ACTAS CIBA 10 LA TERAPÉUTICA EN LA PREHISTORIA Escenas de lucha y caza del reciente período paleolítico. En estos dibujos se reconoce11 figuras de arqueros. Las heridas causadas por los flechazos exigían gran habilidad de los cirujanos de la Edad de la Piedra. Detalle de las pinturas murales de Minateda (España). Según H. Breuil. ACTAS CIBA 10 Basilea, Octubre 1939 LA TERAPEUTICA EN LA PREHISTORIA SUMARIO: Cuadro sinóptico del arte de curar en la Prehistoria El hombre prehistórico Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger Acerca de las enfermedades del hombre prehistórico Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger El arte de curar del hombre prehistórico Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger Acerca de la Espasmo-Cibalgina, preparado exento de alcaloides para combatir los dolores espásticos Por el Dr. Werner Husmann El problema del íleo por cálculos biliares. Mención de dos casos interesantes Por el Dr. Béla Verbényi Excelentes efectos obtenidos con el Percainal Por el Prof. S. Ibata El reposo fisiológico como coadyuvante terapéutico Por el Dr. Sh. S. Povlin . Acerca del tratamiento de la hipertrofia prostática con hormonas testiculares sintéticas Por el Dr. Alberto Oberholtzer . Esidron, nuevo diurético mercurial Por W. Komant N otas acerca del tema pág. 334 33 6 343 35 0 3 61 36 3 36 3 3 36 3 363 36 5 36 7 La reproducción parcial o íntegra de los artículos originales de esta revista, así como su traducción, sólo son permitidas indicando su procedencia = = (uadto sinóptico del atte de cutat en la Ptehistotia Clasificación arqueológica Clasificación geológica Formas humanas Elementos de cultura - Conocimientos y procedimientos médicos Marcha en posición semi-erguida. Modificación de su modo de ser por acomodación a la vida en la estepa. Eolitico Mioceno (terciario) Antropoide de la estepa Arqueolitico Plioceno (terciario) Formas hamínidas Tiempo aprox. en años (antes de J.C.) Comienzos del lenguaje, conciencia y de selección" ; los intentos animales de curar llegan a hacerse formas del auxilio mutuo. ~'acto Paleolítico antiguo Arqueo-paleolítico Transición a la época cuaternaria ¿ El fuego como protección y medio curativo? l. Edad interglacial Horno Heidelbergensis Achelense 3. Edad interglacial (Región del Riss, afluyente del río Würm) Raza de Neandertal Mousteriense l. Edad glacial (Región del río Würm) PrecheIense Chelense La más antigua cultura de los huesos. Auxilio médico mutuo mediante el empleo de utensilios ya existentes desde el período arqueolítico. Pintura superficial del cuerpo. Preparación de pieles. Instrumentos para rasgar, raspar y pinchar son empleados también con fines médicos. Norma de la Medicina: Noción de cuerpos extraños, Contraria contrariis. ¿ Pintura linear del cuerpo? ¿ Ritos de iniciación? ¿ Arrancamiento de dientes? Canibalismo. Principios de la órganoterapia: Similia similibus. Noción mágica del cosmos. Paleolítico reciente Auriñaciense Solutrense Magdaleniense 334 2. Edad glacial (Región del río Würm) Raza auriñaciense (Brünn) predominante. Raza Grimaldi Raza cromañona . predominante Raza Chancelade Antigua Europa: Arrojador de lanzas, puñal, puntas en forma de hoja de laurel. ¿ Amputación de dedos, oclusión de la uretra? Asia, Africa del Norte (Egipto): ¿ Circuncisión? ¿Microlitos en forma de cuchillo, agujas de hueso provistas de ojo, sutura de heridas? Vendajes de beridas (que probablemente ya se practicaban de vez en cuando anteriormente). 700 ,0004°°,000 4°°,000 24°,000100,000 Clasificación arqueológica Clasificación geológica Formas humanas Elementos de cultura - Conocimientos y procedimientos médicos Edad glacial póstuma y aluvial Raza mediterránea Arcos y flecha. Microlitos. Desarrollo de la Cirugía. ¿ Arcos de sangría? Tiempo aprox. en años (antes de J.C.) MesoliticoNeolítico anti~uo­ Epipaleolitlco Ta rdenoisiense 18,0005,000 Actliense Cultura Maglemose Campiñiense ( Kjokkenmoddinger). Raza alpina Cultura de cons· 1 rucción lacustre Cultura del hacha cilíndrica Mazas de piedra, cuchillas de afeitar de piedra. Animismo. Cu ¡tura siberiana de los huesos ¿ Gafas para la nieve? Castración. Cu 1turas árticohálticas Perforación de la oreja (quizá practicada ya anteriormente). Neolítico Cerámica listada ITripolje, Dimini) Raza nórdica en Europa Taladro de corona. Sello para pintar el cuerpo, tatuaje. Cultura megalítica (Almería, Esp.; I ,ong Barrows, Inglaterra), cul1 ura de ·Ia cerámica rayada. Honda. Trepanación, T-sincipital (Francia, Islas Canarias). Operación cesárea en los cadáveres (¿ algunas veces también en los vivos ?). Limado de los dientes. Cultura de los yasos acampanados, cultura megalítica tardía ( El Argar, Espalía). Cultura de .\unjetitz Deformación de la cabeza. ¿ Ventosas? 2,5 0 0 Edad del Cobre Cultura de Lausitz Edad del Bronce Cultura nórdica <1el bronce Edad del Hierro Utensilios cosméticos de metal (pequeñas tenazas, pinzas, agujas, navaja de \ afeitar). Captación de manantiales. Tajado de los miembros como castigo, operación de la catarata. 1,500 r Cultura de Hall.,catt 500 . Cultura de LaTene. Cor¡¡ puesto por el Dr. Reinhard H ojschlaeger, según una tabla de E. Frh. von Eikstedt 335 ti hombte ptehislótico Nota. - La Terapéutica en la Prehistoria constituye un ramo de la cultura humana en el que no podemos penetrar por documentos escritos, ni por tradiciones trasmitidas verbalmente, pudiendo esclarecerse por los hallazgos de los tiempos prehistóricos y por deducciones sacadas de circunstancias que se observan entre los pueblos primitivos o que nos son conocidas de la Antigüedad. Por estos motivos está justificado que en los artículos que figuran en este número, se citen de vez en cuando ejemplos de épocas que no corresponden a la Prehistoria, como los comienzos de la Edad Media, los albores de la época nubiana, etc. Las nociones y resultados obtenidos de esta manera,' tienen necesariamente un carácter hasta cierto punto hipotético, El autor de los artículos que siguen a continuación, conocido por sus trabajos en el campo de la Prehistoria, ha acertado a conservar la proporción justa entre el resultado confirmado y la admisión bien fundamentada. La Redacción. En el año 1856, al desmontar una gruta en las rocas, se encontraron en Neandertal (entre Duesseldorf y Elberfeld) restos de huesos humanos. Este fué el punto de partida que dió a la Antropología, hasta entonces más bien fundada en especulaciones filosóficas, una base na- Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger tural científica y con ello pasó a ser una de las ciencias naturales. En un gran número de monografías se discutió el puesto del ser humano en la Naturaleza, y en el último decenio pasado, especialmente por los trabajos de Schwalbe aCerca del "Pithecanthropus erectus", se inici ó en la Antropología un período de profundo trabajo investigador. Si el hombre, como aceptanG.ScJlwalbe (1844-1917) y otros antropólogos, se deriva hacia mediados o fines del período terciario del tronco común a los a ntropoides y al hombre, deben existir restos de esqueletos de los cuales no se sepa decidir si pertenecen a los antropoides o si son humanos. En realidad, los 1lOCOS hallazgos de huesos del fin del período terciario o del diluviano inferior, plleden ser interpretados de diversa manl'ra y esto se debe, como hace observar con razón H. Weinert, a la naturaleza misma del problema que hace que el juicio cle los expertos sea distinto acerca del "missing link" entre antropoides y el hombre. Entre estos hallazgos todavía no bic'n de- Las grutas de Grimaldi, cerca de lV! e-ntone, uno de tos lugare" donde vivieron lu', hombres paleo/l ticos. Imito a e,\I/ueletos de tipo crl,! mañón se encuen/, an también a" ui otros de hábito I/egroidr. Según "L ..s Grot· tes de Grima/di", Monaco J()IO. / I ',/ " ,1 ,, .···1 /' Bóvala craneana del Pithecanlhropus erectus, descubierto por 1,;. Dubois ju.1/.to a Trinil (Java). Según E. Dubois. Diagrama maxilar de diversos tipos humanos: Línea = Hamo H eidelbergensis; Unea de puntos: europeo reciente; Unea de rayas = negro. Según O. Schoetensack. finidos, se cuenta el de Eugen Dubois, que sistemáticamente buscó y halló en 189 [/92 en Trinil (Java) el tipo transitorio entre el hombre y el animal, el Pitliecanthropus erectus. Este hallazgo estaba constituído por una bóveda craneana de inclinación reducida y poco curvada (véase figura), alglmos molares y un fémur que se hallaba ;rlejado 15 metros del sitio donde se encontró el hueso del cráneo. Schwalbe estima que los huesos encontrados en . Trin il son restos de un ser que ocupaba un puesto intermedio entre el Horno prirn'igcnills (hombre de Neandertal, diluviano medio) y formas de monos, como todavía hoy se hallan representadas por el cl1impancé. La existencia simultánea del hombre y del Pithecanthropus no está demostrada en concepto de Schwal- be. En el año 1920, J. G.Anderson encontró en una cueva próxima a ChouKou-Tien (40 kilómetros al sudoeste de Pekín), dientes humanos, un maxilar inferior con mentón débilmente acusado y otros restos óseos de cráneos. Algunos investigadores consideraron este hallazgo como restos de un tipo temprano humano (Sinanthropus pekinensis) del período transitorio terciario-diluviano, al cual pertenece también el Pithecanthropus erectus. Según otro dictamen, el Sinanthropus es, sin embargo, más reciente. El resto óseo más antiguo, que con seguridad puede ser calificado de humano, es el maxilar inferior encontrado en 1907 en Mauer junto a Heidelberg y descrito por atto Schoetensack (1850-1912), que probablemente procede del primer período intermedio glacial (véase figura). M axilar inje'rior del Hamo H eidelbergensis (mitad derecha). Es digna de notar la est""ct"ra robusta. de la· mandíbula y la jalta de U'fll¿ emi¡uncia mentoniana. Según O. Schoetensack. 337 Schoetensack dió al tipo humano, caracterizado por este maxilar, la denominación de "Horno Heidelbergensis". En este maxilar choca el robusto desarrollo y el espesor del cuerpo maxilar, así como la falta completa de un mentón. La robustez, altura y espesor del cuerpo maxilar son tales que se pudiera dudar de su proveniencia humana,. pero la estructura de los dientes no deja lugar a dudas acerca de su pertenencia a la especie humana. El "hombre de Heidelberg" puede ser calificado de tipo pre-Neandertal, es decir, como un precursor de la raza de Neandertal. El puesto del Horno Heidelbergensis como la forma humana más antigua, está también asegurado por .otras razones: El maxilar procede de formaciones pedregosas del período diluviano antiguo. Capas análogas se encuentran en arenales de Mosbach junto a Maguncia, de los cuales O. Schmidtgen ha extraído por excavación una serie de herramientas de hueso que presentan las Utensilios de piedra de los armales de M osbach, itmto a Maguncia,. proceden de las -mismas capas diluviales antiguas que los restos del Hamo Heidelbergensis. Según O. Sch-midtgen. Ellla'JrUUio "crdneo galileo" de Tabgha imIto al Lw;o de Tiberias, por el c·ual se documenta la presencia de la raza de Neanderlal en el Próximo Oriente. Según F. Wi. ~ers. huellas del trabajo y del uso humanos y que, por lo tanto, constituyen pruebas demostrativas de la existencia del h()m~ bre en aquel tiempo (véase figura). Igual antigüedad (primera edad glacial in termedia) que las capas mencionadas tienen también los estratos de Wangen a. d.LJnstrut, que han suministrado igualml'nte hallazgos paleolíticos. Estos artefados pertenecen, según R. Lehmann, a los más antiguos en Alemania. La primera luz en la prehistoria del hombre fué aportada por el ya mencionado descubrimiento del esqueleto de Neandertal en el año 1856. La opinión de J. C. Fuhlrott (1804-1877) y Hermann Schaaffhausen (1816-1893), de . que los huesos encontrados, especialmente la bóveda craneana, los dos fémures, el húmero izquierdo con la cabeza rota, el codo izquierdo, un fragmento del omoplato derecho, la clavícula derecha casi intacta, la mitad casi completa del ilíaco y cinco trozos de costillas, proceden del período diluviano, no encontró aceptación general, tanto más cu,mto que Rudolf Virchow (1821-1902) había emitido el juicio de que se trataba dI' un hombre de la raza actual con alteraciones patológicas. El hallazgo de Nvan- dertal, en general, fué juzgado justamen te sólo a partir de 1887 cuando en Bélgica, Francia meridional y Weimar se encontraron análogos huesos humanos junio con esqueletos de animales del período glacial. La raza de Neandertal, cuya extensión hoy dí'l- puede definirse a b;ise de hallazgos hechos en España (Gihraltar), Italia, Francia, Bélgica, Croacia, Cáucaso, Mesopotamia, Palestina ("cráneo galileo" de Tabgha, junto al Lago deTiberias) (véase figura) y quizá tam bién por los de Africa, muestra en tod(ls sus representantes una pesada . osamenta. El cráneo del tipo de Neanderi al, una cabeza ancha y alargada, ofrece un aspecto grosero. La aplastada bóveda craneana termina en robustas Esqudeto reconstruído de un hombre de N eandertal de La Chapelle-aux-Saints. Como comparación se ve a la derecha el esqueleto de un hombre reciente (australiano). Segú¡¡ M. Boule. Perfiles de crdneos de chimpancé, Pithecanthropus, hombre de Neandertal y europeo actual. Según M. Boule. eminencias supraorbitarias. Los huesos de la cara son grandes y disformes, las cavidades orbitarias redondas, la nariz ancha y falta el mentón. En algunos cráneos, como el del hombre mousteríense, tipo de un Neandertal que fué llamado así por haber sido encontrado en Le Moustier (Dordoña), la parte inferior de la cara se adelanta formando a modo de un hocico (prognatismo). Los fémures son pesados y burdos. Su diáfisis se halla curvada hacia adelante y la cabeza es grande y gJ;Uesa. La curvadura del femur, que en las razas primitivas se encuentra con frecuencia, así como también en el hombre actual durante el período embrionario, es relacionada por Weinert con la posición en cuclillas usual en el hombre primitivo. Los incisivos del hombre de Neandertal o bien se aplican unos contra otros o los superiores se adelantan a los inferiores. El citado prognatismo es debido, pues, a la posición avanzada del maxilar y no a la posición de los dientes. Los caninos s.on de tipo marcadamente humano. Hoy día se juzga al hombre de Neandertal de un modo bastante uniforme que apenas se discute (W. Gieseler). El Pithecanthropus, el Horno primigenius y el Horno sapiens 'son, según Schwalbe, miembros de una familia, la de los homínidos, que se diferencian de los antropoides actualmente existentes por un verdadero bipedismo. Weinert rechaza la opinión de que el hombre de Neander- 339 Cráneo del Hamo A urignacensis H auseri del periodo auriiúlciense interior de Combe-Capelle, junto a M ont/errand (Périgord) , que presenta gran analogia con el actual australiano, visto de lado (Norma lateralis dextra). Según H. [(laatsch yO. Hauser. tal deba excluirse de la línea del antepasado del hombre de nuestros días. E. von Eikstedt califica al tipo Neandertal de "una forma marginal": la forma fósil interglacial de homínidos, que se conoce pTincipalmente por los hallazgos en Europa. Según v. Eikstedt, ya en el período diluviano se manifestó una fuerte disgregación de tipos y ya en aquella época podían reconocerse razas y círculos raciales. Esqluleto de la mano de un hombre cromañón (a la izquierda) de las gmtas de Grimaldi, junto a M entone, y al lado, para comparación, el de un hombre de regular estatura de los tipos recientes (IÓ7 cm.). De las proporciones dimensionales se deduce la alta estatura de la raza cromañona. Según "Les Grottes de Grimaldi". Monaco I9IO. 340 Así, por ejemplo, entre los europeos del primer período paleolítico reciente, distingue cuatro grupos de formas corporales: dos grandes y extensamente repartidas, la raza primitiva auriñaciense o de Brünn y la ya altamente dift~ren­ ciada raza cromañona, así como dos grupos que sólo aparecen aisladamente, la raza negroide Grimaldi y la raza esquimoide Chancelade. La primera certeza que se tuvo dl' que durante el pedodo glacial no vivió (~n la Europa central una sola, sino varias clases humanas, fué aportada por el descubrimiento del esqueleto de la cueva de Combe-Capelle (Dordoña), cuya cronología en la Prehistoria ha sido perfectamente definida. Este hombre amiñaciense (Horno Aurignacensis Hauseri), como lo llamó H. Klaatsch a causa de ser los utensilios de piedra hallados junto a él iguales a los de Aurignac (luga r del hallazgo en el Sur de Francia), muestra otra constitución esquelética que el hombre de Neandertal, del cual no se diferencia mucho en cuanto a su estatura. El hombre de Aurignac, si bien es verdad que no tiene las grandes y n'dondas cavidades orbitarias, la separación ancha de las órbitas ni la amplia aber- Un crdlleo de tipo negroide (el llamado "Crdneo del adolescente") de la gruta de Grimaldi, junto a M entone. Según "Les Grottes de Grimaldi". Monaco I9IO. tura !lasal del de Neandertal, presenta todavia una frente baja. El perfil del hombre auriñaciense (véase figura) es de ángulo maxilar recto (ortognático), la 'form8 de hocico (prognatismo) ha desaparecido, los dientes se asemejan a los del hombre reciente, sus cavidades de la pulpa son menos anchas que las del hombre de Neandertal, el maxilar inferior es primitivo por la anchura de sus rama" y la forma del mentón, pero no más primitivo que en el australiano, que en ci( 'rto modo viene a representar el primo todavía viviente del hombre auriñaciellse. Los miembros del Horno Aurignacensis presentan una chocante esbeltez, las extremidades articulares son pequeñas y el radio es recto (Klaatsch, Weincrt, v. Eikstedt). Mediante exactas comp:Lraciones de ambas formas esqueléticas, Klaatsch demostró que el hombre de Neandertal y el de Aurignac pertenecen a dos razas completamente distintas y rivales: los hombres auriñacienses, que eran superiores física y mentalmente, han extinguido por lo visto la raza de Neandertal, que tampoco pudo soportar el clima. Entre estas razas tuvo lugar una violenta lucha, como autoriza a suponer el hecho de que en la semicueva de Krapina en Croacia se han encontrado huesos de ambas razas humanas de la edad glacial, de los cuales parte de ellos mostraban huellas de canibalismo. No obstante, es posible que los hombres auriñacienses se mezclaran con los de Neandertal, y formas esqueléticas de tipos posteriores (tipo Chancelade) parecen atestiguar el cruce de estas dos razas. Mientras que el tipo mestizo de Chancelade (cuerpo pequ~ño y cabeza grande) recuerda a los actuales esquimales, el tipo mestizo de Cromañón se caracteriza por hombres de notable estatura. Al hombre cromañón le faltan todas las características típicas del de Neandertal; los miembros son vigorosos y de huesos robustos, pero sin embargo de más fina constitución que los del hombre de Neandertal. Su estatura es por término medio de 180-190 cm., viniendo a ser por lo tanto la de las razas de mayor estatura que viven actualmente. El cráneo posee la notable capacidad de 1550 cm. 3 , lo que Los dos esqueletos con hdbito negroide de la "Gruta de los niños" de Grimaldi, junto a M entone. A la izquierda el esqueleto de una mujer vieja, a la derecha el de un hombre joven. Según "Les Grottes de Grimaldi", Monaco I9IO. 341 A rriba: La llamada eerámica listada de la Alemania central. Según A. Schliz. - A la derecha: La llamada cerámica acordonada. Los ornamentos están hechos por la impresión de la huella de cordones. Según A. Schliz. a lo menos representa el promedio de los recientes cráneos de europeos y por su anchura recuerda a la raza de Neandertal, mientras que su hermoso curvamiento y su altura ofrecen semej anzas con la raza de Aurignac; con ambas tiene de común, sin embargo, su considerable longitud. "El esqueleto de la cara se aproxima más a la raza auriñaciense, pero por el avanzamiento del mentón aventaja a las dos razas, aproximándose al estado actual" (Klaatsch-Andree). El hombre cromañón no posee rodetes supra-orbitarios y sus cavidades orbitarias no son grandes ni redondas, sino casi cuadradas. Sus maxilares son o¡;tognáticos o a lo más reducidamente prognáticos. Al grupo cromañón pertenece también, según Klaatsch-Andree, un tipo mestizo, que se ha encontrado en Mentone y que presenta características negroides (raza Grimaldi, véase figura) y otro tipo mestizo que Maska descubrió en Pi'edmost (Moravia) en 1894. La raza de Aurignac y la cromañona no son exactamente diferenciables en cuanto al tiempo ni al espacio, sino que se presentan mezcladas, lo que, según Weinert, tiene importancia porque a partir de esta época se constata una relación de' ambas razas con las vivientes en la actualidad. Los hombres septentrionales con su cara estrecha y alta sólo se encuentran en la moderna Edad de la Piedra, o sea en el período neolítico, pero ya algunos cráneos del mesolítico (neolítico primitivo) ofrecen un tipo nórdico. Como quiera que son pocos los hallazgos óseos del mesolítico, todavía no puede reconocerse el ulterior desarrollo de las 342 razas neolíticas a partir de formas más antiguas, ni por lo tanto clasificarlas con exactitud. Aún el ensayo de A. Sch liz, de identificar grupos de pueblos ca 111 o, por ejemplo, culturas de la cerámica listada y rayada, cultura nórdica megalítica, etc., no ha llegado a establecer una cronología segura. De todos modos, acerca de la abigarrada mezcla de pueblos de la Europa central y oriental en el período neolítico, puede decirse lo siguiente: En la vida cultural nórdica, se hacía también de notar probablemente un faltar popular del Sudeste, de la región de la actual Silesia y de Bohemia. En la región de la actual Sajonia y de Turingia se hallaban, según O. Reche, alfareros dedicados a la cerámica rayada, de cráneo alargado, que quizá como conquistadores extendieron su lenguaje (Jacob Friesen). Desde el período magdaleniense tardío penetran, según v. Eikstedt, grupos oscuros de cabeza corta (orientales o alpinos, más tarde dináricos) en Europa procedentes del Sudeste y también el Norte de Europa es recorrido en la Edad postglacial por tipos de cabeza corta, los lapones. Los restos de la raza cromañona (raza fálica) se funden con los nórdicos de cráneo alargado y con los germanos. Con los germanos, sin embargo, entramos ya en el umbral de la época histórica, pues tanto sobre los germanos como sobre los celtas existen ya informaciones de escritores romanos. Con ello es ya posible, a partir de las épocas germánicas, establecer una clasificación segura de Europa según los pobladores. Esta distribución es la que caracteriza el tipo anterior a la transmigración de los pueblos. Aletea de la$ enlermedade$ del hombre prehi$tÓtLlO Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger Mit'ntras que para los estudios del investigador consagrado a la Prehistoria, tienen importancia especialmente los objetos que se donaban al sepulcro y otras huellas de la vida cultural, el paleontólogo y el antropólogo dedican principalmente su atención a los hallazgos de huesos humanos y someten a un exacto análi~is el más pequeño trozo de ellos, pues aun los más insignificantes residuos • puedc'n dar en ciertas circunstancias una explicación acerca del desarrollo del hombre, a partir de las formas toscas y casi animales, hasta las formas humanas recientes, La medición y comparación de los cráneos encontrados permite además al antropólogo sacar deducciones acerC;l de la extensión de antiguas razas y sub-razas. Pero además de esto, la estructura de un hlleso puede darnos datos muy determinados sobre el estado de salud del hombre prehistórico y en ciertos casos revelarnos el estado normal o bien los estados patológicos, anormalidades o deform;lciones. Una vez determinada la edad geológica de un hallazgo tal, encontramos también con ello puntos de apoyo acerca de la edad de una enfermedad determinada en el transcurso del desarrollo de la Humanidad. La frecuencia o rareza de una alteración patológica determinada en huesos fósiles, indica la mayor o menor extensión de una enfermedad. Si la Paleontología y la Geología estudian las circunstancias biodinámicas que movían al hombre primitivo a extenderse más allá de su territorio de origen y cons1atan además los caminos de emigración por los cuales la humanidad primitiva se repartía sobre la Tierra, también con su ayuda pueden averiguarse las primeras vías de enfermedades contagiosas y epidemias o por lo menos adivinarlas, siempre que estas epidemias hayan Crdneo (probablemente de los principios de ta Edad Media) con h,USO inserto y fractura curada en el parietal derecho. Osario de Chammünster, Según K. jliger. dejado alteraciones en los huesos humanos. Al intentar reconocer los caminos por los cuales se han propagado las epidemias en la Prehistoria, la investigación paleontológica tropieza, sin embargo, con grandes dificultades, pues los hallazgos paleontológicos son tanto más raros cuanto más remota es la época prehistórica que se estudia. Así, por ejemplo, del tipo del hombre de Neandertal solamente se poseen alrededor de 30 cráneos y de éstos la mínima parte presenta alteraciones patológicas. Los testimonios de enfermedades prehistóricas se hacen sólo más numerosos a partir del período de cultura en el que era costumbre general enterrar a los muertos. Aun cuando este entierro consistiera solamente en esconder el cadáver en una caverna, el muerto así "enterrado" era sustraído frecuentement~ con ello a la destrucción por los animales que en la Naturaleza asumen las funciones de "policía del campo". En circunstancias fa343 vorables, el esqueleto de un cadáver enterrado podía conservarse intacto durante muchos millares de años. Cuando se encuentran objetos enterrados con el muerto, es posible en ciertos casos establecer una relación entre las enfermedades y determinadas condiciones culturales. Numerosas alteraciones en esqueletos fósiles y prehistóricos han sido originadas por traumatismos, accidentes acaecidos en la lucha con animales salvajes o con el hombre. En el esqueleto del hombre de Neandertal, encontrado junto a Duesseldorf, la extremidad distal del húmero izquierdo y la extremidad proximal del radio izquierdo, están fuertemente deformadas. Según Schwalbe, mucho antes de la muerte debió haberse producido una luxación del radio que no fué reducida después del accidente y que probablemente iba combinada con una infracción de la extremidad proximal radial. En un maxilar inferior neandertaloideo de un hombre, encontrado en Fragmento de la pelvis con fractura conmi..ula del cuello del fémur, que ha curado por anquilosis ósea y bajo eliminación de secuestros. Segú.. K, ]iiger. 344 Piezas de esqueletos prehistóricos de Nubia, que pre"mta" síntomas de "gola de las cavernas", Según G, /<II1ot Smith y M. Arma..d Ruffer. Ehringsdorf (Weimar), la investigación demostró que los dos incisivos derechos se hallaban implantados fuera de la fila dentaria y sus coronas se dirigían hacia dentro; ambos dientes no se conservan. Esta posición anormal ha sido quizá acarreada por un golpe. Además, el cr;í.neo de una joven allí encontrado muestra huellas de contusiones en el frontal, lo que hace sospechar que la muchacha fué matada a golpes. También en el esqueleto encontrado junto a Krapina, (~or­ janovié-Kramberger pudieron constatar alteraciones patológicas; un fragmt 'nto del frontal presenta en la prominencia supra-orbitaria derecha agujeros y surcos que hacen deducir una herida, y adl'Jl1ás pudo demostrarse una fractura del codo y otra de la clavícula. El esqueleto de un individuo del sexo femenino, enlontrado junto a Cro-Magnon, muestra una herida profunda producida proba blemente por un hachazo. Broca admite que la herida supuró y después cicatrizó, de tal modo que la lesionada ha vi vido todavía algunas semanas después. En los huesos neolíticos de la Vendée chocó a Maree! Baudouin la frecuencia de las fractu[;ls del antebrazo, especialmente en huesos femeninos. L. Pfeiffer informa acerca de un esqueleto de la Edad de la Piedra (sepulcro colectivo junto a Kalbsrieth, al Oeste de Halle a. S.) con una lesión grave del cráneo curada y Wilser da cuenta de un cráneo germánico primitivo (colección de Mannheim), en el' cual se encuentra igualmente una lesión de extraordinaria gravedad (hendimiento del parietal izquierdo y de la frente), la cual fué tratada con un éxito sorprendente, pues la herida curó, no dejando 'más que una abertura en el frontal. Un cráneo del antiguo Perú, de Viru (Provincia de Libertad, Perú), (Colección del Museo natural de Viena) es también digno <le mencionar porque en él se advierte una fractura complicada del parietal i/,quierdo, que ha curado dejando sólo una pequeña abertura hendida. La asimetría del cráneo hace deducir que la mitad izquierda e inferior del cerebro estaba atrasada en su desarrollo. "El individuo sufrió esta grave lesión en su juventud" (Carlos Jager). También en el fragmento de una pelvis, que se conserva en la Colección antropológico-prehistórica de Munich, cuya procedencia es incil'rta, Jager ha demostrado una fractura conminuta del cuello del fémur, que ha curado completamente después de fuerte ,.;upuración y eliminación de secuestro,.;, mediante anquilosis ósea (véase fig. pág. 344). Los estudios de J ager se extienden también a los huesos de extremidades proced( 'ntes del Osario de Chammünster (Baviera), el mayor de los todavía existentes, cuyo contenido procede principalmen te de los comienzos de la Edad Media. Una serie de estos huesos muestra fraduras, de las cuales 43 por ciento han clIrado bien y 57 por ciento mal. Estos (latos, como el mismo J ager hace observar, no tienen sino un valor condiciona l. Las fracturas mal curadas son las articulares y las complicadas. Varias fracturas del fémur dejaron acorta- Esqueleto de un niño raquítico de un cementerio de la época merovingia. Según Georg W ilke. miento de 6,8-10,5 cm. Los muchos casos de osteomielitis traumática (de las 19 fracturas del fémur, I r con osteomielitis curaron), son considerados por Jager como infecciones secundarias y ante todo son testimonio de una disminución de la resistencia contra las infecciones. El Horno sapiens diluvialis (así llama Weinert al hombre de Neandertal, el Horno primigenius de Schwalbe) era seguramente má resistente a las infecciones quirúrgicas que no el hombre de la Edad de la Piedra reciente. Ahora bien, de la Edad de la Piedra reciente' y de la primitiva Edad de los Metales, se poseen muchos más esqueletos que de la Edad primitiva de la Piedra, de tal modo que no es posible una comparación estadística que autorice a deducciones seguras. Las osteomielitis traumáticas y genuinas son bastante frecuentes en la Edad de la Piedra reciente. G. Elliot Smith y E. Wood Jones, que han estudiado alrededor de 6,000 esqueletos, cadáveres desecados y momias de la antigua época núbica, han encontrado raras veces inflamación séptica en las fracturas com345 plicadas, pero sí osteomielitis. De 19 decirse en lo que respecta a las edades fracturas de fémur del Osario de Cham- remotas de Egipto y del Sudán. münster, I I casos que presentaban hueEl raquitismo, según Jager, ('5 desllas de osteomielitis curaron. Roy L. conocido en los pueblos que amamantan Moodie ha publicado un caso grave de los niños al pecho. La opinión de Rumastoiditis del período precolombiano dolí Virchow de que el hombre de Neandel Perú, en el cual no se produjo la dertal padeció de raquitismo, no es commuerte, a pesar de que el foco supura- partida por Schwalbe; este autor ha detivo se había abierto hacia fuera y hacia .mostrado (y Klaatsch ha confirmado sus observaciones), que el fuerte encorvaadentro. Los hombres y animales que viven en miento de los fémures representaha parcavernas húmedas son atacados frecuen- ticularidades de raza y que había que temente por la artritis deformante ("la excluir completamente el raquitismo. El gota de las cavernas", véase fig. pág. 344). higienista de Copenhague, H. A. :t\ielsen, En los osos diluvianos de' las cavernas, estudió restos humanos de 81 sepulcros las alteraciones patológicas se extienden de la Edad reciente de la Piedra, en total a todas las partes del esqueleto. El 616 individuos de ambos sexos y dI: todas hombre diluviano, que disputaba a los las edades. Los hallazgos demostraron, osos las cavernas, sufrió del mismo modo además de artritis deformante, miositis la forma citada de gota; ésta se presen- osificante, fungus de la duramadre, escotaba de preferencia en las articulaciones liosis, alteraciones dentarias y raquide la columna vertebral, pero también tismo. Georg Sticker, en los restos óseos en otras. A este propósito llama la aten- de sepulcros alemánicos del quinto siglo ción un maxilar de Krapina. La artritis cristiano, pudo demostrar que el raquideformante fué extraordinariamente fre- tismo y el escorbuto como enfermedades cuente durante toda la Edad de la Piedra de carencia se contaban entre las plagas y los primeros períodos de la edad gla- más terribles que padeció el pueblo alecial, como se ha comprobado en diversas mánico en los tiempos de la trano,migraocasiones. En Dinamarca se la encuen- ción de los pueblos. Algunos maxilares prehistórico" se catra muy a menudo entre los hallazgos de la Edad de la Piedra que muestran al- racterizan por una mala dentadura. teraciones patológicas, y lo mismo puede Hans Virchow atribuye esto a la impurificación del alimento con arena, la cual Maxilar inferior de Krapina. A .consecuencia de un desgasta la superficie masticadora de los absceso alveolar se ha formado una fistula (F). Según dientes. Además, hace respons;) ble de Georg Wilke. este hecho a la circunstancia de (lue los dientes eran usados como herramienta. Por el fuerte desgaste de los dientes quedan al descubierto el canal dentario y la , pulpa, con lo cual pueden originarse abscesos alveolares (véase fig. alIado). La caries dental no se presentaba en el hombre de la edad glacial, aun cuando es verdad que el hombre de Rhodesia "tenia más de un diente hueco" (Weinert), ;L pesar de que, con sus fuertes prominencias óseas supra-orbitarias y occipitaks, hace una impresión todavía más primitiva que algunos tipos de NeandertLl. En cambio, la caries dentaria no t'S nada No se sabe a ciencia cierta cómo y cuándo aparecieron por ve~ primera las tres graves enfermedades infecciosas, a saber: tuberculosis, sífilis y lepra, en la historia del desarrollo humano. Según Ludwig Aschoff es probable que el hombre, a partir de cierta ,época, se hizo asequible a la infección y tomó los gérmenes de los animales salvajes que los albergaban, quizá sin estar enfermos. Así aparecieron en el transcurso del tiempo epidemias que, por lo visto, todavía no se habían presentado en la época del hombre de Neandertal. La tuberculosis, a juzgar por los "documentos óseos", hacía sus víctimas en Egipto en el período predinástico y al Osteomielitis gomosa en restos óseos, de las grutas sepulcrales en el valle del Petit Morin (Marne). Según P. Raymond. M omi" egipcia del tiempo de la 2I.a dinastía (alrededor de I,ono años antes de J. C.) con las características de la enfamedad de Potl. Según 1m diseño de Mrs. Cecil Firth. rara en la reciente Edad de la Piedra (1,5-3%). En la Edad del Bronce, la caries dentaria se halla ya muy extendida, como lo demuestran los cráneos de los sepulcros planos del Lago de Tegel junto a Berlín (alrededor del siglo XVIXIV antes de ]. C.), los cuales, según H. Virchow, por su frecuente caries dentaria, hacen una impresión bastante "moderna" para aquella época. Estos datos concuerdan con la opinión de F. W. Proell, según la cual una raza primitiva puede perder muy rápidamente la resistencia a la caries. La paradentosis, según Proell, es ya en el hombre diluviano la causa más frecuente de la pérdida de los dientes, de la misma manera que hoy entre los pueblos primitivos. También se encuentra la formación de sarro en dientes del diluviano. 347 norte de los Alpes en la reciente Edad de la Piedra. Un esqueleto neolítico de Heidelberg, estudiado por Paul Bartels, y que ofrece alteraciones en la cuarta y quinta vértebras dorsales, así como cifoescoliosis, permite deducir con bastante seguridad que la tuberculosis se presentó ya en el territorio de la actual Alemania en la Edad reciente de la Piedra. El hecho de que en el antiguo Egipto, ya en el período predinástico, se presentó la tuberculosis ósea (y por lo tanto seguramente tambiép la tuberculosis pulmonar), es confirmado por las investigaciones de Elliot Smith y Armand Ruffer. El cuadro típico de la enfermedad de Pott en la momia de un joven sacerdote (véase figura pág. 347) indujo a Smith y Ruffer a determinar varios casos de tuberculosis en ulteriores excavaciones. La tuberculosis pulmonar y el escrofulismo eran enfermedades populares muy. remotas entre los pueblos indogermánicos de pastoreo. En lo que concierpe a la lepra y a la sífilis, Georg Sticker hace notar que tanto los enfermos de una como de otra !enfermedad eran expulsados de la sociedad humana y no recibían entierro alguno de precepto. De aquí que sus esqueletos quedaran abandonados a las influencias destructoras. Por ello se explica que las pruebas de la existencia de la lepra y la sífilis en la Prehistoria sean muy deficientes. En la época histórica, la lepra ha sido siempre conocida. La Elephantiasis Graecorum, que los médicos de la antigua Grecia conocían del Próximo Oriente, corresponde en todos sus rasgos a la lepra. En el bajo Egipto, la Elephantiasis de los griegos. era desde an~ tiguo una enfermedad extendida; entre los germanos era rara, según dice Galeno, y en Misi::¡. y entre los escitas era desconocida; en cambio, se presentaba entre los celtas, especialmente también entre los galos y asimismo, según Sticker, la padecieron seguramente los galateos, rama céltica que erró en dirección al Asia menor. Crdneo de niño de los antiguos sepulcros Machu Picchll, del antiguo Perú, con necrosis sifilitica en el frontal y sutura frontal.anormal. Según George F. Eatoil. Los sepulcros prehistóricos no nos revelan apenas si la sífilis (de la cual todavía hoy día se hallan libres o se hallaban hasta hace poco tiempo algunos p¡leblos primitivos) era ya conocida en ]a Prehistoria. Sticker dice con todo génl'ro de reservas, que del tiempo antiguo, de la época dinástica egipcia y de los sepulcros de la Edad de la Piedra, no se han ballado en total más que dos o tres huesos que presenten alteraciones que pudier:m ser consideradas como sifilíticas. Pau] Raymond, en las grutas sepulcrales del valle del Petit Morin (Mame) entre masas de huesos del período neolítico tardío, descubrió un húmero yun radio con los carac~ teres de una osteomielitis gomosa (véase fig. pág. 347). Este diagnóstico fllé más tarde confirmado por eminentes patólogos. Entre los hallazgos núbicos del año 2,000 antes de J. c., se han hallado tres o cuatro huesos que hacen "sospechar la sífilis" (Sudhoff). De los hallazgos americanos relacionados con la sífilis, hay que notar un cráneo de niüo del antiguo Perú, que fué desenterrado junto a Machu Picchu y que muestra una necrosis en el frontal, la cual, según (~eorge Eaton, corresponde en todo al cuadro de la caries sifilítica de hoy día (véase fig. p;íg.348). Además existe un hueso sin dllda alguno precolombiano (tibia), que fw~ encontrado en 1917 en el territorio d(' Tacna-Arica y que a los exámenes microscópico y radiológico delata las pa rticularidades características de una osteoperiostitis sifilítica. (Ann. medo History N. S. 8 (1936), 232; Sudhoffs Mitt. 36 (1937), 55). Por lo demás, los ha llazgos de la llamada sífilis precolombi:ma en América son muy escasos. Los m:ís importantes, según Sudhoff, se encw'ntran al Noroeste en la antiquísima vÍ<t descubierta por el geógrafo Friedrich RéI tzel (1844-1904) entre el antiguo y el nu<~vo Mundo, que pasa sobre el Estrecho de Bering siguiendo las Islas Aleutinas, o qUl' partiendo del]apón, pasa por las Islas Curiles; esta vía pudiera ser la que recorri,', la "enfermedad fenicia". Es más que probable que la enfermedad, conocida hoy día con el nombre de sífilis, existiera ya en la antigüedad griega y romana. Sticker recuerda entre otras cosas los bUc,tos de Sócrates, que revelan la impnsión clara de una deformación sifilítiCI; verdad es que no existen pruebas irrdutables de la existencia de la sífilis en Europa antes del descubrimiento de América. En las únicas piezas esqueléticas que ofrecen con seguridad alteraciolles sifilíticas, hace observar Aschoff que su pretendida procedencia de una tunl ba neolítica, hoy día, es decir, sesenta años después de su áescubrimiento, es puesta en duda; todos los ensayos de determinar a base de huesos la edad precolombiana de la sífilis en Europa, han fracasado. Por esta razón, Aschoff cree poder apoyar la opinión del origen americano de la sífilis. Existen dos enfermedades que el hombre ha adquirido, no a partir del llamado período de domesticación, sino que ya las padecía desde los tiempos de sus precursores animales, a saber: las deformidades y el cáncer. Como hace notar Aschoff, no cabe duda alguna que la Humanidad, en tanto se estudia re- trospectivamente su historia, ha padecido de determinadas deformidades y no existe especie superior animal que no haya sufrido también el cáncer. Frecuentemente se hace responsable a los cruces de razas de la aparición de enfermedac1,es; bien es verdad que, según lás opiniones de algunos .investigadores (Reibmayr, Kretschmer) los cruces, especialmente de razas antiguas y puras, son una de las más altas expresiones de la cultura. Por otra parte, parece ser, según Hildebrandt, que constituyen también la causa de fenómenos patológicos (raquitismo, cráneo alto, deformidades de los pies, cretinismo, tumores, obesidad, hernias inguinales, miopia, luxación de la cadera, etc.). En un cruce de razas, la combinación de los factores de disposición hereditaria, se ve transformada y al no corresponder entre sí las partes de la herencia, Como sobreviene un caos del gen, ejemplo' de que la mezcla de razas, a causa de combinación inarmónica de las disposiciones corporales, obra desfavorablemente, se citan las dificultades del parto que tan frecuentes son entre las razas mixtas y que son originadas por una pelvis demasiado estrecha. Las distocias entre los pueblos primitivos solamente se han aumentado a partir de su mezcla con otras razas. De la estructura de los huesos fósiles pueden reconocerse, pues, en resumen, tres diversas clases de fenómenos patológicos: 1.0 Enfermedades que representan una herencia del período animal. 2.° Enfermedades que se presentan con la cultura en cierto modo como "fenómenos de domesticación", aumentan con el desarrollo de la cultura y pueden adquirir proporciones amenazadoras y 3.° Fenómenos patológicos que deben considerarse como consecuencia de la mezcla de razas. Claro está que las enfermedades que no pueden reconocerse en el esqueleto, como las afecciones de los ojos y de la piel, sarampión, escarlatina y viruelas, escapan, desde luego, a la apreciación del paleontólogo. 349 tl aete de eueae del hombee peehiítótieo Por el Dr. Reinhard Hofschlaeger Para mejor comprensión de las deducciones que ,se derivan de los hallazgos prehistóricos acerca de las tentativas terapéuticas del hombre primitivo, daremos a continuación una exposición breve de la construcción más remota del arte terapéutica, tal como ha sido reconocida por el autor siguiendo otros caminos. Esta exposición del arte de curar del hombre primitivo muestra que de todos los ramos de la investigación prehistórica, la remota Medicina es aquél en el cual se puede escudriñar más profundamente en la época evolutiva del hombre, es decir, en fases remotísimas del desarrollo cultural humano que, según opinión generalizada, pasan por ser inaccesibles a la investigación de la historia de la cultura. Los esfuerzos curativos que emprendía el hombre prehistórico, eran en su origen los mismos que los de los animales. Contra las molestas irritaciones corporales y las sensaciones dolorosas se defendía el antropoide eolítico de la estepa mediante reacciones elementales, es decir, formas Lenas de huesoz del período neolítico que lueron usadas también como instrumentos quirúrgicos. 35 0 Herramienta de piedra (la llamada punta en 101 ma de hoia de laurel) del período solutrense, encontrada en Alemania. de defensa de que pueden valers(' los animales. En la época de la evolución humana se acentúa en la estepa el instinto de auxilio mutuo y se modifica el carácter del arte terapéutica: Todas las formas de auto-defensa se hacen también formas de auxilio mutuo y consciente, lo que es posible a partir del momento en que e~isten el lenguaje y la consciencia. La ayuda mutua se desenvuelve dentro de límites marcados por las reacciones inferiores; no obstante, es determinada por la noción de que la enfermedad es ocasionada por un cuerpo extraño, idea que marca un derrotero en la terapéutica del primitivo hombre arqueolítico. Tal intento consciente de curar alcanza con las formas curativas elementales (aun sin el empleo de utensilios y herramientas) efectos más marcados que los que pudieron lograrse en la "época animal" del hombre. Por otra parte, el arte de curar se transforma, en tanto que estas acciones, que anteriormente no representaban otra cosa que reacciones inferiores (lamido, succionamiento, amasamiento, opresión, agitación, soplamiento, friegas, etc.), a partir de entonces se usan conscientemente como métodos curativos en l<ts enfermedades internas. El desarrollo del instinto de auxilio sigue, sin eml)argo, otro camino más (quizá también desde la época animal) que es caracterizado por el principio contraria contrariis. El hom bre prehistórico sigue aquí el instinto de provocar, en ciertos estados o cont ra sensaciones dolorosas, el estado cont rario o la contraria sensación. Este afán, claro está que no es tan importante para el desarrollo de la medicina primitiva como la noción del cuerpo extraño que produce la enfermedad, noción que háct, al hombre ensayar y encontrar los más diversos métodos curativos. El uso general de herramientas y armas entre los hombres de la Prehistoria, . hacE' que las heridas constituyan acontecimientos corrientes. La clase de la herida cambia también con la forma de las armas (aparición de las armas contundentes y punzantes). A partir de aquí, la terapéutica se encuentra con la misión de tratar heridas profundas. Las heridas graves con anchas aberturas y descubrimiento de órganos internos, dan como resultado el conocimiento de la estructura anatómica del cuerpo humano, conocimi('nto que por analogía se adquiere ta¡nl lién al descuartizar los animales en la caza; pero también dichas nociones se adquieren por el canibalismo que, a juzgar por los hallazgos en Krapina, se practicaba ya probablemente en el primitivo período paleolítico. Al descuartizar animaleo; y hombres, se formaban ya en los homhres primitivos ciertas nociones fisiológicas, y comiendo órganos de hombres y animales se desarrollaba la primera forma de órganoterapia que procede según el principio "sirnilia similibus". Con el uso creciente y cada vez más acertado de las herramientas, creció la confianza puesta en éstas, las cuales pronto fueron también usadas en el arte de curar, bien se tratara de auto-defensa o de auxilio mutuo. Una maniobra consciente en caso de ellfermedades como, por ejemplo, la de ex traer por succión el cuerpo extraño que causó la enfermedad, hace derivar de la succión un método para extraer la sangre o para eliminar una sustancia extraña (veneno) del organismo, cuyo método en tiempos posteriores es tam- ~ c;rmr~1/T1I~--_-.-~,-"-I\~~ Los llamados bastones de mando del periodo paleolítico (Magdaleniense). El de más abaio, provisto de una púa. fué usado como arroiador de lanzas. bién ejecutado mediante instrumentos. Así se forman nociones de enfermedades que pueden considerarse como la forma primitiva de la opinión de la patología humoral. La escarificación, simple rascamiento de la piel para extraer sangre, extendida por todo el mundo, habrá sido seguramente uno de los principales recursos del arte de curar incluso en los albores de la antigua Europa, sobre todo si se considera que los pueblos de la Prehistoria no se acobardaban ante la sangre; en la reciente Edad de la Piedra incluso existieron en muchas tribus operadores audaces. Un poderoso auxiliar contra la enfermedad y el clima de la Tibia humana en la que ha penetrado una punta de pedernal y ha prodltcido 1m callo exuberante. De 1m "Dolmen" enFont-Rial (Aveyron). Según E. Cartailhac. 35 1 Didfisis del fémur izquierdo en la que ha penetrado una punta de flecha. Radiografía. Según K. lager. complicadas; la lanza lleva ya puntas d(~ piedra, a veces también ganchos, las mazas son empleadas por lanzamiento (Bumerang). Para arrojar la lanza durante la cultura totemística del período auriñaciense, se empleaba una tabla o una barra que llevaba una púa oblicua en uno de sus extremos (véase figura). De esta manera se alargaba el brazo d(~ palanca y con ello se reforzaba la fuerz:t con que era arrojada (Foy). A fines del período paleolítico reciente aparecen el arco y las flechas y, en opinión del autor, una cultura más reciente de la estepa trajo la honda para arrojar piedras, qw~ Krickeberg atribuye a una cultura subártica refiriéndose a América. Si hasta en tonces la noción de un cuerpo extrañ() productor de la enfermedad era solamente una ficción, al perfeccionarse la 'i M oda de sujetar los filos de hacha y las puntas de lanoe' medíante arrollamiento de un cordel (A mérica). Según E. Cartailhac. El conocimiento de esta técníca condur' al hombre de la Prehistoria al entablillado de las Ira,· turas óseas. edad glacial fué adquirido por el hombre con el fuego. Este le ayudaba a resistir el frío, alejar de sí a las fieras peligrosas y, en caso de enfermedad, buscaba junto a él un templado refugio. Mediante la posesión del fuego, el hombre primitivo conoció además una nueva forma de heridas: las quemaduras; pero también el hombre primitivo sabe poner al servicio de la terapéutica la cualidad destructora del fuego y, de la misma manera que la escarificación se usa intencionadamente, lo mismo se practica también con la quemadura; ésta, es decir, la cauterización, representa un eficaz medio de combatir los ectoparásitos asentados en la piel. La Cirugía, que es un arte basada en la habilidad de las manos, únicamente puede existir cuando se ofrece· ocasión repetida de practicar intervenciones quirúrgicas. En la Prehistoria, la condición primordial para ello es el uso creciente de las armas, las cuales, en el transcurso del período paleolítico, se hacen más 352 ¿I rticulación del hombro de una "caverna socavada" de 1" cullu.ra de H allstatt. La supuración del hueso obligó a practicar ta amputación. Foto: Prof.}. G1-üss. armas de ataque el hombre se vió ante el problema de extraer del cuerpo objetos extraños efectivos, bien con ayuda de illstrumentos o sin ellos. Las lanzas arroj;Ldas y flechas corrientes eran simplemente sacadas del cuerpo, pero cuando la punta de la flecha llevaba un gancho, había en ocasiones que empujar toda la flecha a través de las partes blandas para poderla extraer. Como quiera que las armas llevaban a menudo puntas agudas fijadas de tal manera que se quebraban fácilmente, era frecuente la nec('sidad de una intervención operatoria. Entre los pueblos primitivos de hoy día e"isten cirujanos que saben encontrar y e"tirpar con gran habilidad cuerpos extraños por medio de una operación; mucllas veces se ven tribus de caníbales que saben extraer con asombrosa habilidad y audacia un proyectil alojado en las articulaciones y aún en el vientre. Teniendo en cuenta que en la Europa prehistórica se ha demostrado el canibalismo, hay d('[echo a suponer que también por entonces, junto con la antropofagía, iba asociada un arte quirúrgica de relativa perfección; un proyectil que ha penetrado a gran profundidad en el hueso o en una región que hace temer hemorragias, constituye una extirpación quirúrgica difícil. En tales casos, el cirujano prehistórico de la antigua Europa, lo mismo que el de la primitiva América, se aparta algunas veces de la norma general, no extirpando el cuerpo extraño, sino dejándolo en su sitio (véanse figuras págs. 35 1 /35 2 ). En la Prehistoria, las fracturas óseas, tanto en el hombre como en el animal, curaban sin tratamiento especial alguno, mediante reposo del miembro respectivo, y la curación era rápida. Mediante la posesión del fuego, cuyo resplandor aleja a las fieras, el hombre se hallaba mejor protegido que su antepasado animal y al desarrollarse el sentimiento social, los miembros de las hordas protegían y cuidaban a sus enfermos en la medida permitida por las circunstancias. De un modo análogo al tratamiento de las heridas, practicado también por los antropoides, se aplicaba tierra o barro sobre el miembro fracturado; este tratamiento 1\'[icroTotografía de los restos de un vendaje de heridas consistente en fibras de lino y harina de trigo. Alrededor de 900-800 años a..tes de}. C. (Período de Hallstatt). E .. esta figura se reco..oce.. los granos de almidó.. de ta harina. FOt9: Prof.}. Griiss. 353 1mpresiones de manos sobre londo rojo o negro, en las que se demuestra la amputación de algunas lalanges, en las wevas de Gargas (Altos Pirineos). Auriñaciense. Según "The Cave 01 Altamira" de H. Breuil y H. Obermaier. Madrid I935. es más antiguo que el,entablillado. Junto a la necesidad de refrescar y procurar el reposo del miembro lesionado mediante aplicación de tierra o de barro, surge la idea creadora de formar una especie de envoltura. Los métodos de fijar una fractura ósea mediante férulas y vendas, han sido tomados por la cirugía prehistórica de la técnica de lás armas: Sólo a partir del momento en que el hombre primitivo se ingenia en unir fuertemente dos cosas separadas como, por ejemplo, el cuerpo de una lanza y su punta, mediante'cuidadoso arrollamiento (véase figura pág. 352) es cuando puede pensar en ensayar también esta técnica, magistralmente dominada, en las fracturas óseas. El entabli'lIado de huesos fracturados viene a constituir regla general, pero seguramente sólo en aquellos pueblos de seguras condiciones de vida que son calificados de ganad~ros y plantadores. Los hallazgos de vendajes prehistóricos son muy rarós. 354 Las primeras amputaciones fueron (como hª,cen admitir las circunstancias en los actuales países primitivos) intervenciones de urgencia en caso de destrozamiento completo de un miembro o de mordeduras de serpientes. En caso de mordeduras de serpientes especialmente venenosas entre ciertos pueblos primitivos, es considerado el tajado inmediato del miembro en cuestión como el único medio de salvación. Los progresos conseguidos en la Edad del Metal, en lo qu(; se refiere a la Cirugía, se deducen de un hallazgo hecho en una caverna honda del período de Hallstatt junto a Rüchrsdorf (en las cercanías de Nuremberg). J. Grüss describe un húmero que presenta huellas claras de una operación quirúrgica; este hueso, que se hallaba completamente carcomido, había sido amputado. Restos de un vendaje de fibras de lienzo y de harina de trigo (véanse figuras página 353) encontrados en ambos extremos del hueso, hacen suponer a Grüss que en un principio hubo 1 lila herida que, a consecuencia de un tratamiento inadecuado, supuró hasta el hueso y que, por último, se hizo necesaria la intervención. Las amputaciones de los dedos están atestiguadas por las impresiones manuales en las paredes de las cavernas correspondientes al período auriñaciense (véase figura arriba). Estas "impresiones negativas" de las manos, que según O. Menghin figuran entre las producciones más antiguas del arte mural franco-cantábrica, revelan a menudo la falta de llna falange del dedo. Los motivos a que se debe la práctica de estas amputaciones de los dedos, no han podido descubrirse. Es posible que se partiera de la idea de ofrecer un saqificio en caso de la pérdida de un pariente o de una enfermedad, como hoy se practica aún entre ciertas tribus africanas. Por otra parte, el cortado y tajado de miembros constituyen una clase de castigo generalizada entre los antiguos pueblos cultos. Para cohibir la sangn' se introducía el muñón en arena o brea calien tes, o bien en otros líquidos hirvientes. La cirugía plástica se ha formado probablemente en relación con tales maniobras mutilantes. Los antiguos médicos indios han sido, según nuestras noticias, los primeros que conocieron una plástica de la nariz y de las orejas. Hay que aceptar que la operación de catarata, ejecutada por los antiguos indios, está relacionada igualmente con castigos corporales. También puede explicarse la Negros de Uganda ejecutan una operación cesárea, que era ya practicada en el período neolítico. casi ración como una medida punitiva, probablemente Según Felkin. si bien se practicaba asimismo como costum bre guerrera. Los primeros que ad- en los tiempos históricos en la antigua quirieron experiencia en la castración Grecia. Durante el período neolítico, fueron los pueblos de pastoreo de los mejor desarrollado técnicamente, la apaindogermanos, hamito-semitas y turco- rición de la honda planteó a la terapéutárbros. El procedimiento más antiguo tica de la Prehistoria nuevos problemas. consistía en la ligadura o en el aplasta- La piedra arroj ada con la honda destroza las paredes del cráneo lo mismo que la miento del testículo. De la misma manera que la destrucción maza de piedra, pero además obra de com pleta de un miembro o la amenaza otra manera. Pedradas que rozan la piel que implicaba para la vida una morde- . provocan a menudo hemorragias ceredura de serpiente exigían la decisión viril brales en el lado opuesto no hendo; para de sacrificar el miembro, también los determinar la localización de la hemotrastornos funcionales de un órgano obli- rragia el cirujano tiene que abrir el cráneo gaban a una intervención de urgencia. en una región intacta. Esto en un prinAsí, por ejemplo, la oclusión de la uretta cipio se ha hecho raspando, más tarde y por IIn cálculo o un cuerpo extraño (ani- con mayor audacia cortando y separando mal pequeño) exigía la uretrotomía. trozos de huesos cuadrados o angulares, o Entre los germanos septentrionales exis- tallando y sacando fragmentos circulares tían para ello especialistas, lo mismo que de hueso con ayuda del trépano. El ciru- A salto de los ha· bitantes de Samoa a la expedición de La Pérouse en T utuila (Islas de Samoa) en el año I787. En primer término se ve a los indígenas armados de hondas. Según un grabado antiguo. 355 Figuras de barro de la Edad reciente de la Piedra, de Butmir junto a Serajewo ( Bos"¡ia) con tatuaje de puntos. Según M. HoeY't!es. jano de la Edad de la Piedra reciente en el apogeo de su habilidad, trataba los huesos del cráneo humano lo mismo que si se tratara de perforar una piedra o un hueso de animal. El fin de la operación es la eliminación de la esquirla ósea, del derrame sanguíneo o del cuerpo extraño, del demonio. La no~ión animística de que en el cerebro se aloja un demonio, es la causa de que esta intervención se conceptúe aconsejable con gran frecuencia, sobre todo en enfermedades que se creían localizadas en la cabeza (dolores de cabeza, locura, afecciones epileptiformes). La opinión de que el uso de la trepanación ha partido de la Europa occiden: tal y central, expresada primeramente 356 por Wilser y apoyada recientemente con gran insistencia por Fritz Paudler, merece la más concienzuda comprobación. En 19I1, el autor atribuía la honda y la trepanación a la influencia de la cu Itura malayo-polinésica, sin saber entonces que los malayo-polinesios poseían un componente sud-europoideo (v. Eikstedt). (Acerca de la Trepanación véase nuestra!' Actas Ciba N.o 5, 1937). La operación cesárea fué ejecu tada asimismo en los tiempos prehistóricos (albores de la agricultura en el período mesolítico) al principio solamente en las mujeres muertas durante el embarazo. Esta costumbre obedeció seguramente a móviles animísticos, pues según la noción animística amenaza mál presagio el no extraer al niño de la madre muerta. Puede aceptarse que también en la reciente Edad de la Piedra, cuando lo;, cultivadores de la tierra se agruparon en densas colonias (¿ promiscuidad d~ las razas ?), la operación se practicó también en las mujeres vivas. Según estudios de Elseluise Haberling, las leyendas ele los pueblos septentrionales demuestran que dicha operación era un antiguo patrimonio del pueblo en el territorio de la actual Alemania. La circuncisión ha sido comprobada en el país del Nilo en cadáveres nuhios y egipcios del tiempo prehistórico, conservándose dos representaciones de elh, talladas en piedra" de un tiempo algo más reciente (Sudhoff). Según Wilke, en la antigua Europa no parece que la circuncisión ritual haya sido corriente t·n los muchachos ni tampoco en las niña< En cambio, la infibulación de los jóvenes romanos, que consistía en introducir un palito a través de la uretra, con lo cual se intentaba impedir la consumacióll d~l coito y el abuso de los genitales, h:Lce en todo la impresión de una intervención prinlitiva. Probablemente, una operación tal fué practicada por el hombre prehistóFico durante la iniciación. El quinodesmo (protección del glande u oclusi6í'I de la uretra cerrando mediante Crdneo deformado del cam}'o funerario alemdn¡co primitivo de Uberm611e'Yn. Según l/olter. una ligadura ·el prepucio) que era corrienk entre los griegos y etruscos, es hoy alÍn una costumbre de indumentaria de la~ culturas totemísticas, relacionada con la virilidad. Puede admitirse que el quino(lesmo fué también practicado como maniobra de culto en la Europa prehistórica. Las mutilaciones dentarias, según O. Mengltin, no se encuentran en el período paleolltico, pero según G. Wilke, cráneos neolíticos de los Dogs-Holes, de las cuevas de Perthi Chwaren y otras de Inglaterra y de España, hacen sospechar que se ponía en práctica una avulsión de los dientes por motivos rituales. En muchos hallazgos craneales del Japón se han observado mutilaciones dentarias artificiales que se presentan con máxima frecuencia en la segunda mitad del período meso-neolítico. Según Menghin, lo general era arranfar los colmillos del maxilar inferior o d~' ambas mandíbulas, o bien todos los colmillos del maxilar inferior; también se acostumbraba a limar los dientes. En la Europa prehistórica también parece que solían arrancarse los dientes mediante una piedra usada a modo de martillo y un troz.o de madera a guisa de escoplo. En este sentido a lo Tumba circular de crdneos del período paleolítiw reciente en las cuevas Ofnet (Jura suabo-franco) . Las calaveras aquí encontradas estaban enterradas en una masa de ocre rajo. Según R. R. Schmidt: 357 ,. menos interpreta Wilke la falta de dos quizá en el llamado tatuaje de suturas, molares en un cráneo dos veces trepana- especialmente conocido de los esquimales. do. En un esqueleto encontrado por R. Su aparición, sin embargo, puede atriForrer en una tumba de cerámica acor- . buirse probablemente a causas puradonada de Achenheim i. E., se pudo com- mente médicas, acaso relacionadas con probar una avulsión forzada de los dien- la costumbre existente en algunas tribus tes." Según Wilke, la limadura de los primitivas (por ejemplo entre los indios dientes, puede demostrarse en los cráneos Karajá) de mantener abiertas las heridas de sepulcros megalíticos de los últimos recientes introduciendo en ellas un hilo. tiempos del período neolítico, en la pro- De las intervenciones mencionadas, alvincia vasca de Guipúzcoa (Macizo de gunas de ellas deben considerarse como actos rituales en la iniciación que, aunAralar, Sierra Aizcorri). En el período neolítico antiguo debió que no de un modo general, también eran ya practicarse la perforación de los lóbu- usuales de vez en cuando en los tiempos los o el borde de las orejas pues, según prehistóricos de Europa. Al período Menghin, en las culturas ártica tardía o paleolítico pertenecen ya el tatuaje de del litoral báltico estaba extendido el uso cicatrices, la extracción de dientes, la de pendientes como, por ejemplo, clavijas sangría, una intervención en el miembro en las orejas bajo lafonna de discos do- viril y quizá también la perforaci()fi de bles. El tatuaje de puntos, con el cual las orejas; al neolítico, el tatuaje de puniba asociado a menudo un fin curativo, tos y el limado de los dientes. llama la atención en figuras de barro de La deformación del cráneo no puede la reciente Edad de la Piedra (Butmir considerarse como una costumbre ritual, en Bosnia, Cucuteni en Rumanía, habi- siendo más bien una consecuencia j nvotaciones lacustres en el pantano de Lai- luntaria de atar los recién nacidos a un trozo de madera en forma de artesa, y bach, Hisarlik-Troya y Chipre). La cuestión de si también fué practi- en muchas ocasiones viene a resultar una cado en los tiempos prehistóricos el ta- característica de la tribu. Bajo la constuaje de las cicatrices, debe ser contesta- tante presión, los huesos del cráneo illfanda por la Etno'logía. Según la argumenta- til se modifican en su forma. En Aleción etnológico-histórica, el tatuaje de las mania existen cráneos con deformaciones cicatrices tan extendido entre los primi- artificiales de la época alemánica antigua tivos, es la forma primaria del tatuaje. y del tiempo de los merovingios (véase Como quiera que la práctica del tatuaje figura pág. 357). pun teado se ha demostrado en el período En numerosos hallazgos de esqueletos neolítico, está justificado admitir que el del período paleolítico reciente (Grimaltatuaje de las cicatrices era corriente en di, caverna de Ofnet, en el Jura suaboel período paleolítico. En opinión de franco, y Schussenried al norte del Lago Menghin, las rayas que ciñen una de las de Constanza) se pudo encontrar el ocre estatuitas de mujer de la gruta de Bras- con el.cual había sido pintado el cuerpo sempouy (Departamento de las Landas, del muerto. La pintura del cuerpo se Francia), indican el tatuaje de las cica- acostumbraba a considerar como una trices. Como una forma de escarificación práctica de embellecimiento, pero su de las cicatrices pueden considerarse origen es, sin embargo, médico. La capa también las llamadas cicatrices Bregma de color preserva a la piel del frío y del y la T-sincipital (véase nuestras Actas sol, aleja las moscas y a menudo tiene un Ciba N.o 5, 1937. "La Trepanación") en efecto curativo en las enfermedades de los cráneos neolíticos de Francia y en los la piel; en estas últimas puede frecuentede los habitantes prehistóricos deTenerife. mente perseguir también el fin de oculEl. origen del sedal hay que buscarlo tar la deformación. El hombre primi- 358 Representación de un ba11arin disfrazado de la Edad de la Piedra. Quizá " trata de un mólico-mago disfra,-ado con una pld de ciervo. Pintum mural de la cue, 'a de Trois Frere; (Pirineos). Según H. Breuil. tivo sufre considerablemente cuando una enfermedad altera de un modo desfavorable su aspecto exterior y quiere evitar a todo trance ser objeto de mofa. Si su piel se altera por eflorescencias de cualquier clase, gusta de untarse con ocre rojo. Por el mismo motivo de pudor intenbban en la Antigüedad los griegos, romanos e indios disimular las tiñas, tumores, cicatrices repugnantes (liquen, lepra, etc.) y sobre todo las odiosas manchas blancas (Leucodermia syphiliticum), las manchas vergonzosas, median te tierras coloreadas y pomadas de colores. Así se explica también, como dice Stricker, que la acción curativa del mercurio no fuera descubierta en la Antigüedad por médicos, sino por profanos, pues al descubrir una útil embrocación mercurial (Unguentum sarazenicum) les guiaba ante todo la necesidad de un remedio cosmético. El breve bosquejo aquí trazado acerca de la terapéutica prehistórica, aparte del arte de curar eolítica y arqueolítica, que viene a ser una reconstrucción, se atiene a hechos documentados por las investigaciones de antropólogos y prehistoriógrafos a base de numerosos hallazgos en cavernas y sepulcros. De los hechos prehistóricos mencia, naremos todavía un cuadro que puede ser interpretado como la representación de un médico-mago (véase figura arriba). Se trata de un bailarín disfrazado de la caverna de Trois Freres (Pirineos). Está cubierto con una piel de ciervo y al parecer representa uno de aquellos seres demoníacos mixtos de hombre' y animal, característicos de lás ideas totemísticas del derecho materno en las culturas de plantadores. Este cuadro manifiesta una noción muy desarrollada de la magia y del disfraz, con la cual va generalmente asociada en los pueblos primitivos de hoy día una terapéutica sugestiva propiamente dicha. El médico-mago se sirve de aquellas medidas mecánicas que cons- , tituyen la base de la terapéutica primitiva; lo que caracteriza y es esencial en estas medidas es, sin embargo, el hecho de que proceden de ideas mágicas, 359 según las cuales el cuerpo extraño que provoca la enfermedad es de origen demoníaco. Las formas curativas más antiguas del hombre son tendencias de índole biológica, a saber: reacciones subalternas, de las cuales se valen los animales. El desarrollo más antiguo del arte de curar en los períodos eolítico y arqueolítico es una evolución puramente biológica. La Medicina hechicera únicamente pudo formarse en la antigua Edad de la Piedra, cuando el lenguaje y el conocimiento transmitían las representaciones de acontecimientos que se hallaban fuera del alcance de los sentidos. Entre las nociones' médicas que eran de importancia fundamental en la estructura del mundo mágico, predomina la idea de que un cuerpo extraño produce padecimientos "internos". Tales "imaginaciones" ejercían sobre el espíritu del hombre primitivo una acción consternadora y paralizante. Hoy día no se atiende debidamente en muchos casos al concepto de "enfermedad imaginaria", pero en los albores del género humano, la "imaginación", era la causa más frecuente de las más graves enfermedades psíquicas. En estos apuros se acudía al hechicero, que en su tratamiento médico y valiéndose de su habilidad de prestidigibdor, extraía el cuerpo extraño (una pi(~dra, un hueso de fruta, un gusano) y de este sencillo modo devolvía la salud ;L un enfermo que no podía curarse de otra manera. En la primitiva Edad <le la Piedra se tenía que seguir forzosamente en la terapéutica un camino que conducía al mágico país de la Hechicería. Acerca de la Espasmo-Cibalgina, preparado exento de alcaloides para combatir los dolores espásticos Por el Dr. Werner Husmann. del Dep. de la Fundación Sto Johannes en HomburgjNieder,rhein La Cibalgina, tan usada generalmente para combatir los dolores, ha ensanchado recientemente su campo de indicaciones y aumentado la intensidad de su acción mediante la combinación con el espasmolítico sintético Trasentina. En tanto que la Cihalgina desarrolla su acción por sus efectos sedantes centrales y sensitivoinhibitorios, de modo análogo a la morfina y sus derivados, la Trasentina (constituída por el éter dietilaminoetílico del ácido difenilacético) tiene una acci ón simulbnea músculotropa y neurotropa que corre:;ponde en grandes rasgos al mecanismo de acción de la papaverina y de la atropina. La combinación introducida bajo el nombre de Espasmo-Cibalgina, permite en los estados dolorosos, debidos a espasmos de la musculatura lisa, una acción tanto más inmediata cuanto que, atendiendo a los 4 puntos de ataque citados, se garantiza un tratamiento causal, :Isí como también sintomático. Como quiera que un preparado de esta clase nos podía ser de utilidad en nuestro afán de restringir lo más posible el usa de alcaloides, ensayamos los supositorios de Espasmo-Cibalgina en los dolores espasmódicos de diversa intensidad yetiología. Estos supositorios contienen 0,5 g. de Cibalgina y 0,05 g. de Trasentina. E n los casos leves y de mediana intensi,lad bastaba un supositorio y a lo más (los para conseguir la supresión completa o casi total de los dolores espásticoso Sólo en casos muy graves necesitamos echar mano de los preparados de morfina, si bien las dosis de éstos, al ser completados con la Espasmo-Cibalgina, pudi( Ton reducirse considerablemente. La acción espasmolítica y analgésica del preparado se presentaba por regla general 5-15 minutos después de aplicar el supositorio, prolongándose por lo común 6-8 horas. El remedio fué bien tolerado, no observándose fenómeno secundario alguno como se ve con frecuencia con la aplicación de preparados a base de alcaloides (trastornos gástricos, atonía intestinal, trastornos cardíacos y circulatorios, midriasis, sequedad de las mucosas bucal y faríngea). Los supositorios de Espasmo-Cibalgina se ensayaron en 50 casos para combatir los dolores espásticos consecutivos a diversas operaciones. La inmensa mayoría de los pacientes podían ser librados de sus dolores con 2-3 supositorios. Su rápida acción era sobre todo sorprendente después de operaciones ginecológicas plásticas. Alrededor de 5 minutos después de introducir un supositorio, cedían los dolores y pasados 15 minutos cesaban, manteniéndose la analgesia 8-12 horas. Al cabo de este tiempo se introducía la mayoría de las veces otro supositorio. En casos graves se aplicó también el preparado con mayor frecuencia, según las exigencias del caso, sin que se observaran fenómenos secundarios. También en el carcinoma inoperable del útero se logró influir sobre los violentos y constantes dolores de la espalda por medio de la Espasmo-Cibalgina. De 6 casos pudimos prescindir en 3 de la morfina yen 2 reducir considerablemente la cantidad de ésta con ayuda de la Espasmo-Cibalgina. En la úlcera gástrica aplicamos en 5 casos la Espasmo-Cibalgina; aquí acostumbrábamos a poner un supositorio después de la comida. En dos de estos casos los dolores violentos, que generalmente duraban 3-4 horas, desaparecieron del todo; en dos casos se obtuvo una considerable mejoría yen un caso no se registró efecto alguno. También fué empleado el remedio en 3 casos de colitis crónica; en uno de ellos la acción no era evidente, mientras que en los otros dos el preparado dió buen resultado. Especialmente en una enferma el efecto fué muy ostensible, pues después de haberse aplicado un supositorio durante el día, permaneció 4-S horas libre de los violentos dolores espásticos y por la noche se hizo sentir agradablemente la acción hipnótica de la Cibalgina, de tal modo que la paciente pudo dormir sin molestia alguna. En 16 casos en que los supositorios de Espasmo-Cibalgina fueron aplicados en cistitis y cistopielitis, los dolores espásticos experimentaron una influencia favorable con 1 supositorio cada vez. En 12 casos se trataba de enfermedades crónicas; aquí, la analgesia se prolongaba cada vez 6-8 horas. En 4 casos se presentaron dolores cólicos agudos, que pudieron ser muy aliviados con un supositorio. y no se volvían a presentar. Sólo en un enfermo no se produjo efecto alguno, de tal modo que hubo que administrarle morfina. En algunos enfermos ele esta clase se conseguía expulsar el cálculo por el lavado de las pelvis renales. La aplicación de la Espasmo-Cibalgina antes y después de una intervención tal, parece dar mejor resultado que no los intentos hechos hasta ahora para combatir el dolor por medio de los preparados de morfina, merced a los cuales se favofc:ce los espasmos de la musculatura lisa. En una serie de casos que a continuación se detallan: Después de operaciones por inyecciones . . . . . . . Sil casos en el carcinoma uterino in(j operable . . . . en la úlcera gástrica S en la colitis crónica. :) en la cistitis y cistopielitis 1(j en la nefrolitiasis. . . S Por último, el preparado se ha ensayado también en 5 casos en cuanto a su acción antiespasmódica y analgésica en las nefrolitiasis. En 4 casos se logró con 2 supositorios de Espasmo-Cibalgina influir sobre los accesos por cálculos uretrales. Cinco minutos después de introducir el supositorio cedían los dolores, desapareciendo del todo a los IS minutos total 8) casos vimos que los supositorios de EspasmoCibalgina se comportan como un remedio seguro y sin efectos secundarios de los dolores espasmódicos, que permite en los casos leves y regulares prescinc1 ir por completo de los alcaloides y en los casos graves reducir estos últimos a un mínimo. (De la Deutsche Med. Wschr., N.O J. I9J8). 0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 00 00 00 00 00 00 00 00 gg gg 00 00 11 00 00 00 gg 00 gg gg 00 gg Hormona testicular pura obtenida sintéticamente para uso parenteral Petandten Insuficiencia de la glándula sexual masculina Afecciones prostáticas Climaterio viril Convalecencias, etc. gg gg 00 00 !! 00 00 00 gg 00 gg gg 00 gg 00 00 00 00 00 00 00 00 0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 ! Notas para el práctico El problema del ileo por cálculos biliares. Mención de dos casos interesantes El aufo.r. comunica dos casos de íleo por cálculos billares. La oclusión intestinal aqui se produce generalmente 'por cálculos de gran tamaño.que n? llegan alllltestino por el conducto bliJar, SlllO que penetran en él directamente p"r perforación de la vesícula biliar. F;n el prlI~er caso se pudo obtener la expulsión por "la natural de un cálculo del tamaño ~e un hUl:vo de gallina mediante la inyección llltravenosa de una ampolla de Peristaltina. Sobre este caso el autor hace los siguientes comentarios: "Este ':aso merece ser mencionado porque es un hecllO muy raro que los cálculos biliares que penetran en el intestino y producen un íleo, sean eliminados espontáneamente. Por lo general, aun aquellos que han perforado el colon 1ransverso y por lo tanto sólo tienen que recorrer un trayecto relativamente corto producen en el intestino espasmos tan violen~ tos que ~e hace imposible la eliminación espont.áne?" La administración de preparados de hipófISIS en un caso tal no hubiera servido más. que para exacerbar los estados espásticos de1lntest1l10; en cambio, la Peristaltina, que hemos elllpleado ya repetidas veces en las parálisis intestinales post-operatorias y en las coprostasls con excelentes resultados es un r~medio que pr<?voc?- un peristaltismó ~egular Slll espaslllos 111 cólicos y no produce acción drástica", En el segundo caso el cálculo productor del. íleo tl,vo que ser extraido por vía operatona. El ('stado de la paciente era muy grave. P?-ra; sost('ner la circulación se inyectaron por vla mtra"enosa 2 ampollas de Coramina en 200 cm. s de solución de glucosa, antes de empezar la. operación. También después de la extracCión del cálculo, que tenia el tamaño de. un hllevo de ganso, se hizo necesario emplear repetidas veces la Coramina. Como q.uiera que dos dias después de la intervención no se habia restablecido aún la función intestinal, se inyectaron por via intravenosa 2 ampoll¡ls de Peristaltina en 200 cm,3 de solución (le glucosa al 20 por ciento. A las 6 horas se restableció el peristaltismo y al 12. 0 dia la enf,'rma pudo ser dada de alta curada. Dr. Béla Verbényi (Wiener klin.Wschr., N,o 47, I938). Excelentes efectos obtenidos con elPercainal En un eczema rebelde del párpado, el autor tuvo ocasión de emplear el Percainal. Se trataba ell este caso de una niña de 2 años, cuyo eczema habia aparecido en el curso de una quera1 itis. El fuerte picor no se calmaba con ningú n otro remedio. El Percainal se aplicaba directamente sobre la región enferma que se cubria después mediante un vendaje con pomada de óxid.o de zinc. Al cabo de al- gunos dias, el eczema se hallaba completan:tente curado, lo que atribuye el autor prinCipalmente al hecho de que la acción antiprurigi?-osa del ~ercainal había permitido un tratamiento raCIOnal de la afección. Prol. S. Ibata, (Japón) (Shindan to Chiryo, N.O 28o, I937). El reposo fisiológico como coadyuvante terapéutico . El autor habia ya ensayado diversos remedIOS p?-r.a obtener la analgesia en las heridas superfICiales y en .las afecciones pruriginosas, cuando tuvo ocasión de conocer el Percainal. Este preparado le ha dado resultados excelentes para calmar los dolores después de la sut~Ha, por upa parte por su prolongada acción ant:stésl.ca y por otra por sus propiedades antlséptlcas. El reposo fisiológico da por resultado una más rápida curación de la he!"ida: Aparte de esto, la pomada de Percamal Impide que se quede pegado el vendaje; la base de esta pomada se mezcla muy fácilmente con la secreción de la herida. Los buenos servicios que presta el Percainal al hacer la cura de las heridas, son demostrados con 9 extractos de historias clinicas que muestran las excelentes propiedades del Percainal. Dr. Sh. S. Povlin (Clinical Medicine &o Surgery, N.O 7, I<;j37). A cerca del tratamiento de la hipertrofia pros- tática con hormonas .testiculares sintéticas El autor ha tratado 34 casos de hipertrofia prostática con propionato de testosteron (en forma de Perandren). La dosis fué dll 5 mg. por dia administrada diariamente o bien de 20 mg. cada 4 días en inyecciones; esta última dosificación resultó más conveniente. Las dosis J?ueden, aumentarse sin peligro alguno Sl son msuÍlclentes. El propionato de testosteron puede sustituir completamente a los extractos de testículo y produce una acción favorable sobre la hipertrofia prostática, especialmente en el primer estadio. De los 34 pacientes, 27 reaccionaron bien a la hormonoterapia. Ante todo llama la atención el mejoramiento del estado general y de la función renal. Las molestias urinarias y la orina residual disminuyen y a veces desaparecen del todo. En pacientes que sufren desde larga fecha de retención crónica y fuerte dilatación de la vejiga, o en aquellos que presentan como complicaciones infecciones graves urinarias, cálculos o divertículos, la hormonoterapia no produce resultado alguno. En cambio, en un enfermo de carcinoma de la próstata se obtuvo un favorable efecto sobre las molestias subjetivas; el volumen de la próstata no es influido por el tratamiento, pero si puede detenerse su crecimiento. Un favorable efecto que pudo observarse en diversos hipertónicos, fué que la presión sanguínea retrocedía casi a su cifra normal mediante el tratamiento por el testosteron. Dr. Alberto Oberholtzer. (British Journal 01 Urology, N,o 3, I938). del tubo gastro-intestinal del aparato génito-urinario y de otros órganos de musculatura lisa se suprimen eficazmente con el nuevo antiespasmódico sintético Trasenlina (Clorhidrato del éster dietilamino-etilico del ácido difenilacético) Obra simultáneamente sobre los nervios (como la atropina) y sobre la fibra muscular lisa (como la papaverina) sin producir los fenómenos secundarios molestos de estos alcaloides Grageas Esidron, nuevo diurético mercurial Por \Y. Komant, de la Clínica médica y neurológica de Giessen' (Director Prof. Reinwein) D{'sde hace mucho tiempo se conoce ya la acción diurética de los preparados mercuriales. Actualmente ocupan el primer puesto entre los diuréticos. En contra del preparado mercurial más usado en anteriores tiempos, los calomelano~, tienen la ventaja de ser solubles en el agua y por ello inyectados. Con ellos no se presenta hábito medicamentoso y en su acción diurética son extraordinariamente seguros y actúan mucho más intensamente que otros diuréticos de distinta constitución química. En estos preparados modernos, el mercurio no es posible determinarlo con los reactivos corrientes, pues se trata de combinaciones químicas complejas. Según Engel y Epstein, el efecto diurético de las combinaciones mercuriales orgánicas es determinado por su estructura aromática (núcleo benzoico). Al estudiar este problema, la casa "Ciba" nos puso a nuestra disposición dos preparados. Uno de ellos (un derivado mercurial de la urca) que pertenece así pues a la serie alifática, se comportó en nuestros experimentos como dotado de una excelente acción diurética. De estas observaciones se deduce que la opinión de Engel y Epstein no es admisible ya en su enunciación primitiva. El otro preparado era la sal sódica del ácido teofilin-mercuri-mono-oxipropilamid-quinoleico. Este preparado, introduciclo en el comercio bajo el nombre de Esidron, mostró en sus experimentos una ;lcción que no cede en nada a la de los más conocidos diuréticos metcuriales El Esidron, a la concentración de ro%, se presenta en ampollas. Las llldicaciones y contraindicaciones de su empl('o coinciden con las de los otros diuréticos mercuriales. El campo principal de sus aplicaciones lo constituyen las diversas formas de retención de agua en la insuficiencia circulatoria. En las colecciones líquidas producidas por otras causas, también el Esidron, lo mismo que los preparados mercuriales conocidos hasta la fecha, no produce efectos tan seguros sobre la diuresis. Las contraindicaciones más importantes son los trastornos renales difusos de carácter inflamatorio, especialmente en sus formas agudas. Las alteraciones puramente degenerativas del riñón (nefrosis) no constituyen contraindicación, aún habiendo considerable eliminación de albúmina, así como tampoco los estados de congestión renal. En cambio, el Esidron está. contraindicado en la colitis, caquexia extrema, anemia, afecciones inflamatorias de la cavidad bucal, estados febriles graves y enfermedades hepáticas. Junto con la movilización del agua de los tejidos tiene lugar una fuerte eliminación de cloruro sódico. Así, por ejemplo, hemos visto con el Esidron producirse una eliminación de 30-4° g. de NaCl. Lo mismo que con otros diuréticos, la administración previa de cloruro o nitrato amónicos refuerza la acción eliminadora de agua y cloruro sódico. La forma mejor y más segura' de administrar el Esidron es en inyección intravenosa. La mayoría de las veces empezamos con 0,5 cm. 3 yen caso necesario au~entamos la dosis, con pausas de 3-4 días, hasta 2 cm. 3 . 'Solamente en casos muy especiales y observando las más severas precauciones, hemos dado 3-4 cm. 3 como dosis aislada, pero tampoco con ella, que únicamente fué aplicada en casos excepcionales, hemos visto fenómenos secundarios desagradables. La acción diurética se aprecia ya por lo común en el transcurso de 1-2 Ó de 2-3 horas y acostumbra a prolongarse 12-24 horas. En general, media hora después de la administración se encuentra ya temperatura producidas ante todo después de una diuresis muy intensa; estos mercurio en la orina. Cuando la inyección intravenosa por fenómenos, igual que acontece con otros cualquier motivo no era posible, adminis- preparados mercuriales, habían desapare7 trábamos el Esidron también por vía cido prácticamente a la mañana siguiente. intramuscular. Añadiendo 1 cm. 3 de A menudo aumenta en grado consideuna solución de Novocaína al 1 %, est;¡t rable la perspiratio insensibilis l'D los inyección es bien tolerada aún por los individuos vasolábiles. En cuanto a fepacientes más susceptibles. Bajo este nómenos de intoxicación como se conomodo de áplicación tampoco cede en cían anteriormente con los calomdanos nada a los preparados conocidos hasta como, por ejemplo, estomatitis, síntomas de coIltis, etc., no los hemos observado ahora. con el Esidron. Hasta la fecha hemos Lo mismo que con los otros diuréticos tratado con éste más de 150 enfermos, conocidos, se recomienda también un en parte de una manera continua. tratamiento general de dos a tres días El mercurio contenido en el E:-:idron antes de empezar con el Esidron, el cual se elimina en gran parte por los ri ñones consistirá en medidas dietéticas y mey solamente en una reducida proporción dicamentosas. Especialmente en los obe(3-7%) por el intestino. En el tran:-:curso sos hemos visto varias veces producirse de 24 horas 60 % del mercurio abandona con el Esidron una acción diurética total el organismo. Según nuestras observamás intensa que con otros diuréticos ciones comparativas, las circunstancias análogos. En el tratamiento de las re_ son aquí iguales que con los preparados tenciones líquidas considerables y rebelde mercurio de acción análoga. des, nos ha resultado a veces ventajoso Resumiendo: A base de la min aciosa alternar su uso con el de otros preparados. De vez en cuando se quejaban los pacien- experimentación toxicológica y clínicotes de fatiga, laxitud, agujetas y dolores comparativa del Esidron, se recomienda de cabeza, como se observa en general éste como diurético mercurial de ¡lcción con toda diuresis mercurial. Contra estos excelente. La acción diurética dd Esitrastornos se recomienda dar de ante- dron no cede en nada a la de los diurémano gluconato de calcio a los enfermos ticos mercuriales complejos conocidos sensibles. Con el Esidron hemos obser- hasta la fecha. vado alguna que otra vez elevaciones de (De la Deutsche medo Wschr., N.O 37, T937 j. Contra los trastornos de la menopausia g~n El Prokliman contiene no sólo hormonas ováricas, sino también sustancias sedantes, descongestivas, cardiotónicas y reguladoras del peristaltismo intestinal en las proporciones farmacológicas y clinicas más favorables. [Notas acerca del tema I La primitiva Edad de la Piedra en Suiza EII Suiza, lo mismo los valles que los Alpes han ..,ido habitados ya transitoriamente en la antigua Edad de la Piedra. Por primera vez se encontraron en el Cantón de Schaffhausen sitios ricos en hallazgos procedentes del período reciente de la piedra picada (paleolítico, al contrario del neolítico que corresponde a la cultu ra de la piedra tallada). Por entonces, al extillt{uirse el último período glacial, vivían en el "Kesslerloch" y en el "Schweizersbild" hord.lS de cazadores, cuya caza más important.· era el rengífero. Tanto en el "Kesslerloch', donde el hombre habitaba en una cueV.l que profundizaba en la tierra, cerca de agua corriente, como también en el "Schweizersl,ild" donde vivían al pie de una pared montañosa y soleada, se encuentran viviendas. Iue por lo visto fueron escogidas por el hombre paleolítico a causa de la proximidad de a IJUndantes parajes de caza. Su cultura está caracterizada por el modo cuidadoso de trab.ljar el pedernal, que lo utilizaba para pun1:ls de flecha. Además fabricaba raspadore...;, cuchillos y barrenas de otras clases de piedl a dura y también sabía cortar del hueso y d(1 cuerno leznas y finas agujas, improvisandO) también arpones para la pesca. Sus dibuJos y grabados sobre las piedras o huesos, verd,lderas obras de arte que representan el rengífero y el asno de las estepas con naturalidad incomparable, son un testimonio de su alta I;ultura. Análogos objetos se han encontrad" en las cavernas del Jura desde el Birstal I!asta el Lago de Ginebra. Los más antiguos habitantes de los Alpes tuvieron sus viviendas a alturas que llegaban a más de 2.000 metros. En las cavernas del Wildkirchli .junto al Santis, del Wildmannlisloch j unto a los Churfirsten y del Drachenloch sobre Vattis en el Valle de Tamina, han sido encontradas en el suelo las pruebas de su presencia. Las herramientas encontradas en estas estaciones son mucho más primitivas que los restos del hombre de la primitiva Edad de la Piedra que se han excavado en los llanos. Como quiera que aquí en los Alpes faltaba el pedernal, se tuvo que emplear una piedra dura que se hallaba a mano, la cual fué tallada tosca.. mente formando raspadores, cuchillos y barrenas, y después afilada. De la diáfisis de los huesos largos no solamente se ingeniaban en hacer leznas y raspadores, que pulimentaban después, sino que también fabricaban utensilios manuables para el raspado empleando los huesos de la pelvis. El animal de caza más importante para estos hombres de la Edad de la Piedra era, a juzgar por los hallazgos, el oso de las cavernas, animal gigantesco que era más de vez y media más grande que el actual oso pardo. El cazarle con las armas en la mano hubiera equivalido a la muerte cierta del caL:ador; por esto, se capturaba este oso en trampas y fosos, matando después a pedradas al animal indefenso. Por lo general eran animales jóvenes los que se cazaban de este modo, como puede reconocerse por los cráneos y huesos encontrados. Fuera del oso de las cavernas El llamado "Schweizersbild" en el Cantó" de Sclzajjhausen, vivienda de los hombres paleolíticos. Foto: Museo de Etnología, de Basilea. que dominaba la montaña, existían también hienas, leones y panteras de las cavernas, representantes gigantescos de un mundo animal que preferían el calor al frío. También se han encontrado restos óseos de machos cabríos, gamuzas, ciervos, lobos, tejones, zorras y martas, es decir, también animales del bosque y de la llanura. En las regiones más frías pm- encima del contorno del bosque, pululaban las marmotas y las liebres de los Alpes. Según las herramientas de piedra y huesos encontrados, estos hombres de las cavernas son pertenecientes al período de cultura del llamado paleolítico alpino, que puede aceptarse en la primera mitad de las culturas de la Edad antigua de la Piedra. La inspección del contenido de las cavernas y el examen geológico de las capas donde se han hecho los hallazgos, indican que vivieron antes de la última edad glacial, es decir, en la llamada edad glacial intermedia. Mientras que estas cavernas alpinas de gran altura estaban habitadas por hombres, los ventisqueros habían retrocedido a las altas montañas; el clima era en consecuencia de esto muy benigno, de tal modo que hasta los animales que hoy día viven en regiones más templadas, podían desarrollarse muy bien allí. Más adelante, sin embargo, volvieron a avanzar los ventisqueros, con 10 cual los animales que preferían el calm- tuvieron que emigrar o se vieron condenados a desaparecer. . Los restos de estos habitantes alpinos de las cavernas demuestran también cierta cultura intelectual; en diversos parajes del "Drachenloch" y del "Wildmannlisloch" se ha encontrado huesos de osos de las cavernas, apilados cuidadosamente y protegidos con fragmentos planos de piedra, lo que se interpreta como una prueba de la forma más antigua del culto humano de sacrificios, como se observa hoy día aún en los pueblos primitivos de las zonas frías dedicados a la caza de osos. Dr.F.Schwerz. Documentos de arte prehistórica y Religión se han encontrado en numerosas regiones. Es asombroso el hecho de que ya del período paleolítico se han hallado pinturas murales polícromas de elevada expresión artística y de vivo naturalismo. (Cueva de Altamira en España.) La ejecución de los dibujos que allí se encuentran denota un sentimiento artístico tan asombroso, que durante mucho tiempo han sido considerados 'como falsificaciones. Otras producciones artísticas del hombre prehistónco están constituídas por relieves y esculpidos en piedra o en hueso, ejecu tados con afilados cuchillos de piedra. Estas representaciones permiten formarse una idea de la fauna de aquellos tiempos, constituída por el mamut, rinoceronte, oso de las cavernas, león, tigre, etc. Muy interesantes son sobre todo las representaciones del cuerpo humano, porque arrojan luz sobre las características corporales del ..J Represealaci6n de ,m bisonte e" colores negro y I ~io. Pi,,· t'~ra mural de la cueva de Altamira (España,!. Segtj;w' H enri Breuil. . /" hombre prehistórico y además nos p<:rmiten penetrar hasta cierto punto en su e~¡-ructura anímica e intelectual. Así, por (¡emplo, ciertas represel1taciones femeninas parecen indicar el concepto que tenían de la belleza los hombres de la Edad de la PiedJ a. Nos limitaremos, a recordar la pequeña estatua de barro llamada "Venus de Willendorf", por haber sido encontrada en el yacimi"nto diluvial de arcilla margosa junto a WiJlendorf (Wachau) y que representa una ITJ IIjer de formas extraordinariamente exuberal,tes. Otro carácter ofrece el relieve de un muchacho de la gruta de Laussel (Dordoña). cuyas líneas son casi clásicas, mientras fJ t1e otra figura femenina del mismo lugar S( distingue por sus anchas y salientes caderas que recuerdan la esteatopigia, como úni, amente se encuentra hoy día entre los bosq U1manos. La mayoría de las representacione,; de la Edad de la Piedra no obedecen seguramente sólo a motivos históricos, sino ante todo a móviles mágico-religiosos. Las pinturas en sí tenían probablemente corno fin producir una especie de t:onjuro sobre los animales de caza. Esta opinión se ve por cierto confirmada por el hecho de que en ciertas especies de animales en otr.)s lugares se encuentran pintadas flechas sobre su cuerpo. Por otra parte, también S(' hallan pinturas de bisontes en los que faltan las astas o toda la cabeza, es decir, las, lefensas e instrumentos sensoriales principale'i de los animales de caza, lo que se explica fá( ilmente considerando el fin mágico de estas pinturas. Algunos de los animales representad(.s por el hombre prehistórico, tienen también sin duda alguna una significación general c10 culto como, por ejemplo, el oso de las cavernas o el caballo, 10 que parece ser demostrado por las muchas representaciones de caballos en las cavernas francesas, pudiéndose adlllÍtir en general que para el hombre de la Edad de la Piedra, 10 mismo que para muchos de los actuales pueblos primitivos, todas bs cosas se hallaban entretejidas de ideas mágicoreligiosas. Dr.].]. Redacción y Administración: Sección científica de la Sociedad para la Industria Química en BasileIL (Suiza) --=-~I1--II---IiIEl tratamiento de la bronquitis especialmente de las bronquitis crónicas asociadas a enfisema y trastornos circulatorios con Calcio =Cotamina ptopouiona al enfeemo un eficaz alivio Fluidifica la secreción bronquial Reduce los trastornos congestivos de la circulación menor, aliviando el trabajo cardiaco Actúa como eficaz analéptico lomptimidos Cualquier demanda de información, muestras o literatura de los preparados que se mencionan en esta Revista, será gustosamente atendida por COL oM B lA W. Rtithlisberger COS T A R I CAE. de Benedictis CU BA Recalt y Camy CH I LE Simon Hnos., Ltda. GUAT E M A LA Alfredo Herbruger Jr. & Co. M E XI CO W. Noeh PE R U E. P. Colliére, S. A. Aptdo. nacional 450 Apartado 467 Apartado 2050 Casilla 29 9a Calle Oriente No. 2-9 Apartado 1739 Apartado 2636 S A LVA D O R H. Wurst Apartado 323 VE N E Z U E LA M. Octavio & Co. 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