ACTAS CIBA

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ACTAS CIBA
10
LA
TERAPÉUTICA
EN LA
PREHISTORIA
Escenas de lucha y caza del reciente período paleolítico. En estos dibujos
se reconoce11 figuras de arqueros. Las heridas causadas por los flechazos exigían gran habilidad de los cirujanos de la Edad de la Piedra.
Detalle de las pinturas murales de Minateda (España). Según H. Breuil.
ACTAS CIBA
10
Basilea, Octubre 1939
LA TERAPEUTICA EN LA PREHISTORIA
SUMARIO:
Cuadro sinóptico del arte de curar
en la Prehistoria
El hombre prehistórico
Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger
Acerca de las enfermedades
del hombre prehistórico
Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger
El arte de curar del hombre prehistórico
Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger
Acerca de la Espasmo-Cibalgina, preparado exento de alcaloides para combatir los dolores espásticos
Por el Dr. Werner Husmann
El problema del íleo por cálculos biliares.
Mención de dos casos interesantes
Por el Dr. Béla Verbényi
Excelentes efectos
obtenidos con el Percainal
Por el Prof. S. Ibata
El reposo fisiológico
como coadyuvante terapéutico
Por el Dr. Sh. S. Povlin .
Acerca del tratamiento de la hipertrofia
prostática con hormonas testiculares
sintéticas
Por el Dr. Alberto Oberholtzer .
Esidron, nuevo diurético mercurial
Por W. Komant
N otas acerca del tema
pág. 334
33 6
343
35 0
3 61
36 3
36 3
3
36 3
363
36 5
36 7
La reproducción parcial o íntegra de los artículos originales
de esta revista, así como su traducción, sólo son permitidas
indicando su procedencia
=
=
(uadto sinóptico
del atte de cutat en la Ptehistotia
Clasificación
arqueológica
Clasificación
geológica
Formas
humanas
Elementos de cultura - Conocimientos
y procedimientos médicos
Marcha en posición semi-erguida. Modificación de su modo de ser por acomodación a la vida en la estepa.
Eolitico
Mioceno
(terciario)
Antropoide
de la estepa
Arqueolitico
Plioceno
(terciario)
Formas hamínidas
Tiempo
aprox. en
años (antes
de J.C.)
Comienzos del lenguaje, conciencia y
de selección" ; los intentos animales
de curar llegan a hacerse formas del
auxilio mutuo.
~'acto
Paleolítico
antiguo
Arqueo-paleolítico Transición
a la época
cuaternaria
¿ El fuego como protección y medio
curativo?
l. Edad
interglacial
Horno Heidelbergensis
Achelense
3. Edad
interglacial
(Región del
Riss, afluyente del río
Würm)
Raza de
Neandertal
Mousteriense
l. Edad glacial (Región
del río
Würm)
PrecheIense
Chelense
La más antigua cultura de los huesos.
Auxilio médico mutuo mediante el
empleo de utensilios ya existentes desde
el período arqueolítico. Pintura superficial del cuerpo.
Preparación de pieles. Instrumentos
para rasgar, raspar y pinchar son empleados también con fines médicos.
Norma de la Medicina: Noción de
cuerpos extraños, Contraria contrariis.
¿ Pintura linear del cuerpo? ¿ Ritos de
iniciación? ¿ Arrancamiento de dientes?
Canibalismo. Principios de la órganoterapia: Similia similibus. Noción mágica del cosmos.
Paleolítico
reciente
Auriñaciense
Solutrense
Magdaleniense
334
2. Edad
glacial
(Región
del río
Würm)
Raza auriñaciense
(Brünn)
predominante.
Raza Grimaldi
Raza cromañona
. predominante
Raza Chancelade
Antigua Europa: Arrojador de lanzas,
puñal, puntas en forma de hoja de
laurel. ¿ Amputación de dedos, oclusión
de la uretra? Asia, Africa del Norte
(Egipto): ¿ Circuncisión?
¿Microlitos en forma de cuchillo, agujas
de hueso provistas de ojo, sutura de
heridas? Vendajes de beridas (que probablemente ya se practicaban de vez en
cuando anteriormente).
700 ,0004°°,000
4°°,000
24°,000100,000
Clasificación
arqueológica
Clasificación
geológica
Formas
humanas
Elementos de cultura - Conocimientos
y procedimientos médicos
Edad glacial
póstuma y
aluvial
Raza mediterránea
Arcos y flecha. Microlitos. Desarrollo de
la Cirugía. ¿ Arcos de sangría?
Tiempo
aprox. en
años (antes
de J.C.)
MesoliticoNeolítico
anti~uo­
Epipaleolitlco
Ta rdenoisiense
18,0005,000
Actliense
Cultura Maglemose
Campiñiense
( Kjokkenmoddinger).
Raza alpina
Cultura de cons·
1 rucción lacustre
Cultura del hacha cilíndrica
Mazas de piedra, cuchillas de afeitar de
piedra. Animismo.
Cu ¡tura siberiana
de los huesos
¿ Gafas para la nieve? Castración.
Cu 1turas árticohálticas
Perforación de la oreja (quizá practicada
ya anteriormente).
Neolítico
Cerámica listada
ITripolje, Dimini)
Raza nórdica en
Europa
Taladro de corona. Sello para pintar el
cuerpo, tatuaje.
Cultura megalítica
(Almería, Esp.;
I ,ong Barrows,
Inglaterra), cul1 ura de ·Ia cerámica rayada.
Honda. Trepanación, T-sincipital (Francia, Islas Canarias). Operación cesárea
en los cadáveres (¿ algunas veces también en los vivos ?). Limado de los
dientes.
Cultura de los
yasos acampanados, cultura
megalítica tardía
( El Argar, Espalía). Cultura de
.\unjetitz
Deformación de la cabeza. ¿ Ventosas?
2,5 0 0
Edad del Cobre
Cultura de Lausitz
Edad del Bronce
Cultura nórdica
<1el bronce
Edad del Hierro
Utensilios cosméticos de metal (pequeñas tenazas, pinzas, agujas, navaja de
\ afeitar). Captación de manantiales. Tajado de los miembros como castigo,
operación de la catarata.
1,500
r
Cultura de Hall.,catt
500
. Cultura de LaTene.
Cor¡¡ puesto por el Dr. Reinhard H ojschlaeger, según una tabla de E. Frh. von Eikstedt
335
ti hombte ptehislótico
Nota. - La Terapéutica en la Prehistoria constituye un ramo de la cultura
humana en el que no podemos penetrar
por documentos escritos, ni por tradiciones trasmitidas verbalmente, pudiendo
esclarecerse por los hallazgos de los
tiempos prehistóricos y por deducciones
sacadas de circunstancias que se observan entre los pueblos primitivos o que
nos son conocidas de la Antigüedad. Por
estos motivos está justificado que en los
artículos que figuran en este número, se
citen de vez en cuando ejemplos de épocas que no corresponden a la Prehistoria,
como los comienzos de la Edad Media,
los albores de la época nubiana, etc.
Las nociones y resultados obtenidos de
esta manera,' tienen necesariamente un
carácter hasta cierto punto hipotético,
El autor de los artículos que siguen a
continuación, conocido por sus trabajos
en el campo de la Prehistoria, ha acertado a conservar la proporción justa
entre el resultado confirmado y la admisión bien fundamentada.
La Redacción.
En el año 1856, al desmontar una gruta
en las rocas, se encontraron en Neandertal (entre Duesseldorf y Elberfeld) restos
de huesos humanos. Este fué el punto
de partida que dió a la Antropología,
hasta entonces más bien fundada en
especulaciones filosóficas, una base na-
Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger
tural científica y con ello pasó a ser una
de las ciencias naturales. En un gran número de monografías se discutió el puesto
del ser humano en la Naturaleza, y en el
último decenio pasado, especialmente
por los trabajos de Schwalbe aCerca del
"Pithecanthropus erectus", se inici ó en
la Antropología un período de profundo
trabajo investigador.
Si el hombre, como aceptanG.ScJlwalbe (1844-1917) y otros antropólogos, se
deriva hacia mediados o fines del período
terciario del tronco común a los a ntropoides y al hombre, deben existir restos
de esqueletos de los cuales no se sepa
decidir si pertenecen a los antropoides o
si son humanos. En realidad, los 1lOCOS
hallazgos de huesos del fin del período
terciario o del diluviano inferior, plleden
ser interpretados de diversa manl'ra y
esto se debe, como hace observar con
razón H. Weinert, a la naturaleza misma
del problema que hace que el juicio cle los
expertos sea distinto acerca del "missing
link" entre antropoides y el hombre.
Entre estos hallazgos todavía no bic'n de-
Las grutas de
Grimaldi, cerca de
lV! e-ntone, uno de
tos lugare" donde
vivieron lu', hombres paleo/l ticos.
Imito a e,\I/ueletos
de tipo crl,! mañón
se encuen/, an
también a" ui otros
de hábito I/egroidr.
Según "L ..s Grot·
tes de Grima/di",
Monaco J()IO.
/
I
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"
,1
,,
.···1
/'
Bóvala craneana del Pithecanlhropus erectus, descubierto
por 1,;. Dubois ju.1/.to a Trinil (Java). Según E. Dubois.
Diagrama maxilar de diversos tipos humanos: Línea =
Hamo H eidelbergensis; Unea de puntos: europeo reciente;
Unea de rayas = negro. Según O. Schoetensack.
finidos, se cuenta el de Eugen Dubois,
que sistemáticamente buscó y halló en
189 [/92 en Trinil (Java) el tipo transitorio entre el hombre y el animal, el
Pitliecanthropus erectus.
Este hallazgo estaba constituído por
una bóveda craneana de inclinación reducida y poco curvada (véase figura),
alglmos molares y un fémur que se hallaba ;rlejado 15 metros del sitio donde se
encontró el hueso del cráneo. Schwalbe
estima que los huesos encontrados en
. Trin il son restos de un ser que ocupaba
un puesto intermedio entre el Horno prirn'igcnills (hombre de Neandertal, diluviano medio) y formas de monos, como
todavía hoy se hallan representadas por
el cl1impancé. La existencia simultánea
del hombre y del Pithecanthropus no
está demostrada en concepto de Schwal-
be. En el año 1920, J. G.Anderson encontró en una cueva próxima a ChouKou-Tien (40 kilómetros al sudoeste de
Pekín), dientes humanos, un maxilar
inferior con mentón débilmente acusado
y otros restos óseos de cráneos. Algunos
investigadores consideraron este hallazgo
como restos de un tipo temprano humano
(Sinanthropus pekinensis) del período
transitorio terciario-diluviano, al cual
pertenece también el Pithecanthropus
erectus. Según otro dictamen, el Sinanthropus es, sin embargo, más reciente. El
resto óseo más antiguo, que con seguridad puede ser calificado de humano, es
el maxilar inferior encontrado en 1907
en Mauer junto a Heidelberg y descrito
por atto Schoetensack (1850-1912), que
probablemente procede del primer período intermedio glacial (véase figura).
M axilar inje'rior
del Hamo H eidelbergensis (mitad
derecha). Es digna
de notar la est""ct"ra robusta. de la·
mandíbula y la
jalta de U'fll¿ emi¡uncia mentoniana. Según
O. Schoetensack.
337
Schoetensack dió al tipo humano, caracterizado por este maxilar, la denominación de "Horno Heidelbergensis". En
este maxilar choca el robusto desarrollo
y el espesor del cuerpo maxilar, así como
la falta completa de un mentón. La robustez, altura y espesor del cuerpo maxilar son tales que se pudiera dudar de su
proveniencia humana,. pero la estructura
de los dientes no deja lugar a dudas acerca de su pertenencia a la especie humana.
El "hombre de Heidelberg" puede ser
calificado de tipo pre-Neandertal, es decir, como un precursor de la raza de
Neandertal. El puesto del Horno Heidelbergensis como la forma humana más
antigua, está también asegurado por
.otras razones: El maxilar procede de
formaciones pedregosas del período diluviano antiguo. Capas análogas se encuentran en arenales de Mosbach junto
a Maguncia, de los cuales O. Schmidtgen
ha extraído por excavación una serie de
herramientas de hueso que presentan las
Utensilios de piedra de los armales de M osbach, itmto a
Maguncia,. proceden de las -mismas capas diluviales antiguas que los restos del Hamo Heidelbergensis. Según
O. Sch-midtgen.
Ellla'JrUUio "crdneo galileo" de Tabgha imIto al Lw;o de
Tiberias, por el c·ual se documenta la presencia de la raza
de Neanderlal en el Próximo Oriente. Según F. Wi. ~ers.
huellas del trabajo y del uso humanos y
que, por lo tanto, constituyen pruebas
demostrativas de la existencia del h()m~
bre en aquel tiempo (véase figura). Igual
antigüedad (primera edad glacial in termedia) que las capas mencionadas tienen
también los estratos de Wangen a. d.LJnstrut, que han suministrado igualml'nte
hallazgos paleolíticos. Estos artefados
pertenecen, según R. Lehmann, a los más
antiguos en Alemania.
La primera luz en la prehistoria del
hombre fué aportada por el ya mencionado descubrimiento del esqueleto de
Neandertal en el año 1856. La opinión
de J. C. Fuhlrott (1804-1877) y Hermann Schaaffhausen (1816-1893), de .
que los huesos encontrados, especialmente la bóveda craneana, los dos fémures, el húmero izquierdo con la cabeza
rota, el codo izquierdo, un fragmento del
omoplato derecho, la clavícula derecha
casi intacta, la mitad casi completa del
ilíaco y cinco trozos de costillas, proceden del período diluviano, no encontró
aceptación general, tanto más cu,mto
que Rudolf Virchow (1821-1902) había
emitido el juicio de que se trataba dI' un
hombre de la raza actual con alteraciones patológicas. El hallazgo de Nvan-
dertal, en general, fué juzgado justamen te sólo a partir de 1887 cuando en
Bélgica, Francia meridional y Weimar
se encontraron análogos huesos humanos
junio con esqueletos de animales del
período glacial. La raza de Neandertal,
cuya extensión hoy dí'l- puede definirse
a b;ise de hallazgos hechos en España
(Gihraltar), Italia, Francia, Bélgica,
Croacia, Cáucaso, Mesopotamia, Palestina ("cráneo galileo" de Tabgha, junto
al Lago deTiberias) (véase figura) y quizá
tam bién por los de Africa, muestra en
tod(ls sus representantes una pesada
. osamenta. El cráneo del tipo de Neanderi al, una cabeza ancha y alargada,
ofrece un aspecto grosero. La aplastada
bóveda craneana termina en robustas
Esqudeto reconstruído de un hombre de N eandertal de
La Chapelle-aux-Saints. Como comparación se ve a la
derecha el esqueleto de un hombre reciente (australiano).
Segú¡¡ M. Boule.
Perfiles de crdneos de chimpancé, Pithecanthropus, hombre de Neandertal y europeo actual. Según M. Boule.
eminencias supraorbitarias. Los huesos
de la cara son grandes y disformes, las
cavidades orbitarias redondas, la nariz
ancha y falta el mentón. En algunos
cráneos, como el del hombre mousteríense, tipo de un Neandertal que fué llamado así por haber sido encontrado en
Le Moustier (Dordoña), la parte inferior
de la cara se adelanta formando a modo
de un hocico (prognatismo). Los fémures son pesados y burdos. Su diáfisis se
halla curvada hacia adelante y la cabeza
es grande y gJ;Uesa. La curvadura del
femur, que en las razas primitivas se encuentra con frecuencia, así como también en el hombre actual durante el
período embrionario, es relacionada por
Weinert con la posición en cuclillas usual
en el hombre primitivo. Los incisivos del
hombre de Neandertal o bien se aplican
unos contra otros o los superiores se
adelantan a los inferiores. El citado prognatismo es debido, pues, a la posición
avanzada del maxilar y no a la posición
de los dientes. Los caninos s.on de tipo
marcadamente humano.
Hoy día se juzga al hombre de Neandertal de un modo bastante uniforme
que apenas se discute (W. Gieseler). El
Pithecanthropus, el Horno primigenius
y el Horno sapiens 'son, según Schwalbe,
miembros de una familia, la de los homínidos, que se diferencian de los antropoides actualmente existentes por un
verdadero bipedismo. Weinert rechaza
la opinión de que el hombre de Neander-
339
Cráneo del Hamo A urignacensis H auseri del periodo
auriiúlciense interior de Combe-Capelle, junto a M ont/errand (Périgord) , que presenta gran analogia con el
actual australiano, visto de lado (Norma lateralis dextra).
Según H. [(laatsch yO. Hauser.
tal deba excluirse de la línea del antepasado del hombre de nuestros días. E. von
Eikstedt califica al tipo Neandertal de
"una forma marginal": la forma fósil
interglacial de homínidos, que se conoce
pTincipalmente por los hallazgos en Europa. Según v. Eikstedt, ya en el período
diluviano se manifestó una fuerte disgregación de tipos y ya en aquella época podían reconocerse razas y círculos raciales.
Esqluleto de la
mano de un hombre
cromañón (a la izquierda) de las
gmtas de Grimaldi,
junto a M entone, y
al lado, para comparación, el de un
hombre de regular
estatura de los tipos
recientes (IÓ7 cm.).
De las proporciones
dimensionales se
deduce la alta estatura de la raza
cromañona. Según
"Les Grottes de
Grimaldi". Monaco I9IO.
340
Así, por ejemplo, entre los europeos
del primer período paleolítico reciente,
distingue cuatro grupos de formas corporales: dos grandes y extensamente repartidas, la raza primitiva auriñaciense
o de Brünn y la ya altamente dift~ren­
ciada raza cromañona, así como dos grupos que sólo aparecen aisladamente, la
raza negroide Grimaldi y la raza esquimoide Chancelade.
La primera certeza que se tuvo dl' que
durante el pedodo glacial no vivió (~n la
Europa central una sola, sino varias
clases humanas, fué aportada por el descubrimiento del esqueleto de la cueva de
Combe-Capelle (Dordoña), cuya cronología en la Prehistoria ha sido perfectamente definida. Este hombre amiñaciense (Horno Aurignacensis Hauseri),
como lo llamó H. Klaatsch a causa de
ser los utensilios de piedra hallados junto
a él iguales a los de Aurignac (luga r del
hallazgo en el Sur de Francia), muestra otra constitución esquelética que el
hombre de Neandertal, del cual no se
diferencia mucho en cuanto a su estatura. El hombre de Aurignac, si bien es
verdad que no tiene las grandes y n'dondas cavidades orbitarias, la separación
ancha de las órbitas ni la amplia aber-
Un crdlleo de tipo negroide (el llamado "Crdneo del adolescente") de la gruta de Grimaldi, junto a M entone. Según
"Les Grottes de Grimaldi". Monaco I9IO.
tura !lasal del de Neandertal, presenta
todavia una frente baja. El perfil del
hombre auriñaciense (véase figura) es de
ángulo maxilar recto (ortognático), la
'form8 de hocico (prognatismo) ha desaparecido, los dientes se asemejan a los
del hombre reciente, sus cavidades de la
pulpa son menos anchas que las del
hombre de Neandertal, el maxilar inferior es primitivo por la anchura de sus
rama" y la forma del mentón, pero no
más primitivo que en el australiano, que
en ci( 'rto modo viene a representar el
primo todavía viviente del hombre auriñaciellse. Los miembros del Horno Aurignacensis presentan una chocante esbeltez, las extremidades articulares son pequeñas y el radio es recto (Klaatsch,
Weincrt, v. Eikstedt). Mediante exactas
comp:Lraciones de ambas formas esqueléticas, Klaatsch demostró que el hombre
de Neandertal y el de Aurignac pertenecen a dos razas completamente distintas
y rivales: los hombres auriñacienses, que
eran superiores física y mentalmente,
han extinguido por lo visto la raza de
Neandertal, que tampoco pudo soportar
el clima. Entre estas razas tuvo lugar
una violenta lucha, como autoriza a
suponer el hecho de que en la semicueva
de Krapina en Croacia se han encontrado
huesos de ambas razas humanas de la
edad glacial, de los cuales parte de ellos
mostraban huellas de canibalismo. No
obstante, es posible que los hombres
auriñacienses se mezclaran con los de
Neandertal, y formas esqueléticas de
tipos posteriores (tipo Chancelade) parecen atestiguar el cruce de estas dos razas.
Mientras que el tipo mestizo de Chancelade (cuerpo pequ~ño y cabeza grande)
recuerda a los actuales esquimales, el
tipo mestizo de Cromañón se caracteriza
por hombres de notable estatura.
Al hombre cromañón le faltan todas
las características típicas del de Neandertal; los miembros son vigorosos y de huesos robustos, pero sin embargo de más
fina constitución que los del hombre de
Neandertal. Su estatura es por término
medio de 180-190 cm., viniendo a ser por
lo tanto la de las razas de mayor estatura
que viven actualmente. El cráneo posee
la notable capacidad de 1550 cm. 3 , lo que
Los dos esqueletos con hdbito negroide de la "Gruta de los
niños" de Grimaldi, junto a M entone. A la izquierda el
esqueleto de una mujer vieja, a la derecha el de un hombre
joven. Según "Les Grottes de Grimaldi", Monaco I9IO.
341
A rriba: La llamada eerámica listada de la Alemania
central. Según A. Schliz. - A la derecha: La llamada
cerámica acordonada. Los ornamentos están hechos por
la impresión de la huella de cordones. Según A. Schliz.
a lo menos representa el promedio de los
recientes cráneos de europeos y por su
anchura recuerda a la raza de Neandertal, mientras que su hermoso curvamiento y su altura ofrecen semej anzas con
la raza de Aurignac; con ambas tiene
de común, sin embargo, su considerable
longitud. "El esqueleto de la cara se
aproxima más a la raza auriñaciense,
pero por el avanzamiento del mentón
aventaja a las dos razas, aproximándose
al estado actual" (Klaatsch-Andree). El
hombre cromañón no posee rodetes supra-orbitarios y sus cavidades orbitarias
no son grandes ni redondas, sino casi
cuadradas. Sus maxilares son o¡;tognáticos o a lo más reducidamente prognáticos.
Al grupo cromañón pertenece también,
según Klaatsch-Andree, un tipo mestizo,
que se ha encontrado en Mentone y que
presenta características negroides (raza
Grimaldi, véase figura) y otro tipo mestizo que Maska descubrió en Pi'edmost
(Moravia) en 1894.
La raza de Aurignac y la cromañona
no son exactamente diferenciables en
cuanto al tiempo ni al espacio, sino que se
presentan mezcladas, lo que, según Weinert, tiene importancia porque a partir
de esta época se constata una relación
de' ambas razas con las vivientes en la
actualidad. Los hombres septentrionales
con su cara estrecha y alta sólo se encuentran en la moderna Edad de la
Piedra, o sea en el período neolítico, pero
ya algunos cráneos del mesolítico (neolítico primitivo) ofrecen un tipo nórdico.
Como quiera que son pocos los hallazgos
óseos del mesolítico, todavía no puede
reconocerse el ulterior desarrollo de las
342
razas neolíticas a partir de formas más
antiguas, ni por lo tanto clasificarlas con
exactitud. Aún el ensayo de A. Sch liz,
de identificar grupos de pueblos ca 111 o,
por ejemplo, culturas de la cerámica
listada y rayada, cultura nórdica megalítica, etc., no ha llegado a establecer una
cronología segura. De todos modos, acerca de la abigarrada mezcla de pueblos de
la Europa central y oriental en el período
neolítico, puede decirse lo siguiente: En
la vida cultural nórdica, se hacía también de notar probablemente un faltar
popular del Sudeste, de la región de la
actual Silesia y de Bohemia. En la región de la actual Sajonia y de Turingia se
hallaban, según O. Reche, alfareros dedicados a la cerámica rayada, de cráneo
alargado, que quizá como conquistadores
extendieron su lenguaje (Jacob Friesen).
Desde el período magdaleniense tardío
penetran, según v. Eikstedt, grupos oscuros de cabeza corta (orientales o alpinos, más tarde dináricos) en Europa procedentes del Sudeste y también el Norte
de Europa es recorrido en la Edad postglacial por tipos de cabeza corta, los
lapones. Los restos de la raza cromañona
(raza fálica) se funden con los nórdicos
de cráneo alargado y con los germanos.
Con los germanos, sin embargo, entramos ya en el umbral de la época histórica, pues tanto sobre los germanos como
sobre los celtas existen ya informaciones
de escritores romanos. Con ello es ya
posible, a partir de las épocas germánicas, establecer una clasificación segura
de Europa según los pobladores. Esta
distribución es la que caracteriza el tipo
anterior a la transmigración de los
pueblos.
Aletea de la$ enlermedade$ del hombre prehi$tÓtLlO
Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger
Mit'ntras que para los estudios del investigador consagrado a la Prehistoria,
tienen importancia especialmente los objetos que se donaban al sepulcro y otras
huellas de la vida cultural, el paleontólogo y el antropólogo dedican principalmente su atención a los hallazgos de
huesos humanos y someten a un exacto
análi~is el más pequeño trozo de ellos,
pues aun los más insignificantes residuos
• puedc'n dar en ciertas circunstancias una
explicación acerca del desarrollo del
hombre, a partir de las formas toscas y
casi animales, hasta las formas humanas
recientes, La medición y comparación
de los cráneos encontrados permite además al antropólogo sacar deducciones
acerC;l de la extensión de antiguas razas
y sub-razas.
Pero además de esto, la estructura de
un hlleso puede darnos datos muy determinados sobre el estado de salud del
hombre prehistórico y en ciertos casos
revelarnos el estado normal o bien los
estados patológicos, anormalidades o deform;lciones. Una vez determinada la
edad geológica de un hallazgo tal, encontramos también con ello puntos de
apoyo acerca de la edad de una enfermedad determinada en el transcurso del
desarrollo de la Humanidad. La frecuencia o rareza de una alteración patológica determinada en huesos fósiles, indica la mayor o menor extensión de una
enfermedad.
Si la Paleontología y la Geología estudian las circunstancias biodinámicas que
movían al hombre primitivo a extenderse
más allá de su territorio de origen y
cons1atan además los caminos de emigración por los cuales la humanidad primitiva se repartía sobre la Tierra, también con su ayuda pueden averiguarse las
primeras vías de enfermedades contagiosas y epidemias o por lo menos adivinarlas, siempre que estas epidemias hayan
Crdneo (probablemente de los principios de ta Edad
Media) con h,USO inserto y fractura curada en el parietal
derecho. Osario de Chammünster, Según K. jliger.
dejado alteraciones en los huesos humanos. Al intentar reconocer los caminos
por los cuales se han propagado las epidemias en la Prehistoria, la investigación paleontológica tropieza, sin embargo,
con grandes dificultades, pues los hallazgos paleontológicos son tanto más raros
cuanto más remota es la época prehistórica que se estudia. Así, por ejemplo,
del tipo del hombre de Neandertal solamente se poseen alrededor de 30 cráneos
y de éstos la mínima parte presenta
alteraciones patológicas. Los testimonios de enfermedades prehistóricas se
hacen sólo más numerosos a partir del
período de cultura en el que era costumbre general enterrar a los muertos.
Aun cuando este entierro consistiera solamente en esconder el cadáver en una
caverna, el muerto así "enterrado" era
sustraído frecuentement~ con ello a la
destrucción por los animales que en la
Naturaleza asumen las funciones de "policía del campo". En circunstancias fa343
vorables, el esqueleto de un cadáver enterrado podía conservarse intacto durante muchos millares de años. Cuando
se encuentran objetos enterrados con el
muerto, es posible en ciertos casos establecer una relación entre las enfermedades y determinadas condiciones culturales. Numerosas alteraciones en esqueletos fósiles y prehistóricos han sido originadas por traumatismos, accidentes
acaecidos en la lucha con animales salvajes o con el hombre. En el esqueleto
del hombre de Neandertal, encontrado
junto a Duesseldorf, la extremidad distal
del húmero izquierdo y la extremidad
proximal del radio izquierdo, están fuertemente deformadas. Según Schwalbe,
mucho antes de la muerte debió haberse
producido una luxación del radio que no
fué reducida después del accidente y que
probablemente iba combinada con una
infracción de la extremidad proximal
radial. En un maxilar inferior neandertaloideo de un hombre, encontrado en
Fragmento de la pelvis con fractura conmi..ula del cuello
del fémur, que ha curado por anquilosis ósea y bajo
eliminación de secuestros. Segú.. K, ]iiger.
344
Piezas de esqueletos prehistóricos de Nubia, que pre"mta"
síntomas de "gola de las cavernas", Según G, /<II1ot
Smith y M. Arma..d Ruffer.
Ehringsdorf (Weimar), la investigación
demostró que los dos incisivos derechos
se hallaban implantados fuera de la fila
dentaria y sus coronas se dirigían hacia
dentro; ambos dientes no se conservan.
Esta posición anormal ha sido quizá acarreada por un golpe. Además, el cr;í.neo
de una joven allí encontrado muestra
huellas de contusiones en el frontal, lo
que hace sospechar que la muchacha fué
matada a golpes. También en el esqueleto encontrado junto a Krapina, (~or­
janovié-Kramberger pudieron constatar
alteraciones patológicas; un fragmt 'nto
del frontal presenta en la prominencia
supra-orbitaria derecha agujeros y surcos
que hacen deducir una herida, y adl'Jl1ás
pudo demostrarse una fractura del codo
y otra de la clavícula. El esqueleto de
un individuo del sexo femenino, enlontrado junto a Cro-Magnon, muestra una
herida profunda producida proba blemente por un hachazo. Broca admite
que la herida supuró y después cicatrizó,
de tal modo que la lesionada ha vi vido
todavía algunas semanas después. En
los huesos neolíticos de la Vendée chocó
a Maree! Baudouin la frecuencia de las
fractu[;ls del antebrazo, especialmente
en huesos femeninos. L. Pfeiffer informa
acerca de un esqueleto de la Edad de la
Piedra (sepulcro colectivo junto a Kalbsrieth, al Oeste de Halle a. S.) con una
lesión grave del cráneo curada y Wilser
da cuenta de un cráneo germánico primitivo (colección de Mannheim), en el'
cual se encuentra igualmente una lesión
de extraordinaria gravedad (hendimiento
del parietal izquierdo y de la frente), la
cual fué tratada con un éxito sorprendente, pues la herida curó, no dejando
'más que una abertura en el frontal. Un
cráneo del antiguo Perú, de Viru (Provincia de Libertad, Perú), (Colección del
Museo natural de Viena) es también
digno <le mencionar porque en él se advierte una fractura complicada del parietal i/,quierdo, que ha curado dejando
sólo una pequeña abertura hendida. La
asimetría del cráneo hace deducir que
la mitad izquierda e inferior del cerebro
estaba atrasada en su desarrollo. "El
individuo sufrió esta grave lesión en su
juventud" (Carlos Jager). También en
el fragmento de una pelvis, que se conserva en la Colección antropológico-prehistórica de Munich, cuya procedencia
es incil'rta, Jager ha demostrado una
fractura conminuta del cuello del fémur,
que ha curado completamente después de
fuerte ,.;upuración y eliminación de secuestro,.;, mediante anquilosis ósea (véase
fig. pág. 344).
Los estudios de J ager se extienden
también a los huesos de extremidades
proced( 'ntes del Osario de Chammünster
(Baviera), el mayor de los todavía existentes, cuyo contenido procede principalmen te de los comienzos de la Edad
Media. Una serie de estos huesos muestra fraduras, de las cuales 43 por ciento
han clIrado bien y 57 por ciento mal.
Estos (latos, como el mismo J ager hace
observar, no tienen sino un valor condiciona l. Las fracturas mal curadas son
las articulares y las complicadas. Varias
fracturas del fémur dejaron acorta-
Esqueleto de un
niño raquítico
de un cementerio de la época
merovingia.
Según
Georg W ilke.
miento de 6,8-10,5 cm. Los muchos casos de osteomielitis traumática (de las
19 fracturas del fémur, I r con osteomielitis curaron), son considerados por Jager
como infecciones secundarias y ante todo
son testimonio de una disminución de la
resistencia contra las infecciones.
El Horno sapiens diluvialis (así llama
Weinert al hombre de Neandertal, el
Horno primigenius de Schwalbe) era seguramente má resistente a las infecciones quirúrgicas que no el hombre de la
Edad de la Piedra reciente. Ahora bien,
de la Edad de la Piedra reciente' y de la
primitiva Edad de los Metales, se poseen
muchos más esqueletos que de la Edad
primitiva de la Piedra, de tal modo que
no es posible una comparación estadística que autorice a deducciones seguras.
Las osteomielitis traumáticas y genuinas
son bastante frecuentes en la Edad de
la Piedra reciente. G. Elliot Smith y
E. Wood Jones, que han estudiado alrededor de 6,000 esqueletos, cadáveres
desecados y momias de la antigua época
núbica, han encontrado raras veces inflamación séptica en las fracturas com345
plicadas, pero sí osteomielitis. De 19 decirse en lo que respecta a las edades
fracturas de fémur del Osario de Cham- remotas de Egipto y del Sudán.
münster, I I casos que presentaban hueEl raquitismo, según Jager, ('5 desllas de osteomielitis curaron. Roy L. conocido en los pueblos que amamantan
Moodie ha publicado un caso grave de los niños al pecho. La opinión de Rumastoiditis del período precolombiano dolí Virchow de que el hombre de Neandel Perú, en el cual no se produjo la dertal padeció de raquitismo, no es commuerte, a pesar de que el foco supura- partida por Schwalbe; este autor ha detivo se había abierto hacia fuera y hacia .mostrado (y Klaatsch ha confirmado sus
observaciones), que el fuerte encorvaadentro.
Los hombres y animales que viven en miento de los fémures representaha parcavernas húmedas son atacados frecuen- ticularidades de raza y que había que
temente por la artritis deformante ("la excluir completamente el raquitismo. El
gota de las cavernas", véase fig. pág. 344). higienista de Copenhague, H. A. :t\ielsen,
En los osos diluvianos de' las cavernas, estudió restos humanos de 81 sepulcros
las alteraciones patológicas se extienden de la Edad reciente de la Piedra, en total
a todas las partes del esqueleto. El 616 individuos de ambos sexos y dI: todas
hombre diluviano, que disputaba a los las edades. Los hallazgos demostraron,
osos las cavernas, sufrió del mismo modo además de artritis deformante, miositis
la forma citada de gota; ésta se presen- osificante, fungus de la duramadre, escotaba de preferencia en las articulaciones liosis, alteraciones dentarias y raquide la columna vertebral, pero también tismo. Georg Sticker, en los restos óseos
en otras. A este propósito llama la aten- de sepulcros alemánicos del quinto siglo
ción un maxilar de Krapina. La artritis cristiano, pudo demostrar que el raquideformante fué extraordinariamente fre- tismo y el escorbuto como enfermedades
cuente durante toda la Edad de la Piedra de carencia se contaban entre las plagas
y los primeros períodos de la edad gla- más terribles que padeció el pueblo alecial, como se ha comprobado en diversas mánico en los tiempos de la trano,migraocasiones. En Dinamarca se la encuen- ción de los pueblos.
Algunos maxilares prehistórico" se catra muy a menudo entre los hallazgos de
la Edad de la Piedra que muestran al- racterizan por una mala dentadura.
teraciones patológicas, y lo mismo puede Hans Virchow atribuye esto a la impurificación del alimento con arena, la cual
Maxilar inferior de Krapina. A .consecuencia de un
desgasta la superficie masticadora de los
absceso alveolar se ha formado una fistula (F). Según
dientes. Además, hace respons;) ble de
Georg Wilke.
este hecho a la circunstancia de (lue los
dientes eran usados como herramienta.
Por el fuerte desgaste de los dientes quedan al descubierto el canal dentario y la
, pulpa, con lo cual pueden originarse abscesos alveolares (véase fig. alIado). La caries dental no se presentaba en el hombre
de la edad glacial, aun cuando es verdad
que el hombre de Rhodesia "tenia más
de un diente hueco" (Weinert), ;L pesar
de que, con sus fuertes prominencias
óseas supra-orbitarias y occipitaks, hace
una impresión todavía más primitiva
que algunos tipos de NeandertLl. En
cambio, la caries dentaria no t'S nada
No se sabe a ciencia cierta cómo y
cuándo aparecieron por ve~ primera las
tres graves enfermedades infecciosas, a
saber: tuberculosis, sífilis y lepra, en
la historia del desarrollo humano. Según Ludwig Aschoff es probable que el
hombre, a partir de cierta ,época, se hizo
asequible a la infección y tomó los gérmenes de los animales salvajes que los
albergaban, quizá sin estar enfermos.
Así aparecieron en el transcurso del
tiempo epidemias que, por lo visto, todavía no se habían presentado en la época
del hombre de Neandertal.
La tuberculosis, a juzgar por los "documentos óseos", hacía sus víctimas en
Egipto en el período predinástico y al
Osteomielitis gomosa en restos óseos, de las grutas sepulcrales en el valle del Petit Morin (Marne). Según
P. Raymond.
M omi" egipcia del tiempo de la 2I.a dinastía (alrededor
de I,ono años antes de J. C.) con las características de
la enfamedad de Potl. Según 1m diseño de Mrs. Cecil
Firth.
rara en la reciente Edad de la Piedra
(1,5-3%). En la Edad del Bronce, la
caries dentaria se halla ya muy extendida, como lo demuestran los cráneos de
los sepulcros planos del Lago de Tegel
junto a Berlín (alrededor del siglo XVIXIV antes de ]. C.), los cuales, según
H. Virchow, por su frecuente caries dentaria, hacen una impresión bastante
"moderna" para aquella época. Estos
datos concuerdan con la opinión de F. W.
Proell, según la cual una raza primitiva
puede perder muy rápidamente la resistencia a la caries.
La paradentosis, según Proell, es ya
en el hombre diluviano la causa más
frecuente de la pérdida de los dientes, de
la misma manera que hoy entre los
pueblos primitivos. También se encuentra la formación de sarro en dientes del
diluviano.
347
norte de los Alpes en la reciente Edad
de la Piedra. Un esqueleto neolítico de
Heidelberg, estudiado por Paul Bartels,
y que ofrece alteraciones en la cuarta y
quinta vértebras dorsales, así como
cifoescoliosis, permite deducir con bastante seguridad que la tuberculosis se
presentó ya en el territorio de la actual
Alemania en la Edad reciente de la
Piedra. El hecho de que en el antiguo
Egipto, ya en el período predinástico, se
presentó la tuberculosis ósea (y por lo
tanto seguramente tambiép la tuberculosis pulmonar), es confirmado por las
investigaciones de Elliot Smith y Armand Ruffer. El cuadro típico de la
enfermedad de Pott en la momia de un
joven sacerdote (véase figura pág. 347)
indujo a Smith y Ruffer a determinar
varios casos de tuberculosis en ulteriores
excavaciones. La tuberculosis pulmonar
y el escrofulismo eran enfermedades populares muy. remotas entre los pueblos
indogermánicos de pastoreo.
En lo que concierpe a la lepra y a la
sífilis, Georg Sticker hace notar que
tanto los enfermos de una como de otra
!enfermedad eran expulsados de la sociedad humana y no recibían entierro alguno de precepto. De aquí que sus esqueletos quedaran abandonados a las
influencias destructoras. Por ello se explica que las pruebas de la existencia de
la lepra y la sífilis en la Prehistoria sean
muy deficientes. En la época histórica,
la lepra ha sido siempre conocida. La
Elephantiasis Graecorum, que los médicos
de la antigua Grecia conocían del Próximo Oriente, corresponde en todos sus
rasgos a la lepra. En el bajo Egipto, la
Elephantiasis de los griegos. era desde an~
tiguo una enfermedad extendida; entre
los germanos era rara, según dice Galeno, y en Misi::¡. y entre los escitas era
desconocida; en cambio, se presentaba
entre los celtas, especialmente también
entre los galos y asimismo, según Sticker,
la padecieron seguramente los galateos,
rama céltica que erró en dirección al Asia
menor.
Crdneo de niño de los antiguos sepulcros Machu Picchll,
del antiguo Perú, con necrosis sifilitica en el frontal y
sutura frontal.anormal. Según George F. Eatoil.
Los sepulcros prehistóricos no nos revelan apenas si la sífilis (de la cual todavía hoy día se hallan libres o se hallaban
hasta hace poco tiempo algunos p¡leblos
primitivos) era ya conocida en ]a Prehistoria. Sticker dice con todo génl'ro de
reservas, que del tiempo antiguo, de la
época dinástica egipcia y de los sepulcros
de la Edad de la Piedra, no se han ballado
en total más que dos o tres huesos que
presenten alteraciones que pudier:m ser
consideradas como sifilíticas. Pau] Raymond, en las grutas sepulcrales del valle
del Petit Morin (Mame) entre masas de
huesos del período neolítico tardío, descubrió un húmero yun radio con los carac~
teres de una osteomielitis gomosa (véase
fig. pág. 347). Este diagnóstico fllé más
tarde confirmado por eminentes patólogos. Entre los hallazgos núbicos del año
2,000 antes de J. c., se han hallado tres
o cuatro huesos que hacen "sospechar
la sífilis" (Sudhoff). De los hallazgos
americanos relacionados con la sífilis,
hay que notar un cráneo de niüo del
antiguo Perú, que fué desenterrado junto
a Machu Picchu y que muestra una necrosis en el frontal, la cual, según (~eorge
Eaton, corresponde en todo al cuadro de
la caries sifilítica de hoy día (véase fig.
p;íg.348). Además existe un hueso sin
dllda alguno precolombiano (tibia), que
fw~ encontrado en 1917 en el territorio
d(' Tacna-Arica y que a los exámenes
microscópico y radiológico delata las
pa rticularidades características de una
osteoperiostitis sifilítica. (Ann. medo
History N. S. 8 (1936), 232; Sudhoffs
Mitt. 36 (1937), 55). Por lo demás, los
ha llazgos de la llamada sífilis precolombi:ma en América son muy escasos. Los
m:ís importantes, según Sudhoff, se encw'ntran al Noroeste en la antiquísima
vÍ<t descubierta por el geógrafo Friedrich
RéI tzel (1844-1904) entre el antiguo y el
nu<~vo Mundo, que pasa sobre el Estrecho
de Bering siguiendo las Islas Aleutinas, o
qUl' partiendo del]apón, pasa por las Islas
Curiles; esta vía pudiera ser la que recorri,', la "enfermedad fenicia". Es más que
probable que la enfermedad, conocida
hoy día con el nombre de sífilis, existiera
ya en la antigüedad griega y romana.
Sticker recuerda entre otras cosas los
bUc,tos de Sócrates, que revelan la impnsión clara de una deformación sifilítiCI; verdad es que no existen pruebas
irrdutables de la existencia de la sífilis
en Europa antes del descubrimiento de
América. En las únicas piezas esqueléticas que ofrecen con seguridad alteraciolles sifilíticas, hace observar Aschoff
que su pretendida procedencia de una
tunl ba neolítica, hoy día, es decir, sesenta
años después de su áescubrimiento, es
puesta en duda; todos los ensayos de
determinar a base de huesos la edad precolombiana de la sífilis en Europa, han
fracasado. Por esta razón, Aschoff cree
poder apoyar la opinión del origen americano de la sífilis.
Existen dos enfermedades que el
hombre ha adquirido, no a partir del
llamado período de domesticación, sino
que ya las padecía desde los tiempos de
sus precursores animales, a saber: las
deformidades y el cáncer. Como hace
notar Aschoff, no cabe duda alguna que
la Humanidad, en tanto se estudia re-
trospectivamente su historia, ha padecido de determinadas deformidades y no
existe especie superior animal que no
haya sufrido también el cáncer. Frecuentemente se hace responsable a los cruces
de razas de la aparición de enfermedac1,es;
bien es verdad que, según lás opiniones
de algunos .investigadores (Reibmayr,
Kretschmer) los cruces, especialmente de
razas antiguas y puras, son una de las
más altas expresiones de la cultura. Por
otra parte, parece ser, según Hildebrandt,
que constituyen también la causa de
fenómenos patológicos (raquitismo, cráneo alto, deformidades de los pies, cretinismo, tumores, obesidad, hernias inguinales, miopia, luxación de la cadera,
etc.). En un cruce de razas, la combinación de los factores de disposición hereditaria, se ve transformada y al no corresponder entre sí las partes de la herencia,
Como
sobreviene un caos del gen,
ejemplo' de que la mezcla de razas, a
causa de combinación inarmónica de las
disposiciones corporales, obra desfavorablemente, se citan las dificultades del
parto que tan frecuentes son entre las
razas mixtas y que son originadas por
una pelvis demasiado estrecha. Las distocias entre los pueblos primitivos solamente se han aumentado a partir de su
mezcla con otras razas.
De la estructura de los huesos fósiles
pueden reconocerse, pues, en resumen,
tres diversas clases de fenómenos patológicos: 1.0 Enfermedades que representan una herencia del período animal.
2.° Enfermedades que se presentan con
la cultura en cierto modo como "fenómenos de domesticación", aumentan con
el desarrollo de la cultura y pueden
adquirir proporciones amenazadoras y
3.° Fenómenos patológicos que deben considerarse como consecuencia de la mezcla
de razas. Claro está que las enfermedades
que no pueden reconocerse en el esqueleto, como las afecciones de los ojos y
de la piel, sarampión, escarlatina y
viruelas, escapan, desde luego, a la
apreciación del paleontólogo.
349
tl aete de eueae del hombee peehiítótieo
Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger
Para mejor comprensión de las deducciones que ,se derivan de los hallazgos
prehistóricos acerca de las tentativas
terapéuticas del hombre primitivo, daremos a continuación una exposición breve
de la construcción más remota del arte
terapéutica, tal como ha sido reconocida
por el autor siguiendo otros caminos.
Esta exposición del arte de curar del
hombre primitivo muestra que de todos
los ramos de la investigación prehistórica, la remota Medicina es aquél en el cual
se puede escudriñar más profundamente
en la época evolutiva del hombre, es decir, en fases remotísimas del desarrollo
cultural humano que, según opinión generalizada, pasan por ser inaccesibles a la
investigación de la historia de la cultura.
Los esfuerzos curativos que emprendía
el hombre prehistórico, eran en su origen
los mismos que los de los animales. Contra las molestas irritaciones corporales y
las sensaciones dolorosas se defendía el
antropoide eolítico de la estepa mediante
reacciones elementales, es decir, formas
Lenas de huesoz del período neolítico que lueron usadas también
como instrumentos quirúrgicos.
35 0
Herramienta de piedra (la llamada punta en 101 ma de
hoia de laurel) del período solutrense, encontrada en
Alemania.
de defensa de que pueden valers(' los
animales. En la época de la evolución
humana se acentúa en la estepa el instinto de auxilio mutuo y se modifica el
carácter del arte terapéutica: Todas las
formas de auto-defensa se hacen también
formas de auxilio mutuo y consciente, lo
que es posible a partir del momento en
que e~isten el lenguaje y la consciencia.
La ayuda mutua se desenvuelve dentro
de límites marcados por las reacciones
inferiores; no obstante, es determinada
por la noción de que la enfermedad es
ocasionada por un cuerpo extraño, idea
que marca un derrotero en la terapéutica
del primitivo hombre arqueolítico. Tal
intento consciente de curar alcanza con
las formas curativas elementales (aun sin
el empleo de utensilios y herramientas)
efectos más marcados que los que pudieron lograrse en la "época animal" del
hombre.
Por otra parte, el arte de curar se transforma, en tanto que estas acciones, que
anteriormente no representaban otra
cosa que reacciones inferiores (lamido,
succionamiento, amasamiento, opresión,
agitación, soplamiento, friegas, etc.), a
partir de entonces se usan conscientemente como métodos curativos en l<ts enfermedades internas. El desarrollo del
instinto de auxilio sigue, sin eml)argo,
otro camino más (quizá también desde
la época animal) que es caracterizado
por el principio contraria contrariis. El
hom bre prehistórico sigue aquí el instinto de provocar, en ciertos estados o
cont ra sensaciones dolorosas, el estado
cont rario o la contraria sensación. Este
afán, claro está que no es tan importante
para el desarrollo de la medicina primitiva como la noción del cuerpo extraño
que produce la enfermedad, noción que
háct, al hombre ensayar y encontrar los
más diversos métodos curativos.
El uso general de herramientas y armas entre los hombres de la Prehistoria,
. hacE' que las heridas constituyan acontecimientos corrientes. La clase de la herida cambia también con la forma de las
armas (aparición de las armas contundentes y punzantes). A partir de aquí,
la terapéutica se encuentra con la misión
de tratar heridas profundas. Las heridas
graves con anchas aberturas y descubrimiento de órganos internos, dan como
resultado el conocimiento de la estructura anatómica del cuerpo humano, conocimi('nto que por analogía se adquiere
ta¡nl lién al descuartizar los animales en
la caza; pero también dichas nociones se
adquieren por el canibalismo que, a juzgar por los hallazgos en Krapina, se practicaba ya probablemente en el primitivo
período paleolítico. Al descuartizar animaleo; y hombres, se formaban ya en los
homhres primitivos ciertas nociones fisiológicas, y comiendo órganos de hombres
y animales se desarrollaba la primera forma de órganoterapia que procede según
el principio "sirnilia similibus". Con el
uso creciente y cada vez más acertado
de las herramientas, creció la confianza
puesta en éstas, las cuales pronto fueron
también usadas en el arte de curar, bien
se tratara de auto-defensa o de auxilio
mutuo. Una maniobra consciente en caso
de ellfermedades como, por ejemplo, la
de ex traer por succión el cuerpo extraño
que causó la enfermedad, hace derivar
de la succión un método para extraer la
sangre o para eliminar una sustancia
extraña (veneno) del organismo, cuyo
método en tiempos posteriores es tam-
~
c;rmr~1/T1I~--_-.-~,-"-I\~~
Los llamados bastones de mando del periodo paleolítico
(Magdaleniense). El de más abaio, provisto de una púa.
fué usado como arroiador de lanzas.
bién ejecutado mediante instrumentos.
Así se forman nociones de enfermedades
que pueden considerarse como la forma
primitiva de la opinión de la patología
humoral. La escarificación, simple rascamiento de la piel para extraer sangre, extendida por todo el mundo, habrá sido
seguramente uno de los principales recursos del arte de curar incluso en los
albores de la antigua Europa, sobre todo
si se considera que los pueblos de la Prehistoria no se acobardaban ante la sangre; en la reciente Edad de la Piedra incluso existieron en muchas tribus operadores audaces. Un poderoso auxiliar
contra la enfermedad y el clima de la
Tibia humana en la que ha penetrado una punta de
pedernal y ha prodltcido 1m callo exuberante. De 1m
"Dolmen" enFont-Rial (Aveyron). Según E. Cartailhac.
35 1
Didfisis del
fémur izquierdo en la que
ha penetrado
una punta de
flecha. Radiografía. Según
K. lager.
complicadas; la lanza lleva ya puntas d(~
piedra, a veces también ganchos, las
mazas son empleadas por lanzamiento
(Bumerang). Para arrojar la lanza durante la cultura totemística del período
auriñaciense, se empleaba una tabla o
una barra que llevaba una púa oblicua
en uno de sus extremos (véase figura).
De esta manera se alargaba el brazo d(~
palanca y con ello se reforzaba la fuerz:t
con que era arrojada (Foy). A fines del
período paleolítico reciente aparecen el
arco y las flechas y, en opinión del autor,
una cultura más reciente de la estepa
trajo la honda para arrojar piedras, qw~
Krickeberg atribuye a una cultura subártica refiriéndose a América. Si hasta en tonces la noción de un cuerpo extrañ()
productor de la enfermedad era solamente una ficción, al perfeccionarse la 'i
M oda de sujetar los filos de hacha y las puntas de lanoe'
medíante arrollamiento de un cordel (A mérica). Según
E. Cartailhac. El conocimiento de esta técníca condur'
al hombre de la Prehistoria al entablillado de las Ira,·
turas óseas.
edad glacial fué adquirido por el hombre
con el fuego. Este le ayudaba a resistir
el frío, alejar de sí a las fieras peligrosas
y, en caso de enfermedad, buscaba junto
a él un templado refugio. Mediante la
posesión del fuego, el hombre primitivo
conoció además una nueva forma de
heridas: las quemaduras; pero también
el hombre primitivo sabe poner al servicio de la terapéutica la cualidad destructora del fuego y, de la misma manera
que la escarificación se usa intencionadamente, lo mismo se practica también con
la quemadura; ésta, es decir, la cauterización, representa un eficaz medio de combatir los ectoparásitos asentados en la piel.
La Cirugía, que es un arte basada en la
habilidad de las manos, únicamente
puede existir cuando se ofrece· ocasión
repetida de practicar intervenciones quirúrgicas. En la Prehistoria, la condición
primordial para ello es el uso creciente
de las armas, las cuales, en el transcurso
del período paleolítico, se hacen más
352
¿I rticulación del hombro de una "caverna socavada" de
1" cullu.ra de H allstatt. La supuración del hueso obligó
a practicar ta amputación. Foto: Prof.}. G1-üss.
armas de ataque el hombre se vió ante
el problema de extraer del cuerpo objetos extraños efectivos, bien con ayuda de
illstrumentos o sin ellos. Las lanzas arroj;Ldas y flechas corrientes eran simplemente sacadas del cuerpo, pero cuando la
punta de la flecha llevaba un gancho,
había en ocasiones que empujar toda
la flecha a través de las partes blandas
para poderla extraer. Como quiera que
las armas llevaban a menudo puntas
agudas fijadas de tal manera que se quebraban fácilmente, era frecuente la nec('sidad de una intervención operatoria.
Entre los pueblos primitivos de hoy día
e"isten cirujanos que saben encontrar y
e"tirpar con gran habilidad cuerpos extraños por medio de una operación; mucllas veces se ven tribus de caníbales que
saben extraer con asombrosa habilidad y
audacia un proyectil alojado en las articulaciones y aún en el vientre. Teniendo
en cuenta que en la Europa prehistórica
se ha demostrado el canibalismo, hay
d('[echo a suponer que también por entonces, junto con la antropofagía, iba
asociada un arte quirúrgica de relativa
perfección; un proyectil que ha penetrado a gran profundidad en el hueso o en
una región que hace temer hemorragias,
constituye una extirpación quirúrgica
difícil. En tales casos, el cirujano prehistórico de la antigua Europa, lo mismo
que el de la primitiva América, se aparta
algunas veces de la norma general, no
extirpando el cuerpo extraño, sino dejándolo en su sitio (véanse figuras págs.
35 1 /35 2 ).
En la Prehistoria, las fracturas óseas,
tanto en el hombre como en el animal,
curaban sin tratamiento especial alguno,
mediante reposo del miembro respectivo,
y la curación era rápida. Mediante la
posesión del fuego, cuyo resplandor aleja
a las fieras, el hombre se hallaba mejor
protegido que su antepasado animal y al
desarrollarse el sentimiento social, los
miembros de las hordas protegían y cuidaban a sus enfermos en la medida permitida por las circunstancias. De un
modo análogo al tratamiento de las
heridas, practicado también por los antropoides, se aplicaba tierra o barro sobre
el miembro fracturado; este tratamiento
1\'[icroTotografía de los restos de un vendaje de heridas
consistente en fibras de lino y harina de trigo. Alrededor
de 900-800 años a..tes de}. C. (Período de Hallstatt).
E .. esta figura se reco..oce.. los granos de almidó.. de ta
harina. FOt9: Prof.}. Griiss.
353
1mpresiones de manos sobre londo rojo o negro, en las
que se demuestra la amputación de algunas lalanges,
en las wevas de Gargas (Altos Pirineos). Auriñaciense.
Según "The Cave 01 Altamira" de H. Breuil y H. Obermaier. Madrid I935.
es más antiguo que el,entablillado. Junto
a la necesidad de refrescar y procurar el
reposo del miembro lesionado mediante
aplicación de tierra o de barro, surge la
idea creadora de formar una especie de
envoltura. Los métodos de fijar una fractura ósea mediante férulas y vendas, han
sido tomados por la cirugía prehistórica
de la técnica de lás armas: Sólo a partir
del momento en que el hombre primitivo
se ingenia en unir fuertemente dos cosas
separadas como, por ejemplo, el cuerpo
de una lanza y su punta, mediante'cuidadoso arrollamiento (véase figura pág. 352)
es cuando puede pensar en ensayar también esta técnica, magistralmente dominada, en las fracturas óseas. El entabli'lIado de huesos fracturados viene a constituir regla general, pero seguramente
sólo en aquellos pueblos de seguras condiciones de vida que son calificados de
ganad~ros y plantadores. Los hallazgos
de vendajes prehistóricos son muy rarós.
354
Las primeras amputaciones fueron
(como hª,cen admitir las circunstancias
en los actuales países primitivos) intervenciones de urgencia en caso de destrozamiento completo de un miembro o de
mordeduras de serpientes. En caso de
mordeduras de serpientes especialmente
venenosas entre ciertos pueblos primitivos, es considerado el tajado inmediato
del miembro en cuestión como el único
medio de salvación. Los progresos conseguidos en la Edad del Metal, en lo qu(;
se refiere a la Cirugía, se deducen de un
hallazgo hecho en una caverna honda
del período de Hallstatt junto a Rüchrsdorf (en las cercanías de Nuremberg).
J. Grüss describe un húmero que presenta huellas claras de una operación
quirúrgica; este hueso, que se hallaba
completamente carcomido, había sido
amputado. Restos de un vendaje de fibras de lienzo y de harina de trigo (véanse figuras página 353) encontrados en
ambos extremos del hueso, hacen suponer a Grüss que en un principio hubo 1 lila
herida que, a consecuencia de un tratamiento inadecuado, supuró hasta el
hueso y que, por último, se hizo necesaria la intervención.
Las amputaciones de los dedos están
atestiguadas por las impresiones manuales en las paredes de las cavernas correspondientes al período auriñaciense (véase
figura arriba). Estas "impresiones negativas" de las manos, que según O. Menghin figuran entre las producciones más
antiguas del arte mural franco-cantábrica, revelan a menudo la falta de llna
falange del dedo. Los motivos a que se
debe la práctica de estas amputaciones
de los dedos, no han podido descubrirse.
Es posible que se partiera de la idea de
ofrecer un saqificio en caso de la pérdida
de un pariente o de una enfermedad,
como hoy se practica aún entre ciertas
tribus africanas.
Por otra parte, el cortado y tajado de
miembros constituyen una clase de
castigo generalizada entre los antiguos
pueblos cultos. Para cohibir la sangn' se
introducía el muñón en arena o brea calien tes, o bien en otros líquidos hirvientes.
La cirugía plástica se ha formado probablemente en relación con tales maniobras mutilantes. Los antiguos médicos
indios han sido, según nuestras noticias,
los primeros que conocieron una plástica
de la nariz y de las orejas. Hay que
aceptar que la operación de catarata,
ejecutada por los antiguos indios, está
relacionada igualmente con castigos corporales. También puede explicarse la Negros de Uganda ejecutan una operación cesárea, que
era ya practicada en el período neolítico.
casi ración como una medida punitiva, probablemente
Según Felkin.
si bien se practicaba asimismo como costum bre guerrera. Los primeros que ad- en los tiempos históricos en la antigua
quirieron experiencia en la castración Grecia. Durante el período neolítico,
fueron los pueblos de pastoreo de los mejor desarrollado técnicamente, la apaindogermanos, hamito-semitas y turco- rición de la honda planteó a la terapéutárbros. El procedimiento más antiguo tica de la Prehistoria nuevos problemas.
consistía en la ligadura o en el aplasta- La piedra arroj ada con la honda destroza
las paredes del cráneo lo mismo que la
miento del testículo.
De la misma manera que la destrucción maza de piedra, pero además obra de
com pleta de un miembro o la amenaza otra manera. Pedradas que rozan la piel
que implicaba para la vida una morde- . provocan a menudo hemorragias ceredura de serpiente exigían la decisión viril brales en el lado opuesto no hendo; para
de sacrificar el miembro, también los determinar la localización de la hemotrastornos funcionales de un órgano obli- rragia el cirujano tiene que abrir el cráneo
gaban a una intervención de urgencia. en una región intacta. Esto en un prinAsí, por ejemplo, la oclusión de la uretta cipio se ha hecho raspando, más tarde y
por IIn cálculo o un cuerpo extraño (ani- con mayor audacia cortando y separando
mal pequeño) exigía la uretrotomía. trozos de huesos cuadrados o angulares, o
Entre los germanos septentrionales exis- tallando y sacando fragmentos circulares
tían para ello especialistas, lo mismo que de hueso con ayuda del trépano. El ciru-
A salto de los ha·
bitantes de Samoa
a la expedición de
La Pérouse en
T utuila (Islas de
Samoa) en el año
I787. En primer
término se ve a
los indígenas armados de hondas.
Según un grabado
antiguo.
355
Figuras de barro de la Edad reciente de la Piedra, de
Butmir junto a Serajewo ( Bos"¡ia) con tatuaje de puntos.
Según M. HoeY't!es.
jano de la Edad de la Piedra reciente en
el apogeo de su habilidad, trataba los
huesos del cráneo humano lo mismo que
si se tratara de perforar una piedra o un
hueso de animal. El fin de la operación
es la eliminación de la esquirla ósea, del
derrame sanguíneo o del cuerpo extraño,
del demonio. La no~ión animística de
que en el cerebro se aloja un demonio, es
la causa de que esta intervención se conceptúe aconsejable con gran frecuencia,
sobre todo en enfermedades que se creían
localizadas en la cabeza (dolores de cabeza, locura, afecciones epileptiformes).
La opinión de que el uso de la trepanación ha partido de la Europa occiden:
tal y central, expresada primeramente
356
por Wilser y apoyada recientemente con
gran insistencia por Fritz Paudler, merece la más concienzuda comprobación.
En 19I1, el autor atribuía la honda y la
trepanación a la influencia de la cu Itura
malayo-polinésica, sin saber entonces que
los malayo-polinesios poseían un componente sud-europoideo (v. Eikstedt). (Acerca de la Trepanación véase nuestra!' Actas Ciba N.o 5, 1937).
La operación cesárea fué ejecu tada
asimismo en los tiempos prehistóricos
(albores de la agricultura en el período
mesolítico) al principio solamente en las
mujeres muertas durante el embarazo.
Esta costumbre obedeció seguramente
a móviles animísticos, pues según la
noción animística amenaza mál presagio
el no extraer al niño de la madre muerta.
Puede aceptarse que también en la reciente Edad de la Piedra, cuando lo;, cultivadores de la tierra se agruparon en
densas colonias (¿ promiscuidad d~ las
razas ?), la operación se practicó también
en las mujeres vivas. Según estudios de
Elseluise Haberling, las leyendas ele los
pueblos septentrionales demuestran que
dicha operación era un antiguo patrimonio del pueblo en el territorio de la
actual Alemania.
La circuncisión ha sido comprobada
en el país del Nilo en cadáveres nuhios y
egipcios del tiempo prehistórico, conservándose dos representaciones de elh, talladas en piedra" de un tiempo algo más
reciente (Sudhoff). Según Wilke, en la
antigua Europa no parece que la circuncisión ritual haya sido corriente t·n los
muchachos ni tampoco en las niña< En
cambio, la infibulación de los jóvenes
romanos, que consistía en introducir un
palito a través de la uretra, con lo cual se
intentaba impedir la consumacióll d~l
coito y el abuso de los genitales, h:Lce en
todo la impresión de una intervención
prinlitiva. Probablemente, una operación tal fué practicada por el hombre
prehistóFico durante la iniciación. El
quinodesmo (protección del glande u
oclusi6í'I de la uretra cerrando mediante
Crdneo deformado
del cam}'o funerario
alemdn¡co primitivo de Uberm611e'Yn.
Según l/olter.
una ligadura ·el prepucio) que era corrienk entre los griegos y etruscos, es
hoy alÍn una costumbre de indumentaria
de la~ culturas totemísticas, relacionada
con la virilidad. Puede admitirse que el
quino(lesmo fué también practicado como
maniobra de culto en la Europa prehistórica.
Las mutilaciones dentarias, según O.
Mengltin, no se encuentran en el período
paleolltico, pero según G. Wilke, cráneos
neolíticos de los Dogs-Holes, de las cuevas
de Perthi Chwaren y otras de Inglaterra
y de España, hacen sospechar que se
ponía en práctica una avulsión de los
dientes por motivos rituales. En muchos
hallazgos craneales del Japón se han observado mutilaciones dentarias artificiales que se presentan con máxima frecuencia en la segunda mitad del período
meso-neolítico. Según Menghin, lo general era arranfar los colmillos del maxilar
inferior o d~' ambas mandíbulas, o bien
todos los colmillos del maxilar inferior;
también se acostumbraba a limar los
dientes. En la Europa prehistórica también parece que solían arrancarse los
dientes mediante una piedra usada a
modo de martillo y un troz.o de madera a
guisa de escoplo. En este sentido a lo
Tumba circular
de crdneos del
período paleolítiw
reciente en las
cuevas Ofnet (Jura
suabo-franco) .
Las calaveras aquí
encontradas estaban enterradas en
una masa de ocre
rajo. Según
R. R. Schmidt:
357
,.
menos interpreta Wilke la falta de dos quizá en el llamado tatuaje de suturas,
molares en un cráneo dos veces trepana- especialmente conocido de los esquimales.
do. En un esqueleto encontrado por R. Su aparición, sin embargo, puede atriForrer en una tumba de cerámica acor- . buirse probablemente a causas puradonada de Achenheim i. E., se pudo com- mente médicas, acaso relacionadas con
probar una avulsión forzada de los dien- la costumbre existente en algunas tribus
tes." Según Wilke, la limadura de los primitivas (por ejemplo entre los indios
dientes, puede demostrarse en los cráneos Karajá) de mantener abiertas las heridas
de sepulcros megalíticos de los últimos recientes introduciendo en ellas un hilo.
tiempos del período neolítico, en la pro- De las intervenciones mencionadas, alvincia vasca de Guipúzcoa (Macizo de gunas de ellas deben considerarse como
actos rituales en la iniciación que, aunAralar, Sierra Aizcorri).
En el período neolítico antiguo debió que no de un modo general, también eran
ya practicarse la perforación de los lóbu- usuales de vez en cuando en los tiempos
los o el borde de las orejas pues, según prehistóricos de Europa. Al período
Menghin, en las culturas ártica tardía o paleolítico pertenecen ya el tatuaje de
del litoral báltico estaba extendido el uso cicatrices, la extracción de dientes, la
de pendientes como, por ejemplo, clavijas sangría, una intervención en el miembro
en las orejas bajo lafonna de discos do- viril y quizá también la perforaci()fi de
bles. El tatuaje de puntos, con el cual las orejas; al neolítico, el tatuaje de puniba asociado a menudo un fin curativo, tos y el limado de los dientes.
llama la atención en figuras de barro de
La deformación del cráneo no puede
la reciente Edad de la Piedra (Butmir considerarse como una costumbre ritual,
en Bosnia, Cucuteni en Rumanía, habi- siendo más bien una consecuencia j nvotaciones lacustres en el pantano de Lai- luntaria de atar los recién nacidos a un
trozo de madera en forma de artesa, y
bach, Hisarlik-Troya y Chipre).
La cuestión de si también fué practi- en muchas ocasiones viene a resultar una
cado en los tiempos prehistóricos el ta- característica de la tribu. Bajo la constuaje de las cicatrices, debe ser contesta- tante presión, los huesos del cráneo illfanda por la Etno'logía. Según la argumenta- til se modifican en su forma. En Aleción etnológico-histórica, el tatuaje de las mania existen cráneos con deformaciones
cicatrices tan extendido entre los primi- artificiales de la época alemánica antigua
tivos, es la forma primaria del tatuaje. y del tiempo de los merovingios (véase
Como quiera que la práctica del tatuaje figura pág. 357).
pun teado se ha demostrado en el período
En numerosos hallazgos de esqueletos
neolítico, está justificado admitir que el del período paleolítico reciente (Grimaltatuaje de las cicatrices era corriente en di, caverna de Ofnet, en el Jura suaboel período paleolítico. En opinión de franco, y Schussenried al norte del Lago
Menghin, las rayas que ciñen una de las de Constanza) se pudo encontrar el ocre
estatuitas de mujer de la gruta de Bras- con el.cual había sido pintado el cuerpo
sempouy (Departamento de las Landas, del muerto. La pintura del cuerpo se
Francia), indican el tatuaje de las cica- acostumbraba a considerar como una
trices. Como una forma de escarificación práctica de embellecimiento, pero su
de las cicatrices pueden considerarse origen es, sin embargo, médico. La capa
también las llamadas cicatrices Bregma de color preserva a la piel del frío y del
y la T-sincipital (véase nuestras Actas sol, aleja las moscas y a menudo tiene un
Ciba N.o 5, 1937. "La Trepanación") en efecto curativo en las enfermedades de
los cráneos neolíticos de Francia y en los la piel; en estas últimas puede frecuentede los habitantes prehistóricos deTenerife. mente perseguir también el fin de oculEl. origen del sedal hay que buscarlo tar la deformación. El hombre primi-
358
Representación de
un ba11arin disfrazado de la
Edad de la Piedra.
Quizá " trata de
un mólico-mago
disfra,-ado con
una pld de ciervo.
Pintum mural de
la cue, 'a de Trois
Frere; (Pirineos).
Según H. Breuil.
tivo sufre considerablemente cuando una
enfermedad altera de un modo desfavorable su aspecto exterior y quiere evitar
a todo trance ser objeto de mofa. Si su
piel se altera por eflorescencias de cualquier clase, gusta de untarse con ocre
rojo. Por el mismo motivo de pudor intenbban en la Antigüedad los griegos,
romanos e indios disimular las tiñas, tumores, cicatrices repugnantes (liquen,
lepra, etc.) y sobre todo las odiosas manchas blancas (Leucodermia syphiliticum), las manchas vergonzosas, median te tierras coloreadas y pomadas de
colores. Así se explica también, como
dice Stricker, que la acción curativa del
mercurio no fuera descubierta en la Antigüedad por médicos, sino por profanos,
pues al descubrir una útil embrocación
mercurial (Unguentum sarazenicum) les
guiaba ante todo la necesidad de un remedio cosmético.
El breve bosquejo aquí trazado acerca
de la terapéutica prehistórica, aparte del
arte de curar eolítica y arqueolítica,
que viene a ser una reconstrucción, se
atiene a hechos documentados por las
investigaciones de antropólogos y prehistoriógrafos a base de numerosos hallazgos en cavernas y sepulcros.
De los hechos prehistóricos mencia,
naremos todavía un cuadro que puede
ser interpretado como la representación
de un médico-mago (véase figura arriba).
Se trata de un bailarín disfrazado de la
caverna de Trois Freres (Pirineos). Está
cubierto con una piel de ciervo y al parecer representa uno de aquellos seres demoníacos mixtos de hombre' y animal,
característicos de lás ideas totemísticas
del derecho materno en las culturas de
plantadores. Este cuadro manifiesta una
noción muy desarrollada de la magia y
del disfraz, con la cual va generalmente
asociada en los pueblos primitivos de hoy
día una terapéutica sugestiva propiamente dicha. El médico-mago se sirve
de aquellas medidas mecánicas que cons- ,
tituyen la base de la terapéutica primitiva; lo que caracteriza y es esencial
en estas medidas es, sin embargo, el
hecho de que proceden de ideas mágicas,
359
según las cuales el cuerpo extraño que
provoca la enfermedad es de origen demoníaco.
Las formas curativas más antiguas del
hombre son tendencias de índole biológica, a saber: reacciones subalternas, de
las cuales se valen los animales. El desarrollo más antiguo del arte de curar en
los períodos eolítico y arqueolítico es una
evolución puramente biológica. La Medicina hechicera únicamente pudo formarse en la antigua Edad de la Piedra,
cuando el lenguaje y el conocimiento
transmitían las representaciones de acontecimientos que se hallaban fuera del
alcance de los sentidos. Entre las nociones' médicas que eran de importancia
fundamental en la estructura del mundo
mágico, predomina la idea de que un
cuerpo extraño produce padecimientos
"internos". Tales "imaginaciones" ejercían sobre el espíritu del hombre primitivo una acción consternadora y paralizante. Hoy día no se atiende debidamente en muchos casos al concepto de
"enfermedad imaginaria", pero en los
albores del género humano, la "imaginación", era la causa más frecuente de
las más graves enfermedades psíquicas.
En estos apuros se acudía al hechicero,
que en su tratamiento médico y valiéndose de su habilidad de prestidigibdor,
extraía el cuerpo extraño (una pi(~dra,
un hueso de fruta, un gusano) y de este
sencillo modo devolvía la salud ;L un
enfermo que no podía curarse de otra
manera. En la primitiva Edad <le la
Piedra se tenía que seguir forzosamente
en la terapéutica un camino que conducía al mágico país de la Hechicería.
Acerca de la Espasmo-Cibalgina, preparado exento de alcaloides
para combatir los dolores espásticos
Por el Dr. Werner Husmann. del Dep. de la Fundación Sto Johannes en HomburgjNieder,rhein
La Cibalgina, tan usada generalmente
para combatir los dolores, ha ensanchado
recientemente su campo de indicaciones
y aumentado la intensidad de su acción
mediante la combinación con el espasmolítico sintético Trasentina. En tanto que
la Cihalgina desarrolla su acción por sus
efectos sedantes centrales y sensitivoinhibitorios, de modo análogo a la morfina y sus derivados, la Trasentina (constituída por el éter dietilaminoetílico del
ácido difenilacético) tiene una acci ón simulbnea músculotropa y neurotropa que
corre:;ponde en grandes rasgos al mecanismo de acción de la papaverina y de
la atropina. La combinación introducida
bajo el nombre de Espasmo-Cibalgina,
permite en los estados dolorosos, debidos
a espasmos de la musculatura lisa, una
acción tanto más inmediata cuanto que,
atendiendo a los 4 puntos de ataque
citados, se garantiza un tratamiento causal, :Isí como también sintomático.
Como quiera que un preparado de esta
clase nos podía ser de utilidad en nuestro
afán de restringir lo más posible el usa
de alcaloides, ensayamos los supositorios
de Espasmo-Cibalgina en los dolores espasmódicos de diversa intensidad yetiología. Estos supositorios contienen 0,5 g.
de Cibalgina y 0,05 g. de Trasentina.
E n los casos leves y de mediana intensi,lad bastaba un supositorio y a lo
más (los para conseguir la supresión completa o casi total de los dolores espásticoso Sólo en casos muy graves necesitamos echar mano de los preparados de
morfina, si bien las dosis de éstos, al ser
completados con la Espasmo-Cibalgina,
pudi( Ton reducirse considerablemente.
La acción espasmolítica y analgésica del
preparado se presentaba por regla general 5-15 minutos después de aplicar el
supositorio, prolongándose por lo común
6-8 horas. El remedio fué bien tolerado,
no observándose fenómeno secundario
alguno como se ve con frecuencia con
la aplicación de preparados a base de alcaloides (trastornos gástricos, atonía intestinal, trastornos cardíacos y circulatorios, midriasis, sequedad de las mucosas bucal y faríngea).
Los supositorios de Espasmo-Cibalgina
se ensayaron en 50 casos para combatir
los dolores espásticos consecutivos a diversas operaciones. La inmensa mayoría
de los pacientes podían ser librados de
sus dolores con 2-3 supositorios. Su rápida acción era sobre todo sorprendente
después de operaciones ginecológicas
plásticas. Alrededor de 5 minutos después de introducir un supositorio, cedían
los dolores y pasados 15 minutos cesaban, manteniéndose la analgesia 8-12
horas. Al cabo de este tiempo se introducía la mayoría de las veces otro supositorio. En casos graves se aplicó también
el preparado con mayor frecuencia, según las exigencias del caso, sin que se
observaran fenómenos secundarios.
También en el carcinoma inoperable
del útero se logró influir sobre los violentos y constantes dolores de la espalda
por medio de la Espasmo-Cibalgina. De
6 casos pudimos prescindir en 3 de la
morfina yen 2 reducir considerablemente
la cantidad de ésta con ayuda de la
Espasmo-Cibalgina.
En la úlcera gástrica aplicamos en 5
casos la Espasmo-Cibalgina; aquí acostumbrábamos a poner un supositorio
después de la comida. En dos de estos
casos los dolores violentos, que generalmente duraban 3-4 horas, desaparecieron
del todo; en dos casos se obtuvo una
considerable mejoría yen un caso no se
registró efecto alguno.
También fué empleado el remedio en
3 casos de colitis crónica; en uno de ellos
la acción no era evidente, mientras que
en los otros dos el preparado dió buen
resultado. Especialmente en una enferma el efecto fué muy ostensible, pues
después de haberse aplicado un supositorio durante el día, permaneció 4-S
horas libre de los violentos dolores espásticos y por la noche se hizo sentir
agradablemente la acción hipnótica de
la Cibalgina, de tal modo que la paciente
pudo dormir sin molestia alguna.
En 16 casos en que los supositorios de
Espasmo-Cibalgina fueron aplicados en
cistitis y cistopielitis, los dolores espásticos experimentaron una influencia favorable con 1 supositorio cada vez. En
12 casos se trataba de enfermedades crónicas; aquí, la analgesia se prolongaba cada vez 6-8 horas. En 4 casos se presentaron dolores cólicos agudos, que pudieron ser muy aliviados con un supositorio.
y no se volvían a presentar. Sólo en un
enfermo no se produjo efecto alguno, de
tal modo que hubo que administrarle
morfina. En algunos enfermos ele esta
clase se conseguía expulsar el cálculo por
el lavado de las pelvis renales. La aplicación de la Espasmo-Cibalgina antes y
después de una intervención tal, parece
dar mejor resultado que no los intentos
hechos hasta ahora para combatir el dolor por medio de los preparados de morfina, merced a los cuales se favofc:ce los
espasmos de la musculatura lisa.
En una serie de casos que a continuación se detallan:
Después de operaciones por
inyecciones . . . . . . . Sil casos
en el carcinoma uterino in(j
operable . . . .
en la úlcera gástrica
S
en la colitis crónica.
:)
en la cistitis y cistopielitis
1(j
en la nefrolitiasis. . .
S
Por último, el preparado se ha ensayado también en 5 casos en cuanto a
su acción antiespasmódica y analgésica
en las nefrolitiasis. En 4 casos se logró
con 2 supositorios de Espasmo-Cibalgina
influir sobre los accesos por cálculos uretrales. Cinco minutos después de introducir el supositorio cedían los dolores,
desapareciendo del todo a los IS minutos
total 8) casos
vimos que los supositorios de EspasmoCibalgina se comportan como un remedio
seguro y sin efectos secundarios de los
dolores espasmódicos, que permite en los
casos leves y regulares prescinc1 ir por
completo de los alcaloides y en los casos
graves reducir estos últimos a un mínimo.
(De la Deutsche Med. Wschr., N.O J. I9J8).
0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
00
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00
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gg
gg
00
00
11
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00
gg
00
gg
gg
00
gg
Hormona testicular pura obtenida sintéticamente
para uso parenteral
Petandten
Insuficiencia de la glándula sexual masculina
Afecciones prostáticas
Climaterio viril
Convalecencias, etc.
gg
gg
00
00
!!
00
00
00
gg
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gg
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00
gg
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00
00
0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
! Notas para el práctico
El problema del ileo por cálculos biliares.
Mención de dos casos interesantes
El aufo.r. comunica dos casos de íleo por
cálculos billares. La oclusión intestinal aqui
se produce generalmente 'por cálculos de gran
tamaño.que n? llegan alllltestino por el conducto bliJar, SlllO que penetran en él directamente p"r perforación de la vesícula biliar.
F;n el prlI~er caso se pudo obtener la expulsión por "la natural de un cálculo del tamaño
~e un hUl:vo de gallina mediante la inyección
llltravenosa de una ampolla de Peristaltina.
Sobre este caso el autor hace los siguientes
comentarios:
"Este ':aso merece ser mencionado porque
es un hecllO muy raro que los cálculos biliares
que penetran en el intestino y producen un
íleo, sean eliminados espontáneamente. Por
lo general, aun aquellos que han perforado
el colon 1ransverso y por lo tanto sólo tienen
que recorrer un trayecto relativamente corto
producen en el intestino espasmos tan violen~
tos que ~e hace imposible la eliminación espont.áne?" La administración de preparados
de hipófISIS en un caso tal no hubiera servido
más. que para exacerbar los estados espásticos
de1lntest1l10; en cambio, la Peristaltina, que
hemos elllpleado ya repetidas veces en las
parálisis intestinales post-operatorias y en las
coprostasls con excelentes resultados es un
r~medio que pr<?voc?- un peristaltismó ~egular
Slll espaslllos 111 cólicos y no produce acción
drástica",
En el segundo caso el cálculo productor
del. íleo tl,vo que ser extraido por vía operatona. El ('stado de la paciente era muy grave.
P?-ra; sost('ner la circulación se inyectaron por
vla mtra"enosa 2 ampollas de Coramina en
200 cm. s de solución de glucosa, antes de
empezar la. operación. También después de
la extracCión del cálculo, que tenia el tamaño
de. un hllevo de ganso, se hizo necesario
emplear repetidas veces la Coramina. Como
q.uiera que dos dias después de la intervención no se habia restablecido aún la función
intestinal, se inyectaron por via intravenosa
2 ampoll¡ls de Peristaltina en 200 cm,3 de
solución (le glucosa al 20 por ciento. A las
6 horas se restableció el peristaltismo y al 12. 0
dia la enf,'rma pudo ser dada de alta curada.
Dr. Béla Verbényi
(Wiener klin.Wschr., N,o 47, I938).
Excelentes efectos obtenidos con elPercainal
En un eczema rebelde del párpado, el autor
tuvo ocasión de emplear el Percainal. Se
trataba ell este caso de una niña de 2 años,
cuyo eczema habia aparecido en el curso de
una quera1 itis. El fuerte picor no se calmaba
con ningú n otro remedio. El Percainal se
aplicaba directamente sobre la región enferma
que se cubria después mediante un vendaje
con pomada de óxid.o de zinc. Al cabo de al-
gunos dias, el eczema se hallaba completan:tente curado, lo que atribuye el autor prinCipalmente al hecho de que la acción antiprurigi?-osa del ~ercainal había permitido un
tratamiento raCIOnal de la afección.
Prol. S. Ibata, (Japón)
(Shindan to Chiryo, N.O 28o, I937).
El reposo fisiológico
como coadyuvante terapéutico
. El autor habia ya ensayado diversos remedIOS p?-r.a obtener la analgesia en las heridas
superfICiales y en .las afecciones pruriginosas,
cuando tuvo ocasión de conocer el Percainal.
Este preparado le ha dado resultados excelentes para calmar los dolores después de la
sut~Ha, por upa parte por su prolongada
acción ant:stésl.ca y por otra por sus propiedades antlséptlcas. El reposo fisiológico da
por resultado una más rápida curación de la
he!"ida: Aparte de esto, la pomada de Percamal Impide que se quede pegado el vendaje;
la base de esta pomada se mezcla muy fácilmente con la secreción de la herida. Los
buenos servicios que presta el Percainal al
hacer la cura de las heridas, son demostrados
con 9 extractos de historias clinicas que muestran las excelentes propiedades del Percainal.
Dr. Sh. S. Povlin
(Clinical Medicine &o Surgery, N.O 7, I<;j37).
A cerca del tratamiento de la hipertrofia pros-
tática con hormonas .testiculares sintéticas
El autor ha tratado 34 casos de hipertrofia
prostática con propionato de testosteron (en
forma de Perandren). La dosis fué dll 5 mg.
por dia administrada diariamente o bien de
20 mg. cada 4 días en inyecciones; esta última
dosificación resultó más conveniente. Las
dosis J?ueden, aumentarse sin peligro alguno
Sl son msuÍlclentes. El propionato de testosteron puede sustituir completamente a los
extractos de testículo y produce una acción
favorable sobre la hipertrofia prostática, especialmente en el primer estadio. De los 34
pacientes, 27 reaccionaron bien a la hormonoterapia. Ante todo llama la atención el mejoramiento del estado general y de la función
renal. Las molestias urinarias y la orina residual disminuyen y a veces desaparecen del
todo. En pacientes que sufren desde larga
fecha de retención crónica y fuerte dilatación
de la vejiga, o en aquellos que presentan como
complicaciones infecciones graves urinarias,
cálculos o divertículos, la hormonoterapia no
produce resultado alguno. En cambio, en un
enfermo de carcinoma de la próstata se obtuvo un favorable efecto sobre las molestias
subjetivas; el volumen de la próstata no es
influido por el tratamiento, pero si puede detenerse su crecimiento. Un favorable efecto
que pudo observarse en diversos hipertónicos,
fué que la presión sanguínea retrocedía casi
a su cifra normal mediante el tratamiento por
el testosteron.
Dr. Alberto Oberholtzer.
(British Journal 01 Urology, N,o 3, I938).
del tubo gastro-intestinal
del aparato génito-urinario
y de otros órganos de musculatura lisa
se suprimen eficazmente con el nuevo
antiespasmódico sintético
Trasenlina
(Clorhidrato del éster dietilamino-etilico del ácido
difenilacético)
Obra simultáneamente sobre los nervios
(como la atropina)
y sobre la fibra muscular lisa
(como la papaverina)
sin producir los fenómenos secundarios
molestos de estos alcaloides
Grageas
Esidron, nuevo diurético mercurial
Por \Y. Komant, de la Clínica médica y neurológica de Giessen' (Director Prof. Reinwein)
D{'sde hace mucho tiempo se conoce
ya la acción diurética de los preparados
mercuriales. Actualmente ocupan el
primer puesto entre los diuréticos. En
contra del preparado mercurial más usado en anteriores tiempos, los calomelano~, tienen la ventaja de ser solubles
en el agua y por ello inyectados. Con
ellos no se presenta hábito medicamentoso y en su acción diurética son extraordinariamente seguros y actúan mucho
más intensamente que otros diuréticos
de distinta constitución química.
En estos preparados modernos, el mercurio no es posible determinarlo con los
reactivos corrientes, pues se trata de
combinaciones químicas complejas. Según Engel y Epstein, el efecto diurético
de las combinaciones mercuriales orgánicas es determinado por su estructura
aromática (núcleo benzoico). Al estudiar
este problema, la casa "Ciba" nos puso
a nuestra disposición dos preparados.
Uno de ellos (un derivado mercurial de
la urca) que pertenece así pues a la serie
alifática, se comportó en nuestros experimentos como dotado de una excelente acción diurética. De estas observaciones se deduce que la opinión de
Engel y Epstein no es admisible ya en
su enunciación primitiva.
El otro preparado era la sal sódica del
ácido teofilin-mercuri-mono-oxipropilamid-quinoleico. Este preparado, introduciclo en el comercio bajo el nombre de
Esidron, mostró en sus experimentos
una ;lcción que no cede en nada a la
de los más conocidos diuréticos metcuriales
El Esidron, a la concentración de
ro%, se presenta en ampollas. Las llldicaciones y contraindicaciones de su
empl('o coinciden con las de los otros
diuréticos mercuriales. El campo principal de sus aplicaciones lo constituyen
las diversas formas de retención de agua
en la insuficiencia circulatoria. En las
colecciones líquidas producidas por otras
causas, también el Esidron, lo mismo
que los preparados mercuriales conocidos
hasta la fecha, no produce efectos tan
seguros sobre la diuresis. Las contraindicaciones más importantes son los trastornos renales difusos de carácter inflamatorio, especialmente en sus formas
agudas. Las alteraciones puramente degenerativas del riñón (nefrosis) no constituyen contraindicación, aún habiendo
considerable eliminación de albúmina,
así como tampoco los estados de congestión renal. En cambio, el Esidron está.
contraindicado en la colitis, caquexia
extrema, anemia, afecciones inflamatorias de la cavidad bucal, estados febriles graves y enfermedades hepáticas.
Junto con la movilización del agua de
los tejidos tiene lugar una fuerte eliminación de cloruro sódico. Así, por ejemplo,
hemos visto con el Esidron producirse
una eliminación de 30-4° g. de NaCl. Lo
mismo que con otros diuréticos, la administración previa de cloruro o nitrato
amónicos refuerza la acción eliminadora
de agua y cloruro sódico.
La forma mejor y más segura' de administrar el Esidron es en inyección intravenosa. La mayoría de las veces
empezamos con 0,5 cm. 3 yen caso necesario au~entamos la dosis, con pausas de
3-4 días, hasta 2 cm. 3 . 'Solamente en
casos muy especiales y observando las
más severas precauciones, hemos dado
3-4 cm. 3 como dosis aislada, pero tampoco con ella, que únicamente fué aplicada en casos excepcionales, hemos visto
fenómenos secundarios desagradables.
La acción diurética se aprecia ya por lo
común en el transcurso de 1-2 Ó de 2-3
horas y acostumbra a prolongarse 12-24
horas. En general, media hora después
de la administración se encuentra ya temperatura producidas ante todo después de una diuresis muy intensa; estos
mercurio en la orina.
Cuando la inyección intravenosa por fenómenos, igual que acontece con otros
cualquier motivo no era posible, adminis- preparados mercuriales, habían desapare7
trábamos el Esidron también por vía cido prácticamente a la mañana siguiente.
intramuscular. Añadiendo 1 cm. 3 de A menudo aumenta en grado consideuna solución de Novocaína al 1 %, est;¡t rable la perspiratio insensibilis l'D los
inyección es bien tolerada aún por los individuos vasolábiles. En cuanto a fepacientes más susceptibles. Bajo este nómenos de intoxicación como se conomodo de áplicación tampoco cede en cían anteriormente con los calomdanos
nada a los preparados conocidos hasta como, por ejemplo, estomatitis, síntomas
de coIltis, etc., no los hemos observado
ahora.
con el Esidron. Hasta la fecha hemos
Lo mismo que con los otros diuréticos
tratado con éste más de 150 enfermos,
conocidos, se recomienda también un
en parte de una manera continua.
tratamiento general de dos a tres días
El mercurio contenido en el E:-:idron
antes de empezar con el Esidron, el cual
se
elimina en gran parte por los ri ñones
consistirá en medidas dietéticas y mey
solamente
en una reducida proporción
dicamentosas. Especialmente en los obe(3-7%)
por
el
intestino. En el tran:-:curso
sos hemos visto varias veces producirse
de
24
horas
60
% del mercurio abandona
con el Esidron una acción diurética total
el
organismo.
Según nuestras observamás intensa que con otros diuréticos
ciones
comparativas,
las circunstancias
análogos. En el tratamiento de las re_
son
aquí
iguales
que
con
los preparados
tenciones líquidas considerables y rebelde
mercurio
de
acción
análoga.
des, nos ha resultado a veces ventajoso
Resumiendo: A base de la min aciosa
alternar su uso con el de otros preparados.
De vez en cuando se quejaban los pacien- experimentación toxicológica y clínicotes de fatiga, laxitud, agujetas y dolores comparativa del Esidron, se recomienda
de cabeza, como se observa en general éste como diurético mercurial de ¡lcción
con toda diuresis mercurial. Contra estos excelente. La acción diurética dd Esitrastornos se recomienda dar de ante- dron no cede en nada a la de los diurémano gluconato de calcio a los enfermos ticos mercuriales complejos conocidos
sensibles. Con el Esidron hemos obser- hasta la fecha.
vado alguna que otra vez elevaciones de
(De la Deutsche medo Wschr., N.O 37, T937 j.
Contra los trastornos de la menopausia
g~n
El Prokliman contiene no sólo hormonas ováricas, sino también sustancias
sedantes, descongestivas, cardiotónicas y reguladoras del peristaltismo
intestinal en las proporciones farmacológicas y clinicas más favorables.
[Notas acerca del tema
I
La primitiva Edad de la Piedra en Suiza
EII Suiza, lo mismo los valles que los Alpes
han ..,ido habitados ya transitoriamente en la
antigua Edad de la Piedra. Por primera vez
se encontraron en el Cantón de Schaffhausen
sitios ricos en hallazgos procedentes del período reciente de la piedra picada (paleolítico, al
contrario del neolítico que corresponde a la
cultu ra de la piedra tallada). Por entonces, al
extillt{uirse el último período glacial, vivían
en el "Kesslerloch" y en el "Schweizersbild"
hord.lS de cazadores, cuya caza más important.· era el rengífero. Tanto en el "Kesslerloch', donde el hombre habitaba en una
cueV.l que profundizaba en la tierra, cerca de
agua corriente, como también en el "Schweizersl,ild" donde vivían al pie de una pared
montañosa y soleada, se encuentran viviendas. Iue por lo visto fueron escogidas por el
hombre paleolítico a causa de la proximidad
de a IJUndantes parajes de caza. Su cultura
está caracterizada por el modo cuidadoso de
trab.ljar el pedernal, que lo utilizaba para
pun1:ls de flecha. Además fabricaba raspadore...;, cuchillos y barrenas de otras clases de
piedl a dura y también sabía cortar del hueso
y d(1 cuerno leznas y finas agujas, improvisandO) también arpones para la pesca. Sus
dibuJos y grabados sobre las piedras o huesos,
verd,lderas obras de arte que representan el
rengífero y el asno de las estepas con naturalidad incomparable, son un testimonio de su
alta I;ultura. Análogos objetos se han encontrad" en las cavernas del Jura desde el Birstal I!asta el Lago de Ginebra.
Los más antiguos habitantes de los Alpes
tuvieron sus viviendas a alturas que llegaban a más de 2.000 metros. En las cavernas del Wildkirchli .junto al Santis, del
Wildmannlisloch j unto a los Churfirsten y
del Drachenloch sobre Vattis en el Valle
de Tamina, han sido encontradas en el suelo las pruebas de su presencia. Las herramientas encontradas en estas estaciones son
mucho más primitivas que los restos del
hombre de la primitiva Edad de la Piedra
que se han excavado en los llanos. Como
quiera que aquí en los Alpes faltaba el pedernal, se tuvo que emplear una piedra dura que
se hallaba a mano, la cual fué tallada tosca..
mente formando raspadores, cuchillos y barrenas, y después afilada. De la diáfisis de los
huesos largos no solamente se ingeniaban en
hacer leznas y raspadores, que pulimentaban
después, sino que también fabricaban utensilios manuables para el raspado empleando
los huesos de la pelvis.
El animal de caza más importante para
estos hombres de la Edad de la Piedra era, a
juzgar por los hallazgos, el oso de las cavernas, animal gigantesco que era más de vez y
media más grande que el actual oso pardo. El
cazarle con las armas en la mano hubiera
equivalido a la muerte cierta del caL:ador;
por esto, se capturaba este oso en trampas y
fosos, matando después a pedradas al animal
indefenso. Por lo general eran animales jóvenes los que se cazaban de este modo, como
puede reconocerse por los cráneos y huesos
encontrados. Fuera del oso de las cavernas
El llamado
"Schweizersbild"
en el Cantó" de
Sclzajjhausen,
vivienda de los
hombres paleolíticos. Foto: Museo
de Etnología, de
Basilea.
que dominaba la montaña, existían también
hienas, leones y panteras de las cavernas,
representantes gigantescos de un mundo animal que preferían el calor al frío. También
se han encontrado restos óseos de machos
cabríos, gamuzas, ciervos, lobos, tejones, zorras y martas, es decir, también animales del
bosque y de la llanura. En las regiones más
frías pm- encima del contorno del bosque, pululaban las marmotas y las liebres de los Alpes.
Según las herramientas de piedra y huesos
encontrados, estos hombres de las cavernas
son pertenecientes al período de cultura del
llamado paleolítico alpino, que puede aceptarse en la primera mitad de las culturas de
la Edad antigua de la Piedra. La inspección
del contenido de las cavernas y el examen
geológico de las capas donde se han hecho
los hallazgos, indican que vivieron antes de
la última edad glacial, es decir, en la llamada
edad glacial intermedia. Mientras que estas
cavernas alpinas de gran altura estaban habitadas por hombres, los ventisqueros habían
retrocedido a las altas montañas; el clima
era en consecuencia de esto muy benigno, de
tal modo que hasta los animales que hoy día
viven en regiones más templadas, podían desarrollarse muy bien allí. Más adelante, sin
embargo, volvieron a avanzar los ventisqueros, con 10 cual los animales que preferían el
calm- tuvieron que emigrar o se vieron condenados a desaparecer. .
Los restos de estos habitantes alpinos de
las cavernas demuestran también cierta cultura intelectual; en diversos parajes del
"Drachenloch" y del "Wildmannlisloch" se
ha encontrado huesos de osos de las cavernas,
apilados cuidadosamente y protegidos con
fragmentos planos de piedra, lo que se interpreta como una prueba de la forma más antigua del culto humano de sacrificios, como se
observa hoy día aún en los pueblos primitivos
de las zonas frías dedicados a la caza de osos.
Dr.F.Schwerz.
Documentos de arte prehistórica y Religión
se han encontrado en numerosas regiones. Es
asombroso el hecho de que ya del período
paleolítico se han hallado pinturas murales
polícromas de elevada expresión artística y
de vivo naturalismo. (Cueva de Altamira en
España.) La ejecución de los dibujos que
allí se encuentran denota un sentimiento
artístico tan asombroso, que durante mucho tiempo han sido considerados 'como
falsificaciones. Otras producciones artísticas
del hombre prehistónco están constituídas
por relieves y esculpidos en piedra o en hueso,
ejecu tados con afilados cuchillos de piedra.
Estas representaciones permiten formarse
una idea de la fauna de aquellos tiempos,
constituída por el mamut, rinoceronte, oso
de las cavernas, león, tigre, etc.
Muy interesantes son sobre todo las representaciones del cuerpo humano, porque arrojan luz sobre las características corporales del
..J
Represealaci6n de ,m bisonte e" colores negro y I ~io. Pi,,·
t'~ra mural de la cueva de Altamira (España,!. Segtj;w'
H enri Breuil.
.
/"
hombre prehistórico y además nos p<:rmiten
penetrar hasta cierto punto en su e~¡-ructura
anímica e intelectual. Así, por (¡emplo,
ciertas represel1taciones femeninas parecen
indicar el concepto que tenían de la belleza
los hombres de la Edad de la PiedJ a. Nos
limitaremos, a recordar la pequeña estatua
de barro llamada "Venus de Willendorf", por
haber sido encontrada en el yacimi"nto diluvial de arcilla margosa junto a WiJlendorf
(Wachau) y que representa una ITJ IIjer de
formas extraordinariamente exuberal,tes. Otro carácter ofrece el relieve de un muchacho de la gruta de Laussel (Dordoña). cuyas
líneas son casi clásicas, mientras fJ t1e otra
figura femenina del mismo lugar S( distingue por sus anchas y salientes caderas que
recuerdan la esteatopigia, como úni, amente
se encuentra hoy día entre los bosq U1manos.
La mayoría de las representacione,; de la
Edad de la Piedra no obedecen seguramente
sólo a motivos históricos, sino ante todo a
móviles mágico-religiosos.
Las pinturas en sí tenían probablemente
corno fin producir una especie de t:onjuro
sobre los animales de caza. Esta opinión se
ve por cierto confirmada por el hecho de que
en ciertas especies de animales en otr.)s lugares se encuentran pintadas flechas sobre su
cuerpo. Por otra parte, también S(' hallan
pinturas de bisontes en los que faltan las
astas o toda la cabeza, es decir, las, lefensas
e instrumentos sensoriales principale'i de los
animales de caza, lo que se explica fá( ilmente
considerando el fin mágico de estas pinturas.
Algunos de los animales representad(.s por el
hombre prehistórico, tienen también sin duda
alguna una significación general c10 culto
como, por ejemplo, el oso de las cavernas o el
caballo, 10 que parece ser demostrado por las
muchas representaciones de caballos en las
cavernas francesas, pudiéndose adlllÍtir en
general que para el hombre de la Edad de la
Piedra, 10 mismo que para muchos de los
actuales pueblos primitivos, todas bs cosas
se hallaban entretejidas de ideas mágicoreligiosas.
Dr.].].
Redacción y Administración: Sección científica de la Sociedad para la Industria Química en BasileIL (Suiza)
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especialmente de las bronquitis crónicas
asociadas a enfisema y trastornos circulatorios con
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