CENTRO DE ESTUDIOS DE NARRATOLOGÍA 1 , f ARRATOLOGIAS , (post) CLASICAS Textos literarios, dramáticos y cinematográficos de la cultura contemporánea Ed. Daniel Altamiranda Daniel Altamiranda - María GabrieÍa Barbara Cíttaruní ­ Diana Battaglia • Susana E. Bonitado - María Luísa de Luján Campos - Daniel Alejandro Capano - Cristina Andrea Featherston • Roxana Gardes de Fernández - Zara ida González Arríli ­ José E. Kameniecki - María del Valle Manrfquez ­ Norma Pérez Martfn - María Lucia Puppo - Diana B. Salem EDITORIAL DVNKEN Buenos Aires 2009 196 MARIA LUCiA 1'U1'l'O Pozuelo Yvancos, José María. "Lírica y ficción". Teorías de la ficci6n literaria de Antonio Garrido Domínguez, comp. Madrid: Arco Libros, 1997. 241-68. -. "Pragmática, poesía y metapoesía en "El Poeta" de Vicente Aleixandre". Teor(as sobre la Urica de Fernando Cabo Aseguinolaza, comp. Madrid: Arco Libros, 1999. 177-201. JAVIER lVIARÍAS: LOS ENTRESIJOS DE LA (AUTO)FICCIÓN Diana B. Salem Centro de Estudios de Narratolog(a Prado Biezma, Javier del. Teoría y práctica de la funci6n poética: poesía siglo XX. Madrid: Cátedra, 1993. No es un hecho casual que el campo de la ficción haya sido "contaminado" por una práctica autobiográfica que descree de sus propios limites al tiempo Puppo, María Lucía. La música del agua. Poesía y referencia en la obra de Dulce que se tiñe de una referencialidad explicita hada la vida del escritor. No es ca­ Marfa Loynaz. Buenos Aires: Biblos, 2006. sual debido a la exposición desmesurada hasta de aquellos autores que intentan - . "Ficción, dicci6n, lírica y relato en Solos y solas (2005) de Tamara Kamen­ esconder o resguardar BU intimidad en entrevistas, pero que no dudan en reve­ sain". Creación y proyección de los discursos narrativos. Actas del Cuarto larla en el campo literario. encubriendo muchas veces la identidad nominal. Simposio Internacional del Centro de Estudios de Narratolog(a "Mignon D. El interés creciente por las diferentes formas del relato autobiográfico, pre­ de Rodríguez Pasqués" de Daniel Altamiranda y Esther Smith, eds. Buenos tendidamente no ficdonales, que se caracterizan por su excentricidad genérica,l Aires: Dunken, 2008. 479-86. ha encontrado en la autoficcíón ese hábil cuestionamiento de la práctica de la Rodríguez, Antonio. Le Pacte I¿yrique. Configuratíon discursive et interaction autobiografía, una modalidad empleada por cada vez mayor número de textos a.ffective. Líeja: Mardaga, 2003. escritos por autores contemporáneos, textos inclasificables que desbordan las fronteras de la ficción. Al hablar de la lábil y huidiza autoficción, es preciso Salem, Diana (2008), "Anuro Carrera: poesía y lectura autobiográfica". Cre­ ponerse de acuerdo sobre la manera de interpretar algunos textos complejos ación y proyección de los discursos narrati:vos. Actas del Cuarto Simposio para caracteriz.arlos, puesto que participan de una hibridaci6n genérica: ¿pacto Internadonal del Centro de Estudios de Narratologla "Mignon D. de Rodrí­ autobiográfico o pacto ficdonal?, o ¿pacto autobiográfico y pacto fícciona11 guez Pasqués" de Daniel Altamiranda y Esther Smith, eds. Buenos Aires: Dunken, 2008. 501-08. Dice Lejeune que, en años posteriores a MOl aussi, estudió esos casos lí­ mite: la autobiografía que parece una biografía (relato en tercera persona), la Schaeffer, Jean-Marie. Qu1est-ce qu'un genre littéraire? París: Seuil, 1989. biografía que parece una autobiografía (memorias imaginarias). todos los casos Schettini, Ariel. "El día de un poeta" en "Radar libros". Página/12 donde un mismo yo abarca muchas instancias (historia oral, entrevistas, textoS (13/06/04). escritos en colaboración, etcétera), las producciones que asocian e11enguaje, Slinn, E. Warwick. "Poetry and Culture: Performativity and Critique", New capaz de decir "yo" a un medío que es menos capa~, como la imagen; la mezcla Literary History 30,1 (1999): 57-74. de autobiografía y novela Cautoficci6n). Notemos cómo ha progresado la pri­ Ubersfeld, Anne. Semiótica teatral. Madrid: Cátedra, 1989. migenia idea de Lejeune, quien consideraba improbable la autoftcci6n, puesto que no coincidía la identidad del autor con la del personaje, condición de un postulado de la autobiografía. En el caso de la autoficci6n, puesto que casi todos los textos que emplean esta modalidad son leídos como autobiografías, Lejeune propone adoptar el punto de vista del lector: ..... mut analyser partir de la réception" (Signes de vie 25). Curiosamente, en el texto dtado, el creador de la APA (Association pour l'autobiographie) hace una revisión rigurosa de sus anteríores publicaciones, donde examina muchos de los conceptos vertidos y a l MDunir Laouyen uti!i~a la denominación de "excentricidad genérica" para los textos autobiográficos transgresores que necesitan ubicarse dentro de una categoría. 198 DIANA 8. SALI!M JAVIER t.IAlÚAS, LOS BNTlU!SI.IOS DI! LA (AUTO)FICClÓN considerados por la crítica y a los que posteriormente rechaza con énfasis. l De ahí que concluya aseverando que la autobiografía no es un caso particular de novela ni lo inverso. ambas son casos particulares de la puesta en relato. Yen el plan de las rectificaciones, una cuestión candente como la del nombre propio considerada en El Pacto autobiográfico un asunto de todo o nada (una identidad es o no es), es modificada en "Le pacte autobiographique" (bis)} Moi aU$si, mostrando las ambigüedades y transiciones que pueden existir. Los franceses se atribuyen la creación del vocablo, después de que Serge Doubrovsky lo empleara en la contratapa de su libro Fíls 3 en 1977, al sugerir una síntesis entre autobiografía y ficción. Es interesante señalar que ]a expre­ sión se debe a alguien que participa de la práctica de la escritura y de la critica universitaria, por lo que tiene plena conciencia de los limites de toda escritura autobiográfica. Aunque los españoles han teorizado ampliamente sobre autoficci6n prefie­ ren hablar de autonovela y los anglosajones de fatuon: fact and fiction. Una de las designaciones más acertadas de esta práctica lu'brida es creaci6n de la teóri­ ca alemana Sabine Schlickers. quien habla de auto(r)ficción, por la metaléptica inscripción del autor en su mundo narrado.4 También Doubrovsky, además de su controvertida autoficci6n, acuña un término ligado a la sexualidad, fruto de su postura psicoanalítica: autofricci6n. s Algunas de las reticencias a aceprar esta modalidad se sustentan en que su origen proviene de una práctica novelistica más que de un marco teórico. De todos modos, la incapacidad de los discursos de explicar la vida que se narra, el interés actual por formas discursivas pretendidamente no ficciona1es que se presentan como verdad como el diario íntimo, las cartas, autobi.ografías, biografías, llamados textos "sospechosos literariamente", han cambiado las: nociones de literariedad y ficdonalidad. Para Ángel Loureiro existe una ética de la autoescritura como un aL'tO en el que elyo se constituye como respuesta al otro, puesto que "toda autorreflexi6n supone una duplicación del yo que pasa inevitablemente por el otro, con lo que la búsqueda de la verdad interna se convierte en un ejercicio infinito que no va directamente del yo al yo, sino que tiene que pasar siempre por el otro ..... lEn IJautobiographie en France, Lejeune sostenía que la autobiografla no es más que una ficción producida en condiciones particulares, y asimilaba relato a ficción. Hoy, dice, "sé que poner la vida en relato es simplemente, vivir. Somos hombres-relato" (Signes de vil! 17). 3 Ambigüedad que remite al doble significado en francés: hijo e hilo. ~http;l/www.fblO.uni-bremen!delautofikljon¿ªbstracts.asRx ; Encuentros, hilos (fiIs) de palabras, aliteraciones, asonancias, disonancias, escritura concreta, como la música. O aún, autofricci6n, pacientemente onanísta, que espera ahora compartir su placer. (Conrraporrada) 199 (146). El desplazamiento de un modelo epistemológico (autobiografía como reproducci6n de lo vivido) a un modelo performativo (autobiografía como au­ tocreac:ión por medio de la. e.scritura) y la presencia de discursos heterogéneos que se muestran como reflexiones metaficcionales, revelan la inestabilidad de la autobiografía como género. 6 hablar de autoficción, Doubrovsky quería cuestionar la "práctica inge­ nua de la autobiografia", como ya lo había hecho el análisis del relato al poner en duda la cuestión de la "verdad" en autobiografía. Dice en la contraportada de su libro: "Mutobiografía? No, es un privilegio reservado a los grandes de este mundo, en el ocaso de su vida y en un bello estilo. Ficción, de aconteci­ mientos y de hechos estrictamente reales. Sí se quiere, autoficclón, por haber confiado el lenguaje de una aventura a la aventura del lenguaje, fuera de la sabiduría y fuera de la sintaxis de la novela tradicional o actual..."1 La autoficci6n, entonces, es un relato que se presenta como fícción, pero con la apariencia de autobiografía pues corrobora el pacto nominal establecido por P. Lejeune (identidad de autor, personaje y narrador). La contradicci6n con­ siste en que transgrede el principio de distanciamiento entre autor y personaje que rige el pacto novelesco, y el principio de veracidad del pacro autobiográfico (Manuel Alberca), B Se trata de relatos aparentemente autobiográficos que tie­ nen un'pacto de lectura ambiguo, ficticio y verdadero simultáneamente. Lla­ mado también subgénero híbrido, es un texto fronterizo y será el lector, quien decida al buscar datos extratextuales del autor, cómo leer algunos textos. Lejeune define la autobiografía como un relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poníendo énfasis en su vida indi­ vidual y, en particular, en la historia de su personalidad (La autobiografta 48) y la autoficdón como la palabra que designa el espacio entre una autobiografía que no quiere decir su nombre y una ficción que no quiere librarse de su autor ("Pour l'autobiographie" 23) En el análisis de Laurent Jenny, uno de los aciertos de Doubrovsky fue el de haber ligado la suerte del género a las consíderaciones de estilo. En este • "Autobiografía: el rehén Singular y la oreja invisible", http://bibliotec:a.yniye.rsia. net/keywordslAutobiografla,hnnl 7 "Alltobiographie? Non. Fiction, d'évenements et de faits strictement rée1s. Si l'on veut, autofiction, d'avoir confié le IlIngage d'une aventUre al'aventUre d'un langag1!: en liberté" (Contraportada,). Para lsabelle Grell, «L"auteur de Fíls semble véritablement s'tre ingénié ti passer au travers de.s m ames du filet théorique tissé dans Le Pacte autobiographiqull! Ayant déjoué toutes les étiquettes précom;ues, iI peut inaugurer la sienne propre et la porter di­ rectement sur soi, avec: c:ette inscription sur la quatrieme de couverture ". a Para Alberca, la autoficción. supone un desafío a los principios de la narratologia tradicional, al haber roto el principio de separa.ci6n entre el yo de la enunciación y el yo narrativo de la ficción. 200 DIANA B. SAl.l!M JAVlER MARtAs, LOS BNTrulSLlOS DE LA (AUTO)l'1CCIÓN sentido, la metamorfosis de autobiografía en auto ficción podría derivar tipo de lenguaje empleado. Independientemente de la veracidad de los hechos contados, ciertos caracteres estilisticos del discurso bastan para crear un efecto deficci6n, puesto que para Doubrovsky, la autoficd6n se define por un rechazo del estilo literario, por una libertad de escritura, casi infra literaria. Desde este concepto, para escribir una autoficd6n no haria falta tener una vida intere­ sante ni talento literario, sólo espontaneidad, lo que convierte la autoficción en la "autobiografía de todos". Escritura deudora del método de asociación libre del psicoanálisis freudiano, el mismo Doubrovsky da un ejemplo de una representación de una sesión psicoanalítica en inglés, en su novela Pils, escrita en francés, que se cruza con el relato de un curso sobre Fedra y mÚltiples aso­ ciaciones libres que retornan a su vida. de una "autobiografía postanalítíca" y quería responder al desafío de escribir después y con Freud. El vocablo autoficción, según Colonna, reposa sobre un malentendido por lo que puede parecer impropio para nombrar textos muy alejados de la autobiografía, ya que es una forma literaria en la que prevalece la ficción, pero sólo contamos con ese término para definir una práctica que en Fils era mucho más ficticia de lo que pensaba su autor.1l Revelándose como ficticia la autoficción, el relato gana, podría decirse, estatuto literario. Como sostiene Genette en Ficción y dicción, la ficción es un criterio suficiente de la literariedad de un texto, puesto que todo relato ficticio es también un relato literario (65). La selección necesaria de la memoria trai­ cionaría lo vivido, pero esto no ,basta para convertir el relato autobiográfico en ficción. Para Genette, escribir sobre uno mismo es fatalmente una invención de uno mismo. Para no confundir autoficción con novela en primera persona, hay que recordar que se asume como un relato de hechos y no como una historia imaginaria. Más precisamente, la autoficción sería un relato de apariencia autobiográfica donde el pacto autobiográfico se ha falseado por inexactitudes referenciales. Algunos autores, como Philippe Gasparini, equiparan autoficción con novela autobiográfica; para Manuel Alberca, en cambio, no deben confundir­ se porque en las novelas autobiográficas el autor se encarna en un personaje novelesco o aprovecha para la trama su experiencia vital suficientemente distanciada y cambiando de identidad. Aunque haya datos y episodios de la vida del autor, no debería considerársela autoficción desde el momento en que un nombre propio, distinto al del autor impide en principio la representación autofíccional. Igual que Alberca, algunos autores como Dorrit Cohn estable­ cen una frontera entre discurso referencial y ficción y proponen basarse en el indicador onomástico, tal como lo recomienda LejeuneP Para Marie Darrieussecq, la autoficdón es un relato en primera persona que se presenta como ficticio, pero donde el autor aparece homocüegétícamente Marie Darrieussecq, crítica literaria que ha escrito sobradamente sobre autoficcí6n, ahora psicoanalista, otorga al género una utilidad terapéutica al afirmar que no habría tenido la audada de escribir ficción sí la terapia no la ayudaba a remontar el drama famílíar: "Se puede escribir del lado de la ficción o de la autobiografía, lo esencial es despegarse de uno mismo" ("Etre libéré de soí" 5B).~ Para la autora, no hay dudas de que la autobiografía no es más que una tentativa de acceder a una sinceridad imposible frente a la resistencia del recuerdo y del yo como referencia inasible ("L'autofíction, un genre pas sérieux" 377). Para oponer los estilos de la autobiografía y de la autoficción, Doubrovsky sostiene un tanto ligeramente, que en la autobiografía, el sujeto conduce la historia con el control de su conciencia, mientras que la autoficción funcionaría como una autobiografía del inconsciente. Alejada la propuesta de Doubrovsky y de sus criterios estilísticos, yen una enunciación referencial que se impuso en los últimos años, la autobiogra­ fía se transforma en autoficción en fundón de su contenido y de la relación de ese contenido con la realidad. Una de las definiciones de mayor alcance y utilización es la que propone Vincent Colonna, ahijado académico de Genette: "autoficci6n como la ficdonalizadón de la experiencia vivida". Un escritor, dice, se inventa una personalidad y una existencia pero conserva su identidad real: su verdadero nombre. Se presenta siempre como un relato de hechos y no como Una historia imaginaria y borra de ese modo las pistas entre ficción lo y realidad. Colonna sostiene, además, que la autoficci6n es la versi6n pos­ moderna de la autobiografía y que Doubrovsky se había planteado el proyecto L<I ficción, para mí, dice lo real. Todos mise libros son novelas muy autobiográficas. IOTal es el caso de Borges, en algunos de sus cuentos, o Vargas Llosa que aparece por ejemplo en La tía Julia y el escribidor, como Vargas o Varguitas. Bllector, ávido de confiden­ cias, será quien decida, en suma, la sinceridad del texto y del auto!. 9 201 II Colonna cita otro malentendido teórico: el de la mise en uoyme:, que reposa sobre una falsa analogía, ya que en el arte heráldico ningún blasón se refleja verdaderamente, tal como lo creía Gide (23). 11 Dorrít Cohn adopta una posición muy sensata, según Schmitt, relativa a la imposi­ bílidad de una lectura simultánea, tal como propone Gasparini, al constatar que los relatos en primera persona no se leen habitualmente como semi-autobiografías o semi-novelas, sino que se reciben como autobiografías o novelas, independientemente de la intendOO del autor. Diferente es la p~s1;1lra de Kate Hamburger, que excluye del campo fíccional todo relato en primera persona, omitíendo el hecho de que ciertas autobiografías están escritas en tercera persona, o que la carga referencial de ciertas novelas es más importante que su contenido imaginario (Cfr. "La perspective de la autonarration" 21). 1 : JAVIE.R MAJdAs, LOS BN1RESIJOS DE LA. (AIITOjFiCCIÓN 202 203 DIANA ll. SALBM con su nombre propio y donde la verosimilitud es una apuesta que se mantie­ ne por múltiples "efectos de vida" (es decir, efectos de realidad que tienden a hacer creer al lector que lo que va a leerse es la vida del autor, "L'autofiction, un genre pas sérieux" 370). La propuesta de Darrieussecq es hacer entrar la autoficción en el dominio de la novela en primera persona y no en el dominio de la autobiografía. Dice que la diferencia fundamental entre autobiografía y autoficción es que esta última va voluntariamente a asumir esa jmpo~ible reducción de la autobiografía al enunciado de realidad, biográfico, científico, histórico, en fin, objetivo. La autoficción va a asumir esa imposible sinceridad e integrar la parte de ficción debida en particular al inconsciente (377). La ambigüedad de la autoficción proviene de su sÍtuadón fronteriza en­ tre novela autobiográfica (relato ficticio) y autobiografía (relato real). Puede esconder un relato autobiográfico bajo la denominación de novela, o simular que una novela parezca una autobiografía sin serlo (Alberca). Cuando en Ro/and Barthes por Roland Barthe.s, su autobiografía intelec­ tual, el crítico pone como epígrafe las siguientes palabras: "Todo esto debe ser considerado como algo dicho por un personaje de novela", está de antemano rompiendo con las reglas del pacto autobiográfico, pero al pasar las páginas podemos ver fotografías de su madre, de él mismo en distintos momentos de la infancia, dando clases, escribiendo. Si el texto fuera ficción, como procla­ ma, ¿para qué reafirmarlo por medio del epígrafe?13 Retomamos, entonces, la definición de Colonna: autoficción como fkcíonamadón de sí. En este caso, la ficcionalización no está puesta en el contenido de la histeria sino en la enun­ ciación del recuerdo (Laouyen, S). Genette, por su parte, cree que Barthes ha hecho un declaración de un verdadero contrato de ficción, en su libro (Umbra­ les 18S). Pues Genette califica la autoficción como un mero juego metaficticio que no compromete al autor con la verdad de su relato. Soy yo y no soy yo, balbucea el autor de autoficciones. La categorización de Genette, entre /Cver_ daderas autoficciones", cuyo contenido narrativo es ficdonal, por ejemplo La Divma Comedia, y "falsas autoficdones" o meras autobíografias vergonzantes 11 A partir de Doubrovsky, muchos escrítores denominaron sus libros "auroflccioneg", tal es el caso de E. Vila Matas en ParEs no se acaba Ilunca, o Héctor Bíanciotti en su tdlogía autobiográfica, donde dice haber "creado" esa palabra para definir sus libros. Después de muchos años, el concepto de autoficci6n salió de los círculos intelectuales donde se habla formado y se vulgariz6. Dice Vila Matas:" Muchos años antes de que oyera hablar de autofic­ ción, recutrdo haber escrito un libro que se llamó Remerdos inventados, donde me apropiaba de los recuerdos de otros para construirme mis recuerdos personales. Todavía hoy ~go sin saber si eso era o no aumficción. El hecho es que con el tiempo aquellos recuerdos se me han vuelto totalmente verdaderon. Lo diré más claro: son mis recuerdos". (Intervención en el Panel uLa creación líteraria en la comunidad iberoamericana". IV Consreso Internacional de la Lengua Española. Cartagena de Indias. 28/03/2007 camufladas bajo el paratexto de «novelEO'; es el caso de autoficciones que trans­ miten contenidos verdaderamente autobiográficos (1993, 161) es arbitraria y simplista. Encontramos una síntesis .muy lúcida en Alicia Molero de la Iglesia, para quien no está de más advertir algo básico respecto al especial estatuto inten­ cional de la autoficción, como es el hecho ineludible de que, al contrario que el del autobiógrafo, el objetivo del novelista está en hablar de sí mismo sin responsabilizarse del enunciado; así como la autoficción supone una fÓrmula ideal de continuar la vida en el arte, en cuanto que le ofrece al autor la po­ sibilidad de narrarse de diferentes maneras, a través de una selección de sus dimensiones personales o desde distintas perspectivas, sean éstas de carácter históríco o imaginario. Por su régimen híbrido resulta un vehículo apropiado para despolitizar al propio personaje, sometiéndolo a la ironía, la sospecha, la desfiguración y el fragmentarismo. De este modo, la serie de fórmulas que pone en marcha dicha discursividad queda inscrita en el espectro de causas y efectos que están en la ba.se del proceso de elaboraci6n que domina la literatu­ ra actual: la autorreflexividad como fundamento artístico, el enmascaramiento como procedimiento narrativo y la reescritura como necesidad renovada de explicar la identidad del sujeto escritor y la de su literatura. Luego, serán los signos d~ referencialidad personal y los de invención sobre sí mismo los que construyan una figura textual que, al margen de parecidos y fabulaciones, lo que hace es representar al escritor en su novela.14 Todas las almas y Negra e.spalda del tiempo Yo no soy un ser completamente real BENJAMíN CONSTANT Por qué la identidad se ha cOIlvertído en uno de los problemas más aeu­ ciantes de nuestra época, en el ámbito artístico y literario, es una pregunta de difícil respuesta. En la era narcisista en que vÍYÍmos, escribir sobre uno mismo debe ser una especie de estigma. Hoy rodos quieren saber quiénes .son, quién es el otro, reinventarse una vida y hacerla conocer sin sonrojos para someterla al juicio de los demás, no con el sentido que tenían las autobiografías de los hombres públicos como las Confesiones, de Rousseau, quien buscaba construir un relato de su existencia, sinQ como un instrumento para que el autor entre en escena con su relato. Puesto que la naturaleza misma delyo ha cambiado H .. ,I I! Figuras y significados de la autonovelación", http.:Uwww,ucm~~s¡>eculo/ numerQ33latttgnoye.ht ml 11 1 204 DIANAB. SALEM i JAVIER MAJ!1As, LOS BNTllESUOS DH I..A(AUto)FICCIÓN y en lugar de mostrarse íntegro y único, es un yo escindido, fragmentado, mutilado. Al acercarnos a la escritura de Javier Madas, autor eminentemente fÍe­ donal que pide "préstamos" a su propia vida para escribir, ¿la juzgaremos desde el punto de vista ético, O estético? Si la autofÍcción, tal como la planteó Doubrovsky, viola la oposición entre pacto referencial y pacto novelesco, ¿cómo debemos leerla? ¿Con las instrucciones que nos presta Marías en 105 prólogos, con la ingenuidad precaria que puede haber en el lector actual, habituado a co­ nocer algunas intimidades de los autores que frecuenta? Y luego, para justificar el enfoque planteado sobre la huidiza autoficción: ¿es posible leer un texto sin preguntarse acerca de su estatuto textual? Para hacernos una idea de lo que significa' encasillar la obra de un es­ critor como Marias en el á.mbito narrativo de la autoficción, comenzaremos señalando que se trata de una obra inclasifieable, ecléctica y que participa de distintos discursos, al tiempo que ha abordado la crónica, el cuento, la novela, los artículos periodísticos y la traducción.¡S En palabras de Eduardo Mendoza, si algo no puede negarse es que toda su obra es una "aportación a la novela, tanto más cuanto más alejado parezca de este género". Desde el punto de vista narratol6gico puede concebirse la autobiografía como una sub-especie particular de novela y diferenciar ambas en el plano del contenido (Isabelle Grell), pero es indudable que estas founas han cambiado, evolucionado a través del tiempo y que ha sido posible toda suerte de hibri­ dación, acorde con una época que alude al fenómeno de autorrefencialidad y ficciona!ización de la obra artística en general. Para Alicia Molero de la Iglesia existen tres posibilidades de asignar a una novela su condición de autobiográfica16 (autoalusiva, paratextual e in­ tertextual). Las primeras son ficciones que contienen factores textuales de identificaci6n como el nombre propio u otras alusiones de similar valor refe­ rencial; mediante la segunda el autor ofrece al lector elementos de relación con el personaje por medio de prólogos, contraportadas, aclaraciones. El factor intertextual, por último, interviene cuando el lector cuenta Con otros textos­ lS Dice Daniel Capano al referirse a la obra de Tabucchl, que se trata de una miscelánea narrativa. "Quizá esta forma de encarar la narración a través de Una estética que expresa la simultaneidad de lo diverso, pueda ser considerada, a fines delsegulldo milenio, como una gran metáfora de la deshumanizaci6n del hombre contemporáneo, de la fragmentación del sujeto y de su problemática" 046) ,. Apud Ernesto Puenas Moya. La escritura autobiográfica en el fin del siglo XIX. Esta diferencíad6n es posible, siempre que consideremos, tal como lo expone Manuel Alberca, que la autoficcl6n puede camuflar un relato autobiográfico bajo la denominacíón de novela, o .simular que una novela parezca una autobiografIa, sin serlo.(200S. 7) 205 testigo como entrevistas, biograñas, etc., que permitan identificar al autor con el narrador. Si nos atenemos a los textos de Javier Marias, todos sus libros, a veces en las reediciones, tienen un prólogo aclaratorio o un post scriptum en donde el autor ironiza sobre la recepción de los mismos, maltrata a la crítica y explica o adara la procedencia de los títulos más ciertas sospechas orientadas hacia la referencialidad. Muchas veces justifica algunos textos en artículos que publica en El Pafs, que luego traslada a sus novelas como un apéndice o un simple agre­ gado que ilustra al lector sobre los orígenes de sus narraciones y su modalidad de trabajo y que sobre todo suma elementos a las posibilidades de lectura. Todas las almas (1989) se plantea como una narración lúdica en donde un narrador en primera persona, l1amado a veces "el español", recorre un momento de su vida como profesor en Oxford, su pesquisa líbresca, sus amo­ res, que fueron recibidos por los lectores como un discurso referencial, por más que las coincidencias entre autor y personaje sean algunas comprobables como su estanda en Oxford. su fecha de nacimiento y su pasión inocultable por las librerías de viejo y existan algunas "trampas" como el casamiento y el nacimiento del pijo del personaje narrador, no coincidentes con los datos conocidos del autor. La recepción de esta novela auguró la posibilidad de que la literatura modificara la vida, aunque Marías no especularía. entonces, al pres~ar alguno de sus rasgos al personaje de su novela, de qué manera esto era cierto. En el artículo "Quién escribe", publicado al final de Todas las almas, adara que sabia desde un comienzo que estaba escribiendo una novela y no un relato autobiográfico y que el titulo iba a ser La novela de Oxford, título, por otra parte, de la traducción francesa (Le roman d 'Oxford), donde se hace hincapié en la palabra novela. Todas las almas proviene del nombre de uno de los colleges de Oxford: All Souls. En esa ambigua escritura del límite el autor contabiliza tres tipos de perso­ najes: los inventados, los históricos y los que fueron inspirados o se relacionan con personas reales. Al referirse al narrador dice que ,IIEl que aquí cuenta 10 que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio y al que le ocurrió, ni tampoco es su prolongación, ní su sombra, ní su heredero, ni su usurpador" (2007a, 17). El personaje histórico es el singular John Gawsworth, escritor tan desconocido y de vida tan peculiar que fue tomado por inventado, pese a que Javier Marias ya había escrito sobre él en un artículo: "El hombre que quería ser rey" y a quien lo unían "casualidades" tales como la publicación del primer libro a los dieci­ nueve años y la pasión por los textos antiguos. Había heredado el reino de la isla de Redonda,!7 fantasmal al punto que a veces aparece en el mapa y a veces 17 MarCas cuenta en ambas novelas los orígenes de los primeros dueños de esa isla ha­ bitada sólo por alcatraces, que nadie conoció: el primer dueño fue M.Shíel, quien nombró albacea literario !l Gawsworth y heredero del reino de Redonda. " '; I ,:. ¿<: 206 DIANA !l. SALEM :' II • no, "como corresponde a un lugar que existe y a la vez es imaginario" (2007b 295) de la que nunca pudo tomar posesión, aunque firmó algunos textos co~ el nombre de Juan 1, King DI Redonda, y tenninó sus días como mendígo. Una drcunstancía fortuita hace que aparezca un libro de Gawsworth, quien tam­ poco se llamaba así en realidad, sino Terence lan Fytton Armstrong, en la vida del narrador español, preocupado ante la idea de correr la misma suerte o de añadir casualidades: "Es curioso que me vea envuelto en todo esto sin haberlo buscado ni procurado -o sólo con mí escritura- cuando mi corazón es repu­ blicano y me inquietan las islas" (2007b, 315) dice Marias, convertido ahora en el monarca literario del reino fantástico de Redonda: Xavier 1, mientras observa en su departamento madrileño la máscara mortuoria de GawSworth, que babía confeccionado Oloff de Wet, mercenario, piloto y escritor sudafricano que había combatido en la Guerra Civil española con los republicanos y al que el narrador le inventa una curiosa entreVista con Franco. Dos años después de la publicación de Negra espalda del tiempo (1998), Javier Marfas (real) creó una editorial que se llama, precisamente, Reino de Redonda, donde publica una selección de relatos de M.P. ShíeI, primer rey de Redonda, entre otros textos, y ha adjudicado una suma de dinero para establecer el Premio Rey de Redonda a escritores y cineastas destacados.lIl Para mezclar los imprecisos límites, en Internet aparece una puja en la que otros personajes (o personas) se atribuyen su lugar como verdaderos herederos de! reino. ¿Verdad) ficdón? Como bien señala su prologuista Elide Pittarello, Javier Marias "suele tratar cualquier vida, incluida la propia, a la manera de la literatura que a él le gusta leer y escribir: la que apunta a lo posible más que a lo comprobable, la que cuenta el misterio sin explicarlo". Negra espalda del tiempo es la manifestación explícita de CÓmo la ficción influye sobre la realidad y un proyecto literario que se presenta al autor luego de la inusitada repercusión de Todas las almas. Para Marías, la estructura tradicional de la novela no le permite esa amplíaclón de registros en que se ha convertido su línea estética que no encaja en los moldes tradicionales. La llama "falsa novela", quizá porque no existe un argumento en el sentido tradicional, o porque está plagada de citas, págínas enteras que provienen de Todas las al­ mas y tomadas de pelo al lector y a los mismos personajes inventados que, aun cuando tienen cierta relación con personas que conoci6 en Oxford, ninguna es "identificable" por completo. Así, algunos personajes referenciales que son de­ velados en Negra espalda del tiempo, continuarán llamándose con el nombre de . "El último ganada! fue el ensayista Marc FumaroJi. Tras conocer la distinción, que el año pasada- fue concedida a Umberro Eco, e! francés se ha declarado "encantado de conocer este Reino de Redonda", con el que siempre soñó' "sin jamás dudar de Sil ex!sten<::Ía ficticia, y por ranto más real que la verdadera". (El País. 27-4-2009 I JAVlBR MAlÚAS: LOS l!lml.ESDOS DE LA (AUTO)FlCCIÓN 207 ficción pera hacer más compleja la transferencia de datos de un texto a otro) y también por razones lúdicas, y los personajes ficticios son convertidos en reales por Jos profesores de Oxiord que voluntariamente se identificaron con ellos. La relación clandestina que el narrador español tiene con una profesora casada en Todas las almas, que el narrador Javier Marias se encarga de establecer como fabulación en Negra espalda del tiempo, teje también su propia red, puesto que la amante tiene un recuerdo angustioso de un momento de su infancia en el que su madre, también adúltera, se fuga con su amante llamado Terry Arms­ trong -parte del nombre real de John Ga.wsworth- antes de suicidarse. Unas lineas de las memorias de Julián Marias, padre del escritor, se re­ producen en Negra. espalda del tiempo. Las redes intertex.tuales que se tejen permiten reconocer, además de personajes, relams que había presentado en libros anteriores, en un alarde de autotextualídades que hacen más difídlla defínici6n de este texto. En ese aglomerado de citaciones hay un capítulo en­ tero de un libro reproducido en el otro: En la~ últimas frases que he transcrito se hace referencia a dos circunstan­ cias o hechos que atañen s610 al narrador; a otros dos que son compartidos por el narrador y el autor (la enseñanza en Oxford y la posesión de libros), o quiz~ son tres; y a uno que, impropiamente, pertenece tan sólo al autor, ya que en ningún momento de la nove1a se dice ni se insinúa que el caba­ llero español que cuenta la historia y divaga hubiera escrito libros, aunque de hecho esté escribiendo uno al divagar y contarla. No fue un fallo ni un descuido ni una involuntaria intrusión u olvido, fue algo deliberado, ya que, como dije antes, estas son las páginas más autobiográficas de la novela y me pareci6 honrado confesarlo tácitamente por medio de este aparente desliz que, como era de querer y esperar, pasó inadvertido a cuantos la leyeron. (2007b, 142) Marias asume el propósito de demostrar en los textos agregados, de qué manera la ficción es íntenrenida por la realidad, no en vano las primeras pala­ bras del genéricamente ambiguo Negra espalda del tiempo, son las siguientes: "Creo no haber confundido todavía nunca la ficción con la realidad, aunque sí las he mezclado en más de una ocasión como todo el mundo, no s6lo los novelistas ..." (17) Entre tantos tipos de discursos, dos fotos 19 "muestran" su polisemia para asegurar al lector un pacto de veracidad acerca de los hechos contados y ayu­ dan a activar su imaginación: Gawsworth existe porque está allí, retratado "La fotugraffa de Gawsworth y su máscara mortuoria aparecen primero en Todns las almas y luego se reproducen, además de otras, en Negra espalda del tiempo 1 208 JAVll!l!. MARÍAS: LOS ENTRESIJOS DE LA (AlITO)FlCCIÓN DIANA El. SALEM también por el lenguaje: "tiene en los labios Un cigarrillo aún no encendido ... Está condecorado. Tiene la frente surcada, nítida y horizontalmente, y, más que ojeras, pequeños pliegues ..." (2007, 119), Y también su máscara mortuoria: dos modos de representación con una función indudable en la diégesis, que el diálogo entre ambos, teKto narrativo e imagen o texto no verbal, se convierta, a través de la descrípcí6n del narrador, en representaci6n verbal y real de Un mismo objeto. La inserción de otros documentos como un mapa de la isla de Redonda, un ex-libris de Gawsworth y los escudos correspondientes de los cuatro monarcas del reino, fragmentos de peri6dicos, las fotografías de la madre del autor, la de su hermano pequeño que no conod6, y la de él mismo cuando era niño constituyen lo que Liliane Louvel entiende por icono texto: la presencia de una imagen visual convocada por el texto, y no sólo la utilización de una imagen como Hustraci6n. "Miro una foto mia" dice el narrador mientras reproduce una foto en Negra espalda del tiempo y puede narrarse a través de Una melancolía vinculada al tiempo y la muerte. Así, se auto construye y auto­ inventa; aunque hable de "falsa novela" ese yo nifio que es el yo adulto que cuenta no existe más allá de los márgenes de la literatura aunque la imagen sea la de un documento real. No creo que esto vaya a ser una historia, aunque puede que me equivoque... Ahora que voy a parar y a no contar más durante algún tiempo, me acuerdo de lo que dije hace mucho al hablar del narrador y el autor que tienen aquí el mismo nombre; ya no sé sí somos uno o si somos dos, a1 menos mientras escribo. Ahora sé que de esos dos posibles tendría uno que ser ficticio (2007, 326) En la autoficcíón el acento está puesto en la ficcionaliz.ación de sí y de la experiencia vivida, como señalaba Colonna. Por mi parte, y coincidiendo con esta definición, considero también posibles otras propuestas que afirman la existencia de autoficcí6n en todos los textos que proveen materiales autobio­ gráficos. Sí fuera así, todas las novelas entrarían en el campo de las autoficcio­ nes, podria objetarse. Es que la novela se ha diversificado de tal modo en las últimas décadas hasta llegar a absorber cualquier manifestación narrativa, por extraña, heterogénea y ambigua que parezca. Quízá, como sostiene repetidas veces Marias, siempre se hace ficción cuando se habla de la propia vida y, agre­ gamos, con la mayor impunidad posible para una figura públíca. 209 Referencias bibliográficas Alberca, Manuel. "En las fronteras de la autobiografía" en: En: Soi-discmt. Site de crítique et de crlation littéraires d'autofiction: h!;l;p:/fwww.uhb.frfalc! celam/soi-disant _-o "¿Existe la autoficci6n hispanoamericana?". En: Cuadernos del C/LRA, nO 7/8 (2005-2006), 7 Aulagne, Lude NOÉHle. 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Profesor de Teoría Literaria y de Literatura Latinoamericana en el lES N° 1 ''Dra Alicia Moreau de Justo" y vicerrector del IES N° 2 "Mariano Acosta", de la Ciudad Au­ tónoma de Buenos Aires. Ha publicado estudios sobe teoria literaria y diversos temas de literatura contemporánea en el país y en el extrargero. Es presidente de la Comisión Directiva del Centro de Estudios de Narratología y ca-editor de ]a serie Spanish American Líterature. (New York: Garland). Obras recientes: Teorías literarias (.1 y ID (2001), Perspectillas de laficcionalidad (editor, 2005) y Creaci6n y proye.cción de los d~cursos narrativos (editor, 2008). María Gabriela Bárbara Cittadini Es Profesora de Castellano, Literatura y Latín y Licenciada en la enseñanza de la Lengua y la Comunicación (Universidad CAECE). Maestranda en Socio­ logía de la Cultura y Análisis Cultural en la UNSAM. Presentó su tesis como Profesora adscripta de la Cátedra de Literatura Europea Septentrional en 2000. Cursó estudios de grado y postgrado en la Universidad de Buenos Aires. Ha participado en Congresos Nacionales e Internacionales, Publicaciones: Vindi­ caciones de injinito (2003) y diversos artículos en publicaciones académicas. Es coordinadora de las Jornadas "Borges y los otros" en la FundaciÓn Interna­ cional Jorge Luis Borges y c.ompiladora de Borges y los otros. Jornadas J, 11, 1I1 (2005) Y su nueva versión 2004-2006, de reciente aparición. Compiló el dossier Borges y España para la Revista Barcarola de Murcia. Es miembro del Centro de Estudios de Narratologia (CEN). Diana Battaglia Es Profesora de Letras. Realízó estudios de Postgrado en Literatura La­ tinoamericana, Semiótica, Análisis del Discurso y Estudios de Género en la Universidad de Buenos Aires. Fue integrante del Grupo TEALHI (Teatro Es­