La imagen de México ante el mundo

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Debate Social, núm. 30 / julio – diciembre de 2015
ARTÍCULO ESTUDIANTIL
La imagen de México ante el mundo
Miguel Ángel Puga Díaz1
Estudiante del ITESO
El objetivo del presente ensayo es analizar la política exterior mexicana a
dos años del inicio de la adminis tración de Enrique Peña Nieto, así como
los efectos que tienen en ella la situación de violencia que se vive en el
país y específicamente el impacto que tuvo en la imagen de México el caso
de los 43 normalistas rurales de Ayotzinapa y la crisis que se originó a raíz
de este suceso.
El primero de diciembre de 2012 llegó a la presidenci a de México
Enrique Peña Nieto, con el respaldo del partido político más poderoso de
México, el mismo partido que había gobernado durante 70 años y que
sistemáticamente impidió el desarrollo democrático d el país. Sin embargo,
en esta ocasión la promesa era de cambio, un cambio que no se obtuvo con
los gobiernos panistas, un cambio que la sociedad pedía a gritos.
La situación interna en la que la nueva administración toma al país
era deplorable. El 11 de diciembre de 2006 el entonces presidente Felipe
Calderón Hinojosa, anunció un operativo en el que las fuerzas del Estado
se enfrentarían al narcotráfico, comenzando por su estado natal,
Michoacán. Los hechos que desencadenó este acontecimiento marcan hasta
el día de hoy la vida diaria de millones de mexicanos.
1
Estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales en el ITESO.
Las cifras son pavorosas, según datos del periódico La Jornada , 116
mil personas fallecieron en el sexenio de Calderón como consecuencia
directa del conflicto armado (Méndez, 2012). Sin embargo, la lucha contra
el crimen organizado no era la única situación relevante con la que tuvo
que liderar el presidente Enrique Peña Nieto. Por una parte existía la
necesidad de impulsar reformas estructurales para incentivar la ec onomía,
pero también se necesitaba modificar el ámbito laboral, fiscal y la
educación.
Estas reformas impulsadas en los primeros dos años de gobierno han
condicionado de manera muy importante el margen de maniobra que tiene
la administración de Peña Nieto, no solo en política interna, sino que
también en política exterior.
La situación actual está determinada por la pérdida de poder del
Estado mexicano frente al narcotráfico, un escenario en el que son los
cárteles de la droga los que controlan entidades enteras. Esto representa,
sin duda alguna, un reto al Estado, un desafío a su autoridad y legitimidad .
El ejemplo perfecto sucedió el 26 de septiembre de 2014 en el estado
de Guerrero, donde el secuestro y posible asesinato de 43 estudiantes
normalistas fue perpetrado en coordinación entre las policías municipales
de Iguala y Cocula y sicarios del grupo criminal conocido como Guerreros
Unidos.
Pero este caso es solo la punta de lanza de un problema mucho más
complejo que enfrenta la administración del “nuevo PRI”; un problema que
sin lugar a duda tendrá efecto no só lo en la política exterior de esta
administración, sino que, impactará al futuro de la nación.
El Plan Nacional de Desarrollo propuesto por el entonces candidato
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Enrique Peña Nieto, específicamente en el eje de política exterior se
prioriza el concepto de “México un actor con responsabilidad global”, en
este mismo documento se puede leer el nuevo obj etivo de la política
exterior mexicana:
Un México con responsabilidad global buscará ampliar y fortalecer la
presencia del país en el mundo; reafirmar el compromiso de México con el libre
comercio, la movilidad de capitales y la integración productiva; promover el valor
de la nación en el mundo mediante la difusión económica, turística y cultural, y
velar por los intereses de los mexicanos en el extranjero. (Gobierno de la República)
A continuación y con el afán de comprender la construcción de la
imagen de México ante el mundo y có mo puede verse afectada por la crisis
actual, se analizará brevemente cada uno de los objetivos principales
contenidos en el Plan Nacional de Desarrollo en lo que respecta a política
exterior.
El primer objetivo es ampliar y fortalecer la presencia de México en
el mundo. Las líneas de acción que se proponen para logarlo hacen énfasis
en la región de América del Norte y específicamente en las relaciones
bilaterales México-EEUU y México-Canadá. Por otra parte, en regiones
como América latina lo que se busca es obtener un mayor protagonismo
en los organismos regionales impulsando proyectos como la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el llamado Proyecto
Mesoamérica.
En lo que respecta a la región de Asia -Pacifico se busca
fortalecer la participación de México en foros regionales, destacando
el Foro de Cooperación Económica Asia -Pacífico (APEC), la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), el Foro de Cooperación América
Latina-Asia del Este (FOCALAE) y el Consejo de Coopera ción Económica del
Pacífico. (Gobierno de la República)
Como una iniciativa mexicana se busca también impulsar el Acuerdo
Estratégico Transpacífico de Asociación Económica.
El segundo objetivo es promover el valor de México en el mundo
mediante la difusión económica, turística y cultural. Para lograr este
objetivo se propone, mejorar la red de representaciones de México en el
exterior y armonizar agendas en materia de diplomacia pública.
El tercer objetivo es reafirmar el compromiso del país con el libre
comercio, la movilidad de capitales y la integración productiva. En este
objetivo se busca impulsar el libre movimiento de los factores de
producción, reforzar la participación de México en organismos como la
Organización Mundial del Comercio y consolidar los proyectos de
integración regional en los que participa el país.
El último objetivo busca proteger los intereses de los mexicanos en
el extranjero, así como los derechos de los extranjeros en territorio
mexicano. Se busca fortalecer la protección consular e impulsar programas
y mecanismos que faciliten la readaptación de los migrantes repatriados.
Teniendo en cuenta los objetivos generales demarcados en el Plan
Nacional de Desarrollo pa ra la política exterior mexicana , resulta
congruente el hecho de que el presidente Enrique Peña Nieto haya optado
a principios del mes de noviembre por asistir al foro Asia-Pacific Economic
Cooperation (APEC), en lugar de quedarse en México para tratar de
solucionar la crisis interna. Fue una decisión en plena concordancia con
los objetivos de política exterior que se planteó. Sin embargo, el resolver
si esta decisión fue correcta o incorrecta es un tema muy e scabroso y
depende desde qué ángulo se evalúe.
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La pregunta surge instintivamente, ¿cómo reaccionará la política
exterior ante la coyuntura interna?, pero más importante aún ¿cuál será la
reacción de la comunidad internacional ante la crisis en materia de
derechos humanos en México?
Si bien es difícil que los acontecimientos del día a día modifiquen de
manera importante la política exterior de un gobierno, la crisis social que
se vive al interior del país sí ha logrado tener un impacto considerable en
la imagen que proyecta México ante la comunidad internacional.
En este sentido, el entonces canciller José Antonio Meade Kuribreña
declaró en el marco de la inauguración de la segunda cumbre de rectores,
que la imagen de México no se ha visto afectad a por la desaparición de los
43 normalistas rurales de Ayotzinapa, mencionó: “ México ha dado una
imagen de darle seriedad al asunto, de ser absolutamente transparente. Yo
creo que eso es un tema que es valorado desde la perspectiva que hemos
tenido frente a un muy lamentable acontecimiento”. (Flores Hernández,
2014)
Sin embargo, la prensa internacional, sí se ha dado un cambio radical
en cuanto a la percepción que se tiene de México y especialmente de la
administración de Enrique Peña Nieto.
Un ejemplo muy claro es el de la revista Time, que a principios del
año 2014 dedicó una portada al presidente Enrique Peña Nieto en la que
se podía leer: “Saving Mexico: How Enrique Peña Nieto’s Sweeping
Reforms Have Changed The Narrative In His Narco -Stained Nation.”
(Time, 2014) Este artículo es sólo un ejemplo de la amplia difusión que
tuvieron las reformas estructurales antes mencionadas.
Este, junto con otros artículos como el de The Economist titulado
“Mexico’s Moment” (The Economist, 2012) donde se ensalza la pericia del
presidente para tomar decisiones que puedan transformar positivamente al
país, forman parte del llamado “mexican moment” en el que se veía con
exacerbado optimismo el rumbo que tomaba el Estado bajo la dirección
del presidente priista.
Sin embargo, después de los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa y la
desaceleración de la economía nacional, medios como The Washington
Post o The New York Times cuestionaron fuertemente las formas del
gobierno y más importante aún , la notable pérdida de poder del Estado
mexicano y la incapacidad para controlar todo su territorio.
La prensa internacional pasó de hablar sobre un país encaminado a l
desarrollo a uno sumido en la violencia, de un gobierno que promueve los
derechos humanos y el desarrollo económico , a un Estado fuertemente
cuestionado por su relación con los asesinatos de población civil a manos
del ejército, la policía municipal y el narcotráfico.
La imagen de México ha quedado dañada, la comunidad internacional
ha cambiado su postura ante México y su gobierno ; el periodista Rubén
Cárdenas considera al respecto que:
En el extranjero ha quedado claro que en México ya no únicamente se está
dando una guerra contra el narcotráfico, como presuntamente sucedía en tiempos
de Felipe Calder ón, sino una colusión dir ecta entre instancias de gobierno y
cárteles de las droga s. (Cárdenas, 2014)
Pero este caso no es un hecho aislado en la historia moderna de
México. Analizando el pasado inmediato del Estado mexicano se puede
encontrar una situación similar, un caso en el que el estado de derecho
estuviera en entredicho. El ejemplo perfecto es el sexenio de l presidente
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Felipe Calderón Hinojosa.
Al igual que Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón se enfrentó a una
situación interna compleja, en la cual amplios sectores de la población no
reconocían la legitimidad de su gobierno . Enfrentaba también un problema
de inmensas dimensiones, que además, se encontraba en ascenso,
la
violencia entre los cárteles de la droga .
Con una situación complicada al interior, el gobierno de Felipe
Calderón cambia el rumbo de la política exterior mexicana cuando en
marzo de 2007, en la ciudad de Mérida Yucatán, recibe al entonces
presidente de los Estados Unidos , George W. Bush. En dicha reunión se
sientan las bases del Plan Mérida, a través del cual el gobierno de los
Estados Unidos se compromete a brindar apoyo en especie (armamento,
tecnología, entrenamiento, etc.) al gobierno mexicano y a los gobiernos
centroamericanos en su lucha contra el narcotráfico. El acuerdo sienta
precedentes en materia de política exterior ya que de cierta forma el
Estado norteamericano acepta su responsabilidad en la situación y afronta
un creciente problema que amenaza la seguridad regional.
Estas medidas contrastan con las propuestas en el Plan Nacional de
Desarrollo 2007-2012 en las cuales el tema de la seguridad no aparecía
entre los cinco objetivos generales de política exterior. Los objetivos de
la pasada administración en materia internacional eran: 1) apoyar el
desarrollo económico, social y político del país a partir de una efectiva
inserción de México en el mundo; 2) contribuir a los esfuerzos de la
comunidad internacional para ampliar la vigencia de los valores y
principios democráticos, las libertades fundamentales y los derechos
humanos, así como el desarrollo sustentable; 3) impulsar la proyección de
México en el entorno internacional; 4) proteger y promover activamente
los derechos de los mexicanos en el exterior; y 5) construir una nueva
cultura de la migración (Velázquez Flores, 2010).
Es entonces innegable el impacto que tuvo la situación interna en la
política exterior y la imagen de México ante el mundo en la administración
de Felipe Calderón. México pasó de ser un país con una imagen
democrática, un destino turístico muy importante, un Estado que
pregonaba por los derechos humanos, a ser un Estado que resalta por la
incontrolable situación de violencia interna.
James N. Rosenau considera, respecto a la relación entre políticas
externa e interna, que:
las políticas exteriores de las sociedades modernas son conformadas a
menudo por necesidades internas: para apoyar liderazgos carismáticos, por la
necesidad de identidad y prestigio de una elite o la necesidad que sienten los
grupos en el poder de desviar la atención de los problemas internos. (Shapira,
1978)
Con esto en mente podemos inferir que efectivamente, e l
descontento social que se percibe actualmente en México, tendrá o deberá
tener un impacto sobre la política exterior de Peña Nieto , así como lo
tuvo sobre la de Felipe Calderón .
Pero la cuestión es, si el cambio será impulsado desde adentro, es
decir, si el cambio en la política exterior va a ser promovido desde los
propios funcionarios de la administración de Peña Nieto, o será
meramente el resultado de la presión internacional y la escalada de la crisis
interna que sufre el país.
La política exterior resulta ser un reflejo de la situaci ón interna de
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un Estado. Las problemáticas internas permean a la política exterior
moldeándola para desviar miradas de lo que pasa realmente al interior del
Estado.
En el caso de la administración actual no queda más que esperar un
cambio en el discurso, que abandone la farsa del Mexican moment. Pero
más allá del discurso, es necesaria también una transformación en la
política exterior, un cambio de dirección, en el que se busque dar un
mayor peso a los mecanismos regionales y universales de derechos
humanos, para así recuperar la legitimidad en el interior del país.
El gobierno federal debe afrontar valientemente la crisis interna,
aclarar la situación a la comunidad internacion al, ser transparente con
respecto a la compleja problemática que agobia al país y dejar de lado los
temores sobre las posibles consecuencias que esto pueda acarrear a la
imagen de México en el mundo. Se debe rendir cuentas ante el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, así como también ante el Consejo
de Derechos Humanos.
El régimen se encuentra ante un reto monumental, en el que no será
suficiente, como se hizo en el sexenio de Felipe Calderón , el fomentar y/o
obligar a los embajadores y diplomáticos a hablar bien de México, a mentir
diciendo que todo era un problema focalizado.
Para generar un cambio desde la diplomacia s e deben diseñar nuevas
estrategias de diplomacia pública, respaldadas por un cambio sustancial en
la política exterior oficial de la administración .
Si se quiere revertir la mala imagen de México ante el mundo se debe
combatir el problema, no sólo disfrazarlo, se deben dar garantías de lucha
contra el crimen organizado y contra los vicios de la clase política
mexicana.
En este sentido, es importante destacar el papel de los Estados
Unidos en el conflicto armado que se vive en México. Es bien sabido que
en México se producen marihuana, opio, cocaína, etc. y que es el mercado
estadounidense el que consume, en su mayoría lo que aquí se produce.
Pero, ¿qué pasa cuando el consumidor encuentra otras maneras de
hacerse con el producto? La reciente legalización de la marihuana en
algunos estados de la Unión Americana (Washington y Colorado) muestra
un cambio en la estrategia del combate al narcotráfico ; es decir, la nación
que ideó la actual forma de enfrentar al narco, está abandonándola. La
abandona porque ejemplos como el mexicano o el colombiano muestran
que es una estrategia fallida que a lo largo de varias déc adas no ha logrado
solucionar el problema para el cual fue pensada.
México es, entonces, rehén de políticas anticuadas de un vecino
poderoso y a la vez impotente, un vecino que se ha dado cuenta de su
error; ¿México se dará cuenta del suyo?
La corrupción, la impunidad y las constantes violaciones a los
derechos humanos son los principales obstáculos de este México , un
México que ya ha tocado el fondo del pozo, con un gobierno en supuesta
colusión con los nefastos grupos criminales que pululan en el país, un
gobierno considerado por muchos como represor, un gobierno al que se
culpa de asesinar estudiantes.
Si se revisan los principios de la política exterior se encontrarán
puntos como la solución pacífica de controversias o la lucha por la paz y
la seguridad. Estos principios deberían ser aplicables a la política interna
del país; debería buscarse un estado de paz donde los derechos humanos
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sean garantía, donde el Estado cumpla su función original, que es el
garantizar el bienestar de los habitantes. México es un país de grandes
incongruencias; y ésta, tal vez, sea una de las más grandes.
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