[ie 1088] (6 julio 1940)

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Pamplona 6 de ¡ulio de 1940
Año XLVI
Núm. 1.084
Avalan
ÓRGANO DE LA «BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA»
ADMINISTRACIÓN: ESTAFETA. 31
SAN
FERMÍN
DIRECCIÓN: NAVAS DE TOLOSA, 21, 2.° izq.
gran corazón, que abrió sin reservas las puertas de su al*
ma a los rayos luminosos de la verdad.
Esto así, se explica el entusiasmo de Fermín por la Religión del Crucificado, cuya divulgación tomó a pechos,
hasta el punto de no contentarse con predicar la doctrina
del Evangelio en su patria, sino en diversas regiones de
Francia, terminando su apostolado con el martirio. De es*
ta suerte logró un tfíunfo definitivo y rotundo.
Santo, apóstol, mártir; las tres coronas áureas de su
frente; tres palabras que nos recuerdan
una larga historia de proezas; tres títulos
de otros tantos cantos de un poema.
San Honesto, San Saturnino y San
Fermín fueron los primeros evangelizadores de Navarra.
Procer y glorioso triunvirato.
y a se halla en la magnífica portada
de la Catedral de Amiens, labrada en
piedra, la estatua de nuestro Santo; pero
yo hubiera puesto en fas jambas del portalón central las de sus dos compañeros
en el ministerio y en la gloria: uno a cada lado, San Honesto y San Saturnino,
y en el centro, en el parteluz, San Fermín.
N uno de tos grandes cantorales que se conservan, como preciado tesoro, en la basílica de
Nuestra Señora de Ujué, he admirado artísticas
y curiosísimas viñetas, letras iniciales de sorprendente delicada labor, en relación con la solemnidad de la fiesta a la que están dedicadas aquellas
antífonas musicales del Oficio o de la
Misa.
Página preciosa es la primera del re2o
de los Santos Reyes: toda ella ocupada
por la letra inicial y la viñeta: una orla
polícroma, y en el centro, ias palabras
del Oficio del día: Reges...
Y he aquí, a mi juicio, en lo que de*
biera de consistir el homenaje más significativo que LA AVALANCHA en este día
y con el presente número quiere rendir
al glorioso Patrón de Navarra. Por eso
pondremos con letras mayúsculas y en
orla de gloría este nombre ilustre: SAN
FERMÍN, y dibujada en la viñeta, una
serie de historias, como se ponen en relieve las de una vída rica en escenas, tal
cual las admiramos en los retablos magníficos de nuestros tallistas, haciendo la
corte y el honor al Santo cuya imagen
aparece aureolada en la hornacina central, que aquí es nuestro Patrono San
Fermín.
y con solo estampar en este lugar su
nombre, juzgamos suficientemente honrado ya este número. Pues es sinónimo
de santidad, de heroísmo, de celo de
apóstol, de fe, de esperanza y de amor.
Heredó de sus padres Firmo y Eugenia la nobleza y el fervor cristiano. Fueron ellos, con Fausto y Fortunato, senadores y magistrados, quienes capitanearon a aquellos cuarenta mil discípulos
que San Saturnino, en ocho días, logró
FRANCIA. Imagen de nuestro Patrono
San Fermín, en la fachada de la Catedral
reunir en este pueblo comprensivo y de
de Amiens
Pero si no es así materialmente en la
iglesia de Amiens, lo es espiritualmente,
simbólicamente, en esta otra portada afiligranada de la historia religiosa de nuestro Reino, de esta tierra de Navarra que
con su fe, con sus costumbres cristianas,
con su multitud de altares en los que veo
glorificados a bastantes de sus hijos con
aureola de santidad, es cerno una iglesia, un templo sagrado,
y es que en el umbral de su ingreso,
en el parteluz de su portada, en su bella
capital, aparece erguida y como vigilante la figura excelsa de su Patrono San
Fermín.
JACINTO CLAVERÍA
C. M. F.
Ujué, 27 de junio
de 1940 <•
Católico pamplonés, amante de las glorías de tu bendita tierra: Honra al excelso Patrón de Navarra
San Fermín, acudiendo con hondo fervor y piadoso entusiasmo a los solemnes cultos de la Octava
que en honor de tan insigne Mártir de la Iglesia se celebraran en la Parroquia de San Lorenzo
de nuestra ciudad
WVA LANCHA
«4*
IO
Muerto don Ramón Nocedal, y encargado de ia dirección de Ef Sigfo Tuturo don Manuel Señante, me llamó
él, don Manuel, a capítulo, y me dijo:
—¿Quiere usted encargarse de una nueva y permanente sección de EíSigfo Tuturo?
—¿De qué sección?
—De la de Sociología, que no tenemos más remedio
que entablarla ahora como diaria, o casi diaria, por ordenamiento de Roma.
—¿Por ordenamiento de Roma?
—Sí, señor; por ordenamiento de Roma, que me ha sido comunicado por Monseñor Ragonesi,
Monseñor Ragonesí era entonces el Nuncio Apostólico
en España.
f I L M O . SR. D. EMILIO R U I Z M U Ñ O Z (FABIOJ
Redactor d e «El Siglo Futuro» y Correspondiente
de la Academia de la Historia
>. •'
Me excusé yo entonces con razones persuasivas ante
don Manuel Señante, diciéndole que no estaba yo preparado para encargarme de una sección de tanta principalidad, máxime siendo tan honrosísima y altísima la encomienda que se había dado a Eí Sigfo Tuturo.
Señante me dijo entonces:
—Tengo in pectore otros dos nombres de sujetos que
no viven en Madrid: uno de ellos es TaBio <ya e"ra redactor, como yo, del periódico); y el otro es...
y^ aquí me dio el nombre de otro escritor que no era
redactor del periódico,"
—Cualquiera de los dos puede ser el elegido.
—Pero usted, ¿a quién preferiría, si usted tuviese que
hacer el nombramiento?
—Yo <salv'o el mejor parecer de usted) a TaBio.
—¿Sin vacilar?
—Sin vacilación ninguna.
—He opinado siempre lo mismo. Nombraremos, pues,
a TaBio, Dios mediante.
TaBio, que aunque ya era redactor del periódico, como llevo dicho, no vivía en Madrid, sino en Málaga, de
cuya Catedral era canónigo archivero por oposición, y
también académico de la Historia, tuvo entonces que trasladar a Madrid su residencia. Hubo dificultades para esto,
y no sé qué contiendas con el cabildo; y también se barajaron no sé qué textos canónicos sobre residencia de beneficiados, etc., e t c . Pero supuesto que el Papa, como es
sabido, puede otorgar dispensas sobre los cánones, intervino entonces en esta contienda el Nuncio Ragonesi, y
pudo ya nuestro TaBio, tutta consciéntia, trasladar su
residencia a Madrid.
y entonces comenzó TaBio <¡el gran TaBiolJ no a ser
sociólogo, puesto que ya lo era, sino a trabajar como un
héroe en aquella tan católica y apostólica empresa, tan
querida y tan recomendada por el Papa.
Puede decirse, por tanto, que entre tan ilustres escrito*
res románísimos como han florecido en nuestro periódico,
han sido cinco los que por especial manera recibieron de
Roma encomiendas verdaderamente romanas, conviene a
saber: el ínclito Padre Gago y Gabino Tejado (redactor
jefe que fue luego de Ei Sigfo Tuturo), los cuales, hallándose en Roma durante el Concilio Vaticano, recibieron de Pío IX el grande, un nombramiento especialísimo
para la defensa de la Santa Sede y del famosísimo Concilio. Romanísimos eran los dos Nocedales, que del gran
León XIII recibieron la encomienda de organizar, el año
de 1876, la gloriosa Romería de ios ocBo mif, que fue el
asombro de toda Europa y de todo el mundo, y romanísimo, finalmente, nuestro TaBio, en nuestros mismos días.
¿Tengo o no tengo razón, por tanto, para decir que es
digno y dignísimo de figurar en la espléndida galería de
los romanísimos varones de Ef Sigfo Tuturo?
y a era sociólogo nuestro Tabio (corno he dicho antes) cuando esa empresa de Roma dio comienzo. Pero
mientras le iba llevando al cabo, iban también subiendo de
punto los quilates sociológicos del insigne escritor. Iba
enriquiciéndose cada día su ciencia sociológica; iba conquistando fama y renombre; ibati creciendo las alabanzas
de gente sabia, y entre sus admiradores descollaba otro
gran sociólogo, el Padre Noguer, que no sé yo sí en la
revista Razón y Te tenía el mismo encargo de Roma que
TaBio en nuestro Sigfo Tuturo. Pero TaBio, como escritor secular que era, tenía más libertad que el religioso
de la Compañía de Jesús para entrar en (iza con otros escritores religiosos y seglares; y así era más aborrecido.
¡Qué jugarretas le hicieron, qué documentos del extranjero publicaron, qué anónimos le escribieron! Pero, ¡cómo
le ayudó el Señor en aquellas zancadillas, pelamesas y
escaramuzas;' y alguna vez también <Dios se lo pague) «el
Ilustrísimo de Madrid^, como diría Cervantes, el discreto
y sabio Monseñor Eijo!
/
A la misma Roma llegó el lejano ruido de tanto escrito
y de tanta polémica, y entonces aconteció que un sociólogo español artifaBista sacó al corro una epístola de un
correspondiente suyo romano; correspondiente de quien
dijo aquél que era hombre que tenía mucha vara alta como sociólogo en Roma y en el Vaticano. TaBió escribió
entonces a Roma para que le dijesen quién era el tal sujeto; y habiéndole contestado desde la Ciudad Eterna lo
que era <bien poca cosa, por cierto) y lo que no era aquel
correspondiente, TaBio quedó tranquilo, e impávidamente
perseveró en su polémica, hasta que sus jenemigos se persuadieron de que su juego había sido conocido. El integé*
rrimo Cardenal Vico <que ya había sido Nuncio aquí en
España) nos tenía al corriente de todo, y por- amor a la
sana y católica doctrina, nos servía los pensamientos con
toda la discreción y diplomacia que se estila en Roma.
—Pero, ¿de dónde sacas <le dije a Tabio un día) esas
teorías sociológicas que yo jamás he leído en los autores?
—No es cosa muy difícil, Padre Juan <así me llamaba muchas veces, aunque soy lego), no es cosa muy difícil seguir, como el maestro Fr, Luis de León, la
, senda por donde Ban ido
fos pocos saBios que en ef mundo Ban sido.
N o es difícil hacer caminar un tren sobre vías y carriles
conocidos. Lo difícil y trabajoso es fabricar vías y fijar
nuevos raíles para trenes nuevos. Hoc ópus, Bic faBor,
Pero en estos apuros acudo siempre a mi santo Doctor.
¡Santo Tomás de Aquino!
En la España contemporánea he conocido o sé de cuatro o seis hombres eminentes que todo fo sacaBan dé
Santo Tomás; conviene a saber: el limo, de Lérida Monseñor Puigdelat, el P. Norberto del Prado, el P. Zeferino,
D. Juan Manuel Ortí'y Lara, D. Jorge Borondo, catedrático eminente del Seminario de Toledo <de! cual se cuentan maravillas tomísticas), y finalmente, nuestro TaBio.
JL* ; * V A L A N C H A
está, todo lo encuentro en la Summa <dice el
sublime Balmes>, Teología, Filosofía, Ascética, Jurisprudencia, Política, ¡todo!
. ».,•
-.••••
TaBio también decía lo mismo.-, ;... $. >•-:-• , >• .
-,
-, y o no he conocido admiración y amor más grande que
'.;,€l que (después que a San Pablo) profesaba al Angéfico,
• í í o m o él llamaba a Santo Tomás.
. —Allí (decía con mucha gracia andaluza, puesto que
era andaluz de pura raza) no hay plomo, ni cobre, ni
Bronse, ni plata ni platino. Allí todo son onsas de oro, o
inedias onsas, o por lo menos, ocheniines.
y otra vez me decía con graciosísimo y hasta elocuente gesto andaluz:
„,— — y o no sé, yo no entiendo, yo no me explico que las
gentes se despepiten por los toros, por el balompié, por el
teatro, por el sirte, teniendo tan al afcanse de la mano a
Santo Tomás, que hincha con colmo toas las medidas de
too lo grande, de too lo sabio y de too lo bueno,
;
Hasta libros sobre Qjjímtca se han escrito, en donde se
dan probanzas de la luz y del influjo del Doctor Angélico
en una ciencia que parece a primera vista tan ajena a sus
libros inmortales. ¿Qué mucho que un sociólogo tan sabio
como nuestro amigo acudiera, siempre tan solícito, a beber torrentes de doctrina sociológica en Santo Tomás,
cuyas obras completas (en la preciosa edición parisiense
de Vives), campeaban en aquel largo y único estante que
se levantaba sobre su m¿sa de estudio que estaba adosada, como la de Fernán Caballero, a la pared?
¡Cuántas y cuantísimas veces revolvía las páginas del
índice Compíetísimo de la referida edición, hasta dar con
lo que sólidamente iba buscando!
• ¿'
(Continuará)
<, -
; . ' . . . . •
' .
> :•
•
*
CHAFAROTE
••
EL APOSTOLJfDO SEGUR EN LO! PÚBLICOS REGOCIJOS
principalmente, este
número de LA AVALANCHA á las
fiestas de nuestro glorioso Patro¿
no San Fermín, dedicamos este
artículo á los públicos regocijos,
como arma de Propaganda Católica, que es el carácter distintivo
de nuestra revista.
Alumbrar balcones, colgar fachadas, levantar arcos y enramadas, plantar mástiles y gallardetes,
lanzar al aire cohetes y música;
dar, en una palabra, fisonomía y
exterior aspecto de jubilo a nuestras calles y plazas, cuando hay
cristianos motivos para que lo tengan y públicamente lo
manifiesten nuestros corazones, ¿quién duda que está muy
puesto en razón y nada reñido, sino muy acomodado, a
los más puros sentimientos de catolicismo?
No son muy frecuentes los sucesos públicos que tales
manifestacícnes de entusiasmo merezcan levantar en el
pueblo cristiano. Pero cuando alguno de ellos, por. fortuna, se presente, o cuan (Jo tenga lugar alguna fecha con*
memorativa de gloriosos recuerdos, no olvide esta reco*
mendación nuestra el propagandista católico, y procure
entonces que en su programa tenga cabida esta parte de
alegría callejera y popular. No encierre sus. alborozos en
el recinto del templo: haga que en tal día sean como anteSala o ampliación de aquel hogar espiritual todos los barrios de su pueblo, vííla o ciudad. Sea, como hemps dicho,
escrupulosp y remirado en meditar qué clase de festejos
proponga ú organice o autorice, qu¿ algo hay de eso a
veces donde, bajo pretexto de confesar a Cristo o a sus
Santos, colea insidiosamente el rabo de Satanás- Mas tomada en cuenta esta primera y fundamental e indispensable salvedad, sea en lo demás libre y desembarazada su
acción, y deje enhorabuena que proponga planes, a cual
más ruidosos, la popular inventiva; pues, salvada la moONSAGRADO,
ral, nada de cuanto aquí se haga ofendeiá a su Madre la
Iglesia, que, como todas las madres, gusta muellísimo de
las alegrías de sus hijos. Muchos corazones fríos o soñolientos, se encenderán y despertarán tal xrz con ese exterior movimiento, y llamados por él, acudirán al templo,
atraídos por ese nuevo predicador. Bl hombre, dígase lo
que se quiera, es niño roda la vida; déjase mover y agitar
y mejorar muchas veces por lo que le entra por los sentidos, camino también para el corazón, y entenderlo así, ya
en lo civil, ya en lo político, ya en lo religioso, es verda*
dera filosofía, y no entenderlo así es desconocer por completo el humano corazón.
Oyéremos, como nuestros mayores, públicos y populares regocijos al servicio verdadero de la Religión y de sus
solemnidades; no como los profanadores quieren la Religión y sus Santos, mero pretexto de populares festejos,
con mal disimulado o francamente confesado fin de groseras ganancias. Que el alborozo popular tenga por leal
objetivo la gloría de Dios, no el mostrador de los tenderos, o la caja de los fondistas, o la taquilla de los teatros.
Puntos estos de los que anda extraviada hoy sobre ello»
lá conciencia de nuestros católicos.—S.
--'--•
VERSOS DE FIESTAS
IYO TENÍA TRES AMORES!
¡Un año más I ¡Nuevas fiestas I
¡Nuevos cantds y alegrías!
Pamplona vuelve estos días
a su festero trajín.
jTambién volviera el poeta;
pero es su amargura tanta
que el poeta ya no canta,
aunque reza a San Fermín!
Y es que en Dios su fe está 9}a
y es que el amor a su tierra,
fuerte en. sus hijos se encierra
con sagrada tradición.
¡También, como ellos, dichoso,
yo tenía tres amores,
que entre cantos y entre flores
guardaba mi corazón!
Y recuerda con nostalgia
aquellos días de gloria
del «Año de la Victoria»,
en que Navarra, triunfal,
asombraba a todo el mundo
con el valor, con la hombría,
con esa sana alegría •*
que es, en sus hijos, racial.
Amor de Dios y de Pacría,
¡Amor inmenso por ELLA!; ' •
mas se fue y dejó la huella
de una tristeza sin 6n.
Por eso, mis «pamplónicas»,
si hoy no os canto, no os olvido.
|Por ELLA y vosotros pido
con amor a San Fermín!
DOMINGO MELERO BOLDOVA
Madrid - Julio - 1940
MI PLEGARIA A SAN FERMÍN
San Fermín: En este año
y «pa» que los toros b,ravos
mi oración ha de ser corta.
.a ninguno de ellos coja, - _
Protección «pa» las corridas,
{El papel, que tanto falta,
epa» que estén bien llenas todas
no me da para otra cosa!
y se colmen las despensas
Pero puesto de rodillas
de la «Meca» generosa.
ante Ti, mi lengua invoca
Protección para que abunden
hoy tu protección inmensa
los artículos de boca
sobre tu ciudad famosa.
y «pa» que tengamos todos
Protección para que sean
magras, vino y pan de sobra.
nuestras fiestas muy dichosas,
aunque el mundo esté revuelto
y ande tanta gente loca.
Protección para que en ellas
Protección para la Raza
y el camino de su Historia,
la'alegría sea hermosa,
el tesón de nuestros hombres,
• sin que turbe sus encantos
la virtud de nuestras mozas.
ni la más ligera sombra.
Protección hoy, sobre todo,
Protección para que brille
para nuestra Fe gloriosa
limpio el sol desde lá aurora
y
para la Paz de España,
y haga un tiempo esplendoroso
de Navarra y de Pamplona.
con intenso olor de rosas.
Protección «pa» que la gocen
ROMEDOBAL
nuestros mozos sin zozobras
Fiestas de 1940
LA
AVALANCHA
NUESTROS PAISAJES
¿A qué punto pintoresco
*:
de Pamplona o de Navarra • \ '
pertenece este paisaje
••
que el fotógrafo retrata?
•'?'
¿San Pedro? ¿La Rochapea?...
¿La Ribera? ¿La Montaña?... ~'
Sea de ello lo que fuere,
la verdad que en él resalta
,-es la de una vista hermosa ' ; v
con genial arte lograda.
En su típica belleza,
con castiza voz nos habla "•.
de lina tarde dulce y suave
o más bien de una mañana
de verano esplendoroso,
'...'
cuando el rubio sol la baña; * "* '
mientras cruza la corriente •'",
sin estruendps de riada
y permite que una moza
.-*
de brillante y limpia cara
en su espejo se contemple
y le diga que es muy guapa •
porque no ensucia su rostro
con pinturas ni pomadas;
•;
a la vez que ella, garbosa,
;
sin cesar la ropa lava
en la orilla en que se asienta;
y de cuando en cuando canta
la canción de sus amores
que del pecho se le escapa.
¿No la oís?.,. Yo sí'la oigo..¿
¡Qué sentida es su romanza! '.
Sus^ quereres son cristianos...:
Y ella misma se acompaña /'con los rítmicos chasquidos
de su pala,
'• '_
al pegar sobre las prendas
jabonadas.
"•..:.*••*'••
.v.ROMEDOBAL
( F o t o ti. A r d a n a z )
Lias fiestas de Pamplona
ruidosa bajo los fuegos y
los resplandores de un sol espléndido; alegría de cascabeles bajo el
terciopelo bordado de diamantes
que es la noche azul. De día, sol,
flores, músicas, ambiente, encienden anhelos y esperanzas felices.
Las fiestas de todos los años. Bajo
la serenidad del cielo de julio, las
curvas luminosas de los cohetes, a
cuyos estampidos hacen su entrada triunfal las fiestas, que en la alegría de las músicas de la calle están dentro del alma de
Pamplona y hablan de risas y de juventud, sonando sus
cascabeleos en todo el territorio navarro. Entusiasman a
todos, y en todos dejan un sedimento de poéticas horas
de corazón dichoso.
¡Fiestas de San Fermín!... ¡Alegría de Navarra!... Pamplona adquiere un aspecto propio, inconfundible. Esta capital no es solo su pasado, su tradición de leyenda y de
arte, el aroma de su historia y de sus consejas; es también la ciudad, que en sus calles, en sus plazas, en sus
recodos, guarda el encanto pintoresco, tan poco frecuente, de una construcción y un trazado típicos. Verso, lienzo,, página musical, cantan tradicionalmente el alma de
Navarra. Viejos nombres, llenos de una romántica belleza ancestral; palabras diversas que son, sin embargo, una
misma remembranza de su historia, a través de los siglos;
vestigios y ruinas venerables esparcidas en el solar navarro, adormecidas, bajo la pátina de los siglos, en una misma emoción de arte y de paisaje, tienen el encanto de los
recuerdos que al calor de las evocaciones han adquirido
LEORÍA
•
- .
vida inmortal. Pamplona es una reliquia de Historia; sus
templos y palacios, castillos y murallas, forman un haz de
arte, lleno de esplendor en todo momento. Lo románico,
lo gótico, lo renacentista, lo plateresco, han dejado huellas bellas, fundiendo en armónica síntesis el arte, la tradición y la historia.
. Fiestas de Pamplona, populares e ingenuas, jubilosas y
sencillas^ con fuertes aromas de la tierra en flor, con remembranzas de sentimientos ancestrales. Tienen en el año
actual la alegría dichosa de la tierra buena de Navarra,
de la opima cosecha, que da al pueblo unafisonomíasimpática. Sobre los surcos ondea un mar de espigas rubias,
y los frutales se inclinan colmados, y los pámpanos de las
vides tienen un fresco verdor. Por vías y carreteras trepidan carruajes impacientes de kilómetros. Diríase que en
Pamplona se detiene el tiempo gustosamente a soñar, a devanar los hilos de araña del recuerdo. Fiestas abigarradas,
de incesante bullir en sus ferias y en sus calles, por donde
pasan, como clarines, el tamboril y la gaita, música ingenua que reproducé viejos motivos populares, temas líricos
legados de una a otra generación. Música armoniosa y
dulce, llena de un bello primitivismo, henchida de sencillez y de gracia. Por las calles festeras vuelan las canciones de la tierra de Navarra, canciones que se escuchan
sobre los campos pomposos de la Ribera y bajo los cielos
melancólicamente tristes de la Montaña, en los atardeceres dulcemente nostálgicos. Sus canciones pausadas que
ondulan en la paz del crepúsculo como líneas serpentinas*
que tiemblan y se alargan y se retuercen en el aire dormido. Cantos cuya emoción es más honda para el que tiene
su oído acostumbrado al ritmo frivolo de los cantares
modernos. La calle trepida con la robusta virilidad de los
tambores y de los clarines. A los balcones se asoman
rostros curiosos, esos rostros alegres y contentadizos que
vienen a ser las risas de las fachadas.
Corridas de toros; flores, sedas, bullir y vocear sin descanso; fuerza, luz de sol, gracia y salud robada al sol de
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AYA L A N C H A
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las montañas, a la serenidad de las cumbres y a la quietud
magnífica de los valles, que son caudal de vida.
La fuz besa las piedras viejas de la vieja ciudad, con
sus campanarios y sus torres, perfiladas netamente bajo el
azul purísimo del cielo, y allá arriba San Fermín acoge
bajo su protección a la jubilosa capital de Navarra.
.
,
MIGUEL ANCIL.
ENTRE TOREROS
«LA
GÜERTA»
¿Qyíén no conoce al torero que desde una faena cumbre pasa a las célebres espantas, y desde ía glorificación
de treinta mil manos se hunde de repente en el aBucBeo,
los naranjazos y la burla del respetable público?
De él contaba Guerrita: «Ese es lo más salao que se
ha vestío de corro. Ese tiene más sarsa taurina que nadie;
más que Lagartijo el viejo. Lagartijo era un gachó que na
más de verlo por la caye ..';.",...
.'
, se podía paga dinero. ¡Va*
ya un modo de anda, vaya
elegancia y vaya tío!...
Güeño, pues este barbián
es toavía más grasioso que
Lagartijo mesmo; ahora,
que cuando le entra eso
que le entra... es que se
pone fallo der tó a ver=
güenza torera.»
- Este hombre tan interesante y tan vario, que es
una contradicción viviente, está lleno de supersticiones: bichas, tuertos, curas de noche, numero 13,
dos cojos seguidos, perros
aullando y una lista interminable de conceptos endomoniados forman una
red donde siempre está
presa la pobre criatura.
Quizás ahondando en es*
to encontraríamos explicación a las graciosas es»
patitas.
Todas esas brujerías
lENEl.
tienen su correspondiente
contraveneno, o sea el talismán que libra de la mala
pata de aquéllas. En unas hay que hacer la cruz del perro, en otras es forzoso poner la mano sobre algún metal,
nombrar el lagarto, meterse en cama, etc., etc.
Cuando el gitano estaba delante del toro y se presentaba a su vista alguna de aquellas supersticiones, el único
talismán era tirarse al callejón de cabeza... Mucha gente,
que sabía esto, iba a los toros cuando él toreaba sólo a
verle hacer la suerte del callejón.
Una de las medidas que tomaba nuestro hombre para
defenderse del mafange de las cosas feas que traen pata,
era estar rodeado de gitanos. Llevaba casi siempre su corte de admiradores, caítís legítimos, que se divertían y vivían a la sombra del torero, famoso por su generosidad y
tan manirroto y desprendido que, habiendo ganado una
fortuna inmensa, dicen las crónicas que tuvo que seguir
toreando para poder vivir.
En una ocasión, recién llegado a Sevilla de una excursión taurina que le había producido un montón de miles
de duros, se metió en juerga con los compadres gitanos, y
ya había pasado una semana de pura francachela, en que
todo corría por cuenta del matad, cuando a éste se le
ocurrió la idea de llevarse a la comitiva a Madrid.
y allí se fue con lo más florido de la Alameda y de la
Cava. Uno de los agraciados era el Tío CBufeta, que lo
*
•
mismo,en Sevilla que en Madrid hizo los honores a (a
fiesta, porque su natural gorronería navegaba a velas desplegadas en la bonanza del mar insondable de las pesetas
del pagano.
El torero disfrutaba con los suyos. Estaba en su centro. La ola de la parranda traía en su voluta vino, Sai»
faoras, guitarreros, gitanos de color de bronce con caras
de mojama, que cantaban seguiriffas, coche para arriba
y automóvil para abajo, y un trasnochar continuo.
h Tío CBufeta, harto de manzanilla, de jerez y de aguardiente, y estando ya hasta el pelo de tapas y de guisos,
tuvo el hombre un antojo, y como la bolsa del torero era
inacabable, su antojo se cumplió..
—Orne, yo no he catao en la vía champa. Eso, debe sé
el delirio, ¿no?
r
•^'••^•.'•V".-,; •
, í •
.-•'.
y contestó el torero:
—Píe champán, hombre, píe lo que te dé la gana; pero
arme el favo de espabilarte, que aquí, a la Bombilla, no
hemos venío pa está dando cabesasos e sueño. ¿Te enteras tú, CBufeta?
Trajeron el vino francés, el vino de la galantería, el vino de la ilusión, cuyas espumas burbujean un himno de
vanalidad y de risas.
Tío Chufeta lo probó con cuidado, con miedo, y cuan*
N O T A C Ó M I C A T A U R I N A • - V '"'
¡CC-N SOL Y GRANISANDO!...,.
\- • - . ••;••
(Cuadro de Arrúe)
do sintió su frescura excitante, que caía triunfadora so-,
bre su paladar de aceitunas y sobre su lengua rasposa de
diez días de trueno, guiñó un ojo con picardía, luego el
otro, y bebió lo suficiente para que el vino francés hiciera
de las suyas, dándole una excitación que fue como fas
diez de úftimas de su resistencia, porque después de ella
se le cayó la cabeza sobre el pecho, y se quedó .cuajado.
El torero protestó de que se durmiera, y le dijo al to»
cao que estaba cerca de CBufeta'
—Oye, tú, mañana te vas a la estación y le compras a
ese un biyete de güerta pa Sevilla. Pa dormí, mejó se está
en casa. Despierta a ese jaqueca, y se lo dises...
El tocad despierta al dormido a fuerza de zamarrearlo,
y cuando está en condiciones de oír, le dice;
—Mira tú» CBufeta, ha dicho er mataó que te compre..
u n a g ü e r t a d eS e v i l l a . .
.
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—¿Una güerta, chiquillo?
:—Sí, hombre.
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y entonces, CBufeta, que no cree nada imposible para
la generosidad del gran torero, piensa que le van a comprar una huerta, y exclama:
—Por tu salú, niño, que me la compre serca del río y
que tenga naranjo, muchos naranjo, que eso es lo fetén
der tó.
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146
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JULIÁN GAyARRE '
CANTAR... PARA UN FRAILE
(Anécdota)
:
ALLÁBASE Julián
tomando las aguas
de Zaldívar, en ese pintoresco
valle de Vizcaya que lleva el
nombre del ya célebre manantial,
y era 12 de junio, víspera de San
Antonio. Gayarre, que huía de
los bañistas desde que lo habían
conocido, buscaba recreos entre
sus antiguos camaradas los montañeses, y noticioso de la fiesta
de Urquiola, levantóse a media
noche para ascender a la cumbre
de la montaña donde se eleva la
ermita del Santo. Porque el hombre <y esta es observación mía),
cuando se dirige a la Divinidad,
abate la cerviz hasta tocar con sus labios la tierra; pero
cuando fabrica un templo a su Patrón, se le hace poco
colocarle sobre los nidos de las águilas.
El afán de Gayarre era llegar antes de amanecer al
alto de Urquiola, donde afluyen los romeros de las tres
provincias, por ser la cúspide de un monte que casi divide a Vizcaya, Álava y Guipúzcoa. En esta mañana de
San Antonio reúnense allí fraternalmente mozos de las
tres procedencias para gozar del magnífico espectáculo de
ver salir el sol, y después se oye misa, se come, se bebe,
se canta y se baila, lino de tantos, Gayarre, en aquella
alegre romería, comió y bebió como los mozos, y cantó
como ellos también, sólo que su voz, al destacarse entre
las otras, produjo primero curiosidad y después asombro
en la concurrencia: ¿quién era el de la boina azul que tal
voz tenía y de tal manera cantaba? A instigación entonces
de una bella aldeana^Julián se adelantó a la ermita y entonó el zortziko devoto de Iparraguirre:
Arta San Antoniñu
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UrÑiofaÑoaÑ,
•
con tales bríos, melodioso acento y amplitud de forma,
que hizo enmudecer a los alborotados cantores, quienes,
conmovidos, prorrumpieren en entusiastas vítores y aplausos. Una vieja que hacía frituras en un tinglado cercano,
abandonó las sartenes para escuchar al mozo, embelesa*
da, y al concluir, tocándole en el pecho, le dijo esta hermosa frase: «Tú, teatro debías andar», acompañando las
palabras con un vaso de sagardúa, que Gayarre bebió
de un trago, como en sus mejores tiempos de pastor.
Bien pronto se supo en el establecimiento de Zaldívar
el éxito de Urquíoía. Gayarre se vio asediado ya descaradamente por las damas pedigüeñas, por las muchachas
lindas y por los hembres distinguidos que acuden a aquellos baños; pero él, en las aguas, ño quería ser tenor, como en (os banquetes no quería ser cantante, y se negó en
absoluto a abrir la boca.
D.a BIBIANA ÉTULAIN
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LANCHA
Para conseguirlo con menos trabajó," excasatfa las ! « * •
tas nocturnas y se levantaba antes de amanecer, verifican»
do excursiones por las montañas, solo muchas veces, alguna que otra en compañía de un fraile.
Hay en la cuenca donde el establecimiento de Zaldívar está situado algunas casas aisladas que se alquilan a patrones u hosteleros para recibir huéspedes humildes, o que '
quieren hacer vida distinta de la generalidad. A una de
estas casas acuden de ordinario los frailes que han menester el uso de esas maravillosas boticas que la Providencia ha colocado alcance del hombre. Siempre hay aUgún religioso en Zaldívar, al cual se le habla poco, pero
se le saluda, y venera cuando en la fuente toma sus aguas.
El religioso de que hablamos hacía la propia vida de Ga»
yarre: ¡qué extraño, pues, que se encontraran en el montet
Una de las madrugadas en que daban juntos su paseo,
díjole el frailecito:
—Yo sé quién es usted, señor Gayarre. Aunque viejo
y en el claustro, he sido joven en el siglo y aficionado a
la música. Nunca he de ir yo a las grandes ciudades, y
aunque fuese, jamás pisaría un teatro: así es que tenía
perdida toda esperanza de oír a usted. "Pero llego aquí, y
me lo encuentro felizmente; supongo que los señores bañistas le harán cantar, y cuento con que, aun cuando sea
de noche, podré colocarme en el jardín, junto a una ventana del salón, para oírle. Usted, sin embargo, no canta, y '
hace muy bien, porque aquí ha venido a curarse. ¡Paciencia! Las cosas no suceden según se desea.
Calló el anciano, y Gayarre, volviéndose hacia él,
le dijo:
—Pues bien. Padre: yo,-que no quiero cantar para esos
señores, cantaré para usted todo lo que me pida. Mañana
mismo estará usted en la fuente al amanecer; y en lugar
de venirnos al paseo, iremos al salón del piano, donde le
daré un concierto sin que nadie nos incomode.
y , efectivamente, al alba del otro día, Gayarre, sentadoai piano, cantaba al frailecito sus más tiernas romanzas y
sus más bellos pasos religiosos, ante la desesperación de
los soñolientos bañistas y de las aún no ataviadas damas.
Julián cantó en Zaldívar; pero para el fraile.
JOSÉ DE CASTRO y SERRANO
Todavía fiay otra causa de nuestra dece*
dencia principafísima. Es fa pérdida
píritu genuinamente refígioso. No se conocen
Bien íos dogmas de (a fe, ni se fa siente Son»
daménte. Se (fega a hermanar fa vida frívofa
y mundana, con fa práctica ritualy
'
•
R.I.P.
externa-
de fo más indispensabfe de fos Mandamien*
tos. No pocos van a Misa como quien va adejar tarjeta a casa de un amigo: por cumpfi*
miento.
P. ZACARÍAS GARCÍA VILLADA
DON CARLOS EYARALAR
socio de la "Biblioteca Católico-Propagandista.
sacia de la "Biblioteca Católico-Propagandista,,
faffedó en Pampfona ef día 29 de mayo de Í<)4Q
defes-
faffeció en Pampfona ef día 29 de junio de ÍQ4o
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R . I . P .
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La referida Sociedad y su órgano en la prensa LA AVALANCHA ruegan a los socios, lectores y personas piadosas hagan
1 a caridad de encomendarles a Dios en sus oraciones.
Su Santidad el Papa León XIII, en Breve de 19 de diciembre de 1890. concedió sesenta días de indulgencia por rezar cinco padrenuestros y
. avemarias en sufragio de las almas de los socios difuntos,
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