Duquesa de la Conquista, Presidenta de la Sub comisión de Propaganda, y que ha tomado su misión con un entusiasmo extraordinario... Allí nos dijo la razón de ser de los Congresos Eucarísticos y su objeto, cual es, á la vez que dar público testimonio de amor y veneración á la Sagrada Eucaristía, el proponer los medios más eficaces de promover en el orbe católico el mayor culto al Santísimo Sacramento. La obra de los Congresos Eucarísticos tiene por fin conocer más y más, amar y servir á Nuestro Señor Jesucristo en el Sacramento del altar, por medio de solemnes asambleas y trabajar así para extender su reinado social en el mundo. Los veintiún Congresos celebrados hasta ahora han obtenido un éxito completo, y visiblemeute Dios los ha bendecido. Difícil es que nosotras podamos competir en magnificencia y esplendor con las fiestas celebradas en los Congresos últimos de Colonia, Jjotidres y Montreal; pero la fe, tan arraigada en nuestra querida patria, nos hace esjierar un verdadero triunfo y que nada tendremos que envidiar 4 ninguno de esos países. Deben, pues, dirigirse todos nuestros esfuerzos á que el acto de la procesión sea una manifestación ordenadísima é imponente de piedad, esperando que España entera coadyuve á esta hermosa obra con la actividad y entusiasmo necesarios. Estas sentidas frases, reproducidas en millares y millares de circulares, repartidas con profusión, enardecieron los corazones de cuantas las escuchamos, y á una, todas, prometimos con entusiasmo hacer cuanto estuviese de nuestra parte, lo mismo en lo referente á instalación y hospedaje de los numerosísimos forasteros que han de venir—la mayoría de los cuales han anunciado ya su visita—, como en la propaganda, á fia de CRÓNICA D E L MOVIMIENTO CATÓLICO... 357 que la solemnidad que se prepara sea un liecbo memorable para nuestra patria, un recuerdo imborrable para nosotros... Añadió la Duquesa de la Conquista que la procesión sólo se compondría de hombres, y que esto era así mejor, pues el efecto resultaría mucho más grandioso; en cuanto á nosotras, al igual do los soldados, que formarán y presentarán armas en honor del líey de royes y Señor de señores, formaremos también y presentaremos nuestros corazones, rindiéndolos con verdadero amor, cuando paso por delante de ellos la Majestad Augusta de Dios.... Decía yo hace poco, en Prensa Asociada, que esperaba grandes y copiosos frutos de bendición para J']s[)aña del Congreso P3ucarístico, porque, así como en Londres so han aumentado notablemente las conversiones al catolicismo desde que tuvo lugar el Congreso de la Eucaristía en la capital inglesa, así también en España se renovará el fervor de los tibios, se aumentará más y más el do los buenos soldados de la Iglesia y será este ])asoo triunfal do Dios por las calles y plazas do nuestra ciudad, como el i)ararrayos que detenga la cólera del Cielo, tan justamente irritada por nuestras maldades y cobardías. Animar á las señoras para que contribuyan con su presencia, orden y recogimiento al mayor esi)lendor del acto, me parece absolutamente inútil, pues á ello están plenamente decididas. Tratándose en estas crónicas de todo lo que se relaciona con el movimiento católico-femenino, me ha parecido natural dedicar, siquiera sean unas líneas nada más, á una tiesta cuya magniticencia y esplendor será la mejor contestación que los católicos españoles demos á la impiedad, que se jacta de dominar nuestra nación. Cuando sea ocasión de ello, para (¡ue la conozcan y saboreen en lo posible aquéllas de mis lectoras que no jnieden presenciarla, haré una reseña, lo más extensa y gráfica posible. * * * Pocos días antes del Congreso Eucarístico, tendrá lugar, en nuestra ciudad madrileña, el segundo Congreso de las Ligas Católico-femeninas, que se reunieron por i)rimera vez en Bruselas el verano pasado, quedando constituidas y eligiendo como Comité Internacional, al residente en Taris. Decía yo en mi última crónica para Frensa Asociada que la unión constituye la fuerza, y que, por consiguiente, y recor- 358 MAEÍA DE ECHABRI dando las palabras del Evangelio, «todo reino dividido camina á su ruina», el principal esfuerzo de los católicos había de ser el unirse para conseguir la victoria. Pero añadía que era casi un sueño la realización de ello, y que en cambio las mujeres nos uníamos fácilmente, ya que no nos separaba diferencia alguna de partido. Pues bien, precisamente el pensamiento que guió á las que primeramente pensaron en la Federación Católica é Internacional de todas las obras del mundo, se entiende de las femeninas, fué el de imir, el de agrupar todas esas fuerzas dispersas en cada país y en cada ciudad, y formar como un ejército poderoso que defendiera briosamente y sin miedo la causa de la religión y el bienestar del obrero. Asistió á aquella primera reunión la Marquesa de Unza del Valle, Presidenta de la Unión do Damas en el Sagrado Corazón, y recabó de la Asamblea el honor de que el segundo Congreso se tuviese en Madrid, en Junio, y así quedó acordado. Los días 25, 2G y 27 de dicho mes se celebrará en Madrid dicho Congreso, y los puntos que en él se tratarán son de importancia 6 interés. El primer día está consagrado, casi por entero, á las extranjeras, discurso de apertura, etc., etc. Esto por la mañana. Por la tarde, cada Liga de cada nación dirá su labor en el presente año, y expondrá cuáles son sus estatutos, régimen de vida, desarrollo. El día segundo se dedica por entero al daño espantoso que causa la Masonería. Explicará de qué modo puede la Federación de las Ligas luchar sobre el terreno social y religioso. Por ejemplo: 1.° En las Mutualidades, Sindicatos y otras Asociaciones. 2.° Modas actuales. 3.° Teatros. i° ¿Cuáles son las Ligas antimasóuicas de cada país? El día tercero, se tratará de la «reglamentación del jornal de las obreras», tema interesantísimo y que está sobre el tapete en todas partes. Casi con seguridad lo desarrollará el director espiritual del Sindicato de obreras, de la Inmaculada, que tiene suma competencia en el asunto por haberlo estudiado á fondo y con detenimiento. Tenemos, pues, en puertas, el primer Congreso femenino que hemos visto en Madrid, y en España, Congreso Internacional, se entiende, y del alcance de éste. Las señoras que vengan del extranjero traerán la cartuchera perfectamente provista de municiones para la batalla.... CRÓNtCA DEL MOVIMIENTO CATÓLICO... 359 Quisiera yo poder asegurar lo mismo de las españolas... Y conste que no soy nada anti española; al revés, soy entusiasta, como la que más, de mi patria y orgullosa y satisfecha de haber nacido en ella, pero... ¡tengo tan reciente el espectáculo de Basilea, que no fué Congreso, sino preparación al Congreso que se ha de celebrar en Turín—y sin embargo resultó hermoso, iitil ó interesantísimo—que no puedo por menos de experimentar alguna zozobra ante la proximidad de una reunión i)ara la que desearía vernos más preparadas. En fin, alea jacta est, diré sin echármelas de latina, por encajar aquí la famosa frase, y vamos á ver cómo nos disponemos lo mejor posible, cómo sacamos fuerzas de flaqueza, cómo en suma dejamos airoso el pabellón femenino social español. * * * Desde el principio do la crónica venimos hablando en futuro, continuemos en el mismo tono. Además, es preciso, puesto que aludo á un proyecto de ley, no de una ley votada ya, si bien confiemos eu que pronto lo será. Me refiero al proyecto de ley que trata de la obligación de proporcionar asientos á las mujeres empleadas en tiendas y almacenes, presentado á las Cortes por el Instituto de lieformas Sociales, al cual lo llevó el valiente católico de acción D. Pedro Pablo de Alarcón, conocido entre nosotros todos, y que es vocal de dicho Instituto. Hora era ya de que España siguiera el camino que le han trazado otras naciones, que no padecen los gobiernos que padecemos nosotros, los cuales se ocupan de todo menos de aquello que mayor bienestar reportaría al pueblo. Nos llevan la delantera, en esta cuestión, ííueva Zelanda, que en 1891 votó una Ley, cuyo artículo 15 ordena se pongan asientos convenientes á disposición de las mujeres; el estado de Nueva York en su ley de 17 de Mayo del 97; el Estado de Wisconsin (Estados Unidos), ley de 30 de Marzo del 99; Estado de Nebraska (Estados Unidos), ley de .31 de Marzo del 99; Inglaterra, ley de 9 de Agosto del 99; Australia Occidental, ley de 16 de Diciembre del 99; Estado de Luisiana (Estados Unidos), ley de 5 de Julio de 1900; Alemania, ley de 28 de Noviembre de 1900; Francia, ley de 29 de Diciembrt? de 1900; el Cantón de Basilea (Suiza), ley de 27 de Abril de 1905; y por íiltimo el Cantón de Berna, ley de 27 de Febrero de 1908... ¡Y luego dice Canalejas que nos vamos europeizando desde que fabrica él leyes del candado, en lugar de fabricar leyes como la que está aún por aprobar, aprobada ya en casi todas partes! 360 MARÍA DE ECHABEI El proyecto de ley presentado en el Congreso español dice: Artículo 1." En los almacenes, tiendas, oficinas y escritorios, y en general, en todo establecimiento no fabril, de cualquiera clase que sea, donde se vendan ó expendan artículos ú objetos al público ó se preste algún servicio, relacionado con él, por mujeres empleadas, y en los locales anejos, será obligatorio para el dueño ó su representante, particular ó Compañía, tener dispuesto un asiento para cada una de aquéllas. Cada asiento, destinado exclusivamente á una empleada, estará en el local donde desempeñe su ocupación, en forma que pueda servirse de él, y con exclusión de los que pueda liaber d disposición del público. Como locales anejos, sujetos, por tanto, á la obligación de la Ley, se considerarán todos los que, aunque separados del lugar donde se realice la venta ó el servicio, se comuniquen con él, sea en el mismo ó distinto piso. La obligación se extiende también á las ferias, mercados, pasajes, exposiciones permanentes, etc. Toda empleada podrá utilizar su asiento mientras no lo impida su ocupación, y aun durante ésta, cuando su naturaleza lo permita.» No cito los demás artículos que se refieren á las multas, por no extenderme demasiado, pero he querido copiar punto por punto el primero de los artículos, por suponer sería motivo de justa satisfacción para cuantos me leen y se interesan por el mejoramiento de la obrera. Yo, que hace tiempo me preocupo de la cuestión y me ])use al habla con la secretaria internacional de la acción social de la mujer, Madama Gautier Lacaze, quien me proporcionó la copia de la ley francesa, entregada por mí al seiior Alarcón, mo congratulo de corazón de que haya sonado la hora en que, rompiendo esa valla de rutina que impide tantas empresas é iniciativas nobles y generosas, se suavice un tanto la labor penosa de la mujer obrera. MARÍA DE ECHAKRL CORRESPONDENCIA ROMANA ROMA, S MAYO 1811. Uno de los grandes problemas sociales, el de la emigración, interesa en el más alto grado á Italia, por ser la nación que da mayor contingente de emigrantes. El gobierno italiano ha promulgado leyes y decretos que afectan á los emigrantes de las sociedades, leyes y decretos que son objeto de preocupación para católicos y no católicos; pero la totalidad de esas medidas y de esos esfuerzos no responde, ni con mucho, á las necesidades reales. La emigración italiana (que, más ó menos, irradia en todas direcciones) no está aún convenientemente reglamentada ni se la presta la suficiente atención. Y sin embargo, en algunos países, como en los Estados Unidos y el Brasil, se ofrecen á la vista espectáculos verdaderamente repugnantes en lo que se refiere á los emigrantes italianos, los cuales, ora son acechados por gentes do un espantoso rebajamiento moral—«La Mano negra», de los Estados Unidos—, ora sucumben bajo el yugo de un trabajo embrutecedor, propio de esclavos—como acontece en las fazendas de café brasileñas. Sólo cito dos casos notorios; pero el mal existe dondequiera que concurren núcleos de emigrantes italianos en busca de una modesta ganancia, á veces problemática y siempre duramente adquirida. Entretanto, el gobierno italiano, fiel á su inveterada costumbre, se ocupa más de la política de partido que de la política social. Figuraos que ahora va á hacer un esfuerzo hercúleo: ha prometido aumentar hasta 400.000 francos la partida de 250.000 destinada á las escuelas italianas en los países de inmigración, más allá del mare nostrum, de la taza del Mediterráneo. Nada menos que 400.000 francos... Cerca de medio millón,,, ¡Lo suficiente para regalar un lápiz á cada emigrante! Pero, en cambio, el Sr. Giolitti va á dotar á Italia del sufragio «casi universal»: he ahí la verdadera sabiduría del gobierno. La más urgente necesidad del pueblo italiano es, hoy por hoy, la de ensanchar la comedia de las elecciones. En cuanto á los emigrantes... «los ausentes, nunca tienen razón.» 362 T. DE BxjSH Por desgracia, tampoco parecen tenerla para los católicos italianos, cuya indiferencia, casi general, hacia las obras católicas protectoras de los emigrantes, es por todo extremo dolorosa. * * * Á pro])Ó8Íto de las elecciones. Ya os he hablado de la reforma de los Estatutos de la Unión Electoral de los católicos italianos. Estimo conveniente insistir en ello. Las orientaciones claras y precisas que el Papa ha tenido á bien dar v'iltimamente á dicha Unión, vienen á tiempo y parecen desconcertar un poco á aquéllos que no esperaban tropezar en su camino con la fuerza católica, organizada y disciplinada, que pudiera entorpecer sus proyectos y tentativas. Italia está en vísperas de reformar su ley electoral en el sentido de ampliar el censo electoral, dando cabida en él á los iletrados y llegándose, por lo tanto, al sufragio universal absoluto. Mientras que, hasta la fecha, el derecho del voto pertenecía sólo íilos ciudadanos mayores de edad y provistos del correspondiente certificado de estudios primarios. El Sr, Giolitti, al proponer esta reforma, se expresó en los siguientes términos: «Para determinar qué ciudadanos deben participar del ejercicio de la soberanía nacional, hay que atender, no ya sólo á una instrucción superficial adquirida para sufrir un examen fácil, sino más bien, y ¡mncipalmente, á la madurez del espíritu, que se adquiere, ora en los centros educativos, ya en la experiencia de la vida. ^Conformemente á estos principios, propondremos que á las categorías de electores ya establecidas por las leyes vigentes, se añada la de aquéllos que han hecho el servicio militar y la délos que han cumplido la edad de 30 afios. Así, la educación militar, ó la mayor experiencia de la vida, suplirán la educación escolar, sin que por eso se debilite el estímulo á frecuentar la escuela para poder ser elector desde la mayoría de edad. Los socialistas se muestran de acuerdo con el Sr. Giolitti, y se proponen aprovecharse de la reforma para dar cima á sus propagandas y apoderarse del gobierno, y «entonces—según aserto de su jefe el Sr, Bissolati—, entonces se estará en el paraíso: los socialistas predicarán el colectivismo, traerán la república, implantarán la anarquía, y en fin, harán cuanto les venga en ganas». ¡Hermosa persjiectiva para la nación! Pero he aquí que el harto famoso apóstata Murti acaba de CORRESPONDENCIA ROMANA .363 turbar los sueños azules de estas buenas gentes con la voz de alarma: «¡Fuego! Los católicos despiertan; el Papa ha dado nuevas instrucciones para que los católicos se aperciban para la lucha». Y el apóstata predica «la lucha contra esta acción funesta del Vaticano, que quiere la guerra». Y á su lado, otros, como el redactor de la Idea Nazionale, denuncian los nuevos Estatutos de la Unión Electoral como una provocación del Vaticano, como una preparación al «asalto» para la «conquista» de Italia. ¡Dígase ahora si hay farsantes! En dichos Estatutos para nada ha influido el programa electoral del Sr. Giolitti; pero el Papa se ha adelantado á los acontecimientos con oportunidad manifiesta. Importa, en efecto, que los católicos estén preparados, ante cualquier eventualidad, para seguir, en las diversas regiones de Italia, la táctica electoral impuesta por las circunstancias, y estén, sobre todo, seguros de que la dirección de la Unión Electoral será estrictamente fiel á las inspiraciones pontificias. Si todas las Uniones Católicas de Italia (merced á las condiciones especiales de un país que es sede del Soberano Pontífice) deben mantenerse, más que en parte alguna, estrechamente unidas y en absoluto sometidas á la dirección del Papa, correspondo en mayor grado este deber á la Unión Católica, dada la misión delicada y difícil que está llamada á llenar. Esta Unión tiene que interpretar hábil y fielmente la voluntad del Papa de conducir á los católicos, en circunstancias determinadas, á las urnas, y á la lucha en el terreno político, sin ningún compromiso en uno ni en otro sentido. La Unión Electoral debe, además, realizar escrupulosamente cuanto la alta dirección del Papa le indique en el terreno electoral, ni más, ni menos. Sólo así estarán los católicos italianos al abrigo do toda sorpresa y tendrán confianza en la Unión. En estas condiciones, la Unión Electoral deberá ocuparse de los problemas sociales más interesantes, entre otros: a) La protección de los intereses supremos de la religión (el culto, el patrimonio eclesiástico, etc.) b) La defensa de la familia cristiana, combatiendo el proyecto sectario del divorcio, etc. c) La vigilancia de la moralidad pública en la prensa y en las diversas manifestaciones del arte. d) La defensa de la escuela y de su misión educativa, la instrucción religiosa, etc. e) La legislación económico-social inspirada en los principios de la justicia y de la fraternidad cristianas, para que sea 3G4 T. DE B ü s n un hecho la armonía entre las clases sociales, asegurando de este modo la paz social. f) La beneficencia pública. g) Una justa autonomía comunal y provincial, c o n t r a í a centralización absorbente del gobierno. Convendrá oS(]UÍvar ante todo—por inútiles y peligrosas— las luchas de simi)le afirmación de partido, porque los católicos no están ni deben estar organizados en Italia en «un partido» político; y, por otra parto, los católicos no deben comprometerse más que en lachas de principios, y no de ambiciones y de miras particulares. Si hubiere candidatos que proclamen las ideas católicas, ó cuyo programa responda al programa de los católicos, dándose, así, las circunstancias previstas en la encíclica 11 fermo proposito^ los electores católicos deberán apoyar aquellas candidaturas; en caso contrario, si peligran loa intereses religiosos y civiles del país, los católicos deberán abstenerse ó votar en contra. No se trata, pues, de ningún «asalto* ni «conquista»; la acción electoral y, en general, la acción política de los católicos italianos consistirá en la defensa religiosa y social. Había católicos, según me parece haber indicado ya, que pretendían hacer pasar estas nuevas orientaciones como la abolición del «non exjjedit»; pero notas autorizadas, como la de la Correspondencia de Roma, han puesto las cosas en su punto, con gran disgusto de ciertos católicos parlamentarios... ó que pretenden serlo. Ya desde 1905, es decir, desde los comienzos de la organización de las cuatro grandes Uniones católicas de Italia (á las cuales tantas veces me he referido), se había recomendado oficialmente á las asociaciones católicas que hiciesen inscribir á sus miembros en las listas polítieas y administrativas. No se infería de aquí que los católicos debiesen votar en toda circunstancia, ni que el «non expedit» fuese abolido; significaba tan sólo la preparación y movilización de las fuerzas electorales católicas, lo cual estaba ya recomendado en tiempos de León X I I I . Hoy, después de la orientación señalada por Pío X en materia electoral, nada nuevo añaden las recientes medidas de la Unión, como no sea la obligación de una disciplina aun más severa, la cual lo mismo se ejercita con el voto que con la abstensión. Si la masa católica se decide en fin á seguir fielmente á sus directores competentes, merecerá bien de la religión y de la patria. El nuevo sufragio casi universal pone en acción á masas del pueblo poco contaminadas todavía de demagogia. COEEESPONDENOIA BOMANA 365 Por otra parte, el socialismo no lia perdido el tiempo, y tiene buen cuidado de inscribir á todos sus adeptos en las listas electorales. F o se olvide, pues, que la nueva recluta electoral podría engrosar sensiblemente las filas antideraagógicas, cuya dirección muy bien podrían asumir los católicos. ¿Lo querrán de veras, esto es, de un modo completamente diverso del que significa el dilettantismo electoral que lia sido hasta ahora su norma en casi todas partes? T. DE BUSH. REVISTA SOCIAL INTERNACIONAL FARlS, 17 MAYO 1911. El Congreso de San Quintín.—Jauresistas contra guesdistas.—El anticlericalismo y el socialismo.—Congreso de la «Acción Popular», de Reims, celebrado en París. En la segunda mitad de Abril último el partido socialista francés unificado ha celebrado en Saint Quintín su 8.° Congreso, En esta reunión, como en todas las de los socialistas franceses, claro está que sólo incidentalmente, muy incidentalmente, se ha tratado de problemas sociales y de intereses profesionales, reduciéndose todo á chismes de vecindad, á querellas domésticas y á disputas políticas entre los partidarios de Guesde y los de Jaurés. Sin embargo, como todas esas miserias se han cubierto con el manto de «orientaciones sociales», forzoso es dedicar algunas palabi-as á este asunto. Rompió el fuego un guesdista, Rappoport, pidiendo que se impusiera la censura á Jaurés y á todos los diputados del partido que, al lado suyo, votaron por el ministerio Monis. Los acuerdos de Amsterdam, dijo el orador, están siempre vigentes, y obligan á todos los afiliados en la Internacional obrera, sin distinción de países. Aquel Congreso mató el ministerialismo, y desde entonces no es lícito á ningún socialista votar por un gabinete burgués. «Claro está, añadió Rappoport humorísticamente, que si caigo bajo los puños de un bárbaro que me aporrea, prefiero que esos puños peguen lo menos fuerte posible, y en ese concepto me es más grato ser oprimido por Monis, que es débil, q!ie por Briand, que era brutal. Esto basta para que, en mi fuero interno, celebre que el primero haya sustituido al segundo, pero eso no justifica el que vote por él.» La fuente del mal, según Rappoport, está en que el socialismo francés ha salido de su edad heroica antes de tiempo, para entrar jirematuramente en la edad idílica. Hay que volver ¿ la primera y encerrarse en la más feroz intransigencia, REVISTA SOCIAL INTEKNACIONAL 367 sin permitirse la menor coquetería con la sociedad capitalista. Jaurés replicó con su énfasis acostumbrado, tratando de disculpar su voto con la necesidad de defender á los obreros, víctimas del capitalismo. «Monis, dijo, no ha sido bastante enérgico con las Compañías ferroviarias, pero en cambio ha sido misericordioso con los cheminots vencidos. Reintegrando á todos los que dependen del Estado y exigiendo de las empresas particulares igual medida para los suyos, se ha hecho acreedor á. nuestra gratitud, y esto debía traducirse en nuestros votos. Respetando á la letra el acuerdo de Amsterdam, no daré nunca un voto de confianza absoluta á un gobierno burgués, pero creo lícito aplaudirle parcialmente cada vez que tome un acuerdo favorable al programa ó á los intereses del socialismo. Más candido que Jaurés, uno de sus lugartenientes, el diputado Ruffin Dugens, hizo esta ingenua confesión, que debe traducirse textualmente, por lo bien que refleja la mentalidad íntima del socialismo parlamentario francés. «Votó, dijo, por Monis, porque temí que sin nuestros votos cayese del poder: si hubiera sabido de antemano que su mayoría iba á ser tan formidable, y que no necesitaba de los sufragios socialistas, habría votado en contra.» No puede darse una confesión ni más infantil, ni más paladina al mismo tiempo, de la perpetua comedia que representan los socialistas parlamentarios en Francia. Liquidada esta cuestión de la complicidad del socialismo con los ministerios burgueses radicales, se abordaron otras dos importantes, la del semitismo y la del «coufesionalismo», ó mejor dicho, del anticleriealismo. Sobre la primera usó de la palabra el mismo Rappoport acusando á L' Humanité, que aspira á ser órgano oficial del partido, de estar marcada desde su nacimiento con el estigma «semita». Aserción que fundó en el hecho de que al crearse dicho periódico, Briand, que era uno de sus principales redactores, recibió de la mano á la mano un regalo de cien mil francos, de un judío, que se creía era testaferro de Rothschild. Lo peregrino, lo inverosímil, lo estupendo del caso, es que Rappoport es también judío, y nadie menos indicado que él para hablar del «estigma semita», según observó con indignación Jaurés. El cual, por supuesto, no pudo negar lo del donativo, limitándose á sostener que éste no venía de Rothschild. En vista del alboroto producido por estas contradictorias declaraciones, el Congreso no quiso que se siguiese lavando 3CS F . M. MELGAR la ropa sucia en público y declaró terminado el incidente, sin sancionarle con ningún voto en uno ú otro sentido. Pasóse enseguida á la magna cuestión del anticlericalismo, en sus relaciones con el socialismo, sirviendo de pretexto la acusación lanzada por un congresista contra el ciudadano Myriens, diputado del Paso de Calais, que votó en la Cámara por el restablecimiento de los capellanes en los establecimientos penitenciarios, incurriendo así en delito de clericalismo. Myriens se defendió con grandes bríos, siendo secundado brillantemente por el propio Julio Guesde, y sosteniendo ambos la tesis de que en el programa de la Internacional no ha figurado nunca la persecución religiosa, hasta que la han introducido los falsos socialistas franceses. E n Alemania, por ejemplo, el grup(í socialista del Reichstag votó en masa j)or la terminación del Kultarl-anip/y por que se levantase el destierro á los jesuítas, conseeueute con el principio de que el problema religioso es de la esfera de la conciencia individual. E n doctrina socialista pura, sostuvieron ambos oradores, hay que combatir todas las leyes de proscripción, vayan contra quien fuesen, y el observar Ja conducta contraria es salirse de la tradición y de la ortodoxia socialista. El i¡;obierno que ojjrime y persigue ¡í los católicos es tan ijijusto como el que oprime y persigue ¡í los sindicalistas. Todo el ícrupo jauresisla se levant'» en masa contra semej a n t e teoría, exasperándose los ánimos hasta el extremo de que faltó poco para ])roceder á vías de liecho, y como Jaurés vio los pareceres muy divididos, tomeraso de que si se ])rocedía á un voto ciMicreto salieran triunfantes Gruesde y Myriens, recurrió al subterfugio de caj-'m en estos casos, pidiendo que no se tomase acuerdo firme sobre el particular, y que el asunto pasara al estudio de las comisiones permanentes, para que éstas emitieran un dictamen razonado, que se sometería a! próximo Congreso. Esto es lo que en los parlamentos se llama un escamoteo, y el haber recurrido á él prueba el miedo que el asunto ins pira á los sectarios, y demuestra el terreno que van perdiendo en las clases poi)ulares, á las cuales y a no les es tan fácil engañar y asustar con el problema del clericalismo. H a n tirado demasiado de la cuerda, y á fuerza de agitarla á tuertas y á derechas han descubierto la trampa. * * * A pocos días de distancia del Congreso socialista de San E E V I S T A SOCIAL INTERNACIONAL 3C9 Quintín, se reunió en P a r í s el de la Acción Popular, la meritísima asociación católica que tiene su sede central en Reims. Como las reuniones se celebraban en París, el Prelado de aquella Diócesis, que lo es ei Eminentísimo Cardenal Lu9on, no pudiendo asistir á ellas, envió su adhesión en una carta paternalmente efusiva, dirigida al Director de la Acción Popular, el abate Desbuquois. E n ella se leen estos párrafos, que sirvieron de gran estímulo y aliento á los congresistas: «Cinco años llevo viéndoos trabajar en mi ciudad episcoj)al y en mi diócesis; admiro vuestra inteligencia en todo lo que atañe á obras sociales y católicas; vuestra fecunda actividad, el celo con que procuráis promover el espíritu de abnef^ación en las clases populares, y encontrar en el sentido definido por la I<^lesia las soluciones propias al problema social. »Todo el mundo siéntela necesidad de la acción social, pero muchos no saben cómo ejejcerla y les falta experiencia. Ija ortodoxia de vuestros ])rinoipíos. vuestro seutid(j católico, vuestro escrupuloso cuidado eu ateneros á las dii'ecciones de la Santa Sede, así conK.) el talento y la ciencia de vuestros colabímadores, hacen, á mis ojos, de la Acción Popular una escuela se'^ura de estudios sociales, y de sus publicaciones, verdaderos manuales, que pudieran llamarse clásicos, de las obras católicas. »Vuestro Congreso será, para los numerosos amigos con que contáis en toda Francia, una ocasión do precisar, en común, los principios directores de la acción social católica, de estudiar la leí^íslación que la concierne y de trazar las reiílas prácticas de lo que vosotros llamáis la técnica de las obras sociales». El Couí^reso lo inauí^uró el ya citado abate Desbuquois, leyendo una elocuente declaración, cuyos párrafos salientes decían: «La Iglesia ha trazado, y traza cada día con mayor precisión, las líueas j^enerales tanto de la doctrina como de la acción social, que se imponen al celo de los católicos. Las seguiremos con atención vigilante y con espíritu filial. E n definitiva el fondo de nuestros estudios no será otro que el comentario, adaptado á las circunstancias actuales, de documentos pontificios tales como la Encíclica Iterum novarum de León X I I I y Motu proprio de Pío X . »Somos católicos, somos sociales, haremos obra de acción social. Queremos trabajar, según indica el nombre de Acción Po/JwZai* y ajustándonos á los principios de la Iglesia, en educar á las masas laboriosas;, en organizar las profesio- 370 F. M. MELGAR nes y oficios, y en suma, en concurrir, por nuestra modesta parte, á la restauración del orden social cristiano». El primer tema puesto á discusión fué el de la confesio-' nalidad de las obras, terciando en él multitud de oradores, los abates Desbuquois, Plantier, Couget, VioUet y Bordron, los señores Toussaint y Jonauneau, etc., quedando todos acordes en reconocer que la afirmación católica era, en tesis general, indispensable. Ea cuanto á la aplicación práctica, es cuestión, principalmente, de tacto, debiendo buscar para cada caso concreto la aplicación más indicada, pero sin perder de vista que en la f^rau mayoría de los casos la obra propiamente confesional se impone, en interés mismo de los obreros que deseen sacudir el yu,2;o revolucionario. Discutióse enseguida sobre la necesidad de despertar y educar el sentido social, preconizando casi todos los oradores el papel importante que en este punto podía ejercer la familia, y demostrando otros la conveniencia de que ésta fuera ayudada en esa educación por obras de juventud, fundadas ad hoc, en el género do la Liga social de compradores, que, según el abate Ri^oux, ha hecho ya en ese terreno grandes bienes. En la segunda sesión del Coni^reso se estudió el trabajo leído por el Sr. Hachin sobre un tema de mucha importancia práctica: en qué medida el carácter católico que se dé á las obras sociales es compatible con la legislación francesa vigente. El Sr. Hachin incitó á los católicos á no dejarse amedrentar por todas las armas de mala ley que, en ese terreno, esgrimen contra ellos los gobiernos sectarios, invocando el principio superior del «orden público». So pretexto de sacar éste á salvo, se atrepellan las más legítimas libertades, como hizo recientemente un Ministro del Trabajo, que prohibió incluir en los estatutos de las Sociedades de Socorros mutuos las cláusulas llamadas de solidaridad, ó cláusulas religiosas, como ilegales. Se acudió en queja al Consejo de Estado, y éste decidió que lo ilegal era la prohibición del ministro. Ese ejemplo debe estimular á los católicos, é inducirles á agotar todos los medios legales de defensa que estén á su alcance, siempre que se intente coartarlos, no perdiendo ocasión de recurrir á los tribunales para no permitir que arraiguen prácticas abusivas. El abate Leroy, fundador de la Acción Popular, siguió el Sr. Hachin para incitar á los concurrentes á discurrir con él, sobre la conquista de la opinión, y los medios más adecuados para conseguirla. R E V I S T A SOOTAL INTERNACIONAL 371 F r a n e , el brillante redactor de La Cro/x, abogó, naturalmente, en primer lugar por la prensa periódica. Francisco Veuillot, ausente, envió una Memoria lamentando que no se utilizase el teatro, en el cual tanto podría hacerse para formar y educar el sentido social. El 8r. Gruuíii sostiene que la opiniíHi la crean las ominen cias intelectuales, y que á éstas había que recurrir para que formasen centros educativos. El Sr. Feron ü r a u , tan comjietento como propagandista, recomienda la novela popular como el mejor vehículo de educación social. El Sr. Regnault exalta la conveniencia de multiplicarlos carteles ó anuncios ilustrados, muy artísticos. El Sr. Zamanski opta por la creación en todas las diócesis de Secretariados sociales, dotados de potentes medios de acción y propaganda. La sesión siguiente, presidida por dos Obispos, el de Versalles, monseñor Gribier, y el de Evreux, monseñor Meunier, fué, en gran parte, consagrada á la cuestión batallona del sindicalismo: ¿Deben, ó no, los católicos, entrar en el movimiento sindicalista? E l Director de la Acción Popular se pronunció resuelta y entusiastamente por la afirmativa. «Todo católico social, dijo, debe penetrarse profundamente del espíritu sindicalista, y propagarle sin descanso. Esa es la condición indispensable para que Dios vuelva á reinar en el mundo del trabajo, de donde hoy está excluido. Hay que rebautizar las masas populares, impregnando los sindicatos de espíritu cristiano. L a ciudad profesional pertenece al mismo orden que la ciudad cívica, si así puede hablarse. La Iglesia no aspira á ejercer un poder supremo y absorbente sobre la organización profesional, pero sí exige que en ésta se respeten los principios fundamentales que son de ella, ó su esencia. Dadas estas condiciones, ¿hay que enarbolar francamente en los sindicatos la bandera católica? Sí, siempre que pueda hacerse sin peligro de fracasar. No, cuando euarbolándola se nos cierran todos los medios de acción y se nos reduce á la impotencia. H a y que estudiar una dosimetría católica, esencialmente variable según las situaciones, y aplicar, en cada caso, toda la dosis que sea posible, pero no más». ¿Es lícito ingresar en una obra revolucionaria, ó simplemente neutral, con objeto de propagar el bien, y transformarla? Mucho se dividieron los pareceres sobre este punto, pero 372 F. M. MELGAR monseñor Meunier puso la cuestión eu su verdadero terreno, afirmando que nunca se debe entrar en una obra no católica, aunque no sea abiertamente hostil, sino meramente neutral, sino observando la mayor circunspección, adoptando todo género de precauciones^ y jamás sin haber consultado antes con Consejeros eclesiásticos competentes y de segura doctrina y recto criterio. El Sr. Zamanski, uno de los más fogosos y convencidos sindicalistas entre los católicos sociales, trazó un brillante cuadro de los éxitos que aguardaban á los buenos si éstos entraban con ardor y habilidad en el magnífico campo, virgen todavía, de los obreros franceses refractarios al sindicalismo, que era la mayoría, cerca de 8 millones. A esos, que por su misma aversión instintiva al sindicalismo, que confunden con el socialismo, demuestran cierto instinto antirrevolucionario, es á los que hay que convertir, arrastrándolos á sindicatos cristianos, obra que al Sr. Zamanski no parece muy difícil, si se entregan á ella en cuerpo y alma los católicos, utilizando como planteles, ó viveros de propaganda, sus patronatos, sus escuelas libres y sus obras post escolares. En la penúltima sesión, que quiso presidir en persona el Arzobispo de París, monseñor Amette, se leyeron multitud de Memorias, la mayor parte de congresistas extranjeros, entre ellas las siguientes: Del Sr. de Savigny sobre la Unión central de los circuios católicos alemanes de obreros; del Canónigo Douterlunque sobre la Alianza de las Federaciones mutualistas cristianas, y la Liga democrática Belga; del Sr. Luytgaerens, sobre el Boerenbond belga; del Sr. Díaz, sobre la Acción Social Popular de Barcelona; del Sr. Jiménez, sobre la Paz Social; del Sr. Aznar, sobre los Cursos sociales en los Seminarios españoles; del Sr. Caissotti de Chiusauo, sobre la Unión Popular italiana; del Sr. Alberse, sobre la Acción Social Católica de Holanda; del Canónigo Louis, sobre la Unión Popular católica lorena; del Sr. Neyens, sobre el Volksverein del Luxemburgo; de los Sres. Jóos y Genoud, sobre la Asociación Popular católica suiza, etc., etc. En las sesiones se discutieron igualmente muchos trabajos sobre obras sociales agrícolas, la mayor parte de interés local, y se trató de un proyecto de D. Severino Aznar, llamado á gran porvenir, sobre la fundación de una Internacional católica. El Congreso, que había tenido lugar en los locales del Instituto católico de la calle de Vaugirard, celebró su solemne sesión de clausura en la gran sala de la calle de Fierre EHVISTA S O C I A L INTEBNACIONAl. 373 Charron, pronunciando elocuentes discursos oradores de fama tan bien sent9,da como los Sres. Bazire, Billoo y el Conde de Mun. A él han asistido delegados de Inglaterra, Alemania, Italia, España, Bélgica, Suiza, etc., El Gran Ducado de Luxembuigo y alguna otra nación. La nuestra estuvo dignísimamente representada por los Sres. Aznar, Jiménez, Díaz, y Rodríguez de Cepeda, que aunque no pudo llegar á la inauguración, aun pudo prestar el concurso de sus luces en las áltimas sesiones. F. M. MELGAR. SECCIÓN BIBLIOGRÁFICA Nuevas publicaciones de la Biblioteca «Ciencia y Acción» editadas por la casa Saturnino Calleja: E L VALOR SOCIAL DEL EVANGELIO, por L, Qarriguet; POLÍTICA SOCIAL, por el Barón HertUng; LA TIBKKA Y EL TALLER, por L. Rividre; E L PARO Foazoio, por Fh. de Les Cases, y L A MUJER EN EL HOOAK, por M. Beaufreton (vola, á 1 peseta), y A. Favissich (2 pesetas). L A ACCIÓN SOCIAL, por La Biblioteca «Ciencia y Acción» cumple su promesa de publicar en forma accesible, aun á los menos afortunados, las obras sociales que han sido consagradas como dignas de loa por la crítica mundial. La única manera de hacer obra popular es ponerse en contacto con el pueblo, cuya ansia de saber y de elevarse es más grande de lo que muchos imaginan, habiéndose aprovechado de esta su condición psicológica los que intentan tenerlo propicio para fines malvados, embruteciéndolo, so pretexto de cultura, con una serie de bibliotecas en las que se ha vertido todo el cieno del materialismo inspirador de la llamada ciencia moderna. Entre las publicaciones de «Ciencia y Acción» coloco ea primera línea el precioso estudio de L. Garriguet, titulado El valor social del Evangelio. Es una monografía en la que se manifiesta el dinamismo del Evangelio que los pseudo sabios contemporáneos han declarado ex cátedra bueno á lo sumo para la época en que apareció, pero completamente infecundo como ideal para el porvenir. Y cuantos deseen ilustrar su fe, anhelen propagarla, y por ende, siendo lógicos, aspiren á que informe la vida toda, incluso la social eu sus diversas manifestaciones, de no poseer cultura suficiente para construir su apologética social—á lo cual llegan pocos—, les conviene leer y meditar el trabajo del docto publicista francés, en el cual aparecen unidas la claridad y transparencia de frase^ y la profundidad del pensamiento. Claramente muestra el autor que el Evangelio no encierra un programa determinado, sino un ideal moral de perfección que contiene en germen todos los progresos imaginables y cuya virtualidad no se agota. En esto estri- SECCIÓN BIBLIOGRÁFICA 375 ba su excelencia, pues siendo el Evangelio un espíritu informador, posee la facultad de poder infiltrarse, para regenerarlas, en las diversas instituciones históricas, facultándolas así para que de etapa en etapa se vaya logrando en la sociedad aquel grado de perfección social (antítesis de la idea pagana consignada x)or el poeta en la frase «humanum genus vivit paucis») en el que según dice el Evangelio «los últimos sean los primeros», esto es que los poderes y grandezas de la tierra se consagren al servicio y enaltecimiento de los más humildes. Aparte de la importancia y mérito de M valor social del Evangelio, obra oportunísima en los tiempos que corren, de íiera guerra á la civilización cristiana, se insertan en el mismo volumen 180 páginas dedicadas á transcribir los juicios que ha merecido el propósito y actuación de la Biblioteca «Ciencia y Acción», por lo cual la obra puede servir maravillosamente para ¡propagar juntamente con las ideas directivas y fundamentales del orden social cristiano, la literatura católico-social, que tan ancho y hondo surco va abriendo en la mentalidad moderna. íío basta poseer las ideas madres ni divulgarlas; precisa actuarlas, ordenándolas al fln, lo cual os misión de la política concebida como actividad general del Estado, ya total, ya para un circunscripto tema. Política social, del Harón de Ilertling, estudia los criterios generales que deben servir de norma á la acción del Estado en las cuestiones referentes al trabajo ó con él relacionadas. Esta actividad ó i)oIítica del Estado, para comprenderla bien, es menester investigarla sobre puntos concretos y á la luz de la fllosofía ó derecho natural, de la historia, y en relación con las circunstancias del momento y de cada pueblo. El trabajo del Barón de Ilertling servirá para encauzar la manía declamatoria de quienes intentan resolver los problemas obreros con frases hechas, y lo juzgo útilísimo, dentro de su limitación, para fortificar con criterios científicos la acción de los propagandistas católicos sociales. Al indicar que la política social ha de tratarse no sólo en sus miembros generales, sino concretamente y mediante monografías para cada cuestión, lo decía habida cuenta á la coml)lejidad de las cuestiones obreras que han motivado un gran número de especialistas y la consiguiente literatura acerca de cada tema. La misma abundancia de las obras, artículos, folletos, instituciones, etc., exige conocimiento de la materia para elegir bien las obras fundamentales, y ha sido un acierto de la Biblioteca «Ciencia y Acción» el escoger las de L. Riviere, La tierray el taller (Huertos obreros), y de Ph. de Les Cases, El paro forzoso, para ilustrar la opinión española en cuestiones 376 AMANDO CASTEOVIEJO tan vitales como la alianza de los trabajos industríales con los agrícolas y el terrible mal de la falta involuntaria de trabajo, objeto lioy de la preocupación de los estadistas y sociólogos. De la obra La tierra y el taller se bau agotado en poco tiempo dos ediciones en Francia, y si bien existen en la nación vecina otras obras sobre el particular y algunas más fundamentales, á todas supera la de L. Kiviére en método, claridad, visión del conjunto del prol>leina y ordenación de datos respecto á la cuestión de los huertos obreros en el extranjero. Había en el original francés una laguna en lo referente á España y la Dirección de la Biblioteca la ha llenado, transcribiendo parte de un capítu'o de la obra de Costa Derecho consuetudinario y Economía popular de España y además la ley de colonización interior, con lo cual jiuede decirse que se ha nacionalizado el libro que nos ocupa. El estudio de Les Cases, El paro forzoso, fué premiado por la Academia francesa hace algunos años, y no obstante ser el asunto uno de aquéllos que ha motivado más abundante materia á la investigación, no ha desmerecido con el tiempo, acreditando la experiencia, como eficaces, las soluciones que preconiza. El ideal, para resolver el problema, se basa en el desarrollo de mutualidades libres subvencionadas por los municipios y las corporaciones ó sindicatos patronales y obreros, ideal en que 86 inspira el famoso fondo gantes del cual ha sido monsieur Warlet iniciador y actuador afortunado. Emper.o para percatarse bien de que tal es el ideal, conviene enterarse de los resultados de otros procedimientos y de la necesidad de atacar el mal, tan lleno de peligros, y esto sólo puede hacerse estudiando trabajos como el de Ph. Les Cases, admirablemente documentado en datos estadísticos y completado con una nutrida bibliografía. El volumen La mujer en el hogar, de M. Beaufreton, parece que no es propiamente social á juzgar por el título, y fuera grave error creerlo así. Constituye la familia la célula social por antonomasia, y en ella es la mujer el elemento formador y reconstructor. Y es obvio que la enseñanza femenina, en las sociedades contemporáneas, deja mucho que desear con relación á lo que la mujer ha de ser y debe ser. Por causa de ello existe en el Extranjero, desde algunos años ha, un movimiento de opinión, y casi pudiera decir una verdadera cruzada, á pro de la enseñanza doméstica, reacción justa y saludable contra la ilustración meramente decorativa que se da en la generalidad de las escuelas é internados. Tal movimiento ha producido buena copia, de escuelas propiamente caseras y el autor estudia su razón, organización, cuestiones que entrañan y flnes que deben SEOOIÓN BIBLIOGRÁFICA 377 cumplir, examinando menudamente el estado de semejantes enseñanzas en Francia y el Extranjero. El mal á que trata de poner remedio M. Beaufrcton, no es tan agudo en nuestra patria como en los países extraños, pero no es desconocido tampoco entre nosotros y cada día crece más, por lo que su libro debe ser leído por las familias en trance de educar á sus liijas. La Acción social, de A. Pavissich, pertenece á la primera serie de la Biblioteca «Ciencia y Acción», ó sea aquella en que se editan publicaciones dirigidas para formar la conciencia del deber social á las clases que de uno ú otro modo están llamadas á ejercer un influjo directivo. El título de la obra explica su contenido; lo que no dice, ni aún pudiera colegirse leyendo los epígrafes de sus tres jugosísimos capítulos—cuyos rótulos generales son: «Manos á la obra ó acción católica y acción social», «El deber social de las clases superiores» y «La organización cristiana del trabajo»—es cuáles sean la riqueza de su contenido, la sugestiva y abundante documentación con que razona y muestra la urgente necesidad de la acción social, los ideales informativos de la misma y la seguridad del triunfo, una vez actuada, según lo contraprueban los hechos de los países en que se aplicó. El ilustre publicista italiano autor de «La Acción social», es ya conocido del público español, que recientemente ha saboreado «Milicia nueva», vertida al castellano por el P. S. Sedo. S. J. La obra que nos ocupa ha sido traducida por D. Cristóbal Keyna sin perder con la versión el calor del estilo peculiar del escritor italiano, propugnador entusiasta de la democracia cristiana, la cual, según claramente muestra, es la única que puede contener al socialismo y dar nuevas grandezas á la civilización cristiana. Pero se precisa para ello la acción social, y do aquí la conveniencia de tomar como guía obras del temple y seguridad del escritor italiano, que la ilustran en sus fines y formas. Porque si la acción no ha de ser un nuevo pragmatismo, necesita inspirarse en un ideal, y los católicos lo tenemos en los preceptos de la moral cristiana,' capaz de producir una verdadera palingenesia. De aquí su novedad en todos los momentos críticos de la historia y su fuerza en los momentos presentes. CURSO DE HACIENDA PÚBLICA Y SU APLICACIÓN TKÓHICO- PRÁCTiCA Á LA. HACIENDA Y CONTABILIDAD MUNICIPAL Y PBO- viNCiAL por D. Antonio Torrents y Monner, Barcelona.—Imprenta de Bayer, Hermanos, 1910 y 1911, dos volúmenes de 208 y 293 págs. de 25 X 1^7, en pasta, 8 pesetas. 378 AMANDO OASTROVIEJO La diñcultad inmensa A que aludía Toledano hace medio si^'lo, proveniente de «la escasez de libros especiales, que comprendieran en toda la amplitud necesaria todos los ramos de la Hacienda pública en general, y en particular de la de Espafia», continúa en pie por lo que respecta á nuestra nación y hace más necesario el que los estudiosos dediquen sus esfuerzos á investigar el ramo importantísimo de las finanzas, tan estrechamente ligado con la política y lo social, ya que el i)resupuesto compendia y da la norma de la vida económica de un pueblo. El curso que acaba de editar el fecundo publicista don Antonio Torrents, no pretende sintetizar las doctrinas financieras, sino dar una idea del régimen rentístico español, orientando para la parte práctica del mismo y más particularmente en lo referente á la Hacienda y Contabilidad municipal (2.° volumen), que constituye un precioso vademécum i)ara cuantos se vean obligados á intervenir por cualquier motivo en las haciendas locales. No sólo examina sus respectivos presupuestos de ingresos y de gastos con arreglo á la legislación vigente, cuyos preceptos inserta íntegros, sino que multiplica los modelos y estados de contabilidad, incluso en los más nimios detalles requeridos por los trámites burocráticos. Es preciso hacer algunas reservas con relación al tomo ó parte primera, en el que, si bien se compendia nuestro sistema financiero, se apunta la legislación vigente y aun se extractan sus preceptos más importantes haciéndose curiosísimas aplicaciones de orden práctico—sobre todo al tratar de cuentas y tarifas, ejecución del presupuesto y teneduría y contabilidad financieras—, no pueden admitirse algunas afirmaciones de orden doctrinal—V. gr. en lo que afecta al método progresivo, entre otras—que consíigna el autor, por la sugestión de las fuentes españolas en que se inspiró. Pero ya indiqué que el señor Torrents no se propuso escribir una obra de carácter general, sino inmediatamente aplicable á la práctica concejil y provincial, sirviendo la primera parte de orientación para el más cabal y completo conocimiento de la segunda, cuya perfección, dentro de los intentos del publicista, no es de extrañar, dada su larga experiencia como jefe de contabilidad de la Diputación barcelonesa. Otra nueva novela, Historia Holandesa, de Madame D ' Arbouville, ha traducido, con buen acuerdo y con mucho acierto, María de Perales y González Bravo, y acaba de publicar la B I BLIOTECA « P A T R I A » . Cuando la literatura se desquicia, libros honestos, apaci- SECCIÓN BIBUOGBÁFICA 379 bles, verdaderamente familiares, propios para ser leídos junto al fuego en las veladas del bogar, como los de Madarae D' Arbouville, sirven para encauzar las buenas lecturas, ya que las letras suelen ser uno de los más poderosos propagadores de la decadencia moral de nuestro siglo. Historia holandesa no es solamente una novela que interesa, sino que también edifica, y aun cuando el fin principal del arte es emocionar, conviene también que amoneste con lecciones de la realidad que sirvan de ejemplo; y señale á, las almas los verdaderos caminos de la vida, poniendo á nuestros ojos el espectáculo de los héroes novelescos movidos por altas ideas ó legítimos sentimientos. La obra de Madame D' Arbouville—no sólo Eistoria holandesa, sino todas las suyas—está inspirada en el móvil laudable de razonar y de aleccionar las conciencias. ¿Qué dotes más recomendables se le pueden pedir á un escritor? Ya es mucho que se le puedan abrir las puertas de todas las casas, no ya sin desconfianza, sino con cariño, y que se puedan entregar á la juventud, ávida de recreaciones espirituales y artísticas, en la seguridad de que no perturbarán su cerebro ni intranquilizarán su corazón. Antes por el contrario, pueden servir de guía seguro, de consejero sabio, de amable educador. Las ficciones no se apartan mucho de las realidades y la novela es casi siempre un trozo de existencia que se ha vivido. Indudablemente Historia holandesa tendrá una buena acogida y encontrará un hueco en todas partes como un sencillo y honesto libro familiar. AMANDO G ASTEO VIEJO. (Profesor de la Universidad de S&ntiago). CRÓNICA SOCIAL ESPAÑOLA 15 flBRlL-lsnflrO Oel estado social y agrícola en España.—La «fiesta del trabajo».— Los socialistas; los católicos.—Labor legislativa social,—Construcción de casas baratas; Pensiones para obreros enfermos.—La supresión del impuesto de Consumos. En los primeros días del presente mes de Mayo se reunió en Madrid el IX Congreso Internacional de Agricultura, algunos de cuyos temas y conclusiones se refieren á cuestione» sociales, de que debemos dar noticia en esta crónica. El Sr. Conde de Imbart de la Toar, abogado y miembro correspondiente de la Sociedad de Agricultura de Francia, ocupándose en el estado social y agrícola en España, ha dicho que nuestro país es muy montuoso ó inculto en las cinco octavas partes del territorio nacional, y las tres restantes sólo cultivadas rudimentariamente, con producciones variadas, pero en general escasas. Los ganados reúnen muy pequeño contingente, unos 37 millones de cabezas (22 de ganado ovino, 3 de vacuno, 3 de cabrío, 2 de reses de cerda y 1 respectivamente de ganado asnal y del mular y poco más de medio millón del caballar). Segíin el señor Conde, la proporción de tierras incultas en España es de i? á 48 por 100, mientras que es en Inglaterra de 28'40; en Italia lO'OO, en Alemania 9'90 y en Francia 9'10. (Estos datos se refieren al año 1900). Dice también que España no tiene bastante agua, pues sus ríos y arroyos son de poco caudal, aunque en ocasiones inunden y devasten el país. La población comprende un 29 por 100 de agricultores (que en Alemania son el 53 por 100; en Austria el 36 y en Italia el 35) y el suelo español no puede alimentar más que á 40 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras en 1900 había 104 en Alemania, 113 en Italia y 227 en Bélgica. El exceso de los nacimientos sobre las defunciones es bastante notable, alcanza el 8'5 (en Dinamarca 14'8; en los Países Bajos 15'2); y el crecimiento anual de población por diez mil habitantes es de 25 del año 1861 al 1880j de 55 del año 1881 á 1890 y de 153 del año 1891 á 1900. Tratando de los presupuestos de gastos del Estado, dice CRÓNICA SOCIAL ESPAÑOLA 381 el señor Conde, que de 41 pesetas que por habitante eran en 18G8, han pasado á ser de 47 en 1890, do 50 en 1900 y de 51,9 en 1905. (En Italia 55,9). El capital de la Deuda conso lidada ha pasado, por habitante, de ,303 pesetas á 621, 384, 522, 483. En este respecto Francia está en primera línea con 749; rortngal 739 é Italia 580. La gran mayoría de la población española está constituida, según el señor Conde, por proletarios, lo cual es causa de que aumente constantemente la emigración. En 1891-1900 la media anual fué de 31.654 emigrantes, en 1901 190G, de 39.511. Las cifras varían mucho segfin los años: 29.300 en 1901; 62.500 en 1905; 40.700 en 1900. En diez años el aumento ha excedido en 100 por 100, y durante estos i'iltimos se puede decir que la mitad del número de emigrantes se recluta entre los agricultores. Se ha pretendido disminuir la emigración repartiendo entre las familias pobres y laboriosas tierras susceptibles de cultivo; negando la autorización para emigrar á los jóvenes que no hayan cumpHdo con la ley del servicio militar^ y vigilando los puertos de embarque, inspeccionando rigurosamente los barcos que de ellos parten. Aunque los católicos se ocupan activamente en obras sociales de mutualidad y crédito y procuran la regeneración moral y material del i)ueblo, es preciso también reconocer el desarrollo inquietante de asociaciones obreras penetradas do un verdadero espíritu revolucionario. La vida es cara á causa de la insuficiencia de la producción nacional, de los exorbitantes derechos de Aduanas, del impuesto de consumos, do la insuficiencia y elevadas tarifas de los transportes ferroviarios, todo lo cual está fuera del radio de acción de la autoridad; sin embargo, se impone una reforma en todo ello, principalmente la organización de obras filantrópicas. Es difícil rebajar los precios donde la agricultura carece de capitales y de brazos, y por otra parte no se puede pensar en elevar los salarios donde la vida comercial está poco desarrollada y donde la industria lucha penosamente con la competencia extranjera. El coste de la vida y los salarios solamente pueden equilibrarse en las sociedades muy prósperas. Después de afirmar que nuestros principales recursos comerciales son las minas (3.000 explotaciones mineras en unas 70.000 hectáreas), los naranjales (500.000 toneladas, ó sean 40 millones do arrobas anualmente cosechadas por valor de 35 millones de pesetas), el vino (20 millones de hectolitros, ocul)ando el cultivo de la vid casi millón y medio de hectáreas) y la exportación de lana sin lavar (en 1899 valió 14 millones de pesetas), dice el señor Conde: en España las propiedades son, 3SL' MANUKL S . ASENSIO ó demasiado grandes ó demasiado ])equefias; en la provincia de Córdoba es fácil encontrar algunas de 1.000 y 1.500 hectáreas; en Extremadura las hay también de 10.000 y 14.000 hectáreas (en contra de este dato podemos atirmar que no hay linca extremeña de esa extensión superficial). En Asturias y Galicia el fj;ran fraccionamiento de la i)ropiiHlad no evita la miseria, sino que la aumenta, aunque las i)arcelas estén muy divididas y dispersas. Los furos tienen también un carácter muy precario. Hay contratos de arrendamientos muy largos y algunos son perpetuos y hereditarios (también tenemos por equivocado este dato del señor Conde de lujbart; pues la inmensa mayoría do los contratos no pasan de cinco años: á nuestro entender, el mal consiste en los coatratos á corto plazo). Los métodos culturales—sigue diciendo el señor Conde—son casi siemj)re ar(;ai(!os: el procedimiento de las fres hojas es muy deI)lorable: el rendimiento de los cultivos es inu^' pequeño, el trigo casi nunca da más de sois hectolitros ]>or hectárea, (tampoco creemos esto exacto: el Instituto Liternacional de Agricultura, de Roma, asigna al cultivo español del trigo en 1909 una producción media anual de 8*5 i)or liecrárea, casi lo mismo que produce este cultivo en los Estados Unidos) con uu valor de 120 pesetas el hectolitro. Los iuipuestos son muy pesados y arbitrarios; los salarios muy módicos (l'óO pesetas generalmente ])or día laborable); hay uu iirouiedio de 280 días de trabnjo i)ara el hombre y 120 ¡lara la mujer y los niños. España—según el señor Conde—es más anarquista que socialista: el obrero gana un salario insuficiente y sufre los in convenientes de una vida (!ara, lo cual, unido á una defectuosa instrucción (de 18.t)0(KX10 habitantes hay once millones de analfabetos) le induce á manifestar públicamente su descontento y su odio. Para remediar este triste estado social y agrícola (según lo pinta el señor Conde de Imbart, y que nosotros juzgamos exagerado y en no pequeña parte infundado) propone el señor Conde los siguientes remedios: 1." Jlejorar la instrucción pública.—2." Elevar his salarios, que con frecuencia son insuficientes para la alimentación de una familia, y mejorar también esta alimentación que es casi siempre escasa y de mala calidad.—3." Disminuir cuanto sea posible los días de fiesta. (Creemos que esto nada mejoraría, antes agravaría la situación religiosa, moral y económica del trabajador. Porque los domingos no se pueden suprimir: y fuera de los domingos no hay en España más que quince días de fiesta religiosa después del Decreto 2 Mayo 18C7 de Pío IX. Y por lo que hace á las CRÓNICA SOCIAL ESPAÑOLA 383 labores agrícolas, la Iglesia, por ministerio y autoridad de los señores Obispos, dispensa el trabajo en día de tiesta, para las operaciones de sementera, recolección, etc.)—4." Llegar íi la recuperación de las tierras laborables como en Irlanda (se refiere el señor Conde á. la expropiación forzosa del latifundio, de lo que ya, y no pocas veces, hemos tratado en estas crónicas y demostrado que jurídicamente no puede hacerse sin el previo y libre consentimiento de los propietarios terratenientes) ó á la concesión de parcelas (esto creemos que la práctica ha demostrado su inutilidad, segúu lo refiere la historia universal y las experiencias hechas recienteuiente por Inglaterra en el Transvaal y las hechas aquí mismo en España).—5." Mejorar las habitaciones de los obreros.—0." Modificar el régimen de la j)ropiedad, crear la propiedad rural, combatir el absentismo de los propietarios, sujetar útilmente el obrero á la tierra, crear el pequeño cultivo, organizar al obrero en su home. Finalmente, el señor Conde, después de mencionar las grandes obras sociales de previsión (seguros), cooperación y crédito, propuso al Congreso agrícola el establecimiento de retiros para obreros campesinos y el de Bancos agrícolas, no sólo para la compra en común de tierras laborables, sino también de casa, de ganados y de maquinaria agrícola. En la mañana del 1." de Mayo celebraron en Madrid los socialistas la fiesta del trabajo con una manifestación pública que recorrió las calles de Arenal, Puerta del Sol, Alcalá, Barquillo y Piamonte, en la que desfilaron por delante de la Casa del Pueblo. Durante el recorrido, los socialistas manifestantes cantaron La Internacional, el Himno del Trabajo, la Marsellesa de la Paz y el himno de 1." de Mayo. Al llegar la manifestación á la calle del Barquillo, una comisión de manifestantes se separó de ella para ir á la Presidencia del Consejo y entregar las «conclusiones» en las que el partido socialista concreta sus aspiraciones al presente. La prensa periódica ha dicho que al llegar los comisionados á la Presidencia fueron recibidos por el señor Canalejas, que examinó las conclusiones, y conforme las leía las comentaba». Respecto á las ocho horas de jornada de trabajo, dijo que el Gobierno se ocupaba en este asunto y que se haría una ley. También se mostró conforme con la supresión de Consumos, por etapas, y con la prohibición del trabajo nocturno pava la mujer y el niño. Respecto á Marruecos, insistió en lo que tiene dicho: es enemigo de conquistas, pero las circunstancias serán las que determinen si vamos ó no á la intervención ar- 384 MANUEL S. ASENSIO mada. De las demás «conclusiones» que le fueron presentadas, el señor Canalejas expuso su negativa á la revisión de procesos que ])cdían los socialistas; y respecto á la reforma de Códigos, guardó prudente reserva, En la «Casa del Pueblo» el jefe del partido socialista Pablo Iglesias dirigió la palabra íí los manifestantes, explicándoles la significación de la fiesta y el sentido de las «conclusiones» adoptadas con motivo de la manifestación realizada. Los obreros católicos también celebraron en Madrid el «1." do Mayo». Los socios del Círculo de Nuestra Sefiora de Covadonga, oyeron misa mayor en la parroquia de San Lorenzo, en la cual el señor Cura párroco, al explicar el Evangelio del día, dedicó frases elocuentísimas á los obreros estimulándolos á perseverar en la fe católica. Por la tarde hubo un concurrido mitin en el salón de actos del Círculo, pronunciando hermosos discursos los señores Torres y Perdones y el Sr. Marqués de Vadillo que ocupó la tribuna á instancia de los obreros, á los que dijo en una brillante improvisación, que pues estaban en Covadonga, no habían de detenerse hasta llegar á la fértil vega do la reconquista, siguiendo siempre adelante y sin desuiayos á lii sombra del lábaro santo de Constantino, En el Círculo de obreros católicos del Sagrado Corazón de Jesús, se celebró la víspera la fiesta del Trabajo, asistiendo á una misa rezada, en la capilla del Círculo y luego al mitin que se celebró con gran concurrencia y mucho entusiasmo y en el que por aclamación se formularon las siguientes conclusiones, que por su gran interés social, copiamos integras. Dicen así: Primera. Los obreros católicos del Círculo del Sagrado Corazón, de Madrid, se unen á la protesta universal de los obreros contra el cai)italismo imperante y creen con eso interpretar el sentimiento general de los obreros católicos de España, de acuerdo con las enérgicas condenaciones de Su Santidad León X I I I en su inmortal Encíclica Rerum novarum. Segunda. Afirman la necesidad de la Asociación obrera para la defensa de los intereses del proletariado, desearían la unidad de esa Asociación para su mayor eficacia, y daploran que las intransigencias religiosas, económicas y políticas del socialismo les obliguen á asociarse por su cuenta para salvar la independencia de sus conciencias y de su criterio. Tercera. Esto no significa que los obreros católicos sean amarillos ni esquirols En lo puramente profesional se han de OEÓNICA SOCIAL EsrASoLA 385 considerar siempre compaíjeros do los demás; pero nadie puede exigir de ellos el sacrificio de sus convicciones y de sus creencias. Están convencidos de su responsíibilidad moral, y no pueden dejar de creer en Dios. Est' scatiiniento de su respfmsabilidad les bace considerar legítima la proiñedad privada como medio de que cada cual baga efetttiva su autonomía convenientemente. Entienden que sin el esfuerzo aborro de esa propiedad es imposilde la proRi)eridad económica, y consideran una equivocación j)oner en bi propiedad colectiva la esix-ranza de uu régimen económico ideal. Cuarta. Desean la instauración de un verdadero orden industrial que asegure al asalariado, en una jornadajusta, retribución conveniente, adecuada al mérito y suficiente para las necesidades de la vida; la educaiñón de la familia; el seguro para todos los casos de interrupción involuntaria de trabajo y la vejez, con facilidad (¡ara llegar á un régiiuen más preciso en la participación de los beneficios, y á la cooperación que deje expedito al obrero el camino de empresario; y Quinta. Entienden que ])ara establecer ese orden industrial debe reorganizarse la Corporación profesional, de suerte que todos los obreros y todos los patronos del mismo oficio en determinado territorio, inscritos en sus respectivos censos, elijan sus representaciones, las cuales, bajo la presidencia de la autoridad, redacten el estatuto del oficio para cada localidad y procuren su cumplimiento. En este mitin, que estuvo muy concurrido, hablaron muy elocuentemente los socios obreros señores Rey, López y Daniel. A juzgar por lo que dice la prensa noticiera es posible que muy pronto discuta, vote y apruebe el Parlamento el dictamen de la Comisión del Congreso que preside el Sr. Azcárate sobro el proyecto de ley de construcción de casas baratas. En este dictamen se dice que si el Estado no ofrece garantías absolutas, será letra muerta el propósito del G-obierno y no habrá facilidades de crédito para los obreros ó entidades benéficocooperativas que quieran construir casas higiénicas y baratas amparándose en los beneficios de la ley. La de ferrocarriles secundarios hubo que modificarla, garantizando el pago de los intereses de las obligaciones, y esto mismo es lo que la Comisión propone para que prácticamente llegue á ser eficaz la ley de auxilio á las construcciones de viviendas para el proletariado y, al efecto dicho, trata de conseguir que en el presupuesto de gastos del Estado, se consigne anualmente una cantidad que no baje de 500.000 pesetas como mínimun, para ga- 386 MANUEL S, ASENSIO rantir á las entidades i)restatarias del capital que se invierta en la construcción de casas baratas, el pago de intereses. Créese que así y sólo así se podrá edificar por valor de diez á doce millones de pesetas, según el tipo del interés; y si los Ayuntamientos, singularmente los de las grandes capitales (Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Corana, etc.) reforzasen la acción benéfica del Estado, dedicando á su vez y en conjunto otras 150 ó 200.000 pesetas anuales, se podrían construir, en pocos aiíos, miles y miles do viviendas económicas, pues la garantía del interés es y será siempre más beneficiosa que el sistema de subvenciones, porque sin esa garantía, las sociedades benéfico cooperativas que se formasen—ó al menos la mayoría de ellas—tendrían que luchar, dice un técnico, con la muchas veces insuperable dificultad de hallar capital suft(ñente ])ara la empresa construcítora, no disponiendo—como no dispondrán nunca, en general—de otra garantía que las cuotas, siempre modestas, de los asociados. En esto de protejer con medios económicos la condición ó modo do vida de la clase obrera, ha anunciado una iniciativa digna de mención el senador Sr. Luca de Tena. Se trata do crear pensiones para los obreros enfermos. Si los que sueiían con la revolución—son palabras del meii(iionado señor senador—que ha de derribar todo lo existente, como la i)rimera as|)iracióii del partido socialista, se preocupasen de la vida y del porvenir del obrero, por cierto tenemos (pie el Estado hubiese ya lierdio suyas iniciativas y reformas, que por sor practicadas de antiguo en nuestra patria, no necesitan ser copiadas del extranjero. Si al obi-ero, en vez de engañársale, se le dijese la verdad... comprendería que no es la forma de gobierno (como quieren hacer ver republicanos y socialistas) y sí hi tranquilidad ¡u'iblica, unida al ])lanteamiento de leyes generosas, justas y sabias, lo que puede mejorar su situación y asegurar su porvenir. Con la autoridad qne tiene quien i)redica con el ejemplo, se propone el Sr. Luca de Tena presentar en el Senado una prol>osición de ley, para que con carácter obligatorio contribuya todo patrono á que al obrero enfermo le sea abonado el jornal íntegro y facilitada gratuitamente la asistencia médica y farmacéutica. A la hora en que escribimos esta crónica se prepara la votación en el Congreso, del jjroyecto de ley sní)rimiendo—ó mejor dicho transformando—el im])uesto de consumos. CBÓNICA SOCIAL E S P A Ñ O L A 387 Más en la prensa que en el parlamento se ba controvertido esta reforma. Del impuesto de consumos y de la conveniencia de su desaparición hemos tratado en estas páginas de la REVISTA CATÓLICA DK CUESTIONES SOCIALES muchas veces, pero siempre reconociendo y afirmando que á nuestro pobre entender no hay otro modo (le poder hacerlo con ])Ositivo beneficio de todos, que renunciando una vez para siempre al ingreso por este concepto y volviendo al antiguo sistema de abastos ó de la tesa justa y prudentemente impuesta. La sustitución del tributo ó contribución por consumos, es cosa dificilísima de conseguir sin mayores vejíiineues ó cargas ( p e los que representa el imi)uesto mismo sustituido. En algunas capitales de i)n)vin(úa ((Jastellón, Alicante, Cá(ícrcs...) se 8ui)rimieron de liecho los fielatos desde 1909 ó 1910, pero los resultados no han sido satisfactorios, pues no se ha logrado el abaratamiento de las subsistencias, que era lo que se proponían con la innovación, ni se ha logrado tampoco (iompensar, con el i)rodueto de otros arbitrios, el importe anual (le la recaudación por consumos. Un periódico—La Época—refiere que en Alicante no se abarató ni poco ni mucho la subsistencia, ni el Tesoro Municipal recibió el iugr<'so fijo que luensualmente alionaba el arrendatario del impuesto de consumo, iior lo cual al llegar allí el momento del repartimiento VCCÍIIHI, se ])rouiovió un inmenso clamoreo que ha evidenciado el fracaso completo de la reforma. En Castellón, al mes escaso de haber suprimido el impuesto sustituyéndolo con el reparto vecinal, los artículos de consumo volvieron á venderse á los mismos ó más altos iirecios (jue antes tenían, por lo cual el vecindario se ha negado á satislacer las cuotas del rei)arto, dejando al Ayuntamiento con más de 80.000 pesetas de i)apel, pendiente de cobro. Con la supresión del impuesto sólo se beneficiaron allí los cosecheros de aceites, los ultramarinos, los carniceros y almacenistas de sustancias alimenticias; pero las clases jornaleras no han obtenido ningún beneficio, y siguen luchando con el agobio de ser aquél, uno de los mercados de abastos más caros de España. Lo que allí ocurre con la carne—di(!e el mencionado diario— da la medida de lo que su(!ede con los demás artículos: dos fondas (el Suizo y La Paz) se surten de carne traída de Valencia, donde la encuentran mt^jor y más barata, y eso que en Valencia hay impuesto de consumos. En Vigo se suprimió también el impuesto el pasado año pero ya se encuentra aquel Ayuntamiento con un déficit considerable, por falta de aquel ingreso, hasta el punto de no poder 388 MANUEL S. ASENSIO ser atendidas necesidades muy perentorias para el buen servicio municipal. Si el Senado aprueba el proyecto de ley que se cree ha de aprobar ahora el Congreso y se jione en vigor la supresión de los consumos sustituyéndolo con otros arbitrios, tal vez se consiga abaratar las subsistencias. Y decimos tal vez, porque hasta el i)resente, la experiencia parece demostrar lo contrario. Alguien ha recordado lo dicho por el Sr. Maristany en su obra Estudios económicos sobre la explotación de los ferrocarriles españoles, escrita cou motivo de la Conferencia ferroviaria que en 1905 se reunió en Madrid. En dicha obra demuestra el señor Maristany que no ya rebajando las tarifas de transporto (como medio de abaratar las subsistencias), sino aun concediéndolo gratuito, no llegaría el consumidor á obtener ventaja apreciable en el precio de la mercancía, por la insignificancia de la cantidad en que podría beneficiarse. En cambio, ese ahorro de algunos céntimos resulta un beneficio positivo para los intermediarios que adquieren el género al por mayor. De aquí se deduce que lo mismo sucederá con la supresión de los consumos, que sólo en muy contados casos podrá el público consumidor apreciar la rebaja, la cual casi siempre quedará de beneficio á los abastecedores y expendedores. Esto lo podrá evidenciar ahora, afirmativamente ó rectificándolo, la nueva reforma del impuesto, si al ün se pone en práctica. MANUEL S. ASENSIO. Abogado. ECOS DEL CAMPO co2sr^o:Kiví:iiD-A.iD Bajo la campana de mi cocina, donde se calienta la caldereta que cuelga délos llares con la lumbre que alinientau las cepas de mis campos, ven mis ojos con doble vista plagas mortales que se extienden por todas partes, secando plantas y amodorrando conciencias. Es posible que el frío de mi espíritu abulte las negruras que descubre; el momento no es el más oportuno en mí para hacer de juez de paz, porque es el caso que acabo de sufrir uno de esos desengaños que hacen replegarse mecánicamente al alma, como huyendo de contactos venenosos. La filoxera, la maldita filoxera que despampanó mis majuelos y agostó mis viñas, dejóme en situación difícil, mermando los ingresos de mi alquería. Sufrieron los braceros la pérdida de jornales que cava, poda y vendimia les rendían, y como ellos quedé yo, con la agravante de tener que gastarme los dineros en el descepe y haber de continuar pagando una contribución crecidísima de viñedo por páramos y oteros carcajosos que sólo para malos centenos me servían. Ya barruntaba mi cerrado magín que esto último su remedio tendría, y así me lo dijeron el maestro y el secretario de Ayuntamiento cuando les consulté. Un expediente formado por y ante la Delegación de Hacienda de la provincia comprobando los hechos, por demás tristes, antes relatados, y se acabó; la cuota contributiva se rebaja, y á sembrar los campos de avena y á conformarse; que así lo quiso Dios y lo merecieron nuestras culpas. Y allá me fui y en la capital sufrí los vértigos de ese ruido desesperante que sale de todas partes y no radica en ninguna, y me congestioné en aquel aire almacenado en calles y plazuelas, que me parecía artificial y de tienda, y allí entré en los corredores laberínticos de unas oficinas, cuyas ramificaciones no tienen fin. ¡Dios, y qué penalidades pasé en ellas! Pregunté como un centenar de veces por la mesa y el empleado que necesitaba, y conté mi historia á todos y de habitación en pasillo y de pasillo en habitación, con mi cortejo de pullas y repulsas, llegué dando traspiés, y más beodo que en día de fun- 390 ETJIZ DE TUDANOA ción, á un empleado que oyó mi demanda y me dio una serie de instrucciones que ni entendí ni recordé al minuto. Creía yo que era tan sencillo decir al que administra estos asuntos: «Señor, yo tenía una viña que la filoxera me a)ú\^ó á descepar, pagaba por ella contribución de vifiedo, quiero pairar desde lioy contribución de tierra de secano de tercera clase, y i)ara que así sea comprobaré suficientemente estos extremos*. Pero, por lo visto, hacen falta más requilorios que para el trasquileo de un hatajo. Y para salir de apuros, tuve que dar con mis huesos, con tra mi voluntad, donde siempre, en el Poncio político, el diputado provincial, alimentando unos derechos que nos ahogan en esa red de caciquismo que nosotros mismos, en casos como el que narro y otros parecidos, alentamos. Porque es lo cierto, que el labrador sufre dos cánceres mortales, que no se atreve á extirpar por miedo á la operación: el usurero que le corroe el bolsillo y el político que le corroe la libertad. Mi diputado, que dice me quiere, y le tiene cuenta decirlo, se explayó en franquezas que me aterraron, convenciéndome de que los labriegos vivimos más inocentes que los recentales de nuestros apriscos. «No se consigue nada—me decía—porque aunque hay un derecho emanatlo, no sólo del sentido jurídico, sino de una ley promulgada con tal fin, en Hacienda hacen toda clase de obstrucciones y lo alargan indefinidamente para no mermar los ingresos fiscales; en cambio, ya ve usted, nuestro marqués, que usted tanto conoce, y cuyas dehesas, que por el i)ueblo de usted son tan famosas y le dan tanto dinero, está pagando contribución por la mitad tan sólo de sus propiedades, ocultando la otra mitad. Me volví á las oficinas, armé una escandalera á estilo de Alcalde, denunció al marqués firmando un escrito que me dijeron que era fiel trasunto de la denuncia verbal que estaba haciendo, falté al respeto y al rostro de un insolente que me denostaba como á una caballería menor, y me fui con mis iras á la Delegación entre dos municipales, que me dieron un hartazgo de pescozones. Ya estoy en casa, ya he respirado á pulmón lleno los aires de mis robledales, y ha rodado mi vista por las llanuras de mis sembrados, y ha disfrutado mi alma el balsámico reposo de mis campos; ya he aprendido que á un mal consuela otro mayor. Porque el hecho es que, mientras yo trasudé por la ciudad llegó al pueblo, con licencia de enfermo, un empleado do la Corte, oriundo do estos lares, y como avisado en cosas de expedientes, fuíme á 61 y le lloré mis cuitas, y con una expresión Ecos DEL CAMPO 391 de amarga sonrisa me contestó: «no se apure usted, que no es aquí sólo donde tales cosas suceden, ni es el borrego de las montaracías al que sólo se esquila; en el Ministerio de Fomento estoy yo y en mi oficina misma, que consta, para los efectos de sueldos de ocho empleados, sólo hay cuatro que vayamos y trabajemos, pues los otros cuatro acuden una vez al mes á firmar la nómina, nada más; y á pesar de ello, los ascensos que ha habido en estos días se los han dado á los cuatro que no trabajan, y nosotros, cargados con la labor de los ocho, obtenemos, como premio, dolencias como las que aquí me traen, para gusto y regalo de los protegidos. Respecto de su asunto, considérele usted perdido, en cuanto á la rebaja solicitada, y retire acto seguido la denuncia contra el Marqués; porque la primera no será concedida, pues la Hacienda no quiere perder ingresos, y la segunda no será atendida, porque la Hacienda no quiere acrecentar ingresos; y no demore efectuarlo si no desea lamentar una serie de males, que, como Dios á Egipto, envíe el marqués á la casa, bienes y familia que sus padres y trabajo obtuvieron para usted. Haga lo que yo hago: resignarme, despachar mis expedientes y los de mi vecino ausente y aguardar hasta que me arroje de allí la calentura, porque si no me arrojaría el Ministro, y éste es peor que aquélla, Y aquí estoy, mi buen amigo, bajo la campana de mi cocina, viendo retorcerse las nudosas cepas entre las llamas que calientan la cena pobre de mis hijos y quemarse las lozanías de una Nación entre el fuego de ambiciones insanas, que llegarán á consumirnos, después de hartarnos de podredumbres. Ruiz D E T U D A N C A . Abosado. l^J^Ori2ví.¿^CI02iTES CONGRESOS SOCIALES EN 1908 (CONTINUACIÓN) 1 1 Ci 1 1 Cl, Congreso nacional Italiano contra el analfabetismo A fines de Agosto se reunió en Aquila, bajo la presidencia del Sr. Rava, Ministro de Instrucción pública, un Congreso nacional contra el analfabetismo. Se habían recibido innumerables adhesiones de todas las provincias de Italia. Dos días duraron los trabajos de esta Asamblea, discutiendo y aprobando los congresistas numerosas conclusiones relativas al perfeccionamiento de las Escuelas primarias, á la reforma é inspección de las Escuelas normales, al laicismo en los Asilos infantiles y á la creación de una Federación del Magisterio. Congreso nacional italiano de industriales En 31 de Agosto se celebró en Plasencia (Italia) la sesión inaugural del Congreso de industriales italianos. Después de los discursos de rúbrica comenzó la discusión de los temas inscritos en el programa. El primero se refería á la acción social de las clases industriales y comerciales en relación con el movimiento obrero. El ponente Sr. Perotti, Secretario de la Sociedad Agraria de Plasencia, propone que se estudie la conveniencia de un acuerdo entre las Asociaciones patronales, al efecto de adoptar una acción común. El Congreso, en vista de ello, aprueba una moción concebida en estos'términos: «El Congreso, aplaudiendo el informe del ponente, hace I N F O E M ACIONES 393 votos porque los comerciantes y los industriales tomen parte activa en la vida pública y lleven á ella aquellos criterios de cooperación entre patronos y obreros, que son los únicos que pueden ser factores de progreso continuo y constante.» Se trató después de la necesidad de implantar medidas de carácter jurídico-social capaces de poner coto al enoarecimiento de los locales destinados á establecimientos comerciales é industriales; de la conveniencia de una legislación internacional sobre la letra de cambio, y de otras varias cuestiones de especial interés para los comerciantes ó industriales. El Sr. Aglieti propuso, y el Congreso aprobó, una moción, en la cual se solicita del Gobierno que reforme la Ley y el Reglamento de la Oficina del Trabajo, con objeto de que tengan en ella mayor representación que hasta hoy las clases industriales, comerciales y agrícolas. El descanso semanal fué objeto de discusión por parte del Congreso, que aprobó una moción, en la cual «deplora que la concesión relativa á la apertura de los establecimientos hasta las doce del domingo, siempre que informe favorablemente el Consejo municipal, se subordine en algunas partes á razones políticas, en vez de liacerlo depender del espíritu de la Ley y de las especiales circunstancias del comercio. Las demás conclusiones votadas por el Congreso revisten carácter exclusivamente comercial ó industrial. Congreso italiano de Ligas de resistenola Se reunió en Módena, en los primeros días de Setiembre, con asistencia de numerosos congresistas. Entre las conclusiones votadas por esta Asamblea deben mencionarse las siguientes: aprobando la obra realizada por la Confederación general del Trabajo, é invitando á esta última á proseguirla en interés de las clases proletarias; reformando los Estatutos en el sentido de admitir en la Confederación á las Sociedades autónomas que se sometan á las reglas contenidas en los Estatutos; disponiendo que la Confederación dirija el movimiento proletario industrial y campesino, haciendo caso omiso de opiniones políticas y ateniéndose únicamente á los intereses de las clases obreras, y declarando que debe abandonarse el principio de independencia política de las organi- 394 CONGRKSOS SOOIALRS EN 1908 zaciones obreras, puesto que, para la emancipación del proletariado, resultan igualmente eficaces la lucha económica y la lucha política, y conviene que los Sindicatos se pongan de acuerdo con los partidos políticos que acepten la lucha de clases, aun reservando é la Confederación general del Trabajo la organización de las huelgas. También se estudió en este Congreso el problema de los seguros sociales y el de los accidentes del trabajo. II Congreso de la Liga democrático-cristiana de Italia Se reunió este Congreso en Rimini en la primera decena de Setiembre. Entre sus conclusiones figuran las siguientes: «El II Congreso de la Liga democrática nacional, afirmando la importancia de la Asociación de Municipios italianos como medio eficaz de desarrollar la grandeza y la autonomía municipal, declara que los adherentes á la Liga, siempre que les sea posible, no solamente deben apoyar esta Asociación, sino procurar que ingresen en ella los Municipios. El II Congreso de la Liga democrática nacional, tomando nota de las conclusiones votadas en el VII Congreso nacional de resistencia, y manifestando su simpatía por estas conclusiones, hace votos por que la Confederación general del Trabajo se atenga á la neutralidad que sus Estatutos preceptúan, dejando á un lado aquellas afirmaciones que no se refieran á la obra política que pueden reclamar las clases proletarias de las distintas fracciones democráticas; se ratifica en su propósito de prestar efectivo apoyo á la Confederación, procurando que los obreros adquieran la necesaria educación general y técnica para que comprendan el valor del programa que desarrolla la Liga nacional en el campo de la Confederación del Trabajo». Esta moción se completó con otra que decía así: «El Congreso, al declarar que apoya á la Confederación del Trabajo, invita el Consejo Directivo de esta última á dictar reglas precisas para el movimiento proletario agrícola, y á procurar que aquellas Ligas que no puedan ingresar en las Federaciones nacionales y que tengan el propósito de mantener la unidad del movimiento proletario, ingresen en dicha Confederación.» INFORMACIONES 396 Semana Soeial italiana En la primera quincena de Setiembre se dieron en Brescia las conferencias que, con el nombre de Semana Social, exponen problemas de interés general. Entre los temas objeto de estudio por parte de los conferenciantes, hay que mencionar los siguientes: «El problema de los arrendamientos en la agricultura», por el Profesor Toniolo; «Los asalariados en la agricultura», por el Sr. Miglioli; «La enseñanza profesional», por el Doctor Bevilacqua, etc. Uno de los aspectos que ofreció esta Semana Social fué el mitin de señoras, al cual asistieron más de 300 damas, en el cual se trató, entre otras cosas, de la necesidad de que las señoras católicas se organicen para combatir el socialismo. X Congreso nacional socialista italiano Durante los días 19 al 22 de Setiembre estuvo reunido en Florencia el X Congreso nacional socialista. Desde el celebrado en Imola en 1902 se reúnen cada dos años, prolongándose desde entonces la discusión entre las opuestas tendencias que predominan en el partido socialista italiano: la reformista y la integralista. Después de los discursos de rúbrica, pronunciados en nombre del Ayuntamiento florentino por el Alcalde, y por Costa en nombre de los congresistas, se iniciaron los debates sobre temas principalmente políticos, sirviendo de base á los mismos las acusaciones formuladas contra la Junta directiva del partido, por su inactividad. Finalmente se aprobó un voto de confianza á la Junta directiva, y se pasa á las demás cuestiones del orden del día. Se discutió, en primer término, la conducta que debe seguirse con respecto al periódico socialista Avanti, cuya situación económica es crítica, acordándose nombrar una Comisión que proponga el remedio. Esta Comisión propone, y el Congreso aprueba, un aumento de las cuotas pagadas al partido, con objeto de enjugar el déficit producido en la administración del citado periódico. Se trató después de la actividad desarrollada en el Parlamento por los diputados socialistas. Con este motivo se 396 CONGKESOS 8001 ALES EN 1908 promovió un gran debate entre reformistas y sindicalistas, interviniendo en el mismo Montemartiui, Modigliani, Rigola, Chiesa, Salvemini, etc. Todos se ocuparon con las relaciones que deben existir entre el partido y la Confederación del Trabajo, llegando al fin á ponerse de acuerdo los diversos elementos y aprobándose, por 18.252 votos contra 5.927 de los intransigentes y 5.384 de los integralistas, las siguientes conclusiones: «El X Congreso hace constar con satisfacción que, merced á la influencia ejercida por los integralistas, el partido ha salido del triste periodo de discordias, estableciéndose relaciones de mayor cordialidad entre los compañeros; y, considerando que es oportuno y necesario que la Junta directiva del partido socialista, que es un partido de clase, coincida con la de los Sindicatos obreros, recuerda que éstos han rechazado claramente en su Congreso de Módena la doctrina y la práctica que tienden á reducir la acción del proletariado á continuos y estériles conatos de huelga general, siendo así que esta acción debe consistir en el constante desenvolvimiento de los organismos obreros y en la conquista del poder político. Recuerda además que los principios y los métodos del sindicalismo revolucionario se hallan en abierta contradicción con los principios y los métodos fijados por el Congreso de Genova de 1892 y desarrollados con posterioridad con arreglo á la experiencia adquirida por el proletariado, declarando, por lo tanto, que la doctrina y la práctica del sindicalismo revolucionario son incompatibles con los métodos y los principios del partido socialista. »E1 Congreso, ratificando las conclusiones del Congreso internacional de Stuttgart, en virtud de las cuales la actividad del partido debe desarrollarse en la esfera de la lucha política, y la de los Sindicatos en la esfera de la lucha económica de la clase obrera, no cumpliendo estos últimos su verdadera misión en la lucha por la emancipación de los trabajadores sino informándose en un espíritu eminentemente socialista, afirma que el partido socialista italiano debe mantener relaciones más íntimas con la Confederación del Trabajo, á quien corresponde velar por la disciplina del movimiento obrero y apelar á la solidaridad proletaria, y hace votos por que se creen órganos da relación permanente, entre los representantes del partido y los de las organizaciones proletarias confederadas para fines electorales y con objeto de que las candidaturas se formen sin acarrear daños á la unidad proletaria. »Considera además que la huelga general es un arma peligrosa en el actual momento histórico, por los daños inme- INFORMACIONES 397 diatos que produce y porque aparta al obrero de la obra paciente de organización, de perfeccionamiento y de conquista gradual. Afirma que la huelga general podrá ser eficaz, como razón suprema del proletariado, si se combina con la acción socialista en los Poderes públicos, cuando el progreso del proletariado se halle bajo la amenaza de la reacción, y que la huelga, limitada á una localidad ó á una clase de obreros, puede utilizarse, en caso de excepcional gravedad, para la defensa de los intereses proletarios locales ó de clase. »Considerando también que la huelga en los servicios nacionalizados ó municipalizados representa, no ya la lucha del proletariado contra una Empresa capitalista privada, sino el hurto de una clase en perjuicio de la colectividad, cuyo éxito es difícil, es de parecer que debe aconsejarse á los adscritos á servicios públicos que no declaren la huelga sino por razones poderosas y cuando hayan fracasado todos los demás medios. »Considerando además que, en las condiciones actuales de la sociedad, los empleados en servicios públicos no dispo nen de ningún otro medio decisivo para garantizar la defensa de sus derechos, y que en los momentos decisivos de la historia la suspensión de los servicios públicos es una de las armas más eficaces de que puede valerse el proletariado para desorganizar la defensa del Gobierno, cree que es peligrosa toda disposición que tenga por objeto incluir en la legislación el principio de la abolición del derecho á la huelga, y . afirma, por lo tanto, la necesidad de rechazar cualquier tentativa en este sentido. »El Congreso declara, á más de todo esto, «que, para conseguir dentro de la esfera política aquellas reformas que pueden activar la marcha ascendente del movimiento obrero, es incongruente la acción puramente negativa y de constante oposición que, según sus contrarios, no conduce más que á exasperar los ánimos y á demostrar la absoluta esterilidad de los Poderes públicos que detenta la burguesía». »Que, por lo tanto, no se opone en modo alguno á los principios ni á los métodos socialistas el actuar en contra de lo propuesto por una política de prejuicio, que en los momentos actuales detendría la obra de reforma de los organismos del Estado, de los Ayuntamientos, de la Oficina del Trabajo, etc., al efecto de realizar una obra positiva, encaminada á obtener posiciones cada vez más ventajosas, como ya se dice en los Estatutos de la Confederación general del Trabajo. »Que, esto no obstante, la acción electoral y parlam^n- ,'JÍ)<S CONGRESOS SOCIALES EN 1908 taria, que no se pi-opoue la participación en el Grobierno, debe diferenciarse siempre de la de los reformistas burgueses, aun estando momentáneamente aliados, poniendo de relieve las características de finalidad y de método, para indicar siempre los anta<^onismos mientras subsista el privilegio de la propiedad capitalista. »Que, además, el partido debe proponerse completar el grupo parlamentario con representaciones directas de los organismos proletarios. »Por lo que liace ¡i la táctica parlamentaria, el Congreso ratifica la autonomía de los Colegios, con la condición de que sea excepcional el apoyo que se preste á candidaturas no socialistas. P o r lo que se refiere al programa electoral, afirma que el programa máximo del partido es la ])remisa necesaria de un programa mínimo que aspire á mantener el carácter socialista. »E1 Congreso recuerda que, sin renunciar á otras reformas eventuales, cuando se presente la ocasión de las mismas, el partido debe proponerse para la próxima legislatura un programa mínimo de inmediata realización, á saber: legislación del trabajo (asistencia á las madres, seguros de invalidez y ancianidad de los obreros, etc.); abolición del impuesto sobre los cereales; impuesto progresivo; sufragio universal; reducción del servicio militar; oposición á todo aumento en el presupuesto de Kuei'ra; reforma, ampliación y completa laicisación de la escuela j)rimaria. »En cuanto á la táctica parlamentaria, el Congreso declara que el grupo parlamentario debe unirse á los representantes del partido y de la Confederación del Trabajo cuantas veces deban adoptarse deliberaciones importantes.» U n a vez aprobadas estas conclusiones, los trabajos del Congreso quedan virtualmente terminados, y la mayor parte de los temas no discutidos todavía se envían á la nueva J u n t a directiva. La última sesión se celebró el 22 de Setiembre. I Congraso de Hermandades de c o l o n o s italianos E n la segunda quincena de Noviembre se reunió en Bolonia el I Congreso de Fratellanze coloniche, ó sea de las organizaciones autónomas de colonos de Romagna. A esta Asamblea asistieron más de 2.000 campesinos. Solamente de la región de Imola llegaron 800. E l Presidente del Congreso, Alfonso F a u t i , Secretario INFORMACIONES 309 general de la Federación, expuso el estado moral y económico de ésta, diciendo que la forman 15.000 asociados, cuyas cuotas se abonan con regularidad. Propuso que se elevasen estas cuotas a una lira, con objeto de poder atender á las necesidades de la propaganda. Entre las conclusiones de la Asamblea merecen mencionarse las siguientes: creando un periódico semanal, órgano de la Federación; acordando que ésta tome parte en las luchas políticas para hacer frente á posibles enemistades; decidiendo crear un almacén cooperativo de consumo que dé idea á los socios de las ventajas de la cooperación, etc. Varias conclusiones se refieren á la organización de los colonos en relación con las demás clases sociales. Dicen así: «Considerando que el movimiento de los colonos, encaminado á mejorar sus condiciones, no es más que un aspecto de la acción más compleja y más amplia que van desarrollando las clases obreras para obtener su progreso social; considerando que si desde un punto de vista general, los intereses de los colonos y de los demás obreros del campo coinciden, desde un punto de vista particular, á causa del antagonismo procedente de las radicales diferencias económicas entre unas y otras clases de obreros, exigen métodos diferentes de lucha y de propaganda, y, por lo tanto, autonomía en la organización, »El Congreso afirma expresamente el derecho y el interés de los colonos á organizarse en Asociaciones autónomas: es de parecer que la acción de las Hermandades debe desenvolverse de modo que favorezca los intereses generales, de acuerdo con las demás clases de obreros, entablando con ellas relaciones constantes, y se compromete á introducir en los contratos de colonización aquellas modificaciones que puedan ser útiles al progreso agrario y á la mejora de las condiciones de los obreros, de modo que se supriman los antagonismos entre éstos y los colonos y todos cooperen al fin supremo de la unidad moral y de la solidaridad de las clases trabajadoras». « • * 400 CONGRESOS SOOIAT.RS EN 1908 IPrctixoia, V Congreso nacional del partido cociaiista f r a n c é s El 15 de Octubre se inauguró en Toulouse el Congreso que anualmente celebra el partido socialista francés, con asistencia de la mayor parte de los Diputados del partido y de considerable número de Delegados. Como el objeto principal del Congreso era el debate entre los reformistas y los radicales, los asuntos que figuraban en primer término en !a orden del día se despacharon con cierta rapidez. Tan sólo la Memoria del Consejo nacional acerca de la situación del partido suscitó alguna que otra observación, por entender algunos de los presentes que no es tan próspera como se dice. En la Memoria del grupo parlamentario so hace constar que, mientras la cohesión socialista se afianza cada vez más, en la Cámara de Diputados los resultados obtenidos han sido escasos, y el ministerio Olemenceau ha conseguido unir á todas las fracciones contra la compuesta por el grupo socialista. M. Vaillant leyó la moción presentada por él á la Oficina socialista internacional, en la cual, después de breve preámbulo, se decía lo siguiente: «Al afirmar de nuevo que el socialismo y el proletariado organizados son las únicas fuerzas eficaces de la paz internacional, la oficina socialista invita al partido socialista de todos los países ¿ r e d o b l a r su vigilancia, su actividad y sus esfuerzos, y encarece á los Comités directivos y administrativos, á los grupos parlamentarios, etc., á que busquen, de acuerdo con la Secretaría de la Oficina internacional, los medios prácticos nacionales é internacionales que, aplicados, puedan, según los casos y las circunstancias, prevenir la guerra y mantener la paz.» El Congreso aprobó la moción Vaillant, pasando á la orden del día. Comienza el debate con las mociones presentadas por M. Varenne en nombre de la Federación ce la Cote d' Or. He aquí estas mociones, de carácter francamente reformista. «Primera.—Considerando que el partido socialista ha inscrito á la cabeza de sus principios la conquista de los Po- INFOBMACIONES 401 deres públicos; considerando que en un país de democracia y de sufragio universal la conquista de los Poderes públicos supone necesariamente la acción electoral en todos sus grados; considoraado que el partido no ¡lodría, pues, sin renunciar á sus principios, desinteresarse de las luchas políticas y de la acción electoral, »E1 Couí,a-eso recuerda que el partido socialista, el cual tiene por objeto la socialización de los medios de producción y de cambio, se propone, como primer medio, la conquista de los Poderes públicos mediante la práctica legal del sufragio universal, y que toda acción antielectoral y antiparlamentaria debe condenarse, por ser contraria á los priacipios y á la táctica del partido. Segunda.—Considerando que el partido socialista es necesariamente republicano, por ser la República el régimen más favorable á su desarrollo y por no ser el socialismo sino el fin natural de la República; considerando que la lealtad republicana del partido socialista, puesta en duda por adversarios de mala fe, debe afirmarse por-medio de reglas generales inequívocas que precisen su táctica electoral; considerando que, después de haber afirmado su doctrina propia en el primer escrutinio, el partido socialista no debe abandonar la lucha en el segundo: »1." Porque el papel del partido no termina cuando carece de candidatos que le representen, sino que debe ser guía natural de los trabajadores en todas las l u d i a s políticas; »2.'' Porque la falta de indicación suficientemente clara tendría, aun contra la voluntad de los militantes, un sentido reaccionario, ó á lo menos, equívoco, en el espíritu de los obreros, y perjudicaría á la propaganda y al ulterior reclutamiento del partido, »E1 Congreso, resuelto á respetar leal y escrupulosamente la disci¡)lina republicana, decide que los candidatos del partido que obtengan minoría de votos en el primer escrutinio renunciarán siempre en favor de los candidatos pertenecientes á los partidos de la izquierda designados por el sufragio universal, con la sola condición de que estos partidos pongan en práctica la misma disciplina, con respecto á los candidatos socialistas. E n este caso, el partido entero luchará por el triunfo del candidato designado y por la derrota de los partidos reaccionarios. » Tercera.—Considerando que el partido socialista h a inscrito en su programa un conjunto de reformas que pueden realizarse inmediatamente, algunas de las cuales también figuran en el programa del partido radical; considerando que las reformas, y a amplíen el patrimonio de las libertades 402 CONGRESOS SOCIALES EN 1908 políticas, ya mejoren Ja situación de los trabajadores, aportan á la clase obrera nuevos medios de lucha para su emancipación y deben apresurar el momento de esta emancipación, »E1 Congreso resuelve que los elegidos del partido en las Asambleas deliberantes, aun t«niendo como primer deber rechazar todo compromiso con los partidos conservadores y reaccionarios, están obligados, por su mismo programa, á reservar su concurso, con toda independencia y autonomía, á los partidos reformistas y democráticos.» El autor de estas mociones las defendió en un discurso, que fué bien acogido por la mayoría de los congresistas. Le siguieron en el uso de la palabra M. Poulain, en nombre de la Federación de las Ardenas, para atacar las tendencias representadas por Hervé y sus amigos; M. Bretón, Diputado del Cher, para defenderse de las acusaciones de connivencias con los partidos burgueses que le habían sido dirigidas. Gran parte de los oradores que intervinieron en estas primeras sesiones protestaron asimismo de la tendencia anarquista que querían dar algunos al partido socialista, y pidieron «que se cerrase la puerta al anarquismo». M. Jaurés presentó durante la torcera sesión, en nombre de la Federación del Tarn, una declaración concebida en estos términos: «El partido socialista, salido de la clase obrera y de la revolución social, persigue la conquista del Poder político, para la emancipación de los proletarios, mediante la destrucción del régimen capitalista y la supresión de las clases sociales. Recuerda sin cesar al proletariado, por su propaganda, que no obtendrá la salvación y la libertad completa sino en el régimen colectivista ó comunista; lleva esta propaganda á todas partes, para suscitar el espíritu de reivindicación y de combate. Promueve en la clase obrera un esfuerzo cotidiano, una acción continua para mejorar sus condiciones de vida, de trabajo y de lucha, para conquistar nuevas garantías, nuevos medios de acción, precisamente porque es un partido de revolución, precisamente porque no le detiene en su incesante reivindicación, el derecho, caduco á sus ojos, de la propiedad capitalista y burguesa. »Es el partido más esencialmente, más activamente reformador; el único que puede llevar su acción hasta la reforma total; el único que puede dar pleno efecto á cada una de las reivindicaciones obreras; el único que puede hacer que cada reforma y cada conquista se convierta en punto de partida de reivindicaciones más amplias, más extensas y más INFORMACIONES 403 atrevidas. Y cuando indica á la clase obrera, con la utilidad, la necesidad de cada reforma, los límites que le impone el medio ambiente ca])italista, no es para a|)artarla del esfuerzo inmediato de rr-aUzación, aino para llevai'la á conquistar reformas nuevas y para hacerla presente y sensible la nece sidad de la reforma total, de la transfnnnnción decisiva de la propiedad. »Esta transformación se está preparando mediante el movimiento mismo de las fuerzas productoras, la evolución de la forma de producción capitalista, su extensión á todas las partes del mundo, la a(!umulación y la concentración de capitales; los progresos de la Mecánica y de la Técnica, al poner á la disposición de la Humanidad fuerzas de producción capaces de proveer ampliamente á todas sus necesidades, hacen posible la emancipación de la clase asalariada por medio de la toma de posesión de los medios de producción y de cambio, que actualmente funcionan á beneficio de u n a pequeña minoría de individuos, y que entonces se aplicarían colectivamente á satisfacer las necesidades de la colectividad. »Paralelamente á este movimiento de las fuerzas productoras, debe desarrollarse un inmenso esfuerzo de educación y organización del proletariado. »Por esta razón, el partido socialista reconoce la esencial importancia de crear y desarrollar organismos obreros de lucha y de organización colectiva (Sindicatos, Cooperativas, etc.), elementos necesarios para la transformación social. »El proletariado progresa y se liberta por su esfuerzo directo, por su acción directa, colectiva y organizada, sobre los patronos y los Poderes públicos; y esta acción directa llega hasta la huelga general, empleada en la defensa de las libertades obreras amenazadas, en las grandes reivindicaciones obreras y en todo esfuerzo de conjunto que tienda á la expropiación capitalista. »Como todas las clases explotadas, el proletariado afirma su derecho á recurrir, en último término, á la fuerza insurreccional; pero no confunde los grandes movimientos colectivos, que sólo pueden proceder de u n a emoción general y profunda del proletariado, con escaramuzas en las cuales los obreros se lanzasen á la ventura contra todas las fuerzas del Estado burgués. »Se dedica, con esfuerzo deliberado y constante, á la conquista del Poder político; opone á todos los partidos burgueses, á sus programas retrógrados ó fragmentarios, la plena afirmación colectivista ó comunista, y considera que es deber esencial de sus militantes trabajar, mediante la acción 404 CONGRESOS SOCIALES EN 1908 electoral, por aumentar el poder parlamentario y legislativo del socialismo. Esta moción permitió á M. Jaurés pronunciar un extenso discurso defendiendo la necesidad de un acuerdo con los partidos radicales y la de votar, como declaración del partido, las conclusiones que antes se han traducido. Hubo después un lar^o debate, en el cual se lanzaron ataques violentos contra los representantes del grupo Hervé, de tendencias anarquistas, y se acordó que la Comisión de redacción formulase las conclusiones del Congreso. Así lo hizo en la última sesión, celebrada el 19 de Octubre, quedando aprobada por unanimidad la moción Jaurés, que se convirtió, por virtud de este hecho, en declaración del partido. (Continuará). NOTA IMPORTANTE.—Con objeto de ofrecer á nuestros asociados y amigos un aumento considerable en el texto de la líKVlSTA, que nos permitirá dividir ésta en dos tomos anuales, de unas .500 páginas cada uno, la llelación de miembros del Patronato Social de Buenas Lecturas sólo se insertará al final de semestre, ó sea en los números de Junio y Diciembre, que cierran los volúmenes. Tipografía de la R E V I S T A CATÓLICA D E CUESTIONES SOCIALES.